Es la expresión folklórica más famosa de los cantos de la Santa Misa.
La Misa Criolla del pianista y folklorista argentino Ariel Ramírez (1921-2010), se grabó en 1964.
Y se publicó como disco un año después, en la cara A de un long play que también contenía la obra Navidad Nuestra.
La primera grabación estuvo dirigida por Ariel Ramírez.
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La cantó el grupo folklórico Los Fronterizos.
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Con Jaime Torres (charango), Chango Farías Gómez (percusión), Raúl Barboza (acordeón), Luis Amaya (guitarra).
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Y el coro de la Cantoría de la Basílica del Socorro dirigida por el padre Jesús Gabriel Segade.
La Misa Criolla ha recorrido el mundo y ha sido cantada por innumerables coros y solistas, y sin dudas no hay otra expresión folklórica tan popular de la Santa Misa.
Abajo presentamos varios videos con versiones de la Misa Criolla, la más actual y moderna es la que cantó Patricia Sosa en el Vaticano en la misa que celebró el papa Francisco por los 50 años de su lanzamiento.
La génesis de la Misa Criolla hay que buscarla en el Concilio Vaticano II, que había comenzado en 1962.
A partir del Vaticano II se introduce el llamado Novus Ordo Misae, en el que el sacerdote celebra la misa de cara al pu?blico y en lengua verna?cula, o sea en la lengua propia del lugar donde se celebra la misa.
El espíritu que sobrevolaba el Concilio alentaba la «traducción» de la Santa Misa al lenguaje popular.
Por eso se debe considerar a la Misa Criolla como un genuino producto de los nuevos aires que introdujo el Vaticano II.
TESTIMONIO DE ARIEL RAMÍREZ SOBRE LA CREACIÓN DE LA MISA CRIOLLA
“En Roma había conocido al Padre Antuña, estudioso prelado de Argentina, quien me presentó al Padre Wenceslao van Lun, un holandés con quien nos entendíamos en un italiano básico pero eficaz, y al mismo tiempo bastante divertido.
Van Lun me llevó a Holanda y desde allí me recomendó a un convento en Würzburg, una pequeña y hermosa localidad a unos 100 km. de Franckfurt.
Todos los seminaristas hablaban alemán, salvo dos monjitas que estaban a cargo de la cocina y a quienes el Padre van Lun me presentó para ayudar a comunicarme, pues suponía que entendían español.
La realidad era que las hermanas Elizabeth y Regina Brückner habían vivido en Portugal, y algo de español entendían, lo cual fue para mí una salvación en todo sentido.
Por fin podía dialogar y, por añadidura, desde ese día, empecé a comer con ellas, directamente en la mesa de trabajo de la cocina.
Frecuentemente, desde la ventana de la cocina, contemplaba el magnífico paisaje semiboscoso, gloriosamente verde, con una enorme casona que a lo lejos se dibujaba de blanco con las últimas nieves de la primavera.
Tanta belleza me producía sentimientos exultantes y, desde mis jóvenes años, me parecía estar un paso más arriba de la tierra.
Ellas no compartían mi entusiasmo.
No podían olvidar que esa casona y las tierras más distantes habían sido parte de un campo de concentración donde hubo alrededor de mil judíos prisioneros.
Desde la distancia, las monjitas me contaron, podían imaginar el horror y el miedo.
Sólo en voz muy baja llegaban noticias acerca del frío y del hambre.
Una estricta regla castigaba con la horca -sin más trámite- a cualquiera que ayudara o simplemente tomara contacto con aquellos que esperaban su trágico destino.
Pero Elizabeth y Regina habían elegido la misericordia y habían sido formadas para el valor, de modo que, noche tras noche, empaquetaban cuantos restos de comida podían y se acercaban sigilosamente al campo para dejar su ayuda en un hueco debajo del alambrado.
Durante ocho meses ese paquete desapareció cada día.
Hasta que un día nadie retiró el paquete y tampoco los siguientes, que se fueron acumulando.
La casa estaba vacía y los rumores esparcieron la noticia acerca del traslado de los prisioneros. El temido viaje se había iniciado una vez más.
Al finalizar el relato de mis queridas protectoras, sentí que tenía que escribir una obra, algo profundo, religioso, que honrara la vida, que involucrara a las personas más allá de sus creencias, de su raza, de su color u origen.
Que se refiriera al hombre, a su dignidad, al valor, a la libertad, al respeto del hombre relacionado a Dios, como su Creador.
Un día de 1954, tal vez del mes de mayo, estando en Liverpool, no puede resistir la tentación de subir a un barco, el Highland Chefstein, que iba a Buenos Aires donde me esperaban mi hija Laura, de cinco años y mis viejos, que superaban los setenta.
Me había convencido que en dos meses regresaría al lugar donde ya había decidido afincarme para siempre, pero el destino me reservaba otro rumbo.
En aquel barco que atravesaba el Atlántico hacia el sur, empecé a rememorar el relato de las hermanitas Brückner y a pensar en toda la solidaridad humana, todo el amor que había recibido, de parte de gente extranjera con la que apenas podíamos comunicarnos por el desconocimiento mutuo de nuestras lenguas.
Me conmovía pensar en que todo lo que recibí fue exclusivamente por amor a mi música y a mi persona.
Hasta que comprendí que sólo podía agradecerles escribiendo en su homenaje una obra religiosa, pero no sabía aún cómo realizarla.
Al regresar a Argentina, todo se transformó en mi vida, mi carrera había crecido y mis canciones comenzaron a ser muy populares, poco a poco comencé a ser Ariel Ramírez… con el tiempo Europa quedó muy lejos… pero mi pensamiento seguía centrado en la idea surgida en el Atlántico.
En esta búsqueda comencé a reunir información, y es así que tiempo después me encontré con el Padre Antonio Osvaldo Catena, amigo de la juventud en Santa Fe, mi ciudad natal.
Quién fue realmente el que transformó la base de lo que yo había escrito pensando en una canción religiosa, en una idea increíble: la posibilidad de componer una misa con ritmos y formas musicales de esta tierra.
El padre Osvaldo Catena era en 1963 Presidente de la Comisión Episcopal para Sudamérica encargada de realizar la traducción del texto latino de la misa al español, según el Concilio Vaticano de 1963 que presidió SS Pablo VI.
Cuando ya tenía terminados los bocetos y formas del ordinario de la misa el mismo Catena me presentó a quien realizaría los arreglos corales de la obra: el Padre Segade”
Así surgió la misa completa interpretada con ritmos folklóricos.
El Kyrie se basa en dos ritmos: vidala y baguala.
El Gloria es un carnavalito con una parte central en yaraví.
La chacarera trunca fue el ritmo elegido para el Credo.
Y el carnaval cochabambino para el Sanctus.
Por último, el Agnus Dei es un estilo pampeano.
La Misa Criolla, se grabó en la primavera de 1964, siendo interpretada en aquella ocasión por:
Ariel Ramírez dirigió la orquesta e interpretó el clave.
Los Fronterizos, como solistas.
Coro de Cantoría de la Basílica del Socorro, dirigido por el Presbítero Jesús Gabriel Segade.
En 1964 la compañía discográfica Philips lanzó al mercado el álbum “Misa Criolla”, resultando inmediatamente un éxito mundial.
La Misa Criolla recibió en Francia el «Gran Premio del Disco».
En 1967 la repercusión de la obra alcanza su punto máximo.
Los principales diarios de Argentina y Europa se hacen eco de la gira de los Fronterizos, que actuaban junto a Jaime Torres, Domingo Cura, Ariel Ramírez y Luis Amaya entre otros.
La Misa Criolla se estrenó ante el público en Sttutgart, en la Liederhalle Mozart Saal.
En ese año «Los Fronterizos» tienen una audiencia privada con el papa Pablo VI, quien destacó la importancia de «La Misa Criolla» y recibió un ejemplar de la edición argentina de la obra.
En los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1977, se grabó en estudios Ion una nueva versión de la Misa Criolla.
Con la participación de Oscar Cardozo Ocampo dirigiendo la orquesta Indoamericana.
Los Fronterizos, como solistas.
El Coro del Collegium Musicum de Buenos Aires, dirigido por Oscar Castro.
Osvaldo Acevedo en el charango.
Y de nuevo una sección de percusión, con dos bombos legüeros, batería, tumbadora, gong, cocos, cascabeles…
La Misa Criolla no puede separarse de la otra obra que es Navidad Nuestra, en la que participó Felix Luna, historiador, escritos, músico, abogado.
NAVIDAD NUESTRA
El siguientes es el testimonio de Félix Luna.
Una noche de septiembre u octubre de 1963 estaba yo de guardia en el diario Clarín, bastante tarde.
De pronto me llamaron por teléfono, era Ariel Ramírez.
Me contó que estaba escribiendo una misa y necesitaba completar la placa que se haría, con una serie de villancicos.
¿No podría ir a su casa para conversar del tema? Había bastante apuro.
Fui para allá, a su casa en Belgrano. Sería como las dos de la mañana cuando llegué.
Y desde que saludé a Ariel empezó a darse una serie de auténticos milagros.
Le dije como si lo hubiera pensado durante años.
La obra que complemente el disco de tu «Misa Criolla» se va a llamar «Navidad Nuestra», porque será un retablo criollo de Navidad.
Serán villancicos, estampas de cada uno de los momentos clásicos del misterio cristiano del Nacimiento de Cristo.
Vamos a empezar con la Anunciación, seguimos con la búsqueda de un alojamiento de José y María, continuamos con el Nacimiento y así seguían las ideas desbordándome.
Ariel inmediatamente sintonizó mi entusiasmo y empezó a ensayar armonías y ritmos.
El chamamé de la Anunciación fue compuesto con letra y música al mismo tiempo.
Luego la huella: yo insistía que la peregrinación de José y María debía ser una huella y Ariel sostenía que la melodía de las huellas es una sola.
“Probá con otra melodía…” le decía yo, y de pronto Ariel estampó en el piano la línea, hoy mundialmente conocida, de «La Peregrinación».
No quiero seguir con muchos detalles pero lo único que digo es que cinco temas quedaron terminados esa misma noche, y cuando amanecía; alguno no estaba totalmente completo y lo concluimos pocos días después.
Pocas veces he sentido la felicidad de crear, con tanta intensidad, como en aquella ocasión.
Todos los recuerdos y vivencias de mi religiosidad infantil, de las navidades familiares, de los colegios de monjas y curas a los que fui.
Todo el fondo trascendente que uno tiene en su espíritu, se volcó esa noche hacia una creación que -lo intuí en ese momento- haría historia en la música argentina.
El éxito de «Misa Criolla» y «Navidad Nuestra» fue lógico y justo.
La creación de los temas a los que aporté mis palabras, fue, lo repito, un auténtico milagro.
MISA CRIOLLA DEL VATICANO completa
MISA CRIOLLA DEL VATICANO resumida
Grabación Original de 1964 de la Misa Criolla
NAVIDAD NUESTRA. Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Jaime Torres y Domingo Cura. 1967
MISA CRIOLLA DE UCLA University Chorus
MISA CRIOLLA por Jose Carreras
Fuentes:
- http://www.arielramirez.com/obra2.htm
- http://es.wikipedia.org/wiki/Misa_criolla
- http://www.losfronterizos.com/HTML/mcriolla.htm
- http://www.raoulwallenberg.net/es/salvadores/mujeres/la-misa-criolla-y-el-holocausto/
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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