Categories
00 Todas las Advocaciones 09 Septiembre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Movil Noticias 2018 - julio - diciembre

Fiesta del Dulce Nombre de María, conmemora la Santidad de Su Nombre (12 sep)

Esta fiesta es una contrapartida a la Fiesta del Santo Nombre de Jesús (3 de enero).

Ambos tienen la posibilidad de unir a la gente fácilmente divididos en otros asuntos.

Nosotros veneramos el nombre de María porque pertenece a ella, que es la Madre de Dios.

La más santa de las criaturas, la Reina de los cielos y la tierra, la Madre de la Misericordia.

virgen maia y niño perugino

El objetivo de la fiesta es la Santa Virgen que lleva el nombre de Miriam (María).
.
La fiesta conmemora todos los privilegios dados a María por Dios y todas las gracias que hemos recibido a través de su intercesión y mediación.

«María se ha de llamar nuestra electa y este nombre ha de ser maravilloso y magnífico. 

Los que le invocaren con afecto devoto, recibirán copiosísimas gracias;

los que le estimaren y pronunciaren con reverencia, serán consolados y vivificados;

y todos hallarán en él remedio de sus dolencias, tesoros con que enriquecerse, luz para que los encamine a la vida eterna»

Leer también:

estatua de la virgen maria blanca

 

INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA FESTIVIDAD

La primera festividad a María, la Virgen, nació en Oriente, hacia el siglo V. Allí estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María.

La fiesta surgió como dedicación de una Iglesia a María, tradición que se relaciona con el actual Santuario de Santa Ana.

España fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrar la fiesta del Dulce Nombre.
.
Y esto acaeció en el año 1513. La festividad se realizaba en el centro de España durante muchos años.
.
La primera diócesis que celebró esta fiesta fue la de Cuenca.
.
Pero la onomástica tiene fecha propia, el 12 de Septiembre.

En 1683, el Papa Inocencio XI declaró oficial una fiesta para perpetuar la victoria que los austriacos y polacos, mandados por Juan Sobieski, consiguieron contra los musulmanes turcos ese año en Viena.

Juan Sobieski se preparó al combate recibiendo el Pan de los fuertes y oyendo devotamente la santa misa, y todo el ejército polaco siguió el ejemplo de su rey.

«La hora histórica de la batalla definitiva de Viena sonó al alborear el límpido sol del día 12 de septiembre», dice S. S. Pío XII en el radiomensaje con motivo de la beatificación de Inocencio XI.

El ejército de socorro, dirigido por Juan Sobieski, atacó a los asaltantes turcos.
.
Una inesperada tormenta de granizo cayó sobre el campamento de los turcos.
.
Antes de la noche, la victoria sonreía a las fuerzas cristianas que se habían lanzado al combate invocando el Nombre de María.

Si como instrumento de liberación Dios había escogido al rey de Polonia, unánimes afirman los críticos e historiadores que el artífice primario de esta misma liberación fue el papa Inocencio.

Y éste, a su vez, con humildad conmovedora, atribuyó el mérito y la gloria de aquella jornada al favor y socorro de María.

Por eso quiso dedicar este luminoso día de septiembre a la fiesta de su Santísimo Nombre.

botticelli-sandro_madonna-of-the-book_poldi-pezzoli

 

EL NOMBRE DE MARÍA

Ocho días después del nacimiento de la Virgen Inmaculada, su padre y su madre se reunieron sus familiares y parientes en su humilde vivienda.

Según la costumbre judía, estaban discutiendo el nombre de la niña que el Cielo les había concedido.

Aunque Dios no escogió llevar a cabo ningún prodigios externos para marcar la entrada de la Santísima Virgen en el mundo, había escogido, desde toda la eternidad, el noble nombre de la Madre del Salvador.

Así, mientras que Joaquín y Ana esperaban el cumplimiento de sus esperanzas con gozosa impaciencia, el Arcángel Gabriel, el gran mensajero de la misericordia infinita, los visitó, revelando el nombre bendito que el Altísimo mismo había reservado para su hija.

Por lo tanto, las deliberaciones de la familia alrededor de la cuna donde la Reina del Cielo yacía sonriente no fueron prolongadas.

Sin dudarlo, los padres de la Santísima Virgen confirmaron que nombrarían a su hija «María». 

María es el nombre que se usa en los evangelios para referirse a la madre de Jesús de Nazaret.

Para los cristianos católicos, ortodoxos, anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones «Santísima Virgen María», «Virgen María» y «Madre de Dios».

En el Islam se usa el nombre árabe Maryam.

Sabiendo la importancia que tiene el nombre para los Israelitas, es innegable que el nombre de María le fue impuesto a la Santísima Virgen por sus padres Joaquín y Ana.

Muy comúnmente se admite que este nombre le fue sugerido por inspiración divina, es decir que, movidos ellos interiormente por el Espíritu Santo prefirieron este nombre a todos los demás.

Una sola mujer encontramos en el A. T. que lleva este nombre, es la hermana de Moisés, en tiempos de Jesús aparecen muchas mujeres con el nombre de María.

Para los hebreos el nombre no era un simple apelativo, estaba íntimamente ligado a la persona, por ello usaban nombres que describirían la personalidad, el carácter.

Así es muy usada la expresión «su nombre será tal» cuando se quería designar una misión o carácter especial al niño por nacer.

María es un nombre conocido en el Antiguo Testamento por haber sido nombre de la hermana de Moisés y Aarón, originalmente escrito como Miryam.

La versión de los Setenta lo menciona como Mariám , el cambio en la primera vocal señala tal vez la pronunciación corriente, la del arameo, que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo.

Al igual que con los nombres de Moisés y Aarón, que fueron tomados con sumo respeto, el de María no se usó más como nombre común, pero la actitud cambió con el tiempo y fueron puestos como señal de esperanza por la era mesiánica.

En el texto griego del Nuevo Testamento, en la versión de los Setenta, el nombre usado era Mariám.

María sería probablemente la forma helenizada de la palabra.

¿Qué significados tiene según la etimología, ese nombre cuyo misterioso sentido sólo Dios nos podría explicar?

Si, como algunos creen, deriva del idioma egipcio, su raíz es mery, o meryt, que quiere decir muy amada.
.
Según otros, la significación sería Estrella del mar.
.
Si el nombre de María proviene del siríaco, la raíz es mar, que significa Señor.

Asuncion de la Virgen María Charles Lebrun

El padre Lagrange opina que los hebreos debieron utilizar el nombre de María con el significado de Señora, Princesa.
.
Nada más conforme a la noble misión de la humilde Virgen nazarena.

Otro tercer grupo de filólogos e intérpretes sostienen que la palabra María es de origen estrictamente hebreo.

Y sus diversas y preciosas significaciones son las siguientes:

Primera. Mar amargo, de la raíz mar y jam. María fue un verdadero mar de amargura, desde que en el templo, cuando la presentación de su Hijo, vislumbró la silueta cárdena y dolorida del Calvario.

Y un mar de amargura desbordante en la pasión y muerte de Jesús.

Segunda. Rebeldía, de la raíz mar. Ella, la omnipotencia suplicante, vence a las satánicas huestes.

«El nombre de María —escribe el padre Campana— es de una energía singular y tiene en sí una fuerza divina para impetrar en favor nuestro la ayuda del cielo.»

Tercera. Estrella del mar. Le cantamos ¡Ave, Maris Stella! ¡Y con qué arrebatador encanto glosa y profundiza San Bernardo esta expresiva metonimia!

Cuarta. Señora de mí linaje. Frase muy justa y apropiada a la prerrogativa nobilísima de ser Madre de Dios, Reina de todo lo creado.

Quinta. Esperanza. Significado más alegórico que etimológico, pero lleno de inefable consuelo. Porque Ella, Spes nostra, es el camino de la felicidad, el arco iris que señala un pacto de armonía entre Dios y los hombres.

«Bienaventurado el que ama vuestro nombre, oh María —exclama San Buenaventura—, porque es fuente de gracia que refresca el alma sedienta y la hace reportar frutos de justicia.»

Sexta. Elevada, grande, de ram. San Agustín y San Juan Crisóstomo coinciden en adjudicarle el excelso sentido de «Señora y Maestra».

Séptima. Iluminada, iluminadora. Está llena de luz. Sostiene en sus brazos la luz del mundo. Es pura y diáfana.

«El nombre de María indica castidad», dice San Pedro Crisólogo.

lippi_madonna-col-bambino_palazzo-medici-riccardi

 

LA VENERACIÓN DEL NOMBRE DE MARÍA

Narra sor María Jesús de Agreda, en su Mística Ciudad de Dios, la escena en la cual la Santísima Trinidad, en divino consistorio, determina. dar a la «Niña Reina» un nombre.

Y dice que los ángeles oyeron la voz del Padre Eterno, que anunciaba:

«María se ha de llamar nuestra electa y este nombre ha de ser maravilloso y magnífico.
.
Los que le invocaren con afecto devoto, recibirán copiosísimas gracias;
.
los que le estimaren y pronunciaren con reverencia, serán consolados y vivificados;
.
y todos hallarán en él remedio de sus dolencias, tesoros con que enriquecerse, luz para que los encamine a la vida eterna».

Y a ese nombre, suave y fuerte, respondió durante su larga, humilde y fecunda vida, la humilde Virgen de Nazaret, la que es Madre de Dios y Señora nuestra.

Y ese nombre, «llave del cielo», como dice San Efrén, posee en medio de su aromática dulzura, un divino derecho de beligerancia y una seguridad completa de victoria. Por eso su fiesta lleva esa impronta: Acies ordinata.

La veneración que muchos santos tienen por esto nombre nos lo reflejan en sus recomendaciones, por ejemplo, S. Pedro Canisio nos dice:

“Si hay entre los mortales algún nombre tan hermoso, preclaro y lleno de gracia que merece ser escrito, leído, alabado, pintado y esculpido, es el de María.

Ya que es digno de estar siempre ante los ojos, en los oídos y en las mentes de todos los hombres y de ser pronunciado privada y públicamente con inmensa reverencia”.

San Estanislao de Kostka escribía el nombre de María al margen de la página de los cuadernos con esta jaculatoria: “¡Oh María, sedme propicia!”.

San Germán, patriarca de Constantinopla nos invita a que pronunciemos frecuentemente el nombre de María:

“Como la respiración es indicio cierto de vida para nuestro cuerpo, así tu nombre Santísimo, proferido incesantemente por los labios de tus siervos, es, no sólo indicio seguro, sino también causa de vida, de alegría y de auxilio”.

Se nos recomienda que pronunciemos el nombre de María como jaculatoria, San Bernardino de Siena dice que

“por esto nombre se purifica el corazón, se ilumina la mente, se inflama el alma, se ablanda el pecho, se endulza el gusto y el afecto se hermosea”.

La Iglesia nos invita a que pensemos, veneremos y apreciemos este nombre por eso el 12 de septiembre se celebra el Santísimo nombre de María.

Benson la virgen maria y el niño fondo

 

MARIA: EL PODER DE SU NOMBRE

por San Alfonso María de Ligorio

Ricardo de San Lorenzo dice:

«que no hay ayuda más poderosa en ningún nombre, ni hay ningún otro nombre dado a los hombres, después, del de Jesús, desde el cual se brinde tanta salvación a los hombres como desde el nombre de María.»

Continúa diciendo

«que la invocación con devoción de este dulce y sagrado nombre conduce a la adquisición de gracias superabundantes en esta vida y un muy alto estado de gloria en la próxima.»

Luego del muy sagrado nombre de Jesús, el nombre de María es tan rico en bondades, que no hay otra forma de que las almas devotas reciban tanta gracia, esperanza y ternura el la tierra y en el cielo.

Por eso Ricardo de San Lorenzo «invita a los pecadores a servirse de este gran nombre,» porque esto sólo bastará para curarlos de todos los males y

«no hay trastorno, por malo que sea, que no se someta inmediatamente al poder del nombre de María.»

El beato Raimundo Jordano dice

«que no importa lo endurecido y falto de confianza que pueda estar un corazón, el nombre de esta Bendita Virgen tiene tanta eficacia que con tan sólo pronunciarlo ese corazón de ablandará maravillosamente.»

Además se sabe muy bien y lo experimentan dia a dia los seguidores de María, que su nombre poderoso tiene la fortaleza particular que se necesita para superar las tentaciones contra la pureza.

En suma, «Tu nombre, O Madre de Dios, está lleno de gratias y bendiciones divinas», como dice San Metodio.

Tanto es así que San Buenaventura declara,

«que tu nombre, Oh María, no puede pronunciarse sin traer alguna gratia a aquel que lo hace con devoción… 

Permitenos, Oh Señora, que a menudo podamos acordamos de nombrarte con amor y confianza; ya que esta práctica muestra la posesión de la gratia divina, o bien es una petición para que la recobremos pronto».

Por otro lado, Tomas a Kempis afirma

«que los demonios temen a la Reina del cielo a tal punto que sólo con oír pronunciar su gran nombre, huyen de la persona que lo dice como si se tratara del fuego ardiente.»

La misma Virgen Bendita reveló a Santa Brigida

«que no hay pecador en la tierra, por más apartado que pueda estar del amor de Dios, del cual el demonio no esté inmediatamente obligado a huir, si se invoca su sagrado nombre con la determinación de arrepentirse.»

En otra ocasión repitió lo mismo diciendo

«que todos los demonios veneran y temen su nombre hasta tal punto que al oírlo inmediatamente esconden las garras con las cuales sujetan el alma cautiva».

Nuestra Señor Bendita también le dijo a Santa Brigida

«que del mismo modo que los ángeles rebeldes huyen de los pecadores que invocan el nombre de María, los ángeles buenos se aproximan a las almas justas que pronuncian su nombre con devoción.»

maria embarazada

 

PROMESAS

Las promesas de ayuda que hizo Jesucristo son un verdadero consuelo para aquellos que tienen devoción por el nombre de María; porque un dia según lo oyó Santa Brigida,

Él prometió a Su Santísima Madre que concedería tres gracias especiales a quienes invocaran ese nombre sagrado con confianza:

Primero, que Él les concedería la contrición perfecta por sus pecados;
.
Segundo, que sus pecados serian expiados;
.
Tercero, que Él les daría la fortaleza para alcanzar la perfección y a la larga, la gloria del paraíso.

Y luego nuestro Divino Salvador agregró

«porque tus palabras, Oh Madre Mia, son tan dulces y agradables para Mi, no puedo negarte lo que me pides.»

San Efren llega a decir«que el nombre de María es la llave de las puertes del cielo,» en las manos de aquellos que la invocan con devoción.

Y por eso no es casualidad que San Buenaventura diga «que María es la salvación de todos los que recurren a ella.»

«¡Oh Dulcisimo Nombre! Oh María, quién serás Tú que tu nombre sólo es tan amable y lleno de gracia,» exclama el beato Enrique Suso.

Déjanos por lo tanto, aprovechar siempre los hermosos consejos que nos da San Bernardo en estas palabras:

«En los peligros, en las perplejidades, en los casos dudosos, piensa en María, recurre a María, no dejes que abandone tus labios; no dejes que se aparte de tu corazón.»

sirani-virgin_and_child_0

 

LOS NOMBRES DE JESÚS Y MARÍA

Cuando haya peligro de perder la gracia divina, debemos pensar en María invocar su nombre junto con el de Jesús; PORQUE ESOS DOS NOMBRES SIEMPRE VAN JUNTOS.

Oh, entonces nunca permitamos que esos dos nombres tan dulces abandonen nuestro corazón o se alejen de nuestros labios, porque nos darán la fortaleza, no sólo para no dejarnos vencer, sino también para conquistar todas nuestras tentaciones.

«La invocación de los nombres sagrados de Jesús y María,» dice Tomas a Kempis, «es una oración breve que es tan dulce para la mente como poderosa para proteger a aquellos que la usan contra los enemigos de su salvación, así como también es fácil de recordar.»

icono de Claude Newman con la Virgen María

 

LA HORA DE LA MUERTE

Así vemos que el santísimo nombre de María es tan dulce para sus seguidores durante la vida, debido a las abundantes gracias que Ella les consigue.
.
Pero será aún más dulce para ellos en la muerte debido al final tranquilo y santo que les asegurará.

Permítenos entonces, devoto lector, que le roguemos a Dios nos conceda que en la muerte, el nombre de María sea la última palabra en nuestros labios.

Esta fue la oración de San Germano; «Que el último movimiento de mi lengua sea para pronunciar el nombre de la Madre de Dios;» qué dulce, qué segura es aquella muerte que está acompañada y protegida por la pronunciación de este nombre; ya que Dios sólo concede la gracia de invocarlo a aquellos a quienes El está por salvar.

El Padre Sertorio Caputo, de la compañia de Jesús, exhortó a todos aquellos a punto de morir a que pronuncien el nombre de María frecuentemente; porque este nombre de vida y esperanza, cuando se repite a la hora de la muerte es suficiente para hacer huir a los demonios y para confortar a dichas personas en su sufrimiento.

«Bendito sea el hombre que ama Tu nombre, María,» exclama San Buenaventura.

«¡Si, verdaderamente bendito es aquel que ama tu dulce nombre, Oh Madre de Dios! Ya que tu nombre es tan glorioso y admirable que nadie que lo recuerda tiene temor alguno a la hora de la muerte.»

Tal es su poder, que ninguno de aquellos que lo invocan a la hora de la muerte temen los ataques de sus enemigos.

San Camilo de Lellis instó a los miembros de su comunidad a recordarles a aquellos que están por morir que pronuncien a menudo los santos nombres de Jesús y María. Según era su costumbre al asistir a personas que estaban en su última hora.

Oh, que podamos terminar nuestras vidas como lo hizo el Padre Capuchino, Fulgencio de Ascoli, quien expiró cantando, «¡Oh María, Oh María, la más bella de las criaturas! Permitenos ir juntos.»

Permitenos concluir con la tierna oración de San Buenaventura:

«Te Pido a Ti, oh María, por la gloria de tu nombre, que vengas y Te reúnas con mi alma cuando se vaya de este mundo y la lleves en tus brazos.»

Fuentes:

 

Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
Breaking News Catolicismo Movil Musulmanes NOTICIAS Noticias 2018 - julio - diciembre Religion e ideologías Virgen María

Cómo Invocando el Nombre de María los Católicos vencieron a los Musulmanes en Europa

La Batalla de Viena de 1683 vuelve hoy a la actualidad.

Porque fue uno de los grandes hitos en que el catolicismo contuvo al agresor musulmán.

jan iii sobieski
Juan III Sobieski entrando a Viena

Tan actual es que en 1969, en la estela del Concilio Vaticano II, la fiesta fue retirada del calendario.
.
Pero Juan Pablo II la volvió a poner en el 2002, un año después del ataque a las Torres Gemelas.

 

VIENA ERA EL GRAN BASTIÓN QUE QUERÍAN LOS MUSULMANES

La primera vez que Austria defendió la civilización occidental fue el 12 de septiembre de 1683.

Una fuerza de coalición que incluía a la monarquía de los Habsburgo, la Mancomunidad de Polonia-Lituania bajo Jan III Sobieski, y el Santo Imperio Romano, levantó el sitio musulmán de Viena.

Tumba del Papa Inocencio XI
Tumba del Papa Inocencio XI

Y desde allí comenzó el paulatino retroceso del potente ejército musulmán de ocupación en Europa, liderado por los turcos otomanos.

Un siglo y medio había pasado desde que Solimán el Magnífico había intentado sin éxito tomar la ciudad fortaleza en el Danubio.

Esa parte de Europa había sido objeto de ataques musulmanes vigorosos durante siglos.

Mehmed IV estaba decidido a no fallar, y más que eso, estaba convencido, al igual que todos los Sultanes antes que él, que los musulmanes otomanos conquistadores de Constantinopla eran los verdaderos herederos del patrimonio del Imperio Romano.

Los Habsburgo en Viena eran impostores que necesitaban someterse a la regla del Islam, decían.

Viena había sido vista por los turcos musulmanes como la clave para el control de Europa, porque era el cruce de numerosas rutas comerciales.

Batalla de Viena

 

EL AVANCE TURCO HACIA VIENA

En el otoño de 1682 el ejército otomano había cruzado el Bósforo.

Entre el ejército del sultán estaban soldados protestantes leales a la Magyar Luterano Imre Thököly, que se apoyaba en el islamismo para respaldar su afirmación dudosa al trono de Hungría.

Considerablemente más salvajes y temible, era la caballería de choque del Sultan: los tártaros.

Los descendientes de los sármatas, escitas, y mongoles, eran jinetes naturales.

Al igual que los corsarios africanos que atacaron las aldeas pesqueras de la costa de Italia en el siglo XVI, los tártaros eran la primera línea de la trata de esclavos otomana.

Violación, pillaje, e incendio componían su modus operandi.

Para los habitantes de los pueblos en la frontera otomana cristiana de Hungría y Polonia, los tártaros no eran mera historia para asustar a los niños.

Ellos eran una realidad aterradora.

Eran arqueros extraordinarios, capaces de una rápida tasa de fuego de precisión mortal con sus arcos cortos y desde la silla de un caballo al galope.

En la segunda quincena de junio el ejército turco, ahora mayor que 150.000 hombres había llegado a Buda.

Siguiendo el Danubio al oeste los turcos tomaron rumbo a Viena, atacando y quemando todo a lo largo del camino.

La defensa estaba a cargo de dos hombres de un material más duro: el conde Ernst Rüdiger von Starhemberg al mando de la guarnición en Viena y Charles Sixte, Duque de Lorena comandando el Ejército Imperial en el campo.
.
Juan Sobieski, llegó en el último momento.

Eran superados grandemente en número y durante todo el asedio de dos meses, resistieron con maestría a los turcos.

Retrasando un enfrentamiento decisivo hasta que los refuerzos polacos y sajones llegaran.

Defensa de Viena
Defensa de Viena

 

EL SITIO DE VIENA

Los turcos llegaron a los muros de Viena sobre el 12 de julio.

El 13 un emisario del gran visir mandó una invitación para entregar la ciudad y someterse al gobierno islámico.

Starhemberg se negó.

Los musulmanes, bajo el mando del Gran Visir Merzifonlu Kara Mustafa Pasha, comenzaron el sitio de Viena el 14 de julio de 1683. 

Las tropas defensoras eran superadas en número de 10 a 1; 15.000 defensores frente a 150.000 atacantes musulmanes.

Los turcos comenzaron a bombardear las paredes de la ciudad el 14.

Los muros de Viena habían mejorado mucho desde los tiempos medievales.

Las fuerzas musulmanas cortaron Viena por completo, y el hambre y la fatiga recorrían a los soldados y los ciudadanos.

Y aunque los musulmanes lograron romper las paredes exteriores, eran incapaces de tomar la ciudad.

En agosto, la combinación de las excavaciones y el fuego de artillería habían pasado factura de la pared exterior de la ciudad y habían dañado seriamente el bastión del palacio.

Encuentros mano a mano con machetes en la zanja y en los terraplenes se hicieron más frecuentes y más feroces.

Extravagante y sin miedo, Starhemberg, con una pistola en cada mano, estaba siempre en el grueso de estas peleas.
.
Sin embargo sabía que sin el alivio de los refuerzos  los combates pronto serían calle por calle y casa por casa.

En las llanuras y bosques de los alrededores de Viena, Charles Sixte, con su pequeña fuerza de 10.000 caballos y ninguna de infantería hacía todo lo posible para limitar la depredación de los invasores tártaros

Decenas de pueblos al sur del Danubio fueron incendiados, sus mujeres violadas y sus hombres sacrificados.

Juan III Sobieski
Juan III Sobieski

 

LA MARCHA DE JUAN SOBIESKI

Cuatro días después del inicio de los bombardeos turcos, Juan III Sobieski, rey de Polonia, con su ejército de casi 40.000 en Varsovia, comenzó la marcha ade 700 kilómetros al suroeste, hacia Viena.
.
Una fuerza similar bajo el mando de Juan Jorge III de Sajonia llegó del sureste de Dresde.
.
Una tercera fuerza llegó directamente del este de Munich bajo Maximiliano II Manuel de Baviera.

Se unieron cerca de Krems, a unas cuarenta millas río arriba de Viena.

La Liga Santa, bajo el mando de Sobieski ahora comenzó su difícil paso por el Wienerwald, conocido por nosotros como los bosques de Viena.

Una amplia extensión de colinas cubiertas por densos bosques que dominan el terreno al suroeste de Viena de 48 kilómetros de largo.

Debieron mover la artillería por fuertes pendientes y terreno accidentado, cortando por barrancos que eran particularmente difíciles.

El 11 de septiembre la fuerza cristiana había alcanzado la cresta Kahlenberg.

Mirando hacia abajo en la llanura vieron las innumerables tiendas de colores brillantes de los otomanos que se extendían al norte, hacia las paredes de la ciudad.

Sobieski también vio que la vertiente sur de la cordillera era del mismo terreno difícil.

El descenso hacia la llanura sería tan laborioso como la escalada, pero también bajo el ataque de los tiradores Jenízaros

Antes del amanecer, Sobieski asistió a misa en la iglesia en ruinas de los Camaldolitas, ofrecido por el Beato Marco D’Viano.
.
Reuniendo su fuerza elogió su misión y encomendó sus almas al cuidado de la Virgen.

El descenso comenzó.

Ataque de los Husares
Ataque de los Husares

 

LA BATALLA DE VIENA

A medida que el sol se levantaba en la mañana del 12 de septiembre según propio cuento de los otomanos, «una avalancha de tono negro fluía hacia abajo de la colina, incinerando todo lo que estaba en su camino.»

Los cristianos se abrieron paso por la colina.

Poco podían hacer los comandantes sino exhortar a sus fuerzas para seguir adelante en la confusión.

Los sajones a la izquierda de la línea de la Santa Liga fueron los primeros en participar, contra el frente desplegado de los otomanos.

Por las diez de la mañana todo el ejército turco estaba de contragolpe.

Durante varias horas la batalla prosiguió y la Liga Santa cada vez más cerca de la ciudad.

Al caer la tarde, el ejército de Sobieski había llegado a la llanura, y ahora estaba posicionado para explotar su mayor activo, los famosos húsares alados.

Estos valientes soldados de caballería, con sus penachos de plumas, fueron lanzados por el mismo Sobieski en una carga a toda velocidad al centro de la línea otomana.
.
Al grito de «¡Jezus María ratuj!» (Jesús, María, ayúdennos), fueron carga tras carga.

El Rey de Polonia Jan III Sobieski dirigió la mayor carga de caballería en la historia: 20.000 jinetes polacos, alemanes y austríacos.

Los jinetes polacos siguiendo a su intrépido rey destrozaron poco a poco lo que quedaba de la resistencia  del Islam, poniendo a los seguidores de Mahoma en fuga y aliviando el cerco.

Ellos mataron a 15.000 musulmanes ese día.

Y al cabo de tres horas la caballería hizo la carga final.

La batalla había terminado.

Después, Sobieski parafraseó a Julio César: “Vine, vi, y Dios conquistó”, queriendo señalar que se trataba de la Europa Católica que había vencido al Islam.

La batalla de Viena se considera que ha sido una gran victoria del catolicismo sobre el Islam.

El evento fue el último gran esfuerzo otomano.

Sus fronteras retrocedieron. Y al cabo de tres años de Buda estaba de nuevo en manos de los cristianos.

Maria con Jesus

 

LOS ASPECTOS CATÓLICOS DE LA BATALLA DE VIENA ABUNDAN

El alivio a la ciudad por Jan III Sobieski se produjo debido a una alianza – mediada por el Papa Inocencio XI – entre el Imperio Romano y el Reino de Polonia, que también estaba bajo el ataque de los musulmanes.

Cuando el ejército musulmán avanzó contra Viena, el Papa ordenó que fuera recitado el rosario en todas las casas religiosas e iglesias de Roma.
.
Los católicos en toda Europa ofrecían las mismas oraciones.

Devociones especiales a Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos eran desarrolladas en la iglesia de los Capuchinos en Viena.

Y una imagen colgante se convirtió en el símbolo de la victoria cristiana sobre los turcos.

La victoria sobre los musulmanes llegó el 12 de septiembre, la fiesta del Santo Nombre de María.

Sobieski comenzó su marcha forzada desde Polonia a Viena desde el santuario de la Virgen de Czestochowa en la Fiesta de la Asunción (cuando los católicos creen que María fue subida corporalmente al cielo), 15 de agosto de 1683, con el fin de llegar a Viena un mes más tarde.

Nuestra Señora de Czestochowa se convirtió en un símbolo importante para los polacos .

Y luego para el Papa polaco Juan Pablo II para la victoria ante el comunismo soviético en el siglo XX.

Cuando los húsares polacos bajo Sobieski cargaron sobre los musulmanes en ese día cantaron uno de los himnos más antiguos del mundo, la Bogurodzica (Madre de Dios).

Un año después de la victoria de Sobieski, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Santo Nombre de María al calendario universal del rito romano, en honor a la gran victoria que la Virgen concedió al Occidente cristiano.

Cuando pasó de moda tres siglos después, en 1969 para recordar el heroísmo de los soldados cristianos contra los enemigos de Jesucristo, la fiesta fue retirada del calendario litúrgico.
.
En 2002, sin embargo, Juan Pablo II restauró la fiesta en el calendario universal.
.
Y es difícil no imaginar que el ataque a las Torres Gemelas del año anterior no estuviera en sus pensamientos cuando lo hizo.

Es bueno traer a la memoria trozos gloriosos de la historia del catolicismo que se hicieron bajo la bandera de la Santísima Virgen, contra el agresor ancestral del cristianismo que ha sido el Islam.

¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
Breaking News Catolicismo Mensajes a Santa Brígida: Suecia MENSAJES Y VISIONES Movil NOTICIAS Noticias 2018 - julio - diciembre Virgen María

Tres Revelaciones Místicas sobre el Santo Nombre de María

El mes de setiembre es prolífico en celebraciones de Nuestra Madre María Santísima

El 8 festejamos su Nacimiento, el 12 su Santo Nombre y el 14, en la Exaltación de la Cruz sus dolores.

El 15 los dolores de María y el 24 una gran advocación como Nuestra Señora de la Merced.

En este artículo presentamos tres revelaciones sobre el Santo Nombre.

 

REVELACIONES PROFÉTICAS DE SANTA BRÍGIDA DE SUECIA

Capítulo 9: Palabras de la Reina de los Cielos a su querida hija sobre el hermoso amor que el Hijo profesaba a su Madre Virgen.

Sobre cómo la Madre de Cristo fue concebida en un matrimonio casto y santificada en el vientre de su madre.

Sobre cómo ascendió en cuerpo y alma al Cielo.

Sobre el poder de su nombre.

Y sobre los ángeles asignados a los hombres para el bien o para el mal.

Yo soy la Reina del Cielo.

Ama a mi Hijo, porque él es el honestísimo y cuando lo tienes a Él tienes todo lo que es honesto.

Él es lo más deseable y cuando lo tienes a Él tienes todo lo que es deseable.

Ámalo, también, porque Él es virtuosísimo y cuando lo tienes a él tienes todas las virtudes.

Te voy a contar lo hermoso que fue su amor hacia mi cuerpo y mi alma y cuánto honor le dio a mi nombre. Él, mi hijo, me amó antes de que yo lo amara a Él, pues es mi Creador.

Él unió a mi padre y a mi madre en un matrimonio tan casto que no se puede encontrar a ninguna pareja más casta.

Nunca desearon unirse excepto de acuerdo a la Ley, sólo para tener descendencia.

Cuando el ángel les anunció que tendrían una Virgen por la cual llegaría la salvación del mundo, antes hubieran muerto que unirse en un amor carnal pues la lujuria estaba extinguida en ellos.

Te aseguro que, por la caridad divina y debido al mensaje del ángel, ellos se unieron en la carne, no por concupiscencia sino contra su voluntad y por su amor hacia Dios.

De esta forma, mi carne fue engendrada de su semilla a través del amor divino.

Cuando mi cuerpo se formó, Dios envió al alma creada dentro de Él desde su divinidad.

El alma fue inmediatamente santificada junto con el cuerpo y los ángeles la vigilaban y custodiaban día y noche.

Es imposible expresarte qué grandísimo gozo sintió mi madre cuando mi alma fue santificada y se unió a su cuerpo.

Después, cuando el curso de mi vida estuvo cumplido, mi Hijo primero elevó mi alma, por haber sido la dueña del cuerpo, a un lugar más eminente que los demás.

Cerca de la gloria de su divinidad.

Y después mi cuerpo, de forma que ningún otro cuerpo de criatura está tan cerca de Dios como el mío.

¡Mira cuánto amó mi Hijo a mi alma y cuerpo!

Hay personas, sin embargo, que maliciosamente niegan que yo haya sido ascendida en cuerpo y alma, y hay otras que simplemente no tienen mayor conocimiento.

Pero la verdad de ello es cierta: Fui elevada hasta la Gloria de Dios en cuerpo y alma.

¡Escucha ahora lo mucho que mi Hijo honró mi nombre!

Mi nombre es María, como dice el Evangelio.

Cuando los ángeles oyen este nombre, se regocijan en su conciencia y dan gracias a Dios por la grandísima gracia que obró en mí y conmigo, porque ellos ven la humanidad de mi Hijo glorificada en su divinidad.

Las almas del purgatorio se regocijan de especial manera, como cuando un hombre enfermo que está en la cama escucha alentadoras palabras de otros y esto agrada a su corazón haciéndole sentir contento.

Al oír mi nombre, los ángeles buenos se acercan inmediatamente a las almas de los justos, a quienes han sido dados como guardianes, y se regocijan en sus progresos.

Los ángeles buenos han sido adjudicados a todos como protección y los ángeles malos como prueba.

No es que los ángeles estén nunca separados de Dios sino que, más bien, asisten al alma sin dejar a Dios y permanecen constantemente en su presencia, mientras siguen inflamando e incitando al alma a que haga el bien.

 Los demonios todos se espantan y temen mi nombre.

Al sonido del nombre de María, sueltan inmediatamente a la presa que tengan en sus zarpas.

Lo mismo que un ave rapaz, cebada en su presa con sus garras, la deja en cuanto oye un ruido y vuelve después cuando ve que no pasa nada.

Igualmente los demonios dejan al alma, asustados, al oír mi nombre, pero vuelven de nuevo rápidos como una flecha a menos que vean que después se ha producido una enmienda.

Nadie está tan enfriado en el amor de Dios – a menos que esté condenado – que no se aleje del él el demonio si invoca mi nombre con la intención de no volver más a sus malos hábitos.

Y el demonio se mantiene lejos de él a menos que vuelva a consentir en pecar mortalmente.

Sin embargo, a veces se le permite al demonio que lo inquiete por el bien de una mayor recompensa, pero nunca para que llegue a poseerlo.

 

VISIÓN DE LA BEATA CATALINA EMMERICH

Hoy vi una gran fiesta en casa de Ana.

Los muebles habían sido cambiados de lugar y puestos a un lado en las habitaciones del frente.

Los tabiques de juncos, que formaban habitaciones separadas, habían sido quitados para poder disponer una gran mesa.

En torno de la sala vi una mesa amplia, baja, llena de platos y fuentes para la comida.

En el centro se había levantado un altar cubierto con un paño rojo y blanco, sobre el cual había una cunita también de rojo y blanco y una colcha celeste.

Al lado del altar había un atril cubierto, con rollos de pergamino conteniendo oraciones.

Delante del altar había cinco sacerdotes de Nazaret con vestimentas de ceremonias.

Joaquín estaba con ellos.

En el fondo, en torno del altar, había mujeres y hombres, parientes de Joaquín, todos con trajes de fiesta.

Recuerdo a la hermana de Ana, Maraha de Séforis y a su hija mayor.

Santa Ana había dejado el lecho; pero no asistió a la ceremonia, quedándose en la habitación, detrás del hogar.

Enue, la hermana de Isabel, trajo a la pequeña María, poniéndola en brazos de Joaquín.

Los sacerdotes se colocaron delante del altar, cerca de los rollos y recitaron en alta voz las oraciones.

Joaquín entregó a la niña al principal de ellos, el cual alzándola en el aire, mientras rezaba, como para ofrecerla a Dios, la dejó luego en su cuna, sobre el altar.

Tomó después unas tijeras de forma particular, con las cuales cortó tres pequeñas guedejas de cabello a ambos lados de la cabeza y la frente de la criatura, quemándolas en el brasero.

Tomó luego una caja que contenía aceite y ungió los cinco sentidos de la niña, tocándole con el pulgar las orejas, los ojos, la nariz, la boca y el hueco del estómago.

Sobre el pecho de la criatura colocó un pergamino donde estaba escrito el nombre de María.

Luego se cantaron salmos y se sirvió la comida, la cual no pude ver.

Varias semanas después del nacimiento de María, vi a Joaquín y a Ana que iban con la Niña al templo para ofrecer un sacrificio.

La presentaron al templo con vivos sentimientos de piedad y agradeciendo a Dios de un modo parecido a lo que más tarde hizo la Virgen Santísima cuando presentó al Niño Jesús y lo rescató del templo, según las prescripciones de la ley.

Al día siguiente entregaron su ofrenda, prometiendo consagrar la niña a Dios en el templo dentro de algunos años. Después volvieron a Jerusalén.

 

LAS GLORIAS DE MARÍA POR SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Capítulo X: El Nombre de María

Oh dulce, Virgen María

El nombre de María es dulce en la vida y en la muerte

 

María, nombre santo

El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen.

Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san Epifanio, san Antonino y otros.

“Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de San Lorenzo– salió el nombre de María”.

De él salió tu excelso nombre; porque las tres divinas personas, prosigue diciendo, te dieron ese nombre, superior a cualquier nombre, fuera del nombre de tu Hijo.

Y lo enriquecieron con tan grande poder y majestad, que al ser pronunciado tu nombre, quieren que, por reverenciarlo, todos doblen la rodilla, en el cielo, en la tierra y en el infierno.

Pero entre otras prerrogativas que el Señor concedió al nombre de María, veamos cuán dulce lo ha hecho para los siervos de esta santísima Señora, tanto durante la vida como en la hora de la muerte.

 

María, nombre lleno de dulzura

En cuanto a lo primero, durante la vida, “el santo nombre de María –dice el monje Honorio– está lleno de divina dulzura”.

De modo que el glorioso san Antonio de Padua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que san Bernardo en el nombre de Jesús.

“El nombre de Jesús”, decía éste; “el nombre de María”, decía aquél, “es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos”.

Se cuenta del V. Juvenal Ancina, obispo de Saluzzo, que al pronunciar el nombre de María experimentaba una dulzura sensible tan grande, que se relamía los labios.

También se refiere que una señora en la ciudad de colonia le dijo al obispo Marsilio que cuando pronunciaba el nombre de María, sentía un sabor más dulce que el de la miel.

Y, tomando el obispo la misma costumbre, también experimentó la misma dulzura.

Se lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres veces:

¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?” (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5).

Pregunta Ricardo de San Lorenzo: “¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?”

Y él mismo responde: “Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas”.

Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor.

 

María, nombre que alegra e inspira amor

Dice el abad Francón que, después del sagrado nombre de Jesús, el nombre de María es tan rico de bienes, que ni en la tierra ni en el cielo resuena ningún nombre del que las almas devotas reciban tanta gracia de esperanza y de dulzura.

El nombre de María – prosigue diciendo – contiene en sí un no sé qué de admirable, de dulce y de divino, que cuando es conveniente para los corazones que lo aman, produce en ellos un aroma de santa suavidad.

Y la maravilla de este nombre – concluye el mismo autor – consiste en que aunque lo oigan mil veces los que aman a María, siempre les suena como nuevo, experimentando siempre la misma dulzura al oírlo pronunciar.

Hablando también de esta dulzura el B. Enrique Susón, decía que nombrando a María, sentía elevarse su confianza e inflamarse en amor con tanta dicha, que entre el gozo y las lágrimas, mientras pronunciaba el nombre amado, sentía como si se le fuera a salir del pecho el corazón.

Y decía que este nombre se le derretía en el alma como panal de miel.

Por eso exclamaba: “¡Oh nombre suavísimo! Oh María ¿cómo serás tú misma si tu solo nombre es amable y gracioso!”

Contemplando a su buena Madre el enamorado san Bernardo le dice con ternura:

“¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen María.

Tu nombre es tan dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que lo nombra no se inflame de amor a ti y a Dios.

Y sólo con pensar en él, los que te aman se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte”.

Dice Ricardo de San Lorenzo: “Si las riquezas consuelan a los pobres porque les sacan de la miseria, cuánto más tu nombre, oh María, mucho mejor que las riquezas de la tierra, nos alivia de las tristezas de la vida presente”.

Tu nombre, oh Madre de Dios – como dice san Metodio – está lleno de gracias y de bendiciones divinas.

De modo que – como dice san Buenaventura – no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca.

Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo desesperado.

Si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu nombre – dice el Idiota – que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia.

Tu dulcísimo nombre – le dice san Ambrosio – es ungüento perfumado con aroma de gracia divina.

Y el santo le ruega a la Madre de Dios diciéndole: “Descienda a lo íntimo de nuestras almas este ungüento de salvación”.

Que es como decir: Haz Señora, que nos acordemos de nombrarte con frecuencia, llenos de amor y confianza.

Ya que nombrarte así es señal o de que ya se posee la gracia de Dios, o de que pronto se ha de recobrar.

Sí, porque recordar tu nombre, María, consuela al afligido, pone en camino de salvación al que de él se había apartado, y conforta a los pecadores para que no se entreguen a la desesperación; así piensa Landolfo de Sajonia.

Y dice el P. Pelbarto que como Jesucristo con sus cinco llagas ha aportado al mundo el remedio de sus males, así, de modo parecido, María, con su nombre santísimo compuesto de cinco letras, confiere todos los días el perdón a los pecadores.

 

María, nombre que da fortaleza

Por eso, en los Sagrados cantares, el santo nombre de María es comparado al óleo: “Como aceite derramado es tu nombre” (Ct 1, 2).

Comenta así este pasaje el B. Alano: “Su nombre glorioso es comparado al aceite derramado porque, así como el aceite sana a los enfermos, esparce fragancia, y alimenta la lámpara, así también el nombre de María, sana a los pecadores, recrea el corazón y lo inflama en el divino amor”.

Por lo cual Ricardo de San Lorenzo anima a los pecadores a recurrir a este sublime nombre.

Porque eso sólo bastará para curarlos de todos sus males, pues no hay enfermedad tan maligna que no ceda al instante ante el poder del nombre de María”.

Por el contrario los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara.

La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante.

Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras.

Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo -dijo la Señora a santa Brígida – acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan.

Atestigua san Germán que como el respirar es señal de vida, así invocar con frecuencia el nombre de María es señal o de que se vive en gracia de Dios o de que pronto se conseguirá.

Porque este nombre poderoso tiene fuerza para conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca.

En suma, este admirable nombre, añade Ricardo de San Lorenzo es, como torre fortísima en que se verán libres de la muerte eterna, los pecadores que en él se refugien; por muy perdidos que hubieran sido, con ese nombre se verán defendidos y salvados.

Torre defensiva que no sólo libra a los pecadores del castigo, sino que defiende también a los justos de los asaltos del infierno.

Así lo asegura el mismo Ricardo, que después del nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y que tanto sirva para la salvación de los hombres, como este incomparable nombre de María.

Es cosa sabida y lo experimentan a diario los devotos de María, que este nombre formidable da fuerza para vencer todas las tentaciones contra la castidad.

Reflexiona el mismo autor considerando las palabras del Evangelio: “Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27), y dice que estos dos nombres de María y de Virgen los pone el Evangelista juntos, para que entendamos que el nombre de esta Virgen purísima no está nunca disociado de la castidad.

Y añade san Pedro Crisólogo, que el nombre de María es indicio de castidad; queriendo decir que quien duda si habrá pecado en las tentaciones impuras, si recuerda haber invocado el nombre de María, tiene una señal cierta de no haber quebrantado la castidad.

 

María, nombre de bendición

Así que, aprovechemos siempre el hermoso consejo de san Bernardo: “En los peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no se te caiga de los labios, que no se te quite del corazón”.

En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el nombre de Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos.

No se aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos nombres tan dulces y poderosos, porque estos nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para vencerlas todas.

Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima.

Revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales:

Un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso.

Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides.

En suma, llega a decir san Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción.

Por eso tiene razón san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”, como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación eterna.

También dice Ricardo de San Lorenzo que invocar este santo y dulce nombre lleva a conseguir gracias sobreabundantes en esta vida y una gloria sublime en la otra.

Por tanto, concluye Tomás de Kempis: “Si buscáis, hermanos míos, ser consolados en todos vuestros trabajos, recurrid a María, invocad a María, obsequiad a María, encomendaos a María.

Disfrutad con María, llorad con María, caminad con María, y con María buscad a Jesús.

Finalmente desead vivir y morir con Jesús y María.

Haciéndolo así siempre iréis adelante en los caminos del Señor, ya que María, gustosa rezará por vosotros, y el Hijo ciertamente atenderá a la Madre”.

 

María, nombre consolador

Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el santísimo nombre de María, por las gracias supremas que les obtiene, como hemos vitos.

Pero más consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte que les otorgará.

El P. Sergio Caputo, jesuita, exhortaba a todos los que asistieran a un moribundo, que pronunciasen con frecuencia el nombre de María.

Dando como razón que este nombre de vida y esperanza, sólo con pronunciarlo en la hora de la muerte, basta para dispersar a los enemigos y para confortar al enfermo en todas sus angustias.

De modo parecido, san Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había practicado.

Y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le escuchaban.

Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial.

Y es que esta breve oración, la de invocar los nombres de Jesús y de María, dice Tomás de Kempis, cuanto es fácil retenerla en la memoria, es agradable para meditar y fuerte para proteger al que la utiliza, contra todos los enemigos de su salvación.

 

 

María, nombre de buenaventura

¡Dichoso – decía san Buenaventura – el que ama tu dulce nombre, oh Madre de Dios!

Es tan glorioso y admirable tu nombre, que todos los que se acuerdan de invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el infierno.

Quién tuviera la dicha de morir como murió fray Fulgencio de Ascoli, capuchino, que expiró cantando: “Oh María, oh María, la criatura más hermosa; quiero ir al cielo en tu compañía”.

O como murió el B. Enrique, cisterciense, del que cuentan los anales de su Orden que murió pronunciando el dulcísimo nombre de María.

Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía san Germán.

¡Oh muerte dulce, muerte segura, si está protegida y acompañada con este nombre salvador que Dios concede que lo pronuncien los que se salvan!

¡Oh mi dulce Madre y Señora, te amo con todo mi corazón!

Y porque te amo, amo también tu santo nombre.

Propongo y espero con tu ayuda invocarlo siempre durante la vida y en la hora de la muerte.

Concluyamos con esta tierna plegaria de san Buenaventura:

“Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela”.

No desdeñes, oh María – sigamos rezando con el santo – de venir a consolarme con tu dulce presencia.

Sé mi escala y camino del paraíso.

Concédele la gracia del perdón y del descanso eterno.

Y termina el santo diciendo: “Oh María, abogada nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el tribunal de Jesucristo”.

Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
A Nuestra Señora de la Dulce Espera DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a Nuestra Señora de la Dulce Espera

ORACIÓN I

María, Madre del amor hermoso, dulce muchacha de Nazareth, tú que proclamaste la grandeza del Señor y,
diciendo que «si», te hiciste Madre de nuestro Salvador y Madre nuestra: atiende hoy las súplicas que te hago.

En mi interior una nueva vida está creciendo:
un pequeño que traerá alegría y gozo, inquietudes y temores, esperanzas y felicidad a mi hogar.

Cuídalo y protéjelo mientras yo lo llevo en mi seno.
Y que, en el feliz momento del nacimiento,
cuando escuche sus primeros sonidos y vea sus manos chiquitas, pueda dar gracias al Creador por la maravilla de este don que El me regala.

Que, siguiendo tu ejemplo y modelo, pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.

Ayúdame e inspírame para que el encuentre en mi un refugio donde cobijarse y, a la vez, un punto de partida para tomar sus propios caminos.

Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas, sin apoyo o sin cariño.

Que puedan sentir el amor del Padre y que descubran que cada niño que viene al mundo es una bendición.

Que sepan que la decisión heroica de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta.

Nuestra Señora de la Dulce Espera, dales tu consuelo y valor.

Amén.

 

ORACIÓN II

A Nuestra Señora de la Dulce Espera MARIA, de la Dulce Espera, de los sueños tiernos y la esperanza larga; Bendigo tu maternidad Divina, maravilla de DIOS en tu cuerpo de mujer.

Desde hace un tiempo yo también espero un hijo del amor. Siento que todo se transforma en mi y una Vida nueva teje DIOS en mis entrañas. Te la ofrezco desde ya con todos los cuidados, con todos los temores, con toda la ternura y la esperanza de este tiempo lindo que el SEÑOR me da.

MARIA, de la DULCE ESPERA, haz que en ésta espera de la nueve lunas, sienta la dulzura de parecerme a TI. Acompáñame, fortaléceme. Y, al llegar el tiempo de decir: ¡ YA NACE ! pueda ofrecerte como regalo nuevo el primer llanto de mi bebe nacido y mi gozo grande de mamá feliz.

 

ORACION III

María, madre del amor hermoso, dulce muchacha de Nazareth, tú que proclamaste la grandeza del Señor y, diciendo que «si», te hiciste madre de nuestro Salvador y madre nuestra: atiende hoy las suplicas que te hago.

En mi interior una nueva vida está creciendo: un pequeño que traerá alegría y gozo, inquietudes y temores, esperanzas y felicidad a mi hogar.

Cuídalo y protégelo mientras yo lo llevo en mi seno. Y que, en el feliz momento del nacimiento, cuando escuche sus primeros sonidos y vea sus manos chiquitas, pueda dar gracias al Creador por la maravilla de este don que Él me regala.

Que, siguiendo tu ejemplo y modelo, pueda acompañar y ver crecer a mi hijo. Ayúdame e inspírame para que él encuentre en mi un refugio donde cobijarse y, a la vez, un punto de partida para tomar sus propios caminos.

Además, dulce Madre mía, fíjate especialmente en aquellas mujeres que enfrentan este momento solas, sin apoyo o sin cariño. Que puedan sentir el amor del Padre y que descubran que cada niño que viene al mundo es una bendición.

Que sepan que la decisión heroica de acoger y nutrir al hijo les es tenida en cuenta. Nuestra Señora de la Dulce Espera, dales tu consuelo y valor.
Amén

 

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA POR EL ENFERMO

María, madre de la esperanza

Oh María, madre de la esperanza
tu que has conocido nuestra fragilidad
a través del sufrimiento de tu Hijo
vuelve tu mirada de Madre
a todo sufrimiento y debilidad humana.

Tu que esperaste contra toda esperanza
junto a la Cruz de tu Hijo
infundiendo fe a los discípulos
confundidos y desilusionados
alcánzanos el consuelo de la esperanza.

Hoy te imploramos, oh Madre de esperanza:
pide a tu Hijo que tenga misericordia
y nos sostenga en los momento más oscuro de la vida;
intercede por nosotros para que vivamos el tiempo
con la esperanza de la eternidad
para contemplar con gozo la gloria d
De Cristo Resucitado.

Amén

Categories
Al Nombre de María DEVOCIONES Y ORACIONES Galería

Oraciones sobre el Nombre de María

INVOCACIONES AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acuérdate de mí, miserable pecador. Avemaría.

Acueducto de las divinas gracias, concédeme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Avemaría.

Reina del Cielo y de la tierra, sé mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría.

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcánzame de tu Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. Avemaría.

Abogada y Refugio de los pecadores, asísteme en el trance de mi muerte y ábreme las puertas del Cielo. Avemaría.

 

ORACIÓN PARA INVOCAR EL NOMBRE DE MARÍA

¡Madre de Dios y Madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María!
haz que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!”
¡Qué aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:
“Os amo, Jesús y María;
Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía”.

San Alfonso María Ligorio

IR ARRIBA