Con el paso del tiempo algunos católicos han visto con buenos ojos a la Reforma Protestante.

Algunos incluso embarcaron a la Iglesia en ciertos festejos por los 500 años de la reforma en 2017.

Con el argumento que la reacción de Lutero y compañeros fue más o menos legítima, debido a la corrupción y desviaciones de la Iglesia medieval.

estatua de la libertad

Pero se olvidan de hacer una contabilidad del alto precio que la Iglesia tuvo que pagar por esta asonada.
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Si lo hicieran, se espantarían de las pérdidas que sufrió la cristiandad.

Y de cómo fueron contaminados países enteros con la semilla del laicismo que introdujo la reforma y que hizo eclosión siglos después.

El rápido crecimiento del protestantismo occidental nubló el razonamiento de varios dentro de la Iglesia Católica y comenzaron a imitar algunas cosas.

Como por ejemplo denostar las devociones y la religiosidad popular.

Desconfiar y combatir el misticismo, los ambientes monacales y los hechos sobrenaturales, entre ellos las apariciones.

Limpiar los templos de imágenes y transformar el bello arte católico en productos de la cultura consumista utilitaria.

Y cambiar la belleza de las Iglesias y Catedrales por edificios funcionales, que no promueven el encuentro con lo divino, entre otras cosas.

   

LO QUE PERDIÓ LA IGLESIA CON LA REFORMA PROTESTANTE

No estamos intentando hacer un relatorio exhaustivo de las pérdidas, sino simplemente indicar 5 áreas en las cuales las pérdidas fueron especialmente importantes para la Iglesia.

  

La Iglesia perdió la unidad

En el año 1054 se produjo el cisma de Oriente, en el que la iglesia Oriental se separó de la iglesia Occidental.

Pero occidente se mantenía unido y era el faro de la cristiandad.

La reforma protestante destrozo la idea de un cristianismo unido.

Porque a partir de ahí comenzó una fragmentación infinita.

La cual fue producida por la idea de que cada uno podía interpretar la biblia por sí mismo.

Y entonces aparecieron cantidad de denominaciones diferenciadas por la manera de interpretar la Biblia y acicateadas por la ambición personal de los pastores de tener su propia Iglesia.

  

La Iglesia perdió los monasterios y los conventos

Los monasterios habían sido lugares de oración, generación y conservación del conocimiento y de apoyo a las comunidades cercanas.

Ellos conservaban una riqueza cultural en sus bibliotecas que fue destroza y quemada por la furia de los protestantes reformistas.

Y como consecuencia adicional miles de monjas y monjes quedaron sin hogar y algunos fueron ejecutados brutalmente

También se instaló la denostación de una forma de vida contemplativa, ordenada y silenciosa.

Que además permitía por ejemplo, que mujeres sin posibilidades pudieran formarse, tener una educación y participar en la reflexión teológica

  

La Iglesia perdió la belleza de los templos

La reforma mutiló los sentidos y la belleza blanqueando las paredes de los templos y quitándoles las imágenes.

Y cambiando la bella arquitectura de las iglesias por especies de “cajas de zapatos”, dónde la gente podría asistir a escuchar lo que decía el pastor, pero que no promovía el encuentro con lo divino.

Fue así que el arte religioso perdió su valor y así la cultura en general no tuvo el aporte del cristianismo como forma de expresión.

Y así el cristianismo se automutiló al dejar de llegar a todo el público.

  

Se perdió el concepto de devoción popular

Las peregrinaciones que inspiraban las reliquias era un acto de piedad y espiritualidad que se encarnaba en una devoción.

Y esto fue acabado por el protestantismo, que además denostaron las ayuda físicas para hacer la señal de la cruz o el uso del rosario para orar.

De la misma forma fueron criticados y combatidos el ayuno y la confesión, y cualquier devoción popular, sobre todo si tenía una imagen como referencia.

  

Se perdieron las experiencias místicas

La vida contemplativa generaba un misticismo que los profetas radicales del protestantismo rechazaron de plano.

Y esa tradición sigue hoy porque muchas denominaciones protestantes consideran que las apariciones marianas y las vivencias místicas son obras del demonio y lo dicen a voz en cuello.

Y algunas sociedades, como las de EE.UU., fueron formadas en una mezcla de religión y política que hoy vemos hacer eclosión en la política norteamericana.

En un reciente libro, el autor Joseph Bottum explica como los liberales norteamericanos de hoy – primos de los izquierdistas latinoamericanos y europeos –, son el fruto del post protestantismo.

Que volcó sobre la realidad social a las catequesis religiosas y endiosó las categorías sociales.

Mayflower

  

LOS PROTESTANTES LLEGARON EN EL MAYFLOWER A EE.UU.

Los liberales laicos de hoy son los descendientes directos de los puritanos y protestantes del siglo pasado, dice Joseph Bottum.

Profundamente interesados en llevar las categorías del pecado y de la salvación de que habla el cristianismo, a la política.

El liberalismo americano de hoy en día, a menudo se comenta que equivale a una religión secular.

Tiene sus propios textos sagrados y tabúes, cruzadas e inquisiciones.

La corrección política que subyace en él, por su parte, se remonta al protestantismo liberal del siglo pasado.

Joseph Bottum, en su libro An Anxious Age: The Post-Protestant Ethic and the Spirit of America, examina la religión secular post-protestante.

Sosteniendo que ganó fuerza y poder de permanencia mediante la refundición de la antigua línea principal del protestantismo en la forma de categorías catequísticas mundanas: anti racismo, anti discriminación de género, lucha contra la desigualdad, y así sucesivamente.

Lo que sostiene a los herederos del consenso protestante ya desaparecido, concluye, es un sentido de lo sagrado en esas categorías.

Que busca la seguridad de la salvación personal a través de asumir la postura correcta sobre temas sociales y políticos.

Precisamente debido a que la nueva religión secular penetra en los poros de la vida cotidiana, sostiene la certeza de la salvación y un aura espiritual auto-perpetuante.

El laicismo ha tenido éxito en términos religiosos. Esa es una forma poco común y muy poderosa de entender el problema.

Bottum es un católico devoto, ha argumentado antes que la Iglesia Católica había perdido la lucha contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y debía pasar a otras cosas.

Pero él no expresa una visión heterodoxa de la sexualidad, sino una evaluación adusta de la menguante influencia de la Iglesia sobre temas sociales.

Aunque obviamente se percibe un estado de ánimo sombrío.

  

LA ESPIRITUALIDAD VOLCADA A LA POLÍTICA Y LOS TEMAS SOCIALES

La cultura de consenso de los Estados Unidos, Bottum argumenta, es descendiente inequívoca de la antigua línea principal protestante.

En particular, del «Evangelio Social» promulgado por Walter Rauschenbusch antes de la Primera Guerra Mundial.

Y adoptado por la mayoría liberal de las principales denominaciones durante la década de 1920.

Martin Lutero

Martin Lutero

Bottum quiere que entendamos que la vida interior de los estadounidenses seculares permanece densa de experiencia espiritual.

Y que la experiencia post-protestante se parece al mundo sobrenatural de la Edad Media.

Pero con nuevas entidades espirituales en lugar de los viejos demonios y duendes,

«Las ideas políticas y sociales elevadas a la categoría de divinidades extrañas.
.
Nacidas de la antigua idea religiosa de percibir más en el mundo que sólo el toma y daca de los seres humanos comunes.
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Y adaptada a una época que se felicita 
piadosamente por su huida de muchas de las restricciones de la antigua religión».

Para los post-protestantes,

«Las fuerzas sociales de la intolerancia, el poder, la corrupción, la opinión de las masas, el militarismo y la opresión son los temas constantes de la historia«.

Estos horrores tienen una presencia palpable, casi metafísica en el mundo. 

Y los post-protestantes creen que la mejor manera de conocerse a sí mismos como morales es definirse a sí mismos en contra de esta clase de intolerancia y opresión.

Comprender el bien y el mal no en términos de la conducta personal, sino como un estado de la mente sobre la condición social.

El pecado, en otras palabras, se presenta como un hecho social.
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Y la personalidad redimida se convierte en seguro de su propia salvación al ser consciente de ese hecho.
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Al conocer y rechazar el mal que oscurece la sociedad a través de esas categorías de que hablamos.

El deseo de ser redimido del pecado (redefinido como un hecho social) identifica a los post-protestantes como hijos de los puritanos.

«Cuando reconocemos sus orígenes en la línea principal del protestantismo», Bottum observa, «podemos discernir algunas de las formas en que ven el mundo. 

Son, en su mayor parte, políticamente liberales, prefiriendo el gobierno en lugar de asociaciones privadas (como las familias intactas o las iglesias que dejaron atrás) que abordan las preocupaciones sociales.

Permanecen puritanos y muy críticos, al menos acerca de la salud, y como todos los puritanos están dispuestos a utilizar la ley para obligar a la conducta para que piensen bien»

Pero Bottum observa que las tasas de fertilidad entre los miembros de las iglesias principales secularizadas son tan bajas, que uno se siente tentado a considerar al post protestantismo como una maravilla de una sola generación.
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Mientras que los hijos de la línea principal se ocupan con el yoga, la jardinería orgánica y las identidades de género, la cultura popular se vuelve moribunda.

Ya vimos los frutos del protestantismo ahora en EE.UU., y también en Europa en el otro artículo que mencionamos.

¿Y qué opinan otros católicos de peso?

  

¿HAY ALGO QUE FESTEJAR DE LA REFORMA?

El ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller, ha escrito que los católicos “no tienen ningún motivo para celebrar” el comienzo de la Reforma en un nuevo libro-entrevista.

Nosotros, los católicos no tenemos ninguna razón para celebrar el 31 de octubre de 1517, la fecha que se considera el inicio de la Reforma, que daría lugar a la ruptura del cristianismo occidental”.

La fecha, conocida como “Día de la Reforma”, señala el día en que Martín Lutero envía al arzobispo de Maguncia y Magdeburgo un documento de protesta por la venta de indulgencias; un texto que llegó a ser conocido como las 95 tesis.

Lutero no se propone la separación de la Iglesia, pero las 95 tesis finalmente condujeron a su excomunión en 1521.

El cardenal Müller dice en el nuevo libro:

“Si estamos convencidos de que la revelación divina se conserva entera y sin cambios a través de la Escritura y la Tradición, en la Doctrina de la Fe, en los Sacramentos, en la Constitución Jerárquica de la Iglesia por Derecho Divino, fundada en el Sacramento del Orden, no podemos aceptar que existan suficientes razones para separarse de la Iglesia”.

El cardenal Müller también señaló que los defensores de la Reforma habían enmarcado al Papa como anticristo, con el fin de justificar la separación de la Iglesia Católica.

El cardenal Müller dijo que el gran obstáculo para el ecumenismo era el relativismo y “la adopción acrítica de las ideologías modernas”.

Citando el documento del Vaticano II Dei Verbum , agregó:

“Un protestantización de la Iglesia Católica sobre la base de una visión secular sin referencia a la trascendencia no sólo no nos puede reconciliar con los protestantes, sino tampoco nos puede permitir un encuentro con el misterio de Cristo.
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Porque en Él somos depositarios de una revelación sobrenatural a la que todos deben obediencia total con su entendimiento y voluntad”.

El año anterior, el cardenal dijo en los debates sobre el matrimonio y los sacramentos, que los pastores deben “estar muy atentos y no olvidar las lecciones de la historia de la iglesia”. 

Dijo que la confusión sobre la naturaleza sacramental del matrimonio, podría dar lugar a divisiones similares a las de la Reforma.

  

¿LOS CATÓLICOS NO ESTÁN METIENDO EL ENEMIGO EN CASA REVALUANDO A LUTERO?

Tradicionalmente los católicos han visto Lutero como un heresiarca. o sea el jefe de los herejes.

Y la ruptura luterana de Roma como una catástrofe religiosa y de la civilización.

Más recientemente, en línea con las iniciativas ecuménicas y pastorales actuales, este punto de vista se ha suavizado.

El ablandamiento ha sido muy notable durante el actual pontificado.

El Papa Francisco ha participado recientemente en una liturgia conjunta con la Iglesia de Suecia para conmemorar los quinientos años de la rebelión de Lutero.

También ha sugerido informalmente que un luterano casado con una católica podría decidir legítimamente recibir la comunión de un sacerdote católico.

Y que los conflictos entre católicos y luteranos sobre la doctrina de la justificación, el punto básico que se trata en división de Lutero con Roma, son ahora una cosa del pasado.

De manera más general, el lenguaje papal en materia de derecho y misericordia sugiere el alejamiento de la visión católica de que la gracia nos permite superar nuestros pecados hacia la visión de Lutero, que simplemente nos libera de sus consecuencias.

Lo que parece haber llevado a Lutero a romper con Roma fue su abrumador sentimiento de culpa por su incapacidad para mantener la ley moral.

Estaba en un lío, y no le parecía que el camino Católica de humildad, arrepentimiento, perdón, sacramento, la gracia y la santificación estuviera funcionando.

Por lo que decidió que el mundo mismo es un gran lío irreversible.

El hombre es totalmente depravado, el libre albedrío una ilusión, y la Iglesia no puede hacer nada y es fundamentalmente inútil.

Además Dios mismo es incomprensible e incluso contradictorio en sí mismo, ya que él es bueno, pero hace al hombre capaz de cualquier cosa menos mal.

Básicamente entonces la respuesta de Lutero fue depender totalmente de la misericordia de Cristo, que podría o podría no-optar por encubrir nuestros pecados.

Eso nos permite no preocuparnos si seguimos pecando siempre y cuando hayamos aceptado a Jesús.

Lo que estamos viendo es la continuación de la reevaluación de Lutero que comenzó hace décadas.

Y que se puso de relieve en 1983, cuando San Juan Pablo II celebró el 500º cumpleaños de Lutero con una carta.

Entre otras cosas, quiso destacar el “gran impacto en la historia” de Lutero y habló de su “profunda piedad” y “pasión ardiente”.

La preocupación por la actitud católica que está cambiando hacia Lutero es justificada, porque es el hombre que inició la rebelión protestante que lo separó de Roma.

Un acontecimiento fundamental en el surgimiento del mundo moderno, y de una variedad de movimientos liberales y radicales le han reclamado como inspiración.

Así que si nos preocupa la tendencia hacia una sociedad mundial organizada en principios, en su totalidad seculares, y cada vez más intolerantes, debemos saber que es la consecuencia del protestantismo.

El simple hecho de por qué la Iglesia Católica ha estado reevaluando a Lutero desde hace algún tiempo, es porque está mirando con un ojo hacia la unidad última con nuestros hermanos luteranos separados.

Sin embargo esto implica rebajar nuestro entendimiento de quien es Dios y que quiere de nosotros.

Fuentes:

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