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Nace “La Mugica” una organización a partir de los curas villeros de Argentina [13-05-15]

Un grupo solidario para una iglesia pobre y sencilla.
Está inspirada en la labor del sacerdote asesinado en 1974 y dirigida a los jóvenes. Aclaran que no hay otra ideología que la fe, el compromiso y el amor a los que más necesitan. Lo anunciaron los curas de las villas de emergencias porteñas.

 

padre mugica con cortazar

 

El padre Carlos Mugica, el papa Francisco, los curas villeros porteños y los vecinos y voluntarios en las zonas más pobres de la ciudad fueron los protagonistas de una fiesta religiosa y musical que se vivió en la villa 31, de Retiro.

LA CONMEMORACIÓN

La jornada con la que todos los años la Vicaría Episcopal para las Villas de Emergencia de la Ciudad de Buenos Aires recuerda a Mugica -que fue acribillado en 1974 y aún la Justicia no dio su veredicto- estuvo teñida por la elección del cardenal Jorge Bergoglio como Santo Padre.

Detrás del altar, en el que oficiaba misa el padre José María «Pepe» Di Paola -primer vicario episcopal para las villas, que ayer cumplía 51 años-, una gran bandera blanquiceleste con los rostros de Mugica y de Francisco llevaba la firma de «La Mugica».

COMPROMISO CON LOS MAS NECESITADOS

El presbítero Guillermo Torre, párroco de Cristo Obrero, la iglesia de la villa 31, anunció la creación de una agrupación que llevará ese nombre y estará dirigida especialmente a los jóvenes, no sólo de la 31, sino de todos los barrios pobres.

«Apenas lo eligieron, el papa Francisco dijo que anhelaba una Iglesia pobre y para los pobres. Eso mismo es lo que quería Carlos. Y por eso nació La Mugica», afirmó Torre.

Y continuó:

«Lo que nos identifica es la fe, el compromiso y el amor a los que más necesitan. No hay otra ideología. Lo que nos mueve el corazón es ese compromiso de amor que nos enseñó Jesús y que vivió Carlos hasta darnos su vida». 

A 39 AÑOS DE SU ASESINATO, EVOCARON SU LUCHA

El padre Pepe destacó que haya vivido junto a los pobres en la villa. El vicegobernador Mariotto dijo que junto al Papa «representan a la Iglesia que está cerca de la gente». También lo recordaron en el templo donde fue acribillado por la Triple A.

La lucha del padre Carlos Mugica fue evocada el sábado pasado en ceremonias religiosas y actos por referentes eclesiásticos y políticos, al cumplir 39 años del asesinato de quien fue símbolo de la opción preferencial por los pobres y considerado uno de los primeros «curas villeros».

El sacerdote José María «Pepe» Di Paola, a quien el papa Francisco protegió después de ser amenazado por narcos en la villa 21-24 del barrio porteño de Barracas, presidió hoy una misa y una caminata en memoria de Mugica por las calles de la villa La Cárcova, en la localidad bonaerense de José León Suárez.

«Mugica fue un pionero, uno de los primeros en salir a las periferias existenciales como hoy nos pide el Papa. No se quedó encerrado en la sacristía. No sólo estuvo junto a los más pobres en las villas, vivió con ellos», destacó Di Paola.

En tanto, el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, encabezó un acto en la plaza del barrio La Unión, de Cañuelas, donde se inauguró un mural para recordar al sacerdote tercermundista que en la década del 70 trabajó en la villa 31 del barrio porteño de Retiro.

«Mugica fue uno de esos militantes que rompen con las estructuras tradicionales y se juegan por los pobres, por eso el recuerdo de su tarea está permanentemente vivo», aseguró el referente provincial del kirchnerismo.

En otra señal del giro del gobierno tras la elección pontificia de Jorge Bergoglio, Maritto aseveró:

«Mugica y el Papa representan a esa Iglesia que está cerca de la gente».

Hubo otra celebración eucarística en la parroquia Cristo Obrero, el templo de la villa 31 que Mugica creó y donde descansan sus restos. Allí, el oficio religioso fue presidido por el sacerdote Guillemo Torre, integrante de la Pastoral de las Villas porteña.

También una misa en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en Zelada 3771, del barrio porteño de Villa Luro, donde Mugica fue asesinado.

El 11 de mayo de 1974, a las 20.15, cuando salía de celebrar una misa en la iglesia San Francisco Solano y se aprestaba a subir a su Renault 4L, fue asesinado a balazos.

El crimen del padre Mugica, quien recibió cinco tiros -uno de ellos por la espalda cuando ya estaba en el suelo- se atribuye a agentes de la triple A.

Mugica murió horas más tarde en el Hospital Salaberry, en el barrio porteño de Mataderos, y desde allí fue llevado en los hombros de los fieles hasta la parroquia de Retiro. Durante toda la noche sonaron las campanas y hubo filas de más de 100 metros para entrar al velatorio. Al día siguiente, una multitud lo acompañó hasta el cementerio de la Recoleta.

Por demanda de los vecinos, en 1999 los restos de Mugica fueron traslados a la parroquia Cristo Obrero, de la Villa 31, en una caravana que encabezó el entonces cardenal Bergoglio.

En aquella oportunidad,  el hoy Papa rezó:

por «los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la iglesia».

Fuentes: Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos

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Que hay detrás del comunicado de los obispos de El Salvador criticando la tregua entre las pandillas [2013-05-16]

Una lectura más allá del comunicado de los obispos.
Los obispos de El Salvador han emitido un comunicado el domingo donde plantean críticas a la marcha del proceso de paz entre las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 y sugieren cierto deslinde con el obispo castrense Colindres, que es uno de los dos negociadores del proceso. Pero algo tan complejo no se puede analizar linealmente, hay que leer entre líneas para discernir lo que realmente está sucediendo. 

 

mara salvatrucha

 

La actuación de mediación del obispo Colindres y del ex guerrillero Miganjo entre las pandillas y con el gobierno, no fue respaldada totalmente ni por la Iglesia Católica ni por el gobierno, prefiriendo que estos negociadores actuaran como fusibles, por si acaso, y además para tener las “manos libres” para poder criticar y tomar medidas fuera de línea de la negociación. Es en esta clave que debe entenderse el comunicado de los obispos y no de una ruptura con la negociación y con Colindres. Abajo hacemos un análisis detallado de esto.

Ver otro artículo relacionado aquí cuando el inicio de las negociaciones.

COMUNICADO DE LOS OBISPOS DE EL SALVADOR

Los obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador han dado a conocer un comunicado este domingo en el que afirman que desde su percepción, la población no ha obtenido los frutos esperados de la llamada tregua entre pandillas (Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18), que impulsan desde el 9 de marzo de 2012.

Los robos, extorsiones y demás actividades ilícitas realizadas por los pandilleros parecen no haber cesado tanto como los homicidios entre ellos, por tal razón, la población ajena a esas agrupaciones no percibe los beneficios de la tregua.

“La tregua no ha producido el beneficio que la población honrada y trabajadora esperaba para sí misma, y creemos que este es el clamor de la gente que esperaba más” dice parte del comunicado de los obispos.

Hay que destacar que los homicidios de El Salvador eran los más altos del mundo antes de la tregua, de 14 homicidios diarios se pasó a 5 una vez implementada la tregua. Por lo tanto, visto de afuera sería una exageración que la Iglesia dijera que la tregua fracasó totalmente.

EL COMUNICADO SE DESLINDA DEL OBISPO COLINDRES

En el comunicado también vuelve a aclarar el punto referido a la participación de monseñor Fabio Colindres (Capellán Castrense) en la tregua pandillera, pues aunque es uno de los protagonistas del proceso, la iglesia se desliga de ello una vez más.

El obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, durante la misa de este domingo en la catedral capitalina dijo que:

Se vendió la idea de que la Iglesia era la promotora de la tregua, pero lo que en realidad sucedió fue que monseñor Colindres actuó personalmente y por razones humanitarias aclaró Rosa Chávez ante el cuestionamiento del porqué el documento donde se hace la crítica posee la firma del obispo castrense involucrado en la tregua.

El obispo auxiliar de la arquidiócesis capitalina reiteró que las acciones realizadas por Colindres son del tipo personal y la posición expresada en el documento es el criterio de los demás obispos del país.

Y dijo también que el tiempo para hacer algún tipo de análisis de la situación ya es suficiente, pues ya pasó más de un año desde que las autoridades anunciaron la tregua.

LA IGLESIA NUNCA QUIZO JUGAR UN PAPEL DE TOTAL COMPROMISO

Es razonable, que ante un tema tan delicado y con tantas posibilidades de fallar, que la Iglesia no haya querido tener una participación muy visible en el frente de batalla, para evitar que su acción de buena voluntad le pudiera “explotar en la cara”.

Es más, antes que obispo Fabio Colindres dijera a los mediadores del gobierno salvadoreño a principios de 2012, que iba a participar en una negociación secreta para detener la lucha entre las dos pandillas más grandes de El Salvador, tres funcionarios principales de la Iglesia Católica ya habían dicho a los representantes de los gobiernos que no querían tener nada que ver con las conversaciones. 

¿Por qué Colindres decide participar, que tipo de aval tiene de la Conferencia Episcopal y cuáles son las consecuencias de la controversial tregua de pandillas para la Iglesia?

LAS BASES DEL ACUERDO

En marzo de 2012, las dos pandillas más grandes de El Salvador, la Mara Salvatrucha MS-13 y la Barrio 18 – cuya lucha a través de la región de cuatro países habían dejado miles de muertos – firmaron una tregua.

A cambio de detener el derramamiento de sangre casi constante entre ellos en ese país, el gobierno salvadoreño se comprometió a transferir a 30 de los líderes de las pandillas desde una instalación de máxima seguridad a otras cárceles de todo el país, el aumento de los derechos de visita y sacar a los militares de varias cárceles.

Ha habido informes de otras concesiones, como pagos en efectivo, pero estos no se hicieron públicos ni están confirmados.

El gobierno impulsaría programas sociales y económicos para los miembros de las bandas con el fin de mejorar la integración en la vida económica salvadoreña y sacarlos de las actividades delictivas que actualmente los sostienen.

LA NEGOCIACIÓN

La tregua fue negociada por el ex congresista y ex guerrillero Raúl Mijango, y el capellán castrense, monseñor Fabio Colindres.

Negociaron en secreto durante meses antes del anuncio, bajo los auspicios del Ministro de la Seguridad del país, el general retirado del Ejército David Munguía. 

Y en las semanas posteriores a la tregua salió a la luz, que alegaron que habían trabajado de forma independiente del gobierno.

Al final resultó que, Mijango había sido un consultor de Munguia, mientras que Colindres, a causa de su papel como el capellán militar, tenía una estrecha relación con el ministro de Seguridad.

Posteriormente, el gobierno aceptó que había «facilitado» el proceso, pero ha tratado de mantener su distancia. Esto es comprensible, dado que la paz entre las pandillas puede ser, en muchos sentidos, una bomba de tiempo política.

DONDE RESIDE EL PODER DE LAS PANDILLAS

El intercambio de homicidios por mejores condiciones carcelarias es una propuesta peligrosa – un gesto de facto que sugiere que las formas violentas de las pandillas les han asegurado suficiente capital político para negociar con el gobierno al más alto nivel.

Las bandas siguen siendo muy impopulares. Ellos no tienen representación política formal y han hecho poco para desarrollar una plataforma política coherente.

Su fuerza se basa en los números – puede haber 65,000 miembros activos – y su disposición a usar la fuerza, que a menudo la emplean para victimizar a los más débiles e indefensos en sus comunidades.

SE TRATA DE UNA INICIATIVA DE DUDOSA POPULARIDAD

A pesar de su éxito en la reducción de las tasas de homicidio por la mitad – un logro notable desde cualquier punto – y el movimiento hacia las próximas fases de implementación de la capacitación laboral y otros programas económicos, la tregua no es universalmente popular.

Las encuestas muestran que la mayoría de las personas se muestran escépticas de las intenciones de las pandillas y las posibles consecuencias de la tregua, en particular en lo que respecta al futuro político del país.

La comunidad internacional también está dividida. El Gobierno de los Estados Unidos ha expresado su preocupación, mientras que la Organización de los Estados Americanos ha enviado emisarios para facilitar el proceso en curso

LA PARTICIPACIÓN DEL OBISPO COLINDRES

El papel Colindres fue especialmente controversial desde el principio porque él es un obispo, un miembro de la jerarquía de la Iglesia. Su participación fue, en esencia, un movimiento de la cabeza de la iglesia católica del país, que intermedia esta tregua en el interés de El Salvador, a pesar de reticencias de algunos de sus colegas.

Parecía ayudar a legitimar el proceso para el público y las élites del país. Además Colindres es del ala más conservadora de la Iglesia, por lo que su participación también puede servir como un medio para involucrar a la comunidad empresarial en lo que es un proceso continuo.

El obispo dijo que había decidido participar, sin consultar con la Conferencia de Obispos y que fue motivado por el papel humanitario de larga data de la Iglesia, especialmente en la mejora de las condiciones de los presos.

Sin embargo, el papel de la Iglesia parece ser más simbólico que real. Colindres no era la primera opción de Munguía o de Mijango, y los negociadores declararon abiertamente que necesitaban un representante de la Iglesia con el fin de legitimar la tregua.

LA INTERNA DE LA IGLESIA

La Conferencia de los Obispos, aunque expresó el apoyo a su obispo al principio, se ha mantenido mayormente callada y en cierta medida, se distanció de Colindres con este documento del domingo, lo que lleva a muchos a creer que hay una cierta división dentro de la Iglesia sobre cómo hacer frente a la tregua.

Hay muchos otros factores en juego que han llevado a las divisiones dentro de la Iglesia sobre la decisión de Colindres para participar en la tregua. Colindres parece jugar un pequeño papel, incluso simbólico. A otros miembros de la Iglesia les gustaría jugar un papel más activo en la conformación de la tregua y la aplicación de los programas para sostenerla, o, por lo menos, establecer las condiciones en que participará la Iglesia.

Colindres se ha aislado a sí mismo y el proceso con las pandillas, manteniendo algunos de los brazos de la Iglesia extendidos. El obispo parece ajeno a las posibles consecuencias políticas de la Iglesia en la la tregua, y la Iglesia parece impotente para impedir su participación.

Esto es lo que se ve externamente, pero puede haber ciertos elementos para considerar que el obispo Colindres puede ser un fusible de la Iglesia, aceptado por él mismo, por si las cosas fallan.

Por otro lado, el que la Iglesia no participe de lleno en la tregua le da más flexibilidad para hablar de afuera, como quizás sea en parte este documento del domingo, en que señala peligros para la tregua.

La historia se está escribiendo y todos los grandes movimientos siempre pasan por momentos de incertidumbre.

Fuentes: Info Católica, Insight Crime, Signos de estos Tiempos

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La condensación de signos en el mundo ¿significa que estamos cerca del “gran aviso”? [2013-02-05]

Mientras el mundo se desmorona:
Se multiplican los signos de crisis económica y moral del mundo. La mayoría piensa y siente que la sociedad se desmorona y estamos en cerca de que algo importante pase. Se multiplican los mensajes de videntes hablando que estamos en la gran tribulación y cerca del aviso a la humanidad. ¿Pero qué tan cerca estamos? Solo Él lo sabe. Pero vaya como consuelo que en dos grandes apariciones – Medjugorje y Garabandal -, los videntes han dicho que serán los encargados de avisar a la humanidad los sucesos, y hoy estos videntes entraron en su cincuentena de años.   

 

 

Desde la década de 1960 la sociedad y la humanidad muestra signos de ir hacia un despeñadero, con crisis cada vez más profundas en todas la áreas y la destrucción de las instituciones que introducían una moral pacificadora. Estamos en una momento de condensación de signos, donde ateos y religiosos coinciden que de esta situación se sale con un cambio cualitativo real.

Los cristianos de todas las épocas creyeron que su generación era la que iba a presenciar la parusía (la segunda venida de Cristo). Pero en este momento notamos dos movimientos contrapuestos. Dentro de la Iglesia solo el misal habla clara y directamente de la segunda venida de Jesús, mientras que en las homilías no suele mencionárselo directamente, cambiando el tono por el concepto de que Jesús está con nosotros, llega cuando estamos reunidos. Y por otro lado se han multiplicado los profetas y videntes, y las profecías que hablan del inminente “aviso” e insisten en el llamado urgente a la conversión.

HIROSHIMA Y LOS SIGNOS DEL EVANGELIO

El problema del tiempo, de la percepción subjetiva del tiempo, siempre preocupó -o apasionó- a Jean Guitton. Y de esto gustaba hablar tanto con Pablo VI como con Marta Robin. Y es que se sabía el académico francés en una época extraña, histórica, en “uno de esos periodos de crisis que preceden un asalto del umbral, e indudablemente al más decisivo de la evolución.” La segunda guerra mundial había marcado a toda una generación de intelectuales, pero concretamente la bomba atómica sobre Hiroshima planteó una posibilidad nunca antes imaginada: la locura de unos pocos podía acabar con todos.

Se vivía en una extraña sensación, en un tiempo donde las esperanzas de los avances técnicos, sanitarios, sociales, se mezclaba con la desesperanza ante el poder destructor del hombre. Y todo ello de un modo silencioso, casi solemne, que se percibía pero que no se verbalizaba porque uno pertenecía, estaba inmerso, en esa liturgia del discurrir de las cosas. “Después de Hiroshima, diría Guitton, estamos en ese intervalo del que no podemos saber si durará algunos años o algunos siglos.

Pablo VI ya le había constatado, confidencialmente, su sensación de que los signos descritos en el Evangelio sobre el fin de los fines parecían condensarse, pero que al mismo tiempo no se podía saber si esa condensación sería corta o larga en el tiempo. Y aún con todo, lo que ya de antes preocuparía a Mons. Montini no era tanto ese poder destructivo del hombre, sino la apostasía, ese abandono de la fe, la incredulidad, la crisis de pensamiento y de conciencia, el abandono casi normal de las tradiciones religiosas, santas y sagradas. Le parecía que la apostasía era el pecado que caracterizaba nuestro tiempo como ninguno otro. Y esa apostasía entonces socialmente evidente le preocupaba grandemente, ya en 1962, al futuro Pablo VI: “La evolución social, ¿será la ruina o el porvenir de la vida cristiana? Ese es el problema que se plantea.”

UN GIGANTE SIN CABEZA Y SIN ESPERANZA

La intelectualidad que asistía atónita a unos cambios sociales brutales, previamente había sido testigo del poder destructor del hombre. La locura del hombre y su capacidad destructora había llegado a las mismas fuentes morales que regaban las sociedades y los pueblos. Ya no se trataba de una postura individual, de pensamiento libre, de pensamiento fuerte. No, las sociedades, al decir de Montini, se movían por un poderoso pragmatismo que sostenía las energías del mundo; “y el mundo marcha, se lanza hacía adelante, como un gigante ciego desencadenado”.

Había puesto el hombre su esperanza en sí mismo; había decido lanzarse hacía un pragmatismo sin Dios, y ese gigante desencadenado, perdido el oriente de su salvación, decidió avanzar hacia adelante en el sólo progreso, la sola riqueza. Y hoy asistimos atónitos a un gigante que corre sin cabeza y sin esperanza. El corazón de occidente parece crujir ante su incapacidad de crecer más y más. Y la incertidumbre, que antes permanecía oculta en los despachos, parece extenderse a mercados, economías y naciones. Se quiso lanzarse en una marcha hacía adelante, hacía el más, y ahora se descubre que se corría campo traviesa, sin ser consciente de los peligros del correr fuera de un camino, de una verdad moral que marque las líneas del peligro. Montini entendió que la evolución social afectaría gravemente al porvenir del cristianismo, pero ahora vemos que también ha quedado afectado el porvenir social.

Sin embargo en momentos tales, cuando la humanidad se encuentra en una encrucijada, la percepción de estar ante un punto de inflexión hace percibir la seriedad de los tiempos y la gravedad de las consecuencias, condensando nuevamente los temores y despertando nuevamente esa sensación de emergencia en la que no se puede saber si este intervalo histórico, este punto de inflexión al que se asiste, durará años o décadas. Y es más, si saber tampoco si lo que vendrá “será para peor o para mejor”.

A Guitton y a Pablo VI nos les fue dado ver como ese motor de occidente, como esas esperanzas del mundo, que descansaban crudamente en el sólo hombre, al final tenía un solo rostro: y no se trataba del hombre renacentista, sino del hombre económico. Sería la economía -el crecimiento perpetuo- el alma y el corazón del mundo.

EL GIGANTE COLAPSA Y SE DESMORORONA

Pero a diferencia de ayer el colapso al que asistimos no es sino cuantitativo. El salto de umbral, la crisis cualitativa fue anterior, y a ella asistieron Guitton y Montini. La elección por la apostasía, por el sólo hombre y el sólo hombre capaz de destruir todo. Y si ahora esto no llama la atención es porque se vive en el acostumbramiento de tal realidad. Acostumbramiento necesario, porque si el poder destructor del hombre asustó en aquellos años 40, hoy no levanta temores no porque no exista el riesgo, sino porque ese terror nuclear fue arma intimidante que permitió a occidente crecer –realizar su triunfal marcha económica – sin enemigos. Acostumbramiento provocado porque esa apostasía social -que los años 60 evidenciaron- era argumento necesario para hacer del hombre trascendente un hombre consumidor.

No, no debía escandalizar la pérdida de Dios, sino convertirse en criterio moral y norma jurídica que favoreciera el sólo crecimiento, el sólo consumo. Pero ese motor se alimentaba de un carburante, de una esperanza, de unas metas, que han roto inesperadamente. El crecimiento, ese para mayor gloria del bienestar, parece estar saltando hecho añicos.

Y sin su “esperanza” el gigante desencadenado puede causar estragos. Y a esa ausencia de “esperanza” el sistema no está acostumbrado. Porque pudo acostumbrarse al terror atómico, ya que se convirtió en guardián de su sistema económico. Porque pudo acostumbrarse a la apostasía silenciosa, ya que se convirtió en puerta para el consumo. Pero no podrá acostumbrarse a un sistema económico roto porque ese ha sido su alma, su corazón, su porqué, su para qué. Y un gigante sin impulso vital colapsa y se desmorona.

Entonces, cuando se asiste al inicio de un colapso, la percepción de la gravedad aparece nítidamente, y renace esa sensación de emergencia que yacía apagada por el acostumbramiento. Nada ha cambiado, el salto cualitativo nos antecede en el tiempo, pero nuevamente se asiste a la incapacidad de saber si este colapso durará años o décadas; de saber si el umbral en el que se permanece será anticipo de algo peor o algo mejor.

Guitton y Pablo VI, como toda su generación, asistieron a ese punto de inflexión histórico, pero cuanto ocurre ahora no sino consecuencia de aquello, por tanto, constatación de que el umbral en el que se entró agoniza ahora en su “alma”. Y eso genera incertidumbre, por cuanto ya se percibe que no sólo está afectado el porvenir del cristianismo, sino de la sociedad tal como la conocemos.

¿QUÉ TAN CERCA ESTÁ EL AVISO?

Entonces, cuando la incertidumbre es alimento del día a día se aplauden soluciones rápidas o se procuran huidas de la realidad. Y a veces esperanzas prontas que den salida a un agujero que se intuye complejo. Y una de estas esperanzas son los mensajes que nos llegan de “una vidente centroeuropea” de la que no se tienen muchos más datos, salvo el que, según ella, tiene dirección espiritual con algunos sacerdotes.

Estos mensajes llamaron la atención porque desde su inicio en el año 2010 su tono y contenido parecen explicar sencillamente el ahora y narrarnos el mañana inmediato. Y tal concreción parecen un consuelo psicológico para tiempos de incertidumbre. Son mensajes concretos, notorios, claros… y que no sólo hablan de lo que pasa ahora, y de lo que pasará en general, sino que llegan a dar fechas. Permítaseme citar el más evidente:

“El tiempo es ya breve. Todo va a suceder rápidamente. El GRAN AVISO ya está cerca, por tanto no hay mucho tiempo para rezar por aquellas pobres almas que se perderán. Rezando la Coronilla de la Divina Misericordia por aquellas almas concretas, se salvarán millones de ellas.

Hijos Míos, ahora os encontráis en medio de lo que se llama la Tribulación, como se predijo en Mi Libro Sagrado. La segunda parte, la Gran Tribulación, comenzará, como dije, antes de finales de 2012. Esto no debería infundirte miedo, hija Mía, sino que sirve para hacerte consciente de la urgencia de que Mis hijos pidan Mi ayuda.

No cabe duda, no estamos acostumbrados a tal detalle, a tal precisión. Dios no parece hablar así. Gustaba nuestro Señor de la metáfora, de la imagen como signo de una realidad que sobrepasaba al mismo signo y al mismo tiempo lo explicaba. Se acordaron los primeros cristianos de Jerusalem de aquella imagen de donde están las águilas se reunirán los cuerpos y al saber de las legiones romanas que bajaban hacia Jerusalem con sus estandartes huyeron de la ciudad, que sería sitiada por largos meses, hasta la inanición. O el bueno de Juan Bosco, que espoleado por el conocimiento de las cosas futuras quiso poner dos misteriosa fechas en las estatuas que custodiarían su María Auxiliadora de Turín… pero al final no las puso, y ahí quedan, como señal de la prudencia de un santo.

No, no gusta el Señor de dar fechas. Y estas fechas sorprenden. Y más porque nacen en tiempos de incertidumbre y uno puede gustar atarse a ellas para fundar su esperanza en una promesa de corta duración. Y las cosas, como decía Guitton, pueden durar años, o siglos. Y no digo, no quiero decirlo, que esta vidente no sea de Dios. Pero poco sabemos de ella. Y eso no es bueno, sobre todo cuando su fama ha crecido como la espuma en tan poco tiempo.

Los santos místicos han forjado su fama tras años de dura prueba. Y con todo bien podría ser de Dios, que también Él gusta de ser concreto a medida que se acerca la hora del castigo. Y si no que se lo digan al bueno de Jonás, que le fue dado anunciar fechas más cortas que las de nuestra vidente centroeuropea. Pero como desconocemos tanto sobre ella cualquier juicio puede ser aventurado en un sentido u otro.

Ahora bien, no hemos de olvidar que la percepción de los tiempos –esa percepción de los tiempos de la que gustaba Guitton- es subjetiva, y esa subjetividad puede jugar malas pasadas a los mismos místicos si no son prudentes (el padre Gobbi bien supo de esto). Y muestra de esa prudencia dio Marta Robin al académico francés cuando indignada por las preguntas que se le hacían sobre el mañana le respondió airada “no pertenezco al sindicato de las echadoras de cartas”.

Hay que ser cauto, prudente y entender que para los místicos, como para Marta Robin, “es imposible decir si ese porvenir vislumbrado, presentido, previsto, es inmediato, muy cercano, lejano, muy lejano, último, escatológico; si sucederá mañana o dentro de mil años”. Y concluía Guitton: “dicho de otro modo, el tiempo visto por el profeta no tiene la tercera dimensión: la profundidad. El momento presente contiene el tiempo todo entero, del cual es una conclusión.

Fuentes: Cesar Uribarri para Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

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