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Sus errores los pagaron los cristianos y la economía de Egipto.

 

Desde que comenzó la llamada ‘primavera árebe” en Egipto, sus resultados fueron persecuciones y matanzas a los cristianos, empobrecimiento del país y su economía, enfrentamientos con decenas de muertos, y ascenso regional del islamismo radical, que contagió incluso a Europa.

 

manifestacion pro morsi en egipto

 

¿Un caos diseñado por los EE.UU. para debilitar el ascenso de los juhadistas?. Tal vez alguno pudiera pensar en ello, pero lo que en realidad parece haber fallado es la teoría ingenua de los norteamericanos, de que si los Hermanos Musulmanes se hacían con el gobierno, el ejercicio del gobierno iba a plantar en ellos la semilla de la modernidad, la democracia occidental y el lucro, y dejarían de lado sus veleidades religiosas. Pero no fue así. Los Hermanos Musulmanes apostaron por el lucro personal pero a su vez por extender la jihad, porque creen a pie juntillas en Mahoma.

¿Y que es lo que está atrás de este error de la teoría? La falta de comprensión que los laicistas estadounidenses tienen sobre el poder de la religión y lo sobrenatural. Su interpretación es que la religiosidad es una respuesta a problemas económicos y de inserción del individuo en la sociedad, y que en la medida que ésta mejore porque accede a más bienes terrenales, es abandonada y crece la laicidad. Esto es lo que lleva a la administración Obama a privilegiar a los musulmanes tanto fuera como dentro de EE.UU., para su convertirlos en más laicos.

La actitud de los hemanos Musulmanes debería dar por tierra la teoría ingenua de que se puede “comprar” a los jidahistas con dinero y poder para que abandonen su lucha por el predominio del Islam.

LA GÉNESIS DE LA HERMANDAD MUSULMANA

La Hermandad Musulmana fue fundada en 1928 por Hassan al-Banna, un maestro de escuela primaria. El objetivo declarado de la organización era derrocar al imperialismo británico y establecer un estado islámico en Egipto; un estado que eventualmente abarcar el mundo árabe. Aunque los británicos son ya difuntos, el objetivo nunca ha cambiado.

Los Hermanos Musulmanes inicialmente cooperaron con los «oficiales libres» de la revolución egipcia de 1952, que derrocó al rey Faruk y finalmente a los británicos. Pero a partir de ese momento, la relación entre los Hermanos Musulmanes y el ejército egipcio pasó de la cooperación a la rivalidad. Era una cuestión de «quién se tragará a quién». El presidente Gamal Abdel Nasser encarceló a la mayor parte del liderazgo de la Hermandad Musulmana, otros fueron torturados y muertos.

Muchos años después, Hosni Mubarak, el tercer sucesor de Nasser llegó al poder. Mubarak, jefe de la Fuerza Aérea de Egipto durante la guerra de 1973 con Israel, asumió el cargo en 1981 después del asesinato por un yihadista islámico egipcio de su predecesor Anwar Sadat.

En el trato con los Hermanos Musulmanes, Mubarak implementó lo que podría llamarse un «gato por liebre». A veces arrestó a sus líderes (incluyendo al reciente presidente Mohammed Morsi). Otras veces se les permitía ocupar hasta el 25 por ciento de los escaños en el Parlamento egipcio; todo sabiendo que no podía confiar en su ideología mortal.

LLEGAN LOS MOVIMIENTOS DE PROTESTA DE LA PRIMAVERA ÁRABE

Pero en enero de 2011, cuando las masas de jóvenes con educación salieron a las calles de El Cairo, Alejandría y otras ciudades, la Hermandad Musulmana tenía que encontrar la manera de responder. Al principio se quedaron al margen, temiendo que si los «ideólogos» de la democracia fallaran, entonces el régimen de Mubarak podría venir en pos de ellos. Pero después de que los adultos jóvenes con educación secular consiguieron (después de pagar un alto precio) el derrocamiento de Mubarak, los Hermanos Musulmanes se subieron al carro, alegando la revolución como algo propio.

¿Y quién estaba allí para animar a los Hermanos Musulmanes? Nada menos que la administración estadounidense.

LAS ELECCIONES QUE LLEVAN AL GOBIERNO A MORSI

La administración del ejército egipcio durante los dieciséis meses siguientes a la salida de Mubarak resultó ser una experiencia desastrosa para los egipcios. Así que bajo la presión de la administración estadounidense, se llevaron a cabo lo que se denomina una «elección libre y justa«.

La competencia fue entre un ex jefe de la Fuerza Aérea, el general Shafik (también ex primer ministro bajo Mubarak) y un candidato de la Hermandad llamado Mohammed Morsi. Durante las elecciones, los terroristas se hicieron cargo de muchos de los centros de votación, especialmente en el Alto Egipto.

Les dijeron a los cristianos que si querían vivir, mejor no entraran y votaran. Dicho sea de paso, hicieron lo mismo en el referéndum sobre la nueva Constitución, que los islamistas inventaron como un preludio a la Sharia.

De acuerdo con los documentos descubiertos tras la reciente revolución del 30 de junio, Morsi en realidad perdió la elección por más de 200.000 votos.

Pero la embajadora estadounidense en El Cairo, Anne Patterson, que llevaba a los deseos de sus jefes en Washington, presionó al consejo militar para declarar a Morsi como el ganador. La razón era evitar el derramamiento de sangre.

EL FRACASO DE LA TEORÍA ESTADOUNIDENSE

Desde el 9-11, los políticos estadounidenses de ambos lados del pasillo han desarrollado este relato que dice:

«Debemos combatir al Islam con el Islam«, lo que significa:

«Si se permite que los islamistas gobiernen y se les permite saborear el néctar del poder que han esperado por décadas, se apartarán del terrorismo. Dejemos a los islamistas gobernar, y todos viviremos en paz«.

Bueno, ahora sabemos que el experimento estadounidense resultó un fracaso.

Doce meses de gobierno islamista han demostrado a la gran población musulmana de Egipto que la política equivocada de los ingenuos políticos norteamericanos sólo ha pateado la lata del terrorismo al medio de la calle.

Inmediatamente después de asumir el cargo, Morsi comenzó a reemplazar a los profesionales musulmanes moderados en el gobierno por compinches de la Hermandad sin ningún conocimiento de cómo gobernar.

Durante los siguientes 12 meses, la economía se estancó, la pobreza aumentó a un récord en todos los tiempos, y los bkokers comerciales de la Hermandad tomaron todo el dinero extranjero entrante – ya sea de negocios o ayuda – y lo distribuyeron entre ellos. Luego pasaron unas migajas a sus seguidores, algunos de los cuales todavía están manifestando en contra de la insurrección popular que eliminó a Morsi como presidente. Un presentador de noticias de Egipto afirmó que el valor neto de Morsi se había levantado de la nada antes de las elecciones, a casi dos millones de libras egipcias en la actualidad.

No es de extrañar que 30 millones de personas, en su mayoría musulmanes (muchos de los cuales votaron por Morsi en un esfuerzo por rechazar la dictadura de Mubarak), salieran a las calles. Se dieron cuenta de que acababa de sustituir a un dictador benéfico con uno mucho peor.

Para colmo de males, Morsi no permitiría que la policía o el tribunal enjuiciaran a los yihadistas conocidos en el país. Y para colmo, cuando 3.000 yihadistas procedentes de Afganistán y Libia hicieron su base de operaciones en el desierto de Sinaí, le dijo al ejército egipcio que no interfiriera con ellos, a pesar de los repetidos ataques y asesinatos de soldados egipcios por estos yihadistas extranjeros.

Por supuesto, ahora la Hermandad Musulmana está prometiendo un reino de terror que incluye asesinatos y atentados suicidas. Y sus manifestaciones, reprimidas con violencia por el ejército, terminan en decenas de muertos como nunca sucedió en la ‘primavera árabe”.

Todo esto para mostrar los terribles errores de los estadounidenses, con los europeos detrás, que confiaron en una teoría ingenua de que los islamistas se iban a plegar a la demogracia de tipo occidental y su ideología podía coexistir con ella. Eso es algo de lo que los medios occidentales y el gobierno de EE.UU. deberían tomar nota.

Fuentes: Michael Youssef para Charisma News, Signos de estos Tiempos

 

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