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El Viaje de los Reyes Magos a Belén: Visión de Catalina Emmerich

He visto llegar hoy la caravana de los Reyes, por la noche, a una población pequeña con casas dispersas, algunas rodeadas de grandes vallas.

Me parece que es éste el primer lugar donde se entra en la Judea…

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La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Aunque aquella era la dirección de Belén, los Reyes torcieron hacia la derecha, quizás por no hallar otro camino más directo.

Al llegar allí su canto era más expresivo y animado; estaban más contentos porque la estrella tenía un brillo extraordinario: era como la claridad de la luna llena, y las sombras se veían con mucha nitidez.

A pesar de todo, los habitantes parecían no reparar en ella. Por otra parte eran buenos y serviciales.

Algunos viajeros habían desmontado y los habitantes ayudaban a dar de beber a las bestias.

Pensé en los tiempos de Abrahán, cuando todos los hombres eran serviciales y benévolos.

Muchas personas acompañaron a la comitiva de los Reyes Magos llevando palmas y ramas de árboles cuando pasaron por la ciudad.

La estrella no tenía siempre el mismo brillo: a veces se oscurecía un tanto; parecía que daba más claridad según fueran mejores los lugares que cruzaban.

Cuando vieron los Reyes resplandecer más a la estrella, se alegraron mucho pensando que sería allí donde encontrarían al Mesías.

Esta mañana pasaron al lado de una ciudad sombría, cubierta de tinieblas, sin detenerse en ella, y poco después atravesaron un arroyo que se echa en el Mar Muerto.

Algunas de las personas que los acompañaban se quedaron en estos sitios.

He sabido que una de aquellas ciudades había servido de refugio a alguien en ocasión de un combate, antes que Salomón subiera al trono.

Atravesando el torrente, encontraron un buen camino.

Esta noche volví a ver el acompañamiento de los Reyes que había aumentado a unas doscientas personas porque la generosidad de ellos había hecho que muchos se agregaran al cortejo.

Ahora se acercaban por el Oriente a una ciudad cerca de la cual pasó Jesús, sin entrar, el 31 de Julio del segundo año de su predicación.

El nombre de esa ciudad me pareció Manatea, Metanea, Medana o Madián.

Había allí judíos y paganos; en general eran malos.

A pesar de atravesarla una gran ruta, no quisieron entrar por ella los Reyes y pasaron frente al lado oriental para llegar a un lugar amurallado donde había cobertizos y caballerizas. En este lugar levantaron sus carpas, dieron de beber y comer a sus animales y tomaron también ellos su alimento.

Los Reyes se detuvieron allí el jueves 20 y el viernes 21 y se pusieron muy pesarosos al comprobar que allí tampoco nadie sabía nada del Rey recién nacido.

Les oí relatar a los habitantes las causas porque habían venido, lo largo del viaje y varias circunstancias del camino.

Recuerdo algo de lo que dijeron.

El Rey recién nacido les había sido anunciado mucho tiempo antes.

Me parece que fue poco después de Job, antes que Abrahán pasara a Egipto, pues unos trescientos hombres de la Media, del país de Job (con otros de diferentes lugares) habían viajado hasta Egipto llegando hasta la región de Heliópolis.

No recuerdo por qué habían ido tan lejos; pero era una expedición militar y me parece que habían venido en auxilio de otros.

Su expedición era digna de reprobación, porque entendí que habían ido contra algo santo, no recuerdo si contra hombres buenos o contra algún misterio religioso relacionado con la realización de la Promesa divina.

En los alrededores de Heliópolis varios jefes tuvieron una revelación con la aparición de un ángel que no les permitió ir más lejos.

Este ángel les anunció que nacería un Salvador de una Virgen, que debía ser honrado por sus descendientes. Ya no sé cómo sucedió todo esto; pero volvieron a su país y comenzaron a observar los astros.

Los he visto en Egipto organizando fiestas regocijantes, alzando allí arcos de triunfo y altares, que adornaban con flores, y después regresaron a sus tierras.

Eran gentes de la Media, que tenían el culto de los astros.

Eran de alta estatura, casi gigantes, de una hermosa piel morena amarillenta.

Iban como nómadas con sus rebaños y dominaban en todas partes por su fuerza superior.

No recuerdo el nombre de un profeta principal que se encontraba entre ellos.

Tenían conocimiento de muchas predicciones y observaban ciertas señales trasmitidas por los animales.

Si éstos se cruzaban en su camino y se dejaban matar, sin huir, era un signo para ellos y se apartaban de aquellos caminos.

Los Medos, al volver de la tierra de Egipto, según contaban los Reyes, habían sido los primeros en hablar de la profecía y desde entonces se habían puesto a observar los astros.

Estas observaciones cayeron algún tiempo en desuso; pero fueron renovadas por un discípulo de Balaam y mil años después las tres profetisas, hijas de los antepasados de los tres Reyes, las volvieron a poner en práctica.

Cincuenta años más tarde, es decir, en la época a que habían llegado, apareció la estrella que ahora seguían para adorar al nuevo Rey recién nacido.

Estas cosas relataban los Reyes a sus oyentes con mucha sencillez y sinceridad, entristeciéndose mucho al ver que aquéllos no parecían querer prestar fe a lo que desde dos mil años atrás había sido el objeto de la esperanza y deseos de sus antepasados.

A la caída de la tarde se oscureció un poco la estrella a causa de algunos vapores, pero por la noche se mostró muy brillante entre las nubes que corrían, y parecía más cerca de la tierra.

Se levantaron entonces rápidamente, despertaron a los habitantes del país y les mostraron el espléndido astro.

Aquella gente miró con extrañeza, asombro y alguna conmoción el cielo; pero muchos se irritaron aun contra los santos Reyes, y la mayoría sólo trató de sacar provecho de la generosidad con que trataban a todos.

Les oí también decir cosas referentes a su jornada hasta allí. Contaban el camino por jornadas a pie, calculando en doce leguas cada jornada.

Montando en sus dromedarios, que eran más rápidos que los caballos, hacían treinta y seis leguas diarias, contando la noche y los descansos.

De este modo, el Rey que vivía más lejos pudo hacer, en dos días, cinco veces las doce leguas que los separaban del sitio donde se habían reunido, y los que vivían más cerca podían hacer en un día y una noche tres veces doce leguas.

Desde el lugar donde se habían reunido hasta aquí habían completado 672 leguas de camino, y para hacerlo, calculando desde el nacimiento de Jesucristo, habían empleado más o menos veinticinco días con sus noches, contando también los dos días de reposo.

La noche del viernes 21, habiendo comenzado el sábado para los judíos que habitaban allí, los Reyes prepararon su partida.

Los habitantes del lugar habían ido a la sinagoga de un lugar vecino pasando sobre un puente hacia el Oeste.

He visto que estos judíos miraban con gran asombro la estrella que guiaba a los Magos; pero no por eso se mostraron más respetuosos.

Aquellos hombres desvergonzados estuvieron muy importunos, apretándose como enjambres de avispas alrededor de los Reyes, demostrando ser viles y pedigüeños, mientras los Reyes, llenos de paciencia, les daban sin cesar pequeñas piezas amarillas, triangulares, muy delgadas, y granos de metal oscuro. Creo por eso que debían ser muy ricos estos Reyes.

Acompañados por los habitantes del lugar dieron vueltas a los muros de la ciudad, donde vi algunos templos con ídolos; más tarde atravesaron el torrente sobre un puente, y costearon la aldea judía.

Desde aquí tenían un camino de veinticuatro leguas para llegar a Jerusalén.

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La Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús: visión de Catalina Emmerich

Se apearon al llegar cerca de la gruta de la tumba de Maraña, en el valle, detrás de la gruta del Pesebre.

Los criados desliaron muchos paquetes, levantaron una gran carpa e hicieron otros arreglos con la ayuda de algunos pastores que les señalaron los lugares más apropiados…

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La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Se encontraba ya en parte arreglado el campamento cuando los Reyes vieron la estrella aparecer brillante y muy clara sobre la colina del Pesebre, dirigiendo hacia la gruta sus rayos en línea recta.

La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro.

No se veía casa alguna por la densa oscuridad, y la colina aparecía en forma de una muralla.

De pronto vieron dentro de la luz la forma de un Niño resplandeciente y sintieron extraordinaria alegría. Todos procuraron manifestar su respeto y veneración.

Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta.

Mensor la abrió, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en sus visiones.

Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto.

En esto José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fue a su encuentro.

Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que habían venido para adorar al Rey de los Judíos recién Nacido, cuya estrella habían observado, y querían ofrecerle sus presentes.

José los recibió con mucho afecto. El pastor anciano los acompañó hasta donde estaban los demás y les ayudó en los preparativos, juntamente con otros pastores allí presentes.

Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo.

Brillaban con reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas.

En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo con sus grandes mantos.

Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas de su familia, además, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequeña mesa, una carpeta con flecos y otros objetos.

Los Reyes siguieron a José, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta, cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos ponía sobre ella las cajitas de oro y los recipientes que desprendían de su cintura.

Así ofrecieron los presentes comunes a los tres.

Mensor y los demás se quitaron las sandalias y José abrió la puerta de la gruta.

Dos jóvenes del séquito de Mensor, que le precedían, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirándose después hacia atrás, siguiéndoles otros dos con la mesita donde estaban colocados los presentes.

Cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, el rey Mensor depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra.

Detrás de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se inclinaban con toda humildad y respeto.

Mientras tanto Sair y Teokeno aguardaban atrás, cerca de la entrada de la gruta. Se adelantaron a su vez llenos de alegría y de emoción, envueltos en la gran luz que llenaba la gruta, a pesar de no haber allí otra luz que el que es Luz del mundo.

María se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un brazo, a la izquierda del Niño Jesús, el cual estaba acostado dentro de la gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde había nacido.

Cuando entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tomó al Niño en sus brazos, cubriéndolo con un velo amplio.

El rey Mensor se arrodilló y ofreciendo los dones pronunció tiernas palabras, cruzó las manos sobre el pecho, y con la cabeza descubierta e inclinada, rindió homenaje al Niño.

Entre tanto María había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía. María sostenía su cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro.

El Niño tenía sus manecitas juntas sobre el pecho y las tendía graciosamente a su alrededor. ¡Oh, qué felices se sentían aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Niño Rey!.

Viendo esto decía entre mí: «Sus corazones son puros y sin mancha; están llenos de ternura y de inocencia como los corazones de los niños inocentes y piadosos.

No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del amor».

Yo pensaba: «Estoy muerta; no soy más que un espíritu: de otro modo no podría ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen en este momento.

Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay tiempo: en Dios todo es presente.

Yo debo estar muerta; no debo ser más que un espíritu».

Mientras pensaba estas cosas, oí una voz que me dijo: «¿Qué puede importarte todo esto que piensas?… Contempla y alaba a Dios, que es Eterno, y en Quien todo es eterno».

Vi que el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puñado de barritas compactas del tamaño de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que brillaban como oro. Era su obsequio.

Lo colocó humildemente sobre las rodillas de María, al lado del Niño Jesús. María tomó el regalo con un agradecimiento lleno de sencillez y de gracia, y lo cubrió con el extremo de su manto.

Mensor ofrecía las pequeñas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo, buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable.

Después se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad, ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras.

Era un recipiente de incienso, lleno de pequeños granos resinosos, de color verde, que puso sobre la mesa, delante del Niño Jesús.

Sair ofreció incienso porque era un hombre que se conformaba respetuosamente con la Voluntad de Dios, de todo corazón y seguía esta voluntad con amor.

Se quedó largo rato arrodillado, con gran fervor.

Se retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad.

Sus miembros algo endurecidos no le permitían arrodillarse: permaneció de pie, profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tenía una hermosa planta verde.

Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeñas ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra.

Ofreció la mirra por ser el símbolo de la mortificación y de la victoria sobre las pasiones, pues este excelente hombre había sostenido lucha constante contra la idolatría, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas.

Lleno de emoción estuvo largo tiempo con sus cuatro acompañantes ante el Niño Jesús.

Yo tenía lástima por los demás que estaban fuera de la gruta esperando turno para ver al Niño.

Las frases que decían los Reyes y sus acompañantes estaban llenas de simplicidad y fervor.

En el momento de hincarse y ofrecer sus dones decían más o menos lo siguiente:

«Hemos visto su estrella; sabemos que Él es el Rey de los Reyes; venimos a adorarle, a ofrecerle nuestros homenajes y nuestros regalos».

Estaban como fuera de sí, y en sus simples e inocentes plegarias encomendaban al Niño Jesús sus propias personas, sus familias, el país, los bienes y todo lo que tenía para ellos algún valor sobre la tierra.

Le ofrecían sus corazones, sus almas, sus pensamientos y todas sus acciones.

Pedían inteligencia clara, virtud, felicidad, paz y amor.

Se mostraban llenos de amor y derramaban lágrimas de alegría, que caían sobre sus mejillas y sus barbas.

Se sentían plenamente felices.

Habían llegado hasta aquella estrella, hacia la cual desde miles de años sus antepasados habían dirigido sus miradas y sus ansias, con un deseo tan constante.

Había en ellos toda la alegría de la Promesa realizada después de tan largos siglos de espera.

María aceptó los presentes con actitud de humilde acción de gracias.

Al principio no decía nada: sólo expresaba su reconocimiento con un simple movimiento de cabeza, bajo el velo.

El cuerpecito del Niño brillaba bajo los pliegues del manto de María. Después la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a cada uno de los Reyes, y echó su velo un tanto hacia atrás.

Aquí recibí una lección muy útil. Yo pensaba: «¡Con qué dulce y amable gratitud recibe María cada regalo!

Ella, que no tiene necesidad de nada, que tiene a Jesús, recibe los dones con humildad.

Yo también recibiré con gratitud todos los regalos que me hagan en lo futuro». ¡Cuánta bondad hay en María y en José! No guardaban casi nada para ellos, todo lo distribuían entre los pobres.

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Cuidado con mensajes de supuestos videntes que dicen que el Papa Francisco en el anticristo [2013-03-07]

Una operación para dividir.
En los últimos tiempos han aparecido algunos videntes que supuestamente reciben mensajes de la Virgen María o de Jesucristo, y que manejan planteos milenaristas que citan “el día y la hora”, y que ahora se han dedicado a boicotear el pontificado de Francisco, en una clara operación de crear divisiones. Apelando a la tradición y doctrina de la Iglesia y a la seriedad de otras apariciones serias, aunque aún no aprobadas por la Iglesia, hacemos esta advertencia.

 

 

Hay tres reglas básicas para otorgar una confianza inicial a un mensaje o profecía:

a) la concordancia con la revelación (la Biblia) y la tradición de la Iglesia;

b) sus frutos, si divide a los hermanos no viene de Dios y si convierte y aglutina es posible que sea real; 

c) conocer al vidente: su historia, las características de la recepción, sus pensamientos actuales; si el vidente permanece oculto, es mal signo.

De cualquier forma insistimos que cada mensaje, sea de quien sea, ede siempre ser discernido en oración.

TERESA DE ÁVILA SENTÓ CRITERIOS SOBRE LAS LOCUCIONES     

Muchos son los que dicen que han escuchado las palabras del Cielo. El Señor habla a todos. Sobre todo, lo hace a través de nuestra intuición.

Cuando pensamos que estamos escuchando al Señor, ¿cómo sabemos que es él?

Un estándar fue establecido por la gran Teresa de Ávila quien dijo que cuando es auténtico, lo que el Señor dice es indeleble y sin una palabra malgastada. Sus mensajes operan en más de un nivel (como la Escritura).

No dice mucho, pero lo dice bien. 

«Porque el Señor impregna sus palabras sobre la memoria, de modo que es imposible olvidarlas, mientras que las palabras que salen de nuestro propio entendimiento es como el primer movimiento del pensamiento, que pasa y se olvida», dijo esta gran santa (y Doctora de la Iglesia).

Cuando una locución es como el pensamiento de alguien o un modelo de hablar, es sospechoso, porque cuando el Señor habla, dice esta santa, existen marcados efectos espirituales así como palabras.

NINGÚN ATAQUE

En ningún caso importante conocido las locuciones han atacado o sancionado a sacerdotes, obispos o al Papa, ciñéndose a la norma de la obediencia. Tampoco hay otros ataques personales o divagaciones.

«Cuando una locución viene del diablo, no sólo es incapaz de dejar atrás los buenos efectos, sino que deja los malos», agregó la santa.

«Además de dejarnos en un estado de gran aridez, el alma sufre una inquietud como la que he experimentado en muchas ocasiones en que el Señor me ha permitido estar expuesta a muchos tipos de dolor de tentación y pruebas espirituales. Los placeres y las alegrías que el diablo otorga son, en mi opinión, de una inmensa diversidad. Mediante estos placeres bien podrían engañar a cualquiera que no está viviendo, o no ha experimentado, otro placer dado por Dios».

«El diablo puede jugar muchos trucos, y así no hay nada tan cierto como que siempre debemos conservar nuestras dudas acerca de esto, y proceder con cautela».

UN VIDENTE FALSO CONTRA EL PAPA FRANCISCO

En una clara operación contra el Papa Francisco y manejando una teoría milenarista de origen protestante y anti católica, ha aparecido una supuesta vidente irlandesa que dice cosas como estas:

«El reino de la Casa de Pedro [del Papa Francisco] llegará a su fin y pronto mi querido Papa Benedicto XVI guiará a los hijos de Dios de su lugar del  exilio. Pedro, mi apóstol, el fundador de la Iglesia en la tierra, guiará en los difíciles Últimos Días, mientras que mi Iglesia luchará por su propia vida».

Esta supuesta profecía de Jesucristo, que se emitió el viernes pasado, y se ha extendido rápidamente en Internet y blogs de todo el mundo, sugiere con mal disimulada intención, la idea de no obedecer al Papa.

Esta supuesta profecía es de una mujer irlandesa que se llama a sí misma María de la Misericordia Divina, cuyo «Libro de la Verdad», ha sido traducido y distribuido en diferentes ambientes.

¿QUIÉN ES MARÍA DE LA MISERICORDIA DIVINA? NADIE LO SABE

Quien pretende recibir mensajes de Jesucristo en un flujo continuo, grabó un mensaje donde se puede oír su voz en una entrevista donde dice ser una mujer de negocios irlandesa y madre de cuatro niños, que comenzó por sorpresa a ser destinataria de los mensajes divinos el 9 de noviembre de 2010.

Pero nadie ha visto a la mujer, ni su nombre es conocido, y hay quienes piensan en la propia Irlanda que no hay una tal María y sí un grupo de personas anónimas difundiendo esas presuntas revelaciones para fines poco claros.

MILENARISMO QUE USA A GARABANDAL DE UNA MANERA ABUSIVA

El contenido de los mensajes de Nuestra Señora de la Divina Misericordia se revela como una forma clásica de milenarismo. Se trata de corriente que afirma conocer detalles acerca de cómo y cuándo – con fechas precisas – será el fin de los tiempos: una corriente que la Iglesia, en las palabras del «Catecismo de la Iglesia católica» condena como un «falsificación del Reino futuro» porque los buenos fieles saben que no se puede saber «ni el día ni la hora» (Mateo 25: 13) e incluso la modalidad.

María de la Divina Misericordia anuncia que está en acto «el aviso», el período que se habría predicho por Nuestra Señora en las apariciones de Garabandal (1961-1965). Estas apariciones no fueron reconocidas aún por la Iglesia, pero – como sea – no hay que confundir el movimiento de los fieles que están interesados en Garabandal con el grupo de oración «Jesús a la humanidad», que reúne a los seguidores de María de la Divina Misericordia.

De hecho, la gran mayoría de los devotos de Garabandal no aceptan los mensajes de Nuestra Señora de la Divina Misericordia y denuncian su intento de conectarse a Garabandal como abusivo.

ESTAMOS EN LA GRAN TRIBULACIÓN

Maria afirma que el período de la Gran Tribulación comenzó en diciembre de 2012 y finalizará en mayo de 2016.

En este período, el Anticristo será revelado, precedido por el Falso Profeta, su aliado. En algún momento durante este tiempo, de acuerdo con María:

«dos cometas chocarán en el cielo», y todo el mundo verá sus pecados y «el estado de su alma delante de Dios.»

«Muchas personas caerán a tierra y llorarán lágrimas de alivio» y «cualquier persona de edad superior a 7 años experimentará un encuentro privado místico con Jesucristo, que tendrá una duración de hasta 15 minutos.»

Miles de millones de personas se convertirán. El Anticristo y el Falso Profeta serán derrotados y tendrá lugar la segunda venida de Jesús Cristo y el Milenio, del reino futuro de Dios, que no coincide con el fin del mundo, sino con el comienzo de un período que tendrá una duración de, literalmente, mil años en los que Satanás será atado y no podrá tentar a los buenos.

Estamos en el ámbito de lo que la teología llama «milenarismo mitigado», una doctrina también condenada por la Iglesia en varias ocasiones, la más reciente en el «Catecismo de la Iglesia Católica».

MENSAJES CONTRA EL PAPA FRANCISCO

Utilizando también las profecías atribuidas a san Malaquías, María comenzó hace meses a predecir que Benedicto XVI sería «expulsado del Vaticano» por una conspiración de cardenales. Hoy afirma haber predicho la renuncia del Papa Ratzinger, y eso es lo que la hizo tan famosa en muchos países. Pero, en realidad, si uno lee sus mensajes, se da cuenta de que no ha predicho lo que realmente ocurrió.

De acuerdo con los textos de María, Benedicto XVI debería haber sido expulsado del Vaticano en contra de su voluntad. Pero no fue así. Es bastante obvio que el Papa Ratzinger renunció por su propia voluntad y que no va a promover ninguna cruzada contra el nuevo Papa, como lo predijo María, y que por el contrario ha prometido obediencia.

Para María de la Divina Misericordia – o quién está detrás de este nombre –el Papa Francisco en cambio, es el Falso Profeta, el aliado del Anticristo. Ya durante el Cónclave María había predicho que el que fuera elegido, habrá sido por un engaño organizado por infieles cardenales en connivencia con la masonería y los Illuminati.

Ahora explica que la coronación del Papa Francisco

«será celebrada en todos los rincones de la Tierra por parte de grupos masónicos»,

y que durante la Semana Santa, el Papa hará un «gesto de profanación del Santo Nombre» de Jesús que será visible a todos los que «tienen ojos para ver», y finalmente revelará a Francisco como el Falso Profeta.

 

 

¿QUÉ DEBEN HACER LOS BUENOS SEGÚN ESTA VIDENTE?

Rechazar a Francisco, considerar como único y verdadero Papa a Benedicto XVI y aceptar el «sello del Dios vivo», un nuevo símbolo revelado a María de la Divina Misericordia que está conectado a una oración para que usted esté seguro de la protección divina durante el período de la Gran Tribulación.

Al final de la Gran Tribulación – como se ha mencionado, en mayo de 2016 – entonces habrá tres días y tres noches de tinieblas que preceden a la Segunda Venida de Jesús Cristo para anunciar el Milenio.

UNA TEORÍA CLÁSICA DE LOS PROTESTANTES

Para cualquier persona que estudia los movimientos milenaristas, en todo esto no hay nada particularmente nuevo. Ésta es una actualización, tomando como referencia al Papa Francisco, de las ideas que circulan en los círculos protestantes desde hace varios siglos, y siempre han influido en algunos católicos, condenados clarísimamente por el «Catecismo de la Iglesia Católica».

Las profecías que dan detalles y fechas de los tiempos finales están condenadas por la Iglesia como falsas profecías. Y, por supuesto, son tanto más graves si incitan a la rebelión contra el Papa y ponen su confianza en profetas anónimos que nadie ha visto nunca, e incluso en nuevos signos y oraciones fuera de la tradición católica.

El hecho de que decenas de miles de personas – especialmente en el mundo de habla Inglesa, y en algunos países de Europa del Este – presten credibilidad a estos engaños es otra señal de la extraordinaria confusión que reina en las almas.

Fuentes: Spirit Daily, La Nouva Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos

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