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Musulmanes NOTICIAS Noticias 2011 Religion e ideologías

Los ataques ideológicos de musulmanes fundamentalistas y la política de demostrar tolerancia de los cristianos [2011-06-03] SdeT

Los musulmanes fundamentalistas se esfuerzan por atacar al cristianismo desde diferentes ángulos. Un ejemplo es que el partido islámico radical Jamiat Ulema-e-Islam de Pakistán está haciendo una campaña contra la Biblia, que considera un libro blasfemo. Y en Australia (en el propio occidente) una campaña publicitaria musulmana dice que Jesús es un profeta del Islam.

Mientras que en 50 templos de EEUU, han sido invitados clérigos musulmanes a que lean en Corán públicamente el 26 de junio.

Quizás este ejemplo de “poner la otra mejilla” sensibilice a cristianos y musulmanes sobre los ataques contra el cristianismo de parte de los fundamentalistas islámicos.

LA BIBLIA ES UN LIBRO BLASFEMO DICEN MUSULMANES EN PAKISTÁN

El partido islámico radical Jamiat Ulema-e-Islam de Pakistán ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo de Pakistán y ha lanzado una campaña de sensibilización pidiendo la prohibición de la circulación de la Biblia, llamada «libro pornográfico» y «blasfemo».

Se trata de un nuevo ataque contra la comunidad cristiana en Pakistán, asustada por los ataques y amenazas sufridos después de la eliminación de Bin Laden, y que ya estaba bajo ataque por los efectos perjudiciales de la ley sobre la blasfemia, que castiga con la pena de muerte a quien insulta el Corán o al Profeta Mahoma

El grupo radical Jamiat Ulema-e-Islam, con sede en Karachi, ha puesto en marcha la campaña en una conferencia pública. Según el líder del grupo, Abdul Rauf Farooqi, algunos pasajes de la Biblia describen como «viciosos e inmorales» personajes que los musulmanes consideran profetas.

«Es una medida que podría alimentar el odio religioso contra los cristianos. Es una amenaza para la coexistencia pacífica, un ataque al corazón de nuestra fe», dice a Fides desconcertado el p. Saleh Diego, quien preside la Comisión «Justicia y Paz” de la Archidiócesis de Karachi

“Como cristianos, ya somos muy débiles y estamos sujetos a las presiones injustas de la ley sobre la blasfemia. Estos grupos radicales quieren eliminarnos por completo. Evidentemente se trata sólo de grupos minoritarios, y tenemos la esperanza de que se alcen las voces de los líderes musulmanes moderados para detener esta campaña de odio», comenta.

“Nuestra respuesta como cristianos en Pakistán, es reiterar la urgencia del diálogo y del respeto de todos los símbolos religiosos y los libros sagrados de todas las religiones. Pero esperamos que, a nivel internacional, pueda nacer una respuesta más fuerte y decidida, que nos apoye», dice el padre Diego, llamando a la movilización de los cristianos y las instituciones internacionales para detener la campaña en contra de la Biblia.

OTRO ATAQUE CONTRA EL CRISTIANISMO: JESÚS ES UN PROFETA DEL ISLAM

La página web islámica apologista Mypeace.com.au es la autora de esta propaganda ofensiva hacia el cristianismo, pues fue ella la que puso en marcha la campaña publicitaria polémica para provocar el debate y supuestamente “promover la literatura libre”.

Julian Porteous, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Sydney, describió la campaña como un asalto directo contra el cristianismo y pidió que las vallas de la calle fueran inmediatamente removidas.

“En Australia, una cartelera lleva la declaración que es Jesús un profeta del Islam, eso provocativo y ofensivo para los cristianos”, dijo.

“La creencia central para el cristianismo es que Jesucristo es más que un profeta. Él es el Hijo de Dios. Es el aclamado Señor y Salvador de la humanidad. Esta declaración es un asalto directo a las creencias cristianas”, dijo el obispo Porteous.

El obispo también ha lamentado que la campaña incendiaria, tiene el potencial de dañar las relaciones entre la iglesia cristiana y la comunidad musulmana.

“Es importante que las religiones no se causen daños así mismas porque esto pondría en peligro la armonía social que gozamos en Australia. El diálogo entre las religiones sólo puede tener lugar cuando se fundamenta en el respeto mutuo, no en el que es fomentado por las declaraciones provocativas “, dijo.

“En aras de preservar la armonía social y el respeto entre las religiones más importantes del mundo estas vallas deben ser retiradas, junto con otros que llevan mensajes directamente ofensivas para los cristianos.

A pesar que algunas vallas publicitarias, fueron objeto de ataques vandálicos, desde su lanzamiento, Mypeace.com.au, ha anunciado que la campaña se extenderá a cuatro semanas, desafiando a los cristianos que podría provocan enfrentamientos entre religiosos.

EL CORÁN SERÁ LEÍDO EN MÁS DE 50 IGLESIAS DE LOS EEUU

Más de 50 líderes cristianos de EEUU invitarán a clérigos musulmanes para celebrar lecturas del Corán en sus iglesias.

Human Rights First y la Alianza Interreligiosa, cuyo líder es el reverendo Welton Gaddy, están detrás de la iniciativa, no tiene reciprocidad, ya que no se permite la lectura de la Biblia en ninguna mezquita.

Grupos cristianos se oponen a esta iniciativa por considerar que es una humillación contra los seguidores de Jesús por deferencia hacia el Islam, y consideran que el cristianismo no tiene que demostrar que es una religión tolerante, porque tal como afirman estos cristianos opuestos a la iniciativa, el cristianismo es tolerante, mientras que el Islam no lo es, y en su nombre, los islamistas cometen crímenes, degüellos, atentados, terrorismo, asesinatos,  amparados por el Corán y en nombre de Alá, y del Islam.

El 26 de junio de 2011 es el día de la iniciativa de los dhimmies, y se anuncia como “La fe compartida: Uniéndose en la Oración y Comprensión, en la que los imames y jeques musulmanes leerán textos del Corán en la cincuentena de iglesias.”

Fuentes: Agencia Fides, NoticiaCristiana.com, Religión en Libertad

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Masonería - Illuminatis - Globalistas Noticias 2011 Religion e ideologías

La masonería arremete contra la Iglesia Católica en España [2011-06-02] SdeT

Un masón de grado 33 edita el primer «Anuario de la Laicidad en España» con críticas a la Iglesia. La fundación de origen catalán Ferrer i Guardia, cuyo presidente es Joan Francesc Pont, masón de grado 33, saca un texto cargado de anticristianismo.

“Buenas tardes Hermanos y Hermanas. Gracias por acompañarnos hoy en este Templo de la Cultura que es el Ateneo de Madrid”. Así, en clave masónica, comenzó su intervención Santiago Castellà, patrón de la Fundación Ferrer i Guardia, en la tarde del martes en la presentación del primer Anuario de la Laicidad en España, recién editado por dicha Fundación.

FERRER I GUARDIA, LOBBY LAICISTA

La Fundación Ferrer i Guardia, que recibe generosas subvenciones a fondo perdido del erario público, es uno de los principales Lobby laicistas de España. Está presidida por el jurista y financiero Joan Francesc Pont, gran comendador del Supremo Consejo Masónico de España, y grado 33 de la masonería.

ADOCTRINAMIENTO RADICAL DE NIÑOS Y JÓVENES

En esta primera intervención, Santiago Castellà se deleitó a sí mismo y a su entregado público, mayormente compuesto de “abueletes” republicanos de la tercera edad -seamos sinceros-, con un repaso de los principales hitos de la vida de la fundación desde sus inicios en los años 80 del pasado siglo.

Hizo especial énfasis en la “tarea educadora” de la fundación en los “valores” del librepensamiento y de la laicidad con la juventud. Actualmente, solo en Cataluña, la fundación regenta 130 clubs infantiles, 30 organizaciones scouts y 30 casas de juventud o ateneos laicos para adolescentes, donde se adoctrina a niños a partir de 8 años en librepensamiento, nacional-laicismo y “ética pública”.

MÁS DE 17.000 JÓVENES FORMADOS EN EL LAICISMO

En total, la Fundación llega a una red de 17.000 jóvenes sólo en Cataluña, según reconoció Castellà, alternando actividades de ocio con clases de adoctrinamiento. “Ahora estamos comenzando una red de guarderías para que niños de 0 a 3 años puedan iniciar ya de jovencitos su formación en valores del librepensamiento”, apuntó Castellá.

EL ANUARIO DE LA LAICIDAD EN ESPAÑA

David Prujà, director de la Fundación, hizo un repaso a los principales capítulos del Anuario, que consta de 160 páginas. Apoyado en numerosos gráficos, el Anuario, parapetándose en una opción de conciencia laica, incide en todos los lugares comunes de los supuestos privilegios de la Iglesia Católica, de la ideología de género y de una cosmovisión donde Dios y su Providencia han sido expulsados del ser humano y de la sociedad o espacio público.

SECULARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD…MA NON TROPPO

El Anuario señala que la sociedad española, especialmente la juventud, se aleja progresivamente de la práctica religiosa, lo que considera una evolución positiva. Se aporta numeroso material gráfico de variadas fuentes.

El número de matrimonios civiles ha superado recientemente el de matrimonios por la Iglesia. La sociedad española se seculariza. Aun así reconocen que un 60 por ciento de los jóvenes españoles entre 15 y 29 años se consideran católicos.

Según el informe, las zonas más laicas de España son Cataluña, Madrid y el País Vasco, mientras que las zonas con mayor número de “adscritos” al catolicismo son Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha, Murcia y Gran Canaria (con ratios superiores al 80%). Se trata de un análisis muy superficial y, por tanto, de dudosa validez científico. ¿No está acaso experimentando “el laico” Madrid un verdadero boom en vocaciones de jóvenes al Seminario y a las órdenes contemplativas? Se aborda la cantidad, se ignora la calidad.

DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS

Destacan varios capítulos en defensa de los supuestos derechos sexuales y reproductivos de la mujer (derecho al aborto, etc.) y del matrimonio entre homosexuales, considerando como fraude las terapias de cura de ciertas prácticas homosexuales.

No absoluto a la libertad de objeción en respeto de la vida. En fin, se trata de una ética pública opuesta a la “moral privada que la Iglesia quiere imponer al conjunto de la sociedad”, pero con sus dogmas ideológicos y una fuerte ración de intolerancia. También intenta establecer un vínculo entre violencia y religión. Veto absoluto a la escuela católica y a la enseñanza de la religión en la escuela pública.

LA VISITA DEL PAPA

Destaca un capítulo dedicado a las visitas del Papa en Santiago y Barcelona y la próxima Jornada Mundial de la Juventud en agosto de este año. Ya que la financiación de las actividades procede en su mayor parte de empresas privadas, a los autores del Anuario les parece insoportable que éstas puedan deducir fiscalmente los gastos incurridos.

En torno a las visitas del Papa, existe una verdadera obsesión economicista ¿Por qué aviones del ejército, a costa del erario público, tienen que escoltar por cortesía al Papa?, se quejan. Por supuesto, los beneficios para España de la visita de un millón largo de jóvenes extranjeros en la JMJ son pasados por alto.

OBSESIÓN CONTRA LA IGLESIA CATÓLICA

Donde el Anuario carga las tintas es en su obsesión contra la Iglesia Católica y “sus privilegios”. Hay que abolir el Concordato. Confunden siempre Iglesia y Jerarquía, como si los millones de fieles movilizados no tuviéramos convicciones propias o fuésemos menores de edad.

La mayoría de la sociedad española, dicen, considera excesivo el poder de la Iglesia y su capacidad de influencia. La Iglesia debería dejar de influir en las votaciones del Parlamento o en las decisiones del gobierno, afirman. Da la impresión de que la Iglesia cuenta con varias divisiones militares para imponer su “moral privada”. Si Stalin resucitase…

TURNO DE PREGUNTAS

Donde el acto alcanzó su mayor clímax y paroxismo fue durante el turno de preguntas. Se sucedieron intervenciones de público y oradores, que rivalizaban mutuamente por ver quién era más nacional-laicista, rozando en ocasiones el sentimiento de vergüenza ajena. Como aquel señor que afirmaba que financiar a la Iglesia Católica con 10.000 millones de euros anuales (¿?) era un crimen, un asesinato. Con ese dinero se podían arreglar todos los defectos de la educación y la sanidad pública.

A LA IGLESIA, NI AGUA

¿10.000 millones de euros anuales para la Iglesia? Para David Prujà, director del informe, la Iglesia recibe del estado entre 7.000 y 10.000 millones de euros anuales, pero la cifra no se sabe con precisión escudándose en “la falta de transparencia reinante”.

Se llega a esa cifra (tan solo el 2,5% del PIB aproximadamente) al incluir no solamente la asignación tributaria voluntaria, sino el coste de los conciertos de educación y sanidad, las exenciones fiscales de los que donamos a ONGs de la Iglesia, las asignaciones tributarias a ONGs de la Iglesia (Manos Unidas, Caritas, etc.), deducciones fiscales de empresas privadas patrocinadoras de eventos, costo de la visitas del Papa, capellanías en hospitales y castrenses, más un largo etcétera.

Como se ve un “totum revolutum”. Por supuesto, no se contempla que la actividad educativa y sanitaria de la Iglesia genera valor para la sociedad amén de suponer un fuerte ahorro al estado, por no hablar de la labor de Caritas o Manos Unidas. Pero para el Anuario, nacional-laicismo es estado puro, la opinión de muchos ciudadanos que desean capellanes en hospitales o la enseñanza de la religión simplemente no cuenta.

LA “INDUSTRIA EDUCATIVA CATÓLICA”

Hay que denunciar la “industria educativa católica” y la “industria sanitaria católica”, afirmó Prujà, como si los colegios u hospitales concertados fueran negocio. Hay que dejar de financiar la conservación del Patrimonio de la Iglesia, mientras el estado no sea libre de decidir que uso se da a los lugares de culto. ¿Y la cantidad de turismo extranjero que genera el patrimonio de la Iglesia, en beneficio de la sociedad civil?

FANTASMAS: LA “TRANSVERSAL MONSERRATINA”

El nacional-laicismo ve fantasmas por todas partes. Hasta en el tripartito que ha gobernado Cataluña hasta las últimas elecciones autonómicas en esa autonomía. Catellà denunció lo que considera la “transversal monserratina” en Cataluña. Según él, hay vaticanistas en todos los partidos catalanes desde IC Izquierda Unida hasta Convergencia i Unió y el PPC, pasando por el Esquerra Republicana y el PSC. La Iglesia tiene demasiados partidarios en esos partidos (¿?).

Cómo si no, se pregunta Catellà, se explica que el anterior director de la TV pública catalana, durante el tripartito, fuera creyente y su “única obsesión era erradicar la pornografía de la TV” (sic).

Lo dicho, paroxismo extremo. Hilarante si no fuera por la capacidad de presión e influencia de la Fundación Ferrer i Guardia entre la sociedad y la clase política española, para imponer el nacional-laicismo. Una Fundación, no lo olvidemos, que no predica con el ejemplo, porque vive a costa del erario público, es decir, de los impuestos.

Fuente: Religion en Libertad

 

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De género Hemeroteca SdeT NOTICIAS Noticias 2011 Religion e ideologías

Los errores que conlleva considerar al género como una construcción de la cultura dominante [2011-06-02] SdeT

Emergida del radicalismo feminista, la ideología de género surgió a mediados del siglo pasado impulsado desde el seno del existencialismo, negador de la naturaleza humana.

Simone de Beauvoir, compañera de Sartre, fue una de las impulsoras de una visión relativista que habría de ser retomada por otras autoras como Betty Friedan, Nancy Chorodow, Christine Riddiough y Alison Jagger. Los constructivistas sociales, los marxistas inspirados por Engels y pansexualistas como Foucault, contribuyeron para crear la idea de que el “gender”, en inglés, es una construcción cultural que nada tiene qué ver con el hecho natural de que las personas somos sexuadas.

Esta ideología ha penetrado en numerosos círculos sociales y políticos, impulsores, no de la diversidad sexual, pues ésta es imposible, sino de la diversidad de género, con efectos sobre el comportamiento sexual. El sexo es algo que está definido biológicamente más allá de su manifestación física, sino que está impreso en todas las células con los genes X y Y, que unidos como XX o XY, determinan el sexo. Esto es algo que no se elige, simplemente, es.

Pretender que el comportamiento de las personas en su vida sexual es una imposición cultural es un invento que ya ha tenido consecuencias nefastas y ahora amenaza repetirse con el bebé llamado “Storm”, hijo de Nath Witterick y David Stocker, canadienses, quien han decidido mantener en secreto el seño del niño, para que él pueda elegir libremente qué será.

Se repetiría con él el experimento que ya realizan con Jazz, de 5 años, y Kio, de 2, ambos varones, a quienes desde los 18 meses permiten elegir su ropa de niño o niña de manera indistinta.

Esta noticia recuerda la triste historia de los gemelos Bruce y Brain Reimer. El primero de ellos fue mutilado en una amputación accidental del pene en una circuncisión. Sus padres escucharon del doctor John Money, de la Universidad John Hopkins de Baltimore, la tesis de que los niños nacían neutros, por lo que acudieron a él y éste aconsejó que lo castraran y lo educaran como mujer. Se trataba de gemelos idénticos y con ello se intentó mantener al hermano como medio de “control” del mismo.

A Bruce le cambiaron el nombre a Brenda. Se burlaban de “ella” porque orinaba de pié, era agredida continuamente en la escuela. Fue una tortura en lo que calificó como un “lavado de cerebro” que sólo dejó malos recuerdos en su mente. Llegó a decir que peor que lo que hicieron con su cuerpo, fue lo que hicieron con su mente. Finalmente el padre confesó la verdad al ya adolescente, quien se realizó una operación de faloplastía para recuperar la morfología masculina y adoptó el nombre de David. Se casó con una madre soltera con tres hijos y su historia se hizo pública en el año dos mil. Poco después se produjo el divorcio de la pareja. Más tarde, Brian se suicidó y David se sintió responsable del suceso, por lo que años después también se suicidó. Así concluyó el infeliz experimento que no pudo demostrar la tesis de la construcción cultural, pues pese a los intentos de educar a un niño como Brenda, ignorando su verdadero sexo, terminó como David. Pero el daño ya estaba hecho.

Ciertamente, según los conocedores, el ser humano tiene que asumir su identidad como lo que es. También existen fenómenos que, por causas desconocidas, lo impiden. En el pasado, los siquiatras declaraban esto como un desequilibrio mental, como una enfermedad. Una campaña de los grupos homosexuales presionó para que dicha definición se eliminara. La campaña fue encabezada por un siquiatra homosexual. A partir de entonces, la presión brincó a las legislaciones para que se considere como normal dicha tendencia o conducta.

Es importante distinguir la tendencia de la conducta, pues es bien sabido que muchos que tienen tendencias homosexuales, no asumen dichos comportamientos. Los hay que se someten a intervenciones siquiátricas y asumen, con éxito, la identidad sexual de la que están dotados. Eso ofende a algunos, pero a ellos los hace felices.

El tema del homosexualismo es un misterio, raros son los casos de desórdenes en los cromosomas y la bisexualidad física, aunque se afirma que los hay. Sin embargo, son las excepciones. La “construcción cultural” no está probada, aunque existan hechos culturales que en la historia se han identificado con un sexo u otro, sin necesariamente ser específicos de ello. Pero ahora que muchas actividades o la vestimenta, que antes se definían como de uno u otro sexo se asumen indistintamente, también podemos observar que se asumen de manera diferente entre hombres y mujeres, pues resulta inevitable que cada uno lo haga de acuerdo con su sexo.

Resulta lamentable lo que ahora ocurre en Canadá, y que quizá sea la historia de muchos niños que serán adoptados por parejas homosexuales. Esperemos que no sean historias como las de Bruce-Brenda-David, ni la de Brian, víctima indirecta del experimento. Un derecho humano fundamental es el de la propia identidad.

Fuente: José J. Castellanos para comunicadorescatolicos.org

 

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Derechos Humanos NOTICIAS Noticias 2011 Sociedad

Los nuevos “derechos humanos” el nuevo comodín que justifica todo tipo de acción [2011-06-01] SdeT

Cuando entran en danza los derechos humanos, las discusiones son inevitables y los análisis serenos parecen imposibles. ¿Alguien quiere ser considerado como un enemigo de la humanidad? ¿Alguien piensa que no hay que defender la salud de las mujeres o proteger a los niños? Hasta ahora, sólo algunos estudiosos perspicaces se han atrevido a romper la superficie de la convicción general y genérica para sondear el subsuelo y descubrir por fin verdades desconocidas, ocultas o simplemente ignoradas.

Por ejemplo, en muchos programas de agencias internacionales, el concepto de salud de la mujer «contiene» el control de la natalidad, que a su vez prevé la interrupción del embarazo. Por supuesto, no se trata sólo de esto, pues muchas de las acciones previstas son muy serias, pero también esto hay que tenerlo en cuenta. Pero todos estos aspectos se entrelazan, de modo que resulta casi imposible separar unos de otros, como bien saben los que trabajan en los grandes organismos mundiales.

Alguien ha afirmado que todo esto ha implicado un cambio léxico: individuo sustituye a persona, varias combinaciones («unión afectiva») han ocupado el lugar de las familias, ya no se habla de sexo sino de género, y así sucesivamente. No se trata de cambios inofensivos y todos se han realizado en nombre de los derechos humanos. Un principio multiusos, que tanto vale para bombardear Libia (aunque no Siria) como para protestar contra la persecución de los cristianos en Oriente, criticar a Italia por su política con los inmigrantes ilegales… Vale para todo, seguramente para demasiado. Y así una reconocida tribuna internacional, como es el semanario británico-global The Economist, plantea una sospecha: ¿no nos estaremos volviendo locos por exceso de derechos humanos?

En su nombre, en Francia se «ignoran» las prácticas polígamas y de mutilación genital que se dan en ciertas comunidades de inmigrantes. Desde el punto de vista personal, serían un delito, pero desde el punto de vista del grupo y de su cultura, no está tan claro y por tanto la justicia se hace más confusa. En Gran Bretaña se acepta que en algunos ámbitos de la vida comunitaria islámica se juzgue según la sharía. En Canadá se ha llegado a una auténtica paradoja: los pescadores de tribus nativas pueden disfrutar de una serie de privilegios que han llevado a los pescadores «individuales» blancos a demandar al Estado no sólo por competencia desleal sino también por normativas «racistas». Empiezan a crear más problemas que ventajas debido a leyes difusas, sobre todo en Estados Unidos, donde reciben el nombre de Affirmative Action, que nacieron para tutelar a los negros y hoy se han convertido para muchos en un instrumento para conseguir privilegios, con sus programas específicos de contratación, cuotas y tratamientos preferenciales. Por no hablar del caos producido en España por el corpus legislativo en el campo «moral» impuesto por Zapatero.

Debemos empezar a mirar con preocupación el fenómeno de grupos y comunidades de todo tipo que asedian a los tribunales de justicia y a los parlamentos de todos los países occidentales, y a las sedes de los organismos mundiales para pedir, reclamar, conseguir, siempre ondeando la bandera de los derechos humanos. Es difícil resolver esta cuestión, pues ciertamente garantizar la libertad religiosa para los cristianos en ciertos países es parte fundamental de los derechos humanos, pero por lo que respecta a los sistemas occidentales, corremos el riesgo de que se desmorone el pilar que sostiene nuestra vida civil: la igualdad del individuo ante la ley. Lobbies, asociaciones y congregaciones varias exigen ser «más iguales» que el ciudadano común, y no tienen siquiera que esforzarse en argumentarlo, les basta con pronunciar las palabras mágicas.

Fuente: Paginas Digitales

 

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El mal Hemeroteca SdeT NOTICIAS Noticias 2011 Religion e ideologías

Como ha cambiado la visión que los cristianos tienen de Satanás [2011-06-01] SdeT

Unos conciben al diablo como un ser místico que han conocido a través de increíbles relatos bíblicos. Un ente sin forma definida que los somete a las tentaciones, que es el archienemigo de Dios y que no pierde oportunidad para hacerlos caer en pecado.

Pero, ¿cómo hoy día se percibe a Satanás? ¿Es una entidad que nos hace pecar? ¿Habrá que tenerle miedo? ¿Es el enemigo de Dios?

El investigador y sociólogo José Rodríguez, junto con un equipo de colaboradores, dirigió un estudio en el que se analizó la percepción que tienen creyentes de distintas denominaciones religiosas sobre el constructo del mal, especialmente de Satanás, y el resultado fue sorprendente: cada vez son más los cristianos que dudan de que esa visión que históricamente nos han vendido las iglesias sea del todo cierta.

“Antes se veía a Satanás como un espíritu maligno, que hacía que pecaras y esa imagen está cambiando”, explicó.

Esto no quiere decir que ahora más personas tengan una imagen conceptualizada de cómo luce el diablo, sino que hay quienes han dejado de verlo como la entidad o interpretación mitológica responsable de lanzarnos al pecado.

Pero, ¿por qué no pensarlo así? Si la Biblia, para quienes son creyentes, parece confirmarlo. En un principio, Dios lo nombró Lucero (ángel de luz), pero tras revelarse contra su creador fue lanzado a la tierra, acto con el que arrastró a un tercio de los ángeles del cielo. Como consecuencia, ya no fue más el portador de luz, sino que fue llamado Satán, que significa “adversario/acusador”.

Resulta que, a juzgar por el sector religioso abordado, esa visión se está desinflando poco a poco. “Tradicionalmente, la visión religiosa está dirigida a que Lucifer es el rival de Dios y que lo que hace es separarnos de su bondad y de su amor y hay una muestra que está dudando de esa construcción”, explicó.

El estudio analizó la visión de 434 creyentes de las denominaciones: católica, bautista, presbiteriana, pentecostal MI, Alianza Cristiana, Discípulos de Cristo y pentecostal MB.

Bajo el renglón de “indecisos” figuraron los presbiterianos, Discípulos de Cristo y los que profesan bajo la Alianza Cristiana. “No mostraron tener una noción clara o precisa sobre dicho concepto”, sostuvo el sociólogo.

En el renglón “de acuerdo” estuvieron los encuestados bautistas, pentecostales MI y MB, y los católicos.

¿CUIDADO?

Rodríguez destacó que la visión que cada persona tiene de Satanás influye en su comportamiento social, así que perderle el temor al diablo podría ser la excusa perfecta para “justificar” acciones inadecuadas socialmente.

“Como todo es relativo en esa visión, pues entonces se retan algunos cuestionamientos o parámetros que son fundamentales para la sana convivencia y el estado de manejo pro social, porque para lo que uno es bueno, para el otro es malo y ese relativismo puede generar choques”, mencionó.

Las implicaciones de estas diferencias de visiones pueden ir aún más allá. “Son serias, porque si lo que estamos diciendo es que Satanás es una construcción, pues no respondemos como que tenemos que cuidarnos y podemos estar a riesgo de lo que representan las acciones desviadas… Si por lo menos crees que es una entidad que pudiese hacerte caer, estás a ojo avizor”, dijo.

Ojo, tampoco es irse al otro extremo y adjudicarle la culpa de todo lo que sucede a Satanás, algo en lo que pueden caer algunos.

Fuente: PrimeraHora/NoticiasDeCristianos.blogspot.com

 

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Beatificación Canonización Catolicismo NOTICIAS Noticias 2011

Juan Pablo II decía de sí mismo «Soy un biedaczek, un pobre tipo» y fue beatificado [2011-05-01]

En los últimos años, decía de sí mismo en lengua polaca: «Soy un biedaczek, un pobre tipo». Un pobre viejo enfermo y extenuado. Él, que era tan atlético, se había convertido en el hombre de los dolores. Sin embargo, precisamente en ese momento su santidad comenzó a brillar, dentro y fuera de la Iglesia.

Antes no, Karol Wojtyla fue admirado más como héroe que como santo. Su santidad comenzó a conquistar las mentes y los corazones de tantos hombres y mujeres de todo el mundo, cuando él entendió lo que Jesús había profetizado para la vejez del apóstol Pedro: «En verdad te digo: cuando eras joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo extenderás tus manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras».

Al ser ahora proclamado beato, Juan Pablo II revela al mundo la verdad de la frase de Jesús: «Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos».

Él no irradió santidad a la hora de sus triunfos. Los numerosos aplausos que recogió cuando recorría el mundo a ritmos impresionantes eran demasiado interesados y seleccionados para ser sinceros. El Papa que hizo que se derrumbara la cortina de hierro fue una bendición a los ojos de Occidente. Pero cuando se batió en defensa de la vida de cada hombre que nace en esta Tierra, en defensa de la vida más frágil, más pequeña, la vida del recién concebido pero cuyo nombre ya está escrito en el cielo, entonces pocos lo escucharon y muchos sacudieron la cabeza.

La historia de su pontificado ha sido generalmente de luces y sombras, con fuertes contrastes. Pero su perfil dominante, durante muchos años, no ha sido el del santo, sino el del combatiente. Cuando en el año 1981 estuvo al borde la muerte, atacado no se sabe bien todavía por qué, el mundo se inclinó reverente. Observó el minuto de silencio, para retomar inmediatamente después la vieja música, poco amiga.

Muchos desconfiaban de él también dentro de la Iglesia. Para muchos era «el Papa polaco», representante de un cristianismo anticuado, antimoderno, de pueblo. De él no vislumbraban la santidad sino la devoción, que no congeniaba con quien soñaba un catolicismo interior y «adulto», tan amigablemente inmerso en el mundo hasta tornarse invisible y silencioso.

Sin embargo, poco a poco, de la corteza del Papa atleta, héroe, combatiente y devoto comenzó a revelarse también la santidad.

Fue el Jubileo, el Año Santo del 2000, el momento del viraje decisivo. El Papa Wojtyla quiso que fuese un año de arrepentimiento y de perdón. El primer domingo de Cuaresma de ese año, el 12 de marzo, ofició ante los ojos del mundo una liturgia penitencial sin precedentes. Por siete veces, simbolizando los siete vicios capitales, confesó las culpas cometidas por cristianos durante siglos, y por todas ellas pidió perdón a Dios. Exterminio de los herejes, persecuciones contra los judíos, guerras de religión, humillación de las mujeres… El rostro doliente del Papa, ya signado por la enfermedad, era el ícono de ese arrepentimiento. El mundo lo observó con respeto, pero también con desdén. Juan Pablo II se expuso, inerme, a bofetones y a gestos de burla. Se dejó flagelar. Hubo quienes pretendieron que él formulara siempre otros arrepentimientos, también por culpas ajenas. Ante todas estas cosas él se golpeaba el pecho.

Pero es cierto que jamás pidió públicamente perdón por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes sobre niños pequeños. Pero ni siquiera se recuerda que alguien haya saltado alguna vez sobre él en el año 2000 para reprocharle esta omisión. El escándalo no era tal todavía, para los distraídos maestros de opinión de entonces. Hoy sí, los mismos que en ese entonces callaron lo acusan por ese silencio, lo acusan de haberse dejado enredar por ese sacerdote indigno que fue Marcial Maciel. Pero son acusaciones póstumas que destilan hipocresía.

Para comprender qué es lo que había de verdadero en la santidad de ese Papa hubo millones y millones de hombres y mujeres que en la hora de su muerte le han tributado el más grandioso «gracias» colectivo jamás dado a un hombre en el último siglo. Los jefes de Estado y de gobierno de casi doscientos países que llegaron a Roma para sus exequias lo hicieron también porque no pudieron sustraerse a esa oleada de afecto que invadió el mundo.

Pero ese Jubileo suyo del año 2000 Juan Pablo II quiso que fuese también el año de los mártires. Los innumerables mártires, muchos sin nombre, asesinados por odio a la fe en ese «Dominus Iesus» que el Papa quiso reafirmar como único salvador de todos, para los muchísimos que estaban olvidados.

Y el mundo intuyó esto: que en la figura doliente del Papa estaba la bienaventuranza prometida por Dios a los pobres, a los afligidos, a los hambrientos de justicia, a los que obran la paz, a los misericordiosos. El Papa burlado, hostigado, sufriente, el Papa que de a poco perdía el uso de la palabra compartía el destino que Jesús había anunciado a sus discípulos: «Bienaventurados sean cuando los insulten, los persigan y, mintiendo, digan toda clase de maldades contra ustedes por mi causa».

Las bienaventuranzas son la biografía de Jesús y, en consecuencia, de quienes lo siguen con un corazón puro. Son la imagen del mundo nuevo y del hombre nuevo que Jesús ha inaugurado, el desplome de los criterios mundanos.

«Contemplarán al que traspasaron». Al igual que en la cruz, muchos ven hoy en Karol Wojtyla beato un anticipo del paraíso.

[Este comentario ha sido redactado por Sandro Magister para «La Tercera«, el más importante diario de Chile, y fue publicado en el día de la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo de 2011].

DE LA HOMILÍA DE LA MISA DE BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II

por Benedicto XVI

Queridos hermanos y hermanas. […] éste es el segundo domingo de Pascua, que el beato Juan Pablo II dedicó a la Divina  Misericordia. Por eso se eligió este día para la celebración de hoy, porque mi Predecesor, gracias a un designio providencial, entregó el espíritu a Dios precisamente en la tarde de la vigilia de esta fiesta. […]

«Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia esta bienaventuranza: la bienaventuranza de la fe. Nos concierne de un modo particular, porque estamos reunidos precisamente para celebrar una beatificación, y más aún porque hoy un Papa ha sido proclamado Beato, un Sucesor de Pedro, llamado a confirmar en la fe a los hermanos. Juan Pablo II es beato por su fe, fuerte y generosa, apostólica. E inmediatamente recordamos otra bienaventuranza: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo» (Mt 16, 17). ¿Qué es lo que el Padre celestial reveló a Simón? Que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Por esta fe Simón se convierte en «Pedro», la roca sobre la que Jesús edifica su Iglesia.

La bienaventuranza eterna de Juan Pablo II, que la Iglesia tiene el gozo de proclamar hoy, está incluida en estas palabras de Cristo: «Dichoso, tú, Simón» y «Dichosos los que crean sin haber visto». Ésta es la bienaventuranza de la fe, que también Juan Pablo II recibió de Dios Padre, como un don para la edificación de la Iglesia de Cristo.

Pero nuestro pensamiento se dirige a otra bienaventuranza, que en el evangelio precede a todas las demás. Es la de la Virgen María, la Madre del Redentor. A ella, que acababa de concebir a Jesús en su seno, santa Isabel le dice: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45). La bienaventuranza de la fe tiene su modelo en María, y todos nos alegramos de que la beatificación de Juan Pablo II tenga lugar en el primer día del mes mariano, bajo la mirada maternal de Aquella que, con su fe, sostuvo la fe de los Apóstoles, y sostiene continuamente la fe de sus sucesores, especialmente de los que han sido llamados a ocupar la cátedra de Pedro.

María no aparece en las narraciones de la resurrección de Cristo, pero su presencia está como oculta en todas partes: ella es la Madre a la que Jesús confió cada uno de los discípulos y toda la comunidad. De modo particular, notamos que la presencia efectiva y materna de María ha sido registrada por san Juan y san Lucas en los contextos que preceden a los del evangelio de hoy y de la primera lectura: en la narración de la muerte de Jesús, donde María aparece al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25); y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, que la presentan en medio de los discípulos reunidos en oración en el cenáculo (cf. Hch. 1, 14). […]

Queridos hermanos y hermanas, […] el nuevo Beato escribió en su testamento: «Cuando, en el día 16 de octubre de 1978, el cónclave de los cardenales escogió a Juan Pablo II, el primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszynski, me dijo: “La tarea del nuevo Papa consistirá en introducir a la Iglesia en el tercer milenio”». Y añadía: «Deseo expresar una vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II, con respecto al cual, junto con la Iglesia entera, y en especial con todo el Episcopado, me siento en deuda. Estoy convencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo XX nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado».

¿Y cuál es esta «causa»? Es la misma que Juan Pablo II anunció en su primera Misa solemne en la Plaza de San Pedro, con las memorables palabras: «¡No temáis! !Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». Aquello que el Papa recién elegido pedía a todos, él mismo lo llevó a cabo en primera persona: abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible.

Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Más en síntesis todavía: nos devolvió la fuerza de creer en Cristo, porque Cristo es «Redemptor hominis», Redentor del hombre: el tema de su primera Encíclica e hilo conductor de todas las demás.

Karol Wojtyla subió al Solio de Pedro llevando consigo la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre. Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es el camino del hombre. Con este mensaje, que es la gran herencia del Concilio Vaticano II y de su «timonel», el Siervo de Dios el Papa Pablo VI, Juan Pablo II condujo al Pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, que gracias precisamente a Cristo él pudo llamar «umbral de la esperanza».

Sí, él, a través del largo camino de preparación para el Gran Jubileo, dio al Cristianismo una renovada orientación hacia el futuro, el futuro de Dios, trascendente respecto a la historia, pero que incide también en la historia. Aquella carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso, él la reivindicó legítimamente para el Cristianismo, restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con un espíritu de «adviento», con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia y de paz. […]

¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Amén.

El texto íntegro de la homilía:

«Queridos hermanos y hermanas…»

Fuente: Sandro Magister para chiessa online



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El Rito usado para la beatificación de Juan Pablo II [2011-05-01]

Después del acto penitencial de la misa de beatificación de Juan Pablo II, el cardenal Agostino Vallini, vicario general del Papa para la diócesis de Roma, se acercó a Benedicto XVI junto con el postulador de la causa, monseñor Slawomir Oder, y pidió que se proceda a la beatificación del Siervo de Dios:

Beatissime Pater,
Vicarius Generalis Sanctitatis Vestrae
pro Romana Dioecesi,
humillime a Sanctitate Vestra petit
ut Venerabilem Servum Dei
Ioannem Paulum II, papam,
numero Beatorum adscribere
benignissime digneris.

A continuación leyó una breve biografía del pontífice polaco:

Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia), el 18 de mayo de 1920, de Karol y Emilia Kaczorowska. Fue bautizado el 20 de junio en la iglesia parroquial de Wadowice.

Segundo de dos hijos, pronto la alegría y la serenidad de su infancia recibieron el duro golpe de la prematura muerte de su madre, fallecida cuando Karol tenía nueve años (1929). Tres años más tarde (1932) moría también su hermano mayor, Edmund, y en 1941, a los 21 años, Karol perdió también a su padre.

Educado en la más sana tradición patriótica y religiosa, aprendió de su padre, un hombre profundamente cristiano, la piedad y el amor al prójimo. que nutría con la oración constante y la práctica de los sacramentos.

Las características de su espiritualidad, a las que permaneció fiel hasta la muerte, fueron su sincera devoción al Espíritu Santo y el amor a la Virgen. Su relación con la Madre de Dios era especialmente profunda y viva, vivida con la ternura de un niño que se abandona en los brazos de la madre y con la virilidad de un caballero, siempre dispuesto a obedecer a las órdenes de su Señora: “Haced todo lo que el Hijo os dirá”. Su confianza total en María, que como obispo expresaría en el lema “Totus Tuus”, revelaba también el secreto de ver el mundo a través de los ojos de la Madre de Dios

La rica personalidad del joven Karol maduró gracias al entrelazamiento de sus dotes intelectuales, espirituales y morales con los acontecimientos de su época, que marcaron la historia de su patria y de Europa.

En los años de la escuela secundaria nació en él la pasión por el teatro y la poesía, que desarrolló a través de la actividad del grupo teatral de la Facultad de Filología de la Universidad Jagellónica, donde se matriculó en el curso académico 1938.

Durante la ocupación nazi de Polonia, mientras estudiaba en la clandestinidad, trabajó durante cuatro años (desde octubre de 1940 hasta agosto de 1944) como obrero en las fábricas de Solvay, viviendo desde dentro los problemas sociales del mundo del trabajo y recogiendo un valioso patrimonio de experiencias que utilizaría en futuro en su magisterio social primero como arzobispo de Cracovia y luego como Sumo Pontífice.

En esos años maduró en él el deseo del sacerdocio, al que se encaminó frecuentando desde octubre de 1942, los cursos clandestinos de teología en el seminario de Cracovia. En el discernimiento de su vocación sacerdotal fue ayudado en gran medida por un laico, Jan Tyranowski, un verdadero apóstol de la juventud. Desde entonces, el joven Karol tuvo la clara percepción de la vocación universal de todos los cristianos a la santidad y del papel insustituible de los laicos en la misión de la Iglesia.

Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946 y al día siguiente, en la sugestiva atmósfera de la cripta de San Leonardo de la catedral de Wawel, celebró la primera misa.

Enviado a Roma para completar la formación teológica, fue alumno de la Facultad de Teología en el Angelicum, donde se dedicó con empeño a estudiar las fuentes de la sana doctrina y vivió su primer encuentro con la vitalidad y la riqueza de la Iglesia Universal, en la situación privilegiada que le ofrecía la vida fuera de la “cortina de hierro”. A esa época se remonta el encuentro de don Karol con S. Pío de Pietrelcina.

Se graduó con las notas más altas en junio de 1948 y regresó a Cracovia para iniciar la actividad pastoral, como vicario parroquial. Se entregó a su ministerio con entusiasmo y generosidad. Después de obtener la habilitación a la docencia, comenzó a enseñar en la universidad, en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, y después de la abolición de esta, en la del seminario diocesano de Cracovia y la Universidad Católica de Lublin.

Los años transcurridos con los jóvenes estudiantes le permitieron comprender plenamente la inquietud de sus corazones y el joven sacerdote fue para ellos no sólo un profesor, sino un guía espiritual y un amigo.

A la edad de 38 años, fue nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958, de manos del arzobispo Eugeniusz Baziak, al que sucedió como arzobispo en 1964. Fue creado cardenal por el Papa Pablo VI el 26 de junio de 1967.

Como pastor de la diócesis de Cracovia fue inmediatamente apreciado como hombre de fe robusta y valiente, cercano a la gente y a sus problemas reales.

Interlocutor capaz de escucha y diálogo, sin ceder nunca al compromiso, afirmó frente a todos el primado de Dios y de Cristo como fundamento de un verdadero humanismo y fuente de los derechos inalienables de la persona humana. Amado por sus diocesanos, estimado por sus compañeros obispos compañeros, era temido por quienes lo veían como un adversario.

El 16 de octubre de 1978 fue elegido Obispo de Roma y Romano Pontífice y tomó el nombre de Juan Pablo II. Su corazón de pastor, totalmente entregado a la causa del Reino de Dios, se extendió a todo el mundo. La “caridad de Cristo” le llevó a visitar las parroquias de Roma, a anunciar el Evangelio en todos los ambientes y fue la fuerza impulsora de los innumerables viajes apostólicos en los diversos continentes, llevados a cabo para confirmar en la fe a los hermanos y hermanas en Cristo, consolar a los afligidos y a los pusilánimes, a llevar el mensaje de reconciliación entre las iglesias cristianas, a construir puentes de amistad entre los creyentes del Único Dios y los hombres de buena voluntad.

Su luminoso magisterio no tuvo otro propósito que anunciar siempre y en todo el mundo a Cristo, Único Salvador de la humanidad.

En su extraordinario ardor misionero amó con un amor especialísimo a los jóvenes. Las convocaciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud tenían como objetivo anunciar a las nuevas generaciones a Jesucristo y su Evangelio para que fueran protagonistas de su futuro y cooperar en la construcción de un mundo mejor.

Su solicitud de Pastor universal se manifestó en la convocación de numerosas asambleas del Sínodo de los Obispos, en la erección de diócesis y circunscripciones eclesiásticas, en la promulgación de los códigos de derecho canónico latino y de las Iglesias Orientales y del Catecismo de la Iglesia Católica, en la publicación de cartas encíclicas y exhortaciones apostólicas. Para fomentar en el Pueblo de Dios momentos de vida espiritual más intensa, convocó el Jubileo extraordinario de la Redención, el Año Mariano, el Año de la Eucaristía y el Gran Jubileo del año 2000.

El optimismo arrollador, fundado en la confianza en la Providencia divina, llevó a Juan Pablo II, que había vivido la experiencia trágica de dos dictaduras, sufrido un atentado el 13 de mayo de 1981 y en los últimos años había sido probado físicamente por la enfermedad progresiva, a mirar siempre hacia horizontes de esperanza, invitando a la gente a abatir los muros de las divisiones, a eliminar la resignación para volar hacia metas de renovación espiritual, moral y material.

Concluyó su larga y fecunda existencia terrena en el Palacio Apostólico Vaticano, el sábado, 2 de abril de 2005, víspera del Domingo in Albis, que quiso que se llamara de la Divina Misericordia. El funeral solemne se celebró en esta Plaza de San Pedro el 8 de abril de 2005.

Un testimonio conmovedor del bien que realizó fue la participación de numerosas delegaciones de todo el mundo y de millones de hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que reconocieron en él un signo claro del amor de Dios por la humanidad.

Benedicto XVI leyó entonces la fórmula de beatificación. Al terminar se descubrió el tapiz con el nuevo beato, mientras se cantó el Himno del Beato en latín y se colocaron en el altar las reliquias de Juan Pablo II para la veneración de todos los fieles.

El cardenal Vallini terminó agradeciendo al Papa con estas palabras:

Beatissime Pater,
Vicarius Sanctitatis Vestrae
pro Romana Dioecesi,
gratias ex animo Sanctitati Vestrae agit
quod titulum Beati
hodie
Venerabili Servo Dei
Ioanni Paulo II, papae,
conferre dignatus es.

BEATO JUAN PABLO II

¡Ruega por nosotros! ¡Ruega por la Iglesia! ¡Ruega por el Sucesor de Pedro!

“¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Desde el Palacio nos has bendecido muchas veces en esta Plaza. Hoy te rogamos: Santo Padre, bendícenos. Amén.”

(De la homilía del Papa Benedicto XVI en la ceremonia de beatificación)

Fuente: VIS


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La importancia de la Oración en la vida de Juan Pablo II [2011-05-01]

El Arzobispo de Cracovia (Polonia) y secretario personal de Karol Wojtyla por más de 40 años, Cardenal Stanislaw Dziwisz, señaló que para el Papa Juan Pablo II «rezar era como respirar«.

En un artículo publicado por L’Osservatore Romano en ocasión de su participación en la multitudinaria vigilia que se celebró en vísperas de su beatificación, el Cardenal afirmó que «rezar para Juan Pablo II era respirar. Cuando hablaba luego de Jesucristo, no hacía otra cosa que contar su experiencia. Siempre hubo entonces correspondencia entre lo que decía y lo que vivía. Era siempre auténtico, incluso y sobre todo en la escucha».

Estar con el Papa, dijo, significaba garantizar sus espacios de silencio, especialmente el que dedicaba a Dios: «Dios y punto. Los dos. Juan Pablo II era una enamorado de Dios. Lo buscaba, nunca se cansó de estar con Él. En Dios sabía sumergirse en todo lugar, en toda condición: incluso cuando estudiaba o estaba en medio de la gente, lo hacía con la máxima naturalidad».

Para el Cardenal, si Juan Pablo II «es proclamado beato, es porque ya era santo en vida, lo era también para nosotros que estábamos a su alrededor, yo sabía que era un santo».

«Yo lo sabía desde hace tiempo, desde que estaba en vida e incluso antes de que fuera elegido para el pontificado. Yo lo sabía desde cuando comencé a vivir a su lado. No era un Papa que en lo privado fuese distinto al Papa público. Era siempre él mismo. Siempre como ante Dios».

El Arzobispo se presentó, «con la cabeza gacha y el corazón agradecido», usando una expresión del Pontífice polaco para expreser «el tumulto de sentimientos que están en mi alma al darles mi humilde testimonio en esta ‘noche de fe’ como se le ha llamado».

El Arzobispo reiteró su profunda gratitud por la beatificación del Papa peregrino y recordó el especial amor que le tenía a la Ciudad Eterna a la que bendecía todas las noches desde la ventana de su departamento.

«Su mirada –prosiguió el Cardenal– estaba nutrida por la fe, y la fe era potencia y profundidad de su mirada. En uno de sus últimos días, me acerqué al lecho del Papa, y viéndolo dormido, traté de levantarle con cierta emoción y respeto uno de los párpados: me tocó mucho ver que la mirada era muy vívida. No sólo estaba consciente, sino que estaba perfectamente presente. Era como si él nos velara. Y como si esperase que nosotros y los jóvenes que lo acompañaban desde la Plaza de San Pedro, estuviésemos listos».

Del Papa «brotaba incluso en esa situación algo de su antigua y plácida energía. La energía extraordinaria que había impulsado continuamente ante su mirada, motivándolo a exigirse todo tipo de empresa: ‘¿Y ahora qué debo hacer?’ Era la energía creativa que brotaba de su vida interior».

Finalmente el Cardenal Dziwisz dijo que la disciplina mental de Juan Pablo II «no lo abandonó nunca: hasta el final de todo, hasta la meta. Como un patriarca bíblico nos preparó para el desprendimiento, llevándonos de la mano, concentrado en lo que hacía. Moría como un luchador exhausto pero lúcido: Aquí estoy muerte, me tendrás solo un instante. Voy a mi Casa, con mi Padre y mi Madre, voy allí adonde siempre he querido llegar. Allí donde está la vida verdadera, para siempre, benditos«.

Fuente: EWTN



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Vía Crucis 2011 que preside Benedicto XVI en el Coliseo de Roma [2011-04-22]

Via CrucisPublicamos la presentación y meditaciones del Vía Crucis que presidirá Benedicto XVI en el Coliseo de Roma en la noche del Vierntes Santo, preparadas por Sor Maria Rita Piccione, O.S.A., Madre Presidenta de la Federación de los Monasterios Agustinos de Italia «Nuestra Señora del Buen Consejo».

PRESENTACIÓN

«Si uno viese desde lejos su patria y estuviese separada por el mar, vería adónde ir, pero no tendría medios para llegar. Así es para nosotros… Anhelamos la meta, pero está de por medio el mar de este siglo… Ahora, sin embargo, para que tuviésemos también el medio para ir, ha venido de allá aquel a quien nosotros queremos llegar… y nos ha proporcionado el navío para atravesar el mar. Nadie puede atravesar el mar de este siglo, si no le lleva la Cruz de Cristo… No abandonar la Cruz, ella te llevará».

Estas palabras de san Agustín, tomadas del Comentario al Evangelio de san Juan (cf. 2, 2), nos introducen en la oración del Via Crucis.

En efecto, el Via Crucis quiere avivar en nosotros este gesto de asirnos al madero de la Cruz de Cristo a lo largo del mar de la existencia. El Via Crucis no es, pues, una simple práctica de devoción popular con un tinte sentimental; expresa la esencia de la experiencia cristiana: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8, 34).

Y es por esta razón que el Santo Padre cada Viernes Santo recorre el Via Crucis ante el mundo y en comunión con él.

Para la composición de esta oración, el Papa Benedicto XVI se ha dirigido este año al mundo monástico agustino femenino, encomendando la redacción de los textos a Sor Maria Rita Piccione, O.S.A., Madre Presidenta de la Federación de los Monasterios Agustinos de Italia «Nuestra Señora del Buen Consejo».

Sor Maria Rita pertenece al Monasterio Agustino de Lecceto (Siena) -uno de los eremitorios toscanos del s. XIII, cuna de la Orden de San Agustín- y es actualmente miembro de la Comunidad de Santi Quattro Coronati de Roma, donde tiene su sede la casa común de formación para las novicias y las profesas agustinas de Italia.

No sólo los textos son obra de una monja agustina, también las imágenes reciben forma y color de la sensibilidad artística femenina y agustina. Sor Elena Maria Manganelli, O.S.A., del Monasterio de Lecceto, antes escultora de profesión, es la autora de las tablas que ilustran las varias estaciones del Via Crucis.

Este entrelazarse de palabra, forma y color nos comunica algo de la espiritualidad agustina, inspirada en la primitiva comunidad de Jerusalén y fundada sobre la comunión de vida.

Es un don para todos saber que la preparación del Via Crucis nace de la experiencia de monjas que «viven juntas, piensan, rezan, dialogan», por decirlo con el retrato vivo y eficaz con que Romano Guardini bosqueja una comunidad monástica agustina.

Cada estación presenta en el incipit, bajo la clásica enunciación, una brevísima frase que quiere ofrecer la clave de lectura de la estación misma. Podremos idealmente recibirla como pronunciada por un niño, casi como una llamada a la sencillez de los pequeños que, en la oración de la Iglesia, saben intuir el corazón de la realidad y un simbólico espacio de acogida, de la voz de la infancia, a veces ofendida y explotada.

La Palabra de Dios que se proclama está tomada del Evangelio de san Juan, con excepción de las estaciones que no tienen un texto evangélico de referencia o lo tienen en otros evangelios. Con esta elección se ha querido evidenciar el mensaje de gloria de la Cruz de Jesús.

El texto bíblico es ilustrado después por una reflexi&oac ute;n breve, pero clara y original.

La oración dirigida al «Humilde Jesús» – expresión cercana al corazón de san Agustín (Conf. 7, 18, 24), pero que abandona el adjetivo humilde con la crucifixión-exaltación de Cristo – es la confesión que la Iglesia-Esposa hace al Esposo de Sangre.

Sigue una invocación al Espíritu Santo que guía nuestros pasos y derrama en nuestro corazón el amor divino (cf. Rm 5, 5): es la Iglesia apostólico-petrina, que llama al corazón de Dios.

Cada estación recoge una huella particular dejada por Jesús a lo largo del Camino de la Cruz, que el creyente está llamado a seguir. Así los pasos que determinan el recorrido del Via Crucis son: verdad, honestidad, humildad, oración, obediencia, libertad, paciencia, conversión, perseverancia, esencialidad, realeza, don de sí, maternidad, espera silenciosa.

Las tablas de Sor Elena Maria – libres de acompañamientos y elementos accesorios, esenciales en el color – presentan a Jesús en la pasión, solo, que atraviesa la tierra árida excavando un surco y regándolo con su gracia. Un rayo de luz, siempre presente y puesto en forma de cruz, indica la mirada del Padre, mientras la sombra de una paloma, el Espíritu Santo, recuerda que Cristo «en virtud de un Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha» (Hb 9, 14).

Con su contribución a la oración del Via Crucis, las Monjas Agustinas desean rendir un homenaje de amor a la Iglesia y al Santo Padre Benedicto XVI, en profunda sintonía con esa particular devoción y fidelidad a la Iglesia y a los Sumos Pontífices profesada por la Orden de San Agustín.

Agradecemos a estas dos Hermanas, Sor Maria Rita y Sor Elena Maria, que, nutridas por la continua meditación de la Palabra de Dios y de los escritos de san Agustín y sostenidas por la oración de las comunidades de la Federación, han aceptado compartir, con toda sencillez, su experiencia de Cristo y del Misterio Pascual, en un año en el que la celebración de la Santa Pascua cae el 24 de abril, precisamente, aniversario del Bautismo de san Agustín.

INTRODUCCIÓN

Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas [1]

Hermanos en Cristo:

Nos encontramos esta noche en el sugestivo escenario del Coliseo romano, convocados por la Palabra que se acaba de proclamar, para recorrer junto al Santo Padre Benedicto XVI el Camino de la Cruz de Jesús.
Fijemos nuestra mirada interior en Cristo, e invoquémoslo con corazón ardiente: «Di a mi alma: «Yo soy tu victoria». Díselo de manera que lo oiga» [2].
Su voz confortadora se entrelaza con el frágil hilo de nuestro «sí» y el Espíritu Santo, dedo de Dios, teje la sólida trama de la fe que conforta y guía.
Seguir, creer, orar: éstos son los pasos sencillos y seguros que sostienen nuestro camino a lo largo de la Vía de la Cruz y nos dejan entrever gradualmente el camino de la Verdad y de la Vida.

ORACIÓN INICIAL

El Santo Padre:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
El Santo Padre:
Oremos.
Breve pausa de silencio.
Señor Jesús, tú nos invitas a seguirte también en esta hora extrema, tu hora. En ti está cada uno de nosotros y nosotros, muchos, somos uno en ti. En tu hora está la hora de la prueba de nuestra vida en sus más descarnados y duros recodos; es la hora de la pasión de tu Iglesia y de la humanidad entera.

Es la hora de las tinieblas: cuando «vacilan los cimientos de la tierra» [3]  y el hombre, «parte de tu creación» [4], gime y sufre con ella; cuando las multiformes máscaras de la mentira se burlan de la verdad y los halagos del éxito sofocan la íntima llamada de la honestidad; cuando el vacío de sentido y de valores anula la obra educativa
y el desorden del corazón mancilla la ingenuidad de los pequeños y de los débiles; cuando el hombre pierde el camino que le orienta al Padre y no reconoce ya en ti el rostro hermoso de la propia humanidad.

En esta hora se insinúa la tentación de la fuga, el sentimiento de angustia y desolación, mientras la carcoma de la duda roe la mente y el telón de la oscuridad cae sobre el alma.

Y tú, Señor, que lees en el libro abierto de nuestro frágil corazón, vuelves a preguntarnos esta noche como un día a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» [5].

No, Señor, no podemos ni queremos irnos, porque «Tú tienes palabras de vida eterna» [6], Tú solo eres «la palabra de la verdad» [7] y tu cruz es la única «llave que nos abre a los secretos de la verdad y de la vida» [8].
«Te seguiremos a donde vayas» [9].

En esta adhesión está nuestra adoración, mientras, desde el horizonte del todavía no, un rayo de alegría besa el ya de nuestro camino.

R/. Amén.

PRIMERA ESTACIÓN

Jesús es condenado a muerte
Jesús calla; custodia en sí la verdad

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan 18, 37-40
Pilato le dijo: « ¿Entonces, tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pilato le dijo: «Y ¿qué e s la verdad?». Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A ese no, a Barrabás». El tal Barrabás era un bandido.

Pilato no encuentra en Jesús ningún motivo de condena, y tampoco encuentra en sí mismo la fuerza de oponerse a la condena.

Su oído interior permanece sordo a la Palabra de Jesús y no comprende su testimonio de la verdad. «Escuchar la verdad es obedecerla y creer en ella» [10]. Es vivir libremente bajo su guía y darle el propio corazón.

Pilato no es libre: está condicionado desde fuera, pero esa verdad que ha escuchado sigue resonando en su interior como un eco que llama a su puerta e inquieta.
Así, sale fuera, ante los judíos; «salió otra vez», subraya el texto, casi como un impulso de huir de sí mismo. Y la voz que le llega desde fuera prevalece a la Palabra que está dentro.

Aquí se decide la condena de Jesús, la condena de la verdad.

Humilde Jesús, también nosotros nos dejamos condicionar por lo que está fuera. Ya no sabemos escuchar la voz sutil, exigente y liberadora, de nuestra conciencia que dentro llama e invita amorosamente: «No salgas fuera, entra dentro de ti mismo: porque en tu hombre interior reside la verdad» [11] .

Ven, Espíritu de la Verdad, ayúdanos a encontrar en el «hombre escondido en el fondo de nuestro corazón» [12] el rostro santo del Hijo que nos renueva en la semejanza divina.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Stabat Mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa, dum pendebat Filius.

SEGUNDA ESTACIÓN

Jesús con la cruz a cuestas
Jesús lleva la cruz, carga con el peso de la verdad

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 6-7. 16-17
Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios»… Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota).

Pilato vacila, busca un pretexto para soltar a Jesús, pero cede a la voluntad que prevalece y alborota, que apela a la Ley y lanza insinuaciones.

Una vez más se repite la historia del corazón herido del hombre: su mezquindad, su incapacidad para levantar la mirada fuera de sí mismo, para no dejarse engañar por las ilusiones del pequeño provecho personal y elevarse, impulsado por el vuelo libre de la bondad y la honestidad.

El corazón del hombre es un microcosmos.

En él se deciden los grandes retos de la humanidad, se resuelven o se acentúan sus conflictos. Pero la opción es siempre la misma: tomar o perder la verdad que libera.
Humilde Jesús, en el transcurso cotidiano de la vida nuestro corazón mira hacia abajo, a su pequeño mundo,
y, completamente embebido en la búsqueda del propio bienestar, permanece ciego ante la mano del pobre y del indefenso que mendiga nuestra escucha y pide auxilio. A lo sumo se conmueve, pero no se mueve.

Ven, Espíritu de la Verdad, abraza nuestro corazón y atráelo hacia ti. «Conserva sano su paladar interior, para que pueda gustar y beber la sabiduría, la justicia, la verdad, la eternidad» [13].

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctifi cetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Cuius animam gementem, contristatam et dolentem pertransivit gladius.

TERCERA ESTACIÓN

Jesús cae por primera vez
Jesús cae, pero…, manso y humilde, se levanta

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Mateo. 11, 28-30
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Las caídas de Jesús a lo largo del Camino de la Cruz no pertenecen a la Escritura; han sido trasmitidas por la piedad tradicional, custodiada y cultivada en el corazón de tantos orantes.

En la primera caída, Jesús nos hace una invitación, nos abre un camino, inaugura para nosotros una escuela.
Es la invitación a acudir a él en la experiencia de la impotencia humana, para descubrir cómo se ha injertado en ella el poder divino.

Es el camino que lleva a l a fuente del auténtico descanso, el de la gracia que basta.
Es la escuela donde se aprende la mansedumbre que calma la rebelión y donde la confianza ocupa el lugar de la presunción.

Desde la cátedra de su caída, Jesús nos imparte sobre todo la gran lección de la humildad, el camino «que lo llevó a la resurrección» [14]. El camino que, después de cada caída, nos da la fuerza para decir: «Ahora comienzo de nuevo, Señor; pero no sólo, sino contigo».

Humilde Jesús, nuestras caídas, entretejidas de fragilidad y pecado, hieren el orgullo de nuestro corazón, lo cierran a la gracia de la humildad e interrumpen nuestro camino hacia ti.

Ven, Espíritu de la Verdad, líbranos de toda manifestación de autosuficiencia y concédenos reconocer en cada caída un peldaño de la escalera para subir hacia ti.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
O quam tristis et afflicta fuit illa benedicta Mater Unigeniti!

CUARTA ESTACIÓN

Jesús se encuentra con su Madre
Junto a la cruz de Jesús la madre «está»: ésta es su oración y su maternidad

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 25 -27
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

San Juan nos dice que la Madre estaba junto a la cruz de Jesús, pero ningún evangelista nos habla directamente de un encuentro entre los dos.

En realidad, en este estar de la Madre se concentra la expresión más densa y alta del encuentro. En la aparente pasividad del verbo estar vibra la íntima vitalidad de un dinamismo.

Es el dinamismo intenso de la oración, que se ensambla con su sosegada pasividad. Orar es dejarse envolver por la mirada amorosa y franca de Dios, que nos descubre a nosotros mismos y nos envía a la misión.

En la oración auténtica, el encuentro personal con Jesús nos hace madre y discípulo amado, genera vida y trasmite amor. Dilata el espacio interior de la acogida y entreteje lazos místicos de comunión, confiándonos el uno al otro y abriendo el tú al nosotros de la Iglesia.
Humilde Jesús,

cuando las adversidades y las injusticias de la vida,
el dolor inocente y la violencia cruel
nos hacen imprecar contra ti,
tú nos invitas a estar, como tu Madre,
a los pies de la cruz.

Cuando nuestras expectativas y nuestras iniciativas,
vacías de futuro y marcadas por el fracaso,
nos llevan a huir hacia la desesperación,
tú nos llamas a la fuerza de la espera.

¡Hemos olvidado verdaderamente
la impo rtancia del estar como expresión del orar!
Ven, Espíritu de la Verdad, sé tú el «clamor de nuestro corazón» [15] , que, incesante e inefable, está confiadamente en la presencia de Dios.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Quæ mærebat et dolebat pia Mater, cum videbat Nati pœnas incliti.

QUINTA ESTACIÓN

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Jesús aprende la obediencia del amor a lo largo del camino de la pasión

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas. 23, 26
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Simón de Cirene es un hombre retratado por los evangelistas con una particular precisión en el nombre y la proveniencia, la parentela y la actividad; es un hombre fotografiado en un lugar y en un tiempo determinado, obligado de algún modo a llevar una cruz que no es suya. En realidad, Simón de Cirene es cada uno de nosotros. Recibe el madero de la cruz de Jesús, como un día hemos recibido y acogido su signo en el santo bautismo.

La vida del discípulo de Jesús es esta obediencia al signo de la cruz, en un gesto cada vez más marcado por la libertad del amor. Es el reflejo de la obediencia del maestro. Es el pleno abandono a dejarse instruir, como él, por la geometría del amor [16], por las mismas dimensiones de la cruz: «la anchura de las buenas obras; la longitud de la perseverancia en la adversidad; la altura de la expectación de los que esperan y miran hacia arriba; la profundidad de la raíz de la gracia divina, que se hunde en la gratuidad» [17] .

Humilde Jesús, cuando la vida nos propone un cáliz amargo y difícil de beber,nuestra naturaleza se cierra, recalcitrante, no osa dejarse atraer por la locura de ese amor más grande que convierte la renuncia en alegría, la obediencia en libertad, el sacrificio en grandeza del corazón.

Ven, Espíritu de la Verdad, haznos obedientes a la visita de la cruz, dóciles a su signo que nos abraza totalmente: «cuerpo y alma, mente y voluntad, inteligencia y sentimientos, lo que hacemos y dejamos de hacer» [18] , y que agranda todo a la medida del amor.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Quis est homo qui non fleret, Matrem Christi si videret in tanto supplicio?

SEXTA ESTACIÓN

La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Jesús no mira la apariencia. Jesús mira el corazón

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 6
Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.

A lo largo del Camino de la Cruz, la piedad popular señala el gesto de una mujer, denso de veneración y delicadeza, casi un rastro del perfume de Betania: Verónica enjuga el rostro de Jesús. En ese rostro, desfigurado por el dolor, Verónica reconoce el rostro transfigurado por la gloria; en el semblante del Siervo sufriente, ella ve al más bello de los hombres. Ésta es la mirada que provoca el gesto gratuito de la ternura y recibe la recompensa de la impronta del Santo Rostro. Verónica nos enseña el secreto de su mirada de mujer, &la quo;que mueve al encuentro y ofrece ayuda: ¡ver con el corazón!» [19 ].

Humilde Jesús, nuestra mirada es incapaz de ir más allá: más allá de la indigencia, para reconocer tu presencia, más allá de la sombra del pecado, para descubrir el sol de tu misericordia, más allá de las arrugas de la Iglesia, para contemplar el rostro de la Madre.

Ven, Espíritu de la Verdad, derrama en nuestros ojos «el colirio de la fe» [20] para que no se dejen atraer por la apariencia de las cosas visibles, sino que aprendan el encanto de las invisibles.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Quis non posset contristari, piam Matrem contemplari dolentem cum Filio?

SÉPTIMA ESTACIÓN

Jesús cae por segunda vez
Jesús no mostró poder, sino que enseñó paciencia
[21 ]

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 2, 21b-24
Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo, no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados.

Jesús cae de nuevo bajo el peso de la cruz. Sobre el madero de nuestra salvación, no sólo pesa la enfermedad de la naturaleza humana, sino también las adversidades de la existencia. Jesús ha llevado el peso de la persecución contra la Iglesia d e ayer y de hoy, de esa persecución que mata a los cristianos en el nombre de un dios extraño al amor, y de aquella que ataca la dignidad con «labios embusteros y lengua fanfarrona» [22]. Jesús ha llevado el peso de la persecución contra Pedro, la que se alzó contra la voz limpia de la «verdad que interroga y libera el corazón» [23 ]. Jesús, con su cruz, ha llevado el peso de la persecución contra sus siervos y discípulos, contra aquellos que responden al odio con el amor, a la violencia con la mansedumbre. Jesús, con su cruz, ha llevado el peso del exasperado «amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios» [24] y que pisotea al hermano. Todo lo ha llevado voluntariamente, todo lo ha sufrido «con su paciencia, para enseñarnos la paciencia» [25] .

Humilde Jesús, en las injusticias y adversidades de esta vida nosotros no resistimos con paciencia.Frecuentemente pedimos, como signo de tu potencia, que nos libres del peso del madero de nuestra cruz..

Ven, Espíritu de la Verdad, enséñanos a caminar según el ejemplo de Cristo para «cumplir sus grandes preceptos de paciencia con la preparación del corazón» [26 ].

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Pro peccatis sua eliggentis vidit Iesum in tormentis et flagellis subditum.

OCTAVA ESTACIÓN

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén que lloran por él
Jesús nos mira y suscita el llanto de la conversión

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas. 23, 27 – 31
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: «Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Caed sobre nosotros», y a las colinas: «Cubridnos»; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».

Jesús, el Maestro, sigue formando nuestra humanidad a lo largo del Camino del Calvario. Encontrando a las mujeres de Jerusalén acoge con su mirada de verdad y misericordia las lágrimas de compasión derramadas sobre él. Dios, que ha llorado sobre Jerusalén [27], educa ahora el llanto de esas mujeres para que no se quede en una estéril conmiseración externa. Las invita a reconocer en él la suerte del inocente injustamente condenado y quemado, como leño verde, como «castigo saludable» [28]. Les ayuda a que examinen el leño seco del propio corazón y experimenten, así, el dolor benéfico de la compunción.

Brota aquí el llanto auténtico, cuando los ojos confiesan con las lágrimas no sólo el pecado, sino también el dolor del corazón. Son lágrimas benditas, como las de Pedro, signo de arrepentimiento y prenda de conversión, que renuevan en nosotros la gracia del Bautismo.

Humilde Jesús, en tu cuerpo sufriente y maltratado, denigrado y escarnecido, no sabemos reconocer las heridas de nuestra infidelidad y de nuestras ambiciones, de nuestras traiciones y de nuestras rebeliones. Son heridas que gimen e invocan el bálsamo de nuestra conversión, mientras nosotros hoy ya no sabemos llorar por nuestros pecados.

Ven, Espíritu de la Verdad, ¡derrama sobre nosotros el don de la Sabiduría! En la luz del amor que salva danos el conocimiento de nuestra miseria, «las lágrimas que deshacen la culpa, el llanto que merece el perdón» [29] .

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Eia, Mater, fons amoris, me sentire vim doloris fac, ut tecum lugeam.

NOVENA ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez
Jesús, con su debilidad, fortalece nuestra fragilidad

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas. 22, 28-30a. 31-32.
«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino… Simón, Simón, mira que Satanás os ha recl amado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
Con su tercera caída, Jesús confiesa el amor con el que ha abrazado por nosotros el peso de la prueba y renueva la llamada a seguirle hasta el final, en fidelidad. Pero nos concede también echar una mirada más allá del velo de la promesa: «Si perseveramos, también reinaremos con él» [30] .

Sus caídas pertenecen al misterio de su encarnación. Nos ha buscado en nuestra debilidad, bajando hasta lo más hondo de ella, para levantarnos hacía él. «Nos ha mostrado en sí mismo la vía de la humildad, para abrirnos la vía del regreso» [31] . «Nos ha enseñado la pacienc ia como arma con la que se vence el mundo» [32] . Ahora, caído en tierra por tercera vez, mientras «com-padece nuestras debilidades» [33] , nos indica la manera de no sucumbir en la prueba: perseverar, permanecer firmes y constantes. Simplemente: «Permanecer en él» [34].

Humilde Jesús, ante las pruebas que criban nuestra fe nos sentimos desolados: no nos acabamos de creer que nuestras pruebas hayan sido ya las tuyas, y que tú nos invitas simplemente a vivirlas contigo.

¡Ven, Espíritu de la Verdad, en las caídas que marcan nuestro camino! Enséñanos a apoyarnos en la fidelidad de Jesús, a creer en su oración por nosotros, para acoger esa corriente de fuerza que sólo él, el Dios con nosotros, pue de darnos.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Fac ut ardeat cor meum in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

DÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es despojado de sus vestiduras
Jesús queda desnudo para revestirnos con la vestidura de hijos

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 23 -24
Los soldados… cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Jesús queda desnudo. El icono de Cristo despojado de sus vestiduras es rico de resonancias bíblicas: nos devuelve a la desnudez inocente de los orígenes y a la vergüenza de la caída [35 ].

En la inocencia original, la desnudez era la vestidura de la gloria del hombre: su amistad trasparente y hermosa con Dios. Con la caída, la armonía de esa relación se rompe, la desnudez sufre vergüenza y lleva consigo el recuerdo dramático de aquella pérdida.

La desnudez significa la verdad del ser.

Jesús, despojado de sus vestiduras, tejió en la cruz el hábito nuevo de la dignidad filial del hombre. Esa túnica sin costuras queda allí, íntegra para nosotros; la vestidura de su filiación divina no se ha rasgado, sino que, desde lo alto de la cruz, se nos ha dado.
Humilde Jesús, delante de tu desnudez
descubrimos lo esencial de nuestra vida y de nu estra alegría: ser en ti hijos del Padre. Pero confesamos también la resistencia a abrazar la pobreza como dependencia del Padre, a acoger la desnudez como hábito filial.

Ven, Espíritu de la Verdad, ayúdanos a reconocer y a bendecir en cada expolio que sufrimos una cita con la verdad de nuestro ser, un encuentro con la desnudez redentora del Salvador, un trampolín que nos lanza hacia el abrazo filial con el Padre.

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Sancta Mater, istud agas, Crucifixi fige plagas cordi meo valide.

UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es clavado en la cruz
Jesús, elevado sobre la tierra, atrae a todos hacia sí

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 18-22
Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el let rero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: «El Rey de los judíos», sino: «Este ha dicho: Soy el rey de los judíos»». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está».

Jesús crucificado está en el centro; la inscripción regia, alta sobre la cruz, abre las profundidades del misterio: Jesús es el rey y la cruz es su trono. La realeza de Jesús, escrita en tres lenguas, es un mensaje universal: para el sencillo y el sabio, para el pobre y el poderoso, para quien se acoge a la Ley divina y para quien confía en el poder político. La imagen del crucificado, que ninguna sentencia humana podrá remover nunca de las paredes de nuestro corazón, será para siempre la palabra regia de la Verdad: «Luz crucificada que ilumina a los ciegos» [36], «tesoro cubierto que sólo la oración puede abrir» [37], corazón del mundo.

Jesús no reina dominando, con un poder de este mundo, él «no tiene ninguna legión» [38]. Jesús reina atrayendo [39]: su imán es el amor del Padre que en él se da por
nosotros «hasta el extremo» [40]. «Nada se libra de su calor» [41 ].

Señor Jesús, crucificado por nosotros. Tú eres la confesión del gran amor del Padre por la humanidad, el icono de la única verdad creíble. Atráenos hacia ti, para que aprendamos a vivir «por amor de tu amor» [42] .

Ven, Espíritu de la Verdad, ayúdanos a elegir siempre a «Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus poderes, para descubrir, en la impotencia externa del Crucificado, la potencia siempre nueva de la verdad» [43 ].

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati pœnas mecum divide.

DUODÉCIMA ESTACIÓN

Jesús muere en la cruz
Jesús vive su muerte como un don de amor

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 28 -30
Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

«Tengo sed». «Está cumplido». En estas dos palabras, Jesús nos muestra, con una mirada hacia la humanidad y otra hacia el Padre, el ardiente deseo que ha impregnado su persona y su misión: el amor al hombre y la obediencia al Padre. Un amor horizontal y un amor vertical: ¡he aquí el diseño de la cruz! Y desde el punto de encuentro de ese doble amor, allí donde Jesús inclina la cabeza, mana el Espíritu Santo, primer fruto de su retorno al Padre.

En este soplo vital del cumplimiento, vibra el recuerdo de la obra de la creación [44] ahora redimida. Pero también la llamada a todos los que creen en él, a «completar en nuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo» [45]. ¡Hasta que todo esté cumplido!
¡Señor Jesús, muerto por nosotros!

Tú pides para dar,
mueres para entregar y,
al mismo tiempo, nos haces descubrir en el don de sí mismo el gesto que crea el espacio de la unidad. Perdona el vinagre de nuestro rechazo
y de nuestra incredulidad, perdona la sordera de nuestro corazón a tu grito sediento que sigue subiendo desde el dolor de tantos hermanos.

Ven, Espíritu Santo, heredad del Hijo que muere por nosotros: sé tú el faro que nos guíe «hasta la verdad plena» [46] y «la raíz que nos conserve en la unidad» [47] .

Todos:
Pater noster, qui es i n cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Vidit suum dulcem Natum morientem desolatum, cum emisit spiritum.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN

Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre
El cuerpo de Jesús es acogido en el abrazo de la Madre

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 32-35.38
Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

La lanzada en el costado de Jesús, de herida se convierte en abertura, en una puerta abierta que nos deja ver el corazón de Dios. Aquí, su infinito amor por nosotros nos deja sacar agua que vivifica y bebida que invisiblemente sacia y nos hace renacer. También nosotros nos acercamos al cuerpo de Jesús bajado de la cruz y puesto en brazos de la madre. Nos acercamos «no caminando, sino creyendo, no con los pasos del cuerpo, sino con la libre decisión del corazón» [48]. En este cuerpo exánime nos reconocemos como sus miembros heridos y sufrientes, pero protegidos por el abrazo amoroso de la madre.

Pero nos reconocemos también en estos brazos maternales, fuertes y tiernos a la vez.
Los brazos abiertos de la Iglesia-Madre son como el altar que nos ofrece el Cuerpo de Cristo y, allí, nosotros llegamos a ser Cuerpo místico de Cristo.

Señor Jesús, entregado a la madre, figura de la Iglesia-Madre. Ante del icono de la Piedad aprendemos la entrega al sí del amor, al abandono y la acogida, la confianza y la atención concreta, la ternura que sana la vida y suscita la alegría.

Ven, Espíritu Santo, guíanos, como has guiado a María, en la gratuidad irradiante del amor «derramado por Dios en nuestros corazones con el don de tu presencia» [49] .

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentat ionem; sed libera nos a malo.
Fac me tecum pie flere, Crucifixo condolore, donec ego vixero
.

DECIMOCUARTA ESTACIÓN

Jesús es puesto en el sepulcro
La tierra del silencio y de la espera custodia a Jesús, semilla fecunda de vida nueva

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 40-42
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los jud&iac ute;os. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Un jardín, símbolo de la vida con sus colores, acoge el misterio del hombre creado y redimido. En un jardín, Dios puso a su criatura [50], y de allí la desterró tras la caída [51]. En un jardín comenzó la Pasión de Jesús [52], y en un jardín un sepulcro nuevo acoge al nuevo Adán que vuelve a la tierra [53], seno materno que custodia la semilla fecunda que muere. Es el tiempo de la fe que aguarda silenciosa, y de la esperanza que sabe percibir ya en la rama seca el despuntar de un pequeño brote, promesa de salvaci&oa cute;n y de alegría.
Ahora la voz de «Dios habla en el gran silencio del corazón» [54] .

Todos:
Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo.
Quando corpus morietur, fac ut animæ donetur paradisi gloria. Amen.

DISCURSO DEL SANTO PADRE Y BENDICIÓN APOSTÓLICA

El Santo Padre dirige la palabra a los presentes.

Al final del discurso, el Santo Padre imparte la Bendición Apostólica:
V/. Dominus vobiscum. R/. Et cum spiritu tuo.
V/. Sit nomen Domini benedictum. R/. Ex hoc nunc et usque in sæculum.
V/. Adiutorium nostrum in nomine Domini. R/. Qui fecit cælum et terram.
V/. Benedicat vos omnipotens Deus,

+Pater, et
+Filius, et
+Spiritus Sanctus.
R/. Amen.

CANTO

R. Crux fidelis, inter omnes arbor una nobilis, Nulla talem silva profert, flore, fronde, germine! Dulce lignum dulci clavo dulce pondus sustinens.

1. Pange, lingua, gloriosi prœlium certaminis, Et super Crucis trophæo dic triumphum nobilem, Qualiter Redemptor orbis immolatus vicerit. R.

2. De parentis protoplasti fraude factor condolens, Quando pomi noxialis morte morsu corruit, Ipse lignum tunc notavit, damna ligni ut solveret. R.

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NOTAS

[1] 1P 2, 21.
[2] SAN AGUSTÍN, Confesiones 1, 5, 5 (a partir de ahora las citaciones que no sean de la Sagrada Escritura y que no presentan un autor son de san Agustín).
[3] Is 24, 18.
[4] Confesiones 1, 1, 1.
[5] Jn 6, 67.
[6] Jn 6, 68.
[7] Cf. Ef. 1, 13.
[8] Cf. Enarraciones sobre los salmos, Salmo 45, 1.
9 Cf. Mt 8, 19.
[10] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 115, 4.
[11] De la verdadera religión 39, 72.
[12] Cf. Nota de la Biblia de Jerusalén a 1P 3, 4.
[13] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 26, 5.
[14] Enarraciones sobre los salmos, Salmo 127, 10.
[15] Cf. Enarraciones sobre los salmos, Salmo 118, Sermón 29, 1.
[16] Cf. Ef 3, 18.
[17] Cf. Carta 140; 26, 64.
[18] Cf. R. GUARDINI, Los signos sagrados, Barcelona 1957, p. 14.
[19] Cf. JUAN PABLO II, Carta, A vosotras, mujeres (29.6.1995), n. 12.
[20] Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 34, 9.
[21] Cf. Comentarios sobre los salmos, Salmo 40, 13. 22 Sal 12 (11), 4.
[23] J. RATZINGER, El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón, Navarra 2010.
[24] La Ciudad de Dios 14, 28.
[25] Sermón 175, 3, 3.
[26] Tratados s obre el Evangelio de san Juan, 113, 4.
[27] Cf. Lc 19, 41.
[28] Is 53, 5.
[29] Cf. S. AMBROSIO, Exposición sobre el Evangelio de san Lucas X, 90.
[30] 2 Tm 2, 12a. 31 Cf. Sermón 50, 11.
[32] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan 113, 4.
[33] Hb 4, 15
[34] Cf. Jn 15, 7.
[35] Cf. Gn 2, 25; 3, 7.
[36] Cf. Sermón 136, 4.
[37] Cf. Ib. 160, 3.
[38] BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección, Madrid 2011, p. 223.
[39] Cf. Jn 12, 32.
[40] H. U. VON BALTHASAR, Tú coronas el año con tu grac ia, Madrid 1997, p. 217.
[41] Sal 19 (18), 7.
[42] Confesiones 2, 1, 1.
[43] BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret…, o.c., pp. 226-227.
[44] Cf. Gn 2, 2.7.
[45] Cf. Col 1, 24.
[46] Jn 16, 13.
[47] Cf. Enarraciones sobre los salmos, Salmo 143, 3.
[48] Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 26, 3.
[49] Cf. Rm 5, 5.
50 Cf. Gn 2, 8.
[51] Cf. Gn 3, 23.
[52] Cf. Jn 18, 1.
[53] Cf. Jn 19, 41.
[54] Cf. Enarraciones sobre los salmos, Salmo 38, 20
.



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El misterio del mal para Benedicto XVI [2011-04-21]

Benedicto XVI arranca a todos del sueño. De esa «insensibilidad para la presencia de Dios que nos hace insensibles también para el mal». Y cita el canto del juicio final, cuando será quitado el último velo para poner a la vista cuánto «se ha cansado» Dios en su caminar en búsqueda del hombre perdido.

Es una Semana Santa especial la que celebra el Papa este año. Con una novedad sin precedentes.

El Viernes Santo, antes de la liturgia en la basílica de San Pedro y del Via Crucis en el Coliseo, Benedicto XVI responderá en una transmisión televisiva a siete preguntas llegadas a él desde otros tantos países del mundo. Siete preguntas elegidas entre millares. Las que van más directamente al drama de la existencia humana.

La primera pregunta, de una niña japonesa, será sobre el escándalo del mal. Del mal incomprensible, como la de un terremoto. Del mal que tiene sobre fondo el misterio del dolor inocente.

Se escuchará la respuesta del Papa a esta y a las otras preguntas.

Pero ya antes el papa Joseph Ratzinger se ha presentado en vivo. Lo ha hecho con la audiencia general del Miércoles Santo y con la homilía de la Misa Crismal en la mañana del Jueves Santo. La primera con palabras espontáneas, dejando de lado el texto escrito. La segunda con palabras escritas todas con su puño y letra, también ellas brotadas del corazón.

A partir de su doble introducción a los ritos pascuales, más que nunca se entiende de qué modo para Benedicto XVI la cuestión del acercamiento del hombre a Dios es «la prioridad» de su pontificado. Ese Dios que parece lejano, pero que en realidad está en incesante camino hacia la búsqueda del hombre perdido.

Benedicto XVI ha citado el «Dies irae», ese canto que ha sido imprevistamente eliminado de la liturgia porque se considera que está impregnado de terror, cuando por el contrario tiene rasgos de una ternura conmovedora, como cuando dice:

Quaerens me, sedisti lassus,
redemisti Crucem passus:
tantus labor non sit cassus.

Que el Papa ha traducido así: «Buscándome te sentaste cansado… ¡Que tanto esfuerzo no sea en vano!». Y nos ha leído la aventura de Dios «que se ha encaminado hacia nosotros» por puro amor, y para hacer esto «se ha hecho hombre y ha descendido hasta los abismos de la existencia humana, hasta la noche de la muerte».

El sueño de los discípulos en el Monte de los Olivos, mientras Jesús acepta beber el cáliz de la pasión – ha dicho Benedicto XVI en la audiencia del Miércoles Santo –, representa nuestra insensibilidad respecto a Dios, de la que deriva también nuestra insensibilidad por la fuerza que el mal tiene en el mundo.

«Buscad siempre su rostro», ha exhortado el Papa, citando el salmo 105. También es esta una constante de su predicación, como se ve en el memorable discurso de París, en el año 2008, sobre el «quaerere Deum», sobre la búsqueda de Dios como matriz de la civilización occidental.

Aquí, a continuación, presentamos los pasajes claves de la audiencia del Miércoles Santo y de la homilía de la mañana del Jueves Santo. Seguidos por el texto del «Dies irae».

DE LA AUDIENCIA GENERAL DEL MIÉRCOLES SANTO

Plaza San Pedro, 20 de abril de 2011

Queridos hermanos y hermanas, […] dejando el cenáculo, Jesús se retiró a rezar, solo, en presencia del Padre. En ese momento de comunión profunda, los Evangelios narran que Jesús experimentó una gran angustia, un sufrimiento tal que le hizo sudar sangre (cfr Mt 26,38). Consciente de su inminente muerte en la cruz, Él siente una gran angustia y la cercanía de la muerte.

En esta situación aparece también un elemento de gran importancia para toda la Iglesia. Jesús dice a los suyos: quedaos aquí y vigilad; y este llamamiento a la vigilancia se refiere de modo preciso a este momento de angustia, de amenaza, en el que llegará el traidor, pero concierne a toda la historia de la Iglesia. Es un mensaje permanente para todos los tiempos, porque la somnolencia de los discípulos no era solo el problema de aquel momento, sino que es el problema de toda la historia.

La cuestión es en qué consiste esta somnolencia, en qué consistiría la vigilancia a la que el Señor nos invita. Diría que la somnolencia de los discípulos a lo largo de la historia es una cierta insensibilidad del alma hacia el poder del mal, una insensibilidad hacia todo el mal del mundo. Nosotros no queremos dejarnos turbar demasiado por estas cosas, queremos olvidarlas: pensamos que quizás no será tan grave, y olvidamos.

Y no es sólo la insensibilidad hacia el mal, mientras deberíamos velar para hacer el bien, para luchar por la fuerza del bien. Es insensibilidad hacia Dios: esta es nuestra verdadera somnolencia; esta insensibilidad hacia la presencia de Dios que nos hace insensibles también hacia el mal. No escuchamos a Dios – nos molestaría – y así no escuchamos, naturalmente, tampoco la fuerza del mal, y nos quedamos en el camino de nuestra comodidad.

La adoración nocturna del Jueves Santo, el estar vigilantes con el Señor, debería ser precisamente el momento de hacernos reflexionar sobre la somnolencia de los discípulos, de los defensores de Jesús, de los apóstoles, de nosotros, que no vemos, no queremos ver toda la fuerza del mal, y que no queremos entrar en su pasión por el bien, por la presencia de Dios en el mundo, por el amor al prójimo y a Dios.

Después, el Señor empieza a rezar. Los tres apóstoles – Pedro, Santiago, Juan – duermen, pero alguna vez se despiertan y escuchan el estribillo de esta oración del Señor: “No se haga mi voluntad, sino la tuya». ¿qué es esta voluntad mía, qué es esta voluntad tuya, de la que habla el Señor? Mi voluntad es que “no debería morir”, que se le ahorre este cáliz del sufrimiento: es la voluntad humana, de la naturaleza humana, y Cristo siente, con toda la consciencia de su ser, la vida, el abismo de la muerte, el terror de la nada, esta amenaza del sufrimiento. Y Él más que nosotros, que tenemos esta aversión natural contra la muerte, este miedo natural a la muerte, aún más que nosotros, siente el abismo del mal.

Siente, con la muerte, también todo el sufrimiento de la humanidad. Siente que todo esto es el cáliz que tiene que beber, que debe hacerse beber a sí mismo, aceptar el mal del mundo, todo lo que es terrible, la aversión contra Dios, todo el pecado. Y podemos comprender que Jesús, con su alma humana, estuviese aterrorizado ante esta realidad, que percibe en toda su crueldad: mi voluntad sería no beber el cáliz, pero mi voluntad está subordinada a tu voluntad, a la voluntad de Dios, a la voluntad del Padre, que es también la verdadera voluntad del Hijo.

Y así Jesús transforma, en esta oración, la aversión natural, la aversión contra el cáliz, contra su misión de morir por nosotros. Transforma esta voluntad natural suya en voluntad de Dios, en un “sí” a la voluntad de Dios. El hombre de por sí está tentado de oponerse a la voluntad de Dios, de tener la intención de seguir su propia voluntad, de sentirse libre sólo si es autónomo; opone su propia autonomía contra la heteronomía de seguir la voluntad de Dios. Este es todo el drama de la humanidad. Pero en verdad esta autonomía es errónea y este entrar en la voluntad de Dios no es una oposición a uno mismo, no es una esclavitud que violenta mi voluntad, sino que es entrar en la verdad y en el amor, en el bien. Y Jesús atrae nuestra voluntad, que se opone a la voluntad de Dios, que busca la autonomía, atrae esta voluntad nuestra a lo alto, hacia la voluntad de Dios.

Este es el drama de nuestra redención, que Jesús atrae a lo alto nuestra voluntad, toda nuestra aversión contra la voluntad de Dios y nuestra aversión contra la muerte y el pecado, y la une con la voluntad del Padre: «No se haga mi voluntad sino la tuya”. En esta transformación del «no» en «sí», en esta inserción de la voluntad de la criatura en la voluntad del Padre, Él transforma la humanidad y nos redime. Y nos invita a entrar en este movimiento suyo: salir de nuestro «no» y entrar en el «sí» del Hijo. Mi voluntad existe, pero la decisiva es la voluntad del Padre, porque ésta es la verdad y el amor.

Un ulterior elemento de esta oración me parece importante. Los tres testigos han conservado – como aparece en la Sagrada Escritura – la palabra hebrea o aramea con la que el Señor habló al Padre, le llamó: «Abbà», padre. Pero esta fórmula, «Abbà», es una forma familiar del término padre, una forma que se usa sólo en la familia, que nunca se ha usado hacia Dios. Aquí vemos en la intimidad de Jesús cómo habla en familia, habla verdaderamente como Hijo con su Padre. Vemos el misterio trinitario: el Hijo que habla con el Padre y redime a la humanidad.

Una observación más. La Carta a los Hebreos nos dio una profunda interpretación de esta oración del Señor, de este drama del Getsemaní. Dice: estas lágrimas de Jesús, esta oración, estos gritos de Jesús, esta angustia, todo esto no es sencillamente una concesión a la debilidad de la carne, como podría decirse. Precisamente así realiza la tarea del Sumo Sacerdote, porque el Sumo Sacerdote debe llevar al ser humano, con todos sus problemas y sufrimientos, a la altura de Dios. Y la Carta a los Hebreos dice: con todos estos gritos, lágrimas, sufrimientos, oraciones, el Señor llevó nuestra realidad a Dios (cfr Eb5,7ss). Y usa esta palabra griega «prosferein», que es el término técnico para lo que el Sumo Sacerdote tiene que hacer para ofrecer, para elevar a lo alto sus manos. Precisamente en este drama del Getsemaní, donde parece que la fuerza de Dios ya no está presente, Jesús realiza la función del Sumo Sacerdote. Y dice además que en este acto de obediencia, es decir, de conformación de la voluntad natural humana a la voluntad de Dios, se perfecciona como sacerdote. Y usa de nuevo la palabra técnica para ordenar sacerdote. Precisamente así se convierte en el Sumo Sacerdote de la humanidad y abre así el cielo y la puerta a la resurrección.

Si reflexionamos en este drama del Getsemaní, podemos también ver el gran contraste entre Jesús, con su angustia, con su sufrimiento, en comparación con el gran filósofo Sócrates, que permanece pacífico, imperturbable ante la muerte. Y parece esto lo ideal.

Podemos admirar a este filósofo, pero la misión de Jesús era otra. Su misión no era esta total indiferencia y libertad; su misión era llevar en sí mismo todo el sufrimiento, todo el drama humano. Y por ello precisamente esta humillación del Getsemaní es esencial para la misión del Hombre-Dios. Él lleva consigo nuestro sufrimiento, nuestra pobreza, y la transforma según la voluntad de Dios. Y así abre las puertas del cielo, abre el cielo: esta cortina del Santísimo, que hasta ahora el hombre cerraba contra Dios, se abre por este sufrimiento y obediencia suyas. […]

DE LA HOMILÍA DE LA MISA CRISMAL DEL JUEVES SANTO

Basílica de San Pedro, 21 de abril de 2011

Queridos hermanos y hermanas, en el centro de la liturgia de esta mañana está la bendición de los santos óleos. […] Tenemos en primer lugar el óleo de los catecúmenos. Este óleo muestra como un primer modo de ser tocados por Cristo y por su Espíritu, un toque interior con el cual el Señor atrae a las personas junto a Él. Mediante esta unción, que se recibe antes incluso del Bautismo, nuestra mirada se dirige por tanto a las personas que se ponen en camino hacia Cristo – a las personas que están buscando la fe, buscando a Dios. El óleo de los catecúmenos nos dice: no sólo los hombres buscan a Dios. Dios mismo se ha puesto a buscarnos. El que Él mismo se haya hecho hombre y haya bajado a los abismos de la existencia humana, hasta la noche de la muerte, nos muestra lo mucho que Dios ama al hombre, su criatura. Impulsado por su amor, Dios se ha encaminado hacia nosotros. “Buscándome te sentaste cansado… que tanto esfuerzo no sea en vano”, rezamos en el «Dies irae». Dios está buscándome. ¿Quiero reconocerlo? ¿Quiero que me conozca, que me encuentre? Dios ama a los hombres. Sale al encuentro de la inquietud de nuestro corazón, de la inquietud de nuestro preguntar y buscar, con la inquietud de su mismo corazón, que lo induce a cumplir por nosotros el gesto extremo. No se debe apagar en nosotros la inquietud en relación con Dios, el estar en camino hacia Él, para conocerlo mejor, para amarlo mejor.

En este sentido, deberíamos permanecer siempre catecúmenos. “Buscad siempre su rostro”, dice un salmo (105,4). Sobre esto, Agustín comenta: Dios es tan grande que supera siempre infinitamente todo nuestro conocimiento y todo nuestro ser. El conocer a Dios no se acaba nunca. Por toda la eternidad podemos, con una alegría creciente, continuar a buscarlo, para conocerlo cada vez más y amarlo cada vez más. “Nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”, dice Agustín al inicio de sus Confesiones. Sí, el hombre está inquieto, porque todo lo que es temporal es demasiado poco. Pero ¿es auténtica nuestra inquietud por Él? ¿No nos hemos resignado, tal vez, a su ausencia y tratamos de ser autosuficientes? No permitamos semejante reduccionismo de nuestro ser humanos. Permanezcamos continuamente en camino hacia Él, en su añoranza, en la acogida siempre nueva de conocimiento y de amor. […]

En tercer lugar, tenemos finalmente el más noble de los óleos eclesiales, el crisma, una mezcla de aceite de oliva y de perfumes vegetales. Es el óleo de la unción sacerdotal y regia, unción que enlaza con las grandes tradiciones de las unciones del Antiguo Testamento. En la Iglesia, este óleo sirve sobre todo para la unción en la Confirmación y en las sagradas Órdenes. La liturgia de hoy vincula con este óleo las palabras de promesa del profeta Isaías: “Vosotros os llamaréis ‘sacerdotes del Señor’, dirán de vosotros: ‘Ministros de nuestro Dios’” (61, 6). El profeta retoma con esto la gran palabra de tarea y de promesa que Dios había dirigido a Israel en el Sinaí: “Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Ex 19, 6). En el mundo entero y para todo él, que en gran parte no conocía a Dios, Israel debía ser como un santuario de Dios para la totalidad, debía ejercitar una función sacerdotal para el mundo. Debía llevar el mundo hacia Dios, abrirlo a Él.

San Pedro, en su gran catequesis bautismal, ha aplicado dicho privilegio y cometido de Israel a toda la comunidad de los bautizados, proclamando: “Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Los que antes erais no-pueblo, ahora sois pueblo de Dios, los que antes erais no compadecidos. ahora sois objeto de compasión.” (1 P 2, 9-10).

El Bautismo y la Confirmación constituyen el ingreso en el Pueblo de Dios, que abraza todo el mundo; la unción en el Bautismo y en la Confirmación es una unción que introduce en ese ministerio sacerdotal para la humanidad. Los cristianos son un pueblo sacerdotal para el mundo. Deberían hacer visible en el mundo al Dios vivo, testimoniarlo y llevarle a Él. Cuando hablamos de nuestra tarea común, como bautizados, no hay razón para alardear. Eso es más bien una cuestión que nos alegra y, al mismo tiempo, nos inquieta: ¿Somos verdaderamente el santuario de Dios en el mundo y para el mundo? ¿Abrimos a los hombres el acceso a Dios o, por el contrario, se lo escondemos? Nosotros –el Pueblo de Dios– ¿acaso no nos hemos convertido en un pueblo de incredulidad y de lejanía de Dios? ¿No es verdad que el Occidente, que los países centrales del cristianismo están cansados de su fe y, aburridos de su propia historia y cultura, ya no quieren conocer la fe en Jesucristo? Tenemos motivos para gritar en esta hora a Dios: “No permitas que nos convirtamos en no-pueblo. Haz que te reconozcamos de nuevo. Sí, nos has ungido con tu amor, has infundido tu Espíritu Santo sobre nosotros. Haz que la fuerza de tu Espíritu se haga nuevamente eficaz en nosotros, para que demos testimonio de tu mensaje con alegría.

No obstante toda la vergüenza por nuestros errores, no debemos olvidar que también hoy existen ejemplos luminosos de fe; que también hoy hay personas que, mediante su fe y su amor, dan esperanza al mundo. Cuando sea beatificado, el próximo uno de mayo, el Papa Juan Pablo II, pensaremos en él llenos de gratitud como un gran testigo de Dios y de Jesucristo en nuestro tiempo, como un hombre lleno del Espíritu Santo. […]

DIES IRAE

Dies Irae, dies illa
solvet saeclum in favilla:
teste David cum Sybilla.

Quantus tremor est futurus,
Quando judex est venturus,
Cuncta stricte discussurus.

Tuba, mirum spargens sonum
per sepulcra regionum
coget omnes ante thronum.

Mors stupebit et natura,
cum resurget creatura,
judicanti responsura.

Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde mundus judicetur.

Judex ergo cum sedebit,
quidquid latet, apparebit:
nil inultum remanebit.

Quid sum miser tunc dicturus
quem patronum rogaturus,
cum vix justus sit securus

Rex tremendae majestatis,
qui salvandos salvas gratis,
salva me, fons pietatis.

Recordare, Jesu pie,
quod sum causa tuae viae
ne me perdas illa die.

Quaerens me, sedisti lassus,
redemisti Crucem passus:
tantus labor non sit cassus.

Juste judex ultionis,
donum fac remissionis
ante diem rationis.

Ingemisco, tamquam reus,
culpa rubet vultus meus
supplicanti parce, Deus.

Qui Mariam absolvisti,
et latronem exaudisti,
mihi quoque spem dedisti.

Preces meae non sunt dignae,
sed tu bonus fac benigne,
ne perenni cremer igne.

Inter oves locum praesta,
et ab haedis me sequestra,
statuens in parte dextra.

Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.

Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis:
gere curam mei finis.

Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.

Pie Jesu Domine,
dona eis requiem. Amen.

TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL


Día de la ira, aquel día
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.

¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!

La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos ante el trono.

La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite la criatura
para que responda ante su juez.

Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.

Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.

¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando ni los justos estén seguros?

Rey de tremenda majestad
tú que, salvas gratuitamente a los que hay que salvar,
sálvame, fuente de piedad.

Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.

Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.

Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.

Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, señor, a este suplicante.

Tú, que absolviste a Magdalena
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.

Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.

Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.

Tras confundir a los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.

Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.

Día de lágrimas será aquel renombrado
en que resucitará, del polvo
para el juicio, el hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.

Señor de piedad, Jesús,
concédeles el descanso. Amén.

Fuente: Sandro Magister para chiesa.espresso.repubblica.it



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El Maestro de Ceremonias Pontificias habla sobre los cambios litúrgicos del Papa [2011-04-06]

Importantes declaraciones ha dado Mons. Guido Marini al semanario católico polaco Niedziela (www.niedziela.pl), sobre el sentido de las modificaciones litúrgicas introducidas por Benedicto XVI en las celebraciones de su pontificado. En entrevista concedida a Wlodzimierz Redzioch, el Maestro Papal de Ceremonias Pontificias habló sobre la belleza en la liturgia, las intenciones de los Padres conciliares en sus disposiciones al respecto y el papel del Sumo Pontífice como punto de referencia litúrgico para la Iglesia Universal, entre varios otros temas.

«El Papa es el Sumo Sacerdote, aquel que ofrece el sacrificio de la Iglesia, el que ofrece la enseñanza litúrgica a través de celebraciones – el punto de referencia para todos», sentenció Mons. Marini.

Preguntado por el significado concreto de modificaciones tales como celebraciones dirigidas hacia la cruz, la Santa Comunión recibida directamente en la boca y de rodillas, y largos momentos de silencio y meditación, el Maestro de Ceremonias expresó, en sintéticas reflexiones, que «celebrar dirigido hacia la cruz hace hincapié en la dirección correcta de la oración litúrgica, es decir, hacia Dios; durante las oraciones los fieles no han de mirarse a sí mismos sino que deben dirigir sus ojos hacia el Salvador».

«Dar la hostia a la gente arrodillada busca dar valor al aspecto de adoración, tanto como elemento fundamental de la celebración, así como actitud necesaria, mientras contemplamos el misterio de la presencia real de Dios en la Eucaristía. Durante la celebración litúrgica la oración asume diversas formas: palabras, canciones, música, gestos y silencios. Por otra parte, los momentos de silencio nos permiten participar realmente en el acto de adoración, y lo que es más, desde el interior evocar cualquier otra forma de oración», expresó Mons. Marini.

«Estos son cambios realizados de acuerdo con la lógica de desarrollo de continuidad con el pasado. Así, nosotros no nos ocupamos de romper con el pasado y con yuxtaponernos a pontificados anteriores. (…) los cambios introducidos sirven para evocar el verdadero espíritu de la liturgia como el Concilio Vaticano II ha querido, «El ‘tema’ de la belleza intrínseca de la liturgia es Cristo mismo, resucitado y glorificado en el Espíritu Santo, quien incluye a la Iglesia en su obra«, afirmó.

En claras y profundas reflexiones, y tras resaltar la importancia de la exhortación apostólica «Sacramentum Caritatis», Mons. Guido Marini resaltó el papel de la belleza en la liturgia, belleza que constituye «una rica categoría litúrgica y teológica»: «Al igual que el resto de la Revelación cristiana, la liturgia es intrínsecamente vinculada a la belleza: es ‘veritatis splendor’ [esplendor de la verdad]. (…) Esto no es mero esteticismo sino el modo concreto en que la verdad del amor de Dios en Cristo llega a nuestro encuentro, nos atrae y nos deleita, permitiéndonos salir de nosotros mismos y llevándonos hacia nuestra verdadera vocación, que es el amor. La mayor verdadera belleza es el amor de Dios, que definitivamente se ha revelado a nosotros en el misterio pascual», dijo.

«La belleza de la liturgia es parte de este misterio -continuó Monseñor-, es una expresión sublime de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un reflejo del cielo en la tierra. La Belleza, entonces, no es un mero adorno, sino un elemento esencial de la acción litúrgica, ya que es un atributo de Dios mismo y su revelación. »

Sobre el uso del latín en la liturgia, recomendado por el Concilio Vaticano II, Mons. Marini destacó su carácter de universalidad y el papel de comunión que puede desempeñar entre fieles de las más diversas nacionalidades, entre otros.

«Por encima de todo, tenemos un gran legado litúrgico en el Latín: desde el canto gregoriano a la polifonía, así como los ‘testi venerandi’ [textos sagrados] que los cristianos han utilizado durante mucho tiempo. Además, el Latín nos permite mostrar la catolicidad y la universalidad de la Iglesia. Podemos experimentar esta universalidad de una manera única en la Basílica de San Pedro y en otras reuniones internacionales cuando hombres y mujeres de todos los continentes, nacionalidades, idiomas, cantan y oran en el mismo idioma. ¿Quién no se sentirá como en casa cuando están en una iglesia en el extranjero y pueden unirse a sus hermanos en la fe, al menos en algunos momentos, utilizando el latín?», manifestó.

Fuente Gaudium Press

 

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Fue asesinado ministro católico en Pakistán por oponerse a la Ley de Blasfemia [2011-3-2]

El ministro federal para las minorías religiosas en Pakistán ratificado hace solo unos días, el católico Shahbaz Bhatti -quien en distintas ocasiones había expresado su oposición a la Ley de Blasfemia- fue asesinado el 2 de marzo a balazos en Islamabad al salir de su casa mientras se encontraba en su automóvil.

Bhatti era el único cristiano del gabinete de Pakistán, país en el que el 95 por ciento de la población profesa el Islam.

La agencia vaticana Fides informa que el ministro había salido de su residencia para ir a su oficina. No llevaba escolta. De repente, un pequeño automóvil se colocó al costado del suyo, uno de sus ocupantes le disparó una vez para detenerlo y luego varios hombres enmascarados salieron del coche con armas automáticas y le dispararon durante dos minutos para luego huir.

Según señala el diario británico The Guardian, los asesinos dejaron en la escena del crimen unos panfletos en el que describían al ministro como un «cristiano infiel» y que estaba firmado por «Taliban al-Qaida Punjab».

Una sobrina del ministro, Mariam, de 22 años, acudió en auxilio de Bhatti: «corrí hasta donde estaba y vi el cuerpo cubierto de sangre. Le dije ‘tío’, ‘tio’ y traté de tomarle el pulso. Ya estaba muerto».

El chofer llevó al Ministro al hospital de Islamabad, adonde Bhatti llegó muerto. Según diversos informes de prensa el funcionario recibió al menos ocho disparos.

Fuentes locales de Fides se preguntan por qué el Ministro, que ya había sido objeto de amenazas públicas por parte de grupos terroristas como “Lashkar e-toiba” (véase Fides 4/12/2010), no tenía una escolta.

Según señala CNN, el vocero de los talibanes, Ihsanullah Ihsan, señaló que «el asesinato de Bhatti es un mensaje para todos los que están en contra de las Ley de Blasfemia», una norma que suele usarse para perseguir a los cristianos y que castiga a quien ofende al Corán o a Mahoma, incluso con la pena de muerte.

Este es el segundo asesinato de este tipo perpetrado por extremistas musulmanes en contra de críticos a la Ley de Blasfemia en Pakistán. El primero ocurrió el pasado 4 de enero cuando mataron al gobernador de la provincia de Punjab, Salmaan Taseer.

Fides señala que diversos sacerdotes y religiosas en Pakistán consideran que el ministro Bhatti es un «mártir», alguien que «ha dado su vida por la defensa de los derechos de las minorías religiosas, especialmente de los cristianos».

Sobre este asesinato, Peter Jacob, Secretario de la Comisión Episcopal Justicia y Paz y amigo personal de Bhatti, dijo a Fides que «estamos en un estado de shock y pánico: la comunidad católica, todos los cristianos, estamos traumatizados por este último asesinato. Nos sentimos desconcertados e indefensos».

«Este asesinato significa que el país está a merced de los terroristas, que pueden permitirse asesinar a personalidades de alto rango. Nos sentimos muy vulnerables: los son sobre todo, los defensores de los derechos humanos y las minorías religiosas. Condenamos enérgicamente este acto de barbarie. Ahora es el momento de luto, luego como cristianos, decidiremos qué hacer».

Por su parte el Presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, Mons. Lawrence Saldanha, dijo a nombre de los obispos que «condenamos el asesinato del Ministro católico para las Minorías religiosas, Shahbaz Bhatti. Estamos muy tristes y deploramos este acto contra la vida. Este es un perfecto ejemplo trágico, del clima insostenible de intolerancia en el que vivimos en Pakistán».

«Pedimos al gobierno, a las instituciones, a todo el país, el reconocer y enfrentarse con decisión a este problema, para que se ponga fin a este estado de cosas, donde la violencia triunfa».

DECLARACIÓN DEL VATICANO

Sobre este asesinato, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, dio a conocer una declaración en la que señala que el homicidio «es un nuevo acto de violencia de una gravedad terrible. Demuestra cuanto son acertadas las repetidas intervenciones del Papa a propósito de la violencia contra los cristianos y contra la libertad religiosa en general».

«Bhatti era el primer católico que ostentaba un encargo de ese tipo. Recordamos que había sido recibido por el Santo Padre el pasado mes de septiembre y que había dado testimonio de su compromiso en favor de la convivencia pacífica entre las comunidades religiosas de su país».

Finalmente la declaración señala que «a la oración por la víctima, a la condena por el incalificable acto de violencia, a la cercanía a los cristianos pakistaníes, tan golpeados por el odio, se une el llamamiento para que todos se den cuenta de la dramática urgencia de la defensa de la libertad religiosa y de los cristianos objeto de violencia y persecución».

Fides recuerda que el ministro Shahbbaz Bhatti tenía 42 años y había sido confirmado como Ministro Federal para las Minorías religiosas en la reciente remodelación del Gobierno, y ocupaba este cargo desde 2008.

Era originario de la aldea de Khushpur cerca de Faisalabad, en el Punjab, llamado «el Vaticano de Pakistán» por ser un pueblo fundado por sacerdotes dominicos, que ha dado muchos sacerdotes, religiosas y religiosos paquistaníes.

«En su compromiso como activista por los derechos humanos y por las minorías religiosas, Bhatti había fundado la ‘All Pakistan Minorities Alliance’ y el ‘Christian Liberation Front’, organizaciones muy activas en la sociedad civil. Era un exponente en la lucha por la revisión de la Ley sobre la Blasfemia, que le ha costado la vida», concluye Fides.

La Ley de Blasfemia agrupa varias normas contenidas en el Código Penal inspiradas directamente en la Shariah -ley religiosa musulmana-?para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán.

La ofensa puede ser denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales y el castigo suponer el juicio inmediato y la posterior condena a prisión o muerte del acusado.

La ley es usada con frecuencia para perseguir a la minoría cristiana, que suele ser explotada laboralmente y discriminada en el acceso a la educación y los puestos de función pública.

Fuente: ACI Prensa

 

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