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¿Alimentos Malditos? Descubre la Verdad detrás de la Bendición de la Comida

El Beneficio Sobrenatural de Bendecir la Comida y la forma de hacerlo.

Es tradicional en los católicos hacer bendiciones en el momento de la comida, que pueden tomar diversas formas. 

Pueden hacerse antes de comer y también pueden realizarse después. 

¿Pero para qué deberíamos bendecir la comida?

¿Qué efectos queremos lograr con esa bendición?

¿Y debemos bendecir la comida o al proveedor de la comida o a su protección?

Y hay un sinfín de opciones de oración, que puedes encontrar en un artículo de los Foros de la virgen María, cuyo link te dejo en la descripción de este video en YouTube.

Son fórmulas tradicionales ya establecidas.

Pero lo importante es que comprendamos por qué y para que hacemos la bendición.

Qué ventajas nos reporta, cómo colaboramos con la instalación del Reino de Dios en la Tierra con ello. 

Lo que nos va a permitir valorar más este procedimiento e incorporarlo a nuestra rutina diaria sin pasarlo por alto.

¿Y cuáles son las cosas que realmente se pueden bendecir con las oraciones? 

¿Cuáles son los distintos tipos de costumbres? 

Una posibilidad es bendecir la comida en sí misma para que tenga buen sabor y te alimente, se fortalezca, te caiga bien. 

Otra opción es bendecir al que preparó la comida, agradeciéndole por su trabajo y por su vida.

Y también hay que agradecer a quien plantó los alimentos. 

Otra opción es dar gracias a Dios porque permitió que esa comida llegara a tu mesa. 

Y en esta bendición también se puede pedir que Dios bendiga a quien preparó la comida y que haga llegar esta comida a quienes no tienen posibilidad de comerla.

Además, obviamente, para que tampoco nos falte a nosotros en el futuro.

Pero, ¿qué hizo Jesús? Porque lo tenemos que mirar a Él. 

Según la tradición judía, antes de cada comida el observante ofrecía una bendición a la comida diciendo: “Bendito seas, Señor Dios Nuestro, Rey del mundo, que has creado el pan que sale de la tierra”. 

Y una bendición similar se hacía antes de consumir el vino. 

Y todos sabemos que Jesús era un judío observante.

Entonces cuando repartió los cinco panes y los dos peces entre la multitud, en Marcos 6:41, se registra que Jesús dijo, “entonces Él tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición”.

Levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, ¿qué bendición? 

Y Mateo 26:26, registrando las palabras de Jesús en la última cena, dice: “Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: ‘Tomen y coman, esto es mi cuerpo’”. 

Pronunció la bendición dice.

Esto significa que Jesús hizo una bendición antes de comer mirando al cielo. 

Y entonces podemos creer que Jesús estaba bendiciendo o alabándole o dándole gracias al Padre por la comida. 

Por lo tanto, el espíritu principal de los cristianos cuando bendicen en el momento de comer, es bendecir a Dios por su generosidad al darnos la comida. 

Pero además, la comida es un signo divino para Jesús, porque Jesús unió el sacramento de la Eucaristía al rito de un banquete en la última cena. 

Y a su vez, los discípulos lo reconocieron después de su resurrección cuando partió el pan.

Por lo tanto, cuando el cristiano se sienta a la mesa debe reconocer los manjares que tiene a su disposición como una señal de bendición de Dios. 

Debe reconocer la providencia de Dios y además debería pedir por los prójimos, por la generosidad de quien cultivó los elementos de la comida, quien fabricó los ingredientes, quien la preparó, quien la sirvió.

Y por los pobres que posiblemente carecen de este sustento. 

De modo que la principal bendición que debemos dar nosotros es a Dios y no a los alimentos, como hay una tradición que viene de los protestantes por una mala traducción de la Biblia protestante «King James». 

En la versión King James sobre la bendición de la última cena, dice Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a sus discípulos, o sea que tomó el pan y bendijo el pan. 

Este error luego pasó a otras traducciones de la Biblia, incluso católicas.

Pero hay otro elemento que se ha olvidado con el paso del tiempo, que es el valor exorcista de la bendición de la comida. 

Los padres de la iglesia sostenían que el mundo entero estaba en poder del maligno, a menos que fuera llevado al reino de Cristo mediante el triunfo del evangelio y la destrucción de los ídolos paganos. 

Hay numerosas menciones en la Biblia de satanás como el príncipe de este mundo, el dios de este mundo, en fin.

Y este poder se produjo porque cuando cayó la humanidad también cayó la creación, y ahí el gobierno del mundo le perteneció al maligno.

De modo que toda la creación debe ser rediseñada y en eso está Dios y en eso estamos colaborando nosotros. 

Y esa es la razón por la que la sal y el agua se exorcizan antes de bendecirlas en el rito tradicional de bautismo. 

Lo que implica que esos elementos estaban bajo el dominio del maligno y se le quitan con el exorcismo. 

Y hay una historia interesante sobre esto.

San Gregorio Magno, el Papa, cuenta la historia de un santo abad llamado Iquitius que intervino, cuando entró un demonio en una monja que había comido una lechuga en el que estaba un demonio.

Cuando estaba haciendo el exorcismo a la monja, el demonio empezó a gritar: “¡Estaba la lechuga, ella no me expulsó de ahí y comió la lechuga!”. 

O sea, diciendo que ella se expuso al demonio a sabiendas. 

Esto suponía que antes de comer cualquier alimento era necesario hacerle la señal de la cruz para exorcizarlo y expulsar el mal. 

Porque, repetimos, toda la creación está bajo el poder del demonio.

Por lo tanto, cuando oramos por la comida, damos gracias a Dios por los alimentos que nos da.

Pero también podemos invocar su nombre a fin de que los demonios huyan, para que la comida de este mundo sea purificada por Dios. 

Esta última es la razón por la que se puede bendecir la comida en sí misma, haciéndole la señal de Jesucristo sobre ella, que es una apelación exorcista a Dios.

De modo que podemos resumir lo dicho hasta ahora de esta forma: 

La primera bendición debe ser de agradecimiento a Dios por la comida que nos da.

Y pedirle también la bendición para aquel que la cultivó, preparó y sirvió la comida, etcétera.

Y para que Dios sea providente con los que no tienen acceso a la comida.

Y luego, debemos bendecir la comida en términos exorcistas, y para que nos caiga bien, nos fortalezca, etcétera.

En Foros de la Virgen María hemos publicado un artículo donde presentamos una serie de oraciones tradicionales para la ocasión de la comida. 

Te recomiendo leerlo porque ya tiene las fórmulas establecidas para la bendición de diversas formas. 

El link para acceder al artículo está en la descripción de este vídeo YouTube.

Bueeeno, hasta aquí la presentación de qué significa bendecir la comida y qué nos reporta este procedimiento, mientras en el artículo que te sugerimos leer, están las fórmulas más tradicionales para hacerlo 

Ahora, si te gustó esto que contamos, deja un comentario, marca que te gusta este video y compártelo con tus amigos.

Y ahora me gustaría saber si realizas algunas de estas bendiciones y que dificultades tienes para hacerlo más frecuentemente. 

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ARTÍCULOS DESTACADOS Bendición DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil NOTICIAS Noticias 2022 - enero - diciembre Religion e ideologías Sobre la comida

¿Por qué tiene tanta Importancia Bendecir la Comida? ¿Cómo hacerlo bien?

Sobre que hay que tener cuidado al bendecir la comida.

En la medida que el mundo se fue descristianizando se han perdido algunas costumbres que no solo eran buenas, sino también obligatorias para nuestro bienestar.

Una de ellas es la bendición de la comida antes de comer.

Algunos desinformados dirán que se trata de una mojigatería, hoy innecesaria.

Pero en realidad no lo es, tiene una cantidad de beneficios ocultos para nuestra vida.

Y cada vez se hace más imprescindible dado el rumbo que ha tomado el mundo.

Aquí hablaremos sobre las evidencias que existen de que es necesario bendecir la comida y cómo se hace, incluyendo la oración para realizarla.

Hay una vieja costumbre cristiana de bendecir la comida antes de comer, pero es una práctica que está cayendo en desuso, inclusive entre los propios sacerdotes y religiosos.

Quizás por desidia, otras veces por desconocimiento y otras por simple apostasía.

Cuando no se la bendice, se asumen los riesgos de que pueda haber algo malo en la comida.

Se obvia dar gracias a Dios por haber permitido que esa comida haya llegado hasta la persona y dar gracias a quienes trabajaron en todo el proceso de fabricación.

Y no se recuerda el privilegio que le ha sido otorgado por la comida, mientras otros no lo tienen.

Lo que ha sobrevivido más, es dar gracias a Dios por la comida, y lo que se obvia más frecuentemente es bendecir la comida.

¿Y qué es exactamente bendecir?

Bendecir es un gesto que se realiza para que Dios manifieste Su gracia y Su protección hacia una persona, una relación, una casa, una empresa, un objeto, una comida.

Todos podemos bendecir.

Los sacerdotes tienen el poder de bendecir con el poder de los méritos de toda la Iglesia.

Mientras que los laicos han recibido la posibilidad de bendecir por el bautismo y su poder deriva de sus méritos personales.

Cuando invocamos la bendición de Dios imploramos su benevolencia divina, confiando que Él responderá.

Pero la verdad es que bendecimos poco, dentro de ello la comida, por lo que nos arriesgamos a malas experiencias.

El psiquiatra asesor de exorcistas Adam Blai contó en un libro una historia en la que participó, el exorcismo de un hombre llamado Luis. 

Luis creció en Italia y desde niño tuvo un fuerte llamado a ser monje. Siempre quiso entregarse totalmente al Señor. 

A los veinte años no se dio cuenta de su vocación, pero todavía tenía hambre de ser un ordenado. 

En cambio, se fue a Estados Unidos por un buen trabajo, conoció a una chica que se convirtió en su amor, aunque no era católica, pero parecía, o al menos le daba la impresión, que estaba bien dispuesta a la fe. 

Luego planeó casarse y ella dio su consentimiento para que sus hijos fueran criados como católicos. 

Tuvieron tres hijos, pero la esposa de Luis solo le permitió bautizar a un niño, los otros quedaron sin el bautismo.

Luego su esposa tuvo un amante, Luis la perdonó, pero ella siguió en la relación extramatrimonial y el divorcio se avecinaba.

Entonces la suegra de Luis sugirió que hicieran una última cena de Acción de Gracias. 

El pobre Luis no sabía el plan que tenía para él su futura ex suegra, un demonio lo revelaría más tarde. 

Cuando estaba recién divorciado, Luis comenzó con problemas de salud, limitaciones de dinero, tenía además arrebatos de ira y dificultad para orar. 

Esto era muy inusual para él y no poder orar era lo que más le preocupaba, siempre le había gustado mucho la oración. 

De vuelta a su antiguo país, su devota mamá italiana estaba orando por él, y pensó que un sacerdote debería orar por él. 

Luego Luis acudió al psiquiatra Adam Blai, experto en demonología que también asiste en exorcismos y se ocupó del caso con un sacerdote exorcista.

Comenzaron sus oraciones por Luis con las Letanías de los Santos y la reacción de Luis fue como la de alguien alérgico a la invocación de los santos.

Su cuerpo se puso tenso, sus puños se apretaron, sus manos temblaban y gritaba.

Cuando el sacerdote exorcista vio esto, hizo pruebas de posesión. 

Constató que Luis hablaba hebreo y alemán, que nunca había estudiado ni escuchado, y esta habilidad repentina con idiomas desconocidos es un sello distintivo de posesión demoníaca.

Los demonios son ángeles caídos que pueden hablar muchos, si no todos los idiomas, y cuando habitan en una persona, generalmente responden en el idioma que se ha utilizado para plantear una pregunta.

Luego cuando pusieron reliquias cerca de Luis reaccionó mal y hasta nombró a algunos de los santos a las que pertenecían. 

El sacerdote entonces tuvo suficientes datos para probar un caso de posesión.

Y pidió una evaluación psicológica del médico para confirmar que sus problemas no eran una enfermedad mental.

Luego procedieron con un exorcismo solemne y Luis comenzó a actuar como si fuera a vomitar. 

Según Blai, es habitual que las personas tosan cuando están siendo exorcizadas. Y Luis largó una sustancia pegajosa marrón que tenía un hedor asqueroso.

Esto fue algún tiempo después del Día de Acción de Gracias y, sin embargo, la sustancia se había adherido a él y no había pasado por el proceso digestivo normal. 

Los demonios fueron obligados a hablar y contaron cómo habían invadido a Luis.

Revelaron que su ex suegra había maldecido la salsa que había comido en Acción de Gracias. 

Y dijeron que querían quedarse dentro de Luis porque tenía vocación al sacerdocio.

La historia de Luis sigue la tendencia de que las personas con vocaciones son a menudo las más atacadas por el diablo, para que no puedan seguir su vocación.

Y es instructivo que Luis fuera manipulado por las mismas personas que no querían que sus hijos fueran bautizados.

También habla de cuán importante es dar gracias y pedir la bendición de Dios sobre nuestra comida y bebida.

Porque la posesión de Luis es una advertencia de que la comida puede llevar una maldición. La comida se puede maldecir en privado y luego servir.

Y es mejor ser cauteloso al participar en comidas que hayan sido preparadas por cualquier persona que tenga un historial en lo oculto o que tenga malas intenciones hacia sus invitados.

Y esto también fue experimentado por el exorcista Padre Stephen Rossetti, que estaba almorzando con una mujer laica espiritualmente dotada de su equipo, que tiene el don de ver demonios. 

Les sirvieron la comida, pero ella no comenzó a comer. Levantó la vista y le dijo: «¿No vas a bendecir la comida?».

Entonces Rossetti se dio cuenta que estaba pasando algo. Y respondió “¿Algo malo con la comida?”. Ella asintió pero no dijo nada. 

Y entonces Rossetti le pregunto nuevamente, «¿Hay algunos demonios en el plato?». Ella dijo que sí.

Por lo tanto dio la típica bendición sobre una comida y ella dijo que los demonios se fueron rápidamente.

Nuevamente cuando sirvieron el postre la mujer dudó. Entonces Rossetti volvió a preguntar, «¿Hay demonios en esto también?». 

Nuevamente, ella dijo “Sí”, volvió a hacer la bendición y se fueron.

Este fue un suceso raro. Pero te hace preguntarte qué estaba pasando en la cocina. 

Tal vez uno de los miembros del personal de la cocina maldijo la comida antes de que se sirviera.

Lo que podría suceder, porque hay más personas maldiciendo objetos y participando en prácticas ocultas que en décadas anteriores.

Si hubieran comido el alimento con los demonios, no habría sido agradable y el malestar habría sido atribuido a una indigestión o algo así.

Y el caso que contó San Gregorio Magno, del siglo VI, nos informa cómo empezó la tradición de hacer la señal de la cruz sobre la comida. 

San Gregorio Magno cuenta la historia de un santo abad llamado Iquitius que intervino cuando entró un demonio en una monja, que comió una lechuga en la que estaba un demonio.

Cuando estaba haciendo el exorcismo a la monja el demonio que la poseía empezó a gritar “estaba en la lechuga, ella no me expulsó de ahí y comió la lechuga”.

Por lo tanto, a partir de ahí comenzó la costumbre de hacer la señal de la cruz antes de comer cualquier comida o tomar cualquier bebida para exorcizarlos y expulsar el mal.

O sea la costumbre de orar por la comida dando gracias a Dios por lo que nos da, y también invocar Su nombre para que los demonios huyan para que la comida sea purificada por Dios.

Porque aún todas las cosas de la Tierra están bajo el poder del demonio.

¿Y entonces qué debemos hacer nosotros para bendecir la comida?

La evidencia bíblica e histórica nos indica que debemos orar ante nuestra comidas.

Debemos dar gracias a Dios por Su generosidad al darnos esa comida y pedir que extienda esa generosidad a quienes no tienen comida.

Y también que por Su generosidad nos proteja de todo daño, ya sea un ataque del demonio o una indigestión que nos pueda causar el alimento.

Y el procedimiento sería primero hacer la señal de la cruz sobre la comida antes de comerla.

Y decir una oración como esta,

«Señor, bendice estos alimentos que recibimos de tu generosidad. Bendice a quienes los han preparado. Da pan a los que tienen hambre. Y protégenos de cualquier daño a nuestra salud. Amén.»

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la bendición sobre la comida. Hay muchas oraciones para bendecir la comida en la Iglesia que te las mostramos a través de links a nuestros artículos que están en la descripción de este video.

Y me gustaría preguntarte si acostumbras a hacer una bendición sobre la comida cuando estás en tu casa y también cuando comes fuera de ella, o no.

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https://youtu.be/LPNKgiNwGCo

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Cómo Dios dará Auxilio a los Fieles ante una Hambruna

Lo que ocurrirá como señal previa al Aviso.

Muchos están preocupados por la crisis de suministros, y desabastecimiento en general, que está sucediendo en el mundo.

Y el aumento de la pobreza producida por la crisis de salud en casi todos los países.

Y lo enlazan a la profecía del Aviso, uno de cuyos signos previos será la carestía, la escasez y el hambre.

Antes del Aviso de Dios a la humanidad, el mundo estará en un período de proliferación del hambre.

¿Será que los fieles estarán indefensos ante este flagelo?

La respuesta es no.

Ya estamos advertidos de lo que vendrá.

En principio debemos precavernos con los recursos humanos que tengamos.

Pero también Dios ha previsto cómo va a asistir a los fieles que se abandonan a Él con entera confianza.

Y nos ha dado pruebas de como lo ha estado haciendo ya.

Aquí hablaremos sobre cuál será la forma en que Dios asistirá a los fieles que confían en él de corazón y qué testimonios hay.

En un video anterior hablamos de que los primeros 4 sellos del apocalipsis han sido abiertos, y que los 4 jinetes del apocalipsis han salido del corral, produciendo la confusión de falsas doctrinas, guerras, pestes y hambre.

Ellos están recorriendo el mundo, yendo y viniendo.

Y estamos ahora en el momento del gran silencio, que se produce en la apertura del 5to sello, donde los perseguidos claman a Dios por su intervención.

Y entonces Dios comenzará su intervención, con la apertura del 6to sello, y ahí vendrá el aviso o iluminación de conciencia.

Y uno de los signos previos al aviso será el hambre en el mundo, además de guerras, pestes, crisis económica, etc.

Sin embargo lo que el cielo ha dicho sistemáticamente a los videntes es que los que se abandonen a Dios, cumpliendo devotamente sus mandamientos, serán protegidos.

¿Y cómo serán protegidos del hambre?

A través de la multiplicación de alimentos que Dios ya ha realizado en momentos de necesidad, que está contado en la Biblia y que sigue en nuestra época.

En el Nuevo Testamento el Señor realizó la alimentación de cinco mil hombres con cinco panes y dos peces proporcionados por un niño, Mateo 14.

Y la alimentación de los cuatro mil, con siete panes y unos pececillos, Mateo 15.   

Cómo en aquella época se contaba sólo a los hombres, en ambos milagros sumados hablamos de 30 mil personas alimentadas con 12 panes y unos pocos peces.

Sin embargo los modernistas niegan estos milagros o los esconden, y no nos dejan reconocer estas gracias.

Y es por lo que a veces oímos en las homilías que el sacerdote dice, que el verdadero milagro que hizo Jesús cuando multiplicó los panes y los peces es que todos pudieron compartir.

Lo cual es una verdadera tontería, que busca enmascarar los milagros.

Estos milagros de la multiplicación de la comida han sucedido todo el tiempo, incluso en nuestra época.

Y salvo en ocasiones muy particulares, suelen ser milagros sutiles, y por eso queda la duda, cuando nos sucede a nosotros en la vida diaria.

El objetivo es mostrar que Dios puede proporcionar el alimento milagrosamente violando las propias leyes naturales que Él creó, cuando sea necesario.

Para que tengamos fe de que lo hará cuando estemos necesitados.

Hay muchos casos certificados de esta multiplicación.

Uno de ellos sucedió en 1550 en Poggio de Castel San Pietro, Italia, en un momento en que transcurría la feroz lucha contra la reforma de Lutero.

La Virgen se apareció a una viejita ciega que andaba mendigando un pedazo de pan.

Y le dijo que cuando entrara a su casa, tendría todo el pan que necesitara mientras viviera, lo que sucedió, y la curó de la ceguera.

Este milagro fue aprobado por el obispo de Bolonia y hay un famoso cuadro que lo recuerda.

Otro caso certificado sucedió en 1677 con la multiplicación del vino, precisamente en ocasión de la fiesta de la Virgen de la Paz de Alcobendas, a 13 km al norte de Madrid.

El milagro se produjo en la casa de Juan Perdiguero y consta un documento notarial que lo describe y da fe, firmado por decenas de personas.

Juan llenó una tinaja de vino de 190 litros el día 21 de enero, para ir sacando vino para el gasto de su casa, así como para las demás casas, a las que se lo ofreció con motivos de las fiestas de la Patrona de la zona.

Se gastó espléndidamente hasta el día 24 por la noche, incluso realizó una fiesta ese día con 300 invitados.

El día 25 Juan se levantó temprano intrigado de que el vino hubiera alcanzado, fue a revisar la tinaja y vio que la tinaja estaba llena y además que manaba el vino como una fuente, a borbotones. 

Lo anunció públicamente y cientos de personas fueron a verlo y se llevaron jarras de vino.

El notario calcula que la tinaja dio 10 veces más vino que el que se puso allí.

Otro milagro de multiplicación fue el del arroz de Olivenza, que a la postre fue el milagro para la canonización de San Juan Macías.

En la «Casa de Nazareth» estaban acogidos unos cincuenta niños y niñas en régimen de semipensionado.

Quienes recibían gratuitamente instrucción y comida.  

Y además distribuían comida a los pobres.

El 25 de enero de 1949 eran las 12 del mediodía y no habían llegado las provisiones, entonces la cocinera se dirigió con fe al entonces Beato Juan Macías: «¡Ah, Beato, y los pobres sin comida!».

Y puso a cocinar los 750 gramos de arroz y un poco de carne que tenía.

Al rato vio que el arroz se desparramaba fuera de la olla a borbotones, entonces pasó una parte a otra olla.

La noticia se extendió por la ciudad y muchas personas acudieron y constataron el hecho.

Se distribuyó una porción abundante de sopa a los cincuenta y tantos niños semipensionados.

Y después, se pasó a distribuir una porción igualmente abundante a un centenar de pobres.

La sopa, además de ser abundante, estaba mejor condimentada y más sabrosa que nunca, a pesar de no tener ningún otro condimento.

El prodigio de la multiplicación del arroz duró cerca de 4 horas, hasta que el párroco dijo «ya basta».

El Hermano Juan Macías, el intercesor, ya tenía fama en vida, de multiplicar alimentos en la portería de su convento de Lima.

Al igual que San Martín de Porres, que cuando lo mandaban al mercado por las compras para el convento, repartía parte de la comida que había comprado a todos los que le pedían en el camino, y cuando llegaba la canasta seguía llena.

Recientemente el padre Richard M. Thomas, misionero en El Paso, Texas, que trabaja con los pobres, dice que él y los que trabajan en la misión han encontrado la multiplicación inexplicable de comida en decenas de ocasiones.

Por ejemplo menciona el caso de una vez que fueron a repartir sándwiches de jamón y queso a una clínica para mujeres pobres.

Habían utilizado dos barras de pan de la cual habían salido 26 sandwiches.

Pero cuando llegaron se dieron cuenta que no iban a alcanzar.

Sin embargo repartieron sandwiches a todas las mujeres y a los voluntarios de la clínica.

Y como aún sobraban, repartieron por la calle a los pobres que encontraban hasta llegar a la Misión.

Algo similar sucedió cuando fueron a repartir budín de pan y limonada a la cárcel en Pascua.

Pero cuando llegaron se dieron cuenta que no alcanzaría para los 80 presos que había.

Sin embargo comieron todos y repitieron hasta que quedaron satisfechos, lo mismo que los guardias.

El padre dice que la mayor parte del tiempo la multiplicación se produce de manera casi imperceptible, como el despliegue de un capullo de rosa.

Es de bajo perfil, nada dramático.

También el padre Dwight Longenecker cuenta que vivía con su hermano mientras se estaba preparando para sacerdote.

El dinero no les alcanzaba, pero aún así decidieron donar la mitad de sus ingresos a los pobres.

Y como si fuera poco, invitaron a 4 jóvenes más sin trabajo a vivir con ellos, lo cual en términos humanos era una locura.

Vivían en comunidad donde rezaban juntos y militaban para la Iglesia, y nunca les faltó nada.  

En resumen, los tiempos que vienen son de purificación, con los 4 jinetes del apocalipsis recorriendo la tierra y aumentando su efecto.

Y algo que probablemente sucederá es el crecimiento de la pobreza y la escasez de los suministros a nivel global.

Entonces debemos prepararnos guardando suministros en la medida de lo posible, pero también debemos confiar en que nada nos faltará, porque Dios hará multiplicar las comida para saciar a sus fieles.

Y más adelante llegará el tiempo en que la tierra florecerá por el triunfo del Inmaculado Corazón de María. 

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los testimonios que tenemos de que Dios provee de suministros, por la multiplicación de los que tenemos, si le seguimos con fe y confianza.  

Y me gustaría preguntarte si a ti o a alguien que conoces le ha sucedido alguna multiplicación de suministros o no.

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https://youtu.be/LPNKgiNwGCo

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Oraciones de Bendición de la Comida

Debemos reconocimiento a la generosidad de Dios.

Por eso los cristianos damos gracias por lo que Dios nos da.

Antes y después de comer damos gracias a Dios providente por los manjares que cada día recibimos de su bondad.

Tanto si estamos solos como si compartimos los alimentos con otros hermanos. 

Orar antes de comer

Debes recordar, además, que el Señor Jesús unió el sacramento de la Eucaristía al rito de un banquete.
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Y que una vez resucitado de entre los muertos, se manifestó a los discípulos al partir el pan.

El cristiano, cuando se sienta a la mesa, reconoce en los manjares que tiene a su disposición  una señal de la bendición de Dios,

Y no debe echar en olvido a los pobres que posiblemente carecen del sustento del que él, quizás, disfruta en abundancia.

En este artículo tratamos de las bendiciones antes de comer, pero ver también estas oraciones:

En los hogares más piadosos se realizan bendiciones a la comida previamente a comerla y después de haberla comido.

Lo cual es un signo de reconocimiento de todas las bendiciones que Dios tiene para nosotros, inclusive de nuestras necesidades materiales más elementales.

Pero también hay otra razón para bendecir la comida que se ha perdido con el pasar del tiempo.

   

LA BENDICIÓN TAMBIÉN ES UN EXORCISMO

Los Padres de la Iglesia sostenían que el mundo entero estaba en poder del maligno, a menos que fuera llevado al reino de Cristo mediante el triunfo del Evangelio y la destrucción de los ídolos paganos.

Hay numerosas menciones en la Biblia de satanás como el príncipe de este mundo, el Dios de este mundo, etc.

Y este poder devino porque cuando cayó la humanidad, también cayó la creación y ahí el gobierno del mundo le perteneció al maligno.

De modo que toda la creación debe ser rediseñada.

Y esa es la razón por la que la sal y el agua se exorcizan antes de bendecirlas, en el rito tradicional del bautismo.

Lo que implica que esos elementos estaban bajo el dominio del maligno y se le quitan con el exorcismo.

San Gregorio Magno cuenta la historia de un santo abad llamado Iquitius que intervino cuando entró un demonio en una monja, que comió una lechuga en que estaba un demonio.

Cuando estaba haciendo el exorcismo a la monja el demonio empezó a gritar “estaba en la lechuga ella no me expulsó de ahí y comió la lechuga”.

Esto suponía que antes de comer cualquier alimento era necesario hacerle la señal de la cruz para exorcizarlo y expulsar el mal, porque repetimos toda la creación está bajo el poder del demonio.

Por lo tanto cuando oramos por la comida damos gracias a Dios por las gracias que nos da, pero también invocamos su nombre a fin que los demonios huyan para que la comida de este mundo sea purificada por Dios.

Esto es un exorcismo menor que está incorporado a la vida de los cristianos cuando invocan el nombre poderoso de Dios para poner en fuga al maligno en cada situación comprometida o riesgosa.

Y esto también se incorpora a la acción de gracias por los alimentos que vamos a comer.

¿Pero a donde realmente dirigimos la bendición?

   

¿BENDECIMOS LOS ALIMENTOS O A DIOS QUE NOS DA LOS ALIMENTOS?

¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar lo que realmente estamos orando en ese momento?

En el Nuevo Testamento, en realidad hay dos palabras que se utilizaron cuando Jesús oró por una comida.

bendecir la mesa 

   

LA PRIMERA PALABRA

La primera es la palabra griega “eulogeo”. El término significa “hablar bien de” o “alabar”. 

La palabra aparece en Marcos 6:41 que dice:

“Entonces Él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición.

Partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran.

También repartió los dos pescados entre la gente”.

Ten en cuenta que en el versículo que dice Jesús “pronunció la bendición” antes que Él partiera el pan. 

En otras palabras, Jesús estaba hablando bien o alabando, pero ¿qué alaba? 

¿Estaba Jesús hablando de los alimentos o del Padre?

En el pasaje parece obvio (“levantando los ojos al cielo”) que Él no estaba bendiciendo la comida, sino en su lugar, reconociendo a su Padre.
.
O sea hablándole al Padre algo sobre esos alimentos.

Curiosamente, el término eulogeo también se traduce como “dar gracias”.

Por lo que Jesús, por tanto y probablemente, estaba dando las gracias no a la comida, sino a su Padre en el cielo.

Según la tradición judía, antes de cada comida el hombre o mujer judío fiel ofrecían esta bendición:

Bendito seas, Señor, Dios nuestro, Rey del mundo, que has creado el pan que sale de la tierra”.

Y, antes de consumir el vino que ofrecían esta bendición similar:

Bendito seas, Señor, Dios nuestro, Rey del mundo, que has creado el fruto de la vid”.

Jesús era un judío que observaba las tradiciones y las oraciones judaicas.

Por lo tanto, la acción de gracias o la bendición de Jesús probablemente hayan sido similares a esta oración.

La que no está claramente dirigida hacia la comida, sino hacia Aquel que la proporcionó.

   

LA SEGUNDA PALABRA

La segunda palabra que se usó cuando Jesús oró en una comida es el término griego “eucharisteo”, de donde obtenemos nuestra palabra eucaristía. 

El término significa “dar gracias” u “ofrecer gracias”, y Jesús usó esta palabra en la última cena con sus discípulos.

En Mateo 26: 26-28 leemos:

“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

«Tomen y coman, esto es mi Cuerpo».

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo:

«Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados»”.

La realidad de la época es que era común para los judíos ofrecer una bendición por cada alimento servido durante una comida.

Y de vuelta, Jesús estaba probablemente ofreciendo las bendiciones tradicionales con el pan y el vino.

Pero fíjense que Jesús no bendice la comida o el vino.
.
En realidad Jesús, en ambos pasajes, bendice o le da gracias a su Padre. 

Pensemos en cuales son las alternativas de bendición:

– Bendecir a la comida en si misma ¿para qué?. Puede ser para que tenga buen sabor, te alimente, te fortalezca, te caiga bien, se repita otras veces y llegue a otras personas.

– Bendecir al que preparó la comida ¿para que?. Puede ser un agradecimiento por su trabajo, por la calidad que logró, una bendición para su vida.

– Dar Gracias a Dios ¿por qué?. Porque permitió que llegara hasta tu mesa la comida, porque te proporciona una comida con buen sabor, etc. como decimos arriba; para que bendiga a quien la preparó como decimos arriba; y sobre todo dar gracias por Su generosidad.

Lo que puede también tener un pedido para que esta comida no te falte en el futuro y llegue también a los que no tienen.

Si lo reflexionamos a fondo, dando Gracias a Dios por su generosidad estamos cubriendo todas las bendiciones.

Por otro lado, la evidencia bíblica e histórica es que debemos orar antes de nuestras comidas, pero deberíamos bendecir al Padre no a la comida.

mesa catolica

   

DE DONDE NACE LA CONFUSIÓN

¿Pero cómo los cristianos terminamos bendiciendo la comida en vez de a nuestro Padre?

Para la mayoría de nosotros es simplemente una cuestión de tradición o hábito arraigado, porque nunca hemos pensado en esta diferencia.

La confusión sobre este asunto en realidad comenzó con una mala traducción de Mateo 26:26 en la versión King James de la Biblia (la que utilizan preferentemente los protestantes), que luego siguió en muchas traducciones actuales de la Biblia.

En la versión King James se lee:

“Mientras comían, Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a sus discípulos”.

Si comparamos ambas versiones, la de arriba que dice “tomó el pan, pronunció la bendición” y esta otra que dice “tomó el pan, lo bendijo”, vemos claramente la confusión.

En la primera no dice que Jesús bendijo  el pan sino que Él simplemente “bendijo” o “dio gracias”

Realmente es increíble que este pequeño error del texto, haga que millones de personas recen antes de sus comidas algo que Jesús aparentemente no tuvo la intención de hacer.

Cuando Jesús nos enseñó a orar por nuestra comida, o cualquier otra cosa en esta materia, Él nos enseñó a honrar al Padre en primer lugar. 

Sus instrucciones a nosotros en Mateo 6: 9 fueron

Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre”

Así que lo que Jesús modeló para nosotros es que cuando oremos antes de una comida, nuestras oraciones de agradecimiento se centren en Dios, en vez de centrarse en los alimentos.

Las dos versiones, de bendecir los alimentos o bendecir a Dios por los alimentos que nos da, están en estas oraciones que son las que se oran habitualmente.

familia antes de comer ora

   

ORACIONES DE BENDICIÓN POR LA COMIDA O A LA COMIDA

Señor Dios, que nuestra mesa sea lugar de intercambio fraterno, de afecto humano, de consuelo recíproco y de agradecimiento por todos tus dones. Tú estás presente entre nosotros porque eres el Amor, bendito por los siglos de los siglos.
Amén.

   

Señor, bendice estos alimentos que recibimos de tu generosidad. Da pan a los que tienen hambre y hambre de Dios a los que tienen pan.

   

Bendito seas, Señor por esta comida que vamos a compartir y que es signo de paz, de alegría y fraternidad. Amén.

   

Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que vamos a tomar. Haz que no les falte el pan a los que pasan hambre. Amén.

   

Bendice, Señor, a cuantos hoy comemos este pan; bendice a cuantos lo hicieron y a cuantos no lo tendrán. Amén

   

Bendícenos, Señor, y bendice los alimentos que vamos a tomar para mantenernos en tu santo servicio. Amén.

   

Bendícenos, Señor, y bendice nuestros alimentos. Bendice también a quienes nos los han preparado, y da pan a los que no lo tienen.

   

Bendice, Señor, a cuantos hoy comemos este pan Bendice a quienes lo hicieron y haz que juntos lo comamos en la mesa celestial.

   

Señor, bendice estos alimentos que recibimos de tu generosidad
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor
Amén.

   

Bendícenos, Señor, a nosotros y bendice estos alimentos que vamos a tomar y haznos partícipes de la mesa celestial. Amen.

   

El Niño Jesús que nació en Belén Nos bendiga la comida y a nosotros también

bendecir alimentos

V. Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar. Por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
V. El Rey de la Gloria nos haga partícipes de la mesa celestial.
R. Amén

   

Padre, siéntate con nosotros a la mesa.
bendícenos a todos y acompaña nuestro día.
Gracias Señor.

   

Vivimos contigo,
Disfrutamos contigo,
Comemos contigo.
Padre, rodéanos con tu espíritu
Y enséñanos a contagiar tu amor.

   

Señor Jesús,
Tú que eres nuestro Pan de Vida
te pedimos que derrames hoy tu bendición
sobre esta mesa y estos alimentos
que nos has querido dar en tu bondad.
Tú que naciste en una familia humilde y trabajadora,
que conociste la fatiga y la lucha por el sustento diario,
ayúdanos a confiar en la Providencia del Padre
para que seamos capaces de compartir
los bienes que nos regalas con quienes más lo necesitan.
Tú que te sentaste a la mesa de los pobres y de los pecadores,
danos el don de la hospitalidad,
para recibir en nuestras vidas a los más pequeños,
a los que tiene hambre y sed de justicia, de cariño y de paz.
Te damos gracias Señor por tantas bendiciones,
por confiarnos estos dones que habremos de recibir
en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

   

Padre, tú hiciste todas las cosas que son buenas.
Que ahora, que compartimos estos dones de la creación, seamos conscientes de tu presencia constante en nuestras vidas.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

   

Padre, tu nos llamas a estar juntos en esta mesa y has proveído estos alimentos.
Que esta comida fortalezca nuestras mentes y cuerpos para que podamos hacer tu trabajo eficientemente.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén

   

Bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a recibir; bendice las manos que los prepararon, da otro tanto a los que nada tienen y concede tu paz y tu justicia a nuestra Patria. Amén.

   

Señor Dios, que nuestra mesa sea lugar de intercambio fraterno, de afecto humano, de consuelo recíproco y de agradecimiento por todos tus dones. Tú estás presente entre nosotros porque eres el Amor, bendito por los siglos de los siglos.
R. Amén.

   

ORACIÓN PARA BENDECIR LOS ALIMENTOS DEL PADRE PÍO

Oh Jesús, tú que provees y alimentas a las aves del aire, provee y aliméntanos también a nosotros, que no sabemos ni sembrar, ni segar ni recoger.
Ven, bendice nuestro alimento y dáselo también a los que no lo tienen. Amén

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre la comida

La oración de los Redentoristas para bendecir la mesa para cada día del mes

Día 1

Almuerzo [Sal 27,8; Const. 81]

Tú, Oh Señor, eres fuerza para tu pueblo, refugio de salvación para tus consagrados. Bendice la comida que estamos a punto de tomar y haz que, nutridos abundantemente de tu Palabra, meditemos constantemente el misterio de la salvación a fin de que los problemas del mundo encuentren eco en nuestros corazones y respuesta en nuestra acción. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Sal 27,9; Rm 5,5; Const. 81]

Salva a tu pueblo, Oh Señor, y bendice tu heredad. Tú nos sustentas con la comida que también hoy pones sobre nuestra mesa. Alimenta igualmente nuestro espíritu con tu evangelio a fin de que, alentados por una esperanza viva y radiante, fundemos nuestra vida en la caridad que jamás decepciona. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Mt 6,25; Const. 83]

Señor Jesús, tú nos has enseñado que la vida vale más que la comida: haz que toda nuestra vida se alimente con la sabiduría de tu Evangelio a fin de que sepamos testimoniarlo y anunciarlo fielmente a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 2

Antes del almuerzo [Const. 2]

Gracias, Señor, por permitirnos experimentar en esta mesa la alegría de la comunión fraterna que, fundada en nuestra profesión religiosa, hace de todos nosotros un único cuerpo misionero. Bendice estos alimentos a fin de que, hoy y siempre, busquemos en ti el verdadero fundamento de nuestra fraternidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 6]

Alabado sea tu nombre por siempre, Oh Señor. Bendito seas por esta comida que hoy nos ofreces, y porque nos haces ser cada día siervos humildes y audaces del Evangelio de Jesucristo, Redentor y Dios, principio y modelo de la nueva humanidad. Él vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Al final [1R 19,8; Const. 27]

Como para tus profetas, que también la comida sea para nosotros hoy alimento que nos renueve en el servicio a tu Reino, Oh Señor. Concédenos caminar según tus huellas en nuestra vida diaria y buscar en todo los grandes signos de la salvación a fin de que, ahora y siempre, cumplamos tu voluntad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 3

Antes del almuerzo [Deut 2,7; Const. 20]

Tú bendices, Señor, el trabajo de nuestras manos, y sigues nuestro itinerario a través del desierto del mundo. Bendice esta comida a fin de que, fuertes en la fe, alegres en la esperanza, fervientes en la caridad, ardientes en el celo, conscientes de nuestra debilidad y perseverantes en la oración, sigamos con alegría al Salvador Jesús, y anunciemos su misterio con sencillez de vida y de palabra. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [Sal 113,26; Const. 19]

Nosotros, los vivientes, te bendecimos, Señor, ahora e siempre. Te damos gracias por el don de esta mesa. Danos también tu gracia a fin de que sepamos anunciar a todas las gentes de buena voluntad que siguiendo a Cristo, hombre perfecto, también ellas realizan plenamente su vocación. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Al final [2Cor. 4,10; Const. 41,1]

Gracias, Oh Padre, por los alimentos que hemos compartido. Concédenos el don de la libertad interior que da unidad y armonía a toda nuestra existencia; así, por amor y siguiendo el ejemplo de Cristo, también nosotros daremos la vida por los hermanos. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 4

Antes del almuerzo [1Jn 4, 10; Ap 21,1; Const. 6]

Gracias, Oh Padre, por la abundancia de tu Redención, por habernos amado el primero y por haber enviado a tu Hijo al mundo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Bendice esta comida, y haz que, con tu ayuda, también nosotros podamos transformar todos los bienes en Cristo y caminar con él hacia una nueva tierra y un nuevo cielo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 15]

Te tributamos gloria y alabanza a ti, Oh Padre, por esta comida que pones sobre nuestra mesa. Concédenos ser libres y estar dispuestos para proclamar tu obra de salvación en la continua búsqueda de nuevas iniciativas apostólicas y en el intento de llevar tu Evangelio a toda criatura. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [1Cor 9,22; Const. 49]

Te damos gracias, Dios omnipotente, por habernos alimentado con los dones de tu providencia. Continúa acompáñanos con tu gracia a fin de que, renunciando a nosotros mismos y a cuanto poseemos, seamos verdaderos discípulos de Cristo y nos hagamos todo a todos. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 5

Antes del almuerzo [Const. 1]

Bendito seas, Señor, por esta comida que estamos a punto de compartir. Con ella sustentas nuestro cuerpo y haces que sea más generosa nuestra participación en la misión de la Iglesia, sacramento universal de salvación. Renuévanos en nuestro fervor misionero a fin de que podamos anunciar a los más pobres las maravillas de tu amor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 135,25; Const. 11]

Eterna, Oh Señor, es tu misericordia; por ella alimentas a todo ser viviente. Bendice alimentos y afiánzanos como «apóstoles de la conversión» a fin de que, con fortaleza y dulzura, ayudemos a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo a hacer una opción radical por Cristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 2]

Te sean dadas gracias, Señor, por habernos llamado a ser socios y ministros de Jesucristo en la gran obra de la Redención. Concédenos el mismo espíritu de los Apóstoles, haznos celosos en el apostolado a ejemplo de nuestros santos y beatos a fin de que – atentos a los signos de los tiempos – podamos servirte mejor en nuestros hermanos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 6

Antes del almuerzo [Const. 3]

Todavía son muchos, Oh Señor, los hombres y mujeres que no han conocido tu salvación. Son muchos también los que nunca han escuchado tu mensaje, o no lo acogen como «buena noticia». Bendice los alimentos que recibimos de tu bondad a fin de que nuestro servicio misionero sea cada vez más generoso. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Lc 4,18; Const. 3]

Señor Jesús, muchas veces y de diferentes formas has buscado tú a los pobres, a los débiles, al oprimido, a ellos les has anunciado un año de gracia, con ellos has querido identificarte. Te pedimos que bendigas esta comida y que nos ayudes también a reconocerte cada día en nuestros hermanos más abandonados. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 38]

Gracias, Padre bueno, por habernos reunido en esta mesa fraterna. Une también nuestras voluntades en Cristo y fortalece nuestro mutuo aprecio para que realicemos con alegría cuanto nos solicita el bien común al servicio de la caridad fraterna y del trabajo misionero. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 7

Antes del almuerzo [Const. 1]

Te damos gracias, Oh Padre, por habernos llamado a compartir la misión de tu Hijo Jesucristo proclamando a los pobres tu Palabra de salvación. Bendice la comida que estamos a punto de tomar, y haz que nos ayude a prestar un servicio cada vez más generoso a tu Iglesia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Mt 18,20; Const. 34]

Señor Jesús, tú has dicho: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo”. Alimenta también con esta comida la amistad evangélica que anima nuestra comunidad apostólica, y haznos signo fiel de tu amor en el mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Jn 4,19; Const. 56]

Oh Señor, tú no permites que a ninguno de tus hijos falte el pan cotidiano; danos la fuerza del Espíritu Santo a fin de que no nos cansemos de procurar el don total de nosotros mismos para mejor responderte, ya que tú nos has amado el primero. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 8

Antes del almuerzo [Lc 15,2; Const. 12]

Tú, Señor Jesús, te sentaste con frecuencia a la mesa con los pecadores para anunciarles la misericordia de Dios. Te damos gracias por compartir con nosotros esta comida que bendecimos en tu nombre. Haz que a través de los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía celebremos tu amor, edificando así la comunidad cristiana, signo de tu presencia en el mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [Const. 10]

Alabado seas, Oh Padre, por habernos llamado a colaborar en el misterio de la redención. Danos, junto a esta comida que bendecimos en tu nombre, tu Espíritu Santo, él, que dispone todas las cosas y sugiere las palabras más adecuadas a nuestra misión, aquéllas que abren el camino del corazón. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 143,2; Const. 60]

Gracias, Señor, nuestro incentivo y nuestra fortaleza, nuestro refugio y nuestra liberación. También hoy has alimentado nuestro cuerpo. Colma igualmente nuestro espíritu con tu presencia a fin de que, amándonos como verdaderos hermanos, seamos fieles a nuestra consagración a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 9

Antes del almuerzo [Rm 8,29; Const. 7]

Señor Jesús, incluso siendo como somos pecadores, tú nos has elegido, salvado y reunido en Cristo. Grande es la misión a la que nos has llamado: anunciar la altísima vocación de toda persona y del propio género humano. Bendice esta comida que hoy compartimos, y danos con ella la alegría de buscarte allí donde te encuentras y actúas de modo misterioso. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 103, 7; Const. 9]

Todos esperan en ti, Señor, y tú das a cada uno, a su tiempo, el alimento necesario. Te damos gracias por estos dones que compartimos. Haz que ellos nos lleven a estar cada vez más cerca de cada uno de nuestros hermanos. Así, con tu ayuda, con paciencia, con prudencia y con confianza, prepararemos el camino a tu Hijo que viene. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 13]

Alabado seas, Oh Señor, por esta comida que hemos compartido. Haz que ella nos ayude también a realizar nuestra labor misionera con serio empeño y valientes iniciativas. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 10

Antes del almuerzo [Const. 5]

Bendito seas, Oh Padre, por la comida que también hoy pones sobre nuestra mesa. Sustenta con ella nuestra labor evangelizadora a fin de que no nos cansemos nunca de liberar y de salvar con tu ayuda a toda persona humana que se siente oprimida. Haz que solidarizándonos con los pobres, promovamos sus derechos fundamentales de justicia y de libertad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 110,5; Const. 10]

Día tras día, Señor, tú eres fiel a tu alianza y das el alimento necesario a quien te teme. Bendice esta comida que compartimos a fin de que nos ayude a realizar nuestra misión en la Iglesia: la proclamación explícita de tu Palabra para que todos se conviertan a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Ped 2,5; Const. 12]

Gracias, Señor, por la comida que nos has dado. Otórganos también tu gracia para que sepamos promover y consolidar comunidades de fieles capaces de vivir dignamente su vocación de sacerdotes, reyes y profetas junto a tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

 

Día 11

Antes del almuerzo [Sal 22,5; Const. 14]

También hoy has preparado para nosotros una mesa, Señor. Bendito seas por esta comida, y haz que ella nos confirme en el dinamismo misionero que caracteriza nuestra vocación haciéndonos cada día más atentos al clamor de salvación que se eleva del mundo, sobre todo de los más pobres y abandonados. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 16]

Gracias, Señor, por esta comida que bendecimos en tu nombre. Gracias por habernos llamado a esta familia religiosa, capaz de realizar a través de los siglos un inmenso trabajo misionero. Haznos dignos de tan generosa herencia a fin de que, hoy y siempre, anunciemos al mundo tu gran amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 62]

Te damos gracias, Señor, por los alimentos que hemos compartido, don de tu liberalidad y signo de nuestra vida fraterna. Danos el mismo espíritu que animó a la primera comunidad de tus apóstoles para que, poniendo en común nuestros bienes, testimoniemos al mundo que tú eres Padre y te cuidas de todos tus hijos. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 12

Antes del almuerzo [Const. 19]

Descienda tu bendición, Oh Padre, sobre esta comida que estamos a punto de tomar. Haznos solidarios con los problemas que afligen a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a fin de que, descubriendo en ellos los verdaderos signos de tu presencia y tu designio de salvación, podamos así, con nuestro trabajo, servir mejor a tu Iglesia. Por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Lc 11,3; Const. 41,1]

Señor Jesús, tú nos has enseñado a pedir cada día el pan necesario para nuestro sustento. Bendice estos alimentos y ayúdanos a vencer toda clase de egoísmo; haz también que abramos nuestro corazón a los hermanos llevando así a plenitud nuestra vocación apostólica. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 110,4-5; Const. 64]

Señor, bueno y misericordioso, también hoy nos has dado un signo de tu liberalidad y has manifestado tu munificencia. Al darte gracias por estos alimentos recibidos, te rogamos que nos hagas consecuentes con la ley del trabajo a fin de que cumplamos con nuestro deber y proveamos con nuestro esfuerzo a nuestro propio sustento y al de nuestros hermanos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 13

Antes del almuerzo [Jn 6,27; Const. 19]

Ensalzado sea tu amor por nosotros, Oh Padre. También hoy nos das una comida que compartir. Haz que busquemos ante todo el alimento que no perece, tu Palabra encarnada, cuyo misterio ilumina la auténtica vocación de todo hombre y mujer. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [1Cr. 29,10-11; Est. Gen. 01]

Tuya, Señor, es la grandeza, la potencia, la gloria, el esplendor y la majestad, porque todo cuanto existe, en los cielos y en la tierra, es tuyo. Tuya también es la comida que hoy nos ofreces; haz que ella nos ayude a realizar nuestra misión a fin de que, colocados en el mundo como fermento evangélico, nos dediquemos con eficacia al anuncio de la salvación. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 118,12-14; Const. 58]

Bendito seas por siempre, Señor. En el seguir tus preceptos, más que en cualquier otro bien, está todo nuestro gozo. Al consagrarnos a ti hemos compartido tu amor por el mundo. Llena nuestro corazón de tu presencia a fin de que, atentos sólo a las cosas que te atañen, sirvamos mejor y amemos más a nuestro prójimo. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 14

Antes del almuerzo [Gen. 24,27; Const. 18]

Bendito seas, Oh Señor, Dios de nuestro padre Abraham, porque no cesas de usar tu benevolencia y tu fidelidad para con nosotros. Bendice la comida que estamos a punto de tomar, y ayúdanos a servir a Cristo en los hermanos a fin de que, colaborando con la Iglesia local y universal, edifiquemos un mundo como a ti te agrada. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 43]

Descienda tu bendición, Señor, sobre esta comida. Y haz que nuestra comunidad se abra al mundo para que, a través de los contactos humanos, descubramos los signos de los tiempos y de los lugares y estemos más disponibles a las exigencias de la evangelización. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [2Cor 8,9; Const. 61]

Al darte gracias por estos alimentos recibidos, te rogamos, Señor, que nos conserves fieles al espíritu y al voto de pobreza, a imitación de Jesús que, “de rico se hizo pobre por nosotros, para que nosotros nos hiciéramos ricos con su pobreza”. Él es Dios, y vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

 

Día 15

Almuerzo [Sal 144,16; Est. Gen. 09]

Abres tú la mano, Señor, y sacias de bienes a todo viviente. Gracias por el alimento que hoy nos ofreces. Haz que no desoigamos el clamor de los pobres y de los oprimidos, sino que busquemos por todos los medios ir a su encuentro y tratar de ayudarlos para que puedan superar los males que los afligen. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 43]

Señor, que nutres y das alimento a todo ser viviente, bendice la comida que estamos a punto de consumir. Y danos tu gracia para que logremos comunicar a los demás la alegría del Evangelio y seamos fermento tuyo en el mundo y testigos vivientes de la esperanza. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Tito 2,12-13; Const. 42]

Al darte gracias por los dones que nos has prodigado, concédenos, Señor, vivir con sobriedad, justicia y piedad en este mundo, convirtiendo continuamente nuestros corazones a tu Palabra de salvación. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 16

Almuerzo [Sal 103, 15; Est. Gen 015]

Gracias, Señor, por el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar su rostro, y el pan que sostiene sus fuerzas. Con estos alimentos nos das fuerza para formar a tu pueblo en la fe; ayúdanos a superar las dificultades que nos presentan las realidades de la vida actual. Haz que nunca nos desanimemos, incluso cuando nuestros esfuerzos nos parecen ser inútiles. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Mc 3,14; Hech 2, 42-45. 4, 22; Const. 22]

Ven, Señor Jesús, y comparte esta comida con nosotros como hiciste muchas veces con tus discípulos. Alimenta una relación de sincera amistad entre nosotros para que, uniendo nuestras oraciones y propósitos, nuestros trabajos y sufrimientos, nuestros éxitos y fracasos, y nuestros bienes materiales, sirvamos mejor a tu Evangelio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 71]

Te damos gracias, Oh Padre, por tu generosidad. Haz que pongamos a disposición de los hermanos las energías de nuestra mente y de nuestra voluntad, los dones recibidos de la naturaleza y de tu gracia, para que cumplamos con fidelidad las tareas que se nos han confiado. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 17

Almuerzo [Const. 23]

Bendice, Señor, la comida que estamos a punto de compartir. Que ella nos dé la fuerza necesaria para continuar la misión redentora de Cristo en el mundo, haciendo de su persona el centro de nuestra vida y esforzándonos por adherirnos a él cada vez más firmemente. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

Cena [Mt 6,26-28; Const. 55]

Oh Señor, con tu sabiduría nutres a los pájaros del cielo y vistes de belleza los lirios del campo. Bendice nuestra comida y nuestra comunidad a fin de que no cesemos nunca de sentirnos verdaderos misioneros en cualquier edad que nos encontremos, en todo momento y ocasión, cuando nos sintamos bien y cuando estemos enfermos, en compañía y en soledad. Que tu Espíritu haga fecundo cada uno de nuestros gestos y cada una de nuestras palabras en pro de la salvación del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Tob 8,5; Const. 59]

Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu nombre por todas las generaciones. Que los cielos y todas las criaturas te bendigan por los siglos. Nosotros te bendecimos ahora por los dones que nos has prodigado. Y te damos gracias por habernos llamado a la castidad perfecta. Haz que te pidamos cada día este don y lo custodiemos fielmente a fin de responder mejor a tu amor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 18

Almuerzo [Tob 13,18; Const. 24]

Bendito seas tú, Dios de Israel, y benditos sean quienes alaban tu santo nombre. Con estos alimentos, tú sustentas nuestro cuerpo. Aviva también en nosotros el espíritu de contemplación a fin de que sepamos comprender con luz verdadera tu designio de salvación, distinguiendo la realidad de la ilusión. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Mt 4,4; Const. 24]

Que te sean rendidas alabanza y acción de gracias a ti, Señor, por la comida que sustenta nuestro cuerpo. Danos también vivir de toda Palabra que sale de tu boca a fin de que, con la ayuda de tu Espíritu, te reconozcamos presente en las personas y en los acontecimientos de cada día. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 41,1]

Gracias, Señor, por habernos manifestado tu bondad dándonos esta comida. Concédenos también los dones de la fidelidad y de la vigilancia a fin de que, purificando continuamente nuestro modo de juzgar y de actuar, busquemos en todo tu voluntad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 19

Almuerzo [Sal 27,8; Fil. 2,5ss; Const. 25]

Te bendecimos, Señor, fuerza de tu pueblo y refugio de salvación de tus consagrados. Alabado seas por los alimentos que alegran nuestra mesa. Y te damos gracias porque con la ayuda de tu Espíritu Santo no cesas de actuar en nosotros para que nos asemejemos a Cristo mientras suscitas también en nosotros sus propios sentimientos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Rom 14,17; Est. Gen. 021]

Tú reino, Oh Padre, no consiste ni en comida ni en bebida, sino que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Al darte gracias por estos alimentos, haz que ellos nos ayuden a trabajar por la salvación integral de la persona, promoviendo aquellas obras que ayudan a la promoción humana y social, especialmente de los más pobres. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Jn 6,38; Mt 20,28; Const. 71]

Señor Dios, creador del universo, por tu gracia cada estación produce sus frutos. Te bendecimos por la comida que hemos compartido. Concédenos también tu ayuda a fin de que, siguiendo el ejemplo de Cristo, cumplamos tu voluntad y demos nuestra vida por la redención de todos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Día 20

Almuerzo [Tob 3,11; Const. 21]

Bendito seas tú, Señor, Dios misericordioso; y bendito sea tu santo nombre por los siglos. Que todas tus criaturas te alaben por siempre. Te bendecimos cuando nos disponemos a consumir estos alimentos en virtud de la ley fundamental de nuestra vocación, que es la comunidad. Concédenos buscar en ella no sólo la unión material, sino también la comunión fraterna en el espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 53]

Oh Señor, que haces que no falte a tus hijos el alimento que los nutre, bendice nuestra mesa y consérvanos unidos a ti a fin de que busquemos siempre y únicamente tu gloria en la caridad misionera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 23]

Honor y gloria a ti, Señor, por la comida que has puesto hoy también sobre nuestra mesa. Haz presente en el corazón de nuestra comunidad al mismo Redentor a fin de que, con su Espíritu de amor, él la forme y la sustente puesto que cuanto más estrecha sea nuestra unión con Él, mucho mayor será también nuestra mutua unión fraterna. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Día 21

Almuerzo [Sab 17,26; Const. 28]

Grande es el don de la comida que también hoy nos permites compartir, Señor. Pero mayor es el don de tu Palabra con el que ofreces a tu Iglesia un valioso sustento y, a todos nosotros, el alimento del alma, un manantial puro y perenne de vida espiritual. Haz que asimilemos tu Palabra a fin de que, para todos nosotros, sea principio de vida nueva. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 47]

Bendito seas, Señor, que en el único pan partido haces más sólida la unidad de tus hijos. Confírmanos en el gozo de la consagración bautismal y de la profesión religiosa a fin de que, como ministros del Evangelio, hagamos más eficaz la propia misión de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 67,36; Const. 26]

Te damos gracias, Señor, Dios de Israel, que das fuerza y valor a tu pueblo. Otórganos junto a esta comida también el don de la oración incesante, la misma que alentó a nuestro fundador san Alfonso, a fin de que, siguiendo su ejemplo, pongamos todas nuestras energías al servicio de tu Reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 22

Almuerzo [Jn 6,27; Const. 29]

Bendice, Oh Señor, los alimentos que también hoy recibimos de tu generosidad. Aumenta nuestra fe y nuestro amor a la eucaristía, comida que perdura para la vida eterna. Haz que en ella, manantial y cumbre de toda la vida apostólica, y signo de solidaridad misionera, encontremos y reavivemos el misterio de Cristo, Salvador de los hombres. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 4,34; Const. 31]

Derrama, Señor, tu bendición sobre estos alimentos. Nutre también nuestra vida con tu Espíritu para que, a través de la oración mental y de la contemplación de los misterios de nuestra Redención, hagamos de tu voluntad nuestro alimento diario, a imitación de Cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Al final [Mt 10,38; Const. 51]

Te sean dadas gracias a ti, Oh Señor, dispensador de todo bien. Confírmanos en la total dedicación a la misión de Cristo a fin de que, haciendo nuestra su cruz en la virginal libertad del corazón, nos hallemos dispuestos para la salvación del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 23

Almuerzo [Const. 46]

Bendícenos a nosotros, Oh Dios de bondad, y bendice estos dones de ti recibidos. Haznos cada vez más fieles a la opción definitiva a la que hemos consagrado toda nuestra vida: el anuncio del Evangelio y el ejercicio de una más perfecta caridad apostólica. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Sab 16,20; Const. 41,1]

Bendito seas, Oh Dios de nuestros Padres, que saciaste a tu pueblo en el desierto con el maná, comida de elegidos. Bendito seas también por estos alimentos que ahora recibimos y haz que no nos falte nunca tu ayuda a fin de que nos esforcemos cada día más por revestirnos del hombre nuevo, hecho a imagen de Cristo, crucificado y resucitado de entre los muertos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Lc 1,68; Const. 73,1]

Bendito seas tú, Señor Dios de Israel, porque has visitado y redimido a tu pueblo; y bendito seas igualmente porque también hoy has saciado nuestro cuerpo. Te suplicamos nos otorgues el don del Espíritu Santo a fin de que, a través del diálogo fraterno, indaguemos tu voluntad que habla por la voz de los hombres y los signos de los tiempos, y nos esforcemos igualmente en cumplirla. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 24

Almuerzo [Sab 11,26; Const. 52]

Todas las cosas son tuyas, Señor, amante de la vida. Te bendecimos por la comida que también hoy nos ofreces. Haz que cada vez sea más sólida nuestra caridad apostólica, principio unificador de toda nuestra vida, a fin de que siguiendo a Cristo Redentor cumplamos tu voluntad en pro de la salvación del mundo. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 3,27; Const. 11]

Nadie puede tomar por sí algo que no le haya sido dado del cielo. Por tanto, te damos gracias, Padre, por estos dones, signo de tu bondad. Danos con ellos celo misionero para que, con nuestra predicación, sepamos, con fuerza y dulzura, impulsar a los hombres y mujeres a ponerse de parte de Cristo a través de una opción de vida radical y decisiva. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Al final [Dan 3, 26; Const. 65]

Bendito seas tú, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza y glorioso es tu nombre por siempre. Gracias por esta comida que hemos consumido. Confírmanos en la caridad misionera y en un tenor de vida pobre a fin de que, haciéndonos solidarios con los necesitados, nos convirtamos para ellos en signo de esperanza. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 25

Almuerzo [Col 4, 3; 1Ped 3,15; Const. 10]

Bendice, Oh Señor, estos alimentos y danos tu sabiduría a fin de que sepamos discernir el momento en que tú nos abres la puerta de la predicación y estemos siempre dispuestos a testimoniar la esperanza que tenemos dentro de nosotros mismos, Cristo, tu Hijo que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 1,3; Est. Gen. 035]

Todo lo que existe es don de tu providencia, Señor. Bendice esta comida, y recompensa con tu gracia a todos los que nos han hecho el bien y continúan haciéndonoslo: padres, familiares, colaboradores, amigos y bienhechores de la Congregación. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sir 32,13; Const. 83]

Te bendecimos, Señor, porque nos has creado y nos colmas de tus beneficios. Haz que nuestra fe, nutrida por tu Palabra, nos ayude a buscarte siempre, a reconocer los signos de los tiempos, a ver a Cristo en todos los hombres y a juzgar rectamente los valores del mundo. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 26

Almuerzo [Tob 4,19; Const. 10]

En toda circunstancia te bendecimos, Señor, y te pedimos que seas tú nuestro guía en los caminos que debemos transitar. Bendito seas ahora también, Señor, por el don de estos alimentos. Asístenos con tu gracia a fin de que sepamos anunciar con confianza y constancia el misterio de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 3,17; Const. 19]

Padre, tu has mandado a tu Hijo entre nosotros no para juzgar al mundo, sino para salvarlo por medio suyo. Danos, junto a estos alimentos que bendecimos en tu nombre, la sabiduría de conocer y dialogar con el mundo, y así colaboremos con tu ministerio de redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 27,7; Const. 82]

En ti, Señor, nuestra fuerza y nuestro escudo, ponemos nuestra confianza. Te damos gracias por esta mesa. Y danos vivir nuestra parte de responsabilidad en la Congregación, que toda ella se forma y se desarrolla constantemente como respuesta a las exigencias de la humanidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 27

Almuerzo [Tob 4,19; Const. 17]

Eres tú, Señor, quien prodigas todo bien y permites que nuestros deseos alcancen su buen fin. Derramas tu bendición sobre esta comida y danos el arrojo necesario para renovar nuestros métodos apostólicos, manteniendo aquellos que todavía son válidos, corrigiendo los defectuosos, y eliminando los inútiles a fin de que podamos responder mejor a las esperanzas de la Iglesia y del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Jn 15,11; 2Tm 3,16; Const. 28]

Señor Jesús, todo lo tuyo se lo comunicaste a tus discípulos a fin de que tu alegría estuviera en ellos y su gozo fuera colmado. Tú, estás también hoy presente en nuestra mesa; aviva nuestra fe a fin de que, como los apóstoles, estemos dispuestos a toda obra buena. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Lc 10,2; Const. 80]

Gracias te sean dadas por esta mesa, Señor, manantial de todo don perfecto. Danos tu Espíritu para que sepamos discernir el don de la vocación con que tú sigues llamando a tantos jóvenes. Tú, que eres el dueño de la mies, envía obreros a tu Iglesia haciendo que sean muchos los que elijan seguir las huellas de Cristo Redentor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 28

Almuerzo [Tob 8,16; Const. 144b]

Bendito seas tú, Señor, porque nos alegras y nos tratas según tu gran misericordia. Derrama tu bendición sobre esta mesa y concédenos que, mientras procuramos los medios necesarios por el sustento y para nuestra actividad diaria, estemos lejos de toda excesiva preocupación humana, confiándonos en tu providencia de Padre. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Lc 20,38; Est. Gen. 036]

Tú, Oh Señor, no eres un Dios de muertos, sino de vivos, ya que todos viven por ti. Bendice estos alimentos que sustentan nuestro cuerpo, y da la vida eterna a los cohermanos difuntos que nos han precedido en el camino de la fe y han dado la vida por la abundante Redención. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 23,6; Const. 142]

He aquí la generación que busca tu rostro, Dios de Jacob. Te damos gracias por esta comida. Infunde en nosotros tu sabiduría para que sepamos abordar en fraterna unión de mente y corazón los problemas de nuestra vida y encontremos una solución común, aquélla que sea la de mayor utilidad para la Iglesia. Por Cristo nuestro Dios.

 

Día 29

Almuerzo [Dt 8,3; Const. 139]

Tú, Oh Señor, has hecho que tu pueblo experimentara hambre y luego lo alimentaste con el maná para hacerle comprender que el hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de tu boca. Bendice esta comida y suscita en nuestros Superiores la sabiduría y la mansedumbre del Buen Pastor. Aviva en todos nosotros el espíritu de servicio a fin de que unamos todas nuestras fuerzas en pro de la difusión del Evangelio. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Cena [Fil. 2,7; Const. 48]

Descienda, Señor, tu bendición sobre estos alimentos. Y confírmanos en la caridad pastoral a imitación de Cristo que se «despojó de sí mismo asumiendo la condición de sirvo» y, sometiéndose a tu voluntad, llevó a plenitud en toda su vida la obra de la redención. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Est. Gen. 011]

Gracias, Oh Señor, que sustentas nuestra vida con los frutos de la tierra y de nuestro trabajo. Danos también tu gracia para que sintamos que nuestro primer y más grande deber es el de predicar el Evangelio a cuantos no conocen todavía el mensaje de Cristo ni su misericordia salvadora. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 30

Almuerzo [Sal 71,12; Est. Gen. 044]

Tú, Oh Señor, libras al pobre que clama y al mísero que no encuentra ayuda. Te bendecimos por esta mesa, y te rogamos que nos concedas seguir siendo sensibles a la pobreza y a los graves problemas sociales que hoy afligen a la humanidad, y que hagamos nuestras las legítimas aspiraciones de los pobres. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Est. Gen. 046,1]

Nunca te damos suficientes gracias, Oh Señor, por la comunidad que nos ofrece lo necesario para vivir. Bendice esta comida, y aviva en nosotros la comunión fraterna con todos los Redentoristas del mundo a fin de que, en todas partes, te den gloria a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Ts 5, 19; 1Cor 12, 31; Est. Gen. 049a]

Grandes y maravillosas son tus obras, Oh Señor. También hoy has hecho que no nos falte lo necesario para vivir. Danos tu sabiduría a fin de que, examinándolo todo, nos quedemos con lo mejor y recordemos que los dones más grandes son los que se orientan a la caridad, el «camino mejor entre todos”, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 31

Almuerzo [Lc 12,42; Const. 90]

En tu bondad, Oh Señor, distribuyes a su tiempo el alimento necesario. Bendice esta mesa, y haz que mejoremos cada día nuestra actividad misionera, acompañándola de una constante renovación de nuestra vida espiritual, científica y pastoral. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Cena [Lc 22,30; 1Cor 12, 7; Const. 92]

Señor Jesús, tú prometiste a tus discípulos que se sentarían a tu mesa en tu reino. Quédate hoy y siempre con nosotros, ayúdanos a tomar parte activa y responsable en la vida de la Congregación, y haz que estemos disponibles al servicio común y a la manifestación particular del Espíritu que se nos ha confiado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Jn 4,34; Const. 103]

Señor Jesús, tu dijiste: “Mi comida es hacer la voluntad del Padre, que me ha enviado, y llevar a cumplimiento su obra”. Infunde en nosotros tu Espíritu a fin de que nos examinemos en la concepción exacta que tenemos de nuestro puesto en el seno de la comunidad y sobre el modo adecuado de cumplirlo al servicio de la misión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre la comida

Oraciones en la mesa para cada tiempo litúrgico

ADVIENTO
Padre, ahora que nos disponemos a celebrar el nacimiento de Tu Hijo, Prepara nuestros corazones para recibirlo hoy y todos los días de nuestras vidas.
Nos has bendecido con muchas cosas maravillosas.
Así como nos alimentas con estos dones de la tierra, danos la fortaleza para ser testigos efectivos de la vida evangélica.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

NAVIDAD
Padre, los pobres pastorcillos fueron los primeros a los que se les anunciaron las buenas noticias del nacimiento de nuestro Salvador.
Te damos gracias por los frutos de la tierra, y te pedimos que nos hagas conscientes de sufrimiento de aquellos que son pobres o están en necesidad.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

CUARESMA
Padre, que durante este tiempo de penitencia seamos verdaderos peregrinos y extraños en este mundo.
Te damos gracias por todos los dones de la creación, y te pedimos que nos fortalezcas mediante el compartir de esta cena, danos las fuerzas para continuar nuestro camino de arrepentimiento y conversión.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

PASCUA
Bendito seas Señor Dios nuestro.
Tu Hijo nos dice en la Pascua: «la Paz sea con ustedes.»
Te damos gracias por estos alimentos.
Que sepamos vivir agradecidos siendo instrumentos de tu paz.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

PENTECOSTÉS
Padre, la presencia del Espíritu Santo colma la Iglesia con alegría.
Ese mismo Espíritu nos reúne para alabar tu nombre en Jesús, nuestro Señor.
Ahora que compartimos estos alimentos, Te pedimos que el Santo Espíritu consuma nuestras vidas Con el fuego de tu amor.
Que seas bendecido y alabado, ahora y por siempre.
Amén.

TIEMPO ORDINARIO
Padre, ahora que vamos a disfrutar estos alimentos, llénanos con el espíritu de la gratitud para que te demos alabanza y gracias al compartir estos alimentos.
Que seas bendecido y alabado, ahora y por siempre.
Amén.

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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre la comida

Oraciones para cada día de la semana en la mesa

LUNES
Padre, estamos en la mesa para recibir estos agradables alimentos, son frutos del trabajo de muchos de tus hijos, como aquellos que sembraron la tierra, como los que pusieron su amor en prepararlos para nosotros, para todos ellos te pedimos tu bendición. Antes de comenzar su degustación, te agradecemos por el privilegio de tenerlo en la mesa y de todo corazón deseamos que te sientes con nosotros para acompañarnos de tu amor.
Amen

MARTES
Dijo Jesús: Muchachos, ¿no tenéis a la mano nada que comer? Le respondieron: No…… EL les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis…..Luego bajaron a tierra y vieron unas brasas encendidos y un pez puesto sobre ellas, y pan. …..Jesús les dijo: Venid y comed…..Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio, e igualmente el pez. (Jn 21, 5-6-9-12-13)
Amado Jesús, siempre has mirado por nosotros, por nuestras tareas y fatigas, hoy al sentarnos a comer, queremos firmemente comer no solo un alimento restaurador de nuestras energías, además deseamos alimentar nuestro corazón de ti, quédate en esta mesa con nosotros, somos brasas encendidos de tu amor.
Amen

MIERCOLES
Entonces dijisteis Señor: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver, ellos se cercioraron, y te dijeron “Cinco, y dos peces” y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunciasteis la bendición, partisteis los panes y los fuisteis dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartisteis entre todos los dos peces. (Mc 6, 38)
¡Oh Señor!, cuanta preocupación por lo hombres, cuanta preocupación para hoy tengamos ya alimentos en la mesa, pronuncia tu bendición sobre nosotros y estos alimentos, te lo pedimos con sencillez y alegría Señor. Amen

JUEVES
Padre amado, pedimos tu bendición para los alimentos de esta mesa, agradecidos de recibirlos y compartirlos y extiende tu bendición a las amorosas manos que los han preparado, de mismo modo, te pedimos que concedas alimentos a los carecen de ellos. Amen.

VIERNES
Padre bueno, acompañasteis al campesino, protegisteis al pescador, le distes trabajo al comerciante, me disteis los recursos para suministrarme estos alimentos, es grande tu obra para que me pueda hoy alimentar, acompáñanos hoy en nuestra mesa, protégenos y danos tu fuerza para que una vez alimentados tengamos mucha energía para trabajar por el reino.
Amen

SABADO
Oh Padre, nosotros queremos trabajar a la luz de tu Luz, en la Palabra de tu Palabra, en el sabor de tu Sabiduría, concédenos una bendición a estos alimentos, ellos nos darán la energía para rendir más y mejor, te lo pedimos por tu Hijo, nuestro amado Jesucristo
Amen

DOMINGO
Padre amado, estamos participando en esta mesa de las cosas cotidianas de la vida y tu estas presente en ella. Es momento de darte gracias, estos acontecimientos de nuestra vida son rutinarios, pero de mucho agradecimiento porque nos has provisto de alimentos. Queremos que sepas Padre bondadoso, que no podemos vivir sin tu presencia y no podemos tomar estos alimentos sin recibir antes tu bendición, hazla llegar ahora Padre, te lo pedimos por nuestro amado Jesucristo, amen

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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre la comida

Oraciones para después de comer

Nos hemos saciado, Señor, con los bienes que nos has dado; cólmanos también de tu misericordia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

El Señor es bendito en sus dones, bondadoso en todas sus acciones. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Te damos gracias Señor,
por estos alimentos que nos diste
y por la alegría de esta hora,
que este alimento nos ayude
a servirte de todo corazón
te lo pedimos
por Jesucristo nuestro Señor
amén.

Te damos gracias, Señor, por el alimento que nos has dado; haced que de él nos sirvamos siempre para nuestro bien.

V. Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
V. El Señor nos dé su paz.
R. Y la vida eterna. Amén.

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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre la comida

Oraciones de Acción de Gracias por la comida

Gracias por todos tus dones. Que el Rey de la eterna gloria nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.

Gracias, Señor, porque, de nuevo, hemos podido alimentarnos con los dones que Tú generosamente nos das. Señor, que no haya más hambre en el mundo.

Te agradezco, Señor, esta alegría de la mesa: el alimento y la compañía de los míos. Bendice siempre a esta familia y a quienes no tienen ni hogar ni pan.

Porque me das de comer, muchas gracias, Señor. Sé que hay muchos hombres que hoy no comerán… Danos a todos el pan de cada día.

Señor Dios, te damos gracias porque nos haces partícipes de tus maravillas; te alabamos por los dones de tu amor y te bendecimos por la amistad que nos concedes vivir en torno a esta mesa. Que esta comida en sencillez de corazón y en alegría sea profecía del banquete del reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Gracias Señor por estos alimentos
Que tomaremos de tu mano generosa
Para hacer más fuerte y servirte mejor.
Te damos gracias por este pan,
Fruto de la tierra y del trabajo
Y te pedimos que así como está en nuestra mesa
Lo pongas también en la mesa de los pobres.
Amén

Te bendecimos, Padre, por los alimentos que nos regalas, por las personas que nos acompañan y por la belleza que nos rodea y une.
Gracias Señor

Señor Dios, te damos gracias porque nos haces partícipes de tus maravillas; te alabamos por los dones de tu amor y te bendecimos por la amistad que nos concedes vivir en torno a esta mesa. Que esta comida en sencillez de corazón y en alegría sea profecía del banquete del reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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