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Aún no lo beatificaron y ya hay un segundo milagro atribuido a Don Álvaro del Portillo

Los dos milagros para la canonización del sucesor de San Josemaría Escriva en el Opus Dei.
Hace 10 años se produjo el milagro que permitirá la beatificación de Álvaro del Portillo – el sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer al frente del Opus Dei -, el 27 de septiembre. Pero ahora surge otro milagro atribuido a la intercesión de Don Álvaro, que de confirmarse, lo pondrá pronto a las puertas de la canonización.

 

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El primer milagro atribuido a su intercesión es la recuperación instantánea de un niño chileno, José Ignacio Ureta Wilson, que a los pocos días de nacer sufrió un paro cardíaco de más de media hora. Y el difundido ahora la una curación atribuida a las oraciones a Don Álvaro, de una niña de Oviedo, Lucía Rodríguez, que logró salir de un coma sin ninguna explicación médica.

EL MILAGRO YA CONOCIDO PARA SU BEATIFICACIÓN

El milagro fue hace diez años en Chile y el protagonista fue el niño chileno José Ignacio Ureta Wilson, quien a los pocos días de nacer, sufrió un paro cardíaco de más de media hora y una hemorragia masiva. Su corazón estuvo treinta minutos sin latir,

“y sin mediar explicación” -cuenta el médico que trataba infructuosamente de reanimarle -, “el corazón de José Ignacio retomó el ritmo…”. El niño “no debería caminar, no debería correr, no debería saltar. Todo en él en su milagro”, dice su madre, Susana Wilson.

Los padres de José Ignacio rezaron por su hijo pidiendo la intercesión del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo desde el embarazo, que presentó numerosas dificultades. Durante algún tiempo, la madre incluso llevó sobre su vientre una estampa de Don Álvaro. Después puso una estampa sobre la cuna del niño y pidió a sus amigos y familiares que encomendaran la salud de su hijo a Mons. del Portillo.

Puede leerse los detalles de este milagro aquí: Revelación del milagro que permite la beatificación de Mons. Alvaro del Portillo

EL NUEVO MILAGRO QUE PODRÍA LLEVARLO A LA CANONIZACIÓN

La semana que viene, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo en el marco de la exposición itinerante «Un santo en datos», se dará el testimonio de la curación, atribuida al futuro beato, de la niña asturiana Lucía Rodríguez.

Tanto la madre de la pequeña, que ahora tiene nueve años, como su marido, el ovetense Santiago Rodríguez, guardan agradecimiento eterno a Álvaro del Portillo, a cuya intercesión atribuyen la curación de Lucía, su hija mayor, que con un mes y medio, ingresada en el hospital de Santiago de Compostela, tras entrar en estado convulsivo, salió de un coma inducido sin ningún tipo de secuela.

La niña, llamada Lucía, tenía tan solo un mes y medio tuvo que ser ingresada en un hospital de Santiago debido a que había sufrido una convulsión. Aunque los médicos en principio no encontraron nada raro decidieron mantenerla en observación toda la noche del 6 de julio, hace ahora ya nueve años.

Durante el tiempo que estuvo ingresada la pequeña sufrió ocho convulsiones más, una cada hora y media, aunque de todas lograba volver en sí de forma natural. En la última de ellas, ya el día 7 por la mañana, eso no fue así. No lograba recuperarse de la misma forma que las otras veces y tuvieron que llevarla a la UCI.

“Los médicos nos informaron de que no sabían qué le pasaba pero que no lograban sacarla de ese estatus convulsivo”, recuerda Nuria Rodríguez, su madre.

La segunda vez que los médicos informaron esa noche a la familia fue para comunicarles que no lograban que la niña volviera y que la única forma de que no muriera era induciéndole un coma barbitúrico.

“El doctor nos dijo que era como si su cerebro estuviera en llamas y no pudiesen apagarlas”, cuenta la madre de la pequeña.

Además, también le dijeron que

“ahora sí que necesitamos un milagro”.

A pesar de todos los esfuerzos del personal del hospital, les recomendaron que pasasen a despedirse, pues lo más probable era que Lucía no llegase a salir de ese coma.

“En esos momentos no puedes evitar que se te venga el mundo encima, recurres a todo lo que se te pasa por la mente para buscar una solución” y Nuria en lo que pensó fue en rezar.

“No soy del Opus Dei pero siempre he sido creyente”, dice.

Le rezó a todos los santos que conocía y a todas las estampas que encontró por el hospital.

«En la capilla cogí todas las estampas que vi, no sabía quién era Álvaro del Portillo, pero esa estampa la coloqué en la cartera al lado de la foto de mi hija», asegura, plenamente convencida de que fue él quien obró la recuperación.

Tras otra larga noche, el día 8 los médicos intentaron sacar a la pequeña del coma. La niña no sólo sobrevivió, sino que fueron quitándole la medicación poco a poco y, al final, despertó.

A día de hoy no se sabe que tuvo Lucía y cómo consiguió sobrevivir, pero Nuria no puede evitar pensar que Álvaro del Portillo tuvo algo que ver:

“Le recé a mucha gente pero como puse su estampita junto a la foto de mi hija siempre pensé que se había salvado por intercesión suya. Desde entonces aún llevo su estampa en la cartera”.

Este milagro se encuentra en estudio.

EL NEXO ASTURIANO DE DON ÁLVARO DEL PORTILLO

Este segundo milagro es un nexo más de unión con Asturias del cura madrileño, tercero de ocho hermanos, ingeniero de Caminos y doctor en Filosofía y Derecho Canónico, ordenado sacerdote en 1944, que ya veraneaba de joven en La Isla (Colunga).

En el verano de 1933 o 1934 se disponía a dar un paseo en motora con unos amigos cuando uno de sus hermanos, se encontró mal y declinó embarcar. Se quedó con él. Una terrible galerna hizo naufragar la lancha, en la que sólo se salvó un tripulante. Del Portillo regresó a Madrid convencido de que si Dios le había librado de una muerte probable, le dedicaría su vida.

En 1935 pidió la admisión en el Opus Dei, atraído por el principio de la santificación del trabajo diario. Con el paso del tiempo, el obispo no se olvidó de Asturias y la mayor parte de los años que permaneció al frente del Opus Dei acudió puntual a su descanso estival en la finca gijonesa de Solavieya, (Granda), donde la organización de la Iglesia Católica imparte actividades de formación.

Una placa colocada en la ermita de la casa tras su fallecimiento, recoge que aquellos eran días de «oración, trabajo y descanso». Y es que desde esta morada gijonesa Álvaro del Portillo alentó las tareas apostólicas de la Obra e impulsó la causa de canonización del San Josemaría Escrivá de Balaguer, con el que trabajó codo con codo hasta la muerte del primero, en 1975. Ni siquiera los miembros de la Obra en Asturias estaban al corriente de aquellas tres semanas que el Padre -así se dirigen a él los integrantes del Opus Dei- pasaba en el Principado.

Fuentes: El Comercio, La Nueva España, Signos de estos Tiempos

 

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Revelación del milagro que permite la beatificación de Mons. Alvaro del Portillo

Entrevista a la madre del niño sobre el que actuó Mons. del Portillo.

 

El milagro fue hace diez años en Chile y el protagonista es el niño chileno José Ignacio Ureta Wilson, quien a los pocos días de nacer, sufrió un paro cardiaco de más de media hora y una hemorragia masiva. Su corazón estuvo treinta minutos sin latir,
“y sin mediar explicación -cuenta el médico que trataba infructuosamente de reanimarle-, el corazón de José Ignacio retomó el ritmo…”. El niño “no debería caminar, no debería correr, no debería saltar. Todo en él en su milagro”, dice su madre, Susana Wilson.

 

susana wilson su hijo y su esposo

 

Los padres de José Ignacio rezaron por su hijo pidiendo la intercesión del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo desde el embarazo, que presentó numerosas dificultades. Durante algún tiempo, la madre incluso llevó sobre su vientre una estampa de Don Álvaro. Después puso una estampa sobre la cuna del niño y pidió a sus amigos y familiares que encomendaran la salud de su hijo a Mons. del Portillo.

UNA ENTREVISTA A LA MADRE DE JOSÉ IGNACIO

¿Qué edad tiene actualmente José Ignacio?

El día 10 de julio va a cumplir diez años. Nació el 10 de julio de 2003.

Nació con problemas, ¿no es cierto?

Bueno, en realidad los problemas se manifestaron bastante antes del nacimiento. Ya en enero de 2003, cuando yo estaba esperando a José Ignacio, se nos señaló que su nacimiento no sería fácil ya que era muy probable que naciera con onfalocele (hernia intestinal). Desde ese momento nos encomendamos a don Álvaro y rezamos su estampita. Cuando me hicieron la ecografía, en marzo, el diagnóstico se confirmó.

A principios del mes de junio me debieron internar en la clínica para que el embarazo pudiera concluirse felizmente. La espera se nos hizo eterna, fueron momentos difíciles pues nuestro hijo mayor se quedaba en la casa y sentía el nerviosismo de sus padres.

Cuando por fin José Ignacio nació, pesaba 1 kilo y 750 gramos: eso para los doctores era un éxito, ya que de él se esperaba nada más que 1 kilo y medio.

¿No se había detectado ningún fallo en el corazón?

Antes del nacimiento, no. Pero después los doctores, para poder operar lo antes posible el onfalocele, hicieron varios exámenes, y enseguida detectaron que José Ignacio tenía una malformación cardiaca con consecuencias graves para la circulación de la sangre.

Las crisis del corazón fueron constantes desde el primer momento. El día sábado 12 de julio operaron a José Ignacio de onfalocele, pero todo se complicó, porque le bajó la temperatura, tuvo un paro cardiaco y hubo que terminar la operación de urgencia. En los días siguientes hubo nuevas crisis, y sufrió un daño en el cerebro: tenemos una ecografía del 28 de julio que muestra cambios en la masa cerebral, con lesiones en los dos hemisferios debidas a falta de irrigación.

Un día comencé a rezar en silencio, y me pareció que los índices de saturación de oxígeno reflejados en la pantalla de José Ignacio se estabilizaban poco a poco. Recuerdo que se lo dije a mi marido. En cierto momento, la enfermera de turno pasó a ver cómo estaba, y al ver que la saturación parecía mejor disminuyó el respirador para que José Ignacio fuera de a poco respirando por sí solo. Ese fue el momento clave para reafirmarnos en la convicción de que don Álvaro estaba ayudándonos y volví a insistir a más personas a que, por favor, siguieran rezando a don Álvaro por José Ignacio.

En un principio la idea era lograr estabilizar a José Ignacio, darlo de alta y al cabo de un año operarlo, pero en vista de la situación los doctores decidieron hacerle una operación paliativa, para poder después hacer su operación definitiva.

José Ignacio fue operado del corazón el 30 de julio, a 20 días de su nacimiento, y durante las primeras 48 horas de postoperatorio todo fue muy bien. Se veía contentos a los doctores.

Después, la situación cambió de golpe.

¿Qué sucedió?

El día 2 de agosto, cerca de las 14:30, nos pidieron que fuéramos de inmediato a la UCI pediátrica de la Universidad Católica, porque José Ignacio estaba muy mal. Nos imaginamos que la gravedad debía ser extrema. Rezamos a lo largo de todo el camino. Al llegar pedí ver a mi hijo y me dijeron que no era posible porque lo estaban reanimando. Salí casi sin poder caminar de los nervios, abracé a mi suegro que se encontraba ahí en ese minuto y comencé a rezar la estampita de don Álvaro sin parar. Terminaba y empezaba nuevamente, no hacíamos otra cosa.

Llamamos a varias personas y pedimos que le avisaran a todo el mundo que se rezara a don Álvaro del Portillo pidiendo por José Ignacio.

Una enfermera me contó luego que ese día ella vio a José Ignacio y le sorprendió lo raro que se veía, aunque sus índices eran normales. Decidieron hacerle un ecocardiograma, y fue entonces cuando se dieron cuenta del derrame en el pericardio y comenzaron de inmediato las maniobras para reducirlo. Luego sobrevino el paro.

¿Otro paro cardiaco, como los de antes de la operación?

No: este paro duró más de media hora. Los médicos ya lo daban por muerto, porque no reaccionaba ni al masaje cardiaco ni a nada. Pero cuando estaban empezando a desistir, el corazón de José Ignacio volvió a latir.

Aun así, la hemorragia había sido masiva. Recuerdo que fue el doctor Felipe Heusser, cardiólogo de la Universidad Católica, quien nos comunicó que José Ignacio había recobrado la frecuencia cardiaca, pero había sufrido un derrame en el sector del pericardio y también alrededor del riñón.

Entramos a verle y su color era fantasmal, nos dio mucha pena. Sus uñas se veían moradas: según me habían explicado, era una consecuencia de la falta de oxigenación.

Durante todo ese día los rezos fueron intensos.

¿Cuándo comenzó la recuperación?

Al día siguiente a primera hora nos informaron que José Ignacio había pasado bien la noche. Cuando lo fuimos a ver me sorprendió su color saludable como el de un niño recién nacido y que sus uñas ya no tenían aquel color morado.

Recuerdo que el doctor de turno nos comentó que el doctor Heusser había llegado preguntando a qué hora de la noche había muerto José Ignacio. Es un detalle que siempre me ha parecido sorprendente, porque es lo mismo que preguntó el doctor al padre de san Josemaría cuando tuvo una enfermedad grave, de niño.

El doctor Heusser me ha confirmado que jamás pensó que viviría. Constantemente me recalca lo sorprendente de la salvación de José Ignacio. Una vez nos preguntó a quién le habíamos rezado. Los demás doctores también estaban sorprendidos.

¿Ahora José Ignacio hace vida normal?

Hace la vida normal de un niño de su edad, aunque ha tenido que ir superando unas dificultades de partida con las que otros niños no se han encontrado. Después de todo lo que le sucedió, pensábamos que no le quedaba más alternativa que morir o, si sobrevivía, permanecer postrado en una cama. Por eso, para nosotros todo lo que José Ignacio hace solo tiene explicación a la luz de Dios y de la intercesión de don Álvaro.

Es un fanático futbolista. En cuanto tiene ocasión, se pone su polera de Alexis Sánchez, o de Messi, o la de su equipo, el Colo-Colo, y juega fútbol con sus amigos. También le gusta el tenis, y un profesor con el que ha jugado en nuestras estadías en el campo dice que es muy coordinado y entusiasta. Bailando es incansable: le gusta mucho la música, y se le puede ver en la casa cantando canciones inventadas por él y bailando todo tipo de ritmos. En el matrimonio de su tía bailó sin cesar hasta que terminó la fiesta.

¿No ha tenido secuelas de tipo neurológico?

José Ignacio toma remedio para la concentración y, como algunos de sus compañeros, tiene una psicopedagoga que lo ayuda a avanzar. O sea, se puede decir que las dificultades que ha tenido entran dentro de lo normal. En el colegio, la lectura y la escritura le han costado, pero ahora se las arregla bastante bien.

A juicio de la psicopedagoga, José Ignacio puede dar mucho de sí y es muy astuto. A veces cuando hace una tarea y no le resulta se enoja, pero luego recapacita y vuelve a trabajar. Tiene la perspicacia de captar todo rápidamente, y luego es capaz de utilizarlo como broma para reírse o como argumento para justificar algo. En las comidas nos hace reír mucho, pues siempre tiene el humor a flor de piel.

¿Cómo describiría el temperamento y la personalidad de su hijo?

Soy su madre, y reconozco que a veces puedo perder la objetividad. Pero intentaré apegarme lo más posible a la realidad, sin dejarme guiar por los sentimientos o por el orgullo de tener un hijo como él.

José Ignacio es un niño alegre, entusiasta, muy motivado. También destacan en él la perseverancia, la poca tolerancia a la frustración, una gran autoestima y la sociabilidad.

En el colegio tiene muchos amigos con los que se junta para hacer tareas, o para jugar wii o play station o fútbol. Lo invitan mucho a otras casas de compañeros, es un líder dentro del curso. También es amigo de muchos profesores, auxiliares y alumnos más grandes que él. En la fiesta del colegio participó en un concurso de baile, y no tuvo problema en pedirle el micrófono a los más grandes para cantar una canción.

Una anécdota que recordamos, de cuando tenía ocho años, es la de un profesor de religión que lo ve llegar al colegio con una rica colación en la mano. Con mucho entusiasmo le dice a José Ignacio que esa colación está muy rica para tomársela acompañada de un café, y él le responde: “mejor acompañada de una cervecita”. Ese humor rápido es permanente en él.

Pese a que el colegio no le ha salido fácil, ha sabido ser perseverante y jamás ha disminuido su autoestima por ello. Si algo le cuesta, pide ayuda y no se hace problema.

En familia es también un niño alegre, luchador y gozador de la vida. El nacimiento de su hermano pequeño, hace algo más de un año, lo llenó de felicidad: le canta, le conversa, lo toma en brazos, se preocupa si llora y está pendiente de quienes se acercan a él, para protegerlo.

¿Puedo preguntarle qué ha supuesto para usted y para su marido esta historia?

Ha supuesto mucho espiritualmente. También ha dejado huella en otros aspectos, pero sobre todo ha sido importante en el aspecto espiritual. Cuando analizamos nuestra vida de matrimonio, nos damos cuenta de que para nosotros la “aventura” de José Ignacio ha sido un proceso de conversión y de acercamiento muy profundo a Dios.

Fue en ese entonces cuando descubrimos nuestra vocación al Opus Dei. Yo mientras hacía reposo en la clínica, antes de que José Ignacio naciera, y mi marido al tiempo después. Esperamos que don Álvaro siga intercediendo por nosotros en el futuro, como hasta ahora.

¿Cree que el caso de José Ignacio encierra algún mensaje que pueda interesar a todos?

Es una llamada a la esperanza para todos los que viven en dificultades. José Ignacio es un recuerdo vivo del regalo que Dios nos ha hecho trayéndonos a este mundo, y su perseverancia nos muestra lo que significa luchar día a día y dar lo mejor de nosotros mismos en las circunstancias de la vida en que nos encontremos. En momentos en que las circunstancias son adversas, estar cerca de Dios es lo que da la fuerza para salir adelante.

Fuentes: Alfa y Omega, Signos de estos Tiempos

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Beatificación Canonización Catolicismo NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Papa Signos extraordinarios de la Iglesia

Juan Pablo II y Juan XXIII serán declarados santos a fin de año

El papa Francisco ya aprobó los milagros.

 

Francisco firmó el decreto por el cual se canonizará a Juan Pablo II y Juan XXIII y se especula que ambos será declarados santos en noviembre o diciembre de este año.

 

juan pablo ii y juan xxiii

 

También aprobó el acta de martirio de 43 sacerdotes y religiosas españoles, y el milagro para la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei. Y finalizó el proceso diocesano para la beatificación del cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuân.

LOS DOS PAPAS JUAN PABLO II Y JUAN XXIII

El Papa Francisco ha aprobado el decreto por el que canonizará a los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII, según ha explicado el portavoz de la Oficina de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

Los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos aprobaron este martes el segundo milagro atribuido al beato Juan Pablo II y que abre las puertas a su canonización, según informaban fuentes vaticanas.

Aunque todavía no había confirmación oficial, las mismas fuentes barajaban la fecha del 24 de noviembre, el término de la celebración del Año de la Fe, o el 8 de diciembre, como posibles fechas para la ceremonia de canonización de Juan Pablo II.

Además, la prensa italiana ya indicaba el martes que la ceremonia de canonización de Juan Pablo II podría realizarse junto con la de Juan XXIII, conocido como el ‘Papa bueno’.

Así, el diario italiano ‘La Stampa’ señalaba este martes que «inesperadamente, los cardenales y obispos también tendrán que discutir sobre otro caso, que se ha añadido en estos últimos días, el de la canonización de Juan XXIII», el Pontífice que convocó el Concilio Vaticano II, fallecido hace 50 años y cuya beatificación se produjo en el año 2000.

En esta línea, precisaba que este cambio «no previsto» demuestra «la voluntad para celebrar juntas» las dos ceremonias de canonización y señala que Wojtyla y Roncalli,

«podrían ser santificados es diciembre de 2013, inmediatamente después de que termine el Año de la Fe, dado que la hipótesis inicial de octubre parece cada vez menos plausible por la falta de tiempo y por problemas de organización».

Karol Wojtyla fue beatificado el 1 de mayo de 2011, tras aprobarse un primer milagro con la firma del ahora Papa emérito Benedicto XVI. En aquella ocasión, se trató de la curación, dos meses después de su muerte, de la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía desde 2001 la enfermedad de Parkinson, la misma que sufrió Juan Pablo II en sus últimos años.

Por su parte, Juan XXIII fue beatificado por Juan Pablo II en septiembre de 2000, durante el Jubileo, en la misma celebración de la beatificación de Pío IX. En aquella ocasión, el milagro aprobado para su beatificación la curación de sor Caterina Capitani en 1966.

El Papa Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II y murió mientras el Concilio seguía su curso, muchos obispos propusieron proclamar al ‘Papa bueno’ santo por aclamación, pero su sucesor, Pablo VI, prefirió seguir las vías canónicas, por lo que se puso en marcha un proceso canónico y después fue beatificado con su predecesor Pío XII.

Además de aprobar los decretos para la canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII, el Papa Francisco también promulgó el acta de martirio de 42 sacerdotes y religiosas españoles que murieron por odio a la fe, y el acta que reconoce el milagro atribuido a la intercesión del Siervo de Dios Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá.

LOS 42 MÁRTIRES

Los 42 mártires se dividen en cuatro grupos y se unirán a la causa de los 480 mártires a ser beatificados el 13 de octubre en Tarragona (España).

Las actas de martirio aceptadas por Francisco son las del siervo de Dios José Guardiet y Pujol, sacerdote diocesano, nacido en Manlleu (España), y que murió el 3 de agosto de 1936 por odio a la fe. El Siervo de Dios Mauricio Íñiguez de Heredia y 23 compañeros mártires de la Orden de San Juan de Dios que fueron asesinados entre 1936 y 1937.

El Siervo de Dios Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros mártires de la Congregación de la Misión, que murieron entre 1934 y 1936; y la Sierva de Dios María Asunta y dos compañeras mártires, religiosas de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Madre del Divino Pastor, que fueron asesinadas en 1936.

MONSEÑOR ÁLVARO DEL PORTILLO

También ha aprobado otro milagro atribuido a la intercesión del Venerable Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría al frente del Opus Dei.

Para el obispo Javier Echevarría Prelado del Opus Dei estos informes son

«una fuente de gran alegría y una feliz coincidencia.» 

«Juan Pablo II – dijo el prelado -, ha invertido generosamente y sin reservas al servicio de la humanidad. Nos acercó a Dios con su magisterio fecundo: a través de sus discursos, escritos, imágenes y muchos gestos llenos de significado. Toda su vida se basa en una unión íntima con Jesucristo: fue suficiente para ver cómo él oró para comprender la fecundidad de su ministerio» 

El milagro aprobado por la Santa Sede por intercesiónm de Portillo se refiere a la curación instantánea del niño chileno José Ignacio Ureta Wilson, que, pocos días después del nacimiento, sufrió un paro cardíaco de más de media hora, y sangrado severo. Sus padres oraron con mucha fe a través de la intercesión del obispo Alvaro del Portillo, y cuando los médicos pensaban que el bebé estaba muerto, sin ningún tratamiento adicional y de forma inesperada, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, para llegar a 130 latidos por minuto. A pesar de la gravedad del cuadro clínico, diez años después de José Ignacio vive una vida normal. La curación milagrosa se llevó a cabo en agosto de 2003.

El proceso de beatificación se abrió el 5 de marzo de 2004 y su primera fase se desarrolló en la diócesis de Roma -ciudad en la que vivió casi 50 años y murió en 1994- y en la Prelatura del Opus Dei.

EL CARDENAL VAN THUÂN HACIA LOS ALTARES

También este viernes concluyó la fase diocesana del proceso de beatificación del cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuân (1928 – 2002).

Obispo de Nha Trang y después consagrado arzobispo de Saigon, pocos días antes de que las tropas del general Ho Chi Ninh conquistaran la capital de Vietnam del Sur, Van Thuân fue durante 13 años uno de los prisioneros del régimen comunista; después habría sido exiliado. En el Vaticano, Van Thuân fue secretario y después presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”; Juan Pablo II lo creó cardenal y murió en 2002.

“La mayor ambición del cardenal Van Thuân, educador de su gente –dijo el cardenal Peter Appiah Turkson, presidente del dicasterio vaticano, durante la presentación del volumen–, era la de ser (como, por lo demás pretendía la Madre Teresa de Calcuta) un “lápiz en manos de Dios”, para que Él escribiera lo que quisiera”.

Según monseñor Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” ante la crisis de la representación y de la política a nivel global, Van Thuan elaboró respuestas muy semejantes a las del cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco.

“En momentos de fuertes contrastes sociales y de degradación política […] los más fuertes son propensos a ver a los más débiles como vida de deshecho, tal y como ha recordado recientemente Papa Francisco”, indicó.

Y, qué mejor ejemplo de respuesta a esta cultura que el ejemplo del cardenal vietnamita, que,

“aún siendo prisionero, en condiciones de pobreza y de restricciones de su libertad, no perdió el ánimo, no se abandonó al odio hacia sus carceleros […] Mientras era “reeducado” por la fuerza, él educaba con otro método a sus enemigos. Los guardias se convirtieron en sus alumnos”.

 Fuentes: Vatican Insider, ACI Prensa, Korazym, Signos de estos Tiempos 

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Catolicismo Entradas y salidas del catolicismo NOTICIAS Noticias 2011

Una congregación luterana de EEUU vuelve en masa a la Iglesia Católica [2011-07-01] SdeT

El Arzobispo Irl A. Gladfelter preside una de las confesiones cristianas que planean volver al catolicismo en los ordinariatos creados por Benedicto XVI. La Iglesia Católica Anglo-Luterana es la única con raíces luteranas y podría suponer el primer paso para la vuelta al redil católico de los herederos de Lutero. En una larga entrevista concedida a InfoCatólica, este Arzobispo que aún no es católico pero sí Cooperador del Opus Dei, habla de su alegría al volver a la Iglesia Católica, de la importancia de una única fe y de su compromiso para deshacer la Reforma protestante.

Reverendo Irl A. Gladfelter, Metropolita de la Iglesia Católica Anglo-Luterana (ALCC), es usted biólogo, Doctor en Cirugía Dental, teniente coronel jubilado del ejército estadounidense, Doctor en Teología y el Metropolita de la ALCC. ¿Cómo ha encontrado tiempo para tantas cosas?

No fue un problema. Sólo me convertí en clérigo después de jubilarme en el Ejército de los Estados Unidos y como dentista.

– ¿Cuándo se fundó la ALCC? ¿Por qué la combinación de anglicanismo y luteranismo?

La ALCC fue formada en 1997 por antiguos miembros de la Iglesia Luterana – Sínodo de Missouri de los Estados Unidos (LCMS), los cuales, al ser luteranos orientados hacia el catolicismo o “Evangélicos Católicos” (también conocidos como de la “alta iglesia”), no podían aceptar la orientación cada vez más protestante de la LCMS y su aceptación creciente de la teología evangélica fundamentalista, junto con algunos aspectos de la soteriología y teología sacramental que habían sido importados desde el Calvinismo por varios medios ya en su fundación y la aceptación cada vez mayor de servicios evangélicos no litúrgicos. Nuestros fundadores también ponían reparos a la teología sacramental de la LCMS, a su política congregacional, a sus ideas sobre la naturaleza y el ejercicio de la autoridad dentro de la Iglesia  y a su comprensión de las Sagradas Órdenes (el “oficio del ministerio público”, según el lenguaje que utilizan).

Inicialmente, la ALCC adoptó las posturas del ala “anglo-católica” del anglicanismo (o anglicanismo de la “alta iglesia”). A lo largo del tiempo, si bien respetábamos las relaciones que se habían ido formando con el anglicanismo de la “alta iglesia”, la ALCC encontró también problemas con el anglicanismo, incluyendo su rechazo de la primacía papal, la infalibilidad papal, la infalibilidad del Sagrado Magisterio y de los Concilios posteriores a los cuatro primeros Concilios Ecuménicos, además de su tolerancia de algunos grados de teología eucarística de tipo protestante, que pueden encontrarse en la Plegaria Eucarística del Libro de Oración Común, entre otros problemas.  Finalmente, la ALCC llegó a reconocer la verdad absoluta de la fe católica y se dio cuenta de que tenía la obligación en conciencia de volver a Roma.

Se ha descrito recientemente a la Iglesia Católica Anglo-Luterana (ALCC) como “totalmente romanizada” y como una Iglesia que “enseña doctrina católica sólida, utilizando un vocabulario luterano y anglicano, corrigiendo esto último con lo primero”. Ambos comentarios son acertados y precisos. En esencia, la ALCC se ha “romanizado” totalmente, aceptando con entusiasmo la verdad objetiva de todos los aspectos de la fe católica.

– ¿Fue importante para ustedes la declaración conjunta católica y luterana sobre la justificación (1997)?

Sí. Para la ALCC, la Declaración conjunta católica y luterana sobre la doctrina de la justificación decidió de una vez para siempre el asunto fundamental de la fase de Wittenberg (luterana) de la Reforma. Una vez que ese asunto se había resuelto, la ALCC se dio cuenta de que tenía la “obligación en conciencia” de entrar en la Iglesia Católica, marcando el camino para que otras jurisdicciones eclesiásticas luteranas (Iglesias) pudieran seguirla.

– ¿Cuantos miembros y parroquias tiene aproximadamente la ALCC? ¿Sólo están presentes en los Estados Unidos o también en otros países?

El número total de miembros de la ALCC es de aproximadamente 11.000 personas, en los Estados Unidos, Canadá, Alemania, Sudán y el próximamente independiente Sudán del Sur. El mayor número corresponde a africanos sub-saharianos, la mayoría de los cuales son de Sudán del Sur.

– ¿De dónde viene la mayoría de sus miembros? Antes de entrar a formar parte de la ALCC, ¿eran luteranos, anglicanos, católicos o no creyentes?

La mayoría de nuestros miembros no africanos entraron en la ALCC procedentes de otras Iglesias luteranas, pero nuestros miembros subsaharianos, tanto en África como en los Estados Unidos y Canadá, son antiguos anglicanos.

– En la Comunión Anglicana, hay algunas congregaciones religiosas anglo-católicas. ¿También tienen ustedes religiosos en la ALCC?

Sí, tenemos una Prelatura Personal, la Orden de San Ambrosio (O.S.A.) y una Sociedad Sacerdotal, la Sociedad Sacerdotal de Siervos del Buen Pastor. La Regla y la espiritualidad de ambas se parecen mucho a las del Opus Dei. El Vicario General de la ALCC y yo somos, con gran entusiasmo, Cooperadores del Opus Dei. Algunos de nuestros obispos son miembros de la Confraternidad de San Pedro, dirigida por la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP), una sociedad católica.

– ¿Entrarán a formar parte del ordinariato de los Estados Unidos cuando se cree, a finales de este año?

Sí, porque es lo que nos ha dicho que hagamos la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero la última palabra la tendrá la propia Congregación. Llevamos trabajando con ellos desde 2009. Desde el punto de vista de la ALCC, se trata de un tema de obediencia a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En nuestra petición a Roma para entrar en la Iglesia Católica (antes de la promulgación de Anglicanorum Coetibus) no mencionamos un ordinariato, ya que aún no se había publicado la Constitución Apostólica. Por consejo de nuestro abogado católico de Derecho Canónico, la ALCC sólo pidió entrar como “sociedad sacerdotal” o de la forma que dispusiese el Santo Padre. Nuestra petición terminaba con la frase: “El hijo pródigo ha vuelto y está a la puerta. Santo Padre, por favor, déjenos entrar”. La ALCC nunca ha pedido más que eso. Está a la puerta y ruega que la dejen volver a casa.

Sin embargo, cuando en otoño de 2010 recibimos una carta del Secretario de la CDF notificándonos que debíamos entrar en la Iglesia Católica a través de las disposiciones de Anglicanorum Coetibus, por obediencia a los deseos del Santo Padre y de la CDF, la ALCC aceptó inmediatamente esas instrucciones por escrito. Así pues, actualmente, la ALCC espera pacientemente y ruega al Señor y a su Bendita Madre, María, que se nos permita volver a casa, a la Iglesia Católica, ya sea a través de Anglicanorum Coetibus o de otro medio.

– ¿Todos los miembros de la ALCC se harán católicos o algunos han decidido esperar o pasar a otros grupos anglicanos o luteranos?

Todos los miembros de la ALCC se harán católicos. A diferencia de algunas Iglesias Anglicanas, la ALCC no tiene “posturas inamovibles”. La ALCC no está interesada en absoluto en “preservar un patrimonio”. Al contrario, se trata de una Iglesia profundamente “romanizada”, que trabaja con todas sus fuerzas para “deshacer” la Reforma, porque considera que fue un trágico error de proporciones épicas, que nunca debió suceder, e intenta restaurar la unidad de la Iglesia según los criterios de la Iglesia Católica. La ALCC no pide poder conservar un “patrimonio luterano”. A diferencia del patrimonio anglicano, el patrimonio luterano es esencialmente teológico y, al haber comprendido plenamente las herejías del luteranismo y al haber aceptado la fe católica, lo único que pide y por lo que reza la ALCC es que se la permita “volver a casa” y entrar en la Iglesia Católica, como hijos pródigos arrepentidos. Lo único que queremos es disolvernos en la Iglesia Católica, como católicos normales.

Hace tiempo que la ALCC tiene la política de no admitir miembros ni aceptar clérigos que no estén plenamente comprometidos con la causa de la unidad de la Iglesia de Cristo, sanando las heridas que infligieron a esa unidad el orgullo humano y las herejías de los líderes de la Reforma protestante. Todos los miembros de la ALCC deben estar comprometidos con deshacer la Reforma.

Todos los clérigos de la ALCC, desde el Metropolitano hasta el último diácono permanente deben firmar una versión adaptada del Mandato de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, el cual establece que “se comprometen a enseñar la doctrina católica y no predicarán, enseñarán, escribirán ni publicarán nada que entre en conflicto con el magisterio católico”. Este compromiso se controla y se hace cumplir estrictamente. Ya ha sucedido que algún sacerdote ha sido destituido de su cargo, dándole a elegir entre su dimisión y la excomunión, por no cumplir el Mandato de la ALCC.

– ¿Será un problema para los miembros de la ALCC la necesidad de aceptar el Catecismo de la Iglesia Católica como la expresión normativa de fe para los ordinariatos? ¿Qué textos utilizan actualmente para catequizar a los niños y a los adultos?

En absoluto. Hace años, la ALCC aceptó oficialmente el Catecismo de la Iglesia Católica como nuestra expresión completa de la fe cristiana. Catequizamos a niños y adultos usando el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica de la Conferencia Episcopal norteamericana,  Fe para el futuro: Un nuevo catecismo ilustrado, publicado por Liguori Press; el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia de la Conferencia Episcopal norteamericana y otros textos católicos únicamente. Para la catequesis general y el estudio, la ALCC usa la Biblia de Navarra, publicada por Scepter Press; la New American Bible y la Biblia Católica de Estudio de Ignatius Press. La ALCC no permite el uso de ningún catecismo luterano ni otros catecismos protestantes.

– ¿Cuáles son las principales dificultades que han encontrado hasta ahora?

Toda organización nueva tiene “crisis de crecimiento” y la ALCC no es una excepción. Siempre hay lugar para mejorar y formas de desarrollar nuestros apostolados de forma más eficaz. Sin embargo, nos va muy bien, teniendo en cuenta que la ALCC se fundó en 1997. La mayor preocupación de la ALCC, con mucha diferencia, consiste en conseguir su objetivo de convertirse en la primera jurisdicción eclesiástica luterana que vuelve a la Iglesia Católica como grupo unificado desde el final de la Contrarreforma.

– Una vez que entren en un ordinariato, usted y los demás obispos y sacerdotes de la ALCC tendrán que ser ordenados como diáconos y sacerdotes católicos. ¿Es algo difícil de aceptar?

No, en absoluto. Nos alegramos de ello, porque eliminará la posibilidad de cualquier confusión entre los fieles católicos sobre la validez de nuestra ordenación y nuestros sacramentos.

– ¿Ha existido siempre un sector “católico” entre los luteranos?

Sí, así es. Se les ha dado muchos nombres: Gneiso-luteranos  (luteranos originales), Viejos Luteranos, Luteranos Romanizados y, en los últimos años, “Católicos Evangélicos”. La ALCC está simplemente en el extremo más católico de esta tradición.

– ¿Hay otros grupos de luteranos que estén relativamente cerca de la Iglesia Católica?

En Suecia, existe el movimiento Arbetsgemenskapen Kyrklig Förnyelse (la Unión Eclesial Sueca) y otras sociedades más pequeñas. Hay comunidades monásticas, como el Monasterio de Östanbäck (un monasterio benedictino), el convento de Alsike y la Congregación de San Francisco, la Fundación de San Lorenzo, la Fundación de San Ansgar, la Coalición Eclesial por la Biblia y la Confesión y Förbundet För Kristen Enhet, que, al igual que la ALCC, trabaja para conseguir la unión visible y como grupo con la Iglesia Católica.

En Alemania, existe la St. Jakobus- Bruderschaft, con la cual permanece en contacto la ALCC, la Arbeitsgemeinschaft Kirchliche Erneuerung de la Iglesia Luterana de Baviera (Grupo de Trabajo para la Renovación de la Iglesia), Humiliatenorden, St. Athanasius-Bruderschaft, Hochkirchlicher Apostolat St. Ansgar, Bekenntnisbruderschaft St. Peter und Paul, la Kommunität St. Michael en Cottbus, la Congregatio Canonicorum Sancti Augustini y el Priorato de San Wigberto. Hay grupos similares en Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia.

– ¿Cree que se formará algún tipo de ordinariato para los luteranos en el futuro?

Ya se trate de un ordinariato o de alguna otra estructura más sencilla y menos polémica de establecer e integrar en la Iglesia según el Derecho Canónico, como una “sociedad sacerdotal” o un “instituto de vida apostólica”, creo que se formará algún tipo de estructura para que los luteranos de todos los países puedan volver a la Iglesia Católica. Hay que  reconocerlo: la Iglesia Católica, y en general el cristianismo, están siendo atacados actualmente. Las comunidades eclesiales como los anglicanos y luteranos se dividen una y otra vez bajo los ataques del ateísmo, el agnosticismo, la filosofía posmoderna y las teologías heréticas de tipo liberal. La Iglesia no puede permitirse el enfrentarse a esas y otras amenazas en su estado dividido actual.

¡Es hora de que los luteranos y otras comunidades eclesiales vuelvan a la Iglesia Católica, para que a ésta le resulte más fácil derrotar a esas amenazas y realizar la Nueva Evangelización promovida por el Papa Benedicto XVI y otras personas! ¡Es hora de recuperar la unidad de la Iglesia de Cristo! Los luteranos deben darse cuenta de que volver a la Iglesia Católica no es algo bueno, es estupendo. En Getsemaní, Jesús oró para que todos sus discípulos fueran uno, como Él y el Padre son uno, así que la unión con la Iglesia Católica no es algo “bueno”, sino algo “estupendo”, porque Jesús lo pidió en su oración y lo mandó (no lo “sugirió” simplemente). Los luteranos deben volver a la Iglesia Católica porque es lo correcto, el único camino correcto.

En su homilía de vísperas, en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en San Pablo Extramuros, Roma, del 25 de enero de 2011, el Papa Benedicto XVI afirmó: “Los esfuerzos para recuperar la unidad entre los cristianos divididos no pueden reducirse simplemente a reconocer nuestras diferencias recíprocas y a conseguir una coexistencia pacífica. Lo que deseamos es la unidad por la que oró el mismo Cristo y que, por su propia naturaleza, se manifiesta en una comunión de fe, de los sacramentos y del ministerio. El camino hacia esta unidad debe percibirse como un imperativo moral, una respuesta a una llamada específica del Señor… Debemos continuar con entusiasmo el camino hacia este objetivo”. Esto es exactamente lo que intenta hacer la ALCC al esforzarse en entrar en la Iglesia Católica como grupo unificado.

– Si se crease un ordinariato para luteranos en el futuro, ¿dejarían el ordinariato anglocatólico para integrarse en él?

Ciertamente, estaríamos interesados y colaboraríamos con cualquier futuro ordinariato luterano o estructuras alternativas según el Derecho Canónico actual, pero haremos exactamente lo que nos pidan la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Santo Padre. Después de todo, los miembros de la ALCC solo queremos convertirnos en católicos normales, como todos los demás, e injertarnos de forma segura en el “centro” teológico y social de la Iglesia Católica. Estaremos contentos de “florecer” dondequiera que el Santo Padre y la CDF nos “planten” dentro de la Iglesia Católica.

– ¿Cree que su unión con la Iglesia Católica influirá en otros luteranos?

¡Sin duda! Hace algunos años, el P. Richard John Nieuhaus, un pastor luterano de los Estados Unidos que se convirtió al catolicismo y fue ordenado como sacerdote católico (y que era el editor de la revista norteamericana First Things), escribió que mientras él apenas podía percibir movimientos de luteranos hacia la Iglesia Católica, algún día una Iglesia Luterana “dará un paso adelante y ya nada volverá a ser igual”. Esperamos y rogamos por que la Iglesia Católica Anglo-Luterana sea la Iglesia que dé ese paso adelante y que eso lleve a muchos luteranos a abandonar las herejías de la Reforma y vuelvan a la fe católica; que nos acerque a ese bendito día en el que la oración de Cristo en Getsemaní de que todos sus discípulos fueran uno sea de nuevo una realidad, en una sola Iglesia bajo Cristo y su Vicario en esta Tierra, el Sucesor de San Pedro. Hasta ese día, la ALCC tendrá muy presentes dos lemas usados por nuestra Iglesia: (1) “Volver a la unidad del Cuerpo de Cristo, Iglesia por Iglesia”, y (2) el lema del escudo papal de San Pío X, “renovar todas las cosas en Cristo”.

– Muchas gracias por sus respuestas. Espero que tengamos la oportunidad de entrevistarle de nuevo cuando sea miembro del ordinariato.

Fuente: InfoCatólica


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