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Catequesis sobre María Doctrina REFLEXIONES Y DOCTRINA

María es Reina de Todos los Hombres

Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal.
Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona.
Por ser la corredentora.
Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es «Madre de mi Señor» (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos «Venga tu Reino». Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino. La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI¬1943).

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10

En María se cumplen las palabras: » el que se humilla será ensalzado». Ella dijo «He aquí la esclava del Señor».

3- Por ser la corredentora.

El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que «María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (…) cooperó en la obra de la redención del género humano. (…). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo».

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.

La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» -Génesis 3:15

 

CARACTERÍSTICAS DEL REINADO DE MARÍA SANTÍSIMA

El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -«Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz» (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) Preeminencia: «su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia.» San Germán.

b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.

c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe».

d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.

 

RESPUESTA A LOS HERMANOS SEPARADOS

Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima alegando que ella no puede ser reina ya solo Jesús es rey.

Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino. Donde Jesús reina, María Su Madre reina también. Se trata de dos corazones eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la mas sumisa, la mas fiel en el reino y por eso también la mas exaltada.

Lucas 1:48 «porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada»

La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice:

«Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino celestial de la gloria reservada a tus hijos».

De Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María www.corazones.org

 

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La Santísima Trinidad en el Catecismo de la Iglesia Católica

I «EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO»

El Padre

232 Los cristianos son bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Antes responden «Creo» a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: «Fides omnium christianorum in Trinitate consistit» («La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad») (S. Cesáreo de Arlés, symb.).

233 Los cristianos son bautizados en «el nombre» del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en «los nombres» de estos (cf. Profesión de fe del Papa Vigilio en 552: DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad.

234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la «jerarquía de las verdades de fe» (DCG 43). «Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos» (DCG 47).

235 En este párrafo, se expondrá brevemente de qué manera es revelado el misterio de la Bienaventurada Trinidad (I), cómo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe sobre este misterio (II), y finalmente cómo, por las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo, Dios Padre realiza su «designio amoroso» de creación, de redención, y de santificación (III).

236 Los Padres de la Iglesia distinguen entre la «Theologia» y la «Oikonomia», designando con el primer término el misterio de la vida íntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Por la «Oikonomia» nos es revelada la «Theologia»; pero inversamente, es la «Theologia», quien esclarece toda la «Oikonomia». Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas, La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar.

237 La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los «misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto» (Cc. Vaticano I: DS 3015. Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.

 

II LA REVELACIÓN DE DIOS COMO TRINIDAD

El Padre revelado por el Hijo

238 La invocación de Dios como «Padre» es conocida en muchas religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como «padre de los dioses y de los hombres». En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la alianza y del don de la Ley a Israel, su «primogénito» (Ex 4,22). Es llamado también Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente «el Padre de los pobres», del huérfano y de la viuda, que están bajo su protección amorosa (cf. Sal 68,6).

239 Al designar a Dios con el nombre de «Padre», el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.

240 Jesús ha revelado que Dios es «Padre» en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, el cual eternamente es Hijo sólo en relación a su Padre: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27).

241 Por eso los apóstoles confiesan a Jesús como «el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era Dios» (Jn 1,1), como «la imagen del Dios invisible» (Col 1,15), como «el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia» Hb 1,3).

242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325 en el primer concilio ecuménico de Nicea que el Hijo es «consubstancial» al Padre, es decir, un solo Dios con él. El segundo concilio ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su formulación del Credo de Nicea y confesó «al Hijo Unico de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al Padre» (DS 150).

El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu

243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de «otro Paráclito» (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y «por los profetas» (Credo de Nicea-Constantinopla), estará ahora junto a los discípul os y en ellos (cf. Jn 14,17), para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos «hasta la verdad completa» (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.

244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad.

245 La fe apostólica relativa al Espíritu fue confesada por el segundo Concilio ecuménico en el año 381 en Constantinopla: «Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre» (DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como «la fuente y el origen de toda la divinidad» (Cc. de Toledo VI, año 638: DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del Hijo: «El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma sustancia y también de la misma naturaleza: Por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre y del Hijo» (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (año 381) confiesa: «Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria» (DS 150).

246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu «procede del Padre y del Hijo (filioque)». El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: «El Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración…Y porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único, al engendrarlo, a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente» (DS 1300-1301).

247 La afirmación del filioque no figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa S. León la había ya confesado dogmáticamente el año 447 (cf. DS 284) antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en el concilio de Calcedonia, el símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducción del Filioque en el Símbolo de Nicea-Constantinopla por la liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.

248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del Padre por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como «salido del Padre» (Jn 15,26), esa tradición afirma que este procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice «de manera legítima y razonable» (Cc. de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea el origen primero del Espíritu en tanto que «principio sin principio» (DS 1331), pero también que, en cuanto Padre del Hijo Unico, sea con él «el único principio de que procede el Espíritu Santo» (Cc. de Lyon II, 1274: DS 850). Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado.

 

III LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE

La formación del dogma trinitario

249 La verdad revelada de la Santa Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13,13; cf. 1 Cor 12,4-6; Ef 4,4-6).

250 Durante los primeros siglos, la Iglesia formula más explícitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano.

251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: «substancia», «persona» o «hipóstasis», «relación», etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a significar en adelante un Misterio inefable, «infinitamente más allá de todo lo que podemos concebir según la medida humana» (Pablo VI, SPF 2).

252 La Iglesia utiliza el término «substancia» (traducido a veces también por «esencia» o por «naturaleza») para designar el ser divino en su unidad; el término «persona» o «hipóstasis» para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término «relación» para designar el hecho de que su distinción reside en la referencia de cada uno a los otros.

El dogma de la Santísima Trinidad

253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: «la Trinidad consubstancial» (Cc. Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: «El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza» (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). «Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina» (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804).

254 Las personas divinas son realmente distintas entre sí. «Dios es único pero no solitario» (Fides Damasi: DS 71). «Padre», «Hijo», Espíritu Santo» no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: «El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo» (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: «El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede» (Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.

255 Las personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: «En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia» (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, «todo es uno (en ellos) donde no existe oposición de relación» (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1330). «A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo» (Cc. de Florencia 1442: DS 1331).

256 A los catecúmenos de Constantinopla, S. Gregorio Nacianceno, llamado también «el Teólogo», confía este resumen de la fe trinitaria:

Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje…Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero…Dios los Tres considerados en conjunto…No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo…(0r. 40,41: PG 36,417).

 

IV LAS OBRAS DIVINAS Y LAS MISIONES TRINITARIAS

257 «O lux beata Trinitas et principalis Unitas!» («¡Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!») (LH, himno de vísperas) Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el «designio benevolente» (Ef 1,9) que concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado, «predestinándonos a la adopción filial en él» (Ef 1,4-5), es decir, «a reproducir la imagen de su Hijo» (Rom 8,29) gracias al «Espíritu de adopción filial» (Rom 8,15). Este designio es una «gracia dada antes de todos los siglos» (2 Tm 1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario. Se despliega en la obra de la creación, en toda la historia de la salvación después de la caída, en las misiones del Hijo y del Espíritu, cuya prolongación es la misión de la Iglesia (cf. AG 2-9).

258 Toda la economía divina es la obra común de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Cc. de Constantinopla, año 553: DS 421). «El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio» (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): «uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.

259 Toda la economía divina, obra a la vez común y personal, da a conocer la propiedad de las personas divinas y su naturaleza única. Así, toda la vida cristiana es comunión con cada una de las personas divinas, sin separarlas de ningún modo. El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo atrae (cf. Jn 6,44) y el Espíritu lo mueve (cf. Rom 8,14).

260 El fin último de toda la economía divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (cf. Jn 17,21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: «Si alguno me ama -dice el Señor- guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn 14,23).

Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora (Oración de la Beata Isabel de la Trinidad)

 

Resumen

261 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios.

263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo «de junto al Padre» (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. «Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria».

264 «El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de este al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión» (S. Agustín, Trin. 15,26,47).

265 Por la gracia del bautismo «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9).

266 «La fe católica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad» (Symbolum «Quicumque»).

267 Las personas divinas, inseparables en lo su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.

 
 

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La comunión en la mano es una costumbre protestante que las Conferencias Episcopales fueron adoptando

La norma de la Iglesia Católica sigue siendo comulgar en la boca, no obstante, luego del Concilio Vaticano II, y fuera de éste, se permitió comulgar en la mano a algunas arquidiócesis, lo que se fue generalizando a pedido de las Conferencias Episcopales. Sin embargo es llamativa la pregnancia de esta excepción, ya que Santos, Doctores y los últimos dos papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI) llaman a comulgar en la boca.

Una de las tantas costumbres protestantes que ha tomado la Iglesia Católica y que forma parte de los signos de nuestros tiempos.

El Generalis Missalis Romani dice que en principio, la Comunión se recibe en la boca, pero, donde sea concedido (por la Conferencia Episcopal), el fiel puede, a elección, comulgar recibiendo la hostia en la mano. En cambio, cuando la Comunión se recibe «por intinción» (esto es, bajo ambas especies, mojando la hostia en el Cáliz), obviamente, sólo puede recibirse en la boca.

EVOLUCIÓN DE CÓMO SE RECIBE LA EUCARISTIA

Monseñor Schneider, que es experto en Patrística e Iglesia primitiva, explica las diferencias entre la forma de comulgar en la Iglesia primitiva y la actual práctica de la comunión en la mano.

Según afirmó, esta costumbre es «completamente nueva» tras el Concilio Vaticano II y no hunde sus raíces en los tiempos de los primeros cristianos, como se ha sostenido con frecuencia.

En la Iglesia primitiva había que purificar las manos antes y después del rito, y la mano estaba cubierta con un corporal, de donde se tomaba la forma directamente con la lengua: «Era más una comunión en la boca que en la mano», afirmó Schneider. De hecho, tras sumir la Sagrada Hostia el fiel debía recoger de la mano con la lengua cualquier mínima partícula consagrada. Un diácono supervisaba esta operación.

Jamás se tocaba con los dedos: «El gesto de la comunión en la mano tal como lo conocemos hoy era completamente desconocido» entre los primeros cristianos.

Aun así, se abandonó aquel rito por la administración directa del sacerdote en la boca, un cambio que tuvo lugar «instintiva y pacíficamente» en toda la Iglesia a partir del siglo V, en Oriente, y en Occidente un poco después. El Papa San Gregorio Magno en el siglo VII ya lo hacía así, y los sínodos franceses y españoles de los siglos VIII y IX sancionaban a quien tocase la Sagrada Forma.

Según monseñor Schneider, la práctica que hoy conocemos de la comunión en la mano nació en el siglo XVII entre los calvinistas, que no creían en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía. «Ni Lutero», que sí creía en ella aunque no en la transustanciación, «no lo habría hecho», dijo el obispo kazajo: «De hecho, hasta hace relativamente poco los luteranos comulgaban de rodillas y en la boca, y todavía hoy algunos lo hacen así en los países escandinavos».

LA VIRGEN MARÍA LLAMA A COMULGAR EN LA BOCA EN SUS APARICIONES

En «Mística Ciudad de Dios», Sor María de Jesús de Agreda relata su visión sobre cómo fue la primera Misa de los Apóstoles, al octavo día de la Venida del Espíritu Santo, en el mismo plato y cáliz en que había consagrado el Señor. La primera Misa la celebró San Pedro y asistió a ella María Santísima. Pues bien, en esas revelaciones aprobadas por la Iglesia, se dice que la Santísima Virgen comulgó de mano de San Pedro. Observen que dice de mano, no en la mano. Veamos cómo lo relata:

«Con profunda humildad y adoración se prepararon para comulgar. Y luego dijeron las mismas oraciones y salmos que Cristo Señor nuestro había dicho antes de consagrar, imitando en todo aquella acción, como la habían visto hacer a su divino Maestro. Tomó San Pedro en sus manos el pan ázimo que estaba preparado, y levantando primero los ojos al cielo con admirable reverencia, pronunció sobre el pan las palabras de la consagración del cuerpo santísimo de Cristo, como las dijo antes el mismo Señor Jesús».

«Luego san Pedro consagró el cáliz y con el sagrado cuerpo y sangre hizo las mismas ceremonias que nuestro salvador, levantándolos para que todos lo adorasen. Tras de esto se comulgó el apóstol a sí mismo y luego los once apóstoles, como María Santísima se lo había prevenido. Y luego por mano de San Pedro comulgó la divina Madre«.

En muchos otros mensajes a videntes María pide comulgar en la boca, y nunca menciona comulgar en la mano.

LAS DECLARACIONES DE LOS CONCILIOS

De Rouen: El Concilio de Rouén (año 650) prescribe: «A ningún laico, hombre o mujer, sea dada la eucaristía en la mano, sino en la boca.

De Bizancio: El Quinto Concilio de Constantinopla (año 691) prohibió a los fieles darse la Comunión a sí mismos (que es lo que sucede cuando la Sagrada Partícula es colocada en la mano del comulgante) y decretó una excomunión de una semana de duración para aquellos que lo hicieran en la presencia de un obispo, un sacerdote o un diácono.

De Trento: El Concilio de Trento (Dogmático) en fecha 11 de Octubre de1551, (ses. XIII, c.8) dispuso: «Siempre ha sido costumbre de la Iglesia de Dios, en la Comunión Sacramental, que los laicos tomen la comunión de manos de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes comulguen por sí mismos; costumbre que por razón y justícia DEBE MANTENERSE por provenir de la Tradición Apostólica». (El texto se refiere a la comunión en la boca, pues hacía ya muchos siglos que había sido prohibida en la mano.)

Vaticano II: No se pronunció sobre la comunión en la mano (autocomunión).

DECLARACIONES SANTOS, PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA Y DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA

Tertuliano: (160-220) «…cuidamos escrupulosamente que algo del cáliz o del pan pueda caer a tierra» (De corona, 3 PL 2, 99);

San Hipólito (170-235) «… cada uno esté atento… que ningún fragmento caiga y se pierda, porque es el Cuerpo de Cristo que debe ser comido por los fieles y no despreciado» (Trad. Ap. 32.).

Orígenes: (185-254) «Con qué precaución y veneración, cuando recibís el Cuerpo del Señor lo conserváis, de manera que no caiga nada o se pierda algo del don consagrado. Os consideraríais justamente culpables si cayese algo en tierra por negligencia vuestra» (In Exod. Hom., hom. XIII, 3, Migne, PG 12, 391).

El mismo Pablo VI comenta así este último texto: «»Consta que los fieles creían y con razón, que pecaban, según recuerda Orígenes, si, habiendo recibido el cuerpo del Señor, y conservándolo con todo cuidado y veneración, algún fragmento caía por negligencia» (Mysterium Fidei, 32).

San Cirilo: (315-387) «… recíbela cuidando que nada de ella se pierda, porque dime: si alguno te diese unas limaduras de oro ¿no las guardarías con toda diligencia procurando no perder nada de ellas? ¿No procurarás, pues, con mucha más diligencia que no se te caiga ninguna migaja de lo que es más precioso que el oro y las piedras preciosas?»).

San Efrén: (306-373) «Comed este pan y no piséis sus migas… una partícula de sus migas puede santificar a miles de miles y es suficiente para dar vida a todos los que la comen» (Serm. in hebd. s., 4, 4).

San Basilio: (330-379) afirma claramente que sólo está permitido recibir la Comunión en la mano en tiempos de persecución o, como era el caso de los monjes en el desierto, cuando no hubiera un diácono o un sacerdote que pudiera distribuirla. «No hace falta demostrar que no constituye una falta grave para una persona comulgar con su propia mano en épocas de persecución cuando no hay sacerdote o diácono» (Carta 93). Lo que implica que recibirla en la mano en otras circunstancias, fuera de persecución, será una grave falta.

S. Agustín: (354-430) “Sería locura insolente, el discutir qué se ha de hacer cuando toda la Iglesia Universal tiene ya una práctica establecida.” (carta 54,6; a Jenaro.)

San León Llamado el Magno, Sumo Pontífice entre 440-461, en sus comentarios al sexto capítulo de San Juan, habla de la Comunión en la boca como del uso corriente: «Se recibe en la boca lo que se cree por la Fe». El Papa no habla como si estuviera introduciendo una novedad, sino como si fuera un hecho ya bien establecido.

S. Gregorio: También llamado Magno, Papa entre 590 y 604, en sus Diálogos (Roman 3, c 3) relata cómo el Papa San Agapito obró un milagro durante la Misa, después de haber colocado la Hostia en la lengua de una persona. También Juan el Diácono nos habla acerca de esta manera de distribuir la Santa Comunión por ese Pontífice.

S. F. de Asís: (1182-1226) “Sólo ellos, (los sacerdotes), deben administrarlo, y no otros.” ( Carta 2ª, a todos los fieles, 35).

Sto Tomás: (1225-1274) «Porque debido a la reverencia hacia este sacramento, nada Lo toca, sino lo que es consagrado; de aquí que el corporal y el cáliz son consagrados, y así mismo las manos del sacerdote, para tocar este sacramento.» (Suma Teológica: Pt. III, Q.82, Art. 3).

Es decir, se falta a la reverencia debida a este Sacramento, cuando lo tocan manos que no están consagradas; doctrina que fue luego confirmada por S.S. Juan Pablo II en Domenica Cenæ, como veremos luego.

San Pío X «Cuando se recibe la Comunión es necesario estar arrodillado, tener la cabeza ligeramente humillada, los ojos modestamente vueltos hacia la Sagrada Hostia, la boca suficientemente abierta y la lengua un poco fuera de la boca reposando sobre el labio inferior». (Catecismo de San Pío X). Y Contestando a quienes le pedían autorización para comulgar de pie alegando que: los israelitas comieron de pie el cordero pascual les dijo: «El Cordero Pascual era tipo (símbolo, figura o promesa) de la Eucaristía. Pues bien, los símbolos y promesas se reciben de pie, MAS LA REALIDAD SE RECIBE DE RODILLAS y con amor».

Cuando estaba este santo pontífice en su lecho de muerte, en Agosto de 1914, y se le administró la Sagrada Comunión como Viático, no la recibió, y no le estaba permitido, en la mano: la recibió en la lengua de acuerdo a la ley y a la práctica de la Iglesia Católica.

Pio XII: “Hay que reprobar severamente la temeraria osadía de quienes introducen intencionadamente nuevas costumbres litúrgicas, o hacen renacer ritos ya desusados, y que no están de acuerdo con las leyes y rúbricas vigentes.”

( Mediator Dei, 17.)

Pablo VI: El texto original de la ya mencionada consulta a los Obispos sobre la comunión en la mano, decía: “En nombre y por encargo del Santo Padre, me es grato comunicar…” Al leerlo, el Papa dijo al encargado de redactar la carta:

-¿Grato? ¡No me es grato para nada!

Y corrigió el texto de la siguiente forma:

“En nombre y por encargo del Santo Padre, es mi deber comunicar…”

En esa misma carta el Papa corrigió otra frase añadiendo de su puño y letra lo que está en negritas:

“Por mandato explícito del Santo Padre que no puede dejar de considerar la eventual innovación con evidente aprensión

M. Teresa: “…el peor mal de nuestro tiempo es la Comunión en la mano.” (The Wanderer, 23 de marzo de 1982)

OPINIÓN DE SS JUAN PABLO II

Periodista: – Santo Padre, ¿Cuál es su opinión sobre la comunión en la mano?

A lo que el Papa responde: – Hay una carta apostólica sobre un permiso especial válido para esto. Pero yo le digo a Ud. que no estoy a favor de esta práctica, ni tampoco la recomiendo. El permiso fue otorgado debido a la insistencia de algunos obispos diocesanos.

Entrevistado por la revista Stimme des glaubens durante su visita a Fulda (Alemania) en Noviembre de 1980.

En su Carta “Domenica Cenæ”, de 24 de febrero de 1980, el Papa dice: “El tocar las Sagradas Especies y su distribución con las propias manos, es un privilegio de los ordenados”.

Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses después, ante las cámaras de la televisión francesa, negaba la Comunión en la mano a la esposa del primer ministro Giscard d’Estaing.

En la Instrucción “Inestimabile Donum” de la Congregación para el Culto Divino, sancionada el día 17 de abril del mismo año de 1980, el Papa reitera: “No se admite que los fieles tomen por sí mismos (autocomunión) el pan consagrado y el cáliz sagrado, y mucho menos que se lo hagan pasar de uno a otro”.

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Doctrina REFLEXIONES Y DOCTRINA

Por qué ahora es el tiempo para un dogma de María Corredentora, reportaje a Mark Miravalle, Presidente de Vox Populi

Mark Miravalle, uno de los más importantes proponentes para que María sea declarada Corredentora, ofreció sus puntos de vista con ZENIT. Miravalle es profesor de teología y Mariología en la Universidad Franciscana de Steubenville y es presidente de Vox Populi Mariae Mediatrici…

…CONTIENE VIDEOS…

 

 

ZENIT: ¿Porqué piensa Ud. que el título de María Corredentora es un título Mariano legítimo dentro de la Iglesia?

La carta apostólica del Papa Juan Pablo II «Rosarium Virginis Mariae» (El Rosario de la Virgen María) ha reavivado el interés en el rol de Nuestra Señora en la vida de Cristo y en la historia de la salvación.

Miravalle: El título Mariano «Corredentora», se refiera a la participación única de María en la obra de nuestra redención llevada a cabo por Jesucristo. El prefijo «co» viene de la palabra del Latín «cum» que significa «con» y «no igual a».

El término como ha sido usado por la Iglesia nunca pone a María en nivel de igualdad con Jesucristo, el divino redentor. Sin embargo, la libre y activa cooperación humana de la Madre de Jesús en la redención, particularmente en la Anunciación y en el Calvario, es correctamente reconocida por el magisterio y las enseñanzas papales del Concilio Vaticano Segundo –Ver «Lumen Gentium» Nos. 56, 57, 58 y 61– y se convierte en un ejemplo pre-eminente de cómo el Cristiano está llamado a hacerse un «co-trabajador con Dios».

El teólogo papal, Padre Cottier, O.P. defendió recientemente –en un discurso internacional para la Congregación del Clero– el título de María Corredentora en las enseñanzas del Concilio Vaticano Segundo. De igual manera el Cardenal Schönborn, ex-secretario del Catecismo universal, es también un elocuente defensor de este título y uno de los 550 obispos que respaldan la definición papal de María Corredentora, Mediadora de todas las Gracias y Abogada.

ZENIT: ¿En alguna ocasión el Papa Juan Pablo II ha llamado a María «Corredentora»?

Miravalle: El Papa Juan Pablo II ha usado el título de Corredentora cuando menos en seis ocasiones en sus discursos papales, al igual que lo hizo –antes que él- el Papa Pío XI. Por ejemplo, en su homilía en Guayaquil, Ecuador en Enero de 1985, declaró que María fue «espiritualmente crucificada con su Hijo crucificado» y que «su rol como Corredentora no terminó después de la glorificación con su Hijo.»

Las enseñanzas repetidas y consistentes de nuestro Santo Padre sobre María como Corredentora en sus discursos y homilías papales, es una manifestación de la mente y del magisterio ordinario del Papa que hace un llamado por nuestra sumisión religiosa de voluntad e intelecto, de acuerdo a la Lumen Gentium, 25.

El Concilio Vaticano Segundo hace referencia a las alocuciones papales en numerosas ocasiones, como un soporte doctrinal para sus conclusiones conciliares. Así como los discursos papales fueron reconocidos por el concilio como fuentes doctrinales legítimas, de igual manera el magisterio Mariano de Juan Pablo debería reconocerse en el período post-conciliar.

La santidad aporta un fuerte testimonio al título de María Corredentora. Por ejemplo, San Pío de Pietrelcina, San Josemaría Escrivá, Sta. Teresa Benedicta de la Cruz -Edith Stein-, San Leopoldo Mandic y el Beato Bartolo Longo, entre muchos otros santos recientemente canonizados y beatos, junto con San Maximiliano Kolbe, usaron el título.

La madre Teresa de Calcuta fue realmente, una de las líderes en la causa por una definición dogmática de María Corredentora, Mediadora de todas las Gracias y Abogada. La Hermana Lucia, la vidente de Fátima, también ha subrayado el rol de María Corredentora en su último libro: «Llamados de los Mensajes de Fátima» exponiendo sobre María Corredentora en seis diferentes secciones del mismo.

ZENIT: ¿Qué dice sobre la objeción de que el término Corredentora no es legítimo, porque no está en el lenguaje de la Escritura y de los Padres de la Iglesia?

Miravalle: El objetar la legitimidad del título de Corredentora es criticar, implícitamente a Juan Pablo II, quien como ya dije, ha usado repetidamente el título de Corredentora. El usar el lenguaje de la Escritura y de los Padres como un criterio legítimo de la terminología de la Iglesia, sería eliminar de manera impresionante los títulos dogmáticos Marianos de la Inmaculada Concepción y de la Asunción, lo mismo que el término de la transubstanciación y aún el de la infalibilidad papal, ya que ninguna de estas verdades dogmáticas son descritas en dicho lenguaje.

Sería importante evitar cualquier tipo de semi-primitivismo que impide el desarrollo legítimo de una doctrina o un título debido a la falta de su presencia explícita en la Escritura o en los Padres.

El Venerable Cardenal Newman respondió a Pusey con respecto a una objeción similar diciendo: «¿Porqué protestas contra el que Nuestra Señora sea llamada Corredentora cuando estás dispuesto a aceptar inmediatamente títulos inmensamente más gloriosos atribuidos a ella por los Padres: Madre de Dios, Segunda Eva, Madre de Todos los Vivientes, Madre de la Vida, Estrella de la Mañana, Nuevo Cielo Místico, Centro de la Ortodoxia, la toda sin mancha Madre de la Santidad, y otros parecidos?

ZENIT: Pero ¿la definición papal de María Corredentora no obstaculizaría la importante misión ecuménica de la Iglesia?

Miravalle: Los teólogos protestantes Miegge and Maury identificaron en los 50´s, la corredención Mariana como el tema fundamental de la Mariología del Siglo XX. Más recientemente, el tratado ecuménico Dombes sobre María, anotó que la omisión de los títulos de Corredentora y Mediadora de todas las gracias en el Vaticano II, para no ofender a los Cristianos Protestantes, no fue efectiva, puesto que la doctrina de la corredención y de la mediación permanecieron como una enseñanza fundamental del concilio.

Es tiempo de ser más sinceros con otros cuerpos eclesiales Cristianos sobre la doctrina de la corredención y mediación Mariana y articular esta verdad con la mayor integridad y precisión teológica posible, mientras que al mismo tiempo se manifieste una gran delicadeza hacia aquellos que no comparten nuestra visión Católica. Este sería el importante beneficio ecuménico de la definición de María Corredentora.

El extinto Cardenal O’Connor de New York declaró que una definición -como la propuesta-, ayudaría grandemente al ecumenismo porque su articulación precisa aseguraría a otros Cristianos que nosotros distinguimos adecuadamente entre la excepcional asociación de María con Cristo y el poder redentor ejercido por Cristo solo.

El Santo Padre declara en «Ut Unum Sint» que la unidad Cristiana querida por Dios, sólo se puede obtener por la aceptación del contenido total de la verdad revelada y prohíbe cualquier componenda de la verdad revelada o de un desarrollo doctrinal en aras de un «acuerdo superficial». Es por esto que la persona de Juan Pablo II ofrece una particular sensatez para la presente oportunidad de una definición papal de María Corredentora.

Este Papa posee el verdadero don de ser al mismo tiempo «completamente ecuménico» y «completamente Mariano», y ¿quién mejor que Juan Pablo II para encontrar el delicado balance entre la completa integridad dogmática y la genuina delicadeza ecuménica, referente a la formulación de un nuevo dogma Mariano? ¿Acaso no ha representado maravillosamente este
cuidadoso balance en el «Rosarium Virginis Mariae»?

Al inicio del Año Mariano en 1987, el Santo Padre alentó a la comisión preparatoria a tener más «confianza en María por la misión del Ecumenismo». La misma sabiduría aplica en relación a un posible dogma Mariano.

La Madre espiritual de todos los pueblos sigue siendo la Madre de la unidad Cristiana, no su obstáculo.

En relación a los Ortodoxos, nuestras Iglesias hermanas, su generosa celebración litúrgica del rol de la Madre de Dios en nuestra salvación es algo para emular y redescubrir en la Iglesia de Occidente. Su entrada litúrgica común: «Oh Madre de Dios, sálvanos», capta el meollo del rol excepcional de María en la misión salvífica de su Hijo. De hecho, el Patriarca Bartolomeo promulgó en 1998, la encíclica de Cuaresmática sobre el rol de la Madre de Dios en la salvación, que pasó casi inadvertida en el Occidente.

El hecho permanece de que las Iglesias Ortodoxas, al igual que los cuerpos eclesiales Protestantes, no aceptan el oficio del papado, y por lo mismo, lógicamente nunca pueden estar a favor del ejercicio del carisma de la infalibilidad papal, mismo que rechazan a priori. Es por esto, que el sostener que hasta que recibamos el respaldo de las autoridades Ortodoxas y Protestantes para un dogma Mariano el Papa no debería declarar un dogma, es filosófica y prácticamente eliminar en su totalidad el carisma de la infalibilidad papal.

ZENIT: ¿Cuántos fieles Católicos han pedido este dogma, y ve Ud. alguna relevancia para la proclamación de este dogma Mariano con la presente situación mundial?

Miravalle: En los últimos 10 años, han sido enviados a la Santa Sede alrededor de 7 millones de peticiones provenientes de 150 países, junto con los respaldos -cartas personales dirigidas a Su Santidad- de 550 obispos y más de 40 cardenales. Esto constituye la campaña más grande de peticiones en la historia de la Iglesia.

A la luz del presente clima y rumores de guerra, creo que la proclamación del dogma de María Corredentora, Mediadora de todas las Gracias y Abogada, sería el medio para liberar el ejercicio pleno del rol intercesor materno de Nuestra Señora para traer la paz a un mundo problematizado, en cumplimiento de su promesa dada en Fátima de que «al final mi Corazón Inmaculado triunfará…y un período de paz será concedido al mundo». DIOS respeta la libertad humana y la proclamación papal «la liberará» para ejercer plenamente sus roles salvíficos para la humanidad contemporánea.

Este reportaje se realizó el 31 de octubre de 2002.
Fuente: ZENIT Agencia Noticiosa


VIDEO

Oración para que se proclame a María Corredentora

«Señor Jesucristo, Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados de la corrupción,
de las calamidades
y de la guerra.
Que la Señora de todos los Pueblos, María Santísima,
sea nuestra Abogada. Amen.»

La Stma. Virgen dictó con insistencia a la vidente esta breve y potente oración para que se proclame a María Corredentora cuanto antes y de ese modo el Espíritu Santo descienda con una nueva plenitud, como ha sido prometido.

(La oración) «ha sido dada para pedir que el verdadero Espíritu venga al mundo» (20.09.195l).
María insiste: «No eres capaz de comprender la importancia esta oración. Tú no sabes lo que el futuro reserva» (15.04.1951).
Ella incluso llega a prometer: «Por medio de esta oración la Señora salvará el mundo. Una vez más repito la promesa» (10.05.1953).
«No sabes qué gran valor y fuerza esta oración tendrá ante Dios» (31.05.1955).
Dirigiéndose al Papa, la Stma. Virgen dijo que había sido «mandada por su Señor y Creador, para que, mediante esta oración y este título, pueda salvar el mundo de una gran catástrofe mundial» (10.05.1953).
«¡Cuida que se haga conocer esta oración a todo el mundo, a todos las naciones. Todos tienen derecho. Te aseguro que el mundo cambiará» (29.04.1951).

Viendo que se duda en difundir esta oración, la Stma. Virgen anima diciendo: «Que los hombres digan cada día esta sencilla oración. Es tan sencilla y breve, que todos pueden recitarla en este mundo moderno. Ha sido dada para pedir que el verdadero Espíritu venga al mundo» (20.09.1951).

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Apariciones y Visiones Magisterio, Catecismo, Biblia REFLEXIONES Y DOCTRINA

Comentario teológico de Benedicto XVI sobre las apariciones de la Virgen María

Las Apariciones Marianas no pretenden superar o corregir las revelaciones realizadas por Jesucristo en la Biblia y por el Antiguo Testamento.

Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica «aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada» y es la Virgen María la que en estos tiempos finales nos está guiando para comprenderlas mejor y avisar sobre sucesos que aparecen como oscuros e inextricables en la Biblia.

El siguiente es un artículos Publicado en “Revista María Mensajera Núm 300 Enero 2006 pp.2-5”, y reproducido por www.reinadelcielo.org, que resulta muy interesante porque muestra la posición de benedicto XVI al respecto de las «revelaciones privadas» y defiende la importancia de ellas para nuestra fe.

El Papa Benedicto XVI, cuando era el Card. Josep Ratzinger, hizo una elaboración sobre las apariciones, un comentario teológico, por mandato del Papa Juan Pablo II, que esclareciera perfectamente el tema de las apariciones o revelaciones privadas. Merece para nuestra revista una importancia extraordinaria ese comentario.

Para el Papa, y por tanto para la Jerarquía Sagrada de la Iglesia, en su magisterio ordinario docente, las revelaciones privadas, a saber las apariciones de la Virgen y del Señor a los santos, videntes y místicos, están TODAS contenidas en las Sagradas Escrituras, tienen su sitio especial en el Evangelio de San Juan.

Es, en primer lugar, en el discurso de despedida del Señor, cuando antes de partir de este mundo al Padre, les dijo a sus discípulos:
«Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad completa…» (Jn 16, 12-14)

No es que el Espíritu de la Verdad haga nuevas revelaciones ajenas totalmente al depósito de nuestra Fe, porque ya en la misma despedida reseñada en San Juan se dice que el Espíritu Santo no hablará por su cuenta, «porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».

La misión del Espíritu Santo es la de explicitar lo ya existente, aclarar o desvelar mejor lo que ya estaba, pero no se entendía bien por estar velado; hacer comprensible de forma clara y gradual las verdades de fe contenidas en la Revelación Pública. Como muy bien enseña el Catecismo de la Iglesia Católica y cita el mismo Papa:
«Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos» (n. 66)

Es aquí donde las revelaciones privadas, cuando son realmente de Dios, juegan su papel. Ellas son como flechas indicadoras que me llevan a un más perfecto conocimiento de la Palabra de Dios. Gracias a estas revelaciones crezco interiormente en Fe, Esperanza y Caridad. Nadie va al Padre sino por Jesucristo. Y María cuando se aparece me lleva a Cristo, me engendra en Cristo y me lleva a la Iglesia instituida por su Hijo Jesucristo. Es una labor de María y del Espíritu Santo, Esposo de María, que nos envía el Padre y el Hijo para reconducimos mejor a Él.

 

REVELACIÓN PÚBLICA Y PRIVADA

La doctrina de la Iglesia, dice el Papa Benedicto XVI en su comentario teológico sobre el secreto de Fátima, distingue entre la «Revelación Pública» y la «revelación privada». Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia. El término «revelación pública» designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y Nuevo Testamento. Se llama revelación porque en ella Dios se ha dado a conocer progresivamente a los hombres, hasta el punto de hacerse Él mismo hombre, para atraer a sí y para reunir en sí a todo el mundo por medio del Hijo encarnado, Jesucristo.

Y el mismo Papa cita al Catecismo de la Iglesia en su nº 67, cuando dice: «A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia…. Su función no es la de «completar» la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia»

 

LAS APARICIONES SON UNA AYUDA IMPORTANTE PARA LA FE

Las apariciones de la Virgen, sobre todo cuando son aprobadas por la Iglesia, son una ayuda preciosa para vivir mejor la Fe. Ellas me remiten siempre a la Revelación Pública y a vivir mejor el Evangelio de Cristo. Ellas son una ayuda y aunque no sean obligatorias para la Fe, haremos mal si las desechamos o despreciamos, entre otras cosas porque nos privaremos de unas gracias sobrenaturales que quizás sean necesarias después para poder encontrar la verdadera Luz.

Se deben aclarar, dice el Papa, no obstante, dos cosas:

1º «La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública. En la Revelación Pública se exige nuestra Fe. En efecto, en la Revelación Pública, a través de las palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La fe en Dios y en su Palabra se distingue de cualquier otra fe, confianza u opinión humana. La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma, y de este modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir».

2º «La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública. Pero ella no da certeza como la anterior. La Iglesia, cuando las aprueba, nos las presenta únicamente como probables y piadosamente creíbles».

El Papa Benedicto XIV dice sobre las apariciones privadas: «No se debe un asentimiento de Fe católica a las revelaciones privadas. Éstas exigen más bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presentan como probables y piadosamente creíbles.”

Y el actual Papa Benedicto XVI hace suyas las palabras de un eminente teólogo francés, E. Dhanis, al afirmar que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: a) el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres. b) es lícito hacerlo público. c) y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión. Un mensaje así, concluye el Papa, «puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar que es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma».

El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es, pues, su orientación a Cristo mismo. Importante: «Cuando esa revelación privada me aleja de Él, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no viene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo.”

La carta más antigua de San Pablo que nos ha sido conservada, tal vez el escrito más antiguo del Nuevo Testamento, es la Primera Carta a los Tesalonicenses. El Apóstol dice: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías: examinad cada cosa y quedaos con lo bueno» (5, 19-21).

«En todas las épocas -dijo el actual Papa cuando era Cardenal Guardián de la Fe- se ha dado a la Iglesia el carisma de la profecía, que debe ser examinado, pero que tampoco puede ser despreciado. A este respecto, es necesario tener presente que la profecía en el sentido de la Biblia no quiere decir predecir, sino explicar la voluntad de Dios para el presente».

«El futuro no está determinado de un modo inmutable, y la imagen que los videntes vieron (se refiere a las apariciones de Fátima) no es una película anticipada del futuro, de la cual nada podría cambiarse». Está haciendo hincapié el Santo Padre a la condicionalidad de la profecía, lo que siempre hemos defendido en María Mensajera.

Y comentado el himno de adoración del Apocalispis, el Papa dijo: «La historia no está en manos de potencias oscuras, sino en manos de Dios. Ante el desencadenamiento de energías malvadas, ante la irrupción vehemente de Satanás, ante tantos azotes y males, se eleva el Señor, árbitro supremo de las vicisitudes de la historia».

 

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Apariciones y Visiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

Problemática de las Apariciones Marianas

Las apariciones de la Virgen son las que atraen más gente: Guadalupe (se habla de veinte millones de peregrinos al año), Lourdes (cuatro millones y medio al año), la Aparecida (Brasil, varios millones), etc.

A pesar de esta importancia innegable, el estatuto de las apariciones dentro de la iglesia es muy modesto y está puesto en discusión.

Cuando se manifiestan, son generalmente mal acogidas, sofocadas y al final muchas de ellas son toleradas, aunque no reconocidas oficialmente.

Se llama aparición la manifestación visible de un ser, cuya visión en aquel lugar o en aquel momento es insólita e inexplicable según el curso natural de las cosas.

En la perspectiva de Marc Oraison, sacerdote-médico francés fallecido en 1980, toda aparición que se define como tal sería una alucinación, ya que se trataría de una visión sin objeto material.

Esta conclusión, aparentemente obvia, desconoce no solamente la posible diversidad de los modos de percepción y de comunicación, que no se reducen necesariamente a la percepción común de los cinco sentidos, sino también la naturaleza misma del conocimiento caracterizado por su intencionalidad, es decir, su capacidad de entrar en contacto con una realidad, comenzando por informaciones o por estímulos que impresionan al sujeto cognoscente en su subjetividad.

La percepción sensible más común presenta un carácter subjetivo: el choque de las vibraciones que afectan a la retina, luego la transmisión psicoquímica del estímulo que alcanza al cerebro, tienen un fuerte efecto sobre el sujeto cognoscente, que es posible caracterizar de subjetivo. El conocimiento mismo es el mecanismo mental a través del cual el sujeto que conoce descodifica la combinación incolora de estas informaciones y distingue el color.

En otras palabras, el conocimiento sensible no puede reducirse a los mecanismos subjetivos. Es el acto intencional del sujeto, que alcanza el objeto a través de un proceso cuya esencia sigue siendo misteriosa. Por tanto, son posibles otros caminos de conocimiento y sería artificial oponer la aparición a la visión como conocimiento objetivo al subjetivo.

Todo conocimiento implica correlativamente, en diversos grados, un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo. Del mismo modo sería simplista afirmar que las apariciones de seres de suyo invisibles, como Dios o los ángeles, son necesariamente subjetivas.

Está claro que esos seres no podrían manifestarse en su forma propia, extraña a la visibilidad. Pero pueden comunicarse por medio de un signo, adaptado de varias maneras, que permite entrar en contacto objetivamente con Dios.

Moisés y Pascal lo conocieron semejante a un fuego; Abrahán se encontró con él bajo el ropaje de tres visitantes; para Elías la percepción se purificó: no estaba ni en el fuego, ni en el huracán, ni siquiera -como se traduce de modo imperfecto- en una «brisa ligera», sino que era semejante a la «voz de un leve silencio».

Aquí el signo ronda con lo invisible y con la teología negativa. Las manifestaciones visibles de lo invisible pertenecen a la teoría del sueño y no a la percepción normal de los objetos materiales. La elección de estos signos guarda necesariamente relación con el ambiente cultural que la recibe.

Para la Virgen, que es lo que aquí nos interesa, el caso es diferente: se trata de un cuerpo glorificado. Puede ser percibido en su forma propia; pero el estado de los cuerpos gloriosos, cuyo carácter misterioso puso ya de relieve san Pablo, pertenece al espacio-eternidad, extraño a nuestro espacio-tiempo.

El modo con que un ser perteneciente al espacio-eternidad (definido como la duración de Dios) puede estar en relación con el espacio-tiempo es realmente misterioso con todo derecho. Implica ciertos aspectos desconcertantes, ya que a los apóstoles les costó trabajo reconocer a Cristo resucitado.

Otra singularidad es la que se manifiesta en el hecho de que la Virgen se manifiesta tomando un vestido, una estatura y hasta una edad diferente, en conformidad con los videntes.

La adaptación pedagógica a cada uno de ellos, a su ambiente, a su cultura, es la explicación más clásica de esta diversidad.

Así pues, afrontaremos estos fenómenos intentando evitar dos errores opuestos: el uno, que rechaza a priori y sistemáticamente el valor y la posibilidad de toda comunicación sobrenatural en la comunión de los santos, de forma sensible, reduciéndola a puro subjetivismo; y otro, que reduciría con ingenua simplicidad estas comunicaciones a los encuentros comunes de cada día.

Es un hecho que los millares de personas que rodeaban a Bernadette durante las apariciones no vieron a la Virgen, perfectamente visible en la cavidad de la roca en donde Bernadette la distinguía.

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Apariciones y Visiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

Apariciones antiguas y nuevas en el Pueblo de Dios, por René Laurentin

Las apariciones ocupan un espacio considerable en la biblia, desde Abrahán hasta Moisés y los profetas: teofanías, apariciones de ángeles y manifestaciones de un más allá sobrenatural.


En el NT las apariciones son relativamente raras: ángeles de los evangelios de la infancia (Mt 1-2; Lc 1-2), de la tentación en el desierto y de la agonía de Cristo.

En los Hechos de los apóstoles son muy numerosas: lenguas de fuego en pentecostés, luego visiones de Esteban (7,56), visión de Saulo (9,5), de Ananías (9,10), de Cornelio (10,3-6), de Pedro en Jafa (10,11-12) o en la prisión (12,7-11), etc.

Las apariciones continuaron en la iglesia hasta nuestros días, con modalidades muy diversas. Por lo que se refiere a la Virgen, se citan muchas de sus manifestaciones en la antigüedad: aparición a Gregorio taumaturgo (t 270); a Teófilo (narración que hará fortuna en la edad media); a María egipciaca; milagros de san Juan Damasceno (s. viii), a quien la Virgen habría devuelto la mano que le había cortado el emir de Damasco, etc.

En el mundo latino las apariciones se les atribuyen a diversos santos y místicos, especialmente a los fundadores de órdenes religiosas. Pero estas historias nos llegan a menudo de forma indirecta y poco clara. Resulta difícil distinguir lo que entra en el terreno de una experiencia excepcional o en el de su ulterior simbolización.

En la época moderna, la aparición de la Virgen de Guadalupe, en México, reviste una gran importancia como lugar de fundación de la iglesia latinoamericana. El hecho de que la Virgen escogiera a un vidente y una localidad indios, de que trasladara de esta forma lo sagrado a los autóctonos colonizados, de que uno de ellos fuera el enviado de la Virgen para transmitir sus órdenes al obispo, todo esto provocó una ósmosis, una superación del conflicto entre opresores y oprimidos, el nacimiento de un pueblo nuevo, de una nueva cultura en el nuevo continente.

La historicidad ha sido muy discutida, por falta de documentos durante los primeros decenios. Pero actualmente está en curso en América un esfuerzo histórico importante para conciliar en este punto la fe y la historia, mientras que los cristianos y los no cristianos intentan valorar la gran importancia del fenómeno.

Otra serie importante es la que se localiza en Europa a lo largo del s. XIX:

a) Las tres apariciones de la Rue du Bac a Catalina Labouré, de veintitrés años, natural de Borgoña, durante su noviciado entre las Hijas de la Caridad de París. Las dos últimas apariciones dan origen a la medalla milagrosa, la más difundida de las medallas de todos los tiempos: muchos millones por todo el mundo. Lo mismo que en Guadalupe, María es la mujer vestida de sol de la que nos habla Ap 12; sus manos irradian la gracia y la luz de Cristo, sol de justicia. Como la vidente se negó a dar testimonio, las apariciones no fueron nunca reconocidas oficialmente, pero fueron tácita y favorablemente aceptadas por las autoridades de la iglesia. Gregorio XVI y Pío IX usaron la medalla milagrosa.

b) La Salette: una sola aparición, el 19 de septiembre de 1846, a los dos pastores Maximino Giraud, de once años, y Melania Calvat, de catorce, de la Virgen, que lloraba e invitaba a la conversión. Fue reconocida oficialmente por el obispo mons. De Bruilard el 19 de septiembre de 1851 con estas palabras: «Afirmamos que la aparición de la santísima Virgen (…) tiene de suyo todos los signos de la verdad, y que los fieles tienen buenas razones para creer en ella sin dudas ni incertidumbres».

c) Lourdes: dieciocho apariciones a Bernadette Soubirous, desde el 11 de febrero hasta el 16 de julio de 1858. Estas apariciones fueron reconocidas por el obispo el 18 de enero de 1862 y puestas de relieve en la canonización de Bernadette, que interiorizó profunda, heroica y dolorosamente aquel mensaje evangélico el resto de su vida.

d) Pontmain: el 17 de enero de 1871 tiene lugar la única y silenciosa aparición de nuestra Señora en la Francia invadida por los prusianos. Una inscripción, que apareció en el cielo y descifrada letra por letra, invita a la esperanza: «Ánimo, hijos míos; rezad. Mi Hijo se deja conmover. Dentro de poco Dios os escuchará»

e) Fátima: después de algunas apariciones de un ángel (1916), reveladas en un segundo tiempo, hubo seis apariciones de la Virgen, el 13 de cada mes desde mayo hasta octubre, excepto el 13 de agosto. La última aparición se caracterizó por el milagro del sol, que impresionó a una multitud de 70.000 personas. La obra monumental de J. Alonso, fallecido en 1980, está todavía inédita.

f) Beauraing (Bélgica): del 29 de noviembre de 1932 al 3 de enero de 1933, cinco niños vieron treinta y tres veces a la Virgen sobre una nube blanca, por la tarde, cerca de la gruta de Lourdes.

g) Banneux: nueve apariciones, desde el 15 de enero hasta el 2 de marzo de 1933, a Mariette Beco, una niña pobre. La aparición se revela como la Virgen de los pobres. Mons. Kerkhofs, obispo de Lieja, reconoce estas apariciones el 22 de agosto de 1949 con estas palabras: «Creemos en conciencia que podemos y debemos reconocer sin reservas (…) la realidad de las ocho apariciones de la santísima Virgen a Mariette Beco».

Hay otras apariciones que no han sido reconocidas, sino que los obispos de esos lugares se contentaron con autorizar el culto popular establecido en el lugar de las apariciones. Tal fue el caso de Saint Bauzille de la Sylve (1873, donde la Comisión estaba dividida), de Pellevoisin (1876) y más recientemente de la isla Bouchard, en donde se permitió el culto, sofocado durante varios años, debido a la obediencia y a la devoción sin sombras de los videntes y de los peregrinos.
Por lo que se refiere a estos últimos cincuenta años, B. Billet ha hecho una lista de doscientas apariciones no reconocidas y a menudo juzgadas de forma desfavorable.

El discernimiento de estos fenómenos es tanto más difícil en cuanto muchas veces implican una ambigüedad y unos excesos deplorables.

En Lourdes hubo cincuenta visionarios que sucedieron a Bernadette cuando ella dejó de ver a la Virgen (11 abril-11 julio 1858). Y esto hubiera podido parecer un argumento irrefutable para reprimirlo todo; pero entonces se habría perdido mucho.

Podemos preguntarnos por qué la iglesia, tan tolerante en lo que se refiere a las curaciones (en donde no hubo nunca sanciones), se muestra tan severa en cuestión de apariciones; a qué se deben estas tensiones, que a menudo perjudican a la vida eclesial; cómo podrían manifestarse un discernimiento y una pastoral que se hagan cargo, sin complacencias ni confusiones deplorables, de esos fenómenos que desde la época de la biblia han ocupado siempre un lugar en la vida del pueblo de Dios.

Interrogantes fundamentales que forman parte de la función y del estatuto de las apariciones. Estos interrogantes nos harán llegar a unas cuantas reglas de discernimiento.

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Apariciones y Visiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

Las apariciones a través de los siglos cristianos, por René Laurentin

Los orígenes se ven generalmente en los Hechos de los apóstoles, en las Actas de los mártires y en las vidas de los santos que presentaban a menudo fenómenos semejantes.

La crisis (limitada) entre los carismas y la institución, que Pablo supo resolver en Corinto, volvió a aparecer con la nueva profecía de Montano. El montanismo, movimiento carismático, del que resulta hoy difícil dar un juicio, ya que lo conocemos sobre todo a través de las polémicas y de las caricaturas hechas de él por sus adversarios, cayó en el cisma. Este drama provocó cierta desconfianza hacia los carismas, en cuanto corrían el peligro de sustituir a la autoridad oficial y de arrastrar a la iglesia hacia desviaciones incontrolables. Bajo esta luz es como hay que considerar las vacilaciones de la tradición: el apoyo de san Cipriano y la desconfianza de san Agustín por las visiones.

 

LA EDAD MEDIA

Durante el período medieval, las revelaciones de santa Brígida, santa Gertrudis, santa Catalina de Génova, santa Catalina de Siena, santa Magdalena de Pazzi fueron tenidas en grandísima consideración, incluso por parte de las autoridades. Pero Joaquín de Fiore, prestigioso inspirador de un gran movimiento, fue temido, criticado y a veces calumniado. Lo mismo sucedió con numerosas corrientes carismáticas de la edad media. Hoy es difícil valorar la calidad y los defectos de estos grupos, ordinariamente evangélicos, conocidos únicamente a través de sus adversarios, que hicieron una caricatura de los mismos después de haberlos reprimido y eliminado.

 

EL CONCILIO LATERANENSE V (1516)

Las medidas jurídicas tomadas respecto a las apariciones y revelaciones privadas tienden a restringir. Comienzan en 1516 con el Lateranense V: «Queremos que, según las leyes habituales, las mencionadas inspiraciones sean consideradas de ahora en adelante como reservadas al examen de la Santa Sede, antes de ser publicadas o predicadas al pueblo de Dios. Si no fuera posible esperar, o si alguna necesidad urgente lo aconsejase de otro modo, entonces hay que dar a conocer al obispo ordinario del lugar la cosa en cuestión… Este último, tomando consigo a tres o cuatro personas sabias y de confianza, examinará detenidamente el caso y, cuando les parezca oportuno, podrán conceder su permiso, que nosotros cargamos sobre sus conciencias»

Las restricciones están motivadas por dos razones principales: 1) en el plano de la fe, la necesidad de proteger a la iglesia de la proliferación de visiones en una época oscura, pietista, inquieta, en donde era necesaria la prudencia; 2) en el plano del gobierno, estos acontecimientos y mensajes locales corren siempre el peligro de estorbar el gobierno de los demás obispos y de la autoridad suprema. Por esto, la autoridad episcopal recibe la invitación de guardar reserva, manteniendo un sentido crítico y riguroso. En consecuencia, el concilio prohíbe la difusión de las predicciones que carezcan de una autorización romana (cosa que, en aquellos tiempos, requería necesariamente varios años) y acepta sólo en caso de necesidad cierta canalización, cuya grave responsabilidad ante Roma les compete a los obispos. El alcance de su juicio se resuelve en un simple permiso (licentiam concedere possint). Sin embargo, el concilio mantuvo el principio de que la autoridad «no debe apagar el Espíritu», según ITes 5,19-20 26.

 

EL CONCILIO DE TRENTO (1563)

Toma una actitud análoga en lo que se refiere a los nuevos milagros e imágenes, en cuanto éstas son frecuentemente milagrosas y la palabra milagro es el compendio de todo lo que tiene carácter de sobrenatural, incluidas las apariciones. El concilio prescribe: «No debe admitirse ningún nuevo milagro… sin el reconocimiento y la autorización del obispo, el cual, apenas sea informado, consultará con teólogos y con otros hombres de fe, regulándose luego conforme a la verdad y la piedad. Si es preciso eliminar un abuso que plantee dudas o dificultades, o bien si surge en esta materia algún problema más grave, el obispo, antes de dirimir la controversia, aguardará la opinión del metropolitano y de los demás obispos de la provincia, reunidos en concilio provincial, pero de tal manera que no se tome ninguna decisión sin haber consultado al sumo pontífice de Roma (inconsulto romano pontífice)». De esta manera la responsabilidad del obispo queda sometida a la del metropolitano (o de las instancias provinciales y del romano pontífice, como en el Lateranense V). En este punto, también las instancias de los reformadores protestantes tienden hacia un objetivo común: la eliminación de los errores, en aquel tiempo muy numerosos.

 

BENEDICTO XIV

En el s. XVIII Próspero Lambertini, el futuro Benedicto XIV (1740-1758), define más formalmente el estatuto de las apariciones, relativizando su valor muchas veces exagerado, y establece la función del magisterio en este terreno. Este documento es desde entonces clásico en la materia: «Damos a conocer que la autorización concedida por la iglesia a una revelación privada no es más que el consentimiento concedido después de un atento examen, a fin de que esa revelación sea conocida para la edificación y el bien de los fieles. A estas revelaciones, aunque aprobadas por la iglesia, no se les debe conceder un asentimiento de fe católica. Según las reglas de la prudencia, es preciso darles el asentimiento de la fe humana (assensus fidei humanae juxta prudentiae regulas), en cuanto semejantes revelaciones son probables y piadosamente creíbles. Por tanto, se les puede negar el propio asentimiento a dichas revelaciones (posse aliquem assensum non praestare) y no tomarlas en consideración, con tal que esto se haga con la oportuna reserva, por buenos motivos y sin sentimientos de desprecio». Por consiguiente, no hay obligación para nadie de creer en las apariciones privadas, aunque estén reconocidas.

 

DECRETOS DEL S. XIX

Roma se atendrá a estos principios en el futuro. La Congregación de Ritos los recoge en cierto número de respuestas y decretos: 6 de febrero de 1875, en respuesta al arzobispo de Santiago de Chile, relativo a Nuestra Señora de la Merced; 12 de mayo de 1877, en respuesta sobre Lourdes y la Salette; 31 de agosto de 1904, en respuesta sobre el escapulario de Pellevoisin: «Aunque esta devoción fue aprobada [por Pío X, en la audiencia del 30 de enero de 1900, confirmada con un documento del 4 de abril], no puede deducirse de esta aprobación ninguna aprobación directa o indirecta de aparición, revelación, gracia de curación u otras cosas, sean cuales fueren y de cualquier modo que hayan ocurrido».

 

PIO X

Con otras palabras confirmaba Pío X esta misma actitud en la encíclica Pascendi (8 de septiembre de 1907). Autoriza la adhesión a las piadosas tradiciones y revelaciones privadas sólo con las debidas precauciones y reservas (las de Urbano VIII). La autoridad de la iglesia no garantiza la verdad del hecho, incluso en este caso. Se limita tan sólo a no impedir que se crea en cosas en las que no faltan motivos de credibilidad humana. «Se trata de una regla de seguridad -continúa Pío X, después de citar el decreto del 12 de mayo de 1877-, ya que el culto que tiene por objeto alguna de estas apariciones, en cuanto se refiere al propio hecho, es relativo y supone siempre como condición la verdad del hecho; pero, en cuanto absoluto, se basa en la verdad, ya que hace referencia a las personas mismas de los santos que son venerados. Lo mismo puede decirse de las reliquias». El papa aplica, en este caso, una regla general que vale para las imágenes y los ritos. Es posible rendir culto sin reserva alguna a Cristo (y a los santos canonizados), pero el signo utilizado para ello -es decir, la imagen, la reliquia o la aparición- se considera siempre como relativo.

 

NUEVO CUESTIONAMIENTO

El rigor de estas restricciones fue nuevamente puesto en cuestión por iniciativa del padre C. Balié, presidente fundador de la Academia Mariana Internacional [7 Centros marianos 1, 2], el cual sometió el problema a un debate libre en el Congreso mariológico internacional de Lourdes en el centenario de las apariciones. El ruido de este centenario, el fervor de los papas (especialmente el de Pío XII, que se preparaba en secreto a ir a Lourdes el 15 de agosto de 1958, viéndose impedido para ello en el último momento por su estado de salud), daba la impresión de que no se trataba de una simple autorización ni de una simple adhesión de fe humana, sino de un positivo estímulo relacionado con la fe divina, al que era difícil no adherirse sin despreciar al magisterio. De aquí dos interrogantes planteados por el P. Balié: a) El asentimiento concedido a estas apariciones y revelaciones privadas, ¿es de fe divina? A esta pregunta hecha por los carmelitas de Salamanca, Balié nos recuerda que Suárez y Lugo habían dado (contra Cayetano, Melchor Cano y Báñez) una respuesta positiva: «El creyente que tiene una revelación procedente de Dios y percibida como tal, ¿cómo podría no darle una adhesión de fe divina?»

El concilio de Trento admitiría certezas de este tipo en el canon que declara: «Quien dijera, con absoluta e infalible. certeza, que tiene el don de la justificación garantizada hasta la perseverancia final, sea anatema, a no ser que lo haya sabido por una revelación divina». Esta reserva del concilio, preocupado de no censurar una doctrina recibida, autoriza a atenuar y equilibrar las restricciones de los textos jurídicos oficiales. b) Los consensos oficiales de Lourdes y de Fátima por parte de los papas, ¿no van acaso más allá de una simple autorización?, ¿no comprometen la infalibilidad? El P. Balié decía: «El carácter sobrenatural del hecho de Lourdes no reviste una simple y tenue probabilidad, sino una certeza moral. Las apariciones de Lourdes tienen que considerarse como un capítulo aparte ( a se et per se), y no confundirse con las otras apariciones, aprobadas sólo por el ordinario del lugar o por la Santa Sede con la cláusula restrictiva: por lo que se dice. Cabe preguntarse si no hay en este caso una autorización infalible y si a las apariciones de Lourdes no hay que concederles una adhesión de fe teológica, más que un acto de fe meramente humana» .

Fueron dos los oradores que respondieron a la invitación del P. Balié; dom Roy OSB, y el P. Valentini, salesiano. Dom Roy sostenía la tesis más comprometida: 1) Las apariciones de Lourdes, reconocidas de manera análoga a las canonizaciones, tienen el carácter de un hecho dogmático; de este modo se entiende un hecho no incluido en la revelación, pero muy estrechamente vinculado a su comunicación para poder substraerse de la autoridad infalible. En esta ambigua categoría de hechos dogmáticos se incluye la declaración del canon de las Escrituras, el hecho de que cinco proposiciones condenadas se encontraban en la doctrina de Jansenio y la canonización de los santos. 2) En este sentido se trata de fe eclesial, basada en el testimonio de la iglesia y exigida por la obediencia filial que le debemos.

La controversia volvió a surgir en el Congreso mariológico de Fátima, con las relaciones de los padres I. Ortiz de Urbina y Moreira Ferrar. Este último hacía observar el carácter positivo (no meramente permisivo) de las aprobaciones de la iglesia. Lo que hay que reconocer con Y. Congar, Karl Rahner y Ortiz de Urbina es que las aprobaciones romanas de ciertas revelaciones privadas van más allá de la simple autorización o nihil obstat. No se comprende bien, escribe Rahner, por qué una revelación privada no tiene que ser aceptada por todos los que la conocen, si éstos se sienten suficientemente ciertos de que viene de Dios. Es injustificado, ilógico y peligroso pretender (como sucede a menudo para autentificar el origen divino de las revelaciones privadas posteriores a Cristo) un grado de certeza tal que, si alguno lo pretendiera para la revelación oficial, resultaría imposible todo fundamento racional de fe en la revelación cristiana.

En resumen, puede admitirse con Rahner que, subjetivamente, la adhesión a las revelaciones privadas entra en el terreno de la fe teologal, no sólo para el vidente, sino también para todos los que reciben su testimonio profético. El mismo Juan XXIII en su radiomensaje del 18 de febrero de 1959, dirigido a Lourdes, subraya que los papas se sintieron obligados a recomendar las apariciones a la atención de los fieles. Por lo que respecta a la categoría de los hechos dogmáticos, ésta es muy ambigua y discutida. Como se ha visto, la mayor parte de los teólogos admitía, antes del Vat II, que las canonizaciones de los santos comprometían la infalibilidad en cuanto hecho dogmático. Pues bien, este juicio sobre la santidad, basado en el examen de datos particulares y conjeturales, es de la misma naturaleza que el juicio que tiene por objeto las apariciones. Por tanto, no está claro cómo la teoría clásica pudo en este punto utilizar dos pesos y dos medidas diferentes, entre el juicio de canonización considerado como infalible y el juicio sobre las apariciones considerado como una simple tolerancia que no compromete de ninguna manera la fe. Y la analogía va mucho más allá, ya que en los dos casos se trata de culto (véanse las celebraciones de la B. Virgen María de Lourdes, por ejemplo). Hoy el problema ha cambiado. Casi no se admite ya la infalibilidad de las canonizaciones; en su conjunto, la teología se muestra más reservada sobre lo que se definía más o menos como hecho dogmático y sobre su infalibilidad.

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Apariciones y Visiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

El secreto de Fátima

13 DE MAYO: EL SECRETO DE FÁTIMA, CLARIFICACIONES.
En la tercera aparición de 1917, la Virgen dio a los niños un secreto que hoy se conoce como «El Secreto de Fátima». En agosto 1941, Lucía mencionó por primera vez la división de este secreto en tres partes. Dijo Lucía: El secreto esta compuesto de tres temas diferentes y voy a revelar dos de ellos:

1 – El primero es la visión del infierno y la designación del Corazón Inmaculado de María como el remedio supremo ofrecido por Dios a la humanidad para la salvación de las almas….

…CONTIENE VIDEOS…

2 – El segundo, es la profecía concerniente a una paz milagrosa que Dios desea otorgar al mundo a través de la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María y la práctica de la comunión de los primeros cinco sábados de mes»

Lucía no hizo pública la tercera parte del secreto que se mantuvo en el archivo Vaticano hasta que el Papa, con Lucía presente, finalmente, el 13 de mayo del 2000 lo promulgó durante la beatificación de los otros dos pastorcitos, Francisco y Jacinta.

TODO SOBRE FÁTIMA

Virgen de Fátima, Portugal ( 13 de mayo)
Los Videntes de Fátima
Aparición y mensajes del Ángel, en Fátima
Las seis apariciones de Nuestra Señora de Fátima en 1917
Ultima aparición de la Virgen de Fátima, la danza del sol, Portugal ( 13 de octubre)
El secreto de Fátima
Cronología de Fátima: 3º secreto y consagración de Rusia
El cuarto secreto de Fátima, o segunda parte del tercer secreto
El pedido de la Virgen respecto a Rusia
Aparición de Rianjo a la hermana Lucía de Fátima ( agosto 1931)
Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María
Una visión del mundo con base en Fátima
Devociones a Fátima


PRIMERA Y SEGUNDA PARTE DEL «SECRETO»

EN LA REDACCIÓN HECHA POR SOR LUCÍA, EN LA «TERCERA MEMORIA» DEL 31 DE AGOSTO DE 1941DESTINADA AL OBISPO DE LEIRIA-FÁTIMA

Tendré que hablar algo del secreto, y responder al primer punto interrogativo.

¿Qué es el secreto?

Me parece que lo puedo decir, pues ya tengo licencia del Cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello varias veces y en varias cartas; juzgo que V. Excia. Rvma. conserva una de ellas, del R. P. José Bernardo Gonçalves, aquella en que me manda escribir al Santo Padre.

Uno de los puntos que me indica es la revelación del secreto. Sí, ya dije algo; pero, para no alargar más ese escrito que debía ser breve, me limité a lo indispensable, dejando a Dios la oportunidad de un momento más favorable.

Pues bien; ya expuse en el segundo escrito, la duda que, desde el 13 de junio al 13 de julio, me atormentó; y cómo en esta aparición todo se desvaneció.

Ahora bien, el secreto consta de tres partes distintas, de las cuales voy a revelar dos.


LA PRIMERA PARTE fue, pues, la visión del infierno.

Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor.

Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición).

De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.

Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:

– Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz.


SEGUNDA PARTE

La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor.

Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.

Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.


SÍNTESIS Y REFLEXIÓN

Primera parte

1- Problema: Pecado que conduce al infierno

2- Remedio: Devoción y obediencia al Inmaculado Corazón de María.

Segunda parte

1-Problema: Pecado que lleva a la guerra, hambre, persecución de la Iglesia y del Santo Padre.

2-Remedio: consagración de Rusia al Inmaculado Corazón y comunión reparadora de los primeros sábados.

Con la Virgen María (consagración a su Corazón Inmaculado) vamos a Jesús (Eucaristía).

El Santo Padre ha realizado varias consagraciones en comunión con los obispos: El 25 de Marzo de 1984. (Fiesta de la Anunciación) en la Plaza de San Pedro .

El Santo Padre, en unión espiritual con los obispos del mundo, quienes habían sido convocados, confió a todos los hombres y mujeres y todos los pueblos al Inmaculado Corazón de María. El Papa repitió la consagración en 1987 y en el año 2000.

Existe una controversia referente a si estas consagraciones satisfacen la petición de la Virgen hecha en el secreto de Fátima. Nos parece que debemos confiar en el Santo Padre que ha sido escogido por la Virgen y que nos sobrepasa en santidad y sabiduría.

3-Consecuencia de responder a la Virgen: Rusia se convertirá y habrá paz

4-Consecuencias de no responder: Rusia esparcirá sus errores por el mundo (comunismo y ateismo) promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Martirio.

5-Seguridad de victoria final:«Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará» El Papa consagrará a Rusia que se convertirá y habrá paz.


TERCERA PARTE DEL SECRETO DE FATIMA

Revelado el 13 de julio de 1917 a los tres pastorcitos en Cova de Iria, Fátima, transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944. La tercera parte del Secreto de Fátima se mantuvo en secreto hasta el año jubilar del 2000. Su promulgación fue anticipada el 13 de mayo del 2000 al final da la Santa Misa en Fátima, cuando el Papa Juan Pablo II beatificó los niños videntes Francisco y Jacinta. Finalmente fue dado a conocer por la Santa Sede el 26 de Junio del 2000 junto con varios comentarios.

«Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.»

«Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’ a un Obispo vestido de Blanco ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’.

También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.

Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios».

Algunos dicen que, aunque el texto de arriba, promulgado por la Santa Sede en el año 2000, aunque verdadero, no es completo. Se fundamentan en varias publicaciones y supuestas declaraciones del Papa a la conferencia episcopal alemana en 1981. Aunque fuese cierto, nos parece que si el Papa, siendo el vicario de Cristo, estima que no deben darse a conocer, sería imprudente indagar sobre ello. Atendamos a lo que se nos ha dado y respondamos de todo corazón.


COMENTARIO TEOLÓGICO DEL CARDENAL RATZINGER A LA TERCERA PARTE DEL SECRETO

El Cardenal Ratzinger humildemente reconoce al principio del texto que su comentario es «intento de interpretación». No es por tanto a una interpretación definitiva de la iglesia.

Pero si se le debe una respetuosa consideración ya que el Papa ha querido que este comentario acompañe a la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima.


RESUMEN

«La palabra clave de este ‘secreto’ es el triple grito: ‘¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!’. Comprender los signos de los tiempos significa comprender la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe.

«El ángel con la espada de fuego a la derecha de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego».

La visión muestra después la fuerza que se opone al poder de destrucción: el esplendor de la Madre de Dios.

El Papa parece que precede a los otros, temblando y sufriendo por todos los horrores que lo rodean… su camino pasa en medio de los cuerpos de los muertos. El camino de la Iglesia se describe así como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. … en el via crucis de este siglo, la figura del Papa tiene un papel especial.

«Fue una mano materna la que guió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte’ (Juan Pablo habla el 13 de mayo de 1994)… muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones».

Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios…ningún sufrimiento es vano y, precisamente una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en señal orientadora para la búsqueda de Dios por parte del hombre…del sufrimiento de los testigos deriva una fuerza de purificación y de renovación, porque es actualización del sufrimiento mismo de Cristo y transmite en el presente su eficacia salvífica».

Los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del ‘secreto’ de Fátima parecen pertenecer ya al pasado…

Lo que queda de válido…: la exhortación a la oración como camino para la ‘salvación de las almas’ y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión». “Mi Corazón Inmaculado triunfará”.

¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma.


COMENTARIOS DEL CARDENAL RATZINGER 15 AÑOS ANTES DE LA PUBLICACIÓN DEL SECRETO

Entrevista con Vittorio Messori (Publicada bajo el título «Informe Sobre la Fe», 1985, BAC, Madrid. pgs 118-119).

Sus palabras de entonces concuerdan perfectamente con su comentario arriba. Las publicamos porque nos ayudan a profundizar el significado del secreto:

-Messori: «Ha leído usted el llamado «tercer secreto de Fátima» el que sor Lucía, la única superviviente del grupo de videntes, hizo llegar a Juan XXIII, y que el Papa después de haberlo examinado, confió al predecesor de usted, cardenal Ottaviani, ordenándole que lo depositara en los archivos del Santo Oficio?

La respuesta es inmediata, seca: «Si, lo he leído».(Ratzinger)

-Messori: Circulan en el mundo versiones nunca desmentidas que describen el contenido de este «secreto» como inquietante, apocalíptico y anunciador de terribles sufrimientos. El mismo Juan Pablo II, en su visita pastoral a Alemania, pareció confirmar (si bien con prudentes rodeos, hablando privadamente con un grupo de invitados cualificados) el contenido, no precisamente alentador, de este escrito. Antes que él, Pablo VI, en su peregrinación a Fátima, parece haber aludido también a los temas apocalípticos del «secreto».

¿Por qué no se ha decidido nunca a publicarlo, aunque no fuera más que para evitar suposiciones aventuradas?.

-Ratzinger: «Si hasta ahora (1985) no se ha tomado esta decisión no es porque los papas quieran esconder algo terrible».

-Messori: Entonces, insisto, ¿hay «algo terrible» en el manuscrito de sor Lucía?

-Ratzinger: Aunque así fuera -replica, escogiendo las palabras-, esto no haría mas que confirmar la parte ya conocida del mensaje de Fátima.
Desde aquel lugar se lanzó al mundo una severa advertencia, que va en contra de la facilonería imperante; una llamada a la seriedad de la vida, de la historia, ante los peligros que se ciernen sobre la humanidad.

Es lo mismo que Jesús recuerda con harta frecuencia; no tuvo reparo en decir: «Si no os convertís, todos pereceréis» (Lc 13,3). La conversión -y Fátima nos lo recuerda sin ambages- es una exigencia constante de la vida cristiana. Deberíamos saberlo por la Escritura entera».

-Messori: ¿Quiere esto decir que no habrá publicación, al menos por ahora?

-Ratzinger: «El Santo Padre juzga que no añadiría nada a lo que un cristiano debe saber por la Revelación y, también, por las apariciones marianas aprobadas por la Iglesia, que no hacen sino confirmar la necesidad urgente de penitencia, de conversión, de perdón, de ayuno. Publicar el «tercer secreto» significaría también exponerse a los peligros de una utilización sensacionalista de su contenido».

Ratzinger enfatiza lo que podemos aprender del mensaje de Fátima:

-Un llamado radical a la conversión y a la penitencia.
-la gravedad absoluta del momento histórico
-los peligros que se presentan en la vida de la fe y del mundo
-la importancia y actualidad de los últimos tiempos.


CRONOLOGÍA RESUMIDA DEL SECRETO DE FÁTIMA

-1917: La Virgen Santísima revela un secreto a tres pastorcitos.

-1943: Lucía padece una enfermedad muy grave. El Obispo de Leiria, Mos. José Alves de Silva le insta a que escriba el secreto.

-1944: En Enero, la Virgen se manifiesta a Lucía y le confirma que escriba el secreto. Lucía lo escribe y lo mete en un sobre sellado. Hace entrega del texto a la jerarquía de la Iglesia en junio de 1944 y pide que el tercer secreto sea abierto y leído al mundo, al morir ella, o a mas tardar en el año 1960, lo que ocurriese primero.

-1946: el teólogo Barthas pregunta a Lucía por qué se habría de esperar hasta 1960 para revelar el secreto. Ella responde:»porque en ese momento será mas claro el contenido del secreto».

-1957: llega a Roma pedido por el Santo Oficio (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe), se coloca en un pequeño cofre en la oficina del Papa Pío XII. -1958: muere el Papa Pío XII y el sobre estaba sin abrir.

-1959: el Papa Juan XXIII leyó el secreto en agosto, pero debido a las dificultades que surgieron por expresiones del idioma, se requirió la presencia del traductor portugués Mons. Paulo José Tavares. Mas tarde el Papa hizo que lo leyera el Cardenal Ottaviani, el Prefecto entonces, de la S.C. para la Doctrina de la Fe. No se divulgó.

-1960: se supo en comunicado que el tercer secreto no debía ser publicado.

-1967: Cardenal Ottaviani en nombre del Papa Pablo VI hizo una larga declaración explicando el porque no se había revelado.

-El Papa J.P.II y el Card. Joseph Ratzinger, PSCDF, conocían el contenido del secreto.A este respecto, JPII, en 1980, contestó a las preguntas de periodistas acerca de porque no se había revelado el secreto:

«Dada la gravedad del contenido, para no provocar a la potencia mundial del comunismo a tomar ciertas determinaciones, mis predecesores en el oficio de Pedro, han preferido aplazar su publicación…muchos quieren saber solo por curiosidad y por gusto sensacionalista, pero olvidan que el saber conlleva una responsabilidad….Aquí esta el remedio contra este mal: REZAD y confiad todo lo demás a la Madre de Dios».

-2000, 13 de Mayo: Fátima, al final de la beatificación de los videntes en Fátima, el Cardenal Sodano en nombre del Santo Padre reveló parte del secreto relacionado con su pontificado y afirmó, con la aprobación de Sor Lucía, allí presente, que Juan Pablo II es el Papa a que hace referencia el secreto.

Anunció además que todo el secreto será revelado junto con un comentario. Esto ocurre el 26 de junio del 2000.


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El tercer secreto de Fátima no es sobre el fin del mundo

tercer secreto de maria en fatima

El Secreto de Fátima


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Apariciones y Visiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

Cronología de Fátima: 3º secreto y consagración de Rusia

Esta es una cronología de Fátima que pone énfasis en lo que sucedió luego de 1917, o sea de las apariciones centrales.

Fundamentalmente trata sobre el 3º secreto y la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Cita hechos y personajes de la Iglesia y fuera de ella relacionados.

TODO SOBRE FÁTIMA

Virgen de Fátima, Portugal ( 13 de mayo)
Los Videntes de Fátima
Aparición y mensajes del Ángel, en Fátima
Las seis apariciones de Nuestra Señora de Fátima en 1917
Ultima aparición de la Virgen de Fátima, la danza del sol, Portugal ( 13 de octubre)
El secreto de Fátima
Cronología de Fátima: 3º secreto y consagración de Rusia
El cuarto secreto de Fátima, o segunda parte del tercer secreto
El pedido de la Virgen respecto a Rusia
Aparición de Rianjo a la hermana Lucía de Fátima ( agosto 1931)
Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María
Una visión del mundo con base en Fátima
Devociones a Fátima

13 de mayo 1917 – En plena primera Guerra Mundial, Nuestra Señora se aparece a tres pastorcitos en la «Cueva de Iria», en Fátima. Las apariciones duraron del 13 de mayo 1917 hasta el 13 de octubre de 1917. Todos los meses el día 13.

13 de julio 1917 – Les confió a los pastorcitos un Secreto, dividido en tres partes. Las dos primeras fueron dadas a conocer en 1941. La tercera parte, el «Tercer Secreto» de Fátima, debía ser revelada a más tardar en 1960.

Nuestra Señora prometió:
«Si atendieran mi pedido, muchas almas se salvarán y habrá paz.»

Advirtiendo del peligro y riesgos, si su mensaje es ignorado:
«Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.»

13 de junio 1929 – Nuestra Señora se aparece a Sor Lucía en Tuy, y le dice:
«Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia.» Prometiendo la Paz para el mundo, y salvarla por medio de esta Consagración.

 

NO SE CUMPLE EL PEDIDO DEL CIELO

Agosto 1931 en Rianjo – Nuestro Señor dijo a Sor Lucía, sobre la Consagración:
«Dile a mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de Francia en la dilación de cumplir mi pedido, también lo han de seguir en la aflicción.»

(Desatendido el pedido de Consagrar a Francia, la revolución arrasó -justo cien años más tarde- la monarquía, causando un inmenso dolor al pais.)

Mayo 1936 – Nuestro Señor le dijo a Sor Lucía: «La conversión de Rusia acontecerá solo cuando aquella nación sea consagrada solemne y públicamente al Corazón Inmaculado, por el Papa junto con todos los obispos.»

En otra ocasión la Stma.Virgen le dijo:
«Rusia será el instrumento del castigo mundial, si antes no se hubiera conseguido su conversión por medio de la Consagración.»

8 de diciembre 1942 – Su Santidad Pío XII, actuando sólo, sin los obispos, consagra al mundo al Corazón Inmaculado de María, pero no a Rusia.

Semanas después los Aliados empiezan a ganar la mayoría de sus batallas. En la primavera de 1943 Nuestro Señor dijo a Sor Lucía que la paz mundial no resultará de esta Consagración, pero la guerra sería abreviada.

 

SOR LUCIA ESCRIBE EL SECRETO

Septiembre 1943 – El Obispo de Fátima sugiere a Sor Lucía que escriba la tercera parte del Secreto de Fátima, el «Tercer Secreto», y lo ponga en un sobre lacrado.

2 de enero 1944 – Nuestra Señora pidió a la hermana Lucía que escriba el Secreto, y que éste fuese revelado al mundo a más tardar en 1960.

Cuando le preguntaron a Sor Lucía que… ¿por qué en 1960? Ella declaró: «Porque la Santísima Virgen lo quiere así, y será más claro entonces.»

17 de junio 1944 – Sor Lucía no permite a nadie, con excepción de un obispo, llevarse la carta del «Tercer Secreto». Un obispo hace una visita, y Sor Lucía le entrega el texto. Éste lo entregó a Monseñor José da Silva, Obispo de Fátima.

15 de julio 1946 – Sor Lucía aclara al Prof. William T. Walsh, que Nuestra Señora no pidió la consagración del mundo, sino solo y especificamente a Rusia:
«Si se hace ésto Nuestra Señora promete convertir a Rusia y habrá paz.»

 

PIO XII CONSAGRA AL MUNDO

7 de julio 1952 – S.S. Pio XII consagra a Rusia específicamente, pero no en unión con todos los obispos del mundo, porque el Papa no les pidió participar. (Pio XII, no sabía en esos momentos que era necesario este requisito.)

2 de septiembre 1952 – El Padre Schweigl -enviado del Papa Pío XII-, visita a Sor Lucía en Coimbra. Le preguntó acerca del Secreto y sus consecuencias.

A su regreso a Roma P. Schweigl confió a un amigo:
«Solo puedo decir que el «Tercer Secreto» tiene dos partes: Una concierne al Papa, la otra tendría ser lógicamente la continuación de las palabras:
«En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fé».»

17 de mayo 1955 – El Cardenal Ottaviani, Presidente de la Congregación para la doctrina de la Fé, es enviado por Pío XII a Coimbra para hablar con Sor Lucía acerca del «Tercer Secreto». Y se dió orden de transferir el texto al Vaticano.

 

LAS DECLARACIONES DE SOR LUCIA

26 de diciembre 1957 – P. Agustin Fuentes, vice postulador en la causa de beatificación de Francisco y Jacinta, entrevista a Sor Lucía. Ella le cuenta de los avisos y advertencias de Nuestra Señora: Pérdida de la Fé, relajamiento del Clero, catástrofes naturales, guerras: varias naciones serán destruidas.

(Ver «Declaraciones»; publicadas con licencia eclesiástica en la revista «Fátima Findlings», -Junio 1959-, y en el «Messaggero dell Cuore di Maria», Septiembre de 1961-, entre otras. Y reconocidas por S.S. Pio XII.)

8 de febrero 1960 – A pesar del pedido de Nuestra Señora de publicar el Secreto a más tardar en 1960, fuentes del Vaticano anuncian anónimamente, por medio de la agencia A.N.I., que el Tercer Secreto de Fátima no será revelado.

(A Sor Lucía le prohibieron oficialmente hablar del Secreto; y no puedía recibir visitantes con la excepción de familiares y conocidos más próximos.)

 

ESPERANZA CONTRA EL TERRORISMO Y LA GUERRA

Dios obró en Fátima el Milagro del Sol (13 de Octubre 1917), como prueba palpable y fehaciente de que mensaje de Fátima es cierto. S.S. Benedicto XV, tres años después de comenzar la primera guerra mundial, suplicó a la Santísima Virgen en una oración pública, el 5 de mayo 1917, mostrarles el camino de la la paz.

La Santísima Virgen respondió dando un mensaje en Fátima «dirigido a cada ser humano», como dijo el Papa Juan Pablo II. Nuestra Señora prometió:
«Si atendieran mi pedido, muchas almas se salvarán y habrá paz.»

Advirtiendo también del riesgo y peligro, si su mensaje es ignorado:
«Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.»

Octubre 1962 – Poco antes del Concilio Vaticano II, la diplomacía vaticana hace un acuerdo con Moscú, según el cual el Concilio no condenaría la Rusia Soviética, ni el comunismo en general. (Este acuerdo dió principio a la llamada Ostpolitik.)

21 de noviembre 1964 – El Papa Pablo VI, al final de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, consagra el mundo otra vez. Y, de acuerdo con la Ostpolitik, no hay mención de Rusia, para no ofender a los comunistas. (El 8 de diciembre de 1965 finalizó el Concilio Vaticano Segundo.)

 

PADRE JOAQUIN ALONSO, HISTORIADOR DE FATIMA

1966 – El Obispo de Fátima Monseñor João Venancio encargó al Padre Joaquín Alonso, sacerdote claretiano muy erudito, relatar una historia crítica y completa de las REVELACIONES de Fátima, para defenderlo de los ataques y escepticismos modernistas. Casi diez años después el Padre Alonso terminaría su obra «Textos y estudios críticos de Fátima.» La obra contiene 5.396 documentos.

15 de noviembre 1966 – Revisiones en el Código Canónico permiten a cualquier persona publicar textos religiosos, o sobre apariciones marianas sin necesidad de un «imprimatur», una «licencia eclesiástica.» Pero a Sor Lucía le está todavía prohibido hablar sobre el Secreto, a pesar de que Nuestra Señora dijo que fuese revelado al mundo, a más tardar en 1960.

1967 – Son publicadas las Memorias de Sor Lucía; en ellas revela el pedido de Nuestra Señora: la Consagración de Rusia.

11 de febrero 1967 – Cercano el 50 aniversario, el Cardenal Alfredo Ottaviani, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fé, quien había leído el texto del «Secreto», en una conferencia de prensa, dijo sobre el Tercer Secreto:
Oración y penitencia pidió Maria, como medios capaces de apartar terribles castigos, que como en el Apocalipsis de San Juan amenazan a un mundo del que se pudiera decir, como dijo el Profeta:
«Ha sido profanada la Tierra por sus moradores.»

(Esta declaración fué Publicado en muchos libros y periódicos, en su día, nunca fué desmentido por el Vaticano; muy contrario: admitido en silencio.)

Y en una conferencia de 1967 (quizá la misma), dijo:
«He tenido la gracia y el don de leer el texto del tercer secreto […]. Puedo decirles solamente esto: que vendrán tiempos difíciles para la Iglesia y que hacen falta muchas oraciones para que la apostasía no sea demasiado grande».Y fué el mismo Cardenal Alfredo Ottaviani quien autorizó, al director de la revista religiosa «SANTA RITA», la publicación del Tercer Secreto de Fátima, versión diplomática, el cual, entre otras cosas, dice:
«En ningún lugar del mundo hay orden, y satanás reina sobre los más altos puestos, determinando la marcha de las cosas. Él, efectivamente, logrará introducirse hasta la cumbre de la Iglesia.»

 
CONCLUSIONES DEL PADRE ALONSO

1975 – Habiendo hablado con Sor Lucía y estudiado los archivos de Fátima, el Padre Alonso declara públicamente que las «Declaraciones de Sor Lucía», hechas al Padre Agustín Fuentes, son auténticas y verídicas. La obra del Padre Alonso sobre Fátima está lista para la publicación, pero el nuevo Obispo Monseñor Alberto Cosme do Amaral impidió que fuese imprimida.

16 de octubre 1978 – Juan Pablo II es elegido Papa. Leyó el Tercer Secreto a los pocos días de su elección, según una declaración que hizo Joaquín Navarro-Valls, portavoz oficial del Vaticano, en Mayo del año 2000. (Según cita después Monseñor Bertone, el Papa lo leyó el 18 de julio de 1981.)

13 de mayo 1981 – Atentado a Juan Pablo II, en el mismo instante en que se agachaba para mirar un retrato de Nuestra Señora.

7 de junio 1981 – El Papa, recuperándose de sus heridas, consagra al mundo al Corazón Inmaculado, pero no consagró a Rusia.

12 de diciembre 1981 – Muere el Padre Joaquín Alonso. Antes publicó algunos artículos y libritos sobre Fátima y el Secreto. En él se habla de luchas internas en el seno de la Iglesia. «Graves negligencias y deficiencias pastorales de la alta jerarquía de la Iglesia.» Y también:
«En el período que preceda al triunfo del Corazón Inmaculado sucederán cosas terribles, se dice en el Tercer Secreto.»

El testimonio del P. Alonso es importante pues tuvo acceso a los documentos originales, habló con Sor Lucía, y ésta nunca corrigió sus conclusiones.

Pero… ¿Cuáles son estas «cosas terribles»? Posiblemente se haga referencias concretas a la crisis de fé que está padeciendo la Iglesia, y al descuido de los mismos Pastores, señalado por Sor Lucia al P. Fuentes.

 

SOR LUCIA EXPLICA LOS REQUISITOS

21 de marzo 1982 – Sor Lucía explica los requisitos para una Consagración válida al nuncio papal, un obispo y el Dr. Lacerda. El nuncio, a instancias del obispo, no transmitió al Papa la condición de Nuestra Señora: «Todos los obispos del mundo deben participar junto con el Papa.»

12 de mayo 1982 – L’ Osservatore Romano, órgano vaticano, publica un artículo de una carta de Sor Lucía autentificada con fotocopia, al Padre Umberto María Pasquale, sacerdote salesiano muy conocido:

«El 5 de agosto de 1978 tuve una larga entrevista con Sor Lucía, en Coimbra. (…) Le dije: » Hermana, … ¿Le ha dicho Nuestra Señora alguna vez algo sobre la Consagración del mundo?»

Respuesta de Sor Lucía: «¡No, Padre Umberto, nunca! En 1917, Nuestra Señora prometió: Vendré a pedir la Consagración de Rusia, para impedir el esparcimiento de sus errores por el mundo. … En 1929, en Tuy, Nuestra Señora volvió para decirme que había llegado el momento para pedir al Santo Padre que hiciera la consagración de aquel país.»

El Padre Umberto, deseando tener una declaración escrita le dirigió este pedido:
«Le ha dicho Nuestra Señora alguna vez algo sobre la consagración del mundo a su Corazón Inmaculado?»

Y recibió una respuesta escrita de Sor Lucía:
«Reverendo Padre Umberto, respondiendo a su pregunta le aclaro: Nuestra Señora, en Fátima, en su pedido, solo se refirió a la Consagración de Rusia.» -Coimbra 13-IV-1980 (firmada: Sor Lucía.)

 

SE INTENTA CONSAGRAR A RUSIA

12 de mayo 1982 – Sor Lucía escribe una carta al Papa. Decía: «Y si aún no hemos visto el cumplimiento completo de esta parte final de la profecía, estamos caminando hacia ella poco a poco, con grandes pasos.»

¿Por qué le diría Sor Lucía en 1982 que «la profecía del Tercer Secreto aún no la hemos visto cumpli», si ya se hubiese cumplido con el fracasado atentado a su vida, el 13-5-1981?, (como dijo el Vaticano en Junio del año 2000.)

13 de mayo 1982 – S.S. Juan Pablo II, en Fátima, consagra el mundo, al Corazón Inmaculado de Maria. (Pero no se consagró Rusia.)

 

NO HABÍA SIDO POSIBLE

19 de mayo 1982 – Juan Pablo II explicó en L’ Osservatore Romano, publicación oficial vaticana, por qué no consagró específicamente a Rusia. Dijo que había tratado de hacer todo lo posible, dadas las circunstancias. (No hubo participación de todos los Obispos.)

1982-83 – En comentarios privados, (oficialmente está obligada al silencio), Sor Lucía dice que la Consagración, como la había pedido Nuestra Señora, no ha sido realizada. Cuando se le pidió decirlo públicamente, dijo que para ello, ella necesita un permiso oficial del Vaticano.

19 de marzo 1983 – A instancias del Santo Padre Sor Lucía se reune con el Nuncio papal, Arzobispo Portalupi, el Dr. Lacerda, y el Padre Messias Coelho. Sor Lucía les confirmó que la Consagración de Rusia NO fué aún realizada porque Rusia no se nombró claramente como el objeto de esa Consagración, y no participaron todos los obispos del mundo.

No pudo decirlo públicamente antes porque no tenía el permiso.

 

FUÉ CONSAGRADO EL MUNDO, PERO NO RUSIA

8 de diciembre 1983 – Juan Pablo II escribió a todos los obispos del mundo, pidiéndoles unirse a él el 25 de marzo 1984, para consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María. Incluyó el texto preparado de la Consagración.

25 de marzo 1984 – El Santo Padre consagra el mundo al Corazón Inmaculado. Poco después Su Santidad rezó estas palabras:
«iluminad especialmente a las gentes de las cuales Vos Misma estáis esperando nuestra Consagración y entrega.»

El Papa sabía que el Acto de ese día, no cumplía con el pedido de Nuestra Señora, la cual «aún espera la Consagración de algunos pueblos.» (Rusia.)

26 de marzo 1984 – L’Osservatore Romano, citó las palabras del Papa, exactamente como J. P. II las dijo: «Iluminad especialmente las gentes de las cuales Vos Misma estáis esperando nuestra consagración y entrega.»

27 de marzo 1984 – También fué publicado en L’ Avvenire, órgano oficial de los de los obispos italianos: «El Santo Padre, tres horas después de consagrar el mundo, rezó en San Pedro pidiendo a Nuestra Señora bendecir aquellas gentes, de las cuales Vos Misma estáis esperando…» («L’Osservatore».)

No se consagró Rusia, sino el mundo, pues no participando todos los obispos del mundo, el acto no era válido, de acuerdo al pedido de Nuestra Señora.

El experto de Fátima, Padre Messias Coelho -entre muchos otros-, afirmó públicamente que la Consagración de Rusia no había sido realizada. El Padre Coelho mantendrá esta posición consistentemente hasta el verano de 1989.

(A partir de 1989 cambiaron muchos de opinión.)

 

EL OBISPO DE FATIMA

10 de septiembre 1984 – La revista «Mensagem de Fátima» publica en Febrero de 1985, unas declaraciones de Monseñor Alberto Cosme do Amaral, Obispo de Fátima, en la Universidad Técnica de Viena, Austria:
«El contenido del (Tercer) Secreto, trata de nuestra Fé. La pérdida de la fé de un continente es peor que la aniquilación de una nación. Y es verdad que la fe está continuamente disminuyendo en Europa.»

El Cardenal Mario Luigi Ciappi -fallecido en 1997-, comunicó al Catedrático Baumgartner, en Salzburg, que Pio XII, del que era amigo personal, le dijo:
«En el Tercer Secreto se dice, entre otras cosas, que la pérdida de la Fe en la Iglesia -Apostasía-, saldrá de la cúspide de la Iglesia.»

(Carta manuscrita del 5.2.1998, del experto del apocalipsis Dr. Wolf Groessler a www.etika.com ambos amigos del Prof. Baumgartner.)

 

JUAN PABLO II

JPII es un profundo devoto de la Virgen. Su lema «Totus Tuus» lo ilustra. Pidió a su secretario personal, Monseñor Stanislaw Dziwisz, escribir a D. Albrecht Weber, autor de un libro en alemán sobre Garabandal; y le dijo:
«Que Dios te recompense por todo. Especialmente por el profundo amor con que estás dando a conocer los hechos de Garabandal. Que el Mensaje de la Madre… sea acogido en los corazones antes de que sea demasiado tarde. Como expresión de gozo y gratitud el Santo Padre te da su Bendición Apostólica.»

El Papa añadió un saludo personal con su letra y firma.

Sobre el Tercer Secreto de Fátima S. S. Juan Pablo II dijo:
Pregunta: «¿Qué hay del Tercer Secreto de Fátima?, ya debía haber sido publicado en 1960.»

Respuesta del Santo Padre:
«Debido a su impactante contenido, y para evitar que el poderío mundial del comunismo se interfiriera en los asuntos de la Iglesia, mis predecesores proporcionaron información confidencial, de manera diplomática. Además, debe bastar a cada cristiano saber lo siguiente: «cuando ustedes leen que los océanos inundarán continentes, que millones de personas morirán repentinamente en pocos minutos…»; y si esto es conocido, en realidad no es necesario pedir la publicación de este secreto.» C.f. Juan Pablo II

Publicado, entre otros, en «Chiesa Viva» N° 112 Brescia, Italia; «Sol de Fatima» N° 82, Santander, España; «Vox Fidei» Nº 10 de 1981, «Stimme des Glaubens», Alemania, de donde sacamos ese fragmento.

Para comprender las palabras de Juan Pablo II, debemos remontarnos a al verano de 1963, al papado de Juan XXIII y Pablo VI.

 

JUAN XXIII – PABLO VI

En 1963 la humanidad se encontraba seriamente enfrentada: la Nato y el Telón de Acero medían sus fuerzas. Se temía un holocausto atómico. o solamente por la crisis de Cuba, sino sobr todo con «Muro de la vergüenza», que no solamente dividía Berlín, sino el mundo entero.

Este temor era compartido por la Santa Sede, la cual hizo enviar un extracto de los mensajes de Fátima a los representantes de las principales potencias mundiales: U.S.A, Rusia, Inglaterra etc. para prevenirlas, tratando de evitar el holocausto atómico, precisamente profetizado en ese Secreto.

Ese texto corrió por los ambientes diplomáticos en el verano de 1963. Por eso dijo JP II : «Mis predecesores proporcionaron información confidencial, de manera diplomática»; y por eso se le conoce como Versión Diplomática

En él se anuncia la gran guerra, también profetizada en otros lugares, – c.f. 13.5.1997, y la Segunda Venida de Jesús, la parusía.

No confundamos esta expresión con la del «fin del mundo». No hay ningún «fin del mundo», sino cambios geofísicos y geodésicos, ya anunciados en numerosas apariciones marianas, y en las sagradas escrituras.

 

BENEDICTO XVI

11 de noviembre 1984 – Se publica en la revista «JESUS», de las Hnas. Paulinas, una entrevista del Cardenal Ratzinger -Benedicto XVI-.

Pregunta: «Una de las cuatro divisiones de la Congregación para la Doctrina de la Fé trata de las apariciones marianas, Cardenal Ratzinger, ¿ha leído Ud. lo que es llamado el «Tercer Secreto?» …

Respuesta: «Sí, lo he leído.»

Pregunta: «¿Por qué no ha sido revelado?»

El Cardenal respondió:
«Porque, según el juicio de los Papas (anteriores), no añade nada, a lo que un cristiano debe saber referente a lo que se deriva de la Revelación: los peligros que amenazan la fe y la vida del cristiano, y por tanto del mundo. Y la importancia de los «Novissimi» (los Ultimos Tiempos). … El contenido del «Tercer Secreto» corresponden a lo que ya ha sido anunciado en la Sagrada Escritura, lo que se ha dicho muchas veces en otras apariciones marianas, en primer lugar la de Fátima. Lo que ya se conoce de su mensaje.» Cfr. «Declaraciones del Cardenal Ratzinger»

Junio 1985 – Esta entrevista se publicó en el libro «The Ratzinger Report»; con más de 1.000.000 de copias inglés, Francés, alemán e italiano. Las referencias al Tercer Secreto fueron eliminadas.

Aún así, en el libro se admite que «la crisis de la Fé, señalada por el Padre Alonso en su estudio sobre fátima, fué profetizada en el Tercer Secreto, ya está sobre nosotros. Abarca al mundo entero.»

 

SOR LUCIA Y OTROS TESTIGOS

Septiembre 1985 – En una entrevista a la revista «Sol de Fátima» Sor Lucía afirma que la Consagración todavía NO ha sido realizada porque Rusia, el 25 de Marzo 1984, no fue el objeto claro de consagración, sino el mundo.

20 de julio 1987 – Entrevistada rápidamente mientras iba a votar, Sor Lucía confirmó al periodista Enrico Romero que «la Consagración de Rusia al Inmculado Corazón de Maria, todavía no ha sido realizada.» (Pues no fué nombrada Rusia explícitamente, sino el mundo.)

1985 – El Cardenal Gagnon, en entrevista con el Padre Caillon, reconoce que la Consagración de Rusia todavía no se ha realizado.

1986 – María do Fetal, prima de Sor Lucía, dijo públicamente que ésta le había dicho, que la Consagración de Rusia todavía no ha sido hecha. (Rusia no fué nombrada.) María do Fetal mantendrá esta postura hasta julio de 1989, tiempo en el que cambió.

25 de octubre 1987 – En una audiencia con una docena de líderes católicos el Cardenal Mayer reconoció públicamente que la Consagración de Rusia, no fué realizada, según el pedido específico de Nuestra Señora. (Pues no se nombró a Rusia, y no hubo participaron de todos los obispos.)

26 de noviembre 1987 – En una reunión privada, el Cardenal Stickler confirma que la Consagración no se realizó porque al Papa le falta el apoyo de los obispos: «ellos no le obedecen», dijo. (No participaron todos.)

1988 – El Cardenal Gagnon ataca al sacerdote que publicó su declaración de 1985: «la Consagración todavía no ha sido hecha.» El Cardenal no niega la veracidad del relato y del encuentro, pero… «no era destinado para la publicación».

 

CONFUSIONES Y PROCESO DE TRANSMUTACION

Julio 1989 – En presencia de tres testigos en el Hotel «Solar da Marta» en Fátima, el Padre Messias Coelho, experto de Fátima, revela que Sor Lucía acaba de recibir una instrucción anónima de personas no identificadas de la burocracia vaticana, según la cual ella y sus compañeras de convento, tienen que decir que la Consagración de Rusia fué realizada válidamente en la ceremonia del 25 de marzo de 1984. Aquí comenzó el proceso de transmutar la «Consagración de Rusia», a la «Consagración del mundo.»

Julio 1989 – El Nuncio Papal en Portugal es reemplazado. De acuerdo con la instrucción anónima de la burocracia vaticana, poco tiempo después María do Fetal, prima de Sor Lucia, súbitamente contradice todas sus declaraciones anteriores. Dice que la Consagración fué válida.

Sor Lucia permanece en su obligado silencio, no le es permitido hacer declaraciones públicas, necesita un permiso del Vaticano.

Agosto / noviembre 1989Aparecen notas y cartas escritas con PC, y a máquina, supuestamente firmadas por Sor Lucía, diciendo: «la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón ya ha sido realizada.» Lo cierto es que hasta ahora, Sor Lucía nunca escribió a máquina, siempre a mano. Tampoco se expresó nunca públicamente al respecto de esas cartas.

11 de octubre 1990La hermana de sangre de Sor Lucía, Carolina, dijo a un sacerdote en Fátima: «No puede uno fiarse de ‘cartas de Sor Lucía’ escritas a máquina, porque ella ni siquiera sabe escribir a máquina.»

22 de octubre 1990 – Un prestigioso experto forense, indica en un peritaje, que la presunta firma de Sor Lucía, en una de esas cartas escrita en P.C., es una falsificación. No obstante, extractos de esa carta fueron publicados por una revista católica italiana en marzo de 1990, y se difunden como «prueba» de que la Consagración de Rusia ya fué realizada.

 

VERSION OFICIAL VATICANA, JUNIO 2000

El 26 de junio del año 2.000 el Vaticano publica un texto del Secreto:
«Una visión en la cual un «obispo de blanco», es matado por una banda de soldados, que le disparan mientras estáarrodillado en un monte al pie de una gran Cruz,después de haber atravesado una ciudad en ruinas llena de cadáveres.»

Esta visión no podría referirse al atentado que sufrió Juan Pablo II, (como algunos afirman ligeramente), pues allí «no murió el obispo de blanco»; ni una banda de soldados disparó, ni pasó por una ciudad en ruinas.

También podemos leer en esta versión de Junio del 2.000:
«El triunfo del Corazón Inmaculado es el amor venciendo las bombas.»

«La devoción al Corazón Inmaculado significa que cada persona haga la voluntad de Dios, adquiriendo así su propio corazón inmaculado.» (¿!)

 

NO ACLARA LO YA SABIDO

No se hace referencia a las palabras que años antes ya habían sido dadas a conocer por el Vaticano, como inherentes del verdadero Tercer Secreto:
«En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe.»

Palabras que Sor Lucía las incluye en sus memorias, como parte integrante del Secreto, admitidas oficialmente por el Vaticano ya años antes.

Tampoco vemos los elementos del verdadero Secreto, ya citados por el Cardenal Ratzinger, Benedicto XVI, a la revista «Jesus», en Octubre de 1984:

– Peligros que amenazan a la Fé.
– Importancia de los novissimi, (los Ultimos Tiempos.)
– Profecías expresadas en las Sagradas escrituras.
– Profecías ya anunciadas en otras apariciones marianas… etc.

Tampoco se hace referencia a las declaraciones anteriores de Juan Pablo II, del Cardenal Ottaviani, y de la misma Sor Lucía, la principal testigo.

 

EL PAPA NO HIZO DECLARACIÓN ALGUNA

Algunos sacerdotes afirman que el Secreto lo publicó Juan Pablo II, en Junio del año 2.000. Eso no es cierto. Es un abuso de autoridad. Recordemos que Juan Pablo II no jugó ningún papel en la presentación del Secreto, en Junio del año 2.000. Ni Sor Lucía de Jesús tampoco.

Y esto es algo extremamente importante y y dilucidador, pues era al Papa y a la vidente de Fátima, Sor Lucia, a quien les correspondía decir y aclarar sobre el contenido del tan enigmático como esperado Tercer Secreto.

¿Porqué no hicieron ninguna declaración?

– A Sor Lucia le estaba prohibido hablar públicamente. Lo dijo ella.

– Y el Papa tiene sus consejeros, y si éstos dicen, «por el bien de la Iglesia y de la humanidad debe ser así…», pues sea. Juan Pablo II no se pronunció, porque en conciencia no podría avalar el texto presentado. Cf. Declaraciones de Juan Pablo II.

Juan Pablo II tampoco admitió nunca públicamente que la Consagración de Rsuia ya ha sido realizada válidamente, como algunos afirman sin razón.

Todo lo contrario: Juan Pablo II, después de la consagración del mundo, el 25 de Marzo de 1984, reconoció que Rusia aún no fué consagrada válidamente, según lo pedido en Fátima. Cf. las palabras del Papa.

 

LA UNICA RESPUESTA POSIBLE

¿Qué había ocurrido? ¿Porqué estos cambios de opinión tan radicales?

La respuesta pudiera dárnosla el llamado Tercer Secreto «versión diplomática 1963», enviado por Juan XXIII a las potencias mundiales, en 1963.

En 1963, el mundo se encontraba al borde de un holocausto atómico, Rusia y América (Occidente y los paises del «Telón de acero»), estaban enfrentados con la crisis de Cuba y la Alemania dividida. La castástrofe nuclear era inminente.

Ante un peligro inminente, claro y real, de holocausto atómico generalizado, el Vaticano envió un texto del Secreto a las potencias mundiales.

Este hecho que fué corroborrado por Juan Pablo II, cuando dijo del Tercer Secreto: «Mis predecesores proporcionaron información confidencial de manera diplomática.» Cf. declaraciones de J P II.

Muerto Juan XXIII, Pablo VI, hizo llegar una copia a Louis Emmrich, periodista alemán afincado en Roma. Posiblemente para que el mundo fuera consciente del peligro inminente, y del esfuerzo hecho por el Vaticano.

Louis Emmrich lo publicó el 15 de Octubre 1963, en la revista alemana «Neues Europa». Ante un conflicto atómico, como la situación amenazaba, hubiera sido en la Alemania dividida, donde el enfrentamiento parecía más cruel.

Avisadas así las potencias mundiales y el pueblo alemán, no se podría responsabilizar a la Iglesia Católica, al Vaticano, de haber permanecido inánime ante un peligro tan inminente de una gran catástrofe generalizada.

Esta hipótesis se corroborra en las «Memorias del Cardenal Cassaroli», el entonces Secretario de Estado vaticano, quien resalta el papel «disuasor» del Papa Roncalli –Juan XXXIII–, en la crisis de Cuba y Alemania.

Fuente  es.geocities.com/aparicionesymensajes2002
 
 

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Arte e Iconografía REFLEXIONES Y DOCTRINA

Los tipos de representación iconográfica de la Virgen María

La representación de la Virgen María tiene una importancia fundamental en la iconografía cristiana.

Surge ya su representación en los primeros tiempos del cristianismo según vemos en el cementerio de Priscila, de mediados del s. III, sentada como matrona con el Niño en su regazo, pero no será hasta el periodo comprendido entre los s. V al X cuando se fijen los tipos iconográficos fundamentales, esencialmente en el arte bizantino.


KYRIOTISSA TAMBIÉN LLAMADA PANAGIA NICOPOIA

Se presenta a María sentada como trono del Niño, que está sentado sobre sus rodillas totalmente de espaldas a ella. Se atribuye, como tantos otros, a un modelo pintado por S. Lucas y pasa a Occidente, donde alcanza especial difusión en el románico, conocida con el nombre de Majestas o Virgen Majestad. que suele ofrecer la variante de llevar una corona, como reina. En relación con este tipo, está otro, también utilizado en Bizancio, en la Edad Media y en el arte actual, que la representa de pie, rígida, con el Niño sostenido por ella ante su pecho, ofreciéndolo.


HODIGITRIA

Este tipo parece tener su origen en un icono también atribuido a S. Lucas, que consta recibió culto en Constantinopla desde el s. V hasta 1453, en que fue destruido. Se ofrece sosteniendo al Niño en su brazo izquierdo, generalmente, señalándole con la derecha que cruza ante el pecho, al mismo tiempo que mira al espectador. Es la Virgen que señala el camino de la salvación y de la vida. Este tipo se difunde en Occidente en la primera etapa del periodo gótico, manteniendo en principio la corona, que pronto desaparece. Hay en ella un cierto aislamiento y solemnidad que la distingue del carácter más humano y sentimental de la Virgen Eleousa, de la que luego hablaremos.

En relación con este tipo se encuentra la variante en el que la Virgen como Madre tiene en su derecha una flor o un fruto, alegoría de la nueva Eva. Este tipo, si de un lado se dulcifica por el movimiento del Niño o la sonrisa de la Madre, e inclusive por la búsqueda de la belleza sentimental, por otro lado, al mantener su hieratismo y solemnidad, se sitúa en la línea evolutiva que parte del tipo kyriotissa, característico del románico.


BLACHERNIOTISSA TAMBIÉN LLAMADA PLATYTERA

Representa a la Virgen de pie, con los brazos levantados, orante, colocándose en su pecho un círculo en el que se representa al Niño. Este tipo fue muy popular en Bizancio, en relación con un icono venerado en el monasterio de Blaquerna, y pasó a Occidente en el periodo gótico avanzado. Sus relaciones con el tipo occidental de la Virgen de la O, de la Esperanza o de la Expectación es evidente.

Este tipo se relaciona asimismo con un determinado modelo llamado de Virgen abridera, o sea, una imagen en cuyo vientre se dispone una portezuela que da acceso a un hueco en el que se sitúa al Niño, tipo de imagen muy escasamente utilizada después del Concilio de Trento.

En relación con este tipo de Virgen orante, está el que podemos calificar como Virgen Apocalíptica, que se inspira en el texto del Apocalipsis de S. Juan, según vemos en los Beatos mozárabes, con variantes en cuanto a la aparición en su seno del Sol o el Niño y que ha de dar origen al tema de la Inmaculada. Las estrellas, la luna a los pies y, sobre todo, el resplandor son símbolos característicos, que vemos también en otros tipos, de él derivados, como el de Guadalupe.


ELEOUSA

Como Madre de Dios y particularmente en su versión de Glikophilousa, o sea, de la amante dulce, alcanza gran desarrollo este tipo iconográfico, en el que se acentúan los rasgos y actitudes maternales. La Virgen tiene al Niño en su brazo izquierdo, al que acerca su rostro, y a veces el Niño juega con su Madre, poniendo su mano en su barbilla o metiéndola por el escote. Otras veces se crea el «coloquio maternal» y la Virgen mira lánguidamente a su Hijo, que juega con un pajarito, alusión a su poder de dar vida, conforme a los textos de los Evangelios apócrifos. Estas últimas interpretaciones del tema se desarrollan fundamentalmente a lo largo del s. XIV. Asimismo surge el tipo llamado Virgen de la Humildad, que representa a la Virgen sentada en el suelo jugando o contemplando al Niño, al que a veces amamanta, modelo que tiene su origen en relatos en torno a la Huida a Egipto y un santuario del Norte de Egipto.


GALAKTOTROPHOUSA

Se incluye generalmente este tipo dentro de las Eleousa, con las que se relaciona. Es la Virgen lactante, que tiene al parecer un origen egipcio. Este modelo pasa a Occidente y conforme se hace especial hincapié en la naturaleza humana de Cristo alcanza mayor difusión, particularmente en el periodo gótico. Con él se relaciona el tipo ya citado de la Virgen de la Humildad lactante, y en función de esta interpretación de dar vida al Niño suele tener un carácter de intercesora o funerario. Como derivación de este concepto, ya a fines del gótico, surge el de la Virgen del Socorro o del Sufragio, en el que la Virgen descubre su pecho y deja caer unas gotas de leche sobre las almas del purgatorio. Paralelamente, se pueden incluir en este grupo las diversas representaciones de la aparición de la Virgen a un santo, como la de S. Bernardo, en la que la Virgen deja caer una gotas de su pecho que van a los labios del santo, en recompensa por los elogios que el santo la dedicó. También variante del tema es el de la Madre desairada, que vemos tanto en el periodo gótico como en el Renacimiento, en el que el Niño rechaza el pecho de la Virgen para buscar la cruz, con la que juega o mira. Todos éstos se restringieron después del Concilio de Trento.


VIRGEN DOLOROSA

Corresponde también al periodo gótico, que es cuando alcanza un mayor desarrollo la iconografía mariana, la proliferación de este tema, que surge como desgajado del de la Virgen en el Calvario. Tiene muchas variantes: la de la Piedad, con el Cristo muerto en su regazo, en su Quinta Angustia; la de la Virgen de los Dolores, al pie de la Cruz, de pie o sentada, con los siete cuchillos clavados en su pecho; como Virgen de las Angustias, muy prodigada en el Renacimiento y en el Barroco; bien, en otros casos, sólo el busto, llorando en silencio, como Dolorosa, con actitudes variables de acuerdo con el pasaje del Sermón o Meditación en que se inspiran, según vemos a partir de mediados del s. XVII; bien, simplemente su rostro, inundado de tristeza, con colores alusivos a su pasión, como retrato, en el modelo que se conoce con el nombre de Verónica; o bien, la Virgen de la Soledad, con hábito y toca negros, de pie, con las manos en oración, tipo creado y difundido fundamentalmente en el Barroco y que alcanzó gran difusión en el s. XIX. En relación con este tema de la Virgen de los Dolores se sitúa asimismo el de la Virgen -de la Vid o del Racimo, en el que la Virgen ofrece al Niño un racimo de uvas, alusivo a su pasión.


VIRGEN DE LA MISERICORDIA

Como protectora, acogiendo bajo su manto a sus devotos, a veces vestida con el hábito propio de una Orden religiosa, y en este caso acogiendo bajo su manto a miembros de la orden, se ofrece la Virgen de la Misericordia, en sus diversas advocaciones, que ya aparece en el periodo gótico. En relación con este tema pueden situarse otros como la Virgen del Socorro, en la versión en la que la Virgen con el Niño, armada con un palo, ahuyenta a un diablo que se representa al pie. Asimismo la Virgen del Rosario, bien acogiendo bajo su manto a sus devotos a los que entrega un rosario, o bien rodeada de rosas o simplemente ofreciendo un rosario. Este tipo se halla en conexión con la Virgen de la Rosaleda, en la que aparece coronada de rosas, con un rosal en el fondo o rodeada de rosas, según vemos, en el s. XV. En estos tipos se funden el carácter de protectora y de intercesora.


INMACULADA

A principios del s. XVII se fija el tipo de la Inmaculada Concepción, que tiene sus precedentes en el ya citado de la Virgen Apocalíptica, vestida generalmente de blanco y azul, rodeada de ángeles y los símbolos de la letanía lauretana, corona de estrellas y la luna y, a veces, el dragón a sus pies. En relación y como antecedente de ella en el s. XVI se difundió el tipo llamado Tota pulchra, en la que la Virgen se representa rodeada por los símbolos de la letanía lauretana.


OTROS MODELOS

Las múltiples advocaciones de la Virgen, a través de los tiempos y en los diversos países, crean numerosísimas formas de representarla que se distinguen por la manera de disponerla, por la indumentaria, por el gesto o actitud y, sobre todo, por la adición de algún elemento iconográfico que sirve para caracterizarla. Así, las advocaciones de las diversas órdenes religiosas, las patronas de pueblos o ciudades, de profesiones, etc., como la Virgen Peregrina, la Divina Pastora, la Virgen del Carmen, etc.


CICLO MARIANO

En los relatos evangélicos la Virgen aparece fundamentalmente en los de la Infancia y Pasión de Cristo. Las representaciones del ciclo de la Infancia, íntimamente ligado al propio de la Virgen, e inspirado también en los relatos de los apócrifos, recogen la escena -proveniente de los apócrifos- del rechazo de las ofrendas llevadas al templo por S. Joaquín y S. Ana, para seguir con diversos pasajes de la Infancia de la Virgen y enlazar con la historia de Cristo hasta el hogar de Nazaret y, ya en el ciclo de la vida de Cristo, con el de las Bodas de Caná. En el ciclo de la Pasión se inicia la representación de la Virgen generalmente con la historia del Camino del Calvario y termina con la Despedida de Cristo de su Madre y la Venida del Espíritu Santo. Estos temas adquieren en el gótico gran desarrollo en función de la Compassio Mariae, en el que se insiste particularmente en el estrecho paralelismo de las vidas de Cristo y la Virgen. Por último, complétase el ciclo de la Virgen con los temas referentes a su Tránsito y Asunción.

Las primeras representaciones del misterio de la Asunción parecen ser unas telas del s. vIII (Lib. Pont. ed. Duchesne, 1,500, y DACL 1,2984) y un marfil de finales delmismo siglo. En las épocas bizantina y románica son frecuentes los mosaicos, frontales o retablos sobre este misterio. En la escultura gótica debemos recordar los tímpanos de las catedrales de París, Reims, Chartres, Ávila, Burgos, Toledo, etc. En la pintura del s. XIV merecen mención especial los Serra de los retablos de Zaragoza y Manresa. No faltan representaciones de la Asunción entre los mejores pintores del Renacimiento y el Barroco (Juan de Juanes, Velázquez, Greco, Goya, etc.; entre los italianos: Masolino, Pinturicchio y Perugino). Tiziano en un célebre cuadro de Venecia rompió con el viejo esquema, es decir, suprimió el nimbo en que ordinariamente se encerraba a M. asunta, y la representó, libre, subiendo al cielo; este tipo fue adoptado por la mayoría de artistas posteriores, p. ej., Rubens y Tiépolo.

Con el tema de la Asunción, enlaza el de la Coronación como Reina, y el de la Deesis, en el que, como intercesora, se la representa en el cielo a la derecha de Cristo, a cuya izquierda se coloca a uno de los santos Juanes.

BIBL.: A. VENTURI, La Madonna, Milán 1900; A. MuÑoz, Iconografía della Madonna, Florencia 1905; M. VLOBERG, La Vierge et l’Enfant dans l’art franpais, Grenoble 1939; J. A. SÁNCHEZ PÉREZ, El culto mariano en España, Madrid 1943; E. CAMPANA, Maria nel culto cattolico, Turín 1945; M. TRENS, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Madrid 1946; L. RÉAU, Iconographie de l’art chrétien, II, París 1957; A. STUBBE, La Madone dans l’Art, París 1958

Fuente: José Marta De Azcárate.para Gran Enciclopedia Rialp


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