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¿Qué es el Carisma de Ciencia o Conocimiento que Infunde el Espíritu Santo?

El Carisma de Ciencia es una revelación sobrenatural.

Sobre hechos que no podríamos conocer por medios humanos.

Es un conocimiento que envía el Espíritu Santo.

Para poner luz sobre un asunto en nuestra inteligencia.

El conocimiento que viene del Espíritu Santo nos llena de humildad en lugar de envanecernos como el conocimiento simplemente humano del mundo.

El fundamento del carisma de ciencia o conocimiento es el don de temor al Señor, que mueve a la persona tener una profunda reverencia por Dios.

Lo lleva a sentirse dependiente de Él y a tener un sentido muy fuerte contra el pecado.

Y esto a su vez genera piedad.

El conocimiento o la ciencia de este don no es el que se adquiere por la razón o por la fe.

Sin embargo nuestra fe es importante para la sentar las bases de este don.

Puede definirse como juzgar correctamente las verdades de Fe de acuerdo a la verdad revelada.

A partir de esa fe inicial, la acción iluminadora del Espíritu Santo la va perfeccionando.

Y genera un conocimiento de cómo Dios ve las cosas.

Entonces el don de conocimiento lleva a las personas a profundizar las verdades de fe y a ser guiado por el Espíritu Santo en la profundización de las consecuencias de esas verdades.

De esta forma la persona puedo hacer juicios correctos respecto a las cosas de la realidad humana y relacionarlas con la vida eterna y los mandatos de Dios.

El conocimiento último no se refiere al manejo humano de las cosas sino a la información que es proporcionada para comprender el sustrato divino de las cosas que suceden.

Una persona que posee este carisma tiene incorporado el criterio de que Dios nunca nos abandonará por su amor hacia nosotros, y también qué Dios debe ser la primera prioridad para nuestra alma.

Esto le permite a la persona a ver el estado de su alma desapegado de las cosas materiales.

Y a desarrollar una aversión hacia el pecado porque es un obstáculo para acercarse a Dios.

Esto le permite desarrollar como un instinto para conocer si algo es de Dios o no.

Y junto con el sentido de piedad, ese conocimiento nos permite comprender cómo ayudar a los demás.

Este don permitía por ejemplo al Padre Pío leer las almas para comprender que era lo que realmente había en el alma del penitente.

Pero repitamos, este carisma no actúa de una manera mágica, también requiere estudiar nuestra fe a través de las sagradas escrituras.

Por lo tanto y el resumen no estamos hablando del conocimiento mundano que se puede aprender en una universidad.

Sino de un conocimiento sobrenatural infundido por Dios, que ninguna alma puede adquirir por sí misma por más que estudie incluso la Biblia, pero estudiarla es importante para tener una base para recibir la iluminación infusa del conocimiento de Dios.

   

¿QUE ES LA CIENCIA?

Hay tres clases de Ciencia:

la ciencia de Satanás,
la ciencia del Mundo y
la ciencia del Espíritu.

¿Y qué es la Ciencia como don del Espíritu Santo?.

Es la forma como DIOS conduce al ser humano para que avance hacia Él.

Es el regalo que nos hace de mostrarnos su Reino.

Dios enseña al hombre sobre sus verdades, permite que su luz penetre en el entendimiento del hombre.

   

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA Y EL CONOCIMIENTO

DIOS tiene todo el conocimiento.
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La verdad está en el conocimiento de Cristo Jesús
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La contemplación de Jesús nos permite un conocimiento interno de él para amarle y seguirle.
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Y mediante la lectura de la Biblia podremos comenzar a adquirir la ciencia de Cristo.

El Conocimiento humano, a través de la razón puede dar cuenta de la existencia de DIOS.

Aunque este camino puede conducir al error porque el hombre nunca puede llegar a la revelación Divina por sus propias fuerzas.

El hombre está llamado a conocer a DIOS y DIOS quiere que todos los hombres conozcan la verdad para su salvación.

La Fe nos introduce en el conocimiento de DIOS porque abre los ojos del corazón.

El Espíritu Santo es quien nos introduce en la Fe mediante el bautismo.

Y la propia Fe nos hace saborear anticipadamente el grandioso conocimiento de DIOS que tendremos en la vida futura.

DIOS nos ha hecho conocer con su revelación el misterio de la creación y la venida de Jesús mediante la profecía de Isaías.

Mediante la revelación nos dio conocimiento sobre el origen y fundamentos del pecado y nos ha dado a conocer leyes morales a través de la Biblia.

Definicion de los Carismas

   

QUE ES EL CARISMA DE CIENCIA

Al CARISMA O DON DE CIENCIA se lo encuentra mencionado también bajo el nombre de Carisma o Don de Conocimiento, Palabra de Ciencia, de Conocimiento, de Entendimiento o de Revelación.

Y según sea, se lo clasifica como un don de penetración (iluminación por el mismo Espíritu), de revelación, contemplativo.

El carisma de Ciencia NO ES ciencia natural, ni la ciencia que se aprende por medio de estudios académicos, ni sabiduría obtenida con la experiencia, ni siquiera la ciencia para comprender la Biblia.

Es el conocimiento que da DIOS sobre cosas naturales y espirituales, del mundo invisible y visible.
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Es una visión o comprensión SOBRENATURAL por medio de revelaciones, sin ayuda humana alguna, gracias solamente al auxilio divino.

Es una verdad que por otros medios sería IMPOSIBLE DE CONOCER y que nadie la puede saber, que no se puede aprender en ningún libro y es inaccesible por las vías naturales.

Esta capacidad lleva a algunos creyentes a CONOCER: a personas, circunstancias o verdades bíblicas.

Revela y comunica la raíz de un problema o la causa de una atadura, o el conocimiento de una sanación que se está produciendo.

Es el diagnóstico que Dios hace de un hecho, de un problema, de un estado de ánimo, de una situación, la revelación del plan y voluntad divinos con algún fin especifico.

De este modo se puede conocer algo del  PRESENTE  (simulcognición), del PASADO (retrocognición) o del FUTURO (premonición).

Se trata de un conocimiento INTUITIVO que también transmite estas intuiciones y visiones a la asamblea.
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La persona sin haberlo estudiado o leído, da a conocer una VERDAD SOBRE DIOS con plena convicción de lo que dice y luego comprueba que era tal como dijo.

Revela parte de la Ciencia de DIOS, nos da una PALABRA DE CIENCIA. Él que todo lo sabe, no revela al hombre todo, da solamente una palabra o una parte de lo que Él sabe.

Puede tener relación con el conocimiento de las relaciones existentes entre distintos aspectos de la revelación. Y con volver a descubrir verdades olvidadas.

Puede enseñar una visión clara de la doctrina bíblica, desvelándose el sentido de los textos difíciles y mostrando aquellos acercamientos que iluminarán los puntos oscuros.

También puede abarcar el ordenamiento correcto de nuestra relación con Dios, para ayudarnos y sostenernos en el descubrimiento de la presencia suya en todo.

Nos puede permitir analizar la excelencia y bondad de los seres del Universo para llegar a entender que todo el Universo es solo vanidad en comparación de Dios.

La palabra de ciencia ayuda a adelantar el crecimiento interno de la Iglesia y expone el cuerpo de las verdades divinas Cristianas.

Es otorgada según el espíritu santo lo crea necesario.

Es un REGALO DE DIOS que es dado para una necesidad o situación específica.

   

RELACIÓN DEL CARISMA DE CIENCIA CON OTROS CARISMAS

Este don muchas veces se manifiesta juntamente con algún otro don, combinado con ‘Palabra de Sabiduría’, ‘Discernimiento de Espíritus’, ‘Profecía’, ‘Sanación’, etc.

Pareciera que la palabra de Conocimiento es un auxilio informativo del Señor para desplegar los otros Carismas.
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Cuando la Palabra de Ciencia está ausente, los otros dones pueden ser usados incorrectamente, lo cual ocasiona confusión.

Dios frecuentemente la otorga en conjunción con la Palabra de Sabiduría a fin de que los creyentes sepan cómo aplicarla correctamente.

Mientras el don de Ciencia ayuda a descubrir las verdades oscuras, el de Sabiduría a poseerlas.

Tomemos como ejemplo la vida del profeta Daniel: por la Palabra de Ciencia Daniel conoció los sueños de Nabucodonosor.

Y por la Palabra de Sabiduría Daniel pudo Saber cual era el significado o interpretación de estos sueños.

Daniel pudo aplicar así la ciencia de Dios que había recibido.

Según San Agustín, la Ciencia es el conocimiento de lo pasajero mientras la Sabiduría es la contemplación de lo eterno.

   

RELACIÓN DE CARISMA DE CIENCIA CON LA ESPERANZA

El Carisma de la Ciencia corresponde a la bienaventuranza de aquellos que lloran.

Lloramos porque comprendemos en nuestro interior que nuestros “patrones” de felicidad aprehendidos desde la infancia ya no funcionan más.

De allí viene “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados”.

El consuelo consiste en el ejercicio de la Esperanza.

La virtud de la Esperanza es purificada por el Don de la Ciencia y la perfecciona.

carismatico orando en lenguas

   

COMO SE RECIBE EL CARISMA DE CIENCIA

Cualquier cristiano que crea en el poder del Espíritu, que viva unido al Espíritu, que lo invoque y le pida este don para un fin bueno, puede tener la palabra de ciencia.
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Pero según el P. De Grandis, toda persona que ha recibido la Efusión del Espíritu tiene en sí este Carisma.

Un medio excelente para adquirir el don de ciencia, es dedicarse mucho a la pureza de corazón, velar cuidadosamente sobre su interior, darse cuenta de todos sus desórdenes y señalar las faltas más salientes.

La palabra de ciencia se percibe en un clima de oración y unión con DIOS, en la mente, en la imaginación o en el espíritu; de ordinario después de haberla pedido al Espíritu Santo.

Se distingue de las ideas propias por venir después de la oración, cuando no han irrumpido en la mente las propias consideraciones.

Este don puede darse a través de muchas formas del sentir, ver, saber, oler y oír.
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Puede manifestarse como una idea clara que llega a la mente y que en la medida en que la vamos comunicando, van apareciendo otros detalles adicionales.

Otras veces se manifiesta como una palabra que martillea la mente, por ejemplo: aborto (el aborto podría ser la causa del problema de una persona).

También se manifiesta en la mente como una visión, una imagen de un lugar, persona, cosa o animal.
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Y hay que preguntar a la persona qué significa para ella esa imagen o visión, qué relación puede tener con su vida.
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Y ella nos explicará algún suceso en el que tiene origen su problema.

Se da en forma infusa porque aparece en nosotros sin previa experimentación ni haberse informado de manera consciente.

La persona sólo tiene la certeza de que es así y no de otra forma, y hasta no manifestarla no sentirá la paz del Señor.

   

CUANDO UNA PERSONA TIENE EL DON DE CIENCIA

Quienes tienen un don de ciencia mas poderoso son los que pueden apreciar las virtudes de su conducta respecto a si mismos, al prójimo, a las demás criaturas y a Dios.

Primero, tienen claro lo que debemos creer o no creer, hacer o no hacer.
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Segundo, el estado de nuestra alma, nuestros actos interiores y los movimientos secretos de nuestro corazón.
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Tercero, el concepto que debemos tener de las criaturas y el uso debido de la vida interior y sobrenatural.
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Cuarto, la manera de tratar y conversar con el prójimo, en relación al fin sobrenatural de nuestra creación.

Los que más participan del don de ciencia, son los más iluminados en todos estos conocimientos.

Ven maravillas en la práctica de la virtud.

Descubren grados de perfección que los demás desconocen.

Señalan imperfecciones donde los otros no alcanzan a ver, no están expuestos a equivocarse en sus sentimientos ni a dejarse sorprender por las ilusiones que llenan el mundo.

   

COMO SE OPERA CON ESTE DON

Cuando se produce una necesidad de palabra de ciencia, ésta es captada y discernida por el Espíritu Santo.
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Así el Espíritu Santo envía el aviso al Padre, quién a su vez envía la unción a receptor/es entre los bautizados a quienes se les concedió el don.
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Y los llama para ungirlos con su palabra para el bien común.
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Este proceso es interno dentro de cada individuo e irreversible.

Es importante entender y explicar el uso del don en la asamblea de oración para que la persona incrédula se dé cuenta de su obra sobrenatural y de su presencia.

Instruir adecuadamente sobre las manifestaciones diversas de este don y enseñar a los miembros de la asamblea a usarlo.

Hacer que se pida y se ore para que el Señor dé el don a hermanos de la asamblea. Motivar a abrirse a este don sin temor. Usar toda oportunidad para que se manifieste el don.

Usar el discernimiento de espíritus para conocer lo que viene de DIOS y pedir la confirmación del resultado a la asamblea.

   

USOS DEL CARISMA DE CIENCIA 

El carisma de Ciencia es la gracia dada por DIOS para que actuemos a dos niveles.

Uno es hacia el exterior o sea sobre los demás hombres para edificación de la Iglesia.

Y otro hacia el interior nuestro cultivando y cuidando nuestras virtudes.

Toda Palabra inspirada por Dios es útil para Reprender (Ej. Ananías y Safira, (Hechos 5:1-11); Exhortar (Ej. la samaritana, Juan 4:7-26); Revelar (Ej. Juan 1:47-48), donde Jesús le dice su vida a Natanael.

A través de ésta, el desanimado puede ser confortado, los santos alegrados, la propiedad perdida recuperada, el enemigo derrotado y el Señor Jesucristo glorificado.

Generalmente este don se manifiesta en los llamados a orar por otros –como los ministerios de sanación e intercesión– para conocer el origen de sus males físicos o interiores.

También es otorgado cuando se está aconsejando, predicando o profetizando, o cuando un mandamiento de Dios es dado a fin de que sepamos cómo responder al mismo.

Un predicador conoce por este don lo que debe decir a su auditorio y lo que puede exigirle, lo que Dios obra en él y lo que debe poner de su parte para cooperar con Dios y llenar sus designios.

Un superior conoce cómo debe gobernar a sus inferiores.

Así como Dios utiliza sus dones para edificación de la Iglesia, el maligno también imita estos dones enviándolos para destrucción de ella.
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Algunos ejemplos que describen esta situación son: Hechos 19:13-16 (Los hijos de Esceva); Hechos 16:16­18 (La pitonisa de Filipos).

   

CARISMA DE CIENCIA Y SANACIÓN

La palabra de Ciencia va junto con el carisma de Sanación, pues muchas veces cuando el señor esta sanando a alguien lo revela a través de algún hermano que en ese momento lo anuncia.

Es muy importante la confirmación de la Palabra de Ciencia pues es la forma más directa de comprobar que realmente es una palabra de Dios.

Hay tres ejemplos del P. Amando Sanz sobre como una sanador obtiene el conocimiento.

En el primer ejemplo el Señor le entregó el conocimiento por ejemplo de “rodilla sanada” y con su sola mención a la asamblea se produjo la sanación.
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En el segundo ejemplo él recibió del Señor en una misa de sanación el conocimiento de que alguien estaba siendo sanado de un oído y efectivamente se produjo.
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Y en el tercer ejemplo, el padre muestra cómo pidió al Señor una palabra de conocimiento para sanar a una persona de un trauma y como ésta le llegó.

   

CARISMA DE CIENCIA Y SAGRADAS ESCRITURAS

El conocimiento y LA CIENCIA —como se usan en las Santas Escrituras—hacen referencia a la experiencia personal.

Hay una cualidad directa e inmediata en el conocimiento espiritual que está estrechamente relacionada a la intuición.

Incluye las ideas de que es impartido como un incentivo y guía para la acción, y nunca meramente para proporcionar información.

Es instrumental y un medio para lograr que la vida y el servicio del Cristiano sean agradables a Dios.

Algunos de los conocimientos o palabra de ciencia que menciona la Biblia son los que siguen.

Jesús supo que un poder había salido de él cuando la mujer tocó su manto (Marcos 5: 28–32).

También les indicó a los apóstoles quién prestaría su casa para la última Cena (Marcos: 14: 13–15).

Y supo que ya venían a apresarlo en Getsemaní (Marcos 14: 42).

Jesús es tentado en el desierto.

Las respuestas que Jesús expuso a Satanás fueron palabras de Ciencia impartidas por el Espíritu Santo (Lucas 4:1-13).

Los escribas trataron de atrapar a Jesús, pero la Palabra de Ciencia dada por el Espíritu los confundió a todos (Lucas 20:22-26).

La Respuesta a la Mujer Samaritana (Juan 4:19-20).

Los escribas y fariseos trataron nuevamente de hacer caer a Jesús en una trampa, pero sus palabras sabias volvieron a confundir a sus adversarios (Juan 8:3-11).

La Respuesta de Cristo a sus enemigos (Juan 8:48-58).

Pedro conoce mediante este carisma la mentira de Ananías y de Safira
(Hechos 5: 3–4).

Otorgó sabiduría en la administración de la iglesia (Hechos 6:1-5).
Pedro conoce que llegan los que han de conducirlo a casa de Cornelio(Hechos 10: 9–23).

Ananías tiene conocimiento sobrenatural de la presencia de Pablo en Damasco y de su conversión (Hechos 9: 10–16).

Resolvió una crisis eclesiástica (Hechos 15: 28).

Confirió a Pablo control de la situación resultando en la salvación de muchas vidas (Hechos 27: 23-24).

José podía conocer adecuadamente los sueños del Faraón (Genesis: 41).
Daniel podía saber los sueños del rey Nabucodonosor (Daniel 2: 4-5,23).

El profeta Natán descubre el pecado de David y conoce también que ha sido perdonado (2 Samuel: 12).

Fuentes:

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El Carisma de Liberación: Oraciones de Liberación y Sanidad Interior

Es uno de los temas sobre los regalos del Espíritu.

Se trata del carisma de liberación de influencias malignas, diabólicas.

Y también de malas influencias por traumas adquiridos en la vida.

jovenes orando

Llaman la atención las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos al final del evangelio de Marcos.
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Cuando les dice que deben acompañar el anuncio evangelizador con signos de poder como expulsar demonios, hablar lenguas nuevas y sanar enfermos (Mc 16, 15-18).

Pero a menudo la liberación se ha comprendido mal o inadecuadamente.

Y por otra parte, se han realizado liberaciones que no deberían haber sido realizadas.

La ignorancia, la precipitación, la falta de un buen discernimiento, el mal uso del carisma, las exageraciones etc., han hecho que se tengan sospechas a la hora de entrar en materia

Estamos ante un problema complejo que, lejos de haber desaparecido, sigue presente en nuestra sociedad.

Y por eso este informe trata de poner orden sobre la justificación de este ministerio y la forma en que se debe ejercitar.

La oración de liberación y su complemento, que es la oración de sanación interior, se inscriben dentro de las oraciones de intercesión.

Y se dirigen a Dios en favor de una persona y en presencia de esa persona.

Esto requiere ciertas condiciones espirituales, como la fe, o sea la confianza Incondicional en el amor de Dios, la perseverancia, el perdón, y la asistencia del Espíritu Santo.

Durante la oración de intercesión pedimos ser escuchados en nombre de Jesús cómo lo enseñó el mismo.

No se trata de una invocación mágica sino de lograr que esté presente entre nosotros y dentro de nosotros.

Grupo-de-oracion

   

LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE EL MALIGNO

Se puede hablar, con seriedad de los ritos satánicos y sin caer en exageraciones.

La Iglesia siempre ha rechazado una excesiva credulidad en esta materia, censurando enérgicamente todas las formas de superstición, al igual que la obsesión por satanás y los demonios, y los ritos y modalidades de maléfica adhesión a tales espíritus.

También ha puesto en guardia contra un enfoque puramente racional de estos fenómenos, que termine por identificarles siempre y solo con desequilibrios mentales.

Una serena posición de fe ha sido característica de la actitud de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Como nos recuerda san Juan Crisóstomo:

“Ciertamente, no es un placer entretenerse con el tema del diablo, pero la doctrina que aquel me ofrece la ocasión de tratar resultará muy útil para vosotros” (Del diablo tentador, homicida II, 1).

La Iglesia ejerció, ya desde tiempo apostólico, como lo afirma la introducción del ritual de exorcismos, el poder recibido de Cristo de expulsar demonios y anular su influjo.

Así pues, ora continuamente y con fe “en nombre de Jesús” para ser liberada del maligno.

Y en el mismo nombre, con el poder del Espíritu Santo, ordena de varias formas a los demonios que no obstaculicen la obra de la evangelización y que devuelvan “al más fuerte” el dominio de todos y cada uno de los hombres.

Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra el influjo del Maligno y substraída de su dominio, esto se llama exorcismo”  (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1673).

oracion en grupo

   

EN LA SAGRADA ESCRITURA

En el Antiguo Testamento, ya desde el Génesis aparece la tentación de nuestros primeros padres por la acción de un espíritu perverso y maligno (Gn 3,13-15).

En el primer libro de Samuel, Saúl es atormentado por un espíritu malo (1 S 14,16).

En los libros escritos antes del cautiverio nos encontramos con espíritus malignos actuantes sobre los seres humanos (1 R 22, 21-23; 2 Cro 18, 18-22).

Y por primera vez en el libro de Job aparece ya con el nombre de satán, que es presentado como espíritu tentador, empeñado en apartar al ser humano de Dios (Jb 1,6-2,7).

En los libros posteriores al cautiverio, el demonio aparece con más frecuencia y con mayor claridad, excluido de todo influjo persa que lo divinizaba (1 Cro 21, 1; Za 2,12; Ecl 21,30).

En el Nuevo Testamento los pasajes sobre el demonio son muy repetidos y explícitos.

El evangelio de San Mateo lo cita once veces; san Marcos trece; san Lucas veintitrés; y san Juan seis.

El demonio es presentado como adversario de Cristo y del reino de Dios.
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Satán y los suyos aparecen siempre como incitadores del pecado y el demonio es llamado simplemente “el maligno” (Mt 13,19.38), “enemigo y adversario” (Mt 4,3), “padre de la mentira” (Jn 8,44), “príncipe de este mundo” (Jn 12, 31).

El Apocalipsis compendia así la revelación sobre el demonio:

“Fue arrojado el gran dragón, la antigua serpiente, el que se llama diablo y satán, el que seduce el universo entero (Ap 12,9).

En los evangelios se muestra como satanás quiere hacer fracasar la obra de la redención por todos los medios.

En el comienzo de la vida pública de Jesús, intenta apartarle de su misión (Mt 4,1ss; Lc 4,1ss).

Satán quiere hacer caer a los Apóstoles (Lc 22,31) y es el que inspira a Judas a la traición (Lc 22,3).

Jesucristo proclama que el demonio es el que siembra la cizaña entre el trigo (Mt 13,39) y es el que arrebata la buena semilla de la Palabra de Dios del corazón de los seres humanos (Lc 8,12).

Marcos presenta como primer milagro de Jesús en Cafarnaúm la expulsión de un demonio (Mc 1, 21-28).

Aduce, también, otras tres expulsiones diabólicas: la del endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20); la de la hija de la mujer Sirofenicia (Mc 7, 24-30); y la del endemoniado epiléptico (Mc 9,14-29).

Juan contrapone una y otra vez la acción redentora de Cristo a la acción y reino de satán, que es el reino de las tinieblas (Jn 1,5) y entiende su obra como juicio contra el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31)

San Pedro en su primera carta escribe:

“Sean sobrios y velen. Su enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistan firmes en la fe” (1 P 5,8).

Por otra parte san Pablo advierte:

El diablo actúa en forma de toda clase de poder, de signos y de prodigios mentirosos, y de toda especie de seducciones inicuas, destinadas a los que están en vías de perdición, por no haber escogido el amor de la verdad que los salvaría.

Y, por eso, Dios les manda una fuerza poderosa de seducción que los lleva a creer en la mentira, de suerte que acaben condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la iniquidad” (2 Ts 2, 9-12).

La lectura del Santo Evangelio nos muestra como Jesús dedicó gran parte de su ministerio a arrojar el demonio de muchas personas que estaban poseídas u oprimidas por los demonios.

Cuando San Pedro en la casa de Cornelio sintetiza el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo lo hizo con estas palabras:

“Como Dios ungió a Jesús de Nazareth con el Espíritu Santo y con poder, y cómo El pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (Hech 10,37-38).

Y es que Pedro había presenciado las muchas liberaciones demoníacas que había realizado Cristo durante los años de su vida apostólica.

La misión que recibieron los doce y los setenta y dos discípulos incluyó la de expulsar demonios (Lc 9,1-6; Mt 10,8; Mc 6,7-13; Lc 10,17).

Este mismo poder lo comunica a todos los verdaderos creyentes (Mc 16, 17-18).

Es por ello que entraremos directamente en el tema de la oración de liberación, conscientes de la necesidad del don del discernimiento para saber qué es lo que hay y como se debe proceder.

Es tan peligroso ignorar la presencia del demonio como afirmarla donde no se da.
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Por tanto, la liberación debe ejercerse con gran prudencia.
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Y solamente hacerla cuando en la oración se juzga que realmente se da allí la acción del demonio y que el Señor quiere que en ese momento oremos por liberación.

jovenes orando liberacion

   

EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA

El catecismo de la Iglesia católica (cf. Nn. 391-395), apoyándose en la revelación, presenta breve y densamente la existencia del demonio, quienes son los demonios y cuál es su acción y su poder.

Igualmente en el capítulo IV del catecismo dentro del tema de la oración cristiana, ampliando la oración del padrenuestro, dice:

“El mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios.
.
El diablo (dia­bolos) es aquél que se atraviesa en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
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Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira (Jn 8,44).
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Satanás, el seductor del mundo entero (Ap 12,9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo, y por cuya definitiva derrota toda la creación entera será liberada del pecado y de la muerte”
(nn.2851, 2852).

Afirma san Ambrosio, citado por el catecismo de la Iglesia:

Quien confía en Dios no tema al demonio. ¿Si Dios está con nosotros, quien estará contra nosotros?” (Rom 8,31).

La victoria sobre el príncipe de este mundo (Jn 14,30) se adquirió de una vez por todas en la hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida.

Los puntos principales sostenidos por la Iglesia respecto al demonio los tenemos en el V concilio ecuménico de Constantinopla (553), concilio de Braga (561), IV concilio de Letrán (1215), concilio de Trento (1545-1563), concilio Vaticano I (1869-1870) y concilio Vaticano II (1962-1965).

Incluso el Papa Pablo VI sintió la necesidad de recordar la doctrina de la Iglesia sobre esta materia, en la audiencia general del 15 de noviembre de 1972:

El mal no es ya solo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.

Quien rehúsa reconocer su existencia, se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica; como se sale también quien hace de ella un principio autónomo, algo que no tiene su origen, como toda criatura, en Dios.

O quien la explica como una pseudos realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias” (L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de 1972, p. 3).

El Papa Juan Pablo II, en el ciclo de catequesis sobre la creación (9 y 30 de Junio, y 13 de Agosto de 1986) afirma la misma doctrina.

pintura hablar en lenguas

   

LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Se hace necesario hacer una distinción fundamental entre la oración de liberación de la oración de exorcismo, la cual amerita un capítulo adicional que no se trata en el presente artículo.

Lo que si podemos precisar es que la oración de exorcismo se hace en el nombre de Cristo, pero dirigida a uno o varios espíritus malignos con el fin de liberar a la persona poseída.

Este tipo de oración debe ser realizada por un sacerdote piadoso, docto, prudente y con integridad de vida, con licencia peculiar y expresa del Obispo diocesano (Canon 1172 del Código de derecho canónico).

Este tipo de oración de exorcismo se dirige básicamente en los casos de posesión maligna, que como hemos anotado son raros.

Antes de profundizar en la oración de liberación y en el ejercicio del carisma de liberación, es importante partir de la necesidad de conformar un ministerio de liberación que realice este tipo de oración.

El cual debe ser conformado, en lo posible, por varias personas con carismas complementarios y que vivan una comunión profunda en el Espíritu del Señor.

Y bajo la asesoría de un sacerdote o en el mejor de los casos contando con su presencia.

En dicho ministerio se recomienda encarecidamente la vivencia de tres fases, sin que se relativice ninguna, a saber: Acogida, oración y acompañamiento.

paloma y gente rezando

   

PRIMERA FASE: LA ACOGIDA

El ministerio de liberación descansa fundamentalmente sobre una “espiritualidad de misericordia”, en donde una persona que cree estar atormentada por el maligno, debe poder sentirse acogida, sin ser juzgada.

El ministerio de liberación comienza por tomar los medios concretos para acoger a las personas atormentadas, con una mirada cristiana de compasión.

La calidad de la acogida favorece la escucha de la persona, para que esta tenga confianza en el ministerio para aceptar los consejos propuestos por estos y facilitará el discernimiento.

Se deben realizar preguntas claves que ayuden a tener un buen discernimiento, como por ejemplo cuando comenzó la aparición de los desordenes, si hay en la familia signos de un desorden del mismo género, estos desordenes se agravan por un contexto espiritual cristiano, etc.

La búsqueda del comportamiento del riesgo alienante es primordial. Para ello debe darse convergencia de criterios entre los miembros del equipo para llegar así al discernimiento final.

Debe darse igualmente una preparación de las personas que van a orar y de la persona sobre la cual se va a orar.

No sobra decirlo que los miembros del ministerio deben prepararse con oración y ayuno.

Es necesario tomar muy en serio la oración en la liberación y es por ello que se le debe dar una importancia especial a la oración en el grupo antes de orar.

En cuanto a la preparación de la persona sobre la que se va a orar, esta debe manifestar su decisión para poner en orden su vida, acompañada de un arrepentimiento serio de sus pecados y el perdón recibido a través del sacramento de la reconciliación.

Otro paso de gran importancia es entregar su vida al señorío de Cristo. Se ha de pedir con total confianza que el Señor revista a todos de su amor y de su compasión.

Se puede iniciar la preparación por un acto colectivo de arrepentimiento de cuantos intervienen.

No se hace la oración de liberación forzosamente porque se de una causa espiritual.
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No debemos precipitarnos.
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Detrás de la liberación hay siempre una llamada a la conversión, a esta es para la que hay que preparar a la persona.

Todos los autores están de acuerdo en señalar la importancia capital que tiene el hecho de reclamar sobre sí, en fe profunda la sangre de Cristo.

Es pedir sobre el ministerio y sobre la persona por quien se está orando, la protección de Dios recurriendo a la súplica de nuestra participación en la aspersión de la sangre de Cristo (1 Pe 1,2; Ef 1,7).

Semejante precaución espiritual vivida en la confianza en el amor infinito del sacrificio de amor ofrecido por Jesucristo en la cruz por la liberación de los pecados de todos los hombres, tiene en cuenta el riesgo de contagio o de daños espirituales que pueden sufrir los que afrontan dicha oración de liberación.

Se busca con ello vivir ese tiempo fuerte de oración, con una fe purificada y confiada, dispuesta para afrontar este combate espiritual.

Es de anotar que nunca se debe hacer una oración de liberación en público, ni siquiera en situaciones de sorpresa (manifestaciones repentinas a causa de una asamblea, por ejemplo).

Conviene por el contrario, buscar ante todo la discreción y poder disponer de un lugar retirado para orar, al abrigo de las miradas exteriores.

Evitar la oración en público no significa practicarla solo, sino con motivo de una reunión de los miembros del equipo ministerial.

Antes de comenzar la oración de liberación propiamente dicha, se requiere de una persona encargada de dirigir la sesión, la cual ejercerá su carisma de liberación expresando autoridad sobre los espíritus malos.

Esta persona a su vez, debe exponer claramente el papel de cada uno de los miembros del equipo, y debe ser la responsable de todas las decisiones.

Le corresponde hacer ver a la persona por quien se ora que es necesaria su colaboración y apertura en aras de un buen discernimiento.

Debe cuidar además de mantener un clima libre de tensiones en donde la comunicación sea normal, orando con todo fervor y confianza, actuando con humildad y sencillez, pero llena de fortaleza.

Nunca se pondera suficientemente la estricta confidencia que debe haber entre cuantos participan en el ministerio.

Puede presentarse el caso que una persona no quiera arrepentirse o perdonar, se hace necesario, por tanto, que el que dirige la sesión de liberación invita que se ore por la persona para que Dios le conceda la gracia de la contrición y de perdonar sinceramente.

Sin esto no se debe continuar. Es realmente necesario que la persona termine esta primera etapa entregando su vida a Dios y reconociendo a Jesús como su Señor y Salvador.

hombre con una cruz

   

SEGUNDA FASE A: LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Esta segunda etapa procede del discernimiento final y no puede hacerse sin él. Pasar demasiado rápido a la oración de exorcismo sin tomar los medios de un discernimiento justo es un riesgo para la salud de la persona afectada.

Es conveniente comenzar con una alabanza y una acción de gracias. Pedir al Señor protección para todas y cada una de las personas que intervienen en la liberación es algo que nunca debe omitirse.

Para ello se puede invocar el poder protector de la sangre de Cristo.

Otro aspecto importante en la oración de liberación tiene que ver con la oración en la que se atan los espíritus, con el objeto de paralizar toda asistencia diabólica.

Esta oración busca no solo suprimir las manifestaciones que descentren a las personas de Jesús, impidiendo todo daño al sujeto de la liberación y a las personas que intervienen.
.
Sino también el que susciten temor, confusión o agitación de cualquier clase.

Esto además, ayudará a identificar las áreas que necesitan sanación interior y aún los aspectos y personas sobre los que debe recaer el perdón.

Se debe tener también en cuenta la renuncia al pecado en conexión con la infestación demoníaca.

Es muy aconsejable haber recibido previamente el sacramento de la Reconciliación, el cual conviene hacerlo antes de comenzar el proceso de liberación.

Si hubiera habido algún tipo de pacto, no se pase a otra etapa sin previa retractación, la cual debe hacerse de manera formal y expresa.

Igualmente la sanación de las heridas profundas es el punto focal del proceso de liberación.

Comúnmente es necesario llegar a la raíz de la causa que crea la dificultad y orar por su sanación.

En cuanto a la oración de liberación como tal no es necesario usar una misma y única fórmula.

Uno de los modelos nos lo ofrece Philippe Madre en su libro Curación y Exorcismo:

Yo te ordeno en nombre de Jesucristo y en la fe de la Iglesia, a ti espíritu de…… cesar inmediatamente toda influencia maligna sobre el alma o el cuerpo de X. Sé que no soy nadie para ordenarte esto, pero a través de mi debilidad la fuerza del Señor manifiesta todo su dominio.

Apoyándome en las promesas de Jesús, las cuales tu sabes son verdaderas, ya que Él mismo es la verdad, te ordeno pues, a ti, espíritu de…. desaparecer definitivamente de la vida y de la historia de X, sin hacerle ningún daño y sin que te atrevas a volver.

Tu sabes en este momento que X ha elegido la luz y que renuncia a toda mentira, a toda seducción, a toda voluntad de poder, a toda complicidad con el maligno.

Te ordeno cesar toda influencia nefasta o destructiva en su cuerpo y en su alma. Ahora mismo debes alejarte y no volver nunca más.

Ahora mismo Jesús, el Hijo único de Dios, te arroja por su muerte y su resurrección, de la existencia de X. Tenías a X prisionero a causa de… (aquí se pueden citar los comportamientos de riesgo alienante pasados de X), pero la misericordia del Señor lo ha visitado en el seno mismo de estos acontecimientos y tú debes renunciar a esta opresión, (o a esta obsesión).

Yo te lo ordeno por la autoridad misma del hijo de Dios, que te ha vencido en el leño de la cruz.

A petición de María, la Virgen purísima, yo te lo ordeno.

A petición de san José, terror de los demonios, yo te lo ordeno.

A petición de san Miguel Arcángel, yo te lo ordeno.

A petición del Ángel de la guarda de X, yo te lo ordeno.

A petición de…. (aquí se pueden citar varios santos o santas conocidas en el ministerio.

Lo que cuenta no es, claro está, la cantidad de nombres de bienaventurados invocados, sino la familiaridad espiritual auténtica que uno pueda vivir con uno u otro)”.

Es importante notar la diferencia fundamental que existe entre una oración de curación y una oración de liberación.

Mientras que la primera se dirige a Dios, la segunda se dirige al demonio opresor.
.
Mientras que la oración de curación es, ordinariamente, una oración de petición.
.
La de liberación es un “mandato” a satanás, puesto que se trata de un enfrentamiento con él, en el nombre de Jesús.

Por tanto, el que hace la oración de liberación, tiene que estar de algún modo, investido de la autoridad de Jesucristo.

Esta fase suele terminar cuando hay cierta percepción espiritual de que el espíritu realmente ha dejado de influenciar la persona, la cual, ordinariamente siente que la paz la invade o que no hay ya perturbación en su interior, que incluso se refleja exteriormente.

Se pide igualmente la protección del Señor sobre todos, especialmente sobre el sujeto liberado.

Se clama un nuevo derramamiento del Espíritu, los dones que especialmente necesita la persona; se pide por las necesidades del equipo de liberación.

Lo ideal sería que recibiera muy pronto la Eucaristía y que la frecuentara en adelante.

La oración de sanación interior tiene un puesto insustituible después de haber sido liberada.

Se debe hacer con intensidad, amor y paz, empleando el tiempo que fuere conveniente.

La alabanza, la acción de gracias a Dios por su actuación clausurará esta clara, frecuentemente ardua y prolongada sesión.

   

SEGUNDA FASE B: LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR

La oración de sanación interior debe conceptualizarse como un complemento de la oración de liberación; hay una sinergia entre ellas que las hace necesarias en muchos casos.

Esta oración trata de sanar enfermedades interiores, como sufrimientos, conflictos, cólera, miedo, tristeza, etc.

Que son debidos a heridas que hemos ido acumulando en nuestra vida.

Son trastornos que han afectado la psiquis en la parte afectiva, emocional y de los recuerdos.

Y que afectan y condicionan la vida espiritual y física de la persona.

Incluso influencian sus comportamientos y modos de pensar de manera negativa.

Esto comienza con el discernimiento del grupo de oración sobre la persona que están tratando, sobre la que están orando.

No se trata de una psicoterapia sino de pedir la intercesión de Jesús para la iluminación y para la sanación.

Pero las heridas y los dolores de la persona sobre la que se está orando que se revelen, deben usarse con mucho discernimiento, porque se está tocando resortes delicados de la vida de la persona.

Hay que pensar qué la persona por la que se está orando está como atada y hay que desatarla de los condicionamientos que tiene.

Y no se trata de liberación de las influencias del maligno, eso se materializará mediante oraciones de liberación como vimos antes.

Por eso mismo es útil, durante este proceso de sanación interior, realizar oraciones de liberación, si el discernimiento lleva a pensar que hay una actividad del maligno que está impidiendo la sanación de los traumas.

Estas oraciones requieren una cierta repetición para obtener beneficios.

Además de la colaboración activa de la persona por la quién se ora y el compromiso del grupo de oración para sostener esta actividad.

Estas dos cosas debieran estar apuntaladas por la frecuencia en los sacramentos, la meditación de la palabra de Dios, realizar obras de caridad y recurrir a la dirección de un director espiritual, lo mismo que en cualquier oración de intercesión.

grupo de oracion de jovenes

   

TERCERA FASE: EL ACOMPAÑAMIENTO

Un ministerio de liberación, no puede ignorar la importancia de esta fase. Incluso algunos autores aconsejan no hacer oración de liberación a menos que se tenga resuelto este aspecto, para ellos fundamental.

Se trata de reconstruir y reafirmar la vida de la persona liberada en las áreas en que había sido infestada y que han quedado libres de la influencia maligna por la gracia del Señor a través de la oración de liberación.

Se busca además proteger a la persona para que no vuelva a caer en los pecados o en las situaciones en las que puede volver a ser infestado por el espíritu del mal.

En primer lugar hablamos del acompañamiento espiritual, dirigido a las necesidades de conversión y de fortificación espiritual después de la liberación, el cual puede ser practicado por un miembro del equipo ministerial que vivió la primera fase con el sujeto.

En este tipo de acompañamiento el sacerdote juega un papel primordial, particularmente en la perspectiva del sacramento de la reconciliación.

Todos los comportamientos de riesgo alienante pertenecen al orden del pecado y la persona liberada puede tomar conciencia de ello muy rápidamente y se sentirá motivada por tanto a celebrar el sacramento de la reconciliación.

La conversión auténtica se verifica en los actos y en las elecciones nuevas, de perspectiva cristiana, que el sujeto llevará a cabo y que transformarán efectivamente su existencia.

En los casos de exorcismo, obsesión u opresión no conviene cantar victoria muy rápidamente, pues después de la oración de liberación la persona se puede sentir sola y tiene muchas posibilidades de recaer en el futuro próximo.

En segundo lugar hacemos referencia al acompañamiento en la sanación interior, el cual se le llama a veces la “convalecencia interior”.

Es un aspecto posible de la actividad del ministerio de liberación, quitando zonas de anestesia interior que volvían insensibles algunas heridas del pasado, pero que aún no estaban curadas.

Estas heridas seguían “sangrando” en el alma, y por lo tanto, generaban cierto sufrimiento profundo.

Será entonces la mirada de Jesús la que visite con una gran bondad y compasión inmensa, todo este pasado personal, sin ser jamás un acusador. A la luz de esta mirada, el hombre se descubrirá amado, perdonado y dejara que el amor lo sane.

Es bueno recordar que el motor primordial de un auténtico camino de sanación interior es el perdón y este entendido en el movimiento de ser perdonado y de perdonarse.

Ser perdonado ante todo por Dios o por una persona a la que se le causo algún mal y perdonarse a sí mismo ya que no hay peor juez acusador que nosotros mismos.

La persona finalmente se descubrirá locamente amada por el Señor y podrá exclamar con san Pablo: “Me ha amado tanto”.

Hay que pedir a la persona liberada romper con los modos habituales de conducirse que la han llevado a la infestación.

Por eso, es precisa cierta disciplina espiritual de acuerdo con la situación anterior de la persona, la cual debe comenzar a tener actitudes de oración regular, acompañada de la lectura regular de la Sagrada Escritura, la vida sacramental, especialmente la Eucaristía, sin dejar de acudir con frecuencia al sacramento de la reconciliación.

Se le ha de aconsejar, y en cierto modo, es el recurso más valioso, porque abarca los anteriores o va llevando a ellos, el que se integre a un buen grupo de oración.

Allí encontrará la ayuda fraternal de sus hermanos que le acogen con amor sincero y que oran por él para que se fortalezca y crezca.

Por: P. José Camilo Arbeláez M. y Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

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Que son los Carismas y Dones del Espíritu Santo

Los Dones y Carismas son regalos de Dios.

Que nos permiten seguirlo y actuar en el mundo por su cuenta y a su servicio.

Tanto en la vida diaria como en ocasiones extraordinarias.

caliz con paloma

Mientras que los dones son algo permanente que los obtenemos con el bautismo y otros sacramentos, los carismas son concesiones extraordinarias.
.
Que nos permiten actuar con un poder sobrenatural en un área determinada.

Leer especialmente:

El Carisma de Liberación: cómo los Laicos pueden hacer Liberaciones del Mal

¿Quieres saber qué Es y qué Importancia tiene el Carisma de Ciencia que entrega el Espíritu Santo?

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Criterios para el Discernimiento

Etimológicamente la palabra carisma viene del griego charis, que significa gracia o don gratuito.

El Concilio Vaticano II insistió en que estamos llamados a la santidad, pero no por la fuerza de la voluntad sino por el poder del Espíritu Santo.

Este Espíritu nos hace regalos que perfeccionan la fe, la esperanza y el amor desde un punto de vista sobrenatural.

Algunos de ellos son regalados en el bautismo y en la confirmación, pero otros son regalados por el Espíritu Santo según su propia discrecionalidad.

El Espíritu Santo distribuye estas gracias entre los fieles de todo rango.

La Lumen Gentium del Vaticano II dice que,

“Deben recibirse con agradecimiento y consuelo, ya que son sumamente adecuados y útiles para las necesidades de la Iglesia”.

Y sigue diciendo que,

El papel de los ordenados es discernir, pastorear y coordinar los carismas de los laicos para que maduren y trabajen juntos para la mayor gloria de Dios”.

Estos carismas son poderosas herramientas para nuestra misión de testigos de Cristo en el mundo.

No son para la santificación personal, sino para construir el cuerpo de Cristo y se utilizarán para servir a los otros.

Nadie tiene todos los carismas que puede entregar el Espíritu Santo, porque nos necesitamos unos a los otros, como sucede con los órganos del cuerpo, que no pueden funcionar unos sin otros.

Debe tenerse claro que un carisma no es una habilidad natural desarrollada, sino un don sobrenatural.

Que permite hacer lo humanamente imposible o elevar un don natural a un nivel sobrenatural.

Esto implica que Dios está operando a través de ti cada vez que estás utilizando un carisma.

No son algo que uno posea su control, sino que el control lo tiene el Espíritu Santo, que los hace actuar cuando se necesitan.

Y por otro lado, cuanto más te entregues a Dios, mejor y más frecuentemente actuarán los carismas.

En definitiva los carismas son signos que dan testimonio del evangelio y gloria a Dios.

Porque revelan su amor y poder trabajando en el mundo.

Y como cristianos cada uno tiene el deber de ejercer los carismas del Espíritu Santo en un espíritu de orden y de unidad, uniendo y construyendo la Iglesia.

 

QUE SON LOS CARISMAS

Los carismas son dones extraordinarios concedidos por DIOS (y la Divina Trinidad).
.
Pero especialmente por el Espíritu Santo.
.
Que se encuentran en todo tiempo y lugar.

No son requisitos para la salvación personal.

No es más santo el que tenga mayores carismas, y no se reciben por el bautismo ni por ningún otro sacramento.

 “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de actividades, pero es el mismo Dios que actúa en todas ellas” (1Co 12, 4-6).

    

PARA QUÉ SON LOS CARISMAS

El Espíritu Santo los concede a quien Él quiere dentro y fuera de la iglesia.
.
Con lo que lo capacita y dispone para asumir alguna/s obras y funciones.

Pero los concede de forma incomparable dentro de la Iglesia, por los méritos de Cristo, para el bien común, y para la renovación y construcción de la iglesia.

“En cada uno el Espíritu revela su presencia con un don que también es un servicio”.

    

CÓMO FUNCIONAN

Son gracias que pueden ser desde transitorias a mas o menos constantes.
.
El Espíritu Santo los da y los quita según su beneplácito.
.
Por eso se debe discernir cada expresión de apariencia carismática si proviene de DIOS, del hombre o del maligno.

Los carismas brotan con formas nuevas según las necesidades de la iglesia.

Se pueden pedir al Espíritu Santo para servir a la iglesia.

Y su desarrollo o manifestación puede ser explosiva o en un proceso de discernimiento.

También apoyado por agentes externos como grupo de pares, grupos de oración, asesores espirituales, etc., o en forma íntima y personal dependiendo del estado del receptor.

Se aconseja la oración y la invocación al Espíritu Santo para su uso adecuado, y deben ser ejercidos con caridad y evitar los excesos.

Definicion de los Carismas

    

CUALES SON LOS CARISMAS

San Pablo enumeró una serie de carismas en la Biblia pero hay consenso entre los estudiosos que existen más carismas.

Debemos tener en cuenta también que no podremos concluir un listado completo de carismas.

Ni en el Catecismo de la Iglesia Católica ni en Lumen Gentium del Concilio Vaticano II hay listados exhaustivos de carismas.

Según el padre Miguel Angel Fuentes: San Pablo nos ha ofrecido varias clasificaciones de carismas.  Evidentemente, no quieren ser exhaustivas.

Es empeño inútil e imposible tratar de hacer un esquema rígido dentro del cual cupiese toda la infinita dinámica del Espíritu.

Según el padre Emiliano Tardiff, tan sólo en sus epístolas, San Pablo menciona un total de veinte.
.
Podemos subdividirlos en tres categorías según el género de utilidad que procuran:

1 – referentes a la instrucción de los fieles: el carisma de apóstol, de profeta, de doctor, de evangelista y de exhortador, la palabra de sabiduría, la palabra de ciencia, el discernimiento de espíritus, el don de lenguas, el don de interpretar las lenguas.

2 – relacionados con el alivio de los fieles: el carisma de limosna, de la hospitalidad, el don de asistencia, el de la fe, las gracias de curaciones, el poder de milagros.

3 – relacionados con el gobierno de la comunidad:el carisma de pastor, el de aquel que preside, los dones de ministerio (diakonía), los dones de gobierno.

Hay muchos más carismas, como son por ejemplo, el carisma de la vida religiosa, el carisma de la infalibilidad del Sumo Pontífice”.

En el portal católico EWTN encontramos el siguiente listado de carismas a partir del referente bíblico:

a) Carismas de “apostolado”, “enseñanza”, “gobierno”.
. Apóstoles: lCo 12,28; Ef 4,11.
. Profetas: lCo 12,28; Ef 4,11.
. Pastores: Ef 4,]1; Hch 20,28.
. Maestros: ICo 12,28; Rm 12,7; Ef 4,11.
. Evangelistas: Ef 4,11; Hch 21,8.
. Epíscopos, presbíteros, diáconos: Hch 14,23; 15,2: 20,17.28; Flp 1,1; Tito 1,5.
. Diaconías diferentes: Hch 6,1-6; Rm 12,7; Ef 4,12; IP 4,11.

b) Carismas de conocimiento y de palabra.
. Palabra de profecía: ICo 12,10: Rm 12,6.
. Palabra de sabiduría: I Co 12,8.
. Palabra de conocimiento ( ciencia ): I Co 12,8.
. Revelaciones: lCo 14,26.
. Penetración de misterios: lCo 13,2.
. Visiones: Hch 2,17; 9,3,17.
. Discernimiento: I Co 12,10; 14,29.
. Xenoglosia: Hch 2,6.11: Mc 16,17.
. Lenguas ( glosolalia ): I Co 12,10.29: Hch 10,46; 19,6.
. Interpretación de lenguas: lCo 12.10.30.

c) Carismas de servicio.
. Funciones administrativas: 1 Co 12.28.
. Presidir: Rm 12,8.
. Asistencia en las necesidades: lCo 12,28.
. Exhortar: Rm 12,8.
. Obras de misericordia: Rm 12,8.
. Distribución de los propios bienes: lCo 13,3.
. Entrega de la propia vida: lCo 13,3.

d) Carismas de poder.
. Fe: Hch 14,9; lCo 12,9.
. Curaciones: Mc 16,18; lCo 12,9.28.
. Obras de poder: Hch 4,30; lCo 12,10.28.
. Exorcismos: Mc 16,17.

e) Carismas de estado de vida.
. Matrimonio: l Co 7,7.
. Celibato, virginidad, soltería consagrada: lCo 7, 7.34.

 Pero también hay otras categorías de regalos.

   

DONES, FRUTOS, VIRTUDES

Los dones del Espíritu Santo son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir las inspiraciones divinas.
.
Los que luego fructificaran en conductas, que son los FRUTOS.

Las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo se adquieren en el Bautismo; la Confirmación fortalece en el alma estos dones…

dones 

    

DONES

La vida moral de los cristianos está sostenida por los Dones del Espíritu Santo.
.
Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil, para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

Los siete son:

TEMOR DE DIOS: que nos hace vivir en su presencia.
INTELIGENCIA: que nos dá a conocer su verdad.
SABIDURÍA:que nos hace ver el sentido de las cosas.
PRUDENCIA:que nos descubre los caminos rectos.
JUSTICIA: que busca la rectitud en todo.
VALENTÍA:para atreverse a hacer las cosas y realizarlas.
MODESTIA: que hace respetar a Dios y mantener las cosas en su justo lugar.

       

VIRTUDES TEOLOGALES

Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.
.
Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo.

Las Virtudes Teologales son:

FE: creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.
ESPERANZA: deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.
CARIDAD: amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.


    

LOS FRUTOS

Los Frutos del Espíritu Santo son perfecciones que Él forma en nosotros como primicias de la Gloria Eterna.

Los Frutos del Espíritu Santo son doce:

CARIDAD: El acto de amor de Dios y del prójimo.
GOZO ESPIRITUAL: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.
PAZ: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.
PACIENCIA: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas.
LONGANIMIDAD: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos.
BONDAD: Dulzura y rectitud del ánimo.
BENIGNIDAD: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.
MANSEDUMBRE: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición.
FE: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.
MODESTIA: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.
CONTINENCIA: La que modera los deleites de los sentidos.
CASTIDAD: La que refrena los deleites impuros.

   

LAS VIRTUDES CARDINALES

Una Virtud es una propensión, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien.

Se llaman Cardinales las que son el principio y el fundamento de las demás virtudes.

Las cuatro virtudes cardinales son:

PRUDENCIA: Nos hace conocer y practicar los medios mas conducentes para obrar el bien.
JUSTICIA: Hace que demos a cada uno lo suyo y lo que le corresponde.
FORTALEZA: Nos da valor para amar y servir a Dios con fidelidad.
TEMPLANZA: Hace que frenemos las pasiones bajas . Hace que frenemos las pasiones bajas

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Cómo aplicar el Discernimiento cuando nos enfrentamos a Decisiones Difíciles

A cada paso en la vida nos enfrentamos a tomar decisiones.

Debemos optar entre varios caminos posibles.

Y a veces tomamos decisiones sin un método, debido al trajín de los hechos.

¿Cómo discernir la situación que tengo enfrente?

¿Hay alguna regla o curso de acción seguro para seguir?

¿Hay alguna manera de discernir que es lo mejor para mi a largo plazo?

¿Hay alguna manera de aprender cómo reconocer lo que Dios quiere separándolo de lo que queremos nosotros o el maligno nos inspira?

Este proceso es el discernimiento y lo tratamos en este artículo.

  

QUE QUIERE DECIR EXACTAMENTE DISCERNIR

Algunas personas usan el término discernimiento como sinónimo de decisión.

Discernir no es decidir, aunque puede preparar una decisión.

Es anterior a la decisión y significa poner a prueba, examinar, estimar, sopesar, separar, elegir.

En la Biblia discernir se maneja básicamente de dos formas.

– Como poner a prueba a examinar, estimar, sopesar

– Y como separar, elegir, juzgar

Allí discernir es diferenciar lo que es de Dios, de lo que es de la carne o el mundo, y de lo que es del maligno.

Y esta diferenciación ayuda a tomar una decisión.

Este mecanismo lo utilizamos en la vida diaria, cuando pensamos o escuchamos algo, o cuando tenemos que decidir algo.

Porque debemos admitir que algunas cosas pueden ser una moción de Dios, pero hay otras que son mezcladas, y por lo tanto hay que tamizar.

  

EL CAMINO SEGURO ES CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS

Estando convencidos que Dios nos ama profundamente y quiere nuestro bien, y a su vez que es omnipotente y omnisciente – o sea que puede todo y sabe todo -, entonces lo más razonable es que nuestra meta sea cumplir la voluntad de Dios.

Pero como seres humanos frágiles, pecadores y desordenados, se plantea una batalla entre nuestra voluntad y la de Dios.

Y a veces inconscientemente confundimos ambas voluntades.

En realidad, nuestra mayor ofrenda sería entregarle a Él nuestra voluntad, como hizo la Virgen María cuando le dijo sí a Dios.

Pero además, al cumplir la voluntad de Dios lograremos paz, gozo, descanso, porque en Mateo 11:30 Jesús dice “mi yugo es suave y mi carga ligera”

Por lo tanto el propósito general es estar en comunión con Dios, el “hágase tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo”.

Por eso que en el discernimiento importa sobre todo descubrir con claridad el designio de Dios.

Llegar a la convicción de cuál es la dirección que debo tomar y los medios para llegar a la meta.

Dios nos ha revelado su voluntad en las sagradas escrituras, en la tradición y el magisterio, pero ahora hay que saber aplicarlo a nuestra vida personal.

Además Él nos va a revelar su plan personal, su recomendación para cada momento de nuestra vida, si aprendemos a discernir y a escuchar su voz.

  

EN QUE CONSISTE EL DISCERNIMIENTO CONCRETAMENTE

El discernimiento de espíritus es el conocimiento que nos hace distinguir si las inspiraciones que experimentamos tienen una fuente en Dios, en el espíritu humano o en el maligno.

Descubrir de dónde provienen los movimientos interiores y exteriores; separar la hierba de la cizaña; y determinar cómo lidiar con ellas.

Es diferenciar aquellos impulsos o espíritus que desvirtúan, distraen o impiden la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.

Es un don para identificar la voluntad de Dios y su plan en situaciones diversas, cuando tenemos diferentes alternativas.

Se trata de escoger entre alternativas que tienen un valor similar y no simplemente entre lo evidentemente bueno y lo malo.

También nos permite descubrir cuál es el camino que quiere Dios para nosotros en términos tendenciales.

Este discernimiento cristiano es inseparable de la oración, porque necesita la comunicación con Dios.

También es inseparable de las Escrituras, del Magisterio y de la Tradición de la Iglesia.

Es más que un sentido común, es usar la razón dirigida por la fe en las situaciones de nuestra vida.

El discernimiento implica siempre prudencia, para que nuestros pensamientos no estén fuera de sintonía con la divinidad.

Para que nuestras intenciones no sean impuras.

Y para que nuestros sentimientos sean orientados hacia el espíritu de Dios.

Todo esto está relacionado con el descubrimiento de Su Voz.

La forma más común en que el Espíritu Santo nos habla es a través de inspiraciones que nos surgen en la mente y de los hechos que se nos presentan en la vida.

Aunque también hay formas extraordinarias, como algún tipo de visión, alguna convicción súbita, algún sueño, signos que confirman o disconfirman lo que pensamos y que aparecen de repente sin que lo hayamos pedido.

Y también están obviamente la Tradición, el Magisterio la palabra de Dios en la Biblia – como dijimos -, y nuestros hermanos, nuestro director espiritual, etc.

Hay algunos criterios que pueden orientar el discernimiento en términos bien generales.

En primer lugar desconfiar de las cosas que se salen de contexto o de la línea, de lo que el Señor nos ha estado diciendo nuestras vidas.

En segundo lugar asegurarnos de la pureza de corazón y de intención, y de la humildad y la docilidad.

Y entender que somos parte de un plan mayor, que la obra divina en el mundo y en su Iglesia.

No se trata solamente de nosotros sino lo que Dios está haciendo con Su pueblo.

También implica paciencia, la espera cuándo algo no parece claro, como lo expresa San Ignacio cuando dice que no hay que tomar decisiones en los momentos de desolación.

Además se nos presentan obstáculos, como por ejemplo el orgullo, la arrogancia y la autosuficiencia.

También nuestro escaso conocimiento del magisterio de la iglesia y de las escrituras, que nos pueden llevar a malas interpretaciones.

Además está nuestra inclinación al pecado y al hedonismo, tratando de buscar lo más fácil y menos doloroso.

El apego a nuestros deseos y proyectos y nuestros deseos de grandeza.

  

CRITERIOS PRÁCTICOS PARA UTILIZAR

Estos son principios para guiar la reflexión que lleve al discernimiento.

Son distintas facetas de un mismo propósito.

Por lo cual estos principios deben usarse juntos; sería un error basarse en uno solo.

  

UNO: DISCERNIMIENTO SEGÚN EL ESTADO DE VIDA

Esto implica el filtro de nuestro estado de vida para discernir las mociones.

Por ejemplo difícilmente venga de Dios la moción a un sacerdote de que deje el sacerdocio y fornique con una mujer que está sentada en un banco de la Iglesia.

O que un anciano y enfermo vaya a peregrinar el Camino de Santiago.

Cuando suceden estas cosas debemos tomarlo con cuidado, porque no parecen estar en consonancia con el estado de vida de cada uno.

Pero hay casos más mezclados, como por ejemplo una madre que siente llamada de pasarse horas adorando al Santísimo Sacramento.

Esto es algo bueno pero ¿qué hay del cuidado de sus hijos?

En este caso hay que tener especial precaución porque es distinta su situación al de una mujer soltera sin compromisos familiares, para la que incluso su visita al Santísimo Sacramento podría implicar la comprensión de su vocación a la vida religiosa.

Por lo tanto el criterio es desconfiar de las mociones que contradigan nuestro estado de vida.

Y a su vez supone que debemos tener claridad de lo que implica nuestro estado de vida.

O sea que obligaciones y libertades tenemos cuando somos solteros, casados, sacerdotes, jóvenes, viejos, padres, trabajadores, jefes, estudiantes, pobres, ricos, etc.

  

DOS: DISCERNIMIENTO SEGÚN NUESTROS DONES Y TALENTOS

Dios nos equipó a cada uno con virtudes, talentos, dones y habilidades especiales.

Nos equipó para unas cosas mejor que para otras.

Por lo tanto debemos ser cuidadosos cuando nos llega una moción y evaluarla en función de nuestras habilidades y talentos.

Por ejemplo si a un buen pianista le surge la moción interna de que dedique una buena cantidad de horas al día a jugar al tenis en vez de practicar piano, hay que desconfiar.

Esto no quiere decir que no pueda suceder, porque quizás puede ser que el Espíritu busque una ampliación de la mente y de las experiencias.

Pero en general esto es más posible que suceda entre los jóvenes, que están en un proceso de descubrir sus dones y deberían estar más abiertos a probar cosas nuevas.

En cambio la gente mayor ya ha trabajado y desarrollado sus dones, de modo que sumar otros podría crearles una complicación y una fatiga.

Aunque no hay que olvidar que el Señor es un gran capacitador.

Las preguntas que uno tiene que hacerse en este caso son:

¿Esto que me viene, saca buen partido de los dones y talentos que Dios me dio?

O también,

¿Tiene sentido que me ponga a hacer esto otro sobre lo cual no estoy equipado para hacerlo?

  

TRES: DISCERNIMIENTO POR EL DESEO

Los deseos que nos vienen a la mente y al corazón pueden ser tanto el principio de una buena opción como de una mala opción.

En general tendemos a desconfiar de nuestros deseos porque nos consideramos pecadores y el pecado entra por nuestra emoción desordenada.

Por ejemplo sí no tenemos dinero no deberíamos salir a robar para conseguirlo, porque esto siempre es malo.

Seguramente no está en la voluntad de Dios, sin importar cuanto lo deseemos y necesitemos.

Sin embargo hay casos en que los sentimientos y deseos pueden ayudar a indicar la voluntad de Dios.

Porque a menudo Dios nos inspira cierto nivel de deseo, cuando quiere que avancemos en una dirección específica.

Él nos presenta ese camino como atractivo y deseable.

Porque sería difícil que lo siguiéramos si no sentimos alegría o deseo de hacerlo.

Por lo tanto escuchar nuestras emociones y nuestro corazón es un método importante de discernimiento, entonces:

En primer lugar no debemos descartar nuestros sentimientos.

Y en segundo lugar discernir si esos sentimientos o deseos pasan los otros filtros de discernimiento que estamos presentando aquí.

Tal vez Él nos esté preparando para que hagamos algo distinto, y eso se logra obteniendo nuestra satisfacción inicial.

  

CUATRO: DESARROLLO SECUENCIAL VERSUS RUPTURA

En general se supone que Dios nos mueve secuencialmente en etapas, paso a paso.

Aunque hay momentos de cambio dramático en las personas, que llegan de repente.

En ambos casos el tema es si la tendencia secuencial o el cambio drástico se produce suave y pacíficamente o no.

La pregunta que podemos hacernos es si tiene sentido ir por este camino particular, de acuerdo a la situación en que estoy hoy.

¿Porque Dios me guiaría por un camino tan distinto en este momento?

En general pensamos que los cambios rápidos e inesperados son más producto del deseo que de inspiraciones divinas.

Pero a veces la vida de cada uno puede tomar un rumbo más cerca de los pedidos de Dios, si se hace borrón y cuenta nueva de la vida anterior.

Esto le ha sucedido por ejemplo a quien escribe este artículo, cuyos cambios en la vida se han producido por saltos.

Cortando con lo que estaba haciendo antes y comenzando una cosa absolutamente nueva.

Pero no nueva desde el punto de vista de los dones que Dios ha entregado, sino referida al área dónde aplicar esos dones.

  

CINCO: SERENIDAD Y PAZ INTERIOR

Es natural considerar que lo que viene de Dios nos da serenidad, paz y alegría.

Aunque a veces los sentimientos están mezclados.

Por ejemplo pongamos el caso en que un Obispo le pide a un sacerdote que cambie de parroquia.

Para el sacerdote es un momento de tristeza porque deja a persona que ha aprendido amar a través de los años.

Pero por otro lado implica subir un escalón más para seguir adelante.

La prueba es, si a pesar de la tristeza, siente, paz interior y serenidad en el fondo.

Es difícil sustraerse del estrés y el temor que produce un cambio.

Pero el elemento central corre por debajo.

Es identificar si detrás de estas decisiones difíciles y estresantes no hay una serenidad más profunda que puede indicar la voluntad de Dios.

En principio si no hay consuelos y sólo desolación, y si falta la serenidad, probablemente la propuesta no venga de Dios

Pero todo esto está enturbiado porque el propio cambio genera estrés, entonces debemos diferenciar la angustia del estrés, de la angustia de la nueva situación per se.

En estos casos siempre es conveniente esperar para sentir la voz serena y apacible de Dios, y no precipitarse.

  

SEIS: COINCIDENCIA CON LAS ESCRITURAS Y LA TRADICIÓN

Este es el punto de discernimiento más importante porque Dios y las enseñanzas de la Iglesia deberían tener la última palabra en cualquier decisión.

Suponte que el discernimiento de una persona pasó los 5 filtros anteriores.

Resulta que la moción es que Dios le revela a un sacerdote que la Santísima Trinidad son 4 y no 3.

Y le pide que difunda esta devoción.

Esto estaría profundamente equivocado, porque la revelación de Dios debe prevalecer sobre cualquier otro principio de discernimiento.

Suponte otro caso similar y muy actual en este momento.

Que un sacerdote sienta la emoción de que debe fundar un movimiento con enseñanzas más actualizadas.

Esto coincide con su estado de vida, concuerda con sus habilidades, ha sido un desarrollo lento que ha sucedido en el tiempo y tiene serenidad al pensarlo.

Pero mi querido sacerdote Dios no dice tal cosa.

La fidelidad respecto a la doctrina de los Apóstoles es el primer criterio y no debemos ser deslumbrados por ideas extrañas para sentirnos mejor con el mundo, o para que el mundo nos acepte más.

Porque como dice San Pablo «Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!» (Gálatas 1:8)

  

CÓMO APLICAR ESTOS CRITERIOS

Los puntos que vimos arriba suenan fáciles, pero enfrentados a la situación de discernir tenemos que comenzar con una secuencia de pasos.

Veamos cómo desarrollarlo.

  

Busca un momento de soledad

Es bueno reunir información hablando con alguien que respetemos por su sabiduría.

Pero cuando uno va a tomar decisiones importantes es crucial estar a solas con tu pensamiento y con Dios.

En esa soledad invitarás a Dios al proceso de la toma de tu decisión.

  

Describe un panorama global de los hechos

Expone ordenadamente todos los hechos que están interviniendo en el problema y en la toma de decisión.

O sea, una fotografía de la situación.

Plantea a Dios tus deseos y temores.

Dile en qué tienes dudas, qué dificultades tienes, en que estás.

En definitiva plantéale todo el panorama global de lo que sientes y lo que interpretas.

A veces un buen planteo del problema es suficiente para una iluminación del camino.

  

Tómate tu tiempo para que Dios hable

Espera que te conteste, que quizás no sea en lo inmediato, y quizás puedas esperar cuando la decisión no tenga que ser inmediata.

Quizás Dios te conteste por algo que te suceda, o cuando leas en la escritura y algo que te salte a los ojos, o de repente alguien va a decir algo significativo para lo que tienes que decidir, etc.

En definitiva, vive tu vida especialmente alerta de una respuesta de Dios para tu planteo.

  

Ora para que se haga la voluntad de Dios

Dios tiene un plan amoroso para ti y quiere ayudarte.

Pero a veces nuestros deseos y nuestros temores tornan inaudible su voz.

A veces consideramos inadecuada Su respuesta porque nos obliga a abandonar cosas que deseamos y que Él no quiere para nosotros.

  

Observa los frutos de la decisión que has tomado

Tanto el discernimiento como la toma de decisión es un continuo.

Deberás reafirmar varias veces tu toma de decisión y discernir cada vez si has hecho lo correcto.

Y los buenos frutos son el resultado de un verdadero discernimiento.

Fuentes:

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Cuáles son las Cosas que Debemos Aprender para Poder Aumentar Nuestra Fe

El clamor de los cristianos es “Señor aumenta nuestra fe”.

Es que sentimos que nuestra fe nunca alcanza, es frágil, escurridiza.

Y la fe es el elemento central de nuestra FE.

Es la forma o método de conocimiento que nos permite relacionarnos con Dios de una manera razonablemente permanente.

rezar con el corazon

No podemos encontrar a Dios a través de nuestros sentidos porque es alguien sobrenatural.
.
A lo sumo podemos concluir que ‘por acá pasó Dios’ cuando vemos la estela que deja.

Siendo tan central, entonces trataremos en este artículo de desmenuzar los diferentes conceptos de la fe, poniendo énfasis en el Carisma de Fe, que es algo poco considerado.

Empecemos por el Catecismo de la Iglesia Católica que dice que la fe es

Un acto personal, la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.

Y por su revelación, el ‘Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía’.

La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.

Y dirá San Pablo en Hebreos 10:11 que

“la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

Sin embargo existe la dificultad a través de nuestra idea preconcebida de que debemos sentir sensiblemente a Dios y a las cosas divinas.

Aunque sabemos especulativamente que Dios no se deja sentir, prácticamente sostenemos lo contrario.
.
Creemos que la verdadera historia de nuestra vida espiritual está formada por todas esas cosas que hemos experimentado sensiblemente.
.
Y nada es más erróneo.

 

LA VIDA ESPIRITUAL NO ES PERCIBIDA POR LOS SENTIDOS

¿Sentimos un sacramento produciendo su efecto adecuado?

¿Sentimos el aumento de la gracia en nuestra alma?

¿Sentimos la muerte del alma por el pecado y su resurrección por la absolución sacramental?

¿Sentimos la presencia real de Jesús en la Eucaristía?

Sin duda, hay momentos en que nuestro Señor se deja sentir sensiblemente.
.
Sin embargo, no es la gracia, precisamente lo que se siente, sino a menudo algo más que lo acompaña.

Por ejemplo, vamos a la confesión con un sacerdote parco que simplemente escucha nuestros pecados, da una penitencia y nos absuelve; y no sentimos nada.

Vamos al otro que nos entiende y dialoga con nosotros, que nos ayuda en nuestras búsquedas, que nos da consejos útiles.

Y sentimos esa paz refrescante que al levantarse, parece que somos otra persona.

¿Fue la gracia del sacramento lo que sentimos?

No. Fue la experiencia provechosa que tuvimos con el segundo sacerdote.

Sin duda también hay etapas en la vida espiritual en el que uno se da cuenta, al menos momentáneamente.
.
Pero ser consciente de una cosa y sentirlo sensiblemente, no son la misma cosa.
.
Tampoco es la vida espiritual toda una cosa de conciencia continua.

¡Hay tantas cosas, incluso los materiales, que no sentimos!

¿Sentimos la sangre que circula por las arterias?

¿Sentimos el misterioso funcionamiento del cerebro?

¿Nos damos cuenta de la maravilla por la cual la comida digerida es asimilada y transformada en nuestra propia sustancia?

¿Cuando éramos niños y jóvenes, nos sentimos el crecimiento de cada día?

Y si no nos sentimos estas cosas materiales, ¿cómo es que queremos sentir lo que es espiritual?

dibujo de hombre con ojos vendados arriba de una mano fe fondo

 

HAY QUE BUSCAR A DIOS CON LOS OJOS DE LA FE

En resumen, el primer secreto en la búsqueda de nuestro Señor es la fe.

Él no se esconde de la mirada de la fe, ni puede eludirla.

La fe nunca tiene obstáculos, penetra en todos los recovecos; atraviesa todos los velos.
.
¡Si tan sólo pudiéramos comprender el secreto de vivir por la fe, de ir a Dios por el camino de la fe oscura!

Nos acercamos al tabernáculo y no sentimos nada, al igual que si estuviéramos cerca de un tabernáculo vacío.

Decimos: «Jesús está aquí» pero es como si estuviéramos pronunciando palabras en un idioma desconocido, porque ellas no mueven una sola fibra de nuestro corazón.

Pero la fe nos asegura que Dios está ahí, y si hemos de comportarnos en armonía con lo que la fe nos dice, ¡qué diferente sería nuestra oración!

Hablamos con Jesús, pero no sentimos que Él nos escucha, ni que Él nos responda; y nuestro coloquio languidece, y pronto no sabemos qué decir.

Pero la fe nos dice que Jesús nos escucha y que Él nos habla, y que Él no necesita ni sonidos externos ni medios extraordinarios para hablar con nosotros.

Él es el Maestro divino, que habla y ordena sin el ruido de las palabras.
.
Y si la fe me asegura que Jesús me escucha, me habla y me ama, entonces las delicias y los consuelos no son necesarios; nada en absoluto.

La oscuridad de la fe no se acomoda a nuestros gustos sensibles.

Nosotros la desearíamos sentir por encima de todo lo demás y la fe no es para sentir y saborear, sino para conocerla.

«Yo no encuentro a Dios» puedes decir.

Tú no lo encuentras a él de acuerdo a tu manera, es decir, de una manera sensible.

Pero, ¿tú crees? Si tienes fe, ya sabes que Dios no está lejos de ti, porque en Él vivimos, nos movemos y somos.

Porque Él nos rodea a la derecha y a la izquierda, arriba y abajo.

Porque Él nos penetra y vive por la gracia en lo más íntimo de nuestra alma.

Porque Él está presente en una flor, en la fragancia, en ese rayo de luz en ese glorioso cielo, en todas partes.

En consecuencia, si supiéramos cómo sacar provecho de la fe y vivir por la fe, de siempre encontramos a Dios, tendríamos resuelto nuestro problema.

Habríamos descubierto el gran secreto de la vida interior.

Teniendo en cuenta que la fe es el elemento central para buscar a Dios hicimos un trabajo taxonómico sobre cuáles son los distintos tipos de fe de las que se habla habitualmente en los textos católicos, poniendo énfasis en al Carisma de fe.

exorcismo cruz en penumbra

 

QUE ES LA FE PARA UN CRISTIANO

 

DON GRATUITO DE DIOS Y DECISIÓN DE LOS HOMBRES

La Fe es un don gratuito de DIOS accesible a cuantos la piden humildemente y con un corazón sincero.

Lo que mueve al creyente a creer es su voluntad de creer, pero siempre como consecuencia de un acto de bondad de DIOS: la gracia.

El responsable último en la Fe del creyente es DIOS porque la Fe es siempre sobrenatural, viene de arriba.

No es un sentimiento sino una decisión del hombre.

Es la respuesta que cada uno le da a DIOS. “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apoc. 3: 20).

Oigo su voz, tomo la decisión abriendo la puerta, y él entra en mi corazón transformando mi vida.

Por lo tanto el acto de Fe es un acto humano, y no es contrario a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en DIOS, como tampoco adherirse a las verdades por Él reveladas» (Catecismo, 154).

La Fe es tanto un reconocimiento personal a DIOS que se revela.

Como también es un acto eclesial que se manifiesta en la expresión «creemos».

Es la Iglesia quien cree con la gracia del Espíritu Santo, y precede, engendra y alimenta la Fe de cada uno.

Por Fe cada hombre camina en una realidad que es invisible, pero cuando la confiesa y siente la Fe, esta Fe se hace realidad.

 

CREENCIAS DE LA FE

La profesión de Fe comienza con la afirmación «Creo en DIOS» porque es la fuente de todas las demás verdades sobre el hombre y el mundo.

Creer en DIOS significa adherirse a DIOS mismo, confiando plenamente en Él y dando pleno asentimiento a todas las verdades reveladas por Él.

Significa creer en un solo DIOS y en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Es la certeza de lo que no se ve y de que lo visible proviene de lo que no se ve.

No basta la razón para abrazar la verdad revelada, es necesaria la Fe.

Pero para que el acto de Fe fuese conforme a la razón, DIOS ha querido darnos motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la Fe no es un movimiento ciego del espíritu.

Los motivos de credibilidad son señales ciertas de que la Revelación es palabra de DIOS:

la gloriosa resurrección de Cristo es signo definitivo de su divinidad y prueba de la verdad de sus palabras;

los milagros de Cristo y de los santos (Mc 16:20; Act 2:4) (Catecismo 156);

el cumplimiento de las profecías (Catecismo 156), hechas sobre Cristo o por Cristo mismo, por ejemplo las profecías acerca de la Pasión y sobre la destrucción de Jerusalén, etc..;

la excelencia y elevación de la doctrina cristiana;

la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos (Catecismo 156).

 

LA PROMESA DE DIOS

La Fe se da cuando mantienes la seguridad en la promesa de DIOS, no por la esperanza que DIOS haga lo que pides sino porque tienes convicción de que DIOS te hizo la promesa.

Es esperar a recibir lo que Jesús te prometió; es lo que tienes en tu corazón antes de que llegue la promesa.

Es una certeza que supera la lógica y una total seguridad de que DIOS va a actuar a través de una palabra o una acción.

Por lo tanto Fe es confianza en DIOS, en su palabra, en sus promesas, en su provisión, en el carácter moral correcto de sus avisos y mandamientos, hasta tocar la piedad y la santidad.

Debes creer que DIOS está presente en tu vida en todo momento, que quiere hacer cosas buenas para ti, que DIOS puede hacerlo y que DIOS lo hace y lo hará.

«Sin Fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a DIOS ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan».

Jesús nos dice: «Tenéis que buscar la recompensa divina».

Cuando DIOS ve el compromiso radical en tu Fe y ve tu dedicación total, entonces él te proveerá del “carnero”, de la bendición y de una vida plena.

 

CÓMO SE VIVE LA FE

Si le preguntásemos a Abel qué es la Fe nos diría «la Fe es una ofrenda a DIOS» y así podremos medir nuestra Fe en términos de cuanto más ofreces más recibes.

Si le preguntásemos a Noé qué es la Fe nos diría: «es la obra, es trabajar por DIOS. La Fe significa edificar una barca arriba, en las montañas».

Para Abraham la Fe sería: «salir a lo desconocido, permitiendo que DIOS me lleve más allá de mi comprensión y mi conocimiento».

La Fe es una realidad espiritual y una forma de vida que toca cada dimensión de la existencia del creyente.

La Fe es estar dispuesto a un constante cambio de decisiones, a que creamos en la liberación del alma.

Y a que como embajadores de Cristo podamos ejercitarla con nuestros hermanos, ya que es un don que se puede transmitir, como en las Bodas de Caná (Juan 2: 1-11).

Quien está en Cristo vive en seguridad aunque las circunstancias sean adversas (Salmos 46:1-3 y 27:1-3); porque

-la Fe siempre ve posibilidades (1Juan 5:4-5);

-produce esperanza (Romanos 5:2);

-produce confianza (2 Corintios 5:7);

-testifica al incrédulo.

Hace que seas audaz y realices cosas que en otro momento no hubieras hecho.

Te moviliza a buscar las bendiciones del Señor, como la enferma que toco el manto de Jesús.

Porque con nuestra Fe podemos conseguir lo que queramos, siempre y cuando sea para nuestro bien y esté en la voluntad de DIOS (Hebreos 11:32-34).

La Fe obra por el amor (Gálatas 5:6) y hace que te unas a otros hermanos en la Fe.

Es el elemento necesario para la oración eficaz (Mateo 21:22); y la paz es el fruto de dicha oración.

 

CRECIMIENTO DE LA FE

La Fe general crece de la semilla original de la Fe salvadora que DIOS ha plantado en nuestros corazones (Romanos 12:3).

El grado de la Fe general varía con la etapa del desarrollo del creyente («poca Fe», «mucha Fe», etc.) (Mateo 14:29-31 y Lucas 7:2-9).

Crece como resultado del ayuno y la oración (Mateo 17:17-21) y por escuchar su Palabra (Romanos 10:17).

Nace y crece por la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.

La Fe crece con pedirla: «los Apóstoles dijeron al Señor: auméntanos la Fe»; los testimonios refuerzan la Fe.

El Espíritu Santo produce Fe (1 Corintios 12, 9): «el Espíritu Santo….da a otro la Fe…”.

Los sacramentos son una fuente inagotable de la acción del Espíritu Santo en los que Jesús se hace presente.

Y el estar unido a una comunidad orante también ayuda a crecer en la Fe.

En cambio la Fe se debilita por tribulaciones y persecuciones (Mateo 24:9-12).

Por el amor al mundo (2 Timoteo 4:10).

El descuido de la salvación (Hebreos 2:1-3).

Por no congregarse (Hebreos 10:22-25).

Por no obrar de acuerdo a la Fe, porque la Fe sin obra es Fe muerta (Santiago 2:20).

 

EXPECTACIÓN Y DUDA

Hay una diferencia clara entre expectación y Fe.

Cuando quieres hacer algo y dices sólo con tu convicción «el Señor me lo va a dar», es expectación.

En cambio la Fe es cuando tú oras y llegas a la convicción de que DIOS te va a dar lo que pides.

¿Y como diferenciar y llegar a la convicción de lo que es de DIOS y lo que no lo es?.

En primer lugar, en el silencio interior, en la oración, en los signos exteriores coincidentes.

En el abandonarte a los hechos y oportunidades que «misteriosamente» se van generando para ti, sentirás interiormente que algunas de las cosas que te suceden, y no otras, son la voluntad de DIOS.

Y al identificarlas sabrás cual es el camino que Él quiere para ti.

En segundo lugar, todo lo que viene de DIOS es coherente con el mensaje de Cristo, las escrituras, irradia amor y caridad, y aumenta tu Fe.

La gran dificultad de la Fe es la duda o inseguridad, es cuando preguntas ante DIOS: «Señor, ¿cómo hago..?».

No hay nada perverso en dudar.

Cuando Gabriel se acercó a María le dijo: «Concebirás un hijo, el hijo de DIOS «… Y ella dijo: «Pero, ¿cómo?. Yo no he conocido a ningún varón».

No es malo dudar, pero la cuestión es qué hacemos con la duda.

La duda y la inseguridad son reacciones humanas, pero el problema viene cuando la duda se convierte en incredulidad.

cristiano cargando la cruz

 

LOS TIPOS DE FE CRISTIANA: FE TEOLOGAL Y FRUTO DE FE

Obviamos hacer un análisis de los distintos tipos de Fe que existen, desde la natural y humana hasta las distintas creencias de Fe religiosas que no son cristianas, en obsequio a la brevedad.

En términos generales podemos distinguir 3 tipos de Fe cristiana: la Fe que Salva, la Fe como Fruto y el Carisma de Fe.

La Fe que Salva o Teologal sucede primero en el tiempo de conversión de una persona y no podemos tener Fruto ni Carisma de Fe sin tener la Fe de Salvación.

Hasta se puede ver como una gradación entre ellas, o sea que en la medida que la Fe Teologal y el Fruto se hacen más robustos y firmes, se está más disponible para lograr una Fe Carismática que puede mover montañas y hacer caminar sobre el agua.

 

FE QUE SALVA O FE TEOLOGAL

Es la Fe por la que se aceptan las verdades reveladas por DIOS y que son definidas por la Iglesia.

Por las que se cree en los dogmas y que exige que el espíritu atienda y la voluntad adhiera a ellas; esta Fe es útil al alma.

Dicha Fe la recibimos desde el bautismo como regalo de DIOS (aunque inicialmente no nos demos cuenta).

Se manifiesta en un corazón que cree que DIOS levantó a Jesucristo de entre los muertos para nuestra justificación.

Y éste inmediatamente se convierte en un corazón dispuesto a confesar fiel y constantemente a Cristo como Señor y Salvador personal (Efesios 2:8; Juan 1:12; Romanos 10:9-10; 5:1; Gálatas 3:6; Filipenses 3:9; Romanos 4:25; 10:9, 10).

Es confianza personal en el Señor Jesucristo y que cree en el mensaje de Jesús «el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no incurre en condenación».

Es la Fe que viene al hombre que no conoce al Señor y a través de la Palabra es salvo.

Cuando se predica la Palabra el Espíritu Santo obra y el incrédulo cree en Jesucristo como su Salvador.

Es la Fe que causa que una persona se vuelva Cristiana y nos hace parte de la familia de DIOS.

La Fe salvadora proviene de la gracia de DIOS. (Efesios 2:8-9)

Se puede decir que la virtud teologal es «nuestra Fe», que nos ha sido dada permanentemente, en comparación con el Don Carismático que es la “Fe de DIOS”.

Y que fluye por medio nuestro en un momento dado cuando DIOS quiere actuar para realizar hazañas especiales y maravillosas (Mt. 18.19s; 1 Co. 13.2; He. 11.33–40).

 

FE COMO FRUTO

La Fe como Fruto del Espíritu Santo es una lealtad producida por el mismo Espíritu Santo y cultivada por el creyente.

Que genera fidelidad y constancia.

Lleva al hombre a experimentar la viva presencia de DIOS en su vida, independientemente de las circunstancias del momento.

Le ayuda a vivir de acuerdo a su creencia y le lleva a experimentar una vida abandonada a la providencia de DIOS.

Este tipo de Fe se aumenta, crece y madura en la medida que confiamos en Él cada día de nuestra vida. (1Ts.3:10).

La Fe como fruto del Espíritu es una demostración de fidelidad a DIOS y su Palabra junto con una actitud de completa obediencia y sumisión a su voluntad.

Es la Fe Servidora que nos permite seguir a DIOS y hacer lo que Él nos pide.

Nos permite vencer los obstáculos en el camino de la vida.

Y como resultado obtenemos la promesa de que todo lo que pidamos al Padre en el nombre de Jesús nos lo dará siempre y cuando esté en su voluntad. (Juan 14:12-14)

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EL CARISMA DE FE

 

COMO SE INSERTA EN EL CONCEPTO DE FE

El Carisma de Fe o Don de Fe esta considerado dentro de los Carismas de Poder; por medio de ellos el Espíritu Santo manifiesta el poder divino (Hch.2: 22).

A veces se refieren a él como «Fe especial» que indica alternativamente:

-que es una Fe otorgada por el Espíritu Santo para satisfacer una necesidad en circunstancias especiales;

-que es una Fe superior a la Fe general; y

-que no necesariamente reside permanentemente en el creyente.

A veces se le menciona como Palabra de Fe haciendo referencia a que actuó por una palabra que se profirió.

La Fe como Don es la base de todos los carismas, una forma para medir cualquier carisma y para regular su ejercicio.

Por eso a medida que crece nuestra Fe carismática, crecemos en otros carismas.

Con frecuencia hay superposición en el uso de los Dones de Poder.

Por ejemplo, en la resurrección de Lázaro, además del Don de Fe que puso en práctica Jesús, también actuaron los de Sanidad y de Milagros, pues no sólo fue resucitado sino curado (había estado enfermo antes de morir) y volvió a la vida sano.

Este don es espontáneo e inmediato en su manifestación aunque los resultados no siempre son inmediatos, pero sí seguros.

La impresión de que el Don de Fe funciona pasivamente se debe a que a menudo opera en cooperación con dones más dramáticos (la Operación de Milagros, los Dones de Sanidades).

Y muchas veces se manifiesta en secreto.

Sin embargo requiere del involucramiento activo del creyente para discernir, orar, conocer los riesgos, aceptar lo que el Señor le pide, aplicar.

 

QUE COSAS HACE

Es una operación sobrenatural que sostiene la confianza íntima en DIOS en situaciones imposibles en cuanto a lo natural (Lucas 17:6), de que el poder de DIOS va a intervenir, y de que DIOS quiere y puede usarnos para obrar maravillas.

No opera en el plano de lo posible y por tanto comienza donde el poder del hombre termina.

El Don de Fe es la confianza ferviente en DIOS que da valor para emprender y vencer en cosas que exceden las fuerzas humanas y aun en circunstancias cuando todo parece estar en contra de uno.

Es la Fe que describió Jesús en Mateo 17:20 «Fe como un grano de mostaza».

Una Fe que puede mover las montañas de dificultad, puede hacer o recibir milagros, creer lo imposible y provocar Fe en otros. (Hechos 28:3-5, Marcos 16:18, Juan 14:12).

Es la confianza de haber percibido la voluntad de DIOS que lo capacita a uno para actuar como si el hecho hubiese ocurrido ya, (1 Reyes 18:30-46, Hebreos 11), expulsar demonios (Mateo 17:19-20) y hacer cara a los más crueles martirios sin titubear.

Es una súbita oleada de Fe para creer confiadamente que lo que hagamos o hablemos en el nombre de Jesús, sucederá, que el Señor hará lo que nos ha mostrado que hará, confiar en ello y hacer las cosas que le permitan a Él realizar lo que quiere hacer.

Es la Fe que «espera» y que nos alienta a «creer sin ver» que DIOS hará lo que promete que va a hacer, y que nos permite actuar como vehículos suyos para hacer cosas asombrosas.

 

A QUIENES SE DA

El don de Fe es una habilidad especial que DIOS da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo, para discernir con extraordinaria confidencia la voluntad y el propósito sobre el futuro de su obra.

Es una de las capacidades mayores que cada uno de nosotros debería «procurar» (1 Corintios 12:30) y pedir.

Recordemos que Él dijo que los que tengan Fe harán las obras que Él hizo y aún mayores. (Juan. 14,12).

Esta Fe marca la diferencia entre un carismático y un mentalista.

El primero desarrolla su docilidad para hacer lo que DIOS quiere y el otro desarrolla sus propios poderes, con peligro de excitar su ego y creerse invulnerable o capaz de manipular a los otros.

Sin una Fe carismática fuerte, las cosas que realicemos, aún cuando sean extraordinarias a la vista de los hombres, serán fenómenos psicológicos o ritos mágicos.

Solamente cuando nos sentimos llevados por el Señor tenemos derecho a actuar en su nombre. (2Cor 3,3s)

La gente con el don de Fe está interesada más bien en el futuro que en lo ya acontecido.

Son pensadores positivos, centrados en objetivos, que soportan los sufrimientos y las adversidades.

Siempre desean proyectarse y permanecen inmutables ante el ridículo y la crítica.

Tienen grandes reservas de valor.

Los llaman visionarios, soñadores o promotores y ven donde DIOS quiere que ellos vayan aunque no tengan idea de cómo van a llegar allí.

El que está dotado de ese carisma sabe, en un momento determinado, que una situación sin esperanza no lo es en absoluto.

Que DIOS va a intervenir y que todo va a ser cambiado para honra y gloria de su nombre.

 

PERSONA E IGLESIA

Es un carisma para protección y provisión personal y de mucha bendición para la Iglesia.

Hombres con el Don de Fe son las chispas necesarias para avivar el fuego en la Iglesia de Jesucristo.

Quizás recuerde usted alguna ocasión en que el Espíritu Santo usó un testimonio, un canto, una oración un mensaje para impartir esta Fe.

A medida que aumente el Carisma de la Fe, se multiplicarán también las manifestaciones del poder y del amor del Señor en beneficio de la Iglesia y del mundo.

 

DIFUSIÓN, USO Y RIESGOS

Como todo Don es gracia y regalo de DIOS, y Él lo distribuye según su voluntad, pero podemos colaborar:

-siendo personas de oración y estudiosas de la Palabra;

-estar disponibles y entregados al trabajo de DIOS (“He aquí la esclava del Señor»);

conocer la voluntad del Señor (María escuchó antes al ángel); aceptar su voluntad y actuar en Fe (“Hágase en mí…”);

glorificar y alabar al “responsable de nuestro actuar” (Magníficat).

Para su difusión se sugiere abrir a los hermanos a este Don, distinguir qué problemas pueden resolverse con recursos humanos y cuales no.

Discernir lo que viene de la naturaleza humana y lo que viene de DIOS.

Lograr que todos reconozcan cómo DIOS responde siempre a toda oración.

Fomentar relatos de Fe (testimonios).

Demostrar a los hermanos que hace falta la Fe carismática,

Predicar la absoluta dependencia de DIOS.

Pregunta lo siguiente…

¿Te sientes positivo y optimista aun cuando hay circunstancias negativas?

¿Es fácil para ti confiar en las promesas de DIOS?

¿Puedes animar a otros para estar mas confiados en el Señor?

¿A ti le gusta tomar riesgos en el Señor y ver como el Señor le respalda?

¿Sientes una confianza cuando oras por sanidad o provisión financiera?

¿A ti te gusta orar específicamente para poder celebrar las respuestas?

Para poder usar nuestra Fe debemos tener una clara visión de nuestros objetivos, poseer un deseo ardiente por ellos (Proverbios 10:24-b), esperar delante del Señor todo el tiempo necesario hasta adquirir la seguridad, dar muestras de nuestra Fe.

No obstante hay riesgos como caer en un tipo de “Fe irracional” por falta de discernimiento.

Caer en la autosuficiencia y no escuchar a DIOS; caer en el desaliento y el temor.

Improvisar descuidando la planificación y la preparación practica; regañar a los demás por no tener suficiente Fe

pareja orando

 

EJEMPLOS Y MENCIONES DE CARISMA DE FE

 

EJEMPLOS NOTABLES DEL DON DE FE OBRANDO A TRAVÉS DE LA PALABRA HABLADA

a) Josué ordenó al sol y a la luna que se detuvieran. (Jos 10:12-14).

b) Elías controló el tiempo con su palabra. «no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra… y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses» (1 R 17:1; Stg 5:17).

c) Pablo obra un Milagro contra Elimas: «y serás ciego y no verás el sol por algún tiempo» (Hch 13:8-11).

d) Pedro habla del juicio de DIOS contra Ananías y Safira. (Hechos 5).

e) Las Escrituras enseñan el principio de la Palabra de Fe: «lo que diga le será hecho» en relación con el mandato de «tened Fe en DIOS» (Mr 11:22, 23) y «Determinarás asimismo una cosa y te será firme» (Job 22:28).

 

PASAJES BÍBLICOS Y TEXTOS

a) Hebreos 11:1 La Fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. 2 Por ella fueron alabados nuestros mayores. 3 Por la Fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de DIOS, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece.

b) Mateo 17:18 Jesús increpó al demonio y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.19 Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». 20 «Porque ustedes tienen poca Fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran Fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: «Trasládate de aquí a allá», y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».

c) Hechos 3: 4 Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.». 5 El les miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos. 6 Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar.» 7 Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, 8 y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a DIOS.

d) Romanos 10: 17 Por tanto, la Fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.

 

EL DON DE FE, COMO TODOS LOS DONES, ES TRANSITORIO; ES PARA TIEMPO Y LUGARES ESPECÍFICOS

DIOS la da para una ocasión especial, aunque pueda repetirse otra vez.

a) Esta vez viene por el oír la Palabra de DIOS: Romanos 10:17.

b) Puede manifestarse como un acuerdo entre dos (o más) personas: Mateo 18:19.

c) Puede manifestarse para atar o desatar a una cosa o a una persona: Mateo 18:18.

d) Para hacer las obras que Cristo hizo y prometió que los creyentes harán: Juan 14:12; Marcos 16:17-18.

e) Esta Fe viva en la Palabra de DIOS es la que siempre traerá resultados: Juan 14:13-14; 15:7, 16.

f) Fe que moverá las montañas: Mateo 17:20; Lucas 17:6; Mateo 21:21-22.

 

PASAJES BÍBLICOS DEL DON DE FE EN OPERACIÓN DE LOS PATRIARCAS, PROFETAS Y APÓSTOLES

a) Abraham obedeció a DIOS y salió de Ur: Hebreos 11:8.

b) Abraham ofreció a su hijo Isaac como un sacrificio vivo: Hebreos 11:17.

c) Noé preparó el arca en obediencia a DIOS: Hebreos 11:7.

d) Caleb y Josué no hicieron caso a la evidencia palpable de los gigantes y creyeron que podían tomar la tierra prometida: Números 13:17-33.

e) Elías habló palabra de Fe que no llovería: I Reyes 17:1.

f) Moisés obedeció al llamado de DIOS: Hebreos 11:24-28.

g) David venció a Goliat por la Fe: I Samuel 17:26, 34-51.

h) Pedro ante el concilio de los sacerdotes: Hechos 4:8-13.

i) Esteban ante el Concilio: Hechos 6:8-10; 7:2-56.

j) Ananías recibe Fe por la visión de DIOS acerca de Saulo de Tarso: Hechos 9:10-18.

k) Pedro lo ejerce para la sanidad de varias personas: Hechos 3:4-8; 9:34.

l) Pedro recibe dirección divina por una visión de DIOS: Hechos 10:9-23.

m) Pedro habla acerca de los Gentiles en el plan de DIOS para la salvación de ellos: Hechos 15:6-12.

n) Pablo ciega a Elimas el encantador: Hechos 15:6-12.

o) Pablo recibe dirección divina por una visión de DIOS: Hechos 16:9-10; 27:23-25.

p) Timoteo recibe Fe por la imposición de las manos: I Timoteo 3:14-16; II Timoteo 1:5-8.

 

PASAJES BÍBLICOS DEL DON DE FE EN EL MINISTERIO DE CRISTO JESÚS

a) Rehusando las ofertas de Satanás: Mateo 4:3-11.

b) El agua transformada en vino: Juan 2:9.

c) La pesca milagrosa: Lucas 5:6.

d) Palabra de Fe para sanar a la suegra de Pedro: Mateo 8:14; Marcos 1:31; Lucas 4:38.

e) Palabra de Fe para sanar al leproso: Mateo 8:3; Marcos 1:41; Lucas 5:13.

f) Palabra de Fe que sanó al paralítico: Mateo 9:2; Marcos 2:3; Lucas 5:18.

g) Curación del hombre que estaba enfermo por 38 años: Juan 5:5.

h) Curación del hombre con la mano seca: Mateo 12:10; Marcos 3:1; Lucas 6:6.

i) Curación del mozo del centurión de Capernaúm: Mateo 8:5; Lucas 7:2.

j) El hijo de la viuda de Naín, resucitado: Lucas 7:11.

k) Los demonios echados del endemoniado: Mateo 12:22; Lucas 11:14.

l) Jesús calma la tempestad: Mateo 8:26; Marcos 4:39; Lucas 8:24.

m) Los endemoniados de Gerasa, liberados: Mateo 8:28; Marcos 5:1; Lucas 8:26.

n) La hija de Jairo resucitada: Mateo 9:18; Marcos 5:42; Lucas 8:41.

o) Curación de la mujer con flujo de sangre: Mateo 9:20; Marcos 5:25; Lucas 8:43.

p) Curación de dos ciegos: Mateo 9:27-30.

q) Curación del mudo endemoniado: Mateo 9:32-33.

r) La multiplicación de los panes y los peces para las 5,000 personas: Mateo 14:15; Marcos 6:41; Lucas 9:12; Juan 6:5.

s) Liberación del hombre endemoniado: Mateo 12:22

t) Jesús anda sobre la mar: Mateo 14:25; Marcos 6:49; Juan 6:19.

u) Liberación de la hija de la mujer SiroFenisia: Mateo 15:22; Marcos 7:25.

v) Multiplicación del pan para los 4,000: Mateo 15:32; Marcos 8:8.

w) El sordomudo sanado: Mateo 7:32-35.

x) Curación del hombre ciego: Marcos 8:23-25.

y) Liberación de un muchacho: Mateo 17:14-18; Marcos 9:17-27; Lucas 9:38-42.

z) El dinero para el impuesto: Mateo 17:24-27.

z1) Los diez leprosos limpiados: Lucas 17:12-19.

z2) El ciego sanado: Juan 9:1-7.

z3) Lázaro levantado de la muerte: Juan 11:1-44.

z4) La mujer con espíritu de enfermedad sanada: Lucas 13:11-13.

z5) El hombre hidrópico sanado: Lucas 14:2-4.

z6) Curación de dos ciegos: Mateo 20:30-34.

z7) Cristo maldijo la higuera: Mateo 21:19-22.

z8) La segunda pesca milagrosa: Juan 21:4-6.

 

MENCIONES DE CARISMA DE FE CONCEPTUALES

La Fe como Carisma es la que posee María en el momento de la Anunciación y que fue loada por Isabel.

Es la que mantiene firme a la Cananea, a pesar de las aparentes negativas que recibe.

Es la de Pedro cuando camina sobre las Aguas en busca de Jesús.

Es la de Marta y María que llaman a Jesús cuando está enfermo su hermano Lázaro.

Es la de Pedro cuando sana al paralítico: «En nombre de Jesús, anda». Aquí Pedro no se limita a creer que Jesús puede curar, sino que lo va a hacer inmediatamente.

Es la Fe de Abraham, «nuestro Padre en la Fe».

Es la de quienes como Pedro dicen: «en tu nombre echaré las redes», y las sacan llenas de peces.

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La Eficacia de la Imposición de Manos para las Curaciones

La imposición de manos para los cristianos es un gesto que siempre es acompañado por oración.

Aquí pondremos énfasis en la imposición de manos para la sanación.

La práctica de la imposición de manos para la sanación espiritual es un acto de Amor por Dios a Su Creación.

Y hay 3 elementos claves de discernimiento en la sanación carismática:
.
– si tal curación contribuye a glorificar a Jesús,
.
– si manifiesta el poder y el Amor de Dios.
.
– si la curación implica un cambio espiritual en la persona, una conversión.

Cuando hablamos de curación carismática no estamos hablando necesariamente de un milagro instantáneo.

Se puede dar, pero hablamos también de la curación que los médicos aceptarían como cosa puramente normal, o de una curación que se realice de manera progresiva.

Nuestras intervenciones para que la curación se realice suponen que siempre ha habido una intervención del Señor, en forma extraordinaria, o a través del proceso ordinario de la medicina.

Y que fue respuesta a nuestra oración de intercesión, donde puede decirse que se ha manifestado el Poder y el Amor del Señor.

Y para el enfermo ha sido un acto de gracia.

Algunos piensan que la imposición de manos es una práctica carismática que viene de los pentecostales.

Pero es una doctrina bíblica considerada por San Pablo en hebreos 6: 2 como un tema fundamental en el cristianismo.

Y también otra cosa que sucede en el catolicismo es que está mal visto que laicos impongan las manos sobre otros laicos.

Parecería que esto está reservado para los ministros ordenados, diáconos y especialmente sacerdotes y también religiosos.

Pero la imposición de manos es el uso que Dios hace de nosotros a través de nuestras manos frágiles y propensas al pecado, para asistir al resto de los hermanos.

Es el poder santo de Cristo se expresa a través de nosotros, y lo único que tenemos que hacer nosotros es estar disponibles y confiar en Él.

También es una forma en que Dios nos recuerda que nos necesitamos unos a otros y que nos salvamos en comunidad.

Personas ordinarias llenas de fe que imponen las manos sobre otras personas también llenas de fe, pueden lograr efectos maravillosos de sanación física y espiritual.

Después de la ascensión de Jesús a los cielos el ministerio de sanación quedó en manos de su Iglesia.

Y vemos en Hechos de los Apóstoles que Pedro tomó mendigo cojo de la mano y fue sanado, que su sombra tenía poder sanador porque los habitantes de Jerusalen sacaban a los enfermos a las calles para que los tocara su sombra.

También se usaban los pañuelos de Pablo para curar a los enfermos e incluso él imponía las manos.

Esto parte de que cuando Jesús envía a los discípulos les da la orden de sanar en Su nombre diciendo “impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Marcos 16: 18)

Por lo tanto la imposición de manos para la sanación debería ser una práctica regular de la Iglesia.

¿Pero esto debería ser realizado sólo por el poder transferido a los Obispos, a partir de los apóstoles?

La experiencia indica que es Jesús el que actúa y no hay una razón fuerte para que Él no quiera actuar a través de hermanos de fuerte fe.

   

EL PODER DE DIOS EN LAS MANOS DE SU PUEBLO

En la Biblia podemos ver que la imposición de manos se hace para impartir bendición y autoridad, sobre todo en el Antiguo Testamento.

E impartir salud y conferir el Espíritu Santo, sobre todo en el Nuevo Testamento.

La Biblia tiene muchas menciones sobre las manos y la imposición de las manos.

Veamos algunas categorías.

   

Primero, el Espíritu Santo es transmitido por la imposición de manos

Hechos 19: 6 dice:

“Y cuando Pablo impuso sus manos sobre ellos, el Espíritu Santo vino sobre ellos; y hablaban en lenguas y profetizaban”.

   

En segundo lugar, los milagros físicos a través de la imposición de las manos

La Escritura revela 15 versículos donde Jesús puso las manos sobre los enfermos o habla del poder dado a los santos para sanar a los enfermos. 

Cuando Jesús puso las manos sobre los enfermos todos fueron sanados. 

La Palabra de Dios indica que podemos hacer lo mismo.

Marcos 16: 17-18 dice:

“Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán serpientes; y si beben algo mortal, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán”.

Hechos 28: 8-9 dice:

“Y sucedió que el padre de Publio estaba enfermo de fiebre y de flujo sangriento: por quien Pablo entró y oró, y le impuso las manos y lo sanó. 

Así que cuando esto fue hecho, otros también, que tenían enfermedades en la isla, vinieron y fueron sanados

   

Tercero, la liberación espiritual viene a través de la imposición de manos

Lucas 4: 40-41 dice:

“Y cuando el sol se ponía, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los trajeron a él; Y él [Jesús] impuso sus manos sobre cada uno de ellos, y los sanó

Y salieron demonios de muchos, clamando y diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios…”

   

Cuarto, la imposición de manos también se usaba para transmitir una bendición espiritual

Mateo 19: 13-15 dice:

Entonces se le trajeron niños, para que impusiera sus manos sobre ellos, y orase; y los discípulos los reprendieron. 

Pero Jesús dijo: Dejad a los inños, y no les impidáis venir a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”.

   

En quinto lugar, la imposición de las manos se utiliza para transmitir la autoridad espiritual para el liderazgo

1Timoteo 4:14 dice:

“No descuidéis el don que está en vosotros, que os fue impartido directamente por el Espíritu Santo, mediante la proclamación profética, cuando los ancianos impusieron vuestras manos sobre vosotros”.

   

Seis, la imposición de manos reaviva el regalo que está dentro de uno mismo

2 Timoteo 1: 6 dice:

“Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.

   

En séptimo lugar, signos y maravillas son transmitidos por la imposición de las manos

Hechos 14: 3 dice:

“Con todo se detuvieron allí bastante tiempo, hablando con valentía del Señor que les concedía obrar por sus manos señales y prodigios, dando así testimonio de la predicación de su gracia”

En definitiva, Dios enumeró muy específicamente en Su Palabra cómo debemos usar nuestras manos para:

-salvar a los perdidos,
.
-sanar a los enfermos,
.
-liberar a los oprimidos,
.
-transmitir fuerza,
.
-transmitir los dones del espíritu,
.
– transmitir el Espíritu Santo y
.
-actuar en el tiempo del fin de la cosecha.

Hoy una parte del poder de la imposición de manos se está revitalizando fuera del cristianismo, pero debemos separar las aguas.

   

LA DIFERENCIA ENTRE EL USO CRISTIANO DE LAS MANOS Y LO QUE HACE LA NEW AGE

La única similitud entre los métodos utilizados por los sanadores de la energía y los cristianos que imponen las manos es que ambos utilizan sus manos.

Quizás la mayor diferencia entre los sanadores de energía y la imposición cristiana de manos es el hecho de que los curanderos de energía afirman estar manipulando una supuesta fuerza de energía. 

Cuando los cristianos oramos unos sobre otros no estamos tratando de manipular el poder de Dios. 

Simplemente estamos usando nuestras manos como una señal de intercesión. 

Si Dios quiere o no sanar a la persona se deja totalmente a Él.

La verdadera sanación bíblica nunca se basa en la creencia en el propio poder, sino que se basa únicamente en el poder de Dios.

El Catecismo afirma claramente que el uso de las manos en la sanación cristiana es como un “signo”, no como un canal de energía. 

“Jesús cura a los enfermos y bendice a los niños pequeños imponiéndoles las manos. En su nombre los apóstoles harán lo mismo”, enseña el Catecismo.

Más aún, es por la imposición de manos de los Apóstoles que el Espíritu Santo es dado.

En otras palabras, el uso de las manos en la forma cristiana es un símbolo y una intercesión, mientras que en la curación por la energía, las manos tienen una función real como un canal.

Pero eso no impide que los defensores de la medicina energética atraigan a los cristianos a sus prácticas, llamando la atención sobre esta semejanza.

Algunos incluso llegan a sugerir que Jesús fue un sanador de energía debido a cómo Él usó Sus manos durante las sanidades.

William Lee Rand, fundador del Centro Internacional Pro-Reiki, sugirió que debido a que Jesús a veces imponía las manos sobre las personas mientras las curaban, puede haber estado usando Reiki. 

“Jesús no estaba canalizando una energía universal, sino actuando con el poder de Dios”, escribe Marcia Montenegro, experta en Nueva Era:

“Como Hechos 10:38 dice, Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder. 

Él anduvo haciendo el bien, y sanando a todos los que eran oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.

El poder de Dios no venía a través de una técnica o enseñanza secreta, sino de la Persona de Jesucristo. 

Cuando Jesús confirió este poder específicamente a sus discípulos, Él les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y para sanar todo tipo de enfermedades y toda clase de enfermedades (Mateo 10: 1, Marcos 3: 13-15, Lucas 9: 1).

Es Su autoridad sobre la enfermedad que Cristo dio a los discípulos, no una enseñanza o técnica secreta.

Incluso si los sanadores de la energía son cristianos, no pueden decir que su energía viene de Dios porque Dios nunca se reveló a nosotros como una fuerza de energía.

Es un Dios personal que una vez se identificó a Moisés como “Yo soy”.

   

LA IMPOSICIÓN DE MANOS PARA SANACIÓN

La imposición de manos no es un rito, como lo es en el sacramento de la confirmación y del orden sacerdotal.

La imposición de manos sobre la persona por quien se ora es un gesto fraterno, un gesto de amor, un signo de fraternidad cristiana y por último, un gesto bíblico.

El mismo Evangelio de Marcos 16, 18, nos dice: “Impondrán las manos sobre los enfermos y sanaran”.

La imposición de manos en el ministerio de sanación tiene un significado importante, en cuanto que el que ora por un enfermo hace de puente o intercede entre el amor sanador del Padre Dios y la persona por quien se ora.

La Enseñanza de la Iglesia Católica Romana con respecto a la curación dice:

La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus muchas sanidades de todo tipo de enfermedad es un resplandeciente signo de que Dios ha visitado a su pueblo y que el Reino de Dios está cerca. 

Jesús tiene el poder no sólo para sanar, sino también para perdonar pecados.

Ha venido a sanar a todo el hombre, alma y cuerpo.

Él es el médico que los enfermos necesitan” (CIC #1503).

En el libro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre Oraciones para la Sanación, se dice:

“El encuentro de Cristo con los enfermos es uno de los aspectos más humanos que encontramos en los Evangelios. 

Esta reunión es para la salvación total, global de la persona, y no sólo para traer la salud corporal sola

Y el Papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret escribe que

“La sanación es una dimensión esencial de la misión apostólica y de la fe cristiana en general.

Incluso se puede decir que el cristianismo es una «religión terapéutica, una religión de curación”.

   

PREJUICIOS SOBRE LA SANACIÓN ENTRE LOS CATÓLICOS

Algunos dicen:

   

“Esto es de santos y nosotros no somos santos”

Se piensa que sería una temeridad o presunción para el cristiano común esperar o pedir la curación.

Sin embargo Jesús dijo “Estas son las señales que acompañarán a los que crean…” (Mc 16:17-18)

    

“Yo no necesito esos milagros, me basta con la fe”.

Se cree que los milagros sucedían sólo en los primeros tiempos y que la Iglesia no debe poner el acento en ellos hoy.

   

“Los milagros no son más que una manera primitiva de expresar la realidad”

Es un pensamiento materialista que cuestiona la posibilidad de un Dios que actúa directamente en la historia.

Este prejuicio obedece a la idea que de un Dios impersonal y lejano.

   

“Esto es algo peligroso que ocasiona ilusionismo y creencia en lo mágico”

Cualquier realidad sagrada podemos malentenderla, desfigurarla y abusar de ella.

Pero esperar interceder por la salud de otra persona y que Dios actúe sanando no tiene nada de mágico, lo podemos ver en las sanaciones que ocurren en Lourdes o Medjugorje.

   

“Hemos de aceptar la enfermedad como voluntad de Dios o como la propia cruz”

No sabemos si en cada caso Dios quiere la cruz que la persona lleve sea la enfermedad, quizás sea otro tipo de sufrimiento o persecución.

Alguna enfermedad puede obedecer a un propósito superior: puede servir para hacernos recapacitar, o para reorientar nuestras vidas en otro sentido.

Se trata del sufrimiento redentor.

Pero pedir a Dios por la sanación es como una pregunta ¿está en Tu plan sanar a esta persona?, si lo está entonces por favor hazlo.

   

“Yo no soy quien para imponer las manos a una persona para su sanación eso lo debe hacer un cura”

Esta es una visión clericalista del poder de Dios.

Como que Dios actuara solamente por medio o por intercesión de los sacerdotes ordenados.

Cuando Jesús dijo que impondrán las manos y los enfermos se sanarán no se refería solamente a los apóstoles sino a los que le se seguían, o sea al pueblo de Dios.

Sin embargo hay que admitir que sobre esto hay dos bibliotecas y mayoritariamente existe la opinión de que son los sacerdotes los más aptos para imponer las manos, de modo que actuemos respetando el criterio mayoritario.

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Cómo Debemos Orar por los Enfermos

La oración por los enfermos es necesaria para apoyar el plan de Dios para el propio enfermo.

No porque vayamos a cambiar la opinión de Dios o movilizarlo necesariamente.

Sino porque vamos apoyar al enfermo para que dé pasos tendientes a mejorar su condición.

Pero tan cierto como esto, es el pedido de la comunidad y de los cristianos en particular para que Dios reestablezca la salud de una persona.

Porque Dios quiere que le pidamos cosas.

Siempre vamos a querer que el enfermo se sane y a veces se nos escapa que en el plan de Dios a veces el objetivo no es la curación de la enfermedad, sino los frutos que da esa enfermedad para la misma persona y para otros.

Hay un mito que corre entre algunos círculos carismáticos que no debemos orar por los enfermos sino simplemente sanarlos.

Ellos dicen que no vemos muchas curaciones en los enfermos últimamente porque hablamos con Dios en lugar de expulsar la enfermedad.

Su argumento se basa en que cuando Jesús envía a los apóstoles les dijo que sanaran a los enfermos resucitaran a los muertos, limpiaran a los leprosos y expulsaran a los demonios (Mateo 10: 8).

No les dijo oraran por los enfermos, oraran por los muertos, oraran por los leprosos, oraran por los demonios.

Si bien es así que Jesús envió a los seguidores a sanar a los enfermos, también es cierto que en otras partes del Nuevo Testamento pide orar por los enfermos.

Por ejemplo la carta de Santiago 5:14-15 dice,

«¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor.

Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados»

Pero además hay suficientes recomendaciones de Jesús de que oremos al Padre.

En Mateo 6: 9 nos enseña a orar el Padrenuestro.

En Juan 16: 23 dice que todo lo que pidas al Padre en nombre de Jesús, Él te lo dará.

Y por sobre todas las cosas hay pasajes en la Biblia en que Jesús va a orar al Padre, lo cual es una acción qué deberíamos copiar.

Luego en la historia de la iglesia naciente, que es contada en Hechos de los Apóstoles, vemos que los apóstoles oraban por los enfermos, por ejemplo Pedro se arrodilló y oro ante el cuerpo de tabita en Hechos 9:40.

Pero también sanaban y expulsaban a la enfermedad y a los demonios

De modo que no se debe ver la oración a Dios cómo una traba para expulsar la enfermedad y a los demonios.

Sino que con la oración nosotros pedimos a Dios que se haga su voluntad, porque en última instancia quien sana es Dios no el carismático qué trata de sanar al enfermo. 

Si nosotros oramos solamente para que una persona se cure sin discernir cuáles son las causas de su enfermedad y qué es lo que Dios le va a permitir, entonces no estamos haciendo un acompañamiento, con oración, adecuado al enfermo.

Esto vale tanto para orantes en solitario, como para un Ministerio de Sanación, como veremos en este artículo.

   

¿QUÉ TENEMOS QUE PEDIR CUANDO REZAMOS POR UN ENFERMO?

Cuando conocemos a alguien enfermo, o quizás discapacitado, nuestra primera respuesta es rezar por su curación.

Es una respuesta compasiva que busca aliviar los padecimientos del sufriente pidiéndole a Dios que lo sane, que le quite la cruz.

Sabemos que Dios es compasivo y todo poderoso, de modo que podría sanar a cada enfermo en cada momento; sin embargo no lo hace así.

Porque la curación física no es siempre el plan de Dios para la persona.

A veces Dios usa la enfermedad o la discapacidad para sanar el alma de la persona o incluso para que sirva de modelo, consuelo y la persona sea distribuidora de gracias a las personas de alrededor.

Se han dado casos de varios místicos que sufrieron grandes enfermedades, que les llevaron a estar prácticamente toda su vida en la cama, pero a los que Dios entregó grandes dones, que ellos a su vez los usaron para los demás.

En este artículo por ejemplo relatamos el caso de 7 mujeres Santas que vivieron durante años alimentándose solamente con la Eucaristía por graves enfermedades que tuvieron.

De modo que la curación de cada persona es un proceso personalizado, porque la persona es única y el plan de Dios para esa persona es a medida.

   

CÓMO CURÓ JESÚS

En la Biblia hay muchos pasajes donde Jesús sanó a enfermos y endemoniados.

Pero lo hizo de formas muy diversas, lo que nos indica que en cada caso el trato era particular y que no hay un molde único para la sanación.

En un caso Él escupió en el suelo hizo barro y lo frotó en los ojos de ciegos; Él reprendió a la fiebre y ordenó a los espíritus sordos y mudos para que se fueran; y a veces preguntó al paciente y otras veces no.

Esto nos indica que cada persona por la que oramos es única y debemos tener una acción personalizada para cada una.

En el que se debe tener en cuenta qué es lo que Dios quiere hacer con esa persona en general y a través de nosotros en particular.

Además debemos tener en cuenta que las curaciones y las expulsiones de demonios de Jesús, fueron realizadas en el marco de la predicación del Reino de Dios, lo cual también es un ingrediente que debemos tomar para las oraciones de curación.

En ese sentido la Biblia nos presenta una serie de objetivos por los cuales rezar por el enfermo, que no son necesariamente la curación física.

Veamos algunos de estos objetivos.

   

PASAJES BÍBLICOS CON OBJETIVOS DISTINTOS DE ORACIÓN

Para que Dios los consuele (2 Corintios 1: 4).

Para que «crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:18).

Para que confíen en el Señor y no se apoyen en su propio entendimiento (Proverbios 3: 5).

Para que crezcan en el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22-23).

Para que ellos sufran bien. Para que se «comprometan con su Creador fiel y continúen haciendo el bien» (1 Pedro 4:19).

Para que Dios les conceda resistencia y aliento (Romanos 15: 4-6).

Para que rechacen el pecado y tengan resistencia. Para que miren a Jesús, para que no se cansen y pierdan el corazón (Hebreos 12: 1-3).

Para que el Señor provea para todas sus necesidades «según las riquezas de su gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).

Para que tengan sed de Dios y que depositen su esperanza en Él (Salmo 42: 1-5).

Para que Dios los guarde en perfecta paz (Isaías 26: 3).

Para que sean «alegres en la esperanza, pacientes en aflicción, fieles en la oración» (Romanos 12:12).

Para que Dios les permita contentarse en cualquier circunstancia en que Él los ponga (Filipenses 4: 11-13).

Para que sostengan inquebrantablemente la esperanza que han profesado (Hebreos 10:23).

Para que no se desanimen, sino para que perseveren y fijen sus ojos en lo que es eterno (2 Corintios 4: 16-18).

Y luego está la oración más obvia para pedir la curación

«Señor, por favor sana a <nombre> del problema de <enfermedad>».

Y se puede pedir la intercesión de la Santísima Virgen o algún santo también.

Y para elegir las palabras que vamos a usar siempre es conveniente pedir el auxilio del Espíritu Santo.

   

¿QUÉ LE TENEMOS QUE PEDIR AL ESPÍRITU SANTO?

Hay que buscar la iluminación del Espíritu Santo para saber sobre qué orar y cómo orar.

La cual es la tarea primaria de los Ministerios de Sanación.

Esto implica también conocer cuál es la enfermedad, porque a veces hay razones ocultas que llevan a esa enfermedad; muchas veces factores espirituales generan enfermedades físicas.

Y especialmente es importante conocer cuál es el plan de Dios para esa persona; debemos pedir al Espíritu Santo que nos revele que es lo que quiere hacer Dios con esa persona.

Porque de esa forma podemos enfocar mejor las palabras de la oración.

De cualquier forma pocas veces obtenemos respuestas claras y por lo tanto debemos admitir que los planes de Dios no están en nuestro entendimiento.

O debemos descubrirlos en medio del camino.

De modo que deberíamos orar para que se cumpla el plan de Dios para esta persona.

Y también debemos pedir iluminación para saber qué es lo que Dios quiere de nosotros en el proceso de cada caso.

Porque como dice la escritura, somos parte del cuerpo de Cristo y cada uno tiene diferentes funciones y dones, y cuando un miembro sufre los otros sufren con él.

   

¿QUÉ ES LO QUE DIOS HACE CUANDO ORAMOS?

Basado en su experiencia Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, detalló que se pueden esperar en el Ministerio de Sanación.

La mayoría de las veces los orantes trabajan a ciegas porque no pueden discernir fácilmente cuál será la respuesta del Señor a la oración.

Dios tiene un plan para cada persona y el Ministerio de Sanación trata de pedir con fuerza y devoción que este plan se active.

En primer lugar, el gran valor pastoral del Ministerio es la experiencia que reciben los enfermos del amor de Cristo.

Esto implica paz y alegría, aunque el estado de salud siga en las mismas condiciones.

Hay casos en que los enfermos no se curan, pero sus dolores desaparecen por el alivio de la oración, es lo que él llama la anestesia divina.

A veces la respuesta a la oración es que el médico descubre las causas de la enfermedad y acierta con el tratamiento.

En este caso Dios ha guiado al médico.

Otras veces la respuesta a la oración es que el enfermo necesita sanación interior y no corporal, porque es sabido que el 80% de las enfermedades son psicosomáticas.

Esto se logra mediante un vislumbre del carisma de discernimiento.

Y a veces se descubre que la causa de la enfermedad es una adicción o un hábito nocivo, cómo puede ser fumar, consumir drogas, comer con demasiada sal, el alcohol, etc.

En estos casos la oración que le sigue debe ser para pedir liberación de esas adicciones.

En otros casos la enfermedad está relacionada con la vida desordenada, de poco sueño, mucho trabajo, comida a deshoras, etc., que hace necesario un cambio en la organización de la vida de la persona.

Y para esto hay que orar también, para que la persona tenga la disposición para hacer esos cambios.

En otras ocasiones la pérdida de salud se origina en la reacción psicológica ante problemas y preocupaciones que la persona tiene.

Y en este caso es recomendable la oración por la paz y la tranquilidad.

Hay que tomar en cuenta por otro lado, que las enfermedades no remiten rápidamente sino muchas veces lo hacen progresivamente.

Por lo que la oración debe tomar en cuenta las distintas metas intermedias de mejoría.

Y como es a largo plazo, la oración debe ser perseverante, lo cual exige al orante la comprensión y disposición de actuar en un proceso.

Aunque a veces la sorpresa es que la curación es inmediata y la remisión es total.

Pero en realidad esto nunca se sabe de antemano, el resultado final es un misterio en términos generales.

A veces también el objetivo de la oración no es la curación de una enfermedad sino el fortalecimiento mental y físico para la conservación de la salud.

Esto es especialmente así cuando se ora por un anciano o un bebé.

Y en otros casos la oración es para que el enfermo haga el pasaje de la mejor manera posible, porque su situación no tiene remedio.

   

LOS PRINCIPIOS DE ORACIÓN POR SANACIÓN

Por su parte Francis MacNutt habla de tres principios importantes de la oración curativa:

   

1 – La oración requiere discernimiento

La clave para una curación efectiva, dice, es saber por qué orar.

Este entendimiento sólo viene por el poder del Espíritu Santo.

   

2 – La curación requiere tiempo

MacNutt defiende la oración prolongada, en la cual los ministros de oración imponen las manos a una persona y oran por un período prolongado.

“La curación lleva tiempo, y eso es lo que falta en muchos ministerios de sanación”, dice.

   

3 – Las emociones necesitan sanación

MacNutt cree que el dolor, la vergüenza, los ataques de pánico, los trastornos mentales, los desvíos sexuales y las adicciones pueden ser sanados por Jesús.

La sanación requiere que la persona afectada renuncie a sus decisiones dañinas, perdone a los que les hacen daño e invite a Cristo a sanar un recuerdo doloroso.

   

Y distingue cuatro formas principales de curación, y por tanto cuatro métodos típicos de oración para ejercer este ministerio.

1 – Oración de arrepentimiento por los pecados personales

Está en la raíz de la mayoría de las curaciones.

Si hay arrepentimiento, hay perdón y liberación del pecado, y por tanto hay sanación y salvación.

La psicología y la medicina modernas reconocen que gran parte de las enfermedades físicas tienen un componente psíquico.

En muchos casos resulta más útil y más importante dedicar tiempo a la oración de arrepentimiento o a la de sanación interior antes que orar por la curación física.

La reconciliación sacramental (la confesión) tiene una dimensión de curación.

  

2 – Oración de curación interior

En la que se da la sanación de los recuerdos o de cualquier enfermedad de tipo mental o psíquico.

Generalmente es necesaria la curación interior cuando comprobamos alguno de los siguientes casos:

heridas del pasado, traumas no superados, resentimientos, problemas emocionales profundos, depresión, formas persistentes de ansiedad, miedo, impulsos sexuales compulsivos, excesiva timidez, con su respectiva carga de recuerdos y vivencias del pasado, que por más que queramos no podemos librarnos de ellos.

Para esta clase de sanación hay una forma peculiar de entrevista y oración.

Este ministerio lo puede realizar una persona sola que tenga conocimiento, discernimiento y dones para ello, o puede ser también un equipo, al que llamamos grupo de intercesión.

   

3 – Oración de curación física

Es la más difícil de admitir y la que más puede poner a prueba nuestra fe.

Sin embargo la oración por la curación física es la más sencilla de todas y la más breve.

De hecho, Dios responde a esta oración y sana de muchas maneras.

   

PARA ORAR POR LA CURACIÓN FÍSICA SE PUEDE SEGUIR LA SIGUIENTE PAUTA

Lo primero es siempre escuchar para discernir qué hemos de pedir y si hemos de orar o no

Fijar al mismo tiempo la atención en qué es lo que le aqueja a la persona y en el Señor, que a veces comparte con nosotros el don del discernimiento para llegar al verdadero diagnóstico.

A veces descubriremos que más que de curación física se trata de curación interior, o de arrepentimiento o de oración de liberación.

Algunos enfermos ni siquiera están preparados para ser curados, a pesar de que pidan que se ore por ellos.

El Espíritu nos indicará, si estamos atentos a su voz, por quién debemos orar.

Para aquellos que no están experimentados valga la siguiente regla:

-oren por aquellos que acuden y les piden oración,

-oren siempre que se sientan movidos por compasión y a visitar a alguien enfermo y orar por él

-no hay que centrarse sólo en el problema y sus síntomas.

   

Lo segundo es discernir si hay que imponer las manos y oración

Si la persona por la que se va a orar se molesta con la imposición de manos, o prefiere que nos mantengamos a cierta distancia, respetemos sus sentimientos.

El gesto de la imposición de manos es una forma de comunión de amor y está indicado por el mismo Señor.

Pero la oración ha de tener dos elementos:

reconocimiento de la presencia de Dios, siempre dirigida al Padre o a Jesús, reconociendo la presencia de Dios y alabándole

petición, de forma muy específica, visualizando la curación que estamos pidiendo

La oración debe ser imaginativa, positiva y enfatizar, no la situación de enfermedad, sino la esperanza de que el organismo se recupere.

   

Y lo tercero es tener e irradiar confianza y hacer una acción de gracias

Esta fe es central porque hacemos esto porque tenemos confianza en Él.

Es un don y es mejor decir “hágase según tu voluntad”.

Y con la acción de gracias alabamos a Dios porque creemos que Él nos ha oído.

   

4 – Oración de liberación para casos de opresión

Hay que distinguir muy bien entre posesión diabólica y opresión diabólica.

La posesión diabólica es bastante rara. La oración formal de la Iglesia para liberar a un poseído es el exorcismo.

Para ejercer esta clase de oración se requiere el permiso del Obispo que sólo se da a un sacerdote especialmente cualificado para este ministerio.

La opresión es relativamente frecuente: es como la invasión de una ciudad, en la que la persona en cuestión tuviera el control de la mayor parte, quedando ciertas áreas bajo el dominio enemigo.

Donde más frecuentemente se manifiesta es en los casos de drogadictos, alcoholismo, conducta autodestructiva, personas que han participado en sesiones de espiritismo, brujería, meditación trascendental, todas las prácticas del ocultismo, concentración profunda del yoga.

En este asunto se necesita más que nunca el don del discernimiento, consejo y sabiduría del Señor.

Un indicio de la necesidad de oración de liberación puede ser el hecho de que la curación interior no da resultado.

La oración de liberación debe administrarse con mucha cautela.

Esta clase de oración no la puede ministrar cualquiera y de ordinario ha de ser un grupo de personas entre las que haya al menos un sacerdote.

Pues, a diferencia de la oración de curación que siempre se dirige a Dios, la oración de liberación es una especie de exorcismo que va dirigida contra los espíritus opresores, es decir, una orden imperiosa en nombre de Jesucristo, con firmeza y autoridad.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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¿Quieres saber qué es el Carisma de Sabiduría?

La sabiduría y el conocimiento están relacionados pero no son sinónimos.

El conocimiento puede existir sin sabiduría, pero no al revés.

Uno puede estar bien informado sin ser sabio.

El conocimiento es saber usar un arma por ejemplo, pero la sabiduría es saber cuándo usarla y cuándo mantenerla enfundada.

La sabiduría es la aplicación adecuada del conocimiento.

Dios quiere que tengamos conocimiento de Él y lo que Él espera de nosotros.
.
Pero tan importante como tener conocimiento es tener sabiduría. 

La sabiduría no proviene de leer libros o pensar grandes pensamientos.

Proviene de Dios, surge cuando tememos a Dios.

Requiere una actitud de humildad de que no conocemos el mundo tan bien como Dios y no podemos conocer la naturaleza de las cosas como Él lo hace.

A medida que nuestra debilidad se perfecciona en Su fuerza, parafraseando a San Pablo, también nuestra ignorancia se perfecciona en Su conocimiento y sabiduría.

La sabiduría es un regalo de Dios que se puede pedir.

 

DEFINICIÓN DEL CARISMA DE SABIDURÍA

Tanto en el viejo como en el nuevo testamento se reconoce y valora la Sabiduría como un carisma que proviene de DIOS,

“¡Enséñanos a contar nuestros días, para que entre la Sabiduría en nuestro corazón!” (Salmo 90:12).

“…que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de Sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente…” (Efesios 1:17).

Una palabra de Sabiduría es una inspiración del Espíritu Santo que imparte alguna percepción o comprensión profunda que conmueve fuertemente los corazones de aquellos que la oyen.

Recuerden cómo las masas reaccionaban a Jesús, “¿De dónde saca todo esto?”, después de que les hubiera hablado.

La Sabiduría tiene 3 acepciones:

* Una es comprender los misterios maravillosos de Dios, su amor, su grandeza, su preocupación por nosotros.

El nombre de “Sabiduría” viene de “sabor”, así como el gusto sirve para conocer los alimentos (dice San Isidoro) lo mismo la Sabiduría es un conocimiento sabroso de Dios, de sus atributos y de sus misterios, como infinitamente adorables y amables.

* Otra es la revelación sobrenatural de un propósito de Dios en un momento dado.

Es una revelación de la voluntad de Dios sobre una situación determinada.

Es entender su propósito en cuanto a gente, lugares o circunstancias.

* Y otra es llegar a saber la solución de Dios para un problema o situación determinada.

La base práctica de la Palabra de Sabiduría es la habilidad de aplicar la ciencia recibida de Dios a situaciones específicas que demandan de una palabra sabia.

“Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir…” (Lucas 12:11-12; Mateo10:19-20; Marcos 13:11)

Un ejemplo parroquial es el correcto y talentoso uso de principios y versículos bíblicos para aconsejar a un matrimonio para que se componga y no se divorcien, o ante una disputa ante opiniones encontradas, etc.

La Sabiduría opera cuando se presenta una necesidad especial y concreta.

Es la palabra que fluye en el momento determinado y específico dando consejo acertado, dirección, motivación, consolación o exhortación de Dios.

Nos revela qué decir y hacer en momentos de apremio y persecución, para que nuestra defensa no sea nuestra, sino la defensa de Dios a favor de nosotros.

“…porque yo os daré palabra y Sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan…” (Lucas 21:15)

Mateo 16: 13-17, quizás sea el mejor ejemplo bíblico del Carisma de Sabiduría en funcionamiento en la realidad:

“En aquel tiempo, Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo e hizo esta pregunta a sus discípulos:

¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

Ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.

Díceles Él: y vosotros ¿quién decís que soy yo?

Simón Pedro contestó: tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Replicando Jesús le dijo: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

Parece claro que el Carisma de Sabiduría o Don de Palabra de Sabiduría es:

* una iluminación del Señor a una persona específica,

* que la impulsa a decir una palabra práctica,

* para que se cumpla la voluntad de Dios,

* en una situación determinada.

Siguiendo el orden de la definición, vemos que el pasaje del evangelio encaja perfectamente en nuestra definición del Carisma de Sabiduría:

* apareció Pedro como el iluminado por el Señor,

* para decirle a los demás discípulos que Jesús es el Cristo, el hijo de DIOS vivo,

* de esta forma se cumplió la voluntad de DIOS de que los hombres conocieran quién era Jesús,

* y sucedió en una reunión de Jesús con sus Discípulos y ante una pregunta de Él.

 

LA SABIDURÍA PROVIENE DE DIOS

La Sabiduría de DIOS, es una de sus principales características divinas, que lo llevó a crear el universo y a los hombres, y que por su amor nos hace partícipes de su Sabiduría.

Los Padres de la Iglesia identificaron a Cristo con la Sabiduría de Dios, siguiendo a san Pablo, que definió a Cristo como “fuerza de Dios y Sabiduría de Dios” (1 Co 1,24).

La Palabra de Sabiduría (1 Co 12:8) es un fragmento del conocimiento de Dios dado por el Espíritu Santo a una persona.

Nos otorga ciertos hechos e información por vía de la revelación divina provista por el Espíritu Santo.

Tal información, era previamente desconocida para la persona, y el conocimiento no pudo haber sido recibido por ningún medio natural.

Es impartido sobrenaturalmente.

Es fácil intuir que esta “Sabiduría” no es la simple inteligencia o habilidad práctica, sino más bien la participación en la mente misma de Dios, que “con su Sabiduría formó al hombre”.

Por consiguiente, es la capacidad de penetrar en el sentido profundo del ser, de la vida y de la historia, traspasando la superficie de las cosas y de los acontecimientos, para descubrir en ellos el significado último, querido por el Señor.

Dios es infinita Sabiduría cuando ama, este es el efecto propio de la Sabiduría que llena de tal manera el alma del gusto del Bien y del Amor a la Virtud, que por todo lo demás solo siente desagrado.

El gusto del Bien le es como natural.

El ser humano comienza a sentir el deseo de buscar la Sabiduría cuando siente Temor Santo de Dios.

Cuando decimos temor santo es en referencia a estar despiertos para no hacer las cosas que a Él no le gustan.

Deseamos hacer su Santa voluntad y no otra.

Cuando sientes ese Temor y guardas la Palabra, empiezas a buscar la Sabiduría que siempre estuvo junto a Él.

 

DIFERENCIA CON SABIDURÍA HUMANA

La Sabiduría entonces es la habilidad desarrollada a través de la experiencia, la iluminación, y la reflexión para discernir la verdad y el ejercicio del buen juicio.

Muchas veces está conceptualizada como un desarrollo avanzado del sentido común.

Una Palabra de Sabiduría es diferente o distinta del conocimiento humano obtenido a través de los medios naturales.

Una Palabra de Sabiduría no puede ser recibida por medio del aprendizaje intelectual o por medio del estudio de libros o la participación en cursos de estudio académicos en colegios o universidades.

Tampoco es la habilidad para estudiar, entender o interpretar la Biblia.

Hay tres tipos de Sabiduría reprobada por la Sagrada Escritura y que son verdaderas necedades:

* Sabiduría Terrena: Cuando se saborea nada más que las riquezas.

* Sabiduría Animal: Cuando se saborean únicamente los placeres del cuerpo.

* Sabiduría Diabólica: Cuando no se encuentra gusto nada más que en la propia excelencia.

El Don de Sabiduría unifica a las almas con Dios.

Así lo dice Jesús en la oración sacerdotal de la última cena:

“Padre, que todos sean una misma cosa, como Tú y Yo somos una cosa. Tú en Mí y Yo en ellos, para que todos seamos consumados en la unidad.”

El Don de Sabiduría nos hace amar las cosas de Dios.

Nos hace amar a la Iglesia, amar a María, amar todo lo que Él ama.

La bienaventuranza que corresponde al don de Sabiduría es la séptima.

“Bienaventurados los pacíficos”, porque la Sabiduría todo lo ordena según Dios.

Y porque la paz consiste en este perfecto orden, porque la Sabiduría nos hace como insensibles a todo lo que puede turbar el corazón.

El fruto del Espíritu Santo que corresponde al don de Sabiduría es el de la FE.

Porque gustando el alma las cosas divinas, las cree con mayor firmeza.

Y teniendo de ellas un conocimiento como experimental, llega a verlas con una especie de evidencia.

 

DIFERENCIA ENTRE DONES DE SABIDURÍA Y CONOCIMIENTO

Mientras la palabra de Ciencia o Conocimiento se refiere a una parte del conocimiento de Dios que él ha querido revelar, la palabra de Sabiduría es la función que nos permite usar con eficacia esos conocimientos.

Se debe entonces distinguir entre saber y conocer.

Se puede tener mucho conocimiento, en el sentido de hechos aprendidos y carecer de Sabiduría.

Ser sabio no es sólo poseer conocimientos.

Sabiduría es la capacidad para saber manejar una situación dada.

Comprende el tomar decisiones correctas y hacer lo debido de acuerdo a la voluntad de DIOS.

Si alguien tiene poco conocimiento, pero posee el don de Sabiduría, puede engrandecer el conocimiento que tiene para la gloria de Dios. Ejemplos son: Hechos 7:10; 1 Corintios. 6:5; 1 Reyes 3:16-28.

Generalmente la Ciencia no produce el gusto espiritual que la Sabiduría hace sentir al alma.

Y la razón es porque la Ciencia no mira más que a las escrituras, aunque sea con relación a Dios, en cambio la Sabiduría mira a Dios, cuyo conocimiento está lleno de atractivos y de dulzura.

 

CUANDO UNA PERSONA TIENE EL DON DE SABIDURÍA

Santiago nos describe a la Sabiduría divina así:

“…la Sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía(Santiago 3:17)

La persona que tiene el don de Sabiduría, sabe cómo llegar al fondo de un problema rápidamente. Ejemplos son: Hechos 6:2-4; 15:19-21; 1 Reyes 3:16-28

Ser sabio es saber desenvolverse en la vida; actuar con discreción; respetar a las personas más allá de diferencias de cualquier tipo; preocuparse por el pobre, el desvalido, el que sufre…

Tiene relación con la cordura, la inteligencia, la sagacidad, para poder manejar el hogar, a un pueblo, una comunidad, y gobernarse uno mismo.

Nos podemos preguntar porque los santos son santos, y se debe al arrobamiento en el que ingresan al tener dentro de sí a Dios.

Porque a medida que un alma se va purificando, el Espíritu se va haciendo cada vez más fuerte y capaz de “soportar” las “operaciones Divinas” sin emoción ni suspensión de los sentidos.

Como hacían Nuestro Señor, la Santísima Virgen, los Apóstoles y algunos santos que tenían siempre el espíritu ocupado con los conocimientos más sublimes.

La Sabiduría que nos da el Espíritu Santo, es la fuente inicial de la santidad = la asimilación de Dios.

Y esa Sabiduría nos hace acercarnos al prójimo, y dar oportunidad a las gentes a la conversión al Señor.

De ahí que se puede pensar en una Sabiduría sobre base permanente en el caso de algunos Santos y sobre base de momentos o chispazos para el caso de quienes no han llegado a esos niveles de santidad.

El Don de la Sabiduría sobrenatural nos llena de caridad; es decir, de amor a Dios y a nuestros prójimos.

Por eso San Pablo dijo a sus fieles: “Yo los llevo en lo íntimo de mi corazón.”

Quienes tienen el Don de la Sabiduría, miran todo a través de los ojos de Dios, luchan por los intereses de Dios, y hablan como hablaría Dios.

Así lo hicieron Jesús, y San Pablo y los Apóstoles y los santos.

Ver a Dios en el sufrimiento de los hombres es realmente un nivel elevado del don de la Sabiduría.

Algunas cosas deben aprenderse en esta perspectiva porque no pueden ser aprendidas de ninguna otra forma.

 

CÓMO PEDIR LA SABIDURÍA

Existe en las Escrituras una promesa de Sabiduría para todos.

Como promesa, la Sabiduría que viene de Dios está disponible para todos los creyentes.

Cuando falta Sabiduría es bueno pedirla a Dios

“…si alguno de vosotros se ve falto de Sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. (Santiago 1:5).

La palabra de Sabiduría es una revelación y manifestación espiritual que sólo está a disposición del verdadero cristiano.

Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, pedid y se os dará.

Lo que vale tanto como si dijera: Si queréis hallarme, menester es que me busquéis: si queréis entrar en mi palacio, menester es que llaméis a mi puerta; si queréis recibirme, menester es que me pidáis

Nadie me halla si antes no me busca; nadie entra en mi casa si antes no llama a mi puerta; nadie me alcanza si antes no me pide; y todo se consigue con la oración.

La oración es el canal ordinario por el que Dios comunica sus gracias, particularmente su Sabiduría.

Por espacio de cuatro mil años estuvo el mundo pidiendo la encarnación de la divina Sabiduría (el mesías).

Por espacio de catorce años se preparó María, por medio de la oración para recibirla en su seno.

Salomón no la recibió sino después de haberla pedido durante largo tiempo con ardientes deseos:

“Acudí al Señor y se lo pedí de todo corazón: Dame aquella Sabiduría que está sentada en tu trono”.

Si alguno de vosotros tiene falta de Sabiduría, pídasela a Dios, que a todos da copiosamente y no zahiere a nadie, y le será concedida.

Nota, de paso, que no dice el Espíritu Santo:

“Si alguno se halla necesitado de caridad, de humildad, de paciencia, etcétera, que son virtudes tan excelentes”, sino: “Si alguno tiene necesidad de Sabiduría”.

Porque, pidiéndola, se piden al mismo tiempo todas las virtudes en ella encerradas.

Para obtenerla es preciso pedirla, pero ¿cómo hay que pedirla?

En primer lugar se debe pedir con fe viva y firme, exenta de toda vacilación; pues quien tiene una fe vacilante no espere alcanzarla.

En segundo lugar se ha de pedir con fe pura, sin apoyar la oración en consolaciones sensibles, visiones o revelaciones particulares.

La fe pura es el principio y el efecto de la Sabiduría en nuestra alma.

A mayor fe corresponde mayor Sabiduría, y a mayor Sabiduría, mayor fe.

El justo o el sabio sólo vive de la fe, sin ver, sin sentir, sin gustar y sin vacilar.

En tercer lugar, debemos pedir la Sabiduría con Perseverancia.

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COMO SE OPERA CON ESTE DON

Características principales:

Es Sobrenatural en su carácter, no obtenida por lógica o deducción, razonamiento, etc.

No por los sentidos naturales, sino por revelación sobrenatural a través del Espíritu Santo.

Ésta opera por Fe. La persona recibe tal revelación por fe.

La revelación es recibida en nuestro espíritu, no en el intelecto o en las emociones.

No es esencialmente un don vocal. Puede ser recibida quedamente en el interior de la persona, en su espíritu o en ocasiones audiblemente (Hch 9:11).

Puede venir a ser vocal cuando se comparte con otros (Jn 4:4-7; 18).

Cualquier cristiano lleno del espíritu que esté dispuesto a escuchar la voz de Dios, puede experimentar este Don.

Es una posesión de valor incomparable en el ministerio del asesoramiento u orientación.

La acción y reacción obediente son esenciales para la operación continua de este don en el ministerio de un creyente.

Es manifestada frecuentemente en conjunción con la palabra de ciencia.

Ésta, es la ciencia divinamente impartida para saber qué cosa hacer acerca de la Palabra de Conocimiento o Sabiduría y cómo aplicarla correcta y sabiamente

 

Cómo se prepara la persona para recibir este don:

A través de una vida profunda de oración personal.

Una fe habitual de que Dios quiere revelar su voluntad y guiar nuestras decisiones.

Un sincero deseo de servir a otros.

 

Cómo recibir este don:

La persona tiene que estar deseosa de someter sus pensamientos humanos y sus talentos a Dios.

La persona tiene que estar buscando la voluntad de Dios en cada situación.

El toque carismático de Dios viene finalmente, después de que la cooperación humana ha sido completa.

 

Cuáles son las dificultades:

No usar este don.

Que permanezca en los hermanos un lenguaje “del mundo”.

Usar un exagerado “lenguaje espiritual”.

Confundirse y creer que uno es “el sabio”.

Fuentes:

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El Ministerio de Sanación

Un hombre, enfermo, hacía treinta y ocho años que estaba junto a la piscina Betzatá, esperando entrar en la piscina cuando las aguas se moviesen y ser curado.

 

padre hoyos y ministerio de sanacion

 

«Jesús, lo vio echado y, sabiendo que llevaba mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres curarte? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que, al agitarse el agua, me meta en la piscina». (Jn. 5, 6-7)

¡Cuantos enfermos, hoy día, podrían repetir a Jesús la misma queja! El enfermo, más que nadie, necesita que le ayuden a encontrar a Jesús, que es quien sana. El ministerio de sanación responde a esta llamada y a esta necesidad.

Este ministerio no es fácil ni es apto para todos; se necesitan ciertas «aptitudes», conforme a los carismas que Dios distribuye para que sirvamos a la comunidad. El Señor necesita de personas que, llenas de la misericordia y la compasión de Jesús, se entreguen a los más necesitados, siendo canales abiertos del amor de Dios. El Señor necesita de personas entregadas que se acerquen a los enfermos y oren por ellos, bien directamente, bien en el más estricto anonimato.

Hay que saber de antemano, que este ministerio conlleva mucha delicadeza y rectitud de criterio y al mismo tiempo saber que no siempre es bien entendido y comprendido por los demás. No es de extrañar; también Jesús tuvo mucha oposición cuando lo ejercía y los apóstoles Pedro y Juan fueron perseguidos, arrestados y encarcelados por haber curado a un cojo, en el nombre de Jesús.

«Es muy importante aclarar que una cosa es el ministerio de sanación y otra cosa es el carisma de sanación. El ministerio no es otra cosa que poner en práctica el carisma. Por el bautismo todos tenemos este don. El Señor Jesús dijo: Todo el que crea en mí, imponga las manos sobre los enfermos y se sanarán. (Mc. 16,18)

Sin embargo no todos tenemos el ministerio. San Pablo dice:

Dios ha dado cargos especiales a algunos en la Iglesia: en primer lugar, los apóstoles… después los que sanan enfermos… ¿tienen todos poder para sanar enfermos? (1 Cor. 18, 30).» (P. Darío Betancourt. Seminario de Sanación)

¿Quiénes pueden ejercer el ministerio de sanación?. Los sacerdotes y médicos tienen el carisma de sanación en plenitud y sin límites. Los laicos lo tienen limitado.

Los esposos lo tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus hijos y familia. Los laicos pueden ejercitarlo también para ciertos casos, siempre que sean discernidos por los pastores y confirmados por la comunidad. Pueden darse casos de laicos a quienes Dios llama al ejercicio de la sanación en plenitud y sin límites; éstos no son mucho.

Otro punto muy importante del ministerio de sanación lo tenemos en la Palabra de Dios, en la parábola del Samaritano. Un hombre está gravemente herido y abandonado. Un sacerdote lo vio, y pasó de largo. Un levita lo vio, y pasó de largo. Un samaritano lo vio, y se conmovió sin mirar la clase y condición del herido. Pero el samaritano no se queda en la mera compasión; él actúa en la medida de sus posibilidades y no escatima ni siquiera medios materiales. Pone todo su corazón y se puede afirmar que se da a sí mismo. La parábola es narrada por Jesús y es para nosotros. Toda persona en el ministerio de sanación debe tener la actitud del samaritano; actitud que solo se puede conseguir siendo sensible al sufrimiento ajeno y sintiendo en la propia carne la misericordia y compasión de Jesús hacia los hombres.

Para profundizar en las actitudes que se requieren en el ministerio de sanación creemos muy útil y necesario copiar un resumen de la enseñanza de Philippe Madre en el Seminario de Sanación de San Giovanni Rotondo (1995) y publicado en el nº 41 de la revista Nuevo Pentecostés.

 

LA SANTIDAD EN EL MINISTERIO DE SANACIÓN

La santidad de vida ayuda al anuncio de salvación y a la intercesión por los enfermos. Hay personas muy heridas que necesitan un encuentro profundo con el médico espiritual santo. Necesitan este encuentro las personas que han sufrido abortos. El acompañamiento a los que van a morir del SIDA exige carismas de sanación y santidad. Estos carismas de sanación con santidad se pueden dar a personas aisladas o a todo un grupo o equipo.

Marta Robin, mujer de Dios, que llevaba en su corazón a la Renovación y a los enfermos, me dijo que había que atreverse a pedir a Dios grandes cosas, porque pronto vendría la hora de Dios para hacer milagros.

El carisma de curación está en la Iglesia. Es un don gratuito, que no santifica al que lo ejerce. Cuando el don se repite va convirtiéndose en ministerio de curación.

La exigencia de la propia santificación es el lugar para vivir este ministerio de curación, – interna o externa -, que está vinculado a nuestra vida y a nuestro crecimiento espiritual y se debe vivir con la sabiduría y el discernimiento de Dios para que tenga más frutos.

 

el gran sanador emiliano-tardif

 

Seis puntos de reflexión 

1° Punto: Es necesario vivir santamente este ministerio con una vida contemplativa e interiorizada. No hay evangelización que dure si no se funda en un cimiento contemplativo. Hay que tomar tiempo para estar a solas con Dios y escuchar lo que nos dice y a dónde nos llevan las mociones de su Espíritu. Esto es muy importante para la calidad de los ministerios carismáticos, que sin la atención a las mociones del espíritu, decaen.

2° Punto: El que ejerce el ministerio de curación necesita una comunidad de hermanos y hermanas que oren con él.

El carisma no madura en ministerio sin el apoyo de los hermanos en la fe. 

3º Punto: Se requiere también en el ministerio de curación el apoyo de la vida sacramental. La Eucaristía y la Reconciliación han de convertirse en celebraciones evangelizadoras de la vida de Jesús, que se nos da y nos santifica.

Punto: El que ejerce un ministerio de sanación necesita de un guía espiritual, que le asesore en los momentos de lucha espiritual.

Hay cinco tentaciones principales ligadas al ministerio de sanación:

a) Tentación de orgullo, porque nos atribuimos lo que Dios realiza a través de nuestra acción humana.

b) Tentación de desaliento. Es muy cansado este ministerio, tiene fracasos aparentes y se cae en la tentación de abandonar. Entonces también necesitamos un guía espiritual.

c) Tentación de ejercer dominio espiritual sobre el enfermo, tanto al actuar como médico o como sanador. Hay que respetar al enfermo sin someterlo a nosotros.

d) Tentación de voluntarismo espiritual. Queremos que Dios cure sin atender verdaderamente a lo que Dios quiere hacer en ese momento concreto.

e) Tentación de relación afectiva-emocional con el enfermo. Así, se paraliza la acción primordial de Espíritu Santo y se termina cayendo en una relación afectiva desordenada. La presencia de un guía espiritual ayuda a evitar estas tentaciones .

Punto: Vivir en el amor a Jesús y a su Palabra no sólo ayuda a nuestra santidad, sino que fomenta carismas relacionados con el ministerio de sanación.

6° y último Punto: El don de fuerza del Espíritu Santo nos lleva a mayor unión con Jesús; pero también nos fortalece para el combate espiritual en el ministerio de curación. Es importante pasar de la intercesión a la compasión, acogiendo al Espíritu en nosotros para que nos ponga en comunicación con el enfermo, nos haga crecer en el amor y trasmita alivio a los enfermos.

Vivamos, pues santamente el ministerio de sanación.

Fuente: siervoscas.org

 

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El Carisma de los Milagros

San Pablo coloca este carisma «operaciones milagrosas» en seguida después del de curaciones. Son carismas diferentes. Esto es importante para no catalogar como milagro cualquier tipo de curación por ministerio nuestro y para no estar a la expectativa de milagros en todo momento. Tampoco caer en el extremo opuesto de negar la existencia de los milagros en la hora presente.

Desde el punto de vista teológico: los milagros son signos que muestran la presencia del prometido reino de Dios y que acreditan a los portadores históricos de esa promesa.

-es un testimonio del poder que debe producir en nosotros la salvación en Jesucristo. Es un signo del poder y del amor de Dios que quiere salvar a todo el hombre y a todos los hombres.

-signo de inclusión de la realidad entera de una economía histórica de Dios, que nos ama y quiere salvarnos.

En la obra de Jesús, los milagros ocupan un lugar cuantitativa y cualitativamente importante. Pero no como una proliferación de lo maravilloso, al margen del mensaje salvífico, sino que ellos mismos son evangelio, mensaje salvífico en acción.

-Milagro: acciones poderosas, «manifestaciones de poder». Poder, no solo indica el carácter excepcional de la manifestación, sino ante todo la presencia de la salvación, que vence los poderes del mal.

I. EL DON DE MILAGROS

¿Que es el don de milagros?

Es una manifestación temporal del poder de Dios a través del cual, un obstáculo es removido o una oportunidad se da, de forma especial. Para que sea milagro, este efecto tiene que venir de la intervención directa de Dios en las realidades humanas.

Es un medio de conversión para algunos y aumento de fe para otros.

¿Que eventos son los que se pueden considerar milagros?

a) Una curación inmediata de una enfermedad de gravedad.

b) Un cambio completo de mente o de corazón de una persona.

c) La conversión repentina de un enemigo de la Iglesia.

d) El movimiento de objetos materiales (por ejemplo: que se pueden encontrar.)

e) Tanto la llegada de repente de una persona, como el ser removida de repente, lo cual hace posible la solución de algún problema.

** La Iglesia tiene mucha cautela en decidir definitivamente si ha ocurrido un milagro.

Si es tan difícil decir si ha ocurrido un milagro, ¿que valor tiene el conocimiento de este don?

Es importante saber y creer que Dios interviene a través de milagros porque así, si El inspira a una persona (o a un grupo) a pedir por un milagro, esta persona (o este grupo) podrán estar disponibles a cooperar con Sus inspiraciones.

¿Que propósito tienen los milagros?

Hay tres propósitos:

a)Corregir una situación que no se puede corregir de forma natural;

b)Apoyar y aumentar la fe de los que están envueltos;

c)Demonstrar la aprobación de Dios al ministerio de predicación.

¿Son evidentes los milagros en el movimiento de la Renovación Carismática?

Si. La apertura de estos grupos a la oración y a los dones carismáticos es la condición necesaria para que Dios manifieste su poder. Como el don de milagros es un don poderoso, se puede esperar mayor desarrollos en el ministerio de milagros a la medida en que las personas van creciendo en la vida espiritual.

Si los milagros son extraordinarios, ¿porque San Pablo los incluye en la lista de los dones carismáticos regulares?

Hay momentos en la vida de los grupos de oración o en la vida de un individuo, que hace falta un verdadero milagro para obtener algún designio que Dios quiere. Por tanto, aunque sea un ayuda extraordinaria, la necesidad de ella surge en cada grupo y en la vida cotidiana de los individuos.

II. DON DE MILAGROS EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

¿No seria demasiado extraordinario la presencia del don de milagros como algo regular en la vida cristiana?

Los milagros fueron por seguro, una parte regular de la Iglesia Primitiva y sin embargo la vida de los primeros cristianos era una vida ordinaria. Los milagros eran intervenciones extraordinarias en vista de necesidades extraordinarias. Las personas llevaban una vida normal, pero creían que Dios intervendría en algunas situaciones para salvarlos.

¿Cual es la actitud del Antiguo Testamento en referencia a los milagros?

Es difícil decir cual es la actitud. En el Antiguo Testamento la naturaleza no era considerada como regida por leyes estables y tampoco existía una palabra en Hebreo para milagro. Algunas de las figuras del Antiguo Testamento si tenían poderes milagrosos (como Moisés y Elías) pero es difícil decir que fue lo que ocurrió.

¿Que enseñan los evangelios sobre los Milagros?

Los Evangelios usan la palabra poder para indicar milagros. También consideran que el poder de Dios entró en el mundo de forma especial en la persona de Cristo.

¿Cuales son los textos del Nuevo Testamento que testifican el poder que tenían los apóstoles de hacer milagros?

a) La muerte de Ananías y Safira (Hechos 5 : 1 -1 0)

b) Los milagros de Felipe en Samaria (Hechos 8 : 6)

c) La resurrección de Tabita (Hechos 9 : 36 – 43)

d) La resurrección de Eutico (Hechos 20 : 10)

e) La protección de Pablo después de haber sido mordido por una serpiente (Hechos 28 : 5)

III. EL DON DE MILAGROS Y OTRO DONES CARISMÁTICOS

¿En que manera se distingue el don de milagros del don de sanación?

El don de milagros abarca muchas situaciones y su naturaleza sobrenatural es mas patente. Una curación grande e inmediata sería considerada un milagro, mientras que en otras curaciones Dios actúa sobre un periodo de tiempo.

¿Como se relacionan el don de milagros y el don carismático de la fe?

Son muy unidos en que, a través de ambos, Dios eleva el poder de la intercesión a un nuevo nivel. También, porque el don carismático de la fe esta operante en el don de milagros.

Son distintos en que el don de milagros tiene un efecto externo, verificable y por tanto, es un signo extraordinario del poder y la protección de Dios. El don de la fe por lo general, no necesita este signo externo. Muchas veces la misma persona no esta consciente del poder que hay en su oración de fe.

¿Como están relacionados el don de milagros y la palabra de sabiduría?

Se puede decir que ambos operan en situaciones importantes o peligrosas. La palabra de sabiduría es Dios actuando mas en sentido espiritual o intelectual de forma que las personas son movidas a través del poder de la palabra que se dice. Los milagros intervienen en las situaciones por el poder de Dios y muchas veces sin que se digan muchas palabras.

¿Cuando ocurren los milagros?

a) Hay veces en que Dios esta dispuesto a obrar un milagro aun para las persona que Le huye. Este milagro se le atribuye a las oraciones de los demás.

b) A veces, cuando una persona esta recién convertida, Dios obra un milagro como un signo inolvidable para esa persona de su poder y de su fidelidad. Pero la presencia regular de milagros no es normal en los comienzos de la vida espiritual.

¿Que debe hacer una persona para predisponerse a este don?

Los milagros requieren una fe activa y un amor para los demás que mueve al individuo a rogarle a Dios continuamente, sin dejar de interceder. Además se requiere una sensibilidad extrema a las mociones del Espíritu Santo y al poder divino.

IV. CRECIMIENTO EN EL DON DE MILAGROS

¿Existen condiciones que alimentan el crecimiento del don de milagros?

Son los siguiente:

a) Como muchas veces son la confirmación de Dios a la palabra que se predica, los milagros se hacen mas presente cuando la palabra de Dios es predicada y vivida.

b) Como están supuestos a remover los obstáculos a la voluntad de Dios, los milagros se hacen mas presentes cuando la persona esta totalmente comprometida a Su Voluntad y a la promoción del Reino.

c) Los milagros se encuentran mas entre las personas que han madurado mas en la vida Espiritual.

¿No es una forma de presunción hablar de crecimiento en el don de milagros?

Aunque pueda parecer así, esta presunción se basa en:

a) El hecho que San Pablo considera los milagros como un ministerio que se da de forma regular a las comunidades cristianas.

b) Estos dones carismáticos extraordinarios se hacen cada vez mas abundantes en vista del bien que redunda a la Iglesia. En estos tiempos actuales, parece ser que estos son mas abundantes en las comunidades carismáticas.

V. APLICACIÓN PRÁCTICA DEL DON DE MILAGROS

¿No podríamos decir que la Era de milagros ya paso, ahora que el hombre ha descubierto las medicinas milagrosas y otras formas de cambiar la vida humana?

No porque:

a) Con la complejidad de la vida contemporánea, el hombre se enfrenta a problemas mayores hoy que en siglos pasados.

b) Aun con todos sus poderes humanos, el hombre se encuentra indefenso ante sus dificultades.

c) Son los mismos poderes humanos (poder nuclear, etc.) lo que son la causa de mucho de las problemas del hombre.

¿Cual es la actitud correcta ante el don de milagros?

a) Los milagros ocurren solamente cuando los medios humanos han fracasado o no están presentes.

b) El hombre no debe ver el milagro como algo normal, sino que lo debe ver como una intervención extraordinaria del amor de Dios.

c) El hombre no debe limitar las acciones de Dios con ideas preconcebidas de lo que Dios no puede o no va hacer.

d) El individuo deber entregarse totalmente a Dios y Su Reino utilizando todos los dones con discernimiento, sabiendo que, cuando se presenten obstáculos, el puede mirar con fe a Dios para conseguir los milagros necesarios en su favor.

Fuentes: Hermana Galindo de corazones,org

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Los discernimientos

Trataremos : El discernimiento espiritual en el dinamismo de la experiencia cristiana; El discernimiento espiritual en la Sagrada Escritura; El discernimiento personal; y El discernimiento comunitario.

1. EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL EN EL DINAMISMO DE LA EXPERIENCIA CRISTIANA

La instancia del discernimiento espiritual nace de la experiencia que el cristianismo realiza de su vida de fe en Cristo, en la Iglesia y en el mundo. La complejidad de las situaciones en que es llamado a vivir y obrar para llevar a cabo el plan de Dios respecto a sí mismo y a los demás, le imponen una atenta consideración de los impulsos y de las motivaciones que le inducen a determinadas opciones. Dios llama a cada hombre y a cada grupo de personas reunidas en su nombre con una vocación particular, que se inserta en el contexto de la misión que él confía al pueblo que se ha elegido. Lo que es bueno para uno no es bueno para otro, y lo que es mejor para uno no siempre lo es para otro. De ahí nace el problema: ¿Cómo reconocer los signos de Dios en una determinada situación y, sobre todo, frente a ciertas opciones?

2. DINAMISMO DE LA EXISTENCIA CRISTIANA

La existencia cristiana no es una realidad estática. Es vida y, como tal, posee todas las características de la vida. La vitalidad cristiana la experimentamos en nuestra vitalidad existencial, constituida por pensamientos, sentimientos, actividades, tendencias y relaciones con los demás, con las cosas, con el mundo y con la sociedad. La existencia cristiana tiene en nosotros su nacimiento y su desarrollo continuo. En el origen de esta nueva existencia, como enseña san Pablo (Rom 3,6.8), está la fe en Jesucristo, el bautismo y el don del Espíritu Santo: tres realidades que se integran recíprocamente y suscitan en nosotros una acción vivificadora y santificadora de Dios, el cual establece una relación dinámica con nuestra existencia, llamándola a la salvación. La tríada —fe, esperanza y caridad (1 Tes 1,2s: 5,8-10: 1 Cor 13,13: Col 1,4s)’ constituye la dimensión fundamental en que la existencia cristiana se manifiesta, realiza y crece en nosotros. El bautismo, como «sacramento de la fe«, expresa también en el plano sensible la muerte y la resurrección de Cristo con el simbolismo eficaz de su rito (Rom 6,3-11), hace participar con plena responsabilidad de la vida eclesial para formar un solo cuerpo en Cristo (1 Cor 12,13) y hace pasar de una existencia de tinieblas a una existencia de luz (Ef 5,8.14), que impone el paso de la muerte al pecado a la vida nueva en Cristo (Rom 6,11-12). Convertido en luz, el cristiano debe caminar como hijo de la luz. Esto le impone la tarea de discernir para percibir continuamente la voluntad de Dios (Ef 5.8.10.17). Ello lo consigue en la medida en que ha recibido el don del Espíritu, agente divino en él, principio dinámico y norma de su obrar (Rom 8). El Espíritu divino entabla con el espíritu humano un diálogo misterioso, que obliga al hombre a una continua confrontación para dar una respuesta dócil que lo lleve a un constante dinamismo de transformación interior y de renovación, capaz de permitir reconocer el sendero que traza Dios y seguirlo’. Por tanto, el discernimiento espiritual se impone como una constante de la vida del cristiano para pasar de la edad infantil de la fe a la del hombre perfecto o maduro’ [ /’Madurez espiritual].

3. El. DISCERNIMIENTO ENTRE LAS TENSIONES LAS AMBIGÜEDADES DE LA EXISTENCIA

Así pues, para que la existencia cristiana pueda desarrollarse en su autenticidad, es necesario una continua confrontación entre los impulsos y la guía de Dios, que se revela en Cristo, en la Iglesia, y los tirones de los instintos humanos o de las potencias del mal, que son contrarias al Espíritu de Dios. No es fácil distinguir entre la acción del Espíritu de Dios, la del espíritu humano y la del espíritu malo’. Ante todo, la vida interior del hombre es compleja, y «éste, por error, puede considerar como una manifestación de lo absoluto o de Cristo algo que, de hecho, no es más que fruto de una elaboración subjetiva«‘. La dificultad proviene también de que, estando el Espíritu de Dios presente en nuestro espíritu humano, el espíritu malo intenta imitar al Espíritu de Dios para engañar al hombre y apartarle así del plan de salvación.

Pablo dice que si, mediante el Espíritu, damos muerte a las acciones pecaminosas de nuestro yo, viviremos: «En efecto, cuantos son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom 8,14). Pero nuestra tendencia al pecado y a la enemistad con Dios (Rom 8,7) subsiste incluso después de habernos justificado Dios mediante la fe y el bautismo. También Jesús, inmediatamente después del bautismo, fue tentado por Satanás a abusar de su poder mesiánico, desviándolo del fin para el cual se lo había Dios concedido. Esta experiencia de Jesús se repite en la vida del cristiano. Este siente el poder del espíritu malo, que intenta separarle de Dios, sacarle de su plan o al menos disminuir su capacidad de obrar el bien. Por eso Pablo pone en guardia a los efesios: «Revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir las tentaciones del diablo» (6,11). Hay que tomar en serio el combate espiritual: «Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos que andan por los aires» (Ef 6,12)0.

A veces la acción del poder del mal es muy sutil. Se encamina a proponer acciones o actitudes a primera vista buenas, pero para llevar a consecuencias malas, siguiendo la táctica de la exageración: abusar de la propia libertad por el hecho de ser don de Dios, exagerar en la penitencia para llevar luego al cansancio y al rechazo de la vida espiritual; dejarlo todo y a todos, radicalizando la enseñanza evangélica para exonerar de responsabilidades personales y sociales; usar para la propia gloria los dones recibidos de Dios para la edificación de la Iglesia, etc. Satanás, como dice san Juan, es el «padre de la mentira« (8,44): por eso debemos «distinguir el espíritu de la verdad y el espíritu del error» (1 In 4,6). Por lo demás, la historia de la Iglesia enseña que algunos dones auténticos del Espíritu no han podido desplegar toda su eficacia o han sido incluso desviados del bien, ya sea porque quienes los poseían no supieron discernir entre inspiración de Dios, impulsos y deseos humanos o desviaciones operadas por Satanás [ /’Diablo/exorcismo], ya sea porque quienes tenían la misión de guiar estos dones más bien los apagaron.

II. EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL EN LA SAGRADA ESCRITURA

Buscar en la Escritura qué es el discernimiento espiritual significa recorrerla en su totalidad. Más que una teoría sobre el discernimiento, en la Escritura se encuentra un discernimiento en acción, inflen; por una parte, el discernimiento que Dios lleva a cabo en la historia de Israel o en la Iglesia; por otra, lo que el hombre hace para entrar por el camino de la fe y de la justificación y para aumentar la operatividad de su existencia cristiana en la Iglesia y en el mundo’.

1. ACTITUD CRÍTICA DEL CRISTIANO PARA AVANZAR POR EL CAMINO DE DIOS

En el AT Dios elige: a Adán (Gén 2,17), a Abrahán (Gén 12,4), al pueblo de Israel (Ex 19,8; 24,3; Jue 24,15; Dt 28,1,15…), a los soberanos y a los caudillos del pueblo. Para responder a esta elección, es preciso liberarse de motivos y condiciones oscuras y comprometerse en un camino continuo de búsqueda de fe. Tanto más que junto a la voz de Dios está la del pecado (Gén 4,7) y la de Satanás, adversario de Dios, también ella llena de misterio’. Para el pueblo elegido se trata de aceptar la visión misma de Dios, su discernimiento. Esto implica dos momentos: el de la pasividad, es decir, dejarse guiar por él, recordar sus beneficios, dar gracias, volver a los orígenes para comprender nuevamente su vocación, fortalecerse en la confianza de la promesa; el de la actividad, de compromiso, de búsqueda de lo nuevo, siempre bajo la guía de Dios.

El discernimiento de «espíritus» o de «inspiraciones» se encuentra a lo largo de todo el NT, particularmente en san Pablo. Además de la mención explícita de la diakrisis pneumaton, del «discernimiento de espíritus» (1 Cor 12,10), se usa el verbo dokimazein y términos afines, krino/krisis y la rica serie de vocablos contenida en Flp 1,3-11; Col 1,9-14; Ef 1,15-23; 4,11-16; Rom 12,1-8. El verbo dokimazein expresa el significado fundamental del discernimiento, a saber: el de probar, catar, examinar. La necesidad del discernimiento proviene de la instancia crítica del cristiano sobre el horizonte escatológico. En efecto, la existencia cristiana se caracteriza, por un lado, por la aceptación de la fe con el compromiso que implica y, por otro, por la inminencia del juicio. La vida del hombre y de la comunidad está sujeta al examen de Dios, en el cual hay que ofrecer una buena prueba; el juicio final es el resumen de este examen (1 Cor 3,13; Sant 1,12). Por esto es Dios ante todo el que «discierne» el corazón del hombre; Dios en la historia es eldokimazon tas kardias hemon, es el «Dios que sondea nuestros corazones» (1 Tes 2,4).

En los sinópticos, aunque sin un término que la especifique, tenemos la realidad del discernimiento, que consiste sustancialmente en «reconocer» en la persona y en la acción de Jesús el poder del Espíritu de Dios y la derrota del espíritu del mal. Jesús es signo de contradicción (Lc 2,34) y, por tanto, objeto de discernimiento; quienes lo acogen descubren en él los caminos del Espíritu; los demás siguen leyendo las Escrituras sin comprenderlas y ven pasar a Jesús sin reconocer que Dios está en él.

Para los Hechos de los Apóstoles, más allá de toda teoría, la dinámica del discernimiento está clara: «El Espíritu de Dios se impone con su misma fuerza y aporta su luz; sus iniciativas son siempre maravillosas y a veces desconcertantes, pero nunca turbulentas y desordenadas; su acción se ejerce siempre en la Iglesia, cuya paz y expansión asegura; su obra consiste en dar a conocer y en irradiar el nombre del Señor Jesús».

2. BÚSQUEDA DE LA AUTENTICIDAD CRISTIANA

Para san Pablo, el discernimiento es parte imprescindible de la búsqueda dinámica de la autenticidad cristiana, por lo cual es preciso mantenerlo siempre en acción. Hay que distinguir las mociones que llevan la impronta del Espíritu Santo de las que le son contrarias. Mociones, o sea sentimientos, experiencias, actitudes, impulsos hacia determinadas opciones, etc. Todo cristiano que haya experimentado el Espíritu ha de habituarse a esa percepción espiritual, a esa finura del espíritu que le mantiene en su identidad. A algunos el Espíritu les concede el carisma del «discernimiento de espíritus» (1 Cor 12,10), es decir, la capacidad de reconocer si una determinada inspiración viene del Espíritu divino o del espíritu del mal. Mas a todos los creyentes se les da el «don del Espíritu», que se recibe radicalmente con la fe y el bautismo, y que «habita en nosotros» (Rom 8,9) y nos guía, haciéndonos vivir como hijos de Dios (Rom 8,14). El Espíritu es, pues, el elemento constitutivo de nuestro ser de cristianos y el principio dinámico y la norma de acción, constituyéndonos hijos «en la Iglesia» (1 Cor 12,13)». Para san Pablo, el discernimiento es la virtud del tiempo de la Iglesia, situado entre el hecho de la muerte y resurrección de Cristo y la parusía. Caracteriza a la Iglesia de los «últimos tiempos» (1 Cor 10,11), período en el cual hay que afrontar el «presente siglo malo» (Gál 1,4). El cristiano no puede conformarse según el a «mundo»; debe superarlo, aunque sea en la prueba y en la aflicción. Con la superación de estas pruebas y tribulaciones, mediante un atento discernimiento, el cristiano manifiesta su autenticidad en una «fe purificada» y aprobada por Dios, en una «esperanza probada» en la oscuridad del tiempo presente, en una «caridad filial», «derramada en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,3-5). El cristiano no se somete a las pruebas de la vida, sino que las discierne para descubrir en ellas la voluntad de Dios, el cual permite que formen parte de la pedagogía de la salvación. Ante los tiempos escatológicos, las pruebas y las tribulaciones asumen el significado de anticipación, en el tiempo de la Iglesia, del discernimiento final y se convierten en participación del juicio escatológico ya realizado en la muerte y resurrección de Cristo».

El discernimiento, en su aspecto moral, tiene por objeto la «voluntad de Dios» (Rom 12,2), el imperativo moral que impone una vida santa y grata a Dios (1 Tes 4,1-3). Este imperativo implica un camino de conversión continua. El «conocimiento» de que habla a menudo san Pablo (Flm 5-6; Ef 1,15-18; 4,13; Flp 1,9; Col 1,9-10) representa justamente este carácter dinámico de progreso y de crecimiento, que interioriza y conduce a un nivel cada vez más alto la fe, la esperanza y la caridad» Analizando el acto concreto del discernimiento, Therrien dice que es al mismo tiempo uno y complejo, humano y divino, personal y eclesial, «en situación« e inserto en el plan único de salvación, que mira a la edificación de los hermanos y está ordenado a la gloria de Dios, realizado en el tiempo, pero que participa ya del juicio escatológico «.

3. CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO SEGÚN SAN PABLO

San Juan, en su primera carta, pone en guardia a los cristianos para que adopten una actitud crítica frente a las inspiraciones: «Queridísimos, no os fiéis de todo espíritu, sino examinad los espíritus, a ver si son de Dios» (4,1)». Mas ¿cuáles son los criterios por los que podemos estar seguros de que una determinada inspiración viene efectivamente de Dios? De la doctrina paulina se obtienen algunos de estos criterios16:

  1. Los frutos. El espíritu bueno y el malo se reconocen por sus frutos: «Las obras de la carne son manifiestas: fornicación, impureza, lujuria… Por el contrario, los frutos del Espíritu son: caridad, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia» (Gál 5,14-22; cf Ef 5,8-10; Rom 7,4-5.19-20).
  2. La comunión eclesial. Los dones auténticos del Espíritu son los que edifican la Iglesia (1 Cor 14,4.12.26). Los carismas son dones fecundos para la Iglesia; sobre todo la profecía, la cual es una palabra eficaz que da paz, ánimo y confianza.
  3. La fuerza en la debilidad. El Espíritu se manifiesta con signos de poder: milagros, seguridad para proclamar la palabra de Dios y afrontar las persecuciones (1 Tes 1,4-5; 2 Cor 12,12). Son signos que resultan tanto más auténticos cuanto más contrastan con la debilidad del apóstol (2 Cor 2,4; 12,9).
  4. La inmediatez de Dios. Seguridad de una vocación divina en la docilidad eclesial. Por una parte, Dios da la certeza de su vocación (Rom 1,1; Gál 1,15; Flp 3,12) y, por otra, esa llamada debe ser autenticada por la comunidad eclesial (Gál 1,18) y por sus responsables.
  5. La luz y la paz. Los dones del Espíritu no son impulsos ciegos que suscitan dificultades y desorden (1 Cor 14,33). Esto vale no sólo de las manifestaciones extraordinarias, sino también de las mociones interiores: «La tristeza que es según Dios causa penitencia saludable e irrevocable, mientras que la tristeza del mundo engendra la muerte» (2 Cor 7,10), «porque el pensamiento de la carne es muerte, pero el pensamiento del espíritu es vida y paz» (Rom 8,6; cf 14,17-18).
  6. La comunión fraterna. Es el criterio más seguro e importante que revela los signos de la presencia del Espíritu (1 Cor 13). La caridad hace también respetar y amar los carismas de los otros (1 Cor 12).
  7. ¡Jesús es el Señor! El criterio supremo del discernimiento es el alcance y las consecuencias que ciertas mociones o actitudes tienen respecto a Jesús: «Nadie, hablando en el Espíritu de Dios, dice: ‘Maldito es Jesús’, ni nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, sino el Espíritu» (1 Cor 12,3). Confesar que Jesús es el Señor no es sólo pronunciar una fórmula, sino descubrir el secreto de su persona, proclamar su divinidad, adherirse a él por la fe y el amor, lo cual no es posible más que con la gracia del Espíritu Santo.

III. EL DISCERNIMIENTO PERSONAL

Distinguimos entre discernimiento personal y discernimiento comunitario. Por el primero entendemos la búsqueda de la voluntad de Dios realizada por una persona particular; por el segundo, la realizada por la comunidad o por un grupo de personas unidas por un vínculo particular y, en última instancia, por la Iglesia.

1. RELACIÓN DIALÉCTICA ENTRE DISCERNIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO

LOS dos aspectos, personal y comunitario, son distintos, pero no están separados. El segundo supone el primero, porque una comunidad o un grupo puede ponerse en situación de discernimiento en la medida en que los individuos hayan hecho o hagan en su vida una experiencia profunda de la búsqueda de Dios y se dejen guiar por el Espíritu en sus opciones. También el primero supone el segundo, al menos de forma embrionaria, en cuanto que la escucha de Dios en la vida personal pasa necesariamente a través de la mediación de la Iglesia, que lee los signos de los tiempos de la sociedad en que se vive. La expresión mínima de esta mediación está constituida por el diálogo con el consejero o director espiritual. Cuando nos sentimos inspirados a tomar una opción determinada o una determinada orientación espiritual, es preciso medir estos impulsos con dos criterios fundamentales: la conformidad con la palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia (dejarse juzgar por la fe de la Iglesia: Rom 12,6; 1 Cor 14,29-32; 1 In 4,2) y el servicio para la edificación de la Iglesia y de la sociedad (es el fin para el cual el Espíritu Santo otorga los dones: 1 Cor 12,7; 14,12.26; lo contrario de la edificación es la división, que no puede venir del Espíritu: 1 Cor 1,10-13).

La mediación del consejero espiritual tiene por fin objetivar las experiencias y la mociones personales», aclarar lo que quizá se advierte de modo confuso y situarse en un horizonte eclesial en el cual tomar conciencia de que el Espíritu es único y no puede contradecirse [.–n Padre espiritual].

2. EL ITINERARIO DEL DISCERNIMIENTO PERSONAL SEGÚN SAN IGNACIO DE LOYOLA

Entre los numerosos autores espirituales que han tratado del discernimiento», san Ignacio de Loyola ocupa un puesto relevante debido a la experiencia espiritual que tuvo de la alternancia de diversas mociones espirituales a partir de su conversión», experiencia que describió en sus Ejercicios espiritualesROlos cuales están guiados enteramente por el discernimiento espiritual con vistas a una elección de vida que ha de hacerse para la mayor gloria de Dios (nn. 169-189). Veamos los elementos más destacados de este itinerario:

a) Conquistar la libertad interior, don del Espíritu Santo. Toda predeterminación o prejuicio bloquea el proceso de conocimiento y de búsqueda de la voluntad de Dios. Por eso hay que «vencerse a uno mismo y ordenar la vida sin dejarse determinar por ningún afecto desordenado» (n. 21; 1). No hay que ocultar la dificultad que existe para llegar a una mirada de fe y a un impulso de amor tan purificados. Es preciso estar animado por el deseo del «magis» (n. 23) para emprender este itinerario «con gran ánimo y liberalidad con su

Creador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su Divina Majestad, así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima voluntad« (n. 5). Toda la persona debe dedicarse a discernir entre la diversidad de las mociones espirituales, sobre todo su afectividad profunda para «sentir y gustar de las cosas interiormente» (n. 2).

b) Escucha de la palabra y compromiso dinámicos. Dios se comunica mediante la palabra que libera; el hombre debe colaborar con su adhesión personal. Por eso san Ignacio dice: «demandar la gracia que quiero» (n. 91). Por una parte, es preciso pedir, sabiendo que no puede uno dar por sí mismo lo que se busca en el plano de la salvación y de la perfección cristiana; por otra, hay que desear lo que se pide, con una participación comprometida de toda la persona en la acción de Dios.

c) Prontitud para el cambio. El discernimiento supone la prontitud para cuestionarse frente a la interpelación de la palabra de Dios y estar dispuesto a cambiar lo que sea en la vida personal, social o comunitaria. Sólo Dios es lo absoluto y lo inmutable; todo el resto («las cosas creadas», n. 23) es relativo, y frente a ello «es menester hacernos indiferentes» (n. 23). La indiferencia es la actitud positiva consistente en optar fundamentalmente por Dios y por su plan sobre nosotros, por lo que todo el resto se vuelve innecesario y sólo se acoge en la medida en que sea manifestación de la voluntad divina. Esto implica saber poner en discusión toda opción, preferencia o seguridad que no encuentre confirmación en Dios. Hay que dejarse llevar por el Espíritu, que es fuente de perenne novedad y creatividad. Renunciar al cambio es cerrarse a la novedad del Espíritu, que puede abrir un camino nuevo que nos lleve más cerca de Dios y de los hermanos. Esta prontitud para el cambio, en los Ejercicios, es tratada en el «preámbulo para hacer elección» en dos actitudes, una positiva al cambio y la otra negativa. La primera es la del que se coloca frente al problema de una elección con «ojo simple», solamente «mirando para lo que soy creado, es, a saber, para alabanza de Dios nuestro Señor y salvación de mi alma» (n. 169). La segunda es la del que invierte el orden de las cosas: primero escoge el medio y luego intenta atraer a Dios a lo que ha elegido (n. 169).

d) La experiencia de consolaciones y de desolaciones. San Ignacio describe la resonancia interior que la palabra de Dios y sus mociones suscitan en nosotros, con alternancia de euforia y de depresión, mediante los términos de consolación y de desolación espiritual. ¿Qué es la consolación espiritual? «Llamo consolación espiritual cuando en el alma se causa alguna moción interior, con la cual viene el alma a inflamarse en amor de su Creador y Señor y, por consiguiente, cuando ninguna cosa criada sobre la faz de la tierra puede amar en sí, sino en el Creador de todas ellas… Finalmente, llamo consolación a todo aumento de esperanza, fe y caridad y a toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su alma, tranquilizándola y pacificándola en su Creador y Señor» (n. 316). Se trata, pues, de una experiencia de los «frutos« del Espíritu, de un incremento de las actitudes fundamentales de la existencia cristiana, a saber: de la fe, de la esperanza y de la caridad.

La desolación, en cambio, es lo contrario de la consolación: «Así como oscuridad del alma, turbación en ella, moción hacia las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones que mueven a desconfianza, sin esperanza, sin amor, hallándose del todo perezosa, tibia, triste y como separada de su Creador y Señor» (n. 317). Por consiguiente, la consolación es energía del Espíritu Santo para emprender o confirmarse en una elección dada; la desolación lleva lejos del Señor y es signo de la acción en nosotros del espíritu malo, «con cuyos consejos no podemos tomar el camino para acertar» (n. 318).

e) La dinámica de una elección. A través de la experiencia del discernimiento de las mociones interiores se puede llegar a una elección según Dios. Pero ante todo es necesario que el objeto de la elección sea bueno o indiferente (n. 170). Fuera del caso de una intervención extraordinaria de Dios, que nos manifestaría así su voluntad, una elección ha de realizarse a través de una «suficiente claridad y conocimiento por experiencia de consolaciones y desolaciones y por experiencia de discernimiento de varios espíritus» (n. 176). Cuanto más profunda es esta experiencia espiritual, tanto más es posible desenmascarar también las «sutilezas» de la acción del enemigo, el cual «se transforma en ángel de luz», insinúapensamientos aparentemente buenos, pero que luego resultan ser espiritualmente nocivos (n. 332), por lo cual es preciso examinar «el discurso de los pensamientos» para ver si terminan «en alguna cosa mala o distractiva o menos buena» (n. 353). Este proceso, sin embargo, no exime de emplear las energías humanas, a saber: de examinar serenamente los motivos en pro y en contra de una determinada elección, que ha de hacerse en el «tiempo tranquilo«, «cuando el alma no está agitada por varios espíritus y usa sus potencias naturales libre y tranquilamente» (n. 177). De la elección que ha de hacerse en este tiempo tranquilo, san Ignacio describe un itinerario concreto: 1) precisar el objeto de la elección; 2) fijar el fin, a saber: Dios y su alabanza, y encontrarse en la indiferencia, pronto a «seguir lo que sintiere ser más en gloria y alabanza de Dios nuestro Señor y salvación de mi alma» (n. 179); 3) pedir al Señor que oriente las mociones interiores hacia su voluntad; 4) considerar las ventajas y las desventajas del objeto de la elección sólo con vistas al fin; 5) deliberar según motivos razonables; 6) presentar en la oración la elección hecha a Dios para que la confirme (nn. 179-183).

IV. EL DISCERNIMIENTO COMUNITARIO

Las instancias y el itinerario del discernimiento personal se aplican de modo análogo al discernimiento comunitario.

1. EN QUÉ CONSISTE

Un grupo de personas, unido por un vinculo particular, como puede ser una comunidad religiosa, un grupo de oración o de compromiso apostólico, sobre todo si se tiene que tomar opciones, está llamado a realizar, en cuanto grupo, un discernimiento de la voluntad de Dios tocante a su modo de vivir la fe y de comprometerse en la Iglesia y en la sociedad. Se trata de interrogarse delante de Dios para comprender si la decisión que hay que tomar es conforme al proyecto evangélico y si responde a los tiempos de la Iglesia y a las exigencias de los hombres de nuestro tiempo. Es una actitud de búsqueda desinteresada, en la cual cada miembro del grupo se siente corresponsable y colabora en la valoración de las mociones del Espíritu para que el grupo como tal llegue a la decisión que más agrada al Señor. El discernimiento comunitario se aplica de modo particular a la comunidad religiosa, sea local o provincial, o al instituto entero. El Vat. II alienta ese estilo de búsqueda común de la voluntad de Dios en orden a la renovación de la vida religiosa.

2. SUS FUNDAMENTOS

Como el discernimiento personal tiene supuestos necesarios, también el comunitario se funda en algunas premisas, que aseguran su posibilidad y rectitud.

  1. Cada miembro del grupo debe haber tenido la experiencia del discernimiento personal. Esto supone una vida interior genuina que haya enseñado a buscar la voluntad de Dios con libertad espiritual.
  2. El discernimiento es posible únicamente como experiencia fuerte de fe, no sólo personal, sino también comunitaria. Es un acto de abandono, de escucha, de confianza en Dios, que guía a las personas, a los grupos y la historia. Es Dios el que, en su presente de gracia, interpela a la comunidad sobre su identidad y su misión apostólica. El le dirige su palabra en Cristo, en la Iglesia y a través de los signos de los tiempos. «El amor que me hace elegir» —dice san Ignacio— debe descender «de arriba, del amor de Dios», de modo que la elección. se haga «únicamente por su Creador y Señor» (n. 184). El grupo debe vivir así el «nosotros» de la fe y estar abierto a la fe de la Iglesia entera.
  3. El grupo que intenta discernir la voluntad de Dios debe abrirse al Espíritu Santo, el cual «guiará a la verdad completa» (Jn 16,13). El discernimiento, en efecto, es «espiritual», es decir, se hace sólo en el Espíritu, bajo su influjo. Esta apertura al Espíritu requiere la purificación del corazón y de las intenciones y una profunda conversión a Cristo y al evangelio.
  4. La oración, que crea el clima para el discernimiento, debe vivirse no sólo a nivel personal, sino también a nivel comunitario, en una relación filial con Dios que haga sentirse a todos hijos de un mismo Padre y lleve a exclamar «Abba, Padre» (Gál 4,6; Rom 8,15).

3. CONDICIONES PSICOLÓGICO-ESPIRITUALES

Las leyes de la psicología de grupo desempeñan su papel en el discernimiento comunitario. Ayudan a distinguir lo que facilita y lo que obstaculiza una auténtica búsqueda de loscaminos de Dios. He aquí algunas condiciones para crear premisas de autenticidad:

  1. El propósito inicial debe ser el de «buscar y encontrar la voluntad de Dios» (n. 1). Ha de adoptarse no un punto de vista sujeto a intereses humanos o egoístas, sino el del plan salvífico que Dios tiene sobre la comunidad y, a través de ella, sobre la Iglesia y sobre el mundo. Es contraria a esto la actitud del que quiere hacer prevalecer, dentro de ese grupo, su parecer o su posición.
  2. Para un encuentro con los demás en la búsqueda de Dios es preciso purificarse de las pasiones, que bloquean una auténtica relación interpersonal. Tales son, por ejemplo, la incomunicabilidad con los hermanos, sentimientos cultivados de envidia, de celos, de no participación en la alegría y el dolor ajenos, etc.
  3. Condición importante es la de aceptación de que los demás nos cuestionen, así como Dios a través de los mismos. Esta disponibilidad pone al desnudo la verdad que somos y que buscamos. Desenmascara nuestras ambigüedades, los prejuicios, las predeterminaciones; verifica si algunas de nuestras seguridades son auténticas o falsas, si buscamos el interés de Dios o nos buscamos a nosotros mismos.
  4. Renunciar a la autosuficiencia, a la pretensión de conocer en solitario la voluntad de Dios. Esta se encuentra mediatizada por el testimonio y la experiencia espiritual de los otros, de la Iglesia y de la sociedad. Al rechazar sentirse constituido en un sistema cerrado y estático de verdad, nos abrimos a la posibilidad de ser completados por los otros, por su competencia, sensibilidad y experiencia. Con frecuencia algunas elecciones importantes se preparan cuidadosamente con una investigación sociológica, psicológica y política para captar las instancias que provienen de una sociedad en rápida mutación. El discernimiento espiritual no puede ignorar estos datos, sino que los ve en una perspectiva diversa de aquella con que una administración puede programar su ejercicio. La perspectiva es la evangélica, en la cual entran factores imponderables con un metro puramente humano.
  5. Condición concomitante de la precedente es la de dar cabida a los demás en uno mismo, en los propios puntos de vista y convicciones. Es una actitud de respeto a la persona de losdemás, de sincera caridad evangélica, por encima de ciertas ideologías que dividen.
  6. Condición importante es también la de que un grupo o comunidad no se cierre en sí mismo, sino que se sienta parte de comunidades más vastas y de la Iglesia entera, viviendo sus orientaciones universales.

4. TÉCNICA DEL DISCERNIMIENTO COMUNITARIO

La palabra «técnica» no debe hacer pensar en una planificación con ritmos mecánicos. El discernimiento es una actividad espiritual que se desarrolla bajo la moción del Espíritu, el cual obra con libertad y pide a los hombres una respuesta libre. En este clima debe vivir el cristiano. Por discernimiento comunitario (y también personal) se entiende, pues, ante todo, un estilo de vida evangélica permanente; una vigilancia evangélica pronta siempre a acoger la voz de Dios y a actuar en consecuencia, y contraria a toda visión egoísta. La actitud de buscar primero el reino de Dios lleva a discernir los caminos de Dios de modo espontáneo en las circunstancias ordinarias de la vida y en las decisiones más comunes y necesarias.

En cambio, el discernimiento comunitario en el sentido restringido del término se impone en algunos momentos fuertes de la vida de un grupo o de una comunidad cuando están en juego valores importantes para la vida cristiana y la misión eclesial. En este caso, dando por supuesto cuanto queda dicho antes, se requiere también una cierta técnica, la cual ha de ser elástica para adaptarse a las circunstancias y a la madurez espiritual de los individuos y del grupo. El discernimiento comunitario, por lo demás, tiene diversos grados de realización y diversas fases de profundización.

De todos modos, las etapas esenciales del discernimiento comunitario deberían ser las siguientes: a) Vivificar en el grupo un clima de fe, de escucha de Dios y de los otros, de disponibilidad y de oración. b) Precisar con exactitud el tema que ha de ser objeto de discernimiento y de eventual decisión. Por eso el que esté encargado de dirigir y alentar el discernimiento ha de proporcionar todas las informaciones objetivas sobre el tema, de modo que todos conozcan con exactitud los «datos» necesarios. Debe tratarse de un tema cuya discusión competa al grupo y que sea de importancia y trascendencia para su vida y su misión religiosa. c) Comenzar con un tiempo de oración personal, para ponerse a la escucha de Dios, presentarle el tema sobre el que se invoca su luz y poder captar las mociones espirituales que proceden del Espíritu Santo con un corazón libre de afectos desordenados. d) A esto puede seguir una reunión de «escucha», en la cual cada uno puede expresar lo que ha experimentado en la oración, siendo escuchado por los demás con auténtica participación, sin discutir su experiencia. e) Puede dedicarse otro tiempo de oración personal para pedir al Señor discernimiento sobre motivos en favor o en contra del tema de que se trata.,nLuego sigue una reunión de «discusión» y de análisis de los argumentos que cada uno aduce y que están iluminados por las mociones del Espíritu, por la consolación o desolación espirituales. g) Cuando el discernimiento llega a un punto de maduración suficiente, se pasa a la fase deliberativa. Lo ideal es que la búsqueda desapasionada lleve a una decisión unánime. Si ésta no se diese, seria preciso que al menos hubiese unanimidad en la aceptación de lo que la mayoría ha decidido como lo mejor. h) Por último, sigue la confirmación de la decisión tomada, que se manifiesta a varios niveles. En el caso de una comunidad religiosa, tenemos la confirmación del superior, el cual «toma la decisión» y asegura así a la comunidad que se encuentra en el camino justo. Está luego la confirmación que viene del mismo Espíritu Santo, el cual infunde un aumento de fe, de esperanza y de caridad después de tomada la decisión. Finalmente. hay una confirmación «apostólica», o sea la experiencia de que la elección hecha libera nuevas energías apostólicas, da un sentido más vivo de la Iglesia y un mayor entusiasmo misionero. Estos signos de la acción de Espíritu en el discernimiento realizado llevan a un sentido de agradecimiento y de alabanza del Señor.

BIBL.—AA. VV., El discernimiento (Equipo Mundo Mejor, n. 43, 1975).—AA. VV., Dicernimiento comunitario, Inst. Teol. Vida Religiosa, Madrid 1976.—AA. VV., Discernimiento de espíritus, en «Concilium», 139 (1978).—AA. VV.,Discernimiento espiritual en tiempos difíciles, en «Rev. de Espiritualidad», 153 (1979).—Castillo, J. M. El discernimiento cristiano según san Pablo, Facultad de Teología, Granada 1975.—Laplace, J, Discernement pour temps de Irise, Chalet, París 1978.—Penning de Vries, P, Discernimiento. Dinámica existencial de la doctrina y del espíritu de san Ignacio de Loyola, Mensajero, Bilbao 1967.—Therrien, G, Le discernement dans les écrits pauliniens, Gabalda, París 1973.

Fuentes: A. Barruffo, Mercaba

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REFLEXIONES Y DOCTRINA Sobre los Santos y Beatos

El Carisma Mariano de Juan Pablo II

La elección de S.S. Juan Pablo II trajo una profunda y universal resurgencia en la Espiritualidad Mariana. Juan Pablo II desarrolla doctrina mariana en nuevas formas siempre edificado en la tradición viva de la Iglesia. El no es solo un fiel intérprete de la doctrina, sino que expande nuevos caminos en el pensamiento, en la teología, enseñanza y en la espiritualidad mariana. Podríamos decir que esta devoción mariana fue en muchos aspectos un particular carisma de su pontificado.

¿Qué es un carisma? Es un don del Espíritu Santo, dado en un momento particular de la historia, para el bien de la Iglesia.

Este carisma mariano fue manifestado muy claramente en la vida de Juan Pablo II y en su misión petrina, con sus palabras, en su Magisterio, con los hechos y con sus gestos. Como nos dice la Constitución Dogmática Dei Verbum, “Cristo se reveló, la Palabra se hizo carne, y reveló el plan de salvación no solo con palabras, sino que con hechos, con gestos claros que estaban intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras y los gestos, por muy pequeños que sean, manifiesten y confirmen la doctrina. Que los hechos estén explicados por las palabras y que las palabras, proclamen las obras y esclarezcan el misterio contenido en ellas” ( Dei Verbum # 2).

Si el Magisterio de Juan Pablo II se considera el más amplio en muchos temas, entre ellos la Mariología, no podemos olvidar que si enseñó tanto sobre la Santísima Virgen y si la hizo un tema constante de su Magisterio, igual, de elocuente fueron sus gestos. Esos detalles con los que constantemente dirigía la mirada de toda la Iglesia a la Madre de Dios, y nuestra Madre. ¡Cuantas fotos podemos contemplar, especialmente en todos los libros que han surgido después de su muerte, de Juan Pablo II con una imagen de la Virgen! ¿Si nos ponemos a pensar, sería muy difícil imaginarnos al Papa sin la Virgen o sin un rosario en mano? ¿Podemos imaginarnos a Juan Pablo II en un país sin peregrinar a un santuario mariano? ¿Podemos imaginarnos al Papa sin el Totus Tuus representándole?

Todos los gestos del Papa fueron tan petrinos: tan pastorales, tan paternos… y todos sus gestos fueron tan marianos… Que bello haber sido testigos oculares de un particular carisma en la Iglesia que no acaba con él, sino que experimenta un resurgir o una claridad singular: Pedro haciendo gestos que revelan su dependencia, su acogida, su confianza y amor a la Madre de Dios.

Los gestos

El semblante externo, los movimientos que revelan afectos interiores; rasgos notables que revelan el corazón. Podemos sin temor a exagerar, decir que Juan Pablo II ha sido un Papa sumamente gesticular: ha querido claramente dar a la Iglesia un semblante mariano, sus movimientos y rasgos nos han revelado el amor tan profundo de su corazón hacia la Santísima Virgen María. En un momento histórico en la Iglesia, en que muchos veían la devoción a María como una necesidad de los incultos, de los sencillos. El Espíritu Santo levantó a un hombre de gran calidad humana, espiritual e intelectual, a Pedro que supo enseñarnos a todos que tanto los reyes como los pastores se deben postrar ante Jesús que está en brazos de su Madre.

Hemos dicho que Juan Pablo II fue un hombre de palabras, de obras y de gestos. Y no solo en la Mariología. Pero nos vamos a concentrar, en recorrer brevemente sus gestos y sus palabras, y así “hacer memoria”, que en lenguaje bíblico significa “actualizar”, de su gran legado mariano a la Iglesia.

Sus peregrinaciones a los santuarios marianos

Podemos decir que en el Pontificado de Juan Pablo II, nuestra mirada fue de manera particular dirigida hacia la Madre de Dios. Ningún Papa había hecho tantas peregrinaciones a Santuarios Marianos alrededor del mundo, consagrando cada país, cada continente, cada familia y toda la Iglesia al Corazón Inmaculado. Dirigía constantemente la atención de los fieles a los Santuarios y a la importancia de las peregrinaciones: En los múltiples santuarios, que son antenas de la buena nueva, especialmente en los santuarios marianos, “no sólo los individuos o grupos locales, sino a veces naciones enteras y continentes buscan el encuentro con la Madre del Señor. Tal vez se podría hablar de una específica “geografía” de la fe y de la piedad mariana, que abarca todos estos lugares de especial peregrinación del pueblo de Dios, el cual busca el encuentro con la Madre de Dios para hallar, en ellos la presencia materna de María.” Peregrinar para Juan Pablo II era ir con toda la Iglesia a la “tienda del encuentro” con Dios, con la Virgen, con los santos, para pedir las gracias particulares que en esos lugares santos particularmente se conceden. (Los nuevos y actuales Caná)

La peregrinación a tantos santuarios marianos, fue un gesto singular de que la geografía, pero también la historia de las naciones está singularmente marcada por la presencia mariana, tan fuerte y vigorosa, que la identidad histórica y cultural de los pueblos está ligada a esa presencia mariana. Para él los santuarios marianos constituyen el corazón de los países y continentes. A la basílica de Guadalupe, le llamó el corazón mariano de América.
Las peregrinaciones constituyeron parte irrenunciable de su programa en los viajes apostólicos.

Su motto episcopal: ¡Totus Tuus!

La expresión deriva de San Luis María Grignion de Montfort. Es la abreviatura de la forma más completa de la consagración a la Madre de Dios.

En su libro Cruzando el Umbral de la Esperanza, nos dijo sobre su motto: “Totus Tuus”.

Esta fórmula no es una simple expresión de devoción: es algo más. La orientación de mi espiritualidad. Se afirmó en mí, en el período en que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo Cristocéntrico. Gracias a San Luís Grignon de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, Cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el misterio Trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y la Redención.

En lema Totus Tuus se inspira en la doctrina de San Luís María Grignion de Montfort (cf. Don y misterio, pp. 43-44; Rosarium Virginis Mariae, 15). Estas dos palabras expresan la pertenencia total a Jesús por medio de María: «Tuus totus ego sum, et omnia mea, tua sunt», escribe San Luís María; y traduce: “Soy todo vuestro, y todo lo que tengo os pertenece, ¡oh mi amable Jesús!, por María vuestra santísima Madre”

Todo por Jesucristo a través de María. Así vivió, así cumplió su misión y así murió, con el Totus Tuus en sus labios y en su corazón. En su testamento espiritual Juan Pablo II pone su vida entera en manos de la Virgen, a quien se consagró totalmente con su lema Totus Tuus. Como hizo Cristo en la cruz, también él ha querido, al salir de este mundo, dejarnos en manos de María: “En estas mismas manos maternales dejo todo y a todos aquellos con los que me ha unido mi vida y mi vocación. En estas manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda la humanidad”.

Su escudo Papal

El escudo papal (derecha) representa la cruz de Cristo y la “M” de María Santísima, Su Madre, al pie de la cruz. Es la primera vez que un escudo papal contiene una letra.

Quiere ser un homenaje al misterio central del cristianismo: el de la Redención. Representa principalmente una cruz, cuya forma, sin embargo, no corresponde a ninguno de los habituales modelos heráldicos en la materia. La razón del inusual desplazamiento de la parte vertical de la cruz aparece enseguida, si se considera el segundo objeto insertado en el escudo: la grande y majestuosa M mayúscula, que recuerda la presencia de la Virgen bajo la Cruz y su excepcional participación en la Redención. La intensa devoción del Pontífice a la Santísima Virgen se manifiesta en esta manera, como se expresaba también en el lema del entonces Cardenal Wojtyla: TOTUS TUUS. No se puede olvidar que justamente en el territorio de la Provincia eclesiástica de Cracovia se encuentra el celebérrimo santuario mariano de Czestochowa, donde el pueblo polaco nutre, desde hace siglos, su filial devoción hacia la Virgen.

El ha invitado a través de su pontificado a detenernos sin temor al pie de la Cruz, y ante el Corazón abierto de par en par del Hijo de Dios y de María, nos ha pedido que aceptemos esas palabras salvíficas que constituyen el corazón del Totus Tuus, la gran consagración desde el principio y de todos los tiempos, proclamada por Cristo. Al pie de la Cruz, Cristo, confía al discípulo amado y en él a toda la Iglesia, al cuidado maternal de María. Para que lo que Ella ha hecho con él (San Juan), lo haga ahora con su cuerpo místico. “He aquí, a tu Madre”. “Mujer, he aquí a tu Hijo”. (En el acto de consagración del 8 de octubre, puso a la Virgen de Fátima al pie de la cruz, el se arrodilló a la izquierda, como San Juan. Nos dio en vivo su escudo papal)

Características del Escudo: Lleno de sencillez

El escudo, la cruz de Cristo
En el panel derecho, una M: la presencia y total colaboración maternal de María en el misterio de la salvación.
El panel izquierdo, vacío. Esperando ser ocupado por cada discípulo de Cristo que esté dispuesto a participar del sacrificio redentivo y a ser como San Juan, que se entrega a la Madre y es acogido por ella.

Este lema, Totus Tuus, este “Todo tuyo y a través tuyo para Jesús”, ha sido el programa de vida. Escuchemos lo que dijo en su libro “Don y misterio” sobre el santuario de Kalwaria y su ministerio episcopal: “Desde niño, este itinerario de confianza en la Madre de Dios, y más aún como sacerdote y como obispo, me llevaba frecuentemente por los senderos marianos de Kalwaria, este es el principal santuario mariano de la Arquidiócesis de Cracovia. Iba allí con frecuencia y caminaba solitario por aquellas sendas presentando en la oración al Señor los diferentes problemas de la Iglesia, sobre todo en el difícil período que se vivía bajo el comunismo. Mirando hacia atrás constato como «todo está relacionado»: hoy como ayer nos encontramos con la misma intensidad en los rayos del mismo misterio, encontrar a Jesús por medio de María”.

La Maternidad de María

La dimensión Mariana en Juan Pablo II es fruto de toda una vida de profunda devoción a María Santísima como Madre, que llevó, como él mismo lo ha dicho, un largo proceso de maduración. Podríamos decir que Juan Pablo II en su experiencia personal y en su dimensión teológica, coloca, la Maternidad de María como el tronco sobre el cual se desarrollan todas las ramas (dimensiones) de su vida y espiritualidad mariana.

Él está convencido que cada discípulo de Cristo debe encontrarse en las palabras del Maestro en la Cruz: “He aquí a tu hijo; hijo he aquí a tu Madre” y que estas palabras son el testamento de Cristo que deben ser acogidas por cada uno de los fieles de la Iglesia. «En Juan, el discípulo amado, cada persona, descubre que es hijo o hija de aquella que dio al mundo al Hijo de Dios».

Para Juan Pablo II, identificarse como hijo de María, fue determinante en el desarrollo de su espiritualidad Mariana. Descubrirse en el rostro de San Juan evocó una profunda conciencia de la necesidad de acoger en su corazón, en su interior, a la Madre del Salvador, y que era el expreso deseo del Redentor, que él asumiese ese amor filial, dejando a la Virgen ejercer toda su misión materna.

Como expresó en la Encíclica Madre del Redentor # 45: «La maternidad en el orden de la gracia igual que en el orden natural caracteriza la unión de la madre con el hijo. En esta luz se hace más comprensible el hecho que, en el testamento de Cristo en el Gólgota, la nueva maternidad de su madre haya sido expresada en singular, refiriéndose a un hombre: Ahí tienes a tu hijo. En estas mismas palabras esta indicado el motivo de la dimensión mariana de la vida de los discípulos de Cristo; no solo de Juan, sino de todo cristiano. El Redentor confía su madre al discípulo y al mismo tiempo, se la da como madre. La maternidad de María, que se convierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. A los pies de la cruz comienza aquella especial entrega del hombre a la madre de Cristo.»

Respecto a la devoción mariana, cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata solo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad sobre la Madre de Dios. María es la Nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán – Cristo -, comenzando por la Anunciación, a través de la noche del Nacimiento en Belén, el banquete de la Boda en Caná de Galilea, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el Cenáculo de Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es la Madre de la Iglesia». (S.S. Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza). Estaba “convencido que María nos conduce a Cristo” pero a partir de allí comenzó “a comprender que también Cristo nos conduce a su Madre” (Giovanni Paolo II, Dono e misterio, pag. 37-38)

La maternidad espiritual de María, se expresa particularmente, con su mediación materna. Ella intercede ante su Hijo e interviene directamente en la economía de la salvación para alcanzarnos las gracias de santidad que Cristo ha hecho posible para la Iglesia con su sacrificio redentor.

Firma Mariana

Juan Pablo II quien definitivamente tuvo una “forma de ver mariana” la Iglesia, su propia misión, leer la historia y llevar a cabo los designios de Dios. Un corazón mariano contempla los misterios con ojos marianos. Pues los ojos son el reflejo del corazón. A la vez, pone un sello mariano en todo lo que hace, como poniendo las llaves de su acción en las manos de la Virgen. Esto es muy típico de Juan Pablo II.

Dedicó tres años de audiencias generales a impartir la más extensa catequesis mariana que algún Papa hubiese antes hecho. Concluía todos sus documentos pontificios, sus alocuciones, homilías, discursos, etc. con una invocación mariana o haciendo una clara relación del tema con la vida de la Santísima Virgen. Podríamos decir que quiso sellar cada tema dirigiéndonos a Aquella que ha vivido todos estos misterios plenamente en comunión con Cristo. Es como si hubiese querido firmar cada una de sus intervenciones con la presencia de la Virgen.

La Encíclica Madre del Redentor del 25 Marzo de 1987

Además de las audiencias generales dedicadas a la Santísima Virgen, quiso dejarnos una encíclica Mariana: Madre del Redentor: Es quizás la articulación mas clara del pensamiento y sentir mariano del Papa. Claramente, había manifestado su intención de despertar en todos los fieles, una sólida y necesaria espiritualidad mariana, basada en la Tradición de la Iglesia y en las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

El énfasis de Juan Pablo II sobre la maternidad de María en relación a Cristo Redentor es evidente desde el título que eligió para su sexta encíclica: Madre del Redentor. De quien dice en la primera frase del documento: “La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de salvación”… negarlo, dijo en una audiencia, sería negar la historia. En su libro “Cruzando el umbral de la esperanza” escribió “respecto a la devoción mariana, cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata sólo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad objetiva sobre la Madre de Dios. María es la nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán -Cristo-, comenzando en la Anunciación, a través de la noche en Belén, en las bodas de Caná, en la Cruz sobre el Gólgota, hasta el cenáculo en Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor y es Madre de la Iglesia”.

Esta encíclica es el documento mariano mas importante del Papa y es la expresión de su devoción y doctrina mariana, el fruto maduro de un largo camino de relación filial con la Virgen. Sus palabras al entregar a la Iglesia este documento fueron: «he estado pensando sobre este tema por un largo tiempo. Lo he ponderado profundamente en mi propio corazón». Y en el libro Cruzando el umbral de la esperanza: “esta forma madura de devoción a la madre de Dios me ha seguido a través de los años: sus frutos son la Redemptoris Mater y la Mulieris Dignitatem”

Con esta encíclica, Juan Pablo II quiso recalcar que la Virgen tiene un lugar preciso en la economía de la salvación porque ella estaba destinada desde el principio para ser la Madre del Hijo de Dios, que nacería de ella en la plenitud de los tiempos. Esta plenitud revela, que el culmen de la historia, hacia la que caminaba y desde la que parte, es la Encarnación del Hijo de Dios, llevada a cabo por el poder del Espíritu Santo y la cooperación materna de María. Los reyes magos, representan la historia: recorren largos y difíciles caminos tras una estrella hasta que su búsqueda termina con el Mesías, y desde ahí parten por otro camino. Pero ellos, igual que los pastores, encuentran al Mesías en brazos de su Madre. La humanidad, la historia, cada corazón está llamado a encontrar al Señor, que se ha encarnado y que ha venido al mundo por medio de una Mujer, la Virgen.

Año Mariano (1987-1988)

Para resaltar el vínculo especial de la humanidad con la Madre quiso proclamar en la Iglesia, un Año Mariano: que sería una anticipación del Jubileo y prepararía para este. Para él, este año incluyó mucho de lo que se expresaría plenamente en el Año 2000.

Nos invitó a que profundizáramos en la doctrina de fe sobre María, pero que esta fuese “una fe vivida, la teología del corazón”, para que la Iglesia viviese auténtica “espiritualidad mariana”.

Recordó a muchos testigos y maestros de la espiritualidad mariana, particularmente la figura de San Luís María Grignión de Montfort, el cual propone a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo.

En este año, la Iglesia fue llamada a recordar todo lo que en su pasado testimonia la especial y materna cooperación de la Madre de Dios en la obra de la salvación de Cristo el Señor, sino además a preparar, por su parte, de cara al futuro, las vías de esta cooperación, ya que el final del segundo milenio cristiano se abre como una nueva perspectiva.

Luego en Tertio Millennio Adveniente: nos indicó como este Año Mariano precedió de cerca a los acontecimientos de 1989. Son sucesos que sorprenden por su envergadura y especialmente por su rápido desarrollo: el año 1989 trajo consigo una solución pacífica que ha tenido casi la forma de un desarrollo “orgánico”. Además se podía percibir cómo, en la trama de lo sucedido, operaba con premura materna la mano invisible de la Providencia: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho..?” (Is 49, 15).

Año Jubilar

Juan Pablo II no podía separar la celebración del Año Jubilar del 2000 de su dimensión mariana. El jubileo del nacimiento del Salvador está ligado plenamente a su Madre, ya que a través de Ella viene el Redentor al mundo: lo trae y lo presenta al mundo. (Redemptoris Mater # 3):
“En la perspectiva del año dos mil, ya cercano, en el que el Jubileo bimilenario del nacimiento de Jesucristo orienta, al mismo tiempo, nuestra mirada hacia su Madre”.

1. Razón para hacer un año mariano: la oportunidad de hacer preceder tal conmemoración por un análogo Jubileo, dedicado a la celebración del nacimiento de María.
2. Es constante por parte de la Iglesia la conciencia de que María apareció antes de Cristo en el horizonte de la historia de la salvación. Es un hecho que, mientras se acercaba definitivamente “la plenitud de los tiempos”, o sea el acontecimiento salvífico del Emmanuel, la que había sido destinada desde la eternidad para ser su Madre ya existía en la tierra.

Este “preceder” suyo a la venida de Cristo se refleja cada año en la liturgia de Adviento. Por consiguiente, si los años que se acercan a la conclusión del segundo Milenio después de Cristo y al comienzo del tercero se refieren a aquella antigua espera histórica del Salvador, es plenamente comprensible que en este período deseemos dirigirnos de modo particular a la que, en la «noche» de la espera de Adviento, comenzó a resplandecer como una verdadera “estrella de la mañana” (Stella matutina). En efecto, igual que esta estrella junto con la “aurora” precede la salida del sol, así María desde su concepción inmaculada ha precedido la venida del Salvador, la salida del “sol de justicia” en la historia del género humano.

El Papa ve esta singular presencia de la Virgen en la historia antes y después de la Encarnación como el patrón de un patrón divino que debemos captar: la presencia de la Madre en la historia de la Iglesia. Con su mediación materna prepara los momentos de gracia, precede las manifestaciones y movimientos de gracia.

Muy particular fue el hecho que en el Año Jubilar, el Papa, quiso en Mayo y Octubre, dos meses marianos por excelencia: viajar a Fátima para la beatificación de los pastorcitos en Mayo 13, entregó su anillo a los pies de la Virgen. Y la Renovación de la Consagración en Octubre 8: “La alegría jubilar no sería completa si la mirada no se dirigiese a Aquélla que, obedeciendo totalmente al Padre, engendró”

El Año del Santo Rosario

Muy evidente fue la devoción del Santo Padre al rezo del Santo Rosario. Estableció en el Vaticano todos los primeros sábados de mes, el rezo del Santo Rosario. De ahí, establece la costumbre de cada cierto tiempo, promover el rosario internacional: conectando cinco principales santuarios marianos del mundo. Proclamó el Año del Rosario en el 2002: “puso una corona mariana al Jubileo del 2000”. Con dicha proclamación introdujo los cinco misterios luminosos: Nos dio la carta apostólica: Rosarium Virginis Mariae. Con todo esto, el Santo Padre propuso una verdadera revolución espiritual mariana al rescatar con sólidos argumentos teológicos y pastorales el valor del Santo Rosario.

El Papa señalo que el Rosario que ha sido difundido gradualmente en el segundo milenio por numerosos santos y fomentado por el Magisterio, “sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado, una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”. Especialmente cuando el camino espiritual de la Iglesia es “remar mar adentro” (¡Duc in altum! Novo Millennio Ineunte # 58) para proclamar a Cristo Señor y Salvador, Camino, Verdad y Vida, la meta y fin de la historia humana.

El rosario

Oración aunque de carácter mariano es centrada en Cristo. A Jesús por María.
Compendio de todo el mensaje evangélico.
Con él, aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la grandeza de su amor.

A través de él, se obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos del Redentor, o sea, en el rosario experimentamos la mediación materna de María.

El Papa revela: “Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes”. ¿Qué entregaba a cada persona que se encontraba con él?. Un rosario. “Mi oración preferida por su sencillez y profundidad”.

Consagración mariana

Consagrarse es entrar en alianza, comunión profunda de corazón con el Corazón Inmaculado para así ser llevados a alcanzar una plena comunión de corazón con el Corazón de Cristo. “Debemos permanecer en alianza con el Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado de María”. Se dedicó a llevar a toda la Iglesia hacia una profunda unión espiritual con Cristo a través de María, por medio de la Consagración Total. Se ha dedicado a despertar en toda la Iglesia, el amor, y devoción filial a la Santísima Virgen.

Juan Pablo II hizo de la consagración mariana un punto clave en su vida personal y en su misión petrina. Un famoso mariólogo, Stephano D’Fiores: «Si los últimos Papas han hablado favorablemente sobre la Consagración Mariana, Juan Pablo II la ha hecho una de las características claves de su Pontificado. Para Juan Pablo II, la consagración Mariana, es un punto elemental en su programa de vida espiritual y pastoral».

Su profunda piedad mariana, teológicamente enriquecida, llevó a Juan Pablo II, hacia una espiritualidad de profunda confianza. Es este sentido de confianza lo que llevó al Santo Padre a pronunciar estas palabras en Czestochowa en 1979, en el monasterio de Jasna Gora, durante su primera peregrinación a Polonia: “Soy un hombre de una gran confianza, aquí aprendí a serlo. Aprendí a ser un hombre de profunda confianza aquí, en oración y meditación frente al gran ícono de María, la primera discípula: Hágase en mí según tu Palabra”.

Al descubrir que Cristo mismo lo ha confiado al cuidado materno de María, comprende que a tal amor materno solo puede responder con la entrega total y generosa de sí, al Corazón de la Madre. «Y ya que María fue dada como Madre personalmente a él, el discípulo responde con «la entrega». La entrega es la respuesta al amor de una persona, y, en concreto al amor de la madre. Entregándose filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, introduce a María en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su yo humano y cristiano»

Para Juan Pablo II, la consagración es crucial para manifestar el poder de María para intervenir en la historia humana

Quizás podríamos encontrar la explicación en el retiro que él dio al Papa Pablo VI y los miembros de la Curia en 1976: «la experiencia de los fieles ve a la Madre de Dios como a la que está, de manera especial unida a la Iglesia en los momentos mas difíciles de su historia, cuando los ataques hacia ella se hacen cada vez mas amenazadores. Esto está en plena concordancia con las visión de la mujer revelada en Génesis y en el Apocalipsis. Precisamente en los periodos en que Cristo, y por lo tanto su Iglesia, son el signo de implacable contradicción, María aparece particularmente cercana a la Iglesia, porque la Iglesia será siempre el Cuerpo místico de Su Hijo…. En estos periodos de la historia, surge la particular necesidad de confiarse, consagrarse a María. Dios Padre confíó a su único Hijo a la humanidad. La criatura humana a quien Él le confíó primero a su hijo, fue María. Y hasta el fin de los tiempos ella permanecerá como a la que Dios confía su misterio de Salvación».

Para él, la consagración es vista desde el punto de vista de intervención maternal de María en la historia (especialmente en las luchas entre el bien y el mal en cada momento histórico)de cada individuo y en la historia de las naciones, y del mundo entero. El tuvo una visión clara sobre el momento histórico que atravesábamos: confiar en particular la vida de la Iglesia a la Santísima Virgen. Ella “la mujer del proto-evangelio” y la “mujer vestida del sol”, esta envuelta por designio de Dios en todas las luchas de la Iglesia en contra de los poderes de la oscuridad. “María, Madre del Verbo encarnado, esta situada en el centro mismo de aquella enemistad, de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de la salvación”. (Redemptoris Matter, #11)

Perfil Mariano de la Iglesia

Si un carisma es siempre un don para el bien de la Iglesia, como sería el carisma o los carismas de un Papa?. Su carisma era para el bien de la Iglesia Universal. Que bello, que un carisma mariano se hubiese unido tan entrelazadamente con el carisma petrino: ¡Un papa mariano!. “un don para Roma y para el mundo entero” (Cardenal Ruinio, julio 2005)

Juan Pablo II, encarna en sí mismo, los dos grandes perfiles de la Iglesia: “Mariano y Petrino: “El Concilio Vaticano II, confirmando la enseñanza de toda la tradición, ha recordado que en la jerarquía de la santidad precisamente la “mujer”, María de Nazaret, es “figura” de la Iglesia. Ella “precede” a todos en el camino de la santidad; en su persona la “Iglesia ha alcanzado ya la perfección con la que existe inmaculada y sin mancha” (cf. Ef 5, 27) En este sentido se puede decir que la Iglesia es, a la vez, “mariana” en que continúa el eco del fiat de María (evidente en la santidad del amor y de la vida que continúa en el corazón de la iglesia) y “Apostólico-Petrina”, la dimensión institucional que le da cohesión y orden al cuerpo. Los dos principios de unidad, “La dimensión mariana de la Iglesia, precede a su dimensión petrina” (Catecismo de la Iglesia Catolica # 972)

Se considera uno de los grandes legados de Juan Pablo II, entre muchos, el haber vivido, enseñado, de palabras, obras y gestos, al inicio del Tercer Milenio, el “perfil mariano” de la Iglesia, que compendia en sí el contenido más profundo de la renovación conciliar. La nueva primavera de la Iglesia se da en el Cenáculo: donde Pedro, los apóstoles (y en ellos todos nosotros) estamos unidos, congregados en oración, a los pies de la Madre del Redentor y Madre de la Iglesia. Acogiendo con alegría y totalidad, el don de la presencia materna en el Corazón de la Iglesia.

Fuente: Madre Adela Galindo, SCTJM para corazones.org



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