Categories
Casamiento Catolicismo Comulgar Disensos Divorcio - Matrimonio - Familia Doctrina NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Sacramentos y sacramentales Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos extraordinarios de la Iglesia Sociedad

Otra propuesta para la comunión de los divorciados vueltos a casar, en la línea Ratzinger

Un examen más detallado de la consumación y la sacramentalidad.

 

Un tema candente en la interna de la Iglesia Católica es la comunión a los divorciados vueltos a casar, que parecería ocupará un lugar preferencial en las discusiones del Sínodo de la Familia convocado para octubre de este año. No hay duda de que se trata de un problema pastoral que se ha trasnformado en punto mediático para presionar que la iglesia cambie su doctrina tradicional.

 

divorcio-padres-hijos-matrimonio

 

Hay muchísimos artículos circulando en pro y en contra de permitir que los divorciados vueltos a casar comulguen físicamente, pues espiritualmente lo pueden hacer, y hoy resulta lo menos interesante debido a su polución. En cambio es interesante conocer propuestas novedosas sobre el tema, más allá de los pre-juicios (o sea jucios antes de ver la información y evaluarla) que algunos tienen, y que algunas veces se convierte en ‘terrorismo’ verbal y dedos acusadores.

Foros de la Virgen María y Signos de estos Tiempos no quieren tener una posición tomada sobre el tema porque les quitaría libertad para exponer los argumentos de todos los puntos de vista sobre el tema.

Por eso traemos aquí una información divulgada por el vaticanólogo Sandro Magister, quien se hace eco de una propuesta novedosa de un juez eclesiástico.

Andrea Ponzone, el autor dela nota, es el juez eclesiástico en la corte de la arquidiócesis metropolitana de Boston, Estados Unidos.

Y expresa que:

La cuestión relativa a la admisión a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar civilmente, es sin duda difícil porque desafía una de las propiedades esenciales del vínculo matrimonial: la indisolubilidad.

La complejidad es tal como para determinar consecuencias dogmáticas, sociológicas e institucionales dentro y fuera de la Iglesia.

Creo que el debate podría ser más productivo si nos concentramos en la posibilidad de una exégesis de los conceptos de «sacramentalidad» y «consumación» del matrimonio, en el respeto a la doctrina y la práctica tradicional.

De hecho, si se ratifica el matrimonio (es decir, el sacramento) y es consumado, presenta el carácter de indisolubilidad (can. 1141), pero a través de la interpretación de los elementos de la «sacramentalidad» y «consumación», según una nueva sensibilidad, se podría aumentar el espectro de posibilidades de declarar un matrimonio nulo y sin efecto, viniendo así al encuentro de los fieles que desean regularizar su situación matrimonial.

En particular, en lo que respecta al requisito de la sacramentalidad, el canon 1055 § 2 del Código de derecho canónico dice con firmeza que «entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento.»

Sin embargo, en 1998, en la introducción a un volumen sobre la pastoral de los divorciados y vueltos a casar, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, al tiempo que reafirmaba la doctrina tradicional, sugería profundizar la relación entre el contrato y el sacramento.

El cardenal Ratzinger se interrogó sobre la oportunidad de considerar siempre como un sacramento todo matrimonio contraído entre bautizados. En otras palabras, no se discute – escribió – que

«el matrimonio sacramental consumado no puede ser disuelto por cualquiera. Los esposos en la celebración nupcial se prometen fidelidad hasta la muerte».

«Pero una diferente calificación se podría atribuir a los matrimonios contraídos por cristianos bautizados que no pueden ser considerados creyentes según la acepción tradicional. Hacemos referencia a los bautizados que nunca han creído o no creen más en Dios»  (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Sobre la atención pastoral de los divorciadas y vueltas a casar. Documentos, comentarios y estudios», Libreria Editrice Vaticana, 1998).

En mérito a la consumación del matrimonio, en los años del post-concilio Jean Bernhard (1914-2006), profesor de derecho canónico en Estrasburgo, había propuesto ampliar el concepto de la consumación del matrimonio:

«No existe sólo una consumacióm en sentido físico que actúa en los cónyuges, sino también hay una consumación moral o existencial, que todavía se tiene que aclarar en el estricto orden de no vaciar de contenido el principio de la indisolubilidad del matrimonio». (J. Bernhard, “A propos de l’hypothèse concernant la notion de ‘Consommation existentelle’ du mariage”, in Revue de Droit Canonique 20, 1970, pp. 184-192; Id., “Reinterpretation (existentielle et dans le foi) de la legislation canonique concernant l’indissolubitité du mairiage chrétien”, in Revue de Droit Canonique 21, 1971, pp. 243-277).

En conclusión, sostengo que, más allá de los límites de las nociones semánticas de «sacramentalidad» y «consumación» del matrimonio, es posible realizar cambios significativos en la práctica de la indisolubilidad del matrimonio, pero sin afectar o comprimir los postulados de la doctrina tradicional del sacramento del matrimonio.

Además, el procedimiento a través del cual se pueden declarar «nulos» o «disolubles» los matrimonios canónicos, permanecería bajo el control de la Iglesia, a través de los tribunales eclesiásticos.

Fuentes: Sandro Magister, Signos de estos Tiempos

 

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
Catolicismo Divorcio - Matrimonio - Familia Medios de comunicación NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Pastoral Penas Signos extraordinarios de la Iglesia Sociedad

Los significativos comentarios de Francisco sobre los divorciados vueltos a casar

Benedicto XVI y Francisco en busca de una solución.

 

Los comentarios de Francisco sobre los divorciados podrían ser más importantes que cualquier otra cosa que dijo en el avión ante los periodistas de regreso de la JMJ de Río.

 

 

Francisco, al igual que Benedicto XVI, está preocupado por este problema y buscan una solución jurídica al asunto de las segundas uniones.

En la conferencia de prensa con los periodistas en el avión de vuelta desde Río Francisco dijo las siguientes palabras sobre el tema de los sacramentos a los divorciados y vueltos a casar, que bien pueden ser muy importantes, no han atraído muchos comentarios.

Las palabras de especial interés son los siguientes:

En cuanto el problema de la comunión a las personas en segunda unión -porque los divorciados sí pueden hacer la comunión-, creo que esto es necesario mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Esto es un problema. 

Pero abro un paréntesis: los ortodoxos tienen una praxis diferente, ellos siguen la teología de la economía, hacen una segunda posibilidad y cierro paréntesis. Creo que este problema hay que estudiarlo en el marco de la pastoral matrimonial. Y por eso uno de los temas a consultar con estos 8 del consejo de cardenales, que nos reuniremos el 1, 2, 3 de octubre, es cómo seguir adelante en la pastoral matrimonial.  

Y otra segunda cosa, estuvo conmigo hace pocos días el secretario del sínodo de obispos, para el tema del próximo sínodo, es un tema antropológico, pero hablando y hablando vimos que este tema antropológico hay que tratarlo en la pastoral matrimonial profunda. Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial profunda, es un problema y hay tantos problemas.  

Les digo una: mi antecesor, el cardenal Quarracino decía que la mitad de los matrimonios eran nulos porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta de que es por toda la vida, quizás se casan por motivos sociales… y esto entra en la pastoral matrimonial.  

Y también el problema judicial de la nulidad de matrimonios también eso debemos revisar porque los tribunales eclesiásticos no bastan para eso. Es complejo el problema de la pastoral matrimonial.

Esto es mucho más revolucionario que todo lo que el Santo Padre tenía que decir sobre el caso de Monseñor Ricca y los homosexuales, que tuvo mucha más prensa. Es interesante notar que algo ya está en marcha con respecto a los que están en segunda unión: el Papa ha pedido al Consejo de Cardenales para discutirlo en octubre, y el Sínodo de los Obispos se va a enfrentar el problema, así, parece.

En la actualidad, a los que están en segundas uniones se les dice que no pueden recibir la Santa Comunión. Pero mucha gente lo hace sin tenerlo en cuenta, al igual que muchas otras personas que viven en uniones irregulares.

Este segundo grupo – los que viven juntos sin estar casados ??entre sí canónicamente, o incluso en lo civil – representan un grupo significativo. Y una duda es si no han pasado numéricamente a los divorciados y vueltos a casar.

El verdadero problema al que nos enfrentamos es en este: ¿en realidad la gente no quiere casarse más, o siente la necesidad de casarse?

Este no es el caso en todas partes, pero en algunos países la cohabitación sin la bendición de la Iglesia o del Estado es la norma.

En la actualidad, la normativa actual sobre el matrimonio y las segundas uniones hacen hincapié en que el «primer» matrimonio es en realidad el único matrimonio y que casarse es un paso muy importante, de hecho irrevocable.

Sin embargo la realidad es que  ha causado sufrimiento a los de segunda unión, especialmente los que son la partes inocente, y es esta preocupación que le lleva a Francisco a plantear el tema.

LOS PASOS DE BENEDICTO XVI

Benedicto XVI en la audiencia a la Rota Romana a fines del 2012, pidió a los jueces eclesiásticos y “rotales” “más reflexiones” sobre la falta de fe de los esposos como posible causa de nulidad del matrimonio.

No pretendo sugerir –precisó– ningún automatismo fácil entre la carencia de fe y la invalidez de la unión matrimonial, sino más bien indicar que tal carencia puede, aunque no necesariamente, herir incluso los bienes del matrimonio.

No es la primera vez que el Pontífice afronta este argumento. En julio de 2005, mientras se encontraba de vacaciones en Les Combes, respondió a una pregunta relacionada mientras hablaba con unos sacerdotes del lugar.

Ninguno de nosotros –dijo– tiene una receta ya lista, sobre todo porque las situaciones siempre son diferentes. Me parece particularmente dolorosa la situación de todos los que se casaron en la Iglesia, pero que no eran verdaderamente creyentes y lo hicieron por tradición, y después, al encontrarse en un nuevo matrimonio no válido, se convierten, encuentran la fe y se sienten excluidos del sacramento. Este es verdaderamente un sufrimiento grande y cuando fui Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe invité a diferentes Conferencias Episcopales y a especialistas a que estudiaran este problema: un sacramento celebrado sin fe. Si fuera posible encontrar, realmente, un momento de invalidez porque al sacramento le faltaba una dimensión fundamental, no osaría decirlo. Yo, personalmente, lo creía, pero de las discusiones que hemos tenido al respecto entendí que el problema es muy difícil y que todavía debe ser analizado profundamente. Pero, dada la situación de sufrimiento de estas personas, hay que analizarlo.

En 1972, como teólogo, Joseph Ratzinger había indicado los límites de las demostraciones procesales que declaran la nulidad matrimonial. Como cardenal arzobispo de Mónaco, durante el Sínodo sobre la familia de 1980, Ratzinger escribió a los agentes pastorales de su diócesis:

El Sínodo indica como una categoría aparte a todos los que han llegado a la motivada convicción de consciencia, con respecto a su primer matrimonio, aunque no sea posible la prueba judicial a su favor. En un caso semejante se puede, evitando el escándalo, conceder la autorización para recibir la comunión.

En octubre del año siguiente, con una carta a “The Tablet”, Ratzinger rectificó las interpretaciones demasiado aperturistas de sus palabras, explicando que en 1972 había hablado como teólogo y que entonces, como Prefecto del ex Santo Oficio, creía que la solución de la consciencia del individuo era impracticable, dado que el matrimonio no es un acto privado y tiene repercusiones en la vida del cónyuge, de los hijos, de la sociedad civil y eclesial. Pero también en aquella ocasión concluyó diciendo que en algunos casos excepcionalmente raros se podía recurrir a la Penitenciaría apostólica después del fracaso de los procesos canónicos.

Ratzinger volvió a hablar sobre el argumento en el libro-entrevista del periodista Peter Seewald, “La sal de la tierra” (1997). Afirmó que:

En un futuro se podría incluso llegar a una constatación extrajudicial de la nulidad del matrimonio. Esta podría, tal vez, ser constatada por los que tienen la responsabilidad pastoral en el lugar.

Una apertura sobre la posibilidad de que la última palabra sobre la nulidad matrimonial recaiga en el obispo, con una mayor atención a cada una de las situaciones, y no solo en los tribunales eclesiásticos.

En fin, en 1999, en la instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la pastoral de los divorciados que se han vuelto a casar, que insistía en la exclusión de la comunión sacramental, Ratzinger observó:

Debería aclararse si verdaderamente cada matrimonio entre dos bautizados es ipso facto un matrimonio sacramental. La fe pertenece a la esencia del sacramento.

Este último argumento va en la línea de lo que expresó Francisco.

Fuentes: Catholic Herald, Radio Amanecer, Signos de estos Tiempos 

 

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis: