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Sorprendente Conclusión: la Segunda Venida de Cristo sería en primeros años del 2020

Luego que Antonio Yagüe encontró que la fecha del Gran Milagro profetizado por la Virgen en Garabandal se produciría el 13 de abril de 2017, ver aquí el informe, se dedicó a buscar la más probable fecha de la Segunda Venida de Jesucristo a la Tierra, que coincidiría con el Fin de los Tiempos.

El Dr. Antonio Yagüe hace un pormenorizado análisis contrastando las hipótesis generadas por la Astronomía Sagrada con la Biblia y llega a la sorprendente conclusión que ambos análisis coinciden en señalar para fines de 2020 la parusía, o sea la Segunda Venida de Cristo.

cristo difuminado con cruz

El análisis de Yagüe es muy detallado, por lo que hemos decidido informarlo con un resumen escrito, un video donde a viva voz nos los explica y luego un texto más completo e interpretativo.

Naturalmente el lector deberá tomar las conclusiones de Yagüe como él mismo lo señala, hipótesis de trabajo.

 

RESUMEN DEL ANÁLISIS DE YAGÜE SOBRE EL FINAL DE LOS TIEMPOS Y SEGUNDA VENIDA

 

PRIMER PASO

Yagüe pensó que la Segunda Venida de Cristo se daría astronómicamente cuando se produjera una conjunción entre Júpiter (que simboliza al Mesías Redentor) con Saturno (su enemigo que simboliza al Demonio).

Como Júpiter es un planeta más interior que Saturno, llegará un momento, (que se da aprox. cada 20 años), en que lo tapará a nuestros ojos, lo pisará.

Él debe buscar una fecha posterior a abril del 2017. Estamos hablando del anuncio en el firmamento, en las estrellas, de la victoria definitiva de Cristo. Esa fecha que encuentra, es el 31 de julio de 2020.

constelaciones

 

SEGUNDO PASO

Ahora, debe confirmar esa fecha hallada  con las Escrituras, para corroborarla y ajustarla.

Entonces, va al Capítulo 24, versículo 15 del Evangelio de San Mateo, donde Jesús nos dice que leamos las profecías de Daniel:

«Cuando vean en el Lugar santo la Abominación de la Desolación, de la que habló el profeta Daniel -el que lea esto, entiéndalo bien-, los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; el que esté en la azotea de su casa, no baje a buscar sus cosas; y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto«.

Yagüe encuentra en Daniel la profecía de las setenta semanas, que se contarán a partir del momento de la «orden para volver a construir Jerusalén, según le explica el Arcángel San Gabriel.

Como en hebreo las semanas pueden ser de días, meses o años, Yagüe da por sentado que esa profecía se refiere a años, dado que hasta ahora esas profecías están por cumplirse.

Yagüe fija su interés en esto porque las setenta semanas que quedan para el fin de los tiempos, comenzarán a contarse a partir de la orden para reconstruir Jerusalén, o sea la ciudad santa.

¿Pero cuándo se dio la orden en el Cielo para la reconstrucción de la ciudad santa?

Él entiende, por medio de tres trozos bíblicos, uno de Cantar de los Cantares, otro de Isaías y otro del Apocalipsis, que esas palabras encuentran su cumplimiento en la Aparición de Guadalupe.

En Cantar de los Cantares, se menciona a la Amada como “hermosa como Jerusalén”, y en las profecías de Isaías y en el Apocalipsis, se menciona una mujer encinta, tal como apareció María en Guadalupe. El unió esos tres puntos para esbozar su hipótesis.

Toma, entonces como dato, que la orden para volver a construir Jerusalén, es el día de la Aparición de María en el Tepeyac (12 de diciembre de 1531).

Sumándole 70 semanas «de años», o sea 490 años, le daría la fecha. Esta fecha difiere en tres años y medio con la conjunción astronómica entre Júpiter y Saturno.

manto de la virgen y constelaciones

 

TERCER PASO

Daniel habla también en esa profecía mencionada por Jesús en Mateo, de la interrupción del sacrificio diario y la colocación de la abominación en el lugar santo.

Yagüe toma esto como la tercera destrucción del Templo, basándose en la profecía de Jesús «Destruyan este Templo y lo reconstruiré en tres días», hablando, en realidad, no del Templo sino de Su propio Cuerpo.

Seguidamente, va a averiguar cuándo ocurrieron las anteriores destrucciones del Templo de Jerusalén y encuentra que las dos, separadas por muchos siglos, ocurrieron el mismo día, el «9 del mes de Av».

Habiendo encontrado que Jesús fue muy respetuoso con las Fiestas Mosaicas, traza la hipótesis de que la destrucción del tercer Templo, o sea, el Santuario de Su Cuerpo, la Eucaristía, es muy probable que ocurra también un 9 de Av.

Hace la conversión y encuentra que el 9 de Av en nuestro calendario es el 31 de julio de 2017.

Vuelve entonces a las profecías de Daniel, y encuentra que esa destrucción del Templo (9 de Av o sea 31 de julio de 2017) ocurrirá en la mitad de la última semana de años, o sea que, después de esa abominación, van a transcurrir los otros tres años y medio.

En la última semana de los tiempos

“él (el Anticristo) hará un pacto entre muchos (los gobernantes), pero a mitad de la semana (o sea, cuando hayan transcurrido los primeros tres años y medio de los últimos siete, suspenderá el sacrificio diario, etc.” Ver Daniel 9: 27

Si, basados en las propias palabras de Jesús, tomamos que la destrucción del Templo es la eliminación del Cuerpo de Jesús de los altares, entonces, sólo quedarán antes del fin, tres años y medio más.

Yagüe va nuevamente al convertidor y suma tres años y medio al 31 de julio de 2017. Casualmente, encuentra que la fecha resultante es el 21 de diciembre de 2020, la misma fecha corroborada en los cálculos con Guadalupe.

Esta fecha marcaría tanto el Fin de los Tiempos como también la Segunda Venida de Cristo y esto según Yagüe se produciría el 21 de diciembre de 2020

GRAFICO FINAL PARA FOROS

Veamos la explicación detallada de Yagüe con sus cálculos en este video y más abajo en texto escrito por nosotros.

 

 

ASTRONOMÍA SAGRADA Y PATRONES PROFÉTICOS

La Astronomía Sagrada, como aclara el Dr. Yagüe, es la que guio a los Magos hasta el pesebre de Belén, donde encontraron a Aquel cuyo Nacimiento, Esencia y Misión habían encontrado en las estrellas.

La Astronomía Sagrada (que nada tiene que ver con Astrología y signos del Zodíaco) es una materia fascinante, que estudia lo que Dios dejó escrito en las estrellas desde el origen de la Creación.

En base a sus investigaciones, Yagüe afirma que Dios nos dejó, cual dos testigos de Su obra, dos formas de lenguaje sobre el misterio de Su obra de Redención: la Palabra escrita en la Biblia y lo estampado en las estrellas. Ambos lenguajes parecen decir lo mismo.

Aunque el hombre dejó por siglos de leer lo escrito en el firmamento y por ello olvidó su significado, ha habido estudiosos que han “resucitado” el lenguaje de las estrellas.

Por otro lado, Yagüe estudia lo que él denomina “Patrones Proféticos”, que son aquellos modelos de mensaje y sucesos descritos, sobre todo en el Antiguo Testamento, que sirven para estudiar idénticos comportamientos en el Nuevo Testamento y en los 20 siglos de Historia de la Iglesia católica.

ya vimos un patron profetico

 

SEGUNDA VENIDA: LA PROMESA ESPERADA

Nosotros, como toda la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, esperamos la Segunda Venida del Señor. Esta promesa está explícitamente en el Evangelio, y fue recogida por la Iglesia en el Credo Apostólico, en el Credo Niceno, en el Catecismo, sin embargo, el mismo Jesús dijo a sus Apóstoles que debemos estar prontos en todo momento, porque nadie sabe el día ni la hora

¿Entonces, no es algo presuntuoso de parte del Dr. Yagüe, atreverse a fijar una fecha para este extraordinario acontecimiento?

Y además, ¿cómo podría entonces llegar él por medio de un Patrón Profético a esa posible definición?

Pues, en primer lugar, Yagüe comienza su camino de investigación estudiando los relatos del Evangelio sobre la conducta de Jesús durante Su vida pública. Lo va haciendo gradualmente, como subiendo una montaña, sabiendo que a medida que vaya más y más alto podrá tener una visión más completa. Y ya de entrada nos lanza su primera hipótesis.

A pesar de que no existen documentos escritos acerca de ello, Jesús debió haber nacido en la Fiesta de las Trompetas, con todo lo que esta fiesta puede tener de anuncio, de llegada. No olvidemos que la primera mención de un toque de trompeta en la Biblia, aparece cuando Moisés debía subir al Monte Sinaí: “llegaba el Señor Dios”. (Éxodo 19:16, 19).

 

NUESTRO JESÚS, EL MAESTRO: ¿UN ISRAELITA CUMPLIDOR DE LA LEY?

Debemos asumir que sí, porque la Ley fue dada al hombre por el mismo Dios Todopoderoso. Y el mismo Jesús les dijo a sus discípulos:

No crean que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley”. (Mat. 5, 17-19).

Al sugerir como hipótesis que el Nacimiento de Jesús debió tener lugar durante la Fiesta Mosaica de las Trompetas, Yagüe nos presenta la primera interrogante.

¿Cómo se llega a poder afirmar esto y qué importancia puede tener para la investigación de la fecha de la Segunda Venida?

Digamos que éste es el botón de la muestra. En primer lugar, según consta en Números, la ley dada por Dios a los israelitas establecía que los sacerdotes no podían serlo antes de los treinta años (Num. 4:3) (aunque esta obligación en general no era respetada).

Sin embargo, sabemos que Jesús no comenzó Su vida pública hasta no cumplir sus treinta años, mostrándose en esto rigurosamente fiel a los tiempos establecidos en la Biblia. Pero, ¿cómo podemos saber si esto es cierto?

angeles tocando trompetas

 

LA RESPUESTA: SIEMPRE EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Sí. La respuesta, como siempre, Yagüe la encuentra en las Sagradas Escrituras. Si vamos a las Fiestas Mosaicas, veremos que:

1 La primera Fiesta del Otoño era la de las Trompetas.

2 La segunda Fiesta, 10 días después de la primera, era la de la Expiación (Yom Kippur), en la cual se enviaba al desierto el chivo expiatorio cargado con todos los pecados del pueblo.

Ese fue exactamente el camino tomado por Nuestro Señor.

Apoyado en lo encontrado en las Escrituras, Yagüe termina de dar forma a su primera hipótesis y nos explica por qué.

Sabemos que Jesús tenía treinta años cuando comenzó Su Misión evangelizadora (Lucas 3:23) pero Yagüe apunta que debía tenerlos recién cumplidos al presentarse ante Juan el Bautista, para recibir la misión, o sea, el Sacerdocio.

Por supuesto que no fue Juan sino el Padre Todopoderoso quien, abriendo el Cielo, envió su Espíritu sobre Él, Su Hijo Amado y Lo ungió Sumo y Eterno Sacerdote.

Inmediatamente después de esto, Jesús, como futuro Cordero que iba a morir cargado con nuestros pecados, fue llevado al desierto por el Espíritu Santo, donde pasó cuarenta días sin comida ni agua y fue tentado.

Eso sucedió exactamente como en el rito de la Fiesta de la Expiación. Después del sacrificio ritual del sacerdote, el (carnero) que cargaba con los pecados del pueblo era llevado al desierto, condenado a morir de hambre y sed.

 

LOS TIEMPOS BÍBLICOS ¿PODRÍAN TENER UN SIGNIFICADO PROFÉTICO?

Estos sucesos, dados justo al inicio de la vida pública de Jesús, ponen a Yagüe en posición de enunciar su segunda hipótesis:

Si Jesucristo fue tan estricto en el cumplimiento de los tiempos bíblicos, tal vez no sería alocado pensar que en todo lo demás también pudo haberlo sido.

Y de esta manera, nuestro investigador se lanza de lleno a buscar y comprobar cada paso pormenorizadamente. Para esto, comienza a adentrarse en las profecías de Daniel, que son iluminadoras respecto a los últimos tiempos y de las que el mismo Jesús habla en los Evangelios: “El profeta Daniel escribió acerca del horrible sacrilegio”. (Mat. 24, 15).

 

EL APOCALIPSIS: ¿YA PROFETIZADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO?

Sabemos que el Profeta Daniel tuvo visiones que fueron muy similares a las recibidas por el Apóstol Juan, que éste dejó escritas en el Apocalipsis.

Pero, si las profecías dadas por el Señor a Daniel sobre los últimos tiempos eran tan importantes, ¿por qué casi no se habla de ellas ni se les otorga la importancia que tienen, como Palabra de Dios que son?

En primer lugar, vamos a enterarnos de qué es lo que el Señor predijo a través de Daniel, y que puede tener tanta importancia para nosotros y en nuestro tiempo.

en daniel encontramos

Como se ve en el cuadro, hay tres puntos negativos (los que están en rojo) que son los que merecerían castigo y tres puntos de índole positiva, que entrañan promesas del Cielo y que hemos puesto en azul.

A lo largo de la Historia de la Salvación, numerosos teólogos han estudiado estos versículos, como también el Apocalipsis y han insistido en que ambas eran profecías ya cumplidas, encontrando figuras anticrísticas como Nerón o Hitler, por ejemplo.

Sin embargo, vemos que las seis promesas, tienen una connotación de eternidad que no hacen posible su cumplimiento en el pasado.

Por ejemplo, tanto las frases “poner fin a la rebeldía, sellar el pecado y expiar la culpa”, que nos hablan de faltas, como las que dicen, “para instaurar justicia eterna”, o “para sellar visión y profecía”, nos hablarían de un “no va más”, porque marcarían el fin de la rebeldía y el pecado, el fin de la injusticia o de la justicia humana, falible y muchas veces parcial e injusta. Y hay dos que hablan de “sellar”.

En el Diccionario de la Real Academia Española, el término “sellar” tiene, entre sus definiciones las de “concluir, poner fin a algo” o la de “cerrar herméticamente algo, precintar”. “Sellar visión y profecía” parece indicar que va a llegar un tiempo en el que no serán necesarias ni las visiones ni las profecías, porque lo imperfecto dejará lugar a lo perfecto como dice el Apostol Pablo, en su primera epístola a los corintios.

“… más cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará…” 1 Cor,13:10,13

“pero si hay dones de profecía, se acabarán”; 1 Cor. 13: 8

Todas las definiciones mostradas en el cuadro, nos indican un fin, un tope, un término. Con lo cual, bien se podría decir que no son pasadas sino que están destinadas al Fin de los Tiempos, cuando venga el reinado de Cristo y todo mal se acabe.

En cuanto al plazo de las setenta semanas, en una visión el arcángel Gabriel le explicó a Daniel, cómo debían entenderse los setenta años de desolación que habían sido anunciados previamente por el profeta Jeremías.

Se trata de setenta semanas de años, que caen en tres períodos de siete, sesenta y dos y una semana de años, respectivamente.

El primer período de siete semanas, o cuarenta y nueve años, se extenderá a partir de la “orden” para la reconstrucción de Jerusalén… Volvemos acá a encontrar esa frase: “la orden para volver a reconstruir Jerusalén”.

Pero, si esta profecía se refiere al Fin de los Tiempos, ¿dónde fijar en nuestro tiempo la fecha de la “orden” para la reconstrucción de una nueva Jerusalén, para así comenzar a contar las setenta semanas?

Yagüe vuelve a las Sagradas Escrituras.

Existen en la Biblia tres menciones que señalan el rumbo hacia esa “nueva Jerusalén”, las cuales marcarían la unión entre Jerusalén y la “señal de la Mujer”.
.
Cantar de los Cantares: “Amada mía, eres (….) encantadora como Jerusalén. ¿Quién es ésta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, majestuosa como las estrellas del cielo!”
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Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo: “una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, está encinta y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz”
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Isaías: “Pues bien, El Señor mismo va a daros una señal: He aquí que la doncella está encinta y va a dar a luz un hijo y le pondrá de nombre Emmanuel.

¿Acaso estos tres textos bíblicos no encuentran una admirable coincidencia en la Aparición de la Virgen de Guadalupe?

Yagüe se apoya en esto para dar el paso siguiente. O sea, buscar la fecha de la aparición de la Santísima Virgen en el Tepeyac, como “el momento de la orden de construir la nueva Jerusalén”, para, a partir de ese momento, comenzar a contar las setenta semanas del profeta Daniel.

Ese día fue el 12 de diciembre del año 1531.

Pero antes de comenzar a contar, Yagüe vuelve a la Astronomía Sagrada.

Sabemos por trabajos anteriores que Júpiter en la Astronomía Sagrada representa a Jesucristo, el rey Mesías. Saturno, por su parte, representa al Diablo.

Yagüe busca una ocasión, en el futuro próximo, en que Júpiter entre en conjunción con Saturno. Teniendo esa ocasión astronómica el simbolismo de la victoria definitiva de Jesucristo sobre el demonio. La conjunción de Júpiter con Saturno ocurre cada 20 años.

Esa fecha, que no sería una fecha más entre muchas, y que marcaría el momento histórico del triunfo definitivo de Cristo, o dicho de otra manera, Su posible Segunda Venida, tendría que ser inexorablemente una fecha posterior y no demasiado lejana de la de la señal de la Mujer, que ya vimos fue marcada por la Astronomía Sagrada para el 13 de abril de 2017.

En este caso, la Astronomía Sagrada, nos devela el misterio que Dios ha escrito en las estrellas desde el comienzo de la Creación.

La fecha que marcan las estrellas y a la que él aplicará como hipótesis el nombre de Segunda Venida de Cristo, será el 21 de diciembre de 2020.

GRAFICO 1

A estas alturas podríamos preguntarnos ¿qué tienen que ver las setenta semanas del profeta Daniel con esta fecha?. No hay que apurarse

 

CONTRASTANDO AMBOS LENGUAJES

Bien, si multiplicamos 70 por 7, las 70 semanas de años, nos darían como resultado 490 años. El siguiente paso de Yagüe, es contrastar la fecha de la Aparición de la Virgen de Guadalupe, con la fecha final encontrada en las estrellas.

Acude para eso al convertidor de fechas, porque debe hacerse el traslado del calendario juliano existente en 1531, al gregoriano actual. El resultado es asombroso: entre ambas fechas, en años lunares, hay un total de 489 años más un día, esto es 69 semanas más el primer día de la semana 70.

GRAFICO 2

Muy bien. Yagüe está a punto de comprobar su hipótesis de la fecha. Vuelve entonces a las profecías de Daniel, sobre todo la que habla de la última semana de años, o sea, los últimos 7 años que nos llevarían al fin de los tiempos.

Daniel profetiza una semana de años (7 años) y media semana más (3 años y medio) . 

San Pablo nos habla de lo mismo en su carta a los cristianos de Tesalónica: o sea, de la destrucción del Santuario.

que entendemos hoy por templo

¿Esto es importante? Por supuesto, porque el Catecismo de la Iglesia Católica, basado en la Palabra y en la Tradición Apostólica, nos dice que antes de la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo sucederá la apostasía

Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18,8; Mt 24,12).

La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra develará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.

La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne. (N° 675)

Jesús en el Evangelio nos habla del ”horrible sacrilegio” profetizado por el profeta Daniel, el mismo Daniel habla del “fin del sacrificio y la oblación” Y Pablo predice sobre el que se exaltará a sí mismo de manera que se sentará en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios”.

Bien, hemos llegado al punto. ¿Qué es el Templo para nosotros, los católicos? ¿La Iglesia de San Pedro en el Vaticano?

 

LA EUCARISTÍA: EL SANTUARIO DE LA NUEVA ALIANZA

Los católicos lo tenemos bien claro, el Santuario del que hablaba Jesús era Su propio Cuerpo.

Y desde hace casi dos mil años, el Santuario del Cuerpo de Cristo, está en todos los Sagrarios de la Tierra. Ese es el Templo hoy.

Esto precisamente, este tesoro inestimable, la perla de gran valor por la cual un hombre deja todo lo que tiene, es lo que la apostasía, con el Anticristo al frente, buscará destruir, hacer desaparecer.

Ese es el Katejón del que habla San Pablo, lo que está evitando con Su presencia real y gloriosa la abominación que el demonio quiere instaurar.

 

LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO, POR TERCERA VEZ

Ahora, volvamos a la investigación del Dr. Yagüe.

La historia nos muestra, dice Yagüe, dos oportunidades en las que el Templo de Jerusalén fue destruido. Veamos el cuadro.

GRAFICO 4

Vemos aquí las dos oportunidades en que el Templo fue destruido. Pero, ¿puede haber algo sorprendente que “una” estas dos fechas tan separadas en el tiempo?

Yagüe, con su metodo riguroso descubre que, la fecha de la destrucción en ambas oportunidades tan lejanas una de la otra, cae:

en el mismo dia

Esa es la fecha en la que Dios permitió las dos destrucciones del Templo.

¿Podrá coincidir esta fecha con la última destrucción del Templo, o sea, la eliminación de la Eucaristía?

Tenemos claro que eso sucederá durante el reinado del Anticristo y sabemos también, por fe, que el Señor no nos dejará llegar a ese momento sin abrirnos los ojos.

Es decir, que el tiempo de la persecusión final de los cristianos ocurrirá después del Aviso y del Gran Milagro (la señal de la Mujer), o sea, después de nuestra conocida fecha del 13 de abril de 2017.

Yagüe intenta avanzar un paso más y trata de descubrir cuándo puede caer el 9 de Av después de esa fecha Nuevamente, acude a las estrellas.

GRAFICO 5

En este gráfico vemos a Ofiuco, que en la Astronomía Sagrada simboliza al Redentor luchando contra la serpiente. Uno de sus pies pisa la cabeza del Escorpión, y éste intenta picarle con su aguijón el otro pie, como sabemos por el Génesis. Ahora bien, en la trayectoria de Saturno (imagen del demonio), vemos que éste muerde el pie de Ofiuco, tal como está profetizado en Génesis 3.15.

Tal como aparece expresado en la imagen, Yagüe encuentra que ese día es sorprendentemente el 9 de Av, exactamente el mismo día en que fueron destruídos el primer y el segundo Templo. Ese día, equivale en nuestro calendario a

el 31

Yagüe aventura, con el aval de la Biblia y de la Astronomía Sagrada, la hipótesis de que ese día es precisamente, la fecha en la que se destruirá el Santuario del Cuerpo de Cristo, o sea, el día en que la Eucaristía será abolida de los Templos.

Recordemos una vez más lo que dice la profecía de Daniel:

“en media semana él hara cesar el sacrificio y la oblación y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación”.

Yagüe debe probar que la fecha del 9 de Av, o sea el 31 de julio de 2017, fecha que marcan las estrellas, está a media semana de años (o sea, tres años y medio) de la fecha sugerida por él para la Segunda Venida de Cristo, o sea, el 21 de diciembre de 2020

Nuevamente, apela al convertidor de fechas, el cual marca:

GRAFICO 6

GRAFICO 7

Yagüe comprueba que, la media semana profetizada en Daniel, o sea, los tres años y medio, contados desde la fecha hallada por medio de las profecías y la Astronomía Sagrada, del “fin del sacrificio y la oblación”, el 31 de julio de 2017 en nuestro calendario, (9 de Av en el calendario hebreo) , se cumplen rigurosamente en la fecha final, 21 de diciembre de 2020, una vez transcurridos mil doscientos treinta y nueve días.

“Feliz aquel que espere confiado hasta que hayan pasado mil doscientos treinta y cinco días” Daniel 12: 11,12

GRAFICO 1 PASION (1)

Fascinante.¿no es verdad? Y urgente. Los tiempos están casi encima nuestro.

Estas hipotesis, nos aclara el riguroso Dr. Yagüe, si bien son exactas desde el punto de vista del calendario mosaico y de lo expresado por las estrellas, no dejan de ser eso, hipótesis de trabajo muy posiblemente sujetas a cambios, dado que el mismo Jesús anunció que “si el Padre no acortara ese tiempo, nadie se salvaría”.

Esto quiere decir que estos tiempos que marcarían el fin podrían acortarse por voluntad de Dios. Dicho de otro modo, las hipótesis detalladas en este trabajo no solamente están sujetas a los cambios que puedan ocurrir en el devenir de la historia, sino también y principalmente al discernimiento que siempre los creyentes debemos aplicar en lo que no tiene relación directa con el Depósito de la Fe de la Iglesia Católica.

Fuentes:


maria de los angeles pizzorno
Escrito por María de los Ángeles Pizzorno

De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada

 

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Descubren Contundentes Señales en los Cielos que Anuncian la Segunda Venida de Jesucristo

Un análisis astronómico exclusivo del Dr. Antonio Yagüe.

Antonio Yagüe – el más famoso investigador en Astronomía Sagrada – descubrió que en las tres fechas relevantes de la historia de la salvación se presentó en los cielos la conjunción entre Venus (la Virgen) y el Sol (Dios); y es casi imposible estadísticamente que esto hubiera sucedido.

Él mismo nos cuenta lo que halló, en un artículo exclusivo para los Foros de la Virgen María.

160105_Señal Astronomica_Nuevos_Cielos_Nueva_Tierra

Esta increíblemente rara señal la puso Dios para advertirnos que estamos en la puerta de un suceso de enorme significación, similar a la estrella de Belén que informó a los Reyes Magos de la Primera Venida de Jesucristo. 

Si Dios no nos hubiera querido informar ¿habría puesto la estrella de Belén que guió a los Reyes Magos?

¿Habría puesto en el manto de la Virgen de Guadalupe las constelaciones presentes en ese momento para darnos pistas sobre dónde hallar sus señales?

¿Habría hecho coincidir la misma conjunción astronómica en tres fechas claves de la historia de la salvación, cuya probabilidad que suceda es humanamente casi imposible?

Leer también sobre más análisis del Dr. Yagüe:

Veamos lo que nos dice el Dr. Yagüe ¿por qué Dios quiere informarnos?

bestias del apocalipsis

 

SI EL DIABLO SABE CUANDO SUCEDERÁN LAS COSAS ¿DIOS NO NOS HABRÁ DADO LA INFORMACIÓN TAMBIÉN A NOSOTROS?

¡Ay de la tierra y del mar!, porque ha descendido hasta vosotros el Diablo, con gran ira, al saber que le queda poco tiempo. (Ap. 12, 12).

Este pasaje de la Sagrada Escritura asegura que el enemigo de nuestras almas sabe el tiempo que le queda antes de ser vencido, es decir, lo que falta para que un ángel le encadene por mil años (Ap. 20, 2) en la Venida del Verbo de Dios (Ap. 19, 13), para apacentar a las naciones con cetro de hierro (Ap. 19, 15), al tiempo de la resurrección primera (Ap. 20,5).

Esto lleva a preguntarnos si es que Dios da ventaja al Diablo para la batalla final contra los cristianos o si, por el contrario, es un conocimiento que también nosotros podríamos saber y hasta ahora no hemos sido tan hábiles para indagarlo como él.

La respuesta es evidente, porque Dios no revelaría algo al Diablo que podría ayudarle en su estrategia para vencernos, sin también habérnoslo revelado a nosotros.

En otras palabras, el Apocalipsis sugiere que el Diablo conoce mejor que nosotros los tiempos revelados en las profecías y señales que Dios ha puesto acerca del momento en que se cumplirá su Venida.

Buena parte de esta situación de desventaja se debe a una pobre interpretación de la frase, nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mt. 24, 36).

En efecto, si esta frase la hubiera dicho nuestro Señor en un sentido absoluto, ninguna vigilancia podría tener éxito para conocer el tiempo de su nueva Venida y sin embargo Él no dijo despreocuparos sino, al contrario, velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor (Mt. 24, 42).

gran tribulacion

 

7 SUCESOS CON LOS QUE FINALIZA LA GRAN TRIBULACIÓN

Esta aparente contradicción nos obliga a profundizar en la Escritura para resolverla y así encontramos que la nueva Venida del Señor está configurada por una sucesión de 7 hechos al menos, con los que finaliza la gran tribulación y que se podrían enumerar así:

1 – Resurrección de “los de Cristo” (1 Cor 15, 22-24; 1Tes 4, 15-17)
.
2 – Batalla del Armagedón. Derrota del Anticristo (Ap. 16,16)
.
3 – Destrucción de la Tierra por el fuego. 3 días de tinieblas (2 Ped. 3, 7; Ap. 16, 10 y 17-21)
.
4 – Transformación del cuerpo mortal (1 Cor. 15, 51).  Nueva Creación (Ap. 21, 1)
.
5 – Restablecimiento del Nuevo Templo tras la abominación de la desolación (Ap. 21, 22)
.
6 – Juicio de las Naciones (Joe. 4, 2; Eze. 39, 21-22; Mt. 12, 18 y 24, 31)
.
7 – Segundo Pentecostés (Ap. 21, 3)

Sólo algunos de estos siete últimos hechos que configuran la nueva Venida del Señor requieren la presencia de Jesucristo, por lo que probablemente sólo a uno de estos siete hechos debe aplicarse la frase nadie sabe el día ni la hora, mientras que para los otros seis que lo acompañan sí existen señales proféticas temporales, que nos ayudarían en la tarea de vigilar, que también nos mandó.

En mis trabajos, siguiendo este criterio, elaboro razonadamente posibles fechas de hasta 61 hechos profetizados en la Sagrada Escritura sobre los últimos tiempos.

vision desde la tierra y una luna fondo

 

QUE SEÑALES DEBEMOS BUSCAR

Veamos la principal de estas señales temporales que he encontrado, para reducir esta ventaja que aún nos saca el enemigo en el conocimiento de los tiempos establecidos por el Padre, para la nueva Venida de su Hijo, con gran poder y majestad.

Para ello, la pregunta es ¿por qué medio habría conocido el Diablo algo tan importante?

La respuesta, en mi opinión, la da nuestro Señor en San Lucas (21, 25) al decir que habrá señales en el Sol, la Luna y las estrellas.

Efectivamente las estrellas fueron creadas por Dios, para marcar los tiempos (Gen 1, 14-18). De hecho hoy siguen siendo las que marcan la hora que rigen nuestros GPS, internet o las transacciones económicas.

Por tanto, debemos volver al ejemplo de los Reyes Magos y estudiar e interpretar bien los movimientos de los astros para encontrar en ellos esas señales que marcan los tiempos de la próxima Venida del Señor (Mt. 24, 3).

Entre otras cosas podremos saber así cuándo el Diablo ejecutará su última batalla, con gran ira (Ap. 12, 12), y podremos preparar nuestra defensa.

Algunos piensan erróneamente que seguir el consejo de nuestro Señor de buscar señales de su Venida en las estrellas cae dentro de la adivinación o astrología, prohibida por la Sagrada Escritura.

Sin embargo esto es confundir adivinación con profecía. Ambas tienen por objeto el conocimiento del futuro, pero mientras la profecía surge del deseo de revelar Dios su Plan de Redención al hombre, la adivinación, aunque use los mismos astros, tiene su origen en el deseo del hombre de ser como Dios.

Una lleva al hombre a su salvación y luce como faro en lugar oscuro (2Ped. 1, 19), mientras que la otra lo guía hacia su eterna condenación.

La Sagrada Escritura presenta a los Reyes Magos como ejemplo de sabios por su conocimiento de las señales en las estrellas y que toda sabiduría procede del orden, no del caos.

Esta idea trasladada a los astros significa que no debemos esperar señales astronómicas en forma de fenómenos aleatorios, como serían la aparición de cometas o novas, sino en sus movimientos regulares según las leyes de traslación del Sol, la Luna y los planetas, sobre el fondo fijo de las constelaciones.

Habitualmente estos movimientos producen encuentros o conjunciones que por su infrecuencia pueden interpretarse como señal anunciadora de hechos históricos importantes en el plan de Redención. Así entendemos hoy que fue, lo que conocemos como estrella de Belén.

 

LAS TRES PRINCIPALES FECHAS A TOMAR EN CUENTA

Para buscar estas señales, se parte del estudio del firmamento en fechas significativas del Plan de Redención.

En nuestro caso, deseamos conocer el final del proceso que concluye en la nueva Venida del Señor con gran poder y gloria (Mt. 24, 30).

Es el tiempo en que comenzará el Reino Eucarístico sobre una nueva tierra, en la que habitará la justicia (2 Ped. 1, 13 y Ap. 21, 1).

Por tanto, buscaremos señales de momentos históricos que son figura o realidad de los nuevos cielos y la nueva tierra. Y, con este objetivo, al menos podemos examinar tres fechas.

inmaculada concepcion rubens

 

LA PRIMERA FECHA: LA CONCEPCIÓN INMACULADA DE MARÍA

La primera es el día en que se produjo la Inmaculada Concepción de la Virgen María, ya que Ella es modelo de los nuevos cielos y la nueva tierra, tal como dicen varios místicos.

Siguiendo las indicaciones de la Virgen en algunas apariciones, sabemos que Ella nació un 5 de agosto. A su vez algunos místicos y la tradición indican que Ella era 16 años mayor que nuestro Señor, que por otros datos astronómicos e históricos, sabemos que nació el año 2 antes de nuestra era.

Por tanto, la Concepción Inmaculada, el abrazo entre San Joaquín y Santa Ana bajo la Puerta Dorada del Templo de Jerusalén, se produjo nueve meses antes del nacimiento de la Virgen, es decir el 5 de noviembre del año (-19). No olvidemos que no existió el año cero, pues este es un concepto árabe muy posterior.

Gracias a los ordenadores hoy en día no es difícil comprobar con programas astronómicos cómo estaban los cielos en esa fecha.

Así pues, ese día 5 de noviembre de (-19) hubo una conjunción entre Venus (la Virgen) y el Sol (Dios) situada donde el Serpentario pisa la cabeza al Escorpión.

La interpretación de este fenómeno con la simbología que surge de los nombres de las estrellas y planetas, es aquella del Protoevangelio: pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón (Gen, 3, 15).

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LA SEGUNDA FECHA: LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE EN MÉXICO

Otra segunda fecha histórica de relevancia, figura de los nuevos cielos y la nueva tierra, es el día de la aparición de la Inmaculada de Guadalupe en México, dejando una señal que sigue la descripción de la Mujer del Apocalipsis (12, 1), ocurrida el 12 de diciembre de 1531 (calendario Juliano).

Según otros estudios de señales en las estrellas, descritos más ampliamente en mis libros y videos, ese día comenzó la cuenta atrás de la profecía de las 70 semanas de años de Daniel para, entre otras cosas, establecer justicia eterna y sellar visión y profecía (Dan. 9, 24-27).

Al examinar cómo estaba el firmamento ese día de hace 5 siglos, volvemos a encontrar una conjunción de Venus con el Sol pero situada esta vez en la constelación de Sagitario.

La interpretación de este animal de doble naturaleza es el Redentor, Dios y hombre, en actitud de disparar una flecha mortal al Escorpión, con la puesta en marcha de la profecía de Isaías: la virgen está encinta (así aparece en Guadalupe) y dará a luz un hijo (Isa 7,14), que finalizará cuando dio a luz un hijo varón, que ha de regir a las naciones con cetro de hierro (Ap. 12, 5).

jesus con sombras en la cruz fondo

 

LA TERCERA FECHA: LA APARICIÓN DE NUESTRO SEÑOR

Por último, la tercera fecha relevante para la aparición de los nuevos cielos y la nueva tierra será la de su propia aparición histórica.

El hallazgo de esa fecha viene precedido por el de otra señal en las estrellas que nos lleva a la fecha de la abominación de la desolación predicha por el profeta Daniel (Mt. 24, 15).

A partir de ese momento explican al profeta Daniel que dichoso el que espere y llegue a los mil trescientos treinta y cinco días (Dan. 12, 12).

Las fechas que marcan las señales astronómicas para ambos hechos son 31 de julio del 2017 y 27 de marzo del 2021, que es la fecha final que ahora analizaremos.

Al observar de nuevo la configuración celeste para esta fecha volvemos a encontrar una conjunción de Venus y el Sol en la constelación de Piscis.

La interpretación del simbolismo profético son los cristianos que ansían beber el agua de vida que proporciona el Aguador (Aquario), figura del Espíritu Santo, que ahora va a suministrar abundantemente en la Segunda Pentecostés.

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LA INCREÍBLEMENTE BAJA PROBABILIDAD QUE SE DÉ LA MISMA CONJUNCIÓN ASTRONÓMICA EN LOS TRES SUCESOS

Las ventajas de encontrar señales proféticas en las estrellas son muchas. Entre ellas está el hecho de que nadie puede alterarlas, ni inventarlas, porque nadie puede mover los astros a su antojo.

También con estas señales podemos calcular las probabilidades matemáticas de ocurrencia de estas conjunciones planetarias. Al hacerlo valoramos cuantitativamente la seguridad de los hallazgos del método frente a cualquier otro modo de vigilar o interpretar.

Recordemos que iniciamos por sugerencia de nuestro Señor en el Evangelio esta metodología de vigilar, y que somos precedidos por el éxito que tuvieron con este mismo sistema los Reyes Magos para encontrar los tiempos de la primera Venida de nuestro Señor.

Así pues podemos calcular la probabilidad de que en tres fechas cualesquiera, distribuidas a lo largo de 2040 años (744.509 días) ocurra en las tres fechas una conjunción de Venus y el Sol.

Estas conjunciones ocurren en periodos no regulares en el entorno de 292 días. El cálculo de probabilidades concluye que necesitaríamos 10 elevado a 18 días para encontrar una sola vez esta coincidencia.

Para hacernos una idea de lo que significa esta cifra inconmensurable, basta decir que los 15.000 millones de años desde la creación del universo sólo alcanzan 10 elevado a 12 días.

En otras palabras, se necesitaría 1 millón de creaciones como la nuestra para que ocurra una sola vez esta señal profética en las estrellas.

La consecuencia de estas cifras que refrendan las señales en las estrellas, es que el marco temporal hallado para la nueva Venida de nuestro Señor es el único posible y había sido fijado y anunciado con gran Sabiduría por Dios en los cielos.

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Cronograma de los últimos tiempos según Antonio Yagüe (se agranda haciendo click en la imagen)

Esto es independiente y no contradice que alguno de los hechos que configuran el proceso de su próxima Venida ocurra en un día y hora que no sabemos, pero siempre dentro de los límites temporales que Dios mismo ha fijado.

Así se entiende que el Diablo pueda saber el tiempo que le queda para conseguir sus objetivos, como dijimos al principio de este artículo.

Y consecuentemente, también nosotros gracias a este vigilar sabemos que nos quedan poco más de cinco años para que finalice la gran tribulación y lleguemos al ansiado Reino Eucarístico de Jesucristo.

En los últimos años he dedicado gran cantidad de tiempo a buscar y explicar con detalle señales proféticas en las estrellas que marcan hechos del pasado y el futuro.

El resultado de estos trabajos y las señales encontradas los expongo en mi libro descargableAstronomía Sagrada y el Fin de los Tiempos” y en mis canales Youtube básico (que supera 2 millones de visitas) y Vimeo (suscripción) que recoge los nuevos análisis periódicamente.

A través de estos medios podrán encontrar el detalle sobre esta metodología de análisis profético y los resultados, que es imposible mostrar con el detalle necesario dentro de los límites de un artículo divulgativo.



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Escrito por Antonio Yagüe
Español, Dr. en Ciencias Geológicas, Investigador en Astronomía Sagrada

 

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Mensajes de María al Padre Gobbi y la Segunda Venida de Cristo (1 de 3): El análisis de la realidad de nuestro tiempo

La Virgen María Analiza Nuestro Tiempo y le habla al Padre Gobbi sobre el Ateísmo Dentro de la Iglesia y los Tiempos de la Gran Purificación.

Estudiaremos en detalle los mensajes de la Virgen María dados como locuciones interiores al Padre Gobbi.

El libro que contiene los mensajes de la Virgen María al P. Gobbi, va alertando sobre la situación del mundo hoy, avisando lo que vendrán y trazando el itinerario que se debe seguir para vivir en concreto la Consagración al Corazón Inmaculado de María.

 

EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD DE NUESTRO TIEMPO

La descripción que va haciendo la Virgen en muchísimos de sus mensajes sobre la realidad de nuestro tiempo en cuanto a la humanidad en general y la Iglesia católica en particular, se produce con el trasfondo constante de dos elementos claros:

– por un lado, el dolor de su Inmaculado Corazón frente a esa realidad y su permanente solicitud de Madre para que sus hijos perdidos se vuelvan nuevamente hacia su Jesús amado, y,

– por otro lado, la urgencia de su aviso revelando que frente a esta situación los tiempos para la intervención directa de Dios en la historia de los hombres se van haciendo cada vez más breves.

Vamos a analizar y comentar algunos de estos mensajes y daremos como referencia la fecha del mensaje, del cual, por razones de extensión, usualmente trascribiremos solamente algunos pasajes.

 

EL ATEÍSMO PRÁCTICO EN LA HUMANIDAD Y EN LA IGLESIA.

01/12/1973: «Trastornos, angustias y tribulaciones irán en aumento, de día en día, porque la humanidad, redimida por mi Hijo, se aleja más de Dios, y cada vez quebranta más su Ley. El Demonio de la lujuria lo ha contaminado todo ¡Pobres hijos míos, cuán enfermos y golpeados estáis! El espíritu de rebeldía contra Dios ha seducido a la humanidad; el ateísmo ha entrado en muchas almas y ha apagado toda luz de fe y de amor. Éste es el Dragón rojo, del que se habla en la Biblia. ¡Leedla, hijos, porque éstos son los tiempos de su actuación! Cuántos hijos míos son ya víctimas de este error de Satanás. También entre mis sacerdotes cuántos son los que no creen ya; sin embargo, permanecen aún en mi Iglesia, como verdaderos lobos con piel de cordero, y pierden un ilimitado número de almas.»

Desde el inicio de sus mensajes la Virgen María quiere llamar la atención sobre la influencia de Satanás sobre el mundo, que con su actuación solapada e insidiosa empuja a los hombres al ateísmo, a la rebelión contra Dios.

02/09/1996: «Es el ateísmo práctico el mal de vuestro siglo. ­El ateísmo práctico difundido por las falsas ideologías, por las sectas, por los errores que cada vez más se difunden incluso en el interior de la Iglesia. ­El ateísmo práctico ha llevado a la humanidad a construir una civilización si Dios, caracterizada por una exasperada búsqueda de los bienes materiales, de los placeres, de las diversiones, del culto dado al dinero y a su gran poder. ­El ateísmo práctico ha destruido en muchos la sed de Dios, ha llevado a sustraerle impíamente el culto que le es debido, para dárselo a las criaturas, incluso a Satanás, y a vivir como si Dios no existiese. ­El ateísmo práctico ha difundido por doquier la plaga del egoísmo desenfrenado, de la violencia, del odio y de la impureza. La impureza es propuesta como un valor y un bien y se le hace propaganda con todos los medios de comunicación social. Los pecados impuros son presentados como un modo de ejercitar la propia libertad y así son justificados y hasta exaltados los pecados impuros contra naturaleza, que claman venganza en la presencia de Dios. El mundo está ya reducido a un inmenso desierto completamente cubierto de fango. Vivís bajo el yugo de esta terrible esclavitud. Por esto, sólo el dolor del castigo misericordioso podrá liberar a esta pobre humanidad del gran mal del ateísmo práctico difundido por todas partes. Mi misión materna es la de ayudaros en las horas de la gran prueba purificadora. Como Madre estoy a vuestro lado para protegeros y ayudaros. También porque debo llevar a pleno cumplimiento la obra que he iniciado en estas naciones. Y se cumplirá cuando, con el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo, seréis completamente liberados de toda forma de ateísmo práctico, que ha sido el mayor mal de vuestro siglo.»

Se presentan aquí las terribles consecuencias de este “mal de nuestro siglo”. Como vimos en el primer mensaje citado, también los sacerdotes caen en esta trampa del enemigo, y María revela que con ellos el demonio se está formando una tropa para librar su guerra:

16/07/1973: «No hay un jefe entre vosotros: Yo misma seré vuestra Capitana. Vosotros sed todos hermanos: amandoos, comprendiéndoos, ayudandoos. La única cosa que importa es que os dejéis formar por Mí: para esto es necesario que cada uno se ofrezca y se consagre a mi Corazón Inmaculado, se entregue totalmente a Mí como Jesús se me ha entregado totalmente; después Yo pensaré en todo. Os formaré en un gran amor al Papa y a la Iglesia, a Él unida. Os prepararé para un heroico testimonio del Evangelio que, para algunos de vosotros, será hasta la efusión de la sangre.

Y cuando haya llegado el momento, entonces el Movimiento saldrá al descubierto para combatir abiertamente a la tropa que el demonio, mi adversario de siempre, está formándose entre los sacerdotes (…).»

09/07/1975: «Mas he querido hacerte probar sólo una pequeña gota de la gran amargura que inunda mi Corazón de Madre a causa de tantos pobres hijos míos Sacerdotes que Satanás ya ha atrapado completamente. ¡Pobres hijos míos, cuánta pena me causan! Son Sacerdotes de mi Hijo y ya no creen en mi Hijo y lo traicionan continuamente; son Sacerdotes llamados a ser Ministros de la Gracia y habitualmente viven en pecado y su vida es una cadena ininterrumpida de sacrilegios; son Sacerdotes enviados a anunciar el Evangelio de salvación y ahora ellos se han hecho propagadores del error; son Sacerdotes para salvar muchas almas y a cuántas, cuántas almas conducen por el camino de la perdición. Esta es la hora que verdaderamente la abominación de la desolación está entrando en el templo santo de Dios.»

Llegará el momento en que estos sacerdotes hasta se manifestarán públicamente contra la Iglesia:

25/04/1975: «Ha llegado el momento en el que algunos de mis hijos Sacerdotes se disponen a manifestarse públicamente contra mi Hijo, contra Mí misma, contra el Papa y mi Iglesia. Entonces ya no podré reconocerlos como hijos míos; Yo misma bajaré del cielo para ponerme a la cabeza del ejército de mis hijos predilectos y destruiré sus maquinaciones. Después de una gran revolución y la purificación de la tierra, mi Corazón Inmaculado cantará victoria en el más grande triunfo de Dios. Para este momento, Sacerdotes míos predilectos, uno a uno os he llamado de todas partes del mundo y os he preparado. ¡Ya no es tiempo de dudas e incertidumbres; es el tiempo de la batalla!»

04/01/1975: «Cuando venga el momento del terrible encuentro con los Sacerdotes portadores del error, que se pondrán contra el Papa y mi Iglesia, arrastrando hacia la perdición a un inmenso número de mis pobres hijos, vosotros seréis mis sacerdotes fieles. En la oscuridad, que el espíritu del mal habrá difundido por doquier, entre las muchas ideas erradas que, esparcidas por el espíritu de la soberbia, se afirmarán por todas partes y serán seguidas casi por todos, en el momento en el cual en la Iglesia todo será puesto en discusión y el mismo Evangelio de mi Hijo será anunciado por algunos como leyenda, vosotros, sacerdotes a Mí consagrados, seréis mis hijos fieles.»

31/12/1975: «Satanás está tramando en mi Iglesia de manera cada vez más manifiesta. Se le han asociado ya muchos hijos míos Sacerdotes, engañándoles con el falso espejismo que el marxismo propone a todos: el interés exclusivo por los pobres; un cristianismo empeñado sólo en la construcción de una más justa sociedad humana; una Iglesia que se querría más evangélica y, en consecuencia, sustraída a la institución jerárquica. Esta verdadera división en mi Iglesia, esta verdadera apostasía, por parte de muchos hijos míos Sacerdotes, se acentuará, hasta convertirse en una violenta y abierta rebelión.»

Las seducciones de Satanás se van haciendo cada vez más peligrosas y sutiles, afectando a todos, laicos y consagrados, simples y doctos:

02/02/1989: «En estos tenebrosos tiempos de la gran tribulación, si no os dejáis llevar entre mis brazos con abandono filial y con gran docilidad, difícilmente lograréis huir de las solapadas insidias que os tiende mi Adversario. Sus seducciones se han vuelto tan peligrosas y sutiles, que casi no se logra escapar de ellas. Corréis el gran peligro de caer en las seducciones que os tiende mi Adversario, para alejaros de Jesús y de Mí. Todos pueden caer en su engaño. Caen en él Sacerdotes y también Obispos. Caen fieles y también consagrados. Caen los simples y también los doctos. Caen los discípulos y también los maestros. Nunca caen en él aquellos que –como pequeños niños­se consagran a Mi Corazón Inmaculado y se dejan llevar entre mis brazos maternales. Ahora se manifestará cada vez con más claridad ante la Iglesia y el mundo que el pequeño rebaño que, en estos años de la gran apostasía, permanecerá fiel a Jesús y a su Evangelio, estará todo él custodiado en el recinto materno de mi Corazón Inmaculado.»

Todos los mensajes citados anteriormente permiten ver con claridad algo terrible que ya está apareciendo en el mundo de hoy, y que continuará creciendo hasta el tiempo de la Segunda Venida: habrá una gran apostasía, liderada por sacerdotes a los que inspirará el Demonio.

 

LA GRAN PURIFICACIÓN Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

La Virgen Santísima denomina “la gran purificación” al doloroso proceso que desencadenará la apostasía descrita anteriormente:

20/11/1976: «Por eso os digo: estos son los tiempos de la purificación, son los tiempos en que la Justicia de Dios castigará a este mundo, rebelde y pervertido, para su salvación. La purificación ha empezado ya en mi Iglesia, invadida por el error, oscurecida por Satanás, cubierta por el pecado, traicionada y violada por algunos de sus mismos Pastores. Satanás os zarandea como se hace con el trigo. ¡Cuánta paja será desparramada pronto por el viento de la persecución! De ahora en adelante mi presencia entre vosotros se hará más continua y más clara (…).»

25/11/1975: «¡No se turbe, hijos, vuestro corazón; daos a Mí en todo momento! Ha llegado para mi Iglesia la hora de la desolación y el abandono. Será abandonada sobre todo por muchos de sus Ministros, y también por muchos de sus hijos. Será menospreciada, traicionada, entregada en manos de quien es su enemigo y la quiere destruir. Serán algunos de sus mismos Ministros los que la entreguen en manos de sus verdugos. Pero durará poco, hijos míos predilectos, esta durísima prueba. Por una especial intervención mía, esas horas serán abreviadas (…).»

03/04/1976: «¿Veis, hijos míos, todo lo que está acaeciendo también en la Iglesia? Los errores se propagan cada vez más y hacen presa incluso entre los buenos: la infidelidad cunde rápidamente entre los Ministros de Dios y las almas a Él consagradas; el vínculo de la caridad y de la unidad se han resquebrajado en la misma Jerarquía. ¡Sobre todo, al Vicario de mi Hijo Jesús le dejan cada vez más solo! Se le calumnia, hasta en las formas más vulgares y blasfemas; se le critica, se le contesta y de día en día mis hijos lo dejan cada vez más solo. Vosotros debéis compartir su suerte: esta es para Él, y para vosotros la hora de Getsemaní.»

En mensajes sucesivos se describen los signos que preanuncian que ha llegado el tiempo de la purificación de la Iglesia: la confusión, la indisciplina, la división y la persecución:

28/01/1979: «El Reino glorioso de Cristo será precedido por una gran tribulación, que servirá para purificar a la Iglesia y al mundo, y para conducirlos a su completa renovación. Jesús ha iniciado ya su misericordiosa obra de renovación con la Iglesia, su esposa. Varios signos os indican que ha llegado para la Iglesia el tiempo de la purificación: el primero de ellos es la confusión que reina en ella. Este es, en verdad, el tiempo de la mayor confusión. La confusión se ha difundido en el interior de la Iglesia, donde se ha subvertido todo en el campo dogmático, en el litúrgico y en el disciplinar. Hay verdades reveladas por mi Hijo, que la Iglesia ha definido para siempre con su divina e infalible autoridad. Estas verdades son inmutables como inmutable es la Verdad misma de Dios. Muchas de ellas forman parte de verdaderos y propios misterios, porque no son, ni podrán ser jamás comprendidos por la inteligencia humana. El hombre las debe acoger con humildad, a través de un acto de fe pura y de firme confianza en Dios, que las ha revelado y las propone a los hombres de todos los tiempos a través del Magisterio de la Iglesia. Pero ahora se ha difundido la tendencia tan peligrosa de querer penetrarlo y comprenderlo todo – incluso el misterio­, llegándose así a aceptar de la verdad tan solo aquella parte que es comprendida por la inteligencia humana. Se quiere desvelar el misterio mismo de Dios. Se rechaza aquella verdad que no se comprende racionalmente. Se tiende a replantear, en forma racionalista, toda la verdad revelada, con la ilusión de hacerla aceptable a todos. De este modo se corrompe la verdad con el error. El error se difunde de la manera más peligrosa, es decir, como un modo nuevo y “actualizado” de comprender la Verdad, y se acaba subvirtiendo las mismas verdades que son el fundamento de la fe católica. Y hoy la Iglesia está oscurecida por el humo de Satanás. Satanás ante todo ha oscurecido la inteligencia y el pensamiento de muchos hijos, seduciéndolos con el orgullo y la soberbia y por su medio ha oscurecido la Iglesia.»

Queda claro que la confusión y el error se introducen en la Iglesia a través del modo nuevo y “actualizado” de comprender la Palabra de Dios y las verdades que ella encierra.

02/02/1979: «Hoy mi Corazón está nuevamente herido al ver cuántos son los que, entre mis hijos predilectos, viven sin docilidad a la voluntad de Dios, porque no observan y a veces desprecian abiertamente las leyes propias del estado sacerdotal. De este modo la indisciplina se difunde en la Iglesia y cosecha víctimas incluso entre sus mismos Pastores. Este es el segundo signo que os indica cómo para la Iglesia ha llegado el tiempo conclusivo de su purificación: la indisciplina difundida a todos los niveles, especialmente entre el clero. Es indisciplina la falta de docilidad interior a la Voluntad de Dios, que se manifiesta en la transgresión de las obligaciones propias de vuestro estado: la obligación de la oración, del buen ejemplo, de una vida santa y apostólica.»

11/02/1979: «Hoy mi Corazón Inmaculado tiembla, está angustiado al ver a la Iglesia interiormente dividida. Esta división, que ha penetrado en el interior de la Iglesia, es el tercer signo que os indica con seguridad que para ella ha llegado el momento conclusivo de la dolorosa purificación. La interior división se manifiesta entre los mismos fieles, que se enzarzan con frecuencia los unos contra los otros con la intención de defender y anunciar mejor la verdad. Así la verdad es traicionada por ellos mismos, porque el Evangelio de mi Hijo no puede estar dividido. Esta división interior lleva, a veces, a enfrentarse Sacerdotes contra Sacerdotes, Obispos contra Obispos, Cardenales contra Cardenales, porque nunca como en los tiempos actuales, Satanás ha logrado introducirse en medio de ellos, lacerando el sagrado vínculo del mutuo y recíproco amor.»

03/03/1979: «La cuarta señal, que os indica que ha llegado para la Iglesia el período culminante de su dolorosa purificación, es la persecución. La Iglesia, en efecto, es perseguida de varias maneras. Es perseguida por el mundo en el cual vive y camina indicando a todos la senda de la salvación. Son los verdaderos enemigos de Dios, son aquellos que conscientemente se han levantado contra Dios para llevar a toda la humanidad a vivir sin Él, los que sin descanso persiguen a la Iglesia. La iglesia es perseguida también en su interior, sobre todo por aquellos hijos suyos que han llegado a un compromiso con su Adversario. Este ha logrado seducir a algunos de sus mismos Pastores. También entre ellos existen los que colaboran a sabiendas en este designio de interior y escondida persecución de mi Iglesia.»

La Virgen María previene en forma muy clara sobre la necesidad de una dolorosa purificación interior de la Iglesia, muchos de cuyos miembros de la jerarquía han sido seducidos por el Adversario de María desde el principio y colaboran fomentando el error, la indisciplina, la división y la persecución.

La purificación de la Iglesia y de la humanidad constituye el “tiempo de la gran prueba”:

01/01/1993: «Nunca como en vuestros días la paz es tan amenazada, porque la lucha de mi Adversario contra Dios se hace cada día más fuerte, insidiosa, continua y universal. Habéis entrado así en el tiempo de la gran prueba. La gran prueba ha llegado para todos vosotros, mis pobres hijos, tan amenazados por Satanás y maltratados por los Espíritus del mal. El peligro que corréis es el de perder la Gracia y la comunión de vida con Dios, que mi hijo Jesús os ha obtenido en el momento de la Redención, cuando os ha sustraído a la esclavitud del Maligno y os ha liberado del pecado. Ahora el pecado ya no se considera un mal; antes bien, a menudo se exalta como un valor y un bien. Bajo el pérfido influjo de los medios de comunicación, se llega gradualmente a perder la conciencia del pecado como un mal. Así cada vez se comete más, se justifica, y no se confiesa ya. Si vosotros vivís en pecado, habéis retornado a la esclavitud de Satanás, sometidos a su poder maléfico y así se vuelve vano el don de la Redención que Jesús ha llevado a cabo por vosotros. Así la paz desaparece de vuestros corazones, de vuestras almas y de vuestra vida.»

Hay muchos signos en el mundo de hoy que la Virgen ayuda a comprender e interpretar, y que resumen su gran preocupación como Madre de todos los hombres. Pero también menciona el cumplimiento de muchos signos evangélicos:

31/12/1987: «En los Evangelios, en las cartas de los Apóstoles, en el Libro del Apocalipsis os han sido claramente descriptos indicios seguros para haceros comprender cuál es el período de la gran tribulación. Todos estos signos se están realizando en este vuestro tiempo. ­Ante todo una gran apostasía se está difundiendo en todas partes de la Iglesia por la falta de fe, que se propaga incluso entre sus mismos Pastores. Satanás ha logrado difundir por doquier la gran apostasía por medio de su solapada obra de seducción, que ha llevado a muchos a alejarse de la Verdad del Evangelio para seguir las fábulas de las nuevas teorías teológicas, y complacerse en el mal y en el pecado, buscado, incluso, como un bien. ­Luego, en vuestro tiempo, se multiplican los trastornos de orden natural, como terremotos, sequías, inundaciones, desastres que causan la muerte imprevista a millares de personas, seguidas de epidemias y males incurables que se propagan por doquier. ­Además vuestros días están marcados por continuos rumores de guerras, que se multiplican y siegan cada día innumerables víctimas. Crecen las discordias y disensiones en el interior de las naciones; se propagan las revoluciones y las luchas entre los diversos pueblos; continúan extendiéndose guerras sangrientas, no obstante los esfuerzos que se hacen para lograr la paz. ­Finalmente, en vuestro tiempo acontecen grandes signos en el sol, la luna y las estrellas. El milagro del sol, acontecido en Fátima, fue un signo, que os di para advertiros que ya han llegado los tiempos de estos extraordinarios fenómenos que se suceden en el cielo. Y cuántas veces, durante mis actuales apariciones, vosotros mismos habéis podido contemplar los grandes prodigios que se realizan en el sol. Como las yemas o brotes que despuntan en los árboles, os dicen que ya ha llegado la primavera, así también estos grandes signos que se realizan en vuestro tiempo os dicen que ya ha llegado a vosotros la gran tribulación, que os prepara para la nueva era, que os he prometido con el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.»

Es muy interesante comprobar las manifestaciones de la Virgen en estos mensajes respecto a los signos de los tiempos, con las señales bíblicas precursoras de la Segunda Venida de Cristo.

Allí vemos que la primera señal consistirá en la aparición de un engaño religioso generalizado, de manera que se irá perdiendo la verdadera fe cristiana. Es clarísimo lo que en este sentido expresan los mensajes vistos anteriormente, a los que agregamos el siguiente:

13/03/1990: «Vosotros leéis en el Evangelio: ­¿Cuándo el Hijo del Hombre vuelva, encontrará aún fe en la tierra?­ Hoy quiero invitaros a meditar estas palabras pronunciadas por mi Hijo Jesús. Son palabras graves, que hacen reflexionar y que logran haceros entender los tiempos en que vivís. Os podéis preguntar, ante todo, por qué Jesús las pronunció. Para prepararos a su segunda venida y para describiros una circunstancia que indicará la proximidad de su regreso glorioso. Esta circunstancia es la pérdida de la fe. También en otro pasaje de la Divina Escritura, en la carta de San Pablo a los Tesalonicenses, se anuncia claramente que, antes del retorno glorioso de Cristo, tendrá lugar una gran apostasía. La pérdida de la fe es una verdadera apostasía. La difusión de la apostasías es, pues, el signo que indica que la segunda venida de Cristo ya está próxima. Las cusas de la pérdida de la fe son: 1) La difusión de los errores que son propagados, enseñados a menudo por los profesores de teología en los Seminarios y en las escuelas católicas; de este modo adquieren un cierto carácter de autenticidad y de legitimidad. 2) La rebelión abierta y pública contra el Magisterio auténtico de la Iglesia, sobre todo, el Magisterio del Papa, que ha recibido de Cristo la misión de preservar a toda la Iglesia en la verdad de la fe católica. 3) El mal ejemplo dado por aquellos Pastores que han dejado que el espíritu del mundo se apodere completamente de ellos y se han convertido en propagadores de ideologías políticas y sociales, en vez de ser anunciadores de Cristo y de su Evangelio, olvidando así el mandato recibido de Él: ­Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura. De este modo, en estos días, se extiende cada vez más la apostasía por parte de tantos pobres hijos míos.»

También aparecerán en forma sostenida guerras, hambre, pestes y catástrofes naturales. Todo esto, en una gran medida, provocado por los males en los que se sumerge cada vez más la humanidad, cuya base es el alejamiento de Dios siempre más pronunciado, consecuencia del ateísmo práctico generalizado, que crece como un fuego atizado por el viento de la acción solapada de Satanás:

La otra señal importante es que habrá una proclamación renovada del anuncio de la llegada del Reino de Dios en el mundo entero, apoyada por señales y prodigios. Esta circunstancia también es manifestada en los mensajes de María al Padre Gobbi:


EL ANUNCIO DE SALVACIÓN

30/11/1974: «Uno solo es el signo que Dios da al mundo y a la Iglesia de hoy: Yo misma. Yo sola soy anunciada como la gran señal en el cielo: esta Mujer, vestida del sol, con la luna como alfombra a sus pies y doce estrellas como corona luminosa alrededor de su cabeza. Está preanunciada mi victoria sobre el Dragón rojo, sobre el ateísmo triunfante y hoy aparentemente victorioso. Esta victoria se obtendrá por medio del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo, y esta victoria la alcanzaré Yo con los sacerdotes de mi Movimiento. No busquen, por ahora, otros prodigios en el cielo; ¡éste será el único prodigio! (…)»

Será María la que anunciará la purificación y renovación del mundo y de la Iglesia que vendrá:

15/01/1977: «¡Pobre Iglesia mía! Como Madre me acerco a ti, y te encuentro, hija, tan enferma; parece como si estuvieras cercana a la muerte… ¡Qué grande es tu aflicción y tu abandono! Mi adversario te hiere cada día más en los Pastores que te traicionan, en los Sacerdotes que se vuelven siervos infieles. Pero esta grave enfermedad que padeces, la aparente victoria de mi Adversario sobre ti, no es, sin embargo, tu muerte, sino para la mayor glorificación de Dios. Yo misma, como Madre, te asisto en esta agonía de tu dolorosísima purificación. Te recibo en mis brazos maternales y te estrecho en mi Corazón Inmaculado. Como Madre, derramo bálsamo sobre tus heridas y espero la hora de tu curación perfecta. Yo misma –cuando llegue la hora­te curaré. ¡Serás más bella! Serás enteramente renovada y completamente purificada en el momento en que, por medio de tu nueva vida, resplandecerá en todo el mundo el triunfo del Corazón de Jesús y de mi Corazón Inmaculado.»

16/10/1991: «Y la presencia de la Madre llevará a la Iglesia la gracia de una renovación total, haciéndola finalmente salir de la larga noche en la cual se encuentra, hacia el día luminoso de los tiempos nuevos que están por llegar. Así la Iglesia será consolada al ver reflorecer la fe en todas partes, renovarse la esperanza, dilatarse la caridad y difundirse una gran santidad.

Esta renovación de la Iglesia será el cumplimiento del plan de la Virgen para los últimos tiempos.

Fuente: Los Mensajes de Maria al Padre Gobbi (Movimiento Sacerdotal Mariano) y la Segunda Venida de Cristo por Juan Franco Benedetto

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Mensajes de María al Padre Gobbi y la Segunda Venida de Cristo (2 de 3): Lo que ocurrirá en la Iglesia y el mundo

La santísima Virgen revelará en sus mensajes los sucesos que ocurrirán en el mundo, y cual será su intervención amorosa en favor de sus hijos. Veremos la descripción de los principales acontecimientos a los que hace referencia la Madre en sus revelaciones.

 

LA SEGUNDA VENIDA DE JESÚS

La Virgen anuncia insistentemente que los signos de los tiempos están mostrando claramente que se acerca la Segunda Venida de su Hijo Jesús, aunque el día y la hora siguen escondidos entre los secretos del Padre. También revela que su retorno precederá su venida última para el Juicio Final. El tiempo intermedio entre estos dos sucesos es evidentemente lo que se conoce como “milenio” o “Reino milenial” de Cristo en la tierra.

24/12/1978: «Como fue su nacimiento en esta Noche, será el retorno de Jesús en su gloria, antes de su postrera venida para el Juicio Final, cuya hora está, no obstante, todavía escondida en los secretos del Padre. El mundo se hallará envuelto enteramente en las tinieblas de la negación de Dios, de su obstinado rechazo, de la rebelión a su Ley de amor. Los caminos del mundo se habrán quedado desiertos por la frialdad del odio: Así, casi nadie estará dispuesto a recibirle. Los grandes del mundo ni siquiera se acordarán de Él, los ricos le cerrarán la puerta, mientras que los suyos estarán muy ocupados en buscarse y afirmarse a sí mismos… “¿Cuándo venga el Hijo del Hombre encontrará todavía fe sobre la tierra? Vendrá de improviso, y el mundo no estará preparado para su venida. Vendrá para un juicio para el cual el hombre no se encontrará preparado. Vendrá para instaurar en el mundo su Reino, una vez haya derrotado y aniquilado a sus enemigos.»

Todos los cristianos deberían estar con la esperanza puesta en el glorioso retorno a esta tierra del Señor Jesucristo:

26/03/1989: «Hijos predilectos, vivid la alegría de la Pascua. Jesucristo flagelado, coronado de espinas, vilipendiado, llevado a la Cruz, crucificado y ajusticiado como un malhechor, ha resucitado. Con el poder que le viene de la Persona y de la naturaleza divina, ha reclamado de la muerte su naturaleza humana y, en el esplendor de su gloria, ha salido victorioso del sepulcro. Cristo resucitado está vivo en medio de vosotros. No temáis: Él guía los acontecimientos de la historia humana a la realización del Querer del Padre y de su gran designio de salvación. Cristo resucitado está ahora en el Cielo, sentado en su trono de gloria a la derecha del Padre. A Él están sometidas todas las cosas. Bajo el escabel de sus pies serán humillados y vencidos todos sus enemigos. Desde este día la historia humana se abre a la plena glorificación de Cristo Resucitado. Cristo Resucitado volverá a vosotros sobre las nubes del cielo, en pleno fulgor de su gloria.

­Vivid hoy en espera de su glorioso retorno.

No os dejéis desalentar por el momentáneo triunfo del mal y del pecado. No os entristezca la actual victoria en el mundo del rechazo obstinado de Dios, de la rebelión a su Ley de amor, de una impiedad tan universal. No permitáis que ni siquiera os asalte la duda o la desconfianza al ver a la Iglesia tan herida y golpeada, insidiada y traicionada. Que la alegría pascual supere toda humana razón de aprensión y de tristeza. Cristo resucitado está vivo entre vosotros. Cristo resucitado marca con su victoria los acontecimientos del mundo y de la historia. Cristo resucitado quiere instaurar entre vosotros su Reino, para que sea glorificado por todo el universo creado. Vivid siempre en la alegría y en una segura esperanza, en espera de su glorioso retorno.»

Este glorioso retorno de Jesús ya se encuentra próximo:

14/04/1990: «Velad conmigo en la espera y estad seguros en la esperanza de que Jesús regresará sobre las nubes del cielo, en el esplendor de Su Cuerpo Glorioso, como lo preanunció ante el tribunal de Caifás para dar una señal segura de su Divinidad, en estos tiempos en que se difunden las dudas sobre su naturaleza divina y sobre la realización de sus promesas. Velad conmigo en la espera y sed ardientes en la caridad, en estos tiempos en que ésta se ha enfriado en los corazones de los hombres, y la humanidad se ha convertido en un desierto de vida y de amor, y está cada vez más consumida y amenazada por el egoísmo, la violencia, el hambre y la guerra. Velad conmigo en la espera en estos últimos tiempos de vuestro tan prolongado Sábado Santo, porque está próximo el momento del retorno de mi Hijo Jesús sobre las nubes del cielo, en el esplendor de su Gloria Divina.»

Si hay algo que la Virgen afirma con profunda certeza y total autoridad es que su Hijo Jesús volverá en el esplendor de su gloria:

13/10/1992: «Alzad los ojos al cielo, porque vuestra liberación está cerca. Del cielo vendrá a vosotros la nueva era de luz y de santidad. Del cielo vendrá a vosotros la derrota definitiva de Satanás y de todo su potente ejército del mal. Del cielo vendrá a vosotros Cristo, en el esplendor de su gloria, cabalgando el caballo blanco de su Divino Poder. Alzad pues los ojos al cielo, mis predilectos e hijos consagrados a Mí, porque sobre la nube luminosa vendrá a vosotros mi Hijo Jesús en el esplendor de su gloria, para instaurar entre vosotros su Reino de amor, de santidad, de justicia y de paz.»

Cuando Jesús vuelva se alcanzará la “plenitud de los tiempos”:

24/12/1997: «Entrad Conmigo en la plenitud de los tiempos, que se alcanzará cuando Jesús volverá en el esplendor de su gloria divina. Esta primera venida suya alcanza su pleno significado sólo en su segunda venida. Esta noche santa está ordenada al día radiante sin ocaso. Mi divino niño que ahora contempláis en el pesebre y llora y se estremece por el frío, volverá un día en el poder de su gloria divina y llevará a su plenitud el tiempo y la historia. El tiempo y la historia tendrán su cumplimiento; con su divina y gloriosa presencia hará nuevas todas las cosas. Vosotros vivís el misterio de este segundo Adviento, que os prepara para acoger a Jesús, cuando volverá a vosotros sobre las nubes del cielo.»

Precisamente el tema en general de la segunda Venida de Jesús es lo que tratamos en nuestro libro, y los mensajes de la Virgen María no dejan dudas en cuanto a la cercanía de este acontecimiento, aunque por supuesto no es posible medir esta inminencia en términos de tiempo, ya que el día y la hora permanecen inescrutables para los hombres en los designios que sólo el Padre conoce.

Sin embargo el paulatino cumplimiento de los signos bíblicos revelados por el mismo Jesús nos dan nos dan el aviso que el retorno del Señor en gloria no es algo que se escapa de toda posibilidad concreta, sino que, por el contrario, implica estar cada día más atentos a su posible venida.

De allí la importancia para el cristiano de penetrar lo más posible en el conocimiento de la revelación de Dios sobre este magno acontecimiento, y los sucesos asombrosos que lo acompañarán, a partir de los Evangelios, las Cartas Pastorales, y muy especialmente, en la revelación profética final de la Biblia, el Libro del Apocalipsis.

 

LA MADRE DEL SEGUNDO ADVIENTO.

La Virgen revela que, por designio divino, ella es la Madre del Segundo Adviento, la que está destinada a preparar el camino para el Señor que viene:

01/01/1990: «Soy la Madre del segundo Adviento. Yo os preparo para su nueva venida. Yo abro el camino a Jesús que vuelve a vosotros en gloria. Allanad los montes elevados por la soberbia, por el odio y por la violencia. Colmad los valles excavados por los vicios, las pasiones, la impureza. Removed la tierra árida del pecado y del rechazo de Dios. Como Madre dulce y misericordiosa, invito hoy a mis hijos, invito a la humanidad entera, a preparar el camino para el Señor que viene. Al iniciar este último decenio de vuestro siglo, la misión que me ha sido confiada por el Señor, es la de preparar su venida entre vosotros.»

08/12/1991: «Soy la puerta que se abre a la nueva era que os espera y que está por llegar al mundo. Por eso, en estos tiempos vuestros, Yo soy llamad a ser la Madre del segundo Adviento. Así como Jesús, por medio mío, llegó a vosotros en la fragilidad y en la humildad de su naturaleza humana, así nuevamente por medio de Mí, Jesús regresará a vosotros en el esplendor de su gloria, para instaurar su Reino en el mundo. Mi presencia entre vosotros debe hacerse ahora más fuerte, continua y extraordinaria. Con ella quiero anunciaros que debéis levantar la cabeza del pesado yugo de la gran tribulación que estáis viviendo, porque vuestra liberación está cerca. Soy la Puerta que se abre sobre los tiempos nuevos que os esperan. Entrad todos en mi Corazón Inmaculado con vuestra consagración. En este tiempo del segundo adviento, vigilad en la oración y en la confianza, y esperad con las lámparas encendidas, en la Puerta del cielo de vuestra Madre Celeste, el cercano regreso del Señor Jesús en gloria.»

 

EL PLAN DE MARÍA PARA SALVAR A LA IGLESIA, Y MEDIANTE ELLA AL MUNDO

Poco a poco, a través de sus mensajes, la Virgen va revelando el plan que se le ha encomendado llevar a cabo para salvar a la Iglesia:

29/04/1977: «Ha llegado mi hora. Nadie podrá impedir mi plan, que desde hace tiempo he preparado para salvar a la Iglesia. Los puntos estratégicos de este plan sois vosotros, Sacerdotes, hijos de mi maternal predilección. Mi plan sólo se podrá realizar a través vuestro. Pero a vosotros no os toca conocerlo en sus detalles. Basta que los conozca Yo, que soy vuestra Capitana. Vosotros sólo tenéis que obedecer dócilmente mis órdenes y dejaros guiar por Mí. No me preguntéis adonde os llevo. Yo colocaré a cada uno en el sitio conveniente. Cada uno se preocupe de cumplir fielmente su cometido. No se preocupe ni se preocupe de los demás. Me incumbe a Mí disponerlo todo según el plan que desde hace tiempo viene preparando mi Inmaculado Corazón, en la luz de la sabiduría de Dios.»

La mayor arma con la que cuenta María para la lucha contra la acción de Satanás en el mundo es formar sacerdotes santos:

18/05/1977: «Dejaos conducir por Mí, hijos míos predilectos, Mí batalla ha empezado ya. Comenzaré atacando al corazón de mi Adversario, y lo haré, sobre todo, allí donde él se cree ya vencedor seguro. Ha conseguido seduciros ya con la soberbia. Ha sabido disponerlo todo de una manera inteligentísima. Ha doblegado a su plan a amplios sectores de la ciencia y de la técnica humana, ordenándolo todo a la rebelión contra Dios. En sus manos se encuentra ya una gran parte de la humanidad. Ha sabido atraerse, con engaños, a científicos, artistas, filósofos, sabios y poderosos. Seducidos por él, se han puesto a su servicio para obrar sin Dios y contra Dios. Pero aquí está su punto débil. Lo atacaré empleando la fuerza de los pequeños, de los pobres, de los humildes, de los débiles. Yo, “la pequeña esclava del Señor”, me pondré a la cabeza del gran ejército de los humildes para atacar al baluarte de las aguerridas huestes de los soberbios.»

En otro mensaje encontramos más precisiones sobre el camino de purificación y santidad por el que María quiere llevar a los sacerdotes que se consagren a su Corazón Inmaculado:

06/08/1977: «Si permanecéis en el jardín de mi Corazón Inmaculado, sois míos. Nadie entonces podrá arrebataros de Mí, porque Yo misma seré vuestra defensora; debéis sentiros seguros. Os formo con solicitud de Madre. Con mi misma mano arranco de vosotros todo aquello que, de algún modo, pueda desagradar al Señor. El Espíritu que me reviste es como fuego, que quema todo en vosotros y no deja ni una sombra que pueda oscurecer aquella hermosura a la que quiere llevaros vuestra Madre Celestial. Quiero convertiros en purísima transparencia de Dios. Después os fortalezco en aquellas virtudes, que son como raíces de las que depende toda posibilidad de crecimiento espiritual: la fe, la esperanza y la caridad. Junto a éstas, os doy como ornamento todas las demás virtudes, que han embellecido a vuestra Madre del Cielo delante de Dios. Y sobre vosotros, en la medida que os abráis a la luz de Dios, voy derramando el bálsamo de mi perfume: la humildad, la confianza, el abandono.»

La estrategia decisiva de la Virgen se basa en los sacerdotes consagrados a ella:

24/08/1977: «Hijos míos predilectos, mirad con mis ojos el mundo en que vivís. Veréis como mi Enemigo se ha adueñado de todo: nunca, como hoy, el mundo ha sido tan suyo, ha hecho de él su reino, en el que ejerce, como soberano, su poder. Y las almas, víctimas de su seducción, se pierden cada día en número siempre creciente. Yo quiero salvarlas con una intervención extraordinaria de mi amor de Madre. Para ello necesito de vosotros, de vuestro amor. Amad con mi mismo Corazón a todos esos pobres hijos míos, a quienes Satanás y el pecado han arrastrado a la muerte. Mi estrategia decisiva, la que traerá la victoria, sois vosotros, hijos predilectos: tengo necesidad de todo vuestro amor para arrancar de las manos de mi Enemigo a todos mis hijos que él me ha arrebatado. Sólo cuando todos hayan entrado en el jardín de mi Corazón Inmaculado se comprenderá cómo mi triunfo será sólo el triunfo del Amor en el mundo.»

Por los motivos que vimos, la Madre no duda en dirigir a los sacerdotes (y por supuesto también a laicos que se consagren a su Corazón Inmaculado), su angustioso llamamiento:

21/01/1978: «Ayudadme, oh hijos. La Madre tiene necesidad ahora de vuestra ayuda. ¿No os dais cuenta de cómo os llamo, os reúno, os imploro por todas partes? Os imploro con señales cada vez más numerosas, cada vez más llamativas: mis lágrimas, mis apariciones, mis mensajes. No puedo sostener ya por más tiempo este mundo que se precipita hacia el fondo del abismo. Y éste es su mayor castigo, porque si llega a tocar fondo, el mundo se autodestruirá. Se destruirá y consumirá, en efecto, por el fuego del egoísmo desenfrenado, por el odio que enfrentará a unos contra otros. El hermano matará a su hermano; un pueblo destruirá a otro en una guerra de inaudita violencia, que causará innumerables víctimas. La sangre correrá por todas partes. Ayudadme, hijos míos predilectos, a impedir que este mundo caiga en el abismo. Ayudadme para que pueda aún salvar a tantos pobres hijos míos que andan perdidos. Con vuestras pequeñas manos dad fuerza a las manos misericordiosa de vuestra Madre celestial. Por ello os pido que respondáis todos a mi angustioso llamamiento.»

También la Virgen revela, en un mensaje desgarrador, las razones por las que hoy sigue llorando:

15/09/1987: «¿Por qué lloro aún? Lloro porque la humanidad no acoge mi materna invitación a la conversión y a su retorno al Señor. Ella continúa corriendo con obstinación por el camino de la rebelión a Dios y a su Ley de amor. Abiertamente se reniega del Señor, se le ultraja y se le blasfema. Se vilipendia públicamente y se pone en ridículo a vuestra Madre Celeste. Mis llamadas extraordinarias no son acogidas; los signos que doy de mi inmenso dolor no se creen. Vuestro prójimo no es amado; cada día se atenta contra su vida y sus bienes. El hombre se vuelve cada día más corrompido, más impío, más perverso y más cruel. Un castigo, peor que el diluvio, está a punto de caer sobre esta pobre y pervertida humanidad. Descenderá fuego del cielo, y será éste el signo de que la Justicia de Dios ya ha establecido la hora de su gran manifestación. Lloro porque la Iglesia continúan caminando por la senda de la división, de la pérdida de la verdadera fe, de la apostasía, de los errores que cada vez se publican y se siguen más. Ahora se está cumpliendo lo que predije en Fátima y lo que revelé allí en el tercer mensaje confiado a una hijita mía. Entonces también para la Iglesia ha llegado el momento de su gran prueba, porque el “hombre de iniquidad” se establecerá en su interior y la abominación de la desolación entrará en el Santo Templo de Dios. Lloro porque en gran número las almas de mis hijos se pierden, van al infierno. Lloro porque son demasiado pocos los que acogen mi invitación a orar, a reparar, a sufrir y a ofrecer. Lloro porque os he hablado y no he sido escuchada; os he dado signos milagrosos y no he sido creída; me he manifestado a vosotros, mis predilectos e hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, pequeño resto que Jesús guarda celosamente en el seguro recinto de su divino Amor, escuchad y acoged mi dolorida invitación que, desde este lugar, aún hoy dirijo a todas las Naciones de la tierra. Preparaos a acoger a Cristo en el esplendor de su gloria porque el gran día del Señor ha llegado ya.»

Se anuncia con mucha claridad que ya han llegado los tiempos predichos por la Virgen en Fátima:

13/10/1994: «Llevad a todos mi mensaje materno. Mis tiempos han llegado. Han llegado los tiempos predichos por Mí en Fátima. Hoy recordáis el aniversario de mi última aparición, confirmada con el milagro del sol. Entonces yo predije cuanto estáis viviendo en estos años de la purificación y de la gran tribulación. ­Os he predicho el gran castigo, que va a azotar a esta pobre humanidad vuelta pagana, que ha construido una nueva civilización sin Dios y está amenazada por la violencia, por el odio, por la guerra y corre el peligro de destruirse con sus propias manos. Mis intervenciones extraordinarias, que he llevado a cabo para conducirla por el camino de la conversión y de su retorno al Señor, no han sido acogidas ni creídas. Así ahora os encontráis en la víspera de la gran prueba que Yo os he predicho: será la suprema manifestación de la divina justicia y de la misericordia. Descenderá fuego del cielo, y la humanidad será purificada y completamente renovada, para estar así pronta a recibir al Señor Jesús que volverá a vosotros en gloria.»

En otro mensaje desde Fátima se revela el secreto de María:

11/03/1995: «Por esto hoy, en el mismo lugar donde me aparecí, quiero manifestaros mi secreto. Mi secreto concierne a la Iglesia. En la Iglesia se llevará a cabo la gran apostasía, que se difundirá por todo el mundo; el cisma se realizará en el general alejamiento del Evangelio y de la verdadera fe. En ella entrará el hombre de iniquidad, que se opone a Cristo, y que llevará a su interior la abominación de la desolación, dando así cumplimiento al horrible sacrilegio del cual habló el profeta Daniel (Mt. 24,15). Mi secreto concierne a la humanidad. La humanidad llegará al culmen de la corrupción y de la impiedad, de la rebelión contra Dios y de la abierta oposición a su Ley de amor. Ella conocerá la hora de su mayor castigo, que ya os predijo el profeta Zacarías. (Zac. 13, 7­9).»

Después de la tribulación surgirá una Iglesia plena de santidad en su gran esplendor:

28/06/1995: «Amad a todos con la ternura de mi Corazón de Madre y entonces formaréis el corazón nuevo de la nueva Iglesia, que nacerá con el triunfo de mi Corazón Inmaculado. ¡Si vieseis el esplendor de santidad y la plenitud de unidad de la Iglesia, después de este período de gran tribulación, también vosotros, Conmigo, os estremeceríais de gozo! Porque entonces todas las naciones caminarán hacia Ella, que volverá a ser luz de verdad y de gracia, de unidad y de santidad, para la salvación del mundo.»

Hay un designio dado a María por la Santísima Trinidad para los tiempos de la segunda venida de Jesús, que se cumplirá en un pequeño resto fiel de sus hijos:

08/12/1995: «­Mi designio es el de conducir a la batalla al ejército de los hijos de Dios para combatir y vencer las insidias de aquellos que se han puesto al servicio de Satanás y combaten para difundir en el mundo el reino del mal, del error, del pecado, del odio y de la impureza. ­Mi designio es el de llevar a toda la creación a su primitivo esplendor, de modo que el Padre Celeste pueda de nuevo reflejarse complacido en ella y recibir del universo creado su mayor glorificación. ­Mi designio es el de llevar a todos mis hijos por la vía de la perfecta imitación de Jesús, de modo que en ellos Jesús pueda revivir y contemplar con alegría los frutos copiosos que han nacido del gran don de su Redención. ­Mi designio es el de preparar los corazones y las almas para recibir el Espíritu Santo, que se derramará en plenitud para llevar al mundo a su segundo Pentecostés de fuego y de amor. ­Mi designio es el de indicar a todos mis hijos el camino de la fe y de la esperanza, de la caridad y de la pureza, de la bondad y de la santidad. Así en el jardín de mi Corazón Inmaculado preparo el pequeño resto que, entre las olas tempestuosas de la apostasía y de la perversión, permanecerá fiel a Cristo, al Evangelio y a la Iglesia. Y será con esta pequeña grey, custodiada en el Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste, que Jesús traerá al mundo su reino glorioso.»

Queda así delineado en sus líneas generales el plan de María para cumplir con el designio de Dios cuando llegue el tiempo del regreso en gloria de Jesús: se formará entre sus hijos predilectos (sacerdotes) y los otros hijos suyos (laicos que se consagren a su Corazón Inmaculado) un resto fiel llevado a la santidad, con el cual Jesús traerá al mundo su Reino glorioso.

 

LOS NUEVOS APÓSTOLES.

Ese resto fiel que María prepara con la Consagración a su Corazón Inmaculado representa el surgimiento de los nuevos Apóstoles de la Iglesia de los últimos tiempos:

13/10/1978: «Os estoy formando para ser los apóstoles en estos momentos. Sois, por consiguiente, los apóstoles de luz en la hora en que las tinieblas lo cubren todo. Vivid en la Luz. Caminad en la Luz. Difundid la Luz que parte de mi Corazón Inmaculado. Desde hace años os he preparado en el silencio y os he llevado de la mano como Madre Celeste vuestra. Así, mientras mi Adversario oscurecía la Iglesia y cosechaba víctimas entre tantos de sus mismos Pastores, Yo, en lo secreto de mi Corazón, preparaba la nueva Iglesia, toda luminosa. Es la misma Iglesia, pero renovada, donde resplandecerá la gloria de la Santísima Trinidad, y en la que Jesús será adorado por todos, honrado, escuchado, seguido. Así la Iglesia brillará con una luz tan grande como jamás la ha conocido desde las llamas del Cenáculo hasta ahora.»

20/09/1984: «Sois llamados a ser mis Apóstoles en estos vuestros tiempos tan difíciles. Sed mis Apóstoles, viviendo y difundiendo cuanto, en estos años, os he dicho. Yo misma llevo adelante mi Obra del Movimiento Sacerdotal Mariano, por medio de todo lo que os he comunicado a través del libro de mis mensajes, y del pequeño hijo que he escogido, como instrumento mío, para difundirla en todas las partes del mundo. Estad todos cada vez más unidos a este hijo mío; sólo así estáis seguros de caminar en la Luz que os doy. Debéis estar vigilantes porque, en vuestros Países, mi Adversario hace todo lo posible por romper vuestra unidad. Sed mis Apóstoles, difundiendo por doquier sólo la Luz de Cristo. Anunciad con valentía y sin miedo la Verdad del Evangelio, que el Papa y el Magisterio de la Iglesia propone aún a todos para creer. Y luego dad ejemplo de una vida en todo conforme al Evangelio. Quiero conduciros a un alto grado de santidad para rechazar el ataque de mi Adversario que – especialmente en vuestros países­intenta oscurecer a la Iglesia con el secularismo, que ha penetrado profundamente en la vida de muchos hijos consagrados y en muchas casas religiosas. Sed mis Apóstoles, difundiendo mi Luz y conduciendo a todos al seguro refugio de mi Corazón Inmaculado.»

En otro mensaje María llama a sus hijos predilectos “los apóstoles de la nueva era”, indicando con precisión la misión que les espera:

03/09/1991: «Ahora os pido que os convirtáis en los Apóstoles de la nueva era que os espera. Por eso os formo un corazón nuevo, para que sepáis amar a todos con mi amor maternal y misericordioso. No miréis a quienes entre vosotros, por debilidad, han hecho alianza con mi Adversario, que ahora ha sido derrotado. No tengáis ningún resentimiento hacia ellos. El pasado ha sido ya cancelado. Ahora estáis llamados a vivir este tiempo nuevo, y unas nuevas misiones os esperan. Os espera la misión de reconstruir la Iglesia, aquí donde ha sido tan perseguida y violada por mi Adversario. Por eso os invito a ser siempre Sacerdotes fieles, testigos de unidad y de amor al Papa y a vuestros obispos. Ejercitad vuestro ministerio con gozo y entusiasmo; dad a todos la luz de Cristo y de su Evangelio; sed ministros de la Gracia y de la Santidad. Así, por medio de vosotros, la Iglesia volverá a resplandecer con una gran luz para todos aquellos que viven en esta vuestra nación. Os espera la misión de evangelizar esta pobre humanidad que ha sido engañada y seducida por el espíritu del mal. Pensad en tantos hijos míos –sobre todo los jóvenes­que durante años han sido formados en la escuela de la negación de Dios y del rechazo de su Ley de Amor. Son ovejitas arrebatadas a la grey de vuestro Pastor divino y encarriladas en la senda del mal, del pecado, de la infelicidad.»

También estos Apóstoles reciben el nombre de “Apóstoles de los últimos tiempos”:

8/12/1994: «En estos años os he formado con un cuidado especial, y a través del don de mis palabras, para ser los Apóstoles de los últimos tiempos.

Apóstoles de los últimos tiempos porque debéis anunciar a todos, hasta los últimos confines de la tierra, el evangelio de Jesús en estos días de gran apostasía. Difundid en la gran tiniebla que ha descendido sobre el mundo, la luz de Cristo y de su divina Verdad. Apóstoles de los últimos tiempos, porque debéis dar a todos la misma vida de Dios, por medio de la Gracia que vosotros comunicáis por medio de los Sacramentos, de los cuales sois los ministros. Y así difundís el perfume de la pureza y de la santidad, en este tiempo de gran perversión. Apóstoles de los últimos tiempos, porque estáis llamados a llevar el rocío del amor misericordioso de Jesús a un mundo marchito por la incapacidad de amar y amenazado cada vez más por el odio, la violencia y la guerra. Apóstoles de los últimos tiempos, porque debéis anunciar el cercano retorno de Jesús en gloria, que introducirá la humanidad en los tiempos nuevos, en los que finalmente se verán los nuevos cielos y la tierra nueva. Proclamad a todos su cercano retorno: maranathá: ¡ven Señor Jesús!»

Esta formación de los llamados “Apóstoles de los últimos tiempos” o “nuevos Apóstoles” queda reflejada muy claramente en nuestro libro, y corresponde a lo que harán los santos que fueron arrebatados al encuentro con Cristo y vuelven a la tierra con Él en su Parusía.

Primero, antes del arrebato, proclaman el “Evangelio del fin” a todo el mundo, y luego a su vuelta a la tierra, asumen el gobierno del Reino terrenal de Cristo a través de la Iglesia y evangelizan a las naciones paganas del mundo.

Las acciones que indican los mensajes son muy concretas:

1°) Antes de la Segunda Venida:

*Anunciar a todos, hasta los últimos confines de la tierra, el evangelio de Jesús. *Anunciar el cercano retorno de Jesús en gloria. *Llevar el rocío del amor misericordioso de Jesús a un mundo marchito por la incapacidad de amar.

2°) Después de la segunda Venida:

*Reconstruir la Iglesia, donde ha sido tan perseguida y violada por mi adversario. *Evangelizar a esta pobre humanidad que ha sido engañada y seducida por el espíritu del mal. *Dar a todos la misma vida de Dios, por medio de la Gracia que comunican con los Sacramentos.

 

LA FUNCIÓN DE LOS ARCÁNGELES

Los mensajes de María revelan que la Virgen, como Reina de los Ángeles, tiene a su servicio a los Arcángeles, para auxilio de sus hijos predilectos:

29/09/1979: «Con vosotros están también los Ángeles del Señor. Yo soy su Reina y están prontos a mis órdenes, porque la Santísima Trinidad ha confiado a mi Corazón Inmaculado la obra de renovación de la Iglesia y del mundo. San Miguel está a la cabeza de todo mi ejército, celeste y terrestre, dispuesto ya en orden de batalla. San Gabriel está a vuestro lado para daros a todos la misma invencible fortaleza de Dios. San Rafael os cura de las numerosas heridas que con frecuencia recibís a causa de la tremenda lucha en que estáis empeñados. Sentid siempre a vuestro lado a los ángeles de Dios e invocad con frecuencia su ayuda y protección. Ellos tienen gran poder para defenderos y sustraeros a todas las insidias que os tiende Satanás, Adversario mío y vuestro. Ahora su protección se intensificará y la advertiréis de modo particular, porque han llegado los tiempos de la gran prueba, y estáis para entrar en un período de gran angustia como no lo ha habido hasta ahora.»

La protección y defensa de los Arcángeles será muy importante a medida que lleguen los tiempos de las grandes pruebas. Cada uno de ellos tiene una misión definida para desempeñar; así San Gabriel ayuda a revestirse de la fortaleza de Dios, San Rafael cura las heridas causadas por el pecado y San Miguel lucha y entra en combate contra el Adversario.

Según revela la Santísima Virgen, Satanás ha logrado establecer su reino en el mundo, pero también anuncia que está cercano el momento de su derrota, en la que será decisiva la intervención de los Arcángeles:

29/09/1986: «Esta es la hora de mi batalla. Esta es la hora de mi gran victoria. Con vosotros en el combate están también los ángeles del Señor que, a mis órdenes, cumplen la misión que Yo les he confiado. Todos los Espíritus Celestiales son seres poderosos y luminosos y se hallan muy cerca de Dios, a quien aman, sirven, defienden y glorifican. En la Luz de la Santísima Trinidad, Ellos ven todas las insidias peligrosas y engañosas que os tienden los malos Espíritus, que luchan contra Dios y contra su real dominio. Ésta es una batalla terrible, que se libra sobre todo a nivel de espíritus: los buenos contra los malos: los Ángeles contra los demonios. Vosotros estáis también comprometidos en esta gran lucha y por esto debéis confiaros siempre a su segura protección e invocar a menudo, con la oración, su poderosa ayuda. Todos los Espíritus Celestiales conocen mi designio, saben la hora de mi triunfo, ven como el ataque del infierno, en estos tiempos vuestros, se hace potente, continuo y universal. Satanás ha logrado establecer su Reino en el mundo y se siente ya seguro vencedor. Pero está cercano el momento de su grande y definitiva derrota. Por esto la batalla es cada día más áspera y terrible y también vosotros, con los Ángeles del Señor, estáis llamados al combate. Las armas usadas por los demonios son las del mal, del pecado, del odio, de la impureza, de la soberbia y de la rebelión contra Dios. Las armas esgrimidas por los Espíritus celestiales, que están junto a vosotros en el combate, son las del bien, de la gracia divina, del amor, de la pureza, de la humildad y de la dócil sumisión a la Voluntad del Señor.»

Los ángeles son los encargados de ir recogiendo de todas partes a los elegidos que formarán parte del ejército victorioso de María:

29/09/1987: «Hijos predilectos, os llamo de todas las partes de la tierra. Los Ángeles de Luz de mi Corazón Inmaculado están ahora recogiendo de todas partes a los elegidos, llamados a formar parte de mi ejército victorioso. Os marcan con mi sello. Os revisten de una fuerte armadura para la batalla. Os cubren con mi escudo. Os entregan el Crucifijo y el Rosario, como armas que usar para la gran victoria. Ha llegado el tiempo de la lucha final. Por esto los Ángeles del Señor intervienen de manera extraordinaria y se ponen cada día al lado de cada uno de vosotros para guiaros, para protegeros y para fortaleceros. Así como en estos tiempos, se les ha concedido a los Demonios y a todos los Espíritus del mal una gran libertad para sus manifestaciones diabólicas, así también estos son los días en los que a los Arcángeles del Señor se les llama a desarrollar la parte más importante de mi designio. Cielo y tierra se unen en esta hora de la gran lucha final. Os invito, pues, a que todos forméis una sola cosa con los Ángeles y con los Santos del Paraíso.»

Los elegidos, en nuestra interpretación, son aquellos que serán arrebatados al encuentro con el Señor, y luego de vivir el Segundo Pentecostés volverán victoriosos con Él para instaurar el Reino de Dios en la tierra. Esta misma función es aclarada en otro mensaje:

29/09/1994: «Hoy celebráis la fiesta de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel. Son los Ángeles de vuestro tiempo. Son los Ángeles del tiempo conclusivo de la purificación y de la gran tribulación. Son los Ángeles de vuestro tiempo. A ellos les está confiada una misión especial durante el período de la prueba y del gran castigo. A ellos les toca salvar al pueblo de Dios, recoger de todas partes de la tierra a quien es llamado a formar parte del pequeño resto, que permanecerá fiel, en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Al Arcángel San Miguel se le ha confiado la misión de conducir a la batalla los ejércitos de los Ángeles y de mis hijos fieles contra las aguerridas huestes de Satanás, del mal, de las fuerzas satánicas y masónicas, ya organizadas a nivel mundial en una sola gran potencia, para ponerse contra Dios y contra su Cristo. Al Arcángel San Rafael se le ha confiado la misión de participar, como médico celestial, en la gran batalla para socorrer y curar a cuantos son golpeados y heridos. Al Arcángel San Gabriel se le ha confiado la gran misión de anunciar el retorno de Jesús en gloria, para instaurar su reino en el mundo. Como ha venido por Él el anuncio de la primera venida de mi Hijo al mundo, así ahora será Él el mensajero luminoso de la segunda venida de Jesús en gloria.»

El pequeño resto fiel de la Iglesia, recogido de todas las partes de la tierra por los Ángeles, estará seguro en el refugio del Corazón Inmaculado de María, que, como ya veremos en detalle enseguida, es figura del arrebato de los elegidos.

 

EL REFUGIO EN EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Un tema que se reitera con mucha frecuencia en los mensajes de María, y que es uno de los “leit­motiv” de las revelaciones, es el referido a su Corazón Inmaculado, como “refugio” para sus hijos:

10/02/1978: «Has recibido también una señal: He aquí su significado: Ahora la Luz se está extinguiendo en todas partes. Aquellos a quienes he llamado se están refugiando en mi Corazón Inmaculado. Aquí está el lugar donde podéis todavía ver; aquí está el refugio donde podéis recogeros; aquí, el camino que os conducirá a Dios.»

La Virgen llama a los hijos fieles a dejarse cobijar en su Corazón Inmaculado, con un sentido claro:

13/10/1982: «Son, pues, los tiempos del castigo y de la salvación, de la justicia y de la misericordia. Para estos tiempos os he preparado el seguro refugio donde debéis cobijaros para ser confortados y salvados. Este refugio es mi Corazón Inmaculado. De mi Corazón parten, reflejados cada vez con más fuerza, los rayos que provienen del Corazón de Jesús, para que podáis caminar por la senda de la gracia y de la santidad, del amor y de la misericordia, de la verdad y de la fidelidad. Si el mundo está invadido por las tinieblas del pecado, estos rayos descienden como rocío que lo solicitan a abrirse al radiante mediodía de su renovación. Toda la creación conocerá el nuevo y esperado tiempo de su perfecta glorificación de Dios. Si la Iglesia está, en su realidad humana, oscurecida y herida, estos rayos la abren a la luz del Evangelio de Jesús, a la custodia del depósito de la Fe, que sólo a Ella ha sido confiado, al pleno testimonio de su unidad y santidad.»

Estar en el Corazón Inmaculado de la Virgen significa recibir la luz, “los rayos que provienen del Corazón de Jesús”, es decir, de toda la gracia que lleva a la santidad. La luz de Jesús renovará la Iglesia, oscurecida y herida por la realidad humana.

Más adelante surge un mensaje que revela más aún el significado de este refugio:

11/06/1983: «Mi Corazón Inmaculado es la Puerta del Cielo, a través de la cual pasa el Espíritu de Amor del Padre y del Hijo para llegar a vosotros y renovar a todo el mundo. Por esto os invito hoy a entrar aún más adentro, en lo profundo de este mi Celeste jardín; seréis así revestidos de la luz de la Santísima Trinidad. En mi Corazón Inmaculado, el Padre os mira complacido, viendoos formados por Mí para glorificarle de manera más perfecta. Mi misión materna es la de ayudar a cada uno de vosotros a realizar con plenitud el designio del Padre, que os ha creado para haceros partícipes de su ser, de su amor y de su gloria.»

El Corazón de María es como una puerta que comunica al Cielo con la tierra, o sea, donde se comunica la acción del Espíritu Santo. Allí se puede cumplir la misión maternal de la Virgen, que consiste en que cada uno de sus hijos pueda cumplir el designio del Padre para ellos.

De acuerdo a la exégesis desarrollada en nuestro libro, definimos allí con gran cantidad de bases bíblicas el suceso conocido como “el arrebato de los elegidos”, y en particular vimos a este episodio figurado por la visión de la “mujer coronada de estrellas”, de Apocalipsis 12,1­

También comentamos en ese lugar la interpretación mariológica de esta visión, que indica que la mujer representa a la Virgen Santísima, quien formará en su Corazón Inmaculado a sus discípulos y Apóstoles de los últimos tiempos. Ellos serán luego arrebatados al encuentro con Cristo, de manera que en el Cenáculo del Inmaculado Corazón de la Madre se producirá el acontecimiento del Segundo Pentecostés. Creemos que ésta es la interpretación de lo que manifiesta María en su mensajes, lo que se observa en el siguiente:

30/07/1986: «Entrad en el refugio que la Madre celestial os ha preparado para vuestra salvación para que podáis pasar a salvo en mi Corazón Inmaculado los días terribles de la gran tempestad que ya ha llegado. Este es el momento de refugiaros todos en Mí, porque Yo soy el arca de la Nueva Alianza.

En los tiempos de Noé, inmediatamente antes del diluvio, entraban en el Arca aquellos que el Señor destinaba a sobrevivir a su terrible castigo. En vuestros tiempos Yo invito a todos mis hijos a entrar en el Arca de la Nueva Alianza, que Yo he construido en mi Corazón Inmaculado, para ser ayudados por Mí a sobrellevar el peso sangriento de la gran prueba, que precede a la llegada del día del Señor.»

El refugio del Corazón Inmaculado de María equivale al Arca de la Nueva Alianza, donde aquellos que entren en esa sagrada Arca, al igual que en los tiempos de Noé, serán preservados de la tribulación que azotará a la humanidad.

Este mensaje no ofrece ninguna duda respecto a que la Virgen se está refiriendo al suceso que denominamos “arrebato de los elegidos”, y que el propósito del mismo no es más que la santificación del resto fiel de la Iglesia mediante la renovación que producirá el Segundo Pentecostés, como lo explica en otra revelación:

7/06/1987: «Toda la Iglesia debe entrar ahora en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado: deben entrar todos los Obispos, los Sacerdotes, los Religiosos y los Fieles. En el Cenáculo de Jerusalén, sobre los Apóstoles, reunidos en oración Conmigo, descendió el Espíritu Santo, y se obró el milagro del primer Pentecostés. Así, en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado, cuando toda la Iglesia haya entrado en él, acontecerá el gran prodigio del segundo Pentecostés. Será un fuego divino de purificación y de santificación que renovará toda la faz de la tierra. Abrid las puertas de vuestros corazones para recibir el gran Don que el Padre y el Hijo harán descender sobre vosotros. El Espíritu del Señor llenará la tierra y cambiará el mundo. El Espíritu del Señor renovará con su fuego divino a toda la Iglesia y la conducirá a la perfección de la santidad y de su esplendor. El Espíritu del Señor transformará los corazones y las almas de los hombres, y les hará valientes testigos de su Amor divino. El Espíritu del Señor preparará la humanidad a recibir el Reino glorioso de Cristo, para que el Padre sea amado y glorificado por todos.»

Toda la Iglesia fiel que será arrebatada, preparada por la Virgen María, vivirá el segundo Pentecostés, y, llevada a la perfección de la santidad, será el instrumento con el cual el Señor llevará a la humanidad a vivir en el Reino glorioso de Cristo:

13/05/1991: «Permanecerá fiel solamente aquel pequeño resto que en estos años, acogiendo mi invitación maternal, se ha dejado encerrar en el refugio seguro de mi Corazón Inmaculado. Y será este pequeño resto fiel, que Yo he preparado y he formado, quien tendrá la misión de recibir a Cristo que volverá en gloria, iniciando así la nueva era que os espera.»

La Iglesia purificada y santificada volverá a la tierra con la Parusía de Cristo viniendo en gloria, iniciando el Reino de Cristo terrenal. El Corazón Inmaculado de María es, entonces, el seguro refugio para, primero, ser resguardados de las amenazas del mundo y del Adversario, y luego, para llegar a la transformación del segundo Pentecostés:

11/06/1994: «Yo abro la puerta de oro de mi Corazón materno, para hacer entrar a todos mis hijos expuestos a tantos peligros, maltratados por tantos dolores, abatidos por tantas batallas, heridos por muchas derrotas. ­Es vuestro refugio, en el que resguardaros de los graves y amenazadores peligros que os rodean. ­Es vuestro refugio, en el que sois defendidos del influjo maligno que tiene sobre vosotros este mundo materialista del todo volcado en la búsqueda desesperada del placer. ­Es vuestro refugio, que os protege de ser contaminados por el pecado y la impureza. ­Mi Corazón Inmaculado es vuestro refugio, en el que Yo os reúno, como en un nuevo Cenáculo espiritual, para obteneros el don del Espíritu Santo, que os transforme en Apóstoles de la segunda Evangelización.»

Vamos a ver finalmente otros dos mensajes, entre muchos más, que no nos dejan dudas respecto a la interpretación que venimos afirmando:

01/01/1996: «Porque en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado que la Santísima Trinidad os ofrece como arca de salvación, en estos últimos tiempos, esperaréis en la confianza y en la oración el retorno de Jesús en gloria, que traerá su Reino al mundo y hará nuevas todas las cosas.»

08/12/1996: «Mi presencia en la Iglesia se hace de ahora en adelante más fuerte, continua y manifiesta. En el Movimiento Sacerdotal Mariano toda la Iglesia verá la ayuda extraordinaria que le ofrece la Madre Celestial, para conducirla al interior del seguro refugio de su Corazón Inmaculado, donde conocerá la hora luminosa de su segundo Pentecostés. Para esto os he construido el arca de la nueva alianza, en la cual debéis entrar para llegar a los tiempos nuevos que ahora os esperan.»

En este último mensaje se reafirma el sentido final del MSM, en cuanto a que debe ser el instrumento para que la Iglesia sea ayudada a entrar en el arca de la Nueva Alianza, que es el Corazón Inmaculado de María, para llegar a la hora de su segundo Pentecostés.

 

EL SEGUNDO PENTECOSTÉS

Ya desde el inicio de los mensajes de la Virgen María al Padre Gobbi encontramos la referencia a un “nuevo Pentecostés”:

5/11/1977: «Todo está a punto de cumplirse según el designio de Dios. Vuestra Madre quiere encerraros en su Corazón Inmaculado a fin de capacitaros para la perfecta realización del designio divino. En él resplandece el triunfo de la misericordia del Padre, que quiere conducir a todos sus hijos descarriados por el camino del retorno a Él, que con tanto amor les espera. Por él se pondrá en marcha la gran hora del amor misericordioso del Hijo que quiere que este mundo, redimido por Él en la Cruz, quede totalmente purificado en su sangre. Con él llega el tiempo del Espíritu Santo, que os será dado cada vez con mayor abundancia por el Padre y el Hijo, para llevar a toda la Iglesia a su nuevo Pentecostés. Todo está a punto de cumplirse para que la Iglesia pueda salir, del inmenso dolor de la purificación, más bella y luminosa en medio de un mundo renovado. Contemplad en esta luz todo lo que os acontece. Situad en el contexto de este admirable designio todos los singulares aconteceres del tiempo que vivís.»

María revela con toda claridad que perseverando con Ella en la oración, sus hijos serán preparados para recibir el don del Espíritu Santo en plenitud:

8/09/1980: «Esta es la hora de recogeros Conmigo en la oración y en el amor, que debe crecer entre vosotros hasta hacer de vosotros una sola cosa. Perseverando Conmigo en la oración, os podré preparar para recibir el don del Espíritu Santo, que quiere comunicarse a vosotros de manera cada vez más plena.

Ésta es su hora, porque todo el mundo se purificará y renovará por su potente acción de amor. Vendrá como fuego ardiente y abrasador; vendrá como testigo de mi Hijo, que jamás ha sido tan vilipendiado y traicionado en su persona y en su palabra. Vendrá para reconciliar al mundo a la perfecta glorificación del Padre. Preparaos a recibir este gran don, que mi Corazón Inmaculado os ha obtenido.»

La Virgen, presentándose como “la Esposa del Espíritu Santo”, revela también la necesidad de una renovación y transformación total de la Iglesia por el fuego del Espíritu Santo:

7/06/1981: «Soy la Esposa del Espíritu Santo. Mi potente función de mediadora entre vosotros y mi Hijo Jesús se ejerce, sobre todo, en obteneros, con sobreabundancia, del Padre y del Hijo, el Espíritu de Amor. La Iglesia debe ser renovada y transformada por este fuego de Amor. Bajo su poderoso hálito de vida se abrirán finalmente los nuevos cielos y la nueva tierra. En el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado, disponeos a recibir este Espíritu divino. Ahora todo el mundo debe ser llevado a la plenitud de la verdad, al Evangelio de Jesús, a la única Iglesia querida y fundada por Cristo, y ésta es la misión del Espíritu Santo. La Iglesia debe abrirse a este fuego divino de tal modo que, completamente purificada, esté pronta a recibir el esplendor de su nuevo Pentecostés, en preparación a la segunda, gloriosa venida de mi Hijo Jesús. Por eso os invito a repetir con frecuencia: “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu esposa amadísima.”»

En este mensaje la Madre celestial nos enseña a todos la mejor manera de pedir en oración la efusión del Espíritu Santo. El nuevo Pentecostés renovará a la Iglesia y a toda la faz de la tierra:

30/05/1982: «En el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado preparaos a recibir el fuego de amor del Espíritu Santo, que llevará a mi Iglesia a vivir el gozoso momento de su Pentecostés y renovará toda la faz de la Tierra. Pronto se completará por el fuego del Espíritu de amor la obra de la gran purificación. La Iglesia espera gimiendo su misericordiosa obra de santificación. A través de interiores sufrimientos, por medio de pruebas que renovarán en Ella las sangrientas horas de la Pasión vividas por mi Hijo Jesús, la Iglesia será conducida a su divino esplendor. Será curada de la llaga del error, que se difunde como un cáncer oscuro y amenaza el depósito de la Verdad. Será sanada de la lepra del pecado, que oscurece su santidad. Será purificada de todos aquellos elementos humanos, que la alejan del espíritu del Evangelio. Será expoliada de sus bienes terrenos y purificada de tantos medios de poder, para que se torne pobre, humilde, simple y casta. También será crucificada en sus pastores y en su grey para que rinda perfecto testimonio al Evangelio de Jesús. Todo el mundo será también renovado con la fuerza del Fuego y de la Sangre.»

La santificación de la Iglesia será completa, lo que se producirá, como vimos antes, por el arrebato del resto fiel que se habrá refugiado en el Inmaculado Corazón de María, para vivir en ese Cenáculo sagrado la nueva y gran efusión del Espíritu Santo:

28/01/1984: «Como en el Cenáculo de Jerusalén, los Apóstoles, reunidos en oración conmigo, prepararon el momento del primer Pentecostés, así en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado (y por tanto en los cenáculos donde os reunís en oración), apóstoles de estos últimos tiempos, con vuestra Madre Celeste, podéis obtener una nueva efusión del Espíritu Santo. Será el Espíritu de Amor, con su potente acción de fuego y de gracia, quien renovará desde sus cimientos todo el mundo. Será Él, el Espíritu de Amor, con su gran fuerza de santidad y de luz, quien llevará a mi Iglesia a un nuevo esplendor, a volverla por tanto humilde y pobre, evangélica y casta, misericordiosa y santa. Será el Espíritu de Amor, a través del fuego de innumerables sufrimientos, quien renovará todo lo creado, para que retorne aquel jardín de Dios, nuevo Paraíso terrenal, en el que Jesús estará siempre con vosotros, como un Sol de luz que irradiará por doquier sus rayos.»

El Espíritu Santo llevará a la Iglesia a la santidad plena, dándole la perfección de sus siete preciosos dones, lo que implica vivir la vida espiritual “al modo divino”:

26/05/1985: «Sólo por esto, os recomiendo recogeros con frecuencia en vuestros Cenáculos, para darme una gran fuerza de oración, con la que pueda interceder junto a mi Hijo Jesús, para que os obtenga pronto del Padre el don de un nuevo y segundo Pentecostés para la Iglesia y para toda la humanidad.

Ven, oh Espíritu de Amor, y renueva la faz de la Tierra; haz que toda ella vuelva a ser un nuevo jardín de gracia y de santidad, de justicia y amor, de comunión y de paz, de modo que la Stma. Trinidad se pueda reflejar aún, complacida y glorificada. Ven, oh Espíritu de Amor y renueva toda la Iglesia: llévala a la perfección de la caridad, de la unidad y de la santidad, para que sea hoy la luz más grande que a todos ilumina en la gran tiniebla que se ha difundido por todas partes. Ven, oh Espíritu de Sabiduría y Entendimiento, y abre la vía de los corazones a la comprensión de la Verdad entera. Con la ardiente fuerza de tu divino fuego erradica todo error, barre toda herejía, para que resplandezca a todos en toda su integridad la luz de la Verdad que Jesús ha revelado. Ven, oh Espíritu de Consejo y Fortaleza, haznos esforzados testigos del Evangelio recibido. Sostén al que es perseguido; alienta al marginado; fortalece al prisionero; concede perseverancia al pisoteado y torturado; obtén la palma de la victoria, a quien, aún hoy, es conducido al martirio. Ven, oh Espíritu de Ciencia, de Piedad y de Temor de Dios, y renueva, con la linfa de tu divino Amor, la vida do todos los que han sido consagrados con el Bautismo, signados con tu sello en la Confirmación, de los que se han entregado al Servicio de Dios, de los Obispos, de los Sacerdotes y Diáconos, para que todos correspondan a tu designio, que estás realizando en estos tiempos, de tu segundo Pentecostés, durante tanto tiempo invocado y esperado. Sólo entonces la misión que Yo misma he confiado a mi Movimiento Sacerdotal Mariano, vendrá el triunfo de mi Corazón Inmaculado con el inicio de un tiempo en que todos podrán finalmente ver los nuevos cielos y la nueva tierra.»

Aquí la Virgen recuerda la enorme importancia que significa para la santificación del cristiano la acción de los siete dones del Espíritu Santo, los que se “activan” cada vez más en la medida que se avanza en la experiencia de la contemplación infusa. Precisamente el camino a recorrer, particularmente para los laicos católicos, para alcanzar la vida contemplativa.

Cuando se produzca el segundo Pentecostés, la santidad de la Iglesia purificada y transformada será el instrumento para instaurar el Reino de Dios terrenal y para poder evangelizar a todas las naciones de la tierra:

22/05/1988: «Ha llegado el tiempo del segundo Pentecostés. El Espíritu Santo vendrá como celeste rociada de gracia y de fuego, que renovará todo el mundo. Bajo su irresistible acción de amor, la Iglesia se abrirá para vivir la nueva era de su mayor santidad, y resplandecerá con una luz tan fuerte, que atraerá a sí a todas las naciones de la tierra. El Espíritu Santo vendrá para que la Voluntad del Padre Celeste se cumpla y el universo creado torne a reflejar su gran gloria. El Espíritu Santo vendrá para instaurar el reino glorioso de Cristo, que será un reino de gracia, de santidad, de amor, de justicia y paz. Con su divino amor abrirá las puertas de los corazones e iluminará todas las conciencias. Cada hombre se verá a sí mismo en el ardiente fuego de la divina Verdad. Será como un juicio en pequeño. Después Jesucristo implantará su glorioso Reino en el mundo. El Espíritu Santo vendrá por medio del triunfo de mi Corazón Inmaculado. Por esto os invito hoy a todos a entrar en el Cenáculo de mi Corazón. Así seréis preparados para recibir el don del Espíritu Santo, que os transformará y os hará los instrumentos con los que Jesús instaurará su Reino.»

El Espíritu Santo está preparando un segundo Adviento, para que la humanidad sea transformada en el Reino de Dios terrenal. Para este objetivo, en otro mensaje se reafirma su acción para derramar y evidenciar la operación de sus siete dones entre los elegidos, quienes entonces podrán difundir la luz de Cristo en todas las naciones de la tierra:

3/06/1990: «El Espíritu Santo tiene la misión de iluminar vuestras almas con la Luz de la Gracia Divina y de guiaros por el camino de la santidad. Por eso derrama sus siete Dones santos sobre vosotros, dando de este modo vigor y crecimiento en las virtudes teologales y morales, que transforman vuestra vida en ese jardín florido, en el cual la Santísima Trinidad, establece su morada. El Espíritu Santo abre y cierra las puertas del segundo Adviento. Por eso todo el período del Segundo Adviento que estáis viviendo, es el tiempo del Espíritu Santo. Vosotros vivís su tiempo.»

También la Virgen María define con mucha claridad en otro mensaje la acción del Espíritu Santo:

19/05/1991: «Yo pido que toda la Iglesia se recoja en el Cenáculo espiritual de mi Corazón Inmaculado. Entonces, el Espíritu Santo os llevará a la comprensión de la verdad íntegra. Os hará penetrar en el secreto de la Palabra de Dios y os dará la Luz de la Sabiduría para comprender todo el Evangelio y todo lo que en él se describe acerca de los tiempos que vivís. El Espíritu Santo os hará comprender los signos de vuestro tiempo. Son los tiempos predichos por la Divina Escritura como los de la gran apostasía y de la venida del Anticristo. Son tiempos de gran tribulación y de sufrimientos innumerables para todos, que os llevarán a vivir los últimos acontecimientos que preparan la segunda venida de Jesús en gloria. El Espíritu Santo prepara los corazones y las almas para la segunda venida de Jesús. Por esto derrama hoy sus carismas, de una manera aún más fuerte y extraordinaria que en el tiempo de los inicios de la Iglesia. De hecho, ya habéis entrado en los últimos tiempos, que os llevarán a la nueva era. La misión del Espíritu es la de preparar a la humanidad para su cambio completo, la de renovar la faz de la creación, de formar unos cielos nuevos y una tierra nueva.»

Vemos en qué aspectos se evidenciará la acción del Espíritu Santo:

*Llevará al conocimiento de la Verdad íntegra. *Hará penetrar en el secreto de la Palabra de Dios. *Hará comprender los signos de nuestro tiempo. *Preparará los corazones y las almas para la segunda Venida de Jesús. *Preparará a la humanidad para su completo cambio. *Renovará la faz de la creación.

En otro mensaje dado por la Virgen en la solemnidad de Pentecostés de 1995 se detalla aún más la acción del Espíritu Santo:

4/06/1995: «Descenderán otra vez sobre la Iglesia y sobre toda la humanidad milagrosas lenguas de fuego. Lenguas de fuego divino traerán calor y vida a una humanidad actualmente helada por el egoísmo y el odio, por la violencia y las guerras. Lenguas de fuego descenderán para iluminar y santificar la Iglesia, que vive la hora tenebrosa del Calvario y es golpeada en sus pastores, herida en el rebaño, abandonada y traicionada por los suyos, expuesta al viento impetuoso de los errores, invadida por la pérdida de la fe y por la apostasía. Lenguas de fuego descenderán sobre todos vosotros mis pobres hijos, tan engañados y seducidos por Satanás y por todos los espíritus malignos, que, en estos años, han obtenido su gran triunfo. Y seréis iluminados por esta Luz divina y os veréis a vosotros mismos en el espejo de la verdad y de la santidad de Dios. Será como un juicio en pequeño que abrirá la puerta de vuestro corazón para recibir el gran don de la divina misericordia. Entonces el Espíritu Santo realizará en el corazón y en la vida de todos el nuevo milagro de la universal transformación: los pecadores se convertirán; los débiles tendrán apoyo; los enfermos obtendrán la curación; los alejados volverán a la casa del Padre; los separados y divididos llegarán a la plena unidad. De esta forma se realizará el prodigio del Segundo Pentecostés.»

En esta revelación aparece algo muy interesante: la luz de la acción del Espíritu Santo genera como un “juicio en pequeño”, es decir, muestra a las almas como en un espejo, que es el de la verdad de Dios, su situación de pecado, para luego purificarlas por la divina misericordia.

En la fiesta de Pentecostés del siguiente año el mensaje de María revela que sólo aparecerá el Reino de Cristo en la tierra luego que la Iglesia haya alcanzado la máxima santidad en el segundo Pentecostés:

26/05/1996: «El segundo Pentecostés vendrá para conducir a la Iglesia al vértice de su máximo esplendor. El Espíritu de sabiduría la conducirá a la perfecta fidelidad al Evangelio; el Espíritu de consejo la asistirá y confortará en todas sus tribulaciones; el Espíritu de fortaleza la llevará a un cotidiano y heroico testimonio de Jesús.

Sobre todo el Espíritu Santo comunicarás ala Iglesia el don precioso de su unidad plena y de la mayor santidad. Sólo entonces Jesús traerá a ella su Reino de gloria.»

La Iglesia, llena del Espíritu Santo, como lo fue llena esa primera comunidad de apóstoles y discípulos que vivieron el primer Pentecostés, será la que llevará el don del Espíritu a toda la humanidad para transformarla y hacer del mundo un jardín lleno de virtudes, ya que ése será el reino que Cristo instaurará con su segunda Venida.

 

LA INSTAURACIÓN DEL REINO DE JESÚS COMO UNA NUEVA ERA DE PAZ Y SANTIDAD.

Lo que podría denominarse como “la gran novedad” teológica de los mensajes de la Virgen María al Padre Gobbi es la revelación de la instauración del Reino terrenal de Cristo, en una nueva era de la humanidad plena de gracia y santidad.

La primera referencia a la venida del reino de Jesús la encontramos en el siguiente mensaje:

13/05/1978: «Todos verán muy pronto como la Iglesia vuelve a florecer y a renovarse bajo la acción de vuestra Madre Celeste. Por vuestra parte, perseverad en la docilidad, en la humildad y en la confianza. Ha llegado mi hora. Daré a mis hijos mi espíritu, para que, a través de vosotros, Yo misma pueda seguir hoy viviendo y actuando. Así todo el mundo verá cómo se va realizando el plan de amor del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste para el advenimiento del Reino de mi Hijo Jesús.»

La Virgen revela que tiene un plan para preparar el advenimiento del Reino de Jesús, que involucra a sus hijos predilectos, los sacerdotes que escuchen su llamada:

28/07/1978: «Por el contrario, el mundo se encuentra inmerso en el desierto del odio y de la violencia, y la Iglesia vive un período de gran desolación. Pero, hijos predilectos, ¡ésta es mi hora! A través de vosotros, mis Sacerdotes, llamo ahora a todos a consagrarse a mi Corazón Inmaculado. De este modo dad a vuestra Madre Celeste la posibilidad de intervenir para llevar a la Iglesia a su mayor esplendor y preparar el mundo a la venida del Reino de mi Hijo Jesús.»

Los Sacerdotes que se consagren al Corazón Inmaculado de María serán los instrumentos para que otros cristianos hagan lo mismo, para preparar una Iglesia santa que será la precursora de la venida del Reino de Jesús en la tierra.

El mensaje que sigue, dado en Fátima, no deja dudas que la Virgen está anunciando un Reino de Cristo terrenal:

25/11/1978: «Han llegado los tiempos en que el desierto del mundo será renovado por el amor misericordioso del Padre, que en el Espíritu Santo quiere atraer a todos al Corazón divino del Hijo, para que finalmente pueda resplandecer en el mundo su Reino de verdad y de gracia, de amor, de justicia y de paz. La Iglesia y el mundo podrán así alcanzar un esplendor que hasta ahora no han conocido.»

Una revelación fundamental para ese futuro Reino de Cristo terrenal es que en el mismo la Eucaristía será el corazón y el centro de la Iglesia:

14/06/1979: «Secundad mi acción que tiende a transformaros interiormente para haceros a todos Sacerdotes según el Corazón Eucarístico de Jesús. El triunfo de mi Corazón Inmaculado no puede realizarse sino con el triunfo de mi Hijo Jesús, que volverá a reinar en los corazones, en las almas, en la vida de cada uno y de las naciones: en toda la humanidad. Pero Jesús, como está en el Cielo, así también se halla en la tierra realmente presente en la Eucaristía: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad. Su Reino glorioso resplandecerá sobre todo en el triunfo de Jesús Eucaristía, porque la Eucaristía volverá a ser el corazón y el centro de toda la vida de la Iglesia. Jesús en la Eucaristía volverá a ser el vértice de toda vuestra oración, que debe ser oración de adoración, de acción de gracias, de alabanza y de propiciación. Jesús Eucaristía volverá a ser el centro de vuestras reuniones eclesiales, porque la Iglesia es su templo, su casa que ha sido construida sobre todo para que pueda resplandecer en medio de vosotros su divina presencia. Hijos predilectos, desgraciadamente en estos tiempos las tinieblas han oscurecido también el Tabernáculo: en torno a él hay tanto vacío, tanta indiferencia, tanta negligencia. Cada día aumentan las dudas, las negaciones y los sacrilegios. Volved a ser los adoradores perfectos, los ministros fervientes de Jesús Eucarístico que, por medio de vosotros, todavía sigue haciéndose presente, todavía se inmola y se da a las almas.»

L de la Parusía Jesús no se quedará en la tierra visiblemente, sino que su presencia real estará dada por el Santísimo Sacramento, donde se encuentra realmente su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

Esta revelación es fundamental, ya que elimina radicalmente todas las objeciones que, en más de diecisiete siglos de la historia de la Iglesia, se han hecho respecto al milenarismo, donde la presencia visible de Jesús y de los santos resucitados en la tierra, mezclados con los viadores, presentaba facetas doctrinales imposibles de salvar para la teología católica.

En cambio, en nuestro desarrollo, colocamos las cosas en su debido lugar: en el Reino de Cristo terrenal, la Iglesia renovada y santificada en el arrebato al encuentro con el Señor y la vivencia del segundo Pentecostés, que vuelve a la tierra acompañando a Jesús en la Parusía, y gobierna y evangeliza al mundo sobreviviente de la gran tribulación.

En el Reino de Cristo celestial, Jesús y los santos resucitados “juzgan”, es decir, “gobiernan” el Reino terrenal a través de una nueva y fuerte “comunión de los santos”, como veremos en el siguiente punto.

Desde ahora, toda vivencia profunda de la adoración Eucarística, es un adelanto de lo que vivirá la Iglesia en el Reino de Cristo que se instaurará con su segunda Venida.

El último día del año 1980 la Virgen da un mensaje anunciando una nueva era que nacerá:

31/12/1980: «Vivís momentos de emergencia. Por esto os llamo a todos a una más intensa oración, y a vivir con mayor confianza en el amor misericordioso de vuestro Padre Celeste. Está a punto de abrirse la puerta de oro de su divino Corazón y Jesús va a derramar sobre el mundo los torrentes de su misericordia. Son ríos de fuego y de gracia que transformarán y renovarán todo el mundo. Sobre olas de sufrimientos, hasta ahora jamás conocidos, y de prodigios nunca antes realizados, llegaréis al puerto seguro de los nuevos cielos y de una nueva Tierra. Una era de gracia, de amor y de paz va a nacer ya, de los dolorosos días que estáis viviendo.»

Pocos días después de este mensaje, se equipara al resto de la Iglesia fiel al “nuevo pueblo de Israel”, que preparará a la humanidad para el retorno del Señor, luego de vivir el nuevo Pentecostés:

2/2/1981: «Sobre el altar de mi Corazón Inmaculado os ofrezco a Dios: ­Para ser su luz, que cada día debe resplandecer más en medio de las tinieblas que recubren de nuevo la Tierra. ­Para ser su gloria, que a través de vosotros se debe reflejar en todas partes del mundo. Gloria del nuevo pueblo de Israel, llamado a preparar a la humanidad para el retorno de Jesús. Gloria de la Iglesia renovada, que conocerá un nuevo Pentecostés de fuego, de gracia y de luz.

Gloria de la nueva humanidad, purificada por la gran tribulación, pronta ya a vivir el inefable momento de su completo retorno al Señor.»

En otro mensaje se identifica al “nuevo Israel de Dios”, la Iglesia, con la nueva Jerusalén:

5/3/1982: «Al igual que en Jerusalén, todos los profetas fueron destinados a la muerte; como en esta ciudad se rechazó, ultrajó y condenó al mismo Hijo de Dios, al Mesías, desde siglos prometido y preparado, así ahora en la Iglesia, nuevo Israel de Dios, demasiadas veces se ha obstaculizado, con el silencio y el repudio, la acción salvadora de vuestra Madre, celeste profetisa de estos últimos tiempos. He hablado de muchos modos, pero no habéis escuchado mis palabras. Me he manifestado de muchas maneras, pero no habéis creído en mis signos. Mis intervenciones, incluso las más extraordinarias, han sido negadas. ¡Oh, nueva Jerusalén, Iglesia de Jesús, verdadero Israel de Dios!, ¡cuántas veces he querido reunir a todos tus hijos, como hace la gallina con sus polluelos… Si hubieras conocido los días de tu paz! Pero ahora vendrán sobre ti grandes tribulaciones. Serás sacudida por el viento de la tempestad y del huracán; de las grandes obras, construidas dentro de ti por el orgullo humano, no quedará piedra sobre piedra. Nueva Jerusalén, acoge hoy mi invitación a la conversión y a la interior purificación. Así pronto resplandecerá sobre ti la nueva era de justicia y santidad; difundirás tu Luz sobre todas las naciones de la Tierra. Mi hijo Jesús instaurará entre vosotros su glorioso Reino de amor y de paz.»

Lo expuesto en este mensaje es totalmente coincidente con nuestra exégesis respecto a la Jerusalén que baja del. Allí sostenemos que la descripción de la Jerusalén terrenal de Apocalipsis 21,9­27 simboliza a la Iglesia terrenal formada por los santos arrebatados al encuentro con el Señor, y purificada luego por la vivencia del nuevo Pentecostés, que regresa a la tierra acompañando al Señor en su Parusía, con la misión de gobernar y evangelizar a las naciones del mundo. Estos santos morirán a su tiempo, pero habrán sido confirmados en gracia, es decir, se salvarán.

En la fiesta de Cristo Rey de 1986 la Virgen explica de qué manera Jesús deberá reinar en su glorioso Reino que ya está a las puertas:

23/11/1986: «Hoy, en la gloria del Paraíso y en la luz purificadora del Purgatorio, acojo el homenaje de toda la Iglesia terrena y peregrina para ofrecer, junto con todos vosotros, la corona de Su realeza a Jesucristo nuestro Dios, nuestro Salvador y nuestro Rey. Jesús debe reinar ante todo en los corazones y en las almas de todos, porque la suya es una realeza de Gracia, de santidad, y de amor. Cuando Jesús reina en el alma de una criatura, es transformada por una luz divina, que la hace cada día más bella, luminosa, santa y amada por Dios. Jesús debe reinar en las familias, que deben abrirse, como brotes, al sol de su Realeza. Por esto obro Yo en estos tiempos, a fin de que las familias crezcan en armonía y en paz, en comprensión y concordia, en unidad y fidelidad. Jesús debe reinar en toda la humanidad, para que sea un nuevo jardín, donde la Santísima Trinidad reciba encanto y belleza, amor y perfume de toda criatura y, siendo así glorificada, ponga su morada habitual entre vosotros. Por esto obro Yo fuertemente hoy para guiar a toda la humanidad por el camino de su retorno a Dios, por medio de la conversión, de la oración y de la penitencia. Jesús debe reinar en la Iglesia, porción privilegiada de su divino y amoroso dominio.. La Iglesia es toda Suya, porque ha nacido de su Corazón traspasado, ha crecido en su Amor, ha sido lavada con su Sangre, ha sido desposada a Él con pacto inviolable de eterna fidelidad. Mi acción de Madre prepara en vuestro tiempo la venida del Reino glorioso de mi Hijo Jesús. Mi Corazón Inmaculado es el camino que os conduce a su Reino. De hecho el triunfo de mi Corazón Inmaculado coincidirá con el triunfo de mi Hijo Jesús en su glorioso Reino de Santidad y de Gracia, de Amor y de Justicia, de Misericordia y de Paz, que será instaurado en todo el mundo. Por lo cual Yo os invito hoy a la oración y a la confianza, os llamo a la paz del corazón y a la alegría, porque el glorioso Reino del Señor Jesús está ya a las puertas.»

El Reino de Cristo en la tierra, que coincidirá con el triunfo del Corazón Inmaculado de María, será instaurado a partir de la luz del Espíritu Santo que invadirá la Iglesia purificada en el segundo Pentecostés, que evangelizará y guiará a la santidad a las personas, las familias y las naciones, para que Cristo reine sobre toda la humanidad.

La acción del Espíritu Santo, que descenderá de lo alto como fuego sobre el mundo, será la que dará cumplimiento a la petición de la oración que el mismo Jesús enseñó a sus discípulos: “Venga a nosotros tu Reino”:

3/07/1987: «Jesús, que os ha enseñado la oración para invocar la venida del Reino de Dios sobre la tierra, verá finalmente cumplida su invocación, porque instaurará su Reino. Y la creación volverá a ser un nuevo jardín, donde Cristo será glorificado por todos, y su Divina Realeza será aceptada y exaltada: será un Reino universal de Gracia, de belleza; de armonía, de comunión, de santidad, de justicia y de paz. La gran Misericordia llegará a vosotros como fuego abrasador de amor, y será traída por el Espíritu Santo, que os será donado por el Padre y el Hijo, para que el Padre se vea glorificado y el Señor Jesús se sienta amado por todos sus hermanos. El Espíritu Santo descenderá como fuego, pero de diversa manera que en su primera venida: será un fuego que todo lo abrasará y transformará, que santificará y renovará la tierra desde sus mismos cimientos. Abrirá los corazones a una nueva realidad de vida y conducirá a todas las almas a una plenitud de santidad y de Gracia. Conoceréis un amor tan grande, una santidad tan perfecta como hasta ahora nunca la habéis conocido.»

El reino de Cristo en la tierra manifestará plenamente la presencia del Señor entre los hombres a través del triunfo universal de su Eucaristía, que permitirá experimentar de una manera nueva y extraordinaria su presencia real por el Sacramento.

De este modo el Reino de Dios sobre la tierra podría denominarse con toda propiedad “el Reino Eucarístico de Jesús”:

21/8/1987: «Sacerdotes y fieles de mi Movimiento, id con frecuencia delante del Tabernáculo; vivid delante del Tabernáculo; orad delante del Tabernáculo. Sea vuestra oración una perenne plegaria de adoración y de intercesión, de acción de gracias y de reparación. Porque en la Eucaristía, Jesús está realmente presente, permanece siempre con vosotros; y esta presencia se hará cada vez más fuerte, resplandecerá sobre el mundo como un sol, y señalará el comienzo de la nueva era. La venida del Reino glorioso de Cristo coincidirá con el mayor esplendor de la Eucaristía. Cristo instaurará su Reino glorioso con el triunfo universal de su Reino Eucarístico, que se desarrollará con toda su potencia, y tendrá la capacidad de cambiar los corazones, las almas, las personas, las familias, la sociedad, la misma estructura del mundo. Cuando haya instaurado su Reino Eucarístico, Jesús os conducirá a gozar de esta su habitual presencia, que sentiréis de una manera nueva y extraordinaria, y os llevará a experimentar un segundo, renovado y más bello Paraíso terrenal.»

La Virgen recuerda que el nacimiento de una nueva era de santidad y de gracia, que es el Reino de su Hijo en la tierra, será posterior a la purificación del mundo por el gran castigo que el Señor permitirá que vivan los hombres:

1/1/1991: «Rezad, hijos predilectos, haced penitencia, porque ya habéis entrado en el tiempo del gran castigo que el Señor mandará para la purificación de la tierra. El gran sufrimiento que os espera es para prepararos al nacimiento de la nueva era, que está por llegar al mundo. Vivid este nuevo año en mi Corazón Inmaculado, que es el refugio que Yo os he preparado para estos tiempos, llenos de sufrimiento para las personas individualmente y para los pueblos. Por tanto, no tengáis miedo. Vuestro sufrimiento aumentará mientras aumente la prueba que ya ha empezado.

Yo soy el anuncio de la nueva era.

En la profunda oscuridad de este tiempo, si vivís conmigo, podréis vislumbrar la claridad de los tiempos nuevos que os esperan. Mirad hacia esa luz y vivid en la paz del corazón y en la esperanza.»

Esta prueba es necesaria tanto para la Iglesia como para toda la humanidad:

2/2/1991: «Es una prueba tan grande y dolorosa que ni tan siquiera la podéis imaginar, pero es necesaria para la Iglesia y para toda la humanidad, para que pueda llegar a vosotros la nueva era, el mundo nuevo, la reconciliación de la humanidad con su Señor. En estos días, Jesús está actuando de una manera muy fuerte en todas las partes del mundo para realizar el designio de su Amor Misericordioso.

Este designio, por ahora, permanece escondido y encerrado en el secreto de su Corazón Divino. También hoy, solamente es revelado a los pequeños, a los sencillos, a los pobres, a los puros de corazón. Con estos pequeños, que Él está reuniendo de todas las partes de la tierra, Jesús instaurará pronto su Reino de Gloria.»

En la fiesta de la Asunción de María de 1991 la Virgen da en su mensaje una revelación que coincide plenamente con nuestra exégesis sobre la instauración del Reino de Cristo en la tierra, y el significado de la Jerusalén Terrenal que baja del Cielo:

15/8/1991: «Hoy, hijos predilectos, contempladme en el esplendor de mi Cuerpo Glorioso, elevado a la gloria del Paraíso. Vivid con gozo, con confianza, los últimos tiempos de este segundo Adviento, mirándome a Mí como Signo de esperanza segura y de consuelo. La nueva era que os espera, corresponde a un particular encuentro de amor, de luz y de vida entre el Paraíso, en el cual me encuentro en perfecta bienaventuranza con los Ángeles y los Santos, y la tierra en la cual vivís vosotros, mis hijos, en medio de tantos peligros y de innumerables tribulaciones. Es la Jerusalén Celestial, que baja del cielo a la tierra, para transformarla completamente y formar así los cielos nuevos y la tierra nueva.»

En nuestro libro sostenemos que la Jerusalén que baja del cielo simboliza a la Iglesia terrenal purificada y santificada en el arrebato, luego de vivir el segundo Pentecostés y las Bodas del Cordero. La Virgen denomina a este descenso “un particular encuentro de amor, de luz y de vida entre el Paraíso en el cual me encuentro y la tierra”.

Claramente tenemos aquí identificadas las dos fases del Reino de Dios: la celestial y la terrenal, unidas en el encuentro de gracia que produce la “Comunión de los Santos”.

En otro mensaje La Virgen Santísima se refiere al importante hecho que Satanás ya no tendrá acción ni influencia en el Reino de Cristo en la tierra, y que será la presencia eucarística de Jesús la que liberará todo su divino poder en los corazones y las almas de los hombres:

21/11/1993: «El Reino glorioso de Cristo se reflejará también en una nueva forma de vida de todos. Porque seréis llevados a vivir sólo para la gloria de Dios. Y el Señor será glorificado cuando sea perfectamente cumplida, por cada uno de vosotros, su divina Voluntad. El Reino glorioso de Cristo coincidirá, por tanto, con el perfecto cumplimiento de la Voluntad de Dios por parte de todas sus criaturas, de modo que también sobre esta tierra suceda como en el cielo. Pero esto no es posible, si antes no es derrotado Satanás, el seductor, el espíritu de mentira que siempre ha intervenido en la historia de los hombres, para conducirlos a la rebelión hacia el Señor y a la desobediencia de su Ley. El Reino glorioso de Cristo se establecerá después de la completa derrota de Satanás y de todos los Espíritus del mal y con la destrucción de su diabólico poder. Así será atado y arrojado en el infierno y será cerrada la puerta del abismo para que no pueda ya salir a dañar en el mundo. En el mundo reinará Cristo. El Reino glorioso de Cristo coincidirá con el triunfo del Reino Eucarístico de Jesús. Porque en un mundo purificado y santificado, completamente renovado por el Amor, Jesús se manifestará sobre todo en el misterio de su presencia eucarística. La Eucaristía liberará toda su divina potencia y será el nuevo sol, que reflejará sus rayos luminosos en los corazones y en las almas y después en la vida de cada uno, en las familias y en los pueblos, formando de todos un único redil, dócil y manso, del que Jesús será el único Pastor. Hacia estos nuevos cielos y esta nueva tierra os conduce vuestra Madre Celestial que hoy os reúne de todas partes del mundo para prepararos a recibir al Señor que viene.»

Para terminar este apartado, nos referiremos a otro importante mensaje, donde la Virgen equipara la experiencia que tendrá la humanidad de la venida de Jesús en gloria a la vivencia que experimentaron Pedro, Santiago y Juan en el Tabor:

6/8/1997: «Cuando Jesús volverá en su gloria divina y aparecerá a toda la humanidad, todos serán llamados a tener la misma experiencia que Pedro, Santiago y Juan tuvieron en el monte Tabor. Porque Jesús se manifestará en su esplendor y su humanidad estará completamente transfigurada por la luz fulgidísima de su divinidad. Entonces todo el universo proclamará a Jesucristo Hijo de Dios, Imagen perfecta del Padre, el Verbo hecho hombre el sólo y único Salvador. Aquél por el que han sido hechas todas las cosas y que tiene el poder de someter a Él todas las cosas. Jesús traerá su Reino glorioso al mundo y será un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz. Hijos predilectos, vivid la gozosa espera de su gloriosa venida.»

En nuestra obra analizamos el suceso de la Transfiguración de Jesús como parte de la exégesis que muestra claramente el retorno de los santos arrebatados junto a Jesús en su Parusía.

 

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

En el punto anterior, donde analizamos la instauración del Reino de Jesús sobre la tierra, vimos que la forma de “gobierno” que tendrán el Señor y los santos resucitados desde la Jerusalén celestial estará basada en la llamada “comunión de los santos”.

Hay muchos mensajes de la Virgen María al Padre Gobbi que confirman sin lugar a dudas nuestra exégesis; veamos algunos de los más relevantes:

2/11/1978: «No os sintáis solos. A mi ejército pertenecen también los Santos del Cielo y vuestros hermanos que se purifican todavía en el Purgatorio ofreciéndome oración y sufrimiento. Todos aquellos Sacerdotes que durante su vida terrena han respondido a mi invitación, han escuchado mi voz y se han consagrado a mi Corazón, son ahora en el Paraíso luces que resplandecen en torno a vuestra Madre Inmaculada. Ellos están ahora muy cerca de vosotros: os ayudan a cumplir mis designios, os sostienen con su invisible presencia, os defienden del mal, os protegen contra tantos peligros en medio de los cuales vivís. No os sintáis solos. Con estos hermanos vuestros Sacerdotes están también a vuestro lado los Ángeles de luz de vuestra Madre Celeste. Os preparan para vuestro perfecto ofrecimiento, como prepararon mi Corazón Inmaculado para decir “si” a la Voluntad del Señor. Por esto, hoy, cielo y tierra se unen, en esta extraordinaria comunión de amor, de oración y de acción, a las órdenes de vuestra Celestial Capitana. El designio de mi Corazón Inmaculado está a punto de cumplirse porque mi Hijo Jesús va a obtener su mayor victoria con la llegada a este mundo de su Reino glorioso.»

Hay una unión entre los santos del cielo y los que se purifican en el Purgatorio con la Iglesia terrenal, quienes forman en su conjunto el ejército de la Virgen. Su función está descripta en estas acciones:

*Ayudan a cumplir los designios de la Virgen. *Defienden del mal. *Protegen contra los peligros. *Sostienen y dan fortaleza.

Esta comunión de vida se hará cada vez más intensa y será instrumento privilegiado para la instauración del Reino de Jesús en la tierra:

1/11/1981: «Soy la reina de todos los Santos. Hoy se os invita a elevar vuestra mirada al Paraíso, a donde os han precedido muchos hermanos vuestros. Ruegan por vosotros y os ayudan para que venga pronto también sobre la tierra aquel Reino de Jesús, que en el Cielo es el motivo de nuestra alegría y de nuestra gloria. Debe hacerse cada vez más intensa esta comunión de vida con todos vuestros hermanos, que ya han alcanzado el Paraíso. En estos tiempos la Comunión de los Santos debe ser vivida aún más intensamente, porque una sola es la Iglesia en la que mi Hijo Jesús vive, reina y es glorificado por sus hermanos que aún luchan o sufren o gozan de felicidad eterna. La Madre Celeste quiere hacer más fuertes vuestros vínculos de amor con el Cielo para que cada día gocéis de la Comunión de los Santos, y avancéis unidos.»

La Madre Celestial revela que la comunión de los santos es como una “puerta luminosa” por la cual el Paraíso se une con la tierra, y permite que el mundo experimente la gloriosa presencia de Cristo:

1/11/1990: «Que os alegre la certeza de que los Santos del Paraíso reflejan sobre vosotros la luz de su bienaventuranza, para ayudaros a vivir en la tierra, para la glorificación perfecta de la Santísima Trinidad. Que sea un gran consuelo para vosotros la certeza de que los Santos os ayudan con sus oraciones, están a vuestro lado para consolaros en las aflicciones, para daros fuerza en las dificultades, para remover los obstáculos que encontráis en vuestro camino, para haceros superar las trampas que os tiende vuestro Adversario y mío. En la hora de la gran prueba el Paraíso se unirá con la tierra. Hasta el momento en que se abrirá la puerta luminosa, para hacer bajar al mundo la gloriosa presencia de Cristo, quien instaurará su Reino en el cual se hará la Voluntad Divina de manera perfecta, así en la tierra como en el cielo.»

La “nueva era” o “eón” que abarcará el Reino de Cristo terrenal implicará una Comunión de los Santos plena y fuerte:

15/8/1991: «La nueva era que ya está por llegar, os lleva a una plena comunión de vida con aquellos que os han precedido y que en el Paraíso gozan de la perfecta felicidad. Ved el resplandor de las jerarquías celestiales, comunicad con los Santos del Paraíso, aliviad los sufrimientos purificadores de las almas que todavía están en el Purgatorio. Experimentad de una manera fuerte y visible, la verdad consoladora de la Comunión de los Santos.»

Nuevamente la Virgen reafirma en otro mensaje que la comunión de los santos equivale a que el Paraíso se una a la tierra:

1/11/1995: «El Paraíso se une a la tierra, ahora que estáis viviendo el período conclusivo de la purificación y de la gran tribulación. Así los Santos del cielo iluminan vuestra existencia, os socorren con su potente ayuda, os defienden de las astutas insidias de mi Adversario, os conducen de la mano por la vía de la santidad, en la trémula espera de asociaros también vosotros un día a su eterna bienaventuranza. Por esto hoy os invito a vivir la gozosa experiencia de la comunión de los Santos. Entonces recibís fuerza y valor para superar los momentos de la prueba y desde el Paraíso se os esclarece el doloroso camino que todos debéis recorrer, para cruzar el umbral luminoso de la esperanza.»

Esta Comunión de los Santos ayuda a la Iglesia terrenal en los difíciles tiempos de la purificación, y cuando se instaure el Reino de Cristo en la tierra, será la vía de comunicación perfecta de las gracias y los auxilios que se derramarán desde el cielo.

La acción de los santos (“juzgar”, es decir, según la acepción hebrea, “gobernar”) se evidencia con la ayuda para vencer las insidias de Satanás y a la “conducción de la mano” por el camino de la santidad, ya desde antes de la Parusía.

Luego de la instauración del Reino de Cristo, eliminada la influencia del Diablo, que estará “encadenado”, la acción de la Comunión de los Santos será decisiva para el florecimiento en todo el mundo de una santidad generalizada jamás vista anteriormente en el cristianismo.

Completamos de esta forma el panorama que nos dan los mensajes de María Santísima sobre lo que ocurrirá en la Iglesia y en el mundo en los tiempos del fin, mostrando como nuestro desarrollo exegético se encuentra en completa armonía con el contenido de estas revelaciones.

Fuente: Los Mensajes de Maria al Padre Gobbi (Movimiento Sacerdotal Mariano) y la Segunda Venida de Cristo por Juan Franco Benedetto

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La Parusía: la venida del Mesías y el advenimiento del Reino de Cristo en la tierra

El tema de la Parusía es el más trascendental e importante de toda la Sagrada Escritura. A través de toda la Revelación, Dios ha ido anunciando y preparando dos acontecimientos fundamentales para la historia de la salvación: la venida del Mesías y el advenimiento del Reino de Cristo en la tierra. Este es un trabajo de Luis Eduardo López Padilla.

En el Antiguo Testamento, las dos venidas del Mesías estaban profetizadas conjuntamente, de manera que por momentos no se distinguía la primera de la segunda.

Por su parte, en el Nuevo Testamento se anuncia repetidamente la vuelta del Mesías en Poder y Majestad, como Rey y Juez. A este acontecimiento se le conoce como Parusía, que en griego significa “presencia” o “manifestación”, y es el tema esencial del Apocalipsis.

Cuando se habla de la Parusía de ordinario se entiende sin más que nos estamos refiriendo a la Segunda Venida de Cristo, acontecimiento que es dogma de fe; pero aquí a la Parusía hay que darle una connotación mucho más amplia, puesto que no se reduce simplemente a un refulgente y único acontecimiento histórico en el que Jesucristo regresa en medio de las nubes para juzgar a los hombres y dar a cada quien lo suyo e iniciar la vida eterna en el cielo, sino que la Parusía abarca todo un largo tiempo en el que se inaugura a Plenitud el cumplimiento del Plan de Dios para con el género humano.

Primero en su etapa intrahistórica – dentro de la historia – con el Reino Milenario de Cristo en la tierra, que va a culminar cuando “Cristo entregue su reino al Padre, una vez habiendo sometido a sus pies a todos sus enemigos”, inaugurando entonces la etapa metahistórica – más allá de la historia – con la prolongación del Reino de Cristo en el cielo y que no tendrá fin.

Dicho en otras palabras, la Parusía expresa toda una larga época que comprende desde el inicio del llamado Día de la Ira de Yahvé, en la que se manifestará Su Justicia Divina en contra de las naciones en este mundo, hasta el establecimiento de la llamada Jerusalén Celestial, pasando por el castigo de la Gran Babilonia, el Milenio de Paz, en el que se establecerá el Reino de Dios plenamente en la tierra, dando lugar a lo que se conoce como la Nueva Jerusalén ya con la conversión total de los judíos, y también desde luego, la parte final del Milenio en la que habrá una declinación espiritual de tibieza por virtud de la suelta de Satanás hasta el día del Juicio Final.

En San Pablo encontramos la cita que nos anuncia claramente al momento de la Parusía. Dice así el Apóstol de los Gentiles: “Por lo que respecta a la venida de Nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras, o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera.” Ahora San Pablo va a explicar qué ha de suceder primero para que venga la Parusía. Dice: “Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de la perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamarse que él mismo es Dios…entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con el esplendor de su Parusía.” (2, 1 – 8)

El texto deja en claro que el reinado del Anticristo será derrotado por el soplo de su boca y el esplendor de su Parusía. Uno y otro acontecimiento – Anticristo y Parusía – están pues estrechamente unidos. Dicho en otras palabras: El mal acarreado por el Inicuo, será ahogado en la sobreabundancia del bien divino, que será la Parusía.

La Parusía pondrá fin al Misterio de la Iniquidad encabezado por el Anticristo, a través precisamente o por medio de la guerra que le va a hacer Jesucristo al Anticristo,  mediante la cual la tierra entera sufrirá lo que se conoce como el Día de la Cólera o Día de la Ira de Yahvé. Este castigo en el que el “Señor entrará en Juicio contra todas las Naciones” tendrá su principal cumplimiento con el castigo de la Gran Babilonia.

 

DÍA DE LA IRA DE YAHVÉ

Dice así el Apocalipsis en su capítulo 19 en el que empieza a describir la Parusía y seguidamente relata el exterminio de sus enemigos:

Y vi el cielo abierto:
en él un caballo blanco,
y el que lo monta se llama Fiel y Veraz,
y con justicia juzga y combate
sus ojos son como llama de fuego,
y en su cabeza hay muchas diademas;
lleva escrito un nombre
que nadie conoce sino él;
está vestido con un manto teñido de sangre,
y su nombre es “el Verbo de Dios…
de su boca sale una espada afilada
para herir con ella a las naciones;
él las pastoreará con cetro de hierro;
y él pisa el lagar del vino
que contiene el furor de la ira de Dios Omnipotente.
En el manto y en el muslo lleva escrito un nombre:
Rey de Reyes y Señor de Señores. ( 11 – 16)

Nótese que la Parusía inicia con la presencia de Cristo en la que va a “herir a las naciones con su espada afilada” y a pisar “el lagar del vino que contiene el furor de la ira de Dios Omnipotente”; es decir, antes de reinar como Rey de reyes y Señor de señores según confirma el texto, primero va a juzgar y a herir a las naciones.

Encontramos más adelante, en la misma visión, a la bestia  que está lista para hacerle la guerra a Dios Omnipotente:

Y vi a la bestia,
a los reyes y a sus ejércitos congregados
para hacer la guerra
contra el que iba montado en el caballo
y contra su ejército.
Pero la bestia fue apresada
y con ella el falso profeta
que en su presencia hacía prodigios,
con los que seducía a los que habían
recibido la marca de la bestia
y a los que habían adorado su imagen.
Los dos fueron arrojados vivos
al estanque del fuego que arde con azufre.
Los demás fueron muertos con la espada
que sale de la boca del que va montado en el caballo
y todas las aves se hartaron de sus carnes. (19, 19 – 21)

 

JUSTICIA Y MISERICORDIA

La Sagrada Escritura confirma que como consecuencia de la apostasía del hombre que llegará a su clímax con el reinado del Anticristo, Dios va a infligir un terrible castigo que está anunciado como el Gran Día de Yahvé. Aquí hará Juicio a las Naciones. Y ante este magno y terrible acontecimiento, muchos se cuestionan su realidad y aún legitimidad, preguntando cómo es posible que Dios siendo amor pueda castigar a tan gran escala.

El punto es que no se debe desconocer que la Justicia y la Misericordia de Dios son un mismo y solo atributo. Dios es infinitamente Justo por Su Misericordia y a su vez, es infinitamente Misericordioso por Su Justicia. No perdamos de vista que el pecado es la causa de todos los males que hay en el mundo; así, el sufrimiento, el dolor, la muerte, las desgracias de este mundo no son sino consecuencia de nuestros pecados. Dios no quiere castigarnos, pero Dios es Justo y juzga a cada quien según sus obras. Y de la misma manera que Dios no “perdonó” a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz, siendo víctima inocente; igualmente Dios no perdonará a una humanidad que lejos de arrodillarse y pedir perdón con humildad, se ensoberbece y se empeña en rechazarlo. Aún así, la Justicia de Dios movida por Su Misericordia hará, por este castigo, que muchas almas se puedan salvar.

En suma, tengamos presente una vez más las palabras de Jesucristo camino a su crucifixión:“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque si esto han hecho con el leño verde ¿qué no harán con el seco?.” (Lucas 23, 28 – 31). Si Jesucristo era el Cordero sin mancha, que no había cometido pecado, y fue molido por nuestros pecados y víctima de una terrible pasión y muerte, ¿qué será de nosotros que sí somos los verdaderos culpables?

 

JUICIO DE NACIONES

El Antiguo y Nuevo Testamento se refieren con claridad al Juicio de las Naciones que Dios va a desatar en el Día de su Cólera. He aquí algunas citas:

“Tiemblen todos los habitantes de la tierra porque se acerca el Día de Yahvé. Día de tinieblas y oscuridad.” (Joel: 2, 2)

“Cerca está el Día grande del Señor; Día de Ira es aquel, día de angustia y aflicción, día de devastación y tinieblas.” (Sofonías 1, 14 – 16)

“Yahvé estará a tu diestra, quebrantando reyes el Día de Su Ira. Juzgará las Naciones, llenando la región de cadáveres; aplastará cabezas en vasto campo y tomará venganza de la gente y castigará a los pueblos…” (Salmo 109, 5 – 6; 149, 7 – 9)

“El Señor entra en Juicio con las Naciones para juzgar a todos, para entregar a los impíos a la espada, palabra del Señor… vosotros los conoceréis al fin de los tiempos.” (Jeremías 25, 30; 30, 23)

“En la última parte de los días Él juzgará a las gentes… pues el Señor está irritado contra todas las naciones, airado contra el ejército de ellas… porque es el Día de la venganza de Yahvé, el año de hacer justicia a Sión.” (Isaías 34)

 

BATALLA DEL HARMAGEDÓN

Dentro del Día de Yahvé encontramos “la batalla del  Harmagedón”. Esta Guerra está preanunciada en el segundo sello – caballo rojo – y desarrollada en la sexta trompeta y la sexta copa. De esta copa, dice el texto así:

El sexto vertió su copa
sobre el gran río Eufrates,
y se secaron sus aguas
de modo que quedó preparado el camino
para los reyes de oriente.
Entonces vi tres espíritus inmundos como ranas
que salían de la boca del dragón,
de la boca de la bestia,
y de la boca del falso profeta.
Son espíritus demoníacos que hacen prodigios,
y se dirigen a los reyes de todo el orbe,
a fin de reunirlos para la batalla
del gran día del Dios ominpotente…
Y los reunió en el lugar llamado en hebreo
Harmagedón. (16, 12-14 y 16)

En el Día de Yahvé se combinarán, por permisión de Dios, tres tipos de castigos con origen diverso:

a.- las fuerzas cósmicas de la naturaleza;

b.- la acción diabólica y,

c.- la mano del hombre, teniendo lugar aquí la batalla del Harmagedón, que será desencadenada como hemos explicado al hablar de la sexta trompeta, por el Anticristo. Harmagedón – hoy día el Valle de Meggido – era para los hebreos el lugar típico de las batallas definitivas.

No se designa un lugar geográficamente específico; es el lugar simbólico en que serán desechadas para siempre las fuerzas del mal. Será la guerra de Oriente contra Occidente.

 

CONMOCIÓN DE LAS FUERZAS CÓSMICAS

Existen otros textos innumerables respecto al Día de la Ira de Yahvé que da inicio a su Parusía. Pero ahora queremos significar algunas citas que hacen referencia a cómo las fuerzas del cielo y del cosmos serán sacudidas al inicio de la Parusía, tal y como lo dice con claridad el libro del Apocalipsis.

Dice el Señor a través de Juan lo siguiente:

Y vi cuando abrió el sexto sello,
y se produjo un gran terremoto,
y el sol se puso negro como un saco de crin,
y la luna entera se puso como sangre;
y las estrellas del cielo cayeron a la tierra,
como deja caer sus higos
la higuera sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo fue retirado
como un libro que se enrolla,
y todos los montes y las islas
fueron removidos de sus asientos…;
porque ha llegado el gran día de su cólera
y ¿quién podrá sostenerse? (6,12-14 y 17)

El inicio de la Parusía viene acompañado con un sacudimiento de las fuerzas cósmicas, que encuentra paralelo con lo que Jesucristo anunció en su “discurso esjatológico” y que ocurrirá inmediatamente después de la Gran Tribulación desencadenada por el Anticristo. Dice así:

“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas” (Mateo 24, 20)

Entonces Jesucristo dice que las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Este texto encuentra también mayor claridad en textos del Antiguo Testamento:

Estalla, estalla la tierra, se hace pedazos la tierra, sacudida se bambolea la tierra, vacila la tierra como un beodo, se balancea…” (Isaías 24, 18 – 20)

Otro texto paralelo dice:

“Y retiembla la tierra, y da vueltas, por haberse cumplido…  los planes de Yahvé, de convertir la tierra de Babel en desolación sin habitantes.” (Jeremías 51, 29)

El profeta Joel dice al respecto:

“¡Tiemblen todos los habitantes del país porque llega el Día de Yahvé… Ante él tiembla la tierra, se estremecen los cielos, el sol y la luna se oscurecen, y las estrellas retraen su fulgor” (2, 1 – 2; 2, 10)

Queda pues debidamente sustentado en la Escritura que el Día de la Cólera o de Yahvé es el acto que inicia la manifestación refulgente de Cristo en la que va a herir a las Naciones, estableciendo su perfecta Justicia. La batalla del Harmagedón tiene lugar aquí. Asimismo, este Juicio viene acompañado por una conmoción  de las fuerzas cósmicas, tal y como lo describe literalmente la Escritura.

 

CAÍDA DE BABILONIA

Finalmente también vendrá el castigo de Babilonia, tal y como lo reitera Juan:

Cayó, cayó la gran Babilonia,
aquella que dio a beber
el vino del furor de su fornicación
a todas las naciones. (14, 8)

La Sagrada Escritura menciona a tres grandes Babilonias. La primera es la anunciada por los profetas como enemiga y opresora secular del pueblo de Israel. Esta Babilonia no es a la que se refiere el libro del Apocalipsis. La segunda Babilonia, atendiendo al llamado tipo de la profecía, no es otra que la Ciudad de Roma, la Roma de los Césares. Y en cuanto a la Babilonia propia de la profecía a la que Juan se refiere aquí, llamada el antitipo, se refiere a una gran ciudad capitalista, puerto de mar, ya sea Roma o Londres o Nueva York, o todas ellas juntas, o las principales urbes de Europa y América y que son asiento y promotoras de iniquidad, corrupción e idolatría. Es pues la gran Babilonia el origen de una civilización que está podrida hasta la médula. Una civilización bestial. Una urbe prostituida que va a ser destruida sin más.

Dice el texto:

La gran Babilonia fue recordada ante Dios
para darle a beber la copa del vino del furor de su ira. (16, 19)
Después de esto vi otro ángel
que bajaba del cielo, con gran poder,
y la tierra quedó iluminada con su claridad.
Y gritó con fuerte voz, diciendo:
Cayó, cayó la gran Babilonia
y se convirtió en morada de demonios,
en guarida de todo espíritu impuro
y en refugio de toda bestia inmunda y odiosa,
porque todas las naciones bebieron
del vino del furor de su lujuria,
los reyes de la tierra han fornicado con ella,
y con su desenfrenado lujo se han enriquecido
los mercaderes de la tierra. (18, 1 – 3)

Más adelante dice el texto lo siguiente:

¡Ay, ay, la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad fuerte:
En una sola hora ha llegado tu condena …
Ay, ay, la gran ciudad,
la que vestía de lino,
púrpura y escarlata,
adornada con oro, piedras preciosas y perlas:
en una sola hora
han sido arrastradas tantas riquezas …
Ay, ay, la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron todos los armadores de barcos:
en una sola hora ha sido arrasada! (18,10;16;17 y 19)

El furor de la ira de Dios es implacable contra la gran Babilonia, que además es asiento de la Gran Ramera, la religión prostituida, el cristianismo adulterado vaciado de su contenido sobrenatural y rellenado de espíritu de soberbia que invita al hombre a ser como Dios. Así la religión adulterada se pone al servicio de la política, de la potencia secular que será el instrumento del Anticristo. Y todo ello simboliza a la gran Babilonia.

Así lo confirma el propio vidente de Patmos:

Ven, te mostraré el castigo de la gran ramera,
la  que se sienta sobre muchas aguas.
Con ella han fornicado los reyes de la tierra,
y se han embriagado los habitantes de la tierra
con el vino de su lujuria.
Me condujo en espíritu al desierto,
y vi una mujer sentada
sobre una bestia roja,
llena de nombres blasfemos,
que tenía siete cabezas y diez cuernos.
La mujer estaba revestida
de púrpura y escarlata,
adornada con oro,
piedras preciosas y perlas.
Tenía en la mano un vaso de oro lleno de abominaciones
y de las inmundicias de su fornicación,
y escrito en su frente un nombre, un misterio:
La gran Babilonia, madre de las lascivas
y abominaciones de la tierra.
Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos
y de la sangre de los mártires de Jesús.
Al verla me admiré con gran asombro. (17, 1-6)

La visión antecedente nos presenta a la mujer que “fornica con los reyes de la tierra y que hizo beber del vino de su fornicación a los moradores de la tierra”. Esta mujer es la cabeza y vehículo de una religión adulterada, idolátrica, de una falsa iglesia y que está al servicio de una civilización babilónica que se ha prostituido con los poderes de este mundo, pues los pueblos de la tierra se embriagaron de ese vino, y es así, porque la mujer primero se embriagó de la sangre de los mártires.

En conclusión de lo dicho, la Parusía significará el fin de la civilización actual, civilización que se ha vuelto capaz de corromper a todo y a todos pues está de raíz totalmente corrompida. Es necesario una transformación del estado actual del hombre consigo mismo, con los demás, con la creación entera, y desde luego, con respecto a Dios. Este proceso de cambio radical  y profundo será operado de manera esencial mediante la Parusía de Cristo.

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La parusía es la fuente de certeza y de valor para el cristiano, por Benedicto XVI

El tema de la resurrección abre una nueva perspectiva, la de la espera de la vuelta del Señor, y por ello nos lleva a reflexionar sobre la relación entre el tiempo presente, tiempo de la Iglesia y del Reino de Cristo, y el futuro (éschaton) que nos espera, cuando Cristo entregará el Reino al Padre (cfr 1 Cor 15,24). Todo discurso cristiano sobre las realidades últimas, llamado escatología, parte siempre del acontecimiento de la resurrección: en este acontecimiento las realidades últimas ya han empezado y, en un cierto sentido, ya están presentes.

Probablemente en el año 52 san Pablo escribió la primera de sus cartas, la primera Carta a los Tesalonicenses, donde habla de esta vuelta de Jesús, llamada parusía, adviento, nueva y definitiva y manifiesta presencia (cfr 4,13-18). A los Tesalonicenses, que tienen sus dudas y problemas, el Apóstol escribe así: «si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús» (4,14). Y continua: «los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires» (4,16-17). Pablo describe la parusía de Cristo con acentos muy vivos y con imágenes simbólicas, pero que transmiten un mensaje sencillo y profundo: al final estaremos siempre con el Señor. Este es, más allá de las imágenes, el mensaje esencial: nuestro futuro es «estar con el Señor»; en cuanto creyentes, en nuestra vida nosotros ya estamos con el Señor; nuestro futuro, la vida eterna, ya ha comenzado.

En la segunda Carta a los Tesalonicenses, Pablo cambia la perspectiva; habla de acontecimientos negativos, que deberán preceder al final y conclusivo. No hay que dejarse engañar -dice- como si el día del Señor fuese verdaderamente inminente, según un cálculo cronológico: «Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera» (2,1-3).

La continuación de este texto anuncia que antes de la llegada del Señor estará la apostasía y se revelará el no mejor identificado «hombre inicuo», el «hijo de la perdición» (2,3), que la tradición llamará después el Anticristo. Pero la intención de esta Carta de san Pablo es sobre todo práctica; escribe: «cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado de que hay entre vosotros algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A esos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan» (3, 10-12). En otras palabras, la espera de la parusía de Jesús no dispensa del trabajo en este mundo, sino al contrario, crea responsabilidades ante el Juez divino sobre nuestro actuar en este mundo. Precisamente así crece nuestra responsabilidad de trabajar en y para este mundo. Veremos lo mismo el próximo domingo en el Evangelio de los talentos, donde el Señor nos dice que ha confiado talentos a todos y el Juez nos pedirá cuentas de ellos diciendo: ¿Habéis traído fruto? Por tanto la espera de su venida implica responsabilidad hacia este mundo.

La misma cosa y el mismo nexo entre parusía – vuelta del Juez-Salvador – y nuestro compromiso en la vida aparece en otro contexto y con aspectos nuevos en la Carta a los Filipenses. Pablo está en la cárcel y espera la sentencia, que puede ser de condena a muerte. En esta situación piensa en su futuro estar con el Señor, pero piensa también en la comunidad de Filipos, que necesita a su padre, Pablo, y escribe: «para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger… Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús, cuando yo vuelva a estar entre vosotros» (1, 21-26).

Pablo no tiene miedo a la muerte, al contrario: esta indica de hecho el completo ser con Cristo. Pero Pablo participa también de los sentimientos de Cristo, el cual no ha vivido para sí mismo, sino para nosotros. Vivir para los demás se convierte en el programa de su vida y por ello muestra su perfecta disponibilidad a la voluntad de Dios, a lo que Dios decida. Está disponible sobre todo, también en el futuro, a vivir en la tierra para los demás, a vivir por Cristo, a vivir por su presencia viva y así para la renovación del mundo. Vemos que este ser suyo con Cristo crea a gran libertad interior: libertad ante la amenaza de la muerte, pero libertad también ante todas las tareas y los sufrimientos de la vida. Estaba sencillamente disponible para Dios y realmente libre.

Y pasamos ahora, tras haber examinado los diversos aspectos de la espera de la parusía de Cristo, a preguntarnos: ¿cuáles son las actitudes fundamentales del cristiano hacia las realidades últimas: la muerte, el fin del mundo?

La primera actitud es la certeza de que Jesús ha resucitado, está con el Padre, y por eso está con nosotros, para siempre. Y nadie es más fuerte que Cristo, porque Él está con el Padre, está con nosotros. Por eso estamos seguros, liberados del miedo. Este era un efecto esencial de la predicación cristiana. El miedo a los espíritus, a los dioses, estaba difundido en todo el mundo antiguo. Y también hoy los misioneros, junto con tantos elementos buenos de las religiones naturales, encuentran el miedo a los espíritus, a los poderes nefastos que nos amenazan. Cristo vive, ha vencido a la muerte y ha vencido a todos estos poderes. Con esta certeza, con esta libertad, con esta alegría vivimos. Este es el primer aspecto de nuestro vivir hacia el futuro.

En segundo lugar, la certeza de que Cristo está conmigo. Y de que en Cristo el mundo futuro ya ha comenzado, esto da también certeza de la esperanza. El futuro no es una oscuridad en la que nadie se orienta. No es así. Sin Cristo, también hoy para el mundo el futuro está oscuro, hay miedo al futuro, mucho miedo al futuro. El cristiano sabe que la luz de Cristo es más fuerte y por eso vive en una esperanza que no es vaga, en una esperanza que da certeza y valor para afrontar el futuro.

Finalmente, la tercera actitud. El Juez que vuelve -es juez y salvador a la vez- nos ha dejado la tarea de vivir en este mundo según su modo de vivir. Nos ha entregado sus talentos. Por eso nuestra tercera actitud es: responsabilidad hacia el mundo, hacia los hermanos ante Cristo, y al mismo tiempo también certeza de su misericordia. Ambas cosas son importantes. No vivimos como si el bien y el mal fueran iguales, porque Dios solo puede ser misericordioso. Esto sería un engaño. En realidad, vivimos en una gran responsabilidad. Tenemos los talentos, tenemos que trabajar para que este mundo se abra a Cristo, sea renovado. Pero incluso trabajando y sabiendo en nuestra responsabilidad que Dios es el juez verdadero, estamos seguros también de que este juez es bueno, conocemos su rostro, el rostro de Cristo resucitado, de Cristo crucificado por nosotros. Por eso podemos estar seguros de su bondad y seguir adelante con gran valor.

Un dato ulterior de la enseñanza paulina sobre la escatología es el de la universalidad de la llamada a la fe, que reúne a judíos y gentiles, es decir, a los paganos, como signo y anticipación de la realidad futura, por lo que podemos decir que estamos sentados ya en el cielo con Jesucristo, pero para mostrar a los siglos futuros la riqueza de la gracia (cfr Ef 2,6s): el después se convierte en un antes para hacer evidente el estado de realización incipiente en que vivimos. Esto hace tolerables los sufrimientos del momento presente, que no son comparables a la gloria futura (cfr Rm 8,18). Se camina en la fe y no en la visión, y aunque fuese preferible exiliarse del cuerpo y habitar con el Señor, lo que cuenta en definitiva, morando en el cuerpo o saliendo de él, es ser agradable a Dios (cfr 2 Cor 5,7-9).

Finalmente, un último punto que quizás parece un poco difícil para nosotros. San Pablo en la conclusión de su segunda Carta a los Corintios repite y pone en boca también a los Corintios una oración nacida en las primeras comunidades cristianas del área de Palestina: Maranà, thà! que literalmente significa «Señor nuestro, ¡ven!» (16,22). Era la oración de la primera comunidad cristiana, y también el último libro del Nuevo testamento, el Apocalipsis, se cierra con esta oración: «¡Señor, ven!». ¿Podemos rezar también nosotros así? Me parece que para nosotros hoy, en nuestra vida, en nuestro mundo, es difícil rezar sinceramente para que perezca este mundo, para que venga la nueva Jerusalén, para que venga el juicio último y el juez, Cristo. Creo que si no nos atrevemos a rezar sinceramente así por muchos motivos, sin embargo de una forma justa y correcta podemos también decir con los primeros cristianos: «¡Ven, Señor Jesús!».

Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del mundo. Pero, por otra parte, queremos que termine este mundo injusto. También nosotros queremos que el mundo sea profundamente cambiado, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre.

Queremos todo esto: ¿y cómo podría suceder sin la presencia de Cristo? Sin la presencia de Cristo nunca llegará realmente un mundo justo y renovado. Y aunque de otra manera, totalmente y en profundidad, podemos y debemos decir también nosotros, con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo: ¡Ven, Señor! Ven a tu mundo, en la forma que tú sabes. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven a los campos de refugiados, en Darfur y en Kivu del norte, en tantos lugares del mundo. Ven donde domina la droga. Ven también entre esos ricos que te han olvidado, que viven solo para sí mismos. Ven donde eres desconocido. Ven a tu mundo y renueva el mundo de hoy. Ven también a nuestros corazones, ven y renueva nuestra vida, ven a nuestro corazón para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia suya. En este sentido rezamos con san Pablo: ¿Maranà, thà! «¡Ven, Señor Jesús»!, y rezamos para que Cristo esté realmente presente hoy en nuestro mundo y lo renueve.

Fuente: Intervención en la audiencia general de Benedicto XVI en ciudad del Vaticano, el miércoles 12 noviembre 2008.

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¿Se equivocó Jesús sobre el momento de su segunda venida?

Jesucristo responde a dos preguntas: cuándo ocurrirá la destrucción del Templo (que profetiza en Mt 24,2) y su Segunda Venida. Las dos cosas no tienen lugar en el mismo momento, pero según el conocimiento profético una es «tipo» (typós, figura) de la otra (antitypo), y Jesús las mezcla en su respuesta.

La objeción fue ya presentada en el siglo XIX por la llamada escuela de la «Teoría escatológica», o «Tesis de la escatología consecuente», de origen protestante liberal. Entre sus mentores hay que citar a los racionalistas W. Baldensperger, J. Weiss, W. Wrede, A. Schweitzer y A. Loisy. Puede leerse la argumentación y refutación de la misma en el clásico libro de Albert Lang, «Teología fundamental», Rialp, Madrid 1975, tomo I, p. 70 y siguientes.

Un excelente análisis de estos textos, desde el punto de vista escriturístico y apologético puede encontrarlo en L. de Grandmaison, Jesucristo, Editorial Litúrgica Española, Barcelona 1941, pp. 430-461 (se trata éste de uno de los libros más importantes que se han escrito sobre la persona y pensamiento de Jesucristo; ha sido publicado nuevamente este año 2000).

Si Usted lee bien los textos, Jesucristo responde a dos preguntas: cuándo ocurrirá la destrucción del Templo (que profetiza en Mt 24,2) y su Segunda Venida. Las dos cosas no tienen lugar en el mismo momento, pero según el conocimiento profético una es «tipo» (typós, figura) de la otra (antitypo). Jesucristo, pues, responde mezclando, como todos los profetas, ambas respuestas. Por eso, así como se refiere a dos acontecimientos distintos, así hay dos respuestas distintas, aunque unidas.

1) No pasará esta generación: la destrucción de Jerusalén y del Templo tuvo lugar durante la vida de la generación a la que Jesús hablaba. De hecho, según cuenta Eusebio de Cesarea, recordando estas palabras de Cristo, los cristianos de Jerusalén al escuchar hablar del avance romano cerca del año 70, huyeron a los montes y se salvaron (y extendieron la fe cristiana); en cambio, los judíos confiaron que podrían resistir y sucumbieron en el monstruoso asedio de Jerusalén o quedaron esclavizados después de él.

2) Parte de las palabras de este discurso se refiere al fin del mundo. De este dice claramente Jesús que nadie sabe ni el día ni la hora en que ocurrirá, ni siquiera los ángeles ni siquiera «el Hijo» (expresión ésta que significa que el Hijo no puede tomar la iniciativa de manifestarlo, como indica el término «conocer» que tiene un sentido práctico). Para más detalles puede ver el detallado comentario de Manuel de Tuya, «Biblia Comentada», B.A.C., Madrid, 1974; tomo II, págs. 514-536.

Le transcribo parte del comentario del teólogo que en Argentina más estudió el tema escatológico: «Cristo juntó la Primera con la Segunda Profecía –y esto es una gravísima dificultad de este paso del Evangelio– o mejor dicho, hizo de la Primera el typoo emblema de la Segunda. Los Apóstoles le preguntaron todo junto; y El respondió todo junto. ‘Dinos cuándo serán todas esas cosas y qué señales habrá de tu Venida y la consumación del siglo…’. ‘Todas estas cosas’ eran para ellos la destrucción de Jerusalén –a la cual había aludido Cristo mirando al Templo– y el fin del mundo; pues creían erróneamente que el Templo habría de durar hasta el fin del mundo. Hubiese sido muy cómodo para nosotros que Cristo respondiera: ‘Estáis equivocados; primero sucederá la destrucción de Jerusalén y después de un largo intersticio el fin del mundo; ahora voy a daros las señales del fin de Jerusalén y después las del fin del mundo.’ Pero Cristo no lo hizo así; comenzó un largo discurso en que dio conjuntamente los signos precursores de los dos grandes Sucesos, de los cuales el uno es figura del otro; y terminó su discurso con estas dificultosísimas palabras:

‘Palabra de honor os digo que no pasará esta generación

Sin que todas estas cosas se cumplan…

Pero de aquel día y de aquella hora nadie sabe.

Ni siquiera los Ángeles del Cielo. Sino solamente el Padre.’

La impiedad contemporánea –siguiendo a la llamada escuela escatológica, fundada por Johann Weis en 1900– saca de estas palabras una objeción contra Cristo, negando en virtud de ellas que Cristo fuese Dios y ni siquiera un Profeta medianejo: porque ‘se equivocó’: creía que el fin del mundo estaba próximo, en el espacio de su generación, ‘a unos 40 años de distancia’. Según Johann Weis y sus discípulos, el fondo y médula de toda la prédica de Cristo fue esa idea de que el mundo estaba cercano a la Catástrofe Final, predicha por el Profeta Daniel; después de la cual vendría una especie de restauración divina, llamada el Reino de Dios; y que Cristo fue un interesante visionario judío; pero tan Dios, tan Mesías, y tan Profeta como yo y usted.

El único argumento que tienen para barrer con todo el resto del Evangelio –donde con toda evidencia Cristo supone el intersticio entre su muerte y el fin del mundo, tanto en la fundación de su Iglesia, como en varias parábolas– son esas palabras; ‘no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla’, las cuales se cumplieron efectivamente con la destrucción de Jerusalén.

–Pero no vino el fin del mundo.

–Del fin del mundo, añadió Cristo que no sabemos ni sabremos ja­más el día ni la hora.

–Pero ¿por qué no separó Cristo los dos sucesos, si es que conocía el futuro, como Dios y como Profeta?

–Por alguna razón que Él tuvo, y que es muy buena aunque ni usted ni yo la sepamos. Y justamente quizá por esa misma razón de que fue profeta: puesto que así es el estilo profético.

–¿Cuál? ¿Hacer confusión?

–No; ver en un suceso próximo, llamado typo, otro suceso más re­moto y arcano llamado antitypo; y así Cristo vio por transparencia en la ruina de Jerusalén el fin del ‘siglo’; y si no reveló más de lo que aquí está, es porque no se puede revelar, o no nos conviene.

La otra dificultad grave que hay en este discurso es que por un lado se nos dice que no sabremos jamás ‘el día ni la hora’ del Gran Derrumbe, el cual será repentino ‘como el relámpago’; y por otro lado se pone Cristo muy solícito a dar señales y signos para marcarlo, cargando a los suyos de que anden ojos abiertos y sepan conocer los ‘signos de los tiempos’, como conocen que viene el verano cuando reverdece la higuera. ¿En qué quedamos? Si no se puede saber ¿para qué dar señales?

No podremos conocer nunca con exactitud la fecha de la Parusía, pero podremos conocer su inminencia y su proximidad. Y así los primeros cristianos, residentes en Jerusalén hacia el año 70, conocieron que se verificaban las señales de Cristo, y siguiendo su palabra: ‘Entonces, los que estén en Judea huyan a los montes; y eso sin detenerse un momento’ se refugiaron en la aldea montañosa de Pella y salvaron, de la horripilante masacre que hicieron de Sión las tropas de Vespasiano y Tito, el núcleo de la primera Iglesia…» (Leonardo Castellani, «El Evangelio de Jesucristo»).

Fuente: «El Teólogo Responde» del IVE. Responde el P. Miguel Ángel Fuentes, V.E.

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La misión encomendada a la Santísima Virgen María en los Últimos Tiempos

En el punto culminante de la revelación sobre los últimos tiempos, Dios manifiesta la misión encomendada a la Santísima Virgen María (Apocalipsis: 11:15-19; 12: 1-2 y 10):

“Tocó el séptimo Ángel. Entonces sonaron en el cielo fuertes voces que decían: «Ha llegado el reinado sobre el mundo de nuestro Señor y de su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos». Y los veinticuatro Ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios diciendo: «Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, Aquel que es y que era porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado. Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu cólera y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra». Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el Arca de su Alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada.

Y una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz (…) Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: «Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo…»”.

A lo largo de toda la historia de la Iglesia hubo quienes se ocuparon de recordar y destacar que María Santísima es “el Gran Signo de Dios sobre la tierra”.

Entre aquellos que han enseñado y predicado la misión providencial de la Madre de Dios se destaca San Luís Maria Grignion de Montfort.

Este enamorado de María nació en 1673 y murió en 1716; fue un valiente defensor de la fe católica, un predicador elocuente de la Cruz y del Rosario, un devoto esclavo de Jesús en María y un propagador infatigable de la esclavitud mariana.

En su admirable Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, el santo misionero anuncia, con acentos de profeta, que pronto el Reino de Jesús por María se establecerá en las almas:

[113] “Hoy me siento más que nunca animado a creer y esperar aquello que tengo profundamente grabado en el corazón y que vengo pidiendo a Dios desde hace muchos años, a saber, que tarde o temprano, la Santísima Virgen tenga más hijos, servidores y esclavos de amor que nunca y que, por este medio, Jesucristo, reine como nunca en los corazones.”

[114] “Preveo claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con sus diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se ha servido para redactarlo o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas o en el silencio de un cofre, a fin de que no sea publicado. Atacarán, incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero, ¡qué importa! ¡Tanto mejor! ¡Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la formación de un escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al demonio y a la naturaleza corrompida, en los tiempos como nunca peligrosos que van a llegar! «¡Qué el lector comprenda!» «¡Entiéndalo el que pueda!»”

La profecía concerniente al Tratado de la Verdadera Devoción se cumplió al pie de la letra: en efecto, sólo en 1824 el manuscrito fue recuperado del fondo de un cofre donde se hallaba enterrado.

El oráculo debe cumplirse también respecto de la extensión del Reino de María…

¿Qué tiempo ha sido más peligroso para la Iglesia y para las almas que el nuestro? Por todas partes el error y la mentira llevan a cabo una batalla sacrílega contra la Verdad.

Pero, contra la apostasía generalizada, la piedad y la devoción marianas se desarrollan, y las palabras de la Sagrada Escritura cobran una tangible realidad: “Un Gran Signo apareció en el cielo”.

Sí, vivimos en plena época de actividad mariana. La Santísima Virgen María está intentando con su intervención forzar a sus hijos a rectificar el camino de apostasía emprendido por la humanidad.

Algunos intérpretes ven en el Arca de la Alianza a la Santísima Virgen María (Foederis Arca) visible en la tierra en los últimos tiempos. Puede significar sus apariciones, su devoción aumentada, la definición dogmática de sus glorias, privilegios y prerrogativas… o mejor, todo ello junto.

 

MANIFESTACIÓN DE MARÍA, LOS ÚLTIMOS TIEMPOS Y LA PARUSÍA

Según la tesis de San Luís Maria Grignion, la manifestación de la Santísima Virgen estaba reservada para los últimos tiempos, como él lo afirma claramente en el Tratado de la Verdadera Devoción:

[49] “Por María ha comenzado la salvación del mundo y por María debe ser consumada. María casi no ha aparecido en el primer advenimiento de Jesucristo… Pero, en el segundo María debe ser conocida y revelada mediante el Espíritu Santo, a fin de hacer por Ella conocer, amar y servir a Jesucristo”.

[50] “Dios quiere, pues, revelar y descubrir a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos”.

San Luís María pone estos últimos tiempos en relación con la Parusía o Segunda Venida de Nuestro Señor:

[50] “Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos (…) porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo sea (…) porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente (…) porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en misericordia, poder y gracia (…) porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces «como un ejército en orden de batalla» sobre todo en estos últimos tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás.”

Estos últimos tiempos están relacionados por el Santo con la plena manifestación de la Santísima Virgen y con el Anticristo, y no con una época más remota; en efecto, San Luís dice:

[51] “Es principalmente de estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que aumentarán todos los días hasta el reinado del Anticristo, de las que se debe entender esta primera y célebre predicción y maldición de Dios, lanzada en el paraíso terrenal contra la serpiente: «Yo pondré enemistades entre tí y la mujer, y tu raza y la suya; ella misma te aplastará la cabeza y tú pondrás asechanzas a su talón»” (Gén. 3:15)

Cuando el Santo escribía estas cosas pensaba que ocurrirían próximamente, y no como algo perdido en la lejanía de los tiempos venideros de la historia; podemos confirmarlo en el texto siguiente:

[47] “He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo y muy pronto”

La Verdadera Devoción marial tiene una connotación apocalíptica esencial; separarlas equivale a adulterar el mensaje de San Luís y a desnaturalizar la esclavitud mariana.

San Luís María comienza su Tratado relacionando sin ninguna duda el Reino de Jesucristo y su Parusía con la devoción a la Santísima Virgen:

[1] “Por la Santísima Virgen Jesucristo ha venido al mundo y también por Ella debe reinar en él”

[13] “La divina María ha estado desconocida hasta aquí, que es una de las razones por qué Jesucristo no es conocido como debe serlo. Si, pues, como es cierto, el conocimiento y el Reino de Jesucristo llegan al mundo, ello no será sino continuación necesaria del conocimiento y del Reino de la Santísima Virgen, que lo dio a la luz la primera vez y lo hará resplandecer la segunda”

San Luís María precisa, pues, la connotación íntima entre los últimos tiempos y la devoción mariana: la manifestación de la Virgen María es para el santo un hecho que señala claramente los tiempos apocalípticos, los últimos, de los cuales nos hablan las Sagradas Escrituras.

Ahora bien, todas las apariciones marianas a partir del siglo XIX constituyen un mensaje celeste para advertirnos de que estamos indudablemente en los últimos tiempos, en el fin de los tiempos, que presagian la Segunda Venida de Jesucristo.

A partir de 1830, en París, asistimos a una serie de apariciones de Nuestra Señora; este hecho prueba, de manera irrefutable, que nos encontramos en los últimos tiempos descriptos por el Apocalipsis que, como indica San Luís María, están reservados para la verdadera devoción mariana.

Con la aparición de La Salette, en 1846, Nuestra Señora deja un mensaje netamente apocalíptico, en el cual se anuncia el eclipse de la Iglesia y la perdida de la fe, incluso en Roma, que no sólo perderá la fe, sino que llegará a ser la sede del Anticristo.

 

FÁTIMA Y EL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

El secreto de Fátima, comunicado a los tres videntes el 13 de julio de 1917, concluye por una promesa que nos establece en una gran esperanza. En efecto, la Virgen Inmaculada anuncia que el terrible combate de los últimos tiempos llega a una etapa crucial en 1960, pero que terminará por la victoria final de su Corazón Inmaculado.

Si bien la conclusión del Secreto no anuncia de una manera explícita que el triunfo del Corazón Inmaculado será de orden universal, todo el contexto lo implica indudablemente. El Secreto tiene, en efecto, de una punta a la otra, un alcance mundial.

En el texto, la palabra “mundo” se repite cuatro veces:

Es “en el mundo” que Dios quiere establecer la devoción al Corazón Inmaculado de María.

Si no obedecen a los pedidos de Nuestra Señora, es “el mundo” que será castigado por Dios a causa de sus crímenes.

Es “a través del mundo” que Rusia expandirá sus errores.

Es finalmente “al mundo” que será dado un cierto tiempo de paz.

Por lo tanto, cuando Nuestra Señora anuncia solemnemente “Al fin mi Corazón Inmaculado triunfará”, se trata de un triunfo universal.

El culto de este dulce y tierno Corazón Inmaculado preparará la instauración del Reino glorioso del Sagrado Corazón de Jesús en toda la tierra.

Esto es lo que enseña, con claridad y fuerza, San Luís María Grignion de Montfort, el profeta de la victoria de María en el gran combate de los últimos tiempos, cuya inminencia prevé.

El santo asocia, no solamente la manifestación y el conocimiento de María a la Segunda Venida de Nuestro Señor, sino también que ésta tiene por finalidad hacer reinar a Jesucristo sobre la tierra:

[158] “Y si mi amable Jesús viene, en su gloria, por segunda vez a la tierra (como es cierto) para reinar en ella, no elegirá otro camino para su viaje que la divina María, por la cual tan segura y perfectamente ha venido por primera vez. La diferencia que habrá entre su primera venida y la última, es que la primera ha sido secreta y escondida, la segunda será gloriosa y resplandeciente; pero ambas serán perfectas, porque las dos serán por María. ¡Ay! He aquí un misterio incomprensible: «Hic taceat omnis lingua» (Calle aquí toda lengua)”

Esta idea la encontramos también en el número 13, que ya hemos citado:

[13] “Si, pues, como es cierto, el conocimiento y el Reino de Jesucristo llegan al mundo, ello no será sino continuación necesaria del conocimiento y del Reino de la Santísima Virgen, que lo dio a la luz la primera vez y lo hará resplandecer la segunda”

En su libro El Secreto de María, el Santo pone magistralmente la devoción mariana en relación con la Segunda Venida y el Reino de Cristo:

[58] “Así como por María vino Dios al mundo la vez primera en humildad y anonadamiento, ¿no podría también decirse que por María vendrá la segunda vez, como toda la Iglesia lo espera, para reinar en todas partes y juzgar a los vivos y a los muertos? Cómo y cuándo, ¿quién lo sabe? Pero yo bien sé que Dios, cuyos pensamientos se apartan de los nuestros más que el cielo de la tierra, vendrá en el tiempo y en el modo menos esperados de los hombres, aun de los más sabios y entendidos en la Escritura Santa, que está en este punto muy oscura”.

[59] “Pero todavía debe creerse que al fin de los tiempos, y tal vez más pronto de lo que se piensa, suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu Santo y del espíritu de María, por los cuales esta divina Soberana hará grandes maravillas en la tierra, para destruir en ella el pecado y establecer el reinado de Jesucristo, su Hijo, sobre el corrompido mundo; y por medio de esta devoción a la Santísima Virgen, que no hago más que descubrir a grandes rasgos, empequeñeciéndola con mi miseria, estos santos personajes saldrán con todo”.

El pensamiento del Santo es claro y su expresión también: por María llegará el Reino de Jesús, al fin de los tiempos, después de su Parusía.

Para San Luís Maria el triunfo es por la Parusía y por intermedio de la Virgen. Basta recordar lo que dice insistentemente:

[13] “Si, pues, como es cierto, el conocimiento y el Reino de Jesucristo llegan al mundo, ello no será sino continuación necesaria del conocimiento y del Reino de la Santísima Virgen, que lo dio a la luz la primera vez y lo hará resplandecer la segunda”.

San Luís María identifica Parusía y Reino de Cristo.

Recordemos la Oración abrasada, que es eminentemente apocalíptica:

“Acordaos, Señor, de esta Comunidad en los efectos de vuestra justicia. Es tiempo de hacer lo que habéis prometido hacer. Vuestra divina ley es transgredida; vuestro Evangelio abandonado; los torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y hasta arrastran a vuestros servidores; toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre el trono; vuestro santuario es profanado, y la abominación está hasta en el lugar santo. ¿Dejaréis todo, así, en el abandono, justo Señor, Dios de las venganzas? ¿Llegará a ser todo, al fin, como Sodoma y Gomorra? ¿Os callaréis siempre? ¿No es preciso que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo, y que venga vuestro reino? ¿No habéis mostrado de antemano a algunos de vuestros amigos una futura renovación de vuestra Iglesia? ¿No deben los judíos convertirse a la verdad? ¿No es eso lo que la Iglesia espera? ¿No Os claman justicia todos los santos del cielo: vindica? ¿No Os dicen todos los justos de la tierra: Amen, veni Domine? Todas las criaturas, hasta las más insensibles, gimen bajo el peso de los innumerables pecados de Babilonia, y piden vuestra venida para restablecer todas las cosas”

Es totalmente claro que el triunfo debe venir por la intervención de Jesucristo en su Parusía.

Esto excluye el triunfo antes de la Parusía; porque, además, el triunfo es el Reino de Cristo sobre la tierra, después de la Segunda Venida.

El Santo identifica en sus escritos Parusía – Triunfo – Reino.

Quien no comprenda que San Luís enseña esto, no comprende nada sobre la doctrina del Santo.

 

LA PROMESA DEL TRIUNFO UNIVERSAL DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

El mensaje de Fátima nos enseña que en el momento de la gran apostasía será la devoción a la Santísima Virgen, y más precisamente la práctica de la reparación a su Corazón Inmaculado, que los purificara a todos del veneno del error y de las seducciones de Satán, y que los conducirá a Dios.

El Padre Maximiliano Kolbe, sin saber nada, aparentemente, de las apariciones de Fátima, conocía la misión que Dios ha confiado a la Virgen Inmaculada en el combate apocalíptico:

“Nuestra época es la época de la Inmaculada. La serpiente levanta la cabeza sobre toda la tierra; pero la Inmaculada va a aplastarla por victorias decisivas, bien que él no cesa de acechar a su talón.
Bajo el estandarte de la Inmaculada se librará una gran batalla, y nosotros haremos ondular sus estandartes en las fortalezas del Príncipe de tinieblas.
Entonces las herejías y los cismas se extinguirán, y los pecadores empedernidos, gracias a la Inmaculada, volverán a Dios, a su Corazón lleno de amor, y todos los paganos se harán bautizar.
De este modo se cumplirá lo que Santa Catalina Labouré
(a quien la Inmaculada reveló la Medalla Milagrosa) había previsto, es decir, que la Inmaculada será la «Reina del mundo entero» y «de cada uno en particular»”.

El Reverendo Padre Emmanuel escribía en diciembre 1880:

“Muchas veces usted habrá escuchado que se dice que «un día sigue a otro día sin que se parezcan»; pues bien, yo le digo que «muchas veces las horas se parecen sin que se sigan».
Debemos ante todo velar, como en aquella «hora» de la cual habla Jesús. Un cierto día, a una cierta hora, las tinieblas reinaban sobre la tierra, y hombres de tinieblas llevaban a cabo obras de tinieblas… Nuestro Señor les dijo: «Esta es vuestra hora, la hora del poder de las tinieblas».
Aquella hora pasó hace ya muchos siglos y, sin embargo, la hora presente tiene con ella muchas semejanzas.
Aquella fue la hora de la traición, esta es la hora de la mentira. La hora presente es la hora en que la fe se calla. Cuando la palabra pertenece a la mentira, la verdad permanece en silencio.
Las tinieblas de la hora presente nos hacen desear vivamente los esclarecimientos de la luz de arriba, y nada aparece. El sol está lejos de nosotros, la luna está velada, las estrellas están eclipsadas y puede ser que caigan del cielo; es la noche.
Puede ser que usted me pregunte: «¿Qué hace, mientras tanto Nuestra Señora de la Santa Esperanza?»
Ella relee su historia en un viejo libro, el libro de Job. Allí leemos estas palabras: «Lámpara despreciada por los ricos, preparada para el tiempo establecido» (12: 5).
«Lámpara». Nada más necesario en las horas de tinieblas. Demos gracias a Dios que nos ha proporcionado una lámpara para las horas trágicas que atravesamos.
«Lámpara despreciada». No tenida en cuenta, desconocida.
«Despreciada por los ricos». Incluso hay algunos que no se atreven a pronunciar su Nombre.
«Preparada». Ella espera… aguarda la hora marcada.
«Preparada para el tiempo establecido». Ese tiempo no es este tiempo, aquella hora no es esta hora. Esta hora pasará, y aquella hora llegará.
Debemos tener paciencia respecto de esta hora presente, y tenemos que obtener esperanza para aquella otra futura, que no tardará en llegar.
Seamos, más que nunca, fieles hijos de Nuestra Señora de la Santa Esperanza.”

Por lo tanto, mientras la noche de la “desorientación diabólica” se espesa, las palabras de la Virgen María resplandecen en nuestro cielo como una estrella: “Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará”

La serpiente infernal será irreversiblemente derribada, su cabeza aplastada.

 

PROMESA IRREVOCABLE, INCONDICIONAL

De este modo, Nuestra Señora no nos ha dado una vaga e incierta promesa de victoria final, sino que ha indicado con precisión los acontecimientos maravillosos que suscitarán y establecerán el Reino Universal de su Corazón Inmaculado.

Sí, esta hora llegará, y nosotros podemos adelantarla respondiendo plenamente, por lo que toca a nuestra parte, a los pedidos de Nuestra Señora: la recitación cotidiana del Rosario y de las oraciones enseñadas por el Ángel y por la Virgen María; práctica de la Comunión reparadora de los Primeros Sábados; porte del Escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo como signo de nuestra consagración a su Corazón Inmaculado.

Concluyamos con San Luís María:

[217] “El alma de María estará en ti para glorificar al Señor y su espíritu su alborozará por ti en Dios, su Salvador, con tal que permanezcas fiel a las prácticas de esta devoción. «Que el alma de María more en cada uno para engrandecer al Señor, que el espíritu de María permanezca en cada uno para regocijarse en Dios».
¡Ay! ¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso, dice un santo varón de nuestros días, ferviente enamorado de María, cuándo llegará ese tiempo dichoso en que Santa María sea restablecida como Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al imperio de su excelso y único Jesús?
¿Cuándo respirarán las almas a María como los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas sucederán entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo al encontrar a su Esposa como reproducida en las almas vendrá a ellas con abundancia de sus dones y las llenará de ellos, especialmente del de sabiduría, para realizar maravillas de gracia. ¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso, ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas en el abismo de su interior, se transformarán en copias vivientes de la Santísima Virgen, para amar y glorificar a Jesucristo? Ese tiempo sólo llegará cuando se conozca y viva la devoción que yo enseño: «Ut adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariæ!» «¡Señor, a fin de que venga tu reino, que venga el reino de María!»”

Fuente: Es la hora de María

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La muerte de Ariel Sharon abre la posibilidad de la vuelta del Mesías

La profecía de un rabino que vio a Jesús.

 

Murió el ex primer ministro israelí Ariel Sharon. Tenía 85 años y desde el 2006 se encontraba en coma. Rigió la política en Israel entre 2001 y 2006, cuando sufrió un derrame cerebral. Más allá de su desaparición, el hecho significativo es que es parte de la predicción de la vuelta de Jesús por un venerado  rabino.

 

rabino Yitzhak Kaduri

 

Sharon fue una de las figuras más simbólicas y controvertidas de Israel. De hecho fue uno de los generales más famosos del país, célebre por sus tácticas audaces y ocasionales negativas a obedecer órdenes. Era un político al que se conocía con el apodo de “El bulldozer’’, despreciaba a sus críticos y tenía capacidad para concretar objetivos. 

Cuando el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, todavía estaba en el poder, vibrante y con el dominio de sus facultades, un venerado rabino, que afirmó que había conocido al Mesías (Jesús), predijo que no vendría hasta después de la muerte de Sharon.

El rabino Yitzhak Kaduri murió poco después de que Sharon sufriera el derrame que lo puso en estado de coma en 2006. Pero antes de que el amado Kaduri muriera, escribió una nota críptica, en la que nombró al Mesías con quien afirmó haber tenido un encuentro místico. El rabino de de 108 años de edad, dejó una nota que sería liberada un año después de su muerte.

Cuando la nota se abrió un año más tarde, se publicó en el sitio web de Kaduri. Kaduri había revelado el nombre del Mesías como Yehoshua, o la pronunciación hebrea formal de Yeshua o Jesús.

La predicción por Kaduri conmocionó al mundo religioso – al menos entre aquellos que se enteraron de ella. Los medios de comunicación israelíes informaron apenas – a pesar de que unas 250.000 personas marcharon en la procesión fúnebre de Kaduri por las calles de Jerusalén.

LA NOTA PUBLICADA EN LOS PERIÓDICOS EN EL 2007

Unos meses antes de morir, uno de los rabinos más prominentes de la nación, Yitzhak Kaduri, supuestamente escribió el nombre del Mesías en una pequeña nota que solicitaba permaneciera sellada hasta ahora. Cuando fue revelada la nota, reveló lo que muchos han conocido por siglos: Yehoshúa o Yeshúa (Jesús), es el Mesías.

Con el nombre bíblico de Jesús, el rabino y cabalista describió al Mesías usando seis palabras y dando a entender que las letras iniciales forman el nombre del Mesías. La nota secreta dijo:

En cuanto a la carta abreviatura del nombre del Mesías, Él va a levantar a la gente y demostrar que su palabra y la ley son válidas.

Esto lo he firmado en el mes de la misericordia, Yitzhak Kaduri.

La frase hebrea (traducido más arriba en negrita) con el nombre oculto del Mesías dice lo siguiente:

Y arim H a’Am V eyokhiakh S hedvaro V etorato O MDIM

Las iniciales deletrean el nombre hebreo de Jesús Yehoshua y Yeshua son efectivamente el mismo nombre, derivado de la misma raíz hebrea de la palabra «salvación» como se documenta en Zacarías 6:11 y Esdras 3:02. El mismo sacerdote escribe en Esdras, «Yeshua  hijo de Yozadak».

Con uno de los rabinos más prominentes de Israel, indicando que el nombre del Mesías es Yeshua, es comprensible por qué su último deseo fue esperar un año después de su muerte, antes de revelar lo que él escribió.

La revelación recibió escasa cobertura en los medios israelíes. Lectores judíos respondieron en los foros de las páginas Web con sentimientos encontrados:

«¿Así que esto significa el rabino Kaduri era cristiano?» Y «Los cristianos están bailando y celebrando», fueron algunos de los comentarios.

ANTES DE MORIR KADURI HABÍA HABLADO SOBRE EL MESÍAS

Unos meses antes de que Kaduri muriera a la edad de 108 años, sorprendió a sus seguidores cuando les dijo que se reunió con el Mesías. Kaduri dio un mensaje en su sinagoga en Yom Kippur, el Día de la Expiación, enseñando cómo reconocer al Mesías. También mencionó que el Mesías aparecería a Israel después de la muerte de Ariel Sharon. Otros rabinos predicen lo misma, incluyendo el rabino Haim Cohen, cabalista Nir Ben Artzi y la esposa del rabino Haim Kneiveskzy.

El nieto de Kaduri, Rabí Yosef Kaduri, dijo que su abuelo habló muchas veces durante sus últimos días acerca de la venida del Mesías y la redención a través del Mesías:

«Es difícil para muchas personas buenas en la sociedad entender la persona del Mesías. El liderazgo y un Mesías de carne y hueso es difícil de aceptar para muchos en la nación. Como líder, el Mesías no ejercerá ninguna función, pero estará entre el pueblo y usará los medios de comunicación. Su reino será puro y sin deseos personales o políticos. Durante su dominio, sólo la justicia y la verdad reinarán».

«¿Todos creerán en el Mesías inmediatamente? No, al principio algunos de nosotros creerán en él y otros no. Será más fácil para las personas no religiosas seguir al Mesías que para las personas ortodoxas».

«La revelación del Mesías será cumplida en dos etapas: Primero, confirmará activamente su posición de Mesías, sin saber que él es el Mesías. Entonces se revelará a algunos Judios, no necesariamente estudiosos de la Torá. Puede a gente incluso simple. Sólo entonces se revelará a toda la nación. La gente se preguntará y dirán ‘¿Qué, este es el Mesías?’. Muchos han conocido su nombre, pero no han creído que él es el Mesías».

SHOCKEÓ AL MUNDO RELIGIOSO

Poco después de la publicación de la nota comenzó el furor. La nota de inmediato desapareció de la página web de Kaduri. Los medios de comunicación se negaron a informar sobre el asunto.

La familia Kaduri, y varias otras personas cercanas al ministerio de Kaduri, comenzaron a afirmar que la nota era una falsificación o una mera fabricación – una broma cruel.

Carl Gallups, un pastor estadounidense y ex agente de la policía, utilizó sus habilidades de detective para reconstruir el misterio en «El rabino que encontró a Cristo: La historia de Yitzhak Kaduri y Sus Profecías del Fin de los Tiempos», una combinación del libro y de película que ha vuelto a encender la controversia en torno a su predicción acerca del Mesías y Sharon.

Chuck Missler, fundador del ministerio Koinonia House, dice que en el libro, Gallups

«explota uno de los mayores bombazos de nuestra vida. Las implicaciones de las sorprendentes declaraciones del rabino ultra-ortodoxo más venerado que impactaron a Israel».

«La única declaración profética de Kaduri relativa Ariel Sharon era que el Mesías, no aparecería hasta que hubiera muerto Ariel Sharon», dijo Gallups.

«Poco más de dos meses después de decir estas palabras proféticas, Sharon estaba en coma y el mismo Kaduri murió».

La profecía de Kaduri no nombraba una hora o la fecha en la que se revelaría el Mesías específica – sólo que no ocurriría hasta después de que Sharon hubiera muerto.

«Muchos de los que han examinado la profecía de Kaduri han interpretado la sensación de urgencia de la misma en el sentido de que el Mesías podría parecer muy poco después de la muerte de Sharon», dijo Gallups.

«Este sentido de urgencia se vio reforzada por el hecho de que durante varios años antes de su muerte, Kaduri hizo varios pronunciamientos del inminente regreso del Mesías»

Fuentes: WND, Israel Today, Signos de estos Tiempos

 

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Profecía sobre la segunda venida de Cristo dada en 1968 en Noruega [2013-02-03]

En aquel entonces parecía insensata.
Antes que Jesús venga y de la tercera guerra mundial habrá bienestar y distensión, los cristianos se volverán tibios (apostasía), desintegración moral, emigración hacia Europa. Pero “cuando el petróleo venga del Mar del Norte a lo largo de la costa de Noruega…

 

 

Los acontecimientos están sucediendo tan rápidamente que nos es difícil sustraernos del día a día para ver en perspectiva. Esto sucedió a un pastor evangélico que recibió en 1968 una profecía de una mujer de 90 anos en Noruega. En 1968 esas profecías le resultaron insensatas y lejanas de la realidad. Pero hace unos años el pastor “desempolvó” el material y vio que lo que describió la anciana ya estaba pasando.

LA PROFECÍA ES CONTADA AL PASTOR

Esta profecía fue dada por una mujer de 90 años de edad en Noruega acerca de los eventos previos a la segunda venida de Cristo. Un evangélico de nombre Emanuel Minos, escribió esta profecía en 1968 y pensó que era tan extrema que la guardó. Recientemente ha revisado la profecía y se sorprendió de que no era tan “extrema” en razón de los que está sucediendo ahora. Lea a continuación la profecía.

Una anciana de 90 de Valdres en Noruega tuvo una visión de Dios en 1968. El evangélico Manuel Minos tenía reuniones (servicios) donde ella vivía. Él tuvo la oportunidad de reunirse con ella, y ella le dijo lo que había visto. Lo escribió, pero pensaba que era tan ininteligible que lo puso en un cajón. Ahora, más de 40 años después, él entiende que tiene que compartir la visión con los demás.

La mujer de Valdres era muy alerta, confiable, despierta y cristiana creíble, con una buena reputación entre todos los que la conocían. Esto es lo que vio:

“Vi el momento justo antes de la venida de Jesús y el estallido de la Tercera Guerra Mundial. Vi los acontecimientos con mis ojos naturales. Vi al mundo como una especie de globo y vi a Europa, lugar por lugar. Vi Escandinavia. Vi Noruega. Vi ciertas cosas que se llevarían a cabo justo antes del regreso de Jesús, y justo antes de la última calamidad sucediera, una calamidad como nunca hemos experimentado antes”.

MENCIONÓ CUATRO OLEADAS

1. “En primer lugar antes que Jesús venga y antes de la Tercera Guerra Mundial estalle habrá una “distensión” como nunca hemos tenido antes. Habrá paz entre las grandes potencias en el este y el oeste, una larga paz. (Recuerde que esto fue en 1968 cuando la guerra fría estaba en su apogeo. E. Minos) En este período de paz habrá desarme en muchos países, también en Noruega y no estábamos preparados cuando (la guerra) venga. La Tercera Guerra Mundial comenzará en una forma que nadie habría anticipado y de un lugar inesperado.”

2. “Una tibieza sin paralelo se apoderará de los cristianos, la apostasía de verdad vivirá el cristianismo. Los cristianos no estarán abiertos a la predicación penetrante. No es, como en épocas anteriores, no quieren oír hablar de pecado y gracia, de la ley y el evangelio, del arrepentimiento y la restauración Llegará un sustituto en su lugar, la prosperidad (felicidad) del cristianismo”

Lo importante será tener éxito, ser alguien, tener cosas materiales, cosas que Dios nunca nos ha prometido de esta manera. Las iglesias y casas de oración estarán más y más vacías. Los lugares de predicación que se han utilizado por generaciones -para tomar la cruz y seguir a Jesús – serán invadidos por el entretenimiento, el arte y la cultura, allí en las iglesias en donde debería haber habido reuniones para el arrepentimiento y el renacimiento. Esto aumentará marcadamente justo antes del regreso de Jesús.”

3. “Habrá una desintegración moral que la vieja Noruega nunca ha experimentado, le gustará a las personas vivir juntos como matrimonio sin estar casados.. (No creo que el concepto de “co-habitación” existiera en 1968?. E. Minos). Mucha impureza antes del matrimonio y la infidelidad en el matrimonio se convertirá en natural (común), y se justificará desde todos los ángulos Incluso entrará en los círculos cristianos y ni siquiera habrá pecado contra la naturaleza .Justo antes de la venida de Jesús habrá programas de televisión como nunca hemos experimentado (la TV acababa de llegar a Noruega en 1968. E. Minos).”

La televisión se llenará de violencia tan horrible que se enseña a las personas a asesinar y destruirse unos a otros, y serán peligrosas nuestras calles. La gente va a copiar lo que ve. No habrá sólo una “estación ” en la televisión, se llenará de ‘estaciones. (Ella no conocía la palabra “canal” que usamos hoy en día. Por lo tanto, los llamó estaciones. E. Minos). La TV será como la radio, donde tenemos muchas estaciones, y se llenará de violencia. La gente la usará para entretenimiento. Veremos escenas terribles de asesinatos y destrucción uno de otros, y esto se extenderá a toda la sociedad. Escenas de sexo también se mostrarán en la pantalla, las cosas más íntimas que tiene lugar en un matrimonio. ” (.. Yo protesté y me dijo, tenemos un párrafo que prohíbe este tipo de cosas E. Minos) Allí la anciana dijo: ‘Esto va a pasar, y lo verán. Todo lo que hemos tenido antes se destruirán, y las cosas más indecentes pasarán ante nuestros ojos.’ ”.

4. “La gente de los países pobres correrá a Europa (en 1968 no había tal cosa como la inmigración E. Minos.) También vendrán a Escandinavia – y Noruega. Habrá tantos de ellos que la gente comenzará a decir que ellos no les gustan y llegará a ser dura con ellos. Ellos serán tratados como los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial. Entonces la medida completa de nuestros pecados se habrán alcanzado (Yo protesté sobre el tema de la inmigración. Yo no lo entendía en ese momento. E. Minos).”

Las lágrimas de los ojos de la anciana corrían por sus mejillas. “Yo no lo veré, pero usted sí. Entonces, de repente, Jesús vendrá y la Tercera Guerra Mundial estalla. Será una guerra corta.” (Ella lo vio en la visión.)”

“Todo lo que he visto de la guerra antes será un juego de niños comparado con esto, y será terminada con una bomba atómica. El aire estará tan contaminado que no se podrá respirar. Cubrirá varios continentes, América, Japón, Australia y las naciones ricas. El agua se arruinará (contaminada?). Ya no podremos trabajar la tierra. El resultado será que sólo un remanente seguirá existiendo. El remanente de los países ricos trataran de huir a los países pobres, pero serán tan duros con nosotros como nosotros fuimos con ellos.”

“Estoy muy contenta de que yo no lo veré, pero cuando se acerque la hora, debe tener coraje y decir esto. Lo he recibido de Dios, y nada de ello va en contra de lo que la Biblia dice.”

“El que tiene sus pecados perdonados y tiene a Jesús como Salvador y Señor, está seguro.”

CUANDO EL PETROLEO FLUYA

Un anciano en la Iglesia Pentecostal en Moss, Noruega, Martin Andersen, escuchó la siguiente profecía en 1937, en Moss:

“Cuando el petróleo venga del Mar del Norte a lo largo de la costa de Noruega, las cosas comenzarán a suceder, y el regreso de Jesús se acerca.”

Cuando estas palabras fueron proclamadas, la gente se puso de pie en la congregación y le pidió al hombre que se sentara y no hablara tonterías. En 1937 era de hecho una tontería hablar del petróleo bombeado a lo largo de la costa Noruega. Hoy en día todas las grandes compañías de petróleo del mundo están bombeando petróleo a lo largo de la costa de Noruega. Noruega es el segundo mayor exportador mundial de petróleo después de Arabia Saudita.

El resumen de todo esto es: Jesús viene pronto (de repente).

Fuentes: offgridworship.com, Signos de estos Tiempos

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