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Dos Fantásticas CONVERSIONES Sobrenaturales en China

Las intervenciones del cielo para la conversión tienen las formas más imprevisibles.

Y muchas se están operando hoy en China que será el país con más cantidad de cristianos en una década.

chinos en procesion con cruz de cristo

Traemos dos historias. Una de una mujer que durante su vida estuvo esperando que la bautizaran; catequizada por San José.

Y otra de una mujer que tuvo una experiencia cercana a la muerte, tuvo un mini juicio por Jesucristo y se convirtió.

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anciana china

 

FANTÁSTICA APARICIÓN Y CATEQUESIS DE SAN JOSÉ A UNA CHINA

El que presentamos es un caso muy especial. Una anciana china agonizante, que no sabía leer, ni nada sobre el cristianismo.

Fue localizada por unos misioneros jesuitas y pidió que la bautizaran, mostrando un sorprendente conocimiento de los ritos católicos.
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Al final resultó que había sido visitada por un enviado de Dios que la fue instruyendo a través de los años. Ese parece que fue San José.

Dos misioneros jesuitas austríacos, el padre Gotsch y el hermano Gervasio, vivieron en China una experiencia única.

Gervasio, que había acompañado al Profesor Filchner a través del Tibet y en India, contó este hecho ocurrido en 1976.

 

Un día, en China meridional, estaba acompañando al P. Gotsch que había ido a asistir a un moribundo en Kaotai para administrarle los últimos sacramentos.

Atravesaron 200 km por caminos montañosos y colinas montados a caballo y llegaron después de 3 días a la casa de aquel hombre. Demasiado tarde, porque éste ya había fallecido.

Emprendieron el camino de regreso luego de haberlo enterrado religiosamente.

A mitad del camino se encontraron con un joven que parecía estar esperándolos al borde del camino y que les pidió que lo siguieran a casa de su madre que estaba enferma.

Acompañaron a este joven hasta un pueblito que distaba 15 km de allí.

En una habitación extremadamente precaria, una mujer agonizaba. Al ver al sacerdote, le preguntó:

– Extranjero, ¿me contestarás la verdad a las preguntas que te haga?

– Por supuesto, madre.

¿Existe un Dios en el cual hay tres personas? ¿Existe otra vida, un lugar de felicidad para los buenos y un lugar de terror para los malos?

¿Es verdad que Dios vino a esta tierra para morir por los hombres y abrirles el lugar de felicidad? Extranjero, ¿es verdad todo eso?

san jose de conti

Estupefacto, el sacerdote le respondió SI. Pero ¿de quién había podido esta mujer aprender todo aquello?

La mujer continuó:

– Traes agua contigo, entonces, ¡lávame (bautízame), para que pueda ir a aquel sitio de felicidad!

¿Cómo sabía que el sacerdote llevaba consigo agua para los bautismos?

Su actitud decidida era algo infantil y al mismo tiempo convincente. El sacerdote le explico brevemente la liturgia y el sentido del sacramento y luego la bautizó.

La enferma, desbordante de alegría, todavía dijo:

– También tienes contigo el pan. Ese es un pan especial porque Dios está adentro. ¡Dame de ese pan!

El padre extrajo de su bolso la hostia consagrada que llevaba consigo. ¡La enferma sabía que él tenía “El Pan”!

El sacerdote le explicó el sentido del sacramento de la Eucaristía y le dio la comunión.

Le administró también los últimos sacramentos (la confesión de los pecados y la unción de los enfermos).

Después le dijo:

– Hasta ahora fuiste tú quién hacías las preguntas. Ahora me toca a mí: ¿Quién te ha enseñado las verdades de la fe? ¿Has conocido a creyentes católicos o evangelistas?

– No, extranjero.

– Entonces ¿Has leído libros cristianos?

No sé leer, extranjero, y ni siquiera sabía que existían libros de ese tipo.

– Entonces, ¿de dónde y de quién has recibido la noticia de la fe?

Siempre pensé que debía ser así y desde hace 10 años que vivo de esta forma. También he instruido así a mis hijos y puedes lavarlos a todos (bautizarlos).

– Pero ¿sabías que íbamos a pasar hoy por aquí?

– ¡Por supuesto! Vi a un hombre en sueños. Él fue quien me dijo que enviara a mi hijo menor a la ruta a que llamara a los dos extranjeros que pasarían por allí.

Me dijo que me iban a “lavar” para ir al lugar de la felicidad después de la muerte.

Los misioneros estaban profundamente conmovidos. La actitud de la mujer frente a la muerte era tan apacible que no dejaba lugar a duda.

Antes de partir, los misioneros le regalaron una estampa de san José, patrono de los moribundos.

Colmada de felicidad exclamó:

– ¡Pero a éste, lo conozco! Vino a verme muchas veces. ¡Es quien me dijo que mandara a mi hijo a la ruta para llamarlos!

¿Había tenido un sueño o san José verdaderamente había ido en persona a visitarla? Ella no lo sabía. Por otra parte, no importaba saberlo.

Lo importante era que san José había instruido a la enferma. Los misioneros se enteraron más tarde que la mujer había muerto aquella noche.

hermana mei

Hay una interesante historia de conversión de una china llamada Mei, quien tuvo el mini-juicio en una experiencia cercana a la muerte, que muchos llaman la ‘iluminación de la conciencia”.

La historia de la siguiente.

Ella disfrutaba de la playa en el sur de China por primera vez en su vida.

Había sido abandonada por su esposo y era divorciada. Estaba de vacaciones en la playa de Sanya con su novio, un hombre casado.

Su esposo la había abandonado inmediatamente después de tener familia. Y en su desesperación había manejado su vida en dirección equivocada.

Estaba sin trabajo, sin dinero, sin dignidad y este hombre casado se acercó a ella y la invitó a ir a la playa con él.

Era a la primera vez qué veía el mar y no tenía conocimiento de Dios. Ella se había criado en el río Yangtse y era una nadadora capaz.

De repente estaba nadando y fue arrastrada mar adentro.

Ella sintió una mano sosteniéndole el tobillo, que la arrastraba hacia abajo en el agua, e hizo todo lo que pudo para nadar hasta la orilla pero no podía.

Trato de pedir Auxilio pero sintió una mano alrededor de su garganta que no le permitía gritar. No podía hacer ningún ruido aunque su boca se movía y la mano la sostenía cada vez más fuerte.

De repente vio una cara en medio del remolino, y aunque nunca le enseñaron quién era el diablo, ahí lo identificó

Se acercó a ella y le susurró “te voy a matar hoy”.

Ella pensó que estaba acabada y estaba muriendo. Pensó en sus padres y en su hija, mientras trataba en vano de llegar a la orilla.

En un último arrebato gritó algo que ella no comprendió dijo “mi Dios…” con toda su fuerza, aunque no sabía que estaba diciendo.

Fue cuando los cielos se abrieron y descendió una paloma sobre ella que identificó como el Espíritu Santo, si bien no tenía ninguna información sobre la Biblia y sobre Espíritu Santo.

Y apareció un hombre alto con una túnica y un aura de luz.

Hizo un gesto y penetró un rayo de luz sobre ella y vio pasar su vida ante sus ojos como en una película, apreciando los pecados que había cometido.

Esto es lo que han experimentado muchos que tuvieron experiencias cercanas a la muerte y es un mini jucio a través de la iluminación de la conciencia.

cristianos en iglesia de china

Ella dice que no podía creer que “yo fuera a una persona tan pecadora y tan sucia”.

En ese momento ella quiso morir pero oyó una voz misericordiosa que le dijo:

“Mi hija has vuelto por fin. Te he estado esperando mucho tiempo”.

Entonces vio un amor puro que brotaba de los ojos de esa figura y ella le preguntó “¿es para mí?” y la figura le respondió “Si es para ti, te amo y nunca pedí nada de ti”

Nunca había experimentado un amor tan grande e incondicional y se echó a llorar.

Pero aún estaba en peligro de ahogarse y oyó la voz que decía “ve a ayudarla”.

De repente apareció un hombre y la arrastró hasta la orilla poniéndola en la arena.

En ese momento ella pensó que se había encontrado con el Dios que no conocía ni sabía nada de Él.

Cuando regresó a su pueblo fue a una iglesia y pidió una Biblia, pero tuvo que esperar algunos meses porque las Biblias en China son escasas.

Cuando le llegó la Biblia después de un año, la empezó a leer desde el Génesis; todo le parecía extraño y difícil de entender.

En definitiva Mei tuvo una aparición o se la imaginó, no sabemos, y descubrió a Jesús en su corazón comenzando la peregrinación hacia el cristianismo en un medio hostil como China.

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Devociones Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA REFLEXIONES Y DOCTRINA

La Bienaventuranza de María en su Matrimonio con San José

«Bienaventurado el que encuentra un amigo bueno, y quien habla a oídos que le escuchan» (Eclo. 25,12).

«Bienaventurado el que no tiene que condenarse a sí mismo en las resoluciones que toma» (Rom 14,22).

«Bienaventurado el varón que habita con una mujer sensata» (Eclo 25,11).

«Bienaventurado el marido de una mujer buena; el número de sus días será doblado» (Eclo. 26,1).

De estas cuatro bienaventuranzas transcritas, las dos últimas se refieren directamente en el texto sagrado al varón que ha sido afortunado en la elección de su mujer.

Ahora bien, siendo el matrimonio una «comunidad de vida y de amor» como ha dicho el concilio Vaticano II, es claro que la felicidad en el matrimonio es algo de que necesariamente participan por igual los dos esposos.

Por esta razón, esas bienaventuranzas bíblicas, dichas propiamente de los varones casados que acertaron en la elección de su consorte, son susceptibles de ser aplicadas a las mujeres que han contraído matrimonio, si las condiciones aquí indicadas se cumplen en sus maridos.

Por ello, todas son aplicables a la Virgen Santísima.

La castísima doncella nazarena, a pesar de tener el propósito firmísimo de «no conocer varón» (Lc 1,34) por tener consagrada a Dios su virginidad, contrajo primero desposorio y luego verdadero matrimonio con San José. Lo afirma el santo Evangelio.

Los jóvenes judíos se desposaban generalmente entre los dieciocho y los veinticuatro años; las doncellas, en cambio, solían hacerlo mucho antes, hacia los doce años y medio, si bien no pocas de ellas se prometían más tarde, «aunque nunca esperando a cumplir los veinte años, ya que esto era considerado como una deshonra».

El desposorio se hacía normalmente entregando el esposo un objeto pequeño de valor mínimo a la esposa, en la casa de ésta y ante dos testigos, mientras le decía : «Por este signo quedas desposada conmigo». No era costumbre en Galilea que los desposados hicieran vida común, aunque en Judea era considerado lícito; en cambio sí era frecuente esperar un año para realizar el matrimonio propiamente dicho, lo cual se hacía conduciendo solemnemente el esposo a la desposada en el día convenido de la casa de sus padres a la suya propia, y celebrando luego la fiesta durante una semana entera.

Dentro de este marco de costumbres tradicionales hay que colocar el matrimonio de María con el carpintero de Nazaret.

No deja de sorprender el hecho de que nuestra Señora, pese a estar resuelta a conservar su virginidad incluso después de su desposorio (Lc 1,38), consintiera en él. ¿Obedeció sencillamente a las indicaciones de sus padres o tutores, dejando confiadamente en las manos del Todopoderoso el cumplimiento de su compromiso sagrado? ¿Descubrió previamente su consagración al casto artesano, persuadiéndole para vivir virginalmente en el matrimonio? ¿Halló ya en él, sin ninguna insinuación propia, este mismo ideal?

No mereciendo confianza cuantos datos nos dan los evangelios apócrifos sobre el particular, todas las cosas que se digan para contestar a estas repuestas no pasarán de ser razonables conjeturas. Lo cierto es que María, aunque tuvo el irrevocable propósito de conservar su virginidad y aunque, unida a José, vivió con él virginalmente, contrajo con él verdadero matrimonio, como siempre ha enseñado la Iglesia.

Por eso se le pueden aplicar a María estas cuatro bienaventuranzas bíblicas que se refieren a los esposos y se han citado aquí.

¡Qué hermosamente le cuadra la primera, si realmente descubrió su propósito a José antes del desposorio y le indujo a un matrimonio virginal! «Bienaventurada la que encuentra un amigo bueno y quien habla a oídos que la escuchan».

María fue bienaventurada porque encontró en el humilde artesano un amigo bueno, de alma grande y sencilla, que la amaba con auténtico amor de amistad, y no de concupiscencia, y porque al descubrirle el velo de su designio de virginidad nupcial «habló a oídos que le escucharon» y aceptaron con alegría aquel blanco y no imaginado sendero de vida impoluta en el matrimonio.

No se le aplica con menos perfección la segunda bienaventuranza, la formulada por San Pablo, bien que con otro propósito. Hablando de que no es lícito obrar cuando la propia conciencia tiene duda sobre la licitud o ilicitud de un acto, y de que, para poderlo hacer sin pecado, hay que llegar a la certeza de que es bueno el acto que se intenta realizar, propone esa bienaventuranza: 

«Bienaventurado el que no tiene que condenarse a sí mismo en las resoluciones que toma», esto es, bienaventurado el que acierta al tomar una decisión prudente en materia dudosa, y no tiene que arrepentirse de haberla tomado.

Así lo hizo María. Se encontraba en una gran perplejidad. ¿Cómo compaginar la virginidad perpetua que había consagrado a Yahvé con el matrimonio que sus tutores o la costumbre, o ambos a la vez, le imponían? El conflicto de conciencia era evidente y grave. Ella lo resolvió… ¡confiando! ¡Confiando en Dios y en San José!

Y ¡ninguno de los dos le falló! Dios iluminó a San José, y éste, lejos de ser un peligro para la integridad de la Virgen, se convirtió para ella en el ángel de carne humana, tutelar de su pureza ante los hombres y sombra protectora de su fama ante el pueblo de Israel !Bienaventurada María, que, al aceptar a José como esposo guardián de su virginidad, no tuvo que arrepentirse ni condenarse a sí misma por la resolución que había tomado!.

Igualmente se realiza en María la bienaventuranza siguiente :

«Bienaventurada la mujer que habita con un varón sensato».

San José no era uno de los sabios de Israel, ni tenía fama de hombre ilustrado. Cuando los habitantes de Nazaret oyeron en la sinagoga la sabiduría de Cristo, comprendieron que no se la había podido comunicar su padre putativo

«¿De dónde le viene a éste tal sabiduría…? ¿No es éste el hijo del carpintero?» (Mt 13,55).

Pero si el artesano nazareno no era un sabio, era sí un israelita de corazón limpio que, iluminado por su conciencia recta y por la ley de Dios, había adquirido en la escuela de la vida humana esa humilde pero segura filosofía que se llama sensatez. Buena prueba de ello dio cuando advirtió en su esposa las señales de una maternidad que para él era un misterio. No dudaba él de la inocencia de María, pero no acababa de descifrar el enigma de su preñez. ¿Qué hacer en tan difícil coyuntura?

Otro con menor juicio la hubiese acusado públicamente de adulterio o hubiera dejado corroer secretamente su propia existencia por los celos. El sensato artesano no hizo ni lo uno ni lo otro la base de sus deliberaciones fue no comprometer el honor de su esposa. En consecuencia «resolvió repudiarla secretamente» (Mt 1,19), desentendiéndose de un asunto que no comprendía y dejándolo todo en las mejores manos: las de la Divina Providencia.

Dios premió tanto seso y virtud, enviándole pronto en sueños un ángel que le descubrió el velo del misterio : «José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu mujer, pues lo que se engendró en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a todo el pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Así era la sensatez de José. María fue bienaventurada ya en vida por tener la dicha de compartir la existencia con un varón de tan eximia prudencia.

«Bienaventurada la mujer de un marido bueno; el número de sus días será doblado». También este venturoso augurio se cumplió en María. Tuvo la dicha de tener un esposo «bueno».

La bondad, la virtud, en el lenguaje bíblico se llama «justicia», palabra que equivale a santidad’. Y al carpintero de Nazaret ése es justamente el nombre que le da el Evangelio, precisamente al narrarnos sus dudas y congojas ante la divina maternidad de María: «José, su esposo, siendo justo…» (Mt 1,19).

Este calificativo lo da la Escritura sólo a muy excelsos varones. Al anciano Simeón (Lc 2,25) éste es el mayor elogio que le tributa. Según San Pablo, «el que vive de la fe» (Rom 1,17), cumpliendo cuanto la fe nos dice, no merece mayor alabanza que ésta: ser justo. 

El mismo centurión romano que asistió a la crucifixión de Cristo, al ver los prodigios que se realizaron en su muerte y reconocer por ellos su santidad, no tributa mayor alabanza al Señor: «Verdaderamente este hombre era justo» (Lc 23,47). 

Y el apóstol San Pedro, que había conocido por especial revelación del Padre que Jesús era «el Mesías, Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16), aplica este adjetivo a Cristo, diciendo : «Cristo murió una vez por nuestros pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios» (1 Pe 3,18).

Así, pues, porque José fue justo, fue un esposo bueno, un esposo santo. En los difíciles momentos de Belén, de la huida a Egipto, del regreso a Nazaret, José se convirtió en el instrumento de la Providencia para procurar a María el sustento para el cuerpo, la paz para el espíritu, el consuelo para el corazón.

Como los querubines que extendían sus alas sobre el propiciatorio del arca y la cubrían sin tocarse, José y María, unidos por el más casto amor, proyectaban su existencia y sus desvelos sobre el Hijo del Altísimo (Lc 1,32).

Siempre el uno al lado del otro, pero siempre sin tocarse, convirtiendo su mutuo y casto amor en un estímulo constante para la santidad.

Por eso, el número de los años de María fue «doble», colmada de méritos, hasta el momento en que, llegada su hora, fue fruta sazonada para la eternidad.

Extractado del libro “Las Bienaventuranzas de María” de Laureano Catán Lacoma, editado por la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1985.

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Las Particularidades del Matrimonio de José y María

El de José y María fue un verdadero matrimonio aunque no existió entre ellos relación carnal.

José fue un verdadero esposo para María y cumplió todas las obligaciones de un esposo, por lo cual la Sagrada Familia es un ejemplo

 

VIRGINIDAD DE SAN JOSÉ

Según algunos escritos apócrifos de los primeros siglos, como el libro Historia de José el carpintero, el Protoevangelio de Santiago o el Evangelio de Tomás, que son del siglo II o más tarde, san José habría estado casado antes de conocer a María y habría tenido, al menos, seis hijos, que serían, según algunos, los llamados hermanos de Jesús.

Al quedar viudo, ya anciano con 89 años, se habría casado con María, que tenía unos catorce o quince años. Según estos libros apócrifos, José habría vivido hasta los 111 años, pasando unos veinte años con Jesús.

Estos libros influyeron en la opinión de que san José era un anciano, que más que esposo era un padre para María, y que se habría casado con ella para salvar las apariencias ante la sociedad.

Nada más fuera de la realidad.

San José tuvo que hacer frente a todas las responsabilidades de una familia, lo que hubiera sido imposible si hubiera sido un anciano, que necesitaba cuidado y atención.

¿Cómo hubiera podido guiar a la Sagrada Familia por el desierto con todos los peligros y con todo el esfuerzo que supone caminar veinte días hasta llegar a Egipto?

Dios puso al lado de María un compañero y un esposo fuerte y vigoroso para defenderla de todos los peligros y para ayudarla en todas sus necesidades.

Un esposo, que debió trabajar mucho para poder sustentar una familia pobre, especialmente durante su estancia en Egipto, donde no tenían familiares.

Hablar de José como de un anciano enfermo es algo que sólo libros apócrifos y fantasiosos pudieron inventar.

El padre Tomás Morales, fundador de los Cruzados de Santa María, afirma:

Aquí está san José: anchas espaldas para el trabajo, no pierde ni un segundo, está siempre adorando, está siempre trabajando, está siempre solícito, cuidando de la Virgen y, sobre todo, del Jesús niño.

No tiene un instante libre, no piensa más que en amar, adorar y en trabajar para ellos. Aquí está san José.

Es el ministro de relaciones exteriores de la sagrada familia.

Él es el que se tiene que preocupar de todo en Nazaret, en los cuatro o cinco días de camino hacia Belén, en la gruta de Belén, en Egipto después, en Nazaret y siempre relacionándose con todos.

Por eso, desde los primeros siglos, varios santos Padres tuvieron que hablar de un san José joven, y no anciano y viudo.

San Jerónimo defiende su virginidad en su escrito contra Helvidio:

Tú dices que María no fue virgen; yo reivindico para mí aún más, a saber, que también el mismo José fue virgen por María, para que del consorcio virginal naciese el Hijo virgen.

En el santo varón no hubo fornicación y no se ha escrito que haya tenido otra mujer. De María fue más bien custodio que marido; de donde se sigue haber permanecido virgen con María, quien mereció ser llamado padre del Señor.

San Pedro Damián (1007-1072) escribió:

No parece que fuese suficiente que sólo la Madre fuese virgen; es de fe de la Iglesia que también aquel que hizo las veces de padre ha sido virgen.

Nuestro Redentor ama tanto la integridad del pudor florido, que no sólo nació de seno virginal, sino también quiso ser tocado por un padre virgen.

Santo Tomás de Aquino dice:

Se debe creer que José permaneció virgen, porque no está escrito que haya tenido otra mujer y la infidelidad no la podemos atribuir a tan santo personaje.

Dice san Francisco de Sales (1567-1622):

María y José habían hecho voto de virginidad para todo el tiempo de su vida y he aquí que Dios quiso que se uniesen por el vínculo del santo matrimonio, no para que se desdijeran y se arrepintieran de su voto, sino para que se confirmasen más y más y se animasen mutuamente juntos durante toda su vida.

Muchos santos de peso creen que José había hecho voto de virginidad antes de casarse con María, pero lo que sí es cierto es que, a partir de su matrimonio con María, lo hizo para aceptar así la voluntad de Dios.

 

MATRIMONIO DE JOSÉ Y DE MARÍA

Lo primero que debemos tener en cuenta es que fue un verdadero matrimonio, a pesar de que nunca hubo entre ellos relación carnal.

El Espíritu Santo reconoce en el Evangelio:

José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16).

José era verdadero esposo de María y entre ellos había un verdadero matrimonio.

Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto san Agustín como santo Tomás de Aquino, la ponen siempre en la indivisible unión espiritual, en la unión de los corazones, en el consentimiento, elementos que en aquel matrimonio se han manifestado de modo ejemplar.

En el momento culminante de la historia de la salvación, cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza en plena libertad el don esponsal de sí, al acoger y expresar tal amor.

Dice san Agustín:

María pertenece a José y José a María, de modo que su matrimonio fue verdadero matrimonio, porque se han entregado el uno al otro.

Pero ¿en qué sentido se han entregado?

Ellos se han entregado mutuamente su virginidad y el derecho de conservársela el uno al otro.

María tenía el derecho de conservar la virginidad de José y José tenía el derecho de custodiar la virginidad de María.

Ninguno de los dos puede disponer y toda la fidelidad de este matrimonio consiste en conservar la virginidad.

San Agustín, considerando que san Mateo escribe la genealogía de los antepasados de Jesús a partir de José, descendiente de David, dice que Dios reconoce que fue un verdadero matrimonio; pues, de otra manera, nunca hubiera sido posible llamar a Jesús, hijo de José.

Y dice:

Jesús fue considerado en la genealogía de José para que los fieles no considerasen tan importante en el matrimonio la unión de los cuerpos, como para no creerse esposos sin esa unión corporal…

Con este ejemplo, viene magníficamente enseñado a los fieles esposos que también, practicando la continencia de común acuerdo, el matrimonio puede permanecer como tal si se conserva el afecto, aunque no haya unión sexual.

El Papa León XIII dijo en la encíclica Quamquam pluries de agosto de 1889:

El matrimonio es la máxima sociedad y amistad, a la que por su naturaleza va unida la comunidad de bienes. Dios le ha dado José a María, no sólo como compañero de vida sino también como testigo de su virginidad.

Y como decía Juan Pablo II:

Precisamente, del matrimonio con María es de donde derivan para José su singular dignidad y sus derechos sobre Jesús.

Es cierto que la dignidad de la Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; pero, porque entre la beatísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro.

Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad… se sigue que Dios ha dado a José como esposo a la Virgen no sólo como compañero de vida, testigo de su virginidad, sino también para que participase por medio del pacto conyugal en la excelsa grandeza de ella.

José y María unieron sus corazones como dos estrellas que no se enlazan nunca, mientras que sus rayos luminosos se entrecruzan en el espacio.

Fue un matrimonio parecido a lo que sucede en la primavera entre las flores, que juntan sus perfumes, o a dos instrumentos musicales que juntan sus melodías al unísono, formando una sola…

Su matrimonio era necesario para preservar a la Virgen de cualquier sospecha, mientras le llegase el momento de revelar el misterio del nacimiento de Jesús…

A mi parecer, san José debió ser, al casarse con la Virgen, un hombre joven, fuerte, viril, atlético, bien parecido y casto; un prototipo del hombre, que puede verse hoy en una pradera apacentando un rebaño o piloteando un avión o en el taller de un carpintero.

Y no un impotente anciano, sino un hombre rebosante de vigor juvenil; no un fruto seco, sino una flor lozana y llena de promesas; no en el ocaso de la vida, sino en el amanecer, derrochando energía, fuerza y amor.

¡Cómo se agigantan las figuras de la Virgen y de san José, cuando deteniéndonos en el examen de su vida, descubrimos en ella el primer poema de amor!

El corazón humano no se conmueve ante el amor de un viejo por una joven; pero ¿cómo no admirarse profundamente del amor de dos jóvenes unidos por un vínculo divino?

María y José llevaron a su boda no sólo su voto de virginidad, sino también dos corazones llenos de un gran amor, más grande que cualquier otro amor que corazón humano haya podido nunca contener. Ninguna pareja de casados se ha querido nunca tanto…

Como dijo el Papa León XIII:

Su matrimonio fue consumado con Jesús. María y José se unieron con Jesús; María y José no pensaron más que en Jesús. Amor más profundo ni lo ha habido ni lo habrá ya nunca en esta tierra.

San José renunció a la paternidad de la sangre, pero la encontró en el espíritu, porque fue padre adoptivo de Jesús. La Virgen renunció a la maternidad y la encontró en su propia virginidad. 

Fuente: Extraído de San José el mas Santo de los Santos, por el Padre Angel Peña OAR

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La misa católica honrará más profundamente a San José [13-06-20]

Se le nombrará luego de mencionar a María.
A partir del 19 de junio las Misas de rito latino, nombrarán a San José precisamente después de la mención que se hace a la Virgen María. 

 

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Desde hace tiempo se estaba estudiando la modificación con el acuerdo de Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco.

El Papa Francisco tiene una gran devoción a San José —que figura en su escudo bajo el símbolo de una flor de nardo al lado de la estrella que simboliza a María—, y por eso celebró la misa de Inauguración el 19 de marzo, dedicando a las virtudes de José y a su tarea de custodio de Jesús, una parte entrañable de su homilía.

A su vez, Benedicto XVI, era muy devoto desde la infancia ya que sus padres le bautizaron «Joseph», y siempre consideró «una gracia especial llevar ese nombre».

Hasta ahora sólo se hacía referencia a San José en el denominado Canon Romano, gracias a introducción que aprobó el beato Juan XXIII durante el Concilio Vaticano II, pero ahora la Congregación para el Culto Divino ha aprobado estos cambios en los textos de la Misa católica más extendida.

LOS NUEVOS TEXTOS

El cambio en el texto de la parte fija de la misa puede ser incorporado a partir del 19 de junio por los sacerdotes que la celebren, sin esperar a que se publiquen las nuevas ediciones del misal.

Siguiendo el ejemplo de Juan XXIII, que añadió durante el Concilio Vaticano II una mención a San José en el Canon Romano (el número I), el Papa Francisco ha aprobado extender ese cambio a los cánones II, III y IV, haciéndolo universal.

Los nuevos textos de la Plegaria eucarística en español son:

– II: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y…

– III: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires…

– IV: con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos…

Para quienes celebren la misa en latín en la forma moderna —no la antigua «extraordinaria», anterior al Concilio Vaticano II— , los textos son:

— II: «ut cum beáta Dei Genetríce Vírgine María, beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»;

— III: «cum beatíssima Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»;

— IV: «cum beáta Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum Apóstolis».

LAS CONSIDERACIONES DEL DOCUMENTO DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO

En la Iglesia católica, los fieles siempre han manifestado una ininterrumpida devoción por San José y han honrado solemne y constantemente su memoria de Esposo castísimo de la Madre de Dios y Patrón celeste de toda la Iglesia.

Mediante el cuidado paterno de San José de Nazaret, puesto a la cabeza de la Familia por el Señor, cumplió copiosamente la misión recibida de la gracia en la economía de la salvación.

Su aceptación de María, embarazada, como esposa –aunque estaba seguro de no haber tenido relaciones con ella– es la aceptación del comienzo «de los misterios de la salvación humana», acogiendo la noticia de la concepción por parte del Espíritu Santo, por lo que es un personaje de primer plano en la vida cristiana. Además, revela el documento, San José es «modelo ejemplar de esa generosa humildad que el cristianismo reserva a grandes destinos y testimonio de esas virtudes comunes, humanas y simples, necesarias para que los hombres sean honestos y auténticos seguidores de Cristo.

No es un personaje que pretende llamar la atención en la historia de Jesús; el papel de San José en los Evangelios es tan importante como discreto. Pero no hay que olvidar que San José «se dedicó con alegre empeño a la educación de Jesucristo, se convirtió en el custodio del más precioso de los tesoros de Dios Padre y fue incesantemente venerado a lo largo de los siglos por el Pueblo de Dios como apoyo del cuerpo místico que es la Iglesia.

Fuentes: Rome Reports, Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones para tiempo de angustia

Oraciones a San José en momentos de Angustia y Tribulación

ORACIÓN DE LEÓN XIII

A ti bienaventurado José acudimos en nuestra tribulación y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paternal amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la divina familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción, asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con tu perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y sostenidos con tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna bienaventuranza. Amén

 

ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD

Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.

Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.

Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén

 

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Un Pensamiento Diario para San José en el Mes dedicado a Él

Día 1:
Padre adoptivo de Jesús. Escogido por el Eterno Padre con amor previsor y gratuito, para ser custodio y defensor de Jesús, tú, oh San José, entras plenamente en el proyecto de la Salvación, según las promesas hechas por Dios al pueblo hebreo. Ayúdame, San José, a leer hoy, con amor, el Evangelio que describe la genealogía de Jesús.

Día 2:
Custodio de Jesús. Durante la vida terrena de Jesús, tú, oh San José, no te has preocupado de hacer cosas grandes sino de hacer bien la voluntad de Dios, también en las cosas más sencillas y humildes, con mucho empeño y amor. Enséñame San José la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.

Día 3:
Esposo de la Madre de Dios. Después de la perturbación inicial, oh San José, tu «sí» a la voluntad de Dios fue claro y preciso, aceptando a María como Esposa. Entonces, por ti, Jesús entró en la genealogía de David con pleno derecho delante de la ley y de la sociedad. Te confiamos, oh San José, a todos los padres para que siguiendo tu ejemplo acepten en el seno materno el don inestimable de la vida humana.

Día 4:
El hombre del silencio. Te acostumbraste al silencio, oh San José, estando con Jesús y María. La casa de Nazaret era un templo y ¡en el templo, sobre todo, se reza!.Enséñame, oh San José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu de recogimiento.

Día 5:
El hombre de fe. Más que Abraham, a ti, oh San José, te tocó creer en lo que es humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del hijo de Dios. Fortalece, oh San José, a quien se desanima y abre los corazones para confiar en la Providencia de Dios.

Día 6:
El hombre de la esperanza. En la persona de Jesús, oh San José, tuviste la garantía del cielo y, por lo tanto, siempre estuviste lleno de profunda paz interior. Aumenta, oh San José, mis motivos para tener coraje, alimenta el aceite para mis lámparas.

Día 7:
El hombre del amor a Dios. Oh San José, tú distepruebas de amor a Dios cuidando amorosamente a Jeús en vida escondida y en profunda sintonía con la voluntad de Dios. Enséñame oh San José, a amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas.

Día 8:
El hombre de la acogida. Oh San José, diste ejemplo de espíritu de acogida en la afectuosa ternura con tu esposa, en los servicios prestados a la gente, buena o mala, y estando siempre al lado de Jesús, el salvador de las almas. Oh San José, ¡Que yo descubra aquellos gestos que me hacen imagen viva de Dios amor, los gestos de acogida y de paz, los gestos de disponibilidad y de dedicación incondicional !.

Día 9:
El hombre del discernimiento. Con los ojos del alma, oh San José, ordenaste tu vida de piedad, tu trabajo, tu alimento, tu reposo, tus pensamientos más profundos, tus afectos, tus juicios, tus intenciones en el obrar. Ayúdame oh San José, a avanzar en las virtudes por la acción del Espíritu Santo que renueva la vida de las personas y de las comunidades.

Día 10:
El hombre de la docilidad. Santo Tomás define la docilidad como atención constante y deferente a las enseñanzas de los sabios. Tú, oh José, fuiste siempre muy dócil a las enseñanzas de Jesús y de María, su Madre. Aleja de nosotros oh San José, la presunción, la tonta estima de mis opiniones, la obstinación de seguir mis ideas.

Día 11:
El hombre de la entrega. Tú oh San José, no perdías tiempo en cosas vanas e inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana. Ayúdame oh San José, en la oración, a no permitir que mi alma, se quede dormida y alcánzame una habitual disposición y fervor en mi vida.

Día 12:
El hombre de la simplicidad. Esta virtud oh San José, hacía parte de tu carácter y cada día más se perfeccionaba por el desapego de las criaturas. Ayúdame oh San José, a desear y gustar solamente a Dios y a despegarme de todo lo que no sirve para mi vida espiritual.

Día 13:
El hombre de la confianza. Tu seguridad oh San José, estaba en adherir a la voluntad de Dios como se manifestaba día tras día. Haz oh San José, que nosotros tengamos la seguridad de quien confía en Dios y que en cualquier situación, aunque adversa, estemos en sus manos.

Día 14:
El hombre de la paz. Tú, oh San José, fuiste el custodio de aquel que trajo la paz al mundo, que predicó el amor, la fraternidad y la unidad y proclamó » felices los que trabajan por la paz». Oh San José, ayúdame a promover la paz en el ambiente donde yo vivo y trabajo.

Día 15:
Ejemplo de humildad. ¡ Como te sentías pequeño a tus ojos, oh San José!, ¡Como amabas tu pequeñez!. No hiciste milagros y mantuviste tu vida tan escondida que casi nada sabemos de ella. Ayúdame, oh San José, a huir de las alabanzas y de la gloria humana. Haz que encuentre gusto en vivir escondido y en relativizar mis intereses personales.

Día 16:
Ejemplo de fortaleza. Sin duda, oh San José, tu fortaleza alcanzó un grado de perfección muy elevado. Ella se manifestó especialmente en el soportar con serenidad el exilio en Egipto y la dureza del trabajo de cada día. Ayúdame oh San José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.

Día 17:
Ejemplo de obediencia. Tu obediencia, oh San José, fue admirable, especialmente cuando tuviste que huir a Egipto, luego de una orden delante de la cual habías tenido tantas razones para no realizar. Aleja de mí, oh San José, todas las excusas que mi egoísmo plantea para no cumplir la voluntad de Dios.

Día 18:
Ejemplo de justicia. Viviendo alejado de las cosas del mundo, oh San José, practicaste siempre la virtud de la justicia especialmente a través de tu trabajo de carpintero. Y ¡qué respeto tuviste para con el Rey y la Reina del Cielo! Alcánzame, oh San José total pureza de intenciones y de corazón y plena adhesión a Dios y a su voluntad.

Día 19:
Ejemplo de prudencia. Tu prudencia, oh San José, se manifestó en el desapego del mundo, en la castidad, en la pobreza, en tu espíritu de pobre y en la dedicación al trabajo de cada día. Haz, oh San José, que yo no haga nada sin antes confirmarme: «que sirve esto para la eternidad».

Día 20:
Ejemplo de pobreza. Tú, oh San José, viviste la pobreza voluntaria, sufriste las privaciones y las incomodidades de la pobreza, pero no quisiste cambiar tu condición por ningún tesoro de este mundo. Obténme, oh San José, la gracia del desapegarme de las riquezas y de desear únicamente los bienes eternos.

Día 21:
Ejemplo de gratitud. Nadie después de tu Esposa, oh San José, recibió tanto como tú, de la bondad de Dios. En tu justicia dabas gracias a Dios continuamente. Veías solo a Dios, pensabas sólo en Dios ; no obrabas sino por ÉL. Haz, oh San José, que yo tenga verguenza de mis ingratitudes y que tenga valentía de humillarme delante de Dios.

Día 22:
Ejemplo a los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh San José, probaste la fatiga, y el cansancio del trabajo de cada día. Ayúdame, oh San José, a redescubrir la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y de desarrollarlo con entusiasmo para el bien de todos.

Día 23:
Ejemplo de la misión. Oh, San José, ¡Que gran amor tuvistes por las almas! ¡Cuantas oraciones hiciste para su salvación! ¡Y todo eso inspirado por Cristo que habría de morir por la salvación del mundo!. Haz, oh San José, que yo pueda con la palabra y con la vida, ayudar al hombre de hoy a encontrar a Jesús, la Palabra que da respuesta definitiva a todas las preguntas esenciales del hombre.

Día 24:
Custodio de la virginidad. La Voz del Espíritu Santo encontró en tí, oh San José total acogida, porque tu vida fue llena únicamente de Dios y tu fuerza fue sólo el amor que tuviste para Él. Haz, oh San José, que yo deje mis caminos y siga sólo a Dios que me llama a participar de su vida, y que tenga fuerza de hacer fructificar sus dones.

Día 25:
Consuelo de los que sufren. Oh San José, toda tu vida estuvo marcada por el sufrimiento: exilio, trabajo, pobreza. Pero tu corazón era feliz y tu alma siempre serena. Ayúdame oh San José, a darme cuenta de que la vida eterna y no el dolor, es la verdadera vocación del hombre. Presérvame ahora y siempre del llanto de los que no tienen esperanza.

Día 26:
Esperanza de los enfermos. En tu vida, oh San José, no todo fue claro y fácil de comprender. Sin embargo supiste encontrar tu misión única e irrepetible en la historia. Te ruego, oh San José, consolar hoy a todos los que están afligidos por la enfermedad. Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.

Día 27:
Patrono de los moribundos. Tú, oh San José, tuviste la suerte de morir asistido por Jesús y tu esposa María. Tuviste siempre presente en tu vida la meta final o sea el cielo, con la certeza de alcanzarla; siempre atento a tu interioridad y dedicado a la contemplación. Ayúdame, oh San José, a pensar a menudo en el cielo donde todos somos invitados al banquete eterno.

Día 28:
Amparo de las familias. Oh, San José, la Escritura afirma que a tu lado y de María, Jesús «crecía en edad, sabiduría y gracia». Te ruego, oh San José, que los niños encuentren en la familia el ambiente ideal para desarrollar el amor y asumir los verdaderos valores.

Día 29:
Modelo de vida doméstica. Oh, San José, en la Familia de Nazaret asumiste plenamente tu responsabilidad con espíritu de colaboración y de humildad evangélica. Haz, oh San José, que los padres sepan unir todas las potencialidades del amor humano a las de una sana y adecuada espiritualidad.

Día 30:
Terror de los demonios. Oh, San José, fortificado por la presencia y el recuerdo de Jesús has podido vencer siempre cualquier ataque a tu fe por parte del demonio. Limpia, oh San José, mi corazón y mi mente de toda maldad para que sea un cristiano lleno de vida redimido por la sangre de Cristo.

Día 31:
Patrono de la Iglesia Universal. Oh, San José, por la misión que te fue confiada a la iglesia de Cristo haciendo que camine siempre en la verdad y el amor para ser luz del mundo. Guía oh, San José, a la Iglesia de Cristo en el camino de la santidad para que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del Evangelio.

Autor: P. Orides Ballardín. Prov.

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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES

Devoción en honor de los dolores y gozos de San José

El día 19 de marzo es la festividad de San José y los 7 Domingos anteriores a esa fiesta se recitan los principales gozos y dolores de la vida de San José. Hoy es el séptimo Domingo antes del 19 de marzo.

Toda la vida de San José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre.
En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar ese veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos…

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. – Acto de contrición.

 

Ofrecimiento

Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.

 

Primer dolor y gozo

Esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa! ¡Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Segundo dolor y gozo

Bienaventurado patriarca glorioso S. José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre, el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Tercer dolor y gozo

Ejecutor obediente de las leyes divinas, glorioso San José, la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó llenándoos de alegría,
Por este dolor y por este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el nombre de Jesús en el corazón y en los labios,
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Cuarto dolor y gozo

Santo fiel, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José, aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María, os causó dolor, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.
Por este dolor y por este gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la Virgen María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Quinto dolor y gozo

Custodio vigilante del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo de Dios, particularmente a vuestra huida a Egipto!, ¡pero cuán grande fue vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dos y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al demonio, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Sexto dolor y gozo

Ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos, aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el Ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María y de morir también asistidos de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

 

Séptimo dolor y gozo

Modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo, le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que no nos suceda jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdemos, haced que le busquemos con tal dolor que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y a cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Antífona

Jesús mismo era tenido por hijo de José, cuando empezaba a tener como unos treinta años. Rogad por nosotros, San José, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

 

Oración Final

Oh Dios, que con inefable providencia, os dignasteis elegir al bienaventurado José por esposo de vuestra Santísima Madre, os rogamos nos concedáis tener como intercesor en los cielos al que en la tierra veneramos como protector. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.

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Letanías de San José

Santa Teresa dice de San José: «no recuerdo haber pedido alguna cosa a San José y que no me la haya concedido, como así también no he conocido persona devota de él que no haya obtenida alguna gracia por su gloriosa virtud, pues él ayuda muchísimo a las almas que a él se consagran».

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ DE SANTA TERESA

Glorioso Patriarca San José,
cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
venid en mi auxilio en estos momentos de angustia y dificultad.
Tomad bajo vuestra protección
las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo,
a fin de que tengan una feliz solución.
Mi bienamado Padre,
toda mi confianza está puesta en Vos.
Que no se diga que Os he invocado en vano
y puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María,
mostradme que vuestra bondad es tan grande como vuestro poder.
Amén.

 

LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros, (se repite)
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial, (ten piedad de nosotros)
Dios Hijo redentor,
Dios espíritu Santo,

Santa María, (ruega por nosotros)
San José, descendiente de David,
Luz de los patriarcas,
Esposo de la Madre de Dios,
Casto Custodio de la Virgen,
Padre nutricio del Hijo de Dios,
Diligente defensor de Cristo,
Jefe de la sagrada familia,
José justísimo,
José castísimo,
José prudentísimo,
José fortísimo,
José fidelísimo,
Espejo de paciencia,
Amador de la pobreza,
Modelo de los obreros,
Gloria de la vida doméstica,
Custodio e las vírgenes,
Sostén de las familias,
Consuelo de los miserables,
Esperanza de los enfermos,
Patrono de los moribundos,
Terror de los demonios,
Protector de la santa Iglesia,

Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quietas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros

V. Lo hizo dueño de su casa
R. Y el gobernador de todos sus dominios

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia
elegiste al bienaventurado José esposo de tu madre,
te rogamos que nos concedas
tener por intercesor en el Cielo
a quien veneramos por protector en la tierra.
Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

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Novena en honor a San José

La Fiesta de san José es el 19 de marzo y su novena comienza el 10.

Esta devoción al Santo Custodio del Señor destaca sus virtudes de prontitud en la respuesta a los planes del Señor.

San José es el más grande de los santos, después de María. Es modelo de prudencia, de obediencia heroica, de disponibilidad pronta, de justicia, desprendimiento y pureza. Padre ejemplar y esposo solícito, lleno de fe, amor y respeto por Dios y los hombres. Elegido por Dios para ser el guardián, proveedor y protector de su Hijo y de su Madre Santísima…

 Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA EMPEZAR TODOS LOS DÍAS

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

 

ORACIÓN DEL DÍA CORRESPONDIENTE

DÍA 1º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 2º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 3º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 4º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 5º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria celestial.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 6º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 7º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 8º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José.
Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA 9º
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica.
Terminar con la oración final para todos los días.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh custodio y padre de Vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente c
on alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Antífona. Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.
V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración. Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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