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A María Auxiliadora DEVOCIONES Y ORACIONES

15 minutos con Maria Auxiliadora

¡María! ¡María! ¡Dulcísima María, Madre querida y poderosa Auxiliadora mía! Aquí me tienes; tu voz maternal ha dado nuevos bríos a mi alma y anhelosa vengo a tu soberana presencia…

Estréchame cariñosa entre tus brazos… deja que yo recline mi cansada frente sobre tu pecho y que deposite en él mis tristes gemidos y amargas cuitas, en íntima confidencia contigo, lejos del ruido y bullicio del mundo, de ese mundo que sólo deja desengaños y pesares.

Mírame compasiva… estoy triste, Madre, bien lo sabes, nada me alegra ni me distrae, me hallo enteramente turbada y llena de temor…

Abrumada bajo el peso de la aflicción, sobrecogida de espanto, busco un hueco para ocultarme, como la tímida paloma perseguida por el cazador… y ese hueco, ese asilo bendito, ese lugar de refugio es,

¡oh Madre Augusta! tu corazón.

A ti me acerco llena de confianza… no me deseches ni me niegues tus piedades. Bien comprendo que no las merezco por mis muchas infidelidades; dignas de tus bondades son las almas santas e inocentes que saben imitarte y a las cuales yo tanto envidio sinceramente, mas Tú eres la esperanza y el consuelo, por eso vengo sin temor.

¡Madre mía! Permite que yo no toque, sino que abra de par en par la puerta de tu corazón tan bueno y entre de lleno en él pues vengo cansada y sé que Tú no sabes negarte al que afligido viene a postrarse a tus pies.

¡Virgen Madre! Tu trono se levanta precisamente donde hay dolores que calmar, miserias que remediar, lágrimas que enjugar y tristezas que consolar… por eso, levantándome del profundo caos de mis miserias en que me encuentro sumergida imitando al Pródigo del Evangelio, digo también:

Me levantaré e iré a mi dulce Madre y le diré: ¡Madre buena, aquí está tu hija que te busca! perdona si en algo te he sido infiel, soy tu pobre hija que llora, aquí me tienes aunque indigna a tus favores… te pertenezco y no me separaré de Ti, hasta no llevar en mi pecho el suave bálsamo del consuelo y del perdón.

¿Me abandonarás dulce María? ¿No herirán tus oídos mis clamores? ¡Oh, no! tu apacible rostro ensancha mi confianza, tus castos ojos me miran compasivamente disipando las densas nubes de mi espíritu y de mi abatimiento y zozobra desaparecen con tu materna sonrisa.

Si majestuosa empuñas tu cetro en señal de poder, como eres mi Madre, es tan sólo para manifestarme que eres la dispensadora de las gracias y mercedes del cielo para derramarlas con abundancia sobre esta tu pobre hija que sólo desea amarte y agradecerte.

¡Oh sí! Tú eres el Océano, Madre, y yo el imperceptible grano de arena arrojado en él… Tú eres el rocío y yo la pobre flor mustia y marchita que necesita de Ti para volver a la vida. Que nada me distraiga, que nadie me busque… Yo estoy perdida en el mar inmenso de tu bondad, estoy escondida en el seno misterioso de mi bendita Madre.

Reina mía, confiando en tu Auxilio bondadoso y tierno quiero hablarte con la confianza del niño… quiero acariciarte, quiero llorar contigo… traer a mi memoria dulces recuerdos… derramar mi alma en tu presencia para pedirte gracias, arráncame, en una palabra el corazón para regalártelo en prenda de mi amor.

Escucha pues, tierna María, mi dulce Auxiliadora, una a una todas mis palabras y deja que cual bordo de fuego penetre en tu corazón, porque quiero conmoverte… quiero rendirlo y quiero en fin que tu Jesús, que tan amable abre sus bracitos sonriendo con dulzura, repita en mi favor nuevamente aquella consoladora palabra que alienta al desvalido y hace temblar al demonio: «He aquí a tu Madre, he aquí a tu hija».

Sí, aquí estoy… aquí está tu pobre hija a quien has amado y amas aún con predilección y que te pertenece por todos títulos… la que descansó en tus brazos antes de reposar en el regazo maternal… la que probó tus caricias mucho antes que los maternos besos… ¿lo recuerdas?

Yo dormí en tu seno el dulce sueño de la inocencia, viví tranquila bajo tu manto sin conocer ni sospechas siquiera los escollos de la vida, amándote con ardor y gozando de tus caricias con las quepreparaste mi alma y corazón para los rudos ataques de mis enemigos y sinsabores de la vida.

Tu mano salvadora no sólo me apartó del abismo en que tantas almas han perecido sino que me regaló con gracias particularísimas y especiales dones, que reserves tan sólo para tus amados.

Todo… todo lo confieso para mayor gloria tuya y quisiera tener mil lenguas para cantar tus alabanzas digna y elocuentemente en fervorosos y tiernos himnos de santa gratitud.

¡Ah cuando me hallo cercada de tinieblas y sombras de muerte, sobrecogida de angustioso quebranto… cuando mi corazón tiembla ante la presencia del dolor, este pensamiento dulcísimo de tus tiernas muestras de predilección viene a ser el rayo luminoso que hace surgir mi frente dándome alas para remontarme hasta lo infinito…

¡Oh recuerdo consolador! ¡Bendito seas! Eres la escala por la cual subo hasta el trono de la clemencia y del amor santo y verdadero.

Mas ¡ay!… pronto pasaron de aquella alma los días de encanto… con la velocidad del relámpago se disiparon mis goces infantiles y llegó para mí la hora del desamparo… Madre, no puedo soportar su peso…

Siento quebrantar al mismo tiempo todas mis fuerzas interiores y necesito que tu mano me sostenga para no sucumbir en la lucha…

Ansiosa te busco como el pobre náufrago busca su tabla salvadora…
Levanto a Ti mis ojos y mi pesada frente como el marino en busca de la estrella que debe señalarle el puerto. Me siento como abandonada, semejante a una nave sin piloto a merced del oleaje tempestuoso e incesante…

¡Tengo miedo! mucho miedo de perecer, entre las turbias ondas del agitado mar del pecado… Tengo miedo de la justicia divina a quien soy deudora de tantas y tan especialísimas gracias… pero sobre todo tengo miedo… ¡Oh no quisiera ni decirlo… tengo miedo de serte ingrata, abandonándote algún día y olvidando tus ternuras, pagarlas con ingratitud!

¡Jamás lo permitas, Reina mía! Haz que viva siempre unida a Ti, como la débil yedra vive asida fuertemente a la robusta encina defendiéndose del furioso huracán… ¿Qué sería de ésta tu hija? ¡Oh Madre! ¿sin Ti?

Mil enemigos me acechan redoblando a cada paso sus infernales astucias… acosada me siento por todas partes y si Tú no me amparas, ¿quién se dolerá de mí?
No me alejes, por piedad, sálvame… muestra que eres mi Madre Auxiliadora; olvida por piedad las veces que te he contristado, reduce a polvo mis pecados, lávame con tus lágrimas y límpiame más y más.

Tus brazos son el trono de la misericordia, en ellos descansa tu Jesús… sujétame entre ellos para que no haga uso de la justicia contra mí… dile que acepto el dolor que redime si Tú me lo envías, que venga, si es preciso, el sufrimiento aun cuando mi pobre carne tiemble ante él, con tal que mi alma se torne blanca como la nieve.

Sí, dile a tu amado hijo que yo quiero desagraviar para alcanzar su clemencia, dile que eche un velo sobre mis faltas y miserias y que olvide para siempre lo mala que he sido… ¡María! de mi vida no resta más que la última etapa… mis ensangrentadas huellas van marcando mis pasos en la senda escabrosa de la vida que está por cortarse… mi cansado corazón late aún, sí, porque Tú les das vida y aliento, pero derrama las últimas lágrimas que manan de él cual candente lava.

Terminará mi existencia y ¿qué será de mí, si mi Auxiliadora no viene en ese momento terrible? ¿A quién volveré mis ojos si te alejas en ese instante?

La gracia que te he pedido y tanto deseo para mi agonía, es grandísima y no la merezco, pero la espero con plena confianza y tu sonrisa me alentará. Estoy segura de que aun cuando el demonio ruja a mi derredor, preparando su último asalto, tu mano maternal me acariciará y con sin par solicitud me prodigará los últimos consuelos en mi despedida de este triste valle de lágrimas.

Esto lo sé cierto, lo siento en mí y no fallará mi esperanza… ni un momento lo dudo.
Los ángeles santos, al ver las ternuras de que seré objeto en el terrible trance exclamarán también enternecidos: «Mirad cómo la ama nuestra Reina».
Esta es la gracia de las gracias, mi último anhelo, mi petición suprema.

Haz ¡oh Madre mía! que tu dulcísimo nombre, que fue la primera palabra que supieron balbucir mis infantiles labios entre las caricias de mi buena madre, sea también la última expresión que suavice y endulce mi sedienta boca al entregar mi alma.

¡Madre!… que mi tránsito sea el postrer tributo de mi amor hacia Ti… que sea la última nota de mis cantos que tantas veces se elevaron en tu loor y el ósculo moribundo que te envíe sea el preludio de mi eterna e íntima unión con la Majestad divina y contigo, ¡oh mi dulce, mi santa y tierna MadreAuxiliadora…!

 

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A María Auxiliadora DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a María Auxiliadora

ORACIÓN DE SÚPLICA

Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.
Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.
Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.
Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea.

 

OFRECIMIENTO

Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.
Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.
Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.

 

ORACIÓN ESCRITA POR DON BOSCO

¡Oh María! Virgen Poderosa:
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia;
Tú, Auxiliadora admirable de los cristianos,
¡oh Madre!, defiéndenos en nuestras angustias,
en nuestras luchas y en nuestras necesidades;
líbranos del enemigo
y en la hora de la muerte llévanos al Cielo.
Amén.

 

BENDICIÓN DE MARÍA AUXILIADORA

(con esta bendición, Don Bosco invocó y obtuvo
la protección de la Virgen en incontables ocasiones)

-Nuestro auxilio nos viene del Señor.
-Que hizo el cielo y la tierra.
(rezar un Ave María)
-Bajo tu amparo nos refugiamos,
Santa Madre de Dios,
no desatiendas las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos de todo peligro,
Virgen gloriosa y bendita.
-María Auxilio de los cristianos.
-Ruega por nosotros.
-Señor, escucha nuestra oración
-Y llegue a ti nuestro clamor.
-Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, con la ayuda
del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma
de María, la Virgen Madre, para ser digna morada
de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos
por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
-Amén.
-La bendición de Dios Topoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Descienda cobre nosotros y permanezca para siempre.
-Amén.

 

ACCIÓN DE GRACIAS A DIOS POR INTERMEDIO DE MARÍA AUXILIADORA

Auxilio de los cristianos,
Refugio de los desamparados y afligidos,
Hija predilecta del Eterno Padre,
Esposa amorosa del Santo Espíritu,
Madre del Verbo Encarnado:
hoy venimos ante ti para agradecer
las innumerables gracias y beneficios
que Dios nos ha otorgado
por tu poderos intersección.
de la nada hemos sido llamados a la vida,
y nacimos en un hogar cristiano
donde aprendimos a pronunciar tu dulce nombre.
Hemos sido sostenidos en la existencia
hasta el día de hoy y conservamos la fe.
Nos hemos sentido amados por Dios
y perdonado una y mil veces.
Hemos experimentado tu protección y amparo
Y no dudamos en llamarte Auxiliadora y Madre nuestra
¿con qué compararemos semejante gracia?
Todas nuestras palabras, todos nuestro actos,
son pocos ante la magnitud de la gracia divina;
se tú nuestra representante ante Dios,
nadie mejor que tú para entendernos
y presentar nuestra gratitud
al Autor de todo bien,
a quien sea el honor y la gloria,
por los siglos de los siglos. Amén.

 
 

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A Nuestra Señora del Sagrado Corazón DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a Nuestra Señora del Sagrado Corazón

ORACIÓN DEL ACORDAOS

ACORDAOS, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, del inefable poder que vuestro Hijo divino os ha dado sobre su Corazón adorable. Llenos de confianza en vuestros merecimientos, acudimos a implorar vuestra protección. ¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias, y el que podéis abrir a vuestro gusto para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra! Concedednos, os lo suplicamos, los favores que solicitamos.
No, no podemos recibir de Vos desaire alguno, y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos y dignaos atenderlos. ¡Así sea!
¡Ntra. Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!
(Repetir con fervor tres veces.)

 

ACTO DE CONSAGRACIÓN A NUESTRA. SRA. DEL SAGRADO CORAZÓN

¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, Madre de la divina misericordia, puerta del Cielo, dispensadora de los dones de Dios. Vedme aquí postrado a vuestros pies. Puesto que Vos sois la consoladora do los afligidos, la salud de todos, sed también mi consuelo, mi refugio y mi salud.
A Vos se os invoca como la confianza de los justos, la esperanza de los desesperados, la fuerza de los débiles y la paz de los corazones agitados.
A Vos dirijo, ioh tierna Madre mía!, mis suplicantes miradas, y me pongo desde ahora y para siempre jamás bajo vuestra poderosa y maternal protección.
A Vos consagro mi espíritu con todos sus pensamientos, mi corazón con todos sus afectos; en una palabra, mi ser todo entero.
¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, venid en socorro mío.
Alejad de mí al demonio con sus asechanzas; haced que yo ame a Dios sobre todas las cosas, que le sirva fielmente y que tenga la dicha de morir en su santo amor para reinar eternamente con Vos en su gloria. Así sea.
¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros! (repetir 3 veces.)

 
 

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A María Auxiliadora DEVOCIONES Y ORACIONES

Novenas a María Auxiliadora

El papa Pio VII volvió triunfante a Roma el 24 de mayo de 1814 luego de la derrota de Napoleón, quien lo tuvo preso durante varios años.

La novena comienza el 15 de mayo.

En memoria de su liberación, el papa Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios, cumpliendo así su promesa de decretar una nueva fiesta católica si era liberado de la prisión.

El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas.

El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: «Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica».

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: «Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados», vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.

Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.


NOVENA CORTA

V. Virgen Sacratísima, dígnate permitirme que te alabe.
R. Dame fortaleza contra tus enemigos.

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Dios Todopoderoso y Misericordioso, que en defensa del pueblo cristiano estableciste admirablemente en la Beatísima Virgen María un perpetuo auxilio; concédenos propicio, que fortalecidos con tal protección, luchando en esta vida podamos en la muerte, conseguir victoria del enemigo maligno, por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Tres Avemarías, Gloria y la jaculatoria:
María Auxilio de los Cristianos, Ruega por nosotros.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
¡Oh, María, poderoso Auxilio de los Cristianos que confiados de tu misericordia, acuden a tu trono lleno de confianza! Oye los ruegos de tus hijos que suplicantes imploramos tu poderoso patrocinio, para poder huir del pecado y de las ocasiones de pecar. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA SEGUNDO
¡Oh, María Santísima, Madre de bondad y de misericordia! tú que siempre libraste al pueblo cristiano, con tu poderoso patrocinio, de los asaltos e insidias del enemigo, protege nuestras almas, te lo suplicamos, de las acometidas del demonio, del mundo y de la carne, para que alcancemos completa victoria sobre los enemigos de nuestra salvación. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA TERCERO
¡Oh, poderosísima Reina del Cielo, que sola triunfaste de las herejías, que intentaron arrancar a tantos hijos del regazo de nuestra Madre la Iglesia! Ayúdanos ¡oh María! a guardar firme nuestra fe y puros nuestros corazones, en medio de tantas insidias para no contaminarnos con el veneno de tantas perversas doctrinas. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA CUARTO
¡Oh dulcísima Madre nuestra María, tú que eres Reina de los Mártires por los heroicos actos de valor y fortaleza que practicaste en la tierra! Dígnate infundir en nuestro corazón la fuerza necesaria para mantenernos constantes en tu servicio para que, venciendo todo respeto humano cumplamos sin rubor nuestros deberes religiosos y nos comportemos siempre como devotos hijos tuyos hasta la muerte. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA QUINTO
Querida Madre mía, tú que en el triunfo del Papa Pío VII mostraste tu eficaz patrocinio, desplegaste tu manto protector sobre toda la Iglesia y especialmente sobre su augusto jefe el Sumo Pontífice, defiéndelo en todo momento de los ataques de los enemigos, líbralo de las aflicciones, asístelo siempre para que pueda dirigir al puerto de salvación la navecilla de San Pedro, triunfando de las oleadas embravecidas que amenazan de sumergirla. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA SEXTO
¡Oh, María, Reina de los Apóstoles! toma bajo tu protección a los sagrados ministros y todos los fieles de la Iglesia Católica: alcánzales espíritu de unión, de perfecta obediencia al Romano Pontífice, y de celo ferviente por la salvación de las almas; especialmente te suplicamos extiendas tu amorosa asistencia sobre los misioneros, para que consigan atraer a la verdadera fe de Jesucristo a todas las almas, para formar del mundo entero un solo Rebaño bajo la guía de un solo Pastor. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA SÉPTIMO
No seas, Madre de misericordia, insensible a los dolores de la Iglesia menospreciada en su doctrina y en sus Sacramentos. No permitas sea derramada en balde la sangre preciosísima de tu divino Hijo, ilumina a los ciegos que la persiguen, fortalece a los débiles que no la defienden. Brille ¡oh María! tu poder sobre la tierra; sea glorificada y acatada la religión, observada la ley divina y eclesiástica, para que todos te alaben y alcance la humanidad los goces eternos. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA OCTAVO
Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra amantísima, de Ti se ha dicho: todo poder se le ha dado en la tierra y en el cielo; te presentas al trono del Altísimo, no como quien pide, sino como quien manda, a Ti clamamos desde el abismo de nuestras miserias, aleja de nosotros todo mal; bajo tu protección ponemos nuestros bienes, nuestros corazones, almas, potencias, sentidos, vida y todo lo que tenemos; sé nuestro amparo y nuestra defensa durante toda la vida. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

DÍA NOVENO
¡Oh, piadosísima Madre!, Tú que en todo tiempo te mostraste verdaderamente la Auxiliadora de los cristianos asístenos con tu poderosísimo patrocinio en vida y especialmente en el terrible trance de la muerte, y alcánzanos la perseverancia final. ¡Ah! no nos dejes un solo instante hasta que felices cantemos tus glorias y las misericordias de tu Hijo en el cielo, por los siglos de los siglos. Tres Avemarías y Gloria. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Invocación. ¡Oh María! Virgen poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia… Singular Auxilio de los Cristianos, terrible como un ejército ordenado en batalla… Tú sola has triunfado en todas las herejías del mundo. ¡Oh Madre!, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo, y en la hora de nuestra muerte, llévanos al Paraíso. Amén.

Súplica a María Auxiliadora. Necesitando un favor especial, y confiando en tu bondad, a Ti recurro, poderoso Auxilio de los Cristianos. Conocedor de las innumerables gracias que diariamente concedes a tus devotos, he puesto siempre en Ti toda mi confianza; y hoy, humildemente postrado a tus plantas, te suplico, con todo el fervor de mi alma, remedies mi necesidad… (pídase aquí la gracia que se desea obtener). Bien sé, Madre querida que yo no merezco nada; y aún temo que mis culpas sean un obstáculo a tu bondad. Mas Tú puedes, dulcísima Señora, sacarme de este lastimoso estado y hacer que sirva con fidelidad a Ti y a tu divino Hijo, a fin de que yo también pueda experimentar la maravillosa eficacia de tu santo Auxilio.



NOVENA A MARÍA AUXILIADORA (Recomendada por San Juan Bosco)

San Juan Bosco decía «Tened mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estad persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente vuestros deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de vuestras almas. De lo contrario, os concederá otras gracia iguales o mayores».

1º Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria:

«Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento»
y luego tres Salves con la jaculatoria:
«María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros».

2º Recibir los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.

3º Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.


NOVENA DE LA CONFIANZA

Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos,
la pena que me atormenta,
pongo en tus benditas manos.
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos,
pues todos te los confío,
da la paz a los turbados
y alivio al corazón mío.
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco,
nadie recurre a Ti en vano,
pues eres Madre de Dios
y Auxilio de los cristianos.
(Ave María)

Finalmente, se reza la oración de San Bernardo:

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.


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A Nuestra Señora del Sagrado Corazón DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena del Acordaos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón

El último sábado de mayo se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. La novena es de los Misioneros del Sagrado Corazón. San Efrén dice de Nuestra Señora del sagrado Corazón: «Ella es la esperanza de los desesperados».

También dicen: «Recomendamos encarecidamente a las personas que recen esta oración, se inscriban en la Archicofradía, pues sólo así recibirán la eficacia de las peticiones de todos los asociados a favor de sus propias intenciones.»Los Misioneros del sagrado Corazón recomiendan a quienes recen la novena: una participación renovada de los sacramentos (eucaristía y penitencia); una práctica más intensiva de la caridad cristia¬na en la familia y en el medio ambiente; una decisión personal de conversión…

 

ORACIÓN DEL ACORDAOS PARA TODOS LOS DÍAS

ACORDAOS, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, del inefable poder que vuestro Hijo divino os ha dado sobre su Corazón adorable. Llenos de confianza en vuestros merecimientos, acudimos a implorar vuestra protección. ¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias, y el que podéis abrir a vuestro gusto para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra! Concedednos, os lo suplicamos, los favores que solicitamos.
No, no podemos recibir de Vos desaire alguno, y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos y dignaos atenderlos. ¡Así sea!
¡Ntra. Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!(Repetir con fervor tres veces.)

 

ORACIÓN PARA SUMARSE A LAS INTENCIONES DE LA ARCHICOFRADÍA

¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Miles de asociados de vuestra Archicofradía universal comienzan en este instante, y a todas las horas del día, sus Novenas, acogiéndose a vuestra omnipotente intercesión ante e! Corazón de vuestro Divino Hijo, y como Abogada que sois de las Causas Difíciles y Desesperadas. Queremos hacer también nuestras esas súplicas, oh amorosa Madre: nos sumamos, pues, a esas peticiones confiadas, y os las presentamos aquí todas unidas cual si fuesen nuestras, a fin de que las súplicas incesantemente repetidas de tantos y tantos hijos, hagan fuerza en vuestro Corazón de Madre. Mirad que es vuestra inmensa familia de asociados, extendida por toda la superficie de la tierra, quien con nosotros se interesa por las peticiones que en esta Novena os recomendamos. Que el clamor universal de vuestros hijos os haga propicia en favor nuestro, oh Madre siempre amada. Así sea.

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Dios omnipotente, ante cuya soberana presencia dedicamos a María esta Novena bajo el excelso título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, derramad sobre nuestras almas vuestras más abundantes misericordias y abrasadlas en el fuego santo de la caridad, para que nuestra devoción a la Purísima Madre del Verbo hecho carne, al paso que redunde en obsequio de Aquella que es Todopoderosa en sus súplicas al Corazón de Jesús, nos alcance su maternal protección, y sea poderoso auxilio que nos conserve en el camino del bien en esta vida, fuerte escudo que nos defienda contra los ataques de los enemigos de nuestra salvación y segura esperanza de la gloria que nos está prometida
Amén.

 

DÍA PRIMERO

EL PODER INEFABLE DE NTRA. SRA. DEL SAGRADO CORAZÓN
Comenzar con la oración del Acordaos y la oración preparatoria para todos los días.
MEDITACIÓN
Aquí nos tenéis postrados ante Vos, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, y bien sabéis el motivo que nos hace dar hoy principio a esta Novena de preces. Somos débiles y venimos extenuados de fatiga a haceros presente el enorme peso de nuestras penas, la dificultad de nuestras empresas, la gravedad de nuestras luchas.
Vos sois poderosa, ¡oh María!, y podéis venir en nuestra ayuda.
Sí, lo confesamos, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Grande fue el poder de Josué, maravilloso el de Moisés cuando hizo salir agua de la roca, sorprendente el de Elías haciéndose obedecer de los elementos; pero mayor aún, más admirable y más sublime es el poder que os ha concedido a Vos el Corazón de vuestro Hijo, Jesús.
Más noble que el de los Profetas, más duradero que el de los reyes, más sublime que el de los Angeles, más ilimitado que el de todos los espíritus celestiales, vuestro poder se extiende sobre todo el mundo; una sola súplica salida de vuestros benditos labios, una sola mirada vuestra adquiere sobre el Corazón de vuestro divino Hijo una influencia inenarrable.
A la voz de su Madre Inmaculada, nuestro Soberano Juez perdona nuestros pecados y cierra el abismo de los infiernos abierto bajo nuestros pies; nos abre las puertas del Cielo, hace bajar sobre nosotros gracias saludables y nos alcanza todos los medios necesarios para llegar a la Patria bienaventurada de los elegidos.
He aquí lo que me mueve, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, a acudir a Vos. El solo pensamiento de que podéis hacerme bien, me consuela y me fortalece. Tengo motivos de esperarlo todo de una Madre que es al mismo tiempo tan poderosa y tan buena.

Terminar con la oración del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces).

 

DÍA SEGUNDO

LA MEJOR ABOGADA Llenos de confianza en vuestros merecimientos

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MEDITACIÓN
¡Oh María!, para alcanzar una gracia nos valen poco nuestros méritos, porque son débiles, escasos y con frecuencia están envueltos en nuestras faltas cotidianas.
Es, pues, necesario, que elijamos una Abogada que pueda interceder por nosotros delante de Nuestro Señor Jesucristo.
Esta Abogada sois Vos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!
Hijos de Eva, desterrados, desgraciados, elevamos nuestros clamores hacia Vos.
Suspiramos a Vos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Oh Abogada nuestra!, vuelve a nosotros esos tus ojos llenos de misericordia.
Vos sola tenéis más méritos que todos los Santos juntos; vuestro amor por nosotros es inmenso; vuestra súplica es todopoderosa; vuestra petición sin repulsa.
Animo, pues, ¡oh alma mía! La gracia que solicitas es preciosa, pero más preciosa es todavía la protección que te concede María. Échate en sus maternales brazos y dile: ¡oh Madre mía, dignaos venir en nuestra ayuda! A nadie veo más digno que a Vos de hablar al Corazón de Jesús (San Bernardo). No conozco misericordia superior a la vuestra, después de la de Jesús, para que se encargue de nuestros intereses y haga triunfar nuestra causa.
Imploramos, pues, vuestra generosa asistencia, ¡oh nuestra muy amada Soberana! Echad un velo sobre nuestras indignidades; cubridnos, os lo suplicamos, con el manto de vuestras virtudes; vestidnos con vuestros innumerables merecimientos.
Os lo pedimos en nombre del amor ardiente que habéis profesado siempre a vuestro divino Hijo, en nombre de la devoción sin límites que continuamente le habéis manifestado, y sobre todo, en nombre de la mucha parte que habéis tenido en las congojas y crueles amarguras de su Corazón.

Terminar con la oración del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces).

 

DÍA TERCERO

LA PROTECCIÓN DE NTRA. SRA. DEL SAGRADO CORAZÓN Acudimos a implorar vuestra protección

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MEDITACIÓN
¡Qué reino es nuestro corazón! La naturaleza y la gracia le cercan a su vez; el espíritu del bien y el espíritu del mal se le disputan a porfía, pero nosotros somos únicos dueños de darle a quien nos plazca.
Sin embargo, infinitamente más apetecible es el Corazón de Jesús, ese vasto reino en donde habita el amor divino con sus infinitas misericordias. En El se encuentra la justicia y la paz; las riquezas de la eternidad en El abundan; en El florecen todas las virtudes; en El se encuentran el Cielo y la tierra; en El se dan el ósculo de paz Dios y el hombre, y María es la única que puede introducirnos en ese asilo de la verdadera dicha.
Vos tenéis siempre un libre acceso a El, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Vos podéis alcanzar la entrada en El para los que vuestro amor protege.
¡Oh Madre muy amada! Acordaos de que somos vuestros hijos; que estamos bajo vuestra protección y que queremos permanecer con Vos en el reino del eterno amor; y vednos hoy humildemente postrados a vuestros pies, para pediros una nueva prueba de vuestra maternal y augusta liberalidad.
¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús! Vos sois rica y nosotros somos pobres; Vos todo lo tenéis, y nosotros no tenemos nada. Viéndonos postrados ante Vos, ¿permaneceréis insensible a nuestros gemidos? ¿Será inútil que permanezcamos cerca de Vos y que llamemos a la puerta del Corazón de vuestro divino Hijo? ¿Por ventura no sois Vos la Madre de Misericordia?
No tengáis a menos socorrer a hijos que gimen bajo el peso de tantas tribulaciones, libradlos de tantos males como les afligen y apartad de ellos los ataques de su infernal enemigo.
¡Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Que vuestro virginal manto cubra siempre a vuestros hijos; guardadlos, son vuestros para siempre.

Terminar con la oración del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces).

 

DÍA CUARTO

EL MANANTIAL INAGOTABLE DE TODO BIEN ¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias y el que podéis abrir a vuestro gusto!

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MEDITACIÓN
Cada día, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, torrentes de gracias se derraman por vuestras manos en todo el mundo.
Gracias de conversiones, de perseverancia, de martirio, de Apostolado, de resistencia a las tentaciones, de generosidad en el servicio de Dios.
Gracias de oración, de virtudes, de consuelos, de socorros, de arrepentimiento, de fervor.
Gracias para cada instante de la vida, para cada circunstancia dichosa o desgraciada, para cada dificultad… y todas estas gracias espirituales o temporales salen juntas del Corazón de Jesús, del Corazón de vuestro divino Hijo.
Muchos siglos ha que esta fuente perenne no cesa de manar esas maravillosas aguas que refrescan y apagan la sed de las almas, que fortalecen toda flaqueza, curan toda languidez, quitan el gusto de los falsos placeres de aquí abajo y dan la sed de los verdaderos bienes del Cielo.
Hasta el fin de los siglos, esta fuente que nadie puede agotar, y que parece hacerse cada día más caudalosa, derramará por todas partes con profusión las riquezas de la vida…, los fieles oirán siempre a Jesús que les dice, mostrándoles su Corazón: «si alguno tiene sed, que venga a Mí y beba».
Mas, ¿dónde está el acueducto admirable que pone a las almas sedientas en comunicación con esta fuente de delicias? ¿Qué mano ha recibido la dulce misión de dirigir esas aguas bienhechoras, y velar con preferencia para que las tierras más incultas, las almas más atribuladas, los corazones más enfermos, las reciban y encuentren su paz?
Sois Vos, ¡oh Ntra. Sra. del Sagrado Corazón!, la que podéis abrir a vuestro gusto el Corazón de Jesús, dispensar sus gracias y colmar a vuestros hijos de sus más preciosos favores. ¡ Cómo me alienta y regocija este pensamiento!

Terminar con la oración del Acordaos y la invocación: ¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros (repetir 3 veces)

 

DÍA QUINTO

EL AMOR Y LA MISERICORDIA Para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y de misericordia del Sagrado Corazón.

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MEDITACIÓN
Amaros, ¡oh Dios mío!, y ser amado de Vos, tal es en verdad la única cosa necesaria: amaros, ioh Dios mío!, es daros con alegría, enteramente y para siempre, todo lo que somos y cuanto poseemos, nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra voluntad, nuestro porvenir.
Ser amado de Vos, es ser prevenido por vuestras gracias; ser enriquecido con vuestros beneficios; ser llamado a vuestra eterna herencia; ser consumido en la unión con Vos, y ser transformado en Vos para no formar más que un solo corazón.
Superando todos los obstáculos, traspasando todos sus límites, sustrayéndose a toda medida, esos dos amores más fuertes que la muerte han llenado al mundo de los más estupendos prodigios.
El amor que nos tenéis ha inventado el pesebre, la cruz, el altar.
El amor que nos inspiráis ha inventado la virginidad, el apostolado, el martirio.
Los dos han llegado ya hasta los últimos sacrificios; ambos prosiguen no obstante su generosa lucha, siendo la admiración de los ángeles y de los hombres.
Como nueva prueba de vuestra infinita caridad, ¡oh Jesús!, nos mostráis ahora mejor que nunca vuestro Corazón con todos los tesoros de amor que encierra, pero queréis transmitirlos por las manos de María.
Vos sois, pues, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la que nos comunicaréis este brillante testimonio de las bondades divinas.
En vuestras manos iremos también nosotros a depositar nuestro corazón para que lo ofrezcáis de parte nuestra a vuestro divino Hijo.
Mas, para que alcance la gracia de amar a Dios un pecador como yo, necesita, sobre todo, los tesoros de la Divina Misericordia.
Tengo grandes deudas que pagar, mis faltas son muchas, me hallo desfallecido en el camino de la vida, desnudo de méritos, debilitado por el mal, soy con frecuencia víctima del demonio.
Ante todo, ¡oh Madre mía!, alcanzadme la clemencia del Corazón de Jesús y derramad sobre las llagas de mi alma el bálsamo que El os ofrezca.
Me ha perdonado ya tantas veces, que siento temor y vergüenza al tener que pedirle un nuevo perdón. Vos disponéis de ese Corazón, en el que se encierran los tesoros de la misericordia; espero, por vuestra intercesión, alcanzar para mi y para los pecadores, por quienes me intereso, la gracia de una sincera y duradera conversión.

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DÍA SEXTO

 

LA LUZ Y LA SALVACIÓN Los tesoros de luz y de salvación que encierra el Sagrado Corazón.

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MEDITACIÓN
El camino del Cielo es estrecho, está cubierto de abrojos y de espinas, sembrado de rocas, rodeado de precipicios sin fondo, infestado de ladrones que detienen y despojan a las almas. Es difícil conocerle y costoso el subir por él.
¡Desgraciado del que le emprende solo, sin defensa, en medio de las tinieblas del pecado!
¡Desgraciado del que, para hacer esta gloriosa, pero difícil peregrinación, no se provee de un buen guía, de una luz segura, de un arma poderosa! Camina indefectiblemente a su perdición, y es incapaz de conquistar el Reino de los Cielos. Para evitar tal desventura, ioh mi muy amada Soberana!, yo busco y encuentro en Vos todos los medios que me son necesarios; la luz os rodea como un vestido, el Sagrado Corazón de Jesús es el resplandeciente foco de esa luz, y a vuestro maternal poder pertenece hacer llegar hasta nosotros sus más suaves rayos.
lluminadnos, ioh María!, dadnos a conocer el camino que debemos seguir, las súplicas que debemos hacer, los peligros que debemos evitar. Haced que conozcamos nuestras miserias para que las lloremos; las grandezas de Dios para que las adoremos; las bondades del Corazón de Jesús para que las amemos; vuestra solicitud tan llena de ternura para con nosotros, para excitarnos a una justa y perseverante confianza.
No os contentéis, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, con mostrarnos el camino; sed también nuestra guía. Jesús irá con Vos; en su Corazón, que Vos nos tendréis siempre abierto, encontraremos armas para pelear victoriosamente contra los más crueles enemigos de nuestra salvación.
Nuestra salvación, ioh Madre mía! Cuando pienso que podéis alcanzar para mí y para todos los que me son caros esta gracia de gracias, olvido todas las demás. En efecto, ¿de qué nos servirían la ciencia, la salud, el feliz éxito, en nuestras empresas, el término de nuestras pruebas y hasta los mismos consuelos de la piedad, si no hubiéramos de morir, por fin, con la muerte de los justos, y si nuestros últimos instantes no hubieran de ser semejantes a los de los Santos.

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DÍA SÉPTIMO

 

LA SUPLICA Concededme, os lo suplico, el favor que solicito.

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MEDITACIÓN
Aunque fuese yo el único que os dirigiese mi súplica, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la vista de mi fragilidad, de mis faltas, de mis ingratitudes, no sería suficiente para destruir la filial confianza que tengo en Vos, cerraría los ojos sobre mi indignidad, y el clamor de mi alma llegaría hasta los pies de vuestro trono.
Mas estoy muy lejos de encontrarme solo suplicandoos.
Dichoso miembro de esta piadosa y amada Asociación que os invoca bajo el hermoso título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, tengo millones de hermanos y hermanas que ruegan conmigo y por mí. Militan en este nuevo ejército de cristianos, consagrados a Vuestra gloria, muchos santos y obispos, llevando a su cabeza el Pontífice supremo; legiones de misioneros y de sacerdotes, numerosos coros de vírgenes, congregaciones enteras de religiosos, una multitud de fieles de todas las edades y de todo mérito; y esta grande familia extendida por toda la superficie de la tierra no forma más que un solo corazón y una sola alma; todas las intenciones están unidas y cada uno ruega por las intenciones de todos.
Os ofrezco, pues, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, todas las oraciones de tantas almas fervorosas, y en consideración de sus virtudes os suplico que concedáis el favor que solicito…
Si nunca hubierais atendido a los pecadores ¡oh mi buena Madre!, sería grande mi temeridad en presentarme el primero; hay sin embargo algo que me movería a hacerlo sin temor… Pero más fácil sería contar las arenas de una playa que calcular el número de pecadores favorecidos por vuestra protección y atendidos en sus ruegos.
¿Y por ventura no, vemos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la prontitud con que nos colmáis de bienes en vuestra amada Asociación?
iCuántos miles de acciones de gracias suben diariamente hacia Vos de entre nuestros hermanos!
Cuántas curaciones consideradas imposibles! ¡Cuántas conversiones notables que parecían desesperadas!
Cúántas pruebas auténticas de estas maravillas en vuestros Santuarios!
Cuántos exvotos, cuántas inscripciones sobre el mármol publican vuestros favores!
¡Cuántas lámparas y cirios encendidos en vuestro altar como testimonio de reconocimiento!
¿Queréis acaso, ¡oh María!, que sea yo el único que os invoque en vano? ¿No querréis, antes bien, obligarme a daros gracias y darme a conocer una vez más que sois verdaderamente Nuestra Señora del Sagrado Corazón?

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DÍA OCTAVO

 

NO HAY DESAIRE No, no puedo recibir de Vos desaire alguno

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MEDITACIÓN
Es muy poderosa María sobre el Corazón de su divino Hijo para que no pueda alcanzarme la gracia que le pido. Roguémosle, pues, que hable por nosotros al Corazón de su Hijo, como nos lo aconseja San Bernardo.
«Sí, ciertamente, oh María!, a Vos toca hablar a ese Corazón, a Vos que tenéis en El un fiel corresponsal, quiero decir al amor filial, que se adelantará a recibir al amor materno y prevendrá sus deseos.»
¿Podréis Vos temer recibir desaire alguno cuando habláis al Salvador? Su amor intercede en favor nuestro, su misma naturaleza lo solicita por nosotros; se accede fácilmente a los. ruegos cuando se está ya vencido por el amor.
«Por esta razón, María habla siempre con eficacia, porque habla a un Corazón ya ganado enteramente, porque habla a un Corazón de Hijo…», dice San Bernardo.
«Interceded por nosotros, ¡oh Bienaventurada María! Vos que tenéis en vuestras manos, sí, me atrevo a decirlo, la llave de las bendiciones divinas. Vuestro Hijo es esta misteriosa llave con la que se abren los tesoros del Padre Eterno» (Bossuet).
No, no puedo recibir desaire, porque el negocio por el que acudo a Vos es importante, difícil, desesperado, no tiene otro recurso sino vuestro poder, ¡oh María! ioh mi soberana! Os suplico por lo que más amáis, que me alcancéis del Corazón de Jesús la gracia que solicito.

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DÍA NOVENO

 

LA ESPERANZA Y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos y dignaos atenderlos. Así sea.

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MEDITACIÓN
Me postro a vuestros pies, oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, para dar fin a mi Novena de Preces, y siento la necesidad de daros las gracias aun antes de conocer el resultado de mis súplicas.
La paz que experimento, la esperanza que va aumentado en mi alma, el amor más ardiente que por Vos siente mi corazón, me hacen creer con raz
ón que no he solicitado en vano vuestro auxilio.
Habéis querido darme una nueva prueba de vuestro amor: seáis por ello mil veces bendita, ioh la mejor de todas las madres!, ¡oh la más poderosa de todas las reinas!
Si, corno lo espero, mi súplica es hoy atendida, nada será capaz de detener el transporte de mi reconocimiento y el sentimiento de un vivo gozo; publicaré vuestras alabanzas y diré muy alto que el medio más seguro para alcanzar la gracia es dirigirse a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, y que es preciso acudir con toda confianza a ese trono de la eterna misericordia.
Si el favor que imploro es diferido por algún tiempo, lo esperaré con paciencia, sin cesar de pedíroslo; lejos de desalentarme, renovaré cada día con más ardor mis súplicas, porque espero siempre en vuestra bondad y porque Vos sabéis mejor que yo la hora y el momento en que me será más útil recibir el objeto de mis deseos.
En fin, si Dios quiere permitir que la gracia que pido me sea cambiada por alguna terrible prueba, o por algún sacrificio no esperado, entonces, sobre todo, ioh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, tendría yo más necesidad de vuestra ayuda, para que renovarais en mí el espíritu de fe y de resignación cristiana, y me hicierais comprender que este misterioso proceder de la Providencia se dirige a un bien mayor.
¡Oh mi celestial Protectora!, he obrado con Vos como un niño con su muy amada madre; os he dado a conocer mis padecimientos y mis temores, mis penas, mis tentaciones, mi fragilidad, mis riesgos; me echo en vuestros brazos; me entrego a vos, sé muy bien que no me dejaréis perecer…
Oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón! Os suplico de nuevo oigáis mi plegaria y me concedáis todas las gracias que he solicitado durante esta Novena; extended vuestra protección sobre mí y sobre todas’ las personas que tantas veces os he recomendado; alcanzadnos del Corazón de Jesús la dicha de amarle aquí en la tierra y de reinar con El en el Cielo.

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A la Madre del Amor hermoso DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Madre del Amor Hermoso

ORACIÓN I

Santa María, Madre del Amor Hermoso: ante tu imagen acudimos, para ofrecerte filialmente cuanto somos y tenemos.
Te rogamos que nos alcances la gracia de crecer más y más en el fe y en el amor de Dios, para que estemos siempre unidos a tu Hijo Jesús y sepamos serle fieles, viviendo santamente en el estado y en el trabajo a que El nos llamó.
Imploramos especialmente tu protección maternal, para que los esposos cristianos perserven unidos en el amor que santificaron con el sacramento del Matrimonio y merezcan la gracia de una numerosa y cristiana descendencia.
Así sea.

Santa Maria, Madre del Amor Hermoso
Ruega por nosotros

 

ORACIÓN II

Madre del amor hermoso. Virgen de la Pureza
de la misericordia y de la ternura. Señora del
amor limpio y casto. Bendice a nuestros niños,
a nuestros jóvenes, a los solteros o casados.
Haznos dóciles a imitar tu generosidad.
enséñanos a caminar en la fidelidad al
Evangelio para que la palabra Orada, Encarnada,
Celebrada y Testimoniada, sea vivida en el
corazón de cada familia en la fidelidad y
respeto de los esposos, en la comprensión
y formación de los hijos, en la actitud valerosa
y perseverante de los jóvenes para saber vencer
las tentaciones del presente y encaminar sus vidas
hacia la plenitud de la gracia.

Madre del Amor Hermoso, míranos con ojos
de misericordia, que nuestras familias y
matrimonios conserven siempre la pureza y
juventud del amor conyugal.
Que tu Hijo, el Amor Hermoso, sea siempre la
Luz que ilumine nuestras relaciones personales
y encienda en nosotros el fuego eterno del Amor.

¡Madre del Amor Hermoso: en tu presencia caminamos
ahora y en la hora de nuestra muerte amén!

 

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A Nuestra señora del Camino de Roma DEVOCIONES Y ORACIONES

Oración a Nuestra Señora del Camino de Roma

Virgen del Camino, Madre de Jesús y Madre nuestra,
que dijiste SI al Señor que te habló por el ángel (Lc.1,38-39)
y te pusiste en camino, presurosa, para visitar a tu prima Isabel,
enséñanos la alegría de servir con amor a nuestros hermanos.
Tú, que hiciste el camino de Belén (Lc.2,4-7)
en compañía de tu esposo José,
para dar a luz en la humildad de un pesebre,
da alegría a nuestras familias en la sencillez cotidiana,
y enseñanos a valorar y defender la vida
desde su concepción.
Tú, que conociste el camino del exilio (Mt.2,13-15)
protege a tantos desterrados en su propia tierra
porque no tienen trabajo ni vivienda digna.
Tu que en el camino de Jerusalén
no encontrabas a tu hijo adolescente (Lc.2,43ss)
ilumínanos cuando Jesús se nos pierda por la duda,
y acompaña con tu amor el crecimiento de nuestros niños y jóvenes.
Tú, que estabas con Jesús en las bodas de Caná,
enseña a nuestros novios a vivir un amor casto,
y prepararse así para un amor conyugal
donde nunca falte la alegría de las fiesta. (Jn.2)
Tú, que seguiste a Cristo por el camino de la cruz,
sostén con tu amor de madre a todos los que sufren
y enseñanos a compartir las penas y alegrías,
los gozos y sufrimientos de nuestros hermanos. (Jn.19,25-27).
Tú, que fuiste testigo de la resurrección de Jesús,
ayudanos a vivir resucitados .
Tú, que acompañaste en la oración a la Iglesia
que iniciaba su camino en Pentecostés (Hechos 1,14),
sé nuestra fuerza en el camino de la vida
y enséñanos a recorrerlo en la caridad fraterna.
Ruega por nosotros, caminantes, peregrinos, santa Madre de Dios, amén.

 
 

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A Jesucristo DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil

Letanía del Divino Rostro de Jesús

¡Yo Te saludo, Te adoro y Te amo, oh Rostro adorable
de Jesús, mi Amado, noble Sello de la Divinidad!

Ultrajado de nuevo por los blasfemos, Te ofrezco, por
medio del Corazón de Tu Santísima Madre, la adoración
de todos los Ángeles y Santos, con la humilde súplica
de que repares y renueves en mí y en todos los
hombres Tu Imagen desfigurada por el pecado.

Oh Rostro Adorable que fuiste adorado con
profundo respeto por María y José cuando Te vieron por
primera vez, ten misericordia de nosotros.

Oh Rostro Adorable que en el establo de Belén
llenaste de alegría, a los Ángeles, los pastores y los
magos, ten misericordia…

Oh Rostro Adorable que en el Templo traspasaste
con un dardo de amor, al santo anciano Simeón y a la
profetisa Ana, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que llenaste de admiración a
los Doctores de la Ley cuando apareciste en el Templo
a la edad de doce años, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que posees la belleza siempre
antigua y siempre nueva, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que eres la obra maestra del
Espíritu Santo, en el que el Padre Eterno se complace,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que eres el espejo inefable de
las perfecciones divinas, ten misericordia…

¡Rostro Adorable de Jesús, que el día de Tu Pasión
Te inclinaste lleno de misericordia en la Cruz por la
salvación del mundo! Una vez más por piedad inclínate
hacia nosotros, pobres pecadores. Míranos con
compasión y danos Tu Paz.

Oh Rostro adorable, brillante como el sol y
radiante de gloria en el Monte Tabor, ten misericordia…
Oh Rostro adorable que lloraste y te afligiste ante
la tumba de Lázaro, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, que te entristeciste al ver
Jerusalén y derramaste lágrimas sobre esa ciudad
ingrata, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, que te inclinaste hasta el suelo
en el Huerto de los Olivos y te cubriste de confusión
por nuestros pecados, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, cubierto del sudor de sangre,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que fuiste golpeado por un
siervo vil, cubierto con un velo de vergüenza y
profanado por las manos sacrílegas de Tus enemigos,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que con Tu divina mirada
heriste el corazón de San Pedro con un dardo de dolor y
de amor, ten misericordia…

¡Sé misericordioso con nosotros, oh mi Dios! No
desprecies nuestras oraciones cuando, en medio de
nuestras aflicciones, clamemos Tu Santo Nombre y
busquemos con amor y confianza Tu Rostro adorable.

Oh Rostro adorable, lavado y ungido por María y
las santas mujeres y cubierto con una sábana, ten
misericordia…

Oh Rostro adorable, resplandeciente de gloria y
belleza el día de la Resurrección, ten misericordia…
Oh Rostro adorable que Te ocultas en la Eucaristía,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que aparecerás al final de los
tiempos en las nubes con gran poder y majestad, ten
misericordia…

Oh Rostro adorable que harás temblar a los
pecadores, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que regocijarás a los justos por
toda la eternidad, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que mereces toda nuestra
reverencia, nuestro homenaje y adoración, ten
misericordia…

¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!
¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!
¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!

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A Jesucristo DEVOCIONES Y ORACIONES

Letanías de los nombres bíblicos de Jesús

Estas letanías reúnen gran parte de los nombres con que la Sagrada Escritura llama a nuestro Señor Jesucristo. Son muy propias para la adoración de Cristo en la Adoración eucarística. Normalmente se reza sólo la serie litánica correspondiente al tiempo litúrgico. En la oración individual, puede tomarse una invocación a modo de oración jaculatoria, y también, con ayuda de los textos bíblicos, para una oración meditativa. Tienen aprobación eclesiástica (Burgos, 22-II-I978).

 

Invocación inicial

Dios mío, ven en mi auxilio,

Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (Aleluya).

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial  Ten misericordia de nosotros..

Dios, Hijo redentor del mundo

Dios, Espíritu. Santo

Trinidad santa, un solo Dios

 

Al Hijo de Dios hecho hombre

(en Adviento, Navidad y Epifanía)

Bendito seas, Señor

Aurora de Yahvé

Ungido de Yahvé

Yahvé, nuestra justicia

Príncipe de la paz

Maravilloso consejero

Lluvia bajada del cielo

Dios fuerte

Emmanuel, Dios con nosotros

Jesús, Salvador

Hijo de Abraham

Linaje de David

Nacido de mujer

Nacido de una virgen

Hijo de María

Semejante a nosotros en todo

Príncipe y Salvador

Consolador de Israel

Santo Siervo de Dios

Enviado del Padre

Hijo del Hombre

Mesías de Dios

Señor, Santo, Verdadero

Hombre celestial

Anterior a Abraham

Mayor que los patriarcas

Mayor que los ángeles

Más alto que los cielos

Principio de la creación de Dios

Primogénito de toda criatura

Heredero de todo

Jesús, profeta de Dios

Poderoso en obras y palabras

Sol que nace de lo alto

Luz de las naciones

Palabra de Dios

Palabra hecha carne

Palabra de vida

Misterio de Dios

Imagen del Dios Invisible

Imagen de la substancia de Dios

Esplendor de la gloria del Padre

Hijo del Altísimo

Hijo de Dios

Glorioso Unigénito del Padre

Nuestro Señor Jesucristo

Autor de la vida

Principio y fin de todo

El mismo ayer, hoy y por los siglos

El que es, el que era, el que vendrá

Cristo, Dios bendito por los siglos

Bendito sea el Nombre del Señor

Ahora y por siempre.

Oremos.- Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable todavía elevaste su condición por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de Aquel que se dignó compartir con el hombre la condición humana. El cual vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

A Jesucristo Redentor

(en Cuaresma y Semana Santa)

Ten piedad de nosotros

Hijo de David

Siervo de Yahvé

Cristo crucificado

Salvador del mundo

Hijo amado del Padre

Obediente hasta la muerte

Santo y Justo

Tú que nos amas

Redentor nuestro

Varón de dolores

Conocedor de todos los quebrantos

Odiado por el mundo

Despreciado, estimado en nada

Herido por nuestras maldades

Arrancado de la tierra de los vivos

Entregado por nuestros pecados

Resucitado para nuestra justifica

Piedra de escándalo

Piedra angular rechazada

Roca nuestra fundamental

Jesús, suave y humilde de corazón

Cordero inmaculado

Ofrecido en sacrificio

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Pastor bueno, que das la vida por nosotros

Sacerdote eterno

Mediador de la Nueva Alianza

Sacerdote santo, inocente, inmaculado

Jesús orante y suplicante

Capaz de ayudar a los tentados

Medicina de Dios

Causa de salud eterna

Jesús,  servidor nuestro

Jesús, abogado nuestro

Jesús, amigo nuestro

Jesús, hermano nuestro

Jesús, camino nuestro

Jesús, verdad nuestra

Jesús, vida nuestra

Jesús, evangelio nuestro

Jesús, nuestro reconciliador

Jesús, nuestra pascua

Jesús. nuestra paz

Jesús. nuestra vid verdadera

Jesús, precursor nuestro

Jesús, santificador nuestro

Jesús, presente en nosotros

Fiador de la Nueva Alianza

Esperanza de la gloria celeste

Nuestro Dios y Salvador Jesucristo

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Y danos tu salvación.

Oremos.- Dios todopoderoso y eterno, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos, y salió victorioso del sepulcro. Te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

A Cristo Resucitado

(en Pascua. Pentecostés y Tiempo ordinario)

Gloria a ti. Señor.

Señor Jesús

Primogénito de los muertos

Estrella brillante de la mañana

El más bello de los hombres

Lleno de gracia y de verdad

Gloria del pueblo de Israel

Vencedor del mundo

Vencedor del pecado

Vencedor del Maligno

Vencedor de la muerte

Dueño y Señor nuestro Jesucristo

Jesús admirable

Nuevo Adán

Nuevo Moisés

Sello de Dios

Escala de Jacob

Señor de la paz

Sembrador de la buena semilla

Gloria de Yahvé

Señor, Dios todopoderoso

Jesucristo, verdadero Dios

Pan vivo bajado del cielo

Hijo revelador del Padre

Testigo fiel y verídico

Tesoro de la sabiduría y de la ciencia

Luz del mundo

Luz de vida

Luz verdadera que ilumina a todo hombre

Luz de la Jerusalén celeste

Templo de Dios

Glorificador del Padre

Fuente de aguas vivas

Fuente del Espíritu Santo

Esposo de la Iglesia

Cabeza del cuerpo de la Iglesia

Maestro único

Pastor único

Sacerdote único

Rey de las naciones

Señor de los señores

Señor del cielo y de la tierra

Ensalzado a la gloria

Ascendido a los cielos

Sentado a la derecha del Padre

Coronado de gloria y honor

Sumo sacerdote de los bienes futuros

Puerta del cielo

Juez de vivos y muertos

Rey del juicio final

Señor nuestro y Dios nuestro

–Alegraos, justos, con el Señor.

Celebrad su santo Nombre.

Oremos.- Derrama, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que, cuantos hemos conocido. por el anuncio del ángel, la encarnación de Jesucristo, tu Hijo, podamos llegar por su pasión y su cruz y, con la intercesión de la Virgen Maria a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Citas bíblicas de los nombres de Jesús.

–Al Hijo de Dios hecho hombre: 1. ls 60,2 2. Is 61.1 3. Jer 23.6;33.15 4. Is 9.6 5. Is 9.6 6. Is 55.10 7. Is 9.6 8. ls 7.14; Mt 1.23 9. Lc 1.31;2.1121; Mt 1.21 10. Mt 1.1 11. Ap 22.16 12. Gál 4.4 13. Is 7.14. Mt 1.18,23.25; Lc 1,34s 14. MI 13,55 15. Hb 2.17;4.15 16. Hch 5.31 17. Lc 2.25 18. Hch 3.26;4.30 19. Jn 3.17 5.23-37; Gá14.4 20. Dan 7.13-14; Mc 2.10;8.31;13.26. 21. Jn 425; Lc 920; Ap 11.15 22. Ap. 3.7;6.10 23. Dan 7.13.14; ICor 15,47s; Jn 3,13 24. Jn B.58 25. MI 22.43; Jn 4.12;6.32 26. Hb 1.4 27. Hb 7,26 28. Ap 3.14; Jn 1.3; Hb 12 29. Col 1.1Ss 30. Hb 1.2; Rm 8.17; Ap 21.7 31. Lc 424; 7.16;13.33 32. Le 24.19; Heh 10.38 33. Lc 1.78s; Mal 4.2 34. Is 9.1s; 49.6; MI 4.16; Lc 2,32 35. Jn 1.1; Ap 19,13 36. Jn 1.14 37. 1 Jn 1.1 38. Col 2.3; El 3.9 39. Col 1.15 40. Hb 1.3 41. Hb 1.3 42. Lc 1,32 43.11 Sam 7.14; Sal 2.7; Mc 1.1; Lc 1.35; Jn 20.31; Gál 2.20 44. Jn 1.14.18; 3,16s 45. MI 1.1; Jn 1.17; Rm 1.4; 11 Pe 1.8 46. Heh 3.15; Jn 10.10; Col 2.13 47. Ap 22.13 48. Hb 13.8 49. Ap 1.8 50. Rm 9.5

A Jesucristo Redentor: 51. II Sam 7. 12s; Mt 1.1;9,27;21.9; Rm 1.3 52. Is 49.3;52.13 53. ICor 2.2; Gál 6.14 54. Jn 4.42 55. Mc 1.9;12.6; Jn 3.35;5.20;10.17;17.24 56. Flp 2.8; Hb 5,8 57. Hch 3,14; Is 53,11; 1 Jn 2.1 58. Ap 1,5; Jn 13,1;15,3; 1I Tes 2,13 59. Is 48.7;49.7; Mt 20,28; ICor 6,20: I Pe 1.18 60. Is 53.3 61. Is 53.3; Lc 18.31.33 62. Jn 15.18; Sab 2 63. Is 53,3; Mt 27,21.29.31.39s 64. Is 53.5 65. Is 53.8 66. Is 53,12; Mc 9,31; Rm 4,25 67. Rm 4,25; Jn 11.25; Hch 3,15 68. Is 8.14; I Pe 2.8; Rm 9.33 69. Sal 117.22; MI 21.42; Heh 4.11, 70. ls 28.16; ICor 3.11; El 2.20 71. MI 11.29 72. 1 Pe 1.19; Heh 8.32; Ex 12.5 73. Hb 9,26s; 1 Jn 2.2 74. Jn 1,29; Is 53.7; Ap 5 75. Jn 10.11; Jer 23,3, Ez 34.15.23 76. Hb 5.6 77. Hb 8.6;9.15;12.24 78. Hb 7,26; Zae 6.12s 79. Hb 5.7 80. Hb 2.18 81. Is 53.4.5; Me 2.17; Lc 8.46 82. Hb 5.9 83. MI 20.28 84. I Jn 2.1; Hb 7.25 85. Jn 15,14s 86. Hb 2. 11.17; MI 6.9; Rm 8.14.17 87. Jn 14.6 88. Jn 14.6 89. Jn 14.6; Col 3.4; Gál 2.20 90. Me 1.1;8,35;10.29; 11 Tes 1.8 91.11 Cor 5.18s; Col 1.20 92. ICor 5.7 93. Ef 2.14; Lc 24.38; Jn 14.27 94. Jn 15.1 95. Hb 6.20 96. Jn 17,17s; Hb 2,11 97. MI 18.20; Jn 14.23; El 3.17 98. Hb 7.22 99. Col 1.27; Flp 3.20s; l Tes 1.10 100.11 Pe 1.1.11;2.20;3.18

A Cristo Resucitado: 101. Heh 7.59;16.31; Ap 22.20s; Mt 15.22;20.30; Jn 21.7 102. Col 1.18; Ap 1.5 103. Ap 22.16 104. Sal 44,3 105. Jn 1.14; Col 1.19;2.9 106. Le 2.32 107. Jn 16.33 108. Jn 8.46 109. Jn 12.31; Hb 2.14; 11 Tes 2.8 110. Rm 6.4; 1 Cor 15.26.55-57 111. Jud 4; ICor 7,22; Ef 6,6 112. MI 7.28;9.33 113. Rm 5,14.19; ICor 15.45 114. cf. Mt 5.21s;17.3 115. Ap 9.4 116. Jn 1.51; Gén 28.12 117.IITes 3,16 118. Mt 13.37 119. Is 60.1s 120. Ap 1.8; 15,3 121. I Jn’ 520 122. Jn 6.51 123. Mt 11,27; Jn 1.18 124. Ap 1.5; 3.14;19.11 125. Col 2.4 126. Jn 8.12;9.5;12.46 127. Jn 8,12 128. Jn 1.9 129. Ap 21.23;22,5 130. Jn 2.19; Ap 21,22 131. Jn 17.4; Is 49.3 132. Jn 4.14;7,37 133. Jn 7.39;1426;19.30;20.22; 1 Cor 10.4 134. Mc 2.19s; Ef 5, 22-33; Ap 19.7;21.9 135. Col 1.18 136. MI 23.8 137. Ez 34.23; Jn 10.16; 1 Pe 2.25;5.4; Hb 13.20 138. Hb 7.28s; 10.21 139. Jer 23.5; Zac 9.9; Ez 37.24; Ap 15.3 140. Ap 17.14 141. Mt 28,18;11.25 142. I Tim 3.16 143. Mc 16.19; I Pe 3.22 144. Mc 16.19; Hch 5.31;7.55s; Col 3.1; Hb 1,3 145. Hb 2.9 146. Hb 9.11 147. Jn 10.9; Hb 10.20 148. MI 19.28; Heh 10. 42; ICor 4.4s; Jn 3,17s 149. MI 25.34s 150. Jn 20,28.

Fuente: adoracionperpetua.info

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A la Virgen del Rocío DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Virgen del Rocío, España

Estas son varias oraciones a la Virgen del Rocío de Almonte en España.

ORACIÓN 1 A LA VIRGEN DEL ROCÍO

Virgen del Rocío, Blanca Paloma, Reina del Cielo
y de Andalucía Señora. Bendita Tú entre todas las mujeres
y bendito el fruto de tus entrañas, Jesús, que concebido
por la gracia del Espíritu Santo, Virgen Inmaculada, distes a luz.

Ruega ante Él por nosotros, rocieros y cristianos, que convocados
en torno a tu dulce nombre, imploramos su perdón sagrado.
Muéstranos el camino, ilumina nuestro sendero, guía nuestros
pasos que solo nos lleven al cielo. Para que así en nuestros
corazones, cambiemos odio por amor, Egoísmo por generosidad,
tristeza por gozo, y violencia por paz.

No me dejes solo, que en mi alma brille siempre tu estrella, que
al mirar a tu rostro se inunde mi espíritu de tu pureza.
Que mi carreta sea tu casa, que mi camino sea tu ejemplo,
que mi medalla sea divisa de auténtico amor rociero.
Virgen del Rocío, Blanca Paloma, Reina del Cielo,
aquí estamos contigo, por los siglos de los siglos,
éste es tu pueblo.

ORACIÓN 2 A LA VIRGEN DEL ROCÍO

Madre de Dios y Madre Nuestra, Virgen del Rocío,
a quien con devoción veneramos,
en la entrañable advocación del Rocío:

Manifiesta a tus hijos tu ternura,
amparando a quienes hoy, te invocan de todo corazón.

Socórrenos en nuestras necesidades,
consuélanos en nuestra aflicción.

Danos el auxilio de tu ayuda
para salir del pecado.

Y alcánzanos del Señor el perdón de las muchas culpas,
con que hemos ofendido a tu Hijo Jesús.

Señora Madre Nuestra:

Intercede por nosotros,
para que, libre de los males espirituales y temporales,
sirvamos al Señor en Santidad y justicia,
todos los días de nuestra vida.

Así, bajo tu amparo y patrocinio,
llegaremos a tener parte contigo
en el gozo del reino de los Cielos.
Amén.

ORACIÓN 3 A LA VIRGEN DEL ROCÍO

¡Oh Virgen del Espíritu Santo,
Señora de Pentecostés,
Blanca Paloma, Madre de Dios y nuestra!

Desde tu Santuario manifiestas
y extiendes tu amor
y cuidados a cuantos lo solicitan.

Bajo tu maternal protección,
Madre bendita del Rocío, pongo mi vida,
trabajos, alegrías, esperanzas,
dolores y enfermedades.

Cuanto soy y tengo
te lo presento y ofrezco,
Pastora y Reina de las Marismas,
Patrona de Almonte,
quiero ser totalmente tuyo
y hacer contigo el camino
de mi vida cristiana,
como hijo fiel de la Iglesia.

Escucha, Madre, la oración
que con filial confianza te dirijo
y preséntala ante tu Hijo,
el Pastor Divino, Unico Salvador
y Redentor de los hombres.
Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL ROCÍO (Para rezar al empezar y al terminar el día)

Madre mía del Rocío,
para mí es seguro
que nunca será demasiado lo que espere de Ti
y que siempre tendré más
de lo que hubiera esperado.

Ayúdame en todo, que en Ti confío
y gracias porque siempre estás conmigo. Amén.
(Se hace una petición, acompañada de acción de Gracias
y se reza un Padre Nuestro y tres Ave Marías).

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DEL ROCÍO

Señora y Madre del Rocío,
Virgen del Espíritu Santo,
yo me entrego enteramente a ti
y en prueba de mi filial afecto
te consagro mi vida, mi corazón
mi cuerpo y alma, todo mi ser.

Y ya que soy todo tuyo
¡Oh Madre de bondad!
guárdame y defiéndeme
como cosa y posesión tuya.

Amén.

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A la Virgen de Luján DEVOCIONES Y ORACIONES

Novenas a la Virgen de Luján, Argentina

La novena de la Virgen de Luján tiene la finalidad de preparar el corazón para su fiesta del 8 de mayo. La novena comienza el 29 de abril.

Recopilamos 2 novenas, la de la Peregrinación a Luján y la de Mariología.org.

NOVENA DE LA PEREGRINACION A LUJAN

PRIMER DÍA: La Madre de Jesús quiso estar presente en nuestra tierra para darnos a su Hijo.

Fieles a la fe que recibimos, adoramos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y veneramos a la Virgen María, la Madre de Jesús. Sabemos que en la historia de nuestra salvación, ella tiene un lugar único. Aceptó ser la Madre del Hijo de Dios y estuvo siempre unida a él. Para hacerla Madre de Cristo, Dios la preservó del pecado ya antes de nacer; por eso la veneramos como la Inmaculada, la Limpia y Pura Concepción, la “llena de gracia”. Desde el cielo, junto a Jesús resucitado, cuida y acompaña a los hermanos de su Hijo que todavía peregrinamos en esta tierra.
La evangelización en nuestro continente estuvo marcada por un gran amor a la Madre de Dios, que siem-pre dio señales de su compañía y cuidado. Así, una imagen sencilla de su Limpia y Pura Concepción, quiso quedarse en el río Luján en 1630. Su presencia silenciosa a través de la historia nos acerca el amor mise-ricordioso de Dios, que quiso hacerse hombre para darnos su Vida.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
De la Carta a los Gálatas:
“Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.” (4, 4-5)

RECEMOS AHORA CON EL CANTO DE LA VIRGEN:
Lc 1, 46-55
Antífona: El Señor hizo en mí maravillas.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles,
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
a favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: El Señor hizo en mí maravillas.

INTENCIONES:
– Amada y pura madre de Luján: te escribo estas líneas para agradecerte que hayas aceptado en tu mise-ricordioso corazón que seamos tus hijos, aunque seamos rebeldes y tantos dolores te causemos…
– María, te pido que me des fuerza para poder seguir tu ejemplo de madre, hija, esposa. Y que la luz de tu Hijo Jesús no deje de brillar en nuestro país. Danos esperanza.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SEGUNDO DÍA: La Virgen de Luján nos recuerda que Dios va haciendo la historia junto a su pueblo.

Como dice el dicho, “el hombre propone y Dios dispone”…
En el año de 1630, un hacendado portugués de Sumampa, Santiago del Estero, encargó a un amigo suyo de Pernambuco, Brasil, una imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Éste le envió dos imáge-nes pequeñas, hechas de tierra cocida: una de la Limpia y Pura Concepción, y otra de la Virgen con el Niño Jesús dormido en sus brazos. Ambas fueron conducidas por mar desde el puerto de Pernambuco al de Buenos Aires, y después, en carreta, tomaron rumbo al norte por el “camino viejo”.
Dios quiso intervenir en este “camino” y lo cierto es que, quien llegó a Sumampa fue la imagen de la Vir-gen con el Niño. Para la otra imagen, el Señor tenía otros planes…

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del libro del profeta Isaías:
“Los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos –oráculo del Señor-. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.” (55, 8-9)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 25
Antífona: Muéstranos, Señor, tus caminos.

Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
y yo espero en ti todo el día.

El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados,
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Muéstranos, Señor, tus caminos.

INTENCIONES:
– Te pido que me ilumines y me guíes en el difícil camino de elegir mi carrera y poder aclarar mi cabeza.
– Dame la calma que necesito para ver mi camino, ilumíname, te lo ruego, sólo sé que a pesar de todo siempre tuve dentro mío ansias de vivir.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

TERCER DÍA: La Virgen de Luján nos invita a no dejar de maravillarnos ante los signos que Dios reali-za entre nosotros.

Para ir hacia el norte, desde Buenos Aires, la carreta que llevaba las imágenes de la Virgen debía hacer varias paradas. La segunda fue cerca del río Luján, en la estancia de Rosendo (actualmente Villa Rosa, partido de Pilar). Fue en ese lugar donde ocurrió el milagro: como la carreta no podía avanzar decidieron descargarla; y sucedió que al bajar uno de los cajones avanzaba normalmente. Si se cargaba ese cajón, volvía a detenerse. Al abrirlo, encontraron la imagen de la Limpia y Pura Concepción. Conmovidos, el ne-gro Manuel y otros testigos, entendieron que la Virgen había elegido ese lugar y decidido quedarse allí.
Hoy también reconocemos en ese signo el amor que Dios nos tuvo, y el modo admirable en el que quiso dejar a su Madre entre nosotros, antes de que fuéramos nación.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Marcos:
“La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios diciendo: ‘Nunca hemos visto nada igual’.” (2, 12)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 117
Antífona: Alaben al Señor, todos los pueblos.

¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidel
idad permanece para siempre. Aleluya.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Alaben al Señor, todos los pueblos.

INTENCIONES:
– Siempre recordaré, mientras viva, el milagro que se produjo en mí en 1999… Ayudaste a mi matrimonio y a mi familia toda. Te pido, Madre, la bendición y la protección para todos…
– Virgen de Luján: gracias por haberle curado a mi esposo…
– Virgencita de Luján: te doy gracias por haberme escuchado en el momento que te necesité. Gracias por haber ayudado a mi bebé a salir del problema que tuvo cuando nació.
– Vengo a tus pies, mi Santa Virgen de Luján, a cumplir con mi promesa, casi ya cumplida por tus plega-rias… Ya podemos decir: “nuestra casa”, ya la tenemos, de por vida te rezaremos por esta bendición.
– Virgencita querida, te pido que hagas el milagro por el bien de mis nietitos, de mis hijos y toda mi fami-lia. Gracias. Una abuela desesperada.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

CUARTO DÍA: El amor de la Virgen nos da la libertad para estar al servicio de nuestros hermanos.

El negro Manuel fue traído de África como esclavo, cuando tenía unos 25 años. Fue comprado en Brasil y traído a Buenos Aires, junto con las imágenes. Después del milagro se dedicó, hasta su muerte, por más de 50 años, a servir a la Virgen. Cuenta la tradición que muchos enfermos recobraban la salud cuando Manuel los ungía con el aceite de la lámpara que ardía en honor de Nuestra Señora. Se sabe que estuvo unos años casado con una mujer criolla llamada Beatriz, que era esclava de la misma familia a la que pertenecía; y luego enviudó.
Para que pudiera seguir cuidando la imagen, fue comprado a sus antiguos dueños gracias a una colecta popular, aunque él ya decía: “Soy de la Virgen, nomás”.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Juan:
“Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.” (15, 15-17)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 102
Antífona: El amor del Señor permanece para siempre.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
el Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos.

Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
Pero el amor del Señor permanece para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: El amor del Señor permanece para siempre.

INTENCIONES:
– Virgen de Luján, gracias por darme la libertad y poder estar con mi familia. Ayudame en todo momento, líbrame de toda tentación y nunca más separarme de mi familia.
– Virgencita de Luján, te pido bendición por los que están privados de su libertad, que pronto tengan su libertad. Gracias.
– Señor, gracias por mirarme y bendecirme con una familia hermosa; te pido pan, trabajo y salud para todos los argentinos. Amén.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

QUINTO DÍA: Desde el cielo, el negro Manuel nos anima a acercar a la Virgen a nuestros hermanos y a rezar por sus necesidades.

La primera ermita que le construyeron a la Virgen estuvo terminada en 1633. Pero a pesar de que crecía la fama de los milagros y gracias que Ella concedía, el lugar quedó más tarde abandonado durante unos cuarenta años. Sólo el negro Manuel mantuvo vivo en ese tiempo el culto a “Nuestra Señora de Luján”, como ya se la acostumbraba a llamar. Él era quien recibía a los peregrinos, rezaba por sus necesidades, cuidaba de la ermita y de la imagen, y contaba la historia del milagro.
Su gran amor a la Señora y la fidelidad a su servicio durante esos años, permitieron que hoy conservemos la imagen de la Virgen y guardemos en la memoria su presencia milagrosa entre nosotros.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Mateo:
“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has que-rido. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana’. ” (11, 25-26. 28-30)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 27
Antífona: Señor, no me dejes ni me abandones.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Aunque acampe contra mí un ejército
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Señor, no me dejes ni me abandones.

INTENCIONES:
– Santísima Virgencita de Luján: …te pido… que mejoren las cosas del país. Quisiera ver crecer a mi nieto mejor…
– Virgen de Luján: …no te podés imaginar el dolor que siento al ver a mis papás peleados, cuidalos mu-cho, que los amo. Gracias, y que mejore la Argentina, que no haya más chiquitos con hambre…
– Te agradezco, Madre, por enseñarme el lenguaje del amor y cobijarme en los momentos de soledad. Pero mi fe es limitada, te pido que me ayudes a acrecentarla.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SEXTO DÍA: En Luján, tenemos una casa para estar con la Virgen. Pero Ella también quiere peregrinar con nosotros.

La señora Ana de Matos, que tenía u
na estancia unas 5 o 6 leguas de distancia de la de Rosendo, al ver el abandono en el que había quedado la ermita decidió ofrecerle un lugar más digno a la Virgen y construir, con el tiempo, una capilla para que la pudieran venerar los peregrinos. Así, con una procesión que duró dos días, la Virgen peregrinó junto a sus hijos hasta el lugar donde se construiría el nuevo templo.
También Ana de Matos, como el negro Manuel, fue un instrumento de Dios para servir a su pueblo. Gra-cias a ella, nuestra Madre pudo tener una casa para seguir recibiendo a sus hijos; y las tierras que le donó a la Virgen dieron origen a la actual ciudad de Luján.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Lucas:
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isa-bel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.” (1, 39-45)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 84
Antífona: Feliz quien ama al Señor y marcha en sus caminos.

¡Qué amable es tu Morada,
Señor del universo!

Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Feliz quien ama al Señor y marcha en sus caminos.

INTENCIONES:
– Virgencita: queremos agradecerte por estar siempre con nosotros, por guiarnos e iluminarnos… Te pido por mi familia aquí presente en tu casa.
– Virgen de Luján: quisiera encomendar en tus manos la felicidad de cada persona que te visita esforzán-dose para llegar a tu Basílica y pedirte por los que hoy no están.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SÉPTIMO DÍA: A través de la Virgen, Dios nos da alivio y consuelo para nuestros dolores.

En 1684, el padre Pedro Montalbo viajó desde Buenos Aires afectado por ahogos asmáticos. Quería vivir o morir cerca la Virgen. Fue recibido por el negro Manuel, que como a otros enfermos, lo ungió con el acei-te de la lámpara que ardía en honor de la Virgen; y le expresó que si se curaba, sería el primer capellán de la Virgen de Luján. Y efectivamente, luego de sanarse, el padre Pedro la sirvió durante 16 años, hasta su muerte.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
De la segunda carta a los Corintios:
“Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consue-lo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios. ” (1, 3-4)

RECEMOS:
DEL PROFETA ISAÍAS (Cap. 38)
Antífona: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Yo decía: En lo mejor de mis días me tengo que ir:
he sido destinado a las puertas del abismo
por el resto de mis años.
Yo decía: Ya no contemplaré al Señor
en la tierra de los vivientes;
no veré más a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos se consumen de mirar a lo alto:
¡me oprimen, Señor, sé tú mi fiador!

Mi amargura se cambió en bienestar:
tú has preservado mi vida
de la fosa del aniquilamiento,
porque has arrojado detrás de tus espaldas
todos mis pecados.

Porque tú me salvaste, Señor,
haremos resonar nuestras liras
todos los días de nuestra vida
junto a la Casa del Señor.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

INTENCIONES:
– Virgen Madrecita mía: traje a mi hijo a hacerlo tu hijo y así por intermedio tuyo Dios deposite sus manos en él. Tiene problemitas de salud, que con tu ayuda y la mano del Padre va a superar… Gracias, Madre.
– Virgencita: te voy a pedir por una compañera que estuvo internada conmigo. Es una persona muy bue-na conmigo y te quiere mucho.
– Virgen de Luján, gracias por sanar a mi hijo y ayudarme a mí a superar mis problemas de salud.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

OCTAVO DÍA: A los pies de nuestra Madre de Luján, descubrimos una historia en común y nos reco-nocemos hermanos.

El milagro de la Virgen de Luján ocurrió hace muchos años. Sin embargo, el suceso de los cajoncitos y la carreta inmóvil ha llegado hasta nosotros. Alguien nos lo contó. Nuestros padres o abuelos; los catequis-tas o algún sacerdote. Lo cierto es que sabemos, por muchas voces que lo han trasmitido, que la Virgen quiso quedarse en Luján.
La figura del Negro Manuel cobra mucha importancia también en este aspecto: fue testigo presencial del milagro y lo contó a los peregrinos que visitaban a la Madre. Su fidelidad y constancia hizo posible que hoy este hecho estuviera en la memoria del Pueblo de Dios en nuestra Patria.
La tradición continuó y continúa. Quienes hoy visitan a la Virgen, aunque no sepan su historia al detalle, experimentan su cariño y lo trasmiten a sus hijos, a sus amigos…

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Lucas:
“Jesús les dijo entonces esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las no-venta y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la en-cuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me había perdido.” (15, 3-6)

RECEMOS:
SALMO 145
Antífona: Alabaremos tu nombre por siempre, Señor.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente;
día tras día te bendeciré,
y alabaré tu nombre sin cesar.

¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable!

Cada generación celebra tus acciones
y le anuncia a las otras tus portentos:
ellas hablan del esplendor de tu gloria,
y yo también cantaré tus maravillas.

Ellas publican tus tremendos prodigios
y narran tus grandes proezas;
divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad
y cantan alegres por tu victoria.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivient
es bendigan tu santo Nombre,
desde ahora y para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Alabaremos tu nombre por siempre, Señor.

INTENCIONES:
– Después de tantos años sin poder venir, pude al fin conocer la iglesia de Luján, que vine cuando tenía un año…
– Virgencita de Luján: este sábado vine primero que nada, a cumplir con mi ofrenda de agradecimiento, por la petición que en su momento te supo hacer mi abuela tan amada (Dios la tenga en su gloria), luego de tantos años. Yo te ofrezco mis plegarias, te ofrezco mis servicios, para con quienes lo necesiten.
– Virgencita, ayudaste y escuchaste las plegarias de mis papás, hoy te pido que con misericordia escuches y recibas las mías.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

NOVENO DÍA: Desde Luján, Jesús nos sigue diciendo: “Ahí tienes a tu Madre…”

Los argentinos sabemos que en Luján tenemos a nuestra Madre. Es como si Jesús nos hubiera dicho a nosotros lo mismo que le dijo al discípulo estando en la cruz: “Ahí tienes a tu madre”. Su casa es meta de muchos caminos. Sus manitos juntas reciben nuestras oraciones y se las acercan a Dios. Sus ojos buenos atraen nuestras miradas y su manto nos cubre. Su bendición nos reanima y renueva. Es nuestra, pero es de todos: su corazón es tan ancho como el mundo y ninguno de los que la invoca con fe queda sin su cuidado, sea argentino o no.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Juan:
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”.
Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”.
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.” (19, 25-27)

RECEMOS CON UN SALMO:
SALMO 121
Antífona: Nuestra ayuda viene del Señor.

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Nuestra ayuda viene del Señor.

INTENCIONES:
– Mamita, gracias por dejarme venir a verte, te amo y sos mi protectora.
– Yo soy una fiel tuya, como todas las peregrinaciones yo estoy ahí, yendo caminando, aunque el tiempo esté lindo, feo, con viento o lluvioso, yo siempre estoy ahí; te quiero y confío en vos…
– Virgencita de Luján, te doy gracias por la salud de todos mis familiares y te pido que nos des a todos la felicidad y la paz que nos hace falta en el mundo. Yo soy de Sucre, y espero que estés allá.
– Gracias Madre por escucharnos y ayudarnos, por darnos fuerzas para seguir y porque a pesar de todo, somos un pueblo que sigue en la lucha, sin perder la fe.
– Virgen de Luján: yo sé que hoy es un día muy especial para vos porque te visitan grandes, chicos, jóve-nes de toda clase y de todo lugar. Por eso yo te pido de corazón que llegues a cada una de estas perso-nas, especialmente a los jóvenes que están quebrados, angustiados por la desocupación y especialmente por la droga… Te quiero y gracias por estar siempre.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

XX DÍA: El amor de la Virgen nos da la libertad para estar al servicio de nuestros hermanos.

El negro Manuel, un esclavo traído de África, cuidó la imagen de la Virgen, contó su historia y recibió a los peregrinos. Muchos enfermos recobraban la salud cuando Manuel los ungía con el aceite de la lámpara que ardía en honor de la Señora. Siempre decía: “Soy de la Virgen, nomás”.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
“Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.” (15, 15-17)

INTENCIONES:
Virgen de Luján, gracias por darme la libertad y poder estar con mi familia. Ayudame en todo momento, librame de toda tentación y nunca más separarme de mi familia.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

NOVENA A LA VIRGEN DE LUJAN DE MARIOLOGÍA.ORG

Oración Principal
Divino Jesús, que, en la hora suprema de vuestra agonía, para no dejarnos en la orfandad: en la persona del evangelista San Juan, nos honrásteis con el nombre de hijos de vuestra propia Madre y dísteis a Ella, la misión amorosa de ser la Madre de la humanidad; venimos a postrarnos a vuestros pies, para rendiros el homenaje de nuestra gratitud, por esa fineza de vuestro amor paternal.

No nos dejásteis, así, solos en el mundo, en el momento de vuestra muerte y de vuestra partida. María ha sido la verdadera Madre de la humanidad y nosotros, sus hijos, hemos recibido de Ella, los inmensos beneficios de su inagotable amor. Desde la hora en que acompaña a vuestros discí-pulos, en el cenáculo y los guía, a través de trabajos apostólicos, en sus años de vida sobre la tierra, hasta la hora presente, después de su muerte, sus caricias amorosas han rozado la frente del mundo, para consuelo y aliento de sus penas, para alegría de sus triunfos y para guía de su tránsito por la vida, hacia la feliz eternidad. Y unas veces con sus escapularios y otras con sus rosarios, ya desde un trono de espinas, ya desde una columna, ora en las grutas de los montes, ora en la espesuras de las selvas, que siempre que en la sublime visión de su belleza; descendió a la tierra bajo innumerables advocaciones, fue la Madre de misericordia, cumpliendo la divina mi-sión que Vos le encomendásteis, en la cumbre del Calvario.

Señor, este pueblo, postrado hoy ante vuestras aras, también ha merecido su especial favor; también él puede llamarse su hijo y darle el dulce nombre de Madre, porque así se ha mostrado, al elegir un rincón de esta tierra, para fuente de sus gracias. Su imagen bendita que, un, día,. se de-tuvo en Luján, para morar en é1, no es otra cosa que un venero de los amores maternales de Ma-ría, difundidos por, todos los ámbitos de la patria.

Señor: gracias infinitas os sean dadas, porque al darnos a vuestra propia Madre por Madre del mundo, nos la dísteis, de una manera especial, en la advocación de Ntra. Sra. de Luján, que es la dicha, el tesoro y la gloria de la devota Nación Argentina,´que la proclama, con justicia, Reina del Plata y Madre de su pueblo.

PRIMER DÍA

Inmaculada Virgen María, que en un exceso de vuestro amor maternal, hicisteis al pueblo argenti-no el honor. de vuestra visita y el obsequio de vuestra eterna compañía; el pueblo que así favore-císteis, siente, hoy, la inmensa alegría de recordar vuestra venida prodigiosa y meditar, ante vues-tras aras, esa sublime manifestación de vuestro amor.

Y ante sus ojos, llenos de lágrimas de placer, contempla aquel convoy formado de carretas, que llevando vuestra efigie, se detiene, de improviso, en los campos de Luján: asiste al espectáculo extraordinario que ofrecen los bueyes que arrastraban la carga y que aunque aguijoneados, con fiereza, por sus conductores, se niegan a seguir adelante, y ve finalmente, cómo retirada del car-gamento vuestra preciosa imagen, se puede continuar la marcha y cómo, a raíz de ese prodigio, os quedáis entre nosotros, para no abandonarnos jamás. Y recordando todo eso, lleno de entu-siasmo, los saluda reverente, se postra ante la milagrosa efigie y saluda en vuestra aparición, a la que. va a ser, desde esa hora, la Madre del pueblo en el cual sentáis vuestro trono de Reina. ¡Cómo no bendeciros, Inmaculada Virgen María, por tan singular favor!

¡Cómo no aclamaros nuestra Madre, si todo ese prodigio es obra de vuestro corazón maternal, que precisamente se queda en medio del pueblo argentino para prodigarle su amor

!Que sea, para Vos, agradable morada nuestra tierra; que sea para nosotros, feliz presencia la vuestra; el pueblo os ama con delirio: Vos amáis al pueblo y en medio de esos amores, qué bien estáis entre nosotros, y nosotros con Vos, qué felices que somos. No os vayáis jamás de aquí, con vuestro amor. No os perdamos jamás nosotros, con nuestra ingratitud.

Deprecaciones

Seáis bien venida, oh María a nuestro pueblo. Permaneced en él eternamente. Sed su Reina y Madre, pero Madre de misericordia.

Dios te salve, María…

(Cantada y rezada)

Santificad, Señora, al pueblo que elegísteis, Para que vuestra venida sea una prueba de su salvación.

Dios te salve, María…

Así como vuestra visita a la madre del Precursor, hace aún sonar, en nuestros templos, las notas del Magnificat; que por esta visita que hacéis al pueblo argentino, vuestro nombre suene siempre en sus labios y se grabe en su corazón

Dios te salve, Maria…

SEGUNDO DÍA

¡Oh, Virgen de Luján! Ya estáis en nuestro pueblo. Ya el prodigio de vuestra venida os ha mereci-do un trono en la humilde llanura de Luján, con la primera capilla levantada en vuestro honor y un trono más hermoso todavía, en el sencillo corazón de los moradores de las pampas. El campesino os saluda con la plegaria aprendida en la infancia y el errante gaucho detiene su corcel frente a vuestra ermita y pronuncia ante Vos, la oración que el corazón le dicta. Vuestro corazón de Madre goza ante esa pureza de amor incontaminada y un himno de gratitud suena en torno vuestro, en retribución de traídos por el imán de los hogares se agrupan cerca de vuestro trono y unen al arrullo del río, que besa vuestras plantas, el rumor de sus faenas. Ya sois, Señora, la fundadora de una villa, la que llevará vuestro mismo nombre y tendrá el orgullo de ser, más tarde, el tabernáculo de vuestras glorias. ¡Ah! Bien podemos repetir con la Sagrada Escritura que no se ha hecho cosa tal, con todas las naciones. Eso lo reservabais para este pueblo predilecto vuestro, que no se cansa de repetir lo que ha grabado alrededor de vuestra imagen: La Virgen de Luján es la primera fundadora de esta Villa.

Fundadora; porque sois Madre, Ilenásteis de hijos devotos vuestros, toda la comarca. Fundadora: multiplicad los devotos, los hombres de fe, los pueblos creyentes, para que nuestra nación os tenga siempre por madre y bajo vuestro patrocinio, no se pierda jamás, en el naufragio de la duda y de la incredulidad.

Deprecaciones

Fundadora de la Villa de Luján, sed también el fundamento de nuestra vida espiritual, para que jamás se derrumbe el edificio de nuestra fe.

Dios te salve, María…

(Cantada o rezada)

Virgen de Luján, que se apoye siempre en Vos la familia argentina y que su escuela enseñe a las generaciones infantiles, a fundamentar su porvenir,
sobre la base inconmovible de la moral.

Dios te salve, María…

Sed, poderosa Señora, el sostén de nuestras instituciones y cuando súbditos y mandatarios ,se descarrilen del sendero del bien, dadles la fortaleza necesaria
para que encaminen, nuevamente sus pasos, por el camino de la virtud.

TERCER DÍA

Ya lo suponía el pueblo, oh Madre de misericordia! A qué habíais venido a nuestra tierra? – A abrirnos el caudal de vuestros favores.-Y apenas estáis, entre nosotros, ya corre, por doquiera, la fama de vuestra generosidad maternal. Los que necesitan del auxilio del cielo, los que sufren, los que lloran, corren a vuestros pies y basta una sola Ave María rezada ante vuestras aras, un sollo-zo llegado hasta vuestro oído, para llenar de alegría, los corazones afligidos. Y como si eso no bastara, Vos misma iréis, peregrina bajo la luz de las estrellas, buscando en el tugurio del enfermo humilde, que no ha podido llegar hasta vuestro trono, una miseria que salvar, una pena que cal-mar, una lágrima que enjugar y hasta el lodo que se ha pegado a vuestro manto, en el camino, y que desprende de él, un humilde esclavo vuestro, servirá de bálsamo maravilloso, para aliviar y curar los dolores de la tierra.

¡Oh, Madre de Luján! ¡Cómo te muestras así Madre y Madre de misericordia, inspirando nuestra confianza hacía vos!
Escuchadnos, Señora. Monstra te esse trem; mostradnos que seguís siendo esa Madre. Hay mu-chos que sufren; hay muchos que lloran. Compadecéos de todos ellos. Pero junto con las mise-rias materiales, los más sufren de enfermedades morales. Sed su remedio. Son vuestros hijos; que no se pierdan. Llamad a las puertas de sus corazones: visitadlos con vuestras inspiraciones y prodigadles el auxilio para su conversión, para que todos, Señora, sin que falte uno solo, os acla-men Madre, también en la eternidad.

Deprecaciones

Madre de los humildes, caritativa Virgen de Luján, no olvidéis a los que sufrimos, en este valle de lágrimas

Dios te salve, María…

Sagrada Virgen María, piélago inmenso de inagotable caridad, haced que el amor de los hermanos reine entre nosotros y que en medio de vuestro pueblo, se mantenga siempre ardiendo, la hoguera de la caridad cristiana.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, que habéis socorrido, tantas veces nuestras pobrezas materiales, que vuestro auxilio sea también, para nuestra indigencia espiritual,
haciéndonos ricos de las virtudes, que conducen al cielo.

Dios te salve, María…

CUARTO DÍA

Virgen Santísima, aclamada por la Iglesia, Auxilio de los cristianos, cómo podía faltar ese auxilio vuestro a un pueblo que, confiado en Vos, ha llamado infinitas veces a las puertas de vuestro amor, para implorar vuestra misericordia. Tenían que venirnos, con vuestra venida, todos los bie-nes; ella era una prenda del auxilio que habíais de prestarnos, y he ahí que en las horas de los grandes peligros escuchásteis, benignamente, las plegarias de vuestro pueblo.
Pudieron las nu-bes del cielo negar a nuestras campiñas su benéfica lluvia y los rayos abrasadores del sol amena-zar la vida de nuestras mieses; pero ¡ah! los lamentos del labriego llegarán a vuestro corazón y terminarán las sequías y los campos se cubrirán con la esmeralda de las hierbas y el oro de los trigales.

Pudieron las hordas salvajes del desierto lanzarse airadas contra las indefensas poblaciones y hacer sonar su grito de exterminio, anunciando el saqueo, el incendio y la matanza. Todo debía ser en vano, porque ese pueblo devoto vuestro, que postrado ante vuestra prodigiosa imagen de Luján os invocaba en medio de su angustia, con ilimitada confianza, contaba con vuestro auxilio. Y vuestro poder había de manifestarse en su favor, añadiendo una prueba más a las muchas que ya le habíais dado de vuestro amor maternal. Y los indios perderán su camino, desbaratados por vuestro poder, y la borrasca pasará muy lejos, anunciando, en su bramido, el pararrayos invisible que la había disipado.

¡Oh, generosa Madre, ante este nuevo prodigio, cómo no se ha de afirmar nuestra fe en vuestro poderoso auxilio, hoy que la indiferencia general, como una larga sequía, está marchitando el fer-vor de nuestra devoción, y cuando las hordas infernales avanzan por el mundo para matar nues-tras almas, y que no tenemos otra defensa, en contra de ellas, más que ese auxilio vuestro! Vos, que sois un ejército en orden de batalla, detenedlas, aniquiladlas, para que, gozosos, podamos vernos libres del malón del infierno y os aclamemos, Virgen de Luján, como el escudo de nuestras luchas y la fuerza incontrastable contra los enemigos de nuestra salvación.

Deprecaciones

Madre bondadosa de Luján; cuando la aridez de nuestro espíritu nos esté por llevar a la tibieza y a la indiferencia, haciéndonos perder vuestra devoción, que el riego fecundante de vuestras gracias, nos haga renacer en el fervor de la piedad.

Dios te salve, María…

Consuelo de los afligidos, en nuestros peligros, en nuestras angustias, en nuestras necesidades, sed nuestro poderoso auxilio y libradnos de todo mal

Dios te salve, Maria…

Virgen de Luján, defensa nuestra, sed nuestro escudo cuando las hordas de Lucifer nos ataquen para hacer a nuestras almas cautivas del pecado.

Dios te salve, María…

QUINTO DÍA

¡Oh Virgen Santísima! No en vano, el pueblo predilecto vuestro ha requerido el auxilio de vuestro amor. Cada vez que os ha llamado, le habéis respondido con gran prodigalidad. Todos sus males han encontrado un alivio en ese vuestro amor inagotable. Bien decía San Bernardo que jamás habíais desoído a quien os implorara con verdadera fe. Cuantas veces la naturaleza se ha rebela-do en contra nuestra, habéis sabido remediar nuestros males; cuantas veces el peligro nos ha amenazado con la crueldad de los perversos, os habéis dignado conjurar ese, peligro.

Pero aun faltaba vuestro poder contra los enemigos exteriores de vuestro pueblo, y no quisísteis que este poder dejara también de manifestarse. Y cuando ejércitos extraños invadieron nuestro suelo, para quitarnos la libertad y hasta la fe, arrastrándonos a la herejía que podía arrebatarnos vuestro amor, bastó la plegaria del pueblo y de sus jefes, para que le infundierais valor a fin de arrojar de nuestra tierra al audaz invasor.

Dispersados por las fuerzas de la poderosa Albión los soldados de nuestra defensa, en las prime-ras embestidas, ¿a quien habían de acudir en medio del peligro, sino a Vos que erais la Madre del pueblo? Y a Vos acudieron, y con vuestro aliento y con vuestro nombre en los labios, salvaron al pueblo de la extraña dominación y de una herejía que había de seguirla, privándonos de vuestro culto y, con él, del consuelo y la dicha de nuestros devotos corazones.

Virgen de Luján, seguid velando en defensa nuestra, para que nuevas herejías no vengan a invadir nuestra tierra, a fin de que vuestro culto reine siempre entre nosotros, y si en mala hora cayera sobre la patria la tempestad de doctrinas malsanas, dadnos otra vez fuerza y valor para vencerlas y ahuyentarlas de nuestro pueblo.

Deprecaciones

Poderosa Señora, destruid las fuerzas del príncipe de las tinieblas, cada vez que pretenda invadir el pueblo de vuestro amor.

Dios te salve, María…

Salvadnos oh María, de la invasión del error; conservadnos en nuestra fe y que no haya nada en el mundo que sea capaz de arrancarnos de vuestros brazos de cariñosa Madre.

Dios te salve, María…

Iluminad, Señora, la mente de vuestros devotos, esclareced su conciencia, santificad su corazón, para que puedan descubrir los engaños de sus enemigos y rechazar las dádivas con que se quieren comprar sus creencias.

Dios te salve, María…

SEXTO DÍA

¡Reina del Plata! ¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo os debe la vida de su libertad! /Madre de la Patria! ¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo nació en vuestros brazos! ¿Qué significan esos trofeos gloriosos: esas banderas ; esas espadas, que penden de los muros de vuestro san-tuario y a los pies de vuestra imagen?

¡Ah! ¡Es la gratitud de la patria a la Madre de su libertad!

Ante vuestras aras, se postraron los libertadores: los que no pudieron llegar a vuestro santuario, pidieron las plegarias de sus capellanes, implorando vuestra ayuda, en la gran cruzada de la liber-tad.

Triunfaron, después, en sus homéricas luchas y no olvidaron que las hogueras de gloria, que se encendieron en Salta y Tucumán, en Maipo y Chacabuco, procedían de la chispa de vuestros amo-res con que caldeásteis el corazón de los héroes e iluminásteis el sendero de sus hazañas. Por-que Vos, que habíais venido prodigiosamente a esta tierra feliz, la sacásteis del dominio extraño para hacerla libre, a fin de que consciente de sus destinos, marchara por la senda de la prosperi-dad, a la par de los pueblos independientes. Porque, por eso, escuchásteis las plegarias de los grandes capitanes, que después de sus acciones guerreras reconocieron, agradecidos, vuestra intercesión en favor de la patria.

¡Oh trofeos gloriosos colocados al pie de María de Luján: decid a esa Reina de la Patria, a esa Ma-dre del pueblo, que diez millones de argentinos le agradecen ,hoy su auxilio en favor de la libertad de la patria y que claman, ante Ella, para que siempre sea el escudo de nuestra nación; que con-serve a su pueblo, que guíe a nuestros gobernantes y que se muestre siempre nuestra Madre, y que nosotros no nos hagamos indignos del nombre de hijos suyos, olvidando sus beneficios y la gratitud que le debemos por habernos dado la libertad, el más preciado don que Dios ha concedi-do al hombre.

Deprecaciones

Virgen de Luján, en vuestros brazos,. nació el pueblo argentino; sed su Madre, al través de todos los tiempos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, Madre de la patria; guiadla siempre por el sendero de la dicha y de la prosperidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, Madre de nuestra libertad; velad continuamente, por esa, libertad y que el pueblo argentino no sea jamás esclavo y mucho menos esclavo de las pasiones y de los vicios, que constituyen la peor de las esclavitudes.

Dios te salve, María…

SÉPTIMO DÍA

Virgen de Luján: el pueblo de vuestros amores, por quien tantos prodigios habéis obrado, cal-mando sus penas, llenando sus anhelos, librándolo de los peligros y dándole la libertad, no olvida vuestros favores, por doquier publica vuestra bondad de Madre y hace surgir del fondo de su co-razón, una nota solemne de gratitud, hacia Vos.

Mirad cómo en devotas peregrinaciones acude a vuestro santuario. Son miles y miles los romeros que se apiñan, periódicamente, en vuestra basílica, con la plegaria ferviente y el elogio cálido en sus labios Todos se disputan el honor de llegar al camarín donde mora vuestra milagrosa efigie, y forman compactas columnas frente a vuestras aras. Son los padres y los hijos, los pobres y los ricos, los sabios y los ignorantes, sacerdotes, militares, magistrados, en una palabra, es el pueblo entero que se postra a vuestros pies. Todos han recibido vuestros favores, todos han pasado vuestro poder y van a rendiros su gratitud y a implorar, nuevamente, vuestra protección.

¡Oh, Madre! ¡Qué inmenso hogar habéis formado entre nosotros! Mirad: Todos son hijos vuestros. Recibidlos a todos, bendecidlos, alentadlos. Muchos serán hijos pródigos, que vuelven al hogar materno por haber oído vuestro llamado. ¡Que encuentren en Vos, la maternal misericordia!

Muchos serán, como el joven del Evangelio, hijos fieles desde sus primeros años. Fortaleced su fe para que la conserven siempre. Y así, unos y otros continúen llenando vuestro templo, formando esas columnas grandiosas de peregrinos que os visitan, y sean ejemplo para los demás y porta-voces de vuestros amores, a fin de que no quede un solo habitante de la Argentina que no os visi-te en Luján, en vuestro camarín, en ese tabernáculo de vuestro amor y manantial de vuestras gra-cias.

Deprecaciones

Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos, al pie de vuestro trono. Vienen a imploraros. No desoigáis sus ruegos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos, al pie de vuestro trono. .Vienen a agradeceros vuestros favores. Aceptad el homenaje de su gratitud

Dios te salve, Maria…

Virgen de Luján, grande es el número de vuestros devotos. Multiplicadlos, aún, como las estrellas del cielo y las arenas de la mar.

Dios te salve, María…

OCTAVO DÍA

¡Reina de la paz ! Así os proclama la Iglesia, y bien que lo sois, Santísima Virgen María ¡Cuánta calma no habéis llevado a los corazones en las horas de las grandes angustias!

La paz, la hermosa paz del corazón, nos ha venido de Vos, Señora, porque lo mismo en los peli-gros corporales como en los del alma habéis sido nuestro consuelo, unas veces salvando nuestra vida material con vuestro auxilio, y otras nuestra vida espiritual, haciéndonos encontrar la gracia que habíamos perdido. ¡Reina de la paz! Pero para nosotros lo habéis sido, de una manera espe-cial, bajo el título de Virgen de Luján.

Todos aun lo recordamos. Eran aquellos días de angustia en que el cóndor transandino miraba, de hito en hito, el sol de nuestra bandera. La guerra, la devastadora guerra, amenazaba nuestra paz y ya la intranquilidad invadía el hogar, la sociedad y la nación.
¡Qué cuadro de desolación, aun concientes de nuestro poder, se presentaba a nuestros ojos! Pero acudimos a Vos y ante vuestro altar os dijimos: Reina de la paz, rogad por nosotros, y prodigio-samente quedaron unidos en estrecho nudo, frente a vuestro camarín, el tricolor de la bandera chilena y el bicolor celeste y blanco de nuestro pabellón.

Y aún están a vuestros pies, simbolizando a los dos pueblos hermanos, que os proclaman la Re-ina de la paz. ¡Reina de la paz! En vuestras manos está nuestra paz. Que jamás ella sea turbada por el fantasma de la guerra: que nunca nuestros fértiles campos se inunden con la sangre de vuestros hijos, y si alguna vez, por nuestras deslealtades, merecemos ese castigo, que sea sólo en parte, Protectora de nuestro pueblo, para que traigamos también, a vuestros pies, los trofeos de la victoria, como los trajeron nuestros heroicos generales en las horas de la libertad.

Deprecaciones

Virgen de Luján, que la paz reine siempre en este pueblo, que confía en Vos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, alcanzadnos la gracia de vivir, continuamente, en paz con nuestro Dios, sin que el grito de rebeldía de Lucifer suene jamás, en nuestros labios.

Dios te salve, María…

Reina de la Paz, rogad siempre por nosotros.

Dios te salve, María…

NOVENO DÍA

¡Virgen querida de Luján! Tres siglos han pasado, desde aquel día glorioso para nuestra tierra, en que os quedásteis en los campos de Luján, para elegir y santificar nuestro pueblo, a fin de que vuestro nombre permaneciera, entre nosotros, eternamente. Desde entonces, puede decirse que han pasado tres siglos de favores vuestros en beneficio del pueblo argentino. ¡Cómo hemos res-pondido a tanta generosidad! ¡Cómo hemos pagado tanto amor!

¡Ah, Señora! Todo es poco para vuestra gloria. Pero no os hemos olvidado y os pedimos que aceptéis el obsequio humilde de nuestra gratitud.

Pobre, pequeño era vuestro primer santuario. Os debíamos un trono mejor y el caudal del rico y el óbolo del pobre fueron colocando, una a una, las piedras de la basílica, que hoy es vuestra mora-da de Reina. Pobre, humilde era vuestra veste y la corona que ceñía vuestras sienes de emperatriz y el caudal del rico y el óbolo del pobre fabricaron la diadema de oro y de perlas, que adorna vues-tra frente.

Obras materiales, tienen sobre su valor de tales, un valor digno de Vos. Cada piedra de vuestro templo, cada perla de vuestra corona es un corazón argentino rendido a vuestros pies, un corazón argentino, cuyo amor hacia Vos, tiene la eternidad de la piedra y cuya fe resplandece, con más luz que todos los diamantes de la tierra. Las flechas de sus campanarios que rasgan las nubes, son las oraciones fervientes del pueblo, que aspiran llegar a vuestro trono celestial y la bronceada voz de sus campanas es el himno elevado a vuestra historia y que repiten, sin cesar, los labios de vuestros hijos.
En una palabra, todo es la gratitud del pueblo argentino, a Vos, Virgen Santísima, Fundadora de la Villa de Luján, protectora del pueblo, Reina de la patria, Generala de sus ejércitos, Madre de su libertad!

Deprecaciones

Virgen de Luján, coronada por la gratitud de vuestro pueblo, hacednos dignos de conseguir la corona de la inmortalidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, a quien nuestra piedad ha erigido un santuario, convertid nuestros corazones en verdaderos santuarios de virtud y santidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, bendecid los pueblos, en cuyo templo, se os ha erigido un altar; bendecid los hogares, de cuyos muros penda vuestra imagen; bendecid las congregaciones, que llevan vuestro nombre; bendecid a los que prendan sobre sus pechos, vuestra medallas y escapularios; bendecid
a todos los que propaguen vuestra devoción y finalmente, bendecid a los que pronuncien vuestro nombre, con devoción y amor.

Dios te salve, María…

Oración Conclusiva
Omnipotente y sempiterno Dios, que habéis dispuesto que la Santísima virgen sea nuestra inter-cesora, ante vuestro divino poder; aceptad propicio nuestra devoción hacia Ella, bajo el título de Ntra. Sra. De Luján, a fin de que por sus méritos y por sus ruegos, obtengamos el don de vuestra santa gracia, en la vida y la dicha de nuestra salvación en el cielo. Amen.

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A la Virgen de Luján DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a Nuestra Señora de Luján

ORACIÓN I

¡Oh Inmaculada Virgen María!
Que habéis querido ser venerada por los fieles bajo el título de Nuestra Señora de Luján, manifestando en la imagen que os está dedicada en aquel pueblo, vuestro poder, vuestro amor y vuestra gloria; tened compasión de nosotros y líbranos de tantos males como nos rodean.

Haced que reine en las familias el espíritu religioso de nuestros mayores; conservad a la mujer cristiana en la práctica santa de la religión; preservad a la niñez y a la juventud de los peligros del vicio; iluminad a los que gobiernan.
Apartad de nosotros toda peste; fecundad con lluvias oportunas nuestros campos; bendecid sus frutos, haciéndolos saludables.

Convertid, Virgen piadosísima, a los pecadores, que atraen sobre las naciones los castigos del cielo.

Escuchad ¡Oh Madre de Clemencia!, el amor que de toda la República llega hasta vuestro glorioso Santuario y colmadnos a todos de vuestras maternales bendiciones.

Amén.

ORACION II

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí… Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos…

Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.

Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.

Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.

Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA

PAYADA DE LA VIRGEN DE LUJÁN
(del p. Leonardo Castellani[1])

– ¿Por qué el cautivo en triste soledad,
sollozando con lúgubre gemido
tu nombre invoca, Virgen de Piedad?
– Porque tu eres la vida de este mundo
La estrella del que sufre en este suelo.
Versos sacados de unos antiguos cantares a la Virgen.

Queridos Hermanos:

1. El mejor y el más grande canto que se puede llevar a Dios desde este suelo, es en honor a Nuestra Señora de Luján.

Aquí me pongo a cantar
con cualquiera que se ponga
la mejor, la gran milonga
que se habrá de perpetuar
entre la Pampa y el mar
y el que es mayor que los dos,
cielo estrellado de Dios
donde sus plantas están,
canto a la Flor de Luján,
canto a la Madre de Dios.

2. Dios creó todo lo que hay en la tierra y en los cielos, creó al hombre, su obra mejor, y éste, desobedeciendo, instigado por el Demonio, pecó, alejándose de Dios.

Dios hizo el cielo y el rayo,
hizo el sol, hizo la estreya[2],
hizo la Pampa sin güeya[3],
hizo el toro y el cabayo[4],
hizo al hombre, y aquí cayo[5],
porque fue su obra mejor,
pero el Mandinga[6] traidor
conoció que era de barro.
Pecó el hombre, rompió un carro
y se le enojó el Criador.

3. Fuera del paraíso, el hombre y la mujer estaban sin posibilidad de salvarse, por haber cometido una ofensa, en cierto modo, infinita. Sólo Dios podía salvar al hombre.

Y lo echaron de la estancia
pa[7] la tierra del infiel,
a tragar miseria y yel[8]
el que nació en abundancia.
Pero su mesma ignorancia
le dio compasión al Juez.
Pensó un momento y después
exclamó lleno de ciencia:
“Se ha de cumplir mi sentencia
pero güelta del revés”.

4. Dios se hace hombre y muere en la Cruz para pagar por nuestros pecados. Elige por madre a la Virgen de Luján.

“La muerte que al hombre aterra
Yo a mí mesmo me la aplico:
Yo soy grande y me hago chico
y siendo Dios me hago tierra.
Yo he de vencer esta guerra
con las armas que me dan,
porque vencer de rufián
a Dios no es cosa que cuadre”.
Y eligió para su Madre
a la Virgen de Luján.

5. Los misterios de la encarnación del Hijo de Dios y de la Redención son muy profundos.

Aquí hay misterios muy fieros
y aquí hay un pozo muy hondo;
yo mi ignorancia no escondo
ni me meto en agujeros.
Aquí hasta los más matreros[9]
boleados quedarán,
y jamás entenderán,
porque es cencia[10] infinita
y “Eligió para Mamita
a la Virgen de Luján”.

6. La humildad de Jesucristo es inconmensurable. Quiere hacerse hombre para salvar al hombre y ser en todo semejante a nosotros menos en el pecado.

Miren qué humildá[11], qué empeño
el del Hijo de Dios Padre,
ir a elegir para Madre
en un pago tan pequeño,
El que es de este mundo el Dueño
no se guía por las ropas,
podía ir por las Uropas[12]
a elegir las potentadas.
Pudo sacar as de espadas
y robó cuatro de copas.

7. La Virgen de Luján fue madre de Jesús muy buena, cariñosa, linda, habilidosa y muy probada en el dolor. Desde la Cruz, su Hijo nos la dio por madre nuestra del cielo.

Y de que Dios la encontró
güena Madre y cariñosa,
guapa, limpia, habilidosa,
y su corazón probó,
al tiempo que la dejó,
quiso hacer algo que asombre
y le dijo: “Por mi nombre
y estando en esta cruz triste,
Madre de Dios güena juiste[13]:
Yo te hago Madre del hombre”.

8. ¿Adónde iríamos si no tuviéramos a la Virgen por Madre? Nosotros que somos duros para sujetarnos a los mandamientos y muy ignorantes de las cosas de Dios, que estamos huérfanos de Dios, que nos quitan el sólido alimento de la formación cristiana y las sanas tradiciones, llenándonos la cabeza de cosas estériles y tristes, ¡menos mal que tenemos por Madre a la Virgen de Luján!.

Guacho pampa a dónde irías
cuando no tuvieras madre,
vos que sos duro de encuadre
y de pocas tiologías[14].
Vos que te hayás[15] estos días
guacho en la tierra que hiciste:
te han quitado hasta el alpiste
para darte la instrucción,
te han quitado el corazón
y te dan un libro triste.

9. María de Luján es nuestra Patrona, Protectora y Abogada contra la invasión de sectas y doctrinas extrañas. Única estrella en la hora del peligro. Poderosa en su oración por ser Madre de Dios.

Reina del Plata, Señora
del pobre crioyo[16] olvidado,
techo que nos ha quedado
contra esta lluvia invasora.
Estreyita[17] pa la hora
de la tormenta feroz,
mira que se vuelve a Vos
mi alma que no desconfía,
porque si sos madre mía,
sos también Madre de Dios.

10. Así como es nuestra única esperanza ahora, así lo será en la hora final. Así Ella pedirá especialmente por nosotros en el momento de nuestra muerte, recordando cuántas veces le rezamos la Salve y el Santo Rosario.

Madre de Dios, Madre mía,
y no quiero saber más,
hacéme morir en paz
con Dios y con Vos, María.
Al filo de mi agonía
no recordés mis reveses,
recordá en vez cuántas veces
y ya desde muy guachito[18]
yo te recé el “Bendito”,

NOTAS

[1] Pastor Díez, Nuestra Señora de la Poesía, Grandes poetas del siglo XX cantan a María (Buenos Aires1980) 52.53. Apareció publicado por primera vez en La Perla del Plata, revista de la Basílica de Luján en el número del mes de mayo con el seudónimo Jerónimo del Rey. [2] Por estrella. [3] Por huella. [4] Por caballo. [5] Por callo [6] El diablo. [7] Para. [8] Por hiel. [9] Gaucho que se interna por tierras inhóspitas. [10] Por ciencia. [11] Por humildad. [12] Por Europa. [13] Por fuiste. [14] Por teologías. [15] Por hallás. [16] Por criollo. [17] Por estrellita. [18] Por de poca edad. [19] Es el Santo Rosario.

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