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Lo que les espera a los sacerdotes pedófilos luego de la muerte

No confundir nuestras emociones humanas con el juicio de Dios.
En una entrevista concedida al vaticanista italiano Paolo Rodari del diario Il Foglio, el famoso exorcista, el padre Gabriele Amorth, comenta una homilía del ex promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo Benedicto XVI, monseñor Charles Scicluna, y señala que si bien es cierto que un sacerdote que ha cometido abusos sexuales podría sufrir más en el infierno que otros condenados, es necesario no exagerar y nunca olvidar que nadie sabe “hasta donde Dios sabrá perdonar” porque Él es esencialmente misericordia.

 

 

Monseñor Charles Scicluna aseguraba que para los culpables de abusos sexuales a menores el infierno sería más duro que para otros. Esta expresión es la políticamente correcta ante el horror de los abusos sexuales de sacerdotes, pero no deja de ser una expresión de la emoción humana y no necesariamente el juicio de Dios.

Este es un tema controvertido y para discernir.

El exorcista de Roma afirma que le escuchó decir a Monseñor Scicluna que,

«para los sacerdotes culpables de abusos sexuales a menores el infierno será más duro que para otros. Incluso si pudiese tener razón, creo que es necesario concentrarse en no hacer que la Iglesia se convierta en más justicialista que los tribunales civiles. En mi opinión se está exagerando».

Al ser preguntado sobre si la Iglesia es muy dura con los sacerdotes que cometen abusos sexuales, el padre Amorth precisa:

«no he dicho eso. Pienso sin embargo en que Dios es misericordia. Cada pecador, a través de la confesión y la penitencia, puede comenzar siempre nuevamente. Cierto: un sacerdote que ha cometido algunos pecados tiene delante de sí una existencia difícil, en la que siempre cargará con sus culpas, porque algunas de éstas no se cancelan con una simple lavada en la propia existencia. Éstas, si bien podrían ser redimidas, están siempre ante quien las ha cometido. Entonces la caridad, la oración y la penitencia darán sentido a la vida si de verdad se está arrepentido».

«La Iglesia no debe olvidar que la palabra que mejor define quién es Dios es la misericordia. Y nadie puede saber cómo será el juicio de Dios. Nadie puede saber hasta donde la misericordia de Dios será capaz de llegar, hasta dónde Dios será capaz de perdonar«, agrega.

El exorcista indica luego que los demonios son muchos, miles y explica que ellos

«han elegido libremente rebelarse contra Dios y estar en el infierno. El infierno, que ha mencionado el padre Sicluna, también tiene grados. Así como también el paraíso. Esto se da como si estuviera compuesta de muchísimas estrellas que brillan cada una de modo distinto. Es obvio que el alma de San Francisco brille de modo distinto a la de un gran pecador que se convierte en el último instante de su vida. Así también el infierno está hecho de muchos condenados, todos sometidos al príncipe de las tinieblas, Satanás, todos sometidos jerárquicamente».

«Recuerdo el relato que me hizo una vez el exorcista del que aprendí todo: el Padre Candido (Amantini), que durante treinta años fue exorcista en Roma y en la Escala Santa. Estaba exorcizando a un poseído cuando al demonio que estaba dentro de esta persona le dice:

‘¿por qué no te vas del infierno? ¿por qué no dejas las tinieblas en las que estás? ¿por qué no regresas a la luz?’.

El demonio le respondió:

“Tú no sabes nada’ –para nosotros los exorcistas cuando un demonio dice esto es porque está a punto de decir algo verdadero, no está mintiendo –

‘Tú no sabes nada” dijo el demonio al Padre Candido y añadió:

“Si me voy de allí Satanás me castiga”».

«Con esto quiero decir que en cierto sentido Scicluna tiene razón: existe una jerarquía también en el infierno. Todos están sometidos al ángel caído. Todos se odian y se hostigan y buscar prevalecer sobre los otros, pero todos temen a Satanás», precisó.

Tras subrayar que nunca escuchó a un demonio hablarle de los pecados del clero en relación a niños, el padre Amorth afirma que los espíritus malignos «hablan poquísimo. Son reacios a hablar. Durante los exorcismos es dificilísimo sacarles alguna palabra. Y cuando hablan la mayor parte de las veces mienten. Dicen muchísimas mentiras».

Esto sucede, concluye,

«porque no quieren revelarse. El exorcismo los constriñe a salir al descubierto, a decir quiénes son y a irse de la persona poseída, mientras que ellos quieren quedarse encubiertos y destruir la vida de los que poseen».

Fuente: Il Foglio, Signos de estos Tiempos

 

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Mitos y verdades sobre las acusaciones de pedofilia a la Iglesia Católica

Desmontando operaciones mediáticas.

 

Hasta la movida laicista agresiva dentro de la ONU ha presentado un informe  revolviendo el tema de la pedofilia para “pegarle” al Vaticano en el punto débil, con el objetivo de deteriorar su imagen y reclamar que modifique su doctrina sobre el aborto, la anticoncepción y la homosexualidad, haciendo caso omiso a la serie de medidas que la iglesia ha tomado desde el pontificado de Benedicto XVI para luchar contra este flagelo. Ver aquí nuestro informe.

 

dibujo de pedofilia

 

Se trata de una estrategia de deterioro de imagen de la Iglesi Católica, que comienza con la creación de contenido negativo que luego será distribuído mediante el “levante” de la noticia por parte de los medios de comunicación del sistema.

Crisis Magazine desmistificó las acusaciones y medias verdades sobre la acusación de pedofilia a la Iglesia Católica, y que ahora es un buen momento de reproducir en español.

Mito 1: Es más probable que sacerdotes católicos, en comparación con otros grupos de hombres, sean pedófilos

Esto es simplemente falso. No existe evidencia alguna de que los sacerdotes estén más inclinados a abusar de los niños que otros grupos de hombres.

El uso y abuso de los niños como objeto de gratificación sexual por parte de los adultos es epidémico en todas las clases sociales, profesiones, religiones y grupos étnicos alrededor del mundo, según lo demuestran claramente las estadísticas acerca de la pornografía, el incesto y la prostitución infantil. La pedofilia (el abuso sexual de niños preadolescentes) entre los sacerdotes es extremamente rara, pues afecta solamente al 0.3% del clero. Esta cifra, citada en el libro Pedophiilia and Priests (Pedofilia y Sacerdocio), escrito por el estudioso no-católico Philip Jenkins, está tomada del estudio más amplio que existe hoy día sobre este tema. Concluye que solamente uno de entre 2.252 sacerdotes que formaron parte del estudio a lo largo de un período de más de 30 años, se ha visto afectado por la pedofilia. En los escándalos recientes de Boston, solamente 4 de entre más de los 80 sacerdotes etiquetados por los medios de comunicación como «pedófilos» son en realidad culpables de abusar de niños pequeños.

La pedofilia es un tipo particular de desorden sexual compulsivo en el cual un adulto (hombre o mujer) abusa de niños preadolescentes. La gran mayoría de los escándalos sexuales del clero que están saliendo a la luz ahora no entran propiamente en la categoría de pedofilia. Más bien, se deben calificar como efebofilia o atracción homosexual hacia adolescentes. Aunque el número total de sacerdotes que cometen abuso sexual es más alto que el de los que son culpables de pedofilia, la cifra total queda aún por debajo del 2% que es semejante al porcentaje que se da entre hombres casados (Jenkins, Pedophilia and Priests).

Con ocasión de la crisis actual en la Iglesia, otros grupos religiosos e instituciones no religiosas han admitido tener problemas semejantes tanto de pedofilia como de efebofilia entre las filas de su clero o personal. No hay evidencia de que la pedofilia sea más común entre el clero católico, que entre los Ministros protestantes, los líderes Judíos, los médicos, o miembros de cualquier otra institución en la que los adultos ocupen posiciones de autoridad sobre los niños.

Mito 2. El estado célibe de los sacerdotes conduce hacia la pedofilia El celibato no es causa de ninguna adicción sexual desviada, entre las que se cataloga la pedofilia. 

De hecho, en comparación con los sacerdotes, es tan probable que los hombres casados abusen sexualmente de los niños (Jenkins, Pedophilia and Priests). Entre la población general, la mayoría de los transgresores son hombres heterosexuales reincidentes que abusan sexualmente de las niñas. También hay mujeres que cometen este tipo de abusos sexuales. Aunque es difícil obtener estadísticas exactas sobre el abuso sexual de los niños, los rasgos característicos de los que repetidamente cometen abuso sexual con niños han sido bien descritos. El perfil de los abusadores sexuales de niños nunca incluye adultos normales que se sienten atraídos eróticamente hacia los niños como resultado de la abstinencia (Fred Berlin, Compulsive Sexual Behaviors, in Addiction and Compulsion Behaviors [Boston: NCBC, 1998]; Patrick J. Carnes, Sexual Compulsion: Challenge for Church Leaders, in Addiction and Compulsion; Dale O’Leary, Homosexuality and Abuse).

Mito 3. Si los sacerdotes se casaran, desparecerían la pedofilia y otras formas de conducta sexual desviada.

Algunas personas incluyendo algunos disidentes católicos que suelen expresar su disconformidad en público se están aprovechando de esta crisis para promover sus propios intereses. Como respuesta a los escándalos, algunos están exigiendo que el clero sea casado, como si el matrimonio hiciera que «ciertos» hombres dejasen de molestar sexualmente a los niños. Esta afirmación se desmiente con las estadísticas mencionadas antes sobre el hecho de que, comparados con los sacerdotes célibes, es igualmente común que los hombres casados abusen sexualmente de los niños. (Jenkins, Pedophilia and Priests).

Dado que ni el ser católico ni el ser célibe predispone a una persona a caer en la pedofilia, el clero casado no resolvería el problema (Doctors call for pedophilia research, The Hartford Currant, March 23). No hay más que mirar a las crisis en otras religiones, sectas o profesiones para ver este punto con claridad.

El hecho es que hombres heterosexuales sanos no suelen caer en la atracción erótica hacia los niños como resultado de su abstinencia.

Mito 4. El celibato sacerdotal fue una invención medieval.

Mentira. En la Iglesia católica de Occidente, el celibato se practicó ya universalmente a partir del siglo IV, comenzando con la adopción que S. Agustín hizo de la disciplina monástica para todos sus sacerdotes. Además de las muchas razones prácticas para adoptar esta disciplina se suponía que era un buen medio para evitar el nepotismo. El estilo de vida célibe permitía a los sacerdotes ser más independientes y disponibles. Este ideal era también una oportunidad para que los sacerdotes dieran también testimonio del mismo estilo de vida que sus hermanos los monjes. La Iglesia no ha cambiado las normas del celibato, porque con el paso de los siglos se ha dado cuenta del valor práctico y espiritual que posee (Pablo VI, carta encíclica sobre El celibato sacerdotal, 1967). De hecho, incluso en la Iglesia católica del Este que admite también la posibilidad de tener sacerdotes casados los obispos son elegidos solamente entre los sacerdotes no casados.

Cristo reveló el verdadero valor y significado del celibato. Los sacerdotes católicos, desde S. Pablo hasta el presente le han imitado en la total donación de si mismos a Dios y a los demás viviendo célibes. Aunque Cristo elevó el matrimonio al nivel de sacramento que revela el amor y vida de la Santísima Trinidad, él fue también testigo vivo de la vida futura. Los sacerdotes célibes son para nosotros testigos vivos de esta vida futura en la cual la unidad y el gozo del matrimonio entre un hombre y una mujer son sobrepasados por la perfecta y amorosa comunión con Dios. El celibato entendido y vivido adecuadamente libera a la persona para amar y servir como Cristo lo hizo.

En los últimos cuarenta años, el celibato ha sido un testimonio todavía más poderoso del sacrificio amoroso de hombres y mujeres que se ofrecen a si mismos para servir a sus comunidades.

Mito 5. Mujeres sacerdotes ayudarían a solucionar el problema.

No hay en absoluto ninguna conexión lógica entre el comportamiento desviado de una pequeña minoría de sacerdotes varones y la inclusión en sus filas de las mujeres. Aunque es verdad que según muestran la mayoría de las estadísticas sobre abuso de niños es más común que los hombres abusen de ellos, el hecho es que también hay mujeres que molestan sexualmente a los niños. En 1994, elNational Opinion Research Center demostró que la segunda forma más común de abuso sexual de niños era el de mujeres que abusaban de niños varones. Por cada tres varones abusadores sexuales de niños, hay una mujer abusadora. Las estadísticas sobre las mujeres que abusan sexualmente de otros son más difíciles de obtener porque el crimen es más oculto (entrevista con el Dr. Richard Cross, «Una cuestión de carácter», National Opinion Research Center; cf. Carnes). Además, es más imporbable que sus víctimas más frecuentes, los niños, reporten los abusos sexuales, especialmente cuando el abusador es una mujer (O’Leary, Child Sexual Abuse).

Hay razones por las cuales la Iglesia no puede ordenar sacerdotes a las mujeres (como Juan Pablo II ha explicado en numerosas ocasiones). Pero esto nos sacaría ahora del tema. El debate sobre la ordenación de las mujeres no está para nada relacionado con el problema de la pedofilia ni con otras formas de abuso sexual.

Mito 6. La homosexualidad no está conectada con la pedofilia.

Esto es simplemente falso. Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Aunque la pedofilia exclusiva (atracción hacia los preadolescentes) es un fenómeno extremo y raro, un tercio de los varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins, Priests and Pedophilia). La seducción de adolescentes varones por parte de homosexuales es un fenómeno bien documentado. Esta forma de comportamiento desviado es el tipo más común de abuso obrado por sacerdotes y está directamente relacionado con el comportamiento homosexual.

Como Michael Ross muestra en su libro, Goodbye!, Good Men (¡Adiós, hombres buenos!), hay una activa sub-cultura homosexual dentro de la Iglesia. Esto se debe a varios factores. La confusión que se ha dado en alguna ocasión en la Iglesia como resultado de la revolución sexual de los años 60, el tumulto posterior al Concilio Vaticano II, y una mayor aprobación de la homosexualidad por parte de la cultura. Todo esto hizo que se creara un ambiente en el cual homosexuales varones activos fueron alguna vez admitidos y tolerados en el sacerdocio. La Iglesia se ha apoyado también más en la psiquiatría para valorar la idoneidad de a los candidatos al sacerdocio y para tratar a los sacerdotes que tenían problemas. En 1973, The American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) dejó de considerar la homosexualidad como una orientación objetivamente desordenada y la suprimió de su Manual Diagnóstico y Estadístico (Nicolosi, J., Reparative Therapy of Male Homosexuality, 1991; Diamond, E,. Et al. Homosexuality and Hope, documento no publicado de la CMA). Lógicamente, el tratamiento de comportamientos sexuales desviados se vio afectado por este cambio de actitud.

Mientras la actitud de la Iglesia hacia quienes tienen problema de atracción homosexual se ha caracterizado por la compasión, también ha sido firme y constante en sostener el punto de vista de que la homosexualidad es objetivamente desordenada y que el matrimonio entre un hombre y una mujer es el único contexto propio para el ejercicio de la actividad sexual.

Mito 7. La jerarquía católica no ha hecho nada para solucionar la pedofilia.

Aunque todos estamos de acuerdo en que la jerarquía no ha hecho en algunos lugares todavía lo suficiente, esta afirmación es, sin embargo, falsa. Cuando el Código de Derecho Canónico fue revisado en 1983, se añadió un pasaje importante:

«El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencia o amenazas, o públicamente o con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera» (CIC, c. 1395, §2).

Pero ciertamente, no es lo único que la Iglesia ha hecho. Los obispos, comenzando con el Papa Pablo VI en 1967, publicaron una advertencia dirigida a los fieles sobre las consecuencias negativas de la revolución sexual. La encíclica papal Sacerdotalis coelibatus (sobre el celibato sacerdotal), trató el tema del celibato sacerdotal en medio de un ambiente cultural que exigía mayor «libertad» sexual. El Papa volvió a reafirmar el celibato al mismo tiempo que apelaba a los obispos para que asumieran responsabilidad por «los hermanos sacerdotes afligidos por dificultades que ponen en peligro el don divino que han recibido». Aconsejaba a los obispos que buscaran ayuda para estos sacerdotes, o, en casos graves, que pidieran la dispensa para los sacerdotes que no podían ser ayudados. Además, les pidió que fuesen más prudentes al juzgar sobre la aptitud de los candidatos al sacerdocio.

En 1975, la Iglesia publicó otro documento llamado Declaración sobre ciertas cuestiones sobre la ética sexual (escrito por el cardenal Josef Raztinger) que trataba explícitamente, entre otros asuntos, el problema de la homosexualidad entre los sacerdotes. Tanto el documento de 1967 como el de 1975 tratan el tema de las desviaciones sexuales, incluso la pedofilia y la efebofilia, que son especialmente frecuentes entre los homosexuales.

En 1994, el Ad hoc Committee on Sexual Abuse (Comité sobre abuso sexual de la Conferencia Episcopal Americana) publicó unas orientaciones dirigidas a las 191 diócesis de Estados Unidos para ayudarles a crear unas líneas de acción para tratar el problema de abuso sexual de menores. Casi todas las diócesis redactaron sus propias directrices (USCCB document: Guideliness for dealing with Child sexual Abuse, 1993-1994). En estas fechas la pedofilia se reconocía ya como un desorden que no podía ser curado, y como un problema que se estaba agravando debido al aumento de la pornografía. Antes de 1994, los obispos siguieron la opinión de los psiquiatras expertos que creían que la pedofilia podía ser tratada con éxito. Los sacerdotes convictos de abuso sexual eran enviados a uno de los establecimientos especializados de los Estados Unidos. Los obispos frecuentemente se basaban en los juicios de los expertos para determinar si los sacerdotes estaban listos para volver al ministerio. Esto no mitiga la negligencia por parte de algunos miembros de la jerarquía, pero por lo menos ayuda a entender mejor la cuestión.

Como respuesta a los escándalos recientes, algunas diócesis están creando comisiones especiales para afrontar los casos de abuso de menores, y también están creando grupos de defensa de las víctimas; y están reconociendo oficialmente que se debe atender inmediatamente cualquier legítima acusación.\

Mito 8. La enseñanza de la Iglesia sobre moralidad sexual es el verdadero problema, no la pedofilia.

La enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad sexual se basa en la dignidad de la persona humana y en la bondad de la sexualidad humana. Esta enseñanza condena el abuso de los niños en todas sus formas, lo mismo que condena otros crímenes sexuales reprensibles como la violación, el incesto, la pornografía infantil y la prostitución infantil. En otras palabras, si estas enseñanzas se vivieran, no existiría el problema de la pedofilia.

La creencia de que esta enseñanza conduce a la pedofilia se basa en un concepción falsa o en una deliberada falsa interpretación de la moral sexual católica. La Iglesia reconoce que la actividad sexual sin el amor y compromiso que se da solamente en el matrimonio, disminuye la dignidad de la persona humana y a fin de cuentas es destructiva. En lo que se refiere al celibato, siglos de experiencia han probado que hombres y mujeres pueden abstenerse de la actividad sexual al mismo tiempo que se realizan plenamente viviendo una vida sana y llena de sentido.

Mito 9. Los periodistas católicos han ignorado el problema de la pedofilia.

Como todo lector de CRISIS sabe, esta afirmación es claramente falsa. Nuestro artículo de portada de octubre de 2001 se titulaba así: The High Price of Priestly Pederasty, (El alto precio de la pederastia de los sacerdotes), una exposición del escándalo que saldría a la superficie en el resto de la prensa tres meses después. Puedes leer nuestro artículo haciendo click sobre el título.

Y nosotros no fuimos los únicos que hemos seguido el problema de pedofilia/pederastia. Charles Sennot, autor de Broken Covenant, Rod Dreher de la National Review, el cofundador de CRISIS, Ralph McIncerny, Maggie Gallagher, Dale O’Leary, The Catholic Medical Association, Michael Novak, Peggy Noona, Bill Donohue, Dr. Richard Cross, Philip Lawler, Alan Keyes, and Msgr. George Kelly han cubierto este tema ampliamente.

El hecho de que el resto de los medios de comunicación haya ignorado nuestro trabajo, no significa que no lo hayamos hecho.

Mito 10. El requisito del celibato limita el número de candidatos al sacerdocio, con el resultado de que haya un número alto de sacerdotes sexualmente desequilibrados.

Primero de todo, no existe un «alto número de sacerdotes sexualmente desequilibrados». De nuevo afirmamos que la gran mayoría de los sacerdotes son normales, sanos y fieles. Cada día demuestran que son dignos de la confianza de aquellos cuyo cuidado se les ha confiado.

En segundo lugar, quienes no se sienten llamados a una vida de celibato están ipso facto excluidos de poder ser sacerdotes católicos. De hecho, la mayoría de los hombres no está llamada a ser célibe. Sin embargo, algunos están llamados, y de entre ellos algunos están llamados por Dios al sacerdocio.

La vocación sacerdotal, como el matrimonio, requiere el mutuo y libre consentimiento de ambas partes. Por tanto, la Iglesia debe discernir si un candidato es verdaderamente digno y apto mental, física y espiritualmente para comprometerse a una vida de servicio sacerdotal. El deseo que un candidato tenga de ser sacerdote no constituye de por sí una vocación. Los directores espirituales y vocacionales conocen ahora mejor que nunca las deficiencias de carácter que hacen que un candidato, en otros campos cualificado, no sea apto para el sacerdocio.

Fuentes: Actualidad y Análisis, Sgnos de estos Tiempos  

 

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Wikileaks revela las tensiones entre el Vaticano y los curas brasileños [2011-07-01] SdeT

La situación es delicada sobre todo después del «caso Recife” del 2009. La preocupación de la Santa Sede está concentrada en la crisis de la disciplina eclesiástica, el crecimiento de la Iglesia evangélica y la influencia de la teología de la liberación entre los jóvenes sacerdotes.

Wikileaks revela que el Vaticano estaba preocupado por la conducta de los sacerdotes brasileños sobre el celibato. Y así se vuelve a abrir una cuestión extremadamente delicada para la Santa Sede, sobre todo en relación con el espinoso tema de los sacerdotes brasileños (y sudamericanos) cercanos a la teología de la liberación y de las tensiones con Roma de la cual es prueba clamorosa el caso Racife, es decir la controversia sobre el aborto de la madre-niña.

Según los documentos relativos a Wikileaks, el Vaticano ha manifestado su preocupación por el comportamiento de los sacerdotes brasileños, fundamentalmente su indiferencia y porque no observan la regla del celibato eclesiástico. La fuente citada por el diplomático estadounidense es un prelado brasileño, oficial de la Secretaría del Estado. Monseñor  Stefano Migliorelli estrecho colaborador del cardenal Tarcisio Bertone, que informó al embajador de los Estados Unidos, Francis Rooney, que el viaje de Benedicto XVI en 2007 nacía de la alarma por la situación de la Iglesia católica local.

«Monseñor Migliore se lamenta de que el nivel de preparación de los sacerdotes brasileños es muy bajo y que en muchos casos no se respetan los  principios de la disciplina clerical (por ejemplo el celibato eclesiástico…)», evidencia el documento preparado por el diplomático Francis Rooney para la administración americana. En otro pasaje del informe elaborado en el 2007, se afirma que  la crisis sacerdotal, la disminución de la vocación y la indisciplina del clero en América Latina son mucho peor que en los Estados unidos.

La Santa Sede, siempre según el informe estadounidense, da voz de alarma por el crecimiento de las iglesias evangélicas en Brasil y en América del Sur. A juicio de la Secretaria del Estado Vaticano, Brasil y América latina deben ser consideradas como una «tierra de misión» en la cual es necesario «recomenzar desde cero» y «el clero debe ser formado nuevamente» para frenar el avance de las Iglesias evangélicas. Una situación preocupante, por lo tanto, esa que denuncia el eclesiástico Migliorelli al diplomático estadounidense Rooney.

EL CASO RECIFE

Hace dos años y medio la tensión entre la Santa Sede y el episcopado brasileño alcanzó el nivel de alerta. El causante de la tensión fue el «caso Recife».

La Iglesia debe respetar la profesionalidad de los médicos incluso cuando hacen intervenciones que parecen contradecir las leyes eclesiásticas como en el caso de la niña de 9 años violada y obligada a abortar en Brasil porque el embarazo ponía en peligro su vida. La excomunión de la madre y los médicos es «un juicio que pesa como una hacha y hace parecer a la Iglesia insensible».

El 14 de marzo de 2009 en el “Observatore Romano”, el entonces presidente de la Pontificia academia por la vida, Rino Fisichella estigmatizó la posición adoptada por el arzobispo de Recife, José Cardoso Sobrinho, que una semana antes había anunciado la grave sanción canónica contra quién había provocado la interrupción del embarazo, a pesar de que la niña, embarazada de gemelos corría el riesgo de morir. Un caso que ha suscitado clamor en el mundo entero y una dura protesta por parte del presidente Lula en contra de la «Iglesia menos correcta que la medicina». «Antes de pensar en la excomunión era necesario y urgente salvaguardar la vida inocente de la niña y reportarla a un nivel de humanidad en el cual nosotros hombre de Iglesia deberíamos ser expertos predicadores y maestros», sostuvo el arzobispo Fisichella.

El enfoque equivocado por el arzobispo brasileño, añadió el ministro vaticano de la bioética, «por desgracia sufre la credibilidad de nuestra enseñanza que aparece a los ojos de muchos como insensible, incomprensible y sin piedad». Es cierto que «la pequeña Carmen llevaba dentro de sí otras vidas inocentes como la suya, aunque si eran fruto de la violencia, y han sido suprimidas, sin embargo no es suficiente para un juicio que pesa como un hacha». Además, reconoce el ministro vaticano Fisichella, «debido a su cortísima edad y sus condiciones de salud precarias su vida estaba en serio peligro por el embarazo y ninguno llega a una decisión de este tipo con desenvoltura, es injusto e ofensivo sólo pensarlo». Sin embargo, pocas horas después de la excomunión, la Curia definió «justa la excomunión a quién ha provocado el aborto».

Pleno apoyo en el Vaticano al arzobispo de Recife que terminó en la mira de la autoridad civil por la excomunión que había llegado del cardenal Giovanni Battista Re. «Es un caso piadoso pero el verdadero problema es que los dos gemelos eran personas inocentes, tenían el derecho a vivir y éste no podía ser suprimido – comentó en caliente el entonces ministro vaticano de los obispos y presidente de la Pontificia comisión por América Latina-. La vida va siempre tutelada, por lo tanto el ataque a la Iglesia brasileña está injustificado».

La interrupción voluntaria del embarazo «es siempre una supresión de una vida inocente», precisó Re y «por el código de derecho canónico quién practica o colabora directamente en el aborto cae “ipso facto” en la excomunión, la Iglesia ha siempre defendido la vida y debe continuar haciéndolo sin adaptarse a los humores de la época o la oportunidad política». Para corregir el curso, sin embargo, intervino el Presidente de la Academia Pontificia para la Vida. «El debate sobre estos temas – dijo el arzobispo Fisichella – es a menudo estrecho y las diferentes perspectivas no siempre permiten considerar lo grande que es lo que está en juego. Es el momento de mirar lo esencial y de fijarse en los ojos de Carmen, violada por su padrastro». Por lo tanto no había necesidad de que el obispo usase «tanta urgencia y publicidad en el declarar un hecho (la excomunión) que se activa automáticamente».

Carmen «debía ser en primer lugar defendida, abrazada, acariciada con dulzura para hacerla sentir que estábamos todos con ella, todos sin distinción». Fisichella subrayó que «el aborto provocado ha sido siempre condenado por la ley moral como una acto inherentemente malo y esta enseñanza se mantiene sin cambios hasta nuestros días desde el comienzo de la Iglesia» y técnicamente, el Código de derecho canónico usa la expresión «Latae sententiae» para indicar que la excomunión se lleva a cabo precisamente en el momento en el que ocurre el suceso.

Por lo tanto advierte el arzobispo Fiscella, no había necesidad de retirarle la comunión públicamente. De lo que se sentía que había urgencia era sin embargo, «la proximidad de sufrimiento y un acto de misericordia». Ya dos días después la Conferencia de los obispos brasileños dio marcha atrás diciendo que la niña y los médicos no habían sido en realidad excomulgados porque habían actuado para salvar una vida. «El respeto que se le debe a la profesionalidad del médico –escribió Fisichella – es una regla que debe involucrar a todos y no puede allanar el camino para una opinión negativa sin antes haber considerado el conflicto que se ha creado en su corazón». Cierto, algunos, «se habitúan a las situaciones así y no sienten más emociones»; en estos casos, sin embargo, «la elección de ser médico viene degradada solamente a una profesión sin entusiasmo y con pasividad. Generalizar no sería solo incorrecto, sería injusto».

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y LA “NORMALIZACIÓN” DEL JESUITA JON SOBRINO

Otro nervio descubierto entre la relación con la Santa Sede y América Latina es la relación con la Teología de la liberación, una escuela de pensamiento teológico que se desarrolló sobre todo en América latina y que en el curso de los años ha asumido cada vez más una connotación política, a menudo inspirada por la revolución socialista. Un «compromiso histórico» entre cristianismo y marxismo, orientado hacia los pobres, para los cuales desde la Santa Sede no han faltado nunca los intentos de normalización.

En marzo de 2007 la Congregación para la doctrina de la fe (ex Santa Oficina) definió contrarias a la doctrina católica dos obras de Jon Sobrino, jesuita salvadoreño considerado uno de los padres de la teología de la liberación. Los libros bajó acusación son «Gesù Cristo liberatore – Lettura storico teologica di Gesù di Nazareth», (“Jesucristo liberador –Lectura histórica teológica de Jesús de Nazaret”) de 1991 y «La fede in Gesù Cristo» (“La fe en Jesucristo”) del 1999. Se trata de la primera expulsión de este tipo de la Congregación desde la elección de Benedicto XVI. Cuando Joseph Ratzinger era obispo de Munich financió la traducción al alemán de la tesis doctoral de Sobrino.

La decisión de examinar los textos del teólogo jesuita, que junto con Leonardo Boff y padre Casaldalilga es uno de los mayores exponentes de la Teología de la liberación, fue tomada en 2001, (cuando era el propio Ratzinger quién dirigía la Congregación). Entre las afirmaciones de Sobrino juzgadas como «peligrosas» están aquellas que ponen en duda puntos cruciales de la fe, como la divinidad de Jesucristo, la encarnación del Hijo de Dios, la relación de Jesús con el Reino de Dios, su autoconciencia y los valores de su muerte. Las críticas del Vaticano a Sobrino son el haber dado demasiado valor a la componente histórica de la figura de Jesús separándola de su dimensión divina

«Sobrino es un hombre que ha vivido de cerca la experiencia dramática de su pueblo, por esto ha tendido a desarrollar una “cristología desde abajo” y ha cultivado una sintonía espiritual profunda con la humanidad de Cristo», ha comentado la notificación de la Congregación para la doctrina de fe el director de comunicación del Vaticano, padre Federico Lombardi. «Sin embargo, la insistencia de Sobrino sobre la solidaridad entre Cristo y el hombre no se debe quedar en la sombra o subestimar la dimensión que une a Cristo con Dios».

Fuente: Giacomo Galeazzi para Vatican Insider


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Aclaraciones en defensa de los ataques históricos contra el catolicismo [2011-06-06] SdeT

Atacar a la Iglesia es rentable, aunque no sea lógico.Puede que el anticatolicismo sea el último prejuicio aceptable en la sociedad actual, pero el escritor y periodista canadiense Michael Coren no cree que se deba aceptar sin más.

En su último libro “Why Catholics Are Right” (Por qué los católicos tienen razón) (McClelland and Stewart), analiza algunas de las críticas más comunes contra la Iglesia. Coren, nacido en una familia laica, de padre judío, se hizo católico después de haber cumplido los veinte años.

Ser judío le ha ayudado en su carrera, afirma, pero, como explicaba en la introducción de su libro, su fe católica le ha causado la pérdida de dos puestos de trabajo y muchas puertas cerradas en los medios de comunicación.

Comienza con un tema del que declaraba no querer hablar y del que no habría tenido que escribir, el escándalo de los abusos del clero. Reconoce el inmenso daño causado a muchas personas como resultado de los abusos, pero también sostiene que algunas de las críticas fueron más allá de lo que estaba justificado.

Los abusos no dicen nada sobre el catolicismo, insiste Coren. Los críticos ansiosos por demostrar que los abusos están vinculados a las estructuras o enseñanzas de la Iglesia ignoran el hecho de que los abusos del clero tienen lugar en otras iglesias y religiones con la misma o superior frecuencia.

Como resultado de las lecciones aprendidas del escándalo de los abusos, la Iglesia católica es ahora uno de los lugares más seguros para los jóvenes, señala Coren. Estos hechos deberían llevar con razón a una condena de los abusos, pero no a una condena de la Iglesia, concluye.

Otro capítulo se ocupa de los acontecimientos históricos, como las cruzadas y la Inquisición. Es verdad que la Iglesia no siempre ha actuado de la mejor manera, admite, pero, en general, la Iglesia ha estado éticamente muy por delante de su tiempo y ha sido una fuerza para el bien, argumenta.

LAS CRUZADAS

En el tema de las cruzadas, Coren precisa que Tierra Santa era cristiana y, posteriormente, fue invadida por los musulmanes.

Según Coren, es un error considerar las cruzadas como una especie de imperialismo o colonialismo. Lejos de ser un ejercicio de explotación y recogida de beneficios, muchas familias nobles caían en la bancarrota por los gastos de armar un caballero y mantenerlo con su séquito.

Las investigaciones modernas han desmentido la afirmación de que muchos cruzados fueron los hijos de familias pobres en busca de botín. De hecho, a menudo eran la flor y nata de la caballería europea, explicaba Coren.

En los territorios conquistados por las cruzadas, la población musulmana pudo seguir con su vida normal y no hubo siquiera un intento serio de convertirlos al cristianismo. ¿Qué podemos concluir de las cruzadas?, preguntaba Coren.

«No fue el momento del que estar más orgulloso de la historia cristiana, pero no fueron las caricaturas infantiles de la mala conciencia occidental moderna ni, por supuesto, la paranoia contemporánea musulmana», responde.

En cuanto a la Inquisición, señala que la premisa subyacente es que los católicos son los más malos y que sólo la Iglesia podría organizar algo parecido a la Inquisición.

Esto es simplemente ridículo, afirma. Para empezar, fueron asesinados más hombres y mujeres en un par de semanas de la atea Revolución Francesa que en un siglo de Inquisición. También hubo inquisiciones en varios países protestantes, señalaba, dirigidas sobre todo a los sospechosos de brujería.

TORTURA

El objetivo de la Inquisición era combatir los errores doctrinales y las herejías, con el fin de hacer volver a la gente a la Iglesia, explica Coren. Existía la tortura, pero era aplicada sobre todo por las autoridades seculares. La Inquisición no la utilizaba ni más ni menos que el resto de los órganos judiciales de la época, añade.

La mayor parte de las críticas se centran en la Inquisición española. En un aparte, Coren se pregunta por qué se ha prestado tan poca atención a las masacres y a la tortura de muchos católicos en la Inglaterra de Enrique VIII y de la Reina Isabel I.

Es cierto que en los primeros días los papas apoyaron la Inquisición española pero pronto se convirtió en un órgano del estado y la monarquía. Tras la derrota final de los musulmanes en España un gran número se convirtieron del islam y del judaísmo al catolicismo.

Muchas conversiones eran genuinas, pero como resultaba ventajoso política y económicamente hacerse católicos algunas conversiones no eran genuinas. Esto llevó a que la Inquisición investigara la situación de los convertidos.

Es cierto que se cometieron abusos, afirma Coren, pero, aunque España pudo haber sido una sociedad con defectos, no sufrió las sangrientas guerras de religión que afectaron a muchos otros países europeos.

Según Coren, la Inquisición pasó desapercibida hasta a mediados del siglo XIX cuando escritores anticatólicos la utilizaron y distorsionaron para atacar a la Iglesia.

Otra crítica frecuente a la Iglesia tiene que ver con su riqueza. «Nos golpean de modo regular con la vieja afirmación de que la Iglesia rebosa de dinero mientras el resto del mundo se muere de hambre», comenta Coren.

Sí, hay una gran cantidad de riquezas en el Vaticano, en los museos que están abiertos a todos los que los visiten. La Iglesia ha preservado estas obras de arte durante siglos, y las guarda como patrimonio de la humanidad.

La venta de las obras de arte y el dar el dinero sólo sería un hecho aislado cuyos beneficios se acabarían en seguida. En cambio, los tesoros artísticos se conservan para el futuro, a disposición de todos, en vez de estar encerrados en colecciones privadas.

Por otro lado, añade Coren, la Iglesia católica construye y gestiona hospitales, escuelas y realiza un enorme número de obras de caridad por todo el mundo.

VIDA Y SEXUALIDAD

Uno de los capítulos se dedica al tema de la vida y la sexualidad. La Iglesia suele ser objeto de ataques por su postura sobre temas que van desde el aborto a los condones y los anticonceptivos.

La postura que adopta la Iglesia católica en este ámbito no se basa solamente en creencias morales sino que está fundamentada también por la ciencia y los derechos humanos, argumenta Coren.

Señala que la afirmación de que existe una nueva vida desde el momento de la concepción tiene un sólido fundamento biológico. El feto es una vida humana distinta y como tal debería tener el derecho a existir. A pesar de ello, en los últimos años, a los pro vida se les ha presentado a menudo como extremistas fanáticos.

Por otro lado, aunque la sociedad contemporánea se considera a sí misma más progresista y tolerante que cualquiera del pasado, las personas con discapacidad en el vientre materno son asesinadas deliberadamente.

Cuando se trata de la postura de la Iglesia con respecto a la utilización para investigación de células madre embrionarias, esto lo utilizan sus oponentes para acusarla de ser un obstáculo a la cura de enfermedades y afecciones que se podrían vencer en un futuro muy próximo.

La verdad es, sin embargo, que no ha habido éxito alguno con las células madre embrionarias, en contraste con los éxitos obtenidos con células madre de adultos, algo a lo que la Iglesia no se opone, apunta Coren.

En cuanto al tema de los condones y los anticonceptivos, la Iglesia advirtió hace décadas que su disponibilidad sería perjudicial para la sociedad. De hecho, Coren señala que, desde la advertencia, ha habido un aumento constante de las enfermedades de transmisión sexual, del divorcio, de las rupturas familiares y la sexualidad ha pasado a convertirse en muchos casos de un acto de amor a un mero intercambio de fluidos corporales.

Difamar a la Iglesia y a Benedicto XVI por oponerse al uso de condones en el esfuerzo por controlar el sida es otro caso más de injusticia, afirma Coren. Confiar en el uso de condones simplemente no ha funcionado en África. Por el contrario, los programas basados en la abstinencia y la fidelidad han tenido un grandísimo éxito.

El libro de Coren trata muchos otros temas y no desaprovecha oportunidades para defender a la Iglesia contra lo que considera ataques mal informados. Sería una útil ayuda para quienes están interesados en responder a los ataques demasiado frecuentes contra la Iglesia.

Fuente: Agencia Zenit

 

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