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00 Todas las Advocaciones 08 Agosto 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Movil

Poco conocidas Apariciones de la Virgen María en Brindisi: Virgen de la Revelación, Italia (5 de agosto y 23 de octubre)

Se está dando una supuesta aparición en Brindisi, Italia, desde el 5 de agosto de 2009, lo cual es interesante porque en las apariciones de Medjugorje, a Amparo Cuevas en España, a otros vidente incluido María Valtorta, la Virgen supuestamente ha dicho que el 5 de agosto es su cumpleaños real (el festejo oficial de la Iglesia es el 8 de septiembre). Ver aquí.

vidente de brindisi en extasis

Esta aparición, está centrada en un joven llamado Mario D’Ignazio. De acuerdo con su sitio web Mario tiene 29 años, era un agricultor y ayudante de cocina en un hotel, y es oriundo de «una familia de clase trabajadora de origen humilde».

Como todo lo que publicamos, siempre es para su discernimiento.

virgen de la reconcialiacion brindisi medio cuerpo

 

LA PRIMERA APARICIÓN

En ese día de agosto, la Virgen supuestamente apareció en un olivo no lejos de su casa, cerca del aeropuerto local.

La gloriosa Virgen María, él afirma, llegó y todavía se presenta como una joven con «una simplicidad desarmante».

Ella lo invitó en ese primer día para rezar el Santo Rosario al aire libre todos los viernes al pie del olivo que ahora es considerado por muchos como algo sagrado.

Durante la primera aparición de la Virgen a Mario a (al parecer también un estigmatizado), le pidió que no tuviera miedo.

«Mi hijo, el mundo se aleja día a día de los caminos del Señor, para seguir los pasos del Maligno. Has penitencia y ora por la conversión de los pecadores, para reparar las blasfemias graves para la paz en el mundo que está más oscurecido. Reza y has rezar mucho, sobre todo el Rosario, mi amado». 

Ella se llama Nuestra Señora de la Reconciliación

ermita virgen de la reconciliacion brndisi

 

LA SIGUIENTE FASE

Durante los primeros diez meses las apariciones tuvieron lugar todos los viernes, recordando a los observadores los Diez Mandamientos.

Después del primer período de las apariciones la Madre de Dios se apareció públicamente sólo el cinco de cada mes, suspendiendo las apariciones los viernes y dejando un mensaje público mensual.

En el mensaje del Viernes 11 de junio 2010 dijo:

“Mis hijos, este será el mes que no voy a venir todos los viernes, sino sólo los cinco de cada mes. Ustedes se preguntarán por qué el cinco.  Bueno, mis hijos, el cinco les recuerda mi primera aparición en Santa Teresa, el cinco recuerda las cinco heridas de Cristo Jesús, el cinco recuerda los cinco primeros sábados de mes, y los misterios que conforman las cinco décadas de mi Rosario“. 

«Hijos míos, el cinco es un día especial de oración y reparación. Me gustaría para este cinco de cada mes y para cada uno de los cinco del mes el ofrecimiento de un camino de penitencia y reparación, una procesión».

Se puede ver más en su página web.

Y así es que Mario se inicia de inmediato al servicio de la Madre de Dios, orando y haciendo que la gente ore, diciendo que los eventos se incrementarán dramáticamente.

 

LACRIMACIÓN DE IMAGEN DE MARÍA

En las vigilias de oración y otros días especiales, la estatua colocada en la Capilla de las Apariciones, suda profusamente aceite perfumado de rosas, un aroma intenso y dulce que se extiende por todo el jardín llamado San Benito.

 

imagen que llora en brindidi

 

La estatua impecable durante la oración comienza a exudar gotas aceite de color dorado, que poco a poco se deslizan alrededor de la base sobre la que se coloca la estatua.

Algunos han recibido gracias especiales y beneficios de la oración y del uso de pañuelos empapados en el aceite santo

El 25 de agosto de 2009, el día del primer que rezuma el aceite la imagen de la Virgen dice:

«Una vez más me estoy dando mi consuelo, a través de este sagrado bálsamo que baja desde el Templo de Dios»

La estatua de la Virgen, dada a Mario en junio de 2010 y colocada en la capilla del Jardín, sudó sangre y lágrimas el 5 y 6 de marzo de 2011, en presencia de testigos.

La familia D’Ignazio autorizó la recolección y el análisis de la sangre derramada por la estatua de la Virgen. Resultó ser sangre humana, con exclusión de cualquier manipulación, y como ella misma había revelado de antemano:

«Yo te he dado mi sangre de Madre Universal».

vidente y virgen que se aparece en brindisi fondo

LA POSICIÓN DE LA IGLESIA

El obispo local, por lo que podemos decir, no ha hecho ninguna declaración final, pero ha expresado su preocupación y precaución, sobre todo por el tono de algunos mensajes, el establecimiento de un santuario sin la sanción eclesiástica, y la propagación de las oraciones sin imprimatur.

Fuentes:

 

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07 Julio ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil

10 Imagenes Exóticas (para los occidentales) de María en la Fiesta de la Visitación (2 de julio)

«Visitación de la Santísima Virgen María» se remite a una celebración que conmemora un acontecimiento salvífico, en el que la Virgen estuvo estrechamente vinculada al Hijo» y se indica la fiesta «en que la liturgia recuerda a la santísima Virgen que lleva en su seno al Hijo, que se acerca a Isabel para ofrecerle la ayuda de su caridad y proclamar la misericordia de Dios salvador».

La visita que la virgen María hizo a santa Isabel (cf Lc 1,39-56), verdadero “acontecimiento de gracia” en el sentido más literal del término, sólo en tiempos relativamente recientes ha tenido su fiesta litúrgica, y no de modo uniforme en toda la iglesia de Cristo.

Puedes ver mas información sobre la Visitación aquí.

En el oriente bizantino se celebra el 2 de julio una fiesta mariana, pero ha perdido su título:“Deposición del venerable vestido de nuestra santísima señora y madre de Dios en Las Blaquernas”. Se trata, pues, de la memoria de una reliquia en un santuario mariano, y no de una fiesta relativa al episodio lucano.

Así pues, hay que llegar al poderoso arzobispo de Praga Juan Jenstein (1348-1400), en tiempos del gran cisma de occidente, dividido entre el papa Urbano Vl (Roma) y el antipapa Clemente Vll (Aviñón), para encontrar noticias seguras sobre la aparición de la fiesta mariana de la Visitación.

El concilio de Basilea, en la sesión del I de julio de 1441, hubo de confirmar la bula de Bonifacio IX ordenando que Tomás de Corcellis compusiese un oficio nuevo, que alcanzó una cierta difusión. Sólo entonces puede decirse que la celebración del 2 de julio se convirtió jurídicamente en una realidad para toda la iglesia occidental.

La reforma actual del Calendariam Romanum (decretada por Pablo VI el 14 de febrero de 1969), además de atribuir a la celebración de la Visitación el grado litúrgico de “festum”, ha creído oportuno abandonar la fecha tradicional del 2 de julio, trasladando la fiesta al 31 de mayo; de este modo la festividad de la Visitación de María viene a situarse entre las solemnidades de la Anunciación del Señor (25 de marzo) y de la Natividad de san Juan Bautista (24 de junio).

Como se trata de la Visita del Niño Jesús a su primo, hemos creído interesante mostrar 10 representaciones (mas 2 agregadas) de la Virgen María en tierras exóticas para Occidente.

 

Y la extra…. 

 

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06 Junio ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil

Las 10 Custodias del Cuerpo de Cristo más Hermosas

Espectaculares Obras de Arte para Honrar al Señor presente en la Eucaristía.

En la Fiesta de Corpus Christi honramos el cuerpo y la sangre de Cristo, que Él indicó – en la Última Cena –, que  quedaría en un trozo de pan y una copa de vino consagrada por manos de un sacerdote.

custodia con base de angeles

Luego la Iglesia le dio la forma de una Hostia a su cuerpo y es lo que los católicos consumen en la Eucaristía o Comunión en la Misa.

Estos trozos de pan consagrados, que ya son el Cuerpo de Cristo se guardan en el Sagrario de las iglesias.

Y hay custodias que se usan para poner dentro la Sagrada Comunión, que son obras de arte hermosas para honrar al Cuerpo del Señor, que se usan para exponer el cuerpo de Cristo al público y con el que los sacerdotes para hacen el gesto de la bendición.

Aquí les traemos 10 de las custodias de la sagrada comunión más bellas que hay en el mundo. ¡Que lo disfruten!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente:

http://www.churchpop.com/2015/06/02/14-monstrances-for-our-lord-in-the-eucharist/

 

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02 Febrero ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Lo que No Sabias de la Virgen de Lourdes Explicado en Imagenes

Una catequesis sobre la Virgen de Lourdes.

Esta es la historia de las apariciones de la Virgen de Lourdes en Comics, en un formato de dibujo de historietas ideal para enseñar a niño (y no tan niños) sobre los sucesos de las apariciones de 1858 en la Gruta de Massabielle, Francia.

Para ver la historieta mas grande click en la imagen.

Historia de la Virgen de Lourdes 1

Historia de la Virgen de Lourdes 2


foto patrick Herencia redondaDiseñado por Patrick Herencia
De Perú, Diseñador, Ilustrador Gráfico, Creador de Comics

 

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00 Todas las Advocaciones 11 Noviembre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Nuestra Señora de Lujan Madre y Protectora de las Naciones del Plata ( 21 de noviembre)

El 21 de noviembre de 2009, en la fiesta de la Presentación de la Virgen Santísima en el Templo, que celebra su Virginidad perfecta y perpetua, la imagen de Nuestra Señora de Luján fue coronada en Montevideo bajo el título de Madre y Protectora de las Naciones del Plata. 

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La Orden de María Reina y los Foros de la Virgen María, dos organizaciones marianas nacidas en el Río de la Plata, tuvieron la iniciativa de peregrinar desde Argentina hasta Uruguay una imagen milagrosa de Nuestra Señora de Luján, que fue bendecida tres veces por el papa Juan Pablo II (en el Vaticano, en Roma y en Argentina), para reafirmar la tutela de María sobre el Plata.

La imagen peregrinó 5 días en casas de familia donde diversos grupos rezaron el rosario. 

Con este acto, se rescata del olvido de muchos la coronación pontificia que hizo en 1887 el papa León XIII considerando a Nuestra Señora de Luján como Reina de Argentina, Uruguay y Paraguay, título que fue renovado por el papa Pío XI en 1930 al designarla Patrona de los tres paises.
 
Los países del Plata comparten la misma lengua e historia, y hoy también comparten graves circunstancias que atentan contra la fe y la moral cristianas, agravado por el doloroso litigio de “los puentes”, que afligen sobremanera al Inmaculado Corazón de María, desuniendo a sus hijos.
Prueba de ello es que una imagen suya, impresa en una estampa, ha llorado en Uruguay desde que comenzó tal litigio.
 
Esta peregrinación recuerda además las raíces marianas comunes de ambos pueblos, ya que en sus inicios, la Virgen de los Treinta y Tres, patrona de Uruguay, era llamada la Virgen de Lujan del Pintado.

Es por eso, que el acto del 21 de noviembre quiso renovar la creencia de que las Naciones del Plata tienen una misma Madre y un mismo Dios, que Ella protege a sus hijos en estos momentos difíciles, y que sus hijos se lo agradecen y ofrecen con todo el fervor de sus corazones esta coronación y título para su gloria. 

¡Nuestra Señora de Luján, Madre y Protectora de las naciones del Plata, ruega por nosotros¡

TEXTO DEL COMUNICADO ENVIADO POR EMAIL

coronación de NS de lujan chica

La Virgen de Lujan, que fuera coronada pontificialmente en su virtud de Reina de Argentina, Uruguay y Paraguay por el papa León XIII en 1887, y en 1930 designada Patrona de los tres países por el papa Pío XI, peregrinó durante 5 días en Uruguay.

La milagrosa imagen llegó desde Argentina por iniciativa de dos organizaciones marianas nacidas en el Río de la Plata, la Orden de María Reina y los Foros de la Virgen María, rescatando así del olvido de muchos, su reinado sobre la cuenca del Plata.

Ella quiso visitar a sus hijos que hoy enfrentan fuertes cuestionamientos a la fe y a la moral cristianas, inmersos en sociedades que se alejan cada vez más de Dios por imperio de la violencia y la soberbia, la desunión y la búsqueda del placer como razón última de la existencia, y que experimentan las consecuencias del Nuevo Orden Mundial con su reingeniería social atea y pagana.

Visitó a los uruguayos en el momento en que se aprestan a elegir su nuevo Presidente, en medio de una contienda electoral donde se discute, entre otras cosas, el valor de la vida, de la moral y de la justicia.

Esta peregrinación fue propicia para que Nuestra Señora de Lujan fuera coronada, el 21 de noviembre, con el título glorioso de Madre y Protectora de las Naciones del Plata, como agradecimiento fervoroso a la compañía que la Santísima Virgen María hace a sus hijos de estas naciones y a su permanente protección.

Y para que recordemos siempre que sus hijos podemos y debemos recurrir a la Madre del Cielo, Nuestra Señora de Luján, en los momentos de dificultades, porque Ella siempre responde.

¡Nuestra Señora de Lujan Madre y Protectora de las Naciones del Plata, ruega por nosotros¡

 

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, Argentina ( 8 de octubre)

Por 1902 vivía en Buenos Aires una joven que padecía una rara enfermedad y viendo que los más eminentes médicos de su propia familia y otros no la podían curar, hizo voto de organizar una peregrinación al templo de Nueva Pompeya, si por mediación de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, Dios le concedía la salud.
Apenas formulada la promesa se sintió mejor y luego se encontró completamente sana. Conocida la milagrosa cura y el voto hecho por ella, más de 5.000 personas acompañaron a la señorita Calviño en peregrinación al Santuario de Pompeya el 4 de julio de 1902…

El culto de la Virgen nace en Pompeya, Italia, en 1876, cuando el beato Bartolo Longo recibió el mensaje de una amigo muerto años atrás pidiéndole «Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan». El beato, ferviente devoto de María, comienza a difundir el culto de la Virgen del Rosario de Pompeya a partir de un cuadro que consiguió en un convento de Nápoles que hizo restaurar.

Por ese entonces (fines del siglo XIX) existía en la zona sur de Buenos Aires un barrio llamado «de los Corrales» o «Bañado de Flores».

El mismo se había constituido en un verdadero basural sólo habitado por gente de muy escasos recursos y no pocos mal vivientes.

Las damas vicentinas de la parroquia de San Cristóbal (a cuya jurisdicción pertenecía este barrio) comenzaron a llegar deseando extender su acción benéfica a los habitantes. Las mismas damas junto con Darío Broggi, un sacerdote italiano, establecieron en el barrio una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de Pompeya, la que se inauguró el día 15 de setiembre de 1895 con la aprobación del Vicario Capitular del Arzobispado de Buenos Aires y que resultó pequeña para dar cabida a los numerosos fieles que asistían a los oficios religiosos.

 

1902: EL PRIMER GRAN MILAGRO

Por ese entonces, vivía en Buenos Aires una joven de nombre María Luisa Calviño, la que padecía una rara enfermedad y viendo que los más eminentes médicos de su propia familia y otros no la podían curar, hizo voto de organizar una peregrinación al templo de Nueva Pompeya, si por mediación de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, Dios le concedía la salud.

Apenas formulada la promesa se sintió mejor y luego se encontró completamente sana. Conocida la milagrosa cura y el voto hecho por ella, más de 5.000 personas acompañaron a la señorita Calviño en peregrinación al Santuario de Pompeya el 4 de julio de 1902.

Desde aquel día la afluencia al templo de fieles llegados de todos los ámbitos de la ciudad y sus aledaños, fue en constante aumento y ello se reflejó muy pronto en la condición del barrio.

 

DE CAPILLA A TEMPLO

El día 14 de mayo de 1896 el Arzobispo de Buenos Aires bendecía la piedra fundamental del futuro templo en un terreno donado por las mismas damas vicentinas y que también tendría por titular principal a Nuestra Señora del Santísimo Rosario que se venera en el Valle de Pompeya (Italia) y por segundo patrono a San Antonio de Padua. Por ese motivo, el barrio se llamará en adelante NUEVA POMPEYA. El nuevo templo, de 47 metros de largo y quince de ancho fue solemnemente inaugurado el 29 de julio de 1900, oficiando misa el Nuncio Apostólico Monseñor Sabatucci.

Comenzaba también la construcción del convento y de un colegio gratuito para niños pobres, que fue inaugurado en marzo del año siguiente. A Broggi lo ayudaron los padres capuchinos italianos establecidos en Montevideo. Una vez que la obra estaba en manos del Padre General de la Orden Capuchina, los religiosos españoles de las provincias de Navarra, Cantabria y Aragón también fueron a ayudar. El sacrificio de todos ellos hizo posible terminar todas las obras, así como también atender las necesidades tanto espirituales como materiales del barrio y sus alrededores.

El 16 de marzo de 1906 Mons. Mariano Antonio Espinosa Arzobispo de Buenos Aires, erigió la parroquia de Nueva Pompeya, alegando como causales la creciente población del «barrio de Nueva Pompeya», a partir de entonces el templo fue objeto de varias ampliaciones hasta alcanzar la imponente estructura actual.

La imagen de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, que se veneró en la primera capilla y luego en los primeros años del nuevo templo, fue un óleo donado por una familia italiana, copia del cuadro de Pompeya de Italia. Al instalarse el retablo del nuevo altar mayor en 1910. Después fue reemplazado por uno más grande, que aún se conserva en la sacristía del santuario. Finalmente en 1914, fue sustituido por el grandioso grupo escultórico de madera tallada, que fue bendecido por Mons. Espinosa en la inauguración del Camarín y se ha venerado desde entonces.

El 3 de mayo de 1914, se inauguró el hermoso camarín de la Virgen, sustituyéndose el cuadro por la imagen tallada, obra del escultor catalán Miguel Castellanas y el 20 de agosto de 1922, por disposición de S.S. Benedicto XV, fue coronada en solemne ceremonia por el Nuncio Apostólico V. De Torregrossa, ante la impresionante concurrencia de alrededor de cien mil personas. Aquella ceremonia se recuerda cada 20 de agosto con cultos especiales, siendo el más destacado la Consagración de los Niños a la Virgen.

 

LA IGLESIA DE LOS PADRES CAPUCHINOS

La iglesia es de estilo neo-gótico, tiene vitrales de la casa Zeller de Munich, un claustro para el descanso de los peregrinos que es una réplica de los claustros monacales del medioevo, y un púlpito de estilo lombardo con elementos moriscos y bizantinos. En el centro del patio hay una fuente que representa a la Virgen de Pompeya y a las ruinas homónimas.

El 14 de Mayo de 1896 se coloca la primer piedra bendecida para la construccion de una capilla, dirijida por el arquitecto y pintor Augusto Cesar Ferrari, fue hasta el 29 de junio de 1900 cuando fue inaugurada la iglesia en el año 1905 se convirete la iglesia en parroquia. Se destaca por sus sobrias líneas de arquitectura neogótica, y se presenta como una pieza armónica.

Posee una única torre de altura. Ventanales en ojiva con maravillosos vitrales de origen aleman en forma de arco ojival representan los quince misterios del Santo Rosario. Pequeñas torrecillas a los laterales con verja de artístico hierro forjado.

En la ambientacion de las naves se observan estatuas religiosas y pinturas al óleo. En las paredes se encuentran cuadros de hechos históricos y en el techo su realizacion es de madera en listones.

Al proyecto original de una nave se le agregó en la década del 20 otra lateral, debido a la gran cantidad de fieles. Ademas posee un reloj que se ubica en la parte superior el cual fue traido por el padre Agustín de Pamplona desde España en el año 1923. Fue en el año 1935 cuando las campanas comenzaron a sonar gracias a Enrique Borneman relojero experto que estudio pacientemente el mecanismo y las puso a funcionar.

Es la iglesia considerada más popular de Buenos Aires.

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10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Advocaciones de Nuestra Señora del Rosario que se festejan el 7 de octubre

La Virgen del Rosario es una devoción que se festeja el 7 de octubre mundialmente.
Estos son los links a las historias de algunas de las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario que se festejan coincidentemente con la fiesta central el 7 de octubre.

 

maria entrega a santo domingo el rosario

 

Nuestra Señora del Rosario de Cadiz, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Hellín, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de La Coruña, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Mendoza, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Pomata, Perú ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, Italia ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Talpa, Mexico ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario del Milagro de Córdoba, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario del Rayo, Mexico ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario Patrona de Rosario y Paraná, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario, Guatemala ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario, Perú ( 7 de octubre)

Reina del Santísimo Rosario de Agua Santa, Ecuador ( 7 de octubre y 13 de diciembre)

Virgen del Rosario de Yauca, Peru ( 7 de octubre)

Fuentes: Foros de la Virgen María

 

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Cap-de-la-Madeleine, Quebec, Canadá ( 7 de octubre)

Transcurría el año de 1879. El párroco de la pequeña iglesia de la Villa de Cap-de-la-Madeleine, en Quebec, Canadá, se encontraba delante de un serio problema: el invierno había sido demasiado suave… Los que ya experimentaron la intensidad del invierno en América del Norte, con sus vientos cortantes, fuertes nevadas y temperaturas de calar los huesos, evidentemente encontrarían extraño ver al párroco en oración, no para agradecer una estación tan benigna, como para implorar a la Santísima Virgen con fervor, frío, mucho frío…
Nuestra Señora, como verdadera madre, comprendió lo que él quería y lo atendió generosamente…

…VER VIDEOS…

Y ésta es nuestra historia, en la cual veneraremos la solicitud y el celo con los que María guía a sus hijos para la gloria de Cristo Nuestro Señor. Cuando el P. Desilets recibió, en 1864, la pequeña iglesia en esa provincia francófona, encontró una parroquia en crisis.

Por haber quedado mucho tiempo sin párroco, recibiendo apenas la visita de padres viajeros que administraban los sacramentos en numerosas iglesias de aquel vasto territorio, muchos fieles se tornaron indiferentes a la Fe católica. La capillita, a pesar de ser tan pequeña, era demasiado amplia para el reducido número de fieles que aún asistían a Misa.

En esa lamentable situación, el nuevo párroco se dirigió a la Santísima Virgen, bajo la invocación de Nuestra Señora del Rosario. Celosamente animaba a sus parroquianos a rezar el Rosario con piedad. Predicaba la belleza y eficacia de esta oración tan amada por María y consagró a ella la comunidad.

A los pocos, los resultados se hicieron sentir. La gracia fue operando prodigios en las almas, y el sacerdote, después de 15 años de haber llegado, se vio delante de un serio y agradable problema: debía construir una iglesia más grande.

De común acuerdo con sus parroquianos, decidió dar inicio al proyecto en el invierno, cuando el ancho río San Lorenzo, que pasaba cerca de la iglesia, se congela y su superficie se transforma en un firme camino de hielo, por donde pueden pasar caballos y trineos, cargando piedras y otros materiales necesarios para la construcción; proceso mucho más económico que el transporte por barco.

 

LLEGA NOVIEMBRE

El P. Desilets y sus parroquianos inician rogativas para que el hielo se forme rápidamente. Entretanto, un invierno inesperadamente suave en los meses de diciembre, enero y febrero fue postergando la realización del plan.

El párroco, redoblando su fervor, prometió a Nuestra Señora que, si ella obtuviese un puente de hielo, él no sólo construiría una nueva iglesia, sino que preservaría la anterior y la dedicaría a su honra, bajo el título de Nuestra Señora del Rosario. Llegó el mes de marzo y comenzaron las lluvias. Los parroquianos con sentido común y poca Fe, sugirieron al párroco que esperase hasta el invierno siguiente.

Pero el sacerdote continuó rezando, lleno de confianza en María, argumentando que, si no construyese la iglesia en aquel año, muchas misas no serían celebradas y, por tanto, muchos pecados tal vez no serían evitados. Ya se aproximaba la primavera, pero, curiosamente, o quizá milagrosamente, la temperatura comenzó a caer repentinamente.

La fiesta de San José, patrono y protector de Canadá, se aproximaba. El padre coadjutor anunció que habría una misa solemne el día 19 de marzo en honra del casto esposo de la Santísima Virgen, en la cual se pediría, por su intercesión, la formación del puente de hielo.

 

EL PUENTE DEL ROSARIO

Después de la misa, junto con algunos parroquianos, el sacerdote fue a examinar como estaba el río. Cual no fue la sorpresa de todos, cuando vieron que el fuerte viento del día anterior había traído grandes bloques de hielo, que se encajaron perfectamente de modo que formase un puente. Llenos de alegría, corrieron de vuelta para contar lo ocurrido al P. Desilets y a todo el pueblo.

Con redoblada energía, la comunidad entera se puso manos a la obra, aprovechando esa maravilla operada por Dios. El párroco, que había rezado innumerables rosarios por la obtención del milagro, infelizmente no pudo estar junto a sus parroquianos, debido a una súbita enfermedad. Pero escribió una carta animando a los fieles, que les fue leída por el padre coadjutor: “Vuestras oraciones perseverantes están siendo ahora atendidas. Contra toda expectativa, tenemos ahora un puente por el cual podemos pasar cargando las piedras para nuestra iglesia. Vean el poder de la oración…”

El trabajo comenzó en la propia fiesta de San José y continuó por algunos días. En una sola jornada pasaron 175 trineos llenos de piedras por el “Puente del Rosario” (como fue bautizado popularmente el puente de hielo).

Todos se dedicaban a la labor sin interrupción. ¡Era extraordinario, un verdadero milagro! ¡Algo verdaderamente imposible! – relató uno de los presentes, años después.

El párroco convocó a todas las mujeres y a todos los niños a rezar el Rosario, en cuanto el proyecto se transformaba en realidad, y él mismo era visto en muchas oportunidades, de rosario en mano, rezando delante de una imagen de la Virgen, dentro de la iglesia. Los hombres acostumbraban a rezar innumerables “Ave Marías” mientras trabajaban. Por fin, en el preciso momento en que se completó la cantidad de piedras necesarias para la construcción de la nueva iglesia, el puente se comenzó a deshacer. Entonces, la acción sobrenatural se tornó evidente.

 

EL ROSARIO Y LA MIRADA DE MARIA

En la fiesta del Santo Rosario del año siguiente, la nueva iglesia fue inaugurada y la vieja iglesita anterior empezó a ser conocida como capilla del Santo Rosario, convirtiéndose, rápidamente, en un lugar de peregrinación. A pesar de todo, el P. Desilets ansiaba una nueva señal del cielo, que confirmase que sus deseos estaban conformes a los de Nuestra Señora.

En el día de la dedicación oficial de la capilla en honra a María, el sacerdote estaba rezando delante de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, cuando algo extraordinario sucedió. El hecho, presenciado por varias personas, fue así descrito por uno de los testigos:

“La imagen de la Virgen, cuyos ojos están dirigidos hacia abajo, los levanta repentinamente y permanece largo tiempo con ellos totalmente abiertos. La mirada de la Virgen era firme y dirigida hacia delante. No podía ser una Ilusión, pues su rostro estaba enteramente iluminado, debido a los brillantes rayos de sol que entraban por las ventanas, los cuales, además, iluminaban todo el santuario. Los ojos bien formados eran negros y en perfecta armonía con los rasgos de su cara.”

¡Estaba concedida la señal!. Nuestra Señora mostraba de esta manera a sus hijos canadienses, y a los del mundo entero, que ella no sólo atiende los pedidos hechos por medio del rezo del Rosario, sino que también acompaña, con una atenta mirada materna, a aquellos que a ella recurren con confianza.

Cap-de-la-Madeleine se convirtió en el Santuario Nacional de Canadá, reavivando así la devoción a Nuestra Señora del Rosario, magnífica invocación de aquella que siempre será la medianera universal de todos los fieles católicos.

VIDEO

cap de la madeleine


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Biografía de San Francisco de Asís ( 4 de octubre)

Nació en Asís (Italia), en el año 1182. Después de una juventud disipada en diversiones, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora mujer, Santa Clara que funda las Clarisas, inspirada por El.

Ciertamente no existe ningún santo que sea tan popular como él, tanto entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. San Francisco de Asís cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical.

Llegó a ser conocido como el Pobre de Asís por su matrimonio con la pobreza, su amor por los pajarillos y toda la naturaleza. Todo ello refleja un alma en la que Dios lo era todo sin división, un alma que se nutría de las verdades de la fe católica y que se había entregado enteramente, no sólo a Cristo, sino a Cristo crucificado.

 

NACIMIENTO Y VIDA FAMILIAR DE UN CABALLERO

Francisco nació en Asís, ciudad de Umbría, en el año 1182. Su padre, Pedro Bernardone, era comerciante. El nombre de su madre era Pica y algunos autores afirman que pertenecía a una noble familia de la Provenza. Tanto el padre como la madre de Francisco eran personas acomodadas.
Pedro Bernardone comerciaba especialmente en Francia. Como se hallase en dicho país cuando nació su hijo, la gente le apodó «Francesco» (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre de Juan.

En su juventud, Francisco era muy dado a las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores. Disponía de dinero en abundancia y lo gastaba pródigamente, con ostentación. Ni los negocios de su padre, ni los estudios le interesaban mucho, sino el divertirse en cosas vanas que comúnmente se les llama «gozar de la vida». Sin embargo, no era de costumbres licenciosas y era muy generoso con los pobres que le pedían por amor de Dios.

 

HALLAZGO DE UN TESORO

Cuando Francisco tenía unos 20, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís, y en la guerra, el joven cayó prisionero de los peruginos. La prisión duró un año, y Francisco la soportó alegremente. Sin embargo, cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. La enfermedad, en la que el joven probó una vez más su paciencia, fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, determinó ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena, en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre. Esa noche vio en sueños un espléndido palacio con salas colmadas de armas, sobre las cuales se hallaba grabado el signo de la cruz y le pareció oír una voz que le decía que esas armas le pertenecían a él y a sus soldados.

Francisco partió a Apulia con el alma ligera y la seguridad de triunfar, pero nunca llegó al frente de batalla. En Espoleto, ciudad del camino de Asís a Roma, cayó nuevamente enfermo y, durante la enfermedad, oyó una voz celestial que le exhortaba a «servir al amo y no al siervo». El joven obedeció. Al principio volvió a su antigua vida, aunque tomándola menos a la ligera. La gente, al verle ensimismado, le decían que estaba enamorado. «Sí», replicaba Francisco, «voy a casarme con una joven más bella y más noble que todas las que conocéis». Poco a poco, con mucha oración, fue concibiendo el deseo de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio.

Aunque ignoraba lo que tenía que hacer para ello, una serie de claras inspiraciones sobrenaturales le hizo comprender que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Paseándose en cierta ocasión a caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, que le tendía la mano para recibir una limosna. Francisco comprendió que había llegado el momento de dar el paso al amor radical de Dios. A pesar de su repulsa natural a los leprosos, venció su voluntad, se le acercó y le dio un beso. Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a Francisco una calidad de entrega, un «sí» que distingue a los santos de los mediocres.

San Buenaventura nos dice que después de este evento, Francisco frecuentaba lugares apartados donde se lamentaba y lloraba por sus pecados. Desahogando su alma fue escuchado por el Señor. Un día, mientras oraba, se le apareció Jesús crucificado. La memoria de la pasión del Señor se grabó en su corazón de tal forma, que cada vez que pensaba en ello, no podía contener sus lágrimas y sollozos.

 

«FRANCISCO, REPARA MI IGLESIA, PUES YA VES QUE ESTÁ EN RUINAS»

A partir de entonces, comenzó a visitar y servir a los enfermos en los hospitales. Algunas veces regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba. Les servía devotamente, porque el profeta Isaías nos dice que Cristo crucificado fue despreciado y tratado como un leproso. De este modo desarrollaba su espíritu de pobreza, su profundo sentido de humildad y su gran compasión. En cierta ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, le pareció que el crucifijo le repetía tres veces: «Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas».

El santo, viendo que la iglesia se hallaba en muy mal estado, creyó que el Señor quería que la reparase; así pues, partió inmediatamente, tomó una buena cantidad de vestidos de la tienda de su padre y los vendió junto con su caballo. Enseguida llevó el dinero al pobre sacerdote que se encargaba de la iglesia de San Damián, y le pidió permiso de quedarse a vivir con él. El buen sacerdote consintió en que Francisco se quedase con él, pero se negó a aceptar el dinero. El joven lo depositó en el alféizar de la ventana. Pedro Bernardone, al enterarse de lo que había hecho su hijo, se dirigió indignado a San Damián. Pero Francisco había tenido buen cuidado de ocultarse.

 

RENUNCIA A LA HERENCIA DE SU PADRE

Al cabo de algunos días pasados en oración y ayuno, Francisco volvió a entrar en la población, pero estaba tan desfigurado y mal vestido, que la gente se burlaba de él como si fuese un loco. Pedro Bernardone, muy desconcertado por la conducta de su hijo, le condujo a su casa, le golpeó furiosamente (Francisco tenía entonces 25 años), le puso grillos en los pies y le encerró en una habitación.

La madre de Francisco se encargó de ponerle en libertad cuando su marido se hallaba ausente y el joven retornó a San Damián. Su padre fue de nuevo a buscarle ahí, le golpeó en la cabeza y le conminó a volver inmediatamente a su casa o a renunciar a su herencia y pagarle el precio de los vestidos que le había tomado. Francisco no tuvo dificultad alguna en renunciar a la herencia, pero dijo a su padre que el dinero de los vestidos pertenecía a Dios y a los pobres.

Su padre le obligó a comparecer ante el obispo Guido de Asís, quien exhortó al joven a devolver el dinero y a tener confianza en Dios: «Dios no desea que su Iglesia goce de bienes injustamente adquiridos». Francisco obedeció a la letra la orden del obispo y añadió: «Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos». Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: «Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: “Padre nuestro, que estás en los cielos”.’ Pedro Bernardone abandonó el palacio episcopal «temblando de indignación y profundamente lastimado».

El Obispo regaló a Francisco un viejo vestido de labrador, que pertenecía a uno de sus siervos. Francisco recibió la primera limosna de su vida con gran agradecimiento, trazó la señal de la cruz sobre el vestido con un trozo de tiza y se lo puso.

 

LLAMADO A LA RENUNCIA Y A LA NEGACIÓN

Enseguida, partió en busca de un sitio conveniente para establecerse. Iba cantando alegremente las alabanzas divinas por el camino real, cuando se topó con unos bandoleros que le preguntaron quién era. El respondió: «Soy el heraldo del Gran Rey». Los bandoleros le golpearon y le arrojaron en un foso cubierto de nieve. Francisco prosiguió su camino cantando las divinas alabanzas. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuese un mendigo. Cuando llegó a Gubbio, una persona que le conocía le llevó a su casa y le regaló una túnica, un cinturón y unas sandalias de peregrino. Francisco los usó dos años, al cabo de los cuales volvió a San Damián.

Para reparar la iglesia, fue a pedir limosna en Asís, donde todos le habían conocido rico y, naturalmente, hubo de soportar las burlas y el desprecio de más de un mal intencionado. El mismo se encargó de transportar las piedras que hacían falta para reparar la iglesia y ayudó en el trabajo a los albañiles. Una vez terminadas las reparaciones en la iglesia de San Damián, Francisco emprendió un trabajo semejante en la antigua iglesia de San Pedro. Después, se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, que pertenecía a la abadía benedictina de Monte Subasio. Probablemente el nombre de la capillita aludía al hecho de que estaba construida en una reducida parcela de tierra.

La Porciúncula se hallaba en una llanura, a unos cuatro kilómetros de Asís y, en aquella época, estaba abandonada y casi en ruinas. La tranquilidad del sitio agradó a Francisco tanto como el título de Nuestra Señora de los Ángeles, en cuyo honor había sido erigida la capilla.

Francisco la reparó y fijó en ella su residencia. Ahí le mostró finalmente el cielo lo que esperaba de él, el día de la fiesta de San Matías del año 1209.
En aquella época, el evangelio de la misa de la fiesta decía: «Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado… Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente… No poseáis oro … ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo …He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos…» (Mat.10 , 7-19). Estas palabras penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes. Cuando se topaba con alguien en el camino, le saludaba con estas palabras: «La paz del Señor sea contigo».

DONES EXTRAORDINARIOS

Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros. Cuando pedía limosna para reparar la iglesia de San Damián, acostumbraba decir: «Ayudadme a terminar esta iglesia. Un día habrá ahí un convento de religiosas en cuyo buen nombre se glorificarán el Señor y la universal Iglesia». La profecía se verificó cinco años más tarde en Santa Clara y sus religiosas. Un habitante de Espoleto sufría de un cáncer que le había desfigurado horriblemente el rostro. En cierta ocasión, al cruzarse con San Francisco, el hombre intentó arrojarse a sus pies, pero el santo se lo impidió y le besó en el rostro. El enfermo quedó instantáneamente curado. San Buenaventura comentaba a este propósito: «No sé si hay que admirar más el beso o el milagro».

NUEVA ORDEN RELIGIOSA Y VISITA AL PAPA

Francisco tuvo pronto numerosos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. El primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís. Al principio Bernardo veía con curiosidad la evolución de Francisco y con frecuencia le invitaba a su casa, donde le tenía siempre preparado un lecho próximo al suyo. Bernardo se fingía dormido para observar cómo el siervo de Dios se levantaba calladamente y pasaba largo tiempo en oración, repitiendo estas palabras: «Deus meus et omnia» (Mi Dios y mi todo). Al fin, comprendió que Francisco era «verdaderamente un hombre de Dios» y enseguida le suplicó que le admitiese corno discípulo.

Desde entonces, juntos asistían a misa y estudiaban la Sagrada Escritura para conocer la voluntad de Dios. Como las indicaciones de la Biblia concordaban con sus propósitos, Bernardo vendió cuanto tenía y repartió el producto entre los pobres.

Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís, pidió también a Francisco que le admitiese como discípulo y el santo les «concedió el hábito» a los dos juntos, el 16 de abril de 1209. El tercer compañero de San Francisco fue el hermano Gil, famoso por su gran sencillez y sabiduría espiritual.

En 1210, cuando el grupo contaba ya con 12 miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.

En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un Cardenal dijo: «No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el Evangelio». Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Inocencio III se mostró adverso al principio. Por otra parte, muchos cardenales opinaban que las órdenes religiosas ya existentes necesitaban de reforma, no de multiplicación y que la nueva manera de concebir la pobreza era impracticable.

El cardenal Juan Colonna alegó en favor de Francisco que su regla expresaba los mismos consejos con que el Evangelio exhortaba a la perfección. Más tarde, el Papa relató a su sobrino, quien a su vez lo comunicó a San Buenaventura, que había visto en sueños una palmera que crecía rápidamente y después, había visto a Francisco sosteniendo con su cuerpo la basílica de Letrán que estaba a punto de derrumbarse. Cinco años después, el mismo Pontífice tendría un sueño semejante a propósito de Santo Domingo. Inocencio III mandó, pues, llamar a Francisco y aprobó verbalmente su regla; enseguida le impuso la tonsura, así como a sus compañeros y les dio por misión predicar la penitencia.

LA PORCIÚNCULA

San Francisco y sus compañeros se trasladaron provisionalmente a una cabaña de Rivo Torto, en las afueras de Asís, de donde salían a predicar por toda la región. Poco después, tuvieron dificultades con un campesino que reclamaba la cabaña para emplearla como establo de su asno. Francisco respondió: «Dios no nos ha llamado a preparar establos para los asnos», y acto seguido abandonó el lugar y partió a ver al abad de Monte Subasio. En 1212, el abad regaló a Francisco la capilla de la Porciúncula, a condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. El santo se negó a aceptar la propiedad de la capillita y sólo la admitió prestada. En prueba de que la Porciúncula continuaba como propiedad de los benedictinos, Francisco les enviaba cada año, a manera de recompensa por el préstamo, una cesta de pescados cogidos en el riachuelo vecino.

Por su parte, los benedictinos correspondían enviándole un tonel de aceite. Tal costumbre existe todavía entre los franciscanos de Santa María de los Ángeles y los benedictinos de San Pedro de Asís.
Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos. Acostumbraba llamar a su cuerpo «el hermano asno», porque lo consideraba como hecho para transportar carga, para recibir golpes y para comer poco y mal. Cuando veía ocioso a algún fraile, le llamaba «hermano mosca», porque en vez de cooperar con los demás echaba a perder el trabajo de los otros y les resultaba molesto.

Poco antes de morir, considerando que el hombre está obligado a tratar con caridad a su cuerpo, Francisco pidió perdón al suyo por haberlo tratado tal vez con demasiado rigor. El santo se había opuesto siempre a las austeridades indiscretas y exageradas. En cierta ocasión, viendo que un fraile había perdido el sueño a causa del excesivo ayuno, Francisco le llevó alimento y comió con él para que se sintiese menos mortificado.

SOMETE LA CARNE A LAS ESPINAS; DIOS LE OTORGA SABIDURÍA

Al principio de su conversión, viéndose atacado por violentas tentaciones de impureza, solía revolcarse desnudo sobre la nieve. Cierta vez en que la tentación fue todavía más violenta que de ordinario, el santo se disciplinó furiosamente; como ello no bastase para alejarla, acabó por revolcarse sobre las zarzas y los abrojos.
Su humildad no consistía simplemente en un desprecio sentimental de sí mismo, sino en la convicción de que «ante los ojos de Dios el hombre vale por lo que es y no más». Considerándose indigno del sacerdocio, Francisco sólo llegó a recibir el diaconado. Detestaba de todo corazón las singularidades. Así cuando le contaron que uno de los frailes era tan amante del silencio que sólo se confesaba por señas, respondió disgustado: «Eso no procede del espíritu de Dios sino del demonio; es una tentación y no un acto de virtud.» Dios iluminaba la inteligencia de su siervo con una luz de sabiduría que no se encuentra en los libros. Cuando cierto fraile le pidió permiso para estudiar, Francisco le contestó que si repetía con devoción el «Gloria Patri», llegaría a ser sabio a los ojos de Dios y él mismo era el mejor ejemplo de la sabiduría adquirida en esa forma.

Sobre la pobreza de espíritu, Francisco decía: «Hay muchos que tienen por costumbre multiplicar plegarias y prácticas devotas, afligiendo sus cuerpos con numerosos ayunos y abstinencias; pero con una sola palabrita que les suena injuriosa a su persona o por cualquier cosa que se les quita, enseguida se ofenden e irritan. Estos no son pobres de espíritu, porque el que es verdaderamente pobre de espíritu, se aborrece a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla».

LA NATURALEZA

Sus contemporáneos hablan con frecuencia del cariño de Francisco por los animales y del poder que tenía sobre ellos. Por ejemplo, es famosa la reprensión que dirigió a las golondrinas cuando iba a predicar en Alviano: «Hermanas golondrinas: ahora me toca hablar a mí; vosotras ya habéis parloteado bastante». Famosas también son las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Creador, del conejillo que no quería separarse de él en el Lago Trasimeno y del lobo de Gubbio amansado por el santo. Algunos autores consideran tales anécdotas como simples alegorías, en tanto que otros les atribuyen valor histórico.

AVENTURA DE AMOR CON DIOS

Los primeros años de la orden en Santa María de los Ángeles fueron un período de entrenamiento en la pobreza y la caridad fraternas. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta; pero el fundador les había prohibido que aceptasen dinero. Estaban siempre prontos a servir a todo el mundo, particularmente a los leprosos y menesterosos.

San Francisco insistía en que llamasen a los leprosos «mis hermanos cristianos» y los enfermos no dejaban de apreciar esta profunda delicadeza. Les decía a los frailes: ¨Todos los hermanos procuren ejercitarse en buenas obras, porque está escrito: ‘Haz siempre algo bueno para que el diablo te encuentre ocupado’. Y también, ‘La ociosidad es enemiga del alma’. Por eso los siervos de Dios deben dedicarse continuamente a la oración o a alguna buena actividad.¨

El número de los compañeros del santo continuaba en aumento, entre ellos se contaba el famoso «juglar de Dios», fray Junípero; a causa de la sencillez del hermanito Francisco solía repetir: «Quisiera tener todo un bosque de tales juníperos». En cierta ocasión en que el pueblo de Roma se había reunido para recibir a fray Junípero, sus compañeros le hallaron jugando apaciblemente con los niños fuera de las murallas de la ciudad. Santa Clara acostumbraba llamarle «el juguete de Dios».

SANTA CLARA

Clara había partido de Asís para seguir a Francisco, en la primavera de 1212, después de oírle predicar. El santo consiguió establecer a Clara y sus compañeras en San Damián, y la comunidad de religiosas llegó pronto a ser, para los franciscanos, lo que las monjas de Prouille habían de ser para los dominicos: una muralla de fuerza femenina, un vergel escondido de oración que hacía fecundo el trabajo de los frailes.

EVANGELIZA A LOS MAHOMETANOS

En el otoño de ese año, Francisco, no contento con todo lo que había sufrido y trabajado por las almas en Italia, resolvió ir a evangelizar a los mahometanos. Así pues, se embarcó en Ancona con un compañero rumbo a Siria; pero una tempestad hizo naufragar la nave en la costa de Dalmacia. Como los frailes no tenían dinero para proseguir el viaje, se vieron obligados a esconderse furtivamente en un navío para volver a Ancona. Después de predicar un año en el centro de Italia (el señor de Chiusi puso entonces a la disposición de los frailes un sitio de retiro en Monte Alvernia, en los Apeninos de Toscana), San Francisco decidió partir nuevamente a predicar a los mahometanos en Marruecos. Pero Dios tenía dispuesto que no llegase nunca a su destino: el santo cayó enfermo en España y, después, tuvo que retornar a Italia. Ahí se consagró apasionadamente a predicar el Evangelio a los cristianos.

LA HUMILDAD Y OBEDIENCIA

San Francisco dio a su orden el nombre de «Frailes Menores» por humildad, pues quería que sus hermanos fuesen los siervos de todos y buscasen siempre los sitios más humildes. Con frecuencia exhortaba a sus compañeros al trabajo manual y, si bien les permitía pedir limosna, les tenía prohibido que aceptasen dinero. Pedir limosna no constituía para él una vergüenza, ya que era una manera de imitar la pobreza de Cristo. Sobre la excelsa virtud de la humildad, decía: «Bienaventurado el siervo a quien lo encuentran en medio de sus inferiores con la misma humildad que si estuviera en medio de sus superiores. Bienaventurado el siervo que siempre permanece bajo la vara de la corrección. Es siervo fiel y prudente el que, por cada culpa que comete, se apresura a expiarlas: interiormente, por la contrición y exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra». El santo no permitía que sus hermanos predicasen en una diócesis sin permiso expreso del Obispo. Entre otras cosas, dispuso que «si alguno de los frailes se apartaba de la fe católica en obras o palabras y no se corregía, debería ser expulsado de la hermandad». Todas las ciudades querían tener el privilegio de albergar a los nuevos frailes, y las comunidades se multiplicaron en Umbría, Toscana, Lombardia y Ancona.

CRECE LA ORDEN

Se cuenta que en 1216, Francisco solicitó del Papa Honorio III la indulgencia de la Porciúncula o «perdón de Asís». El año siguiente, conoció en Roma a Santo Domingo, quien había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia en la época en que Francisco era «un gentilhombre de Asís». San Francisco tenía también la intención de ir a predicar en Francia. Pero, como el cardenal Ugolino (quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio IX) le disuadiese de ello, envió en su lugar a los hermanos Pacífico y Agnelo. Este último había de introducir más tarde la Orden de los frailes menores en Inglaterra. El sabio y bondadoso cardenal Ugolino ejerció una gran influencia en el desarrollo de la Orden. Los compañeros de San Francisco eran ya tan numerosos, que se imponía forzosamente cierta forma de organización sistemática y de disciplina común. Así pues, se procedió a dividir a la Orden en provincias, al frente de cada una de las cuales se puso a un ministro, «encargado del bien espiritual de los hermanos; si alguno de ellos llegaba a perderse por el mal ejemplo del ministro, éste tendría que responder de él ante Jesucristo». Los frailes habían cruzado ya los Alpes y tenían misiones en España, Alemania y Hungría.

El primer capítulo general se reunió, en la Porciúncula, en Pentecostés del año de 1217. En 1219, tuvo lugar el capítulo «de las esteras», así llamado por las cabañas que debieron construirse precipitadamente con esteras para albergar a los delegados. Se cuenta que se reunieron entonces cinco mil frailes. Nada tiene de extraño que en una comunidad tan numerosa, el espíritu del fundador se hubiese diluido un tanto. Los delegados encontraban que San Francisco se entregaba excesivamente a la aventura y exigían un espíritu más práctico. Es que así les parecía lo que en realidad era una gran confianza en Dios.

El santo se indignó profundamente y replicó: «Hermanos míos, el Señor me llamó por el camino de la sencillez y la humildad y por ese camino persiste en conducirme, no sólo a mí sino a todos los que estén dispuestos a seguirme… El Señor me dijo que deberíamos ser pobres y locos en este mundo y que ése y no otro sería el camino por el que nos llevaría. Quiera Dios confundir vuestra sabiduría y vuestra ciencia y haceros volver a vuestra primitiva vocación, aunque sea contra vuestra voluntad y aunque la encontréis tan defectuosa».
Francisco les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el Santo Evangelio.

EL MAYOR PRIVILEGIO: NO GOZAR DE PRIVILEGIO ALGUNO

Recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: ‘El Amor no es amado». La gente le escuchaba con especial cariño y se admiraba de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su Verdad. Sus palabras eran reflejo de su vida en imitación a Jesús, decía:
«El que ama verdaderamente a su enemigo no se apena de las injurias que éste le provoca, sino que sufre por amor de Dios a causa del pecado que arrastra el alma que lo ofendió. Y le manifiesta su amor con obras».

A quienes le propusieron que pidiese al Papa permiso para que los frailes pudiesen predicar en todas partes sin autorización del obispo, Francisco repuso: «Cuando los obispos vean que vivís santamente y que no tenéis intenciones de atentar contra su autoridad, serán los primeros en rogaros que trabajéis por el bien de las almas que les han sido confiadas. Considerad como el mayor de los privilegios el no gozar de privilegio alguno…» Al terminar el capítulo, San Francisco envió a algunos frailes a la primera misión entre los infieles de Túnez y Marruecos, y se reservó para sí la misión entre los sarracenos de Egipto y Siria. En 1215, durante el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio III había predicado una nueva cruzada, pero tal cruzada se había reducido simplemente a reforzar el Reino Latino de oriente. Francisco quería blandir la espada de Dios.

San Francisco se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya, los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa.

MISIONERO ANTE EL SULTÁN

En junio de 1219, se embarcó en Ancona con 12 frailes. La nave los condujo a Damieta, en la desembocadura del Nilo. Los cruzados habían puesto sitio a la ciudad, y Francisco sufrió mucho al ver el egoísmo y las costumbres disolutas de los soldados de la cruz. Consumido por el celo de la salvación de los sarracenos, decidió pasar al campo del enemigo, por más que los cruzados le dijeron que la cabeza de los cristianos estaba puesta a precio. Habiendo conseguido la autorización del delegado pontificio, Francisco y el hermano Iluminado se aproximaron al campo enemigo, gritando: «¡Sultán, Sultán!». Cuando los condujeron a la presencia de Malek-al-Kamil, Francisco declaró osadamente: «No son los hombres quienes me han enviado, sino Dios todopoderoso.

Vengo a mostrarles, a ti y a tu pueblo, el camino de la salvación; vengo a anunciarles las verdades del Evangelio». El Sultán quedó impresionado y rogó a Francisco que permaneciese con él. El santo replicó: «Si tú y tu pueblo estáis dispuestos a oír la palabra de Dios, con gusto me quedaré con vosotros. Y si todavía vaciláis entre Cristo y Mahoma, manda encender una hoguera; yo entraré en ella con vuestros sacerdotes y así veréis cuál es la verdadera fe». El Sultán contestó que probablemente ninguno de los sacerdotes querría meterse en la hoguera y que no podía someterlos a esa prueba para no soliviantar al pueblo.

Cuentan que el Sultán llegó a decir: «Si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano». Pero el Sultán, Malek-al-Kamil, mandó a Francisco que volviese al campo de los cristianos. Desalentado al ver el reducido éxito de su predicación entre los sarracenos y entre los cristianos, el Santo pasó a visitar los Santos Lugares. Ahí recibió una carta en la que sus hermanos le pedían urgentemente que retornase a Italia.

LA CRISIS DEL ACOMODAMIENTO LLEVA A CLARIFICAR LA REGLA

Durante la ausencia de Francisco, sus dos vicarios, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían introducido ciertas innovaciones que tendían a uniformar a los frailes menores con las otras órdenes religiosas y a encuadrar el espíritu franciscano en el rígido esquema de la observancia monástica y de las reglas ascéticas. Las religiosas de San Damián tenían ya una constitución propia, redactada por el cardenal Ugolino sobre la base de la regla de San Benito. Al llegar a Bolonia, Francisco tuvo la desagradable sorpresa de encontrar a sus hermanos hospedados en un espléndido convento. El Santo se negó a poner los pies en él y vivió con los frailes predicadores. Enseguida mandó llamar al guardián del convento franciscano, le reprendió severamente y le ordenó que los frailes abandonasen la casa.

Tales acontecimientos tenían a los ojos del Santo las proporciones de una verdadera traición: se trataba de una crisis de la que tendría que salir la Orden sublimada o destruida. San Francisco se trasladó a Roma donde consiguió que Honorio III nombrase al cardenal Ugolino protector y consejero de los franciscanos, ya que el purpurado había depositado una fe ciega en el fundador y poseía una gran experiencia en los asuntos de la Iglesia. Al mismo tiempo, Francisco se entregó ardientemente a la tarea de revisar la regla, para lo que convocó a un nuevo capítulo general que se reunió en la Porciúncula en 1221. El Santo presentó a los delegados la regla revisada. Lo que se refería a la pobreza, la humildad y la libertad evangélica, características de la Orden, quedaba intacto. Ello constituía una especie de reto del fundador a los disidentes y legalistas que, por debajo del agua, tramaban una verdadera revolución del espíritu franciscano. El jefe de la oposición era el hermano Elías de Cortona. El fundador había renunciado a la dirección de la Orden, de suerte que su vicario, fray Elías, era prácticamente el ministro general. Sin embargo, no se atrevió a oponerse al fundador, a quien respetaba sinceramente. En realidad, la Orden era ya demasiado grande, como lo dijo el propio San Francisco: «Si hubiese menos frailes menores, el mundo los vería menos y desearía que fuesen más.»

Al cabo de dos años, durante los cuales hubo de luchar contra la corriente cada vez más fuerte que tendía a desarrollar la orden en una dirección que él no había previsto y que le parecía comprometer el espíritu franciscano, el Santo emprendió una nueva revisión de la regla. Después la comunicó al hermano Elías para que éste la pasase a los ministros, pero el documento se extravió y el Santo hubo de dictar nuevamente la revisión al hermano León, en medio del clamor de los frailes que afirmaban que la prohibición de poseer bienes en común era impracticable.

La regla, tal como fue aprobada por Honorio III en 1223, representaba sustancialmente el espíritu y el modo de vida por el que había luchado San Francisco desde el momento en que se despojó de sus ricos vestidos ante el obispo de Asís.

LA TERCERA ORDEN

Unos dos años antes, San Francisco y el cardenal Ugolino habían redactado una regla para la cofradía de laicos que se habían asociado a los frailes menores y que correspondía a lo que actualmente llamamos Tercera Orden, fincada en el espíritu de la «Carta a todos los cristianos», que Francisco había escrito en los primeros años de su conversión. La cofradía, formada por laicos entregados a la penitencia, que llevaban una vida muy diferente de la que se acostumbraba entonces, llegó a ser una gran fuerza religiosa en la Edad Media. En el derecho canónico actual, los terciarios de las diversas órdenes gozan todavía de un estatuto específicamente diferente del de los miembros de las cofradías y congregaciones marianas.

LA REPRESENTACIÓN DEL NACIMIENTO DE JESÚS

San Francisco pasó la Navidad de 1223 en Grecehio, en el valle de Rieti. Con tal ocasión, había dicho a su amigo, Juan da Vellita: «Quisiera hacer una especie de representación viviente del nacimiento de Jesús en Belén, para presenciar, por decirlo así, con los ojos del cuerpo la humildad de la Encarnación y verle recostado en el pesebre entre el buey y el asno». En efecto, el Santo construyó entonces en la ermita una especie de cueva y los campesinos de los alrededores asistieron a la misa de medianoche, en la que Francisco actuó como diácono y predicó sobre el misterio de la Natividad.
Se le atribuye haber comenzado en aquella ocasión la tradición del «belén» o «nacimiento». Nos dice Tomás Celano en su biografía del Santo: «La Encarnación era un componente clave en la espiritualidad de Francisco. Quería celebrar la Encarnación en forma especial. Quería hacer algo que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y cómo nació en Belén».

San Francisco permaneció varios meses en el retiro de Grecehio, consagrado a la oración, pero ocultó celosamente a los ojos de los hombres las gracias especialísimas que Dios le comunicó en la contemplación. El hermano León, que era su secretario y confesor, afirmó que le había visto varias veces durante la oración elevarse tan alto sobre el suelo, que apenas podía alcanzarle los pies y, en ciertas ocasiones, ni siquiera eso.

LOS ESTIGMAS

Alrededor de la fiesta de la Asunción de 1224, el Santo se retiró a Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. Llevó consigo al hermano León, pero prohibió que fuese alguien a visitarle hasta después de la fiesta de San Miguel. Ahí fue donde tuvo lugar, alrededor del día de la Santa Cruz de 1224, el milagro de los estigmas, del que hablamos el 17 de septiembre. Francisco trató de ocultar a los ojos de los hombres las señales de la Pasión del Señor que tenía impresas en el cuerpo; por ello, a partir de entonces llevaba siempre las manos dentro de las mangas del hábito y usaba medias y zapatos.

Sin embargo, deseando el consejo de sus hermanos, comunicó lo sucedido al hermano Iluminado y a algunos otros, pero añadió que le habían sido reveladas ciertas cosas que jamás descubriría a hombre alguno sobre la tierra.

En cierta ocasión en que se hallaba enfermo, alguien propuso que se le leyese un libro para distraerle. El Santo respondió: «Nada me consuela tanto como la contemplación de la vida y Pasión del Señor. Aunque hubiese de vivir hasta el fin del mundo, con ese solo libro me bastaría». Francisco se había enamorado de la santa pobreza, mientras contemplaba a Cristo crucificado y meditaba en la nueva crucifixión que sufría en la persona de los pobres.

El santo no despreciaba la ciencia, pero no la deseaba para sus discípulos. Los estudios sólo tenían razón de ser como medios para un fin y sólo podían aprovechar a los frailes menores, si no les impedían consagrar a la oración un tiempo todavía más largo y si les enseñaban más bien, a predicarse a sí mismos que a hablar a otros. Francisco aborrecía los estudios que alimentaban más la vanidad que la piedad, porque entibiaban la caridad y secaban el corazón. Sobre todo, temía que la señora Ciencia se convirtiese en rival de la dama Pobreza. Viendo con cuánta ansiedad acudían a las escuelas y buscaban los libros sus hermanos, Francisco exclamó en cierta ocasión: «Impulsados por el mal espíritu, mis pobres hermanos acabarán por abandonar el camino de la sencillez y de la pobreza».

En sus escritos, esto es lo que el Santo nos dejó dicho sobre la vigilancia del corazón: “Cuidémonos mucho de la malicia y astucia de Satanás, el cual quiere que el hombre no tenga su mente y su corazón dirigidos a Dios. Y anda dando vueltas buscando adueñarse del corazón del hombre y, bajo la apariencia de alguna recompensa o ayuda, ahogar en su memoria la palabra y los preceptos del Señor, e intenta cegar el corazón del hombre mediante las actividades y preocupaciones mundanas, y fijar allí su morada”.

Antes de salir de Monte Alvernia, el Santo compuso el «Himno de alabanza al Altísimo». Poco después de la fiesta de San Miguel bajó finalmente al valle, marcado por los estigmas de la Pasión y curó a los enfermos que le salieron al paso.

LA HERMANA MUERTE

Las calientísimas arenas del desierto de Egipto afectaron la vista de Francisco hasta el punto de estar casi completamente ciego. Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos que parecía que la copa se había llenado y rebalsado. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraida en Egipto. En los más terribles dolores, Francisco ofrecía a Dios todo como penitencia, pues se consideraba gran pecador y para la salvación de las almas. Era durante su enfermedad y dolor donde sentía la mayor necesidad de cantar.

Su salud iba empeorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaban, y casi había perdido la vista. En el verano de 1225 estuvo tan enfermo, que el cardenal Ugolino y el hermano Elías le obligaron a ponerse en manos del médico del Papa en Rieti. El Santo obedeció con sencillez. De camino a Rieti fue a visitar a Santa Clara en el convento de San Damián. Ahí, en medio de los más agudos sufrimientos físicos, escribió el «Cántico del hermano Sol» y lo adaptó a una tonada popular para que sus hermanos pudiesen cantarlo.

Después se trasladó a Monte Rainerio, donde se sometió al tratamiento brutal que el médico le había prescrito, pero la mejoría que ello le produjo fue sólo momentánea. Sus hermanos le llevaron entonces a Siena a consultar a otros médicos, pero para entonces el Santo estaba moribundo. En el testamento que dictó para sus frailes, les recomendaba la caridad fraterna, los exhortaba a amar y observar la santa pobreza, y a amar y honrar a la Iglesia. Poco antes de su muerte, dictó un nuevo testamento para recomendar a sus hermanos que observasen fielmente la regla y trabajasen manualmente, no por el deseo de lucro, sino para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. «Si no nos pagan nuestro trabajo, acudamos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta».

Cuando Francisco volvió a Asís, el Obispo le hospedó en su propia casa. Francisco rogó a los médicos que le dijesen la verdad, y éstos confesaron que sólo le quedaban unas cuantas semanas de vida. «¡Bienvenida, hermana Muerte!», exclamó el Santo y acto seguido, pidió que le trasportasen a la Porciúncula. Por el camino, cuando la comitiva se hallaba en la cumbre de una colina, desde la que se dominaba el panorama de Asís, pidió a los que portaban la camilla que se detuviesen un momento y entonces volvió sus ojos ciegos en dirección a la ciudad e imploró las bendiciones de Dios para ella y sus habitantes.

Después mandó a los camilleros que se apresurasen a llevarle a la Porciúncula. Cuando sintió que la muerte se aproximaba, Francisco envió a un mensajero a Roma para llamar a la noble dama Giacoma di Settesoli, que había sido su protectora, para rogarle que trajese consigo algunos cirios y un sayal para amortajarle, así como una porción de un pastel que le gustaba mucho.

Felizmente, la dama llegó a la Porciúncula antes de que el mensajero partiese. Francisco exclamó: «¡Bendito sea Dios que nos ha enviado a nuestra hermana Giacoma! La regla que prohibe la entrada a las mujeres no afecta a nuestra hermana Giacoma. Decidle que entre».

El Santo envió un último mensaje a Santa Clara y a sus religiosas, y pidió a sus hermanos que entonasen los versos del «Cántico del Sol» en los que alaba a la muerte. Enseguida rogó que le trajesen un pan y lo repartió entre los presentes en señal de paz y de amor fraternal diciendo: «Yo he hecho cuanto estaba de mi parte, que Cristo os enseñe a hacer lo que está de la vuestra”. Sus hermanos le tendieron por tierra y le cubrieron con un viejo hábito. Francisco exhortó a sus hermanos al amor de Dios, de la pobreza y del Evangelio, «por encima de todas las reglas», y bendijo a todos sus discípulos, tanto a los presentes como a los ausentes.

Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d’lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.

El cadáver desapareció de la vista de los hombres durante seis siglos, hasta que en 1818, tras 52 días de búsqueda, fue descubierto bajo el altar mayor, a varios metros de profundidad. El Santo no tenía más que 44 o 45 años al morir. No podemos relatar aquí ni siquiera en resumen, la azarosa y brillante historia de la Orden que fundó. Digamos simplemente que sus tres ramas: la de los frailes menores, la de los frailes menores capuchinos y la de los frailes menores conventuales forman el instituto religioso más numeroso que existe actualmente en la Iglesia. Y, según la opinión del historiador David Knowles, al fundar ese instituto, San Francisco «contribuyó más que nadie a salvar a la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media».

¡San Francisco de Asís: pídele a Jesús que lo amemos tan intensamente como lo lograste amar tú!

Fuente: corazones.org

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

San Francisco de Asís y su Mariología

San Francisco tuvo tal devoción hacia la Santísima Virgen, al punto que encomendó su orden a ella.

San Francisco de Asís fue el heraldo, el pregonero de la Virgen, su caballero amante, de la que predicó mucho y escribió poco, pero, quizás, en ese poco dijo todo lo que se puede decir y predicar de la Virgen María.

Francisco contempla con estupor a María, porque ha realizado lo que él mismo desea apasionadamente: llevar siempre consigo a Jesús, convertirse en su digna morada, adorar con reconocimiento el misterio del Verbo que se hace hombre, engendrarlo en la propia vida y ofrecerlo a los hermanos….

 

EL AFECTO Y LA DEVOCIÓN POR MARÍA EN SAN FRANCISCO

La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, el cual «rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasa el final» (2Cel., 198).

La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su comportamiento, «lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: ‘Realmente, este hombre es un hombre de Dios» (2Cel., 24).

Su amor especial por la Madre del Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula, «una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vió tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo» (L.Mayor, II,8).

Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba «más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen» (Ibid.), «porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen» (L.Mayor, III,5).

El autor de la vida de S. Clara añade: «Este es aquel lugar famoso donde dió comienzo el nuevo ejército de los pobres, guiado por Francisco, de modo que apareció claramente que fue la Madre de la Misericordia la que dió a luz en su morada a una y otra Orden» (L. S.Clara, 8).

San Buenaventura resalta la confianza filial de Francisco para con la Virgen: «Después de Cristo, ponía en ella su confianza, y por eso la hizo abogada suya y de los suyos» (L.Mayor, IX,3).

Una característica de María que llena de gozo a Francisco y lo hace especialmente devoto de ella es su maternal misericordia; es ella, «la Madre de la misericordia», la que obtiene para Francisco la gracia de su vocación; a ella, «Reina de misericordia», invita el Santo a dirigirle oraciones en las dificultades (cf. 3Cel. 106).

Pero, sobre todo, la misericordia de María se manifiesta con ocasión de la concesión del «Perdón de Asís», episodio que marca el triunfo de la misericordia de Dios y de la atenta intercesión de la Madre.

También en las oraciones de Francisco encontramos importantes referencias a María; en particular se hace cantor enamorado de la Virgen componiendo dos plegarias dedicadas a la que le ha llenado el corazón de infinita dulzura. La primera es una Antífona mariana que exalta a María por la especialísima relación con la Trinidad e invoca su intercesión:
«Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, con san Miguel arcángel y con todas las virtudes del cielo y con todos los santos, ante su santísimo Hijo amado, Señor y Maestro».

La antífona tiene raíces bíblicas, patrísticas y litúrgicas, pero también refleja las características originales de la personalidad del Santo.

 

LO DE FRANCISCO TRANSCIENDE EL SENTIMENTALISMO

Es devoción auténtica, y es amor filial motivado por lo que es nuclear en la Virgen María: su maternidad. Esta es la motivación que explica todo lo que Francisco siente, vive y nos transmite cuando habla y cuando escribe. Dice su biógrafo Celano que «le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, y le ofrecía afectos tantos y tales como no puede expresar lengua humana. ¡Ea, abogada de los pobres!, cumple con nosotros tu misión de tutora hasta el día señalado por el Padre» (2 Cel 198).

Francisco veía en María, por su condición de madre, la prolongación de la misericordia, del amor y de la omnipotencia de Jesús, su hijo y redentor nuestro. Ambos, como diría la teología posterior, fueron predestinados en un mismo decreto por el Padre para consumar la misma obra: la redención del género humano. Madre e Hijo constituyen un tándem indesglosable.

Dos fiestas eran para San Francisco objeto de particular fervor y regocijo, y para las que se preparaba con un retiro de cuarenta días de oración y ayuno: Navidad y la Asunción.

La Navidad, nos dice Celano, «la llamaba la fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana» (2 Cel 199). Cuando meditaba este misterio, dicen las fuentes franciscanas que lloraba de ternura y agradecimiento. Este agradecimiento lo expresa ante el Padre cuando en el capítulo 23 de la primera Regla, su «credo», al hacer un repaso de la historia de la salvación, escribe: «Y te damos gracias porque (…) quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María» (1 R 23,3).

María es para Francisco, como no podía por menos, modelo y ejemplo. En un escrito dirigido a toda la Orden dice a los hermanos sacerdotes que celebran, reciben y administran el cuerpo del Señor: «Si la bienaventurada Virgen es tan honrada, como es justo, porque ha llevado en su santísimo seno al Señor…, ¡cuán santo, justo y digno debe ser quien toca con las manos ese mismo cuerpo en la eucaristía!» (cf. CtaO 21).

 

MARÍA MADRE Y POBRE

La ejemplaridad de María es propuesta por Francisco a los hermanos en paralelo con Cristo, su hijo, en particular cuando se refiere a la santa pobreza. En la Carta a todos los fieles, después de referirse al misterio de la Encarnación, añade: «Y, siendo Él sobremanera rico, quiso, junto con la beatísima Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza» (2CtaF 5). Llamaba a la pobreza reina de las virtudes, «pues con tal prestancia había resplandecido en el Rey de los reyes y en la Reina, su Madre» (LM 7,1; cf. 2 Cel 200). En su «Testamento» a la hermana Clara le recuerda: «Yo, el hermano Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y la pobreza de nuestro altísimo Señor Jesucristo y de su santísima Madre, y perseverar en ella hasta el fin» (UltVol 1-2).

San Francisco quiso ser pobre porque Cristo y su Madre fueron pobres y vivieron pobres. Amaba a los pobres y veía en ellos, con los ojos de la fe, un icono de Cristo y de su pobrísima Madre. Solía decir: «Hermano, cuando ves a un pobre, ves un espejo del Señor y de su Madre pobre» (2 Cel 85). Francisco, que tanto amó y veneró a María por el don de su maternidad divina, se alegraba y daba también gracias por saber que, por gracia de Dios y obra del Espíritu Santo, él, y cualquier cristiano, puede ser respecto de Cristo espiritualmente lo que la Virgen fue física y biológicamente, es decir, engendrarlo por la escucha de la Palabra, llevarlo en el corazón y darlo a luz mediante las obras santas, que deben ser luz para ejemplo de los otros (cf. 2CtaF 53; 1CtaF I, 10). Después de Cristo, su Madre, María, pero siempre y en todo inseparables.

 

FRANCISCO, UN CRUZADO DE LA TEOLOGIA MARIANA

Pocos teólogos habrán logrado hacer una síntesis tan completa de la mariología como este «intrépido caballero de la Señora», como le llama el padre Gemelli. La sabiduría de este hombre era don del Espíritu Santo. Nada de razonamientos ni abstracciones. Usó el lenguaje más sencillo, expresivo y comprensible a todos. María es la madre que engendra en su seno a Jesús, el Niño Dios, al que convierte en nuestro hermano, y al que crió con sus pechos como cualquier otra madre humana (cf. 2 Cel 199).

Al usar el santo este lenguaje tan realista, quizás haya que recordar aquí una circunstancia particular, y es la de que Francisco tiene ante sí un ambiente contaminado por la doctrina docetista del doble principio propagada por los Cátaros, quienes enseñaban que la naturaleza humana, la materia, es mala. De ser esto así, Dios no habría podido encarnarse en ella y, por tanto, la Virgen María no podía, en modo alguno, ser madre de Dios ni madre nuestra. Francisco llega aquí como un cruzado providencial de la ortodoxia entre el pueblo sencillo al que habla con su mismo lenguaje, al tiempo que en pocas palabras escritas dejó para los teólogos posteriores de su Orden el desarrollo del más completo tratado de mariología, como puede comprobarse por la historia.

Ella es santa, pero en dependencia siempre de Dios trino, que es el santísimo. Ella es madre, pero es hija y esclava; es la incomparable, pero sin dejar de ser humana; la elegida entre todas las mujeres para ser la primera Iglesia -virgen hecha iglesia-, llamada a ser madre, modelo y prototipo de la Iglesia. Ella es la que ha revestido a Dios de carne mortal -vestidura de Dios-, y se ha convertido en tienda para que el Verbo de Dios acampara entre nosotros -casa de Dios y tabernáculo de Dios-. María es pura inhabitación de la Santísima Trinidad, que la consagró con su elección y presencia antes de crear el mundo, para ser la inmaculada Madre del Verbo por obra del Espíritu Santo. ¿Qué más se puede decir de María?

 

EL GUSTO DE FRANCISCO POR LOS LUGARES MARIANOS

Las Fuentes franciscanas destacan con acentos particulares la predilección de Francisco por los lugares marianos, es decir, por las iglesias puestas bajo la protección de la Virgen. Entre todas tuvo para él un especial atractivo la
ermita, restaurada con sus propias manos, de Santa María de los Angeles o de la Porciúncula.

Solía decir que tenía revelación de que la Virgen amaba aquella iglesia con predilección entre todas las construidas en su honor en todo el mundo, y por eso el santo la amaba también más que a todas, y tenía buenas razones para ello: allí recordaba y revivía su llamada evangélica; allí reunió los 12 primeros compañeros que le regaló el Señor; allí acogió a la hermana Clara cuando vino a él para consagrarse definitivamente a Dios; allí quería reunirse en capítulo para confraternizar y alegrarse con todos los hermanos.

No es de extrañar que al sentirse próximo a entregar su espíritu a Dios quisiera que le llevaran también «allí donde por mediación de la Virgen Madre de Dios había recibido el espíritu de gracia» (cfr. LM 14,3). No nos extraña, pues, que, no obstante su radical desprendimiento de todo, al referirse a la Porciúncula dijera a los hermanos: «Hijos míos, mirad que nunca abandonéis este lugar. Si os expulsan por un lado, volved a entrar por el otro» (1 Cel 106; LM 2,8).

 

LA PIEDAD Y AMOR MARIANOS TRASMITIDOS A SU ORDEN

La piedad mariana de Francisco, acuñada en muchos detalles de la tradición cristiana, pero nacida especialmente de la espiritualidad de este gran santo, fue recogida vitalmente por la Orden y transmitida a través de los siglos con la pluma y con la palabra, y, a veces, incluso, a costa de la sangre, como ocurrió con el dogma de la Inmaculada. Desde el Capítulo General celebrado en Toledo el año 1645, la Orden se puso bajo la protección de María Inmaculada, a la que declaró Reina y Señora de toda la Familia Franciscana.

La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, el cual «rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasta el final» (2Cel., 198).

Acojamos este amor y esta devoción del Seráfico Padre como una preciosa herencia, y hagamos nuestra aquella oración puesta por Tomás de Celano en boca de San Francisco: «¡Ea, Abogada de los pobres!, cumple con nosotros tu misión de tutora hasta el día señalado por el Padre» -el fin del mundo- (2 Cel 198).

 

SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA

El afecto y la veneración de Francisco por María se manifiestan también en el Saludo a la Bienaventurada Virgen María, himno de alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno:
«¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!»

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00 Todas las Advocaciones 09 Septiembre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

San Rafael Arcángel, Fiesta Universal ( 29 de deptiembre)

San Rafael es uno de los tres arcángeles conocidos por nombre dentro de la tradición cristiana, judía y musulmana junto con Miguel y Gabriel.

El nombre proviene del hebreo Rafa-El, que significa ‘el Dios El ha sanado’ o ‘¡sana, El!’ o ‘medicina de El’  (refiriéndose al dios de ugarítico El). Actualmente la palabra hebrea equivalente a médico es rofe, conectado con la misma raíz de Rafa-El. En árabe es llamado  Israfil.

El Libro de Enoc (s. II a. C.) menciona a Rafael como el santo ángel de los espíritus de los humanos, y el encargado de las enfermedades y de todas las heridas de los hijos de los hombres.

San Rafael es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes. El Islam lo considera el ángel responsable de anunciar la fecha del Juicio Final mediante el sonido de un corno. En ocasiones se le representa con atuendo de peregrino y portando un gran pescado en su mano.

 

SAN GABRIEL Y TOBÍAS

El Arcángel San Rafael, uno de los espíritus celestiales que, gozando de la beatífica y eternal presencia de Dios, se nos han manifestado nominalmente, fue enviado por divina dignación para destacar dos hechos importantes de tal protección: la curación de Sara de la opresión del demonio y la curación de la ceguera de Tobías, juntamente con la protección viandante al joven Tobías.

Es por ello que la Iglesia, particularmente en España, celebra su fiesta con especial veneración; siendo muchas las instituciones puestas bajo su especial patronazgo, entre ellas, las fuerzas municipales de la Guardia Urbana y la Orden de San Juan de Dios en sus hospitales.

Es San Rafael uno de les tres santos mílites de la corte celestial que nominalmente venera la Madre Iglesia y destaca como dignos de veneración particular. Su historia está referida en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento. Se cuenta en dicho Libro que el santo Patriarca Tobías de la Ley mosaica destacaba por su virtud y temor de Dios, practicando todas las obras de misericordia y caridad. Permitió el Señor, no obstante, que sufriera tribulaciones y trabajos: fue cautivo en Nínive de Salmanasar, perdió sus bienes y hacienda y hasta fue condenado a muerte por el rey Senaquerib, librándose de ella mediante la fuga. Al regreso a su casa, dedicóse nuevamente a obras de misericordia.

Fatigado un día del trabajo de enterrar a los muertos, israelitas como él y víctimas de las iras del rey, quiso descansar junto a una pared, cayéndole entonces en los ojos, mientras dormía, inmundicias de un nido de golondrinas y quedando por ello ciego. Sobrellevó con admirable paciencia y resignación esta prueba del Señor, soportando hasta agravios y ofensas de su mujer y amigos, que se burlaban y hacían mofa del poco provecho que sus penitencias y virtudes le habían traído. “Todo ello le causaba profunda pena, por lo que rogaba fervientemente al Señor auxilio y consuelo. Al mismo tiempo que Tobías insistía en tales fervientes súplicas, una doncella llamada Sara, hija de Raguel, vecina de Rages, ciudad de los medos, rogaba también a Dios la librara de la desgracia que la afligía, con la muerte de sus varios esposos, apenas contraía matrimonio. Oyó el Señor las oraciones de Tobías y de Sara y envió a su Arcángel Rafael para aliviarlos.

Creyendo el anciano Tobías próxima su muerte, llama a su hijo para bendecirle, darle sus últimos consejos, que detalla prolijamente el Libro santo, y enviarle a cobrar a Gabelo, un pariente suyo, residente en Rages, una deuda de diez talentos, que otrora le prestara; a cuyo efecto vaya luego en busca de acompañante que le guíe y dirija a Rages.

Obedece el joven Tobías y, al salir de casa, encuéntrase con un apuesto joven que se le ofrece para tal viaje. Preparado todo lo conveniente, emprenden luego ambos el camino. Tras la primera jornada de viaje, aposentáronse a descansar en las orillas del Tigris, circunstancia que aprovecha Tobías para lavarse los pies.

De repente un pez monstruoso sale del río y ataca a Tobías; a las voces del joven, acude el Arcángel Rafael, que no otro era el acompañante de Tobías, y le ordena que, abrazándose al pez, lo saque del agua; y así, muerto el mismo, le dice que abra sus entrañas y le saque el corazón, la hiel y el hígado, para servirse de ellos en su tiempo; preparando el resto para alimentarse durante el camino cuando de ello tengan necesidad.

Pasando por casa de Raguel y prendado Tobías de la joven Sara, le dice el Arcángel la pida por esposa, pues no le ocurrirá como a los demás maridos habidos por ella, ya que su corazón era puro y no cautivo de la lujuria. Raguel aceptó a Tobías con grande gozo y le dio su hija única, enterado por Rafael de que sería ahuyentado el demonio, causante de los anteriores males, al cumplir el joven Tobías las instrucciones que él le diera.

Entonces saca el muchacho un pedazo del corazón del pez y lo pone sobre unas brasas encendidas en su aposento; mientras, el demonio culpable, atado por el arcángel, era conducido por el mismo a un desierto del alto Egipto, para que no perturbase más la paz de Sara, que persuadida por Tobías, y siguiendo las instrucciones de Rafael, se pasa la noche en oración para vencer así al enemigo.

Ana, esposa de Raguel, temerosa de que ocurriera como las veces anteriores, envió una de sus criadas al aposento de Sara, regresando ella con la feliz nueva de que los esposos dormían plácidamente. Celebrado al día siguiente un gran banquete de bodas, Raguel hace a Tobías cesión de la mitad de su hacienda, como dote de su hija, transmitiéndole el dominio de la otra mitad para después de su muerte.

Permanece Tobías en casa de Raguel por espacio de dos semanas, mientras Rafael realiza el encargo del anciano Patriarca, tan satisfactoriamente, que hace que el mismo Gabelo vaya a casa de Raguel a pagar a Tobías la deuda y participar en el general regocijo.

Sin embargo, en casa del Patriarca, la tristeza era grande; Ana, madre de Tobías, lloraba su tardanza; y aunque el anciano la consolaba con buenas razones, ella ascendía todos los días a una cumbre para divisar el regreso de su hijo, llorando inconsolable. Al fin, Tobías y su esposa Sara, aconsejados por Rafael, emprenden el camino de regreso al hogar de aquél, con grande acompañamiento de criados y después de haber recibido la mitad de la hacienda ofrecida, en dinero, alhajas y ganados. Avanzado el camino, Rafael insta a Tobías para que se adelante con él, anticipando el regreso, diciéndole: «Lleva contigo algún tanto de la hiel del pez, porque será necesario dentro de poco».

La madre, que observaba desde lo alto, al divisarlos, llena de alegría, avisa de ello a su esposo y entonces el perro, compañero fiel del joven Tobías que se ha acercado hasta ellos, confirma en el más grande gozo y alegría el corazón de los ancianos padres, ante la inminente llegada del hijo ausente, que les abraza seguidamente, con lágrimas de gozo y satisfacción.

Dadas gracias a Dios y ofrecidos al Señor sacrificios de adoración, toma el joven Tobías de la hiel del pez, según su acompañante Rafael le previniera, y unta a su padre en los ojos, recobrando éste entonces la vista, tan sana y perfecta desde aquel momento, como si nunca hubiera padecido ceguera.

Bendijo nuevamente al Señor el anciano y todos los suyos con gran alegría, que subió
al límite cuando a los siete días entraba Sara con sus criados y riquezas. Hubo grandes fiestas y convites; y conociendo el anciano Tobías que todos aquellos bienes procedían de la mediación y bondad del guía, cuya personalidad ignoraban, dijo a su hijo: «¿Cómo podremos agradecer, hijo mío, los bienes que nos ha prodigado este joven que ha sido tu guía?».

«Padre, yo no sé, respondió el hijo, qué recompensa sea digna de él; que me llevó y trajo sano y salvo; cobró la deuda de Gabelo; hizo que Sara fuese mi esposa, ahuyentando el demonio que la atormentaba y llenando de gozo la casa de sus padres; me libertó del pez y curó a vos, padre, la ceguera, para que vierais nuevamente la luz del Cielo. Suplicadle, padre mío, se digne recibir siquiera la mitad de todo cuanto hemos traído».

Creyólo muy prudente el santo varón; y llamando a Rafael, le rogaron con encarecimiento se dignase aceptar la mitad de los bienes recibidos.

Entonces San Rafael, desvelando su secreto, les habló así «Bendecid a Dios del cielo y dadle gracias ante todo, porque ha usado con vosotros de su misericordia. Yo soy el Arcángel Rafael, uno de los siete que estamos delante del Señor».

Al oír esto, los dos Tobías se turbaron y, llenos de temor, cayeron en tierra.

San Rafael les dice entonces dulcemente: «No temáis, porque cuando yo estaba con vosotros, estaba por voluntad de Dios. Bendecidle y cantad sus alabanzas. Ya es tiempo de que vuelva al que me envió. Vosotros bendecid siempre al Señor y contad sus maravillas».

Dicho esto desapareció y no volvieron a verle.

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00 Todas las Advocaciones 09 Septiembre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Nuestra Señora de Rocamadour, Francia ( 8 de septiembre)

El descubrimiento, el año 1166, cerca de la humilde capilla, del cuerpo milagrosamente conservado de un ermitaño (desde entonces llamado Amadour, «Amador del Peñon»), el que da un gran desarrollo a la peregrinación y provoca la construcción audaz en el costado del peñasco de 7 iglesias, de un monasterio y la formación de la ciudad abajo.
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En una de sus ermitas se guarda una talla de una Virgen Negra que es venerada por los peregrinos que allí acuden…

Rocamadour es uno de los sitios más sagrados de Francia y Europa. Montaña situada en el sur de Francia al norte de Tolouse, Rocamadour se presenta como un lugar increíble y de gran belleza. La población está emplazada en un acantilado calcáreo (de 150 metros de altura) que surge de una montaña rodeada de un espeso y verde bosque. A uno de sus márgenes, transcurre el río Alzou, de poco caudal y escondido por la vegetación.

Desde mucho tiempo es famoso por la presencia de una capilla del siglo VI y por los milagros relatados desde el inicio del siglo en la parroquia Santa Maria de Rocamadour.

Se cree que este lugar ya era un centro espiritual desde antes de que llegaran los romanos, aunque no se ha podido demostrar con exactitud.

 

LA HISTORIA

Actualmente, y ya desde siglos atrás, Rocamadour es un lugar importante de peregrinaje (de hecho, enlaza con el camino francés a Santiago de Compostela).

En una de sus ermitas se guarda una talla de una Virgen Negra (aunque se tiene constancia de que antes del siglo XVII no era de ese color), que es venerada por los peregrinos que allí acuden.

Ya en el siglo XII, Robert de Torigny narra en una crónica una de las leyendas de este lugar. Explica que en el 1166, un habitante de esta ciudad quiso ser enterrado (por inspiración divina) a la entrada de oratorio. Pero cuando se empezó a cavar en la tierra, apareció el cuerpo de Amadour o Amador, incorrupto. Así que los monjes decidieron colocarlo en el altar de la iglesia y mostrarlo a todo aquel que lo quisiera ver. Una leyenda cuenta que ese personaje cuyo cuerpo fue hallado incorrupto habría muerto de amor, y de ahí el nombre que le fue puesto, y también por eso se le llama a la zona “la roca del amor”.

Se ha constatado que esta tumba es muy antigua, aunque nada se ha podido saber del cadáver. La tradición explica que este Amadour es Zaqueo, el personaje bíblico que era demasiado bajito, y que para ver a Jesús se subió a un árbol, el rico de Jericó. Después de conocer a Jesús y convertirse al cristianismo, Zaqueo repartió la mitad de sus bienes y todo aquello que adquirió ilegalmente. Se cree que Zaqueo junto a la Verónica (la mujer que secó la cara a Jesús durante el vía crucis, y cuyo rostro quedó impreso en el pañuelo), que sería su esposa, habrían tomado una barca que les habría traído a la montaña de Rocamadour (gracias a un viento divino), donde habrían vivido como eremitas en una de sus grutas. Sobre la sepultura de Amador, nació una capilla que se considera la más antigua de Rocamadour. Esta leyenda fue difundida por los benedictinos.

 

LA IMAGEN

Aparte de las reliquias del cuerpo de Amadour, el éxito del lugar vino dado por los milagros de la Virgen Negra. Una milagrosa campana señalaba, por su tintineo, el salvataje de los marineros en el mar. Este reconocimiento del mundo de los marineros valió a Nuestra Señora de Rocamadour el ser venerada en varias capillas como Finisterra o Quebec.

Rocamadour tiene una talla de una Virgen Negra de madera con los ojos cerrados y el niño Jesús en su rodilla izquierda, ambos coronados. Se encuentra en la capilla de Notre-Dame en el centro de la población (capilla construida en el 1479, excavada en la roca). Es una virgen de las llamadas “relicarias” o “maiestas mariae”, muy populares durante la Edad Media.

Antes del siglo XVII no se tiene constancia de que esta Virgen fuera negra, así que se nos plantea la hipótesis del humo de los cirios de la capilla. A medida que han pasado los años se ha vuelto más oscura, y es una teoría plausible debido a que durante siglos (desde finales de la Edad Media hasta el siglo XX), Rocamadour ha sido un lugar dejado de la mano de Dios. Ya en el 1235, soldados franceses que hacían campaña por el sur de Francia lapidaron y pisotearon la imagen, y en el siglo XVI fue salvada de un gran incendio. Además, después del saqueo que sufrió Rocamadour durante el 1562 por parte de los hugonotes franceses (calvinistas), donde cuenta la leyenda que quisieron quemar el cuerpo de Amador y no pudieron, la prosperidad de esta villa decayó hasta bien entrado el siglo XX.

Otro suceso sufrido por la imagen de la Virgen fue el robo de una joya donada por el papa Pío IX por parte de unos ladrones a finales del XIX. Todo esto y lo ya dicho anteriormente se cree como la causa de la negrura de la talla.

 

LA PEREGRINACIÓN

El descubrimiento, el año 1166, cerca de la humilde capilla, del cuerpo milagrosamente conservado de un ermitaño (desde entonces llamado Amadour, «Amador del Peñon»), el que da un gran desarrollo a la peregrinación y provoca la construcción audaz en el costado del peñasco de 7 iglesias, de un monasterio y la formación de la ciudad abajo.

De dimensión europea, como asegura el Libro de los milagros del Siglo XII, perdió popularidad después de la etapa iconoclasta de mercenarios protestantes en el año 1562. Bajo la Revolución, el pueblo fue saqueado una vez más. En el Siglo XIX el santuario se restauró completamente y se salvó de la ruina total.

La iglesia fomentó este peregrinaje para la adjudicación a perpetuidad de indulgencias plenarias a las personas que recibían los sacramentos de la penitencia y de la comunión en Rocamadour. Los más célebres son los de los grandes perdones del día 24 de junio, San Juan Bautista.

La prueba final del peregrinaje consistía en subir de rodillas los 216 peldaños de la escalera que conduce a la ciudad religiosa (comprendida por 7 iglesias, más 12 que las restauraciones del Siglo XIX no pudieron mantener). Finalmente, después de esta ascensión, los peregrinos entraban en los santuarios, y regalaban varios objetos en ofrenda. Los objetos más conocidos son los hierros de varios condenados liberados de sus cadenas, los barcos de marineros salvados y agradecidos, o las placas de mármol grabadas y enganchadas al muro de la capilla en los Siglos XIX y XX.

 

MILAGROS DE ROCAMADOUR

Encontrado el sepulcro de San Amador, de la mano de los monjes de Cluny se difundió su culto, se extendieron por la Cristiandad los milagros de la Virgen, y hacia 1172 recogieron en un libro 126 hechos portentosos.

El número 36, con el título «De la mujer que no pudo ser ahogada», se refiere a Sancha, llamada también Leefans (l´Enfans = la Infanta) o Leof
ás, hija de García Ramírez el Restaurador y hermana de Sancho el Sabio, reyes de Navarra. Cuenta que la Infanta quedó viuda de Gastón de Bearne, sin descendencia, pero encinta, lo que llenó de esperanza a los bearneses. Sin embargo, a los 40 días abortó, y acusada de haber dado muerte a la criatura que llevaba en sus entrañas fue condenada a sufrir la prueba del agua. Para ello, en Sauveterre, cerca de Orthez, debía ser arrojada, atada de pies y manos a un escudo de acero, desde un altísimo puente a las aguas del Gave. Miles de personas acudieron al espectáculo, insultándola unos, compadeciéndola otros, rogando por su alma los demás. La Infanta invocó el auxilio de la Virgen, la puso por testigo de su inocencia, y arrojada al agua se deslizó suavemente por la superficie hasta ser depositada sana y salva sobre la arena de la orilla a tres tiros de arco del puente. Los suyos la llevaron en triunfo a palacio, y la Infanta, en señal de agradecimiento, confeccionó una preciosa tapicería que en 1170 entregó a Géraud, abad de Rocamadour, que en aquel momento regresaba de Compostela. Poco después casó con Pedro Manrique de Lara, y sus restos descansan en el monasterio de Santa María de Huerta (Soria).

Otro que se encuentra es el de fray Alberic, un monje custodio de la imagen al cual se le apareció la Virgen tres sábados seguidos con un estandarte de la Virgen María con su hijo, y con el propósito de que lo llevara al rey de Castilla antes de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Este monje rehusó la demanda de la Virgen, cosa que provocó su muerte a los pocos días. Así que fue el prior del monasterio el encargado de llevar a cabo la misión: desplegar el estandarte cuando fuera necesario durante la lucha. Cuando en un momento parecía todo perdido para los cristianos, de entre ellos surgió el prior con el estandarte de Rocamadour y de Castilla, dando fuerza suficiente a los cristianos para derrotar a los almohades.

 

LAS VISITAS

Desde este siglo XII, la Virgen Negra, de rostro fervoroso, de sonrisa esbozada, y de manos tendidas, presenta su Hijo a los peregrinos venidos de toda Europa, de los caminos de Santiago de Compostela y ahora de todos los lugares del mundo.

Reyes como San Luis de Francia, Enrique II de Inglaterra y Alfonso III de Portugal hasta el ministro de la república Edmond Michelet, predicadores de fuste como Santo Domingo, San Antonio de Padua a los marineros como Jacques Cartier, del trovador Renan al compositor Francis Poulenc, desconocidos o famosos, todos han subido la gran escalera. Y todos han testimoniado por los numerosos favores obtenidos de Nuestra Señora de Rocamadour en el «Libro de los Milagros» (siglo XII), en sus crónicas personales o sus confidencias dejando maquetas de barcos, cadenas de prisioneros, palos de paralíticos o cuadros a guisa de ex votos.

Hoy, todavía, el impresionante acantilado invita a maravillarse como a interrogarse sobre el sentido de la vida mientras que la ciudad suspendida entra tierra y cielo ofrece al peregrino una imagen sorprendente de la Iglesia y la estatua quien ha atravesado los siglos recordándonos la oración incesante de María, nuestra madre.

 

LA VIRGEN DE ROCAMODOUR DE ESTELLA EN ESPAÑA

Estella (en euskera Lizarra, y ambos cooficiales) es una ciudad, municipio de la zona media de la Comunidad Foral de Navarra (España), de la llamada comarca de «Tierra Estella» o Lizarrerria, situada a mitad de camino entre las ciudades capitales de Pamplona y de Logroño, en La Rioja, en una zona de unión entre la Montaña y la Ribera de Navarra.

La advocación de Nuestra Señora de Rocamadour, en Quercy (Francia), fue transmitida por peregrinos jacobeos (una de las rutas del Camino de Santiago pasaba por el santuario galo) y pobladores franceses que se establecieron en algunas poblaciones del Camino (la Virgen del Puy de Estella tiene el mismo origen).

La Virgen de Rocamador de Estella es un bello ejemplar de finales del siglo XII, de 88 cm. de altura, y su figura está sentada en una especie de trono sumamente original. Viste una complicada indumentaria compuesta de túnica, sobretúnica que dibuja un curioso plegado sobre la pierna derecha, toca anudada detrás de la nuca, y manto abierto, mientras que el Niño lleva túnica con orla al cuello y manto a modo de toga romana. La corona originaria ha sido sustituida por la que ahora lleva (el Niño nunca llevó corona), y la granada que porta en su mano derecha es, como todo el antebrazo, una incorporación moderna.

El rostro de María irradia serena expresión y presenta un óvalo casi perfecto en el que se integran los ojos almendrados, la nariz rectilínea y una boca menuda. El cuerpo presenta piernas paralelas en ángulo recto, y mientras el brazo derecho forma ángulo de 90º, el otro, más abierto, se apoya en la rodilla y sujeta al Niño por la parte inferior. Éste, sentado sobre la pierna izquierda de María, bendice con la diestra levantada mientras que con la otra mano sujeta un libro. La imagen, junto con Santa María la Real de Pamplona, y Santa María la Real de Irache, de la que toma modelo, se aleja de los modelos generalizados en la iconografía mariana del periodo románico en Navarra y en el País Vasco.

La basílica está situada en la afueras de la ciudad, en dirección a Irache, junto al portal de San Nicolás, o de Castilla, por el que salían los peregrinos camino de Compostela. Francisco de Eguía y Beaumont, primer historiador de la ciudad, afirma que «es una basílica de grandísima devoción». Dice que tiene por ermitaño un sacerdote, casa, «muy buena huerta deliciosa», y atribuye su antigüedad al tiempo de los gentiles.

En su origen era una iglesia de una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón corrido y apuntado, con arcos fajones, construida en la segunda mitad del siglo XII, de la que sólo se conserva el ábside. Entre 1689 y 1691 Santiago Raon construyó el cuerpo con planta de cruz latina de tres tramos y crucero cubiertos por bóveda de medio cañón con lunetos y su correspondiente arco fajón para la nave y brazos del crucero, y cúpula sobre pechinas. En 1901 los Capuchinos le añadieron las dos capillas de los pies para colocar «a lo menos cuatro confesionarios (…) para confesar la multitud de fieles que diariamente y especialmente los días festivos se acercan a recibir el sacramento de la penitencia»

La Virgen de la hornacina del templo de Estella tiene al Niño en la mano contraria a la habitual. Cuenta la leyenda, que durante la celebración de la fiesta de San Felipe y Santiago, un joven resultó muerto a consecuencia de una reyerta. El malhechor y sus amigos hicieron recaer la sospecha sobre un mozo de Arróniz que se hallaba en la fiesta, el cual fue condenado a muerte. En el momento de ser ajusticiado delante del santuario (allí se ahorcaba a los reos, como puede leerse en los reportajes Vera Cruz II y La Procesión), proclamó su inocencia, y poniendo a la Virgen por testigo dijo a los presentes: «Sí, soy inocente, y en prueba de ello ved cómo la Virgen pasa al Niño del brazo izquierdo al derecho». Todos los ojos se dirigieron a la imagen, y al ver el prodigio liberaron al reo.

VIDEO

Rocamadour: Black Madonna in the Lot, France

ROCAMADOUR ET GOUFFRE

FRANCE: ROCAMADOUR

ROCAMADOUR


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