El 8 de Agosto de 1961, acompañado de unas 20 personas de Aguilar de Campoo, el Padre Luis María Andreu llegó a San Sebastián de Garabandal para presenciar los acontecimientos que estaban ocurriendo allí.
Esta era su tercera visita, y sería también la última.
Ese día memorable estuvieron presentes, entre otros muchos testigos, el Padre Antonio Royo Marín O.P., D. Andrés Pardo y D. Rafael Fontaneda.
A las 2:11 de la tarde comenzó un éxtasis. Las niñas (videntes) le hablaron a la Virgen su Visión. Se las oyó repetir que la mayoría de la gente no creía en las apariciones, que la Virgen María tenía que darles una prueba.
EL PADRE LUIS ANDREU VE A LA VIRGEN
«¡Dánosla enseguida!. Nos dices que nos la vas a dar, que la vas a dar», dijo Loli.
Y Conchita, añadió: – «¿Sabes lo que te quiero decir? Tienes que dar una prueba. Les diste una prueba a la gente en Lourdes y en Fátima».
Poco antes de terminar el éxtasis, la Virgen les dijo a las niñas que habría otra aparición esa tarde. Nuestra Señora no les había respondido a las videntes cuando le pidieron una prueba, aunque en casos semejantes, lo había hecho con palabras tales como «ya creerán».
Esa tarde, como todas las tardes en San Sebastián de Garabandal, el rosario se rezó en la Iglesia de la aldea. Y después, aún en la Iglesia, las videntes cayeron en éxtasis. Al salir del templo se detuvieron y rezaron en distintos lugares, tal y como lo habían hecho antes en otras ocasiones.
Cuando llegaron al sitio en que se esperaba que terminase la aparición, las videntes, inesperadamente, subieron por una ladera de mucha pendiente que conduce a un pequeño Pinar, de nueve pinos, en un cerro sobre la aldea.
Es precisamente en estos pinos donde tendría lugar el gran milagro que se había profetizado, que dejaría una señal sobrenatural, permanente y visible, y donde se debería construir una capilla en honor de San Miguel Arcángel.
Era un martes, alrededor de las diez de la noche y el Padre Luis se encontraba entre la muchedumbre que seguía a las videntes.
Tan pronto como las niñas llegaron al Pinar, Loli habló de la capilla que habría de construirse en honor de San Miguel Arcángel, Protector del Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia Universal.
Se arrodillaron, cantaron un cántico en honor de San Miguel: San Miguel Arcángel, gran batallador… Y besaron a la Virgen María.
Durante el diálogo entre las niñas y Nuestra Señora, Conchita de nuevo volvió a pedirle una prueba, como había hecho antes esa misma tarde; decía a la Virgen:
– «Como no dimos ninguna prueba la gente no cree».
Y mientras las niñas seguían en éxtasis sucedió que el Padre Luis, que había estado observando a las niñas con mucha atención, se sintió repentinamente invadido de una honda emoción y le oímos decir cuatro veces y con una voz muy alta:
–«¡Milagro!».
El P. Luis tenía un aspecto tan grave, tan serio y tan emocionado que Pepe Díez, le dijo al Padre François Turner, que por un momento sus compungidas facciones tenían la apariencia de una «enorme lágrima».
Hubo además un aspecto singular de este éxtasis del Padre Luis que relatan las videntes:
– «Podíamos verle. En nuestros éxtasis nunca veíamos a nadie, excepto a la Santísima Virgen. Pero vimos al Padre Luis, y la Santísima Virgen nos dijo que él también la veía a Ella y veía el Milagro».
Conchita también mencionó este acontecimiento en una carta dirigida al Padre Ramón Andreu, el 27 de Noviembre de 1964:
– «Y la Virgen nos dijo entonces que él la estaba viendo y que veía también el Milagro que Dios Nuestro Señor iba a hacer».
El sacerdote jesuita Padre Luis María Andréu fue el primer sacerdote que vio a la Virgen de Garabandal al mismo tiempo que la veían las niñas.
La Virgen le dijo que pronto estaría con Ella en el Cielo y cuando bajó del pueblo dijo al párroco D. Valentín:
–«Hoy he recibido una prueba ciertísima; lo que las niñas dicen es verdad».
El Padre Ramón Andreu S.J., su hermano, no estuvo en Garabandal el 8 de Agosto; regresó el día 14 y después de una conversación con las videntes, anotó en su cuaderno: «El Padre Luis estaba con las cuatro niñas que se habían arrodillado en éxtasis. Gotas de sudor le caían por la frente. La Virgen le miraba, parecía decirle: «Muy pronto estarás conmigo».
Otro testimonio proviene de Avelina González, una de las vecinas del pueblo que vieron al Padre Luis descender del Pinar después del éxtasis nocturno del 8 de Agosto de 1961.
–«El Padre subió hasta los Pinos ese día. Cuando regresó del Pinar le oí decir: «¡Qué milagro me ha hecho la Virgen!». Sí, le oí decir eso».
En el éxtasis de la tarde, Nuestra Señora no respondió a las peticiones de una prueba que le hacían las videntes, pero respondió posteriormente, al anochecer, de esta manera tan extraordinaria, por mediación del Padre Luis.
EL FALLECIMIENTO DEL PADRE LUIS ANDREU
El fallecimiento esa madrugada del Padre Luis M. Andreu, forma parte importante de los acontecimientos de Garabandal, como se puede comprobar en el diario de Conchita.
El Padre era profesor de Teología en la Facultad que la Compañía de Jesús tiene en Oña (Burgos). Había hecho sus estudios en Oña, Innsbruck y Roma, y al fallecer contaba con 36 años. Había subido a Garabandal por primera vez en los últimos días del mes de julio de 1961, a instancias de la familia Fontaneda de Aguilar de Campoo, con quién pasaba unos días de descanso.
Volvió a subir el día 8 de agosto de 1961; ese día el párroco de Garabandal, D. Valentín Marichalar, tenía que ausentarse del pueblo, y le dió las llaves de la Parroquía para que celebrase la que luego sería la última Misa de su vida. Y fue cuando ocurrió lo que narramos antes.
Al término de todo ésto, el Padre Luis M: bajó en un jeep de Garabandal hasta Cosío; y allí esperó a los que bajaban andando sentado en el coche de la familia Fontaneda. Sobre la una de la madrugada, llegó D. Valentín de vuelta de su viaje, y se acercó al coche donde se encontraba el Padre Luis M. con intención de hacerle alguna pregunta, y sin darle tiempo a nada el Padre Luis le dijo: «D. Valentín, lo que las niñas dicen es la verdad, pero Vd. no lo diga todavía». Y esta frase fue escrita esa misma noche por D. Valentín en su diario, antes de recibir la noticia de la muerte del Padre Luis M.
Cuando llegó el resto de los acompañantes que bajaban andando, organizaron la caravana de vuelta e iniciaron el regreso hacia Aguilar de Campoo.
En el coche de Rafael y Carmen Fontaneda, conducido por su chofer Jesús Salcedo, iba el Padre Luis M. Al rato de salir de Cosío y poco antes de llegar a Reinosa, el Padre les hizo el siguiente comentario: «Estoy pleno de alegría, qué regalo me ha hecho la Virgen, qué suerte tener una Madre así en el Cielo, no hay que tener miedo a la vida sobrenatural; no puede quedar duda. ¿Por qué nos habrá elegido la Virgen a nosotros? Hoy es el día más feliz de mi vida».
Al decir esto levantó la cabeza y como dejó de hablar le preguntaron: «¿Padre, le pasa algo?».
Y él respondió: «No, nada, sólo sueño».
Y diciendo esto bajó la cabeza. Entonces el chofer le miró y exclamó: «¡Ay, el Padre está muy mal, tiene los ojos vueltos!».
Y rápidamente se dirigieron a una clínica dónde sólo pudieron certificar su fallecimiento.
El texto de los mensajes de «Marpingen 1999» es una traducción de lo que se escuchó en la cinta de audio grabada durante las apariciones en el idioma original alemán. Cada traducción, a pesar de la mejor voluntad del traductor, es ya una interpretación. Esta incuestionable circunstancia afecta igualmente a la presente traducción al español, que, como tal, no puede reproducir plenamente el significado de las palabras pronunciadas por las tres muchachas que tienen la convicción de haber visto las apariciones y haber escuchado las palabras….
Incluso en la mejor traducción posible de las palabras pronunciadas originalmente faltarán de la vida y la vivacidad de la voz de los que recibieron las visiones. Una cosa es vivir una aparición y otra, transmitir la experiencia a través de la escritura; es como si quisiéramos expresar un acontecimiento vivido con una fotografía.
Solamente la cinta original, grabada cuando las tres mujeres recibieron las visiones, representa de manera fiel y completa los acontecimientos de Marpingen 1999Ésta tiene que ser escuchada al mismo tiempo que se lee el texto transcrito de la cinta, pues, las palabras de las tres mujeres son poco comprensibles debido a las malas circunstancias acústicas durante la grabación. Las palabras pronunciadas se clarifican en el texto escrito y en la actual versión de las cintas de video del acontecimiento.
Los textos y cintas originales en alemán, están disponibles -contra donativo- en la Asociación al servicio del Inmaculado Corazón de María bajo la dirección siguiente:
Vereinigung im Dienste des Unbefleckten Herzens Mariens e.V.
c/o Christian Kiefer
Saarlouiser Straße 89
D-66798 Wallerfangen
Alemania.
MENSAJES DADOS POR NUESTRA MADRE MARÍA DURANTE SU APARICIÓN EN MARPINGEN EL 20 DE JUNIO DE 1999
CHRISTINE: preguntó a la Señora de la aparición que era ella: “Soy la madre de mi señor, me arrodillo e intercedo para todos mis niños en el mundo entero.”
Ella dice que ella está alegre que los muchos de gente han seguido su llamada y que han venido aquí. Ella dice que “una vez más todo lo que sucede aquí debe suceder según la obediencia, soy obediente y así que ustedes deben serlo también.”
MARION: Tuve que rehacer los gestos que ella hizo durante el Rosario, y la Señal de la Cruz. El niño Jesús está también aquí e hizo la Señal de la Cruz con su mano, en la otra mano ella tiene al niño. Jesús y ella bendicen.
Silencio… “He venido enseñarle a vivir otra vez según los mandamientos del Dios.”
CHRISTINE: Ella reza el Rosario con nosotros. Toma todos los rezos y hace algunos movimientos con las manos hacia el cielo, ella envía nuestros rezos hacia los cielos.
MARION: Están aquí algunos Ángeles, niños pequeños, y debo rezar el Rosario con los Ángeles. Ellos están con la mirada en la Madre del Dios y sonríen con ella, son muchos de Ángeles alrededor de ella.
CHRISTINE: “He venido decirles a nombre de mi niño que ustedes deben lavar sus almas otra vez para hacerse puros.”
JUDITH: “Mis niños, el dolor del pecado que sube de la tierra al cielo no es aceptable; es la ofensa más grande a DIOS, no puede ser que los hombres no toman ventaja de la misericordia de DIOS. Su misericordia en el Sacramento de la Confesión está disponible para cada hombre.
¡Esto aflige al Señor tanto!, ustedes no comprenden este regalo. Es un ofrecimiento de su amor que Él ha reservado para ustedes con su muerte en la cruz. Ustedes hombres, si pudieran ver cuánto se hiere su corazón porque no desean este regalo. Esto entristece mi corazón y empuja las espinas en mi corazón que los hombres me ponen hoy más profundamente.
Esto entristece mi corazón, mis niños quiero decirles muy claramente hoy: ¡Regresen al Señor!.
¡Recen el Rosario!, ¡Rueguen para la conversión de los pecadores!. Es necesario rogar porque el adversario quiere hacer que todos los hombres caigan en la perdición. ¡Hombres de hoy, si ustedes me creyeran!.
¡Miren mi dolor!. Mi corazón está muy herido y vengo hoy revelar mi sufrimiento a ustedes de modo que ustedes, por lo menos, sientan el llamado aquí y puedan comenzar a amar la misericordia del Dios y también el sacramento de Confesión. Éste es mi deseo y se lo pido con todo mi corazón.”
CHRISTINE: Sobre la Madre del Dios vuela una paloma blanca grande, había también flores rojas y amarillas numerosas. Las flores llovieron sobre la gente. Pienso que esa paloma era el Espíritu Santo. Esta paloma vuelve para permanecer arriba de la Madre de Dios.
MARION: Esta paloma estaba transparente y envió algunos rayos brillantes a la muchedumbre. Estos rayos centelleaban en la claridad, pero fascinaban para mirarlos. Mientras que la Madre de Dios daba el mensaje ella tenía una corona de espinas en su cabeza, y una corona de estrellas.
CHRISTINE: Veo a los niños pequeños otra vez. Estos niños pequeños estaban por todas partes con la Madre del Dios, incluso entre la muchedumbre. La Virgen María dice que estos niños pequeños son los que los seres humanos no hemos deseado, o los que vienen de abortos espontáneos. La Virgen María deseó mostrarnos estos niños en el jardín del paraíso: adornan este jardín como las flores.
MARION: Van directamente al cielo porque Jesús dice: “dejen a los niños venir a mí”. Ahora el niño Jesús dice: “Deje a los niños pequeños venir a mí, no los detengan”.
CHRISTINE: Ella dice: “Le pido mis niños, permanezcan en el amante corazón de DIOS, vivan de acuerdo a los mandamientos de DIOS y reciban los Sacramentos Santos. No empujen las espinas en mi corazón, las quitan con sus rezos y con su vida en Dios y observen la obediencia. Deseo repetirles hoy que deseo la obediencia absoluta (a la iglesia). ¡Les suplico!”
Silencio…
JUDITH: “Cuando sientan que es difícil ser obedientes, piensen en mi hijo, mi hijo ha sido siempre obediente. Él ha observado la obediencia para ustedes, con amor les ha redimido en la cruz.
La obediencia es una manera de la cruz porque significa la renuncia a su propia voluntad, la voluntad de la cual es difícil de ser separado. Sepárense y unan su voluntad al plan del Padre, es el plan de mi Corazón Inmaculado, el triunfo de mi Corazón Inmaculado que ha comenzado aquí para Alemania.”
CHRISTINE: Ella anunció su aparición otra vez el tercer domingo de Julio, por la tarde. Ella dijo que debemos ir primero a la misa santa y prepararse para su llegada con plegaria, de modo que poder primero ir
a su niño Jesús. Ella nos dirige siempre hacia su niño.
CHRISTINE: La Madre de Dios quisiera que un Sacerdote viniera aquí a dar el bendición.
MARION: El niño Jesús levanta su mano para dar la bendición. El sacerdote bendijo.
MARION: En el principio de la aparición ella tenía un vestido blanco simple, incluyendo un velo simple. Ella tenía una manera muy simple. Ella habla como cuando hablamos entre nosotros mismos, simplemente, naturalmente, ella sonríe, arquea su cabeza, y está triste, como nosotros exactamente. El niño Jesús estaba con ella a veces. Él parecía ser un niño pequeño de menos de un año, él mira a su madre y a la muchedumbre, Él bendice y esta resplandeciente.
MENSAJE EN LAS APARICIONES DE MARPINGEN: 18 DE JULIO DE 1999, ALEMANIA
Alrededor de la fuente están por todas partes, flores blancas muy hermosas, como una corona que rodea la fuente. Está ahí, una paloma blanca como en las apariciones anteriores; a todos nos deslumbra y es magnífica.
En esta paloma que, estando suspendida sobre la Virgen sonriente; podemos ver un corazón rojo. Los ángeles son también visibles. De la paloma brotan rayos luminosos sobre la madre de Dios, penetrándola.
Ella mira al niño Jesús que tiene en los brazos. Jesús la mira radiante. Ella sonríe continuamente a la gente. Ella lleva una capa grande, luminosa; que expide rayos en todas direcciones. De las manos abiertas del niño Jesús, brotan también rayos luminosos hacia todos lados.
CHRISTINE: La Virgen dice: “Mis hijos; me da mucho gusto por verles aquí, porque han oído mi llamado. Los amo y llevo a todos en mi Corazón Inmaculado. Les agradezco su disponibilidad y rezos, que elevo directamente a mi hijo.
Acepto cada uno de sus rezos con alegría y pido que ustedes rueguen continuamente en sus corazones, en sus lugares de trabajo y durante todo lo que hagan.
¡Piensen siempre en nosotros y rueguen!. Sus rezos y el amor que ustedes ponen en ellos; son un bálsamo para nuestros corazones.”
JUDITH: “Vengo hoy a esta fuente, para recordar a Ustedes que esta fuente ha sido ofrecida por Dios para sanar a los enfermos, desde hace más de 100 años; ¡beban esta agua y oren!. Tengan confianza en mí y en mi Hijo: ¡les ayudaremos!.
Les dije que quiero sanar enfermos, en sus cuerpos y en sus mentes y en sus almas; Yo lo haré, porque mantengo mis promesas. Deseo recordarles que en la Santa Iglesia, existe una fuente inagotable. Esta fuente se utiliza solo muy raramente. Deseo hablar de la fuente de agua viva que brota del corazón de Jesús, que es su amor y también las gracias que él ha obtenido para Ustedes en la Cruz.
Estas gracias, están prontas a entrar en sus corazones. Les ruego hoy: ¡Abran sus corazones, para acoger este torrente de gracias que está a su disposición, pero que rechaza el mundo hoy!.”
CHRISTINE: “Vuelvo hoy como madre; como la madre de todos mis hijos, y deseo fervientemente que todos mis niños se dejen guiar por mí. De nuevo les extiendo mi mano, acéptenla y déjense guiar, como una madre dirige a sus niños pequeños!. ¡Tengan confianza!. ¡Confíen y crean!.
Nunca los dejaré solos. Estoy siempre con ustedes: tanto en sus dolores como en sus alegrías. Conozco a cada uno de ustedes y les ayudo.
No tengan miedo, no se dejen prender por la inseguridad y el error. Los amo, mis niños. También vine a bendecir esta fuente de gracias; pues vine ya en el pasado, y vengo ahora otra vez para volver a vivificar este lugar.”
MARION: La Madre de Dios, está cerca de la fuente y se pone de rodillas; y mientras que sonríe, ella toca los dos grifos de las cuales fluyen las aguas (el 18-7-99): Ella toca también el agua. El niño Jesús toca también el agua y hace varios signos de la cruz sobre la fuente.
JUDITH: La Virgen habla: “Mientras tocamos esta agua que el niño Jesús bendijo, hemos tomado posesión de esta agua para Dios. Dios me ha ordenado, o sea; me ordenó, permitirles el acceso a esta agua, de modo que las almas que usaran estas corrientes de gracias reciban saneamientos físicos y espirituales.
Esta fuente es regalo de Dios y El se las ofrece nuevamente a ustedes, para recordarles que este agua es una fuente de vida; debe ser tomada con veneración, amor y con una gran confianza en unión de sus oraciones.
Deseo que los enfermos, aprendan a llevar sus sufrimientos a Dios y acepten sus sufrimientos por amor de Dios. Esto es merecedor para el mundo y nos ayuda a la salvación de las almas. LAS ALMAS: ¡esto es lo más importante!.”
Mientras que la paloma increíblemente hermosa, todavía se encuentra sobre de la fuente, la Virgen María pide a las tres videntes, que tiene que descender hacia la gente; que esperen en la gruta (a un costado de la capilla de Marpingen).
En el lugar de la Gruta:
MARION: La madre del Dios mueve los labios. Ella habla, pero no entiendo lo que quiere decirme.
CHRISTINE: La Madre de Dios dice: “Mis niños; vine otra vez hoy para bendecir y consagrar la fuente con mi hijo, es lo que había ya hecho y que hice de nuevo, hace poco tiempo. Pido que ustedes utilicen esta fuente con veneración: toda el agua que fluye, es ahora agua de gracias y puede ser bebida por Ustedes.”
Después de un instante de silencio:
“Como lo prometí, esta agua de gracia va a provocar las recuperaciones físicas y espirituales de mucha gente: a las elegidas por Dios Padre.”
Después de algunos instantes de silencio:
JUDITH: La Virgen María dice: “Todas las almas recibirán gracias. Algunos serán curados, porque es parte del plan del Padre; otros tendrán la fuerza para llevar sus sufrimientos a Dios. Entenderán siempre más que el mundo, hoy no se puede salvar sin el sufrimiento y la oración.
Es por esta razón que vengo a implorarles que recen el Rosario como ya se los enseñé.
¡Recen el Rosario con mucho amor en sus corazones!. Recen por la conversión de los pecadores.
¡Rueguen por la paz en el mundo, y rueguen también de modo que los hombres acepten las gracias que están preparadas por Dios Padre para la salvación del mundo!. ¡Que abran sus corazones y que los abran muy grandemente, para que estas corrientes de gracias que están prontas, penetren en los hombres!.
Dios los mira y los ama.
Él espera el regreso del mundo hacia él. Dios me lo ha ordenado, y es lo que tengo que hacer. Esta es la razón por la cual les pido hoy y les pido con todo mi corazón; como solamente una madre puede pedir: ¡Abran sus corazones!. ¡Lleven su cruz!. ¡Amen la cruz!.
¡Rueguen!.¡Hagan penitencia y salven conmigo al mundo para el Padre; el cual desde el cielo, espera a estas almas y al mundo!.
Él ama a los hombres muchísimo y desea que regresen; de modo que puedan encontrarlo otra vez, de modo que vivan en el amor para su glorificación.
El mundo ha sido creado para la glorificación de Dios, no para lo que hoy hace; porque está muy lejos de su meta y esta desviado de su deber.
¡Amen al Padre, mis niños y ábranle su corazón!. Sigan mi mano y encontrarán a través de mí, el camino para llegar a Jesús, y a través de Jesús al Padre!. Yo los amo, mis niños; y estoy con ustedes en todo instante, a su lado; conduciéndolos, y les guío hacia mí Corazón Inmaculado; y este Corazón Inmaculado es su abrigo.
¡En mi corazón, sienten consolación; sienten el amor de Dios, sienten el deseo de Dios para la salvación del Mundo!.
¡Abríguense en mi corazón inmaculado, por medio de la consagración a mi corazón Inmaculado; y vivan esta consagración en cada instante del día!. Toda su vida esta conducida según el plan del Dios. Todo esta determinado para su salvación y para su camino hacia el Cielo. ¡Tengan confianza en mi, mis hijos!. Estoy siempre con ustedes y los amo infinitamente.
CHRISTINE: La paloma blanca estaba allí con sus flores, y de nuevo voló hacia la gente dejando caer sobre la muchedumbre, preciosos pétalos, sobre todos los que estaban allí.
Silencio…
A la derecha y a la izquierda había muchos ángeles.
MARION: Mientras que la Madre de Dios habló, la paloma emanaba luz a Jesús adulto; apareció detrás de la Virgen y puso sus manos sobre sus dos hombros. En un principio, Jesús, era un niño; después desapareció la visión, luego apareció como un hombre adulto. Sobre la Paloma había como una corona de flores verdes.
El corazón de la madre de Dios, tiene resplandores, emitía rayos de luz, mientras que Ella hablaba de su Corazón Inmaculado. Después desapreció y apareció, llevando al niño Jesús en el brazo y desea que los Sacerdotes presentes bendigan a la gente. El niño Jesús durante la bendición acompaña las manos de los Sacerdotes.
CHRISTINE: La Madre de Dios está otra vez allí, y quiere que el lugar donde encuentra con el niño Jesús, sea bendecido otra vez. ¿El sacerdote: con agua bendita?
CHRISTINE: «Si».
El Sacerdote bendice con el agua bendita, los lugares descritos.
MARION: Mientras el Sacerdote bendice con el agua bendita, el niño Jesús también lo hace; y la Virgen se inclina.
CHRISTINE: Ella ahora nos dice cuándo volverá. Ella anuncia que en la mañana ya tarde del día 8 de agosto, pero ella no indica una hora exacta.
CHRISTINE: “Yo siempre les conduzco hacia mi hijo, porque es mi objetivo conducirlos hacia ÉL, el cual los espera a ustedes.”
CHRISTINE: La Virgen está feliz de ver la presencia de muchos Sacerdotes. Ella quiere fortalecer a los Sacerdotes; quiere que vuelvan fortalecidos a sus lugares, y que el amor que Ella les dé, lo lleven también a las personas que les están confiadas y por las cuales son responsables. Dice que llevan especialmente a todos los Sacerdotes en su corazón inmaculado y les asiste en estos tiempos difíciles para ellos.
MARION: Ella dice: “Yo llamé a cada una de las personas que están aquí. A todas.”
CHRISTINE: La Virgen ahora dice: “Aunque me voy, estoy siempre aquí. De modo que aunque no siga siendo visible a sus ojos, tomo todas las oraciones que digan, o que dirán. ¡Utilicen esta agua de gracias, con veneración y respeto!. Yo volveré.”
MARION: Ella nos saludó rápidamente de mano, y desapareció en un rayo luminoso.
APARICIÓN DEL 8 DE AGOSTO DE 1999.
Una paloma blanca magnífica y grande, toma su vuelo y se posa inmóvil sobre la cueva, como en las demás previas apariciones; entonces se desplaza en dirección de la gente y deja caer pétalos de flores.
Cuatro Angeles grandes y magníficos aparecen, y los acompañan muchos ángeles pequeños. Uno de los ángeles grandes es el Arcángel Gabriel. Después de este espectáculo, aparece la Madre del Dios.
Ella es hermosísima, con el cabello oscuro y los ojos azules. Ella lleva al niño Jesús en el brazo derecho y un rosario en la mano izquierda.
Ella pide que el rosario sea rezado por la conversión de los pecadores y la paz en el mundo entero. El niño Jesús, como acción de agradecimiento, bendice los rosarios. La Virgen María, asegura que toma todas nuestras oraciones, y que ella estará de nuevo en la cueva de Marpingen el 21 de Agosto por la tarde.
Ella pide a los Sacerdotes presentes que, den la bendición a la muchedumbre; lo que ellos hacen.
CHRISTINE: Mis hijos; le agradezco por haber escuchado mi llamado y por estar aquí presentes. Una vez más los llamé individualmente, sean conscientes de eso o no. Vuelvo como su madre, porque les amo mucho y les pido que me den su confianza total y que se abandonen enteramente en mí.
Les extiendo mi mano. ¡Tómenla! ¡Oren y tengan confianza!. Pueden tener confianza en mí por completo. Yo les digo que los conozco perfectamente a cada uno de ustedes y que yo, llevo cada uno de sus miedos, de sus dolores; pero también sus alegrías. Conozco todo lo que ustedes sienten, y lo llevo conmigo. Nunca los dejo solos.
Después de un silencio breve:
¡Tengan confianza! Ofrézcanme su confianza, ofrézcanme su confianza, ofrézcanse ustedes mismos y los llevo a mi hijo, que los espera tanto a Ustedes y a su amor. No tengan miedo mis niños.
Después de un momento de silencio:
A través de mi corazón inmaculado, se muestra el camino hacia mi hijo.
JUDITH:Soy la madre de cada uno de ustedes. Los llevo a cada uno en mi corazón. Les ofrezco mi confianza entera, porque los elegí para la ejecución de mi plan. Tener confianza, quiere decir: no mirar su ansiedad, su incapacidad; su incapacidad de realizar algo.
Tener confianza significa: Mirar mi corazón inmaculado, y tomar mi mano; dejarse guiar como si fueran niños pequeños y hacer todo conmigo, en mí; y por medio de mí. En todos sus miedos, estoy con ustedes. Llevo sus preocupaciones y sus dolores a Dios, e intercedo por ustedes. Me ocupo en cada detalle de su vida; y conozco cada momento, cada latido de su corazón, cada respiración, todo, todo lo que hacen; todo lo sé.
CHRISTINE: Requiero hoy de Ustedes; que amen al Papa y que lo sigan. ¡Rueguen por él y rueguen con él !. Él es mi Papa, y deseo que lo sigan y lo obedezcan. No se burlen de él, y no duden sus decisiones! Él está al servicio del cielo y actúa según nuestros deseos.
Christine dice que estos son los dos mensajes que la Madre de Dios deseó dar, pero que en el segundo mensaje, ella desea profundizar con Judith.
JUDITH: Al principio, dudando por el miedo de tener que comunicar este mensaje, dijo entonces:
Vine otra vez, para continuar enseñándoles, y a mostrarles cómo ustedes deben encontrar al Papa, mi primado hijo muy querido, que amo con todo mi corazón. El se consagró y se abandonó en mí con todo su corazón y todo su ser. Deben escuchar sus palabras.
Las palabras que él dice, las dice de parte de nosotros. El lleva hoy una cruz muy pesada, porque el mundo, se ha apartado mucho de Dios. Esta cruz, la lleva. Cuando uno pone atención, se puede observar su peso. El lleva esta cruz por mi amor y el de mi Hijo divino. Él la lleva para la salvación de las almas y para la conversión del mundo a Dios .
El amor que él irradia, es mi amor y el amor de mi divino Hijo. Él es mi instrumento y es muy dócil.
Ustedes también, mis niños, deben de ser dóciles, deben ser fieles al Papa; deben amarle y deben de ser obedientes a él.
Sé que en este tiempo, es difícil obedecer a sus palabras, porque les es muy difícil escuchar la verdaderas palabras del Papa, porque estas, son torcidas, y son transmitidas; y así, se conduce la iglesia en el error.
Entonces, por lo tanto; ¡Escuchen al Papa!: Él es la luz de su tiempo que Dios le ofreció, por mi intervención. Miren esta luz. Ella está en la montaña.
Él es el jefe de la iglesia. En la jerarquía de los superiores de la iglesia, él es el representante de Dios, Él es la piedra y en esta roca; Cristo ha fundada su iglesia. Sin esta piedra, sin este Papa, no es Iglesia, o por lo menos; no la que Jesús fundó. Porque Jesús fundó la Iglesia sobre el Papa, sobre Pedro, sobre de esta roca ¡Tenga valor y tenga confianza en él!
CHRISTINE: Tomé todas sus demandas; todas las encerraré en mi corazón inmaculado y, ¡No tengan miedo! Soy su madre y nunca les dejo solos. Esto deben de asimilar, entender y aprender.
MENSAJE EN LAS APARICIONES DE MARPINGEN: 17 DE OCTUBRE DE 1999 (DE MAÑANA)
En la casa del Padre Pío, visión que tuvo lugar durante la Santa Misa
CHRISTINE: Bueno, hoy tenemos el 17 de octubre. Ayer y hoy, hace justo un momento, he visto eso, o sea, una cruz, pero esta vez no era la cruz luminosa, sino la cruz, pues, o sea, era una cruz, y la sangre corría para abajo por todas partes, pero por algunas partes trepaban ramas de rosal y flores y hojas, y en esos puntos estaba la cruz como sanada. Pues, donde ya no sangraba, estaba verdaderamente como curada de nuevo. Y antes ha estado Jesús un momento ahí, detrás del altar y ha extendido las manos, con el manto rojo, y ha dicho que no debemos tener miedo, que ÉL está con nosotros.
La primera aparición por la mañana temprano en la Capilla de la Merced del Härtelwald.
MARION: Ahora ya no hay nada. Hace un momento estaba aquí la Madre de Dios. La he visto un momento con las estrellas, estrellas alrededor de la frente, con una sencilla túnica blanca y la paloma ha estado un momento, pero solo un momento, ahora no veo nada.
CHRISTINE: “Yo os amo tanto. Os agradezco que hayáis seguido mi llamada y que estéis aquí. Os he llamado a cada uno de vosotros, consciente o inconscientemente.”
Breve silencio
“He vuelto otra vez para deciros: Por favor seguid siendo obedientes, venga lo que venga. ¡Permaneced en la obediencia!. Permaneced en la obediencia, pues sólo así, en la obediencia, se puede cumplir el plan divino, y Mi Corazón Inmaculado triunfará”.
Breve silencio
“Pensad en ello, hijos míos, creed siempre en la obediencia, aunque a veces os parezca equivocado, permaneced en la obediencia. Yo os lo pido de todo corazón: Os puedo decir de parte del Padre: Es verdad lo que Marion ha oído antes. Por medio de la oración, hoy, en este día, nadie que hoy muera se perderá.”
MARION: Él me dijo esto, JESÚS, que nadie se perderá hoy.
Viaje a la Capilla de Rheinstraße.
Delante de la Capilla
CHRISTINE: Acabo de oír: “Tal como estáis vosotros delante de la Iglesia parroquial y no os dejan entrar, así estoy Yo delante de los corazones de mis hijos.”
En la Capilla
CHRISTINE: “Yo estoy ahora también en la Iglesia parroquial. Orad, hijos míos, para que mis hijos no se cierren ante mí.”
MARION: ELLA ha rezado con nosotros y con SU presencia nos ha … Ella ha estado simplemente ahí, un momento, y nos ha indicado que recemos con ELLA el Rosario, para que esto salga ahora bien en la Iglesia parroquial.
CHRISTINE: “Hijos míos, ayudadme para que todos mis hijos regresen a mí. ¡Orad mucho!. ¡Orad, orad, orad!. Sacrificad, ofreced en sacrificio vuestros sufrimientos. Yo espero con tanto anhelo a mis hijos. Me gustaría llevarlos a todos a mi Hijo. Haré todo lo posible para guiarlos hasta mi Hijo. ¿Por qué se cierran tanto?. Nosotros sólo queremos lo mejor para ellos. Los corazones se han vuelto tan fríos. Rechazan el amor que mi Hijo quiere darles.”
JUDITH: “Hijos míos, Nuestros corazones están tan llenos de tristeza. La tristeza parte Nuestro corazón, cuando tenemos que ver cuán poco se ama al amor. Tenéis que ayudarme, y yo vengo a vosotros por última vez, no en este día, pero sí en esta serie de apariciones.
Vengo para pediros con insistencia y llena de amor que Me deis todo lo que deseo de vosotros, que no retengáis nada, nada, ni siquiera, vuestra propia voluntad. Tenéis que haceros semejantes a mi Hijo, para que le sirváis de consuelo.
Tenéis que llevar vuestra cruz, para que andéis el camino que Él anduvo antes de vosotros. Tenéis que seguir ese camino, porque es el único camino que lleva al cielo. Yo tengo la misión de conducir de nuevo las almas a mi Hijo. Tengo que realizar esta misión. Y es también mi deseo llevarla a cabo.
Tenéis que contemplar mi corazón, cuán lleno está de amor que quisiera irradiar hacia vosotros. Este amor desea llenar vuestros corazones para que améis a Dios. Tenéis que volver al Señor. Él os ama con el amor infinito de Su corazón y espera con gran anhelo el retorno de las almas. Orad, orad, orad y ofreced vuestro sufrimiento. Incluso el sufrimiento más pequeño es valioso para el cielo si lo soportáis por amor. Si se lo regaláis a ÉL.
Si decís: JESÚS, TODO POR AMOR A TI. El Cielo necesita este amor de vuestros corazones, porque Él os creó para el Cielo, para que podáis amar eternamente ese amor. No os dejéis confundir, no os dejéis engañar.
Seguid obedientes al Papa, vivid según los mandamientos de Dios y según los mandamientos de la Iglesia. Si me ayudáis en mi misión, el mundo se convertirá. El mundo volverá al Señor y habrá paz. Vivid el amor que yo vierto en vuestros corazones, para que las personas vean vuestro amor. Porque sólo a través del amor vivido y de los mandamientos de Dios vividos podéis alcanzar hoy aún esos duros corazones. Las palabras ya no llegan. Amad, hijos míos, a Dios y a los hombres.”
MARION: Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat. Me viene a través de los pensamientos, no sé, veo pero tampoco directamente como voz, más bien como un pensamiento.
JESÚS a través de JUDITH: “¡Hijos míos!, ya que Yo envié a mi Madre a la Iglesia parroquial, vengo Yo mismo a vosotros. Yo ya os dije que mi corazón anhela vuestro amor. Yo quiero ser vuestro rey, vuestro rey del amor y de la misericordia. Quiero que me améis con veneración. Quiero que me recibáis con veneración.
Quiero que me adoréis y que esta adoración sea un gran acto de amor. Mi corazón es la señal del amor que Yo ya revelé a través de mi novia María Margarita Alacoque.
La adoración de mi corazón es un camino hacia mí. Otro camino es la adoración del Corazón Inmaculado de mi Madre, lo que no pasa desapercibido a mi corazón, sino que mi Madre conduce a todos los hombres hacia mí.
Y Yo vengo a deciros cuán grande es, por un lado, mi alegría al ver cuántas personas me aman, pero no son todas y por ello mi corazón aún está triste. A mi corazón le gustaría inundar a todos, al mundo entero con el amor que reside en mi corazón. Es el amor que emana del Padre, es también el amor transmitido a través del Espíritu Santo. Es el amor que está presente entre nosotros. Vosotros estáis incluidos en este amor. Vosotros sois una parte de este amor, porque el Padre y Yo y el Espíritu Santo os hemos creado para que nos améis.
¡Amadme, amad al Padre, amad al Espíritu Santo!. Veneradle, porque Él está destinado para indicaros en estos tiempos confusos el camino para que permanezcáis fieles a Mí y a Mi Iglesia.. ¡Debéis estar atentos!. ¡Tenéis que adorarme con vuestros corazones abiertos y con el amor de niño!. Quien Me ame y Me adore y le sea obediente a mi representante en este mundo será siempre un miembro de Mi Iglesia.
Yo fundé esta Iglesia para daros a vosotros y a toda la humanidad la posibilidad de conseguir con la merced que conseguí para vosotros en la cruz, el regalo de la salvación. Vosotros no estáis predestinados para la perdición. Estáis predestinados para el cielo. Todo el que entra en el infierno es porque quiere, porque DIOS no condena a nadie.
Y por ello os pido, como ya os lo he pedido tantas veces a través de mi Madre, a quien os he enviado: ¡Volved!. ¡Tomad en serio vuestra fe, no la llevéis arrastrando, pensando: al final todo me saldrá bien. El adversario no duerme. No duerme y se esfuerza en precipitar muchas almas en la perdición.
Mi Madre ya os lo dijo en Fátima, que muchas almas van al infierno, porque nadie ora por ellas. Orad por consiguiente y ayudadnos a Mi madre y a Mí para que todos los seres humanos retornen al fin para el que han sido creados. Para dar culto eterno a DIOS en el Cielo!. ¡Ofreced vuestro sufrimiento unido al mío!. Y en los momentos difíciles, mirad a la cruz, pues en ella sufrí yo por amor a vosotros. Llevad vuestra cruz y seguidme, porque sólo así podéis ser mis discípulos.”
JESÚS a través de MARION: “He hablado a través de tantas personas, por favor, tomad en serio mi ruegos. Lourdes, Fátima, las veo ahora como si fuera a volver. Son solamente dos lugares los que nombro: he enviado a mi Madre. Ahora vengo yo mismo, como ya vine a otros lugares y seguiré viniendo.”
CHRISTINE: La oigo hablar, no la veo, pero en este momento sólo la oigo. Con muchísima paz. “He terminado mi misión aquí en Marpingen. De todas formas volveré hoy una vez más. Pero no os dejo solos. Siempre estoy presente, siempre estoy aquí en Marpingen. También perceptible para ciertas personas. Yo estoy siempre aquí, no me iré. Y espero todos los días que vengáis a mí. Más adelante cuando mi Corazón Inmaculado haya triunfado, entonces muchos me verán de nuevo en Marpingen.
Entonces les hablaré de nuevo a mis hijos. Pero esto será en un tiempo futuro. En este tiempo futuro, todos los corazones estarán abiertos, todos podrán oírme. DIOS volverá a estar plenamente entre los hombres. No tengáis miedo, hijos míos. Vuestra meta es este tiempo del que he hablado y que vendrá. Yo os doy esta promesa.”
MARION:“No doy, sin embargo, ninguna fecha, porque esas sólo corresponde saberlas al Todopoderoso. Confiad. ÉL vencerá en el mundo y vendrá un tiempo que será mucho más hermoso que todo lo que ha sido hasta ahora. Lleno de confianza en DIOS. No doy ninguna fecha, pues tampoco Yo puedo decir cuando vendrá, eso sólo lo sabe Dios en su Infinito Poder y Él decide.”
CHRISTINE:“No tengáis miedo hijos míos, no tengáis miedo. Yo os renuevo una y otra vez a todos, a todos mis hijos, la promesa de que estoy siempre con vosotros. Creedlo y tened confianza en ello. … deseo que no se especule sobre ese tiempo del que acabo de hablar. Por mucho que calculéis, no lo acertaréis. ¡Dedicaos mejor a la oración!. Cumplid mi deseo, asimilad y haced vuestro todo lo que yo he estado autorizada a decir y vivid según ello. Y no perdáis vuestro tiempo con cálculos o especulaciones. ¡Amad el amor y estaréis amando Dios!.”
En la cruz del camino en la que está escrito:
Año 1767
el ilustre GEMIN ALZWILER tiene
para gloria del amargo sufrimiento de nuestro
Señor Jesucristo aquí en St. Wendelin su tumba
Comentario del acompañante: Ahora están las videntes buscando la cruz del camino entre Winterbach y Alsweiler. …a la que nos envió la Madre de Dios. Marion no sabía, sin embargo, donde estaba exactamente la cruz. Ella dijo que era clara y que Claus sabía donde se encontraba la cruz. Nosotros fuimos con el coche a diferentes cruces, pero Marion decía, que aquella tampoco era. Entonces vio Marion la cruz resplandeciente que se desplazaba delante de nuestro coche. De repente dijo Marion: Aquí está, ésa es la cruz. Esta cruz situada en el camino entre Winterbach y St. Wendel.
MARION: “Mis apariciones en el mundo, tal y como es en el momento, terminarán pronto. Entonces las personas no me verán durante un tiempo, pero yo las guiaré por medio de pensamientos y quizás mediante sugerencias mentales, eso está en manos de Dios, yo no puedo decirlo.
El tiempo nuevo del que os hablé vendrá mucho, mucho más tarde, porque en el Cielo se mide el tiempo de manera muy diferente a como se hace en la Tierra. Ahora vendrá un periodo de tiempo en el que los seres humanos, después de que mis apariciones, con las que continuo de momento, en todo el mundo, terminarán. En el que los hombres tendrán que decidir si están a favor o en contra de Dios. Después vendrá un tiempo en el que ellos habrán decidido. Y entonces se verá todo con los ojos abiertos. Mucho, mucho más tarde. Son muchos tiempos.”
Yo no sé lo que esto significa. No sé lo que ella quiere decir ahora con muchos tiempos. No sé lo que significa. Yo sólo lo he oído así.
CHRISTINE: “Y ahora quiero deciros por qué os he traído aquí. ¡Contemplad la cruz! ¿Cuántas cruces habéis visto en el camino hasta este lugar adonde os he traído?. ¿Habéis visto en alguna de las cruces a alguien que se hubiere detenido para rezar?. ¿Habéis visto a una sola persona que se haya detenido un momento y se haya acercado a mi Hijo y haya rezado?. No. Le dejan solo. Le dejan completamente solo. Ni siquiera se aperciben de las cruces. ¿Podéis imaginaros ahora cuán importante es vuestra oración para que se abran los corazones? Contemplad la cruz, hijos míos.
Ahora seguiré hablando a través de Judith.”
JUDITH: “Cuántas cruces de caminos han sido ya retiradas. Es una señal de que los seres humanos se han alejado de Dios. Es una señal de que las personas se han construido un mundo sin Dios. Es una mala señal, porque así el mundo irá a su perdición. Pero yo ya os nombré los remedios para ello, y os pido que seáis los primeros en seguirlos.
Y por medio de vuestras oraciones yo tendré la posibilidad, la fuerza y el poder para implorar al Padre la conversión del mundo. Yo me arrodillo ante cada cruz del camino, yo Lo adoro, Lo amo por vosotros, para que no esté tan sólo.
Pero no obstante yo deseo, os suplico hoy: Volved a mi Hijo, saludadle cuando paséis por delante de una cruz. ¡Ofrecedle vuestro corazón, elevad vuestro corazón y presentádselo a Él!.
Haced lo mismo cuando paséis por delante de una Iglesia en la que Él con tanta frecuencia está tan sólo y esperándoos. Él os ama tanto. Y con cada cruz os recuerd
a lo que ha hecho por vosotros.
Por ello, contemplad su sufrimiento, porque lo padeció para salvar vuestras almas, para allanaros y abriros el camino hacia el Cielo. Él os abrió el Cielo llevando Su cruz, y con Su muerte en la cruz. Por ello, muchas personas en el pasado han erigido cruces, para tener siempre presente lo que Jesús, mi Hijo, había hecho por vosotros. Decorad también las cruces de los caminos con flores. ¡Honrad así a mi Hijo Divino!.”
MARION: Yo también he oído algo y esto es, ella dice: “Yo no aparezco esta vez visualmente, porque quiero mostraros las cruz de mi Hijo. Miradlo, porque quiero dirigir vuestra atención hacia ÉL, no hacia mí. YO soy sólo la intermediaria. ÉL, sin embargo, es Dios. YO sólo rezo con vosotros, ÉL, sin embargo, es Dios.”
CHRISTINE: Ella ha dicho antes -yo no quería interrumpir- que nosotros debemos rezar una vez más la oración que ELLA nos ha regalado, juntos aquí ante la cruz y ELLA desea, además, que busquemos un lugar donde podamos descansar, porque ella ha dicho que la última aparición nos va a costar mucha fuerza y que por eso necesitamos un poco de descanso antes de que aparezca por última vez. Eso será en la Zona Santa, la última aparición.
MENSAJE EN LAS APARICIONES DE MARPINGEN: 17 DE OCTUBRE DE 1999 (MEDIA TARDE)
Aparición en la Capilla de la Merced del Härtewald, a media tarde.
MARION: “Hijos míos, me alegro tanto, cuando rezáis. ¡Seguid rezando, hijos míos!”
JUDITH: ¿Ahora?
MARION: “¡Ahora!”
JUDITH: ¿Debemos terminar la oración?
MARION: “Sí, y entremedias cantar. Los viejos cánticos y también los nuevos, que tan bien entona el grupo juvenil. Ambas cosas, seguir orando los viejos y los nuevos cánticos. Nos alegramos mucho cuando oráis y cantáis. Nos alegramos tantísimo que vosotros oréis y cantéis.”
CHRISTINE: “Hijos míos, me alegro tanto, y mi Hijo Divino también. Vosotros regocijáis nuestros corazones con vuestras oraciones. Orad y alegraos de que el Señor se os haya revelado.
Quiero que volváis a casa a casa con alegría. Vuestros corazones deben estar llenos de alegría. Y esta alegría … transmitidla a los demás. ¡Dad a todos la mano y transmitid vuestra alegría y el amor que lleváis en vuestros corazones!.
Anunciad al mundo entero que yo, vuestra Madre Celestial siempre estoy con vosotros y que nunca os abandono, y que yo cumplo mis promesas. Anunciad a todos los pueblos que Dios os ama, con todas vuestras debilidades y faltas. Él os ama, venid a Él, Él os espera y se alegra de cada uno que regresa a Él. Anunciadlo, anunciadlo por todo el mundo: NOSOTROS OS AMAMOS.”
MARION: “La fe hace a los seres humanos libres. La fe los llena de alegría. Los hace libres. Nada en el mundo puede hacerlos tan libres como la fe; la fe en Jesucristo, nuestro Señor y Dios.”
CHRISTINE: ¡Oh, qué hermoso es! Ahí está la paloma, y por encima otra vez el entramado verde. Y están los ángeles y todo gira. Es maravilloso, todo lleno de alegría y de amor, algo como esto no lo he visto nunca. Lleno de alegría. Increíble. Bueno, nunca había visto nada semejante … algo tan hermoso … tan bello … tan lleno de alegría y felicidad …increíble. Como si todos los corazones saltasen de alegría en el cielo. Es increíble.
MARION: “Si esto que estoy viendo es tan hermoso, cuando se muere, nadie necesita temer a la muerte. Entonces la muerte perderá su espanto. ¡Creed en Jesús, entonces la muerte perderá su espanto!.”
CHRISTINE: Todo está lleno de alegría, Oh Je…, si todos pudieran ver esto, está tan lleno de alegría, un sentimiento en mí … podría saltar de alegría, tan hermoso es esto. Todo lo que esta mañana estaba lleno de tristeza, cuando tan triste estaba, todo ha desaparecido, todo está … esto es, si ahora le hacemos caso a Ella, entonces … oh … Quieren compartir esta alegría con nosotros. Es tan bonito admirable. Todo el Cielo, nunca he visto nada igual.
JUDITH: ¿Muchos ángeles?
CHRISTINE: Legiones, yo no sé lo que es una legión, pero hay aquí muchos, muchísimos ángeles.
JUDITH: ¿La madre de Dios?
CHRISTINE: ¡Sí!
JUDITH: ¿Jesús?
CHRISTINE: Todo. Veo la corona con … la maravillosa corona …
MARION: reza:Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.
El pan nuestro de cada día, danoslo hoy, y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre. Amén.
MARION: No tenemos que temer a la muerte … esto es tan hermoso. Y Él nos espera. Nada debemos de temer, nosotros solamente hemos de poner todo en sus manos, no tenemos que temer nada.
CHRISTINE: Había allí una corona grande de oro. En el medio un triángulo radiante. Debajo, el Todo Sagrado Corazón de Jesús. La Madre de Dios, muy pequeña, debajo, con muchos ángeles. Enmarcando el cuadro. Sobre el conjunto la paloma. ¡¡Maravilloso!! Todo resplandecía, todo irradiaba hacia los seres humanos.
JUDITH: ¿Había también Santos?
CHRISTINE: Había tantas cosas, estaba todo tan lleno. Yo no puedo decirlo … todo. No lo sé. Yo he visto a los Ángeles. Ahora no he reconocido a ningún santo en particular. Pero también debo decir que he puesto toda mi atención en la Corona y en el Sagrado Corazón y en la Madre de Dios … no quería, además, mirar de un lado al otro. ¡Era demasiado hermoso!
MARION: Estaban también aquí la cruz, la Madre de Dios, la cruz y los ángeles.
JUDITH: ¿La cruz resplandeciente?»
MARION: Sí. Y de repente noté que tenía que hablar, que tenía que decir, lo maravilloso, lo maravilloso que es, la alegría que siento en mi corazón y me sentía tan libre… yo habría … pues, si es así cuando uno muere, no hay que tener miedo. No sé lo que me ha impulsado a decir esto, yo tenía que …
JUDITH: ¿marchar?
MARION: En este momento sí.
CHRISTINE: Yo he vuelto a oírlo sólo una vez más: “Anunciadlo por todo el mundo: ¡¡NOSOTROS OS AMAMOS!!.”
MARION: Yo sólo podía adorar. No podía hacer otra cosa que rezar. Sí, ella hace una pausa. Pero dice aún más cosas. Todavía no se ha ido. Di una vez: Se fue el viento, el viento lo noté una vez, tenía la sensación de que venía mucho viento. …
CHRISTINE: … Sigue aún más, lo sé, pero yo no, cuando. Ella ha dicho, que hablará otra vez a través de ti, Judith.
MARION: Ella viene de nuevo, pero hace una pausa … esto se prolonga ahora. Es también demasiado agotador para nosotros, el éxtasis. Va a seguir todavía, pero no sé cuando.
Algo más tarde
CHRISTINE: Hay una increíble alegría en el cielo, quiero decir, que los seres celestiales miran realmente hacia nosotros, hacia este pequeño lugar, esto es realmente cierto … es una locura, el cielo está abierto, sí, el cielo está verdaderamente abierto.
MARION: ¡Sí!
CHRISTINE: ¡Sí, el cielo está abierto!
MARION: … estaba todo abierto. Primero vino la paloma, después, ese símbolo triangular, y la paloma estaba en medio de la cruz resplandeciente, y alrededor esa corona con esas hojas, y al final del todo venía la Madre de Dios.
Bueno, todo estaba abierto. Resultaba maravilloso contemplar todo abierto … el Cielo entero. Era una alegría, era fantástica. Y yo podía oír al margen el cántico, de lejos, y lo acompañé rezando sencillamente en mi corazón, en ese momento.
JUDITH: ¿Algo más?
MARION: Y yo no podía hablar después. Yo sólo estaba rezando. Pero no podía decir, no podía pronunciar lo que veo.
Algo más tarde
JUDITH: “¡Hijos míos! Con estas imágenes que Marion y Christine han descrito quería daros una idea de lo maravilloso que es el Cielo.
A través de Marion ya he dicho que no hay que tener miedo a la muerte. La muerte es sólo un paso, un paso al más allá, un paso a través de un velo para pasar a la vida eterna, a la felicidad eterna con nosotros.
¡Hijos míos!. Vivid lo que yo os he dicho aquí. .Vividlo, ponedlo en práctica en vuestra vida, y ayudad a todas las personas que caminan a vuestro lado, para que vayan por el mismo camino. Recogedlos donde estén!.
¡No condenéis a nadie!. Todos los seres humanos son amados por Dios, y por eso tenéis también que amar vosotros a todos los seres humanos.
¡Poned en práctica en vuestra vida las palabras que os he dado en Marpingen. Entonces viviréis tal y como Dios quiere que lo hagáis. Entonces viviréis de forma que podréis alcanzar la Bienaventuranza. Si habéis vivido según los Mandamientos de Dios, no tenéis por qué temer a la muerte.
El Cielo es la recompensa por vuestra lucha, y vuestra vida es una lucha. No debéis desalentaros y no debéis tampoco dejar de luchar y de decir que todo esto no vale la pena. ¡Tenéis que luchar!. Yo ya he dicho que siempre estoy con vosotros, que os llevo en mi Corazón Inmaculado, y que todas vuestras plegarias, también las que hoy habéis traído aquí, las presentaré ante el trono de Dios. Yo sólo puedo atender los deseos que están en el plan del Padre.
Hoy podré conceder muchas gracias. También sanaré a enfermos de cuerpo y de alma. Pero también daré a todos los que no puedan ser sanados hoy la fuerza para llevar su cruz por amor, para que le sirva al mundo, es decir para que con ello ayudéis a reconquistar el mundo para Dios, para que toda la humanidad vea el Cielo tal y como Marion y Christine lo han descrito.
El cielo es la Bienaventuranza eterna y no la quimera fantástica que muchas personas parecen imaginarse. Hay un Cielo y hay un Infierno, solamente la decisión de donde uno quiere estar en la eternidad, la toma cada uno por sí mismo. DIOS no condena A NADIE. Eso lo hace el hombre mismo, no amando a DIOS. Por ello os pido hoy una vez más: Cumplid mis ruegos, seguid la enseñanza de la Iglesia, sed fieles al Papa, vivid los mandamientos de Dios, sed niños, humildes, sencillos y pequeños, y dejaos guiar por Mí, vuestra Madre Celestial.
Yo sólo tengo un deseo y una meta, guiaros a la Bienaventuranza eterna junto a mi Hijo, Jesús, y junto a Dios, nuestro Señor. YO OS AMO, HIJOS MÍOS y os lo digo hoy una vez más, pues hoy aparezco aquí por última vez en el presente tiempo. Pero no tengáis miedo. Yo estoy siempre con vosotros, pues, estando yo al pie de la cruz , JESUS me regaló vosotros como Madre, y lo que significa ser Madre, lo sabréis cuando toméis mi mano y os dejéis guiar por mí. Mi Hijo Jesús y también yo OS AMAMOS MUCHO. ¡No lo olvidéis en todos vuestros sufrimientos!. Pensad siempre en ello. ¡OS AMAMOS MUCHO!”
CHRISTINE: Éstas fueron Sus últimas palabras.
MARION: ELLA se ha mostrado, sin embargo, todavía un instante y se ha despedido agitando la mano, para decirnos adiós. … breve, cruz y paloma y símbolo triangular también se muestran brevemente una vez más, pero sólo un instante. Y el Arcángel Rafael … nada más … nada.
«Ayer tarde fue cuando tuvo lugar la última gran comida del Señor y sus amigos, en casa de Simón el Leproso, en Betania, en donde María Magdalena derramó por la última vez los perfumes sobre Jesús. Los discípulos habían preguntado ya a Jesús dónde quería celebrar la Pascua.
Hoy, antes de amanecer, llamó el Señor a Pedro, a Santiago y a Juan: les habló mucho de todo lo que debían preparar y ordenar en Jerusalén, y les dijo que cuando subieran al monte de Sión, encontrarían al hombre con el cántaro de agua. Ellos conocían ya a este hombre, pues en la última Pascua, en Bethania, él había preparado la comida de Jesús: por eso San Mateo dice: cierto hombre. Debían seguirle hasta su casa y decirle: «El Maestro os manda decir que su tiempo se acerca, y que quiere celebrar la Pascua en vuestra casa». Después debían ser conducidos al Cenáculo y ejecutar todas las disposiciones necesarias.
Yo vi los dos Apóstoles subir a Jerusalén; y encontraron al principio de una pequeña subida, cerca de una casa vieja con muchos patios, al hombre que el Señor les había designado: le siguieron y le dijeron lo que Jesús les había mandado. Se alegró mucho de esta noticia, y les respondió que la comida estaba ya dispuesta en su casa (probablemente por Nicodemus); que no sabía para quién, y que se alegraba de saber que era para Jesús. Este hombre era Helí, cuñado de Zacarías de Hebrón, en cuya casa el año anterior había Jesús anunciado la muerte de Juan Bautista. Iba todos los años a la fiesta de la Pascua con sus criados, alquilaba una sala, y preparaba la Pascua para las personas que no tenían hospedaje en la ciudad. Ese año había alquilado un Cenáculo que pertenecía a Nicodemus y a José de Arimatea. Enseñó a los dos Apóstoles su posición y su distribución interior.
II – El Cenáculo
Sobre el lado meridional de la montaña de Sión, se halla una antigua y sólida casa, entre dos filas de árboles copudos, en medio de un patio espacioso cercado de buenas paredes. Al lado izquierdo de la entrada se ven otras habitaciones contiguas a la pared; a la derecha, la habitación del mayordomo, y al lado, la que la Virgen y las santas mujeres ocuparon con más frecuencia después de la muerte de Jesús. El Cenáculo, antiguamente más espacioso, había servido entonces de habitación a los audaces capitanes de David: en él se ejercitaban en manejar las armas. Antes de la fundación del templo, el Arca de la Alianza había sido depositada allí bastante tiempo, y aún hay vestigios de su permanencia en un lugar subterráneo.
Yo he visto también al profeta Malaquías escondido debajo de las mismas bóvedas; allí escribió sus profecías sobre el Santísimo Sacramento y el sacrificio de la Nueva Alianza. Cuando una gran parte de Jerusalén fue destruida por los babilonios, esta casa fue respetada: he visto otras muchas cosas de ella; pero no tengo presente más que lo que he contado. Este edificio estaba en muy mal estado cuando vino a ser propiedad de Nicodemus y de José de Arimatea: habían dispuesto el cuerpo principal muy cómodamente y lo alquilaban para servir de Cenáculo a los extranjeros, que la Pascua atraía a Jerusalén.
Así el Señor lo había usado en la última Pascua. El Cenáculo, propiamente, está casi en medio del patio; es cuadrilongo, rodeado de columnas poco elevadas. Al entrar, se halla primero un vestíbulo, adonde conducen tres puertas; después se entra en la sala interior, en cuyo techo hay colgadas muchas lámparas; las paredes están adornadas para la fiesta, hasta media altura, de hermosos tapices y de colgaduras. La parte posterior de la sala está separada del resto por una cortina. Esta división en tres partes da al Cenáculo, cierta similitud con el templo. En la última parte están dispuestos, a derecha e izquierda, los vestidos necesarios para la celebración de la fiesta. En el medio hay una especie de altar; en esta parte de la sala están haciendo grandes preparativos para la comida pascual. En el nicho de la pared hay tres armarios de diversos colores, que se vuelven como nuestros tabernáculos para abrirlos y cerrarlos; vi toda clase de vasos para la Pascua; más tarde, el Santísimo Sacramento reposó allí. En las salas laterales del Cenáculo hay camas en donde se puede pasar la noche. Debajo de todo el edificio hay bodegas hermosas. El Arca de la Alianza fue depositada en algún tiempo bajo el sitio donde se ha construido el hogar. Yo he visto allí a Jesús curar y enseñar; los discípulos también pasaban con frecuencia las noches en las laterales.
III – El cáliz
Vi a Pedro y a Juan en Jerusalén entrar en una casa que pertenecía a Serafia (tal era el nombre de la que después fue llamada Verónica, por ser ella de Verona). Su marido, miembro del Consejo, estaba la mayor parte del tiempo fuera de la casa, atareado con sus negocios; y aun cuando estaba en casa, ella lo veía poco. Era una mujer de la edad de María Santísima, y que estaba en relaciones con la Sagrada Familia desde mucho tiempo antes: pues cuando el niño se quedó en el templo después de la fiesta, ella (la Verónica Serafia) le dio de comer. Los dos apóstoles tomaron allí, entre otras cosas, el cáliz de que se sirvió el Señor para la institución de la Sagrada Eucaristía. El cáliz que los apóstoles llevaron de la casa de (Serafia) Verónica, es un vaso maravilloso y misterioso.
Había estado mucho tiempo en el templo entre otros objetos preciosos y de gran antigüedad, cuyo origen y uso se había olvidado. Había sido vendido a un aficionado de antigüedades. Y, comprado por Serafia, había servido ya muchas veces a Jesús para la celebración de las fiestas, y desde ese día fue propiedad constante de la santa comunidad cristiana.
El gran cáliz estaba puesto en una azafata, y alrededor había seis copas. Dentro de él había otro vaso pequeño, y encima un plato con una tapadera redonda. En su pie estaba embutida una cuchara, que se sacaba con facilidad. El gran cáliz se ha quedado en la iglesia de Jerusalén, cerca de Santiago el Menor, y lo veo todavía conservado en esta villa: ¡aparecerá a la luz como ha aparecido esta vez! Otras iglesias se han repartido las copas que lo rodeaban; una de ellas está en Antioquía; otra en Efeso: pertenecían a los Patriarcas, que bebían en ellas una bebida misteriosa cuando recibían y daban la bendición, como lo he visto muchas veces. El gran cáliz estaba en casa de Abraham: Melquisedec lo trajo consigo del país de Semíramis a la tierra de Canaán cuando comenzó a fundar algunos establecimientos en el mismo sitio donde se edificó después Jerusalén: él lo usó en el sacrificio, cuando ofreció el pan y el vino en presencia de Abraham, y se lo dejó a este Patriarca.
IV – Despedidas
Por la mañana, mientras los dos Apóstoles se ocupaban en Jerusalén en hacer los preparativos de la Pascua, Jesús, que se había quedado en Bethania, hizo una despedida tierna a las santas mujeres, a Lázaro y a su Madre, y les dio algunas instrucciones. Yo vi al Señor hablar solo con su Madre; le dijo, entre otras cosas, que había enviado a Pedro, el Apóstol de la fe, y a Juan, el Apóstol del amor, para preparar la Pascua en Jerusalén. Dijo que María Magdalena, cuyo dolor era muy violento, que su amor era grande, pero que todavía era un poco según la carne, y que por ese motivo el dolor la ponía fuera de sí. Habló también del proyecto de Judas, y la Virgen Santísima rogó por él. Judas había ido otra vez de Bethania a Jerusalén con pretexto de hacer un pago. Corrió todo el día a casa de los fariseos, y arregló la venta con ellos. Le enseñaron los soldados encargados de prender al Salvador. Calculó sus idas y venidas de modo que pudiera explicar su ausencia. Volvió al lado del Señor poco antes de la cena. Yo he visto todas sus tramas y todos sus pensamientos. Era activo y servicial; pero lleno de avaricia, de ambición y de envidia, y no combatía estas pasiones. Había hecho milagros y curaba enfermos en la ausencia de Jesús.
Cuando el Señor anunció a la Virgen lo que iba a suceder, Ella le pidió de la manera más tierna que la dejase morir con Él. Pero Él le recomendó que tuviera más resignación que las otras mujeres; le dijo también que resucitaría, y el sitio donde se le aparecería. Ella no lloró mucho, pero estaba profundamente triste. El Señor le dio las gracias, como un hijo piadoso, por todo el amor que le tenía.
Se despidió otra vez de todos, dando todavía diversas instrucciones. Jesús y los nueve Apóstoles salieron a las doce de Bethania para Jerusalén; anduvieron al pie del monte de los Olivos, en el valle de Josafat y hasta el Calvario. En el camino no cesaba de instruirlos. Dijo a los Apóstoles, entre otras cosas, que hasta entonces les había dado su pan y su vino, pero que hoy quería darles su carne y su sangre, y que les dejaría todo lo que tenía. Decía esto el Señor con una expresión tan dulce en su cara, que su alma parecía salirse por todas partes, y que se deshacía en amor, esperando el momento de darse a los hombres. Sus discípulos no lo comprendieron: creyeron que hablaba del cordero pascual. No se puede expresar todo el amor y toda la resignación que encierran los últimos discursos que pronunció en Bethania y aquí. Cuando Pedro y Juan vinieron al Cenáculo con el cáliz, todos los vestidos de la ceremonia estaban ya en el vestíbulo. Enseguida se fueron al valle de Josafat y llamaron al Señor y a los nueve Apóstoles. Los discípulos y los amigos que debían celebrar la Pascua en el Cenáculo vinieron después.
V – El cordero Pascual
esús y los suyos comieron el cordero pascual en el Cenáculo, divididos en tres grupos: el Salvador con los doce Apóstoles en la sala del Cenáculo; Natanael con otros doce discípulos en una de las salas laterales; otros doce tenían a su cabeza a Eliazim, hijo de Cleofás y de María, hija de Helí: había sido discípulo de San Juan Bautista. Se mataron para ellos tres corderos en el templo. Había allí un cuarto cordero, que fue sacrificado en el Cenáculo: éste es el que comió Jesús con los Apóstoles. Judas ignoraba esta circunstancia; continuamente ocupado en su trama, no había vuelto cuando el sacrificio del cordero; vino pocos instantes antes de la comida. El sacrificio del cordero destinado a Jesús y a los Apóstoles fue muy tierno; se hizo en el vestíbulo del Cenáculo. Los Apóstoles y los discípulos estaban allí cantando el salmo CXVIII. Jesús habló de una nueva época que comenzaba. Dijo que los sacrificios de Moisés y la figura del Cordero pascual iban a cumplirse; pero que, por esta razón, el cordero debía ser sacrificado como antiguamente en Egipto, y que iban a salir verdaderamente de la casa de servidumbre. Los vasos y los instrumentos necesarios fueron preparados.
Trajeron un cordero pequeñito, adornado con una corona, que fue enviada a la Virgen Santísima al sitio donde estaba con las santas mujeres. El cordero estaba atado, con la espalda sobre una tabla, por el medio del cuerpo: me recordó a Jesús atado a la columna y azotado. El hijo de Simeón tenía la cabeza del cordero. El Señor lo picó con la punta de un cuchillo en el cuello, y el hijo de Simeón acabó de matarlo. Jesús parecía tener repugnancia de herirlo: lo hizo rápidamente, pero con gravedad; la sangre fue recogida en un baño, y trajéronle un ramo de hisopo que mojó en la sangre. Enseguida fue a la puerta de la sala, tiñó de sangre los dos pilares y la cerradura y fijó sobre la puerta el ramo teñido de sangre. Después hizo una instrucción, y dijo, entre otras cosas, que el ángel exterminador pasaría más lejos; que debían adorar en ese sitio sin temor y sin inquietud cuando Él fuera sacrificado, a Él mismo, el verdadero Cordero pascual; que un nuevo tiempo y un nuevo sacrificio iban a comenzar, y que durarían hasta el fin del mundo. Después se fueron a la extremidad de la sala, cerca del hogar donde había estado en otro tiempo el Arca de la Alianza. Jesús vertió la sangre sobre el hogar, y lo consagró como un altar; seguido de sus Apóstoles, dio la vuelta al Cenáculo y lo consagró como un nuevo templo.
Todas las puertas estaban cerradas mientras tanto. El hijo de Simeón había ya preparado el cordero. Lo puso en una tabla: las patas de adelante estaban atadas a un palo puesto al revés; las de atrás estaban extendidas a lo largo de la tabla. Se parecía a Jesús sobre la cruz, y fue metido en el horno para ser asado con los otros tres corderos traídos del templo.
Los convidados se pusieron los vestidos de viaje que estaban en el vestíbulo, otros zapatos, un vestido blanco parecido a una camisa, y una capa más corta de adelante que de atrás; se arremangaron los vestidos hasta la cintura; tenían también unas mangas anchas arremangadas. Cada grupo fue a la mesa que le estaba reservada: los discípulos en las salas laterales, el Señor con los Apóstoles en la del Cenáculo. Según puedo acordarme, a la derecha de Jesús estaban Juan, Santiago el Mayor y Santiago el Menor; al extremo de la mesa, Bartolomé; y a la vuelta, Tomás y Judas Iscariote. A la izquierda de Jesús estaban Pedro, Andrés y Tadeo; al extremo de la izquierda, Simón, y a la vuelta, Mateo y Felipe.
Después de la oración, el mayordomo puso delante de Jesús, sobre la mesa, el cuchillo para cortar el cordero, una copa de vino delante del Señor, y llenó seis copas, que estaban cada una entre dos Apóstoles. Jesús bendijo el vino y lo bebió; los Apóstoles bebían dos en la misma copa. El Señor partió el cordero; los Apóstoles presentaron cada uno su pan, y recibieron su parte. La comieron muy deprisa, con ajos y yerbas verdes que mojaban en la salsa. Todo esto lo hicieron de pie, apoyándose sólo un poco sobre el respaldo de su silla. Jesús rompió uno de los panes ácimos, guardó una parte, y distribuyó la otra. Trajeron otra copa de vino; y Jesús decía: «Tomad este vino hasta que venga el reino de Dios». Después de comer, cantaron; Jesús rezó o enseñó, y habiéndose lavado otra vez las manos, se sentaron en las sillas.
Al principio estuvo muy afectuoso con sus Apóstoles; después se puso serio y melancólico, y les dijo: «Uno de vosotros me venderá; uno de vosotros, cuya mano está conmigo en esta mesa». Había sólo un plato de lechuga; Jesús la repartía a los que estaban a su lado, y encargó a Judas, sentado enfrente, que la distribuyera por su lado. Cuando Jesús habló de un traidor, cosa que espantó a todos los Apóstoles, dijo: «Un hombre cuya mano está en la misma mesa o en el mismo plato que la mía», lo que significa: «Uno de los doce que comen y beben conmigo; uno de los que participan de mi pan». No designó claramente a Judas a los otros, pues meter la mano en el mismo plato era una expresión que indicaba la mayor intimidad. Sin embargo, quería darle un aviso, pues, que metía la mano en el mismo plato que el Señor para repartir lechuga.
Jesús añadió: «El hijo del hombre se va, según esta escrito de Él; pero desgraciado el hombre que venderá al Hijo del hombre: más le valdría no haber nacido». Los Apóstoles, agitados, le preguntaban cada uno: «Señor, ¿soy yo?», pues todos sabían que no comprendían del todo estas palabras. Pedro se recostó sobre Juan por detrás de Jesús, y por señas le dijo que preguntara al Señor quién era, pues habiendo recibido algunas reconvenciones de Jesús, tenía miedo que le hubiera querido designar. Juan estaba a la derecha de Jesús, y, como todos, apoyándose sobre el brazo izquierdo, comía con la mano derecha: su cabeza estaba cerca del pecho de Jesús. Se recostó sobre su seno, y le dijo: «Señor, ¿quién es?». Entonces tuvo aviso que quería designar a Judas. Yo no vi que Jesús se lo dijera con los labios: «Este a quien le doy el pan que he mojado». Yo no sé si se lo dijo bajo; pero Juan lo supo cuando el Señor mojó el pedazo de pan con la lechuga, y lo presentó afectuosamente a Judas, que preguntó también: «Señor, ¿soy yo?». Jesús lo miró con amor y le dio una respuesta en términos generales. Era para los judíos una prueba de amistad y de confianza. Jesús lo hizo con una afección cordial, para avisar a Judas, sin denunciarlo a los otros; pero éste estaba interiormente lleno de rabia. Yo vi, durante la comida, una figura horrenda, sentada a sus pies, y que subía algunas veces hasta su corazón. Yo no vi que Juan dijera a Pedro lo que le había dicho Jesús; pero lo tranquilizó con los ojos.
VI – El lavatorio de pies: simbolismo de la confesión
Se levantaron de la mesa, y mientras arreglaban sus vestidos, según costumbre, para el oficio solemne, el mayordomo entró con dos criados para quitar la mesa. Jesús le pidió que trajera agua al vestíbulo, y salió de la sala con sus criados. De pie en medio de los Apóstoles, les habló algún tiempo con solemnidad. No puedo decir con exactitud el contenido de su discurso. Me acuerdo que habló de su reino, de su vuelta hacia su Padre, de lo que les dejaría al separarse de ellos. Enseñó también sobre la penitencia, la confesión de las culpas, el arrepentimiento y la justificación. Yo comprendí que esta instrucción se refería al lavatorio de los pies; vi también que todos reconocían sus pecados y se arrepentían, excepto Judas. Este discurso fue largo y solemne. Al acabar Jesús, envió a Juan y a Santiago el Menor a buscar agua al vestíbulo, y dijo a los Apóstoles que arreglaran las sillas en semicírculo. Él se fue al vestíbulo, y se puso y ciñó una toalla alrededor del cuerpo. Mientras tanto, los Apóstoles se decían algunas palabras, y se preguntaban entre sí cuál sería el primero entre ellos; pues el Señor les había anunciado expresamente que iba a dejarlos y que su reino estaba próximo; y se fortificaban más en la opinión de que el Señor tenía un pensamiento secreto, y que quería hablar de un triunfo terrestre que estallaría en el último momento.
Estando Jesús en el vestíbulo, mandó a Juan que llevara un baño y a Santiago un cántaro lleno de agua; enseguida fueron detrás de él a la sala en donde el mayordomo había puesto otro baño vacío. Entró Jesús de un modo muy humilde, reprochando a los Apóstoles con algunas palabras la disputa que se había suscitado entre ellos: les dijo, entre otras cosas, que Él mismo era su servidor; que debían sentarse para que les lavara los pies. Se sentaron en el mismo orden en que estaban en la mesa. Jesús iba del uno al otro, y les echaba sobre los pies agua del baño que llevaba Juan; con la extremidad de la toalla que lo ceñía, los limpiaba; estaba lleno de afección mientras hacía este acto de humildad.
Cuando llegó a Pedro, éste quiso detenerlo por humildad, y le dijo: «Señor, ¿Vos lavarme los pies?». El Señor le respondió: «Tú no sabes ahora lo que hago, pero lo sabrás mas tarde». Me pareció que le decía aparte: «Simón, has merecido saber de mi Padre quién soy yo, de dónde vengo y adónde voy; tú solo lo has confesado expresamente, y por eso edificaré sorbe ti mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mi fuerza acompañará a tus sucesores hasta el fin del mundo». Jesús lo mostró a los Apóstoles, diciendo: «Cuando yo me vaya, él ocupará mi lugar».
Pedro le dijo: «Vos no me lavaréis jamás los pies». El Señor le respondió: «Si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo». Entonces Pedro añadió: «Señor, lavadme no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús respondió: «El que ha sido ya lavado, no necesita lavarse más que los pies; está purificado en todo el resto; vosotros, pues, estáis purificados, pero no todos». Estas palabras se dirigían a Judas.
Había hablado del lavatorio de los pies como de una purificación de las culpas diarias, porque los pies, estando sin cesar en contacto con la tierra, se ensucian constantemente si no se tiene una grande vigilancia. Este lavatorio de los pies fue espiritual, y como una especie de absolución. Pedro, en medio de su celo, no vio más que una humillación demasiado grande de su Maestro: no sabía que Jesús al día siguiente, para salvarlo, se humillaría hasta la muerte ignominiosa de la cruz.
Cuando Jesús lavó los pies a Judas, fue del modo más cordial y más afectuoso: acercó la cara a sus pies; le dijo en voz baja, que debía entrar en sí mismo; que hacía un año que era traidor e infiel. Judas hacía como que no le oía, y hablaba con Juan. Pedro se irritó y le dijo: «Judas, el Maestro te habla». Entonces Judas dio a Jesús una respuesta vaga y evasiva, como: «Señor, ¡Dios me libre!». Los otros no habían advertido que Jesús hablaba con Judas, pues hablaba bastante bajo para que no le oyeran, y además, estaban ocupados en ponerse su calzado. En toda la pasión nada afligió más al Salvador que la traición de Judas. Jesús lavó también los pies a Juan y a Santiago. Enseñó sobre la humildad: les dijo que el que servía a los otros era el mayor de todos; y que desde entones debían lavarse con humildad los pies los unos a los otros; enseguida se puso sus vestidos. Los Apóstoles desataron los suyos, que los habían levantado para comer el cordero pascual.
VII – Institución de la Eucaristía
or orden del Señor, el mayordomo puso de nuevo la mesa, que había lazado un poco: habiéndola puesto en medio de la sala, colocó sobre ella un jarro lleno de agua y otro lleno de vino. Pedro y Juan fueron a buscar al cáliz que habían traído de la casa de Serafia. Lo trajeron entre los dos como un Tabernáculo, y lo pusieron sobre la mesa delante de Jesús. Había sobre ella una fuente ovalada con tres panes ácimos blancos y delgados; los panes fueron puestos en un paño con el medio pan que Jesús había guardado de la Cena pascual: había también un vaso de agua y de vino, y tres cajas: la una de aceite espeso, la otra de aceite líquido y la tercera vacía.
Desde tiempo antiguo había la costumbre de repartir el pan y de beber en el mismo cáliz al fin de la comida; era un signo de fraternidad y de amor que se usaba para dar la bienvenida o para despedirse. Jesús elevó hoy este uso a la dignidad del más santo Sacramento: hasta entonces había sido un rito simbólico y figurativo. El Señor estaba entre Pedro y Juan; las puertas estaban cerradas; todo se hacía con misterio y solemnidad. Cuando el cáliz fue sacado de su bolsa, Jesús oró, y habló muy solemnemente. Yo le vi explicando la Cena y toda la ceremonia: me pareció un sacerdote enseñando a los otros a decir misa. Sacó del azafate, en el cual estaban los vasos, una tablita; tomó un paño blanco que cubría el cáliz, y lo tendió sobre el azafate y la tablita. Luego sacó los panes ácimos del paño que los cubría, y los puso sobre esta tapa; sacó también de dentro del cáliz un vaso más pequeño, y puso a derecha y a izquierda las seis copas de que estaba rodeado.
Entonces bendijo el pan y los óleos, según yo creo: elevó con sus dos manos la patena, con los panes, levantó los ojos, rezó, ofreció, puso de nuevo la patena sobre la mesa, y la cubrió. Tomó después el cáliz, hizo que Pedro echara vino en él y que Juan echara el agua que había bendecido antes; añadió un poco de agua, que echó con una cucharita: entonces bendijo el cáliz, lo elevó orando, hizo el ofertorio, y lo puso sobre la mesa. Juan y Pedro le echaron agua sobre las manos. No me acuerdo si este fue el orden exacto de las ceremonias: lo que sé es que todo me recordó de un modo extraordinario el santo sacrificio de la Misa.
Jesús se mostraba cada vez más afectuoso; les dijo que les iba a dar todo lo que tenía, es decir, a Sí mismo; y fue como si se hubiera derretido todo en amor. Le vi volverse transparente; se parecía a una sombra luminosa. Rompió el pan en muchos pedazos, y los puso sobre la patena; tomó un poco del primer pedazo y lo echó en el cáliz. Oró y enseñó todavía: todas sus palabras salían de su boca como el fuego de la luz, y entraban en los Apóstoles, excepto en Judas. Tomó la patena con los pedazos de pan y dijo: Tomad y comed; este es mi Cuerpo, que será dado por vosotros. Extendió su mano derecha como para bendecir, y mientras lo hacía, un resplandor salía de Él: sus palabras eran luminosas, y el pan entraba en la boca de los Apóstoles como un cuerpo resplandeciente: yo los vi a todos penetrados de luz; Judas solo estaba tenebroso. Jesús presentó primero el pan a Pedro, después a Juan; enseguida hizo señas a Judas que se acercara: éste fue el tercero a quien presentó el Sacramento, pero fue como si las palabras del Señor se apartasen de la boca del traidor, y volviesen a Él. Yo estaba tan agitada, que no puedo expresar lo que sentía. Jesús le dijo: «Haz pronto lo que quieres hacer». Después dio el Sacramento a los otros Apóstoles.
Elevó el cáliz por sus dos asas hasta la altura de su cara, y pronunció las palabras de la consagración: mientras las decía, estaba transfigurado y transparente: parecía que pasaba todo entero en lo que les iba a dar. Dio de beber a Pedro y a Juan en el cáliz que tenía en la mano, y lo puso sobre la mesa. Juan echó la sangre divina del cáliz en las copas, y Pedro las presentó a los Apóstoles, que bebieron dos a dos en la misma copa. Yo creo, sin estar bien segura de ello, que Judas tuvo también su parte en el cáliz. No volvió a su sitio, sino que salió enseguida del Cenáculo. Los otros creyeron que Jesús le había encargado algo.
El Señor echó en un vasito un resto de sangre divina que quedó en el fondo del cáliz; después puso sus dedos en el cáliz, y Pedro y Juan le echaron otra vez agua y vino. Después les dio a beber de nuevo en el cáliz, y el resto lo echó en las copas y lo distribuyó a los otros Apóstoles. Enseguida limpió el cáliz, metió dentro el vasito donde estaba el resto de la sangre divina, puso encima la patena con el resto del pan consagrado, le puso la tapadera, envolvió el cáliz, y lo colocó en medio de las seis copas. Después de la Resurrección, vi a los Apóstoles comulgar con el resto del Santísimo Sacramento. Había en todo lo que Jesús hizo durante la institución de la Sagrada Eucaristía, cierta regularidad y cierta solemnidad: sus movimientos a un lado y a otro estaban llenos de majestad. Vi a los Apóstoles anotar alguna cosa en unos pedacitos de pergamino que traían consigo.
VIII – Unción de los Apóstoles
Jesús hizo una instrucción particular. Les dijo que debían conservar el Santísimo Sacramento en memoria suya hasta el fin del mundo; les enseñó las formas esenciales para hacer uso de él y comunicarlo, y de qué modo debían, por grados, enseñar y publicar este misterio. Les enseñó cuándo debían comer el resto de las especies consagradas, cuándo debían dar de ellas a la Virgen Santísima, cómo debían consagrar ellos mismos cuando les hubiese enviado el Consolador.
Les habló después del sacerdocio, de la unción, de la preparación del crisma, de los santos óleos. Había tres cajas: dos contenían una mezcla de aceite y de bálsamo. Enseñó cómo se debía hacer esa mezcla, a qué partes del cuerpo se debía aplicar, y en qué ocasiones. Me acuerdo que citó un caso en que la Sagrada Eucaristía no era aplicable: puede ser que fuera la Extremaunción; mis recuerdos no están fijos sobre ese punto. Habló de diversas unciones, sobre todo de las de los Reyes, y dijo que aun los Reyes inicuos que estaban ungidos, recibían de la unción una fuerza particular. Después vi a Jesús ungir a Pedro y a Juan: les impuso las manos sobre la cabeza y sobre los hombros. Ellos juntaron las manos poniendo el dedo pulgar en cruz, y se inclinaron profundamente delante de Él, hasta ponerse casi de rodillas. Les ungió el dedo pulgar y el índice de cada mano, y les hizo una cruz sobre la cabeza con el crisma. Les dijo también que aquello permanecería hasta el fin del mundo.
Santiago el Menor, Andrés, Santiago el Mayor y Bartolomé recibieron asimismo la consagración. Vi que puso en cruz sobre el pecho de Pedro una especie de estola que llevaba al cuello, y a los otros se la colocó sobre el hombro derecho. Yo vi que Jesús les comunicaba por esta unción algo esencial y sobrenatural que no sé explicar. Les dijo que en recibiendo el Espíritu Santo consagrarían el pan y el vino y darían la unción a los Apóstoles. Me fue mostrado aquí que el día de Pentecostés, antes del gran bautismo, Pedro y Juan impusieron las manos a los otros Apóstoles, y ocho días después a muchos discípulos.
Juan, después de la Resurrección, presentó por primera vez el Santísimo Sacramento a la Virgen Santísima. Esta circunstancia fue celebrada entre los Apóstoles. La Iglesia no celebra ya esta fiesta; pero la veo celebrar en la Iglesia triunfante. Los primeros días después de Pentecostés yo vi a Pedro y a Juan consagrar solos la Sagrada Eucaristía: más tarde, los otros hicieron lo mismo. El Señor consagró también el fuego en una copa de hierro, y tuvieron cuidado de no dejarlo apagar jamás: fue conservado al lado del sitio donde estaba puesto el Santísimo Sacramento, en una parte del antiguo hornillo pascual, y de allí iban a sacarlo siempre para los usos espirituales.
Todo lo que hizo entonces Jesús estuvo muy secreto y fue enseñado sólo en secreto. La Iglesia ha conservado lo esencial, extendiéndolo bajo la inspiración del Espíritu Santo para acomodarlo a sus necesidades. Cuando estas santas ceremonias se acabaron, el cáliz que estaba al lado del crisma fue cubierto, y Pedro y Juan llevaron el Santísimo Sacramento a la parte más retirada de la sala, que estaba separada del resto por una cortina, y desde entonces fue el santuario. José de Arimatea y Nicodemus cuidaron el Santuario y el Cenáculo en la ausencia de los Apóstoles. Jesús hizo todavía una larga instrucción, y rezó algunas veces. Con frecuencia parecía conversar con su Padre celestial: estaba lleno de entusiasmo y de amor. Los Apóstoles, llenos de gozo y de celo, le hacían diversas preguntas, a las cuales respondía.
La mayor parte de todo esto debe estar en la Sagrada Escritura. El Señor dijo a Pedro y a Juan diferentes cosas que debían comunicar después a los otros Apóstoles, y estos a los discípulos y a las santas mujeres, según la capacidad de cada uno para estos conocimientos. Yo he visto siempre así la Pascua y la institución de la Sagrada Eucaristía. Pero mi emoción antes era tan grande, que mis percepciones no podían ser bien distintas: ahora lo he visto con más claridad. Se ve el interior de los corazones; se ve el amor y la fidelidad del Salvador: se sabe todo lo que va a suceder. Como sería posible observar exactamente todo lo que no es más que exterior, se inflama uno de gratitud y de amor, no se puede comprender la ceguedad de los hombres, la ingratitud del mundo entero y sus pecados. La Pascua de Jesús fue pronta, y en todo conforme a las prescripciones legales. Los fariseos añadían algunas observaciones minuciosas.»
Esta es una Reflexión que Jesús hace a Catalina sobre el misterio de Su sufrimiento y el valor que tiene en la Redención. Tiene fecha en Cochabamba, Bolivia 1997, lo dividimos en tres posts para publicarlo.
Como IMPRIMATUR (aprobación de la Iglesia) el libro dice los siguiente:
Hemos leído los libros de Catalina y estamos seguros de que su único objetivo es conducimos a todos, por el camino de una auténtica espiritualidad, cuya fuente es el Evangelio de Cristo. Subrayan también el especial lugar que corresponde a la Santísima Virgen María, modelo de amor y seguimiento a Jesucristo, a quien debemos depositar como hijos suyos, nuestra plena confianza y amor.
Al renovar el amor y entrega a la Santa Iglesia Católica, nos iluminan en las acciones que deberían distinguir al cristiano verdaderamente comprometido.
Por todo ello, autorizo su impresión y difusión, recomendándolos como textos de meditación y orientación espiritual con el fin de alcanzar muchos frutos para el Señor que nos llama a salvar almas, mostrándoles que es un Dios vivo lleno de amor y misericordia.
+ Mons. René Fernández Apaza, Arzobispo de Cochabamba, 2 de abril de 1998
JESUS A CATALINA
Hijita Mía, déjate abrazar por Mi más ardiente deseo de que todas las almas vengan a purificarse en el agua de la penitencia… Que se penetren de los sentimientos de confianza y no de temor, porque Soy Dios de Misericordia y siempre Estoy dispuesto a recibirlas en Mi corazón.
Así, día a día, iremos uniéndonos en nuestro secreto de amor. Una pequeña chispa y luego una gran llama… ¡Sólo el amor verdadero hoy no es amado!… ¡Haz amar al amor! Pero antes, ora hijita, reza mucho por las almas consagradas que han perdido el entusiasmo y la alegría en el servicio. Ora también por aquellos Sacerdotes que realizan el milagro de los milagros en el altar y cuya fe es lánguida. Piérdete en Mí como una gota de agua en el océano… Cuando te creé, besé tu frente signándote con la señal de Mi predilección… Busca almas, porque son pocas las que Me aman; busca almas e imprime en sus mentes la visión del dolor en el cual Me consumí. Los hombres, sin saberlo, están prontos a recibir grandes dones.
Yo estoy junto a ti, cuando haces lo que te pido; es como si Me quitaras la ardiente sed que Me secó hasta los labios en la Cruz. Me haré presente cada vez que invoquen Mi pasión con amor. Te concederé el vivir unida a Mí en el dolor que experimenté cuando en Getsemaní conocí los pecados de todos los hombres. Se consciente de ello, porque a pocas criaturas llamo a esta especie de pasión, pero ninguna de ellas comprende qué predilección He puesto en ellas al asociarlas a Mí en la hora más dolorosa de Mi vida terrena.
JESÚS SE PREPARA
Hay almas que consideran Mi Pasión, pero son muy pocas las que piensan en la preparación de Mi vida pública: ¡Mi soledad! Los cuarenta días que pasé en la ladera del monte, fueron los días más angustiosos de Mi vida, porque los pasé completamente solo, preparando Mi Espíritu para lo que vendría: sufrí hambre, sed, desaliento, amargura. Sabía que para ese pueblo, mi sacrificio sería inútil puesto que Me negaría. En esa soledad percibí que ni Mi nueva doctrina, ni Mis sacrificios y milagros podrían salvar al pueblo judío que se convertiría en deicida.
LA CENA PASCUAL
Ahora, vamos al relato de Mi Pasión… Relato que dará gloria al Padre y Santidad a otras almas elegidas… La noche antes a ser entregado, fue plena de gozo por la Cena Pascual, inauguración del eterno Banquete, en el que el ser humano debía sentarse para alimentarse de Mí. Si Yo preguntase a los cristianos, ¿qué piensan de esta Cena?, seguramente muchos dirían que es el lugar de sus delicias, pero pocos dirían que es la delicia Mía… Hay almas que no comulgan por el gusto que experimentan sino por el gusto que Yo siento. Son pocas, pues las demás sólo vienen a Mí para pedir dones y favores. Yo abrazo a todas las almas que vienen a Mí porque vine a la tierra a hacer crecer el amor en el que las abrazo. Y como el amor no crece sin penas, así Yo, poco a poco, voy retirando la dulzura para dejar a las almas en su aridez; y esto para que vayan ayunando de su propio gusto, para hacerles comprender que deben tener la luz puesta en otro deseo: el Mío. ¿Por qué hablan de aridez como si fuese señal de disminución de Mi amor? Han olvidado que si Yo no doy alegría, deben probar ustedes sus arideces y otras penas. Vengan a Mí, almas, pero no piensen sino en que Soy Yo quien todo lo dispone y quien los incita a buscarme. ¡Si supieran cuánto aprecio el amor desinteresado y cómo será reconocido en el cielo! ¡Cuánto gozará de él, el alma que lo posee! Aprendan de Mí, queridas almas, a amar únicamente para hacer gozar a quien los ama… Tendrán dulzuras y mucho más de lo que dejan; gozarán tanto de cuanto Yo los He hecho capaces. Yo Soy quien les preparó el Banquete. Yo Soy el alimento. ¿Cómo entonces puedo hacerlos sentar a Mi mesa y dejarlos en ayunas? Yo les prometí que quien se alimenta de Mí no tendrá más hambre… Yo Me sirvo de las cosas para descubrirles Mi amor. Sigan los llamados que les hacen Mis Sacerdotes, los cuales toman ocasión de esta fiesta pascual para conducirlos a Mí, pero no se detengan en lo humano, de lo contrario harán cesar el otro objetivo de esta fiesta.
Nadie puede decir que Mi Cena se haya hecho su alimento cuando experimentan sólo dulzura… El amor crece, para Mí, a medida que cada uno se deja a sí mismo. Muchos Sacerdotes lo son porque Yo quise hacerlos Mis Ministros, no porque Me sigan de verdad… ¡Oren por ellos! Deben ofrecer a Mi Padre la pena que Yo sentí cuando en el Templo eché por tierra los bancos de los mercaderes y reproché a los Ministros de entonces por haber hecho de la casa de Dios una reunión de logreros. Cuando ellos Me preguntaron con qué autoridad Yo hacía eso, sentí una pena aún mayor al comprobar que la peor negación de Mi Misión venía justamente de Mis Ministros.
Por ello, oren por los Sacerdotes que tratan Mi cuerpo con sentido de costumbre y por ello mismo con muy poco amor… Pronto sabrán que esto debía decirles, porque los amo y porque prometo, a quien ore por Mis Sacerdotes, la remisión de toda pena temporal debida. No habrá purgatorio para quien se aflige a causa de los Sacerdotes tibios, sino Paraíso inmediato después del último aliento.
Y ahora, vuelvan a hacerse abrazar por Mí, para recibir la vida que les participé con infinita alegría a todos ustedes. Aquella noche, con infinito amor, lavé los pies a Mis Apóstoles porque era el momento cúlmine de presentar a Mi Iglesia al mundo. Quería que Mis almas supieran que, aún cuando estén cargadas de los pecados más grandes, no están excluidas de las gracias. Que están junto a Mis almas más fieles; están en Mi corazón recibiendo las gracias que necesitan.
Qué congoja sentí en aquel momento, sabiendo que en Mi Apóstol Judas estaban representadas tantas almas que, reunidas a Mis pies y lavadas muchas veces con Mi Sangre, ¡habían de perderse! En aquel momento quise enseñar a los pecadores que no porque estén en pecado deben alejarse de Mí, pensando que ya no tienen remedio y que nunca serán amados como antes de pecar. ¡Pobres almas! No son estos los sentimientos de un Dios que ha derramado toda Su sangre por ustedes. Vengan todos a Mí y no teman, porque los amo; los lavaré con Mi sangre y quedarán tan blancos como la nieve; anegaré sus pecados en el agua de Mi Misericordia y nada será capaz de arrancar de Mi corazón el amor que les tengo.
Amada Mía, Yo no te He elegido en vano; responde con generosidad a Mi elección; se fiel y firme en la fe. Sé mansa y humilde para que los demás sepan cuan grande es Mi humildad.
JESÚS ORA EN EL HUERTO
Nadie cree en verdad que sudé sangre aquella noche en Getsemaní y pocos creen que sufrí mucho más en esas horas que en la crucifixión. Fue más dolorosa, porque Me fue manifestado claramente que los pecados de todos eran hechos Míos y Yo debía responder por cada uno. Así Yo, inocente, respondí al Padre como si fuese verdaderamente culpable de deshonestidad. Yo, puro, respondí al Padre como si estuviese manchado de todas las impurezas que han hecho ustedes, mis hermanos, deshonrando a Dios, que los creó para que sean instrumentos de la grandeza de la creación y no para desviar la naturaleza concedida a ustedes, con el fin de llevarla gradualmente a sostener la visión de la pureza en Mí, su Creador. Por lo tanto, fui hecho ladrón, asesino, adúltero, mentiroso, sacrílego, blasfemo, calumniador y rebelde al Padre, a quien He amado siempre. En esto, precisamente, consistió Mi sudor de sangre: en el contraste entre Mi amor por el Padre y Su Voluntad. Pero obedecí hasta el fin y, por amor a todos, Me cubrí de la mancha con tal de hacer el Querer de Mi Padre y salvarlos de la perdición eterna.
Considera cuántas agonías más que mortales tuve aquella noche y, créeme, nadie podía aliviarme en tales congojas, porque más bien veía cómo cada uno de ustedes se dedicó a hacerme cruel la muerte que se Me daba en cada instante por las ofensas cuyo rescate He pagado por entero. Quiero que se conozca una vez más cómo amé a todos los hombres en aquella hora de abandono y de tristeza sin nombre…
JESÚS INSTITUYE LA EUCARISTÍA
El deseo de que las almas estén limpias cuando Me reciben en el Sacramento del amor, Me llevó a lavar los pies a Mis Apóstoles. Lo hice también para representar el Sacramento de la penitencia, en el que las almas que han tenido la desgracia de caer en el pecado, puedan lavarse y recobrar su perdida blancura. Al lavarles los pies, quise enseñar a las almas que tienen trabajos apostólicos, a humillarse y a tratar con dulzura a los pecadores y a todas las almas que les están confiadas. Me envolví con un lienzo para enseñarles que, para obtener éxito con las almas, hay que ceñirse con la mortificación y la propia abnegación. Quise que aprendan la mutua caridad y cómo se deben lavar las faltas que se observan en el prójimo, disimulándolas y excusándolas siempre sin divulgar jamás los defectos ajenos. El agua que eché sobre los pies de Mis Apóstoles, era reflejo del celo que consumía Mi corazón en deseos de la salvación de los hombres.
En aquel momento era infinito el amor que sentía por los hombres y no quise dejarlos huérfanos… Para vivir con ustedes hasta la consumación de los siglos y demostrarles Mi amor, quise ser su aliento, su vida, su sostén, ¡su todo! Entonces vi a todas las almas que, en el transcurso de los siglos, habían de alimentarse de Mi Cuerpo y de Mi Sangre y todos los efectos divinos que este alimento produciría en muchísimas almas… En muchas almas, esa Sangre Inmaculada engendraría la pureza y la virginidad. En otras, encendería la llama del amor y el celo. ¡Muchos mártires de amor se agrupaban en aquella hora ante Mis ojos y en Mi Corazón! ¡Cuántas otras almas, después de haber cometido muchos y graves pecados, debilitadas por la fuerza de las pasiones, vendrían a Mí para renovar su vigor con el Pan de los fuertes! Cómo quisiera hacer conocer los sentimientos de Mi Corazón a todas las almas. Cuánto deseo que sepan el amor que sentía por ellas cuando, en el Cenáculo, instituí la Eucaristía. Nadie podría penetrar los sentimientos de Mi Corazón en aquellos momentos. Sentimientos de amor, de gozo, de ternura… Más, inmensa fue también la amargura que invadió Mi Corazón. ¿Eres acaso un buen terreno para la construcción de un magnífico edificio? Sí y no… Sí, por los dones que te He hecho desde tu nacimiento. No, por el uso que has hecho de ellos. ¿Piensas que tu terreno es el adecuado en proporción a la estructura del edificio que Yo levanto? ¡Oh, es mezquino! Entonces Mis cálculos, a pesar de todos los elementos contrarios que existen en ti, no fallarán, porque es Mi arte escoger lo que es pobre al intento que Me propongo. Yo jamás Me equivoco porque uso arte y amor. Construyo activamente sin que tú te percates. Tu mismo deseo de saber lo que estoy haciendo Me sirve para probarte que nada puedes y nada sabes sin que Yo lo quiera…Es tiempo de trabajar, no Me pidas nada porque hay alguien que piensa en ti.
Quiero decir a Mis almas la amargura, el tremendo dolor que llenaba Mi Corazón esa noche. Si bien era grande Mi alegría de hacerme compañero de los hombres hasta el fin de los siglos y Alimento divino de las almas, y veía cuántas Me rendirían homenaje de adoración, de amor, de reparación, no fue poca la tristeza que Me ocasionó el contemplar a todas aquellas almas que habrían de abandonarme en el Sagrario y cuántas dudarían de Mi presencia en la Eucaristía. ¡En cuántos corazones manchados, sucios y completamente desgarrados por el pecado tendría que entrar y cómo Mi carne y Mi Sangre, profanadas, se convertirían en motivo de condenación para muchas almas! Tú no puedes comprender la forma en la cual contemplé todos los sacrilegios, ultrajes y tremendas abominaciones que se cometerían contra Mí… Las muchísimas horas que iría a pasar sólo en los Sagrarios. ¡Cuántas noches largas! ¡Cuántos hombres rechazarían los amorosos llamados que les dirigiría! Por amor a las almas, permanezco prisionero en la Eucaristía, para que en sus dolores y pesares vayan a consolarse con el más tierno de los corazones, con el mejor de los padres, con el más fiel amigo. Pero ese amor, que se consume por el bien de los hombres, no va a ser correspondido. Moro en medio de los pecadores para ser su salvación y su vida, su médico y su medicina; y ellos, en cambio, pese a su naturaleza enferma se alejan de Mi, Me ultrajan y Me desprecian.
¡Hijos Míos, pobres pecadores! No se alejen de Mí, los espero noche y día en el Sagrario. No voy a reprochar sus crímenes. No voy a echarles en cara sus pecados. Lo que haré será lavarlos con la Sangre de Mis llagas. No teman, vengan a Mí. ¡No saben cuánto los amo!
Y ustedes, almas queridas, ¿por qué están frías e indiferentes a Mi amor? Sé que tienen que atender las necesidades de su familia, de su casa y del mundo que los solicita sin cesar. Pero, ¿no tendrán un momento para venir a darme prueba de su amor y de su gratitud? No se dejen llevar de tantas preocupaciones inútiles y reserven un momento para venir a visitar al Prisionero del amor. Si su cuerpo está enfermo, ¿no pueden encontrar unos minutos para buscar al Médico que debe curarlos? Vengan a quien puede devolverles las fuerzas y la salud del alma… Den una limosna de amor a este Mendigo divino que los llama, los desea y los espera.
Estas palabras producirán en las almas el efecto de una gran realidad. Penetrarán en las familias, en las escuelas, en las casas religiosas, en los hospitales, en las prisiones, y muchas almas se rendirán a Mi amor. Los más grandes dolores Me vienen de las almas sacerdotales y religiosas. En el instante de instituir la Eucaristía, vi a todas las almas privilegiadas que se alimentarían con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, y los efectos producidos en ellas. Para algunas, Mi Cuerpo sería remedio a su debilidad; para otras, fuego que llegaría a consumir sus miserias, inflamándolas con amor. ¡Ah!… Esas almas reunidas ante Mi, serán un inmenso jardín en el cual cada planta produce diferente flor, pero todas me recrean con su perfume… Mi Cuerpo será el sol que las reanime. Me acercaré a unas para consolarme, a otras para ocultarme, en otras descansaré. ¡Si supieran, almas amadísimas, cuán fácil el consolar, ocultar y descansar a todo un Dios! Este Dios que los ama con amor infinito, después de librarlos de la esclavitud del pecado, ha sembrado en ustedes la gracia incomparable de la vocación religiosa, los ha traído de un modo misterioso al jardín de sus delicias. Este Dios, Redentor suyo, se ha hecho su Esposo. El mismo los alimenta con Su Cuerpo purísimo y con Su Sangre apaga su sed. En Mí encontrarán el descanso y la felicidad. ¡Ay, hijita! ¿Porqué tantas almas, después de haberlas colmado de bienes y de caricias, han de ser motivo de tristeza para Mi Corazón? ¿No Soy siempre el mismo? ¿Acaso He cambiado para ustedes?… ¡No! Yo no cambiaré jamás y, hasta el fin de los siglos, los amaré con predilección y con ternura. Sé que están llenos de miserias, pero esto no me hará apartar de ustedes Mis miradas más tiernas y con ansia los estoy esperando, no sólo para aliviar sus miserias, sino también para colmarlos de Mis beneficios. Si les pido amor, no Me lo nieguen; es muy fácil amar al que es el Amor mismo. Si les pido algo caro a su naturaleza, les doy juntamente la gracia y la fuerza necesaria para que sean Mi consuelo. Déjenme entrar en sus almas y, si no encuentran en ellas nada que sea digno de Mi, díganme con humildad y confianza: “Señor, ya ves los frutos que produce este árbol, ven y dime qué debo hacer para que, a partir de hoy, broten los frutos que Tu deseas”.
Si el alma Me dice ésto con verdadero deseo de probarme su amor, le responderé: Alma querida, deja que Yo mismo cultive tu amor… ¿Sabes los frutos que obtendrás? La victoria sobre tu carácter reparará ofensas, expiará faltas. Si no te turbas al recibir una corrección y la aceptas con gozo, obtendrás que las almas cegadas por el orgullo se humillen y pidan perdón. Esto es lo que haré en tu alma si Me dejas trabajar libremente. No florecerá en seguida el jardín, sino que darás gran consuelo a Mi Corazón… Todo ésto se Me pasó delante cuando instituí la Eucaristía y me encendí en ansias de alimentar a las almas. No iba a quedarme en la tierra para vivir con los seres perfectos sino para sostener a los débiles y alimentar a los niños… Yo los haría crecer y robustecería sus almas, descansaría en sus miserias y sus buenos deseos Me consolarían. Pero, entre Mis elegidos hay algunas almas que Me ocasionan pena. ¿Perseverarán todas?… Este el grito de dolor que se escapa de Mi Corazón; éste es el gemido que quiero que oigan las almas. El Amor eterno está buscando almas que digan nuevas cosas a cerca de las antiguas verdades ya conocidas. El Amor infinito quiere crear, en el seno de la humanidad, un tribunal, no de Justicia sino de pura Misericordia. Por eso se multiplican los mensajes en el mundo. Quien los comprende admira sus obras, se aprovecha de ellos y hace que los demás también se aprovechen. El que no entiende, sigue siendo esclavo del espíritu que muere y condena. A estos últimos dirijo Mi Palabra de condena, porque entorpecen la Obra Divina y se convierten en cómplices del maligno. ¿Que astucia produce presión en sus mentes de niños cuando condenan, encubren, reprimen lo que procede, no de míseras criaturas, sino del Creador? A los que he llamado pequeños revelo Mi sabiduría que, en cambio, oculto a los soberbios… Alma, deja que Me derrame en ti; has de válvula de Mi Corazón, porque no falta alguien que comprime Mi Amor…
JESÚS HACE LA VOLUNTAD DEL PADRE
De Mi Pasión quiero que consideres, sobre todo, la amargura que me causó el conocer los pecados que, oscureciendo la mente del hombre, lo llevan a las aberraciones. Estos pecados se admiten, la mayoría de las veces, como fruto de una natural conveniencia a la cual se dice, no puede oponerse la propia voluntad. Hoy, muchos viven con graves pecados culpando a otros o al destino, sin posibilidad de salir de ellos. Esto vi en Getsemaní y conocí el gran mal que absorbería Mi Alma. ¡Cuantos se pierden así y cómo sufrí por ellos! Así enseñé a Mis Apóstoles, con Mi ejemplo, a soportarse mutuamente, lavándoles los pies y haciéndome su Alimento. Se acercaba la hora para la que el Hijo de Dios se había hecho hombre y Redentor del género humano; iba a derramar Su Sangre y a dar Su Vida por el mundo.
En esa hora quise ponerme en oración y entregarme a la Voluntad de Mi Padre… Fue entonces que Mi Voluntad como hombre venció la natural resistencia al gran sufrimiento preparado para Mi por Nuestro Padre, tal ves más adolorido que Yo mismo. Entonces entregué, entre aquellas almas perdidas, Mi propia Alma para reparar lo que ya venía viciado. Mi Omnipotencia lo puede todo, pero quiere un mínimo sobre lo cual añadir de lo otro; y este mínimo Yo mismo lo ofrezco y con infinito amor.
Mi Pasión… ¡Qué abismo de amargura encerró en sí! ¡Qué equivocadamente lejos está aquel que cree conocerla, tan sólo por que piensa en los terribles sufrimientos de Mi Cuerpo!… Hija Mía, te He reservado otros cuadros de las tragedias íntimas que viví y deseo compartir contigo, porque eres de aquellos que el Padre Me concedió en el Huerto. ¡Almas queridas! Aprendan de su Modelo que la única cosa necesaria, aunque la naturaleza se rebele, es someterse con humildad y entregarse para cumplir la Voluntad de Dios. También quise enseñar a las almas que toda acción importante debe ir prevenida y vivificada por la oración, porque en ella se fortifica el alma para lo más difícil y Dios se comunica a ella y le aconseja e inspira, aún cuando el alma no lo sienta. Me retiré al Huerto con tres de Mis Discípulos, para enseñarles que las tres potencias del alma deben acompañarlos y ayudarlos en la oración.
Recuerden, con la memoria, los beneficios divinos, las perfecciones de Dios: Su Bondad, Su Poder, Su Misericordia, el Amor que les tiene. Busquen después, con el entendimiento, cómo podrán corresponder a las maravillas que Ha hecho por ustedes… Dejen que se mueva su voluntad a hacer por Dios, lo más y lo mejor, a consagrarse a la salvación de las almas, ya sea por medio de sus trabajos apostólicos, ya por su vida humilde y oculta, en su retiro y silencio por medio de la oración. Póstrense humildemente como criaturas en presencia de su Creador y adoren Sus designios sobre ustedes, sean cuales fueren, sometiendo su voluntad a la Divina. Así Me ofrecí Yo para realizar la obra de la Redención del mundo. ¡Ah! Qué momento aquel en el cual sentí venir sobre Mi todos los tormentos que había de sufrir en Mi Pasión: las calumnias, los insultos, los azotes, los puntapiés, la corona de espinas, la sed, la Cruz… Todo aquello pasó ante Mis Ojos al mismo tiempo que un dolor intenso lastimaba Mi Corazón; las ofensas, los pecados y las abominaciones que se cometerían en el transcurso de los siglos; y no solamente los vi, sino que Me sentí revestido de todos esos horrores y así me presenté a Mi Padre Celestial para implorar Misericordia. Hijita Mía, Me ofrecí como un lirio para calmar Su cólera y aplacar Su ira. Sin embargo, con tantos crímenes y tantos pecados, Mi naturaleza humana experimentó una agonía mortal, al punto de sudar sangre. ¿Será posible que esta a
ngustia y esta Sangre sean inútiles para tantas almas?… Mi Pasión fue origen de Mi amor. Si Yo no hubiese querido, ¿quién habría podido tocarme? Yo lo quise y, para hacer ésto, Me serví de los más crueles entre los hombres. Antes de sufrir, conocía en Mí mismo todo sufrimiento y podía evaluarlo enteramente. En cambio, cuando quise padecer, además de pleno conocimiento y valoración, tuve la sensación humana de todos los sufrimientos; Yo los tomé todos. Hablando de Mi Pasión, no puedo pormenorizar tanto. Otras veces lo He hecho y ustedes no pueden comprenderlo, debido a que su naturaleza humana no alcanzaría a comprender la desmesurada extensión de los dolores que He sufrido.
Sí, Yo los ilumino, pero Me quedo en un límite, más allá del cual no pueden avanzar. Sólo a Mi Madre le hice conocer todas Mis cosas; por eso las sufrió más que todos. Pero hoy el mundo deberá conocer más de lo que hasta ahora le He concedido, porque Mi Padre así lo quiere. Por ello, en Mi Iglesia florece un rayo de amor a todo el conjunto de las vicisitudes que, desde el huerto Me llevaron al Calvario. Más que a otro, manifiesto a los amados que tuve en el Huerto, Mi Pasión. Ellos pueden mencionar algo que se adapte a la mente de los actuales caminantes. Y si pueden, deben hacerlo. Por eso, escribe todo cuanto te digo, pequeña, para ti y para muchos otros, en alivio de las almas y para gloria de la Trinidad, que quiere que se sepan los sufrimientos Míos en Getsemaní.
Mi alma está triste hasta la muerte. Mientras la tristeza del mal físico podría llegar a ser causa de muerte, la del espíritu que quise experimentar, consistió en la ausencia completa del influjo de la
Divinidad y en la presencia desgarradora de las causas de Mi Pasión. En Mi Espíritu, que agonizaba, estaban realmente presentes todos los motivos que Me impulsaron a traerles el amor a la tierra. Primero, las ofensas hechas contra Mi Divinidad sufriente de hombre, con el conocimiento propio de Dios. No puedes encontrar semejanza a este género de sufrimiento, porque el hombre que peca comprende, con Mi luz, la parte que le corresponde y muchas veces, imperfectamente, no ve cómo es el pecado delante de Mí. Por eso es claro que solamente Dios puede conocer lo que es una ofensa hecha a El.
Sin embargo, la Humanidad debía poder ofrecer a la Divinidad un pleno conocimiento y el verdadero dolor y arrepentimiento; y puedo hacerlo todas las veces que quiera, ofreciendo precisamente Mi conocimiento que Ha obrado en Mí, Hombre, con la humanización de la ofensa de Dios.
Este fue Mi deseo: que el pecador arrepentido, por Mi medio, tuviese cómo presentar a su Dios el conocimiento de la ofensa cometida y que Yo, en Mi Divinidad, pudiese acoger del hombre también la comprensión plena de la que ha hecho contra Mí. Basta por hoy. No sabes cuánto Me consuelas cuando te entregas a Mí con entero abandono… No todos los días puedo hablar a las almas… ¡Déjame que para ellas te diga Mis secretos!… ¡Déjame que aproveche tus días y tus noches! Estaba triste hasta la muerte, porque veía en todo lado el cúmulo enorme de las ofensas cometidas y, si por uno experimentaba una muerte sin parangón, ¿qué habré experimentado por el conjunto de todas las culpas? “Triste está Mi alma hasta la muerte”… de una tristeza que Me produjo el abandono de toda fuerza; de una tristeza que tenía por centro la divinidad hacia la cual —en Mí— convergía la marea de las culpas y el hedor de las almas corroídas de todo tipo de vicios. Por eso, al mismo tiempo era blanco y flecha. Como Dios, blanco; como hombre, flecha; en cuanto había absorbido todo el pecado al punto de aparecer, delante de Mi Padre, como el único ofensor. Mayor tristeza que esta no podía haber y la quise recoger toda, por el amor del Padre, por la Misericordia a todos ustedes. En vano gira la mirada del hombre sobre el significado de estas palabras, que comprenden todo Mi ser de Dios y de Hombre, si no se fija en este punto. Mírenme, así, en esta gigantesca prisión de espíritu. ¿No merezco amor, si tanto luché y sufrí? ¿No merezco que la criatura se valga de Mí como de cosa propia, sabiendo que Me doy a ella enteramente, sin ninguna reserva? Tomen todos de Mí fuente inagotable de bien, ¡tomen! Yo les ofrezco Mi tristeza en el Huerto; dénme la tristeza suya, todas sus tristezas; quiero hacer de ellas un manojo de violetas, cuyo perfume sea constante orientación hacia Mi Divinidad.
“Padre, si es posible aleja de Mí este Cáliz. Pero no se haga Mi voluntad sino la Tuya.” Dije así en el colmo de la amargura, cuando el peso que gravitaba sobre Mí se había hecho tan sangriento que Mi alma se encontraba en la más inverosímil oscuridad. Se lo dije al Padre porque, al asumir toda culpa, Me presentaba delante Suyo como el único pecador, contra el cual se descargaba toda Su Divina Justicia. Y, sintiéndome privado de Mi Divinidad, sólo la humanidad aparecía delante de Mí.
Quítame, oh Padre esta amarguísimo Cáliz que Me presentas y que, al venir a este mundo, sin embargo, lo acepté por Tu amor. He llegado a un punto en que no Me reconozco ni a Mí mismo. Tú, oh Padre, Has hecho del pecado como una heredad Mía y esto hace insoportable Mi presencia delante de Ti, que Me amas. La ingratitud de los seres humanos Me es ya conocida pero, ¿cómo soportaré verme solo? ¡Dios Mío, ten piedad de la gran soledad en que Me encuentro! ¿Por qué hasta Tú quieres dejarme tan abandonado? ¿Qué ayuda encontraré entonces en tanta desolación? ¿Por qué también Tú Me golpeas así? Y sí Me privas de Ti, Yo siento que bajo a un abismo tal que no alcanzo a reconocer Tu mano en una situación tan trágica. La sangre que sale de todo Mi Cuerpo Te da testimonio de Mi aniquilamiento bajo Tu poderosa mano… Así lloré; así Me fui abajo. Pero luego proseguí: Es justo, Padre Santo, que Tú hagas de Mí todo lo que quieres. Mi vida no es Mía, Te pertenece toda. Quiero que no se haga Mi voluntad sino la Tuya. He aceptado una muerte de Cruz; acepto también la muerte aparente de Mi Divinidad.
Es justo. Todo esto debo darte y, antes de todo, debo ofrecerte el holocausto de la Divinidad que, sin embargo, Me une a Ti. Sí, Padre, confirmo, con la Sangre que ves, Mi donación; confirmo, con la Sangre, Mi aceptación: hágase Tu voluntad, no la Mía…
JESÚS BUSCA A SUS DISCÍPULOS, QUE ESTÁN DORMIDOS
Pese a todo, el enorme peso y el cansancio atroz, unidos al sudor de Sangre, Me habían golpeado de tal modo que, al ir a buscar a Mis Apóstoles, Me sentí tremendamente fatigado. ¡Pedro, Juan, Santiago! ¿Dónde están, que no los veo alertas? ¡Despierten, observen Mi rostro, vean cómo tiembla Mi cuerpo en esta turbación que experimento! ¿Por qué duermen? ¡Despierten y oren Conmigo, porque Yo He sudado Sangre por ustedes! Pedro, discípulo elegido, ¿no te importa Mi Pasión?… Santiago, a ti te He dado tanta preferencia: ¡Mírame y acuérdate de Mí! Y tú, Juan, ¿por qué te dejas sumir en el sueño con los otros? Tú puedes aguantar más que ellos… ¡No duermas, vela y ora Conmigo! He aquí lo que obtuve: buscando un consuelo, hallé un amargo desconsuelo. Ni siquiera ellos están Conmigo. ¿Dónde más iré?… Es verdad, Mi Padre Me da sólo lo que Yo supe pedirle, a fin de que el Juicio de toda la humanidad cayese sobre Mí. Padre Mío, ¡ayúdame! Tú lo puedes todo, ¡ayúdame! Volví a orar como un hombre al que se le han hundido todas las esperanzas y que busca de lo alto comprensión y consuelo. Pero, ¿qué podía hacer Mi Padre si Yo había elegido libremente pagar por todo? Mi elección no había cambiado. Sin embargo, la resistencia natural había llegado a un grado tan excesivo, que Mi humanidad estaba abrumada. De nuevo, Me desplomé con el rostro en tierra por la vergüenza de todos sus pecados; de nuevo pedí a Mí Padre que alejase de Mí aquel Cáliz. Pero El Me respondió que si Yo no lo bebía, sería como si no hubiese venido al mundo y que Me consolase porque muchas criaturas participarían de Mis agonías en el huerto. Respondí: Padre, no se haga Mi voluntad sino la Tuya. Este Angel Me ha asegurado de Tu amor y la breve alegría que Me Has enviado, ha hecho buena obra hasta en Mi resistencia natural. Dame Mis criaturas, las que He redimido. Tómalas Tú mismo porque por Ti Yo lo acepto.
Quiero verte contento, Te ofrezco todos Mis sufrimientos y Mi inmutable voluntad que, de veras, no está en desacuerdo con la Tuya, porque siempre Hemos sido una sola cosa… Padre, Estoy destrozado, pero así Nuestro amor será conocido. ¡Hágase Tu Voluntad, no la Mía! Volví a despertar a los Discípulos, pero los rayos de la Divina Justicia habían dejado en Mí surcos indelebles… Se llenaron de espanto al verme desquiciado y quien más sufrió fue Juan. Yo, mudo… ellos, aturdidos… Sólo Pedro tuvo el valor de hablar. ¡Pobre Pedro, si hubiera sabido que una parte de Mi agitación había sido desencadenada por él!…
Había llevado a Mis tres amigos para que Me ayudasen, compartiendo Mi angustia; para que hiciesen oración conmigo; para descansar en ellos, en su amor… ¿Cómo describir lo experimentado cuando los vi dormidos? Aún hoy, cuánto sufre Mi Corazón; y queriendo hallar alivio en Mis almas, Voy a ellas y las encuentro dormidas. Más de una vez, cuando quise despertarlas y sacarlas de sí mismas, de sus preocupaciones, Me contestan —si no con palabras, con obras: “ahora no puedo, estoy demasiado cansada, tengo mucho que hacer, ésto me perjudica la salud, necesito un poco de tiempo, quiero algo de paz.” Insisto y digo suavemente a esa alma: No temas; si dejas por Mí ese descanso, Yo te recompensaré. Ven a orar Conmigo, ¡tan sólo una hora! ¡Mira, que en este momento es cuando te necesito! ¿Si te detienes, ¿ya se te hará tarde? ¡Cuántas veces oigo la misma respuesta! Pobre alma, no has podido velar una hora Conmigo.
Dentro de poco vendré y no Me oirás, porque estás dormida… Querré darte la Gracia pero, como duermes, no podrás recibirla y, ¿quién te asegura que tendrás después fuerza para despertar?… Es fácil que, privada de alimento, se debilite tu alma y no puedas salir de ese letargo. A muchas almas las ha sorprendido la muerte en medio de un profundo sueño y, ¿dónde y cómo han despertado?
Almas queridas, deseo enseñarles también cuan inútil y vano es querer buscar alivio en las criaturas. ¡Cuántas veces están dormidas y, en vez de encontrar el alivio que voy a buscar en ellas, salgo con amargura porque no corresponden a Nuestros deseos ni a Nuestro amor. Cuando oré a Mi Padre y pedí ayuda, Mi alma triste y desamparada padecía angustias de muerte. Me sentí agobiado con el peso de las más negras ingratitudes.
La Sangre que brotaba de todos los poros de Mi Cuerpo y que dentro de poco saltaría de todas Mis heridas, sería inútil para el gran número de almas que se perderían. ¡Muchísimas Me ofenderían y muchas no Me conocerían! Después derramaría Mi Sangre por todos y Mis méritos serían aplicados a cada uno de ellos ¡Sangre Divina! ¡Méritos infinitos!… Y sin embargo, inútiles para tantas y tantas almas… Pero entonces ya iba al encuentro de otras cosas y Mi voluntad estaba inclinada al cumplimiento de Mi Pasión. Hombres: si Yo sufrí, no ha sido ciertamente sin fruto y tampoco sin motivo. El fruto que He obtenido ha sido la Gloria y el Amor. Toca ahora a ustedes, con Mi ayuda, demostrarme que aprecian Mi obra. ¡No Me canso jamás! ¡Vengan a Mí! Vengan a Quien vibra de amor por ustedes y que sólo sabe darles el verdadero amor, que reina en el cielo y que los transforma ya en la tierra. Almas que prueban Mi sed: beban en Mi Cáliz amargo y glorioso, porque les digo que algunas gotas de este Cáliz quiere el Padre reservar justamente para ustedes.
Piensen que estas pocas gotas Me fueron sustraídas y luego, si creen, díganme que no las quieren. Yo no He puesto límites y tampoco ustedes. Yo fui abatido sin piedad; ustedes deben, por amor, dejar que Yo abata su amor propio. Yo Soy Quien obra en ustedes, así como Mi Padre obró en Mí, en Getsemaní. Yo Soy El que hago sufrir para que un día tengan que alegrarse. Sean por un tiempo dóciles; sean dóciles a imitación Mía, porque ésto los ayuda mucho y Me complace mucho. No pierdan nada, antes bien, adquieran el amor. ¿Cómo podría en efecto permitir que Mis amados sufran pérdidas reales, mientras pretenden demostrarme amor? Yo los aguardo. Estoy siempre a la espera; no Me cansaré. Vengan a Mí; vengan así como son. Eso no tiene importancia, con tal que vengan.
Entonces verán que enjoyaré su frente con aquellas gotas de Sangre que derramé en Getsemaní, porque esas gotas son suyas, si las quieren. Ven, Alma, ven a Jesús que te llama. Yo dije: Padre Mío; no dije: Dios Mío; y es que Quiero enseñarles que, cuando su corazón sufre más, deben decir: Padre mío, y pedirle alivio. Expónganle sus sufrimientos, sus temores y, con gemidos, recuérdenle que son Sus hijos. ¡Díganle que su alma no puede más! Pidan con confianza de hijos y esperen, que su Padre los aliviará y les dará la fuerza necesaria para pasar esta tribulación suya y de las almas que les están confiadas. Este es el Cáliz que acepté y apuré hasta la última gota. Todo por enseñarles, hijos queridos, a no volver a creer que los sufrimientos son inútiles. Si no ven el resultado que siempre lograrán, sometan su juicio y dejen que la Voluntad Divina se cumpla en ustedes. Yo no retrocedí. Al contrario, sabiendo que era en el Huerto donde habrían de prenderme, permanecí allí, no quise huir de Mis enemigos… Hija Mía, deja que Mi Sangre riegue y fortalezca esta noche la raíz de tu pequeñez.
¿No Me entregarán cuando salgan luego de recibirme? En los lugares que frecuentan, hay piedras que Me hieren: son conversaciones que Me ofenden y ustedes, que Me han recibido hoy, pierden allí la blancura preciosa de la Gracia.
Después de haber sido confortado por el enviado de Mi Padre, vi que Judas se acercaba a Mí, seguido de todos quienes habrían de apresarme. Llevaban cuerdas, piedras, palos… Me adelanté y les dije: ¿A quién buscan? Mientras que Judas, con la mano sobre Mi hombro, Me besó… Cuántas almas Me han vendido y Me venderán por el vil precio de un deleite, de un placer momentáneo y pasajero… Pobres almas que buscan a Jesús, como los soldados. Almas a quienes amo; ustedes que vienen a Mí, que Me reciben en su pecho, que Me dirán muchas veces que Me aman…
¿Por qué Me entregan así almas que Me conocen y que en más de una ocasión se glorían de ser piadosas y ejercer la caridad? Cosas todas que en verdad podrían hacerles adquirir grandes méritos más… ¿Qué son para ustedes sino un velo que cubre su delito de atesorar bienes en la tierra? ¡Velen y oren! Luchen sin descansar y no dejen que sus malas inclinaciones y defectos lleguen a ser habituales… Miren, que hay que segar la hierba todos los años y quizá en las cuatro estaciones; que la tierra hay que labrarla y limpiarla, hay que mejorarla y cuidar de arrancar las malas hierbas que en ella brotan.
El alma también hay que cuidarla con mucho esmero y las tendencias torcidas hay que enderezarlas. No piensen que el alma que Me vende y que se entregó al pecado grave, empezó por una falta grave. Generalmente, las grandes caídas empezaron por poca cosa: un gusto, una debilidad, un consentimiento ilícito, un placer no prohibido pero poco conveniente… Así, el alma se va cegando, disminuye la gracia, se robustece la pasión y, por último, vence. Entiendan esto: Si es triste recibir una ofensa y una ingratitud de cualquier alma, lo es mucho más cuando viene de Mis almas escogidas y más amadas. Sin embargo, otras pueden reparar y consolarme. Almas que He escogido para hacer de ustedes el lugar de Mi descanso, el jardín de Mis delicias, espero de ustedes mucho mayor ternura, mucha más delicadeza, mucho más amor. De ustedes espero que sean el bálsamo que cicatrice Mis heridas, que limpien Mi rostro afeado y manchado… Que Me ayuden a dar luz a tantas almas ciegas que en la oscuridad de la noche Me prenden y Me atan para darme muerte.
No Me dejen solo… ¡Despierten y vengan porque ya llegan Mis enemigos! Cuando se acercaron los soldados, les dije: ¡Yo Soy! Esta misma palabra repito ahora al alma que está próxima a ceder a la tentación: “Yo Soy”, aún es tiempo y, si quieres, te perdonaré; y en vez de atarme tú con las cuerdas del pecado, Soy Yo El que te ataré con las ligaduras del amor.
Ven, Yo Soy El que Te ama y El que te tiene tanta compasión de tu debilidad, El que está esperándote con ansia para recibirte en Sus brazos. El episodio de Mi captura, bien examinado, tiene mucha importancia. Si Pedro no daba ese golpe a Malco, Yo no habría tenido ocasión de llamar la atención de ustedes sobre el método que deseo tengan al combatir por Mí. Entonces Me serví de un proverbio para amonestar a Pedro y restituí a Malco su oreja, porque no Me gusta la violencia, siendo Yo el Señor de la libertad. Pero noten que, además de hacer esto, expresé a Pedro el firme deseo de que se cumpliera Mi Pasión y lo hice reflexionar que, si quería, el Padre podía hacerme defender por Mis ángeles.
¿Ven cuantas cosas en un sólo episodio? Pero, lo principal, es justamente la lección que He debido dar a todos ustedes en el combate contra sus enemigos. Quien se Me asemeja lo hace así: se deja conducir donde quieren los que lo rodean, porque su fuerza la tendrá en momentos que no son los buscados por el mundo (el hombre), por la experiencia humana, por la astucia del amor propio.
No, quien es semejante a Mí encontrará, recibirá fuerzas desconocidas pero vigorosas para dominar a sus dominadores, permaneciendo en el sitio en que es colocado. Mi verdadero discípulo hace las cosas más inverosímiles, sin interrumpir en lo mínimo Mi designio para él. El mundo se complace en singularidades, en sobresalir y demostrar la propia superioridad. Este es el espíritu que Yo He combatido y vencido. Por eso les dije que cobren ánimo, porque habiéndolo Yo vencido, ese mundo no puede ahora hacer nada que corte su unión Conmigo, con tal que ustedes no se unan a él, porque entonces tendrían que sufrir las consecuencias, con el agravante que, como Yo Me opongo a su victoria con las armas del mundo, muchas veces tendrán como contrarios al mundo y a Mí; al mundo por su amor propio y a Mí por su puro amor, por amor a su verdadero bien.
Por tanto, no a los golpes de Pedro a las orejas de sus enemigos, sin plena aceptación del cáliz que les ofrezco, en los cuales deben ver Mi voluntad, como Yo vi la de Mi Padre cuando dije al amado Pedro: ¿No quieres que beba el cáliz que Me da Mi Padre?
Mediten en Mi Pasión siempre, pero penetren en lo íntimo de Mi Espíritu y obtengan las impresiones que son saludables y que los incitan a imitarme. Naturalmente, Soy Yo quien obra en ustedes estas cosas, pero ustedes deben poner su empeño y luego tendrán lo que Yo digo. ¡Ah! Si el hombre comprendiese este rasgo de Mi Pasión. ¡Cuánto más fácil sería ceder y revivir Mi Vida! Anímense, hijitos Míos, todo es cuestión de amor, no de otra cosa; del amor y la obra Mía que quiero llevar a cabo en ustedes; y de amarme siempre más. Dejen de razonar a la manera humana; abran la mente al mundo Mío, al que Yo tengo con ustedes. ¡Esto es importante! Ustedes son Míos por tres motivos: porque los creé de la nada, porque los redimí y porque recibirán parte de Mi Corona de Gloria. Por eso deben pensar que Yo cuido de ustedes, por estos tres motivos, y no podría desinteresarme nunca de quien He creado, de quien He rescatado y de quien debe ser Mi Gloria.
Tu estás impulsado a este camino y deberás recorrerlo todo y, como fue para Mí, no sólo servirá para ti, sino también para muchos de tus hermanos que deben recibir de Mí, por tu medio, Gracia y Vida. Avanza, porque Yo Me complazco en ello; aprende, porque el amor quiere poseerte por completo. Te doy Mi bendición, llena de promesa. Se las Doy con el poder de que gozo como hombre; poder que es suyo; gozo que premiaré con el premio que confirmará Mi infinito amor por ustedes. Había llegado Mi hora; la hora en la que debía consumar el sacrificio, y Me entregué a los soldados con la docilidad de un cordero.
JESÚS ES LLEVADO ANTE CAIFÁS
Me llevaron ante Caifás, donde Me recibieron con burlas y con insultos. Uno de sus soldados Me dio una bofetada. Era la primera que recibía y en ella vi el primer pecado mortal de muchas almas que, después de vivir en gracia, cometerían ese primer pecado… Cuántos otros detrás de ese primer pecado, sirviendo de ejemplo para que otras almas también los cometan. Mis Apóstoles Me abandonaron y Pedro se quedó oculto detrás de un cerco, en medio de la servidumbre, espiando, movido por la curiosidad.
Conmigo sólo habían hombres tratando de acumular delitos contra Mí; culpas que pudieran encender más la cólera de jueces tan inicuos. Allí vi los rostros de todos los demonios, de todos los ángeles malos. Me acusaron de perturbar el orden, de instigador, de falso profeta, de blasfemo, de profanar el día sábado y los soldados, exaltados por las calumnias, proferían gritos y amenazas.
Entonces, Mi silencio clamó sacudiendo todo Mi Cuerpo: ¿Dónde están ustedes, Apóstoles y discípulos, que han sido testigos de Mi Vida, de Mi doctrina, de Mis milagros? De todos aquellos de quienes esperaba alguna prueba de amor, no queda ninguno para defenderme. Estoy solo y rodeado de soldados que quieren devorarme como lobos.
Contemplen como Me maltrataban: uno descarga sobre Mi rostro una bofetada; otro Me arroja su inmunda saliva; otro Me tuerce el rostro en son de burla; otro Me jala la barba; otro retuerce Mis brazos entre sus dedos; otro golpea con su rodilla Mis genitales y, cuando caigo, entre dos Me levantan de los cabellos.
PEDRO NIEGA A JESÚS
Mientras Mi Corazón se ofrece a sufrir todos estos suplicios, Pedro, a quien había instituido “Jefe y Cabeza de la Iglesia” y quien horas antes había prometido seguirme hasta la muerte, a una simple pregunta que le hacen, y que podría haberle servido para dar testimonio de Mí, Me niega y, como el temor se apodera aún más de él, ante la reiteración de la pregunta jura que jamás Me ha conocido ni ha sido Mi discípulo.
Interrogado por tercera vez, responde con horribles imprecaciones. Hijitos, cuando el mundo clama contra Mí y, volviéndome hacia Mis almas escogidas, Me veo abandonado y renegado, ¿saben cuán grande es la tristeza y la amargura de Mi Corazón? Les diré, como a Pedro: Alma a quien tanto amo, ¿no te acuerdas ya de las pruebas de amor que te He dado? ¿Olvidas que muchas veces Me has prometido serme fiel y defenderme? No confías en ti mismo porque estás perdido; pero si recurres a Mí con humildad y firme confianza, nada temas; estás bien sostenido.
Almas que viven rodeadas de tantos peligros, no se metan en ocasiones de pecados por vana curiosidad; miren, que caerán como Pedro.
Y ustedes, almas que trabajan en Mi viña, si se sienten movidas por curiosidad o por alguna satisfacción humana: les diré que huyan; pero si trabajan por obediencia e impulsadas por el celo de las almas y de Mi gloria, no teman: Yo las defenderé y saldrán victoriosas. Amada Mía, voy educándote poco a poco y con mucha paciencia. Me consuelo con el pensamiento de tener una alumna deseosa de poder aprender. Así olvido tus negligencias y errores. Si busco en la creación los nombres más bellos para llamarte no te asustes ¿por qué los suprimes? El amor no tiene límites.
JESÚS ES LLEVADO A LA PRISIÓN
Vamos a seguir con este doloroso relato que habrás de hacer llegar a cuantas personas puedas. Yo los iluminaré en la forma que habrán de hacerlo.
Cuando los soldados Me llevaban prisionero, en uno de los patios estaba Pedro, medio oculto entre la turba. Se cruzaron nuestras miradas; tenía los ojos desorbitados; fue sólo una fracción de segundos y, sin embargo, ¡le dije tanto!… Lo vi llorar amargamente su pecado y con el corazón le dije: “El enemigo ha tratado de poseerte, pero Yo no te abandono. Sé que tu corazón no ha renegado de Mí. Estate presto para el combate del nuevo día, para las luchas renovadas contra el oscurantismo espiritual y prepárate para llevar la Buena Nueva. Adiós, Pedro.” Cuántas veces miro hacia el alma que ha pecado pero, ¿mira ella también? No siempre se encuentran nuestras miradas. Cuántas veces miro al alma y ella no Me mira, no Me ve, está ciega… La llamo por su nombre y no Me responde. Le envío una pena, un dolor, para que salga de su sueño, pero no quiere despertar.
Amados Míos, si no miran al Cielo, vivirán como seres privados de razón… Alcen la cabeza y contemplen la Patria que les espera. Busquen a su Dios y siempre lo encontrarán con los ojos fijos en ustedes; y en Su mirada hallarán la paz y la vida. Contémpleme en la prisión donde paso gran parte de la noche. Los soldados venían a insultarme con palabras y con obras, empujándome, dándome golpes, burlándose de Mi condición de hombre.
Casi al amanecer, hartos de Mí, Me dejaron solo, atado en una habitación oscura, húmeda y hedionda, llena de ratas. Estaba atado de tal modo que debía permanecer de pie o sentado en una piedra puntiaguda que fue todo lo que Me dieron como asiento. Mi cuerpo dolorido quedó pronto aterido de frío. Recordé las miles de veces que Mi Madre cobijaba Mi cuerpo, arropándolo cuando tenía frío… y lloré. Vamos ahora a comparar la prisión con el Sagrario y, sobre todo, con los corazones de los hombres. En la prisión pasé una noche… ¿Cuántas noches paso en el Sagrario? En la prisión Me ultrajaron los soldados que eran Mis enemigos; pero en el Sagrario Me maltratan y Me insultan almas que Me llaman Padre. En la prisión pasé frío, sueño, hambre, vergüenza, tristeza, dolores, soledad, desamparo. Veía, en el transcurso de los siglos, cómo tantos Sagrarios en los cuales Me faltaría el abrigo del amor. ¡Cuántos corazones helados serían para Mí como la piedra de la prisión! ¡Cuántas veces tendría sed de amor, sed de almas! ¡Cuántos días espero que tal alma venga a visitarme, a recibirme en su corazón, porque He pasado la noche solo y pensaba en ella para apagar Mi sed! ¡Qué de veces siento hambre de Mis almas, de su fidelidad, de su generosidad! ¿Sabrán calmar estas ansias? ¿Sabrán decirme cuando tengan que pasar por algún sufrimiento: esto servirá para aliviar Tu tristeza, para acompañarte en Tu soledad? Y ¡ay!, Si por lo menos, unidos a Mí, ustedes lo soportaran todo con paz y salieran fortalecidos en tanto que consolaran Mi Corazón… En la prisión sentí vergüenza al oír las horribles palabras que se proferían contra Mí; y esa vergüenza creció al ver que, más tarde, esas mismas palabras serían repetidas por almas amadas.
Cuando aquellas manos sucias y repugnantes descargaban sobre Mí golpes y bofetadas, vi cuántas veces sería golpeado y abofeteado por tantas almas que, sin purificarse de sus pecados, sin limpiar su casa con una buena confesión, Me recibirían en sus corazones. Esos pecados habituales, descargarían sobre Mí repetidos golpes. Cuando Me hacían levantar a empellones, sin fuerzas y a causa de las cadenas que Me sujetaban, caía en tierra. Vi cómo tantas almas, atándome con las cadenas de su ingratitud, Me dejarían caer sobre la piedra, renovando Mi vergüenza y prolongando Mi soledad.
Almas elegidas, contemplen a su Esposo en la prisión. Contémplenme en esta noche de tanto dolor, y consideren que este dolor se prolonga en la soledad de tantos Sagrarios, en la frialdad de tantos corazones.
Si quieren darme una prueba de su amor, ábranme su corazón para poder hacer de él Mi prisión. Atenme con las cadenas de su amor. Cúbranme con sus delicadezas, aliméntenme con su generosidad. Apaguen Mi sed con su celo. Consuelen Mi tristeza y desamparo con su fiel compañía. Hagan desaparecer Mi vergüenza con su pureza y rectitud de intención.
Si quieren que descanse en ustedes, eviten el tumulto de las pasiones y, en el silencio de su alma, dormiré tranquilo. De vez en cuando oirán Mi voz que les dice suavemente: Esposa Mía, que ahora eres Mi descanso, Yo seré tuyo en la eternidad; a ti que con tanto desvelo y amor Me procuras la prisión de tu corazón, Yo te prometo que Mi recompensa no tendrá límites y no te pesarán los sacrificios que hayas hecho por Mí durante tu vida.
JESÚS ES LLEVADO ANTE HERODES
Pilatos mandó que Me llevaran a la presencia de Herodes… Era un pobre hombre corrompido que sólo buscaba el placer, dejándose arrastrar de sus pasiones desordenadas. Se alegró de verme comparecer ante su tribunal, pues esperaba divertirse con Mis palabras y milagros. Consideren, hijos Míos, la repulsión que experimenté en presencia del más repugnante de los hombres, cuyas palabras, preguntas, gestos y movimientos afectados, Me cubrían de confusión. Almas puras y virginales, vengan a rodear y a defender a su Esposo.
Herodes espera que Yo conteste a sus preguntas sarcásticas, pero no despego Mis labios; guardo en su presencia el más absoluto silencio. No contestar era la mayor prueba que podía darle de Mi dignidad. Sus palabras obscenas no merecían cruzarse con las Mías, purísimas.
Entretanto, Mi Corazón estaba íntimamente unido a Mi Padre Celestial. Me consumía en deseos de dar por las almas hasta la última gota de Mi Sangre. El pensamiento de que todos los hombres que luego habían de seguirme, conquistados por Mis ejemplos y Mi liberalidad, Me encendía en amor y no sólo gozaba en aquel terrible interrogatorio, sino que deseaba correr al suplicio de la Cruz.
JESÚS ES LLEVADO DE NUEVO ANTE PILATOS
Dejé que Me trataran como a un loco y Me cubrieran con una vestidura blanca en señal de burla e irrisión, después, en medio de gritos furiosos, Me llevaron de nuevo a la presencia de Pilatos. Mira cómo este hombre aturdido y lleno de confusión, no sabe qué hacer de Mí; y para apaciguar el furor de la turba, manda que Me hagan azotar… Representadas en Pilatos, vi a las almas que carecen de valor y generosidad para romper enérgicamente con las exigencias del mundo y de la naturaleza. En vez de cortar de raíz lo que la conciencia les dice no ser del mundo y de la naturaleza, lo que la conciencia les dice no ser del buen espíritu, ceden a un capricho, se recrean en una ligera satisfacción, capitulan en parte con lo que la pasión exige y, para acallar los remordimientos, se dicen a sí mismas: “ya me he privado de esto o de lo otro, y es suficiente”. Yo únicamente diré a esa alma: ¡Me haces flagelar como Pilatos! Ya has dado un paso, mañana otro. ¿Piensas satisfacer de este modo tu pasión? ¡No! Pronto te exigirá más y más. Como no has tenido valor para luchar con tu propia naturaleza en esta pequeñez, mucho menos la tendrás después, cuando la ocasión sea mayor.
LA FLAGELACIÓN DE JESÚS
Mírenme, amados Míos, dejándome conducir, con la mansedumbre de un cordero, al tremendo suplicio de la flagelación. Sobre Mi cuerpo, ya cubierto de golpes y agobiado de cansancio, los verdugos descargan cruelmente —con cuerdas trenzadas, con varas— terribles azotes. Es tanta la violencia con que Me castigan, que no quedó en Mí un sólo lugar que no fuese presa del más terrible dolor… Los golpes y puntapiés Me ocasionaron innumerables heridas… Las varas arrancaban pedazos de Mi piel y Mi carne. La Sangre brotaba de todos Mis miembros… Caí una y otra vez por el dolor que Me causaban los golpes en Mi virilidad. Mi cuerpo estaba en tal estado, que más parecía monstruo que hombre. Los rasgos de Mi cara habían perdido su forma, era un sólo edema. El pensamiento de tantas almas, a quienes más tarde iba a inspirar el deseo de seguir Mis huellas, Me consumía de amor. Durante las horas de prisión las veía fieles imitadoras, aprendiendo de Mí mansedumbre, paciencia, serenidad. No sólo para aceptar los sufrimientos y desprecios, sino aún amando a los que las persiguen y, si es necesario, sacrificándose por ellos como Yo Me sacrifiqué.
Cómo Me encendía cada vez más en deseos de cumplir perfectamente la Voluntad de Mi Padre, en aquellas horas de soledad, en medio de tanto dolor. ¡Cómo Me ofrecí a reparar Su Gloria ultrajada! Así ustedes, almas religiosas, que se encuentran en la prisión escogida por amor, que más de una vez pasan a los ojos de las criaturas por inútiles y quizá por perjudiciales, no teman. Dejen que griten contra ustedes y, en esas horas de soledad y dolor, unan íntimamente su corazón a su Dios, único objeto de su amor. ¡Reparen Su Gloria, ultrajada por tantos pecados!
JESÚS ES SENTENCIADO A MUERTE
Al amanecer, Caifás ordenó que Me condujeran a Pilatos para que pronunciara la sentencia de muerte. Este Me interrogó, deseoso de hallar un motivo para condenarme pero, al mismo tiempo, su conciencia lo atormentaba y sentía gran temor ante la injusticia que iba a cometer. Al fin, encontró un medio para desentenderse de Mí y mandó que Me llevaran a Herodes.
En Pilatos están fielmente representadas las almas que, sintiendo al mismo tiempo el movimiento de la gracia y de sus pasiones, dominadas por el respeto humano y cegadas por el amor propio, por el temor de parecer ridículas, dejan pasar la gracia.
A todas las preguntas de Pilatos, nada respondí. Mas cuando Me dijo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Entonces, con gravedad y entereza, respondí: Tú lo has dicho, Yo Soy el Rey; pero Mi reino no es de este mundo… Con estas palabras quise enseñar a muchas almas cómo, cuando se presenta la ocasión de soportar el sufrimiento, o una humillación que podrían fácilmente evitar, deben contestar con generosidad: Mi reino no es de este mundo, es decir, no busco las alabanzas de los hombres; Mi Patria no es esta, ya descansaré en la que lo es verdaderamente. Ahora, ánimo para cumplir mi deber sin tener en cuenta la opinión del mundo. Lo que me importa no es su estima, sino seguir la voz de la gracia, ahogando los reclamos de la naturaleza. Si no soy capaz de vencer solo, pediré fuerza y consejo pues, en muchas ocasiones, las pasiones y excesivo amor propio ciegan el alma y la impulsan a obrar el mal.
No son ni 10 ni 20 los verdugos que destrozan Mi Cuerpo; son muchísimas las manos que lastiman Mi Cuerpo, recibiendo la comunión en la mano— el trabajo sacrílego de Satanás. ¿Cómo pueden contemplarme en este mar de dolor y de amargura, sin que su corazón se mueva a compasión? Pero, no son los verdugos los que han de consolar sino ustedes, almas escogidas, para que alivien Mi dolor. Contemplen Mis heridas y vean si hay alguien que haya sufrido tanto como Yo, para demostrarles su amor.
JESÚS ES CORONADO DE ESPINAS
En el Querer de Mi Padre He vivido días de intensa tristeza, sin quejarme, pero en la aceptación de lo que quería hacerme sentir el Padre. Cuando fui apresado en el Huerto, los que Me acusaban estaban prontos a toda mentira y Me dejé llevar a donde quisieran, sin resistir en lo más mínimo. Y cuando quisieron ceñirme la cabeza con la corona de espinas, incliné sin más la cabeza, porque lo tomaba todo de las manos de Aquel que Me envió al mundo.
Cuando los brazos de aquellos hombres crueles estuvieron rendidos, a fuerza de descargar golpes sobre Mi Cuerpo, colocaron sobre Mi cabeza una corona tejida con ramas de espinas y, desfilando por delante de Mí, Me decían: ¿Conque eres Rey?… ¡Te saludamos! Unos Me escupían, otros Me insultaban, otros descargaban nuevos golpes contra Mi cabeza; cada uno añadiendo un nuevo dolor a Mi Cuerpo, maltratado y deshecho. Estoy cansado, no tengo dónde descansar; préstame tu corazón y tus brazos, para cobijarme en tu amor. Tengo frío y fiebre; abrázame un instante, antes de que continúen destruyendo este templo de amor.
Los soldados y verdugos, con sus manos sucias, empujan Mi Cuerpo; otros con asco de Mi Sangre, me empujan con sus lanzas y vuelven a abrir Mi carne; Me sientan con un empujón sobre un lugar de piedras filosas, lloro en silencio por el dolor y ellos, en forma grotesca, se burlan de Mis lágrimas. Finalmente, desgarran Mis sienes encajándome la corona de ramas trenzadas de espinas.
Consideren cómo, con esa corona, quise expiar los pecados de soberbia de tantas almas que se dejan subyugar por la falsa opinión del mundo, deseando ser estimadas con exceso. Permití, sobre todo, que Me coronasen de espinas y que así Mi cabeza sufriese cruelmente, a fin de reparar por la humildad voluntaria, las repugnancias y las orgullosas pretensiones de tantas almas que se niegan a seguir el camino trazado por Mi Providencia, por juzgarlo indigno de su mérito y de su condición. Ningún camino es humillante cuando está trazado por la Voluntad de Dios… En vano intentarán engañarse a ustedes mismos pensando seguir la voluntad de Dios y en la plena sumisión a cuanto les pida.
Hay en el mundo personas que, cuando llega el momento de la decisión (emprender un nuevo género de vida), reflexionan y examinan los deseos de su corazón. Tal vez encuentren, en aquel o en aquella a quien piensan unirse, los fundamentos sólidos para una vida cristiana y piadosa; quizás verán que cumplen sus deberes de familia que reúne, en fin, lo necesario para satisfacer sus deseos de felicidad; pero la vanidad y el orgullo vienen a oscurecer su espíritu y se dejan arrastrar por el afán de figurar, de lucir. Entonces, se ingenian para buscar a alguien que, siendo más noble, más rico, satisfaga su ambición. ¡Ah! Cuán neciamente se ciegan. No, les diré, no encontrarán la verdadera felicidad en este mundo, y ojalá la encuentren en el otro. ¡Miren bien, que se ponen en gran peligro!
Hablaré también a las almas a quienes llamó el camino de la perfección. Cuántas ilusiones en las que Me dicen que están dispuestas a hacer Mi Voluntad y que clavan en Mi cabeza las espinas de Mi corona. Hay, respectivamente, almas a quienes quiero para Mí. Conociéndolas y amándolas, deseo colocarlas donde vivo, en Mi sabiduría infinita, en la que encontrarán cuanto es necesario para llegar a la santidad: ahí será donde Me haré conocer a ellas y donde Me darán más consuelo, más amor y más almas. Pero, ¡cuántas decepciones! Cuántas almas se ciegan por el orgullo y la soberbia o por una mezquina ambición. Llena la cabeza de vanos e inútiles pensamientos, se niegan a seguir el camino que les traza Mi amor.
Almas que Yo había elegido, ¿creen cumplir Mi Voluntad resistiendo a la voz de la gracia que los llama y encamina por esa senda, que su orgullo rechaza? Hija Mía, amor de Mis dolores, consuélame; haz en tu corazón pequeñito un trono para tu Rey y Salvador, y coróname de besos. Coronado de espinas y cubierto con un manto púrpura, los soldados Me presentaron de nuevo a Pilatos. No encontrando en Mí delito para castigarme, Pilatos Me hizo varias preguntas, diciéndome que por qué no le contestaba, sabiendo que él tenía todo poder sobre Mí.
Entonces, rompiendo Mi silencio, le dije: “No tendrías ese poder si no se te hubiese dado de arriba; pero es preciso que se cumplan las Escrituras.” Y, abandonándome a Mi Padre Celestial, callé nuevamente…
BARRABÁS ES PUESTO EN LIBERTAD
Pilatos, perturbado por el aviso de su mujer y perplejo entre los remordimientos de su conciencia y el miedo de que el pueblo se amotine contra él, buscaba medios para libertarme y Me expuso a la vista del populacho, en el lastimoso estado en el que Me encontraba, proponiéndoles darme la libertad y condenar en Mí lugar a Barrabás, que era un ladrón y criminal famoso. A una voz contestó el pueblo: ¡Que muera y que Barrabás sea puesto en libertad! Almas que Me aman, vean cómo Me han comparado a un criminal. Vean cómo Me han rebajado más que al más perverso de los hombres. Oigan qué furiosos gritos lanzan contra Mí. Vean con qué rabia piden Mi muerte. ¿Rehusé, acaso, pasar por tanta penosa afrenta? No, al contrario, Me abracé con ella por amor a las almas y para mostrarles que este amor no Me llevó tan sólo a la muerte, sino a la muerte más ignominiosa… No crean, sin embargo, que Mi naturaleza humana no sintió ni repugnancia ni dolor. Al contrario, quise sentir todas sus repugnancias y estar sujeto a su misma condición, dándoles ejemplo que los fortalezca en todas las circunstancias de la vida y les enseñe a vencer las repugnancias que se ofrecen, cuando se trata de cumplir la Voluntad Divina.
Vuelvo a las almas a quienes hablaba ayer… A las almas llamadas al estado de perfección, que discuten con la gracia y retroceden ante la humildad del camino que les muestro, por temor a los juicios del mundo o haciendo valer su capacidad; que se persuaden que en otra parte serán más útiles para Mi servicio y para Mi Gloria.
Voy a responder a esas almas. Dime: ¿rehusé Yo o vacilé siquiera, cuando Me vi nacer de padres pobres y humildes en un establo, lejos de Mi casa y Mi Patria en la más cruda estación del año… de noche? Después, viví treinta años en las ocupaciones oscuras y rudas de un taller; pasé humillaciones y desprecios de parte de los que encargaban trabajos a Mi Padre José; no Me desdeñé de ayudar a Mi Madre en las faenas más bajas de la casa y, sin embargo, ¿no tenía Yo más talento que el que se requiere, para ejercer el tosco oficio de carpintero? Yo, que a la edad de 12 años instruí a los Doctores en el Templo… Pero era la Voluntad de Mi Padre Celestial y así lo glorificaba. Cuando dejé Nazareth y empecé Mi vida pública, habría podido darme a conocer como Mesías e Hijo de Dios para que los hombres escuchasen Mis enseñanzas con veneración, pero no lo hice porque Mi único deseo era cumplir la Voluntad de Mi Padre…Y cuando llegó la hora de Mi Pasión, a través de la crueldad de los unos y de las afrentas de los otros, del abandono de los Míos y de la ingratitud de las turbas, a través del indecible martirio de Mi Cuerpo y de las repugnancias de Mi alma, vean con qué mayor amor aún descubría y abrazaba la Voluntad de Mi Padre Celestial.
Así, cuando sobreponiéndose a las dificultades y repugnancias se somete el alma generosamente a la Voluntad de Dios, llega un momento en que, unida íntimamente a El, goza de las más inefables dulzuras. Esto que He dicho a las almas que sienten repugnancia a la vida humilde y oscura lo repito a las que, por el contrario, son llamadas a trabajar en continuo contacto con el mundo, cuando su atractivo sería la completa soledad y los trabajos humildes y ocultos.
Almas escogidas, su felicidad y su perfección no consiste en seguir los gustos e inclinaciones de la naturaleza, en ser conocidas o desconocidas de las criaturas, en emplear u ocultar el talento que poseen, sino en unirse y conformarse, por amor y con entera sumisión, a la Voluntad de Dios, a lo que para Su Gloria y la propia santificación de ustedes, les pida.
Basta por hoy, hijita, ama y abraza Mi Voluntad alegremente; ya sabes que está en todo trazada por el amor. Medita por un momento el indecible martirio de Mi Corazón, al verse pospuesto a Barrabás. ¡Cómo recordaba entonces las ternuras de Mi Madre, cuando me estrechaba sobre Su Corazón! Cuán presente tenía los desvelos y fatigas que, para mostrarme Su amor, sufrió Mi Padre adoptivo. Cómo se presentaban a Mi memoria los beneficios que tan liberalmente derramé sobre aquel pueblo ingrato, dando vista a los ciegos, devolviendo la salud a los enfermos, el uso de sus miembros a los que lo habían perdido, dando de comer a la turba y resucitando a los muertos. ¡Ahora, verme reducido al estado más despreciable! Soy el más odiado de los hombres y se Me condena a muerte, como a ladrón infame.
JESÚS PERDONA HASTA AL MÁS GRANDE PECADOR
Pilatos ha pronunciado la sentencia. Hijitos Míos, consideren atentamente cuánto sufrió Mi Corazón… Desde que Me entregó en el Huerto de los Olivos, Judas anduvo errante y fugitivo sin poder acallar los gritos de su conciencia, que lo acusaba del más horrible sacrilegio. Cuando llegó a sus oídos la sentencia de muerte pronunciada contra Mí, se entregó a la más terrible desesperación y se ahorcó. ¿Quien podrá comprender el dolor intenso de Mi Corazón cuando vi lanzarse a la perdición eterna esa alma que había pasado tres años en la escuela de Mi amor, aprendiendo Mi doctrina, recibiendo Mis enseñanzas, oyendo tantas veces cómo perdonaban Mis labios a los más grandes pecadores? ¡Judas! ¿Por qué no vienes a arrojarte a Mis pies para que te perdone? Si no te atreves a acercarte a Mí por temor a los que Me rodean, maltratándome con tanto furor, mírame al menos; verás cuán pronto se fijan en ti Mis ojos.
Almas que están enredadas en los mayores pecados… Si por más o menos tiempo han vivido errantes y fugitivas a causa de sus delitos, si los pecados de que son culpables los han cegado y endurecido el corazón, si por seguir alguna pasión han caído en los mayores desórdenes, no dejen que se apodere de ustedes la desesperación cuando los abandonen los cómplices de su pecado y cuando su alma se de cuenta de su culpa… Mientras el hombre cuente con un instante de vida, aún tiene tiempo de recurrir a la Misericordia y de implorar el perdón.
Si son jóvenes y los escándalos de su vida pasada los han dejado en un estado de degradación ante los hombres, ¡no teman! Aún cuando el mundo los desprecie, los trate de malvados, los insulte, los abandone, estén seguros de que su Dios no quiere que su alma sea pasto de las llamas del infierno. Desea que se atrevan a hablarle, a dirigirle miradas y suspiros del corazón, y pronto verán que Su mano bondadosa y paternal los conduce a la fuente del perdón y de la vida. Si por malicia has pasado quizá gran parte de tu vida en el desorden y en la indiferencia, y cerca ya de la eternidad la desesperación quiere ponerte una venda en los ojos, no te dejes engañar, aún es tiempo de perdón. Oigan bien: si les queda un segundo de vida, aprovéchenlo, porque en él pueden ganar la vida eterna.
Si ha transcurrido su existencia en la ignorancia y el error, si han sido causa de grandes daños para los hombres, para la sociedad y hasta para la Religión, y por cualquier circunstancia conocen su error, no se dejen abatir por el peso de las faltas ni por el daño de que han sido instrumento sino, por el contrario, dejando que su alma se penetre del más vivo pesar, abísmense en la confianza y recurran Al que siempre está esperándolos para perdonarlos.
Lo mismo sucede si se trata de un alma que ha pasado los primeros años de su vida en la fiel observancia de Mis mandamientos, pero que ha decaído poco a poco del fervor pasando a una vida tibia y cómoda… No ocultes nada de lo que te digo, pues todo es para beneficio de la humanidad entera. Repítelo a la luz del sol, predícalo a aquel que quiere verdaderamente escucharlo.
El alma que un día recibe una fuerte sacudida que la despierta, ve de pronto su vida inútil, vacía, sin méritos para la eternidad. El maligno, con infernal envidia, la ataca de mil maneras, abultándole sus faltas; le inspira tristeza y desaliento, acabando por llevarla al temor, a la desesperación.
Alma que Me perteneces, no hagas caso de ese cruel enemigo y, en cuanto sientas la moción de la gracia al inicio de tu lucha, acude a Mi Corazón; siente, contempla cómo vierte una gota de Su Sangre sobre tu alma y ven a Mí. Ya sabes dónde me encuentro: bajo el velo de la fe… Levántalo y dime con entera confianza tus penas, tus miserias, tus caídas… Escucha con respeto Mis palabras y no temas por lo pasado. Mi Corazón lo ha sumergido en el abismo de Mi Misericordia y Mi amor. Tu vida pasada te dará la humildad que te llenará. Y si quieres darme la mejor prueba de amor, ten confianza y cuenta con Mi perdón. Cree que nunca llegarán a ser mayores tus pecados que Mi Misericordia, pues es infinita.
Vamos a continuar, hijita. Sígueme en el camino del Calvario, agobiado bajo el peso de la Cruz…
En tanto que Mi Corazón estaba abismado de tristeza por la eterna perdición de Judas, los crueles verdugos, insensibles a Mi dolor, cargaron sobre Mis hombros llagados, la dura y pesada Cruz en que había de consumar el misterio de la Redención del mundo. Contémplenme, ángeles del cielo. Vean al Creador de todas las maravillas, al Dios a Quien rinden adoración los espíritus celestiales, caminando hacia el Calvario y llevando sobre sus hombros el leño santo y bendito que va a recibir su último suspiro.
Véanme también ustedes, almas que desean ser Mis fieles imitadoras. Mi Cuerpo, destrozado por tanto tormento camina, sin fuerzas, bañado de sudor y de sangre… ¡Sufro, sin que nadie se compadezca de Mi dolor! La multitud Me acompaña y no hay una sola persona que tenga piedad de Mí. Todos Me rodean como lobos hambrientos, deseosos de devorar su presa… Es que todos los demonios salieron del infierno para hacer más duro Mi sufrimiento.
La fatiga que siento es tan grande, la Cruz tan pesada, que a la mitad del camino caigo desfallecido. Vean cómo Me levantan aquellos hombres inhumanos del modo más brutal: uno Me agarra de un brazo, otro tira de Mis vestidos, que están pegados a Mis heridas, volviendo a abrirlas… Este Me coge por el cuello, otro por los cabellos, otros descargan terribles golpes en todo Mi Cuerpo, con los puños y hasta con los pies. La Cruz cae sobre Mi y su peso Me causa nuevas heridas. Mi rostro roza sobre las piedras del camino y, con la sangre que por él corre, se pegan a Mis ojos, que están casi cerrados por los golpes; el polvo y el lodo se juntan a la sangre y quedo hecho el objeto más repugnante.
Mi Padre envía ángeles para que Me ayuden a sostenerme; para que Mi Cuerpo no pierda el conocimiento al desplomarse; para que la batalla no sea ganada antes de tiempo, y pierda Yo a todas Mis almas.
Camino sobre las piedras que destrozan Mis pies, tropiezo y caigo una y otra vez. Miro a cada lado del camino en busca de una pequeña mirada de amor, de una entrega, de una unión a Mi dolor pero… no veo a ninguno.
Hijos Míos, los que siguen Mis huellas, no suelten su cruz por más pesada que ésta les parezca. Háganlo por Mí, que cargando su cruz, Me ayudarán a cargar la Mía y, por el duro camino, encontrarán a Mi Madre y a las almas santas que irán dándoles ánimo y alivio. Sigan Conmigo unos momentos y, a los pocos pasos, Me verán en presencia de Mi Madre Santísima que, con el Corazón traspasado por el dolor, sale a Mi encuentro para dos fines: para cobrar nueva fuerza de sufrir a la vista de Su Dios y para dar a Su Hijo, con Su actitud heroica, aliento para continuar la obra de la Redención.
Consideren el martirio de estos dos Corazones. Lo que más ama Mi Madre es Su Hijo… No puede darme ningún alivio y sabe que su vista aumentará aún más Mis sufrimientos; pero también aumentará Mi fuerza para cumplir la voluntad del Padre. Para Mí, lo más amado en la tierra es Mi Madre; y no solamente no la puedo consolar, sino que el lamentable estado en que Me ve, procura a Su Corazón un sufrimiento semejante al Mío. Deja escapar un sollozo. ¡La muerte que Yo sufro en Mi Cuerpo, la recibe Mi Madre en el Corazón!… ¡Cómo se clavan en Mí Sus ojos y los Míos se clavan también en Ella! No pronunciamos una sola palabra, pero cuántas cosas dicen Nuestros Corazones en esta dolorosa mirada. Sí, Mi Madre presenció todos los tormentos de Mi Pasión, que por revelación divina se presentaban a Su espíritu. Además, varios discípulos, aunque permanecían lejos por miedo a los Judíos, procuraban enterarse de todo e informaban a Mi Madre… Cuando supo que ya se había pronunciado la sentencia de muerte, salió a Mi encuentro y no Me abandonó hasta que Me depositaron en el sepulcro.
JESÚS ES AYUDADO A LLEVAR LA CRUZ
Voy camino hacia el Calvario. Aquellos hombres inicuos, temiendo verme morir antes de llegar al término, se entienden entre sí para buscar a alguien que Me ayude a llevar la Cruz y requisaron a un hombre de las cercanías llamado Simón.
Míralo, detrás de Mí, ayudándome a llevar la Cruz y considera ante todo dos cosas: Este hombre carece de buena voluntad; es un mercenario, porque si Me acompaña y comparte Conmigo el peso de la Cruz, es porque ha sido requisado. Por eso, cuando siente demasiado cansancio, deja caer más el peso sobre Mí y así caigo en tierra dos veces.
Este hombre Me ayuda a llevar parte de la Cruz, pero no toda Mi Cruz… Hay almas que caminan así en pos de Mí. Aceptan ayudarme a llevar Mi Cruz, pero se preocupan aún del consuelo y del descanso. Muchas otras consienten en seguirme y, con este fin, han abrazado la vida perfecta. Pero no abandonan el propio interés, que sigue siendo, en muchos casos, su primer cuidado; por eso vacilan y dejan caer Mi Cruz, cuando les pesa demasiado; buscan la manera de sufrir lo menos posible, miden su abnegación, evitan cuanto pueden la humillación y el cansancio y, acordándose quizá con pena de los que dejaron, tratan de procurarse ciertas comodidades, ciertos placeres.
En una palabra, hay almas tan interesadas y tan egoístas que han venido a Mi seguimiento, más por ellas que por Mí. Se resignan tan solo a aportar lo que les molesta y que no pueden apartar… No me ayudan a llevar mas que una parte de Mi Cruz; muy pequeña y de tal suerte, que apenas si pueden adquirir los méritos indispensables para su salvación. Pero, en la eternidad, verán cuán lejos han quedado en el camino que debían recorrer. Por el contrario, hay almas, y no pocas que, movidas por el deseo de su salvación pero sobre todo por el amor que les inspira la vista de lo que por ellas He sufrido, se deciden a seguirme en el camino del Calvario; se abrazan con la vida perfecta y se entregan a Mi servicio, no para ayudarme a llevar parte de la Cruz, sino para llevarla toda entera. Su único deseo es descansarme, consolarme; se ofrecen con este fin a todo cuanto les pide Mi voluntad, buscando cuanto pueda agradarme; no piensan ni en los méritos, ni en la recompensa que les espera, ni en el cansancio, ni en el sufrimiento que resultará para ellas. Lo único que tienen presente es el amor que pueden demostrarme, el consuelo que Me procuran… Si Mi Cruz se presenta bajo la forma de la enfermedad, si se oculta debajo de un empleo contrario a sus inclinaciones y poco conforme a sus aptitudes, si va acompañada de algún olvido de las personas que las rodean, la aceptan con entera sumisión. ¡Ah!, estas almas son las que verdaderamente llevan Mi Cruz, la adoran, se sirven de ella para procurar Mi Gloria, sin otro interés ni paga que Mi amor. Son las que Me consideran y glorifican…
Tengan como cosa cierta que, si ustedes no ven el resultado de sus sufrimientos, de su abnegación, o lo ven más tarde, no por eso han sido vanos e infructuosos, mas por el contrario, el fruto será abundante. El alma que verdaderamente ama, no cuenta lo que ha sufrido y trabajado, ni espera tal o cual recompensa; busca tan solo aquello que cree de gloria para su Dios… Por El no regatean trabajos ni fatigas. No se agita ni se inquieta ni, mucho menos, pierde la paz si se ve contrariada o humillada; porque el único móvil de sus acciones es el amor, y el amor abandona las consecuencias y los resultados. He aquí el fin de las almas que no buscan recompensa. Lo único que esperan es Mi Gloria, Mi consuelo, Mi descanso; por eso han tomado toda Mi Cruz y todo el peso que Mi Voluntad quiere cargar sobre ellas.
Hijos Míos, llámenme por Mi nombre, pues Jesús quiere decir todo. Yo lavaré sus pies, aquellos pies que han pisado una senda resbaladiza y que ahora están heridos por los golpes contra las piedras. Yo los enjugaré, los sanaré, los besaré y quedarán sanos, y no conocerán ya ninguna otra senda que la que conduce a Mí.
¡Ya estamos en el Calvario! La multitud se agita porque se acerca el terrible momento… Extenuado de fatiga, apenas si puedo andar. Mis pies sangran por las piedras del camino… Tres veces he caído en el trayecto. Una para dar fuerza de convertirse a los pecadores, habituados al pecado. Otra para dar aliento a las almas que caen por fragilidad y, a las almas que ciega la tristeza y la inquietud, animarlas a levantarse y a emprender con valor el camino de la virtud. Y la tercera, para ayudar a las almas a salir del pecado a la hora de la muerte.
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Mira con qué crueldad Me rodean estos hombres endurecidos. Unos tiran de la Cruz y la tienden en el suelo; otros Me arrancan los vestidos pegados a las heridas, que se abren de nuevo y vuelve a brotar la sangre.
Miren, hijos queridos, cuánta es la vergüenza y la confusión que padezco al verme así, ante aquella inmensa muchedumbre. ¡Qué dolor para Mi alma! Los verdugos que arrancan la túnica, que con tanto esmero Me revistió Mi Madre en Mi infancia y que había ido creciendo a medida que Yo crecía, la echan a suertes. ¿Cuál sería la aflicción de Mi Madre, que contempla esta escena? ¡Cuánto hubiera deseado Ella quedarse con la túnica teñida y empapada ahora con Mi Sangre! Pero ha llegado la hora y, tendiéndome sobre la Cruz, los verdugos cogen Mis brazos y tiran para que lleguen a los taladros, preparados en ella… Todo Mi Cuerpo se quebranta, se balancea de un lado a otro y las espinas de la corona penetran en Mi cabeza, más profundamente aún.
Oigan el primer martillazo que clava Mi mano derecha… resuena hasta las profundidades de la tierra. Oigan aún… ya clavan Mi mano izquierda y, ante semejante espectáculo, los Cielos se estremecen, los Ángeles se postran. Yo guardo el más profundo silencio. Ni una queja, ni un gemido se escapan de Mis labios, pero Mis lágrimas se mezclan con la sangre que cubre Mi rostro.
Luego que han clavado las manos, tiran cruelmente de los pies… Las llagas se abren, los nervios se desgarran en Mis manos y brazos… los huesos se descoyuntan… ¡El dolor es intenso! ¡Mis pies son traspasados y Mi Sangre baña la tierra!… Contemplen un instante estas manos y estos pies ensangrentados… Este cuerpo desnudo, cubierto de heridas, de orines y de sangre. Sucio… Esta cabeza traspasada por agudas espinas, empapada de sudor, llena de polvo y cubierta de sangre… Admiren el silencio, la paciencia y la conformidad con que acepto este sufrimiento. ¿Quién es el que sufre así, víctima de tales ignominias? ¡Es el Hijo de Dios! El que Ha hecho los cielos, la tierra, el mar y todo lo que existe… El que Ha creado al hombre, el que todo lo sostiene con Su poder infinito… está ahí inmóvil, despreciado, despojado y seguido por multitud de almas que abandonarán bienes de fortuna, familia, patria, honores, bienestar, gloria, cuanto sea necesario, para darle gloria y demostrarle el amor que les son debidos… Estén atentos, Angeles del Cielo y, ustedes también, almas que Me aman… Los soldados van a dar vuelta la Cruz para remachar los clavos y evitar que con el peso de Mi Cuerpo se salgan y Me dejen caer. Mi Cuerpo va a dar a la tierra el beso de paz. Y, mientras los martillazos resuenan por el espacio, en la cima del Calvario se realiza el espectáculo más admirable… A petición de Mi Madre, que contemplando todo lo que pasaba y siéndole a Ella imposible darme alivio, implora la Misericordia de Mi Padre Celestial… Legiones de Angeles bajan a sostener Mi Cuerpo, adorándolo, para que no roce la tierra y para evitar que lo aplaste el peso de la Cruz. Contempla a tu Jesús, tendido sobre la Cruz, sin poder hacer el más ligero movimiento… desnudo, sin fama, sin honor, sin libertad… ¡Todo se lo han arrebatado! ¡No hay quién se apiade y se compadezca de su dolor! ¡Sólo recibe tormentos, escarnios y burlas! Si me amas de veras ¿a qué no estarás dispuesto para asemejarte a Mí? ¿Qué rehusarás para obedecerme, complacerme y consolarme?…
Póstrate en tierra y deja que te diga unas palabras:
¡Que Mi Voluntad triunfe en ti!
¡Que Mi amor te destruya!
¡Que tu miseria Me glorifique!
JESÚS PRONUNCIA SUS ULTIMAS PALABRAS
Hija Mía, has oído y has visto Mis sufrimientos, acompáñame hasta el fin y comparte Mi dolor. Ya está enarbolada Mi Cruz. ¡He aquí la hora de la Redención del mundo! Soy el espectáculo de burlas para la muchedumbre… pero también de admiración y de amor por las almas. Esta Cruz, hasta ahora instrumento de suplicio, donde expiraban los criminales va a ser, en adelante, la luz y la paz del mundo. En Mis Sagradas Escrituras encontrarán los pecadores el perdón y la vida. ¡Mi Sangre lavará y borrará las manchas de sus pecados! ¡En Mis Sagradas Llagas vendrán las almas puras, a refrigerarse y abrasarse en Mi amor! En ellas se refugiarán y fijarán para siempre su morada.
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, no han conocido al que es su vida… Han descargado sobre él todo el furor de sus iniquidades. Mas Yo te lo ruego, ¡oh, Padre Mío!, descarga sobre ellas la fuerza de Tu Misericordia.
Hoy estarás Conmigo en el Paraíso, porque tu fe en la Misericordia de tu Salvador ha borrado tus crímenes… Ella te conduce a la vida eterna. Mujer, ¡He ahí a Tu Hijo!… Madre Mía, ¡he ahí a Mis hermanos! Guárdalos, ámalos… no están solos. ¡Oh!, ustedes, por quienes He dado Mi vida Tienen ahora una Madre a la que pueden recurrir en todas sus necesidades. Los He unido a todos con los más estrechos lazos al darles Mi propia Madre. El alma tiene ya derecho a decir a su Dios: ¿Por qué Me Has abandonado? En efecto, después de consumado el misterio de la Redención, el hombre ha vuelto a ser hijo de Dios, hermano de Jesucristo, heredero de la vida eterna… Oh, Padre Mío… Tengo sed de Tu Gloria… y he aquí que ha llegado la hora… En adelante, realizándose Mis palabras, el mundo conocerá que Tú eres el que Me enviaste y serás glorificado.
Tengo sed de Tu Gloria. Tengo sed de almas… y para refrigerar esta sed, He derramado hasta la última gota de Mi Sangre. Por eso puedo decir: Todo está consumado. Ahora se ha cumplido el gran misterio de Amor por el cual Dios entregó al mundo a Su propio Hijo, para devolver al hombre la Vida… Vine al mundo para hacer Tu Voluntad, oh Padre Mío. ¡Ya está cumplida! A Vos entrego Mi alma. Así las almas que cumplen Mi Voluntad podrán decir con verdad: “Todo está consumado…“ Señor Mío y Dios Mío, recibe Mi alma… la pongo en Tus amadas manos. Por las almas agonizantes ofrecí al Padre Mi muerte, y ellas tendrán la Vida. En el último grito que lancé desde la Cruz, abracé a toda la humanidad pasada, presente y futura; el espasmo lacerante con el cual Me desprendí de la tierra, fue acogido por Mi Padre con infinito Amor y todo el Cielo exultó por El, porque Mi Humanidad entraba en la Gloria.
En el mismo instante en el cual entregué Mi Espíritu, una multitud de almas se encontró conmigo: quien me deseaba desde hacía siglos y siglos, quien desde hace pocos meses, o días, pero todos intensamente. Pues bien, esta sola alegría bastó para todas las penas sufridas por Mí. Deben saber que en memoria de aquel encuentro gozoso, Yo He decidido asistir, y muchas veces hasta visiblemente, a los moribundos.
Otorgo a estos la salvación, para honrar a los que tan amorosamente Me acogieron en el Cielo. Así, oren por estos moribundos porque Yo los amo mucho. Cuantas veces hagan el ofrecimiento del último grito que lancé al Padre serán escuchados; porque por él se Me conceden muchísimas almas. Fue un momento de gozo, cuando se presentó a Mí toda la Corte Celestial que, compacta y vibrante, esperaba Mi muerte. Pero entre todas las almas que Me rodeaban, una estaba particularmente alborozada; tanto que centellaba de gozo, de amor… Era José quién, más que ningún otro, entendía qué gloria había adquirido después de tan acerbas luchas. El condujo a todas las almas que esperaban por Mí; a él se le concedió ser el primer Embajador Mío en el Limbo. Los Angeles, en cada orden, Me rindieron honor de modo que Mi Humanidad, ya resplandeciente, fue circundada de innumerables Santos que Me adoraban y exaltaban.
Hijos Míos, no hay cruces gloriosas en la tierra, están todas envueltas en misterio, en tinieblas, en exasperación. En misterio, porque no la entienden; en tinieblas, porque ofuscan la mente, porque golpean justamente en lugares donde no se querrá ser golpeado.
No se lamenten, no se retarden; les digo Yo, que llevé no solo la Cruz de madera que Me condujo a la Gloria sino, sobre todo, aquella Cruz invisible pero permanente, que estaba formada por las cruces de sus pecados. Sí, y de sus sufrimientos. Todo lo que ustedes sufren fue objeto de Mis penas, puesto que no sufrí solamente para darles la Redención, sino también por lo que ustedes deben sufrir ahora. Miren el amor que me une a ustedes; en ello tengan la confirmación de Mi Santo Querer y únanse a Mí, observando cómo Yo Me comporté entre ilimitadas amarguras.
He tomado como símbolo un madero, una cruz. Lo He llevado, con gran amor, por el bien de todos. He sufrido verdadera aflicción, para que todos pudiesen alegrarse en Mí. Pero hoy, ¿cuántos creen en el que verdaderamente los amó y los ama?… Contémplenme en la imagen del Cristo que llora y sangra. Allí y así, Me tiene el mundo.
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Al Viernes Santo siguió el alba gloriosa del Domingo de Resurrección… Si no He decidido destruir al mundo, quiere decir que deseo renovarlo y rejuvenecerlo. Los árboles viejos necesitan ser deshojados y podados para que echen nuevos brotes. Y las ramas viejas, las hojas secas, se queman. Separar a los cabritos de los corderos para que estos puedan encontrar, a punto y bien preparados, fértiles pastos dónde poder apacentarse a su gusto y beber de las límpidas fuentes del agua de salvación… Es Mi Sangre redentora, que riega las áridas tierras que han quedado desiertas del mundo de las almas; y correrá siempre sobre la tierra esta Sangre, mientras haya un hombre que salvar.
Amada esposa, quiero lo que tú no quieres, pero puedo lo que tú no podrías conseguir. Tu misión es hacerme amar por las almas, enseñarles a vivir Conmigo. Yo no He muerto en la Cruz entre mil tormentos para poblar de almas el infierno, sino de elegidos el Paraíso.
DIOS PADRE
Veo, tembloroso, allá abajo en la penumbra de Getsemaní, a Mi Hijo que, bajado del Cielo, tomó la forma y la sustancia de esa Mi criatura, que presume y presumió poder rebelarse a su Creador. El hombre, aquel hombre solo y turbado, es la víctima designada y, como tal, ha debido lavar con Su propia Sangre a la humanidad toda, que representa. Se estremece y horroriza al sentirse cubierto, hasta verse dominado por la inconcebible masa de pecados que debía quitar de las conciencias negras de millones y millones de criaturas sucias.
Pobre Hijo Mío, el Amor te Ha llevado a ésto y Tú ahora estás amedrentado por ello. ¿Quién deberá glorificarte en el Cielo cuando, radiante, hagas Tu ingreso en él? ¿Podrá alguna criatura darte una alabanza digna de Ti; un amor digno de Ti? ¿Y qué es la alabanza y el amor de un hombre, de millones de hombres, en comparación con el Amor con que Tú Has aceptado la más tremenda de las pruebas que jamás podrá existir en la tierra? No, Hijo amado, nadie podrá igualarte en amor sino Tu Padre, sino Yo que, en Mi Espíritu de Amor, puedo alabarte y amarte por Tu sacrificio de aquella noche.
Has alcanzado, amadísimo Hijo Mío, en quien apoyo toda Mi benevolencia, el paroxismo de la muerte sobreviviendo en la agonía amarguísima del Huerto. Tú Has llegado, en la esfera de Tu Humanidad verdadera y entera, al cúlmen de la gran pasión que pueda tener un corazón humano: sufrir por las ofensas hechas a Mí; pero sufrir por ellas, con el amor purísimo e intenso que hay en Ti. Has tocado, si bien con temblor, el límite por el cual la humanidad debía alcanzar completa Redención. Tú, Hijo adorado, Has conquistado, con sudor de Sangre, no sólo las almas de Tus hermanos sino, aún más, la Gloria Tuya, personal, que debía sobre elevarte a Ti, hombre, al par Conmigo, Dios como Tú.
Tú Has arrastrado en Mí la más perfecta justicia y el más perfecto Amor. Entonces representaban la Hez del mundo y lo hacías por Tu voluntaria y libre aceptación. Ahora eres, entre todos, el honor y la Gloria y el gozo Mío. No eras Tú Mi ofensor, no Tú; Tú Has sido siempre Mi Hijo amado en quien He puesto Mi complacencia; no eras Tú la Hez; porque incluso entonces, Yo Te veía como Has sido siempre: Mi Luz, Mi Palabra, es decir, justamente Yo mismo. Hijo, que temblaste y sucumbiste por Mi honor, ¡Tú Has merecido que Tu Padre Te haga conocer al mundo; a ese ciego mundo que Nos ofende y que, con todo, Nos es tan querido! Oh, Hijo amadísimo, Yo Te veo y Te veré siempre en aquella noche de Tu amargura, y Te tengo siempre presente. Por Tu amor, Estoy reconciliando a las criaturas con las criaturas. Y pues, Tú no podías alzar a Mí Tu rostro; tan cubierto estaba de sus culpas. Ahora, para complacerte, hago que ellos alcen sus rostros a Nosotros para que, vislumbrando Tu Luz, queden presa de nuestro amor.
Ahora, Hijo Mío, siempre tan amado, haré lo que Te dije cuando estaban en la sombra de Getsemaní y serán grandes cosas para alegrarte y darte honor…
LA SANTISIMA MADRE LOS DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA
Muchos Profetas hablaron de Mí; vieron anticipadamente que era necesario que Yo sufriese, para llegar a ser digna Madre de Dios. Anticiparon en la tierra Mi conocimiento pero, como tenía que ser, de manera muy velada. Después hablaron de Mí los Evangelistas, especialmente Lucas, Mi amado médico —más de almas que de cuerpos. Posteriormente, nacieron algunas devociones que tuvieron como base las penas y dolores sufridos por Mí. Y así, comúnmente se cree y se piensa en siete dolores principales experimentados por Mí.
Hijos Míos, Su Madre ha premiado y premiará los esfuerzos y el amor que han tenido por Mí. Pero como lo hizo Jesús, quiero hablarles más extensamente sobre Mis dolores. Luego ustedes los referirán a otros hermanos y todos por fin Me imitarán ya que, por lo que sufrí, estoy continuamente alabando a Jesús y no busco nada, sino que El sea glorificado en Mí. Miren hijitos, es triste hablarles de estas cosas a mis propios hijos, porque toda madre oculta sus dolores solo para sí. Y esto ya lo hice Yo cumplidamente en el transcurso de la vida mortal; por tanto Mi deseo de madre ya ha sido respetado por Dios. Ahora cuando estoy acá, donde la sonrisa es eterna, y habiendo ya ocultado como todas las madres los dolores que experimenté, debo hablar de ellos para que, como hijos Míos conozcan algo de Mi vida.
Conozco los frutos que recabarán de ello y como agradan a Jesús, Mi adorado Hijo, les hablaré de ellos en cuanto puedan comprenderme. Mi Jesús dijo: el que es primero hágase último y verdaderamente así lo hizo El porque es el primero en la Casa de Dios, pero se abajó hasta el último peldaño. Ahora no le quitaré este último y primer puesto que le corresponde por razón de amor. Mas bien Me esfuerzo por hacerles entender esta verdad y Mi gozo mucho mayor será cuando acepten este convencimiento, no por vía de simple conocimiento sino por medio de una profunda y arraigada convicción. Sea El el primero y nosotros todos, los verdaderos últimos. Si El era el primero, debía haber un segundo en la escala del amor y de la gloria y por tanto, de la bajeza y humillación. Ustedes lo han comprendido ya: Ese Ser debía ser Yo. Hijitos, alaben a Dios que, aún habiendo establecido una distancia inmensa entre Jesús y Yo, quiso colocarme inmediatamente junto a El.
Hijos Míos, no es lo que aparece al mundo lo que más cuenta delante de Dios. El haber sido elegida Madre de Dios implicó para Mi graves sacrificios y renuncias y la primera fue esta: Conocer por Gabriel la elección hecha en la intimidad de Dios. Yo había querido permanecer en estado de humilde conocimiento y de ocultamiento en Dios; deseaba esto más que toda otra cosa porque era mi delicia saberme la última en todo. Al conocer la elección de Dios, respondí como ustedes saben, pero Me constó tanto subir a la dignidad a la cual estaba llamada. Hijitos: ¿comprenden esta Mi primera pena de que les hablo? Reflexionen sobre ella, den a su Madre el gran deleite de estimar aquella humildad que Yo estimé mucho por sobre Mi virginidad. Sí, era y Soy la esclava a la cual puede pedirse todo y acepté únicamente porque Mi entrega era del mismo grado que Mi amor.
Te gustó, oh Dios, elevarme a Ti y a Mí, Me agradó aceptar porque Te era grata Mi obediencia. Pero Tú sabes qué pena fue para Mí y que esa misma pena está ahora delante de Ti, requerida de luz para estos hijos que amas y que amo. ¡Yo Soy la esclava, como se hizo conmigo, así ahora sin dubitación, dejen oh hijos Míos, que se haga con ustedes todo lo que Dios quiera! La aceptación llevó a Dios la respuesta que llevará a los hombres el acceso a la Redención y en esto se verificó aquella frase admirable: “He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo que será llamado Emanuel”. El haber aceptado hacerme Madre de Emanuel implicaba Mi donación al Hijo de Dios, de manera que la Madre de El se donase a El mismo antes que la Humanidad de Jesús se formase en Mí. Por eso Mi donación fue efecto de la Gracia, pero también causa de la Gracia y, si bien deba reconocerse la prioridad de la primera causa que es Dios, sin embargo debe afirmarse que Mi aceptación actuó en el plano de la Gracia como causa concomitante.
Me llaman Corredentora por los dolores que he sufrido; pero Yo lo fui antes aún por la donación que había hecho por medio de Gabriel.
¡Oh, Hijo Mío Divino! ¡Cuanto honor Has querido dar a Tu Madre en compensación de la pena grande que sufrí al subir a la dignidad de Madre Tuya!
Ustedes hijitos, están en el mundo ciegos, pero cuando vean, cosas estupendas serán aliciente de su regocijo para Mí. Verán qué unión de gloria y de humildad hay aquí donde Mi Jesús Es el sol que jamás se oculta. Verán qué sabio designio se llevó a cabo a través de Mi renuncia, a la bajeza del ocultamiento.
Pero ahora, escúchame. Al avanzar Mi maternidad tuve que hablar a algunas personas queridas y lo dije ocultando lo más que pude, el honor que había recibido… Lloré la renunciada conquista del secreto en Dios, porque El Mismo Dios debía ser glorificado en Mí. Sin embargo muy pronto tuve la alegría de saber que era considerada como una mujer de tantas. Se alegró Mi alma, porque frente al mundo era pisoteada la esclava de Dios que anhelaba humillaciones como sólo Yo lo podía. Cuando José se ocultó, Yo no sufrí, sino gocé verdaderamente, No digan que sufrí entonces, porque no es verdad. Así fue como Dios satisfizo Mi deseo de humillaciones, esta fue la contra partida del Señor de haber llegado a ser la Madre de Dios: ser considerada como una mujer caída. Hija, aprende la sabiduría del amor, aprende a estimar la santa humildad y no temas porque es virtud que brilla con luz centellante. Cuando se realizó el desposorio, no tuve ninguna contrariedad, sabía como irían las cosas y no temía nada. En efecto, Dios da a quien se entrega a El enteramente una perfecta paz en las situaciones más paradójicas, como era la Mía, de tener que desposarme, forzada por el compromiso humano, con un hombre, aún sabiendo que sólo a Dios podía pertenecer.
¡Cuantos dolores He pasado en la tierra! No es fácil hacer de Madre del Altísimo, se los aseguro. Pero tampoco puede decirse difícil todo lo que se hace por un fin purisimo y por agradar a Dios. ¡Recuérdenlo! ¿Han pensado aluna vez qué fue lo que más dolor Me causó en la noche Santa de Belén? Ustedes distraen la mente con el establo, con el pesebre, con la pobreza. Yo en cambio les digo que aquella noche la pasé toda en el éxtasis de Mi Hijo y, aunque tuve que hacer lo que toda madre hace con su pequeño hijo, no dejé Mi éxtasis, Mi arrobamiento y así, la única cosa que Me causó dolor en aquella noche de amor, fue el ver la aflicción de Mi pobre José al buscarme un refugio, un lugar cualquiera.
Consiente como estaba de cuanto debía suceder y de Quien debía venir al mundo, Mi amado esposo, al ver que Yo estaba confundida, se angustió y Me dio mucha lástima. Luego, la alegría Nos colmó a los dos y olvidamos toda otra congoja.
Huimos a Egipto y a esto, ya se han referido cuanto era posible, si bien algunos centran su imaginación más en la fatiga del viaje que en el temor de una Madre que sabía que poseía el tesoro del Cielo y de la tierra.
Después ya viviendo en Nazaret el pequeño Jesús crecía vivaz y en aquel tiempo, no nos causó sino poquísimas y mínimas congojas. Toda madre sabe lo que es desear la salud de su hijo y cómo cada simpleza parece una gran nube negra. Mi Niño pasó todas las epidemias y enfermedades infantiles propias de aquella época. Como todas las madres, Yo no podía estar preservada de ninguna de las ansiedades propias del corazón materno.
Pero llegó un día la verdadera nube negra que oscureció la luz festiva de la Madre de Dios. Aquella nube se llama Jesús perdido… Ningún poeta ni maestro del espíritu podría imaginar a María al saber que ha perdido a Su Bien adorado y que no tiene noticias Suyas hasta tres días después… Hijitos, no se asombren de Mis palabras, Yo experimenté la turbación más grande de Mi vida. No han reflexionado lo bastante en aquellas palabras Mías: “ Hijo, Yo y Tu Padre Te Hemos buscado por tres días ¿Porqué Nos Has hecho esto? Dios Mío, ahora que hablo a estos amados hijos, no puedo dejar de alabarte a Ti que te ocultaste para hacernos sentir la delicia de encontrarte. ¡Oh! ¿Cómo de otro modo podría conocerse la dulzura que pone en el alma un vaso lleno de miel cuando abraza a Su Todo? Ya lo ven, también les hablo de Mis alegrías; pero no sin motivo, asocio y junto dolores y alegrías. Ustedes saquen provecho de todo lo que pasó en la mejor forma posible. Dios se oculta para hacerse encontrar, algunos conocen esta verdad; otros, pensando en aquel dolor atroz de haber perdido a Jesús, hagan todo por encontrarlo. No deben permanecer inertes y abatidos.
Su Madre quisiera ahorrarles el tratar de cuanto queda todavía por decir. Primero son cosas nunca dictas y por lo mismo aún no apreciadas. Segundo, porque al conocerlas tendrán que unirse a Mí en sufrimiento y en penosas consideraciones. Mas se ha dicho todo lo que Mi Jesús quiere sin oposición alguna.
¿Creen que pasé tranquila la vida de familia de Nazaret? Fue tranquila en virtud de la uniformidad con el querer de Dios. Pero de parte de las criaturas, ¡cuanta guerra hubo!… Fue notado el singular modo de vivir que teníamos y como efecto obtuvimos publica burla. Me consideraban una exagerada por el solo hecho de que todas las veces que Jesús se alejaba de casa, no podía contener las lágrimas y Jesús lo hacía con frecuencia. José era acosado como si hubiese sido un esclavo Mío y de Jesús. ¿Qué podía comprender el mundo? Dejábamos todo el cuidado al que entre Nosotros vivía, adorado en todas sus manifestaciones.
Qué amor de Hijo aquél jovencito más bello que el mar, más sabio que Salomón, más fuerte que Sanson. Me lo habrían arrebatado todas las madres, tal era el encanto que lo circundaba. Sin embargo, los mezquinos abrigaban juicios solaces sobre Mí, no ahorraban criticas al infatigable padre que lo creían un sometido de su esposa fiel, pero celosa. Todos conocían Mi integridad, pero la creían una pasión egoísta, vulgar.
Esto es hijitos Míos, lo que no se sabe. Esto pasó entre el mundo que no veía y no podía comprender y Su Purísima Madre. Jesús callaba sin alentarme, porque la Madre de Dios, debía pasar por el crisol, es decir, como una mujer del montón a la cual no debían ahorrarse las opiniones. Admiren la sabiduría de Dios en estas cosas y encuentren aquel sentido divino que acopla la mayor sublimidad a las pruebas que son más dolorosas en relación con tal sublimidad, porque todo abismo llama a otro abismo y toda profundidad llama a su profundidad… Llegó la hora de la separación, la hora de la acción de Jesús. Con ello, llegó el día temido de la partida de Nazaret.
Jesús me había hablado muy extensamente de Su misión y, me la había hecho amar por anticipado, los frutos que debía darle a El y a todos. Fue necesario por tanto, separarnos, si bien por breve tiempo… Se despidió, nos besó y se encaminó a Su misión de Maestro de la Humanidad. Pero el hecho no pasó inadvertido al pequeño pueblo donde Jesús era tan amado.
Fueron demostraciones de afecto, de bendiciones y por más que no sabían bien lo que Jesús iba a hacer, sin embargo se presentía una pérdida para aquella gente de mentalidad pequeña, pero en el fondo, de corazón generoso.
Y Yo, entre tantas manifestaciones, ¿Como Me sentía? Se Me agolpaban mil afectos; pero no retardó un minuto Su partida. Mi Jesús conocía lo que le esperaba después de la predicación, Me lo había dicho tantas veces, Me había hablado tan profusamente de la perfidia de los fariseos y de los demás. Y ya lo ven partir así; solo sin Mí, para cumplir Su mandato. ¡Sin Mí que lo había hecho crecer con el calor de Mi corazón. Sin Mí que lo adoraba como nadie nunca lo adoraría! Después lo seguí, lo encontré cuando estaba rodeado de tanta gente que no me era posible verlo. Y El, verdadero Hijo de Dios, dio a Su Madre una respuesta sublime como Su sabiduría, pero que traspasó este corazón materno de parte a parte. Sí, Yo lo comprendía plenamente, pero no por eso me ahorraban las penas. Al parentesco humano, El opuso el divino en el cual estaba comprendida Yo, es verdad, pero sin embargo los comentarios de los demás no dejaron de lastimarme. Al golpe inicial siguió la alegría de ver Su grandeza, de verlo honrado, venerado y amado por la gente, así pronto cicatrizó también esta herida.
Recorría con El los caminos, extasiada con Su saber, confortada con Sus enseñanzas y nunca Me saciaba de admirarlo y amarlo.
Luego vinieron las primeras fricciones con el Sanedrín, ocurrió el milagro que suscitó tanto ruido en las mentes de los Judíos, de los Sacerdotes soberbios. Fue odiado, perseguido, acechado, tentado. ¿Y Yo? Yo sabía todo y con las manos tendidas ofrecía en las manos del Padre, desde entonces, el holocausto de Mi Hijo, Su entrega, Su espantosa e ignominiosa muerte. ¡Ya sabía de Judas, ya conocía el árbol del cual se tomarían los maderos para la cruz de Mi Hijo. No pueden imaginar la intima tragedia que viví junto con Mi Jesús, para que la Redención tuviese su cumplimiento. Antes He dicho: Corredentora; para que lo fuese no bastaban las penas usuales. Hacia falta una unión intima con el gran sufrimiento de El para que todos los hombres fueran redimidos de manera que, mientras iba de un pueblo a otro con El, estaba cada vez más al corriente del llanto desconsolado que Mi Hijo derramaba en tantas noches insomnes que pasaba El en oración y meditación. Se Me revelaba y ponía delante cada estado de animo Suyo y ciertamente; comenzó entonces Mi calvario y Mi cruz. ¡Cuantas consideraciones agravaban cada día más Mis dolores de Madre Suya y de ustedes!! Tantos pecados, todos los pecados . Tanta congoja, todas las congojas. Tantas espinas, todas las espinas; no estaba solo Jesús, El lo sabia, lo sentía, veía que Su Madre estaba en unión continua con El. Y se afligía por ello, todavía más, porque Mi sufrimiento era para El mayor sufrimiento. ¡Hijo Mío, Hijo Mío adorado, si supieran estos hijos que pasó entonces entre Tu y Yo!… Y llego la hora del holocausto, llego después de la dulzura de la Cena de Pascua. Y desde entonces, debía Yo reintegrarme a la muchedumbre; Yo que lo amaba y adoraba de manera única, debía estar alejada de El. ¿Comprenden oh, hijos Míos?… Sabia que Judas estaba dando sus pasos de traidor y no podía moverme; sabia que Jesús había derramado Sangre en el Huerto y nada podía hacer por El ¡Y luego lo apresaron, lo maltrataron, lo insultaron, lo condenaron inicuamente! No puedo decirles todo. Les diré tan solo que Mi Corazón era un tumulto de continuas ansiedades, un asiento de continuas amarguras, incertidumbres, un lugar de desolación, de abatimiento y desconsuelo. ¿Y las almas que después se habrían perdido? ¿Y todas las simonías y trueques sacrílegos? ¡Oh, hijos de Mis dolores! Si hoy se les concede la gracia de sufrir por Mi, bendigan al que se las dio, con fervor, y sacrifíquense sin dubitación.
Ustedes piensan en Mi grandeza, Mis amados hijos. Les ayuda a pensarlo; pero escúchenme, no piensen en Mi, cuanto en El. ¡Yo quisiera ser olvidada si fuera posible! Toda su compasión denla a El, a Mi Jesús, a su Jesús, a Jesús amor suyo y Mío.
Así hijitos, la pena de Mi Corazón fue una continua espada que traspasó de parte a parte Mi alma, Mi vida. Yo la sentí mientras Jesús no; Me consoló con Su resurrección, cuando Mi inmenso gozo cicatrizó de golpe todas la heridas que sangraban dentro de Mi. “Hijo Mío“ Iba Yo repitiendo. ¿Por qué tanta desolación? Tu Madre está junto a Ti. ¿No Te basta ni siquiera Mi amor? ¿Cuantas veces Te consolé en Tus aflicciones? Y ahora ¿Porque ni siquiera, Tu Madre puede darte algún alivio?… Oh, Padre de Mi Jesús, no quiero otra cosa que lo que Tu quieres, Tu lo sabes; pero mira si tanta aflicción puede tener alivio; Te lo pide la Madre de Tu Hijo.
Y ya en el calvario clamé: ¡Dios Mío, has volver a aquellos ojos que adoro la luz que en ellos imprimiste desde el día en que Me Le Diste! ¡Padre Divino, mira que horror aquel rostro santo! ¿No puedes enjugar, al menos tan copiosa Sangre? ¡Oh Padre de Mi Hijo; Oh Esposo Amor Mío, Oh Tu Mismo, Verbo que Has querido tener la Humanidad de Mi! ¡Sean plegaria aquellos brazos abiertos al Cielo y a la tierra, sean la súplica de la aceptación Suya y Mía! ¡Mira Oh Dios, a qué se Ha reducido Aquel A Quien amas! Es Su Madre la que Te pide un alivio a tanta tristeza. Después de poco, Yo Me quedare sin El, así se cumplirá enteramente Mi voto cuando lo ofrecí de corazón en el Templo; sí, Me quedaré sola, pero aligera Su dolor sin atender al Mío.
En esta ocasión en este lugar santo, al principio por unos minutos habló en lenguas y luego dijo: Paz, Paz y más Paz, mis queridos ángeles os invito a daros la paz entre hermanos, yo os bendigo en nombre de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Pequeñitos vengo como Madre Reconciliadora de los pueblos y de las gentes, pequeños vuestro corazón sufre y Jesús sufre con vosotros, Hijitos de mi corazón convertíos a mi Corazón Inmaculado, no seáis más el reflejo de Satanás, sed mi reflejo y mi luz, pequeñitos consagraos a Mí.
Consagraos vuestro trabajo material y espiritual. Mis hijos queridos en este momento Yo estoy librando una batalla contra el maligno, vuestras oraciones son estériles, vuestras oraciones son frías, hijos míos abandonaos en la Misericordia de Dios que toca insistentemente vuestras puertas y vuestros corazones; pequeñitos con vuestra oración vosotros podéis vencer las tentaciones de Satanás, podéis evitar las guerras, podéis evitar los desastres de vuestras naciones. Convertíos mientras queda tiempo, las horas pasan y Satanás os aleja de Dios, que muchos de vosotros pierden la gracia que Jesús tiene para cada uno de mis hijos. Hijos os amo desde lo profundo de mi Corazón Inmaculado, visitad a Jesús Sacramentado, cumplid los mandamientos, comunicaos con esta Madre que es todo amor y ternura a través del rezo del Santo Rosario, os pido para estos tiempos de apostasía total ayuno, oración, abandono y mortificación, ofreced a Jesús vuestras tristezas y vuestros dolores, mi Jesús os reconfortará.
Os bendigo este lugar santo que he escogido con el deseo de quedarme en cada corazón. Mis queridos ángeles Yo os doy mi llama de amor, recibidla Yo os imprimo mi amor para que vosotros seáis mi luz, Yo os bendigo a cada uno de vosotros. Cuando estáis en oración, cuando vosotros oráis a Jesús Yo estoy presente para recibir vuestras oraciones y entregaros las gracias que el Padre Celestial os concede. Luego habló por unos segundos en lenguas y cantó en lenguas y después dijo: Hijitos míos el tiempo que el Padre Celestial me ha otorgado os llega a su punto final, pequeños sanad vuestros corazones y recordad siempre que vuestra Madre siempre estará en vuestros corazones, Yo he venido a este mundo por gracia de mi Hijo para que este mundo tenga vida en abundancia, he dejado en cada lugar de vuestra tierra mis palabras no dejéis que se vayan al vacío, vivid mis mensajes, vividlos para que Yo esté en cada instante con vosotros, vivid la palabra de mi, hijo para que Yo interceda por vosotros. Hijitos limpiaos, haceos una confesión definitiva, entregad vuestros corazones, sed como niños, volved a nacer conmigo, y os espero en los cielos. Jesús está siempre presente entre vosotros mis hijos no me busquéis más en el cielo. Aunque hoy me marche Yo estoy con vosotros, miradme como las flores de abril al nacer, como los pájaros que cantan al amanecer, como la luz que se levanta en lo alto de las montañas para iluminar a ricos y a pobres, como el rocío de la mañana que os refresca para daros sed, para daros amor. Vivid mis mensajes, dialogad con Jesús día y noche, que Jesús sea vuestra insignia, que Jesús sea vuestro escudo, os amo pequeños, sed soldados de mi Corazón Inmaculado, yo confío en vuestras oraciones, por vosotros pequeñitos es que yo venceré y alzare mi trono en lo alto de los cielos, para precipitar a Satanás y alejarlo de las insidias con que sucumbe el mundo.
Yo he venido esta noche como Madre Reconciliadora, he venido con San Miguel Arcángel para que os proteja, para que os bendiga. Pronto mi voz será alejada de todos los lugares de la tierra; inmolaos en este tiempo de reflexión, convertíos, haced un verdadero acto de contrición y de conciencia, renovaos, bañaos en las piscinas de la gracia. Sed células trinitarias del amor de Dios, sed soplo del Espíritu Santo, pedid al Espíritu Santo todo lo que necesitáis, el Espíritu Santo esta con vosotros, pedid el don del discernimiento, pedid el don de la paciencia, el don de la tolerancia, seáis prudentes mis pequeños, confíad en Dios, abandonaos en Dios, orad, orad, orad mucho, Yo os amo y os bendigo en nombre de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Mi mayor deseo, mi mayor alegría es encontrarme con vosotros en el cielo, esa es mi mayor alegría y mi mayor consuelo, por eso he venido a la tierra, a mis hijos adiós mis pequeños, adiós, Yo os amo y os bendigo, gracias por atender a mi llamado, entonces habló en lenguas por unos segundos y luego dijo: Pequeñitos de mi corazón seáis fieles a la Iglesia, seáis Iglesia doméstica de Nazaret, seáis pescadores de hombres, seáis islotes, conviertíos en precursores y salvadores de almas, seáis maestros de las enseñanzas que Jesús os ha dado, pongáis a disposición de vuestros hermanos la caridad y la misericordia, seáis fieles en todo momento, seáis anunciadores del evangelio. Pequeños hoy derramo mis lágrimas ante ustedes y recibo vuestras lágrimas, Yo sufro por cada uno de mis hijos que se pierde, hoy hay muchos hijos pródigos lejos de sus casas, y Jesús anda tocando sus corazones, pequeños protéjanse del maligno, vuelvan a la costumbre de usar aguas benditas, usen sus sacramentales, medallas, escapularios, protéjanse con Jesús, honren a Jesús en sus lugares de trabajo y Dios los bendecirá a Ustedes y a sus trabajos, pequeños ustedes tiene tiempo para los placeres del mundo y poco oran, sean oración.
Pequeños cuando ustedes oran se convierten en las rosas más preciosas, son como destellos de luz de misericordia de Jesús; pequeños cuando ustedes no oran falta esa luz de Dios en sus ojos, son flores marchitas, no se dejen seducir por Satanás, no se precipiten al infierno, caminen hacia la luz, caminen hacia el nuevo reino. Florecillas sean tripulantes de Jesús, vayan con él en su barco, sean pescadores. Pequeños protéjanse mediante el ayuno y la oración, eviten toda ocasión del pecado, hoy Satanás os ha colocado en medio de las seducciones, alejen de ustedes toda ocasión de pecado, toda tentación, vivan en la sencillez, vivan en la transparencia, vivan en la gracia de Dios, confiésense, que vuestras confesiones sean sinceras, vivan la eucaristía. Jesús se inmola por vosotros y se entrega por vosotros, no piensen en las cosas del mundo, reconcíliense los unos a los otros, oren por sus hogares. Yo estoy feliz por haberos pisado esta tierra que Yo he elegido con amor. Esta tierra santa que Yo bendeciré y salvaré en el fin de los tiempos, será refugio para los pecadores y para todos mis hijos que vengan a ella. Hijos cambien las cosas del mundo por Dios, cambien la televisión por la oración, cambien los placeres del mundo por el rezo del santo rosario, cambien su orgullo por amor, sean instrumento de paz, déjense pulir y tallar por Jesús, déjense llevar por Él.
Mis queridos hijos los ángeles siempre están a vuestro lado, Dios ha colocado un ángel en cada uno de vosotros para que os dé discernimiento, hijos os amo, sean corazas, sean perennes, sean fuertes, bendigan siempre, sean bendición, sean bendición de Dios. Bendigan a quien no os aman, sean amor, que todo lo que ustedes hacen y vean, sean hombres del amor de Dios, Yo he venido como Madre de Conversión y Reconciliación en estos tiempos difíciles. Pequeñitos este es mi llamado, estas han sido mis palabras desde la Salette, desde Fátima, Garabandal, Yugoslavia, Peñas blancas, Betania. Yo soy la Santísima e Inmaculada Virgen María, mi deseo, mi mayor gloria es veros reunidos aquí conmigo, sean cenáculo de mi oración, propaguen la oración, propaguen la devoción al Sagrado Corazón, oren a la Misericordia de Dios. Dios siempre se acuerda de los pecadores en el último momento, confíen, abandónense, sean perdón, perdonen, amen, sean prudentes, sean testigos de mi amor. Pequeños en este momento Dios está obrando en todos ustedes y en la humanidad. Pronto yo dejaré señales en todos los lugares en que me he manifestado a todos mis hijos, pero pequeños no esperéis estas señales, yo estoy con vosotros decidle a Jesús que los amáis, que os entregáis a Él, decidle a Jesús que Él es todo para vosotros, amaos todos como hermanos, limpiad vuestras casas, vuestros corazones, Yo quiero ser bálsamo, quiero ser ternura y fortaleza para vosotros.
Hijos la oración lo es todo, pensad siempre en Mi Hijos pequeñitos de mi corazón, mis queridos ángeles orad, vosotros no sabéis que castigo vaya a enviar Dios al mundo ni en qué forma, estad preparaos en todo momento, unios a Mi Corazón Inmaculado, mis ángeles os protegen, Dios está siempre con vosotros. Es mi mayor alegría él haberos visitado en ésta tierra, bendiciones, bendiciones, bendiciones, gracias por atender a mi llamado pequeños capullos de mi corazón os dejo mi amor, mi llama de amor, recordad que en el cielo hay una Madre que os ve, que os llora, que sufre por vosotros, recordad que siempre estaré con vosotros a través de Jesús Sacramentado, Yo estaré allí como la Sierva del Espíritu Santo, como la Hija del Padre Celestial.
Pronto en este lugar Yo haré un milagro visible para todos aquellos que desdeñan mi fe, la fe que Jesús me ha dado por potestad del Padre Celestial. Mis hijos mis estrellas más radiantes que la luz, bendiciones, bendiciones, adiós Pequeños, adiós, gracias por atender a mi llamado, bendiciones adiós mis pequeños.
DONDE NOS CONDUCE PARA DARNOS OTRO MENSAJE EN LA CASA DE OLIVITA ARIAS, GARAGOA, BOYACÁ
En esta ocasión, Santísima Virgen se presentó bajo la advocación de la Dama Blanca de la Paz y hablo por espacio de cinco minutos en lenguas, luego dijo: «Mis pequeños islotes vengo a vosotros como la Dama Blanca de la Paz. Como Madre Reconciliadora de Pueblos y Naciones os he venido a daros en esta noche el don de la mansedumbre vosotros debéis ser barcas para llevar al puerto a muchos hijos perdidos, luego volvió a hablar por espacio de unos ocho minutos en italiano; luego dijo, vuestra Madre está con vosotros y os he dejado sembrados y restaurados una vez más en este lugar santo, mis designios y mis promesas.»
Luego vuelve a hablar en lenguas y después dijo, «Mi capullo de mi corazón os invito a mi jardín a cultivar mis rosas, cada pétalo representa uno de mis hijos os he elegido este lugar en la Peña porque vosotros conocéis que allí nos encuentra el espíritu de Dios, yo vengo desde Peñas Blancas hasta Chile y Medjugorje por todo el mundo a repetiros el mensaje de paz mi hijo santísimo me ha enviado os espero con prontitud el día de mi fiesta a la hora del Padre, os iluminara vuestra patria estilada y angustiada.» Luego habló en lenguas, y dijo después: «Pequeños en vosotros he dejado unas canciones repartidlas y dadlas a los pobres, una señal extraordinaria entre vosotros. Hijitos en mi ausencia seáis sustento, os invito nuevamente a meditar cada uno de los mensajes que el Padre Celestial os ha concedido. Florecillas vosotros sois las redes y Yo soy el ancla de la salvación, convertiros en pequeños oasis, vuestra Madre se complace en veros aquí y con san Miguel, san Gabriel y san Rafael os bendigo en nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, amaos los unos a los otros como mi Hijo os envío a que os amareis, gracias por haber cumplido a mi llamado.»
MENSAJE DEL ARCÁNGEL SAN RAFAEL:
«Hijos predilectos, mi Jesús, el Padre Celestial me ha enviado para deciros que tengáis fortaleza yo San Rafael invoco portentosamente ante vuestros ángeles custodios. Estáis comprometidos con Dios en la batalla y os deja en el Corazón Inmaculado de mi Madre Santísima, estáis consagrados a Dios por el amor.»
MENSAJE DE SAN MIGUEL:
«Con mis alas os protejo y con mi espada os defiendo provengo de mi María, mi Padre me envía porque envía Su Espíritu sobre ti pero también espera hijo vuestro sí, el sí de la madre.» Luego habló en lenguas.
MENSAJE DEL ARCÁNGEL SAN GABRIEL:
«Yo he implorado por vosotros porque la Madre Celestial os ha dado el don de la mansedumbre para que veáis en cada uno de vuestros hermanos y en ellos veáis a Dios, y cuando veáis en ti veáis vuestro pecado y cuando veáis en Dios veáis Su Misericordia que es grande.»
Luego hablo en lenguas la Santísima Virgen, y dijo:
«Hijos en mi Corazón os elegí como el templo entrañable que una madre deja en vuestros testigos, confiad en vuestra familia, estad ahí con valentía, ahora, y caminad, os repito hijo es todo un sacerdote acercaos a las piscinas de la gracia, si estáis en gracia os acercáis al Espíritu de Dios, y el espíritu de la gracia os lleva al Padre en mis Peñas como Madre de la paz os estaré esperando, vuestra tierra temblará se os avecina un terremoto, recójase con vuestra familia en mi cenáculo el rosario de mi Hijo postraos, pedid misericordia al Padre no salgáis, yo estaré con vosotros y mi Hijo Santísimo, os cubro con mi manto pero sed fuertes vosotros sois muy débiles os espero con prontitud amor y ternura.» El resto del mensaje no pudo ser rescatado.
MENSAJE DE LA VIRGEN DADO EN GARAGOA, CASA DE OLIVITA ARIAS
La Señora habló en lenguas y después dijo: «Soy la Reina de la Paz y de los Cielos, me complazco en vosotros pequeños oasis, con vuestra oración recojo vuestros dolores y vuestras intenciones y los llevo al Padre Celestial, por que vosotros sois mis rostros y un padre y una madre no dejan vuestras intenciones en el vacío, regocijaos en mi Corazón Inmaculado, vosotros sois veleros y estáis comprometidos en la lucha contra el maligno, vosotros sois barcas del Salvador, caminad hacia los pequeños islotes que os dejo para vosotros.»
Luego hablo en lenguas y después dijo:
«Os he abierto con Santa Teresita y el Ángel Uriel, invocad vuestros ángeles de la guarda, ellos están siempre con vosotros, vosotros camináis por caminos desdeñosos y ellos os acuden porque vosotros podéis caer en tierra seca y árida, pues no quiero perderos vosotros ahora sois conscientes de los tiempos finales, vosotros sois conscientes de la misericordia de Dios, vosotros sois conscientes de amor Divino, puro y verdadero, por eso os dejo el don de la mansedumbre en el os entrego mi Corazón Inmaculado segura de que vosotros no dejaréis en vano mis peticiones, reuníos conmigo y mi Hijo, con vuestra fe, restaurados en estos jardines, donde crecen mis capullos. Tu mi florecilla de los campos, gracias por traer a tantos pequeños a este lugar santo vosotros sois para Dios un baúlcito de rosas desmayadas, vos sois mi pequeñita, mis ojos, mi boca, mis pensamientos están con vosotros, como Madre corredentora mi Hijo se encarna en vos o pequeña y piadosa hija de Nazaret, bendigo estos pueblos estas gentes, bendigo a vuestro país.»
«Vuestros sentimientos os agradan a Dios, vos hija mía habéis cumplido los mandatos de Dios, recibid con sencillez y vivid la humildad y la prudencia, os complaces a Dios hija mía, capullito de alelí bautizo de mi Jesús florecilla de mis campos os vengo a deciros que mi Corazón Inmaculado siempre esta con vosotros haced lo que vuestros corazones os dicten, pues yo soy María señal de Jesucristo y deseo llevaros a mi nido, como Madre de la Conversión, Reconciliadora de los Pueblos de Nazaret.»
Luego hablo en lenguas por unos segundos…
Continuó luego con el rezó del Padre Nuestro en italiano, y dijo: «Mis bendiciones os enseñen a amarme a mi.» Luego hablo en italiano en un espacio de 7 minutos..
Después dijo:
«Madona, vosotros sois conscientes de la creación de Dios, intercedo por vosotros por vuestras familias, os invito a meditar mis mensajes en ellos encontraréis las fuentes de sosiego y salvación. Vuestra tierra temblara, vuestros odios escucharan, vuestro corazón se abrirá, entonces tendréis temor de Dios, os espero como la Dama Blanca de la Paz en mis Peñas, quiero iluminaros de gracias y bendiciones, las 24 estrellas en medio de mi cetro os darán gracias, vosotros sois generosos con la Madre, aunque muchos de vuestros hermanos no me amen a mí, ámense los unos a los otros y decidles a vuestros hermanos descarriados por el mundo que yo soy la Bienaventurada Virgen María, que aunque no me amen a mi, amen a mi Hijo, los dos rayos de misericordia que veis son tan solo la prolongación de los efectos de la gracia del Padre que ha concedido a su Hijo. Hijos pequeños vosotros estáis llamados a llevar la luz, vosotros estáis llamados a ser lámparas, vosotros estáis llamados a ser consuelo y piedad y misericordia, vosotros estáis llamados a vivir Mi sí, vosotros estáis llamados a hacer la voluntad, vosotros estáis llamados a ser pescadores de hombres, vosotros estáis llamados a ser veleros, venid a la barca de Jesús y moniguía vuestras vidas, yo soy el viento, vosotros seréis mis instrumentos, vosotros seréis mis redes, Yo seré vuestra ancla de la salvación, venid a mi Corazón Inmaculado, estáis comprometidos con Dios para salvar a vuestro país, para salvar a vuestros hermanos, para salvar a vuestro mundo, dos partes de la tierra perecerán, pero las palabras del Hijo de Dios no pasarán os he dejado los mensajes del Padre celestial, mi Hijo os visitara como un ladrón y junto a Él vuestra Madre, Madre de Jesús y Madre vuestra estad atentos no caigáis en tentación vigilad, pues los días se acortan y la existencia del Hijo de Dios os apresura pronto a vosotros, hijos cuando están los dos amados de vuestros padres vosotros podéis mirar mi rostro y el de mi Hijo, en el que contienen en ese pequeño cuarto míralos y tendréis razón, gracias por atender a mi llamado.»
Luego de unos momentos volvió a hablar, y dijo :
Que los rostros de Ellos son los que están en los dos cuadros que están en el cuarto de Olivita, luego mostró a la Madre en un camino muy iluminado de una luz amarilla, luego se puso blanca muy blanca que estaba como en las nubes y de allí salía la Madre, pero no caminó todo el sendero sino un poquito, por que Ella estaba como escuchando al Padre, le decía, que no anduviera todo el camino, sino hasta una parte, la luz que salía de la puerta estaba muy hermosa blanca, blanca no se puede explicar era muy hermosa y luego salió hasta la puerta Jesús con los dos rayos, era todo lleno de luces, iluminado de unos colores especiales, que no le dejaban ver la cara, e hizo ver con sus dos rayos cosas que no se debían hacer y por eso, puso Él a la Madre en el camino y Jesús le decía: «Haced lo que yo os diga a través de mi Madre.» Y de los rayos por dentro había también otros colores especiales que salían de un baúl, pero no se veía que había dentro, si no como un color oro, y decía, que así como éste baúl era su hijita que tenia aquí en Garagoa, y que como ese baúl, El la había guardado desde mucho tiempo atrás y que era una señal de la Madre en ella, que en ella su Madre se hacia presente que la imitaba como era María. Dijo que miráramos a Olivita, y en ese momento miró a todas las mujeres que estaban ahí, y dijo que la miraran a ella (a Olivita) para aprender como era la Madre y ahí empezaran a ver que era la sencillez y la humildad y que nosotros estamos llenos de muchas cosas, que hemos llevado muchas vidas al Él pero que no hemos hecho la conversión completa.
Que no esperáramos los momentos difíciles que nos iban a llegar que estuviéramos preparados todos los días en la oración. Que somos unos luchadores muy débiles, que desconfiamos de la fortaleza que el Hijo nos da, que Satanás es muy astuto y que por eso nos esta envolviendo con las cosas cómodas, por que el quiere ridiculizar el plan de Dios. Luego mostró muchas iglesias, en esas iglesias no estaban los Cristos, y en otras iglesias si estaban, pero estaban a un lado donde la gente no los veía, o donde la gente no se acercaba. Que se devuelvan los Cristo al lugar que les corresponde, porque Él está allí todavía clavado, que es porque muchos hijos todavía se están perdiendo y que por eso Él todavía esta sangrando, es tanto su dolor que por eso, ha escogido muchos hijos en el mundo para verter Su sangre en el mundo, por que somos incrédulos y que tenemos que ver para creer, que Dios hasta se derrama en su dolor a través de muchos hijos en el mundo e hizo ver la guerra y como arrancaban de los brazos de las madres a los niños y a los jóvenes, que los soldados los cogían y los tiraban y les decían a sus madres, ustedes no se van con sus hijos y sus hijos los tienen que dejar llevar. Y a todas las mujeres les hacen males esos hombres con las armas que tienen y las separan de sus esposos y ellas se quedan solas, y en ese momento empieza a temblar la tierra y María le dice a esas mujeres que no se asusten, porque ellas son mujeres que han caminado con ella, que ella también se ha quedado sola, sin su Hijo que entonces aprendan a ser valientes en el dolor como yo lo he sido durante todo este tiempo, que aprendan a vivir la felicidad en el dolor, Uriel, un Arcángel hermoso, venía con Santa Teresita quien a su vez venía con su Cristo y sus rosas porque quieren arrebatarle al hijo, es como arrebatarle a la Iglesia lo que le pertenece, que ese Cristo ella lo tiene ahí por que ella era una servidora que no podía ver, que el hijo de María, que ya estaba ultrajado y blasfemado, y que no creían en su cuerpo y en su sangre, y que por eso ella acá era servidora del altar, y en los momentos que blasfemaban a Cristo allí, ella iba junto a María a llevarle rosas porque era para curarlo a Él por que nosotros le hemos echado escupitajos al Señor. Y los que son de nuestra religión, y que hay muchos, van a recibir la eucaristía pero van sin el convencimiento de que realmente ese vino y esa hostia son el cuerpo y la sangre del Señor.
Luego se escuchaba el espíritu del Señor que decía: es que ustedes prefieren irse como sus hermanos que me han abandonado que no creen que Su Cuerpo está allí. Y que cuando Él entra en ellos es como cuando entra el agua que vuelve a salir de uno, y que quedan vacíos. No entienden que significa la Eucaristía, que hay muchos así. Que Él los ama tanto, que a Él ya no le importa estar así desnudo, como lo tenían por las calles, que estaba triste por que en cada hermano en el que Él estaba, en las calles, las personas no le daban lo que le podían dar, que el no estaba pidiendo dinero, ni nada que por que Él era el dueño del dinero y de todas las riquezas, que Él no estaba pidiendo ayudas materiales ni nada, que Él solo pedía una palabra de amor a la gente, pero lo siguen despreciando, que no le dábamos al mendigo la palabra de amor que él nos enseñó cuando estábamos pequeños; y que Él se pone muy triste por que no le llevamos esa palabra de amor, y Su Madre lloraba, por que ha venido a todas las partes del mundo con sus profetas y sus elegidos, y que no hacemos caso a sus elegidos, por que piensan que todo es a manera de los hombres, pero que no juzguen, que Él si ha escogido a muchos elegidos, y que las palabras que ha dado a Su Madre para sus elegidos son las palabras que el Padre celestial le ha transmitido a Él, para que Su Mamá la extienda a todos sus elegidos en el mundo. Pero que Él sí esta atrayendo muchos hijos descarriados, pero hay otros a los que ya no sabe de que forma llamarlos porque ya se quedaron en el pecado, y que cojemos de Su palabra lo que nos conviene de ella, por que somos sordos y no queremos ver nuestra verdad.
En ese momento queda en silencio la Virgen María, y dice, que le da tristeza cuando llegue el fin de los tiempos y tengamos que ver esa verdad y que eso nos va a poner muy tristes y con vergüenza y temor del Señor. Porque ya es muy tarde para decirle: “yo no tuve la culpa, yo no quise hacer esto o aquello”, porque ya no hay disculpas porque Él nos ha mostrado el camino, y que ha sido tanto su amor por nosotros que ha ido de nación en nación caminando hasta los sitios más apartados donde sus hijos más queridos para volvernos a repetir que no hacemos caso. Que Él va ha estar en Garagoa y que Él va ha dar un mensaje muy grande. Que una parte de ese mensaje podrá comunicarse a la gente, y que otra parte solamente se podrá comunicar tres días antes de que pase. Que ya hemos empezado los tiempos de tribulación, que el reloj ya no puede devolverse, y que es inevitable. Hizo ver a muchos matrimonios que salen de las iglesias y le tiran comidas y cosas. Que Él no entiende porque lo hacen, que esos matrimonios entran a las iglesias y se sienten felices, y que luego, cuando salen, ya no lo son; y que no entiende porque ellos mismos se hacen daño y que a todos sus hijos que vienen también les hacen daño. Y que aun viendo el tiempo que se está viviendo en el mundo, ni siquiera les enseñan y recuerdan a sus hijos que hay un Dios y una Madre, y que por eso, sus pequeñitos no pueden crecer conociendo y amando a Dios, porque le quitan el amor que el Padre Celestial les ha dado.
También hizo ver la tierra que se movía y en ese temblor las mujeres iban con la Virgen María, y María les dijo que las acompañaba en su dolor; y en ese momento empezó a llenarse de fuego y agua en todas partes, los mares se desbordaban, es muy terrible, se veía como el mar estaba enfurecido con fuerte oleaje que arrastraba todo se veía como el mar se desbordaba con los ojos del señor. Se veía abajo, como el agua entra a estos bosques y se ve que todo lo que era tierra se llena de agua y todo lo que era agua se llena de tierra. Y el ver todo esto causa mucho miedo y terror. Que ahí si iba a ver mucho temor de Dios más y más cada día en nuestras almas; pero que cada momento que vivamos todas estas pruebas tan terribles nuestra alma se abrirá y poco a poco se abrirá nuestro corazón y ahí si diremos sí.
Porque hoy, a pesar de todo lo que ocurre en el mundo, no tenemos temor de Dios y esperamos a que lleguen estos días severos, para entender que tenemos que cambiar nuestras vidas y ahí sí vamos a tener un verdadero temor de Dios, un temor completo. Que nosotros no tememos a Dios, porque somos inconscientes y esperamos a que lleguen todos estos días severos para entender que tenemos que cambiar nuestro comportamiento. Que nuestra mente es tan sin sentimientos que en vez de estar pensando en lo que va ha suceder, no hacemos nada de oración para detenerlo, que la oración es superficial, que es así, cuando de pronto nos queda un ratico, pero que no nos esforzamos por tener un verdadero encuentro con Dios y que pedimos perdón y luego volvemos a lo mismo. Y que no estando viendo todos los desastres, y la cantidad de hermanos muertos, y viendo que todo se acaba, vuestros corazones siguen duros como piedra llenos de odio, rencor, envidia, cizaña, violencia y división.
El Señor escribe en lineas torcidas porque nosotros escribimos torcido y que Él es el que sabe escribir derecho y Él escribe nuestra vida y nosotros seguimos en las mismas, como si aquí no hubiera pasado nada. María dice, que sigamos viéndolo allá en las calles que ahí lo tienen a mi Hijo. ¿Que lo quieren ver? Mírenlo en el desvalido, en el enfermo, en el desnudo, en el hambriento, mírenlo en aquel a quien la violencia lo atropelló, mírenlo en el que su familia lo abandonó, que está solo, y que nosotros pasamos así, derecho como si nada, nuestro país es una tristeza muy grande; nuestro país es como un pan sacado del horno y que Él corta la mitad del pan y que la da a todos nosotros sin que quede nadie sin un pedacito. Y que la otra mitad del pan la dejamos guardada y que esa mitad del pan se pone verde y se daña; que la sangre derramada aquí, esa sangre, va a clamar porque hay mucha sangre en estos suelos de Colombia que más sangre que en cualquier país de guerra, pero que también de esa mitad del pan, hay una mitad que hace mal y la otra mitad hace bien, que es un país que ha sabido acogerse a Dios más que otros países, que es un país bienaventurado para los últimos tiempos, que sufrirá, pero que va ha ser glorificado. Que todos tienen una cuota inicial que deben a Dios, y no la han pagado, pero no es con dinero, no es con dinero, que el dinero no compra nada, que el es el dueño de todo, que para que le vayan a ofrecer oros o cosas que si no ven que todo lo que hay es del Señor. Cuando vino al mundo a través de su madre María lo trajo con todo el amor que no tenia mancha de pecado. Mostró el pecado de Adán y Eva, que nosotros habíamos podido detener ese pecado pero que no hicimos caso al amor. Que por eso nos fuimos por las cosas fáciles y que eso es lo que estábamos viviendo y que ahora dicen que no quieren caminar por ese camino lleno de barro y cuestas arriba, y que en cambio si quieren seguir por el camino fácil, pero que ese si es el que conduce al Infierno y ya muchos están allí, porque Él los bautizo, y ellos se quitaron, a manera de los hombres, su sello de amor que borraron así todo lo que hizo el Señor. El Señor dice que su Madre va a seguir dando mensajes, Porque los mensajes que va a dar la Madre son las profecías que el Padre Celestial le a dado a su Hijo para que su Madre los transmita al mundo, porque Él ya lo dijo todo, que ahora mediten en sus mensajes a ver que pueden sacar cada uno de Su palabra para salvarse, que ahí nos dice todo.
Que vayamos y limpiemos nuestra casa que Él va a visitarnos con María. Que nos pongamos un nuevo vestido y que vistamos a la Iglesia con un vestido puro que seamos novios de la Iglesia que un novio de la Iglesia agasaja con todo su amor y con toda su transparencia a su novia para conquistarla con las cosas de Dios pero no con las cosas de la carne, que seamos vírgenes y que seamos puros, que nos bañemos en las piscinas de la gracia. ¿Y cuáles son las piscinas de la gracia? Consisten en hacer una verdadera confesión, o sea una reconciliación verdadera con Dios. Que si nosotros vamos al banquete del Señor sin habernos bañado en las piscinas de la gracia, a Él le da mucha pena, pero no nos recibe la ofrenda que vayamos dejar en la Iglesia. Que cuando hayamos hecho con Él una verdadera confesión y reconciliados con todos nuestros hermanos que estábamos mal, ahí sí, podemos compartir con Él el banquete. Que si no, entonces vamos a seguir así, vacíos, que nunca vamos a encontrar la paz, que siempre es así, y que dice así en los cantos que dejó a sus hijos, que la eucaristía es una fiesta. Que así como se van a una fiesta con los mejores vestidos y los mejores perfumes, debemos ir con vestidos decentes, con pureza, con respeto y reverencia y que a esa fiesta que ha invitado el Señor, a esa sí, debieramos de apresurarnos, porque Jesús siempre lo tiene en cuenta, para darnos muchos regalos, que nos vistamos siempre de fiesta, que no vayamos allá a encontrarnos con Él como si fuera a un funeral, si no de fiesta; que es verdad, que Él está muy herido, pero que no está muerto, que está vivo, por lo tanto no vayamos con tristezas o amarguras, como si fuéramos a enterrar a un muerto, que Él está vivo. Que debemos ir con esa alegría pero que esa alegría se tiene que reflejar si nosotros nos hemos bañado en las piscinas de la gracia, (o sea libres y limpios de todo lo que no es de Dios). Que es como si se colocarán un vestido blanco, pero que la pureza no se le ve por ningún lado ni tampoco lo blanco, porque tus ojos están mirando con pecado, y tus manos van a moverse con pecado y que de tu boca va a salir el pecado y que entonces ese vestido blanco se mancha y que ahí se quedan siempre en el pecado, porque el que peca sigue pecando. Por favor, ya no hagan eso, que Él no está muerto, estamos muertos nosotros, que entendamos que Él está ahí y cuando nosotros cambiemos de vida ahí sí conoceremos la misericordia de Dios, que si no llegamos a entender eso, entonces no vamos a estar con Él, porque no estamos en paz y cuando llegue el momento, el alma va a crujir y a rechinar porque no estamos en gracia de Dios. Entonces, ¿Cómo vamos a estar en la presencia de Dios y en la vida del Espíritu? Porque en estos momentos Él muestra que está a la puerta esperándonos Él no ha salido de su puerta, su Madre tampoco, se ve el camino todo. Que esperemos a que Él salga de su puerta y su Madre salga con Él. A ver si nosotros estamos preparados. Al que se le da mucho a ese se le va exigir mucho y al que le dio poquito a él se le va exigir menos. Que tenía que preparar todo para que todos sepan que Él está ahí en la puerta y que pronto nos toca. Y también estará pronto en Garagoa, en esta casa de nuevo, que aquí va a ser de las primeras partes donde va a dejar todo dicho, y después por todas partes va a dejar sus últimas profecías para este tiempo.
Dado en Medellín, el día de Nuestra Señora de los Dolores
Mensaje de María
HIJOS :
Acepten su cruz. Por medio de la oración descubran la felicidad en medio del dolor.
Confíen, Oren, vivan en la paz de Dios.
Hijos míos:
Vivan en el amor, logren la comunión a través del amor. Por medio del amor ustedes pueden alcanzar muchas cosas. Practiquen el amor. La eucaristía es un acto de amor.
Hijos míos:
Oren porque a través de la oración pueden derrotar a Satanás. Vuelvan al sacrificio, la madre de Dios va a estar con ustedes.
Hijos míos:
Yo trasmito mis mensajes a ustedes para que los vivan. Vívanlos alrededor del mundo.
Yo los trasmito para que el mundo sepa lo que ahora deben hacer, por el camino por el cual deben ir.
Hoy los invito a iniciar un camino de conversión. Muchas veces este camino es interrumpido pero otras veces es firme ante los obstáculos de la vida. Perseveren conmigo.
Oren con toda el alma, oren con todo el corazón. Conviértanse de corazón se los pido.
Pequeñitos, florecillas de mi jardín. Mi corazón hoy más que nunca esta sumergido en un mar de dolor. Ustedes viven inconscientes de la suerte que les espera, dejan sus días en un estado de ignorancia, indiferencia, de completa incredulidad, dejan sus vidas en manos del enemigo que con toda clase de mentiras los seduce y engaña.
Pidan a Dios el discernimiento para hallar sabiduría entre lo bueno y lo malo y Él se los dará. Él que es un Padre de amor todo lo hace por sus hijos sedientos de misericordia.
Aléjense del pecado, no pierdan las gracias de Dios en momentos de vacío y confusión.
Pequeños, Dios esta enviando señales extraordinarias de su amor a ustedes para advertirles el peligro que corren, por eso recójanse en familia, mediten en familia, sean oración en familia, sean Iglesia domestica.
Eviten pequeños el horror de la humanidad llena de armas y violencia, evítenlo con sus plegarias y oraciones.
Hijos:
Sus respuestas están sujetas a su entrega a la Divina voluntad.
Mis capullos:
Cuanto los amo. Yo soy vuestra Señora del Silencio. Os invito a escuchar la voz de Dios en medio de la soledad y el ruido del hombre en estos últimos tiempos de mi nueva aurora.
Soy la Inmaculada Concepción vestida de silencio, lagrimas, amor, y anhelos de paz para mis hijos.
Paz a vosotros tierra herida y suplicante.
Vengo a vosotros como Madre de Conversión y Reconciliación entre todos los pueblos y gentes del mundo.
Hijos:
El poder de intercesión a los santos y ángeles es signo de entrega y confianza. Entregaos cada vez más y caminad conmigo en medio de mi Corazón Inmaculado y el Corazón de mi Hijo Jesús. Santa Bernadette de Soubirous, Santa Margarita de Alacoque, Venerable Catalina Emmerick, Sor Faustina Kowalska, Jacinta, Francisco y Lucía. Ellos confiaron en mi y esperaron con paciencia. Imitad sus vidas, ellos fueron felices aún en el dolor y todo lo dejaron por Dios. Pequeño, capullo de mi corazón, no te prometo hacerte feliz aquí en la tierra, pero si en el cielo.
Hijos:
Guarden los tesoros del cielo. Piensen en los pájaros del aire que no siembran ni cosechan y su padre los cuida y en los lirios del campo. Busquen el reino de Dios, confíen en la divina providencia.
Es mi deseo que sean felices aquí en esta tierra dada por herencia. Es mi deseo que cada vez más hijos se consagren a mi Corazón y al de mi Hijo. Mi Hijo y yo queremos imprimir en ustedes el regalo del amor.
Pequeño:
El hogar San José es solo otro punto en el plan de Dios, a través del cual todos se unan en una fraternidad de amor trinitario.
Hijos:
No busquen el protagonismo, busquen por el contrario que Jesús sea protagonista en sus vidas y triunfe en sus corazones.
Esperen, amen, acepten, vivan, vivan en mi.
Hijas:
Me uno a sus oraciones y suplicas. Guarden el celo por la Iglesia que es su coraza y su recompensa. En el aniversario de sus bodas yo abriré una luz en lo alto del cielo para ustedes mi rebaño consagrado.
Vayan en la paz de Dios.
Cumplid los Mandamientos, sed vasijas nuevas, sed puertos de amor. En estos tiempos difíciles os invito a todos los hogares a ser Iglesias domésticas, en estos tiempos de Misericordia, en este ciclo de confusión.
Pedid el Espíritu de Dios.
Renovad vuestra Fe.
Hoy también quiero unirme al dolor de todas las madres y prepararlos para mi ejército, junto con San Miguel Arcángel, San Gabriel, San Rafael, San Uriel y San Daniel. Sumergíos en las piscinas de la gracia.
Acercaos a la paz como reposición del Cuerpo y la Sangre de mi Hijo. Pequeños os pido prudencia, paciencia, fortaleza.
Mis hijitos, mis florecillas estoy muy complacida de veros en este jardín que os dejo para vuestra patria amada, chiquititos de mi corazón no me busquéis mas en el cielo buscadme en la tierra yo estoy entre vosotros, yo soy vuestra madre, pequeñitos de mi corazón, yo sufro porque muchos de vosotros no habéis sanado vuestros corazones y vuestras vidas, mis pequeñitos muy pronto no estaré ya mas con vosotros. Mi presencia en los dos será apartada de vosotros para dar paso a lo inevitable, hijos meditad conmigo junto a la cruz, haced contra ella un verdadero acto de contrición. Hijitos perseverad conmigo hasta la predicción de mi inmaculado corazón los bendigo en nombre de Dios Padre de Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Chiquiticos fortaleceros nuevamente, no me busquéis mas en el cielo buscadme en la tierra yo estoy entre vosotros en Vuestros corazones pero hijos os invito a este jardín a ayunar y a hacer un verdadero acto de reconciliación con Jesús Sacramentado, este jardín al igual que los otros jardines que os he dejado son el refugio para cuando lleguen los tiempos finales, yo deseo plantaros aquí como semillas e instrumentos de la misericordia de mi hijo, por eso os entrego en esta tarde mi llama de amor, la llama de amor de mi corazón inmaculado, refugiaos.
Vosotros sabéis que el maligno es muy astuto y viene revestido de cordero manso para engañaros con gran astucia hijitos no abandonéis a mi Hijo en los momentos difíciles. Sed prudentes pacientes y humildes de corazón. Hijitos en esta época moderna el maligno los ha seducido y os ha debatido con toda clase de mezquindades y perdición, vosotros os habéis dejado seducir por él.
No os alejéis de la presencia del Nazareno, sed corazas de mi Corazón Inmaculado, Shalom Ucrania Shalom Japón, Shalom noruega, Shalom Perú Shalom Pakistán, Shalom Venezuela, Shalom Honduras, escuchad el amor de una madre que nunca os ha dejado de amar y os cuida portentosamente, y os asiste como servidora del Santísimo Sacramento, y os recibo allí vuestras oraciones, peticiones e intenciones, para que Jesús os lave de toda mancha, hoy me complazco de ver muchos de mis elegidos acá.
A mis elegidos les digo sed perseverantes, consolaos en el madero. Capullo de mi corazón, en esta época de perdición, vosotros seréis perseguidos con mayor insistencia; a través de vosotros el maligno tratara de ridiculizar los planes que vienen del padre celestial, por eso meditad y practicad los mandamientos, renovaos los sacramentos, haced ayuno conmigo, rezad el Santo Rosario, con él me ayudareis a alejar a Satanás y cuando lleguen los tiempos difíciles yo extenderé mi cetro en el firmamento y sacaré del purgatorio muchas almas por vuestras oraciones.
Hijitos entráis en la época en que Satanás desea coordinar a través de una sola lengua de un solo comercio y de una nueva ley, seréis sellados, abandonaos en la misericordia de Dios. Pequeñita mía os acompaño con gran afecto, sentí que me llamabas y yo os decía mi rabí, pequeñita las aguas claras y transparentes que asumes en la simplicidad y en la cotidianidad, hijita gracias, hija predilecta de Jesús misericordioso, gracias por llevar tantas almas al cielo, estoy yo contigo mi pequeña, el resplandor que vos visteis en aquel adviento, la misión de aquel que dejo las sandalias y los umbrales de aquel puente. A ti te he dado palabra de discípula.
Hijos vosotros veréis a vuestros hermanos reunidos en una tercera guerra mundial, madres no lloréis por vuestros hijos, hijos no lloréis por vuestras madres, mirad mi dolor, mirad a mi hijo el cual tenéis abajo de vuestros altares, muchos pequeños han profanado el santísimo sacramento os invito a ir, con respeto y reverencia a convertíos en una nueva Magdalena la cual dejó sus pecados y bañó las heridas de mi hijo con sus lágrimas.
Vosotros pequeños sufrís por que vuestros seres queridos han vendido a Jesús como lo hizo Judas, lo han cambiado por las vanidades del mundo y han ido a adorar a falsos dioses a donde nunca obtendrán la felicidad, ellos os precipitarán al infierno, vuestro pueblo y el mundo entran en la época del comunismo, en una época de comunismo y apostasía total, saldad vuestras culpas, renovad vuestras vidas, limpiaos vuestras almas, revestíos de un nuevo vestido conmigo, sed mansos y humildes de corazón así como mi hijo lo es, se humildes y transparentes de corazón la transparencia os lleva al camino de la salvación, saldad vuestras cuentas, transformaos en semillas de amor, volved a Dios, alejaos del maligno.
Yo soy vuestra Señora y Madre, Madre Reconciliadora de pueblos y gentes y soy vuestra madre de la alianza soy la misma Virgen María que hablo a Francisco, Jacinta y Lucia, yo soy la misma Virgen de Medjugorje y soy la reina de la paz, intercesora de vuestras familias, madre consoladora de vosotros. Refugio de los afligidos, soy aquella madre que no se escandaliza de sus hijos pecadores y los acepta a pesar de que el padre celestial acorta su presencia, mi voz y mi presencia serán alejadas de vosotros, para dar paso a lo inevitable. Estaré muy poco con vosotros y os prometo que en los jardines que os he elegido estaré los días señalados por mis hijos predilectos. Allí los sanaré los colmaré de bendiciones y allí afianzaré los dones que he dejado a muchos de mis hijos, yo soy la Madre del amor bondadoso, la Esclava de Jesús por excelencia, la Esclava del Padre Celestial, soy Esclava de amor, San Miguel San Gabriel y San Rafael, junto con el Angel Uriel estarán con vosotros cuando yo me aleje de vuestra presencia. Ellos lo protegerán, en ellos esta la luz y ellos entrarán en vosotros en aquellos días de tinieblas. Hijitos no dudéis de la venida de mi Hijo, vosotros sabéis que para Dios un día es como mil años y mil años como un día. Manteneos en paz constantemente, sed prudentes y vosotros alcanzareis la gloria.
Hijos por la prudencia muchas almas se salvan. No sembréis cizaña y confusión en los terrenos de mi Hijo, meditad y guardad en vuestro corazón vuestros pensamientos, sentimientos e ilusiones a esta Madre que os ama y que os ha visto nacer.
Hijos vuestros ángeles siempre están a vuestro lado, el Padre Celestial os los ha dejado y os dio en el día del bautismo, os invito a orar por la iglesia y por los ministros de la iglesia y por mis hijas consagradas, defended la fe que Cristo os dejo, hijitos esta Madre que os ha visto nacer necesita de vuestras oraciones. Hay mucha corrupción en la Iglesia, mis hijos predilectos no os distinguen de unos a otros, no se identifican con Jesús, orad por aquellos que persiguen vuestra Madre Iglesia, por aquellos que lo hacen todo a manera de la conciencia humana y no lo hacen a manera de la conciencia de Dios.
Hijos e hijas predilectos os invito a usar los vestidos de la gracia, muchos de mis hijos consagrados los han abandonado, vestios de nuevo, orad por aquellos que no viven el mensaje de Dios, renovad vuestras consagraciones, renovad vuestras vidas, sed como niños que tienen un corazón de niño, hijitos mis pequeñitos, los niños, miradlos en ellos no existe la maldad, son transparencia a imagen y semejanza de Dios, en ellos se consigna el amor misericordioso, ellos aman a todos sus hermanos, imitadlos en estas virtudes puras, sed vírgenes, sed fieles a la vocación de Cristo que os ha dado en el día del bautismo, hijos abrid vuestros corazones, extended vuestras manos, recibid de esta Madre la Gracia de su llama de amor. Yo os sano, tened fe, mi Hijo pasa cerca de vosotros, entregad un corazón sincero y puro, no hagáis mas confesiones estériles.
Hijos sentid la presencia de mi inmaculado corazón, por eso deseo corazones sinceros, humillados y arrepentidos, esos corazones que mi Hijo nunca desprecia. Hijos desciendo a vosotros, estáis atados a Jesús, por el amor seréis juzgados por la caridad de amor que hemos brindado a vuestros hermanos, revisad vuestras conciencias frente a cada mandamiento y cambiad nuestras vidas, por eso renovad nuestros sacramentos, volveos a ellos, vivid en ellos, vivid vuestra vocación con dignidad con simplicidad y con sencillez, no ambicionéis tesoros del mundo, ellos se van como el aire, no penséis en ellos pues mi Hijo es el dueño de todas vuestras riquezas, que a pesar que les dio todo el amor esta solo.
Hijos mis ángeles están con Vosotros, el Espíritu Santo inunda vuestros corazones, entrego mi Llama de Amor. Colombia país privilegiado por vuestra fe, en memoria de la sangre derramada, soñad con un mundo nuevo, sed como las gaviotas que, distinguiendo la libertad de la que el hombre usa siempre, vuelven al Padre Celestial, se abandonan en su Divina Providencia, abandonaos en la Divina Voluntad, Jesús desata todo aquello que esta atado en vosotros. Familias gracias por venir, os invito a vivir a imagen y semejanza de la Iglesia doméstica de Nazaret, miraos y vivid conmigo, con mi Hijo y con mi esposo José, Yo intercedo por vosotros como Hija predilecta del Padre, como Madre de Jesús, como Templo del Espíritu Santo.
Yo soy la Bienaventurada Virgen María, la cual os deja hoy la última advocación para estos tiempos, bajo el nombre de Nuestra Señora y Madre de la Conversión, Reconciliadora de Pueblos y Gentes, la Madre del Sagrario, la Sierva de la Hostia Santa, la Sierva del Santísimo Sacramento del Altar.
Hijos gracias por llevar en estos tiempos tantas almas al cielo, Yo afirmo los dones que en estos tiempos di a muchos de mis elegidos, os afianzo en ellos el don de la Sanación, el don de la Videncia y de la Profecía, mis Hijos os vivirán mis últimos mensajes en secreto con Dios Padre, ellos os avisarán días antes de la purificación del mundo, no temáis, San Miguel, San Gabriel y San Rafael serán portadores de un mensaje de paz. Ellos los cuidaran y los protegerán de las insidias del demonio, os dejo. Mis intervenciones ante el Padre Celestial están a punto de terminarse, por eso me complazco en ver tantos hijos que se han consagrado a Jesús y están salvos.
Os doy las gracias por todos los jardines que han sembrado, por las flores que allí han germinado, os dejo este jardín para recordaros que siempre estuve con vosotros, que siempre os sigo amando. Os alejo porque el Padre Celestial desea prepararlos a todos mis elegidos bajo la Espiritualidad Trinitaria de los Hijos de la Madre de Dios, Espiritualidad Novísima para el final de los tiempos. Preparo mis elegidos, mis instrumentos en todo el mundo, ellos recibirán la doctrina del Padre Celestial y os llevarán por el camino de la salvación, no busquéis la felicidad donde no está, buscadla en Jesús en el Santísimo Sacramento, vivid con Él, por eso orad después de orar, orad orando, orad viviendo, orad y naceréis como niños.
China, Alemania, Japón, Ucrania, Estados Unidos, iniciaran la destrucción del hombre con el hombre, vuestros países sufrirán la decadencia de la ignorancia, Colombia, Venezuela, México, Nicaragua, Perú, Ecuador, Argentina, Inglaterra, Honduras, Salvador. Shalom Israel, Paquistán, Sarajevo, Egipto.
Buscad que Jesús os haga instrumento de Paz, vosotros sois florecillas y una flor es bella, destella colores.
Vosotros sois un retrato de Jesús en la medida en que viváis como Jesús, sed espejos de Jesús, esto implica perseverancia en la oración, prudencia, transparencia y un verdadero acto de contrición alivia vuestras penas, vuestros problemas y vuestras tristezas y os digo miraos a mi hijo, amadlo a Él aunque no me améis a Mí, Yo soy vuestra Madre, Yo soy la esclava de Jesús, Soy la Hija del Padre y soy Vuestra Madre. Chiquitos os vendigo, os bendigo vuestras vidas para que seais dignos de caminar con Jesús, Hijitos escuchad mi corazón y seguid con la misión de llevar a muchos pequeños al camino de la salvación en estos tiempos finales de gran apostasía y ecumenismo, volveos a la casa de Jesús.
En medio de vuestra pobreza, vosotros sois pobres a imagen de Dios, vosotros sois ricos cuando vivís como Jesús y sois pobres cuando vivís con el maligno, decidan ser ricos o pobres, buscad el camino estrecho, no busquéis el camino fácil y ancho. Mi Hijo los quiere por la puerta estrecha y os viene por ella, Hijos os amo y os bendigo y os ilumino con mi llama de amor, perseverad en este mi jardín, sembraos aquí y vivid mi mensaje, vivid todos mi mensaje, ponedlos en práctica y recordad que en cada instrumento de Jesús estoy Yo como Madre Protectora, os dejo.
Mi presencia se ausenta inevitablemente y os amo y estaré con vosotros en vuestros corazones pero no me busquéis mas el cielo buscadme en la tierra y hallareis una Madre que os ama, que siempre ha estado con vosotros, estos son mis últimos mensajes, vividlos, meditadlos y guardadlos en vuestro corazón, os bendigo en nombre de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, coloco mi cetro sobre vosotros y con la sangre de mi Hijo sello vuestras vidas, os amo os bendigo, dejaos preparar para la gran purificación del mundo, gracias por atended a mi llamado, Shalom os amo inconmensurablemente, os bendigo, os extiendo mi amor maternal, os vengo a daros un vestido nuevo a vuestra iglesia, sed discípulos de la cruz de mi Hijo, recogeos, recogeos en La sangre de Jesús, id por un camino nuevo florecillas capullos de mi corazón, Orad con fe ardiente, os doy, os invito, os dejare en la cumbre del monte orante mi señal.