“El mayor problema de la Iglesia es su secularización interna”, diagnostica Carriquiry, el principal laico del Vaticano. “La Iglesia se encuentra atacada por dos extremos opuestos: la dictadura del relativismo y en Oriente el fundamentalismo”
Guzmán Carriquiry, uruguayo, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina y hasta hace poco subsecretario del Pontificio Consejo de Laicos, es el laico de posición más elevada en la Curia Vaticana. El lunes se sometió en Barcelona a una maratoniana sesión en el curso «Situación y perspectivas del catolicismo en el mundo», que empezó a las 17.30 y acabó a las 23.00 h, después de una cena coloquio. Durante todo ese tiempo expuso su análisis de la Iglesia actual y de los tiempos del post-concilio, y respondió con paciencia y resistencia envidiable a mil y una preguntas de los participantes del curso, incluyendo a numerosos miembros de la asociación E-Cristians y a profesores de la Universidad Abat Oliba, que acoge el seminario.
Carriquiry analizó las dificultades de la Iglesia después del Concilio Vaticano II, con sus alas descontentas: los tradicionalistas, que no aceptan el Concilio en plenitud, especialmente por su doctrina sobre la libertad religiosa, y los que en el otro extremo se encomiendan a un «para-concilio», un «espíritu del concilio» que no tiene nada que ver con el Concilio real.
Por otra parte, la Iglesia en el mundo se encuentra atacada por dos extremos opuestos: la dictadura del relativismo, que va ligada a un laicismo intolerante con lo religioso, sobre todo en Occidente, y en Oriente el fundamentalismo, especialmente el islámico (también el ideológico comunista, en China), que no permite la libertad religiosa. Entre ambas posturas, la Iglesia ofrece una vía beneficiosa para todos: la laicidad positiva. «Que el Estado acepte la pluralidad; hoy la Iglesia solo pide al Estado libertad: para vivir, para educar, para participar en la vida pública, para asociarse, para el culto, para ejercer su misión evangelizadora», aseguró Carriquiry.
Pero en Occidente, pese a las mil normas que limitan y acosan la presencia pública del cristianismo y erosionan la familia y los valores cristianos, según este veterano laico en el Vaticano, «el mayor problema de la Iglesia es su autosecularización interna».
Citando al filósofo McIntyre, recordó que incluso en las épocas más oscuras de la Edad Media, durante las invasiones bárbaras, los cristianos generaron comunidades, como los monasterios benedictinos, que vencieron a la barbarie custodiando otra forma de vivir, atrayente… «La mayor potencia de la Iglesia nunca se ha dado en el combate político, sino en el testimonio de vida, y eso requiere tiempo…»
¿Cuánto tiempo? Carriquiry citó de memoria a Joseph Cardijn, el sacerdote belga fundador de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) en los años 20 del siglo pasado: «por tu forma de vivir como cristiano, en un mes, tu compañero de trabajo en la fábrica ha de hacerse preguntas sobre ti; y en tres meses debe preguntarte, atraído por tu estilo de vida, de ser».
Pero más allá de una primera impresión, Carriquiry cree que la clave para el éxito del cristianismo está en el concepto de vida comunitaria. Y lo relacionó con la Jornada Mundial de la Juventud, que por su paso en el Pontificio Consejo de Laicos -del cual dependen las JMJs- conoce mejor que nadie.
«Yo debo ser la única persona de la Iglesia que ha estado en TODAS las JMJs, desde la de 1984 hasta la de Madrid«, aventuró con satisfacción. «Sus frutos son innegables, los hemos constatado muchas veces: vocaciones, conversiones, testimonios… son abundantísimos. Pero a mí me preocupa el `día después´ de la JMJ… A todos esos jóvenes que han tenido ardor, fuego, la experiencia de Dios, el entusiasmo… ¿quién les va a acompañar? ¿Qué sacerdotes, movimientos, directores espirituales? ¿Cómo integrarán esos sentimientos los jóvenes en su vida cotidiana, fría, dura? Es necesario incorporar a esos jóvenes a comunidades donde vayan a seguir viviendo el mismo entusiasmo«, propuso.
E insistió en que «la Iglesia ha de reconstituir las comunidades cristianas para que cada comunidad sea una escuela de oración y de libertad«. «En la JMJ se hace una gran siembra, pero lo sembrado luego hay que cultivarlo», añadió.
Preguntado por el tema de las vocaciones en el mundo, afirmó: «yo no sé por qué hay pocas vocaciones, con lo hermoso que es seguir a Dios. El seminario de Barcelona tiene pocas vocaciones, pero el de Terrassa, que está cerca, tiene más que el de Barcelona. No falla la Gracia de Dios, fallarán otras cosas«, dejó caer sin especificar más.
«Hoy vivimos la parábola de la oveja perdida pero invertida: hay 99 fuera y solo una en el redil, y el cura debe salir a buscarlas, a las calles, tocar a las puertas, en las casas, los bares, las clínicas… ¡nos falta esa urgencia que brota de la gratitud, esa voluntad de compartir lo que nos llena de alegría!»
¿UN NUEVO CONCILIO? NO…
Carriquiry también se mostró en contra de la eficacia de convocar un nuevo concilio, un Vaticano III. «El anterior Concilio se celebró en una época de crecimiento económico, de progreso técnico, la gente estaba llena de optimismos y utopías, y los países y reglamentos internacionales aún tenían bases de un iusnaturalismo secular… Pero hoy todo eso ha cambiado. Cuando lees la segunda parte de la Gaudium et Spes de esos años, con sus juicios prudenciales sobre familia, política… ves cosas interesantes, importantes, pero notas que el escenario es distinto hoy.
La Iglesia no se embarcará en una aventura tan gigantesca como un Concilio Vaticano III, con tantos temas irresueltos. No estamos en condiciones, creo. Sería mejor tratar otros temas previos, como la unidad con los ortodoxos, quizá con un Gran Sínodo sobre la Unidad. Benedicto XVI no se ha pronunciado sobre un tercer Concilio vaticano pero es evidente que piensa más o menos como yo he dicho».
INTERNET EN EL VATICANO
Carriquiry admitió además la importancia de Internet en nuestros días incluso en la Curia. «Lo primero que hago yo cada mañana al llegar a mi despacho es abrir el ordenador y consultar las noticias de Agencia Zenit. Y un par de veces a la semana, me leo algunos blogs que no sé cómo están informados, asombrosamente bien, de los nombramientos, cargos, pasillos… Sandro Magister, Paolo Rodari, Andrea Tornielli, los vaticanistas. El encuentro de 350 bloggers recientemente en el Vaticano fue interesantísimo», explicó Carriquiry.
EL RETO DE LA POLÍTICA: «LOS CRISTIANOS SOMOS IRRELEVANTES»
En el debate que se entabló, el ex político, presidente de E-Cristians y miembro del Pontificio Consejo de Laicos, Josep Miró i Ardèvol, señaló que la Iglesia ofrece una buena enseñanza sobre política… pero que no hay ningún interlocutor para encarnar ni acoger esas enseñanzas. No existe, por ejemplo, la Democracia Cristiana, como sí existía con fuerza durante el Concilio Vaticano II o durante el inicio y creación de la Unión Europea.
Hoy, en cambio, aunque la UE está gobernada casi toda por la derecha o el centro derecha, la Iglesia y sus valores no son escuchados apenas. Miró puso el ejemplo reciente de Hungría, que lanzó una campaña provida, a favor de reducir el aborto… y fue amonestada por la Comisaria de Justicia de la UE porque afirmaba que «esos no son los valores europeos». ¿De qué sirve una magnífica enseñanza sociopolítica si no hay interlocutor en política, si los partidos (ni siquiera los de centro-derecha) no quieren prestar atención ni aprender de ello?
Carriquiry no se anduvo con disimulos en su respuesta: «efectivamente, hoy los cristianos, distribuidos en muchos grupos y partidos, somos irrelevantes e insignificantes en todas partes», admitió. «En los años 60 el Magisterio quería frenar la hiperpolitización de los grupos cristianos, y hoy en cambio Benedicto XVI no cesa de pedir una y mil veces a los cristianos que se comprometan en la vida política», señaló. «A mí no me gusta la unidad en un solo bloque católico de los políticos, pero sí querría una mayor convergencia. Quizá, como en Italia, basta una transversalidad en la que cristianos de centro, izquierda y derecha se unan y plantean cara a sus partidos en temas clave de ética y moral. Pero la Iglesia no ha reflexionado aún lo suficiente sobre este llamado a formar a católicos para la política».
El seminario «Situación y perspectivas del catolicismo en el mundo» se sigue impartiendo toda esta semana en la Universidad Abat Oliba, con la participación de personalidades como el catedrático de física David Jou, el subdirector de La Vanguardia Enric Juliana, el magistrado del Tribunal Constitucional Eugeni Gay y una conferencia de clausura el viernes sobre «Tendencias en la Iglesia católica» también a cargo de Guzmán Carriquiry.
Fuente: Pablo J. Ginés para Forum Libertas
Más noticias relacionadas
Lea las últimas noticias de Signos de estos Tiempos
“Signos de estos Tiempos” un noticiario sobre categorías cristianas de análisis