Categories
Biblia y otros libros Breaking News Catolicismo Cismáticos Cristianismo Doctrina Evangélicos Movil NOTICIAS Noticias 2018 - julio - diciembre Religion e ideologías

10 Razones por las que la “Sola Scriptura” es un Invento de los Protestantes

Muchas veces los católicos nos enfrentamos a miembros de las Iglesias Protestantes al abrir la puerta de nuestra casa.

Es pues útil que sepamos algunos de los puntos en los que diferimos.

Y la “sola scriptura” es una diferencia importante entre católicos y protestantes.

Porque los protestantes dicen que solamente la Biblia tiene autoridad para la fe y la práctica del cristiano.

Y por ese lado ven con buenos ojos el “pieletrismo”.

sola scriptura

Esta noción de Lutero creó el mayor cisma del cristianismo.
.
Resultó ser tan divisiva que hoy solamente en EE.UU. hay más de 40 mil denominaciones protestantes.
.
Y de hecho los pastores interpretan hoy los evangelios, en su mayor parte, como si lo hiciera un sacerdote católico, solo que llamándole ‘idólatra’ a los cristianos.

¿Entonces de que “sola scriptura” estamos hablando?

¿No será de algo parecido de lo que Jesús acusaba a los fariseos que pedían a la población que hiciera algo que ellos no hacían?

 

UN BREVE HISTORIA

Los primeros cristianos enseñaron el Nuevo Testamento por vía oral, en forma escrita, al menos hasta el 42 dC, cuando los primeros Evangelios (San Marcos y San Mateo) se escribieron.

Se cree San Pablo había empezado a escribir sus cartas 10 años más tarde.

Y la colección de la Escritura que hoy conocemos como la Biblia no existía oficialmente hasta 393, después que la Iglesia Católica se reunió en el Sínodo de Hipona y afirmó la lista completa de 72 libros.

Incluso después de que la Biblia fue completada, toda interpretación de la Escritura entre todas las denominaciones del protestantismo es, en algún nivel, diferente.

Además, a pesar de que cada palabra de Dios es limpia y sin error, toda interpretación humana de la Escritura no lo es.

Pero los Protestantes se aferran a la Sola Scriptura.

La Sola Scriptura es la afirmación protestante que cada hombre puede interpretar la Escritura por sí mismo.

La noción de «sola scriptura» presume que la Santa Escritura sola, lleva toda la verdad de Dios a los corazones de los fieles cristianos.

Peor aún, esta filosofía contradice directamente las palabras de San Pablo, San Juan e incluso de Jesucristo mismo.

En el momento en Martin Lutero llegó a la escena alrededor del siglo XVI para perpetuar el error de Sola Scriptura, las Sagradas Escrituras entonces existían escritos en griego, algo en latín y algunas escrituras del Antiguo Testamento en hebreo.

Sin embargo, casi ningún medio, no clerical cristiano tenía acceso a las obras escritas de las escrituras, incluso si podían leer en latín o griego.

Debido a que la imprenta sólo utilizó para imprimir biblias desde 1455.

Y aun así, las primeras biblias costaban tres años de salario, algo que ningún hombre común podía permitirse.

Así que casi ningún plebeyo cristiano tenía la Escritura a su disposición.

Y tampoco habría sido capaz de leer los lenguajes en que estaban escritas.

Por lo que parece muy poco probable que Cristo nos estuviera enseñando que si vamos a seguir sus pasos, debiéramos leer nuestro camino al cielo.

Veamos las 10 cosas que todo católico debe saber sobre la “sola scriptura”.

 

1 – COMO COMENZÓ LA HISTORIA DE LA “SOLA SCRIPTURA”

Los Reformadores Protestantes, al separarse de la Iglesia Católica, se afirmaron en la Biblia como la única fuente de las verdades de la fe, y declararon que para entender su mensaje sólo era necesario leer las palabras del texto.

Es lo que se llama la teoría protestante de la “Sola Scriptura”.

¿Qué significa esto?
.
Pues significa dejar estática en el tiempo la interpretación y la especificación de lo que ha dicho Dios en un libro sagrado pero resumido.
.
Limitando toda su Revelación a lo largo de la Historia de la Salvación, sólo a lo que surge como primera impresión de lo escrito en un libro, la Biblia.
.
Que si bien es Palabra Revelada y una base firme para vivir nuestra Fe, no puede encerrar todo lo que Dios tiene que decirnos.
.
Esto, nosotros los católicos lo sabemos.

Buena parte de lo expresado en la Biblia ha sido ‘rumiado’ y estudiado en estos 2000 años.

Y cada vez aparecen nuevas interpretaciones  enriquecedoras que obedecen a la acumulación de sabios meditando los textos.

¿Y por qué lo sabemos?  Vayamos por partes.

 

Eliminando suspicacias y contradicciones inexistentes

Los protestantes muchas veces nos acusan de tener una fe no inspirada en la Biblia, y nos quieren hacer caer en contradicciones que no son tales.

Debemos dejar bien en claro que la Sagrada Biblia es para nosotros, los católicos, sagrada.

La Palabra de Dios está en la Biblia y lo creemos firmemente.

Prueba de ello es que, en nuestras celebraciones Eucarísticas se leen varios textos de la Biblia: dos del Antiguo Testamento, el primero de Génesis o los Profetas, etc., y un Salmo.

Los otros dos son una carta de San Pablo o algún otro de las primeras comunidades y finalmente, y de pie, el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

Vaya esto para aclarar dudas que no deben existir.

 

¿Dónde está el problema entonces?

La diferencia principal es que la Iglesia Católica se sabe poseedora, por mandato y vocación, del Depósito de la Fe.

Esto significa, ni más ni menos, que debe ejercer la custodia celosa de toda la Revelación: la escrita, y la oral.   

Para los católicos, la Revelación Divina no se limita a la Biblia.

Sino que hay en la Historia de la Salvación, una riquísima Tradición Apostólica que la explica, la complementa y la enriquece.

estatua de lutero
Estatua de Martin Lutero

 

2 – LUTERO LO AGREGÓ EN LA BIBLIA LA EXPRESIÓN “SOLA SCRIPTURA”

Podemos encontrar la raíz de esta afirmación en Martín Lutero, que agregó por su cuenta la Palabra “solamente” a su traducción de Romanos 3:28.
.
Porque ese versículo contradecía su enseñanza de “Sola Fides” (Sólo la Fe).
.
De modo que el versículo transformado por Lutero, pasó a decir lo que no decía originalmente:
.
“Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe solamente… sin las obras de la ley”.

“Sola Fides” fue, junto con “Sola Scriptura” y “Sola Gratia” (Solo la Gracia), las tres «solas», instauradas por Lutero  y aceptadas por los otros reformadores como Calvino, Zwinglio, Knox, etc.

Sin embargo, de manera perversa, omiten lo que directamente dice la Carta de Santiago 2: 17-18

Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.

Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno tiene la fe y otro, las obras».

A ese habría que responderle: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe»”.

Con “Sola Scriptura”, Lutero quiso significar que  “la Palabra escrita de Dios es la única regla de fe infalible para el creyente”.

Y hasta el día de hoy esta afirmación de que la Biblia es única fuente para la enseñanza de la doctrina y de la moral es un dogma protestante.

Esto, que no deja de ser una “tradición humana”, deja de lado arbitrariamente y sin ninguna base bíblica, la riquísima Tradición Apostólica que es patrimonio de “toda” la cristiandad y de la que la Iglesia Católica es responsablemente guardiana.

 

3 – NO HAY FUNDAMENTOS BÍBLICOS REALES

Se debe entonces establecer con total certeza, el hecho que ni siquiera los fundamentalistas protestantes  pueden  encontrar en la Biblia un solo texto que sirva de  base real para la afirmación de esta tesis.

Lo único más cercano es la Segunda carta de San Pablo a  Timoteo 3: 16-17

«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».

Los católicos, estamos totalmente de acuerdo con esta afirmación.

La Escritura está inspirada por Dios y es “útil” para  enseñar, etc.

Pero, tengamos presente que en este versículo no se encuentra la palabra única o suficiente, que avalaría la tesis de Sola Scriptura.

San Pablo ha aplicado la palabra “suficiente” en otras cartas, como en la segunda a los Corintios, en donde  la  emplea para referirse a la Gracia.

Pero él, conociendo esa palabra, y pudiendo usarla, solo dijo “útil”.

O sea que aquí el Apóstol de ninguna manera quiere afirmar que la Escritura sea la  única  fuente para «enseñar, reprender, corregir, etc.»

martin lutero predicando
Lutero predicando en un Concilio

 

4 – EN LA PRÁCTICA ES IMPOSIBLE BASARSE EN LA “SOLA SCRIPTURA”  

Vayamos más atrás, al Antiguo Testamento.

Antes, durante y después de  los tiempos de Moisés, no existía la palabra escrita.

Entonces, ¿cómo pudo el pueblo elegido obedecer la Palabra de Dios, cuando sólo existía la tradición oral?
.
Debemos aceptar como hecho histórico entonces, que la Palabra de Dios continuó trasmitiéndose por siglos en forma oral y nunca fue restringida a la escrita.

Cuando los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testamento predicaron la salvación al creyente por medio de la palabra, esto fue inspirado por Dios y fue su mandamiento, no importando si después esta Palabra sería escrita.

Dios Todopoderoso, al enviar a Sus Profetas les decía: “Habla en mi nombre a este pueblo”, “Ve a tal lado y diles que…” Dios no decía “Escribe…”.

En el único libro donde expresamente se dan – al Apóstol Juan -, órdenes de escribir es el Apocalipsis.

 

Haz lo que Yo Digo mas no lo que Yo Hago es la Máxima de los Protestantes

Tal como sucede en la Iglesia Católica, que encuentra en la Tradición oral Apostólica luz para entender pasajes de la Palabra escrita, les ocurre también a los protestantes.

Que a pesar de afirmar y defender su creencia en “Sola Scriptura”, en la práctica siguen aferrados a sus raíces, como forma de iluminación.

Los Presbiterianos tienen la Biblia “más  sus tradiciones calvinistas”, los Bautistas “agregan a la Biblia sus propias opiniones teológicas”.  

Los Luteranos, además de la Biblia, “se nutren de la enseñanza de Lutero”. 

Esto lleva a que exista una infinidad de denominaciones protestantes, en discordancia unas con otras, algo que Cristo no nos dejó como misión.

 

5 – EL MANDATO DE CRISTO NO FUE NI ESCRIBIR NI ENDIOSAR UN LIBRO

Durante Su vida terrena, Jesús estableció claramente Su Iglesia, pero en ninguna parte dejó como mandato o misión para Sus Apóstoles, que escribieran un Libro con  Su Palabra y Obra.

Esto es fundamental para los Católicos: Primero fue la enseñanza de Jesús, después fue la Iglesia.
.
Y recién después vino la “escritura” del Evangelio. 

Jesús pasó Su autoridad a través de los Apóstoles de forma oral. 

Esto está absolutamente en contra de la creencia protestante.

Nuestro Señor Jesucristo dijo a sus apóstoles, que fueron los primeros obispos:

El que a vosotros escucha, a mí me escucha, y el que a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió”. (Lucas 10:16).

Así que,  todo aquel que quiera conocer la verdad de Jesucristo, tiene que encontrar a los Apóstoles, su enseñanza y tradición.

Para mayor claridad, la carta de San Pablo a los Efesios (2:20) nos dice que la Iglesia que Jesús fundó, fue

edificada sobre los cimientos de los Apóstoles y los Profetas con Jesucristo mismo como piedra angular”  

Y a los Gálatas (1: 8-9) les advirtió

si nosotros mismos o un ángel del cielo bajara para anunciarles un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito”.

escenas de la reforma protestante
Escenas de la Reforma Protestante

 

6 – LA TRASMISIÓN DEL MENSAJE HA SIDO HISTÓRICAMENTE VERBAL Y NO ESCRITA

Si retrocedemos en la Historia de la Salvación, nos pueden surgir otras algunas preguntas. Ya vimos que en el Antiguo Testamento la enseñanza se pasó por siglos y siglos de forma oral.

No fue diferente después de la Ascensión de Cristo a los cielos.

Ahora bien, si durante la mayor parte de la historia, la mayoría de la gente no sabía leer y hasta el año 1450 en que se inventó la imprenta, no tuvo acceso a los libros;
.
¿de qué “Sola Scriptura” estamos hablando?

Investigando en la historia de los primeros siglos de la Iglesia, bien podemos razonar que, a pesar de que  la mayoría de la gente que poblaba el mundo conocido entonces era analfabeta.

Fue no obstante, escrupulosamente evangelizada  de forma oral,  por medio de relatos, pinturas o imágenes talladas en los muros de las Iglesias.

Esa era la llamada “Biblia de los iletrados”.

El pueblo aprendía la Historia Sagrada por medio de los sermones y las imágenes talladas y pintadas en los Templos Católicos.

Porque, a pesar de que los protestantes creen que la Biblia “cayó un día del cielo como el maná”,  la Iglesia Católica siempre se tomó en serio el mandato de Jesús de evangelizar y por siglos lo hizo como podía, o sea, de forma oral.

 

7 – LA “SOLA SCRIPTURA” NO TIENE BASES APOSTÓLICAS

Los católicos somos culpados sin fundamento por los hermanos separados por creer en lo que ellos llaman  “doctrinas hechas por hombres mucho después de finalizada la Revelación”.

Ellos afirman que sobre “esas doctrinas” no se había oído hablar en la Iglesia primitiva.

Sin embargo la interpretación y la discusión de lo que quiso decir Jesús cuando expresó determinada cosa es lo que se hizo desde siempre en el cristianismo; desde el primer día.

En cambio olvidan u omiten decir, que nadie había oído hablar de “Sola Scriptura” antes del siglo XVI, o sea antes de que Lutero la adoptara.
.
Esto significa que, no sólo no puede ser probada a través de los textos bíblicos, sino que tampoco hay rastros de ella en ninguno de los escritos de la Iglesia primitiva. 

 

“Yo sólo creo en la Biblia (aunque la Biblia no me dé la razón)”

Y es tan simple como eso. Leyendo el Evangelio, encontramos citas explícitas que dicen que no todo lo que hizo Jesús se encuentra escrito.

El Apóstol San Juan dice en su Evangelio:

«Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús.

Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran«. (Juan 21,25)

Y San Pablo en su Epístola a la Iglesia de  Tesalónica escribe

«Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.» 2Tes 2,15

He aquí dos expresiones apostólicas que no sólo no confirman la creencia en Sola Scriptura, sino que la invalidan, reafirmando que no todo lo que Jesús hizo está escrito y que hay que cuidar las tradiciones que van pasando de una generación a otra.

Por todo lo que hemos visto, podemos afirmar, aunque ellos no lo acepten, es que todo el edificio del protestantismo, que asegura sólo basarse en la Escritura, no puede demostrar con ningún texto bíblico que esa  creencia de ellos sea real.

 

Simplificar vanamente lo difícil puede resultar muy aventurado

La defensa de la creencia en la “Sola Scriptura” tiene su base principal en la idea de que la Biblia es lo suficientemente fácil de leer y entender como para  ser comprendida por cualquier persona sencilla, lo que justifica su creencia en la interpretación privada de la Biblia.

Sin embargo, cualquier persona que haya leído la Biblia, por más instruida que sea, sabe que no es un libro de fácil comprensión.
.
Puede ser algo muy engañoso hablar de sencillez.
.
La Biblia es Palabra viva, Palabra de vida eterna, por lo cual se aplica a todos los tiempos.
.
Si bien  las enseñanzas básicas, como por ejemplo el Decálogo (los Diez Mandamientos), pueden parecer fáciles de entender, es evidente que la Biblia en su conjunto es un documento extremadamente complejo.
.
Que requiere los conocimientos de teólogos, biblistas y lingüistas para ser entendida claramente.

Si esto no fuera cierto, ¿por qué los candidatos a pastores protestantes están obligados a concurrir al seminario para poder ser calificados como pastores?

Cualquier creyente que supiera leer podría serlo.

martin lutero clavando sus tesis
Lutero clavando sus 95 tesis en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517

 

8 – LA BIBLIA FUE COMPENDIADA POR LA IGLESIA CATÓLICA, NO CAYÓ DEL CIELO 

Avanzando más profundamente en la investigación, aprendemos que la Biblia, tal como la conocemos y leemos hoy, no fue compendiada hasta el Siglo IV DC.

Aunque para los Protestantes, la Biblia un día apareció en sus manos, no se sabe cómo, en realidad llevó muchos años de estudios y muchas discusiones optar entre los manuscritos manejados por las distintas comunidades, cuáles serían los libros elegidos para el culto común.

Pero lo que para nosotros es tanto o más importante descubrir, es cuál fue el criterio utilizado por la Iglesia del siglo IV para realizar esa selección de libros destinada al uso común en el culto.

No podía ser la Biblia, porque aún no existía como tal.

Entonces, y de acuerdo a estas premisas, debemos colegir que el criterio de autoridad de la Biblia es apostólico, no bíblico.

Después de muchas idas y venidas, finalmente fue en el Concilio de Roma del año 382, comandado por el Papa Dámaso I, cuando la Iglesia Católica instituyó el Canon Bíblico con la lista de 27 libros del Nuevo Testamento y 46 del Antiguo Testamento.

Éstos últimos traducidos del griego al latín por San Jerónimo (la Vulgata), por encargo del mismo Papa San Dámaso.

Esa fue, en la práctica, la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra.

Posteriormente los Concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los cuales participó San Agustín, aprobaron definitivamente dicho canon.

Lutero impugnó ese canon, que fue aprobado definitivamente en el Concilio de Trento  en el año 1546.

Pero, lamentablemente, la biblia Protestante tiene menos libros que la católica.

 

9 – LOS PROBLEMAS REALES NECESITAN RESPUESTAS ADECUADAS

Mirando el presente, tal vez sería lícito preguntarse, por ejemplo, si la única fuente para la enseñanza y la instrucción moral viene de la Biblia,

¿cómo se supone que los creyentes de hoy podríamos estar preparados para responder a preguntas que surgen a partir de cosas sobre las cuales nunca antes se había escuchado y mucho menos en los tiempos bíblicos?

¿Cómo puede la Biblia instruirnos sobre importantes problemas actuales como la guerra nuclear, la anticoncepción artificial, la fecundación in vitro, la eutanasia, la reasignación de género, la modificación genética, la clonación o toda una serie de otros problemas modernos?

Sólo la vida y la autoridad dinámica del Magisterio de la Iglesia, llena del Espíritu Santo pueden tamizar los hechos y llegar a la enseñanza correcta, leyendo los sucesos de la Historia a la luz de la Palabra.
.
Prueba de ello son las numerosas Encíclicas de los Papas, destinadas a echar luz sobre distintos temas relevantes en cada momento histórico.

Esto mismo hacen los protestantes, que interpretan la Biblia a la situación actual, por lo que sin admitirlo, están violando el principio predicado por ellos de “sola scriptura”.

 

10 – LA ‘SOLA SCRIPTURA ES UNA NOCIÓN DIVISIVA Y DE MALOS FRUTOS

“Para que sean Uno, Padre, como Tú y Yo somos Uno”

La aplicación rigurosa de la “Sola Scriptura”, y su directo pariente, la interpretación privada, no ha dado buenos frutos.

Por el contrario, si bien existe una gran devoción en la grey protestante, el no tener una línea clara a la que aferrarse, ha llevado a miles de divisiones dentro del protestantismo.

Paradójicamente, debido a que no pudieron ponerse de acuerdo sobre la interpretación de la “sola scriptura” de la Biblia, aún desde el principio, los líderes protestantes comenzaron a separarse y a formar sus propias denominaciones.
.
En Estados Unidos, la cantidad de denominaciones protestantes en el momento actual supera las 40.000.

 

Preguntas sin respuestas sobre lo divisivo del criterio

¿Cómo podría entonces la “Sola Scriptura” ser la base de la Iglesia de Cristo cuando conduce a tal división?  

¿Cómo puede esta fragmentación ser compatible con el mandato de Jesús y con la profecía suya de “un solo rebaño y un solo Pastor»? 

Por el capricho de un hombre, una enorme cantidad de cristianos se ve reducido en sus derechos de creyentes.

Ellos se pierden los Sacramentos, que fueron instituidos por Jesús para todos sus discípulos y  que nos proveen la Gracia Santificante, tan imprescindible para enfrentar los desafíos de la vida.

Y se pierden el enorme gozo de pertenecer a una sola Iglesia, en vez de navegar solos en mares turbulentos.

Fuentes:


maria de los angeles pizzorno
Escrito por María de los Ángeles Pizzorno

De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada

 

¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
Catequesis sobre María Dialogo Interreligioso Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA REFLEXIONES Y DOCTRINA

Los Reformadores Protestantes y la Virgen María

Este artículo muestra como la posición de Lutero y Calvino respecto de María es más reconocedora de la Virgen María que las que se están divulgando en estos tiempos por la mayoría de los evangélicos.

 

lutero_virgen

 

Lo cual parecería confluir en el mismo sentido, pues se notan signos de un minimismo mariano dentro del catolicismo,  que resalta de María su fidelidad y oración, y esconde su carácter de Reina.

El autor de este artículo, Arraiz, dice: muy curiosa siempre me ha parecido el rechazo que por la Virgen María tienen algunas denominaciones protestantes.

Las raíces de dicho rechazo parecen más bien originarse en rechazar lo que ellos consideran un “exceso” en la devoción que el católico tiene por la madre del Señor. Pero este rechazo que los lleva a alejarse de todo lo que suene a “católico”, les impide rechazar todo razonamiento, por más bíblico que sea, que redunde en la veneración de la Virgen.

En la mayoría de los casos, sobre todo las sectas (1), deforman la doctrina católica para hacerla parecer herética (2), afirmando así que la Iglesia enseña a “adorar” a María e incluso en algunos casos llegan a afirmar que los católicos creemos que María es una “diosa”.

Lo cierto es que esto siempre no fue así, muchos protestantes tienen por grandes eruditos bíblicos y modelos a imitar a los reformadores protestantes, y desconocen profundamente que muchas de sus posturas hoy, difieren un universo de las posturas de los reformadores. En el caso de las doctrinas relacionadas a la Virgen María precisamente pasa lo mismo.

 

LUTERO Y LA VIRGEN MARÍA

Hoy día el protestantismo entero desconoce que María es madre de Dios, en su afán de disminuirla le ha negado el título que la Iglesia le ha concedido desde siempre, comenzando por Isabel quien inspirada por el Espíritu Santo le llamó “madre del Señor” (Lucas 1,43) (3) hasta la Iglesia primitiva que no dudaba en llamarla la Theotókos (Madre de Dios) (4). Sin embargo, Lutero nunca dudó en darle este título que le concedió hasta el final de sus días.

Martín Lutero, 24 Dezember 1539: LW 47,860
“Así juzgó Dios a su Madre: La ley de Dios la condenaba como adúltera. 2) Así quedaba maltrecho su honor. 3) Su vida quedó en peligro y su honor matrimonial dañado. María fue concebida en pecado como los demás hombres; y, aunque ella fuera purificada del pecado original, no le habría bastado para un tal nacimiento. Por eso, es el Espíritu Santo el protagonista, el que la purifica y toma las puras cotas de sangre de su corazón; pues todo tiene que ser purificado”

Martín Lutero, Auslegung des Magnificat, 1522: LW 7,572
Las grandes cosas que Dios ha realizado en María se reducen a ser la Madre de Dios. Con esto le han sido concedidos muchísimos otros bienes, que nadie podrá nunca comprender. De ahí se deriva todo su honor, toda su bienaventuranza y que ella sea en medio de toda la raza humana una persona del todo singular e incomparable. Ella ha tenido con el Padre celeste un niño, y un niño tal…Se comprende todo su honor, cuando se la llama Madre de Dios. Nadie puede decir otra cosa mayor de ella, aunque uno tuviera tantas lenguas como follaje tiene la hierba, como estrellas el cielo o arena las playas. Hay que meditar en el corazón lo que significa ser Madre de Dios”.

Igual sucede con el dogma de la virginidad perpetua de María, negado hoy por todos los protestantes, sin embargo Lutero también creía firmemente en su virginidad antes y después del parto.

Martín Lutero, 28 Dezember 1544: LW 49,646
“Y ningún hombre, ni siquiera el demonio, tiene que saber cómo puede suceder que una mujer virgen quede encinta sin varón. Pues porque ahí estarán las tres divinas Personas. La obra ha de ser realizada por las tres, aunque esa actuación acabe únicamente en la persona del Hijo”

Martín Lutero, 1537/1538: LW 46,723
En textos como Juan 2,12; 7,2; Mateo 12,46; Hechos 1,14 uno se preocupa y pregunta cómo el Señor Jesús pudo tener hermanos, dado que él era el hijo único de María, y la virgen María no fue madre de ningún otro hijo. Entonces algunos responden que eran hijos de un matrimonio precedente de José, antes de estar con María; éstos fueron llamados después “hermanos de Cristo”; otros dicen que José tuvo junto con María otra mujer, tal como estaba permitido entre los judíos…Yo creo que “hermanos” aquí significa “primos”, dado que los judíos y la Sagrada Escritura llamaban a todos los primos “hermanos”

Martín Lutero, Tischrede n.4435 Ergänzungen, 1539: LW 48,579
“María permaneció virgen, pues tras sentirse madre del Hijo de Dios, no deseó ser madre de otro hombre, sino permanecer en esta gracia”

Martín Lutero, Predigt 24 Dezember 1540: LW 49,174
A José le cabe un gran honor ante Dios. A él le fueron confiados el Hijo de Dios y su Madre. Así José es un carpintero, que actúa como cualquier hombre de pueblo y que trabaja en lo oculto. [b]Pero quedó escrito para nosotros para que sepamos que Cristo vino y que su madre fue virgen, aunque bajo el velo de esposa se ocultaba la virgen antes y después del nacimiento”

Martín Lutero, 1535 bis 1545: LW 43,22
“La carta a los Hebreos dice que Sara pidió por la fe la fuerza de la concepción, para que comprendas que ella quedó encinta de Abraham siguiendo el curso normal de la naturaleza, no a través de un milagro. Este sí aconteció en la virgen María que concibió en su seno, pero de su propia semilla, no de la semilla de un hombre. Para ello el Espíritu Santo la cubrió con su sombra”

 

CALVINO Y LA VIRGEN MARÍA

Calvino se pronunció frecuentemente en defensa de la virginidad de María, refuta al igual que San Jerónimo más de un milenio atrás, el argumento de que Mateo 1,25 implica que José tuvo relaciones con María, y también refuta el trillado argumento protestante que trata de insinuar, que porque Jesús es llamado primogénito, María tuvo otros hijos (5).

 

calvino

 

Juan Calvino. JCO 45,70; cf. JCO 46,271-272
“A partir de Mateo 1,25, Elvidio creó mucha confusión en la Iglesia, porque de él dedujo que María había permanecido virgen únicamente hasta el primer nacimiento y después tuvo otros hijos con su marido. La perpetua virginidad de María fue defendida vigorosamente por Jerónimo. Es suficiente decir que es insensato y falso deducir de estas palabras qué sucedió después del nacimiento de Cristo. Es llamado el primogénito no por otra razón sino para que sepamos que él nació de la Virgen. En este texto se niega que José hubiera tenido concurso marital con María antes de nacer el niño; todo está limitado a este tiempo. Pero nada se dice de lo que sucedió después”.

Juan Calvino, Johannis Calvini Opera quae supersunt omnia (=JCO)(Verlag C. A. Schewedtke und Sohn, Braunscheweig 1863 ff.), Bände 45; Commentarius in Harmoniam evangelicam (“Harmonia evangelica” 1555), Band 46; Sermons sur I’Harmonie évangélique 1558, 1560, 1562. JCO 36,156
“Es indudable que el profeta habla de una auténtica virgen, que ha de concebir no según las normas de la naturaleza, sino a través de la actuación de gracia del Espíritu Santo. Este es el misterio, que Pablo magníficamente ensalza: “Dios ha aparecido en la carne”.

Juan Calvino, JCO 45,30
“Cuando María supo que de ella nacería el Hijo de Dios, recibió un mensaje inaudito, y ésta fue la razón por la que excluyó la relación sexual con un hombre. Por eso exclamó desconcertada: “¿Cómo sucederá esto?”…No era ésta una pregunta contra la fe. La hizo movida por la admiración; no por la desconfianza”

Juan Calvino. JCO 45,426
“¿No es este el hijo del carpintero?. (Mateo 13,55) Por designio admirable de Dios vivió Cristo hasta los treinta años en lo oculto de la casa de sus padres. Esto fue extraña e injustamente motivo de tropiezo para que la gente de Nazaret, en lugar de conocerlo con temor como enviado del cielo. ¡Si hubieran descubierto que era Dios el que actuaba en Cristo! Pero intencionalmente ellos pensaban en José, en María y en todos los parientes y sus relaciones entre ellos, para ocultar la luz que se manifestaba. Como “hermanos” eran designados –según la costumbre judía- sobre todo los parientes de sangre. Pero de ello dedujo ignorantemente Elvidio que María había tenido más hijos, porque alguna vez habla de “hermanos de Cristo”

 

H. ZWINGLI Y LA VIRGEN MARÍA

Zwingli explica que el matrimonio con José fue unicamente para que José apareciera como esposo y la protegiera de la ley, y así poder dar al niño y a ella protección y cuidado.

 

H. ZWINGLI

 

H. Zwingli, Eine Predigt von der reinen Gottesgebärerin María: ZSW 1,391-392
“Cuando se cumplió el tiempo designado por Dios, envió a su mensajero Gabriel a la joven María (Magd María), que estaba desposada con el piadoso José. La sabiduría divina se muestra en que el desposorio con José no pretendía establecer una relación matrimonial entre ellos en orden a engendrar hijos, sino para que la hija María, después de encontrarse encinta, no fuera apedreada según la ley judía, que estaba establecida para quienes concebían sin marido. El que José apareciera como esposo, la protegía de la ley. También se desposó con él para que ella y el niño encontraran en él un protector y cuidador

Explícitamente declara que es virgen, antes, en y después del parto:

H. Zwingli, Eine Predigt von der reinen Gottesgebärerin María: ZSW 1,392-393
“Hay que considerar aquí el honor que el evangelista Lucas y también Mateo le tributan por su elevada pureza; ella es joven pura e intacta antes del parto, en el parto y después del parto, es decir, siempre. Entre los hombres es imposible que una madre sea al mismo tiempo virgen; para Dios todo es posible, porque todas las criaturas obedecen a su voz”

 

CONCLUSIÓN

Hoy día muchos protestantes piensan que el católico que cree que María es Virgen, es porque nunca se ha encontrado con los pasajes que hablan de los “hermanos” de Jesús, la mayoría no sabe, que todos esos argumentos fueron refutados hace más de un milenio, y más recientemente incluso, por los reformadores protestantes. Lo mismo, para los reformadores, siempre venerar a María fué una característica que no podía faltar en un cristiano.

Fuente: José Miguel Arráiz

Notas

(1) Diferenciando por su puesto el abismo que hay entre las comunidades eclesiales protestantes y las sectas protestantes.
(2) Falacia del muñeco de paja: Consiste esta falacia en deformar las tesis del contrincante para debilitar su posición y poder atacarla con ventaja. Se diferencia de la falacia ad hominem en que ésta elude las razones para concentrarse en el ataque a la persona. La falacia del muñeco de paja, ataca una tesis, pero antes la altera. Para ello, disfraza las posiciones del contrincante con el ropaje que mejor convenga, que suele ser el que recoge los aspectos más débiles o menos populares.
(3) La expresión “Madre del Señor” es equivalente a “Madre de Dios”, ya que en el Nuevo Testamento el título Señor (del griego Kyrios) se da a Cristo, quien es Señor y Dios. De la misma manera la Septuaginta (versión griega de los Setenta del siglo 2 a.C) traduce Yahveh por “Señor” (del hebreo Adonai). Ver por ejemplo como en el mismo capítulo el ángel le dice: “el Señor está contigo” para referirse a Dios.
(4) Según sabemos ya Alejandro de Alejandría habría llamado a María “La Theotókos” (Cf. “Nuestro Señor Jesucristo ha recibido real y no aparentemente un cuerpo de la Theotókos”: Alejandro de Alejandría. Ep. Ad Alex. Const. N.12 en TEODORETO. Historia eclesiástica, I,3: OG 82,908), aparece también en un papiro egipcio que registra una de las oraciones marianas más antiguas “Sub tuum praesidium” (Cf. G. GIAMBERNARDINI, II Sub tuum Praesidium nella tradizione egiziana, en Mar 96 (1969), 324-362. Testimonios numerosos también de Gregorio Nacianceno, en su carta 101: PG 36,181, Cirilo de Alejandría, Orígenes (Según el historiador Sozomeno (Hist. Eccl. 7,32: EG 866)), San Ambrosio, etc. etc.
(5) Los protestantes alegan que como Jesús es llamado (Juan 3,16.18) y primogénito de María (Lucas 2,7) implican que Jesús es el primero de entre varios hijos. El argumento falla desde su base, ya que primogénito no implica la existencia de otros hijos, sino “primer nacido”, o “hijo preeminente”. Así mismo Cristo es llamado “primogénito” del Padre en Hebreos 1,6 y no por eso deja de ser unigénito.

 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter en modo seguro, es un servicio gratis:

 

Categories
Carismas y Dones Doctrina Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA REFLEXIONES Y DOCTRINA

Que es la Gracia para un Protestante y que es para un Católico

Todos tenemos conciencia de que somos libres, de que «podemos» elegir. Y si obramos mal, sentimos el peso de nuestra culpa. Pero también es cierto que todos tenemos conciencia de que no somos libres, de que nuestra libertad está enferma, atada, impotente para hacer el bien que quiere y evitar el mal que aborrece (Rm 7,15).

Pues bien, en Pelagio prevaleció el primer convencimiento –somos libres: podemos–, hasta oscurecer la necesidad de la gracia. Y en Lutero, después de luchas morales angustiosas, predominó el segundo, hasta negar la necesidad de obrar el bien –no somos libres: no podemos–; no podemos ni siquiera con la ayuda de la gracia.

La doctrina teológica de Lutero (1483-1545) tiene unas profundas raíces biográficas, que conviene conocer. De los agustinos de Erfurt había recibido una mala formación filosófica, nominalista, y una mala teología de la gracia, voluntarista o semipelagiana. La morbosidad de su vivencia espiritual consecuente queda reflejada en confesiones personales como ésta: «Yo, aunque mi vida fuese la de un monje irreprochable, me sentía pecador ante Dios, con una conciencia muy turbada, y con mi penitencia no me podía creer en paz; y no amaba, incluso detestaba a Dios como justo y castigador de los pecadores; me indignaba secretamente, si no hasta la blasfemia, al menos con un inmenso resentimiento respecto a Dios» (Weimarer Augsgabe 54,185). «Al solo nombre de Jesucristo, nuestro Salvador, temblaba yo de pies a cabeza» (44,716). «Yo recuerdo muy bien qué horriblemente me amedrentaba el juicio divino y la vista de Cristo como juez y tirano» (44, 775)

Así, desde luego, no se puede vivir. ¿Qué salida hay para escapar de esta idea nefasta de Dios y de sí mismo?… El remedio de Lutero fue casi peor que la enfermedad, fue un inmenso y múltiple error.

Lutero dice:

El hombre está totalmente corrompido por el pecado, y lo mejor es reconocerlo con todas sus consecuencias. «El hombre peca siempre, aun cuando intente obrar el bien. El hombre está tan corrompido que ni siquiera Dios puede rescatarle de su podredumbre: lo único que es posible a Dios es no tener en cuenta sus pecados, no imputárselos legalmente» (L. F. Mateo Seco, Martín Lutero: sobre la libertad esclava, Madrid 1978, 18).

El hombre no es libre, perdió su libertad al corromperse. Es inútil, pues, que siga atormentándose la conciencia con la ilusión psicológica de su pretendida libertad. Lutero, en sus primeras obras, aún creía en la libertad del hombre (4,295); comenzó a ponerla en duda a partir de 1516, y vino a negarla furiosamente en 1525, en una de sus obras preferidas, De servo arbitrio, polemizando con Erasmo.

La libertad humana es incompatible –con Dios, que todo lo preconoce y predetermina;

–con Satanás, porque él tiene cautivo al hombre, y domina verdaderamente sobre él;

–con la realidad del pecado original, que corrompió todo lo que es el hombre, también su libertad;

–y es inconciliable con la redención de Cristo, que sería superflua si el hombre fuera libre (18,786).

Consiguientemente, la misma expresión libre arbitrio debiera desaparecer del lenguaje humano; sería «lo más seguro y lo más religioso» (18,638). Ya Lúcido negó antes la libertad, y su error fue condenado en el concilio de Arlés (473: Denz 331).

Sola fidesPor tanto el cristiano se salva por la fe, no por las obras. La justificación cristiana es necesariamente sólo declarativa, pasiva, «imputativa» (WA 56,287). Simplemente, por la fe en el Salvador, no tiene Dios en cuenta el pecado del creyente.

Y aunque las buenas obras son convenientes, como expresión de la fe, en modo alguno han de considerarse como necesarias para la salvación. Incluso pueden ser peligrosas, cuando debilitan la fe fiducial, y la persona, esforzándose por conseguir obras buenas, trata entonces de apoyarse en su propia justicia.

El cristiano, pues, debe aprender a vivir en paz con sus pecados. Debe reconocer que es «simultáneamente pecador y justo (simul peccator et iustus): pecador en realidad y justo en la reputación de Dios» (WA 56,272).

En efecto, «en nada daña ser pecadores, con tal que deseemos con todas nuestras fuerzas ser justificados».

Pero el diablo, con mil artificios, tienta a los hombres «a que trabajen neciamente esforzándose por ser puros y santos, sin ningún pecado, y cuando pecan o se dejan sorprender de alguna cosa mala, de tal manera atormenta su conciencia y la aterroriza con el juicio de Dios, que casi les hace caer en desesperación…

Conviene, pues, permanecer en los pecados y gemir por la liberación de ellos en la esperanza de la misericordia de Dios» (56,266-267).

Sola gratia. No es posible que las buenas obras sean necesarias para la salvación. Si fueran necesarias, todos los hombres se condenarían, pues todos son pecadores y han de pecar inevitablemente.

Notemos bien que el error de esta herejía de Lutero, sola gratia, no está, como se ha afirmado tantas veces en el catolicismo postridentino, en «atribuir todo a la gracia divina», pues, efectivamente, a Dios hay que atribuirle toda la gracia y la salvación.

Lo contrario, pretender que la salvación viene realizada en parte por la misericordia de la gracia divina, y en parte por la fuerza de la libertad humana, que viene a completar lo que le falta a la acción gratuita de Dios, es puro semipelagianismo.

 

EL ERROR DE LUTERO

Aunque parezca paradójico, el error que subyace al pensamiento de Lutero es el mismo que con frecuencia ha contaminado de naturalismo semipelagiano a sus oponentes católicos: el error de pensar que la acción de la gracia es extrínseca a la acción buena del hombre; es decir, es el enorme error de ignorar que precisamente la acción de la gracia divina es la causa íntima de la acción libre del hombre, y así produce en él y con él la obra buena, salvífica y meritoria de vida eterna.

Atribuir, pues, todo a la gracia de Dios no deja excluida en modo alguno la libertad humana, pues ésta se ve precisamente causada por aquélla. La voluntad se mueve movida por la gracia de Cristo.

Un correcto diálogo ecuménico exige tener bien en cuenta estas verdades. Según esto, cuando los luteranos acusan a los católicos de ser semipelagianos, y de que no atribuimos a la misericordia de la gracia divina toda la salvación del hombre, sino parte de ella, sería un error muy grave contestarles que atribuir toda la salvación a la misericordia divina equivale a anular la libertad humana. Diciendo tal cosa les confirmaremos en su convencimiento de que somos semipelagianos.

Por el contrario, desde la fe católica

hemos de afirmar al luterano que, efectivamente, todo es gracia, pero que precisamente la misericordia de Dios es mayor cuando su gracia renueva verdaderamente al hombre en su ser, y cuando potencia realmente sus facultades, haciéndole instrumento activo y operante de obras sobrenaturales;

y

hemos de afirmar igualmente al católico temeroso de que una acentuación de la gracia implique la anulación de la libertad, que la gracia divina no actúa en la naturaleza humana desde fuera, extrínsecamente, sino desde dentro, sanándola, inclinándola y potenciándola activamente en su misma entidad natural hacia las obras buenas.

  

UNA HEREJÍA PERMANENTE

Lo mismo que el pelagianismo, el luteranismo es una herejía permanente, que, desde luego, extiende su tentación más allá del campo protestante. Ya señalé la «protestantización» actual que amenaza por muchos lados a la Iglesia Católica.

Pero fijándome únicamente en el tema gracia-libertad, que ahora nos ocupa, conviene advertir que

la pérdida actual de la fe en la libertad del hombre, y la casi anulación consiguiente de la conciencia de pecado, partiendo de unas premisas muy diversas de las de Lutero, conducen finalmente a un efecto semejante. Como señala G. Piovene, «entre la diversidad de las filosofías actuales [y lo mismo sucede en las escuelas principales de psicología] se descubre una constante: ninguna se presenta como una filosofía de la libertad. Se intenta sobre todo establecer los mecanismos por los que el hombre está condicionado: económicos, psicológicos, derivados de la estructura del lenguaje o de la situación histórica en que vive» (Elogio della libertà, Milán 1970,287). Esto luteraniza la cultura de hoy.

La eliminación en el cristianismo de la soteriología, salvación-condenación, realizada prácticamente por Lutero con su «sola fides», afecta también a muchos católicos, pues consideran increíble que los actos cumplidos en la vida presente puedan determinar una vida eterna de premio o de castigo.

Como ya vimos, no hay ya propiamente una cuestión de salvación/ condenación (08-09). Basta la fe en Cristo Salvador, y no son propiamente necesarias las buenas obras. Así es el «catolicismo luterano».

Cuando un católico tiene por irremediable su atadura al pecado, se cierra a la gracia del arrepentimiento efectivo, y luteraniza así su experiencia cristiana de pecado y salvación. En esta actitud espiritual, si va, por ejemplo, al sacramento de la penitencia, busca en Cristo una justificación al estilo luterano: «soy pecador, y como inevitablemente lo seguiré siendo, ni siquiera hago propósito de enmendarme; pero pongo toda mi fe en Cristo, y así Dios me perdona, y me seguirá perdonando siempre». Y basta con eso.

  

ENTRE PELAGIO Y LUTERO 

La tentación predominante del catolicismo actual está en Pelagio, en el voluntarismo antropocéntrico, que no quiere reconocer la necesidad de la gracia, de la ayuda sobre-natural de nuestro Señor Jesucristo, «que es verdaderamente el Salvador del mundo» (Jn 4,42).

Pero también está vigente hoy la tentación de Lutero. En realidad, hay que decir que el pueblo católico hoy experimenta al mismo tiempo las dos tentaciones.

De este modo, en ciertos ambientes, hallamos la extraña especie híbrida de un cristianismo pelagiano-optimista ante la multitud, es decir, ante la juventud, los obreros, la cultura moderna, el progreso y la técnica, y luterano-pesimista ante el individuo, pues no cree en las posibilidades reales que tiene la persona, ni siquiera con el auxilio de la gracia, para salir efectivamente de su pecado y vivir santamente.

Cualquier sacerdote comprueba esto como ministro del sacramento de la penitencia. Estamos, pues, aunque parezca increíble, ante un pelagianismo luterano o bien un luteranismo pelagiano. Cualquier cosa se puede esperar de quienes se alejan de la doctrina católica de la Iglesia.

 

EL QUIETISMO

Consideremos brevemente otro grave error.

El quietismo no niega la libertad, como el luteranismo, pero propugna que se esté quieto, que no actúe.

En la historia de la espiritualidad se registran tendencias quietistas de muy diverso estilo –maniqueos y gnósticos, cátaros y fraticelli, hermanos del libre espíritu, beguardos y beguinas, alumbrados españoles del XVI–, pero el más caracterizado quietismo, el que aquí considero, es el que se produce a fines del siglo XVII en torno a Miguel de Molinos (+1696; Denz 2201-2268; +2181-2192), Fenelón (+1715), el padre Lacombe (+1715) y Madame Guyon (+1717; Denz 2351-2373). El camino interior de Molinos no es idéntico al amor purísimo de Fenelón, pero coinciden en algunas orientaciones. 

La Iglesia, al condenar el quietismo radical y típico, lo esquematizó en sus rasgos más propios:

Pasividad total. «Querer obrar activamente es ofender a Dios, que quiere ser él el único agente; por tanto es necesario abandonarse a sí mismo todo y enteramente a Dios» (Denz 2202). «La actividad natural es enemiga de la gracia, e impide la operación de Dios y la verdadera perfección; porque Dios quiere obrar en nosotros sin nosotros» (2204).

Quietud en la oración, nada de devociones activas. «El que en la oración usa de imágenes, figuras, especies y conceptos propios, no «adora a Dios en espíritu y en verdad» (Jn 4,23)» (2218). La concepción quietista de la oración recuerda al zen: «En la oración hay que permanecer en fe oscura y universal, en quietud y olvido de cualquier pensamiento particular…, sin producir actos, porque Dios no se complace en ellos» (2221).

Aniquilación personal, muerte mística. «No conviene a las almas de este camino interior que hagan operaciones, aun virtuosas, por propia elección y actividad; pues en otro caso, no estarían muertas» (2235).

Indiferencia total. El alma no debe interesarse ni por cielo o infierno (2207), ni por su propio estado espiritual, «sino que debe permanecer como un cadáver exánime» (2208). «Resignado en Dios el libre albedrío, al mismo Dios hay que dejar el pensamiento y cuidado de toda cosa nuestra, y dejarle que haga en nosotros sin nosotros su divina voluntad» (2213).

Impecabilidad. «Con ocasión de las tentaciones, por furiosas que sean, no debe el alma hacer actos explícitos de las virtudes contrarias, sino que debe permanecer en el sobredicho amor y resignación» (2237). Las caídas que sobrevinieren «no son pecado, porque no hay consentimiento en ellas» (2241), ni es conveniente confesarlas (2248, 2260).

Tanto el luteranismo como el quietismo parten de una pésima teología de la relación entre naturaleza y gracia.

La Iglesia afirma que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona y eleva, con la colaboración libre del hombre.

Pero el quietismo piensa que la gracia, para divinizar al hombre, necesita aniquilar sus actos.

Felizmente, el quietismo del XVII no dejó muchas huellas en la espiritualidad cristiana. Lo que habrá siempre entre los cristianos es la pereza, la indolencia, la resistencia a la gracia de Dios cuando mueve a algo que es penoso. Pero el quietismo no es eso; es otra cosa.

 

LA DOCTRINA CATÓLICA

El papá y su niño, entre los dos, escriben una carta. Voy a partir de esta imagen. El papá, acercándose a una mesa, sienta en sus rodillas al pequeño –por supuesto, analfabeto total–, y tomando la mano del niño, que sostiene el lápiz, se dispone a escribir: «vamos a escribirle una carta a la Virgen María».

Atención: la carta, efectivamente, va a ser escrita entre los dos, padre e hijo. El objeto pretendido, escribir una carta, queda absolutamente fuera de las posibilidades del niño, ya que no sabe ni leer ni escribir. Pero este hecho no es impedimento alguno para que se realice esa obra, siempre, claro está, que la mano infantil se deja guiar continuamente por la mano de su padre. Y aquí se dan tres alternativas:

1.– El niño deja que el movimiento de su mano sea completamente dócil al movimiento de la mano conductora de su padre. Y sale un texto inteligible y quizá precioso. Aunque la letra, debemos reconocerlo, no será un modelo perfecto de caligrafía. Esa carta la han escrito los dos, no solo el padre, sino también el niño. Son con-causa de una obra, el padre como causa principal, el niño como causa instrumental. El niño mueve su mano movida por su padre.

2.– El niño mueve su mano desde su propia voluntad y gusto. Y resulta un garabato ininteligible, que no vale para nada. Ha resistido la moción de su padre. El sitio propio de ese papel es la papelera.

3.– El niño mantiene rígida su mano, sin dejarle a su padre que la mueva. No sale nada. Ha resistido la moción de su padre. El papel queda en blanco.

Éstas son las tres posibilidades que el hombre tiene bajo la acción de la gracia, y no hay más: aceptarla (1) o resistirla (2 y 3). Las dos últimas opciones son pecado, resistencia a la gracia, más o menos grave según el objeto de la acción, y según el grado de conciencia y consentimiento voluntario que se dé en la persona.

La primera opción, la única buena, es ciertamente meritoria, porque el niño se ha fiado de su padre y ha obedecido dócilmente su guía, pudiendo resistirla: no es un lápiz inerte, incapaz de resistir.

Él realmente «ha escrito» la carta, ha producido la obra buena; eso sí, su voluntad se ha movido movida por el padre.

Y no se han coordinado las dos causas, poniendo el niño la parte suya y el padre su parte. Por el contrario, la causalidad del niño se ha subordinado totalmente con la causalidad paterna principal. Se ha producido, pues, una feliz sinergía, que ha posibilitado en el niño una obra buena, para la que era completamente incapaz. Pues bien, así es siempre toda la vida cristiana. Por eso nuestro Maestro nos enseña: «si no os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3).

Volviendo al ejemplo anterior –sería ridículo que el niño estuviera orgulloso de la preciosa carta escrita, como si fuera una obra sóla o principalmente suya; –sería igualmente ridículo pensar que si ha realizado esa obra, que queda por encima totalmente de sus posibilidades, «ha sido cuestión de generosidad». Son palabras sin sentido… –y también sería absurdo que el niño, al colaborar con su padre, estuviera preocupado y lleno de ansiedades: «¿y qué le diremos a la Virgen?… Bueno, hasta ahora parece que vamos bien. ¿Pero qué escribiremos en la página siguiente del cuaderno?»…

 

ANTECEDENTES DE ESTA IMAGEN

El niño que escribe bajo la moción de su padre es una buena imagen, pero imperfecta, pues no expresa que en realidad el padre no sólo mueve la mano de su hijo, sino su voluntad.

Pero ya se sabe que las imágenes, como las parábolas, tienen “un lado” elocuente, y otros que no valen. Y por otra parte, con buena voluntad podemos completar la imagen que he propuesto, pensando que el padre habla al oído del niño, y por su palabra le comunica el espíritu bueno, que le permite dejar su mano dócil a la guía paterna.

Es ésta una imagen que tiene muchos antecedentes análogos, aunque no tan buenos como mi ejemplo. Solo cito a dos:

Jean-Pierre de Caussade, S. J.(1675-1751) enseña que el Espíritu Santo, en la plenitud de los tiempos, ha escrito los Evangelios; «pero ahora el Espíritu Santo escribe los Evangelios sólamente en los corazones. Todas las acciones y momentos de los santos son Evangelio del Espíritu Santo… El Espíritu Santo, por la pluma de su acción [de gracia], va escribiendo un Evangelio vivo, que solamente podrá ser leído en el día de la gloria, cuando, después de salir de la prensa de esta vida, será publicado» (El abandono en la divina Providencia, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2000, 75).

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), Doctora de la Iglesia, cuando describe la obra de Dios en los hombres, acentúa también la primacía absoluta de la gracia divina, acudiendo a la imagen del artista que, sirviéndose de un pincel, produce un cuadro maravilloso. El pincel sin el artista no puede nada.

«Si el lienzo pintado por un artista pudiera pensar y hablar, ciertamente no se quejaría de ser tocado y retocado por el pincel; ni tampoco envidaría la suerte de este instrumento, pues conocería que no al pincel sino al artista que lo maneja debe él la belleza de que está revestido» (Manuscrito autobiográfico C, 20 rº).

 

SIEMPRE LA VOLUNTAD DE DIOS

«En Dios vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). Esta grandiosa verdad, muy pocas veces predicada, con el paso del teocentrismo al antropocentrismo, es ignorada por gran parte de los cristianos modernos. Se captan a sí mismos como si fueran causa de su ser y de su propio actuar. Ignoran que si Dios es causa primera y continua del ser y del obrar natural de las criaturas, a fortiori es Él la causa primera y continua que por la iluminación y moción de su gracia hace posible la vida sobrenatural cristiana en cada una de sus obras.

La sagrada Liturgia, la principal catequesis de la Iglesia, enseña maravillosamente esta verdad de la fe: «Concédenos, Señor, la gracia de conocer y practicar siempre el bien, y, pues sin ti no podemos ni siquiera existir, haz que vivamos siempre según tu voluntad. Por Jesucristo, Nuestro Señor» (jueves I Cuaresma).

El hombre no está hecho para obrar según su propia voluntad, sino para hacer siempre en todo la voluntad de Dios. Todo el universo de criaturas está hecho para cumplir siempre la voluntad de su Creador, y lo hace necesariamente. Y el hombre, la única criatura libre del mundo visible, está creado para cumplir libremente la voluntad del Señor. Ahora bien, en el obrar humano la línea causal del bien y la del mal son totalmente asimétricas. Consideremos esta verdad, que es también fundamental para penetrar el misterio gracia-libertad.

El hombre sólo puede producir el bien con la ayuda de Dios, asistido por la causalidad divina, que es universal, tanto en el orden de la naturaleza como en el de la gracia. El Creador da a su criatura el ser y el obrar continuamente. Como enseña el Catecismo: «Dios actúa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que obra en y por las causas segundas» (318). Y esto, como ya he dicho, se da a fortiori en el orden de la gracia: «sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar según su beneplácito» (Flp 2,13).

Lo que el hombre puede producir él solo es el mal. Lo explica bien Jacques Maritain, apoyándose en la enseñanza de Santo Tomás:

Es inevitable aquí el lenguaje paradójico: cuando el hombre causa el mal «tiene una iniciativa, pero es una iniciativa de no-acción. La voluntad creada “produce” entonces la nada, produce el no-ser. Y eso es todo lo que puede hacer ella sola… Se substrae –no por una acción, sino por un libre no-hacer o des-hacer– al influjo portador de ser y de bondad de la Causa primera… Eso nos explica aquella frase de Santo Tomás: la causa primera del defecto de la gracia está en nosotros» (STh I-II, 112, 3 ad 2m) «pero la causa primera de la donación de la gracia está en Dios, según la Escritura: “la perdición es tuya, Israel; tu auxilio solo de Mí procede”, Os 13,9]).

Hay algo, pues, una línea en la que la criatura es causa primera, pero es la línea de la nada y del mal». Y añade en nota: «Cuando se desvía de la moción divina, la del bien, el hombre no es más libre que cuando deja obrar esa moción y obra bien; pero está más solo… El hombre no puede estar solo más que en el mal» (Sto. Tomás de Aquino y el problema del mal, en la obra de varios autores, El mal está entre nosotros, Fom. de Cultura, Valencia 1959, 351-352).

La acción cristiana del hombre es, pues, siempre pasiva-activa: pasiva, en el sentido filosófico del término, en cuanto que recibe el don gratuito de Dios: iluminación, atracción, moción; y activa, pues recibir libremente ese auxilio divino le concede querer y obrar un bien que por sí solo no alcanzaría.

Veámoslo en tres ejemplos máximos.

La Virgen María fué católica. No fué pelagiana o semipelagiana, tampoco fue quietista o luterana, ni jansenista: fue católica. La Llena-de-gracia, es decir, la Inmaculada, la Virgen fiel, no tiene planes propios que sacar adelante, no es capaz de querer nada por sí misma. Su voluntad solo puede moverse a querer algo movida por la voluntad de su Señor. La Bienaventurada Virgen María expresa con toda perfección cómo entiende ella la vida de la gracia.
Mira a su pasado y dice: «el Poderoso ha hecho en mí grandes obras». Y mirando a su presente y futuro, dice: «yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

En las dos frases los verbos van en pasiva. Ella entiende perfectamente que toda su vida, pasado, presente y futuro, es pasiva-activa, es providencia amorosa de Dios que, por su gracia, actúa en su mente, en su voluntad y en sus obras, con la real colaboración de su fiat permanente.

Ni cuestión de generosidad, ni otras historias o cuentos. En Ella hay únicamente docilidad absoluta, alabanza y gratitud infinitas, en una humildad total y perfecta: «mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque ha mirado con bondad la pequeñez de su esclava». 

San Juan Bautista fue también un católico practicante. Él nunca se autorizó a sí mismo a querer nada, por alto y santo que fuera, por sí mismo, desde su propia voluntad. Nunca quiso moverse sino movido por la voluntad de Dios, por su gracia.

Juan el Bautizador fué como un niño analfabeto, que dejando que la mano de su padre guíe la suya, escribe en el libro de su propia vida un poema de celestial belleza y santidad.

Y supo también, iluminado por Dios, expresar con perfección este misterio: «no debe el hombre tomarse nada, si no le fuere dado del cielo» (Jn 3,27). Nada: ni más, ni menos, ni esto, ni aquello. Debe hacer todo, solo y aquello que Dios quiera hacer en él y con él…

El don de Dios es gratuito, libre, imprevisible: no puede, pues, tomarse, como se toma una manzana de un árbol; sólo se puede recibir, pedir, esperar, procurar y realizar.

Es significativo que esta frase, «no debe el hombre tomarse nada, si no le fuere dado del cielo», una de las más luminosas de los Evangelios, sea tan poco citada. Pero se comprende que así suceda en ambientes voluntaristas, pelagianos o semipelagianos, porque es antitética a sus planteamientos errados.

Jesucristo, nuestro Señores también católico y Autor de todos los católicos. No hay en Él ni sombra de quietismo o de voluntarismo. «El hombre Cristo Jesús» (1Tim 2,5), desde toda la eternidad, en una predestinación única, infinitamente gratuita, es el Elegido del Padre. Y el Verbo divino, siendo el Hijo eterno del Padre eterno, una vez encarnado y nacido de la Virgen María, mantiene en toda su vida terrenal una fisonomía absolutamente filial. Él no se mueve sino movido por el Padre.

Su continua relación personal con el Padre se revela muy especialmente en los escritos del evangelista San Juan. En él declara Jesús: «Yo vivo por el Padre» (6,57), y «el Padre que mora en mí, hace sus obras… Yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (14,10-11). Él entiende siempre sus obras como «las obras que mi Padre me dio hacer, esas obras que yo hago…» (5,36); «las obras que yo hago en nombre de mi Padre» (l0,25; cf. 10,37-38). Y por eso dice: «mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y realizar su obra» (4,34). «Yo he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (6,38).

Nuestro Señor Jesucristo es, por tanto, psicológica y moralmente incapaz de querer nada por su propia voluntad. Se mueve siempre movido por el Padre: «en verdad, en verdad os digo que no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre: lo que éste hace, lo hace igualmente el Hijo» (5,19). Nada, no puede hacer nada: «Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (5,30). «Yo no hago nada por mí mismo» (8,28); «como me mandó mi Padre, así hago» (14,12).

Y esa identificación plena entre la voluntad de Cristo y la del Padre se da normalmente con inmenso gozo, porque está hecha con infinito amor: «en aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque» etc. (Lc 10,31). Aunque otras veces se da con pavor y angustia, sudando sangre: «pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (22,42).

Fuente: Gracia y Libertad del Padre José María Iraburu, en apologeticacatolica.org

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis: