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¿Qué sucede Aquí y en el Más Allá con los Bebes Abortados y sus Madres?

El aborto es la mayor causa de muertes en el mundo, 45 millones de niños mueren anualmente.

Para los católicos no se trata de una batalla cultural más, como se está poniendo de moda decir ahora en la Iglesia Católica.

Está en el plan de Dios que los niños que se conciben tenga su pasaje por la tierra antes de su morada definitiva. 

Por eso, videntes y místicos han recibido mensajes del cielo mostrando su reprobación e indignación por los abortos.

Veremos en este artículo las consecuencias sobrenaturales que tiene el aborto para las mujeres que han abortado y para su familia.

Así como las consecuencias que tiene para los niños abortados, después de muertos.

Y plantearemos la solución de darle nombre y bautizar a los abortados como sugiere el Padre Ángel Peña, O.A.R.

   

QUE DICE LA CIENCIA

El conocimiento científico muestra claramente que los argumentos que se esgrimen para justificar el aborto son absolutamente falaces.

Los argumentos clásicos que utilizan los pro aborto es que nadie sabe cuándo comienza la vida.

O que la mujer lleva dentro luego de la concepción, una masa de tejido que no es un ser humano.

La ciencia se ha expedido sobre esto.

En el momento en que un espermatozoide humano penetra en un óvulo humano nace una nueva entidad que se llama cigoto.

Ese es el nombre que se le da a la primera célula formada en la concepción.

Y es un ser humano que está vivo.

Porque el cigoto está compuesto por ADN humano y otras moléculas humanas y no de otra especie, de modo que su naturaleza es innegablemente humana.

Por otro lado cada cigoto tiene una composición genética absolutamente única, diferente a cualquier humano que haya existido.

Lo que refuta la idea de que el cigoto es una parte del cuerpo de la mujer que lo porta y por lo tanto la mujer puede hacer lo que quiera con él.

El ADN del cigoto incluye un diseño completo que guía el desarrollo del ser humano.

Y de los atributos hereditarios que aparecerán luego, como el color de cabello, de ojos, rasgos de personalidad etc.

Y si no se interrumpe su desarrollo, inicia una secuencia compleja de eventos que dan forma a un ser humano adulto.

Y así se desarrollará su nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez y terminará en la muerte.

De modo que, desde el momento de la fusión del esperma y el óvulo humanos surge una nueva entidad que es claramente un ser humano vivo.

Que tiene un plan de desarrollo en su ADN que lo llevara por todas las etapas de la vida.

Así por ejemplo el sistema cardiovascular comenzará a funcionar a los 22 días después de la concepción.

A las 6 semanas se habrán formado los ojos, los párpados, la nariz, la boca, la lengua.

La actividad eléctrica cerebral se detectará a las 6 o 7 semanas.

Y a las 10 semanas el niño podrá hacer movimientos corporales.

Las nuevas técnicas de ultrasonido permiten ver en tiempo real al niño en el útero juntando las manos, chupándose el pulgar, bostezando, estirándose, cubriéndose los oídos ante un sonido fuerte, sonriendo.

De modo que el argumento de que nadie sabe cuándo comienza la vida no está relacionado con el conocimiento científico, la ciencia es clara.

Sino que está relacionado con creencias políticas, filosóficas o incluso religiosas y preferencias personales.

No están argumentando sobre cuando comienza la vida, sino cuando ellos creen que merece reconocimiento y protección legales.

Diversos videntes y místicos han recibido mensajes del cielo mostrando su reprobación e indignación por los abortos.

¿Cuál es la reacción del cielo ante los abortos?

   

LA CONDENA DEL ABORTO EN LOS MENSAJES DEL CIELO

Veamos algunos mensajes que han recibido videntes condenando el aborto:

    

Mensaje a Amparo Cuevas en España, 3 de enero de 1987

Las madres se han convertido en asesinas de sus propios hijos; ¿cómo no va a estar mi corazón triste hija mía?”

   

Mensaje a Pedro Regis, Brasil, 12 mayo 1987

“Hijos míos queridos, lloro por los pecados de cada uno de ustedes.

Lloro por los crímenes practicados por las madres que abortan a sus hijos.

Esto es un gran pecado.

¡Un hijo que no pidió de nacer y que después es asesinado por su propia madre, que cosa fea…!

¡El aborto es un crimen hijos míos, y esto me deja muy triste!”.

   

Mensaje a Julia Kim, Corea, junio de 1987

“Hija mía, mis lágrimas se deben a que la humanidad no ama a Dios como Él se lo merece, ni se aman las personas entre ellas.

También, por el terrible pecado del aborto, que mata una cantidad innumerable de bebés diariamente”.

    

Mensaje a Gladys Quiroga de Motta, Argentina, 13 de septiembre de 1988

“Hay actualmente, graves ofensas a Dios; los asesinatos, los abortos y toda clase de violencia, son formas de acometer contra el Señor”.

 

Mensaje a Mirjana Dragicevic, Medjugorje, junio de 1991

“La Santísima Virgen dijo que no hay pecado para Dios que no pueda ser perdonado.

Pero para el aborto hay que hacer penitencia toda la vida”.

   

Mensaje a Christina Gallagher, Irlanda, 28 de diciembre de 1992

“El aborto es el mayor pecado contra Dios”.

 

Mensaje a Agustín del Divino Corazón, Colombia, 9 de enero de 2010

“El pecado del aborto lacera mi Inmaculado Corazón y el Sagrado Corazón de Jesús.

Aborto que clama justicia por el cielo, porque son muchos los no nacidos que acojo en mi seno materno.

No nacidos que son mártires, aun estando, en el vientre de sus madres”. 

 

LA NECESIDAD DE BAUTIZARLOS PARA QUE VAYAN AL CIELO

La beata Ana Catalina Emmerick cuenta la historia real de una mujer que había matado al hombre que la había violado y también había matado al niño que había sido concebido.

“Al poco tiempo murió arrepentida también esta mujer.
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Pero deberá pasar en expiación todos los años que la Providencia divina tenía destinados de vida a su hijo.
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Hasta que el niño, con el transcurrir del tiempo, haya alcanzado el momento de gozar de la luz eterna” (tomo 3 del 31-12-1820).

   

Veamos lo que Nuestra Madre la Virgen le decía al Padre Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano, el 8 de setiembre de 1983:

Estoy recogiendo de todas partes del mundo a mis niños más pequeños para reunirlos en mi escuadrón y depositarlos en lo profundo de mi Corazón Inmaculado.

Hijos predilectos, escuchen su voz que invoca su ayuda, corran a su encuentro, tómenlos en sus brazos y llévenlos todos a su Madre celestial.

Pequeños son para Mí todos los niños ya concebidos, cuyas vidas son voluntariamente destrozadas desde las entrañas de sus madres.

El amor y el ansia de su Madre celestial y de la Iglesia por su salvación, así como su sangre inocente derramada por los que desprecian y desobedecen la ley de Dios, es ya un bautismo de deseo y de sangre, que los salva a todos”.

Vemos aquí dos puntos fundamentales.

En primer lugar, que todos estos niños abortados y que, por tanto, mueren sin bautismo, son salvados por Dios.
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Segundo, habla del bautismo de sangre y bautismo de deseo.

Este bautismo de deseo es en virtud del amor y del deseo de la Virgen y de la Iglesia por su salvación.

No dice que se salven de inmediato después de su muerte.

Más bien, parece ser que deben esperar un tiempo, aunque sea corto, pues esperan que escuchemos su voz, que pide ayuda.

Dicho de otro modo, estos niños se salvan, pero estarían un tiempo en algún lugar, como puede ser el limbo, hasta que sean amados y ofrecidos a Dios en virtud de la comunión de los santos.

También hay místicos actuales que hablan del limbo temporal.

   

Mamma Natuzza Evolo, mística italiana, a quien los obispos napolitanos buscan beatificar, habla del limbo temporal:

“Padres y madres de familia, pensad bien en la educación de vuestros hijos, educadlos en la religión.

No rechacéis a los hijos (por el aborto), pues es un pecado grave.

Bautizadlos, porque los niños muertos sin bautismo van al limbo, donde se sufre solamente por la falta de la visión beatífica”.

 

Julia Kim, otra gran mística, de Korea del Sur.

Con frecuencia el Señor le ha hecho experimentar los dolores y agonías que sufren los niños durante el aborto.

El 5 de noviembre de 1986 la Virgen le dijo:

“Hija mía, ¿quieres participar en mis sufrimientos por los niños abortados?

A causa de los abortos sentirás intensos dolores en tu vientre.

Estos pequeños vagan por el limbo después de haber sido abortados, privados de su dignidad y tratados como un pedazo de carne…

Reza por ellos y calma sus heridas, y ofrece reparación por los pecados cometidos contra ellos”.

   

La mística austríaca María Simma, ha hablado muchas veces de la existencia del limbo.

“Todos los niños (pequeñitos) que mueren sin estar bautizados van al limbo.

Allí son felices y no tienen conocimiento de la posibilidad de ver a Dios.

Pero pueden ir al cielo, si nosotros oramos por ellos y les damos el bautismo por los no nacidos, del cual supongo que Ud. ha oído hablar”.

En una entrevista que Nicky Eltz publicó en su libro “Hacednos salir de aquí”, dice:

“Las almas santas me dicen que los niños nacidos muertos o abortados no van al paraíso ni al purgatorio.

Van a un lugar intermedio que se puede llamar limbo o ‘cielo infantil’.

Las almas de estos niños no saben que exista algo mejor que eso, no saben que no están en el cielo.

La responsabilidad de llevarlos al cielo está en nosotros.
.
Lo podemos hacer, bautizándolos espiritualmente o mandando celebrar una misa por ellos”.

Y cuenta su experiencia personal:

“Conocí a una enfermera que trabajaba en un hospital.

Ella no dejaba de bautizar a los niños abortados o nacidos muertos.

Cuando estaba para morir, exclamó: Oh, he aquí todos mis niños en el cielo. ¡Cuántos niños!

Y aquellos niños, a quienes había bautizado después de muertos, la acompañaron al paraíso, donde ya vivían”.

Este ejemplo nos habla del agradecimiento de estos niños bautizados espiritualmente.

   

LAS CONSECUENCIAS DE NO BAUTIZARLOS

El Padre Ángel Peña cuenta que una señora le dijo:

“Padre, tengo a mi hijo de tres años que ve constantemente a un amiguito que juega con él. ¿Qué es? ¿Es un ángel?”.

Yo le pregunté: “¿Ha tenido alguna vez un aborto?

Sí, me dijo.

Pues entonces, es posible que sea ese niño que se aparece a su hermanito, porque está buscando el amor de su familia.

De hecho, se dan algunos casos de niños pequeños que ven, lo que suele llamarse como “duendes”.

Otros niños pequeños, que se les aparecen durante años y, en algunos casos, hasta envejecen con ellos, como para dar a entender que son sus mismos hermanos.

   

María Simma dice que:

“a veces, los hermanos sienten la presencia de otro niño junto a ellos, aunque nada saben de aquel hermanito, nacido muerto o abortado”.

   

La escritora Linda Bird Francke en su libro “The ambivalence of Abortion” habla de un “pequeño fantasma” que se le aparece después de haber abortado:

“Ahora tengo este pequeño fantasma.

Un fantasma pequeñito que aparece únicamente, cuando estoy viendo algo hermoso, como la luna llena en el océano la semana pasada.

Y el bebé me saluda con las manos y yo lo saludo a él”.

   

El Doctor Philip Ney cuenta que

“un paciente reportó un sueño que había tenido a los siete años en el que tres gnomos (duendes) se fueron a jugar con él en un banco de arena.

Mientras jugaba, los bancos de arena se derrumbaron y, por consiguiente, sus tres gnomos (duendes) quedaron enterrados.

Él no pudo decirme quiénes eran ellos, pero sabía que eran sus hermanos.

Su madre admitió tres abortos tempranos, pero insistió en que su hijo no podía haberse enterado”.

   

LAS COMPROBACIONES DEL PSIQUIATRA DR. MCALL

El Dr. Kenneth McAll, un eminente cirujano y siquiatra inglés, dice que

“Un niño que no ha sido aceptado con amor por su familia y consagrado a Dios, clamará por el amor y las oraciones de un miembro vivo de la familia, a menudo un gemelo, el próximo niño en la familia o la persona más sensible de la familia”.

“Como aquella niña que me confesó que había contemplado a su hermana crecer todo el tiempo, pero que nunca se había atrevido a hablar de ello”.

“He sido testigo de más de seiscientos casos de niños fallecidos que habían continuado creciendo al mismo ritmo que lo hubieran hecho de haber seguido con vida”.

Veamos algunos ejemplos:

    

Dos jóvenes de la India, de 17 y 24 años, oían voces por la noche, que decían: “Madre, ayúdame”.

Cada día, al despertar, iban a la cocina y encontraban la jarra de agua y otras cosas en medio del piso.

Su madre reconoció que había tenido dos gemelos, que habían nacido muertos y los había enterrado sin ninguna oración en el patio de su casa

Y por consejo del Dr. McAll, les pusieron un nombre y los encomendaron a Jesús y, a partir de ese día, no se oyeron más voces.

   

En un pequeño pueblo de Inglaterra, todos sabían que, en determinada casa, se aparecía con frecuencia por la noche el fantasma de un niño pequeño.

El Dr. McAll preguntó a los miembros de la familia y le dijeron que hacía 11 años había nacido muerto un niño.

Celebraron una misa por este niño y, durante la misa, el Dr. McAll vio en visión al niño, que estaba sonriendo y corría hacia Jesús que lo esperaba y lo estrechaba entre sus brazos.

A partir de ese día, no volvió a aparecerse más.

   

Una obstetra, que comenzaba su nuevo trabajo en un hospital, se dio con la sorpresa de que cada noche se despertaba y veía junto a ella la figura de un hombre que la miraba insistentemente.

Después de indagar, le dijeron que un médico se había suicidado en aquel lugar y que él había practicado muchos abortos.

Celebraron una misa por el médico suicida y también por los niños abortados.

Después de orar por estos niños abortados, la madre de la obstetra vio la habitación llena de niños sonriendo, que parecían muy felices, hasta que desaparecieron dentro de una luz que se alejó.

   

Pareciera que la oración, especialmente la misa, y la consagración de estos niños a Dios los hace ser felices y descansar en paz.

El Dr. McAll dice,

“Tengo registrados más de seiscientos casos de curaciones directas, producidas tras la celebración de una Eucaristía por fetos, víctimas de abortos, voluntarios o involuntarios, niños que nacieron muertos o fueron abandonados inmediatamente después de su nacimiento.

Los que nunca fueron debidamente amados o consagrados a Jesucristo en una ceremonia de entierro.

Cuando se ha celebrado una Eucaristía por esta clase de seres, los resultados son impresionantes.

Muchos han experimentado los beneficios del poder curativo que se generó.

Incluyendo pacientes que estaban participando en la Eucaristía.

Pero también otros que se encontraban a muchos kilómetros en hospitales e instituciones mentales y no sabían nada acerca de dichas ceremonias.

E incluso parientes, mentalmente perturbados, que vivían en países lejanos”.

Veamos algunos ejemplos:

Joan llegó hasta mí a través de un doctor en medicina general.

Antes de mi primer encuentro con aquella niña de solo nueve años de edad, estudié atentamente las notas de su equipo de médicos y los informes de su profesora.

A los cinco años, el carácter abierto y alegre de Joan cambió de repente.

Empezó a resultar difícil de tratar y daba muestras de un comportamiento irracional, diagnosticándosele una epilepsia.

Su madre se quedó muy asustada y desconcertada.

En una carta me decía:

“Cuando Joan cae en uno de esos estados su rostro se descompone, parece tan lejos de ser ella que me da escalofríos”.

La profesora me escribió:

Joan pierde fácilmente el control e incurre en estallidos emocionales. La presentación de las tareas escolares deja mucho que desear”.

Sus padres me dijeron que recientemente había empezado a correr delante de los coches, de modo que tenían que sujetarla con unas riendas para su propia seguridad.

Hablé con Joan, se sentó sobre mis rodillas y le pregunté cuántos hermanos tenía.

Su respuesta me sorprendió:

“Tengo tres hermanos y tres hermanas”.

Yo le dije que sólo tenía tres hermanos y dos hermanas.

Joan, entonces, se mostró extremadamente airada, saltó de mis rodillas y empezó a dar patadas y gritos:

“Tengo tres hermanas y no dos. ¿Ves esa mujer sentada ahí?”, gritó señalando a su madre.

Es una asesina. Tiró a mi hermanita por el water (baño).

Mi hermana es mi amiga. La conozco, se llama Melissa.

Sus padres comenzaron a discutir y yo abracé a Joan y le dije: Oremos juntos a Jesucristo y pidámosle que cuide a Melissa”.

Y pronunciamos la siguiente oración:

“Jesucristo, Nuestro Señor, por favor cuida a Melissa y condúcela a tu Reino”.

Su madre me contó que antes que Joan naciera y debido a la equivocación de un médico, había sufrido un aborto involuntario.

A Joan nunca se le había mencionado el incidente y nadie conocía el nombre que la madre le hubiera gustado poner a la niña: Melissa

Nada tiene de sorprendente que Joan supiera acerca de Melissa. De hecho, en mis ficheros, tengo alrededor de mil cuatrocientos casos parecidos.

Parecía evidente que aquella niña, que no había llegado a nacer y que, por tanto, no había sido consagrada a Jesucristo, era la causa de las dificultades de Joan y quizá de las migrañas que la madre sufría desde hacía años.

Celebramos una Eucaristía por Melissa y los resultados modificaron totalmente la vida de la familia.

Los estallidos emocionales de Joan, su comportamiento irracional y su incapacidad de concentrarse, desaparecieron de una vez por todas.

Las jaquecas de la madre pasaron a ser sólo un recuerdo”.

   

Veamos otros casos.

“Una mujer de 50 años estaba preocupada por el extraño comportamiento de su hijo.

Ella admitió que había tenido dos abortos durante su juventud.

Durante la misa por estos niños abortados, ella sintió una extraña sensación en su abdomen por tres veces.

Entonces, ella se acordó que había tenido también un niño que había nacido muerto y este tercero también fue incluido en la misa.

Desde ese momento, la conducta de su hijo fue normal”.

Un hombre profesional llevó a varios especialistas a su hija, porque era muy violenta.

La hija, de 26 años, había sido promiscua sexualmente con hombres, treinta años mayores que ella.

Buscando antecedentes, el Dr McAll encontró que su madre había tenido un aborto varios años antes de casarse con el padre de la joven.

El comportamiento de la madre antes de casarse, había sido parecido al de la hija.

Durante la misa por el aborto, el padre tuvo la visión interior de un niño y rezó por él.
.
Los problemas de la hija desaparecieron a partir de ese día.

   

Veamos otro caso:

“El vicario de una iglesia local comprobó por sí mismo como una de las mujeres de su parroquia había logrado superar una enfermedad mental, aparentemente incurable.

Después de haber orado por uno de sus hijos que había abortado y de haberlo consagrado al Señor durante una Eucaristía.

Animado por esta experiencia, acudió a visitar a otra mujer llamada Mildred, de algo más de sesenta años.

Ella le contó algo que no había dicho a nadie en toda su vida. Cuando todavía era adolescente, tuvo un aborto.

El vicario le sugirió que celebrasen una ceremonia en la iglesia para consagrar a su hijo abortado a Dios y Mildred accedió.

Cuando terminó la ceremonia, habían desaparecido todos sus dolores y experimentó una sensación de liberación y alegría.

Parece ser que el niño no nacido había intentado atraer su atención mediante los dolores de estómago.

Era como si el propio niño se hubiera convertido en el dolor de estómago”.

   

Uno caso más

“Los gemelos o mellizos muestran una sensibilidad especial hacia su hermano o hermana muertos.

Durante la celebración de la Eucaristía, una madre me mencionó que una de sus hijas gemelas había fallecido en el momento del parto y que el hospital se había ocupado de enterrar sus restos.

Cuando rezamos por primera vez para contrarrestar los efectos negativos de este incidente, brotaron lágrimas de alegría en la gemela, que había logrado sobrevivir.

Me confesó que había “contemplado” a su hermana crecer todo el tiempo, pero que nunca se había atrevido a hablar de ello”.

Sigamos con otros ejemplos

Un hombre de veintiocho años se encontraba en la cárcel y había llevado un comportamiento anormal y antisocial.

Era un hijo adoptivo de una familia que lo había adoptado al perder a su propio hijo. Dice McAll:

“Durante la Eucaristía, aquellos padres, preocupados y angustiados, le dieron nombre al hijo que había fallecido en el momento del parto y, a través de sus oraciones lo consagraron a Jesucristo.

Inmediatamente después, el hijo que habían adoptado salió de la prisión, convertido en un hombre totalmente reformado y actualmente desempeña un empleo de gran responsabilidad”.

   

Durante una celebración por un niño nacido prematuramente y que había sobrevivido sólo cuatro horas, su madre intentó darle gracias a Jesucristo por habérselo llevado con él.

Entonces, escuchó claramente:

“Al niño tienes que ponerle un nombre y demostrarle que goza del amor de su madre y luego consagrármelo a Mí”.

   

Una mujer había ejercido la prostitución y, a consecuencia de ello, había padecido varios abortos tanto voluntarios como involuntarios.

Con gran respeto y cuidado, les puso nombre a todos, aceptó el perdón de Dios y continuó consagrándoselos al Señor todos los domingos, cada vez que iba a la iglesia.

A partir de entonces, se vio libre de la depresión que padecía”.

   

Un matrimonio Lancaster vino a verme muy preocupado por tres de sus hijos.

La hija mayor era drogadicta, tenían otra anormalmente obesa y el hijo menor mostraba, desde los siete años, una incontenible afición a robar.

Elizabeth, la hija mayor, había nacido después de un aborto anterior; Evelyn, la hija obesa, tras un aborto involuntario, mientras que Charles, el hijo menor, lo adoptaron para reemplazar a uno que había muerto.

Dado que en ninguno de los tres casos se había celebrado una ceremonia de consagración al Señor, decidimos celebrar una Eucaristía por los tres casos, tras la cual toda la familia se sintió liberada.

Elizabeth no volvió a probar las drogas; Charles dejó de robar y el peso de Evelyn volvió a ser normal tan solo después de tres meses…”

   

El Dr. McAll, después de sus investigaciones siquiátricas en cientos de casos, afirma claramente que existe el limbo temporal, pues cree que solamente estos niños irán al cielo, directamente al morir, si han sido amados y han orado por ellos.

Ellos están esperando que les pongan un nombre, les hagan sentir amor y los consagren a Dios.

Mientras tanto, siguen esperando, como él dice, ese momento de amor y de consagración a Dios.

   

CÓMO BAUTIZAR A LOS NIÑOS ABORTADOS

El Padre Roberto DeGrandis tiene un libro titulado “Curación a través de la misa”.

Donde habla de la importancia de la misa y de que todas las misas tienen un especial poder de sanación para los enfermos y para todos los que están agobiados en su espíritu y concretamente para estos niños.

Él dice:

“Cuando consideramos el problema de los abortos, niños malogrados o que han nacido muertos, uno de los principios básicos es que estos niños deben ser recibidos con amor.

Una de las formas en que amamos y aceptamos a un niño es dándole un nombre.

Esto les da un sentido de pertenencia y de que ocupan un lugar verdadero en la familia.

Una mujer compartió el siguiente testimonio”.

“Yo tengo 41 años de edad y toda mi vida mi madre ha estado contando la historia de que su madre (mi abuela) murió de parto y que perdió una niña pequeñita.

Mi abuela era huérfana y también había perdido a otro niño antes de mi madre.

Un día mi madre y yo oramos unidas y les dio nombre a los dos niños perdidos por su madre.

Nosotras los ofrecimos al Padre en la luz de Cristo y oramos por estos dos niños y su madre.

A partir de ese día, mi madre nunca más volvió a hablar de ese asunto.

Sintió paz en su vida, después de darles nombre a estos niños y ofrecerlos a Dios”.

Para él es importante ponerles un nombre y orar por ellos ofreciéndolos a Dios para salvarlos.

    

También el P. Roberto DeGrandis cita el testimonio de una mujer:

Hace veinte años yo quedé embarazada en un momento inoportuno.

Yo estaba enferma, bajo cuidado médico, y escasa de dinero. Yo no podía tener un niño.

Yo luchaba contra esta idea por mi educación católica y deseaba tener una pérdida. Y tuve la pérdida.

Cuando yo vi a esa pequeña vida humana muerta delante de mí en el hospital, me sentí muy apenada.

Antes de llamar a la enfermera, tome un vaso de agua y lo derrame sobre la cabeza del niño bautizándolo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…

A través de los años, Dios me dio un amor especial por los niños pequeños rechazados y recogí en mi casa a muchos de esos niños pequeños, que habían sido rechazados por sus padres.

Yo los amaba como si fueran míos y ellos me amaban a mí”.

Y escribe en la nota el P. DeGrandis:

“Esta misma mujer compartió que, un tiempo después, ella tuvo una visión de su hijo perdido.

En la visión supo que era un niño y lo vió saludable y vivo con el Señor.

Lo que le impresionó profundamente fue que todos los niños rechazados que ella había recibido en su casa, eran todos niños varones.

Ellos eran un regalo y la forma de sanar su corazón por la pérdida de su hijo”.

El P. John Hampsch aconseja bautizar a estos niños espiritualmente, consagrarlos a Jesús por medio de María y celebrar una misa.

Dice:

En la consagración total del niño al Señor, los padres deberían pedirle que llene con su amor todas las necesidades del niño.

Como por ejemplo el bautismo de deseo o alguna otra forma desconocida de gracia, semejante al bautismo…

Esto podría ser ratificado por una Eucaristía en la que, en el momento de la comunión, nosotros nos unimos a Jesús de la manera más íntima posible, orando por el niño…

En la oración se debería incluir una petición al Señor para que ese niño sea un “santo privado” o un “intercesor” especial para la familia.

Como epílogo de esta oración a Jesús, es muy recomendable poner al niño en los brazos de María (consagrarlo a Ella), recordando las palabras que Jesús dijo: “Ahí tienes a tu Madre”.

A María se le ha encomendado ser la madre de todos y cada uno de los niños. Y Ella los ama mucho más intensamente que las madres de la tierra”.

 

El P. Marcelino Iragutambién recomienda una misa y consagrarlos a Jesús por María. Escribe:

“Una práctica recomendable es el ofrecer la santa misa y comulgar por ellos, sobre todo, cuando se hace en familia.

En esa Eucaristía, se pide a Dios que acoja en su seno a todos los difuntos de la familia

A veces, los resultados son sorprendentes.

En caso de aborto provocado o involuntario, que no fueron bautizados, se pide al Señor que inspire un nombre para cada uno de ellos.

Y se les acepta como miembros de la familia y se les presenta por su nombre al Señor, arropados en el amor de su Madre, la Virgen María”.

 

El Padre James Manjackal, de la India, menciona una carta que dice:

“Yo he oído a mucha gente que me ha dicho que ha visto a los niños muertos sin bautismo como ángeles y santos después de haber sido bautizados en espíritu.

Algunos dan testimonio de que, cuando necesitan algo, ellos lo piden por intercesión de estos niños ya salvados.

Normalmente, cuando la gente que ha abortado viene a mí con tristeza y sentimiento de culpabilidad, yo les digo que pidan perdón a sus niños antes de bautizarlos en fe y en espíritu.

Varias madres han tenido la experiencia de que sus niños han venido a darles su perdón y a consolarlas.

Yo conozco a mucha gente que tiene contacto con estos niños salvados.

Yo bautizo a los niños muertos sin bautismo, si alguno está presente como padrino.

Muchos sacerdotes no lo hacen debido a su falta de fe o a su ignorancia.

Yo paso dos horas diarias, orando por las almas de los que han muerto.

Muchas almas vienen a mí y se identifican y me dicen sus pecados y yo los bautizo, si no están bautizados, y rezo para que se perdonen sus pecados y pido al Espíritu Santo que los llene de su amor.

Yo tengo maravillosas experiencias de su entrada en el cielo y sus oraciones por mí son de gran poder para mi ministerio.

Los he visto con las caras resplandecientes después de bautizarlos y me han prometido ayuda espiritual.

   

Algunos líderes carismáticos y María Simma y el Dr. McAll hablan de la importancia del ponerles un nombre a estos niños para poder identificarlos.

   

El P. John Hampsch afirma que es muy importante ponerles un nombre a estos niños muertos sin bautismo y ofrecerlos a Jesús.

Y cuenta un caso que le ocurrió durante una misa en Canadá. Uno hombre dio el siguiente testimonio:

“Entre 1958 y 1963 mi mujer tuvo cinco abortos. Yo tenía un gran sentimiento de culpabilidad.

Ayer cuando Ud. dijo que debíamos poner un nombre a estos niños, nosotros nos sentamos y lo hicimos.

Mi esposa puso nombre a tres y yo a dos.

Durante la misa (en visión interior) vi a Jesús delante de mí y me dijo que no me preocupara, que no me sintiera mal, porque ya esos cinco niños estaban en sus brazos y a salvo en el cielo.

A partir de ese día, nuestro amor mutuo ha crecido inmensamente”.

   

ORACIONES

En el periódico alemán “Rettende Macht” del 24 de setiembre de 1973, se habla de las revelaciones de Jesús a una mujer casada y madre de varios hijos.

Entre otros mensajes Jesús le dice sobre los niños abortados:

Estos pequeñitos pueden conseguir la visión beatífica.

Transmite lo que voy a decirte a los sacerdotes, porque vosotros los podéis bautizar (espiritualmente).

Después de recitar el Credo, toma agua bendita y la esparces en todas las direcciones y di estas palabras:

A todos vosotros, que habéis nacido muertos o que naceréis muertos, a todos los que fueron asesinados en el vientre de sus madres o que serán asesinados, para que podáis alcanzar la vida eterna por medio de Jesús.

(aquí se dice el nombre).

Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y el Espíritu Santo.

Al final, reza un Padre nuestro, un Avemaría y un Gloria. De esta manera, puedes bautizarlos a estos pequeñitos y ayudarlos a conseguir el cielo”.

Oración por la salvación de los niños abortados

Señor Jesús, por medio de tu Madre bendita, te ofrezco todos mis pensamientos, palabras y obras de este día por todas las intenciones de tu Sagrado Corazón.

Especialmente, te ofrezco todos los actos de fe y de amor para obtener de tu Sagrado Corazón la gracia del bautismo para todos los niños inocentes, que serán asesinados hoy por el aborto.

Y, dado que sus propios padres y madres rechazarán su vida con violencia y rehúsan ser garantes de la fe de estos niños, te pido que me aceptes como padre y madre espiritual de estos niños.

Acéptame como garante del deseo de estos niños de estar contigo por siempre para que, habiendo sido asesinados cruelmente, ellos puedan ser admitidos a tu presencia como mártires inocentes y sean salvados por tu amor. Amén.

   

Oración por los abortos espontáneos

Señor Dios, confiamos a tu amor a este pequeñito, que ha dado alegría a sus padres por poco tiempo. Llévalo a la vida eterna.

Señor, tú has formado a este niño en el vientre materno. Tú lo has conocido por su nombre desde el principio del tiempo. Nosotros ahora deseamos ponerle el nombre de N., un nombre que guardaremos como un tesoro en nuestro corazón para siempre.

Oramos por estos padres, que están tristes por la pérdida de su hijo. Dales valor para soportar su pena y su dolor. Y que un día puedan encontrarse con su hijo en la alegría y en la paz de tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

   

Oración para poner nombre al hijo muerto

“Padre celestial, Padre bueno, gracias por habernos regalado a (decir nombre) como nuestro hijo, que estará contigo para siempre.

Perdónanos los errores que hemos cometido.

Te lo entregamos en tus brazos divinos por medio de María.

Jesús, divino Salvador, bautízalo en tu amor divino y gracias por haberlo salvado y habernos sanado y liberado de nuestra angustia y sentimiento de culpabilidad.

Gracias, Espíritu Santo, ven sobre todos nosotros y haznos con nuestro hijo, una familia unida en tu amor, en el tiempo y para la eternidad”. Amén.

   

Oración para poner nombre a los niños y encomendárselos a Dios

“Tú, Señor, autor y defensor de la vida, tú eres nuestra morada final.

Te encomendamos a este niño (decir nombre).

Confiando en tu misericordia y en tu amor paternal, te pedimos le concedas la eterna felicidad. Señor Dios, bondadoso y solícito, confiamos a tu amor este pequeño (N).

Acógelo en la vida eterna.

También te pedimos por sus padres, afligidos por la pérdida de su hijo.

Concédeles fortaleza y valor y ayúdalos en su pena para que puedan un día reunirse con su hijo en la paz de tu Reino.

Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén”.

https://youtu.be/tq6jqx_rsqk


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Nuestra Señora de Avioth, Peregrinación para Revivir Niños Muertos sin Bautismo, Francia (16 jul)

Las peregrinaciones se popularizaron en la edad media.

Para llevar los cuerpos de los niños que habían muerto sin recibir el bautismo.

Se pedía un “respiro temporal”.

Para lograr el tiempo necesario para el bautismo antes de la muerte final.

ns de avioth azul

Así, después de haber sido bautizados, los niños podían entrar en el paraíso.
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En lugar de vagar en el limbo, en el que se verían privados de la visión de Dios.

Leer también:

Avioth es una población y comuna francesa, en la región de Lorena, departamento de Mosa, en el distrito de Verdun y cantón de Montmédy.

Avioth, situado en la frontera de Bélgica, debe su existencia a la peregrinación de Nuestra Señora de Avioth.

Según la tradición, unos pastores descubrieron una estatua de la Virgen María en una arbusto de espinos en el 1100.

Un santuario fue construido en el sitio del descubrimiento, tal vez bajo la influencia de los cistercienses de la cercana Abadía de Orval.

avioth estatua externa

 

LA HISTORIA

En el año de 1100 unos agricultores descubrieron una imagen en un matorral de espinas, en un lugar llamado «d’avyo», que con el tiempo se ha convertido en Avioth.

Después de la sorpresa, decidieron llevarla a la iglesia de Saint Brice, a dos kilómetros de distancia.

Pero a la mañana siguiente la imagen había regresado al lugar exacto de donde la habían tomado.

Resultado: decidieron dejarla en su lugar y venerarla allí mismo.

Los análisis muestran que la imagen fue tallada en madera y tiene una antigüedad de unos 900 años. Nuestra Señora tiene un cetro en la mano y en la otra al Niño Jesús.

Hubo varios milagros en el comienzo, y las peregrinaciones comenzaron a fluir en un número cada vez mayor.
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Tal vez el más famoso peregrino fue San Bernardo de Clairvaux, fundador de los monjes cistercienses y predicador de la II Cruzada contra los musulmanes.
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Cuando estaba en Avioth, decidió que en su orden fuese siempre rezada Salve Reina después de la Misa, costumbre que después se extendió a toda la Iglesia.

nd avioth blanca

 

EL RESPIRO TEMPORAL DE LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTISMO

La imagen fue originalmente conocida como patrona de las causas desesperadas.

Así que iban a allí las personas gravemente enfermas, especialmente los contaminados con lepra, enfermedad incurable en el momento, y que exige la separación completa del resto de la sociedad para evitar el contagio.

También condujeron a enfermos mentales, que quedaron en una habitación junto a la imagen, para que la Virgen los tranquilizase.

Pero la razón principal de las peregrinaciones era llevar los cuerpos de los niños que habían muerto sin recibir el bautismo.

Enseña la doctrina católica de que el cielo, cerrado para nosotros por el pecado de Adán, se convirtió en abierto por los méritos infinitos de la Pasión de Nuestro Señor.

Las personas que reciben el bautismo y mueren en estado de gracia van al cielo.

Sin embargo, los niños que mueren no pueden haber cometido pecado, por eso basta que sean bautizados para ir al cielo.

Pero para ser bautizado el niño debe estar vivo y por lo general se considera que en el período de unas dos horas el alma deja el cuerpo.

¿Pero si el niño murió sin que alguien lo bautizase?.

Nada peor para los padres, ya que además de haber muerto y perdido la vida terrena, podría perder la vida eterna en el cielo y ser conducido al Limbo.

Según la creencia popular en algunas provincias, el “respiro temporal” es cuando un niño muerto vuelve a la vida por el lapso de tiempo necesario a fin de conferir el bautismo antes de la muerte final.

Así, después de haber sido bautizados, los niños pueden entrar en el paraíso en lugar de vagar en el limbo en el que se verían privados de la visión de Dios.

Los padres traían a los niños muertos al santuario en cestas desde lejos.
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Cualquiera sea la temporada, los padres se situaban descalzos sobre el frío pavimento de piedra delante de la estatua de la Virgen con el niño sin vida en sus brazos.

Todo el pueblo, llamado por las campanas de la iglesia, oraba por el difunto. Ellos cantaban la Salve Regina, y luego las letanías en honor de la Virgen.
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Algunos padres hacían celebrar la Santa Misa, se confesaban, y tomaban la comunión.
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Con el fin de influir de manera más eficaz sobre la Virgen María para obtener la gracia y la misericordia del Hijo de Dios, por el gran consuelo de estos pequeños niños.

Durante ese tiempo esperaban algunas señales de vida.
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Esta señal podía ser un poco de sudor, derramamiento de sangre, algun calor en el cuerpo, el movimiento, un poco de enrojecimiento, y así sucesivamente.
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En presencia de estos síntomas, el bautismo se le daba en determinadas condiciones, «Si estás vivo, voy a bautizarte …».

Inmediatamente después la muerte volvía y el niño era enterrado en la parte oriental de la iglesia.

Durante el siglo XVII, fueron bautizados en esta forma unos 12 niños por año.

El objetivo de esta devoción no era pedir a la Virgen la resurrección, sino un pequeño intervalo de vida para que el muerto pudiera ser bautizado.

Luego, justo antes de la Revolución Francesa, esta práctica fue prohibida.

En 1934 la Virgen fue coronada solemnemente. En 1993, el papa Juan Pablo II reconoció la importancia de la peregrinación al dar a la iglesia el título de basílica.

La peregrinación de Nuestra Señora continúa hasta el día de hoy.

Cada año el 16 de julio muchos habitantes de la región, así como los belgas y luxemburgueses vienen a orar y participar en la procesión.

decoracion exterior avioth

 

LADRONES PIADOSOS

En la historia de la imagen hay un episodio muy pintoresco.

Corría el año de 1905, y en Francia había sido aprobada una ley anti-religiosa, por la cual los bienes de la iglesia pasaban a ser propiedad de la nación.

Con esto, iban oficiales a todas las iglesias y catalogaban los objetos que figuran para autorizar la utilización (no la propiedad) de ellos por los católicos.

El párroco local, Padre Soyez, y unos vecinos piadosos decidieron que la imagen no se enumerara en el inventario de los objetos en la iglesia, y se imaginó una parodia de robo.
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Una noche los «ladrones» entraron en la iglesia y se llevaron sólo la imagen.
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Dejaron en su lugar la ropa, la corona y cetro, objetos de valor material, todos en perfecto orden.

Definitivamente, eran «ladrones» piadosos.

Por supuesto, la policía sospechó que el robo no se había practicado con el fin de obtener dinero.

La imagen quedó en una casa, donde sólo sus cuatro habitantes y el padre tenían conocimiento de ello.

La policía realizó algunas búsquedas, pero no la encontró.

Un día, pasando por las cercanías de la casa, el sacerdote Soyez cometió la imprudencia de decir: «saludemos a la Virgen de Avioth».

Obviamente, los otros desconfiaron que ella estaba en la casa frente a la que pasaron, pero no dijeron nada.

Cuando milagrosamente se calmó la persecución religiosa, la imagen volvió de nuevo en procesión a la iglesia.

Menos edificante es la historia que ocurrió cuando los alemanes ocuparon el lugar durante la Primera Guerra Mundial.

Algún oficial anti-religioso decidió convertir la basílica en establo.

Pegaron hierros en las paredes para atar los caballos.

Estos hierros se quedaron hasta el día de hoy, para hacer constar la barbarie de aquellos que no tienen religión.

basilica de avioth fondo

 

EL TEMPLO

Gracias a las peregrinaciones, la gente se fue instalando sobre el terreno. A partir de 1180 Avioth ya era una aldea.

Con las peregrinaciones, vino el deseo de construir una iglesia digna de la Santísima Virgen.

La capilla original fue construida en el siglo XII, y la enorme iglesia entre los siglos XIII y XIV, con el apogeo de peregrinaciones realizadas a comienzos del siglo XV.

Nosotros sabemos algunos detalles sobre el origen de la iglesia y la historia de la peregrinación gracias a un manuscrito titulado «Breve declaración del estado de las reparaciones de Nuestra Señora de la Iglesia Avioth» escrito en el año 1668 por Jean Delhotel, humilde párroco de Avioth.

El sacerdote escribió:
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«He aprendido de mis antepasados, que habían aceptado como una piadosa tradición a esta imagen, una de las más grandes imágenes conocidas de la milagrosa Virgen.
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Que fue construida por los ángeles enviados desde el cielo a la tierra y el conjunto todavía ocupa un lugar de honor en esta iglesia de Avioth, como una pirámide delicadamente tallada».

El manuscrito contiene los informes de presuntos milagros, la mayoría de los cuales tienen fechas precisas: graves accidentes sin consecuencias, extraordinarias liberaciones de prisioneros, o cura de enfermedades graves como el cólera.

Pero lo más importante, expresó el Padre Delhotel, el papel de la Virgen para proporcionar alivio temporal para los infantes muertos que morían sin bautismo.

El contraste no podría ser más sorprendente: una enorme iglesia en una pequeña ciudad.

Los 125 habitantes de Avioth, aldea francesa a pocos kilómetros de la frontera con Bélgica, pueden venir juntos a la iglesia y todavía sobrar mucho espacio.

La primera pregunta que viene a la mente es si la ciudad ha sido mucho mayor, porque pocas personas viven hoy en el lugar.

Pero no es eso. La respuesta está relacionada con la historia de la imagen de Nuestra Señora de Avioth.

Hoy en día, algunos preguntarían por qué construir algo tan grande. Pero para los habitantes del lugar y los peregrinos de aquel tiempo, esta cuestión no se planteó.

Eran personas de fe ardiente, y nada les parecía demasiado grande para Nuestra Señora.

Por otra parte, el gran número de peregrinos se debe a una peculiaridad de la devoción.

Notre-Dame_d'Avioth recibidor fondo

 

EL RECIBIDOR

«El Recibidor» es un monumento muy singular, y una reproducción se exhibe en el Museo francés de Monumentos Nacionales, en París.
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Esta obra maestra de estilo gótico fue probablemente construida en el lugar de su descubrimiento, donde la milagrosa estatua de Nuestra Señora de Avioth fue encontrada «en un arbusto de espinas.»

Sustituye a un anterior y más modesto oratorio.

A principios del siglo XIV, cuando la estatua de Nuestra Señora de Avioth fue tomada del interior de la iglesia, otra estatua de la Virgen tomó su lugar para dar la bienvenida a los peregrinos en nombre de la estatua original de Nuestra Señora de Avioth. Esta estatua ha sido llamado «La Recibidora».

Esa estatua se encuentra en el anexo de la Basílica llamado El Recibidor.

Bajo su templo hay una fuente de la que se considera que sus aguas hacen que las mujeres sean fértiles.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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¿A donde van los niños muertos sin bautizar?

Una comisión teológica internacional reunida publicó en el 2007, con la revisión de Benedicto XVI, un texto que dice que Dios puede dar la gracia del bautismo sin que se administre el sacramento, «y este hecho se puede aplicar específicamente cuando la administración del bautismo sea imposible».

Ver el santuario del «respiro temporal» aquí NUESTRA SEÑORA DE AVIOTH, FRANCIA ( 16 DE JULIO). Y también los posts bajo el rótulo .

El problema es compaginar, por un lado, la infinita misericordia de Dios, que no puede excluir de la salvación eterna a los pequeños que no han cometido pecados personales; y por otro, la enseñanza fundamental de la existencia del pecado original y la necesidad del bautismo para su remisión.

El documento de la Comisión teológica internacional titulado “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin el bautismo”, discutido por la Comisión teológica internacional después de dos reuniones generales, en 2005 y 2006 y publicado con el “consentimiento” del Papa Benedicto XVI en 2007, observa que la enseñanza de que el bautismo es necesario para la salvación precisa ser entendida en el sentido de que fuera de Cristo no hay salvación.

La Comisión advierte que este planteamiento teológico, un nuevo modo de entender que se ha ido desarrollando en los últimos decenios, no se puede usar para negar la necesidad del bautismo a los niños o para retrasarlo. En realidad, «son razones para esperar que Dios salvará a esos niños, precisamente porque no fue posible hacer por ellos lo que hubiera sido lo más deseable, bautizarlos en la fe de la Iglesia e incorporarlos al cuerpo de Cristo».

ESPERANZA PARA LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTIZAR
Padre Fernando Pascual L.C.

El tema del limbo de los niños tiene una importancia enorme, sobre todo para los millones de padres de familia que han visto morir a un hijo muy pequeño (antes o después de nacer) sin haberle podido ofrecer el don del bautismo.

La doctrina del limbo había sido elaborada, durante siglos, a partir de una serie de verdades fundamentales de la fe católica, pero con conclusiones que no parecían suficientemente claras.

Para profundizar en este tema fue publicado en la primavera de 2007 un Documento de la Comisión teológica internacional titulado “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin el bautismo”. El Documento había sido discutido por la Comisión teológica internacional después de dos reuniones generales, en 2005 y 2006. Posteriormente, el Cardenal William Levada, presidente de la Comisión, con el “consentimiento” del Papa Benedicto XVI, aprobó la publicación del texto.

A partir de ahora lo citaremos como “La esperanza de salvación…” indicando el número del parágrafo usado. Hay que aclarar que este Documento no puede ser considerado en todas sus partes como un acto del magisterio, si bien ofrece continuas referencias a textos de la Escritura, de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia.

El fin del Documento es claro: ofrecer una reflexión sobre el tema del limbo especialmente para aquellos padres de familia que han perdido un hijo (antes o después de nacer, cf. “La esperanza de salvación…” n. 68) sin haberlo podido bautizar, y que desean saber si su hijo llegará o no al cielo, si gozará de la visión de Dios.

El Documento tiene tres partes y 103 parágrafos. En la primera parte ofrece una historia de la doctrina teológica (que nunca había llegado a ser dogma de fe) sobre el limbo y la situación en la que se encontraba antes y después del Concilio Vaticano II. En la segunda parte profundiza en los principios teológicos y dogmáticos que han de ser tenidos presentes para continuar la reflexión sobre el tema y para explorar si tiene sentido seguir hablando del limbo. En la tercera parte se elabora una respuesta conclusiva y se muestran los motivos de esperanza que existen para pensar que la salvación de Cristo también llega, por caminos que no conocemos, a estos niños: podemos esperar que alcanzan, también ellos, la visión beatífica.

Es importante darnos cuenta de que no estamos ante un tema puramente especulativo, pues toca a millones de familias en todo el planeta: ¿qué será de este niño concreto, de este hijo que falleció cuando era muy pequeño, tal vez cuando era sólo un embrión o un feto, o al poco tiempo de nacer, y sin haber recibido el bautismo?
Encontrar una respuesta es posible sólo si tenemos presentes tres verdades profundas que conocemos desde nuestra fe cristiana, y que afectan la vida de todos los seres humanos. Tales verdades, presentadas de modo sintético (cf. “La esperanza de salvación…” n. 32), son las siguientes:

1. Dios quiere que todos los hombres se salven, según el texto conocido de 1Tm 2,4 (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 43-52).
2. La salvación es dada sólo a través de la participación en el misterio pascual de Cristo, es decir, por medio del bautismo (sacramental o recibido de alguna otra forma). Nadie puede salvarse (ni siquiera los niños que aún no tienen ninguna culpa personal) sin la gracia de Dios, en la que, en cierto modo, se incluye una relación explícita o implícita con la Iglesia (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 57-67, 82, 99).
3. Los niños no pueden entrar en el Reino de Dios si no han sido liberados del pecado original a través de la gracia redentora de Cristo (cf. “La esperanza de salvación…” n. 36)
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Durante siglos, la Iglesia católica de rito latino ha reflexionado sobre estas verdades con la ayuda de las ideas de san Agustín. Agustín, en su polémica con Pelagio, pensaba que los niños muertos sin bautismo no podían alcanzar el cielo por no haber sido purificados del pecado original (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 15-18).

Las propuestas agustinianas han cuajado, a lo largo de los siglos, en la idea del limbo de los niños, un lugar en el que se encontrarían las almas de los niños muertos sin bautizar. En el limbo no habría castigos o serían mínimos (pues esos niños no han cometido ninguna culpa personal), pero quienes allí estuvieran destinados no podrían gozar de la visión de Dios que es propia de quienes ya están en el cielo (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 19-24).

La idea del limbo para los niños llegó a convertirse en una doctrina católica común, enseñada durante siglos a los fieles, hasta mediado el siglo XX. Sin embargo, hay que recordarlo, nunca fue declarada como dogma de fe ni como algo definitivo: era una tesis teológica ampliamente difundida (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 26, 40, 70).

En el siglo XX los teólogos buscaron nuevos caminos para estudiar el tema, especialmente para conciliar la voluntad salvífica de Dios, que también miraría a los niños que mueren, antes o después de nacer, sin haber recibido el bautismo, con la doctrina según la cual sólo a través de la eliminación del pecado original es posible lograr la visión beatífica.

El bautismo sacramental, lo sabemos, es el camino querido por Dios para introducirnos en el mundo de la salvación. ¿Puede Dios actuar su designio salvador a través de otros caminos? ¿Es posi
ble que un niño no bautizado sea librado del pecado original a través de una participación especial en el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo? (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 27-41).

Un texto del Concilio Vaticano II ofrece caminos para replantear este tema. En Gaudium et spes n. 22 se nos explica cómo Cristo ha asociado a su misterio pascual a todos los hombres. De modo especial, están asociados los creyentes (los que han recibido el bautismo y viven coherentemente con su condición de hijos en el Hijo). Pero también, por vías que no conocemos, se unen a Cristo quienes no han sido bautizados. Dice el texto:

“(…) Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes n. 22).

Este texto del concilio es citado numerosas veces en nuestro Documento (especialmente en los nn. 6, 31, 77, 81, 85, 88, 93, 96).

La forma normal para asociarse al misterio pascual es, como repite una y otra vez el Documento que estamos presentando, el bautismo. Por eso, según toda la tradición católica, sigue en pie la doctrina según la cual el bautismo es necesario para alcanzar la salvación (“La esperanza de salvación…” nn. 29, 61-67).
Entonces, ¿qué ocurre con los niños que mueren sin el bautismo? Desde la Revelación podemos esperar que Dios les ofrecerá el asociarse al misterio salvífico de Cristo, por caminos que no conocemos pero que Dios sí conoce. La oración que la misma Iglesia ofrece por esos niños es parte de esta esperanza, para quienes existe, desde hace varias décadas, una misa especial (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 5, 69, 100).

Esta es la clave del Documento: esperar y confiar en la “filantropía misericordiosa de Dios” (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 80-87), que puede actuar la salvación en esos niños por “otras vías”, distintas del bautismo pero con los mismos efectos propios de todo encuentro salvador con Cristo: quedan libres del pecado original y pueden, así, acceder a la visión de Dios, pueden entrar en el cielo (cf. “La esperanza de salvación…” n. 41).

En otras palabras, y aquí el Documento (n. 101) se limita a reproducir el Catecismo de la Iglesia Católica n. 1261, respecto de los niños muertos sin bautismo “la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: «Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis» (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo”.

Podríamos indicar otras muchas ideas de un Documento lleno de esperanza, que nos ayuda a profundizar en los designios amorosos de Dios a través de un tema muy concreto. Hay un punto que es sumamente hermoso que quisiéramos evidenciar ahora.

Quizá en el pasado, por influjo de san Agustín, se había puesto el énfasis (justamente) en la misteriosa relación de todo el género humano respecto de Adán, de los primeros padres, desde los cuales hemos heredado el pecado original.

Esta perspectiva, sin embargo, necesitaba ser completada con el énfasis debido que hay que dar a la relación de todos los hombres a Cristo. Hay que citar, en este sentido, una parte de Gaudium et spes n. 22: “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”.

En otras palabras: los hombres y las mujeres de todos los tiempos estamos unidos no sólo por los lazos de sangre y por una misma humanidad (Adán), sino también por haber sido alcanzados por el Amor de Dios manifestado en Jesucristo, el Hombre perfecto que recapitula y explica plenamente nuestra condición humana. Más aún, la solidaridad humana con Cristo debe ser vista como prioritaria respecto de la solidaridad humana con Adán, y a esta luz hay que considerar el tema del destino de los niños que mueren sin haber recibido el bautismo (cf. “La esperanza de salvación…” nn. 91, 95).

La unión con Cristo, Redentor del hombre, se hace real a través del bautismo, en el cual el creyente queda insertado en Cristo. Cuando el bautismo no ha podido ser administrado a los niños, podemos esperar que el misterio salvador de Cristo llega a ellos de maneras que sólo Dios conoce.

Desde las reflexiones ofrecidas por este Documento, es posible entonces pensar que la doctrina del limbo de los niños quedaría “superada” (cf. “La esperanza de salvación…” n. 95). Queda claro que la Comisión teológica internacional no ofrece (no podría hacerlo) ninguna indicación concreta para “prohibir” la defensa de la existencia del limbo, aunque los elementos que ofrece serían suficientes para considerarla una teoría teológica del pasado.

Aunque “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin el bautismo” no sea un Documento vinculante (un acto del magisterio ordinario de la Iglesia), ofrece elementos suficientes para, por un lado, valorar aún más la importancia que tiene el bautismo como camino ordinario para la salvación: hay que administrarlo lo más pronto posible a los niños nacidos en los hogares cristianos. Por otro lado, nos presenta el Amor misericordioso de Dios revelado en Cristo de tal manera que nos permite esperar que aquellos niños (antes o después de su nacimiento) que mueren sin haber podido recibir este sacramento, serán salvados y alcanzarán, así, la visión beatífica por caminos que sólo Dios conoce y según el misterio de la Redención de Cristo (cf. “La esperanza de salvación…” n. 103).

ANOTACIONES SOBRE LA SUERTE ETERNA DE LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTISMO

Cardenal Jorge Medina E.

El problema no es nuevo, pero hay, al parecer, elementos nuevos para abordarlo. No se indica bibliografía porque este pequeño escrito no pretende reestudiar todo el problema, sino subrayar más bien elementos que tienen cierta novedad (cierta, relativa, no absoluta novedad).

I. ¿De quién se trata?

1° De todos los seres humanos muertos antes del uso de la razón o sin uso de la razón:
a) De los fetos humanos muertos por causas naturales, hayan tenido o no conciencia sus madres acerca de su existencia.
b) De los fetos humanos privados de la vida por aborto.
c) De los niños nacidos y muertos antes de que hayan recibido el bautismo.
d) De los seres humanos adultos que no llegaron
a tener uso de razón.

2° No se trata de los adultos que no han llegado a tener conocimiento de Cristo, pero que llegaron a tener discernimiento moral.

3° No se hace hincapié en la situación de los padres con respecto a la fe, porque hacer distinciones sobre esa base podría aparecer como una discriminación infundada.

II. ALGUNOS PRINCIPIOS EN JUEGO

Bajo este título hay textos bíblicos, del Magisterio y de la liturgia y alguna consideración o reflexión que pudiera llamarse teológica.

A) Textos Bíblicos:
1) «El que creyera y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyera, se condenará» (Mc.16, 16). El texto se sitúa en el contexto de la evangelización y de su acogida por personas con uso de razón.

2) «A cuantos le recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre…» (Jn 1, 12). El contexto es el de personas adultas.

3) Jn 3, 3-6. El contexto mira directamente a un adulto, Nicodemo.

4) Dios, nuestro Salvador, «quiere que todos los hombres sean salvados y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tm 12,4). El contexto se refiere a adultos.
No hay, al parecer, un texto bíblico que excluya en forma explícita de la salvación a los seres humanos muertos antes de recibir el bautismo y sin haber alcanzado el uso de razón. Esto, sin perjuicio de la Tradición y del Magisterio que afirman la necesidad del bautismo con necesidad de medio para la salvación. Pero ¿en qué sentido?

B) Textos del Magisterio:
1º Son clásicos los textos de Trento, DS 1614-1627, especialmente 1618 y el relativo 1524. Es importante el texto del Santo Oficio, DS 3866-3872. Ver el texto, matizado, de LG 14, donde la necesidad del bautismo es referida a quienes pudieran rechazarlo.

2° Hay un texto altamente significativo del Vaticano II que dice: «Puesto que Cristo murió por todos, y siendo en realidad una la vocación última del hombre, es decir la divina, debemos sostener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido solo por Dios, se asocien a este misterio pascual» (GS 22, 5). Este texto se refiere en forma directa a quienes tienen uso de razón, pero su redacción es tan amplia, que parece poder aplicarse a todo ser humano, sin excepción.

3° El «Ritual de las exequias» contiene, en sus nn. 235 a 237, textos de «oraciones colectas» para las exequias de niños muertos sin bautismo. En las tres oraciones el niño difunto se confía a la misericordia de Dios. Pueden verse también los textos sugerentes indicados para las lecturas, nn 231, 232 y 234.

4 ° En el Catecismo de la Iglesia Católica, se lee, en el n.1261: «En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia solo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tim 2,4), y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: «dejad que los niños se acerquen a mí, no se los impidáis» (Mc 10, 14), nos permitan confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo. Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo».

5° En la Encíclica «Evangelium Vitae» hay un párrafo significativo, referido a las mujeres que han abortado voluntariamente un hijo: «Abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor» (n.99). Este texto es coherente con otro, anterior, de la misma Encíclica, que dice que «el hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios» (n.2).

Parece objetivamente justo reconocer que estos textos constituyen una «evolución homogénea» de la doctrina católica, marcando acentos que no son nuevos pero que aparecen bajo un prisma nuevo. Estos renovados acentos tienen un punto de partida muy diferente de los ejercicios especulativos de la teología anterior al Vaticano II, excepción hecha de la declaración del S. Oficio en el caso Feeney (DS 3866-3872).

C) Reflexiones o consideraciones teológicas:
Una vez afirmada sin ambages la voluntad salvífica universal de Dios, y reconocida la vocación de todo hombre a la participación en la vida divina, pueden hacerse ciertas consideraciones:

1. La necesidad del bautismo de agua no es tan rígida que no pueda ser suplida por el bautismo de sangre y por el de deseo. Nótese como caso especial de bautismo de sangre el de los Santos Inocentes, que va más allá de la definición clásica, puesto que no pudieron profesar la fe con palabras.

2. ¿Qué pasa con los miles de millones de niños hijos de paganos, que no han conocido la fe cristiana, y que mueren sin haber podido recibir el bautismo?

3. ¿Qué pasa con los fetos, hijos de cristianos, que mueren antes de que se sepa de su existencia, y sin culpa de nadie? ¿Y con los de los no cristianos?

4. Si todos esos niños no llegan a la gloria ¿como comprender que haya un llamado a todo hombre a participar en la naturaleza divina, en la gracia, y que ese llamado y vocación se frustre en la inmensa mayoría de los seres humanos? ¿Y que se frustre sin culpa ni pecado personal?

5. Si el Papa dice que los niños abortados «viven en el Señor», ¿cómo entender esa afirmación? ¿Significa solo que Dios conserva la existencia de sus almas inmortales en su ser natural? ¿O significa, como es el sentido de la expresión en las inscripciones sepulcrales paleocristianas, que están en la gloria?

6. ¿Hay un fundamento claro para hacer beneficiarios a los niños abortados de la bienaventuranza y no a los que murieron por causas naturales inculpables?

7. ¿Debe excluirse una interpretación más amplia que la usual, de la cláusula «post Evangelium promulgatum» (DS 1524), de modo que la «promulgación» deba entenderse como el anuncio actual del Evangelio con real posibilidad de acogerlo, la que no existiría ni en los paganos ni en los niños en el seno de sus madres ni en los infantes que no reciben el bautismo por no ser cristianos sus padres o por desidia de ellos?

8. La doctrina escolástica del «limbo» ha sido o bien desechada, o bien relegada al olvido, o bien clasificada como «sentencia opinable». La Iglesia siempre miró mal a los padres «tortores infantium». ¿Habría que admitir hoy para todos estos infantes la situación de una condenación sin pena de sentido, pero sí de daño, en forma que sin culpa personal se vean frustrados de la consecución de su finalidad última si se acepta la existencia del «limbus puerorum»?, ¿no sería la situación de los que allí estuvieran una consecución de su finalidad última sobrenatural?

9. ¿Puede urgirse tanto la calidad gratuita y sobrenatural de la vocación última de todo hombre, que la inmensa mayoría del género humano quede excluido de ella sin culpa personal propia?

D) Una hipótesis de trabajo:
¿Podría decirse, en plena conformidad con la fe católica, que es legítimo pensar que los niños muertos sin bautismo, alcanzan la gloria por un gratuito don de Dios que los justifica en virtud de la muerte de Cristo, a la que en cierto modo se incorporan por su propia muerte, y que esa muerte es ya suficiente y justa pena del pecado original? ¿Como evitar que esta hipótesis relativice o minimice la necesidad del bautismo sacramental?

Esta hipótesis no puede, al menos por ahora, probarse de un modo apodíctico, pero no parece poderse excluir a priori, dados los indicios que se han señalado anteriormente: a) la voluntad salvífica universal; b) la vocación última y única de todo hombre, que es la participación en la vida divina; c) el sentido de la «promulgación» del Evangelio y del orden sacramental; d) la imposibilidad de facto, para muchos niños, de recibir el bautismo; y, e) el principio de que «cada cual dará cuenta de sus obras», pero que Dios «salvandos salvas gratis». «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia»

Comprendo las limitaciones de estas reflexiones.

Suplico, a quienes las comunicaré, que las juzguen. Recibiré con gusto las observaciones que se hagan y declaro, desde ya, que someto mi juicio al de la Iglesia y su Magisterio.

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Doctrina Católica sobre el Limbo

De un tiempo a esta parte se ha puesto sobre el tapete de las discusiones teológicas la existencia del limbo de los niños. Esto, si se lo considera bien, no consiste en otro ejercicio que sacar de los textos conciliares –que en esto, como ya se supo decir, son bombas de efecto retardado– las consecuencias lógicas y necesarias.

Lo que más nos llama la atención en alguna que otra referencia hecha sobre este tema por medio de la prensa, es oír decir por parte de ciertos especialistas frases tales como “esta teoría está hoy en crisis”, sugiriendo así que el Limbo, en realidad, nunca ha dejado de ser un postulado de teología ficción; o bien, “los teólogos ahora piensan que”, como si no hubiesen enseñanzas que forman parte del patrimonio teológico de la Iglesia, y que no pueden abandonarse sin, al mismo tiempo, negar otras verdades, muchas de ellas igual o aún más ciertas que el Limbo mismo, y con ello, ponerlo todo en tela de juicio.

Por eso es importante conocer claramente qué es lo que la Iglesia siempre, constantemente y en todas partes ha enseñado sobre esta materia, de modo que nadie sea ni sorprendido ni engañado prestando oídos a lo que ya San Pablo llamaba «profanas y vanas palabrerías, y argumentos de la falsamente llamada ciencia» (Timoteo 6, 20).

 

PRESUPUESTOS

No se puede hablar del Limbo sin antes ilustrar el tema con algunas nociones previas. La primera de todas ellas es, sin duda, la que se refiere a la naturaleza misma del orden sobrenatural.

Dios elevó gratuitamente al hombre a un estado sobrenatural. Como tal, alcanzar ese estado está absolutamente fuera de las exigencias, posibilidades o alcances de la naturaleza humana. Sin embargo, Dios dio al hombre el medio para pasar de un estado al otro: la gracia santificante.

Según el primer plan de Dios, el hombre debía transmitir a sus descendientes, en el mismo acto que comunica la vida, la vida natural y la vida sobrenatural: naturaleza humana y gracia santificante. Ahora bien, por el pecado original, no sólo la naturaleza del hombre quedó deformada –su inteligencia, sujeta a error; su voluntad, proclive al mal; sus pasiones, desordenadas–, sino que perdió también los llamados dones preternaturales, la gracia santificante y la posibilidad de transmitirla, aunque la recuperase, a su descendencia por y en el acto generador.

Así, pues, desde Abel en adelante, ningún hombre –excepto la Santísima Virgen María– es concebido en el seno materno con la gracia santificante.

 

REALIDAD DEL LIMBO

Con la palabra “Limbo” se designa el lugar o estado de las almas de los que mueren con sólo el pecado original.

Tales almas:

1. privadas de la gracia, no pueden entrar al cielo;

2. carentes de pecados graves personales, porque nunca tuvieron uso de razón, no pueden ir al infierno de los condenados;

3. tampoco al Purgatorio, porque allí se limpian las almas antes de entrar al cielo, lo cual supone la posesión de la gracia;

4. tampoco pueden ir al “seno de Abraham” o “limbo de los padres”, que era donde estaban las almas de los salvados antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y que después quedó vacío;

5. luego, tiene que haber un quinto lugar para ellas, y ese es, en efecto, el “limbo de los niños”.

La consecuencia, si se quiere, no puede ser más lógica.

 

EXISTENCIA DEL PURGATORIO

Las Sagradas Escrituras, fuera de la idea del “seno de Abraham”, nada dicen al respecto. Los Santos Padres, acaso por el mismo silencio de la Escritura, no fueron más explícitos.

Las alusiones más tibias acerca de este tema van a aparecer recién en el siglo XI, más concretamente, en la profesión de fe de Miguel Paleólogo propuesta por el Papa Clemente IV y sometida después al Segundo Concilio de Lyon, y que habría de ser reproducida en el Concilio de Florencia, y en la carta “Nequaquam” de 1321 del Papa Juan XXII.

Cupo, en cambio, a los teólogos, desarrollar más propiamente la noción del Limbo un poco más adelante en el tiempo, arribando a la conclusión que afirma su existencia, pasando de allí en más a formar parte del complejo, y a la vez, armónico orden de la teología de la Iglesia.

Si así no fuera, un par de siglos más adelante –en 1794– Pío VI no hubiese condenado como falsa, temeraria e injuriosa la proposición de los herejes jansenistas que tenía por “fábula” la doctrina relativa al limbo.

En esta evolución doctrinal homogénea, se llegó a tal consenso teológico sobre el Limbo, que el Concilio Vaticano I (1869-1870) tenía previsto fijar un canon estableciendo que “los que mueren con sólo el pecado original se ven privados de la visión beatífica”, a diferencia de los que mueren en pecado mortal, que son atormentados con las penas del infierno.

En conclusión, pues, es cierto que el Limbo no es de fe católica porque nada ha sido definido; sin embargo, era tan cierta y común en teología, y constantemente afirmada, que en los liminares del Vaticano I era ya próxima a la fe. Y de hecho, si el Concilio no se hubiese interrumpido, el mencionado canon habría sido aprobado.

 

LA POBLACIÓN DEL LIMBO

Por regla general se dice, y con razón, que el lugar en donde están las almas a las que nos estamos refiriendo se denomina “limbo” o “limbo de los niños” pues muy probablemente la mayoría de quienes estén en él sean, efectivamente, infantes.

Sin embargo, no están allí sólo los niños que murieron sin el bautismo, que es un sacramento de la nueva ley; además, se cuentan:

-los niños muertos durante la antigua ley sin la circuncisión1;

– los adultos perpetuamente dementes, insanos, que no pueden ser bautizados;

– los adultos que, por la causa que fuese, no hayan tenido el suficiente uso de razón para pecar mortalmente y no hayan sido bautizados.

 

NATURALEZA DEL LIMBO

Una de las cosas que a un católico más puede impresionar sobre el Limbo, es que las almas de los niños nunca podrán experimentar el gozo y la dicha de la visión beatífica. Más aún: sabiendo que el cielo existe y que no pueden acceder a él, ¿no sufrirán una inmensa tristeza por su suerte?

La teología nos enseña claramente que las almas de estos niños no sufren –ni pueden sufrir– el menor atisbo de tristeza.

Cierto que para nosotros, porque lo sabemos o podemos saberlo, existe una diferencia abismal entre lo que es una felicidad natural y lo que es una felicidad sobrenatural.

Sucede, empero, que estos niños ignoran la existencia del cielo: no saben que existe. Por un lado, su razón natural no puede ni siquiera sospechar la existencia de un orden sobrenatural; y por otro, es una verdad pacífica que aquello que se ignora por completo en modo alguno puede ser deseado. ¿Cómo podría, pues, sentirse tristeza de verse privado de algo cuya existencia se desconoce?

Muy distinta es la situación de los condenados: ellos saben perfectamente que el orden sobrenatural existe; ven claramente que se han condenado por su propia y voluntaria culpa, es decir, debido a sus pecados personales; conocen que están irremisiblemente privados de Dios; y, por tanto, experimentan un sufrimiento indecible.

Así, pues, quienes están en el Limbo, lejos de padecer cualquier sufrimiento corporal, moral o espiritual, experimentan lo que se llama felicidad natural, bienaventuranza natural, que no es menos real, y que hace que –como hombres– sean felices y dichosos en el estado en que están.

Ciertamente, ellos están separados de Dios por la privación de los bienes sobrenaturales; pero están unidos a Él por los bienes naturales que poseen y que han recibido de Él, y eso basta para gozar de Dios por el conocimiento y el amor natural, con lo cual sacian perfectamente su deseo de felicidad.

Finalmente, tal como lo ha escrito el Padre L. Garriguet en su obra “El buen Dios”, quienes se encuentran en el Limbo «son más felices que lo hubieran podido ser jamás acá en la tierra y bendicen a los que les han dado el ser. Reverencian el poder de Dios, que los llamó de la nada a la existencia, y se inclinan ante su providencia, que ordena todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que acaso no haya permitido su muerte tan temprana, sino para impedir que se perdieran eternamente».

1 La circuncisión no es ningún sacramento, pero era “ocasión de que” Dios, al practicarla, infundiese la gracia como posteriormente se haría con el bautismo. Con las niñas, se piensa que ello tenía lugar en la ceremonia de presentación en el templo.

Fuente: R. P. Jerónimo Gervasi  en Revista “Iesus Christus” Nº 108 Noviembre/Diciembre de 2006

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La hipótesis del limbo es abandonada por la Iglesia

En la escuela me enseñaron que los niños sin uso de razón que morían sin recibir el bautismo iban al limbo, un lugar en el que, sin sufrir tormentos, estarían eternamente privados de la visión de Dios. Si bien no se insistía demasiado en este aspecto de la doctrina, se lo presentaba como una verdad incuestionable, no como una hipótesis. Sin embargo, si uno reflexionaba sobre ella, la doctrina sobre el limbo podía suscitar serias dificultades:

Dado que la esencia del infierno consiste en la separación eterna de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1035) y puesto que el limbo implica esa separación, en realidad el limbo sería parte del infierno.

Es cierto que el Magisterio de la Iglesia ha definido que quien muere con sólo el pecado original no puede alcanzar la salvación (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 403). No obstante, en el orden salvífico concreto establecido por Dios, ¿se da realmente esta posibilidad? La Iglesia católica ha enseñado siempre que fuera de ella no hay salvación y que para entrar en ella es necesario recibir el bautismo; pero tradicionalmente la teología católica ha reconocido que, además del bautismo sacramental, existen otras formas de bautismo (bautismo de sangre y bautismo de deseo) que también producen la incorporación a la Iglesia. Las personas no cristianas de buena voluntad pueden alcanzar la salvación por medio de una fe implícita, que implica un voto bautismal implícito (una forma del bautismo de deseo). Por eso, sin desmerecer la importancia fundamental del sacramento del bautismo, cabe preguntarse también acerca de la posibilidad de salvación de los niños sin uso de razón que mueren sin haber recibido dicho sacramento.

El pecado original es propio de cada uno, pero no es una falta personal (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 405). Considerando la infinita justicia y la voluntad salvífica universal de Dios, no es fácil comprender por qué no habrían de tener ninguna posibilidad de salvarse de ser condenados al infierno los niños muertos sin ningún pecado personal mortal (e incluso sin ningún pecado personal ni tan siquiera venial).

La Iglesia católica ha enseñado siempre que fuera de ella no hay salvación y que para entrar en ella es necesario recibir el bautismo; pero tradicionalmente la teología católica ha reconocido que, además del bautismo sacramental, existen otras formas de bautismo (bautismo de sangre y bautismo de deseo) que también producen la incorporación a la Iglesia. Las personas no cristianas de buena voluntad pueden alcanzar la salvación por medio de una fe implícita, que implica un voto bautismal implícito (una forma del bautismo de deseo). Por eso, sin desmerecer la importancia fundamental del sacramento del bautismo, cabe preguntarse también acerca de la posibilidad de salvación de los niños sin uso de razón que mueren sin haber recibido dicho sacramento.

Después de mi infancia, prácticamente no volví a oír hablar del limbo por muchos años, excepto al leer «La Divina Comedia» (de paso observo que Dante Alighieri comprendió bien la relación entre limbo e infierno, dado que ubicó al limbo como primer círculo del infierno).

¿Qué dice hoy la Iglesia acerca del limbo? Intentaré mostrar que en este punto ha habido un importante desarrollo doctrinal.

Es un hecho muy significativo que el Catecismo de la Iglesia Católica, un compendio muy completo y extenso de la doctrina católica, aun cuando reafirma la doctrina católica tradicional acerca del infierno, el Purgatorio y el Cielo, no diga ni una sola palabra sobre el limbo. En cambio afirma lo siguiente: «En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: «Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis» (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo bautismo» (n. 1261). «En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación» (n. 1283).

¿Qué implica esta enseñanza del Catecismo en relación con la doctrina tradicional acerca del limbo? Para resolver esta cuestión, me parece adecuado recordar una declaración muy esclarecedora del Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (que asiste al Papa en cuestiones doctrinales), quien fue también el principal responsable de la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica. Pues bien, en 1984, durante una entrevista con el periodista Vittorio Messori, el Cardenal Ratzinger dijo lo siguiente:

«El limbo nunca fue una verdad de fe definida. Personalmente, hablando más que nunca como teólogo, y no como Prefecto de la Congregación, yo abandonaría esta que siempre fue apenas una hipótesis teológica. Se trata de una tesis secundaria, al servicio de una verdad que es absolutamente primaria para la fe: la importancia del bautismo. Para decirlo con las palabras mismas de Jesús a Nicodemo: «En verdad, en verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios» (Jn 3,5). Abandónese, pues, el concepto de «limbo», si fuera necesario (además, los propios teólogos que lo defendían afirmaban, al mismo tiempo, que los padres podrían evitarlo para el hijo por el deseo del bautismo de él y por la oración); mas no se abandone la preocupación que lo sustentaba. El bautismo jamás fue y no será jamás algo accesorio para la fe«. (J. Ratzinger – V. Messori, A fé em crise? O Cardeal Ratzinger se interroga, Editora Pedagógica Universitaria Ltda., Sao Paulo, 1985; p. 113; traducción nuestra).

¿Ha cambiado entonces la fe de la Iglesia? El limbo nunca fue un dogma, sino una mera hipótesis teológica; por eso la Iglesia puede ahora dejarlo de lado, como lo está haciendo. La doctrina de la fe siempre se desarrolla a lo largo de la historia. Sin apartarse nunca del depósito de la fe recibido de Cristo, la Iglesia, con el auxilio del Espíritu Santo, va profundizando su comprensión de la Palabra revelada por Dios y explicitando aspectos nuevos que ella contiene implícitamente. Así el Espíritu Santo guía a la Iglesia hacia la verdad completa.

Fuente: Daniel Iglesias Grèzes para Fe y Razón

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