El caso de las protestas contra el matrimonio homosexual en Francia.
Si en un ejército hay división, unos que tiran apara un lado y otros para el otro, lo mas probable es que no puedan ganar ninguna batalla, y esto es lo que sucede hoy dentro de la Iglesia Católica francesa, que hay quienes opinan que hay que declararse derrotados por la ley que implantó el matrimonio homosexual y dedicarse a sanar las heridas, mientras otros piensan que hay que seguir luchando contra la ley injusta.
Lo qué sucede en la Iglesia Católica en Francia después de las grandes manifestaciones contra la ley Taubira es de interés para otros países europeos, donde se corre el riesgo de ver pronto la misma película. Porque si dentro de la propia Iglesia francesa hay algunos jerarcas que proponen dejar la lucha al primer contratiempo, o sea que no se animan a un enfrentamiento más profundo, ¿esto no pasará igual en otros países?
UN DOCUMENTO QUE INVITA A DECLARAR LA DERROTA
El 4 de junio el Consejo «Familia y Sociedad» de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF), presidida por el obispo de Le Havre mons. Jean-Luc Brunin, que incluye a obispos y expertos, publicó un documento llamado «¡Continuamos el diálogo!», donde llama a la reconciliación entre los que – incluso dentro del mundo católico – han luchado en bandos opuestos en la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Lo que puede molestar más en el documento «Continuamos el diálogo» – y que probablemente llevó al Consejo Permanente de la CEF, sin negar abiertamente al Consejo «Familia y Sociedad» a intervenir – es, por así decirlo el aspecto político.
El documento es un acto de reconocimiento de la derrota, e invita a los católicos a
dar una «prueba de madurez democrática, aceptando sin violencia que su punto de vista no ha prevalecido.»
El tono del texto es el de una invitación triste de doblar la bandera, ir a casa y aceptar la derrota con deportividad limitándose a ser testigo silencioso que no dice nada y que se limita a predicar con el ejemplo, en una prueba de «madurez espiritual».
HABLAR DE OTRA COSA
Llama operar la reconciliación, la «cohesión nacional» y la unidad entre los católicos que lucharon en bandos opuestos,
para que «dentro de la comunidad católica, estas diferencias no pongan en peligro la unidad de la Iglesia».
La reconciliación, añade el informe, podrá ser realizada por los movimientos y parroquias centrádose sobre otros temas comunes. Entre ellos menciona los derechos de los gitanos y los de desocupados mayores de 50 años.
Los jóvenes que consideren estos asuntos sin importancia después de haber estado entusiasmados por las manifestaciones en contra de la ley Taubira, deben ser «acompañados» con la paciencia del estudio más completo de la doctrina social de la Iglesia.
LAS DIFERENCIAS SUSTANCIALES
Realmente se trata de aceptar la derrota, a «comportarse como ciudadanos» lo que el documento afirma.
Pero ¿democráticamente tomando la posición de la minoría o de derrotados?, ¿No que se puede legítimamente aspirar a convertirse en mayoría mañana?
¿Las leyes injustas deben ser aceptadas y contrastadas con sólo el testimonio silencioso, o – en palabras del Papa Francesco del 15 de junio a sus parlamentarios franceses – las leyes no pueden ser derogadas?
Y, si nos limitamos a ser testigos silenciosos o hablar de cualquier otra cosa, ¿no podemos hablar por ejemplo de la creación de un clima en el que las leyes injustas se pueden cambiar?
ESTA POSICIÓN CONTRASTA CON LA DEL CARDENAL BURKE
¿Por qué los católicos deben seguir defendiendo la vida y la familia en un mundo donde todas las batallas sobre los «principios no negociables» parece que se van a perder?
«Porque Cristo murió por todos los seres humanos, sin excepción.» Y debido a que el mismo Jesús dijo: «Lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos, me lo hicieron a mí.»
Son las declaraciones del prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el cardenal Raymond Leo Burke , publicado el 20 de junio en la revista francesa Famille Chrétienne.
Desde las páginas del semanario católico, Burke ha animado a millones de franceses que salieron a las calles para protestar contra la decisión del gobierno de Hollande a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo:
«He seguido las batallas contra la ley francesa . Puedo decirles esto: continúen manifestándose, sigan mostrando que la ley es injusta e inmoral. La Iglesia les apoyará en esta lucha por la justicia. Animo a los sacerdotes y obispos a continuar en este camino y para mostrar su oposición en las calles si es necesario. Es importante que ellos sean un ejemplo. Como me pasó a mí, sobre todo durante la Marcha por la Vida (ed. italiana)».
El purpurado citó en este contexto la encíclica Evangelium Vitae, del Papa Juan Pablo II que «se refiere a la desobediencia civil, en este tipo de casos que tenemos que practicarla».
No sólo eso. En la entrevista, el cardenal también se refirió a la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada en 2004 por el entonces cardenal Ratzinger, donde se dice a los sacerdotes no dar la comunión a los políticos católicos que apoyan el aborto, (una norma que está «en el código de derecho canónico en el artículo 915»).
Fuentes: La Nouva Bussola Quotidiana, Tempi, Signos de estos Tiempos