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DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Oraciones de cada día

Oraciones del domingo 17 al sábado 23 de agosto 2014

Oración de cada día
Cada día vamos agregando una oración para ese día, y además mantenemos las oraciones de la semana anterior.

el poder de la oración

 

¡QUIÉN SINO TÚ!

¡QUIÉN SINO TÚ, VIRGEN MARÍA!
Asciendes, y eso no te lo quita nadie,
porque el cielo te espera
por tantas cosas que hiciste por Dios en la tierra
¿Qué se siente, María?
¡Dínos! ¡Qué se siente!
Cuando, Dios, con ángeles e himnos celestes
te llama para mirarle frente a frente
para decirte: ¡Qué hermosa eres, María!

¡QUIEN SINO TÚ, MARÍA!
Fuiste apoyo en nuestra fe
Fuiste SI, silencioso pero limpio en Nazaret
Fuiste amor dando al AMOR en Belén
Fuiste entrega y servicio,
delicadeza y constancia,
oración y entrega

¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA, FUISTE TODO ESTO!
Y, Dios, que no permite
que ninguno de los suyos se pierda
menos, todavía, permitirá que tu cuerpo, María,
roce como lo hace la tierra con el grano de trigo.
Tus pies pisarán la Morada Santa
Tus labios seguirán cantando y proclamando
un cántico de alabanza a Dios
Tu corazón, una y otra vez,
como lo hiciste tantas veces entre nosotros
seguirá estando enamorado
de Aquel que, en Ti, se encarnó.

¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA!
Tú, al subir al cielo,
dejas huellas para que nosotros, tus hijos,
no nos perdamos en los pequeños infiernos.
Tú, al ascender victoriosa,
nos indicas los peldaños para que, los que creemos,
vayamos un día, tarde o temprano,
a tu encuentro.
¡Gracías, María!
¡Gracias, Dios, por llevarte a María!
¡Feliz encuentro, Virgen María, con el Padre!
Amén

TE CONFIESO, QUE NO LO SÉ, SEÑOR

Digo amarte
cuando, media hora en tu presencia,
me parece excesivo o demasiado
Presumo de conocerte
y, ¡cuántas veces!
el Espíritu me pilla fuera de juego
Te sigo y escucho
y miro, una y otra vez,
hacia senderos distantes de Ti.

Te confieso, Señor,
que no sé demasiado de Ti.
Que tu nombre me resulta complicado
pronunciarlo y defenderlo
en ciertos ambientes.
Que, tu señorío,
lo pongo con frecuencia
debajo de otros señores
ante los cuales doblo mi rodilla

Te confieso, Señor,
que mi voz no es para tus cosas
lo suficientemente recia ni fuerte
como lo es para las del mundo.
Te confieso, Señor,
que mis pies caminan más deprisa
por otros derroteros que el placer
las prisas, los encantos o el dinero me marcan.

Te confieso, Señor,
que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”
Haz, Señor, que allá donde yo hable
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje
con mis manos o con mi mente
construya un lugar más habitable
en el que Tú puedas formar parte.
Amén

MANOS UNIDAS

Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.

Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.

Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.

Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.

Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.

Pedro Casaldáliga

POR LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO

Espíritu Santo, que diriges la misión que Jesús dejó a su Iglesia:
Abre las mentes y los corazones de todos los bautizados a su deber de participar activa y decididamente en el anuncio del Evangelio, como hijos de la Iglesia, misionera por naturaleza.

Capacítanos para realizar una evangelización profunda, constante e integral, que lleve a la convicción y al compromiso; compartiendo unas naciones con otras y colaborando, desde nuestra pobreza y riqueza, con las demás iglesias del mundo entero .

Suscita en nuestras familias muchas vocaciones de misioneros y misioneras y concédenos que toda la acción pastoral esté impregnada del profundo espíritu de misión universal.

Te lo pedimos confiadamente unidos a María Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización bajo cuya protección maternal Tú mismo has querido colocarnos.

Santa María Madre de la iglesia. Ruega por ella

COMO TUS BRAZOS

Aquí estamos ya, junto a Ti,
hoy nos has llamado a esta ciudad,
y has querido Tú estar aquí porque nos amas
La esperanza que Tú nos das
dentro de nosotros fuego es,
nos ayudará a incendiar
y a dar amor a todos.

EL CAMINO NO LO HAREMOS SOLOS,
CON NOSOTROS CAMINARÁS.
JUNTO A TI SEREMOS
COMO TUS BRAZOS
ABIERTOS A LA HUMANIDAD.
Y CUANDO EL ANDAR
SE NOS HAGA DURO
CON NOSOTROS SIEMPRE ESTARÁS.
LLEVAREMOS A TODOS TU MENSAJE:
ANUNCIO DE PAZ Y DE AMOR.

Gran testigo de la verdad
Y de la justicia defensor,
vás como una luz y no te has de cansar de amar.
Eres Tú un amigo muy fiel
siempre vives por la humanidad
Tienes gran predilección por los que están lejanos.

JESÚS GUÍA NUESTROS PASOS

Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de paz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de verdad
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de luz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de vida.

Jesús enséñanos tus caminos de amor
Jesús enséñanos tus caminos de luz,
Jesús enséñanos tus caminos de verdad
Jesús enséñanos tus caminos de vida
Jesús enséñanos tus caminos de paz.

SEÑOR JESÚS, ENSÉÑAME LOS CAMINOS DE TU SABIDURÍA

Señor Jesús,
enséñame los caminos de tu sabiduría…
Señor enséñame tus caminos
Señor enséñame tus caminos sencillos y vulgares
Señor enséñame tus caminos de lo pequeño,
de lo simple, de lo normal.
Señor enséñame tus caminos de la humildad,
de la inapariencia, de lo escondido.
Señor enséñame tus caminos de la monotonía, de la rutina de cada día,
de la naturalidad de la vida.
Señor enséñame tus caminos de lo grande en lo pequeño,
del misterio de lo simple, de lo extraordinario en lo ordinario.
Señor enséñame tus caminos de la vida ordinaria, del amor y de la entrega a los demás.
Señor enséñame tus caminos del silencio y de la paz,
del hogar y del amor, de la luz y la verdad.
Señor enséñame los caminos de tu sabiduría.
Señor enséñame a recorrer tus caminos con pisadas de pobre.
Señor enséñame tus caminos.

 

Oraciones del domingo 3 al sábado 9 de agosto 2014

ESPÍRITU DIVINO

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra en el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse, y danos tu gozo eterno.

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA

Y ascender, muy alto, al encuentro con el Señor
pero, sin olvidar, que los grandes rascacielos
están primeramente sujetos a la tierra.
Como Tú, María:
Sencilla, no quisiste más grandeza que tu pobreza
Como Tú, María:
limpia, tus ojos sólo brillaron para el Señor
Como Tú, María:
obediente, siempre tus caminos fueron para Dios

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Dándome generosamente, como Dios mismo se ofrece
Entregándome sin tregua, como Tú misma te das
Mirando hacia el infinito,
y buscando, en ese aparente vacío, la grandeza del Salvador

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Y disfrutar para siempre de la gloria eterna
Y correr, contigo, por las calles del cielo
Y poder abrazar a los que, antes que yo,
marcharon con tu protección desde este duro suelo
Y dejar de llorar, de sufrir y comprender entonces
lo que vale la fe y la perseverancia de mi ser cristiano

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Porque, este mundo nuestro, es un primer anuncio
es aperitivo de la gran cena que nos espera
es antesala del gran comedor que nos aguarda
es primer compás de la música celeste
es preámbulo de un umbral feliz y lleno de dicha
¡Felicidades, María!
¡Tu suerte, que sea la nuestra!
¡Ayúdanos a encontrar, esas escaleras,
por las que, Tú, has encontrado el cielo!
Amén

¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi vida:
creer sin desfallecer
Un deseo para mi gente:
que te quieran como yo te quiero
Un deseo para mis enemigos:
que podamos darnos la mano
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi cuerpo,
que sea fuerte y con mi voz
y mi garganta, con mi corazón y mis manos
con mis pies y todo mi ser…
te pueda seguir dando gloria.
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi alma,
que el maligno no habite en ella
Un deseo para mis días,
que no busque lo que no me corresponda
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse de mirar hacia Ti
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte en todo y sobre todo
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi pobre oración,
que sea sincera y no interesada
Un deseo para mi caridad,
que sea grande y no una farsa
Un deseo para mi esperanza,
que espere y nunca te deje de lado
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

JESÚS, AMIGO Y HERMANO NUESTRO

Jesús, amigo y hermano nuestro:
Tú que eres camino y luz,
guía mis pasos al caminar.
Abre mis ojos a la vida,
para que sienta en todas las cosas que tú me amas.

No es fácil ser persona.
A veces, no sé quién soy ni lo que quiero ser.
Y, sin embargo, desde mi libertad,
anhelo andar por mi pie.

¡Guía, tú, mis pasos al caminar!
Sé que no he nacido para estar triste,
sé que es mucho lo que me falta por andar,
sé que no hay camino,
sé que soy un bello proyecto.

¡Guía, tú, mis pasos para llegar a ser yo mismo!
Dame un corazón como el tuyo,
alegra y generoso.
Dame una voluntad como la tuya,
capaz de quebrar la rutina.
¡Enséñame a vivir!

Gracias por todos los talentos, gracias por la vida,
Gracias por la libertad y el riesgo,
gracias, sobre todo, por tu amistad.
Jesús, amigo y hermano nuestro,
guía, tú, nuestros pasos hacia la vida,
que es la gran puerta por abrir.

QUIERO SUMAR, NO RESTAR

Sumar, nunca restar,
para que otros, tengan algo

Sumar, nunca restar,
para que mis hermanos tengan pan

Sumar, y multiplicarme,
para que los de lejos o los de cerca
tengan agua si tienen sed

Sumar, y nunca restar,
para que niños negros o blancos
de arriba o de abajo
de cualquier continente,
puedan descubrir que, Cristo,
se hace presente en mi compartir

Quiero sumar, no restar
Quiero multiplicar, no dividir
Quiero añadir, no quitar

Para que el pan y el agua
el alimento y el vestido
la justicia y la paz
sean una realidad,
aquí y a la otra orilla del mar

Amén.

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO?
Quiero multiplicarme,
y siento que mis fuerzas se debilitan
Quiero llegar lejos,
y me quedo agotado al volver la esquina.
Quiero, en tu nombre,
dar mucho de lo que presumo,
y miro, con egoísmo, las migajas
que de mi mesa caen al suelo.

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?
¿Cómo hago para dar sin recibir nada a cambio?
¿Cómo hago para no volver mi espalda
ante tanto desgarro?
¿Cómo hago, Señor, para compadecerme
sin importarme el que me tomen por un engañado?
¡Díme, Señor! ¡Cómo lo hago!
Porque, Tú bien sabes, Señor,
que yo soy el primer necesitado:
necesitado de tu pan y de tu abrazo
necesitado de tu pan y de tu Palabra
necesitado de tu pan y de tu presencia
necesitado de tu pan y de tu aliento.

SEÑOR; ¿CÓMO LO HAGO?
Cómo multiplicarme sin riesgo
de quedar arruinado por el intento
Cómo llegar, donde los poderosos,
nunca soñaron con llegar hacerlo
Cómo compartir y repartir
lo que, en mí, sobra y no es necesario.

¡YA LO SÉ, MI SEÑOR!
Sólo, mirándote a Ti,
Sólo, siguiéndote a Ti,
Sólo, escuchándote a Ti,
encontraré la respuesta en mi camino:
Donde hay fe
Donde está Dios
Donde vive Cristo
Donde habla el Espíritu…
todo se multiplica por cien…o por mi

(Javier Leoz)

BUENOS DÍAS SEÑOR, A TI EL PRIMERO

Buenos días Señor, a ti el  primero,
encuentra la mirada del corazón,
apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor,
contigo quiero andar por la vereda:
tú mi camino, mi verdad, mi vida;
tú la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco,
Levanto a ti las manos y el corazón,
al despertar la aurora:
quiero encontrarte
siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría al corazón
que va por tus caminos,
¡vencedor de tu muerte y de la mía!

 

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Catequesis sobre María Doctrina FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María REFLEXIONES Y DOCTRINA

Razones por las que María Santísima es Reina de Todo

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es «Madre de mi Señor» (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos «Venga tu Reino». Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino. La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI¬1943).

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María se cumplen las palabras: » el que se humilla será ensalzado». Ella dijo «He aquí la esclava del Señor».

3- Por ser la corredentora.
El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que «María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (…) cooperó en la obra de la redención del género humano. (…). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo».

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.
La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» -Génesis 3:15

 

CARACTERÍSTICAS DEL REINADO DE MARÍA SANTÍSIMA

El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -«Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz» (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) Preeminencia: «su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia.» San Germán.

b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.

c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe».

d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.

 

RESPUESTA A LOS HERMANOS SEPARADOS

Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima alegando que ella no puede ser reina ya solo Jesús es rey.

Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino. Donde Jesús reina, María Su Madre reina también. Se trata de dos corazones eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la mas sumisa, la mas fiel en el reino y por eso también la mas exaltada.

Lucas 1:48 «porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada»

La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice:
«Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por su intercesión, el po¬der llegar a participar en el Reino celestial de la gloria reservada a tus hijos».

De Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María www.corazones.org

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Catequesis sobre María Doctrina Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA notorio REFLEXIONES Y DOCTRINA

Realeza de María

por Filiberto Díaz Pardo

La realeza de Cristo es dogma fundamental de la Iglesia y a la par canon supremo de la vida cristiana.

Esta realeza, consustancial con el cristianismo, es objeto de una fiesta inserta solemnemente en la Sagrada Liturgia por el papa Pío XI a través de la bula Quas primas del 11 de diciembre de 1925. Era como el broche de oro que cerraba los actos oficiales de aquel Año Santo.

La idea primordial de la bula podría formularse de esta guisa. Cristo, aun como hombre, participa de la realeza de Dios por doble manera: por derecho natural y por derecho adquirido. Por derecho natural, ante todo, a causa de su personalidad divina; por derecho adquirido a causa de la redención del género humano por ÉI realizada.

Si algún día juzgase oportuno la Iglesia —decía un teólogo español en el Congreso Mariano de Zaragoza de 1940— proclamar en forma solemne y oficial la realeza de María, podría casi transcribir a la letra, en su justa medida y proporción, claro está, los principales argumentos de aquella bula.

Y así ha sido. El 11 de octubre de 1954 publicó Pío XII la encíclica Ad Coeli Reginam. Resulta una verdadera tesis doctoral acerca de la realeza de la Madre de Dios. En ella, luego de explanar ampliamente las altas razones teológicas que justifican aquella prerrogativa mariana, instituye una fiesta litúrgica en honor de la realeza de María para el 31 de mayo. Era también como el broche de oro que cerraba las memorables jornadas del Año Santo Concepcionista.

El paralelismo entre ambos documentos pontificios, y aun entre las dos festividades litúrgicas, salta a la vista.

La realeza de Cristo es consustancial, escribíamos antes, con el cristianismo; la de María también. La realeza de Cristo ha sido fijada para siempre en el bronce de las Sagradas Escrituras y de la tradición patrística; la de María lo mismo.

La realeza de Cristo, lo insinuábamos al principio, descansa sobre dos hechos fundamentales: la unión hipostática —así la llaman los teólogos y no acierta uno a desprenderse de esta nomenclatura— y la redención; la de María, por parecida manera, estriba sobre el misterio de su Maternidad Divina y el de Corredención.

Ni podría suceder de otra manera. Los títulos y grandezas de nuestra Señora son todos reflejos, en cuanto que, arrancando frontalmente del Hijo, reverberan en la Madre, y la realeza no había de ser excepción. La Virgen, escribe el óptimo doctor mariano San Alfonso de Ligorio, es Reina por su Hijo, con su Hijo y como su Hijo. Es patente que se trata de una semejanza, no de una identidad absoluta.

«El fundamento principal —decía Pío XII—, documentado por la Tradición y la Sagrada Liturgia, en que se apoya la realeza de María es, indudablemente, su Divina Maternidad. Y así aparecen entrelazadas la realeza del Hijo y la de la Madre en la Sagrada Escritura y en la tradición viva de la Iglesia. El evangelio de la Maternidad Divina es el evangelio de su realeza, como lo reconoce expresamente el Papa; y el mensaje del arcángel es mensaje de un Hijo Rey y de una Madre Reina.

Entre Jesús y María se da una relación estrechísima e indisoluble —de tal la califican Pío IX y Pío XII—, no sólo de sangre o de orden puramente natural, sino de raigambre y alcance sobrenatural trascendente. Esta vinculación estrechísima e indisoluble, de rango no sólo pasivo, sino activo y operante, la constituye a la Virgen particionera de la realeza de Jesucristo. Que no fue María una mujer que llegó a ser Reina. No. Nació Reina. Su realeza y su existencia se compenetran. Nunca, fuera de Jesús, tuvo el verbo «ser» un alcance tan verdadero y sustantivo. Su realeza, al igual que su Maternidad, no es en Ella un accidente o modalidad cronológica. Más bien fue toda su razón de ser. Predestinóla el cielo, desde los albores de la eternidad, para ser Reina y Madre de Misericordia.

Toda realeza como toda paternidad viene de Dios, Rey inmortal de los siglos. Pero un día quiso Dios hacerse carne en el seno de una mujer, entre todas las mujeres bendita, para así asociarla entrañablemente a su gran hazaña redentora. Y este doble hecho comunica a la Virgen Madre una dignidad, alteza y misión evidentemente reales.

Saliendo al paso de una objeción que podría hacerse fácilmente al precedente raciocinio, escribe nuestro Cristóbal Vega que, si la dignidad y el poder consular o presidencial resulta intransferible, ello se debe a su peculiar naturaleza o modo de ser, por venir como viene conferido por elección popular. Pero la realeza de Cristo no se cimenta en el sufragio veleidoso del pueblo, sino en la roca viva de su propia personalidad.

Y, por consecuencia legítima, la de su Madre tampoco es una realeza sobrevenida o episódica, sino natural, contemporánea y consustancial con su maternidad divina y función corredentora. Con atuendo real, vestida del sol, calzada de la luna y coronada de doce estrellas viola San Juan en el capítulo 12 del Apocalipsis, asociada a su Hijo en la lucha y en la victoria sobre la serpiente, según que ya se había profetizado en el Génesis.

Y esta realeza es cantada por los Santos Padres y la Sagrada Liturgia en himnos inspiradísimos que repiten en todos los tonos el «Salve, Regina».

Hable por todos nuestro San Ildefonso, el capellán de la Virgen, cantor incomparable de la realeza de María, que, anticipándose a Grignon de Monfort y al español Bartolomé de los Ríos, agota los apelativos reales de la lengua del Lacio: Señora mía, Dueña mía, Señora entre las esclavas, Reina entre las hermanas, Dominadora mía y Emperatriz.

Realeza celebrada en octavas reales, sonoras como sartal de perlas orientales y perfectas como las premisas de un silogismo coruscante, por el capellán de la catedral primada don José de Valdivielso, cuando, dirigiéndose a la Virgen del Sagrario, le dice:

Sois, Virgen Santa, universal Señora
de cuanto en cielo y tierra ha Dios formado;
todo se humilla a Vos, todo os adora
y todo os honra y a vuestro honrado;
que quien os hizo de Dios engendradora,
que es lo que pudo más haberos dado,
lo que es menos os debe de derecho,
que es Reina universal haberos hecho.

Los dos versos finales se imponen con la rotundidez lógica de una conclusión silogística.

En el 2º concilio de Nicea, VII ecuménico, celebrado bajo Adriano en 787, leyóse una carta de Gregorio II (715-731) a San Germán, el patriarca de Constantinopla, en que el Papa vindica el culto especial a la «Señora de todos y verdadera Madre de Dios».

Inocencio III (1198-1216) compuso y enriqueció con gracias espirituales una preciosa poesía en honor de la Reina y Emperatriz de los ángeles.

Nicolás IV (1288-1292) edificó un templo en 1290 a María, Reina de los Angeles.

Juan XXII (1316-1334) indulgenció la antífona «Dios te salve, Reina», que viene a ser como el himno oficial de la realeza de María.

Los papas Bonifacio IX, Sixto IV, Paulo V, Gregorio XV, Benedicto XIV, León XIII, San Pío X, Benedicto XV y Pío XI repiten esta soberanía real de la Madre de Dios.

Y Pío XII, recogiendo la voz solemne de los siglos cristianos, refrenda con su autoridad magisterial los títulos y poder reales de la Virgen y consagra la Iglesia al Inmaculado Corazón de María, Reina del mundo. Y en el radiomensaje para la coronación de la Virgen de Fátima, al conjuro de aquellas vibraciones marianas de la Cova de Iría, parece trasladarse al día aquel, eternamente solemne, al día sin ocaso de la eternidad, cuando la Virgen gloriosa, entrando triunfante en los cielos, es elevada por los serafines bienaventurados Y los coros de los ángeles hasta el trono de la Santísima trinidad, que, poniéndole en la frente triple diadema de gloria, la presentó a la corte celeste coronada Reina del universo… “Y el empíreo vio que era verdaderamente digna de recibir el honor, la gloria, el imperio, por estar infinitamente más llena de gracias, por ser más santa, más bella, más sublime, incomparablemente más que los mayores santos y que los más excelsos ángeles, solos o todos juntos, por estar misteriosamente emparentada, en virtud de la Maternidad Divina, con la Santísima Trinidad, con Aquel que es por esencia Majestad infinita, Rey de Reyes y Señor de Señores, como Hija primogénita del Padre, Madre ternísima del Verbo, Esposa predilecta del Espíritu Santo, por ser Madre del Rey Divino, de Aquel a quien el Señor Dios, desde el seno materno, dio el trono de David y la realeza eterna de la casa de Jacob, de Aquel que ofreció tener todo el poder en el cielo y en la tierra. El, el Hijo de Dios, refleja sobre su Madre celeste la gloria, la majestad, el imperio de su realeza, porque, como Madre y servidora del Rey de los mártires en la obra inefable de la Redención, le está asociada para siempre con un poder casi inmenso en la distribución de las gracias que de la Redención derivan…»

Por esto la Iglesia la confiesa y saluda Señora y Reina de los ángeles y de los hombres.
Reina de todo lo creado en el orden de la naturaleza y de la gracia.
Reina de los reyes y de los vasallos.
Reina de los cielos y de la tierra.
Reina de la Iglesia triunfante y militante.
Reina de la fe y de las misiones.
Reina de la misericordia.
Reina del mundo, y Reina especialmente nuestra, de las tierras y de las gentes hispanas ya desde los días del Pilar bendita. Reina del reino de Cristo, que es reino de “verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz”. Y en este reino y reinado de Cristo, que es la Iglesia santa, es Ella Reina por fueros de maternidad y de mediación universal y, además, por aclamación universal de todos sus hijos.

En este gran día jubilar de la realeza de María renovemos nuestro vasallaje espiritual a la Señora y con fervor y piedad entrañables digámosla esa plegaria dulcísima, de solera hispánica, que aprendimos de niños en el regazo de nuestras madres para ya no olvidarla jamás:

«Dios te salve, Reina y Madre de misericordia; Dios te salve».

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Catequesis sobre María Doctrina Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA REFLEXIONES Y DOCTRINA

Explicación Teológica de por qué la Santísima Virgen es Reina

por Juan Gustavo Ruiz Ruiz

La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser Corredentora del género humano.

En el mundo entero se repite con frecuencia y resuena en muchos corazones el rezo de la Salve: Salve Regina…, Dios te salve Reina… Es el reconocimiento y la proclamación de su realeza. Verdaderamente María es Reina.

Ella nació Reina porque fue predestinada abaeterno para que lo fuera. Y fue predestinada para ser Reina porque fue elegida para la singularísima y trascendental misión de ser la Madre de Cristo Rey y Mediadora universal de todas las gracias.

 

¿QUÉ ES UNA REINA?

El término reina (rey) deriva del verbo latino regere, que significa ordenar las cosas a su propio fin. Por tanto, el rey (reina) tiene el oficio de regir o gobernar a la sociedad a su cargo para que ésta alcance su fin, con un verdadero primado de poder y excelencia (cfr. Santo Tomás de Aquino, De regimini principium, I,1)

El significado de la palabra rey (reina) tiene múltiples acepciones. Así, por ejemplo:

a) Se puede ser reina de tres formas: la que es reina en sí misma, la que es esposa del rey, y la que es madre del rey. En este caso, María es reina por los dos últimos títulos: por su relación con Dios y con Cristo.

b) También cabe considerar el reinado en diversos grados: El Rey Supremo del Universo, el rey que domina sobre otros reyes (Rey de reyes), y el rey de un reino determinado. En el primer sentido lo es Dios, en el segundo Cristo y, en el tercero, cualquiera que lo reciba por derecho de herencia, conquista o elección. Según estas consideraciones, María es Reina de reinas y también en cierto modo es reina por derecho de conquista.

c) Por último, también puede entenderse el término reina (rey) en sentido metafórico. Así, se da éste título a aquél o aquello que excede de un modo singular a sus semejantes. Por ejemplo, se dice rey al león, a un deportista, a la rosa reina de las flores, etc. En este sentido la Virgen María es Reina por su plenitud de gracia y la excelencia de sus virtudes. En las letanías del Rosario la llamamos: Reina de los Santos, de los Ángeles, de los Mártires, de las Vírgenes, de los Confesores, etc.

 

LA REALEZA DE CRISTO Y DE MARÍA

Entre Cristo y María hay un perfecto paralelismo que es la razón fundamental de su realeza. Por este motivo la Virgen María es Reina: por su íntima relación con la realeza de Cristo, pues éste lo es por derecho propio y aquella lo es por razón de cierta analogía.

Cristo es Rey tanto por derecho propio como por derecho de conquista. En el primer caso lo es como hombre y como Dios. Jesucristo en cuanto hombre, por su Unión Hipostática con el Verbo, recibió del Padre «la potestad, el honor y el reino» (cfr. Dan. 7,13?14) y, en cuanto Verbo de Dios, es el Creador y Conservador de todos cuanto existe, por lo mismo, tiene pleno y absoluto poder en toda la creación (cfr. Jn. 1,1ss). En el segundo caso es Rey por derecho de conquista en virtud de haber rescatado al género humano de la esclavitud en la que se encontraba, al precio de su sangre, mediante su Pasión y Muerte en la Cruz (cfr. 1 Pe. 1,18?19).

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene ori gen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29 VI 1943).

 

FUNDAMENTO TEOLÓGICO DE LA REALEZA DE LA VIRGEN MARÍA

La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser Corredentora del género humano.

a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.

En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebirá: «Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eter¬namente y su reinado no tendrá fin» (Lc. 1,32?33). Y a María se le llama «Madre del Señor» (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: «Verdaderamente fue Señora de to das las criaturas cuando fue Madre del Creador» (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11?X?1954).

b) Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afirmarse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.

La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por ra zón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino tam bién nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam bién, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán» (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).

 

NATURALEZA DEL REINO DE MARÍA

El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: ?»Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz» (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10?11).

b) Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.

c) Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12?14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5?6).

d) Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).

e) Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).

Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes según costumbre de la Iglesia para simbo lizar por este modo el dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.

La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice: «Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito; concédenos, por su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino celestial de la gloria reserva da a tus hijos».

«La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina univer sal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muer te». (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

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Recopilación sobre los tres días de oscuridad

Esta es una recopilación realizada por un Sacerdote Católico sin identificar de visiones y mensajes recibidos por místicos católicos sobre los tres días de oscuridad y el castigo a la humanidad.

Soy sacerdote católico y acabo de pasar unas semanas de gran angustia interior. Si hablo muchos se burlarán de mí, quizá mis propios hermanos en el sacerdocio, principalmente. Si callo mi conciencia me grita: ¡cobarde!, y me remuerde la Palabra de Dios: «Cuando yo digo al malvado: «Vas a morir», y tú no lo amonestas, si no hablas para advertir al malvado, que abandone su mala conducta, de su sangre te pediré cuentas a ti». (Ezequiel 3,18). Por eso hablaré, mejor quedar bien con Dios que temer a los hombres.

Los textos citados fueron editados con licencia eclesiástica, imprimátur, habiéndose dictaminado «no encontrar en ellos nada que desdiga de la FE y la Moral de la Santa Iglesia Católica.» Por una serie de circunstancias tuve acceso a documentos desconocidos en nuestro ambiente, profecías de las épocas más variadas, de países y lenguas muy distantes. Lo asombroso e inexplicable es la unanimidad e insistencia, con la que se han recibido AVISOS del Cielo, que dentro de poco tiempo tres cuartas partes de la humanidad perecerán en TRES DÍAS de densas tinieblas. Me parecía absurda la idea, incompatible con la bondad y misericordia Divina. Pero leyendo, releyendo, reflexionando y meditando, me convencí de que no es posible que tantas personas de peso a los ojos de Dios (estigmatizados auténticos, santos canonizados, místicos, y tantas apariciones marianas aprobadas por la Iglesia), se equivoquen tan unánimemente. Yo sí lo creo:

Dios castigará muy pronto al mundo de una manera tan terrible, como no ha habido desde el diluvio, ni habrá jamás. Y si es así, tengo el deber de AVISAR a mis hermanos, gritarles esta terrible realidad. Retengo con San Pablo que «el justo vive de fe», y como Santo Tomás necesito «tocar» antes de creer. Pero precisamente por haber estudiado la Biblia sé que Jesús prometió:

«El Espíritu os anunciará las cosas que vayan a suceder.» (Juan 16,13.) Y el profeta Amós: «¿Hay alguna desgracia, sin que la haya causado el Señor?», y contesta: «NO, porque el Señor no hace nada sin revelar sus designios a los profetas.» (Amós, 3, 6-7).

Tocando el tema de las profecías, muchos arrugarán el ceño, quizás ya cansados del uso y abuso que hacen algunos hermanos separados de las profecías bíblicas, constantemente gritando: «ya viene Cristo», «ya está el fin del mundo a la puerta!!!»…

No se trata del Fin del mundo, me limito a relatar las profecías como las he hallado escritas. Hemos seleccionado las fuentes más dignas de fe, prefiriendo textos que fueron publicados con «Imprimátur». ¿Creer o no creer? Dios raramente, nunca, revela la totalidad de sus planes.

Ya constató San Pablo: «Parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.» (I Corintios 13,9) Pero también: «NO DESPRECIÉIS LAS PROFECÍAS, examinadlo todo y quedaos con lo bueno» (I Tes. 5, 19).

Y San Pedro Canisio:

«Hay menor peligro en creer lo que con alguna probabilidad nos refieren personas de bien, cosa no reprobada por los doctores, antes que rechazarlo todo con espíritu temerario y de desprecio.» Como lastimosamente muchos, (y no pocos sacerdotes), hacen.

«No pueden Ustedes, queridos hijos, imaginar lo terrible que será el final de la historia de toda la humanidad»

 

TEXTOS ESCOGIDOS 

ANA MARÍA TAIGI (1769-1837)

Mujer de luces extraordinarias, beatificada en 1920. Su cuerpo se conserva incorrupto. El Cardenal Salotti escribió su vida. Predijo la abdicación de Carlos IV de España, la caída de Napoleón, la liberación del Papa Pío VII, etc. Con un lujo de detalles que se comprobaron todos. Cuando agonizaba el Papa León XII, piden oraciones a Ana María Taigi y ella contestó:

«El Papa no morirá, pero que se prepare Monseñor Strambi (su consejero) que ha ofrecido la vida por él, pues el Señor ha aceptado su generoso ofrecimiento» Y, a la sorpresa de todos, efectivamente León XII sale del peligro y de repente Monseñor Strambi -actualmente beatificado-, cae desvanecido y muere. ¿Qué predijo Ana María Taigi para nuestros tiempos ? He aquí un resumen: «Dios enviará dos castigos: uno en forma de guerra, revoluciones y peligros, originados en la tierra; y otro enviado desde el Cielo. Vendrá sobre la tierra una oscuridad total que durará TRES DÍAS y tres noches. Nada será visible y el aire se volverá pestilente, nocivo, y dañará, pero solo a los enemigos de la Religión. Durante los tres días de tinieblas la luz artificial será imposible. Sólo las velas benditas arderán. (…) Los fieles deben permanecer en sus casas rezando el Santo Rosario, y pidiendo a Dios Misericordia. Los malos perecerán en toda la tierra durante esta oscuridad universal, con excepción de algunos pocos que se convertirán.» En otra visión vio:

«La tierra envuelta en llamas, hundiéndose numerosos edificios. La tierra y el cielo parecía que estaban agonizando. Millones de hombres morirán por el hierro, unos en guerras, otros en luchas civiles; millones perecerán en los tres días de tinieblas. (…) Después de purificar al mundo y a su iglesia, y de arrancar de cuajo toda la mala hierba, Nuestro Señor operará un renacimiento milagroso»…
(Apoc. 6, 12-17; 8, 12-13; 9,2; 11, 15-19.) b)

SAN GASPAR DE BÚFALO (1786-1836)

Fundador de los Misioneros de la Preciosísima Sangre: «Aquél que sobreviva a los tres días de tinieblas y de espanto, se verá a sí mismo como solo en la tierra, (…) No se ha visto nada semejante desde el diluvio.»

SOR MARÍA DE JESÚS CRUCIFICADO (1878)

Religiosa carmelita, recientemente beatificada: «Durante tres días de tinieblas, las personas entregadas a sus caminos depravados perecerán, de tal modo que sólo sobrevivirá una cuarta parte de la humanidad».

PADRE BERNARDO MARÍA CLAUSI (1849)

Religioso de la Orden de los Mínimos: «Este azote se hará sentir en todo el mundo y será tan terrible que cada uno de los que sobrevivieren se imaginará ser el único que ha quedado, y todos se arrepentirán. … Pero antes habrá hecho el mal tantos progresos, que parecerá que los demonios han salido del infierno. Pero cuando la mano del hombre no pueda más, y todo parezca perdido, Dios mismo pondrá su mano y arreglará las cosas en un abrir y cerrar de ojos»

SOR MARÍA ADALFUNE (1814)

Religiosa de San Agustín, se ofreció víctima para salvación de los pecadores. Jesús le reveló en la noche del 13 de Mayo 1849: «No puedo ya ahorrar al mundo el castigo tremendo que le está reservado. Entonces todos alzarán los brazos hacia Mí y gritarán: «¡misericordia!»

No temas, no abandonaré a la Iglesia en esos días. Vendré en su ayuda.» (El Señor le hizo ver las atrocidades que se cometerán en aquellos días, … un desprecio por todo lo sagrado.) «Los sacerdotes», continuó Jesús, «no deben mezclar tanta ciencia humana con la enseñanza de mi Doctrina, deben renunciar a las vanidades.»

LA SALETTE

Aparición aprobada por la Iglesia. La Stma. Virgen se apareció a dos niños el 19 de Septiembre de 1846, les comunicó un secreto. Fue publicado con Imprimatur del Obispo de Lecce. En 1922 fue dado a conocer en su totalidad por el Vaticano.

«Dios va a castigar al mundo de una manera jamás vista… Nadie podrá escapar. … Las Iglesias serán cerradas y profanadas; los sacerdotes y religiosas serán perseguidos… Los libros malos abundarán. (…) Muchos sacerdotes se alejarán de la fe verdadera, y hasta obispos. El demonio tendrá sus iglesias que le darán culto. Reinará el materialismo, el ateismo y toda clase de vicios. … Parecerá que Dios se haya olvidado de la humanidad. Todo parecerá perdido. … Entonces Jesucristo, en un acto de su justicia y su gran misericordia para los buenos, dará orden a sus ángeles que todos los enemigos sean exterminados. Caerá fuego del cielo. El sol se obscurecerá.» (…) Los perseguidores de la Iglesia, las personas dadas al pecado, perecerán y la tierra parecerá un desierto»…)

MARÍA JULIA JAHENNY (1850-1941)

Estigmatizada francesa: «Vendrán estos TRES DÍAS de grandes Tinieblas. Sólo las velas de cera benditas iluminarán durante estas tinieblas. Una vela durará los tres días. Durante estos tres días los demonios aparecerán en formas horribles y abominables y harán resonar el aire con espantosas blasfemias.» (…) «Una nube roja como la sangre, atravesará el firmamento. La tierra temblará desde sus cimientos. El mar lanzará sus espumantes olas sobre la tierra. Las tres cuartas partes de la raza humana perecerán. La crisis vendrá sobre todos repentinamente y el castigo será mundial». h)

ISABEL CANORI-MORA (1774-1825)

Terciaria franciscana estigmatizada, fallecida en olor de santidad. Su proceso de beatificación está en marcha. Vio tremendas batallas que sostendrá la Iglesia, y anunció los terribles castigos que amenazan a la humanidad, que va acercándose al punto culminante de su rebelión contra Dios, contra la religión y contra la Iglesia. En una visión vio…

«A los que, cada día con mayor orgullo y desfachatez, van pisoteando la santa religión y la divina ley. Se sirven de las palabras de la Sagrada Escritura y del Evangelio, corrompiendo su verdadero sentido para respaldar así sus perversas intenciones.»

En otra visión, escribe:
«Por todas partes se veían reinar la injusticia, el fraude, el libertinaje. Sacerdotes despreciando la santa ley de Dios, y cómo se cubría el cielo de nubes negras; se levantaba un tremendo huracán. En castigo de los soberbios, que con impía presunción intentaban demoler la Iglesia desde sus cimientos, permitía Dios a los poderes de las tinieblas abandonar los abismos del infierno.» «Una legión de demonios se precipitaba por toda la tierra… destruían casas y palacios, … y daban cruel muerte a una multitud de rebeldes». La sierva de Dios vio a todos aquellos monstruos, en las más espantosas figuras, surgir de los atrios infernales y arrasar todos los lugares donde se haya ofendido gravemente a Dios y se habían perpetrado sacrilegios. Ni rastro quedaba de ellos.»

ANNA CATHERINA EMMERICH (1774-1824).

Célebre estigmatizada alemana. Religiosa Agustina. Recibió las llagas de la Pasión del Señor, aceptando los grandes sufrimientos para el alivio de otros, y como víctima expiatoria a Dios, por las culpas y pecados de los demás. «Vi la Iglesia de San Pedro y una cantidad enorme de gente que trabajaba para derribarla, pero a la vez vi otros que la reparaban. Los demoledores se llevaban grandes pedazos; eran sobre todo sectarios y apóstatas en gran número. Vi con horror que entre ellos había también sacerdotes católicos…, vi al Papa en oración, rodeado de falsos amigos, que a menudo hacían lo contrario de lo que él ordenaba. (…)

Daba lástima. Cincuenta o sesenta años antes del año 2000 era desencadenado Satanás por algún tiempo. En violentos combates, con escuadrones de espíritus celestiales, San Miguel defenderá a la Iglesia contra los asaltos del mundo.» (…) «Sobre la Iglesia apareció una Mujer alta y resplandeciente, María, que extendía su manto radiante de oro. En la Iglesia se observaron actos de reconciliación, acompañados de muestras de humildad; las sectas reconocían a la Iglesia en su admirable victoria, y en las luces de la revelación que por sí mismas habían visto refulgir sobre ella. Sentí un resplandor y una vida superior en toda la naturaleza y en todos los hombres una santa alegría como cuando estaba próximo el nacimiento del Señor.”

Hermanos, realmente es terrible, pero si Dios lo ha querido revelar…, ¡es para que sea hecho público!

PROFECÍAS CONTEMPORÁNEAS CADA VEZ MÁS URGENTES

Sor ELENA AIELLO

Monja estigmatizada italiana, recibió un mensaje el 16 de Abril de 1954, Viernes Santo:

«Escucha bien lo que digo y comunícalo a todos: Mi Corazón está triste por los muchos sufrimientos que amenazan a este mundo. La justicia de nuestro Padre Celestial está ofendida gravemente. El mundo está inundado por una crecida de corrupción. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios en carne humana, y mientras hablan de paz, preparan la guerra con instrumentos devastadores, para aniquilar pueblos y naciones. Innumerables escándalos llevan las almas a la ruina, especialmente de la juventud. «El hogar, fuente de la fe y de santidad, está manchado y destruido. … (Los hombres) continúan viviendo pertinazmente en sus pecados. Cerca está el azote para limpiar la tierra del mal. La Justicia divina reclama la satisfacción de tantas ofensas y maldades que cubren la tierra y no se puede tolerar más. Los hombres obstinados en sus culpas no se vuelven a su Dios. La gente no se somete a la Iglesia, y desprecia a los sacerdotes por haber muchos malos entre ellos, que son causa de escándalos»… «El mundo será invadido por grandes desgracias, revoluciones sangrientas, huracanes terribles, inundaciones de ríos y mares.

Levanta la voz, hasta que los sacerdotes de Dios presten oído a mi mensaje, y avisen a los hombres que el tiempo está cerca, y si no se convierten a Dios con oraciones y sacrificios, el mundo se verá envuelto en una nueva guerra»… Nubes con rayos de fuego, y una tempestad de fuego pasarán sobre el mundo, y el azote será el más terrible que ha conocido la historia. Durará SETENTA HORAS. Los impíos serán aplastados y eliminados. Muchos se perderán, porque permanecen en sus pecados»… «Las horas de las Tinieblas están cerca… Yo me inclino sobre el mundo y detengo la Justicia de Dios, de otra manera estas cosas hubieran sucedido ya. Hacen falta oración y sacrificios, que vuelvan a los hombres a Dios y a mi Corazón Inmaculado. Propaga a gritos todo esto, en todo el mundo, como eco verdadero de mi voz. Hazlo saber porque ayudará a salvar muchas almas e impedirá mucha destrucción en la Iglesia y en el mundo.» (Texto con imprimátur del Obispo de Cádiz-Ceuta, España).

VENERABLE MADRE DEL BOUR

«Los ángeles exterminadores no esperan más que una señal para herir la tierra. La justicia castigará, pero la misericordia intervendrá y los buenos serán salvos, habrá una crisis terrible. El Señor me ha dado grandes quejas; se queja de ese furor en buscar los placeres, se queja de los bailes escandalosos, de la indecencia y del lujo… Si se prohíbe en el Evangelio hasta una sola mirada, hasta un mal deseo, ¿será de extrañar que castigue de un modo terrible la corrupción de costumbres, que es el resultado necesario, inevitable de todos esos abusos?

Los castigos del Señor van a caer sobre nosotros de varias maneras: azotes, desordenes, sangre derramada. Sin embargo, aquellos días serán abreviados en favor de los justos».

PADRE STEFANO GOBBI

Fundador del «Movimiento Mariano Sacerdotal», con miles de sacerdotes y cientos de obispos del mundo entero, a los cuales María prepara para re-evangelizar el mundo, después del terrible castigo. El Padre Gobbi recibió muchos mensajes:

1 de diciembre de 1973:
«Trastornos, angustias y tribulaciones aumentarán día a día, porque la humanidad, redimida por mi Hijo, se aleja más de Dios. …
El demonio de la lujuria lo ha contaminado todo. ¡Pobres hijos míos…!, cuán enfermos y llagados están. El espíritu de rebeldía contra Dios ha seducido a la humanidad; el ateismo ha entrado en muchas almas y ha apagado toda luz de fe y de amor.» «Este es el » dragón rojo» del que se ha hablado en la Biblia. ¡Leedla hijos, porque en estos tiempos se cumple.»

Cuántos hijos míos son ya víctimas de este error de Satanás. Incluso entre mis Sacerdotes, cuántos son los que no creen ya; sin embargo, permanecen aún en la Iglesia, verdaderos lobos vestidos de corderos, y pierden un ilimitado número de almas. Ya NADA puede detener la Mano de la Justicia de Dios, que pronto se desencadenará contra Satanás y sus secuaces… (…) ¡Si los hombres lo supieran, quizá se arrepentirían! Pero, ¿quién ha escuchado mis mensajes? (…) Casi ninguno. Pocas almas, desconocidas…
¡Estad en vela, estad preparados! Pronto mi Corazón Inmaculado triunfará.» (1 -12¬-1973).

31 de diciembre de 1982:
«La copa de la divina justicia está colmada, extra-colmada y desbordante. Mirad cómo se propaga el odio y el pecado. Hoy, la mayoría de los hombres no observan ya los diez Mandamientos del Señor… Cada año en el mundo, se mata a niños inocentes, por decenas de millones en el seno de la madre, y crece el número de los homicidios, violencias, rapiñas y secuestros. La inmoralidad se propaga como un diluvio de fango… (…) Sólo una potente fuerza de oración y de penitencia reparadora puede salvar al mundo»…

«¡Escuchad al menos ahora la voz de vuestra Madre Celestial! Rezad siempre vuestro Rosario. Vivid Conmigo en la confianza y en el temor, porque se preparan horas decisivas que marcarán el destino de toda la humanidad.»

ELENA PATRIARCA LEONARDI

Religiosa, alma víctima por los pecadores, fundadora de la «Casa del Reino de Dios y Reconciliación de las Almas» en Roma.
Recibe actualmente mensajes muy apremiantes sobre el próximo castigo:

«Hija Mía, estoy muy triste y mi Corazón está lleno de dolor. La violencia y las drogas han destruido a tanta juventud; Satanás ha tomado posesión de muchos corazones y les sugiere que Dios no existe. … Volved a la casa del Padre, saciándoos del Cuerpo y de la Sangre de mi Hijo… De mi Hijo todavía no tenéis piedad: Hostias y Crucifijos rezuman sangre. ¡Volved a Jesús! … ¡Arrepentíos!

«¿Cómo puedo salvaros si no me escucháis? … Caerán llamas del Cielo, y los impíos lo sufrirán; derrumbamientos y terremotos sobre la humanidad que no se arrepiente. La tierra se abrirá bajo sus pies y no habrá misericordia. … Satanás quiere triunfar. Traiciones al Papa: la masonería se lanza contra la Iglesia, el Papa será calumniado; le quieren matar; vivirá días de dolor. … Hija mía, no puedo ya detener la mano de la Justicia de Dios. ¡Cuántas advertencias he dado y ninguno las quiere creer!»… Habla, no temas, y no escondas lo que te digo.»

Naciones sin Dios serán el azote escogido por Dios mismo, para castigar a la humanidad sin respeto y sin escrúpulos. Después un gran castigo caerá sobre el género humano, FUEGO y HUMO caerán del cielo, las aguas de los océanos se volverán vapores, y la espuma se levantará arrollando a la humanidad, por todas partes a donde se mire habrá angustia, miseria y ruina; quedaréis en completa oscuridad. Mares que se alzarán provocando muerte y desolación»…

¿CUANDO SUCEDERÁ TODO ESTO?

Dios, tan pródigo en avisar con tiempo a los hombres para darles oportunidad de evitar los castigos, raramente da fechas. Sin embargo hay suficientes indicaciones, que emergen del conjunto total de los mensajes, para darnos una idea aproximativa.

SANTA BRÍGIDA (1303-1373)

«Cuarenta años antes del año 2000, el demonio será dejado suelto por un tiempo para tentar a los hombres. Cuando todo parecerá perdido, Dios mismo, de improviso, pondrá fin a toda maldad. La señal de estos eventos será: cuando los sacerdotes habrán dejado el hábito santo, y se vestirán como la gente común, las mujeres como los hombres y los hombres como las mujeres.»

SAN ANSELMO (SIGLO XIII)

«¡Ay de ti, villa de las siete colinas (Roma) cuando la letra K sea aclamada dentro de tus murallas! Entonces tu caída estará próxima, tus gobernantes serán destruidos. Has irritado al Altísimo con tus crímenes y blasfemias, perecerás en la derrota y la sangre.»
(Nota: K = KAROL, nombre del Papa Juan Pablo II)

SAN VICENTE FERRER (1350-1419)

«Advertid que vendrá un tiempo de relajación religiosa, y catástrofes como no lo ha habido ni habrá. En aquel tiempo las mujeres se vestirán como hombres y se comportarán a su gusto licenciosamente, y los hombres vestirán vilmente como las mujeres. Pero Dios lo purificará todo y regenerará todo, y la tristeza se convertirá en gozo.»

SAN JUAN BOSCO (1850-1886)

«Italia será sumida en la desolación. Francia castigada. Roma conocerá el exterminio, el Padre tendrá que huir. Habrá una lucha terrible entre la luz y las tinieblas. Cesará la oscuridad, lucirá un sol espléndido. La tierra está arrasada, muchísimos han desaparecido. El Papa vuelve. El pecado tendrá fin».

e) San Pío X, Papa hasta 1914, se puso un día, en el curso de una audiencia, muy pálido y como ausente. El mismo explicó después a su secretario: «que tuvo la visión de un Papa futuro huyendo del Vaticano, sobre el cadáver de sus Cardenales».

MAXIMILIANO KOLBE, PADRE FRANCISCANO RECIÉN CANONIZADO

«Un día la bandera de la Inmaculada Virgen María ondeará sobre el Kremlin (centro del poder comunista), pero antes, la bandera roja flotará sobre el Vaticano». Es decir: Rusia se convertirá, pero no sin que antes el comunismo (sus errores, y el ateismo) lleguen hasta el mismísimo Vaticano, la sede del Papa.

FÁTIMA

La Virgen se apareció en 1917, de Mayo a Octubre. El mundo estaba envuelto en la primera guerra mundial. Nadie hablaba todavía del peligro comunista que comenzaría con la «Revolución de Octubre». El 13 de Julio 1917 la Stma. Virgen dijo:

«Esta guerra (1914-18) está para concluirse; pero si los hombres no cesan de ofender al Señor comenzará otra, y peor. Para impedirla, vendré a pedir la Consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si se atienden mis deseos Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán destruidas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.»

Pidió mucha penitencia, mucha reparación y oración, «que cambiasen de vida los hombres, y no ofendiesen con el pecado a Nuestro Señor, y rezasen el Rosario diariamente». La niña Jacinta de Fátima, en su lecho de muerte, repitió: «Si los hombres se arrepienten, el Señor les perdonará; pero si no cambian de vida, vendrá al mundo el CASTIGO MÁS TERRIBLE que se ha conocido.»

También Sor Lucía, la única sobreviviente de los 3 videntes de Fátima, actualmente monja carmelita, ha declarado: «Si el mundo no se convierte TODAS las naciones conocerán el azote del comunismo», y le declaró en 1957-1958, al Padre Agustín Fuentes:

«Creedme, Padre, el Señor castigará al mundo muy pronto. El castigo es inminente. La Señora me ha dicho que los otros medios (el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón), son despreciados por los hombres. Ella angustiada nos da la última ancla para escapar a los castigos, que es ELLA MISMA. (¿las apariciones?). Pero si no la escucháramos, y encima la ofendiéramos, no seríamos perdonados. Padre, es urgente que nos demos cuenta de la terrible realidad, no queremos asustar a las almas, pero»…
(Publicado en Roma con Imprimátur. 1961.)

¿CÓMO PUEDE UN DIOS DE AMOR CASTIGAR TAN DURAMENTE?

¡Precisamente por AMOR! Cuando Dios ve que se salvarán más almas castigando al mundo, y no dejándolo hundirse cada vez más en sus vicios y violencias: «A aquél que Yo amo, Yo le castigo…» (Apc. 3,19.) No sería la primera vez que tres cuartas partes de la humanidad perece. En la famosa peste de mediados del siglo XIV, la poblaci6n de Europa, de 100 millones, se redujo a 25.

¿PORQUÉ NOS ENVÍA DIOS ESTOS ANGUSTIOSOS AVISOS?

PARA SER FIEL A SUS PROMESAS. ¿No dice el Profeta: «¿Hay una desgracia, sin que la haya avisado el Señor? (Amós 3,6-7). No, porque cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará…, «porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye, y les hará saber las cosas que van a suceder» (Juan 16,13).

PARA EXHORTAR A LA CONVERSIÓN. Con la amenaza de castigo y como lo hizo Jonás en Nínive. Los castigos son anunciados para dar tiempo a evitarlos. Son condicionados: » Si el mundo no se convierte…» (Fátima.)

PARA AVIVAR LA FE EN LA PROVIDENCIA DIVINA, al comprobarse que las predicciones se realizan. Sin preaviso, los buenos creerían que Dios les tiene abandonados.

PARA LEVANTAR LA ESPERANZA, CUANDO VENGA EL CASTIGO. A la par de un castigo inminente, se habla de una época posterior de felicidad. Son los castigos del parto de un mundo mejor. «FINALMENTE MI CORAZÓN INMACULADO TRIUNFARA.»

Si Dios avisó a Sodoma y Gomorra de su inminente destrucción…, ¡cuánto más lo hará y lo hace a su Esposa, a su cuerpo Místico, la Iglesia en sus santos, en SU Santísima Madre, a través de personas humildes que El elige.

¿NO DICE LA BIBLIA NADA SOBRE ESTOS CASTIGOS?

¡Claro que sí lo dice! Pero por el abuso que hacen de las profecías bíblicas algunos hermanos separados, hemos preferido citar textos de Santos. Sin embargo abundan textos bíblicos que hablan de una gran PURIFICACIÓN del mundo, un Juicio de las Naciones.

a) «El Señor devastará la tierra y la dejará asolada, trastornará la superficie de ella y dispersará sus habitantes… (…) por cuanto el Señor así lo ha decretado. La tierra es profanada por sus habitantes, pues han transgredido las leyes, violado los mandamientos, por eso la maldición devorará la tierra. y quedará solamente un pequeño número.» (Isaías 24, 1).

b) «Yahvé viene en medio del fuego para derramar su ira con furor mediante llamas de fuego. Porque Yahvé ejerce el juicio con fuego y con la espada a toda carne, y serán muchos los que perecerán por la mano de Yahvé. Mandaré a los sobrevivientes y vendrán todos a postrarse delante de Mí, dice el Señor.» (Isaías 66,15-23).

c) «Y sucederá en toda la tierra que dos terceras partes perecerán. Y la tercera parte quedará en ella. Ellos invocarán mi nombre» (Zacarías 13, 8-9.) Véanse también Sofonías I, 14¬ 17; 3¬9 etc. etc.

¿DEBEMOS CREER EN ESTOS PROFETAS?

El Padre Antonio Royo M., O.P., doctor en teología y profesor de una facultad pontificia, en su libro «Teología de la Perfección Cristiana», (B.A.C., Madrid), dice:

«Siempre han existido almas ilustres con el espíritu de profecía. Es un hecho reconocido por la Sagrada Escritura y por la autoridad de la Iglesia… Discutir esta posibilidad… sería desconocer uno de los caracteres de santidad de la verdadera Iglesia y el soberano poder de Dios. Nuestra fe se apoya en la Revelación divina. Nadie está OBLIGADO a creer en las revelaciones privadas, sin embargo, sería muy reprensible contradecirlas o ponerlas en ridículo, después de la aprobación de la Iglesia.»

Dicha aprobación de la Iglesia no intenta garantizar su autenticidad; declara simplemente que nada encierra contrario a la Sagrada Escritura y a la doctrina católica, y puede proponerse como probable a la piadosa creencia de los fieles.

El Papa Benedicto XIV nos dice que hay que dar Fe Humana a las revelaciones privadas aprobadas por la Iglesia, como son las de Santos canonizados, o los escritos publicados con imprimatur, con licencia eclesiástica, y que sería temerario despreciarlas.» Ya dijo San Pedro Canisio:

«Hay menor peligro en creer y recibir lo que con alguna probabilidad nos refieren personas de bien, (cosa que no está reprobada por los doctos), antes que rechazar todo con espíritu temerario y de desprecio».

¡REGRESA…! ¡REGRESA, OH HUMANIDAD!

PADRE STEFANO GOBBI, FUNDADOR DEL MOVIMIENTO MARIANO SACERDOTAL. (M.M.S.)

Nuestra Señora trasmitió un mensaje urgente para todos los sacerdotes del mundo, por medio del Padre Gobbi, cuando los Directores Nacionales de este Movimiento se hallaban reunidos en San Marino. La Santísima Virgen pide a los sacerdotes que traten de llegar a todos sus hijos. Se publicó en un «Boletín Especial», con dicho mensaje, para darlo a conocer a todos los pueblos del mundo: ¡REGRESA…! ¡REGRESA, HUMANIDAD! –

El 3 de Julio de 1987, Nuestra Señora habla a sus sacerdotes:

«Amados hijos… (. ..) ¿Por qué os he llamado para reuniros otra vez aquí arriba? Porque en este Año Mariano, consagrado a mí, he querido teneros junto a Mí, como una madre que reúne a sus hijos para recomendarles algo que lleva muy dentro del corazón. Para haceros mi última recomendación, la cual os debe acompañar en vuestro difícil viaje. (…) Mis Tiempos ya Llegaron.» (…)

En todos los países a los que regreséis, debéis proclamar y difundir este mensaje maternal, ansioso y urgente: ¡Retornad…! Retornad inmediatamente al Dios de vuestra salvación y de vuestra paz. El tiempo que se os ha concedido para vuestra conversión está casi terminando. Los días están contados. Regresad inmediatamente por camino del retomo al Señor si queréis ser salvados.» «Amados hijos, tengo necesidad de voces que difundan mi voz, de manos que me ayuden, de pies que vayan por todos los caminos del mundo. Necesito que este urgente mensaje mío llegue a todas las partes del mundo. Vosotros debéis ser mis mensajeros. Anunciad este angustioso llamamiento mío, para el retorno al Señor.» (…)

TIEMPOS DEL GRAN CASTIGO

«Estos son los Tiempos del gran Castigo. La copa de la divina justicia está llena, más que llena, está desbordándose. La iniquidad cubre toda la tierra. La Iglesia, por decir así, está oscurecida por la difusión de la apostasía y del pecado. … Las horas más dolorosas y sangrientas están en preparación para vosotros. Estos tiempos están más cerca de lo que pensáis.

Pronto tendrán lugar algunos de los grandes acontecimientos, referentes a lo que Yo predije en Fátima, y he dicho, bajo secreto, a los niños, a quienes aún sigo apareciéndome en Medjugorje. Por tanto, traed a todos mis hijos al refugio de mi Corazón Inmaculado. Llamadlos.» (…)
«Amados hijos, buscad en vuestros caminos a los que están alejados, a los pequeños, los pobres, los abandonados, los perseguidos, los pecadores, los adictos a las drogas, los que son víctimas del reinado de Satanás. Quiero salvar a todos mis hijos. (…) Quiero salvarlos a todos por medio de vosotros. En el tiempo del castigo, ellos deben ser protegidos y defendidos.»

TIEMPOS DE LA GRAN MISERICORDIA

«Estos son mis tiempos, porque son los tiempos de la gran misericordia. (…) La gran misericordia vendrá a vosotros como fuego abrasador de amor, y será traído por el Espíritu de Amor que se os da por el Padre y el Hijo, de modo que el Padre se vea pronto glorificado en una nueva creación al Señor Jesús, que vendrá a restaurar su reino, y a ser amado por sus hermanos.

El Espíritu Santo…, ¡sí!, bajará como un fuego, pero de un modo diferente del Primer Pentecostés. Será un fuego que quema y limpia, transforma y santifica, que renueva la tierra desde sus mismos fundamentos, que abre los corazones a una realidad de vida y lleva a las almas a la plenitud de santidad y de gracia. Vosotros conoceréis un amor que es más grande, y una santidad que es más perfecta que ninguna de las que habéis conocido hasta ahora.» (…)

LOS PORTADORES DE ESTE MENSAJE

«Estos son los tiempos de la gran misericordia. Estos son los tiempos del triunfo de mi Corazón Inmaculado. Por eso os he querido aquí arriba. Ahora debéis regresar para ser los portadores de este mensaje. Llevad a todas las partes del mundo esta urgente súplica mía. Reunid a todos en el cenáculo de mi Corazón, a fin de prepararlos para vivir la esperada vigilia de los nuevos tiempos que ya llegaron y están ahora a vuestras puertas. No os desaniméis por las dificultades que os saldrán al paso. Yo soy vuestro consuelo.»

«… Recibo también a todas las almas que me encomendéis, a vuestros seres queridos, a todas las personas que amáis, a todos vuestros hermanos más apartados. No olvidéis a ninguno. Venid todos juntos, yo soy la Madre de todos –de todos.

Vosotros sois los instrumentos para traer a todos mis hijos a mi corazón. Con vosotros, con todos vuestros seres queridos, con las almas confiadas a vuestro cuidado. Yo os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
( Imprimatur: James J. Byrne, S.T.D. Arzobispo Emérito de Dubuque, Fiesta de la Asunción 15 de Agosto de 1987.)

CONCLUSIÓN – HABLA EL SACERDOTE CATÓLICO

Queridos lectores, siento un gran alivio al terminar esta gravosa misión, de abrirles los ojos antes de que sea demasiado tarde.

Si Dios avisó a Nínive, y a Sodoma y Gomorra de su inminente destrucción… ¡Cuánto más lo hará y lo hace a Su Esposa, Su Cuerpo Místico, por medio de personas humildes que Él elige! Es trágico que la gente sólo cree en las profecías, cuando es demasiado tarde.
Así sucedió con Fátima. Sólo al iniciarse la segunda guerra mundial, que nuestra Madre del Cielo quería evitarnos, fue tomado en serio el mensaje de Fátima, y aceptado por la Iglesia. Hasta entonces el obispo de Lisboa había prohibido a los sacerdotes predicar sobre los hechos de Fátima, o ir allí en peregrinación. ¡Qué lástima que el hombre no sabe comprender las lecciones del pasado!
La juventud ha sobrepasado todo límite. La insistencia desenfrenada en los goces de la tierra ha degradado su espíritu. El mal ejemplo de los padres prepara las familias al escándalo, y a la infidelidad, en vez de prepararlas a la virtud y a la oración. Divorcio, aborto. Madres que matan a sus propios hijos en su seno. ¡Cuántas vidas humanas tiradas a las alcantarillas, que gritan venganza al Cielo! Decía el Padre Pío «si una madre, que ha abortado, no llora amargamente su delito y se confiesa, ya está en el infierno!»

Y, ¿qué será de los médicos condescendientes, lucrándose exterminando vidas humanas indefensas? Pensad que en el estado de Nueva York, de cien mujeres que conciben un hijo, 60 abortan, y sólo 40 quieren llevar el hijo a término. ¡Y todavía hay gente que se extrañaría de que Dios castigara al mundo…!

Lo asombroso más bien, es que Dios no haya intervenido todavía, cuando en el presente, el mundo es diez veces peor que Nínive.

La Hermana Lucía de Fátima en su Comunicado al Padre Agustín Fuentes, en 1958, nos dijo: «Padre, es urgente que nos demos cuenta de la terrible realidad. No queremos atemorizar a las almas, pero es una llamada urgente a la realidad: el Castigo es inminente. Si no escuchamos a María misma, no seremos perdonados».

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FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María REFLEXIONES Y DOCTRINA Sobre los Santos y Beatos

Los Santos y nosotros

Muchos hermanos no católicos rechazan enérgicamente a los santos diciendo que no necesitamos otros modelos de santidad, ya que tenemos el modelo de Jesús. Que Dios es el único santo y que mucho menos necesitamos a los santos como intercesores, pues Cristo es el Único mediador ante el Padre. Muchos católicos no saben qué contestar y están dudosos frente a estas opiniones.
Respondamos a estas interrogantes:
 

1.- Los Santos los hace Dios, no el Papa

El Santo Padre ha beatificado y canonizado a una gran cantidad de hombres y mujeres a lo largo de toda la Iglesia Universal. Con esto la Iglesia lo que hace es reconocer oficialmente su testimonio de santidad. Hay que entender bien claro que el Papa no es el que los hace santos con un papel, eso es un invento y pésima idea de muchos evangélicos fundamentalistas. Es Dios quien los hace santos mediante la gracia recibida por su vida de fe en obediencia cristiana y se les reconoce que vivieron en plenitud esa santidad. El Papa y la Iglesia simplemente los reconoce como tales.

Como cristianos que somos nuestra fe tiene una solida base bíblica. Incluso algunos de nuestros hermanos separados en su odio contra esta doctrina llegan a decir que Santo es solamente Dios y se les olvida o ignoran lo que la Escritura dice sobre eso, En grado perfecto Santo es solamente Dios, pero quienes se unen a él participan de esa santidad. Leámoslo en la misma Biblia evangélica Reina Valera de 1909:

  •  Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio:  Lc 1:70 (RVA) Aquí la Escritura habla de los profetas como santos.
  •  Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1Cor:3:17 (RVA) Aquí Pablo nos dice que somos santos por ser templos de Dios.
  • Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Mt:25:31 (RVA) Incluso Jesucristo aquí afirma que también los angeles son santos.
  • Al unirnos a Jesús participamos de esa santidad 1 Cor 12,13 Para eso lo único que hacía falta es que los protestantes leyeran la Biblia y se darían cuenta de cómo Pablo se dirige a los primeros cristianos:
  1. A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: Gracia y paz tengáis de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Rom 1,7 (RVA)
  2. Porque Dios no es Dios de disensión, sino de paz; como en todas las iglesias de los santos. 1Cor 14,33  (RVA)
  3. Todos los santos os saludan. 2Cor 13:13 (RVA) Nota una vez más como les llama santos.
  4. PABLO, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, á los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso Ef 1:1  (RVA) Ahora les llama así a los de Efeso.
  5. PABLO y Timoteo, siervos de Jesucristo, á todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. Fil 1:1 (RVA) Ahora con los que están en Filipos.

Así que no es como muchos protestantes dicen que el Papa es una fábrica de hacer santos. Si a alguien quieren reclamar los protestantes deberían reclamarle a Jesucristo, a Lucas, a Pablo, a Pedro y a Dios porque eso está en la Biblia. Dios nos hace santos y por eso nos llama a vivir en santidad.

  • Y aconteció que Pedro, andándolos a todos, vino también a los santos que habitaban en Lydda. Hech 9:32 (RVA) Lucas, el autor de este libro, también les llama santos a los primeros cristianos, antecesores nuestros.
  • Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme á Dios en justicia y en santidad de verdad. Ef 4:24 (RVA)

Muchos hermanos separados no han leído bien la Escritura. A algunos que se destacan por un fuerte testimonio la Iglesia los reconoce de una manera especial. De esta forma ellos se convierten para los creyentes en un modelo de santidad (1 Tim. 1, 16) y en intercesores en favor nuestro. Por supuesto la Iglesia Católica a nadie obliga a invocar y tener devoción a los santos. Solamente los propone como modelos para ser imitados.

 

2. ¿Qué debemos contestar a los que piensan que solamente Cristo es el único modelo?

Los hermanos evangélicos dicen: No necesitamos otro modelo de santidad si ya tenemos el modelo del propio Jesús.

Queridos hermanos: Eso es falso y no es bíblico. Esa es una verdad a medias. Enseguida me vienen a la mente los textos bíblicos del Apóstol Pablo:

«Para mí la vida es Cristo, y la muerte es ganancia… Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes» (Fil. 1, 21 y 3, 17).

En otra parte dice el Apóstol: «Sigan ustedes mi ejemplo como yo sigo el ejemplo de Cristo Jesús» (1 Tim. 1, 16).

En estos textos vemos claramente que Pablo se pone a sí mismo como ejemplo de seguidor de Cristo, e incita a los creyentes a ser sus imitadores, como él lo es de Cristo.

Tomemos otro ejemplo de la Biblia: María, la Madre de Jesús.

Ella es la mujer «que Dios ha bendecido más que a todas las mujeres» (Lc. 1, 28 y 1, 42), como dijeron el ángel Gabriel y su prima Isabel. Y en el cántico de María (Lc. 1, 46-55); ella se presenta también como ejemplo de humilde servidora y de esclava, «en adelante todos los hombres me llamarán bienaventurada» (Lc. 1, 48).

La Biblia, entonces, pone claramente a María como modelo de santidad para todas las generaciones. Y es eso lo que celebra la Iglesia Católica al venerar a María. La veneración a María nunca puede ser culto de adoración; la veneración es un culto de honra y de profundo respeto hacia la Madre de Jesús.

Cuando leemos con atención las Escrituras, nos damos cuenta de que la Biblia nos ofrece muchos modelos de santidad; por ejemplo: al apóstol Tomás, que era un hombre con grandes dudas sobre la fe pero que al fin proclamó a Jesús como su Señor y su Dios (Jn. 20, 26-28).

Así también la Iglesia católica presenta el ejemplo de Juan Bautista que con gran valentía dio testimonio de Jesús hasta derramar su sangre por el Señor (Mt. 14, 1-12).

De igual manera, la Iglesia Católica presenta ahora a los santos de nuestros tiempos como ejemplos de fe cristiana. Ellos nos señalan un camino y muchos ven en ellos la gracia del Señor Jesús, que fue tan eficaz en sus vidas. Los santos son para nosotros verdaderos modelos a imitar. Ellos tuvieron una clara prioridad en su vida: Jesucristo. Y es este modelo de fe cristiana el que tocó de diversas maneras el corazón de mucha gente. La fe en los santos no es, de ninguna manera, un obstáculo a la fe en Jesucristo, como piensan los hermanos evangélicos, sino un estímulo para seguir a Cristo.

Por supuesto debemos evitar excesos, los santos no son semidioses y la santidad de tal o cual persona nunca puede oscurecer el seguimiento de Cristo. Al contrario, la verdadera santidad de los santos siempre anima hacia una mayor búsqueda de Dios.

 

3. Los santos como intercesores

Muchos hermanos evangélicos tienen problemas para aceptar a los santos como intercesores en favor nuestro. Simplemente dicen que Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres y que no necesitamos nuevos intercesores: «Hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (1 Tim. 2, 5; Hebr. 8, 6 y 9, 11-14).

Nosotros, los católicos, proclamamos también que Jesucristo es el Único Mediador entre Dios y los hombres. Pero los santos no son un obstáculo para dirigirnos directamente a Jesucristo, a Dios Padre o al Espíritu Santo.

Los santos no nos alejan de Dios; simplemente ellos con sus ejemplos de fe cristiana nos estimulan a acercarnos a Dios con la sola mediación de Jesucristo. ¿Acaso la gente no acudió a Pablo, a Pedro, a Juan y a los demás apóstoles? Claro que sí. Entonces fueron mediadores o intercesores. ¿Acaso la gente no acude al llamado de los pastores evangélicos cuando van a orar por ellos? Claro que sí. Entonces ya se convirtieron en mediadores o intercesores. Cristo es el mediador de salvación y los hombres lo son de intercesión pues es Dios quien tiene el poder.

Ahora bien, cuando la Iglesia Católica dice que los santos son intercesores nuestros delante de Jesucristo, eso no quiere decir que ellos son los que hacen los milagros. Es siempre Dios Padre, Jesucristo o el Espíritu Santo, quienes obran maravillas entre nosotros, aunque sí puede ser que los milagros sean hechos «por intercesión» de estos santos.

 

4. El ejemplo de María

Veamos el ejemplo de María en las bodas de Caná. Es María la Madre de Jesús la que invita discretamente a su Hijo a hacer un milagro diciendo: «Ya no tienen vino». Y Jesús le hace entender que la hora de hacer signos no ha llegado todavía. Sin embargo, por la intercesión de su Madre María, Jesús hace su primer milagro (Jn. 2, 1-12).

Este es el sentido bíblico de la intercesión de los santos. Hay muchos ejemplos más de la intercesión de los santos ante Dios. Veamos algunos textos: Moisés ora a Dios por intercesión de Abraham, Isaac y de Jacob (Ex. 32, 11-14).

Jesús manda a sus Apóstoles a sanar enfermos, a resucitar muertos, a limpiar leprosos y echar demonios (Mt. 10, 8). Pedro y Juan, en nombre de Jesús, sanan a un hombre tullido (Hech. 3, 1-10).

En el pueblo de Troáda, el apóstol Pablo devuelve la vida a un joven accidentado (Hech. 20, 7-11). Fue mediador y no mandó a la gente a su casa para que le pidiera directamente a Jesucristo.

Cuando el apóstol Pedro pasaba por la calle, la gente sacaba a los enfermos y los ponía en camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre algunos de ellos, y todos eran sanados (Heh. 5, 15-16). Dios hacía grandes milagros por medio de Pablo, tanto que hasta los pañuelos o las ropas que habían sido tocados por su cuerpo eran llevados a los enfermos y los espíritus malos salían de éstos (Hech. 19, 11-12). Fue intercesor y no les dijo oren ustedes mismo a Jesucristo. Lo mismo hacen los santos.

Todos estos textos nos dicen que Jesucristo hacía milagros por medio de sus discípulos. «Ustedes han recibido este poder sin costo; úsenlo sin cobrar», dijo Jesús (Mt. 10, 8).

 

5. Dios acepta la oración de los santos

La Biblia, SI, la Biblia, aunque a muchos no les guste, nos enseña también que debemos ayudarnos mutuamente con el poder de intercesión de la oración. «La oración de los santos es como perfume agradable ante el trono de Dios» (Apoc. 8, 4).

«Ahora me alegro, dice el Apóstol Pablo, en lo que sufro por ustedes, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo» (Col. 1, 24).

«La oración fervorosa del hombre bueno tiene mucho poder. El profeta Elías era un hombre tal como nosotros, y cuando pidió en su oración que no lloviera, dejó de llover sobre la tierra durante tres años y medio y después cuando oró otra vez, volvió a llover y la tierra dio su cosecha» (Stgo. 5, 16-18).

«Los cuatro seres vivientes y los 24 ancianos se pusieron de rodillas delante del Cordero. Cada uno de los ancianos tenía un arpa, y llevaban copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los que pertenecen a Dios» (Apoc. 5, 8).

En todos estos textos notamos que la oración fervorosa o la intercesión de los santos tiene mucho poder delante del trono de Dios. No podemos dudar de que estos santos, que ahora están delante de Dios, vayan a interceder por nosotros, como lo hizo Moisés al hablar con Dios para aplacar su ira invocando a Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 32, 13).

Al invocar a los santos siempre contemplaremos las virtudes que obró Dios en ellos. Dios está siempre en el trasfondo de nuestra invocación o veneración a los santos. Los santos no nos alejan de Dios, sino que nos invitan a ponernos directamente en contacto con El, con la sola mediación de Jesucristo. Muchos hermanos separados se salieron de la Iglesia católica sin saber todo esto y es tiempo de que regresen para vivir más fuerte su fe.

 Fuente: P. Paulo Dierckx //P. Miguel Jordá//Martin Zavala

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La Intercesión de los Santos en la Tradición Eclesiástica

No sólo la Sagrada Escritura, sino también la tradición de los Padres de la Iglesia -aquéllos escritores y Obispos del comienzo del Cristianismo, algunos de los cuales tuvieron contacto directo o estuvieron muy cerca de los Apóstoles o, en todo caso, estuvieron bajo tal influencia de las enseñanzas apostólicas- que han sido capaces de expresar estas enseñanzas con gran fidelidad, nos han dejado un legado muy claro en cuanto a la intercesión de los Santos.

Ha sido después de la Reforma Protestante que esta valiosísima intercesión comenzó a ser atacada. Esta práctica iniciada desde los primeros días del Cristianismo es compartida por Católicos, Ortodoxos y otros Cristianos de oriente e, inclusive, por algunos Anglicanos, de tal forma que es común a casi un 75% de los Cristianos del mundo.

 

Objeción: Los Católicos no obedecen la prohibición de Dios de no contactar a los muertos.

Respuesta: En efecto, dice Deuteronomio 18, 11: “Que no se halle nadie que consulte a los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos”.

Está clarísimo en esta cita que lo que queda prohibido es el contacto con los muertos a través del espiritismo. Está la Palabra de Dios prohibiendo sesiones espiritistas, la práctica nigromántica de conjurar espíritus malignos. No se puede conjurar a los muertos con el fin de obtener información. Cualquiera con un discernimiento adecuado puede darse cuenta de la diferencia que hay entre la toma de una persona o medium por parte de un espíritu maligno o alma condenada en una sesión espiritista, y la oración a los Santos que son los difuntos que han llegado al Cielo, reconocidos como tal por la Iglesia.

¿Cómo queda entonces el propio Jesucristo, Quien en el momento de su Transfiguración en el Monte Tabor, ante Pedro, Santiago y Juan “contactó” a dos muertos, Moisés y Elías, y hasta habló con ellos ante sus discípulos? (cf. Mt. 17, 3).

Una cosa, entonces, es la maligna práctica de contactar a los espíritus infernales para obtener información oculta o para realizar conjuros, costumbre prohibida fuertemente en la Biblia, y otra cosa muy, muy distinta es la santa costumbre de pedir la intercesión de los Angeles y de los Santos, estimulada por la Iglesia, la cual, siguiendo el contenido de la Palabra de Dios, nos la propone como una práctica buena y saludable.

Los Padres de la Iglesia no sólo testimonian su claro reconocimiento a la enseñanza bíblica de que los que están en el Cielo pueden y de hecho interceden por nosotros, sino que aplicaban esta enseñanza a su propia vida de oración.

 

TESTIMONIOS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA

Como muestran los siguientes textos, los primeros Padres de la Iglesia no solamente reconocieron claramente la enseñanza bíblica sobre que aquellos en el cielo pueden interceder por nosotros, sino que además aplicaron esa enseñanza en su propia vida de oración diaria.

Hermas

“[El Pastor dijo:] ‘Pero aquellos que son perezosos e indolentes en la oración, dudan pedir cualquier cosa del Señor; pero el Señor está lleno de compasión, y da sin falta a todos aquellos que le piden. Pero tú, [Hermas,] habiendo sido fortalecido por el santo ángel [que viste], y habiendo obtenido de él tal intercesión, y no siendo indolente, por qué no le pides al Señor entendimiento, y lo recibes de El? (El Pastor 3: 5:4 [80 D.C.]).

Clemente de Alejandría

“De  modo que él [el verdadero cristiano] es siempre puro para la oración. El también ora en la sociedad de los ángeles, siendo ya de rango angélico,  no está nunca sin sus santos cuidados; y aunque ora solo, tiene el coro de los santos permanentemente [orando] con él” (Misceláneas 7: 12 [208 D.C.]).

Orígenes

“Pero el sacerdote máximo [Cristo] no ora solitario por aquellos que oran sinceramente, sino que también lo hacen los ángeles… lo mismo las almas de los santos que ya se han  dormido” (Oración 11 [233 D.C.])

Cipriano de Cartago

“Recordémonos unos a otros en concordia y unanimidad. En ambos lados [de la muerte] oremos siempre unos por otros. Aliviemos cargas y aflicciones mediante el amor mutuo,  De modo que si alguno de nosotros, por el movimiento de la condescendencia divina, debe partir primero, nuestro amor pueda continuar en la presencia del Señor, y nuestras oraciones por nuestros hermanos y hermanas nunca cesen en presencia de la misericordia del Padre” (Cartas 56[60]: 5 [253 D.C.]).

Anónimos

 “Atico, duerme en paz, seguro en tu salvación, ora ansiosamente por nuestros pecados” (inscripción funeraria cerca de Santa Sabina en Roma [300 D.C.])

“Ora por tus padres, Matronata Matrona. Ella vivió un año, cincuenta y dos días” (ibid.).

“Madre de Dios, [escucha] mis peticiones; no nos abandones en la adversidad, sino que rescátanos del peligro” (Papiro Ryland 3 [350 D.C.]).

Metodio

“Salve  por siempre,  Virgen Madre de Dios, nuestra alegría incesante, vuelvo a ti otra vez. Tú eres el principio, mitad y fin de nuestro gozo; la perla de gran precio que pertenece al Reino;  la grasa de cada víctima, el altar viviente del Pan de Vida [Jesús]. Salve a ti, tesoro del amor de Dios. Salve, fuente del amor del Hijo para el hombre… Tu destellas, dulce Madre que se nos regala como especial concesión, con la luz del sol; tú destellas con los profundos fuegos de la más ferviente caridad, manifestando en el fin aquello que fue concebido de ti… haciendo palpable el misterio oculto e inexpresable, el invisible Hijo del Padre –el príncipe de la paz, quien en una maravillosa manera se muestra a sí mismo como mas pequeño que toda pequeñez” (Oración de Simeón y Ana 14 [305 D.C.]).

“En consecuencia, te rogamos [te pedimos], la más excelente entre las mujeres, quien se gloria en la confianza de sus honores maternales,  que incesantemente nos conserves en tu pensamiento.  O Santa Madre de Dios, recuérdanos, te digo, quien hace de ti nuestro alarde, y quien en los himnos de agosto celebra la memoria, la cual vivirá por siempre, y nunca se desvanecerá.” (ibid)

“Y tú también, Oh honrado y venerado Simeón, tú primer anfitrión de nuestra santa religión, y profesor de la resurrección del fiel, sé nuestro patrono y abogado ante el Dios Salvador, por quien fuiste juzgado digno de recibir en tus brazos. Nosotros, en comunión contigo, cantamos nuestras alabanzas a Cristo, quien tiene el poder de la vida y la muerte, diciendo, “eres la verdadera Luz , procedente de la verdadera Luz; el verdadero Dios, engendrado por el verdadero Dios” (ibid).

Cirilo de Jerusalén

“Entonces [durante la plegaria Eucarística] hacemos mención también de aquellos que ya se han dormido; primero, los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires, que a través de sus oraciones y súplicas Dios pueda recibir nuestras peticiones… (Conferencias Catequéticas 23: 9 [350 D.C.])

Hilario de Poitiers

“Para aquellos que desean permanecer [en la gracia de Dios], ni la protección de los santos ni las defensas de los ángeles están ausentes” (Comentario sobre los salmos 124: 5: 6: [365 D.C.])

Efraín el Sirio

“Ustedes mártires victoriosos que soportaron alegremente tormentos por el amor al Dios y Salvador, ustedes que tienen la audacia de hablar al mismo Señor, ustedes los santos, intercedan por nosotros que somos hombres tímidos,  pecadores y llenos de indolencia, pedid que la gracia de Cristo venga sobre nosotros, e ilumine todos nuestros corazones de tal manera que podamos amarle. (Comentario sobre Marcos [370 D.C.]).

“Recuérdenme, ustedes herederos de Dios, ustedes hermanos de Jesucristo; supliquen el Salvador sinceramente por mí, y tal vez pueda ser liberado a través de Cristo quien  lucha conmigo día a día” (El temor en el final de la vida [370 D.C.]).

La liturgia de San Basilio

“Por el mandato de tu Hijo Único engendrado nos comunicamos con la memoria de tus santos… por cuyas oraciones y súplicas se obtiene misericordia sobre nosotros, y nos liberan por el amor de su santo nombre”.  (Liturgia de San Basilio [373 D.C.]).

Pectorio

“Ascandio, padre mío, muy amado de mi corazón, con mi dulce madre y mis hermanos, recuerda tu pectorio en la paz del Pez [Cristo]” (Epitafio de Pectorio [370 D.C.]).

Gregorio de Nazianzo

Puedas [Cipriano] mirar  propiciamente sobre nosotros desde lo alto, y guiar nuestra vida y nuestras palabras; y pastorear este sagrado rebaño… Que se alegre la Santísima Trinidad, delante de la cual te encuentras” (Oraciones 17[24] [380 D.C.]).

“Sí, estoy  bien seguro que la intercesión [de mi padre] ahora es de más provecho que sus instrucciones en los días pasados, pues ellos está más cerca de Dios, ahora que se ha sacudido de sus grilletes corporales, y liberado su mente de la arcilla que la oscurecía,  sostienen sencillas conversaciones con la claridad de la más excelente y pura mente…” (ibid., 18:4).

Gregorio de Niza

“[Efraín], tú que estás ante el divino altar [en el cielo]… llévanos a todos en el recuerdo, pidiendo para nosotros la remisión de los pecados, y la dulzura del reino eterno” (Sermón sobre Efraín el Sirio [380 D.C.]).

Juan Crisóstomo

“El, que viste la púrpura [i.e. un hombre de la realeza] está parado suplicando a los santos que sean sus patronos ante Dios,  él que viste una diadema implora al fabricante de tiendas [Pablo] y al pescador [Pedro] como patronos, aunque ya estén muertos (Homilías sobre 2 Corintios 26 [392 D.C.]).

“Cuando percibas que Dios te está corrigiendo, no vueles donde sus enemigos… sino donde sus amigos, los mártires, los santos, y todos aquellos que  agradan a Dios, y que tienen gran poder [en Dios]” (Oraciones 8:6 F396 D.C.]).

Ambrosio de Milán

“Pedro, quien lloró tan eficazmente por sí mismo, pueda  llorar por nosotros y volver hacia nosotros el benigno rostro del Señor” (El Trabajo de Seis Días 5:25:90 [393 D.C.]).

Jerónimo

“Has dicho en tu libro que mientras vivamos podemos orar unos por otros, pero después cuando hayamos muerto, la oración de ninguna persona por otra será escuchada… Pero si los apóstoles y mártires mientras aún están en su cuerpo pueden orar por otros, en un momento en que todavía deben estar pendientes de  sí mismos,  cuánto más harán después  de haber recibido sus coronas, victorias y triunfos?” (Contra Vigilancio 6 F406 D.C.]).

Agustín

“Los Cristianos celebran juntos en religiosa solemnidad los memoriales de los mártires, tanto para animarse a imitarlos como para así poder compartir en sus méritos y ser ayudados por sus ruegos” (Contra Fausto el Maniqueo [400 D.C.]).

“Hay una disciplina eclesial, como sabe el creyente, de que los nombres de los mártires son leídos en voz alta en el altar de Dios, pero estas  no  son oraciones  ofrecidas por ellos. Hay oraciones que sin embargo sí son ofrecida por el difunto que es recordado. Esto  es por que es errado rogar por un mártir, mas bien a sus oraciones debemos encomendarnos nosotros mismos.” (Sermones 159:1 [411 D.C.]).

“En la mesa del Señor no conmemoramos a los mártires en la misma forma en que lo hacemos por otros hermanos que  ya descansan en paz, sino más bien pedimos que aquellos puedan orar por nosotros para que sigamos sus huellas” (Homilías sobre Juan 84 [416 D.C.]).

“Las almas de los muertos en santidad no están apartadas de la Iglesia, menos ahora incluso que están en el Reino de Cristo. De otra manera no habría recuerdo de ellos en el altar de Dios y en la comunicación del Cuerpo de Cristo” (La ciudad de Dios 20:9:2 [419 D.C.])

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Milagros por Intercesión de los Santos

Aquí se presentan algunos milagros vivientes, que pueden ser, de alguna manera, constatables hoy día para un sincero investigador.

Algunos de estos milagros, bien estudiados, han servido para su beatificación o canonización. Y ya sabemos que la Iglesia se toma su tiempo y hace las cosas con la debida seriedad. Nadie podrá acusarla de demasiado crédula para admitir milagros.

Son unos pocos entre tantos cientos que se podrían relatar. Se han escogido, especialmente, porque todavía viven sus protagonistas y pueden ser llamados, en verdad, milagros vivientes.

  

SOR CATERINA CAPITANI

Cuenta ella misma lo que ocurrió el 25 de mayo de 1966. Debía ser el último día de mi vida. Había sido operada dos meses antes por hemorragias internas. Sufría de una extraña enfermedad llamada “Estómago rojo”. La operación no había servido de nada. El médico que me cuidaba, me dijo que no llegaría a la tarde de ese día. Yo invoqué al Papa Juan XXIII para que me obtuviese la gracia de morir pronto. Mis hermanas estaban en la capilla, rezando al Papa Juan XXIII por mí. Y, en un momento, sentí una mano que tocaba mi estómago. Me volví y vi al Papa Juan, junto a mi cama. Me dijo: Este milagro me lo habéis sacado del corazón. Ahora no temas, estás curada.

Me levanté de inmediato, llamé a mis hermanas y les dije que tenía hambre. Pensaban que estaba delirando, pero fui al comedor y devoré lo que me pusieron. Después me examinaron y todo lo malo había desaparecido.

Este milagro fue aceptado por la junta médica del Vaticano para la beatificación del Papa Juan XXIII, que es beato desde el 3 de setiembre del 2000.

  

PETER CHUNGU SHITIMA

Él mismo cuenta el milagro. Tengo treinta años y nací el 10 de julio de 1972 en Kasaba, Zambia. Desde pequeño quería consagrarme al servicio del Señor. En 1994 viajé a Sudáfrica en busca de trabajo. En el Oratorio de san Felipe Neri encontré trabajo como cocinero y jardinero, y ayudé en la catequesis de niños. Un día, en la biblioteca, encontré un libro sobre Luis Scrosoppi, un famoso sacerdote italiano. Yo pensé: “Cuando sea sacerdote, me voy a llamar Luis como él”. Pero en abril de 1996 me sentí muy mal, temblaba de frío y se me nublaba la vista. Después comencé a tener dolores en los oídos. No podía comer casi nada, no podía tenerme de pie y adelgacé 20 kilos. En el hospital me detectaron que tenía SIDA en estado terminal.

Los Padres y alumnos del oratorio comenzaron a rezar al beato Luis Scrosoppi por mi curación y decidieron enviarme a mi patria para que pudiera morir al lado de mi familia. Cuando llegué a Zambia, mi hermano se asombró de verme en aquel estado. Durante varios días, permanecí casi en silencio. Mis familiares también rezaban por mí al beato.

Yo esperaba la muerte en cualquier momento, pero no moría. En el mes de octubre, mientras dormía con una medalla de Don Luis, agarrada a mi mano, soñé que el Padre David estaba a mi lado y que juntos estábamos asistiendo a la canonización de Don Luis. Cuando me desperté en la mañana del 9 de octubre, me sentía muy bien. Le dije a mi hermana que quería comer, lavarme, vestirme e ir a la iglesia, y le conté mi sueño. Ella se quedó sorprendida. Pero me levanté y podía tenerme en pie y comencé a caminar sin caerme. Entonces, comprendí que estaba curado. Me vestí y fui a la iglesia a agradecerle al siervo de Dios. Regresé al oratorio el 22 de enero de 1997. Los doctores, que me habían atendido en Sudáfrica, me hicieron nuevos exámenes y determinaron que la curación del sida había sido inexplicable. La comisión de médicos del Vaticano aprobó el hecho, realizado por intercesión del beato Luis Scrosoppi, como incomprensible para la ciencia. El 10 de junio del 2001, en la plaza de san Pedro, estuvo presente Peter Chungu para la canonización del beato Luis Scrosoppi.

  

MANUEL CIFUENTES

Yo tenía 10 años aquella mañana del 4 de enero de 1982 y estaba cogiendo leña con mi padre, mi tío y mi primo. En cierto momento, al agacharme, una rama me golpeó el ojo. Sentí un dolor muy intenso. Mi padre cogió un pañuelo y me tocó, pero me dolía mucho más. Entonces, me llevaron al médico. Dijo que tenía una herida muy grave en el ojo y que debían llevarme urgentemente a un especialista. Así que tomaron el coche y me llevaron rápidamente a Albacete (España).

Fuimos a visitar al oculista Dr. Juan Ramón Pérez, que aconsejó una intervención quirúrgica, me vendó el ojo y me dio unas pomadas. Mi padre había encontrado dos días antes, en la escuela donde enseñaba, una medalla del beato Ricardo Pampuri y me dijo que era un hombre santo, que hacía milagros. Por eso, al ponerme la pomada, me convenció de que tuviera esa reliquia del santo para pedirle la curación. Aquella noche recé más que nunca en mi vida. Hacia medianoche, mi padre vino a ver cómo estaba, pero el ojo me dolía mucho. A las cinco de la mañana, volvió a verme y todo seguía igual. A las siete me despertó, porque quería ponerme la pomada y le digo: “Papá, ya no tengo dolor y veo todo muy bien”. Fue una emoción enorme para toda la familia. Una hora más tarde, fuimos de nuevo a ver al médico. Quedó asombrado, pues no encontró lesión alguna. Y fuimos a ver al oculista a Albacete, que reafirmó la curación, y dijo: “Para mí hay dos cosas sorprendentes: la ausencia de cicatrices y la rapidez con la que han desaparecido las señales de la herida”. En realidad, no sólo fue una curación rápida, sino una restauración del ojo dañado, algo incomprensible para la ciencia médica.

Cuando a los 17 años he venido a Roma para la canonización de Ricardo Pampuri, he comprendido la importancia del milagro que había recibido. Ha sido una experiencia inolvidable. Recuerdo que había miles y miles de personas, todas unidas en la misma fe para glorificar al Señor, como yo lo hago cada día.

  

JUSTA B.

En el pueblecito Sama de Langreo, Asturias (España), vivía en 1958 una joven de 28 años, llamada Justa B., que, al acercarse el nacimiento de su hijo, cayó enferma debido a complicaciones internas y fue internada a causa de hemorragias. Se le practicó la cesárea el 18 de diciembre. Todo parecía ir bien, a pesar de la persistente fiebre. Sin embargo, el 24 de diciembre empezó a empeorar. Su vientre se hinchaba cada vez más, tenía vómitos continuos. El 30 de diciembre la situación era extremadamente grave y los médicos decidieron operarla de nuevo. El cirujano, en su declaración del 29 de setiembre de 1959, dijo ante el tribunal en el proceso apostólico:

Las circunvoluciones intestinales carecían de vitalidad. Había muchas adherencias aglutinadas y sus funciones anatómicas destruidas. Había peritonitis con obstrucción intestinal, fístula yeyunocólica, infinidad de adherencias de las circunvoluciones y un absceso de Douglas. Los médicos empezaron a limpiar la cavidad abdominal, pero el resultado era decepcionante, pues cuanto más se retiraba materia degenerada, más difícil se hacía la operación de suturar. Entretanto, apareció también el problema de la eliminación de la fístula. Al retirarla, aproximadamente 12 cm del colon se descompusieron. En ese momento, el anestesista propone interrumpir inmediatamente la operación por el debilitamiento del corazón. No querían que la enferma muriera en la sala de operaciones. El cirujano tomó la rápida decisión de construir un ano artificial lateral (una comunicación de la parte sana del intestino con el exterior, mediante un tubo de plástico). Y se llamó al capellán para que le administrara la unción de los enfermos. Pero Dios hizo el milagro. Sor Trinidad, que cuidaba a la señora Justa, le recomendó el 24 de diciembre que invocara al siervo de Dios Francisco Coll (1812-1875), dominico catalán, fundador de las dominicas de la Anunciada. La misma Sor Trinidad le colocó una reliquia del siervo de Dios en su camisón y una gran imagen a los pies de la cama. Esta misma religiosa comenzó, con la madre de la enferma y con sus hermanos, una novena al siervo de Dios. El 1 de enero, la fiebre comenzó a disminuir; el 2 y 3 cesaron los vómitos y pudo comer algo; y el 3 y 4 de enero todo pareció estar bien.

El 14 de abril de 1959 le quitaron el ano artificial y, al revisarla internamente, pudieron comprobar que el colon estaba completamente normal. Algo totalmente inexplicable para los médicos.

El Consejo médico de la santa Congregación para los procesos de los santos declaró que la curación fue no sólo funcional, sino también anatómica. Una pared destruida en varios centímetros no podía reconstruirse de forma tan perfecta que hiciera declarar al cirujano, que reexploró la zona, que ésta aparecía como si nada hubiese ocurrido. Por tanto, la absoluta inexplicabilidad de la curación no radica tanto en el hecho de que la señora Justa se salvara, sino en el hecho de que ocurriera una reconstrucción perfecta, absolutamente impensable, de acuerdo con los actuales conocimientos.

Esta curación fue reconocida como milagro y el siervo de Dios Francisco Coll fue beatificado por el Papa Pablo VI el 29 de abril de 1969.

  

MARÍA VICTORIA GUZMÁN

Tenía dos años y medio el 5 de febrero de 1953, cuando empezó a sentirse mal, con fiebre de 40. Cuando el 3 de marzo la llevaron sus familiares a Madrid para que la viera un especialista, sus condiciones eran muy graves. Su diagnóstico era septicemia por causas desconocidas. El 8 de marzo estaba ya agonizante, cuando de pronto abrió los ojos y empezó a moverse normalmente y a sentirse perfectamente bien. Todos los que la conocían empezaron a hablar de una resurrección, debida a la intercesión del siervo de Dios José María Rubio y Peralta (1864-1929), a quien su madre había invocado, colocándole a la niña una reliquia del mismo. El 10 de marzo le hicieron revisiones de control y no le encontraron ni rastro de su enfermedad anterior. Los médicos dijeron que la curación había sido completa, duradera e inexplicable científicamente. Los médicos de la Comisión de la Congregación para las causas de los santos, el 27 de junio de 1984, reconocieron que había sido una curación instantánea, completa y permanente sin explicación natural posible. Por este milagro fue declarado beato el antedicho siervo de Dios, por el Papa Juan Pablo II, el 6 de octubre de 1985.

  

GIUSEPPE MONTEFUSCO

Nacido en 1958, en Somma Vesuviana, Italia, en 1978 comienza a sentirse mal y acude al médico de la familia, Luigi Di Palma, que manda hacer algunos análisis. El resultado es que tiene leucemia mieloblástica aguda. Uno de esos días, su madre vio en sueños a un hombre, que le dice: ¿Vas donde todo el mundo y no vienes a mí? Ella comenta: Yo no sabía quién era esa persona que parecía tan buena. A la mañana siguiente, voy con mi prima a la iglesia y una señorita, que vendía recuerdos, me muestra una imagen del hombre del sueño. Era Giuseppe Moscati, médico, muerto en olor de santidad. Comienzo a llorar y le pido a él que sane a mi hijo. A mi hijo le llevo la imagen y le pido que la lleve con él. También le di a tomar, con un poco de agua, un poco de tierra con sus restos, que venía en una reliquia, y él la tomó con fe.

El mismo Giuseppe Montefusco dice: En mi habitación del hospital estábamos cuatro, uno de los cuales blasfemaba continuamente, y me dijo: “Quita ese cuadro, que me fastidia”. Lo pongo debajo de la manta y comienzo a rezar. A las tres de la noche, me despierto. Los otros dormían y, entonces, veo que se abre la puerta y entra un médico con camisa blanca y me dice: “Tú estás bien, estás curado. Tienes que declarar el milagro”. Me saluda y se va.

Lo cuento todo a mi madre y a otros médicos y me dicen que estoy mal, pues ningún médico hace visitas a las tres de la mañana, que en el hospital ningún médico va con camisa blanca hasta el suelo y que no hay ya ningún carrito de madera para llevar las medicinas como el que yo vi. Pero yo estaba seguro que había sido el beato Moscati, que había sido médico. Al día siguiente, la leucemia había desaparecido.

En virtud de esta curación, reconocida por el equipo médico Vaticano, el 25 de octubre de 1987, Giuseppe Montefusco, con sus padres y amigos, estuvo presente en la plaza de san Pedro, cuando el Papa Juan Pablo II canonizaba al médico santo, Giuseppe Moscati.

  

AMY WALL

Amy nació el 9 de setiembre de 1992 en USA, pero nació sorda. Según el dictamen del otorrino, tenía hipoacusia neurosensorial medio grave bilateral. La madre de Amy informa que el día en que le dieron el diagnóstico, estaba viendo televisión y transmitieron un programa sobre la beata Katharine Drexel, fundadora de las hermanas del Santísimo Sacramento. En la televisión entrevistaron a Robert Gutherman, que contaba su curación milagrosa.

Él había estado totalmente sordo de un oído y se había curado por su intercesión. Entonces, la madre de Amy comenzó a rezarle para que curara a su hija. Dice: Conseguí una reliquia de la beata y todos los días le pedía la curación de mi hija, pasándole la reliquia por sus oídos. Mi esposo, que era protestante, nos miraba y no decía nada. Una semana después, en marzo de 1994, cuando voy a recoger a Amy a la escuela para sordos, la maestra me dice que la pequeña Amy no era la misma de antes y que parecía mucho más viva y animada… El Dr. Lee Miller le hizo muchos exámenes audiométricos y confirmó que el oído estaba casi perfecto y que, en su opinión, ningún niño, nacido con sordera bilateral de esa manera, había recuperado el oído. Amy, a las pocas semanas, ya empezaba a hablar. Fue emocionante, cuando por primera vez me dijo: Mamá. Y puedo decir que los milagros, por intercesión de Katharine Drexel, han sido dos: la curación de Amy y la conversión a la fe católica de mi marido. Ahora tenemos una familia unida en la misma fe.

El 1 de octubre del 2000, el Papa Juan Pablo II elevó a los altares a Katharine Drexel, declarándola santa. En primera fila, en la plaza de san Pedro, estaba Amy Wall, de ocho años.

  

ZOILA ELENA

La niña Zoila Elena vivía en Riobamba (Ecuador) y tenía tres años de edad, cuando el 10 de marzo de 1965 tuvo una intoxicación aguda por haber ingerido unas pastillas de fluoroacetato de sodio. Como consecuencia, quedó al borde de la muerte. El tratamiento que se le hizo, tomando leche y otras cosas, fue totalmente ineficaz. Por eso, del hospital la regresaron a su domicilio, donde empezaron sus familiares a preparar las cosas para el funeral. Pero también comenzaron a pedir intensamente su curación por intercesión de la sierva de Dios ecuatoriana Mercedes de Jesús Molina (1828-1883), fundadora del Instituto religioso de santa Mariana de Jesús. Después de una hora de estar orando, otros dicen que a las cuatro horas, sin que se le administrara ningún nuevo medicamento, la pequeña comenzó a moverse y a tomar conciencia y sentirse bien. La llevaron de nuevo al hospital para hacerle nuevos estudios, y vieron que no tenía ni rastro de ninguna intoxicación anterior. Por este milagro, reconocido por la Comisión médica del Vaticano, Mercedes de Jesús Molina fue declarada beata por el Papa Juan Pablo II, en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, el 1 de febrero de 1985.

 

ROLANDO

En Hull, suburbio de Ottawa, Canadá, vivía una familia católica con varios hijos. El último de ellos, Rolando, tenía un año de edad aquella tarde del 28 de junio de 1947, en que su madre lo dejó en su cochecito en el patio. Pero el cochecito estaba en pendiente y, cuando su madre lo dejó solo, se precipitó hacia un vacío de tres metros de profundidad. Al caer, el niño perdió la conciencia. Lo llevaron rápidamente al hospital, donde comprobaron que tenía una fractura de cráneo y conmoción cerebral traumática. El niño tenía convulsiones y fiebre alta. El 30 de junio se dieron cuenta de que el niño estaba ciego. El diagnóstico era ceguera traumática.

En aquella situación, la madre y la familia se encomendaron al siervo de Dios Carlos José Eugenio de Mazenod, que fue obispo de Marsella y fundador de los misioneros Oblatos de María Inmaculada. El Padre José Francoeur, miembro de esta Congregación, les dio una reliquia del Venerable y se la pusieron a los ojos, y lo mismo hicieron con una estampa del mismo. Comenzaron una novena al siervo de Dios para pedirle la curación y, al día siguiente, el niño veía con normalidad. Era el 18 de agosto de 1947.

En 1949 se le hicieron nuevos estudios médicos y se confirmó la estabilidad de la curación. Igualmente, en 1971, con nuevos exámenes confirmaron que todo estaba normal. Según el dictamen de la Comisión médica del Vaticano, la curación de la ceguera fue perfecta, duradera y sin explicación natural. El milagro fue aceptado y aprobado para la beatificación del siervo de Dios Carlos José Eugenio de Mazenod, proclamado beato por el Papa Pablo VI en 1975.

 

BRUNO

Nació el 2 de mayo de 1943 en Fossano, Italia, hijo único de Aldo y Amelia. A los cuatro meses de su nacimiento, le comenzaron graves problemas de salud con vómitos, dolores intestinales, diarreas, etc. Los medicamentos empleados dieron poco resultado positivo. Con subidas y bajadas siguió con sus problemas graves de salud hasta 1947, en que su estado se agravó. El 12 de diciembre de ese año se le declaró una apendicitis aguda con fiebre altísima. Antes de que lo operaran, la hermana Gisella le puso sobre su vientre una reliquia de la Madre Enriqueta Dominici (1829-1894), de la Congregación de las Hermanas de santa Ana y de la Providencia de Turín. La misma Sor Gisella colocó una imagen de la sierva de Dios en su cama y pidió que todos le rezaran para obtener el milagro. Y dice la hermana Gisella: Al cuarto de hora de la invocación a la santa y de la aplicación del algodón, el niño cesó de lamentarse y se durmió tranquilamente. Al despertarse, estaba totalmente curado. Sonreía con la mirada viva y se mostraba alegre y contento como un niño con buena salud. Me dijo que quería beber y le di un poco de café azucarado, que tenía cerca de él. Lo bebió ávidamente y me dijo que tenía hambre y quería comer. Le respondí que era necesario esperar al médico. Le tomé el pulso y lo encontré normal. Tomé la temperatura y ésta marcaba 36,5. Bruno se durmió nuevamente hasta el momento en que vino el médico.

El mismo Bruno nos cuenta su caso, cuando tenía seis años de edad: Tenía cuatro años, cuando fui a la colonia de Viu y siempre me dolía la tripa. El médico me dijo que tenían que llevarme a Turín para operarme de urgencia… La Superiora dijo a los niños, que estaban en la cama, que se sentaran y que rezaran a la Madre Enriqueta para que me curase… Cogió algodón bendecido, me lo pasó por la tripa donde me dolía y me hicieron que besara una estampa de la Madre Enriqueta, que colgó de la cama; luego me dormí. Y, cuando desperté por la mañana, estaba curado. Y ahora rezo a la Madre Enriqueta para que crezca sano. Continúo estando bien y como de todo, también castañas y judías, y no me ha vuelto nunca más la fiebre y el vómito.

Por este milagro, reconocido por la Comisión médica del Vaticano, se consiguió la beatificación de la Madre Enriqueta, que fue proclamada beata por el Papa Pablo VI en 1978.

 

MAUREEN DIGAN

Hasta los quince años disfrutaba de una salud normal. De pronto, le vino una enfermedad progresiva y terminal, llamada Lymphedima. Esta enfermedad no tiene tratamiento, pues no responde a ningún medicamento. En los 10 años siguientes, Maureen tuvo 50 operaciones y, a veces, se quedó durante un año en el hospital para restablecerse. La situación llegó hasta el punto de necesitar que le amputaran una pierna. En estas circunstancias, una tarde, su esposo Bob fue a ver la película titulada La misericordia divina. Imposible escapar de ella. Y se convenció de que debían ir a la tumba de Sor Faustina Kowalska, la mensajera del Señor de la misericordia, para pedir la salud por su intercesión.

Llegaron a Polonia el 23 de marzo de 1981. Maureen se confesó después de muchos años, y le pidió ayuda a Sor Faustina. Dice que, en su corazón, oyó que Sor Faustina le decía: Si me pides ayuda, yo te la daré. De pronto, pensó que sus nervios se rompían; se sintió bien y vio que su pierna tenía su tamaño normal. Estaba curada. Al regresar a USA, donde vivían, fue examinada por cinco doctores independientes que la declararon completamente curada. Los médicos de la comisión del Vaticano también la examinaron y su curación fue considerada como inexplicable.

Por este milagro, Sor Faustina Kowalska fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 18 de abril de 1993.

 

MANUEL VILAR SILIO

Tenía dieciocho meses de edad, cuando el 19 de julio de 1998, su familia se trasladó a una casita de campo de la localidad argentina de Nagoya. Su madre, Alicia Silio, se quedó dentro de la casa cocinando, habiendo dejado el cuidado de su hijo a otros familiares. Al terminar de cocinar, fue a ver dónde estaba el niño y nadie supo decirle dónde estaba. Empezaron a buscarlo hasta que lo encontraron, flotando boca abajo en la piscina. El agua estaba fría y cenagosa. Cuando descubrieron al niño, no había ondas en la superficie, por lo que se deduce que llevaba varios minutos completamente inmóvil.

Eran las 15:45 cuando lo sacaron con el cuerpo rígido y amoratado, el vientre hinchado y los ojos vidriosos, signos típicos del ahogado. Lo llevaron al hospital de san Blas, donde el doctor Edgardo La Barba confirmó que Manuelito no tenía latidos cardíacos ni respiración. Fue en ese momento, en que parecía todo perdido para siempre, cuando su madre, muy devota de la beata Madre Maravillas (1891-1974), carmelita descalza española, fundadora de muchos conventos, empezó a invocarla por la salvación de su hijo.

A los pocos minutos, el niño comenzó a expulsar el fango que tenía alojado en los pulmones y en el estómago; y 35 minutos más tarde recobró la frecuencia respiratoria. El niño había pasado más de una hora de parada cardiorespiratoria, por lo que se suponía que, si vivía, quedaría con graves secuelas neurológicas. Por ello, lo llevaron de inmediato al hospital infantil san Roque de Paraná a 102 kilómetros de distancia, al que llegaron a las 17:22. Allí el niño fue atendido por la doctora Vanegas, quien tampoco dio muchas esperanzas a la familia.

Al día siguiente, a las 6:40 de la mañana, al no haberse detectado complicaciones, le retiraron al niño el respirador artificial. Aproximadamente, a las 8:00 el pequeño se despertó y empezó a llamar a su madre. El 22 de julio fue dado de alta sin ninguna secuela. Los médicos estaban realmente asombrados del milagro, pues un paciente con más de 20 minutos con falta de oxígeno, normalmente tiene una muerte cerebral fulminante. El caso fue fundido por la televisión argentina.

Los médicos de la comisión vaticana estudiaron el caso y lo aprobaron por unanimidad. Y por este milagro, la beata Madre Maravillas fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.

 

CIRANA RIVERA DE MONTIEL

Se casó el 24 de abril de 1976 con Sergio Montiel Alvarado. Ambos eran mexicanos de veintitrés años de edad. Ella le había explicado antes de casarse que todos los miembros de su familia tenían una enfermedad congénita y las mujeres, desde hacía varias generaciones, no podían tener hijos, pues eran estériles. Durante siete años se sometió a algunas pruebas con la esperanza de tener hijos, sin resultados positivos. Tenía el Síndrome Stein-Leventhal. El doctor Daniel Montes, que le hizo un estudio radiográfico, le dijo que tenía obstrucción tubárica bilateral y retroversión del cuerpo uterino; lo que significaba que no había ninguna posibilidad de tener hijos. Y, aunque hubiera concebido, dada la malformación uterina, no hubiera podido llevar adelante el embarazo y le habría venido muy pronto un aborto.

Pero los dos esposos comenzaron a invocar al siervo de Dios Rafael Guízar Valencia (1878-1938), que había sido obispo de Veracruz (México), donde se le tenía mucha devoción. Los dos esposos pidieron la oración de otras familias del Movimiento familiar cristiano, al cual pertenecían. Y en mayo de 1983, ella quedó encinta. El 19 de febrero de 1984, Cirana dio a luz, mediante un parto normal, a un niño a quien llamaron Sergio, como su padre. El niño era, evidentemente su hijo, y no fruto de fecundación artificial, pues también tenía la misma enfermedad genética BPES.

Después de este hijo, no ha podido tener más y todos los exámenes realizados manifiestan lo inexplicable humanamente de haberlo tenido. Incluso, se le han seguido manifestando las irregularidades anteriores en los ciclos menstruales con amenorreas de hasta seis meses de duración.

Por este milagro, el Papa Juan Pablo II beatificó al obispo Rafael Guízar Valencia el 29 de enero de 1995.

 

NATALIA ANDREA GARCÍA MORA

Tenía ocho años de edad y vivía en el barrio Blanquizal de una de las zonas más violentas de Medellín, en Colombia. Era la séptima de los ocho hijos de Julia Ester García Mora, de 33 años, que había quedado viuda cuatro años antes, y que trabajaba como doméstica en varias familias.

Hacia las 5 de la tarde del 1 de setiembre de 1993, la niña Natalia Andrea estaba jugando en su casa con sus amigas Mónica, Erika y Eva, cuando, de improviso, cayó al suelo a causa de un disparo, realizado por una pistola con silenciador a una distancia de unos 5 ó 6 metros. Le salía sangre por la boca y respiraba con mucha dificultad. Las vecinas la llevaron hasta la carretera para tomar un coche, que la llevara al hospital.

En ese momento, pasaba en su coche la señora Gloria Amparo Álvarez Arboleda, que la llevó de emergencia al hospital san Cristóbal. La doctora que la atendió, viendo la gravedad del caso, la hizo llevar en ambulancia al hospital pediátrico san Vicente de Paúl. Los exámenes y radiografías descubrieron que la bala había impactado en la columna vertebral. Tenía fractura a la altura de la vértebra D7-D8; había sido dañada la médula espinal, además del pulmón y la columna. El doctor le dijo a la madre que, si quedaba con vida, no podría caminar nunca más.

Al día siguiente, 2 de setiembre, las compañeras de colegio comenzaron a rezar por su curación en unión con sus profesoras, las religiosas escolapias fundadas por Paula de San José de Calasanz (1799-1889). El 10 de setiembre fue operada de la columna y el doctor Carlos María Piedrahita confirmó la pérdida de un 10% de médula ósea. El 20 de setiembre le dieron de alta y tuvo que salir en silla de ruedas con monoplegia del miembro inferior derecho y con parálisis ligera de la pierna izquierda.

La familia de la niña y las religiosas del colegio con las alumnas, rezaban todos los días por su curación a Sor Paula. A fines de setiembre, un día, la niña se había sentado sola al borde de su cama y se había levantado, pues se sentía bien. Desde ese día, está perfectamente sin ninguna rehabilitación previa y lleva una vida completamente normal; corre, juega y sube escaleras como cualquier niño de su edad.

Los médicos del Vaticano certificaron que su caso era un trauma vertebro-medular con lesión parcial de la médula espinal a nivel D7-D10 con grave paraplegia y problemas en los esfínteres. Su recuperación fue muy rápida, completa y duradera, de modo inexplicable y sin rehabilitación. Por este milagro fue canonizada por el Papa Juan Pablo II Sor Paula de San José de Calasanz, el 25 de noviembre de 2001.

 

GIANNA MARÍA ARCOLINO COMPARINI

Elisabete Comparini, brasileña, tenía tres hijos y quedó nuevamente encinta en 1999, pero la gestación se presentaba difícil. Después de hacerle algunas ecografías, los doctores vieron que la situación se presentaba complicada y sin muchas esperanzas, pues perdía mucha sangre. El 11 de febrero del 2000, a las 16 semanas de gestación, tuvo pérdida completa del líquido amniótico. Los doctores le recomendaron un aborto para evitar riesgos de infección para ella y, por supuesto, para el niño, en caso de que siguiera la gestación. A pesar de algunas tentativas para aumentar el líquido, no hubo ningún resultado positivo. Según los médicos, la posibilidad de supervivencia del niño en esas circunstancias era cero.

La doctora que la atendía, le urgía a abortar al niño, pero ella con su esposo decidieron continuar el embarazo. En esos momentos, apareció en el hospital el obispo diocesano de Franca (Brasil) y los alentó en su decisión, pues él mismo había bendecido su matrimonio. A los pocos minutos, se presentó el padre Ovidio de su parroquia para darle la unción de los enfermos.

El obispo les dio a leer la vida de la beata Gianna Beretta Molla, la doctora italiana, muerta en 1962, después de haber dado a luz a su cuarta hija y no haber querido ser operada para perderla. Es considerada la santa de la maternidad, pues el milagro para su beatificación había sido la curación de una mujer con gravísimos problemas después de haber tenido una operación cesárea. Por todas partes pidieron oraciones y, a pesar de que, humanamente, parecía imposible, la gestación se iba desarrollando bien, hasta que a las 32 semanas, después de haber estado 16 semanas sin líquido amniótico, el 31 de mayo del 2000, fue operada, trayendo al mundo una niña sana con 1.800 gramos. La niña, llamada Gianna María, en honor de la beata Gianna María, ha crecido sana para alegría de todos.

Por este milagro fue canonizada la beata Gianna Beretta Molla el 16 de mayo del 2004.

 

JUAN JOSÉ BARRAGÁN SILVA

Era un joven mexicano drogadicto de 20 años. Su padre lo había abandonado, cuando era niño, para irse a Estados Unidos y formar otra familia. Vivía con su madre, que debía trabajar para sostenerlo, porque él no hacía nada. Vivía solamente dedicado a la droga y al alcohol, sin esperanzas y sin ganas de vivir.

El 3 de mayo de 1990 regresó a casa a las 6:00 p.m. borracho y alterado. De pronto, agarró un cuchillo y empezó a cortarse en la cabeza. Su madre, Esperanza Silva, trató de quitárselo sin conseguirlo, mientras él gritaba: No quiero vivir. Los vecinos trataron de ingresar a la casa, pero la puerta estaba cerrada. Entonces, el joven corrió hacia el balcón y se tiró del segundo piso de su casa a la calle, cayendo sobre el cemento, de cabeza. Su madre, mientras bajaba corriendo por las escaleras para ver a su hijo en la calle, pensó en Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, y le pidió ayuda, lo mismo que a la Virgen María. Cuando la mamá llegó donde su hijo, él estaba sangrando de la cabeza y le dijo: Mamá, perdóname. Después, se quedaron unos minutos abrazados hasta que llegó la ambulancia, que lo llevó al sanatorio Durango, a donde llegó las 6:30 p.m.

Los médicos dieron el caso por perdido, pensando que, en el mejor de los casos, quedaría paralítico de por vida, pues la caída de 8-10 metros sobre cemento, de cabeza, es sumamente grave. En el sanatorio, le hicieron todas las pruebas oportunas, pero no encontraron fracturas en la columna ni en el cráneo. No quedó paralítico ni con fractura de las vértebras cervicales, como era de suponer. Y la hemorragia del cráneo no tuvo posteriormente ninguna consecuencia negativa. A los seis días, lo sacaron de terapia intensiva y lo pasaron a sala normal. El séptimo día le quitaron el tubo de alimentación y, a los diez días, fue dado de alta. Pocas semanas más tarde, él y su madre fueron a visitar el santuario de la Virgen de Guadalupe y a agradecer a la Virgen y a Juan Diego por el milagro. Desde ese momento, dejó la droga y se puso a estudiar para aprender un oficio.

La comisión médica del Vaticano consideró que una caída de 10 metros sobre cemento es como un impacto de 2.000 kilos. Por ello, la curación se consideró inexplicable para la ciencia. Por este milagro, Juan Pablo II canonizó al beato Juan Diego el 31 de julio del 2002.

 

VALERIA ATZORI

La señora María Giovanna Caschili dio a luz el 21 de enero de 1986 a una niña a las 23 semanas de gestación, con un peso de 550 gramos y 30 centímetros de longitud, en la clínica de la universidad de Cagli, en Italia. Los exámenes médicos señalaron que el estado de la niña, bautizada como Valeria, era gravísimo por ser demasiado prematura. Parecía como un conejito sin piel, la piel era roja-gelatinosa y transparente. No tenía respiración autónoma y le tuvieron que administrar oxígeno de inmediato. Según el doctor Franco Chappe las posibilidades de sobrevivir eran mínimas y, en ese caso, con muchas probabilidades de tener daños cerebrales muy importantes. Según su experiencia de 30 años, todos los nacidos antes de las 24 semanas morían inexorablemente después de pocos minutos o de algunas horas.

De hecho, a las pocas horas, se había deshidratado y pesaba 410 gramos. Al día siguiente, a las 10 a.m. empezaron a suministrarle algunos medicamentos como Mucosolvan y Spectrum e intentaron alimentarla con un tubo por vía oral. Pero, debido a ciertos problemas, tuvieron que alimentarla por la vena umbilical con muchas dificultades durante la primera semana y, después, con sonda nasogástrica hasta el tercer mes, en que pudo empezar a tomar el biberón.

A los cuatro meses, el 25 de mayo, ya pudo ser dada de alta con un peso de 2.100 gramos, con buenas condiciones generales de salud sin ningún daño en ninguna parte de su cuerpo.

Le siguieron haciendo exámenes de control a los 12, 18 y 24 meses y todo era perfectamente normal. En 1989 la doctora Melania Puddu y Giuliana Palmas le hicieron exámenes especiales y todos salieron perfectamente normales para su edad. Lo mismo ocurrió, cuando tenía 10 años en 1996.

Para los médicos era inexplicable cómo había podido sobrevivir en aquellas condiciones. La explicación está en que sus padres Giovanna Caschili y Pietro Atzori, habían acudido a la intercesión del siervo de Dios fray Nicola de Gesturi (1882-1958), fraile capuchino muy conocido en la ciudad y muerto en olor de santidad. Los papás se acercaron hasta su tumba para implorar el milagro. Y Dios se lo concedió por su intercesión.

Había nacido muy prematura, con insuficiencia respiratoria y con múltiples paradas respiratorias, doce de las cuales prolongadas, acompañadas de paros cardíacos. Había tenido grave osteoporosis con fractura espontánea del pulso izquierdo y grave infección estreptocócica. Sin embargo, su curación fue completa, duradera y sin consecuencias negativas, lo cual es inexplicable científicamente, según la comisión médica vaticana.

Por este milagro el Papa Juan Pablo II beatificó a Nicola de Gesturi el 3 de octubre de 1999.

 

MATHEW KURUTHUKULANGARA PELLISSERY

Nació el 9 de julio de 1956 en Irinjalakuda, estado de Kerala, en la India, con una malformación en ambos pies llamada talipes equino-varus. Sus padres, por ser muy pobres, no pudieron llevarlo a operar a otra ciudad. Por este motivo, Mathew se arrastraba apoyándose en las rodillas y en los codos. A los cuatro años pudo ponerse de pie, pero debía agarrarse a algo para no caerse. Solamente a los cinco años pudo empezar a caminar solo, con un andar vacilante, bamboleándose hacia los lados. Por lo cual era objeto de bromas y risas en la escuela.

Los padres habían visitado a una religiosa, tía de la mamá de Mathew, cuando él tenía dos años, y ella les había dado un librito La estigmatizada de Kerala, sobre Sor Mariam Thresia (1876- 926), fundadora de su Congregación, y les sugirió que le rezaran para pedirle la curación del niño. Desde ese día, todos rezaron en familia a Sor Mariam para que lo curara. El padre se comprometió, en caso de que se curara, mandar celebrar por ella una misa solemne y que toda la familia iría en peregrinación ante la tumba de la sierva de Dios.

El 19 de mayo de 1970, toda la familia comenzó cuarenta días de abstinencia de carne, ayunando los viernes y rezando cada día a la religiosa santa. El día 21 de junio, dice Mathew: Hacia las dos de la mañana vi dos religiosas que estaban junto a mi cama. Una hermana tenía velo negro y la otra velo blanco. La de velo negro se asemejaba a Sor Mariam Thresia, tal como la conocía por fotografía. Me dio masajes en la pierna derecha y me dijo: “Levántate, hijo mío, tu pierna esta curada”. Después, desaparecieron y he visto que mi pierna derecha estaba enderezada y sana. Llamó urgentemente a toda la familia y todos agradecieron a Sor Mariam, pero continuaron con la abstinencia y el ayuno, porque la pierna izquierda seguía torcida.

Al año siguiente, el 27 de junio de 1971, comenzaron de nuevo a rezar novenas y a hacer ayuno y abstinencia por su total curación. Y el 5 de agosto ocurrió el milagro. Dice la madre: He visto a las dos hermanas, una con velo negro y otra con velo blanco. La de velo blanco parecía ser mi tía Cordula, muerta unos pocos años antes. La hermana de velo negro le dijo: “la pierna de tu hijo está curada. Vete a ver”. La madre se levantó inmediatamente y fue a ver a su hijo, constatando que había curado verdaderamente también de su pierna izquierda.

Toda la familia fue en peregrinación a la tumba de Sor Mariam y publicaron en una revista católica el milagro. Después de 20 años del milagro, varios médicos examinaron a Mathew y comprobaron la normalidad de sus piernas sin ninguna desviación de su columna vertebral.

Este hecho, realizado sin ninguna clase de operación, fue aceptado por la comisión médica del Vaticano como inexplicable científicamente y la hermana Mariam Thresia fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.

 

ÁNGELA GOVERNALE BOUDREAUX

Ángela estaba casada con cuatro hijos y vivía en Louisiana (USA). Tenía 36 años, cuando a comienzos del verano de 1966, comenzó a sentirse muy débil y a notar un abultamiento en el vientre. En julio tenía dificultades para respirar y tenía el vientre como si estuviera embarazada de 5 meses. El 24 de julio tuvo que internarse en el hospital bautista de New Orleáns, en Estados Unidos. Después de los respectivos exámenes, determinaron que tenía un tumor maligno en el hígado.

El 8 de agosto de ese año, el cirujano James Freeman la operó y encontró que el cáncer estaba diseminado a ambos lados del hígado y no ofrecía esperanzas de sobrevivencia.

Pero, desde los primeros días de estar internada en el hospital, Ángela había comenzado a invocar al padre Francisco Xavier Seelos (1819-1867), religioso redentorista alemán, que emigró a USA para atender a los emigrantes alemanes. Ángela tenía una medalla de este siervo de Dios y algunas reliquias. Sorprendentemente, a principios de noviembre, comenzó a manifestar señales claras de que el hígado estaba trabajando normalmente. Ella dice que todo comenzó el 27 de noviembre, cuando sintió un renovado bienestar. Por precaución, a partir del 15 de diciembre, se le administró Leukeran (Chlorambucil). Pero, al poco tiempo, el médico mandó dejar esta medicina, al ver que todo estaba bien.

Cinco años después de esta recuperación milagrosa, volvió al quirófano para una operación de cálculos biliares. Era el 8 de octubre de 1971. El cirujano, doctor David Weilbaecher, aprovechó para hacer una exploración del abdomen y hacer biopsias del hígado, viendo que todo era normal. En 1998, cuando ella tenía ya 69 años, seguía con el hígado normal. Por ello, los médicos del Vaticano consideraron que su curación había sido extremadamente rápida, completa y duradera por 33 años, algo científicamente inexplicable. El Papa Juan Pablo II beatificó a Francisco Xavier Seelos el 9 de abril del 2000 por este milagro.

 

CARLA DE NONI

Era una religiosa italiana de las misioneras de la Pasión. El 20 de abril de 1945 tomó el tren a las 1:40 de la tarde para ir de Villanova a Mondovi (Italia). El tren estaba muy cerca de llegar a su destino, cuando apareció un avión inglés, que empezó a ametrallar el convoy. Sor Carla recibió varios proyectiles en la mandíbula, una bala a la altura de los senos y otra en el brazo derecho. Su situación era desesperada y los bomberos la llevaron de inmediato al hospital más cercano, mientras el párroco del lugar le administraba la unción de los enfermos.

El doctor Giovanni Bosio, que la recibió, dice que estaba en estado de shock gravísimo por hemorragia aguda y no podía ni hablar. El labio inferior le caía hacia la derecha y el mentón le caía sobre el pecho. La situación no mejoraba y tenía fiebre altísima. Por eso, fue de nuevo regresada a su casa en Villanova para que, en caso de morir, como era previsible, fuera enterrada en el cementerio de la Comunidad.

Sin embargo, todas las religiosas de su Comunidad, desde el primer momento, empezaron a orar para pedir su curación por intercesión de Don Rinaldi (1856-1931), un santo sacerdote salesiano, que había sido Rector mayor de su Congregación Salesiana.

Al regresar a Villanova, le colocaron un pañuelo del siervo de Dios y sintió un ligero alivio. Durante todo el mes de mayo y junio, continuaron las oraciones. A finales de junio, una tarde, Sor Carla se durmió y, al despertarse, se dio cuenta de que algo excepcional había sucedido, pues sentía un bienestar general. Se levantó por sí misma por primera vez desde el 20 de abril y vio que estaba perfectamente curada. Sólo tenía una cicatriz en el mentón, pero podía comer y hablar perfectamente bien.

Los exámenes que se realizaron el 15 de julio de 1945 y el 15 de septiembre de 1946, mostraron la presencia del hueso del mentón que había sido llevado por los proyectiles. Dios le había creado de la nada un pedazo de hueso en el mentón para poder unir la cara y dejarla perfecta, aunque con una gran cicatriz como prueba del milagro. En 1984, de nuevo, le hicieron exámenes y todo seguía en perfecto estado.

Por este milagro, el Papa Juan Pablo II beatificó a Don Felipe Rinaldi el 29 de abril de 1990.

 

ROGER LUIS COTRINA ALVARADO

El 26 de agosto de 1988, el submarino Pacocha, de la Armada peruana, fue colisionado por el pesquero japonés Kyowa Maru a pocos kilómetros del puerto del Callao. El choque abrió una brecha en la popa. Los motores y generadores de energía quedaron dañados y no tenían luz en el interior. En los primeros minutos, tratando de apagar un incendio, murieron tres marinos, entre ellos el capitán del barco. Entonces, el teniente Roger Luis Cotrina de 32 años, tomó el mando y, mientras el submarino se estaba hundiendo, trató de cerrar una compuerta interna por donde entraba agua del exterior. En ese momento, en la oscuridad y con poco aire, invocó la ayuda de Sor Maria Petkovic de Jesús crucificado (1892-1966), fundadora de las Hijas de la misericordia, cuya vida había leído cuando estaba enfermo en el hospital naval del Callao el año anterior.

Humanamente, era imposible cerrar aquella compuerta, ya que la presión del agua exterior creaba un peso de cuatro a seis toneladas. De hecho, la primera vez que lo intentó vio que era imposible, pero después de invocar a la Madre María, la pudo cerrar. De esa manera, pudieron estar a salvo dentro de la nave, esperando el rescate. Como éste no llegaba, al día siguiente, se decidieron a salir desde el fondo del mar, a unos 42 metros de profundidad, uno por uno, cada 20 segundos, y aunque la descompresión brusca tiene fatales consecuencias, todos ellos sobrevivieron, menos dos por efecto de embolia cerebral. La Marina condecoró al teniente Cotrina por su hazaña.

Esto fue considerado como un milagro, ya que a unos 20 metros de la superficie, en que se encontraba el submarino en el momento en que se pudo cerrar la escotilla, el peso creado por la presión del agua era equivalente a unas cuatro a seis toneladas, que ningún hombre puede levantar. Este hecho fue aceptado por la comisión vaticana como inexplicable para la ciencia y el Papa Juan Pablo II beatificó a Sor María de Jesús crucificado el 6 de junio del 2003.

 

LA MULTIPLICACIÓN DEL ARROZ

En el pueblo español de Olivenza (Badajoz) había una Institución, fundada por el Padre Luis Z.B., llamada Pía Unión de las doncellas de María Inmaculada. A las chicas pobres les daban todos los días de comer gratuitamente. Cada domingo daban de comer, además de 42 muchachas, a 17 muchachos y varias familias pobres. El domingo 25 de enero de 1949, cuando Leandra, la cocinera, debía preparar el alimento para los pobres en la Parroquia, se dio cuenta de que no tenía más que un puñado de arroz, exactamente tres tazas (unos 750 gramos). Los echó a la olla, diciendo a la imagen del beato Juan Macías: Hoy tus pobres se quedan sin comer. Hay que anotar que, en ese pueblo, muy cercano al pueblo donde nació el beato, todos lo conocían mucho y lo invocaban frecuentemente.

Dice la cocinera: Al cuarto de hora, más o menos, volví a la cocina para vigilar el arroz y observé con asombro que la cantidad aumentaba y el nivel subía hasta el borde de la olla. Al ver el aumento prodigioso del arroz, no dudé en llamar a la madre del párroco que me dijo: Será necesario utilizar otra olla, porque rebosa… Comenzamos a coger arroz y a verterlo en una segunda olla, un poco más pequeña, algo así como ocho litros, puesto que continuaba subiendo el nivel de la olla que estaba en el fuego. Tuvimos que buscar una tercera olla, que nos prestó la señora Isabel. Esta olla era, más o menos, como la primera. Yo comencé a preparar la comida hacia la una del mediodía y retiramos la olla del fuego a las cinco de la tarde por orden del párroco, que estuvo presente, desde cuando pudo observar cómo el arroz aumentaba y lo pasábamos de una olla a otra.

El milagro los dejó asombrados a todos los del pueblo que acudían a ver el prodigio. Normalmente, el arroz, después de una cocción de 20 minutos, se deshace y se transforma en papilla. Pero, en este caso, después de cuatro horas, seguía saliendo arroz entero. A los once años del prodigio, testificaron veintidós testigos, todos de edad madura y todos testigos oculares del milagro. Todo ocurrió desde la una hasta las cinco de la tarde, y aquel día se dio de comer a 150 personas. Después de once años, algunas señoras conservaban algunos granos de arroz y fueron enviados al laboratorio de la ciudad de Badajoz para su comprobación científica.

Este hecho milagroso fue debidamente presentado a la Congregación para los procesos de los santos y fue reconocido oficialmente como milagro, que sirvió para la canonización del beato Juan Macías, proclamado santo por el Papa Pablo VI el año 1975.

Fuente: Milagros Vivientes. Nihil Obstat. P. Agustín Lira Chiok Vicario Provincial del Perú Agustino Recoleto. Imprimatur Mons. José Carmelo Martínez Obispo de Cajamarca (Perú) Autor: Ángel Peña O.A.R. Lima – Peru 2006

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00 Todas las Advocaciones 08 Agosto ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Dormición de la Madre de Dios, Universal

Cuenta la tradición que la Virgen María oraba a menudo a Jesús desde el Monte de los Olivos, el lugar de la ascensión de su hijo al cielo. El Arcángel Gabriel apareció una vez allí y le dio una rama de palma del paraíso. Él le dijo que sería llevada durante su procesión fúnebre, en tres días más.

Ella oró pidiendo ver una vez más a los santos apóstoles, y así fue. De dondequiera que ellos estaban, los apóstoles fueron alzados en las nubes o llevados por los ángeles al lado de la Virgen que estaba viviendo en la casa del Apóstol Juan en Jerusalén. El icono de la Dormición captura la escena cuando su alma partió sin dolor de su cuerpo.

Se piensa que ella tenía alrededor de sesenta años de edad en esos momentos. Ella fue llevada a una tumba al pie del Jardín de Getsemaní. Cincuenta pasos bajo la superficie de la tierra están las tumbas de sus padres, Joaquín y Ana, y a la derecha de ellos está la de José, su novio. A cincuenta pasos de allí la tumba de la Virgen dónde ella descansó durante sólo tres días, acompañada del canto Angélico.

Al final de este tiempo, el Apóstol Tomás llegó y anheló para ver a la Virgen una última vez. Cuando ellos abrieron la tumba, encontraron sólo la ropa del entierro. Sin embargo, ella apareció a todos los apóstoles y los confortó diciendo que ella siempre estaría con ellos.

Como su hijo, al tercer día de su muerte ascendió a los cielos.

 

VARIOS NOMBRES DE UNA MISMA FIESTA

El icono de la Asunción de la Virgen María a los cielos no tiene un texto bíblico que refleje en la palabra lo que muestra la imagen. El texto que podría servirnos para orientar nuestra meditación es el cántico de la Virgen, el Magnificat, o algunos de los textos del Cantar de los Cantares, fuente de inspiración del primitivo oficio romano de la Asunción de María.

Sin embargo, la fe de la Iglesia ha expresado desde antiguo esta iconografía como un resumen de las antiguas narraciones del «Tránsito» de la Virgen Maria.

El Papa Nicolás I en el año 858 menciona el ayuno de la vigilia de la dormición y registra que ese día se oyó a los ángeles cerca de la ciudad de Soissons, cantando este himno: «Felix namque es, sacra Virgo Maria, et omni laude dignissima, quia ex te ortus est Sol jnstitia, Christus Deus noster.»

En occidente llamamos a esta fiesta la Asunción, y tiene este nombre una asonancia con el otro nombre: la ascensión del Señor; encontramos una simetría ideal entre el misterio de Cristo que sube a los cielos y el misterio de la virgen que es subida a los cielos. Cristo con su propio poder. La Virgen por la gracia divina. Otros la llaman «Transito de la Virgen». En obtiene el título tradicional es el de «Koimesis» que significa «Dormición».

La Asunción de la Virgen es la Pascua de Nuestra Señora, su «Tránsito glorioso», a semejanza de su Hijo Jesucristo. Y en esta palabra «Pascua», ponemos todo el contenido mistérico que nos inspira la participación de María en la Pascua de Jesús, el hecho de que ella es la primicia pascual con Cristo de la nueva humanidad, que su cuerpo, como el de su Hijo, está resucitado y glorioso como promesa de lo que nosotros seremos.

 

EN BUSCA DE LA IMAGEN PRIMITIVA

El Icono primitivo de la Dormición de la Virgen es el que ha prevalecido en Oriente, desde los primitivos iconos y mosaicos de esa área, hasta los iconos rusos de los siglos XIV y XV. En occidente aparece en pinturas medievales, en frescos y mosaicos, bajorrelieves y tablas de la mejor imaginería española, hasta que prevalece el tipo Asunción a los cielos casi en una Ascensión de la Virgen, semejante a la Cristo Jesús.

La piedad popular de España e Hispanoamérica ha conservado algo de la iconografía oriental en esas vírgenes dormidas que se llevan en procesión el día de la Asunción, fiesta clásica, si las hay, entre las de la Virgen María, con profundo arraigo popular.

La Asunción de la Virgen María es la gran fiesta mariana de Oriente. Se prepara con una pequeña Cuaresma de la Madre de Dios. Se reza a la Virgen el oficio de la «Paráclisis» con devotas invocaciones. La fiesta cierra simbólicamente el ciclo anual de las fiestas. Por eso la Dormición es el «último de los misterios» y con frecuencia se encuentra entre los ciclos iconográficos del templo como un icono grande que resume la esperanza de los cristianos.

 

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN EN TRES TIEMPOS

La primera escena común a todos los iconos es la de la Virgen en su Dormición, revestida de su manto púrpura y con las tres estrellas de su triple virginidad, la Virgen descansa sobre un catafalco cuidadosamente adornado. A su alrededor, un mundo de personajes: ángeles que llevan luces e incienso, los apóstoles reunidos junto al féretro, con la mirada dirigida hacia la Virgen, con una expresión velada de melancolía y de esperanza. Ya al lado de los ángeles y de los apóstoles, una representación de padres y obispos de la Iglesia oriental.

Analizando el icono, algunos descubren las figuras de Pedro, Pablo, Juan y Tomás. Y entre los obispos parecen identificarse por sus nombres personajes legendarios como Dionisio el Areopagita, Hieroteo y Timoteo.

En la misma escena otro elemento nos introduce ya en el misterio. En el centro aparece el icono de Cristo resucitado y glorioso. Junto a la línea horizontal, representada por el cuerpo de Nuestra Señora, la toda Santa, por su vestido purpúreo, aparece la verticalidad solemne y majestuosa de Cristo, el Señor; en sus brazos lleva una criatura vestida de blanco. Es una niña envuelta en pañales. Jesús, el Señor, el Hijo de María, acoge el alma de la Virgen; alma de niña, revestida del color blanco de la divinidad.

Merece la pena que nos detengamos a contemplar este detalle, ya que se constata que la imagen de Cristo que lleva a la Virgen en sus brazos como una niña, es exactamente el revés de la imagen de la Virgen Madre de Dios en el que María lleva en sus brazos al Hijo de Dios como un niño.

La Virgen Madre que lleva a Cristo en sus brazos como un niño, la Theotókos, es la tierra que acoge el cielo, la Madre que da su carne y su sangre al Hijo de Dios, la humanidad que recibe en la tierra la divinidad.

Pero Cristo, que en el icono de la Dormición acoge en sus brazos a la Virgen como una niña, es el cielo que acoge a la tierra, el Hijo que hace a la Madre partícipe de su gloria, la divinidad que recibe en el cielo la humanidad.

Se ha cumplido el misterio. Dios se hace hombre para que el hombre sea Dios. El cielo ha bajado a la tierra para que ésta suba al cielo. La Encarnación es el principio de la Salvación. La Ascensión de Jesús y su lógica continuación en la Asunción de la Virgen es el cumplimiento de las promesas, la profecía de la salvación realizada.

Hay todavía iconos que se complacen en alargar la escena de la Dormición de la Virgen y de su acogida en el abrazo del Hijo, con lo que podríamos llamar el triunfo y glorificación de nuestra Señora.

En medio de grupos de ángeles, como en coros, se ve a la Virgen elevada al cielo en un círculo de gloria. El círculo es en todo semejante al de la Ascensión del Señor. Se ve a María llevada por los ángeles en volandas. El vestido de la Virgen es blanco, como aparece también en algunos iconos el vestido de Jesús. con esta escena se traza un paralelismo entre la Ascensión y la Asunción, entre la gloria del Hijo y la Gloria de la Madre, designados a veces con el mismo nombre griego «analepsis».

A estos tres tiempos, que se pueden contemplar en los iconos más complejos de la tradición eslava, se puede añadir ese episodio que es característico de la iconografía occidental en mosaicos de las basílicas romanas medievales. En el ábside de Santa María la Mayor y en el de la basílica de Santa María in Trastevere, con otras variantes en diversas iconografías de la Asunción, encontramos la apoteosis final de la coronación de la Virgen María.

Cristo junto a la Virgen, el Rey y la Reina juntos, aparecen en un círculo de gloria. Los dos cuerpos glorificados. Los dos rostros que se miran y nos miran. El Hijo pone delicadamente sobre la cabeza de la Madre la corona de gloria. Es como la imitación de lo que el Padre ha hecho con el Hijo al hacerlo Señor y Rey. Ahora, imitando el gesto, el Hijo corona a la Madre como Reina en una participación total en la gloria de Cristo.

 

EN OCCIDENTE

En Occidente se sigue el ejemplo bizantino, pero luego se modifica y se representa la Asunción como hecho independiente. El primer ejemplo que tenemos es del siglo IV y forma parte de la decoración de un sarcófago paleocristiano, en la iglesia de Santa Engracia, de Zaragoza, donde la mano de Dios desciende desde lo alto para hacer subir a María, que está rodeada de los discípulos.

En el arte occidental se representan los sentimientos de los apóstoles, y destaca la figura de san Juan, quien se inclina sobre María de la misma manera que lo hizo en la Santa Cena sobre Cristo. San Pedro, por su parte, se sitúa siempre a la cabecera de la cama de la Virgen, mientras que san Pablo se encuentra a los pies.

También podemos encontrar a María en su lecho de muerte, con los discípulos de su Hijo, mientras su alma en forma de niña es transportada al cielo por dos ángeles mediante un lienzo. Otras veces es el mismo Jesús quien lleva en brazos a una niña cubierta con una túnica. Ésta es una forma habitual de representar el alma en el mundo cristiano. Esta idea dará lugar a la representación independiente en la parte superior de las composiciones: la subida de María al cielo en cuerpo y alma ayudada por los ángeles, es decir, su gloriosa Asunción a los cielos.

A partir del siglo XVI surge una nueva variante del tema, en la que los ángeles están presentes pero ya no forman parte activa de la representación, porque la Virgen sube por sí misma al cielo. Esta fórmula es la que utilizan Tiziano y Rubens.

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DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Oraciones de cada día

Oraciones del domingo 10 al sábado 16 de agosto 2014

Oración de cada día
Cada día vamos agregando una oración para ese día, y además mantenemos las oraciones de la semana anterior.

el poder de la oración

 

ESPÍRITU DIVINO

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra en el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse, y danos tu gozo eterno.

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA

Y ascender, muy alto, al encuentro con el Señor
pero, sin olvidar, que los grandes rascacielos
están primeramente sujetos a la tierra.
Como Tú, María:
Sencilla, no quisiste más grandeza que tu pobreza
Como Tú, María:
limpia, tus ojos sólo brillaron para el Señor
Como Tú, María:
obediente, siempre tus caminos fueron para Dios

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Dándome generosamente, como Dios mismo se ofrece
Entregándome sin tregua, como Tú misma te das
Mirando hacia el infinito,
y buscando, en ese aparente vacío, la grandeza del Salvador

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Y disfrutar para siempre de la gloria eterna
Y correr, contigo, por las calles del cielo
Y poder abrazar a los que, antes que yo,
marcharon con tu protección desde este duro suelo
Y dejar de llorar, de sufrir y comprender entonces
lo que vale la fe y la perseverancia de mi ser cristiano

YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Porque, este mundo nuestro, es un primer anuncio
es aperitivo de la gran cena que nos espera
es antesala del gran comedor que nos aguarda
es primer compás de la música celeste
es preámbulo de un umbral feliz y lleno de dicha
¡Felicidades, María!
¡Tu suerte, que sea la nuestra!
¡Ayúdanos a encontrar, esas escaleras,
por las que, Tú, has encontrado el cielo!
Amén

¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi vida:
creer sin desfallecer
Un deseo para mi gente:
que te quieran como yo te quiero
Un deseo para mis enemigos:
que podamos darnos la mano
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi cuerpo,
que sea fuerte y con mi voz
y mi garganta, con mi corazón y mis manos
con mis pies y todo mi ser…
te pueda seguir dando gloria.
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi alma,
que el maligno no habite en ella
Un deseo para mis días,
que no busque lo que no me corresponda
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse de mirar hacia Ti
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte en todo y sobre todo
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

Un deseo para mi pobre oración,
que sea sincera y no interesada
Un deseo para mi caridad,
que sea grande y no una farsa
Un deseo para mi esperanza,
que espere y nunca te deje de lado
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?

JESÚS, AMIGO Y HERMANO NUESTRO

Jesús, amigo y hermano nuestro:
Tú que eres camino y luz,
guía mis pasos al caminar.
Abre mis ojos a la vida,
para que sienta en todas las cosas que tú me amas.

No es fácil ser persona.
A veces, no sé quién soy ni lo que quiero ser.
Y, sin embargo, desde mi libertad,
anhelo andar por mi pie.

¡Guía, tú, mis pasos al caminar!
Sé que no he nacido para estar triste,
sé que es mucho lo que me falta por andar,
sé que no hay camino,
sé que soy un bello proyecto.

¡Guía, tú, mis pasos para llegar a ser yo mismo!
Dame un corazón como el tuyo,
alegra y generoso.
Dame una voluntad como la tuya,
capaz de quebrar la rutina.
¡Enséñame a vivir!

Gracias por todos los talentos, gracias por la vida,
Gracias por la libertad y el riesgo,
gracias, sobre todo, por tu amistad.
Jesús, amigo y hermano nuestro,
guía, tú, nuestros pasos hacia la vida,
que es la gran puerta por abrir.

QUIERO SUMAR, NO RESTAR

Sumar, nunca restar,
para que otros, tengan algo

Sumar, nunca restar,
para que mis hermanos tengan pan

Sumar, y multiplicarme,
para que los de lejos o los de cerca
tengan agua si tienen sed

Sumar, y nunca restar,
para que niños negros o blancos
de arriba o de abajo
de cualquier continente,
puedan descubrir que, Cristo,
se hace presente en mi compartir

Quiero sumar, no restar
Quiero multiplicar, no dividir
Quiero añadir, no quitar

Para que el pan y el agua
el alimento y el vestido
la justicia y la paz
sean una realidad,
aquí y a la otra orilla del mar

Amén.

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO?
Quiero multiplicarme,
y siento que mis fuerzas se debilitan
Quiero llegar lejos,
y me quedo agotado al volver la esquina.
Quiero, en tu nombre,
dar mucho de lo que presumo,
y miro, con egoísmo, las migajas
que de mi mesa caen al suelo.

¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?
¿Cómo hago para dar sin recibir nada a cambio?
¿Cómo hago para no volver mi espalda
ante tanto desgarro?
¿Cómo hago, Señor, para compadecerme
sin importarme el que me tomen por un engañado?
¡Díme, Señor! ¡Cómo lo hago!
Porque, Tú bien sabes, Señor,
que yo soy el primer necesitado:
necesitado de tu pan y de tu abrazo
necesitado de tu pan y de tu Palabra
necesitado de tu pan y de tu presencia
necesitado de tu pan y de tu aliento.

SEÑOR; ¿CÓMO LO HAGO?
Cómo multiplicarme sin riesgo
de quedar arruinado por el intento
Cómo llegar, donde los poderosos,
nunca soñaron con llegar hacerlo
Cómo compartir y repartir
lo que, en mí, sobra y no es necesario.

¡YA LO SÉ, MI SEÑOR!
Sólo, mirándote a Ti,
Sólo, siguiéndote a Ti,
Sólo, escuchándote a Ti,
encontraré la respuesta en mi camino:
Donde hay fe
Donde está Dios
Donde vive Cristo
Donde habla el Espíritu…
todo se multiplica por cien…o por mi

(Javier Leoz)

BUENOS DÍAS SEÑOR, A TI EL PRIMERO

Buenos días Señor, a ti el  primero,
encuentra la mirada del corazón,
apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor,
contigo quiero andar por la vereda:
tú mi camino, mi verdad, mi vida;
tú la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco,
Levanto a ti las manos y el corazón,
al despertar la aurora:
quiero encontrarte
siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría al corazón
que va por tus caminos,
¡vencedor de tu muerte y de la mía!

 

Oraciones del domingo 3 al sábado 9 de agosto 2014

 

SAN JUAN BOSCO DECÍA

Jesús nos enseña que es necesario extender nuestra bondad hacia todos los hombres, aún hacia nuestros enemigos, porque el fin último de su religión y de su venida a la tierra es la caridad: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado.”

TUS OJOS ME MIRAN, SEÑOR

TUS OJOS ME MIRAN, SEÑOR
Y, si me miran, nunca fracasaré
Y, si me siguen, nunca me apartaré de Ti
Y, si me miran, no tendré miedo

TUS OJOS ME MIRAN, SEÑOR
Porque me quieres y me proteges
Porque me guías y me alcanzas
Porque me proteges y me diriges

TUS OJOS ME MIRAN, SEÑOR
Para que no me ahogue
en mis debilidades
Para que no tenga miedo
frente a las dificultades
Para que, mirándote, como Tú me miras
no mire al fondo sino al horizonte.
Amén.

ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO POR LA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A COREA

Con ocasión de la visita del Papa Francisco a Corea del Sur, del 14 al 18 de agosto de este año, donde participará de la VI Jornada de la Juventud Asiática, se ha compuesto una oración de agradecimiento a Dios.
Durante su visita, el Santo Padre también presidirá la ceremonia de beatificación de 124 mártires coreanos, asesinados por odio a su fe entre 1791 y 1888.
Oración de agradecimiento por la Visita del Papa Francisco a Corea y por la beatificación de los mártires coreanos:

Oh Dios, Padre, Tu que eres amor,
Te agradecemos por haber instituido la Iglesia católica en Corea
sin la ayuda de los misioneros sino solo con tu gracia.
Nuestra Iglesia se honra por la beatificación de los mártires
que será celebrada por el Papa Francisco
en ocasión de su visita a Corea.
Gracias, además, por habernos ofrecido la oportunidad
de una nueva evangelización de Asia
a través de la Jornada Asiática de la Juventud,
a la cual vienen convocados jóvenes
provenientes de diversos países del Continente.
Ayúdanos para que, tomando el ejemplo de nuestros mártires,
podamos renovar nuestra fe y la de nuestra Iglesia
y por medio de eso evangelizar nuestra sociedad.
Ayúdanos a llegar a ser una comunidad que sepa acompañar a los que sufren,
a los emarginados y a los pobres,
que sepa transmitir a todos los hombres la luz de la fe
y promover la cultura del amor, de la paz y de la vida.
Te rogamos para que nuestro pueblo se reconcilie
a través del Evangelio y realice la paz y la unidad en la Península.
Por medio de esto has que proclamemos el Evangelio
a todos los pueblos de Asia y has que tu luz y tu gloria iluminen todo el mundo.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Santa María y San José, patronos de la Iglesia en Corea, Rogad por nosotros.
Santos mártires coreanos, Rogad por nosotros.

AMABLE LUZ, DEL CARDENAL NEWMAN

Guíame, Luz Amable, entre tanta tiniebla espesa,
¡llévame Tú!

Estoy lejos de casa, es noche maciza y densa,
¡llévame Tú!

Guarda mis pasos;
no pido ver confines ni horizontes,
sólo un paso más me basta.

Yo antes no era así, jamás pensé
en que Tú me llevaras.

Decidía, escogía, agitado; pero ahora,
¡llévame Tú!

Yo amaba el lustre fascinante de la vida y, aun temiendo,
sedujo mi alma el amor propio,
no guardes cuentas del pasado.

Si me has librado ahora con tu amor, es que tu Luz
me seguirá guiando
por la pradera y el pantano, por el despeñadero y el torrente,
hasta que la noche huya,
y con el alba, estalle la sonrisa de los ángeles,
la que perdí, la que anhelo desde siempre.

PREPARA MARÍA

PREPARA, MARÍA
Un camino por el que pueda llegar al cielo
Un lugar donde, yo, pueda descansar en el cielo
Un rincón, desde el que yo pueda contemplar a Dios
Un oasis, donde pueda vivir en paz
Un asiento, donde pueda escuchar la voz del Señor

PREPARA, MARÍA
Una goma, para que Dios borre mis pecados
Un traje de fiesta, para que me pueda presentar ante Dios
Un corazón grande, para que Dios pueda habitar en él
Un calzado nuevo, para que no ensucie las calles del cielo

PREPARA, MARÍA
Con tu asunción, la hora en la que yo sea llamado
Con tu asunción, el momento en el que yo sea partícipe de la gloria de Dios
Con tu asunción, una escalera por la que acceda al Paraíso
Con tu asunción, un anuncio de lo que estamos llamados a vivir

PREPARA, MARÍA
Con tus manos, mi alma dispuesta para Dios
Con tus ojos, miradas limpias para ver a Dios
Con tus pies, caminos por los que encuentre al Señor
Con tu humildad, actitudes de acogida y de perdón

PREPARA, MARÍA
Con tu Asunción, el día en el que, pueda presentarme ante Dios
Sin más tesoro que la fe
Sin más inversiones que la caridad
Sin más pretensiones, que la esperanza
Tu Asunción, María, es un destello de luz
Que nos enseña el futuro que nos espera.
Gracias, María.

 

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Transitus Mariae (Tránsito de la Bienaventurada Virgen María)

El Papa Juan Pablo II señaló en una catequesis del 9 de julio de 1997 que el primer testimonio de la fe en la Asunción de la Virgen aparece en los relatos apócrifos, titulados “Transitus Mariae”, cuyo núcleo originario se remonta a los siglos II y III. Según la palabra del pontífice este texto se trata de representaciones populares, a veces noveladas, pero que en este caso reflejan una intuición de la fe del pueblo de Dios. Entendiendo la trascendencia para el estudio del texto, con fines estudio, publicamos este material para nuestros buscadores de la verdad.

 

CAPITULO I – MOTIVO Y ORIGEN DE ESTE LIBRO

1. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Dios único quien mi confianza pongo.

2. He aquí la historia de la Virgen sin mancilla, María, Madre de la Luz, cuando pasó de este mundo al reino de los cielos, preparado para ella para los fieles, y he aquí el relato de los milagros que ella realizó en aquel tiempo, y cómo Nuestro Señor Jesucristo se le apareció con sus ángeles, todos los profetas y con los apóstoles.

3. Juan, apóstol, evangelista de Zebedeo y autor de esta historia, dice su capítulo I: Salud al Señor, que, por un efecto de su voluntad, envió al mundo a su Hijo bien amado para redimir a los hombres, y que ha preparado una luz brillante en el seno de una Virgen; que, revistiéndose de carne, ha hecho de ella el objeto de su amor y de sus delicias; que ha abierto a los que ha creado cuanto se relaciona con su utilidad y con su salvación; que los ha esclarecido con la gracia del Espíritu Santo, inspirándoles la sabiduría y el conocimiento espiritual del Dios único, cuya misericordia no puede calcularse, ni su gloria medirse, ni su naturaleza adivinarse, ni su eternidad comprenderse; que en el esplendor de su trono, sobrepuja a todos los que ha creado; que abraza todo lo que hay de más elevado, y todo lo que hay demás inferior, y cuyo poder realiza todo la que quiere; que conoce todas las cosas antes que sucedan; que ha instituido con inteligencia soberana toda su obra; que concede gratuitamente sus beneficios a los que lo piden con fe; que, cuando hace algo, no experimenta la menor fatiga, ni necesita meditarlo; que, en fin, no cambia, ni aumenta, ni disminuye. Nosotros los invocamos para que nos abra las puertas de su piedad inmensa, para que reciba nuestras plegarias, para que el olor del incienso de nuestra reunión sea agradable ante el sol resplandeciente de su majestad. Conceda él a los hijos de su Iglesia, para apoyo en sus combates, el de sus ángeles celestes, que hacen vibrar sus trompetas, y que se mantienen delante de él, en el orden y en la división en que están colocados, cantando sus alabanzas y aclamando con voz armoniosa: Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos y los profetas, los santos y los mártires dijeron: Bendito sea el Señor, que ha enviado a su Hijo, y que lo ha hecho salir del esplendor de su luz.

4. Y el Hijo apareció en la Virgen María, y, habiéndose encarnado en un cuerpo, nació de ella en Bethlehem, y tomó, como un velo, la forma de un esclavo, y sufrió la tribulación, a fin de consolar, y de dar lecciones de paciencia, a los desgraciados que están afligidos.

5. y no temió ser viajero sobre la tierra, a fin de rescatar a los que lo buscan con confianza y con sentimientos afectuosos, ya fin de advertir a aquellos de sus servidores que son negligentes, para que renuncien a sus pecados.

6. Y mostró la debilidad de su humanidad, para expulsar al demonio fuera del género humano, y para librar a los hombres, y fue muerto y sepultado, para que lo que él había ordenado respecto a los cuerpos se cumpliese en su propia carne, y mostró su pujanza contra el demonio, cumpliendo las antiguas profecías.

7. y resucitó al tercer día, mostrando la resurrección a los que la ignoraban, y cuarenta días después subió al cielo, para manifestar su grandeza a sus criaturas, y está sentado en el seno del Padre eterno, desde el comienzo, sobre el trono de su majestad, revestido de un cuerpo, y los ojos que deseen verlo serán llenos del esplendor de su aspecto.

8. Celebremos su presencia cuando su madre fue transportada, el día que él había preparado a sus elegidos y bien amados, y que no debe nunca dejar de existir. Reconozcamos su potencia, para aproximarnos a sus ángeles celestes ya sus elegidos terrestres. Patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, fieles, fieles vivos y muertos. Saludemos a la que ha sido puesta por encima de todas las mujeres, la Virgen sin tacha. Adoremos a aquel que ha tomado de ella su cuerpo, para que ni su divinidad ni su humanidad sufriese cambio en otra naturaleza o sustancia, sino para que fuese, según dijo el profeta Isaías, como una palmera saliendo de una tierra árida.

9. Y ese profeta dijo también: He aquí que una Virgen concebirá, y parirá un hijo, el cual tendrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros. y María, elegida, ha sido santificada desde el seno de su madre, parió casta y santamente, y como una esposa que sale del cuarto nupcial. Y ella ha recogido al cordero que se había extraviado del buen pastor ha arrancado de las garras del león feroz que quería devorarlo.

10, Y ella, por la luz de su fe, ha conducido al género humano al Evangelio su Creador, sacándolo de las tinieblas de la torpeza y de la negligencia, y ha procurado a su nación un ancho acceso hacia la misericordia divina, procurándole el fruto de una dulce tranquilidad, la destrucción de las espinas, la huida de los espíritus malignos, la aniquilación del poder de la muerte, la derrota de los demonios rebeldes, la exención de la aflicción en la reunión de los justos, en el nombre de aquel que ha nacido de ella, y el nombre del cual se han de ofrecer sacrificios puros y del que todo desgraciado debe invocar el apoyo. Escuchad, oh amigos elegidos y santos hermanos, cómo fue cumplida esa historia llena de milagros admirables.

11. Había dos sacerdotes y un diácono en la santa montaña del Sinaí, cuya cumbre Dios (cuya memoria sea santificada) se apareció a Moisés, habló acerca de los hijos de Israel y realizó grandes milagros.

12. Y el nombre de uno de los sacerdotes era David, el del otro Juan, y el del diácono Felipe. Y asistían al altar, y había trescientos veinte altares la montaña santa.

13 Y escribieron a Ciriaco, obispo de Jerusalén, rogándole que les transmitiera la historia de María, y de cómo había salido de este mundo, y pidieron que les hiciera conocer la gloria y los milagros que se habían cumplido entonces.

14. Y el santo obispo, tan pronto hubo recibido la carta, hizo llamar los obispos de la Iglesia, y los interrogó, y les dijo: Id a buscar los libros.

15 Y no encontraron más que un libro de Jacobo, hermano del Señor, obispo de Jerusalén, que fue el primero a quien los judíos dieron muerte. En el año 345 de Alejandro, el día del nacimiento de Nuestro Señor, que es el día del Sol, el 15 del mes de biblico de agosto, la Virgen María salió de este mundo, en presencia de Nuestro Señor Jesucristo y mía, y todos los ángeles y todas las criaturas se dirigieron a su habitación en Bethlehem y en Gethsemaní, antes que muriese.

16. Y sabed que los capítulos en que está consignada la historia de la inmaculada Virgen María y de todos los milagros que realizó están en poder de Juan, hijo de Zebedeo, el evangelista, que Jesús Nuestro Señor amó, Y del cual los apóstoles han atestiguado que lo que él contaba era verdad.

17. Y ellos contestaron a las cartas llegadas del monte Sinaí, y aseguraron que no habían encontrado ninguna historia, pero que sabían, por el obispo Jacobo, que esta historia estaba en Éfeso, en poder del apóstol Juan y les rogaron mandar hacer una copia de este libro, para poder tenerlo en Jerusalén y refutar a los judíos, y así todos podrían hacerlo leer, y ellos estarían muy largo tiempo presentes en sus plegarias.

18. y así que llegó la carta al monte Sinaí, escribieron al obispo de Roma y al de Alejandría y les enviaron mensajeros, y habiendo buscado allí la historia sin hallarla, enviaron dos hombres a Éfeso.

19. y cuando hubieron llegado, no cesaron en toda la noche de ofrecer incienso a la madre de Nuestro Señor Jesucristo, diciendo: ¡Oh Jesucristo, Nuestro Señor! Tú has elegido al apóstol Juan y has tenido por él más amor que por sus compañeros, y lo has ocultado a los ojos de los hombres cuando dijiste: Tú me guardarás la fe. Si quieres mostrárnoslo, para que hable con nosotros y nos enseñe la historia de tu madre, con los milagros y maravillas que se han cumplido por ella y en tu nombre, cuando tú la transportaste al paraíso eterno, cúmplase tu voluntad.

20. Y esto ocurrió el vigésimo quinto día del mes de nisan, el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el año 345 de Alejandro. y la inmaculada Virgen María se apareció a Juan, y le dijo: ¡Oh hijo mío, da tu libro con la historia de mi salida de este mundo a los hombres venidos a ti desde el monte Sinaí, a fin de que esto sea un motivo de gloria para Dios!

21. Y había en Éfeso, en la iglesia de Juan, donde existía costumbre de ir a lavarse ya curarse de enfermedades, una fuente que devolvía la salud a cuantos acudían en nombre del apóstol. y éste se presentó a los emisarios, y les dijo: Salud, hermanos bienaventurados. No os aflijáis, porque Nuestro Señor Jesucristo, cuando estaba sobre el leño de la cruz, me dijo estas palabras con respecto a la Virgen María: He aquí tu madre, llévala contigo. Y a ella le dijo: Vete con él. Dios recompensará vuestro trabajo y vuestra fatiga, y yo os doy completa la historia que está en mi poder.

22. Y desapareció de ante ellos. Y ellos entraron en la iglesia, cuyas puertas se hallaban abiertas, y cuando hubieron llegado cerca de la fuente hallaron sobre el altar un libro y lo recogieron con grande alegría, y lo dieron a un hombre para leerlo a la gente, y el testimonio de los Padres, de los profetas y de los otros discípulos estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

 

CAPITULO II – VIAJE DE MARÍA A BETHLEHEM

1. En el nombre de Dios Nuestro Señor, y de Jesucristo, Nuestro Dios y Nuestro Salvador, nacido del Padre antes de los siglos y encarnado en María, la Virgen sin mácula, a fin de ser semejante a los hombres y de librar al mundo de la potencia del diablo rebelde.

2. Él es quien, por la luz de su divinidad adorable, ha librado al género humano de las tinieblas de la desobediencia, lo que nadie pudo hacer, si no es el Dios del cielo y de la tierra y de cuanto contienen.

3. Desciendan su bondad y su clemencia sobre sus criaturas, para que quienes creen en él gocen del paraíso eterno.

4. Celebremos igualmente la gloria de su venerable y perfecta madre, que permaneció oculta a los hombres mientras vivió, y que fue transportada a Aquel que nadie ha visto ni oído, y que el espíritu del hombre no puede comprender.

5. Esperemos la intercesión de María para alcanzar el día radiante y la gloria perdurable.

6. Ya vosotros, queridos hermanos, que habéis pasado de las tinieblas de la desobediencia a la luz de la sumisión, os decimos que el tercer día de fiesta, al mediodía, María, la Virgen sin mancha, salió de su morada y fue al sepulcro de Cristo, en el Gólgota, como tenía costumbre de hacer.

7. Y los judíos pusieron una gran piedra ala puerta del sepulcro, diciendo: No toleraremos más que nadie venga a orar al sepulcro, en el Gólgota.

8. Y rechazaban a cuantos ascendían, y les tiraban piedras, y tomaron la cruz del Cristo, y las de los ladrones, y la lanza con que Nuestro Señor fue herido, y sus vestiduras, y los clavos, y la corona de espinas que había sido puesta en su cabeza, y el sudario con que se lo enterró, y los ocultaron en un lugar que mantuvieron secreto, e impedían que nadie pasase por allí, para que no viniese algún príncipe. y se informara.

9. Y los guardias veían a la Virgen María llegar cada día al sepulcro y sobre el Gólgota, y llorar, y decir, con las manos en alto y el rostro en tierra: jOh Señor y Dios mío, sácame de este mundo perverso, pues temo que los judíos, mis enemigos, me den muerte!

10. Porque siempre que vengo a orar a este lugar sacro, me injurian y me amenazan, y por ti me han dado el agua de la tribulación, más yo los he vencido.

11. Y he superado sus astucias y los he rechazado, gracias a mi fe en ti, y tu potencia ha cegado sus ojos, y los ha confundido, para que no pudieran hacerme mal, y así no me privas de tu socorro.

12. Y los guardias, llegando a la ciudad, dijeron a los sacerdotes: Nadie acude a orar en el Gólgota más que María, que va mañana y tarde.

13. Y los sacerdotes contestaron: Cuando vaya a orar, arrojadle piedras, porque merece ser lapidada, ya que su ignominia afecta a los hijos de Israel.

14. y los guardias dijeron: Nosotros no le haremos nada, pero os la entregaremos, para que hagáis con ella lo que queráis.

15. Y cuando llegó el viernes, fue allí según su costumbre, y mientras oraba, alzó los ojos y vio abiertas las puertas del cielo.

16. Y he aquí que Gabriel, el príncipe de los ángeles, descendió a ella, y se inclinó, y dijo: Yo te saludo, Llena eres de gracia. Tus ruegos han llegado a Nuestro Señor Jesucristo, que ha nacido de ti.

17. Y ha atendido tus súplicas y me envía para anunciarte que serás arrebatada de este mundo para gozar la vida eterna por los siglos de los siglos. Amén.

18. Y al oír estas palabras, la Virgen María se puso alegre y volvió a su morada.

19. Y habiendo los guardias salido, contaron a los sacerdotes que había ido a orar.

20. Y hubo un gran escándalo en Jerusalén. y los sacerdotes fueron al prefecto y le dijeron que debía prohibirle que fuese a orar.

21. Y, mientras deliberaban sobre ello, llegó al emperador Tiberio una carta de Abgaro, rey de Edesa.

22. Y la carta decía así: Hay entre nosotros un hombre que dice ser uno de los setenta y dos discípulos de Jesucristo, y que ha curado numerosos enfermos y realizado prodigios.

23. Y ha construido una iglesia, y ha hecho grandes milagros, y muchos creen en su doctrina. y por ellos sé los grandes milagros que ha hecho entre nosotros.

24. Y su amor ha ocupado mi corazón, y he tenido un gran dolor en no poder verle en mis Estados, por causa de los judíos, que lo han llevado a la cruz, sin justificación ninguna, pues que él hizo tantas cosas buenas y milagrosas.

25. Y he llegado con todos mis hombres a Jerusalén para hacerla perecer, y para que tú obtengas así una venganza completa.

26. Mas cuando la campaña estaba preparada, he sentido un temor, y es que tú, Tiberio, mi soberano, te irritases contra mí, y hubiese guerra entre nosotros.

27. Y por eso te escribo, para pedirte, como conviene entre soberanos, que hagas castigar a los judíos por lo que han hecho.

28. Porque si tú te hubieses informado antes de la crucifixión, todo habría sido distinto, y por eso te pido que seas tú quien castigue a los culpables, quitándome el deber que me he impuesto. y en esta confianza te doy las gracias.

29. Y cuando el emperador Tiberio leyó la carta de Abgaro, se llenó de horror y de cólera, y pensó destruir a todos los judíos. y escribió a este efecto a su aliado.

30. Y, no bien llegó la noticia a los vecinos de Jerusalén, tuvieron gran espanto y visitaron al prefecto y le dieron una gruesa suma de plata, y le pidieron que Jerusalén no fuese destruida para siempre, por causa de María y de su hijo.

31. Y le dijeron: Nosotros lo hemos hecho morir justamente, porque él se decía el Hijo de Dios.

32. Y arrojándose a los pies del prefecto, le rogaron que procurase salvados, y salvar a su ciudad, y que escribiese al emperador, exponiendo su causa, a fin de obtener un juicio más suave.

33. Y le pidieron que fuese a María, y que no la dejase visitar el Gólgota, para cortar el origen del mal.

34. Y el prefecto les dijo: Id vosotros, y habladle con dulzura y del modo más adecuado.

35. y los sacerdotes fueron a María y le dijeron: Acuérdate, María, de lo que has pecado ante Dios, y de lo que hemos sufrido por ti y por tu hijo.
Te suplicamos que no vuelvas aquí, para que la sospecha no caiga sobre otros y cese el mal.

36. Y cuando quieras orar, hazlo con las gentes, y según la ley de Moisés, y todos tus pecados te serán perdonados.

37. E invocaremos para ti la piedad de Dios, y reuniremos el sábado en tu torno a tus compañeras, y te pondremos sobre la cabeza el libro de la ley, para que Dios te sea misericordioso. No te abandonaremos y, si te pones enferma, te atenderemos.

38. Y, si no nos escuchas, vete de Jerusalén a Bethlehem, porque no toleraremos que vengas a orar en el Gólgota al sepulcro, para que otras personas no caigan en sospecha y se alce un gran tumulto entre los hombres.

39. Y María, la Virgen inmaculada, les contestó diciendo: No es así cómo debéis hablar. Porque no os escucharé ni cederé a vuestro deseo.

40. Y como la noche llegaba, los judíos, muy irritados, se alejaron de ella.

41. Ya la mañana siguiente le repitieron otra vez lo mismo. y ella les prometió marchar a Bethlehem, a fin de que el escándalo se apaciguase.

42. Y su casa estaba cerca de Sión y de la casa de José. Y pasados que fueron cuarenta días, la Virgen María reunió a las mujeres de la vecindad y les dijo: Yo os saludo, hermanas. Voy a Bethlehem, a residir en mi casa, porque los judíos me han prohibido ir a orar al Gólgota y al sepulcro, temiendo que por mi culpa haya escándalo.

43. Y, si alguna de vosotras quiere venir conmigo, venga, que yo tengo confianza en el Señor, que está en el cielo, de que se acordará de nosotras y nos concederá lo que le pidamos.

44. Y ella meditaba en las palabras que le había dirigido Gabriel: Saldrás de este mundo, para ir a la vida eterna, y hallaba consuelo en esta meditación.

45. Y tres vírgenes cautas que la servían, y que custodiaban lo que era suyo, se acercaron a ella y le dijeron: Nosotras iremos contigo y no te abandonaremos, porque queremos vivir y morir a tu servicio, ya que por ti hemos dejado a nuestra familia, y que por tu intercesión esperamos lograr la gracia, la salvación y la misericordia del Señor que ha nacido de ti.

46. Y María las acogió y las bendijo. y las amaba mucho. y quedaron a su servicio. y le rogaron que les dijese cómo había podido concebir sin tener comercio con varón, y parir sin perder su virginidad.

47. María, por el gran amor que tenía a sus vírgenes, les explicó el misterio, y gozaba de gran estima ante ellas. Y ellas dormían junto a su lecho, y veían de día y de noche sus grandes milagros.

48. Y el primero de que fueron testigos fue un olor muy suave que se exhalaba del lugar en que estaba, y que llenaba todo su ambiente.

49. y cada vez que venían a ella hombres enfermos y ella los bendecía, y se prosternaban, se levantaban curados, en cuanto rogaba por ellos, y ellos le dirigían grandes alabanzas.

50. Y he aquí que por la noche el ángel Gabriel vino a ella y le dijo: Ten valor, oh bienaventurada María, y no temas. Ve a Bethlehem, y mora en esa ciudad hasta que veas al Señor.

51. Y, al llegar el día, ella reunió a sus tres vírgenes y les dijo: Salid, hijas mías y tomando el incensario y el incienso se pusieron en camino. Y las tres vírgenes se llamaban… y era el día de la fiesta quinta cuando María fue a Bethlehem con las tres vírgenes.

 

CAPITULO III – MILAGROS QUE PRECEDIERON AL TRÁNSITO DE LA VIRGEN MARÍA

Icono egipcio de la dormición

1. Y el viernes la Virgen María se sintió enferma. y tomando el incienso y el incensario, oró y dijo: ¡Oh Jesucristo, mi Dios y Señor eterno! Tú, que estás en los cielos, y que has hecho a tu servidora digna de que tomases de ella la carne humana, para estar en este mundo, por un efecto de tu voluntad, a fin de que los ojos pudiesen verte, y las inteligencias comprenderte, y para que los hombres creyesen que tu divinidad había descendido a la carne y fuesen limpios de sus pecados, escucha los ruegos de tu madre y envíame a Juan, el menor, tu bien amado, que anuncia tus preceptos al mundo.

2. Haz que yo me regocije viéndolo, y envía también a todos tus discípulos, ya tus profetas, ya tus elegidos, para que yo me alegre de su vista antes de dejar este mundo. Porque yo sé que tú puedes todas esas cosas, y que me concederás lo que deseo.

3. Y cuando hubo dejado de hablar, he aquí que una nube espléndida me remontó a mí, Juan, fuera de Éfeso. Y he aquí que el Espíritu Santo me dijo: ¡Oh Juan! La Madre de tu Señor quiere verte antes de dejar este mundo. Vete a Bethlehem, a su lado, y yo avisaré a tus compañeros, vivos y muertos, para que vayan también.

4. Y me sentí llevado por la nube luminosa, y me pareció que andaba por la tierra y, de pronto, me hallé ala puerta de la Virgen María.

5. Y abriendo la puerta, entré. Y ella, acostada en su lecho, oraba.

6. Y cuando hubo acabado la oración, avancé hacia ella, y, después de besarle el pecho y las rodillas, le dije: Yo te saludo, ¡oh Madre de Dios, bendita entre todas las mujeres! No te aflijas por salir de este mundo efímero, porque pasarás llena de gloria y de alabanza ala vida eterna.

7. Y ella se regocijó de verme, y yo me senté y le dije lo que me había pasado y me acerqué a las vírgenes y las bendije y ella me dijo: Toma el incienso y ora por mí.

8. Y lo hice e inclinándome, exclamé: ¡Oh Señor y Dios mío Jesucristo, muestra los milagros de tu madre, y hazla salir de este mundo con gran gloria, según has prometido, y muestra con tus elogios tu magnificencia, para que tus fieles se congratulen y te alaben y se llenen de pavor tus enemigos, que te han negado ser hijo de Dios, y para que las cosas terrestres y celestes rindan homenaje a tu madre! ¡Oh tú, a quien es debida gloria y alabanza por los siglos de los siglos! Amén.

9. Y cuando acabe my plegaria, me dijo la Virgen María: ¡Oh San Juan, tu maestro ha prometido que, cuando yo deje la tierra, Él se mostrará a mí con sus ángeles y sus elegidos, y saldré de este mundo con tan gloriosa escolta!

10. Y yo dije: Él vendrá y cumplirá su promesa. Y ella dijo: ¡Oh Juan! Los judíos han asegurado que quemarán mi cuerpo cuando yo muera y yo le dije: No temas, que los judíos no tienen poder sobre ti, viva o muerta, porque el Señor es contigo.

11. Y ella dijo: ¿Y dónde me enterrarás? y yo dije: Donde y como Jesucristo lo ordene.

12. Y sus lágrimas corrieron, y las enjugué con mi vestidura, y yo lloraba, y las tres vírgenes lloraban también muy afligidas.

13. Y le dije: ¿Por qué temes salir de este mundo, tú, que has engendrado al Cristo? ¿Qué harán, pues, los que están en tu torno y que ignoran cuál será su suerte al dejar este mundo? Porque recibirás de tu hijo corona brillante y la pondrás en las cabezas de los hombres justos, y un castigo eterno caerá sobre los que lo hayan merecido.

14. No te entregues, pues, a la tristeza y al dolor, ¡oh bienaventurada María! Porque el Espíritu Santo me ha dicho en Éfeso que los demás compañeros míos se reunirán a tu lado para solicitar tu bendición, como ha dicho David: Todos los pueblos vendrán y te adorarán. y las tribus de todas las naciones se humillarán ante ti.

15. Y María me dijo: Enciende el incienso, y ora. y encendí el incienso, y dije: Señor y Dios mío Jesucristo, oye mi plegaria y escucha la voz de tu madre, y cumple las promesas que le has hecho. Hágase tu voluntad, y el deseo de tu Padre celestial. Y lóente los ángeles y las criaturas.

16. Y terminados mis ruegos, una gran voz dijo: Amén. y yo me llené de terror. y cuando el Espíritu Santo me preguntó: ¿Has oído esa voz, Juan? , yo repuse: Sí, la he oído bien.

17. Y el Espíritu Santo dijo: Esa voz llamará a los discípulos, tus compañeros, que vendrán a saludar a la bienaventurada María. Yo les he avisado a cada uno en su casa, ya cada uno le he preparado una nube luminosa que los traerá aquí. y he dicho en Roma, a Simeón Cephas, que iba a ofrecer el santo sacrificio: Cuando hayas hecho la ofrenda, vete a Bethlehem, porque la madre de tu maestro está allí y va a salir de este mundo.

18. Y he avisado a Pablo, que estaba lejos de Roma, y que disputaba con los judíos, que se burlaban y le decían: Lo que tú dices no será escuchado, porque tú predicas en nombre de Cristo y eres natural de Tarso, y no te conocemos y he llamado a Pablo, y se ha levantado, y ha salido.

19. Y he llamado a Tomás, que estaba en la India, junto al lecho de la hija del rey, y la había bautizado y fue a la iglesia, y oró y partió. Y he llamado a Mateo y a Jacobo.

20. Y me he dirigido a los difuntos, a Felipe, a Andrés, hermano de Simeón Cephas, a Lucas, a Simeón el Cananeo, a Marcos y a Bartolomé, y les he dicho: Dejad vuestras tumbas, mas no creáis que el día del Juicio ha llegado. No estamos aún en el fin de los tiempos. Mas id a Bethlehem, a saludar a María, la madre del Señor, que va a dejar este mundo.

21. Y ellos dijeron: ¿Cómo iremos y quién nos llevará? y he aquí que espléndidos carros, transportados por nubes, descendieron entre ellos, y los vientos soplaban con fuerza. Y esas nubes los llevaron a Bethlehem, y ellos se acercaron a María y la saludaron. y ella se regocijó. y Juan encendió el incienso en su honor y los saludaba.

22. Y sobre sus coronas estaba la magnífica aureola del Cristo. Y cuando María los vio, se levantó en su lecho y los bendijo, y alabó a Dios, diciendo: Confía en mi Señor, en que vendrá del cielo para que yo lo vea, como os veo, y como habéis venido vosotros. Decidme cómo ha sido.

23. Y cada uno contó el aviso del Espíritu Santo, y dijeron: ¡Oh bienaventurada Virgen! No te lamentes, que el que ha nacido de ti te sacará de este mundo con gran gloria, y te llevará a la mansión celestial, cuya señora serás tú.

24. Y oyendo esto la Virgen María alzó la mano y saludó al Señor, diciendo: Yo te adoro, Señor y Dios mío, y creo en tu grandeza y en tu poder, porque no me has abandonado a este pueblo necio y no les has dejado hacer lo que decían cuando anunciaban que entregarían mi cuerpo a la ignominia. Si no que has oído las súplicas de tu servidora y le has mostrado tus prodigios, ¡oh tú, que todo lo puedes! Alabados sean tu nombre y tu poder omnipotente por los siglos de los siglos. Amén.

25. Y, cuando ella finó su plegaria, los discípulos repitieron: Amén. Y ella dijo a los discípulos: Encended el incienso y orad, y haced la señal de la cruz.

26. Y cuando hicieron lo que ella decía, sonó un ruido como el de un gran trueno, o como de infinitos carros que chocasen, y se expandió un perfume de indescriptible suavidad.

27. Y he aquí que ángeles e innumerables potencias descendieron sobre la casa, y los discípulos los rodearon diciendo: Santo, santo, santo es el Señor Sabaoth.

28. Y los vecinos de Bethlehem, viendo tales cosas, quedaron llenos de espanto, y grandes maravillas se les manifestaron. Los ejércitos del cielo subían y bajaban y la voz del Hijo del hombre sonaba entre ellos.

29. Y muchos vecinos de Bethlehem fueron a Jerusalén, y contaron al prefecto ya los sacerdotes los prodigios ocurridos en el sitio en que estaba la Virgen María.

 

CAPITULO IV – DISCUSIÓN ENTRE LOS PARTIDARIOS Y LOS ADVERSARIOS DEL CRISTO

1. Y cuando los habitantes de Jerusalén oyeron tales cosas, hubo muchos que fueron a ver los milagros de la bienaventurada María.

2. Y los cielos se abrieron, y salieron legiones de ángeles, y tempestades, y truenos.

3. Y una nube vino del cielo y regó la tierra de rocío, y el Sol y la Luna y las estrellas cayeron del cielo y alabaron a la Virgen María.

4. Y algunos vecinos de Bethlehem miraron a la casa en que estaba la Virgen. y los discípulos la rodeaban, respetuosamente, con las manos levantadas al cielo.

5. Y el ángel Gabriel le refrescaba la cabeza, y Miguel los pies. Y Pedro y Juan enjugaban con sus túnicas las lágrimas de la Virgen. y todos decían: Salve tú, bienaventurada, y bienaventurado sea el que ha nacido de ti.

6. Y todos cantaban sus alabanzas y su gloria. y no se la podía distinguir, por la deslumbrante claridad que emanaba de ella.

7. Y si algún enfermo llegaba ala puerta y posaba su mano sobre el muro, diciendo: ¡Oh bienaventurada María, ten piedad de mí y ora por mí!, se encontraba al momento curado, aunque la Virgen no lo hubiese visto, sino que, cuando oía su voz, extendía su mano y los bendecía, y ellos quedaban salvos de sus enfermedades.

8. Y todos los ciegos, sordos y mudos que allí había fueron sanados. Y otros que recogieron polvo de los muros de la casa y los mezclaron al agua que bebían quedaron también curados.

9. Y la bienaventurada María obró tantos prodigios, que nadie los podría contar, sino es el Señor, que hizo de ella el templo de su grandeza.

10. Y fue lo más maravilloso que los habitantes de Bethlehem la loaban, a su pesar y venían a ella mujeres de todas partes: de Roma, de Alejandría, de Egipto, así como hijas de reyes y príncipes, que la adoraban, y que creían en el Cristo nacido de ella. Y, al partir, le pedían su bendición, y algunos recuerdos para testimonio a sus padres.

11. Y llegó una mujer que estaba poseída de dos demonios que la atormentaban, el uno por el día y el otro por la noche, y venía acompañada de la hija del rey de Alejandría, que estaba cubierta de úlceras. Y se prosternaron ante María pidiendo su intercesión, y María tuvo piedad de ellas, y fueron curadas.

12. Y vino una egipcia enferma del vientre, y se curó cuando María rogó por ella, y loó a Dios. Y vino otra mujer poseída del demonio, y pidió a la Virgen que la librase de él y María extendió la mano sobre ella, diciendo: En el nombre del Cristo, mi Señor, vete de esta alma y no la atormentes más.

13. Y los demonios salieron y dijeron: ¿Qué hay de común entre tú y nosotros, María? Tememos aproximarnos dondequiera que reina tu hijo, y no podemos estar ante sus compañeros. Nos ha arrojado, por su potencia, al fondo del abismo, y ahora tú, con tu plegaria, nos echas de esta alma y de muchas otras.

14. Y la bienaventurada María los reprendió, y ellos huyeron y se refugiaron en el fondo del mar. y un hijo de Sophim, rey de Egipto, cuya cabeza había sido desgarrada por un león, fue a ella y cuando, extendiendo la mano, ella rogó por él, su cabeza quedó curada, y todos alabaron a Dios.

15. Y oyendo estos hechos, muchos hombres fueron a Bethlehem, y llamaron a la puerta de la casa, y como los discípulos no abrían, comenzaron a gritar, diciendo: Ten piedad de nosotros, bienaventurada María, y óyenos, y cúranos. Y María oyó sus voces, y dijo: ¡Oh mi Señor y mi Dios Jesucristo! Tú, que eres mi Señor, y que has querido ser mi hijo, oye la voz de los que creen en ti y dígnate socorrerlos.

16. Y una gran virtud emanó de la casa, y todos fueron libertados de sus dolencias. Y eran alrededor de dos mil ochenta. Y ese día hubo grandes alabanzas a Dios en toda la comarca de Bethlehem.

17. Y los magistrados de Bethlehem y de Jerusalén preguntaron a los curados cómo lo habían sido por la Virgen. Y cuando hicieron el relato, hubo gran extrañeza entre sacerdotes de la Sinagoga, y vieron con asombro el honor que se hacía al Cristo y la alegría de los creyentes.

18. Y sus ojos se oscurecieron, y temblaron, y dijeron: Mucho nos turba lo que nos relatan.

19. Y saliendo muchos judíos de Jerusalén para Bethlehem, les dijeron los sacerdotes: Id y expulsad a los discípulos de Cristo, y echad a María de la población.

20. Y cuando los judíos estaban a mil pasos de Jerusalén, al caer el sol, se produjo un gran milagro, y fue que sus pies se detuvieron, y no pudieron ir a Bethlehem, y volvieron.

21. y los sacerdotes, cada vez más turbados, fueron a ver al gobernador, exclamando: Grandes son estas cosas, y los judíos perecerán por lo que ha hecho María. y le pidieron que la expulsara de Jerusalén. Y el prefecto les dijo: No lo haré.

22. Y ellos redoblaron en sus clamores, y lo amenazaron con denunciarlo a César Tiberio. y muchos judíos, reuniéndose, fueron a la casa en que moraba la bienaventurada María, y la puerta estaba abierta, y quisieron entrar, pero no podían acercarse, porque las puertas del cielo estaban también abiertas, y un gran resplandor llenaba la entrada de la mansión de María.

23. Y en vista de sus clamores y de sus amenazas, un jefe partió con ellos, llevando treinta mil jinetes y muchos soldados de a pie. Y el Espíritu Santo dijo a los discípulos de Cristo: He aquí que un guerrero llega de Jerusalén con un numeroso ejército. Tomad a María y llevadla con vosotros, y no temáis nada, que yo os conduciré sobre una nube, y nadie podrá incomodaros, porque el poder del Señor está con vosotros.

24. Y los discípulos salieron, llevando a María sobre su lecho, y el Espíritu Santo los transportó sobre sus enemigos sin que los vieran. Y cuando los discípulos llegaron a Jerusalén, fueron a casa de María, y allí se ocuparon de orar y de alabar a Dios.

25. Y cuando los jinetes llegaron a Bethlehem, dijeron: Cerremos las puertas de la casa. Y no hallando a nadie, se llenaron de cólera, buscaron a los vecinos de Bethlehem, y les dijeron: Vosotros habéis ido al prefecto y a los sacerdotes de Jerusalén y les habéis dicho que los discípulos de Cristo rodeaban a María y la loaban, y que muchos ángeles subían y bajaban del cielo, y que sus cánticos llegaban hasta vosotros. ¿Dónde están ahora? Venid con nosotros, y defendeos como podáis, porque nosotros no encontramos nada.

26. Y volvieron al prefecto diciendo que nada habían visto. y los sacerdotes dijeron: Los discípulos de Cristo han hecho un escamoteo ante vuestros ojos para que no vieseis nada. y el prefecto les dijo: Si los veis en alguna parte, apoderaos de ellos y cerrad las puertas.

27. Y cinco días más tarde los habitantes de Jerusalén vieron a los ángeles descender con la Virgen María a la casa que poseía en la montaña de Sión, y los vecinos acudieron y comenzaron a orar, diciendo: ¡Oh Santa María, madre del Cristo, ruega por nosotros, para que se nos conceda la salvación! Y hubo muchos milagros y muchas curaciones.

28. Y los habitantes de Jerusalén sintieron gran espanto. y fueron a aquellos vecinos, diciendo: ¿Por qué ese tumulto, y ese ruido, yesos gritos que lanzabais ayer?

29. Y los vecinos contaron que María había venido acompañada de ángeles que la alababan, y que todo enfermo que se le acercaba era curado. Y los judíos fueron al prefecto y le dijeron: Repitámosle que hay gran perturbación en Jerusalén por culpa de María. Y contaron la que les habían dicho.

30. Y dijo el prefecto: ¿Qué puedo hacer por vosotros? y ellos dijeron: Tomemos leña y fuego, y quememos la casa en que está. y él les dijo: Haced la que os parezca. y los sacerdotes y una gran multitud se reunieron y fueron a donde estaba la bienaventurada María para prender fuego, y el prefecto y sus compañeros miraban desde lejos la que hacían.

31. Y cuando hubieron llegado a la puerta, un gran fuego salió de la casa, y había ángeles cerca, y cuantos se acercaban eran abrasados, y muchos judíos perecieron entonces. y todos se llenaron de terror, y también el prefecto.

32. Y alzando las manos al cielo, y dando una gran voz, exclamó: Verdaderamente, oh María, aquel que ha nacido de ti es el Hijo de Dios. Nosotros deseamos verlo, y yo la adoraré siempre.

33. Y una gran discordia se produjo entre los judíos, y muchos creyendo en el nombre de Jesucristo. Y el prefecto reunió a los moradores de Jerusalén y les dijo: ¡Oh pueblo perverso! Vosotros habéis crucificado al Cristo, que había descendido del cielo para rescatarnos. Habéis desoído la verdad, habéis obrado mal, y conoceréis los fuegos del infierno. Yo creo en Cristo, y temo que la cólera del emperador Tiberio caiga sobre vosotros por vuestra maldad. Y he aquí lo que os digo: Nadie se acerque a la casa de la bienaventurada María, ni la calumnie.

34. Y uno de los principales doctores se levantó, y se llamaba Caleb, y era uno de los que creían en Jesucristo, y en la bienaventurada María, y dijo al prefecto: Pregúntales en nombre de Dios quién condujo a los hijos de Israel fuera de Egipto, y, por los libros de la Santa Ley, oblígalos a declarar si ese hijo de María ha venido como un profeta, como el Hijo de Dios o como los demás hombres.

35. Y el prefecto se situó en un lugar elevado y dispuso que quienes creyesen en María y en el Hijo de Dios se separasen a un lado. Y muchos judíos se separaron, y la reunión se dividió en dos partes.

36. Y el prefecto dijo: ¿Sois vosotros los que creéis en el Cristo? Y ellos dijeron: Nosotros creemos que es el Hijo de Dios único, que juzgará a todas las criaturas, y que es el Cristo anunciado en los libros, que salvará a los pueblos, y que nos rescatará.

37. Y gritaron los otros: ¿Qué decís? Nosotros sabemos que no es el Cristo, porque las tradiciones y las cosas escritas no se han cumplido en él. Y los jefes replicaron: Vosotros no conocéis el verdadero sentido de los libros, ni lo que significan, y os son desconocidas las tradiciones. Ignoráis que nuestro padre Adán, a punto de expirar, prescribió a su hijo Seth que ordenase a sus descendientes que sacasen su cuerpo de la caverna de los tesoros y que lo llevasen a la tierra santa, porque sabía que la redención de su raza se efectuaría por la misericordia del Cristo. Y dijo: El oro, la mirra y el incienso que hay en la Caverna de los Tesoros son los presentes que serán llevados a Bethlehem por la mano de los magos, hijos de reyes, porque Dios ha prometido que el Cristo vendrá a este mundo y manifestará su divinidad por milagros, y saldrá de Sión para mostrarse a los hombres. y el profeta dijo: Los pies del Señor se fijarán sobre el monte de los Olivos, de Jerusalén, y os consta que ha sido así.

38. Y Caleb dijo otras cosas que sería largo contar. Y los judíos replicaron: ¿Piensas que el Cristo está más cerca del Eterno que nuestro padre Abraham, que vio los cielos abiertos y que habló con Dios? y contestaron los fieles: Nosotros sabemos con certeza que el nacido de María ha creado a Adán antes que Abraham fuese formado en el seno de su madre, porque es anterior a todas las criaturas, y es aquel con quien Abraham habló, y de quien dijo Daniel que, pasadas sesenta semanas, vendría el Mesías esperado por todas las naciones.

39. Y los judíos contestaron: Ese Cristo en quien vosotros creéis ¿fue más grande que Isaac, que constituyó ante Dios una ofrenda pura, de que se regocijaron los cielos y la tierra? Y los fieles dijeron: Dios no permitió que Isaac fuese ofrecido en sacrificio, y aunque hubiese sido inmolado hubiese sido una ofrenda única. Pero el Cristo es un sacrificio ofrecido por todas las criaturas, al subir a la cruz, para reconciliar a Dios con todos los hombres. Y los que creen en él quedan libres de todos sus pecados, como los hijos de Israel quedaron curados de la mordedura de las serpientes cuando miraron la serpiente artificial que Moisés elevó por orden divina.

40. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que Cristo es superior a Jacob, que vio las puertas del cielo abiertas ya los ángeles subiendo y bajando por la escala de la salvación? Y los fieles contestaron: Jacob y los ángeles, y la escala que vio, son la imagen del Cristo. Son, sin duda, admirables milagros, pero más prodigios han hecho los que creen en su nombre. y vosotros los podéis ver, pero vuestros ojos están ciegos y vuestros corazones endurecidos.

41. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que Cristo es superior a Elías, que subió al cielo y vio cuanto hay en él y en la tierra? Y los fieles dijeron: Elías, llevado por un ángel, subió al cielo, donde están el Sol y la Luna. Pero Cristo, mostrándose sobre el monte Thabor, con Elías y con Moisés, que estaba muerto y podrido, mostró todo su poder, puesto que podía llamar a los vivos ya los muertos, y ellos tenían que obedecer sus mandatos.

42. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que ese Cristo es más que Moisés, que libró de Egipto a los hijos de Israel y les abrió un paso en el mar Rojo, en el que fueron tragados el faraón y su ejército? Y los fieles dijeron: ¡Oh gentes ignorantes e insensatas! La Divinidad, tomando el cuerpo de Cristo, ha hecho esos milagros, que estaban escritos desde los primeros tiempos. El Cristo ha expulsado los demonios, forzados a la obediencia, y cuando Simón Pedro andaba por el mar como por la tierra, fue acometido de un mal pensamiento, y estaba a punto de ser sumergido en el momento en que el Cristo extendió hacia él la mano y lo libró de su temor. Él manda a todas las criaturas, y todas le están sometidas.

43. Y el prefecto mandó prender cuarenta de los judíos y azotarlos, y los demás quedaron aterrados.

44. Y llegada la noche, el prefecto condujo a uno de sus hijos, que tenía dolor interno, a la casa de la Virgen María, y llamando a la puerta dijo a una de las doncellas que la servían: Entra y di a la bienaventurada María que soy el gobernador de la ciudad.

45. y la doncella hizo lo que le decía, y la Virgen María ordenó que le abrieran y lo introdujesen.

46. y él entró llorando, y dijo: Salúdote, madre de Dios, y creo en el que ha nacido de ti, y que es el Cristo Redentor. Extiende tus manos, madre de luz, y bendíceme, y ruega por mi hijo, para que se le quite el dolor que sufre, y ruega por mis padres, que están en Roma, y concédeme volver pronto a verlos.

47. Y la bienaventurada Virgen, puesta en pie, oró con los discípulos, y luego, volviéndose al prefecto, bendijo a su hijo y mandó que se sentara.

48. Pero él, inclinándose ante ella, se arrojó a los pies de los discípulos, y dijo: Yo os saludo, elegidos de Dios, que lo habéis sido entre todos los hombres, para que prediquéis al mundo entero. y los discípulos lo bendijeron, y su hijo quedó curado, y se fue lleno de alegría.

49. y montó a caballo y marchó a Roma, y, después de saludar a sus padres, les contó cuanto había visto hacer ala bienaventurada María y lo que le había oído decir. Y allí estaban los discípulos de Pedro y Pablo, y le pidieron por escrito lo que habían oído, y los milagros que se habían obrado en Roma y en otras ciudades por intercesión de la bienaventurada María.

 

CAPITULO V – MUERTE DE LA VIRGEN MARÍA

1. Y el viernes por la mañana el Espíritu Santo dijo a los discípulos: Id, tomad a María, la Virgen sin mancha, y llevadla a Jerusalén, y entrad por el camino que conduce al valle de Gethsemaní. Hay allí tres cavernas que comunican una con otra y un lugar de arena, al lado de Oriente. Poned allí a la bienaventurada María, y orad junto a ella hasta que yo os hable.

2. Y los discípulos hicieron lo que se les había ordenado. y llevaron a María. y viéndolo los judíos, se reunieron, y dijeron a uno de ellos, llamado Japhia, que era un hombre tímido: Vete con ellos, y cuando estén junto al valle, empuja la litera para que caiga al fondo. Nosotros te seguiremos con leña y con fuego, y la quemaremos en el valle, y esos fabricantes de prodigios no podrán vanagloriarse de que están encima de los habitantes de Jerusalén.

3. Y Japhia los obedeció, y fue con los discípulos, y en llegando junto al valle, extendió la mano para agarrar la litera. Pero un ángel lo hirió con una hoja de hierro, y le cortó los puños, que quedaron pegados a la litera.

4. Y Japhia empezó a implorar ya llorar, con el rostro contra tierra, y a decir: Tened piedad de mí, ¡oh discípulos del Cristo Redentor!

5. Y ellos tuvieron compasión y dijeron: Implora a la Virgen María, a quien has querido precipitar en el valle.

6. Y él se puso a gritar, ya decir: ¡Oh soberana madre de salud, ten piedad de mí! Y ella dijo a Pedro: Devuélvele sus manos.

7. Y Pedro las tomó y las ajustó a su sitio, diciendo: En el nombre de Jesús el Nazareno, ya súplicas de su madre, queden estas manos en su lugar sin dolor y fueron restablecidas sin dolor en el sitio que les correspondía.

8. Y le dio una vara seca, diciendo: Vete, y anuncia a todos los judíos, con esta vara, el poder de Dios, y enséñales cuánta es su debilidad y su ignorancia si la comparan con el poder y la sabiduría de Dios, y diles lo que Dios ha hecho por ti, para que los que te oigan sepan que nuestra doctrina no es humana, sino que viene del cielo, y ellos renunciarán a sus malo pensamientos y al error que los hará perecer. Y no podrán cumplir lo que han maquinado contra la bienaventurada María y contra los discípulos del Cristo.

9. Y Japhia creyó y oró, y volvió hacia los judíos, y golpeó la puerta de la ciudad con la vara. Y he aquí que la vara floreció. Y Japhia alabó a Dios y dijo: Esta vara es superior a la de Aarón.

10. y dijeron los judíos: ¿Qué haces, insensato de ti? ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo, y qué te han hecho los discípulos del crucificado?

11. Y había allí un ciego, y Japhia fue a él, y aproximándole la vara a los ojos le dijo: Ábranse tus ojos, en nombre de Dios puesto en la cruz. Y el ciego recobró la vista.

12. y los presentes loaron a Dios. y cada vez que acercaba su vara a un enfermo, éste era curado. y los judíos quedaron muy sorprendidos, y muchos creyeron, y decían: En verdad, que ésta es virtud del cielo, y que estas cosas prueban el poder de Dios.

13. y los sacerdotes estaban llenos de confusión, y su cólera era extremada.

14. y los discípulos bajaron al valle y encontraron una caverna en la que depositaron a la bienaventurada María, según el mandato del Espíritu Santo, y no dejaban de alabar al Señor.

15. Yal otro día por la tarde, he aquí que el Espíritu Santo dijo a los discípulos: El día del sol, el sexto, el ángel Gabriel descendió a la Virgen y la saludó, y le predijo que el Redentor del mundo nacería de ella, y fue el mismo día cuando ella parió en Bethlehem, yel mismo día cuando las gentes de Jerusalén recibieron con palmas al Cristo, diciendo: Bendito sea el que viene en nombre del Señor. Y el día del sol resucitó de entre los muertos, y un día del sol vendrá para destruir la tierra, y cuanto contiene y para juzgar al mundo. y también el día del sol debe venir con las criaturas terrestres y celestes, cantando sus alabanzas para sacar del mundo el alma de su inmaculada madre.

16. y los discípulos experimentaron un gran consuelo. Y en esto he aquí que Eva, la madre de toda carne, y Ana, la madre de la bienaventurada María, e Isabel, la madre de Juan el Bautista, llegaron a ella, y le dijeron quiénes eran, y la abrazaron.

17. y Ana, su madre, dijo: Bendito, oh hija mía, sea Dios, que te ha elegido para que fueses el lugar de su gloria. Y desde que comenzaste a formarte en mi seno yo sabía ya que habías de ser bendita y elegida, y que el Dios del cielo y de la tierra descendería a tu vientre, como está escrito en los libros.

18. y todas alababan a Dios, y la Virgen las secundó con alegría. Y Pedro les dijo: Alejaos de ella, porque veo llegar a los patriarcas.

19. y he aquí que Adán, Seth, Sem, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, y los demás patriarcas, y profetas y santos, llegaron sobre una nube y se acercaron a la bienaventurada María, y la saludaron expresándole sus loanzas y llamándola bienaventurada. y ella les devolvió su saludo, y los profetas se dieron a conocer, y ella tuvo gran júbilo.

10. Y dijeron los judíos: ¿Qué haces, insensato de ti? ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo, y qué te han hecho los discípulos del crucificado?

11. y había allí un ciego, y Japhia fue a él, y aproximándole la vara a los ojos le dijo: Ábranse tus ojos, en nombre de Dios puesto en la cruz. Y el ciego recobró la vista.

12. y los presentes loaron a Dios. Y cada vez que acercaba su vara a un enfermo, éste era curado. y los judíos quedaron muy sorprendidos, y muchos creyeron, y decían: En verdad, que ésta es virtud del cielo, y que estas cosas prueban el poder de Dios.

13. y los sacerdotes estaban llenos de confusión, y su cólera era extremada.

14. y los discípulos bajaron al valle y encontraron una caverna en la que depositaron a la bienaventurada María, según el mandato del Espíritu Santo, y no dejaban de alabar al Señor.

15. Yal otro día por la tarde, he aquí que el Espíritu Santo dijo a los discípulos: El día del sol, el sexto, el ángel Gabriel descendió a la Virgen y la saludó, y le predijo que el Redentor del mundo nacería de ella, y fue el mismo día cuando ella parió en Bethlehem, y el mismo día cuando las gentes de Jerusalén recibieron con palmas al Cristo, diciendo: Bendito sea el que viene en nombre del Señor. Y el día del sol resucitó de entre los muertos, y un día del sol vendrá para destruir la tierra, y cuanto contiene y para juzgar al mundo. y también el día del sol debe venir con las criaturas terrestres y celestes, cantando sus alabanzas para sacar del mundo el alma de su inmaculada madre.

16. y los discípulos experimentaron un gran consuelo. Y en esto he aquí que Eva, la madre de toda carne, y Ana, la madre de la bienaventurada María, e Isabel, la madre de Juan el Bautista, llegaron a ella, y le dijeron quiénes eran, y la abrazaron.

17. y Ana, su madre, dijo: Bendito, oh hija mía, sea Dios, que te ha elegido para que fueses el lugar de su gloria. y desde que comenzaste a formarte en mi seno yo sabía ya que habías de ser bendita y elegida, y que el Dios del cielo y de la tierra descendería a tu vientre, como está escrito en los libros.

18. y todas alababan a Dios, y la Virgen las secundó con alegría. Y Pedro les dijo: Alejaos de ella, porque veo llegar a los patriarcas.

19. y he aquí que Adán, Seth, Sem, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, y los demás patriarcas, y profetas y santos, llegaron sobre una nube y se acercaron a la bienaventurada María, y la saludaron expresándole sus loanzas y llamándola bienaventurada. y ella les devolvió su saludo, y los profetas se dieron a conocer, y ella tuvo gran júbilo.

20. y vinieron Enoch, y Elías, y Moisés, y manteniéndose entre el cielo y la tierra en carros de fuego, esperaban la llegada de Jesucristo. Y he aquí que doce carros, conducidos por ángeles innúmeros, hirieron los ojos con gran gloria y esplendor, y Cristo Nuestro Señor apareció en forma humana, llevado en un carro en cuyo torno iban los serafines y las virtudes.

21. y se aproximó a la Virgen María, y todas las criaturas se inclinaban ante él. y dijo el Señor: jOh María, celebrada en todo-el universo! y ella dijo: Aquí estoy, Señor. y él le dijo: Levántate y mira lo que mi Padre me ha dado.

22. y ella se levantó, y vio una gloria y una luz que los ojos no podían soportar, y que no cabe sea descrita. y prosternándose, dijo: ¡OH mi Señor y mi Dios, pon tu mano sobre mí!

23. y él posó su mano sobre ella, y la bendijo, y María tomó su mano, y la abrazó, y la puso sobre sus ojos, y lloró, y dijo: Yo me inclino ante esta mano que ha creado el cielo y la tierra y todo cuanto en ella hay, y te doy gracias y te alabo, porque me has juzgado digna en esta hora igualmente cara para mí y para los que están ante ti.

24. Y dijo: ¡Oh Señor! Tómame contigo. Y él respondió: Tú estarás en el Paraíso corporalmente hasta el día de la resurrección, y los ángeles te servirán. Pero tu espíritu puro lucirá en la mansión del Padre de la plenitud.

25. y los discípulos, acercándose a María, dijeron: ¡Oh madre de la luz, ruega por el mundo del que vas a salir!

26. y la bienaventurada María exclamó, llorando: ¡Oh mi Señor, y mi Dios, y mi maestro Jesucristo, tú que, por la voluntad de tu Padre y por la ayuda del Espíritu Santo, y por efecto de una divinidad y de una voluntad únicas, has creado la tierra y el cielo, y cuanto contienen; yo te ruego que escuches la plegaria que te hago por tus servidores y por los hijos del bautismo, por los justos y por los pecadores, para que les concedas tu gracia. Recibe a los que comulguen en ti, a los que ofrezcan presentes en mi nombre ya los que te interroguen en sus plegarias, en sus deseos y en sus sufrimientos. Haz que sean librados de sus dolores, y que hallen lo que han esperado en su fe, y aparta de ellos los males que se les quiera causar. Cura sus enfermedades, aumenta sus riquezas y multiplica sus hijos. Ayúdalos en cuanto emprendan, y otórgales la dicha de tomar parte en tu reino. Aleja de ellos a su enemigo, Satán, lleno de malicia. Aumenta su fuerza e inclúyelos en el rebaño del pastor dulce, bueno, clemente y misericordioso. Cumple, en esta y en la otra vida, lo que espere el que te suplique Invocando mi nombre, y protéjalos tu asistencia, según has prometido tú, que eres constante en tus promesas, infinito en la misericordia y cuyo nombre merece ser glorificado hasta el fin de los siglos. Amén.

27. Y el Señor lo dijo: Yo te concedo lo que pides, y conforme a lo que pides. No los privaré de mi gracia, ni de mi misericordia. Y todos, jubilosos, contestaron: Amén.

28. Entonces Jesús dijo a Pedro ya los discípulos: He aquí que la hora llega. y todos, incluso los ángeles, loaron y glorificaron a Dios en alta voz, y, derramando muchas lágrimas, arrojaron incienso con gran respeto y piedad.

29. Y el rostro de la bienaventurada María resplandeció con una claridad maravillosa, y extendiendo las manos los bendijo a todos. Y el Señor tendió su santa mano y tomó su alma pura, que fue llevada a los tesoros del Padre.

30. y se produjo una luz y un aroma suave que en el mundo no se conocen. Y he aquí que una voz vino del cielo, diciendo: Yo te saludo, dichosa María. Bendita y honrada eres entre todas las mujeres. y Juan, el discípulo, extendió su mano, y Pedro cerró sus ojos, y Pablo extendió sus pies, y Nuestro Señor subió a su reino eterno escoltado por los ángeles y en medio
de alabanzas.

31. y pusieron una piedra a la puerta de la caverna en que estaba el cuerpo de la Virgen, y permanecieron en oración. y el Espíritu Santo esparció una gran luz que los envolvió, y no podían verse entre sí ni nadie podía verlos tampoco.

32. y la Virgen sin mancha fue llevada en triunfo al Paraíso sobre carros de fuego. Y una nube elevó a los asistentes y cada cual fue devuelto al lugar de que había venido, y no quedaron más que los discípulos, que estuvieron tres días en oración, y que oían siempre el cántico de los cánticos.

33. Y, estando así reunidos, he aquí que Tomás, uno de los discípulos, llegó sobre una nube. Yel cuerpo de la bienaventurada María iba a hombros de los ángeles, y él gritó que se detuvieran, para obtener la bendición de la Virgen.

34. y cuando estuvo con sus compañeros, que seguían orando, Pedro le dijo: Tomás, hermano, ¿qué te ha impedido asistir al tránsito de María y ver los milagros obrados y obtener su bendición?

35. Y Tomás respondió: Me lo ha impedido el servicio de Dios, porque, en el momento en que el Espíritu Santo me avisó, yo predicaba, y estaba bautizando a Golodio, hijo de la hermana del rey. ¿Dónde se halla ahora el cuerpo de María?

36. Y ellos dijeron: En esta caverna. Y él dijo: Lo quiero ver y recibir su bendición antes de admitir la verdad de lo que me decís.

37. Y los discípulos replicaron: Tú desconfías siempre de lo que te decimos. Lo mismo te sucedió cuando la resurrección del Señor, que no creíste hasta que lo viste, y te mostró las huellas de los clavos y de la lanza, y entonces gritaste: ¡Oh Señor y Dios mío!

38. Y Tomás contestó: Ya sabéis quién es Tomás, y no descansaré hasta que vea el sepulcro en que reposa el cuerpo de María, y si no, no creeré nada.

39. Y Pedro se levantó colérico, a toda prisa, y los discípulos lo ayudaron a quitar la piedra, y no hallaron nada, y tuvieron gran extrañeza, y dijeron: Hemos estado ausentes, y los judíos habrán llegado, y habrán hecho lo que hayan querido.

40. Y Tomás les dijo: No os aflijáis, hermanos, porque al venir yo de la India en una nube vi el santo cuerpo, acompañado de multitud de ángeles, con gran gloria, y pedí que me bendijese, y me dio este ceñidor.

41. Y cuando los discípulos lo vieron, alabaron a Dios con fervor, y cerraron la caverna con una piedra, y subieron al monte Olivete, y allí se pararon, y  dijeron: ¡Oh Jesucristo, Dios y Señor nuestro! Tú nos has sacado de los dolores de este mundo, y nos has mostrado tu grandeza y nos has hecho bendecir por la Virgen María antes de llevarla de este mundo efímero, y nos has prometido que nos darás el poder de obrar sobre el áspid y el basilisco y el maligno demonio, y nos has dicho que en el día del Juicio estaremos en doce sitiales para juzgar a las doce tribus de Israel. Dígnate ahora bendecirnos.

42. Y se prosternaron ante el Señor, y los bendijo, y empezaron a cantar las alabanzas de la Virgen María.

43. Y he aquí que sonó entre ellos una voz que decía: Vuelva a su lugar cada uno de vosotros. Y carros de fuego llegaron sobre nubes, y cada uno fue devuelto a su residencia, y los muertos a sus sepulcros.

 

CAPITULO VI – ENTRADA DE MARÍA EN EL PARAÍSO

1. Y cuando María hubo sido llevada al Paraíso, vino Nuestro Señor Jesucristo con multitud de espíritus celestes. Y los fundamentos del Paraíso están en la tierra, y llegan hasta el cielo, y de ellos arrancan cuatro ríos. Y cuando el diluvio cubrió la tierra, el Señor no permitió al agua llegar al Paraíso.

2. Y dijo ala bienaventurada María: Contempla la gloria a que has sido transportada.

3. Y ella se alzó y vio una gran gloria, inasequible a la vista del hombre, y he aquí que Enoch, Elías, Moisés y los demás profetas y patriarcas y elegidos adoraron al Señor ya la Virgen, y se fueron.

4. y dijo el Señor a María: He aquí los bienes que he prometido y preparado a los santos.

5. Y, levantando los ojos, vio María magníficas y esplendentes moradas, y admirables coronas de mártires, y árboles perfumados y soberbios, y un aroma que no es posible describir.

6. y el Señor tomó frutos de aquellos árboles y los dio a la Virgen, y f le dijo: Sube a lo alto del cielo y verás. y ella subió y vio el primero y el segundo cielos, y en el tercero vio la mansión celeste y otras grandes maravillas, y loó a Dios, que había creado en los cielos tantas cosas admirables, que el hombre no puede pintar ni comprender.

7. Y el Señor ordenó al Sol que se detuviera en las puertas del cielo, con una de sus fases vuelta al Paraíso, y el Señor, en un carro de fuego, estaba encima de él.

8. y María vio los tesoros de la luz, donde están la nieve, y el granizo, y el rocío, y el trueno, y la lluvia y todo lo semejante. Y vio las legiones de los ángeles, con las alas abiertas, diciendo: Santo, Santo, Santo. y vio las doce casas de la luz, y en la puerta de cada una un guardián.

9. y vio la puerta grande de los Jerusalenes celestes, y escritos sobre ella los nombres de los justos Abraham, Isaac, Jacob, David y todos los profetas, desde Adán.

10. Y, al entrar la bienaventurada María por la primera puerta, los ángeles se inclinaron y la alabaron, y al entrar por la otra puerta, los querubines le ofrecieron sus plegarias y, al entrar por la tercera, la glorificaron los serafines.

11. y cuando pasó la cuarta puerta, miríadas de ángeles la alabaron, y cuando cruzó la quinta, la loaron el trueno y la tempestad, y cuando traspuso la sexta, los ángeles exclamaron: Santo, Santo, Santo es el Señor Sabaoth. Salud y gloria a ti. El Señor sea contigo, alabada entre todas las mujeres, y alabado sea el que ha nacido de ti.

12. y cuando pasó la séptima puerta, la luz la loó, y cuando cruzó la octava, la alabaron la lluvia y el rocío, y en la novena, Gabriel y Miguel y los demás ángeles la adoraron, y en la décima, el Sol, y la Luna, y las estrellas, y los restantes astros la adoraron.

13. Y en la oncena, la loaron las almas de los discípulos, los profetas y los justos.

14. y en la duodécima vio a su Hijo, rodeado de gran esplendor y sentado en su trono, y ella se inclinó ante la majestad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

15. Y, volviendo los ojos a la Jerusalén celeste, quedó llena de estupor, sin poder comprender lo que veía, y el Señor le tomó la mano y le mostró los bienes y los tesoros de la Santa Iglesia, y otras cosas que no puede el ojo verlas, ni oírlas el oído, ni la lengua contarlas, ni el espíritu humano comprenderlas. y esas cosas serán otorgadas a los fieles, y gozarán de ellas por todos los siglos.

16. y la bienaventurada María fue hacia el Libertador de las criaturas, y él le dijo: Ésta es la morada de Enoch, donde él es alabado constantemente. Amén.

 

CAPITULO VII – MARÍA RUEGA AL CRISTO POR LOS PECADORES

1. y la bienaventurada María alzó los ojos, y vio muchos hombres que se movían, e innumerables tabernáculos. y había gran olor de incienso, y muchos cánticos, y todos los reunidos loaban a Dios.

2. y dijo María: Oh, Señor, ¿qué hombres son ésos?

3. y él contestó: Son los tabernáculos de los justos, y esas luces significan el honor de que gozan junto a mí. Y en el último día, resucitarán para gozar de estos bienes, y disfrutarán de una alegría aún más grande, y existirán por los siglos de los siglos.

4. y he aquí que la bienaventurada María vio otra región, muyoscura, de la que salía mucho humo, y un fétido olor, como de azufre, y un gran fuego. y en él muchos hombres que gritaban y que lloraban.

5. y dijo María: Señor, ¿qué hombres son esos que sufren en el fuego y en las tinieblas?

6. y él dijo: Es la región de la gehenna, en que están los pecadores, y ahí permanecerán hasta el último día, en que sus almas volverán a sus cuerpos, y sentirán una angustia y un dolor extremados, porque no habrán hecho penitencia de sus faltas, y estarán atormentados por un remordimiento continuo, como por un gusano roedor que no muere ni duerme. Y esto es porque, rebeldes a mis mandatos, han rechazado mi gracia y negado mi divinidad.

7. y cuando María vio las alabanzas de los justos, tuvo gran alegría, y cuando vio lo que esperaba a los pecadores, sintió gran tristeza, y rogó al Señor que tuviese piedad de los pecadores y los tratase con más dulzura, porque la naturaleza humana es débil. Y él se lo prometió.

8. Y tomándola de la mano, la llevó al Paraíso espléndido y santo, acompañada de todos los justos.

9. y he aquí que llegaron antes a Pedro, Pablo y Juan, pidiéndoles que anunciasen todo lo concerniente a María, y que se había aparecido a muchas personas dignas de crédito.

10. y he aquí uno de sus milagros: Había en el mar noventa y dos buques, y estaban a merced del viento y de las olas. Y los marineros invocaron a María, y ella se les apareció, y fueron salvados.

11. y unos viajeros sorprendidos por ladrones invocaron a María, y ella se les apareció e hirió a los malhechores como el rayo, y quedaron ciegos, y los viajeros salvados adoraron al Señor.

12. Y, habiendo caído en un pozo el hijo de una viuda, ésta invocó a María, y dijo: ¡Oh Santa María, asísteme y salva a mi hijo! y la Virgen apareció y sacó del pozo a su hijo, y éste no se ahogó.

13. y un hombre enfermo gravemente hacía seis años había dado mucho dinero a los médicos, sin conseguir curar. y quemó incienso, y dijo: ¡Oh Santa María, Madre del Redentor, vuelve los ojos a mi cuita y sálvame! Y ella le apareció, y lo tocó, y él curó de su enfermedad, y fue al templo, y dio gracias a Dios ya la Virgen.

14. y un gran barco lleno de hombres naufragó en el mar, y ellos gritaron: ¡Protégenos, oh Virgen bendita! y se les apareció, y los condujo a tierra sanos y salvos.

15. y un dragón, que salió de una caverna, atacó a dos mujeres que iban de viaje, y al ir a devorarlas invocaron a María, diciendo: Sálvanos. Y se apareció la Virgen María, e hirió con su mano al dragón, y le abrió la cabeza hasta las orejas, y las mujeres alabaron a Dios.

16. y un mercader reunió mil dineros para comprar mercancías, y perdió su bolsa, y no lo notó hasta transcurrido gran trecho, y se puso a golpearse el rostro ya llorar. y luego imploró a la Virgen, diciendo: ¡Oh bienaventurada Virgen, asísteme! y ella se le presentó y dijo: Sígueme y no te aflijas. Y la siguió hasta el lugar en que perdió su bolsa, y la encontró, y siguió su camino alabando a Dios ya Nuestra Señora.

17. y cuando los discípulos supieron los milagros obrados en Roma y en otros sitios, glorificaron a Dios, y tuvieron gran júbilo y escribieron las cosas que había hecho María en su vida y después de su muerte. Y era el año 345 de la era de Alejandro.

18. y hubo muchos milagros en otras ciudades que, si se escribiesen, llenarían infinidad de libros.

19. y los discípulos dijeron: Celebremos su fiesta tres veces cada año, porque sabemos que los ángeles la ensalzan con júbilo, y que por ella el mundo será salvado.

20. y marcaron para celebrar su conmemoración el segundo día siguiente a la Natividad del Señor, para que las malas hierbas pereciesen, y para que las mieses prosperasen, y para que los reyes fuesen protegidos por María, y para que no hubiese guerra entre ellos.

21. y fijaron el día decimoquinto del mes para que los insectos no saliesen a destruir las siembras, lo que trae el hambre, y hace que los hombres vayan entonces a los lugares santos a pedir que Dios los libre de tal plaga.

22. y señalaron el tercer día de su fiesta en el15 del mes, que es cuando ella salió del mundo, e hizo milagros, y cuando los árboles y los frutos maduran.

23. y dispusieron que, al llevar una ofrenda al Señor, se presentaría en la iglesia, y que los sacerdotes debían orar sobre ella, y decir: Hemos establecido los ritos según los cuales deben los que están bautizados ofrecer sus sacrificios, para que no tengan nada de común con los que no creen en ti ni en tu madre, que a los que creen ya les has ofrecido tus bienes. Concédenos la alegría y los bienes que has prometido a tus elegidos. Danos esos bienes que no puede ver el ojo, ni oír la oreja, ni comprender el espíritu. Y atiende a nuestras plegarias por el rebaño que ves en torno nuestro. Recíbelos en tu custodia, y ayúdalos, sin consentir que ninguno perezca, en nombre de Santa María y de todos los santos. Amén.

24. y mientras los discípulos estaban en oración en los lugares sagrados, he aquí que el Señor Jesucristo se les apareció, diciendo: Regocijaos, que cuanto pedís se os dará, y vuestros deseos se cumplirán en vuestro Padre celeste.

25. y la bienaventurada María me ha mostrado a mí, Juan, que predico el Señor, aunque indigno, todas las cosas que Cristo le ha mostrado, y me ha dicho: Escribe estos hechos, hijo, y añádelos a los libros que escribiste antes de yo salir de este mundo perecedero. Y te pedirán que los muestres, y quienes los lean serán henchidos de gozo, y alabarán el nombre de Dios,
y, aunque indigno, el mío.

26. y te hago saber que en el fin de los tiempos los hombres estarán llenos de desgracias, y de guerras, y de hambres, y de terror, por culpa de los muchos pecados que habrán cometido y de su poca caridad.

27. y muchas calamidades barrerán la tierra. Y sólo será preservado el hombre que se humille, y el que desee los bienes divinos, y el que trabaje con denuedo en hacer el bien, y el que ejerza la caridad y la misericordia, y el que tema la cólera de su Creador.

28. y muchos milagros se verán en el cielo y en la tierra. Y vendrá el Hijo eterno, nacido del Padre antes de los siglos, y llegará a Betlehem, y no hallará entre los hombres fe ni justicia.

29. y la bienaventurada María me llamó: Hijo mío, y yo le dije: Oh madre mía, la salud sea contigo, y tu bendición se expanda a doquiera vuelvas tus ojos. Yo espero en tus plegarias y en tu intercesión. Libra al mundo de sus dolores y haz que los hombres entren en el sendero de la fe y de la verdad. No falte el amor del Señor a Adán ni a su raza, creada por la mano de Dios, y el enemigo del hombre sea apartado por la misericordia del Señor.

30. y la bienaventurada María contestó: Amén. y los años que la Virgen, madre de Dios, vivió sobre la tierra, fueron cincuenta y nueve, y desde su natalicio hasta que entró en el templo habían pasado tres años. Y estuvo once y tres meses en el templo, y llevó nueve meses en su seno al Señor Jesús, y pasó treinta años con él, cuando vivía sobre la tierra, y desde su ascensión al cielo pasaron once años, y así se completan los cincuenta y nueve. Confiemos en sus ruegos cerca de su Hijo querido para salvar nuestras almas por los siglos de los siglos. Amén. El humilde José, hijo de Khalil Nunnak, ha trascripto esta historia. Dios incluya en su misericordia cuantos la escribieron, la leyeron o la oyeron. Amén.

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Documentos Históricos sobre la Asunción

Presentamos dos documentos históricos reseñados por el Padre Cardoso en su publicación “La Asunción de María Santísima”.

El primero es la carta de Dionisio el Egipcio o el Místico (no Dionisio el Areopagita, discípulo de San Pablo) a Tito, Obispo de Creta, que data de fines del Siglo III a mediados del Siglo IV, y publicada por primera vez en alemán por el Dr. Weter de la Facultad de Tubinga en 1887. Dice el Padre Cardoso que el Dr. Nirschl, que la ha estudiado, fija como fecha el año 363, declarándola absolutamente auténtica. Esta misma carta ha sido mencionada en el Capítulo 5 de nuestro estudio (¿Existe un sepulcro de la Santísima Virgen María?) al tratar de definir el sitio de la sepultura de María.

Este documento histórico es importantísimo para conocer cuál era la tradición en Jerusalén acerca de la Asunción de María, pues es lo más próximo que se conoce a la tradición de los mismos testigos presenciales del hecho, es decir, los Apóstoles. Dice así:
“Debes saber, ¡oh noble Tito!, según tus sentimientos fraternales, que al tiempo en que María debía pasar de este mundo al otro, es a saber a la Jerusalén Celestial, para no volver jamás, conforme a los deseos y vivas aspiraciones del hombre interior, y entrar en las tiendas de la Jerusalén superior, entonces, según el aviso recibido de las alturas de la gran luz, en conformidad con la santa voluntad del orden divino, las turbas de los santos Apóstoles se juntaron en un abrir y cerrar de ojos, de todos los puntos en que tenían la misión de predicar el Evangelio. Súbitamente se encontraron reunidos alrededor del cuerpo todo glorioso y virginal. Allí figuraron como doce rayos luminosos del Colegio Apostólico. Y mientras los fieles permanecían alrededor, Ella se despidió de todos, la augusta (Virgen) que, arrastrada por el ardor de sus deseos, elevó a la vez que sus plegarias, sus manos todas santas y puras hacia Dios, dirigiendo sus miradas, acompañadas de vehementes suspiros y aspiraciones a la luz, hacia Aquél que nació de su seno, Nuestro Señor, su Hijo. Ella entregó su alma toda santa, semejante a las esencias de buen olor y la encomendó en las manos del Señor. Así es como, adornada de gracias, fue elevada a la región de los Angeles, y enviada a la vida inmutable del mundo sobrenatural.

“Al punto, en medio de gemidos mezclados de llantos y lágrimas, en medio de la alegría inefable y llena de esperanza que se apoderó de los Apóstoles y de todos los fieles presentes, se dispuso piadosamente, tal y como convenía hacerlo con la difunta, el cuerpo que en vida fue elevado sobre toda ley de la naturaleza, el cuerpo que recibió a Dios, el cuerpo espiritualizado, y se le adornó con flores en medio de cantos instructivos y de discursos brillantes y piadosos, como las circunstancias lo exigían. Los Apóstoles inflamados enteramente en amor de Dios, y en cierto modo, arrebatados en éxtasis, lo cargaron cuidadosamente sobre sus brazos, como a la Madre de la Luz, según la orden de las alturas del Salvador de todos. Lo depositaron en el lugar destinado para la sepultura, en el lugar llamado Getsemaní.

“Durante tres días seguidos, ellos oyeron sobre aquel lugar los aires armoniosos de la salmodia, ejecutada por voces angélicas, que extasiaban a los que las escuchaban; después nada más.

“Eso supuesto para confirmación de lo que había sucedido, ocurrió que faltaba uno de los santos Apóstoles al tiempo de su reunión. Este llegó más tarde y obligó a los Apóstoles que le enseñasen de una manera palpable y al descubierto el precioso tesoro, es decir, el mismo cuerpo que encerró al Señor. Ellos se vieron, por consiguiente, obligados a satisfacer el ardiente deseo de su hermano. Pero cuando abrieron el sepulcro que había contenido el cuerpo sagrado, lo encontraron vacío y sin los restos mortales. Aunque tristes y desconsolados, pudieron comprender que, después de terminados los cantos celestiales, había sido arrebatado el santo cuerpo por las potestades etéreas, después de estar preparado sobrenaturalmente para la mansión celestial de la luz y de la gloria oculto a este mundo visible y carnal, en Jesucristo Nuestro Señor, a quien sea gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén”.

El segundo documento es de San Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia. Es un sermón por él predicado en la Basílica de la Asunción en Jerusalén, por el año 754, ante varios Obispos y muchos Sacerdotes y fieles:
“Ahí tenéis con qué palabras nos habla este glorioso sepulcro. Que tales cosas hayan sucedido así, lo sabemos por la “Historia Eutiquiana”, que en su Libro II, capítulo 40, escribe:

`Dijimos anteriormente cómo Santa Pulqueria edificó muchas Iglesias en la ciudad de Constantinopla. Una de éstas fue la de las Blanquernas, en los primeros años del Imperio de Marciano. Habiendo, pues, construído el venerable templo en honor de la benditísima y siempre Virgen María, Madre de Dios … buscaban diligentemente los Emperadores llevar allí el sagrado cuerpo de la que había llevado en su seno al Todopoderoso, y llamando a Juvenal, Arzobispo de Constantinopla, le pidieron las sagradas reliquias’.

“Juvenal contestó en estos términos: `Aunque nada nos dicen las Sagradas Escrituras de lo que ocurrió en la muerte de la Madre de Dios, sin embargo nos consta por la antigua y verídica narración que los Apóstoles, esparcidos por el mundo por la salud de los pueblos, se reunieron milagrosamente en Jerusalén, para asistir a la muerte de la Santísima Virgen.’

“La Historia Eutiquiana nos dice luego, que los Apóstoles, después de la sepultura de la Virgen, oyeron durante tres días los coros angélicos; después nada más. Ahora bien, como Santo Tomás llegó tarde, abrieron la tumba y debieron comprobar que no estaba allí el sagrado cuerpo. Repuestos de su estupor, no acertaron los Apóstoles a inferir otra cosa, sino que Aquél que le plugo nacer de María, conservándola en su inviolable virginidad, se complació también en preservar su cuerpo virginal de la corrupción y en admitirlo en el Cielo antes de la resurrección general’

“Oído este relato, Marciano y Pulqueria pidieron a Juvenal que les enviase el ataúd y los lienzos de la gloriosa y santísima Madre de Dios, todo cuidadosamente sellado. Y, habiéndolos recibido, los depositaron en la dicha Iglesia de la Madre de Dios en las Blanquernas. Y es así como sucedió todo esto”.

Nos dice el Padre Cardoso que esta “Historia Eutiquiana”, de la que tomó San Juan Damasceno el relato, se cree por los Padres Bolandistas, que data de San Eutiquio, contemporáneo y amigo de San Juvenal, el cual ocupó la sede de Jerusalén del año 418 al 458. El relato de San Juvenal es considerado como absolutamente histórico y nos dice que la Iglesia Católica lo ha incluido en el Breviario (Liturgia de las Horas).

Por otra parte, no cabe la menor duda de que el ataúd y mortaja de María fueron, desde la segunda mitad del Siglo V, objeto de veneración para los fieles en la Basílica de los Blanquernos en Constantinopla.

Fuente: Bienaventurada.com

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