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A Nuestra Señora de la Esperanza Macarena DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Nuestra Señora de la Esperanza Macarena

La devoción a la Virgen de la Esperanza Macarena (o la Macarena simplemente) traspasa los límites de Sevilla, llegando a ser Universal. Su fiesta patronal se celebra el 18 de diciembre.

Es un referente de la Semana Santa sevillana y se le llega a conocer como la «señora de Sevilla». En su recorrido la gente le grita su devoción y unos de los gritos más pronunciados son «¡macarena, guapa, guapa y guapa!». Tiene la hermandad de Sevilla con más nazarenos en sus calles. Fue coronada canónicamente en 1964 y recibió la Medalla de Oro de la ciudad en 1971…

La Novena comienza el 9 de de Diciembre.

Oración de Inicio para todos los días

¡Oh excelsa Madre de Dios y Esperanza de los mortales!
Sabedor de que habéis recibido la misión divina de guardar, guiar, alegrar y consolar a las almas, a Vos acudo con inquebrantable fe e ilimitada confianza.
Vuestro título de Madre de la Esperanza me alienta sobremanera; vuestro nombre ya es prenda de buena acogida; vuestra misión es seguridad de otorgamiento.
Seguro de que vuestros brazos se abren en todo momento con solicitud maternal, en ellos me arrojo. De Vos todo lo espero.
Aun cuando todo el mundo me abandone, aun cuando la ciencia me desahucie, aun cuando el Cielo oculte sus celajes, aun cuando Dios no oyera ya mis ruegos, aun cuando las tinieblas envolvieran mi alma, aun cuando todo el camino se me cerrara, y sin luz, sin calor, sin fuerza, sin aliento, sin sostén alguno ni humano ni divino, estuviera por hundirme en el abismo de la desesperación, a vuestro amparo me acojo. Vos no me abandonaréis, oh Madre mía; Vos fuistéis, sois y seréis, después de Jesús, toda mi esperanza. En Vos confié y en Vos confío contra toda esperanza y seguro estoy que no quedaré confundido. ¡Oh Madre buena y poderosa, oh Madre de la Esperanza! mirad mi aflicción y necesidad, dadme consuelo, escuchad mi plegaria.
Por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.

Oración Final de todos los días

Escúchame otra vez, mi buena Madre: ¡Sabe Dios cuántas veces he de volver aún antes que parta! Soy, con tu beneplácito, un tenaz pedigüeño incorregible, un mendicante amado, que ni en el cielo te dará descanso.
Sólo, no puedo nada; me falta fortaleza, serenidad, paciencia; pero si estoy contigo, siento como que todo el cielo está conmigo.
¿Quién contra mí?: ¿demonio, mundo, carne?; ¿enfermedad, cansancio?; ¿tentación, aridez, la muerte misma? ¿Quién contra mí, si me siento apretado en el nudo materno de tu abrazo?
Esta vez, como siempre, con que Tú lo quisieras, al momento sería consolado; quiérelo, quiérelo Tú para que Dios lo quiera (Hágase aquí la petición con infinita confianza).
Ya regreso tranquilo, porque todo ha quedado en tus manos. Hasta muy pronto Madre, dentro de poco tornaré gozoso para mi acción de gracias. ¡Hasta muy pronto y hasta siempre, Virgen de la Esperanza!

INVOCACION

Tu ruego todo lo alcanza,
María de gracia llena;
Sé siempre nuestra esperanza,
Virgen de la Macarena.

Día 1º Esperanza de los que en Tí creen

Oración de inicio

Ella, Nuestra Señora de la Esperanza, es aquella de quien se ha dicho que es poderosa como ejército en orden de batalla.
Cuando Ella interviene, todo el poder del infierno se bate en retirada; Ella es la poderosa, pero es también aquella cuyo poder está siempre atareado en el amor; por eso, la elegimos misionera, entre nuestro corazón y Dios.
Ella es la Intercesora, por derecho legítimo. Sus poderosas credenciales las conquistó en el momento mismo de la Anunciación, y las fué acrecentando cada día, con su propio dolor.
Sobre la humanidad que cae y se levanta en un continuo recaer, hay dos manos tendidas, indefensas y humildes, parrarayos levísimos que detienen a Dios. Dos manos sin más arma que el plegarse sumisas en el gesto pujante de la oración; la gran palanca, definida como la omnipotencia del hombre, y la debilidad de Dios.
¿Cómo es posible que la Trinidad Santa le niegue nunca audiencia, si es la que dijo el «fiat» que tenía suspenso a todo el limbo; la que prestó su cuerpo para el milagro trascendental y augusto de la Encarnación; si es la Corredentora, la colaboradora imprescindible de Dios?
Puede el Cristo volcar sobre la tierra todo el poder de su justicia, o toda la dulcedumbre de su amor, pero pasar sobre su Madre, pero dejarse crucificar de nuevo en la que le dió la sangre necesaria para la Redención, eso no lo hace Dios. También, el Purgatorio, esa cárcel de la misericordia, conoce la esperanza en su poder. ¡Baja a ella tan a menudo, es en ella tan familiar!
Pero el gran combate del amor lo libra la Señora de la Esperanza, cuando ve que se alza, justamente indignada, la diestra omnipotente de Dios. Entonces entra en batalla la Madre, toda la Madre; es decir la plenitud del amor, hasta que cede, desarmada y vencida por esta omnipotencia suplicante, la indignación de Dios. Ya en el milagro de Caná, confundida entre las mujeres judías, era la poderosa que adelantaba la hora, con su violencia al Divino Corazón.
¡Madre de mi Esperanza! tú sabes sin que yo te lo diga por qué comienzo hoy esta novena. Tú sabes el proceso de incertidumbres y de angustias que la precedió; tú puedes ayudarme, tú quieres ayudarme, pero desde ya te suplico: si la gracia que pido ¡y tú sabes como la deseo! no ha de llevar al cielo un poco más de gloria, y a mi alma y las almas un poco más de bien, entonces calla, porque ciego, yo no sé lo que pido.
Hágase en mí, cada segundo, la voluntad de Dios.

Récese una Salve y la Oración final

Día 2º Esperanza de los que en Tí esperan

Oración de inicio

Nada, absolutamente nada en nuestra vida sucede por azar. Desde el alba al ocaso, todas las horas del día llevan la marca de la providencia amorosa de Dios. Aun cuando las circunstancias parecen ahogarnos traídas y llevadas por el remolino de una fuerza contradictoria y fatal, la mano de Dios invisible y certera, empuña el timón.
Para quien ama mucho, el frío, el calor, el fracaso, las caídas, los males aparentes, todo se cambia en amor. Cada aguijón es un acto de esperanza; cada prueba es una ocasión para tomar la revancha de sí mismo, por el amor.
Pero hay cuestas arriba en que aun las almas fortalecidas por el combate espiritual ya no pueden más, y sin embargo, ¡es necesario poder!
Cuando los picos de ese alpinismo interior se hagan difíciles de escalar, ¡ah!, «podremos», Señora, si vamos siempre juntos, Tú y yo. Se Dios quiere que arda en el crisol de las tentaciones, de las más rudas tentaciones, ¡sea! No temo nada, Madre de la Esperanza, porque eres buena y yo reposo en Tí.
Si Dios quiere que todas las fatigas sufridas por su gloria, porque esa era su voluntad, se vuelvan contra mí; si Dios permite que el fracaso persiga cada una de las iniciativas que El me ha inspirado, si después de haberme dado una vocación acumula sin fin los obstáculos para contrariarla, bendita sea siempre la voluntad de Dios. Espero someterme a ella, no con pasividad ni con inercia, sino con una aceptación voluntaria, que es la mejor actividad del amor.
Pero esto lo espero, ¡oh mi amada Señora! porque eres buena y yo confío en Tí. Me parece que veo a Jesús ocupado en pasar revista a las pruebas con que santifica a las almas, y, que le oigo exclamar: «Esta para N.»
¡Jesús, eligiendo para mí!
Este mismo problema, esta dificultad, esta angustia ha sido amorosamente elegida por Jesús para mí.
Y me despido esta tarde con esta súplica: Madre mía, si alguna vez Dios permitiera que junto al dolor llegara a olvidarme de esto que ahora entiendo tan bien, ten la misericordia de decirme; más aún por tu bondad, espero que me digas: Hijito mío, recuérdalo; esto ha sido elegido por mi Jesús para tí, expresamente para tí.

Récese una Salve y la Oración final

Día 3º Esperanza de los que te aman

Oración de inicio

Virgen sevillana, la de las saetas y las romerías; Virgen la más guapa, la llevada en andas bajo el sol ardiente de la vieja España que te reverencia, ¡Macarena mía!
Deja que te diga, que si muchos cantan tus gracias y glorias, sin saber cantarlas ¡yo también te quiero Madre de mi vida!
Y mientras te alaban los hijos amantes, un solo estribillo repito a porfía: suple las saetas que no sé labrarte; yo también te quiero, Esperanza mía.
Maja Dolorosa de mi corazón: como niño que soy, le pediré a Jesús que me haga santo, para poder amarte mejor. Gozo de amarte voluntariamente, con este libre albedrío que Dios me dió, gozo infinito de sentirme hijo, Madre de pecadores, pues soy tu pecador.
¡Ah! cada vez que pequé, renegué de este amor. Pero aunque mi pecado fuera el fruto de toda la malicia posible, aún entonces esperaría en Tí, porque a pesar de todo me amas, porque a pesar de todo te amo.
Cada vez que tropiece, volveré a comenzar; si mil veces cayera, Tú me levantarás, porque las madres no se cansan nunca de enseñar al pequeño a caminar.
Cuando fuí aguas abajo , con las velas arriadas, con qué tristeza me mirabas; pero ya de regreso, por la gracia de Dios, con los mástiles nuevos y con el rostro al sol, he llegado a tu puerto, Marinera celeste, y hundí todas mis anclas en el mar dulce de tu corazón.
Pueden los remolinos hacer girar mi barco, pueden los malos vientos azotarle los flancos, pueden hinchar las velas y hacer crecer sus combas, pero no podrán nunca desatar las amarras, porque han sido anudadas por el amor.
Los que aprendimos a invocarte, descansamos serenos a pesar de la rabia del enemigo (el único en el cielo y en la tierra que queda fuera de tu corazón). ¡Si hasta los que se obstinan en no amarte viven siempre al amparo de tu protección!
Si la muerte llegara como un castigo de Dios, en el momento espantoso del pecado, con la certidumbre casi de la condenación, como siempre y más que nunca esperaría en Tí, porque a pesar de todo me amas, ¡porque a pesar de todo, te amo!

Récese una Salve y la Oración final

Día 4º Esperanza de los que desesperan

Oración de inicio

Ya no te llamamos hoy solamente esperanza de los que creen en Tí, de los que esperan en Tí, de los que te aman, sino esperanza soberana de los que ya no tienen esperanza.
En la hora de la crucifixión que llega siempre para las almas, puesto que es la misericordia de Dios que las estrecha, cuando nuestra humanidad parecía quebrarse interiormente, cuando sentimos, ¡oh dichosa participación de la agonía de Cristo! que estábamos suspendidos entre el cielo y la tierra, cuando esperar todavía parecía una locura, el grito dolorido de nuestra esperanza te tocó el corazón.
¡Si supieran todos los que desesperan, que fácil es tocarte el corazón! ¡Si supieran los hombres que fácil te es a Tí consolar, precisamente porque nadie consuela mejor que aquel que padeció!
¿Es que acaso, al corazón de la Madre no le concede Dios intuiciones misteriosas e inefables, para comprender y consolar, por distintos que sean, a cada hijo de su amor?
¡Si tu moreno rostro doloroso y tus ojos cargados con toda la tristeza de la tierra, con todo el sufrimiento de una vida de excepcional martirio, son la mejor garantía de consolación!
Almas desesperadas, «Sursum Corda», ¡arriba, bien arriba el corazón!
Digamos que la cruz nos pesa mucho, que los clavos parece que se ensanchan por fuerza del dolor, que los miembros ya ceden y se insinúa en el pecho una espantosa sombra de rebelión. Ella lo sabe todo; si la cruz pesa mucho, es que el cuerpo reacio no se adapta al madero del dolor; si la herida se agranda, es que se forcejea; y si la voluntad se insubordina, es que comienza a fallar el amor.
Con manos maternales nos acomodará sobre el madero, buscando siempre la postura mejor, y nos dará, no la impasibilidad que es ausencia de todo sufrimiento, sino la santa aceptación.
Y quizá… ¿por qué no? Si amamos mucho a Dios, quizá de Ella nos venga, no el aceptar la cruz, sino el vivir abrazados a la cruz, el dichoso delirio de la cruz, la divina nlocura de la cruz.
Madre dolorosa, que viviste totalmente inmolada por el amor, ofrece tus dolores y los dolores de Cristo, más que tuyos, por los que sufren desesperación.
¡Madre de mi dolor y mi esperanza, ofrécelos a Dios!

Récese una Salve y la Oración final

Día 5º Esperanza de los pecadores

Oración de inicio

«Solo se pierde el que quiere, y lo quiere obstinadamente, a despecho de las repetidas y amorosas tentativas de mi gracia, para conducirlo al bien». «Aun cuando un alma estuviera cubierta por todos los pecados que se puedan cometer por las personas que han existido, que existen y que existirán hasta el fin del mundo, si esa alma se arrepiente y que mi sangre la purifique, no queda más en aquella alma, ni siquiera la más pequeña mancha, porque mi gracia obra siempre, cuando encuentra en el alma las debidas disposiciones».
Medita, pecador: habla Jesús: ¡Ah! ¡si supieras lo que ha dicho El de tí, esto es, de las almas que le han herido mucho, serías feliz, demasiado feliz! ¿Sabes que cuando un alma desanda el camino que la alejaba de Dios, el corazón de Cristo no puede contenerse y le sale al encuentro? ¿Sabes que los pecados tuyos, tus impurezas, tus blasfemias… y baja por la escala del horror y del pecado hasta donde quieras… todos, todos han regresado ya a la nada?
En la obra maravillosa de la creación, sólo el pecado, recuérdalo, sólo el pecado perdonado en el Sacramento de la Penitencia, vuelve al no ser. Escucha a Jesús: «Si supieras lo que yo haría en un alma, aun llena de miserias, con tal que se abandonara a mi amor…El amor no tiene necesidad de nada… sólo necesita no encontrar resistencia. Con cuánta frecuencia lo que Yo busco en un alma, para hacer de ella una santa, es que no me resista…».
Si pecaste, hiciste lo más triste que pudieras haber hecho; te sucedió la única desgracia que merece ser llamada tal: disgustar a un Padre que te da cada segundo, el aire que necesitas para vivir; aún más, que te da en el orden físico y espiritual, los infinitos dones que supone un sólo día de vida. ¡Y cuántos días has vivido ya!
Pero no te atormentes; eso tampoco lo quiere Dios. Si así fuera, de nada te valdría vivir inundado por su misericordia.
Un acto de contrición perfecta, un acto de confianza ilimitada, y arrójate con los ojos cerrados, en los brazos de Dios. Le robarás el corazón. ¡Qué feliz eres pecador!
Y sí, por un imposible, pudieras aún dudar de su misericordia, no pierdas tiempo: corre al momento a María, y después de este encuentro tendrás que exclamar, aplastado porla prueba de la misericordia infinita: Me venciste, Señor!
Así te quiere Dios. Vencido por el amor, por la confianza, por el abandono, por la convicción profunda de tu indignidad.
Así, anonadado y pequeño, sube al regazo de la Madre y reposa de las grandes fatigas del pecado, en santa paz. No temas, no dudes. Ella no te va a fallar. Ella desde hace veinte siglos, se declaró y siempre se demostró, Madre bondadosa de los pecadores. Y la madre nunca abandona al hijo, nunca deja su obra a medio hacer. Ella aplasta la cabeza de la serpiente, deshace todos los sofismas, vence todas las dificultades, allana todos los obstáculos, vigoriza el corazón, infunde aliento y valor. Sólo abandónate, confíate plenamente en Ella, cual niño en el regazo de la madre y serás salvo…

Récese una Salve y la Oración final

Día 6º Esperanza de los enfermos

Oración de inicio

Somos nosotros, Madre, testigos de curaciones que olvidaremos unca, y que quisiéramos publicar para tu gloria, para que todos supieran que, cuando nuestro hogar pasó por la hora decisiva y angustiosa de Getsemaní, cuando alguno de los que amamos en el alma cayó vencido por la enfermedad, traspasando todas las tinieblas con nuestra fe ¡oh don de Dios! te llamamos y te volvimos a llamar, con insistencia porfiada cada día.
A veces tardas porque pruebas. Dejas que se vayan sumando los imposibles, y cuando ya toda esperanza humana ha desaparecido, cuando queda sólo Dios, y en Dios seguimos esperando a pesar de todo, entonces obras: es el momento propicio. Pero tiene que alentar en el alma ¡oh lo sabemos! un abandono perfecto en su misericordia, una confianza absoluta, total y heroica. La confianza vence a Dios. Los ángeles presencia reverentes y absortos el sufrimiento de un cuerpo que se inmola como hostia viva, sintiendo el mismo martirio de Cristo: sed de almas. Desde la cruz, El enseñó a sus predilectos el arte de sufrir con alegría, porque son ellos los que pueblan el cielo.
Cuando la esperanza, no la triste esperanza de la tierra que no puede consolar porque no tiene raíces sobrenaturales, sino la esperanza robusta y luminosa en Dios, ha conquistado el señorío del corazón, el lecho del enfermo es una cátedra sagrada, desde donde el Cristo sigue enseñando a los hombres, las más desconocidas lecciones del Amor.
La dulzura, la serenidad, el silencio, en medio de los tormentos del cuerpo, son las victorias de una voluntad acerada en la escuela del padecer.
El mejor don y más valioso, es el ejemplo de padecer cristianamente. De este legado se acuerda la familia por varias generaciones.
Muchas veces, Madre de la Esperanza, no tornas la salud a los que amamos, porque nosotros, miopes para escudriñar los planes de Dios, no sabemos pedir, pero eres entonces más que nunca, Nuestra Señora de la Esperanza.
Quien haya visto agonizar invocando a María, conocerá la emoción de un espectáculo que irradia una paz que traspasando el umbral de las cosas naturales, toca ya los umbrales del cielo.
¡Hombres carnales que no creéis en la inmortalidad del alma, venid… y arrodillaos!
¡Nuestra Señora de la Esperanza!: nos ponemos totalmente en tus manos para cuando llegue la enfermedad; danos fortaleza para santificarla, y cuando Dios lo quiera, dulcifica nuestra despedida y ejemplariza nuestra muerte.
Así sea!

Récese una Salve y la Oración final

Día 7º Esperanza de los abandonados

Oración de inicio

No, abandonados no, mis pobrecitos. Tan sólo el enemigo puede haber sugerido a vuestro corazón, creado para la esperanza, para la luz, para el amor, semejante amargura. El es el que me odia, y debo defenderos de su sombra y de vosotros mismos. Mi dulzura y su odio, pelearán frente a frente, y agotaré los dones recibidos: es un ladrón maldito, es tristemente poderoso y vosotros sois míos.
Ahuecaré mis manos que han conservado el roce milagroso de nuestro Jesús niño, esponjaré el regazo, iré a buscaros si os habéis escondido, y mi canción de cuna os llegará dulcísima, y así sobre mis brazos, tiernamente obligados, os quedaréis dormidos.
¡Sois niños grandes, pequeños niños míos!
¿Quién podrá disputarme el derecho a acunaros, si desde la Anunciación, desde la Eucaristía, desde el Calvario, os llevo en mis entrañas?
Para adquirir este derecho fuí Madre de la Víctima. Tenía yo un hijo; meditad, mis pequeños que os apegáis a las criaturas. Era esbelto y gallardo; cuando yo lo veía pasar por los caminos de Judea con su andar soberano, era tan bello el Hijo, que en el gozo infinito de la maternidad, el corazón se me partía.
A cambio de El, Dios puso entre mis brazos, una legión de hijos carcomidos de lepras y vicios. Para poder estar siempre con ellos, abandoné a mi Jesús.
Sin su Madre penetró en el Huerto de los Olivos. ¡Cómo hubiera yo corrido, sobre hielos, sobre llamas, sobre espinas, para abrazar a Aquel que habría de enamorar al mundo, hasta el fin de los siglos. Por haberme prometido acompañaros, no pude.
El beso que yo hubiera dado a mi Jesús sufriente, tal vez hubiera aniquilado totalmente sus fuerzas. Si El me hubiera mirado con aquellos sus ojos indecibles, más ardiente que Pedro, sin poder contenerme, quizá lo hubiera desarmado con mi abrazo. ¿Y vuestra redención?, ¡ah, pobrecitos!, no se habría realizado.
Sin su Madre, porque era necesario dejarlo solo, entró en plena agonía. ¡Como hubiera volado: comprendedme, madres de la tierra. era mi hijo! Sin mí, que tuve para El todas las intuiciones del amor, y sabía hasta donde era sensible su delicado corazón, pasó toda la noche del Jueves Santo; mi martirio fue inenarrable y divino.
Esa noche sufrió el desprendimiento total, el desgarramiento infinito, y yo lo sabía, pero me sentía presa en una cárcel sin rejas. Lo que vino después…fue algo tan espantoso que es imposible de narrar. Os dí mi hijo, y os dí mi Dios; ¿puedo daros aún algo más? ¿verdad que nunca me diréis que estáis abandonados? Enfermos, doloridos, acongojados, sí, mis pobrecitos, pero no abandonados.
¿Verdad que nunca más?

Récese una Salve y la Oración final

Día 8º Esperanza de los que sufren

Oración de inicio

Hijo mío, si sufres, llámame; yo soy la Señora de la Esperanza.
Bien sé que tú estarías pronto a sufrir mil pruebas aún más dolorosas a cambio de ésta; pero Dios no quiere aquellas mil, sino sólo una, pero ha de ser precisamente ésta y no otra.
Tú serías capaz de inmolar lo mejor de tí mismo porque eres muy generoso; pero Dios es capaz, «muy capaz» de no aceptar tu inmolación, exigiéndote en cambio, el pequeño vencimiento de tu carácter, paciencia a veces heroica para sufrir los defectos del prójimo, serenidad en el fracaso de tus sueños queridos.
Momento llegará, si no ha llegado ya, en que te sientas sordamente cansado de sufrir. ¡Cuidado, hijo del alma que el enemigo ronda, y muy cerca está ya! El que puede evitarte esta prueba y no te la evita, está obligado a sostenerte; un pequeño esfuerzo más, y quizá vencerás. No permanezcas nunca solo, porque eso es peligroso, ven a mis brazos ¡y verás si vencemos!
Sobre todo, no murmures jamás interiormente de Dios; piensa y cree que El te ama inmensamente más de lo que le amas tú; por eso, aunque no lo comprendas, te fortifica y te acrisola. El cielo has de conqistártelo tú, hora tras hora.
Si las cosas te salieran demasiado bien, si fueras mimado por Dios, entonces, sí, deberías sospechar y temer que todo fuera abandono y castigo. Hijo mío: la lógica del amor parece contradictoria, ero si eres fiel, El te llevará de claridad en claridad y llegarás a comprenderlo todo, con facilidad habitual.
Yo siendo Madre de Dios, aprendí en el destierro, como tú, la ciencia del dolor: por eso me llamáis ahora vuestra Señora de la Esperanza.
Es necesario que eduques tu voluntad. Sé valiente; comienza por soportar virilmente las contrariedades de cada día, aunque nada tengan que ver con el dolor dominante de tu vida. Si soportas voluntariamente los pequeños aguijones que te hieren, irás realizando lenta pero seguramente tu propia inmunización. Aprenderás a conocer el valor sobrenatural del dolor, y ahí está todo el secreto.
Cada dolor será en tu vida ala o cadena, lo que tú elijas, hijo mío. Y cuando haya pasado, si lo aceptaste amorosamente,con el pleno consentimiento de tu voluntad, serás un héroe, si lo sufriste forcejeando, un esclavo vulgar.
No te detengas en la medianía; en el camino de la perfección, ese puede ser un pasaje, pero nunca será el clima de los héroes y los santos.
Y por fin… llámame; te izaré en mis brazos y todo el tiempo de la prueba te llevaré, para que no te venzan, levantado en alto.

Récese una Salve y la Oración final

Día 9º Esperanza de los que luchan

Oración de inicio

Oye, Señora: la cristiandad te aclama Capitana invencible de la esperanza. La voz de Cristo, bajando de la cruz, ratificó, en la grandiosidad de su agonía, el título de gloria: Reina de los Apóstoles.
Capitana aguerrida de los que emprenden con santa audacia el camino de la perfección, y luchan denodados contra el desaliento, el carácter, la aridez, la fragilidad, la tentación, el atractivo de las criaturas, el aparente abandono de Dios.
En tu poder están los planos de cada batalla espiritual y de cada ofensiva del enemigo. Tú posees el secreto de la técnica de la victoria, conoces todas las estrategias infalibles… y las derrochas, por una suerte de alumbramiento espiritual, que te costó la vida de Jesús.
Angelical y transparente, eres la conductora de la juventud, que brega empecinada en los ocultos combates de la castidad; esta juventud nueva que es la esperanza de la Iglesia, dulcísimo consuelo de los que plasman almas, porque ella encarna el sueño de Jesús.
Capitana y bandera del ejército laico, que sólo puede ser vencido cuando se deje vencer por el pecado, semillita de luz, dispuesto está a cubrirte con su cuerpo cada soldado. Clarín irresistible, cuyo toque pone luz en las almas, fuego en el corazón, clarín de los apóstoles que luchando y cantando, aunque el barro les salpique los miembros, van confesando a Dios.
Conquistadora y Reconquistadora que pasas por la historia de la Iglesia, como una bendición, iluminando errores, disipando herejias y formando los héroes como Domingo de Guzmán. Pero en todas las luchas, no sólo en las heroicas, en las vulgares contradicciones diarias de cada hogar, eres, la Consejera, la Pacificadora, la Madre llena de dulzura sin par. ¡Vámonos, ya Señora: levantemos la tienda, que la mies nos espera y son legión las almas; caminemos de prisa, vamos a conquistar la tierra para Cristo!
¡A tu poder confiamos la victoria de esta doble conquista que ha traspasado nuestro corazón: para nosotros, la santidad, el cielo; y el mundo para Dios!…

Récese una Salve y la Oración final

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A Nuestra Señora de Loreto DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Nuestra Señora de Loreto

Su fiesta se celebra el 10 de diciembre y su novena comienza el 1º de diciembre.

Una tradición del siglo XIII nos cuenta que la Santa Casa donde nació la Virgen María y recibió el Anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios y en donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada por ángeles primero de Nazareth a Dalmacia y en 1294 de ahí a Loreto en Italia.

 

SEÑAL DE LA CRUZ

ACTO DE CONTRICIÓN

ORACIÓN

¡Oh, Madre mía! desde tu Casa de Loreto nos invitas, cariñosa a que nos acerquemos a ella con palabras de la Sabiduría: “Bienaventurado el hombre que me escucha, y vela continuamente a las puertas de mi Casa, y está en observación en los umbrales”. (Prov. 8,34).

Presuroso y con un corazón contrito y humillado acudo a tu santa Casa, Madre querida, para que por la meditación constante de los grandes misterios que en ella se operaron me excite a la práctica de las virtudes que tú me enseñas, me abras sus puertas y más tarde las del cielo. Así sea.

DÍA PRIMERO

¡Oh, Madre mía! Tu Casa fue envuelta por el poder infinito de Dios, para que el pecado no penetrara en ella en el momento feliz de tu Concepción Inmaculada. Te suplico me hagas participante del cúmulo casi infinito de gracias que entonces derramaron a porfía sobre ti, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y me alcances, en particular, tal pureza de cuerpo y alma, que merezca ser en tu Casa digno hijo tuyo y hermano de Jesús, Así sea.

EL ÁNGELUS

V. El ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
_ Dios te salve, María, etc.
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
_ Dios te salve, María, etc.
V. El Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
_ Dios te salve, María, etc.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN

Dígnate, Señor, infundir tu gracia en nuestras almas, a fin de que, habiendo conocido por la voz del ángel el misterio de la Encarnación de tu Hijo, podamos llegar por los méritos de su pasión y cruz, a la gloria de la resurrección, por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN FINAL

¡Oh, Madre y defensa mía! Tu casita de Loreto fue la fortaleza desde la cual derrocaste el poder del infierno y el primer Sagrario del mundo que preservaste de la profanación de sus enemigos.
Ven a mi corazón, sea él tu nueva casa que defiendas contra la multitud de enemigos que la asedian; permanece en ella con Jesús, tu hijo, para que yo sea como un sagrario en este mundo hasta que me introduzcas en el cielo. Así sea.

DÍA SEGUNDO

(En este día y siguientes, lo mismo que el primero, excepto la oración propia).
Tu nacimiento, ¡Oh, Estrella de la mañana!, llenó el cielo de alegría y la tierra de honor y felicidad. Tu Nombre dulcísimo, que entonces se oyó por primera vez en la Santa Casa repercutió con celestial melodía en el mundo entero, llevando la esperanza a los mortales. Disipe tu luz las tinieblas del pecado que me envuelven desde que nací, y tu Nombre se grabe en mi alma, como señal de los moradores de tu Santa Casa en este mundo, y sea prenda de mi eterna morada en el cielo. Así sea.

DÍA TERCERO

¡Oh, Niña encantadora de Loreto, Tú eres el lirio entre espinas, blanco por la pureza de tu cuerpo, oro por el fervor de tu caridad y fragante por la humildad de tu corazón.
Que estas virtudes de tu niñez, cuyos perfumes impregnaron los muros de tu casita de Loreto, saturen también mi corazón, para que así como ella fue trasladada a Loreto para no ser profanada, sea yo también llevado al cielo. Así sea.

DÍA CUARTO

¡Oh, Madre mía! Al tomar el Verbo de Dios la carne inmaculada que Tú le prestaste, te hiciste Madre de Dios y a nosotros hermanos de Jesús. Concédeme que al contemplar en la Encarnación el más grande de los misterios obrados en tu Santa Casa, mi carne flaca se una con tu espíritu y el de Jesús, para que pueda formar parte de la Sagrada Familia de la que Tú eres Madre tierna, en cuyo seno quiero vivir y morir. Así sea.

DÍA QUINTO

¡Oh, Madre del Amor Hermoso! La primera impresión del amor maternal hacia el Hijo que llevabas en tus entrañas, derritió tu alma santísima. Deja caer sobre mi duro corazón siquiera una gota de ese amor hermoso, que lo purifique e inflame para amar como Tú amaste en este mundo y ser amado de Dios en el otro. Así sea.

DÍA SEXTO

¡Virgen suavísima! Tu castísimo esposo José, consolado por tu intercesión amorosa te veneraba lleno de fe en compañía de la corte celestial, mientras fuiste el Sagrario vivo de mi Jesús.
Fortalece mi espíritu; consuélame en mis temores y dudas; y, ya que te venero en este misterio con José, tu esposo, los santos del cielo y los justos de la tierra, no me falte tu compañía y la de tu Santo Esposo en la hora de la muerte. Así sea.

DÍA SÉPTIMO

¡Madre obedientísima! Con el fin de dar cumplimiento a las profecías y sumisa también a la voluntad del César, te dirigiste a la ciudad de David, dando a luz allí al Verbo Encarnado; pero una vez que lo presentaste en el Templo, volviste presurosa a Nazareth, para darle posesión de tu Santa Casa.
¡Madre mía! Ya que te he seguido hasta Belén, y allí contigo he adorado a Jesús, no me cierres las puertas de tu casa bendita; quiero en ese recinto dichoso, amarlo más y más, para seguir amándole en el cielo. Así sea.

DÍA OCTAVO

¡Oh, Madre dolorosa! Las amarguras y tormentos de la Pasión, vistos en lontananza, inundaron tu Santa Casa, durante la infancia de Jesús, permaneciendo Tú amorosamente resignada, en unión con Jesús, tu Hijo y tu castísimo esposo José.
Ya que las aflicciones y penas merecidas por mis pecados, han llegado hasta el seno de mi familia, concédeme la misma resignación a mí y a todos los míos; a fin de que asemejándonos a tu Sagrada Familia, tengamos la misma recompensa en el cielo. Así sea.

DÍA NOVENO

¡Oh, Madre mía! Felices han sido los días que he pasado en tu Santa Casa. Los misterios inefables, que contigo he meditado, llenan de luz mi inteligencia y mi corazón de esperanza y amor. Mil gracias, Madre mía. En este templo de Loreto, enriquecido con las mismas gracias de la casa donde naciste, procuraré tu gloria al mismo tiempo que el provecho de mi alma. Tu casa será mi casa y tu cielo será mi cielo. Así sea.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LORETO

¡Oh, misericordiosa Virgen de Loreto, abogada y protectora de los hogares! Derrama sobre nosotros, que nos ponemos bajo tu amparo, tu santísima bendición y aparta de nuestras almas y de nuestros hogares, las divisiones, los conflictos y las tensiones entre los que en ellos habitan. Alivia nuestras penas. Enséñanos a vivir con armonía y haznos capaces con tu auxilio, de encontrar los recursos y saber construir con ellos un verdadero hogar. Consérvanos siempre un techo donde cobijarnos, una habitación donde compartir con nuestros familiares y amigos un ambiente de paz, en el que podamos amarnos y servirnos recíprocamente.
Piadosísima Virgen, acoge nuestros ruegos con la dulzura y piedad que Dios ha puesto en tu corazón. Te lo pedimos por tu hijo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

 

CONSAGRACIÓN

Santa Familia de Nazareth, modelo de todas las familias cristianas, nosotros te bendecimos y te veneramos con el alma en fiesta.

Nos consagramos a ti, para que nuestra morada llegue a ser un santuario de la presencia de Dios, cuna de nuevas existencias donde padres, hijos, ancianos y jóvenes crezcan en el amor recíproco.

Santa Familia de Nazareth, irradia, desde la Colina Lauretana, sobre el mundo: luz, fe y fuerza de amor. Protege nuestras familias y dirígelas por los caminos de las bienaventuranzas evangélicas. Amén.

Virgen de Loreto: ¡Ruega por nosotros!

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A Nuestra Señora de la Paz del El Salvador DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena por la Paz en El Salvador

PRIMER DÍA

¡ Oh , Dios! que con amor paternal
gobiernas el mundo, te rogamos que todos los hombres,
a quienes diste un idéntico origen, constituyan una sola familia
en la paz y vivan siempre unidos por el amor fraterno.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

ORACIÓN POR LA PAZ DE NUESTRO PAÍS

Divino Salvador del Mundo, tú que guías sabiamente
la historia de todas las naciones y la de nuestro país, escucha ahora
nuestra súplica: Somos hijos de un mismo Padre que tú nos revelaste
y no sabemos ser hermanos y el odio siembra más miedo
y más muerte en nuestra, tan sufrida sociedad salvadoreña.
Danos la paz que promete tu Evangelio, aquella que el mundo
no puede dar. Enséñanos a construirla como fruto de la Verdad
y de la Justicia. Escucha la imploración de nuestra Madre,
María Reina de la Paz y envíanos tu Espíritu Santo,
para reconciliar en una gran familia a toda nuestra nación.
Venga a nosotros el Reino del Amor, y confírmanos en la certeza
de que tú estás con nosotros y la paz que nos has dejado,
nos acompañe hasta el fin de los tiempos.

 

SEGUNDO DÍA

Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación
paternal sobre cada criatura y que guías los eventos de la historia
a la meta de la salvación; reconocemos tu amor paternal
que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo
dividido por la disputa y la discordia, tú nos haces preparar para
la reconciliación. Renueva en nosotros las maravillas
de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él
pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los
enemigos puedan empezar a dialogar; para que los adversarios
puedan estrecharse las manos; y para que las personas puedan
encontrar entre sí la armonía. Para que todos puedan comprometerse
en la búsqueda sincera por la verdadera paz; para que se eliminen
todas las disputas, para que la caridad supere el odio, para que
el perdón venza el deseo de venganza.
Juan Pablo II.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

TERCER DÍA

Señor, Dios de la paz, Tú que creaste a los hombres para ser
herederos de tu gloria, te bendecimos y agradecemos porque
nos enviaste a Jesús, tu hijo muy amado. Tú hiciste de Él,
en el misterio de su Pascua, el realizador de nuestra salvación,
la fuente de toda paz, el lazo de toda fraternidad. Te agradecemos
por los deseos, esfuerzos y realizaciones que tu Espíritu de paz
suscitó en nuestros días, para sustituir el odio por el amor,
la desconfianza por la comprensión, la indiferencia por la solidaridad.
Abre todavía más nuestro espíritu y nuestro corazón para
las exigencias concretas del amor a todos nuestros hermanos, para
que seamos, cada vez mas, artífices de la PAZ.
Acuérdate, oh Padre, de todos los que luchan, sufren y mueren
para el nacimiento de un mundo mas fraterno. Que para los hombres
de todas las razas y lenguas venga tu Reino de justicia, paz y amor.
Amen.
Papa Pablo VI.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

CUARTO DÍA

Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz,
que eres tú mismo nuestra paz y reconciliación, que tan a menudo
dijiste: «La Paz contigo, la paz les doy.» Haz que todos hombres
y mujeres den testimonio de la verdad, de la justicia y del amor
fraternal. Destierra de nuestros corazones cualquier cosa
que podría poner en peligro la paz. Ilumina a nuestros gobernantes
para que ellos pueden garantizar y puedan defender el gran regalo
de la paz. Que todas las personas de la tierra se sientan hermanos
y hermanas. Que el anhelo por la paz se haga presente y perdure
por encima de cualquier situación.
Beato Juan XXIII.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país como el primer día.

 

QUINTO DÍA

Oh, Señor, Tú ves como por todas partes los vientos han estallado
y el mar se convulsiona con la gran violencia de las olas crecientes.
Ordena, te lo pedimos, que calmes los vientos y los mares.
Restaura la paz entre nosotros, esa paz que sólo tú nos puedes ofrecer
y restaura la armonía social.
Bajo tu mirada protectora y tu inspiración puedan los hombres
y mujeres volver al orden, venciendo la codicia, convirtiéndonos
en lo que debemos ser, reflejo del amor de Dios, de la justicia,
de la caridad con el prójimo, haciendo uso ordenado de todas las cosas.
Haz que tu reino llegue. Que todos puedan reconocer
que están sujetos a ti, y que deben servirte, porque eres la verdad
y la salvación; que sin ti, todo lo que se hace es en vano.
Tu ley, Señor, es justa y paternalmente bondadosa. Tú estás siempre
a nuestro lado con tu fuerza y tu poder abundante para ayudarnos.
La vida en la tierra es una guerra, pero tú ayudas al ser humano
a conquistar lo que necesita. Tú sostienes al débil y lo coronas
con la victoria.
Papa León XIII.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

SEXTO DÍA

Señor,
hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo armonía,
donde hay error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo la luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh, Señor, que no me empeñe tanto
en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido, como en comprender,
en ser amado, como en amar;
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
muriendo se resucita a la vida .
Amén.
San Francisco de Asís.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

SÉPTIMO DÍA

Te suplicamos Oh Señor, Dios Nuestro; que pongas la Paz
del Cielo en los corazones de los hombres, para que puedas unir
a las naciones en una alianza inquebrantable, en el honor
de tu Santo Nombre. Purifícanos con la limpieza de tu Verdad
y guía nuestros pasos en santidad interior. Danos concordia y paz
a nosotros y a todos los seres vivos de la tierra,
como la distes a nuestros padres cuando te suplicaron,
con fe verdadera, dispuestos a obedecer al Santísimo
y Todopoderoso. Concede a los que nos gobiernan y nos conducen
en la tierra, un recto uso de la soberanía que les has otorgado.
Señor, haz sus criterios conformes a lo que es bueno
y agradable a ti, para que, utilizando con reverencia, paz y bondad
el poder que les has concedido, puedan encontrar favor
ante tus ojos. Sólo tú puedes hacerlo, esto y mucho más que esto.
Gloria a ti! Ahora y Siempre.
San Clemente de Roma.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

OCTAVO DÍA

Señor, Dios nuestro, tú nos has elegido paras ser tus santos
y tus predilectos. Revístenos de sentimientos de misericordia
de bondad, de humildad, de dulzura, de paciencia. Ayúdanos
a comprendernos mutuamente cuando tenemos algún motivo
de queja. lo mismo que tú Señor, nos has perdonado.
Sobre todo, danos esa caridad, que es vínculo de perfección.
Que la paz de Cristo brille en nuestros corazones. Esa paz
que debe reinar en la unidad de tu cuerpo místico. Que todo
cuando hagamos en palabras o en obras sea en nombre
del Señor Jesús por quien sean dadas las gracias a ti Dios Padre
y Señor Nuestro Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

 

NOVENO DÍA

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz
y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos
un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre
auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, sé nuestra fuerza
y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre
de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal, Ten piedad, Señor,
de nosotros, los que a ti nos encomendamos, te lo rogamos
por tus méritos y los de tu amorosa Madre. Ten piedad y sé nuestra
roca y baluarte. Señor, no mires nuestras miserias y pecados,
sino la fe de tu Iglesia que clama tu socorro. Madre Santa tú eres
nuestro comandante dirígenos por el camino que al Señor le agrada,
danos, Señora, las armas necesarias para hacer de este mundo
un espacio de amor misericordioso, donde ningún hermano sufra.
Te lo rogamos Señor por la intercesión de María Santísima,
por sus méritos te lo pedimos, a ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén
Padre Nuestro, Ave María y Gloria y
Oración por la paz de nuestro país, como el primer día.

Fuente: www.diocesisdesanmiguel.org

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A la Virgen Niña DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Virgen Niña

La Novena a la Virgen Niña o Divina Infantita, comienza el 12 de noviembre, siendo su fiesta el 21 de noviembre.
 
  
 

 

 

  

ORACIÓN INICIAL

¡Oh María santísima! elegida y destinada al eterno por la augustísima Trinidad para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los Profetas, esperada de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y templo vivo del Espíritu Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin pecado original, Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles; nosotros humildemente postrados os veneramos, y nos alegramos de la solemne conmemoración anual de vuestro felicísimo Nacimiento; y de lo mas íntimo de nuestro corazón os suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer espiritualmente en nuestras almas, para que cautivadas estas por vuestra amabilidad y dulzura, vivan siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo Corazón. 

  

I. Ahora con nueve distintas salutaciones contemplaremos los nueve meses que estuvisteis encerrada en el seno materno; diciéndoos que oriunda de la Real prosapia de David, salisteis con grande honor a luz de las entrañas de santa Ana vuestra afortunadísima madre. Avemaría. 

II. Os saludamos, oh Niña celestial, paloma candidísima de pureza, que a despecho del infernal dragón fuisteis concebida sin pecado original. Avemaría. 

III. Os saludamos, oh Aurora brillantísisima, que como precursora del Sol de justicia, trajisteis la primera luz al mundo. Avemaría. 

IV. Os saludamos, oh Elegida, que, cual sol sin mancha alguna, despuntasteis en la noche más tenebrosa del pecado. Avemaría. 

V. Os saludamos, oh bellísima Luna, que iluminasteis al mundo envuelto en las más densas tinieblas del gentilismo. Avemaría. 

VI. Os saludamos como a esforzada amazona, que sola, a manera de un numeroso ejército, pusisteis en fuga a todo el infierno. Avemaría. 

VII. Os saludamos, oh hermosa alma de María, a quien Dios poseyó desde la eternidad. Avemaría. 

VIII. Os saludamos, oh amada Niña, y veneramos vuestro santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en que fuisteis envuelta, y la sagrada cuna en que estuvisteis acostada, y bendecimos el punto y momento en que nacisteis. Avemaría. 

XI. Os saludamos finalmente, oh amada Niña, como adornada de todas las virtudes en grado inmensamente mas elevado que los otros Santos, y que, hecha digna Madre del Salvador, y habiendo concebido por virtud del Espíritu Santo, paristeis al Verbo encarnado. Avemaría. 

 

ORACIÓN FINAL

¡Oh graciosísima Niña! que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los mas fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre mas agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el Nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea.


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A la Medalla Milagrosa DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa

La Novena comienza el 18 de noviembre y la fiesta de la medalla Milagrosa es el 27.

El 1830 en París, rue du Bac número 140, tiene lugar la primera aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la «era de María», una etapa de repetidas visitaciones celestiales.

En la noche del 18 de julio a eso de las 23:30, un ángel guió a Sor Catalina Labouré a la capilla del convento y sentada en un sillón, junto al altar, estaba la Virgen. Catalina dudaba que fuese la Virgen. Pero el niño me dijo: «¡ESA ES LA SANTA VIRGEN!», entonces la miró dio un salto hacia ella, se arrodilló a sus pies y poniendo las manos sobre sus rodillas….

ORACIÓN PREPARATORIA (PARA TODOS LOS DÍAS)

Virgen y Madre lnmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

DÍA PRIMERO

Oración Preparatoria

En una medianoche iluminada con la luz celeste como de Nochebuena la de 18 de Julio de 1830 , aparecióse por primera vez la Virgen Santísima a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos.

¡Cómo nos ama nuestra Madre del Cielo! ¡Cómo siente las penas de cada uno de sus hijos! Que tu recuerdo y tu medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de todos los que sufren y lloran en desamparo.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

ORACIÓN DE SAN BERNARDO

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

ORACIÓN FINAL

Señor Dios nuestro, que por la lnmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DÍA SEGUNDO

Oración Preparatoria

En su primera aparición, la Virgen Milagrosa enseñó a Santa Catalina la manera cómo había de portarse en las penas y tribulaciones que se avecinaban.

¡Venid al pie de este altar! decíale la celestial Señora , aquí se distribuirán las gracias sobre cuantas personas las pidan con confianza y fervor, sobre grandes y pequeños…

Que la Virgen de la Santa Medalla y Jesús del Sagrario sean siempre luz, fortaleza y guía de nuestra vida.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA TERCERO

Oración Preparatoria

En sus confidencias díjole la Virgen Milagrosa a Sor Catalina: «Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con vosotros: ¡Tened confianza!»

Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades de que su presencia y de su protección nos da la Virgen Milagrosa. Y en las horas malas y en los trances difíciles no cesaremos de invocarla: .

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA CUARTO

Oración Preparatoria

De pie entre resplandores de gloria, tiene en sus manos una pequeña esfera y aparece en actitud estática, como de profunda oración.

Después, sin dejar de apretar la esfera contra su pecho, mira a Sor Catalina para decirle: «Esta esfera representa al mundo entero… y a cada persona en particular».

Como el hijo pequeño en brazos de su madre, así estamos nosotros en el regazo de María, muy junto a su Corazón Inmaculado.

¿Podría encontrarse un sitio más seguro?.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA QUINTO

Oración Preparatoria

De las manos de María Milagrosa, como de una fuente luminosa, brotaban en cascada los rayos de luz. Y la Virgen explicó: , haciéndome comprender añade Santa Catalina lo mucho que le agradan las súplicas que se le hacen, y la liberalidad con que las atiende.

La Virgen Milagrosa es la Madre de la divina gracia que quiere confirmar y afianzar nuestra fe en su omnipotente y universal meditación. ¿Por qué, pues, no acudir a Ella en todas nuestras necesidades?.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA SEXTO

Oración Preparatoria

Como marco de gloria aureolando a la Virgen, vio Sor Catalina aparecer unas letras de oro que decían: .

Y enseguida oyó una voz que recomendaba llevar la medalla y repetir a menudo aquella oración jaculatoria, y prometía gracias especiales a los que así l
o hiciesen.

¿Dejaremos nosotros de hacerlo? Sería imperdonable dejar de utilizar un medio tan fácil de asegurarnos en todo momento el favor de la Santísima Virgen.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA SÉPTIMO

Oración Preparatoria

Nuestra Señora ordenó a Sor Catalina que fuera acuñada una medalla según el modelo que Ella misma le había diseñado.

Después le dijo: «Cuantas personas la lleven, recibirán grandes gracias que serán más abundantes de llevarla al cuello y con confianza.

Ésta es la Gran Promesa de la Medalla Milagrosa. Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos siempre nuestro pecho con la medalla que es prenda segura de la protección de María.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA OCTAVO

Oración Preparatoria

Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados por doquier por la nueva medalla, (conversiones de pecadores obstinados, curación de enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que la voz popular empezó a denominarla con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por todo el mundo.

Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su milagrosa medalla.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

DÍA NOVENO

Oración Preparatoria

Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso.

Amemos a quien tanto nos amó y nos ama.

Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora la gracia de su amor y de su devoción.

Después de unos momentos de pausa para meditar el punto leído y pedir la gracia o gracias que se deseen alcanzar en esta Novena, se terminará rezando:

1º La oración de San Bernardo «Acordaos,,, o la Salve.

2º Tres Avemarías con la jaculatoria: ¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

3º Oración final

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A Cristo Rey DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Cristo Rey

ACTO DE CONTRICIÓN. Dios mío y Padre mío, que sois infinitamente bueno, os amo con todo mi corazón, y por lo mucho que os amo, me pesa de haberos ofendido.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS. Omnipotente y sempiterno Dios, que quisisteis restaurar en vuestro querido Hijo, Rey del Universo, todas las cosas, concédenos que todas las familias de las Gentes disgregadas por la herida del pecado se sometan a su suavísimo imperio. Que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

DÍA PRIMERO

«¿A quién buscáis?-¿A Jesús Nazareno? Yo soy». Señor y Rey nuestro: siempre dejas que te descubra tu amor, aun cuando tus criaturas tan amadas por Ti, te busquen para martirizarte. Sabiendo que Tú eres Jesús Nazareno, te buscamos hoy de nuevo para prenderte otra vez, mas no con cadenas y cuerdas, sino con nuestras miserias y nuestros amores, pues sabemos es lo que más ata y sujeta tu misericordioso y amante Corazón, y así preso por amor, conducirte en triunfo al trono que te han formado los corazones amantes, para que empieces tu reinado de misericordia y amor en la tierra. Amén.

Obsequio. Cumplir con fidelidad mis obligaciones por ser lazos de amor que me unen con Jesús.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Eterno Padre, derrama tus misericordias sobre toda la tierra, reino de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Oh Cristo Rey!, establece tu paz en tu reino. Amén.
Espíritu Santo, abrasa al mundo en tu purísima y ardiente amor. Amén.
Madre querida, une cada vez más y más a tu Hijo Divino, todo misericordia, con tus hijos, todo miseria. Amén.
San José, enséñanos a amar a Jesús y a María. Amén.

DÍA SEGUNDO

«Cristo, adivina quién te ha herido». ¡Oh Jesús amante y bueno!, aquella noche triste de tu Pasión tus ojos divinos veían a través de los siglos todos nuestros pecados y olvidos que tan dolorosamente herían tu divino Corazón, tanto, que para que tu pureza no te hiciese huir de nosotros, no tus verdugos, sino el amor vendó tus ojos, a fin de que no vieses más que almas que se perdían si Tú las dejabas.
Haz que esas almas a las que tu sangre y tus lágrimas han lavado y purificado lleguen a amarte con tanto entusiasmo, que se cierren sus ojos a todo lo que no seas Tú, Rey de sus amores.
Haz, Señor, que los hombres te conozcan y te amen. Amén.

Obsequio.Cerrar los ojos a todo lo que no sea Jesús.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA TERCERO

«Luego Tú eres Rey? – Bien dices: Yo soy Rey.-Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad.-¿Y qué es la verdad?». Dios Nuestro Señor es la verdad por esencia, y es verdad encantadora, es verdad que entusiasma el corazón; que este Dios Omnipotente se hizo hombre por mí, y me amó entre desprecios, entre burlas, entre toda clase de sufrimientos, y no por ser necesario para salvarme, pues unas gotas de su sangre bastaban para eso, sino por ser necesario al amor grande e infinito que ardía en su Corazón por las almas.
Señor, y Rey nuestro: enséñanos a amar como Tú, sin retroceder ante el sacrificio y el dolor, pues queremos sufrir y amar, para que ni un solo corazón deje de amarte; hazlos todos tuyos.-Amén.

Obsequio. Abrasarme con lo que me haga sufrir.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA CUARTO

«Desprecióle Herodes con todo su ejército y vistiéndole una ropa blanca, se burló y le remitió a Pilatos.». ¡Oh Jesús divino Rey nuestro!, cuán grande ha de ser nuestro amor hacia Ti, que por el nuestro quisiste ser burlado y tenido por loco, y en verdad, Jesús mío, locura de amor parece, el que la grandeza de Dios se encierre en el cuerpecillo de un Niño, que el poder de Dios esté sujeto con clavos, que este mismo Dios y Hombre se esconda en una pequeña Hostia, y enamorado venga buscando la intimidad de nuestros corazones, para tener en ellos sus delicias; Jesús amante y bueno, que el fuego de tu amor nos convierta también en pequeñas hostias, que escondidas en tu Corazón se pierdan a todas las miradas, para que Tú seas conocido y amado.

Obsequio. Huir de todo lo que me pueda hacer apreciar.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA QUINTO

«Vamos a coronarle de Rey.-Salve, Rey de los judíos, y escupiéndole le tomaban su cofia y le herían su cabeza y le daban bofetadas.» ¿Qué pensabas Jesús mío en aquella triste prisión? ¿Qué deseabas cuando eras coronado de espinas, cuando eras maltratado? Sólo dos cosas, ¡oh sabiduría y amor infinitos!: que tu Eterno Padre fuese glorificado, que las almas se salvasen; ¿y podremos pensar las almas en otra cosa que en Ti? ¿Podrán nuestros corazones desear otra cosa que el que se repitan por amor aquellas palabras «Salve Rey», pero no sólo de los judíos, sino de todas las naciones de la tierra conquistadas con tus sufrimientos y tu muerte? Que el grito «¡Vamos a coronarle por Rey! » resuene por amor en toda la tierra, ¡oh Dios mío!. Amén.

Obsequio. Apartar mi pensamiento lo que no sea Dios.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA SEXTO

«Ecce Homo .-He aquí a vuestro Rey.» ¡Oh divino Jesús!, cómo te presentan por Rey, coronada de espinas tu cabeza, tu cuerpo cubierto de heridas, llenos de lágrimas tus ojos; pero era preciso que ésa fuese tu presentación, pues no sólo eres nuestro Rey, sino nuestro modelo, y nunca mejor que entonces podías decir: «Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazón.». Caigan, Señor, en presencia de tanta grandeza, de tanta humildad, de tanto amor, todos los idolillos que queden en nuestros corazones. Déjanos recoger tu sangre y tus lágrimas, para que derramándolas sobre los corazones de todas las criaturas seamos de nuevo purificados y envueltos en el amor. Amén.

Obsequio. Procurar con empeño la humildad.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA SÉPTIMO

«Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino.-En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.» Quisiéramos, Señor, presentarte en el día de tu fiesta los corazones de todos los hombres rendidos a tu amor; pero mira, Rey nuestro, cuántos millones de ellos están envueltos en las tinieblas de la muerte y del pecado y no te conocen; por ellos te pedimos nosotros que tenemos la dicha de conocer tu Corazón, todo misericordia. «Señor, acuérdate de estos desgraciados cuando estés en tu Reino», haznos, Señor, oir: «pronto, muy pronto estarán conmigo en el paraíso». Amén.

Obsequio. Actos de fe, esperanza y caridad.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

DÍA OCTAVO

«Mujer, he ahí tu hijo.» «He ahí tu Madre.» Mas uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió de él sangre y agua. ¡La Madre de nuestro Dios es nuestra Madre querida! ¡Qué felicidad y qué confianza! El Corazón de nuestro Dios es nuestro Cielo, nuestro tesoro. Madre bendita, queremos amarte como te amaba Jesús, y a El, como Tú le amabas; enséñanos las delicadezas del amor, la felicidad de la vida de unión, de unión íntima, confiada, amorosa; haznos chiquitos, muy chiquitos, para poder entrar y perdernos en el Corazón de Jesús, sin tener más móvil ni deseo que amaros y haceros amar. Amén.

Obsequio.-Consagrarme de todo corazón a la Santísima Virgen.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

DÍA NOVENO

«Jesús Nazareno, Rey de los judíos.» «Regnavit a ligno Deus» «Y al nombre de Jesús doblarán la rodilla en el Cielo, en la tierra y en los infiernos.» ¡Oh Rey divino!, al presentarte en este día bendito nuestras adoraciones, te ofrecemos cuanto somos, tenemos y deseamos; no nos detiene nuestra miseria, pues eres todo misericordia; confiamos conseguir todas nuestras peticiones, pues eres todo amor y el amor atiende siempre, y te lo pedimos en unión de nuestra Reina y Madre Inmaculada y de los ángeles custodios de todas las almas.

¡Señor!, arroja de tu reino a los demonios y a todos tus enemigos y concede a la Iglesia una era de paz. Lleva a Ti en este día a las almas del Purgatorio, un perdón general a todos los pecadores y poniendo luz en sus inteligencias y amor en sus corazones, prueba una vez más que es más grande tu misericordia que nuestra malicia y miseria.

Llena de amor y pureza a los sacerdotes, a los niños y a las almas a Ti consagradas, formando de ellas esas legiones de almas puras, humildes y amantes que Tú deseas: almas pequeñitas que como granos de trigo, formen todas en una perfecta unión de intenciones y corazones con la Víctima divina del Calvario y del altar una Hostia que aplaque al Cielo por los pecados de la tierra y haga descender sobre ella perdón y misericordia para los desgraciados pobres pecadores, de esas almas que quieres sean las delicias de tu Corazón en la tierra y tu corte de amor en el Cielo.

Obsequio. Abandonarme en el Corazón de Dios.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

ORACION

Salve Rey de los cielos y tierra
Cristo Jesús, cariñoso Pastor
Oye la voz amorosa y vibrante
Que hoy te eleva mi canto de amor.
Salve Rey de los ángeles fieles
De Confesores luz y sostén
Dame la gracia de seguirte siempre
Hasta estar feliz en el Edén.

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A Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena y Gozos a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

En venezuela, la Novena comienza el 9 de noviembre y la fiesta patronal es el 18 de noviembre. Y en Colombia su fiesta es el 9 de julio y la novena comienza el 30 de junio.


ACTO DE CONTRICION

Señor mío Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que haces infinitas maravillas en el cielo y la tierra; Tu, Señor, que me hiciste a tu imagen y semejanza, y capaz de tu gloria y de la felicidad eterna, beneficio que nunca te podré pagar; por el amor que me tienes; oh Dios , cuya grandeza me abisma, escucha la sincera confesión de mi pecado. Aquí estoy postrado de hinojos antes tu augusta presencia, lleno de vergüenza, pero arrepentido y dispuesto a desagraviarte.
Confieso, Señor, que he pecado, que no he evitado las ocasiones de pecar, despreciando los sublimes mandamientos de tu Ley santa y labrando a sabiendas mi eterna condenación. Me pesa, Señor, me pesa una mil veces haber manchado mi alma con la sombras del pecado. Pero como el penitente David, aquí me tienes suplicando el perdón de mis culpas prometiendo la enmienda de mi vida y la salud de mi alma.
Protégeme, Señor, yo te lo suplico fervorosamente y te lo pido por el amor que le tienes a tu Santísima madre, en cuyo honor hago este novenario bajo la dulce advocación del Rosario de Chiquinquirá cuya sacratísima imagen se renovó milagrosamente en Maracaibo ante un pueblo celoso de amor a la Virgen Maria. Por ella, pues, dulce Jesús, aplaca tu justa ira y concedeme toda tu clemencia, de la que tanto necesito para salvarme de los peligros que me rodean. Amen

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Omnipotente y Sempiterno Dios y Señor Nuestro, que eres la esperanza y el consuelo de todos los afligido que te invocan, y quisiste que todos los bienes que tenemos, y los que esperamos alcanzar, nos venga por mano de la Santísima Virgen dignísima madre tuya; concédenos que todos los que veneremos piadosamente tu nacimiento en carne mortal y te roguemos delante de esta milagrosa Imagen renovada por si misma, sintamos el perpetuo socorro de su patrocinio y seamos libres en el cuerpo y en el alma, de toda tripulación. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen

DIA PRIMERO

Oh Soberana Reina de los Cielos y tierra! Que fuiste elevada por gracia a un a estado mas sublime que el que tienen por naturaleza nuestros Ángeles custodios, yo te doy gracias por las buenas inspiraciones que me has prodigado toda la vida, y especialmente en este día; también os agradezco que renonueves milagrosamente tu Imagen del Rosario de Chiquinquirá, expresamente para proteger a tus fieles devotos ; y te pido que asimismo renueves con tu milagroso poder en el tosco lienzo de nuestros corazones la imagen de tu Hijo venditísimo. Alcánzanos también la gracia que en esta Novena os pedimos por la intercesión de tus Siervos San Andrés y San Antonio, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amen

DIA SEGUNDO

¡Oh Madre! Tu estas sublimada por tu celo en cumplir las ordenes de Dios sobre el coro de los Arcángeles; tu eres su Reina, y por tal ellos te reconocen; yo me congratulo de tu grandeza, y doy por ello rendidas gracias a la Beatísima Trinidad , y te pido que te dignes encender en mi tibio corazón la llama ardorosa de una celo activo, prudente y eficaz. Tu, que disteis a conocer el resplandor de tu gloria en la admirable renovación de esta Imagen tuya que veneramos, danos la gracia y concédenos lo que particularmente te pedimos en este novenario. Así lo esperamos conseguir a mayor gloria de Dios, por la intercesión de tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio; mas, si no conviene a nuestra salvación, dadnos la conformidad para aceptar gustosos las disposiciones divinas. Amen

DIA TERCERO

¡Oh Madre y Señora Mía! Tú fuiste la Virgen prudente elevada sobre el coro de los principados: durante el tiempo de tu peregrinación me diste ejemplos de esta virtud que impide el desorden entre los hombres. Siendo tu Sabiduría superior a la de todos los coros Angélicos, también fue superior a la de ellos tu prudencia; te suplico, pues, que me alcances de Tu Divino Hijo esta virtud de la prudencia y que sepa frenar los apetitos de la carne rebelde. Así lo espero conseguir por la intercesión de tus siervos San Andrés y San Antonio, y también la gracia especial que solicito en esta novena. Amen

DIA CUARTO

Oh fortísima Señora que jamás fuiste vencida y siempre venciste a las potestades infernales! Ve, Señora, a que atrevimiento han llegado, pues pretenden borrar el culto católico de la faz de la tierra. Aprisionado el Vicario de Tu Divino Hijo, perseguida la justicia y triunfante la iniquidad, sin tu auxilio es de temer que sucumbamos; ven, pues, en auxilio de cada uno de tus devotos, y que todos sintamos los saludables efectos de tu protección al invocar tu patrocinio: tu, que tienes poder sobre el coro de las Potestades, cuya Reina eres, puedes hacerlo así. Haz que tu sagrada Imagen de Chiquinquirá sea para los maracaiberos, para el Zulia todo y para fieles devotos, un escudo que nos defienda de los ataques infernales. Así lo esperamos alcanzar por la intercesión de tus siervos San Andrés y San Antonio, como también lo que particularmente te pido en este novenario. Amen

DIA QUINTO

Obedientísima Señora y Madre nuestra, que no rehusasteis ninguno de los cargos que el Señor te encomendó; yo me congratulo de verte elevada sobre el coro de las Virtudes, así como me confundo al verme tan desemejante a ti por mis desobediencias a la Ley Santísima de Chiquinquirá; ayudadme a tomarte por modelo de humildad y obediencia, para que así logre mi salvación y el favor que, por intercesión de tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio, te pido en esta novena, si así me conviene. Amen

DIA SEXTO

¡Oh piadosísima Señora, llamada con verdad Espejo de Justicia! Yo me congratulo al verte elevada sobre el coro de las Dominaciones. Tu eres como el manantial de las cristalinas aguas de las divinas misericordias, por esto, confiadamente te pido que me alcances la gracia de practicar en todo la virtud de la justicia apartándome de lo malo y obrando siempre bien, para que después merezca gozar del paraíso al lado tuyo . Si, Virgen amantísima de Chiquinquirá, concédeme eso y lo que te pido en esta novena poniendo por intercesores a tus gloriosos siervos San Andrés y San Antonio. Amen

DIA SÉPTIMO

¡Oh Virgen purísima, Silla de la Sabiduría ! Tu que eres la Reina del coro de los Tronos, eres también la Madre del Verbo Eterno. Yo te alabo y te bendigo, y al oír de tus divinos labios que tu eres la madre de la Santa Esperanza , te suplico que ruegues por mi a tu divino Hijo, a fin de que no desconfié jamás de tus misericordias, y apoyado en el valor infinito de los méritos de Jesucristo, alcance el trono de gloria preparado para los que le aman.

Tu, poderosa Señora, que nos has dado tu bendita Imagen de Chiquinquirá, concédenos por la intercesión de San Andrés y San Antonio, tus siervos fieles lo que te acabo de suplicar, y lo que particularmente te pido en esta novena, si me conviene. Amen

DIA OCTAVO

Oh esclarecida Reina de los Querubines, tu por tu firme, constante y fervorosa fe merecisteis ser colocada mas cerca del Divino Sol que a rodos ilumina. Yo te ruego me concedas una muerte justa, par ir a gozar de las inefables delicias que tus gozas en el Paraíso celestial en compañía de los abrasados Querubines y de toda la augustísima Corte del Cielo. Te ruego, Señora mía, te dignes desterrar de nosotros los aires malignos que nos apestan, y danos abundantemente los frutos d la tierra; si el verano secare nuestros campos, envíanos aguas tempranas; si estas ahogaren los granos, haz que se suspendan por el tiempo necesario para la germinación de nuevas plantas, y danos finalmente, amorosísima Madre de Chiquinquirá lo que solicitamos en esta novena pues te lo pedimos confiados del valimiento que para Ti, tienen tus fieles siervos de San Andrés y San Antonio. Amen

DIA NOVENO

¡Oh, Reina Soberana de los encendidos Serafines! ¡Cuánto me regocijo al verte elevada sobre todos ellos y ardiendo con mayor pureza e intensidad, y con mas vehemencia abrasándose en el divino fuego! Mira esta egoísta sociedad moderna que muere por falta de amor y que parece tiene su vida alimentada por el odio que la despedaza: mira la familia, casi destruida por el frío glacial que reina entre sus miembros: mírame sobre todo a mi , y ve Señora cuan duro es el hielo que cubre mi tibio corazón, derrítelo, Señora en el amor divino, despertadle del profundo letargo en que está desde hace tanto tiempo ,y así como por amor tus siervos fieles renovaste tu Imagen del Rosario de Chiquinquirá, renueva las fibras de mi endurecido corazón; y vuélvela como blanca cera. ¡Oh piélago de amor divino! Ruega por nosotros, infunde en nuestros pechos una centella del fuego en que nos abrasas. Eres protectora de la fe: convierte a tus siervos descarriados, y haz que la sociedad zuliana no pierde nunca la fe católica; mira que en este pueblo renovaste milagrosamente tu sagrada Imagen del Rosario de Chiquinquirá, y en el recibes fervoroso culto. Te lo pedimos, poniendo por intercesores a tus siervos San Andrés y San Antonio. Amen

GOZOS A HONRA A NUESTRA SEÑORA DE CHIQUINQUIRÁ

Coro

Pues eres de los pescadores
el consuelo y la alegría
¡oh madre, clemente y pía
escucha nuestros clamores!

Estrofas

Si en tu imagen hermosa
de Chiquinquirá encontramos
todo el bien que deseamos
en esta vida penosa,
si en todo tiempo, graciosa,
dispensas tus favores
con franca soberanía.

Oh Madre, clemente y pía.

Fénix de amor, renovada
para remediar al hombre
ostentas este renombre
en tu Imagen sagrada;
con tal m timbre coronada,
se aumentan mas los ardores
de tu amor cada día.

Oh Madre, clemente y pía.

Como aquella nubecilla
que Elías vio en el Carmelo
así por nuestros consuelos
obrastes la maravilla;
de una oscura Imagencilla
salieron magnos primores,
que son asombro del día.

Oh Madre, clemente y pía.

¡Que copiosa y que incesante
es la lluvia soberana
de milagros, con que ufana
nos beneficias amante.
No se da ningún instante
sin que derrames favores
con general bizarría!

Oh Madre, clemente y pía.

Todo el que implora confiado
con sincera devoción
tu amparo y protección
sale siempre consolado;
infinitos han mudados
en delicias los dolores.
Porque buscaron tu guía.

Oh Madre, clemente y pía.

No hay enfermedad penosa,
no hay trabajo ni desgracias
que Tu con tanta eficacia
no remedies generosa;
si es que con fe fervorosa
quien busca tus amores
de los vicios se desvía.

Oh Madre, clemente y pía.

Maracaibo siempre fino,
así lo confiesa ufano,
porque jamás clamo en vano
a tu auxilio divino,
con modo el mas peregrino,
en sus congojas mayores
le haz dado la alegría.

Oh Madre, clemente y pía.

Casa común del consuelo
es vuestro templo sagrado,
pues en el haz franqueado
tu maternal desvelo.
Por eso con tanto anhelo,
sin recelos ni temores,
te clamamos noche y día.

Oh Madre, clemente y pía.

Pueblo de Chiquinquirá,
tierra mil veces dichosa!
¡que riqueza tan preciosa
Dios en tu campo nos da!
¡Oh, que celestial maná
de tan distintos sabores
vierte en su imagen María.

Oh Madre, clemente y pía.

Pues eres de los pecadores
el consuelo y la alegría,
oh Madre clemente y pía,
escucha nuestros clamores.

Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan preciosa belleza;
a ti Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
te ofrezco desde este día
alma, vida y corazón;
mírame con compasión,
no me deje, madre mía. Amen
 
 

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A la Beata Alexandrina Da Costa DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Beata Alexandrina María Da Costa

La Novena consiste en tres condiciones: el rezo de las oraciones durante nueve días seguidos, recibir los sacramentos por lo menos una vez durante la novena y cooperar con las obras salesianas.

  

 

Rezar por nueve días:

Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria al Santísimo Sacramento diciéndole:

“Jesús, te pido, como te pidió la Beata Alejandrina, que me des el fuego de tu corazón, acoge mis súplicas, no repares en mi miseria, recuerda tus divinas promesas, pido y confío”.

Con la jaculatoria:

“Sea alabado y reverenciado en cada momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento.”

Tres Salves a María Auxiliadora diciéndole:

“Madre amada, como te pidió la Beata Alexandrina, dame un dolor tan grande de mis pecados, que con mi arrepentimiento quede puro como un ángel y merezca la compasión de mi Jesús.”

Con la invocación:

“María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.

Oración

Oh Dios, Padre bueno y misericordioso,
que nos has dado a la Beata Alexandrina
Gota purísima de Tu amor,
para que en todos los rincones del mundo,
su vida sea la chispa que encienda
en las almas, el fuego de tu amor.
Te entrego mi vida entera,
acepto con mucho amor mi dolor, mis sufrimientos.
Te pido que por su intercesión me concedas
( hacer el pedido)
Beata Alexandrina María da Costa, cooperadora Salesiana, ruega por nosotros.

Recibir los Santos Sacramentos, siquiera una vez, durante la novena.

Ayudar a las Obras Salesianas.

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A Nuestra Señora Salud de los Enfermos De Sanación DEVOCIONES Y ORACIONES Por los Enfermos

Novena a Nuestra Señora de la Salud de los Enfermos

La advocación se celebra el 24 de agosto y su novena comienza el 15.

Acepta, dulcísima María, Salud de los enfermos, los obsequios y alabanzas que te tributamos durante esta novena que ofrecemos, a mayor gloria de Dios y honra tuya.

Dígnate recibirlos, María querida, en prueba de nuestro amor y devoción.  En retornos de estas muestras de filial afecto, mira con esos tus ojos de compasión y dulzura a tus hijos más queridos, los enfermos, a fin de que al influjo de tu mirada, revivan en cuerpo y alma, y te alaben y bendigan en unión nuestra, en todos los instantes de su vida. Así Sea.

ORACIÓN INICIAL

Con el saludo de Gabriel, nos acercamos a ti, Reina y madre nuestra. “Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo”, dispón nuestros corazones para que recibamos tus gracias.

Hoy Madre te presentamos nuestras ofrendas y nuestras miserias.

Ruega por nosotros, pecadores. Ruega al Padre por todos. Por los que estamos aquí y por los que se han apartado de tu amor. Por los que desconocen y olvidan; por todos, porque todos somos hijos tuyos.

Ruega por nosotros siempre, ahora y en la hora de nuestra muerte.

DIA PRIMERO

MADRE DE CRISTO, RUEGA POR NOSOTROS

¡Oh, María! Todas las generaciones te proclaman bienaventurada. Creíste a la voz del ángel, y en ti se cumplieron todas las maravillas. Prestaste fe a la encarnación del Hijo de Dios; entonces despuntó el día más feliz de la historia de la humanidad.

La fe es un don de Dios y fuente de todo bien.

Aviva ¡oh, Madre!, en nosotros esa fe firme que salva y se traduce en obras.

Que sepamos meditar como tú, las palabras de tu Hijo, para llevarlas a la vida en medio de nuestros hermanos.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos de los enfermos. Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA SEGUNDO

MADRE DE LA IGLESIA, RUEGA POR NOSOTROS

Después de subir al Cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la Madre de Jesús. Qué asamblea más hermosa, todos juntos en oración con María, esperando la venida del Espíritu Santo. Qué bello nacimiento de la Iglesia.

Recojámonos también nosotros en oración, con María y pidamos que nos dé esa fe y esa fuerza que impulsó a los apóstoles, para que, en medio de las dificultades, no desfallezcamos; y llevemos además la misión que cada uno tenemos encomendada en nuestra vida.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA TERCERO

MADRE DE LA DIVINA GRACIA, RUEGA POR NOSOTROS

Gracias, Jesús, por habernos dado por Madre a María. Gracias, Madre, por aceptarnos a todos por hijos sobre el Calvario.

¡Oh, María!, todo lo puedes ante Dios, y quieres lo mejor para tus hijos, aunque por nuestras ingratitudes y olvidos, no merecemos tu ayuda. Bien sabes, Madre, lo mucho que te necesitamos.

Vuestra misión estaba unida a la de Jesús, que vino a salvar lo que estaba perdido. Por eso hoy acudimos a ti, Madre de la divina gracia, para que derrames sobre nosotros las gracias que más necesitamos para ser fieles servidores de tu Hijo.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA CUARTO

MADRE PODEROSA, RUEGA POR NOSOTROS

El Señor otorgó a María el poder y la gracia, por ello es depositaria de todas las La historia nos presenta cómo María ama y protege a sus Hijos; con la multitud de gracias y favores que derrama constantemente sobre nosotros.

¡María!, ven en ayuda

nuestra. Líbranos de todo mal, para que así logremos alcanzar, después de esta vida, la corona prometida para quienes han combatido contra el mal y han mantenido la fe.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA QUINTO

VIRGEN DIGNA DE ALABANZA, RUEGA POR NOSOTROS

Hoy nos dirigimos a ti, Virgen María para alabarte por tus grandezas, para proclamar tus maravillas y para agradecerte los favores y desvelos a favor nuestro.

Todas las generaciones te proclaman bienaventurada. Eres obra del amor de Dios. Eres Madre de todos los creyentes. Te felicitamos con las palabras del ángel:

“Salve llena de gracia, el Señor está contigo, bendita eres entre todas las mujeres.”

Hacia tu trono, Madre, se dirigen nuestros ojos y nuestro corazón llenos de ternura para alabarte como reina y para pedirte como Madre que vuelvas tus ojos hacía tus hijos que invocan tus favores y ponen en ti su esperanza

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA SEXTO

VIRGEN PRUDENTE, RUEGA POR NOSOTROS

Consideramos hoy en María la virtud de la prudencia, revestida de una profunda humildad. Tenemos como ejemplo el episodio de las bodas de Caná; con qué delicadeza presenta a su Hijo el problema de los novios: “no tienen vino”. María se hace cargo del apuro de los novios, y a pesar de la respuesta de Jesús aparentemente desinteresada,”¡Mujer!, ¿ a ti y a mi qué?. Todavía no ha llegado mi hora “. María no se rinde, sabe que su Hijo puede salvar la situación y dice a los criados: “ Haced lo que Él os diga”.

Qué fe y que seguridad la de María en el poder de Jesús.

Tú, Señor que nos diste a María como modelo de creyentes, concédenos caminar con ella alegres en el seguimiento de Cristo y que sepamos responder fielmente a nuestra vocación cristiana.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA SEPTIMO

VIRGEN FIEL, RUEGA POR NOSOTROS

María, fiel a sus propias convicciones, no habla, obra y actúa el . La vida de María es fidelidad y compromiso a ese sí dado, y lo lleva adelante en silenciosa y constante laboriosidad.

María peregrina por el camino de la fe, con fidelidad y perseverancia. Nosotros, también peregrinos, tenemos el camino ya trazado ante nosotros, con señales de lo permitido y lo prohibido; el modo de hacer el camino ya depende de nosotros; si nos salimos, si nos paramos o nos saltamos las señales, todo depende de nuestra fidelidad a los principios, a nuestro sí. Pedimos hoy a María que nos ayude a ser fieles y perseverantes en nuestra vocación.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL
Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exentogoce la eterna alegría. Amén

DIA OCTAVO

CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA, RUEGA POR NOSOTROS

Nuestra devoción a la Virgen debemos cimentarla en el amor y en la alegría, porque ella es nuestra Madre, no porque nos sintamos obligados a amarla; lo mismo que a nuestra madre natural; la amamos porque sentimos amor, no por obligación. El amor brota instintivamente de nuestro interior, sin esfuerzo. De nuestra Madre natural decimos. Es mi Madre, porque nos ha dado la vida natural. María nos ha engendrado a Cristo a una vida sobrenatural.

Las cruces se hacen pesadas cuando las arrastramos de mala gana, y se tornan ligeras cuando las llevamos con alegría.

Ayúdanos, Madre, a hacer alegre nuestra vida y a compartir la alegría con los demás.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros. Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén

DIA NOVENO

SALUD DE LOS ENFERMOS, RUEGA POR NOSOTROS.

Desde las más antiguas inscripciones marianas es constante la invocación a la Virgen bajo el título de Salud de los enfermos. La comunidad eclesial está llamada a sentir y vivir la presencia de los enfermos como testimonios vivos dentro de sí sabiendo recoger la lección del que sufre en el cuerpo y en el espíritu como una experiencia que difícilmente sabe vivir el que no ha aprendido a sufrir. Cuánto dolor y sufrimiento dentro de nuestras comunidades y de nuestras familias. Enfermos que pasan las noches, interminables para ellos, esperando el amanecer, y pasan el día con la ilusión de poder descansar durante la noche.

¡Ayúdalos, oh, Madre!. En esos momentos difíciles, para que no renieguen de su estado ni de su fe, sino que se sientan corredentores en la obra de tu Hijo a favor suyo y de toda la Humanidad.

INVOCACIONES

Oh María, Salud de los enfermos. Rogad por nosotros Ave María (tres veces)

ORACIÓN FINAL

Tu que del triste mortal Eres Salud y esperanza de tu Hijo Virgen alcanza la curación de mi mal y si este bien temporal no conviene al alma mía dame paciencia ¡Oh María, hasta que llegue el momento en que de males exento goce la eterna alegría. Amén.

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A la Mater Admirabilis DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Mater Admirabilis

En 1844 una religiosa del Sagrado Corazón pinta en uno de los muros del claustro a Nuestra Señora. El resultado fue la pintura de «La Madonna del Lirio».

El 20 de Octubre de 1846, día en que el Papa Pío IX, al visitar el monasterio, viendo la imagen exclamó: «Verdaderamente es Mater Admirabilis», título que ostenta hasta este día. Su fiesta se celebra el 20 de Octubre.

Puede leer su historia en MATER ADMIRABILIS O MADONNA DEL LIRIO, ITALIA ( 20 DE OCTUBRE)

PRIMER DIA 11 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Oración

Modesta y recogida, María recorre los silenciosos atrios del Templo, sube las escaleras que conducen a las tribunas, y una vez allí, adora al Altísimo.
Tenía necesidad de Dios, tiene hambre y sed de verle, de conversar con El.
Su oración era el deseo, la ocupación de su corazón; la contemplación y la adoración, su vida.
Cando el corazón está ausente, no hay oración posible; pongamos pues el nuestro en toda oración: que nos acerque a Dios, que nos lo haga presente, que nos una con El de un modo íntimo, y que entre su Corazón y el nuestro, no haya lugar para criatura alguna que nos aparte de El.

Madre Admirable, que inspiráis el amor de Jesús, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que reveláis a vuestros devotos los secretos del Sagrario, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que abrís el camino de la vida interior, rogad por nosotros.

SEGUNDO DIA 12 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Trabajo

Sale tranquila y recogida del mundo interior donde acaba de conversar con Dios.
Ved a la Virgen delante de estas dos palabras: el deber, lo mejor.
Recogida va con diligencia donde la llama ese deber.
Cada momento de su vida es un momento de fidelidad, laborioso, puntual.
Hay en el trabajo hecho delante de Dios, goces inenarrables, inmensos horizontes.
Trabajemos con ánimo, pesando en la vida eterna, último y magnífico salario de una tarea que dura poco, y está aligerada por la compañía de Mater.

Madre Admirable, con cuyo recuerdo descansa el corazón, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que a todos dirigís palabras de vida, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que dais fortaleza para hacer los mayores sacrificios, rogad por nosotros.

TERCER DIA 13 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su obediencia

María ha sido obediente a la voluntad divina, y obediente a las inspiraciones más secretas y delicadas de la gracia.
El abismo de su obediencia total atrajo al Verbo divino.
Toda la superioridad de la criatura está en el obedecer porque Dios se halla en el fondo de las voluntades que intima a la criatura y cuando ésta acoge sus quereres, no hace más que abrirse a las efusiones divinas.
Es preciso que yo me abandone irrevocablemente a Dios a fin de que haga de mí, en mí y por mí cuanto le plazca.

Mater Admirable, que ganáis los corazones para llevarlos a Jesús, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que reanimáis el valor abatido, rogad por nosotros.

Madre Admirable, emblema de la verdadera grandeza, rogad por nosotros.

CUARTO DIA 14 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Bondad

Nada extraordinario se revela en el exterior de María y sin embargo, sus compañeras se ven arrastradas por el atractivo de su corazón; ¡ María es tan buena para con ellas ¡ Siempre amables se presta a sus deseos, y las anima con benevolencia; su conversación está en el cielo, por esto, en todas sus relaciones la acompaña un bienestar celeste.
La bondad es una luz, un reflejo de Dios que atrae las almas a lo invisible por medio de lo visible, esa luz iluminada viene a ser iluminadora, siendo para las almas un suave pero irresistible modo de apostolado.

Madre Admirable, que todo lo allanáis, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que rompéis las cadenas de los pecadores más obstinados, rogad por nosotros.

Madre Admirable, remedio para todas las heridas, rogad por nosotros.

QUINTO DIA 15 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Regularidad

Hemos de seguir a María, cuando atraviesa sin ruido los pórticos del Templo, fiel hasta en los menores detalles del reglamento. Donde la llamaba, allí estaba llevando consigo la santa alegría, la amable serenidad de las almas fieles.
En los actos de María, en sus movimientos, nada hay de superfluo, todo está en su plenitud y justa medida, es una exactitud llena de unción.
La regularidad encamina directamente el alma a su fin, por la fuerza de una adhesión amante y firme al principio devino que impulsa a obrar.
Aprende el secreto maravilloso que hace de cada acción, aún de la más insignificante y oculta, un tesoro de méritos.

Madre Admirable, a quien jamás se invoca sin adelantar en la virtud, rogad por nosotros.

Madre Admirable, cuya mirada transporta a un mundo mejor, rogad por nosotros.

Madre Admirable, a quien nunca se invoca en vano, rogad por nosotros.

SEXTO DIA 16 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Silencio.

El orden, la armonía, la quietud, el silencio, formaban la vida espiritual de María. Sabía que el trato con las criaturas aparta el alma de la unión divina, mientras el silencio la mantiene más unida.
En el templo, introdujo mayor silencio del que encontró, porque se exhalaba de ella una unción sin nombre.
Procuremos descubrir ese secreto; es necesario conservar en todas las ocasiones la tendencia interior al silencio, no dejando entrar lo creado, sino en lo que de puro y divino contiene.
Guardamos silencio cuando vivimos con seres de naturaleza distinta de la propia; de ahí el amor profundo que las almas elevadas han sentido siempre por el silencio y la soledad, donde encontraban a Dios con plenitud y sin obstáculo.

Madre Admirable, que infundís desprecio a los goces y honores del mundo, rogad por nosotros.

Madre Admirable, consoladora por excelencia, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que hacéis gustar anticipadamente las delicias del cielo, rogad por nosotros.

SÉPTIMO DIA 17 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Pureza

María era Virgen en todo lo que hacía, decía, amaba. Su lirio parece buscarla y a su vez, ella levanta a menudo los ojos para contemplarlo mejor, aspirando el perfume virginal.
En el mundo donde la Virgen del Lirio introduce a sus íntimos, no hay otra seducción sino Dios, ni otro temor que de ofenderle; ella vuelve nuestro corazón hacía donde se dirigió siempre el suyo, inspirándole sus gustos, sus inclinaciones, sus deseos.
Ella nos abre el camino por el cual hemos de andar: ante todo es preciso conservar y defender nuestro lirio, nuestra pureza, por la vigilancia enérgica sobre nuestro corazón y nuestros sentidos.
Tan resguardadas viviremos entonces, que pasaremos impunemente en medio de lo que daña, conducidas siempre por el recuerdo del Lirio de Mater.

Madre Admirable, Azucena de los valles y Flor de los campos, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que esparcís a vuestro alrededor un perfume de inocencia, rogad por nosotros.

Madre Admirable, más pura que la azucena, cuya blancura superáis, rogad por nosotros.

OCTAVO DIA 18 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Paz

Las hijas de Sión, compañeras de María, la veían pasar y obrar sin ruido, sin precipitación, casi sin hablar.
Mas al seguir sus huellas, al acercarse a su persona penetra balas un sentimiento de paz, como de presencia de Dios.
Su compañía las encantaba, pero todavía influía más profundamente su ausencia porque esta les advertía de cuan celosas precauciones ha de rodearse un alma que quiere guardar la paz, apartar todo lo que le pone obstáculos, es deseo ardiente del alma que aspira a los invisible.

Madre Admirable, tesoro de calma y serenidad, rogad por nosotros.

Madre Admirable, que inundáis con dulce gozo los corazones, rogad por nosotros.

Madre Admirable, a cuyos pies quisiéramos hallarnos siempre, rogad por nosotros.

NOVENO DIA 19 DE OCTUBRE

Mater, admirable en su Amor

María no quería más que agradar a Dios y descansar en El.
Vivía separada de todo lo que no fuera Dios, su luz y su amor., con un amor único al Santo de los Santos había sellado su corazón y su alma se consumía en un deseo ardiente de ver a Dios.
Cuando un alma ha sentido las verdaderas ascensiones del corazón, sólo tiende a Dios, buscando en el tiempo por la Fe, la Esperanza y la Caridad, y alcanzado en la eternidad.
Cerca de Mater, el alma experimenta una necesidad indecible de lo que es objeto de los más vehementes deseos de la futura Madre de Jesús, y cuanto más se une a Ella, más falta le hace la presencia de Nuestro Señor Jesucristo. Jesús será pues, el divino objetivo de nuestra vida, como lo ha sido de la vida de María la cual no existió sino por El y no conduce sino a El.

Madre Admirable, a cuya vista el alma se eleva y transporta sobre las cosas terrenas, rogad por nosotros.

Madre Admirable, patria del pobre desterrado, rogad por nosotros.

Madre Admirable, Reina muy amada del Sagrado Corazón., rogad por nosotros.

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A Nuestra Señora de Schoenstatt DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt

La devoción a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt tiene su inicio en el Santuario original que está en Schoenstatt (que significa «lugar hermoso»), en un barrio del pueblo de Vallendar, próximo a Coblenza, a orillas del río Rhin en Alemania.

Su fundador fue el Padre José Kentenich el 18 de octubre de 1914. Su nombre deriva del lugar donde surgió, el «Santuario Original», una modesta capilla consagrada a la Santísima Virgen.

Su fiesta es el 18 de octubre. Puede verse la historia en NUESTRA SEÑORA DE SCHOENSTATT, ALEMANIA ( 18 DE OCTUBRE)

ORACIÓN INICIAL (PARA DECIRSE CADA DÍA DE LA NOVENA)

Querida Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt; vengo a Ti con ilimitada confianza a implorar tu ayuda para obtener de Dios lo que humildemente pido.

Tu Hijo Divino te entregó a mi como Madre. Sus palabras “He ahí a tu Madre” me las dijo a mi también, y a Ti te dijo “He ahí a tu hijo”, (Jn. 19, 26-27), una unión eterna. ¡Heme aquí pues arrodillado a tus pies! ¡Que consuelo tenerte como Madre! Por lo tanto acudo a Ti en mi angustia. Te ruego Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, pues ninguno de tus hijos que han acudido a Ti ha quedado sin protección o ayuda. Tú misma has llevado a cuestas grandes penas. Como Madre Dolorosa permaneciste al pie de la Cruz. Ahora que vengo a Ti con mi dolor, ¿Despreciarías esta humilde y angustiosa súplica? ¡No, Nunca! Tú eres la Salud de los enfermos, el Consuelo de los afligidos, el Auxilio de los cristianos. Lo que me llena de consuelo especial es el hecho de que Tu eres «Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt», una advocación que quiere decir simplemente que eres mi Dulcísima Madre en todo momento y lugar.

Te suplico que obtengas para mi de tu Misericordioso Hijo, la respuesta a mi plegaria (…), y yo repetiré tu “Magnificat” (Lc 1, 46-55) y pregonaré la Misericordia de Nuestro Señor por toda la eternidad. Amén.

DIOS SALUDA A MARÍA SANTÍSIMA. PRIMER DÍA

“El ángel del Señor anuncio a María y Ella concibió del Espíritu Santo” (Lucas 1, 28-38)

A través de los siglos, las campanas de todas nuestras iglesias y capillas han proclamado en voz alta este misterio. Tres Veces al día nos quiere recordar el principio de nuestra redención.

Meditemos por un momento en la Anunciación. ¡Cuanta Luz ha de haber rodeado a la Santísima Virgen María! ¡Qué gran misterio confío el Señor a su Cuidado! ¡La Venida del Mesías se acercaba y aquella humilde doncella llegaría a ser su Madre! ¡Qué profunda emoción debe haber embargado a María cuando oyó lo increíble: que el Hijo de Dios quería hacerse uno de nosotros!

Preguntémonos sin embargo, si acaso este hecho trajo alegría y felicidad tan sólo a la Virgen María. Claro que no, pues bien sabemos, la hora aguardada por tan largo tiempo traía consigo una profecía de mucho sufrimiento. Seguramente que en el momento de la Anunciación, la Virgen Santísima no conocía a detalle todos los acontecimientos que se disponía a aceptar. Por otro lado, Ella estaba familiarizada con las Escrituras. Especialmente los pasajes referentes al Mesías quien, a un precio de extremadamente dolorosos sufrimientos, quería redimir a un mundo tan profundamente sumergido en la culpa y el pecado. Entonces, ¿No tendría también su Santísima Madre que prepararse para un mar de sufrimientos?
“El Ángel del Señor anunció a María” (Lc. 1,28) Dios saluda a María Santísima.

¿Dios nunca te ha enviado un ángel que te salude y te traiga un mensaje? Entonces, ¿Quién te trae sus mensajes? Tal vez sea el cartero quién trae noticias que pueden destruir todos tus sueños y tu felicidad. Noticias de que algunos de tus semejantes te calumnian y manchan tu honor, noticias de que has perdido tu casa y todas tus posesiones o de que tus acreedores te amenazan con una demanda. Tal vez te han llegado noticias del fallecimiento o la gravedad de algún ser querido o esperas con ansia saber con sigue el enfermo. Tal vez los problemas que te hacen la vida pesada no sólo son exteriores sino también interiores.

¡Ah no digas que Dios nunca te manda un mensajero o un mensaje! ¡Calla! Arrodíllate silenciosamente frente al Señor tu Dios como la Virgen María se arrodilló ante el ángel, y reflexiona.

Para aquellos que aman a Dios, nada es imposible. ¿Acaso tu cruz, cualquiera que ésta sea, no es un saludo del Padre celestial para ti, su hijo? ¿No es esto como si un ángel mensajero se parara delante de ti? Tal como sucedió a la Virgen María, Él espera también tu consentimiento.

Tu sufrimiento tiene un profundo significado. Desde que Cristo murió en el Gólgota, Él permite que aquellas personas a quienes Él Ama participen en su muerte, para que así mismo se hagan participes de su gloria. Junto con Cristo debemos sufrir por nuestra propia redención y al de los demás.

Inclina tu cabeza, pues, bajo la mano de Dios, y cree ciegamente que es Dios quien te saluda en tu dolor, que es un mensaje del Cielo. Cree firmemente que ahora, más que nunca, no estás abandonado de Dios, y confía implícitamente que Él te escuchará a través de la intercesión de María Santísima, Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, puesto que Tú has caminado siempre en la obediencia de la fe, sometida en todo momento a la Voluntad del Todopoderoso, ayúdame en mi cruz y mi calvario, a encontrar el Amor de mi Padre Celestial. Intercede por mi para que Dios me escuche y, si mi súplica tiene cabida en su plan divino, concédeme lo que te pido (…) . Amen.

Ejercicio. Pon atención cuidadosa a todo lo que pasa a tu alrededor y tómalo como un saludo de Dios.

RESPUESTA DE MARÍA SANTÍSIMA AL MENSAJERO DE DIOS. SEGUNDO DÍA

«He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc. 1, 37,38)

¿Acaso fue fácil para María dar esa respuesta? ¿O acaso respondió precipitadamente casualmente y sin reflexionar como nosotros lo sabemos hacer cuando rezamos el Ángelus?.

María indudablemente estaba atemorizada ante lo que vio y oyó; atemorizada seguramente ante la tarea sin precedente que Dios le asignaba puesto que Ella solo deseaba permanecer Virgen y ahora eso sería diferente . Pero no había mucho tiempo para reflexionar. La decisión tenia que ser tomada de inmediato. El Ángel permaneció ahí aguardando la respuesta que determinaría los futuros planes divinos. Era la respuesta de la que dependía la redención de todo el mundo. María nunca se revistió de falsa humildad pretendiendo no poder hacerlo. Nunca luchó con el Ángel como lo hizo Moisés cuando el Señor le ordenó ir ante el faraón y realizar actos milagrosos para que éste le permitiera partir a los hijos de Israel. La respuesta titubeante de Moisés fue: “Yo no puedo, soy torpe para expresarme, permite que Aarón hable por mi” (Ex. 4,10)

María Santísima actuó de otra manera cuando el Ángel le revelo que Ella podía llegar a ser Madre de Dios sin perder su virginidad, María no titubeó ni por un momento. Con una simplicidad de niño y depositando toda su confianza, pronuncio estas palabras: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38)

Ahora dime, ¿Cuál es tu respuesta al dolor que te agobia? ¿Cómo vas a contestar al mensaje de tu Padre Celestial? Seguramente estarás pensando ¿Cómo voy a poder contestar a las injusticias, a perder mi honor, mi hogar y mis posesiones? ¿Acaso hay quien pueda aceptar fácilmente la perdida de sus seres queridos, o el tormento de alguna enfermedad que amenaza su propia existencia?

¡Piénsalo detenidamente! Tu dolor por profundo que sea lo permite el Amor de Dios, y por lo tanto su Mirada está continuamente puesta en ti. Él tan sólo te desea el bien. Quiere que te acerques a Él ¡Esto lo debes de creer con todo tu corazón!

Aún cuando Él permite que vivas en una debilidad moral, seria y humillante, lo hace para tu beneficio. Recuerda que como dijo San Pablo “Para quienes aman a Dios, todas las cosas cooperan para su bien” (Rom 8,28) . Todo lo que necesitas es admitir con humildad tu miseria y elevar incesantemente tu corazón con tus plegarías a Él. Ofrécele toda tu voluntad y has el propósito de aceptar cuando menos el día de hoy esa cruz que cae tan pesadamente sobre tus hombros.

Cuando todo parezca sin sentido o sin razón repite con humildad junto a María: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38) . ¡Si Padre Celestial, hágase siempre tu Voluntad ya sea que me traiga pena, dolor o alegría!

Oración. Madre Santísima, Reina Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de pronunciar un sincero, humilde y resignado ¡Si! de corazón en mi gran sufrimiento. Amen.

Ejercicio. Confía en el Señor como tu Madre Celestial te enseña. Cuanto más confíes en el Señor, Él Será más bondadoso contigo. Hoy pronuncia un resignado ¡Si! a todo acontecimiento imprevisto que suceda.

EL ESPÍRITU SANTO ALABA A MARÍA SANTÍSIMA A TRAVÉS DE ISABEL. TERCER DÍA

«Bendita seas Tú por que has creído»

En el primer día de esta Novena aceptaste tu sufrimiento como un mensaje de Dios, en el segundo día trataste de someterte a Dios, tu Padre Celestial, como un niño. Con María, la Bienaventurada Madre de Dios, le has dado tu sí, con la ciega confianza de que la Voluntad de tu Padre ha planteado nada menos que lo mejor para ti, aún cuando Él permita penas amargas.

Hoy presenciamos el encuentro entre María Santísima y su prima Isabel. Nos maravillamos ante las palabras del Espíritu Santo que pronunció Isabel: “¿Y cómo es que he merecido que la Madre de mi Dios venga a mi?” “Bendita eres Tu que has creído” (Lc.1- 43)

¿Qué fue lo que creyó María? Creyó en el poder supremo de Dios y nunca dudó que para lograr sus planes Dios puede, incluso, romper las leyes de la naturaleza. Realmente Él había hecho cosas grandes e incomprensibles en María. Ella podía cargar al Hijo de Dios bajo su corazón y llegar a ser Madre sin perder su virginidad.

Recuerda que estas palabras del Espíritu Santo, en labios de Isabel, fueron pronunciadas también para ti. Sí, como María tu también puedes creer. El Buen Dios es Todopoderoso, y está listo, a petición de María, a ayudarte también, si es para tu salvación, aun si se requiere de un milagro. ¿Acaso no es Ella la Estrella de esperanza?

Que María sea tu Madre es un hecho maravilloso. Su más hermoso privilegio de Madre consiste en obtener de Dios favores para ti. “La Virgen María ha hecho el Milagro”, ha sido escrito miles de veces en los Santuarios y Basílicas de nuestra Santísima Madre, la “Salud de los enfermos” , el “Consuelo de los afligidos” la “Abogada de los cristianos”. Todos los Santuarios de la Madre de Dios son testimonio de su maravilloso y grande amor maternal.

¿Acaso no son testimonio viviente de su poder? María puede, desea hacerlo y obtendrá milagros para ti. El número de milagros obtenidos por su intercesión es incalculable. El mismo Cristo nos exhorta a creer fuerte y firmemente en el Poder de Dios y en su ayuda milagrosa cuando nos dice “Tengan fe en Dios. Yo les digo que cualquiera que diga a esa montaña: Levántate y arrójate al mar, sin dudar y creyendo firmemente en lo que dijo, lo conseguirá. Por lo tanto, Yo les digo que todo lo que pidieran en la oración, crean y lo recibirán” (Mc 11, 22,25)

Bendito eres si tienes fe que Dios, por intercesión de María te concederá lo que pidas, siempre que sea para tu bien, o te dará fuerzas para cargar tu cruz si acaso Dios, en su Misericordia infinita, decide que no es para tu bien y no te lo concede.

Oración. Madre Admirable, en tu poder y en tu bondad fundo mi vida. En ellos espero confiado como niño. Madre Admirable, en tu Hijo y en Ti en toda circunstancia creo y confío ciegamente.

Ejercicio: Practica la confianza de un niño todo el día

RESPUESTA JUBILOSA DE MARÍA SANTÍSIMA EN EL MAGNIFICAT. CUARTO DÍA

“Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc 1, 46-47)

¿Qué tiene que ver el himno de alabanza de María con tu Novena y el grito suplicante de tu corazón en busca de un respuesta a tu gran súplica? Ciertamente tú te entregarás en un fervoroso Magnificat tan pronto obtengas lo que has pedido, pero, ¿ahora? Es mucho pedir, ¿así piensas?.

Con el corazón lleno de alegría María proclamó las grandes Obras de Dios. Ella no pensaba que era la predilecta de Dios. Su alegría se desbordaba al mundo entero, cuya redención había llegado. “Por generaciones y generaciones es su Misericordia … Él ha exaltado a los humildes…ha saciado a los hambrientos con buenas cosas” (Lc 1, 50).

También en la vida práctica, María revela en su totalidad una actitud de sensibilidad para ayudar a los necesitados.

Tan pronto como el milagro de milagros sucedió y el Hijo de Dios se hizo hombre en su Vientre, Ella no permaneció recluida para adorar al Dios de su Corazón, al niño de su Vientre, sino que rápidamente se fue a casa de Isabel, donde puso manos a la obra.

¡En que forma tan humana se reveló la Santísima Virgen! Fue allí, al servicio de otra persona, que cantó su glorioso Magnificat.

Tú te acercas ahora con una gran súplica. Tal vez estés decepcionado de Dios y de los hombres, o te encuentras atormentado por un profundo conflicto interno. O tal vez haya muchos obstáculos frente a ti. ¿Cómo vas a tener tiempo de preocuparte por alguien más? Tienes bastantes problemas propios, demasiadas preocupaciones. Nadie se va a ocupar de resolver tus problemas. ¿No es ésta tu manera de pensar? Tal vez en ocasiones te has indignado, entristecido, o has envidiado la buena fortuna de otros.

Tal vez la Santísima Virgen te pueda dar alguna enseñanza en su Magnificat ¿Acaso no te habla de servir y ayudar desinteresadamente? ¿Porqué no tratar, a pesar de tus propias penas y preocupaciones, de llevar un poquito de felicidad a otros y de ser verdaderamente amable y caritativo con la mirada, con las palabras y con hechos? Ruega por otros. Haciendo esto hallarás profunda felicidad en medio de tu sufrimiento tal como lo ha escrito San Pablo: “Yo reboso de alegría en mis tribulaciones” (II Cor. 4,7)

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, tu has cantado tu Magnificat por que el Señor te eligió como Madre, y por que por medio de tu maternidad te convertiste en sierva de todos. Obtén para mí la gracia de cargar mi sufrimiento con alegría y de servir siempre a otros con la esperanza de que Dios me conceda mi petición a través de tu poderosa intercesión, Oh Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Amén.

Ejercicio. Trata de ser alegre y amigable en tu trabajo hoy. Usa todas las oportunidades para servir a otros.

LA PREGUNTA DE MARÍA SANTÍSIMA A JESÚS. QUINTO DÍA

«Hijo Mío, ¿Por qué nos has hecho esto?…» (Lc 2, 48)

Tu llevas a cuesta una carga pesada. Apenas ayer, a pesar de todas tus preocupaciones, hiciste un gran esfuerzo para ser alegre y agradable. Tal vez trabajaste para otro hasta estar rendido. Ahora vuelves a ser el mismo con tu problemas. Hay algo muy dentro de ti que quisiera levantarse y exigir una respuesta a la eterna pregunta ¿Por qué?

Eso simplemente es humano, pero no debes amargarte tu vida. Además debe servirte de consuelo el saber que la misma Virgen María tuvo la misma duda: “¿Por qué nos has hecho esto?” (Lc 2, 48) Dime ¿Hay alguna cosa que pueda hacernos sentir más cercano a María, de esta manifestación humana de preocupación Maternal, o en todo caso, todos los incomprensibles hechos de su vida, aún al pie de la Cruz? Calladamente Ella estuvo al pie sin quejarse.

Ahora tu te preguntas ¿Por qué todo el terribles sufrimiento, las decepciones, el dolor? ¿Hay algún propósito en todo esto? . Hay Un verso que dice: «Cuando el dolor y el sufrimiento tus compañero son, el Padre Celestial te está diciendo: “Ven acércate a mi Corazón”

Es que el Amor de Dios hacia a ti es aún mayor ahora que ha permitido que sufras. Por medio de ese dolor ha querido purificarte, apartarte de las cosas mundanas y acercarte a Él. Se que has de decir: “Dios me esta castigando”, y has de creer que ya no está de tu lado. Sin embargo Él te ama, especialmente cuando sufres pacientemente, porque entonces es como si cargaras su propia Cruz.

Sin embargo, deberás aceptar tu sufrimiento con verdadero espíritu de penitencia, pues cada uno de nosotros tienen muchas razones para pagar por los pecados propios y por los de los demás. Por medio del sufrimiento y del dolor puedes borrar, aquí en la tierra parte del castigo temporal que te espera por tus pecados. Esto también es prueba del Amor de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento y el dolor se convierten en peldaños de la escalera de tu salvación y santificación.

Pero hay aún un significado más profundo en tu dolor. El dolor, cuando se sufre resignadamente, amolda tu alma a la imagen y semejanza de tu Salvador Crucificado. Amando a Jesús, como seguramente tu lo haces, ¿No quisieras asemejarte un poquito más a Él?

Recuerda que a través del dolor y las penalidades de esta vida tienes una maravillosa oportunidad para adquirir preciados méritos para la eternidad. Algún día, a la hora de morir, te regocijarás por las ocasiones en que como el oro fuiste purificado con el fuego del sufrimiento, y por los momentos en que, como Cristo, caíste al suelo bajo el peso de la cruz. Los momentos de placer y de prosperidad no te darán ningún consuelo en este momento. Pero bendito eres tres veces, si has soportado las pruebas que la vida te ha puesto, en unión con Dios.

Tu sufrimiento también te ofrece la oportunidad de ser un apóstol y ayudar en la salvación de muchas almas. Podríamos decir que la Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt te sale al encuentro y te dice: “Dame todos tus sacrificios, dolores, y penas para poder ofrecérselos a Dios. Ellos sería fructíferos en la salvación de almas y en la reconstrucción del mundo de acuerdo con los planes de Cristo” ¿Acaso puedes negarle esto a la Madre de Gracia de Schoenstatt? ¿No te gustaría llegar a ser una victima de amor, a través de tus esfuerzos y sacrificios, con objeto de ganar muchas gracias para las conversiones? Mira dentro de ti y fíjate si Dios y nuestra Madre Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt no están tratando de despertar en ti un espíritu de sacrificio y acción heroica.

Tal vez el significado del dolor te sea un poco más claro ahora. Sin embargo, puedes acudir a María con absoluta confianza. Puede ser que Dios haya permitido tu dolor para que conozcas el poder y la bondad de María Santísima ¡Confía en Ella como un niño! Cuanto más confíes, más lograrás. Ofrécele tu dolor y tus penas a María y Ella dará consuelo a quien en su Amor confía.

Oración. Madre Querida Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, en tu sufrimiento has buscado a tu Hijo y lo has encontrado. Todo tu dolor lo has resumido en la Frase: “Hijo mío, ¿Por qué nos has hecho esto?” . A Ti traigo todas mis preocupaciones, y te ruego con todo el fervor de mi corazón que obtengas para mi las gracias que te pido (…). Que la Voluntad de Dios se haga sobre todas las cosas, Amén

Ejercicio: Repite esta idea Hoy: “Mi sufrimiento tiene un profundo significado y Dios hará lo que sea mejor”

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA. SEXTO DÍA

«Su Hijo respondió: ¿No sabes que debo ocuparme de las cosas de Mi Padre?” (Lc, 2, 49)

María Santísima encuentra a su Hijo, pero al mismo tiempo se da cuenta que el Padre Celestial tiene primera potestad en el Corazón del Hijo y que su Corazón maternal tenía que tomar segundo lugar. Ella al unísono con Jesús dice: “Si” a la Voluntad del Padre. María no comprende de inmediato lo que Jesús dijo, pero guarda cuidadosamente aquellas palabras en su Corazón.

¿Acaso tú no te encuentras en una situación semejante? Tal vez tú también has perdido un hijo y la incertidumbre acerca de uno de tus seres queridos ha traído pesar a tu corazón. O tal vez has perdido tu hogar y posesiones o has visto el sol de tu felicidad ponerse detrás de la tumba. ¿Has perdido tu salud? ¿O tal vez has perdido la paz de tu corazón.?

Pero…¿No sabes que tú también debes ocuparte de las cosas de tu Padre? ¿Te das cuenta de que has perdido a Dios mismo a través del pecado mortal? Si es así, entonces ponte en marcha, recupera tu paz de conciencia por medio de una buena Confesión.

Pero si lo que has perdido son bienes terrenales, entonces entrégate completamente a la voluntad de Tu Padre Celestial.

Tal vez no hayas entendido lo que Dios te quiere enseñar por medio de este sufrimiento. Sin embargo, estás consciente de la presencia de Tu Padre Celestial sobre ti y tu alrededor, cuidándote. Así pues, haz lo mismo que María Santísima: reza y espera, confiando en la Divina Providencia. Los planes divinos son planes de Amor y Sabiduría.

María Santísima también te comprende, especialmente ahora que te hallas rodeado de dificultades. Mantente cerca de Dios y toma fuertemente la mano de tu Madre Celestial. En cualquier incertidumbre, ruégale a María: Madre yo no conozco el camino, Tú lo conoces bien. Eso me da paz y tranquilidad más allá de lo que puedo expresar. Nada en el mundo ha sido tan claro. El que confía en Ti, Madre Admirable, no confía en vano.

Oración. Querida Madre, Reina y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la virtud de una profunda confianza en Dios y la gracia de aceptar su Voluntad como la mejor y más alta. Yo pongo toda mi confianza en Ti y te ruego fervientemente que nunca me abandones, y que obtengas de Dios lo que yo humildemente pido (…) Amén

Ejercicio. Hoy no te quejes de los sacrificios. Al contrario, recuerda que tu también debes ocuparte de las cosas de tu Padre, haciendo su sabia y Divina Voluntad.

LA ORACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. SÉPTIMO DÍA

“Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

En una forma natural, sencilla y de confianza ilimitada, la Madre del señor dijo: “Ya no tienen vino”. Estas palabras las pronuncio durante las Bodas de Caná.

Por treinta años el hijo de Dios había vivido desconocido en Nazareth, siguiendo el oficio de San José. Ahora empieza a enseñar, “a hablar como alguien quien tiene poder”. Hasta ahora Él no había hecho ningún milagro.

Un día el Salvador y su Madre María fueron invitados a un casamiento y ellos aceptaron. Cuando durante la celebración se agotó el vino, María se dio cuenta y se levanto. ¿Acaso se iba a despedir para evitar que los anfitriones se sintieran apenados? No ésa no era la razón, sencillamente se dirigió a su hijo y le dijo al oído: “Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

Estas Palabras implicaban algo más que la simple comunicación de una noticia. María esperaba un milagro del Señor, un milagro de agua y vino. Algo sin precedente a nuestra manera de ver. ¿No hubiera sido mejor decir “vamos a casa”? sin embargo Ella no pensó así. Al contrario, pidió ayuda para los recién casados.

Esta sería la hora, de acuerdo con sus deseos, cuando su Hijo haría su primer milagro, no en el templo o la sinagoga, como se hubiera esperado, sino en la celebración de un casamiento. Ah que típicamente humana era María!

Sus palabras. “Ya no tienen vino”, debe darte una tremenda confianza. Tú no estás pidiendo vino. No, tú necesitas algo más, te encuentras en una situación no sólo desagradable sino dolorosamente difícil. Un peso insoportable agobia tu alma. Tal vez toda tu existencia, el bienestar de tus seres queridos, o la salvación de tu alma están de por medio.

No dudes ni por un momento que María tal como lo hizo en Caná, se encuentra en este preciso momento al lado de nuestro Señor, murmurándole al oído para ti: “Están en dificultades y ellos necesitan Tu Ayuda Tienen un problema que Tu solo puedes resolver.»

Si Cristo a petición de María convirtió el agua en vino para ayudar a los novios en su apuro, ¿Crees que Él no va a escucharla cuando María interceda por ti, siendo que tu problema en mucho más grande?

Oración. Madre Santísima, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, ruega e intercede por mi con el mismo fervor con que pediste por los novios de Caná. Lleva mi gran petición ante el Señor y será escuchada. Él me librará de mi dolor o me dará fuerzas para sobrellevarlo. Amén

Ejercicio. Repite hoy con nuestra Madre Santísima “Ya no tienen vino” e incluye aquí tus peticiones (…). Practica la confianza y persevera en tus oraciones.

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA EN CANA. OCTAVO DÍA

“Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

No sería raro que tu corazón todavía se halle cautivado por la bella imagen de la Virgen María en su papel de Madre verdaderamente humana y comprensiva. Su actitud fue arriesgada cuando pidió un Milagro. “Ya no tienen vino”. La respuesta de su Hijo, ahora ya investido de dignidad divida: “Qué quiere que hagas, Mujer?, Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

Tal vez su Corazón se haya contraído momentáneamente ante la respuesta aparentemente un tanto ruda de su Hijo. Sin embargo, María no se da por ofendida ni se esconde en el silencio del resentimiento, como tal vez nosotros lo hubiéramos hecho. No, Ella es firme en su manera de pensar. Él vendrá al rescate de todas maneras. Ella no duda ni por un momento.

¿Cuál es la lección que la Santísima Virgen quiere enseñarte en tu angustia? Sencillamente que tú debes amoldar tu actitud a la manera de Ella. Persevera en oración ferviente. No te des por ofendido ni te escondas en el silencio del resentimiento por que rezaste una vez y tu plegaria no fue escuchada.

¿Acaso no es sorprendente ver a María, a pesar de la respuesta, empezar inmediatamente a dar instrucciones a los sirvientes? ¡Claro, Su Confianza no tenía limites!.

Así también tú, como María Santísima, debes esperarlo todo de nuestro Señor. Confía implícitamente hasta que llegue la respuesta de tu súplica.

Cristo mismo nos ha enseñado esta actitud: “Un hombre fue a casa de su amigo a media noche tocando la puerta, y pidiendo con insistencia que por favor le abriera y le prestara un poco de pan. Gracias a su insistencia, el amigo se levantó abrió y le dio pan, no tanto por la amistad sino por que no estuviera molestando” Lc 11, 5-13. Por medio de esta parábola nuestro Señor quiere comunicarte este pensamiento: Tú debes actuar como aquel amigo que perseveró en su súplica. No pierdas la fe, reza sin cesar, siempre esperando ayuda en tus necesidades, aunque tengas que esperar la respuesta.

Oración. Señor Jesús, Tú sabes el camino que debo seguir y eso es bastante para mi. En tus manos yo confiadamente pongo las mías. Tu plan es perfecto, nacido de Amor perfecto.

Oración. Madre Amada, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, en las Bodas de Caná Tu hiciste tuya la angustia de los novios. No dejes de interceder con tu Hijo Divino también por mi. Oh Amantísima Madre de nuestro Señor yo pongo toda mi fe y mi confianza en Ti y en la fuerza irresistible de tu intercesión. Amén.

Ejercicio. Hoy practica la paciencia

EL CONSEJO QUE NOS DA MARÍA SANTÍSIMA. NOVENO DÍA

“Hagan todo lo que Él les diga” Jn 2, 5-16

María aún se encuentra al lado del Señor. Nunca se ha desanimado ante su palabra. Al contrario, su fe y confianza siguen firmes como roca. ¡Él puede ayudar! Ella reúne a los sirvientes y en una forma muy natural les dice “Hagan todo lo que Él les diga”, y de verdad que su fe fue recompensada con una completa Victoria. Cristo hace su primer Milagro.

“Hagan todo lo que Él les diga” ¡Qué magnífico Consejo de labios de María! Bueno y valido para todo tiempo y para todas las generaciones. Tal como hizo en Caná, así hoy siempre le prepara el camino a Cristo. ¿Cuál fue la respuesta del señor? María y los sirvientes se regocijan al oír sus palabras “Llenen las jarras con agua” (Jn 2, 7-8) Precipitadamente obedecen su orden. Asimismo tú quieres que haya respuesta a tu súplica. Es decir debes limpiar tu corazón de todo pecado por medio de una buena Confesión. Debes alejarte de las relaciones ilícitas y deshacerte de la envidia y los celos. Ofréceles la mano en señal de reconciliación a tus enemigos. Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Ama a tu prójimo como a ti mismo, a aquellos que trabajan contigo en el mismo piso, en la misma oficina o taller, y llena los jarros de tu corazón con agua. Éstas simbolizan tus buenas obras y la pureza de tus intenciones. Pero sobre todo, llena tu alma hasta desbordarse con infinita confianza, así como la disposición de cargar tu cruz mientras Dios disponga que así lo hagas.

Por lo tanto, sigue el consejo de la Virgen María, “Has todo lo que Él te diga”. Hazlo hoy, hazlo ahora mismo y sin titubear y ten confianza que por intercesión de la Virgen Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt, Él escuchará tu súplica.

Oración. Oh Madre, Reina y Victoriosa tres veces admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de la conversión y ayúdame a seguir fielmente los mandamientos de Dios, a hacer su Divina Voluntad. No permitas que mi vida sea un obstáculo para el cumplimiento de mi oración y los milagros de gracia que Tu desees obtener de mi. ¡Oh Clementísima! ¡Oh Amantísima! ¡Oh Dulce siempre Virgen María” ! Amén

Ejercicio. Prepárate hoy para una buena confesión.

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A Santa María Margarita de Alacoque DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Santa María Margarita de Alacoque

La Novena comienza el 7 de octubre y la fiesta se celebra el 16 de octubre.

ORACIONES PREPARATORIAS PARA TODOS LOS DÍAS

Acto de contrición. ¡Oh Señor! a quien ingrato he ofendido, y misericordioso habéis dilatado el castigo que merecían tantas culpas, poned el colmo a tantas bondades: lavad mi alma con la sangre y agua preciosísimas que brotan de vuestro Costado; borrad esas manchas que la afean y ofenden vuestra mirada amorosa. Las lloro con todo mi corazón, y más quisiera haber muerto en la lucha por conservar vuestro amor y vuestra gracia, que haberos ofendido. Perdonadme, Jesús mío, lavadme y quedaré más blanco que la nieve; cread en mí un corazón nuevo y será todo para Vos. Así sea.

Oración. Adorable Trinidad, os damos gracias por todos los favores con que os dignasteis enriquecer a vuestra sierva la Bienaventurada Margarita María, y por intercesión de la misma os pedimos las gracias que deseamos conseguir en esta Novena.

Padre Eterno, yo os ofrezco el Corazón de Jesús, vuestro Hijo muy amado, como se os ofrece El mismo en sacrificio. Recibid por mí esta ofrenda juntamente con todos los deseos, sentimientos, afectos, movimientos de ese Corazón Sagrado. Son todos míos, puesto que se inmola por mí, y no deseo tener en adelante más deseos que los suyos. Recibidlos en satisfacción de mis pecados y en acción de gracias por todos vuestros beneficios. Recibidlos para que por su méritos nos concedáis a todos las gracias que necesitamos durante la vida y especialmente la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y de alabanza que ofrecemos a vuestra divina Majestad, porque solo por el Corazón de Jesús sois honrado y glorificado dignamente. Amén.

Rezar un Credo al Sagrado Corazón por la conversión de los pecadores.

A continuación rezar la oración del día que corresponda:

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS

Padrenuestro, Avemaría y gloria.
Pedir aquí la gracia que se desea obtener con la novena.

Ruega por nosotros Santa Margarita María, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración. Oh Dios que por una bondad inefable quisisteis manifestar a los hombres los inmensos bienes que en tiempo y eternidad conseguirán por la devoción al Corazón de Jesucristo vuestro Divino Hijo, y os valisteis de vuestra sierva Santa Margarita María para darlo a conocer; os suplico me concedáis por su intercesión que yo la practique amando y desagraviando al Corazón Divino, para que, sirviéndoos fielmente durante mi vida, logre poseeros en la bienaventuranza, donde vivís y reináis con el Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA PRIMERO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que al solo nombre de pecado quedabas traspasada del más profundo dolor! consígueme a mí y a todos los pecadores un grande aborrecimiento al pecado y la gracia de no contristar ya jamás al Corazón amabilísimo de Jesús con mis infidelidades; y lo que deseo en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

DÍA SEGUNDO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que tanto agradaste al Corazón dulcísimo de Jesús por tu sincerísima humildad! Impétrame la gracia de imitarte y la de grabar profundamente en mi corazón estas palabras del divino Maestro: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; y la gracia que pido en esta Novena, si es para la gloria de Dios y bien de mí alma. Amén.

DÍA TERCERO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que no tenías mayor consuelo ni deseabas nada con más ansia, que sufrir mucho por Jesucristo! Ayuda mi flaqueza y alcánzame la gracia de soportar con paciencia, y aún con alegría, las tribulaciones y adversidades que Dios quiera enviarme, y la gracia que deseo, si es para su gloria y bien de mi alma. Amén.

DÍA CUARTO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que fuiste una víctima de obediencia a tu celestial Esposo y a tus Superiores! consígueme que yo triunfe de mi orgullo, y obedezca dócilmente a la Santa Iglesia y a todos los que tengan para mí el lugar de Dios. Amén.

DÍA QUINTO

¡Oh Bienaventurada Margarita Maria, elegida entre millares para ser el Apóstol de la devoción al Sagrado Corazón! alcánzame un amor grande a este Corazón Divino, de modo que pueda experimentar los frutos de tan saludable devoción, y la gracia que te pido en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

DÍA SEXTO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que dejaste escrito: «la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, no es solo una devoción de oraciones, sino principalmente una de devoción de perfecta imitación», impétrame la gracia de imitar las virtudes de este Corazón divino, y especialmente su dulzura, su humildad y su ardentísima caridad. Amén.

DÍA SÉPTIMO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que por tus virtudes mereciste el privilegio de tener a Dios siempre íntimamente presente y la de hacer tu morada en el Corazón de Jesús! ¡Ah! despréndeme, por tu intercesión, de todo afecto al mundo y a mí mismo, de modo que no obre sino en la presencia de Dios y en unión con el Corazón Sagrado de Jesús; y lo que deseo conseguir en esta novena, si es para su gloria y bien de mi alma. Amén.

DÍA OCTAVO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que por tu fidelidad a la gracia llegaste a la más alta y heroica santidad! Compadécete de mi inconstancia y consígueme que yo comprenda bien que, de ser fiel y dócil a la gracia, depende mí santificación y mi felicidad eterna. Alcánzame también lo que tanto deseo si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

DÍA NOVENO

¡Oh Bienaventurada Margarita María, que hallabas tus delicias en la oración, y particularmente en la adoración del Santísimo Sacramento! alcánzame una sólida y constante devoción a este augustísimo Misterio, a fin de que sea mi único consuelo en la vida, y mi dulcísimo refugio en el momento de la muerte. Consígueme también la gracia que te pido en esta Novena, si es para gloría de Dios y bien de mi alma. Amén.

Oración para el último día de la novena. ¡Oh Santa Margarita María, que por una especial predilección fuisteis escogida de Dios para propagar la devoción y culto del Sacratísimo Corazón de su Hijo Santísimo! Por el encendido amor que os infundió el Espíritu Santo hacia el Divino Corazón de Jesús, por las grandes contradicciones y trabajos que sufristeis en llevar a cabo vuestra empresa, por los méritos eminentes y corona inmortal con que os halláis dichosamente adornada en la gloria, os suplico me alcancéis del Señor un amor ardiente, tierno y constante al Sagrado Corazón de Jesús, y que a imitación vuestra se haga mi corazón semejante al suyo; y que recibiendo copiosamente sus influencias, me consagre del todo a su amor y servicio y viva sólo para El, y muera en el seno de su amor, a fin de que mi alma pase a glorificarle eternamente en el cielo en vuestra compañía. Amén.

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