Los africanos se sienten atacados y se blindan con leyes anti homosexualidad.
Los europeos y norteamericanos, campeones de la multiculturalidad, que abogan por defender las culturas de los pueblos ante el avasallamiento de otras culturas, han montado un fuerte sistema de sanciones económicas contras las naciones africanas porque no aceptan las imposición occidental de la homosexualidad, a lo que se ha unido organismos internacionales.
Hasta ahora no ha habido ninguna categoría de personas que haya despertado tanto celo para defender e imponer de parte de las elites occidentales. ¿Qué tiene la homosexulidad que es tan importante para occidente?
Es un tema para discernir.
LOS AFRICANOS NO ACEPTAN LA HOMOSEXUALIDAD
39 de los 54 países africanos castigan la homosexualidad con penas de prisión, algunos incluso con la pena de muerte, y todos, a excepción de África del Sur, prohíben los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Etiopía está en el proceso de adopción de un proyecto de ley contra la homosexualidad, incluso ahora la castiga con hasta 15 años de prisión y la nueva legislación la incluirá en la lista de crímenes que no podrían tener amnistía.
Otros estados, incluyendo a Camerún y Tanzania tienen la intención de promulgar leyes. Nigeria acaba de hacerlo mediante la adopción de normas muy estrictas. El mes pasado en Uganda las leyes existentes se han vuelto más severas.
Todo esto para satisfacer las demandas, las necesidades y la voluntad popular, ya que los africanos desaprueban las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y absolutamente no quieren oír hablar de matrimonio gay.
Esto fue confirmado por la encuesta realizada por el Pew Research Center en 2013, titulado La línea de demarcación del mundo acerca de la homosexualidad. Mayor consenso en las sociedades más seculares y ricas.
La población de los estados africanos rechaza la homosexualidad en un procentaje mayor al 90%, con la excepción de Sudáfrica (61%). En particular, creen que no debería ser aceptada por la sociedad el 98% de los nigerianos y el 96% de los ugandeses (a la par con la gente de Ghana y Senegal).
SANCIONES DE LOS MULTICULTURALISTAS QUE SE HAN VUELTO IMPERIALISTAS
Ante la noticia de las leyes aprobadas en Nigeria y Uganda, la indignación y escándalo fueron tales como para acabar, de repente, los imperativos del relativismo cultural que los académicos y las izquierdas enarbolan en occidente.
Cuántas veces han pronunciado la frase «¿qué derecho tenemos nosotros para juzgar las instituciones que difieren de las nuestras?»
Incluso sobre los matrimonios forzados, el precio de la novia e incluso, hasta hace no mucho tiempo, la mutilación genital femenina (ahora afortunadamente condenada) lo han dejado pasar sin que los estados y los organismos internacionales hayan reaccionado como lo están haciendo en el caso de la homofobia.
Estados Unidos, Francia, Dinamarca, Suecia y Holanda fueron los primeros gobiernos en hablar de recortes y suspensión de la ayuda financiera a Uganda, dos días después de la aprobación, el 24 de febrero, de la nueva ley sobre la homosexualidad.
El 27 de febrero, el Banco Mundial anunció, a su vez, la suspensión de un préstamo de US $ 90 millones asignado al sistema de salud en Uganda. El 13 de marzo, el Parlamento Europeo aprobó una solicitud de sanciones económicas y la terminación de la cooperación con Nigeria, Uganda y cualquier otro país de África que se niegue a cumplir con la agenda europea contra la homofobia. También se especula con represalias por parte de las multinacionales que operan en los Estados en cuestión.
Pero por ejemplo, todavía se sigue financiando al gobierno somalí a pesar de saber que sus líderes políticos están desapareciendo más de las dos terceras partes del dinero recibido y que el 98% de las niñas somalíes son sometidas a la mutilación genital.
De hecho, es tal vez la primera vez que los países occidentales tienen una fuerte iniciativa y al unísono en defensa de una categoría específica de personas, mientras que los africanos responden proclamando el derecho a mantener y proteger sus valores.
LA DEFENSA DEL LINAJE
La Conferencia Episcopal de Nigeria se ha puesto del lado de la gente,
«las relaciones homosexuales contradicen todo lo que estamos a favor… en África respetamos la dignidad del matrimonio entre el hombre y la mujer… siempre fueron nuestros valores y no debemos ceder a Occidente».
El presidente de Uganda, Yoweri Museveni dijo que quería demostrar, mediante la firma de la ley
«la independencia de Uganda en comparación con las presiones y provocaciones occidentales.»
Lo que a sus ojos la homosexualidad niega y amenaza es primordialmente y esencialmente un valor considerado durante siglos como inalienable y origen fundamental e inviolable de las instituciones: el linaje, es decir, la comunidad tradicional de la familia en el que se preserva y renueva la vida, integrada por los descendientes – los vivos, los muertos y los no nacidos – a partir de un ancestro fundador común.
Para asegurar la supervivencia y perpetuación, es necesario hacer todo lo posible para que ninguna de sus líneas de descendencia se interrumpa. Con este fin, el deber, el derecho y la aspiración de todos los hombres, a excepción de algunos roles sociales especiales, es formar una familia, tener hijos y hacerlo siguiendo las normas que garanticen la calidad de miembro del recién nacido a su propia línea de descendencia. Olvidar este deber, poniendo en peligro la existencia del linaje, es inimaginable: una traición que no puede ser aceptada o perdonada.
Es importante que ninguna línea se interrumpa, y para ello los africanos han adoptado instituciones para remediar la muerte de un hombre sin herederos. Uno es el levirato. La viuda, en este caso debe casarse con un hermano o un primo paralelo de su marido muerto. El primer niño nacido de la unión es considerado hijo de la persona fallecida y luego continúa el descenso. Ciertos grupos étnicos, como los Nuer y los Igbo han instituido una forma de matrimonio en el que la viuda asume la condición del marido difunto. Esto la preserva de que se case, porque su trabajo era tener relaciones sexuales para crear niños que se incluirán en el linaje de la persona fallecida.
A pesar de los contextos cambiantes, el deber social de procrear se mantiene vivo hoy en África y con ello el deseo de convertirse en padres.
Tal vez no todo el mundo considera que la esterilidad es la peor de las desgracias y que hay escasez de castigo para el aborto, que es un pecado graves hacia los ancestros fundadores, pero para los africanos lo que impide voluntariamente la procreación sigue siendo inaceptable e incomprensible, y son estraños los que se niegan a convertirse en padres y madres reales.
Fuentes: La Nuova Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos