Nos estamos transformando en hijos de la desesperanza.
Queremos vivir a toda prisa porque ansiamos gozar de los pocos años de vida física que tenemos.
En occidente nos hemos vuelto cada vez más materialistas.
Porque hemos perdido el contrapeso de las religiones.
Que nos hacían ver que hay un mundo sobrenatural, trascendente y una vida eterna a la que aspirar.
Eso le está pasando especialmente a los cristianos a quienes está atacando fuertemente esta corriente materialista y mundana.
Y sobre todo a los sacerdotes, que han dejado de ser un apoyo para integrar en nosotros ese mundo sobrenatural y trascendente.
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Conformándose con ser predicadores de una autoayuda mundana.
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Consejeros sobre cómo lidiar con el mundo material.
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Y divulgadores de la moralidad del ‘místico’ Jesús de Nazareth.
Y uno se pregunta, ¿qué hay del hecho sobrenatural del verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Jesús en la hostia consagrada que los católicos repiten?
Parecería que hay tres repuestas, una verdadera y dos equivocadas.
Una de las equivocaciones es que se trata de un símbolo o una forma litúrgica que hay que respetar, pero nada más.
Y la otra es que Jesús efectivamente está presente en la hostia consagrada, pero después vuelve a sus cosas.
Y nos deja lidiando a nosotros con el mundo hasta nuestra muerte, cuando nos hará un juicio personal para decidir nuestro destino.
Y la correcta es que convivimos con el mundo sobrenatural todo el tiempo.
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Está alrededor nuestro, al alcance para que le pidamos orientación y cosas que necesitamos.
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Y de tiempo en tiempo se hace visible físicamente para nuestros sentidos en apariciones y hechos milagrosos.
Jesús es quien está a la cabeza de este mundo y no sólo se transubstancia en la hostia consagrada.
Pero lamentablemente hemos ido perdiendo la fe en que estamos inmersos en un mundo sobrenatural.
Y por eso nuestra relación básica es con la lucha diaria en el mundo material con herramientas exclusivamente del mundo material.
LOS CRISTIANOS DERIVANDO VELOZMENTE AL MATERIALISMO
El Papa San Juan Pablo II dijo que había dos sociedades materialistas ateas: la Rusia Comunista y el capitalismo salvaje occidental representado por EE.UU.
«Materialismo» es un apodo popular para el consumismo voraz.
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Decimos que una mujer es «materialista» si ella no hace más que ir al centro comercial y se “compra todo”.
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Llamamos a un hombre «materialista» al que lo único que le importa es su éxito financiero, su carrera, la prosperidad económica y el poder y el placer que su éxito puede comprar.
Estas formas de materialismo son los síntomas de una enfermedad que es mucho más profunda y más incurable que una física.
Ya que es una enfermedad, no sólo de la mente sino también el corazón.
En profundidad, el materialismo es la filosofía que asume y afirma que no hay nada más que el mundo material.
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«Lo que ves es lo que obtienes».
El verdadero materialista no cree en la vida después de la muerte, el cielo, el infierno, demonios, ángeles, milagros y «todas esas cosas medievales».
En su lugar, quiere «todas esas cosas modernas», y los bienes y los tesoros, no sólo la casa, sino la casa del lago, la casa de la montaña y la casa de la playa.
Él quiere más y más y más cosas materiales porque esas son las únicas cosas que él cree que son reales.
Pero la verdadera tragedia es que este ateísmo materialista occidental es alabado no sólo porque se piensa que es la manera correcta, sino la única manera.
Adoramos al Dólar Todopoderoso, no a la Deidad Todopoderosa.
Y nuestro materialismo es tan socialmente aceptado y mandatado como el ateísmo comunista fue aceptado y mandatado en la Rusia Soviética.
Lo sorprendentemente, es que esta filosofía materialista, atea se ha hecho cargo de la mayor parte de las iglesias cristianas, especialmente en el primer mundo occidental (Europa y EE.UU.).
Los protestantes y/o evangélicos y la mayoría de los católicos han endosado y adoptado una forma religiosa del ateísmo materialista.
Avergonzados por lo sobrenatural, los maestros y predicadores cristianos han des mistificado la religión gradual y suavemente.
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De modo que ya no se ocupa de la interacción del hombre con el reino sobrenatural, sino que tiene como objetivo simplemente actuar para mejorar en el reino natural.
El cristianismo occidental ya no está orientado mayormente a la salvación de las almas, sino a la autoayuda y la justicia social.
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Los predicadores son cada vez más silenciosos sobre el otro mundo, conformándose con la oportunidad de mejorar este mundo.
Algunos críticos han llamado a esta nueva religión «moralista, o Deísmo Terapéutico.»
En otras palabras,
«Dios (si existe) está allá arriba ocupándose de sus propios asuntos, mientras nosotros tratamos de ser buenos y trabajamos duro para superar nuestros problemas en la Tierra».
Esto no es una religión.
Es un conjunto de modales de convivencia.
Y una de las principales razones por las que la gente está saliendo de las iglesias cristianas en occidente – especialmente en el primer mundo – no se debe a que las iglesias sean demasiado religiosas cómo se siente decir, sino porque no están dejando de ser religiosas.
La gente no es estúpida.
Ellos se han dado cuenta que no necesita a Dios para operar sobre sus problemas mundanos y tratar de ser buenos.
Después de todo tienen un sin fin de terapeutas, entre ellos los psicólogos.
Esta es la razón por lo que la tendencia Moralista del Deísmo Terapéutico no será deísta por mucho tiempo.
Se transformará en moralista terapéutica, y de ahí en una ideología atea Terapéutica y finalmente en Atea Terapéutica.
La ironía es que es que se ha construido una cosmología que se llama cristiana y que reconoce el verdadero valor del mundo material.
Si no hay nada más que el mundo material, entonces, luego en la medida que todas las cosas materiales mueren y se descomponen en el polvo, el materialismo es en última instancia un credo de la desesperación.
Sin embargo, en virtud de la doctrina de la creación y la encarnación, los cristianos creen en los asuntos de la materia.
A diferencia de las religiones orientales que enseñan la vanidad última del mundo material, los cristianos creen en la validez última del mundo material.
Pero el materialista no tiene nada salvo el mundo material.
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En cambio el cristiano tiene el mundo espiritual y el mundo material.
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Para él, los dos están interconectados, y el mundo entero está a cargo de la grandeza de Dios.
Los poetas y los profetas cristianos lo ven claramente. William Blake, habla de
«el mundo en un grano de arena, y el cielo en una flor silvestre… el infinito en la palma de su mano y la eternidad en una hora».
Así que el cristiano real tiene el cielo y «todo esto también».
Mientras que el ateo materialista no tiene más que el grano de arena, que pronto se tamiza a través de sus dedos y la flor que se marchita y desvanece.
Esta es la razón por la que la apuesta más segura para un retorno a la religión en nuestra era ateo materialista no son más relevantes programas sociales, ni sermones conmovedores que levanten el ánimo, ni música maravillosa.
La respuesta no es café en la iglesia o más sesiones de autoayuda.
La respuesta es un retorno al misticismo, la contemplación, la profecía, la poesía y la oración.
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Sólo entonces la metafísica coexistirá con lo físico, y sólo entonces podremos salir del ateísmo materialista.
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No por la fuerza del argumento, sino por la experiencia irresistible de la belleza.
Pero sobre todo, recuperar el sentido de los sobrenatural.
LOS SACERDOTES EN OCCIDENTE SON UN CAPÍTULO ESPECIAL
Ellos deberían ser quienes guíen a los fieles a descubrir e integrar ese mundo sobrenatural.
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Y ser los custodios de que este concepto tenga siempre la llamita encendida.
A veces se da, que laicos tienen experiencias sobrenaturales con entidades por ejemplo paranormales.
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Por ejemplo oyen ruidos, ven figuras, huelen olores feos, se sienten oprimidos.
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Y cuando van a conversarlo con sacerdotes católicos para que los orienten, éstos sugieren que la persona está con algún trastorno psicológico, así sin más y sin investigar, y le deja sin dar servicio.
Es más, nos hemos enterado en estos días que hay exorcistas que descreen de las posesiones demoníacas.
Este vicio quizás parte de la formación que nuestros sacerdotes tienen en los seminarios.
A quien escribe esta nota, un sacerdote joven de su parroquia le confesó que se enteró que existían los ángeles de la guarda siendo ya sacerdote y en su primer destino como vicario, cuando un laico le habló de eso.
De modo que este sacerdote hizo los 7 u 8 años de seminario sin haber sido informado de esto, y no es achacable a que haya sido un mal estudiante, porque es de lo más destacado dentro de su generación.
Y esto vuelve a la razón de ser de los Foros de la Virgen María.
Cada vez más el catolicismo está perdiendo de vista, o ya no cree, en el mundo sobrenatural.
El trabajo de un sacerdote es ser una interfaz con lo sobrenatural.
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Deben conocer acerca del mundo paranormal, demonios, fantasmas y ángeles.
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No se deben obsesionar con ello o ir en busca de cosas raras como los personajes de una película de ciencia-ficción.
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Deben tener los pies en la tierra y de forma sencilla, saber qué hacer con este tipo de problemas sin negarlos.
Deben saber cómo tratar con los enfermos mentales, tener conocimientos básicos para discernir la diferencia entre un trastorno mental, experiencias espirituales, lo demoníaco y lo paranormal.
Deberían tener al menos un conocimiento básico de qué hacer y cómo hacerlo.
Cuando suceden “cosas raras” deben ser capaces de tamizar y ofrecer asistencia en la esfera espiritual.
Por lo que se oye en las parroquias hay preguntas sobre estas cosas y los sacerdotes reciben preguntas o pedidos de auxilio para hacer frente a perturbaciones en los hogares y con la gente.
Por supuesto que hay muchas veces aspectos de perturbación mental o emocional, así como perturbación espirituales.
Y por lo general, son tratadas con la bendición de la casa con agua bendita y recitando el padrenuestro, con énfasis en “líbranos del mal”, y otras oraciones.
El simple hecho es que demasiados sacerdotes no creen en estas cosas.
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Y sin embargo, este es el tipo de situación en la que es más evidente que la oración funciona.
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La mayoría de las veces no son cosas grandes y no son cosas de miedo.
Hay una famosa anécdota del Dr. Kenneth McCall, el famoso exorcista y autor de “Sanando el Árbol Familiar” en una conferencia.
Un grupo de mujeres excitadas estaban preocupadas por una casa en la parroquia donde brujas vivieron alguna vez y se decía estaba infestada de espíritus malignos.
Querían un gran exorcismo estilo de película.
El Dr. McCall dijo con calma:
“En la mayoría de los casos todo lo que se requiere es que un grupo de cristianos se reúnan en el lugar, rocíe agua bendita y unan sus manos en oración, recitando la oración del Señor”.
Existen entidades paranormales, pero la comprensión de la diferencia entre ellos, los trastornos psicológicos o actividad demoníaca no siempre es fácil y hay mucho sobre el reino invisible que simplemente no entendemos.
No entendemos ese reino, ya que, naturalmente, funciona de acuerdo con un conjunto diferente de reglas y una lógica diferente.
Ir allí es como ir a otro planeta o a otro mundo. No sabemos el idioma, la geografía o los residentes.
Sin embargo, un sacerdote católico es una persona que se supone que es el mejor guía de viajes que hay para esos destinos.
La gente espera esto.
Cuando una persona se dirige a un sacerdote ante una experiencia de este tipo no espera que le digan que no se preocupe o que le diga que todo está en su imaginación.
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Sino que espera que por ejemplo vaya el sacerdote a su casa, con una sotana negra, una gran libro, un gran crucifijo, un gran rosario, un gran aspergilium y eventualmente incienso.
Es una buena manera de tranquilizar a los fieles, evangelizarlos, quitarles del materialismo y amedrentar a los demonios. ¿O no?
Al no haber guías que sostengan la idea del mundo sobrenatural, también provoca que los fieles católicos, que quieren seguir creyendo en ese mundo no material, caigan en la desesperanza.
Y así estamos todos los católicos en una carrera veloz hacia el materialismo.
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Muy cierto. Este es el mal que carcome hoy la fe católica dentro de la Iglesia. El secularismo y el relativismo, con el agnosticismo han vaciado la Fe, entrando en la teología y la hermenéutica disidente de la Escritura con el progre-modernismo-buenismo-light y su atrofia espiritual, su espíritu de inmanencia y genuflexión idolátrica ante el mundo y la consiguiente apostasía, con la pátina de «actualización» y de estar «!a la altura de los vientos del mundo»……Realmente están a la altura de los plantes del «Príncipe de este mundo» del cual es títiere este movimiento y todos sus cultores.
La única solución es vover a las fuentes; no una nostalgia del pasado, sino a las fuentes del Dios vivo, eterno, único, que se revela en la Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia, y Dios del cual no será encontrada huella suya en los «Catálogos de Buenos Modales» para uso mundano del progre-modernismo.