El punto neurálgico del problema de los divorciados vueltos a casar.
Cuando el cardenal Walter Kasper hizo la introducción a los dos días de reuniones del Consistorio Extraordinario sobre las Familias hace tres semanas, propuso dos soluciones para que los divorciados pudieran volver a recibir la comunión, disfrazadas bajo la forma de preguntas, que ya dijimos que el papa Francisco elogió, ver aquí.
Esto ha generado revuelo en la iglesia a todos los niveles con toda clase de declaraciones, y en especial se vio exacerbado el viernes 28 de febrero porque en misa se leyó Marcos 10: 1-12, donde un pasaje dice:
“y él les dijo: ‘El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio’”.
Por eso hoy queremos ser explícitos sobre las propuestas que hizo Kasper relacionadas con el problema central de los divorciados vueltos a casar en la Iglesia Católica, que es la comunión, las que presumiblemente sean dos de los formatos posibles que se discutirán en el Sínodo de Octubre.
PRIMERA PROPOSICIÓN
La «Familiaris consortio» afirma que algunos divorciados vueltos a casar están convencidos subjetivamente, en conciencia, que su precedente matrimonio, irremediablemente roto, no ha sido nunca válido.… Según el derecho canónico, la valoración es tarea de los tribunales eclesiásticos. Al no ser estos «iure divino», sino que se han desarrollado históricamente, a veces nos preguntamos si la vía judicial debe ser la única vía para resolver el problema o si no serían posible otros procedimientos más pastorales o espirituales.
Como alternativa, se podría pensar que el obispo pueda confiar esta tarea a un sacerdote con experiencia espiritual y pastoral, como el penitenciario o el vicario episcopal.
Independientemente de la respuesta que hay que dar a dicha pregunta, recordemos el discurso del Papa Francisco a los oficiales del tribunal de la Rota Romana del 24 de enero de 2014, en el cual afirma que dimensión jurídica y dimensión pastoral no están en contraposición. … La pastoral y la misericordia no se contraponen a la justicia sino que, por decirlo de algún modo, son la justicia suprema porque detrás de cada causa no solo vislumbran un caso que hay que examinar en la óptica de una regla general, sino una persona humana que, como tal, no representa únicamente un caso y que tiene siempre una dignidad única. … ¿De veras es posible decidir sobre el bien o el mal de las personas en segunda y tercera instancia sólo sobre la base de actos, es decir, de documentos, sin conocer nunca a la persona y su situación?
SEGUNDA PROPOSICIÓN
Sería equivocado buscar la solución del problema solo en una generosa ampliación del procedimiento de nulidad del matrimonio. Así se crearía la peligrosa impresión de que la Iglesia procede de manera deshonesta concediendo lo que en realidad son divorcios. … Por lo tanto, debemos tomar en consideración también la cuestión más difícil de la situación del matrimonio rato y consumado entre bautizados, donde la comunión matrimonial se ha roto irremediablemente y donde uno o ambos cónyuges han contraído un segundo matrimonio civil.
En 1994, la congregación para la doctrina de la fe nos dio una advertencia cuando estableció – y el Papa Benedicto XVI lo ha confirmado durante el encuentro internacional de las familias en Milán en 2012 – que los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión sacramental, pero pueden recibir la espiritual. …
Muchos estarán agradecidos por esta respuesta, que es una verdadera apertura. Pero también plantea varias preguntas. Efectivamente, quien recibe la comunión espiritual es una sola cosa con Jesucristo. … ¿Por qué, entonces, no puede recibir también la comunión sacramental? … Algunos sostienen que precisamente la no participación a la comunión es un signo de la sacralidad del sacramento. La pregunta que se plantea es: ¿no es tal vez una instrumentalización de la persona que sufre y pide ayuda si hacemos de ella un signo y una advertencia para los otros? ¿La dejamos morir sacramentalmente de hambre para que otros vivan?
La Iglesia de los orígenes nos da una indicación que puede servir como vía de salida del dilema, a la cual el profesor Joseph Ratzinger había ya hecho mención en 1972. … En las Iglesias locales individuales existía el derecho consuetudinario en base al cual los cristianos que vivían un segundo vínculo, aunque estuviera en vida el primer cónyuge, después de un tiempo de penitencia tenían a disposición … no un segundo matrimonio, sino a través de la participación a la comunión, una tabla de salvación. …
La pregunta es: ¿esta vía más allá del rigorismo y del laxismo, la vía de la conversión, que desemboca en el sacramento de la misericordia, en el sacramento de la penitencia, es también el camino que podemos recorrer en la presente cuestión?
A un divorciado vuelto a casar: 1. si se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio, 2. si ha aclarado las obligaciones del primer matrimonio y si ha excluido de manera definitiva volver atrás, 3. si no puede abandonar sin otras culpas los compromisos asumidos con el nuevo matrimonio civil, 4. si se esfuerza en vivir al máximo de sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y educar a sus hijos en la fe, 5. si desea los sacramentos como fuente de fuerza en su situación, ¿debemos o podemos negarle, después de un tiempo de nueva orientación, de «metanoia», el sacramento de la penitencia y después el de la comunión?
Esta posible vía no sería una solución general. No es el camino ancho de la gran masa, sino el estrecho de la parte probablemente más pequeña de los divorciados vueltos a casar, sinceramente interesada en los sacramentos. ¿No es necesario tal vez evitar lo peor precisamente aquí? Efectivamente, cuando los hijos de los divorciados vueltos a casar no ven a sus padres acercarse a los sacramentos, normalmente tampoco ellos encuentran el camino hacia la confesión y la comunión. ¿No tendremos en cuenta que perderemos también a la próxima generación y, tal vez, también a la siguiente? ¿Nuestra praxis consumada, no demuestra ser contraproducente? …
Fuentes: Sandro Magister, Signos de estos Tiempos