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Los 4 Demonios más Destructivos que han Entrado en nuestra Civilización

Hay 3 demonios que están generando grandes problemas de insatisfacción y violencia en la humanidad.

Pero hay un cuarto demonio, el mas reciente, que esta produciendo verdaderamente estragos 

Y nos conducen en una pendiente descendente.

Que hace que cada generación resulte peor que la anterior.

Tener en cuenta lo que dice Mateo 17:21:

Esta clase (de demonios) sólo se la expulsa con la oración y el ayuno.

demonio en la sombra

Echemos un vistazo sobre cómo el Papa León XIII describe estos tres demonios:
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Hay tres influencias que nos parecen que tienen un lugar principal en este movimiento declinante de la sociedad.
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Estas son
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primero, el disgusto por una vida sencilla y laboriosa,
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en segundo lugar, la repugnancia al sufrimiento de cualquier tipo,
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en tercer lugar, el olvido de la vida futura.

Pero hoy vemos un cuarto demonio, el que niega la naturaleza del hombre.

   

Demonio 1 – EL DISGUSTO POR UNA VIDA SENCILLA Y LABORIOSA

Nos deploramos que la sociedad humana padezca de una espantosa llaga, y es que se menosprecian los deberes y las virtudes que deben ser ornato de una vida oscura y ordinaria.

De donde nace que en el hogar doméstico los hijos se desentiendan de la obediencia que deben a sus padres, no soportando ninguna disciplina, a menos que sea fácil y se preste a sus diversiones.

De ahí viene también que los obreros abandonen su oficio, huyan del trabajo y, descontentos de su suerte, aspiren a más alto, deseando una quimérica igualdad de fortunas

Movidos de idénticas aspiraciones, los habitantes de los campos dejan en tropel su tierra natal para venir en pos del tumulto y de los fáciles placeres de las ciudades.

A esta causa debe atribuirse también la falta de equilibrio entre las diversas clases de la sociedad.

Todo está desquiciado; los ánimos están comidos del odio y la envidia: engañados por falsas esperanzas, turban muchos la paz pública, ocasionando sediciones, y resisten a los que tienen la misión de conservar el orden.

mujer muestra manta

Una de las verdades que nos hace libres es darnos cuenta de la sencillez y llegar a aceptar que la vida es dura.
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Involucra arduo trabajo, y reveses, junto con algunos avances que podemos hacer y experimentar.
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Muy pocas cosas de verdadero valor vienen a nosotros sin un costo significativo.
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En pocas palabras, la vida es dura.
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Sin embargo, llegar a aceptar esto es una cosa liberadora para muchos de nuestros resentimientos que se minimizan o se eliminan por esta aceptación.

El hecho es que hoy en día muchos esperan que la vida deba ser color de rosa.

Y cuando no lo es, viene el resentimiento, la ira, violencia, problemas de salud….

Muchos hoy en día piensan en la felicidad como un derecho dado por Dios.

Nuestros padres fundadores reconocieron la búsqueda de la felicidad como una meta.

Pero hoy muchos esperan que la felicidad sea la norma y que sea una especie de derecho.

Cuando no existe para ellos, piensan que se ha producido un fallo en el sistema de alguna forma.

Muchos hoy en día esperan vivir una vida donde haya poco peligro, y donde las cosas se vean con facilidad.

Este ha sido uno de los factores que influyeron en el crecimiento del gobierno.

Porque así como la insistencia en una vida cómoda crece y el trabajo duro no parece razonable, esperamos que el gobierno alivie nuestras cargas y proporcione mayores niveles de confort y felicidad, y estamos menos dispuestos a trabajar duro para estas cosas.

Más bien vemos la felicidad y la comodidad como las cosas a las que tenemos derecho.

Pero las expectativas no realistas producen resentimientos.

Y así, con expectativas poco realistas a menudo, la gente rápidamente desarrolla resentimientos.

Parece que nuestros antepasados que vivieron incluso en fecha tan reciente como hace 150 años tenían diferentes ideas.

Buscaban la felicidad, pero en gran medida esperaban encontrarla en el cielo.

Muchos de los antiguos rezos católicos denotan una visión de que el mundo era un lugar del parto, del exilio, un valle de lágrimas, en el que se suspiraba y anhelaba estar con Dios.

La mayoría de los católicos de aquellos primeros tiempos vivían vidas que eran brutales y cortas.

La mayoría eran campesinos, y vivían con muchas menos comodidades que nosotros.

No había aire acondicionado central, electricidad, agua potable y las medicinas eran pocas y menos eficaces.

El entretenimiento era limitado, las casas eran más pequeñas, y el transporte era mucho más limitado.

Vivimos tan bien en comparación con ellos.

Y aunque nos sentimos más cómodos, hay poca evidencia de que seamos más felices.

De hecho parecemos más resentidos, porque esperamos más, mucho más.

Como señala el Papa, los jóvenes resienten la disciplina.

La mayoría de los padres parecen dispuestos a complacerlos y evitar darles corrección, lo que aumenta las tensiones y causa dificultades.

El valor del trabajo duro y la satisfacción que viene parece perdido en muchos hoy en día.

Todos necesitamos un poco de descanso y relajación, sin duda, pero el trabajo duro trae en realidad una mayor satisfacción a los tiempos de descanso.

El hecho es que las altas expectativas de este mundo como las que tenemos hoy en día, alimentan el descontento y el resentimiento.

Porque por estas expectativas no realistas, realmente insistimos en vivir en una fantasía de que este mundo es, o puede ser el paraíso.

No puede serlo, no lo es.

Una mejor estrategia es aceptar que la vida es difícil y, a pesar de que tiene sus alegrías, presenta arduas dificultades para nosotros que se deben cumplir con coraje y aceptación.

Aunque esta es una dura realidad, trae la paz cuando se acepta.

   

Demonio 2 – REPUGNANCIA AL SUFRIMIENTO DE CUALQUIER TIPO

Otro mal funestísimo, y que no deploraremos bastante, porque cada día penetra más profundamente en los ánimos y hace mayores estragos, es la resistencia al dolor y el lanzamiento violento de todo lo que parece molesto y contrario a nuestros gustos.

Pues la mayor parte de los hombres, en vez de considerar, como sería preciso, la tranquilidad y la libertad de las almas como recompensa preparada a los que han cumplido el gran deber de la vida, sin dejarse vencer por los peligros ni por los trabajos, se forjan la idea de un Estado donde no habría objeto alguno desagradable y donde se gozaría de todos los bienes que esta vida puede dar de sí.

Deseo tan violento y desenfrenado de una existencia feliz, es fuente de debilidad para las almas, que si no caen por completo, se enervan por lo menos, de suerte que huyen cobardemente de los males de la vida, dejándose abatir por ellos.

Crucero-por-el-Mediterraneo

Sí, hoy más que nunca, hay casi una intolerancia completa a cualquier tipo de sufrimiento.

Esto ha sido impulsado por el hecho de que hemos tenido éxito en la eliminación de una gran cantidad de sufrimiento.

Como se ha señalado, tenemos muchas comodidades que nos protegen de los elementos, medicamentos que alivian el dolor físico y molestias corporales, aparatos y tecnología que proporcionan comodidad sin precedentes y crean una gran cantidad de mano de obra prácticamente innecesaria.

Esto, como ya hemos dicho, conduce a expectativas poco realistas en última instancia.

Es decir, que todo sufrimiento debe ser eliminado.

Hay casi una indignación cuando se sugiere que tal vez algunas cosas deben ser soportadas o que no es razonable esperar que el gobierno, o los médicos, o la ciencia eliminen todo el mal o forma de sufrimiento.

Además, nosotros parecemos rechazar la idea de que los accidentes a veces ocurren o que a veces se producen circunstancias desafortunadas.

En vez exigimos más leyes que suelen ser intrusivas y opresivas, y llevamos a cabo enormes demandas que a menudo desalientan la toma de riesgos.

No es una habitación acolchada. A pesar de que puede y debe llevarse a cabo la corrección de los riesgos innecesarios y tratar de aliviar las cargas de los otros, la vida no es una habitación acolchada.

Sufrimiento, dolores, accidentes, cargas y dificultades son parte de la vida en este valle de lágrimas.

La aceptación de esta verdad conduce a una especie de serenidad paradójica.

El rechazo de la misma y la indulgencia en las nociones poco realistas de que todo sufrimiento es injustificado lleva a resentimientos y a más infelicidad.

    

EVITAR EL SUFRIMIENTO SE HA CONVERTIDO EN EL FIN DE LA ACCIÓN HUMANA

En 2008, el especialista en bioética Yuval Levin en su libro Imaginando el futuro: La ciencia y la democracia estadounidense, identificó un cambio sutil pero trascendental en la orientación filosófica de Occidente:

La visión del mundo de la ciencia moderna ve la salud no sólo como una base, sino también un objetivo principal, no sólo como un principio sino también un fin.
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Alivio y preservación – de la enfermedad y el dolor, de la miseria y la necesidad -, se convierten en los fines definitorios de la acción humana, y por lo tanto de las sociedades humanas.

danzando-con-agua

A primera vista, esto parece un asunto menor. 

¿Quién no quiere aliviar el sufrimiento y promover el bienestar general?

Pero lea la cita anterior de nuevo.

Ese enfoque razonable para el problema del sufrimiento no es la actitud que Levin describe.

Más bien, parece que él ha detectado un cambio de paradigma fundamental que nos conduce lejos de la razonable mitigación del sufrimiento en favor de una utopía – y en última instancia peligrosa – de eliminación que amenaza la dignidad única del hombre y relativiza la importancia de la vida humana.

Considera lo siguiente: cuando eliminar el sufrimiento se convierte en el “fin definitorio de la acción humana”, se transforma fácilmente en la eliminación de la víctima.

Y tal vez más insidioso, que lo que constituye el sufrimiento abarca más cosas, incluso queda proyectado en el mundo natural.

Esto se puede ilustrar tomando como ejemplo las políticas surrealistas de Suiza. La legislación suiza ha permitido el suicidio asistido desde 1942, siempre que el asistente no tenga “motivos egoístas.”

Durante décadas, no pasó mucho con el tema.

Pero con la aparición de la eliminación de la víctima, el movimiento de la eutanasia, el país se Kevorkiorizó (en alusión a Jack Kevorkian un médico que practicó la eutanasia a 130 pacientes en EE.UU.), dando como resultado el establecimiento de clínicas de suicidio a las que asisten personas de todo el mundo.

Al mismo tiempo que la legislación suiza permite que la industria del suicidio prospere, pone fuera de la ley tirar peces de colores en el inodoro.

En otras palabras, el sufrimiento del pescado es de mayor preocupación legal que la muerte asistida de personas suicidas.

¿Por qué? Debido a que ambas políticas buscan la eliminación del sufrimiento. 

Mientras tanto, un cantón permite a los abogados representar a animales supuestamente agraviados.

Pero se hace aún más extraño.

La constitución de Suiza exige que “debe tenerse en cuenta la dignidad de los seres vivos al manipular animales, plantas y otros organismos vivos.”

Nadie sabía a ciencia cierta qué significaba eso en lo que respecta a la vegetación, por lo que el gobierno designó a la Comisión de Ética Federal Suiza sobre la Biotecnología no-Humana para averiguarlo.

En el informe resultante, La dignidad de los seres vivos con respecto a las Plantas, una “mayoría clara” del panel determinó que no podemos afirmar la “propiedad absoluta” sobre las plantas y, además, que “las plantas individuales tienen un valor inherente.”

Esto significa que “no es posible que las usemos como nos plazca, aún si la comunidad de plantas no está en peligro, o si nuestras acciones no ponen en peligro la especie, o si no estamos actuando de manera arbitraria”.

La consagración de Suiza de la “dignidad de la planta” en la ley y la despreocupación alegre de la extinción humana en las clínicas de suicidio, están inextricablemente ligadas con la creencia de que la eliminación del sufrimiento – ya sea humano, de la flora, de la fauna – es el fin que define la sociedad.

   

Demonio 3 – OLVIDO DE LA VIDA FUTURA

La tercera especie de males a que es preciso poner remedio es, sobre todo, propia de los hombres de nuestra época.

Pues los de las edades pasadas, si bien estaban ligados de una manera a veces criminal a los bienes de la tierra, no desdeñaban enteramente, sin embargo, los del cielo; los más sabios de entre los mismos paganos enseñaron que esta vida era para nosotros una hospedería, no una morada permanente; que en ella debíamos alojarnos durante algún tiempo, pero no habitarla.

Mas los hombres de hoy, aunque instruidos en la fe cristiana, adhieren en su mayor parte a los bienes fugitivos de la vida presente, no sólo como si quisiesen borrar de su espíritu la idea de una patria mejor, de una bienaventuranza eterna, sino como si quisieran destruirla enteramente a fuerza de iniquidades.

En vano San Pablo les hace esta advertencia: No tenemos aquí una morada estable, sino que buscamos una que hemos de poseer algún día (Hebr. 12, 14).

escalera al cielo

Nos sorprendemos cada vez más de la poca cantidad de gente moderna que piensa en el cielo.
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Incluso los creyentes que van a la iglesia hablan poco del cielo, los sacerdotes predican poco sobre él.
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Nuestra principal preocupación parece ser hacer de este mundo un lugar más cómodo y agradable.

Incluso en nuestra llamada vida espiritual, nuestras oraciones denotan una preocupación mundana: Señor, arregla mis finanzas, arreglar mi salud, consígueme un trabajo mejor.

Casi como si estuviéramos diciendo, «que este mundo sea agradable y me quedaré aquí.»

No está mal orar por una mejor salud, etc. No es malo que trabajar para hacer de este mundo un lugar mejor. 

Pero al final, nuestro hogar está en el cielo y nosotros debemos estar atentos a ello y buscar ansiosamente sus costas.

Debe ser una meditación frecuente, el estar con Dios para siempre, el anhelo más profundo de nuestra alma.

En su lugar tenemos miedo de la vejez y ocultamos la muerte en nuestra cultura.

Debe ser que no podemos esperar para ver a Dios.

Claro, sería bueno tener algunas cosas que hemos empezado, pero en la medida que el cielo y estar con Dios se acercan más, nosotros debemos estar contentos de que los años están yendo rápido. ¡Cada día es un día, más cerca de Dios!

También en este caso, nuestra prosperidad y comodidades tienden a engañarnos hacia un amor de este mundo que no es saludable. Un amigo del mundo es enemigo de Dios (Santiago 4:4).

Estamos distraídos y demasiado fácil descartamos que este mundo pasa.

El hecho es que vamos a morir.

Sólo un anhelo adecuado por el cielo puede corregir el absurdo de que un amor obsesivo por este mundo se establezca en nuestra alma.

Medita en el cielo a menudo. Lee las Escrituras, como Apocalipsis 1, y 4-5, 20-21. Pide un deseo más profundo de Dios.

   

Demonio 4 – LA VERDAD SOBRE EL HOMBRE

Un cuarto demonio se refiere a la lucha que está librando la Iglesia en este momento para reivindicar la esencia ontológica del hombre.

El primer desafío histórico que tuvo la iglesia primitiva fue determinar quién es Dios.

Y fue ahí que desarrolló la teología trinitaria y la cristología.

El segundo gran desafío fue en la Reforma y se refiere a las verdades de la Iglesia misma

Esto está relacionado con los debates de la salvación.

Y que culminaron con la teología de la justificación, la santificación, la eclesiología y la soteriología.

Pero hoy el demonio que ha entrado es la negación de la naturaleza del hombre.

Las tribulaciones que marcan el siglo XX y continúan en el siglo XXI están relacionadas con lo que es el ser humano.

Y es por eso se dan las luchas en campos respecto a los genocidios, al aborto y la anticoncepción, a la ideología de género, a la naturaleza de familia, a la redefinición del matrimonio, a la homosexualidad y la transexualidad.

Estamos viviendo en nuestro tiempo un desafío respecto a las verdades de que somos hombres y mujeres creadas.

Y no seres inconclusos que se tienen que construir a sí mismos.

La ceguera respecto a la verdad sobre la persona humana ha llevado a la crisis de la familia y del sexo con el que la persona ha nacido.

Por lo tanto ya no es relevante discutir sobre la naturaleza de Dios o la naturaleza de la Iglesia sino la del hombre.

Llegamos a un momento en que se debe explicar la naturaleza creada del hombre y defenderla.

Joseph Ratzinger dice que fue la autorrevelación de Dios la que liberó al hombre de la esclavitud de los dioses paganos y proporciona los cimientos para la razón humana y para la libertad humana.

Y es esta comprensión del mundo por la razón la que nos lleva a ver a la naturaleza como algo creado por Dios y al hombre como algo creado a imagen y semejanza de Dios.

Una criatura que posee poderes divinos de razón y voluntad.

Dios puso en nuestro corazón el deseo de conocer la verdad, y la conoceremos por la razón.

Pero a su vez Dios nos dio 10 mandamientos, que no son una imposición tiránica, sino que es una ley universal válida en todo momento y lugar.

Salvar al hombre de la fuerza destructiva del egoísmo, del odio y la falsedad.

Mantener y sus mandamientos no sólo es una relación de fidelidad con Dios sino fidelidad con nuestra propia naturaleza.

milagros del rosario

   

EL ROSARIO NOS AYUDA CONTRA LOS CUATRO DEMONIOS

Y es interesante ver que las raíces de ellos ya eran evidentes en 1893 y que han avanzado más sobre nosotros 100 años después.

Es útil tener un médico de las almas que nos ayude a nombrar a los demonios que nos aquejan.

Por haber nombrado a un demonio, tenemos más poder sobre él y aprendemos sus movimientos:

Demonio, su nombre es «pereza» y «desagrado» por el trabajo duro.
Por los misterios gozosos de la vida del Señor, se irá.

Demonio, su nombre de «rechazo de cualquier sufrimiento» y un «resentimiento por la cruz».
Por los misterios dolorosos de la vida de nuestro Señor, se irá.

Demonio, su nombre es «olvido de los cielos» y «obsesión por el mundo pasajero».
Por los misterios gloriosos de la vida del Señor y Nuestra Señora, se irá.

Demonio, su nombre es «olvido de la naturaleza del hombre«.
Por los misterios luminosos de la vida de la Iglesia, del Señor y Nuestra Señora también se irá.

San Miguel Arcangel mata a la serpiente

   

ESTA NOVENA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL CONTRA TODO ENEMIGO Y MALDAD TAMBIÉN NOS AYUDA

La Batalla contra los demonios está encabezada por la Santísima Virgen María, pero sus huestes celestiales son los ángeles comandados por el Arcángel San Miguel.
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Por eso viene bien esta novena ante el acoso agudo del mal, invocando a San Miguel en conjunto con cada uno de los coros angélicos.

¡Oh glorioso arcángel San Miguel!

El más próximo a la Divinidad
y el más poderoso defensor celestial,
símbolo de la lucha y la victoria sobre el mal,
arcángel puro y perfecto,
haz que permanezcamos fuertes ante la adversidad,
para que sepamos encontrar nuestra luz interior,
guíanos y protégenos en nuestros caminos
y con tu virtud ampáranos todos los días de nuestra vida…

Te rogamos nos ayudes:

En unión con los Serafines
obtennos la gracia de abandonar el pecado
e inflama en nuestros corazones el Santo Amor de Dios.

En unión con los Querubines
defiéndenos de los asaltos, de las sugestiones,
incitaciones y tentaciones del enemigo
y derrama en nuestras almas el espíritu de la Humildad.

En unión con los Tronos
nunca permitas que seamos oprimidos y esclavizados
por los espíritus del mal,
por tiranías, abusos e injusticias,
por hechicerías y brujerías,
y concédenos la gracia de dominar nuestros sentidos
y corregirnos de nuestros malos hábitos.

En unión con las Dominaciones
protege nuestra fe y danos sabiduría y prudencia.

En unión con los Poderes atiende nuestras necesidades
y concedernos una actitud generosa
para dedicarnos al servicio de los demás.

En unión con las Virtudes libéranos de nuestros adversarios,
de los falsos testimonios, de las malas lenguas,
de las humillaciones y vejaciones,
de las envidias, intrigas y rencores,
de los celos y los malos tratos,
de los agresores y violentos, de los depravados y viciosos,
de las desdichas y desgracias…
y de todo mal que el enemigo utilice
para herirnos y atormentarnos.

En unión con los Principados
concédenos el deseo tenaz de liberarnos,
tanto a nuestras familias,
como a todos los que nos rodean y a nosotros mismos,
de enfermedades corporales y mentales
y sobre todo espirituales.

En unión con los Arcángeles haz que el Señor nos ayude
a ser testimonios vivos de Cristo,
llevando una vida pura, llena de gozo en el Amor Divino
y que seamos capaces de transmitirla,
mediante nuestros, actos a los demás.

En unión con los Ángeles protégenos durante esta vida,
asístenos en nuestra agonía
y condúcenos inmediatamente al cielo
para compartir con ellos
la contemplación de la Gloria Eterna de Dios.

Así sea.

Hacer la petición.

Rezar el Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

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¿Hasta cuando Jesús dio Poder al Demonio para que Intente Destruir a la Iglesia?

Hay una sorprendente visión del papa Leon XIII del 13 de octubre de 1884.

Jesucristo habría adjudicado a satanás 75 a 100 años de poder para destruir a la Iglesia.

Pero lo llamativo de esta visión es que esa concesión habría terminado antes que el gran cúmulo de males se desataron en la Tierra.

Luego de 1960 hemos experimentado los mayores disturbios y maldades.

Y se han ido condensando y acrecentando cada vez más después de 1990.

Lo que claramente caería fuera de esa concesión que Jesucristo le habría dado a satanás para destruir la Iglesia.

¿Hay alguna razón de esto? ¿Cómo se puede explicar?

demonios golpeando com maza fondo

Un libro de investigación documental de Kevin Simonds y su interpretación por Emmet O’Regan, arrojan luz sobre el tema.
.
Y la hacen más compatible con lo que estamos experimentando luego de 1990.

Llama la atención que desde 1884, cuando León XIII recibió la visión, a 1917, año de las apariciones de Fátima, hay 33 años, la edad en que Jesús fue crucificado.

Y es más los 33 años se cumplen exactamente si tomamos el 13 de octubre, que coincide con el día que León XIII experimentó la visión y la última aparición de fátima con el milagro del sol.

¿Llamativo no?

En la visión del papa León XIII, satanás pidió un mayor poder.

Se puede asumir que eso significaba que satanás aumentó su fuerza.

Pero también podría significar que satanás no creció su poder, sino que la Iglesia disminuyó su poder en este período.

Como efectivamente hemos visto que ha sucedido.

Porque se trata de un juego de suma cero.

En definitiva podríamos estar hablando de un aumento del poder relativo de satanás.

oraciones leon xiii

 

KEVIN SYMONDS DICE QUE LA VERSIÓN ORIGINAL ERA DE 50 A 60 AÑOS

El libro de Kevin Symonds, titulado Papa León XIII y la Oración a San Miguel examina la historia detrás de la composición de la Oración a San Miguel.

Y presenta una gran cantidad de evidencia científica para dar fe de la autenticidad de la visión del Papa León XIII.

Pone un nuevo volumen de información que emana del testimonio ocular proporcionado por el P. Pechenino.

Y una homilía sobre la visión del Papa León atribuída al cardenal Pedro Segura.

Entre estos nuevos hallazgos nos encontramos con el sorprendente hecho de que las primeras historias de esta visión registran que satanás en realidad habría solicitado un período de 50-60 años para destruir la Iglesia.

En lugar de 75-100 años, que luego se constituyó en la versión oficial.

Esto contradice la percepción común de que la visión profética del Papa León comprendía la totalidad del siglo XX, en lugar de sólo la primera mitad de él.

Este descubrimiento parece indicar que el periodo de mayor poder de satanás habría terminado a mediados del siglo XX, al final de la Segunda Guerra Mundial.

Pero el escenario parece contradecir la secuencia real de los acontecimientos históricos.
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Porque es claramente evidente que el verdadero mayor poder de satanás parece estar en la segunda mitad del siglo XX.
.
Después de los acontecimientos de la segunda Guerra Mundial.
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Cuando la revolución sexual de la década de 1960 coincidió con el descenso de la Iglesia, allanando el camino para la apostasía actual.

demonio encapuchado fondo

 

EMMET O’REGAN HABLA DE LA POSIBILIDAD QUE SATANÁS HAYA OBTENIDO DOS PERÍODOS Y NO UNO SÓLO

En La Pascua Final de la Iglesia, escrita por Emmet O’Regan, se argumenta que los 50-60 años solicitados por satanás durante la visión del papa León fue en realidad sólo el primer intento de satanás para destruir la Iglesia.

Si comparamos esta profecía con el libro de Job, la manera exacta en que satanás le pone a prueba se compone de dos partes bien diferenciadas.

En su primer intento, satanás ataca a los hijos de Job, derribando la casa del hijo mayor.

Después de fallar en el primer intento satanás vuelve a pedir otra oportunidad para destruir la fe de Job, esta vez se aflige al profeta con una plaga de terribles llagas.

Así que si la profecía de León XIII se corresponde con las pruebas de Job, se seguiría que satanás habría regresado ante el trono de Dios para solicitar un nuevo intento de destruir a la Iglesia después que el período de 50-60 años hubiera transcurrido.

Y esta vez cambiando y manifestando una plaga de úlceras en la misma Iglesia, en lugar de la destrucción física de sus hijos a través de la guerra.

Tal interpretación explicaría por qué se produjo un viraje repentino en la mitad del siglo XX.
.
Al pasar de las dos guerras mundiales en la primera mitad, a la apostasía moderna en la segunda.
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La que produjo no sólo los grandes cambios dentro de la misma Iglesia.
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Sino también vio el surgimiento de la crisis de los abusos sexuales.
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Así como el resurgimiento en todo el mundo del ocultismo provocado por el movimiento de la Nueva Era.

Podemos encontrar alguna evidencia que apoya esta hipótesis en la obra de Symond, que contiene la historia de la visión del Papa León dada por el cardenal Segura.

Que proporciona un detalle adicional sobre la primera petición de 50-60 años de satanás, afirmando que,

«Dios le concedió ese período y dijo de hablar de nuevo en un momento posterior…».

Esto sugiere fuertemente que la conversación entre Dios y el Diablo se continuaría después del fracaso de la primera tentativa, al igual que durante las pruebas de Job.

Y si a Satanás se le concedió un nuevo plazo de 50-60 años durante este segundo intento, esto podría llevar la cantidad total de tiempo a 100-120 años.

Lo que está mucho más de acuerdo que la versión más conocida de esta profecía, ajustándose mucho mejor al despliegue real de los acontecimientos históricos.

Según lo que piensa O’Regan, el comienzo de este período parece estar signado por la consagración del Papa León del mundo al Sagrado Corazón de Jesús en 1899.

El que fue solicitado por el mismo Cristo cuando se apareció a la beata María del Divino Corazón en 1898.

Esta interpretación identifica un punto de inflexión en el período de mayor poder de satanás (cuando se manifiestan las manchas en la misma Iglesia) en torno al año 1960.
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Lo que nos lleva a las palabras de la Virgen relativas al Tercer Secreto de Fátima, que debería haber sido originalmente publicado en esa precisa época y no se hizo.

Demonio en la oscuridad

 

LA INTERPRETACIÓN DE EMMET O’REGAN ES COINCIDENTE CON CATALINA EMMERICH

La petición de 50-60 años de satanás para destruir la Iglesia es también muy similar a la profecía de la beata Ana Catalina Emmerich durante una visión de satanás en el Descenso de Cristo a Infierno:

En medio del infierno había un abismo espantoso.

Lucifer fue precipitado allí cargado de cadenas, una espesa humareda lo rodeaba por todas partes.

Su destino era regulado por una ley que Dios mismo había dictado.

Vi que, cincuenta o sesenta años, si no me equivoco antes del año 2000, Lucifer debía salir durante algún tiempo del abismo.

Vi muchos otros datos que he olvidado.

Otros demonios debían también ser puestos en libertad en una época más o menos alejada, con el fin de tentar a los hombre y de servir de instrumentos a la justicia divina.

Muchos de estos demonios deben salir del abismo en esta época y otros de aquí a poco tiempo.

La visión de la Beata Emmerich, por tanto, puede ser compatible con la visión del Papa León XIII.

Podría ser el verdadero significado de las palabras de la Beata Emmerich:

«que se desencadenó por un tiempo [período que dura] cincuenta o sesenta años antes del año de Cristo 2000«.

Si el período de mayor poder de satanás consiste en dos lotes por separado, al igual que las pruebas de Job, con un total de hasta 100-120 años, entonces es interesante observar que el momento final de este tiempo coincide con el centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima en 1917 y con el cambio de milenio.

En buen romance, tal vez estemos en la puerta de que el mayor poder relativo de satanás frente a la Iglesia esté llegando a su fin.

 

CONFIEMOS QUE ESTAMOS CAMINANDO DENTRO DEL PLAN DE DIOS

Sean cuales sean los tiempos y los plazos de Dios, es maravilloso sabernos dentro del plan divino.

Tenemos mucha tarea por delante y no podemos perder tiempo pensando en fechas que no nos corresponden.

Tenemos mucha tarea por hacer.

Vivir tratando con todo nuestro corazón de cumplir las leyes que nos dejó para que volviéramos a Él.

Confiar en que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida.

Y saber que el Dios que fue capaz de dejar el Paraíso para asumir la naturaleza humana, supo de pobrezas, de exilio, de trabajo duro.

De dolores inmerecidos, humillante Pasión y oprobiosa Muerte

Todo eso tiene que habernos enseñado que no es gratis la entrada al Reino.

Jesús nos abrió las puertas, pero es nuestra tarea cruzar el puente.

Él nos avisó que el enemigo pondrá todos los obstáculos para impedirnos llegar.

Todas sus mentiras.

Y por más que el fin de su tiempo ya esté entre nosotros, él ha contaminado a suficientes humanos con su pestilencia, como para que continúen revolcándose en su maldad por su cuenta.

Terrible y aterrador.

Pero Dios los ama. Él nos ve a todos, buenos y malos como los bebés que alguna vez fuimos: Sus bebés.

Y nos pide que oremos sin descanso por nosotros y por ellos.

No está siendo fácil el tiempo que nos toca vivir, con toda clase de ideologías inventadas por el enemigo para derrotarnos.

Sólo nos queda confiar en Dios, que no nos dejará de Su mano. Y en Santa María, nuestra Madre, que nos cubrirá con su manto y nos hará invisibles para los enemigos del alma.

Y para sostener nuestra fe y nuestra esperanza, tendremos que grabarnos en la mente y el corazón la profecía del Apocalipsis:

“Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos

Y uno de los ancianos habló diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?.

Y yo le respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero”. (Ap. 7, 9-14).

Roguemos a Dios cada día que seamos parte de esos bienaventurados que están de pie frente al Trono de Su Majestad.

Y todo va a estar bien.



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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¡Advertencia!, el mal es real, no es una fantasía

El humo de satanás ha entrado por alguna fisura en la Iglesia
Francisco ha sido, de los últimos pontífices, el que ha hablado más de diablo, empezando por su primera homilía, y retoma el énfasis de Pablo VI, que luego de creer que el Concilio Vaticano II era un resurgir de la Iglesia, vio la aparición de las tinieblas sobre la Iglesia, y se dedicó a predicar sobre el maligno.

 

el maligno

 

Hoy francisco sigue los pasos de Pablo VI, pero con un sentido más pastoral, señalando las instancias de la vida donde se presenta el demonio y su tentación, por lo que viene bien retomar las preocupaciones de Pablo VI.

¿CÓMO SE HA PODIDO LLEGAR A ESTA SITUACIÓN?

Ésta es la pregunta que se hacía el Papa Pablo VI, algunos años después de la clausura del Concilio Vaticano II, a la vista de los acontecimientos que sacudían a la Iglesia.

«Se creía que, después del Concilio, el sol habría brillado sobre la historia de la Iglesia. Pero en lugar del sol, han aparecido las nubes, la tempestad, las tinieblas, la incertidumbre».

Sí, ¿cómo se ha podido llegar a esta situación?

La respuesta de Pablo VI es clara y neta:

«Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el diablo, ese ser misterioso del que San Pedro habla en su primera Carta. ¿Cuántas veces, en el Evangelio, Cristo nos habla de este enemigo de los hombres?».

Y el Papa precisa:

«Nosotros creemos que un ser preternatural ha venido al mundo precisamente para turbar la paz, para ahogar los frutos del Concilio ecuménico, y para impedir a la Iglesia cantar su alegría por haber retomado plenamente conciencia de ella misma».

Para decirlo brevemente, Pablo VI tenía la sensación de que

«el humo de Satanás ha entrado por alguna fisura en el templo de Dios».

Así se expresaba Pablo VI sobre la crisis de la Iglesia el 29 de junio de 1972, noveno aniversario de su coronación. Algunos periódicos se mostraron sorprendidos por la declaración del Papa sobre la presencia de Satanás en la Iglesia. Otros periódicos se escandalizaron. ¿No estaba Pablo VI exhumando creencias medievales que se creían olvidadas para siempre?

UNA DE LAS GRANDES NECESIDADES DE LA IGLESIA CONTEMPORÁNEA

Sin arredrarse ante estas críticas Pablo VI volvió sobre este tema candente cinco meses más tarde. Y lejos de contentarse con reafirmar la verdad sobre Satanás y su actividad, el Papa consagró una entera catequesis a la presencia activa de Satanás en la Iglesia (cfr Audiencia general, 15 de noviembre de 1972).

Desde el inicio, Pablo VI subrayó la dimensión universal del tema:

«¿Cuáles son hoy afirma las necesidades más importantes de la Iglesia?».

La respuesta del Papa es clara:

«Una de las necesidades más grandes de la Iglesia es la de defenderse de ese mal al que llamamos el demonio».

Y Pablo VI recuerda la enseñanza de la Iglesia sobre la presencia en el mundo

«de un ser viviente, espiritual, pervertido y pervertidor, realidad terrible, misteriosa y temible».

Después, refiriéndose a algunas publicaciones recientes (en una de las cuales un profesor de exégesis invitaba a los cristianos a «liquidar al diablo»), Pablo VI afirmaba que

«se separan de la enseñanza de la Biblia y de la Iglesia los que se niegan a reconocer la existencia del diablo, o los que lo consideran un principio autónomo que no tiene, como todas las criaturas, su origen en Dios; y también los que lo explican como una pseudorealidad, una invención del espíritu para personificar las causas desconocidas de nuestros males».

«Nosotros sabemos prosiguió Pablo VI- que este ser oscuro y perturbador existe verdaderamente y que está actuando de continuo con una astucia traidora. Es el enemigo oculto que siembra el error y la desgracia en la historia de la humanidad.»

«Es el seductor pérfido y taimado que sabe insinuarse en nosotros por los sentidos, la imaginación, la concupiscencia, la lógica utópica, las relaciones sociales desordenadas, para introducir en nuestros actos desviaciones muy nocivas y que, sin embargo, parecen corresponder a nuestras estructuras físicas o psíquicas o a nuestras aspiraciones profundas».

Satanás sabe insinuarse… para introducir… Estas expresiones, ¿no recuerdan a las del león rugiente de San Pedro que ronda, buscando a quien devorar? El diablo no espera a ser invitado para presentarse, más bien impone su presencia con una habilidad infinita.

El Papa evocó también el papel de Satanás en la vida de Cristo. Jesús calificó al diablo de «príncipe de este mundo» tres veces a lo largo de su ministerio, tan grande es el poder de Satanás sobre los hombres.

Pablo VI se esforzó en señalar los indicios reveladores de la presencia activa del demonio en el mundo.

LAGUNAS EN LA TEOLOGÍA Y EN LA CATEQUESIS

En su exposición, el Santo Padre sacó una conclusión práctica que, más allá de los millares de fieles presentes en la vasta sala de las audiencias, se dirigía a los católicos de todo el mundo:

«A propósito del demonio y de su influencia sobre los individuos, sobre las comunidades, sobre sociedades enteras, habría que retomar un capítulo muy importante de la doctrina católica, al que hoy se presta poca atención».

El cardenal J. L. Suenens, antiguo arzobispo de BruxellesMalines, escribió al final de su libro Renouveau et Puissances des ténébres:

«Acabando estas páginas, confieso que yo mismo me siento interpelado, ya que me doy cuenta de que a lo largo de mi ministerio pastoral no he subrayado bastante la realidad de las Potencias del mal que actúan en nuestro mundo contemporáneo y la necesidad del combate espiritual que se impone entre nosotros» (p. 113).

En otras palabras, la Cabeza de la Iglesia piensa que la demonología es un capítulo «muy importante» de la teología católica y que hoy en día se descuida demasiado. Existe una laguna en la enseñanza de la teología, en la catequesis y en la predicación. Y esta laguna solicita ser colmada. Estamos ante «una de las necesidades más grandes» de la Iglesia en el momento presente.

¿Quién lo habría previsto? La catequesis de Pablo VI sobre la existencia a influencia del demonio produjo un resentimiento inesperado por parte de la prensa. Una vez más, se acusó a la Cabeza de la Iglesia de retornar a creencias ya superadas por la ciencia. ¡El diablo está muerto y enterrado!

Raramente los periódicos se habían levantado con una vehemencia tan ácida contra el Soberano Pontífice. ¿Cómo explicar la violencia de estas reacciones?

Que periódicos hostiles a la fe cristiana ironicen sobre una enseñanza del Papa no suscita ninguna extrañeza. Es coherente con sus posiciones. Pero que al mismo tiempo se dejen llevar de la cólera, esto es lo que sorprende…

¿Cómo no presentir bajo estas reacciones la cólera del Maligno? En efecto, Satanás necesita el anonimato para poder actuar de manera eficaz. ¿Cuál no será su irritación, por tanto, cuando ve al Papa denunciar urbi et orbi sus artimañas en la Iglesia? Es la cólera del enemigo que se siente desenmascarado y que exhala su despecho a través de estos secuaces inconscientes.

EL ENEMIGO DESENMASCARADO

Habría que retomar el capítulo de la demonología: esta consigna de Pablo VI tuvo una especie de precedente en la historia del papado contemporáneo.

Era un día de diciembre de 1884 o de enero de 1885, en el Vaticano, en la capilla privada de León XIIII. Después de haber celebrado la misa, el Papa, según su costumbre, asistió a una segunda misa. Hacia el final, se le vio levantar la cabeza de repente y mirar fijamente hacia el altar, encima del tabernáculo. El rostro del Papa palideció y sus rasgos se tensaron. Acabada la misa, León XIII se levantó y, todavía bajo los efectos de una intensa emoción, se dirigió hacia su estudio. Un prelado de los que le rodeaban le preguntó:

«Santo Padre, ¿Se siente fatigado? ¿Necesita algo?». «No, respondió León XIII, no necesito nada… «

El Papa se encerró en su estudio. Media hora más tarde, hizo llamar al secretario de la Congregación de Ritos. Le dio una hoja, y le pidió que la hiciera imprimir y la enviara a los obispos de todo el mundo.

¿Cuál era el contenido de esta hoja? Era una oración al arcángel San Miguel, compuesta por el mismo León XIII. Una oración que los sacerdotes recitarían después de cada misa rezada, al pie del altar, después del Salve Regina ya prescrito por Pío IX:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la adversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, oh Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los otros malos espíritus que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.

León XIII confió más tarde a uno de sus secretarios, Mons. Rinaldo Angeh, que durante la misa había visto una nube de demonios que se lanzaban contra la Ciudad Eterna para atacarla. De ahí su decisión de movilizar a San Miguel Arcángel y a las milicias del cielo para defender a la Iglesia contra Satanás y sus ejércitos, y más especialmente para la solución de lo que se llamaba «la Cuestión romana».

La oración a San Miguel fue suprimida en la reciente reforma litúrgica. Algunos piensan que, siendo tan adecuada para conservar entre los fieles y los sacerdotes la fe en la presencia activa de los ángeles buenos y de los malvados, podría ser reintroducida, o bien en la Liturgia de las Horas, o bien en la oración de los fieles en la misa. Como afirmaba Juan Pablo II el 24 de mayo de 1987, en el santuario de San Miguel Arcángel en el Monte Gargano:

«el demonio sigue vivo y activo en el mundo».

Las hostilidades no han cesado, los ejércitos de Satanás no han sido desmovilizados. Por lo tanto la oración continúa siendo necesaria.

El 20 de abril de 1884, poco tiempo antes de esta visión del mundo diabólico, León XIII había publicado una encíclica sobre la francmasonería que se inicia con consideraciones de envergadura cósmica.

«Desde que, por la envidia del demonio, el género humano se separó miserablemente de Dios, a quien debía su llamada a la existencia y los dones sobrenaturales, los hombres se ha dividido en dos campos opuestos que no cesan de combatir: uno por la verdad y la virtud, el otro por aquello que es contrario a la virtud y a la verdad»,

Meditando las consideraciones de León XIII se comprende mejor la consigna dada por Pablo VI en su catequesis del 15 de noviembre de 1972:

«Habría que retomar un capítulo muy importante de la doctrina católica (la demonología), al que hoy se presta poca atención».

Juan Pablo II ha hecho suya la consigna de su predecesor. En su enseñanza ha ido incluso más allá de Pablo VI. Mientras que éste no dedicó más que una catequesis del miércoles al problema del demonio, Juan Pablo II ha tratado este tema a lo largo de seis audiencias generales sucesivas. Y hay que añadir a esta enseñanza una peregrinación al santuario de San Miguel Arcángel en el Monte Gargano, el 24 de mayo de 1987, y un discurso sobre el demonio pronunciado el 4 de septiembre de 1988, con motivo de su viaje a Turín.

LAS INSTITUCIONES, INSTRUMENTO DE SATANÁS

En otras ocasiones, Juan Pablo II ha puesto en guardia a los fieles contra las insidias del diablo, como por ejemplo en su encuentro con 30.000 jóvenes en las islas Madeira (mayo de 1991) donde citó un pasaje significativo de su mensaje de 1985 para El año internacional de la juventud:

«La táctica que Satanás ha aplicado, y que continúa aplicando, consiste en no revelarse, para que el mal que ha difundido desde los orígenes se desarrolle por la acción del hombre mismo, por los sistemas y las relaciones entre los hombres, entre las clases y entre las naciones, para que el mal se transforme cada vez más en un pecado ‘estructural’ y se pueda identificar cada vez menos como un pecado `personal'».

Satanás actúa, pero actúa sobre todo en la sombra, para pasar desapercibido. Satanás actúa a través de los hombres y también a través de las instituciones.

¿Es posible imaginar el papel de Satanás en la preparación, lejana y cercana de las leyes que autorizan el aborto y la eutanasia?

En un estudio actual sobre Satanás, Dom Alois Mager o.s.b., antiguo decano de la facultad de teología de Salzburgo, afirma que el mundo satánico se caracteriza por dos rasgos: la mentira y el asesinato.

«La mentira aniquila la vida espiritual; el asesinato, la vida corporal… Aniquilar siempre, ésta es la táctica de las fuerzas satánicas».

Ahora bien, Dios es Aquel que es y que da sin cesar la vida, el movimiento y la existencia (cfr Hch 17, 28).

La insistencia creciente de dos Papas contemporáneos sobre Satanás y sus maquinaciones ¿no es altamente significativa? ¿No nos invita a una profundización en nuestra postura sobre el papel de Satanás en la historia, la historia grande de los pueblos y de la Iglesia y la historia pequeña de cada hombre en particular?

UN TERRENO MINADO

Este es un terreno minado, rodeado de misterio. Primero por la materia tratada. Después por el escepticismo existente sobre el tema.

Pocos cristianos parecen creer verdaderamente en la existencia personal de los demonios. Muchos parecen incluso rechazar esta verdad, no porque sea incierta, sino porque se nos dice «hoy en día la gente no la admitiría». ¡Como si el hombre de la era atómica pudiera censurar los datos de la Revelación! ¡Como si ésta se asemejara al menú de un restaurante donde cada cliente elige o rechaza los platos a su gusto!

Otros, también irreverentes con la Revelación, compartirían con gusto la posición de este viejo señor que, al final de una agitada mesa redonda sobre la existencia del diablo, sugería que la cuestión fuese decidida… por un referéndum:

«La mayoría decidirá si los demonios existen o no».

¡Como si la verdad dependiese del número de opiniones y no de su consistencia! ¿Lo que afirman cien charlatanes deberá tener más peso que la opinión meditada de un sabio o de un santo?

Algunos años antes de la intervención de Pablo VI, el cardenal GabrielMarie Garrone denunciaba la conspiración del silencio sobre la existencia de los demonios:

«Hoy en día apenas si se osa hablar. Reina sobre este tema una especie de conspiración del silencio. Y cuando este silencio se rompe es por personas que se hacen los entendidos o que plantean, con una temeridad sorprendente, la cuestión de la existencia del demonio. Ahora bien, la Iglesia posee sobre este punto una certeza que no se puede rechazar sin temeridad y que reposa sobre una enseñanza constante que tiene su fuente en el Evangelio y más allá. La existencia, la naturaleza, la acción del demonio constituyen un dominio profundamente misterioso en el que la única actitud sabia consistirá en aceptar las afirmaciones de la fe, sin pretender saber más de lo que la Revelación ha considerado bueno decirnos».

Y el cardenal concluye:

«Negar la existencia y la acción del ‘Maligno’ equivale a ofrecerle un inicio de poder sobre nosotros. Es mejor, en esto como en el resto, pensar humildemente como la Iglesia, que colocarse, por una pretenciosa superioridad, fuera de la influencia benefactora de su verdad y de su ayuda».

ES UNA OBRA BUENA ARMARLES

Una decena de años más tarde, una vigorosa profesión de fe del obispo de Estrasburgo, Mons. Léon Arthur Elchinger, se hará eco de las consideraciones del cardenal GabrielMarie Garrone. Pondrá, como se suele decir, los puntos sobre las «íes», desafiando de esta manera a cierta intelligentia.

«Creer en Lucifer, en el Maligno, en Satanás, en la acción entre nosotros del Espíritu del mal, del Demonio, del Príncipe de los demonios, significa pasar ante los ojos de muchos por ingenuo, simple, supersticioso. Pues bien, yo creo».

«Creo en su existencia, en su influencia, en su inteligencia sutil, en su capacidad suprema de disimulo, en su habilidad para introducirse por todas partes, en su capacidad consumada de llegar a hacer creer que no existe. Sí, creo en su presencia entre nosotros, en su éxito, incluso dentro de grupos que se reúnen para luchar contra la autodestrucción de la sociedad y de la Iglesia. Él consigue que se ocupen en actividades completamente secundarias a incluso infantiles, en lamentaciones inútiles, en discusiones estériles, y durante este tiempo puede continuar su juego sin miedo a ser molestado».

Y el prelado expone sus razones de orden sobrenatural primero y después de orden natural.

«Sí, creo en Lucifer y esto no es una prueba de estrechez de espíritu o de pesimismo. Creo porque los libros inspirados del Antiguo y del Nuevo Testamento nos hablan del combate que entabla contra aquellos a los que Dios ha prometido la herencia de su Reino. Creo porque, con un poco de imparcialidad y una mirada que no se cierre a la luz de lo Alto, se adivina, se constata cómo este combate continúa bajo nuestros ojos. Ciertamente, no se trata de materializar a Lucifer, de quedarnos en las representaciones de una piedad popular. Lucifer, el Príncipe del mal, actúa en el espíritu y en el corazón del hombre».

«Finalmente, creo en Lucifer porque creo en Jesucristo que nos pone en guardia contra él y nos pide combatirlo con todas nuestras fuerzas si no queremos ser engañados sobre el sentido de la vida y del amor».

Fuentes: ‘El diablo hoy’, de Georges Hubert, Fortea, Signos de estos Tiempos

 

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Exorcismo completo de León XIII contra satanás

Invoca a San Miguel Arcángel como consecuencia de una visión de los ángeles rebeldes atacando Roma.

 

Hay distintas versiones de este exorcismo del papa León XIII invocando a San Miguel Arcángel para expulsar a los demonios, pero lo que ha circulado más es la oración que se rezaba al finalizar la misa antes que fuera quitada en 1968. Ahora traemos todo el exorcismo. Este exorcismo y sus oraciones nacieron de una visión terrible que tuvo León XIII el 13 de octubre de 1884.

 

 

CÓMO NACE SU CONOCIDA ORACIÓN EXORCÍSTICA

El padre Domenico Pechenino escribe:

«No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.

Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad.

Le dicen en voz baja: ‘Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?’ Responde: ‘Nada, nada, .

Al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo.

¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a satanás al infierno».

En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito, que también había sido publicado en el periódico La settimana del clero el 30 de marzo de 1947, no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886.

Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:

«León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] ‘que vagan por el mundo para perdición de las almas’ tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli.

León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia.

El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.).

El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día».

EL EXORCISMO DE LEÓN XIII

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Salmo 67.

Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian. Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.

Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí. Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte. Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición. Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate. Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.

Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.

Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstalas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.

La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).

Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.

Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.

R. Como lo esperamos de Ti.

Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a Ti nuestro clamor.

(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. Y con tu espíritu).

OREMOS

Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

EXORCISMO 

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre  te lo manda Dios Hijo; te lo manda Dios Espíritu Santo. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza.

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios vivo, por Dios verdadero, por Dios  santo, que “de tal modo amó al mundo que entregó a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

[El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)]

R. Y con tu espíritu].

OREMOS 

Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.

R. Líbranos, Señor.

Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.

R. Te rogamos, óyenos.

Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).

Padre nuestro….

Y ahora rezar la siguiente oración:

PODEROSA INVOCACIÓN PARA PEDIR PROTECCIÓN

¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Ti oh arma poderosa!

¡Adoración! ¡Adoración! ¡Adoración! ¡A Tu Sangre Preciosa! Misericordioso Jesucristo Agonizante, derrama Tu Sangre Preciosa sobre las almas. Satisface nuestra sed, y vence al enemigo. Amén.

Poderosa Sangre de Salvación, combate al enemigo. (3 veces).

Y finalmente:

 ORACIÓN DE COMBATE A SAN MIGUEL

Se llama primero a San Miguel, pidiéndole permiso al Padre celestial con el rezo de un Padrenuestro. Luego se dice la oración que se enseñó para estos tiempos:

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Oh Príncipe de la milicia celestial,
arroja al infierno con el divino poder a satanás,
y a todos los espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas. Amen.

Fuentes: Statveritas, Oraciones y Devociones Católicas, Signos de estos Tiempos

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Enciclica Magnae Dei Matris de Leon XIII sobre el Santisimo Rosario

Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
I. Amor y gratitud de León XIII a María

Siempre que se Nos presenta ocasión de excitar y aumentar en el pueblo cristiano el amor y el culto de la augusta Madre de Dios, Nos sentimos llenos de satisfacción y felicidad, no solamente por la excelencia y la múltiple fecundidad del asunto en sí mismo, sino porque responde dulcemente a los sentimientos más íntimos de Nuestro corazón.

En efecto, la devoción a María Santísima, devoción que, por decirlo así, Nos recibimos con la leche que Nos nutrió, ha ido creciendo y arraigándose en Nuestra alma a medida de la edad, según íbamos viendo más claramente cuán digna de amor y veneración es Aquélla a quien el mismo Dios amó y prefirió desde el principio sobre todas las criaturas, y a quien, enriqueciéndola con señaladísimos privilegios, escogió para Madre suya.

II. Celebración del mes del Rosario

Las muchísimas y espléndidas pruebas de generosa bondad con que Nos ha favorecido, y que no podemos recordar sin que los ojos se Nos llenen de lágrimas de gratitud, son nuevos y poderosos estímulos para mantenernos fieles a tal devoción. Porque en las muchas, varias y difíciles circunstancias de nuestra vida recurrimos siempre a la Santísima Virgen, a Ella volvemos amorosamente Nuestro ojos, y, desahogando en su corazón temores y esperanzas, la hemos pedido siempre que se digne asistirnos piadosa como madre, y nos alcance la gracia de que podamos corresponder a su amor con un verdadero cariño filial.

Elevado más tarde, por inescrutable designio de la Providencia, a esta Sede del bienaventurado Apóstol San Pedro, es decir, a representar en la Iglesia la Persona misma de Jesucristo, movido por la inmensa pesadumbre del cargo y desconfiando de Nos mismo con afecto más intenso aún, buscamos el divino auxilio en la maternal protección de la Santísima Virgen. Y -¡bien se alegra Nuestra alma al publicarlo!- Nuestra esperanza, como en otro tiempo, pero más especialmente en el desempeño del supremo Apostolado, ni fue vana ni fue estéril.

Así es que ahora, bajo los auspicios y por la mediación de la Virgen, esta misma esperanza se levanta más confiada y ardorosa para obtener por su intercesión mayores bendiciones y gracias que produzcan dichosamente la salud de la cristiana familia, juntamente con la mayor gloria de la Santa Iglesia. Oportuno es, por consiguiente, Venerables Hermanos, que renovando por vuestro medio Nuestros consejos, excitemos a todos Nuestros hijos, a fin del que el próximo mes de Octubre, consagrado a Nuestra Reina y Señora del Rosario, se celebre por todos con el aumento del fervor que exigen las necesidades, cada vez más apremiantes y angustiosas.

III. Maldad y corrupción de la época

Sabido es de todos por qué abundancia y variedad de medios corruptores la malicia del siglo se esfuerza arteramente en disminuir, y, si pudiera, destruir enteramente en las almas la fe cristiana y el respeto a la ley divina, que alimenta y hace fructífera a la fe de tal modo, que podría decirse que el soplo de la ignorancia, del error y de la corrupción se extiende funesto por doquiera, esterilizando y desolando el campo evangélico. Y lo más triste de todo es que, esa tan perniciosa y desvergonzada audacia, en vez de ser reprimida y castigada por quienes pueden y tienen estrecha obligación de hacerlo, encuentra en ellos indiferencia y hasta protección para proseguir su obra devastadora.

Síguese de aquí cuán justamente hay que lamentar que deliberadamente se arroje a Dios de las escuelas públicas, cuando en ellas no se ve blasfemado, y que se dé impúdica licencia para imprimir y decir cuanto se quiera en afrenta de Cristo y de la Iglesia Católica, Ni hay menos motivo para deplorar el abandono y tibieza con que se va mirando por muchos la práctica de los deberes cristianos, lo cual, si no es franca apostasía, es, en realidad, una inclinación hacia ella, por l mismo que la común norma de vida va apartándose cada vez más de los preceptos de la fe. No es, pues, maravilla que con tanta ruina y perversión las naciones giman bajo la diestra justiciera del Señor y tiemblen consternadas ante el temor de mayores desventuras.

IV. Remedio de males y arma: el Rosario

Para aplacar a la ofendida Majestad Divina y oponer el oportuno remedio a los males que lamentamos, no hay, seguramente, medio más adecuado que la ferviente y perseverante oración, siempre que vaya unida, por supuesto, a la celosa práctica de la vida cristiana, para conseguir todo lo cual estimamos singularmente oportuno el Santo Rosario, cuya eficacia claramente se ve cuánta sea en su conocidísimo origen, hermosa página de la historia que muchas veces hemos recordado.

Cuando la secta de los Albigenses, llena de aparente celo por la integridad de la fe y la pureza de las costumbres, las escarnecía públicamente y en muchas comarcas labraba la perdición de los fieles, la Iglesia combatió contra todas las torpísimas formas de aquel error sin más armas ni otras fuerzas que las del Santo Rosario, cuya institución y predicación fue inspirada al glorioso patriarca Santo Domingo por la Santísima Virgen. Por tal medio la Iglesia salió victoriosa, y como en aquélla tempestad la Iglesia ha podido después, con triunfos siempre espléndidos, proveer al bien común. Pero en las circunstancias actuales, circunstancias que lamentan todos los buenos, que son tan tristes para la Religión y tan nocivas para la sociedad, conviene de un modo especialísimo que, unidos todos en concordia de pensamiento y acción, supliquemos e instemos a la Virgen Santísima por medio del Santo Rosario a fin de experimentar en nosotros mismos sus potentísimos efectos.

V. María, Madre de Misericordia

Recurrir a María Santísima es recurrir a la Madre de la Misericordia, dispuesta de tal modo en nuestro favor que cualesquiera que sean nuestras necesidades y, especialmente las del alma, movida por su misma caridad y aun adelantándose a nuestras súplicas, nos socorre siempre y siempre nos infunde los tesoros de aquélla gracia con que desde el principio la adornó Dios para que fuera digna Madre suya.

Entre todas las demás, esta especialísima prerrogativa es la que coloca a la Santísima Virgen encima de todos los hombres y de todos los ángeles, y la que la acerca a Dios: «Gran cosa es en cualquier santo que tenga tanta gracia que baste para la salvación de muchos; pero cuando tuviese tanta que bastase para la de todos los hombres, esto constituiría máxima virtud, como fue en Cristo y en la Viren María» [i]. Así, pues, cada vez que la saludamos con la salutación angélica, y repitiéndola, tejemos en honor de la Virgen una devota corona, verdaderamente no se puede decir cuán grato es a sus ojos nuestro obsequio. Con aquel saludo le recordamos su exaltación sublime y el principio de nuestra salud en la encarnación del Verbo, y al mismo tiempo su divina e indisoluble unión con las alegrías y dolores y con las humillaciones y los triunfos de su Hijo Jesús en el gobierno y la santificación de las almas.

Que si en su inmensa bondad quiso Él parecerse tanto a los hombres que se llamó y se presentó como Hijo del Hombre, y por consiguiente, hermano Nuestro, a fin de que brillara más su misericordia, debió en todo asemejarse a sus hermanos para ser misericordioso [ii]; del mismo modo la Virgen Santísima, que fue elegida para ser Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que es Nuestro hermano, tuvo entre todas las madres la misión singularísima de manifestarnos y derramar sobre nosotros su misericordia. De aquí se sigue que, así como somos deudores a Cristo por habernos comunicado en cierto modo su propio derecho para llamar Padre a Dios y tenerle por tal, también le somos deudores de habernos comunicado benignamente el derecho de llamar madre a María Santísima y de tenerla por tal. La misma naturaleza ha hecho dulcísimo este nombre y ha señalado a la madre como tipo y modelo del amor previsor y tierno; pero aunque la lengua no acierta a expresarlo, las almas piadosas experimentan y saben lo que esa ardiente llama de caridad es en María nuestra Madre, no según la naturaleza, sino por Jesucristo.

VI. María puede y desea socorrernos

María conoce todos nuestros negocios, sabe los auxilios que necesitamos, ve los peligros públicos o particulares que nos amenazan, y los trabajos que nos afligen; pero singularmente descubre los terribles enemigos con quienes tenemos que luchar para la salvación de nuestras almas, Y en todas estas pruebas y peligros, cualesquiera que sean, María puede eficazmente, y desea ardientemente, venir en auxilio de sus amados hijos, por lo cual hemos de acudir a María alegres y confiados, invocando esos lazos maternales que la unen a Jesús y a nosotros.

Invoquemos su socorro humilde y devotamente, valiéndonos de la oración que Ella misma nos ha enseñado, y que tan agradable le es, y abandonémonos con corazón gozoso y confiado en lo brazos de nuestra mejor Madre.

VII. El Rosario enseña las principales verdades de nuestra fe

A las ventajas que procura el Rosario en virtud de la misma oración que lo compone, se añade otra, ciertamente bien noble, que consiste en el facilísimo medio que proporciona de enseñar las principales verdades de nuestra santa fe. Por la fe se acerca directa y seguramente el hombre a Dios y aprende a reconocer con el corazón y el entendimiento la unidad y la majestad inmensa de su naturaleza y su universal dominio, y lo sumo de su saber, poder y providencia, por cuento el que llega a Dios debe creer que Dios existe y que es remunerador de los que le buscan [iii]. Mas desde que el Verbo se hizo carne y se nos mostró visiblemente camino, verdad y vida, es necesario que nuestra fe abrace también los altos misterios de la augustísima Trinidad de las Personas y del Unigénito del Padre, hecho Hombre: La vida eterna consiste en conocerte a Ti, solo Dios verdadero y a Jesucristo, a quien Tú enviaste [iv]. Inestimable beneficio de Dios es la fe, por la cual no solamente somos levantados sobre todas las cosas humanas para ser como espectadores y partícipes de la naturaleza divina, sino además constituye para Nosotros un preciosísimo mérito para la vida eterna; tanto es así, que alimenta y fortifica a la par Nuestra esperanza de llegar algún día a contemplar sin velos y gozar sin límites de la esencia de la infinita bondad, que ahora apenas podemos entrever y amar en la pálida semejanza de las cosas creadas.

VIII. Nos recuerda los principales misterios

Pero son tales y tantos los cuidados y distracciones de la vida que, sin el frecuente auxilio de las enseñanzas, el cristiano desmiente fácilmente las grandes verdades que más debía conocer, verdades que la ignorancia va oscureciendo cuando no es que destruye totalmente la fe. En su maternal vigilancia, la Santa Iglesia no omite medios a fin de preservar a sus hijos de ignorancia tan funesta, y ciertamente no es el último entre los que recomienda, la práctica del rezo del Santo Rosario.

Porque se une en el Santo Rosario, la hermosísima y fructuosa oración ordenadamente repetida, la enunciación y consideración de los principales misterios de nuestra Religión. Así es, en verdad. Primero nos recuerda los que se refieren al Verbo, hecho hombre por nosotros y a María, Virgen inmaculada y madre, que con santa alegría desempeña con Él los oficios maternos; luego los dolorosos de Nuestro Señor, sus tormentos, su agonía, su muerte, precio infinito de nuestro rescate; finalmente los misterio de gloria: el triunfo sobre la muerte, la Ascensión al cielo, la venida del Espíritu Santo, con más la glorificación admirable de Nuestra Señora y, con la Madre y el Hijo, la gloria inmarcesible de todos los santos.

Esta serie de inefables misterios se trae diariamente a la memoria de los fieles y quedan bien manifiestos ante sus mismos ojos, por donde rezando bien el Santo Rosario se experimenta dentro del alma una suavísima unción, como si oyéramos la voz misma de nuestra tierna Madre celestial que amorosamente Nos instruyese en los divinos misterios y Nos dirigiera por el camino de la salvación. No hay exageración en afirmar que no debe temerse que la ignorancia y el error destruyan la fe en las comarcas, las familias y las naciones donde la práctica de rezar el Santo Rosario se mantenga en el primitivo honor.

IX. Su influjo en nuestras acciones

No es menos recomendable y preciosa otra ventaja que la Iglesia quiere cuidadosamente procurar a sus hijos con el Rosario, a saber, el más esmerado celo en conformar su vida a la norma de costumbres trazada en el Santo Evangelio. en efecto: si es cierto, como todos lo creen fiados en la divina palabra, que la fe sin obras está muerta [v], puesto que la fe vive de la caridad y ésta es fecunda en buenas obras, de nada servirá al cristiano para alcanzar la vida eterna el tener fe si no obra cristianamente. ¿De qué servirá, hermanos míos, el que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Por ventura, a este tal la fe podrá salvarle? [vi] Antes bien ha de decirse que en el tribunal de Dios este género de cristianos son más culpables que los infelices que ignoran la fe, porque estos tales, como carecen de la luz del Evangelio, no viven como aquellos, contradiciendo sus creencias con sus obras, y su ignorancia les hace, en algún modo, excusables o menos culpables. Así, pues, para que a la fe que profesamos corresponda gran abundancia de frutos, en los mismos misterios que va contemplando la mente ha de inflamarse la voluntad para obrar virtuosamente.

X. Ejemplos de Cristo

La obra de la Redención consumada por Nuestro Señor Jesucristo, ¡cómo resplandece maravillosamente fértil en hermosísimos ejemplos! Por exceso de caridad hacia los hombres, Dios, desde su omnipotente grandeza se humilla a la ínfima condición humana, vive entre los hombres como uno de ellos, les habla como amigo, enseña a los individuos y a las multitudes y les instruye en todos los órdenes de la justicia, dejando trasparentarse en la excelencia de su magisterio el esplendor de su autoridad divina; a todos se acerca benéfico; compasivo como padre; cura a los que sufren de los males del cuerpo, y más todavía, les remedia los del alma, diciéndoles: Venid a Mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que Yo os aliviaré [vii]. Y cuando nos estrecha sobre su Corazón y descansamos en Él, nos infunde aquel místico fuego que le trajo del cielo a la tierra, nos comunica piadoso la mansedumbre y humildad que en Él atesora, para que gocen nuestras almas de aquélla paz celestial que sólo Él puede y quiere darnos: Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el reposo para vuestras almas [viii].

XI. Ingratitud y gratitud humanas

Con tanta luz de celestial sabiduría, con tan gran número de beneficios como venía a hacer a los hombres, no solamente no consigue su amor, sino se atrae el odio, la injusticia y la crueldad humanas, y, derramada toda su Sacratísima Sangre, expira clavado en una cruz, aceptando gustoso la muerte para dar vida a los hombres. Al recordar memorias tan tiernas, no es posible que el cristiano no se sienta hondamente conmovido de gratitud hacia su amantísimo Redentor; y el ardor de la fe, si ésta es como debe ser, que ilustra el entendimiento del hombre y le toca en el corazón, le excitará a seguir sus huellas hasta prorrumpir en aquélla protesta tan digna de un San Pablo: ¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Será la tribulación? ¿o la angustia? ¿o el hambre? ¿o la desnudez? ¿o el riesgo? ¿o la persecución? ¿o la espada? [ix] Yo vivo, o más bien no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí [x].

XII. Ejemplos de virtud de María

Para que la humana flaqueza no se acobarde con los altísimos ejemplos del Hombre-Dios, a la vez que los misterios del Hijo se nos ofrece la contemplación de los de su Santísima Madre, que aunque nacida de la regia estirpe de David, nada le queda del esplendor y riquezas de sus mayores. Vive ignorada en humilde ciudad, y en casa más humilde todavía, contenta con su pobreza y soledad, en que su alma puede más libremente elevarse a Dios, su amor y suma delicia. Pero el Señor es con ella y la llena y hace dichosa con su gracia; y de ella, a quien se lo anuncia el celestial mensajero, deberá nacer en carne humana por obra del Espíritu Santo, el esperado Redentor de las gentes. A tanta exaltación, cuanto mayor es su asombro y más engrandece el poder y sabiduría del Señor, tanto más profundamente se humilla, recogiéndose dentro de sí misma; y mientras queda hecha Madre de Dios, ante Él se confiesa y ofrece devotísima esclava suya. Como la ofreció santamente con pronta generosidad, comienza aquélla comunidad de vida que deberá perpetuarse con su divino Hijo, así en los días de gozo como en los de dolor; y alcanzará de este modo gloria tan subida que ningún hombre ni ningún ángel le aventajarán nunca, porque ninguno se le comparará en la virtud y los méritos. Será Reina del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres, porque será Reina de los mártires. Se sentará en la celestial Jerusalén al lado de su Hijo, ya que constante en toda la vida y singularmente en el Calvario, bebiera con Jesús el amarguísimo cáliz de la Pasión. Ved pues, cómo la Bondad y la Providencia divinas nos muestran e María el modelo de todas las virtudes, formado expresamente para nosotros; y al contemplarla y considerar sus virtudes, ya no nos sentimos cegados por el esplendor de la infinita majestad, sino que, animados por la identidad de naturaleza, nos esforzamos con más confianza en la imitación.

XIII. Con su socorro es fácil imitarla

Si implorando su socorro nos entregamos por completo a esta imitación, posible nos será reproducir en nosotros mismos algunos rasgos de tan gran virtud y perfección, y, copiando siquiera aquélla su completa y admirable resignación con la voluntad divina, podemos seguirla por el camino del cielo. Al cielo peregrinamos, y por áspero y lleno de tribulaciones que el camino sea, no dejemos, en las molestias y fatigas, de tender suplicantes Nuestras manos hacia María y de decirle con palabras de la Iglesia: A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas… Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos… Danos una vida pura; ábrenos seguro camino, para que viendo a Jesús nos alegremos eternamente [xi]. Y María, que aunque no lo ha experimentado, conoce bien la debilidad de nuestra corrompida naturaleza, y que es la mejor de las madres, pronta y benigna se moverá a socorrernos, confortándonos y alentándonos con su virtud. Y si seguimos constantemente el camino que se regó con la sangre de Jesús y las lágrimas de su bendita Madre con seguridad y sin grandes trabajos llegaremos a participar también de su inmarcesible gloria.

XIV. El Rosario y la Sagrada Familia

Así pues, el Rosario de Nuestra Señora, en el cual se hallan eficaz y admirablemente reunidos una excelente forma de oración, un precioso medio de conservar la fe, y ejemplos insignes de perfección y virtud, merece, por todos los conceptos, que los cristianos lo tengan frecuentemente en la mano y lo recen y mediten. Y de un modo especialísimo, recomendamos la práctica de esta manera de orar a los individuos de la Asociación Universal de la Sagrada Familia, bella Asociación que recientemente hemos alabado y dado en forma regular Nuestra aprobación. Si el misterio de la vida de silencio y oscuridad de Nuestro Señor en la casa de Nazaret constituye la razón de ser de esa Asociación, en la cual las familias cristianas se aplican con todo celo a imitar los ejemplos de aquélla Sagrada Familia, divinamente constituida, también es verdad que la Sagrada Familia está íntimamente relacionada con los misterios del Rosario, principalmente con los gozosos, todos los cuales se condensan en el hecho de que, después de haber manifestado su sabiduría en el templo, Jesús «fue con María y José a Nazaret, a allí vivió sometido a ellos» [xii], preparando en cierto modo los otros misterios que más tarde habían de referirse a la divina enseñanza y redención de los hombres. Los asociados de la Sagrada Familia deben considerar cuán propio es de ellos ser devotos del Rosario, y aún sus propagadores.

XV. Indulgencias

Por Nuestra parte, mantenemos y confirmamos los favores e indulgencias concedidos en años anteriores a los que cumplen regularmente , durante el mes de Octubre, las condiciones prescriptas sobre este particular, y esperamos mucho, Venerables Hermanos, de vuestra autoridad y celo para que se suscite, siquiera en las naciones católicas, una santa emulación de piedad para tributar a Nuestra Señora, que es auxilio de los cristianos, el devoto culto del Rosario.

XVI. El Papa profesa su amor a María y pide amor al pueblo cristiano

Para terminar esta exhortación como la hemos empezado, queremos declarar nueva y más expresamente todavía, lo afectos de devoción y confiada gratitud que experimentamos hacia Nuestra Señora la Madre de Dios, Pedimos al pueblo cristiano que al pie de los altares de María Santísima ruegue por la Iglesia, tan combatida y probada en estos tiempos de desorden, y también por Nos, que nos hallamos en edad tan avanzada, abrumado de trabajos, en lucha con todo género de dificultades, y que sin contar con ningún socorro humano dirigimos el timón de la nave de la Iglesia. Nuestra confianza en María, en esta tan benigna y amorosa Madre, diariamente se acrece con la experiencia y Nos llena de júbilo. A su intercesión debemos los numerosos e insignes beneficios que hemos recibido del Señor; a Ella atribuimos también, en la efusión de Nuestra gratitud, el favor que Nos ha alcanzado de llegar al año quincuagésimo de Nuestra consagración episcopal. Porque es muy grande tal favor, como lo han de ver cuantos consideren el largo espacio de tiempo que Nos llevamos en el ministerio pastoral, agitado por gravísimos cuidados, y muy principalmente desde que gobernamos toda la grey cristiana.

Durante todo este tiempo, conforme lo exige la condición de la vida humana, y se observa en los misterios de la vida de Nuestro Señor y de su Santísima Madre, no Nos han faltado motivos de júbilo, ni tampoco de dolor. Unos y otros, sometiéndonos agradecidos en todo a la voluntad del Señor, hemos procurado que redunden en bien y decoro de la Iglesia, y puesto que lo que Nos resta de vida no diferirá de los que hemos ya vivido, si brillasen para Nos nuevas glorias, o si Nos entristecieran nuevos dolores, o si algún nuevo destello de gloria se añadiera a Nuestro Pontificado, todo lo aceptaremos con igual espíritu y los mismos afectos, y con la mirada y el corazón puestos en Dios, esperando únicamente de Él el premio de la celestial recompensa. Nos gozaremos en repetir aquellas davídicas palabras: Sea bendito el nombre del Señor… No a nosotros, Señor, no a nosotros sino a tu Nombre, da toda gloria [xiii]. A decir verdad, de Nuestros hijos, cuya piedad y benevolencia

Nos es bien conocida, más que alabanzas y fiestas, esperamos singularmente solemnes acciones de gracias a la soberana bondad del Señor, y súplicas y oraciones por Nos, y Nos sentiremos felices si alcanzan que tanto como Nos quede de fuerzas y vida y haya en Nos autoridad y gracia, otro tanto resulte en bienes para la Iglesia, y sobre todo la vuelta y reconciliación de los enemigos y de los extraviados, a quien Nuestra voz está llamando hace tanto tiempo.

XVII. Fiesta jubilar del Papa

Que Nuestra fiesta jubilar, si es que el Señor Nos concede llegar a ella, sea ocasión para todos Nuestros amadísimos hijos de recoger abundantes frutos de justicia, de paz, de prosperidad, de santificación, y de todo bien, que es lo que suplicamos a Dios en Nuestro paternal afecto, y lo que decimos con sus propias palabras: Escuchadme vosotros, que sois prosapia de Dios, y brotad como rosales plantados junto a las corrientes de las aguas. Esparcid suaves olores como el Líbano. Floreced como azucenas; despedid fragancia y echad graciosas ramas, y entonad cánticos de alabanza y bendecid al Señor en sus obras. Engrandeced su Nombre y alabadle con la voz de vuestros labios, y con cánticos de vuestra lengua, y al son de las cítaras… Con todo el corazón y a boca llena, alabad a una y bendecid el Nombre del Señor [xiv].

Dígnese Dios benigno, por mediación de la Santísima Reina del Rosario, perdonar a los impíos, que se ríen de lo que ignoran, si se burlasen de estos consejos y deseos. Y vosotros, Venerables Hermanos, en prenda del favor divino y testimonio de Nuestra especial benevolencia, recibid la Bendición Apostólica, que amorosamente en el Señor os concedemos a vosotros y a vuestro clero y pueblo.

Dada en Roma, junto a San Pedro, el 8 de septiembre del año 1892, decimoquinto de Nuestro Pontificado. León XIII

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Encíclica Superiore Anno, León XIII

30 de agosto de 1884. Extracto de la Encíclica Exhortando otra vez al rezo del Santo Rosario.

I. Acatamiento de instrucciones anteriores

El año antecedente, como todos sabéis, decretamos por Nuestra Carta Encíclica que en todos los lugares del Orbe Católico, y para impetrar el celestial auxilio en las tribulaciones de la Iglesia, se celebrase el rezo solemne del Santísimo Rosario a la gran Madre de Dios en todo el mes de Octubre.

En lo cual siguió Nuestro juicio el ejemplo de Nuestros predecesores, que en los tiempos difíciles para la Iglesia, recurrieron a la Virgen Augusta, con singulares actos piadosos y acostumbraron a implorar su auxilio con reiteradas preces.

Aquella Nuestra voluntad fue en todos los puntos obedecida con tanto ardimiento y concordia de las almas, que brilló claramente cuanto entusiasmo de piedad y Religión existe en el pueblo cristiano, y cuanta y universal esperanza pone en el patrocinio de la Virgen María.

II. Perseverancia en el rezo del Santo Rosario.

Por lo que subsistiendo las causas que Nos impulsaron, según dejamos dicho, a excitar la piedad pública el año anterior, encaminamos Nuestra solicitud también en este año a exhortar a los pueblos cristianos, a que en la misma forma de oración que se llama Rosario Mariano, permanezcan perseverantes invocando el patrocinio de la Gran Madre de Dios.

Como sea tanta la obstinación en los propósitos de los enemigos del nombre cristiano, conviene que no sea menor en sus defensores la constancia de voluntad, para que supuesto el celestial auxilio y por la bondad de Dios, sea fructuosa Nuestra perseverancia.

Conviene recordar el ejemplo de Judit, tipo de la Virgen pura, por cuyo medio, reprimida la impaciencia de los hebreos, quiso Dios que en el tiempo designado a su arbitrio, fue liberada la oprimida ciudad. Y también el ejemplo de los Apóstoles, que esperaron, perseverando unánimes en oración con la Madre de Jesucristo, los grandes dones del Espíritu Paráclito, que les había sido prometido.

Nuevas intenciones

Pues se trata ahora, en los momentos presentes de una cosa ardua y grande, de humillar en sus tiendas a un enemigo antiguo y formidable en la fuerza exaltada de su poder; de vindicar la libertad de la Iglesia y de su Cabeza; de conservar y defender los principios descansa la seguridad y salvación de la sociedad humana.

Debe procurarse, que en estos luctuosos tiempos para la Iglesia, se conserve la piadosa y devota costumbre de rezar el Rosario de la Virgen María principalmente porque esta oración está compuesta de modo que Nuestra mente recorra todos los misterios de Nuestra salvación, y es muy provechos para fomentar el espíritu de piedad.

Y por lo que atañe a Italia, necesario es ahora con mayor motivo implorar con las preces del Rosario el poderoso patrocinio de la Virgen, por lo mismo que pega sobre Nosotros una nueva calamidad. El cólera asiático, franqueados los términos ordinarios de su naturaleza por permisión divina, se extendió por importantes puertos de Francia, invadiendo luego regiones de Italia.

Preciso es acudir a María, a aquella que justamente la Iglesia llama salud, auxilio y protección, a fin de que propicia a las plegarias que le son agradables, se digne otorgarnos el implorado socorro, y nos libre del impuro contagio.

III. Rezo en el mes de Nuestra Señora del Rosario

Por lo que aproximándose el mes de Octubre, en el cual se celebra en el Orbe Católico la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, establecemos y preceptuamos lo mismo que el año precedente.

Decretamos y mandamos que desde el 1º de Octubre hasta el 2 de Noviembre, en todos los templos y capillas dedicados a la Madre de Dios, o en las que elija el Ordinario, se recen al menos cinco decenas del Rosario y las letanías; si es por la mañana, se rezarán durante la misa; si es después del mediodía, se expondrá el Santísimo a la adoración de los fieles y se verificará la aspersión según las rúbricas.

Deseamos que las Cofradías del Santísimo Rosario, en todas partes donde las leyes lo consientan, salgan en procesión solemne por las calles, haciendo pública profesión de fe.

Las indulgencias concedidas

Para que la piedad cristiana obtenga las celestiales gracias del Tesoro de la Iglesia, renovamos las mismas indulgencias concedidas el año pasado.

Por lo cual a todos los que asistieren en los días referidos al rezo público del Rosario y rogaren por Nuestra intención, y aquellos que impedidos por causa legítima hicieran esto en particular, concedemos, por cada vez una indulgencia de siete años y siete cuarentenas.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 30 de agosto del año 1884, año séptimo de Nuestro Pontificado.
León XIII

BIOGRAFÍA DEL PAPA LEÓN XIII

León XIII (Carpineto Romano, Estados Pontificios, actual Italia, 2 de marzo de 1810 – Roma, 20 de julio de 1903). Papa de la Iglesia Católica entre 1878 y 1903.

Estudió en el colegio de los jesuitas de Viterbo. Se graduó en la academia de la diplomacia vaticana (1832) y se doctoró en teología (1836) en el Collegio Romano. En 1837 se doctoró en ambos derechos en la Universidad La Sapienza de Roma. Este mismo año fue ordenado sacerdote y fue nombrado prelado doméstico de Su Santidad, referendario de la Signatura Apostólica y relator de la Congregación del Buen Gobierno.

En 1843 fue consagrado arzobispo titular de Damietta y destinado como nuncio a Bruselas, donde permaneció hasta 1846. Poco después fue nombrado obispo de Perugia con el grado de arzobispo ad personam. En 1856 el papa beato Pío IX le nombró cardenal del título de San Crisogono.

En los años siguientes se produjo la unificación italiana (1859-70), que supuso la liquidación de los Estados Pontificios y el enfrentamiento radical entre la Iglesia católica y el Estado liberal (especialmente, el nuevo Reino de Italia). La postura moderada que mantuvo en estos temas el cardenal Pecci le convirtió en un candidato idóneo para suavizar las tensiones, razón que probablemente influyó en la decisión del Colegio Cardenalicio de elegirle papa al morir Pío IX en 1878.

En un cónclave de sólo dos días y a la tercera votación, Gioacchino Pecci fue elegido papa el 20 de febrero de 1878. El 3 de marzo siguiente fue coronado en la Basílica Apostólica Vaticana por el cardenal Teodolfo Mertel, diácono de San Eustachio, por delegación del cardenal Prospero Caterini, protodiácono de S. Maria in Via Lata y ad commendam de S. Maria della Scala, que se encontraba enfermo.

Los primeros años de su pontificado quedaron marcados por una serie de iniciativas académicas: la fundación de un nuevo instituto en Roma para el estudio de la filosofía y la teología, centros de estudio de las Escrituras y un centro astronómico. Se abrieron los archivos del Vaticano, tanto a los estudiosos católicos como a los no católicos.

Su largo pontificado significó un acercamiento de la Iglesia a las realidades del mundo moderno. Frente al creciente problema obrero, en 1891 dio a conocer la Encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas). La misma deploraba la opresión y virtual esclavitud de los numerosísimos pobres por parte de «un puñado de gente muy rica» y preconizaba salarios justos y el derecho a organizar sindicatos (preferiblemente católicos), aunque rechazaba vigorosamente el socialismo y mostraba poco entusiasmo por la democracia. Las clases y la desigualdad, afirmaba León XIII, constituyen rasgos inalterables de la condición humana, como son los derechos de propiedad. Condenaba el socialismo como ilusorio y sinónimo del odio y el ateísmo.

El realismo político y la habilidad diplomática de León XIII permitieron poner fin a la hostilidad del régimen imperial alemán hacia los católicos (abandono por Otto von Bismarck de la Kulturkampf en 1879 y visita a Roma del emperador Guillermo II en 1888). Sin embargo cometió el error de bendecir a las tropas chilenas antes de la Batalla de Chorrillos durante la Guerra del Pacífico, desmoralizando a los defensores de la ciudad que había sido la capital católica de América y cuna de Santa Rosa de Lima. Las bendecidas tropas chilenas saquearon la ciudad de Chorrillos incluidas las iglesias y sus capellanes dirigieron el saqueo de la Biblioteca Nacional del Perú, de donde extrajeron raras y antiguas versiones de la Biblia que ahí se encontraban. Luego en 1882, el presidente chileno Domingo Santa María promulgó las leyes laicas, separando la Iglesia del Estado, lo cual fue considerado un duro golpe por el Papa.

Igualmente, propugnó el fin de la confrontación entre la Iglesia francesa y la Tercera República, avalando la participación de los católicos franceses en el régimen republicano. Por el contrario, mantuvo el enfrentamiento numantino con el Estado italiano, insistiendo en el boicot de los católicos italianos a la vida política nacional.

León XIII pensaba que el servicio diplomático papal debía desempeñar un papel de primer orden tanto en la consolidación de la disciplina interna de la Iglesia como en la conducción de las relaciones Iglesia-Estados. En 1885, España y Alemania recurrieron a él como mediador en la disputa sobre la posesión de las Islas Carolinas, en el Pacífico. Y en 1899 el zar Nicolás II de Rusia y la reina Guillermina de los Países Bajos se beneficiaron de sus buenos oficios en el intento de convocar una conferencia de paz de todos los países de Europa.

Reflexionando sobre la diplomacia vaticana con ayuda de las obras de santo Tomás de Aquino, replanteó en su encíclica Immortale Dei (1886) la relación entre la Santa Sede y los Estados-nación. El nuncio papal, en opinión de León XIII, era el representante de la soberanía espiritual del Papa del mismo modo que un embajador representa la soberanía política de su país.

Reforzó los lazos con la Iglesia norteamericana, fomentando la expansión del catolicismo en Estados Unidos. Con todo ello, León XIII contribuyó a dotar a la Iglesia de un nuevo protagonismo a escala mundial, reforzado por dos tipos de iniciativas suyas: por un lado, el acercamiento a la Comunión Anglicana y a los ortodoxos griegos, que inició la tendencia ecuménica de los papas del siglo XX; y por otro, el impulso de la acción misionera, especialmente en África.

Tuvo especial interés en promover el rezo del Santo Rosario, al cual dedicó diversas encíclicas.

En sus veinticinco años de papado llegó a nombrar un total de 147 cardenales en 27 consistorios.

Falleció en Roma el 20 de julio de 1903. En 1924 sus restos fueron trasladados al mausoleo de la basílica de San Juan de Letrán.

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Oraciones de León XIII a San Miguel Arcángel por la Iglesia

El 13 de octubre de 1884 el Papa León XIII tuvo una visión de demonios atacando el Vaticano.

Y oyó una conversación de Jesús con el demonio que le pedía permiso para atacar a la Iglesia.

Y Jesucristo se lo concedió,

Puedes leer aquí la historia.

Luego de esto entregó a su secretario una hoja de papel con oraciones para enviar a todos los obispos del mundo para que se recitaran luego de misa.

Los textos de las oraciones tienen ligeras variaciones según la traducción y los hábitos del país.

 

ORACIÓN A SAN MIGUEL ANGEL DEL PAPA LEÓN XII

San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio.

Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes.

¡Que el Señor nos lo conceda!

Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a aatanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas.

 

ORACIÓN A SAN MIGUEL

(León XIII, 18 de mayo de 1890; Acta Apostolicae Sedis, p. 743)

¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos!

Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio.

Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo.

Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.

Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza.

Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria.

Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones.

Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales.

Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.

Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria.

Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría  de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste.

¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia.

Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén

– He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David
-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.
-Señor, escucha mi oración
Y que mis gritos se eleven hasta ti.

Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Oraciones a San José en momentos de Angustia y Tribulación

ORACIÓN DE LEÓN XIII

A ti bienaventurado José acudimos en nuestra tribulación y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paternal amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.

Protege, providente custodio de la divina familia, a la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción, asístenos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así ahora defiende a la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con tu perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y sostenidos con tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna bienaventuranza. Amén

 

ORACIÓN DE CONFIANZA EN MOMENTOS DE ANGUSTIA O DIFICULTAD

Bienaventurado José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomiendo, para que tengan una feliz solución de acuerdo a la voluntad de Dios.

Mi bien amado Padre: toda mi confianza la deposito en Vos, y me abandono como un niño pequeño, dormido en brazos de su papá.

Que no se pueda decir que en vano te he invocado y ya que tú lo puedes todo, delante de Jesús y de María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén

 

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