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¿San Pablo fue el Primer Cristiano llevado a Visitar el Cielo?

El fundador de la teología del cristianismo tuvo fuertes experiencias sobrenaturales.

Pocos han reflexionado en que San Pablo obtuvo su iluminación por medios francamente sobrenaturales.

Es más, hay indicios de que quizás Dios lo haya trasladado al cielo para mostrarle el otro mundo (como a varios videntes, entre ellos los de Medjugorje).

Y si fue así, allí debe haber habido una instrucción infusa para su misión.

Hasta posiblemente esto haya sucedido en lo que hoy llamamos una experiencia cercana a la muerte.

TINTORETTO CONVERSION OF PAUL

Los misterios de la vida de San Pablo son abundantes y centrales. Pero hay dos misterios que se destacan.
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Uno, si fue el primer estigmatizado.
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Y Dos, lo que nos ocupa en este artículo, si visitó el Cielo como consecuencia de una Experiencia Cercana a la Muerte
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Si San Pablo fue trasladado al cielo, entonces la experiencia que tuvo allí es la que dio forma al cristianismo.

Marcó la decisión de dedicar su vida a la evangelización y su falta de miedo a la muerte.

Porque San Pablo fue el apóstol que dio al cristianismo la forma actual.

Y fue tan potente su impronta que podríamos decir que hoy todos los cristianos son paulinos.

Sin embargo, hablar de esto no es políticamente correcto dentro del catolicismo de hoy día.

En que algunos sacerdotes hablan libremente desde sus púlpitos, y enseñan en los seminarios, descalificando los milagros que hizo Jesús.

Y hasta hechos milagrosos como la división del Mar Rojo dicen en homilías “eso no puede haber sido así, es demasiado, tiene que haber sido algo mucho menor”.

Incluso el Padre René Laurentín afirma que si la aparición de Lourdes hubiera sucedido en nuestro tiempo no hubiera sido aprobada.

Y parafraseándolo podríamos decir que si hoy alguien tuviera las experiencias sobrenaturales que tuvo San Pablo sería rápidamente dejado a un lado y hasta denostado.

Hablemos primero de la posible estigmatización de San Pablo.

  

¿SAN PABLO EL PRIMER ESTIGMATIZADO?

El mismo Pablo dice en Gálatas 6:17:

“De ahora en adelante nadie me cause problemas, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”.

Y además en los Hechos de los Apóstoles leemos:

“Dios obraba prodigios extraordinarios por las manos de Pablo, hasta tal punto que imponían a los enfermos pañuelos o ropas que él había usado, y mejoraban.

También salían de ellos los espíritus malos” (Hechos 19:11-12)

Y también dice en su carta a los Colosenses

“Ahora me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la Iglesia” (Colosenses 1,24).

¿No son estas indicaciones claras de que San Pablo recibió los estigmas de Jesucristo en su cuerpo como lo hizo San Francisco de Asís y el Padre Pío?

Pero esto no fue el primero ni el mayor milagro que experimentó San Pablo.

  

¿SAN PABLO MURIÓ FUE AL CIELO Y REGRESÓ?

Es una pregunta interesante que algunos se han planteado antes. Las implicaciones, de ser cierto, serían sustanciales.

¿Podría el gran San Pablo – que escribió una buena parte del Nuevo Testamento – haber tenido una experiencia cercana a la muerte?

Realmente no hay evidencia definitiva.
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Los investigadores han reflexionado sobre ello, y especulan que Pablo – que menciona conocer un “hombre” a quien fue levantado de su cuerpo “al tercer cielo” – puede haber hecho alusión a sí mismo.

san pablo escribiendo

  

¿PUEDE HABER SIDO MÁS DE UNA EXPERIENCIA?

Su experiencia hace referencia, tal vez, a lo que ocurrió cuando fue apedreado y dejado por muerto en Listra.
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O a la gran luz en el camino a Damasco (lo que le condujo a su famosa conversión).

Esto ciertamente no es suficiente para hacer una aseveración de que Pablo tuvo una experiencia cercana a la muerte.

Pero lo que da apoyo a esa creencia son sus últimos escritos.
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Donde Pablo confesó en Segunda de Corintios de tener ‘visiones y revelaciones del Señor’.
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Que son fuertemente evocadoras de las experiencias cercanas a la muerte que cuentan los que actualmente las han tenido.

  

REVELACIÓN DE LA VERDAD

De hecho, aquellos que supuestamente vislumbran la eternidad durante los episodios en el borde de la muerte clínica, a menudo hablan de salir de su cuerpo y del descubrimiento de la verdad sobre sus vidas y sus misiones.

Estos insights tienen la característica que se olvidan al regreso a la tierra.

No está permitido que recuerden totalmente para decirle a otros.

Al parecer porque hacerlo pondría en peligro la prueba de la vida.

Hablando posiblemente de sí mismo, Pablo dice:

“Conozco a una persona en Cristo, que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé.
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Dios lo sabe.
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Y yo sé que tal persona – ya sea en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al paraíso.
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Y oyó cosas que no son para que nos dijera, que ningún mortal se permite repetir”
(2 Corintios 12: 2-4).

En este pasaje, San Pablo se repite a sí mismo, muchas de las formas en que experimentadores contemporáneos hablan al describir lo que pasa en experiencias cercanas a la muerte.

Él se queja de la imposibilidad de explicar la experiencia en palabras.

Y admite la fuerte posibilidad de una experiencia fuera del cuerpo.

Él no lo sabe, por ejemplo, si estaba «en el cuerpo» o «fuera del cuerpo» cuando fue arrebatado al paraíso.

La reticencia de Pablo para describir lo que vio, parece surgir de dos factores.

En primer lugar, las cosas que vio eran demasiado increíbles para describir en palabras, era inexpresable.
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Tan glorioso lo que vio que las palabras no podrían describirlo.
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Sería como tratar de explicar la teoría de la relatividad de Einstein a un bebé.
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No habría palabras para describir lo que vio.

En segundo lugar, a Pablo no se le permitió describir lo que veía, incluso si encontrara las palabras para hacerlo.

Este pasaje indica además que hay por lo menos tres cielos, uno inmediatamente por encima del otro.

El superior tal vez sea lo que Pablo describe como el “tercer cielo”.

Es el lugar del paraíso y el lugar de vivienda personal de Dios, el lugar más sagrado en el universo.

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SU CONVERSIÓN EN EL CAMINO A DAMASCO

En Hechos de los Apóstoles 9: 1-18 se narra la conversión de San Pablo, lo central del texto dice:

“Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo.
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Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: .
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«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
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Preguntó él: «¿Quién eres tú, Señor?»
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Y él respondió:
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«Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
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Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer».
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Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie.
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Y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos.
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Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.
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Allí permaneció tres días sin comer ni beber, y estaba ciego”.

Luego viene el relato del episodio en que es sanado por Ananías, a quien le fue pedido por una aparición de Jesucristo.

La Luz que San Pablo se encontró en ese camino se parece notablemente a la gran luz que es descrita por los miles de personas que han informado en episodios cercanos a la muerte.

al igual que Pablo, las personas que pasan por esta experiencia, se someten a la conversión profunda.
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Y de ahora en adelante se centran en servir a los demás y desdeñan el materialismo.

san pablo apedreado en listra

  

APEDREADO EN LISTRA

En Hechos de los Apóstoles 8-18 se cuenta el episodio en que Pablo fue apedreado en Listra y que podría haber sido otra experiencia cercana a la muerte.

En la parte sustancial del relato dice:

“Luego llegaron unos judíos de Antioquía e Iconio y hablaron con mucha seguridad, afirmando que no había nada de verdadero en aquella predicación, sino que todo era una mentira.
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Persuadieron a la gente a que les dieran la espalda y al final apedrearon a Pablo.
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Después lo arrastraron fuera de la ciudad, convencidos de que ya estaba muerto.
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Pero sus discípulos se juntaron en torno a él, y se levantó.
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Entró en la ciudad, y al día siguiente marchó con Bernabé para Derbe”.

Algunos piensan que se puede concluir que la visión paulina del Paraíso fue concedida en el momento en que fue apedreado y dado por muerto en Listra.

No se sabe con certeza si Pablo realmente murió clínicamente en Listra o no.

Sí sabemos que los que lo apedrearon para matarlo asumieron que habían logrado lo que se proponían hacer.

Si la lapidación en Listra es el escenario de la visión de Pablo del cielo, habría llegado muy al principio de su ministerio.

Y eso explicaría por qué podía esperar a la muerte sin escozor como lo hizo.

Lo mismo se puede decir si ocurrió en el camino a Damasco.

Entonces no es extraño que Pablo fuera de nuevo a la ciudad después de que fue revivido.

Y luego regresara a Listra nuevamente después de ir a Derbe.

E incluso que Pablo visitara una vez más Listra en su segundo viaje misionero.

Después de haber visto lo que le esperaba en el cielo, Pablo no se aferraba a la vida en la tierra.
.
Vivía profundamente y peligrosamente en la predicación del evangelio.

  

¿QUE APRENDIÓ SAN PABLO EN ESA O ESAS EXPERIENCIAS SOBRENATURALES?

San Pablo obtuvo un conocimiento infuso que le llevó a convertirse en el más importante evangelizador que tuvo el cristianismo.

A él se le confió la predicación a los gentiles y lo que se le enseñó lo podemos ver claramente en las instrucciones que da en  Efesios 6: 10-18,

“Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.

Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo.

Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.

Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes.

En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno.

Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos”

Analicemos más detenidamente estas enseñanzas que aprendió San Pablo.

  

Primero, nos recuerda que debemos confiar en Dios más que en nosotros mismos.

Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder

  

Segundo, nos recuerda contra quién nos enfrentamos realmente. 

Es el maligno, satanás, el diablo y sus compañeros.

“Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas”.

  

Tercero, San Pablo nos dice que para esta batalla usemos toda la armadura que Dios puso a nuestra disposición.

“Tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes”.

  

Cuarto, nos dice que nos ciñamos la cintura con la verdad y usemos la coraza de justicia, o sea que nos dirijamos a la santidad. 

Ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza”

  

Quinto, San Pablo nos dice que nos cuidemos de los encuentros que puedan parecer inofensivos, porque el combate espiritual contra el enemigo está en todos lados.

“Calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno”.

  

Sexto, nos recuerda que debemos apoyarnos en las escrituras y en su discernimiento a través del Espíritu Santo.

“Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”

  

Séptimo, que estemos siempre en oración por nosotros y por los demás, con perseverancia.

“Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos”

  

¿FUE SÓLO PABLO?

En este sentido, se podría también preguntar, cuando se trata de la vida futura y visiones:

¿Qué pasa con las visiones de Ezequiel?

¿Qué pasa con las descripciones de estructuras semejantes a joyas en el Apocalipsis, que son muy similares a lo que se informa en presuntas visiones – cercanas a la muerte – sobre el Cielo?

Todo sigue siendo una presunción.
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Pero al igual que en las experiencias cercanas a la muerte, Pablo regresó con el mensaje central del amor, que es de suma importancia.
.
Y que como los experimentadores cercanos a la muerte, perdió su miedo a morir.

Es por eso que el mismo San Pablo preguntó retóricamente en la línea muy citada sobre el aguijón de la muerte.

En Primera de Corintios, él describió a sus lectores el misterio de la muerte.

Dijo que no vamos a dormir, pero seremos cambiados.

Más tarde en el mismo versículo llega a decir que cuando los seres humanos lleguen a la inmortalidad entonces se cumplirá la palabra que está escrita:

“la muerte ha sido devorada por la victoria.

Dónde está, oh muerte, ¿dónde está tu victoria?

¿Dónde, oh muerte, está tu aguijón”

No es el caso hipotético de Pablo, pero hay que tener cuidado sin embargo con las experiencias cercanas a la muerte.

Porque muchas veces tienen el problema de ser portadoras de un escenario que carece de castigo eterno, como si el pecado no fuera relevante, lo que las enmarca en un contexto de la Nueva Era.

Por lo tanto, tenemos que discernir cada caso y actuar con cautela.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Las Enormes Enseñanzas de las Conversiones de San Pedro y San Pablo

San Pedro y San Pablo son los dos pilares de la Iglesia.

Su complementariedad fue fundamental para el desarrollo del cristianismo.

Ambos tenían antecedentes y formaciones diferentes.

San Pedro el hombre sencillo, San Pablo el intelectual.

San Pedro organizó y dirigió la Iglesia en la primera hora y San Pablo consolidó su marco conceptual y teológico.

san pedro y san pablo

Las conversiones de San Pablo y San Pedro fueron muy distintas. La de Pablo súbita. Y la de Pedro trabajosa y con altibajos.

La de Pablo fue una transformación casi instantánea y definitiva de vida a partir de los sucesos que tuvo camino a Damasco. 

Sin embargo parece que la mayoría de los cristianos tiene que estar luchando diariamente en la ambivalencia, como lo hizo San Pedro hasta Pentecostés.

La conversión que tuvo San Pablo no parece ser común pero la iluminación súbita se da.

En cambio la más común entre los católicos parece ser la de Pedro.

Un camino sinuoso de pasos para adelante y para atrás, que podría, en algún momento, solidificar nuestra fe como una roca.

  

DOS PILARES COMPLEMENTARIOS DE LA IGLESIA

La Iglesia tuvo en sus inicios dos pilares Pedro y Pablo.

Pedro era una persona de la clase trabajadora manual un pescador. Un humilde creyente que hablaba desde el corazón y con una educación formal limitada.

En cambio Pablo era el intelectual, el pensador que hablaba desde su intelecto, un ciudadano romano bien educado y un hombre religioso profesional.

Sobre estas dos bases Dios creó el cristianismo.

Escogió a San Pedro el hombre sencillo, como la roca sobre la que construir la Iglesia, para que el director.

Y a San Pablo para ser el pilar del desarrollo conceptual, teológico, de la nueva religión.

De no haber existido Pablo de Tarso el cristianismo quizás hubiera sido otro.

Su importancia no está radicada en la evangelización que hizo en los en los distintos pueblos fuera de Israel, en sus viajes.

Porque todos los apóstoles hicieron lo mismo; el apóstol Santiago predicó en España, Tadeo y Bartolomé llevaron a la fe Armenia, Marcos a Egipto, Tomás a la India, y así podemos hablar de los demás apóstoles.

El hecho fundamental de Pablo es que vio con claridad que debía extenderse la fe cristiana como algo independiente de las costumbres culturales judías, como la circuncisión y las restricciones dietéticas.

El propuso modificar los requisitos para la entrada en la nueva iglesia en el primer Concilio de Jerusalén; los gentiles ya no debían vivir un tiempo como judíos antes de convertirse en cristianos.

En el primer Concilio de Jerusalén se decidió que lo gentiles, que querían ser cristianos, no debían circuncidarse ni debía exigírseles comer comida kosher.

A partir de ahí el cristianismo explotó.

Y no porque San Pablo fuera a predicarles específicamente a los gentiles en Grecia y Asia Menor.

Porque leemos en los Hechos de los Apóstoles qué San Pablo predicaba en las sinagogas o sea de hecho predicaba a los judíos de la diáspora.

Sino porque los gentiles temerosos de Dios se acercaron a la fe cristiana al bajar los requisitos de entrada, propuesta por Pablo.

Profundicemos en los modelos de conversión de san Pablo y San Pedro.

  

EL MODELO DE CONVERSIÓN DE SAN PABLO

He aquí cómo Hechos 22:6-11 describe la súbita conversión del gran apóstol:

“Iba de camino, y ya estaba cerca de Damasco, cuando a eso del mediodía se produjo un relámpago y me envolvió de repente una luz muy brillante que venía del cielo.

Caí al suelo y oí una voz que me decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Yo respondí: «¿Quién eres, Señor?»

Y él me dijo: «Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues».

Los que me acompañaban vieron la luz y se asustaron, pero no oyeron al que me hablaba.

Entonces yo pregunté: «Qué debo hacer, Señor?».

Y el Señor me respondió: «Levántate y vete a Damasco. Allí te hablarán de la misión que te ha sido asignada».

El resplandor de aquella luz me dejó ciego, y entré en Damasco llevado de la mano por mis compañeros”.

Pablo pronto recupera la vista y fue bautizado.

Esta forma de conversión es una experiencia de un repentino giro instantáneo en la vida, que sólo puede explicarse por un encuentro radical con el Cristo resucitado.

san pablo es tirado por un caballo

Saulo, el fariseo que había perseguido a la Iglesia cristiana y supervisado la lapidación de su primer mártir, San Esteban, se transformó en Pablo, uno de sus más celosos misioneros, escritor prolífico, cuya impronta dio forma al cristianismo.

La mayoría de nosotros conocemos a alguien que ha tenido una experiencia como la de Damasco.

Un giro repentino en su vida que le alejó de una vida de pecado, desesperación o falta de fe, y le llevó a una de santa y amorosa devoción a Dios.

Pensamos en el alcohólico que fue liberado de su adicción o tal vez un traficante de drogas o miembro de una banda que un día se alejó de sus operaciones oscuras.

Esa es la experiencia de la conversión muchos de nosotros queremos: una transformación repentina, instantánea, un giro irrevocable hacia Cristo. 

Y para aquellos de entre nosotros que no lo han experimentado, cuyos viajes han sido más graduales, llenos de muchos giros, a veces hay una tentación de cuestionar la autenticidad de su fe. 

La conversión más dramática no necesariamente es la más fiable, porque también puede tener altibajos.
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Es cierto que los nuevos conversos radicales muestran una devoción inicial muy fuerte, pero eso no significa que luego no se vaya erosionando. 

Sin embargo es el tipo de conversión modelo que maneja el protestantismo evangélico y muchas veces se traslada a la Iglesia Católica.

  

EL MODELO DE LA CONVERSIÓN DE SAN PEDRO

Pero hay otro gran modelo en el Nuevo Testamento, la conversión de San Pedro.

Si seguimos a Pedro a través de los evangelios su historia parece ser una serie de conversiones seguidas de caídas vergonzosas de fe.

Considera la historia de Pedro pescando toda la noche en vano.

Por la mañana, Jesús se mete en su barco le dice a que eche sus redes una vez más.

Hay tantos peces en las redes que la barca está en riesgo de hundirse.

Pedro cae delante de Jesús, diciendo: «Apártate de mí Señor, que soy un hombre pecador» (Lucas 5:3-8).

La palabra «Señor» que usó Pedro es fuerte.

En la cultura judía de ese tiempo, Señor podría ser un sinónimo del sagrado nombre tácito de Dios, Yahvé.

La admisión de Pedro de que él es un pecador indigno de estar en presencia del Santo parece reforzar esa interpretación.

Pero entonces, alrededor de un año o dos más tarde, Pedro falla en una profunda prueba de su fe cuando Cristo le llama a caminar sobre el agua.

Pedro lo hace bien sólo hasta el momento antes de perder de vista en Cristo, y mirando el viento se hunde en las olas. (Lee la historia en Mateo 14)

Por otra parte, uno de los momentos más brillantes de Pedro viene después del discurso del Pan de Vida en Juan 6, donde Jesús explica que su carne debe ser comida y su sangre consumida con el fin de ser salvados.

Sin duda, una enseñanza difícil de aceptar, entonces, y que lo sigue siendo hoy en día.

Caminar sobre el agua era una cosa, pero esta enseñanza era ir demasiado lejos para muchos discípulos, y algunos decidieron dejar la compañía de Jesús.

crucificción de san pedro

Pero Pedro no sólo insiste en que él permanecerá con su Señor, él confiesa su deidad: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Juan 6:69).

Después de esta confesión, Cristo le dice a Pedro que Él edificará su Iglesia sobre él (en Mateo 16).

¿Podríamos imaginar una más extraordinaria confirmación de la fe de Pedro?

Pero entonces Pedro casi de inmediato tiene una reacción contraria.

Cristo va a predecir su muerte y resurrección y Pedro declara que tal cosa nunca debe suceder, haciéndose acreedor tal vez uno de los reproches más duros en todos los evangelios. 

En el espacio de cinco versículos, Pedro ha pasado de ser aclamado como una roca de la Iglesia a ser llamado, literalmente, el diablo (Mateo 16:23).

Algún tiempo después, Pedro es uno de los tres discípulos en presenciar la Transfiguración, una manifestación de Jesús en su estado glorificado que podría ser comparable a lo que Pablo vio en el camino a Damasco.

¿Este es el punto de inflexión definitivo para Pedro? Por desgracia, no lo es.

En cambio, Pedro parece totalmente perdido y confundido por todo el evento, y ofrece montar tiendas para Jesús, Moisés y Elías. (Lee el relato de Mateo 17)

Pedro luego entra en escena en los acontecimientos inmediatamente previos y durante la Pasión de Cristo. 

Aquí lo vemos en el punto más bajo de su historia: su negación por tres veces de conocer a Cristo. (Lee el relato de Mateo 26).

Es sólo después de la resurrección que Pedro comienza a hacer el giro definitivo y final hacia Cristo.
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Él es el primero en correr a la tumba vacía y Jesús se le aparece antes que a los demás.

Incluso entonces, sin embargo, la conversión de Pedro parece gradual. Cristo se le aparece a él y a los otros discípulos varias veces más.

En la segunda, Cristo provoca de Pedro una triple afirmación de su amor por Cristo para aparentemente deshacer la triple negación de Pedro.

Pero Pedro aún aquí no aparece en su papel destinado de primer pastor de la Iglesia de Cristo.

Tampoco se lo ve de esa forma y en este papel después de la Ascensión.

Debemos esperar hasta Pentecostés para ver comenzar su predicación y compartir su fe con otros.

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UN ALIVIO EN NUESTRO CAMINO DE CONVERSIÓN

Por increíble que parezca, lo que sucedió a Pablo en una cuestión de días, tomó años a Pedro.
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Y la vida luego de la conversión fue bastante diferente también en ambos, pero no viene al caso en este artículo.

En lugar de ser un cuento con moraleja, la historia de Pedro y Pablo debe animarnos.

Aquí está un hombre que negó a Cristo, no una, sino tres veces.

Y esto después de ver al Dios Encarnado caminando sobre el agua, sanando a los enfermos y resucitando a los muertos, y que se manifiesta en un estado glorificado.

Incluso su fe no parece ser la de una ‘roca’ después de ver la tumba vacía, al Señor resucitado, y su Ascensión.

¡Aun así estamos frente a un hombre que se mostró reacio a proclamar la buena noticia!

Es algo para que todos nosotros debemos tener en cuenta cada vez que parezca que nuestra entrada en la plenitud de la fe está tardando más de lo esperado o incluso ha tomado un giro inesperado o parece que va peor.

Recuerda entonces que Pedro y Pablo fueron grandes apóstoles, autores de la Escritura, y grandes santos, pero cada uno en su propio camino.

Uno dio forma teológica y organizacional al cristianismo tal cual lo conocemos; hoy todos somos cristianos paulinos.

Pero sólo uno se convirtió en la roca de la Iglesia.

No podemos decir que la súbita conversión de San Pablo es superior a la lenta y sinuosa conversión de San Pedro; ambas llegan a destino pero por diferentes vías.

Pero claro, ambas son modelos extremos, porque entre medio hay diferentes situaciones.

Como que por ejemplo, alguien adquiere una conversión súbita que le hace abandonar todo y cambiar de vida, como parece que sucede frecuentemente con quienes tienen una experiencia cercana a la muerte.

Pero esa fe necesita un proceso de maduración, y es en ese proceso pueden suceder sinuosidades como las que experimentó San Pedro.

  

QUÉ LECCIONES PODEMOS APRENDER

Nuestro Señor viene a menudo cuando estamos en nuestro peor momento.

Saulo fue una pesadilla para los primeros cristianos y su rabia contra ellos parecía no tener límite.

Recordemos que él estaba presente en la lapidación de Esteban.

A pesar de esto, Dios esperó hasta que Saulo parecía empeñado para destruir a los cristianos, de una vez por todas para tirarlo de su caballo.

La intervención de Nuestro Señor en nuestras vidas a menudo es totalmente inesperada.

Las normas de Dios y su tiempo tienen parecido al nuestro, así que Sus intervenciones en nuestras vidas no es reflejo de nuestras expectativas.

Saulo es la última persona que hubieran esperado los primeros cristianos para convertirse en su defensor más apasionado.

Si bien es importante que vayamos a misa la mayor parte de la aplicación de las enseñanzas de Cristo ocurrirá en el mundo real, fuera de la iglesia misma.

Saulo fue derribado de su caballo en el camino a Damasco.

La casa de nuestro Señor es nuestra estación de servicio, en el que repostar nuestra fe, pero nuestra misión al servicio de nuestro Señor estará muy probablemente en la carretera.

Pablo no era uno de los elegidos en un principio, sin embargo, su gran fe y humildad le permitió convertirse en tan grande, si no el mayor, que muchos de los que caminaron con el Señor.

¡Ánimo que el Señor y su Madre están para guiarnos en el camino!

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Cómo los Viajes de San Pablo dieron forma a la Iglesia tal como la conocemos

Muchos dicen que San Pablo es el fundador del modelo de cristianismo que desarrolló el catolicismo.

Y tienen buenos argumentos.

Sus viajes son el verdadero taller en el que este artesano desarrolla su obra.

San Pablo pintado por Rembrandt

Por eso es tan importante conocer la epopeya de los viajes de San Pablo y apreciar el aprendizaje que fue adquiriendo.

Cómo el Espíritu Santo lo fue capacitando y dirigiendo en su misión.

Estos probablemente sean los episodios terrenos más trascendentes del cristianismo luego del primer pentecostés.

“No es la necesidad la que me hace hablar, porque he aprendido a hacer frente a cualquier situación.

Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada.” (Filipenses 4, 11-12)

Así se despide San Pablo de los Filipenses antes de terminar su viaje terrenal en Roma.

Pero, ¿por qué?

¿Qué experiencias vivió Pablo para exclamar estas palabras?

Es más, ¿cómo estas experiencias lo hicieron merecedor del miedo del propio emperador y de su posterior martirio?

¿Cómo sus experiencias fueron dando forma al cristianismo?

 

APÓSTOL DE LOS GENTILES ELEGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO

San Pablo apóstol de los gentiles es un título hermoso, pero no llega a reflejar plenamente lo que en realidad esto significa.

San Pablo nació y fue criado como israelita, pero en lo que se conocía como la diáspora, es decir, en una comunidad judía fuera de tierra santa.

Alumno también del maestro judío Gamaliel, el más famoso de su época.

Saulo siempre sobresalió por su profunda entrega a la ley y pronto se convirtió en un perseguidor de cristianos.

El libro de Hechos de los Apóstoles lo presenta como uno de los que estuvo presente en el martirio de San Esteban, primer mártir de la Iglesia.

Esta escena y la aparición que tuvo de Nuestro Señor Jesús cuando se dirigía a Damasco, marcaron más tarde el ministerio de San Pablo de manera trascendente.

El camino a Damasco no lo llevó sólo a Damasco sino al encuentro con Cristo.

Y gracias a este encuentro, los gentiles (nosotros) hemos conocido el anuncio del Evangelio de Cristo.

Pablo y Bernabé aparece en los Evangelios que son elegidos por el mismo Espíritu para llevar a cabo el anuncio entre los gentiles.

La comunidad antioquena es testigo de esta comunicación divina.

Pero en realidad San Pablo fue quien llevó la carga grande de la operación.

 

SAN PABLO ABRE EL MENSAJE DE CRISTO AL MUNDO

Por escrito o por peregrinación de misionero, San Pablo entra en comunicación con todo el que era en su tiempo considerado el mundo.

Desde Atenas hasta Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, San Pablo pasó un tiempo en la mayoría de las ciudades que formaron el mundo conocido durante su tiempo.

Como está escrito en los Hechos 22:21, Pablo fue el misionero seleccionado por Dios para difundir el Evangelio a lo largo de lo que en ese momento se consideraba el «mundo entero».

Pablo de esta manera inaugura, o participa en la inauguración, del nuevo pueblo de Dios, o sea nosotros, los judíos y no judíos, sin distinción.

En su peregrinaje, San Pablo va abriendo camino, puertas y corazones para la causa del Evangelio.

Debemos tanto a san Pablo y sus viajes, que casi podríamos afirmar que de no ser por él no estaríamos compartiendo estas palabras casi dos mil años después.

Fue tan pródigo en sus pasos, que al día de hoy es muy difícil concretar en un mapa todos los recorridos que San Pablo tuvo en su vida apostólica.

Existen pistas históricas y bíblicas de su peregrinaje, pero parecería que la bitácora de su viaje quedó oculta sólo para que nos pudiéramos imaginar el alcance de su obra con mayor admiración.

Se entregó tanto y tan de lleno a la evangelización que sus contemporáneos empezaron a llamarle “El otro Cristo”.

Este era un título que el mismo Pablo no rehusaba, pero del cual tampoco sacaba provecho.

Llegó a escribir:

Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi(Galatas 2: 20), para confirmar que había tratado de configurarse plenamente en Cristo Jesús, de tal manera que Cristo fuera quien actuara en él.

 

¿CUÁNTOS VIAJES?

Pasaría la mitad de su vida, unos 30 años, navegando la cuenca del Mar Mediterráneo o peregrinando a pie, para visitar las principales ciudades del vasto Imperio Romano.

Inclusive a la misma Roma, donde posteriormente sufriría martirio.

Desde Atenas a Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, Pablo recorrió evangelizando las ciudades que encontraba a su paso y con esto se ganaba adeptos para Cristo y la atención del imperio romano.

Los expertos no logran determinar una lista exacta de lugares que visitó San Pablo durante su vida.

Lo cierto es que durante los tres viajes descritos en Hechos 13-14, Hechos 15-17 y Hechos 18-20, visitó muchas ciudades históricas que se consideran la columna vertebral de la civilización occidental.

Sin embargo existe una especie de consenso sobre cuántos grandes viajes realizó en su labor evangelizadora.

Los expertos no dudan en estimar que al menos cuatro fueron los viajes que emprendió.

Dada su importancia, estudiaremos separadamente cada uno de los viajes misioneros:

  • El primer viaje misionero
  • El segundo viaje
  • El tercer viaje
  • El cuarto y último viaje apostólico: Roma.

 

EL PRIMER VIAJE MISIONERO

Lo que se considera el «primer viaje» de Pablo comenzó en el año 45 y terminó en el 49 dC.

El libro de Hechos de los Apóstoles, en sus capítulos 13 y 14, nos Presenta a San Pablo partiendo desde Antioquía hacia Seleucia.

Para partir luego hasta Chipre haciendo muchas visitas en ciudades de Asia Menor.

Regresa nuevamente hasta Antioquía sobre sus pasos, evangelizando nuevamente sobre las ciudades que él mismo había visitado.

Y abonando y reforzando la conversión de cada vez más numerosos adeptos cristianos.

Nos encontramos en este episodio con el modelo estándar de predicación paulina.

Primero se anuncia el Kerigma a los judíos, los primeros en el orden de prelación del anuncio.

Porque San Pablo, además de recto, era muy metódico.

Incluso en la forma de escribir sus cartas podemos descubrir a un hombre que pensaba muy bien cada elemento que presentaba en su prédica.

Y siempre estaba en busca de la mejor manera de llevarlo a los oídos de los hermanos.

En segundo lugar, debemos mencionar el boicot que hizo la comunidad judía durante este viaje de San Pablo.

Viendo florecer la obra del Señor en el santo, ellos intentan aplacarla, pero sin mayor éxito.

Prueba de ellos es que se ve forzado a salir de Chipre, debido a que la conspiración de los judíos había causado que algunos gentiles quisieran tomar la vida de Pablo (matarlo).

Aquí aparece la figura de Juan Marcos, otro discípulo que le acompañó en la peregrinación, que una vez llegados a Perge, se separa de Pablo y Bernabé con dirección a Jerusalén.

Hubo muchos milagros, tumultos y persecuciones.

Un tullido que escuchaba el anuncio de Pablo es curado, gracias en parte a su fe y en parte al Espíritu.

Esto causó gran impresión en los paganos, quienes llegaron a pensar que Pablo y Bernabé eran una especie de divinidades.

Y para para aclarar tal embrollo los apóstoles intentaron evangelizar a los paganos.

Pero fueron impedidos por judíos llegados desde Antioquía para provocar confusión, lo que finaliza con el escape de los evangelizadores.

Estos acontecimientos empezarían a moldear el carácter de San Pablo, pues entenderá de entrada que la tarea que le ha presentado el Señor no es para nada sencilla.

Algunas cosas vividas en estas primeras circunstancias misioneras las recordó San Pablo cuando escribió lo siguiente hacia el final de su vida:

“Proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar”. (2 Timoteo 4: 2).

Para concluir con este consejo: “vigila atentamente, soporta todas las pruebas” (2 Timoteo 4: 5).

 

EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO

El segundo viaje de Pablo comenzó en el año 49 y terminó en 52 dC.

Una vez más vemos a Pablo enfrentando dificultades, pero esta vez dentro de su mismo staff de colaboradores (si le podemos llamar así).

El equipo misionero enfrenta división respecto al tema de la compañía en este viaje de Juan Marcos, el mismo que les había acompañado en el viaje anterior.

Terminan por coincidir en que deben partir en pares para evangelizar por zonas distintas.

Vemos a Bernabé partiendo con Juan Marcos, quien a la postre según la tradición, escribiría el evangelio que lleva el nombre de Marcos.

Y también vemos como San Pablo parte con Silas, un gran apoyo en su labor misionera.

Vemos a los apóstoles fortaleciendo la fe de las comunidades que ya habían sido evangelizadas: Antioquía, Cilicia, Listra, Liconia, Frigia, Galacia (comunidad a la que san Pablo le dirige la epístola de los gálatas), Misia, Macedonia, Acaya, Samaria, Jerusalén para concluir nuevamente en Antioquía.

En Listra tiene lugar un hecho que marcaría mucho a Pablo.

El santo conoce a Timoteo, quien al parecer captura toda la atención del misionero por su piedad y su entrega.

Es tanta la atención de san Pablo que lo lleva consigo en su misión y lo vuelve uno de sus discípulos, sino el más preciado.

Antes de morir San Pablo le dirige dos epístolas, dándole un último adiós y entregándoles unas últimas instrucciones.

El libro de los hechos de los apóstoles, insiste en la unidad de la Iglesia cuando habla al respecto de este viaje.

Que a pesar de estar dispersa geográficamente actúa con un solo Espíritu, en el amor de Cristo.

Al respecto, San Pablo escribiría a la comunidad de Galacia:

“Les ruego, hermanos, que se hagan semejantes a mí, como yo me hice semejante a ustedes. En realidad, no me han ofendido en nada.

Ya saben que fue en ocasión de una enfermedad cuando les prediqué por primera vez la Buena Noticia.        

A pesar de que mi aspecto físico era una prueba para ustedes, no me desdeñaron ni me despreciaron; todo lo contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. (Gálatas 4: 12-14)

 

EL TERCER VIAJE MISIONERO

El tercer viaje de Pablo tuvo lugar entre los años 52 y 57 de la era cristiana.

El libro de Hechos de los Apóstoles muestra en el capítulo 18 un comentario sobre este viaje.

Pablo, Timoteo y otros emprenden una peregrinación que los llevaría desde Antioquía a evangelizar las comunidades que ya habían establecido en sus viajes anteriores.

Lucas nos cuenta un episodio sobre un tal Apolo.

Éste pudiera ser un predicador ambulante de los muchos existentes en los primeros tiempos de cristianismo.

Un matrimonio de curtidores amigos de Pablo toma bajo su protección al predicador itinerante, ayudándole a completar su corta formación doctrinal.

Una vez instruido Apolo se dirige a Acaya donde servirá de gran ayuda en la defensa y mantenimiento del anuncio salvífico.

Más tarde Pablo, entendiendo que podría haber más discípulos como Apolo, escribe a los filipenses:

“Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.

Estos obran por amor, sabiendo que yo tengo la misión de defender el Evangelio.

Aquellos, en cambio, anuncian a Cristo por espíritu de discordia, por motivos que no son puros, creyendo que así aumentan el peso de mis cadenas.

Pero ¡qué importa! Después de todo, de una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre.

Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo.

Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado.

Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.” (Filipenses 1: 15-20)

 

EL CUARTO VIAJE MISIONERO

Este viaje Pablo lo realiza entre los años 63 y 67 de nuestra era.

Algunos conocen a esta etapa como la “Pasion Pauli”, producto de una larga y dura travesía hasta su encuentro con el Señor.

Que finaliza en su martirio a manos de Nerón, quien lo apresó y torturó antes de entregar al Santo a su viaje a la patria celestial.

Sugiere la tradición que San Lucas habría acompañado a San Pablo en estos últimos años.

Y este habría puesto por escrito muchos de los pasajes de Hechos de los Apóstoles sobre sus viajes.

También saldrían algunas epístolas finales desde esta compañía, como la segunda carta a Timoteo, el cual personalmente considero un testamento paulino.

Durante este viaje Pablo tiene la oportunidad de ver a algunos hermanos en Sidón, siendo atendido por ellos.

Desembarcan en Mira y luego en Creta de camino a Roma, avanzando a través de Fenicia, Siracusa y finalmente llegan a Roma.

En la capital romana es recibido con alegría por la comunidad cristiana que ahí vivía, aunque muy probablemente este recibimiento no se haya manifestado públicamente.

Esto debido a que ser cristiano era causa de muerte en la capital del imperio romano.

La situación del arresto del Apóstol entraña una cierta ambigüedad.

De un lado se afirma que éste se encontraba vigilado en una casa particular por un custodio.

Y por otro se afirma más adelante que Pablo gozaba de cierta autonomía para realizar sus tareas pastorales.

Sin embargo, es claro que San Pablo viviría una agonía intensa los dos últimos años de su vida.

Escribiendo a Timoteo en su ya citada carta testamento, dice:

“Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima:

He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe.        

Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación.” (2 Timoteo 4: 6-8)

Pablo concluye la peregrinación de su vida en la colina vaticana.

Decapitado, ha dejado este mundo para seguir siendo otro Cristo en el Cielo.

 

BONUS

Es difícil no quedar inspirado por la vida que San Pablo entregó plenamente al ministerio.

Seguimos hablando de su predicación hasta nuestros días, siendo la nuestra muchas veces solo una extensión de la que tuvo el Santo.

Al respecto, a modo de bonus, te dejo esta pequeña prédica del cantautor católico Martín Valverde. ¡Que les sea de provecho!

Fuentes:


Edwin Vargas, de Nicaragua, Ingeniero de Sistemas, Predicador Católico

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