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00 Todas las Advocaciones 07 Julio 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil

Virgen del Carmen de la Legua, Testigo de la Historia Peruana, Perú (16 jul, 2º dgo oct)

Surgió como consecuencia de un rico comerciante llamado don Domingo Gomes de Silva.

Que había partido desde Centroamérica a la Ciudad de Los Reyes.

Y estuvo a punto de naufragar frente a las costas peruanas.

cara carmen de la legua

En tal apremio, imploró la intercesión de la Virgen María bajo la advocación de El Carmen, patrona de los navegantes.
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Prometiéndole con toda la fuerza de su fe que en el primer puerto al que llegara desembarcaría.
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Y con el producto de la venta de las maderas que traía, le construiría una capilla en su honor.
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Y fue precisamente en el Callao.

Su santuario de la Reina del Callao está ubicado en un lugar estratégico.

En el antiguo camino que unía a la capital peruana con el puerto del Callao, equidistante entre ambas localidades, a una legua del mar. 

 

LA DIVINA PROVIDENCIA

Por ese tiempo, tanto los caminos como los medios de transporte eran muy rudimentarios.

Entre el Callao y Lima, hace cuatro siglos atrás, no existía la avenida que comunicara aquellas dos poblaciones, en la actualidad totalmente enlazadas una con la otra.

Pero sobre el mismo trazo de dos leguas de longitud existía una vía recta, ancha y polvorienta, dividida por unas tapias hechas de ciclópeos adobes.

Era intensamente transitada durante el día por recuas de animales, carretas tiradas por mulos y carruajes aislados o en convoy, llevando a viajeros, mercaderías y minerales.

El agradecido comerciante, que se sentía haber vuelto a nacer, luego del regateo de rigor contrató varias carretas para transportar sus maderas y partió en dirección a Lima.

Después de un breve trecho de senda gris y pedregosa, aparecieron a la izquierda del camino las arboledas que bordeaban el río Rímac y el húmedo valle.

Pero no bien llegado al lugar denominado La Legua, los mulos no quisieron dar un paso más, ni para adelante ni para atrás, por más latigazos que recibieron.
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Ante el inusitado hecho, don Domingo vio en él un designio providencial.
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Comprendió que la Virgen deseaba que en aquel punto le erigiera la capilla prometida, cuando en alta mar se viera en tan grande aprieto.
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Así, el buen Domingo cumplió en poco tiempo su promesa, levantando a sus expensas una pequeña ermita y mandando traer de España una escultura de la Virgen del Carmen.
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Aunque no se conoce la fecha precisa de su arribo, se sabe que la imagen llegó al Callao el año de 1606.

Y desde que se instaló en su humilde trono de La Legua comenzó a operar sus maravillas.

Partiendo con la expulsión del demonio de la carretera, para consuelo de quienes se atrevían a transitar por ella en las noches.

Pues muy cerca existían unas huacas o cementerios indígenas, que servían de plácida guarida al maligno durante años.

carmen de la legua fondo

 

LA FUGA DE MAGDALENA BALDEÓN

Entre los innumerables milagros que se le atribuyen a Nuestra Señora del Carmen de la Legua, figura la maternal protección que le brindó a una mujer llamada Magdalena Baldeón.

Ésta se había casado con uno de tantos inmigrantes chinos que por entonces llegó al Perú.

Y al poco tiempo se embarcó con él hacia el Oriente.

Fuertemente inclinado a las costumbres paganas, el marido la trataba como a esclava.

En medio de sus angustias, Magdalena confeccionó un manto de seda para su Madre Santísima con la esperanza de algún día poder ofrecérselo.

Mientras tanto, cansada de reiteradas crueldades y ofensas, la joven decidió protestar ante el marido por su pésima conducta.

Esto no hizo más que enfurecer al asiático, quien secretamente la condenó a muerte.

Avisada por una alma caritativa, la devota Baldeón se encomendó a la Virgen y tomando el manto bordado por sus manos emprendió la fuga.
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No conocía el país, ni el idioma, ni disponía de otro sustento que su fe.
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Pero por donde iba no encontraba sino facilidades, atenciones y auxilios, que sólo los podría atribuir a la intercesión de su celestial protectora.
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Después de una larga aventura llegó finalmente al Callao y cumplió su deseo de vestir a la Virgen de la Legua con aquel manto de seda, que con tantas lágrimas consiguió bordar.

 

LA PLEGARIA DE LOS VIRREYES

Desde aquí, la Madre de Dios ha sido testigo de gran parte de la historia.
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Por ejemplo, la mayoría de los virreyes venían primero al Callao antes de hacerse cargo de la administración del Virreinato del Perú.
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Y precisamente en esa misma Ermita de la Legua, donde se encuentra la Virgen del Carmen, se detenía el virrey para recibir las insignias del mando.
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E ingresar más tarde a Lima, bajo palio, entre la admiración de la nobleza, el clamoreo del pueblo, el ulular de los clarines y el repiqueteo de las campanas.

A este lugar, que a lo largo de cuatro siglos ha sido como un verdadero faro, han acudido en búsqueda de auxilio grandes y pequeños, creyentes y escépticos, vencedores y derrotados, santos y pecadores.

Mil sucesos han acaecido en su entorno, desde un terrible tsunami que en 1746 destruyó el Callao y cuyas aguas se rindieron a sus plantas.

Hasta una poderosa bomba terrorista que en 1992 explotó en una comisaría vecina y estuvo a punto de dejar en escombros al templo.

carmen de la legua

 

LA VIRGEN Y LA PATRIA

Ya en la República fue también la Virgen del Carmen de La Legua la que iluminó con sus gracias a todos los valientes que de Lima llegaron al Callao para el Combate del 2 de Mayo de 1866.
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Quienes se detenían en la Ermita de La Legua, para encomendarse a la Santísima Madre de Dios, cuyo manto protector abarca hasta ahora la tierra y el mar del Callao.

En la Guerra del Pacífico, la Santísima Virgen del Carmen de La Legua, era visitada siempre antes de hacerse a la mar, por el Gran Almirante Don Miguel Grau Seminario, «El Caballero de los Mares», y se encomendaba a Ella, como Patrona de los Navegantes.

También era visitada por el Coronel del Ejército Peruano, Don Francisco Bolognesi, quien se inmoló dirigiendo la heroica defensa de Arica.

 

EL ÁPICE DE LA CORONACIÓN PONTIFICIA Y CANÓNICA

Pero entre todos los hechos que han marcado la historia del Santuario, ningún otro ha tenido tal resonancia como las ceremonias con motivo de la solemne coronación canónica y pontificia de esta Imagen, ocurrida el 7 de octubre de 1951.

Estas gracias fueron como una prolongación local de dos grandes acontecimientos marianos que conmocionaron en aquel tiempo al orbe católico

O sea la promulgación del Dogma de la Asunción, el 15 de agosto de 1950 y la conmemoración del Séptimo Centenario del Escapulario del Carmen, el 16 de julio de 1951.

virgen interior de iglesia de la legua

 

LAS TRADICIONES

Los Solemnes y Tradicionales Cultos en honor a la Virgen del Carmen de La Legua, Patrona de la Provincia Constitucional del Callao, se realizan todo el año.

Todos los domingos a las 11:00 de la mañana se realiza una solemne misa en Honor a la Santa Patrona, con asistencia de las cuadrillas de guardia de la Hermandad de Cargadores y de sus fieles devotos.

De enero a julio y del tercer domingo de octubre a diciembre se realizan en el Santuario de La Legua, y del domingo siguiente al 16 de julio hasta el último domingo de setiembre se realizan en la Iglesia Matriz Catedral del Callao.

Las actividades principales se realizan en el mes de julio, empezando con una misa de inicio de los Solemnes Cultos el primer domingo a las 11:00 de la mañana.

Al finalizar esta se procede a bajar la imagen desde su camarín ubicado en el Altar Mayor, para «Entronizarla» en su anda de plata.

Luego se realiza una novena en su Santuario, con la participación de sus fieles devotos y de los integrantes de la Hermandad de Cargadores.

El 15 de julio en la noche se realiza la verbena en honor de la Virgen y también un tradicional paseo de antorchas.
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El cual se inicia en la Iglesia Matriz, a la medianoche es sacada sobre sus Andas y ante la alegría y el jolgorio de los presentes se le canta el clásico Feliz Cumpleaños con una torta gigante.

El 16 de Julio día Central de Nuestra Señora del Carmen se inicia a las seis de la mañana, cuando la cuadrilla encargada de su sacada le canta la hermosa canción «Las Mañanitas»: «Estas son las mañanitas que cantaba el Rey David, a las muchachas bonitas se las cantamos aquí…».

Luego se realiza la Santa Misa de fiesta y despedida en la parte posterior del Santuario, donde se ha construido un hermoso ambiente especial para estas liturgias.

Debido a que el Santuario no puede albergar a la cantidad de fieles presentes, a las 08.00 se inicia el Recorrido procesional.

La Virgen se despide de su Santuario para realizar el tradicional recorrido de una legua hasta Callao Centro, acompañada del Arcángel San Rafael, su Pregón Angelical.

Es homenajeada por sus fieles en el recorrido, con adornos florales, altares, cadenetas, cánticos y oraciones.

Su llegada al Callao se produce entre las 11:00 p.m.. y 12.00 p.m.., rompiendo en una mezcla de fe, alegría y jolgorio, con quema de fuegos artificiales, castillos, bombardas, cohetes y el repiqueteo de las campanas.

La Plaza Matriz es adornada en todo su perímetro, como una muestra de Amor y Bienvenida a la Santísima Madre de Dios.

La Virgen como ya es tradición desde antaño, permanece en la Iglesia Matriz del Callao desde el 16 de Julio hasta el segundo domingo de Octubre, para que todo su pueblo pueda ir a rendirle culto, con una novena que precede a la primera salida procesional por las calles del Callao, el primer domingo.

El segundo domingo todo el Callao asiste a despedir a la Patrona Coronada, al llegar al cruce de las Avenidas Sáenz Peña con Guardia Chalaca, la virgen da vuelta y se despide del Callao en una sentida y amorosa despedida con 3 venias.

Luego empieza su camino largo y apresurado, denominado antiguamente Paso de Carreta, en el cual la Virgen va corriendo para llegar hasta su Santuario antes de la medianoche.

Lo cual no ocurre por la cantidad de altares levantados por sus devotos, con el deseo de rendirle homenaje y agradecimiento por los favores concedidos.

Al llegar a su Santuario de La Legua la Patrona es objeto de un multitudinario y hermoso recibimiento de sus fieles seguidores, que por el Amor que le profesan no sienten cansancio del peregrinaje de más de 16 horas de caminata.

Más bien se sienten agradecidos de haber podido otro año más acompañarla, y se oye entre los presentes y los integrantes de la Hermandad el clásico, ¡NOS VEMOS EN JULIO VIRGENCITA!.

iglesia de la legua

 

LA ERMITA Y EL SANTUARIO

El nombre de La Legua se debe a que, durante los tiempos de la colonia, en esta localidad se erigió una ermita a San Juan de Dios.

En la cual se establecieron los religiosos Hospitalarios, esta equi distaba una legua tanto de la ciudad de Lima como del puerto de El Callao.

Ya desde 1606 se venera a la Virgen del Carmen de La Legua donde se estableció un Beaterio de Doncellas con hábito Carmelitano, encargadas del culto a la Imagen y de enseñanzas de las hijas de familias principales.

A la época del Virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, pertenece la fundación de dos instituciones educativas.

Nos referimos a la Compañía de Jesús que ya desde los años del Marqués de Cañete tenia una casa con capilla en la playa misma.

El año de 1613 está institución recibió suficiente capital que podía dar residencia estable a cuatro religiosos y hasta comprar el Fundo de Bocanegra.

Dinero que después sirvió para el financiamiento del colegio de San Ignacio de Loyola, escuela gratuita para niños.

Dos años más tarde, en 1615 llegó a establecerse en La Legua Domingo de Silva en compañía de su esposa Catalina María.

Esta señora de niña había sido llevada como huérfana a un recogimiento de Vírgenes en Milán por el Santo Cardenal Carlos Borromeo, y por eso quiso formar una institución similar en el Perú.

Fue esa la razón que la impulsó y comenzó a enseñar en su casa a algunas hijas de gente importante.

Dos de ellas fueron hijas de Francisco de la Cueva del Hábito de Alcántara, que se consagraron como religiosas y pasaron a servir en el Convento de la Concepción y otras en la Encarnación y Santa Clara.

Cuatro años más tarde en la Capilla de Nuestra Señora del Carmen de La Legua, camino al Callao, educó otro buen número de niñas que sus padres llevaban para que las tuviera en su compañía.

Aunque la señora vestía a sus alumnos con el hábito Carmelita, también este colegio tuvo vínculos con la Compañía de Jesús, debido a que el gran Santo Jesuita había llevado a esta señora a un colegio de ese tipo cuando quedó huérfana.

Fue entonces un colegio de mujeres que después de cuatro años se mudaba a los Barrios Altos.

En realidad, no es muy seguro que estos dos colegios hayan funcionado antes de 1615, pero lo interesante es que fueron planificados en esa época.

Estas son muestras de ambiciones culturales y como tal, prueba un aspecto significativo de estos años.

La Capilla del Carmen de La Legua es la construcción más antigua de la época española que se ha conservado en la provincia hasta nuestros días, y merece por eso una veneración muy especial.
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A lo largo de su historia, la Iglesia del Carmen de La Legua ha sido un hito de referencia en el camino al puerto, según algunos cronistas.
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Aparte de haber sido un colegio, funcionaba un hospital o casa de hospitalarios de San Juan de Dios.

De está época es el retablo del Altar Mayor, en cuya parte superior se encuentra una imagen de San Juan de Dios lavando los pies a Jesús.

Asimismo, el retablo está coronado por una granada, símbolo de la Orden Hospitalaria.

Se han hecho diferentes mejoras al conjunto religioso.

Se demolió totalmente la casa cural y se edificó una nueva, con un lenguaje arquitectónico que, siendo contemporáneo, no desentona con el monumento.

Asimismo, se abrió una puerta lateral hacia el nuevo Atrio de la Iglesia.

Habiendo existido una puerta lateral hacia el exterior, está sé amplio creando un pase al Atrio.

Este Atrio lateral, ha sido propuesto teniendo en cuenta que el Atrio frontal es muy reducido y da frente hacia la avenida Oscar R. Benavides, la que se ensancho para construir el paso a desnivel en el cruce con la avenida Faucett, a pocos metros de la Iglesia.

Una serie de intervenciones en las habitaciones contiguas a la iglesia han permitido crear pequeños espacios que se integran con el conjunto; es el caso del ambiente generado bajo el Camarín de la Virgen.

También, el patio adjunto y el corredor lateral que sirven de transición espacial entre el volumen de la Iglesia y el nuevo Atrio lateral.

 

ORACIÓN

Es La Legua el Relicario
de tu imagen sacrosanta;
el Callao ante tu planta
deposita su oblación;
dulce Reina marinera,
Faro y Guía de este Puerto,
que en unánime concierto
hoy te da su corazón.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Aparición de Nuestra Señora del Universo a un Niño, EE.UU. (29 oct)

El vidente hoy sigue cuidando el pobre santuario que construyó.

El 29 de octubre 1945 a las 9hs, el niño Joseph Vitolo fue testigo de la Virgen flotando sobre el lugar de lo que es el santuario ahora.

La visión catapultó a Vitolo, un hijo de inmigrantes italianos, a los medios de comunicación.

A la aparición de le denominó Nuestra Señora del Universo.

joseph-orando

Estimulado por la cobertura de prensa, más de 30.000 personas llenaron el lugar, al sur de Van Cortlandt Park.
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Con la esperanza de ser tocadas por la presencia celestial que, según se decía, se había sido comunicado con el niño.

 

EL VIDENTE AL FINAL DE LA GUERRA

La visión llegó apenas unos meses después del final de la Segunda Guerra Mundial.

Botes llenos de soldados estaban felices de regresar a la ciudad desde el extranjero. Nueva York era innegablemente segura.

”Todas las señales eran que sería la ciudad suprema del mundo occidental, o incluso del mundo como un todo”, escribió Jan Morris en su libro “Manhattan ’45?.

Los neoyorquinos, agregó, usando una frase de un folleto comercial optimista de la época, se consideraban un pueblo “para quien nada es imposible.”

En esta particular imposibilidad, la visión, pronto desapareció de los titulares.

La Arquidiócesis de Nueva York se negó a hacer una declaración sobre su validez; en la medida que los días, meses y años pasaron, los católicos locales se olvidaron del “Milagro del Bronx”, como la revista Life lo llamó.

Pero el joven Joseph Vitolo nunca olvidó, ni durante Navidad ni en ninguna otra estación del año.

Visitó el lugar cada noche, una práctica que le separó de amigos en su barrio Bedford Park, que estaban más interesados en ir al Yankee Stadium o a Orchard Beach.

Muchos en el área de clase obrera, incluso algunos adultos, se burlaban de él por su piedad, despectivamente llamándolo “San José”.

A través de años de pobreza, el Sr. Vitolo, un hombre modesto que trabaja como conserje en el Jacobi Medical Center y rezaba para que sus dos hijas mayores encontraran buenos maridos, ha mantenido esta devoción.

Cada vez que intentaba iniciar una vida lejos del lugar de las apariciones – en dos ocasiones trató de convertirse en sacerdote – se sintió atraído al viejo vecindario.
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Sentado en su chirriante casa de tres pisos, el Sr. Vitolo dijo que el momento cambió su vida, la hizo mejor.
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Él tiene un libro gordo de recuerdos, atesorado de recortes sobre el evento.
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Su vida hizo pico a una tierna edad, pero hay un cansancio, un recelo, sobre él, derivado quizá de sus luchas terrenales y de la carga de ser el chico que vio a la Virgen.

Joseph Vitoloy estatua

 

“SE LO QUE VÍ”

¿Alguna vez cuestiona lo que sus ojos vieron?

“Nunca tuve dudas”, dijo. “Otras personas lo hicieron, pero yo no lo hice. Sé lo que vi.”

El cuento increíble comenzó dos noches antes de Halloween. 

Los periódicos estaban llenos de historias sobre la destrucción causada por la guerra en Europa y Asia. William O’Dwyer, de origen irlandés un ex abogado del distrito, estaba a días de ser elegido alcalde.

Los fans de los Yankees se lamentaban del cuarto puesto de su equipo, su mejor bateador fue el segunda base Snuffy Stirnweiss, no exactamente Ruth o Mantle.

Joseph Vitolo, el niño de su familia, pequeño para su edad, jugaba con sus amigos cuando de repente tres chicas dijeron que vieron algo por encima de una colina rocosa detrás de la casa de Joseph, en Villa Avenue, a una manzana del Grand Concourse.

Joseph dijo que no notó nada. Una de las chicas le sugirió que orara.

Susurró un Padre Nuestro. No pasó nada. Luego, con mayor sentimiento, recitó un Ave María.
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Al instante, dijo, vio una figura flotante, una mujer joven de color rosa que se parecía a la Virgen María.
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La visión le hizo señas a él llamándolo por su nombre.

“Yo estaba petrificado”, recordó. “Pero su voz me tranquilizó”.

Él se acercó con cautela y escuchó como la visión habló.
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Ella le pidió que durante 16 noches consecutivas rezara el rosario.
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Ella le dijo que quería que el mundo orara por la paz.
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Sin que la vieran los demás niños, la visión desapareció.

Joseph corrió a su casa para decirlo a sus padres, pero ellos ya habían escuchado la noticia.

Su padre, un recolector de basura que era alcohólico, se indignó. Golpeó al niño por decir mentiras.

”Mi padre era muy difícil”, dijo el Sr. Vitolo.

“Él le pegaba a mi madre. Esa fue la primera vez que me pegó a mí.”

La señora Vitolo, una mujer religiosa que había tenido 18 hijos, sólo 11 de los cuales sobrevivieron a la infancia, se mostró más comprensiva con historia de Joseph.

La noche siguiente, acompañó a su hijo al sitio.

cuadro ns deluniverso

 

LA NOTICIA SE PROPAGÓ 

Esa noche, 200 personas se reunieron. 

El chico se arrodilló en el suelo, se puso a rezar e informó de que otra visión de la Virgen María había aparecido, esta vez solicitando que todos los asistentes cantaran himnos.

”Como la multitud adoró al aire libre la noche anterior con velas encendidas en forma de cruz, … por lo menos 50 automovilistas detuvieron sus autos cerca de la escena”, escribió George F. O’Brien, periodista de The News Home, el principal diario de Bronx.

”Algunos se arrodillaron cerca de la acera cuando se enteraron de la ocasión del encuentro.”

El Sr. O’Brien recuerda a sus lectores que la historia de Joseph fue similar a la de Bernadette Soubirous, la pobre chica pastora que afirmó haber visto a la Virgen María en Lourdes, Francia, en 1858.

La Iglesia Católica Romana reconoció sus visiones como auténticas y, finalmente, fue declarada santa, una la película de 1943 que cuenta su experiencia, “Song of Bernadette”, ganó cuatro premios de la Academia. Joseph le dijo al reportero que no había visto la película.

En los próximos días, la historia saltó de lleno al centro de la atención. 

Los periódicos publicaron fotografías de la escena José arrodillado devotamente en la colina.

Reporteros de los periódicos italianos y los servicios internacionales de noticias aparecieron, cientos de artículos circularon por todo el mundo, y la gente ávida de milagros llegaba a la casa Vitolo a todas horas.

”No podía ir a dormir por la noche porque la gente estaba constantemente en la casa” dijo el Sr. Vitolo.

Lou Costello, de Abbott y Costello envió una pequeña estatua encerrada en cristal.
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Frank Sinatra llevó una gran estatua de María que todavía se encuentra en la sala de estar de Vitolo.

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El Cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York, irrumpió en la casa Vitolo con un séquito de sacerdotes y habló brevemente con el niño.

Incluso padre borracho de Joseph miró a su hijo más pequeño de otra manera.

”Él me dijo: ‘¿Por qué no curas mi espalda? “, el Sr. Vitolo recordó.

“Y puse mi mano en su espalda y le dijo: ‘Papá, tú estás mejor’. El volvió a trabajar al día siguiente“.

Pero el niño estaba abrumado por toda la atención.

“Yo no entendía de qué se trataba todo esto”, dijo el Sr. Vitolo.

“Las personas me estaban buscando por ayuda, buscando para curaciones. Yo era joven y estaba confundido”.

multitud en apariciones de vitolo

 

EN LA SÉPTIMA NOCHE DE LAS VISIONES, MÁS DE 5.000 PERSONAS ESTABAN EN LA ZONA 

El público incluía mujeres de cara triste con chales recitando el rosario, un contingente de sacerdotes y monjas a quienes se les administró un área especial para orar, y parejas bien vestidas que habían llegado de Manhattan en limusinas.

Joseph fue llevado hacia la colina por un vecino voluminoso, que lo protegía de adoradores demasiado ansiosos, algunos de los cuales ya habían arrancado los botones de la chaqueta del chico.

Después de los servicios, lo colocaron sobre una mesa en su sala de estar, una lenta procesión de necesitados desfilaron ante él.
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Sin saber qué hacer, él puso sus manos sobre la cabeza y recitó una oración.

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Vio a todos: los veteranos heridos en el campo de batalla, las ancianas que tenían problemas para caminar, los niños con lesiones del patio de la escuela.
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Era como si una mini-Lourdes hubiera surgido en el Bronx.

Como era de esperar, las historias de milagros rápidamente aparecieron.

El Sr. O’Brien informó sobre el caso de un niño cuya mano paralizada fue curada después de tocar la arena del sitio.

El 13 de noviembre, la penúltima noche de la aparición profetizada, más de 20.000 personas se hicieron presentes, muchos a través de autobuses fletados desde Filadelfia y otras ciudades.

gruta ns del universo

 

LA ÚLTIMA APARICIÓN

La última noche prometía ser la más espectacular. Los periódicos informaban que la Virgen María le había dicho a Joseph que un pozo milagroso aparecería.

La anticipación se encontraba en un punto álgido. Una suave lluvia cayó, y entre 25.000 y 30.000 personas se prepararon para el servicio.

La policía cerró un tramo de Grand Concourse.

Alfombras estaban colocados en el camino que conducía a la colina para evitar que los peregrinos cayeran en el barro.

Entonces Joseph fue puesto en la colina entre un mar de 200 velas encendidas.

Usando un suéter azul sin forma, comenzó a orar. Entonces alguien en la multitud gritó: “¡Una visión!”.

Una oleada de emoción cundió en la reunión, hasta que se descubrió que el hombre había capturado una visión de una mujer espectadora vestida de blanco. Ese fue el momento más apasionante.

La sesión de oración procedió como de costumbre. Cuando terminó, Joseph fue llevado a su casa.

“Recuerdo oír a la gente gritando cuando me llevaban de vuelta”, dijo el Sr. Vitolo.

”Estaban gritando: ‘¡Mira Mira Mira!’. Recuerdo que miré hacia atrás y el cielo se había abierto.

Algunas personas dijeron que vieron a Nuestra Señora de blanco ascendiendo hacia el cielo. Pero yo sólo vi que el cielo se abría”.

Los acontecimientos gloriosos del otoño de 1945 marcaron el fin de la infancia de Joseph Vitolo. 

Ya no era un niño ordinario, tenía que cumplir con la responsabilidad de una persona que había sido agraciada con un espíritu piadoso.

Así que cada noche a las 7, obedientemente iba a la colina para rezar el rosario para una multitud cada vez más pequeña que estaba visitando un lugar que se estaba convirtiendo en un santuario.
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Su fe era fuerte, pero sus devociones religiosas constantes le hicieron perder amigos y le va mal en la escuela.
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Él se convirtió en un niño triste y solitario.

gente en la epoca de la aparicion de ns del universo

 

LOS RECUERDOS DE SU VIDA POSTERIOR

El Sr. Vitolo sentado en su sala de estar recordó ese pasado.

En una esquina está la estatua que Sinatra le llevó, una de sus manos está dañada por un pedazo de techo caído.

En la pared hay un cuadro de colores brillantes de María, pintado por el artista de acuerdo con las instrucciones del señor de Vitolo.

“La gente se burlaba de mí”, dijo el Sr. Vitolo sobre su juventud. 

“Caminaba por la calle y los hombres adultos gritanan:” ¡Ahí va, St. Joseph¡!. Dejé de caminar por esa calle. No era un momento fácil. He sufrido”.

Cuando su querida madre murió en 1951, trató de dar otra dirección en su vida estudiando para ser sacerdote.
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Dejó Samuel Gompers High School Profesional y Técnica, en el sur del Bronx y se matriculó en un seminario benedictino en Illinois.
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Pero rápidamente se hartó de la experiencia.
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Sus superiores esperaban mucho de él – él era, después de todo, un vidente – y él se cansó de sus expectativas.

”Eran gente buena, pero me asustaban”, dijo.

Sin método, se matriculó en otro seminario, pero el plan fracasó también.

Luego encontró un trabajo en el Bronx como aprendiz de imprenta y reanudó sus devociones nocturnas en el santuario.

Pero con el tiempo le molestó la responsabilidad, harto de los chiflados, y a veces resentidos.

“La gente me pedía que orara por ellos, y yo estaba buscando de ayudarme a mí mismo”, dijo Vitolo.

”La gente me pedía: ‘Ora para que mi hijo se meta en el cuerpo de bomberos.

Y yo pensaba, ¿Por qué nadie me daba un trabajo en el Departamento de Bomberos?”

entrada al santuario de ns del universo

 

LA ADVOCACIÓN TUVO UNA SEGUNDA PRIMAVERA

Las cosas comenzaron a mejorar en la década de 1960.
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Un nuevo grupo de fieles se interesó en sus visiones, e inspirado por su piedad, el señor Vitolo volvió su dedicación a su encuentro con lo divino
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Él se relacionó con una de las peregrinas, Grace Vacca, de Boston, y se casaron en 1963. 

Otro devoto, Salvatore Mazzela, un trabajador de autos, compró la casa al lado del lugar de las apariciones, lo que garantizó la seguridad de los desarrolladores.

El Sr. Mazzela se convirtió en guardián del santuario, plantando flores, construyendo caminos e instalando estatuas.

Él mismo había visitado el santuario durante las apariciones de 1945.

“Una mujer de la multitud me dijo: ‘¿Por qué has venido aquí?’”, recordó el Sr. Mazzela.

”Yo no sabía qué responder”.

Ella dijo: ‘Has venido aquí para salvar tu alma’. Yo no sabía quién era, pero ella me hizo ver. Dios me hizo ver.

casa de joseph vitolo

 

LA ADVOCACIÓN SE VA PERDIENDO OTRA VEZ

Aunque durante los años 1970 y 80, la mayor parte del Bronx fue superado por la decadencia urbana y la delincuencia, el pequeño santuario siguió siendo un oasis de paz. Nunca fue objeto de vandalismo.

Durante estos años, la mayoría de los irlandeses y los italianos que habían frecuentado el santuario se trasladaron a los suburbios y fueron reemplazados por los puertorriqueños, dominicanos y otros católicos recién llegados.

Hoy en día, la mayoría de los transeúntes no saben nada de los miles de personas que se habían reunido una vez allí.

“Siempre me he preguntado de qué se trató”, dijo Sheri Warren, un residente de seis años del barrio, que regresaba de la tienda de comestibles en una tarde reciente.

”Tal vez ocurrió hace mucho tiempo. Es un misterio para mí.”

Hoy, una estatua acristalada de María es pieza central del templo, elevada sobre una plataforma de piedra y establecida exactamente en el lugar donde el señor Vitolo dijo que la visión apareció.
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Muy cerca se encuentran bancos de madera para los fieles, las estatuas de San Miguel Arcángel y el Niño Jesús de Praga y una señal en forma de tableta con los Diez Mandamientos.

Pero si el santuario siguió siendo vital a través de las décadas, fue porque el Sr. Vitolo luchó. 

Vivió con su esposa y sus dos hijas en la casa destartalada, una chirriante estructura de tres pisos a sólo unas cuadras de la Iglesia de San Felipe Neri, donde la familia siempre ha concurrido.

Trabajó en varios puestos de baja categoría manteniendo a la familia en la pobreza.

En la década de mediados de los 70, trabajó en Aqueduct, Belmont y otros circuitos locales, en la recolección de muestras de orina y sangre de los caballos.

En 1985 se unió al personal de Jacobi Medical Center, en el Bronx del norte, donde sigue trabajando, lava y encera los pisos, y rara vez revela su pasado a sus compañeros de trabajo.

”Tuve bastante ridículo cuando era un niño”, explicó.

Su esposa murió hace unos años, y el Sr. Vitolo ha pasado la última década preocupándose más por las cuentas de la calefacción de la casa, que ahora comparte con una hija, Marie, que sobre el aumento de la asistencia del santuario.

Cerca de la puerta de su casa hay un patio abandonado, lleno de basura, a través de la calle está Jerry Steakhouse, que fue un negocio espectacular en el otoño de 1945, pero que ahora se encuentra vacante, señalado por un letrero de neón oxidado de 1940.

La dedicación del Sr. Vitolo a su santuario persiste, no obstante.

”Yo digo a Joseph que la autenticidad de la capilla es la pobreza”, dijo Geraldine Piva, una creyente devota.

“Él nunca ha hecho ningún dinero del santuario”.

Por su parte, el Sr. Vitolo dice que un compromiso inquebrantable con las visiones da sentido a su vida y le protegió de su padre, que murió en el 1960.
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Él es energizado cada año, dice, por el aniversario de las apariciones de la Virgen, que está marcado con una misa y celebraciones.
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Los devotos del santuario, que ahora suman alrededor de 70 personas, viajan de varios estados para asistir.

El envejecido vidente ha coqueteado con la idea de mudarse – tal vez a Florida, donde su hija Ann vive -, pero no puede abandonar su lugar sagrado.

Sus huesos crujen al hacer la caminata hasta el sitio, pero planea hacer la escalada durante todo el tiempo que pueda.

Para un hombre que luchado durante mucho tiempo para encontrar una carrera, las visiones de hace 57 años han resultado ser una vocación.

“Tal vez si pudiera llevar el santuario conmigo, me volvería a mudar”, dijo.

“Pero recuerdo que, en la última noche de las visiones en 1945, la Virgen María no dijo adiós. Ella solo se fue.
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Entonces, quién sabe, algún día podría estar de regreso. Si lo hace, voy a estar aquí esperándola”.

La dirección del santuario es 3191 Grand Concourse, Bronx, NY 10468

Fuentes:

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La Virgen Milagrosa del Monte Picayo, Suscitó un Santuario, Valencia, España (7 oct)

¡Así hizo Construir el santuario la Virgen! ¡Así lo hizo restaurar!

Una historia de devociones, milagros y mucho amor.

De gente común que es llamada por la Virgen para que primero se construya un santuario en su honra.

Y luego de que éste fuera abandonado, para que se lo pusiera de nuevo en condiciones y en funcionamiento…

Virgen Medalla Milagrosa Monte Picayo

En el año 1961, el padre Fernando Molluna Monné, acompañado de los alumnos del colegio Virgen de Begoña, del que era profesor, realizó una excursión al Monte Picayo, situado en Sagunto (Valencia).
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Y allí recibió la inspiración de fundar un santuario a la Virgen, al que él, por ser paúl, puso la advocación de Milagrosa.

Comunicada la idea a los superiores surgió la polémica (como todas las obras de Dios) entre defensores y detractores.

Después de muchos sacrificios, que el padre superó con mucha fe y esperanza en la Virgen, el santuario se levantó y el padre Fernando quedó en cuerpo y alma al servicio de la Virgen.

En 1982, el padre Fernando enfermó de cierta gravedad, y los superiores decidieron mandarle para reponerse a Cataluña, de donde es oriundo.

Con la marcha del padre Fernando desapareció toda actividad en el santuario y culto a la Virgen, quedando todo abandonado.

En octubre de 1993, de nuevo la Virgen toma la iniciativa.
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Y por medio de una voz interior, muestra su deseo de ser venerada de nuevo en ese santuario, a una persona que no quiere ser identificada, y que le lleva a restaurar el santuario.

En mayo de 1994, la Virgen, por medio de un cuadro, fue puesta al culto y veneración de los que quisieran visitarla.

En mayo de 1995, ya restaurado el santuario, se procedió a la inauguración que realizó el padre Fernando, desplazado desde Barcelona a sus 86 años con un permiso especial del padre Provincial.

 

UBICACIÓN DEL SANTUARIO

El Santuario se encuentra en el Monte Picayo, en la parte perteneciente al término municipal de Sagunto, provincia de Valencia.

Se encuentra a unos 24 Km. de la ciudad de Valencia (España). Desde allí se divisa Sagunto y la costa valenciana.

Está construido en lo alto de un monte de dificil acceso, a 385 metros de altura entre el mar en una parte y la fértil huerta valenciana en la otra.

Tiene origen su construcción en una inspiración deseo de la Santísima Virgen de ser allí venerada, en el único santuario en toda la Comunidad Valenciana dedicado a la Virgen Milagrosa.

camino al santuario de picayo

 

ORIGEN DE LA IDEA DE LA CONSTRUCCIÓN INICIAL

El principal protagonista de esta historia inicial es el padre Fernando Molluna Monné de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, en Cataluña.

El año 1947 estaba el padre Fernando en la parroquia de la Santísima Virgen de Monteolivete, de Valencia, regida por los Padres Paúles, ejerciendo su ministerio pastoral entre los feligreses de la misma.

Mostraba un especial interés sacerdotal en la administración de los sacramentos de confesión y comunión viático a los enfermos que lo requerían, tanto de día como de noche.

Era proverbial entre los feligreses la devoción del padre Fernando a la Santísima Virgen y el entusiasmo y fervor que mostraba cuando hablaba de Ella.

Luego fue a trabajar en Puerto Sagunto, en esta ciudad la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl tenían un colegio apostólico, donde los jóvenes aspirantes a religiosos sacerdotes se preparaban mediante los estudios primarios.

Los sacerdotes también paúles regentaban dos parroquias en la ciudad: una dedicada a la Santísima Virgen del Carmen y la otra a la Santísima Virgen de Begoña.

En el curso escolar 1960-61, el padre Fernando con los alumnos del Colegio Apostólico hizo una excursión a lo alto del Monte Picayo entre Sagunto y Puzol.

Y contemplando desde esa altura a 385 metros sobre el nivel del mar, la maravilla que la madre naturaleza ponía ante sus ojos, tuvo la inspiración de en ese inaccesible pero maravilloso lugar, de construir un santuario en honor de la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, que sin él saberlo sería el único dedicado a la Milagrosa en toda la Comunidad Valenciana.

Comunicada la idea a los superiores, éstos, después de un tiempo de reflexión y consultar a los superiores mayores, decidieron, por lo inaccesible del lugar y lo costoso que sería construirlo, desistir de la idea.

Y sin dar un no rotundo y definitivo se pospuso para más adelante, si esa era la voluntad de Dios y deseo de la Virgen inspiradora de ser allí venerada.

El padre Fernando, obediente, aceptó la decisión de los superiores y todo quedó olvidado por el momento. Pero la semilla estaba echada, y la fe mueve montañas…

A principios del año 1964 fue requerido el padre Fernando Molluna Monné por don Jesús Gómez Escardó, fundador de la urbanización Monte Picayo, de Sagunto Puzol, para que se encargara en calidad de sacerdote de la ermita dedicada a santa Alicia construida dentro de la urbanización.

Como el padre Fernando vivía en el Puerto de Sagunto, se acordó que en principio sólo se celebraría la Eucaristía los domingos y días festivos de precepto, hasta que el padre Fernando consiguiera una vivienda más cerca y prestar mejor servicio a los feligreses a él encomendados. Posteriormente pasó a ocupar una vivienda muy cerca de la ermita.

El lugar donde unos años antes había concebido la idea inspiración de construir un santuario en honor de la Virgen Milagrosa estaba a sólo 30 minutos a pie subiendo por la montaña, de donde actualmente residía el padre Fernando.

Ese mismo año 1964, el padre Ángel Miserach, director de anales de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl de la provincia de Barcelona, le pide al padre Fernando más información respecto al Monte Picayo, de Sagunto Puzol.

El padre Fernando le escribe y de nuevo, como al principio, surge la polémica de lo conveniente o no de la construcción del santuario en honor de la Virgen Milagrosa en el Monte Picayo de Sagunto.

Ante los detractores y defensores más detractores que defensores, le dio motivo al padre Fernando para decir estas casi proféticas palabras:

«El Monte Picayo, signo de contradicción porque así son las cosas y empresas de Dios en la vida.»

El proyecto era justo es reconocerlo muy difícil y costoso hacerlo realidad en el lugar escogido: 385 metros sobre el nivel del mar en pleno monte, sin ningún camino para llegar hasta él, sin luz eléctrica y sin agua.
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Sombrío era el panorama que se le presentaba al padre Fernando: la construcción del santuario a la Virgen en ese lugar.
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Pero esa era la voluntad de Dios y había que obedecer a Dios, antes que a los hombres.

Finalmente sus los superiores le dieron plenos poderes para la realización material de la construcción del santuario a la Virgen Milagrosa en el Monte Picayo.

Pero con la condición que durante la realización del proyecto que la Congregación no contribuiría en nada económicamente a su construcción.

El padre Fernando aceptó las condiciones, confiando sólo y exclusivamente en la protección y ayuda de la Santísima Virgen sabiendo que no lo abandonaría.

El día 13 de junio de 1965, el Ministerio de Agricultura cede a la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, por un período de noventa y nueve años, cinco hectáreas de monte para la construcción del santuario solicitado.

De lo que tuvo que luchar el padre Fernando para adquirir fondos para realizar su ambicionado proyecto, vista la negativa de sus superiores a cooperar económicamente, sólo Dios y él lo saben.

Empezó por la campaña «MILLÓN DE LADRILLOS», que por medio de boletos de 5 pesetas vendía a los que quisieran ayudarle.

También algunas personas de la urbanización Monte Picayo le ayudaron bastante.

santuario de picayo

 

INICIO DE LA CONSTRUCCIÓN

Con el dinero recogido por los medios ya mencionados, se procedió, con el asesoramiento y cooperación de arquitectos y aparejadores, planificar y preparar el terreno del lugar donde se construiría el santuario.

Se hizo un boceto de cómo quería el padre Fernando fuera el edificio que albergara en su interior la Santísima Virgen Milagrosa.

Al principio fueron bastantes los albañiles maestros y peones que trabajaban en las obras, y que a pesar de lo inaccesible del lugar se realizaban bastante bien.

Pero pronto llegó la hora de la prueba, y la cruz como en todas las obras de Dios se hizo presente para que, cargado con ella, fuera compañera inseparable del padre Fernando hasta el final de las obras comenzadas.

Las personas que con ilusión y generosidad empezaron a darle dinero para ayudarle, empezaron a recortar las cantidades que le daban al principio e incluso muchos de ellos dejaron de darle.

La venta de boletos de la campaña «millón de ladrillos» había perdido interés por lo larga de la misma y la colaboración de particulares había mermado considerablemente e producían las obras emprendidas.

Un día, estando en la ermita de Santa Alicia de la urbanización Monte Picayo, preparándose para celebrar la santa misa, mirando la Virgen al pie de la cruz que preside el altar, sintió una paz y una alegría interior como no había sentido nunca.

Él continuaba mirando la Virgen al pie de la cruz con el Hijo muerto en sus brazos, que le decía:

«Continúa sin desfallecer la construcción del santuario en mi honor.
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La cruz que cargaste cuando se te encomendé esta misión, seguirá pesando sobre tus hombros hasta el final, que tú contemplarás con gran satisfacción.»
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«Para el feliz éxito de la misión encomendada es necesario:
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Primero: Que desistas de la grandiosidad del santuario programado al principio, por otro más sencillo y de menos coste.
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Segundo: Para recoger el dinero necesario para la construcción hasta el final, acude a las Religiosas Hijas de la Caridad.
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Ellas acogerán con interés tu propuesta y cooperarán contigo con los medios que sean necesarios.»

No podía la Virgen haber escogido mejores cooperadoras.

Las Religiosas Hijas de la Caridad aceptaron con entusiasta alegría la propuesta del padre Fernando y empezaron, mediante la venta de participaciones de lotería, rifas, boletos y todo lo que fuera necesario, su laboriosa y larga colecta que duró varios años.

Todas las religiosas mayores preguntadas recuerdan con cariño y satisfacción esta ayuda a la construcción del santuario.

Las obras continuaron lentamente con la valiosa cooperación de las religiosas.

Pero a pesar de todos los esfuerzos los gastos superaban los ingresos y se pensó reducir más el número de trabajadores cualificados por no poderles pagar el sueldo, quedando sólo uno que, ayudado por el mismo padre Fernando, continuó trabajando.

Todos los días, desde la urbanización Monte Picayo, donde residía el padre Fernando, subían los dos solos a trabajar.

Se desconoce la fecha exacta de la terminación de las obras y la inauguración oficial del santuario; se calcula los años 1974-75, pero llegó la hora de la gratitud, y el padre Fernando, ante el altar de la Virgen Milagrosa, pudo decir: «MISIÓN CUMPLIDA. GRACIAS MADRE Y PROTECTORA»

El padre Fernando quedó en cuerpo y alma al servicio de la Santísima Virgen Milagrosa en su santuario del Monte Picayo, compaginando con la ermita de Santa Alicia de la urbanización su ministerio sacerdotal.

Así pasó unos años propagando la devoción a la Virgen Milagrosa y organizando convivencias y días de retiro espiritual a los que lo solicitaban.

En el año 1980-82 con alrededor de 70 años, el padre Fernando enferma de cierta gravedad y los superiores decidieron destinarle a Reus, provincia de Tarragona, a una pequeña residencia de los Padres Paúles para su recuperación

Los responsables de continuar la labor comenzada por el padre Fernando no creyeron necesario continuarla y la abandonaron por completo, cesando toda actividad en el santuario.

El año 1989, ocho- diez años después de haber sido abandono, deciden los superiores prescindir de los derechos y obligaciones que tenían respecto al santuario de la Virgen Milagrosa, del Monte Picayo.

Con fecha 20 de junio de 1990, se les comunica oficialmente que la solicitud había sido considerada y aceptada, y que desde esa fecha era responsabilidad de la parroquia de Santa María, de Sagunto, la atención del santuario dedicado a la Virgen Milagrosa, del Monte Picayo.

El rector de la parroquia de Santa María se dio por enterado de la resolución tomada por la Consellería y se hizo cargo del santuario.

También el Ayuntamiento de Sagunto se comprometió a cuidar y limpiar el monte que rodea la zona; compromiso que cumplió hasta 1994, que dejó de prestar este servicio.

Los largos años de completo abandono deterioraron considerablemente tanto el interior del santuario como los adjuntos edificios complementarios de alrededor.

 

LA SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA

En el mes de octubre de 1993 un señor, por medio de una casual yo diría providencial lectura se entera que en el Monte Picayo existe un santuario a la Virgen Milagrosa.

A la que declara tener una especial devoción, gratitud y amor, por haber recibido de ella muchas muestras de maternal protección y amparo.

Recordando los beneficios que a manos llenas derrama la Virgen sobre él, pensó visitarla en ese santuario para darle gracias.

Pero pasó el tiempo, y aunque siempre que pasaba en el tren por Sagunto miraba el monte pensando dónde estaría el santuario, la deseada visita no se realizó.

Por medio de unos signos providenciales varias veces repetidos, el segundo fundador cuyo nombre no se menciona, vio claramente que a sus 63 años de edad, con seis intervenciones quirúrgicas en su cuerpo, con gran cantidad de pecados de toda índole y gravedad; sin saber leer ni escribir correctamente, sólo lo imprescindible para no ser completamente analfabeto y con muchas faltas de ortografía; residir en una ciudad a 40 Km. de distancia donde estaba el santuario a 385 metros de altura, sin vehículo propio para desplazarse, desconocer el monte pues no había estado nunca, estaba completamente solo para llevar a feliz término la misión que se le encomendaba.

Aquí empieza la historia que con las vicisitudes, problemas y contrariedades que llevan consigo todas las obras de Dios.

Terminaba el último domingo del mes de mayo de 1994 con la entronización, para ser públicamente venerada la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa en su santuario del Monte Picayo como lo había pedido.

Pero la transformación que desde que la Virgen estaba allí se había producido en el santuario y sus alrededores pronto dio sus frutos.

Y visto el interés que las buenas gentes devotas de la Virgen Milagrosa, que habían sido testigos del abandono y brutal deterioro progresivo durante varios años, tenían por saber el motivo de este resurgir y callado trabajo que para conseguirlo se estaba realizando, pensó contra su voluntad y deseo de mantenerlo en secreto para evitar que en lo sucesivo si se contaba de palabra se interpretara mal.

 

EL LLAMADO

Una noche, en el mes de octubre de 1993, ¿durmiendo?, ¿despierto? No se sabe.
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Lo que sí asegura (el señor del que no se conoce su nombre) es haber escuchado una voz interior muy clara y con autoridad, lo siguiente:
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«QUIERO EN EL SANTUARIO A MÍ DEDICADO DEL MONTE PICAYO HOY ABANDONADO VOLVER A SER VENERADA DE NUEVO.»

La verdad que no le di ninguna importancia, pues se es más amante de la fe creída que de la razón vista.

Por la proximidad a Puzol del Monte Picayo, se puso en comunicación por teléfono con el párroco de la parroquia de los Santos Juanes, que me dijo saber la existencia de ese santuario en su tiempo bastante importante y que hasta incluso se llegaron a hacer días de retiros y otras actividades de carácter pastoral.

Pero que actualmente aquello estaba todo roto, las puertas y ventanas arrancadas y todo completamente destruido. Se dio por válida la información del párroco y dejé el caso cancelado.

Pero aquella misma noche la misma voz interior, claramente me decía:
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«INSISTE, NO TE CANSES, NO TE HAN DICHO TODA LA VERDAD. EN ESE SANTUARIO POR MÍ ESCOGIDO TENGO QUE SER VENERADA DE NUEVO.»

En vista de lo sucedido, de nuevo me puse en comunicación por teléfono con el párroco de los Santos Juanes, de Puzol, insistiéndole, me dijo que esa zona pertenece a la parroquia de El Salvador, de Sagunto.

Me puse en comunicación por teléfono con el párroco de la parroquia de El Salvador, de Sagunto, que me confirmó pertenecer la zona a la parroquia, pero que él desconocía la existencia de ningún santuario a la Milagrosa en ese lugar.

Decidí por mi cuenta buscar el santuario de la Milagrosa, que la voz interior me decía que existía, pero que nadie sabía nada del lugar donde estaba enclavado.

Como primer paso, y viendo que los sacerdotes de las parroquias cercanas preguntados no me daban ninguna respuesta satisfactoria verídica ni clara al respecto, pensé dirigirme a Puzol y preguntar a la gente de la calle, al pueblo sencillo y noble.

A todos los que veía mayores les preguntaba, pero nadie sabía nada del santuario ni el lugar donde estaba para indicarme su subida.

Al llegar a casa aquella noche, postrado de rodillas a los pies de un cuadro de la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa que compré en París cuando fui a visitarla, le dije:
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“Madre mía, ¿qué hago? Yo quiero lo que tú quieras.
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Dame luz y fuerzas para continuar sin desfallecer hasta encontrar el lugar donde según tu manifestada voluntad deseas ser honrada y venerada de nuevo.”

Transcurridos unos días y en vista de que la paz interior no la recuperaba, que no vivía durante el día ni descansaba por la noche, pensé nuevamente encaminarme a Puzol para entrevistarme con el párroco de la parroquia de los Santos Juanes, que me dijo que había que ir con vehículo hasta el Alfinach y desde allí a pie subir al santuario.

El taxista me hace ver que ese no es el camino más indicado para subir allí por la distancia que lo separa y me dice que él conocía al padre Fernando, fundador de ese santuario, que vivía en la urbanización Monte Picayo y que fue su guardián hasta su muerte hace unos años.

Me llevó hasta un lugar donde había un camino de tierra bastante ancho y me dijo: «esta es la subida».

Le pagué el servicio, y rezando el rosario como siempre, empecé la subida; pero a los 100-200 metros el camino hasta entonces ancho se empieza a estrechar hasta el punto de hacerse intransitable por completo. El taxista se había equivocado. Vuelta a Puzol, esta vez a pie y sin lograr mi objetivo.

Después de una fervorosa y confiada oración a la Virgen Santísima pidiéndole su ayuda y protección, me encaminé hacia Sagunto.

Le expongo a otro taxista el caso del santuario, me dice no saber nada de ello, pero que en vista del interés que tenía me subiría a lo más alto de la montaña; a pesar de una cuidadosa y paciente búsqueda a pie del monte y sus alrededores, nada positivo encontré.

Cuando ya bajaba con el taxi sin ningún resultado positivo y alentador y con la firme resolución por mi parte de dejar el caso como irrealizable, una voz interior me decía:
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«¡PARA! ¡BAJA! y ¡MIRA!»

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Le dije al taxista que parara, por favor.
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Entonces pude observar que bastante lejos y sin ningún camino visible para llegar hasta allí.
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Un pequeño grupo de construcciones que desde arriba no tenía visos de ser ningún edificio religioso, pero que la voz interior como antes me decía ser ese el santuario que buscaba.

Llegado a casa, una vez más me puse a los pies de la Virgen para darle gracias y renovarle mi confianza en su ayuda y protección. Estaba localizado el santuario, por lo menos a lo lejos.

 

EL HALLAZGO DEL SANTUARIO

El presentimiento que sentí al acostarme se cumplió.
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Y como en otras veces anteriores de nuevo la voz interior de siempre que me dice:
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«QUIERO QUE SUBAS OTRA VEZ PERO A PIE, Y QUE HAGAS EN EL SANTUARIO UN ACTO DE HUMILDE REPARACIÓN Y AMOR, POR LOS QUE NO ME AMAN Y OFENDEN.»

A primera hora de la tarde y sin pensarlo ni un momento, desde Puzol y a pie como se me había mandado, me lancé al monte y saltando una alambrada de hierro que había, por un cortafuegos que desde arriba vi el día anterior, emprendí la subida.

Sólo Dios y yo sabemos lo que pasé en esa accidentada subida. Pero valió la pena, pues después de ciento cinco días de intensa búsqueda la Virgen premió mi incondicional sacrificio y constancia en buscar el santuario de la Virgen Milagrosa en pleno monte.

Por fin el feliz hallazgo del tan deseado y buscado santuario.
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Estaba ante un sólido, bonito y bien construido santuario.
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La pequeña campana que ocupaba la espadaña arriba de la puerta de entrada había desaparecido.
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La puerta estaba abierta porque la cerradura estaba rota.
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El aspecto exterior estaba bastante aceptable.
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Pasado el umbral de la puerta, el panorama que a primera vista se presentó ante mí fue triste, lamentable y desolador.
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Contemplar hasta dónde es capaz de llegar la mano destructora del ser humano.

Había llegado la hora de hacer el acto de reparación pedido la noche anterior, que puesto de rodillas al pie del altar y con los brazos en cruz realicé, cumpliendo así el motivo para lo que había sido convocado en ese lugar concretamente ese día.

Aquella misma noche, de nuevo la voz interior ya familiarizada de siempre, me dice:
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«A PARTIR DE AHORA TIENES QUE BUSCAR AYUDA Y COOPERACIÓN. TENDRÁS MUCHAS DIFICULTADES, CONTRARIEDADES Y POCA COMPRENSIÓN; PERO NO TE DESANIMES, PUES YO ESTOY CONTIGO.»

ermita picayo fondo

 

EN BUSCA DE LOS RESPONSABLES DEL SANTUARIO

Como primer paso había que buscar los actuales responsables del santuario y comunicarles lo sucedido.

Después de largas y costosas indagaciones, me enteré que en el Palacio Arzobispal de Valencia sección patrimonios están registrados todos los edificios religiosos de la diócesis.

Con esta espina clavada en el corazón, a primeros de mayo de 1994 viajé a Pontevedra (Galicia) para terminar la práctica de los primeros sábados de mes.

Después de la comunión, dando gracias en la pequeña capilla de la aparición antes celda de la hermana Lucía, cuando yo menos lo esperaba ni me acordaba de ello, de nuevo la tan conocida voz interior de siempre:

«ANTES QUE TERMINE EL MES DE MAYO QUIERO SER VENERADA DE NUEVO EN EL SANTUARIO A Mí DEDICADO DEL MONTE PICAYO.»

Alarmado y al mismo tiempo deseoso de cumplir lo mandado, cuando llegó a Valencia consultó el caso con mi confesor, que me dijo:
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«Insiste, eso es obra de Dios y mediadora la Santísima Virgen María.
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Tendrás dificultades por la actual burocracia pero al final se hará lo que ella quiere.
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Cierra por tu cuenta si puedes económicamente la puerta rota y abierta del santuario y entrega las llaves al responsable.
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De momento evitarás la posible profanación de ese santo lugar, escogido por la Virgen para ser de sus amantes hijos visitada y venerada.»

Subí dos veces al santuario, con taxi desde Sagunto, limpié con medios rudimentarios lo que pude.

Saqué unos animales muertos que había y con las manos sacó las piñas y las hojas de los pinos que prácticamente cubrían todo el piso.

Los bancos rotos de madera, la cómoda también de madera y el armario de hierro. Yo solo no podía.

Se estaba cumpliendo lo dicho por la voz interior: «Desde ahora tienes que buscar ayuda y cooperación.»

En estos días también gestioné en una casa de imágenes religiosas la compra de una imagen de la Virgen Milagrosa.

 

LA SOLUCIÓN LLEGA DE MANOS DE LA VIRGEN

El día 22 de mayo de 1994, me presenté en la residencia de religiosas Hijas de la Caridad, pregunto por la superiora y me pasan a la sala de lecturas de la residencia para que espere mientras avisan a una hermana.

Encima de la estantería que guardan los libros había una imagen del Corazón de Jesús y otra de la Virgen de la Medalla Milagrosa.

Pues bien, nada más poner los ojos en la imagen de la Milagrosa se transformó en una potente luz que me cegó como cuando miras al sol, hasta el extremo de tener que frotarme los ojos para poder recuperar la vista.

Y a continuación, de nuevo la voz interior de siempre, ya conocida y familiar:
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«ÉSTA ES LA IMAGEN QUE SERÁ VENERADA EN MI SANTUARIO DEL MONTE PICAYO.»

Sale la superiora, y me invita a pasar a un salón diferente y empieza la conversación sobre el santuario de la Virgen Milagrosa, del Monte Picayo de Sagunto.
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Entra en otra sala y señalándome la imagen de la Milagrosa me dice:
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«AHÍ TIENE A LA VIRGEN MILAGROSA PARA SER VENERADA EN EL SANTUARIO DEL MONTE PICAYO.»

Sólo faltaban siete días para que terminara el mes de mayo.

De nuevo acudí a la maternal protección y ayuda de la Virgen por medio de la oración. Puesto de rodillas a los pies del cuadro de la Virgen Milagrosa, le pido que me iluminara e inspirara lo que debía hacer.

Con la lámina de un calendario de la Milagrosa se improvisó un cuadro, que sirvió para hacer realidad el mandato de la Virgen a primeros de mayo.

Resuelta ya cómo tomaría posesión de nuevo la Virgen del santuario a ella dedicado, quedaba todavía pendiente ya con carácter de urgencia la necesidad de retirar los objetos rotos.

Bancos, cómoda, armario, que tirados por el suelo daban un lamentable estado de deterioro que me hacían sufrir mucho, pues no quería ni era digno de la Reina y Señora que tenía que habitarlo. Al menos limpio y barrido.

Después de varios intentos de contratar ayudantes, le dije a la señora que me limpia la casa si por favor podía venir conmigo a Sagunto para limpiar y adecentar un poco el santuario de la Milagrosa, en lo alto del Monte Picayo.

Cogimos el cuadro, que resultó ser bastante grande y representativo, y lo más imprescindible de artículos de limpieza y nos fuimos en tren hasta Sagunto. Allí alquilamos un taxi diciéndole a quien guié y subimos.

Por el camino le dije al taxista lo que teníamos que hacer y que decidiera por lo que más le interesara: o quedarse y cobrar la espera o bajar y volver a subir a por nosotros.

Decidió esperarse y cooperar con nosotros en la limpieza del santuario, que hizo con mucho interés y para mí con mucho amor a la Virgen.

Se cumplió una vez más lo advertido en su día:
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«TENDRÁS DIFICULTADES PERO NO TEMAS, PUES YO ESTOY CONTIGO.»

Terminado el trabajo de limpieza y adecentamiento del santuario, se procedió a colocar el cuadro de la Virgen Milagrosa en el altar que por cierto lo puso el taxista .

Se pusieron a los pies del cuadro un ramo de flores que llevaba de tela y así con ese sencillo pero entrañable acto de entronización quedaba cumplida la misión encomendada en su día de ser venerada la Virgen Milagrosa en el santuario a ella dedicado en el Monte Picayo, antes de terminar el mes de mayo de 1994.

Una vez más: «LA SANTÍSIMA VIRGEN, VENCEDORA DE TODAS LAS BATALLAS DE DIOS, HABÍA VENCIDO», de los enemigos que habían querido hacer desaparecer de la Comunidad Valenciana el único santuario dedicado a la Virgen Milagrosa, abandonándolo el año 1980.

Después de rezada la felicitación sabatina, estuve unos momentos mirándola y oyendo por última vez la voz interior de siempre esta vez en forma de inspiración más que de viva voz.

Que prometía a los que el último domingo del mes de mayo y el día 27 de noviembre, fiesta litúrgica de la Virgen de la Medalla Milagrosa, suban a visitarla y, postrados a los pies del altar la veneren y con confianza y fervor se las pidan, obtendrán gracias especiales.

De esta inspiración nació la idea de que todos los años el último domingo de mayo y 27 de noviembre se organiza una romería que, saliendo de diferentes puntos de la Comunidad Valenciana.

Se reúnen en torno a la Virgen Milagrosa en este su escogido santuario del Monte Picayo para rogarle con confianza y fervor que nos mire con ojos misericordiosos y nos ayude en nuestras humanas necesidades.

Ha prometido gracias especiales a los que ese día suban a visitarla y ella siempre cumple lo que promete. ¡PRUÉBALO!.

De momento la Virgen, según su deseo, ya estaba en su santuario. Pobre pero limpio. Esa fue la primera noche que descansé y dormí bien, desde octubre de 1993.

En el mes de junio subió el carpintero para arreglar la puerta, que después de fortalecerla por dentro y por fuera, puso fuertes cerraduras y candados, quedando por fin cerrada la puerta, evitando con ello una posible profanación que me preocupaba y quería evitar a toda costa y que gracias a Dios conseguí.

A pesar de mi gran interés e intensa y preocupante búsqueda, nada había podido solucionarse respecto a los actuales propietarios o responsables del santuario del Monte Picayo y los adjuntos edificios.

Santuario Virgen Medalla MilagrosaMontePicayo

 

EL PADRE FERNANDO TODAVÍA VIVE

En este compás de espera confiada estaba cuando, al fin, superando todas mis aspiraciones, aparece la grandiosa noticia, el padre Fernando, fundador y alma del santuario de la Virgen Milagrosa del Monte Picayo (Sagunto), a quien todos daban por muerto estaba en Reus, provincia de Tarragona.

Mi alegría fue inmensa. De nuevo la protección de la Virgen, no me abandonó y una vez más, después de probar mi constancia en servirla, vino en mi ayuda. ¡Gracias Madre!.

Recabada la información tan deseada, tantas veces buscada y por tan diferentes medios, por fin ya estaba en mi poder de labios de su iniciador, fundador, alma y mantenedor del mismo, hasta que una enfermedad le alejó de su querido santuario, obligado por su voto de obediencia religioso que tiene hecho.

También me entregó todo lo que había escrito al respecto desde el principio hasta la fecha y que tanto me sirvió para continuar luchando hasta conseguir hacer realidad la misión que se me encomendó en su día.

Transcurridos los primeros momentos de satisfacción y alegría, había que poner manos a la obra y trabajar en el santuario.

Los bancos de madera para sentarse, rotos e inservibles, junto con la cómoda también de madera y un armario de hierro todo estropeado y fuera de uso.

No había soporte ni urna de cristal para poner dignamente la imagen de la Virgen después de restaurada.

En las pequeñas ventanas que dan luz y ventilación no había cristales.

La puerta de entrada necesitaba una mano de pintura. Se había puesto una mirilla en la puerta, para que desde el exterior se viera el interior y la Virgen Milagrosa en su altar.

Ante la pronta entrega de la imagen de la Virgen Milagrosa en restauración había que preparar un no lujoso pero sí digno soporte que, junto a una urna de cristal, sirviera para guardar y preservar del posible deterioro la imagen de la Virgen Milagrosa escogida para ser allí venerada.

Viendo cómo el carpintero hacía las cosas le dije si sería posible restaurar el mobiliario viejo.

Al principio se resistió, pues verdaderamente aquello estaba inservible a todas luces.

Pero después, como era para la Virgen que él también quiere mucho, aceptó.

Y ahí están restaurados, pintados y pulimentados, dando un aspecto más acogedor y propio de un santuario.

¡En nombre de la Virgen, gracias carpintero!.

El día 8 de septiembre de 1994, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen, me comunica el restaurador que la imagen ya restaurada la tenía a mi disposición para cuando quisiera retirarla.
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Unos días después la retiro y la tengo unos días en casa.

Aunque el santuario presentaba un aspecto bastante aceptable de orden y limpieza, no sucedía lo mismo en el altar.

Para solucionar este problema, antes de subir la imagen lo primero que hice fue dirigirme a las religiosas Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Valencia que contribuyeron confeccionando unos ramos de flor artificial.

Yo, por mi parte, compré unos candelabros de cerámica, a los que puse cuatro velas azules, improvisé un mantel para el altar con una sábana azul mía, cogí un crucifijo de plástico que tenía en casa y marché al santuario a preparar el altar para colocar la imagen de la Virgen.

 

SIETE DE OCTUBRE DE 1994

El día 7 de octubre de 1994, fiesta de la Virgen del Rosario, fue el escogido para llevar la imagen.

Con la colocación de la imagen de la Virgen Milagrosa, en la urna del altar, se había cumplido el deseo mandato que por medio de un providencial fenómeno extraordinario había empezado en lo alto de una estantería de libros, en la sala de lectura de la residencia de ancianos de Manises, el 24 de mayo de 1994, como se ha explicado anteriormente.

Para testimoniar la fe y esperanza en la intercesión de la Virgen, se encendieron dos luces que día y noche arden a sus pies, con la intención de pedirle favores y darle gracias por los ya concedidos.

Se continuó trabajando para mejorar en el embellecimiento y adorno del altar para el día 27 de noviembre de 1994, fiesta litúrgica de la Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa.

Se pusieron dos paneles, uno a la derecha y otro a la izquierda, con la historia de las dos apariciones en París, escritas por santa Catalina Labouré, que las vivió personalmente; y dos pequeños cuadros, uno de san Vicente de Paúl y otro de santa Catalina Labouré.

Posteriormente también se puso un cuadro con unas fotos de cómo está en la actualidad el santuario de las apariciones de la Virgen Milagrosa, en París (Francia).

Para no hacer más largo este pequeño trabajo, escrito sólo y exclusivamente para informar de lo sucedido a los que lo quieran leer, se deja a la consideración de los que visitaron este santo lugar durante los años que estuvo completamente abandonado comparen la diferencia de entonces a ahora.

https://youtu.be/UJgUQzgWrR0

Fuentes:

 

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Nuestra Señora del Buen Viaje de Morón es la Virgen Viajera de los Jesuítas, Argentina (5 oct)

Esta advocación mariana nace de una imagen de la Inmaculada Concepción colocada a las orillas del Camino Real.

Y ante la que los viajeros se prosternaban al marchar hacia las, por entonces, inhóspitas regiones.

Luego, los Jesuitas, que tenían por Patrona a la Virgen Viajera de Loreto, llevaron al lugar su culto con la denominación de Nuestra Señora de Loreto o del Buen Viaje.

n s del buen viaje moron

Preguntando a quien había pensado dedicarlo, Francisco de Merlo dijo que pasando por ese lugar el camino real al Perú y a Chile, creía lógico hacerlo a Nuestra Señora de la Concepción del Camino.
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Con el tiempo, la advocación se denominó Nuestra Señora del Buen Viaje cuando la parroquia de Merlo fue trasladada al pueblo de Morón hacia fines del siglo XVIII.
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Y en donde aún sigue siendo venerada y es patrona del partido de Morón….

A poco de fundada Buenos Aires por don Juan de Garay, colonos españoles se adentraron en territorio bonaerense y en plena pampa, en un paraje conocido años después como Cañada de Juan Ruiz, comenzaron a labrar los campos y a cosechar trigo.

Esos colonos levantaron rudimentarios oratorios y en torno a ellos construyeron sus ranchos que, con el paso de los años, dieron origen a la localidad de Morón, en la provincia de Buenos Aires.

Las tierras de don Juan Ruiz de Ocaña, contiguas al arroyo Morón fueron vendidas por sus descendientes y en ellas fue creciendo la población, parada obligatoria de quienes se aventuraban en viaje a Chile, Perú y el Tucumán.

A comienzos del siglo XVII como defensa contra las depredaciones de los indios, se levantaron varios fortines rodeando Buenos Aires, uno de los cuales se ubicó sobre la loma en donde hoy se alza la ciudad de Morón.

Más tarde por separado, se instaló en las cercanías, una posta, erigiéndose un pequeño oratorio y ermita dedicado a la Inmaculada Concepción, ante la cual iban a postrarse los viajeros al marchar hacia las por entonces, inhóspitas regiones.

La antigua ermita se trataba de una construcción endeble, con paredes de adobe y techos de espadaña cortada.

Este primer oratorio, además de servir a sus funciones religiosas, fue un atalaya donde los colonos podían refugiarse de los ataques sorpresivos de los aborígenes.

La parroquia fue un lugar de parada obligada para los viajeros que pasaban por las rutas que unían en esa época a Buenos Aires con las provincias de Cuyo y el Alto Perú.

Los viajeros que se detenían en el lugar entraban a la ermita para encomendarse a la virgen y pedirle un buen viaje.

Este primitivo oratorio fue durante varios años la única iglesia del pago y hasta allí llegaban sacerdotes, misioneros de las órdenes jesuítica, mercedaria y franciscana para impartir los sacramentos.

Luego, los Jesuitas, que tenían por Patrona a la Virgen Viajera de Loreto, llevaron al lugar su culto con la denominación de Nuestra Señora de Loreto o del Buen Viaje.

ns del buen viaje de moron de pie

 

NUESTRA SEÑORA DE LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN DEL BUEN VIAJE

Las primeras referencias acerca de una ermita datan de 1637 y allí acudían pobladores y viajeros a orar.

No habiendo iglesia en lo que era el caserío de Morón, la parroquia funcionó provisoriamente en la capilla de Francisco de Merlo hasta 1776 y fue puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción.

Se alzaba a la vera del «…camino ‘real y preciso’ que conducía a los territorios de Chile y del Perú, atravesando la pampa, [y que] tenía en Morón la primera posta».

Tropas de carretas y jinetes en viaje a las inmensidades del desierto pasaban frente a la humilde ermita que, andando el tiempo, se transformó en capilla.

Y allí se detenían habitualmente a orar frente a la imagen de la Virgen, pidiendo su protección o agradeciendo las bondades del viaje.

Recibió la costumbre popular de pedir a los pies de la virgen de Morón (primera posta del Camino Real al norte) por un buen viaje, ante la amenaza de los peligros del indio, que acechaba la inmensa llanura.

Esta ermita de la Virgen del Buen Viaje, edificada en 1637 por don Francisco de Merlo en la cañada de Morón, provincia de Buenos Aires, sobre el camino real que conducía a Chile y Perú, fue el comienzo de la actual ciudad, por lo que se la considera la «Fundadora de Morón», ciudad que ostenta en su escudo la venerada imagen.

basilica del buen viaje de moron

 

LA PRIMERA PARROQUIA

Allí el Obispo de Buenos Aires decidió crear un curato o parroquia que no logró prosperar.
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Y así el 23 de octubre de 1730, el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires crea el Curato de Matanza.
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Esta nueva parroquia tiene una amplia jurisdicción: al norte el río Reconquista, al sur el río Matanza, al este el actual barrio porteño de Caballito y al oeste el río Salado.

La modesta Iglesia sobrevivió con muchos arreglos hasta 1852. Este primer edificio fue testigo de la presencia del Obispo de Buenos Aires, Mons. Benito Lué y Riega, quién visitó la parroquia en 1803 y se refugió en ella durante la segunda invasión inglesa en 1807.

El segundo templo, fue levantado por el párroco Francisco Romero en 1854, cuando el país ya recibía los primeros contingentes de inmigrantes y comenzaba una nueva etapa institucional con la sanción de la Constitución de 1853.

 

IMPORTANTE VISITA

En enero de 1824 llegó a Buenos Aires procedente de Roma el Vicario Apostólico Juan Muzi encabezando una importante Misión Pontificia a Chile.
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Con su comitiva viajaba el joven canónico Juan María Mastai Ferretti quien, andando el tiempo, sería elevado al trono de San Pedro con el nombre de Pío IX.

El futuro Papa apuntó en su diario impresiones del viaje, mencionando al pueblo de Morón como una de las tres villas más importantes del camino.

Aquel caluroso día de enero, frente a la imagen de Nuestra Señora del Buen Viaje, quien sería uno de los más grandes pontífices de la Iglesia Romana se inclinó y rezó, oficiando la Santa Misa ante una feligresía asombrada por tanta pompa y magnificencia.

Interior Catedral Basílica Inmaculada Concepción Buen Viaje

 

SE CONSTRUYE LA CATEDRAL

El 31 de julio de 1868, superada la trágica epidemia de cólera que azotó a Buenos Aires desde el año anterior, el padre Francisco Romero colocó la piedra fundamental del tercer templo, reemplazando al de 1854, en una solemne ceremonia que apadrinó el gobernador de la provincia, Dr. Adolfo Alsina.

El mismo fue librado al culto en 1871 y en 1885 se terminaron sus dos magníficas torres.

El 15 de agosto de 1944 fue consagrado y tres años después Monseñor Julián Romero, Obispo de Iborá, coronó solemnemente a la Virgen.

El Papa Pío XII elevó a catedral la antigua iglesia de Morón creando su obispado en 1957.
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Y cuatro años después el cardenal Antonio Caggiano, Primado y Arzobispo de la Argentina, representando a Juan XXIII, efectuó la Coronación Pontificia en presencia de las más altas autoridades del país.

En 1963 el mismo Pontífice la declaró Basílica menor y en junio de 1982 la visitó Juan Pablo II, que se detuvo en ella a orar frente a Nuestra Señora del Buen Viaje en camino al Santuario de Luján.

 

ORACIÓN A LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE BUEN VIAJE

Inmaculada Virgen María,
Madre de Dios y Madre nuestra,
Señora del Buen Viaje
protege a tus hijos
en el viaje de esta vida a la Patria eterna.

Ayúdanos a ser fieles.
Tú, que fuiste la siempre fiel.
Intercede por nosotros
para que no retrocedamos nunca
ante los inconvenientes del camino.
Enséñanos a ser discípulos de Tu hijo
en la humanidad, en la pobreza, y en
el abandono a la Voluntad del Padre.

Nuestra Señora del Buen Viaje
patrona de la Diócesis de Morón,
ayúdanos a que como pueblo de Dios
sintiéndonos Iglesia,
podamos caminar confiados
al encuentro del Padre.
Amén.

Fuentes:

 

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Consagración del Mundo al Inmaculado Corazón de María, Pio XII en 1942 (31 de octubre)

El 31 de octubre de 1942, día de la clausura solemne del Jubileo de las Apariciones de Fátima, el Papa Pío XII habla en la radio.

Ofrece el mundo al Corazón Inmaculado de María para responder al llamado de nuestra Madre del cielo.

Renueva ese gesto importante el 8 de diciembre de 1942.

consagracion de pio xii al inmaculado corazon

En 1944, en plena guerra mundial, el mismo soberano pontífice consagraba todo el género humano al Corazón Inmaculado de María para ponerlo bajo su poderosa protección.

Leer también:

Con motivo de esta misma ceremonia, decreta que la Iglesia entera celebraría aquel año una festividad en honor del Sagrado Corazón Inmaculado de María para obtener la intercesión de la Santísima Virgen,

“la paz de las naciones, la libertad de la Iglesia, la conversión de los pecadores, el amor a la pureza y la práctica de las virtudes.”

El 4 de mayo de 1944, aprobó la Misa y Oficio del Inmaculado Corazón de María, pedida por Sor Lucía, vidente de Fátima, el 12 de diciembre de 1940 en una carta, por petición de los obispos de Portugal.

“Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno…

Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo.

Fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número”

El antecedente más directo fue la tercera aparición de Fátima, en 1917 la Virgen le dijo a Lucía Martos, la niña vidente:

“Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado.

Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra…

Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes…
.
Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz…
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Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.”

videntes de fatima

 

EN CADA ÉPOCA HA PREDOMINADO UNA DEVOCIÓN

En el siglo I, la Theotokos, la Maternidad divina, como réplica a la herejía de Nestorio.

En el siglo XIII, la devoción del Rosario.

En el XIX, la Asunción y la Inmaculada.

A mediados de ese mismo siglo se fue extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María, adelantada ya por San Bernardino de Sena y San Juan de Avila; y en el siglo XVII, San Juan Eudes.

San Antonio María Claret, fundó la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, en el XIX.

Y en el siglo XX, alcanza su cenit con las apariciones de la Virgen en Fátima y la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María.

En Fátima la Virgen manifestó a los niños que Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón como medio para la salvación de muchas almas y para conservar o devolver la paz al mundo.

La Beata Jacinta Marto, le dijo a Lucía:

«Ya me falta poco para ir al cielo.

Tú te quedarás aquí, para establecer la devoción al Corazón Inmaculado de Maria».

También se lo dirá después la Virgen.

El año 1942, después de la consagración de varias diócesis en el mundo realizada por sus respectivos obispos, Pío XII hizo la oficial de toda la Iglesia, con lo que la devoción al Inmaculado Corazón de María se vió confirmada y afianzada.

Y después Pablo VI y, sobre todo, Juan Pablo II, quien respondió en Brasil, cuando le dijeron:

“Santo Padre, agradecemos a Dios, sus trece años de pontificado”

“Tres años de pontificado y diez de milagro”.

Él ha sido el Pontífice que cumplió más cercanamente el deseo de la Virgen, según lo que ha dicho Sor Lucía de Fátima (‘el cielo aceptó la Consagración de 1984’).
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Y por los resultados se han visto con el derrumbamiento del marxismo y la conversión de Rusia.

sor lucia de fatima y pablo vi
Sor Lucia de Fatima y Pablo VI

 

LAS CONSAGRACIONES

Pío XII, ya en los años de su pontificado era universalmente señalado como el Papa mariano y con esta denominación ha pasado a la historia.

Tiene algunos hitos de su vida marcados por la presencia de María, como, por ejemplo:

• fue consagrado obispo el mismo día y a la misma hora en que la Virgen se aparecía en Fátima: el 13 de Mayo de 1917;

• tuvo como un acto histórico de su pontificado la consagración del mundo que hizo a María en 1942, en el 25º apariciones de Fátima en un radiomensaje;

• y la renovó el 7 de Julio de 1952, en la que hace particular consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María como lo había pedido la Virgen a los pastorcitos de Fátima.

El 21 de Noviembre de 1964 Pablo Vl renueva la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, Madre virginal de Dios.

El 13 de Mayo de 1982 Juan Pablo II realiza en Fátima la Consagración del Mundo,

Que renovará el 25 de Marzo de 1984 en la plaza de San Pedro ante 200.000 personas y arrodillado ante la imagen que se venera en la Capelinha de las Apariciones en Fátima, que se había trasladado privadamente a Roma para esta consagración.

En una de sus partes el Papa le dice a la Virgen en Fátima:

“¡Oh Madre de los hombres y de los pueblos!…

Acoge nuestro grito, que, como movidos por el Espíritu Santo, dirigimos directamente a tu Corazón.

Y abraza, con el amor de la Madre y de la Esclava, a este mundo humano que te entregamos y te consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.

De manera especial te entregamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones que más particularmente necesitan esta entrega y esta consagración”…

De esta manera la última consagración realizada por Juan Pablo II es considerada por la Hna. Lucía como completa, porque:

«La ha hecho públicamente en comunión con todos los Obispos que con su Santidad se unieron al pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo.

La ha hecho al Corazón Inmaculado de María, Madre de Cristo y de su Cuerpo Místico, para que con Ella y por Ella con Cristo pudiera ser llevada y ofrecida al Padre para la salvación de la humanidad».

Y también el 8 de octubre del 2000, en Jasna Gora, a los pies de la Virgen, Juan Pablo II consagró el Mundo al Inmaculado Corazón de María.

juan pablo ii jasna gora

 

DIÓCESIS DE TURÍN, MILÁN Y EL PAÍS ECUADOR CONSAGRADOS AL CORAZÓN DE MARÍA

El 21 de junio de 1855, el Papa Pío IX concedió la aprobación a una Misa y Oficio en honor al Purísimo Corazón de la Santísima Virgen María promulgado por la Sagrada Congregación de Ritos.

En 1891, los obispos de Turín y Milán comenzaron un movimiento en favor de la Consagración de las diócesis de Italia al Inmaculado Corazón de María.

Este proyecto apareció por primera vez, en el Congreso Mariano de Turín, en 1898, aparentemente por la iniciativa del mismo Papa, en su carta del 22 de agosto de 1898.

Fue aprobado unánimemente por el Congreso y se le pidió al Santo Padre que consagrara Italia al Inmaculado Corazón de María.

El 12 de diciembre de 1898, la Sagrada Congregación de Ritos aprobó la fórmula de consagración propuesta, –no sólo para las diócesis que la pidieron–, sino para todas aquellas que pidieran permiso en el futuro.

La primera nación que se consagró oficialmente al Corazón de María fue la República del Ecuador, el 6 de agosto el año 1892, siendo su presidente el Dr. Luis Cordero.

Los Obispos Ecuatorianos publicaron entonces una pastoral colectiva cuya primera parte rezaba así:

“Como pastores que somos de esta iglesia, consagramos solemne e irrevocablemente la República del Ecuador al corazón purismo e inmaculado de María.

Obligándonos a reconocer desde hoy a la madre divina del redentor por patrona, abogada y protectora especial de nuestro pueblo, y nuestra intercesora eficaz ante el trono de las misericordias”.

Anteriormente, ya el Ecuador se había puesto bajo el Patrocinio del Purísimo Corazón de María (a principios del siglo XIX) por decisión del Episcopado.

Pasaron decenas de años para que esta consagración fuese ratificada por el Honorable Congreso en la fecha señalada.

En esa oportunidad, en el documento que se firmó se denominó al país con el nombre de: LA REPÚBLICA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA.

Pio XII-bendice

 

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
(Papa Pío XII)

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.

Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

 

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00 Todas las Advocaciones 01 Enero 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Movil

Historia y Milagros de Nuestra Señora del Rosario: Virgen de “La Naval” de Filipinas (Enero y 2º dgo de octubre)

Poco después de la batalla de Lepanto en 1571, los frailes dominicos en Filipinas propagaron la devoción a Nuestra Señora del Santo Rosario, a quien se atribuye la victoria en esa batalla histórica.

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La imagen de la Virgen y el niño Jesús que se encargó en 1593 fue tallada en marfil por un artesano chino que más tarde se convirtió a la fe; se dice que es el más antiguo de marfil tallado en Filipinas.

Profusamente vestida y enjoyada, la imagen tiene su lugar normal en el transepto izquierdo. La procesión del día grande de La Naval de Manila es el segundo domingo de octubre.

 

LA VIRGEN MARINERA

Cuando el Papa Gregorio XIII introduce la advocación de la Virgen del Rosario en 1573, sustituyendo la anteriormente denominada por su predecesor Pío V como Virgen de las Victorias, en honor al triunfo de La Liga Santa en la Batalla de Lepanto, poco podía imaginar de la inmensa repercusión que tendría tal advocación en todos los puntos del planeta.

Las extraordinarias noticias para la cristiandad, que partieron del Golfo de Lepanto con el suceso de la victoria cristiana sobre el Imperio Turco, recorrieron las costas desde el Mar Mediterráneo al Océano Pacífico, mediando el amplio Océano Atlántico y el continente americano que transportó a los descubridores del nuevo mundo.

La Virgen que había intercedido en la buena nueva, se convertiría en Patrona de la mar y como consecuencia de ello, en cada galeón que partía hacia el nuevo mundo, partía también la historia de la heroica hazaña en la que un grupo de canarios había tenido el honor de participar a las órdenes del capitán Francisco Díaz Pimienta.

Y fue precisamente el descendiente del mismo apellido y nombre, el almirante Francisco Díaz Pimienta, junto a galeotes y dominicos de la Orden de Predicadores quienes llevaran allende los mares la tradición de recordar mediante fiestas de exaltación con desfiles y libreas, los  parabienes de la victoria cristiana en la Batalla de Lepanto.

Él la trasladaría a América en cada uno de los viajes de la flota de galeones que hacía la llamada Carrera de Indias, de la que él era General, y que partiendo de Puerto de Santa María en Cádiz, comunicaba la metrópoli española con las Islas Canarias y sus colonias americanas, cuyo puerto de arribada era Vera Cruz en México, para partir nuevamente por Acapulco hacia Manila, la capital de Filipinas.

En este recorrido por los mares y continentes del globo, desde el golfo de Lepanto a Manila, la Virgen recibe diferentes advocaciones, mencionadas en el presente trabajo: Virgen de Las Victorias, Virgen del Rosario, Virgen Galeona en Cádiz, Virgen de la Batalla de Lepanto en Granada, y Virgen de la Naval en Manila.

procesion de la naval de filipinas

 

LLEGA A MANILA, FILIPINAS

La Flota de Galeones de Indias tenía su punto final en Filipinas; y hasta allí llegaron las historias narradas de lo que aconteció en Lepanto, y llegaron también las primeras imágenes de la Virgen del Rosario en las galeras de cada expedición de la Flota de Galeones.

La admiración, simpatía y devoción a la Virgen protectora de la gente de la mar, no hacía más que crecer con cada expedición, y la disponibilidad de un recinto para el culto a la imagen se hacía pronto necesaria en aquellas islas. Y fue así que la orden de los monjes dominicos construyó la primera iglesia dedicada al culto del Rosario en su convento.

La comunidad de frailes dominicos llegó a Manila procedente de México, en la flota de galeones de la Carrera de Indias.

La Orden Dominicana construyó su primer convento en Filipinas, en su capital Manila en 1588, y en 1593 el Gobernador General, Luis Pérez Dasmariñas legó a los Dominicos la imagen de la Señora del Santísimo Rosario, tallada a partir de marfil  por un escultor chino no creyente, bajo la supervisión del capitán Hernando de los Ríos Coronel.

Tuvo la particularidad –según la tradición, milagrosa–, de que el escultor chino en ningún momento pretendía convertirse en un gran artista, pues ni siquiera había desempeñado esa faceta, y la concluyó como si estuviese guiado por una inspiración divina, algo que él mismo no tuvo en cuenta. Este escultor más tarde se convirtió.

Esta primera imagen aún se conserva en una urna situada entre las dos torres de los campanarios en la fachada exterior de la iglesia actual.

Aunque su ropa está hecha al estilo español del siglo XVI, sin embargo sus rasgos orientales reflejan la singularidad de su posición como una verdadera Reina Indígena de Filipinas.

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LA RAZÓN DE LA GRAN FIESTA DE LA NAVAL DE MANILA

Rinde homenaje a los soldados que en 1646, se enfrentaron en cinco ocasiones, en cinco sangrientas batallas navales a los holandeses, los ingleses y los corsarios que no sólo buscaban las riquezas del archipiélago, sino que también pretendían sustituir el catolicismo por el calvinismo protestante holandés, de las que la más célebre es aquella en la que a bordo de los galeones “Encarnación” y “El Rosario”, los españoles consiguieron hacer frente y derrotar a la flota de quince fragatas holandesas que mejor dotadas y armadas que las españolas, intentaban invadir Filipinas.

En las cinco batallas, sólo quince defensores de Manila murieron. Antes de cada una de las batallas se buscó fervientemente la intercesión de Nuestra Señora del Rosario, a la espera de una protección similar a la que dio a los cristianos en Lepanto.

Ante cada una de las batallas, la tripulación de las galeras, los soldados, los religiosos españoles y filipinos prometieron un homenaje especial a la Virgen del Rosario si se producía la victoria, y puesto que las victorias se produjeron, los homenajes se celebraron con el nombre ya mencionado de La Naval, y los defensores solicitaron el reconocimiento oficial de la iglesia y la declaración de las victorias navales de 1646 como fruto de la intercesión de la Madre de Jesús.

El consejo eclesiástico en Cavite, con la ayuda de los teólogos, expertos canónicos, y religiosos prominentes, debatida y examinada la documentación aportada, y escuchados los testimonios orales de todos los testigos oculares, el 9 de abril de 1662, declaró milagrosas las cinco victorias navales de 1646, concedidas por la intercesión ante el Soberano Señor, de la Santísima Virgen y su devoción al Rosario.

Desde entonces, las procesiones y las misas y el novenario anual se han celebrado con gran alegría, fervor y belleza en Manila.

La imagen está todavía alojada en la iglesia de los dominicos de Santo Domingo, se trasladó a Quezon City (que es parte de la megalópolis que es Manila) después de la Segunda Guerra Mundial en 1954.

En 1907 el Papa San Pío X autorizó que la imagen sea coronada canónicamente, y en 1973 fue declarada patrona de Quezon City, y de la nación filipina.

La celebración de La Naval de Manila recuerda las suntuosas fiestas de Sevilla de 1572 relatadas por Pedro de Oviedo; tiene lugar cada segundo domingo de octubre en la capital de Filipinas, siendo la más grande de todas las celebraciones festivas del archipiélago, a la que acude toda la sociedad de Manila luciendo sus mejores libreas.

La Naval es una procesión a modo de desfile, de diez imágenes dominicanas intercaladas con banderas y estandartes que hacen referencia a los quince misterios del Santo Rosario.

Encabeza la procesión la imagen de San Pedro de Verona,…Santa Rosa de Lima, y las de Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo de Guzmán, San José…, y la cierra la principal de la Virgen del Rosario.

Esta última imagen de la Patrona de Manila es transportada en la llamada Carroza Triunfal (exactamente igual la llamaron en el desfile de las suntuosas fiestas de Sevilla… de 1572); una carroza en forma de barco de transporte, de la que se dice que la primera fue construida en un 85% de plata maciza, y que durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial se fundió en un incendio de la iglesia (como veremos más adelante). La Carroza Triunfal actual es más sencilla.

vitral de ns del rosario la naval de filipinas fondo

 

EL MILAGRO DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Parece ser que la Virgen del Rosario de Manila quiere renovar su labor protectora del pueblo filipino, y cada cierto tiempo se publican noticias de milagros atribuidos a la intercesión de la misma.

Aunque muchas de estas historias milagrosas son realmente emocionantes, sólo me voy a parar en el suceso del bombardeo de la iglesia del convento de Santo Domingo acaecido durante la II Guerra Mundial, ya que nuevamente vuelve a tener relación con un conflicto armado, como lo fue en su día la Batalla de Lepanto, o las batallas de 1646 contra holandeses, ingleses y corsarios.

El 27 de diciembre de 1941, los aviones de combate japoneses bombardearon la ciudad de Manila, siendo la iglesia y el convento de Santo Domingo, uno de sus primeros objetivos. Las torres fueron destruidas, y sólo permanecieron en pie las paredes, provocándose un incendio que estuvo ardiendo durante varios días.

Pero viéndolo venir, los frailes dominicos días antes del bombardeo habían trasladado la imagen del Rosario, junto a las joyas, coronas, documentos, ornamentos y el tesoro del convento, todos de varios siglos de antigüedad, a una bóveda de gruesos muros protegida por una puerta acorazada, con la promesa del Prior Aurelio Valvuena, de que si se salvaba el legado, lo transferiría a la Universidad de Santo Tomás.

Habida cuenta de que el incendio permaneció durante días, alcanzándose temperaturas elevadísimas favorecidas por el grosor de los muros, la sociedad de Manila se entregó al rezo del rosario, pidiendo por la conservación de tan alto legado cultural de Filipinas, si bien las esperanzas de que no se hubiese destruido eran casi nulas.

El 30 de diciembre de 1941, tres días antes de que el ejército japonés invadiese por tierra Manila, el Prior del convento de Santo Domingo se reunió a las 4 de la madrugada con compañeros dominicos, algunos devotos, dos sacerdotes agustinos y algunos policías en las ruinas de la iglesia para buscar el tesoro oculto.

La puerta acorazada del almacén no se podía abrir; pensaron volarla con una granada, pero observaron que no sería necesario si conseguían abrir un hueco con un soplete de acetileno. Cuatro horas más tarde el mecanismo de apertura de la puerta se resistía y mientras, los bombardeos continuaban en otra parte de la ciudad, con la electricidad cortada y apenas con la luz del soplete apuraban los últimos minutos de oscuridad.

Finalmente el mecanismo de apertura cedió, y aunque la ansiedad por pasar al interior y comprobar el estado del tesoro les resultaba incontrolable, un infernal calor surgió al abrir la puerta, obligándoles a retirarse bruscamente; no obstante tuvieron tiempo de comprobar que la imagen de la Virgen del Rosario había sobrevivido. Todos arrodillados de inmediato rezaron “La Salve” en voz alta.

El calor extremo del fuego había doblado, torcido, deformado, y casi derretido varios de los importantes objetos de oro y plata. Sin embargo, los 350 años del marfil con el que el escultor chino había esculpido la imagen de la Virgen, y la madera dura que la sostenía, permitió la supervivencia a la conflagración que había consumido su belleza, de color rosa.

La imagen de la Virgen fue envuelta en una manta, y junto a sus joyas y coronas, y el resto del tesoro conservado, la llevaron en una camioneta por calles oscuras de la trasera de la ciudad, a la Universidad de Santo Tomás, donde permaneció durante toda la guerra.

Días más tarde, un soldado japonés que había escuchado sobre la existencia del almacén con la Virgen y el tesoro, obligó a punta de fusil a un monje dominico para que lo llevara hasta la bóveda acorazada de la iglesia, pero al llegar y encontrar la puerta abierta y el almacén vacío en medio de materiales fundidos por el calor, el soldado japonés se asustó y salió corriendo.

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00 Todas las Advocaciones 08 Agosto 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Movil

Poco conocidas Apariciones de la Virgen María en Brindisi: Virgen de la Revelación, Italia (5 de agosto y 23 de octubre)

Se está dando una supuesta aparición en Brindisi, Italia, desde el 5 de agosto de 2009, lo cual es interesante porque en las apariciones de Medjugorje, a Amparo Cuevas en España, a otros vidente incluido María Valtorta, la Virgen supuestamente ha dicho que el 5 de agosto es su cumpleaños real (el festejo oficial de la Iglesia es el 8 de septiembre). Ver aquí.

vidente de brindisi en extasis

Esta aparición, está centrada en un joven llamado Mario D’Ignazio. De acuerdo con su sitio web Mario tiene 29 años, era un agricultor y ayudante de cocina en un hotel, y es oriundo de «una familia de clase trabajadora de origen humilde».

Como todo lo que publicamos, siempre es para su discernimiento.

virgen de la reconcialiacion brindisi medio cuerpo

 

LA PRIMERA APARICIÓN

En ese día de agosto, la Virgen supuestamente apareció en un olivo no lejos de su casa, cerca del aeropuerto local.

La gloriosa Virgen María, él afirma, llegó y todavía se presenta como una joven con «una simplicidad desarmante».

Ella lo invitó en ese primer día para rezar el Santo Rosario al aire libre todos los viernes al pie del olivo que ahora es considerado por muchos como algo sagrado.

Durante la primera aparición de la Virgen a Mario a (al parecer también un estigmatizado), le pidió que no tuviera miedo.

«Mi hijo, el mundo se aleja día a día de los caminos del Señor, para seguir los pasos del Maligno. Has penitencia y ora por la conversión de los pecadores, para reparar las blasfemias graves para la paz en el mundo que está más oscurecido. Reza y has rezar mucho, sobre todo el Rosario, mi amado». 

Ella se llama Nuestra Señora de la Reconciliación

ermita virgen de la reconciliacion brndisi

 

LA SIGUIENTE FASE

Durante los primeros diez meses las apariciones tuvieron lugar todos los viernes, recordando a los observadores los Diez Mandamientos.

Después del primer período de las apariciones la Madre de Dios se apareció públicamente sólo el cinco de cada mes, suspendiendo las apariciones los viernes y dejando un mensaje público mensual.

En el mensaje del Viernes 11 de junio 2010 dijo:

“Mis hijos, este será el mes que no voy a venir todos los viernes, sino sólo los cinco de cada mes. Ustedes se preguntarán por qué el cinco.  Bueno, mis hijos, el cinco les recuerda mi primera aparición en Santa Teresa, el cinco recuerda las cinco heridas de Cristo Jesús, el cinco recuerda los cinco primeros sábados de mes, y los misterios que conforman las cinco décadas de mi Rosario“. 

«Hijos míos, el cinco es un día especial de oración y reparación. Me gustaría para este cinco de cada mes y para cada uno de los cinco del mes el ofrecimiento de un camino de penitencia y reparación, una procesión».

Se puede ver más en su página web.

Y así es que Mario se inicia de inmediato al servicio de la Madre de Dios, orando y haciendo que la gente ore, diciendo que los eventos se incrementarán dramáticamente.

 

LACRIMACIÓN DE IMAGEN DE MARÍA

En las vigilias de oración y otros días especiales, la estatua colocada en la Capilla de las Apariciones, suda profusamente aceite perfumado de rosas, un aroma intenso y dulce que se extiende por todo el jardín llamado San Benito.

 

imagen que llora en brindidi

 

La estatua impecable durante la oración comienza a exudar gotas aceite de color dorado, que poco a poco se deslizan alrededor de la base sobre la que se coloca la estatua.

Algunos han recibido gracias especiales y beneficios de la oración y del uso de pañuelos empapados en el aceite santo

El 25 de agosto de 2009, el día del primer que rezuma el aceite la imagen de la Virgen dice:

«Una vez más me estoy dando mi consuelo, a través de este sagrado bálsamo que baja desde el Templo de Dios»

La estatua de la Virgen, dada a Mario en junio de 2010 y colocada en la capilla del Jardín, sudó sangre y lágrimas el 5 y 6 de marzo de 2011, en presencia de testigos.

La familia D’Ignazio autorizó la recolección y el análisis de la sangre derramada por la estatua de la Virgen. Resultó ser sangre humana, con exclusión de cualquier manipulación, y como ella misma había revelado de antemano:

«Yo te he dado mi sangre de Madre Universal».

vidente y virgen que se aparece en brindisi fondo

LA POSICIÓN DE LA IGLESIA

El obispo local, por lo que podemos decir, no ha hecho ninguna declaración final, pero ha expresado su preocupación y precaución, sobre todo por el tono de algunos mensajes, el establecimiento de un santuario sin la sanción eclesiástica, y la propagación de las oraciones sin imprimatur.

Fuentes:

 

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, Argentina ( 8 de octubre)

Por 1902 vivía en Buenos Aires una joven que padecía una rara enfermedad y viendo que los más eminentes médicos de su propia familia y otros no la podían curar, hizo voto de organizar una peregrinación al templo de Nueva Pompeya, si por mediación de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, Dios le concedía la salud.
Apenas formulada la promesa se sintió mejor y luego se encontró completamente sana. Conocida la milagrosa cura y el voto hecho por ella, más de 5.000 personas acompañaron a la señorita Calviño en peregrinación al Santuario de Pompeya el 4 de julio de 1902…

El culto de la Virgen nace en Pompeya, Italia, en 1876, cuando el beato Bartolo Longo recibió el mensaje de una amigo muerto años atrás pidiéndole «Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan». El beato, ferviente devoto de María, comienza a difundir el culto de la Virgen del Rosario de Pompeya a partir de un cuadro que consiguió en un convento de Nápoles que hizo restaurar.

Por ese entonces (fines del siglo XIX) existía en la zona sur de Buenos Aires un barrio llamado «de los Corrales» o «Bañado de Flores».

El mismo se había constituido en un verdadero basural sólo habitado por gente de muy escasos recursos y no pocos mal vivientes.

Las damas vicentinas de la parroquia de San Cristóbal (a cuya jurisdicción pertenecía este barrio) comenzaron a llegar deseando extender su acción benéfica a los habitantes. Las mismas damas junto con Darío Broggi, un sacerdote italiano, establecieron en el barrio una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de Pompeya, la que se inauguró el día 15 de setiembre de 1895 con la aprobación del Vicario Capitular del Arzobispado de Buenos Aires y que resultó pequeña para dar cabida a los numerosos fieles que asistían a los oficios religiosos.

 

1902: EL PRIMER GRAN MILAGRO

Por ese entonces, vivía en Buenos Aires una joven de nombre María Luisa Calviño, la que padecía una rara enfermedad y viendo que los más eminentes médicos de su propia familia y otros no la podían curar, hizo voto de organizar una peregrinación al templo de Nueva Pompeya, si por mediación de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, Dios le concedía la salud.

Apenas formulada la promesa se sintió mejor y luego se encontró completamente sana. Conocida la milagrosa cura y el voto hecho por ella, más de 5.000 personas acompañaron a la señorita Calviño en peregrinación al Santuario de Pompeya el 4 de julio de 1902.

Desde aquel día la afluencia al templo de fieles llegados de todos los ámbitos de la ciudad y sus aledaños, fue en constante aumento y ello se reflejó muy pronto en la condición del barrio.

 

DE CAPILLA A TEMPLO

El día 14 de mayo de 1896 el Arzobispo de Buenos Aires bendecía la piedra fundamental del futuro templo en un terreno donado por las mismas damas vicentinas y que también tendría por titular principal a Nuestra Señora del Santísimo Rosario que se venera en el Valle de Pompeya (Italia) y por segundo patrono a San Antonio de Padua. Por ese motivo, el barrio se llamará en adelante NUEVA POMPEYA. El nuevo templo, de 47 metros de largo y quince de ancho fue solemnemente inaugurado el 29 de julio de 1900, oficiando misa el Nuncio Apostólico Monseñor Sabatucci.

Comenzaba también la construcción del convento y de un colegio gratuito para niños pobres, que fue inaugurado en marzo del año siguiente. A Broggi lo ayudaron los padres capuchinos italianos establecidos en Montevideo. Una vez que la obra estaba en manos del Padre General de la Orden Capuchina, los religiosos españoles de las provincias de Navarra, Cantabria y Aragón también fueron a ayudar. El sacrificio de todos ellos hizo posible terminar todas las obras, así como también atender las necesidades tanto espirituales como materiales del barrio y sus alrededores.

El 16 de marzo de 1906 Mons. Mariano Antonio Espinosa Arzobispo de Buenos Aires, erigió la parroquia de Nueva Pompeya, alegando como causales la creciente población del «barrio de Nueva Pompeya», a partir de entonces el templo fue objeto de varias ampliaciones hasta alcanzar la imponente estructura actual.

La imagen de la Santísima Virgen del Rosario de Pompeya, que se veneró en la primera capilla y luego en los primeros años del nuevo templo, fue un óleo donado por una familia italiana, copia del cuadro de Pompeya de Italia. Al instalarse el retablo del nuevo altar mayor en 1910. Después fue reemplazado por uno más grande, que aún se conserva en la sacristía del santuario. Finalmente en 1914, fue sustituido por el grandioso grupo escultórico de madera tallada, que fue bendecido por Mons. Espinosa en la inauguración del Camarín y se ha venerado desde entonces.

El 3 de mayo de 1914, se inauguró el hermoso camarín de la Virgen, sustituyéndose el cuadro por la imagen tallada, obra del escultor catalán Miguel Castellanas y el 20 de agosto de 1922, por disposición de S.S. Benedicto XV, fue coronada en solemne ceremonia por el Nuncio Apostólico V. De Torregrossa, ante la impresionante concurrencia de alrededor de cien mil personas. Aquella ceremonia se recuerda cada 20 de agosto con cultos especiales, siendo el más destacado la Consagración de los Niños a la Virgen.

 

LA IGLESIA DE LOS PADRES CAPUCHINOS

La iglesia es de estilo neo-gótico, tiene vitrales de la casa Zeller de Munich, un claustro para el descanso de los peregrinos que es una réplica de los claustros monacales del medioevo, y un púlpito de estilo lombardo con elementos moriscos y bizantinos. En el centro del patio hay una fuente que representa a la Virgen de Pompeya y a las ruinas homónimas.

El 14 de Mayo de 1896 se coloca la primer piedra bendecida para la construccion de una capilla, dirijida por el arquitecto y pintor Augusto Cesar Ferrari, fue hasta el 29 de junio de 1900 cuando fue inaugurada la iglesia en el año 1905 se convirete la iglesia en parroquia. Se destaca por sus sobrias líneas de arquitectura neogótica, y se presenta como una pieza armónica.

Posee una única torre de altura. Ventanales en ojiva con maravillosos vitrales de origen aleman en forma de arco ojival representan los quince misterios del Santo Rosario. Pequeñas torrecillas a los laterales con verja de artístico hierro forjado.

En la ambientacion de las naves se observan estatuas religiosas y pinturas al óleo. En las paredes se encuentran cuadros de hechos históricos y en el techo su realizacion es de madera en listones.

Al proyecto original de una nave se le agregó en la década del 20 otra lateral, debido a la gran cantidad de fieles. Ademas posee un reloj que se ubica en la parte superior el cual fue traido por el padre Agustín de Pamplona desde España en el año 1923. Fue en el año 1935 cuando las campanas comenzaron a sonar gracias a Enrique Borneman relojero experto que estudio pacientemente el mecanismo y las puso a funcionar.

Es la iglesia considerada más popular de Buenos Aires.

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10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Advocaciones de Nuestra Señora del Rosario que se festejan el 7 de octubre

La Virgen del Rosario es una devoción que se festeja el 7 de octubre mundialmente.
Estos son los links a las historias de algunas de las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario que se festejan coincidentemente con la fiesta central el 7 de octubre.

 

maria entrega a santo domingo el rosario

 

Nuestra Señora del Rosario de Cadiz, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Hellín, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de La Coruña, España ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Mendoza, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Pomata, Perú ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, Italia ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario de Talpa, Mexico ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario del Milagro de Córdoba, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario del Rayo, Mexico ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario Patrona de Rosario y Paraná, Argentina ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario, Guatemala ( 7 de octubre)

Nuestra Señora del Rosario, Perú ( 7 de octubre)

Reina del Santísimo Rosario de Agua Santa, Ecuador ( 7 de octubre y 13 de diciembre)

Virgen del Rosario de Yauca, Peru ( 7 de octubre)

Fuentes: Foros de la Virgen María

 

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Cap-de-la-Madeleine, Quebec, Canadá ( 7 de octubre)

Transcurría el año de 1879. El párroco de la pequeña iglesia de la Villa de Cap-de-la-Madeleine, en Quebec, Canadá, se encontraba delante de un serio problema: el invierno había sido demasiado suave… Los que ya experimentaron la intensidad del invierno en América del Norte, con sus vientos cortantes, fuertes nevadas y temperaturas de calar los huesos, evidentemente encontrarían extraño ver al párroco en oración, no para agradecer una estación tan benigna, como para implorar a la Santísima Virgen con fervor, frío, mucho frío…
Nuestra Señora, como verdadera madre, comprendió lo que él quería y lo atendió generosamente…

…VER VIDEOS…

Y ésta es nuestra historia, en la cual veneraremos la solicitud y el celo con los que María guía a sus hijos para la gloria de Cristo Nuestro Señor. Cuando el P. Desilets recibió, en 1864, la pequeña iglesia en esa provincia francófona, encontró una parroquia en crisis.

Por haber quedado mucho tiempo sin párroco, recibiendo apenas la visita de padres viajeros que administraban los sacramentos en numerosas iglesias de aquel vasto territorio, muchos fieles se tornaron indiferentes a la Fe católica. La capillita, a pesar de ser tan pequeña, era demasiado amplia para el reducido número de fieles que aún asistían a Misa.

En esa lamentable situación, el nuevo párroco se dirigió a la Santísima Virgen, bajo la invocación de Nuestra Señora del Rosario. Celosamente animaba a sus parroquianos a rezar el Rosario con piedad. Predicaba la belleza y eficacia de esta oración tan amada por María y consagró a ella la comunidad.

A los pocos, los resultados se hicieron sentir. La gracia fue operando prodigios en las almas, y el sacerdote, después de 15 años de haber llegado, se vio delante de un serio y agradable problema: debía construir una iglesia más grande.

De común acuerdo con sus parroquianos, decidió dar inicio al proyecto en el invierno, cuando el ancho río San Lorenzo, que pasaba cerca de la iglesia, se congela y su superficie se transforma en un firme camino de hielo, por donde pueden pasar caballos y trineos, cargando piedras y otros materiales necesarios para la construcción; proceso mucho más económico que el transporte por barco.

 

LLEGA NOVIEMBRE

El P. Desilets y sus parroquianos inician rogativas para que el hielo se forme rápidamente. Entretanto, un invierno inesperadamente suave en los meses de diciembre, enero y febrero fue postergando la realización del plan.

El párroco, redoblando su fervor, prometió a Nuestra Señora que, si ella obtuviese un puente de hielo, él no sólo construiría una nueva iglesia, sino que preservaría la anterior y la dedicaría a su honra, bajo el título de Nuestra Señora del Rosario. Llegó el mes de marzo y comenzaron las lluvias. Los parroquianos con sentido común y poca Fe, sugirieron al párroco que esperase hasta el invierno siguiente.

Pero el sacerdote continuó rezando, lleno de confianza en María, argumentando que, si no construyese la iglesia en aquel año, muchas misas no serían celebradas y, por tanto, muchos pecados tal vez no serían evitados. Ya se aproximaba la primavera, pero, curiosamente, o quizá milagrosamente, la temperatura comenzó a caer repentinamente.

La fiesta de San José, patrono y protector de Canadá, se aproximaba. El padre coadjutor anunció que habría una misa solemne el día 19 de marzo en honra del casto esposo de la Santísima Virgen, en la cual se pediría, por su intercesión, la formación del puente de hielo.

 

EL PUENTE DEL ROSARIO

Después de la misa, junto con algunos parroquianos, el sacerdote fue a examinar como estaba el río. Cual no fue la sorpresa de todos, cuando vieron que el fuerte viento del día anterior había traído grandes bloques de hielo, que se encajaron perfectamente de modo que formase un puente. Llenos de alegría, corrieron de vuelta para contar lo ocurrido al P. Desilets y a todo el pueblo.

Con redoblada energía, la comunidad entera se puso manos a la obra, aprovechando esa maravilla operada por Dios. El párroco, que había rezado innumerables rosarios por la obtención del milagro, infelizmente no pudo estar junto a sus parroquianos, debido a una súbita enfermedad. Pero escribió una carta animando a los fieles, que les fue leída por el padre coadjutor: “Vuestras oraciones perseverantes están siendo ahora atendidas. Contra toda expectativa, tenemos ahora un puente por el cual podemos pasar cargando las piedras para nuestra iglesia. Vean el poder de la oración…”

El trabajo comenzó en la propia fiesta de San José y continuó por algunos días. En una sola jornada pasaron 175 trineos llenos de piedras por el “Puente del Rosario” (como fue bautizado popularmente el puente de hielo).

Todos se dedicaban a la labor sin interrupción. ¡Era extraordinario, un verdadero milagro! ¡Algo verdaderamente imposible! – relató uno de los presentes, años después.

El párroco convocó a todas las mujeres y a todos los niños a rezar el Rosario, en cuanto el proyecto se transformaba en realidad, y él mismo era visto en muchas oportunidades, de rosario en mano, rezando delante de una imagen de la Virgen, dentro de la iglesia. Los hombres acostumbraban a rezar innumerables “Ave Marías” mientras trabajaban. Por fin, en el preciso momento en que se completó la cantidad de piedras necesarias para la construcción de la nueva iglesia, el puente se comenzó a deshacer. Entonces, la acción sobrenatural se tornó evidente.

 

EL ROSARIO Y LA MIRADA DE MARIA

En la fiesta del Santo Rosario del año siguiente, la nueva iglesia fue inaugurada y la vieja iglesita anterior empezó a ser conocida como capilla del Santo Rosario, convirtiéndose, rápidamente, en un lugar de peregrinación. A pesar de todo, el P. Desilets ansiaba una nueva señal del cielo, que confirmase que sus deseos estaban conformes a los de Nuestra Señora.

En el día de la dedicación oficial de la capilla en honra a María, el sacerdote estaba rezando delante de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, cuando algo extraordinario sucedió. El hecho, presenciado por varias personas, fue así descrito por uno de los testigos:

“La imagen de la Virgen, cuyos ojos están dirigidos hacia abajo, los levanta repentinamente y permanece largo tiempo con ellos totalmente abiertos. La mirada de la Virgen era firme y dirigida hacia delante. No podía ser una Ilusión, pues su rostro estaba enteramente iluminado, debido a los brillantes rayos de sol que entraban por las ventanas, los cuales, además, iluminaban todo el santuario. Los ojos bien formados eran negros y en perfecta armonía con los rasgos de su cara.”

¡Estaba concedida la señal!. Nuestra Señora mostraba de esta manera a sus hijos canadienses, y a los del mundo entero, que ella no sólo atiende los pedidos hechos por medio del rezo del Rosario, sino que también acompaña, con una atenta mirada materna, a aquellos que a ella recurren con confianza.

Cap-de-la-Madeleine se convirtió en el Santuario Nacional de Canadá, reavivando así la devoción a Nuestra Señora del Rosario, magnífica invocación de aquella que siempre será la medianera universal de todos los fieles católicos.

VIDEO

cap de la madeleine


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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Biografía de San Francisco de Asís ( 4 de octubre)

Nació en Asís (Italia), en el año 1182. Después de una juventud disipada en diversiones, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Fundó una Orden de frailes y su primera seguidora mujer, Santa Clara que funda las Clarisas, inspirada por El.

Ciertamente no existe ningún santo que sea tan popular como él, tanto entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. San Francisco de Asís cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical.

Llegó a ser conocido como el Pobre de Asís por su matrimonio con la pobreza, su amor por los pajarillos y toda la naturaleza. Todo ello refleja un alma en la que Dios lo era todo sin división, un alma que se nutría de las verdades de la fe católica y que se había entregado enteramente, no sólo a Cristo, sino a Cristo crucificado.

 

NACIMIENTO Y VIDA FAMILIAR DE UN CABALLERO

Francisco nació en Asís, ciudad de Umbría, en el año 1182. Su padre, Pedro Bernardone, era comerciante. El nombre de su madre era Pica y algunos autores afirman que pertenecía a una noble familia de la Provenza. Tanto el padre como la madre de Francisco eran personas acomodadas.
Pedro Bernardone comerciaba especialmente en Francia. Como se hallase en dicho país cuando nació su hijo, la gente le apodó «Francesco» (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre de Juan.

En su juventud, Francisco era muy dado a las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores. Disponía de dinero en abundancia y lo gastaba pródigamente, con ostentación. Ni los negocios de su padre, ni los estudios le interesaban mucho, sino el divertirse en cosas vanas que comúnmente se les llama «gozar de la vida». Sin embargo, no era de costumbres licenciosas y era muy generoso con los pobres que le pedían por amor de Dios.

 

HALLAZGO DE UN TESORO

Cuando Francisco tenía unos 20, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís, y en la guerra, el joven cayó prisionero de los peruginos. La prisión duró un año, y Francisco la soportó alegremente. Sin embargo, cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. La enfermedad, en la que el joven probó una vez más su paciencia, fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, determinó ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena, en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre. Esa noche vio en sueños un espléndido palacio con salas colmadas de armas, sobre las cuales se hallaba grabado el signo de la cruz y le pareció oír una voz que le decía que esas armas le pertenecían a él y a sus soldados.

Francisco partió a Apulia con el alma ligera y la seguridad de triunfar, pero nunca llegó al frente de batalla. En Espoleto, ciudad del camino de Asís a Roma, cayó nuevamente enfermo y, durante la enfermedad, oyó una voz celestial que le exhortaba a «servir al amo y no al siervo». El joven obedeció. Al principio volvió a su antigua vida, aunque tomándola menos a la ligera. La gente, al verle ensimismado, le decían que estaba enamorado. «Sí», replicaba Francisco, «voy a casarme con una joven más bella y más noble que todas las que conocéis». Poco a poco, con mucha oración, fue concibiendo el deseo de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio.

Aunque ignoraba lo que tenía que hacer para ello, una serie de claras inspiraciones sobrenaturales le hizo comprender que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Paseándose en cierta ocasión a caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, que le tendía la mano para recibir una limosna. Francisco comprendió que había llegado el momento de dar el paso al amor radical de Dios. A pesar de su repulsa natural a los leprosos, venció su voluntad, se le acercó y le dio un beso. Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a Francisco una calidad de entrega, un «sí» que distingue a los santos de los mediocres.

San Buenaventura nos dice que después de este evento, Francisco frecuentaba lugares apartados donde se lamentaba y lloraba por sus pecados. Desahogando su alma fue escuchado por el Señor. Un día, mientras oraba, se le apareció Jesús crucificado. La memoria de la pasión del Señor se grabó en su corazón de tal forma, que cada vez que pensaba en ello, no podía contener sus lágrimas y sollozos.

 

«FRANCISCO, REPARA MI IGLESIA, PUES YA VES QUE ESTÁ EN RUINAS»

A partir de entonces, comenzó a visitar y servir a los enfermos en los hospitales. Algunas veces regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba. Les servía devotamente, porque el profeta Isaías nos dice que Cristo crucificado fue despreciado y tratado como un leproso. De este modo desarrollaba su espíritu de pobreza, su profundo sentido de humildad y su gran compasión. En cierta ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, le pareció que el crucifijo le repetía tres veces: «Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas».

El santo, viendo que la iglesia se hallaba en muy mal estado, creyó que el Señor quería que la reparase; así pues, partió inmediatamente, tomó una buena cantidad de vestidos de la tienda de su padre y los vendió junto con su caballo. Enseguida llevó el dinero al pobre sacerdote que se encargaba de la iglesia de San Damián, y le pidió permiso de quedarse a vivir con él. El buen sacerdote consintió en que Francisco se quedase con él, pero se negó a aceptar el dinero. El joven lo depositó en el alféizar de la ventana. Pedro Bernardone, al enterarse de lo que había hecho su hijo, se dirigió indignado a San Damián. Pero Francisco había tenido buen cuidado de ocultarse.

 

RENUNCIA A LA HERENCIA DE SU PADRE

Al cabo de algunos días pasados en oración y ayuno, Francisco volvió a entrar en la población, pero estaba tan desfigurado y mal vestido, que la gente se burlaba de él como si fuese un loco. Pedro Bernardone, muy desconcertado por la conducta de su hijo, le condujo a su casa, le golpeó furiosamente (Francisco tenía entonces 25 años), le puso grillos en los pies y le encerró en una habitación.

La madre de Francisco se encargó de ponerle en libertad cuando su marido se hallaba ausente y el joven retornó a San Damián. Su padre fue de nuevo a buscarle ahí, le golpeó en la cabeza y le conminó a volver inmediatamente a su casa o a renunciar a su herencia y pagarle el precio de los vestidos que le había tomado. Francisco no tuvo dificultad alguna en renunciar a la herencia, pero dijo a su padre que el dinero de los vestidos pertenecía a Dios y a los pobres.

Su padre le obligó a comparecer ante el obispo Guido de Asís, quien exhortó al joven a devolver el dinero y a tener confianza en Dios: «Dios no desea que su Iglesia goce de bienes injustamente adquiridos». Francisco obedeció a la letra la orden del obispo y añadió: «Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos». Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: «Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: “Padre nuestro, que estás en los cielos”.’ Pedro Bernardone abandonó el palacio episcopal «temblando de indignación y profundamente lastimado».

El Obispo regaló a Francisco un viejo vestido de labrador, que pertenecía a uno de sus siervos. Francisco recibió la primera limosna de su vida con gran agradecimiento, trazó la señal de la cruz sobre el vestido con un trozo de tiza y se lo puso.

 

LLAMADO A LA RENUNCIA Y A LA NEGACIÓN

Enseguida, partió en busca de un sitio conveniente para establecerse. Iba cantando alegremente las alabanzas divinas por el camino real, cuando se topó con unos bandoleros que le preguntaron quién era. El respondió: «Soy el heraldo del Gran Rey». Los bandoleros le golpearon y le arrojaron en un foso cubierto de nieve. Francisco prosiguió su camino cantando las divinas alabanzas. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuese un mendigo. Cuando llegó a Gubbio, una persona que le conocía le llevó a su casa y le regaló una túnica, un cinturón y unas sandalias de peregrino. Francisco los usó dos años, al cabo de los cuales volvió a San Damián.

Para reparar la iglesia, fue a pedir limosna en Asís, donde todos le habían conocido rico y, naturalmente, hubo de soportar las burlas y el desprecio de más de un mal intencionado. El mismo se encargó de transportar las piedras que hacían falta para reparar la iglesia y ayudó en el trabajo a los albañiles. Una vez terminadas las reparaciones en la iglesia de San Damián, Francisco emprendió un trabajo semejante en la antigua iglesia de San Pedro. Después, se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, que pertenecía a la abadía benedictina de Monte Subasio. Probablemente el nombre de la capillita aludía al hecho de que estaba construida en una reducida parcela de tierra.

La Porciúncula se hallaba en una llanura, a unos cuatro kilómetros de Asís y, en aquella época, estaba abandonada y casi en ruinas. La tranquilidad del sitio agradó a Francisco tanto como el título de Nuestra Señora de los Ángeles, en cuyo honor había sido erigida la capilla.

Francisco la reparó y fijó en ella su residencia. Ahí le mostró finalmente el cielo lo que esperaba de él, el día de la fiesta de San Matías del año 1209.
En aquella época, el evangelio de la misa de la fiesta decía: «Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado… Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente… No poseáis oro … ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo …He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos…» (Mat.10 , 7-19). Estas palabras penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes. Cuando se topaba con alguien en el camino, le saludaba con estas palabras: «La paz del Señor sea contigo».

DONES EXTRAORDINARIOS

Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros. Cuando pedía limosna para reparar la iglesia de San Damián, acostumbraba decir: «Ayudadme a terminar esta iglesia. Un día habrá ahí un convento de religiosas en cuyo buen nombre se glorificarán el Señor y la universal Iglesia». La profecía se verificó cinco años más tarde en Santa Clara y sus religiosas. Un habitante de Espoleto sufría de un cáncer que le había desfigurado horriblemente el rostro. En cierta ocasión, al cruzarse con San Francisco, el hombre intentó arrojarse a sus pies, pero el santo se lo impidió y le besó en el rostro. El enfermo quedó instantáneamente curado. San Buenaventura comentaba a este propósito: «No sé si hay que admirar más el beso o el milagro».

NUEVA ORDEN RELIGIOSA Y VISITA AL PAPA

Francisco tuvo pronto numerosos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. El primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís. Al principio Bernardo veía con curiosidad la evolución de Francisco y con frecuencia le invitaba a su casa, donde le tenía siempre preparado un lecho próximo al suyo. Bernardo se fingía dormido para observar cómo el siervo de Dios se levantaba calladamente y pasaba largo tiempo en oración, repitiendo estas palabras: «Deus meus et omnia» (Mi Dios y mi todo). Al fin, comprendió que Francisco era «verdaderamente un hombre de Dios» y enseguida le suplicó que le admitiese corno discípulo.

Desde entonces, juntos asistían a misa y estudiaban la Sagrada Escritura para conocer la voluntad de Dios. Como las indicaciones de la Biblia concordaban con sus propósitos, Bernardo vendió cuanto tenía y repartió el producto entre los pobres.

Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís, pidió también a Francisco que le admitiese como discípulo y el santo les «concedió el hábito» a los dos juntos, el 16 de abril de 1209. El tercer compañero de San Francisco fue el hermano Gil, famoso por su gran sencillez y sabiduría espiritual.

En 1210, cuando el grupo contaba ya con 12 miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.

En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un Cardenal dijo: «No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el Evangelio». Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Inocencio III se mostró adverso al principio. Por otra parte, muchos cardenales opinaban que las órdenes religiosas ya existentes necesitaban de reforma, no de multiplicación y que la nueva manera de concebir la pobreza era impracticable.

El cardenal Juan Colonna alegó en favor de Francisco que su regla expresaba los mismos consejos con que el Evangelio exhortaba a la perfección. Más tarde, el Papa relató a su sobrino, quien a su vez lo comunicó a San Buenaventura, que había visto en sueños una palmera que crecía rápidamente y después, había visto a Francisco sosteniendo con su cuerpo la basílica de Letrán que estaba a punto de derrumbarse. Cinco años después, el mismo Pontífice tendría un sueño semejante a propósito de Santo Domingo. Inocencio III mandó, pues, llamar a Francisco y aprobó verbalmente su regla; enseguida le impuso la tonsura, así como a sus compañeros y les dio por misión predicar la penitencia.

LA PORCIÚNCULA

San Francisco y sus compañeros se trasladaron provisionalmente a una cabaña de Rivo Torto, en las afueras de Asís, de donde salían a predicar por toda la región. Poco después, tuvieron dificultades con un campesino que reclamaba la cabaña para emplearla como establo de su asno. Francisco respondió: «Dios no nos ha llamado a preparar establos para los asnos», y acto seguido abandonó el lugar y partió a ver al abad de Monte Subasio. En 1212, el abad regaló a Francisco la capilla de la Porciúncula, a condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. El santo se negó a aceptar la propiedad de la capillita y sólo la admitió prestada. En prueba de que la Porciúncula continuaba como propiedad de los benedictinos, Francisco les enviaba cada año, a manera de recompensa por el préstamo, una cesta de pescados cogidos en el riachuelo vecino.

Por su parte, los benedictinos correspondían enviándole un tonel de aceite. Tal costumbre existe todavía entre los franciscanos de Santa María de los Ángeles y los benedictinos de San Pedro de Asís.
Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos. Acostumbraba llamar a su cuerpo «el hermano asno», porque lo consideraba como hecho para transportar carga, para recibir golpes y para comer poco y mal. Cuando veía ocioso a algún fraile, le llamaba «hermano mosca», porque en vez de cooperar con los demás echaba a perder el trabajo de los otros y les resultaba molesto.

Poco antes de morir, considerando que el hombre está obligado a tratar con caridad a su cuerpo, Francisco pidió perdón al suyo por haberlo tratado tal vez con demasiado rigor. El santo se había opuesto siempre a las austeridades indiscretas y exageradas. En cierta ocasión, viendo que un fraile había perdido el sueño a causa del excesivo ayuno, Francisco le llevó alimento y comió con él para que se sintiese menos mortificado.

SOMETE LA CARNE A LAS ESPINAS; DIOS LE OTORGA SABIDURÍA

Al principio de su conversión, viéndose atacado por violentas tentaciones de impureza, solía revolcarse desnudo sobre la nieve. Cierta vez en que la tentación fue todavía más violenta que de ordinario, el santo se disciplinó furiosamente; como ello no bastase para alejarla, acabó por revolcarse sobre las zarzas y los abrojos.
Su humildad no consistía simplemente en un desprecio sentimental de sí mismo, sino en la convicción de que «ante los ojos de Dios el hombre vale por lo que es y no más». Considerándose indigno del sacerdocio, Francisco sólo llegó a recibir el diaconado. Detestaba de todo corazón las singularidades. Así cuando le contaron que uno de los frailes era tan amante del silencio que sólo se confesaba por señas, respondió disgustado: «Eso no procede del espíritu de Dios sino del demonio; es una tentación y no un acto de virtud.» Dios iluminaba la inteligencia de su siervo con una luz de sabiduría que no se encuentra en los libros. Cuando cierto fraile le pidió permiso para estudiar, Francisco le contestó que si repetía con devoción el «Gloria Patri», llegaría a ser sabio a los ojos de Dios y él mismo era el mejor ejemplo de la sabiduría adquirida en esa forma.

Sobre la pobreza de espíritu, Francisco decía: «Hay muchos que tienen por costumbre multiplicar plegarias y prácticas devotas, afligiendo sus cuerpos con numerosos ayunos y abstinencias; pero con una sola palabrita que les suena injuriosa a su persona o por cualquier cosa que se les quita, enseguida se ofenden e irritan. Estos no son pobres de espíritu, porque el que es verdaderamente pobre de espíritu, se aborrece a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla».

LA NATURALEZA

Sus contemporáneos hablan con frecuencia del cariño de Francisco por los animales y del poder que tenía sobre ellos. Por ejemplo, es famosa la reprensión que dirigió a las golondrinas cuando iba a predicar en Alviano: «Hermanas golondrinas: ahora me toca hablar a mí; vosotras ya habéis parloteado bastante». Famosas también son las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Creador, del conejillo que no quería separarse de él en el Lago Trasimeno y del lobo de Gubbio amansado por el santo. Algunos autores consideran tales anécdotas como simples alegorías, en tanto que otros les atribuyen valor histórico.

AVENTURA DE AMOR CON DIOS

Los primeros años de la orden en Santa María de los Ángeles fueron un período de entrenamiento en la pobreza y la caridad fraternas. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta; pero el fundador les había prohibido que aceptasen dinero. Estaban siempre prontos a servir a todo el mundo, particularmente a los leprosos y menesterosos.

San Francisco insistía en que llamasen a los leprosos «mis hermanos cristianos» y los enfermos no dejaban de apreciar esta profunda delicadeza. Les decía a los frailes: ¨Todos los hermanos procuren ejercitarse en buenas obras, porque está escrito: ‘Haz siempre algo bueno para que el diablo te encuentre ocupado’. Y también, ‘La ociosidad es enemiga del alma’. Por eso los siervos de Dios deben dedicarse continuamente a la oración o a alguna buena actividad.¨

El número de los compañeros del santo continuaba en aumento, entre ellos se contaba el famoso «juglar de Dios», fray Junípero; a causa de la sencillez del hermanito Francisco solía repetir: «Quisiera tener todo un bosque de tales juníperos». En cierta ocasión en que el pueblo de Roma se había reunido para recibir a fray Junípero, sus compañeros le hallaron jugando apaciblemente con los niños fuera de las murallas de la ciudad. Santa Clara acostumbraba llamarle «el juguete de Dios».

SANTA CLARA

Clara había partido de Asís para seguir a Francisco, en la primavera de 1212, después de oírle predicar. El santo consiguió establecer a Clara y sus compañeras en San Damián, y la comunidad de religiosas llegó pronto a ser, para los franciscanos, lo que las monjas de Prouille habían de ser para los dominicos: una muralla de fuerza femenina, un vergel escondido de oración que hacía fecundo el trabajo de los frailes.

EVANGELIZA A LOS MAHOMETANOS

En el otoño de ese año, Francisco, no contento con todo lo que había sufrido y trabajado por las almas en Italia, resolvió ir a evangelizar a los mahometanos. Así pues, se embarcó en Ancona con un compañero rumbo a Siria; pero una tempestad hizo naufragar la nave en la costa de Dalmacia. Como los frailes no tenían dinero para proseguir el viaje, se vieron obligados a esconderse furtivamente en un navío para volver a Ancona. Después de predicar un año en el centro de Italia (el señor de Chiusi puso entonces a la disposición de los frailes un sitio de retiro en Monte Alvernia, en los Apeninos de Toscana), San Francisco decidió partir nuevamente a predicar a los mahometanos en Marruecos. Pero Dios tenía dispuesto que no llegase nunca a su destino: el santo cayó enfermo en España y, después, tuvo que retornar a Italia. Ahí se consagró apasionadamente a predicar el Evangelio a los cristianos.

LA HUMILDAD Y OBEDIENCIA

San Francisco dio a su orden el nombre de «Frailes Menores» por humildad, pues quería que sus hermanos fuesen los siervos de todos y buscasen siempre los sitios más humildes. Con frecuencia exhortaba a sus compañeros al trabajo manual y, si bien les permitía pedir limosna, les tenía prohibido que aceptasen dinero. Pedir limosna no constituía para él una vergüenza, ya que era una manera de imitar la pobreza de Cristo. Sobre la excelsa virtud de la humildad, decía: «Bienaventurado el siervo a quien lo encuentran en medio de sus inferiores con la misma humildad que si estuviera en medio de sus superiores. Bienaventurado el siervo que siempre permanece bajo la vara de la corrección. Es siervo fiel y prudente el que, por cada culpa que comete, se apresura a expiarlas: interiormente, por la contrición y exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra». El santo no permitía que sus hermanos predicasen en una diócesis sin permiso expreso del Obispo. Entre otras cosas, dispuso que «si alguno de los frailes se apartaba de la fe católica en obras o palabras y no se corregía, debería ser expulsado de la hermandad». Todas las ciudades querían tener el privilegio de albergar a los nuevos frailes, y las comunidades se multiplicaron en Umbría, Toscana, Lombardia y Ancona.

CRECE LA ORDEN

Se cuenta que en 1216, Francisco solicitó del Papa Honorio III la indulgencia de la Porciúncula o «perdón de Asís». El año siguiente, conoció en Roma a Santo Domingo, quien había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia en la época en que Francisco era «un gentilhombre de Asís». San Francisco tenía también la intención de ir a predicar en Francia. Pero, como el cardenal Ugolino (quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio IX) le disuadiese de ello, envió en su lugar a los hermanos Pacífico y Agnelo. Este último había de introducir más tarde la Orden de los frailes menores en Inglaterra. El sabio y bondadoso cardenal Ugolino ejerció una gran influencia en el desarrollo de la Orden. Los compañeros de San Francisco eran ya tan numerosos, que se imponía forzosamente cierta forma de organización sistemática y de disciplina común. Así pues, se procedió a dividir a la Orden en provincias, al frente de cada una de las cuales se puso a un ministro, «encargado del bien espiritual de los hermanos; si alguno de ellos llegaba a perderse por el mal ejemplo del ministro, éste tendría que responder de él ante Jesucristo». Los frailes habían cruzado ya los Alpes y tenían misiones en España, Alemania y Hungría.

El primer capítulo general se reunió, en la Porciúncula, en Pentecostés del año de 1217. En 1219, tuvo lugar el capítulo «de las esteras», así llamado por las cabañas que debieron construirse precipitadamente con esteras para albergar a los delegados. Se cuenta que se reunieron entonces cinco mil frailes. Nada tiene de extraño que en una comunidad tan numerosa, el espíritu del fundador se hubiese diluido un tanto. Los delegados encontraban que San Francisco se entregaba excesivamente a la aventura y exigían un espíritu más práctico. Es que así les parecía lo que en realidad era una gran confianza en Dios.

El santo se indignó profundamente y replicó: «Hermanos míos, el Señor me llamó por el camino de la sencillez y la humildad y por ese camino persiste en conducirme, no sólo a mí sino a todos los que estén dispuestos a seguirme… El Señor me dijo que deberíamos ser pobres y locos en este mundo y que ése y no otro sería el camino por el que nos llevaría. Quiera Dios confundir vuestra sabiduría y vuestra ciencia y haceros volver a vuestra primitiva vocación, aunque sea contra vuestra voluntad y aunque la encontréis tan defectuosa».
Francisco les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el Santo Evangelio.

EL MAYOR PRIVILEGIO: NO GOZAR DE PRIVILEGIO ALGUNO

Recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: ‘El Amor no es amado». La gente le escuchaba con especial cariño y se admiraba de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su Verdad. Sus palabras eran reflejo de su vida en imitación a Jesús, decía:
«El que ama verdaderamente a su enemigo no se apena de las injurias que éste le provoca, sino que sufre por amor de Dios a causa del pecado que arrastra el alma que lo ofendió. Y le manifiesta su amor con obras».

A quienes le propusieron que pidiese al Papa permiso para que los frailes pudiesen predicar en todas partes sin autorización del obispo, Francisco repuso: «Cuando los obispos vean que vivís santamente y que no tenéis intenciones de atentar contra su autoridad, serán los primeros en rogaros que trabajéis por el bien de las almas que les han sido confiadas. Considerad como el mayor de los privilegios el no gozar de privilegio alguno…» Al terminar el capítulo, San Francisco envió a algunos frailes a la primera misión entre los infieles de Túnez y Marruecos, y se reservó para sí la misión entre los sarracenos de Egipto y Siria. En 1215, durante el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio III había predicado una nueva cruzada, pero tal cruzada se había reducido simplemente a reforzar el Reino Latino de oriente. Francisco quería blandir la espada de Dios.

San Francisco se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya, los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa.

MISIONERO ANTE EL SULTÁN

En junio de 1219, se embarcó en Ancona con 12 frailes. La nave los condujo a Damieta, en la desembocadura del Nilo. Los cruzados habían puesto sitio a la ciudad, y Francisco sufrió mucho al ver el egoísmo y las costumbres disolutas de los soldados de la cruz. Consumido por el celo de la salvación de los sarracenos, decidió pasar al campo del enemigo, por más que los cruzados le dijeron que la cabeza de los cristianos estaba puesta a precio. Habiendo conseguido la autorización del delegado pontificio, Francisco y el hermano Iluminado se aproximaron al campo enemigo, gritando: «¡Sultán, Sultán!». Cuando los condujeron a la presencia de Malek-al-Kamil, Francisco declaró osadamente: «No son los hombres quienes me han enviado, sino Dios todopoderoso.

Vengo a mostrarles, a ti y a tu pueblo, el camino de la salvación; vengo a anunciarles las verdades del Evangelio». El Sultán quedó impresionado y rogó a Francisco que permaneciese con él. El santo replicó: «Si tú y tu pueblo estáis dispuestos a oír la palabra de Dios, con gusto me quedaré con vosotros. Y si todavía vaciláis entre Cristo y Mahoma, manda encender una hoguera; yo entraré en ella con vuestros sacerdotes y así veréis cuál es la verdadera fe». El Sultán contestó que probablemente ninguno de los sacerdotes querría meterse en la hoguera y que no podía someterlos a esa prueba para no soliviantar al pueblo.

Cuentan que el Sultán llegó a decir: «Si todos los cristianos fueran como él, entonces valdría la pena ser cristiano». Pero el Sultán, Malek-al-Kamil, mandó a Francisco que volviese al campo de los cristianos. Desalentado al ver el reducido éxito de su predicación entre los sarracenos y entre los cristianos, el Santo pasó a visitar los Santos Lugares. Ahí recibió una carta en la que sus hermanos le pedían urgentemente que retornase a Italia.

LA CRISIS DEL ACOMODAMIENTO LLEVA A CLARIFICAR LA REGLA

Durante la ausencia de Francisco, sus dos vicarios, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían introducido ciertas innovaciones que tendían a uniformar a los frailes menores con las otras órdenes religiosas y a encuadrar el espíritu franciscano en el rígido esquema de la observancia monástica y de las reglas ascéticas. Las religiosas de San Damián tenían ya una constitución propia, redactada por el cardenal Ugolino sobre la base de la regla de San Benito. Al llegar a Bolonia, Francisco tuvo la desagradable sorpresa de encontrar a sus hermanos hospedados en un espléndido convento. El Santo se negó a poner los pies en él y vivió con los frailes predicadores. Enseguida mandó llamar al guardián del convento franciscano, le reprendió severamente y le ordenó que los frailes abandonasen la casa.

Tales acontecimientos tenían a los ojos del Santo las proporciones de una verdadera traición: se trataba de una crisis de la que tendría que salir la Orden sublimada o destruida. San Francisco se trasladó a Roma donde consiguió que Honorio III nombrase al cardenal Ugolino protector y consejero de los franciscanos, ya que el purpurado había depositado una fe ciega en el fundador y poseía una gran experiencia en los asuntos de la Iglesia. Al mismo tiempo, Francisco se entregó ardientemente a la tarea de revisar la regla, para lo que convocó a un nuevo capítulo general que se reunió en la Porciúncula en 1221. El Santo presentó a los delegados la regla revisada. Lo que se refería a la pobreza, la humildad y la libertad evangélica, características de la Orden, quedaba intacto. Ello constituía una especie de reto del fundador a los disidentes y legalistas que, por debajo del agua, tramaban una verdadera revolución del espíritu franciscano. El jefe de la oposición era el hermano Elías de Cortona. El fundador había renunciado a la dirección de la Orden, de suerte que su vicario, fray Elías, era prácticamente el ministro general. Sin embargo, no se atrevió a oponerse al fundador, a quien respetaba sinceramente. En realidad, la Orden era ya demasiado grande, como lo dijo el propio San Francisco: «Si hubiese menos frailes menores, el mundo los vería menos y desearía que fuesen más.»

Al cabo de dos años, durante los cuales hubo de luchar contra la corriente cada vez más fuerte que tendía a desarrollar la orden en una dirección que él no había previsto y que le parecía comprometer el espíritu franciscano, el Santo emprendió una nueva revisión de la regla. Después la comunicó al hermano Elías para que éste la pasase a los ministros, pero el documento se extravió y el Santo hubo de dictar nuevamente la revisión al hermano León, en medio del clamor de los frailes que afirmaban que la prohibición de poseer bienes en común era impracticable.

La regla, tal como fue aprobada por Honorio III en 1223, representaba sustancialmente el espíritu y el modo de vida por el que había luchado San Francisco desde el momento en que se despojó de sus ricos vestidos ante el obispo de Asís.

LA TERCERA ORDEN

Unos dos años antes, San Francisco y el cardenal Ugolino habían redactado una regla para la cofradía de laicos que se habían asociado a los frailes menores y que correspondía a lo que actualmente llamamos Tercera Orden, fincada en el espíritu de la «Carta a todos los cristianos», que Francisco había escrito en los primeros años de su conversión. La cofradía, formada por laicos entregados a la penitencia, que llevaban una vida muy diferente de la que se acostumbraba entonces, llegó a ser una gran fuerza religiosa en la Edad Media. En el derecho canónico actual, los terciarios de las diversas órdenes gozan todavía de un estatuto específicamente diferente del de los miembros de las cofradías y congregaciones marianas.

LA REPRESENTACIÓN DEL NACIMIENTO DE JESÚS

San Francisco pasó la Navidad de 1223 en Grecehio, en el valle de Rieti. Con tal ocasión, había dicho a su amigo, Juan da Vellita: «Quisiera hacer una especie de representación viviente del nacimiento de Jesús en Belén, para presenciar, por decirlo así, con los ojos del cuerpo la humildad de la Encarnación y verle recostado en el pesebre entre el buey y el asno». En efecto, el Santo construyó entonces en la ermita una especie de cueva y los campesinos de los alrededores asistieron a la misa de medianoche, en la que Francisco actuó como diácono y predicó sobre el misterio de la Natividad.
Se le atribuye haber comenzado en aquella ocasión la tradición del «belén» o «nacimiento». Nos dice Tomás Celano en su biografía del Santo: «La Encarnación era un componente clave en la espiritualidad de Francisco. Quería celebrar la Encarnación en forma especial. Quería hacer algo que ayudase a la gente a recordar al Cristo Niño y cómo nació en Belén».

San Francisco permaneció varios meses en el retiro de Grecehio, consagrado a la oración, pero ocultó celosamente a los ojos de los hombres las gracias especialísimas que Dios le comunicó en la contemplación. El hermano León, que era su secretario y confesor, afirmó que le había visto varias veces durante la oración elevarse tan alto sobre el suelo, que apenas podía alcanzarle los pies y, en ciertas ocasiones, ni siquiera eso.

LOS ESTIGMAS

Alrededor de la fiesta de la Asunción de 1224, el Santo se retiró a Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. Llevó consigo al hermano León, pero prohibió que fuese alguien a visitarle hasta después de la fiesta de San Miguel. Ahí fue donde tuvo lugar, alrededor del día de la Santa Cruz de 1224, el milagro de los estigmas, del que hablamos el 17 de septiembre. Francisco trató de ocultar a los ojos de los hombres las señales de la Pasión del Señor que tenía impresas en el cuerpo; por ello, a partir de entonces llevaba siempre las manos dentro de las mangas del hábito y usaba medias y zapatos.

Sin embargo, deseando el consejo de sus hermanos, comunicó lo sucedido al hermano Iluminado y a algunos otros, pero añadió que le habían sido reveladas ciertas cosas que jamás descubriría a hombre alguno sobre la tierra.

En cierta ocasión en que se hallaba enfermo, alguien propuso que se le leyese un libro para distraerle. El Santo respondió: «Nada me consuela tanto como la contemplación de la vida y Pasión del Señor. Aunque hubiese de vivir hasta el fin del mundo, con ese solo libro me bastaría». Francisco se había enamorado de la santa pobreza, mientras contemplaba a Cristo crucificado y meditaba en la nueva crucifixión que sufría en la persona de los pobres.

El santo no despreciaba la ciencia, pero no la deseaba para sus discípulos. Los estudios sólo tenían razón de ser como medios para un fin y sólo podían aprovechar a los frailes menores, si no les impedían consagrar a la oración un tiempo todavía más largo y si les enseñaban más bien, a predicarse a sí mismos que a hablar a otros. Francisco aborrecía los estudios que alimentaban más la vanidad que la piedad, porque entibiaban la caridad y secaban el corazón. Sobre todo, temía que la señora Ciencia se convirtiese en rival de la dama Pobreza. Viendo con cuánta ansiedad acudían a las escuelas y buscaban los libros sus hermanos, Francisco exclamó en cierta ocasión: «Impulsados por el mal espíritu, mis pobres hermanos acabarán por abandonar el camino de la sencillez y de la pobreza».

En sus escritos, esto es lo que el Santo nos dejó dicho sobre la vigilancia del corazón: “Cuidémonos mucho de la malicia y astucia de Satanás, el cual quiere que el hombre no tenga su mente y su corazón dirigidos a Dios. Y anda dando vueltas buscando adueñarse del corazón del hombre y, bajo la apariencia de alguna recompensa o ayuda, ahogar en su memoria la palabra y los preceptos del Señor, e intenta cegar el corazón del hombre mediante las actividades y preocupaciones mundanas, y fijar allí su morada”.

Antes de salir de Monte Alvernia, el Santo compuso el «Himno de alabanza al Altísimo». Poco después de la fiesta de San Miguel bajó finalmente al valle, marcado por los estigmas de la Pasión y curó a los enfermos que le salieron al paso.

LA HERMANA MUERTE

Las calientísimas arenas del desierto de Egipto afectaron la vista de Francisco hasta el punto de estar casi completamente ciego. Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos que parecía que la copa se había llenado y rebalsado. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraida en Egipto. En los más terribles dolores, Francisco ofrecía a Dios todo como penitencia, pues se consideraba gran pecador y para la salvación de las almas. Era durante su enfermedad y dolor donde sentía la mayor necesidad de cantar.

Su salud iba empeorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaban, y casi había perdido la vista. En el verano de 1225 estuvo tan enfermo, que el cardenal Ugolino y el hermano Elías le obligaron a ponerse en manos del médico del Papa en Rieti. El Santo obedeció con sencillez. De camino a Rieti fue a visitar a Santa Clara en el convento de San Damián. Ahí, en medio de los más agudos sufrimientos físicos, escribió el «Cántico del hermano Sol» y lo adaptó a una tonada popular para que sus hermanos pudiesen cantarlo.

Después se trasladó a Monte Rainerio, donde se sometió al tratamiento brutal que el médico le había prescrito, pero la mejoría que ello le produjo fue sólo momentánea. Sus hermanos le llevaron entonces a Siena a consultar a otros médicos, pero para entonces el Santo estaba moribundo. En el testamento que dictó para sus frailes, les recomendaba la caridad fraterna, los exhortaba a amar y observar la santa pobreza, y a amar y honrar a la Iglesia. Poco antes de su muerte, dictó un nuevo testamento para recomendar a sus hermanos que observasen fielmente la regla y trabajasen manualmente, no por el deseo de lucro, sino para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. «Si no nos pagan nuestro trabajo, acudamos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta».

Cuando Francisco volvió a Asís, el Obispo le hospedó en su propia casa. Francisco rogó a los médicos que le dijesen la verdad, y éstos confesaron que sólo le quedaban unas cuantas semanas de vida. «¡Bienvenida, hermana Muerte!», exclamó el Santo y acto seguido, pidió que le trasportasen a la Porciúncula. Por el camino, cuando la comitiva se hallaba en la cumbre de una colina, desde la que se dominaba el panorama de Asís, pidió a los que portaban la camilla que se detuviesen un momento y entonces volvió sus ojos ciegos en dirección a la ciudad e imploró las bendiciones de Dios para ella y sus habitantes.

Después mandó a los camilleros que se apresurasen a llevarle a la Porciúncula. Cuando sintió que la muerte se aproximaba, Francisco envió a un mensajero a Roma para llamar a la noble dama Giacoma di Settesoli, que había sido su protectora, para rogarle que trajese consigo algunos cirios y un sayal para amortajarle, así como una porción de un pastel que le gustaba mucho.

Felizmente, la dama llegó a la Porciúncula antes de que el mensajero partiese. Francisco exclamó: «¡Bendito sea Dios que nos ha enviado a nuestra hermana Giacoma! La regla que prohibe la entrada a las mujeres no afecta a nuestra hermana Giacoma. Decidle que entre».

El Santo envió un último mensaje a Santa Clara y a sus religiosas, y pidió a sus hermanos que entonasen los versos del «Cántico del Sol» en los que alaba a la muerte. Enseguida rogó que le trajesen un pan y lo repartió entre los presentes en señal de paz y de amor fraternal diciendo: «Yo he hecho cuanto estaba de mi parte, que Cristo os enseñe a hacer lo que está de la vuestra”. Sus hermanos le tendieron por tierra y le cubrieron con un viejo hábito. Francisco exhortó a sus hermanos al amor de Dios, de la pobreza y del Evangelio, «por encima de todas las reglas», y bendijo a todos sus discípulos, tanto a los presentes como a los ausentes.

Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d’lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.

El cadáver desapareció de la vista de los hombres durante seis siglos, hasta que en 1818, tras 52 días de búsqueda, fue descubierto bajo el altar mayor, a varios metros de profundidad. El Santo no tenía más que 44 o 45 años al morir. No podemos relatar aquí ni siquiera en resumen, la azarosa y brillante historia de la Orden que fundó. Digamos simplemente que sus tres ramas: la de los frailes menores, la de los frailes menores capuchinos y la de los frailes menores conventuales forman el instituto religioso más numeroso que existe actualmente en la Iglesia. Y, según la opinión del historiador David Knowles, al fundar ese instituto, San Francisco «contribuyó más que nadie a salvar a la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media».

¡San Francisco de Asís: pídele a Jesús que lo amemos tan intensamente como lo lograste amar tú!

Fuente: corazones.org

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

San Francisco de Asís y su Mariología

San Francisco tuvo tal devoción hacia la Santísima Virgen, al punto que encomendó su orden a ella.

San Francisco de Asís fue el heraldo, el pregonero de la Virgen, su caballero amante, de la que predicó mucho y escribió poco, pero, quizás, en ese poco dijo todo lo que se puede decir y predicar de la Virgen María.

Francisco contempla con estupor a María, porque ha realizado lo que él mismo desea apasionadamente: llevar siempre consigo a Jesús, convertirse en su digna morada, adorar con reconocimiento el misterio del Verbo que se hace hombre, engendrarlo en la propia vida y ofrecerlo a los hermanos….

 

EL AFECTO Y LA DEVOCIÓN POR MARÍA EN SAN FRANCISCO

La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, el cual «rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasa el final» (2Cel., 198).

La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su comportamiento, «lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: ‘Realmente, este hombre es un hombre de Dios» (2Cel., 24).

Su amor especial por la Madre del Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula, «una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua, pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vió tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo» (L.Mayor, II,8).

Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba «más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen» (Ibid.), «porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen» (L.Mayor, III,5).

El autor de la vida de S. Clara añade: «Este es aquel lugar famoso donde dió comienzo el nuevo ejército de los pobres, guiado por Francisco, de modo que apareció claramente que fue la Madre de la Misericordia la que dió a luz en su morada a una y otra Orden» (L. S.Clara, 8).

San Buenaventura resalta la confianza filial de Francisco para con la Virgen: «Después de Cristo, ponía en ella su confianza, y por eso la hizo abogada suya y de los suyos» (L.Mayor, IX,3).

Una característica de María que llena de gozo a Francisco y lo hace especialmente devoto de ella es su maternal misericordia; es ella, «la Madre de la misericordia», la que obtiene para Francisco la gracia de su vocación; a ella, «Reina de misericordia», invita el Santo a dirigirle oraciones en las dificultades (cf. 3Cel. 106).

Pero, sobre todo, la misericordia de María se manifiesta con ocasión de la concesión del «Perdón de Asís», episodio que marca el triunfo de la misericordia de Dios y de la atenta intercesión de la Madre.

También en las oraciones de Francisco encontramos importantes referencias a María; en particular se hace cantor enamorado de la Virgen componiendo dos plegarias dedicadas a la que le ha llenado el corazón de infinita dulzura. La primera es una Antífona mariana que exalta a María por la especialísima relación con la Trinidad e invoca su intercesión:
«Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, con san Miguel arcángel y con todas las virtudes del cielo y con todos los santos, ante su santísimo Hijo amado, Señor y Maestro».

La antífona tiene raíces bíblicas, patrísticas y litúrgicas, pero también refleja las características originales de la personalidad del Santo.

 

LO DE FRANCISCO TRANSCIENDE EL SENTIMENTALISMO

Es devoción auténtica, y es amor filial motivado por lo que es nuclear en la Virgen María: su maternidad. Esta es la motivación que explica todo lo que Francisco siente, vive y nos transmite cuando habla y cuando escribe. Dice su biógrafo Celano que «le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, y le ofrecía afectos tantos y tales como no puede expresar lengua humana. ¡Ea, abogada de los pobres!, cumple con nosotros tu misión de tutora hasta el día señalado por el Padre» (2 Cel 198).

Francisco veía en María, por su condición de madre, la prolongación de la misericordia, del amor y de la omnipotencia de Jesús, su hijo y redentor nuestro. Ambos, como diría la teología posterior, fueron predestinados en un mismo decreto por el Padre para consumar la misma obra: la redención del género humano. Madre e Hijo constituyen un tándem indesglosable.

Dos fiestas eran para San Francisco objeto de particular fervor y regocijo, y para las que se preparaba con un retiro de cuarenta días de oración y ayuno: Navidad y la Asunción.

La Navidad, nos dice Celano, «la llamaba la fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana» (2 Cel 199). Cuando meditaba este misterio, dicen las fuentes franciscanas que lloraba de ternura y agradecimiento. Este agradecimiento lo expresa ante el Padre cuando en el capítulo 23 de la primera Regla, su «credo», al hacer un repaso de la historia de la salvación, escribe: «Y te damos gracias porque (…) quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María» (1 R 23,3).

María es para Francisco, como no podía por menos, modelo y ejemplo. En un escrito dirigido a toda la Orden dice a los hermanos sacerdotes que celebran, reciben y administran el cuerpo del Señor: «Si la bienaventurada Virgen es tan honrada, como es justo, porque ha llevado en su santísimo seno al Señor…, ¡cuán santo, justo y digno debe ser quien toca con las manos ese mismo cuerpo en la eucaristía!» (cf. CtaO 21).

 

MARÍA MADRE Y POBRE

La ejemplaridad de María es propuesta por Francisco a los hermanos en paralelo con Cristo, su hijo, en particular cuando se refiere a la santa pobreza. En la Carta a todos los fieles, después de referirse al misterio de la Encarnación, añade: «Y, siendo Él sobremanera rico, quiso, junto con la beatísima Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza» (2CtaF 5). Llamaba a la pobreza reina de las virtudes, «pues con tal prestancia había resplandecido en el Rey de los reyes y en la Reina, su Madre» (LM 7,1; cf. 2 Cel 200). En su «Testamento» a la hermana Clara le recuerda: «Yo, el hermano Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y la pobreza de nuestro altísimo Señor Jesucristo y de su santísima Madre, y perseverar en ella hasta el fin» (UltVol 1-2).

San Francisco quiso ser pobre porque Cristo y su Madre fueron pobres y vivieron pobres. Amaba a los pobres y veía en ellos, con los ojos de la fe, un icono de Cristo y de su pobrísima Madre. Solía decir: «Hermano, cuando ves a un pobre, ves un espejo del Señor y de su Madre pobre» (2 Cel 85). Francisco, que tanto amó y veneró a María por el don de su maternidad divina, se alegraba y daba también gracias por saber que, por gracia de Dios y obra del Espíritu Santo, él, y cualquier cristiano, puede ser respecto de Cristo espiritualmente lo que la Virgen fue física y biológicamente, es decir, engendrarlo por la escucha de la Palabra, llevarlo en el corazón y darlo a luz mediante las obras santas, que deben ser luz para ejemplo de los otros (cf. 2CtaF 53; 1CtaF I, 10). Después de Cristo, su Madre, María, pero siempre y en todo inseparables.

 

FRANCISCO, UN CRUZADO DE LA TEOLOGIA MARIANA

Pocos teólogos habrán logrado hacer una síntesis tan completa de la mariología como este «intrépido caballero de la Señora», como le llama el padre Gemelli. La sabiduría de este hombre era don del Espíritu Santo. Nada de razonamientos ni abstracciones. Usó el lenguaje más sencillo, expresivo y comprensible a todos. María es la madre que engendra en su seno a Jesús, el Niño Dios, al que convierte en nuestro hermano, y al que crió con sus pechos como cualquier otra madre humana (cf. 2 Cel 199).

Al usar el santo este lenguaje tan realista, quizás haya que recordar aquí una circunstancia particular, y es la de que Francisco tiene ante sí un ambiente contaminado por la doctrina docetista del doble principio propagada por los Cátaros, quienes enseñaban que la naturaleza humana, la materia, es mala. De ser esto así, Dios no habría podido encarnarse en ella y, por tanto, la Virgen María no podía, en modo alguno, ser madre de Dios ni madre nuestra. Francisco llega aquí como un cruzado providencial de la ortodoxia entre el pueblo sencillo al que habla con su mismo lenguaje, al tiempo que en pocas palabras escritas dejó para los teólogos posteriores de su Orden el desarrollo del más completo tratado de mariología, como puede comprobarse por la historia.

Ella es santa, pero en dependencia siempre de Dios trino, que es el santísimo. Ella es madre, pero es hija y esclava; es la incomparable, pero sin dejar de ser humana; la elegida entre todas las mujeres para ser la primera Iglesia -virgen hecha iglesia-, llamada a ser madre, modelo y prototipo de la Iglesia. Ella es la que ha revestido a Dios de carne mortal -vestidura de Dios-, y se ha convertido en tienda para que el Verbo de Dios acampara entre nosotros -casa de Dios y tabernáculo de Dios-. María es pura inhabitación de la Santísima Trinidad, que la consagró con su elección y presencia antes de crear el mundo, para ser la inmaculada Madre del Verbo por obra del Espíritu Santo. ¿Qué más se puede decir de María?

 

EL GUSTO DE FRANCISCO POR LOS LUGARES MARIANOS

Las Fuentes franciscanas destacan con acentos particulares la predilección de Francisco por los lugares marianos, es decir, por las iglesias puestas bajo la protección de la Virgen. Entre todas tuvo para él un especial atractivo la
ermita, restaurada con sus propias manos, de Santa María de los Angeles o de la Porciúncula.

Solía decir que tenía revelación de que la Virgen amaba aquella iglesia con predilección entre todas las construidas en su honor en todo el mundo, y por eso el santo la amaba también más que a todas, y tenía buenas razones para ello: allí recordaba y revivía su llamada evangélica; allí reunió los 12 primeros compañeros que le regaló el Señor; allí acogió a la hermana Clara cuando vino a él para consagrarse definitivamente a Dios; allí quería reunirse en capítulo para confraternizar y alegrarse con todos los hermanos.

No es de extrañar que al sentirse próximo a entregar su espíritu a Dios quisiera que le llevaran también «allí donde por mediación de la Virgen Madre de Dios había recibido el espíritu de gracia» (cfr. LM 14,3). No nos extraña, pues, que, no obstante su radical desprendimiento de todo, al referirse a la Porciúncula dijera a los hermanos: «Hijos míos, mirad que nunca abandonéis este lugar. Si os expulsan por un lado, volved a entrar por el otro» (1 Cel 106; LM 2,8).

 

LA PIEDAD Y AMOR MARIANOS TRASMITIDOS A SU ORDEN

La piedad mariana de Francisco, acuñada en muchos detalles de la tradición cristiana, pero nacida especialmente de la espiritualidad de este gran santo, fue recogida vitalmente por la Orden y transmitida a través de los siglos con la pluma y con la palabra, y, a veces, incluso, a costa de la sangre, como ocurrió con el dogma de la Inmaculada. Desde el Capítulo General celebrado en Toledo el año 1645, la Orden se puso bajo la protección de María Inmaculada, a la que declaró Reina y Señora de toda la Familia Franciscana.

La Orden franciscana siempre ha tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media. Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco, el cual «rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasta el final» (2Cel., 198).

Acojamos este amor y esta devoción del Seráfico Padre como una preciosa herencia, y hagamos nuestra aquella oración puesta por Tomás de Celano en boca de San Francisco: «¡Ea, Abogada de los pobres!, cumple con nosotros tu misión de tutora hasta el día señalado por el Padre» -el fin del mundo- (2 Cel 198).

 

SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA

El afecto y la veneración de Francisco por María se manifiestan también en el Saludo a la Bienaventurada Virgen María, himno de alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno:
«¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!»

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