Categories
Acto de amor Autoayuda Breaking News DEVOCIONES Y ORACIONES Movil NOTICIAS Noticias 2019 - enero - junio Para Pedir Perdón Pecado Religion e ideologías

Cómo lograr Perdonar y que Nos Perdonen

El perdón es una de las características centrales de nuestro Dios misericordioso.

Y requiere nuestra intención de enmienda.

Pero más difícil es para los hombres perdonar al prójimo.

Y sobre todo mantener ese perdón a través del tiempo.

Por eso el perdón debe ser una acción en el que se comprometen el ofendido y el ofensor.

Donde el ofensor debe admitir la ofensa y asegurarle al ofendido que está dolido por el daño que causó.

Y también convencerle que tiene una verdadera intención de no repetir el daño.

Sólo así se podrá recomponer la confianza en un proceso gradual.

Todo esto se basa en la formación de una actitud de perdonar y otorgar el perdón, que los padres deberían tratar de desarrollar en los niños.

Porque el perdón es un precepto fundamental del cristianismo.

  

EL PERDÓN ESTÁ RELACIONADO CON LA MISERICORDIA DE DIOS

La Biblia habla repetidamente sobre el perdón.

Hay especialmente una parábola en Mateo 18: 21-35, en qué un siervo despiadado le pide perdón por sus deudas al Rey.

El rey condona la deuda y luego él no condona la deuda de un prójimo.

El Rey es Dios que perdona una deuda mayúscula y la otra persona es un prójimo al que el siervo no quiere perdonar una deuda mucho menor.

Aquí se ve cómo actúa el perdón de Dios, perdonando misericordiosamente nuestros grandes pecados.

Pero que después juzga negativamente cuando nosotros no perdonamos los pecados de los prójimos.

Nosotros somos criaturas indignas para que Dios nos perdonara todos los pecados en la cruz, pero lo hizo por su gran misericordia y amor por nosotros.

Y luego de ese acto que realizó, permanentemente nos perdona los pecados que hacemos.

Se ha puesto de moda en estos tiempos decir que la misericordia de Dios es infinita, que perdona siempre, como está escrito en la escritura hasta 70 veces 7.

Sin embargo a veces da la impresión que la gente piensa que el perdón y sus consecuencias es similar, aún sin que el perdonado tenga intención de enmienda.

Curiosamente las homilías de los últimos tiempos están poniendo énfasis en que Dios perdona nuestros pecados, pero no hacen mención de nuestra intención de enmienda.

Como si fuera algo que no le importara a Dios.

Y por lo tanto esas homilías abren la puerta a que los pecados se perpetúen.

En Números 14: 22-23 dice “todos los hombres que me han tentado ya 10 veces no verán la Tierra que prometí a sus padres”.

Y tenemos el caso de Saúl, que fue abandonado cuando desobedeció a Dios por segunda vez.

Dios Perdona siempre nuestros pecados cuando se lo pedimos.

Y cuando tenemos intención de enmienda y trabajamos para no pecar más, Él es capaz de detener las cosas malas que nos pueden suceder.

Cuando pecamos una vez tras otra y se van acumulando en nuestra vida los mismos pecados, llega un momento en que Él nos suelta la mano y entonces deja pasar los castigos.

Pensemos el ejemplo de un narcotraficante.

El peca gravemente contra la salud física y espiritual de la gente proporcionándole adicciones.

El narcotraficante hace una carrera de delitos y pecados, va para arriba en su negocio, todo le sale bien y no tiene consecuencias negativas personales por tales pecados.

Pero llega un momento en que se han acumulado tantos pecados que llenan el vaso y lo desbordan.

Entonces el narco cae preso o es muerto por otros narcos o tiene otros problemas.

Llega un momento en que Dios efectivamente deja pasar los castigos.

No lo hizo al inicio de su carrera cuando cometía los mismos pecados, pero llega un nivel de acumulación que desborda su paciencia.

Ahora veámoslo en la cadena del perdón entre seres humanos.

Nosotros recibimos la gracia del perdón de Dios y Él pretende que extendamos esa gracia a los demás.

Cuando no somos misericordiosos con los demás y no perdonamos nos vemos privados de la vida plena que Dios quiere para nosotros.

En 2 Corintios 2: 5-11, San Pablo advierte que la falta de perdón puede ser una apertura hacia satanás.

Siempre Dios está dispuesto a perdonarnos y evitar males en nosotros, pero el maligno está dispuesto a que nos traslademos ese beneficio a los demás.

Una de las dificultades centrales que tenemos para perdonar está relacionada con la mala interpretación de lo que significa perdonar, exacerbada por el enemigo.

Se perdona a la persona no al acto.

Perdonar no significa olvidar el dolor ni restar importancia a lo que nos hicieron.

Tampoco significa que nos obligamos a una relación emocionalmente intensa y positiva con la persona a la que perdonamos.

El perdón es una decisión no una emoción.

Y en los hechos significa que abdicamos de cualquier represalia contra lo que la otra persona nos hizo.

Como ya sabemos, el perdón es más útil para quien perdona que para quien es perdonado, en el caso de los seres humanos.

Porque el perdonar te libera de pasiones negativas y te acerca a Dios.

También te previene que cometas un pecado contra la otra persona que te lo cometió a ti, como venganza.

  

EL PERDÓN ES UN PROCESO

Para el caso de Dios, el perdón es algo constitutivo de su naturaleza.

Perdona como un hecho habitual para darte más oportunidades de conversión.

Pero en el caso de los seres humanos el perdón hacia los otros requiere un camino para tomar la decisión, que a veces es largo y sostenido en el tiempo.

El primer paso es llegar a la conclusión racional que permita tomar la decisión de perdonar al otro.

Pero esto no necesariamente es un evento de una sola vez, en el que decidimos perdonar y ya el olvido puso su manto.

Muchas veces las cosas no son tan simples y requieren un proceso, dependiendo de la personalidad de cada uno.

No hay que olvidar tampoco que el maligno ópera tratando de tentarnos al revertir nuestra decisión de perdonar.

Hay casos, y todos conocemos algunos, de personas que quieren perdonar racionalmente a otra pero no logran sostener ese perdón en el tiempo.

También hay rasgos de personalidad que llevan algunas personas a sentirse ofendidas sistemáticamente por otras.

A esas personas a veces les llamamos como que están “peleadas con el mundo”.

No sólo ven ofensas en actos que otros no las verían, y les cuesta dejarlas pasar por alto y perdonar.

Pero estos son casos digamos patológicos.

En otros casos no tan patológicos, puede suceder que la persona perdone a otra, pero su perdón se vaya erosionando con el tiempo.

Vuelve la tentación de sentirse ofendido, y entonces la decisión de perdón se vuelve para atrás.

Como si la herida se reabriera y exige una nueva decisión de perdonar.

En este caso el perdón no sería un evento de una sola vez, sino diversos eventos en que el perdonador debe tomar la decisión del perdón.

Quizás puede ser la interpretación qué le podemos dar a lo que dijo Nuestro Señor, cuando Pedro le pregunta cuántas veces lo debo perdonar a mi hermano ¿hasta 7 veces?

Y Jesús le contesta 70 veces 7, lo que no es un cálculo matemático de cuántas veces hay que perdonar, sino el mensaje es que el perdón es perpetuo.

De modo que debemos estar preparados para perdonar múltiples pecados, pero también para perdonar muchas veces un mismo pecado que nos hicieron.

Podría ser perdonar una misma ofensa setenta veces siete.

Y esto implica necesariamente tener la voluntad permanente de perdonar, la actitud de perdón, que es lo central y lo que cuesta más a algunas personas.

Debemos comenzar pidiendo a Dios ayuda para perdonar:

“Dios mío me está costando mucho perdonar. Por favor ayúdame a querer perdonar”.

Debemos recurrir al modelo del perdón que es Jesucristo mismo.

Viéndolo colgado en la cruz podemos reflexionar sobre cómo sufrió para perdonar nuestros pecados.

Y si llegamos a comprender esto, veremos que perdonar una ofensa de otra persona no es comparable a lo que Jesús sufrió en la cruz.

Debemos tener la voluntad de perdonar.

La voluntad de cerrar nuestra mente al recuerdo de las emociones que sentimos cuando pensamos en la ofensa.

Debemos propender a lograr la paz del corazón y de la mente y luchar contra la tentación de negarnos a perdonar.

  

EN EL PERDÓN DEBEN PARTICIPAR EL OFENSOR Y EL OFENDIDO

El ofensor y el ofendido deben participar en el acto del perdón para que el perdón sea completo y funcione.

Muchas veces nos encontramos con que hay gente que quiere ser perdonada y el ofendido no le perdona.

Y al revés, el ofendido le perdonaría pero el ofensor no cree que deba pedir perdón.

En orgullo herido está detrás todas estas cosas.

En el evangelio de Mateo 5 Jesús dice que si tu hermano tiene algo contra ti, primero ve a reconciliarte con tu hermano y luego ofrece tu ofrenda al altar.

Esto significa que si tu hermano tiene algo contra ti, tú tienes que tratar de buscar el perdón de tu hermano.

Y no al revés como generalmente se interpreta.

Porque es común hoy decir “si mi hermano no me perdona es su problema”.

En realidad Jesús está enseñando qué sí es mi problema y mi preocupación que mi hermano me perdone.

Y ese es un precepto esencial cristiano.

Puedo orar pidiendo “Dios mío por favor ayuda a mi hermano a perdonarme”.

Puedo ayunar y ofrecer sacrificios para que él reciba la gracia necesaria para perdonarme.

Mientras que nosotros debemos pedir la gracia de saber cómo pedir perdón, arrepentirnos de lo que hemos hecho, y proponernos realmente no hacerlo más.

Y aquí llegamos a cómo debemos pedir perdón, que no es tan simple como simplemente decirlo.

En primer lugar hay que admitir el error.

Muchas personas esquivan decirlo y tejen excusas atribuyéndole la culpa a otras cosas.

La segunda cosa a tener en cuenta es reconocer el daño que se ha hecho.

Porque el ofendido a veces tiene la sensación que el ofensor no comprende realmente la magnitud del daño.

Y por eso teme que vuelva a ocurrir, si el ofensor no tiene una comprensión profunda de lo que pasó.

Por lo tanto el ofensor debería reconocer que está dolido por el daño que hizo y como lastimó a la otra persona.

Y eso nos lleva al tercer paso que es expresar ese dolor.

El ofendido debe sentir que el ofensor tiene una pena profunda y auténtica por lo que hizo.

Y así llegamos al cuarto paso que es solicitar el perdón.

A alguna gente se le complica entregarle al otro el poder de perdonar, se sienten que han perdido autonomía.

Pero debieran pensar que otorgar el perdón puede ser todo un desafío para la otra persona.

Por lo tanto deberían reconocer el esfuerzo que tendría que hacer el ofendido por otorgar el perdón.

Finalmente el último paso es comprometerse a cambiar.

Porque puede quedar un resentimiento, por más que el ofendido diga que perdonó al ofensor, y la sensación de que no puede confiar más en esa persona.

En este caso la confianza será restaurada gradualmente sólo a través de signos de reconciliación que haga el ofensor.

Este asunto del perdón requiere el desarrollo de una actitud de saber perdonar.

Y es más fácil y menos doloroso lograrla si se ha aprendido desde niño.

Por eso es especialmente importante enseñar a los niños a decir “te perdono” cuando alguien dice “lo siento” o le pide perdón directamente.

También los niños deben ver cómo los padres perdonan a otras personas y a ellos mismos.

Y además como les dan nuevas oportunidades cuando las personas hacen nuevamente una ofensa.

Como dicen los evangelios hay que perdonar hasta 70 veces 7, o sea siempre.

Acá hay algunas oraciones sobre el perdón.

  

ORACIÓN PARA PEDIR PERDÓN Y PERDONAR

Padre, me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados.
Me acerco a ti con absoluta confianza porque sé que tú prefieres la penitencia a la muerte del pecador (cfr. Ezequiel 33,11)
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso.
Y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón para desbordar la abundancia de tu misericordia.
Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre
queriendo atraerme con lazos de un amor infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno.
Tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica.Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas Tú con nosotros.
Padre, envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados, purifícame, sáname, restáurame, renuévame con la Sangre Redentora de tu Hijo;
ayúdame a tener un corazón como el Suyo, un corazón humilde y generoso capaz de perdonar, arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne.

Oración del Padre Evaristo Sada

mujer orando

  

SALMO MISERERE 

Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;
contra Ti, contra Ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.

Por que aparezca tu justicia cuando hablas
y tu victoria cuando juzgas.
Mira que en la culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.
Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme el son del gozo y la alegría,
exulten los huesos que machacaste Tú.
Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Entonces te agradarán los sacrificios justos,
–holocausto y oblación entera–
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.

(Fuente: Directorio franciscano).

  

YO PECADOR (CONFITEOR)

Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.

Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.

manos orando

  

ACTO DE CONTRICIÓN I

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío.

Por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido.

También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.

Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.

ACTO DE CONTRICIÓN II

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, Nuestro Señor.

manos con una vela

  

ORACIÓN PARA PEDIR PERDÓN

Oh Dios, dame en esta hora la gracia de reconocer debidamente mis pecados ante ti, y de arrepentirme de ellos verdaderamente.

Borra de tu libro, Señor de misericordia, mis múltiples acciones cometidas contra ti.

Perdóname todas las distracciones en la oración, mis pecados de omisión, y mis pecados deliberados contra la conciencia.

Dame luz para ver lo que he de hacer, valor para emprenderlo y firmeza para llevarlo a cabo.

Que en todas las cosas avance en la obra de santificación, de la realización de tu voluntad.

Y que en definitiva, por tu misericordia, pueda alcanzar la gloria de tu Reino eterno, por Jesucristo Nuestro Señor. Amen

  

PERDÓNAME SEÑOR

Padre bueno,
tengo necesidad de ti,
cuento contigo
para existir y para vivir.
En tu Hijo Jesús
me has mirado y amado,
pero yo no he tenido la valentía
de dejarlo y seguirlo,
y mi corazón se ha llenado de tristeza,
pero Tú, eres más fuerte que mi pecado.
Creo en tu poder sobre mi vida,
creo en tu capacidad de salvarme
así como soy ahora.
Por mi parte hago el propósito sincero
de evitar las ocasiones próximas de
pecado.
Dame tu fuerza. Acuérdate de mí.
¡Perdóname!

¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
Acto de amor Jesucristo Movil NOTICIAS Noticias 2018 - julio - diciembre Para Pedir Perdón Religion e ideologías SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos de estos Tiempos Signos Globales de estos Tiempos

¿Cuáles son las Verdaderas Razones para Bendecir a los que nos han Hecho Daño?

El perdón no es una emoción.

Sino que es una decisión.

Dejar pasar nuestras emociones de sentirnos heridos y tener resentimientos.

Para decidir una conducta más razonable para nuestro bien y el de los demás.

nina consolando una estatua

Y es sanador y liberador.
.
Porque nos desapega de las emociones negativas que tenemos como el odio, la intención de venganza y hacer el mal.

Por lo tanto el perdón es un proceso intencional y voluntario.

Por el cual la víctima experimenta un cambio en los sentimientos y la actitud con respecto a una falta.

Y deja ir emociones negativas como la venganza.

Uno de los versos más difíciles en toda la Escritura tiene que haber Mateo 6: 14-15, donde Jesús dijo,

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial os perdonará también.

Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.

Este es uno de esos versículos que nunca se verá en una camiseta, en una taza de café, o como fondo de pantalla, porque es doloroso para muchos.

La razón de que este no es un verso popular es que profundiza en las áreas incómodas de nuestras vidas, y nos pide acciones difíciles de nuestra parte.

Pero nos enseña que si vamos a ser receptores de la gracia de Dios, entonces debemos dar gracia a los demás.

Jesús nos pone la prueba de que si no perdonamos a los otros nunca recibiremos realmente el perdón de Dios mismo.

Él nos está enseñando la forma más práctica para mostrar al mundo que entendemos el Evangelio, que es mostrar al mundo que sabemos cómo perdonar.

Entonces, ¿qué es el perdón?

Una buena definición sobre el perdón proviene de Wikipedia,

“El perdón es la acción por la que una persona perdona a otro una acción considerada como ofensa.

Renunciando eventualmente a vengarse, o a reclamar un justo castigo o restitución.

Optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro.

De modo que las relaciones entre ofensor-perdonado y ofendido-perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas”.

El perdón trata de sanar mis frustraciones y dolores, y no es necesariamente una forma de liberar al otro.

banner perdona nuestra ofensas

No es un regalo para el otro sino un regalo para uno mismo, para descargar la mochila del odio.
.
Porque la verdad es que la amargura y la ira son una carga pesada y miserable para llevar.

Perdonar no cambia el pasado pero nos poner en una mejor posición para el futuro.

Pero también implica el deseo del bien para la persona que te hizo daño.

Y un indicador es ¿soy capaz de rezar verdaderamente a Dios pidiendo al Señor que bendiga a esa persona?

Es extremadamente difícil, ¿verdad?

Hay historias de nuestras vidas de verdaderas decepciones y victimizaciones.

Y en estos casos el perdón sólo puede venir de Dios, porque se necesita un perdón del tamaño de Dios.

Aquí presentamos cinco razones por las que debemos bendecir a los que nos han hecho daño y 7 errores que se cometen respecto al perdón

juan pablo II perdona a al _agca
Juan Pablo II perdona a Ali Agca que atentó contra su vida

 

5 RAZONES PARA BENDECIR A LOS QUE NOS HAN HECHO DAÑO

1 – AMAR A LOS ENEMIGOS COMO CAMINO REVOLUCIONARIO

Este es el camino de un revolucionario Jesús, emulando el ejemplo de nuestro Padre.

El Sermón de la Montaña es la contracultura, es el manifiesto del Reino en que Jesús nos llama a vivir con principios diferentes que el mundo en que vivimos.

Y en el sermón de la montaña, Él dio este mandato explícito:

«Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» 

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores» (Mateo 5:43-44).

Cuando hacemos esto, estamos emulando Dios mismo, que

«Hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mateo 5:45).

Esto es parte de nuestro llamado a «ser perfectos«, como nuestro Padre celestial es perfecto (Mateo 5:48).

2 – DONDE ABUNDÓ EL PECADO SOBREABUNDARÁ LA GRACIA

Dios muestra extraordinaria paciencia hacia aquellos que caminan en la ignorancia y la incredulidad.

Hace unos años, hubo una inspiración atea en Internet con miles de personas que registraban pequeños clips de vídeo de ellos mismos afirmando blasfemar contra el Espíritu.

Mientras miraban los clips, muchos cristianos tuvieron la sensación de que en no mucho tiempo a partir de ese momento, muchas de esas personas serían salvadas, y compartirían testimonios de internet y darían gracias a Dios por su misericordia.

Como Pablo explica en 1 Timoteo 1,

«Porque yo fui en un comienzo un opositor, un perseguidor y un violento.

Pero él me perdonó porque obraba de buena fe cuando me negaba a creer, y la gracia de nuestro Señor vino sobre mí muy abundante junto con la fe y el amor cristiano.

Esto es muy cierto, y todos lo pueden creer, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero.

Por esa razón fui perdonado, para que en mí se manifestara en primer lugar toda la generosidad de Cristo Jesús, y fuera así un ejemplo para todos los que han de creer en él y llegar a la vida eterna». (1 Tim 1:13, 16).

3 – LA BENDICIÓN REBOTA A NOSOTROS

Cuando bendecimos, una bendición es devuelto a nosotros en muchas maneras, cosechamos lo que sembramos, y eso es una de las razones.

Pedro dio esta exhortación a sus lectores:

«No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien bendigan, pues para esto han sido llamados; y de este modo recibirán la bendición«(1 Pedro 3:9).

¿Qué quieres heredar, bendiciones o maldiciones? Eso es lo que debes hablar con los demás.

predicas-sobre-el-perdon

4 – LA PACIENCIA DA BUENOS FRUTOS

Palabras de gracia y paciencia producen más frutos buenos que palabras de enojo y frustración.

Ciertamente, hay momentos en que es correcto corregir e incluso reprender, pero siempre se debe hacer en amor (Efesios 4:15) y con paciencia (2 Timoteo 2:24-26), recordando que,

«Una respuesta amable calma la furia, una palabra hiriente hace que aumente la cólera» (Proverbios 15:01).

Realmente no sabemos lo que está pasando en la vida de una persona. 

Hace unos meses una mujer defendió consistentemente aborto en sitios web cristianos, y unos días después que la desafiaron sin agresión, publicó lo siguiente:

«Quiero pedir disculpas por escribir comentarios locos de matar a los bebés.

Yo estaba tratando de vivir sin Dios y sus principios en mi vida. Pensé en el momento más feliz de mi vida. 

Fue entonces cuando iba a la iglesia y vivía para Dios. Por favor oren por mí. Gracias».

Aquí había una mujer sufriendo, con ganas de volver a Dios, pero no teníamos la menor idea de que esto era lo que estaba alimentando su fuego a favor del aborto.

Por desgracia, con demasiada frecuencia, somos culpables de dar respuestas a las personas rápidamente y no pensativamente, con lo que se refuerza su posición en lugar de ayudar a ver su error.

5 – ROMPER EL CÍRCULO DE ODIO

Cuando bendecimos a los que nos maldicen, rompemos el ciclo de la ira y el odio.

Este fue el consejo de Pablo a los creyentes de Roma, a raíz de Proverbios 25:21-22:

«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: éstas serán otras tantas brasas sobre su cabeza. 

No te dejes vencer por el mal, más bien derrota al mal con el bien«. (Romanos 12:20-21).

Rompamos el malo ciclo destructivo de la carne y sigamos los pasos de nuestro Señor que perdonó a quienes lo crucificaron.

Es el camino de la vida y la bendición – no sólo para nosotros, sino también para aquellos que se nos oponen.

Para profundizar en lo dicho, deberíamos hacerlo considerando los errores típicos sobre el perdón que nos perjudican, confunden, y nos impiden experimentar la gracia del perdón de Dios.

sacerdotes confesando

 

7 ERRORES SOBRE EL PERDÓN

 

Error 1: El perdón significa que hay que olvidar

Desafortunadamente no tenemos la capacidad de borrar nuestra memoria a nuestro antojo.

Los recuerdos son muy reales, sobre todo si son recuerdos envueltos en dolor.

Ellos siempre pueden estar allí.

Sin embargo, hay una maravillosa oportunidad de decir:

“No he podido olvidar.

Lo recuerdo muy bien, y sin embargo, por la gracia de Dios quiero perdonar”.

Error 2: El perdón significa que toleras sus acciones

Muchas veces sentimos que la decisión de perdonar nos está diciendo que lo que nos hizo una persona a nosotros estaba bien.

Sin embargo, esto es un mito.

El perdón es confiar en Dios para sea el último y perfecto juez.

Él sabe cómo resolver nuestras disputas mucho mejor que nosotros.

Después de todo, Él es el experto en tratar con los pecadores y las acciones pecaminosas, no nosotros.

No olvidemos cómo Él ha tratado con nuestras acciones pecaminosas hacia los demás.

Error 3: El perdón significa que tienes que ser un felpudo

A menudo estamos aterrorizados por perdonar porque tenemos miedo de ser heridos una y otra vez.

Sin embargo, el perdón no significa que tengo que someterme a estar continuamente abusado y utilizado.

De hecho, podría ser culpable de permitir que la persona me trate como su felpudo, y esto no es una ayuda para ella.

El perdón significa que voy a protegerme y liberarme de no llevar conmigo la amargura causada por esa persona.

Error 4: El perdón significa que tenemos que ser amigos

El perdón no significa que tengas que estar en amistad con la otra persona.

A veces lo más sano para dos personas es la distancia.

Estamos mandados por la Escritura a perdonar a los demás, amar a los demás, y ser amables con los demás.

Sin embargo, en ninguna parte la Escritura nos manda ser amigos de todos.

mano con una piedra perdon

Error 5: El perdón viene de una disculpa

A veces pensamos que decir “lo siento” cura todas las heridas.

Sin embargo, el verdadero perdón no puede venir de una declaración concisa, sino más bien de un Dios todopoderoso.

Dios debe perdonar primero, es un diálogo con Dios donde le pedimos que nos de la fuerza y la perseverancia de perdonar a la otra persona.

En pocas palabras, el perdón viene de Dios, no nosotros.

Error 6: El perdón se basa en el pedido de la otra persona

A menudo la gente dice:

Voy a perdonar a esa persona cuando me lo pida y empiece a hacer cosas para merecer mi perdón”.

Sin embargo esto es un mito ya que Dios nos manda perdonar si alguien lo pide o no.

La victoria en esta área va a venir de la obediencia a Dios y no de las acciones de otras personas.

Error 7: El perdón es fácil

Por desgracia el perdón no es fácil; tampoco es difícil; el perdón es realmente imposible; y más perdonar 70 veces 7.

En nuestro estado natural queremos mantener la amargura y rabia porque en algún nivel nos hace sentir en control.

Queremos que a la persona le duela como nos ha herido.

Simplemente no podemos cambiar estos sentimientos por nuestra cuenta.

Sin embargo, la buena noticia es que tenemos un Dios que hace posible lo imposible.

Pero también están las situaciones en que Dios perdona y el hombre no lo acepta.

La historia que contamos en este artículo fue parte del proceso de canonización de San Francisco de Borja.

Muestra la enorme y perseverante misericordia de Dios para perdonar a los pecadores.

Y cómo no escatima incluso en hacer Milagros para llegar a su conversión.

San Francisco de Borja

 

JESUCRISTO APARECE PARA SALVAR A UN PECADOR Y EL PROPIO PECADOR SE CONDENA

Este caso muestra que algunos que ven y oyen sus milagros no asienten a los esfuerzos de Cristo.

Están tan empedernidos y aturdidos por el pecado que no son capaces de aceptar la gracia de Dios.

Esta es la blasfemia imperdonable al Espíritu Santo de la que habla Jesucristo en la Biblia.

Es la impenitencia final qué endurece el corazón definitivamente y se niega aceptar la bondad de Dios.

Cuando San Francisco de Borja andaba predicando por España, había un caballero de vida y costumbres pecadoras, cristiano en el nombre, y en los hechos infiel, y peor que muchos gentiles.

A éste le dio la enfermedad que lo conducía a la muerte y sus deudos hicieron diligencia para que se confesaste advirtiéndole su peligro.

Pero él obstinado en sus vicios estaba ciego con la pasión y el desordenado amor que se tenía.

Y como tal ni creía en su peligro, ni creía en su condenación, ni le parecía posible morir.

No daba oídos a razones o a amonestaciones para su bien, volviéndose como loco contra los que procuraban su salvación.

Viéndole pues, por una parte tan obstinado y por otra caminando directamente a la muerte, los dolientes tomaron el medio más eficaz a su parecer que pudieron hallar.

Que fue dar parte a San Francisco de Borja que predicaba en aquella ciudad con el nombre de apóstol y con una opinión generalizada sobre su santidad.

El santo sintió personalmente el mal de aquel caballero y tomó a pecho su remedio, haciendo la primera diligencia con Dios, quien tenía claro que es el origen de toda salud espiritual y corporal.

Se retiró en la oración delante de la imagen de un crucifijo y le suplico afectuosamente por el alma de aquel caballero, pidiéndole que le diese luz para conocer sus culpas, su dolor y generara verdadero arrepentimiento de ellas.

Milagrosamente el Cristo del crucifijo levantó la cabeza y habló al Santo y le dijo,

«Ve al enfermo que yo mismo en lo personal le asistiré como enfermero y médico, mientras le persuades que se confiese».

Quedó San Francisco notablemente maravillado y confortado con el favor de esta promesa y partió luego lleno de confianza de alcanzar la victoria a la casa de aquel enfermo.

Entró donde estaba y halló en el aposento a Nuestro Señor, que le había hablado en la cruz, en traje y túnica de médico, como verdaderamente lo era, pero no sólo de cuerpo sino también de alma.

Empezó el santo a persuadir al enfermo que se volviese a Dios y que se confesase, con vivas y eficaces razones, reafirmadas con la asistencia de aquel Señor que la mandaba decir que la mente le hablara al corazón.

Pero él estaba tan empedernido en su obstinación que se resistía a las aspiraciones de Dios y a las razones de San Francisco de Borja y mostraba enfado y deseo que le dejaran tranquilo.

Viendo esto el médico celestial se despidió con palabras de agradecimiento diciéndolo a San Francisco,

«Haga Padre su oficio que Yo haré el mío y siento mucho que no de oídos a cosas que tanto le importan».

Sintió a menos San Francisco ver partir al Señor de aquel aposento, porque no hay cosa más fea que ver apartarse a Dios de un alma y dejarla consumida en sus pecados.

Procuró el santo de detenerlo pero no pudo, y sintió atravesada su alma con el cuchillo del dolor al ver la perdición de aquel caballero

La insistencia de San Francisco por la presencia de Cristo no era sólo porque el Señor dejaba al enfermo del alma sino por mantener al médico de quien pendía su salud.

Entonces volvió al oratorio postrándose a Sus pies, doloroso con su cruz, y empezó con una oración muy fervorosa a suplicar al redentor que no desampara a aquella alma.

Gemía y sollozaba regando el suelo con lágrimas, destemplando todo su cuerpo por la fuerza del sentimiento.

Tal era el sello de calidad y el fuego de amor que tenía San Francisco Borja por la salvación de su prójimo.

Como Cristo le vio tan acongojado le consoló desde la cruz hablándole una segunda vez con tiernas y dulces palabras diciendo,

 «Francisco he oído tus oraciones y recibo tus lágrimas y tus deseos que han sido preciosos en mi acatamiento.

Y para que veas cuánto deseo la salvación de ese pecador y que Yo no le dejo, sino que él me deja, llévame a allá que yo estaré contigo«.

Cuando oyó estas palabras se levantó el apóstol de Dios, tomó el crucifijo con él se fue volando a casa del enfermo.

Despejó el aposento echando fuera a los que le asistían ayudándole más a mal morir que a bien morir.

Se quedó a solas con él, y más acompañado que si le asistiera todo el mundo pues le acompañaba Cristo, le puso ante él Su imagen refrescándole la memoria de lo mucho que había padecido por él diciendo,

«Ves aquí a tu padre, tu maestro, tu redentor y tu juez.

Ahora tiene los brazos abiertos para recibir, las manos clavadas para no castigar, las palmas y el costado rotos para dar su sangre y con ella el perdón de nuestros pecados.

En ellas se han lavado las manchas de cuantos pecadores ha habido en el mundo, mucho mayores que tu.

No tardes en pedirle perdón y luego Él te lo dará.

Él sólo espera que le quieras para darte la indulgencia plenaria de todas tus culpas, no desconfíes de su misericordia, porque excede infinitamente a la multitud y grandeza de tus pecados.

Si te prometiera la salud del cuerpo se la pedirías, pero es mucho más preciosa la del alma.

No tardes en pedírsela que no tardará su bondad en concedértela».

Pero como aún el caballero estaba obstinado con su mal propósito y las razones que supuestamente eran dulces y eficaces no hacía mella en aquel corazón de acero, se volvió el santo a Dios y le dijo,

«Señor que en tu mano están los corazones de todos los hombres y que te pusiste en esta cruz para salvarlos, mueve el corazón de este pecador, no permitas que su alma se condene«.

Con estas palabras empezaron a enternecerse las llagas del santo crucifijo y a regarse la sangre.

Y a correr tan viva como cuando entonces le clavaron en la cruz, mostrando el dolor que sentía por su perdición.

Pues le hacía derramar por segunda vez la sangre de sus venas, verificándose lo que dice San Pablo, que los pecadores obstinados crucifican por segunda vez a Cristo Nuestro Señor.

El padre San Francisco le decía,

«Mira señor cuánto le heriste a Cristo, mira que te ofrece Su sangre, ve cómo corre de sus venas, señal del amor que te tiene.

Sus llagas se abren para recibirte y perdonarte, aún tienes tiempo, recógete en ellas, que son el refugio y amparo de todos los pecadores.

Vuélvete a Él que con sólo un gesto te perdonará y te dará el cielo, como se lo dio al buen ladrón en el último trance de su vida».

¡Pero qué dureza del corazón humano! ¡A qué grado pudo llegar esta persona!,

Porque ni la sangre de Cristo derramada, ni las persuasiones y lágrimas del santo hicieron mella en aquel corazón, que era más que de acero.

Y como el Santo le instó una vez más, la santa imagen del Redentor abrió otra vez la boca y hablando con aquel obstinado pecador dijo,

«Esta sangre que derramé una vez por todo el mundo, por segunda vez la derramó por ti solo.

Mira lo que me costaste y lo que deseo tu bien.

Porque para rescatarte de los pecados la doy liberalmente.

Da crédito a las palabras de mi siervo que son mías, conviértete a Mí que Yo te perdonaré«.

¿Qué haría un hombre cristiano y noble, criado en la luz de la fe católica y en el corazón de la Iglesia, si oyera de la boca de Cristo tales palabras y le viera derramar sangre viva de sus venas ante tal impresionante portento?

¿Quién juzgaría que no se convirtiera de todo su corazón al Señor y que deshecho en Lágrimas de arrepentimiento no se echara a sus pies pidiéndole perdón?

Así debería de ser por buenas razones.

Pero el pecado le tenía tan fuera de razón que no dio oídos a sus palabras ni ojos a su vista, ni entrada a su corazón.

Viendo entonces el Señor su dureza dio lugar a su Santa ira, y metiendo la mano en su costado la sacó llena de sangre y se la arrojó en la cara diciendo,

«Pues no has querido aprovecharte de mi sangre, ahora ella escribe en tu rostro la sentencia de tu condenación».

Entonces el miserable, diciendo grandes blasfemias contra Dios que le condenaba, expiró.

Y entregó su desdichada alma en mano de los demonios ejecutándose la divina justicia.

Mientras el santo, atravesado de dolor, tomó con suma reverencia la santa imagen y se volvió a su retiro, con el sentimiento y las lágrimas de lógicas que emanaban de tal irremediable suceso.

San Francisco de Borja

 

¿QUÉ NOS DICE SAN FRANCISCO DE BORJA?

En esta historia San Francisco de Borja muestra cuánto es la misericordia de Dios y los infinitos medios por los que procura la salvación de los pecadores.

No sólo los perdona, sino que los busca para perdonarlos.

Y abre por segunda vez sus llagas para abrigarlos en ellas y lavarlos con su sangre de las manchas de sus pecados.

También muestra cuánto siente el Señor la obstinación de los malos y la desconfianza de su piedad, porque no quieren aprovecharse de ella por su dureza y obstinación, enviándose a sí mismos al eterno tormento.

Además muestra la dureza de los hombres en los pecados y la costumbre a ofender a Dios arraigada en el corazón.

Y advierte que el vicio empieza poco a poco como el árbol no bien plantado, que al principio es fácil de arrancarle, pero si le dejas echar raíces, será tan dificultoso como es a estos pecadores dejar sus pecados.

San Francisco de Borja nos muestra con cuánta facilidad habría podido salvarse aprovechando las ocasiones que Dios le dio.

Que son las mismas que le da a cada persona.

Pero además muestra que no sólo es muy grande Su bondad, porque no sólo perdona a quien le ofende, sino que le da nuevas gracias el día que se vuelve a Él.

De modo que ten esperanza y tendrás alegría, acógete a Dios y Él te amparará, válete de Él y te dará Su gracia, no lo dejes y no te dejará, persevera Su servicio y Él te coronará de gloria.

 

QUIÉN FUE SAN FRANCISCO DE BORJA

San Francisco de Borja y Aragón fue un noble español, que resultó en el tercer General de la Compañía de Jesús.

San Francisco de Borja era nieto del Papa Alejandro VI y primo del emperador Carlos V.

Su familia lo envió a la corte de Carlos I de España cuando era niño, pero él era muy piadoso y deseaba convertirse en monje.

Cuando su padre murió entró en contacto con Pedro Fabro y otros jesuitas con la intención de ayudar económicamente a la orden.

Además había quedado muy impresionado por San Ignacio de Loyola cuando lo vio que la Inquisición lo conducía a la prisión en Alcalá de Henares.

Su esposa murió en 1546 cuando él tenía 36 años y unos meses después entró en la Compañía de Jesús.

En 1565 fue nombrado General de la orden.

Murió en 1572 y fue canonizado un siglo después por Clemente X.

Su fiesta se realiza el 3 de octubre

San Francisco de Borja era muy dado a la oración, al punto que reformó los estatutos de la orden obligando a los jesuitas a orar una hora al día, lo que luego fue quitado.

También fue un místico según lo que podemos leer en la historia de arriba.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:

Categories
Aborto Bioética Catolicismo Misericordia Movil Normas NOTICIAS Noticias 2015 - agosto - diciembre Papa Pastoral Pecado Religion e ideologías Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos extraordinarios de la Iglesia

El Papa Francisco Aplica la Misericordia Divina para Perdonar el Aborto ¿Cómo debe Entenderse?

Todos los sacerdotes podrán perdonar el pecado del aborto.

En un nuevo conjunto de orientaciones pastorales para el próximo Año de la Misericordia, el Papa Francisco ha dado algunos pasos importantes, permitiendo a todos los sacerdotes perdonar el pecado del aborto y dando la concesión de los sacerdotes de la Fraternidad San Pio X (Lefebvristas) la facultad de perdonar los pecados.

sacerdote confesando

Ha dicho el Papa que su deseo para el Jubileo: “sea una experiencia viva de la cercanía del Padre… para que la fe de cada creyente puede fortalecerse y así el testimonio sea cada vez más eficaz».

El Año Jubilar de la Misericordia se abrirá en la Fiesta de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre, y finalizará en la Solemnidad de Cristo Rey el 20 de noviembre, el 2016.

En la carta, a Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, el Papa afirma que desea que la indulgencia jubilar sea una «auténtica experiencia de la misericordia de Dios», donde el «Rostro del Padre», da la bienvenida «perdona, olvidando por completo el pecado cometido».

¿Significa que el Papa proclama el perdón de Dios a todas las que abortaron y sus cómplices?
.
No debe entenderse así. Es necesario el arrepentimiento que se vehiculiza a través de la confesión del pecado y el deseo de no volverlo a cometer (enmienda), ante un sacerdote que le dará la absolución del pecado.

papa francisco con bebe

 

MISERICORDIA CON LAS QUE ABORTARON

«Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es claramente el cambio en la relación con el respeto a la vida», dijo el Papa en la carta del 1 de septiembre.

En la sociedad actual, «una mentalidad generalizada e insensible» se ha convertido en un obstáculo para la nueva vida acogedora, con muchos que no entienden totalmente el daño profundo realizado por la «tragedia del aborto».

Francisco también señaló que hay muchas mujeres que, a pesar de pensar que el aborto está mal, sienten que no tienen otra opción.

«Soy muy consciente de la presión que les ha llevado a esta decisión. Sé que es una odisea existencial y moral. He conocido a muchas mujeres que llevan en su corazón la cicatriz de esta decisión angustiosa y dolorosa».

Una mujer que obtiene un aborto automáticamente incurre en latae sententiae excomunión (automática), así como los que la ayudaron en el proceso.

Normalmente, el pecado de cometer un aborto sólo puede ser absuelto por un obispo, o sacerdotes nombrados por él, pero esto varía según las Diócesis y Conferencias Episcopales.

Para las ocasiones específicas, como Adviento o Cuaresma, algunos obispos extienden esta facultad a todos los sacerdotes en su diócesis.

Más tarde, en nombre de la Santa Sede, el padre Thomas Rosica CSB emitió la siguiente nota relativa a las palabras Francisco sobre el perdón del pecado de aborto después de muchas consultas de los periodistas:

«El perdón del pecado de aborto no condona el aborto ni minimiza sus efectos graves. La novedad es claramente pastoral… Que la gente venga a la confesión a confesar el aborto y otros pecados graves es causa para nosotros en la Iglesia para dar gracias a Dios y para poner en práctica la misión del pastor bueno y misericordioso que busca a los que se perdieron».

Esto está en el marco del arrepentimiento sincero. El Papa dijo que el perdón de Dios no se puede negar a una persona que se ha arrepentido sinceramente, sobre todo cuando la persona viene al sacramento de la confesión para ser genuinamente reconciliado con el Padre.

sacerdotes confesando

 

EL TEMA CENTRAL ES EL ARREPENTIMIENTO

El tema puede resumirse a misericordia con arrepentimiento; así debe entenderse.

Porque uno de los grandes errores de nuestra época es la proclamación de la misericordia sin arrepentimiento, sin hacer referencia a nuestra condición pecaminosa.

Muchos púlpitos han quedado en silencio sobre el pecado. Y por lo tanto, no dicen nada sobre la verdadera gloria de la misericordia y el don sorprendente.

Podemos hablar y alabar la misericordia divina, pero sólo lo hacemos correctamente cuando sabemos y reconocemos nuestros pecados.

Con demasiada frecuencia hoy la misericordia se predica de una manera independiente y se toma por muchos en el sentido de que nuestros pecados no son realmente pecados, o no son gran cosa, y que a Dios no le importa lo que hacemos porque, después de todo, es misericordioso. Y, que por el contrario, los que no hablan del pecado son los que aplican la misericordia divina

Por lo tanto tenemos que decir la verdad fundamental y central de que a la misericordia asombrosa y gloriosa de Dios se accede por medio del arrepentimiento. Es el arrepentimiento que abre la puerta a la misericordia, al perdón.

Considera una analogía médica de un hombre que se encuentra en muy mal estado de salud. Tal vez tiene una serie de problemas como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes.

Ahora la medicina moderna tiene mucho que ofrecer a las personas que están luchando con problemas de salud. La ayuda de curación incluye todo, desde la medicina a la cirugía, a la información sobre nutrición, etc.

Pero para que este hombre pueda acceder a esa ayuda de la curación, él tiene que darse cuenta y admitir que tiene un problema, hacer una cita, acudir a la cita, tomar la medicina y seguir los consejos que recibe.

Cuando él hace esto, y sólo cuando lo hace, tendrá la ayuda de curación de la profesión médica que se ha desarrollado para él.

No es suficiente para él decir: «Bueno, es muy bueno que haya médicos y medicinas». Eso no es suficiente. Él tiene que hacer un cambio y, de hecho alcanzar y desarrollar una relación con la comunidad médica. Él tiene en realidad que tomar el medicamento. No es suficiente alabar la medicina y alegrarse de que la curación está disponible; él tiene que aceptar y establecer un nuevo rumbo a su vida.

El arrepentimiento es la llave que abre la misericordia. Necesitamos asociar la misericordia con el arrepentimiento.

Isaías había dicho que el Señor «Vendrá a Sión para rescatar, a aquellos de Jacob que se conviertan de su rebeldía – Oráculo de Yahveh -«, (Is 59:20).

Y a los discípulos en Emaús Jesús dijo: «y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén» (Lucas 24: 46-48)

San Pablo advierte, «Dios, pasando por alto el tiempo de la ignorancia, manda a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan» (Hechos 17:30).

Así, los que predican y enseñan la misericordia sin arrepentimiento son engañadores y probablemente ellos mismos sean engañados. Y los que piensan en la misericordia sin referencia al arrepentimiento son engañados.

El arrepentimiento es el elemento humano sobrenaturalmente transformado y asistido que es necesario para desbloquear la misericordia y la gracia de Dios. Ignorar o negar esto equivale a una negación de la libertad humana y no ayuda a la gente de Dios. Más bien les impide, acceder a la misericordia a través del arrepentimiento.

La cuestión de la llamada al arrepentimiento tampoco es simplemente salir y decir a los demás lo terribles que son, sino decirles sobre el perdón del pecado.

¡Y esto es por lo que necesitamos un Año de la Misericordia!

Por un lado estamos viviendo en tiempos rebeldes, tiempos en los que muchos son desdeñosos del pecado y han remodelado a Dios como tan sólo un buen compañero que no le importa casi nada acerca del pecado (a pesar de lo que las propias Escrituras dicen lo contrario), la reducción de la misericordia a la mera bondad y es una especie de ceguera de un Dios cariñoso.

Por otro lado, estos también son momentos en los que muchos están asustados y enojados con Dios, rechazando sus juicios y su visión moral.

Mucha gente sabe que su vida está en desorden: sus familias están rotas; están confundidos; la codicia, el materialismo, la lujuria, y otras cuestiones pecaminosas están tomándoles un peaje pesado.

Y muchos están enojados con la Iglesia porque en el fondo saben que el Evangelio es correcto. No les gusta que se les recuerde que la gente tiene conductas que llaman buenas, a lo que Dios llama pecado.

manifestacion anti aborto fondo

 

JUBILEO E INDULGENCIA

El Papa también se refirió a la forma en que la indulgencia jubilar puede ser obtenida para los fallecidos y alentó oración por ellos durante la misa, para que «el rostro misericordioso del Padre» los libere del resto de cada falta.

Francisco volvió a mencionar las obras corporales y espirituales de misericordia, y explicó que la experiencia de la misericordia «se hace visible en el testimonio de signos concretos, como Jesús mismo nos enseñó».

Por lo tanto, cada vez que alguien realiza personalmente una o más de las obras de misericordia, como alimentar a los hambrientos, visitar a los enfermos, enterrar a los muertos, consolar a los afligidos o rezar por los vivos y los muertos, esa persona «seguramente obtiene la indulgencia jubilar.»

Para todos los que vayan a celebrar y experimentar la gracia del jubileo, ya sea como peregrinos en Roma o en sus diócesis, Francisco oró para que la indulgencia sea «una genuina experiencia de la misericordia de Dios» para cada uno.

Afirmó que para recibir la indulgencia se debe hacer una peregrinación a la Puerta Santa, ya sea en Roma o en su diócesis, «como muestra del profundo deseo de verdadera conversión.»

Además de las catedrales y santuarios donde se abrirá la Puerta Santa de la Misericordia, el Papa también designó que la indulgencia podría alcanzarse en las iglesias tradicionalmente identificadas como iglesias jubilares.

Hizo hincapié en la importancia de recordar que la recepción de la indulgencia debe vincularse «ante todo, al sacramento de la reconciliación y la celebración de la santa Eucaristía, con una reflexión sobre la misericordia»

Será necesario, dijo, «acompañar estas celebraciones con la profesión de la fe y con la oración por mí y por las intenciones que yo traigo en mi corazón por el bien de la Iglesia y del mundo entero».

Fuentes:

 

Has click para ver las otras noticias
¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis: