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A Nuestra Señora de la Misericordia de savona DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Nuestra Señora de la Misericordia de Savona

Santísima Virgen de la Misericordia, admítenos en tu presencia amorosa, acógenos bajo tu manto maternal; no nos deseches, pues venimos con corazón arrepentido, anhelando conversión y perdón. Bondadosísima Señora, Perdón y compasión. El pecado ha ofuscado muchas veces en tus hijos la luz de la razón y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús. Pero Tú eres madre y serás también intercesora, danos gracia, misericordiosísima Señora, para ofrecerte siempre, en adelante, mucho amor y mucha gracia. Así sea.

La novena comienza el 9 de marzo.

Ver Historia de la advocación en: NUESTRA SEÑORA DE LA MISERICORDIA DE SAVONA, ITALIA ( 18 DE MARZO)

 

Oración preparatoria para cada día

¡Santísima Virgen de la Misericordia! Admítenos en tu presencia amorosa, dejanos ocupar un rinconcito en el templo de tus prodigios maternales; no nos deseches, pues venimos con corazón arrepentido anhelando conversión y perdón, bondadosísima Señora, perdón y compasión. El pecado ha ofuscado muchas veces en tus hijos la luz de la razón, y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús: pero Tú eres madre y serás también intercesora. Danos gracia, misericordiosísima Señora, para ofrecerte siempre, en adelante, mucho amor y mucha gloria. Así sea.

Día Primero

Tu aparición en aquel valle desierto de Savona, nos brinda una prueba más en favor del amor que profesas a los hombres. Dejas ese Cielo de pureza y hermosura, para venir a la tierra a ofrecernos la paz, el perdón y la piedad. ¡Madre amorosísima! Ven a nuestro lado con frecuencia a darnos fuerza para la virtud y el bien, y a traernos de Jesús su perdón, y su amistad.
Se rezan: tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea alcanzar.
Obsequio a María: Actos de gratitud a la Ssma. Virgen.

Oración final para cada día

¡Oh Madre de Misericordia! Tú que en grito suplicante nacido de tu Corazón compasivo, de Madre de pecadores, dijiste, dirigiendo tus manos a la tierra mientras tus ojos se clavaban en el cielo: «!Misericordia, Hijo mío, misericordia quiero y no justicia!»; repite hoy esta súplica en favor de estos hijos que te invocan, poniendo en tu seno toda esperanza de amor y de perdón. Acoge, Madre, la ardiente plegaria que el alma informa, para que viviendo santamente en la tierra, reinemos Contigo y tu Divino Hijo eternamente en la gloria. Amén

Día segundo

¡Oh Madre clementísima!, transportados en espíritu, vamos a aquel valle afortunado, donde posaste un día tu bendito pie. La soledad es el lugar de tus preferencias: haz, Madre amorosa, que la amemos en verdad, pues allí, en la escuela del silencio, se aprende la ciencia del amor, del sacrifico y la abnegación cristiana, triple escala que ha de conducirnos al cielo.
Obsequio: Practicar la soledad interna

Día tercero

La humildad y la sencillez son las prendas que deseas hallar en tus devotos; bien prueba esto la elección que haces del pobre Antonio para revelarle los deseos del cielo. Implanta, Madre querida, es estos corazones que por ti laten, estas bellas virtudes para que selladas con este signo, nos admitas un día en la gloria. Amén.
Obsequio: Actos de humildad

Día cuarto

Las tinieblas del pecado reinaban por todas partes cuando la luz de tu pureza inmaculada inundó la tierra de gracias y portentos. ¡Virgen purísima! Protégenos bajo tu manto, que es salvaguardia contra el vicio y el error, y nuestro corazón permanecerá incontaminado y puro, aún en medio del desorden de este mundo corruptor.
Obsequio: Actos de caridad

Día quinto

Antonio se intimida al verte tan radiante de candor de cielo: y Tu Madre piadosísima, disipas sus temores con el lenguaje de la misericordia: «No temas, yo soy María», es la frase que brota de tus labios y cual bálsamo benéfico le anima. ¡Madre clementísima! Míranos con ternura y repite con frecuencia a nuestro oído esta frase alentadora, y sea tu devoción la esperanza que nos sonría en esta vida y nos estreche en el Cielo.
Obsequio: Invocar muchas a María.

Día sexto

¡María piadosísima!, Tu aconsejas a Savona y en ella a todo el mundo la mortificación y la oración, como fuente de castos pensamientos , saludables consejos y hermosas resoluciones . Danos, pues, te lo pedimos con las más vivas instancias ese espíritu de piedad y abnegación que tanto te agrada, para que así nos reconozcas por hijos.
Obsequio: Rezar el Rosario con devoción.

Día séptimo

¡Oh! ¡Madre clementísima! Háblanos con el lenguaje mudo de la santa inspiración y haz que la acatemos siempre, practicando santas obras, a imitación de aquel pueblo savonés que acogiendo tu inspiración divina, construye un Santuario a Tu Misericordia, abre asilos y levanta altares que han de perpetuar a través de los siglos tu culto soberano.
Obsequio: Obedecer a las inspiraciones divinas.

Día octavo

¡Madre amorosísima! Tu eres la medianera entre la justicia de un Dios irritado y la malicia de u pecador obstinado. Tu eres la que con mirada suplicante de amor desarmas la cólera del Eterno y nos lo tornas propicio. Gracia, bondadosísima Señora, concedemos la gracia de invocarte siempre con amor y confianza y aseguraremos el perdón.
Obsequio: Actos de amor ala santísima Virgen.

Día noveno

¡Santísima Madre! En este último día venimos a suplicarte de rodillas ante tu trono de amor, besando tu mano dadivosa, una triple bendición que nos asegure: la pureza de la vida, la energía para el bien y una muerte justificada en tu regazo amoroso. Sí Madre, clemente, salva nuestra alma y une a ella la de los seres que amamos.
Obsequio: Comunión muy fervorosa

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A Las Lágrimas de Nuestra Señora DEVOCIONES Y ORACIONES

Corona de las Lágrimas, dada por Nuestra Señora

El 8 de marzo de 1930 la Virgen se apareció a la hermana Amalia en Brasil y le dijo “Este es el Rosario de Mis Lágrimas, que fue prometido por Mi Hijo… ÉL concederá todos los favores que fuesen pedidos por los merecimientos de Mis Lágrimas. Este Rosario alcanzará la Conversión de muchos pecadores, especialmente de los poseídos por el demonio. Una Gracia Especial está reservada para el Instituto de Jesús Crucificado, principalmente la Conversión de varios miembros de una parte distante de la Iglesia. Por medio de este Rosario el demonio será derrotado y el poder del infierno destruido. Ármense para la Gran Batalla.”

Ver historia de la advocacíón Nuestra Señora de las Lágrimas de Campinas, Brasil.

El Rosario de las Lágrimas tiene 49 pequeñas cuentas blancas divididas en 7 partes. Es semejante al Rosario de los Siete Dolores de María y tiene, en el lugar de la Cruz, la Medalla de Nuestra Señora de las Lágrimas.

Oración Inicial:

Hemos aquí a Vuestros pies, oh dulcísimo Jesús Crucificado, para ofreceros las Lágrimas de Aquella que, con tanto Amor, Vos acompañó en el Camino Doloroso del Calvario. Haced, o Buen Maestro, que nosotros sepamos aprovechar la lección que ellas nos dan para que, realizando Vuestra Santísima Voluntad en la Tierra, podamos un día, en los Cielos, alabaros por toda la Eternidad. Amén

En las Cuentas del Padre Nuestro se reza:
Ved, oh Jesús, que son las Lágrimas de Aquella que más Os Amó en la Tierra… Y que más Os Ama en los Cielos.

En las Cuentas del Ave-María se reza:
Jesús mío, oíd nuestros ruegos. Por las Lágrimas de Vuestra Madre Santísima.

Al Final de la Corona:

Ved, oh Jesús, que son las Lágrimas de Aquella que más Os Amó en la Tierra… Y que más Os Ama en los Cielos. (Repetir 3 veces).

Oración Final:

Virgen Santísima y Madre de los Dolores, nosotros Os pedimos que juntéis Vuestros pedidos a los nuestros, a fin de que Jesús, Vuestro Divino Hijo, a quien nos dirigimos, en nombre de Vuestras Lágrimas de Madre, oiga nuestras plegarias y nos conceda, con las Gracias que deseamos, la Corona Eterna. Amén

Jaculatorias:

¡Corazón de Jesús Crucificado, Fuente de Amor y de Perdón, por Vuestra Mansedumbre Divina renovad la faz de la Tierra y Reinad en nuestros corazones!

¡Oh Virgen Dolorosísima, Vuestras Lágrimas derrumben el imperio infernal!

Meditación de los 7 Dolores de Nuestra Señora

María Santísima:

Meditad muchas veces en Mis Siete Dolores para consolar Mi Corazón y creceréis mucho en la virtud.Oh alma que padecéis, venid cerca de Mi Corazón y aprended Conmigo. ¡Es junto a Mi Corazón traspasado de Dolor que encontraréis consolación! Madres afligidas, esposas amargadas, jóvenes desorientados, meditando en Mis Sufrimientos tendréis Fuerza para atravesar todas las dificultades. Que Mis Dolores os conmuevan el corazón, impulsándoos hacia la práctica del bien.

1º. Dolor – La Presentación de Mi Hijo en el Templo

2º. Dolor – La Huída a Egipto

3º. Dolor – Pérdida del Niño Jesús

4º. Dolor – Doloroso encuentro en el Camino del Calvario

5º. Dolor – A los pies de la Cruz

6º. Dolor – Una lanza atraviesa el Corazón de Jesús

7º. Dolor – Jesús es sepultado

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De Cuaresma DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones para la Cuaresma

Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.
Con nuestra oración, nuestro ayuno y nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la oscuridad
y el dolor en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Para Alcanzar Amor

Madre del Divino Amor,
Tú que tan bien supiste aprender de Él
las lecciones de misericordia,
de extraordinaria bondad
y de suprema caridad,
obtenme la gracia
de entrar a esa misma escuela
y aprender de Ti, que tan maravillosamente reflejas
la grandeza del amor,
a acercarme día a día
interiorizando más y más
a Aquel que siendo Él mismo todo amor
es también para nosotros
la puerta de acceso a la Comunión amorosa.
Que asi sea.

Para obtener la Piedad Filial

Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa
filiación como Aquel
que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte y a honrarte
con el amor que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la grandeza de verse conformado
en el Salvador
Amén

Oración del Fiat

Santa Maria, ayúdame a esforzarme
según el máximo de mi capacidad
y el máximo de mis posibilidades
para así responder al Plan de Dios
en todas las circunstancias concretad de
de mi vida. Amen.

Para ser Mejor

Auxilio de los pecadores,
siempre dispuesta al perdón
y a Ia intercesión,
obtenme las gracias
que me sean necesarias
para encaminar rectamente mi vida,
rechazar enérgicamente el pecado,
huir de sus ocasiones
y poner los mejores medios
para purificarme según el divino designio
y asi encaminarme hacia quien es la Vida misma.
Amen.

Ante las Tentaciones

Madre querida acógeme en tu regazo,
cúbreme con tu manto protector
y con ese dulce cariño
que nos tienes a tus hijos
aleja de mi las trampas del enemigo,
e intercede intensamente
para impedir que
sus astucias me hagan caer.
A tí me confío
y en tu intercesión espero.
Amen.

Para vivir la Reconciliación

iOh Madre de la Reconciliación!
Tu, que por tu humildad, corno primicia,
recibiste el don obtenme del Señor
su bondad
y que viva de la gracia su moción.
Amén.

Para Vivir el Perdón

Ante las dudas sobre tí
respondiste con el perdón.
Ante la persecución
y las muchas murmuraciones
respondiste con el perdón.
Ante la insidia y la impía ofensa,
respondiste con el perdón.
Ante la infamia de la conspiración contra el Justo,
respondiste con el perdón.
Ante la traición y el dolor que conlleva,
respondiste con el perdón.
Madre de la Misericordia,
tu corazón bondadoso rebosa de clemencia,
por ello te imploro que me obtengas el perdón
por los muchos males que he hecho,
y también, ioh Madre!
enséñame a perdonar
como que ante tantos males que te hicieron,
hasta arrebatar de lado a tu divino Hijo,
siempre respondiste con el más
magnánimo perdón.
Amen.

Autor: aciprensa.com

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DEVOCIONES Y ORACIONES Pilares de las devociones

Oración, Ayuno y Misericordia son Inseparables

De los sermones de San Pedro Crisólogo, obispo y Padre de la Iglesia.

La oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe.

Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente.

El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica.

Que el que ayuna entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que responda quien desea que Dios le responda a é1. Es un indigno suplicante quien pide para si lo que niega a otro.

Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti.

En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.

Recobremos con ayunos lo que perdimos por el desprecio; inmolemos nuestras almas con ayunos, porque no hay nada mejor que podamos ofrecer a Dios, de acuerdo con lo que el profeta dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Hombre, ofrece a Dios tu alma, y ofrece la oblación del ayuno, para que sea una hostia pura, un sacrificio santo, una víctima viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto a Dios no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea a si mismo para darse.

Mas, para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir después la misericordia; el ayuno no germina si la misericordia no lo riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecundiza: lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno.

Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre, te haces limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro no lo tendrás tampoco para ti.

Fuente: Del Oficio de Lectura, Martes III de Cuaresma

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De Luisa Piccarreta DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones de Luisa Piccarreta

ORACIÓN REPARACIÓN 

Jesús, oh prisionero de amor,
te amo, me arrepiento de mis pecados
y te adoro en todas las iglesias del mundo,
especialmente en aquellas donde estás
más abandonado, solo y despreciado.

Haz que mi corazón sea una lámpara ardiente,
que brille siempre delante de tu presencia
en cada día, a cada hora, a cada instante
y por toda la eternidad.

Oh prisionero de amor,
tu estás abandonado y solo
y yo quiero hacerte compañía
y estar pronto para darte reparación
de cualquier ofensa, cualquier ultraje
que te hayan hecho.

Al acompañarte como lo estoy haciendo,
quiero también amarte por quien no te ama,
alabarte por quien te desprecia,
bendecirte por quien te blasfema,
pedirte perdón por quien te ofende
arrodillarme ante tu presencia
por quien no se arrodilla y pasa indiferente.

Eterno Padre, te doy gracias
por todos los privilegios que has concedido
a María Santísima
por haberla hecho tu Hija predilecta.

Eterno Hijo, te doy gracias,
por el abismo de favores con que colmaste
a María Santísima,
por haberla hecho tu Madre inmaculada,
Santísima Trinidad, ten piedad de mí.

Ángel de la guarda, custódiame
San José asísteme
San Miguel arcángel, defiéndeme
Arcángel San Rafael Acompáñame.

Así sea.

Autor: Sierva de Dios Luisa Piccarreta

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD PARA LA GLORIFICACIÓN DE LA SIERVA DE DIOS LUISA PICCARRETA

«Oh Augusta y Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
te alabamos y te damos gracias por el don de la santidad
de tu sierva fiel Luisa Piccarreta.
Padre, ella vivió en tu Divina Voluntad,
volviéndose bajo la acción del Espíritu Santo,
conforme a tu Hijo obediente hasta la muerte de cruz,
Victima y Hostia a ti agradable,
cooperando a la obra de la redención del género humano.
Sus virtudes de obediencia, de humildad,
de amor sumo a Cristo y a la Iglesia
nos inducen a pedirte el don de su glorificación en la tierra.
Para que resplandezca ante todos tu gloria,
y que tu Reino de verdad, de justicia y de amor
se difunda hasta los confines de la tierra en el carisma particular
del Fiat Voluntas tua sicut in Caelo et in terra.
Recurrimos a sus méritos para obtener de ti,
Santísima Trinidad,
la gracia particular que te pedimos
con la intención de cumplir tu Divina Voluntad. Amén.

Tres Glorias…
Padre Nuestro…
Reina de los Santos, ruega por nosotros.

+ Giovan Battista Pichierri
Arzobispo de Trani-Bisceglie-Barletta
Trani, 29 de octubre de 2005

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De Luisa Piccarreta DEVOCIONES Y ORACIONES

Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo por Luisa Piccarreta

A la edad de 17 años, Luisa hizo una novena de preparación para la Navidad con nueve horas de meditación, y después de haberla terminado, Nuestro Señor la invitó a meditar de manera continua las últimas 24 horas que sufrió durante el transcurso de su Pasión, comenzando desde el momento en que se despidió de su Madre (antes de instituir la Eucaristía), hasta terminar en el instante en que fue sepultado.

En cada hora de su Pasión, Nuestro Señor mismo, nos invita a hacerle compañía y brindarle consuelo con nuestro amor, pues poco a poco conforme vayamos penetrando cada escena, cada palabra, cada verdad, cada sufrimiento, iremos comprendiendo cuán grande ha sido el amor de Nuestro Dios y por lo tanto, nos será imposible no amarlo como merece ser amado. Aprenderemos a descubrir y a conocer no sólo la Pasión externa que vivió Jesús, sino también todos aquellos sufrimientos, íntimos y ocultos a los ojos de todas las criaturas: Su Pasión interna.

Por lo tanto, meditar una hora de la Pasión significa unirnos a Jesús, para hacer lo mismo que él hacía durante cada una de las escenas de su Pasión, como por ejemplo: las oraciones y reparaciones que él hacía a su Padre en su interior, cuando era flagelado, coronado de espinas, crucificado, etc… y para ello nos servimos de este libro: «Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo«. De manera que, cada vez que leamos, meditemos, penetremos o profundicemos cada hora de su Pasión, tratemos de hacer nuestras sus mismas oraciones, sus mismas intenciones, sus mismas reparaciones, para poder junto con él, elevarlas al Padre por la salvación y el bien de toda la humanidad.

Después de vivir de manera continua estas Horas de la Pasión por más de treinta años, San Aníbal María di Francia, habiendo sido nombrado por la autoridad competente Censor Eclesiástico para los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, le impuso en virtud de la Santa Obediencia poner por escrito estas meditaciones, dando por resultado este Libro de Cielo. Viendo la riqueza de su contenido y vislumbrando todo el bien que haría San Aníbal mismo se encargó de publicarlo en cuatro ediciones (1915, 1916, 1917 y 1924).

Después de que Luisa terminó de escribir el manuscrito original, se lo envío a San Aníbal junto con una carta. En ella le habla de la complacencia que Jesús siente cuando se meditan estas Horas, pues, lo dice ella misma: es «como si Jesús escuchara su misma voz y las mismas oraciones que él hizo ante su Padre durante el transcurso de las últimas 24 horas de su dolorosa Pasión«. Así mismo, junto con el manuscrito y dicha carta, Luisa le envió algunas hojas en las que incluyó los efectos y promesas que Jesús hace a aquellos que mediten estas Horas de su Pasión.

Lea la Carta que Luisa le envió a San Aníbal junto con las Horas de la Pasión…

 

DISTRIBUCIÓN Y DETALLES DE LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Vea aquí, en el sitio oficial, toda la información para orar las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo de Luisa Piccarreta http://www.passioiesus.org/es/horasdelapasion/distribucion.htm

 

BENEFICIOS QUE CONLLEVA LA MEDITACIÓN DE LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Son muy grandes los beneficios que se adquieren cuando se medita con frecuencia la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo; en la historia de la Iglesia podemos ver innumerables testimonios de esto en los santos. Un modo eficacísimo de meditar en la Pasión de nuestro Señor, lo tenemos en este maravilloso y bellísimo libro: «Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo».

En estas horas, Jesús mismo nos toma de la mano y nos introduce dulcemente pero con paso firme en cada uno de los diferentes momentos de su pasión, desde que se despidió de su Madre Santísima antes de empezar su pasión, hasta que ella misma se apartó de él dejándolo en el sepulcro. Con una suavidad indescriptible nos va enseñando a vivir junto con él cada momento de su pasión, y por lo tanto a darle un verdadero alivio y consuelo, una digna reparación, un agradecimiento digno de un Dios que haciéndose hombre se abajó hasta lo más profundo de nuestros abismos. Y por si fuera poco, va infundiendo en el alma que se adentra en estas horas, un espíritu nuevo, una nueva disposición, una nueva vida, del todo divina, hasta llegar a estar como rumiando su pasión durante el transcurso de todo el día, y más aún, viviéndola en cada circunstancia de nuestra vida.

El alma, penetrando en estos excesos de amor y de dolor, se va entonces transformando en Jesús mismo, llegando así a recibir el fruto completo que Nuestro Señor mismo quiso que dieran sus sufrimientos, el que volviera a nosotros aquél orden primero para el cual fuimos creados y que el pecado nos arrebató, es decir: «Vivir en la Voluntad de Dios», hacer la Voluntad de Dios «como en el cielo así en la tierra», como aprendemos a partir de los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.

Volviendo así al orden, al puesto y a la finalidad para la que Dios desde toda la eternidad quiso crear al hombre, y es decir, para la sola gloria de Dios.

Leamos a continuación algunos de los beneficios que nuestro Señor le menciona a la sierva de Dios Luisa Piccarreta en relación con la meditación de las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo:

El pensamiento continuo de la Pasión de Jesús, forma un manantial en el corazón del alma, para gloria de Dios y para bien de las criaturas.  10 de abril de 1913

«Quien piensa siempre en mi Pasión forma en su corazón una fuente, y por cuanto más piensa en ella, tanto más esta fuente se agranda, y como las aguas que brotan son aguas comunes a todos, así esta fuente de mi pasión que se forma en el corazón sirve para bien del alma, para gloria mía y para bien de las criaturas.» 

Las Horas de la Pasión son las mismas oraciones y reparaciones de Jesús. 6 de septiembre de 1913

«Hija mía… las horas de mi Pasión, que son mis mismas oraciones, mis reparaciones y todo amor, han salido propiamente del fondo de mi corazón. ¿Has acaso olvidado cuántas veces me he unido contigo para hacerlas juntos y he cambiado los flagelos en gracias para toda la tierra?»

«¡Oh, cuánto me gustaría que aunque sea una sola por país hiciera estas Horas de mi Pasión! Me escucharía a mí mismo en cada país, y mi justicia, en estos tiempos tan despreciada, quedaría en parte aplacada.»   octubre de 1914

«Estas Horas son las más preciosas de todas, pues no son otra cosa que repetir lo que yo hice en el curso de mi vida mortal, y lo que continúo en el Santísimo Sacramento. Cuando escucho estas Horas de la Pasión, escucho mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, voluntad de querer el bien de todos y de reparar por todos, y yo me siento transportado a morar en ella, para poder hacer en ella lo que hace ella misma. ¡Oh, cuánto quisiera que, aunque fuera una sola por región, hiciera estas horas de mi Pasión!; me oiría a mí mismo en cada lugar, y mi Justicia, en estos tiempos tan grandemente indignada, quedaría en parte aplacada.»

El repetir siempre las Horas de la Pasión le da a Jesús gran complacencia, y como recompensa, él da abundantemente al alma nueva luz y nuevas gracias en la tierra, y en el cielo, nueva luz y gloria. 4 de noviembre de 1914

Estaba haciendo las Horas de la Pasión, y Jesús complaciéndose mucho, me dijo:

«Hija mía, si tú supieras la gran complacencia que siento al verte repetir estas Horas de mi Pasión, y siempre repetirlas y volverlas a repetir, tú quedarías feliz. Es verdad que mis santos han meditado en mi pasión y han comprendido cuánto he sufrido, y se han soltado en lágrimas de compasión, de tal manera que se sienten consumir de amor por mis penas, pero sin embargo, no lo han hecho de una manera continua ni siempre repetida en este mismo orden. Así que puedo decir que tú eres la primera que me da este gusto tan grande y especial, y vas desmenuzando hora tras hora mi vida y lo que sufrí; y yo me siento tan atraído, que hora tras hora te doy el alimento y como contigo el mismo alimento, y hago junto contigo lo que tú haces. Debes saber sin embargo que te recompensaré abundantemente con nueva luz y nuevas gracias, y aun después de tu muerte, cada vez que sean hechas por las almas sobre la tierra estas Horas de mi Pasión, yo en el cielo te cubriré siempre con nueva luz y gloria.»

Quien hace las Horas de la Pasión, hace suya la vida de Jesús, y toma el mismo oficio de él. 6 de noviembre de 1914

Continuando las acostumbradas Horas de la Pasión, mi amable Jesús me ha dicho:

«Hija mía, el mundo está en continuo acto de renovar mi Pasión, y como mi inmensidad envuelve a todos, dentro y fuera de las criaturas, por eso estoy obligado, por su contacto, a recibir clavos, espinas, flagelos, desprecios, escupitajos y todo lo demás que sufrí en la pasión, y aun más. Ahora, quien hace estas Horas de la Pasión, a su contacto siento que me saca los clavos, rompe las espinas, endulza mis llagas, me quita los salivazos; siento que me cambia en bien el mal que me hacen los demás; y yo, sintiendo que su contacto no me hace mal sino bien, me apoyo siempre más sobre ella.»

Después de esto, volviendo mi bendito Jesús a hablar de estas Horas de la Pasión dijo:

«Hija mía, has de saber que cuando el alma hace estas Horas, toma mis pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, los deseos, los afectos y aun mis más íntimas fibras y las hace suyas, y elevándose entre el cielo y la tierra hace mi mismo oficio, y como corredentora dice junto conmigo: «Ecce ego mitte me» («Heme aquí, envíame a mí» Is 6,8), quiero repararte por todos, responderte por todos e implorar el bien para todos.»

«¡Más difusión, más difusión!»

Estas Horas son pequeños sorbos de dulzura que dan las almas a Jesús.

Cuando el alma hace memoria de la vida, pasión y oraciones de Jesús, los ángeles se ponen alrededor de esta alma y recogen sus palabras, sus oraciones, sus compadecimientos, sus lágrimas y sus ofrendas, las unen a las de Jesùs, y las llevan ante la Majestad Divina, para renovarle a Jesús la gloria de su vida misma. 13 de octubre de 1916

Estaba haciendo las Horas de la Pasión y mi bendito Jesús me dijo:

«Hija mía, en el curso de mi vida mortal, millones y millones de ángeles cortejaban a mi Humanidad y recogían todo lo que yo hacía, los pasos, las obras, las palabras y aun mis suspiros, mis penas, las gotas de sangre, en suma, todo. Eran ángeles destinados a mi custodia, a darme honor, obedientes a todas mis señales, subían y bajaban del Cielo para llevar al Padre todo lo que yo hacía. Ahora estos ángeles tienen un oficio especial, y conforme el alma hace memoria de mi vida, de mi Pasión, de mi sangre, de mis llagas, de mis oraciones, se ponen en torno a esta alma y recogen sus palabras, sus oraciones y los compadecimientos que me hacen, las lágrimas, los ofrecimientos, los unen con los míos y los llevan ante mi Majestad para renovarme la gloria de mi misma vida. Es tanta la complacencia de los ángeles, que permanecen reverentes en torno al alma para oír lo que dice y rezan junto con ella; por eso, con qué atención y respeto el alma debe hacer estas horas, pensando que los ángeles están pendientes de sus labios, para repetir junto con ella lo que ella dice.»

Luego añadió: «Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas son los pequeños sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por eso, más difusión, más difusión.»

Lo que el Padre Celestial encontró en Jesús, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción completa, perfecta, a bien de todos, lo quiere encontrar Jesús en las almas, como otros tantos Jesús que se asemejen a él.

El alma debe repetir estas intenciones en cada Hora de la Pasión que haga, en cada acción, en todo. Así se aplacará la divina justicia. 9 de diciembre de 1916

«Hija mía, no engrandezcas mis penas con tus preocupaciones. Ya son demasiadas; yo no espero esto de ti; es más, quiero que hagas tuyas mis penas, mis oraciones, a todo mí mismo, de manera que yo pueda encontrar en ti otro yo. En estos tiempos quiero grandes satisfacciones, y sólo quien me hace suyo me las puede dar.

Y lo que en mí encontró el Padre, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción completa, perfecta, a bien de todos, yo lo quiero encontrar en estas almas, como otros tantos Jesús que se me asemejen. Y estas intenciones las debes repetir en cada Hora de la Pasión que hagas, en cada acción, en todo; y si yo no encuentro mis satisfacciones, ¡ah, se acabó para el mundo! Lloverán castigos a torrentes. ¡Ah, hija mía! ¡Ah, hija mía!» Y desapareció.

El mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de la pasión de Jesús. Ha hecho como un niño que ya no ha querido reconocer a su madre; como un discípulo que, desconociendo al maestro, no ha querido escuchar ya sus enseñanzas. Estos serán el dolor de ellos mismos y el terror y el dolor de la sociedad. En esto se ha convertido el hombre: terror y dolor, pero dolor sin piedad. 2 de febrero 1917

Estando en mi habitual estado, me encontré fuera de mí misma y hallé a mi siempre amable Jesús chorreando sangre por todos lados, con una horrible corona de espinas; y con trabajo me miraba a través de las espinas, y me dijo:

«Hija mía, el mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi pasión. En las tinieblas no ha encontrado la luz de mi pasión que le daba claridad, que dándole a conocer mi amor y cuántas penas me cuestan las almas, podía volver a amar a quien verdaderamente la ha amado; y la luz de mi pasión, guiándolo, lo ponía al seguro de todos los peligros. En la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi pasión que lo sostiene; en la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi paciencia que le infunde la calma, la resignación, ya que frente a mi paciencia, avergonzándose, se empeña en dominarse a sí mismo. En las penas no ha encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo las suyas, le infunde amor al sufrimiento. En el pecado no ha encontrado mi santidad, que haciéndole frente, le infunde el odio a la culpa.

¡Ah, en todo ha abusado el hombre, porque se ha apartado en todo de Quien puede ayudarlo! Por lo tanto, el mundo ha perdido el equilibrio; ha hecho como un niño que ya no ha querido reconocer a su Madre; como un discípulo que, desconociendo al maestro, no ha querido escuchar ya sus enseñanzas, ni aprender sus lecciones. ¿Cuál será la suerte de este niño y de este discípulo? Serán el dolor de ellos mismos y el terror y el dolor de la sociedad. En esto se ha convertido el hombre: terror y dolor, pero dolor sin piedad. ¡Ah, el hombre empeora, empeora siempre, y yo lo lloro con lágrimas de sangre!»

«Estas Horas son el orden del universo, ponen en armonía el cielo y la tierra, y hacen que no pueda destruir el mundo.»

Al meditar las Horas de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, se pone en circulación su sangre, sus llagas, su amor y todo lo que él hizo y que aun corre para la salvación de todos. Es como si se repitiera la misma vida de Jesús de nuevo. 16 de mayo de 1917

Después me hallé fuera de mí misma; me encontraba en medio de muchas almas que me decían (parecían ser almas del purgatorio y santos y nombraban a una persona conocida mía que había fallecido no hacía mucho):

«Él (Jesús) se siente como feliz al ver que no hay alma que entre en el purgatorio que no lleve el sello de las Horas de la Pasión, y ayudada y rodeada por el cortejo de estas Horas, toma sitio en un lugar seguro. No hay alma que vuele al paraíso que no sea acompañada por estas Horas de la Pasión. Estas Horas hacen llover del cielo un continuo rocío sobre la tierra, en el purgatorio e incluso en el cielo.»

Oyendo esto decía yo para mí: «Tal vez mi amado Jesús para mantener su palabra de que por cada palabra de las Horas de la Pasión él daría un alma, hace que no haya alma salvada que no se sirva de estas Horas.»

Después de esto, volví en mí misma y encontrando a mi dulce Jesús le pregunté si eso era cierto y él me dijo:

«Estas Horas son el orden del universo, ponen en armonía el cielo y la tierra, y hacen que no pueda destruir el mundo. Siento que ponen en circulación mi sangre, mis llagas, mi amor y todo lo que yo hice y que corre sobre todos para salvar a todos. Cuando las almas hacen estas Horas de la Pasión, siento que le dan vida a mi sangre, a mis llagas, a mis ansias de salvar almas; así que, sintiendo que mi vida se repite, ¿cómo podrían obtener las criaturas algún bien si no por medio de estas Horas? ¿Por qué dudas? La cosa no es tuya sino mía, tú sólo has sido el esforzado y débil instrumento.»

Por cada palabra que el alma medita de las Horas de la Pasión, se abren tantas vías de comunicación con Dios. 12 de julio de 1918

Estaba rezando con cierto temor y ansiedad por un alma moribunda, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:

«Hija mía, ¿por qué temes? ¿No sabes tú que por cada palabra sobre mi pasión, pensamiento, compasión, reparación, recuerdo de mis penas, tantas vías de comunicación de electricidad se abren entre el alma y yo, y por lo tanto de tantas variedades de belleza se va adornando el alma?»

El padre San Aníbal Di Francia, ya difunto, le habla de las Horas de la Pasión (o Reloj de la Pasión). 17 de junio 1927

Después de esto me encontré fuera de mí misma, y mientras buscaba a mi dulce Jesús me he encontrado con el padre Di Francia, estaba todo alegre y me dijo:

«¿Sabes cuántas bellas sorpresas he encontrado? yo no me lo imaginaba, cuando estaba sobre la tierra, si bien pensaba que había hecho algún bien al publicar el «Reloj de la Pasión»; pero las sorpresas que he encontrado son maravillosas, encantadoras, de una rareza jamás vista, todas las palabras concernientes a la Pasión de Nuestro Señor cambiadas en luz, una más bella que la otra, todas entrelazadas entre ellas, y estas luces crecen siempre a medida que las criaturas hacen las Horas de la Pasión, así otras luces se agregan a las primeras. Pero lo que me sorprendió más, han sido las pocas palabras publicadas por mí acerca de la Divina Voluntad. Cada palabra cambiada en sol, que invistiendo con sus rayos todas las luces forman tal con nuestro Sumo Bien Jesús que me dio la ocasión y la gracia de hacerlo; también tú agradécele de parte mía.»

 

PROMESAS DE JESÚS PARA QUIEN ORE Y MEDITE CON LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Cuando la Sierva de Dios Luisa Piccarreta terminó de escribir las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, como lo hemos dicho en otros lugares, le envió a San Aníbal María di Francia el manuscrito final junto con una carta que ya hemos transcrito en otro lugar. En dicha carta, Luisa, entre otras cosas, dice:

«…He incluido también otras pocas hojas en las que he escrito los efectos y las hermosas promesas que Jesús ha hecho a todos aquellos que mediten las Horas de la Pasión.»

Les hemos presentado anteriormente los efectos que produce la meditación de «Las Horas de la Pasión», ahora aquí les presentamos algunas de las hermosas promesas que le hace Nuestro Señor a todos aquellos que mediten las Horas de la Pasión.

A quien hace las Horas de la Pasión, Jesús le otorga sus mismos méritos como si él mismo estuviera sufriendo su pasión. 10 de abril de 1913

Y yo: « Dime, mi bien, ¿qué cosa darás en recompensa a los que hagan las Horas de la Pasión como tú me has enseñado? »

Y él: « Hija mía, estas Horas no las veré como cosas vuestras, sino como cosas hechas por mí, y les daré mis mismos méritos, como si yo estuviera sufriendo en acto mi pasión, y así les haré obtener los mismos efectos, según la disposición de las almas; esto en la tierra, y por lo cual, mayor bien no podría darles; después, en el cielo, a estas almas las pondré frente a mí, flechándolas con flechas de amor y de felicidad, por cuantas veces hayan hecho las Horas de mi pasión, y ellos también me flecharán. ¡Qué dulce encanto será esto para todos los bienaventurados! »

Si quien medita Las Horas de la Pasión lo hace junto con Jesús y con su misma Voluntad, Jesús dará un alma por cada palabra que se repita, pues toda la mayor o menor eficacia de estas Horas de la Pasión está en la mayor o menor unión que tengamos con Jesús. octubre de 1914

« Hija mía, como recompensa por haberlas escrito, por cada palabra que has escrito te daré un alma, un beso. »

Y yo: « Amor mío, esto para mí; y a los que las hagan, ¿qué les darás? »

Y Jesús: « Si las hacen junto conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que repitan les daré un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas Horas de mi Pasión está en la mayor o menor unión que tengan conmigo. Y haciéndolas con mi Voluntad, la criatura se esconde en mi Voluntad, y obrando mi Voluntad puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra. Y esto, cada vez que las hagan. »

 

LOS RELOJES VIVIENTES

¿Qué son los Relojes Vivientes?

Los Relojes Vivientes son grupos conformados por 24 personas que se comprometen cada una a meditar-orar diariamente una Hora (capítulo) de «Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo», la cual es asignada por el coordinador del Reloj Viviente.

¿Cómo se puede conformar un Reloj Viviente?

Es muy sencillo. La persona que teniendo un grupo de personas desee conformar un Reloj Viviente:

1. Le asigna una Hora (capítulo) de la Pasión a cada persona.

2. Establece cada cuánto tiempo se irá rotando la Hora asignada a cada persona, que puede ser
   • ya sea diariamente,
   • o bien cada semana,
   • cada 15 días
   • o hasta cada mes.

Cuando haya completado el Reloj Viviente con 24 personas que han querido comprometerse diariamente a hacer una Hora de la Pasión el Reloj estará completo y funcionando para la gloria de Nuestro Señor Jesucristo.

De acuerdo al tiempo de rotación establecido, cada persona avanzará su Hora haciendo la siguiente Hora que le corresponda. Así, por ejemplo, si a una persona le fue asignada la Hora de las 5 a 6 de la tarde (Jesús se despide de su Madre Santísima), el día que corresponde hacer la rotación hará entonces la siguiente Hora, es decir de 6 a 7 de la tarde (Jesús se separa de su Madre Santísima).

Al inicio el Reloj puede no estar completo, pues si sólo ha encontrado algunas personas que desean formar parte del Reloj Viviente puede empezar sólo con ellas y ya con el tiempo irá encontrando otras personas que se interesen hasta completar las 24 personas que se necesitarían para completar el Reloj Viviente.

 

VIDEOS SOBRE «LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO»  Y LOS RELOJES VIVIENTES

 



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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre el Pecado

Oraciones contra los pecados

MISERERE (SALMO 50)

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado.

Pues yo reconozco mi delito,
mi pecado está siempre ante mí;
contra ti, contra ti solo pequé,
lo malo a tus ojos cometí.

Por que seas justo cuando hablas
e irreprochable cuando juzgas.

Mira que nací culpable,
pecador me concibió mi madre.

Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
lávame hasta blanquear más que la nieve.

Devuélveme el son del gozo y la alegría,
se alegren los huesos que tú machacaste.

Aparta tu vista de mis yerros
y borra todas mis culpas.

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
renueva en mi interior un espíritu firme;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme el gozo de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso;
enseñaré a los rebeldes tus caminos
y los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios salvador mío,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.

Pues no te complaces en sacrificios,
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.

Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
un corazón contrito y humillado, oh Dios,
no lo desprecias

¡Sé benévolo y favorece a Sión,
reconstruye los muros de Jerusalén!

Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
-holocausto y oblación entera-
entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

  

ORACION POR MIS PECADOS

Te pido perdón, Señor, por mis pecados…

Por los pecados de toda una vida que en el amanecer de cada día dejo atrás. La mañana llega, y tú, amor Divino, me perdonas.
Cada día lo haces, cada día esperas ese poco de mí que puedo dar.

La pequeñez, que preñada de vida, de tu vida, sin duda va a florecer.

Mientras tanto, mientras ese momento llega, te vienes junto a mí y me esperas. Te vienes conmigo nada más levantarme.

No apartas de mí tus ojos cuando el pecado llega.

Sostienes a mi alma; le imprimes aliento; susurras a mi corazón que se pierda en el tuyo.

Pero… a menudo, no te oigo.

No, de mí sólo te llega un lamento: no puedo más…
De tu corazón un rayo brota hasta el fondo de mi pecho.

Y entre tus brasas y mi lamento, se forma un ruego, una palabra, una oración que transforma mi ser y lo acerca, de nuevo, a ti.

  

ORACIÓN DEL PECADOR

Amado Señor, vengo ante ti ahora
Se que soy un pecador. 
Nada de lo que hago me hace merecedor del cielo. 
Ahora entiendo que Jesucristo murió por mí. 
Él tomó mi lugar, mi castigo, y resucitó. 
Ahora mismo pongo mi confianza únicamente en Cristo para salvarme. 
Gracias por el regalo de la vida eterna que acabo de recibir. 
En el nombre de Jesús, amén.

  

ORACIÓN CONTRA LOS PECADOS DE LA CARNE

(28 Julio, 1998)

(«¿Sabes que estuve desnudo a la vista de todos los hombres, para que tú pudieras vencer y matar los deseos de la carne, los cuáles llevan al pecado de la fornicación y el adulterio?? Hijos, mi adversario usó este pecado para reclamar a todos los hombres como suyos.» «Cualquier pecador que constantemente rece esta oración ganará arrepentimiento verdadero. Entre más la recen, más serán los que volverán a mí y dejarán la fornicación y el adulterio. Muchos se perderán por los pecados de la carne. Trabajen duros para salvar almas…»)

Padre Santo y Misericordioso, Tu Hijo Unigénito está desnudo a la vista de todos los hombres, para que Tu pueblo conozca y tema Tu Santa Ley. Acepta mi humilde oración por todo Tu pueblo que vive en iniquidad, fornicación y adulterio, para que a través de la vergüenza y la desgracia que soportó Tu Hijo único, toques sus vidas, para que se conviertan y se salven. Que ellos, a través de la Sangre Preciosa de Tu Hijo Jesucristo, la cual te suplico caiga sobre sus cabezas, se conviertan y salven, y a través de la vergüenza de tu Hijo los lleve a la contrición. Amén.

Bernabe Nwoye

  

ORACIÓN DE LIBERACIÓN DE LOS PECADOS DE NUESTRA FAMILIA

Señor, asumo mi casa, la familia que me diste.

Como miembro de esta familia, te pido perdón por mis pecados personales, Señor. Los pecados que cometí de pensamientos, mis pecados de sentimientos, de emociones, de actos; todas las cosas erradas que hice.

Te pido perdón, Señor, por todas las palabras erradas que dije, palabras falsas, ofensivas, que hirieron a mis hermanos y que no fueron convenientes.

Te pido perdón por todos mis pecados de omisión. Las cosas que debía hacer y no hice. Por no haber orado como debía, por no interceder cómo debía, por no vigilar cómo debía, por no comandar cómo debía, por no usar de mi autoridad como debía, por no hablar cuando debía, por no callarme cuando debía,… finalmente, Señor, todas mis omisiones.

Te pido perdón por toda mi malicia, maldad, falsedad, hipocresía… de todo mi pecado, Señor. Tú sabes de la sinceridad de mi corazón.

Digo, sinceramente, delante de Ti: rompo con el pecado. No quiero pecar, Señor. Digo “no” al pecado.

Ahora asumo la autoridad espiritual que no es mía, pero que tú me diste, sobre mi familia.

Asumiendo esta autoridad espiritual, digo:

Perdón, Señor, por los pecados de la familia que me diste. Asumo sobre mí estos pecados, como tú asumiste sobre tí los pecados de tu pueblo, los pecados de la familia que el Padre te dio. Tú fuiste hasta la cruz y derramaste tu Sangre por esta familia.

Señor, te pido perdón por todos los pecados de pensamientos, de juicios, de palabras, de sentimientos, de emociones que – por mi culpa o sin mi culpa –mi familia cometió.

Te pido perdón por todos los pecados de omisión de mi familia. Por todo aquello que mis parientes queridos hicieron, disgustando y ofendiendo tu Corazón, disgustando y hiriendo a mis hermanos.

Yo y mi casa rompemos con el pecado, ya no queremos pecar. Yo y mi casa ya no queremos ser una “hija apóstata”. Ya no queremos quedarnos vagando por caminos errados, por los caminos de la tentación, resbalando en el pecado y dando apertura a él.

Yo y mi casa decimos como Domingo Sávio: “La muerte, pero no el pecado. Antes morir que pecar”.

Sabemos de nuestra fragilidad, Señor, pero firmes en la fe, firmes en tu poder, en el poder de tu cruz, hacemos esta proclamación: “Mi casa y yo rompemos con el pecado”. Mi Señor y mi Dios, lávanos ahora con tu Sangre preciosa. Lava toda mi casa, mi familia, a todos aquellos que bondadosamente me diste. Amén

Padre Jonas Abib, Fundador de la Comunidad Canción Nueva

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De Cuaresma DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre el Pecado

Conciencia de que somos Pecadores

¡Señor! Aquí estoy, a tu lado, a tus pies.

En estos días de cuaresma sé muy bien que todos somos invitados por tu bondad a revisar nuestra conciencia, manantial fecundo de nuestro vivir responsable, pues a través de ella Tú nos hablas continuamente. Aquí estoy para hablarte y escucharte.

¡Ojalá escuchéis hoy mi voz en la conciencia..!

Concédeme, Señor, la gracia de acoger esta oportunidad que me ofreces, y de la que me das noticia por aquel clamor de voces bíblicas: ¡Ojalá escuchéis hoy mi voz..!
Mira, Señor; en un primer momento de intimidad contigo, quiero recordar y agradecerte las innumerables veces en que me has hablado y me hablas en la voz o grito de mi conciencia, para que yo te presto atención. Y como no te correspondo, sino que te soy infiel a la llamada, te ruego me perdones.

Gracias por cuantas veces me hablas por la conciencia. Innumerables veces. Por ejemplo,

cuando me dejo fascinar o atemorizar por la belleza o por los horrores y catástrofes de la naturaleza que nos fustiga;

cuando me acerco a la miseria de pobres hambrientos, y su pobreza me despiertan con el desasosiego que se genera en la culpabilidad;

cuando, sorprendido por el gozo de la vida, puedo celebrar jubiloso la fiesta de una familia unida en medio de una sociedad divida;

cuando, observando los atropellos humanos, me veo forzado a lamentar la manipulación y prostitución de la dignidad en muchas personas marginadas;

cuando, al cruzarme en la calle con un hombre o mujer de tez morena que ha llegado a nosotros buscando trabajo, palpo las injustas desigualdades que se acrecientan entre los hombres;

cuando, abierto al Espíritu, comparto la oración en un monasterio de contemplativas que invitan a la alabanza divina;

y cuando alargo la mano caritativa y samaritana al enfermo que me llama y a cualquiera que precisa de mi apoyo fraterno ….

Sí, Padre, lo reconozco agradecido. En cualquier momento de mi vida consciente, por los poros de mi sensibilidad Tú penetras hasta lo más profundo de la conciencia y me interpelas desde ella. … Y yo te soy infiel, pero Tú no me abandonas.

¡Gracias por tu voz! ¡Gracias por tu amor!…

Sólo hace falta querer escucharte, y yo acabaré escuchándote ….

¡Ojalá escuchéis la voz de Jesús!

Gracias también, Señor, porque previendo que ese giro o grito de la voz de la conciencia no me gustara o desvelara, Tú hiciste, además, que durante estos días la voz de Jesús resonara especialmente en mis oídos cuando leo en el evangelio su mensaje luminoso que no admite enga?o ni subterfugios. Jesús me dice, en efecto, si quiero desechar el pecado y haceros amigo suyo, no me enga?e con falsas aspiraciones a contemplar su rostro y comprobar su dolor personal.

A mí, nos dice Jesús, no me vais a encontrar personalmente en vuestros caminos. Mas eso no importa:

sabed que siempre que vistáis a un desnudo, visitéis a un prisionero, deis de comer a un hambriento o instruyáis a un ignorante, A MÍ ME ENCONTRÁIS Y ME LO HACÉIS;

y sabed también que siempre que proclaméis la justicia, o seáis creadores de paz, u oréis al Padre con humildad, CON VOSOTROS ESTOY YO ….

¡Gracias de nuevo, Padre! … Mi conciencia y la Palabra de Jesús serán mi guía, y ya no me mostraré insensible a la voz de la Verdad y del Amor.

¡Ojalá no os hagáis insensibles al pecado!

Pero quiero pedirte, Padre, que no sólo yo sino todos los hombres seamos sensibles a tu voz ….. Revélate con fuerza… Haz que todos escuchemos en la conciencia y en la voz de Jesús, cuando leamos el evangelio en estos días penitenciales, tu mensaje de amor, de perdón y de gracia.

Mira que sería una lástima vivir de espaldas a Ti mientras progresamos en la posesión de bienes materiales. No sería justo y noble que mientras hacemos gala, como la hacemos, de los beneficios de la ciencia y de la técnica (por los que vivimos mejor en este mundo cada día) se fuera embotando la sensibilidad de nuestra conciencia y nos olvidáramos de lo que somos: pobres criaturas ante ti, llamados a ser hijos por gracia.

¿Sabes, Señor, lo que se dice por aquí? Se dice que tu voz, la voz de Dios y de la conciencia, se va apagando a medida que elevan su voz nuestras apetencias y satisfacciones terrenas. Si eso fuera verdad, sería nuestra ruina moral, espiritual cristiana….

Y, al parecer, al enemigo de la buena conciencia lo tenemos cerca, pues en numerosas ocasiones ya no tenemos conciencia del pecado:

pecado de infidelidad a Ti, oh Dios, y a los hombres,

pecado de no atender a las exigencias de la justicia que atropellamos,

pecado de inmoralidad al usar a la mujer o al hombre como objeto de placer,

pecado por falta de la necesaria ascesis que se ha de unir al amor para que éste no fracase un matrimonio,

pecado por insolidaridad con los hermanos,

pecado por vivir como si Dios no existiera y como si no fuéramos responsables ante Ti por nuestros actos …. Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros en estos días.

ORACIÓN
Haz, Señor, que en estos días de cuaresma me haga más sensible a tu gracia, a tu perdón, a tu misericordia, y que con los dones que me has otorgado haga

Fuente: (www.clerus.org) mercaba

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A San Pedro Apóstol DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a San Pedro

ORACIÓN A SAN PEDRO 

Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria. Amen.

ORACIÓN II

Dios todopoderoso que elegiste a san Pedro como príncipe de los apóstoles y cabeza del pueblo de la alianza, te pedimos por su intercesión que nos concedas un amor profundo a tu Iglesia y a su cabeza visible y tu representante en la tierra el romano pontífice.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.

ORACIÓN A LOS SANTOS APÓSTOLES

¡Oh santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo os elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto con Vos, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque sois la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como con Vos, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcanzadme, os suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante vuestra intercesión y vuestros méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Librame Pedro Divino
por tu caridad y amor;
Hoy salgo yo al camino,
gran Apóstol del Señor.
Te pido, Apóstol Sagrado,
que tan solo al invocarte,
Cuando me vea atribulado
tu siempre estés de mi parte.
En cualquier peligro grave,
en cualquier triste aflicción
Y en donde quiera que yo ande,
Pedro, allí tu protección.

Pues una meced te pido,
por tu sombra refulgente,
son muchos los enemigos
que me siguen diariamente.
De un asalto en el camino
en una hora desastrada,
Cubrenos Pedro divino,
con tu sombra tan sagrada.
Cuando yo la camino salga
y me asalte el malhechor,
Allí tu sombra me valga
en el nombre del Señor.

Tu de Dios fuiste elegido
para ser su secretario,
Apóstol Señor San Pedro,
sírveme de relicario.
En la mansión de la tierra,
En cualquier trance o peligro
De persecución o guerra
Librame, Pedro divino.
Haz que Dios goce en el Cielo,
Por ti todo bien se alcanza,
ábrame las puertas Pedro
de la bienaventuranza.

Tú seas mi custodio y guía
Por donde quiera que salga
En la noche o en el día,
Siempre tu sombra me valga.
Te pido con eficacia,
Príncipe Apóstol Sagrado,
que no pierda la gracia,
Que no muera en pecado.
Por aquel grande dolor
cuando tu arrepentimiento,
Pedro Apóstol del Señor,
Librame cada momento.

Cuando mi alma perdonada
Sea la culpa inmortal,
No me niegues tu la entrada
A la patria celestial.
Ruega al Señor por nosotros
Que te hacemos petición,
Favorece a los devotos
Que cargan tu devoción. Amén.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN

Santo Apóstol, Pedro Clemente,
De mi no apartes tu protección,
A ti me acojo yo reverente
Y elevo humilde esta petición.

Cubreme, sombra del mas sublime
De los pastores, tenme piedad,
Aparta siempre de mi destino
Toda miseria y enfermedad.

Quien no me quiera que huya de mí,
Las personas adversas apártalas,
Bendice, Pedro, tú mi camino
Y no me dejes nunca penar.

RESPONSORIO DE SAN PEDRO

Si quieres un patrono
O un vengador potente,
¿Qué te detiene? invoca
De los sacros Apóstoles al Jefe.
¡Oh guardador augusto
De las llaves celestes!
Prepáranos propicio
Del supremo palacio los dinteles.

Tú que el yerro borraste
Con llanto penitente,
Danos que nuestras culpas
Borrar logremos con llorar perenne.
O guardador augusto, etc.

Cual viste por el Ángel
Tus cadenas romperse,
Haz que libre del grillo
De tanta iniquidad nuestra alma quede.
O guardador augusto, etc.

¡Oh de la Iglesia santa
Base y columna fuerte!
Presta a la fe constancia
Para que triunfe del error aleve.
O guardador augusto, etc.

A Roma con tu sangre
Consagrada, concede
Protección y ventura,
Y salva a los que en ti confían fieles.
O guardador augusto, etc.

Tu predilecto pueblo
Con tu poder defiende,
No le alcance el contagio,
Ni de la guerra el hálito de muerte.
O guardador augusto, etc.

El engaño destruye
Que infiltró antigua hueste,
Comprime sus furores,
Y haz que en nuestra ruina no se cebe.
O guardador augusto, etc.

En la postrera lucha
De su ira nos defiende,
Para que vencedores,
Lauro inmortal circunde nuestras sienes.
O guardador augusto, etc.

Terminar con un gloria.

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Devociones de Santa Brígida DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones de Santa Brígida para rezar durante 12 años

Santa Brígida recibió dos juegos de oraciones de Nuestro Señor Jesucristo y otro juego de Nuestra Madre la Santísima Inmaculada Virgen María. Uno de los juegos de Nuestro Señor los rezamos durante un año, mientras que el otro lo rezamos por doce años. De Nuestra Madre recibió la devoción diaria a sus Siete Dolores. Nuestro Señor y la Santísima Virgen prometieron tanto a través de Santa Brígida de Suecia a las almas que recen estas oraciones, que debemos lograr que se vuelvan mucho más conocidas. Para ello les solicitamos que las divulguen entre familiares y amigos.

Estas oraciones, como le han sido dadas por el Señor a Santa Brígida, deben rezarse durante 12 años. En caso que la persona que las rece muera antes que pasen los doce años, el Señor aceptará estas oraciones como si se hubieran rezado en su totalidad. Si se saltase un día o un par de días con justa causa, podrán ser compensadas al final de los 12 años.

Esta devoción ha sido declarada buena y recomendada tanto por el Sacro Collegio de Propaganda Fidei, como por el Papa Clemente XII. El Papa Inocencio X confirmó esta revelación como “venida del Señor”.

PROMESAS

1. El alma que las reza no sufrirá ningún Purgatorio.
2. El alma que las reza será aceptada entre los mártires como si hubiera derramado su propia sangre por la fe.
3 El alma que las reza puede (debe) elegir a otros tres a quienes Jesús mantendrá luego en un estado de gracia suficiente para que se santifiquen. (*)
4. Ninguna de las cuatro generaciones siguientes al alma que las reza se perderá.
5. El alma que las reza será consciente de su muerte un mes antes de que ocurra.

(*) Escribir los tres nombres (personas vivas) en un papel y guardarlo. Los nombres no se pueden cambiar.

Algunas interrogantes

1. ¿Puedo esperar algunos o muchos años hasta el final de mi vida para comenzar a rezarlas y así evitarme los doce años?
Respuesta: No

2. ¿Puedo esperar estar afectado por alguna enfermedad terminal, para comenzar a rezarlas y así evitarme los doce años?
Respuesta: No

3.- Si por olvido o por otro motivo, pasan las doce de la noche, ¿Se considera ese día como perdido?
Respuesta: Se puede extender el plazo hasta el día siguiente, antes del alba, válido para el día anterior. Lógicamente que se debe volver a rezar durante el día para el día correspondiente. Esta extensión se puede utilizar todas las veces que sea necesaria.

4.- ¿Cuáles son las “causas justificadas”?
Respuesta: Por el simple olvido de uno o dos días, quizás por algún acontecimiento familiar o laboral. En caso de accidente o enfermedad que signifique gravedad o inconciencia, se puede recuperar ese plazo al final, aquí se justifica que pueda ser un plazo mayor. Cuando la persona se encuentre mejor, pedirle a alguien que las rece en voz alta e ir repitiendo mentalmente las oraciones. Lo que no es válido es rezar dos meses, dejar uno, rezar otros seis, dejar tres, ahí no sirve.

ADVERTENCIA

La gente no debe pensar que se puede vivir como se quiere y que estas oraciones son una garantía para irse al Cielo. Se debe vivir con Dios con toda sinceridad mientras reza estas oraciones y de ahí para adelante, porque el alma que piensa que puede ser más lista que la Luz de Dios, se llevará una sorpresa muy incómoda y desagradable cuando llegue el tiempo de seguir su camino. No olvidar que Dios penetra los corazones a cada instante. Dios siempre nos ve y nos escucha.

ORACIÓN INICIAL

Oh Jesús, ahora deseo rezar la oración del Señor siete veces junto con el amor con que Tú santificaste esta oración en Tu Corazón. Tómala de mis labios hasta Tu Sagrado Corazón. Mejórala y complétala para que le brinde tanto honor y felicidad a la Trinidad en la tierra como Tú lo garantizaste con esta oración. Que esta se derrame sobre Tu santa humanidad para la glorificación de Tus dolorosas heridas y la preciosísima Sangre que Tú derramaste de ellas. Amén

1. LA CIRCUNSICIÓN

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, Te ofrezco las primeras heridas, los primeros dolores y el primer derrame de Sangre como expiación de los pecados de mi infancia y de toda la humanidad, como protección contra el primer pecado mortal, especialmente entre mis parientes.

2. LA AGONÍA DE JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco el intenso sufrimiento del Corazón de Jesús en el Huerto de los Olivos y cada gota de sudor de sangre como expiación de mis pecados del corazón y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.

3. LA FLAGELACIÓN

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre de la flagelación como expiación de mis pecados de la carne y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y la preservación de la inocencia, especialmente entre mis parientes.

4. LA CORONACIÓN DE ESPINAS

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada cabeza de Jesús luego de la coronación de espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el reino de Cristo aquí en la tierra.

5. CARGANDO LA CRUZ

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos en el camino a la cruz, especialmente la santa herida en su hombro y la preciosísima sangre como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de palabra, como protección contra tales pecados y para un verdadero amor a la cruz.

6. LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco a Tu Hijo en la cruz, cuando lo clavaron y lo levantaron, las heridas en sus manos y en sus pies y los tres hilos de la preciosísima sangre que derramó allí por nosotros, las extremas torturas del cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su renovación no sangrienta en todas las santas misas de la Tierra, como expiación de todas las heridas contra los votos y normas dentro de las Órdenes, como reparación de mis pecados y los de todo el mundo, por los enfermos y moribundos, por todos los santos sacerdotes y laicos, por las intenciones del Santo Padre por la restauración de las familias cristianas, para el fortalecimiento de la Fe, por nuestro país y por la unión de todas las naciones en Cristo y su Iglesia, así como también por la diáspora.

7. LA LLAGA DEL COSTADO DE JESÚS

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Padre Eterno, acepta como dignas, por las necesidades de la Santa Iglesia y como expiación de los pecados de toda la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que manó de la herida del Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con nosotros. ¡Sangre de Cristo, el último contenido precioso de su Sagrado Corazón, lávame de todas mis culpas de pecado y las de los demás! ¡Agua del costado de Cristo; lávame totalmente de las penitencias del pecado y extingue las llamas del Purgatorio para mí y para todas las almas del Purgatorio! Amén

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A la Virgen María en general DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Maria

Oración Preparatoria:
Virgen María, Madre de Dios, Reina y Madre mía, acudo a Ti, llena de confianza y amor, porque creo que es por medio de Ti, que Jesús, verdadero Hijo de Dios y verdadero hijo tuyo, ha querido, quiere y querrá hasta el final de los tiempos derramar sobre mí pecadora, todas las gracias, los bienes y la infinita misericordia que guarda en su Divino Corazón.

 Por esto te suplico a Ti, Madre de Bondad y de Misericordia, que me alcances de Jesús, la conversión de corazón, el perdón de mis pecados, el remedio de mis necesidades, la fortaleza en mis pruebas y sufrimientos, el consuelo en mis tristezas, sobre todo la salvación de mi alma, y lo que Te pido en esta Novena, si es según la Voluntad de Dios Padre, para mayor Gloria Suya, alabanza Tuya y bien de las almas y de mi alma.

Pedir la gracia que deseo alcanzar de María en esta Novena.

Oración final:

Te suplico Señor y Dios mío, que escuches a tu Madre y me concedas las gracias que Ella te solicita en favor mío ; «sentirla», amarla, y servirla con tu mismo amor y contar siempre con su intercesión «todopoderosa» ante tu Corazón, para que guiada, «acompañada» y defendida por Ella y siguiendo su ejemplo, pueda amarte y servirte en esta vida y gozar con Ella y con todos los Ángeles y Santos del amor de la Santísima Trinidad por toda la eternidad. Pídeselo por mi y en Tu Nombre a Dios Padre, con quién vives y reinas en unidad del Espíritu Santo por todos lo siglos de los siglos. Amen.

DÍA PRIMERO:

Virgen María, ¡Bendita Tú entre todas las mujeres!. Tú que fuiste predestinada desde toda la eternidad, y elegida entre todas las mujeres, para ser la Madre del Hijo de Dios, por lo cual Dios infundió en tu alma todas las virtudes y el Espíritu Santo te colmó con todos sus dones e inflamó tu corazón en el amor de Dios. Te ruego, -ya que dicen que amarte es señal de predestinación-, que enriquezcas mi alma con el amor, las virtudes y frutos que necesito, para que mi vida sea digna de hija de Dios y de hija tuya, para que imitándote a Ti, vaya uniendo más y más estrechamente mi voluntad a la Voluntad de Dios y así como con tu «Sí» a Su Voluntad dio inició la Historia de la Salvación , al tomar carne el Hijo de Dios en tus entrañas por obra del Espíritu Santo, también yo, haga de mi vida un «sí», y pueda emplear mi vida en el amor y servicio de Él y de la Iglesia, convirtiéndome en instrumento de salvación para los demás.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA SEGUNDO:

Virgen María, siempre inmaculada, «bendito el Fruto de tu vientre». Tú que desde el primer instante de tu concepción fuiste preservada por Dios de toda mancha de pecado y llena de gracia , para que llegada la «Plenitud de los tiempos» su Divino Hijo, llevando a cumplimiento el plan providencial de la Santísima Trinidad sobre la salvación de los Hombres, se encarnase en Ti por obra del Espíritu Santo, quedando Tú introducida ya desde aquel primer anuncio en el Misterio de Cristo tu Hijo para siempre. Te suplico por tu Inmaculada Concepción que me concedas Tu auxilio para que mantenga siempre mi alma limpia de pecado y el Espíritu Santo pueda formar Contigo y en Ti a Jesús en mi corazón y llena de sus dones como Tu, sea una digna morada de la Santísima Trinidad.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA TERCERO:

Virgen María, Modelo de humildad y de obediencia a la Voluntad de Dios, Tú que te llamaste a Ti misma «esclava del Señor», Tú que te gozaste en tu pequeñez, que Te consagraste del todo a Ti misma, ¡con todo tu ser a la Persona y a la obra salvífica de Jesús!, haciendo de tu vida no sólo un continuo canto de amor, de alabanza y de gratitud a Dios, sino también un continuo acto de servicio, cooperando así en la redención con humildad y fidelidad. Te suplico que me alcances del Señor que llena de ese amor, llena de fe y con un corazón humilde y generoso, pueda a ejemplo Tuyo, hacer de mi vida un continuo acto de servicio a su Persona y a su misión salvadora, siendo instrumento de salvación en sus Manos para otros y para la total y completa instauración de su Reino y de la Iglesia en el mundo, para que así un día Contigo pueda proclamar las grandezas de Dios y cantar por siempre sus Misericordias.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA CUARTO:

Virgen María, Maestra de oración y de silencio, primera oyente y discípula de Jesús, Tú que como nadie conociste y viviste los Misterios de la Encarnación y de la Redención, Tú que guardaste y meditaste en tu Corazón con fe, esperanza y amor, las palabras que te fueron dichas de parte de Dios y los acontecimientos que constituyeron los Misterios de la infancia y de la vida de Jesús, descubriendo poco a poco a través de todo ello los misteriosos e inefables designios de Dios Padre sobre la salvación de los hombres Te ruego que me alcances de Dios esa fe fuerte , firme e indestructible, esa esperanza contra toda esperanza y ese amor ardiente, pleno y total que adornaron tu Corazón, para que acepte siempre en mi vida los misteriosos designios de la Voluntad de Dios, vea en todo su Providencia que sólo desea mi bien y sea para otros testimonio de fe y de esperanza.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA QUINTO:

Virgen María, madre, auxilio, salud, refugio, consuelo, socorro, abogada de todos aquellos que te necesitan y acuden a Ti con confianza y amor, Tú que yendo a visitar a tu prima Sta. Isabel y luego en las Bodas de Caná, me diste ejemplo de amor ,de generosidad y solidaridad con el prójimo, manifestándose en ambos momentos a través de Ti, la Divinidad y el poder de Jesús. Enséñame a tener ese espíritu de generosidad y de solidaridad para con todos los que forman parte de mi vida, con todos aquellos que de algún modo necesiten mi ayuda, especialmente con los mas pobres y también en aquellas necesidades por muy lejanas que estén en las que sea necesario el «milagro» y el poder de la caridad; que como Tú y con tu ayuda también yo lleve a Jesús allí adonde vaya , para que descubran a través de mí «sierva inútil», el poder y la misericordia de Jesús y como Tú en mi oración presente siempre y sin cesar a Dios Padre las necesidades de los hombres y del mundo.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA SEXTO:

Virgen Santísima de los Dolores, , Tú que como nadie viviste, «sentiste» y sufriste en Tu Corazón de Madre , el desamor, la persecución, la calumnia , la dolorosísima Pasión y Muerte que sufrió Jesús por nuestra salvación, alcánzame del Espíritu Santo la fe, el amor y el don de fortaleza que llenaron tu Corazón en aquellos momentos, para que también yo acepte con amor y una los sufrimientos de mi vida, a los de Jesús y a los Tuyos, para completar en mi carne -como decía S. Pablo- lo que le falta a su Pasión en bien de la Iglesia y por la salvación de las almas.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA SÉPTIMO:

Virgen María, Madre de Dios y Madre de todos los Hombres, Tú que estuviste junto a Jesús clavado en la Cruz, y sin duda te asociaste con entrañas de Madre a su sacrificio, y te ofreciste con Él al Padre para la salvación de todos los Hombres , engendrándonos como hijos tuyos al pie de la Cruz en la persona de S. Juan a costa de dolores tan inmensos y amargos, defiende nuestra causa con tu protección maternal y tu intercesión «omnipotente» ante Dios. Obtennos a los que amamos y seguimos a Jesús el incesante socorro de su gracia, para que nos mantengamos fieles a las exigencias y a los compromisos de nuestro Bautismo y demos testimonio de Él con toda nuestra vida y para que podamos luchar contra los enemigos de nuestra salvación y no nos alejemos de Él por el pecado. Y ya que eres Madre de Bondad y de Misericordia ora sin cesar por tantos Hombres, que viven en pecado, cerrados a su Misericordia; de espaldas a Él o negando su existencia. «Pon» ante Dios Padre, los brazos de Jesús abiertos en la Cruz, para que mantenga siempre sus brazos abiertos dispuestos a acoger en un abrazo de amor y de perdón a todos los hombres por los que Jesús entregó su vida, aunque sea en el último instante de las suyas. Madre de los pecadores y Madre de la Vida, ruega por nosotros.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA OCTAVO:

Virgen María, Madre y Modelo de la Iglesia, Tú que unida como una discípula más, a los Apóstoles y discípulos en el Cenáculo, esperaste orando e invocando sin cesar, el Don del Espíritu Santo prometido por Jesús antes de su Ascensión al Cielo. Alcánzame, que unida en oración con la Iglesia, implore a Dios que se realice en Ella un Nuevo Pentecostés, que El la una en la paz y en el amor y renueve y transforme los corazones de todos los cristianos, para que llenos de sus dones nuestra vida sea un testimonio de fe, de esperanza y de amor como la tuya y seamos ejemplo de santidad en este mundo tan secularizado, adonizado y alejado de Dios, para que así los Hombres crean que Jesús es el Salvador, el Hijo enviado, predilecto y amado del Padre y escuchando su voz, crean y amen al Padre, y aceptando la Salvación vivan como salvados.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA NOVENO:

Virgen María, Reina y Señora de los Ángeles, Tú que fuiste Asunta en cuerpo y alma al Cielo, y coronada como Reina y Señora de Cielos y Tierra y gozas ya sentada a la diestra de Jesús de la Unión , de la Gloria eterna y del Amor de la Santísima Trinidad . Guíame acompáñame y protégeme en mi peregrinaje de la fe hacia la vida eterna, para que no me aparte de Jesús, único y verdadero Camino hacia el Padre y en la hora de la muerte experimente tu poderosa intercesión y protección maternal .y así Contigo pueda alabar, adorar y gozar de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo por toda la eternidad.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

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A la Virgen María en general DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena Eficaz de las Tres Avemarías

¿En qué consiste la devoción de las Tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla, bien para alcanzar algún favor por su mediación.

¿Cuál es el fin especial de esta devoción?

Honrar tres principales atributos de María Santísima, a saber: el poder que le otorgó Dios Padre, por ser su Hija predilecta; la sabiduría de que la adornó Dios Hijo, al elegirla por su Madre; y la misericordia de que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.

¿Y cuál es el fundamento de esta devoción?

La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.

Esto enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.

¿En qué consiste la Novena de las Tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría durante nueve días. Como hemos indicado en su lugar, la Santísima Virgen prometió a Santa Matilde asistirla en la hora de la muerte si rezaba cada día en su honor tres Avemarías para celebrar los atributos de Poder, Sabiduría y Misericordia con que la enriqueció la Beatísirna Trinidad.

Mas los devotos de María, entendiendo con esto cuán de su agrado es este obsequio, juzgaron que repitiéndolo durante nueve días, quizás alcanzarían para sus necesidades el eficaz socorro de su poderosa intercesión. Este es el origen de la Novena eficaz de las Tres Avemarías.

Esas Tres Avemarías son como otras tantas aldabadas que damos a las puertas del misericordioso y compasivo corazón de Nuestra Señora; son como tres aclamaciones angustiosas con que el alma implora su Poder, Sabiduría y Misericordia para el remedio de las múltiples necesidades que la aquejan.

Cuán del agrado de Nuestra Señora sea este piadoso ejercicio, dicenlo muy elocuentemente los muchos y diversos favores, tanto espirituales como materiales, que cuentan haber alcanzado por semejante práctica las personas que se han servido de ella para implorar la protección de la Santísima Virgen.

Pero lo más consolador son los beneficios espirituales que dispensa la Santísima Virgen por medio de esta Novena. Diríamos que esa bendita devoción es el anzuelo con que María Santísima pesca innumerables almas para el cielo; muchas, ciertamente, serán deudoras de su eterna felicidad en la gloria a la eficacia de esa devota práctica.

Conversiones extraordinarias de pecadores moribundos que se logró recibieran los últimos Sacramentos, a lo que se resistían; jóvenes extraviados, devueltos al camino del bien y al hogar, de donde los había arrancado la perversión; matrimonios que han recuperado el tesoro de la paz y unión, que hacia tiempo habían perdido; almas atormentadas por los escrúpulos y otras penas interiores, que recobraron la paz de conciencia y el sosiego de su espíritu; en fin, devoto lector, que esta Novena parece la panacea de todos los males, así del cuerpo como del alma.

Si quieres convencerte de ello, pruébalo; haz una Novena o varias para el remedio de tus necesidades o las de tu familia; pero hazla con fe y confianza, y purifica tu alma con una buena confesión; acude en los trances apurados a este piadoso ejercicio, y no dudo de que experimentarás su eficacia y encontrarás hartos motivos para ser devoto de la Madre de Dios y admirarte de su benignidad, que a cambio de tan corto servicio tan regaladas mercedes dispensa al que se lo hace.

 

ORACIÓN PRIMERA

Oh María, Virgen poderosa, a quien nada es imposible! Os suplico, por el poder con que os distinguió Dios Padre Omnipotente, que me socorráis en la presente necesidad. ¡Oh Abogada de las causas más desesperadas, ayudadme! En ello están interesados la gloria de Dios, vuestra honra y el bien de mi alma.

Si la gracia que pido está conforme con la amabilísima y santísima voluntad de Dios, interceded, omnipotencia suplicante, interced por mí ante vuestro Hijo, que nada os puede negar. Os lo pido por ese poder ilimitado que os comunicó el Padre Celestial, ya que, para celebrarlo, os digo con Santa Matilde a quien revelasteis la práctica saludable de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

 

ORACIÓN SEGUNDA

Purísima Virgen, justamente llamada Trono de la sabiduría, porque en Vos moró la Sabiduría increada, el Verbo de Dios, y os comunicó toda la plenitud de su divina ciencia en la medida que podía participarla a la más perfecta de las criaturas. Vos sabéis bien cuán grande es mi miseria y la necesidad que tengo de vuestro auxilio.

Me abandono del todo en vuestras manos, confiando en que vuestra divina Sabiduría lo ordenará todo con fuerza y suavidad a mayor gloria de Dios y provecho de mi alma, y que, por los medios más convenientes, acudiréis a socorrer mi necesidad.

¡Oh María, Madre de la divina sabiduría! Dignaos alcanzarme el favor que solicito. Os lo pido por esa inefable sabiduría con que el Verbo, Hijo vuestro, ilustró vuestra inteligencia, ya que, para celebrarla, os digo con San Antonio de Padua y San Leonardo de Puerto Mauricio, celosísimos propagadores de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

 

ORACIÓN TERCERA

¡Oh tierna y verdadera Madre de Misericordia, que en estos últimos tiempos os habéis llamado Vos misma «Madre la más misericordiosa»! A Vos acudo para que uséis conmigo de compasión y bondad, con tanta mayor razón cuanto es mayor mi miseria.

No soy acreedor a la gracia que de Vos espero, ya que tantas veces os he contristado, ofendiendo a vuestro divino Hijo; pero estoy sinceramente arrepentido de haber traspasado con mis pecados el amante Corazón de Jesús y el vuestro. ¿No sois Vos, según lo revelasteis a vuestra sierva Santa Brígida, la «Madre de los pecadores arrepentidos»? Perdonadme, pues, mis pasadas ingratitudes; y teniendo sólo en cuenta vuestra misericordiosa bondad y la gloria que de ello resultará para Dios y para Vos misma, obtenedme la gracia que os pido.

¡Oh Vos, a quien nadie ha implorado en vano! ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Dignaos socorrerme. Os lo pido por esa misericordiosa bondad de que en favor nuestro os ha llenado el Espíritu Santo, ya que, para celebrarla, os digo con San Alfonso María de Ligorio, incomparable Apóstol de vuestra misericordia y doctor de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

Dígase por tres veces: María, Madre mía, preservadme de pecado mortal.

La siguiente oración puede rezarse al terminar la Novena de las Tres Avemarías

 

ORACIÓN FINAL

Acordaos, ¡oh clementísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección invocando vuestro Poder, vuestra Sabiduría y vuestra Misericordia para el remedio de sus males, haya visto defraudadas sus esperanzas.

Animado con esta confianza a Vos también acudo, ¡oh Poderosísima Reina!, ¡oh Sapientísima Virgen!, ¡oh Misericordiosísima Madre!, os suplico vengáis a socorrerme con estos tres atributos de que os adornó la Beatísima Trinidad para consuelo de los desvalidos.

¡Oh piadosísima Señora! ¡Oh trono de la Sabiduría! ¡Oh clementísima Abogada!, no despreciéis las súplicas de este pobre pecador, que implora vuestro poder para que le defendáis y protejáis, vuestra sabiduría para que le guiéis y enseñéis y vuestra misericordia para que, benigna, le amparéis en todo peligro y le favorezcáis en sus necesidades.

¡Oh María, Hija del Padre, Madre del Verbo Encarnado y Esposa del Espíritu Santo!, no despreciéis mi humilde oración; antes bien, acogedla piadosa, interceded para que sea despachada favorablemente y brille más a los ojos de todos vuestro gran poder, vuestra admirable sabiduría y vuestra inagotable misericordia, y sea todo a gloria de la adorabilísima Trinidad, que os enriqueció con tan preciosos dones. Amén.

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