Categories
Devociones Tradicionales DEVOCIONES Y ORACIONES

Stabat Mater

En latín «Estaba la Madre», es una secuencia católica del siglo XIII atribuida a Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi.

Esta plegaria que comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa (estaba la Madre sufriendo) medita sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión.
1. Estaba la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
en que pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.

2. ¡Oh cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!.
Languidecía y se dolía
la piadosa Madre que veía
las penas de su excelso Hijo.

3. ¿Qué hombre no lloraría
si a la Madre de Cristo viera
en tanto suplicio?
¿Quién no se entristecería
a la Madre contemplando
con su doliente Hijo?

4. Por los pecados de su gente
vio a Jesús en los tormentos
y doblegado por los azotes.
Vio a su dulce Hijo
muriendo desolado
al entregar su espíritu.

5. Ea, Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor,
contigo quiero llorar.
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.

6. Santa Madre, yo te ruego
que me traspases las llagas
del Crucificado en el corazón.
De tu Hijo malherido
que por mí tanto sufrió
reparte conmigo las penas.

7. Déjame llorar contigo
condolerme por tu Hijo
mientras yo esté vivo.
Junto a la Cruz contigo estar
y contigo asociarme
en el llanto es mi deseo.

8. Virgen de Vírgenes preclara
no te amargues ya conmigo,
déjame llorar contigo.
Haz que llore la muerte de Cristo,
hazme socio de su pasión,
haz que me quede con sus llagas.

9. Haz que me hieran sus llagas,
haz que con la Cruz me embriague,
y con la Sangre de tu Hijo.
Para que no me queme en las llamas,
defiéndeme tú, Virgen santa,
en el día del juicio.

10. Cuando, Cristo, haya de irme,
concédeme que tu Madre me guíe
a la palma de la victoria.
Y cuando mi cuerpo muera,
haz que a mi alma se conceda
del Paraíso la gloria.
Amén.


 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:


Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Plegaria en la Tribulación

Lamentaciones 5, 1-7.15-17.19-21

Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.

Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros.

Hemos quedado huérfanos de padre,
y nuestras madres han quedado viudas.

Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.

Nos empujan con un yugo al cuello,
nos fatigan sin darnos descanso.

Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciarnos de pan.

Nuestros padres pecaron, y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.

Ha cesado el gozo del corazón,
las danzas se han vuelto duelo.

Se nos ha caído la corona de la cabeza:
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!

Por eso, está enfermo nuestro corazón
y se nos nublan los ojos.

Pero tú, Señor, eres rey por siempre;
tu trono dura de edad en edad.

¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?

Señor, tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados.

 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Oraciones para momentos de Dificultad

ORACIÓN PARA LOS MOMENTOS DIFÍCILES

Procuraré Señor, en mis momentos de angustia y amargura, recordar tu
nombre y alabarlo por ponerme a prueba.

Procuraré Señor, a la hora de pedirte, tener más fe que el día
anterior.

Procuraré Señor, al encontrarme en crisis, pedirte de la mejor forma
la luz para encontrar la solución.

Procuraré Señor, recordar que en el desaliento, tu eres el consuelo y
el impulso para seguir viviendo en medio de injusticias y sinsabores.

Procuraré Señor, la relación en comunidad con mis semejantes.

Procuraré Señor, dar amor en vez de odio, ayudar y no hundir, tender
la mano y no empujar.

Procuraré Señor, perdonar y no juzgar, la caridad y no la avaricia.

Procuraré Señor, la amistad a la enemistad, la unión y no la
desunión.

Procuraré Señor, la paz y no la guerra.

Procuraré Señor, en los momentos más controversiales, tener paciencia
y esperanza.

Procuraré Señor, alentar a los demás y no desalentarlos.

ORACIÓN DE LA DIFICULTAD

Dios mío gracias por estar aquí; siempre presente, dando paz y amor,
perdonando e iluminando. ¿Qué sería de mi sin tu aliento y sin tu amor? Yo
sería un cauce sin agua, un cuadro sin colores, una planta sin sol. Tú,
Señor, eres mi fuerza, la respiración de mi alma, mi fuente de energía, mi
inspiración y mi descanso. ¿Por qué me olvido de ti? ¿Por qué te busco sólo
cuando estoy rodeado de sombras y con las esperanzas rotas? No me dejes,
Dios mío, háblame, tócame, despiértame. No permitas que me aleje de ti y
naufrague en el mar del desespero.

Sé luz en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, amor en
mis relaciones. Te necesito, Señor. Tu calmas mi desasosiego y alejas los
duendes del mal; contigo es fácil aceptar las asperezas y soportar el
dolor.

Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden, fuerte ante el dolor
y amoroso con todos. Dame paciencia conmigo mismo y con los demás, una
paciencia que me aleje de la ira y el desaliento. Eres mi esperanza y mi
fortaleza, mi baluarte y mi descanso. En ti todo lo puedo, y con tu amor
los fardos son llevaderos. Tú me libras de las aguas turbulentas, apaciguas mis
males y conjuras mis temores. Te amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy
gracias.

Autor: Padre Gonzalo Gallo

ORACION PARA LOS MOMENTOS DIFÍCILES

Señor, sé que eres un abismo de infinita bondad, misericordia y amor; sé que me creaste solo por amor y para ser feliz; sé que me amas con un amor tan grande que me es imposible ni siquiera imaginar; sé que diste tu vida por mí. Además, sé que estás de continuo junto a mí, cuidándome, facilitando todo para mi bien, aun lo que a mí me parece negativo…

Sé también que eres un abismo de infinito poder: para ti no existen cosas
imposibles; sé que si me permites algo o mucho sufrimiento, es para mi bien; sé que, aunque no lo comprenda, lo malo que me suceda lo has permitido por tu infinita misericordia: nada escapa a tu sabiduría…

Sé que eres un abismo de infinita sabiduría; tú sabes más; tú sabes mejor
que yo lo que me conviene para encontrar la felicidad eterna en el Cielo,
que es lo único que verdaderamente importa.

Es esa esperanza la que me hace vivir alegre, lleno de gozo: me tienes
preparada una dicha sin fin; para eso me creaste.

Esa felicidad llenará absolutamente todos los anhelos de mi corazón: tu
infinita belleza, tu infinita bondad y tu infinita sabiduría colmarán mi ser
de todo lo que esperé siempre…

Además, todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente en ti: confío en la inmensidad de tu bondad, poder y sabiduría.

Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos, frente a los más grandes males, frente a los infortunios más graves, estaré seguro de ti, confiaré totalmente en ti.

Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro, tanto más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano providente, más y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad de que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…

Señor, te amo con un amor diminuto junto al tuyo, pero con todo lo que puede amar esta criatura pequeña, pobre y pecadora.

Inflámame en tu amor para que me confunda contigo, que eres el Amor mismo: purifica mi miseria y quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente, para que ya no tenga apegos por las criaturas y te ame exclusivamente a ti, el Creador: que no tenga apetitos desordenados por cosas, personas, ideas, ni por mí mismo… Así te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando únicamente tu Reino de Amor, de paz y de alegría, despreocupado de todo lo demás…

Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.



Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Oración en el momento de Angustia (dada en San Nicolás)

Madre mía Celestial que me tienes reservado no sé si es dolor o alegría, pero se que en este día en que me siento agotado solo pienso en tu Hijo que llevo su Cruz a cuestas, que cargo todo el dolor sin expresar una queja.

Cuanto sufrió Jesús por el mundo y sus pecados, y también pienso por Ti tu dolor no se compara, nada ni nadie en la tierra sufrió lo que Tú sufriste.

Y siento que yo, Virgen mía, tendría que estar llorando no de pena sino de alegría por la carga que me das.

Madre: perdón por tener estos malos pensamientos, ahora me siento aliviado, sé que estoy iluminado y me siento resguardado con tu protección. Amén.

(Tomado de las apariciones de la Virgen María en San Nicolás, Argentina)



Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
A San José DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Oraciones a San José en momentos de Angustia y Tribulación

ORACIÓN DE LEÓN XIII

A ti bienaventurado José acudimos en nuestra tribulación y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paternal amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la divina familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción, asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con tu perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y sostenidos con tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna bienaventuranza. Amén

 

ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD

Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.

Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.

Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén

 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Versículos Bíblicos de Aliento en Tiempos de Angustia

Algunos versículos bíblicos que nos ayudan a fortalecer nuestra fe en tiempos adversos.

…invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.

Salmos 50:15

Porque él me ha librado de toda angustia,
y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.

Salmos 54:7

Me invocará, y yo le responderé;
con él estaré yo en la angustia;
lo libraré y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.

Salmos 91:15-16

Desde la angustia invoqué a Yavéh,
y me respondió Yavéh, poniéndome en lugar espacioso.
Yavéh está conmigo;
no temeré lo que me pueda hacer el hombre.

Salmos 118:5-6

Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás;
contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano,
y me salvará tu diestra.
Yavéh cumplirá su propósito en mí;
tu misericordia, oh Yavéh, es para siempre;
no desampares la obra de tus manos.

Salmos 138:7-8

Invoqué en mi angustia a Yavéh, y él me oyó;
  desde el seno del Seol clamé,
  Y mi voz oíste.

Jonás 2:2

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Yavéh,
  y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
Los que siguen vanidades ilusorias,
  su misericordia abandonan.
Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios;
  pagaré lo que prometí.
  La salvación es de Yavéh.

Jonás 2:7-9

Yavéh es bueno, fortaleza en el día de la angustia;
y conoce a los que en él confían.

Nahum 1:7

¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia,
o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada?

Romanos 8:35

Aflicción y angustia se han apoderado de mí,
mas tus mandamientos fueron mi delicia.
Justicia eterna son tus testimonios;
dame entendimiento, y viviré.

Salmos 119:143-144

Con mi voz clamaré a Yavéh;
con mi voz pediré a Yavéh misericordia.
Delante de él expondré mi queja;
delante de él manifestaré mi angustia.

Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí,
tú conociste mi senda.

En el camino en que andaba, me escondieron lazo.
Mira a mi diestra y observa,
pues no hay quien me quiera conocer;
no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida.

Clamé a ti, oh Yavéh;
Dije: Tú eres mi esperanza,
y mi porción en la tierra de los vivientes.
Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido.

Líbrame de los que me persiguen,
porque son más fuertes que yo.
Saca mi alma de la cárcel,
para que alabe tu nombre;
me rodearán los justos,
porque tú me serás propicio.

Salmos 142



Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
aflicción y tribulación Oraciones para tiempo de angustia

Oraciones de la Iglesia en Tiempos de Aflicción

CLAMOR EN LA TRIBULACIÓN

En el siglo XII, o quizá antes, en tiempos de grandes calamidades, comienzan a practicarse en algunos lugares ciertas oraciones públicas con ritos especiales, como es el clamor in tribulatione. Según la gravedad del mal público, menor o mayor, la Iglesia local organizaba un clamor parvus o bien, en las calamidades peores, un clamor magnus. El padre Angelo de Santi explica el sentido del término:

«La palabra clamor en la Edad Media es un término jurídico que significa pública acusación, querella o reclamación ante el tribunal y los jueces competentes. En las celebraciones litúrgicas significaba, pues, una llamada pública y solemne hecha a Dios contra los enemigos y más en particular contra los invasores y destructores de los bienes de la Iglesia» (AdS 1917,2: 51). En inglés, el término judicial claim guarda este sentido de reclamación.

«El término clamor, como palabra litúrgica, parece usarse por primera vez en la liturgia visigótica [hispana] de los siglos VI y VII, con ese sentido particular de oración que el pueblo grita. En el Liber Ordinum se describe un rito fúnebre en el que todos unánimes claman una y otra vez pidiendo salvación para el difunto: “omnes una voce simul conclamant Deo clamorem ita: Kyrie eleison prolixe”» (ib. 56).

En un antiguo ritual, por ejemplo, de la iglesia de San Martín de Tours, escrito en el siglo XIII, se describen dos modos de clamores, el parvus y el magnus. Nos fijaremos aquí en el primero.

El clamor parvus está prescrito, por supuesto, en aquellas situaciones en las que la Iglesia no halla medio humano para superar una adversidad o, por ejemplo, para conseguir la enmienda de un malhechor. El rito consiste en que, después del Pater noster y antes del Pax Domini, el clero todo desciende de sus escaños en el coro y se postra con el rostro en el suelo. Y así también se postra ante el altar el sacerdote celebrante, teniendo en la mano la Hostia consagrada.

«El diácono entonces pronuncia el clamor parvus, la oración especial Omnipotens sempiterne Deus qui solus respicis afflictiones hominum, después de la cual todos cantaban el salmo Ad te levavi [24], que como salmo para tiempo de guerra es elegido frecuentemente por la liturgia en las públicas calamidades. Durante su canto, los monaguillos hacen sonar las campanas del coro. Seguían algunas preces y la oración colecta: Hostium nostrum Domine, elide superbiam, a la que todos respondían en voz alta Amen. Y continuaba la misa» (AdS ib. 51-52).

El clamor magnus, para situaciones extremadamente graves, es un rito aún más impresionante. Podemos ver un ejemplo de él, tal como se realizaba en el monasterio benedictino de Farfa, dedicado a la Virgen. Después del Pater noster de la misa solemne, los ministros cubren el suelo ante el altar con un amplio cilicio –tejido hirsuto de pelos, oscuro, que se usaba en los funerales–, y sobre él se coloca el crucifijo, el evangeliario y las reliquias de los santos. Todo el clero se postra en tierra, y el celebrante, ante las especies eucarísticas consagradas y las reliquias de los santos, recita en alta voz el In spiritu humilitatis:

En espíritu de humildad y con el ánimo contrito [Sal 50,19], Señor Jesús, Redentor del mundo, nos acercamos a tu santo altar, a tu sacratísimo Cuerpo y Sangre, y en tu presencia nos confesamos culpables de nuestros pecados, por los cuales somos justamente oprimidos.

A ti, Señor, acudimos. Señor Jesús, postrados ante ti clamamos, pues hombres malos y soberbios, confiando en su fuerza, nos atacan por todas partes, invaden el lugar de este santuario y de otras iglesias a ti consagradas, obligan a vivir en el dolor, en el hambre, en la desnudez a tus pobres fieles; los matan con tormentos y espadas; nos roban, destrozan con violencia nuestros bienes, con los que hemos de vivir para tu servicio, y profanan cuanto las personas piadosas han dejado para su salvación en este lugar.

Esta iglesia tuya, Señor, que en los tiempos pasados fundaste y ensalzaste para honor de la bienaventurada siempre Virgen María, decae en la tristeza. Y no hay quien la consuele y la libere si no eres tú, oh Dios nuestro. Levántate, pues, en nuestra ayuda, Señor Jesús; confórtanos y ven en nuestro auxilio; vence a los que nos combaten, humilla la soberbia de quienes persiguen a este lugar y a nosotros mismos.

Tú sabes, Señor, quiénes son ellos. Sus nombres, cuerpos y corazones son conocidos por ti antes de que nacieran. Por eso, oh Dios, aplícales tu justicia con tu fuerza poderosa, haz que reconozcan la maldad de sus obras y líbranos por tu misericordia.

No nos desprecies, Señor, cuando a ti clamamos en la aflicción, sino más bien, por la gloria de tu Nombre y por la misericordia con que fundaste y sublimaste este lugar en honor de tu Madre, ven a visitarnos en la paz, sacándonos de la angustia presente. Amén (AdS ib. 54-55).

Fuente: Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción por P. José María Iraburu

 

PRECES EN POSTRACIÓN

Recordaré, por último, un rito semejante, que en los siglos XIII-XVI se usa, por ejemplo, ante el peligro de los turcos y para impulsar la reconquista de Jerusalén. En el misal de Salisbury se le da el bello nombre de preces in postratione.

Veamos de éstas un ejemplo concreto. A pesar de las enérgicas decisiones del II concilio ecuménico de Lión (1274), los príncipes cristianos, enfrentados por discordias, no acaban nunca de ponerse de acuerdo y de unirse para defender la Cristiandad del peligro turco. El Papa Nicolás III (+1280), entonces, perdida toda esperanza terrenal, manda que la Iglesia ponga por la oración toda su esperanza en su único Salvador, Jesucristo.

Así pues, para acrecentar en todos esta actitud de ánimo humillado y suplicante, el Papa, en la bula Salutaria (1280), ordena que en todas las misas, después del Pax Domini y antes del Agnus Dei, postrados tanto el celebrante como los fieles, se recite el salmo 122, Vamos a la Casa del Señor, y después del triple Kyrie eleison y el Pater noster, se recen a coro estos versículos:

–Salva, Señor, al rey. –Y escúchanos en el día en que te invocamos. –Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad. –Gobiérnalo y exáltalo para siempre. –Hágase la paz por tu poder. –Y haya abundancia en tu ciudad. –Señor, escucha mi oración. –Y mi clamor llegue hasta ti. –El Señor esté con vosotros. –Y con tu espíritu.

Oremos. Oh Señor, concede, aplacado, a tus fieles la indulgencia y la paz, para que sean purificados de sus culpas y puedan servirte con la mente limpia. Amén.

El Papa concedía diez días de indulgencia a cuantos fieles participaran en este santo rito.

Fuente: Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción por P. José María Iraburu



Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Por la Muerte

Oraciones a Jesucristo por una Buena Muerte

LETANÍAS DE LA BUENA MUERTE [1]

Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de misericordia, aquí me presento delante de Vos con el corazón humillado, contrito y confuso, a encomendaros mi última hora y la suerte que después de ella me espera.

Cuando mis pies, fríos ya, me adviertan que mi carrera en este valle de lágrimas está por acabarse; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis manos trémulas ya no puedan estrechar el Crucifijo, y a pesar mío le dejan caer sobre el lecho de mi dolor; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis ojos, apagados con el dolor de la cercana muerte, fijen en Vos por última vez sus miradas moribundas; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis labios fríos y balbucientes pronuncien por última vez vuestro santísimo Nombre; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mi cara pálida amoratada causa ya lástima y terror a los circunstantes, y los cabellos de mi cabeza, bañados con el sudor de la muerte, anuncien que está cercano mi fin; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable que marque mi suerte para toda la eternidad; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, se vea sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado por el temor de vuestra justicia, a la vista de mis iniquidades, luche con el ángel de las tinieblas, que quisiera precipitarme en el seno de la desesperación; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad, esté sobrecogido del horror de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos que hubiere hecho contra los enemigos de mi salvación; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando derrame mis última lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, en sacrificio de expiación, para que muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible, Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mis parientes y amigos, juntos a mí, lloren al verme en el último trance, y cuando invoquen vuestra misericordia en mi, favor; Jesús misericordioso, tened compasión de mi.

Cuando perdido el uso de los sentidos, desaparezca todo el mundo de mi vista y gima entre las últimas agonías y afanes de la muerte; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando los últimos suspiros del corazón fuercen a mi alma a salir del cuerpo, aceptadlos como señales de una santa impaciencia de ir a reinar con Vos, entonces: Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Cuando mi alma salga de mi cuerpo, dejándolo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de él como un tributo que desde ahora quiero ofrecer a vuestra Majestad, y en aquella hora: Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

En fin, cuando mi alma comparezca delante de Vos, para ser juzgada, no la arrojéis de vuestra presencia, sino dignaos recibirla en el seno amoroso de vuestra misericordia, para que cante eternamente vuestras alabanzas; Jesús misericordioso, tened compasión de mí.

Oración. Oh Dios mío, que condenándonos a la muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora, haced que viviendo santamente todos los días de nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrasados en vuestro divino amor. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Vos, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

[1] También conocidas bajo el nombre de «Súplicas a Jesús crucificado para obtener la gracia de una buena muerte», su autoría se atribuye a una joven protestante que se convirtió al catolicismo a la edad de quince años y que murió con fama de santidad a los diez y ocho. Tanto Pío VII como León XII concedieron indulgencias a esta oración.

ORACIONES A JESÚS PARA QUE NOS LIBRE DE MUERTE REPENTINA

¡Oh misericordioso Jesús! Por vuestra agonía y sudor de sangre, y por vuestra muerte, libradnos, os suplico, de la muerte súbita y repentina.

¡Oh benignísimo Señor Jesús! Por el acerbísimo e ignominioso tormento de los azotes y corona de espinas, por vuestra cruz y pasión amarguísima, por vuestra bondad, humildemente os ruego no permitáis que yo muera repentinamente, ni pase de esta vida a la otra sin recibir los Santos Sacramentos.

¡Oh amantísimo Jesús, Señor y Dios mío! Por todos vuestros trabajos y dolores, por vuestras sagradas llagas, por aquellas últimas palabras, ¡oh mi dulce Jesús!, que dijisteis en la Cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, y por aquel fuerte clamor: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, ardentísimamente os ruego que no me saquéis repentinamente de este mundo. Hechura soy, ¡oh Redentor mío!, de vuestras manos, y formado me habéis enteramente. ¡Oh! Por vida vuestra, Señor, no me precipitéis de improviso; dadme, os suplico, espacio para hacer penitencia; concededme un tránsito feliz y gracia para que os ame de todo corazón, os alabe y os bendiga por toda la eternidad. Amén.

Señor mío Jesucristo, por aquellas cinco llagas que por nuestro amor recibisteis en la Cruz, socorred a vuestros siervos redimidos con vuestra preciosísima sangre.

ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Señor mío Jesucristo, que por la redención del mundo quisiste nacer, ser circuncidado despreciado de los judíos, vendido por el traidor Judas con beso de falsa paz, atado y llevado para ser crucificado como inocente cordero, presentado ante los tribunales de Anás y Caifás, Herodes y Pilatos, acusado con falsos testimonios, lastimado con afrentas y azotes, y escupido y coronado con espinas; que quisiste ser herido con caña, cubierto el rostro, desnudo y clavado en la Cruz, levantado en ella y puesto entre ladrones; que quisiste que te diesen a beber hiel y vinagre, y ser herido con una lanza: por estas tus santísimas penas, que yo, aunque indigno, he traído a mi memoria, y por tu Santísima Cruz y muerte, líbrame de las penas del infierno y llévame adonde llevaste al buen ladrón crucificado contigo, que con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

SEÑOR ACUERDATE DE MÍ, EN MIS ÚLTIMOS MOMENTOS

“Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu Reino”,
decía el buen ladrón en su última hora.
Acuérdate de mí, Señor, en mis últimos momentos.
Ayúame en aquella hora por la fuerza de tus armas
que son los sacramentos.
Que desciendan sobre mí las palabras de la
absolución.
Que el óleo sagrado, me unja y me selle.
Que tu propio Cuerpo me alimente y que tu Sangre
divina me lave.
Haz que María, mi Madre dulcísima, se incline sobre mí.
Que mi Angel de la Guarda musite a mis oídos palabras
de paz.
Que mis sntos patronos me sonrían. Con ellos por sus
oraciones, dame, Señor, el don de la perseverancia.
Que, en fin, pueda morir, como he deseado vivir,
en tu fe, en tu Iglesis, en tu servicio
y en tu amor. Amén.
(Cardenal Newman)

SEÑOR, SE ACERCA EL FIN: VUELVO A TI

Un instante nomás y mi alma abandonaría la tierra,
habrá terminado su destierro, habrá concluido su combate
Subo al cielo, toco ya mi patria, en mis manos tengo la victoria.
Voy a entrar en la morada de los elogios,
voy a contemplar bellezas jamás soñadas por ojo humano,
y disfrutar de goces que jamás gustó el corazón
del hombre.

( Teresita del niño Jesús)

SEÑOR, TE CONSAGRO EL INSTANTE DE MI MUERTE

Jesús mío, agonizante por mí en la Cruz, acuérdate
de tu agonía y de tu muerte santísima; te ofrezco, te
consagro el instante de mí agonía y de mi muerte y los uno
a tu agonía y a tu muerte. Que tu muerte sea mi vida. Amén.

(Pawloski)

 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:



Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Por la Muerte

Oraciones a la Virgen María por una Buena Muerte

SÚPLICAS A LA VIRGEN SANTÍSIMA, MADRE DEL ETERNO JUEZ

Oh Madre de misericordia, yo me arrojo a vuestros pies, avergonzado y confuso por mis pecados, y temblando de horror por el riguroso juicio que me espera después de mi muerte.

Temo aquel paso tremendo de esta vida a la otra, cuando mi alma entre por la vez primera en aquellas regiones oscuras de la eternidad y en aquel nuevo mundo, donde es glorificada la infinita Bondad y la eterna Justicia de Dios: y ¿qué suerte me ha de caber allí para siempre? Oh Madre de misericordia, rogad por mí, miserable pecador.

Temo aquel espantoso Tribunal, donde ha de comparecer mi alma, y donde me he de ver solo frente a frente de todo un Dios para ser juzgado: ¿y qué va a ser de mi en aquel riguroso juicio? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo la sabiduría infinita del soberano Juez, porque es testigo de todas mis obras, palabras y pensamientos; y ¿qué podré responder si El me acusa? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo la rectitud inflexible de aquella divina Justicia que no se tuerce por el favor ni por el interés, sino que pesa en perfectísima balanza las obras de los hombres, para dar a cada uno lo que ha merecido: y ¿en dónde están mis buenas obras y merecimientos? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo el poder omnipotente del supremo Juez, y desmaya mi corazón al solo pensamiento de que puede condenarme. Y si El me condena ¿quién podrá ya librarme? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo la terrible acusación del maligno espíritu, y me lleno de espanto, viendo que podrá decir de mi vida que ha sido una cadena de iniquidades y pecados. Y ¿cómo me defenderé de los cargos que me haga? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo mi propia conciencia, agitada como las olas del mar y conturbada por los remordimientos, testimonios irrefragables de mi vida culpable. Y ¿qué podré replicar a las voces de mi propia conciencia? Oh Madre de misericordia, interceded por mí, miserable pecador.

Temo aquel examen tan riguroso que se ha de hacer de todos los días y actos de mi vida, del tiempo de mi niñez, del tiempo de mi mocedad, del tiempo de mi edad adulta, de los pecados que he cometido, de los que ocasioné con mis escándalos, de los que no impedí pudiendo estorbarlos, de las buenas obras mal hechas, y de las que dejé de hacer por negligencia culpable: y ¿cuál será la cuenta que podré dar a mi Dios? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo la misma defensa de mi Ángel Custodio, que tal vez, triste y lloroso apenas podrá responder y volver por mi: y solo podrá oponer a la terrible acusación del demonio, una penitencia poco sincera de mis gravísimas culpas, y algunas obras buenas llenas de defectos y desagradables a los purísimos ojos de Dios: y ¿qué será de mi, si el Ángel de mi guarda me desampara? Oh Madre de misericordia, interceded por mi, miserable pecador.

Temo finalmente la sentencia inapelable del Eterno Juez, y se estremecen mis carnes de horror, al considerar que si me haya indigno de entrar en la mansión celestial de los Justos, me arrojará para siempre de su presencia, y fulminará contra mi el espantoso anatema de la eterna reprobación. No lo permitáis, oh Madre de bondad, y por las entrañas de vuestra misericordia, oíd las súplicas de un pecador arrepentido, que clama a Vos diciendo: Oh Madre de misericordia, interceded por mí, miserable pecador.

Oración. Oh piadosísima Virgen Maria, madre y refugio de los pecadores, a quien el Dios de las venganzas cedió el imperio de la misericordia; ya que en aquel riguroso Juicio no podré acudir a vuestra intercesión, os suplico ahora que me alcancéis la gracia de una sincera penitencia, y de una perfecta enmienda de mi vida, a fin de que al comparecer después de mi muerte ante el divino tribunal, merezca una sentencia favorable de eterna salvación. Por los méritos de vuestro Hijo, nuestro Señor, que en unión del Padre y del Espíritu Santo, vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.  

ORACIÓN A MARÍA PARA UNA BUENA MUERTE

Oh María, concebida sin mancha de pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Oh refugio de los pecadores, Madre de los agonizantes, no nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, sino alcanzadnos una perfecta contrición, sincera compunción, perdón de nuestros pecados, digna recepción del santo Viático, y fortaleza por medio del Sacramento de la Extrema Unción, a fin de que confiados, podamos comparecer ante el trono del Supremo Juez, justo y misericordioso, nuestro Dios y Redentor.

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos. ¡Oh refugio de los pecadores! ¡Oh Madre de los agonizantes! No nos abandonéis en la hora de nuestra muerte, antes bien, obtenednos un dolor perfecto, una contrición sincera y el perdón de nuestros pecados. Alcanzadnos también la gracia de recibir dignamente el Santo Viático y de ser fortalecido con la Extremaunción, para que podarnos presentarnos seguros ante el trono del justo y misericordioso Juez, Dios y Redentor nuestro. Amén.

 
 


Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
DEVOCIONES Y ORACIONES Por la Muerte

Oraciones a San José para obtener una Buena Muerte

ORACIONES PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE A SAN JOSE

Oh José Bendito, tú que expiraste en el abrazo amoroso de Jesús y María.

Cuando el sello de la muerte se cierne sobre mi vida, ven en mi auxilio junto con el Señor Jesús y Santa María.

Obténme este solaz para que en esa hora pueda morir en sus santos brazos a mi alrededor.

Jesús, María y José, les encomiendo mi ser, viviente y agonizante, en sus santos brazos. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSE  PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

¡Oh mi Santo protector, glorioso Patriarca San José, que, estando en el lecho de vuestro dulce tránsito, os visteis rodeado de ángeles y asistido de su Rey, Cristo Jesús, y de su Reina, la Santísima Virgen María, esposa vuestra, y que con esta amabilísima compañía salisteis en una paz celestial de esta miserable vida!. Alcanzadme la gracia de perseverar en el bien hasta que muera reclinado en vuestros brazos. Sí, santo mío, por aquella dulce compañía que Jesús y María os hicieron hasta la hora de vuestra muerte, protegedme en la mía hasta que me vea con Vos en el cielo. Compadeceos también de las pobres almas del Purgatorio que invocan vuestra gracia y poder para con ellas; amparadlas y llevadlas pronto a vuestra gloria, para que juntas con la mía, glorifiquemos vuestro santo nombre con el de Jesús y María por todos los siglos. Amén.

DEPRECACIÓN A SAN JOSE PARA TODOS LOS MESES DEL AÑO

Por la señal… Acto de contrición.

Dichosísimo Patriarca San José, que practicando fielmente todas las virtudes, y conformándoos en todo con el beneplácito divino, conseguisteis una muerte feliz y dichosa en los brazos de Jesús y de vuestra Esposa María; a más de las gracias que os he pedido, alcanzadme una perfecta contrición de mis culpas y una sumisión tan ajustada a los decretos del Señor, que mi único deseo sea cumplir en todo su santísima voluntad; y de esta manera, libre mi alma en mi muerte de las angustias que en aquella hora causan los pecados cometidos, pueda resistir las asechanzas del común en

emigo y llegar con Vos a las eternas moradas de la gloria. Ésta, bondadoso San José, es la gracia que espero lograr de Dios por vuestra intercesión poderosa, ya que nada sabéis negar al que os pide de veras. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSE PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE

A ti acudo, San José, Patrono de los moribundos, y a ti en cuyo dichoso transito estuvieron solícitos Jesús y María, por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño mi alma cuando luche en la extrema agonía: para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos.

 

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
Devociones de Santa Brígida DEVOCIONES Y ORACIONES

.Las 15 oraciones de Santa Brígida (rezar por un año)

El contenido de este artículo se subsumido en este otro,

Revelaciones de Jesús a Santa Brígida sobre el Purgatorio y los Golpes que recibió – Como funciona el purgatorio, como debemos ayudar a los purgantes y como reparar las heridas de Jesús…

Categories
A la Virgen del Divino Amor DEVOCIONES Y ORACIONES

Oración a la Virgen del Divino Amor

Oh Virgen Inmaculada Maria Madre de Dios y Madre nuestra, Madre del Divino Amor, a Ti dirigimos nuestra suplica confiada esperando conseguir las gracias que necesitamos. Tú que mereciste ser saludada por el Ángel: «¡Llena de gracia!», puedes alcanzarnos todo.
Sí. oh María, verdaderamente tú eres llena de gracia, porque tu celestial Esposo, el Espíritu Santo, con su divino amor, vino a morar en ti desde el primer momento de tu concepción, preservándote de toda culpa y conservándote inmaculada; de nuevo volvió a ti el día de la anunciación, y Te ha hecho Madre de Jesús, permaneciendo intacta tu virginidad; sobre Ti vino a posarse el día de Pentecostés colmándote con sus siete dones, de modo que Tu eres la tesorera y la fuente de las gracias divinas.
Tu, pues, Madre dulcísima del Amor Divino, escucha nuestras suplicas.
Da al mundo la paz; haz triunfar tu amor; protege al Papa y toda la humanidad, reúne en la unidad perfecta, querida por tu Divino Hijo, a todos los cristianos; ilumina con la luz del Evangelio a cuantos aún no creen; vuelve los pobres pecadores a Dios y a nosotros danos también la fuerza para llorar nuestros pecados y vencer en adelante las tentaciones; ilumina nuestras mente de modo que sigamos siempre el camino del bien, y finalmente, cuando Dios nos llame, ábrenos las puertas del cielo.
Y mientras tanto, Tú que nos ves gemir y llorar en este valle de lágrimas, socórrenos en nuestras miserias, consérvanos la resignación en las inevitables cruces de la vida. Cura, oh Maria de la gracias y el divino amor, nuestras enfermedades, devuelve la salud a los enfermos que acuden a Ti
Mitiga, oh María, y libra de las penas del Purgatorio las almas santas, particularmente aquellas confiadas a la obra de los sufragios del Santuario y a las víctimas de todas las guerras.
Mira maternalmente y protege las obras de tu Santuario del Divino Amor, y a nosotros tus hijos, concédenos, oh dulcísima Madre, que podamos siempre alabarte y que nuestro corazón se inflame en tal forma del amor divino en esta vida para que podamos gozar eternamente contigo en el cielo. Amén.

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis: