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El Relicario más Grande de la Cristiandad contiene las Reliquias de los Reyes Magos

La Catedral de Colonia, Alemania, es un edificio monumental con 5 naves.

Construido para contener el mayor relicario del mundo.

El relicario contiene los supuestos restos de tres enigmáticos personajes relacionados con Jesucristo.

relicario de los reyes magos en colonia
El mayor relicario del mundo

La catedral fue diseñada para contener las reliquias de los Tres Reyes Magos.
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Celebra su fiesta todos los 6 de enero, conmemorando la Epifanía de Jesús.
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Y también los 23 de julio conmemorando que ese día de 1164 llegaron allí los restos.

Llevados desde Milán hasta Colonia por el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I “Barbarroja”.

Éste se los entregó al arzobispo de la ciudad, Reinaldo de Dassel.

Desde ese momento se ha constituido gran centro de peregrinaje internacional.

Veamos que se sabe de los Reyes Magos, de sus reliquias, cómo llegaron a Colonia, y que hay dentro del relicario.

Leer también:

 

QUIENES FUERON LOS REYES MAGOS

La primera sorpresa: en la Biblia apenas se encuentran menciones sobre los supuestos Tres Reyes Magos.
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Tres de los cuatro evangelistas los ignoran.
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Sólo aparecen mencionados en el Evangelio de San Mateo, pero no habla de reyes, sino de «magoi».
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Y no dice cuantos eran.

Por otro lado, en su traducción de la Biblia Martín Lutero habla de ellos como «los sabios de Oriente».

No obstante, no sería la traducción correcta, ya que «magoi» significa magos.

Debido a que en la época de Lutero la palabra mago conllevaba una connotación negativa, eligió una descripción más inocente.

Cuando San Mateo escribió su Evangelio, el término «magoi» englobaba a los miembros de la casta de los sacerdotes persa-babilónica.

Quienes se ocupaban de la astronomía y de la astrología, que en ese momento era un mismo cuerpo de conocimientos.

El concepto «judiciario» (personas que estudian la posición y el movimiento de los astros) habría sido correcto.

No fue hasta el siglo V cuando los magos se convirtieron en reyes.
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Debido seguramente a que en el Antiguo Testamento había una profecía que hablaba que el Mesías recibiría regalos de los reyes. 

Tizimin reyes retablo

Pero, ¿al menos eran tres?
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Pura especulación, pues Mateo no habla de ninguna cifra, sólo menciona que los «magoi» le traen al niño Jesús oro, incienso y mirra.
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En base a que fueron tres regalos se estableció que debían haber sido tres.

El evangelista también menciona otro detalle: el asunto de la estrella.

«Vimos salir una estrella y la seguimos para venerarle», relatan los «magoi».

«Y la estrella, que vieron en el cielo, les guió hasta el lugar donde estaba el niño».

Así, a lo largo de los años la existencia de la estrella de Belén no sólo cautivó a los teólogos, sino también a los astrónomos.

Actualmente muchos científicos están convencidos de que sí  apareció la estrella.

En muchas imágenes es representada como un cometa con una larga estela,

Mientras la mayoría de los investigadores creen que se trató de una conjunción – aspecto de dos astros que ocupan una misma casa celeste – creada al ponerse los planetas Saturno y Júpiter uno al lado del otro, muy cerca.

Una aproximación de este tipo, algo que sólo sucede cada 800 años, tuvo lugar como pudo comprobarse unos años antes del nacimiento de Cristo.

Algo que hace el asunto aún más sorprendente: porque de acuerdo a las investigaciones actuales, Jesús no habría nacido en el año que fue marcado como año cero del inicio de nuestra era, sino unos años antes.

Por otro lado, el nombre de los Tres Reyes Magos no tiene su origen en la Biblia.

La primera vez que aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar fue en el siglo VI.

El monje benedictino inglés Beda Venerabilis supo en torno al año 725 que Melchor fue un anciano con barba blanca, Baltasar un hombre de mediana edad con una barba tupida negra y Gaspar un mozalbete sin barba.

En base a esto los asignó a los continentes conocidos entonces: Europa, Asia y Africa.

Posteriormente, Baltasar fue calificado como un moro noble de África.

De esta manera, los reyes representaban a todos los hombres del planeta: mayores y jóvenes, negros y blancos.

Una bella historia y si se quiere, una leyenda de migrantes.

   

LAS RELIQUIAS

Hay varias tradiciones sobre donde se encuentran los restos de los Reyes Magos.

Aunque ninguna de las tradiciones se considera como un hecho establecido, o incluso como particularmente probable por la historia secular.

Marco Polo afirmó que se le mostró las tres tumbas de los Reyes Magos en Saveh, al sur de Teherán, en la década de 1270.

En Persia se le llamaba la ciudad de Saba, y se establece que en esta ciudad están enterrados en tres monumentos muy grandes y hermosos.
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Y por encima de ellos hay un edificio cuadrado, muy bien cuidado.
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Los cuerpos están todavía enteros, con el pelo y la barba restante.

Pero también una capilla de los Reyes Magos en la catedral de Colonia, de acuerdo a la tradición, contiene los restos de los Reyes Magos.
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Supuestamente fueron descubiertos por primera vez por Santa Elena en su famosa peregrinación a Palestina y Tierra Santa.
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Ella tomó los restos de la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla, que más tarde se trasladaron a Milán.
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Antes de ser enviados a su lugar de descanso actual por el emperador Federico I en el año 1164.
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Los milaneses celebran su parte en la tradición con la celebración de un desfile de disfraces medievales cada 6 de enero.

relicario_reyes_magos en monte athos

También en el Monasterio de Cristo Salvador del Monte Athos hay un relicario de oro del siglo IV que contiene los regalo que los Reyes Magos supuestamente llevaron a jesús.
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Fue donado al monasterio por Mara Brankovic en el siglo XV, hija del rey de Serbia, esposa del sultán otomano Murat II y madrina de Mehmet II el Conquistador.
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Al parecer, formaban parte de las reliquias del Santo Palacio de Constantinopla, y se dice que se mostraban allí desde el siglo IV.

Altar Mayor de Catedral de Colonia, Alemania

  

LAS RELIQUIAS DE LOS MAGOS EN COLONIA

¿Están sus restos realmente en el la catedral de Colonia?

Para saberlo hay que seguir la historia de las reliquias.

Al parecer Flavia Iulia Helena Augusta, también conocida como Helena de Constantinopla y madre del emperador romano Constantino I, descubrió los restos durante un viaje de peregrinación a Palestina.

A través de Constantinopla, los huesos llegaron a Milán, conquistada de nuevo en 1161 por el emperador Federico Barbarroja.

Inmediatamente después acabaron en manos del arzobispo de Colonia Rainald von Dassel.

No está claro si fue un regalo del emperador o si él mismo llegó a ellos.

En cualquier caso, llevó el trofeo de guerra a la ciudad alemana.

Aunque los restos no habían causado demasiado revuelo hasta el momento, durante su viaje Dassel fue haciendo paradas y consiguió elevar enormemente la popularidad de las valiosas reliquias.

Así, Colonia acabó convirtiéndose en una ciudad de peregrinación, junto a Santiago de Compostela y Roma, gracias a la llegada de las reliquias.

Para poner de relieve la gran importancia de los huesos, Colonia ordenó al más famoso orfebre, Nikolaus von Verdun, un trabajo de orfebrería titánico: la creación del cofre que duró 40 años en hacerse.

El Relicario de los Tres Reyes es de aproximadamente 110 cms de ancho, 153 cms de alto, y 220 cms de  largo.
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Las tres partes forman una especie de basílica.
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Dos sarcófagos pegados el uno al otro, y el tercer sarcófago descansa sobre las aristas superiores de los otros dos.

La estructura básica está hecha de madera, con baño de oro y plata y decorada con filigranas, esmalte, y unas 1000 piedras preciosas.

Estas últimas incluyen muchos cameos y piezas grabadas, alguna aún pre-cristiana.

Todo el relicario está envuelto con una elaborada cubierta decorativa.

Hay 74 figuras en bajorrelieve de plata dorada, sin contar las figuras adicionales, más pequeñas, en la decoración del fondo.

En los lados, las imágenes de profetas decoran la parte más baja, mientras que las imágenes de los apóstoles y evangelistas decoran la parte superior.

catedral de colonia
Fachada de la Catedral de Colonia

Un extremo muestra imágenes de la Adoración de los Magos, María entronizada con el Niño Jesús, y el Bautismo de Cristo, y arriba, Cristo entronizado en el Juicio Final.

El otro extremo muestra las escenas de la Pasión y la Crucifixión, con Cristo resucitado arriba.

Este extremo tiene asimismo un busto de Rainald de Dassel en el centro.

Pero aquello no era suficiente para albergar el mayor relicario de la cristiandad, según Colonia.
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Debían construir una nueva catedral, más grande que la antigua, para que fuera la mayor Iglesia sobre la Tierra.
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Así comenzó la construcción de la nueva catedral de Colonia, que perdura hasta nuestros días.

Los peregrinos así como los turistas, se asombraban al ver las dimensiones y los fastuosos decorados de la iglesia.

Sus torres se elevan 157 metros por encima de la ciudad, sus puertas de bronce son colosales.

Y su longitud es de 144 metros por 45 de ancho y 43 de altura, lo que la coloca entre las 10 iglesias más grandes del planeta.

  

¿Y QUE HAY DENTRO DEL RELICARIO?

Las calaveras de los reyes – sin la mandíbula inferior – se colocaron durante un tiempo sobre una de las tablas de la época para colocar cráneos.
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Desde 1322 hasta 1794 se mantuvieron intactas en la capilla de la catedral de Colonia a medio terminar.
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Después, tuvo que ponerse todo a resguardo debido al avance de las tropas francesas.

Cuestionar la autenticidad de las reliquias fue durante mucho tiempo algo impensable.

Hasta que en el siglo XIX, el interés científico fue tan grande que se volvió a abrir el cofre.

Fue el 21 de julio de 1864 cuando los investigadores, con gran sorpresa, descubrieron los esqueletos casi completos de un joven de 12 años y de dos hombres mayores, de 30 y 50 años.
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Las edades encajaban con la representación de los Tres Reyes Magos.

relicario de los reyes magos

Y no fue la única sorpresa.

Más de cien años después, en 1979, se analizó la tela con la que habían envuelto los huesos.

El resultado: se trataba de un damasco de seda y púrpura del siglo II o III después de Cristo.

La ropa era por tanto más antigua de lo que se pensaba.

Era de la antigua edad, pero quizás no de los tiempos de Jesús.

Los propios huesos no han sido nunca analizados hasta el momento.

El experto y escritor Manfred Becker-Huberti solicitó en la década de los noventa llevar a cabo un análisis de los restos óseos. «Técnicamente sería posible», indicó.

No obstante, la catedral de Colonia lo rechazó.

El presidente del cabildo de la catedral, Norbert Feldhoff, lo niega.

«No es para nada importante y por ello nunca nos hemos decidido al respecto», afirmó.

«Se trata de una cuestión de devoción».

Por tanto, seguirá siendo una incógnita quién yace realmente en el gran cofre dorado. Quizás sea mejor así.

Para Goethe, lo más fascinante era aquella mezcla de hechos y leyendas que no habían sido clarificadas.

Escribió a un amigo de Colonia:

«Historia, tradición, probable, improbable, fábula con naturaleza, probabilidad, realidad, fundido todo hasta con el último y más individual relato, desarma como un cuento de hadas toda la crítica».

Puede ser que el cofre dorado de la catedral de Colonia no albergue los Tres Reyes Magos, o tal vez sí, pero guarda en cualquier caso una bonita historia.

  

UNA VERDADERA PRÁCTICA DE PRESERVACIÓN

Tal vez nuestra mirada se dirija en una dirección equivocada.

Tal vez lo importante no sea saber qué es lo que realmente hay dentro del suntuoso relicario.

Que los árboles no nos oculten la vista del bosque.

Tal vez lo verdaderamente esencial es reafirmar, frente a incrédulos y enemigos, cómo la Iglesia Católica ha custodiado, no sólo esa reliquia, sino muchas otras, que nos hablan de historia, de memorias, de permanente vida en Dios.

Existen cristianos – obviamente no católicos – que niegan absolutamente todo lo afirmado por la Iglesia de Cristo.

Para justificar la locura y la insania de los reformadores, predican una supuesta apostasía temprana de la primera Iglesia, que fue supuestamente rescatada y elevada nuevamente, pero 1.500 años después, por Lutero, Calvino, Swinglio y otros.

Nada más lejos de la realidad.

La Iglesia ha custodiado los restos de los Apóstoles: la tumba de San Pedro está en la Catedral que lleva su nombre. La de San Pablo, está en San Pablo Extramuros.

En las catacumbas subterráneas existen frescos que relatan la vida de fe de los primeros cristianos.

Eso habla de devoción, de una fe íntegra que se trasmitió por siglos, de generación en generación, hasta llegar a nosotros.

Todo ha sido custodiado con amor y reverenciado como parte material de un tesoro espiritual.

Entonces, dejando de lado las habladurías sin sentido que niegan lo evidente, alegrémonos de pertenecer a una Iglesia que ha sido fiel y lo sigue siendo, a pesar de las faltas y pecados de los hombres que han formado y forman parte de ella.

Nosotros entre ellos.

Y no dejemos que ningún desánimo turbe nuestro espíritu.

Las palabras del Maestro todavía resuenan y lo seguirán haciendo, en nuestras almas:

«Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo».

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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La Inolvidable Historia del Cuarto Rey Mago

Todos conocemos la historia de oro, incienso y mirra que llevaron Gaspar, Melchor y Baltasar al Niño Dios.

Vemos imágenes de los tres reyes que visitaron a Jesús en casi todas las escenas de la natividad.

Es una escena maravillosa y hermosa para contemplar: Jesús honrado como Rey por primera vez recién nacido.

Y honrado por los paganos nada menos, presagiando tanto el rechazo del Mesías por el pueblo elegido, como el mensaje universal de Cristo.

Aunque maravilloso todo lo que es demasiado familiar a menudo pierde un cierto brillo que puede ser recuperado a través de la mezcla imaginativa.
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Y aquí encaja la Historia del Otro Rey Mago que ayuda a restaurar el peso de la imaginación y nos obliga a preguntarnos sobre nosotros mismos.

La Historia del Otro Rey Mago, de Henry Van Dyke, fue publicada por primera vez en la revista Harper en 1893, y en forma de libro en 1896.

Es la historia de un cuarto hombre sabio, llamado Artabán, que había acordado con los otros tres reyes magos viajar a Jerusalén para honrar al Niño Dios.

El texto completo de la historia, que es de dominio público y lo puedes encontrar aquí

Van Dyke desarrolla la historia tradicional y algo desgastada de los magos de una manera nueva y refrescante.

La historia de Artabán es realmente la historia de todos nosotros.

Todos estamos llamados a ser más sabios.

No vemos a Jesús en el camino como Artabán espera verlo.

Debemos, como Artabán, pasar la vida buscando y después, hacer el bien con el tiempo precioso pero breve se nos ha asignado.

Todos somos peregrinos en este mundo, en una peregrinación de toda la vida a nuestro verdadero hogar, para el cual fuimos creados.

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

 

LA HISTORIA DEL OTRO REY MAGO

En las montañas de la antigua Persia vivía Artabán, cuyo estudio de los planetas y las estrellas le llevó a predecir el nacimiento del Rey de Reyes.

Vendió su casa y cada posesión y compró una gran zafiro azul como un fragmento del cielo nocturno.

Un rubí sin defectos, más rojo que un rayo de sol.

Y una perla lustrosa tan pura como el pico de una montaña de nieve en el crepúsculo.

Él pretendía llevarlos como homenaje al rey.

Antes de que los pájaros hubieran plenamente despertado a su fuerte canto matinal, antes de que la niebla blanca hubiera comenzado a levantarse perezosamente en la llanura, el otro sabio estaba en la silla de montar.

Caminó con rapidez a lo largo del camino real, que bordeaba la base del monte Orontes, hacia el oeste…

A continuación se dirigió a Jerusalén donde él había arreglado para reunirse con otros tres hombres sabios o magos, para encontrar el recién nacido.

Artabán lleva sus regalos para el niño bajo su capa: el zafiro, el rubí y la perla.

A lo largo de la historia se encuentra en situaciones difíciles y sus dones le proporcionan los medios necesarios para remediarlos.

 

EL PRIMER REGALO

Después de muchas semanas de viaje difícil y de frustrantes retrasos, una noche, vio a un hombre tendido en la carretera.

Su cara ojerosa, pálida piel y dificultad para respirar, llevaban la marca de la fiebre mortal.

Sin embargo, cuando se volvió para irse el hombre le pidió ayuda.

Artabán vaciló.

Pero se puso sin demoraba a atender a un extraño moribundo, incluso con el riesgo de perder a sus tres amigos.

Pero si él se iba ahora el hombre seguramente moriría.

Se volvió hacia el enfermo y lo asistió con cuidado, dejando con él todo lo que tenía de pan y vino, y su reserva de hierbas curativas.

“No tengo nada que darle a cambio”, dijo el hombre agradecido,

“… sólo esto: nuestros profetas han decretado que el Mesías nacería en Belén, no en Jerusalén.

Que el Señor te lleve en condiciones de seguridad a ese lugar, porque has tenido compasión de los enfermos”.

Artabán se apresura a reanudar su viaje, deseoso de encontrarse con sus amigos y decirles que deben ir a Belén no a Jerusalén.

Sin embargo, cuando se llega al punto de encuentro, el Templo de las Siete Esferas sólo encontró este mensaje:

“Ya no podemos esperar más, síguenos a través del desierto”.

Artabán se sentó en el suelo y se cubrió la cabeza con desesperación.

“¿Cómo puedo cruzar el desierto sin comida y con un caballo desgastado?

Debo regresar a Babilonia, vender mi zafiro, y comprar un tren de camellos, y provisiones para el viaje”.

Artabán dio marcha atrás a Babilonia, vendió el zafiro, y compró un tren de camellos, y las provisiones para el viaje.

Él tiene la esperanza de que, puesto que sus tres amigos iban dirigidos por error a Jerusalén, llegarán a Belén en el momento en que él también está llegando.

Pero no es así.

El desvío a Babilonia a comprar provisiones le ha llevado demasiado tiempo.

En el momento en que Artabán llega a Belén no encuentra ninguna señal de un Rey recién nacido ni de sus amigos.

Llega tres días después de que los sabios han entregado sus regalos de oro, incienso y mirra a los pies de Jesús.

María y José ya han huido llevando al niño Jesús a Egipto.

 

EL SEGUNDO REGALO

Artabán se entera de todo esto por una joven madre de la ciudad, que le ofrece hospitalidad en su casa.

Pero de repente una salvaje confusión y alboroto en las calles del pueblo, chillidos y lamentos de las voces de las mujeres.

Un estruendo de trompetas, un choque de espadas, y un grito desesperado:

“Los soldados los soldados de Herodes están matando a nuestros hijos”.

El rostro de la joven madre se puso pálido de terror.

Tomó a su hijo contra su pecho y se agachó inmóvil en el rincón más oscuro de la habitación, cubriéndolo entre los pliegues de su túnica, para que no se despertara y llorara.

Artabán fue rápido y se puso en la puerta de la casa.

Sus anchos hombros llenaban el portal de lado a lado, y el pico de su gorra blanca tocaba el dintel.

Los soldados llegaron corriendo por la calle con las manos ensangrentadas y espadas que goteaban.

A la vista del extraño en su vestido dudaron con sorpresa.

El capitán de la banda se acercó al umbral y lo empujó a un lado. Pero Artabán no se movió.

Su cara estaba tan tranquila como si estuviera observando las estrellas.

Y mirando al soldado en silencio por un instante le dijo en voz baja:

“Estoy solo en este lugar, y yo estoy esperando para dar esta joya al capitán prudente que me deje en paz”.

Mostró el rubí que brillaba en el hueco de su mano como una gran gota de sangre.

El capitán estaba sorprendido por el esplendor de la gema.

Las pupilas de sus ojos se expandieron por el deseo, y las líneas de la codicia se enmarcaron alrededor de los labios.

Él extendió su mano y tomó el rubí.

“¡Marchen adelante!”, gritó a sus hombres, “no hay ningún un niño aquí”.

Artabán suspiró:

“Ahora dos de mis dones han acabado; ya han pasado al hombre lo que estaba destinado para Dios, ¿voy a ser digno de ver el rostro del Rey?”

Pero la mujer, llorando de alegría, dijo suavemente:

“Por haber salvado la vida de mi pequeña, que el Señor te bendiga y te guarde y te conceda la paz”.

Y Artabán reanuda su viaje, pasando años en la búsqueda del niño de Belén.

 

 

EL TERCER REGALO

Él viaja a Egipto, y oye de un rabino que en la ciudad de Alejandría que el Mesías es más probable que se encuentre entre los humildes y despreciados del mundo.

Y Artabán viaja a través de todas las tierras de la diáspora judía, con la esperanza de encontrar algún rastro de este niño que ha nacido para ser rey.

Artabán vagó durante 33 años en busca de la pequeña familia de Belén.

Desgastado y cansado, enfermo ahora, y a punto de morir, pero que buscando al Rey, había venido por última vez a Jerusalén.

Había visitado a menudo la ciudad santa antes, y había buscado en todos sus suburbios y casuchas, y en las atestadas cárceles, sin encontrar ningún rastro de la familia de los nazarenos que había huido de Belén hace mucho tiempo.

Pero ahora parecía como si debía hacer un esfuerzo más, y algo en voz baja en su corazón le decía que por fin podría tener éxito.

Era la temporada de la Pascua. La ciudad estaba llena de extraños.

Los hijos de Israel, esparcidos en tierras lejanas de todo el mundo, habían regresado al templo para la gran fiesta, y había una confusión de lenguas en las calles.

Pero en este día hubo una agitación singularmente visible en la multitud.

El cielo estaba velado con un abatimiento portentoso.

Una marea secreta estaba caminando en una sola dirección.

El ruido de las sandalias y el sonido de miles de pies descalzos fluían sin cesar a lo largo de la calle que conduce a la puerta de Damasco.

Artabán se unió a un grupo de personas de su propio país, los judíos partos que habían subido para celebrar la Pascua, y les preguntó la causa del tumulto, y donde se dirigían.

Vamos al lugar llamado Gólgota, fuera de los muros de la ciudad, donde habrá una ejecución.

¿No has oído lo que ha sucedido?

Dos ladrones famosos van a ser ser crucificados, y con ellos otro, llamado Jesús de Nazaret, un hombre que ha hecho muchas obras maravillosas entre la gente, de modo que le quieren mucho.

Sin embargo, los sacerdotes y los ancianos han dicho que él debe morir, porque se decía a sí mismo Hijo de Dios.

Y Pilato le ha enviado a la cruz, porque dijo que él era el rey de los Judios”.

Estas palabras familiares cayeron sobre el corazón cansado de Artabán.

Le habían llevado durante toda la vida sobre la tierra y el mar.

Y ahora venían a él oscuramente y misteriosamente como un mensaje de desesperación.

El rey estaba a punto de perecer. Tal vez Él ya se estaba muriendo.

¿Podría ser el mismo que había nacido en Belén hacía treinta y tres años, cuyo parto había aparecido en la estrella en el cielo, y de cuya venida de los profetas habían hablado?

El corazón de Artabán venció la aprehensión, que es la dudosa la emoción de la vejez.

Pero dijo dentro de sí:

“Los caminos de Dios son más extraños que los pensamientos de los hombres, y puede ser que haya encontrada al Rey al fin, en manos de sus enemigos, y es el momento de ofrecer mi perla por su rescate antes de que muera”.

Así que el anciano siguió a la multitud con pasos lentos y dolorosos hacia la puerta de Damasco.

Más allá de la entrada una tropa de soldados macedonios llegó por la calle arrastrando una niña con vestido roto y el pelo despeinado.

El mago se detuvo para mirarla con compasión, se escapó de repente de las manos de sus verdugos, y se arrojó a sus pies. Había visto su gorra blanca y el círculo con alas sobre su pecho.

“Ten piedad de mí”, exclamó, “y sálvame, por el bien del Dios de la pureza. Yo también soy una hija de la verdadera religión que se enseña por los magos.

Mi padre era un comerciante de Partia, pero él está muerto, y me han tomado por sus deudas para ser vendida como esclava. Sálvame de la peor de las muertes

Artabán tembló.

Era el viejo conflicto en su alma, que había llegado a él en el palmeral de Babilonia y en la casa en Belén.

Conflicto entre la expectativa de la fe y el impulso del amor.

Dos veces el regalo que había consagrado al culto de la religión había sido extraído de sus manos al servicio de la humanidad sufriente.

Esta era la tercera prueba, el período de prueba definitiva, la elección final e irrevocable.

¿Era su gran oportunidad, o su última tentación?

Sólo una cosa estaba clara en la oscuridad de su mente, era inevitable.

¿Y lo inevitable no proviene de Dios?

Sólo una cosa estaba segura, que rescatar a esta chica indefensa sería un verdadero acto de amor.

¿Y no es el amor la luz del alma?

Tomó la perla de su pecho. Nunca había parecido tan luminosa, tan radiante, tan llena de lustre vivo. La puso en la mano de la esclava.

“¡Este es tu rescate, hija! Es el último de mis tesoros que he tenido guardado para el Rey”.

Mientras hablaba, la oscuridad del cielo se espesó y temblores corrieron a través de la tierra.

Las paredes de las casas se sacudieron de un lado a otro. Nubes de polvo llenaban el aire.

Los soldados huyeron aterrorizados, tambaleándose como borrachos.

Artabán estaba estremecido. ¿Para qué tenía que vivir?

Había regalado el último vestigio de su tributo para el rey. Se había extinguido la última esperanza de encontrarlo.

La búsqueda había terminado y había fallado. Pero, incluso en ese pensamiento había paz.

No era renuncia. No era sumisión. Era algo más profundo.

Él sabía que todo estaba bien, porque había hecho lo mejor que podía.

Había sido fiel a la luz que le había dada.

Sabía incluso que si pudiera vivir su vida en la tierra otra vez, no podía ser de otra manera de lo que había sido.

Una pulsación más prolongada del terremoto estremeció  el suelo.

Un azulejo pesado golpeó al anciano en la sien.

Quedó sin aliento y pálido, con la cabeza gris apoyada en el hombro de la joven, y la sangre goteando de la herida.

Su viaje había terminado. Se aceptaron sus tesoros. El Otro Rey Mago había encontrado al Rey.

 

MORALEJA SOBRE LA FE Y EL AMOR

Van Dyke describe el conflicto de Artabán como la expectativa de fe contra el impulso del amor.

Es un conflicto que a menudo ha estado presente durante los años transcurridos desde la Encarnación.

Por ejemplo la hermana de San Benito, Escolástica, oró para que su hermano pudiera mantenerse durante toda la noche hablando con ella en lugar de regresar a su monasterio, según lo prescrito por su famosa regla.

Artabán usa sus dones para salvar a un extraño enfermo, a un niño amenazado, y a una mujer a punto de ser esclava.

Pero hay unas las palabras de Cristo que resuenan en nuestros oídos:

“En verdad te digo, que cuanto has hecho a uno de los más pequeños de estos mis hermanos más pequeños, me lo has hecho a mí”.

Artabán, al igual que el hombre de la parábola, vendió todas sus posesiones para comprar las gemas para el rey; para obtener el reino de los cielos.

Esta era la expectativa de la fe.

Lo que no esperaba fue que él tendría que dar estos regalos a los demás por amor.

El Reino se obtiene a través de la entrega de uno mismo.

“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará”.

Nuestra tarea va a parecer tonta e incluso equivocada al mundo, como lo fue para uno de los interlocutores de Artabán al comienzo de la historia.

Esto es un sueño vano dijo Tigranes.

“Se trata de un exceso de mirar a las estrellas y la sobre estimación de los pensamientos elevados”.

Tigranes continuó diciendo que Artabán haría mejor ahorrando su dinero y poniéndolo en la construcción de una nuevo templo.

Y Tigranes estaba en lo correcto.

La Encarnación es para los soñadores un sueño tan fantástico que supera incluso a los más increíbles.

Artabán debería haber ahorrado su dinero y gastado en un templo, al igual que una mujer arrepentida debería haber vendido el perfume y el dinero gastado en los pobres.

Una vez más, el amor se niega a someterse a las reglas.

Y, por último, Artabán es un ejemplo para nosotros por su entrega de regalos.

Artabán dio honor a Jesús al dar regalos a los demás.

Al mostrar el amor por nuestros vecinos, mostramos el amor a Cristo.

Artabán descubrió esta maravillosa verdad después que dio sus dones.

Nosotros tenemos la ventaja de los Evangelios y por lo tanto podemos hacerlo como parte de nuestra fe.

Puedes ver aquí una película sobre esta historia.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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¿Quiénes Eran en Verdad los Reyes Magos?

¿Quiénes Eran en Verdad los Reyes Magos y de Dónde Venían?

El 6 de enero los cristianos occidentales celebran la visita de los «Reyes Magos» al niño Jesús. 

El relato de la visita de estos personajes se puede encontrar en Mateo 2: 1-18

 

Según la Escritura, “hombres sabios de Oriente” siguieron una estrella que les mostró donde había nacido Jesús y luego “se postraron y lo adoraron” (Mateo 2:11).

   

¿QUÉ SABEMOS ACERCA DE LOS «REYES MAGOS»?

La creencia tradicional de que había tres hombres es un desarrollo basado en los dones de oro, incienso y mirra registrados en Mateo 2:11.

La identificación de los magos como reyes se puede haber desarrollado a partir de una lectura del Salmo 72 que dice: “todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones” (Salmo 72:11).

La mayoría de los pesebres incluyen a los magos, pero sabemos por la Escritura que no llegaron hasta más tarde. 

Algunos estudiosos de la Biblia sugieren que esto puede no haber ocurrido hasta un año y medio después del nacimiento, en base a la orden del rey Herodes de matar a los niños varones de hasta dos años, según Mateo 2:16.

El hecho de que Herodes mandó matar a todos los niños de hasta dos años de edad sugiere que había pasado un tiempo. 

En cualquier caso, Mateo no nos dice exactamente cuánto tiempo había transcurrido entre el nacimiento de Jesús y su llegada.

   

¿CUÁL ERA EL OFICIO DE ESTOS HOMBRES?

La atribución de que eran magos se mantiene con algo de misterio.

A menudo, las traducciones de la Biblia usan la palabra astrólogos para magos. 

En griego, el idioma original del Evangelio, la palabra mago (magoi en plural) tiene cuatro significados:

1 – miembro de la clase sacerdotal de la antigua Persia, donde la astrología y la astronomía eran prominentes en los tiempos bíblicos;

2 – que tenía ciencia y poder oculto, y era experto en interpretación de los sueños, adivinación del futuro y la mediación espiritual;

3 – un mago propiamente; o

4 – un charlatán, que seduce a las personas que utilizan las prácticas antes mencionadas.

A partir de estas definiciones posibles y la descripción proporcionada en el Evangelio, la interpretación más extendida es que los magos podrían persas, probablemente sacerdotes-astrólogos, que podían interpretar las estrellas, en particular la estrella que proclamó el nacimiento del Mesías.

Incluso el antiguo historiador Heródoto (siglo 5 aC) podía dar fe de la destreza astrológica de la clase sacerdotal de Persia.

Más importante aún, la visita de los magos cumplía las profecías del Antiguo Testamento, en el que Balaam profetizó de la venida del Mesías marcado por una estrella:

“Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel (Núm 24:17)

Ya vimos que en el Salmo 72 se habla de cómo las naciones vendrán a adorar al Mesías.

Isaías también profetizó los regalos:

Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Saba vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh” (Isaías 60: 6).

Sin embargo el reino de Saba no era Persia.

   

¿DE DÓNDE VENÍAN?

Lo más común es considerar que estos personajes venían de Persia.

Esta corriente de opinión se basa en que al oriente de Palestina sólo la antigua Media, Persia, Asiria y Babilonia tienen un sacerdocio de Magos en el tiempo del nacimiento de Cristo.

Por lo que podrían haber venido desde alguna parte del Imperio Parto.

Probablemente cruzaron el desierto de Siria, entre el Eufrates y Siria, llegando a Haleb (Aleppo) o Tudmor (Palmyra), recorriendo el trayecto hasta Damasco y hacia el sur, en lo que ahora es la gran ruta a la Meca (darb elhaj, “el camino de los peregrinos”), continuando por el Mar de Galilea y el Jordán por el oeste hasta cruzar el vado cerca de Jericó.

Esto les habría insumido más de un año.

Sin embargo, por otro lado, la mirra y el incienso dan apoyo a pensar que podrían haber venido del actual Yemen.

Isaías profetizó que vendrían con incienso como obsequio al Redentor y Jeremías 6:20 nos confirma que el incienso bíblico se importaba de Seba.

La mirra también era un producto de Arabia y específicamente de Seba.

Los arqueólogos están de acuerdo cada vez más que el antiguo y poderoso reino de Saba se encontraba en el extremo sur de la península arábiga, y que estaba extendido profundamente en el este de África.

Los tres regalos de los magos indican un origen en Saba ya que el reino era conocido en primer lugar por su gran riqueza de las minas de oro de África.

En segundo lugar, la boswellia, árbol desde el que se extrae la goma que se utiliza para hacer incienso.

En tercer lugar, la commiphora, árbol desde el que se deriva la resina de mirra para que crece sólo en la península arábiga.

En tiempos antiguos la mirra tenía varios usos, inclusive el hacer de perfume, ungüento e incienso.

La Escritura nos dice que cuando el Redentor viniera, los descendientes de Abraham vendrían de Seba a verlo.

Los Salmos también hablan de estos regalos. En el Salmo 72 habla de la venida del Redentor.

El verso 10 dice “Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones” y el verso 15 dice “Y mientras viva se le dará del oro de Sabá”.

  

¿CUÁNTOS ERAN? ¿QUÉ REGALOS LLEVARON A JESÚS?

San Mateo registra que los magos trajeron tres dones como ya vimos.

Cada uno también tienen un significado profético: el oro, el regalo de un rey; el incienso el regalo para un sacerdote; y mirra, una pomada entierro, un regalo para alguien que moriría. 

San Ireneo (202 dC), en su Adversus haereses ofreció la siguiente interpretación de los dones de oro, incienso y mirra, que respectivamente significan un regalo para un rey, alabanza, y sufrimiento redentor, así como la virtud, la oración y dolor.

Tradicionalmente, pensamos en los tres magos como los tres reyes. 

Por lo general tenemos a los tres reyes en nuestro pesebre convergiendo de acuerdo a los tres regalos, quienes siguieron una estrella en ascenso en el este.

En realidad, la tradición más antigua es inconsistente en cuanto al número de los magos.

La tradición oriental favoreció 12.

En Occidente, varios de los padres de la Iglesia como San León Magno y San Máximo de Turín aceptaron tres.

Una pintura paleocristiana en Roma encontrada en el cementerio de los Santos Pedro y Marcelino representa a dos magos y en el cementerio de Santa Domitila, cuatro.

Desde el siglo VII en la Iglesia Occidental los magos han sido identificados como Gaspar, Melchor y Baltasar.

Una obra llamada Excerpta et Collectanea atribuida a San Beda (735 dC) escribió:

“Los magos fueron los que dieron regalos al Señor.
.
El primero se dice que ha sido Melchor, un anciano de pelo blanco de mucha barba que ofreció el oro al Señor como a un rey. 

El segundo fue Gaspar, joven, sin barba y de tez rojiza.

Él lo honró como a Dios por su don de incienso, una oblación digna de la divinidad. 

El tercero, fue un negro de piel clara y espesa barba, llamado Baltasar.

Su don de mirra testimonia al Hijo del Hombre que iba a morir”.

En el mundo antiguo era protocolo llevar regalos a un rey o a un objeto de culto.

En 243 aC, un rey sirio ofreció oro, incienso y mirra al dios Apolo.

La reina de Saba había traído a Salomón oro, especias y piedras preciosas.

Los regalos eran apropiados no sólo para un rey, sino para Dios, escribió San Juan Crisóstomo, comparándolos con las ofrendas tradicionales judías de animales.

Por esta razón, el santo cree que los magos adoraron a Jesús como Dios.

Otros afirman que los dones eran simplemente costumbre oriental y no siempre han tenido un significado especial.

Aunque algunos dicen que había tres regalos porque había tres reyes magos.

El Dr. Peter Kreeft encuentra significado en el número tres.

Tres hombres sabios, tres regalos, tres oficios (profeta, sacerdote y rey), tres partes del alma humana (intelecto, corazón y voluntad) debido a que el inventor y diseñador del hombre es tres. 

La mente medieval se hace eco por una muy buena razón: todo está hecho por la Trinidad, y lo que se hace debe reflejar su Hacedor.

  

¿QUÉ SUCEDIÓ CON ESTOS PERSONAJES DESPUÉS?

Un extracto de un calendario de santos medievales impreso en Colonia dice,

“habiendo sido sometidos a muchas pruebas y fatigas por el Evangelio, los tres reyes magos se reunieron en Sewa (Sebaste en Armenia) en el año 54 para celebrar la fiesta de Navidad. 

Entonces, después de la celebración de la misa, ellos murieron: San Melchor, el 1 de enero de 116 años; San Baltasar el 6 de enero de 112 años; y San Gaspar el 11 de enero de edad 109”.

El Martirologio Romano también enumera estas fechas como los respectivos días de fiesta de los Reyes Magos.

El emperador Zenón trajo llevó reliquias de los magos de Persia a Constantinopla en 490.

Las reliquias (ya sea las mismas u otras) aparecieron en Milán mucho más tarde y se mantuvieron en la Basílica de San Eustorgio.

El emperador Federico Barbarroja de Alemania, que saqueó Italia, llevó las reliquias a Colonia en 1162, donde permanecen hasta el día, en un precioso relicario ubicado en la catedral.

  

¿CÓMO INTERPRETAR SUS REGALOS HOY DÍA?

Es la temporada para la entrega de regalos, por lo que podemos interpretar lo que hay que llevar al Niño Jesús.

Una iglesia ortodoxa rusa ofreció algunas ideas para preparar nuestros propios dones de «oro, incienso y mirra.»

Mientras que el oro es el metal más precioso, el rey David dijo que la Palabra de Dios es lo más valioso y deseable.

Así que si estudiamos la Biblia y meditamos en ella, damos a Dios un regalo más precioso que el oro.

La fragancia del incienso se eleva a Dios, sirviendo como un regalo de agradecimiento agradable a Dios.

Si traemos a Dios nuestro regalo de “agradecimiento”, como se dice en los Salmos, sería complacer a Dios más que con el incienso.

La mirra es el aceite que contiene la savia aromática de un árbol con el que eran ungidos los reyes y sacerdotes. La palabra mirra significa amargura o tristeza.

Podemos llevar nuestra propia mirra-tristeza y remordimiento por nuestros pecados al Señor.

San Basilio el Grande también sugirió seguir el ejemplo de los Magos ofreciendo regalos a Dios:

Que no haya nadie sin un regalo para ofrecer, nadie sin agradecimiento al celebrar la salvación del mundo, el cumpleaños de la raza humana”

  

¿CÓMO VIVE EL MUNDO A LOS REYES MAGOS ACTUALMENTE?

Para nosotros, los nacidos en el siglo pasado, los Reyes Magos fueron siempre tres.

Y dependiendo de a quien se le hiciera la pregunta sobre quiénes eran, la contestación sería diferente.

Después de los siete u ocho años, ya se susurraba en voz baja la respuesta, para que los más chiquitos no se enteraran.

Y no nos interesaba si eran reyes o magos, porque en realidad no importaban por si mismos sino por los regalos que nos traían.

En esa época de nuestra niñez no nos cuestionábamos nada fuera del hecho de que de nada servía escribir cartitas.

Porque todo el mundo infantil sabia que los Reyes Magos en realidad nos dejaban lo que ellos querían.

Con el transcurso de los años fuimos aprendiendo a dejar de mirarnos a nosotros mismos y comenzamos a ver lo que pasaba a nuestro alrededor y comprendimos muchas cosas que antes nos parecían inexplicables.

La costumbre de hacer esperar a los niños la noche del 5 de enero los juguetes que a la mañana siguiente saldrían a exhibir orgullosos, generó también injusticias que deben haber hecho llorar a Jesús.

Porque, increíblemente, los Reyes parecían olvidarse sistemáticamente cada año de pasar por las casas y los barrios pobres.

Evidentemente los Sabios de Oriente fueron siempre inocentes de dicha terrible injusticia, a pesar que habían identificado y encontrado a quien sería el Rey Mesías esperado por el pueblo de Israel, de forma tan certera.

Y es que el género humano, el único género creado por Dios, eligió equivocarse desde el principio.

Y paradójicamente, en lugar de rectificar y ser mejor, insistió en continuar en el error a lo largo de la historia.

Porque, aún sabiendo que debía amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, eligió siempre no hacerlo.

Y finalmente llegado el siglo XXI, ha decidido sacudirse las creencias y eliminar la fe de su vida, para tranquilizar su conciencia.

Pero en esta loca carrera por el consumo sigue con la tradición de los Reyes Magos, que es lo único que parece calmar esa fiebre que lo devora.

Eso si, este género humano cada vez más deshumanizado, no cree en Jesús, a quien los verdaderos Reyes Magos llevaron sus regalos.

Pero sí le conviene creer en la fecha que le da cada año la oportunidad de gastar más allá de lo que puede, con el objetivo de compensar a sus hijos la poca atención que les presta durante el año, aunque no sea más que en parte.

Evidentemente Jesús no aprobaría esta conducta y mirándonos desde la Cruz o desde Su trono de gloria, estará esperando, con esa eterna cualidad Suya de saber esperar cada uno de nuestros tiempos, que un día el mundo sea aquello para lo cual El entregó Su Preciosa Vida.

Y ese día ya nada va a importar más que El mismo.

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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Oraciones a la Epifanía del Señor y a los Reyes Magos

adoracionmagos_paolo veronese

ORACIÓN I

Señor Jesús: que a imitación de los Magos de Oriente
vayamos también nosotros frecuentemente
a adorarte en tu Casa que es el Templo
y no vayamos jamás con las manos vacías.
Que te llevemos el oro de nuestras ofrendas,
el incienso de nuestra oración fervorosa,
y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti,
y que te encontremos siempre junto a tu Madre Santísima María,
a quien queremos honrar y venerar siempre
como Madre Tuya y Madre nuestra.
Amén.

 reyesmagos

ORACIÓN II

¡Oh Santos Reyes que desde el oriente
supisteis encontrar en el cielo el camino de Belén!,
alcanzadnos de aquel Niño Divino que adorasteis primero,
el vernos libres de las hechicerías de la falsa ciencia,
para que, a través del conocimiento de los cielos,
los mares y la tierra,
y de todo lo que hay en ellos,
alcancemos al que lo creó todo de la nada,
para facilitar el camino de la salvación a todos,
y así poder ofrecer el fruto de nuestro saber,
como oro al Rey de reyes
y como incienso
y mirra al Dios
y hombre verdadero.
Amén.

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ORACIÓN A LA EPIFANÍA

 por Alvin Peña

Adoración

Te adoramos, oh Cristo Eucarístico, oh Pan de Vida, Tú que te has manifestado como el Mesías. Te adoramos unidos a la adoración de los reyes magos. Tú eres nuestro Dios y Señor, y tú mereces todo nuestro respecto, porque tú has venido del Padre para mostrarnos Su amor. Tú has venido para salvarnos, reconciliándonos con Dios. Te adoramos oh Divino Niño. En tu apariencia de Niño se esconde tu naturaleza divina, tú que eres Niño y eres nuestro Dios. Y en tu apariencia de pan se esconde tu naturaleza humana y divina, donde ya no es un pan, sino nuestro Dios, su cuerpo, sangre, alma, y divinidad. Bendito seas, oh Jesús, porque por nosotros tú has nacido. Tú eres digno de ser alabado y bendecido por siempre, porque tu bondad es grande, y tu gloria es inmensa. Te adoro, oh Dulce Dios, mi Salvador, tú que eres Hijo de Dios y Salvador del mundo. Reconocemos que tú eres nuestro Dios y que no hay Dios fuera de ti.

Acción de Gracias

Te damos gracias, oh Rey de los judíos, oh rey de las naciones, porque por nosotros tú has nacido, y que siendo Dios y vestido de gloria en el cielo, te vestiste de pobreza haciéndote niño, y esto con mucho amor. Te damos gracias, porque tú te has manifestado no a los que se creían santos primero, sino a los que más te necesitaban y te necesitan. Gracias, oh Jesús, por darte conocer a nosotros. Gracias por tu bondad, manifestada en tu llegada a nosotros. Gracias por tu dulce misericordia, pues tu viste como vivíamos, y por eso llegaste a nosotros. Santo es Tu Nombre! Gracias, oh Niño Dios, presente en la Eucaristía, por revelarte a nosotros. Gracias por darnos la fe de creer que tú estás en medio de nosotros. Gracias, oh Hijo de Dios, e Hijo de María, por tu amor, por tu ternura, por mirarnos con ojos de niño, siempre con delicadeza y atención. Gracias por enseñarnos un nuevo camino, un camino mejor. Gracias por la Luz que brilla desde tu trono, el Espíritu Santo, quién se entrega con más plenitud a aquellos que te aman y se entregan a tu amor en el Santísimo Sacramento del Altar. Gracias mi buen Jesús por estar en medio de nosotros.

Propiciación

Oh Jesús, Niño de Belén, no somos dignos de tanta bondad. No somos dignos de que tú vengas con tanto deseo a nosotros. El conocerte es un don demasiado para nosotros. No merecemos ver tu gran manifestación. Muchas veces hemos rechazado tu invitación de ir a donde ti en Tu Santuario. Muchas veces no fuimos a Tu banquete celestial, que es la Santa Misa. Señor, ten compasión de nosotros. Sabemos Señor, que pidiéndote dar más de nuestro tiempo, no lo hemos hecho. Tú que viniste a salvarnos, míranos con ojos tiernos de amor y misericordia. Tú que has nacido por nosotros, ten piedad de nosotros, oh Cordero de Dios, y perdónanos por no recibirte con más frecuencia. Tú que te has manifestado a nosotros como nuestro Mesías, oh Cordero de Dios, ten piedad de nosotros y perdónanos por las veces que no te hemos buscado a ti en el Santísimo, en la oración, en la Sagrada Escritura, en nuestros hermanos y nuestros enemigos. Tú que viniste a salvarnos, oh Cordero de Dios, ten piedad de nosotros y de las veces que no hemos hecho el esfuerzo de conocer más el amor de nuestro Padre que tu viniste a relevarnos.

Unión y Petición

Queremos estar Contigo, oh Jesús, tú que perdonas al de corazón contrito y humillado. Contigo está la felicidad que tuvo la Virgen María, San José, y los reyes magos, al contemplarte, adorarte y conocerte. Queremos ser uno Contigo en el amor. Te ofrecemos Señor, no oro, ni incienso ni mirra, sino, nuestra mente, nuestro corazón, nuestra alma, y nuestro espíritu. También te ofrecemos nuestro cuerpo, para que sea tu templo. Te ofrecemos todo nuestro amor, todo nuestro ser. Tu eres, oh Jesús, lo mejor, y el Mejor. Te amamos Jesús, y nos entregamos a ti con sencillez de corazón. Danos los signos de tu amor. Danos la sanación, la sanación de nuestros cuerpos, nuestros dolores, nuestras enfermedades. Danos la sanación de nuestros sufrimientos, de nuestros rencores y falta de perdón. Danos la sanación de nuestra mente, de nuestras memorias, de nuestras tentaciones de pensamiento. Danos la sanación de nuestros corazones, nuestras heridas y falta de amor, sanando nuestro interior. Danos la sanación de nuestros malos deseos. Danos la salvación, ¡oh Salvador! Salva a nuestros parientes, a nuestros familiares, a nuestras amistades, a nuestros vecinos, a nuestros enemigos, y a nuestros asociados. Danos la libertad, para ser completamente tuyos oh Cordero de Dios! Danos tu amor y tu gracia. Convierte a los pecadores, Señor y Niño Dios. Concédenos la paz, oh Príncipe de Paz, y la paz en todos los países y lugares del mundo, oh Jesús Sacramentado. Bendice a los pobres, tristes, hambrientos, desamparados y encarcelados a través de tu gente buena, oh Cristo Libertador. Dales consuelo y fortaleza a todos los que lo necesitan en este momento, especialmente los moribundos. Y a las almas del purgatorio, derrama una gota de tu preciosa sangre cada vez que se hace memoria de tu pasión, muerte y resurrección, durante la Misa en la consagración y al partir el pan. Todo esto te lo pedimos, adorándote, dándote gracias, pidiéndote perdón, y suplicándote, en tu Santo Nombre, Jesús, tú que eres el Mesías, el Hijo y el Cordero de Dios, y que vives y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

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