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Impresionantes Anécdotas de Vida y Milagros del PADRE PÍO de Pietrelcina

Pocos hombres de Dios han sido tan agraciados con dones como San Pio de Pietrelcina.

Y esto también ha hecho que circulen muchas anécdotas piadosas sobre su vida.

foto del padre pio

En este artículo traemos una serie de testimonios de quienes ha tenido sorprendentes fenómenos con el Padre Pío.

 

CUIDA POR DÓNDE CAMINAS!

Un hombre fue a San Giovanni Rotondo para conocer al Padre Pío pero era tal la cantidad de gente que había que tuvo que volverse sin ni siquiera poder verlo.

Mientras se alejaba del convento olió el maravilloso perfume que emanaba de los estigmas del padre y se sintió reconfortado.

Unos meses después, mientras caminaba por una zona montañosa, sintió nuevamente el mismo perfume.

Se paró y quedó extasiado por unos momentos inhalando el exquisito olor.

Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio y que si no hubiera sido por el perfume del padre hubiera seguido caminando…

Decidió ir inmediatamente a San Giovanni Rotondo a agradecer al Padre Pío.

Cuando llegó al convento, el Padre Pío, el cual jamás lo había visto, le gritó sonriendo: “¡Hijo mío! ¡Cuida por dónde caminas!”.

 

DEBAJO DEL COLCHÓN

Una señora sufría de tan terribles jaquecas que decidió poner una foto del Padre Pío debajo de su almohada con la esperanza de que el dolor desapareciera.

Después de varias semanas el dolor de cabeza persistía y entonces su temperamento italiano la hizo exclamar fuera de sí:

“Pues mira Padre Pío, como no has querido quitarme la jaqueca te pondré debajo del colchón como castigo”.

Dicho y hecho. Enfadada puso la fotografía del padre debajo de su colchón.

A los pocos meses fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre.

Apenas se arrodilló frente al confesionario, el padre la miró fijamente y cerró la puertecilla del confesionario con un soberano golpe.

La señora quedó petrificada pues no esperaba semejante reacción y no pudo articular palabra.

A los pocos minutos se abrió nuevamente la puertecilla del confesionario y el padre le dijo sonriente:

“No te gustó ¿verdad? ¡Pues a mí tampoco me gustó que me pusieras debajo del colchón!”.

padre pio llorando

 

LOS CONSEJOS DEL PADRE PÍO

Un sacerdote argentino había oído hablar tanto sobre los consejos del Padre Pío que decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el padre le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual.

Llegó a Italia, se confesó con el padre y se tuvo que volver sin que el padre le diera ningún consejo.

El padre le dio la absolución, lo bendijo y eso fue todo.

Llegó a la Argentina tan desilusionado que se desahogaba contando el episodio a todo el mundo.

“No entiendo por qué el padre no me dijo nada”, decía, “¡y yo que viajé desde la Argentina sólo para eso!”

El Padre Pío lee las consciencias y sabía que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación”…

Así se quejaba una y otra vez hasta que sus fieles le empezaron a preguntar:

“Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada?

¿No habrá hecho algún gesto, algo fuera de lo común?

Entonces el sacerdote se puso a pensar y finalmente se acordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco extraño.

“Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente despacio, tan despacio que yo pensé: ¿es que no va a acabar nunca?”, contó a sus fieles.

“¡He ahí el consejo!”, le dijeron, usted la hace tan rápido cuando nos bendice que más que una cruz parece un garabato”.

El sacerdote quedó contentísimo con esta forma tan original de aconsejar que tenía el Padre Pío.

 

EL VIGILANTE Y LOS LADRONES

Unos ladrones merodeaban en mi barrio, en Roma, y esto me impedía ir a visitar al Padre Pío.

Al final me decidí después de haber hecho un pacto mental con él: “Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa…”.

Una vez en San Giovanni Rotondo, me confesé con el Padre y al día siguiente, cuando fui a saludarle, me reprendió:

“¿Aún estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando para sostenerte la puerta!”.

Me puse de viaje inmediatamente, sin haber comprendido qué había querido decirme.

Habían forzado la cerradura, pero en casa no faltaba nada.”

cuerpo del padre pio en el vaticano

 

NIÑOS Y CARAMELOS

Hacía tanto tiempo que no iba a visitar al Padre Pío que me sentía obsesionada por la idea de que se hubiera olvidado de mí.

Una mañana, después de haberle confiado, como de costumbre, mi hija bajo su protección, fui a Misa.

De regreso, encontré a la pequeña saboreando un caramelo.

Sorprendida le pregunté quién le había dado el “melito”, como ella llamaba a los caramelitos.

Y muy contenta me señaló el retrato del Padre Pío que dominaba sobre el corralito donde dejaba a la pequeña durante mis breves ausencias.

No di ninguna importancia al episodio y no pensé más en él.

Después de algún tiempo, no logrando sacarme de la cabeza la idea de que el Padre Pío se hubiera olvidado de mí, pude finalmente ir a visitarlo.

Inmediatamente después de la confesión, cuando fui a besarle la mano, me dijo riendo: “…¿también tú querías un “melito”?”.

 

UN CALVO

No había remedios para mi cabello que iba desapareciendo de mi cabeza, y sinceramente me disgustaba quedar calvo.

Me dirigí al Padre Pío y le dije: “Padre, ruegue para que no se me caiga el cabello”.

El Padre en ese momento bajaba por la escalera del coro.

Yo lo miraba ansioso esperando una contestación.

Cuando estuvo cerca de mí cambió el semblante y con una mirada expresiva señaló a alguien que estaba detrás y me dijo: “Encomiéndate a él”.

Me di vuelta.

Detrás había un sacerdote completamente calvo, con una cabeza tan brillante que parecía un espejo.

Todos nos echamos a reír.

padre pio bendiciendo

 

EL ZAPATAZO

Una vez un paisano del Padre Pío tenía un fuertísimo dolor de muelas. Como el dolor no lo dejaba tranquilo su esposa le dijo:

“¿Por qué no rezas al Padre Pío para que te quite el dolor de muelas? Mira aquí está su foto, rézale”.

El hombre se enojó y gritó furibundo: “¿Con el dolor que tengo quieres que me ponga a rezar?”.

Inmediatamente cogió un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la foto del Padre Pío.

Algunos meses más tarde su esposa lo convenció de irse a confesar con el Padre Pío a San Giovanni Rotondo.

Se arrodilló en el confesionario del Padre y, luego de decir todos los pecados que se acordaba, el Padre le dijo:

“¿Qué más recuerdas?” “Nada más”, contestó el hombre.

“¿Nada más? ¿Y qué hay del zapatazo que me diste en plena cara?”

 

EL SALUDO “GRANDE, GRANDE”

Una hija espiritual del Padre Pío se había quedado en San Giovanni Rotondo tres semanas con el único propósito de poder confesarse con él.

Al no lograrlo, ya se marchaba para Suiza profundamente triste, cuando se acordó que el Padre Pío daba todos los días la bendición desde la ventana de su celda.

Se animó con la idea de que por lo menos recibiría su bendición antes de partir y salió corriendo hacia el convento.

Por el camino iba diciendo para sus adentros: “quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”.

Cuando llegó se encontró con que la gente se había marchado pues el Padre había dado ya su bendición.

Los había saludado a todos agitando su pañuelo desde su ventana y se había retirado a descansar.

Un grupo de mujeres que rezaban el Rosario se lo confirmaron. Era inútil esperar.

La señora no se desanimó por eso y se arrodilló con las demás mujeres diciendo para sí: “no importa, yo quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”.

A los pocos minutos se abrió la ventana de la celda del Padre y éste, luego de dar nuevamente su bendición, se puso a agitar una sábana a modo de saludo en vez de usar su pañuelo.

Todos se echaron a reír y una mujer comentó: “¡Miren, el padre se ha vuelto loco!”.

La hija espiritual del padre comenzó a llorar emocionada.

Sabía que era el saludo “grande, grande” que había pedido para sí.

pintura padre pio fondo

 

UN NIÑO, UN TRENCITO Y LOS CARAMELOS

Un niño, hijo de un guardia civil, deseaba tener un trencito eléctrico desde hacía mucho tiempo.

Acercándose la fiesta de Reyes, se dirigió a un retrato del Padre Pío colgado en la pared, y le hizo esta promesa:

“Oye, Padre Pío, si haces que me regalen un trencito eléctrico, yo te llevaré un paquete de caramelos”.

El día de los Santos Reyes el niño recibió el trencito tan deseado.

Pasado algún tiempo, el niño fue con su tía a San Giovanni Rotondo.

El padre Pío, paternal y sonriente, le preguntó: “Y los caramelos, ¿dónde están?”.

 

¡POR DOS HIGOS!

Una señora devota del Padre Pío comió un día un par de higos de más.

Asaltada por los escrúpulos, pues le parecía que había cometido un pecado de gula, prometió que iría en cuánto pudiera a confesarse con el Padre Pío.

Al tiempo se dirigió a San Giovanni Rotondo y al final de la confesión le dijo al padre muy preocupada:

“Padre, tengo la sensación de que me estoy olvidando de algún pecado, quizá sea algo grave”.

El Padre le dijo: “No se preocupe más. No vale la pena. ¡Por dos higos!.

padre pio y arcangel san miguel

 

¿ESPERAS QUE ME CASE YO CON ELLA?

El Padre Pío estaba celebrando una boda.

En el momento culminante del acto el novio, muy emocionado, no atinaba a pronunciar el “sí” del rito.

El Padre esperó un poco, procurando ayudarlo con una sonrisa, pero viendo que era en vano todo intento, exclamó con fuerza:

“¿En fin, quieres decir este “sí” o esperas que me case yo con ella?”

 

¡PADRE, RUEGUE POR MIS HIJITOS!

Una señora muy devota del Padre Pío nunca se iba a dormir sin haberle encomendado antes a sus hijos.

Todas las noches se arrodillaba frente a la imagen del Padre y le decía: “Padre Pío, ruegue por mis hijitos”.

Después de tres años de rezar todos los días la misma jaculatoria pudo ir a San Giovanni Rotondo.

Cuando vio al Padre le dijo: “Padre, ruegue por mis hijitos”.

“Lo sé, hija mía”, le dijo el Padre, “¡hace tres años que me vienes repitiendo lo mismo todos los días!”.

dibujo padre pio ovejas

 

¡Y TÚ TE BURLAS!

Una devota del Padre Pío se arrodillaba todos los días frente a la imagen del padre y le pedía su bendición.

Su marido, a pesar de ser también devoto del padre, se moría de la risa y se burlaba de ella pues consideraba que aquello era una exageración.

Todas las noches se repetía la misma escena entre los esposos.

Una vez fueron los dos a visitar al Padre Pío y el señor le dijo: Padre, mi esposa le pide su bendición todas las noches”.

“Lo sé”, contestó el Padre, “¡y tú te burlas!”.

 

EL PADRE PÍO REZA A SAN PÍO X

Una vez el Cardenal Merry del Val contó al Papa Pío XII que había visto al Padre Pío rezando en San Pedro frente a la tumba de San Pío X, el día de la canonización de Santa Teresita.

El Papa preguntó al entonces Beato Don Orione qué pensaba del asunto.

Don Orione respondió: “Yo también lo vi. Estaba arrodillado rezando a San Pío X.

Me miró sonriente y luego desapareció”.

estatua de padre pio con velas fondo

 

BILOCACIÓN DEL PADRE PÍO EN URUGUAY

Monseñor Damiani, obispo uruguayo, fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre Pío.

Luego de confesarse se quedó unos días en el convento.

Una noche se sintió enfermo y llamaron al Padre Pío para que le diera los últimos sacramentos.

El padre Pío tardó mucho en llegar y cuando lo hizo le dijo:

Ya sabía yo que no te morirías.

Volverás a tu diócesis y trabajarás algunos años más para gloria de Dios y bien de las almas”.

“Bueno”, contestó Monseñor Damiani, “me iré pero si usted me promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte.

El Padre Pío dudó unos instantes y luego le dijo “Te lo prometo”.

Monseñor Damiani volvió al Uruguay y trabajó durante cuatro años en su diócesis.

Hasta que en el año 1941 Monseñor Alfredo Viola festejó sus bodas de plata sacerdotales.

Para tal acontecimiento se reunieron todos los obispos uruguayos y algunos argentinos en la ciudad de Salto, Uruguay.

Entre ellos estaba Monseñor Damiani, enfermo de angina pectoris.

Hacia la medianoche el Arzobispo de Montevideo (luego Cardenal) Antonio María Barbieri, se despertó al oír golpear a su puerta.

Apareció un fraile capuchino en su habitación que le dijo: “Vaya inmediatamente a ver a Monseñor Damiani. Se está muriendo”.

Monseñor Barbieri fue corriendo a la alcoba de Monseñor Damiani, justo a tiempo para que éste recibiera la extremaunción y escribiera en un papel: “Padre Pío..” y no pudo terminar la frase.

Fueron muchos los testigos que vieron a un capuchino por los corredores.

Y misteriosamente quedó en el palacio episcopal de Salto un medio guante del padre Pío que curó a varias personas.

En 1949 Monseñor Barbieri fue a San Giovanni Rotondo y reconoció en el padre al capuchino que había visto aquella noche, a más de diez mil kilómetros de distancia.

El Padre no había salido en ningún momento de su convento.

Hoy día hay en Salto una gruta que recuerda esta bilocación y desde allí el padre ha hecho varios milagros.

 

NOS HEMOS SALVADO POR LOS PELOS AQUELLA TARDE ¿EH GENERAL?

El General Cardona, después de la derrota de Caporetto, cayó en un estado de profunda depresión y decidió acabar con su vida.

Una tarde se retiró a su habitación exigiendo a su ordenanza que no dejara pasar a nadie.

Se dirigió a un cajón, extrajo una pistola y mientras se apuntaba la sien oyó una voz que le decía: “Vamos, General, ¿realmente quiere hacer esta tontería?”.

Aquella voz y la súbita presencia de un fraile lo disuadieron de su propósito, dejándolo petrificado.

Pero ¿cómo había podido entrar ese personaje en su habitación?

Pidió explicaciones a su ordenanza y este le contestó que no había visto pasar a nadie.

Años más tarde, el General supo por la prensa que un fraile que vivía en el Gargano hacía milagros.

Se dirigió a San Giovanni Rotondo de incógnito.

Y ¡cuál no fue su sorpresa cuando reconoció en el fraile al capuchino que había visto en su habitación!

Y el Padre Pío le susurró “Nos hemos salvado por los pelos aquella tarde ¿eh General?”.

Padre Pio-Taormina fondo oscuro

 

AMOR DEL PADRE PÍO POR SAN PÍO X Y PÍO XII

El Padre Pío solía decir que San Pío X era el papa más simpático desde San Pedro hasta nuestros días.

“Un verdadero santo”, decía siempre, “la auténtica figura de Nuestro Señor”.

Cuando murió San Pío X, el Padre Pío lloraba como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”.

Pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la guerra.

Y respecto a Pío XII, una vez el Padre Pío dijo a un sacerdote que iba para Roma: “Dile a su Santidad (Pío XII) que con gusto ofrezco mi vida por él”.

Cuando murió Pío XII el Padre Pío también lloraba desconsoladamente.

Al día siguiente de la muerte no lloraba más y entonces le preguntaron: “Padre, ¿ya no llora por el Papa?” “No”, contestó el padre, “pues Cristo ya me lo ha mostrado en Su gloria”.

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=UlRPwJUk0j4

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Impresionantes Sanaciones a Dos Diáconos

¿Alguna vez te has enfrentado a circunstancias imposibles?

Espero que estas historias te ofrezcan algo de aliento en tu viaje para continuar perseverando.

Y encontrar el amor, el poder y la bondad de nuestro Dios y Creador en medio de la adversidad.

Recuerda que Jesús miró a sus discípulos y les dijo:
.
“Para los hombres es imposible, pero no para Dios; para Dios todo es posible” (Marcos 10:27)

Una de las sanaciones milagrosas que traemos es la que posibilitó la beatificación del cardenal Newman.

Y la otra, se trata de un proceso que requirió perseverancia a instructores del ministerio de sanación y estudiantes de diaconado.

 

EL MILAGRO DE BEATIFICACIÓN DEL CARDENAL NEWMAN

La beatificación por la Iglesia Católica requiere de un milagro comprobado de intercesión, que es exhaustivamente investigado desde múltiples puntos de vista.

Ese milagro por intercesión del Cardenal Newman fue la curación de Jack Sullivan.

Jack Sullivan, de 71 años, es juez de distrito de Massachusetts. Hombre ca­sado y diácono permanen­te de la Iglesia católica.

Sus problemas de espal­da comenzaron en el año 2000, sus deformaciones provocaban estenosis, no podía caminar.

En ese momento estaba estudiando para convertir­se en diácono de la Iglesia Católica y el hecho de ser incapaz de terminar la formación supuso una conmoción para él.

Un día, encorvado en un sillón de su casa estaba tratando de aceptar su nueva situación.

Y dio casualmente con un documental sobre Newman mientras hacía zapping en la televisión.

Sintió la necesidad de rezar al cardenal y le pidió fuerza para enfrentarse a su problema y de alguna manera superar su discapacidad, de forma que pu­diera convertirse en diácono.

Recordamos que un diácono es un clérigo que ha sido ordenado por la imposición de las manos al servicio de los pobres y del evangelio.

Los diáconos no son sacerdotes.

Hay dos tipos de diácono: el transitorio y el permanente.

El primero se ordena como paso previo hacia el sacerdocio.

El segundo como vocación para toda la vida.

La Iglesia católica ordena diáconos permanen­tes a célibes y a hombres casados.

Este segundo es el caso de Sullivan, un hombre casado.


 

TESTIMONIO DEL DIÁCONO JACK SULLIVAN

En el verano del año 2000, un cirujano del hospital de Bos­ton me informó de que, si no me operaba la columna, inmediatamente quedaría paralítico.

Mi caso era el peor de todos los que se había encontrado en 17 años de profesión.

Me quedé muy abatido, porque estaba realizando con mucho esfuerzo los estudios necesarios para el diaconado.

Y parecía que era imposible continuar; en aquel momento todo lo veía muy negro.

Ese mismo día, viendo la EWTN [un canal internacional de te­levisión católica] vi a dos sacerdotes hablando sobre el Cardenal Newman.

Yo sabía algo acerca de Newman, no mucho.

Sabía que era un converso, un hombre brillante, que predicó y escribió sobre cómo Dios influye en la vida cotidiana de un modo muy sencillo y razonable.

Al final del programa un mensaje apare­ció en la pantalla:

“Si usted recibe un favor por intercesión del Cardenal Newman, por favor escriba al Postulador de la Cau­sa de Canonización Hagley Road, al Oratorio de Birmingham”.

Escribí la dirección pensando que tal vez ésta era la razón por la que estaba viendo el programa.

Y pensé:

Si rezo al Cardenal Newman me ayudará, y le pedí.
.
A la mañana siguiente, cuando me levanté, no tenía dolor alguno, estaba muy emocionado”.

Permanecí completamente libre de dolor durante la mayor parte del año.

Pero después se produjo un deterioro en mi estado y fui hospitalizado en agosto del 2001.

Durante la intervención quirúrgica hubo problemas.

La duramadre -que rodea la médula espinal- había desaparecido, no había fluido protector alrededor de mi columna vertebral.

Después de la operación me pusieron morfina y Demerol.

Las cosas pintaban muy mal.

Yo estaba ob­sesionado con salir curado lo antes posible

¿Qué pasaría con mis clases?. Comenzaban el 6 de septiembre.

Me dijeron que el pe­ríodo de recuperación sería de 8 a 12 meses; antes de este tiempo era imposible que pudiera caminar.

Si no era capaz de hacer este último año todo estaba perdido.

El 15 de agosto, me dijeron que no podía volver a clase, que no era humanamente posible.

Pensé: “Tengo que salir de esta cama”.

Yo estaba en agonía.

La enfermera me colocó a un lado de mi cama; yo estaba apoyado en ella con mis brazos.

En ese momento le pedí al Cardenal Newman por segunda vez:

“Por favor, Cardenal Newman, ayúdame a caminar para que pueda regresar a clase y pueda ser ordenado”.

Nunca he olvidado nin­gún detalle de aquel hermoso día.

De repente sentí una tremenda sensación de calor, muy, muy cálido y una sensación de hormigueo en todo mi cuerpo. Eso fue muy fuerte y duró mucho tiempo.

También sentí una sensación de alegría y de paz que nunca había experimentado antes en mi vida y un sentido de la presencia de Dios y de su poder sobre mi voluntad.

Yo estaba allí de pie y todas estas cosas estaban ocurriendo en mí.

Yo no tenía ningún control y luego desarrollé un sentido de confianza y determinación de que finalmente podía caminar, sin siquiera dar un solo paso.

La siguiente cosa que hice fue gritarle a la enfermera: “No tengo más dolores”, mientras que justo antes estaba agonizando.

Caminé fuera de la habitación para asombro de todos, recorrien­do los pasillos y la planta del hospital.

Creí que lo que estaba experimentando era el paraíso.

El dolor me abandonó y salí lleno de alegría y con la seguridad de que algo especial me había sucedi­do.

No es que pudiera an­dar, es que me movía tanto que las enfermeras tuvie­ron que decirme más de una vez que me lo tomara con calma.

Estaba disfrutando de andar más de lo que cual­quiera pudiera pensar. Miré por la ventana.

Pude ver las ruinosas viviendas de Mission Hill en Boston y para mí eran como cas­tillos de oro.

Así es como me sentía.

Inmediatamente después me dieron el alta y regresé a mis clases de diaconado ante el asombro de mis compañeros de clase y, sobretodo, de mi esposa Carol.

 

DECLARADO MILAGRO POR LA IGLESIA

Las declaraciones de milagros son escasas y valiosas en la Iglesia Católica.

Requieren una investigación exhaustiva que incluye entrevistas con los testigos y el análisis de todos los documentos médicos pertinentes.

Aunque el caso de Sullivan tardó ocho años en seguir el procedimiento, el hecho de que los médicos estaban completamente desconcertados por la recuperación aceleró el proceso.

El jefe de cirugía de columna del hos­pital New England Baptist de Boston escribió en relación a la mejoría de Sullivan tras rezar a Newman:

«No encuentro expli­cación médica de la ausencia de dolor durante un periodo tan largo de tiempo, a pesar de la estenosis persistente y grave».

«Los datos objetivos, la tomografía, mielografía y la resonancia magnética demostraron que la patología no sufrió cambio alguno, sin embargo los síntomas [el dolor] mejoraron radicalmente».

Después de la segunda curación, le dijo a Sullivan que la re­cuperación de su columna vertebral era tan buena que a los 71 años de edad tenía la capacidad de soporte equivalente a la de una columna de 30 años de edad.

«Con el daño que tenía en la meninge duramadre, debería haber estado en un estado mucho peor», afirma.

«No tengo una explicación médica o científica para este caso. Si desea una respuesta, pídasela a Dios».

Los médicos que han estudiado mi caso determinaron que había re­cuperado la capacidad de un hombre de 30 años.

Estaban des­concertados por la recuperación y, tras las pruebas finales, en octubre reconocieron que no había una explicación científica.

El Papa emitió el decreto declarando milagro la curación se Sullivan, el 3 de julio de 2009.

 

“¡ESTO ES IMPOSIBLE!”

Durante una reciente conferencia, un estudiante para diácono pidió para recibir oración por su sanación.

Es una experiencia común que las personas reciban la curación en una conferencia de “Sanación de la persona en su totalidad» del John Paul II Healing Center.

¿Qué tiene de particular esto?

De hecho, muchos han recibido curaciones asombrosas en diversos eventos de sanaciones por todo el mundo

Pero lo que relatamos es algo único y puede ser de aliento para todos los que se enfrentan a circunstancias aparentemente imposibles en su vida.

Estamos acostumbrados sobre todo a leer sobre curaciones impresionantes y duraderas como las de Jack Sullivan, pero no a escuchar sobre curaciones que exigen una perseverancia adicional.

Aún el John Paul II Healing Center no tiene las pruebas médicas y debido a eso – y en honor a las enseñanzas de la Iglesia – esto no se declaró oficialmente un milagro.

Vamos a llamar a este candidato a diácono Jim a efectos de la historia.

Jim tenía una movilidad muy limitada en su parte posterior.

Sin embargo, después de recibir oración de sanación sintió que algo cambió dentro de la parte baja de su espalda.

Esto lo comprobó cuando intentó doblar la cintura para ver si tenía algún aumento de movilidad aumentado.

Mientras se inclinaba y llegó a sus manos por debajo de las rodillas, miró con asombro absoluto lo que le sucedió.

Y exclamó con escepticismo: “Esto es imposible”.

Es entendible su respuesta. Es habitual en los que son sanados.

Porque no es humanamente posible ser sanado al instante de una dolencia física.

Sólo el Espíritu Santo puede hacer tal cosa dentro de la vida de una persona.

Lleno de algarabía Jim compartió que su espalda inferior está fusionada con placas metálicas, clavos y tornillos.

Más tarde compartió imágenes de lo que revela los rayos X de la seguridad en el aeropuerto.

El metal en su espalda está colocado de manera intrincada, lo que inmoviliza su espalda.

Por lo tanto, cuando Jim dijo “esto es imposible” lo decía en serio. Realmente era imposible que su espalda se doblara como lo hizo.

Nuevamente Jim se inclinó, y esta vez se tocó los dedos de los pies por primera vez en muchos años.

Y nuevamente exclamó con total asombro, “Esto es imposible”.

Se puso de pie, y con una fe recién descubierta, declaró con temor: “¡Pero con Dios todo es posible!”

Jim estaba profundamente tocado por el Espíritu Santo.

Y Dios había hecho lo imposible ante nuestros propios ojos.

Al día siguiente, Jim informó que tuvo la mejor noche de sueño que había tenido en muchos años.

Por si fuera poco, se inclinó, tocó los dedos de los pies y exclamó una vez más: “Con Dios todo es posible”.

Nos gustaría terminar aquí y decir que esto se terminó ese mismo día. Pero no fue así.

 

RETROCESO Y NUEVO INTENTO

Unos cuatro meses más tarde, el ministerio de oración fue invitado a ministrar a los candidatos al diaconado entrantes dentro de la diócesis de Jim.

Ahí supieron que cuando Jim regresó a su casa, su espalda se había tensado de nuevo.

Hubiera sido fácil desanimarse y cuestionar la validez de la curación.

Sin embargo, debido a los muchos milagros que los sacerdotes del ministerio han visto hacer a Jesús lo largo de los años, decidieron presionar un poco.

En el último día del evento, Dios hizo lo imposible de nuevo.

Su amor y su presencia fueron evidentes para todos.

Estaban enseñando los candidatos al diaconado sobre algunos pasos básicos para orar por sanidad física.

Y preguntaron si alguien quería participar. Jim levantó la mano.

Jim ahora estaba de pie nuevamente delante de sus compañeros, y todos querían que Dios hiciera lo imposible una vez más.

No había riesgo involucrado. ¿Qué pasa si no pasa nada?

No depende de nosotros. Nuestra parte es obedecer a Dios y creer.

Lo que el Espíritu Santo hace o deja de hacer no depende de nosotros.

Se sintió que todos se atrevieron a creer. Nunca es fácil.

La confianza y la fe nos desafían a todos, sin embargo, Dios nos llama a tener fe.

Al orar sobre su espalda con la fe, Jim volvió a sentir que algo cambiaba.

Una vez más, fue a doblar la espalda para ver si estaba curada.

Esta vez, sin embargo, había mejorado algo pero tenía la movilidad muy limitada.

Su espalda, aparentemente no se sanó.

 

¿DECEPCIÓN O PERSEVERANCIA?

Hubiera sido muy fácil llegar a la conclusión de que Jesús no quería curar a Jim.

Podríamos haber evitado fácilmente creer en su curación.

Pero los instructores han visto a Jesús sanar a la gente antes.

Así que decidieron no dar lugar al desaliento y la duda.

Decidieron tomar la palabra de Jesús.

Se atrevieron a presionar más para ver lo que Jesús quería hacer en la espalda de Jim.

Al orar, le preguntaron al Espíritu Santo qué estaba impidiendo la curación de Jim.

Mientras oraban, Jim recordó un acuerdo que había hecho en relación con la enfermedad de su madre cuando él era un niño.

Él simplemente oró: “En el nombre de Jesús renuncio al acuerdo…”

Inmediatamente él sintió que algo cambio dentro de su espalda baja.

Delante de sus compañeros, Jim se inclinó y tocó los dedos de los pies. ¡Fue sanado de forma visible!

Nuestro Dios es un Dios de lo imposible

Fue un momento de gran importancia en la vida de Jim, así como en la vida de todos los presentes.

Y esta curación duró hasta ahora.

Dios es un Dios de lo imposible.

Fuentes:

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FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María TESTIMONIOS Y MILAGROS Vidas y Trayectorias

El Libro con la Gota de Sangre (sobre la Vida de Pepita Pugés vidente de Can Cerda) Joan Roig Gironella

El espectador, pasada la primera sorpresa, se adentra en este libro cuyas páginas recuerdan, de repente, el retablo florentino que es la vida escrita en el siglo XIV, de la deliciosa y fuerte Catalina de Siena o de la sorprendente Gema, que encontramos en pleno siglo XIX. Esa claridad, esa sencillez, que manan de repente, como el brotar de una fuente.

 

pepita puges

 

La gente que rodea a Pepita Pugés es muy corriente. Nada la distingue de otra gente. O quizás sí: esta forma de ser corriente, al máximo.

Los escenarios de su vida son de una vulgaridad sorprendente; una calle, un mercado.

Ella misma es una mujer sencilla. Vendía verduras. Así como Santa Catalina de Siena, hija de un tintorero, se cría entre telas, en la casa paterna, vive y sufre las costumbres de su época y camina por las calles, como todo el mundo.

Así, esta mujer de mejillas aún tersas, de expresión de sutil sensibilidad, hace muy poco, casi ayer, vendía verduras, hablaba y reía entre nosotros. Sus amigas son tan corrientes como ella.

De repente pensamos en Pedro, en Juan, en Tadeo; esos hombres sencillos, corrientes, que estiraban la red, que comían sencillamente y que convivían muy cerca del Hijo de Dios; cosa que ni los reyes tuvieron el privilegio de hacer; o, quizás, sólo lo tuvieron como la graciosa Isabel de Turingia, que conmovida al ver a Nuestro Señor crucificado y ella enjoyada, escandaliza a todo el mundo quitándose su corona y poniéndola en el suelo de la iglesia. Es allí donde han de estar las coronas de los hombres.

Asomados a estos fioretti de increíble belleza pensamos, de repente, que Dios no está tan lejos, sino nosotros lejos de El.

La voz de la Virgen es cariñosa, dulce. Es muy joven. A veces se presenta radiante de belleza; otras, triste, llora.

¡Cuánta dulzura hay en la Inmaculada Concepción, delicadeza y encanto! Como esa vez que llama al cuarto de Pepita antes de entrar…

Nuestra Señora es una mujer de una dulzura sublime, que anda entre nosotros. Así lo entienden los enamorados de la Virgen: Teresa, Vianney. Todo es sencillo, claro, diáfano.

Somos los hombres los que complicamos las cosas.

Es con un extremado respeto como me asomo a esta vida. ¿Qué emana de ella? Misticismo. Hemos de pensar que la capilla en la que rezaba Pepita, era una capilla cualquiera. Hay centenares. Su hogar, como centenares de hogares. Su vida, como centenares de vidas. La diferencia, únicamente, está en el Amor. En relación de diálogo con Dios. Con Dios no es difícil dialogar, si uno es humilde y ama bastante. Además, El escoge. No es cómodo, pero sí, maravilloso, dejarse escoger.

Pepita Pugés, como Santa Teresa, ha escogido el diálogo del amor. Sólo que es una mujer de nuestro tiempo, no una doctora de la Iglesia, por gracia de Dios. No tiene el linaje de Teresa, no ha leído sus libros, no pertenece a Avila, sino a Horta.

No imita, no sigue en realidad a ningún Santo. Sólo hay similitud en la simplicidad. Se mueve, vive, habla, con sencillez. Se ignora.

Para ella las cosas del Cielo son normales, lógicas. Viven y se entrelazan en su vida común.

Quizás seamos nosotros los que somos limitados. Nosotros los que carecemos de algún órgano captativo.

La puerta del mercado de Horta es redonda: se entra, huele a verdura. Se compra, se regatea, se pasa. A veces se empuja un poco.

Ella vendía en uno de esos puestos. Subía al autobús, cogía el metro.

Una amiga habla de ella mientras pesa la compra, atiende a los clientes; sí, un momento; vuelve a hablar de su amiga muerta. Una clienta llama. Sí, un momento; pasa el rato.

¿Pensamos que los santos tienen aureolas y peanas de oro? No es así…

Tampoco la Virgen es así. Es, simplemente, una Mujer sublime, de una sencillez y una belleza sublimes.

Cuando aceptemos que todo es simple, los fioretti de San Francisco serán como ventanas abiertas. Y quizás entonces viviremos esta realidad.

FLORA DE SAGARRA

 

VIDA INTIMA DE PEPITA PUGES BALADAS

El 30 de agosto de 1978 entregó su alma a Dios Pepita Pugés. Puede ser muy provechoso para nuestro espíritu que recojamos aquí algunos datos biográficos, porque toda su vida fue como una pluma que escribe un libro, el libro de su vida, lleno de amor a Dios.

Efectivamente, en marzo de 1977 hice una petición a Pepita. Le pedí que en una libreta que yo le entregué, escribiera una relación de su vida espiritual. Cumplió puntualmente mi encargo. Ella tan obediente, me entregó la libreta, escrita de su puño y letra, cuatro meses después, el 8 de agosto de 1977. De esta fuente voy a sacar principalmente los datos de lo que referiré en este libro.

En aquel cuaderno refiere Pepita que cuando ella era joven, quiso ser religiosa; pero en su casa le negaron el permiso para entrar de religiosa. Entonces cayó enferma. Con esta ocasión, escribe lo que le sucedió:

“Estuve muy enferma. Yo pedía al Sagrado Corazón de Jesús que se me llevara pronto. Un día se me presentó el Sagrado Corazón de Jesús, lleno de rayos de todos colores. Me dijo:
-Hija mía, primero tienes que hacer un libro.
Vi una silla y encima un libro. Encima de la cubierta una gota de sangre. Lo dije a mi Director Espiritual y dijo que no sabía qué quería decir esto”.

El libro en blanco, que ella había de escribir, era su propia vida. Cada uno de nosotros, mientras vive, ha de escribir unas páginas imborrables, con las propias acciones: es el libro de la vida (Apoc 20,15). Hemos de querer que, en vida, escribamos páginas muy bellas, para después ir leyéndolas allí arriba por toda una eternidad. Aquel libro, pues, que vio Pepita, y la orden de que lo escribiera sin pensar en morir en seguida, era el libro de su vida, que había de llenar con el relato de sus buenas obras.

¿Y la gota de sangre que estaba encima de la cubierta del libro, qué simbolizaba? Bien claro estaba su significado. Que en su vida sufriría mucho, y esta gota de sangre, como título de todo el libro, sería lo que le daría su valor de eternidad. Efectivamente la vida de Pepita, ha sido esto, según creo.

 

Virgen-de-Can-Cerda

 

 

EL PRIMER ABRIRSE DEL ALMA A DIOS

Nació el 27 de setiembre de 1920, de padres “muy católicos”, -dice ella en su escrito- sobre todo su madre, que era muy ferviente. Se lo manifestaban con prácticas de piedad y devoción y además, ejercitaban el apostolado por medio de las asociaciones a que pertenecían. Por esto Pepita recibió desde muy pronto la mejor instrucción religiosa.

¿Cuándo empezó la apertura de su alma a Dios? Por lo que ella dice, su vida espiritual empezó a los cuatro años: “empecé cuando tenía cuatro años”. Es emocionante atisbar a través de lo que sabemos de ella, este primer abrirse al Señor, con naturalidad, con espontaneidad, con entrega. En realidad, los grandes favores sobrenaturales empezó a saborearlos a la edad de los quince años, aunque ya de pequeñita su espíritu se abrió al Señor.

Su madre, Josefa, tenía en casa una imagen del Sagrado Corazón, ante la que ardía una lámpara. Pepita tenía entonces cuatro años. Al ver a su madre arrodillada ante la imagen, le preguntó:

“-¿Qué hace mamá?
-Rezo a Jesús; reza tú también; ya sabes el Padrenuestro.
Yo también me arrodillé junto a ella. De pronto dije a mi madre:
-¿Tiene sangre en las manos, Jesús?
-Sí, hija mía, tiene sangre.
Y entonces mi madre me dijo:
-Hija mía, a Dios le pegaron mucho; llevaba en la cabeza una corona de espinas; lo clavaron en la cruz, de manos y de pies y con una lanza le traspasaron el corazón.
-¿Por qué le hicieron eso, madre, los judíos? ¿quiénes son los judíos?
-Somos todos los pecadores.
-¿Qué es un pecado?
Mi madre me dijo:
-Un pecado es hacer enfadar a los padres, no obedecerles, decir mentiras…
-Yo no quiero decir mentiras.
-Cada vez que se hacen pecados crucifican a Jesucristo, Nuestro Señor, pero si pides perdón te perdonará; y no hacerlo nunca más.
-¡Pobrecito Jesucristo! ¿Puedo rezar más?
-Sí, pero no tan alto, más bajito.
-Quiero besarlo.
-¡Bésalo, hija!
-¿Dónde está Dios?
-En todos los sitios; está a tu lado y también en el Santísimo Sacramento está esperándote.
-Vamos, mamá, a verlo.
-No, ahora no puedes ir al Cielo; si eres buena, sí, hija mía. Vete hija, no me dejas rezar.
Me quedó siempre presente en mi memoria.”

Así, con este relato tan sencillo, que tiene rasgos de sublime, empezó a los cuatro años la vida espiritual de Pepita; este abrirse a Dios, como una flor, cuando por la mañana viene el primer rayo de sol. Y poco después, contando todavía cuatro años, fue al Santuario de Montserrat y preguntó si aquel camarín en que estaba la Virgen y los ángeles era el Cielo.

De este modo prosiguió la vida espiritual de Pepita. Pero ¿cuándo empezó el Señor a comunicarse con ella por medio de gracias extraordinarias?

Si hemos de juzgar por su escrito, parece que fue en su Primera Comunión, cuando el Señor por primera vez le hizo recibir su voz con una de las llamadas “locuciones” internas, dentro del alma.

Dice así su relato:

“Había llegado el día de mi Primera Comunión. ¡Qué emoción tan grande recibir a Jesús en mi corazón! Yo decía:
-Jesús, ¿estás en mi corazón?
Me contestó:
-Sí. ¡Qué alegría estar en tu corazón! ¡Te quiero mucho!
-Yo también, Jesús mío.
-Ven siempre a verme en el Sagrario: ¿verdad que vendrás y me ofrecerás tu corazón?
-Sí, yo iré Jesús.
Cuando levanté mis ojos, vi a muchos ángeles blancos, ¡tan blancos, tan hermosos! Y cantaban con sus voces, tan celestiales. Nos decían a todas las niñas:
-Sois ángeles, sois portales de la gloria, sois espejos de Dios.
Vi unas cintas blancas y azules que bajaban del cielo, y todas nosotras estábamos envueltas en ellas. Yo decía:
-Jesús, quiero ir contigo al Cielo.
Me caían muchas lágrimas de felicidad, pero también estaba triste porque quería ir al Cielo”.

Tal es el relato que hace de su Primera Comunión.

Pero parece que estas gracias interiores no se ciñeron al día de su Primera Comunión, sino que prosiguieron en las comuniones siguientes, pues dice así, a continuación, sobre lo que le sucedía cuando iba a comulgar:

“Cuando entraba Jesucristo en mi corazón, oía la voz de Jesús:
-Hija, te quiero. Ofréceme tus cositas y oraciones por los pecadores.
-Señor –decía- que sea una niña como todas; diferente no, como todas. Ya sabéis, Jesús mío, que me ahogo siempre, no puedo correr como todas; se burlan las niñas de mí.
Jesús me decía:
-Yo te miro a ti solita y triste; no estés triste; estoy contigo, hija; tú eres una flor humilde, es la que quiero yo.
Entonces sentía ¡un consuelo tan grande!”.

Así, con esta vida de unión íntima y diálogo interior con Jesús, prosiguió Pepita hasta sus 19 años de edad. Cuando terminó la guerra de España, después de haber estado tres años sin poder comulgar –por la situación en que habían colocado a la Religión los que dominaban en el sector de la España republicana- por fin, en 1939, Pepita pudo volver a comulgar. Recojamos la explicación que ella nos hace de lo que sucedió en esta, que podría llamarse, segunda Primera Comunión. Dice así:

“Después, cuando entraron los nacionales, hacía tres años que no había oído la Santa Misa, ni recibido a Dios en mi corazón: todas las Iglesias estaban quemadas. Fuimos con una amiga mía a Sant Just i Pastor, Iglesia de Barcelona. Me confesé y después oímos la Santa Misa y en seguida fuimos a comulgar. En aquel momento oí la voz de Jesucristo, que me decía:
“-¡Oh, qué alegría tengo de entrar en tu corazón! ¡No sabes la alegría que tengo! ¡Alégrate, alma!
Entonces oí en mi corazón que me saltaba de alegría en el momento de recibir en mi corazón a Jesucristo. La Sagrada Hostia estaba toda iluminada con rayos de oro.
-Hija mía, me dijo, ¡te encontraba tanto en falta!”

¿Cómo había de florecer este diálogo íntimo, amoroso, con Jesús? Pertenecía, en efecto, a la Acción Católica; era Secretaria de las Hijas de María; cada mes, en domingos alternos, tenía Retiro espiritual, y en otros alternos, visitaba a enfermos tuberculosos del Hospital de Sant Pau i de la Santa Creu, como también a los leprosos, que entonces estaban en Horta. Cada domingo por la tarde enseñaba el catecismo y, finalmente, terminaba el domingo, tan denso, con el rezo del Trisagio ante el Santísimo expuesto.

El resultado de tal género de vida fue la vocación religiosa. Tenía ella 20 años de edad en 1940, cuando oyó el llamamiento de Jesús para que se hiciera religiosa. Las palabras con que ella lo narra, palabras en verdad preciosas, son éstas:

“Era un domingo de Retiro espiritual; había recibido a Jesús y me dijo:
-Alma, procura imprimir bien en tu interior: Yo soy amante de la pureza y soy el que da toda santidad. Yo busco un corazón puro y en tu corazón está el lugar de mi descanso; despréndete de todo lo que es del mundo, siéntate como pájaro solitario en el tejado, pues todo amante prepara a su amado el lugar mejor y más adornado; Yo soy el amo de tu ser; mío es todo lo tuyo. Entrégame todo menos el pecado.
-Sí, Jesús mío. Soy toda tuya.
Nació en aquel momento la Vocación de ser Esposa de Jesucristo; se había abierto en mi corazón un puro amor celestial de hacerme Esposa de Jesucristo, si El me quería. Lloré mucho, pero era de alegría; había despertado dentro de lo profundo de mi corazón, el amor divino y celestial. ¡Qué feliz era! Tenía 20 años…”

De un modo más explícito todavía, lo afirma pocas líneas después así:

“Un día me dijo Jesús:
-¿Quieres ser mi Esposa? Seré tu Esposo, alma mía; mira a mis Esposas, ¡qué hermosura!
Levanté mis ojos, vi a las Esposas vírgenes de Dios, todas blancas, con un velo finísimo que les cubría la cabeza; en sus manos llevaban lirios blancos, como no los hay en la tierra; llevaban una corona como de esmeraldas. Jesucristo me dijo:
-Estas son mis Esposas; serás una de ellas.
-¡Oh, gracias, Señor!
-El Rosario es un rosal para subir al cielo; sin embargo, hija mía, hay espinas y a veces muy dolorosas: tendrás que pasar entre espinas muy dolorosas. La Comunión fortalecerá tu espíritu, porque Yo seré el alimento de tu alma. Prepárate, hija mía, para ser mi Esposa”.

Cuando, finalmente, recibió el Señor en la Comunión, éste le dijo:

“No hay cosa tan hermosa en este valle de lágrimas como el alma que sirve puramente a Dios: ni la contemplación de la pradera esmaltada de hermosas flores, ni piedras preciosas y de gran valor, pueden parangonarse con la hermosura del alma. Soy Autor de toda paz y felicidad, reino en el centro del alma y desde allí, como rey desde su trono, dirijo potencias y sentidos. No es verdad, hija mía, que pueda darse en este mundo mayor dicha”.

 

aparicion de can cerda

 

 

NO LA DEJAN SER RELIGIOSA

Parece, que después de un llamamiento tan claro y alto, no habría de haber habido dificultad para llevar adelante una vocación religiosa por parte de una persona de tan intensa vida espiritual. Sin embargo, no fue así. Su padre, aunque era muy piadoso, temía perder a su hija, como sucede algunas veces; y no la dejó marchar.

Esta negativa fue un golpe muy duro para Pepita. Las palabras con que nos describe el cambio de rumbo impuesto a su vida, son éstas:

“No me dieron permiso para hacerme Religiosa. ¡Qué disgusto tan grande! Fui a la Iglesia llorando. Jesucristo me dijo:
-Hija mía, estás llorando, Yo estoy triste. Sé obediente, hija mía. Los ángeles están tristes, mi Madre Inmaculada que te quiere, está triste también. Sufrirás, hija mía. Tus sufrimientos los ofreces por los pecadores, los que blasfeman de nuestros Corazones; reza para desagraviarlos; por los que tienen abandonadas y arrinconadas nuestras lágrimas. Sí, hija mía, tienes que sufrir mucho. Yo no te dejaré nunca, hija mía. Mírame en la cruz y verás los tormentos que Yo sufrí por ti y por todos los pecadores”.

Aquí está claramente expuesto el cambio de orientación de la vida de Pepita. Quería ser Religiosa y así ofrecer el sacrificio de su entrega a El: no lo será por obedecerle, pero la cruz la acompañará igualmente, aunque de otro modo.

Fue tal el sufrimiento de Pepita por esta negativa, que estuvo muy enferma. Pidió entonces al Corazón de Jesús que se la llevara pronto al Cielo. La respuesta del Señor, fue la que ya conocemos: “Primero tienes que hacer un libro”, y con ello la visión de aquel gran libro blanco, encima de cuya cubierta había una gota de sangre, que era la tinta con la que habría de escribirlo.

Tal fue el designio del Señor.

 

interior de la capilla de can cerda

 

 

EN LOURDES EL MILAGRO DE SU CURACION

Efectivamente, Pepita casó con Francisco el 9 de junio de 1948. De palabra me había dicho ella, aunque no lo consigna en su memoria escrita, que antes de casarse le había dicho a su futuro esposo que supiera que ella veía a la Santísima Virgen. El mismo Jesucristo ratificó el nuevo rumbo de su vida. Lo narra con estas palabras:

“Yo obedecí a mis padres. Después me casé. El mismo día de la boda, Jesucristo me dijo:
-Te quería para Mí y tú también, hija mía; no llores, no tienes la culpa; cumple con el sacramento del matrimonio, aunque no lo sientas, hija mía. Tú cumplirás con el sacramento y, con los hijos que te daré, cumplirás también la ley de Dios”.

Al cabo de un año de casada, el 4 de marzo de 1949, Dios concedió a aquella familia el primer hijo, Jaime; y el 24 de junio de 1954, una hija, Montserrat. Pronto iba a cumplirse la predicción del Señor, de que sufriría mucho. Efectivamente, al cúmulo de enfermedades que había tenido, se añadió un accidente al caerse un día, que fue el 22 de junio de 1954. Las enfermedades habían sido muchas desde pequeña: operación de amígdalas (1927), tifus (1935), apendicitis (hacia 1941), anemia (hacia 1943); cuando su hijo tenía dos años y ella contaba 31 de edad, estuvo mal del corazón y tenía la arteria aorta dilatada (1951); cuando nació su hija y le hicieron una operación de parto, se ahogaba mucho por el mal estado del corazón y estaba toda hinchada (en 1954).

A todo ello se unió, ahora, otra cosa peor: uno de estos hechos que los hombres llamamos “accidentes”, pero que ante Dios no lo son, pues todos caen bajo su Providencia. Las palabras con que ella lo describe, son éstas:

“Habían pasado unos cinco años, ya tenía un hijo y una hija, cuando tuve un accidente: me quedó la pierna estropeada y torcida. Después de meses con yeso, y después de yeso de cola, la pierna estaba peor; me habían operado de mal de Pott y ya me tenían que operar de la pierna dentro de pocos meses. Entonces tuve un presentimiento: que me moriría y que si fuera a Lourdes, dentro de la piscina me curaría”.

Así empieza el relato de su maravillosa curación.

Tenemos una enferma con la columna vertebral inclinada, por el mal de Pott; los huesos de las piernas deformes; hasta me dijo varias veces, de palabra –aunque no lo consigna esto por escrito- que una de ellas, la enferma, había quedado varios centímetros más corta que la otra; exactamente ocho centímetros. Sentada como inválida, en un cochecito de paralíticos, entró en la piscina de Lourdes. Y esta enferma, de repente, pudo prescindir del cochecito: la espalda se le enderezó, la pierna se le alargó y curó, de modo que anduvo perfectamente desde entonces.

Pero oigamos el relato con sus mismas palabras.

“Fui a Lourdes con la peregrinación de Nuestra Señora de Lourdes. Tenía toda la fe en Ella y toda la confianza en la Virgen de Lourdes. Le decía:
-Virgen de Lourdes, tengo toda la fe y confianza en Ti, yo sé que me curarás.
Lo decía desde lo más profundo de mi corazón. Y cuando entré en la piscina de Lourdes, cuando estaba en medio de ella, sentí una mano que me cogía los huesos, muy fuertemente; en mi cuerpo oí un ruido, tan fuerte, que en aquellos momentos me parecía que me moría. Cuando, después de vestirme, fui al cochecito, me di cuenta de que la espalda que antes tenía torcida, entonces estaba recta. Dije:
-¡Estoy curada!
Pero no lo podía decir porque me ahogaba. Cuando salí, me esperaba la Hermana y me dijo:
-¿Qué le pasa?
Yo le dije:
-¡Oh, Hermana, estoy curada! La Virgen me ha curado.
Ella dijo:
-No lo digas hasta que estemos bien seguros; de momento muchos se curan y después vuelven a estar como antes.
Me llevaron a la explanada para la bendición de los enfermos. No podía rezar, aún me ahogaba”.

Hasta aquí la descripción de los hechos del 27 de noviembre de 1954. Ahora sigue comentándolos del siguiente modo:

“A la mañana siguiente me desperté. Había pasado toda la noche durmiendo. A mi lado estaba la Hermana, que tenía su cabeza en mi almohada, durmiendo. Yo la desperté:
-Hermana, he dormido toda la noche. Hacía 19 meses que no había dormido.
La Hermana me dijo:
-Ya lo sé.
-¿Por qué me velaba Vd.?
Ella contestó:
-Tenía muy mala cara y me encargaron vigilarla.
-Yo estoy curada, Hermana; iré sin cochecito.
Me dijo:
-No, hija mía, tú irás en el cochecito hasta que estemos bien seguros.
Entonces nos llevaron a los enfermos a la Gruta de Nuestra Señora de Lourdes; allí oímos la Santa Misa. Y en el momento de recibir a Jesús, oí la voz cariñosa, dulce y triste, de la Virgen de Lourdes. Me dijo:
-Hija mía, estás curada; levántate, anda mucho, demuestra que yo te he curado, hija mía, anda mucho; el corazón no te lo he curado; tendrás operaciones, sufrirás mucho; ofrécelo a mi Corazón Inmaculado y al de mi Hijo Divino, por los pecadores, hasta que un día vendré a buscarte y vendrás al Cielo conmigo; hija mía, muchos años no vivirás”.

Después de esta descripción, interesante y maravillosa por su sencillez y realismo, todavía es más hermosa la descripción que a continuación nos da, en cinco líneas, del rostro de la Virgen. ¿Cómo es la Santísima Virgen? O si queremos decirlo así, ¿cómo veía Pepita a la Santísima Virgen?

Sus palabras son éstas:
“La Virgen María Santísima es morena clara, muy fina; los ojos grandes, misericordiosos; negros y dulces, pero tristes. La cara no es ni larga, ni redonda, pero es hermosísima; nada hay en la tierra como Ella, de hermosura; llena de dulzura, de bondad, de celestial pureza inmaculada, de virginal amor”.
Es tal el encanto que ejercía sobre ella la Santísima Virgen, que poco después, hablando de la sonrisa de la Virgen María, dice:
“Si pudiera ir al Cielo, en un rincón, y ver la sonrisa de la Santísima Virgen, sería feliz eternamente”.

 

Pepita Puges i Baladas

 

 

DESPUÉS DE LOURDES

Tan bien quedó Pepita de aquellas graves lesiones y enfermedades de huesos, que le curó la Virgen de Lourdes, que después de todo ello tuvo todavía un tercer hijo, que fue niña, a la cual puso el nombre de María de Lourdes.

Antes de tenerla, siendo en 1958 el centenario de las apariciones de Lourdes, la Virgen le encargó que fuera a hablar con el Sr. Obispo para hacerle una petición:

“que tenía que rezar las tres partes del Santo Rosario con devoción, y ofrecerlas por las almas frías que no quieren conocer el amor divino de mi Hijo Jesucristo; venerar su Santa Imagen con una procesión; tres días rezar mucho por los pecadores. Que tenía que ver al Señor Obispo para darle este mensaje”.

Su Director Espiritual le contestó: espera que la Virgen te lo diga tres veces, antes de hacerlo. Cuando se cumplieron los tres encargos, sucesivamente dados por la Virgen, su Director Espiritual la enderezó al Obispado, para que hablase con el Secretario:

“Me recibió muy bien; mi Director Espiritual le habló de mí y él me escuchó con atención; y quedé descansada, porque sufro mucho cuando ella [la Virgen] quiere que diga algo: se sufre hasta que lo dices; entonces quedas en paz”.

Fijémonos en este rasgo: no va ella a que precisamente se cumpla lo que dice el Mensaje; va a decirlo para cumplir ella lo que la Virgen le encargó; y una vez ejecutada su orden, queda en paz, hágase o no lo que allí se contenía, porque ella ya ha cumplido. Es interesante este rasgo para discernimiento de espíritus.

Poco tiempo después, tuvo Pepita su tercero y último hijo, según decíamos antes, que fue niña, a la que impuso el nombre de María de Lourdes. Ella lo describe así:

“Después tuve una niña. Me costó muchísimo tenerla –estuve a punto de morir y 3 meses y medio en clínica- pero la niña estaba sana, se llamaba María Lourdes”.

Ahora vino el gran sacrificio que le pidió la Virgen. Un día, mientras ella ofrecía a la Virgen unas flores, la Sma. Virgen le dijo que la flor que quería era, precisamente, que le ofreciese su hijita, aceptando su prematura muerte. Lo refiere así:

“-La flor que me puedes ofrecer es tu hija María Lourdes; ésta no se marchitará nunca.
Me lo pidió tres veces. Entonces me fui al comedor. Mi madre me preguntó:
-¿Qué te pasa?
-Madre, la Virgen Santísima me está pidiendo la niña María Lourdes.
Ella me contestó:
-Te lo parece.”

Es decir: te imaginas que Ella te lo pide, pero es sólo imaginación.

No era imaginación sino verdad, como se ve por el relato siguiente:

“Habrían pasado ocho días justos, cuando la niña empezó con cuarenta de fiebre y a mover mucho la cabeza hacia un lado y otro, y llorando. Tenía pus en la nariz y se le ponía en las orejas. La niña no mejoraba. Me miraba yo la Santísima Virgen con miedo, porque sabía que quería que la ofreciera y que sería doloroso para mí. Un día la niña estaba con sufrimiento; no se curaba. Estuve tres veces en la Residencia y en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Un día mi madre, que era una santa…
-Interrumpo aquí la transcripción para observar el aprecio que Pepita tenía por su madre: “era una santa”; y prosigo copiando las palabras de ella sobre su madre.
…me llamó y me dijo:
-¿Por qué no ofreces la niña a la Virgen? Ella te lo pidió. Los hijos son de Dios y no tuyos.
-¡Oh, madre! Es lo que Ella quiere, madre, que le ofrezca, como una flor que nunca se marchitará. He sido una madre egoísta, que quería la hija para mí. Que Dios me perdone.
A la mañana siguiente perdí perdón por ser egoísta y la ofrecí como la flor que nunca se marchitará. Era el domingo y el martes la Virgen se la llevó al Cielo”.

Este es el relato, emocionante en verdad, y lleno de delicada y alta espiritualidad.

 

capilla de can cerda

 

 

EL MEOLLO DE SU VIDA ESPIRITUAL

Al describir a continuación los rasgos más típicos de lo que le pedía la Virgen, habla de oración, reparación, mortificación y penitencia, para salvar a las almas:

“Un día estaba rezando en la Iglesia y al momento de recibir a Jesús, la oí. Me dijo:
-Reza el Santo Rosario, ofrece tus sufrimientos por los que viven apartados de Dios, que no quieren escuchar la palabra de Dios, de mi Hijo amado; y después, cada Rosario será un peldaño de gloria en la cruz que en él todos llevamos: ésta es la llave de la gloria; sin ella no se puede entrar en el Cielo. Llevarla con resignación y con alegría por la felicidad eterna, hija mía.”

Le encarga que diga a su Director Espiritual que se hagan las XL Horas de Adoración ante el Santísimo por la paz de las naciones, cuyo egoísmo pone en peligro la paz, ofendiendo la paz, ofendiendo “Nuestros Corazones Santísimos”. Hago notar la fuerza que para el teólogo tendrá la frase en plural “Nuestros Sagrados Corazones”, que son ofendidos a la vez uno y otro, por el pecado.

De un modo especial encarga la Virgen oraciones y mortificaciones por la juventud que “no da importancia al pecado”; y así le pide también por todos “para que se salve el mundo”, a lo cual añade la Virgen una frase conmovedora: “¡para que Dios, mi Hijo amado, no sufra tanto como está sufriendo conmigo!”

Prorrumpe entonces Pepita en una doxología que parece una poesía de veneración, amor y alabanza a María, llena de belleza celestial. Es imposible no transcribirla aquí. Lo único que añado es separar por la puntuación en diversas líneas el sentido de las mismas palabras.
Dice así de la Santísima Virgen:

“Porque Ella es una estrella, la más bella, la más divina. Porque es una guirnalda del Cielo, florecida. Porque es celestial perfume de candor. Porque es la Reina y Emperatriz de Cielo y Tierra, y Madre de Dios y Madre nuestra, llena de amor por los pecadores. Sus celestiales manos acarician los mortales y suavizan todo mal”.

 

VESTIGIOS DE LA PASION

Pepita consigna en sus memorias una fecha bien precisa, cosa rara en ella. Lo cual indica que le quedó bien grabado el hecho. Lleva la fecha del 9 de diciembre de 1970.

Con esta fecha refiere que Jesucristo le dijo una vez que “cuando estaba coronado de espinas y azotado, no podía dar un paso, porque su divina cara era una cortina de sangre y no veía nada; entonces le lavaron la cara”, de tanta sangre, y cayó en una pila de bronce o lebrillo, donde quedaron en el fondo unas manchas oscuras de su sangre. Esta pila dice “está en Jerusalén, donde hay muchos judíos muy pobres. La utilizaban y ahora, no hace mucho, la querían romper. Como un milagro no se ha roto, porque yo no he querido”. Y le da indicaciones sobre una posible manera de ir a buscarla, pero haciendo antes cada mes la devoción de las XL Horas de su Adoración, oración y penitencia y rezando el rosario.

Después de consignar este rasgo de la pila utilizada en la pasión del Señor, da múltiples relaciones de otras comunicaciones divinas, sabrosísimas, como aquella en que el Señor le dice sobre el Sagrario, adonde hemos de acudir:

“Quiero que me expliquen sus cosas a Mí, como a su verdadero amigo; si quieren consuelo, Yo les daré; si quieren compañía, tendrán siempre a su lado a mi Corazón divino; quiero que me adoren, que me quieran, que recen con verdadera devoción y mediten cómo está su alma; que me lo ofrezcan todo a mi Sagrado Corazón y al de mi Madre Inmaculada, que sufre mucho, ¡oh, hija mía!”.

En este contexto encarga a los Sacerdotes, que antes de predicar, mediten lo que tienen que decir:

“Sacerdotes, sed castos, humildes de corazón; Obispos, sed Pastores humildes; entregaos por el bien de las almas; dad fruto al mundo, que lo necesita. Dios os iluminará.”

 

ESTA UN TIEMPO EN EL CIELO

Con fecha de 21 de octubre –que por el contexto parece se refiere al año 1971, aunque bien pudiera ser el 1972 u otro posterior-, refiere una gracia que la Sma. Virgen le deparó, para prepararla bien, ante todo el sufrimiento que le esperaba. Fue durante una peregrinación a Lourdes.

Quizá porque se acercaba ya la fecha en que iban a empezar los dolorosos hechos de Can Cerdà, de Cerdanyola, en los cuales ella habría de sufrir tanto. Tal vez por esto la Virgen ya la preparó, disponiendo su espíritu. Sea por ello o no, el hecho es que durante una peregrinación que hizo a Lourdes, le sucedió lo que describe con estas palabras:

“Fui de peregrinación a Lourdes. A la mañana siguiente vi a la Santísima Virgen, de repente, y me dijo:
-“¿Quieres ver el Cielo un poquito?”
Yo dije que sí. Vi una corona tan grande, pero preciosa, toda llena de diamantes y esmeraldas de todos los colores; una luz, tan divina, que resplandecía como un espejo; había preciosas piedras de rubíes… no puedo explicar, su hermosura tan grande. ¡La Virgen resplandecía tanto de hermosura! Yo le dije:
-¿Dónde está mi madre?
-Está allí –me contestó.
Estaba al lado suyo. La vi y me abrazó. ¡Se veía tan joven y tan hermosa!
-¿Y mi hijita?
-¿Ves –me dijo- este angelito que viene? Es tu hijita.
Toda de luz hermosísima. La besé y ella sonreía también. Al momento desapareció la visión; pero la Virgen, que estaba a mi lado, me dijo:
-Tendrás que sufrir más, hija mía, en tu vida, pues hija mía, estás en una cárcel, en la que no te dejan hacer nada de lo que Dios quiere. Has ofrecido, hija mía, a mi Hijo Divino y a mi Corazón Inmaculado, tus sufrimientos, tus oraciones y tribulaciones. Mi Hijo Santísimo está enamorado de ti, desde que eras pequeña. Yo, hija mía, velo por ti. Tú ofreces tu propia vida para la salvación de los hombres y por los que dudan de mi Corazón Inmaculado, de mi Inmaculada Concepción y de mi Virginidad. Quiero que mis hijos no se avergüencen de decir que son católicos, porque de ese modo se quedarían con la vergüenza del qué dirán cuando les llegue la hora; entonces no podrán entrar en el Cielo. Muchos se pierden por la vergüenza. Que mis hijos sean valientes, y digan a todo el mundo: sí, soy cristiano, soldado de Jesucristo, hijo de María Inmaculada; con la voz muy alta, que lo oigan en todo el mundo. Sed valientes, con fe y amor a Dios, camino seguro del Cielo”.

Esta maravillosa descripción de su breve estancia en el Cielo, culminaba, como se ha visto, en una exhortación a la valentía, a la vista del premio que nos espera. Pero también otras veces la llevó el Señor en espíritu al Cielo, para otros fines.

Por ejemplo, según una narración que no está en estos apuntes que ahora transcribo, sino en una nota que me dio como a Padre Espiritual el 28 de julio de 1976, describe la subida al Cielo y algo de lo que vio en él, unos días antes, el 24 de julio. Es interesante esta descripción, como doctrina que podríamos llamar, del Tratado de la Gracia, es decir, que con sucesivas oraciones así, impetramos la perseverancia final. La descripción, traducida del catalán, dice así:

“Ayer, día 24, vi a la Virgen que me llamaba desde arriba de un monte. Yo subía entre piedras y pinchos y zarzas. Después del trecho de unos pocos pasos, me detenía por la fatiga de la subida. ¡Qué mal me encontraba! La Virgen me decía:
-Un Avemaría y volverás a subir.
Así lo hacía. Llegó el momento en que la subida era más pronunciada y entonces quedaba sin fuerzas. La Virgen decía:
-Reza. Ya verás qué fuerzas tendrás, hija mía.
Hasta que así llegué al Cielo.
Era una maravilla: La Virgen de Lourdes, toda resplandeciente, sonreía. ¡Qué belleza, Dios mío! Los ángeles con voces, tan divinas, cantaban una armonía celestial. Las Tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre Eterno en su Majestad, y el Hijo, Jesucristo, en toda gloria, y el Espíritu Santo, resplandeciente como el oro. Después vi a Jesucristo, sentado en un trono. A dos ángeles de gran belleza y al arcángel San Miguel. ¡Era tan hermoso! A cuatro ángeles más, con túnicas blancas como la nieve; las alas de perlas de cielo, desde abajo de las alas; y a otros ángeles hermosos.
También Jesucristo me dio su Santísimo Corazón. Ya lo he tenido dos veces. El Corazón estaba como en una llama. Jesucristo me dijo:
-Hija mía, la llama es de tanto amor que tiene mi Corazón. Después vi a Santa Teresa de Jesús y me dijo:
-Mira a las Esposas de Jesucristo.
Eran preciosas.
-Yo también voy de blanco, sí, hija, -me dijo Santa Teresa.
Y me dio una palma bastante grande. En ella había sangre. Santa Teresa me dijo que era mía, de los sufrimientos que he tenido y de los que tendré.
Después, el Cielo, estaba lleno de Gloria: Angeles, ¡cuántos había! y Santos. Era una hermosura celestial; tan bella como era. Armonía y gloria infinita. Las vírgenes consagradas a Dios, todas coronadas de gloria.
-Hija mía, -me dijo la Virgen- ahora hace su entrada en el Cielo un pecador, de los mayores pecadores convertidos.
Entra un alma resplandeciente. Jesucristo la abraza con gran amor. El no hacía más que decir:
-Tened piedad, Jesucristo, Señor.
Lo besó y le dijo:
-Tu alma está purificada en mi purísima sangre.
-¡Hijo!- le dijo la Virgen María.
De sus ojos de estrellas de Cielo, saltaron dos lágrimas, como dos perlas divinas. Eran de gozo y alegría. La armonía era grande, porque había entrado en el Cielo un gran pecador arrepentido. ¡Había entrado triunfalmente en la Gloria!
Ya habían pasado los minutos. La Virgen me llama:
-Hija mía, has de volver a tu cuerpo.
Yo lloraba. La Virgen me acariciaba. Y, de pronto, me encuentro en la cama, bien despierta y con mucha alegría: ¡mi alma había estado otra vez en el Cielo!
¡Qué hermoso es el Cielo! Siento añoranza de él porque tengo ansias de volver, para quedarme allí; pero lo hemos de ganar en la Tierra, con la oración, mortificación y penitencia; ayudarnos unos a otros; ser humildes de corazón y perdonar siempre; ni un día dejar solo el Sagrario; hacer mucha compañía a Jesucristo; oír la Santa Misa y recibir con verdadera devoción el Santísimo Cuerpo de Jesucristo, como alimento de nuestra alma; amarlo como El nos ama, hasta entregar su propia vida por nosotros, para salvarnos. Y el Santo Rosario, es la escalera para llegar a la Gloria. Palabras de la Virgen María.”

 

EL ANILLO NUPCIAL

En una de estas subidas al Cielo tuvo lugar algo maravilloso. Ella me lo contaba un día como algo que la sorprendía y maravillaba, pero sin darle importancia. Para mí, tenía mucha importancia, porque se trataba de algo que es bien conocido como el ápice de la vida mística, el llamado “desposorio espiritual”; cuando el Señor entrega un anillo de esposa a un alma, como hizo por ejemplo con Santa Teresa de Jesús.

Me dijo Pepita que Jesús, un día, le dio un anillo. Recuerdo que muy sorprendida me preguntó: ¿por qué me lo colocó en el dedo medio de la mano y no en el anular? Le dije: porque en el anular ya tiene Vd. el anillo de Francisco, su esposo.

El hecho es que el Señor le dio el anillo, que ella, cuando tenía uno de estos éxtasis de Cielo, lo veía en su mano; pero no lo veía cuando volvía a la tierra. En la vida futura lo habría de ver siempre.

Como este hecho no solamente me lo dijo de palabra –y también lo oyó la Sra. María Poch, su amiga y confidente, que estaba cuando lo dijo- sino que además lo relata en su escrito; mejor será que copiemos sus palabras.
Dicen así:

“Una mañana, después de mis oraciones, vi a la Santísima Virgen y me dijo:
-¿Quieres venir cinco minutos al Cielo?
Yo le dije que sí. De repente no pesaba nada; estaba ligera como una pluma; ¡me encontraba tan bien! Llevaba una túnica blanca, y entonces me encontré en el Cielo. No se puede explicar lo que vi: centenares de ángeles, preciosos. Vi un trono de gloria: A Jesucristo sentado; era una maravilla. Yo me arrodillé delante de Jesucristo y El se quitó su Corazón y me lo dio a mí. El Santísimo Corazón estaba caliente, estaba lleno de sangre purísima. Cuando Jesucristo me lo cogió, tenía en mis manos, sangre.
Jesucristo me dijo:
-Dame la mano.
Me cogió la mano, me puso una sortija. Era preciosa, toda resplandeciente. Y me dijo:
-Querías ser mi Esposa, has sido obediente; cuando llegue tu hora, vendré a buscarte junto con mi Madre Inmaculada: entonces celebraremos los desposorios.
Yo le dije:
-Señor, estoy casada, he tenido hijos, soy ya mayor, vieja.
-No –me dijo- tu alma es como si tú tuvieras veinte años. Tú me querías mucho como a Esposo; Yo también: serás mi Esposa cuando hayas dejado este valle de lágrimas. La sortija es invisible para la Tierra.
Me bendijo y la Santísima Virgen me dijo:
-Ya han pasado los minutos.
Yo no quería irme. De pronto me encontré en casa.”

¿Cuándo sucedió este hecho? Pepita no fija en su escrito la fecha. Sólo dice que “he tenido hijos” y también “soy mayor, vieja”; por tanto el hecho parece posterior al año 1958. Por otra parte en un escrito suyo, que me entregó el 27 de noviembre de 1976, en el cual refiere un éxtasis de la víspera, día 26, dice que Jesucristo le preguntó: “¿Y la sortija?”. Después de lo cual añade: “Me miró la mano: Llevaba el anillo”. Por tanto este hecho parece deber situarse entre las dos fechas límite de 1958 a 1976, y dentro de estos 18 años, más bien parece que hacia el fin del plazo, puesto que se declara ya “vieja”. Fue realmente el período de sus grandes sufrimientos y amores por la causa del Señor, las almas.

 

COMO EN LA VOCACION RELIGIOSA

Para terminar el relato con las palabras mismas de Pepita, citaré los dos últimos párrafos de su memoria: en uno de ellos se refiere a los religiosos y a su voto de obediencia; en el otro, a la intención recta, que por el amor, despega el corazón del mundo –en cuanto fuera tomado como fin “en sí”- y lo eleva al amor de Dios.

En el primero refiere que, un día, después de comulgar, se encontró con que tenía toda la boca llena de sangre, y una noche el Señor le anunció que a su muerte daría consuelos de gracia a almas. Después de lo cual añade estas palabras:

“El Señor me dijo cuál es el camino por donde se dirigen las almas al cielo. Vi una lámina estrecha y erguida, llena de asperezas y difícil de escalar. Los que querían subir por ella tenían que servirse de las dos manos y apretar firmemente la lámina por los dos lados.
Jesucristo me dijo:
-Significa que es necesario ayudar a las almas con nuestras buenas obras.
Los religiosos que habían vivido bajo la obediencia, hallaban a lo largo de esta plancha, un saliente al cual podían asirse para no caer; pero cuando los Superiores, negligentes, no habían hecho caminar a sus súbditos por la senda de la obediencia, parecía faltar apoyo y eran de temer las caídas.
Jesucristo me dijo:
-Las almas que se han sometido con gusto a la obediencia, caminan con seguridad, asiéndose al sostén, y los ángeles vienen en su ayuda para apartarlas de todos los obstáculos del camino”.

El último párrafo de la relación de Pepita sobre su vida espiritual, se refiere, como he dicho antes, al Amor. Vale la pena transcribirlo, aquí, íntegramente. Dice así:

“Jesucristo me dijo:
-El amor es una flecha de oro y el hombre es dueño, en cierto sentido, de todo cuanto alcanza con esta flecha. Es por lo tanto una locura apegar el corazón a las cosas de la tierra y abandonar las del cielo.
Y me dijo:
-Hija mía, hace muchos años que estas palabras las dije a una santa muy amada mía.
Y me dijo Jesucristo:
-Voy a herir a todas las almas consagradas a mi Corazón Santísimo; el primer dardo traspasará tu alma y todas las almas que mueren por Mí de amor; el segundo dardo traspasará el alma, la convertirá en una especie de enfermo calenturiento; el alma se abrasará afectivamente en un deseo tan ardiente de unirse con Dios que se le hará imposible respirar y vivir sin Mí; el tercer dardo, [hiere] al alma y la empuja hacia bienes tan inestimables, que no puede decirse otra cosa sino que el alma está como separada del cuerpo y bebe a grandes tragos en los embriagadores torrentes de la Divinidad. Hija mía, yo te bendigo”.

A ello sólo añade su firma: “Pepita Pugés”, que es la rúbrica de un alma entregada al amor del Señor.

Un día se me presentó el Sagrado Corazón de Jesús, lleno de rayos de todos colores. Me dijo: -Hija mía, primero –antes de morir- tienes que escribir un libro. Vi una silla y encima un libro. Sobre la cubierta, una gota de sangre.

“-No hay cosa tan hermosa en este valle de lágrimas, como el alma que sirve puramente a Dios: ni la contemplación de la pradera esmaltada de hermosas flores, ni las piedras preciosas y de gran valor, pueden parangonarse con la hermosura del alma”.

El Señor me dijo cual es el camino por donde se dirigen las almas al Cielo. Vi una lámina estrecha y erguida, llena de asperezas y difícil de escalar.

“El tercer dardo hiere al alma y la empuja hacia bienes tan inestimables, que no puede decirse otra cosa sino que el alma está como separada del cuerpo, y bebe a grandes tragos, en los embriagadores torrentes de la Divinidad”.
“Yo soy amante de la pureza y soy el que da toda santidad. Yo busco un corazón puro y en tu corazón está el lugar de mi descanso; despréndete de todo lo que es del mundo…”

Pepita Pugés Baladas
Material cedido gentilmente por Lluis Bulle Oliva

 

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Milagros por Intercesión de los Santos

Aquí se presentan algunos milagros vivientes, que pueden ser, de alguna manera, constatables hoy día para un sincero investigador.

Algunos de estos milagros, bien estudiados, han servido para su beatificación o canonización. Y ya sabemos que la Iglesia se toma su tiempo y hace las cosas con la debida seriedad. Nadie podrá acusarla de demasiado crédula para admitir milagros.

Son unos pocos entre tantos cientos que se podrían relatar. Se han escogido, especialmente, porque todavía viven sus protagonistas y pueden ser llamados, en verdad, milagros vivientes.

  

SOR CATERINA CAPITANI

Cuenta ella misma lo que ocurrió el 25 de mayo de 1966. Debía ser el último día de mi vida. Había sido operada dos meses antes por hemorragias internas. Sufría de una extraña enfermedad llamada “Estómago rojo”. La operación no había servido de nada. El médico que me cuidaba, me dijo que no llegaría a la tarde de ese día. Yo invoqué al Papa Juan XXIII para que me obtuviese la gracia de morir pronto. Mis hermanas estaban en la capilla, rezando al Papa Juan XXIII por mí. Y, en un momento, sentí una mano que tocaba mi estómago. Me volví y vi al Papa Juan, junto a mi cama. Me dijo: Este milagro me lo habéis sacado del corazón. Ahora no temas, estás curada.

Me levanté de inmediato, llamé a mis hermanas y les dije que tenía hambre. Pensaban que estaba delirando, pero fui al comedor y devoré lo que me pusieron. Después me examinaron y todo lo malo había desaparecido.

Este milagro fue aceptado por la junta médica del Vaticano para la beatificación del Papa Juan XXIII, que es beato desde el 3 de setiembre del 2000.

  

PETER CHUNGU SHITIMA

Él mismo cuenta el milagro. Tengo treinta años y nací el 10 de julio de 1972 en Kasaba, Zambia. Desde pequeño quería consagrarme al servicio del Señor. En 1994 viajé a Sudáfrica en busca de trabajo. En el Oratorio de san Felipe Neri encontré trabajo como cocinero y jardinero, y ayudé en la catequesis de niños. Un día, en la biblioteca, encontré un libro sobre Luis Scrosoppi, un famoso sacerdote italiano. Yo pensé: “Cuando sea sacerdote, me voy a llamar Luis como él”. Pero en abril de 1996 me sentí muy mal, temblaba de frío y se me nublaba la vista. Después comencé a tener dolores en los oídos. No podía comer casi nada, no podía tenerme de pie y adelgacé 20 kilos. En el hospital me detectaron que tenía SIDA en estado terminal.

Los Padres y alumnos del oratorio comenzaron a rezar al beato Luis Scrosoppi por mi curación y decidieron enviarme a mi patria para que pudiera morir al lado de mi familia. Cuando llegué a Zambia, mi hermano se asombró de verme en aquel estado. Durante varios días, permanecí casi en silencio. Mis familiares también rezaban por mí al beato.

Yo esperaba la muerte en cualquier momento, pero no moría. En el mes de octubre, mientras dormía con una medalla de Don Luis, agarrada a mi mano, soñé que el Padre David estaba a mi lado y que juntos estábamos asistiendo a la canonización de Don Luis. Cuando me desperté en la mañana del 9 de octubre, me sentía muy bien. Le dije a mi hermana que quería comer, lavarme, vestirme e ir a la iglesia, y le conté mi sueño. Ella se quedó sorprendida. Pero me levanté y podía tenerme en pie y comencé a caminar sin caerme. Entonces, comprendí que estaba curado. Me vestí y fui a la iglesia a agradecerle al siervo de Dios. Regresé al oratorio el 22 de enero de 1997. Los doctores, que me habían atendido en Sudáfrica, me hicieron nuevos exámenes y determinaron que la curación del sida había sido inexplicable. La comisión de médicos del Vaticano aprobó el hecho, realizado por intercesión del beato Luis Scrosoppi, como incomprensible para la ciencia. El 10 de junio del 2001, en la plaza de san Pedro, estuvo presente Peter Chungu para la canonización del beato Luis Scrosoppi.

  

MANUEL CIFUENTES

Yo tenía 10 años aquella mañana del 4 de enero de 1982 y estaba cogiendo leña con mi padre, mi tío y mi primo. En cierto momento, al agacharme, una rama me golpeó el ojo. Sentí un dolor muy intenso. Mi padre cogió un pañuelo y me tocó, pero me dolía mucho más. Entonces, me llevaron al médico. Dijo que tenía una herida muy grave en el ojo y que debían llevarme urgentemente a un especialista. Así que tomaron el coche y me llevaron rápidamente a Albacete (España).

Fuimos a visitar al oculista Dr. Juan Ramón Pérez, que aconsejó una intervención quirúrgica, me vendó el ojo y me dio unas pomadas. Mi padre había encontrado dos días antes, en la escuela donde enseñaba, una medalla del beato Ricardo Pampuri y me dijo que era un hombre santo, que hacía milagros. Por eso, al ponerme la pomada, me convenció de que tuviera esa reliquia del santo para pedirle la curación. Aquella noche recé más que nunca en mi vida. Hacia medianoche, mi padre vino a ver cómo estaba, pero el ojo me dolía mucho. A las cinco de la mañana, volvió a verme y todo seguía igual. A las siete me despertó, porque quería ponerme la pomada y le digo: “Papá, ya no tengo dolor y veo todo muy bien”. Fue una emoción enorme para toda la familia. Una hora más tarde, fuimos de nuevo a ver al médico. Quedó asombrado, pues no encontró lesión alguna. Y fuimos a ver al oculista a Albacete, que reafirmó la curación, y dijo: “Para mí hay dos cosas sorprendentes: la ausencia de cicatrices y la rapidez con la que han desaparecido las señales de la herida”. En realidad, no sólo fue una curación rápida, sino una restauración del ojo dañado, algo incomprensible para la ciencia médica.

Cuando a los 17 años he venido a Roma para la canonización de Ricardo Pampuri, he comprendido la importancia del milagro que había recibido. Ha sido una experiencia inolvidable. Recuerdo que había miles y miles de personas, todas unidas en la misma fe para glorificar al Señor, como yo lo hago cada día.

  

JUSTA B.

En el pueblecito Sama de Langreo, Asturias (España), vivía en 1958 una joven de 28 años, llamada Justa B., que, al acercarse el nacimiento de su hijo, cayó enferma debido a complicaciones internas y fue internada a causa de hemorragias. Se le practicó la cesárea el 18 de diciembre. Todo parecía ir bien, a pesar de la persistente fiebre. Sin embargo, el 24 de diciembre empezó a empeorar. Su vientre se hinchaba cada vez más, tenía vómitos continuos. El 30 de diciembre la situación era extremadamente grave y los médicos decidieron operarla de nuevo. El cirujano, en su declaración del 29 de setiembre de 1959, dijo ante el tribunal en el proceso apostólico:

Las circunvoluciones intestinales carecían de vitalidad. Había muchas adherencias aglutinadas y sus funciones anatómicas destruidas. Había peritonitis con obstrucción intestinal, fístula yeyunocólica, infinidad de adherencias de las circunvoluciones y un absceso de Douglas. Los médicos empezaron a limpiar la cavidad abdominal, pero el resultado era decepcionante, pues cuanto más se retiraba materia degenerada, más difícil se hacía la operación de suturar. Entretanto, apareció también el problema de la eliminación de la fístula. Al retirarla, aproximadamente 12 cm del colon se descompusieron. En ese momento, el anestesista propone interrumpir inmediatamente la operación por el debilitamiento del corazón. No querían que la enferma muriera en la sala de operaciones. El cirujano tomó la rápida decisión de construir un ano artificial lateral (una comunicación de la parte sana del intestino con el exterior, mediante un tubo de plástico). Y se llamó al capellán para que le administrara la unción de los enfermos. Pero Dios hizo el milagro. Sor Trinidad, que cuidaba a la señora Justa, le recomendó el 24 de diciembre que invocara al siervo de Dios Francisco Coll (1812-1875), dominico catalán, fundador de las dominicas de la Anunciada. La misma Sor Trinidad le colocó una reliquia del siervo de Dios en su camisón y una gran imagen a los pies de la cama. Esta misma religiosa comenzó, con la madre de la enferma y con sus hermanos, una novena al siervo de Dios. El 1 de enero, la fiebre comenzó a disminuir; el 2 y 3 cesaron los vómitos y pudo comer algo; y el 3 y 4 de enero todo pareció estar bien.

El 14 de abril de 1959 le quitaron el ano artificial y, al revisarla internamente, pudieron comprobar que el colon estaba completamente normal. Algo totalmente inexplicable para los médicos.

El Consejo médico de la santa Congregación para los procesos de los santos declaró que la curación fue no sólo funcional, sino también anatómica. Una pared destruida en varios centímetros no podía reconstruirse de forma tan perfecta que hiciera declarar al cirujano, que reexploró la zona, que ésta aparecía como si nada hubiese ocurrido. Por tanto, la absoluta inexplicabilidad de la curación no radica tanto en el hecho de que la señora Justa se salvara, sino en el hecho de que ocurriera una reconstrucción perfecta, absolutamente impensable, de acuerdo con los actuales conocimientos.

Esta curación fue reconocida como milagro y el siervo de Dios Francisco Coll fue beatificado por el Papa Pablo VI el 29 de abril de 1969.

  

MARÍA VICTORIA GUZMÁN

Tenía dos años y medio el 5 de febrero de 1953, cuando empezó a sentirse mal, con fiebre de 40. Cuando el 3 de marzo la llevaron sus familiares a Madrid para que la viera un especialista, sus condiciones eran muy graves. Su diagnóstico era septicemia por causas desconocidas. El 8 de marzo estaba ya agonizante, cuando de pronto abrió los ojos y empezó a moverse normalmente y a sentirse perfectamente bien. Todos los que la conocían empezaron a hablar de una resurrección, debida a la intercesión del siervo de Dios José María Rubio y Peralta (1864-1929), a quien su madre había invocado, colocándole a la niña una reliquia del mismo. El 10 de marzo le hicieron revisiones de control y no le encontraron ni rastro de su enfermedad anterior. Los médicos dijeron que la curación había sido completa, duradera e inexplicable científicamente. Los médicos de la Comisión de la Congregación para las causas de los santos, el 27 de junio de 1984, reconocieron que había sido una curación instantánea, completa y permanente sin explicación natural posible. Por este milagro fue declarado beato el antedicho siervo de Dios, por el Papa Juan Pablo II, el 6 de octubre de 1985.

  

GIUSEPPE MONTEFUSCO

Nacido en 1958, en Somma Vesuviana, Italia, en 1978 comienza a sentirse mal y acude al médico de la familia, Luigi Di Palma, que manda hacer algunos análisis. El resultado es que tiene leucemia mieloblástica aguda. Uno de esos días, su madre vio en sueños a un hombre, que le dice: ¿Vas donde todo el mundo y no vienes a mí? Ella comenta: Yo no sabía quién era esa persona que parecía tan buena. A la mañana siguiente, voy con mi prima a la iglesia y una señorita, que vendía recuerdos, me muestra una imagen del hombre del sueño. Era Giuseppe Moscati, médico, muerto en olor de santidad. Comienzo a llorar y le pido a él que sane a mi hijo. A mi hijo le llevo la imagen y le pido que la lleve con él. También le di a tomar, con un poco de agua, un poco de tierra con sus restos, que venía en una reliquia, y él la tomó con fe.

El mismo Giuseppe Montefusco dice: En mi habitación del hospital estábamos cuatro, uno de los cuales blasfemaba continuamente, y me dijo: “Quita ese cuadro, que me fastidia”. Lo pongo debajo de la manta y comienzo a rezar. A las tres de la noche, me despierto. Los otros dormían y, entonces, veo que se abre la puerta y entra un médico con camisa blanca y me dice: “Tú estás bien, estás curado. Tienes que declarar el milagro”. Me saluda y se va.

Lo cuento todo a mi madre y a otros médicos y me dicen que estoy mal, pues ningún médico hace visitas a las tres de la mañana, que en el hospital ningún médico va con camisa blanca hasta el suelo y que no hay ya ningún carrito de madera para llevar las medicinas como el que yo vi. Pero yo estaba seguro que había sido el beato Moscati, que había sido médico. Al día siguiente, la leucemia había desaparecido.

En virtud de esta curación, reconocida por el equipo médico Vaticano, el 25 de octubre de 1987, Giuseppe Montefusco, con sus padres y amigos, estuvo presente en la plaza de san Pedro, cuando el Papa Juan Pablo II canonizaba al médico santo, Giuseppe Moscati.

  

AMY WALL

Amy nació el 9 de setiembre de 1992 en USA, pero nació sorda. Según el dictamen del otorrino, tenía hipoacusia neurosensorial medio grave bilateral. La madre de Amy informa que el día en que le dieron el diagnóstico, estaba viendo televisión y transmitieron un programa sobre la beata Katharine Drexel, fundadora de las hermanas del Santísimo Sacramento. En la televisión entrevistaron a Robert Gutherman, que contaba su curación milagrosa.

Él había estado totalmente sordo de un oído y se había curado por su intercesión. Entonces, la madre de Amy comenzó a rezarle para que curara a su hija. Dice: Conseguí una reliquia de la beata y todos los días le pedía la curación de mi hija, pasándole la reliquia por sus oídos. Mi esposo, que era protestante, nos miraba y no decía nada. Una semana después, en marzo de 1994, cuando voy a recoger a Amy a la escuela para sordos, la maestra me dice que la pequeña Amy no era la misma de antes y que parecía mucho más viva y animada… El Dr. Lee Miller le hizo muchos exámenes audiométricos y confirmó que el oído estaba casi perfecto y que, en su opinión, ningún niño, nacido con sordera bilateral de esa manera, había recuperado el oído. Amy, a las pocas semanas, ya empezaba a hablar. Fue emocionante, cuando por primera vez me dijo: Mamá. Y puedo decir que los milagros, por intercesión de Katharine Drexel, han sido dos: la curación de Amy y la conversión a la fe católica de mi marido. Ahora tenemos una familia unida en la misma fe.

El 1 de octubre del 2000, el Papa Juan Pablo II elevó a los altares a Katharine Drexel, declarándola santa. En primera fila, en la plaza de san Pedro, estaba Amy Wall, de ocho años.

  

ZOILA ELENA

La niña Zoila Elena vivía en Riobamba (Ecuador) y tenía tres años de edad, cuando el 10 de marzo de 1965 tuvo una intoxicación aguda por haber ingerido unas pastillas de fluoroacetato de sodio. Como consecuencia, quedó al borde de la muerte. El tratamiento que se le hizo, tomando leche y otras cosas, fue totalmente ineficaz. Por eso, del hospital la regresaron a su domicilio, donde empezaron sus familiares a preparar las cosas para el funeral. Pero también comenzaron a pedir intensamente su curación por intercesión de la sierva de Dios ecuatoriana Mercedes de Jesús Molina (1828-1883), fundadora del Instituto religioso de santa Mariana de Jesús. Después de una hora de estar orando, otros dicen que a las cuatro horas, sin que se le administrara ningún nuevo medicamento, la pequeña comenzó a moverse y a tomar conciencia y sentirse bien. La llevaron de nuevo al hospital para hacerle nuevos estudios, y vieron que no tenía ni rastro de ninguna intoxicación anterior. Por este milagro, reconocido por la Comisión médica del Vaticano, Mercedes de Jesús Molina fue declarada beata por el Papa Juan Pablo II, en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, el 1 de febrero de 1985.

 

ROLANDO

En Hull, suburbio de Ottawa, Canadá, vivía una familia católica con varios hijos. El último de ellos, Rolando, tenía un año de edad aquella tarde del 28 de junio de 1947, en que su madre lo dejó en su cochecito en el patio. Pero el cochecito estaba en pendiente y, cuando su madre lo dejó solo, se precipitó hacia un vacío de tres metros de profundidad. Al caer, el niño perdió la conciencia. Lo llevaron rápidamente al hospital, donde comprobaron que tenía una fractura de cráneo y conmoción cerebral traumática. El niño tenía convulsiones y fiebre alta. El 30 de junio se dieron cuenta de que el niño estaba ciego. El diagnóstico era ceguera traumática.

En aquella situación, la madre y la familia se encomendaron al siervo de Dios Carlos José Eugenio de Mazenod, que fue obispo de Marsella y fundador de los misioneros Oblatos de María Inmaculada. El Padre José Francoeur, miembro de esta Congregación, les dio una reliquia del Venerable y se la pusieron a los ojos, y lo mismo hicieron con una estampa del mismo. Comenzaron una novena al siervo de Dios para pedirle la curación y, al día siguiente, el niño veía con normalidad. Era el 18 de agosto de 1947.

En 1949 se le hicieron nuevos estudios médicos y se confirmó la estabilidad de la curación. Igualmente, en 1971, con nuevos exámenes confirmaron que todo estaba normal. Según el dictamen de la Comisión médica del Vaticano, la curación de la ceguera fue perfecta, duradera y sin explicación natural. El milagro fue aceptado y aprobado para la beatificación del siervo de Dios Carlos José Eugenio de Mazenod, proclamado beato por el Papa Pablo VI en 1975.

 

BRUNO

Nació el 2 de mayo de 1943 en Fossano, Italia, hijo único de Aldo y Amelia. A los cuatro meses de su nacimiento, le comenzaron graves problemas de salud con vómitos, dolores intestinales, diarreas, etc. Los medicamentos empleados dieron poco resultado positivo. Con subidas y bajadas siguió con sus problemas graves de salud hasta 1947, en que su estado se agravó. El 12 de diciembre de ese año se le declaró una apendicitis aguda con fiebre altísima. Antes de que lo operaran, la hermana Gisella le puso sobre su vientre una reliquia de la Madre Enriqueta Dominici (1829-1894), de la Congregación de las Hermanas de santa Ana y de la Providencia de Turín. La misma Sor Gisella colocó una imagen de la sierva de Dios en su cama y pidió que todos le rezaran para obtener el milagro. Y dice la hermana Gisella: Al cuarto de hora de la invocación a la santa y de la aplicación del algodón, el niño cesó de lamentarse y se durmió tranquilamente. Al despertarse, estaba totalmente curado. Sonreía con la mirada viva y se mostraba alegre y contento como un niño con buena salud. Me dijo que quería beber y le di un poco de café azucarado, que tenía cerca de él. Lo bebió ávidamente y me dijo que tenía hambre y quería comer. Le respondí que era necesario esperar al médico. Le tomé el pulso y lo encontré normal. Tomé la temperatura y ésta marcaba 36,5. Bruno se durmió nuevamente hasta el momento en que vino el médico.

El mismo Bruno nos cuenta su caso, cuando tenía seis años de edad: Tenía cuatro años, cuando fui a la colonia de Viu y siempre me dolía la tripa. El médico me dijo que tenían que llevarme a Turín para operarme de urgencia… La Superiora dijo a los niños, que estaban en la cama, que se sentaran y que rezaran a la Madre Enriqueta para que me curase… Cogió algodón bendecido, me lo pasó por la tripa donde me dolía y me hicieron que besara una estampa de la Madre Enriqueta, que colgó de la cama; luego me dormí. Y, cuando desperté por la mañana, estaba curado. Y ahora rezo a la Madre Enriqueta para que crezca sano. Continúo estando bien y como de todo, también castañas y judías, y no me ha vuelto nunca más la fiebre y el vómito.

Por este milagro, reconocido por la Comisión médica del Vaticano, se consiguió la beatificación de la Madre Enriqueta, que fue proclamada beata por el Papa Pablo VI en 1978.

 

MAUREEN DIGAN

Hasta los quince años disfrutaba de una salud normal. De pronto, le vino una enfermedad progresiva y terminal, llamada Lymphedima. Esta enfermedad no tiene tratamiento, pues no responde a ningún medicamento. En los 10 años siguientes, Maureen tuvo 50 operaciones y, a veces, se quedó durante un año en el hospital para restablecerse. La situación llegó hasta el punto de necesitar que le amputaran una pierna. En estas circunstancias, una tarde, su esposo Bob fue a ver la película titulada La misericordia divina. Imposible escapar de ella. Y se convenció de que debían ir a la tumba de Sor Faustina Kowalska, la mensajera del Señor de la misericordia, para pedir la salud por su intercesión.

Llegaron a Polonia el 23 de marzo de 1981. Maureen se confesó después de muchos años, y le pidió ayuda a Sor Faustina. Dice que, en su corazón, oyó que Sor Faustina le decía: Si me pides ayuda, yo te la daré. De pronto, pensó que sus nervios se rompían; se sintió bien y vio que su pierna tenía su tamaño normal. Estaba curada. Al regresar a USA, donde vivían, fue examinada por cinco doctores independientes que la declararon completamente curada. Los médicos de la comisión del Vaticano también la examinaron y su curación fue considerada como inexplicable.

Por este milagro, Sor Faustina Kowalska fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 18 de abril de 1993.

 

MANUEL VILAR SILIO

Tenía dieciocho meses de edad, cuando el 19 de julio de 1998, su familia se trasladó a una casita de campo de la localidad argentina de Nagoya. Su madre, Alicia Silio, se quedó dentro de la casa cocinando, habiendo dejado el cuidado de su hijo a otros familiares. Al terminar de cocinar, fue a ver dónde estaba el niño y nadie supo decirle dónde estaba. Empezaron a buscarlo hasta que lo encontraron, flotando boca abajo en la piscina. El agua estaba fría y cenagosa. Cuando descubrieron al niño, no había ondas en la superficie, por lo que se deduce que llevaba varios minutos completamente inmóvil.

Eran las 15:45 cuando lo sacaron con el cuerpo rígido y amoratado, el vientre hinchado y los ojos vidriosos, signos típicos del ahogado. Lo llevaron al hospital de san Blas, donde el doctor Edgardo La Barba confirmó que Manuelito no tenía latidos cardíacos ni respiración. Fue en ese momento, en que parecía todo perdido para siempre, cuando su madre, muy devota de la beata Madre Maravillas (1891-1974), carmelita descalza española, fundadora de muchos conventos, empezó a invocarla por la salvación de su hijo.

A los pocos minutos, el niño comenzó a expulsar el fango que tenía alojado en los pulmones y en el estómago; y 35 minutos más tarde recobró la frecuencia respiratoria. El niño había pasado más de una hora de parada cardiorespiratoria, por lo que se suponía que, si vivía, quedaría con graves secuelas neurológicas. Por ello, lo llevaron de inmediato al hospital infantil san Roque de Paraná a 102 kilómetros de distancia, al que llegaron a las 17:22. Allí el niño fue atendido por la doctora Vanegas, quien tampoco dio muchas esperanzas a la familia.

Al día siguiente, a las 6:40 de la mañana, al no haberse detectado complicaciones, le retiraron al niño el respirador artificial. Aproximadamente, a las 8:00 el pequeño se despertó y empezó a llamar a su madre. El 22 de julio fue dado de alta sin ninguna secuela. Los médicos estaban realmente asombrados del milagro, pues un paciente con más de 20 minutos con falta de oxígeno, normalmente tiene una muerte cerebral fulminante. El caso fue fundido por la televisión argentina.

Los médicos de la comisión vaticana estudiaron el caso y lo aprobaron por unanimidad. Y por este milagro, la beata Madre Maravillas fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.

 

CIRANA RIVERA DE MONTIEL

Se casó el 24 de abril de 1976 con Sergio Montiel Alvarado. Ambos eran mexicanos de veintitrés años de edad. Ella le había explicado antes de casarse que todos los miembros de su familia tenían una enfermedad congénita y las mujeres, desde hacía varias generaciones, no podían tener hijos, pues eran estériles. Durante siete años se sometió a algunas pruebas con la esperanza de tener hijos, sin resultados positivos. Tenía el Síndrome Stein-Leventhal. El doctor Daniel Montes, que le hizo un estudio radiográfico, le dijo que tenía obstrucción tubárica bilateral y retroversión del cuerpo uterino; lo que significaba que no había ninguna posibilidad de tener hijos. Y, aunque hubiera concebido, dada la malformación uterina, no hubiera podido llevar adelante el embarazo y le habría venido muy pronto un aborto.

Pero los dos esposos comenzaron a invocar al siervo de Dios Rafael Guízar Valencia (1878-1938), que había sido obispo de Veracruz (México), donde se le tenía mucha devoción. Los dos esposos pidieron la oración de otras familias del Movimiento familiar cristiano, al cual pertenecían. Y en mayo de 1983, ella quedó encinta. El 19 de febrero de 1984, Cirana dio a luz, mediante un parto normal, a un niño a quien llamaron Sergio, como su padre. El niño era, evidentemente su hijo, y no fruto de fecundación artificial, pues también tenía la misma enfermedad genética BPES.

Después de este hijo, no ha podido tener más y todos los exámenes realizados manifiestan lo inexplicable humanamente de haberlo tenido. Incluso, se le han seguido manifestando las irregularidades anteriores en los ciclos menstruales con amenorreas de hasta seis meses de duración.

Por este milagro, el Papa Juan Pablo II beatificó al obispo Rafael Guízar Valencia el 29 de enero de 1995.

 

NATALIA ANDREA GARCÍA MORA

Tenía ocho años de edad y vivía en el barrio Blanquizal de una de las zonas más violentas de Medellín, en Colombia. Era la séptima de los ocho hijos de Julia Ester García Mora, de 33 años, que había quedado viuda cuatro años antes, y que trabajaba como doméstica en varias familias.

Hacia las 5 de la tarde del 1 de setiembre de 1993, la niña Natalia Andrea estaba jugando en su casa con sus amigas Mónica, Erika y Eva, cuando, de improviso, cayó al suelo a causa de un disparo, realizado por una pistola con silenciador a una distancia de unos 5 ó 6 metros. Le salía sangre por la boca y respiraba con mucha dificultad. Las vecinas la llevaron hasta la carretera para tomar un coche, que la llevara al hospital.

En ese momento, pasaba en su coche la señora Gloria Amparo Álvarez Arboleda, que la llevó de emergencia al hospital san Cristóbal. La doctora que la atendió, viendo la gravedad del caso, la hizo llevar en ambulancia al hospital pediátrico san Vicente de Paúl. Los exámenes y radiografías descubrieron que la bala había impactado en la columna vertebral. Tenía fractura a la altura de la vértebra D7-D8; había sido dañada la médula espinal, además del pulmón y la columna. El doctor le dijo a la madre que, si quedaba con vida, no podría caminar nunca más.

Al día siguiente, 2 de setiembre, las compañeras de colegio comenzaron a rezar por su curación en unión con sus profesoras, las religiosas escolapias fundadas por Paula de San José de Calasanz (1799-1889). El 10 de setiembre fue operada de la columna y el doctor Carlos María Piedrahita confirmó la pérdida de un 10% de médula ósea. El 20 de setiembre le dieron de alta y tuvo que salir en silla de ruedas con monoplegia del miembro inferior derecho y con parálisis ligera de la pierna izquierda.

La familia de la niña y las religiosas del colegio con las alumnas, rezaban todos los días por su curación a Sor Paula. A fines de setiembre, un día, la niña se había sentado sola al borde de su cama y se había levantado, pues se sentía bien. Desde ese día, está perfectamente sin ninguna rehabilitación previa y lleva una vida completamente normal; corre, juega y sube escaleras como cualquier niño de su edad.

Los médicos del Vaticano certificaron que su caso era un trauma vertebro-medular con lesión parcial de la médula espinal a nivel D7-D10 con grave paraplegia y problemas en los esfínteres. Su recuperación fue muy rápida, completa y duradera, de modo inexplicable y sin rehabilitación. Por este milagro fue canonizada por el Papa Juan Pablo II Sor Paula de San José de Calasanz, el 25 de noviembre de 2001.

 

GIANNA MARÍA ARCOLINO COMPARINI

Elisabete Comparini, brasileña, tenía tres hijos y quedó nuevamente encinta en 1999, pero la gestación se presentaba difícil. Después de hacerle algunas ecografías, los doctores vieron que la situación se presentaba complicada y sin muchas esperanzas, pues perdía mucha sangre. El 11 de febrero del 2000, a las 16 semanas de gestación, tuvo pérdida completa del líquido amniótico. Los doctores le recomendaron un aborto para evitar riesgos de infección para ella y, por supuesto, para el niño, en caso de que siguiera la gestación. A pesar de algunas tentativas para aumentar el líquido, no hubo ningún resultado positivo. Según los médicos, la posibilidad de supervivencia del niño en esas circunstancias era cero.

La doctora que la atendía, le urgía a abortar al niño, pero ella con su esposo decidieron continuar el embarazo. En esos momentos, apareció en el hospital el obispo diocesano de Franca (Brasil) y los alentó en su decisión, pues él mismo había bendecido su matrimonio. A los pocos minutos, se presentó el padre Ovidio de su parroquia para darle la unción de los enfermos.

El obispo les dio a leer la vida de la beata Gianna Beretta Molla, la doctora italiana, muerta en 1962, después de haber dado a luz a su cuarta hija y no haber querido ser operada para perderla. Es considerada la santa de la maternidad, pues el milagro para su beatificación había sido la curación de una mujer con gravísimos problemas después de haber tenido una operación cesárea. Por todas partes pidieron oraciones y, a pesar de que, humanamente, parecía imposible, la gestación se iba desarrollando bien, hasta que a las 32 semanas, después de haber estado 16 semanas sin líquido amniótico, el 31 de mayo del 2000, fue operada, trayendo al mundo una niña sana con 1.800 gramos. La niña, llamada Gianna María, en honor de la beata Gianna María, ha crecido sana para alegría de todos.

Por este milagro fue canonizada la beata Gianna Beretta Molla el 16 de mayo del 2004.

 

JUAN JOSÉ BARRAGÁN SILVA

Era un joven mexicano drogadicto de 20 años. Su padre lo había abandonado, cuando era niño, para irse a Estados Unidos y formar otra familia. Vivía con su madre, que debía trabajar para sostenerlo, porque él no hacía nada. Vivía solamente dedicado a la droga y al alcohol, sin esperanzas y sin ganas de vivir.

El 3 de mayo de 1990 regresó a casa a las 6:00 p.m. borracho y alterado. De pronto, agarró un cuchillo y empezó a cortarse en la cabeza. Su madre, Esperanza Silva, trató de quitárselo sin conseguirlo, mientras él gritaba: No quiero vivir. Los vecinos trataron de ingresar a la casa, pero la puerta estaba cerrada. Entonces, el joven corrió hacia el balcón y se tiró del segundo piso de su casa a la calle, cayendo sobre el cemento, de cabeza. Su madre, mientras bajaba corriendo por las escaleras para ver a su hijo en la calle, pensó en Juan Diego, el vidente de la Virgen de Guadalupe, y le pidió ayuda, lo mismo que a la Virgen María. Cuando la mamá llegó donde su hijo, él estaba sangrando de la cabeza y le dijo: Mamá, perdóname. Después, se quedaron unos minutos abrazados hasta que llegó la ambulancia, que lo llevó al sanatorio Durango, a donde llegó las 6:30 p.m.

Los médicos dieron el caso por perdido, pensando que, en el mejor de los casos, quedaría paralítico de por vida, pues la caída de 8-10 metros sobre cemento, de cabeza, es sumamente grave. En el sanatorio, le hicieron todas las pruebas oportunas, pero no encontraron fracturas en la columna ni en el cráneo. No quedó paralítico ni con fractura de las vértebras cervicales, como era de suponer. Y la hemorragia del cráneo no tuvo posteriormente ninguna consecuencia negativa. A los seis días, lo sacaron de terapia intensiva y lo pasaron a sala normal. El séptimo día le quitaron el tubo de alimentación y, a los diez días, fue dado de alta. Pocas semanas más tarde, él y su madre fueron a visitar el santuario de la Virgen de Guadalupe y a agradecer a la Virgen y a Juan Diego por el milagro. Desde ese momento, dejó la droga y se puso a estudiar para aprender un oficio.

La comisión médica del Vaticano consideró que una caída de 10 metros sobre cemento es como un impacto de 2.000 kilos. Por ello, la curación se consideró inexplicable para la ciencia. Por este milagro, Juan Pablo II canonizó al beato Juan Diego el 31 de julio del 2002.

 

VALERIA ATZORI

La señora María Giovanna Caschili dio a luz el 21 de enero de 1986 a una niña a las 23 semanas de gestación, con un peso de 550 gramos y 30 centímetros de longitud, en la clínica de la universidad de Cagli, en Italia. Los exámenes médicos señalaron que el estado de la niña, bautizada como Valeria, era gravísimo por ser demasiado prematura. Parecía como un conejito sin piel, la piel era roja-gelatinosa y transparente. No tenía respiración autónoma y le tuvieron que administrar oxígeno de inmediato. Según el doctor Franco Chappe las posibilidades de sobrevivir eran mínimas y, en ese caso, con muchas probabilidades de tener daños cerebrales muy importantes. Según su experiencia de 30 años, todos los nacidos antes de las 24 semanas morían inexorablemente después de pocos minutos o de algunas horas.

De hecho, a las pocas horas, se había deshidratado y pesaba 410 gramos. Al día siguiente, a las 10 a.m. empezaron a suministrarle algunos medicamentos como Mucosolvan y Spectrum e intentaron alimentarla con un tubo por vía oral. Pero, debido a ciertos problemas, tuvieron que alimentarla por la vena umbilical con muchas dificultades durante la primera semana y, después, con sonda nasogástrica hasta el tercer mes, en que pudo empezar a tomar el biberón.

A los cuatro meses, el 25 de mayo, ya pudo ser dada de alta con un peso de 2.100 gramos, con buenas condiciones generales de salud sin ningún daño en ninguna parte de su cuerpo.

Le siguieron haciendo exámenes de control a los 12, 18 y 24 meses y todo era perfectamente normal. En 1989 la doctora Melania Puddu y Giuliana Palmas le hicieron exámenes especiales y todos salieron perfectamente normales para su edad. Lo mismo ocurrió, cuando tenía 10 años en 1996.

Para los médicos era inexplicable cómo había podido sobrevivir en aquellas condiciones. La explicación está en que sus padres Giovanna Caschili y Pietro Atzori, habían acudido a la intercesión del siervo de Dios fray Nicola de Gesturi (1882-1958), fraile capuchino muy conocido en la ciudad y muerto en olor de santidad. Los papás se acercaron hasta su tumba para implorar el milagro. Y Dios se lo concedió por su intercesión.

Había nacido muy prematura, con insuficiencia respiratoria y con múltiples paradas respiratorias, doce de las cuales prolongadas, acompañadas de paros cardíacos. Había tenido grave osteoporosis con fractura espontánea del pulso izquierdo y grave infección estreptocócica. Sin embargo, su curación fue completa, duradera y sin consecuencias negativas, lo cual es inexplicable científicamente, según la comisión médica vaticana.

Por este milagro el Papa Juan Pablo II beatificó a Nicola de Gesturi el 3 de octubre de 1999.

 

MATHEW KURUTHUKULANGARA PELLISSERY

Nació el 9 de julio de 1956 en Irinjalakuda, estado de Kerala, en la India, con una malformación en ambos pies llamada talipes equino-varus. Sus padres, por ser muy pobres, no pudieron llevarlo a operar a otra ciudad. Por este motivo, Mathew se arrastraba apoyándose en las rodillas y en los codos. A los cuatro años pudo ponerse de pie, pero debía agarrarse a algo para no caerse. Solamente a los cinco años pudo empezar a caminar solo, con un andar vacilante, bamboleándose hacia los lados. Por lo cual era objeto de bromas y risas en la escuela.

Los padres habían visitado a una religiosa, tía de la mamá de Mathew, cuando él tenía dos años, y ella les había dado un librito La estigmatizada de Kerala, sobre Sor Mariam Thresia (1876- 926), fundadora de su Congregación, y les sugirió que le rezaran para pedirle la curación del niño. Desde ese día, todos rezaron en familia a Sor Mariam para que lo curara. El padre se comprometió, en caso de que se curara, mandar celebrar por ella una misa solemne y que toda la familia iría en peregrinación ante la tumba de la sierva de Dios.

El 19 de mayo de 1970, toda la familia comenzó cuarenta días de abstinencia de carne, ayunando los viernes y rezando cada día a la religiosa santa. El día 21 de junio, dice Mathew: Hacia las dos de la mañana vi dos religiosas que estaban junto a mi cama. Una hermana tenía velo negro y la otra velo blanco. La de velo negro se asemejaba a Sor Mariam Thresia, tal como la conocía por fotografía. Me dio masajes en la pierna derecha y me dijo: “Levántate, hijo mío, tu pierna esta curada”. Después, desaparecieron y he visto que mi pierna derecha estaba enderezada y sana. Llamó urgentemente a toda la familia y todos agradecieron a Sor Mariam, pero continuaron con la abstinencia y el ayuno, porque la pierna izquierda seguía torcida.

Al año siguiente, el 27 de junio de 1971, comenzaron de nuevo a rezar novenas y a hacer ayuno y abstinencia por su total curación. Y el 5 de agosto ocurrió el milagro. Dice la madre: He visto a las dos hermanas, una con velo negro y otra con velo blanco. La de velo blanco parecía ser mi tía Cordula, muerta unos pocos años antes. La hermana de velo negro le dijo: “la pierna de tu hijo está curada. Vete a ver”. La madre se levantó inmediatamente y fue a ver a su hijo, constatando que había curado verdaderamente también de su pierna izquierda.

Toda la familia fue en peregrinación a la tumba de Sor Mariam y publicaron en una revista católica el milagro. Después de 20 años del milagro, varios médicos examinaron a Mathew y comprobaron la normalidad de sus piernas sin ninguna desviación de su columna vertebral.

Este hecho, realizado sin ninguna clase de operación, fue aceptado por la comisión médica del Vaticano como inexplicable científicamente y la hermana Mariam Thresia fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.

 

ÁNGELA GOVERNALE BOUDREAUX

Ángela estaba casada con cuatro hijos y vivía en Louisiana (USA). Tenía 36 años, cuando a comienzos del verano de 1966, comenzó a sentirse muy débil y a notar un abultamiento en el vientre. En julio tenía dificultades para respirar y tenía el vientre como si estuviera embarazada de 5 meses. El 24 de julio tuvo que internarse en el hospital bautista de New Orleáns, en Estados Unidos. Después de los respectivos exámenes, determinaron que tenía un tumor maligno en el hígado.

El 8 de agosto de ese año, el cirujano James Freeman la operó y encontró que el cáncer estaba diseminado a ambos lados del hígado y no ofrecía esperanzas de sobrevivencia.

Pero, desde los primeros días de estar internada en el hospital, Ángela había comenzado a invocar al padre Francisco Xavier Seelos (1819-1867), religioso redentorista alemán, que emigró a USA para atender a los emigrantes alemanes. Ángela tenía una medalla de este siervo de Dios y algunas reliquias. Sorprendentemente, a principios de noviembre, comenzó a manifestar señales claras de que el hígado estaba trabajando normalmente. Ella dice que todo comenzó el 27 de noviembre, cuando sintió un renovado bienestar. Por precaución, a partir del 15 de diciembre, se le administró Leukeran (Chlorambucil). Pero, al poco tiempo, el médico mandó dejar esta medicina, al ver que todo estaba bien.

Cinco años después de esta recuperación milagrosa, volvió al quirófano para una operación de cálculos biliares. Era el 8 de octubre de 1971. El cirujano, doctor David Weilbaecher, aprovechó para hacer una exploración del abdomen y hacer biopsias del hígado, viendo que todo era normal. En 1998, cuando ella tenía ya 69 años, seguía con el hígado normal. Por ello, los médicos del Vaticano consideraron que su curación había sido extremadamente rápida, completa y duradera por 33 años, algo científicamente inexplicable. El Papa Juan Pablo II beatificó a Francisco Xavier Seelos el 9 de abril del 2000 por este milagro.

 

CARLA DE NONI

Era una religiosa italiana de las misioneras de la Pasión. El 20 de abril de 1945 tomó el tren a las 1:40 de la tarde para ir de Villanova a Mondovi (Italia). El tren estaba muy cerca de llegar a su destino, cuando apareció un avión inglés, que empezó a ametrallar el convoy. Sor Carla recibió varios proyectiles en la mandíbula, una bala a la altura de los senos y otra en el brazo derecho. Su situación era desesperada y los bomberos la llevaron de inmediato al hospital más cercano, mientras el párroco del lugar le administraba la unción de los enfermos.

El doctor Giovanni Bosio, que la recibió, dice que estaba en estado de shock gravísimo por hemorragia aguda y no podía ni hablar. El labio inferior le caía hacia la derecha y el mentón le caía sobre el pecho. La situación no mejoraba y tenía fiebre altísima. Por eso, fue de nuevo regresada a su casa en Villanova para que, en caso de morir, como era previsible, fuera enterrada en el cementerio de la Comunidad.

Sin embargo, todas las religiosas de su Comunidad, desde el primer momento, empezaron a orar para pedir su curación por intercesión de Don Rinaldi (1856-1931), un santo sacerdote salesiano, que había sido Rector mayor de su Congregación Salesiana.

Al regresar a Villanova, le colocaron un pañuelo del siervo de Dios y sintió un ligero alivio. Durante todo el mes de mayo y junio, continuaron las oraciones. A finales de junio, una tarde, Sor Carla se durmió y, al despertarse, se dio cuenta de que algo excepcional había sucedido, pues sentía un bienestar general. Se levantó por sí misma por primera vez desde el 20 de abril y vio que estaba perfectamente curada. Sólo tenía una cicatriz en el mentón, pero podía comer y hablar perfectamente bien.

Los exámenes que se realizaron el 15 de julio de 1945 y el 15 de septiembre de 1946, mostraron la presencia del hueso del mentón que había sido llevado por los proyectiles. Dios le había creado de la nada un pedazo de hueso en el mentón para poder unir la cara y dejarla perfecta, aunque con una gran cicatriz como prueba del milagro. En 1984, de nuevo, le hicieron exámenes y todo seguía en perfecto estado.

Por este milagro, el Papa Juan Pablo II beatificó a Don Felipe Rinaldi el 29 de abril de 1990.

 

ROGER LUIS COTRINA ALVARADO

El 26 de agosto de 1988, el submarino Pacocha, de la Armada peruana, fue colisionado por el pesquero japonés Kyowa Maru a pocos kilómetros del puerto del Callao. El choque abrió una brecha en la popa. Los motores y generadores de energía quedaron dañados y no tenían luz en el interior. En los primeros minutos, tratando de apagar un incendio, murieron tres marinos, entre ellos el capitán del barco. Entonces, el teniente Roger Luis Cotrina de 32 años, tomó el mando y, mientras el submarino se estaba hundiendo, trató de cerrar una compuerta interna por donde entraba agua del exterior. En ese momento, en la oscuridad y con poco aire, invocó la ayuda de Sor Maria Petkovic de Jesús crucificado (1892-1966), fundadora de las Hijas de la misericordia, cuya vida había leído cuando estaba enfermo en el hospital naval del Callao el año anterior.

Humanamente, era imposible cerrar aquella compuerta, ya que la presión del agua exterior creaba un peso de cuatro a seis toneladas. De hecho, la primera vez que lo intentó vio que era imposible, pero después de invocar a la Madre María, la pudo cerrar. De esa manera, pudieron estar a salvo dentro de la nave, esperando el rescate. Como éste no llegaba, al día siguiente, se decidieron a salir desde el fondo del mar, a unos 42 metros de profundidad, uno por uno, cada 20 segundos, y aunque la descompresión brusca tiene fatales consecuencias, todos ellos sobrevivieron, menos dos por efecto de embolia cerebral. La Marina condecoró al teniente Cotrina por su hazaña.

Esto fue considerado como un milagro, ya que a unos 20 metros de la superficie, en que se encontraba el submarino en el momento en que se pudo cerrar la escotilla, el peso creado por la presión del agua era equivalente a unas cuatro a seis toneladas, que ningún hombre puede levantar. Este hecho fue aceptado por la comisión vaticana como inexplicable para la ciencia y el Papa Juan Pablo II beatificó a Sor María de Jesús crucificado el 6 de junio del 2003.

 

LA MULTIPLICACIÓN DEL ARROZ

En el pueblo español de Olivenza (Badajoz) había una Institución, fundada por el Padre Luis Z.B., llamada Pía Unión de las doncellas de María Inmaculada. A las chicas pobres les daban todos los días de comer gratuitamente. Cada domingo daban de comer, además de 42 muchachas, a 17 muchachos y varias familias pobres. El domingo 25 de enero de 1949, cuando Leandra, la cocinera, debía preparar el alimento para los pobres en la Parroquia, se dio cuenta de que no tenía más que un puñado de arroz, exactamente tres tazas (unos 750 gramos). Los echó a la olla, diciendo a la imagen del beato Juan Macías: Hoy tus pobres se quedan sin comer. Hay que anotar que, en ese pueblo, muy cercano al pueblo donde nació el beato, todos lo conocían mucho y lo invocaban frecuentemente.

Dice la cocinera: Al cuarto de hora, más o menos, volví a la cocina para vigilar el arroz y observé con asombro que la cantidad aumentaba y el nivel subía hasta el borde de la olla. Al ver el aumento prodigioso del arroz, no dudé en llamar a la madre del párroco que me dijo: Será necesario utilizar otra olla, porque rebosa… Comenzamos a coger arroz y a verterlo en una segunda olla, un poco más pequeña, algo así como ocho litros, puesto que continuaba subiendo el nivel de la olla que estaba en el fuego. Tuvimos que buscar una tercera olla, que nos prestó la señora Isabel. Esta olla era, más o menos, como la primera. Yo comencé a preparar la comida hacia la una del mediodía y retiramos la olla del fuego a las cinco de la tarde por orden del párroco, que estuvo presente, desde cuando pudo observar cómo el arroz aumentaba y lo pasábamos de una olla a otra.

El milagro los dejó asombrados a todos los del pueblo que acudían a ver el prodigio. Normalmente, el arroz, después de una cocción de 20 minutos, se deshace y se transforma en papilla. Pero, en este caso, después de cuatro horas, seguía saliendo arroz entero. A los once años del prodigio, testificaron veintidós testigos, todos de edad madura y todos testigos oculares del milagro. Todo ocurrió desde la una hasta las cinco de la tarde, y aquel día se dio de comer a 150 personas. Después de once años, algunas señoras conservaban algunos granos de arroz y fueron enviados al laboratorio de la ciudad de Badajoz para su comprobación científica.

Este hecho milagroso fue debidamente presentado a la Congregación para los procesos de los santos y fue reconocido oficialmente como milagro, que sirvió para la canonización del beato Juan Macías, proclamado santo por el Papa Pablo VI el año 1975.

Fuente: Milagros Vivientes. Nihil Obstat. P. Agustín Lira Chiok Vicario Provincial del Perú Agustino Recoleto. Imprimatur Mons. José Carmelo Martínez Obispo de Cajamarca (Perú) Autor: Ángel Peña O.A.R. Lima – Peru 2006

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Transitus Mariae (Tránsito de la Bienaventurada Virgen María)

El Papa Juan Pablo II señaló en una catequesis del 9 de julio de 1997 que el primer testimonio de la fe en la Asunción de la Virgen aparece en los relatos apócrifos, titulados “Transitus Mariae”, cuyo núcleo originario se remonta a los siglos II y III. Según la palabra del pontífice este texto se trata de representaciones populares, a veces noveladas, pero que en este caso reflejan una intuición de la fe del pueblo de Dios. Entendiendo la trascendencia para el estudio del texto, con fines estudio, publicamos este material para nuestros buscadores de la verdad.

 

CAPITULO I – MOTIVO Y ORIGEN DE ESTE LIBRO

1. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Dios único quien mi confianza pongo.

2. He aquí la historia de la Virgen sin mancilla, María, Madre de la Luz, cuando pasó de este mundo al reino de los cielos, preparado para ella para los fieles, y he aquí el relato de los milagros que ella realizó en aquel tiempo, y cómo Nuestro Señor Jesucristo se le apareció con sus ángeles, todos los profetas y con los apóstoles.

3. Juan, apóstol, evangelista de Zebedeo y autor de esta historia, dice su capítulo I: Salud al Señor, que, por un efecto de su voluntad, envió al mundo a su Hijo bien amado para redimir a los hombres, y que ha preparado una luz brillante en el seno de una Virgen; que, revistiéndose de carne, ha hecho de ella el objeto de su amor y de sus delicias; que ha abierto a los que ha creado cuanto se relaciona con su utilidad y con su salvación; que los ha esclarecido con la gracia del Espíritu Santo, inspirándoles la sabiduría y el conocimiento espiritual del Dios único, cuya misericordia no puede calcularse, ni su gloria medirse, ni su naturaleza adivinarse, ni su eternidad comprenderse; que en el esplendor de su trono, sobrepuja a todos los que ha creado; que abraza todo lo que hay de más elevado, y todo lo que hay demás inferior, y cuyo poder realiza todo la que quiere; que conoce todas las cosas antes que sucedan; que ha instituido con inteligencia soberana toda su obra; que concede gratuitamente sus beneficios a los que lo piden con fe; que, cuando hace algo, no experimenta la menor fatiga, ni necesita meditarlo; que, en fin, no cambia, ni aumenta, ni disminuye. Nosotros los invocamos para que nos abra las puertas de su piedad inmensa, para que reciba nuestras plegarias, para que el olor del incienso de nuestra reunión sea agradable ante el sol resplandeciente de su majestad. Conceda él a los hijos de su Iglesia, para apoyo en sus combates, el de sus ángeles celestes, que hacen vibrar sus trompetas, y que se mantienen delante de él, en el orden y en la división en que están colocados, cantando sus alabanzas y aclamando con voz armoniosa: Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos y los profetas, los santos y los mártires dijeron: Bendito sea el Señor, que ha enviado a su Hijo, y que lo ha hecho salir del esplendor de su luz.

4. Y el Hijo apareció en la Virgen María, y, habiéndose encarnado en un cuerpo, nació de ella en Bethlehem, y tomó, como un velo, la forma de un esclavo, y sufrió la tribulación, a fin de consolar, y de dar lecciones de paciencia, a los desgraciados que están afligidos.

5. y no temió ser viajero sobre la tierra, a fin de rescatar a los que lo buscan con confianza y con sentimientos afectuosos, ya fin de advertir a aquellos de sus servidores que son negligentes, para que renuncien a sus pecados.

6. Y mostró la debilidad de su humanidad, para expulsar al demonio fuera del género humano, y para librar a los hombres, y fue muerto y sepultado, para que lo que él había ordenado respecto a los cuerpos se cumpliese en su propia carne, y mostró su pujanza contra el demonio, cumpliendo las antiguas profecías.

7. y resucitó al tercer día, mostrando la resurrección a los que la ignoraban, y cuarenta días después subió al cielo, para manifestar su grandeza a sus criaturas, y está sentado en el seno del Padre eterno, desde el comienzo, sobre el trono de su majestad, revestido de un cuerpo, y los ojos que deseen verlo serán llenos del esplendor de su aspecto.

8. Celebremos su presencia cuando su madre fue transportada, el día que él había preparado a sus elegidos y bien amados, y que no debe nunca dejar de existir. Reconozcamos su potencia, para aproximarnos a sus ángeles celestes ya sus elegidos terrestres. Patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, fieles, fieles vivos y muertos. Saludemos a la que ha sido puesta por encima de todas las mujeres, la Virgen sin tacha. Adoremos a aquel que ha tomado de ella su cuerpo, para que ni su divinidad ni su humanidad sufriese cambio en otra naturaleza o sustancia, sino para que fuese, según dijo el profeta Isaías, como una palmera saliendo de una tierra árida.

9. Y ese profeta dijo también: He aquí que una Virgen concebirá, y parirá un hijo, el cual tendrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros. y María, elegida, ha sido santificada desde el seno de su madre, parió casta y santamente, y como una esposa que sale del cuarto nupcial. Y ella ha recogido al cordero que se había extraviado del buen pastor ha arrancado de las garras del león feroz que quería devorarlo.

10, Y ella, por la luz de su fe, ha conducido al género humano al Evangelio su Creador, sacándolo de las tinieblas de la torpeza y de la negligencia, y ha procurado a su nación un ancho acceso hacia la misericordia divina, procurándole el fruto de una dulce tranquilidad, la destrucción de las espinas, la huida de los espíritus malignos, la aniquilación del poder de la muerte, la derrota de los demonios rebeldes, la exención de la aflicción en la reunión de los justos, en el nombre de aquel que ha nacido de ella, y el nombre del cual se han de ofrecer sacrificios puros y del que todo desgraciado debe invocar el apoyo. Escuchad, oh amigos elegidos y santos hermanos, cómo fue cumplida esa historia llena de milagros admirables.

11. Había dos sacerdotes y un diácono en la santa montaña del Sinaí, cuya cumbre Dios (cuya memoria sea santificada) se apareció a Moisés, habló acerca de los hijos de Israel y realizó grandes milagros.

12. Y el nombre de uno de los sacerdotes era David, el del otro Juan, y el del diácono Felipe. Y asistían al altar, y había trescientos veinte altares la montaña santa.

13 Y escribieron a Ciriaco, obispo de Jerusalén, rogándole que les transmitiera la historia de María, y de cómo había salido de este mundo, y pidieron que les hiciera conocer la gloria y los milagros que se habían cumplido entonces.

14. Y el santo obispo, tan pronto hubo recibido la carta, hizo llamar los obispos de la Iglesia, y los interrogó, y les dijo: Id a buscar los libros.

15 Y no encontraron más que un libro de Jacobo, hermano del Señor, obispo de Jerusalén, que fue el primero a quien los judíos dieron muerte. En el año 345 de Alejandro, el día del nacimiento de Nuestro Señor, que es el día del Sol, el 15 del mes de biblico de agosto, la Virgen María salió de este mundo, en presencia de Nuestro Señor Jesucristo y mía, y todos los ángeles y todas las criaturas se dirigieron a su habitación en Bethlehem y en Gethsemaní, antes que muriese.

16. Y sabed que los capítulos en que está consignada la historia de la inmaculada Virgen María y de todos los milagros que realizó están en poder de Juan, hijo de Zebedeo, el evangelista, que Jesús Nuestro Señor amó, Y del cual los apóstoles han atestiguado que lo que él contaba era verdad.

17. Y ellos contestaron a las cartas llegadas del monte Sinaí, y aseguraron que no habían encontrado ninguna historia, pero que sabían, por el obispo Jacobo, que esta historia estaba en Éfeso, en poder del apóstol Juan y les rogaron mandar hacer una copia de este libro, para poder tenerlo en Jerusalén y refutar a los judíos, y así todos podrían hacerlo leer, y ellos estarían muy largo tiempo presentes en sus plegarias.

18. y así que llegó la carta al monte Sinaí, escribieron al obispo de Roma y al de Alejandría y les enviaron mensajeros, y habiendo buscado allí la historia sin hallarla, enviaron dos hombres a Éfeso.

19. y cuando hubieron llegado, no cesaron en toda la noche de ofrecer incienso a la madre de Nuestro Señor Jesucristo, diciendo: ¡Oh Jesucristo, Nuestro Señor! Tú has elegido al apóstol Juan y has tenido por él más amor que por sus compañeros, y lo has ocultado a los ojos de los hombres cuando dijiste: Tú me guardarás la fe. Si quieres mostrárnoslo, para que hable con nosotros y nos enseñe la historia de tu madre, con los milagros y maravillas que se han cumplido por ella y en tu nombre, cuando tú la transportaste al paraíso eterno, cúmplase tu voluntad.

20. Y esto ocurrió el vigésimo quinto día del mes de nisan, el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el año 345 de Alejandro. y la inmaculada Virgen María se apareció a Juan, y le dijo: ¡Oh hijo mío, da tu libro con la historia de mi salida de este mundo a los hombres venidos a ti desde el monte Sinaí, a fin de que esto sea un motivo de gloria para Dios!

21. Y había en Éfeso, en la iglesia de Juan, donde existía costumbre de ir a lavarse ya curarse de enfermedades, una fuente que devolvía la salud a cuantos acudían en nombre del apóstol. y éste se presentó a los emisarios, y les dijo: Salud, hermanos bienaventurados. No os aflijáis, porque Nuestro Señor Jesucristo, cuando estaba sobre el leño de la cruz, me dijo estas palabras con respecto a la Virgen María: He aquí tu madre, llévala contigo. Y a ella le dijo: Vete con él. Dios recompensará vuestro trabajo y vuestra fatiga, y yo os doy completa la historia que está en mi poder.

22. Y desapareció de ante ellos. Y ellos entraron en la iglesia, cuyas puertas se hallaban abiertas, y cuando hubieron llegado cerca de la fuente hallaron sobre el altar un libro y lo recogieron con grande alegría, y lo dieron a un hombre para leerlo a la gente, y el testimonio de los Padres, de los profetas y de los otros discípulos estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

 

CAPITULO II – VIAJE DE MARÍA A BETHLEHEM

1. En el nombre de Dios Nuestro Señor, y de Jesucristo, Nuestro Dios y Nuestro Salvador, nacido del Padre antes de los siglos y encarnado en María, la Virgen sin mácula, a fin de ser semejante a los hombres y de librar al mundo de la potencia del diablo rebelde.

2. Él es quien, por la luz de su divinidad adorable, ha librado al género humano de las tinieblas de la desobediencia, lo que nadie pudo hacer, si no es el Dios del cielo y de la tierra y de cuanto contienen.

3. Desciendan su bondad y su clemencia sobre sus criaturas, para que quienes creen en él gocen del paraíso eterno.

4. Celebremos igualmente la gloria de su venerable y perfecta madre, que permaneció oculta a los hombres mientras vivió, y que fue transportada a Aquel que nadie ha visto ni oído, y que el espíritu del hombre no puede comprender.

5. Esperemos la intercesión de María para alcanzar el día radiante y la gloria perdurable.

6. Ya vosotros, queridos hermanos, que habéis pasado de las tinieblas de la desobediencia a la luz de la sumisión, os decimos que el tercer día de fiesta, al mediodía, María, la Virgen sin mancha, salió de su morada y fue al sepulcro de Cristo, en el Gólgota, como tenía costumbre de hacer.

7. Y los judíos pusieron una gran piedra ala puerta del sepulcro, diciendo: No toleraremos más que nadie venga a orar al sepulcro, en el Gólgota.

8. Y rechazaban a cuantos ascendían, y les tiraban piedras, y tomaron la cruz del Cristo, y las de los ladrones, y la lanza con que Nuestro Señor fue herido, y sus vestiduras, y los clavos, y la corona de espinas que había sido puesta en su cabeza, y el sudario con que se lo enterró, y los ocultaron en un lugar que mantuvieron secreto, e impedían que nadie pasase por allí, para que no viniese algún príncipe. y se informara.

9. Y los guardias veían a la Virgen María llegar cada día al sepulcro y sobre el Gólgota, y llorar, y decir, con las manos en alto y el rostro en tierra: jOh Señor y Dios mío, sácame de este mundo perverso, pues temo que los judíos, mis enemigos, me den muerte!

10. Porque siempre que vengo a orar a este lugar sacro, me injurian y me amenazan, y por ti me han dado el agua de la tribulación, más yo los he vencido.

11. Y he superado sus astucias y los he rechazado, gracias a mi fe en ti, y tu potencia ha cegado sus ojos, y los ha confundido, para que no pudieran hacerme mal, y así no me privas de tu socorro.

12. Y los guardias, llegando a la ciudad, dijeron a los sacerdotes: Nadie acude a orar en el Gólgota más que María, que va mañana y tarde.

13. Y los sacerdotes contestaron: Cuando vaya a orar, arrojadle piedras, porque merece ser lapidada, ya que su ignominia afecta a los hijos de Israel.

14. y los guardias dijeron: Nosotros no le haremos nada, pero os la entregaremos, para que hagáis con ella lo que queráis.

15. Y cuando llegó el viernes, fue allí según su costumbre, y mientras oraba, alzó los ojos y vio abiertas las puertas del cielo.

16. Y he aquí que Gabriel, el príncipe de los ángeles, descendió a ella, y se inclinó, y dijo: Yo te saludo, Llena eres de gracia. Tus ruegos han llegado a Nuestro Señor Jesucristo, que ha nacido de ti.

17. Y ha atendido tus súplicas y me envía para anunciarte que serás arrebatada de este mundo para gozar la vida eterna por los siglos de los siglos. Amén.

18. Y al oír estas palabras, la Virgen María se puso alegre y volvió a su morada.

19. Y habiendo los guardias salido, contaron a los sacerdotes que había ido a orar.

20. Y hubo un gran escándalo en Jerusalén. y los sacerdotes fueron al prefecto y le dijeron que debía prohibirle que fuese a orar.

21. Y, mientras deliberaban sobre ello, llegó al emperador Tiberio una carta de Abgaro, rey de Edesa.

22. Y la carta decía así: Hay entre nosotros un hombre que dice ser uno de los setenta y dos discípulos de Jesucristo, y que ha curado numerosos enfermos y realizado prodigios.

23. Y ha construido una iglesia, y ha hecho grandes milagros, y muchos creen en su doctrina. y por ellos sé los grandes milagros que ha hecho entre nosotros.

24. Y su amor ha ocupado mi corazón, y he tenido un gran dolor en no poder verle en mis Estados, por causa de los judíos, que lo han llevado a la cruz, sin justificación ninguna, pues que él hizo tantas cosas buenas y milagrosas.

25. Y he llegado con todos mis hombres a Jerusalén para hacerla perecer, y para que tú obtengas así una venganza completa.

26. Mas cuando la campaña estaba preparada, he sentido un temor, y es que tú, Tiberio, mi soberano, te irritases contra mí, y hubiese guerra entre nosotros.

27. Y por eso te escribo, para pedirte, como conviene entre soberanos, que hagas castigar a los judíos por lo que han hecho.

28. Porque si tú te hubieses informado antes de la crucifixión, todo habría sido distinto, y por eso te pido que seas tú quien castigue a los culpables, quitándome el deber que me he impuesto. y en esta confianza te doy las gracias.

29. Y cuando el emperador Tiberio leyó la carta de Abgaro, se llenó de horror y de cólera, y pensó destruir a todos los judíos. y escribió a este efecto a su aliado.

30. Y, no bien llegó la noticia a los vecinos de Jerusalén, tuvieron gran espanto y visitaron al prefecto y le dieron una gruesa suma de plata, y le pidieron que Jerusalén no fuese destruida para siempre, por causa de María y de su hijo.

31. Y le dijeron: Nosotros lo hemos hecho morir justamente, porque él se decía el Hijo de Dios.

32. Y arrojándose a los pies del prefecto, le rogaron que procurase salvados, y salvar a su ciudad, y que escribiese al emperador, exponiendo su causa, a fin de obtener un juicio más suave.

33. Y le pidieron que fuese a María, y que no la dejase visitar el Gólgota, para cortar el origen del mal.

34. Y el prefecto les dijo: Id vosotros, y habladle con dulzura y del modo más adecuado.

35. y los sacerdotes fueron a María y le dijeron: Acuérdate, María, de lo que has pecado ante Dios, y de lo que hemos sufrido por ti y por tu hijo.
Te suplicamos que no vuelvas aquí, para que la sospecha no caiga sobre otros y cese el mal.

36. Y cuando quieras orar, hazlo con las gentes, y según la ley de Moisés, y todos tus pecados te serán perdonados.

37. E invocaremos para ti la piedad de Dios, y reuniremos el sábado en tu torno a tus compañeras, y te pondremos sobre la cabeza el libro de la ley, para que Dios te sea misericordioso. No te abandonaremos y, si te pones enferma, te atenderemos.

38. Y, si no nos escuchas, vete de Jerusalén a Bethlehem, porque no toleraremos que vengas a orar en el Gólgota al sepulcro, para que otras personas no caigan en sospecha y se alce un gran tumulto entre los hombres.

39. Y María, la Virgen inmaculada, les contestó diciendo: No es así cómo debéis hablar. Porque no os escucharé ni cederé a vuestro deseo.

40. Y como la noche llegaba, los judíos, muy irritados, se alejaron de ella.

41. Ya la mañana siguiente le repitieron otra vez lo mismo. y ella les prometió marchar a Bethlehem, a fin de que el escándalo se apaciguase.

42. Y su casa estaba cerca de Sión y de la casa de José. Y pasados que fueron cuarenta días, la Virgen María reunió a las mujeres de la vecindad y les dijo: Yo os saludo, hermanas. Voy a Bethlehem, a residir en mi casa, porque los judíos me han prohibido ir a orar al Gólgota y al sepulcro, temiendo que por mi culpa haya escándalo.

43. Y, si alguna de vosotras quiere venir conmigo, venga, que yo tengo confianza en el Señor, que está en el cielo, de que se acordará de nosotras y nos concederá lo que le pidamos.

44. Y ella meditaba en las palabras que le había dirigido Gabriel: Saldrás de este mundo, para ir a la vida eterna, y hallaba consuelo en esta meditación.

45. Y tres vírgenes cautas que la servían, y que custodiaban lo que era suyo, se acercaron a ella y le dijeron: Nosotras iremos contigo y no te abandonaremos, porque queremos vivir y morir a tu servicio, ya que por ti hemos dejado a nuestra familia, y que por tu intercesión esperamos lograr la gracia, la salvación y la misericordia del Señor que ha nacido de ti.

46. Y María las acogió y las bendijo. y las amaba mucho. y quedaron a su servicio. y le rogaron que les dijese cómo había podido concebir sin tener comercio con varón, y parir sin perder su virginidad.

47. María, por el gran amor que tenía a sus vírgenes, les explicó el misterio, y gozaba de gran estima ante ellas. Y ellas dormían junto a su lecho, y veían de día y de noche sus grandes milagros.

48. Y el primero de que fueron testigos fue un olor muy suave que se exhalaba del lugar en que estaba, y que llenaba todo su ambiente.

49. y cada vez que venían a ella hombres enfermos y ella los bendecía, y se prosternaban, se levantaban curados, en cuanto rogaba por ellos, y ellos le dirigían grandes alabanzas.

50. Y he aquí que por la noche el ángel Gabriel vino a ella y le dijo: Ten valor, oh bienaventurada María, y no temas. Ve a Bethlehem, y mora en esa ciudad hasta que veas al Señor.

51. Y, al llegar el día, ella reunió a sus tres vírgenes y les dijo: Salid, hijas mías y tomando el incensario y el incienso se pusieron en camino. Y las tres vírgenes se llamaban… y era el día de la fiesta quinta cuando María fue a Bethlehem con las tres vírgenes.

 

CAPITULO III – MILAGROS QUE PRECEDIERON AL TRÁNSITO DE LA VIRGEN MARÍA

Icono egipcio de la dormición

1. Y el viernes la Virgen María se sintió enferma. y tomando el incienso y el incensario, oró y dijo: ¡Oh Jesucristo, mi Dios y Señor eterno! Tú, que estás en los cielos, y que has hecho a tu servidora digna de que tomases de ella la carne humana, para estar en este mundo, por un efecto de tu voluntad, a fin de que los ojos pudiesen verte, y las inteligencias comprenderte, y para que los hombres creyesen que tu divinidad había descendido a la carne y fuesen limpios de sus pecados, escucha los ruegos de tu madre y envíame a Juan, el menor, tu bien amado, que anuncia tus preceptos al mundo.

2. Haz que yo me regocije viéndolo, y envía también a todos tus discípulos, ya tus profetas, ya tus elegidos, para que yo me alegre de su vista antes de dejar este mundo. Porque yo sé que tú puedes todas esas cosas, y que me concederás lo que deseo.

3. Y cuando hubo dejado de hablar, he aquí que una nube espléndida me remontó a mí, Juan, fuera de Éfeso. Y he aquí que el Espíritu Santo me dijo: ¡Oh Juan! La Madre de tu Señor quiere verte antes de dejar este mundo. Vete a Bethlehem, a su lado, y yo avisaré a tus compañeros, vivos y muertos, para que vayan también.

4. Y me sentí llevado por la nube luminosa, y me pareció que andaba por la tierra y, de pronto, me hallé ala puerta de la Virgen María.

5. Y abriendo la puerta, entré. Y ella, acostada en su lecho, oraba.

6. Y cuando hubo acabado la oración, avancé hacia ella, y, después de besarle el pecho y las rodillas, le dije: Yo te saludo, ¡oh Madre de Dios, bendita entre todas las mujeres! No te aflijas por salir de este mundo efímero, porque pasarás llena de gloria y de alabanza ala vida eterna.

7. Y ella se regocijó de verme, y yo me senté y le dije lo que me había pasado y me acerqué a las vírgenes y las bendije y ella me dijo: Toma el incienso y ora por mí.

8. Y lo hice e inclinándome, exclamé: ¡Oh Señor y Dios mío Jesucristo, muestra los milagros de tu madre, y hazla salir de este mundo con gran gloria, según has prometido, y muestra con tus elogios tu magnificencia, para que tus fieles se congratulen y te alaben y se llenen de pavor tus enemigos, que te han negado ser hijo de Dios, y para que las cosas terrestres y celestes rindan homenaje a tu madre! ¡Oh tú, a quien es debida gloria y alabanza por los siglos de los siglos! Amén.

9. Y cuando acabe my plegaria, me dijo la Virgen María: ¡Oh San Juan, tu maestro ha prometido que, cuando yo deje la tierra, Él se mostrará a mí con sus ángeles y sus elegidos, y saldré de este mundo con tan gloriosa escolta!

10. Y yo dije: Él vendrá y cumplirá su promesa. Y ella dijo: ¡Oh Juan! Los judíos han asegurado que quemarán mi cuerpo cuando yo muera y yo le dije: No temas, que los judíos no tienen poder sobre ti, viva o muerta, porque el Señor es contigo.

11. Y ella dijo: ¿Y dónde me enterrarás? y yo dije: Donde y como Jesucristo lo ordene.

12. Y sus lágrimas corrieron, y las enjugué con mi vestidura, y yo lloraba, y las tres vírgenes lloraban también muy afligidas.

13. Y le dije: ¿Por qué temes salir de este mundo, tú, que has engendrado al Cristo? ¿Qué harán, pues, los que están en tu torno y que ignoran cuál será su suerte al dejar este mundo? Porque recibirás de tu hijo corona brillante y la pondrás en las cabezas de los hombres justos, y un castigo eterno caerá sobre los que lo hayan merecido.

14. No te entregues, pues, a la tristeza y al dolor, ¡oh bienaventurada María! Porque el Espíritu Santo me ha dicho en Éfeso que los demás compañeros míos se reunirán a tu lado para solicitar tu bendición, como ha dicho David: Todos los pueblos vendrán y te adorarán. y las tribus de todas las naciones se humillarán ante ti.

15. Y María me dijo: Enciende el incienso, y ora. y encendí el incienso, y dije: Señor y Dios mío Jesucristo, oye mi plegaria y escucha la voz de tu madre, y cumple las promesas que le has hecho. Hágase tu voluntad, y el deseo de tu Padre celestial. Y lóente los ángeles y las criaturas.

16. Y terminados mis ruegos, una gran voz dijo: Amén. y yo me llené de terror. y cuando el Espíritu Santo me preguntó: ¿Has oído esa voz, Juan? , yo repuse: Sí, la he oído bien.

17. Y el Espíritu Santo dijo: Esa voz llamará a los discípulos, tus compañeros, que vendrán a saludar a la bienaventurada María. Yo les he avisado a cada uno en su casa, ya cada uno le he preparado una nube luminosa que los traerá aquí. y he dicho en Roma, a Simeón Cephas, que iba a ofrecer el santo sacrificio: Cuando hayas hecho la ofrenda, vete a Bethlehem, porque la madre de tu maestro está allí y va a salir de este mundo.

18. Y he avisado a Pablo, que estaba lejos de Roma, y que disputaba con los judíos, que se burlaban y le decían: Lo que tú dices no será escuchado, porque tú predicas en nombre de Cristo y eres natural de Tarso, y no te conocemos y he llamado a Pablo, y se ha levantado, y ha salido.

19. Y he llamado a Tomás, que estaba en la India, junto al lecho de la hija del rey, y la había bautizado y fue a la iglesia, y oró y partió. Y he llamado a Mateo y a Jacobo.

20. Y me he dirigido a los difuntos, a Felipe, a Andrés, hermano de Simeón Cephas, a Lucas, a Simeón el Cananeo, a Marcos y a Bartolomé, y les he dicho: Dejad vuestras tumbas, mas no creáis que el día del Juicio ha llegado. No estamos aún en el fin de los tiempos. Mas id a Bethlehem, a saludar a María, la madre del Señor, que va a dejar este mundo.

21. Y ellos dijeron: ¿Cómo iremos y quién nos llevará? y he aquí que espléndidos carros, transportados por nubes, descendieron entre ellos, y los vientos soplaban con fuerza. Y esas nubes los llevaron a Bethlehem, y ellos se acercaron a María y la saludaron. y ella se regocijó. y Juan encendió el incienso en su honor y los saludaba.

22. Y sobre sus coronas estaba la magnífica aureola del Cristo. Y cuando María los vio, se levantó en su lecho y los bendijo, y alabó a Dios, diciendo: Confía en mi Señor, en que vendrá del cielo para que yo lo vea, como os veo, y como habéis venido vosotros. Decidme cómo ha sido.

23. Y cada uno contó el aviso del Espíritu Santo, y dijeron: ¡Oh bienaventurada Virgen! No te lamentes, que el que ha nacido de ti te sacará de este mundo con gran gloria, y te llevará a la mansión celestial, cuya señora serás tú.

24. Y oyendo esto la Virgen María alzó la mano y saludó al Señor, diciendo: Yo te adoro, Señor y Dios mío, y creo en tu grandeza y en tu poder, porque no me has abandonado a este pueblo necio y no les has dejado hacer lo que decían cuando anunciaban que entregarían mi cuerpo a la ignominia. Si no que has oído las súplicas de tu servidora y le has mostrado tus prodigios, ¡oh tú, que todo lo puedes! Alabados sean tu nombre y tu poder omnipotente por los siglos de los siglos. Amén.

25. Y, cuando ella finó su plegaria, los discípulos repitieron: Amén. Y ella dijo a los discípulos: Encended el incienso y orad, y haced la señal de la cruz.

26. Y cuando hicieron lo que ella decía, sonó un ruido como el de un gran trueno, o como de infinitos carros que chocasen, y se expandió un perfume de indescriptible suavidad.

27. Y he aquí que ángeles e innumerables potencias descendieron sobre la casa, y los discípulos los rodearon diciendo: Santo, santo, santo es el Señor Sabaoth.

28. Y los vecinos de Bethlehem, viendo tales cosas, quedaron llenos de espanto, y grandes maravillas se les manifestaron. Los ejércitos del cielo subían y bajaban y la voz del Hijo del hombre sonaba entre ellos.

29. Y muchos vecinos de Bethlehem fueron a Jerusalén, y contaron al prefecto ya los sacerdotes los prodigios ocurridos en el sitio en que estaba la Virgen María.

 

CAPITULO IV – DISCUSIÓN ENTRE LOS PARTIDARIOS Y LOS ADVERSARIOS DEL CRISTO

1. Y cuando los habitantes de Jerusalén oyeron tales cosas, hubo muchos que fueron a ver los milagros de la bienaventurada María.

2. Y los cielos se abrieron, y salieron legiones de ángeles, y tempestades, y truenos.

3. Y una nube vino del cielo y regó la tierra de rocío, y el Sol y la Luna y las estrellas cayeron del cielo y alabaron a la Virgen María.

4. Y algunos vecinos de Bethlehem miraron a la casa en que estaba la Virgen. y los discípulos la rodeaban, respetuosamente, con las manos levantadas al cielo.

5. Y el ángel Gabriel le refrescaba la cabeza, y Miguel los pies. Y Pedro y Juan enjugaban con sus túnicas las lágrimas de la Virgen. y todos decían: Salve tú, bienaventurada, y bienaventurado sea el que ha nacido de ti.

6. Y todos cantaban sus alabanzas y su gloria. y no se la podía distinguir, por la deslumbrante claridad que emanaba de ella.

7. Y si algún enfermo llegaba ala puerta y posaba su mano sobre el muro, diciendo: ¡Oh bienaventurada María, ten piedad de mí y ora por mí!, se encontraba al momento curado, aunque la Virgen no lo hubiese visto, sino que, cuando oía su voz, extendía su mano y los bendecía, y ellos quedaban salvos de sus enfermedades.

8. Y todos los ciegos, sordos y mudos que allí había fueron sanados. Y otros que recogieron polvo de los muros de la casa y los mezclaron al agua que bebían quedaron también curados.

9. Y la bienaventurada María obró tantos prodigios, que nadie los podría contar, sino es el Señor, que hizo de ella el templo de su grandeza.

10. Y fue lo más maravilloso que los habitantes de Bethlehem la loaban, a su pesar y venían a ella mujeres de todas partes: de Roma, de Alejandría, de Egipto, así como hijas de reyes y príncipes, que la adoraban, y que creían en el Cristo nacido de ella. Y, al partir, le pedían su bendición, y algunos recuerdos para testimonio a sus padres.

11. Y llegó una mujer que estaba poseída de dos demonios que la atormentaban, el uno por el día y el otro por la noche, y venía acompañada de la hija del rey de Alejandría, que estaba cubierta de úlceras. Y se prosternaron ante María pidiendo su intercesión, y María tuvo piedad de ellas, y fueron curadas.

12. Y vino una egipcia enferma del vientre, y se curó cuando María rogó por ella, y loó a Dios. Y vino otra mujer poseída del demonio, y pidió a la Virgen que la librase de él y María extendió la mano sobre ella, diciendo: En el nombre del Cristo, mi Señor, vete de esta alma y no la atormentes más.

13. Y los demonios salieron y dijeron: ¿Qué hay de común entre tú y nosotros, María? Tememos aproximarnos dondequiera que reina tu hijo, y no podemos estar ante sus compañeros. Nos ha arrojado, por su potencia, al fondo del abismo, y ahora tú, con tu plegaria, nos echas de esta alma y de muchas otras.

14. Y la bienaventurada María los reprendió, y ellos huyeron y se refugiaron en el fondo del mar. y un hijo de Sophim, rey de Egipto, cuya cabeza había sido desgarrada por un león, fue a ella y cuando, extendiendo la mano, ella rogó por él, su cabeza quedó curada, y todos alabaron a Dios.

15. Y oyendo estos hechos, muchos hombres fueron a Bethlehem, y llamaron a la puerta de la casa, y como los discípulos no abrían, comenzaron a gritar, diciendo: Ten piedad de nosotros, bienaventurada María, y óyenos, y cúranos. Y María oyó sus voces, y dijo: ¡Oh mi Señor y mi Dios Jesucristo! Tú, que eres mi Señor, y que has querido ser mi hijo, oye la voz de los que creen en ti y dígnate socorrerlos.

16. Y una gran virtud emanó de la casa, y todos fueron libertados de sus dolencias. Y eran alrededor de dos mil ochenta. Y ese día hubo grandes alabanzas a Dios en toda la comarca de Bethlehem.

17. Y los magistrados de Bethlehem y de Jerusalén preguntaron a los curados cómo lo habían sido por la Virgen. Y cuando hicieron el relato, hubo gran extrañeza entre sacerdotes de la Sinagoga, y vieron con asombro el honor que se hacía al Cristo y la alegría de los creyentes.

18. Y sus ojos se oscurecieron, y temblaron, y dijeron: Mucho nos turba lo que nos relatan.

19. Y saliendo muchos judíos de Jerusalén para Bethlehem, les dijeron los sacerdotes: Id y expulsad a los discípulos de Cristo, y echad a María de la población.

20. Y cuando los judíos estaban a mil pasos de Jerusalén, al caer el sol, se produjo un gran milagro, y fue que sus pies se detuvieron, y no pudieron ir a Bethlehem, y volvieron.

21. y los sacerdotes, cada vez más turbados, fueron a ver al gobernador, exclamando: Grandes son estas cosas, y los judíos perecerán por lo que ha hecho María. y le pidieron que la expulsara de Jerusalén. Y el prefecto les dijo: No lo haré.

22. Y ellos redoblaron en sus clamores, y lo amenazaron con denunciarlo a César Tiberio. y muchos judíos, reuniéndose, fueron a la casa en que moraba la bienaventurada María, y la puerta estaba abierta, y quisieron entrar, pero no podían acercarse, porque las puertas del cielo estaban también abiertas, y un gran resplandor llenaba la entrada de la mansión de María.

23. Y en vista de sus clamores y de sus amenazas, un jefe partió con ellos, llevando treinta mil jinetes y muchos soldados de a pie. Y el Espíritu Santo dijo a los discípulos de Cristo: He aquí que un guerrero llega de Jerusalén con un numeroso ejército. Tomad a María y llevadla con vosotros, y no temáis nada, que yo os conduciré sobre una nube, y nadie podrá incomodaros, porque el poder del Señor está con vosotros.

24. Y los discípulos salieron, llevando a María sobre su lecho, y el Espíritu Santo los transportó sobre sus enemigos sin que los vieran. Y cuando los discípulos llegaron a Jerusalén, fueron a casa de María, y allí se ocuparon de orar y de alabar a Dios.

25. Y cuando los jinetes llegaron a Bethlehem, dijeron: Cerremos las puertas de la casa. Y no hallando a nadie, se llenaron de cólera, buscaron a los vecinos de Bethlehem, y les dijeron: Vosotros habéis ido al prefecto y a los sacerdotes de Jerusalén y les habéis dicho que los discípulos de Cristo rodeaban a María y la loaban, y que muchos ángeles subían y bajaban del cielo, y que sus cánticos llegaban hasta vosotros. ¿Dónde están ahora? Venid con nosotros, y defendeos como podáis, porque nosotros no encontramos nada.

26. Y volvieron al prefecto diciendo que nada habían visto. y los sacerdotes dijeron: Los discípulos de Cristo han hecho un escamoteo ante vuestros ojos para que no vieseis nada. y el prefecto les dijo: Si los veis en alguna parte, apoderaos de ellos y cerrad las puertas.

27. Y cinco días más tarde los habitantes de Jerusalén vieron a los ángeles descender con la Virgen María a la casa que poseía en la montaña de Sión, y los vecinos acudieron y comenzaron a orar, diciendo: ¡Oh Santa María, madre del Cristo, ruega por nosotros, para que se nos conceda la salvación! Y hubo muchos milagros y muchas curaciones.

28. Y los habitantes de Jerusalén sintieron gran espanto. y fueron a aquellos vecinos, diciendo: ¿Por qué ese tumulto, y ese ruido, yesos gritos que lanzabais ayer?

29. Y los vecinos contaron que María había venido acompañada de ángeles que la alababan, y que todo enfermo que se le acercaba era curado. Y los judíos fueron al prefecto y le dijeron: Repitámosle que hay gran perturbación en Jerusalén por culpa de María. Y contaron la que les habían dicho.

30. Y dijo el prefecto: ¿Qué puedo hacer por vosotros? y ellos dijeron: Tomemos leña y fuego, y quememos la casa en que está. y él les dijo: Haced la que os parezca. y los sacerdotes y una gran multitud se reunieron y fueron a donde estaba la bienaventurada María para prender fuego, y el prefecto y sus compañeros miraban desde lejos la que hacían.

31. Y cuando hubieron llegado a la puerta, un gran fuego salió de la casa, y había ángeles cerca, y cuantos se acercaban eran abrasados, y muchos judíos perecieron entonces. y todos se llenaron de terror, y también el prefecto.

32. Y alzando las manos al cielo, y dando una gran voz, exclamó: Verdaderamente, oh María, aquel que ha nacido de ti es el Hijo de Dios. Nosotros deseamos verlo, y yo la adoraré siempre.

33. Y una gran discordia se produjo entre los judíos, y muchos creyendo en el nombre de Jesucristo. Y el prefecto reunió a los moradores de Jerusalén y les dijo: ¡Oh pueblo perverso! Vosotros habéis crucificado al Cristo, que había descendido del cielo para rescatarnos. Habéis desoído la verdad, habéis obrado mal, y conoceréis los fuegos del infierno. Yo creo en Cristo, y temo que la cólera del emperador Tiberio caiga sobre vosotros por vuestra maldad. Y he aquí lo que os digo: Nadie se acerque a la casa de la bienaventurada María, ni la calumnie.

34. Y uno de los principales doctores se levantó, y se llamaba Caleb, y era uno de los que creían en Jesucristo, y en la bienaventurada María, y dijo al prefecto: Pregúntales en nombre de Dios quién condujo a los hijos de Israel fuera de Egipto, y, por los libros de la Santa Ley, oblígalos a declarar si ese hijo de María ha venido como un profeta, como el Hijo de Dios o como los demás hombres.

35. Y el prefecto se situó en un lugar elevado y dispuso que quienes creyesen en María y en el Hijo de Dios se separasen a un lado. Y muchos judíos se separaron, y la reunión se dividió en dos partes.

36. Y el prefecto dijo: ¿Sois vosotros los que creéis en el Cristo? Y ellos dijeron: Nosotros creemos que es el Hijo de Dios único, que juzgará a todas las criaturas, y que es el Cristo anunciado en los libros, que salvará a los pueblos, y que nos rescatará.

37. Y gritaron los otros: ¿Qué decís? Nosotros sabemos que no es el Cristo, porque las tradiciones y las cosas escritas no se han cumplido en él. Y los jefes replicaron: Vosotros no conocéis el verdadero sentido de los libros, ni lo que significan, y os son desconocidas las tradiciones. Ignoráis que nuestro padre Adán, a punto de expirar, prescribió a su hijo Seth que ordenase a sus descendientes que sacasen su cuerpo de la caverna de los tesoros y que lo llevasen a la tierra santa, porque sabía que la redención de su raza se efectuaría por la misericordia del Cristo. Y dijo: El oro, la mirra y el incienso que hay en la Caverna de los Tesoros son los presentes que serán llevados a Bethlehem por la mano de los magos, hijos de reyes, porque Dios ha prometido que el Cristo vendrá a este mundo y manifestará su divinidad por milagros, y saldrá de Sión para mostrarse a los hombres. y el profeta dijo: Los pies del Señor se fijarán sobre el monte de los Olivos, de Jerusalén, y os consta que ha sido así.

38. Y Caleb dijo otras cosas que sería largo contar. Y los judíos replicaron: ¿Piensas que el Cristo está más cerca del Eterno que nuestro padre Abraham, que vio los cielos abiertos y que habló con Dios? y contestaron los fieles: Nosotros sabemos con certeza que el nacido de María ha creado a Adán antes que Abraham fuese formado en el seno de su madre, porque es anterior a todas las criaturas, y es aquel con quien Abraham habló, y de quien dijo Daniel que, pasadas sesenta semanas, vendría el Mesías esperado por todas las naciones.

39. Y los judíos contestaron: Ese Cristo en quien vosotros creéis ¿fue más grande que Isaac, que constituyó ante Dios una ofrenda pura, de que se regocijaron los cielos y la tierra? Y los fieles dijeron: Dios no permitió que Isaac fuese ofrecido en sacrificio, y aunque hubiese sido inmolado hubiese sido una ofrenda única. Pero el Cristo es un sacrificio ofrecido por todas las criaturas, al subir a la cruz, para reconciliar a Dios con todos los hombres. Y los que creen en él quedan libres de todos sus pecados, como los hijos de Israel quedaron curados de la mordedura de las serpientes cuando miraron la serpiente artificial que Moisés elevó por orden divina.

40. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que Cristo es superior a Jacob, que vio las puertas del cielo abiertas ya los ángeles subiendo y bajando por la escala de la salvación? Y los fieles contestaron: Jacob y los ángeles, y la escala que vio, son la imagen del Cristo. Son, sin duda, admirables milagros, pero más prodigios han hecho los que creen en su nombre. y vosotros los podéis ver, pero vuestros ojos están ciegos y vuestros corazones endurecidos.

41. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que Cristo es superior a Elías, que subió al cielo y vio cuanto hay en él y en la tierra? Y los fieles dijeron: Elías, llevado por un ángel, subió al cielo, donde están el Sol y la Luna. Pero Cristo, mostrándose sobre el monte Thabor, con Elías y con Moisés, que estaba muerto y podrido, mostró todo su poder, puesto que podía llamar a los vivos ya los muertos, y ellos tenían que obedecer sus mandatos.

42. Y dijeron los judíos: ¿Pensáis que ese Cristo es más que Moisés, que libró de Egipto a los hijos de Israel y les abrió un paso en el mar Rojo, en el que fueron tragados el faraón y su ejército? Y los fieles dijeron: ¡Oh gentes ignorantes e insensatas! La Divinidad, tomando el cuerpo de Cristo, ha hecho esos milagros, que estaban escritos desde los primeros tiempos. El Cristo ha expulsado los demonios, forzados a la obediencia, y cuando Simón Pedro andaba por el mar como por la tierra, fue acometido de un mal pensamiento, y estaba a punto de ser sumergido en el momento en que el Cristo extendió hacia él la mano y lo libró de su temor. Él manda a todas las criaturas, y todas le están sometidas.

43. Y el prefecto mandó prender cuarenta de los judíos y azotarlos, y los demás quedaron aterrados.

44. Y llegada la noche, el prefecto condujo a uno de sus hijos, que tenía dolor interno, a la casa de la Virgen María, y llamando a la puerta dijo a una de las doncellas que la servían: Entra y di a la bienaventurada María que soy el gobernador de la ciudad.

45. y la doncella hizo lo que le decía, y la Virgen María ordenó que le abrieran y lo introdujesen.

46. y él entró llorando, y dijo: Salúdote, madre de Dios, y creo en el que ha nacido de ti, y que es el Cristo Redentor. Extiende tus manos, madre de luz, y bendíceme, y ruega por mi hijo, para que se le quite el dolor que sufre, y ruega por mis padres, que están en Roma, y concédeme volver pronto a verlos.

47. Y la bienaventurada Virgen, puesta en pie, oró con los discípulos, y luego, volviéndose al prefecto, bendijo a su hijo y mandó que se sentara.

48. Pero él, inclinándose ante ella, se arrojó a los pies de los discípulos, y dijo: Yo os saludo, elegidos de Dios, que lo habéis sido entre todos los hombres, para que prediquéis al mundo entero. y los discípulos lo bendijeron, y su hijo quedó curado, y se fue lleno de alegría.

49. y montó a caballo y marchó a Roma, y, después de saludar a sus padres, les contó cuanto había visto hacer ala bienaventurada María y lo que le había oído decir. Y allí estaban los discípulos de Pedro y Pablo, y le pidieron por escrito lo que habían oído, y los milagros que se habían obrado en Roma y en otras ciudades por intercesión de la bienaventurada María.

 

CAPITULO V – MUERTE DE LA VIRGEN MARÍA

1. Y el viernes por la mañana el Espíritu Santo dijo a los discípulos: Id, tomad a María, la Virgen sin mancha, y llevadla a Jerusalén, y entrad por el camino que conduce al valle de Gethsemaní. Hay allí tres cavernas que comunican una con otra y un lugar de arena, al lado de Oriente. Poned allí a la bienaventurada María, y orad junto a ella hasta que yo os hable.

2. Y los discípulos hicieron lo que se les había ordenado. y llevaron a María. y viéndolo los judíos, se reunieron, y dijeron a uno de ellos, llamado Japhia, que era un hombre tímido: Vete con ellos, y cuando estén junto al valle, empuja la litera para que caiga al fondo. Nosotros te seguiremos con leña y con fuego, y la quemaremos en el valle, y esos fabricantes de prodigios no podrán vanagloriarse de que están encima de los habitantes de Jerusalén.

3. Y Japhia los obedeció, y fue con los discípulos, y en llegando junto al valle, extendió la mano para agarrar la litera. Pero un ángel lo hirió con una hoja de hierro, y le cortó los puños, que quedaron pegados a la litera.

4. Y Japhia empezó a implorar ya llorar, con el rostro contra tierra, y a decir: Tened piedad de mí, ¡oh discípulos del Cristo Redentor!

5. Y ellos tuvieron compasión y dijeron: Implora a la Virgen María, a quien has querido precipitar en el valle.

6. Y él se puso a gritar, ya decir: ¡Oh soberana madre de salud, ten piedad de mí! Y ella dijo a Pedro: Devuélvele sus manos.

7. Y Pedro las tomó y las ajustó a su sitio, diciendo: En el nombre de Jesús el Nazareno, ya súplicas de su madre, queden estas manos en su lugar sin dolor y fueron restablecidas sin dolor en el sitio que les correspondía.

8. Y le dio una vara seca, diciendo: Vete, y anuncia a todos los judíos, con esta vara, el poder de Dios, y enséñales cuánta es su debilidad y su ignorancia si la comparan con el poder y la sabiduría de Dios, y diles lo que Dios ha hecho por ti, para que los que te oigan sepan que nuestra doctrina no es humana, sino que viene del cielo, y ellos renunciarán a sus malo pensamientos y al error que los hará perecer. Y no podrán cumplir lo que han maquinado contra la bienaventurada María y contra los discípulos del Cristo.

9. Y Japhia creyó y oró, y volvió hacia los judíos, y golpeó la puerta de la ciudad con la vara. Y he aquí que la vara floreció. Y Japhia alabó a Dios y dijo: Esta vara es superior a la de Aarón.

10. y dijeron los judíos: ¿Qué haces, insensato de ti? ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo, y qué te han hecho los discípulos del crucificado?

11. Y había allí un ciego, y Japhia fue a él, y aproximándole la vara a los ojos le dijo: Ábranse tus ojos, en nombre de Dios puesto en la cruz. Y el ciego recobró la vista.

12. y los presentes loaron a Dios. y cada vez que acercaba su vara a un enfermo, éste era curado. y los judíos quedaron muy sorprendidos, y muchos creyeron, y decían: En verdad, que ésta es virtud del cielo, y que estas cosas prueban el poder de Dios.

13. y los sacerdotes estaban llenos de confusión, y su cólera era extremada.

14. y los discípulos bajaron al valle y encontraron una caverna en la que depositaron a la bienaventurada María, según el mandato del Espíritu Santo, y no dejaban de alabar al Señor.

15. Yal otro día por la tarde, he aquí que el Espíritu Santo dijo a los discípulos: El día del sol, el sexto, el ángel Gabriel descendió a la Virgen y la saludó, y le predijo que el Redentor del mundo nacería de ella, y fue el mismo día cuando ella parió en Bethlehem, yel mismo día cuando las gentes de Jerusalén recibieron con palmas al Cristo, diciendo: Bendito sea el que viene en nombre del Señor. Y el día del sol resucitó de entre los muertos, y un día del sol vendrá para destruir la tierra, y cuanto contiene y para juzgar al mundo. y también el día del sol debe venir con las criaturas terrestres y celestes, cantando sus alabanzas para sacar del mundo el alma de su inmaculada madre.

16. y los discípulos experimentaron un gran consuelo. Y en esto he aquí que Eva, la madre de toda carne, y Ana, la madre de la bienaventurada María, e Isabel, la madre de Juan el Bautista, llegaron a ella, y le dijeron quiénes eran, y la abrazaron.

17. y Ana, su madre, dijo: Bendito, oh hija mía, sea Dios, que te ha elegido para que fueses el lugar de su gloria. Y desde que comenzaste a formarte en mi seno yo sabía ya que habías de ser bendita y elegida, y que el Dios del cielo y de la tierra descendería a tu vientre, como está escrito en los libros.

18. y todas alababan a Dios, y la Virgen las secundó con alegría. Y Pedro les dijo: Alejaos de ella, porque veo llegar a los patriarcas.

19. y he aquí que Adán, Seth, Sem, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, y los demás patriarcas, y profetas y santos, llegaron sobre una nube y se acercaron a la bienaventurada María, y la saludaron expresándole sus loanzas y llamándola bienaventurada. y ella les devolvió su saludo, y los profetas se dieron a conocer, y ella tuvo gran júbilo.

10. Y dijeron los judíos: ¿Qué haces, insensato de ti? ¿Por qué has estado ausente tanto tiempo, y qué te han hecho los discípulos del crucificado?

11. y había allí un ciego, y Japhia fue a él, y aproximándole la vara a los ojos le dijo: Ábranse tus ojos, en nombre de Dios puesto en la cruz. Y el ciego recobró la vista.

12. y los presentes loaron a Dios. Y cada vez que acercaba su vara a un enfermo, éste era curado. y los judíos quedaron muy sorprendidos, y muchos creyeron, y decían: En verdad, que ésta es virtud del cielo, y que estas cosas prueban el poder de Dios.

13. y los sacerdotes estaban llenos de confusión, y su cólera era extremada.

14. y los discípulos bajaron al valle y encontraron una caverna en la que depositaron a la bienaventurada María, según el mandato del Espíritu Santo, y no dejaban de alabar al Señor.

15. Yal otro día por la tarde, he aquí que el Espíritu Santo dijo a los discípulos: El día del sol, el sexto, el ángel Gabriel descendió a la Virgen y la saludó, y le predijo que el Redentor del mundo nacería de ella, y fue el mismo día cuando ella parió en Bethlehem, y el mismo día cuando las gentes de Jerusalén recibieron con palmas al Cristo, diciendo: Bendito sea el que viene en nombre del Señor. Y el día del sol resucitó de entre los muertos, y un día del sol vendrá para destruir la tierra, y cuanto contiene y para juzgar al mundo. y también el día del sol debe venir con las criaturas terrestres y celestes, cantando sus alabanzas para sacar del mundo el alma de su inmaculada madre.

16. y los discípulos experimentaron un gran consuelo. Y en esto he aquí que Eva, la madre de toda carne, y Ana, la madre de la bienaventurada María, e Isabel, la madre de Juan el Bautista, llegaron a ella, y le dijeron quiénes eran, y la abrazaron.

17. y Ana, su madre, dijo: Bendito, oh hija mía, sea Dios, que te ha elegido para que fueses el lugar de su gloria. y desde que comenzaste a formarte en mi seno yo sabía ya que habías de ser bendita y elegida, y que el Dios del cielo y de la tierra descendería a tu vientre, como está escrito en los libros.

18. y todas alababan a Dios, y la Virgen las secundó con alegría. Y Pedro les dijo: Alejaos de ella, porque veo llegar a los patriarcas.

19. y he aquí que Adán, Seth, Sem, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y David, y los demás patriarcas, y profetas y santos, llegaron sobre una nube y se acercaron a la bienaventurada María, y la saludaron expresándole sus loanzas y llamándola bienaventurada. y ella les devolvió su saludo, y los profetas se dieron a conocer, y ella tuvo gran júbilo.

20. y vinieron Enoch, y Elías, y Moisés, y manteniéndose entre el cielo y la tierra en carros de fuego, esperaban la llegada de Jesucristo. Y he aquí que doce carros, conducidos por ángeles innúmeros, hirieron los ojos con gran gloria y esplendor, y Cristo Nuestro Señor apareció en forma humana, llevado en un carro en cuyo torno iban los serafines y las virtudes.

21. y se aproximó a la Virgen María, y todas las criaturas se inclinaban ante él. y dijo el Señor: jOh María, celebrada en todo-el universo! y ella dijo: Aquí estoy, Señor. y él le dijo: Levántate y mira lo que mi Padre me ha dado.

22. y ella se levantó, y vio una gloria y una luz que los ojos no podían soportar, y que no cabe sea descrita. y prosternándose, dijo: ¡OH mi Señor y mi Dios, pon tu mano sobre mí!

23. y él posó su mano sobre ella, y la bendijo, y María tomó su mano, y la abrazó, y la puso sobre sus ojos, y lloró, y dijo: Yo me inclino ante esta mano que ha creado el cielo y la tierra y todo cuanto en ella hay, y te doy gracias y te alabo, porque me has juzgado digna en esta hora igualmente cara para mí y para los que están ante ti.

24. Y dijo: ¡Oh Señor! Tómame contigo. Y él respondió: Tú estarás en el Paraíso corporalmente hasta el día de la resurrección, y los ángeles te servirán. Pero tu espíritu puro lucirá en la mansión del Padre de la plenitud.

25. y los discípulos, acercándose a María, dijeron: ¡Oh madre de la luz, ruega por el mundo del que vas a salir!

26. y la bienaventurada María exclamó, llorando: ¡Oh mi Señor, y mi Dios, y mi maestro Jesucristo, tú que, por la voluntad de tu Padre y por la ayuda del Espíritu Santo, y por efecto de una divinidad y de una voluntad únicas, has creado la tierra y el cielo, y cuanto contienen; yo te ruego que escuches la plegaria que te hago por tus servidores y por los hijos del bautismo, por los justos y por los pecadores, para que les concedas tu gracia. Recibe a los que comulguen en ti, a los que ofrezcan presentes en mi nombre ya los que te interroguen en sus plegarias, en sus deseos y en sus sufrimientos. Haz que sean librados de sus dolores, y que hallen lo que han esperado en su fe, y aparta de ellos los males que se les quiera causar. Cura sus enfermedades, aumenta sus riquezas y multiplica sus hijos. Ayúdalos en cuanto emprendan, y otórgales la dicha de tomar parte en tu reino. Aleja de ellos a su enemigo, Satán, lleno de malicia. Aumenta su fuerza e inclúyelos en el rebaño del pastor dulce, bueno, clemente y misericordioso. Cumple, en esta y en la otra vida, lo que espere el que te suplique Invocando mi nombre, y protéjalos tu asistencia, según has prometido tú, que eres constante en tus promesas, infinito en la misericordia y cuyo nombre merece ser glorificado hasta el fin de los siglos. Amén.

27. Y el Señor lo dijo: Yo te concedo lo que pides, y conforme a lo que pides. No los privaré de mi gracia, ni de mi misericordia. Y todos, jubilosos, contestaron: Amén.

28. Entonces Jesús dijo a Pedro ya los discípulos: He aquí que la hora llega. y todos, incluso los ángeles, loaron y glorificaron a Dios en alta voz, y, derramando muchas lágrimas, arrojaron incienso con gran respeto y piedad.

29. Y el rostro de la bienaventurada María resplandeció con una claridad maravillosa, y extendiendo las manos los bendijo a todos. Y el Señor tendió su santa mano y tomó su alma pura, que fue llevada a los tesoros del Padre.

30. y se produjo una luz y un aroma suave que en el mundo no se conocen. Y he aquí que una voz vino del cielo, diciendo: Yo te saludo, dichosa María. Bendita y honrada eres entre todas las mujeres. y Juan, el discípulo, extendió su mano, y Pedro cerró sus ojos, y Pablo extendió sus pies, y Nuestro Señor subió a su reino eterno escoltado por los ángeles y en medio
de alabanzas.

31. y pusieron una piedra a la puerta de la caverna en que estaba el cuerpo de la Virgen, y permanecieron en oración. y el Espíritu Santo esparció una gran luz que los envolvió, y no podían verse entre sí ni nadie podía verlos tampoco.

32. y la Virgen sin mancha fue llevada en triunfo al Paraíso sobre carros de fuego. Y una nube elevó a los asistentes y cada cual fue devuelto al lugar de que había venido, y no quedaron más que los discípulos, que estuvieron tres días en oración, y que oían siempre el cántico de los cánticos.

33. Y, estando así reunidos, he aquí que Tomás, uno de los discípulos, llegó sobre una nube. Yel cuerpo de la bienaventurada María iba a hombros de los ángeles, y él gritó que se detuvieran, para obtener la bendición de la Virgen.

34. y cuando estuvo con sus compañeros, que seguían orando, Pedro le dijo: Tomás, hermano, ¿qué te ha impedido asistir al tránsito de María y ver los milagros obrados y obtener su bendición?

35. Y Tomás respondió: Me lo ha impedido el servicio de Dios, porque, en el momento en que el Espíritu Santo me avisó, yo predicaba, y estaba bautizando a Golodio, hijo de la hermana del rey. ¿Dónde se halla ahora el cuerpo de María?

36. Y ellos dijeron: En esta caverna. Y él dijo: Lo quiero ver y recibir su bendición antes de admitir la verdad de lo que me decís.

37. Y los discípulos replicaron: Tú desconfías siempre de lo que te decimos. Lo mismo te sucedió cuando la resurrección del Señor, que no creíste hasta que lo viste, y te mostró las huellas de los clavos y de la lanza, y entonces gritaste: ¡Oh Señor y Dios mío!

38. Y Tomás contestó: Ya sabéis quién es Tomás, y no descansaré hasta que vea el sepulcro en que reposa el cuerpo de María, y si no, no creeré nada.

39. Y Pedro se levantó colérico, a toda prisa, y los discípulos lo ayudaron a quitar la piedra, y no hallaron nada, y tuvieron gran extrañeza, y dijeron: Hemos estado ausentes, y los judíos habrán llegado, y habrán hecho lo que hayan querido.

40. Y Tomás les dijo: No os aflijáis, hermanos, porque al venir yo de la India en una nube vi el santo cuerpo, acompañado de multitud de ángeles, con gran gloria, y pedí que me bendijese, y me dio este ceñidor.

41. Y cuando los discípulos lo vieron, alabaron a Dios con fervor, y cerraron la caverna con una piedra, y subieron al monte Olivete, y allí se pararon, y  dijeron: ¡Oh Jesucristo, Dios y Señor nuestro! Tú nos has sacado de los dolores de este mundo, y nos has mostrado tu grandeza y nos has hecho bendecir por la Virgen María antes de llevarla de este mundo efímero, y nos has prometido que nos darás el poder de obrar sobre el áspid y el basilisco y el maligno demonio, y nos has dicho que en el día del Juicio estaremos en doce sitiales para juzgar a las doce tribus de Israel. Dígnate ahora bendecirnos.

42. Y se prosternaron ante el Señor, y los bendijo, y empezaron a cantar las alabanzas de la Virgen María.

43. Y he aquí que sonó entre ellos una voz que decía: Vuelva a su lugar cada uno de vosotros. Y carros de fuego llegaron sobre nubes, y cada uno fue devuelto a su residencia, y los muertos a sus sepulcros.

 

CAPITULO VI – ENTRADA DE MARÍA EN EL PARAÍSO

1. Y cuando María hubo sido llevada al Paraíso, vino Nuestro Señor Jesucristo con multitud de espíritus celestes. Y los fundamentos del Paraíso están en la tierra, y llegan hasta el cielo, y de ellos arrancan cuatro ríos. Y cuando el diluvio cubrió la tierra, el Señor no permitió al agua llegar al Paraíso.

2. Y dijo ala bienaventurada María: Contempla la gloria a que has sido transportada.

3. Y ella se alzó y vio una gran gloria, inasequible a la vista del hombre, y he aquí que Enoch, Elías, Moisés y los demás profetas y patriarcas y elegidos adoraron al Señor ya la Virgen, y se fueron.

4. y dijo el Señor a María: He aquí los bienes que he prometido y preparado a los santos.

5. Y, levantando los ojos, vio María magníficas y esplendentes moradas, y admirables coronas de mártires, y árboles perfumados y soberbios, y un aroma que no es posible describir.

6. y el Señor tomó frutos de aquellos árboles y los dio a la Virgen, y f le dijo: Sube a lo alto del cielo y verás. y ella subió y vio el primero y el segundo cielos, y en el tercero vio la mansión celeste y otras grandes maravillas, y loó a Dios, que había creado en los cielos tantas cosas admirables, que el hombre no puede pintar ni comprender.

7. Y el Señor ordenó al Sol que se detuviera en las puertas del cielo, con una de sus fases vuelta al Paraíso, y el Señor, en un carro de fuego, estaba encima de él.

8. y María vio los tesoros de la luz, donde están la nieve, y el granizo, y el rocío, y el trueno, y la lluvia y todo lo semejante. Y vio las legiones de los ángeles, con las alas abiertas, diciendo: Santo, Santo, Santo. y vio las doce casas de la luz, y en la puerta de cada una un guardián.

9. y vio la puerta grande de los Jerusalenes celestes, y escritos sobre ella los nombres de los justos Abraham, Isaac, Jacob, David y todos los profetas, desde Adán.

10. Y, al entrar la bienaventurada María por la primera puerta, los ángeles se inclinaron y la alabaron, y al entrar por la otra puerta, los querubines le ofrecieron sus plegarias y, al entrar por la tercera, la glorificaron los serafines.

11. y cuando pasó la cuarta puerta, miríadas de ángeles la alabaron, y cuando cruzó la quinta, la loaron el trueno y la tempestad, y cuando traspuso la sexta, los ángeles exclamaron: Santo, Santo, Santo es el Señor Sabaoth. Salud y gloria a ti. El Señor sea contigo, alabada entre todas las mujeres, y alabado sea el que ha nacido de ti.

12. y cuando pasó la séptima puerta, la luz la loó, y cuando cruzó la octava, la alabaron la lluvia y el rocío, y en la novena, Gabriel y Miguel y los demás ángeles la adoraron, y en la décima, el Sol, y la Luna, y las estrellas, y los restantes astros la adoraron.

13. Y en la oncena, la loaron las almas de los discípulos, los profetas y los justos.

14. y en la duodécima vio a su Hijo, rodeado de gran esplendor y sentado en su trono, y ella se inclinó ante la majestad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

15. Y, volviendo los ojos a la Jerusalén celeste, quedó llena de estupor, sin poder comprender lo que veía, y el Señor le tomó la mano y le mostró los bienes y los tesoros de la Santa Iglesia, y otras cosas que no puede el ojo verlas, ni oírlas el oído, ni la lengua contarlas, ni el espíritu humano comprenderlas. y esas cosas serán otorgadas a los fieles, y gozarán de ellas por todos los siglos.

16. y la bienaventurada María fue hacia el Libertador de las criaturas, y él le dijo: Ésta es la morada de Enoch, donde él es alabado constantemente. Amén.

 

CAPITULO VII – MARÍA RUEGA AL CRISTO POR LOS PECADORES

1. y la bienaventurada María alzó los ojos, y vio muchos hombres que se movían, e innumerables tabernáculos. y había gran olor de incienso, y muchos cánticos, y todos los reunidos loaban a Dios.

2. y dijo María: Oh, Señor, ¿qué hombres son ésos?

3. y él contestó: Son los tabernáculos de los justos, y esas luces significan el honor de que gozan junto a mí. Y en el último día, resucitarán para gozar de estos bienes, y disfrutarán de una alegría aún más grande, y existirán por los siglos de los siglos.

4. y he aquí que la bienaventurada María vio otra región, muyoscura, de la que salía mucho humo, y un fétido olor, como de azufre, y un gran fuego. y en él muchos hombres que gritaban y que lloraban.

5. y dijo María: Señor, ¿qué hombres son esos que sufren en el fuego y en las tinieblas?

6. y él dijo: Es la región de la gehenna, en que están los pecadores, y ahí permanecerán hasta el último día, en que sus almas volverán a sus cuerpos, y sentirán una angustia y un dolor extremados, porque no habrán hecho penitencia de sus faltas, y estarán atormentados por un remordimiento continuo, como por un gusano roedor que no muere ni duerme. Y esto es porque, rebeldes a mis mandatos, han rechazado mi gracia y negado mi divinidad.

7. y cuando María vio las alabanzas de los justos, tuvo gran alegría, y cuando vio lo que esperaba a los pecadores, sintió gran tristeza, y rogó al Señor que tuviese piedad de los pecadores y los tratase con más dulzura, porque la naturaleza humana es débil. Y él se lo prometió.

8. Y tomándola de la mano, la llevó al Paraíso espléndido y santo, acompañada de todos los justos.

9. y he aquí que llegaron antes a Pedro, Pablo y Juan, pidiéndoles que anunciasen todo lo concerniente a María, y que se había aparecido a muchas personas dignas de crédito.

10. y he aquí uno de sus milagros: Había en el mar noventa y dos buques, y estaban a merced del viento y de las olas. Y los marineros invocaron a María, y ella se les apareció, y fueron salvados.

11. y unos viajeros sorprendidos por ladrones invocaron a María, y ella se les apareció e hirió a los malhechores como el rayo, y quedaron ciegos, y los viajeros salvados adoraron al Señor.

12. Y, habiendo caído en un pozo el hijo de una viuda, ésta invocó a María, y dijo: ¡Oh Santa María, asísteme y salva a mi hijo! y la Virgen apareció y sacó del pozo a su hijo, y éste no se ahogó.

13. y un hombre enfermo gravemente hacía seis años había dado mucho dinero a los médicos, sin conseguir curar. y quemó incienso, y dijo: ¡Oh Santa María, Madre del Redentor, vuelve los ojos a mi cuita y sálvame! Y ella le apareció, y lo tocó, y él curó de su enfermedad, y fue al templo, y dio gracias a Dios ya la Virgen.

14. y un gran barco lleno de hombres naufragó en el mar, y ellos gritaron: ¡Protégenos, oh Virgen bendita! y se les apareció, y los condujo a tierra sanos y salvos.

15. y un dragón, que salió de una caverna, atacó a dos mujeres que iban de viaje, y al ir a devorarlas invocaron a María, diciendo: Sálvanos. Y se apareció la Virgen María, e hirió con su mano al dragón, y le abrió la cabeza hasta las orejas, y las mujeres alabaron a Dios.

16. y un mercader reunió mil dineros para comprar mercancías, y perdió su bolsa, y no lo notó hasta transcurrido gran trecho, y se puso a golpearse el rostro ya llorar. y luego imploró a la Virgen, diciendo: ¡Oh bienaventurada Virgen, asísteme! y ella se le presentó y dijo: Sígueme y no te aflijas. Y la siguió hasta el lugar en que perdió su bolsa, y la encontró, y siguió su camino alabando a Dios ya Nuestra Señora.

17. y cuando los discípulos supieron los milagros obrados en Roma y en otros sitios, glorificaron a Dios, y tuvieron gran júbilo y escribieron las cosas que había hecho María en su vida y después de su muerte. Y era el año 345 de la era de Alejandro.

18. y hubo muchos milagros en otras ciudades que, si se escribiesen, llenarían infinidad de libros.

19. y los discípulos dijeron: Celebremos su fiesta tres veces cada año, porque sabemos que los ángeles la ensalzan con júbilo, y que por ella el mundo será salvado.

20. y marcaron para celebrar su conmemoración el segundo día siguiente a la Natividad del Señor, para que las malas hierbas pereciesen, y para que las mieses prosperasen, y para que los reyes fuesen protegidos por María, y para que no hubiese guerra entre ellos.

21. y fijaron el día decimoquinto del mes para que los insectos no saliesen a destruir las siembras, lo que trae el hambre, y hace que los hombres vayan entonces a los lugares santos a pedir que Dios los libre de tal plaga.

22. y señalaron el tercer día de su fiesta en el15 del mes, que es cuando ella salió del mundo, e hizo milagros, y cuando los árboles y los frutos maduran.

23. y dispusieron que, al llevar una ofrenda al Señor, se presentaría en la iglesia, y que los sacerdotes debían orar sobre ella, y decir: Hemos establecido los ritos según los cuales deben los que están bautizados ofrecer sus sacrificios, para que no tengan nada de común con los que no creen en ti ni en tu madre, que a los que creen ya les has ofrecido tus bienes. Concédenos la alegría y los bienes que has prometido a tus elegidos. Danos esos bienes que no puede ver el ojo, ni oír la oreja, ni comprender el espíritu. Y atiende a nuestras plegarias por el rebaño que ves en torno nuestro. Recíbelos en tu custodia, y ayúdalos, sin consentir que ninguno perezca, en nombre de Santa María y de todos los santos. Amén.

24. y mientras los discípulos estaban en oración en los lugares sagrados, he aquí que el Señor Jesucristo se les apareció, diciendo: Regocijaos, que cuanto pedís se os dará, y vuestros deseos se cumplirán en vuestro Padre celeste.

25. y la bienaventurada María me ha mostrado a mí, Juan, que predico el Señor, aunque indigno, todas las cosas que Cristo le ha mostrado, y me ha dicho: Escribe estos hechos, hijo, y añádelos a los libros que escribiste antes de yo salir de este mundo perecedero. Y te pedirán que los muestres, y quienes los lean serán henchidos de gozo, y alabarán el nombre de Dios,
y, aunque indigno, el mío.

26. y te hago saber que en el fin de los tiempos los hombres estarán llenos de desgracias, y de guerras, y de hambres, y de terror, por culpa de los muchos pecados que habrán cometido y de su poca caridad.

27. y muchas calamidades barrerán la tierra. Y sólo será preservado el hombre que se humille, y el que desee los bienes divinos, y el que trabaje con denuedo en hacer el bien, y el que ejerza la caridad y la misericordia, y el que tema la cólera de su Creador.

28. y muchos milagros se verán en el cielo y en la tierra. Y vendrá el Hijo eterno, nacido del Padre antes de los siglos, y llegará a Betlehem, y no hallará entre los hombres fe ni justicia.

29. y la bienaventurada María me llamó: Hijo mío, y yo le dije: Oh madre mía, la salud sea contigo, y tu bendición se expanda a doquiera vuelvas tus ojos. Yo espero en tus plegarias y en tu intercesión. Libra al mundo de sus dolores y haz que los hombres entren en el sendero de la fe y de la verdad. No falte el amor del Señor a Adán ni a su raza, creada por la mano de Dios, y el enemigo del hombre sea apartado por la misericordia del Señor.

30. y la bienaventurada María contestó: Amén. y los años que la Virgen, madre de Dios, vivió sobre la tierra, fueron cincuenta y nueve, y desde su natalicio hasta que entró en el templo habían pasado tres años. Y estuvo once y tres meses en el templo, y llevó nueve meses en su seno al Señor Jesús, y pasó treinta años con él, cuando vivía sobre la tierra, y desde su ascensión al cielo pasaron once años, y así se completan los cincuenta y nueve. Confiemos en sus ruegos cerca de su Hijo querido para salvar nuestras almas por los siglos de los siglos. Amén. El humilde José, hijo de Khalil Nunnak, ha trascripto esta historia. Dios incluya en su misericordia cuantos la escribieron, la leyeron o la oyeron. Amén.

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El Negro Manuel, custodia de la Virgen de Luján

Dijo el Negrito Manuel  “Mi Ama, la Santísima Virgen”

La Sabiduría Divina se valió de la sencillez
de un pobre indio llamado Diego,
para promover los cultos
que se dan a su Divina Madre en Guadalupe.

Así también quiso valerse
de este esclavo humilde llamado Manuel,
para propagar las maravillas
de nuestra Madre de Luján.

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MANUEL, FIEL ESCLAVO DE LA VIRGEN DE LUJÁN

El negro Manuel nació en 1604, en Cabo Verde –hoy ciudad llamada Dakar-, en la Costa de los Ríos, zona tórrida y occidental de África. En ese tiempo era colonia portuguesa.

A los 25 años, cuando Manuel gozaba de su plena libertad, un reclutamiento de negros llevado a cabo por mercaderes sin conciencia y al margen de toda ley fue apresado, y conducido a las galeras surtas en el muelle del puerto de Cabo Verde, para ser vendido como esclavo en el Brasil. Llegó hasta el puerto de Pernambuco, después de una travesía de 30 días. Al atracar la nave los negros fueron llevados a la plaza pública, y allí puestos a la venta. Un capitán llamado Andrea Juan lo compró para su servicio. Eran los últimos meses del año 1629.
Dotado de una clara inteligencia y de un corazón humilde aprendió muy pronto las verdades de la Fe y fue bautizado quizás en los días de Navidad y Año Nuevo, y a los pocos días recibió la comunión. Y como era de corazón ingenuo y de alma pura e inocente todas las cosas de religión le daban una gran impresión

El negro Manuel deja Brasil en enero 1630, rumbo al Puerto de Santa María de los Buenos Aires, junto con el capitán Andrea Juan. Andrea Juan, llevaba dos imágenes de la Virgen María a su amigo Antonio Farías de Sáa, a fin de darle culto en la Capilla que estaba construyendo en su estancia de Sumampa –en este tiempo se llamaba toda la región Córdoba del Tucumán-. Llegados a Buenos Aires, Andrea Juan tuvo algunos inconvenientes por ser contrabandista, como era común en esta época. Entonces su amigo Bernabé González Filiano, sale ante las Autoridades por fiador suyo, solventando la deuda. El marino portugués en agradecimiento le entrega su esclavo, el negro Manuel, y Filiano manda enseguida a Manuel a su estancia de Luján, para mayor seguridad y evitarse complicaciones.


PALABRAS DE MANUEL

No existe ningún documento por escrito de los favores que concediera la Virgen al negro Manuel, ni tampoco una historia del mismo Manuel sobre su Madre del Cielo. Muy poco es lo que conocemos de Manuel, sin embargo los historiadores nos traen las pocas palabras que pronunciara en los momentos más importantes de la historia de Luján.


EN EL MILAGRO DE LAS CARRETAS

Cuando las carretas no quisieron avanzar. Los bueyes por más que tiraban no podían moverla un paso. Admirados de la novedad preguntaron los pobladores al conductor qué cargaba, a lo que respondió que era la misma carga de los días precedentes y pasando a individualizarlas añadió: “Vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para la Capilla nueva de Sumampa”.

Discurriendo en tan extraña novedad, se supone que el negro Manuel, movido por la gracia de Dios dijo:
“Señor, saque del carretón uno de los cajones, y observemos si camina”.
Así se hizo, pero en vano.
– “Cambien los cajones, veamos si hay en esto algún misterio”, replicó Manuel.

Aquí fue cuando llegó la admiración ya que los bueyes movieron sin dificultad el carretón. Insinuó el negro Manuel:
“Esto indica que la imagen de la Virgen encerrada en este cajón debe quedarse aquí.”

Abrieron el cajón y encontraron una bella imagen de la Virgen en su advocación de la Purísima Concepción. Desde entonces, en lo más intimo del alma del negrito Manuel, se formó una unión firme e indeleble entre su corazón y la Virgen.

Dios dispuso entonces consagrar al negro Manuel al culto de la milagrosa imagen dejándolo en casa de Rosendo Oramas, ya que en él se manifestaban señales evidentes de su filial amor, respeto y veneración. Quedó allí para servirla con prolijidad y esmero. Todo su cuidado era en el aseo y decencia de su altarcito. Se aplicaba con tanta solicitud que nunca tenía a su Imagen sin luz ardiente. La sirvió hasta 1671, o sea, 40 años sirviendo con suma paz y alegría a su única Patrona. A Ella había sido donado como esclavo, y él entendía perfectamente lo que importaba una tal donación, y se reconocía por el verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen.


EN LA ERMITA DE ANA DE MATOS

A fines de 1671, el negro Manuel pasa de la Capilla de la estancia de Rosendo a la casa de Doña Ana de Matos, para seguir cuidando dicha imagen. La Virgen no se quería ir de su antigua Capilla de Rosendo sin su esclavo, ya que volvió dos veces sola, por la noche, de la casa de Ana de Matos. Extraña que con la imagen de la Virgen, Doña Ana de Matos no comprase también a su esclavo. El maestro Oramas y los de su familia alegaban que el negro esclavo era de ellos como herederos que eran del entonces difunto Bernabé Filiano. El negro se defendía diciendo: “Yo soy de la Virgen no más; el conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima.”

Su inocente simplicidad era tal que algunas veces trataba a la Virgen con mucha familiaridad. Fue el caso que, habiéndose hecho ya el pequeño oratorio contiguo a la casa de Ana de Matos, y estando ya colocada en su nicho la Imagen, reparó el negro Manuel que algunas noches faltaba del nicho, y por la mañana la encontraba ya en él, pero llena de rocío muchas veces y otras con el manto llenos de abrojos y cadillos, y por las fimbrias polvo y algo de barro, y en estas ocasiones le decía: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualesquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿Y, cómo Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando véis que os tratan mal?”


CON EL PADRE MONTALBO

Uno de los más famosos milagros obrados por la Virgen a través del negro Manuel y seguramente el más celebrado fue la curación del p. Pedro Montalbo. Sucedió que en el año 1684 el padre licenciado don Pedro Montalbo, enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. Y viéndose así afligido se fue en un carretón a hacer una novena a la Virgen de Luján en los días de su fiesta patronal, y cuando estaba como a una legua de la capilla, tuvo un accidente que lo dejó medio muerto, y así llegó a las puertas de la capilla. Desuncidos los bueyes salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Virgen el p. Montalbo volvió en sí. Empezando a consolarlo, tiernamente le decía el negrito Manuel:  “La Virgen Santísima le quiere para su Capellán”.

El p. Montalbo prometió que si le daba la Virgen la salud, iba a serlo toda su vida. Fue el primer Capellán de María de Luján.
Con el proyecto de levantar un templo capaz y más digno de la veneración que merecía la Virgen, el negro Manuel, al paso que acumulaba las ofrendas que traían los devotos peregrinos, andaba por las estancias y aun por los pagos distantes, pidiendo limosnas para la fábrica del Santuario. En su muerte se le hallaron en depósito $14.000 de las limosnas, que los devotos le habrían ofrecido.

La virtud había transformado totalmente al negro Manuel. Su devoción era comunicativa y su piedad sumamente edificante. Caminaba constantemente en la presencia de Dios, y no se pasaba hora en el día que no trajera, seguramente una o varias veces, a su memoria el recuerdo de la Virgen.

Cuando llegaba la hora de entregarse al reposo, el negro Manuel, respetado de todos como un patriarca, reunía en la ermita a todos los peregrinos y rezaba junto con ellos el rosario. Luego en un lenguaje todo perfumado de unción y campestre simplicidad daba a entender a los peregrinos que venían atraídos de los favores que obraba la Virgen, a que pusiesen toda su confianza en la Virgen, porque teniéndola por intercesora con su Divino Hijo, seguros alcanzarían los beneficios que necesitaran. Y cuando todos se retiraban de la ermita, el negro Manuel prolongaba hasta altas horas de la noche, sus oraciones.

El tiempo que le sobraba lo empleaba en trabajar para mantenerse, según era costumbre en gentes de su condición, haciendo riendas, botas, cinchas, caronas, rebenques y lazos. Era el amigo y consejero de esa dilatada comarca. Y los enfermos se encomendaban a sus oraciones.


EN SUS PREOCUPACIONES

Doña Ana de Matos, cuando llevó la Santa Imagen a su casa, no compró ni trató de la venta del esclavo, porque el esclavo ya estaba dado en dote a una nieta de Filiano. Como el negro nunca tuvo escritura legal, y su entrega a la Virgen fue una prestación amistosa, muy bien a su debido tiempo se creyó oportuno darlo en dote de casamiento a esta nieta de Filiano. El negro Manuel, por su propia cuenta, siguió a la Santa Imagen, considerándose esclavo propio de la Virgen, y no de los herederos de Rosendo. Las palabras de Maqueda dan a entender que el negro pensó esta resolución, y que no fue precipitada, y que siguió a la Santa Imagen, convencido de cumplir una misión que en lejano día se le encargara. Es probable que las traslocaciones de la Imagen lo confirmaran más en su propósito. La posición del negro Manuel no agradó de inmediato a los herederos de Rosendo, quienes lo reclamaron.

Así se pasa el año 1672 y parte de 1673, en idas y venidas. Intervino un litigio algo prolongado. El maestro Oramas era el administrador de los bienes de la familia Rosendo. Doña Ana de Matos puso fin al pleito, dando una suma de $100, saldando las deudas del litigio, y comprando el pueblo al negro Manuel en la suma de $250.

En todos estos momentos, sobre todo en el litigio, el negro Manuel no hacía más que decir: “Yo soy de la Virgen no más; el conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima.”


EN SU MUERTE

Por fin, el negrito Manuel, vestido de un costal a raíz de las carnes, y con barba larga a manera de ermitaño, continuó al servicio de la gran Señora hasta la ancianidad decrépita. Hallándose en la última enfermedad dijo un día a los presentes: “Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria”.

En efecto, así sucedió. Su muerte sucedió en el día que había dicho, y se puede creer que se verificó por entero su vaticinio, siendo llevada su alma bendita al cielo para poder gozar allí de la Virgen María, cuya venerable imagen tanto había amado y cuidado en la tierra. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo es tradición que su cuerpo fue sepultado detrás del altar Mayor del Santuario del Capellán Montalbo, descansando a los pies de su Ama.


DESPUÉS DE SU MUERTE

La fama de santidad y de gran siervo de Dios que el negro Manuel dejó en su muerte no menguó con el tiempo. En efecto, cuando Don Juan de Lezica y Torrezuri se había encargado de la construcción del nuevo templo de Luján, y aproximadamente en el año 1757, tuvo problemas por la falta de arena gruesa de tal modo que la obra se veía retrasada. En este conflicto un negro, que sin duda fue Manuel, le aseguró que a pocos pasos de allí había arena gruesa en una vizcachera, o algo parecido. No se engañó, y la halló Juan de Lezica en el lugar señalado, que jamás nadie había sabido que hubiese tal lugar. El hallazgo se tuvo por milagroso. Todos sabían que el negro Manuel no podía estar ajeno a la obra del nuevo Templo.

La figura apacible de este negrito interesa mucho. Esto vuelve a demostrar que Dios no se contenta con mirar la corteza, lo superficial, sino que su mirada penetrante escudriña lo más íntimo del corazón, y cuando el corazón que Él investiga es puro, todo su ser resplandece a sus ojos; y sólo aquel que fuere puro y blanco de alma, será entre sus manos, digno y eficaz instrumento de obras grandes, útiles y duraderas. Donde está la humildad y la rectitud de intención, allí también está la sabiduría, la santidad. Testigo de esta verdad es el negrito Manuel, cuya obra de predilección subsiste siempre atractiva y joven en la historia de Luján.


PIDAMOS SIEMPRE POR SU PRONTA BEATIFICACIÓN

Aprendamos del negro Manuel la materna esclavitud de amor por la que se hace ofrenda de toda nuestra persona y de todos nuestros bienes a María, y por Ella a Jesucristo, aprendiendo a marianizar toda nuestra vida haciendo todo por María, con María, en María y para María, para ser y hacer todo por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

Fuente: Arzobispado de Buenos Aires –  Vicaria de Jóvenes

 

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El Padre Jorge María Salvaire de la Virgen de Luján

En 1875 el P. Jorge María Salvaire, sacerdote lazarista de origen francés, predicaba el Evangelio a las tribus del desierto cuando, reducido a prisión por los indios, fue condenado a morir. Su invocación a la Virgen de Luján le salvó milagrosamente la vida y en prueba de su agradecimiento hoy se yergue la gran Basílica en plena llanura pampeana.

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El P. Jorge María Salvaire nació el 6 de enero de 1847 en Castres, sur de Francia, en el seno de una acomodada y distinguida familia.

Ingresó en la Congregación de la Misión y se ordenó sacerdote en París en 1871. Poco después, sus superiores lo enviaron a la lejana tierra argentina.

Aquel había sido un año difícil para nuestro país, especialmente para su capital, azotada por la epidemia de fiebre amarilla, razón por la cual, una vez superada, se organizó el 3 de diciembre, la primera peregrinación general al santuario de Luján, en señal de agradecimiento, peregrinación a la que el joven sacerdote se incorporó, entusiasmado por conocer uno de los lugares marianos más importantes de América.


EN LA VILLA DE LUJÁN

Al año siguiente, el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Federico Aneiros, entregó a los Padres Lazaristas (congregación misionera a la que pertenecía nuestro personaje), la custodia del santuario y parroquia de Luján y hacia allí partió Salvaire, como vicario del P. Eusebio Fréret, su párroco.

En 1873 el joven sacerdote fue enviado a predicar el Evangelio a los indios salvajes, internándose en la pampa, en dirección a los toldos de Namuncurá, donde ya había aborígenes que tenían devoción por la Virgen gaucha.


UN MILAGRO ENTRE LOS SALVAJES

Bien recibido al principio, recorrió las principales tolderías del país de las Salinas Grandes, entre ellas Guaminí, Cochicó, Puán, Trenque Lauquen y el baluarte de Caruhé.

Pero ocurrió que entre aquellos salvajes estalló la peste de viruela y convencidos los indios de que era el P. Salvaire quien había traído el virus, lo condenaron a morir lanceado a fines de 1875. Fue así que maniatado y maltratado recurrió al Señor y a la Virgen prometiendo, después de mucho orar: “Publicaré tus milagros… engrandeceré tu iglesia”.

Cuando creía estar a punto de ser ejecutado, apareció Bernardo, el hermano del cacique Namuncurá, y echó su poncho sobre el Padre, en señal de protección. Ese indio había reconocido a Salvaire y le concedió la libertad. Sus plegarias habían sido escuchadas.


CUMPLIENDO LA GRAN PROMESA

En enero de 1876 el padre Jorge regresó a Luján, pero cinco años después, cumpliendo su promesa de propagar el culto a Nuestra Señora, volvió al desierto, recorriendo sus toldos y convirtiendo a infieles.

Nuevamente en Luján, en 1885 publicó la obra titulada “Historia de Nuestra Señora de Luján”. Y fue tal su repercusión, que al poco tiempo se agotó.

En 1886 viajó a Roma para solicitar al Papa León XIII la coronación pontificia de la imagen. Llevaba consigo oro y joyas con las que hizo confeccionar la corona en París y munido de ella, se presentó al Santo Padre que en persona la bendijo con profundo amor. Con ella regresó a Buenos Aires y el 8 de mayo de 1887, el arzobispo Aneiros, en nombre de Su Santidad, llevó a cabo la coronación, en una emotiva ceremonia que reunió a más de 40.000 fieles.


EL NUEVO TEMPLO DE LUJÁN

El 15 de ese mismo mes, el padre Salvaire dio inicio a lo que había sido su segunda promesa, colocando la piedra fundamental del gran templo, también bendecida por Mons. Aneiros.

A partir de 1889, ya designado párroco de Nuestra Señora de Luján, dio un impulso inusitado a las obras, pese a las oposiciones que debió enfrentar como si se tratara de una locura. Contó para ello con la protección del Arzobispo: Hijo mío, sigue adelante. Toda responsabilidad cae sobre mí.

Para entonces, el padre Salvaire había mandado recubrir la sagrada imagen de Nuestra Señora con una coraza de plata, permitiendo que antes se le sacaran moldes para su reproducción, y en 1887 la colocó sobre una base de bronce a la que adosó una rayera gótica con la inscripción: “Es la Virgen de Luján la primera Fundadora de esta Villa”.

El 6 de mayo de 1890, fueron bendecidos los cimientos de la iglesia que, edificada en estilo gótico, tuvo un ancho de crucero de 68,50 m., por 104 metros de longitud; un ancho de frente de 42 m. y una altura en las dos torres mayores de 106 m.


EL LEGADO DEL P. SALVAIRE

El P. Salvaire murió en Luján el 4 de febrero de 1899 a los 51 años de edad. Sus restos fueron depositados en el crucero derecho de la gran Basílica, a los pies de la imagen de la Medalla Milagrosa, donde yacen hasta el día de hoy.

Continuó las obras el P. Brignardello, seguidas luego por el P. Dávani. El día de la Inmaculada del año 1910 —en el marco de las celebraciones del Centenario— fue inaugurado el gran templo, prenda de victoria para los católicos, ligados por la restauración del reino de Cristo, condigna respuesta al laicismo liberal y antirreligioso que intentaba destruir la Argentina católica.

El 6 de octubre de 1930 el Obispo Auxiliar de La Plata, Mons. Juan P. Chimento, en representación del Obispo Diocesano Mons. Francisco Alberti, consagró el gran templo y el 8 de diciembre del mismo año, el Papa Pío XII, le otorgó oficialmente el título de Basílica.

El legado del Padre Salvaire fue inconmensurable y sus palabras finales: “Creo en Dios, amo a mi Dios y espero en ti, Madre mía de Luján”, son evidente prueba de que su fortaleza espiritual e impulso creador provinieron siempre del Señor y de su Santa Madre.

Fuente: cruzadadelrosario.org.ar

 

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Beato Padre Miguel Sopocko, Director Espiritual de Santa Faustina Kowalska

Beato Miguel Sopocko y Santa Faustina Kowalska

En el beato Miguel Sopocko representamos al grupo de sacerdotes que creen en los hechos sobrenaturales del cristianismo, y que por tanto, están abiertos a escuchar y evaluar milagros y visiones que experimentan algunas personas.

Y que incluso, a pesar de las dudas que a veces les puede quedar sobre la integridad del mensaje recibido por los videntes, están dispuestos a acompañarlos en el camino y a ayudarles a discernir.

“He aquí la ayuda visible para ti en la tierra. Él te ayudará cumplir Mi voluntad en la tierra” (Diario, 53).

En la misión de Santa sor Faustina la Providencia Divina designó un papel especial al confesor y director espiritual, el padre Miguel Sopocko. Durante la estancia de sor Faustina en Vilna (Vilnius, Lituania) en 1933-36, el padre Sopocko era una ayuda insustituible en reconocimiento de las experimentaciones interiores y visiones. Por orden suya escribió el DIARIO que resultó un documento de la mística católica de valor excepcional. El Diario demuestra la santidad de la vida sacerdotal del padre Sopocko y su aportación a la realización de las peticiones de Jesucristo.

“Es un sacerdote según Mi Corazón (…). Por medio de él Me ha complacido difundir el culto a Mi misericordia” (Diario, 1256).

”Su mente está unida estrechamente a Mi pensamiento; así que, quédate tranquila por Mi obra, no le permitiré equivocarse y tú no hagas nada sin su permiso” (Diario, 1408).

La pintura del cuadro de Jesús Misericordioso, su exposición para el culto público, la difusión del Rosario a la Misericordia Divina, la iniciación de los esfuerzos para establecer la Fiesta de la Misericordia Divina; la fundación de la congregación nueva – todo esto se realizó en Vilna, gracias a las gestiones de padre Miguel Sopocko. Desde entonces, las obras comunes de sor Faustina y padre Sopocko, pagadas con su oración y sufrimiento, vienen extendiéndose por el mundo entero.

“Viendo la dedicación y el empeño del padre dr. Sopocko en este asunto, admiraba en él su paciencia y su humildad; todo esto costó no sólo mucho empeño y varios disgustos, sino también mucho dinero, y todo lo subvencionó el padre dr. Sopocko. Veo que la Providencia Divina lo había preparado a cumplir esta obra de la misericordia antes de que yo lo pidiera a Dios. Oh, que misteriosos son Tus caminos, Dios, y felices las almas que siguen la voz de la gracia de Dios” (Diario, 422).

El padre Miguel Sopocko nació en Nowosady, en la provincia de Vilna. Entre 1910-1914 estudió teología en la Universidad de Vilna, después en Varsovia, donde se licenció también en el Instituto Superior de Pedagogía. Después de doctorarse en teología moral en 1926, se hizo el padre espiritual en el seminario de Vilna. Se habilitó en 1934. Trabajó como profesor de teología pastoral en la facultad de teología en la Universidad de Stefan Batory en Vilna y en el Seminario Superior en Bialystok (1928 -1962). Entre 1918-1932 fue capellán castrense del Ejército Polaco en Varsovia y en Vilna.

Sopocko en sus trabajos científicos que se publicaron había dado base teológica para las nuevas formas del culto a la Misericordia Divina, que difundía con fervor realizando actividades sociales y de evangelización. Escribió cartas de formación para la primera comunidad de las hermanas que fue el inicio de la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso. Redactó después la constitución de la Congregación según las reflexiones e indicaciones de sor Faustina. Escribió y publicó oraciones a la Misericordia Divina, basadas en los escritos de la Santa.

“Oh Jesús mío, Tú ves cuánta gratitud tengo para el padre Sopocko que ha hecho avanzar tanto Tu obra. Esta alma tan humilde supo resistir todas las tormentas y no se desanimó por las contrariedades, sino que fue fiel respondiendo a la llamada de Dios” (Diario, 1586).

“Mientras hablaba con el director de mi alma, vi interiormente su alma en gran sufrimiento, en dolor tan enorme, que son pocas las almas a las que Dios prueba con este fuego. Este sufrimiento se debe a esta obra. Llegará un momento en que esta obra que Dios recomienda tanto, parecerá ser completamente destruida, y de repente Dios intervendrá con gran fuerza que dará el testimonio de la veracidad. Esta obra será un nuevo esplendor para la Iglesia, a pesar de que se encuentre en Ella desde hace mucho tiempo.

Nadie puede negar que Dios sea infinitamente misericordioso; El desea que todos lo sepan; antes de que vuelva como Juez, desea que las almas lo conozcan como Rey de Misericordia. Cuando llegue el momento del triunfo, nosotros ya tendremos la nueva vida, en la que no hay sufrimientos, pero antes tu alma será saturada de amargura al ver la destrucción de tus esfuerzos. Sin embargo, esta destrucción es sólo aparente, ya que Dios no cambia lo que ha decidido una vez. Pero aunque la destrucción será aparente, el sufrimiento será real. ¿Cuándo sucederá esto? No sé; ¿cuánto tiempo durará? No sé” (Diario, 378).

“Jesús, después de todo esta obra es Tuya, pues ¿por qué Te portas con él de modo que parece como si se la dificultases, mientras exiges que la Ileve adelante? Escribe que día y noche Mi mirada descansa sobre él y permito estas contrariedades para multiplicar sus méritos. Yo no recompenso por el resultado positivo sino por la paciencia y el esfuerzo emprendido para Mí” (Diario, 86).

“… recibí una carta del padre Sopocko. Me enteré que la realización de la causa Divina progresa aunque lentamente. (…) He conocido que en el momento actual, en esta obra Dios exige de mí oración y sacrificio. (…) He conocido de la carta cuánta luz Dios concede a este sacerdote; eso me afirma en la convicción de que Dios llevará a cabo esta obra a través de él a pesar de las contrariedades que se multiplican. Sé bien que cuanto más bella y más grande es la obra, tanto más tremendas son las tempestades que se desencadenan contra ella” (Diario, 1401).

“En sus inescrutables juicios Dios permite a veces que los que han emprendido los mayores esfuerzos por alguna obra, generalmente no gozan de los frutos de esta obra aquí en la tierra, Dios conserva todo su goce para la eternidad; pero, a pesar de todo, a veces Dios da a conocer cuánto le alegran los esfuerzos de estas almas y aquellos momentos fortalecen las almas para los nuevos combates y pruebas. Ésas son las almas que más se parecen al Salvador que en su obra fundada en la tierra probó solamente amargura” (Diario, 1402).

“Jesús me ha dado a conocer como todo depende de Su voluntad, dándome una profunda serenidad respecto a toda esta obra. Escucha, hija Mía, aunque todas las obras que surgen por Mi voluntad están expuestas a grandes sufrimientos, sin embargo considera si alguna de ellas estuvo expuesta a mayores dificultades que la obra directamente Mía-la obra de la Redención. No debes preocuparte demasiado por las contrariedades. El mundo no es tan fuerte como parece, su fuerza es estrictamente limitada” (Diario, 1643).

Después de la muerte de Santa sor Faustina, con la que el padre Sopocko siguió en contacto hasta el final de su vida, con empeño realizaba las tareas designadas en las revelaciones.

El padre Miguel Sopocko escribe en su DIARIO: “Hay verdades que se conoce y de las que se oye y habla mucho, pero no se las comprende. Así fue conmigo en cuanto a la verdad de la Misericordia Divina. Tantas veces he mencionado esa verdad en homilías, he pensado en ella durante los retiros, la he repetido en las oraciones eclesiásticas, particularmente en los salmos, pero no entendía el significado de esa verdad, no me he adentrado en su contenido, que es el mayor atributo de la externa actividad de Dios.

Hacía falta una simple monja, Sor Faustina, de la Congregación de la Madre de Dios de Misericordia (las Magdalenas), que, llevada por la intuición, me habló de ella brevemente, y lo repitió muchas veces, impulsándome a examinar, estudiar y pensar en esa verdad a menudo. (…) al principio no sabía muy bien de que se trataba, escuchaba, desconfiaba, meditaba, examinaba, pedía consejo a otros, sólo al cabo de unos años entendí la trascendencia de esa obra, la grandeza de la idea, y yo mismo me convencí de la eficacia de ese gran, vivificador culto, que en realidad antiguo, pero descuidado, exige en nuestros tiempos una renovación. (…) El confiar en la Misericordia Divina, difundir el culto de esa misericordia entre otros, sacrificarle sin límite todos mis pensamientos, palabras y actos sin la menor sombra de buscar a mí mismo, será la regla general del resto de mi vida, con la ayuda de esta infinita misericordia.

“El Evangelio no consiste en pregonar que los pecadores deban hacerse buenos, sino que Dios es bueno para los pecadores” (Miguel Sopocko).

El padre Miguel Sopocko murió en olor de santidad el 15 de febrero de 1975 en Bialystok (el día de Santo Faustino, el santo de Sor Faustina).

“Gracias a sus diligencias una nueva luz resplandecerá en la Iglesia de Dios para el consuelo de las almas” (Diario, 1390).

“A los pies del Señor Jesús vi a mi confesor y detrás de él a un gran número de eclesiásticos de alto rango, con ropa que nunca había visto, salvo la visión. Y detrás de ellos varias clases de eclesiásticos; más allá vi una multitud de gente que no pude abarcar con la vista. Vi saliendo de la Hostia estos dos rayos que están en la imagen, que se unieron estrechamente, pero no se confundieron y pasaron a las manos de mi confesor, y después a las manos de los eclesiásticos y de sus manos pasaron a las manos de la gente, y volvieron a la Hostia” (Diario, 344).

BEATIFICACIÓN DEL SECERDOTE MIGUEL SOPOCKO

El 28 de septiembre de 2008 en el Santuario de la Misericordia Divina de Bialystok (Polonia), se celebró la beatificación del Servio de Dios, secerdote Miguel Sopocko – el confesor y director espiritual de Santa sor Faustina Kowalska, fundadora de la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso.

La Santa Misa de Beatificación fue presidida por el delegado papal Arzobispo Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. La homilía fue pronunciada por el Metropolitano de Cracovia, Cardenal Estanislau Dziwisz.

Arzobispo Angelo Amato efectuó el acto de beatificación, leyendo el decreto del Papa Benedicto XVI promulgado en Vaticano el 26 de septiembre de 2008.

„…con Nuestra Autoridad Apostólica concedemos que el Venerable Siervo de Dios el Presbítero Miguel Sopocko quien dedicó Su vida a difundir la Misericordia Divina dando ejemplo de santidad sacerdotal, se llame en adelante Beato y que pueda celebrarse su fiesta en los lugares y según las normas establecidas por la Ley, cada año, en el día de su llegada al cielo, el 15 de febrero.”

En la ceremonia participaron: el Nuncio Apostólico Arzobispo Józef Kowalczyk, el Primado de Polonia Cardenal Józef Glemp, el Metropolitano de Vilna Cardenal Audrys Juozas Backis, el Metropolitano de Minsk-Mohilev, Arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz, Metropolitano de Foggia (del Sur de Italia), Arzobispo Francesco Pio Tamburino, cardenales, más de 100 arzobispos y obispos de Polonia y unos 500 sacerdotes polacos y extranjeros, el Ordinario de la Diócesis de la Iglesia ortodoxa de Bialystok y Gdansk, Arzobispo Jakub.

Asistieron también: el Presidente de la República de Polonia Lech Kaczynski y el último Presidente del Gobierno de Polonia en el Exilio, Ryszard Kaczorowski, el Presidente de la Dieta Polaca, diputados, autoridades de la ciudad, representantes del Ejército Polaco, científicos y universitarios.

Además, directamente en la ceremonia participaron unos 80 mil de los adoradores de la Misericordia Divina, y mediante las transmisiones en la radio y televisión incalculable multitud de fieles en el mundo entero.

El Santo Padre Benedicto XVI en las reflexiones ante el rezo del Angelus del 28 de septiembre de 2008 celebrada con los fieles en Castel Gandolfo, saludó a los asistentes a la ceremonia:

“Doy la bienvenida a los polacos aquí presentes en Castel Gandolfo. Mando mi saludo especial a los participantes de la ceremonia que en estos momentos se celebra en Polonia, en Bialystok, el acto de la beatificación del Siervo de Dios, secerdote Miguel Sopocko, confesor y padre espiritual de Santa sor Faustina Kowalska. Por sugerencia suya, la Santa describió sus propias experiencias místicas y las apariciones de Jesús misericordioso en su conocido “Diario”. También gracias a sus esfuerzos se pintó y transmitió al mundo la imagen con la frase: Jesús, en Ti confío.

El Siervo de Dios fue un sacerdote, profesor, educador y propagador del culto a la Misericordia Divina lleno de celo. Me uno a la alegría de la Archidiócesis de Bialystok y Vilnius, y de todos los fieles del mundo que aprecian el mensaje de Jesús Misericordioso. Seguramente de esta beatificación se alegra, desde la casa del Padre, mi amado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II. Fue él quien confió al mundo a la Divina Misericordia y por ello repito a todos su deseo: ¡Dios rico de misericordia os bendiga!”

ORACIÓN PARA PEDIR GRACIAS POR INTERCESIÓN DEL BEATO MIGUEL SOPOCKO

Señor Misericordioso, Tú hiciste el Beato Miguel Sopocko un apóstol de Tu infinita Misericordia y un adorador ferviente de María, Madre de Misericordia. Haga que, para glorificar Tú Misericordia y despertar la confianza en Tú bondad paternal, por su intercesión reciba la gracia de ……. Te ruego Señor, por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro …
Ave María …
Gloria al Padre …

ORACION ROGANDO LA CANONIZACIÓN DEL BEATO MIGUEL SOPOCKO

Dios Omnipotente, Tú siempre acoges con la bondad de padre a aquellos que se acercan a Ti arrepentidos y llenos de esperanza de conocer Tu misericordia. Ten la bondad de rodear de gloria de santos de la Iglesia al Beato Miguel, quien con sus palabras, sus actos y sus testimonios difundía y acercaba al mundo el secreto de la inmensa Misericordia, revelada perfectamente en Tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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Alexandrina y la Consagración del Mundo al Inmaculado Corazon de María

La Consagración que hizo el papa Pio XII fue fruto del insistente pedido de Jesús a la beata Alexandrina, desde 1935 a 1942, quien inmovilizada desde su cama vivió una vida de intensas experiencias místicas en comunicación constante con Jesús, de quien fue un doliente instrumento.

Alexandrina_Maria_da_Costa

En 1898, el mundo fue consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. Fue intermediaria para pedir la consagración a monja de orígen alemán residente en Oporto, la Bienaventurada María del Divino Corazón o Maria Dröste zu Vischering.

En 1942, el mundo fue consagrado al Inmaculado Corazón de María. Esta vez la intermediaria divina fue la Venerble Alexandrina Maria da Costa (ahora Beata).
Efectivamente es así como consta en el Decreto de sus Virtudes Heróicas:

En el año de 1936 le pidió al Sumo Pontífice la Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, lo que hizo Pío XII el día 31 de Octubre de 1942.

El primer pedido de Jesús data de 1935. 

1935

Primer pedido de la Consagración

30 de Julio:

Dile a tu Padre espiritual que, en prueba del amor que le dedicas a mi Madre Sntísima, quiero que sea hecho todos los años un acto de consagración del mundo en un día de sus fiestas –Asúnción, Purificación, Anunciación- pidiendo a esta Virgen sin mancha de pecado que averguence y confunda a los impuros, para que cambien su camino y no me ofendan.
Así como le pedí a Santa Margarita María que el mundo fuera consagrado a mi Divino Corazón, te pido a ti para que sea consagrado a Ella con una fiesta solemne.

Palabras de Jesús a Alexandrina.

1936

Pasaron largos meses entre la solicitud primera y segunda pedido. Fue un período de sufrimiento para el Alexandrina y de reflexión para el P. Pinho.
Los pedidos tomaron una mayor precisión e incluso profética. En España, ya estalló la Guerra Civil.

Finales de Agosto:

Quiero que el mundo sea dedicado a mi madre María, es el remedio para muchos males que lo amenazan…
No quiero que ser ofendido y lo soy tan horriblemente en España y en todo el mundo!

Palabras de Jesús a Alexandrina

10 de septiembre:

Te diré cómo será hecha la consagración del mundo a la Madre de los hombres y mi Santísima Madre, que quiero tanto!
Será en Roma por el Santo Padre consagrando a ella el mundo y luego por los sacerdotes en todas las iglesias del mundo, bajo el título de Reina del Cielo y la Tierra y Señora de la Victoria …
No tengas temor de que mis deseos se cumplirán.

Palabras de Jesús a Alexandrina

11 de septiembre:

Carta del P. Pinho al Cardenal Pacelli
Fiesta de los SS. Trinidad. Alexandrina vive por primera vez la muerte mística.
El Padre Oliveira Dias, S. J., viene a dar apoyo a Alexandrina.

1937

El Vaticano requiere información sobre Alexandrina.
Diligencias del Arzobispo de Braga (que nació en Arcos, cerca de la parroquia de Balasar).
Notable profecía relativa a Alexandrina.

2 de marzo:

D. Antonio Bento Martins Junior pide la colaboración del Padre M. Pino, para responder a Roma sobre Alexandrina.
”Todos los que la conocen dicen unánimemente que es una santa.
Todas estas cosas, bien ponderadas, parecen sin duda maravillosas e inducen a pensar que está en ellas el dedo de Dios…”
Añade al testimonio del reverendo Padre José Oliveira Dias, S. J., que se distingue por sus conocimientos y prudencia, el cual conoce bien a la joven»
D. Antonio Bento Martins Júnior

Abril:

Empeora la salud de Alexandrina, que entra en el «desposorio espiritual».

21 de mayo:

En nombre de la Santa Sede, el padre de Manuel Antonio Durao, S. J., examina a Alexandrina, sobre su pedido para la Consagración.

Desde julio al 7 de octubre:

Persecuciones visibles del diablo.
La Sra. D. Fernanda dos Santos, de Lisboa, alivia la hipoteca de la casa de Alejandrina.

21 de octubre:

Mi hija, te escogí para cosas muy sublimes, me serví de ti para comunicar al Papa mi deseo de que el mundo sea consagrado a mi Santa Madre.
Palabras de Jesús a Alexandrina

21 de noviembre:

Yo vendré a buscarte pronto, pero no vendré sin que antes sea hecha la consagración del mundo a mi Santa Madre. Ella es glorificada a través de ti y mayor será tu glorificación. Tu corona será más gloriosa, más brillante, más radiante. Serás coronada por ella.
Palabras de Jesús a Alexandrina

22 de noviembre:

Quiero que, después de tu muerte, tu vida sea conocida, y ha de ser así, haré que lo sea. Llegará a los confines del mundo, así como habrá llegado la voz del Papa para consagrar el mundo a mí querida Madre. Quiero que todos sepan como me comunico con las almas que me quieren amar.
Palabras de Jesús a Alexandrina

1938

Estos años han sido durísimos para Alexandrina.
El P. Pinho moviliza a los obispos portugueses en aras de la Consagración.
La vida mística de Alexandrina entra en una nueva fase, a partir de octubre comienza a sufrir la Pasión.
El mismo P. Pinho pide veredicto médico sobre la parálisis de Alexandrina.

9 de febrero:

El P. Pinho escribe de nuevo al cardenal Pacelli.

5 de abril:

Jesús confirma el desposorio espiritual con el alma de Alexandrina. Ya el 4 de febrero había prometido que iba a ser elevada “a la altura de una esposa fiel, una esposa querida, esposa toda y solo de Jesús.”

25 de abril:

Dile que escriba al Santo Padre, que YO quiero la consagración del mundo a mi Madre Inmaculada. Pero quiero que el mundo sepa la razón por qué se dedica a ella, Yo quiero que se haga penitencia y oración.
Tú estas para aplacar la justicia divina… Y tienes que sufrir muchas veces esto (aún no era la pasión) hasta que él (el Papa) lo consagre.

Por Ella (el mundo) puede ser salvado, y el mundo hará penitencia y se convertirá.
Ella es mi Reina, la Reina del Cielo y la Tierra.

Palabras de Jesús a Alexandrina

6 de junio:

Mi voluntad divina se hará realidad.
Palabras de Jesús a Alexandrina

Agosto:

Los obispos portugueses, en la forma propuesta por el padre Mariano Pinho, que les predicó un retiro en Fátima, se dirigen al Santo Padre:

”El Cardenal Patriarca de Lisboa y todos los arzobispos y obispos de Portugal, reunidos en el Santuario de Fátima, al pie de la Santísima Virgen María, renuevan la consagración que habían hecho a su Inmaculado Corazón, en acción de gracias por haber rescatado a Portugal, especialmente en los últimos años, del tremendo peligro del comunismo, llenos de alegría, por la protección tan milagrosamente dada por la Divina Madre, humildemente postrados a los pies de Su Santidad piden insistentemente, tan pronto como lo considere oportuno, que todo el mundo sea consagrado al Corazón Purísimo de María, para que sea liberado de muchos peligros que amenazan por todas partes, por la mediación de la Madre de Dios.”

3 de octubre:

Alexandrina sufre por primera vez la pasión, que se repetirá todos los viernes hasta el 20 de marzo de 1942. La Pasión debía ser la señal de la voluntad de divina de que la consagración se efectuase.

Era el día litúrgico de San Teresita, que Alexandrina tenía por «hermana espiritual» y que en esta primera «pasión» se le aparece dos veces.

24 de octubre:

Después de llevar a Balasar a dos colegas jesuitas para presenciar la pasión y escuchar su opinión, el P. Pinho escribe directamente a Papa Pio XI para pedir la consagración, Jesús le ofrecía el cielo, sin pasar por el purgatorio, para llevarlo a cabo.

6 de diciembre:

Viaje a Oporto, para ser examinada por los médicos.
”Fui el primero en quedar perplejo, no sobre los éxtasis, sino en relación con los movimientos (ocurridos cuando revivía de la Pasión). Por esta razón me interesaba saber con certeza cual es el género de su parálisis. Hablé con el Dr. Abilio de Carvalho, que había tratado el paciente, se interesó y llevó a Oporto al radiólogo Dr. Roberto de Carvalho, en diciembre de 1938.»
Padre M. Pinho

26 de diciembre:

Examen por el profesor Elisio de Moura («psiquiatra famoso en toda la Península Ibérica).

1939

La Consagración aún no se hace y la Segunda Guerra Mundial va a estallar.
Continúan las diligencias para la consagración.
Pío XI, muere.
El piadoso y sabio Vilar (que nació en Terroso, Póvoa de Varzim) es llamado a estudiar a Alexandrina. Va luego a Roma y pasa a estar en sus manos las diligencias para la consagración.

4 de enero, 5 de abril:

Jesús pide a la Alexandrina con insistencia la Consagración para obtener la Paz Mundial

5 de enero:

Segundo examen realizado por la Santa Sede por Manuel P. Vilar

Enero, 20, 13 de junio, 16 de junio:

Jesús predice la guerra como castigo por los pecados graves:
«En un montón de ruinas va a quedar el mundo!»

10 de febrero:

Pío XI, muere.

Febrero, 24:

D. Antonio Bento Martins Júnior da informaciones a Roma sobre los éxtasis de la Pasión. Concluye el documento así:

«Sobre la Consagración del mundo a la Santísima Virgen María, el Señor le ha hablado a menudo. Quiere con insistencia que lo sepa el Sumo Pontífice…
Me parece que esto es lo que, después de un cuidadoso examen, se puede decir brevemente.
Estas noticias, si tenemos en cuenta todas las circunstancias, no pueden dejar de suscitar, en mi opinión, al menos la sospecha de una intervención divina «.

2 de marzo:

Eugenio Pacelli es elegido Papa, tomando el nombre de Pío XII.

20 de marzo:

Jesús predice a Alexandrina sobre el nuevo Papa Pio XII:
”Este es el Papa que consagrará el mundo al Corazón de Mi Madre”

2 de junio:

Carta de mons. Vilar a Alexandrina:
«Hoy es el primer viernes de junio y hace un mes desde que recibí su estimada carta. Esperaba, al escribir esto, poder darle alguna noticia acerca de nuestra Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, tan insistentemente pedida por Jesús, pero desafortunadamente aún no hay nada positivo que decir. Las cosas en Roma se cuentan en comparación con la eternidad, y por lo tanto nunca tienen prisa. Continuaremos rezando y trabajando para que se hagan por fin los sagrados deseos de Jesús».

El mismo día:

Tu eres un deleite de mis ojos, la alegría, y la consolación de mi Divino Corazón.
Tu me amas, pero me amas con dolor, es un amor doloroso.
Tu corazón arde y arderá eternamente en las llamas de mi Divino Amor.
Pronto llegará el día en que amarás con delicias y con toda la consolación
.

Palabras de Jesús a Alexandrina

13 de junio:

«El mundo está encima de un volcán de fuego, y solo falta un momento para que se abra y se incendie!»Palabras de Jesús a Alexandrina

16 de junio:

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús: Jesús pide por última vez al Papa la Consagración del mundo al Corazón de María:

Que (Mons. Vilar) diga al Santo Padre, que hoy, día de mi Divino Corazón, es la última vez que pido a la Consagración (del mundo) a Mi Santa Madre. Ya lo pedí tantas veces! Que no rechace por más tiempo mi pedido.
Deprisa, deprisa! Es mi Santa Madre con mis víctimas que salvan al mundo.

Palabras de Jesús a Alexandrina

2 de diciembre:

El Corazón de Mi Bendita Madre está tan herido con las blasfemias que en su contra se pronuncian! Todo lo que hiere a su SS. Corazón me hiere a Mi. Están unidos nuestros Corazones!
Por ello, la Consagración del mundo le ha de dar mucho honor y gloria. Cuando Él sea consagrado, serán abatidas y humilladas aquellas lenguas malditas, blasfemas e impuras que se mueven para blasfemar.
Coraje, mi hija, que en poco tiempo todo será realizado, y después podrás ver en el cielo la gloria que le fue dada.

Palabras de Jesús a Alexandrina

1940

Portugal no sufrirá la guerra: «Portugal será salvo.»
A pesar de sombríos proyectos de Hitler, Pío XII no será físicamente afectado por la guerra.
La Inmaculada Virgen mira hacia abajo hacia la tierra con una «mirada llena de ternura y compasión.

Lucía o Alejandrína?

“Lucía solo en 1940 expuso un texto de pedido de Nuestra Señora, cuyo deseo era que el Papa hiciese la consagración de Rusia, y ella le acrecentó con el deseo propio de la consagración del mundo.”(P. H. Pasquale)

2 de mayo:

Dile a tu director que avise al Papa que si desea salvar al mundo apure la hora de su consagración a Mi Madre. Póngala en el frente de la batalla y proclámela Reina de Victoria y Mensajera de la Paz
Palabra de Jesús a Alejandrína

4 de julio:

Alejandrina se ofrece como víctima, con otras almas del mundo, en unión con la Virgen, para obtener la paz por lo menos para su patria. Jesús acepta la oferta y le afirma categóricamente:
«Portugal será salvo.»

10 de septiembre:

>Apenas descendió en mí (Jesús Eucaristía) sentí en mi alma el vivo retrato de Nuestra Madre que de lo alto del Cielo contemplaba a la pobre humanidad, con su corazón santísimo en un dolor casi mortal. Con la cabeza inclinada hacia la tierra no quitaba los ojos llenos de ternura y compasión.
Alexandrina, carta al P. Pinho

6 de diciembre:

Jesús le asegura Alexandrina que el Santo Padre será físicamente librado de los horrores de la guerra, pero que sufrirá mucho moralmente.

1941

Continúan los pedidos de Consagración, y sigue el calvario de Alexandrina.
Entra en escena el Dr. Dias de Azevedo.
Fallece santamente de cáncer en Oporto, mons. Vilar.
El padre Tercas publica un relato de la Pasión experimentado por Alexandrina.

7 de enero:

Tu calvario terminará en breve, pero primero deberán tener lugar las predicciones de Jesús.
¡Ánimo! Tienes como auxilio a tu Director, a tu Jesús, a tu Santísima Madre!

Palabras de Jesús a Alexandrina

24 de enero:

Te prometo en este sábado dedicado a ella (María) no demorar mucho tiempo tu existencia en la tierra. Y prometo alcanzarte el cielo con tus pedidos y amor, como ahora te alcanzo la tierra para tu dolor. Pero para esto, mi hija pide al Santo Padre que tenga misericordia de tu martirio, que satisfaga los deseos divinos, que consagre el mundo a Mi Santa Madre.
Palabras de Jesús a Alexandrina

14 de febrero:

El Dr. Manuel Augusto Dias de Azevedo se convierte en doctor de Alexandrina, un «doctor providencial».

7 de marzo:

Fallece en Oporto Mons. Vilar.

5 de abril

Dile al Papa que Jesús insiste, pide y ordena que consagre el mundo a su Madre. Que los consagre rápidamente si quiere que la guerra acabe, de prisa si quiere que en el mundo haya paz.
Palabras de Jesús a Alexandrina

3 de mayo:

Dile a tu director espiritual que le piden Jesús y María que escriba al Papa para que él consagre el mundo al Corazón Inmaculado de la Virgen Madre… Sólo ella lo podrá salvar.
Palabras de Jesús a Alexandrina

20 de junio:

Une tu dolor a mi dolor, y tu amor a mi amor, sólo entonces te será suavizado el camino al Calvario. Sólo entonces los pecadores serán salvos, sólo entonces viene la paz que llegará de forma rápida y en un momento. Después el mundo se alegrará de haber sido Consagrado al Corazón de Mi Santísima Madre.
Palabras de Jesús a la de Alexandrina

15 de julio:

Consulta médica en Oporto, con el Dr. Gomes de Araújo, «uno de los mejores neurólogos de Portugal».

31 de julio:

El P. Pinho escribe a Pío XII, pidiendo la Consagración, y mostrando algunas predicciones de Alexandrina sobre la guerra que habían sido demostradas como verdaderas profecías.

29 de agosto:

El Padre Tercas asiste al éxtasis de la Pasión, de la cual publica un informe detallado, dando a conocer el nombre de Alexandrina públicamente al mundo.

9 de octubre:

Roma requiere la opinión de Braga sobre la petición de la Consagración.

1942

El P. Pinho queda impedido de seguir conduciendo a Alexandrina, lo que es dolorosísimo para ella y también para él.
Alexandrina sufre por última vez la pasión, porque la consagración es inminente.
Alexandrina, en éxtasis, en primer lugar, y luego Jesús, atribuyen a la Consagración la máxima importancia.
Alexandrina entra en ayuno absoluto hasta la muerte (13 años y medio).
A finales de octubre se cumplió la Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María.

7 de enero:

Pierde su primer director, el P. Pinho

17 de enero:

D. Antonio B. Martins Jr. escribe por tercera vez a Roma sobre Alejandrina y sobre el pedido de la Consagración.

20 de marzo:

Sufre por última vez la Pasión

27 de marzo:

Empeora y le administran los sacramentos: entra en la segunda muerte mística, es muy dolorosa porque asiste a una especie de destrucción e incineración del propio cuerpo, hasta el 24 de octubre de 1944.

3 de mayo:

Jesús habla de Alejandrína como gloria para Portugal y el mundo entero:
“¡Qué gloria para Portugal y el mundo entero!”

22 de mayo:

Alexandrina dicta sus últimas disposiciones, convencida de que va a morir: comienza el ayuno absoluto, viviendo sólo de la Eucaristía hasta la muerte (en octubre de 1955).
En lugar de la pasión física, a partir de ahora los éxtasis de los viernes, serán una crucifixión «la más dolorosa que la historia puede registrar”.
Va a atravesar ahora la “noche del espíritu”, durante el cual sucede el “matrimonio místico» (1944). 

El mismo día, predice la consagración al Corazón de María. En el éxtasis, Alexandrina estalla en un himno: 

Gloria, gloria, gloria a Jesús!
Honor, honor y gloria a María!
El corazón del Papa, el corazón de oro, está decidido a consagrar el mundo al Corazón de María!
¡Qué gran alegría para el mundo, pertenecer más que nunca a la Madre de Jesús!
El mundo entero pertenece al Divino Corazón de Jesús, todo va a pertenecer al Inmaculado Corazón de María!

29 de mayo:

Este día es Jesús quien proclama la victoria de su Madre:

Ave María, Madre de Jesús!
Honra, gloria y triunfo para su Inmaculado Corazón!
Ave María, Madre de Jesús, Madre de todo el universo!
¿Quién no querrá pertenecer a la Madre de Jesús, a la Señora de la Victoria?
El mundo va a ser consagrado a su Materno Corazón!
Guarda, Virgen pura, guarda, Virgen Madre, en tu Sagrado Corazón, a todos tus hijos!

5 de septiembre:

Alexandrina siente que será transformada por el amor.

30 de octubre:

El cielo, el cielo lleno de gloria! El cielo lleno de triunfo!
Una corona encantadora, más bella que el sol y las estrellas, está preparada.
Jesús es todo para su crucificada.
Jesús le da todo para recibir de ella todo!

Palabras de Jesús a Alexandrina

31 de octubre:

Pío XII, por los micrófonos de la radio, hablando en portugués a los peregrinos de Fátima y del mundo entero, proclama, en Roma, la Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. En el texto se hace eco del mensaje de Balasar.

Por Ti fue Consagrado el mundo de mi Santa Madre

El 1 de octubre de 1954, dicta Alexandrina para su diario:
‘… Jesús se acercó y, en un impulso, su amor me ha fortalecido más y me dijo: «Ven, hija mía: yo estoy con contigo. El cielo está contigo con toda la fortaleza».

En ese momento, por la llaga de su Divino Corazón salió un rayo de luz tan grande y tan luminoso que irradiaba todo.
Poco después, de todas sus llagas salían rayos divinos que me atravesaban los pies y las manos! De su cabeza sagrada para la mía pasaba también un «sol» que me atravesaba todo el cerebro.

Hablando del rayo que salía de su Divino Corazón, Jesús dijo muy claramente:
«Mi hija, como Santa Margarita María, quiero que incendies el mundo con este amor a los corazones apagados de los hombres. Incéndialos, incéndialos. Yo quiero, quiero dar mi amor a los hombres.
Quiero ser amado por ellos. Ellos no me aceptan y no me aman.
Por ti quiero que este amor incendie a toda la humanidad, así como por ti fue Consagrado el mundo a mi Santa Madre. Has, querida esposa, que se extienda en todo el mundo el amor de nuestros corazones».

«Como Jesús? Como trabajar de esta manera?! Si los hombres no te aceptan, como puedo hacer yo? «
«Con tu dolor con tu dolor, mi hija!. Sólo con él, las almas se aferran a las fibras del alma, y luego los corazones se van a dejar incendiar por el fuego de mi amor.
Deja que estos rayos de mi divinas llagas penetren en tus llagar escondidas, en tus llagas místicas».

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Autobiografía del judío Mario Hübner: su conversión en Uruguay

Para San Pablo una de las señales de la 2ª venida de Jesucristo es la conversión de los Judíos. A través de la historia muchos judíos han aceptado a Jesús como el Mesías y han adoptado la fe cristiana, algunos de ellos tomando los hábitos como Edith Stein o los hermanos Ratisbone.

Pero muchos otros menos notorios lo han hecho, como Mario Hübner, un emigrante judío austríaco de familia perteneciente a la casta sacerdotal judaica, que se convirtió en Uruguay, y un resumen de cuya autobiografía traemos.

 Mario Hübner culminó sus días siendo un fervoroso católico que le puso el nombre Pablo a su único hijo porque san Pablo es el símbolo del judío converso, y también fervoroso devoto de la Virgen de Nizankowice ver NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE NIZANKOWICE, UCRANIA ( 1º DE MAYO) de su tierra natal y principal difusor en Uruguay de Santa.Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
 

MI VIDA Y MI FAMILIA EN GALITZIA

MI NACIMIENTO

Nací el 22/10/1925 en la región de Galitzia y en la entonces novel República de Polonia, en casa de mis abuelos maternos en Nizankowice, localidad cabeza de ayuntamiento perteneciente al distrito de Przemysl, con ciudad capital homónima, histórica, importantes fortificaciones, monasterios, monumentos históricos, una importantísima pinacoteca y con la emblemática fortaleza construida en 1873 por los austríacos y que resistió el embate de los rusos durante su ofensiva en la 1ª. Guerra Mundial.

Fui el primogénito de mis padres, quienes tenían 26 y 25 años respectivamente. Luego nació muerto un hermano también en Europa, unos pocos años menor, y en Montevideo, mi hermano varón (1933) y mi hermana mujer(1936), hoy residentes en Sao Paulo (Brasil).

SOY DE LA CASTA SACERDOTAL ZADIK KOHEN

Era una promesa y una bendición para ellos y para mis abuelos, porque somos por los Hübner “Zadik Kohen”, es decir pertenecientes a la casta sacerdotal (en hebreo Zadik significa muy piadoso y Kohen, sacerdote). Esta calidad se transmitió de generación en generación y era y es reconocida entre la colectividad judía. Inclusive, nosotros podemos agregar, al firmar, las iniciales Z.K., que precisamente significan Zadik Kohen.

El ser de la casta sacerdotal implica que se tienen derechos y obligaciones religiosos especiales.

Y entre los derechos, hay uno que es el de que durante el culto en determinadas fiestas, se sube al altar de la sinagoga, se saca la persona los zapatos, se tapa con el talid y bendice a los presentes.

La condición de Zadik Kohen implica según averigüé luego, que por lo menos, en algunas corrientes rabínicas, el Kohen no se puede divorciar, existiendo casos muy curiosos en Israel, que gente de esta condición que se separa, no se puede divorciar y si quiere casarse nuevamente, lo hace inválidamente para la religión judía, aspecto que es o era recogido por la legislación civil israelí, por lo cual se casa o casaba sin efecto en el Estado judío, en Chipre.

De hecho, en mi familia no había divorcios y el tema de la indisolubilidad matrimonial se practicaba y aceptaba en los hechos, existiendo algún divorcio en épocas posteriores pero como excepción a la regla. También la fidelidad matrimonial era un valor.

Los Lehrer (la familia paterna), eran muy practicantes y piadosos, vinculados a las jeshivas (universidades rabínicas) a la representación de la comunidad judía ante el gobierno civil, etc., quizá también fueren Zadik Kohen, pero esto no lo sé con seguridad.

Como ejemplo de este mundo de religión sincera de mi familia, diré que yo conservo un libro de una colección completa del Antiguo Testamento o Biblia judía, que me llevé de mi casa paterna en Montevideo (año 1950) cuando me convertí al catolicismo.

El tomo de la colección que yo escogí es el de los profetas Isaías y Jeremías. Lo hice a propósito ya que sobre todo Isaías es quien anuncia con suma claridad a Jesucristo y si se lo lee sin preconceptos, al menos, un judío religioso, debería preguntarse si realmente el catolicismo no es la continuación del judaísmo y por lo tanto, que efectivamente Cristo es el Mesías y no un falsario.

LO PRIMEROS 5 AÑOS EN POLONIA

A los pocos meses, tuve una pulmonía que casi acabó conmigo. Me salvé porque Dios es grande ya que estaba cianótico. Mi madre, hija del Sr. Lehrer, tenía muchas amigas y le decían sobre su primogénito: “ese hijo tuyo es feúcho”, y ella replicaba diciendo, pero es muy inteligente”. Tiempo más tarde tuve una segunda pulmonía y me tuvo que ver el médico con residencia permanente en Nizankowice y sobre la plaza pública donde estaba también el Ayuntamiento. Este hombre dijo: “El día que Uds. se vayan a América será un niño gordito y se curará”, cosa que efectivamente sucedió.
Mi vida a los dos años, dos años y medio, muchas veces consistía en quedarme en casa de mis abuelos. Me sentaba esperando que las campesinas trajeran crema doble, frutillas y azúcar. Todo esto me gustaba.

A los dos años y medio-tres, me dejaban en el Jeider, la escuela de religión que estaba arriba de la sinagoga. Me sentaban sobre unas tarimas y me dormía, aunque no del todo ya que escuchaba lo que decía el maestro a sus alumnos. Venía mi madre y me daba leche y me preguntaba de tanto en tanto si estaba cansado.

LAS CIUDADES DONDE YO VIVIA

Nizankowice tenía unos 3000 habitantes. Luego de 1945, el distrito de Przemysl fue partido en dos, la ciudad de Przemysl y Bircza en donde vivían mis abuelos paternos, quedaron dentro de Polonia, mientras que mi localidad quedó anexada a la URSS, siendo hoy parte de Ucrania, al igual que Dobromil de donde son oriundos los Hübner.

Queda hoy Nizankowice dentro del país citado a 3 kms. de la frontera con Polonia. También sufrió la anexión la capital de la provincia y de la región de Galitzia, ciudad muy importante, que los austríacos llamaban Lemberg, los polacos Lwow y los ucranianos, denominan Lviv.

Mi vida pues, transcurrió en mis primeros cinco años en el eje geográfico Lemberg-Przemysl, históricamente emblemática para los polacos- y Cracovia. Si uno mira un mapa es una línea casi horizontal.

YO SOY AUTRÍACO

Yo soy austríaco de corazón, legalmente no lo puedo ser aunque quise nacionalizarme, ya que mis padres, no hicieron uso de una opción que establecía el Tratado de Paz con los aliados y perdieron la nacionalidad. Adquirieron la polaca en forma automática al igual que mis familiares, pero era algo extraño, ya que si bien era la de la tierra en que vivían y amaban era un asunto superpuesto al mismo tiempo, por haber desaparecido el Imperio austriaco.

Yo nací bajo la administración polaca y mantengo esa nacionalidad, que también estimo, pero es como una segunda nacionalidad. La verdadera es la austríaca. También me siento ligado al Uruguay, país de adopción y del que soy ciudadano legal.

Mis padres eran por fuerza políglotas. Aparte del alemán y del iddish, lengua básicamente formada por un alemán arcaico de los ghettos alemanes, palabras eslavas y hebreas, que hablaban los judíos de la Europa Oriental, llamados asquenazíes , sabían polaco, algo de ruso y de otras lenguas para entenderse con un ambiente multirracial y multicultural.

Pero en nuestro caso, es de remarcar que éramos judíos austríacos y no polacos, lo que implicaba una diferencia en modalidad, cultura, etc.

EL ORIGEN DEL APELLIDO HÜBNER

El origen alemán de mi apellido Hübner, provocó que mi abuelo paterno, quien vivía en Bircza, se negara a enviar a mi padre a la escuela pública por razones religiosas para que no le enseñaran cristianismo, estuvo detenido dos días e igual se negó a mandarlo. No le pasó nada porque era austriaco y no polaco.

Lo envió a la buhardilla, al cuarto de arriba, a aprender a leer y escribir, adquiriendo un efectivo conocimiento y buena letra y ortografía, donde estaban todas las cartas escritas en buen alemán, así como también en polaco, iddish y hebreo, provenientes de la correspondencia de los parientes, p.ej. de Dobromil, de donde provenían los Hübner.

Hübner no es un apellido judío y sí perteneciente a la nobleza. Pudo haber habido alguna conversión al judaísmo o casamiento interreligioso.

LENGUAS Y LA NACIONALIDADES DE LA ZONA

Muchos de los judíos religiosos no sabían hablar polaco. Y los polacos no estaban en el pueblo de Nizankowice, estaban en las afueras. Eran campesinos, campesinas. Iban a la Iglesia, etc., pero en el pueblo mismo vivían judíos, que eran comerciantes, negociantes, compraban madera. Los ucranianos se la tenían “guardada” a los polacos. Vivían también en las afueras de Nizankowice, así como también rutenos.

La ciudad era una ciudad de judíos quienes tenían su rabino permanente. Era, pues, el centro, en los hechos, lo que los judíos llamaban un “shtetl”, pero tenía jurisdicción administrativa sobre todos. Los comerciantes eran sólo judíos .Los judíos dominaban la ciudad.

En cuanto a la religión de los polacos, ucranianos, rutenos, no era motivo de conversación entre lo que yo escuchaba. Pero eran cristianos, recordando algo sobre sacerdotes y la división entre católicos de rito latino y oriental, tema que después me enteré que estaba ligado a la liturgia, derecho, espiritualidad y costumbres propias, pero dentro del catolicismo todos. Había había también cristianos ortodoxos rusos y yo me acuerdo que me llamaba la atención las cúpulas de la iglesia de ellos, tipo Kremlin que al igual que las católicas estaban en Nizankowice. Son iglesias antiguas y grandes.

Nizankowice era una mezcla de razas, con sus propias costumbres e idioma. La lengua de los judíos era el iddish.

JUDIOS, CRISTIANOS Y CONVERSIONES

Había conversiones de judíos al catolicismo. A pesar de que yo era un niño chico y no entendía determinadas cosas, sin embargo, lo que yo oía lo entendía. En Nizankowice, mi abuela tenía una íntima amiga muy piadosa en el Antiguo Testamento y un buen día desaparece de la localidad y se fuga para ser católica.

Esto lo dijeron mi madre y mi abuela y yo lo escuché. Decían, “pobre, se enloqueció; yo la trataba siempre y no parecía loca”. Esto pasó en Nizankowice.

Otro episodio me lo contó años más tarde en Montevideo un tío mío Hübner oriundo de Bircza. Había una persona que se llamaba Sender y que “un buen día desapareció, se fue con los católicos”. Y otro día apareció con un camión en un día de fiesta contando lo que había hecho, su experiencia de conversión y gritando que había adoptado el nombre cristiano de Alexander. Mi tío, decía que había enloquecido y se extrañaba del cambio de nombre, ya que el tal Sender era muy conocido.

Otro caso de conversión es el de Eisig Hübner Berger el tío paterno menor, oriundo de Bircza, unos años mayor, que vino a Uruguay luego de la segunda guerra mundial traído por una organización humanitaria judía, con problemas psiquiátricos causados por la Guerra. No sabemos si vive pero se lo ha visto varias veces en la iglesia del Cordón comulgando.

Todos mis abuelos eran muy practicantes. Los judíos practicantes se iban a purificar en una especie de piscina cerrada con agua caliente, fría. Como dato anecdótico, allí se veía que la mayoría de los hombres tenían hernias, ya que se bañaban desnudos y se quitaban las fajas.

Todos los viernes a partir de las cinco de la tarde concurrían a la sinagoga con rucucs de piel etc. Eran creyentes sinceros .

Yo quería muchísimo a mi abuelo materno y él a mí. Me llamaba cariñosamente con el diminutivo de “Maierci”.

Era un hombre piadoso, caritativo, lo que se puede llamar un justo del Antiguo Testamento o un cristiano de intención sin saberlo. El dejó en mí una fuerte impronta espiritual que influyó en mi evolución posterior por su testimonio y coherencia de vida. Murió en Palestina pero no era sionista porque consideraba que no era acertado un Estado de Israel. Está enterrado en la ladera del Monte de los Olivos en un cementerio judío para personas destacadas ya que él había sido orientador y profesor en las jeshivas y especialmente en la de Jajma Lublin.

Quizá esto signifique que Dios efectivamente preparó mi conversión al catolicismo y enterró a mi muy querido abuelo en el mismo lugar en que Cristo se preparó para la Pasión.

Como hijo de judíos practicantes fui circuncidado de acuerdo al ritual hebreo por un tal Herz Apoteker. Estos datos constan en mi partida de nacimiento, ya que existía un Registro Civil Israelita, dado que los judíos eran respetados en sus leyes y costumbres, pero dentro de la legislación general.

Yo usaba las patillas, las paies, de los judíos religiosos y me acuerdo que cuando tenía cuatro años y me llevaron una vez al peluquero con mi madre, chiquito como era, me tapaba para que no me las cortaran y gritaba: “no me corte las paies”. El peluquero no era judío o era un judío no piadoso ya que algunos que tenían estas profesiones no practicaban.

También usaba el solideo o “kappele”(en hebreo) por lo que yo me vestía a la usanza de los niños judíos religiosos ortodoxos.

 

MONTEVIDEO: ENTRE LA PROFESIÓN Y LA CONVERSIÓN

LA LLEGADA A MONTEVIDEO

Nuestro destino fue el Uruguay por sugerencias de conocidos ya que no sabíamos antes ni donde estaba.

Yo desembarco en el puerto Montevideo el 11 de noviembre de 1930. Vine con mi madre, mi padre hacía 6 meses que había venido. Me metieron en una ambulancia junto con mi padre y mi madre, rumbo al Hospital Pedro Visca por todas las pestes que yo había tenido durante el viaje. Había contraído una doble pulmonía en el trasbordo del buque que venía del puerto polaco de Gdynia.

Fue un milagro mi curación ya que me querían echar al mar apenas muriera. Me había desahuciado el médico del buque quien tampoco era muy brillante técnicamente. Mi madre, en la desesperación, le preguntaba a este médico cómo estaba y como él no la entendía, le contestaba en inglés que yo estaba “all right”. Y esto lo hacía con todos los enfermos, por lo que era apodado como “all right”.

En Pernambuco, no me desembarcaron, como pensaban en un principio. Un médico gordo brasileño me vio y me indicó que me dieran uvas y caldo de paloma. Con eso empecé a recuperarme por obra divina.

Empezamos a vivir como emigrantes.

El primer día que mi madre quería hacer café, fuimos juntos para no dejarme solo al almacén. Ella no sabía hablar español ni conocía las costumbres. Pidió achicoria, que es un sustitutivo del café que en la zona de Europa de la que yo provenía, se tomaba, ya que no se conocía el café. Esto como dato jocoso, ya que no se vendía en Montevideo.

LA EDUCACIÓN EN URUGUAY

En Montevideo aprendí el español yendo a la escuela pública de varones de Villa Muñoz, con el maestro Formento y escuchando a otros niños. Fue aprendizaje a la fuerza con cero pedagogía en la enseñanza para extranjeros, ya que los planes y programas de Enseñanza Primaria no contemplaban el caso de los inmigrantes que no hablábamos castellano. Pero, sin embargo aquel maestro de primer año, logró hacerse entender, que empezáramos a aprender el español, aunque durante algunos años hablaría con la “erre,” de los alemanes, y por sobre todo, que aprobáramos el año los niños inmigrantes, quienes competíamos con nuestros compañeros uruguayos en inferioridad de condiciones.

Simultáneamente, como no había colegios judíos, concurría a la escuela de religión (Jeider) de mañana y de tarde a las diferentes escuelas públicas, siendo la última la Cuba en Ciudad Vieja. Por lo tanto, yo iba a almorzar a casa y luego a continuar mis estudios. Hacía doble turno y estudiaba en tres idiomas (hebreo, iddish , español e inclusive arameo cuando hice los cursos de Mishna; este último idioma lo oía hablar a personas cultas y religiosas y no sólo en los cursos).

La enseñanza en el Jeider y luego en los cursos de Mishna (superiores y posteriores al Jeider, nivel en el que se estudia el Pentateuco, mientras que en la Mishna, se ven otros textos y se estudian comentaristas más en profundidad).

Luego, en 1934, nos mudamos del barrio de inmigrantes judíos a la Ciudad Vieja (que era una zona muy elegante por aquel entonces) y posteriormente, con los años, al Cordón y finalmente a Pocitos.

EL TRABAJO Y LA APERTURA A LA VIDA NACIONAL

Yo era un niño y desde que mi padre puso su tienda “La Bolsa de las medias” en la calle Juncal casi la Plaza Independencia y a su vez, vivíamos cerca de ahí, empecé a participar de eventos que ocurrían en la citada plaza, que era un importante centro de acontecimientos próximos a la Casa de Gobierno y a la también cercana Plaza Matriz.

Así recuerdo, por ejemplo la llegada diaria del Presidente de la República Dr. Gabriel Terra al Palacio Estévez flanqueado por numerosa guardia y motoristas en side-car.

En la Plaza Independencia, se reunían grupos de inmigrantes españoles a conversar entre ellos durante la Guerra Civil Española, siendo la mayoría republicanos, por lo que el tema de ellos era si los franquistas hacían esto o aquello. Yo los escuchaba y volvía a mi casa gritando “Viva Cataluña” sin entender nada mis padres a que me refería.

Este tema que nos era ajeno, curiosamente me interesó posteriormente, tanto por la amistad que trabé con los Padres Dominicos españoles a partir de 1950, muchos de ellos próximos al martirio por su fe católica en la zona republicana o parientes de los hoy beatificados sacerdotes dominicos españoles por el Papa Juan Pablo II en el año 2001,

Además, lo español me empezó a atraer tanto por su cultura, historia, religión y modalidad, asunto que no es sorprendente ya que ha existido siempre afinidad entre personas de raíz germánica con los habitantes de la península ibérica.

Cuando culminé mis estudios primarios, ingresé a la División Primera del Liceo Nocturno “José Enrique Rodó”, cuyo Director era el Prof. Raúl. A. Castro Paullier y posteriormente al Instituto Alfredo Vázquez Acevedo durante el día cuando ingresé a cursar Preparatorios para Medicina.

CONVERSIÓN AL CATOLICISMO

Como dije anteriormente, nací en un hogar piadoso de honda espiritualidad judía, aprendiendo desde muy pequeño textos bíblicos y concurriendo a la sinagoga con mis ascendientes, sinceros creyentes de su religión. Concurrí al Jeider, la escuela para niños de religión y lengua hebreas, habiendo efectuado otros estudios superiores.

Sin embargo, perdí mi fe judaica antes de realizar la Bar-Mitzva, incorporación adulta a la religión judía, por encontrarla incompleta y mal practicada por algunos, que la reducían a un mero formalismo. Por respeto a mi familia continué concurriendo a la sinagoga y participando luego de la citada Bar-Mitzva, de los cultos, por algunos años…

Al entrar en el liceo, mi pérdida de fe judaica era total, encontrando en cambio, como buen biólogo que todo estaba explicado desde el nacimiento hasta la muerte, por el materialismo biológico. No había alma ni había espíritu. Así llegué hasta el cuarto año de liceo, donde estudiamos en literatura, el nuevo Testamento cristiano. Concretamente, se trataba del Evangelio de San Juan que narra la vida de Jesucristo. Claro está que para nada se consideró el tema desde el punto de vista religioso, lo cual yo tampoco hubiera aceptado.

Para mi sorpresa, el profesor elogió mi escrito sobre el tema, y me invitó a leerlo delante de la clase. Así fue que se rompió en mí mi primer “tabú”, puesto que yo le tenía miedo a Cristo.

Pero volví a mis ideas materialistas que yo leía mucho, al extremo que con mi fogosidad hubo compañeros de estudios católicos que perdieron la fe por mi prédica. En el último año del bachillerato, mi esquema materialista comenzó a quebrarse con el encuentro de la filosofía espiritualista, sobre todo con Henri Bergson, filósofo judío francés profesor de La Sorbona. Con uno de sus libros “La evolución creadora” aprendí filosóficamente la existencia del espíritu y su papel.

Años después, al ingresar al ambiente médico, seguí predicando que yo era un judío liberado de lo que consideraba entonces las estupideces de la religión judía.

Un par de años después, un médico católico, Germán Surraco con el cual trabajaba en guardias nocturnas, se puso a hablar conmigo para decirme que yo estaba equivocado y que la Iglesia Católica, en su esencia, no era otra cosa que una continuación del judaísmo. Me pidió que por favor, fuera un buen judío religioso, ante lo cual yo me reí.
Modestamente, mi amigo, al darse cuenta que, a pesar de mis ideas, yo tenía grandes conocimientos bíblicos, me solicitó que tuviéramos encuentros para que yo le enseñara cosas del Antiguo Testamento, o sea, la Biblia judía. A mí esto me llenó de orgullo.

En el intercambio de conocimientos e ideas, yo dejé de reírme de la religión judía, y empecé a entender seriamente a ambas religiones. Y, en consecuencia, enfrenté el estudio del catolicismo en forma crítica y profunda por vez primera en mi vida. Obtuve prestado un libro de Santo Tomás de Aquino, el más grande de los filósofos del catolicismo, de base aristotélica.

Al cabo de unos días, llegué a la conclusión de que los temas que yo necesitaba, ahora sí muy en serio, era encontrar claramente y documentado los porqués del seguimiento de Cristo por sus primeros discípulos, que eran judíos. Esto no estaba explicado en Santo Tomás y sí en cambio, en una biografía de San Pablo. Este último era un judío religioso de la Escuela de Rabí Gamaliel,

En sus escritos ni siquiera oculta que se dedicó por orden del Sanedrín a perseguir con las armas a los cristianos, hasta su conversión al cristianismo. En este libro encontré la contestación a todas mis dudas y hallé en mi alma turbulenta una paz tan grande como la que experimentan los atletas cuando llegan a la meta. Sentí por fin que había reencontrado en el cristianismo a mis raíces judías.

Pero pasaron todavía unos meses para que yo perdiera mi miedo atávico para entrar en una Iglesia y resistir la vista de un crucifijo. En esos meses anteriores a mi conversión al catolicismo, quedaron a mis espaldas mis esquemas conflictivos y racionalistas. Con una claridad meridiana sentí la fe, algo que está fuera de todo conocimiento racional. No fue pues, un capricho mío o una reacción contra determinadas personas o concepciones.

Sentí una presencia de Dios que hizo arrodillarme frente a un crucifijo en la casa de Ejercicios espirituales de los Padres jesuitas a donde había sido invitado por el Dr. Surraco para asistir a un retiro espiritual para personal médico, y luego salir en busca de un sacerdote para que me bautizara, el 24 de junio de 1950 , por el P.E.Mossman Gross SDB., un salesiano muy vinculado a los medios universitarios y profesionales católicos, quien eligió la fecha por ser la festividad de San Juan Bautista, primo hermano de Jesucristo, sobrino de la Virgen María, precursor de la predicación de Cristo y, por lo tanto, todo lo que ello significaba para la Iglesia Católica y para un judío converso. Debo señalar que fue mi padrino de bautismo el Dr.Germán Surraco , recibiendo poco después el Sacramento de la Confirmación.

LOS ESTUDIOS Y PROFESIÓN DE MARIO HUBNER

En el año 1945 ingresé a la Facultad de Medicina pleno de ilusiones y allí hice buenas amistades con todo tipo de personas,

Posteriormente, y siendo concomitantemente estudiante universitario ingresé en el Servicio de Transfusiones del Hospital “Pereira Rossell” como laboratorista, elaborando con los años la Inmunohematología, desconocida en el Uruguay hasta entonces por los técnicos.

También la docencia fue algo que me atrajo desde muy joven, por lo que acepté en 1946 y 47 el ofrecimiento de mi ex profesor de Historia Natural, Dr. Carlos Pérez del Castillo, para ser su Profesor Agregado en el turno diurno del Liceo No.1 José Enrique Rodó, uno de los más importantes liceos de mis ya lejanos 21 años de edad. El Dr. Pérez del Castillo me vio condiciones para enseñar, a punto tal que me dejaba gran parte de las clases para que las dictara yo solo. Y también me animó a escribir un curso de Historia Natural que efectivamente se publicó y vendió a los estudiantes como texto de clase.

 

MI VIDA POLÍTICA Y MI RETIRO

EL LAICISMO Y LA POLÍTICA EN URUGUAY

Del Uruguay y del Montevideo de mi adolescencia es de remarcar que, independientemente del laicismo imperante en materia de religión dirigida al catolicismo y que para nosotros pasaba inadvertido, el país era un verdadero remanso de tolerancia y convivencia a pesar del último tema citado, ya que en comparación con los países europeos, las distintas razas, religiones y opiniones coexistían sin problemas. Era una sociedad abierta y por eso el batllismo, que aparecía como el creador de este modelo gozaba de gran predicamento entre los inmigrantes.

Esto era una falacia, ya que en realidad otros sectores políticos como el Partido Nacional y la Unión Cívica, eran los pilares de esto y como no detentaban el poder pasaban inadvertidos para sectores como el judío que en gran medida estaban encandilados con el citado coloradismo batllista aunque Batlle y Ordóñez falleció como católico.

MI MILITANCIA POLÍTICA

Otro tema que paradójicamente me ocurrió, fue el de ser con los años militante del Herrerismo, cuando la prédica del diario “El Debate”, llegaba por altoparlantes desde la Plaza Matriz hasta la calle Juncal, con discursos abogando por la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial y apoyando el anticomunismo alemán, asunto que nos ponía nerviosos y mi padre decía, entre otros, del Dr. Alejandro Gallinal, que era un antisemita.

El asunto era que el Herrerismo iba más allá del tema nazi, y buscaba la independencia segura de Uruguay, tema que nosotros no dominábamos en profundidad e ignorábamos que el propio Dr.Herrera era descendiente de judíos sefaradíes.

La paradoja en este tema es que por los años sesenta escribí en diversas oportunidades artículos religiosos, políticos y de temas generales en el citado diario “El Debate”, así como también sobre diversas temáticas en el también blanco periódico “El País”, llegando a ser redactor responsable de la página económico-comercial del rotativo “El Clarín” en 1966 que respondía también al herrerismo.

Y en temas de religión, recuerdo un tema muy importante: el Cardenal Pacelli, futuro Pío XII, poco comprendido por los judíos, siendo Secretario de Estado de la Santa Sede, visitó el Uruguay con motivo del Congreso Eucarístico de 1936 , y yo movido por la curiosidad concurrí a la Plaza Matriz, donde fui bendecido por él, desde un auto abierto, antes de ingresar a la Catedral. En fin, cosas de Dios…yo que le tenía miedo a ver un crucifijo.

HUBNER RETIRADO

Luego de terminada mi actuación laboral como docente y como comerciante de antigüedades, me retiré y me di cuenta una vez más, por sucesivos problemas de salud, en parte generados por los avatares de la vida, que lo único que importa realmente es la confianza en la Divina Providencia, o sea en la acción de Dios en nuestras vidas, en nuestras buenas obras con las limitaciones humanas que todos sin excepción alguna tenemos, para con los familiares, amigos y gente desconocida, interesando poco y nada los honores mundanos, ni siendo mejores unos que otros, por más errores y pecados que se tengan.

Siempre hay una oportunidad para las personas, porque si no, poco sentido tendría la prédica del catolicismo basada en las Sagradas Escrituras, tendiente a convertir a los pecadores.

En todas estas conclusiones influyeron en mí las enseñanzas de diferentes organizaciones y personas católicas desde 1950 hasta la fecha incluida mi señora, pero en los años 1970-1980 fue importante la relación de amistad personal con personas de la hoy Prelatura personal del Opus Dei y la prédica de un sacerdote redentorista canadiense, antiguo misionero en Vietnam e integrante del movimiento carismático, el P. Denis y también las visitas como amigo personal y como de Fr.Ramón Arizmendi OP

Me resta agregar finalmente que he colaborado y colaboro con la ayuda de terceros en temas religiosos y humanos como lo hice por ejemplo con las Hermanas Carmelitas Descalzas en la divulgación y conocimiento de la persona de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) en el año de su canonización (1998), una filósofa judía conversa al catolicismo y martirizada por los nazis en Auschwitz en 1942, perteneciente a la Orden Carmelitana, y con las presentes líneas de mi relato de vida personal que deseo puedan ser de utilidad a quien Dios quiera.

El 8 de octubre de 2008 Mario Hübner entrega totalmente sereno su alma a Dios, Uno y Trino, teniendo entre sus manos una imagen llorando de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia de Nizankowice, su localidad natal , a la que siempre añoró y nunca pudo volver físicamente, pero sí espiritualmente.

El sacerdote encargado del Santuario donde está la imagen en Polonia, a pedido de su hijo y salvando dificultades idiomáticas, dio una Misa allí por su alma.

Tres días antes, lúcido, había recibido la Unción de los enfermos y se había confesado con un sacerdote amigo suyo, quien luego había congregado para rezar con el enfermo a su esposa de 89 años, su hijo nuera y una fiel y católica enfermera.

Al finalizar la oración, señaló con alegría al sacerdote la imagen de Nuestra Señora de Nizankowice con la que falleció.

Fallece en el año Paulino y en la noche de Kol Nidrei, víspera del día del Perdón, la fiesta más importante del judaísmo, y falleció también el mismo día que su abuelo materno, muy justo y religioso del cual era el nieto mayor y el preferido.

Había dado un testimonio de fe católica a los suyos, de religión judía o no, al igual que Santa.Teresa Benedicta de la Cruz ( Edith Stein) de quien era muy devoto y fue el primer difusor de su devoción en Uruguay, imprimiendo miles de estampas en el año 1954.

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TESTIMONIOS Y MILAGROS Vidas y Trayectorias

TESTIMONIO DE GLORIA ÁLVARO SANZ

Desde Valladolid nos escribe Gloria Álvaro Sanz, consagrada en el Ordo Virginum, para darnos su testimonio sobre la muerte en paz de su madre, noticia que ella recibió en su peregrinación a Nazaret. En esta nota ella explica los milagros que se produjeron alrededor del hecho.

Publicamos también una entrevista que le realizara el L’osservatore Romano en 2005 y que publica la página del Vaticano.

En la foto aparece Gloria Irene Álvaro Sanz (a la derecha) durante el Congreso-Peregrinación Internacional OCV en Roma. Mayo 2008.

Muchísimas gracias por todo cuanto recibo. Creo que debo compartir lo que va a continuación, para honra de nuestra Madre la Santísima Virgen María. Estoy consagrada en el ordo virginum (canon 604 del CDC ).

Mi madre, que se llamaba María, murió a los 96 años. Tuvo una vida de mucho sufrimiento, pero aunque no siempre iba a Misa era muy devota de la Virgen. Con dolor inmenso para mí, no pude cuidarla como hubiera deseado en sus dos últimos años, en que se demenció y desorientó – pero conservaba una dosis de inteligencia para darse cuenta de cómo estaba y eso le hacía sufrir más – hasta el punto de que se pasaba las tardes gritando llamando a la Virgen: «¡Virgen María, ayuda, ayuda!» y gritaba de tal forma que los sedantes no le hacían efecto.

Tenía terror a la muerte, y se me ocurrió decir: «No tengas miedo, mamá, que no sufrirás. La Virgen se encargará de ello.» Por mi petición, le impusieron la medalla-escapulario, rezaba conmigo lo poco que podía y se hacía la señal de la Cruz. Pero gritaba llamando a la Virgen hasta de madrugada, y por eso durante el día la llevaban a una habitación aislada para que gritase allí, sola. Imaginen mi dolor. Les aseguro que la situación es indescriptible.

Todos los días yo la consagraba a la Santísima Virgen y rezaba por ella sin cesar. Era tanto el sufrimiento que le supliqué al Señor que, si mi petición no le ofendía, me concediese una señal de la felicidad de mi madre después de morir.

Así las cosas, el día 12 de noviembre me fui a Tierra Santa en un viaje de siete días. Mi madre no estaba para morir de forma inminente, podía vivir meses, no se sabía. Y yo me sentía extrañamente impulsada a hacer ese viaje. Incluso, lo comenté con uno de nuestros obispos y con mi confesor: «¡Si yo jamás he ido a Tierra Santa en noviembre, sino en el verano!. No sé por qué, me siento extrañamente impulsada a hacer este viaje. Creo que allí tengo ahora una cita especial con Jesús, pero no entiendo…»

Ese día, el 12 de noviembre de 2009, al llegar a Tierra Santa, me dice por teléfono mi hermana que esté tranquila, que mamá está bien y ha cenado normal. Yo estuve esa noche paseando junto al Lago de Galilea y pedí muy especialmente por mi madre: «Señor, cuídamela estos días. La pongo en tus manos y en las de tu Madre, como siempre. Cuídamela, Señor.» Eran las 11 de la noche.

Al día siguiente, nada más desayunar, viajamos a NAZARET, la ciudad de la Virgen. Según bajo del coche, suena mi móvil. Y mi hermana me dice. «Gloria, mamá ha muerto esta noche sin sufrir, mientras dormía. No hay signos de vómito, ni de movimientos bruscos. Dicen que murió a eso de las 11» Yo le dije: «¿Sabes a dónde acabo de llegar? ¡A NAZARET!»

La Misa por mi madre FUE EN NAZARET. Y en mi alma surgió el convencimiento de que esa era la señal y por eso yo tenía que ir a Tierra Santa. Mi madre había gritado a la Virgen tanto tiempo, invocándola, y la Virgen me avisaba en Nazaret de que Ella se había encargado de todo. ¡¡Habíamos sufrido tanto por tantos motivos que no puedo decir!! Me limito a lo esencial.

Consulté todo esto con mi confesor, con algunos obispos que me conocen y todos estuvieron de acuerdo: «Sí, ha sido una señal del Señor.» Y tuve otras señales que sería largo contar…

Por eso, CONSÁGRENSE A LA SANTÍSIMA VIRGEN TODOS LOS DÍAS y conságrenla a todos sus seres queridos vivos y difuntos, a todos cuantos confían en sus oraciones, conságrenla el planeta entero. ¡No hay una Madre mejor!

Desde Valladolid, España, en unión de oraciones. Gloria Irene Álvaro.

ENTREVISTA TRADUCIDA DEL ITALIANO SOBRE EL ORDEN DE LAS VÍRGENES

ENTREVISTA EN L’OSSERVATORE ROMANO. ( Edición diaria italiana, 5 de junio 2008)

Coloquio con Gloria Irene Álvaro Sanz sobre el ordo virginum, una de las formas de consagración más antiguas. TRADUCCIÓN DE LA ENTREVISTA.

ESPOSAS Y VÍRGENES, SIGNO DE CONTRADICCIÓN PARA EL MUNDO.
Periodista. Nicola Gori.
Entrevistada.- Gloria Irene Álvaro, virgen consagrada de la diócesis de Valladolid (España).

¿Qué caracteriza la consagración en el orden de las vírgenes?

Es el retorno a la actualidad de la forma de consagración femenina más antigua en la Iglesia. No somos una institución, no somos un instituto religioso. No tenemos superioras, nuestros superiores con los Obispos. El Obispo diocesano es el superior de cada una, y a través de él estamos unidas a la Iglesia Universal, al Santo Padre.

¿Cuándo ha sido restaurada esta forma de consagración?

Es un fruto del Concilio Vaticano II, porque en aquel contexto se decidió que esta forma de consagración femenina debía ser restaurada. Se veía que era necesario redescubrir esta forma de consagración, situándola junto a las otras ya existentes. Sobre todo, era necesario dejar claro que las vírgenes consagradas podemos tener como superiores directos a los Obispos. Por lo tanto, se trata de una consagración íntimamente unida a los pastores de la Iglesia.

¿Qué diferencia hay entre las vírgenes consagradas y las religiosas?

Nosotras somos seglares, vivimos en el mundo y vivimos de nuestro trabajo. Llevamos una vida de oración intensa pero no hacemos votos, hemos sido consagradas por el Obispo como esposas de Cristo. Nuestra ceremonia de consagración es llamada por el diccionario de liturgia “consagración matrimonial a Jesucristo“, sponsa Christi. Toda forma de vida religiosa lo es, naturalmente, y cada alma cristiana es esposa de Cristo, pero no está llamada a expresarlo de manera eminente. Nosotras hemos de representar la unión esponsal del alma con Cristo, y nada más. Por eso es obligación irrenunciable para nosotras llevar el anillo nupcial. No podemos hacer menos, porque es el signo exterior del matrimonio y por nuestra consagración representamos de forma eminente a la Iglesia virgen, esposa de Cristo. Por esto no hacemos votos, porque lo característico de nuestra es, esencialmente, la virginidad consagrada, que como requisito canónico supone la virginidad física.

¿Qué promesas hacen en las manos del Obispo? Para ser exactos, ¿emiten los tres votos de pobreza, castidad y obediencia?

Los vivimos, pero sin especificarlos, porque nuestra consagración total y virginal a Jesucristo abarca todo sin necesidad de más especificaciones. Nuestra consagración comprende y abarca todo.

¿Qué significa vivir en el mundo como vírgenes?

Significa mucho, cuando los otros llegan a saberlo. Yo he ejercido, hasta hace pocos meses, como Catedrática de Lengua y Literatura. He tenido incluso algún cargo político, he sido Delegada Provincial del Ministerio de Educaci
ón y Ciencia. Y todos sabían que era virgen consagrada. Eso no me ha impedido realizarme como mujer. Es verdad que se me ha exigido demostrar una gran profesionalidad, pero si somos verdaderamente profesionales en nuestro trabajo y si nos actualizamos regularmente, en ese ámbito profesional seremos respetadas como mujeres y como vírgenes. Por eso nuestra profesionalidad es muy importante. Podemos ser médicos, abogados, profesoras, lo que importa es que la gente note una forma diferente en nuestra vida diaria con respecto a otras mujeres. Todo esto hace que quienes nos rodean comiencen a hacerse preguntas. Hasta ese punto podemos mostrar nuestra profunda identidad, la de consagradas a Cristo como esposas suyas. Es verdad que me he encontrado en situaciones muy particulares, pero siempre me he sentido valorada y considerada. La prueba es que se me confió algún cargo político.

¿Qué sentimientos provocáis en las personas que os rodean en la vida diaria?

En primer lugar, curiosidad. La mayor parte de las personas se interroga sobre nuestra forma de vida. La mejor respuesta que podemos ofrecerles es demostrarles que estamos a su lado, que podemos ayudarles, que pueden confiar en nosotras porque no les traicionaremos. Y que todo esto lo haces por Cristo y por ellos, porque los quieres. Y es entonces cuando ellos comienzan a hacerse preguntas muy serias. Comienzan a darse cuenta que eres una persona libre, que das grandísima importancia a la sexualidad matrimonial, que consideras importante el matrimonio y lo defiendes. Eso hace que la gente se interrogue, que se plantee cuestiones muy profundas.

¿Puede hablarnos de una jornada-tipo, diaria?

Me referiré, más o menos, a un día de una virgen consagrada: nos levantamos a una hora adecuada para la oración, a las 6,30 ó 7 de la mañana. Las primeras horas son para el Señor, con el rezo diario de Laudes y la lectura de la Sagrada Escritura. La Biblia es nuestra referencia principal, inspira nuestra conducta. Después, a nuestro trabajo. Ya le he dicho, por ejemplo, que yo ejercía como Catedrática de Lengua y Literatura española. Terminado el trabajo regresamos a casa, comemos, y por la tarde, si no lo hemos podido hacer por la mañana, vamos a Misa. Rezamos el Rosario, Vísperas y oramos ante el Santísimo. Después, la cena, el rezo de Completas y el descanso.

¿Tenéis algún encargo oficial en la diócesis o alguna misión en la comunidad eclesial?

Muchas de nosotras desempeñan un servicio total en la diócesis. A veces, se te encarga algo muy específico, como ocuparte de la catequesis parroquial o dirigir ejercicios espirituales. En mi caso, por ejemplo, acudo a las reuniones de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada para significar allí la presencia del orden de las vírgenes.

¿Cómo os relacionáis con los Obispos diocesanos?

No hay muchos problemas. Los que conocen a fondo el orden de las vírgenes valoran nuestro carisma. La obediencia al Obispo entra en las obligaciones de todo cristiano que desee sentirse unido a la Iglesia, y nuestros Obispos esperan de nosotras que nos integremos en la comunidad diocesana.

Habéis celebrado en días pasados un Congreso internacional. ¿Qué temas habéis planteado?

Es el segundo Congreso internacional que celebramos. La participación ha sido muy notable, porque ahora el orden de las vírgenes está más difundido que hace años. Hemos querido reflexionar sobre esa expansión. Hemos tratado todo cuanto nos parece útil para conocernos mejor, compartir problemas, superarlos, sentirnos unidas. Ocurre, en primer lugar, que estamos unidas a nuestro Esposo Jesucristo y, a través de Él, a nuestra Iglesia. Este Congreso es una gran ayuda para vivir en el gozo, en el corazón de la Iglesia, y para manifestar nuestro amor intenso y ardiente a Jesucristo.

¿Hay un tiempo de prueba antes de la consagración?

Hay un período de discernimiento, a veces de tres años, que sirve para conocer el carisma. Después, se necesita una formación teológica de manera que podamos dialogar con el mundo. De hecho, estamos llamadas a dar razón de nuestra vocación de forma que resulte atrayente. Nos presentamos tal como somos: mujeres que no se dejan manipular, mujeres que son libres para Cristo, para la Iglesia y para los hermanos.

¿Por qué decidió ser virgen consagrada y no entrar en un instituto religioso?

Porque me parecía que era la forma eclesial que reflejaba mejor ser esposa de Cristo de manera eminente. A mí no se me pide que haga voto de pobreza, por ejemplo, se me pide la esponsalidad con Cristo, y eso exige un enamoramiento profundo de Él, de Jesús de Nazareth. Somos esposas en sentido radical. En la ceremonia de consagración, el Obispo nos pregunta: “ ¿ Quieres ser consagrada como esposa a Jesucristo ? “. Y tenemos que responder como en cualquier ceremonia matrimonial: “ Sí, quiero “. Esta esponsalidad es importantísima para nosotras. Es lo que nos distingue de las otras formas de vida consagrada: sponsa Christi de forma radical. Para nosotras, Jesús de Nazareth es el único que ha sido capaz de enamorarnos profundamente. Nuestra consagración es la única forma de vida consagrada, la única, donde se exige el requisito canónico de la virginidad.

¿Qué diría a una joven que debe elegir vocación?

Yo empezaría preguntándole: ¿te atrae la figura de Jesús de Nazareth? ¿Hasta qué punto te atrae? ¿Te atrae para dedicarte únicamente a Él o para seguirle en el matrimonio? Si te atrae únicamente para Él, entonces viene el segundo paso: ¿cómo quieres vivir esa entrega? ¿Quieres vivirla unida a tu pastor, a tu Obispo, y ser consagrada a Cristo como esposa, o quieres vivirlo en otra forma de vida consagrada? pero ante todo y sobre todo, le diría: piensa bien si estás enamorada de Jesucristo, si Jesús es alguien vivo para ti, si te atrae, si te entusiasma su mensaje, piénsalo bien. En cuanto a mí, doy gracias a Dios por vivir todo esto, es una maravilla.

¿Vuestra realidad es conocida en España?

Es España sí es conocida e incluso la Conferencia Episcopal ha designado un Obispo Asesor, que nos ayuda y es una referencia. En España somos más de ciento setenta, y en el mundo ya somos más de tres mil.

Gloria Irene Álvaro Sanz (a la derecha) durante el Congreso-Peregrinación Internacional OCV en Roma. Mayo 2008.

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