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Estamos en la puerta de la informatización de nuestros cuerpos

El primer uso será con fines médicos.

 

Estamos en un bucle de la historia en que la medicina podría mejorar sus prestaciones si nuestro cuerpo incorpora chips para mejorar la pérdida de sistemas, como por ejemplo la vista, o para dosificar medicamentos, o para monitorear la salud en tiempo real. Sin embargo hay una realidad que viene de la mano, que es la intrusión, porque esos desarrollos pueden servir para fines médicos, pero también, en el otro extremo para vigilarnos e incluso para controlar nuestra conducta; en este punto está toda prevención de la “marca de la bestia”.

 

radiografia de chips en las manos

 

La radiografía que encabeza el post muestra unas manos que tienen dos inplantes identificadores de frecuencia de radio, que en este caso, se utilizan para desbloquear el coche, el ordenador y la puerta de la casa.

Personas con dispositivos electrónicos que se puedan tragar, implantados en sus cuerpos o unidas a la piel a través de «tatuajes inteligentes» podrían revolucionar la atención médica y cambiar la forma de interactuar con los dispositivos y los unos a los otros.

Los críticos los llaman una tendencia intrusiva, incluso un sacrilegio. Pero otros dicen que en última instancia va a hacer la vida mejor para todos. Algunos investigadores y ejecutivos prevén que un día los dispositivos colocados en la gente les permitan controlar los ordenadores, dispositivos protésicos y muchas otras cosas exclusivamente con sus pensamientos.

Los augures dicen que en los próximos 10 a 20 años veremos un rápido desarrollo en las interfaces de la bioingeniería y el hombre-máquina.

LAS EMPRESAS Y LOS INVESTIGADORES ESTÁN MUY INTERESADOS EN EL TEMA

En una solicitud de patente hecha pública en noviembre, Motorola Mobility rama de Google, propuso un «tatuaje electrónico» para la garganta – con un micrófono integrado, la batería y el transceptor inalámbrico – que permitiría a alguien operar dispositivos a través de comandos de voz.

Nociones similares se encuentran en estudio por otros, incluyendo investigadores de UC Berkeley. En un artículo científico publicado en julio, propusieron la implantación en cerebros de la gente de miles de diminutos sensores que llaman «polvo de nervios.»

La idea inicial es hacer que los pequeños circuitos recopilen datos detallados sobre las funciones del cerebro. Pero con el tiempo, dijo el investigador principal Dongjin Seo, los enjambres electrónicos pueden resultar útiles para el «control de dispositivos a través de pensamiento» o estimular regiones del cerebro que funcionan mal para restaurar el «control motor de miembros para los pacientes paralizados.»

Entre los usos más ampliamente esperados para los implantes, píldoras inteligentes y tatuajes electrónicos, están los médicos.

En octubre, los médicos de Stanford implantaron en el cerebro de un enfermo con la enfermedad de Parkinson un nuevo dispositivo que recoge información detallada sobre las «marcas neuronales» de su enfermedad. Tienen la esperanza de utilizar la información para hacer un gadget que alivie los síntomas del Parkinson con impulsos eléctricos que se ajusten a cualquier actividad que los pacientes hagan.

El año pasado, Proteus Digital Health de Redwood City, California, obtuvo la aprobación para vender una píldora que transmite información acerca de los signos vitales de una persona a través de un teléfono móvil a su médico. Y funcionarios en Santa Clara, California imaginan microchips de dispositivos ingeridos o implantados para usos médicos y otros.

ALGUNOS IMPLANTES PODRÍAN SER OBLIGATORIOS PARA EL SEGURO DE SALUD O PUESTOS DE TRABAJO

Después de enterarse que una empresa de vigilancia de vídeo en Cincinnati exigió a los empleados tener un chip insertado en ellos, el senador de California Joe Simitian introdujo un proyecto que se convirtió en ley en 2008 prohibiendo a cualquier persona en este estado de hacer demandas similares.

Dos años más tarde, cuando la Cámara de Virginia aprobó una medida similar, algunos de los legisladores – citando las referencias bíblicas sobre el Anticristo – denunciaron los implantes como «la marca de la bestia.»

No está claro cuán extendido están esas preocupaciones. Un estudio que se hará público este mes encontró que el 70 por ciento de los 12.000 adultos encuestadas eran receptivos a que sus datos de salud fueran recogidos por diversos medios, entre ellos «monitores tragados».

Sin embargo, el futurista Brian David Johnson cree que el público inicialmente será más susceptible a los tatuajes inteligentes que a las pastillas o los gadgets informatizados insertados en ellos, ya que «algo en su piel, es un pequeño paso» en comparación con un dispositivo de ingestión o implantado quirúrgicamente.

Un tatuaje que está desarrollando MC10 de Cambridge, Massachusetts, se uniría temporalmente a la piel como una venda adhesiva y transmitiría de forma inalámbrica los signos vitales de la persona usuaria a un teléfono u otro dispositivo. La compañía, que tiene un contrato para una versión militar, planea introducirlo el año que viene para los consumidores, promocionando su uso para «deportistas, madres embarazadas y ancianos»

En una reciente solicitud de patente, el fabricante finlandés de teléfonos Nokia, propuso un tatuaje que vibre cuando la persona recibe una llamada telefónica o sirva como una contraseña de dispositivos móviles, que se adhiera a la piel con «polvo ferromagnético.»

OTROS APARATOS IMAGINADOS IRÍAN DEBAJO DE LA PIEL

Microchips de Lexington, Massachusetts, informó recientemente su éxito probando un microchip implantado en la cintura alta que proporciona automáticamente las dosis diarias de la medicina a los pacientes con osteoporosis. 

En febrero, los reguladores aprobaron un implante ocular por Second Sight Medical Products de Sylmar que permite ver formas y movimientos a personas con discapacidad visual transmitidos a un implante de una cámara en sus gafas.

Y científicos de la University of Southern California están estudiando chips implantados para restaurar recuerdos en las personas con demencia, derrames cerebrales u otras lesiones cerebrales.

CUESTIONES FUNDAMENTALES

Entre las cuestiones fundamentales por resolver está cómo mantener los dispositivos implantados actualizados con el software más reciente, mantener la energía de la batería y protegerlos de hackers.

Eric Dishman, que dirige el equipo de innovación de la atención sanitaria de Intel, predice que los gadgets – especialmente los que brindan beneficios para la salud – se convertirán en comunes algún día.

«Va a haber un ecosistema de cosas sobre y en el cuerpo», predijo, y agregó, «esto es lo último en medicina personalizada».

Sin embargo, un tema central es prevenir que la intrusión se use para fines políticos y de poder, como por ejemplo la vigilancia de las personas o para alterar su conducta. Sobre esto hay que estar prevenidos.

Fuentes: MSN News, Signos de estos Tiempos

 

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Bioética Cibernética Ciencia y Tecnología Muerte NOTICIAS Noticias 2013 septiembre - diciembre Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos

Los muertos que siguen vivos y activos en el espacio cibernético

Sitios de internet que se dedican a los muertos.

 

Para muchos en nuestra cultura es importante recordar a los muertos durante su vida en la Tierra, y para ello están los cementerios, las fotos y videos y los recuerdos personales del difunto. Pero las redes sociales ahora dan la oportunidad de “inmortalizarlos”.

 

redes sociales de fallecidos

 

Primero fue Facebook, que tuvo que idear una solución para los millones de perfiles de personas que mueren, pero luego han aparecido sitios de recordación de muertos donde se abren perfiles de difuntos y hasta sitios que ofrecen un servicio para que el difunto siga posteando o tuiteando después de muerto.

Veamos un panorama de los principales servicios actuales.

FACEBOOK

La red social Facebook permite que los familiares y amigos de las personas que fallezcan y tengan perfil en Facebook puedan convertir éste en un obituario para así ser recordados por sus allegados.

De esta manera, el perfil de un fallecido cambia para convertirse en un recordatorio online en el cual se puede escribir para dar las condolencias o simplemente, recordarle.

Los perfiles pasan a tener una política especial de privacidad. Facebook elimina la información de contacto, evita que los otros usuarios reciban actualizaciones del fallecido y el perfil solo podrá ser visto y rastreado por aquellos usuarios que tengan a la persona en su lista de amistades.

EN ISRAEL

Neshamá es un sitio destinado para aquellos que guardan diferentes recuerdos sobre un difunto, pero por una razón u otra no pueden visitarlo en el cementerio.

El sitio se llama http://www.neshama.info/ y es uno de los más recientes.

Ofrece fotografías de cementerios e invita a los internautas a compartir la foto de la tumba de su ser querido.

 “Es una especie de red social para los muertos, o para sus familiares. Aquí se puede compartir no solamente fotos, sino que también recuerdos, historias, canciones, elogios, presentaciones o videos para recordar a sus seres queridos y dar acceso a cualquier persona que desee conocer quién era, conectando el mundo virtual y el mundo real poniendo un enlace a la tumba”, reveló su creadora Shelly Furman Asa.

“Neshamá aspira a convertirse en un paraíso de confort: un lugar de encuentro virtual para las personas para compartir recuerdos y pensamientos, subir imágenes exclusivas de los momentos especiales, velas virtuales de luz en la memoria del difunto, contar historias, escribir poesía o expresar sus sentimientos en cualquier otra manera, al honrar a sus seres queridos con una memoria virtual que permanecerá para siempre”, explican en el sitio web.

Ya han sido registradas más de 120.000 tumbas en Neshamá. Furman Asa, espera que esta red social se vuelva internacional, por ello insta a los internautas a utilizar el motor de búsqueda para localizar la página del ser querido, y añadir el contenido o dedicatoria.

EN HONG KONG

Un ciudadano de Hong Kong ha creado un portal tipo Facebook, donde se encuentran familiares y amigos de los difuntos para recordarlos.

El sitio web, www.memorial.gov.hk, permite honrar a los difuntos creando su perfil online en la Red.

El creador de esta peculiar red social, que bien podría considerarse como el Facebook de los muertos, ha sido de un ciudadano de Hong Kong que, lejos de ser experto en Internet, trabaja supervisando cementerios y crematorios públicos.

El sitio ha costado 128.000 dólares (en torno a 105.000 euros) y permite a sus usuarios crear perfiles de sus difuntos subiendo sus fotografías, empleando diseños preestablecidos, música de fondo y vídeos, según publica ‘The New York Times’.

Como otras conocidas redes sociales, ‘Memorial.gov.hk’ también permite elegir entre crear un perfil privado sólo para amigos y familiares o hacerlo público y accesible para toda la red; además incluye una opción para indicar si se desea recibir recordatorios del cumpleaños del difunto y la fecha de su muerte.

Ahora bien, el sitio, que es gratuito – aunque restringido a las personas enterradas o cremadas en instalaciones del Gobierno -,

«no pretende sustituir las prácticas tradicionales para rendir culto a los difuntos», según los creadores.

IN MEMORIAM: RED SOCIAL PARA LOS MUERTOS

Pretende honrar a los familiares fallecidos creando una huella web para mantener vivo su recuerdo. Su dirección es www.inmemoriam.is/

Siguiendo las palabras de Cicerón “la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”, la empresa In Memoria Nostra S.L.U. ha creado una red social para evitar que los familiares fallecidos caigan en el olvido, manteniendo su huella digital de manera internacional.

Este nuevo portal es un sitio internacional, multidioma y aconfesional, donde podrán darse de alta usuarios de todo el mundo y de todas las creencias religiosas.

“Las creencias y el credo“, según declaran desde la compañía, “pertenecen al ámbito personal, familiar o institucional, y siendo así reconocido en este espacio web, se reserva a cada usuario la facultad de expresar en libertad sus sentimientos”.

En la actualidad, muchos familiares y amigos se encuentran separados geográficamente por lo que In Memoriam es un portal concebido como punto de encuentro y nexo de unión entre familiares y amigos o miembros de una corporación, en torno a uno de sus miembros. Así, facilita la reagrupación de aquellos miembros fallecidos en un mismo espacio.

En el portal se distinguen diversos tipos de espacios como El Panteón, un espacio online donde un usuario puede ingresar a miembros de familiares y amigos bajo un nombre que el usuario creador haya elegido para titular el Panteón como, por ejemplo, el nombre del fallecido o el de una corporación a la que perteneciera.

En los Perfiles de Miembros Fallecidos, los familiares y compañeros podrán añadir fotografías, vídeos y dejar mensajes o encender velas en recuerdo de su ser querido.

RESPECTANCE

Respectance es el lugar para crear instantáneamente un homenaje personalizado donde la familia y amigos se reúnen para compartir sus mejores recuerdos y revivir. Su dirección es www.respectance.com

Con este servicio interactivo, se puede: compartir recuerdos e historias favoritas, subir o escanear fotos especiales, invitar a otros a contribuir con fotos y recuerdos como tributo, crear y compartir videos personalizados, compartir experiencias a través de blogs personales

También se puede poner en contacto con otras personas que han sido afectadas por las experiencias de vida similares a través de grupos Respectance creados por el usuario, y comunicarse con otros usuarios a través del sitio para la comprensión y el apoyo mutuo

Todos queremos saber que nuestras vidas tienen sentido y que vamos a tener un impacto duradero en las personas que nos importan. Respectance está aquí para ayudarle a recordar y encontrar apoyo en su pérdida.

APLICACIONES PARA SEGUIR EN LAS REDES DESPUÉS DE MUERTO

Una nueva generación de emprendimientos tecnológicos se encarga de enviar correos electrónicos preescritos y de publicar en Facebook o Twitter una vez que el usuario muera. Una empresa incluso experimenta con un servicio que tuitea como una persona en específico después de que esta fallece.

“Te permite ser creativo y literalmente extender en la muerte la personalidad que tuviste mientras estabas vivo”, dijo James Norris, fundador de www.deadsoci.al.

DeadSocial cubre todas las opciones de redes sociales después de la muerte. Programa posts públicos en Facebook, tuits e incluso mensajes en LinkedIn para que se publiquen cuando alguien muere. El servicio gratuito publica mensajes de texto, video o audio directamente desde las cuentas en redes sociales de las personas. Puede enviar mensajes programados en el futuro, digamos en un aniversario o el cumpleaños de un ser querido.

El sitio también requiere que los miembros escojan un ejecutor de confianza, y hay un límite de seis mensajes por semana.

Los fundadores de DeadSocial consultaron con especialistas en la muerte mientras desarrollaban su servicio.

Comparan su aplicación con las cajas de recuerdos que a veces crean los padres con enfermedades terminales para sus hijos. Estas cajas se llenan de objetos sentimentales y recuerdos que quieren compartir.

“No es algo físico, pero hay tesoros ocultos que pueden liberarse con el tiempo”, dijo Norris sobre los mensajes digitales póstumos.

La empresa de Reino Unido sólo garantizará mensajes programados para los próximos 100 años, pero en teoría puedes programarlos durante 400 años, si tus descendientes pueden recibir mensajes de Facebook en sus córneas Google.

Pero para aquellos interesados en enviar mensajes más personales (confesiones de amor, disculpas, “te lo dije”, un mapa de un tesoro enterrado), está If I Die, cuya dirección es www.ifidie.net.

Esta empresa también publicará un mensaje público en Facebook cuando mueras (el cual se publica cuando al menos tres de tus administradores designados confirman que moriste), pero también puede enviar mensajes privados a través de Facebook o correo electrónico.

“Alguien que sabe que va a morir tiene tiempo para prepararse; el gran desafío es cuando ocurre inesperadamente”, dijo Erez Rubinstein, socio en If I Die.

El sitio israelí fue lanzado en 2011 y ya más de tiene 200,000 usuarios. La mayoría optó por dejar despedidas sentimentales, y los mensajes escritos son más comunes que los videos, según la empresa. Hasta ahora, el servicio es completamente gratuito, pero planea lanzar opciones de pago premium en el futuro.

“Es una era en la que la mayoría de tu vida y de tu presencia es digital, y quieres tener algo de control sobre ésta. Quieres estar a cargo de cómo serás percibido después”, dijo Rubinstein.

Una versión más extrema de este tipo de control se encuentra en el corazón de www.liveson.org, un nuevo proyecto con el pegajoso eslogan: “Cuando tu corazón deje de latir, seguirás tuiteando”.

LivesOn es una herramienta de Twitter desarrollada por Lean Mean Fighting Machine, una agencia de publicidad en Reino Unido, y la Universidad Queen Mary.

La idea es crear cuentas de Twitter que publiquen en nombre de una persona en específica, incluso después de que haya muerto.

Cuando las personas se registran, el servicio monitorea sus hábitos y patrones en Twitter para aprender qué tipo de contenidos les gusta y, en el futuro, posiblemente aprender a imitar su sintaxis. La herramienta recogerá datos y comenzará a llenar una cuenta de Twitter con un tuit diario que el algoritmo determina que concuerda con los hábitos e intereses de la persona. Pueden ayudar a entrenarlo con retroalimentación y al seleccionar tuits como favoritos.

“Está hecho para que sea como un gemelo”, dijo Dave Bedwood, un socio en Lean Mean Fighting Machine.

Bedwood y su equipo dijeron que a corto plazo servirá como una máquina de recomendación de contenido. Pero eventualmente, en un futuro más distante, la meta es tener cuentas de Twitter que puedan seguir tuiteando en el estilo y voz de la cuenta original.

Fuentes: Signos de estos Tiempos

 

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La perdida de privacidad está socavando las democracias

El manto invisible de las bases de datos que nos escudriñan.

 

En la privacidad está la base de la democracia, pero la tecnología informática la está volviendo obsoleta  y está propiciando que la burocracia político-informática tome decisiones por los individuos sobre el cruce de gigantescas bases de datos, sin que se den cuenta, al ofrecerle soluciones de productos y propuestas precisas para su perfil y ocultarle otras, todo lo cual va adormeciendo la capacidad crítica para tomar decisiones.

 

privacidad

 

Las empresas y las instituciones tienen la posibilidad de analizar cada vez más información sobre nuestras vidas y resulta tentador responder con nuevas leyes y mecanismos que generen ingresos por nuestros datos.  Todo lo cual genera un manto de vigilancia invisible y omnipresente.

LA PROFECÍA DE PAUL BARAN

En 1967, la revista trimestral The Public Interest, uno de los principales foros de debate político de alto nivel en aquel momento, publicó un provocativo ensayo de Paul Baran, uno de los padres del método de transmisión de datos conocido como conmutación de paquetes, titulado “The Future Computer Utility” (Los servicios de computación del futuro). El ensayo especulaba con la idea de que algún día unos cuantos grandes ordenadores centralizados proporcionarían

«servicios de procesado de información […] igual que las compañías eléctricas venden electricidad ahora mismo».

«Nuestro ordenador doméstico se usará para enviar y recibir mensajes, como telegramas. Podremos usarlo para ver si los grandes almacenes locales tienen la camisa deportiva del anuncio en el almacén, en el color y la talla que queremos. Podremos preguntar si la entrega está garantizada en caso de compra. La información estará actualizada al minuto y será fiable. Podremos pagar nuestras facturas y hacer nuestros impuestos a través de la consola. Haremos preguntas y recibiremos respuestas de «bancos de información», versiones automatizadas de las bibliotecas actuales. Obtendremos un listado actualizado de todos los programas de radio y televisión […]. El ordenador podrá enviarnos, él solo, un mensaje para que nos acordemos de un cumpleaños próximo y nos ahorremos las desastrosas consecuencias del olvido.»

La computación en nube ha tardado décadas en cumplir la visión de Baran. Pero fue lo suficientemente profética como para preocuparse de que este tipo de computación iba a necesitar su propio modelo regulador. Era un empleado de la RAND Corporation -que no era precisamente un refugio de ideas marxistas- preocupado por la concentración del poder del mercado en las manos de grandes empresas de servicios de computación y solicitaba la intervención del Estado. Baran también quería políticas que

«ofrecieran la máxima protección para conservar los derechos a la privacidad de la información».

«La información personal o empresarial importante y muy sensible se almacenará en muchos de los sistemas que contemplamos […]. De momento, sólo la confianza -o como mucho la falta de sofisticación técnica- se interponen en el camino de un posible fisgón […]. Hoy en día no contamos con mecanismos que aseguren una protección adecuada. Dada la dificultad de reconstruir sistemas complejos para incorporar dichas protecciones en el futuro, parece deseable anticiparse a esos problemas.»

EL TECNOFUTURISMO HA ESTADO EN DECLIVE DESDE ENTONCES

Todas las soluciones que se han planteado desde entonces respecto a la  privacidad van por el camino equivocado

Al leer el ensayo de Baran (sólo uno de entre los numerosos que se publicaron sobre los servicios de computación en la época), uno se da cuenta de que nuestro problema contemporáneo con la privacidad no es contemporáneo. No es sólo consecuencia de que Mark Zuckerberg haya vendido su alma y nuestros perfiles a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés). El problema se reconoció hace mucho tiempo y se hizo muy poco por resolverlo.

Casi todos los usos imaginados por Baran para los «servicios de computación» son puramente comerciales. Comprar camisas, pagar recibos, buscar entretenimiento, conquistar el olvido. No es el internet de las «comunidades virtuales» y los «ciudadanos en red». Baran simplemente imaginó que la computación en red nos permitiría hacer cosas que ya hacemos sin ella: compras, entretenimiento, investigación. Pero también: espionaje, vigilancia y voyeurismo.

Si la «revolución informática» de Baran no suena demasiado revolucionaria, se debe en parte a que él no imaginó que pudiera cambiar radicalmente los cimientos del capitalismo y la administración burocrática instalados desde hace siglos.

Para la década de 1990, sin embargo, muchos entusiastas de lo digital pensaban de otra forma; estaban convencidos de que la difusión de las redes digitales y el rápido abaratamiento de los costes de comunicación representaban una fase auténticamente nueva del desarrollo humano. Para ellos, la vigilancia que se disparó en la década del 2000 a partir de los atentados del 11 de septiembre, y la colonización de estos inmaculados espacios digitales por parte de Google, Facebook, así como los grandes volúmenes de datos eran aberraciones a las que nos podríamos resistir o, al menos, dar marcha atrás. ¡Ojalá pudiéramos borrar esa década que perdimos y volver a la utopía de las décadas de 1980 y 1990, aprobando leyes más estrictas, dando un mayor control a los usuarios y construyendo mejores herramientas de encriptado!

Una lectura diferente de la historia daría lugar a una agenda distinta para el futuro. La sensación generalizada de la emancipación a través de la información que muchos siguen atribuyendo a finales del siglo XX, probablemente fuera una alucinación prolongada. Tanto el capitalismo como la administración burocrática se acomodaron fácilmente al nuevo régimen digital; ambos prosperan muy bien con los flujos de información, cuanto más automatizados, mejor. Ni las leyes, ni los mercados ni las tecnologías obstaculizarán o reconducirán la demanda de datos, puesto que, de entrada, los tres tienen un papel en el mantenimiento del capitalismo y la administración burocrática. Hace falta otra cosa: política.

PROGRAMAS APARENTEMENTE INOCUOS PUEDEN SOCAVAR LA DEMOCRACIA

Empecemos por enumerar los síntomas de nuestra enfermedad actual. Sí, los intereses comerciales de las empresas tecnológicas y los interesas políticos de las agencias gubernamentales han convergido: a ambas les interesa la recolección y el análisis rápido de datos de usuarios. Google y Facebook se ven obligados a recoger cada vez más datos para mejorar la eficacia de los anuncios que venden. Las agencias de los gobiernos necesitan esos mismos datos -que pueden recoger ellas mismas o en colaboración con las empresas tecnológicas- para llevar a cabo sus propios programas.

Muchos de esos programas tienen que ver con la seguridad nacional. Pero estos datos se pueden usar de otras formas que también afectan a la privacidad.

El Gobierno italiano, por ejemplo, está usando una herramienta llamada «redditometro», o medidor de ingresos, que analiza las facturas y patrones de gasto para marcar a quienes gastan más de sus ingresos declarados como posibles defraudadores fiscales.

Una vez que los pagos móviles sustituyan a un porcentaje importante de las transacciones en efectivo -con Google y Facebook como intermediarios- los datos recogidos por estas empresas serán indispensables para Hacienda.

De forma parecida, los académicos del derecho están ocupados explorando cómo usar el minado de datos para elaborar contratos o testamentos a la medida de la personalidad, las características y el comportamiento pasado de ciudadanos individuales, mejorando la eficiencia y reduciendo las malas prácticas.

En otro frente, los tecnócratas como el antiguo administrador de la Oficina de Información y Regulación de la Casa Blanca, Cass Sunstein, uno de los principales defensores de un «estado niñera» que empuje a los ciudadanos a hacer determinadas cosas, esperan que la recogida y el análisis instantáneo de datos sobre los individuos sirva para resolver problemas como la obesidad, el cambio climático y la conducción temeraria, mediante la redirección de nuestro comportamiento. Un nuevo libro de tres académicos británicos —Changing Behaviours: On the Rise of the Psychological State (Cambiando comportamientos: el auge del estado psicológico)— enumera una larga lista de planes de este tipo ya en funcionamiento en el Reino Unido, donde la unidad de «empujoncitos» del Gobierno ha tenido tanto éxito que está a punto de convertirse en una operación con ánimo de lucro.

Gracias a los smartphones y Google Glass, ahora se puede contactar con nosotros siempre que estemos a punto de hacer alguna estupidez, maldad o insensatez. No haría falta que supiéramos necesariamente por qué la acción está mal: los algoritmos del sistema hacen el cálculo moral por sí mismos. Los ciudadanos adoptan el papel de máquinas de información que alimentan el complejo tecnobrurocrático con sus datos. Y ¿por qué no íbamos a hacerlo si nos prometen cinturas más finas, un aire más limpio y vidas más largas (y seguras) a cambio?

Esta lógica de la prevención no es muy distinta de la de la NSA en su lucha contra el terror: mejor prevenir los problemas que lidiar con sus consecuencias. Incluso aunque atemos las manos a la NSA -con una combinación de mejores sistemas de vigilancia, leyes más estrictas sobre el acceso a los datos, o tecnologías de encriptado más potentes y fáciles de usar- el ansia por obtener datos de otras instituciones estatales seguirá existiendo. La justificarán. En temas como la obesidad o el cambio climático -sobre los que los legisladores no pierden tiempo en apostillar que nos enfrentamos a un escenario a punto de explotar- afirmarán que un pequeño déficit de democracia podría ser de gran ayuda.

Este sería el aspecto de ese déficit: la nueva infraestructura digital, que se nutre de los datos en tiempo real proporcionados por los ciudadanos, permite a los tecnócratas sacar a la política, con todo su ruido, fricción y descontento, del proceso político. Sustituye a la farragosa labor de creación de coaliciones, negociaciones y deliberaciones por una pulcra y eficiente administración alimentada de datos.

Este fenómeno tiene un nombre que se podría convertir en meme: “regulación algorítmica”, como la denomina el editor de Silicon Valley, Tim O’Reilly. En esencia, las democracias ricas en información han alcanzado un punto en el que quieren intentar resolver los problemas públicos sin tener que dar explicaciones o justificarse ante los ciudadanos. Pueden limitarse a decir que es en nuestro propio interés, y saben lo suficiente sobre nosotros para diseñar un empujoncito perfecto, altamente personalizado e irresistible.

LA PRIVACIDAD ES UN MEDIO PARA LA DEMOCRACIA, NO UN FIN EN SÍ MISMA

Otro aviso del pasado. Corría el año 1985 y Spiros Simitis, el principal estudioso y practicante de la privacidad en Alemania -en aquel momento era el comisario de protección de datos del estado de Hesse- daba una conferencia ante la Facultad de Derecho de la Universidad de Pennsylvania (EEUU). Su discurso exploraba exactamente el mismo tema que preocupaba a Baran: la automatización del procesado de datos. Pero Simitis no perdía de vista la historia del capitalismo y la democracia, así que veía los cambios tecnológicos bajo una luz mucho más ambigua.

También reconocía que la privacidad no es un fin en sí misma. Es un medio para conseguir determinado ideal de política democrática en la que se confía en que los ciudadanos sean más que proveedores acríticos de información a tecnócratas que todo lo ven y todo lo optimizan.

«Cuando se desmantela la privacidad», avisaba Simitis, «tanto la oportunidad de evaluar el proceso político por uno mismo, como la oportunidad de desarrollar y mantener un estilo de vida concreto se desvanecen».

En el análisis de Simitis subyacían tres tendencias tecnológicas. Para empezar, incluso entonces se dio cuenta de que todas las esferas de interacción social estaban mediadas por la tecnología de la información -avisó de «la recuperación intensiva de datos personales de virtualmente cada empleado, contribuyente, paciente, cliente de banco, receptor de ayudas sociales o conductor». En consecuencia, la privacidad ya no era sólo un problema de algún desgraciado pillado con la guardia baja en una situación extraña; se había convertido en el problema de todos. En segundo lugar, las nuevas tecnologías, como las tarjetas inteligentes y el videotexto no sólo permitían «registrar y reconstruir actividades individuales al minuto», sino que estaban normalizando la vigilancia, entretejiéndola con nuestra cotidianeidad.  En tercer lugar, la información personal registrada por estas nuevas tecnologías permitía a las instituciones sociales poner en práctica estándares de comportamiento, disparando «estrategias de manipulación a largo plazo con la intención de modelar y adaptar la conducta individual».

Las instituciones modernas tenían mucho que ganar con todo esto. Las aseguradoras podían hacer programas de ahorro a la medida de las necesidades y exigencias de pacientes, hospitales y la industria farmacéutica. La policía podía usar las nuevas bases de datos disponibles y distintos «perfiles de movilidad» para identificar delincuentes potenciales y localizar a sospechosos. De repente, las agencias de servicios sociales podían descubrir comportamientos fraudulentos.

Pero, ¿cómo nos afectarían estas tecnologías como ciudadanos, como sujetos que participan en la comprensión y reforma del mundo que nos rodea, no sólo como consumidores o clientes que simplemente se benefician de ellas?

Caso tras caso, Simitis argumentaba que no teníamos más que perder. En vez de tener un mayor contexto para la toma de decisiones, tendríamos menos; en vez de poder ver la lógica que sostiene nuestros sistemas burocráticos, y hacer que esa lógica sea más precisa y menos kafkiana, tendríamos una mayor confusión porque la toma de decisiones empezaba a ser automatizada y nadie sabía exactamente cómo funcionaban los algoritmos. Percibiríamos una imagen más borrosa de cómo funcionan nuestras instituciones sociales; a pesar de la promesa de una mayor personalización y de tener más poder en nuestras manos, los sistemas interactivos solo nos proporcionarían una ilusión de mayor participación. En consecuencia «los sistemas interactivos […] sugieren actividad individual donde, de hecho, sólo tienen lugar reacciones estereotipadas».

Si crees que Simitis describía un futuro que nunca llegó a suceder, piensa en un artículo reciente sobre la transparencia de los sistemas de predicción automatizados escrito por uno de los expertos mundiales en la política y la ética del minado de datos, Tal Zarsky. Zarsky señala que

«el minado de datos puede destacar a individuos y hechos, indicando un riesgo elevado, sin decirnos por qué se seleccionaron».

Resulta que el grado deinterpretabilidad es una de las decisiones políticas más relevantes a la hora de diseñar sistemas de minado de datos. Zarsky entiende que esto tiene importantes implicaciones para la democracia:

«El análisis de minado de datos puede dar lugar a un proceso no interpretable que no se puede explicar en lenguaje humano. En este caso, el software toma sus decisiones de selección basándose en múltiples variables (miles, incluso) […]. Sería difícil que un gobierno pudiera dar una respuesta detallada cuando se le preguntase por qué un individuo ha sido escogido para recibir un tratamiento diferenciado por un sistema de recomendación automático. Lo máximo que podría decir el gobierno, es que el algoritmo decide basándose en casos anteriores.»

Este es el futuro en el que estamos entrando con los ojos cerrados. Todo parece funcionar y puede, incluso, que las cosas sean mejores, pero es que no sabemos exactamente por qué o cómo.

LA FALTA DE PRIVACIDAD PUEDE PONER EN PELIGRO LA DEMOCRACIA, PERO TAMBIÉN EL EXCESO

Simitis acertó con las tendencias. Libre de sospechosas hipótesis sobre «la era de internet», llegó a una defensa original pero prudente de la privacidad como característica vital para una democracia autocrítica; no la democracia de alguna teoría política abstracta, sino la democracia ruidosa y liosa que habitamos, con sus interminables contradicciones. En concreto, la idea clave de Simitis es que la privacidad tiene la capacidad tanto de sostener como de socavar la democracia.

Tradicionalmente, nuestra respuesta a los cambios en el procesado de la información automatizada ha sido considerarlos como un problema personal de los individuos afectados. Valga como ejemplo el artículo seminal “The Right to Privacy” (El derecho a la privacidad), de Louis Brandeis y Samuel Warren. Escrito en 1890, buscaban un «derecho a ser dejado en paz» para vivir una vida sin interrupciones, alejado de los intrusos. Según Simitis, expresaban un deseo, común a muchos de los individuos hechos a sí mismos de la época, «de disfrutar en exclusiva y bajo condiciones decididas por ellos, los frutos de su actividad económica y social».

Un objetivo loable: sin extender esta protección legal a los emprendedores, el capitalismo estadounidense moderno quizá nunca hubiera llegado a ser tan robusto. Pero este derecho, desconectado de cualquier responsabilidad correspondiente, también podía servir para aprobar un aislamiento excesivo que nos escude del mundo externo y socave los cimientos del propio régimen democrático que posibilita este derecho. Si todos los ciudadanos ejercieran de forma completa su derecho a la privacidad, la sociedad se vería depravada de los datos transparentes y fácilmente disponibles, necesarios no sólo por el bien de los tecnócratas, sino -en mayor medida aún- para que los ciudadanos puedan evaluar temas, formar sus opiniones y debatir (y, de vez en cuando, despedir a los tecnócratas).

Este problema no es exclusivo del derecho a la privacidad. Para algunos pensadores contemporáneos, como el historiador y filósofo francés Marcel Gauchet, las democracias corren el riesgo de convertirse en víctimas de su éxito: habiendo instaurado un régimen legal de derechos que permite a los ciudadanos seguir sus intereses privados sin ninguna referencia sobre lo que es bueno para el bien común, pueden estar agotando los mismos recursos que las han permitido florecer.

Cuando todos los ciudadanos exigen sus derechos pero no son conscientes de sus responsabilidades, las preguntas políticas que han definido la vida democrática desde hace siglos; ¿cómo deberíamos vivir juntos? ¿qué se hace por el bien común y cómo lo equilibrio con mis propios intereses? se incluyen en el dominio de lo legal, lo económico y lo administrativo. «Lo político» y «lo público» ya no se registran siquiera como dominios; las leyes, los mercados y las tecnologías sustituyen al debate y la contestación como soluciones preferibles, menos engorrosas.

Pero una democracia en la que los ciudadanos no participan, no suena demasiado a democracia y puede que no sobreviva como una. Algo evidente para Thomas Jefferson, quien, aunque quería que todos los ciudadanos “fueran partícipes del gobierno de los asuntos”, también creía que la participación cívica implica una tensión constante entre la vida pública y la privada. Una sociedad que cree, como describe Simitis, que el acceso de los ciudadanos a la información «acaba donde empieza la exigencia burguesa de privacidad», no durará como una democracia con un buen funcionamiento.

Así, es necesario ajustar el equilibrio entre privacidad y transparencia con mucho más cuidado en momentos de rápidos cambios tecnológicos. Ese equilibrio ya es un tema político por excelencia en sí mismo, a resolver mediante el debate público y a dejar siempre abierto a la negociación. No se puede dejar resuelto, de una vez por todas, a través de una combinación de teorías, mercados y tecnologías. Como dijo Simitis:

«lejos de considerarse un elemento constitutivo de una sociedad democrática, la privacidad aparece como una contradicción tolerada, cuyas implicaciones deben reconsiderarse continuamente».

LAS LEYES Y LOS MECANISMOS DE MERCADO NO SON SOLUCIÓN SUFICIENTE

En las últimas décadas, según hemos ido generando más datos, nuestras instituciones se han hecho adictas a ellos. No está claro que pudieran sobrevivir en caso de que retuviéramos los datos y cortásemos los bucles de retroalimentación. Nosotros, como ciudadanos, estamos atrapados en una situación extraña: nuestros motivos para proporcionar los datos no son que nos preocupa profundamente el bien común. No, proporcionamos datos por motivos egoístas, en Google o a través de aplicaciones de autoseguimiento. Somos demasiado cutres como para no usar servicios gratuitos subvencionados por la publicidad. O queremos seguir nuestro plan de ejercicio y nuestra dieta, y después vendemos los datos.

Ya en 1985, Simitis sabía que esto conduciría inevitablemente a la «regulación algorítmica» que está tomando forma en la actualidad, con la política convirtiéndose en «administración pública» que va con el piloto automático para que los ciudadanos puedan relajarse y disfrutar, sólo para recibir un empujoncito de vez en cuando, cuando se les olvida comprar brócoli.

Las costumbres, actividades y preferencias se recopilan, registran y utilizan para mejorar la adaptación del individuo, no su capacidad de actuar y decidir. Cualquiera que fuese el incentivo original para la informatización, el procesado tiene visos cada vez mayores de ser el medio ideal para adaptar a un individuo a un comportamiento predeterminado y estándar cuyo objetivo es lograr el máximo grado de cumplimiento posible del paciente, consumidor, contribuyente o ciudadano modelo.

Lo que describe Simitis es la construcción de lo que yo denomino «alambre de espino invisible» en torno a nuestras vidas intelectuales y sociales. Los grandes volúmenes de información, que dependen de numerosas bases de datos interconectadas que se alimentan de información y algoritmos de dudoso origen, imponen graves restricciones sobre cómo maduramos política y socialmente. El filósofo alemán Jürgen Habermas tenía razón al advertir -en 1963- de que

«una civilización exclusivamente técnica […] se ve amenazada […] por la división de los seres humanos en dos clases: los ingenieros sociales y los residentes de instituciones sociales cerradas».

El alambre de espino invisible del big data limita nuestras vidas a un espacio que podría parecer tranquilo y lo suficientemente atractivo, pero ni lo hemos elegido nosotros, ni podemos reconstruirlo ni ampliarlo. Lo peor es que no lo vemos así. Como creemos que somos libres de ir donde queramos, el alambre de espino sigue siendo invisible. Aún más: no hay a quién echarle la culpa. Ni a Google, ni a Dick Cheney, ni a la NSA. Es el resultado de muchas lógicas y sistemas diferentes -del capitalismo moderno, del gobierno burócrata, de la gestión de riesgos- que se alimentan de la automatización del procesado de la información y de la despolitización de la política.

Cuanta más información revelemos sobre nosotros mismos, más denso pero más invisible es este alambre de espino. Vamos perdiendo nuestra capacidad de razonar y debatir poco a poco; ya no entendemos por qué nos suceden las cosas.

Pero no todo está perdido. Podríamos aprender a darnos cuenta de que estamos atrapados en este alambre de espino, e incluso a cortarlo. La privacidad es el recurso que nos permite hacerlo y, con un poco de suerte, incluso ayudarnos a planificar nuestra ruta de huida.

Es en este punto donde Simitis expresó una idea auténticamente revolucionaria que se ha perdido en los debates contemporáneos sobre la privacidad: no se puede lograr ningún progreso, afirmó, mientras la protección de la privacidad se «equipare, más o menos, con el derecho del individuo a decidir cuándo y qué datos son accesibles». La trampa en la que caen muchos defensores bienintencionados de la privacidad es creer que con que pudieran dar al individuo un mayor control sobre sus datos -mediante leyes más fuertes o un régimen de propiedad robusto- el alambre de espino invisible se volvería visible y se rompería. No lo hará, no si esos datos se acaban devolviendo a las propias instituciones que erigen el alambre a nuestro alrededor.

PIENSA EN LA PRIVACIDAD EN TÉRMINOS ÉTICOS

Si aceptamos la privacidad como un problema de y para la democracia, entonces las soluciones populares son inadecuadas. Por ejemplo, en su libro Who Owns the Future? (¿De quién es el futuro?), Jaron Lanier propone que descartemos un pilar de la privacidad, el legal, y nos centremos en el económico.

«Los derechos comerciales están mejor adaptados a la multitud de pequeñas situaciones curiosas que surgirán en la vida real que una nueva clase de derechos civiles en la línea de la privacidad digital», escribe.

Siguiendo esta lógica, si convertimos nuestros datos en un bien que podemos vender, logramos dos cosas. Primero podemos controlar quién tiene acceso a ellos y, en segundo lugar, podemos compensar algunas de las pérdidas económicas producidas por la ruptura con todo lo analógico.

La propuesta de Lanier no es original. En Code and Other Laws of Cyberspace (El código y otras leyes del ciberespacio, cuya primera edición e inglés es de 1999), Lawrence Lessig habla con entusiasmo de construir un régimen de propiedad en torno a los datos privados. Lessig quería un «mayordomo electrónico» capaz de negociar con los sitios web:

«El usuario establece sus preferencias una vez, especificando cómo negociaría con su privacidad y a qué está dispuesto a renunciar. Sólo en el caso de que las máquinas se pongan de acuerdo, el sitio podrá acceder a sus datos personales».

No cuesta ver dónde nos llevaría este razonamiento. Todos tendríamos aplicaciones de Smartphone personalizadas que incorporarían continuamente la última información sobre la gente que conocemos, los sitios que visitamos y la información que poseemos, para poder actualizar el precio de nuestra cartera de datos personales. Sería muy dinámico: una lujosa joyería, quizá quieras pagar más para conocer la fecha de cumpleaños de tu pareja si estás pasando por delante de su fachada que si estás sentado en casa viendo la tele.

Es cierto que el régimen de propiedad puede fortalecer la privacidad: si los consumidores quieren recibir buenos ingresos por su cartera de datos, tienen que asegurarse de que sus datos no estén ya disponibles en otros sitios. Así, o bien los «alquilan» de la misma forma que Netflix alquila películas, o los venden con la condición de que se puedan usar o revender sólo bajo condiciones muy estrictas. Algunas empresas ya ofrecen «taquillas de datos» para facilitar intercambios seguros de este tipo.

Entonces, si lo que quieres es defender el «derecho a la privacidad» en sí mismo, convertir los datos en una mercancía podría resolver tus dudas. La NSA seguiría teniendo lo que quiere; pero si te preocupa que nuestra información privada es demasiado líquida y hemos perdido el control sobre su movimiento, un modelo de negocios inteligente emparejado con un régimen de gestión de derechos digitales potente podría resolverlo.

Mientras, las instituciones dedicadas a ejercer de «gobierno niñera» también querrán estos datos. Quizá estén dispuestas  pagar una pequeña cantidad o a prometer una rebaja fiscal por el privilegio de darte los consabidos «empujoncitos» más adelante, con la ayuda de los datos de tu smartphone. Ganan los consumidores, ganan los emprendedores, ganan los tecnócratas. La privacidad, ya sea de una forma u otra, también queda protegida. ¿Quién pierde entonces? Si has estudiado tu Simitis, ya conoces la respuesta: la democracia.

Y no es sólo porque el alambre de espino invisible seguiría en su sitio. También deberían preocuparnos las implicaciones para la justicia y la igualdad. Por ejemplo, mi decisión de proporcionar información personal, aunque sólo sea a mi aseguradora, inevitablemente tendrá implicaciones para otras personas, muchas de ellas con menos medios. La gente que dice que hacer un seguimiento de su estado de salud o su localización sólo es una elección afirmativa a la que pueden renunciar, sabe muy poco sobre cómo piensan las instituciones. Una vez que haya una masa crítica suficiente de personas que se hagan autoseguimiento -y la mayoría de ellos probablemente obtengan algo a cambio- a quienes se nieguen ya no se les verá como individuos raritos que ejercen su autonomía. No, se les considerará desviados que tienen algo que ocultar. Su seguro médico será más caro. Si no perdemos de vista este hecho, nuestra decisión de autoseguirnos no será tan sencilla de reducir a un interés económico egoísta; en algún punto, pueden entrar en juego consideraciones morales. ¿De veras quiero compartir mis datos y conseguir un cupón que no necesito, si eso significa que otra persona que ya está pluriempleada por necesidad tenga que acabar pagando más? Este tipo de preocupaciones morales son irrelevantes si delegamos la toma de decisiones en manos de «mayordomos electrónicos».

Pocos hemos tenidos dudas morales sobre los programas para compartir datos, pero eso podría cambiar. Antes de que el medio ambiente fuera una preocupación global, pocos nos tomábamos en serio la idea de coger el transporte público si podíamos conducir. Antes de que el consumo ético se convirtiera en una preocupación global, nadie habría pagado más por un café que sabe igual pero es de comercio justo. Pensemos en una camiseta barata en una tienda. Quizá sea completamente legal comprarla, pero después de décadas de duro trabajo por parte de los activistas, una etiqueta que pone «Made in Bangladesh» nos hace detenernos antes de comprar. Quizá temamos que esté hecha por niños o adultos explotados. O, habiéndolo pensado, quizá queramos comprar la camiseta porque esperamos que sirva para mantener el trabajo de un niño que de otra forma se vería obligado a prostituirse. ¿Qué es lo correcto en este caso? No lo sabemos, así que investigamos un poco. Este tipo de escrutinio no se puede aplicar a todo lo que compramos, o nunca saldríamos de la tienda. Pero los intercambios de información -el oxígeno de la vida democrática- deberían entrar en la categoría de «pensar más, no menos». No es algo que se pueda delegar en manos de un «mayordomo electrónico», no si no queremos eliminar la dimensión política de nuestra vida.

PROVOCA MÁS PREGUNTAS

También debería preocuparnos la sugerencia de que podemos reducir el problema de la privacidad a su dimensión legal. La pregunta que nos hemos estado haciendo a lo largo de las dos últimas décadas -¿Cómo podemos asegurarnos de tener un mayor control sobre nuestra información personal?- no puede ser la única que nos hagamos. A menos que aprendamos y continuamente reaprendamos cómo promueve e impide la vida democrática la información automatizada, las respuestas a esta pregunta podrían ser inútiles, sobre todo si el régimen democrático necesario para ejercitar cualesquiera que sean, se descompone mientras tanto.

Intelectualmente, al menos, está claro lo que hay que hacer: enfrentarse a la pregunta, no sólo en sus dimensiones económica y legal, sino también en una dimensión política, ligando el futuro de la privacidad al futuro de la democracia, rechazando reducir la cuestión de la privacidad a un asunto de los mercados o de las leyes. ¿Qué significa esta idea filosófica en la práctica?

Para empezar, debemos politizar el debate en torno a la privacidad y a compartir información. Articular la existencia -y las profundas consecuencias políticas- del alambre de espino invisible sería un buen principio. Debemos examinar detenidamente las formas de resolución de problemas que hacen un uso intensivo de los datos y sacar a la luz el hecho de que en ocasiones tienen un carácter antidemocrático. A veces, debemos aceptar mayores riesgos, imperfecciones, improvisación, e ineficacia para mantener vivo el espíritu democrático.

En segundo lugar, debemos aprender a sabotear el sistema, quizá negándonos a hacer autoseguimiento. Si negarnos a registrar nuestro consumo calórico o nuestra localización es la única forma de conseguir que los legisladores aborden las causas estructurales de problemas como la obesidad o el cambio climático -y no sólo juguetear con sus síntomas a través de pequeños empujoncitos al ciudadano- los boicots de información quizá estén justificados. Negarse a obtener dinero de tus propios datos puede ser un acto tan político como negarse a conducir un coche o a comer carne. La privacidad podría resurgir entonces como un instrumento político para mantener el espíritu democrático vivo: queremos espacios privados porque seguimos creyendo en nuestra capacidad para reflexionar sobre los males del mundo y de encontrar una forma de arreglarlos, y preferimos no entregar esta capacidad a los algoritmos y los bucles de retroalimentación.

En tercer lugar, necesitamos más servicios digitales provocativos. No es suficiente que un sitio web nos anime a decidir quién debe ver nuestros datos, sino que debería despertar nuestra propia imaginación. Bien diseñados, los sitios no conducirían a los ciudadanos ni a guardar celosamente su información privada ni a compartirla, sino que revelarían las dimensiones políticas ocultas que conllevan los distintos actos de compartir información. No queremos un mayordomo electrónico, queremos un provocador electrónico. En vez de la enésima aplicación para decirnos cuánto dinero podemos ahorrar siguiendo nuestra rutina de ejercicio, necesitamos una aplicación que nos diga cuánta gente es probable que pierda su seguro médico si la industria de las aseguradoras tiene los mismos datos que la NSA, la mayoría, aportados por consumidores como nosotros. Con el tiempo, quizá distingamos esas dimensiones solos, sin ayudas tecnológicas.

Por último, tenemos que abandonar ideas preconcebidas sobre cómo funcionan y se interconectan nuestros servicios digitales. Si no, seremos víctimas de la misma lógica que ha constreñido la imaginación de tantísimos defensores de la privacidad bienintencionados que creen que defender el «derecho a la privacidad» -no luchar para conservar la democracia- es lo que debería mover la política pública. Aunque muchos activistas de internet defenderán lo contrario, lo que le suceda a internet tiene una importancia secundaria. Igual que con la privacidad, nuestro objetivo principal debería ser el destino de la propia democracia.

Después de todo, en 1967 Paul Baran no tuvo la suerte de saber en qué se convertiría internet. Eso no le impidió ver los posibles beneficios y los peligros de los servicios de computación. Abandona la idea de que internet cayó en desgracia lo largo de la última década. Liberarnos de esa malinterpretación de la historia podría ayudarnos a abordar las amenazas antidemocráticas del futuro digital.

Fuentes: Evgeny Morozov para Technology Review, Signos de estos Tiempos

 

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La invasión de la privacidad a través de los microchips sigue su ascenso

El uso médico legitima su implantación.

 

El microchip implantable debajo de la piel es ya una realidad, pero a diferencia de lo que podríamos imaginar de que habría un solo microchip implantable para las grandes masas de la humanidad, lo que parece que sucede es que se comienzan a implantar chips para usos diversos, por diferentes empresas y proveedores. Pero en esencia es lo mismo, un dispositivo que contiene los datos básicos de la personas y que puede ser leído desde el exterior. Los dos usos primordiales que se les están dando son los temas médicos y la seguridad/vigilancia.

 

veri chip

 

Pero probablemente el uso de los microchips implantables para temas médicos será lo que legitimará su popularización, aunque su función no quedará ahí, porque esos mismos chips se podrán usar también a los efectos de seguridad, de seguimiento y de fuente de datos para cualquier uso posterior.

Estos microchips probablemente compitan con los teléfonos celulares inteligentes, que ya están más adelantados en el desarrollo, son más populares e incluso desarrollan menos resistencias, por ahora, pero tienen el inconveniente que no necesariamente la persona los lleva consigo en cada momento.

EL NUEVO MICROCHIP APROBADO EN EE.UU.

Un pequeño chip de computadora ha sido aprobado el miércoles para la implantación en el brazo de un paciente con el fin de acelerar la información vital acerca de la historia clínica del paciente a los médicos y hospitales. Pero los críticos advierten que podría abrir nuevas vías para poner en peligro la confidencialidad de los registros médicos.

La Administración de Drogas y Alimentos dijo el miércoles que Applied Digital Solutions de Delray Beach, Florida, podría comercializar el VeriChip, un chip implantable del tamaño de un grano de arroz, con fines médicos.

Con una jeringa, el microchip se inserta debajo de la piel en un procedimiento que dura menos de 20 minutos y queda sin puntos de sutura. En silencio y de forma invisible, el chip latente almacena información del paciente que libera cuando un escáner pasa sobre ella.

Pero en teoría esta información la puede recoger cualquier escáner, y si tiene le código de acceso puede informarse en cualquier dispositivo, por ejemplo piense en las pantallas de cajas de un supremercado o en un celular.

EL PROBLEMA DE LA SEGURIDAD Y LA PRIVACIDAD

El VeriChip en sí no contiene registros médicos, sólo códigos que se pueden escanear, y adquieren significado en el consultorio de un médico o un hospital. Con ese código, los proveedores de salud pueden ir actualizando sistemáticamente la ficha médica del paciente.

Los microchips ya se han implantado en 1 millón de animales de compañía.

Pero es posible el doble uso del chip para el seguimiento de los movimientos de las personas  así como para la entrega de su información médica a las salas de emergencia, lo cual ha levantado la alarma.

«Si la protección de la privacidad no se construyen desde el principio, las consecuencias pueden ser perjudiciales para los pacientes», dijo Emily Stewart, analista de políticas en el Proyecto de privacidad Salud.

Para proteger la privacidad del paciente, los dispositivos deben revelar información médica sólo vital, al igual que el tipo de sangre y reacciones alérgicas, necesarios para que el personal de salud realice su trabajo, dijo Stewart.

Un gurú de la tecnología de la información en el Centro Médico de Detroit, sin embargo, considera los beneficios de los dispositivos y aboga por la inclusión de su centro en un programa piloto de VeriChip.

«Uno de los grandes problemas en el cuidado de la salud ha sido la situación de los registros médicos. Y gran parte de ellos está todavía en el papel», dijo el futurista David Ellis, jefe del centro y co-fundador de la Michigan Electronic Medical Records Initiative.

Como los pacientes médicamente «móviles» visitan especialistas para la atención, los fragmentos de registros en los sistemas informáticos no hablan entre sí.

«Es parte del futuro de la medicina tener este tipo de tecnologías que hacen la vida más fácil para el paciente», dijo Ellis.

Se necesita trabajar para que los algoritmos de cifrado sean más fuertes para asegurar que los hackers no pueden entrar a los datos médicos y a las transferencias de información a partir de la lectura de chips, para asegurar la base de datos, lo que ayudará a resolver los problemas de privacidad, dijo.

EL MARKETING DE LOS MICROCHIPS

Applied Digital regaló escáneres a unos cientos de refugios de animales y clínicas veterinarias cuando por primera vez entró en el mercado de mascotas hace 15 años.

Para activar el uso del chip entre los seres humanos, Applied Digital proporcionará  650 escáneres de forma gratuita a 200 centros de trauma de la nación.

En los animales domésticos, la instalación del chip cuesta alrededor de U$S 50. Para los humanos, el coste de implantación de chips sería de U$S 150 a U$S 200, dijo Angela Fulcher, portavoz de Applied Digital.

Fulcher no podía decir si el costo de almacenamiento de datos y la transmisión cifrada de la información médica será pasada a los proveedores.

Debido a que el VeriChip es invisible, no es claro cómo los trabajadores de atención de la salud sabrían qué pacientes escanear. Funcionarios de la compañía dicen que si el uso de chips se convierte en rutina, escanear tríceps para chips ocultos se convertirá en una segunda naturaleza en los hospitales.

En última instancia, la compañía espera implantar chips en pacientes que sufran de dolencias tales como la diabetes y la enfermedad de Alzheimer o que se sometan a tratamientos complejos, como quimioterapia. Si el procedimiento resulta tan popular para el uso en seres humanos como en animales de compañía, podría significar hasta 1 millón de chips implantados en personas. Hasta el momento, sólo 1.000 personas en todo el mundo han tenido los dispositivos implantados, muy pocos de ellos en los Estados Unidos.

El director ejecutivo de la compañía, Scott R. Silverman, es uno de la media docena de ejecutivos que se han implantado chips. Silverman dijo que los chips implantados para uso médico también podrían ser utilizados para fines de seguridad, como el seguimiento de movimiento de los empleados a través de plantas de energía nuclear.

Mientras tanto, el microchip se ha utilizado en Barcelona, ??España, para entrar en una zona VIP del Baja Beach Club, actuando como una tarjeta inteligente de acceso y de débito.

Fuentes: Associated Press, Signos de estos Tiempos

 

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En 30 años robots humanoides patrullarán las ciudades como vigilantes

Más adelante tendrán inteligencia y podrán matar.

 

Para el año 2040 un futurista – el profesor Noel Sharkey – predice que nuestras calles estarán vigiladas y patrulladas por robots con forma humana. Al principio podrán pedir documentos, hacer y reponder preguntas, inmovilizar a sospechosos, deternerlos y controlar multitudes. Y con el tiempo se harán más sofisticados, con inteligencia artificial descentralizada y serán capaces de matar. Todo esto está siendo diseñado ahora.

 

robot de vigilancia

 

En una ventana de aquí a 20 años también, los cristianos creemos que se sucederá una intervención divina decisiva profetizada en las apariciones de Medjugorje y Garabandal, por lo menos. Y suponemos que se dará de aquí a 20 años, porque la profecía dice que los eventos tendrán lugar durante la vida de los videntes, ya que serán quienes avisen a la humanidad la ocurrencia de cada evento. Hoy los videntes de Medjugorje están pisando los 60 años y los de Garabandal los 70.

Estos eventos podrán suceder o postergarse, pero si suceden, podrán tener influencia sobre todos estos desarrollo tecnológicos con fines bélicos que se están realizando.

ROBOTS HUMANOIDES PATRULLANDO PARA EL 2040

En un artículo titulado 2084: Gran robot te está mirando… , Sharkey, profesor de robótica en la Universidad de Sheffield, prevé un mundo en el que los puestos de trabajo de vigilancia, seguridad y aplicación de la ley en gran parte serán entregados a la inteligencia artificial.

Dentro de los próximos 30 años, Sharkey afirma que,

«robots humanoides caminantes estarán en uso para el control de multitudes en juegos, huelgas y disturbios. Los robots patrullarán centros de las ciudades y los puntos conflictivos donde es probable que se sucedan quebrantamientos de la ley».

«Los robots tendrán una percepción del habla razonable y serán capaces de hacer preguntas y responder a las preguntas. ¿Cuál es su número de identificación? ¿Qué está haciendo aquí? Ellos podrán trabajar en equipos de robots equipados con armas no letales (por ejemplo, las armas Taser o redes) y estarán de guardia para solucionar situaciones difíciles y detener personas», añade Sharkey.

Además de realizar tareas más mundanas como el checking de vuelos y hacer de porteros en los eventos, los robots también,

«serán capaces de rociar a una multitud con dardos de etiqueta RFID o algún equivalente futurista, para que las personas puedan ser seguidas después que la multitud se haya dispersado», escribe Sharkey.

30 AÑOS MÁS TARDE TENDRÁN INTELIGENCIA ARTIFICIAL

En 2070, el profesor predice que los robots tendrán una apariencia humana y serán capaces de desplegar la tecnología de inteligencia descentralizada que «hará que escapar a la captura sea imposible.»

Coches de policía robot también recorrerán las calles explorando placas y deduciendo multas e infracciones de las cuentas bancarias automáticamente.

Sharkey se ha convertido en una voz importante de la advertencia acerca de la flota de los robots de DARPA, que aparentemente se están desarrollando con fines «respuesta de emergencia y humanitaria», y de hecho, están diseñados para matar.

«Por supuesto, si se utilizan para el combate, podrían matar civiles, si ellos no son capaces de discriminar entre civiles y soldados», Sharkey dijo a la BBC .

DISEÑADOS PARA MATAR

Su advertencia fue repetida por  Human Rights Watch, así como por el ex oficial de inteligencia Lt.Coronel Douglas Pryer, que escribió un ensayo de alerta sobre la amenaza planteada por los implacables «robots asesinos», que se utilizarán para acechar y aplastar blancos humanos en un futuro próximo.

El año pasado, los expertos de la prestigiosa Universidad de Cambridge  anunciaron un proyecto para llevar a cabo la investigación sobre los «riesgos de extinción de nivel» que plantean a la humanidad los robots artificialmente inteligentes.

Como se informó en abril, los científicos del Pentágono ya han construido una máquina que funciona como un cerebro humano y permitiría a los robots pensar de manera independiente y actuar autónomamente.

Vea una reciente conferencia de TEDx dada por Sharkey en la que advierte sobre la forma en que inevitablemente se utilizarán los robots como máquinas de matar en un futuro próximo y también «desestabilizar la seguridad del mundo y desencadenar guerras no intencionales».

Fuentes: Infowars, Signos de estos Tiempos

 

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En 25 años el hombre será inmortal [2013-06-21]

Conferencia sobre la fusión hombre máquina.
Varios expertos en neurociencia se reunieron en la conferencia Global Future 2045, auspiciada por el magnate ruso Itskov, el pasado fin de semana en Nueva York (ver aquí su página), para debatir la cuestión fundamental del planteo futuristas de todo el mundo, para cuando el hombre logre la singularidad tecnológica y sea capaz de engañar a la muerte mediante la fusión con la máquina.

 

Dmitry Itskov

 

Su filosofóa es la creación y realización de una nueva estrategia para el desarrollo de la humanidad, que cumple con los retos globales de la civilización, la creación de condiciones para promover la iluminación espiritual de la humanidad, y la realización de una nueva realidad futurista.

PREDICCIÓN A 25 AÑOS

En este entorno el multimillonario ruso Dmitry Itskov predice que la humanidad alcanzará la inmortalidad dentro de 25 años, como resultado de que las mentes se transfieran a las computadoras, y que los cuerpos de robots podría serán capaces dar vivienda a cerebros humanos por el 2025.

De acuerdo con Itskov, dentro de los próximos 10 años los seres humanos serán capaces de controlar los robots que utilizan sus cerebrosEn 2025, los cuerpos moribundos podrían ser reemplazadas por vasallos robot que alojan los cerebros humanos. Por el 2035, las mentes humanas serán transferidas a ordenadores, eliminando la necesidad de un cuerpo completo. Para el 2045, los cerebros artificiales controlarán entidades holograma.

DISCUSIÓN CON UN ARZOBISPO ORTODOXO

Itskov pide a los gobiernos y las Naciones Unidas ayudarlo a realizar la meta de la inmortalidad dentro de 25 años, pero expertos como el Arzobispo Lazar Puhalo de la Iglesia Ortodoxa en América, que tiene experiencia en neurobiología y física, advierte que sólo porque la tecnología podría permitir esos logros no significa necesariamente deben llevarse a cabo.

«Yo no soy demasiado aficionado a la idea de la inmortalidad, porque creo que va a ser aburrimiento mortal»dijo,

y agregó: «Hay un montón de cosas en ellos (en el cuerpo humano) que nos hace humanos. No estoy seguro de que se pueda construir en las máquinas».

«Estamos realmente en el momento en que la tecnología puede afectar la evolución humana», respondió Itskov. «Quiero dar forma al futuro, tocar el tema en la discusión pública, y evitar cualquier situación que pudiera dañar a la humanidad

PRODUCCIÓN A BAJO COSTO

En una entrevista con CNBC, Itskov amplía su visión de la producción en masa de «avatares realistas de bajo costo que se pueden cargar con el contenido de un cerebro humano para brindar a la humanidad la vida eterna«.

Itskov está trabajando en la producción de un avatar de su propia cabeza pero más avanzado que el clon robot del profesor Hiroshi Ishiguro, como parte de la transición «gradual» hacia un nuevo tipo de ser humano que no será susceptible al envejecimiento o a la enfermedad.

Capitalistas de riesgo, fondos de cobertura y bancos están interesados ??en financiar el proyecto, que Itskov predice formará una industria que será «mucho más grande que la de Internet». El ‘Avatar B’ – una versión beta del proyecto – estará listo dentro de 10 años, de acuerdo con Itskov.

UNA TENDENCIA CON OTROS GURUS

Las predicciones de Itskov coinciden con las del inventor y futurista Ray Kurzweil, quien es conocido por pronosticar con exactitud la invención del iPhone, el iPad, Google Glass, iTunes, You Tube y servicios bajo demanda como Netflix en su libro de 1999 “La era de las máquinas espirituales”.

Por el 2029, Kurzweil predice que la gran mayoría de los seres humanos habrán aumentado sus cuerpos con implantes cibernéticos y los que se nieguen o sean incapaces de hacerlo formarán una «subclase humana» que no se dedicará de manera productiva a la economía.

La tendencia general de la elite es ver a los seres humanos como totalmente prescindibles cuando sus roles sean tomados por máquinas después de 2029,

cuando, «casi no haya trabajo humano en la producción, la agricultura y el transporte», escribe Kurzweil.

Esta visión de futuro – una utopía para algunos, una distopía para los demás – también es apoyada por gente como el CEO de Google, Eric Schmidt, quien  predijo recientemente que su empresa será capaz de desarrollar inteligencia artificial para sus programas que será indistinguible de un ser humano dentro de 5 a 10 años. Schmidt habla rutinariamente de su deseo de  tragar nano-bots cada mañana que regulen el funcionamiento de su cuerpo, así como el envío de su clon robótico a funciones sociales.

LA OPOSICIÓN

Quienes se oponen a la visión del hombre fusionado con la máquina dicen que esta tecnología sólo es probable que se disponga para una élite rica y que se implementará en detrimento del resto de la población, que será cada vez mas demonizdaa como sin valor y parasitaria.

Uno de estos oponente era Theodore Kaczynski – el Unabomber – quien es ampliamente citado por los futuristas como Ray Kurzweil y  Bill Joy por esbozar sucintamente los peligros de la singularidad tecnológica.

«Debido a las técnicas de mejora la élite tendrá mayor control sobre las masas, y porque ya no será necesario el trabajo humano, las masas serán superfluas, una carga inútil en el sistema. Si la élite es despiadada puede que simplemente deciden exterminar a la masa de la humanidad. Si son humanitarios pueden usar la propaganda u otras técnicas psicológicas o biológicas para reducir la tasa de natalidad hasta que la masa de la humanidad se extinga, dejando el mundo a la élite«, escribió Kaczynski en su manifiesto.

Fuentes: Prision Planet, Signos de estos Tiempos

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No es algo del futuro, ya nos estamos transformando como especie

La rápida carrera de la ciencia hacia el post humanismo.
El ser humano y la humanidad ya están sufriendo uno de los cambios más profundos de su historia, propulsados por las doctrinas del transhumanismo y el post humanismo. Desde la prótesis que usamos para superar por ejemplo la erosión de la cadera, hasta los aparatos para oír mejor, pasando por las drogas que recablean nuestro cerebro para superar una enfermedad o aumentar nuestra vigilia o fortaleza. El transhumanismo ya está acá y nos está cambiando, sin que nos demos cuenta, porque no ha habido un debate profundo sobre sus alcances, sino sólo lo hay sobre las propuestas más osadas, como la elección de las características de los bebes o la unión hombre máquina.

 

transhumanismo

 

Todos estos cambios que estamos viendo son producto de un debate filosófico mas profundo, que vale la pena tratar de comprenderlo, aunque sea a nivel resumido.      

¿QUÉ ES EL TRANSHUMANISMO?

Algunos autores consideran que el origen remoto del transhumanismo, al menos en la formulación de este término y en su inspiración general, puede situarse en un texto de Julian Huxley de 1957.

Julian Huxley, hermano del famoso escritor Aldoux Huxley, y nieto del no menos célebre biólogo T.H.Huxley, conocido por ser el primer director de la UNESCO. Colaboró en la Sociedad Humanista de Nueva York (First Humanist Society of New York) y en su presidencia del congreso fundacional de la vigente Unión Internacional Humanista y Ética en 1952 (Internacional Humanist and Ethical Union). No obstante, también mantuvo una posición favorable a la eugenesia, entendida como manera de mejorar a los seres humanos.

Así, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1957 en una obra titulada “En nuevas botellas para nuevo vino”, y horrorizado por el aborrecible uso de la eugenesia que se había hecho, Huxley propuso el término “transhumanismo” para referirse a la perspectiva según la cual el ser humano debe mejorarse a sí mismo, a través de la ciencia y la tecnología, ya sea desde el punto de vista genético o desde el punto de vista ambiental y social.

“La especie humana puede, si así quiere, trascenderse a sí misma, no sólo enteramente, un individuo aquí de una manera, otro individuo allá de otra manera, sino también en su integridad, como humanidad. Necesitamos un hombre para esa nueva creencia. Quizás transhumanismo puede servir: el hombre sigue siendo hombre, pero trascendiéndose a sí mismo, realizando nuevas posibilidades de, y para, su naturaleza humana”. Julian Huxley. In New Bottles for New Wine. 1957

LA DEFINICIÓN DE LA ASOCIACIÓN TRANSHUMANISTA MUNDIAL

Si tuviéramos que definirlo en una frase, podríamos decir que el transhumanismo es la posición que defiende la mejora del ser humano para alcanzar un estado superior o posthumano. La definición que ofrece la Asociación Transhumanista Mundial (World Transhumanist Association) es la siguiente:

El transhumanismo es un modo de pensar sobre el futuro basado en la premisa de que la especie humana en su forma actual no representa el punto final de nuestro desarrollo, sino más bien una fase comparativamente temprana. Formalmente lo definimos como sigue:

El movimiento intelectual y cultural que afirma la posibilidad y la deseabilidad de mejorar de modo fundamental la condición humana a través de la razón aplicada, especialmente desarrollando y haciendo ampliamente disponibles tecnologías para eliminar el envejecimiento y para mejorar notablemente las capacidades humanas intelectuales, físicas y psicológicas.

El estudio de las ramificaciones, promesas y peligros potenciales de las tecnologías que nos permitirán superar las limitaciones humanas fundamentales, y el estudio relacionado de las cuestiones éticas implicadas en el desarrollo y utilización de tales tecnologías.

Con estas premisas, los transhumanistas no dudan en pensarse a sí mismos como una extensión del humanismo, ya que comparten su preocupación por los seres humanos en general y por los individuos en particular. Consideran que, aunque no se logre la perfección, si es posible mejorar las cosas promoviendo un pensamiento racional, la libertad, la tolerancia, la democracia y la preocupación por los semejantes seres humanos. Su énfasis está centrado en el potencial de “llegar a ser” del que disponemos.

Por ello es por lo que afirman que es necesario y deseable mejorar la condición humana, y emplear medios racionales para lograrlo. Esa mejora no queda restringida a lo externo y ambiental (la cultura, la educación, los métodos humanistas tradicionales), sino que también se aplica al organismo humano. Y es esta aproximación la que permite pensar en ir más allá del humano actual.

PUNTOS EN CONCRETO

Se puede decir entonces, que el transhumanismo básicamente promueve una aproximación interdisciplinaria para comprender y evaluar las oportunidades de mejorar la condición humana y el organismo humano abiertas por el avance de la tecnología.

Esto implica prestar atención a tecnologías actuales y emergentes como la ingeniería genética, la tecnología de la información, la nanotecnología molecular y la ciencia cognitiva, y a algunas hipotéticas pero posibles, que se anticipan, como la inteligencia artificial, el “almacenamiento mental” (mind uploaling) o la crionización.

De hecho, este encuentro entre las cuatro tecnologías (que suele identificarse por sus iniciales NBIC: Nanotecnología, Biotecnología, tecnologías de la Información, tecnologías Cognitivas) es apoyado por los transhumanistas como un modo esencial para la mejora humana.

YA LO ESTAMOS USANDO Y SIGUE LA EXPANSIÓN

Algunas de las posibilidades de mejora promovidas por los transhumanistas son ya una realidad entre nosotros, por ejemplo los psicofármacos, los medicamentos para mejorar el tono muscular, o las técnicas de ingeniería genética que están en fase experimental.

También empezamos a disponer de aplicaciones de la biónica (la utilización de artefactos mecánicos que se integran en el cuerpo humano, por ejemplo para sustituir un miembro amputado) y se experimenta, si bien con desigualdades resultados en la técnica de crionización (congelación a bajísimas temperaturas, por ejemplo para que una persona enferma “espere” a que se encuentre una cura para su patología, momento en que será “descongelada”).

Lo que los transhumanistas defienden es una ampliación de estas técnicas que satisfacen nuestra demanda de mejora, no conformándose con las posibilidades actuales, sino planteando otras mucho más ambiciosas, como la curación de enfermedades desde el interior del propio cuerpo, utilizando nanorobots (robots creados con nanotecnología, que podrían moverse por el torrente sanguíneo, por ejemplo, reparando estructuras dañadas), o la disponibilidad de una técnica de mind uploading, una suerte de “copia de seguridad mental” que permitiría evitar la pérdida de información de nuestros frágiles sistemas cerebrales de memoria.

Los transhumanistas ven la naturaleza humana como un trabajo en progreso, un comienzo a medio hacer que podemos aprender a remodelar de modos deseables. La humanidad actual no tiene que ser el punto final de la evolución, más bien es considerada un comienzo.

Esto les lleva, por una parte, a una defensa de la tecnología, y por otra, a promover estilos de vida, hábitos y modelos sociales que colaboren a dicha mejora. Pero también a una reflexión más teórica acerca de la definición de lo humano

LAS TENDENCIAS A SU INTERIOR

Es verdad, y conviene mencionarlo, que, como movimiento con un ideario innovador y, en ocasiones, extraño, con ramificaciones muy diversas, y con conexiones muy amplias y variadas, dentro de las filas transhumanistas militan algunas personas con posturas radicales, frívolas o deliberadamente provocadoras. Pero también es cierto que hay pensadores serios que están tratando estas cuestiones desde la reflexión, aportando argumentos filosóficos y propiciando un interesante debate.

Existe un Transhumanismo democrático, una filosofía política que recoge temas y posiciones de la democracia liberal, la democracia social y el transhumanismo buscando una síntesis; entre las corrientes más conocidas está la escuela más temprana de transhumanismo, el Extropianismo, cuyos principios constituyen una aproximación preactiva a la evolución humana.

También hay un Transhumanismo Cristiano, llamado igualmente transhumanismo trascendente, que enfatiza la mejora humana en su dimensión espiritual.

También se puede citar el Singularismo, una filosofía moral basada en la creencia de que se puede lograr una singularidad uniendo la materia y la vida, y que ha de ser promovida su realización y también asegurada su seguridad; existe un Tecnogaianismo, que recoge buena parte de las ideas relativas a la hipótesis Gaia y defiende una tecnología a favor del medio ambiente; y también existe, y es probablemente la corriente más interesante para nuestra reflexión, el Posthumanismo, una filosofía social basada en los principios del humanismo.

EL SER POST HUMANO

Los transhumanistas esperan que a través de un uso responsable de la ciencia, la tecnología y otros medios racionales, seamos capaces de converrirnos, antes o después, en “posthumanos”: seres con capacidades mucho más grandes que las que tienen los seres humanos en el presente, que se habrán logrado por medio de transformaciones radicales o a través de pequeños cambios que de modo progresivo configuran un nuevo mundo.

El posthumano es un ser futuro cuyas capacidades básicas exceden radicalmente las de los humanos actuales hasta el punto de que no pueden ser calificados de ningún modo como humanos según nuestros criterios.

Estos posthumanos alcanzarán capacidades intelectuales mucho más altas de lasactuales, tendrán más memoria y más inteligencia; serán resistentes a las enfermedades y al proceso de envejecimiento, por lo que tendrán un tiempo ilimitado para aprender más y generar más habilidades; tendrán vigor ilimitado y no se sentirán cansados, hartos o irritados; controlarán sus deseos, estados mentales y emociones; tendrán una capacidad más grande para el placer, el amor, la apreciación del arte y la serenidad; experimentarán estados de conciencia que el cerebro del humano actual no puede siquiera sospechar, etc.

Hasta tal punto serán los posthumanos capaces de diseñarse a sí mismos y a su mundo de un modo radicalmente nuevo y diferente, que nosotros, los humanos, sencillamente no podemos ni imaginarlo.

EL TRANSHUMANO ES UN PUNTO DE VIAJE HACIA EL POSTHUMANO

El “transhumano” es, entonces, un ser transitorio que está más allá del humano actual, pero no alcanza aún las capacidades del posthumano. Es un estado intermedio del que algunos se preguntan si no es, realmente, el estado actual, dadas las capacidades de intervención tecnológica de que disponemos, en comparación con nuestros antepasados.

El término “transhumano” se lo debemos a un futurista que se hacía llamar FM-2030 (Su nombre real era Esfandiary, F.M (1930-2000). Su extraño apodo derivaba de su esperanza en poder celebrar su cumpleaños centenario en el año 2030) y que acuñó este término como forma abreviada de “humanos transicional”.

Las características de este tipo de humano, signos de transhumanidad, serían, según FM-2030, las prótesis, la cirugía plástica, el uso intensivo de las telecomunicaciones, un estilo de vida cosmopolita y trotamundos, la androginia, la reproducción artificial, la ausencia de creencias religiosas y el rechazo de los valores familiares tradicionales.

Obviamente, aunque ciertas posibilidades nos acercan a esa previsión posthumana, muchos defensores del transhumanismo no se identifican con la posición de este autor, especialmente en cuanto a los valores a defender. Lo cual es una muestra más de la diversidad existente en este movimiento.

DECLARACIÓN TRANSHUMANISTA DE LA WORLD TRANSHUMANIST ASSOCIATION

Como aclaración de los presupuestos transhumanistas, y tras lo apuntado hasta aquí, nada mejor que referirnos a la Declaración Transhumanista de la World Transhumanist Association:

En el futuro, la Humanidad será cambiada de forma radical por la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento, y nuestro confinamiento al planeta Tierra.

La investigación sistemática debe enfocarse de acuerdo a esos desarrollos venideros y sus consecuencias a largo plazo.

Los transhumanistas creemos que siendo generalmente abiertos y aceptando las nuevas tecnologías disponemos de mejor oportunidad de volverlas en nuestro provecho que si intentamos condenarlas o prohibirlas.

Los transhumanistas defienden el derecho moral de aquellos que deseen utilizar la tecnología para ampliar sus capacidades mentales y físicas y para mejorar su control sobre sus propias vidas. Buscamos crecimiento personal más allá de nuestras actuales limitaciones biológicas.

De cara al futuro, es obligatorio tener en cuenta la posibilidad de un progreso tecnológico dramático. Sería trágico si no se materializaran los potenciales beneficios a causa de una tecnología injustificada y prohibiciones innecesarias. Por otra parte, también sería trágico que se extinguiera la vida inteligente a causa de algún desastre o guerra ocasionados por las tecnologías avanzadas.

Necesitamos crear foros donde la gente pueda debatir racionalmente qué debe hacerse, y un orden social en el que las decisiones serias puedan llevarse a cabo.

El transhumanismo defiende el bienestar de toda consciencia (sea en intelectos artificiales, humanos, animales no humanos, o posibles especies extraterrestres) y abarca muchos principios del humanismo laico moderno. El transhumanismo no apoya a ningún grupo o plataforma política determinada.

LA FÁBULA DEL DRAGÓN

Uno de los autores más interesantes de entre los defensores del posthumanismo es Nick Bostrom, director del Instituto Futuro de la Humanidad (Future of Humanity Institute), de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oxford, y fundador, junto a David Pearce, de la Asociación Transhumanista Mundial. Bostrom propone una “Fábula del Dragón” que resulta muy esclarecedora para comprender su posición.

La fábula cuenta que existía un dragón gigantesco que tiranizaba el planeta exigiendo un tributo en forma de diez mil hombres y mujeres diarios que habían de entregarse para ser devorados. El sufrimiento que esto generaba era atroz, pero todos los intentos por combatir al dragón fueron inútiles, de modo que acabaron por aceptarlo resignadamente. Los elegidos eran ancianos, que a pesar de ser en ocasiones las personas más sabias, se consideraba que al menos habían tenido la posibilidad de vivir unas cuentas décadas. Nadie podía postergar su turno, si bien los más ricos conseguían algún tipo de aplazamiento, y los hombres espirituales se dedicaban a consolar a quienes tenían miedo del dragón, prometiéndoles una nueva vida tras la muerte en la que no existían dragones. Otros consideraban que el dragón formaba parte del orden natural de las cosas, y muchos afirmaban que el dragón era beneficioso pues limitaba el crecimiento de la población. Algunos sostenían que era parte del sentido de la vida humana acabar siendo comidos por el dragón.

La situación duró muchos siglos y el rey estaba más preocupado de la logística para reunir y transportar a la gente, dado que el tributo iba aumentando en cantidad, y debía de encontrar una solución, que ya se consideraba imposible. Por supuesto se cobraban elevados tributos para financiar estos gastos y los derivados de la investigación sobre el dragón. Y existían no sólo dragonólogos eminentes, sino también antidragonistas que no se conformaban con la situación y buscaban una salida. Los consejeros del rey le dijeron que las reuniones que mantenían los antidragonistas eran una incitación a la sublevación y que, por tanto, resultaba peligroso. No obstante, el rey decidió convocar una audiencia pública para escuchar sus peticiones, sobre todo para no adoptar una postura antipopular.

Lo que los antidragonistas proponían era, dado el desarrollo científico alcanzado, construir un proyectil muy potente que pudiera matar al dragón. Pero su propuesta fue rebatida rápidamente por el real consejero para la moralidad, que apeló a la finalidad natural de la vida: vivir en plenitud, sabiendo de la finitud. Fue la protesta de un niño, que dijo que el dragón era malo porque se había llevado a su abuela, lo que provocó que el público se decantara a favor de los antidragonistas, y que el rey diera su beneplácito al proyecto. La empresa duró doce años, pero finalmente pudo construirse al artefacto y éste tuvo éxito: el dragón murió. Al fin la humanidad estaba libre de la cruel tiranía del dragón.

EL ENVEJECIMIENTO COMO ALGO NO INEVITABLE

En la fábula el dragón representa el envejecimiento, y la argumentación ética general de la fábula es sencilla: existen razones morales obvias e imperativas para que la gente de la fábula se deshaga del dragón, del mismo modo se puede combatir el envejecimiento y no aceptarlo resignadamente como algo inevitable.

Nuestra situación respecto de la senescencia humana es análoga con la situación respecto de la gente de la fábula respecto del dragón. Nuestros conocimientos posibilitan abordar esta tarea. Por consiguiente, tenemos razones morales imperativas para deshacernos de la senescencia.

No obstante, Bostrom subraya que su argumentación no apunta a favorecer la extensión de las expectativas de vida per se, pues no tendría sentido añadir más años de enfermedad y fatiga al final de la vida: los argumentos abogan más bien por extender, tanto como sea posible, el rango saludable de la vida humana.

Al retardar o detener el proceso de envejecimiento, se extendería la vida humana saludable. Las personas podrían mantenerse sanas, vigorosas y productivas a edades a las que, de otro modo, ya habrían muerto. Esta defensa de la lucha contra el envejecimiento lleva a plantear la posibilidad de que, si nuestros conocimientos y nuestra tecnología se desarrollan lo suficiente seremos capaces de alcanzar la inmortalidad. A pesar de lo sorprendete que pueda parecer, es, sin duda, un interesante reto para la reflexión.

Bostrom afirma con claridad que el valor central del transhumanismo es tener la oportunidad de explorar el ámbito de los posthumano. Esto significa que pueda haber valores mayores de los que ahora alcanzamos a comprender, pero no implica que no se puedan definir en términos de nuestras capacidades actuales. Desde su perspeciva no se está exigiendo favorecer a los seres posthumanos por encima de los humanos, sino que se defiende que el modo correcto de favorecer a los seres humanos es permitiéndoles darse cuenta de cuáles son sus propios ideales y de que algunos de ellos pueden estar fuera de los “modos de ser” accesibles a nuestra constitución biológica actual.

¿TENDRÁ MAS VALOR EL POSTHUMANO QUE EL HUMANO?

Claro que, conviene tener en cuenta que carecemos de la capacidad para comprender cómo pensaría o sentiría un posthumano, y el posthumano podría tomar decisiones diferentes a los valores de los humanos actuales.

Quizá pueda pensarse que la vida de los posthumanos merezca más la pena que la de los humanos, Lo cual es inquietante.

Sin embargo, el transhumanismo nos plantea la necesidad de asumir nuestra capacidad de intervención, de no conformarnos con lo que ahora consideramos normal o inevitable, de responder racionalmente ante los retos de la vida. Esto ni implica un optimismo ingenuo ante la tecnología, antes bien, el transhumanismo es consciente de los peligros y alerta ante ellos, pero considera que la razón humana es capaz de tomar decisiones sabias, y que es una obligación moral desarrollar nuestra capacidad hasta sus límites. Incluso si eso conlleva un nuevo humano, un posthumano.

Resumiendo, los valores transhumanistas son esencialmente los siguientes: existe un valor fundamental, la ya mencionada exploración del terreno posthumano, como modo más correcto de favorecer a los seres humanos, teniendo claro que si los posthumanos pudieran alcanzar vidas que valieran más que las de los humanos, habría que promover que la gente llegara a ser posthumana.

“Valer más hace referencia a vidas que merezcan la pena ser vividas. Cumpliría este requisito, por ejemplo, una personas que pudiera obtener mayor esperanza de vida, mayor inteligencia, mayor salud, mayor memoria, mayor sensibilidad emocional, y todo ello sin cesar de existir en el proceso” Bostrom, N. Transhumanist Values.

LA RESPUESTA DE LOS BIOCONSERVADORES

“Al fin y al cabo, la raza humana es un poco desastrosa, con nuestras tercas enfermedades, nuestras limitaciones físicas y la brevedad de nuestra vida. Si a ello añadimos las envidias, la violencia y las angustias, el proyecto transhumanista empieza a parecer razonable. Si fuera tecnológicamente posible, ¿por qué no íbamos a querer superar nuestra especie actual? La aparente sensatez del plan, sobre todo si se proyecta hacer de forma gradual, es una de las cosas que lo hace peligroso. La sociedad no va a caer de repente bajo el hechizo de la concepción transhumanista. Pero es muy posible que mordisqueemos las tentadoras ofertas de la biotecnología sin darnos cuenta de su aterrador coste moral”. Fukuyama. Transhumanism, Foreign Policy, octubre-noviembre 2004

En el año 2004, la revista Foreign Policy hizo una encuesta a personas de reconocido prestigio acerca de las “ideas más peligrosas del mundo”, Francis Fukuyama consideró que la más peligrosa era el transhumanismo, si bien afirmaba que ya no se lo podía considerar “ciencia ficción tomada demasiado en serio”.

Fukuyama ha sido uno de los grandes detractores de esta corriente y, en general, de todas las posiciones a favor de la intervención tecnológica – genética o de otro tipo – en el ser humano.

Su posición está basada en la afirmación de la existencia de una “esencia” humana que se vería altereda por estas modificaciones y que daría lugar a un flagrante atentado contra la dignidad. Fukuyama define la naturaleza humana como la suma del comportamiento y las características que son típicas de la especie humana, y que se deben a factores genéticos más que a factores ambientales.

Así, se puede decir que, dejando de lado las características contingentes de las personas, hay en cada una de ellas una cierta cualidad humana esencial, que denomina “factor X” y que es la base de la dignidad. Es esa naturaleza la que genera una exigencia de igualdad de reconocimiento o de respeto, tal como se ha afirmado de modo predominante en la modernidad.

Y este autor está convencido de que el transhumanismo pondría en entredicho esa igualdad de derechos o de dignidad. El mundo posthumano, en su perspectiva, podría estar más jerarquizado que el actual y podría generar conflictos por haber perdido el concepto de “humanidad común”.

Esta polémica es la que enfrenta a los transhumanistas con los así llamados “bioconservadores” (bioconservatives), de los que Fukuyama es un notable representante.

También desde una preocupación por la posible amenaza a la dignidad humana, Leon Kass afirma que la modificación tecnológica acabaría por deshumanizarnos, a fuerza de minar “sentidos” tradicionales, como el sentido del ciclo vital, o el sentido del sexo, o el sentido del trabajo.

Kass es defensor de “la sabiduría de la repugnancia”, inspirada en la heurística del miedo de Hans Jonas, pero quizá más impactante: en ciertos casos especialemente relevantes, la repugnancia sería, según este autor, la expresión emocional de una sabiduría profunda, que está más allá del poder del razón para poder ser completamente expresada. Se trata de una especie de intuición que, de modo inmediato y sin argumentos, detecta algo perverso que amenaza lo que apreciamos.

Son varias las posiciones que se engloban en el grupo de los bioconservadores, sin embargo todas ellas comparten la oposición al uso de la tecnología para mejorar las capacidades humanas o para modificar la naturaleza biológica de los seres humanos.

Las críticas contra el transhumanismo apelan a la dignidad humana, como en Fukuyama, pero también a la reverencia por la naturaleza, de modo que ciertos grupos ecologistas conservacionistas se enfrentan también a esta corriente.

Es muy frecuente ver utilizar argumentos del tipo “jugar a ser Dios”, indicando que el ser humano estaría sobrepasando sus límites y queriendo ser creador, lo cual no puede conllevar más que nefastas consecuencias.

Y también argumentos como el de la “pendiente resbaladiza” – es decir, considerar que abrir una posibilidad tecnológica nos lanza a una situación irreversible, de consecuencias morales desastrosas, por lo que es justificable frenar o prohibir dichas posibilidades, aun no siendo éstas dañinas -, por ejemplo como lo utiliza Jeremy Rifkin, otro bioconservador bien conocido por su oposición a la ingeniería genética.

En ocasiones esto se adereza con antiutopías futuristas del estilo de la del Mundo Feliz de A. Huxley, o se apela a los riesgos tecnológicos o a los riesgos sociales, por ejemplo las posibles discriminaciones y las desigualdades sociales a que se podría dar lugar. En esta línea se sitúan George Annas, Lori Andrews y Rosario Isasi, quienes han propuesto una legislación que establezca que la modificación genética heredable en humanos sea un crimen contra la humanidad, como la tortura o el genocidio.

“La nueva especie, o “posthumano”, probablemente verá a los viejos humanos “normales” como inferiores, incluso salvajes, y los conducirá a la esclavitud o a la matanza. Los normales, por su parte, pueden ver a los posthumanos como una amenaza y, si pueden, se meterán en un ataque preventivo asesinando a los posthumanos antes de que lleos mismos sean asesinados o hechos esclavos. Es finalmente este predecible potencial de genocidio lo que hace de los experimentos de alteración de la especie potenciales armas de destrucción masiva, y hace del irresponsable ingeniero genético un potencial bioterrorista”. Annas, G.; Andrews, L, y Isasi, R. Protecting the endangered human: toward an international treaty prohibiting cloning and inheritable alterations.

LA PROGRAMACIÓN DE PERSONAS

Además de éstos, uno de los argumentos que han generado mayor debate es la posibilidad de “programar personas”, es decir, la posibilidad de seleccionar o mejorar a los individuos, sobre todo cuando se afirma que los padres han de tener la libertad de elegir cómo quieren que sean sus hijos, como defienden los transhumanistas.

Los transhumanistas defienden la capacidad de tomar decisiones sobre la propia vida y el propio cuerpo, conforme al concepto de “self-ownership”. Afirman que cada uno de nosotros es el dueño de su propia vida, lo cual enlaza con la idea de autonomía que venido defendiéndose en terrenos como la bioética, o en la reivindicación de derechos de los ciudadanos.

Puesto que las tecnologías de mejora deberían estar disponibles para todo el mundo, cada individuo debería poder decidir cuáles de esas tecnologías desea aplicarse a sí mismo (libertad morfológica), y también los padres deberían decidir qué tecnologías reproductivas utilizar para tener hijos (libertad reproductiva).

Evidentemente, esto implica la posibilidad de que las mejoras hagan, de dichos individuos o de sus descendientes, posthumanos. La razón fundamental de esta postura es que, el hecho de que algunas personas pudieran hacer malas elecciones, dando lugar a un subhumano, más que a un posthumano (como pronostican las antiutopías), no es razón suficiente para rescindir el derecho a elegir de las personas. No al menos en una democracia liberal. De ahí que, más que medidas restrictivas, sea necesario, y así lo afirma Bostrom, promover contramedidas adecuadas como la educación, la persuasión, y una reforma social y cultural.

Sin militar en las filas del transhumanismo, Sloterdijk mantiene una postura a favor de esa capacidad de mejorar el ser humano, basada no tanto (o no sólo) en la convicción de sus excelencias, cuanto en la denuncia de otras formas de dominación que el ser humano ejerce sobre sí mismo, y que han sido causa de una limitación de la libertad, si bien adornada con el lenguaje de la razón y el humanismo. La era técnica, y el poder que ésta nos otorga, nos coloca en una situación de elección activa, que antes no ha sido posible y ante la que cabe también rehusar.

“Pero cuando en un campo se desarrollan positivamente poderes científicos, hacen los hombres una pobre figura en caso de que, como en épocas de una temprana impotencia, quieran colocar una fuerza superior en su lugar, ya fuese el dios, o la casualidad, o los otros. Dado que los rechazos o renuncias suelen naufragar por su propia esterilidad, ocurrirá con seguridad en el futuro que el juego se encarará activamente y se formulará un código de las antropocéntricas. Por su efecto retrospectivo, un código tal cambiaría también el significado del humanismo clásico, pues con él se publicaría y registraría que la humanitas no sólo implica la amistad del hombre con el hombre, sino también – y de modo crecientemente explícito – que el ser humano representa el más alto poder para el ser humano”. Sloterdijk. Reglas para el parque humano. Una respuesta a la “Carta sobre el humanismo”.

Fuentes: El Transhumanismo, Signos de estos Tiempos

 

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La humanidad camina hacia la sustitución del trabajo por robots ¿pero hasta donde? [2013-05-21]

Tendencia que comienza a generar desempleo.
Imperceptiblemente, los robots y la inteligencia artificial están suplantando a la fuerza humana. Primero fue en los trabajos pesados y la industria (por ejemplo la automotriz) y ahora sigue con los servicios. Esto genera desempleo, que ya se está viendo, y un superávit de seres humanos en el mundo que muchos se plantean para que sirven.

 

robot jugando ajedrez

 

El camino a la singularidad se acelera, pero estos cambios de infraestructura no parecen tener su correlato con la disponibilidad de empleo, de ingresos y de ocio de todos los seres humanos.   

LA REDUNDANCIA DEL SER HUMANO NATURAL

La discusión de la «singularidad» – el momento en que la inteligencia computacional sobrepase la de los seres humanos hasta el punto de que los seres humanos se conviertan en prácticamente redundantes – ha estado ganando fuerza en todo el espectro desde que Ray Kurzweil se refirió al 2045 como la fecha de este punto de inflexión, después de lo cual cualquier persona sin preparación para la fusión con máquinas probablemente enfrentará un futuro personal muy improductivo.

Con el aumento de la automatización, un debate de fondo se hace eco de la idea de la gama de integración hombre-máquina. Para aquellos que podrían pasar por alto el final teórico completo de la Singularidad, incluyendo el transhumanismo y la inmortalidad , la singularidad económica ya se está mostrando.

La tercerización de los trabajos humanos como un efecto colateral de la globalización ha contribuido sin duda a la crisis actual de desempleo en los Estados Unidos y en occidente todo. Sin embargo, una tendencia cada vez mayor es ver a los seres humanos eliminados por completo, incluso en aquellos países en que el desmpleo ha subido, suplantados por una mano de obra totalmente robótica.

DONDE QUEDA LA RELEVANCIA HUMANA

Entonces, ¿qué significa esto para el futuro de la relevancia humana?

Los Defensores del robot a menudo han citado las brutales condiciones de trabajo de mano de obra de las fábricas, la ineficiencia y las políticas corporativas como razones principales para la sustitución de los seres humanos. Los seres humanos poco a poco se están convirtiendo en redundantes en áreas tan diversas como la fabricación, el terminado del producto, e incluso la guerra.

Sin embargo, es el aumento de la inteligencia artificial, lo que sugiere que el antiguo argumento afirmando que los seres humanos podrían mantener posiciones de alta capacidad y toma de decisiones, puede haber sido una ilusión. Muchos expertos en informática están comenzando a concluir que la obsolescencia humana completa en la fuerza de trabajo es el resultado más probable. 

LAS MÁQUINAS ESTÁN SUPERANDO AL HOMBRE EN EMPLEO

Según Moshe Vardi, si las tendencias actuales de desarrollo computacional y continúa el reemplazo humano, el mercado laboral tradicional será una cosa del pasado, como «consecuencia de la inteligencia artificial.»

Es en el contexto de la Gran Recesión que la gente comenzó a darse cuenta de que mientras que las máquinas todavía tienen que superar a los seres humanos en inteligencia, se están haciendo lo suficientemente inteligentes como para tener un impacto importante en el mercado de trabajo.

En su libro de 2011, Race Against The Machine: How the Digital Revolution is Accelerating Innovation, Driving Productivity, and Irreversibly Transforming Employment and the Economy, los autores Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, sostuvieron que:

«el progreso tecnológico está acelerando la innovación, incluso cuando deja a muchos tipos de trabajadores detrás». 

De hecho, durante los últimos 30 años, como vimos que el ordenador personal se transforma en tablets, teléfonos inteligentes y computación en nube, también hemos visto crecer la desigualdad de ingresos en todo el mundo. 

Mientras que la pérdida de millones de puestos de trabajo en los últimos años se ha atribuido a la Gran Recesión, cuyo final aún no está a la vista, ahora parece que el crecimiento de la productividad impulsada por la tecnología es al menos un factor importante. 

Tales preocupaciones han vuelto dominantes en el último año, con artículos en periódicos y revistas que llevan títulos como «más empleos pronosticados para las máquinas, no para personas«,»Maratón de la máquina: Trabajadores no cualificados están luchando para mantenerse al día con el cambio tecnológico«,»Es un Man vs una Máquina» y «Los Robots están ganando«. (Fuente)

COMPITIENDO CONTRA LOS ROBOTS

¿Hasta este punto, como señala Vardi, los seres humanos han estado compitiendo con sus propias creaciones, principalmente a nivel de «fuerza bruta», no del cerebro?.

Sin embargo, aquí es donde la mayoría de los cambios importantes se llevan a cabo en la capacidad computacional, dando lugar a la inteligencia artificial en toda regla que amenaza con superar incluso las áreas de «mano de obra calificada», así como áreas de servicios de humanos a humanos tradicionales. Podemos ver señales de esto en las siguientes áreas, sólo para nombrar unos pocos:

Cuidador de casa: (Source)

Mucama: (Video)

Servicio de Restaurant (Source)

Nursery: (Video)

Compañía y asistencia: para animales y personas

Entretenimiento personal y compañía: ver ASIMO , y Romeo .

Enseñanza: (Source)

Periodismo y escritura: (Source)

DESTINADOS A LA VIDA DE OCIO

También se cita a menudo que los seres humanos están destinados a una vida de ocio, mientras nuestras creaciones toman el relevo para ayudarnos con el trabajo duro para que podamos vivir una vida tranquila de actividades creativas y esfuerzos filosóficos pacíficos. Sin embargo, éste era un argumento común cuando la computadora personal llegó a la escena. La mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que el ordenador personal sin duda nos ofreció una mayor eficiencia y productividad, pero sólo para que pudiéramos trabajar más, no menos.

En este punto, no parece que la tercerización de las capacidades humanas a nuestros colegas robóticos nos esté llevando hacia la vida de ocio que se ha prometido, sino que está dando lugar a la percepción de los seres humanos como nada más que una cantidad preocupante dentro de un nuevo algoritmo económico.

¿Cómo podemos asegurarnos de que mantenemos relevancia en una época de cambios tan rápidos?

El Profesor Vardi ofrece lo siguiente como su preocupación acerca del «ocio» y la relevancia humana:

En primer lugar, si las máquinas pueden hacer casi todo nuestro trabajo, entonces no está claro si se necesitarán hasta 15 horas de trabajo semanales. En segundo lugar, no me parece atractiva la idea de una vida llena de ocio. Yo creo que el trabajo es esencial para el bienestar humano. En tercer lugar, nuestro sistema económico tendría que someterse a una reestructuración radical para permitir que miles de millones de personas vivan una vida de ocio. La tasa de desempleo en los EE.UU. se encuentra actualmente en un 9 por ciento y se considera que es un gran problema.

LA VIABILIDAD DE GRAN CANTIDAD DE SERES HUMANOS

La tecnología siempre ha sido un arma de doble filo. Las posibilidades presentadas por la inteligencia artificial y la robótica tienen un potencial positivo enorme que en realidad podría desafiar las estructuras de poder de la élite.

Mientras tanto, nuestra economía está llevando lejos la ineficiencia humana y la posibilidad de una economía de robots  ya se está revelando como una amenaza para la viabilidad de un número creciente de personas.

Sin un cambio masivo de paradigma en la posibilidad de que la persona promedio aproveche el creciente potencial de una reducción masiva en el costo de bienes y servicios, sin dejar de mantener el control sobre sus propias creaciones, es probable que el final del juego sea más sombrío que utópico.

Fuentes: Activist Post, Signos de estos Tiempos

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