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Teólogos alemanes proponen un cambio en las enseñanzas sexuales de la Iglesia

Contestación al cuestionario vaticano para preparar el Sínodo de las Familias.

 

Dos grupos de teólogos alemanes han esbozado sin rodeos cómo la enseñanza de la iglesia no se alinean con las preocupaciones o los estilos de vida de la mayoría de los católicos europeos, en respuesta al cuestionario del Vaticano sobre las actitudes de los católicos en temas como la anticoncepción, el divorcio y el matrimonio entre personas del mismo sexo, para preparar el Sínodo de las Familias de octubre de 2014.

 

iglesia-alemania

 

Más allá de posición que se tenga sobre la sexualidad y las enseñanzas de la Iglesia al respecto, es bueno conocer todas las opiniones, porque para eso el Vaticano distribuyó el cuestionario en todo el mundo.

Es un material para discernir.

CRÍTICA A LAS ENSEÑANZAS ACTUALES DE LA IGLESIA

Las enseñanzas sexuales de la Iglesia, dicen los representantes de la Asociación de Teólogos Morales Alemanes y la Conferencia de Teólogos Pastorales de Habla Alemana, provienen de una «realidad idealizada» y necesitan una «fundamental nueva evaluación.»

«Se vuelve dolorosamente obvio que la doctrina moral cristiana que limita la sexualidad al el contexto del matrimonio no puede mirar lo suficientemente cerca a las muchas formas de la sexualidad fuera del matrimonio«, dicen los 17 firmantes en la respuesta, que incluyen a algunos de los académicos católicos más respetados de Alemania.

Entre los teólogos que firman la declaración alemana están Antonio Autiero, profesor emérito de la Universidad de Munster, Karl-Wilhelm Merks, profesor emérito de la Universidad de Tilburg, y Eberhard Schockenhoff, profesor en la Universidad de Friburgo.

Puede leerse una traducción al inglés del documento de los teólogos alemanes aquí.

Los teólogos también proponen que la iglesia adopte un nuevo paradigma para sus enseñanzas sexuales, basado no en las evaluaciones morales de actos sexuales individuales, sino en la fragilidad del matrimonio y en la experiencia de la gente de la vulnerabilidad en su sexualidad.

EL DOCUMENTO SE INSERTA EN OTRA DISPUTA

Los teólogos están respondiendo a la petición del Vaticano en octubre pasado para preparar el Sínodo de Obispos sobre la Familia que el Papa Francisco ha convocado para el 5 a 19 de octubre de 2014. La reunión se centrará en los «desafíos pastorales a la familia en el contexto de la evangelización.»

El análisis del cuestionario por los teólogos alemanes llega en medio de una disputa continua entre la Conferencia Episcopal Alemana, el arzobispo Robert Zollitsch, y la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe sobre cómo debe tratar la iglesia a los católicos divorciados.

El año pasado, los alemanes anunciaron un plan para permitir que los católicos divorciados hicieran una «decisión responsable en conciencia» para recibir los sacramentos después de consultar a su sacerdote. 

Müller reprendió el plan en octubre, en un artículo en el periódico semioficial del Vaticano  L’Osservatore Romano, diciendo que la «toda la economía sacramental» no podía ser barrida por una «apelación a la misericordia».

EL VALOR DE LA FAMILIA

Los teólogos comienzan en su documento, respondiendo a casi todas las preguntas en el cuestionario, que expondrá cómo o por qué en ocasiones no se sigue la enseñanza oficial de la iglesia.

En respuesta a una pregunta sobre las enseñanzas de la iglesia sobre el valor de la familia, por ejemplo, los teólogos responden que las enseñanzas de la iglesia «prácticamente no se aceptan» y «a menudo carecen de relación con la experiencia.»

Los teólogos afirman también que

la gente «no está satisfecha cuando la Iglesia propone sólo el celibato y el matrimonio como formas legítimas de la vida

«A la luz del Evangelio, la cuestión debería examinarse si otras formas de vida podrían ser relevados de la sentencia del pecado«, dicen.

LOS DIVORCIADOS

En respuesta a las preguntas sobre si los católicos divorciados entienden el proceso de la iglesia para la concesión de las nulidades, los teólogos afirman que para la mayoría de las personas que se divorcian el proceso es «irrelevante».

«Para la mayoría de las personas interesadas la declaración de nulidad del matrimonio es irrelevante porque no perciben la nulidad de su matrimonio, sino su fracaso, y porque tienen la esperanza de una vida más allá de este fracaso«, afirman.

«Por lo tanto la práctica canónica de la Iglesia con respecto al matrimonio no reemplaza sus propias respuestas a las situaciones en las que, tras el fracaso de un matrimonio vivido en serio, se abre una perspectiva de esperanza en forma de una nueva pareja».

ANTICONCEPCIÓN

En respuesta a preguntas sobre la prohibición de la iglesia de la anticoncepción artificial, los teólogos afirman que

«incluso los católicos más comprometidos no perciben su práctica de la anticoncepción artificial como un conflicto con su participación en la Iglesia, que podría conducir a cambios en la práctica de los sacramentos.»

NUEVO PARADIGMA SEXUAL

Proponiendo un nuevo paradigma de la evaluación de los actos sexuales, los teólogos dicen que la iglesia tiene que apreciar la desnudez y vulnerabilidad que la gente experimenta en su vida sexual.

Afirman que tal paradigma tendría al menos tres dimensiones:

Una dimensión de cuidado para «proteger lo que es frágil.» El matrimonio, establecen los teólogos,

«podría entonces entenderse como una institución que protege esta fragilidad, no como una institución de obligación.» 

Una dimensión emancipatoria que «abre nuevas perspectivas cuando la vulnerabilidad se ha violado».  

«Como una ética emancipatoria, la ética sexual cristiana tiene que ponerse del lado de los que pierden en las relaciones, de los que se quedan y los hacen daño al núcleo». «Esto rechaza toda forma de violencia sexual.»

Una dimensión reflexiva que «acepta la vulnerabilidad y se contrapone a la banalización y la rutinización de la sexualidad.»

«Como una ética reflexiva de la vulnerabilidad, la ética sexual cristiana saben el valor ontológico de la vulnerabilidad», afirman. «El gozo de la intimidad puede experimentarse sólo cuando es posible ser vulnerable sin ser violado».

Fuentes: National Catholic Reporter, Signos de estos Tiempos

 

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El Vaticano hizo público el documento preparatorio para el Sínodo de las Familias

Incluye el cuestionario enviado a parroquias y obispos.

 

Luego que el cuestionario de 38 preguntas a las parroquias y obispos hubo recorrido el mundo extraoficialmente, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede se presentó el documento preparatorio de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos cuyo tema es «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización» que tendrá lugar en el Vaticano del 5 al 19 de octubre de 2014. En este documento, al final aparece el cuestionario.

 

Mons Lorenzo Baldisseri

 

Tuvieron a cargo la presentación el Cardenal Péter Erdo, Arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), Mons. Lorenzo Baldisseri, y Mons. Bruno Forte, Arzobispo de Chieti-Vasto (Italia), respectivamente Relator General de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, Secretario General del Sínodo de los Obispos y Secretario especial de dicha asamblea extraordinaria.

Mons. Baldisseri explicó que

«la temática de este Sínodo se inserta en una ruta de trabajo en dos etapas: la primera es, precisamente, la Asamblea General Extraordinaria de 2014 cuyo propósito es precisar el ‘status quaestionis’ y recoger testimonios y propuestas de los obispos para anunciar y vivir el Evangelio con credibilidad para la familia; la segunda es la Asamblea General Ordinaria, prevista para 2015, cuyo fin es dar las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia».

Después recordó que si bien el proceso de elaboración de cada asamblea sinodal comienza con una consulta entre los diversos organismos que son interpelados sobre el tema en cuestión, en este caso, sin embargo,

«este proceso se desarrolla en formas particulares, sea porque la metodología sinodal se encuentra en la actualidad en un momento de revisión general, sea porque se trata de una Asamblea Extraordinaria».

En cuanto a la renovación metodológica,

«la idea es hacer que la institución sinodal sea un instrumento real y efectivo de comunión a través del cual se exprese y se realice la colegialidad deseada en el Concilio Vaticano II».

«De hecho, con este fin, es voluntad del Santo Padre potenciar también la actividad de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos para que pueda cumplir adecuadamente su misión de promover la colegialidad episcopal, ‘cum Petro e sub Petro’, en el gobierno de la Iglesia universal. Esto implicará no sólo cambios estructurales y de naturaleza metodológica del proceso sinodal, sino también la adaptación funcional de la Secretaría General, incluyendo la recuperación del espacio físico de su sede».

Por lo que se refiere al carácter extraordinario de la próxima asamblea sinodal es de señalar que

«este tipo de sínodos responden a la necesidad de tratar una materia que a pesar de referirse al bien de la Iglesia universal, exija una rápida definición. Es evidente que la crisis social y espiritual del mundo actual afecta a la vida familiar y crea una verdadera urgencia pastoral que justifica la convocatoria de una Asamblea General Extraordinaria».

El Cardenal Erdo señaló que en el documento preparatorio

«la familia aparece como una realidad que procede de la voluntad del Creador y constituye una presencia social. Por lo tanto, no es una mera invención de la sociedad humana, mucho menos de cualquier poder puramente humano, sino más bien una realidad natural, que fue elevada por Cristo Nuestro Señor en el contexto de la gracia divina. El documento, así como la Iglesia misma, une estrechamente la problemática de la familia con la del matrimonio».

Pasó revista a todas las cuestiones abordadas en el texto, desde la preparación para el matrimonio y la evangelización de los cónyuges y de sus familias, a las uniones de hecho sin reconocimiento religioso o civil, a la situación de los divorciados católicos que se han vuelto a casar o a las uniones entre personas del mismo sexo, pasando por los procedimientos de nulidad matrimonial.

Sin embargo, afirmó, todo el cuestionario que se ha enviado a las conferencias episcopales de todo el mundo

«se coloca en un contexto más elevado: más allá de los problemas existentes abre el horizonte hacia el reconocimiento del hecho de que la familia es un verdadero don del Creador a la humanidad».

Por último, el Arzobispo Bruno Forte recordó que el enfoque para abordar los desafíos de la vida familiar en la actualidad es el que el Beato Juan XXIII anotaba en su diario poco antes de la apertura del Concilio Vaticano II: «mirar todo a la luz del ministerio pastoral, es decir: almas que salvar y que reconstruir».

«No se trata, en definitiva -dijo-, de debatir asuntos de doctrina, por otra parte explicadas ya por el Magisterio también reciente. La invitación que deriva para toda la Iglesia es escuchar los problemas y expectativas que están viviendo hoy en día tantas familias, mostrarse cerca de ellas y ofrecerles de forma creíble la misericordia de Dios y la belleza de la respuesta a su llamada».

EL DOCUMENTO SIN EL CUESTIONARIO

El cuestionario puede leerse aquí.

I – El Sínodo: familia y evangelización

La misión de predicar el Evangelio a toda la humanidad ha sido confiada directamente por el Señor a sus discípulos y es la Iglesia quien lleva adelante tal misión en la historia. En el tiempo que estamos viviendo, la evidente crisis social y espiritual llega a ser un desafío pastoral, que interpela la misión evangelizadora de la Iglesia para la familia, núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. La propuesta del Evangelio sobre la familia en este contexto resulta particularmente urgente y necesaria. La importancia del tema surge del hecho que el Santo Padre ha decidido establecer para el Sínodo de los Obispos un itinerario de trabajo en dos etapas: la primera, la Asamblea General Extraordinaria del 2014, ordenada a delinear el “status quaestionis” y a recoger testimonios y propuestas de los Obispos para anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de la familia; la segunda, la Asamblea General Ordinaria del 2015, para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia.

Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos. Entre las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimonial; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos. Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia sacramental.

A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos desafíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.

Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas. Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino también frente a toda la familia humana.

II- La Iglesia y el Evangelio sobre la familia

La buena noticia del amor divino ha de ser proclamada a cuantos viven esta fundamental experiencia humana personal, de vida matrimonial y de comunión abierta al don de los hijos, que es la comunidad familiar. La doctrina de la fe sobre el matrimonio ha de ser presentada de manera comunicativa y eficaz, para que sea capaz de alcanzar los corazones y de transformarlos según la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo.

En relación a la citación de las fuentes bíblicas sobre el matrimonio y la familia, se indican en el presente texto sólo las referencias esenciales. Así también para los documentos del Magisterio parece oportuno limitarse a los documentos del Magisterio universal de la Iglesia, integrándolos con algunos textos del Pontificio Consejo de la Familia e invitando a los Obispos que participan en el Sínodo a referirse a los documentos de sus respectivos organismos episcopales.

Desde siempre y en las más diversas culturas no ha faltado nunca la enseñanza clara de los pastores ni el testimonio concreto de los creyentes, hombres y mujeres, que en circunstancias muy diferentes han vivido el Evangelio sobre la familia como un don inconmensurable para la vida de ellos y de sus hijos. El compromiso del próximo Sínodo Extraordinario es impulsado y sostenido por el deseo de comunicar a todos, más incisivamente este mensaje esperando que, de este modo, «el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando los corazones de los hombres» (DV 26).

El proyecto de Dios Creador y Redentor

La belleza del mensaje bíblico sobre la familia tiene su fundamento en la creación del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,24-31; 2, 4b-25). Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad suprema de participar así en la obra creadora de Dios.

En el don del fruto de la propia unión asumen la responsabilidad del crecimiento y de la educación de otras personas para el futuro del género humano. A través de la procreación, el hombre y la mujer cumplen en la fe la vocación de ser colaboradores de Dios en la custodia de la creación y en el crecimiento de la familia humana.

El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la Familiaris Consortio: «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26s): llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión (cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (FC, n. 11).

Este proyecto de Dios creador, que el pecado original ha trastornado (cf, Gn 3,1-24), se ha manifestado en la historia a través de las vicisitudes del pueblo elegido hasta la plenitud de los tiempos, cuando, con la encarnación del Hijo de Dios no sólo quedó confirmada la voluntad divina de salvación, sino también, con la redención, fue ofrecida la gracia para obedecer a esa misma voluntad.

El Hijo de Dios, el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,14) en el vientre de la Virgen Madre, vivió y creció en la familia de Nazaret y participó en las bodas de Caná enriqueciendo la fiesta con el primero de sus “signos” (cf. Jn 2,1-11). Él ha aceptado con alegría la hospitalidad familiar de sus primeros discípulos (cf. Mc 1,29-31; 2,13-17) y ha consolado el luto de la familia de sus amigos de Betania (cf. Lc 10,38-42;Jn 11,1-44).

Jesucristo ha restablecido la belleza del matrimonio proponiendo nuevamente el proyecto unitario de Dios, que había sido abandonado por la dureza del corazón humano, aún en la tradición del pueblo de Israel (cf. Mt 5,31-32; 19,3-12; Mc 10,1-12; Lc 16,18). Volviendo al origen, Jesús ha enseñado la unidad y la fidelidad entre los esposos, reprobando el repudio y el adulterio.

Precisamente a través de la extraordinaria belleza del amor humano – ya celebrada con matices inspirados en el Cantar de los Cantares y prefigurada en el vínculo esponsalicio exigido y defendido por Profetas como Oseas (Os 1,2-3,3) y Malaquías (Ml 2,13-16) – Jesús ha confirmado la dignidad originaria del amor conyugal del hombre y de la mujer.

La enseñanza de la Iglesia sobre la familia

También en la comunidad cristiana primitiva la familia aparece como «Iglesia doméstica» (cf. CCC 1655). En los llamados “códigos familiares” de las Epístolas Apostólicas neotestamentarias, la grande familia del mundo antiguo es considerada como lugar de la solidaridad más profunda entre mujeres y maridos, entre padres e hijos, entre ricos y pobres (cf. Ef 5,21-6,9; Col 3,18-4,1; 1Tm 2,8-15; Tt 2,1-10; 1P 2,13-3,7; cf. además la Epístola a Filemón). En particular, la Epístola a los Efesios ha visto en el amor nupcial entre el hombre y la mujer «el gran misterio», que hace presente en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).

En el curso de los siglos, sobre todo en la época moderna hasta nuestros días, la Iglesia no ha hecho faltar su constante y creciente enseñanza sobre la familia y sobre el matrimonio que la fundamenta. Una de las expresiones más altas ha sido propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, la cual, refiriéndose a los problemas más urgentes, dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y de la familia, como aparece en la descripción de su valor para la constitución de la sociedad: «Así, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad» (GS 52). De especial intensidad es el llamado a una espiritualidad Cristocéntrica para los esposos creyentes: «los propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo cariño, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocación, por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo» (GS 52).

También los Sucesores de Pedro, después del Concilio Vaticano II, han enriquecido con su Magisterio la doctrina sobre el matrimonio y sobre la familia, en particular Pablo VI con la Encíclica Humanae vitae, que ofrece específicas enseñanzas sobre los principios y sobre la praxis. Sucesivamente el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio ha querido insistir en este aspecto, al proponer el designio divino sobre la verdad originaria del amor de los esposos y de la familia, en estos términos: «El único “lugar” que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo (cf. Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora» (FC 11).

El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estos datos fundamentales: «La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1)» (CCC 1660).

La doctrina expuesta en el Catecismo se refiere tanto a los principios teológicos como al comportamiento moral, tratados en dos títulos distintos: El sacramento del matrimonio (nn. 1601-1658) y El sexto mandamiento (nn.2331-2391). La atenta lectura de estas partes del Catecismo ayuda a la comprensión actualizada de la doctrina de la fe, que ha de sostener la acción de la Iglesia ante los desafíos del presente. Su pastoral se inspira en la verdad del matrimonio considerado en el designio de Dios, que ha creado el hombre y la mujer y en la plenitud de los tiempos ha revelado en Jesucristo también la plenitud del amor esponsalicio elevado a sacramento. El matrimonio cristiano fundado sobre el consenso y también dotado de efectos propios, como los bienes y las obligaciones de los esposos, sin embargo no ha sido sustraído al régimen del pecado (cf. Gn 3, 1-24), que puede procurar heridas profundas y también ofensas a la misma dignidad del sacramento.

La reciente Encíclica del Papa Francisco, Lumen Fidei, habla de la familia en su vínculo con la fe que revela «hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos» (LF 50). «El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada». «La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53).

Fuentes: ACI prensa, Vaticano, Signos de estos Tiempos

 

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El Papa lanzó un amplio cuestionario a las parroquias sobre los temas candentes de las familias

Para la preparación del Sínodo de la Familia.

 

El papa Francisco envió una serie de consultas a las Iglesias locales para afrontar lo que denomina “los desafíos pastorales sobre la familia”, que se abordará con una asamblea extraordinaria en octubre de 2014 y un sínodo ordinario en 2015. El cuestionario y las sugerencias dan la idea de que sa tratarán todos los temas que rozan a la familia, desde la vida matrimonial, a la convivencia, las nulidades matrimoniales, las parejas homosexuales, el feminismo anti católico, etc.

 

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¿Los cristianos divorciados que se han vuelto a casar están conscientes de su irregularidad? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos? Sin de las 38 preguntas del cuestionario adjunto al breve documento para preparar el Sínodo extraordinario sobre la familia que Francisco convocó para octubre de 2014.

El Papa quiere consultar a las Iglesias locales (en Gran Bretaña, por ejemplo, los obispos decidieron discutir el cuestionario en las parroquias y todos los que quieran podrán enviar propuestas y sugerencias) para afrontar los «desafíos pastorales sobre la familia».

En las primeras líneas del documento aparece el nuevo enfoque para proceder con los trabajos, para hacer más eficaz e incluyente el mismo Sínodo.

La primera etapa será la asamblea extraordinaria de octubre de 2014, que tendrá que definir el «estado de la cuestión» y recopilar «los testimonios y las propuestas de los obispos».

La segunda etapa será el Sínodo ordinario de 2015, «para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana en la familia».

El documento, que recibieron en estos días los obispos de todo el mundo, comienza describiendo las «problemáticas inéditas» que se han presentado en los últimos años: la difusión de las parejas «de hecho», «que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea», las uniones entre personas del mismo sexo, «a las que no pocas veces se consiente la adopción de hijos», los matrimonios mixtos o interreligiosos, la familia monoparental, «formas de feminismo hostil a la Iglesia», la difusión del fenómeno de la «renta de úteros».

Pero, sobre todo,

«en ámbito más estrictamente eclesial, el debilitamiento o abandono de la fe» en el sacramento del matrimonio y en el «poder terapéutico» de la confesión.

Por ello es «urgente» que el episcopado de todo el mundo dirija su atención hacia estos problemas.

«Si, por ejemplo, se considera solo el hecho –dice un párrafo muy significativo del documento– de que en el actual contexto muchos chicos y jóvenes, nacidos en matrimonios irregulares, podrían no ver nunca a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende cuán urgentes son los desafíos para la evangelización de la situación actual […] Esta realidad tiene una singular conformidad en la vasta acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y su ternura para con las personas heridas: las expectativas consecuentes sobre las decisiones pastorales relacionadas con la familia son muy amplias».

Es decir, el documento, en el que se ve la huella del Papa, habla de las grandes esperanzas ante una pastoral renovada que se enfoque en las «personas heridas», sin cerrar las puertas ni reducir todo al simple elenco de las ya conocidas posiciones doctrinales.

La segunda parte del documento indica en tres páginas los fundamentos bíblicos y el magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

Para concluir, aparecen las 38 preguntas del cuestionario. Interrogantes sobre la difusión y la recepción de las enseñanzas de la Iglesia al respecto, sobre las dificultades para ponerlas en práctica y sobre su relación con los programas pastorales en todos los niveles. También se pide información sobre cuáles son los puntos más atacados y rechazados fuera de los ambientes eclesiales.

Algunas de las preguntas se refieren a la «ley natural». El Sínodo quiere saber si, por ejemplo,

«piden la celebración del matrimonio bautizados no practicantes o que se declaran no creyentes» y cómo «afrontar los desafíos pastorales consecuentes».

Después se pasa a la cuestión sobre la pastoral de la familia y el apoyo para las familias en crisis.

En cuanto a las «situaciones matrimoniales difíciles», el punto que tiene más preguntas, se pide información sobre la difusión de las convivencias, sobre las uniones libres, sobre la relevancia de la realidad de los divorciados y de los divorciados que se han vuelto a casar:

«¿Cómo afrontar estas realidades a través de programas pastorales adecuados?».

Y después:

«¿Cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Están conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?».

Otras cuestiones relacionadas:

«¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas que se han vuelto a casar hacen a la Iglesia a propósito de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? ¿Cuántas de las personas que se encuentran en estas situaciones piden estos sacramentos?».

Es particularmente significativa la pregunta sobre la nulidad:

«¿La agilización de la práctica canónica para el reconocimiento de la declaración de la nulidad del vínculo matrimonial podría ofrecer un positivo aporte real para la solución de los problemas de las personas involucradas? Si sí, ¿cómo?».

Una vía, la de la agilización de las causas de nulidad, que ya había sido mencionada por Benedicto XVI y de la que también habló Francisco durante el vuelo de regreso de la JMJ de Río de Janeiro. En aquella ocasión, el Papa argentino aludió a la praxis en vigor en las Iglesias ortodoxas, que bendicen en algunos casos las segundas nupcias tras un camino penitencial.

«¿Existe una pastoral para ir al encuentro de estos casos? ¿Cómo se anuncia a los separados y a los divorciados que se han vuelto a casar la misericordia de Dios y cómo se lleva a cabo el apoyo de la Iglesia a sus caminos de fe?».

El cuestionario también se ocupa de las uniones entre las personas del mismo sexo.

«¿Cuál atención pastoral sería posible para con las personas que eligieron vivir según este tipo de uniones?».

Y también:

«En el caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, ¿cómo comportarse pastoralmente en vista de la transmisión de la fe?».

Para concluir, también hay algunas cuestiones relacionadas con la doctrina de la encíclica «Humanae vitae» de Pablo VI y con los métodos anticonceptivos. Se pregunta, por ejemplo, qué tan conocida es la enseñanza de Papa Montini y si es aceptada.

O «¿cómo promover una mentalidad más abierta sobre la natalidad?».

Es interesante notar que al final del documento se pide que se indiquen cuáles desafíos y propuestas sobre estos temas son urgentes según los destinatarios a pesar de que no aparezcan en el mismo cuestionario.

Es decir, el trabajo se perfila amplio e incluyente. Lo que surge claramente es la voluntad de ofrecer respuestas ante el cisma silencioso de los muchos bautizados excluidos de los sacramentos por diferentes razones.

Fuentes: Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos

 

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El Sínodo de la familia de 2014 tratará el “cisma” de la gran cantidad de divorciados en la Iglesia

Francisco ya esbozó tres vías.

 

El problema de los divorciados en la Iglesia Católica está causando un real cisma, porque por ejemplo, impide ejercer su vida como católico comulgante, por ejemplo a una persona que fue abandonada por su pareja matrimonial. Francisco y Benedicto XVI han demostrado su preocupación, y hay un clamor en las parroquias para que la Iglesia proporciones nuevas alternativas. Y esto va a ser una parte importante en el sínodo de la Familia del año que viene. Por lo pronto, Francisco ya mencionó tres vías de abordaje complementarias respecto al problema.

 

 

Menos burocracia, procesos más ágiles y, sobre todo, más accesibles en cuanto a las causas de nulidad, además de un enfoque pastoral diferente; y sobre la comunión…

Los anuncios, contenidos en documentos como el del departamento de la diócesis de Friburgo sobre la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, acaban por complicar las reflexiones sobre el argumento, en vez de ayudar. Una reflexión que Papa Francisco encomendó al Sínodo extraordinario de octubre de 2014. Un Sínodo «en etapas» que podría continuar en 2015 con una segunda cita y un mayor grupo de obispos involucrados para tomar decisiones al respecto. El problema existe y hace sufrir a muchas personas, pero está asumiendo proporciones cada vez más grandes debido a las separaciones que son cada vez más frecuentes. El matrimonio y la familia no son inmunes a estos fenómenos.

Al contrario de lo que sucede con otras cuestiones que ha planteado cierto progresismo (como la abolición del celibato sacerdotal obligatorio o la ordenación sacerdotal de las mujeres), la cuestión de todos los que viven situaciones de pareja irregulares (y su consecuente participación en la comunidad cristiana o el problema de los sacrementos) es un tema que involucra a un número cada vez mayor de personas. El de los divorciados que se han vuelto a casar está asumiendo las dimensiones de un “cisma” silencioso

Francisco ha hablado de ello en diferentes ocasiones y ha respondido a ciertas preguntas específicas. La última vez fue hace un mes, durante el encuentro a puertas cerradas con el clero romano. El Papa escuchó una pregunta sobre los matrimonios anulados y las segundas nupcias. La respuesta fue clara y articulada. Bergoglio recordó su experiencia en Buenos Aires, en donde el Tribunal eclesial interdiocesano convertía el recorrido que debía afrontar la persona en cuestión en una maratón ardua e inútilmente burocrática.

“El problema –explicó Francisco al clero romano– no se puede reducir solamente a dar o no la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, porque los que plantean la cuestión en estos términos no comprenden cuál es el verdadero problema”. Se trata de un “problema grave, de responsabilidad de la Iglesia ante las familias que viven en esta situación”.

Es evidente que el enfoque de Papa Francisco, la insistencia en la misericordia, tiene una dirección precisa: la de acompañar, la de estar cerca de los que viven estas situaciones. Así pues, una de las primeras vías que tendrá que explorar el Sínodo es la de un enfoque pastoral para que las tantas personas que viven situaciones de “irregularidad” con respecto a las enseñanzas de la Iglesia no se sientan excluidas o rechazadas.

“Yo creo que este es el tiempo de la misericordia –dijo el Papa durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro. La Iglesia en Madre: debe ir a cuidar a los heridos, con misericordia. Pero, si el Señor no se cansa nunca de perdonar, nosotros no tenemos más elección: antes que nada curar a los heridos. La Iglesia es mamá y debe seguir este camino de la misericordia. Y debe encontrar misericordia para todos”.

Papa Francisco también había indicado una segunda vía, aunque ya lo había hecho antes su predecesor. La Iglesia, dijo Bergoglio durante el encuentro con el clero romano,

“en este momento debe hacer algo para resolver los problemas de las nulidades matrimoniales”.

Benedicto XVI había hablado sobre este argumento en diferentes ocasiones y se había demostrado disponible y abierto, desmintiendo el cliché del conservador que algunos le habían atribuido.

Durante sus vacaciones de verano de 2005, Benedicto XVI declaró:

“Todos sabemos que este es un problema particularmente doloroso para las personas que viven en situaciones que las excluyen de la comunión eucarística y, naturalmente, para los sacerdotes que quieren ayudar a estas personas a amar a la Iglesia, a amar a Cristo. Esto plantea un problema”.

“Ninguno de nosotros tiene una receta lista, incluso porque las situaciones son siempre diferentes. Diría que es particularmente dolorosa la situación de los que se habían casado en la iglesia, pero que no eran verdaderos creyentes y que lo hicieron por tradición, y después, al encontrarse en un nuevo matrimonio no válido se convierten, encuentran la fe y se sienten excluidos del sacramento. Este es verdaderamente un sufrimiento grande, y cuando fui Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe invité a diferentes Conferencias episcopales y a especialistas para estudiar este problema: un sacramento celebrado sin fe. Si se puede decir que hay aquí un verdadero momento de invalidez porque al sacramento faltaba una dimensión fundamental, no osaría decirlo. Yo, en lo personal, lo creía, pero en las discusiones que tuvimos entendí que el problema es muy difícil y que debería ser profundizado. Pero dada la situación de sufrimiento de estas personas debe ser profundizado”.

En práctica, afirmaba Benedicto XVI, hay muchos matrimonios que son nulos porque fueron celebrados sin fe. Una espiral que podría hacer menos difícil obtener la nulidad del matrimonio. En el imaginario colectivo, desgraciadamente no sin razón, las causas de nulidad son percibidas como prerrogativas de reyes, nobles, gente famosa o que tiene la posibilidad para pagar grandes sumas de dinero.

Un trabajo de reforma serio, que tuviera en cuenta las indicaciones de Ratzinger (compartidas plenamente su sucesor) y que hiciera más sencillos y más accesibles los procesos de nulidad, permitiría que muchas personas pudieran volver a participar en los sacramentos.

El Papa Francisco lo explicó durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro a los periodistas:

“El cardenal Quarracino, mi predecesor (en Buenos Aires), decía que, en su opinión, la mitad de los matrimonios eran nulos. Pero, ¿por qué decía esto? Porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta de que es para toda la vida, o se casan porque se beden casar “socialmente”… Y esto entra en la pastoral matrimonial. Y también el problema judicial de la nulidad de los matrimonios; hay que revisarlo, porque los tribunales eclesiásticos no son suficientes para esto”.

Y hay una tercera vía. Francisco hizo una pequeña alusión durante la entrevista en el avión:

“Con respecto al problema de la comunión a las personas en segundas nupcias… Yo creo que hay que verlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Y por ello es un problema. Pero también un paréntesis: los ortodoxos tienen una práxis diferente. Ellos siguen la teología de la economía, como la llaman, y dan una segunda posibilidad, lo permiten. Pero creo que este problema (cierro el paréntesis) debe ser estudiado en el marco de la pastoral matrimonial… Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial un poco más profunda”.

El Papa Francisco hizo una breve alusión a la práctica en las Iglesias ortodoxas. Una intervención más articulada sobre este argumento la había pronunciado el cardenal Roger Etchegaray en un consistorio. ¿De qué se trata? Es la llamada teología de la “economía y filantropía” de los ortodoxos, que permiten, en determinadas circunstancias, una segunda unión.

La Ortodoxia no es “divorcista”; sigue las palabras de Jesús en contra del repudio hacia el matrimonio en cuanto acto unilateral y humano que deshace un vínculo divino. Pero, como medida de economía (dispensa) y de filantropía (amor), basándose en el hecho de que Cristo mismo había permiso una excepción (Mateo, 19, 9: “Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”) a su “rechazo del rechazo”, la Iglesia Ortodoxa está dispuesta a “tolerar” las segundas nupcias.

Se trata de personas cuyo vínculo matrimonial ha sido disuelto por la Iglesia (no por el Estado), con base en el poder que tiene la Iglesia para disolver o crear vínculos. Además se concede una segunda oportunidad en algunos casos particulares, como cuando hay un adulterio continuado o cuando el vínculo del matrimonio se convierte en una ficción. La posibilidad para acceder a las segundas nupcias en caso de disolución del matrimonio se otorga solo al cónyuge «inocente». Las segundas nupcias, a diferencia del primer matrimonio, se celebran con un rito de caracter penitencial –cuyo principio es el reconocimiento de una situación de fracaso– que contiene una oración y una absolución.

Dado que en el rito de las segundas nupcias faltaba, en la antigua tradición, el momento de la coronación de los esposos –que según la teología ortodoxa es el momento fundamental del matrimonio–, existe una justificación teológica cuando los ortodoxos afirman que las las segundas nupcias no son un verdadero sacramento, sino, como máximo, un “sacramental” que permite a los nuevos esposos ser aceptados plenamente en la comunidad eclesial. El rito de las segundas nupcias se aplica también en el caso de los viudos, y esto permite afirmar que la Ortodoxia permite un solo matrimonio sacramental en toda la vida, a diferencia de lo que sucede en el catolicismo.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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Sínodo de Obispos permanente, nueva organización económica y unificación de dicasterios

Puntos centrales en lo que trabajan los 8 obispos de Francisco para la reforma.

 

A medida que pasan los días van apareciendo informaciones que dejan más en claro sobre que cosas está trabajando el G 8 de Francisco, ahora definitivamente llamado Consejo de Cardenales y abreviado C 8. Según lo que ha trascendido, la reforma de la Curia supondrá la disminución de los dicasterios romanos, la transformación del Sínodo de Obispos en «un órgano de consulta permanente», incluso on line, y la reforma económica, tal vez con la creación de un «ministerio de Finanzas» en la Santa Sede.

 

Rodriguez-Madariaga

 

Esto es lo que surge de diversas entrevistas al coordinador del «C-8» nombrado por Francisco, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

SÍNODO DE OBISPOS PERMANENTE

«El Papa desea transformar el Sínodo de Obispos en un órgano de consulta permanente», afirmó Maradiaga al término de la visita a Asís, donde el grupo cardenales acompañó a Francisco.

El deseo de Bergoglio, señala el purpurado, es que se convierta en

«una estructura interactiva que permita tener a los obispos siempre presentes, a pesar de que cada uno permanezca en su país».

Un sistema muy parecido al de la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que el «C-8» podría tener un puesto permanente y el resto, hastaunos doscientos, elegidos mayoritariamente por las Conferencia Episcopales.

Las propuestas que se han abordado la pasada semana en Roma abogan por redefinir las funciones de este sínodo, que hasta la fecha se reúne durante tres semanas cada dos o tres años, y conseguir que

«sea un instrumento que trabaje durante tres años, con consultas permanentes y si es necesario diarias utilizando internet».

En otras palabras, que la «sinodalidad» sea «el sistema de trabajo en la Santa Sede», lo que supondría un cambio en la estructura de gobierno, haciéndola mucho más horizontal.

«La relación de colaboración de los obispos con el pontífice, indicada por el Concilio Vaticano II no fue muy desarrollada», apuntó Maradiaga.

El nuevo secretario del Sínodo, Lorenzo Baldisseri, re reunirá en las próximas semanas con el equipo permanente para emitir en breve una convocatoria. El próximo Sínodo, el primero con la nueva estructura, podría ser anunciado antes de final de año.

UNIFICACIÓN DE DICASTERIOS

En lo tocante a la reforma de los organismos de la Curia, Maradiaga recalcó que

«no son retoques, sino una reforma de la Curia», para la que «necesitaremos tiempo». «Queremos que el proyecto sea discutido con quienes viven aquellas situaciones, que tienen experiencia, y para que den su aportación», recalcó.

Sí parece clara una nueva estructura para los dicasterios romanos y la Secretaría de Estado.

Maradiaga consideró que la unificación de los dicasterios de la Curia Romana es una necesidad evidente. Y que fueron los cardenales en las reuniones anteriores al cónclave los que consideraron que

«la Curia ha crecido mucho y que es difícil que pueda trabajar con agilidad».

REFORMA ECONÓMICA Y MINISTERIO DE ECONOMÍA

Sobre la reforma económica y el futuro del Banco Vaticano y el APSA, Maradiaga insistió en que

«no se entiende por qué el Vaticano no pueda tener, como sucede en los otros estados, un ministerio de las finanzas que reagrupe a todos los actuales dicasterios».

Respecto al IOR, el coordinador de la comisión indicó que

«hay que superar la actual ambigüedad de una fundación que no es un banco» y precisó que sobre el tema «se están ocupando otras dos comisiones», si bien hay algo sobre lo que no existen dudas: «la transparencia es la mejor respuesta».

Fuentes: Periodista Digital, Signos de estos Tiempos

 

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