La demolición continúa.
La última del matrimonio viene de un artículo del Washington Post del 7 de agosto, en el que Paul Rampell, un abogado de Palm Beach, escribió que pensaba que las parejas en el siglo XXI deben firmar un papel que sea un «wedlease», o sea de Arrendamiento Matrimonial, en lugar de empeñarse «hasta que la muerte nos separe.»
Naturalmente esto ya se comenzó a discutir en Norteamérica porque la propuesta fue presentada por un abogado en un diario de la jerarquía del Washington Post. Y es por esto que para la a Iglesia, la batalla no sólo es sólo cívica y sino al mismo tiempo educativa.
CÓMO COMPRAR UNA CASA
Todos sabemos, se lee en el periódico que
«muchos matrimonios terminan en divorcio» y que «la mayoría de las personas hoy en día quieren ampliar el matrimonio convencional para incluir a las parejas del mismo sexo.»
Por lo tanto, de acuerdo con Rampell, el matrimonio debe ser entendido como un derecho, a la par de una casa o cualquier otra propiedad.
En el mercado, algunos individuos adquieren la propiedad, mientras que otros optan por casas de alquiler. Lo mismo, continuó el abogado, también debe aplicarse al matrimonio:
«Le pedimos prestado el lenguaje del sector inmobiliario y creamos un contrato de arrendamiento matrimonial».
Un “wedlease”. Un compromiso temporal al final del cual los «cónyuges» decidirán si renuevan el contrato o se separan.
EL DAÑO SOCIAL
Viniendo de uno de los periódicos más importantes de Estados Unidos, la propuesta no ha pasado desapercibida.
El primero en responder fue Ryan Anderson, co-autor de ¿Qué es el matrimonio? Hombre y Mujer: una defensa.
En un artículo publicado por el National Review, Anderson señaló el peligro de sustituir el compromiso del matrimonio con valores individualistas:
«Cualquier cosa que podamos pensar acerca de la moralidad de los matrimonios abiertos, o de los llamados matrimonios temporales, tiene costos sociales altos«.
Basta con decir que,
«si un hombre no se compromete a una mujer de una forma permanente y exclusivo, la probabilidad de producir huérfanos y familias fragmentadas aumenta».
Los hombres tendrán muchas parejas – Anderson continúa – y
«más probabilidades de tener hijos con varias mujeres. Su atención y sus recursos, por lo fragmentados, tendrán una larga serie de consecuencias para la madre y el niño».
LA AMENAZA REAL
De acuerdo con Joan Frawley Desmond, directora del National Catholic Register, en un editorial Miércoles 14 de agosto, señaló que los trastornos del matrimonio tendrán un impacto negativo también en el número de uniones ‘tradicionales’ entre hombres y mujeres.
De hecho, según Desmond,
el matrimonio está «amenazado en la raíz, en el verdadero sentido de la relación entre el hombre y la mujer.»
No es casualidad que,
«los mismos obispos de los Estados Unidos lucharon para impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo»,
pero la fuerte disminución en el número de «matrimonios sacramentales trajo también a intensificar la actividad de la catequesis de jóvenes católicos, que forman parte de una generación fuerte influenciada para cambiar las normas culturales«.
BATALLA CIVIL Y EDUCATIVA
La defensa del matrimonio es tanto una cuestión de legal como social. La directora del National Catholic Register retoma las palabras del arzobispo de Minneapolis, John Nienstedt:
«Tenemos que desarrollar una subcultura católica en la que se pueda hablar con claridad de la verdad, en la que podamos responder a las preguntas con el fin de ayudar a los jóvenes a discernir las razones de la verdad sobre el matrimonio. La decisión de la Corte Suprema (que abrió sus puertas al matrimonio gay) es un paso atrás, que nos pide tener una nueva resolución para explicar lo que es el matrimonio de modo convincente».
Para el arzobispo Desmond la batalla obra civil y educativa van de la mano:
«Entre 2010-2012 se ha comprometido a fortalecer la catequesis sobre el matrimonio y en 2012 él también luchó por la conservación de una enmienda a la Constitución de Minnesota, que definiría el matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer».
LA SALVACIÓN DE LA UNION
Tanto Anderson como el Obispo Nienstedt, escribe Desmond, observaron cómo la mentalidad contemporánea ha reducido la relación de pareja
«a una unión emocional, de simplemente enriquecerse de cualquier actividad sexual que los socios encuentren agradable.»
Mientras que
la «unión global, con su apertura a la procreación, exige un compromiso total de permanencia y exclusividad«.
Incluso «los jóvenes católicos pueden estar influidos por esta cultura dominante», es por eso que la lucha de la Iglesia Católica también es educativa.
Pero ¿que lo que salva a esta preciosa «unión global»?
El obispo de Minneapolis lo tiene muy claro:
«El mundo moderno nos habla acerca de la auto-realización y auto-gratificación. Desde este punto de vista, cuando la otra persona llega a nuestra vida, se dice que es para dar sentido a nuestra vida«.
Sin embargo,
«sólo en Cristo se puede saciar la nostalgia que tenemos en lo más profundo de nuestros corazones. Por esta razón, tratando de encontrar la perfección en otra persona, quedamos rápidamente decepcionados».
Fuentes: Tempi, Signos de estos Tiempos