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Epifanía del Señor, Fiesta de los Reyes Magos (6 ene)

Se llama Epifanía a la primera manifestación al mundo pagano del Hijo de Dios hecho hombre.

La Epifanía occidental fue fijada el duodécimo día de Navidad, esto es el 6 de Enero.

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De acuerdo a una teoría, la asociación de la Epifanía con los sabios del Oriente pudo haberse debido al traslado, en el siglo cuarto, de las supuestas reliquias de los Magos desde Constantinopla a Milán.
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Tradición reavivada en la Edad Media.
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Pero hay más en realidad.

Leer también:

 

¿QUIÉNES FUERON LOS REYES MAGOS Y DE DÓNDE HAN VENIDO?

No estamos exactamente seguros.

Todo lo que podemos recoger de evangelio de Mateo es que se llaman magos, que llegaron de Oriente a Jerusalén, y que habían visto una estrella que anunciaba el nacimiento del Rey de los Judíos.
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El evangelio no dice que eran tres hombres sabios.
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Esa idea proviene de los tres regalos que trajeron.

Los estudiosos y expertos han teorizado sobre su identidad y origen, y hay diferentes opiniones en torno al verdadero enigma.

Para localizar a quienes eran los sabios, primero debemos mirar Oriente. La elección obvia es el Imperio Parto.

En el tiempo de Jesús el Imperio Parto era el nombre de lo que antes era el Imperio Persa. Se centraba en lo que es en la actualidad Irán e Irak.

En el Imperio Parto había una casta de sacerdotes astrólogos de la antigua religión del zoroastrismo.
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La mayoría de los estudiosos creen que los magos eran zoroastrianos sacerdotes-astrólogos de Persia.

Sin embargo, nada de esto se registra en el evangelio de Mateo.

Tampoco hay una mención de que los sabios son Reyes, ni hay camellos en la historia de Mateo.

¿De dónde viene la idea de que los magos eran reyes que montaban en camello?

La idea de los tres reyes y la presencia de camellos está vinculada con dos profecías del Antiguo Testamento.

En el Salmo 72,10-11 se lee,

«Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas traigan tributo. Que los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan dones. 

Que todos los reyes se postren ante él y todas las naciones le sirvan».

El capítulo 60 de Isaías es también leído en la liturgia de la fiesta de la Epifanía, y al igual que el Salmo 72, Isaías destaca el doble significado de la visita de los Reyes Magos: que la luz de Cristo ha venido al mundo y que es para todas las personas no sólo los judíos.

La profecía dice:

«Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Yaveh ha nacido sobre ti…

Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes por el resplandor de tu aurora

Alzad vuestros ojos y mirad a su alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos vendrán de lejos… Entonces tu mirarás y estarás radiante… la riqueza de los mares será traída para ti, vendrán las riquezas de las naciones. 

Manadas de camellos cubrirá tu tierra, camellos jóvenes de Madián y de Efa, y todos los de Saba vendrán cargando oro e incienso y proclamando alabanzas al Señor«.

Ahora podemos ver de dónde viene la idea de los reyes y los camellos.

Mateo dice que los reyes vinieron de Oriente y Persia que parece la opción obvia, pero el pasaje de Isaías predice que los reyes vienen de Efa, Madián y de Saba. 

Reyes_Magos

¿Dónde estaban Efa, Madián y de Sabá?

Madián es el nombre del Antiguo Testamento para lo que fue, en tiempos de Jesús, el Reino de los nabateos.

Se encuentra justo este y sur de Jerusalén, en la actual Jordania, y Efa era una ciudad de Madián más al sur en la península arábiga.

El antiguo reino de Saba se centró en lo que es hoy en día el Yemen, también hacia el Este y el Sur.

Si estamos buscando en las Escrituras por la evidencia, entonces la profecía de Isaías sugiere que los sabios vinieron de lo que hoy es Jordania, Arabia Saudita y Yemen.
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Si es así, es probable que vinieran en camellos ya Madián era conocida especialmente por su abundancia de camellos.

¿Podemos utilizar una profecía del Antiguo Testamento para determinar donde vinieron los sabios? Aquellos que creen en la veracidad de la profecía bíblica no tendrán problema en hacerlo.

Sin embargo, hay otros indicadores que sugieren la península arábiga en lugar de Persia. 

Los tres dones de oro, incienso y mirra se pasan por alto como pistas para resolver el enigma.

 

EL ORIGEN DE LOS REGALOS

Yemen es el actual emplazamiento días de la antigua civilización de Saba.
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La fabulosa riqueza del reino se basaba en las minas de oro de Etiopía. 

Los arqueólogos han descubierto recientemente lo que ellos creen que las minas de la Reina de Saba.

Por otra parte, la historia de la reina de Saba, que vino en procesión con grandes regalos reales de riqueza establece un precedente profético.

Así como la reina de Saba vino para dar regalos al rey judío Salomón, así podría ser que el rey de Saba en tiempos de Jesús llegara, al igual que su ilustre antepasado, con ricos regalos al rey de los Judíos.

Por otra parte, los reyes de Yemen durante el tiempo de Jesús eran judíos.

Ellos habrían tenido un gran interés en lo que pasaba en la corte de Herodes y la llegada de un nuevo Rey de los Judios.

Por último, el propio Jesús menciona esto en Mateo 12:42 cuando se refiere a la Reina de la visita de la Reina de Saba a Salomón y refiriéndose a él mismo dice, «algo más que Salomón está aquí.»

Pero hay indicios más intrigantes basados en los tres regalos. `

La Península Arábiga, en especial la zona de Madián (actual Jordania) y Saba (actual Yemen) es el único lugar en el mundo donde crecen las plantas de las cuales cosechan la resina para hacer tanto incienso como mirra.
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Estos dos ricos regalos: se usan por su aroma y con fines medicinales y eran cultivos comerciales de esta parte del mundo.

El origen de los tres regalos indicaría que los sabios vinieron de la península Arábiga, el Reino de los nabateos, la bíblica Madián y Saba (actual Yemen).

Los regalos, por lo tanto no eran simplemente ricos regalos ofrecidos a Cristo, sino que eran regalos simbólicos de los reinos de su origen.
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Los regalos tenían importancia diplomática y sugieren que los magos eran de hecho reyes o embajadores de la corte Nabatea y de Saba.

Aún más intrigante: había tráfico constante a lo largo de la «ruta del incienso» que llegaba al norte de la punta sur de Arabia hasta lo que hoy es Jordania y a través de Judea a Gaza.

Si los magos eran de Arabia del Sur y el Reino de Nabatea (actual Jordania) su ruta comercial corría más allá de Jerusalén y Belén.

¿Pero eran ellos sacerdotes astrólogos?

Si bien sabemos que había una secta de astrólogos-magos en Persia, también es cierto que los sabios persas se dispersaron por todo el Imperio Parto, que se extendía hacia abajo en el Península Arábiga y más allá.

También es cierto que los zoroastrianos persas no eran los únicos astrólogos y magos.

El conocimiento y la sabiduría de la antigua astrología y la profecía se practicaban en todo el mundo antiguo.

No sabemos a ciencia cierta quiénes eran los sabios, y las teorías y explicaciones seguirán.
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Pero si ponemos toda la evidencia en conjunto parece que los magos eran probablemente influyentes astrólogos zoroastrianos en la corte de los Reinos de Nabatea y Saba.
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Que llevaron ricos dones de importancia diplomática al recién nacido Rey de los Judíos.

mapa del incioenso

Ahora vayamos a la celebración de la Epifanía.

 

EPIFANÍA OCCIDENTAL Y ORIENTAL

La Epifanía occidental celebra la veneración del Cristo recién nacido por los sabios magos orientales como el evento que marca la manifestación de la divinidad de Cristo a las naciones.

Especialmente desde tiempos medievales, el cristianismo occidental desarrolló una elaborada tradición alrededor de estas figuras orientales —fijando su número en tres e identificándolos con tres reyes, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar.

Y una tradición que incluía el redescubrimiento de sus cuerpos en la iglesia de san Eustorgio en Milán (1158), donde habían sido trasladados desde Constantinopla en el siglo IV, y su retraslado y depósito en la catedral de Colonia por Federico Barbarroja (1164). Ver aquí

¿Cuál es el significado de la Epifanía para la Iglesia occidental?
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Es principalmente la manifestación de Cristo, divino salvador, a los gentiles; mas es también el reconocimiento de Cristo por parte de los gentiles.

Este doble significado es expresado por la forma en que la Iglesia de Occidente interpreta la ofrenda de oro, incienso y mirra por los sabios Magos.

Por un lado, se vio a estos dones como símbolos de tres aspectos de la vida de Cristo, como rey, sacerdote y profeta.

Por el otro, re-presentó la ofrenda, en varios sentidos, por medio de la institución de adecuados actos de ofrecimiento: al pobre, a la Iglesia y al enfermo.

Se logra una mejor perspectiva de la Epifanía occidental cuando se recurre a los seis Domingos de Epifanía, que siguen luego de esta y conducen a la Tradición occidental al nuevo tiempo de Cuaresma.

Estos Domingos de Epifanía conmemoran la auto-manifestación de Cristo:

  1. a la edad de doce años en el templo;
  2. en su primer milagro en Caná de Galilea;
  3. en su curación del leproso y del esclavo del centurión romano;
  4. en el apaciguamiento de la tormenta en el mar de Galilea por el bien de sus discípulos;
  5. en su enseñanza sobre el bien y el mal expuesta en su parábola del trigo y la cizaña y,
  6. en su enseñanza sobre la gloria futura, tal como está expuesta en su parábola del grano de mostaza.

La epifanía oriental celebra el Bautismo de Cristo en el río Jordán por Juan el Bautista o “Precursor” (en griego prodromos), como el evento de la manifestación de Cristo como el Hijo de Dios y su corolario, la manifestación de Dios en la Trinidad, y también como el evento que marca el comienzo de la misión salvífica de Cristo.

Esto se manifiesta particularmente en la celebración de la Gran Bendición de las Aguas (Megas Agiasmos), que evoca el Bautismo de Cristo y constituye un aspecto conspicuo de la celebración oriental.

 

LA FECHA DEL 6 DE ENERO

No fue una fecha, sino solamente un pensamiento teológico el que dio el primer impulso a la celebración de la manifestación de Cristo sobre la tierra.

Fueron, sobre todo, los cristianos de Oriente los que reflexionaron acerca del misterio de la manifestación de Dios al mundo bajo la forma de una persona humana.

Había varios modos de representar este acontecimiento:

a) La posición herética (gnóstico Basílides) afirma que fue únicamente en el momento del Bautismo cuando el Cristo divino se manifestó temporalmente sobre la tierra en la persona de Jesús.

b) La posición ortodoxa-católica enseña que Dios se manifestó realmente en la persona histórica de Jesús y, en este caso, la Palabra de Dios entra en el mundo en el momento de su Nacimiento.

Partiendo de estas concepciones teológicas, descubrimos los primeros rasgos de la fiesta cristiana de Navidad.

Sabemos por Clemente de Alejandría que en el s.II se celebraba en Egipto (Alejandría) el día 10 o el 6 de enero el bautismo de Cristo.
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Éste es, hasta el momento, el primer origen conocido de la fiesta de Navidad.

¿Por qué celebraban la fiesta del bautismo en los primeros días de enero, y concretamente el día 6?

Los Evangelios no mencionan la fecha del bautismo de Jesús.

Obsérvese que el 6 de enero los paganos celebraban una fiesta en honor de Dionisios, fiesta que estaba relacionada con la prolongación del día; que en tal día se celebraba en Alejandría el Nacimiento de Eón, nacido de la virgen Core; y que este día estaba también consagrado a Osiris.

En la noche del 6 de enero —se decía— las aguas del Nilo recibían un poder milagroso del todo particular.

los magos henry siddons mowbray

¿Qué tiene todo esto de común con la Navidad?

Esta fiesta del bautismo, celebrada el 6 de enero en Egipto, adquirió igualmente derecho de ciudadanía en la Gran Iglesia Oriental.

El bautismo de Cristo se celebró, al principio, solamente bajo el aspecto de «manifestación» de Cristo, o de Epifanía.
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En esta fiesta la noción preeminente era la de manifestación.

En la Iglesia, de acuerdo con los relatos evangélicos del Nacimiento, se tenía como la auténtica «manifestación» de Cristo sobre la tierra no ya solamente el bautismo, sino también el Nacimiento de Jesús.

A consecuencia de las controversias de principios del s. IV sobre la divinidad de Cristo, se debió sentir una imperiosa necesidad de considerar la fecha del Nacimiento de Cristo como la de su «manifestación».

Y lo hacía el 6 de enero. No se suprimió nada de la fiesta original del bautismo: solamente se le añadió la fiesta del Nacimiento.

En su celebración externa, la festividad se dividía en dos partes.
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La noche del 5 al 6 de enero: fiesta del Nacimiento de Cristo; el día 6: su bautismo.
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Por tanto, antes de celebrar la fiesta del Nacimiento el día 25 de diciembre, la Iglesia conmemoraba en la noche del 5 al 6 de enero este gozoso acontecimiento.

Poseemos una hoja de papiro descubierta en Egipto, y que data del principio del s. IV, que transmite una especie de formulario litúrgico destinado a un coro eclesiástico.

Indica que la Navidad se celebraba todavía en la noche del 5 al 6 de enero.

En Palestina se celebró durante mucho tiempo con un esplendor particular la fiesta de Epifanía.

Poseemos a este respecto la célebre narración de la noble peregrina Eteria (o Egeria), que vivió tres años en Palestina.

Describe el esplendor de esta fiesta, la belleza de los cantos que brotan del seno de una turba inmensa.

Cuenta cómo, en la noche del 5 al 6 de enero, todos, formando un solemne cortejo con el obispo, se dirigen a Belén para celebrar allí la liturgia nocturna en la gruta que se cree ser aquella en la que nació Jesús.

Antes de amanecer, todo el cortejo se dirige a Jerusalén cantando himnos de gloria a Cristo que ha venido a la tierra.

Al alba del día 6 de enero llegan a Jerusalén, van a la iglesia de la Resurrección, cuyo interior está iluminado por el resplandor de millares de antorchas. Se cantan salmos y los sacerdotes pronuncian oraciones.

Hacia el mediodía vuelven de nuevo a la iglesia de la Resurrección y se termina la primera parte de la fiesta; al atardecer empieza la segunda parte con nuevo esplendor.

El elemento primordial era el pensamiento que presidía la fiesta de la «manifestación», y no la fecha.

De esta forma, se pudo cambiar con toda comodidad, durante el s.IV, la fecha del Nacimiento. Así llegamos a la fiesta del 25 de diciembre.

 

DEL 25 DE DICIEMBRE AL 6 DE ENERO

¿En qué momento y por qué causa se separó la fiesta del Nacimiento de la celebración de la Epifanía y se trasladó a una fecha particular, al 25 de diciembre?
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Este hecho parece que se produjo en Roma, entre el 325 y el 354.

El 25 de diciembre, como aniversario del Nacimiento de Cristo, está atestiguado en Roma desde el 336.

Es posible que en un principio se celebrara, durante algún tiempo, la antigua fiesta de Epifanía en su forma original, mientras la nueva fiesta iba adquiriendo derecho de ciudadanía.

¿Qué móviles hubo, en esta época, que llevaron a separar la fiesta del Nacimiento de Cristo de la de Epifanía y trasladarla al 25 de diciembre?

Dos razones principales.
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Primera: El desarrollo dogmático del problema cristológico, tal como se presentaba al principio del s.IV.

En el Concilio Ecuménico de Nicea, año 325, la Iglesia condenó formalmente la doctrina que negaba que en el Nacimiento de Jesús el mismo Dios se había hecho hombre.

Esta condenación descartaba todas las demás interpretaciones, comprendida incluso la que afirmaba que Jesús no habría sido adoptado por Dios sino a partir del momento de su bautismo.

La Iglesia de Roma tuvo un papel importante en las decisiones del Concilio.

Es comprensible la propagación de la fiesta del Nacimiento de Cristo en cuanto tal, es decir, sin que al principio se planteara la cuestión de la fecha.

Así se explica, por motivos teológicos cristianos, la tendencia a separar la fiesta del Nacimiento de la de Epifanía.

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Segunda razón: En el ámbito pagano, el 25 de diciembre se celebraba como día de fiesta muy importante en honor del sol.

El emperador Constantino pretendió unir el culto solar al culto cristiano.

Para encontrar una nueva fecha al Nacimiento de Jesús jugó un papel importante la presencia en el Imperio romano, en el seno de la religión muy extendida de Mitra, un culto solar cuya fiesta principal se celebraba el 25 de diciembre, día del solsticio de invierno.

Como quiera que el símbolo de la luz que brilla en las tinieblas aparecía ya en la elección de la fecha del 6 de enero, se impuso un día en el que el mundo pagano celebraba de modo particular las fiestas señaladas de la luz y del sol: el 25 de diciembre.

Desde antes de la introducción del culto de Mitra, los emperadores romanos habían construido templos al «Sol invencible».

En el s. III se celebraron juegos solemnes y pomposos el 25 de diciembre, en honor de este dios cuyo curso se elevaba de nuevo.

Se encendían grandes fuegos, destinados sin duda a ayudar al sol a elevarse sobre el horizonte.

En el culto de Mitra, particularmente favorecido entre los soldados romanos, la adoración del «Sol invencible» revistió formas más concretas.

Se comprende así que de modo especial la Iglesia de Roma se preocupara por oponer al culto pagano de la naturaleza su propia fiesta de la luz, la fiesta del Nacimiento de Cristo, del Niño Jesús, Luz de las naciones. 

El esfuerzo realizado por el emperador Constantino por juntar el culto solar y el culto cristiano, tuvo su influjo.

Quiso realizar la síntesis del cristianismo con algunos elementos de valor que contenía el paganismo.

Es cierto también que la idea de Constantino de unir el culto solar al culto cristiano se basaba en el simbolismo que parangonaba a Cristo con el Sol.

Quiso bautizar la fiesta pagana. ¿Lo logró? Es muy discutible.

 

PROPAGACIÓN DE LA FIESTA DEL 25 DE DICIEMBRE

A partir de la segunda mitad del s. IV, la fiesta del 25 de diciembre se propagó desde Roma por toda la cristiandad.
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Roma procura, en este tiempo, imponer la fiesta de Navidad como distinta de la de Epifanía a las Iglesias de Oriente.
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Pero no lo consiguió fácilmente.
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Porque entre las Iglesias de Oriente muchos se mantenían firmes y perseverantes en la celebración de la fiesta del Nacimiento de Cristo bajo la forma antigua de la fiesta de la Epifanía, los días 5 y 6 de enero.

En Siria la resistencia fue particularmente obstinada.

En Antioquía se intentó, en vano, durante diez años imponer la fecha del 25 de diciembre.

Sólo se pudo lograr con ayuda del gran orador S. Juan Crisóstomo.

En su célebre sermón sobre la Navidad, el Crisóstomo intentó persuadir a los cristianos de su Iglesia de que era necesario celebrar la fiesta del Nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, porque era realmente el día en que Cristo había nacido.

De esta forma Crisóstomo logra hacer triunfar para siempre en su Iglesia la fiesta del 25 de diciembre.

En Constantinopla había sido introducida esta fecha el año 379 por S. Gregorio Nacianceno, el defensor de la divinidad de Cristo.

Y la Iglesia de Egipto se resistió todavía más, y esta oposición no cesó, de una manera clara, hasta el año 431.

Pero fue principalmente en Jerusalén donde no se logró privar a la antigua fiesta de Epifanía, celebrada el día 6 de enero, de su contenido principal en favor de una fiesta nueva.

San Jerónimo desplegó en vano toda su elocuencia.

Sólo a partir de la mitad del s.VI probablemente la Iglesia de Palestina cesó también en su oposición a la fecha del 25 de diciembre.

Una sola Iglesia, la de los Armenios, se mantuvo firme y no aceptó celebrar la fiesta del Nacimiento de Cristo el 25 de diciembre; todavía hoy la celebra el 6 de enero.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Cómo fue la Visita de los REYES MAGOS al Pesebre de Belén según los VIDENTES

Varias místicas tuvieron visiones sobre el viaje de los Reyes Magos, la Estrella de Belén y la adoración de estos a Jesús niño.

Rafael Brown en «La Vida de María según lo visto por los místicos» reseña las visiones de Catalina Emmerich, María Valtorta, María de Jesús de Agreda, Santa Brígida de Suecia.

En este artículo resumiremos la reseña de Rafael Brown y comenzaremos a narrar las visiones de Catalina Emmerich, que lo haremos en tres artículos debido a su longitud.

   

EL ANUNCIO PARA QUE LOS REYES MAGOS SE PONGAN EN CAMINO

La Madre de Dios sabía por iluminación sobrenatural que en la noche de Navidad un ángel había sido enviado para anunciar el nacimiento del Salvador de la humanidad a los tres Reyes Magos de Oriente.

Y también sabía que pronto llegarían a adorar al Niño Jesús en el establo.

Sin embargo, cuando San José sugirió que se movieran a una vivienda más cómoda en Belén, María respondió simplemente, sin revelar el misterio:

“Mi esposo y señor, dondequiera que usted desee ir, voy a seguirte con gran placer”

En ese momento los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel se aparecieron a los dos y dijeron:

“La Divina Providencia ha ordenado que los tres reyes de este mundo vengan del Oriente en busca del Rey del cielo, y adorarán al Verbo encarnado en este mismo lugar. Ya llevan diez días de camino y llegarán en breve”. 

Por lo tanto, José y María se dedicaron a la preparación de la gruta para la visita de los Reyes.

Y durante los siguientes días la Virgen vio en visiones a los magos viajar juntos a través de los desiertos al este de Tierra Santa.

Los tres Reyes, cuyos nombres (según la tradición) eran Gaspar, Baltasar y Melchor, gobernaron sobre lo que hoy es Irak e Irán.

Gaspar de la Mesopotamia, el más joven, era de color marrón claro, Baltasar de Partia era de color marrón oscuro, mientras que Melchor de los Medos, el mayor, era más bien corpulento y tenía una tez trigueña.

Los tres eran hombres inusualmente justos y honorables y también eran grandes eruditos y estudiosos de la religión.

A través de su conocimiento de las profecías del Antiguo Testamento y de ciertas tradiciones de sus propios pueblos, creían en la venida del Salvador de la humanidad. 

Y debido a que eran hombres amables, generosos y buenos, en la noche de Navidad se ganaron el privilegio de que los ángeles en un sueño les contaran que el rey largamente esperado de los Judíos acababa de nacer.

Que era el Redentor prometido y que fueron elegidos por el Señor para buscarlo y para honrarlo.

Aunque cada uno recibió esta revelación por separado, cada uno tuvo conocimiento de que también le había sido dada a los otros dos. 

Los tres Reyes se despertaron a la misma hora de la noche, llenos de alegría extraordinaria, y postrándose en el suelo humildemente agradecidos adoraron a Dios Todopoderoso.

Entonces decidieron irse inmediatamente para la Tierra de Israel con el fin de adorar al Niño Divino.

   

LA APARICIÓN DE LAS ESTRELLA Y LA PUESTA EN CAMINO

Sin pérdida de tiempo prepararon los regalos y adquirieron los camellos y demás recursos y criados para su viaje.

Cada rey de repente percibió una hermosa estrella mística, que fue formada por los Ángeles

Y en esta estrella veían una visión simbólica de una Virgen y un niño con una cruz, que era el rey de una ciudad celestial y a quien todos los reyes de la tierra adoraban.

La estrella guió a los tres reyes magos de tal manera que a los pocos días que se juntasen.

Melchor había viajado más rápidamente que los otros porque su reino era más distante.

Los tres, que ya eran amigos íntimos, después de consultar acerca de sus revelaciones, quedaron aún más inflamados con devoción por el Rey recién nacido.

Y siguieron juntos su viaje, siempre bajo la guía de la estrella, que se podía ver tan claramente durante el día como por la noche.

Cada rey estuvo acompañado por cuatro o cinco amigos y familiares y un gran número de servidores, todos montados en camellos, dromedarios y caballos.

Por lo tanto la caravana consistía en cerca de doscientas personas.

El viaje a través de los desiertos, montañas y ríos de Caldea y Siria tomó casi un mes, a pesar del hecho de que los camellos y caballos eran inusualmente veloces.

Toda la caravana viajó en perfecto orden, y todo el mundo parecía estar lleno de alegría y sencilla devoción. 

A veces, mientras contemplaban la estrella mística, los reyes espontáneamente componían y cantaban cantos preciosos.

Por fin, después de cruzar el río Jordán, llegaron ante los muros de Jerusalén, la cual, debido a que era la capital de Israel, pensaban que era el lugar lógico de nacimiento del nuevo Rey de los Judíos.

Cuando se acercaban a la gran ciudad la estrella casi desapareció de su vista. 

   

EN JERUSALÉN Y CON EL REY HERODES

En la puerta de la ciudad preguntaron a algunos de los guardias, diciendo:

“¿Dónde está el Rey recién nacido de los Judíos, porque hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”. 

Pero para su sorpresa, los guardias y otros judíos indicaron que no sabían nada sobre el nacimiento de un nuevo rey de Israel.

A continuación, a petición de los magos, enviaron mensajeros para concertar una entrevista con el rey Herodes en su palacio.

Y mientras esperaban, los tres reyes magos llegaron a estar muy desanimados y sólo recuperaron algo de su confianza después de un período de oración en silencio. 

Herodes había acordado ver a los Reyes a la mañana siguiente, la caravana acampó durante la noche en un gran patio. Pero los magos no pudieron dormir.

En vez, vagaron por la ciudad con guías, y estudiaron el cielo como si ellos estuvieran buscando a la estrella.

Pensaron que quizás Herodes quería ocultar al Niño Rey de ellos.

En realidad Herodes también estaba tan profundamente preocupado que no podía dormir, y durante la noche convocó a los sumos sacerdotes y doctores de la Ley para reunirse con él.

Y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

Desenrollando sus escrituras y apuntando a un pasaje en el libro de Miqueas, le dijeron:

“En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta”.

Herodes quedó aún más perturbado y temeroso por su trono, y acto seguido resolvió en secreto dar muerte al Rey Niño. 

Llevando algunos de los sacerdotes con él, salió a un porche y trató en vano de ver la estrella de los magos.

Mientras tanto, los eruditos le instaron a no prestar atención a las historias fantásticas de los gobernantes de Oriente.

Porque ellos insistieron en que, si el Mesías hubiera nacido, ya se hubiera conocido tanto en el templo como en el palacio.

Al darse cuenta de lo impopular que era entre la gente, Herodes decidió mantener todo el asunto tranquilo.

Por lo tanto, recibió a los magos en secreto, al amanecer del día siguiente en una gran sala en la que se habían preparado refrescos y ramos de flores para sus huéspedes.

Después de haberles hecho esperar un rato, entró, acompañado de varios doctores de la Ley, y procedió a interrogar a los magos en relación con el momento en que la estrella había aparecido a ellos y en relación a todo lo que sabían sobre el Niño Rey.

Entonces Gaspar describió la visión que habían tenido de una Virgen y un niño real, que los reyes de la tierra adoraban, porque su reino era más grande que todos los reinos del mundo.

Después de decirles acerca de la profecía referente a Belén, Herodes hipócritamente pretendió que él también deseaba adorar al Rey Niño, y dijo a los Magos:

“Vayan y hagan una investigación minuciosa con respecto al niño, y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo”. 

Dejando al rey, muy incómodos y sin tomar ninguno de sus refrescos, los magos partieron con su caravana a Belén. 

   

HALLAN AL NIÑO RECIÉN NACIDO Y LE ADORAN

Poco después de que hubieron pasado la puerta de la ciudad, una vez más percibieron la estrella y estallaron en gritos de alegría y cantaron canciones.

Luego acamparon durante un rato y dijeron que algunas oraciones.

Y de repente una fuente de agua clara, fresca, brotó de la tierra delante de sus ojos. 

Tomando esto como un buen augurio, construyeron una pequeña piscina y dejaron que sus animales bebieran hasta saciarse. 

Los tres Reyes ahora comieron su primera comida desde que salieron de Jerusalén.

Más adelante en el día continuaron su camino sobre las colinas de Judea a Belén.

Cuando llegaron a la ciudad de David hacia la tarde, la estrella desapareció de nuevo, y se sintieron un poco ansiosos.

Ellos se dirigieron al Valle de los Pastores considerándolo un lugar adecuado para el campamento de la caravana durante la noche.

Después que sus servidores hubieron puesto una gran tienda de campaña, los tres reyes de pronto percibieron la estrella, con un brillo extraordinario sobre una colina cercana. 

A continuación, un haz de luz de fuego descendió desde la estrella a la gruta, y en este rayo los magos vieron una visión del Santo Niño.

Reverentemente se acercaron a la colina y encontraron la entrada del establo. 

Gaspar abrió la puerta y vio a la humilde Madre de Dios sentado con el Niño Jesús en el otro extremo de la cueva, que estaba llena de una luz celestial.

Tanto la madre como el niño eran iguales a lo que los Reyes habían visto en la visión de un mes antes.

San José y un viejo pastor salieron de la cueva, y los magos le dijeron muy simple y modestamente que habían venido a adorar al recién nacido Rey de los Judíos y ofrecerle sus dones.

Con lo que José les dio la bienvenida con amabilidad y cordialidad.

Luego, acompañados por el pastor, regresaron a su tienda de campaña con el fin de prepararse para la ceremonia solemne que planearon en honor al Salvador.

Después de haber reunido sus regalos se pusieron sus grandes capas blancas de seda, y se encaminaron a la gruta en una procesión ordenada, con sus familiares y sirvientes.

Cuando María supo que los magos se acercaban, ella le pidió a San José a permanecer a su lado.

Y ella con calma les esperó, de pie con su hijo en brazos, la cabeza y los hombros cubiertos con un velo, en perfecta modestia y belleza, con una luz celeste que brilla en su rostro, derramando sobre ella una majestad que era más que humana, incluso en medio de la extrema pobreza del establo.

Los tres reyes entraron en la gruta.

En su primera vista a la madre y al niño, estaban abrumados con reverencia y admiración, y sus corazones puros se desbordaban con una alegre devoción.

Por un permiso especial de Dios también percibieron la multitud de ángeles resplandecientes que asistían al Rey de reyes.

Luego, los tres reyes magos se postraron al mismo tiempo muy humildemente en el suelo y adoraron fervientemente al Divino Infante, y le reconocieron como su Señor y Maestro, y como el Salvador de toda la humanidad.

reyes magos

   

LA VISIÓN DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH

Este es el relato de la beata Ana Catalina Emmerich del viaje de los Reyes Magos hasta llegar para la adoración al Niño de Belén, a quienes fue acompañando en su camino.

La visión comienza con el presentimiento que tiene la Virgen María de la llegada de los Reyes Magos mientras ellos van avanzando en su camino, y culmina con su llegada y el relato de los ritos de adoración que realizaron.

Lo entregamos en tres partes:

  

María había tenido una visión de la próxima llegada de los Reyes, cuando éstos se detuvieron con el rey de Causur, y vio también que este rey quería levantar un altar para honrar al Niño…

Comunicólo a José y a Isabel, diciéndoles que sería preciso vaciar cuanto se pudiera la gruta del Pesebre y preparar la recepción de los Reyes. María se retiró ayer de la gruta por causa de unos visitantes curiosos, que acudieron muchos más en estos últimos días.

Hoy Isabel se volvió a Gruta en compañía de un criado. En estos dos últimos días hubo más tranquilidad en la gruta del Pesebre y la Sagrada Familia permaneció sola la mayor parte del tiempo.

Una criada de María, mujer de unos treinta años, grave y humilde, era la única persona que los acompañaba.

Esta mujer, viuda, sin hijos, era parienta de Ana, quien le había dado asilo en su casa.

Había sufrido mucho con su esposo, hombre duro, porque siendo ella piadosa y buena, iba a menudo a ver a los esenios con la esperanza del Salvador de Israel.

El hombre se irritaba por esto, como hacen los hombres perversos de nuestros días, a quienes les parece que sus mujeres van demasiado a la iglesia. Después de haber abandonado a su mujer, murió al poco tiempo.

Aquellos vagabundos que, mendigando, habían proferido injurias y maldiciones cerca de la gruta de Belén, e iban a Jerusalén para la fiesta de la Dedicación del Templo, instituida por los Macabeos, no volvieron por estos contornos.

José celebró el sábado bajo la lámpara del Pesebre con María y la criada.

Esta noche empezó la fiesta de la Dedicación del Templo y reina gran tranquilidad.

Los visitantes, bastante numerosos, son gentes que van a la fiesta. Ana envía a menudo mensajeros para traer presentes e inquirir noticias.

Como las madres judías no amamantan mucho tiempo a sus criaturas, sino que les dan otros alimentos, así el Niño Jesús tomaba también, después de los primeros días, una papilla hecha con la médula de una especie de caña.Es un alimento dulce, liviano y nutritivo.

José enciende su lámpara por la noche y por la mañana para celebrar la fiesta de la Dedicación.

Desde que ha empezado la fiesta en Jerusalén, aquí están muy tranquilos.

Llegó hoy un criado mandado por Santa Ana trayendo, además de varios objetos, todo lo necesario para trabajar en un ceñidor y un cesto lleno de hermosas frutas cubiertas de rosas.

Las flores puestas sobre las frutas conservaban toda su frescura.

El cesto era alto y fino, y las rosas no eran del mismo color que las nuestras, sino de un tinte pálido y color de carne, entre otras amarillas y blancas y algunos capullos. Me pareció que le agradó a María este cesto y lo colocó a su lado.

Mientras tanto yo veía varias veces a los Reyes en su viaje. Iban por un camino montañoso, franqueando aquellas montañas donde había piedras parecidas a fragmentos de cerámica. Me agradaría tener algunas de ellas, pues son bonitas y pulidas.

Hay algunas montañas con piedras transparentes, semejantes a huevos de pájaros, y mucha arena blancuzca.

Más tarde vi a los Reyes en la comarca donde se establecieron posteriormente y donde Jesús los visitó en el tercer año de su predicación.

Me pareció que José, deseando permanecer en Belén, pensaba habitar allí después de la Purificación de María y que había tomado ya informes al respecto.

Hace tres días vinieron algunas personas pudientes de Belén a la gruta.

Ahora aceptarían de muy buena gana a la Sagrada Familia en sus casas; pero María se ocultó en la gruta lateral y José rehusó modestamente sus ofrecimientos.

Santa Ana está por visitar a María.

La he visto muy preocupada en estos últimos días revisando sus rebaños y haciendo la separación de la parte de los pobres y la del Templo.

De la misma manera la Sagrada Familia reparte todo lo que recibe en regalos.

La festividad de la Dedicación seguía aún por la mañana y por la noche, y deben de haber agregado otra fiesta el día 13, pues pude ver que en Jerusalén hacían cambios en las ceremonias.

Vi también a un sacerdote junto a José, con un rollo, orando al lado de una mesa pequeña cubierta con una carpeta roja y blanca.

Me pareció que el sacerdote venía a ver si José celebraba la fiesta o para anunciar otra festividad.

En estos últimos días la gruta estuvo muy tranquila porque no tenía visitantes.

La fiesta de la Dedicación terminó con el sábado, y José dejó de encender las lámparas.

El domingo 16 y el lunes 17 muchos de los alrededores acudieron a la gruta del Pesebre, y aquellos mendigos descarados se mostraron en la entrada.

Todos volvían de las fiestas de la Dedicación.

El 17 llegaron dos mensajeros de parte de Ana, con alimentos y diversos objetos, y María, que es más generosa que yo, pronto distribuyó todo lo que tenía.

Vi a José haciendo diversos arreglos en la gruta del pesebre, en las grutas laterales y en la tumba de Maraha. Según la visión que había tenido María, esperaban próximamente a Ana y a los Reyes Magos.


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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La Inolvidable Historia del Cuarto Rey Mago

Todos conocemos la historia de oro, incienso y mirra que llevaron Gaspar, Melchor y Baltasar al Niño Dios.

Vemos imágenes de los tres reyes que visitaron a Jesús en casi todas las escenas de la natividad.

Es una escena maravillosa y hermosa para contemplar: Jesús honrado como Rey por primera vez recién nacido.

Y honrado por los paganos nada menos, presagiando tanto el rechazo del Mesías por el pueblo elegido, como el mensaje universal de Cristo.

Aunque maravilloso todo lo que es demasiado familiar a menudo pierde un cierto brillo que puede ser recuperado a través de la mezcla imaginativa.
.
Y aquí encaja la Historia del Otro Rey Mago que ayuda a restaurar el peso de la imaginación y nos obliga a preguntarnos sobre nosotros mismos.

La Historia del Otro Rey Mago, de Henry Van Dyke, fue publicada por primera vez en la revista Harper en 1893, y en forma de libro en 1896.

Es la historia de un cuarto hombre sabio, llamado Artabán, que había acordado con los otros tres reyes magos viajar a Jerusalén para honrar al Niño Dios.

El texto completo de la historia, que es de dominio público y lo puedes encontrar aquí

Van Dyke desarrolla la historia tradicional y algo desgastada de los magos de una manera nueva y refrescante.

La historia de Artabán es realmente la historia de todos nosotros.

Todos estamos llamados a ser más sabios.

No vemos a Jesús en el camino como Artabán espera verlo.

Debemos, como Artabán, pasar la vida buscando y después, hacer el bien con el tiempo precioso pero breve se nos ha asignado.

Todos somos peregrinos en este mundo, en una peregrinación de toda la vida a nuestro verdadero hogar, para el cual fuimos creados.

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

 

LA HISTORIA DEL OTRO REY MAGO

En las montañas de la antigua Persia vivía Artabán, cuyo estudio de los planetas y las estrellas le llevó a predecir el nacimiento del Rey de Reyes.

Vendió su casa y cada posesión y compró una gran zafiro azul como un fragmento del cielo nocturno.

Un rubí sin defectos, más rojo que un rayo de sol.

Y una perla lustrosa tan pura como el pico de una montaña de nieve en el crepúsculo.

Él pretendía llevarlos como homenaje al rey.

Antes de que los pájaros hubieran plenamente despertado a su fuerte canto matinal, antes de que la niebla blanca hubiera comenzado a levantarse perezosamente en la llanura, el otro sabio estaba en la silla de montar.

Caminó con rapidez a lo largo del camino real, que bordeaba la base del monte Orontes, hacia el oeste…

A continuación se dirigió a Jerusalén donde él había arreglado para reunirse con otros tres hombres sabios o magos, para encontrar el recién nacido.

Artabán lleva sus regalos para el niño bajo su capa: el zafiro, el rubí y la perla.

A lo largo de la historia se encuentra en situaciones difíciles y sus dones le proporcionan los medios necesarios para remediarlos.

 

EL PRIMER REGALO

Después de muchas semanas de viaje difícil y de frustrantes retrasos, una noche, vio a un hombre tendido en la carretera.

Su cara ojerosa, pálida piel y dificultad para respirar, llevaban la marca de la fiebre mortal.

Sin embargo, cuando se volvió para irse el hombre le pidió ayuda.

Artabán vaciló.

Pero se puso sin demoraba a atender a un extraño moribundo, incluso con el riesgo de perder a sus tres amigos.

Pero si él se iba ahora el hombre seguramente moriría.

Se volvió hacia el enfermo y lo asistió con cuidado, dejando con él todo lo que tenía de pan y vino, y su reserva de hierbas curativas.

“No tengo nada que darle a cambio”, dijo el hombre agradecido,

“… sólo esto: nuestros profetas han decretado que el Mesías nacería en Belén, no en Jerusalén.

Que el Señor te lleve en condiciones de seguridad a ese lugar, porque has tenido compasión de los enfermos”.

Artabán se apresura a reanudar su viaje, deseoso de encontrarse con sus amigos y decirles que deben ir a Belén no a Jerusalén.

Sin embargo, cuando se llega al punto de encuentro, el Templo de las Siete Esferas sólo encontró este mensaje:

“Ya no podemos esperar más, síguenos a través del desierto”.

Artabán se sentó en el suelo y se cubrió la cabeza con desesperación.

“¿Cómo puedo cruzar el desierto sin comida y con un caballo desgastado?

Debo regresar a Babilonia, vender mi zafiro, y comprar un tren de camellos, y provisiones para el viaje”.

Artabán dio marcha atrás a Babilonia, vendió el zafiro, y compró un tren de camellos, y las provisiones para el viaje.

Él tiene la esperanza de que, puesto que sus tres amigos iban dirigidos por error a Jerusalén, llegarán a Belén en el momento en que él también está llegando.

Pero no es así.

El desvío a Babilonia a comprar provisiones le ha llevado demasiado tiempo.

En el momento en que Artabán llega a Belén no encuentra ninguna señal de un Rey recién nacido ni de sus amigos.

Llega tres días después de que los sabios han entregado sus regalos de oro, incienso y mirra a los pies de Jesús.

María y José ya han huido llevando al niño Jesús a Egipto.

 

EL SEGUNDO REGALO

Artabán se entera de todo esto por una joven madre de la ciudad, que le ofrece hospitalidad en su casa.

Pero de repente una salvaje confusión y alboroto en las calles del pueblo, chillidos y lamentos de las voces de las mujeres.

Un estruendo de trompetas, un choque de espadas, y un grito desesperado:

“Los soldados los soldados de Herodes están matando a nuestros hijos”.

El rostro de la joven madre se puso pálido de terror.

Tomó a su hijo contra su pecho y se agachó inmóvil en el rincón más oscuro de la habitación, cubriéndolo entre los pliegues de su túnica, para que no se despertara y llorara.

Artabán fue rápido y se puso en la puerta de la casa.

Sus anchos hombros llenaban el portal de lado a lado, y el pico de su gorra blanca tocaba el dintel.

Los soldados llegaron corriendo por la calle con las manos ensangrentadas y espadas que goteaban.

A la vista del extraño en su vestido dudaron con sorpresa.

El capitán de la banda se acercó al umbral y lo empujó a un lado. Pero Artabán no se movió.

Su cara estaba tan tranquila como si estuviera observando las estrellas.

Y mirando al soldado en silencio por un instante le dijo en voz baja:

“Estoy solo en este lugar, y yo estoy esperando para dar esta joya al capitán prudente que me deje en paz”.

Mostró el rubí que brillaba en el hueco de su mano como una gran gota de sangre.

El capitán estaba sorprendido por el esplendor de la gema.

Las pupilas de sus ojos se expandieron por el deseo, y las líneas de la codicia se enmarcaron alrededor de los labios.

Él extendió su mano y tomó el rubí.

“¡Marchen adelante!”, gritó a sus hombres, “no hay ningún un niño aquí”.

Artabán suspiró:

“Ahora dos de mis dones han acabado; ya han pasado al hombre lo que estaba destinado para Dios, ¿voy a ser digno de ver el rostro del Rey?”

Pero la mujer, llorando de alegría, dijo suavemente:

“Por haber salvado la vida de mi pequeña, que el Señor te bendiga y te guarde y te conceda la paz”.

Y Artabán reanuda su viaje, pasando años en la búsqueda del niño de Belén.

 

 

EL TERCER REGALO

Él viaja a Egipto, y oye de un rabino que en la ciudad de Alejandría que el Mesías es más probable que se encuentre entre los humildes y despreciados del mundo.

Y Artabán viaja a través de todas las tierras de la diáspora judía, con la esperanza de encontrar algún rastro de este niño que ha nacido para ser rey.

Artabán vagó durante 33 años en busca de la pequeña familia de Belén.

Desgastado y cansado, enfermo ahora, y a punto de morir, pero que buscando al Rey, había venido por última vez a Jerusalén.

Había visitado a menudo la ciudad santa antes, y había buscado en todos sus suburbios y casuchas, y en las atestadas cárceles, sin encontrar ningún rastro de la familia de los nazarenos que había huido de Belén hace mucho tiempo.

Pero ahora parecía como si debía hacer un esfuerzo más, y algo en voz baja en su corazón le decía que por fin podría tener éxito.

Era la temporada de la Pascua. La ciudad estaba llena de extraños.

Los hijos de Israel, esparcidos en tierras lejanas de todo el mundo, habían regresado al templo para la gran fiesta, y había una confusión de lenguas en las calles.

Pero en este día hubo una agitación singularmente visible en la multitud.

El cielo estaba velado con un abatimiento portentoso.

Una marea secreta estaba caminando en una sola dirección.

El ruido de las sandalias y el sonido de miles de pies descalzos fluían sin cesar a lo largo de la calle que conduce a la puerta de Damasco.

Artabán se unió a un grupo de personas de su propio país, los judíos partos que habían subido para celebrar la Pascua, y les preguntó la causa del tumulto, y donde se dirigían.

Vamos al lugar llamado Gólgota, fuera de los muros de la ciudad, donde habrá una ejecución.

¿No has oído lo que ha sucedido?

Dos ladrones famosos van a ser ser crucificados, y con ellos otro, llamado Jesús de Nazaret, un hombre que ha hecho muchas obras maravillosas entre la gente, de modo que le quieren mucho.

Sin embargo, los sacerdotes y los ancianos han dicho que él debe morir, porque se decía a sí mismo Hijo de Dios.

Y Pilato le ha enviado a la cruz, porque dijo que él era el rey de los Judios”.

Estas palabras familiares cayeron sobre el corazón cansado de Artabán.

Le habían llevado durante toda la vida sobre la tierra y el mar.

Y ahora venían a él oscuramente y misteriosamente como un mensaje de desesperación.

El rey estaba a punto de perecer. Tal vez Él ya se estaba muriendo.

¿Podría ser el mismo que había nacido en Belén hacía treinta y tres años, cuyo parto había aparecido en la estrella en el cielo, y de cuya venida de los profetas habían hablado?

El corazón de Artabán venció la aprehensión, que es la dudosa la emoción de la vejez.

Pero dijo dentro de sí:

“Los caminos de Dios son más extraños que los pensamientos de los hombres, y puede ser que haya encontrada al Rey al fin, en manos de sus enemigos, y es el momento de ofrecer mi perla por su rescate antes de que muera”.

Así que el anciano siguió a la multitud con pasos lentos y dolorosos hacia la puerta de Damasco.

Más allá de la entrada una tropa de soldados macedonios llegó por la calle arrastrando una niña con vestido roto y el pelo despeinado.

El mago se detuvo para mirarla con compasión, se escapó de repente de las manos de sus verdugos, y se arrojó a sus pies. Había visto su gorra blanca y el círculo con alas sobre su pecho.

“Ten piedad de mí”, exclamó, “y sálvame, por el bien del Dios de la pureza. Yo también soy una hija de la verdadera religión que se enseña por los magos.

Mi padre era un comerciante de Partia, pero él está muerto, y me han tomado por sus deudas para ser vendida como esclava. Sálvame de la peor de las muertes

Artabán tembló.

Era el viejo conflicto en su alma, que había llegado a él en el palmeral de Babilonia y en la casa en Belén.

Conflicto entre la expectativa de la fe y el impulso del amor.

Dos veces el regalo que había consagrado al culto de la religión había sido extraído de sus manos al servicio de la humanidad sufriente.

Esta era la tercera prueba, el período de prueba definitiva, la elección final e irrevocable.

¿Era su gran oportunidad, o su última tentación?

Sólo una cosa estaba clara en la oscuridad de su mente, era inevitable.

¿Y lo inevitable no proviene de Dios?

Sólo una cosa estaba segura, que rescatar a esta chica indefensa sería un verdadero acto de amor.

¿Y no es el amor la luz del alma?

Tomó la perla de su pecho. Nunca había parecido tan luminosa, tan radiante, tan llena de lustre vivo. La puso en la mano de la esclava.

“¡Este es tu rescate, hija! Es el último de mis tesoros que he tenido guardado para el Rey”.

Mientras hablaba, la oscuridad del cielo se espesó y temblores corrieron a través de la tierra.

Las paredes de las casas se sacudieron de un lado a otro. Nubes de polvo llenaban el aire.

Los soldados huyeron aterrorizados, tambaleándose como borrachos.

Artabán estaba estremecido. ¿Para qué tenía que vivir?

Había regalado el último vestigio de su tributo para el rey. Se había extinguido la última esperanza de encontrarlo.

La búsqueda había terminado y había fallado. Pero, incluso en ese pensamiento había paz.

No era renuncia. No era sumisión. Era algo más profundo.

Él sabía que todo estaba bien, porque había hecho lo mejor que podía.

Había sido fiel a la luz que le había dada.

Sabía incluso que si pudiera vivir su vida en la tierra otra vez, no podía ser de otra manera de lo que había sido.

Una pulsación más prolongada del terremoto estremeció  el suelo.

Un azulejo pesado golpeó al anciano en la sien.

Quedó sin aliento y pálido, con la cabeza gris apoyada en el hombro de la joven, y la sangre goteando de la herida.

Su viaje había terminado. Se aceptaron sus tesoros. El Otro Rey Mago había encontrado al Rey.

 

MORALEJA SOBRE LA FE Y EL AMOR

Van Dyke describe el conflicto de Artabán como la expectativa de fe contra el impulso del amor.

Es un conflicto que a menudo ha estado presente durante los años transcurridos desde la Encarnación.

Por ejemplo la hermana de San Benito, Escolástica, oró para que su hermano pudiera mantenerse durante toda la noche hablando con ella en lugar de regresar a su monasterio, según lo prescrito por su famosa regla.

Artabán usa sus dones para salvar a un extraño enfermo, a un niño amenazado, y a una mujer a punto de ser esclava.

Pero hay unas las palabras de Cristo que resuenan en nuestros oídos:

“En verdad te digo, que cuanto has hecho a uno de los más pequeños de estos mis hermanos más pequeños, me lo has hecho a mí”.

Artabán, al igual que el hombre de la parábola, vendió todas sus posesiones para comprar las gemas para el rey; para obtener el reino de los cielos.

Esta era la expectativa de la fe.

Lo que no esperaba fue que él tendría que dar estos regalos a los demás por amor.

El Reino se obtiene a través de la entrega de uno mismo.

“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará”.

Nuestra tarea va a parecer tonta e incluso equivocada al mundo, como lo fue para uno de los interlocutores de Artabán al comienzo de la historia.

Esto es un sueño vano dijo Tigranes.

“Se trata de un exceso de mirar a las estrellas y la sobre estimación de los pensamientos elevados”.

Tigranes continuó diciendo que Artabán haría mejor ahorrando su dinero y poniéndolo en la construcción de una nuevo templo.

Y Tigranes estaba en lo correcto.

La Encarnación es para los soñadores un sueño tan fantástico que supera incluso a los más increíbles.

Artabán debería haber ahorrado su dinero y gastado en un templo, al igual que una mujer arrepentida debería haber vendido el perfume y el dinero gastado en los pobres.

Una vez más, el amor se niega a someterse a las reglas.

Y, por último, Artabán es un ejemplo para nosotros por su entrega de regalos.

Artabán dio honor a Jesús al dar regalos a los demás.

Al mostrar el amor por nuestros vecinos, mostramos el amor a Cristo.

Artabán descubrió esta maravillosa verdad después que dio sus dones.

Nosotros tenemos la ventaja de los Evangelios y por lo tanto podemos hacerlo como parte de nuestra fe.

Puedes ver aquí una película sobre esta historia.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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¿Qué tipo de Fenómeno fue la Estrella de Belén? [que guió a los reyes magos]

La estrella de Belén es materia de estudio desde la antigüedad.

Se ha tratado de descifrar su historicidad y que la produjo.

A todas luces parecería que tal astro fue una intervención directa de Dios.
.
O que Dios aprovechó un hecho natural astronómico para guiar a los Magos hasta Belén.
.
Aunque Dios no tiene necesidad de aprovechar nada ya que Él puede crear cualquier cosa.

   

LA DUDA DE COMO SE PLASMÓ

¿Fue un hecho astronómico natural y visible para todos o fue una creación divina para ese momento y ese lugar?

En las Sagradas Escrituras nos encontramos a Dios muchas veces se comunica con los hombres por medio de señales en la naturaleza.

Como por ejemplo la brisa de la tarde en el Paraíso, el arco iris después del Diluvio, la Zarza ardiente, la diáfana nube de San Elías, etc…

Pero lo cierto es que los evangelios dejan claro que los Magos fueron los únicos en darse cuenta de este astro.

¿Fue porque eran estudiosos de la astronomía?.
.
¿Fue porque Dios puso un velo en las demás personas para que no vieran este evento astronómico?
.
¿O fue una visión que Dios dio solamente a los Magos?

No lo sabemos.

En su propio nacimiento humano, la segunda persona de la Santísima Trinidad quiso usar de una señal en el cielo, la Estrella de Belén.

Este hecho es narrado únicamente por un evangelista: San Mateo.

Es verdad que en aquella época se admitía que el nacimiento de personas importantes estaba relacionado con ciertos movimientos de los astros celestiales.

Así, se decía que Alejandro Magno, Julio César, Augusto, y hasta filósofos como Platón tuvieron su estrella, aparecida en el cielo cuando ellos vinieron al mundo.

Mucho se ha hablado respecto de la estrella aparecida a los tres Reyes Magos.

Y no han faltado hombres de ciencia que han intentado encontrar una explicación natural para ese suceso sobrenatural, centro de la historia humana.

El evento hay que buscarlo en la naturaleza en los años alrededor del nacimiento de Jesús en Belén hace 2000 años.

   

EL NACIMIENTO DE JESÚS

Los mismos evangelios permiten aproximar tal fecha, al momento que señalan hechos históricos claves como el reinado de Herodes, la realización en esa época de un censo de población y el hecho de que Cirinio era gobernador de Siria.

Los períodos de tiempo de tales hechos están bien acotados.

Tomando en cuenta la variación en el calendario, diversas teorías establecen que en realidad el año en que habría ocurrido la Natividad sería entre 7 años antes a 7 años después de la era cristiana.

Por otra parte, considerando las descripciones del suceso, tales como el pastoreo de la época durmiendo al raso, lo que normalmente se hacía en la primavera, indican que el nacimiento habría ocurrido entre los meses de marzo y abril.

Hay abundantes opiniones sobre que la celebración de la Navidad el 25 de diciembre tiene orígenes paganos, ya que se celebraba el solsticio de invierno, que en esa época ocurría en esa fecha.

El solsticio se ha corrido en el tiempo debido a la lenta rotación del eje de la Tierra conocida con precisión.

Fue entre los años 352 y 366 cuando se comenzó a imponer la celebración de la Natividad la noche del 24 de diciembre, por influencia de los monjes griegos San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno.

 

   

LOS REYES MAGOS

Según narra el Evangelio de San Mateo 2:2:

“…llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle”.

¿Quiénes eran los magos?

Si investigamos, el término mago concluimos que no es la idea actual que tenemos de estos personajes.

Mago viene del griego magoi.

Magoi significa matemático, astrónomo y astrólogo.

Por lo tanto, en una época donde todavía no se separaba la Astronomía de la Astrología, eran personajes que estudiaban las estrellas.

¿De dónde procedían?

Esto es importante al momento de marcar una dirección y así poder ubicar hacia dónde veían la estrella.

Muchos historiadores los ubican en la antigua Persia, hoy Irán.

Pero para los Persas, una estrella más no habría sido elemento relevante.

Por lo tanto, aunque originarios de Persia, los reyes magos habrían sido Babilonios, quienes si tenían interés y estudiaban las estrellas.

Finalmente, ¿qué fue lo que vieron?

Los relatos indican

“…hemos visto su estrella hacia el oriente”, “Una estrella indescriptiblemente grande…”. “…un astro brillaba en el cielo más que todos los restantes…”.

   

LA POSICIÓN DE SANTO TOMAS DE AQUINO

Algunos teólogos defienden que San Mateo hizo una interpretación de las tradiciones de la época.

Refiriéndose al astro no como una estrella en el sentido literal, sino como símbolo del nacimiento de un personaje importante.

Sin embargo esta es una posición modernista que trata de desvestir a los evangelios de eventos sobrenaturales calificando todo o casi tomo como un símbolo.

Pero Santo Tomás, el doctor angélico, ya pensó en eso en su época y resolvió la cuestión en la Suma Teológica (III q. 36 a. 7), usando cinco argumentos de San Juan Crisóstomo:

• Esta estrella siguió un camino de norte a sur, que no es lo común en las estrellas.

• Ella aparecía no solo de noche, sino también durante el día.

• Algunas veces ella aparecía y otras se ocultaban.

• No tenía un movimiento continuo: avanzaba cuando era preciso que los magos caminasen, y se detenía cuando ellos debían detenerse, como la columna de nubes en el desierto.

• La estrella mostró el parto de la Virgen no sólo permaneciendo en lo alto, sino también descendiendo, pues no podía indicar claramente la casa si no estuviese cercana a la Tierra.

Pero si ese astro no fue propiamente una estrella ¿qué era?

Según el propio Santo Tomás, todavía citando al Crisóstomo, podría haber sido:

• El Espíritu Santo así como apareció en forma de paloma sobre Nuestro Señor en Su Bautismo, también apareció a los Reyes Magos en forma de estrella.

• Un ángel, el mismo que apareció a los pastores, apareció a los Reyes Magos en forma de estrella.

• Una especie de astro creado aparte de los otros, no en el cielo sino en la atmósfera próxima a la tierra, y que se movía según la voluntad de Dios.

Como solución al misterio de la estrella de Belén, Santo Tomás afirmaba que lo más probable y correcto era esta última alternativa.

Ahora evaluemos la posibilidad de que se tratara de un astro verdadero, para lo cual hay que ir a la astronomía.

  

LA ESTRELLA DE BELÉN Y EL CONOCIMIENTO ASTRONÓMICO ACTUAL

¿Existió realmente la estrella de Belén?

Los hombres de Ciencia, particularmente los astrónomos, vienen haciéndose esa pregunta desde hace mucho tiempo.

Aunque todavía no se puede dar una explicación científica unánime y hay muchas teorías al respecto.

Podemos saber que en la zona aproximada, en donde se sitúa el nacimiento de Jesús y en esa fecha, tuvieron lugar algunos acontecimientos astronómicos importantes e inusuales.

  

CONJUNCIONES ASTRONÓMICAS

Algunas veces debido al movimiento aparente en el cielo de los planetas puede darse que dos planetas se encuentren tan juntos en el cielo que incluso en ocasiones (las menos), ambos cuerpos sean indistinguibles a simple vista.

Este tipo de situaciones reciben el nombre de conjunciones planetarias.

Aunque la posibilidad de que se den es más pequeña, puede suceder que en lugar de dos sean tres los planetas que estén muy cerca en el cielo.

Dichas conjunciones planetarias han sido consideradas a lo largo de la historia como el acontecimiento astronómico que inició la marcha de los Reyes Magos a Belén.

  

La conjunción del año 7 a.C.

La estrella pudo haber sido la conjunción de Júpiter y Saturno que se produjo el año 7 a. C.

En el año 7 a.C. ocurrió una conjunción planetaria (acercamiento aparente en el cielo de dos o más planetas), nada habitual.

Júpiter se paseó casi justamente por delante de Saturno, hasta en 3 ocasiones en poco tiempo, en la constelación de Piscis.

En este caso, los magos interpretarían este hecho como un gran rey (Júpiter) de Justicia (Saturno) nace entre los judíos (Piscis).

El símbolo de los peces (Piscis) está asociado además a la simbología antigua del cristianismo.

Se esperaba la llegada del Mesías, según los profetas, y estos signos indicaban que el hecho estaba ocurriendo, al menos para los Magos de oriente.

Júpiter es el dios principal y Saturno su padre.

¿Qué acontecimiento más grande se podía pedir para el nacimiento del Mesías?

Y no una sola vez confluyeron los planetas, sino tres.

Reyes, dioses y pescadores, una simbología concordante con la aparición de una gran figura, al menos para aquellos que esperaban al Mesías.

En 1925 se encontró una tablilla de arcilla a 100 km de Babilonia, con caracteres cuneiformes, que habla de la conjunción triple entre Júpiter y Saturno, así que fue visible en toda aquella zona.

Dicha conjunción planetaria o acercamiento entre los dos grandes planetas, es posible reproducirla hoy con programas informáticos de astronomía.

La tablilla está en el museo estatal de Berlín.

La conjunción de Júpiter y Saturno en Piscis, que tuvo lugar en el año 7 a.C., entre  Mayo y Diciembre del año 7 a.C., en tres ocasiones, es un fenómeno que ocurre cada 900 años.

La primera de las tres grandes aproximaciones de los planetas, se produjo el 22 de mayo, del año 7 a.C. tal como se recogió en ciertos papiros egipcios.

Este fenómeno, tan espectacular e infrecuente, pudo servirles a los Magos para iniciar su viaje, con lo que la segunda conjunción, a finales de septiembre, coincidiría con su visita a Herodes.

Si procedían de Arabia, Mesopotamia o lugar análogo, la duración de su viaje podría alargarse a unos 4 meses.

La tercera conjunción, ocurrió a comienzos de diciembre.

La hipótesis de que la estrella de Belén se trató de esa triple conjunción tuvo su origen, a principios del siglo XIX, en el obispo danés Munter.

Hubo otras conjunciones planetarias en los años 6, 5, 3 y 2 a.C.

  

La conjunción del año 6 a.C.

El 25 de febrero del año 6 a.C. otro fenómeno celeste tuvo lugar: Júpiter y Saturno estaban muy próximos, aún menos que en el año 7 a.C., pero un tercer planeta brillante, Marte, se colocó justo entre ellos.

El astrónomo Kepler, observó este fenómeno entre el 19 y el 24 de diciembre de 1603 con los planetas en conjunción: Júpiter, Saturno, Mercurio.

Y tras numerosos cálculos, llegó a la conclusión de que se repetía cada 805 años y que había sucedido entre los años 7 al 6 a.C. con los planetas gigantes.

Aunque en aquella ocasión Júpiter solo pasó una vez cerca de Saturno y no tres veces como la del año 7 a.C.

Por lo tanto también fue un acontecimiento maravilloso y rarísimo en el cielo.

  

La conjunción de los años 3 y 2 a.C.

Por su parte Antonio Yagüe maneja la hipótesis de que se trató de una conjunción séxtuple de Júpiter en poco más de un año, entre el 12 de agosto del (3 a.C.) y 18 de octubre del (2 a.C.).

Esto sucedió mientras transitaba por las constelaciones de Leo y Virgo.

Estas tres veces seguidas en muy poco tiempo quería decir simbólicamente para ellos algo así como: viene el Mesías (Júpiter) al pequeño Rey (Regulus) del Rey del Cielo (Leo).

Tres coincidencias de Júpiter y Regulus, los días 14 de septiembre del año 3 a.C. , 16 de febrero y 9 de mayo del año 2 a.C.

Sus indagaciones lo llevan a pensar que el astro percibido debió ser la triple conjunción Júpiter-Regulus, que estuvo precedida en aquella ocasión por una conjunción Júpiter-Venus como estrella de la mañana y seguida de otra doble Júpiter-Venus, que alterna como estrella de la tarde y finalmente estrella de la mañana.

De este modo la señal completa del Nacimiento de Jesucristo supone 6 conjunciones de Júpiter en un breve espacio de 427 días: tres con Venus y tres con Regulus.

El triple signo Júpiter-Regulus queda embebido en un triple signo Júpiter-Venus.

La cadencia de repetición de esta señal de 6 conjunciones significativas de Júpiter es de 4 veces cada 2147 años.

Era la cuarta vez que se producía desde los tiempos del diluvio.

Él interpreta que el simbolismo global que consideraron los Magos era el encuentro de la Madre (Venus) y el Rey del Cielo (Leo), trayendo al Mesías (Júpiter) como pequeño Rey (Regulus).

LA HIPÓTESIS SOBRE COMETAS

La aparición de cometas como símbolo de la estrella de Belén es un hecho procedente de la Edad Media.

Y es claramente representado en el cuadro La Adoración de los Reyes Magos pintado por el italiano Giotto di Bondone sobre el año 1304.

Giotto pintó su “estrella de Belén” en el cuadro, probablemente por la sorpresa que le habría supuesto la aparición en 1301 del cometa que hoy conocemos con el nombre de Halley.

La iconografía fue adaptando poco a poco esta figura en todas las escenas que hacían referencia a la Natividad y, de alguna u otra forma, nos ha llegado a nuestros días.

Científicos han analizado la posibilidad de que la estrella de Belén se tratase de un cometa que viajase visible desde el este al sur durante 2-4 meses.

Sin embargo, la astronomía no registró por esos tiempos ningún fenómeno de ese tipo.

Tan solo existe la posibilidad del cometa Halley, pero su aparición tuvo lugar hacia el año 12 a.C., lo que parece alejarse de la posible fecha del nacimiento de Jesús.

  

LA HIPÓTESIS DE UNA SUPERNOVA

Otra posibilidad planteada es la aparición de una supernova en los cielos.

Una supernova es una estrella muy masiva que aumenta bruscamente su luminosidad, de tal forma que no es posible que pase inadvertida en el cielo.

Ciertamente es difícil que la estrella de Belén pudiera interpretarse como una supernova.

Porque cuando una estrella se convierte en una supernova, su estadio final es una envoltura gaseosa que se va expandiendo con el tiempo.

Con los telescopios y radiotelescopios que existen hoy día, es fácil observar donde se encuentra éste remanente de supernova y no se ha detectado ningún resto de supernova en la zona.

  

LA HIPÓTESIS DE UNA ESTRELLA NOVA

Antes sugerimos una supernova como un candidato ideal para ser la estrella de Belén. Hubiera sido, cuanto menos, curioso.

Pero ¿y si en lugar de ser un objeto tan espectacular como una supernova fuera una nova?

Una nova es una estrella que, como consecuencia de las reacciones nucleares explosivas que se dan en las capas más superficiales de la estrella, sufre un aumento de brillo considerable aunque no se acerca al excepcional aumento que sufren las supernovas

¿Acaso pudo ser la estrella de Belén una nova, una nueva estrella?

Datos procedentes de los astrónomos chinos indican el registro de una nova en la constelación de Capricornio hacia marzo-abril del año 5 a.C., estrella que fue muy brillante y visible durante 70 días.

Esa estrella parece ser que apareció por el este varias horas antes del amanecer, lo que concuerda con el relato de Mateo.

Sin embargo, lo que se cuenta en Mateo 2:9, implica que posteriormente fue visible hacia el sur, cuando los Magos se dirigían a Belén, tras su visita al rey Herodes.

Una nova no hubiera podido moverse tanto, por lo que la hipótesis de la nova resulta difícil de creer.

  

EL PLANETA JÚPITER POR SI MISMO

El astrónomo Ivor Bulmer-Thomas propuso que las conjunciones, antes mencionadas, de Marte, Júpiter y Saturno en los años 7 y 6 a.C. alertaron a los Magos para otra señal celestial.

Y esta tuvo lugar en mayo del año 5 a.C., consistente en el llamado movimiento retrógrado de Júpiter, cuando el planeta hace una especie de lazo en el cielo y al final del mismo parece permanecer estacionario durante una semana.

Los astrónomos babilonios tenían un gran interés por este fenómeno y los Magos podrían haber iniciado el viaje cuando Júpiter emergió desde detrás del Sol en el mes de mayo del año 5 a.C.

Con lo que, cuatro meses después, al final del viaje en Belén, el luminoso planeta Júpiter se encontraría aparentemente parado, estacionario.

La suposición de que el planeta Júpiter fue realmente la estrella de Belén es la aceptada también por numerosos astrónomos como los del Observatorio Griffith.

Se basan también en el hecho de que Júpiter estuvo en conjunción próxima con Venus dos veces, y con Regulus tres veces en un periodo de 10 meses cercanos al tiempo supuesto del nacimiento de Jesús, que es lo que manejó Yagüe.

  

OTRAS HIPÓTESIS

Algunos astrónomos como Mark Kidger (investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias) o Humphreys (de la Royal Astronomical Society) disponen de una hipótesis no centrada en un objeto u acontecimiento en concreto, sino en varios.

Su hipótesis se basa en centrarnos primeramente en la conjunción planetaria del año 7 a.C.

Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis le habría llamado poderosamente la atención a los Reyes Magos como ya hemos explicado.

Posteriormente en el año 6 a.C. Marte, Júpiter y Saturno se agruparon muy cerca entre ellos en una zona del cielo reducida, de nuevo en la constelación de Piscis.

Si bien el suceso no tuvo nada en especial los Reyes Magos estaban ya sobreavisados, así que a la menor señal de alarma, iniciarían la partida.

Algo que llegaría con la nova del año 5 a.C la cual se mantendría visible durante más de 70 días, tiempo suficiente para que los Reyes Magos llegaran a ver a Jesús.

De ésta forma Kidger y Humphreys sitúan a la Estrella de Belén como una sucesión de acontecimientos astronómicos sucedidos durante dos años.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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¿Quiénes Eran en Verdad los Reyes Magos?

¿Quiénes Eran en Verdad los Reyes Magos y de Dónde Venían?

El 6 de enero los cristianos occidentales celebran la visita de los «Reyes Magos» al niño Jesús. 

El relato de la visita de estos personajes se puede encontrar en Mateo 2: 1-18

 

Según la Escritura, “hombres sabios de Oriente” siguieron una estrella que les mostró donde había nacido Jesús y luego “se postraron y lo adoraron” (Mateo 2:11).

   

¿QUÉ SABEMOS ACERCA DE LOS «REYES MAGOS»?

La creencia tradicional de que había tres hombres es un desarrollo basado en los dones de oro, incienso y mirra registrados en Mateo 2:11.

La identificación de los magos como reyes se puede haber desarrollado a partir de una lectura del Salmo 72 que dice: “todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones” (Salmo 72:11).

La mayoría de los pesebres incluyen a los magos, pero sabemos por la Escritura que no llegaron hasta más tarde. 

Algunos estudiosos de la Biblia sugieren que esto puede no haber ocurrido hasta un año y medio después del nacimiento, en base a la orden del rey Herodes de matar a los niños varones de hasta dos años, según Mateo 2:16.

El hecho de que Herodes mandó matar a todos los niños de hasta dos años de edad sugiere que había pasado un tiempo. 

En cualquier caso, Mateo no nos dice exactamente cuánto tiempo había transcurrido entre el nacimiento de Jesús y su llegada.

   

¿CUÁL ERA EL OFICIO DE ESTOS HOMBRES?

La atribución de que eran magos se mantiene con algo de misterio.

A menudo, las traducciones de la Biblia usan la palabra astrólogos para magos. 

En griego, el idioma original del Evangelio, la palabra mago (magoi en plural) tiene cuatro significados:

1 – miembro de la clase sacerdotal de la antigua Persia, donde la astrología y la astronomía eran prominentes en los tiempos bíblicos;

2 – que tenía ciencia y poder oculto, y era experto en interpretación de los sueños, adivinación del futuro y la mediación espiritual;

3 – un mago propiamente; o

4 – un charlatán, que seduce a las personas que utilizan las prácticas antes mencionadas.

A partir de estas definiciones posibles y la descripción proporcionada en el Evangelio, la interpretación más extendida es que los magos podrían persas, probablemente sacerdotes-astrólogos, que podían interpretar las estrellas, en particular la estrella que proclamó el nacimiento del Mesías.

Incluso el antiguo historiador Heródoto (siglo 5 aC) podía dar fe de la destreza astrológica de la clase sacerdotal de Persia.

Más importante aún, la visita de los magos cumplía las profecías del Antiguo Testamento, en el que Balaam profetizó de la venida del Mesías marcado por una estrella:

“Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel (Núm 24:17)

Ya vimos que en el Salmo 72 se habla de cómo las naciones vendrán a adorar al Mesías.

Isaías también profetizó los regalos:

Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Saba vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh” (Isaías 60: 6).

Sin embargo el reino de Saba no era Persia.

   

¿DE DÓNDE VENÍAN?

Lo más común es considerar que estos personajes venían de Persia.

Esta corriente de opinión se basa en que al oriente de Palestina sólo la antigua Media, Persia, Asiria y Babilonia tienen un sacerdocio de Magos en el tiempo del nacimiento de Cristo.

Por lo que podrían haber venido desde alguna parte del Imperio Parto.

Probablemente cruzaron el desierto de Siria, entre el Eufrates y Siria, llegando a Haleb (Aleppo) o Tudmor (Palmyra), recorriendo el trayecto hasta Damasco y hacia el sur, en lo que ahora es la gran ruta a la Meca (darb elhaj, “el camino de los peregrinos”), continuando por el Mar de Galilea y el Jordán por el oeste hasta cruzar el vado cerca de Jericó.

Esto les habría insumido más de un año.

Sin embargo, por otro lado, la mirra y el incienso dan apoyo a pensar que podrían haber venido del actual Yemen.

Isaías profetizó que vendrían con incienso como obsequio al Redentor y Jeremías 6:20 nos confirma que el incienso bíblico se importaba de Seba.

La mirra también era un producto de Arabia y específicamente de Seba.

Los arqueólogos están de acuerdo cada vez más que el antiguo y poderoso reino de Saba se encontraba en el extremo sur de la península arábiga, y que estaba extendido profundamente en el este de África.

Los tres regalos de los magos indican un origen en Saba ya que el reino era conocido en primer lugar por su gran riqueza de las minas de oro de África.

En segundo lugar, la boswellia, árbol desde el que se extrae la goma que se utiliza para hacer incienso.

En tercer lugar, la commiphora, árbol desde el que se deriva la resina de mirra para que crece sólo en la península arábiga.

En tiempos antiguos la mirra tenía varios usos, inclusive el hacer de perfume, ungüento e incienso.

La Escritura nos dice que cuando el Redentor viniera, los descendientes de Abraham vendrían de Seba a verlo.

Los Salmos también hablan de estos regalos. En el Salmo 72 habla de la venida del Redentor.

El verso 10 dice “Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones” y el verso 15 dice “Y mientras viva se le dará del oro de Sabá”.

  

¿CUÁNTOS ERAN? ¿QUÉ REGALOS LLEVARON A JESÚS?

San Mateo registra que los magos trajeron tres dones como ya vimos.

Cada uno también tienen un significado profético: el oro, el regalo de un rey; el incienso el regalo para un sacerdote; y mirra, una pomada entierro, un regalo para alguien que moriría. 

San Ireneo (202 dC), en su Adversus haereses ofreció la siguiente interpretación de los dones de oro, incienso y mirra, que respectivamente significan un regalo para un rey, alabanza, y sufrimiento redentor, así como la virtud, la oración y dolor.

Tradicionalmente, pensamos en los tres magos como los tres reyes. 

Por lo general tenemos a los tres reyes en nuestro pesebre convergiendo de acuerdo a los tres regalos, quienes siguieron una estrella en ascenso en el este.

En realidad, la tradición más antigua es inconsistente en cuanto al número de los magos.

La tradición oriental favoreció 12.

En Occidente, varios de los padres de la Iglesia como San León Magno y San Máximo de Turín aceptaron tres.

Una pintura paleocristiana en Roma encontrada en el cementerio de los Santos Pedro y Marcelino representa a dos magos y en el cementerio de Santa Domitila, cuatro.

Desde el siglo VII en la Iglesia Occidental los magos han sido identificados como Gaspar, Melchor y Baltasar.

Una obra llamada Excerpta et Collectanea atribuida a San Beda (735 dC) escribió:

“Los magos fueron los que dieron regalos al Señor.
.
El primero se dice que ha sido Melchor, un anciano de pelo blanco de mucha barba que ofreció el oro al Señor como a un rey. 

El segundo fue Gaspar, joven, sin barba y de tez rojiza.

Él lo honró como a Dios por su don de incienso, una oblación digna de la divinidad. 

El tercero, fue un negro de piel clara y espesa barba, llamado Baltasar.

Su don de mirra testimonia al Hijo del Hombre que iba a morir”.

En el mundo antiguo era protocolo llevar regalos a un rey o a un objeto de culto.

En 243 aC, un rey sirio ofreció oro, incienso y mirra al dios Apolo.

La reina de Saba había traído a Salomón oro, especias y piedras preciosas.

Los regalos eran apropiados no sólo para un rey, sino para Dios, escribió San Juan Crisóstomo, comparándolos con las ofrendas tradicionales judías de animales.

Por esta razón, el santo cree que los magos adoraron a Jesús como Dios.

Otros afirman que los dones eran simplemente costumbre oriental y no siempre han tenido un significado especial.

Aunque algunos dicen que había tres regalos porque había tres reyes magos.

El Dr. Peter Kreeft encuentra significado en el número tres.

Tres hombres sabios, tres regalos, tres oficios (profeta, sacerdote y rey), tres partes del alma humana (intelecto, corazón y voluntad) debido a que el inventor y diseñador del hombre es tres. 

La mente medieval se hace eco por una muy buena razón: todo está hecho por la Trinidad, y lo que se hace debe reflejar su Hacedor.

  

¿QUÉ SUCEDIÓ CON ESTOS PERSONAJES DESPUÉS?

Un extracto de un calendario de santos medievales impreso en Colonia dice,

“habiendo sido sometidos a muchas pruebas y fatigas por el Evangelio, los tres reyes magos se reunieron en Sewa (Sebaste en Armenia) en el año 54 para celebrar la fiesta de Navidad. 

Entonces, después de la celebración de la misa, ellos murieron: San Melchor, el 1 de enero de 116 años; San Baltasar el 6 de enero de 112 años; y San Gaspar el 11 de enero de edad 109”.

El Martirologio Romano también enumera estas fechas como los respectivos días de fiesta de los Reyes Magos.

El emperador Zenón trajo llevó reliquias de los magos de Persia a Constantinopla en 490.

Las reliquias (ya sea las mismas u otras) aparecieron en Milán mucho más tarde y se mantuvieron en la Basílica de San Eustorgio.

El emperador Federico Barbarroja de Alemania, que saqueó Italia, llevó las reliquias a Colonia en 1162, donde permanecen hasta el día, en un precioso relicario ubicado en la catedral.

  

¿CÓMO INTERPRETAR SUS REGALOS HOY DÍA?

Es la temporada para la entrega de regalos, por lo que podemos interpretar lo que hay que llevar al Niño Jesús.

Una iglesia ortodoxa rusa ofreció algunas ideas para preparar nuestros propios dones de «oro, incienso y mirra.»

Mientras que el oro es el metal más precioso, el rey David dijo que la Palabra de Dios es lo más valioso y deseable.

Así que si estudiamos la Biblia y meditamos en ella, damos a Dios un regalo más precioso que el oro.

La fragancia del incienso se eleva a Dios, sirviendo como un regalo de agradecimiento agradable a Dios.

Si traemos a Dios nuestro regalo de “agradecimiento”, como se dice en los Salmos, sería complacer a Dios más que con el incienso.

La mirra es el aceite que contiene la savia aromática de un árbol con el que eran ungidos los reyes y sacerdotes. La palabra mirra significa amargura o tristeza.

Podemos llevar nuestra propia mirra-tristeza y remordimiento por nuestros pecados al Señor.

San Basilio el Grande también sugirió seguir el ejemplo de los Magos ofreciendo regalos a Dios:

Que no haya nadie sin un regalo para ofrecer, nadie sin agradecimiento al celebrar la salvación del mundo, el cumpleaños de la raza humana”

  

¿CÓMO VIVE EL MUNDO A LOS REYES MAGOS ACTUALMENTE?

Para nosotros, los nacidos en el siglo pasado, los Reyes Magos fueron siempre tres.

Y dependiendo de a quien se le hiciera la pregunta sobre quiénes eran, la contestación sería diferente.

Después de los siete u ocho años, ya se susurraba en voz baja la respuesta, para que los más chiquitos no se enteraran.

Y no nos interesaba si eran reyes o magos, porque en realidad no importaban por si mismos sino por los regalos que nos traían.

En esa época de nuestra niñez no nos cuestionábamos nada fuera del hecho de que de nada servía escribir cartitas.

Porque todo el mundo infantil sabia que los Reyes Magos en realidad nos dejaban lo que ellos querían.

Con el transcurso de los años fuimos aprendiendo a dejar de mirarnos a nosotros mismos y comenzamos a ver lo que pasaba a nuestro alrededor y comprendimos muchas cosas que antes nos parecían inexplicables.

La costumbre de hacer esperar a los niños la noche del 5 de enero los juguetes que a la mañana siguiente saldrían a exhibir orgullosos, generó también injusticias que deben haber hecho llorar a Jesús.

Porque, increíblemente, los Reyes parecían olvidarse sistemáticamente cada año de pasar por las casas y los barrios pobres.

Evidentemente los Sabios de Oriente fueron siempre inocentes de dicha terrible injusticia, a pesar que habían identificado y encontrado a quien sería el Rey Mesías esperado por el pueblo de Israel, de forma tan certera.

Y es que el género humano, el único género creado por Dios, eligió equivocarse desde el principio.

Y paradójicamente, en lugar de rectificar y ser mejor, insistió en continuar en el error a lo largo de la historia.

Porque, aún sabiendo que debía amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, eligió siempre no hacerlo.

Y finalmente llegado el siglo XXI, ha decidido sacudirse las creencias y eliminar la fe de su vida, para tranquilizar su conciencia.

Pero en esta loca carrera por el consumo sigue con la tradición de los Reyes Magos, que es lo único que parece calmar esa fiebre que lo devora.

Eso si, este género humano cada vez más deshumanizado, no cree en Jesús, a quien los verdaderos Reyes Magos llevaron sus regalos.

Pero sí le conviene creer en la fecha que le da cada año la oportunidad de gastar más allá de lo que puede, con el objetivo de compensar a sus hijos la poca atención que les presta durante el año, aunque no sea más que en parte.

Evidentemente Jesús no aprobaría esta conducta y mirándonos desde la Cruz o desde Su trono de gloria, estará esperando, con esa eterna cualidad Suya de saber esperar cada uno de nuestros tiempos, que un día el mundo sea aquello para lo cual El entregó Su Preciosa Vida.

Y ese día ya nada va a importar más que El mismo.

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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A la Epifanía del Señor DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Oraciones a la Epifanía del Señor y a los Reyes Magos

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ORACIÓN I

Señor Jesús: que a imitación de los Magos de Oriente
vayamos también nosotros frecuentemente
a adorarte en tu Casa que es el Templo
y no vayamos jamás con las manos vacías.
Que te llevemos el oro de nuestras ofrendas,
el incienso de nuestra oración fervorosa,
y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti,
y que te encontremos siempre junto a tu Madre Santísima María,
a quien queremos honrar y venerar siempre
como Madre Tuya y Madre nuestra.
Amén.

 reyesmagos

ORACIÓN II

¡Oh Santos Reyes que desde el oriente
supisteis encontrar en el cielo el camino de Belén!,
alcanzadnos de aquel Niño Divino que adorasteis primero,
el vernos libres de las hechicerías de la falsa ciencia,
para que, a través del conocimiento de los cielos,
los mares y la tierra,
y de todo lo que hay en ellos,
alcancemos al que lo creó todo de la nada,
para facilitar el camino de la salvación a todos,
y así poder ofrecer el fruto de nuestro saber,
como oro al Rey de reyes
y como incienso
y mirra al Dios
y hombre verdadero.
Amén.

Sant'Apollinare_Nuovo_00 

ORACIÓN A LA EPIFANÍA

 por Alvin Peña

Adoración

Te adoramos, oh Cristo Eucarístico, oh Pan de Vida, Tú que te has manifestado como el Mesías. Te adoramos unidos a la adoración de los reyes magos. Tú eres nuestro Dios y Señor, y tú mereces todo nuestro respecto, porque tú has venido del Padre para mostrarnos Su amor. Tú has venido para salvarnos, reconciliándonos con Dios. Te adoramos oh Divino Niño. En tu apariencia de Niño se esconde tu naturaleza divina, tú que eres Niño y eres nuestro Dios. Y en tu apariencia de pan se esconde tu naturaleza humana y divina, donde ya no es un pan, sino nuestro Dios, su cuerpo, sangre, alma, y divinidad. Bendito seas, oh Jesús, porque por nosotros tú has nacido. Tú eres digno de ser alabado y bendecido por siempre, porque tu bondad es grande, y tu gloria es inmensa. Te adoro, oh Dulce Dios, mi Salvador, tú que eres Hijo de Dios y Salvador del mundo. Reconocemos que tú eres nuestro Dios y que no hay Dios fuera de ti.

Acción de Gracias

Te damos gracias, oh Rey de los judíos, oh rey de las naciones, porque por nosotros tú has nacido, y que siendo Dios y vestido de gloria en el cielo, te vestiste de pobreza haciéndote niño, y esto con mucho amor. Te damos gracias, porque tú te has manifestado no a los que se creían santos primero, sino a los que más te necesitaban y te necesitan. Gracias, oh Jesús, por darte conocer a nosotros. Gracias por tu bondad, manifestada en tu llegada a nosotros. Gracias por tu dulce misericordia, pues tu viste como vivíamos, y por eso llegaste a nosotros. Santo es Tu Nombre! Gracias, oh Niño Dios, presente en la Eucaristía, por revelarte a nosotros. Gracias por darnos la fe de creer que tú estás en medio de nosotros. Gracias, oh Hijo de Dios, e Hijo de María, por tu amor, por tu ternura, por mirarnos con ojos de niño, siempre con delicadeza y atención. Gracias por enseñarnos un nuevo camino, un camino mejor. Gracias por la Luz que brilla desde tu trono, el Espíritu Santo, quién se entrega con más plenitud a aquellos que te aman y se entregan a tu amor en el Santísimo Sacramento del Altar. Gracias mi buen Jesús por estar en medio de nosotros.

Propiciación

Oh Jesús, Niño de Belén, no somos dignos de tanta bondad. No somos dignos de que tú vengas con tanto deseo a nosotros. El conocerte es un don demasiado para nosotros. No merecemos ver tu gran manifestación. Muchas veces hemos rechazado tu invitación de ir a donde ti en Tu Santuario. Muchas veces no fuimos a Tu banquete celestial, que es la Santa Misa. Señor, ten compasión de nosotros. Sabemos Señor, que pidiéndote dar más de nuestro tiempo, no lo hemos hecho. Tú que viniste a salvarnos, míranos con ojos tiernos de amor y misericordia. Tú que has nacido por nosotros, ten piedad de nosotros, oh Cordero de Dios, y perdónanos por no recibirte con más frecuencia. Tú que te has manifestado a nosotros como nuestro Mesías, oh Cordero de Dios, ten piedad de nosotros y perdónanos por las veces que no te hemos buscado a ti en el Santísimo, en la oración, en la Sagrada Escritura, en nuestros hermanos y nuestros enemigos. Tú que viniste a salvarnos, oh Cordero de Dios, ten piedad de nosotros y de las veces que no hemos hecho el esfuerzo de conocer más el amor de nuestro Padre que tu viniste a relevarnos.

Unión y Petición

Queremos estar Contigo, oh Jesús, tú que perdonas al de corazón contrito y humillado. Contigo está la felicidad que tuvo la Virgen María, San José, y los reyes magos, al contemplarte, adorarte y conocerte. Queremos ser uno Contigo en el amor. Te ofrecemos Señor, no oro, ni incienso ni mirra, sino, nuestra mente, nuestro corazón, nuestra alma, y nuestro espíritu. También te ofrecemos nuestro cuerpo, para que sea tu templo. Te ofrecemos todo nuestro amor, todo nuestro ser. Tu eres, oh Jesús, lo mejor, y el Mejor. Te amamos Jesús, y nos entregamos a ti con sencillez de corazón. Danos los signos de tu amor. Danos la sanación, la sanación de nuestros cuerpos, nuestros dolores, nuestras enfermedades. Danos la sanación de nuestros sufrimientos, de nuestros rencores y falta de perdón. Danos la sanación de nuestra mente, de nuestras memorias, de nuestras tentaciones de pensamiento. Danos la sanación de nuestros corazones, nuestras heridas y falta de amor, sanando nuestro interior. Danos la sanación de nuestros malos deseos. Danos la salvación, ¡oh Salvador! Salva a nuestros parientes, a nuestros familiares, a nuestras amistades, a nuestros vecinos, a nuestros enemigos, y a nuestros asociados. Danos la libertad, para ser completamente tuyos oh Cordero de Dios! Danos tu amor y tu gracia. Convierte a los pecadores, Señor y Niño Dios. Concédenos la paz, oh Príncipe de Paz, y la paz en todos los países y lugares del mundo, oh Jesús Sacramentado. Bendice a los pobres, tristes, hambrientos, desamparados y encarcelados a través de tu gente buena, oh Cristo Libertador. Dales consuelo y fortaleza a todos los que lo necesitan en este momento, especialmente los moribundos. Y a las almas del purgatorio, derrama una gota de tu preciosa sangre cada vez que se hace memoria de tu pasión, muerte y resurrección, durante la Misa en la consagración y al partir el pan. Todo esto te lo pedimos, adorándote, dándote gracias, pidiéndote perdón, y suplicándote, en tu Santo Nombre, Jesús, tú que eres el Mesías, el Hijo y el Cordero de Dios, y que vives y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

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Beata Ana Catalina Emmerich Breaking News Devociones Experiencias sobrenaturales Jesucristo MENSAJES Y VISIONES Movil NOTICIAS Noticias 2017 - enero - junio Religion e ideologías Vidente

El Viaje de los Reyes Magos a Belén: Visión de Catalina Emmerich

He visto llegar hoy la caravana de los Reyes, por la noche, a una población pequeña con casas dispersas, algunas rodeadas de grandes vallas.

Me parece que es éste el primer lugar donde se entra en la Judea…

reyesmagos

La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Aunque aquella era la dirección de Belén, los Reyes torcieron hacia la derecha, quizás por no hallar otro camino más directo.

Al llegar allí su canto era más expresivo y animado; estaban más contentos porque la estrella tenía un brillo extraordinario: era como la claridad de la luna llena, y las sombras se veían con mucha nitidez.

A pesar de todo, los habitantes parecían no reparar en ella. Por otra parte eran buenos y serviciales.

Algunos viajeros habían desmontado y los habitantes ayudaban a dar de beber a las bestias.

Pensé en los tiempos de Abrahán, cuando todos los hombres eran serviciales y benévolos.

Muchas personas acompañaron a la comitiva de los Reyes Magos llevando palmas y ramas de árboles cuando pasaron por la ciudad.

La estrella no tenía siempre el mismo brillo: a veces se oscurecía un tanto; parecía que daba más claridad según fueran mejores los lugares que cruzaban.

Cuando vieron los Reyes resplandecer más a la estrella, se alegraron mucho pensando que sería allí donde encontrarían al Mesías.

Esta mañana pasaron al lado de una ciudad sombría, cubierta de tinieblas, sin detenerse en ella, y poco después atravesaron un arroyo que se echa en el Mar Muerto.

Algunas de las personas que los acompañaban se quedaron en estos sitios.

He sabido que una de aquellas ciudades había servido de refugio a alguien en ocasión de un combate, antes que Salomón subiera al trono.

Atravesando el torrente, encontraron un buen camino.

Esta noche volví a ver el acompañamiento de los Reyes que había aumentado a unas doscientas personas porque la generosidad de ellos había hecho que muchos se agregaran al cortejo.

Ahora se acercaban por el Oriente a una ciudad cerca de la cual pasó Jesús, sin entrar, el 31 de Julio del segundo año de su predicación.

El nombre de esa ciudad me pareció Manatea, Metanea, Medana o Madián.

Había allí judíos y paganos; en general eran malos.

A pesar de atravesarla una gran ruta, no quisieron entrar por ella los Reyes y pasaron frente al lado oriental para llegar a un lugar amurallado donde había cobertizos y caballerizas. En este lugar levantaron sus carpas, dieron de beber y comer a sus animales y tomaron también ellos su alimento.

Los Reyes se detuvieron allí el jueves 20 y el viernes 21 y se pusieron muy pesarosos al comprobar que allí tampoco nadie sabía nada del Rey recién nacido.

Les oí relatar a los habitantes las causas porque habían venido, lo largo del viaje y varias circunstancias del camino.

Recuerdo algo de lo que dijeron.

El Rey recién nacido les había sido anunciado mucho tiempo antes.

Me parece que fue poco después de Job, antes que Abrahán pasara a Egipto, pues unos trescientos hombres de la Media, del país de Job (con otros de diferentes lugares) habían viajado hasta Egipto llegando hasta la región de Heliópolis.

No recuerdo por qué habían ido tan lejos; pero era una expedición militar y me parece que habían venido en auxilio de otros.

Su expedición era digna de reprobación, porque entendí que habían ido contra algo santo, no recuerdo si contra hombres buenos o contra algún misterio religioso relacionado con la realización de la Promesa divina.

En los alrededores de Heliópolis varios jefes tuvieron una revelación con la aparición de un ángel que no les permitió ir más lejos.

Este ángel les anunció que nacería un Salvador de una Virgen, que debía ser honrado por sus descendientes. Ya no sé cómo sucedió todo esto; pero volvieron a su país y comenzaron a observar los astros.

Los he visto en Egipto organizando fiestas regocijantes, alzando allí arcos de triunfo y altares, que adornaban con flores, y después regresaron a sus tierras.

Eran gentes de la Media, que tenían el culto de los astros.

Eran de alta estatura, casi gigantes, de una hermosa piel morena amarillenta.

Iban como nómadas con sus rebaños y dominaban en todas partes por su fuerza superior.

No recuerdo el nombre de un profeta principal que se encontraba entre ellos.

Tenían conocimiento de muchas predicciones y observaban ciertas señales trasmitidas por los animales.

Si éstos se cruzaban en su camino y se dejaban matar, sin huir, era un signo para ellos y se apartaban de aquellos caminos.

Los Medos, al volver de la tierra de Egipto, según contaban los Reyes, habían sido los primeros en hablar de la profecía y desde entonces se habían puesto a observar los astros.

Estas observaciones cayeron algún tiempo en desuso; pero fueron renovadas por un discípulo de Balaam y mil años después las tres profetisas, hijas de los antepasados de los tres Reyes, las volvieron a poner en práctica.

Cincuenta años más tarde, es decir, en la época a que habían llegado, apareció la estrella que ahora seguían para adorar al nuevo Rey recién nacido.

Estas cosas relataban los Reyes a sus oyentes con mucha sencillez y sinceridad, entristeciéndose mucho al ver que aquéllos no parecían querer prestar fe a lo que desde dos mil años atrás había sido el objeto de la esperanza y deseos de sus antepasados.

A la caída de la tarde se oscureció un poco la estrella a causa de algunos vapores, pero por la noche se mostró muy brillante entre las nubes que corrían, y parecía más cerca de la tierra.

Se levantaron entonces rápidamente, despertaron a los habitantes del país y les mostraron el espléndido astro.

Aquella gente miró con extrañeza, asombro y alguna conmoción el cielo; pero muchos se irritaron aun contra los santos Reyes, y la mayoría sólo trató de sacar provecho de la generosidad con que trataban a todos.

Les oí también decir cosas referentes a su jornada hasta allí. Contaban el camino por jornadas a pie, calculando en doce leguas cada jornada.

Montando en sus dromedarios, que eran más rápidos que los caballos, hacían treinta y seis leguas diarias, contando la noche y los descansos.

De este modo, el Rey que vivía más lejos pudo hacer, en dos días, cinco veces las doce leguas que los separaban del sitio donde se habían reunido, y los que vivían más cerca podían hacer en un día y una noche tres veces doce leguas.

Desde el lugar donde se habían reunido hasta aquí habían completado 672 leguas de camino, y para hacerlo, calculando desde el nacimiento de Jesucristo, habían empleado más o menos veinticinco días con sus noches, contando también los dos días de reposo.

La noche del viernes 21, habiendo comenzado el sábado para los judíos que habitaban allí, los Reyes prepararon su partida.

Los habitantes del lugar habían ido a la sinagoga de un lugar vecino pasando sobre un puente hacia el Oeste.

He visto que estos judíos miraban con gran asombro la estrella que guiaba a los Magos; pero no por eso se mostraron más respetuosos.

Aquellos hombres desvergonzados estuvieron muy importunos, apretándose como enjambres de avispas alrededor de los Reyes, demostrando ser viles y pedigüeños, mientras los Reyes, llenos de paciencia, les daban sin cesar pequeñas piezas amarillas, triangulares, muy delgadas, y granos de metal oscuro. Creo por eso que debían ser muy ricos estos Reyes.

Acompañados por los habitantes del lugar dieron vueltas a los muros de la ciudad, donde vi algunos templos con ídolos; más tarde atravesaron el torrente sobre un puente, y costearon la aldea judía.

Desde aquí tenían un camino de veinticuatro leguas para llegar a Jerusalén.

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La Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús: visión de Catalina Emmerich

Se apearon al llegar cerca de la gruta de la tumba de Maraña, en el valle, detrás de la gruta del Pesebre.

Los criados desliaron muchos paquetes, levantaron una gran carpa e hicieron otros arreglos con la ayuda de algunos pastores que les señalaron los lugares más apropiados…

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La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Se encontraba ya en parte arreglado el campamento cuando los Reyes vieron la estrella aparecer brillante y muy clara sobre la colina del Pesebre, dirigiendo hacia la gruta sus rayos en línea recta.

La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro.

No se veía casa alguna por la densa oscuridad, y la colina aparecía en forma de una muralla.

De pronto vieron dentro de la luz la forma de un Niño resplandeciente y sintieron extraordinaria alegría. Todos procuraron manifestar su respeto y veneración.

Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta.

Mensor la abrió, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en sus visiones.

Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto.

En esto José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fue a su encuentro.

Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que habían venido para adorar al Rey de los Judíos recién Nacido, cuya estrella habían observado, y querían ofrecerle sus presentes.

José los recibió con mucho afecto. El pastor anciano los acompañó hasta donde estaban los demás y les ayudó en los preparativos, juntamente con otros pastores allí presentes.

Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo.

Brillaban con reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas.

En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo con sus grandes mantos.

Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas de su familia, además, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequeña mesa, una carpeta con flecos y otros objetos.

Los Reyes siguieron a José, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta, cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos ponía sobre ella las cajitas de oro y los recipientes que desprendían de su cintura.

Así ofrecieron los presentes comunes a los tres.

Mensor y los demás se quitaron las sandalias y José abrió la puerta de la gruta.

Dos jóvenes del séquito de Mensor, que le precedían, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirándose después hacia atrás, siguiéndoles otros dos con la mesita donde estaban colocados los presentes.

Cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, el rey Mensor depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra.

Detrás de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se inclinaban con toda humildad y respeto.

Mientras tanto Sair y Teokeno aguardaban atrás, cerca de la entrada de la gruta. Se adelantaron a su vez llenos de alegría y de emoción, envueltos en la gran luz que llenaba la gruta, a pesar de no haber allí otra luz que el que es Luz del mundo.

María se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un brazo, a la izquierda del Niño Jesús, el cual estaba acostado dentro de la gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde había nacido.

Cuando entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tomó al Niño en sus brazos, cubriéndolo con un velo amplio.

El rey Mensor se arrodilló y ofreciendo los dones pronunció tiernas palabras, cruzó las manos sobre el pecho, y con la cabeza descubierta e inclinada, rindió homenaje al Niño.

Entre tanto María había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía. María sostenía su cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro.

El Niño tenía sus manecitas juntas sobre el pecho y las tendía graciosamente a su alrededor. ¡Oh, qué felices se sentían aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Niño Rey!.

Viendo esto decía entre mí: «Sus corazones son puros y sin mancha; están llenos de ternura y de inocencia como los corazones de los niños inocentes y piadosos.

No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del amor».

Yo pensaba: «Estoy muerta; no soy más que un espíritu: de otro modo no podría ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen en este momento.

Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay tiempo: en Dios todo es presente.

Yo debo estar muerta; no debo ser más que un espíritu».

Mientras pensaba estas cosas, oí una voz que me dijo: «¿Qué puede importarte todo esto que piensas?… Contempla y alaba a Dios, que es Eterno, y en Quien todo es eterno».

Vi que el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puñado de barritas compactas del tamaño de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que brillaban como oro. Era su obsequio.

Lo colocó humildemente sobre las rodillas de María, al lado del Niño Jesús. María tomó el regalo con un agradecimiento lleno de sencillez y de gracia, y lo cubrió con el extremo de su manto.

Mensor ofrecía las pequeñas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo, buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable.

Después se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad, ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras.

Era un recipiente de incienso, lleno de pequeños granos resinosos, de color verde, que puso sobre la mesa, delante del Niño Jesús.

Sair ofreció incienso porque era un hombre que se conformaba respetuosamente con la Voluntad de Dios, de todo corazón y seguía esta voluntad con amor.

Se quedó largo rato arrodillado, con gran fervor.

Se retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad.

Sus miembros algo endurecidos no le permitían arrodillarse: permaneció de pie, profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tenía una hermosa planta verde.

Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeñas ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra.

Ofreció la mirra por ser el símbolo de la mortificación y de la victoria sobre las pasiones, pues este excelente hombre había sostenido lucha constante contra la idolatría, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas.

Lleno de emoción estuvo largo tiempo con sus cuatro acompañantes ante el Niño Jesús.

Yo tenía lástima por los demás que estaban fuera de la gruta esperando turno para ver al Niño.

Las frases que decían los Reyes y sus acompañantes estaban llenas de simplicidad y fervor.

En el momento de hincarse y ofrecer sus dones decían más o menos lo siguiente:

«Hemos visto su estrella; sabemos que Él es el Rey de los Reyes; venimos a adorarle, a ofrecerle nuestros homenajes y nuestros regalos».

Estaban como fuera de sí, y en sus simples e inocentes plegarias encomendaban al Niño Jesús sus propias personas, sus familias, el país, los bienes y todo lo que tenía para ellos algún valor sobre la tierra.

Le ofrecían sus corazones, sus almas, sus pensamientos y todas sus acciones.

Pedían inteligencia clara, virtud, felicidad, paz y amor.

Se mostraban llenos de amor y derramaban lágrimas de alegría, que caían sobre sus mejillas y sus barbas.

Se sentían plenamente felices.

Habían llegado hasta aquella estrella, hacia la cual desde miles de años sus antepasados habían dirigido sus miradas y sus ansias, con un deseo tan constante.

Había en ellos toda la alegría de la Promesa realizada después de tan largos siglos de espera.

María aceptó los presentes con actitud de humilde acción de gracias.

Al principio no decía nada: sólo expresaba su reconocimiento con un simple movimiento de cabeza, bajo el velo.

El cuerpecito del Niño brillaba bajo los pliegues del manto de María. Después la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a cada uno de los Reyes, y echó su velo un tanto hacia atrás.

Aquí recibí una lección muy útil. Yo pensaba: «¡Con qué dulce y amable gratitud recibe María cada regalo!

Ella, que no tiene necesidad de nada, que tiene a Jesús, recibe los dones con humildad.

Yo también recibiré con gratitud todos los regalos que me hagan en lo futuro». ¡Cuánta bondad hay en María y en José! No guardaban casi nada para ellos, todo lo distribuían entre los pobres.

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