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Novena a la Virgen de Guadalupe del Tepeyac

La milagrosa Virgen de Guadalupe es la Patrona de México y Emperatriz de toda América. Su fiesta se celebra el 12 de Diciembre y su Novena comienza el día 3 de diciembre.

La Virgen Santísima se apareció al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac en el año 1531, pidiéndole se le erigiera allí un templo. La Virgen dejó como prueba de su visita que en aquel lugar aparecieran milagrosamente preciosas rosas de Castilla y que su imagen quedara permanentemente en la tilma de su siervo con inexplicables prodigios.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh Jesús y Señor mío! Cuan grande es mi ceguedad pues después de revelarme que hay un infierno eterno, no he temido de tu justicia. Cual monstruosa es mi locura, pues sabiendo que con pecar te tengo a ti por enemigo, me he atrevido a cometer mil veces el pecado, a vivir años enteros sin darle cuidado alguno a tu infinito amor.
Merecía, Oh Señor mío, merecía justamente que ejecutases tu sentencia que con tanta paciencia haz diferido: lo merecía, es verdad, mas vos has querido vencer mi malicia con tu bondad; tu misericordia, ha superado mi iniquidad: ya me doy por vencido de tu amor pues me has buscado cuando huía de Ti. Como he de temer que ahora me arrojes de tus pies, ahora que te busco arrepentido.

¡Oh dulcísimo Jesús, con toda el alma detesto, abomino y aborrezco el pecado, sólo porque lo aborreces Tú a quien amo con todo mi corazón, a quien deseo agradecer y acompañar por toda la eternidad! Amén.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

¡Oh Santísima Señora Reina del Cielo y la Tierra!
Cuando yo levanto los ojos al trono de tu grandeza te contemplo, la mayor de todas las criaturas y sólo menor que Nuestro Creador ¿Cómo es posible que me atreva a llamarte Madre? Pero así es Señora, tú que eres Madre de Dios, me has dicho que también eres Madre Mía. Así se lo dijiste que desde tu templo del Tepeyac te mostrarías Madre amorosa y tierna de cuantos buscasen y solicitasen tu amparo.

Pero no sólo esto es lo más; lo más que es, que en esto no hiciste otra cosa que conformarte gustosa con la voluntad de tu divino Hijo, Jesús, quien olvidado de las penas atrocísimas que estaba padeciendo en la cruz y entre sus mortales agonías, te encargó que me mirases como hijo. No lo merezco Señora, no merezco ser hijo tuyo, pero tú has querido ser Madre Mía. No he sabido desempeñar el título de hijo; pero no por eso dejas Tú de desempeñar el título de Madre, nuestra que eres Madre, nuestra Madre, no atendiendo mis maldades, sino a las entrañas de piedad y misericordia de que te dotó el Altísimo, cuando te hizo abogada de los pecadores.

Deseo portarme como hijo tuyo pero no podré poner en práctica mis deseos si no me alcanzas de Dios un aborrecimiento firme al pecado mortal que es lo que me hace indigno de tu Amor, Amén.

Hacer aquí la petición que se desea. Rezar cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración correspondiente a cada día.

PRIMER DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes, publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes un poder y un justísimo derecho sobre todas las criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo, yo también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo sólo de esta manera, quiero ser tuyo por otro título más; esto es, por la elección de mi voluntad Veme aquí pues, postrado delante de tu trono te elijo por mi Reina y mi Señora, y por éste motivo quiero someterme al señorío y dominio amoroso que tienes sobre mí; quiero depender de Ti, y quiero que los designios que tiene de mi Providencia Divina pasen por tus manos.

Dispón de mí como mejor te agrade; los sucesos, logros, fracasos y demás pruebas de mi vida, quiero que todos corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad , que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra, Gloria de Nuestro Señor que tanto se complace en que todo el mundo te reconozca por su Reina. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SEGUNDO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de bendecirnos, las juntas ahora en el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a entender, que desde el trono de la gloria en donde asistes como Reina de los ángeles y hombres, haces también el oficio de abogada, rogando e intercediendo a favor nuestro. ¿Con qué afecto de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?
Pero no habiendo en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo, a Ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, y de una humildad profunda, y de una obediencia pronta al Señor.

Aumenta tus súplicas, multiplica tus riesgos y no ceses de pedir al Todo Poderoso me haga suyo, y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu amorosa meditación en la gloria. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

TERCER DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada por los rayos del Sol, sino que estas tan íntimamente unida al sol de la divinidad, que no hay en Ti cosa alguna que no sea luz, que no sea gracia, que no sea Santidad! ¡Que puedo creer si no que estás sumergida en el piélago de las divinas perfecciones y atributos y que Dios te tiene siempre en su corazón. Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.

Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ella me causa, me presento delante de tu trono y te suplico te dignes a enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón; ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo! Sino no lo empleo en amar a Dios sobre todas las cosas, amarte a Ti mi querida Madre y a tus hijos mis hermanos; haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo a las criaturas más que a mi Dios y cuando no demuestro con mis obras ese amor, amándote a Ti y a mis prójimos. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

CUARTO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas un escaño a tu trono. ¿Qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a Ti Madre Mía sino ofrecerte, no ya la cabeza, ni los brazos sino el corazón, y mi alma para que santificándola con tus delicadas plantas se haga trono digno de tu reinado?

Dígnate, Señora, admitir este obsequio no tiene mérito pues grande es mi miseria y mi pobreza, pero me atengo a tu amor y bondad. Te abro mi corazón y verás que no lo mueve otra cosa sino el deseo de ser tuyo y el temor de ofrecer tu Divino Hijo. Forma un tronco en mi corazón y ya no envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino en Jesús y María. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

QUINTO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué otro vestido le correspondía a quien en un cielo por hermosura, sino un toldo de estrellas? ¿Con qué podría adornarse una belleza tan celestial sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan resplandecientes como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios, que supo unir en Ti hermosura tan peregrina, con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica, con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de tu hermosura tan amable y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar de otro afecto que no fuera tu maternal amor.

No podré logara este deseo, si esos resplandecientes astros de que estás adornada, no infunden en mí una ardiente y fervorosa caridad, con que ame con todo mi corazón y con todas mis fuerzas a Dios, y después de Dios a Ti mi Madre, mi Reina, mi Señora, a quien todos queremos amar filialmente. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SEXTO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu realeza ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! ¡Hallaste con tu vida invicta planta las vanidades del mundo! Y quedando superior a todo lo creado, jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección. Desde el primer instante de tu concepción estuviste llena de gracias. Miserable de mí, Señora, que no sabiéndose mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud, y sólo soy constante en mis viciosas costumbres.

Duélete de mí, Madre amorosa y Tierna, ya que soy muy inconstante en el bien y la virtud, sea como la luna que está a tus pies; esto es, firme siempre en tu devoción y amor para no padecer los menguantes del pecado. Haz que yo esté siempre a tus plantas por el amor y devoción, y ya que no temeré los menguantes del pecado, sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones detestando de corazón todo lo que es ofensa a Dios. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

SÉPTIMO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Nada veo en éste hermosísimo retrato, que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma, Inocentísima. Este lienzo grosero y despreciable; ese pobre, pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que manifiesta tu fino y delicado rostro espejo de asombrosa Santidad.

No te desdeñaste de tomar la tilma pobre de Juan Diego, para que el Señor estámpese en ella tu rostro que es canto de los ángeles, hechizo de los hombres y admiración de todo el universo. Pues ¿Cómo no he de esperar yo de tu benignidad que la pobreza y la miseria de mi alma no sea obstáculo para que estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te lo pido, Señora, y para esto te ofrezco mi corazón como si fuera un ayate. Tómalo Señora en tus manos y no dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

OCTAVO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Que mister2iosa y que acertada anduvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición aludió sin duda a aquel finísimo oro de caridad y del amor de Dios con que fueron enriquecidas tus apariciones! ¿Y quién duda, Señora, que sea tu encendida caridad y amor? A Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo, pues aunque eres nuestra Emperatriz y Reina no te has olvidado de nosotros. Dale tu inmaculado corazón lleno de amor a quien es tan miserable, dale la mano a quien caído te invoca para levantarse.

Permíteme, Señora, recordar lo que tú misma dijiste a Juan Diego ¿Qué, no estas en mi regazo y corres por mi cuenta? Por eso acudo a tu compasión y misericordia maternal. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

NOVENO DÍA

Rezar Acto de Contrición y Oración a Nuestra Señora.

¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué cosa no podrá tu poder de interseción, cuando tu divino Hijo multiplica por tu medio prodigios admirables! Ni la tosquedad ni lo burdo del ayate fueron obstáculos para estampar en él milagrosamente tu bendita imagen.

Ni la voracidad del tiempo, en más de cuatro siglos, ha podido dejar en ella su huella, ni ha podido desalentar tan poco la fe de tus hijos y por eso, una vez más queremos suplicarte que abras tu corazón maternal y acordándote del amplio poder de interseción que te dio el Señor para favorecer a los mortales, te dignes pedirle que estampes en nuestros corazones su divina imagen que nuestras culpas han borrado. Que tu piedad y misericordia supera la maldad de nuestras perversas costumbres, dígnate mirarnos, y con esto alentaremos nuestra miseria, nuestra única esperanza, después de Jesús, eres Tú Bendita Madre. Amén.

Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

 

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Virgen de Guadalupe llora lágrimas de sangre en México

Están estudiando el líquido.

 

La imagen de una Virgen de Guadalupe exuda sangre a través de sus ojos, universidades privadas, así como diversos laboratorios estudian el líquido.

 

virgen de guadalupe que llora sangre en Coahuila

 

La imagen de una Virgen de Guadalupe vestida de blanco emana sangre a través de sus ojos de cristal.

A decir de sus propietarios, José Velázquez y Mariela sometieron a análisis las muestras de sangre en una universidad privada.

La virgen presenta tonalidades rojizas en el rostro, pecho y manto, la pareja relató que la imagen estuvo guardada durante dos años por los entonces propietarios, conforme pasaron los días empezó a emanar un líquido transparente que con el tiempo se convirtió en rojizo.

La sangre que cubre el rostro y pecho tiene aroma a rosas.

La familia que la poseía era católica, pero cambiaron de religión.

En el Estado de México en Osumba, hizo su primer milagro al curar a un menor de una enfermedad terminal que no pudo ser diagnosticada por los médicos.

El sacerdote de Osumba no dio una explicación al fenómeno, pero se asegura se trata de un milagro.

Ahora la imagen de la Virgen María se encuentra en Saltillo, Coahuila, para que la comunidad la conozca, posteriormente visitara diversas entidades del país.

Fuentes: Excelsior, Signos de estos Tiempos

 

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00 Todas las Advocaciones 12 Diciembre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

El Nican Mopohua

Es el Relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Escrito originalmente en la lengua náhuatl «lingua franca» en Mesoamérica, y todavía en uso en varias regiones de México.

Las dos palabras iniciales Nican Mopohua se han usado por antonomasia para identificar este relato, aunque muchos documentos indígenas comienzan igual. El título completo es: «Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe»…

Es la principal fuente de nuestro conocimiento del Mensaje de la Sma. Virgen a Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.

Se atribuye a Don Antonio Valeriano (1520?-1605?) sabio indígena aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahagún. Don Antonio recibió la historia de labios del vidente, muerto en 1548.

El Argumento es único. En un estilo correcto, digno y sólido se narra la Evangelización de una cultura por la intervención de Dios y de la Santísima Virgen.

Leyendo entre líneas y más, desde la óptica náhuatl, se percata uno de cómo esta Evangelización empapó hasta las más íntimas y delicadas fibras de la cultura pre-hispánica.

Los protagonistas son:

• La Sma. Virgen que pide un templo para manifestar a su Hijo.
• El Beato Juan Diego, vidente y confidente de la Sma. Virgen.
• El Obispo Fr. Juan de Zumárraga a cuya Autoridad se confía el asunto.
• El Tío del Beato Juan Diego, sanado milagrosamente.
• Los criados del Obispo que siguen al Beato Juan Diego. Lo espían.
• La ciudad entera que reconoce lo sobrenatural de la imagen y entrega su corazón a la Sma.Virgen.

Sábado 9, diciembre 1531

En el Tepeyac, madrugada.

«Diez años después de tomada la ciudad de México, se suspendió la guerra y hubo paz en los pueblos, así como empezó a brotar la fe, el conocimiento del verdadero Dios, por quien se vive. A la sazón, en el año de mil quinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un pobre indio, de nombre Juan Diego, según se dice, natural de Cuautitlán. Tocante a las cosas espirituales, aún todo pertenecía a Tlatilolco.

«Era sábado, muy de madrugada, y venía en pos del culto divino y de sus mandados. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyácac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerrillo: semejaba canto de varios pájaros preciosos; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepujaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan.

«Se paró Juan Diego a ver y dijo para sí: ¿por ventura soy digno de lo que oigo? ¿quizás sueño? ¿me levanto de dormir? ¿dónde estoy? ¿acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores? ¿acaso ya en el cielo?. Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto celestial; y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del cerrillo y le decían: Juanito, Juan Dieguito.

Luego se atrevió a ir adonde le llamaban; no se sobresaltó un punto; al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban. Cuando llegó a la cumbre, vio a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara. Llegado a su presencia, se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris.

Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar, parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro. Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy blanda y cortés, cual de quien atrae y estima mucho.

«Ella le dijo: Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?. El respondió: Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor.

Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad; le dijo:

Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la Siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo; le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.

Ten por seguro que lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato, hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo.Primera entrevista con el señor Obispo, de mañana.

«Al punto se inclinó delante de ella y le dijo: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo. Luego bajó, para ir a hacer su mandado; y salió a la calzada que viene en línea recta a México».

«Habiendo entrado en la ciudad, sin dilación se fue en derechura al palacio del obispo, que era el prelado que muy poco antes había venido y se llamaba don fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco. Apenas llegó, trató de verle; rogó a sus criados que fueran a anunciarle; y pasado un buen rato, vinieron a llamarle, que había mandado el señor obispo que entrara.

«Luego que entró, se inclinó y arrodilló delante de él; en seguida le dio el recado de la Señora del cielo; y también le dijo cuanto admiró, vio y oyó. Después de oir toda su plática y su recado, pareció no darle crédito; y le respondió: Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré más despacio; lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido. El salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó su mensaje».

Tarde.

«En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrillo, y acertó con la Señora del cielo, que le estaba aguardando, allí mismo donde la vio la vez primera. Al verla, se postró delante de ella y le dijo: Señora, la más pequeña de mis hijas, Niña mía, fui adonde me enviaste a cumplir tu mandato: aunque con dificultad entré adonde es el asiento del prelado, le vi y expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no lo tuvo por cierto; me dijo: Otra vez vendrás; te oiré más despacio; veré muy desde el principio el deseo y voluntad con que has venido.

«Comprendí perfectamente en la manera como me respondió, que piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje, para que le crean; porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda10, y tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro. Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mío.

«Le respondió la Santísima Virgen: Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía.

«Respondió Juan Diego: Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad; pero acaso no seré oído con agrado; o si fuere oído, quizás no se me creerá. Mañana en la tarde, cuando se ponga el sol, vendré a dar razón de tu mensaje con lo que responda el prelado. Ya de ti me despido, Hija mía la más pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entre tanto. Luego se fue él a descansar en su casa».

Domingo 10

En misa, de mañana.

«Al día siguiente, domingo, muy de madrugada, salió de su casa y se vino derecho a Tlatilolco, a instruirse de las cosas divinas y estar presente en la cuenta, para ver en seguida al prelado. Casi a las diez, se aprestó, después de que se oyó Misa y se hizo la cuenta y se dispersó el gentío».

Segunda entrevista con el señor Obispo.

«Al punto se fue Juan Diego al palacio del señor obispo. Apenas llegó, hizo todo empeño por verle: otra vez con mucha dificultad le vio; se arrodilló a sus pies; se entristeció y lloró al exponerle el mandato de la Señora del Cielo; que ojalá que creyera su mensaje, y la voluntad de la Inmaculada, de erigirle su templo donde manifestó que lo quería.

«El señor obispo, para cerciorarse, le preguntó muchas cosas, dónde la vio y cómo era; y él refirió todo perfectamente al señor obispo. Mas aunque explicó con precisión la figura de ella y cuanto había visto y admirado, que en todo se descubría ser ella la Siempre Virgen, Santísima Madre del Salvador Nuestro Señor Jesucristo; sin embargo, no le dio crédito y dijo que no solamente por su plática y solicitud se había de hacer lo que pedía; que, además, era muy necesaria alguna señal, para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Señora del Cielo. Así que lo oyó, dijo Juan Diego al obispo: Señor, mira cuál ha de ser la señal que pides; que luego iré a pedírsela a la Señora del cielo que me envió acá. Viendo el obispo que ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le despidió».

Los espías del señor Obispo.

«Mandó inmediatamente a unas gentes de su casa, en quienes podía confiar, que le vinieran siguiendo y vigilando mucho a dónde iba y a quién veía y hablaba. Así se hizo. Juan Diego se vino derecho y caminó por la calzada; los que venían tras él, donde pasa la barranca, cerca del puente del Tepeyácac, le perdieron; y aunque más buscaron por todas partes, en ninguna le vieron.

«Así es que regresaron, no solamente porque se fastidiaron, sino también porque les estorbó su intento y les dio enojo. Eso fueron a informar al señor obispo, inclinándole a que no le creyera: le dijeron que nomás le engañaba; que nomás forjaba lo que venía a decir, o que únicamente soñaba lo que decía y pedía; y en suma discurrieron que si otra vez volvía, le habían de coger y castigar con dureza, para que nunca más mintiera ni engañara».

En el Tepeyac, tarde «Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor obispo; la que oída por la Señora, le dijo: Bien está, hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al obispo la señal que te ha pedido; con eso te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará; y sábete hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has impendido; ea, vete ahora; que mañana aquí te aguardo».

Lunes 11

Enfermedad de Juan Bernardino.

«Al día siguiente, lunes, cuando tenía que llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su casa, a un tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado la enfermedad, y estaba muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de madrugara saliera y viniera a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy cierto de que era tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría».

Martes 12

Frente al manantial del Pocito, de madrugada.

«El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando venía llegando al camino que sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyácac, hacia el poniente, por donde tenía costumbre de pasar, dijo: Si me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la señal al prelado, según me previno: que primero nuestra aflicción nos deje y primero llame yo de prisa al sacerdote; el pobre de mi tío lo está ciertamente aguardando.

«Luego dio vuelta al cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dio la vulta, no podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes él la veía. Salió a su encuentro a un lado del cerro y le dijo: ¿Qué hay, hijo mío el más pequeño? ¿a dónde vas? Se apenó él un poco, o tuvo vergüenza, o se asustó.

Se inclinó delante de ella; y la saludó, diciendo: Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, ojalá estés contenta. ¿Cómo has amanecido? ¿estás bien de salud, Señora y Niña mía? Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre siervo tuyo, mi tío; le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy presuroso a tu casa de México a llamar uno de los sacerdotes amados de Nuestro Señor, que vaya a confesarle y disponerle; porque desde que nacimos, vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte.

Pero sí voy a hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje. Señora y Niña mía, perdóname; tenme por ahora paciencia; no te engaño, Hija mía la más pequeña; mañana vendré a toda prisa.

«Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿no estás bajo mi sombra? ¿no soy yo tu salud? ¿no estás por ventura en mi regazo? ¿qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro de que ya sanó. (Y entonces sanó su tío, según después se supo).

«Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del cielo, se consoló mucho; quedó contento. Le rogó que cuanto antes le despachara a ver al señor obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a fin de que le creyera. La Señora del Cielo le ordenó luego que subiera a la cumbre del cerrillo, donde antes la veía. Le dijo: Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia.

«Al punto subió Juan Diego al cerrillo; y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tantas variadas exquisitas rosas de Castilla, antes del tiempo en que se dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo: estaban muy fragantes y llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego empezó a cortarlas; las juntó todas y las echó en su regazo.

«La cumbre del cerrillo no era lugar en que se dieran ningunas flores, porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come y echa a perder el hielo.

«Bajó inmediatamente y trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue a cortar; la que, así como las vio, las cogió con su mano y otra vez se las echó en el regazo, diciéndole: Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ellas mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza.

Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo, que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que puedas inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.

«Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en camino por la calzada que viene derecho a México: ya contento y seguro de salir bien, trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera que algo se le soltara de las manos, y gozándose en la fragancia de las variadas hermosas flores».

Tercera entrevista con el señor Obispo.

«Al llegar al palacio del obispo, salieron a su encuentro el mayordomo y otros criados del prelado. Les rogó que le dijeran que deseaba verle; pero ninguno de ellos quiso, haciendo como que no le oían, sea porque era muy temprano, sea porque ya le conocían, que sólo los molestaba, porque les era importuno; y, además, ya les habían informado sus compañeros, que le perdieron de vista, cuando habían ido en sus seguimiento.

Largo rato estuvo esperando. Ya que vieron que hacía mucho que estaba allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada por si acaso era llamado; y que al parecer traía algo que portaba en su regazo, se acercaron a él, para ver lo que traía y satisfacerse. Viendo Juan Diego que no les podía ocultar lo que traía, y que por eso le habían de molestar, empujar o aporrear, descubrió un poco, que eran flores; y al ver que todas eran diferentes rosas de Castilla, y que no era entonces el tiempo en que se daban, se asombraron muchísimo de ello, lo mismo de que estuvieran frescas, y tan abiertas, tan fragantes y tan preciosas.

Quisieron coger y sacarle algunas; pero no tuvieron suerte las tres veces que se atrevieron a tomarlas: no tuvieron suerte, porque cuando iban a cogerlas, ya no veían verdaderas flores, sino que les parecían pintadas o labradas o cosidas en la manta.

«Fueron luego a decir al señor obispo lo que habían visto y que pretendía verle el indito que tantas veces había venido; el cual hacía mucho que por eso aguardaba, queriendo verle. Cayó, al oírlo, el señor obispo, en la cuenta de que aquello era la prueba, para que se certificara y cumpliera lo que solicitaba el indito. En seguida mandó que entrara a verle. Luego que entró, se humilló delante de él, así como antes lo hiciera, y contó de nuevo todo lo que había visto y admirado, y también su mensaje.

«Dijo: Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad. Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad.

Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla. Después que fui a cortarlas, las traje abajo; las cogió con su mano y de nuevo las echó en mi regazo, para que te las trajera y a ti en persona te las diera. Aunque yo sabía bien que la cumbre del cerrillo no es lugar en que se den flores, porque sólo hay muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites, no por eso dudé; cuando fui llegando a la cumbre del cerrillo, miré que estaba en el paraíso, donde había juntas todas las varias y exquisitas rosas de Castilla, brillantes de rocío, que luego fui a cortar.

Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. Helas aquí: recíbelas.

Casa del Obispo, de mañana. Aparición de la imagen.

«Desenvolvió luego su blanca manta, pues tenía en su regazo las flores; y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyácac, que se nombra Guadalupe. Luego que la vio el señor obispo, él y todos lo que allí estaban, se arrodillaron: mucho la admiraron; se levantaron a verla; se entristecieron y acongojaron, mostrando que la contemplaron con el corazón y el pensamiento. El señor obispo con lágrimas de tristeza oró y le pidió perdón de no haber puesto en obra su voluntad y su mandato.

«Cuando se puso
en pie, desató del cuello de Juan Diego, del que estaba atada, la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo. Luego la llevó y fue a ponerla en su oratorio. Un día más permaneció Juan Diego en la casa del obispo, que aún le detuvo. Al día siguiente, le dijo: ¡Ea!, a mostrar dónde es voluntad de la Señora del Cielo que le erijan su templo. Inmediatamente se convidó a todos para hacerlo».

Miércoles 13

En la casa de Juan Bernardino, en Tulpetlac.

«No bien Juan Diego señaló dónde había mandado la Señora del Cielo que se levantara su templo, pidió licencia para irse. Quería ahora ir a su casa a ver a su tío Juan Bernardino; el cual estaba muy grave, cuando le dejó y vino a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, y le dijo la Señora del Cielo que ya había sanado. Pero no le dejaron ir solo, sino que le acompañaron a su casa. Al llegar, vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le dolía.

«Se asombró mucho de que llegara acompañado y muy honrado su sobrino, a quien preguntó la causa de que así lo hicieran y que le honraran mucho. Le respondió su sobrino que, cuando partió a llamar al sacerdote que le confesara y dispusiera, se le apareció en el Tepeyácac la Señora del Cielo; la que, diciéndole que no se afligiera, que ya su tío estaba bueno, con que mucho se consoló, le despachó a México, a ver al señor obispo, para que le edificara una casa en el Tepeyácac. Manifestó su tío ser cierto que entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su sobrino; sabiendo por ella que le había enviado a México a ver al obispo».

El título de Guadalupe.

«También entonces le dijo la Señora que, cuando él fuera a ver al obispo, le revelara lo que vio y de qué manera milagrosa le había ella sanado y que bien la nombraría, así como bien había de nombrarse su bendita imagen, la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe.

«Trajeron luego a Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que viniera a informarle y atestiguar delante de él. A entrambos, a él y a su sobrino, los hospedó el obispo en su casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina en el Tepeyácac, donde la vio Juan Diego.

«El señor obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La sacó del oratorio de su palacio, donde estaba, para que toda la gente viera y admirara su bendita imagen. La ciudad entera se conmovió: venía a ver y admirar su devota imagen, y a hacerle oración. Mucho le maravillaba que se hubiese aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen».

Descripción de la imagen.

«La manta en que milagrosamente se apareció la imagen de la Señora del Cielo, era el abrigo de Juan Diego: ayate un poco tieso y bien tejido. Porque en este tiempo era de ayate la ropa y abrigo de todos los pobres indios; sólo los nobles, los principales y los valientes guerreros, se vestían y ataviaban con manta blanca de algodón. El ayate, ya se sabe, se hace de ichtli, que sale del maguey. Este precioso ayate en que se apareció la Siempre Virgen nuestra Reina es de dos piezas, pegadas y cosidas con hilo blando.

«Es tan alta la bendita imagen, que empezando en la planta del pie, hasta llegar a la coronilla, tiene seis jemes y uno de mujer.

«Su hermoso rostro es muy grave y noble, un poco moreno. Su precioso busto aparece humilde: están sus manos juntas sobre el pecho, hacia donde empieza la cintura. Es morado su cinto. Solamente su pie derecho descubre un poco la punta de su calzado color de ceniza. Su ropaje, en cuanto se ve por fuera, es de color rosado, que en las sombras parece bermejo; y está bordado con diferentes flores, todas en botón y de bordes dorados. Prendido de su cuello está un anillo dorado, con rayas negras al derredor de las orillas, y en medio una cruz.

«Además, de adentro asoma otro vestido blanco y blando, que ajusta bien en las muñecas y tiene deshilado el extremo. Su velo, por fuera, es azul celeste; sienta bien en su cabeza; para nada cubre su rostro; y cae hasta sus pies, ciñéndose un poco por en medio: tiene toda su franja dorada, que es algo ancha, y estrellas de oro por dondequiera, las cuales son cuarenta y seis. Su cabeza se inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo, está una corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y anchas abajo.

«A sus pies está la luna, cuyos cuernos ven hacia arriba. Se yergue exactamente en medio de ellos y de igual manera aparece en medio del sol, cuyos rayos la siguen y rodean por todas partes. Son cien los resplandores de oro, unos muy largos, otros pequeñitos y con figuras de llamas: doce circundan su rostro y cabeza; y son por todos cincuenta los que salen de cada lado. Al par de ellos, al final, una nube blanca rodea los bordes de su vestidura.

«Esta preciosa imagen, con todo lo demás, va corriendo sobre un ángel, que medianamente acaba en la cintura, en cuanto descubre; y nada de él aparece hacia sus pies, como que está metido en la nube. Acabándose los extremos del ropaje y del velo de la Señora del Cielo, que caen muy bien en sus pies, por ambos lados los coge con sus manos el ángel, cuya ropa es de color bermejo, a la que se adhiere un cuello dorado, y cuyas alas desplegadas son de plumas ricas, largas y verdes, y de otras diferentes. La van llevando las manos del ángel, que, al parecer, está muy contento de conducir así a la Reina del Cielo».

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Una imagen de la Virgen en una pared hace dos años sigue atrayendo fieles

Sus fieles hablan de milagros.

 

Una imagen aparecida en una modesta casa de México en el 2011 sigue allí, la gente va a verla, a pedir su intercesión, y dicen que ha intercedido. En estos años la imagen ha tenido alunas modificaciones naturales, pero sigue siendo visible, incluso ahora aparentemente con rayos detrás.

 

imagen de virgen de guadalupe en muro en mexico bis

 

La religiosidad popular es algo que ha distinguido al catolicismo latinoamericano, y por más que haya sacerdotes que consideren que son supersticiones y traten de frenarlo, es él quien ha mantenido la fe de los más pobres frente a la innumerable cantidad de herejías y apostasías que nos rodean.

Como si se tratara de un milagro, la silueta de la imagen de la Virgen de Guadalupe fue plasmándose en la pared de una vivienda de la calle Valle Hermoso número 313 de la colonia Valle Poniente en Ramos Arizpe, Coahuila, México.

Fue el 11 de junio del 2011 cuando la familia Willar Medina, descubrió la forma de la Morenita del Tepeyac, por lo que empezó a ponerle un altar.

Desde aquel entonces la imagen ha tenido una serie de variantes y aseguran que se mueve en determinadas ocasiones, lo que ha originado el asombro de los moradores de la vivienda.

Muchos han sido los milagros, ha curado a gente, ha unido familias separadas por situaciones diversas.

Los fieles han dejado sus «milagritos» colgados en el altar que fue creado para colocar veladoras y otro tipo de objetos.

Sacerdotes de varias iglesias han acudido al lugar, entre ellos el padre Gabriel, quien fue quien la bendijo.

A la silueta de la Virgen de Guadalupe, se le aprecian ahora los rayos que trae atrás de su espalda y que no habían sido visualizados.

La familia Willar Medina asegura que ha sido muy bendecida desde aquel momento y asegura que jamás han lucrado con la imagen, todo aquel que guste verla, visitarla o pedirle un milagro lo puede

“La Virgen ya tiene dos años y medio y se manifiesta de diferentes formas, ahora lo que nos llamó la atención es que está muy diferente de cuando la vimos por primera vez, estaba como a la mitad, pero hace poco se notó cómo empezaron a salirle rayos en la parte de atrás y a definirse mejor la figura”, asegura Verónica.

Aunque se dice una persona religiosa, Verónica nunca pensó en tener la imagen de la Virgen en su propia casa y mucho menos formándose en lo que parecieran ser marcas de humedad en la pared, pero que, a la fecha, han sido imposibles de borrar.

“Una vez vinieron de una televisora y mi esposo talló la pared con un cepillo de alambre y no se quitó la imagen, después le pidieron que le echara agua y nada, al contrario, se notó más; ya por eso fue que le mandamos a hablar a un padre para que la viera”.

Convencida de que esto se trata de un milagro, Verónica dice que su familia fue la primera en recibir un favor, pues de existir problemas entre su madre y su esposo, gracias a la oración todo se resolvió de manera favorable y el ambiente de tranquilidad regresó a su hogar.

Fuentes: Prensa Mexicana, Signos de estos Tiempos

 

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Una operación para que los fieles confundan la santa muerte con la Virgen de Guadalupe

La gente veneraba una aparición de la guadalupana.

 

El siguiente relato del mexicano Jorge Moreno, investigador de sucesos paranornales, indica los engaños que pueden producirse en las apariciones, que en algunos casos, como el que menciona, pueden ser armados para desviar la devoción hacia imágenes opuestas.

 

virgen de guadalupe

 

En una visita reciente que realizó a la ciudad de Oxkutzcab (centro turístico y frutícola al sur de Yucatán en México), un par de policías le hablaron sobre un caso de una presunta aparición guadalupana, la cual sembró mucha polémica en su momento (15 años) y también en los años subsecuentes.

Aclaramos que la imagen que preside este artículo no es la foto a la que alude el mismo.

MORENO CUENTA LA HISTORIA

En los diez años que llevo dedicado de tiempo completo a la investigación de fenómenos paranormales, he cubierto decenas de casos sobre las supuestas apariciones de la virgen ya sea en árboles, pisos, paredes, maderas, vidrios, frutas y en las más variadas superficies.

Sin embargo el caso de Oxkutzcab que me platicaron los policías (y que ya había investigado anteriormente) ha sido el primero y el único en donde la aparición guadalupana también lo es de la “Santa Muerte”… Pero vayamos por partes.

Cuando se da la aparición de un fantasma o de una teleplastía (apariciones espontáneas de caras o imágenes en diversas superficies sin la mano del hombre o la naturaleza), la gente se muestra incrédula y tiende a negarlo sistemáticamente, pero si es una aparición guadalupana, no sólo lo creen, sino hasta se hacen misas, peregrinaciones, ofrendas y muchos más homenajes dignos de la visita del papa.

En noviembre de 2003, cuando la revista Misterios cumplía apenas diez números de circulación, uno de sus asiduos lectores, quien trabajaba a unas cuantas cuadras de nuestras oficinas en Mérida, me informó que su mamá tenía la foto de una aparición guadalupana en un árbol de la ciudad de Oxkutzcab.

Un escaneo de fotografías reveló que la fisionomía de imagen que apareció en el árbol era más cercana a la Santa Muerte que a la Virgen de Guadalupe

Nos entregó la foto, y nos explicó que el fenómeno ocurrió entre 1997 y 1998 (no recordó con exactitud el año), pero que cientos de personas acudieron en peregrinación a este lugar, se hicieron ofrendas, rezos y se veneró por un buen tiempo.

Nos emocionó ver la fotografía, pues era el primer caso en Yucatán que nos tocaba ver en ese entonces. Tras su publicación, dimos por cerrado el asunto.

ERA LA SANTA MUERTE

Un año después, para noviembre del 2004 cuando escaneé de nuevo la foto para realizar unas ampliaciones, pude ver con sorpresa que su rostro no era precisamente el de una imagen guadalupana: los pómulos estaban demasiado grandes y negros. Su imagen se me hacía familiar…¡era la Santa Muerte!

Tras hacer ampliaciones mayores a su rostro pude confirmar la gran similitud que tiene con las imágenes que se adoran de la santa muerte. Investigué y pude darme cuenta que en algunos lugares de México ya se habían dado este tipo de confusiones, con el fin de que la Santa Muerte gane más adeptos.

Ajenos a esto, los pobladores de Oxkutzcab habían estado rezando y adorando no a la virgen de Guadalupe sino a la Santa Muerte.

SE CONFIRMA LA OPERACIÓN

Los policías me comentaron que en ese entonces ellos eran jóvenes y acudieron a ese domicilio a ver la aparición en el árbol, pero me dieron un dato que yo no tenía:

“Nos llamó la atención que los martes y los viernes personas vestidas todas de negro acudían a escondidas por las noches y dejaban unas veladoras rojas; con el tiempo nos enteramos que esos fulanos estaban rentando una casa en Oxkutzcab pues habían puesto un negocio y eran adoradores de la Santa Muerte, pues incluso en su changarro tenían varias imágenes”.

Su compañero agregó:

“desde ese entonces se empezó a correr el rumor de que la aparición en el árbol era de la Santa Muerte, pero de lejos daba la silueta de la virgen de Guadalupe, y como la gente de Yucatán es muy devota, se dio esta curiosa confusión, así que ahí iban a rezar tanto católicos como adoradores de la santísima”, finalizó.

Fuentes: Sipse, Signos de estos Tiempos

 

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A la Virgen de Guadalupe DEVOCIONES Y ORACIONES Tipos especiales de Rosario

Rosario Guadalupano

Está basado en los siete grandes acontecimientos de los primeros días de la gran revelación Guadalupana. Cada una de las consideraciones corresponde a cada uno de esos hechos y se reza como cada misterio del Rosario clásico; tiene algunas jaculatorias apropiadas. Podría ser utilizado cada día 12 de cada mes aunque no se leyera todo el texto del Nican Mopohua cuya numeración, apropiada para cada consideración, está señalada en el enunciado de cada acontecimiento.

PRIMERA CONSIDERACIÓN

La Santísima Virgen María se aparece a Juan Diego
En el Tepeyac por primera vez (NM 1-39).

Guía: El centro de la narración de este primer encuentro de María Santísima con Juan Diego está en la manifestación cariñosa que hace de Dios y de sí misma. Viene a presentársenos como Madre cariñosa que quiere atendernos. Para esto pide una casita sagrada, un templo, en donde podamos acercarnos a Ella para así poder atendernos en nuestras aflicciones, penas y necesidades, pues nos dice que es Nuestra Piadosa Madre. Pero su manifestación más clara es darnos a conocer y a amar al verdaderísimo Dios por quien se vive, al Creador de los rostros y corazones, al Dador de la vida. Ella, pues, es la primera que anunciará eficazmente a Dios en toda América, y será el modelo de toda evangelización.

En esta primera consideración, trataremos de descubrir el amor de Dios por nosotros que se nos quiere entregar, que nos quiere dar a María como Madre y a los demás como hermanos.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre mía de Guadalupe.
Canto.

SEGUNDA CONSIDERACIÓN

Primera entrevista de Juan Diego con
el obispo y segunda aparición (NM 40-67).

Guía: En esta consideración vamos a contemplar cómo Juan Diego va con el Señor obispo a llevarle el mensaje de la Virgen, él lo oye con atención pero no le cree; le dice que vuelva otro día. Regresa Juan Diego con la Virgen, muy desalentado y triste, y ya no quiere hacer el servicio. Le pide a Ella que mande a otro más cualificado que él. La Virgen le dice que es muy importante que sea él quien haga el servicio y lo vuelve a enviar. Juan Diego se siente confortado para cumplir el encargo de la Virgen y se va a cuidar a su tío Juan Bernardino.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Con María, Nuestra Madre, conocemos, amamos y seguimos a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser hermanos de todos.
Canto.

TERCERA CONSIDERACIÓN

Segundo encuentro de Juan Diego
con el obispo y tercera aparición (NM 68-93).

Guía: Juan Diego, confortado por la Virgen el sábado en la tarde va a atender a su tío, y en la mañana del Domingo 10 de Diciembre, acude a Misa a Tlatelolco y de allí se va con el obispo. Se comunica con él con dificultad y le ruega que quiera aceptar el mensaje de la Virgen. El obispo pide una señal para confirmar que María lo envía. Para vigilar con quién habla, el obispo manda a unos de sus empleados a seguir a Juan Diego, pero no logran seguirlo hasta el final. Juan Diego se encuentra con la Virgen hacia el atardecer y le dice el recado del obispo. Ella lo cita el lunes para darle la señal que pide aquél.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte,
eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte, Madre
mía de Guadalupe.
Canto.

CUARTA CONSIDERACIÓN

Cuarta aparición y entrega de las rosas
a Juan Diego (NM 94-142).

Guía: Después de que Juan Diego dejó a la Señora del cielo, el domingo 10 en la tarde se fue adonde vivía con su tío Juan Bernardino. Lo encontró tan grave que el lunes 11 se quedó con él para atenderlo y buscarle algún remedio; por eso no pudo ir a la cita con la Virgen. El martes 12 salió antes del amanecer hacia Tlatelolco para ir por un sacerdote que atendiera a su tío con los Sacramentos. Dio un rodeo para no pasar por el lugar donde la Virgen se le había aparecido, pues pensaba que tal vez lo estaría aguardando y él tenía prisa para ir a México. Sin embargo, la Madre de Dios le sale al paso, le pregunta qué le pasa y se le manifiesta como Madre cariñosísima. Le dice las palabras más bellas:
«Escucha, ponlo en tu corazón
hijo mío, el menor, que es nada
lo que te asusta y aflige; no se
turbe tu corazón; no temas esta
enfermedad ni otra alguna enfermedad y angustia.
¿ No estoy yo aquí, que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra? ¿No
soy yo tu salud? ¿No estás por
ventura en mi regazo? ¿Qué
más necesitas?» (NM 118-119).

Con estas palabras lo consuela, y le da las rosas como señal para el obispo y lo manda feliz con éste.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.
Jaculatoria:
Guía: Con María, Nuestra Madre,
conocemos, amamos y seguimos
a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser
hermanos de todos.
Canto.

QUINTA CONSIDERACIÓN

Juan Diego ante el obispo por
tercera vez; la señal de las rosas
y la impresión de santa María
de Guadalupe en el ayate de
Juan Diego (NM 144-191).

Guía: Después de haberse encontrado con la Virgen y de que Ella le dio las rosas como señal de que quería una casita sagrada –un templo- para atendernos allí, Juan Diego se va muy contento por la calzada del norte hacia México. Llega a ver al obispo, pero siguen las dificultades. Los empleados no quieren anunciar su presencia. Por curiosidad, se dan cuenta de que Juan Diego trae algo importante y se lo dicen al obispo quien lo recibe. Juan Diego le narra todo lo acontecido y le dice que le trae la señal para comprobar que es cierto que lo envía la Señora del Cielo. Al desenrollar el ayate caen las rosas y, en ese momento, se hace la estampación de María en el ayate. El obispo se convierte, llora y hay gran alegría entre todos, quienes admiran a la Virgen y oran ante Ella. El señor obispo la pone respetuosamente en su oratorio. Todo el día y la noche se queda Juan Diego en la casa del obispo.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte
eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre Mía de Guadalupe.
Canto.

SEXTA CONSIDERACIÓN

Encuentro de Juan Diego Y Juan
Bernardino. Testimonio de su curación
ante el obispo.
El nombre de Guadalupe (NM 192-211).

Guía: Al día siguiente de la estampación de la imagen en el ayate y de la entrega de las rosas, Juan Diego, el señor obispo y la comitiva van a ver el lugar en donde la Virgen quiso que le hicieran su casita. Una vez decidido el sitio, Juan Diego pide permiso para ir a ver a su tío. Va una comitiva con él. Juan Bernardino se asombra de que honren tanto a Juan Diego y le cuenta cómo la Virgen lo sanó y cómo Ella le dijo que lo había mandado con el obispo para que le diera la señal. Después le dice que la Virgen quiere que la nombren Santa María de Guadalupe. Le contó cómo Ella le dijo que fuera a dar testimonio al señor obispo de lo ocurrido. Así, van, tío y sobrino con el señor obispo quien recibió el testimonio y los hospedó unos días en tanto fue construida la primera casita de María en el Tepeyac.

Un Padre Nuestro y diez Aves Marías.
Jaculatoria:
Guía: Con María, nuestra Madre,
conocemos, amamos y seguimos
a Jesús.
Todos: Con Ella aprendemos a ser
hermanos de todos.
Canto.

SÉPTIMA CONSIDERACIÓN

El traslado de la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe
desde México-Tenochtitlán al
Tepeyac (NM 212-218).

Guía: Después de que pasaron los primeros días de las apariciones, el obispo Zumárraga, ante la cantidad de gente que quería ver a María, tuvo que trasladar la imagen de su oratorio particular a la iglesia mayor. Después de terminar la ermita y pasar la fiesta de Navidad, el 26 de diciembre de ese mismo año, Juan Diego, el obispo, Juan Bernardino y todo el pueblo de Dios-vencedores, vencidos, clero, diferentes razas y etnias- hacen un traslado apoteótico de la imagen. Van miles y miles por la calzada del norte que va desde la isla mayor, Tenochtitlán, hasta el Tepeyac. Imaginémonos ese traslado grandioso entre cantos, alegrías y la primera manifestación tumultuosa y de regocijo que se da en México después de la conquista.
Los indígenas salen ataviados con sus vestiduras de fiesta para vivir la alegría desbordante de encontrarse juntos con el verdaderísimo Dios por quien se vive, el Hijo de María que los ha venido a visitar por medio de su Madre. Todo tipo de instrumentos musicales, de adornos, de cantos, danzas y hasta arcos, flechas y lanzas relucen en este glorioso traslado. Dejémonos transportar por la imaginación y el amor a ese momento, y acompañemos a los indígenas, criollos, algunos negros y los primeros mestizos que tuvieron la dicha de vivir estos acontecimientos. Ese día, además, hubo un gran milagro público pues un indígena fue muerto accidentalmente por un compañero en una escaramuza festiva.
Cuando pasó María en andas muchísimos hicieron oración junto con Juan Diego y el obispo, y resucitó el muerto. Esto ayudó a que todo el Acontecimiento Guadalupano se difundiera más rápidamente por todas partes y que muchísimos se convirtieran y pidieran el bautismo.

Un Padre Nuestro y diez Ave Marías.
Jaculatoria:
Guía: Mi corazón en amarte
eternamente se ocupe,
Todos: Y mi lengua en alabarte,
Madre mía de Guadalupe.
Canto.

Un Padre Nuestro y tres Ave Marías y
la Salve..

NOTA: En el Nican Mopohua está el relato solamente del primer breve traslado de la Imagen; hay otros relatos complementarios indígenas del siglo XVI, Como el Nican Motecpana, que nos permiten ubicar mejor lo que pasó en esos días tan especiales.

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A la Virgen de Guadalupe DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre el Aborto y los No Nacidos

Oración por las Víctimas del Aborto

Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia, Nuestra Señora de Guadalupe, tu fuiste elegida por el Padre para el Hijo a través del Espíritu Santo.
Tu eres la Mujer vestida con el sol a punto de dar a luz a Cristo mientras Satanás, el Dragón Rojo, espera para devorar vorazmente a tu Hijo…

…CONTIENE VIDEOS…

Lo mismo hizo Herodes buscando destruir a tu Hijo, Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, masacrando muchos niños inocentes en su intento.
Lo mismo hace hoy el aborto, matando millones de niños inocentes y explotando a sus madres en su ataque contra la vida y contra la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Madre de los Inocentes, alabamos a Dios en tí por Sus regalos a tí de tu Inmaculada Concepción, libre de pecado, llena de gracia; tu maternidad de Dios y de la Iglesia, tu Perpetua Virginidad y tu Ascención al Cielo en cuerpo y espíritu.

O Auxilio de los Cristianos, te rogamos protejas todas las madres de los aún no nacidos y a los niños en su vientre. Suplicamos tu ayuda para que se termine este holocausto del aborto.

Santa Madre, rogamos a tu Inmaculado Corazón por todas las madres y todos los niños aún no nacidos para que ellos puedan tener vida aquí en la tierra y por la tan Preciosa Sangre derramada por tu Hijo que puedan tener vida eterna con El en los cielos.

También oramos a tu Inmaculado Corazón por todos los que realizan los abortos y los que los apoyan, para que se conviertan y acepten a tu Hijo, Jesucristo, como su Señor y Salvador. Defiende a todos tus hijos en la batalla contra Satanás y todos los malos espíritus en estos tiempos de oscuridad.

Deseamos que los inocentes niños aún no nacidos y que mueren sin el Bautismo pudieran ser bautizados y salvados. Te pedimos que obtengas esta gracia para ellos y el arrepentimiento, reconciliación y el perdón de Dios para sus padres y sus asesinos.

Que sea revelado una vez mas en el mundo el poder del Amor. Que él ponga fin al mal. Que transforme conciencias. Que tu Inmaculado Corazón revele para todos la luz de la esperanza. Que Cristo Rey reine sobre todos nosotros, nuestras familias, ciudades, estados, países y la humanidad completa.

O clemente, O llena de amor, O dulce Virgen María, escucha nuestras plegarias y acepta este clamor desde nuestros corazones!
Nuestra Señora de Guadalupe, Protectora de los aún no nacidos, Ruega por nosotros!

 VIDEO

aborto video

 

El Aborto Parte 1

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A la Virgen de Guadalupe DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Virgen de Guadalupe del Tepeyac

Publicamos una serie de oraciones a la Virgen de Guadalupe: la oración de Juan Pablo II, para los esposos y esposas y varias más.

ORACIÓN DE JUAN PABLO II A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

México, enero de 1979. Visitando su Basilica en su primer viaje al extranjero como Papa.

Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enseñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a El, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos,
Amén.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE PATRONA DE MÉXICO Y EMPERATRIZ DE LAS AMÉRICAS

«Madre Santísima de Guadalupe. Madre de Jesús,
condúcenos hacia tu Divino Hijo por el camino del Evangelio,
para que nuestra vida sea el cumplimiento generoso
de la voluntad de Dios
Condúcenos a Jesús,
que se nos manifiesta y se nos da en la Palabra revelada
y en el Pan de la Eucaristía
Danos una fe firme,
una esperanza sobrenatural
una caridad ardiente
y una fidelidad viva
a nuestra vocación de bautizados.
ayúdanos a ser agradecidos a Dios,
exigentes con nosotros mismos y llenos de amor
para con nuestros hermanos.
Amén

ORACIÓN PARA LAS ESPOSAS Y ESPOSOS

Señor, inspira estos hombres y mujeres
que llevan los títulos de «Esposo» y «Esposa».
Ayúdalos a mirarte a Tí,
a ellos mismos,
uno al otro,
para redescubrir la plenitud y el misterio
que una vez sintieron en su unión.
Ház que sean lo suficientemente honestos para preguntarse:
«Dónde hemos estado juntos
y hacia dónde estamos yendo?
Haz que sean lo suficientemente valientes para preguntarse:
«En qué hemos fallado?»
Haz que sean lo suficientemente fuertes para decir:
«Para mí, nosotros estamos primero.»
Ayúdalos, juntos
a reexaminar su compromiso
bajo la luz de Tu amor,
de buena voluntad, abiertamente, con compasión.
Un Ave María…

O, Virgen de Guadalupe. Colocamos bajo tu poderoso patronazgo la pureza e integridad de la Santa Fé en México y en todo el Continente Americano, porque estamos seguros que mientras seas reconocida como Reina y Madre, América y México y nuestro matrimonio serán salvados…
Amen

OTRAS ORACIONES

PRIMERA

Dios de poder y de misericordia, bendeciste las Américas en el Tepeyac con la presencia de la Virgen María de Guadalupe. Que su intercesión ayude a todos, hombres y mujeres, a aceptarse entre sí como hermanos y hermanas.
Por tu justicia, presente en nuestros corazones, reine la paz en el mundo. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

SEGUNDA

Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: «Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios», alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tu eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. Amén.

TERCERA

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra. Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia. Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: «Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado,» cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.

Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras. Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la mas tierna, la mas compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.

Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.

CUARTA

Virgen de Guadalupe, Madre de América. Tiende tu protección sobre todas las naciones del Continente y renueva su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Suscita propósitos de equidad y rectitud en sus gobernantes. Protege a los hermanos de Juan Diego para que no sufran discriminación. Cuida a los niños. Guarda la unidad de las familias… Que desde esta tu Imagen manifiestes siempre tu clemencia, tu compasión y tu amparo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

QUINTA

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre y Reina de nuestra patria. Aquí nos tienes humildemente postrados ante tu prodigiosa imagen. En Ti ponemos toda nuestra esperanza. Tueres nuestra vida y consuelo. Estando bajo tu sombra protectora, y en tu maternal regazo, nada podremos temer. Ayúdanos en nuestra peregrinación terrena e intercede por nosotros ante tu Divino Hijo en el momento de la muerte, para que alcancemos la eterna salvación del alma. Amén.

SEXTA

Oh Virgen Inmaculada! Escucha la oración que te dirigimos y preséntala a tu Hijo Jesús.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestro pueblo. Queremos ser totalmente tuyos y fieles siempre a Jesucristo en su Iglesia.
Virgen de Guadalupe, bendice a nuestras familias. Compadécete de nosotros y guíanos siempre a Jesús. Y así, libres de todo mal, podremos llevar a los demás la alegría y la paz que sólo pueden venir de tu Hijo Jesucristo. Amén.
Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria…en agradecimiento por el milagroso Retrato, milagro y continuo testimonio.

SEPTIMA

Oh Purísima Virgen de Guadalupe alcánzame de tu Divino Hijo el perdón de mis pecados, bendición para mi trabajo, remedio a mis enfermedades y necesidades y todo lo que tu creas conveniente pedir para mi y mi familia.
Oh Santa Madre de Dios! no desprecies las suplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes líbranos de todos los peligros.
Oh Virgen llena de gloria y bendición! Por Cristo Nuestro Señor, Amén.
Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria…en agradecimiento por el milagroso Retrato, milagro y continuo testimonio.

OCTAVA

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra! Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia.
Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: «Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado,» cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.

Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras.
Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la mas tierna, la mas compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.

Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.
Un Padre Nuestro, Ave María y Gloria…en agradecimiento por el milagroso Retrato, milagro y continuo testimonio.

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