El ayuno es una práctica fecunda revelada por Dios ya al pueblo judío.
Que Jesucristo reivindicó e incluso recomendó para la lucha espiritual.
Y que tiene un lugar preponderante en los llamados actuales de la santísima Virgen, especialmente en Medjugorje.
La Iglesia Católica lo ha desarrollado pastoralmente tratando de hacer comprender a los fieles su significado.
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Ampliando el concepto de que el ayuno no es privarse sólo de comida.
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Y poniendo énfasis en su aspecto penitencial y de sacrificio.
En el Antiguo Testamento el Día de la Expiación era el gran día de ayuno de los judíos.
Y más tarde se solicitaron otros ayunos debido a tragedias que sucedían a la nación.
Por lo tanto el ayuno era un intento de terminar con circunstancias malas que afectaban al pueblo.
Pero cuando comenzó la nueva alianza el ayuno adquirió otra dimensión.
En el Nuevo Testamento vemos que ayunamos para comenzar ministrar y no sólo para terminar con una tragedia.
Así vemos que Jesús ayunó durante 40 días para prepararse para su ministerio público (Mateo 4).
Y la Iglesia de Antioquia ayunó para comenzar un viaje misionero (Hechos 13).
En definitiva el punto común entre ambos es que el ayuno permite expresar el deseo y la disposición a cambiar el rumbo de los acontecimientos.
QUÉ DIJO JESÚS SOBRE EL AYUNO
Una y otra vez, los Evangelistas hablan del Ayuno y cuentan que Jesús recomendó ayunar, a fin de progresar en la vida espiritual.
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Lo que Jesús dijo acerca del ayuno puede ser resumido de la siguiente manera:
–El ayuno es tan necesario como la oración (cf. Mt 6-16).
–La decisión de ayunar (y de orar) debiera ser tomada con pureza de intención, libre de cualquier autosuficiencia u orgullo.
Recuerda el caso del fariseo que utilizaba la oración para hacer alarde de su piedad y expresar su desprecio por el publicano, un hombre en verdad humilde (cf Lc. 18, 9-I4).
Jesús afirmó que Sus discípulos ayunarían al igual que los discípulos de Juan, pero sólo hasta que Él hubiera partido de este mundo:
“¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse triste mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán…” (Mt 9, 15-16).
Cuando Jesús explicó a Sus discípulos, por qué ellos no fueron capaces de liberar a un hombre de una posesión diabólica, Él atribuyó un poder especial al ayuno.
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Afirmó que ciertos demonios no pueden ser arrojados sino con la oración y el Evangelista Marcos añade: “… y el ayuno” (cf. Mc 9,29).
De acuerdo a Lucas, Jesús no comió durante los cuarenta días que permaneció en el desierto.
En otras palabras, Jesús ayunó antes de proclamar la Buena Nueva (cf. Lc 4,1-4).
Si bien Jesús no ordenó explícitamente a Sus discípulos que practicaran el ayuno, parecía obvio que El esperaba que así lo hicieran.
EL AYUNO SIGUE SIENDO VÁLIDO Y LA IGLESIA LO RECONOCE
Desde el punto de vista teológico, el ayuno no sería ya necesario después de la Resurrección de Cristo, porque los invitados a la boda no tienen razón de ayunar en tanto el novio permanezca con ellos (cf. Mt 9,15).
Sin embargo, en vista de que Jesús aun ha de retornar en Su gloria, el ayuno sigue siendo necesario como signo de nuestra espera.
Esta perspectiva le da un nuevo sentido y significado al ayuno y puesto que nos hace fijar nuestra atención en el Señor que ha de venir, adquiere entonces una dimensión escatológica.
La Iglesia reconoce el ayuno, lo ha practicado a lo largo de su historia y ha dado al ayuno su significado real.
En ciertas comunidades religiosas el ayuno ha sido preservado como una práctica común hasta nuestros días.
Leyendo la vida de los Santos, nosotros podemos comprobar que ellos atribuían una gran importancia al ayuno.
San Francisco de Asís urgía a sus frailes a guardar tres ayunos de cuarenta días cada uno durante el año:
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– en Cuaresma,
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– antes de la fiesta de San Miguel Arcángel y
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– desde el día de Todos los Santos hasta Navidad.
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Independientemente de ayunar también cada viernes.
Hoy en día, los requerimientos de la Iglesia son menos estrictos.
Existen, de hecho, únicamente dos días en los cuales el ayuno es obligatorio, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
¿QUE DECLARAMOS CUANDO AYUNAMOS?
Mediante el ayuno aumentamos nuestros sentidos espirituales renunciando a la tiranía de los deseos únicamente materiales del cuerpo.
Y esto nos hace más consciente de nuestras acciones.
Aquí hay algunas virtudes espirituales del ayuno.
El ayuno tiene componentes espirituales y físicos que combaten nuestros pensamientos impuros.
El ayuno es un método para adquirir pureza de corazón.
El ayuno nos ayuda a combatir las trancas que impiden nuestro crecimiento espiritual.
El ayuno es un signo de arrepentimiento y de disposición a no pecar más.
Nos da la gracia necesaria para la oración.
San Juan Crisóstomo dice que “la oración y el ayuno son dos alas que llevan a una persona a las alturas de Dios”.
El ayuno es un signo de espera confiada cuando suplicamos algo a Dios y lo esperamos con fe.
El ayuno es una señal externa que damos de nuestra seriedad ante lo que le pedimos a Dios.
El ayuno es un signo de humildad.
El ayuno es un signo de perseverancia y disciplina.
Lo que hemos estado hablando se refiere al ayuno de alimentos porque es el habitual.
Pero hay gente que no puede ayunar por razones físicas.
Entonces puede practicar otras formas de mortificación en su reemplazo.
Porque el Señor no es un burócrata que pide que cumplamos las cosas al pie de la letra sino que ve nuestra intención.
En realidad Él conoce nuestro corazón cuando ayunamos por las razones correctas.
De modo que cualquiera sea el ayuno que hagamos siempre debe tener una razón buena, fidedigna y creíble.
Y las virtudes del ayuno que mencionamos también son válidas para cualquier clase de él.
Para que el ayuno surta efecto tiene que estar unido a la oración.
San Pedro Crisólogo dirá en su sermón 43,
“El ayuno es el alma de la oración, la misericordia es la sangre vital del ayuno.
Así que si rezas, ayuna; si ayunas, muestra misericordia.
Si deseas que tu petición sea escuchada, escucha la petición de otros”
UN RENACIMIENTO DE ESTA PRÁCTICA
El llamado a ayunar en Medjugorje, que María dirige a nuestra época, no es sino una repetición de lo que ya había dicho Jesús y de los que la Iglesia primitiva ya había puesto en práctica y con tan grande celo.
Cuando estudiamos el Antiguo Testamento y examinamos al detalle las diversas situaciones, en las cuales los pueblos oran exhortados a ayunar en esa época, encontramos que la oración y el ayuno podían atraer un cambio, un alivio, aún en las situaciones mis críticas.
La petición de Nuestra Señora de que nosotros ayunemos, va de acuerdo con la tradición de la iglesia.
Podríamos concluir también que la visión que Ella tiene de nuestra época – la cual está casi exclusivamente interesada en el dinero, las ganancias, la acumulación de bienes materiales, el egoísmo etc. – es correcta.
Nuestra Señora quiere reeducarnos. ¿Pero por dónde debiera comenzar?
En primer lugar, María nos invita a orar y a ayunar.
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Por medio de la oración, nos adherimos a Dios y por medio del ayuno, desprendemos nuestro corazón de las cosas que nos atan a las preocupaciones de este mundo.
El ayuno nos lleva a una nueva libertad de corazón y de mente.
El ayuno es un llamado a la conversión dirigido a nuestro cuerpo.
En otras palabras, es el proceso por el cual nos hacemos libres e independientes de las cosas materiales.
Y al liberarnos de las cosas externas a nosotros, nos liberamos también de las pasiones que encadenan nuestra vida interior.
Esta nueva libertad en nuestro cuerpo dará lugar a nuevos valores.
El ayuno nos libera do ciertas ataduras y nos da la libertad para gozar la felicidad.
EL AYUNO PEDIDO POR LA REINA DE LA PAZ EN MEDJUGORJE
El ayuno es un pedido permanente en las apariciones marianas.
Nuestra Señora nos ha dicho a través de las apariciones más importantes de nuestro tiempo, las de Medjugorje, lo que se puede lograr con el ayuno.
Esta es una recopilación parcial de menciones sobre el ayuno en Medjugorje dichas en el siglo XX.
- El ayuno por los enfermos puede curarlos con fe y oración. 26/11/81
- El ayuno detiene las guerras. 21/7/82
- El ayuno puede suspender las leyes de la naturaleza. 21/7/82
- El pan y el agua es el mejor ayuno. 21/7/82
- Nuestra Señora hará que el máximo bien venga de nuestro ayuno. Ella quiere que le demos nuestro ayuno, que ella dispone de ellos «de acuerdo con la voluntad de Dios». 24/9/82
- El ayuno reduce los castigos de Dios. 16/11/82
- El ayuno, junto con la oración, especialmente la oración comunitaria, lo protegerá de la agresión de Satanás al destruir matrimonios, creando división entre los sacerdotes, y aplastará a Satanás en sus planes de obsesiones y asesinatos en la sociedad. 26/12/82
- El ayuno te santifica con Espíritu Santo. 11/4/83
- Satanás está furioso contra aquellos que ayunan y se convierten. 16/6/83
- Con el ayuno, junto con la oración obtendrán todo lo que pidas (la excepción es algo ilícito). 29/10/83
- El ayuno hará que la oración sea más vigorosa. 25/1/84
- El ayuno traerá el Reino de Dios entre nosotros. 3/14/84
- El ayuno hace feliz a Nuestra Señora. 5/5/84
- El ayuno presente en la Iglesia no es adecuado. Nuestra Señora desea que esto cambie. Ella dijo que el ayuno ha sido olvidado en el último cuarto de este siglo en la Iglesia Católica. 5/5/84.
- El ayuno para ser poderoso debe hacerse con el corazón. 20/9/84
- Debemos ayunar por gratitud. 20/9/84
- La humildad es un fruto del ayuno cuando se combina con la oración. 10/10/84
- Al dar nuestro ayuno a Nuestra Señora, satanás no puede seducirnos y eso lo aleja. 9/4/85
- A través del ayuno se logrará todo el plan de Nuestra Señora, que Dios mismo planeó para la salvación del mundo durante este tiempo especial. 26/9/85
- El ayuno purifica nuestros corazones de los pecados del pasado. 12/4/86
- Es mejor que no le digas a nadie que estás ayunando. 28/01/87
- El ayuno es un arma de gran poder para derrotar a Satanás que no se compara con la potencia atómica. El poder atómico no tiene fuerza para conquistar a satanás. 26/6/92
- El ayuno es un elemento que evita que satanás nos conquiste. La fe y la oración son los otros dos. 25/6/92
- Ayuno para prepararse para la venida de Jesús. 25/11/96
A PAN Y AGUA…
En Medjugorje, la Virgen María ha pedido un retorno al ayuno. En respuesta a la pregunta, “¿Cuál es la mejor manera de ayunar?”, la Santísima Virgen respondió: “A pan y agua, por supuesto.”
Reconocemos que no es la única manera de ayunar, pero es la “mejor” de acuerdo a Nuestra Señora.
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Sin embargo, hay que ensayar hasta lograr hacer este tipo de ayuno.
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Si uno nunca ha ayunado del todo, pudiera resultar bastante desalentador comenzar a hacerlo únicamente a pan y agua, a menos que se reciba un llamado del Señor.
Hay otras formas de ayuno que lograrán en nosotros los mismos objetivos y al mismo tiempo, nos ayudarán a ir avanzando, hasta alcanzar el mejor ayuno.
Lo importante es que comencemos a ayunar de alguna manera ya.
Ciertamente, en Medjugorje se le da un énfasis especial al ayuno a pan y agua y esto tiene un profundo significado.
El pan es el alimento de los pobres.
Tener o no tener pan, es una de las cuestiones esenciales de nuestra existencia.
La Biblia frecuentemente habla del pan.
Dios proveyó de pan para Su pueblo, cuando cruzó el desierto (cf. Ex 16).
En Sus enseñanzas, Jesús habla del pan bajado del cielo.
Un Ángel trajo pan y una jarra de agua al profeta Elías, cuándo estaba exhausto por la fatiga (cf. I R 19) y, después de haber comido y bebido, Elías recobró sus fuerzas y continuó su viaje.
Estar dispuesto a vivir a pan y agua durante un día, muestra la disposición a hacerlo pobre delante de Dios, la disposición a aceptar Su voluntad.
Significa seguir los planes de los profetas y las huellas de aquellos que han sido puestos a prueba, a fin do que dieran testimonio de su fe.
Lo que se requiere para transformar la disposición de nuestro corazón y nuestra mente es un regreso radical y absoluto a Dios.
El ayuno facilita este retorno.
El ayuno no es un fin en sí mismo, sino que sirve a la conversión: primero, a nivel de la fe y después, a nivel social.
EL AYUNO Y LA ORACIÓN
Pero un regreso radical a Dios es imposible sin la oración como vimos antes.
La oración aumenta su calidad y se vuelve libre cuando se combina con el ayuno. Si nosotros estamos convencidos que la Virgen María nos pide a cada uno que seamos Sus “portavoces” en este mundo ateo, entonces deberíamos estar dispuestos a ayunar y esto ayuno nos asegurará una fortaleza dinámica.
Cuando comenzamos a pensar en nosotros mismos como los amos de la vida y del universo y comenzamos a comportarnos en consecuencia, somos si no tuviéramos necesidad de Dios, mostramos los signos premonitorios del ateísmo.
El ayuno es el medio más eficaz para detectar esas predisposiciones en nuestro corazón.
El ayuno nos ayuda a aferrarnos a la voluntad de Dios, a comprenderla mejor y por tanto, a comprendernos mejor a nosotros mismos.
En las Escrituras, Jesús nos dice que oremos sin parar, sin cesar.
Pero día a día, encontramos excusas y decimos que no tenemos tiempo para orar o que nuestro ritmo de vida es tal, que nos impide orar.
La raíz del problema no radica en que si tenemos tiempo o no para la oración.
Más bien, el problema es si conocemos el anhelo o la necesidad de Dios, de encontrarnos con Dios a través de la oración.
Mientras más tenemos y más queremos tener, menos espacio tendremos para la oración.
De esta manera, tenderemos cada vez más a volvernos ateos prácticos.
El ayuno tiene la consecuencia especial de poner las cosas bajo la perspectiva correcta.
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Como resultado del ayuno, más y más vamos conociendo la verdad sobre nosotros mismos.
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Experimentamos la verdad de todas las cosas de una manera nueva.
Lenta y seguramente nos vamos percatando de que no somos autosuficientes y nos damos cuenta de que el mundo entero no podría satisfacer las necesidades más profundas de nuestro corazón.
Un nuevo camino se abre a la convicción de que nosotros, humanos, necesitamos a Dios.
Necesitamos ayunar para ser capaces de crecer en la creación del corazón.
Nos resultará más fácil cuando ayunemos y ayunaremos mejor cuando oramos.
En uno de sus libros, Anselm Grun declara: “El ayuno es el grito de nuestro cuerpo que anda en busca de Dios…”
La oración y el ayuno son los medios eminentemente más apropiados para guiarnos en la búsqueda de la paz.
Quienes son asiduos en la oración y el ayuno alcanzarán una confianza absoluta en Dios; obtendrán el don de la reconciliación y el perdón y de esa manera, servirán a la causa de la paz.
Porque la paz se origina en nuestros corazones y de ahí se extiende a nuestro prójimo y finalmente al mundo entero.
AYUNAR CON EL CORAZÓN
Ayunar con el corazón quiere decir amar y aceptar nuestro propio camino a Dios y a María.
Ayunar con el corazón quiere decir, amar la libertad más que la esclavitud a las cosas materiales.
Ayunar con el corazón quiere decir, crecer en el amor a Dios que está por venir y a quien nuestro corazón llama cada día, anhelante por El como “la cierva que busca las corrientes del agua”.
Ayunar con el corazón significa también, profundizar nuestro gozo en el Señor.
Por lo que a nosotros respecta, basta con que comencemos a ayunar con confianza y a caminar el camino de la santidad.
Después vendrá todo lo demás.
Fuentes:
- El Ayuno, Fra. Slavko Barbaric, ofm, Florida Center for Peace, 1991
- http://blog.adw.org/2016/02/prayer-and-fasting-or-just-prayer-a-consideration-of-a-biblical-disagreement/
- http://reginamag.com/fast-and-abstinence-everything-you-wanted-to-know/
- https://www.sign.org/articles/the-secret-weapon-we-need-to-utilize
- https://www.crisismagazine.com/2019/to-fast-well-understand-hunger
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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