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¿Qué Sucede en la Iglesia luego del Domingo de Resurrección?

La celebración de la Resurrección de Nuestro Señor continúa en la Iglesia durante ocho días.

La octava de Pascua es la primera parte de la Pascua, y la Pascua dura 50 días.

Cada día de la octava está clasificado como una solemnidad en el calendario litúrgico de la Iglesia, la clasificación más alta de las fiestas litúrgicas.

jesus resucitado

En las misas durante la Octava de Pascua, como en los domingos, es cantado el Gloria.
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Y al final de cada misa de la octava, la despedida es con el doble Aleluya.

La octava de Pascua termina el segundo domingo de Pascua, el Domingo de la Divina Misericordia.

Desde los tiempos apostólicos la fiesta de la Pascua era la primera celebración.

Y es la fiesta del nuevo nacimiento, de la salvación renovada, de la humanidad restaurada.

La Vigilia Pascual es el final del ayuno Pascual y de la celebración de Semana Santa

Para lo cual los católicos nos preparamos durante la cuaresma en un ejercicio de arrepentimiento y conversión

Luego viene el día de la resurrección del Señor que es el primer día de las 7 semanas de Pascua.

La Pascua son 7 semanas completas más el día de la Resurrección.

La Pascua de 50 días contiene la Ascensión del señor y dura hasta Pentecostés

50 días es aproximadamente una séptima parte del año y por eso los 50 días de pascua se conocen popularmente también como el Gran Domingo de todo el año.

En esta temporada de pascua reflexionamos sobre nuestra Iglesia, los dones del Espíritu Santo, el discipulado, la Eucaristía y nuestros compromisos.

Y el Cirio Pascual, encendido durante la Vigilia Pascual, permanece en el evangelio y se enciende en cada misa.

Luego de Pentecostés se colocará en el baptisterio Y si usará en los bautismos, los funerales y las confirmaciones.

El color de las vestimentas es blanco lo mismo que el paño frontal del altar.

Y el tono de esta temporada es la alegría, porque significa una temporada de gracia en la que debemos dar acción de gracias.

Veamos el tema de la octava.

  

LAS OCTAVAS

Las octavas marcan un nuevo comienzo en la Biblia.
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La octava tiene sus raíces en la creación.
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Después que el Señor Dios descansa de su seis de la creación, el ciclo comienza de nuevo con el día después del sábado, un primer día, que es también el octavo.

Oportunamente, los niños hebreos eran circuncidados en el octavo día.

Los animales primogénitos eran dedicados a Yaveh en el octavo día después del nacimiento.

Aaron entró en el sacerdocio en el octavo día.

Los leprosos, los hombres impuros, las mujeres con flujos de sangre eran limpiados en el octavo día.

La dedicación de un templo culminaba con una asamblea solemne en el octavo día.

La Pascua es en sí misma una octava porque la semana santa comienza el Domingo de Ramos.
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En el Evangelio de Juan, Pascua tiene una octava, ya que la resurrección de Jesús se repite ocho días más tarde, cuando Jesús se aparece a Tomás.
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En algunas tradiciones cristianas, la octava de Pascua es la fiesta de Santo Tomás.

jesus aparece a los discipulos

El encuentro de Tomás con Jesús en la octava de Pascua asegura a los lectores de Juan que la nueva vida del octavo día no se limita a los pocos que vieron a Jesús al comienzo.

Las octavas de los primeros cristianos eran ocho días de celebración de la dedicación de las basílicas de Jerusalén y Tiro en el siglo IV.

Las primeras fiestas en recibir octavas anuales fueron Pascua y Pentecostés, también en el siglo IV.

El número de octavas creció a lo largo de la Edad Media hasta que el Papa San Pío V las redujo en 1568.

Muchas fiestas de santos se celebraban con octavas, incluyendo los SS. Pedro y Pablo, San Lorenzo, San Juan Bautista, San José y Santa Inés.

En la primera mitad de siglo todavía había aproximadamente se celebran 15 octavas, clasificadas en diferentes grupos.

Ciertas octavas adicionales a menudo se celebran a nivel local.

El Papa Pío XII redujo el número de octavas a tres, para Navidad, Pascua y Pentecostés en 1955.

En 1969, bajo el Papa Pablo VI, el número se redujo aún más, a su nivel actual de dos.

Hoy la Iglesia celebra octavas sólo para Navidad y Pascua.

La octava de Navidad contiene muchas fiestas universales, como las fiestas de San Esteban, San Juan y los Santos Inocentes, así como la Fiesta de la Sagrada Familia, y de María la Madre de Dios en el octavo día.

Por el contrario, la única otra fiesta celebrada en la octava de Pascua es Domingo de la Misericordia, que se celebra el octavo Día.

Aunque el calendario litúrgico no está tan lleno de octavas como durante la Edad Media son una parte importante de nuestra historia.

Y las octavas que todavía celebramos ofrecen una maravillosa oportunidad de experimentar más plenamente el nacimiento y la resurrección de Jesús. 

jesus y las mujeres

  

INICIO DE LA OCTAVA DE PASCUA

Cuando, a finales del siglo IV, el significado primitivo de la cincuentena pascual comenzó a decaer, se empezó a celebrar la octava pascual, tanto en Oriente como en Occidente.
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El ciclo antiguo de las siete semanas se desdobló en otro nuevo ciclo de ocho días, con un carácter eminentemente bautismal.

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La octava permitía a los neófitos gustar las delicias de su bautismo, prolongando durante una semana “el día que hizo el Señor” (Sal 117, 24).

Al principio fueron siete los días bautismales.

El sábado era el momento en que los neófitos se desprendían de los vestidos blancos recibidos en el bautismo.

Más tarde se trasladó este rito al domingo, llamado por esta razón in albis. Los nuevos bautizados tomaban asiento entre el pueblo.

La octava se llamó alba o blanca.

Los neófitos o recién bautizados se reunían cada día de esta semana pascual en una basílica diferente.

Como la semana entera fue festiva a partir del año 389, todos los cristianos podían participar en la eucaristía de los neófitos y recordar las fiestas bautismales en que, en años anteriores, habían participado por primera vez.

Por la mañana había una misa, y por la tarde se reunían para visitar la pila bautismal.

Un día de la octava, normalmente el lunes, celebraban todos los cristianos el día del aniversario de su bautismo (Pascha annotinum).

De esta reunión nació la idea de recordar el bautismo todos los domingos con el asperges me (fuera del tiempo pascual) o el vidi aquam (en el tiempo pascual).

El objetivo de esta semana consistía en que los neófitos recibiesen las últimas catequesis, denominadas mistagógicas.
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La octava de Pascua está, pues, en relación con la iniciación a los sacramentos de los recién bautizados en la Vigilia Pascual.

jesus con agnus dei

   

LOS “AGNUS DEI”

El acto final de esta ceremonia del sábado “in albis” y de la octava pascual, era la entrega a los neófitos del Agnus Dei.

Reliquia que ya en la Misa había sido distribuida por el Papa a los cardenales y dignatarios eclesiásticos, y después de ella, al clero y a los fieles asistentes.

Eran los Agnus Dei unos medallones hechos con la cera sobrante del Cirio pascual del año anterior, bendecidos y ungidos con el santo Crisma por el Papa.
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Y marcados con la efigie del Cordero, símbolo el más expresivo de Jesucristo, Redentor y Salvador del mundo.

Los rituales del siglo XIV describían así la ceremonia de la distribución: Durante el canto del Agnus Dei, el Papa distribuye los Agnus Dei de cera a los cardenales y a los prelados, colocándoselos en sus mitras.

Una vez terminado el Santo Sacrificio, van todos al triclinio y se sientan a comer, y, en tre tanto, preséntase un acólito con una bandeja de plata llena de Agnus Dei, y le dice:

“Señor, éstos son los tiernos corderillos que nos han anunciado el Aleluya; acaban de salir de las fuentes, y están radiantes de claridad, aleluya”.

El clérigo avanza entonces al medio de la sala, y repite el mismo anuncio; luego se acerca más al Pontífice, y, en tono más agudo, repítele por tercera vez y con mayor encarecimiento su mensaje, depositando, por fin, la bandeja sobre la mesa papal.

El Papa entonces distribuye los Agnus Dei a sus familiares, a los sacerdotes, a los capellanes, a los acólitos, y envía algunos como regalo a .los soberanos católicos.”

En realidad, esos “tiernos corderillos” recién salidos de la fuente bautismal y anunciando los regocijos pascuales, eran los neófitos, objeto aquella semana, y especialmente aquel día, de las complacencias del augusto Pastor y de todo el pueblo cristiano.

El origen de los Agnus Dei no es ni pagano ni supersticioso, sino cristiano, y probablemente romano.

No se remonta más allá del siglo IX.

Actualmente, siguiendo un ceremonial del siglo XVI, lo bendice el Papa solemnemente, al principio de su pontificado, y luego cada cinco años.

Pero existe otra fórmula privada con la cual acostumbra a bendecirlos cuando se han agotado, o en cualquiera otra circunstancia que lo estime conveniente.

Su tamaño oscila entre 3 y 23 centímetros, y asimismo el tamaño de la imagen.

Ésta representa al Cordero acostado sobre el libro cerrado con siete sellos, nimbado con la cruz, y ostentando la bandera de la Resurrección.

A su alrededor va escrita la leyenda: Ecce Agnus Dei, etc. En el reverso suele representarse uno o varios Santos, y allí mismo, o en el anverso, se graba el nombre del Papa reinante.

Por la bendición y unciones que se les aplican, los Agnus Dei son considerados como reliquias sagradas, las que en algunas iglesias, como en las benedictinas, se exponen en el altar mayor, el sábado “in albis”

jesus en el camino de emaus

LA LITURGIA DE LA OCTAVA DE PASCUA

Todos los días de octava de Pascua para la liturgia constituyen como un solo día con el domingo de resurrección.
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Por ello en el prefacio y en los diversos embolismos de la Plegaria Eucarística en cada uno de los días de esta semana se dice en este día (no en este tiempo) en el que el Señor venció la muerte.

En las perícopas Evangélicas de la Misa de esta octava se van proclamando sucesivamente –sin lectura continuada– diversos fragmentos que representan otras tantas apariciones del resucitado.

Todos los días de esta semana son privilegiados, se equiparan a las solemnidades del Señor, y tienen Misa propia.

Todas las celebraciones del santoral se omiten; de ellas no se hace ni tan solo conmemoración.

Las solemnidades tanto universales, como locales que coincidan en esta semana se trasladan al lunes, día 20; (si se han acumulado más de una, a las ferias siguientes), las fiestas y memorias, en cambio, se omiten.

Durante todos los días de esta semana se usa el Prefacio Pascual I con la expresión en este día (no “en este tiempo”).

Al final de la Misa, y de Laudes y Vísperas presididas por un ministro, a las palabras de despedida “Podéis ir en paz” y a su respuesta se añade “Aleluya, aleluya”.

Conviene celebrar la Eucaristía de esta semana con los mismos signos festivos que se emplean habitualmente los domingos (canto del aleluya antes del Evangelio, del prefacio, vestiduras festivas, etc.).
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La aspersión del agua, en cambio, es exclusiva de los domingos.

En la Misa durante la Semana Pascual se nos invita insistentemente contemplar la gloria de las aspersiones del Resucitado.

En las lecturas evangélicas se proclaman páginas seleccionadas de los cuatro evangelistas que presenta diversas apariciones del Señor.

Fuentes:

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Qué Sucede el Sábado Santo y en la Vigilia Pascual

El Sábado Santo la tierra espera la resurrección del Señor.

Ésta es una noche de vela en honor del Señor.

La Vigilia conmemora la noche santa en la que el Señor resucitó.

Y ha de considerarse como “la madre de todas las santas Vigilias”.

pregon pascual

Durante la vigilia, la Iglesia también celebra los sacramentos de la iniciación cristiana.
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Y conmemora
 que Jesús “descendió a los infiernos” el Sábado Santo.

El día sábado es una mezcla de alegría y tristeza.

Es el término de la temporada penitencial pasando a una época de regocijo que durará todo el tiempo Pascual.

En la iglesia primitiva se conocía al sábado Santo como Gran Sábado y a la Vigilia Pascual como Noche Angélica.

Y en esos momentos se pedía un ayuno que era muy severo y que abarcaba las 40 horas anteriores al amanecer del domingo.

En las celebraciones del sábado se han producido varios cambios a través de la historia.

En los primeros siete siglos las ceremonias eran en la noche.

Y San Cirilo contaba que esa noche se volvía tan brillante como el día

Y Constantino el grande mandó hacer una profusión de lámparas y antorchas no sólo en los templos sino también en las calles y en las plazas públicas.

Ese era el gran simbolismo de Cristo resucitado.

Pero en siglo octavo las ceremonias se empezaron a hacer por la tarde y luego por la mañana.

Y la celebración duraba todo el día hasta la hora de la vigilia.

Con la reforma de las liturgias para la Semana Santa de 1956 se volvió a la original de los primeros cristianos de una celebración por la noche, la Vigilia Pascual.

Y en la actualidad vemos qué la liturgia tiene un cambio en medio de la celebración.

Porque comenzamos recordando con tristeza la muerte de Jesucristo y luego en medio de la liturgia explotamos de alegría con la noticia de la resurrección de Nuestro Señor.

El Sábado Santo tiene una celebración única que es la Vigilia Pascual.

Que es la conmemoración de la vigilia de 40 horas que los discípulos de Jesús celebraron después de su sepultura el Viernes Santo

Es el último día de la Cuaresma y de Semana Santa.

La iglesia actualmente no pide ayuno pero pide moderación y sugiere abstinencia.

En la iglesia primitiva el Sábado Santo y la Vigilia de Pentecostés eran los únicos momentos en que se administraba el bautismo.

La vigilia duraba toda la noche hasta el amanecer del domingo de Pascua, cuando se cantaba por primera vez el aleluya que se había dejado de cantar en La Cuaresma.

  

¿QUÉ SUCEDIÓ EN EL PRIMER SÁBADO SANTO O DE GLORIA?

Aquí en la tierra los discípulos de Jesús lloraron su muerte.
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Y como que era un día de reposo descansaron.

Lucas señala que las mujeres volvieron a casa

«y prepararon especias aromáticas y ungüentos. En el día de reposo descansaron según el mandamiento» (Lucas 23:56).

Junto a la tumba, los guardias que habían sido colocadas allí vigilaban el lugar para asegurarse de que los discípulos no robaron el cuerpo de Jesús.

  

¿QUÉ LE PASÓ A JESÚS MIENTRAS JESÚS ESTABA MUERTO?

Jesucristo bajó a los infiernos.

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica:

La Escritura llama infiernos, sheol, o hades a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios.

Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos.

Lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el «seno de Abraham».

«Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos».
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Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación sino para liberar a los justos que le habían precedido.

«Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva …».

El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación.

Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús.

Fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.

Leer aquí el análisis del Descenso de Jesús a los Infiernos y la Visión Mística de Catalina Emmerich del hecho.

maria y pedro lloran a jesus muerto

  

¿CÓMO SE CONMEMORA EL DÍA DE HOY?

De acuerdo con el documento principal que rige las celebraciones relacionadas con la Pascua, Paschales Solemnitatis :

El Sábado Santo la Iglesia está, por así decirlo, en la tumba del Señor, meditando su pasión y muerte, y en su descenso a los infiernos.
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En espera de su resurrección con la oración y el ayuno.

Es muy recomendable que en este día que el Oficio de lectura y oración de la mañana se celebren con la participación de las personas.

Cuando esto no se puede hacer, debería haber alguna celebración de la Palabra de Dios, o un ejercicio piadoso que corresponda al misterio celebrado este día.

Pueden ser colocados en la iglesia a la veneración de los fieles: la imagen de Cristo crucificado o acostado en la tumba, o el descenso a los infiernos, que recuerde el misterio del Sábado Santo, así como también una imagen de María Dolorosa. 

El ayuno también se recomienda, pero no se requiere en este día.

   

¿SE CELEBRAN LOS SACRAMENTOS?

En su mayor parte, no.

Paschales Solemnitatis explica:

En este día la Iglesia se abstiene estrictamente de la celebración del sacrificio de la misa.

La Santa Comunión solamente se puede dar en forma de Viático.

No se celebran matrimonios, ni tampoco otros sacramentos, fuera de la Penitencia y de la Unción de los enfermos.

La prohibición de la misa se aplica a la parte del día antes de la Vigilia Pascua (véase más adelante).

También se permite el bautismo en peligro de muerte.

   

¿QUÉ ES LA VIGILIA DE PASCUA?

Una vigilia es la conmemoración litúrgica de una fiesta importante, y tiene lugar la noche anterior a la fiesta.

Es utilizada cuando los fieles se mantienen despiertos para orar y hacer ejercicios devocionales en previsión de la fiesta.

La Vigilia Pascual es la vigilia tiene lugar la noche antes de Pascua.

Según Paschales Solemnitatis:

Desde el principio, la Iglesia ha celebrado la Pascua anual, que es la solemnidad de las solemnidades, sobre todo por medio de una noche de vigilia.

Por la resurrección de Cristo, que es el fundamento de nuestra fe y esperanza, y por el bautismo y la confirmación, nos insertamos en el misterio pascual de Cristo, muriendo, sepultados y resucitados con él, y con él, también reinaremos.

El significado de la Vigilia es la espera para la venida del Señor.

encendido del cirio pascual

   

¿CUANDO SE DEBE CELEBRAR LA VIGILIA PASCUAL?

Paschales Solemnitatis explica:

«Toda la celebración de la Vigilia de Pascua tiene lugar por la noche.
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No debe comenzar antes del anochecer; debe terminar antes del amanecer del domingo».

Esta regla debe ser tomada de acuerdo en su sentido más estricto

Reprobables son los abusos y prácticas que se han introducido en muchos lugares en violación de este fallo, mediante el cual la Vigilia de Pascua se celebra en el momento del día en que se acostumbra a celebrar las misas dominicales anticipadas.

   

¿QUÉ OCURRE EN LA VIGILIA DE PASCUA?

Según Paschales Solemnitatis:

El orden de la Vigilia de Pascua está dispuesto de manera que

– después de la liturgia de la luz y la Proclamación Pascua (que es la primera parte de la vigilia),

– la iglesia medita sobre las maravillosas obras que Dios ha hecho por su pueblo desde los tiempos más remotos (es la segunda parte o Liturgia de la Palabra),

– junto con los nuevos miembros renacidos en el bautismo (tercera parte),

– ella es llamada a la mesa preparada por el Señor para su Iglesia, la conmemoración de su muerte y resurrección, hasta que vuelva (cuarta parte).

   

¿QUÉ OCURRE DURANTE LA LITURGIA DE LA LUZ O LUCERNARIO?

Según Paschales Solemnitatis:

En la medida de lo posible, debe estar preparado un lugar adecuado fuera de la iglesia para la bendición del fuego nuevo.

Cuyo resplandor debe ser tal que disipe la oscuridad y la luz de la noche.

El cirio pascual debe estar preparado, para el simbolismo.
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Debe ser hecho de cera, no ser artificial, debe renovarse cada año, y ser de tamaño suficientemente grande para que pueda evocar la verdad de que Cristo es la luz del mundo.
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Es bendecido con los signos y las palabras propuestas por el Misal o por la Conferencia de Obispos.

La procesión, en la que las personas entran en la iglesia, debe ser presidida por la luz del cirio pascual

Del mismo modo que los hijos de Israel fueron guiados en la noche por una columna de fuego, por lo que de manera similar, los cristianos siguen a Cristo resucitado. 

No hay ninguna razón por la que cada respuesta «Gracias a Dios» no se debe añadir a las aclamaciones dirigidas a Cristo.

La luz del cirio pascual pasará gradualmente a las velas que es conveniente que todos los presentes sostengan en sus manos, siendo la iluminación eléctrica desconectada.

Leer más sobre el Cirio Pascual aquí.

Y también sobre el Milagro del Fuego Santo que sucede en la celebración ortodoxa en el Santo Sepulcro.

liturgia de la luz

   

¿QUÉ OCURRE DURANTE EL PREGÓN PASCUAL?

Según Paschales Solemnitatis:

El diácono proclama el Pregón de Pascua, por medio de un gran texto poético, que coloca todo el misterio Pascual en el contexto de la economía de la salvación.

En caso de necesidad, donde no haya diácono, y el sacerdote que celebra sea incapaz de cantar, un cantor puede hacerlo.

Las Conferencias Episcopales pueden adaptar este pregón introduciendo en él aclamaciones de la asamblea.

Leer el Pregón Pascual aquí. 

   

¿QUÉ OCURRE DURANTE LAS LECTURAS DE LA ESCRITURA?

Según Paschales Solemnitatis:

Las lecturas de la Sagrada Escritura constituyen la segunda parte de la Vigilia.
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Dan cuenta de los hechos sobresalientes de la historia de la salvación.
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Y ayuda a los fieles a una plácida meditación por el canto del salmo responsorial, por el silencio, la pausa y la oración del celebrante.

El Orden de la Vigilia tiene siete lecturas del Antiguo Testamento elegidas de la Ley y los Profetas, que están en uso en todas partes de acuerdo con la más antigua tradición de Oriente y Occidente, y dos lecturas del Nuevo Testamento, es decir, del Apóstol y del Evangelio.

Así, la Iglesia, «comenzando por Moisés y todos los profetas» explica el misterio pascual de Cristo.

En consecuencia siempre que ello sea posible, todas las lecturas deben ser leídas para que el carácter que exige la Vigilia de Pascua sea prolongada en cierta medida, y sea respetada por todos los medios.

Sin embargo, cuando las circunstancias pastorales lo aconsejen el número de lecturas puede reducirse; debe haber al menos tres lecturas del Antiguo Testamento, tomada de la ley y los profetas; la lectura del capítulo 14 del Éxodo con su canto nunca debe ser omitido.

Después de las lecturas del Antiguo Testamento, se canta el himno «Gloria a Dios», las campanas son sonadas en conformidad con las costumbres locales, la oración colecta se recita, y la celebración pasa a la lecturas del Nuevo Testamento. 

Se lee una exhortación del Apóstol sobre el Bautismo como inserción en el misterio pascual de Cristo.

A continuación todos de pie y el sacerdote entona el «Aleluya» tres veces, cada vez elevando el tono. Las personas repiten después de él.

Si es necesario, el salmista o cantor cantan el «Aleluya», que las personas luego toman como un intercalado en la aclamación entre los versículos del Salmo 117, tan a menudo citado por los Apóstoles en la predicación de su Pascua.

Por último, es proclamada la resurrección del Señor desde el Evangelio, como el punto más alto de toda la Liturgia de la Palabra.

Después del Evangelio debe ser dada una homilía por breve que sea.

bautismo en sabado pascual

   

¿QUÉ OCURRE DURANTE LA LITURGIA BAUTISMAL?

Según Paschales Solemnitatis:

La tercera parte de la Vigilia es la liturgia bautismal y se celebra la pascua de Cristo y la nuestra.

Esto se manifiesta más plenamente en aquellas iglesias que tienen una pila bautismal, y más aún cuando se lleva a cabo la iniciación cristiana de adultos, o al menos el bautismo de los niños.

Incluso si no hay candidatos para el bautismo, la bendición del agua bautismal siempre debería hacerse en las iglesias parroquiales. 

Si esta bendición no tiene lugar en la pila bautismal, sino en el santuario, el agua bautismal debe ser trasladada después al baptisterio y mantenerse a lo largo del todo el tiempo pascual.

Donde no hay ni candidatos para el bautismo, ni ninguna necesidad de bendecir la fuente, el bautismo debe ser conmemorado con la bendición del agua para la aspersión de las personas.

A continuación tiene lugar la renovación de las promesas bautismales, introducidas por algunas palabras por parte del sacerdote celebrante.

Los fieles responden a las preguntas de pie y sosteniendo velas encendidas en sus manos.
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A continuación, tiene lugar la aspersión: de esta manera los gestos y palabras les recuerdan el bautismo que han recibido.

El sacerdote que celebra rocía a la gente pasando a través de la parte principal de la iglesia mientras todos cantan la antífona «Vidi Aquam» u otro canto apropiado de carácter bautismal.

   

¿QUÉ OCURRE DURANTE LA LITURGIA EUCARÍSTICA?

Según Paschales Solemnitatis:

La celebración de la Eucaristía constituye la cuarta parte de la Vigilia y marca su punto más alto.
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Ya que es en el sentido más amplio el Sacramento de Pascua.
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Es decir, la conmemoración del sacrificio de la cruz y la presencia de Cristo resucitado, la consumación de la iniciación cristiana, y el anticipo de la Pascua eterna.

Es conveniente que en la comunión de la Vigilia de Pascua se dé toda la simbología de la Eucaristía, es decir, por el sacramento bajo las especies de pan y vino

Los Ordinarios del lugar juzgarán la oportunidad de tal concesión y sus ramificaciones.

Fuentes:

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Que Sucede el Viernes Santo, el día más Solemne del año Cristiano

El Viernes Santo es el día en que nuestro Salvador murió por nosotros en la Cruz.

Es el día que fuimos redimidos de nuestros pecados por la muerte voluntaria de Dios mismo en las manos del hombre.

representacion de jesus llevando la cruz

En el Viernes Santo se recuerda el vía crucis que Jesús tuvo que recorrer llevando sobre sus hombros el madero en el cual iba a ser crucificado, su muerte en la cruz y su sepultura.
.
Constituye el núcleo central de la Semana Santa.

El enfoque de la liturgia de este día es el martirio y triunfo de Cristo en lugar de la muerte de Cristo.

Repasemos algunas cosas centrales que se deben saber:

En la tarde noche del Jueves Santo Jesús fue a orar al huerto de Getsemani luego de la última cena con los apóstoles.

Posteriormente fue traicionado por Judas y más adelante sería negado tres veces por Pedro.

En la mañana siguiente Jesús fue llevado ante Anás que era un poderoso clérigo y lo condenó por blasfemia al negarse a repudiar que Él era el Hijo de Dios.

Esto es corroborado después por el sumo sacerdote Caifás, en cuya casa Jesús comienza a ser flagelado.

De allí es llevado ante Poncio Pilato, que no encontró razón para condenarlo, pero los judíos apelaron ante él.

Y entonces Pilato lo manda al Rey Herodes, quién tampoco encontró culpabilidad en Jesús.

Y lo devuelve a Pilato quién nuevamente dice que no encuentra culpabilidad en Jesús, pero se lava las manos demostrando que no quería tener nada que ver en el asunto.

https://youtu.be/rFbC6UCijOo

Pero como la multitud estaba furiosa aceptó de mala gana ejecutar a Jesús condenándolo a la crucifixión por auto proclamarse como rey de los judíos.

Antes de la crucifixión es azotado y obligado a llevar el madero de la cruz hasta el Gólgota, en cuyo transcurso es ayudado por Simón de Cirene y su rostro es secado por la Verónica.

Y en el trayecto cae 3 veces.

Cuando llega al Gólgota es crucificado entre dos ladrones, uno de los cuales se arrepiente de sus pecados y Jesús le dice que hoy estará en el paraíso.

Luego que Jesús es crucificado a las 12hs. cayeron tinieblas sobre la Tierra.

Jesús entrega a su madre María a Juan.

Y antes de morir Jesús dice sus últimas palabras Dios mío “Dios mío, Dios Mío, porque me has abandonado”, que son estrofas del salmo 22.

Estando aparentemente muerto Longinos le clava una lanza en el costado para verificarlo.

Y cuando muere Jesús a las 3 de la tarde ocurre un terremoto que abre las tumbas y salen los muertos, y se rasga la gruesa cortina del templo.

Luego Jesús es bajado de la cruz y es colocado en una tumba, enterrado de acuerdo a las costumbres funerarias judías, antes del anochecer.

Toda esta secuencia es recordada en el Viacrucis de las 14 estaciones.

  

RESUMEN DE LO QUE SUCEDIÓ EL PRIMER VIERNES SANTO

Según los evangelios, Jesús:

  • Fue llevado ante Pilato en la mañana
  • Enviado a Herodes
  • Devuelto a Pilato
  • Fue burlado y golpeado
  • Vio a Barrabás liberado en su lugar
  • Fue coronado de espinas
  • Fue condenado a muerte
  • Llevó la carga aplastante de su cruz por la vía dolorosa
  • Dijo a las mujeres que lloraban lo que sucedería en el futuro
  • Fue crucificado entre dos ladrones
  • Perdonó a quienes lo crucificaron
  • Confió la Virgen María a su discípulo amado
  • Aseguró al buen ladrón su salvación
  • Dijo que sus famosas siete últimas palabras
  • Gritó y murió

Y además:

  • Vino una oscuridad sobre la tierra
  • Hubo un terremoto
  • El velo del templo se rasgó en dos
  • Un soldado traspasó a Cristo en el lado y fluyó sangre y agua
  • José de Arimatea y Nicodemo fueron a Pilato y le pidieron el cuerpo de Jesús
  • Fue enterrado en la propia tumba de José de Arimatea
  • Un guardia se estableció sobre la tumba
  • Los amigos y familiares Jesús lloraron su muerte

En los Evangelios se pueden leer estos pasajes en:

  • Mateo 27: 1-66
  • Marcos 15: 1-47
  • Lucas 23: 1-56
  • Juan 18: 28-19: 42

jesus siendo crucificado vitral

  

¿CÓMO SE CELEBRA EL VIERNES SANTO HOY?

La ceremonia de veneración de la cruz el Viernes Santo comenzó en Jerusalén durante el siglo IV después de la recuperación de la Vera Cruz por Santa Elena.
.
Durante el siglo VII la práctica se extendió al resto de la Iglesia.

De acuerdo con el documento principal que rige las celebraciones relacionadas con la Pascua, Paschales Solemnitatis:

En este día, cuando «Cristo nuestra Pascua fue sacrificado» la Iglesia: medita en la pasión de su Señor y Esposo, adora la cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo dormido en la cruz, e intercede por la salvación de todo el mundo.

   

¿ES REQUERIDO AYUNO Y ABSTINENCIA EL VIERNES SANTO?

Sí. Paschales Solemnitatis señala:

El Viernes Santo es un día de penitencia que se ha observado como obligatorio para toda la Iglesia, y el medio es la abstinencia y el ayuno.


   

¿SE CELEBRAN LOS SACRAMENTOS EL VIERNES SANTO?

En su mayor parte, no.
.
El Viernes Santo es el único día del año en el que se prohíbe la celebración de la misa.

Paschales Solemnitatis señala:

En este día, de acuerdo con la antigua tradición, la Iglesia no celebra la Eucaristía.

La Comunión santa se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor solo, aunque puede ser llevada a cualquier hora del día a los enfermos que no pueden tomar parte en la celebración.

Toda celebración de los sacramentos en este día está estrictamente prohibida, a excepción de los sacramentos de la Penitencia y la Unción de los enfermos.

Los funerales deben ser celebrados sin el canto, la música o el tañido de las campanas.

También se permite el bautismo en peligro de muerte.

lectura de la pasion de jesucristo

   

¿QUÉ CELEBRACIONES LITÚRGICAS SE PRODUCEN EN ESTE DÍA?

La principal es conocida como la celebración de la Pasión del Señor. Incluye:

  • Una liturgia de la palabra
  • La adoración de la cruz
  • Servicio de la comunión con el uso de hostias ya consagradas

Paschales Solemnitatis señala:

La celebración de la Pasión del Señor se llevará a cabo en la tarde, como a las tres en punto.

El tiempo será elegido, será el que parezca más adecuado por razones pastorales, con el fin de permitir que las personas se puedan reunir más fácilmente.
.
Por ejemplo poco después del mediodía o en la noche, sin embargo, no más tarde de las nueve.

   

¿CÓMO SE VENERA LA CRUZ?

Paschales Solemnitatis señala:

Para la veneración de la cruz, se va a utilizar una cruz de un tamaño y belleza adecuados.

El rito debe llevarse a cabo con el esplendor digno del misterio de nuestra salvación: tanto la invitación al mostrar de la cruz, y la respuesta del pueblo se debe hacer cantando.

Y un período de silencio respetuoso debe ser observado después de cada acto de veneración cuando el tenga la cruz levantada.

La cruz se va a presentar a cada uno de los fieles individualmente para su adoración, porque la adoración personal de la cruz es la característica más importante de esta celebración.

Cuando ello sea necesario por la gran cantidad de fieles presentes, el rito de veneración puede hacerse de forma simultánea por todos los presentes.

Sólo una cruz se debe utilizar para la veneración, ya que esto contribuye a la simbología completa del rito.

Las tres elevaciones de la cruz tienen significados simbólicos.
.
La primera elevación representa la predicación de los apóstoles temerosos justo después de la muerte de Cristo.
.
La segunda representa su predicación a los Judíos.
.
Y la tercera su predicación a todo el mundo.

   

¿QUÉ PASA DESPUÉS DE LA CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR?

Paschales Solemnitatis señala:

Después de la celebración, el altar es despojado.
.
La cruz sigue estando, sin embargo, con cuatro velas.

Un lugar apropiado puede ser preparado dentro de la iglesia (por ejemplo, la capilla utilizada para la reserva de la Eucaristía el Jueves Santo).

la cruz del Señor se colocará de manera que los fieles pueden venerarla y besarla, y pasar algún tiempo en meditación.

jesus crucificado entre los ladrones

   

¿HAY OTRAS DEVOCIONES APROPIADAS PARA EL VIERNES SANTO?

Paschales Solemnitatis señala:

Devociones tales como el «Camino de la Cruz», procesiones de la pasión, y recuerdo de los dolores de la Virgen María no deben, por razones pastorales, dejarse de lado.

Los textos y canciones utilizadas, sin embargo, deben adaptarse al espíritu de la liturgia de este día.

Tales ejercicios piadosos deberían ser asignados a una hora del día en que quede bastante claro que la celebración litúrgica, por su propia naturaleza las supera en importancia.

Aparte de la celebración del VíaCrucis, también se puede asistir al Sermón de las 7 Palabras.
.
Llamado también De la Bofetada, por recordarse en él los últimos momentos de la vida de Jesús, desde que lo juzga el Sanedrín y recibe la bofetada, hasta que muere en la cruz después de pronunciar su última palabra.

Todas las procesiones que hoy desfilen estarán marcadas por la seriedad y sobriedad.

En España los pasos se acompañan de los cantos desgarradores de las saetas, muchos actos se ajustan a las horas entre las 3 y las 6 de la tarde, supuesta hora en la que Jesús fallece.

Se celebra la Madrugá, en la que los cofrades se visten de negro para acompañar al Cristo.

En países como Filipinas y México se pueden ver imágenes truculentas, hay crucifixiones reales y se muestran las espaldas heridas de los crucificados.

Ver también: La Formidable Pasión de Jesucristo en Iztapalapa, México

     

¿QUÉ PODEMOS HACER NOSOTROS EL VIERNES SANTO?

Hay que ayunar para recordar los eventos de ese Viernes Santo original.

El viernes Santo es un día de recogimiento por lo tanto hay que mantener las actividades divertidas al mínimo y omitir la mayor cantidad de trabajo y estudio posible.

Por lo tanto especialmente desde las 12 del mediodía hasta las 3 de la tarde mantener silencio.

Y tratar de mantener apagadas la televisión y los mensajes del celular y del computador.

A las 3 de la tarde rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, además comienza su Novena.

Se recomienda leer los textos bíblicos sobre la crucifixión y muerte de Nuestro Señor, algún otro texto devocional sobre ello. y si es posible ver una película al respecto.

También recorrer el Viacrucis que generalmente hacen las parroquias ese día.

Y pensar en realizar obras de caridad.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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10 cosas que debes Saber sobre el Jueves Santo

El jueves santo es el más repleto de acontecimientos distintos en la semana santa.

Y marca el inicio del período más importante de Semana santa, el Triduo Pascual.

lavatorio de pies

La expectativa de esta jornada está relacionada con la crucifixión de Jesús el Viernes Santo.
.
Pero en realidad sucedieron hechos muy importantes para la historia de la Iglesia en el original Jueves santo.

El Jueves Santo original se celebró el día de los panes ácimos o sea la fiesta de los panes sin levadura.

Era a una cena de Pascua o Pesaj que hacían los judíos al atardecer para conmemorar su liberación de la esclavitud en Egipto.

En ese día Jesús pasó en Betania y regresó a Jerusalén para celebrar la Última Cena.

En la mañana del jueves Santo los obispos realizan las Misas Crismales en la Catedral, donde se consagran los santos óleos que se usarán en el año.

Los tres óleos son el de los enfermos, el de las confirmaciones, consagraciones de obispos, cálices altares y campanas, y el aceite de los catecúmenos para ungir durante los bautismos.

En la misa de Jueves Santo en todas las Iglesias se consagran las hostias que se consumirán el Viernes Santo, porque es el único día del año en que no se celebra misa.

   

1  – ¿Qué importancia tiene el Jueves Santo? ¿Qué pasó en el Jueves Santo original?

El Jueves Santo fue uno de los días más importantes en toda la historia del mundo.

Fue un día crucial en la vida de Jesucristo y en la Iglesia.

En las misas se oyen las palabras «en la noche en que fue entregado.»

El Jueves Santo es junto con el Corpus Cristi y la Ascensión, el primero de los Tres Jueves del año más importantes en la religión católica.

Estas son algunas de las cosas que registran los evangelios para este día (incluidos los eventos que ocurrieron después de la medianoche). :

  • Jesús envió a Pedro y a Juan para organizar la cena en el Cenáculo para celebrar la Pascua.
  • Lavado los pies de los apóstoles.
  • Se celebra la primera misa.
  • Instituido el sacerdocio.
  • Anuncia que Judas lo traicionaría.
  • Da el «mandamiento nuevo», amarnos unos a otros.
  • Indica que Pedro tendrá un papel pastoral especial entre los apóstoles.
  • Anuncio que Pedro lo negaría.
  • Ora por la unidad de sus seguidores.
  • Fue al monte de los Olivos.
  • Oró en el huerto de Getsemaní.
  • Anuncia la traición Judas y se consuma.
  • Detiene a los discípulos de continuar una resistencia violenta.
  • Cura la oreja de Malco, siervo del sumo sacerdote, después de que Pedro se lo cortó con una espada.
  • Fue llevado ante los sumos sacerdotes Anás y Caifás.
  • Fue negado por Pedro.
  • Fue llevado a Pilato.

Los evangelios lo relatan así:

  • Mateo 26: 17-75
  • Marcos 14: 12-72
  • Lucas 22: 7-62
  • Juan 13: 1-18: 27

    

2  – ¿Qué sucede en este día litúrgico?

El obispo celebra una «Misa Crismal» con sus sacerdotes (por lo general en la mañana).

Se lleva a cabo en la noche la misa de la Cena del Señor.

En la misa de la Cena del Señor, el sacerdote (a menudo) realiza el lavatorio de los pies.

El Tabernáculo está vacío y la Eucaristía se pone en un lugar de fuera del sagrario.

El altar es despojado.

Los fieles están invitados a pasar un tiempo en adoración eucarística.

oracion en el huerto

   

3 – ¿A qué hora se celebra la misa?

El Jueves Santo tiene una celebración muy sobrecogedora y peculiar que se denomina el Oficio de Tinieblas, en la noche, después de apagar las luces hasta dejar toda la iglesia a oscuras.

Y así, en plena oscuridad, y sin acompañamiento de órgano, se canta el bellísimo Christus factus est.

En realidad es un funeral por el Cristo muerto.

La misa de este día, que al ser conmemorativa de la última cena del Señor se celebra entre las 7 y las 8 de la tarde, tiene de especial, que es la primera misa del año.

De hecho las misas de todos los domingos lo que hacen es reproducir esta última cena a lo largo de todo el año

   

4 – ¿Cómo se consagra la eucaristía durante esta misa?

De acuerdo con Paschales Solemnitatis: el sagrario ha de estar completamente vacío antes de la celebración.

Los hostias de la comunión de los fieles deben ser consagradas en esta Misa.

Una cantidad suficiente de hostias deben ser consagradas para proporcionar también para la comunión el día siguiente.

adoracion de jueves santo

   

5 – ¿Qué significa el rito del lavatorio de los pies?

El lavatorio de los pies de los hombres elegidos (ahora también mujeres decidido por el papa Francisco), que, según la tradición, se lleva a cabo en el día de hoy, representa el servicio y la caridad de Cristo, que vino “no para ser servido, sino a servir”.

El rito es opcional.

   

6 – ¿Qué pasa al final de la misa de la Cena del Señor?

Después de la oración de la comunión, se forma una procesión donde el Santísimo Sacramento, acompañado de velas encendidas y el incienso, va a través de la iglesia al lugar de la reserva.

El Sacramento ha de ser reservado en un sagrario o en una urna.

En ningún caso debe ser expuesto en una custodia.

huevos de pascua

   

7 – ¿Hay adoración eucarística en este momento?

Después de la misa de la Cena del Señor los fieles deben ser animados a pasar un período durante la noche en la iglesia en adoración ante el Santísimo Sacramento que ha sido reservada solemnemente.

A partir de medianoche, sin embargo, la adoración debe hacerse sin solemnidad externa, porque el día de la pasión del Señor ha comenzado.

   

8 – ¿Cómo es la decoración de la Iglesia en este momento?

Después de la misa el altar debe ser despojado.

Es apropiado que los cruces en la iglesia se cubran con un velo de color rojo o púrpura.

No deben encenderse ante las imágenes de los santos.

procesion de jueves santo

   

9 – ¿Es de origen cristiano el regalar huevos de pascua?

Una de las tradiciones típicas de este día es la de regalar a los niños huevitos de chocolate con pequeños regalos dentro.

Al contrario de lo que se podría imaginar la tradición de los huevos de Pascua que hoy se regalan a los niños no es una tradición pagana, sino que tiene sus orígenes en la religión cristiana.

Durante la Edad Media, en Semana Santa, era común que los censos feudales se pagaran con huevos.
.
Por lo que
se estipuló que el día de pago fuese el domingo de Pascua.

Es entonces cuando a principios el siglo XIX, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate, que se comenzaron a regalar conmemorando estas costumbres tan antiguas.

   

10 – ¿Qué sucede en las calles?

En las calles hay mucho bullicio porque comienzan los días grandes de la Semana Santa, conocidos como el Triduo Pascual.

A partir del jueves ya es día festivo, así pues, el número de gente que se congregue para celebrar las procesiones será sensiblemente mayor.

La noche de este día estará plagada de vigilias de los fieles a sus imágenes más veneradas, y las procesiones que salgan lo harán hasta bien entrada la madrugada.

En muchas poblaciones los fieles dedican esta noche y la mañana del viernes a visitar las 7 iglesias y orar por Jesús.

Esta devoción de peregrinación a siete iglesias rememora los siguientes episodios del día Jueves Santo original:

  • La oración de Jesús en Getsemaní y su arresto
  • Su traslado ante Anás
  • Jesús es llevado atado ante Caifás el sumo sacerdote
  • Jesús llevado ante Pilato
  • Jesús es llevado ante Herodes
  • Jesús es regresado a Pilato
  • Jesús es flagelado, se le pone una corona de espinas y se lo lleva a su crucifixión

En un libro de indulgencias llamada Raccolta, se sugería que en cada iglesia visitada se recitara el Padrenuestro, el Ave María y el Gloria 5 veces ante el Santísimo Sacramento en el altar, una adoración privada, una oración personal y además una oración por la intención es del Santo Padre.

Esta costumbre comenzó en Roma visitando las Basílicas de San Pedro en el Vaticano, San Pablo fuera de Muros, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor San Sebastián, San Lorenzo fuera de Muros y la Santa cruz de Jerusalén.

Fuentes

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10 Cosas que hay que Saber sobre el Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos da comienzo a la Semana Santa.

Rememora la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un borriquillo.

Y allí es saludado con ramas de palma por el pueblo reconociendo que viene en nombre del Señor.

bendicion de ramos en domingo de ramos

Esta festividad que varía en fechas ya que depende del Equinoccio de Primavera y la primera noche de luna llena.

El inicio de esta festividad viene marcada por la primera Luna Llena posterior al Equinoccio de Primavera.

El Domingo de Ramos es el domingo anterior a dicha Luna, por eso, todos los años las fechas varían.

Las celebraciones de este día son muy parecidas en todas las comunidades, la bendición de los ramos de olivo es la imagen más típica que veremos.

De todo este simbolismo parte toda la tradición cristiana, ya que en recuerdo a ello se celebra la bendición de las palmas y las ramas de olivo.

A lo largo de los distintos países de tradición católica, y al margen de las celebraciones litúrgicas, diversas manifestaciones populares conmemoran la Entrada en Jerusalén y, en muchos casos, dan comienzo a las procesiones de Semana Santa.

Son muy conocidas las procesiones de la Borriquita o de la Pollinica en algunas comunidades, que aluden a la montura de Cristo representada en las tallas que procesionan.

En la Iglesia Ortodoxa del este, por ejemplo, el Domingo de Ramos a menudo se llama La Entrada en Jerusalén.

Para la tradición cristiana es un día en el que se conmemora un triunfo, la entrada de Cristo en Jerusalén con el reconocimiento de un rey.

A lo largo de la semana el tono es distinto ya que se rememora la Pasión y Muerte para finalizar con la Resurrección.

El Domingo de Ramos es uno de los días más celebrados de la Semana Santa, porque no todos los días de las fiestas son celebrados de igual manera.

Los más importantes son Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección.

En este día la celebración de la misa comienza con la bendición de las palmas y ramos de olivo que llevan los asistentes.
.
Y una vez que comienza el oficio se realiza la lectura del relato de la Pasión.

Se celebran en este día las procesiones más conocidas.

Y en el comienzo de todos los festejos también es posible encontrar diferentes hermandades que procesionan representando otros pasajes distintos de la Pasión.

Otra curiosidad de este día es que en algunos hogares se ha hecho popular el dicho: “¡Domingo de Ramos! Quien no estrena, no tiene manos”.

En ese día mucha gente tiene la costumbre de estrenar algo, normalmente una prenda de vestir, lo cual dentro de la superstición popular significa que se tendrá buena suerte hasta el próximo año.

   

EL DOMINGO DE RAMOS SE IDENTIFICA CON LAS PALMAS

El Domingo de Ramos tiene el significado de recordar la globalidad de la Pasión de Nuestro Señor y por eso se la lee allí.

Y se la identifica físicamente con las ramas de palma.

En rigor este domingo comienza la semana santa recordando la entrada de Jesús en Jerusalén celebrado como el mesías.

Los evangelios dicen que los que estaban presentes en ese domingo en Jerusalén saludaban, con ramas de palma, la entrada de Jesucristo montado en el burro.

¿Por qué con ramas de palma?

En Asiria, 10 siglos antes de Cristo, la palma era identificada como un árbol sagrado que conectaba el cielo y la tierra.

En Egipto representaba la inmortalidad, e indicaba la vida eterna cuando era llevada en procesiones funerarias.

En Grecia la palma era el reconocimiento a los atletas victoriosos.

Y en Roma se la identificaba como un signo de victoria. Incluso alguno que ganara un caso en el Foro Romano decoraba su puerta con hojas de palma.

Entre los Judíos la palma se usaban en la Fiesta de los Tabernáculos, recordando las viviendas precarias construidas con hojas de palmera que usaban durante sus 40 años en el desierto.

Y en el cristianismo la palma representaba la victoria de los mártires y la victoria del espíritu sobre la carne.

Incluso la iglesia ha decidido que cuando se encuentren imágenes de una palma en las catacumbas romanas se debe entender que allí se ha enterrado un mártir.

La palma es un árbol que crece básicamente en lugares desérticos, por lo que en lugares donde no se puede conseguir se suplanta con rama de sauce o abeto.

Incluso en Inglaterra, Polonia y Lituania al domingo de Ramos se le llamaba Domingo de Sauce.

Hace siglos la Iglesia acostumbraba a bendecir no sólo las ramas sino también las flores que llevaban los fieles para la celebración de este domingo.

Esta costumbre llevo a los españoles a llamarla Pascua Florida en lugar de Domingo de Ramos.

E incluso el nombre de la península de Florida en Estados Unidos es consecuencia de que el descubridor Ponce de León llegó a esas tierras el Domingo de Ramos de 1513 y por lo tanto nombró a esa tierra como Florida en honor a la fiesta.

En algunos países se acostumbraba también poner flores en las cruces de los cementerios luego de haber sido recitada a la pasión en misa, para simbolizar la victoria de Cristo sobre la muerte.

   

1 – ¿CON QUÉ NOMBRE SE CONOCE AL PRIMER DÍA DE SEMANA SANTA?

El día es llamado tanto “Domingo de Ramos” como “Domingo de la Pasión”.

El primer nombre proviene del hecho de que se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud agitaba ramas de palmera (Juan 12:13).

El segundo nombre proviene del hecho de que el relato de la Pasión se lee en este domingo (que de otro modo no sería leído en un domingo, ya que el próximo domingo se trata de la resurrección).

La Semana Santa comienza entonces el Domingo de la Pasión o de Ramos, que une a la profecía del triunfo real de Cristo y el anuncio de la pasión.

La conexión entre los dos aspectos del misterio pascual se ha de evidenciar en la celebración y en la catequesis de este día.

   

2 – ¿HAY ALGÚN ANTECEDENTE EN EL PUEBLO JUDÍO?

La mitología judía dice que diez siglos antes había entrado en la ciudad construida por David su hijo Salomón montado en un borrico.

Las gentes de la ciudad aclamaron al hijo de David con gritos de “Hossana”, (que significaba:¡viva!).

Por otra parte, la profecía de Zacarías dice que el Rey de Israel entraría en la ciudad del monte Sión sobre el lomo de un pollino como rey de paz y como símbolo de los nuevos tiempos (un pollino en lugar de su madre).

La borrica simboliza al antiguo Israel, el pueblo de la Antigua Alianza.

El pollino aún no montado por nadie es la montura real y mansa del rey de la nueva alianza.

Era costumbre entre las gentes reunidas para la Pascua recibir con gritos y cánticos a los nuevos grupos que llegaban.

Los Reyes eran recibidos además echando mantos, ramos de olivo y palmas a los pies de las monturas reales, alfombrando el suelo para que estos pisaran sobre ellos.

papa francisco con una palma

   

3 – ¿POR QUÉ HACEMOS UNA PROCESIÓN ANTES DE LA MISA?

La congregación se reúne fuera del templo, se bendicen las palmas y se entra en procesión al templo.

Según Paschales Solemnitatis :

La conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, según la costumbre antigua, se celebra con una procesión solemne, en la que los fieles hacen el canto y el gesto imitando a los niños hebreos que salieron a recibir al Señor cantando «Hosanna».

La procesión puede tener lugar sólo una vez, antes de la misa, que tiene la mayor asistencia, incluso si esta debiera ser en la noche, ya sea del sábado o el domingo.

La congregación debe reunirse en una iglesia o capilla secundaria o en algún otro lugar adecuado fuera de la iglesia donde transcurrirá la procesión.

Las palmas o ramas son bendecidas para que puedan ser llevadas en la procesión.

Los ramos conservados en casa donde van a servir como un recordatorio de la victoria de Cristo celebrada en la procesión.

   

4 – ¿SE SUPONE QUE SÓLO SE UTILICEN PALMAS?

No es necesario que ramas de palma sean las únicas utilizadas en la procesión. Otras formas de ramas también se pueden utilizar.

De acuerdo con el Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia:

La procesión, que conmemora la entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén, es de carácter alegre y popular.

Los fieles suelen mantener ramas palma o de oliva u otra vegetación, que han sido bendecidas el Domingo de Ramos, en sus casas o en sus lugares de trabajo.

actor entrando montando en borrico a la celebracion de domingo de ramos

   

5 – ¿HAY ALGUNA INSTRUCCIÓN ADICIONAL A LOS FIELES?

Los fieles deben ser instruidos sobre el significado de las palmas y su conservación.

De acuerdo con el Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia:

Los fieles deben ser instruidos en cuanto al significado de esta celebración para que puedan captar su significado.

Se les debe recordar oportunamente que lo importante es la participación en la procesión y no sólo la obtención de ramas de palma o de olivo.

Las palmas o ramas de olivo no deben mantenerse como amuletos, o por razones terapéuticas o mágicas para disipar los malos espíritus o para prevenir daños que estos provocan en los campos o en las casas, todo lo cual puede suponer una cierta apariencia supersticiosa.

Las palmas y ramas de olivo se mantienen en el hogar como un testimonio de la fe en Jesucristo, el rey mesiánico, y en su victoria pascual.

   

6 – ¿QUÉ ESTABA HACIENDO JESÚS CON LA ENTRADA TRIUNFAL?

Papa emérito Benedicto XVI explica:

Jesús reclama el derecho de los reyes, conocido en la antigüedad, para requisar los modos de transporte.

La utilización de un animal sobre el que hasta ahora nadie se sienta es un signo más del derecho de reyes.

Lo más sorprendente, sin embargo, son las alusiones del Antiguo Testamento que dan un significado más profundo a todo el episodio.

Por ahora notemos esto: Jesús está, en efecto haciendo una afirmación real. Él quiere que su camino y su acción sean entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento que se cumplen en su persona.

Al mismo tiempo, a través del anclaje en el texto en Zacarías 9:9, el «zelote» está excluido de la exégesis del reino: Jesús no está construyendo sobre la violencia; no instiga una revuelta militar contra Roma.

Su poder es de otro tipo: se encuentra en la pobreza de Dios, la paz de Dios, que identifica al único poder que puede redimir [Jesús de Nazaret h, vol. 2].

procesion de domingo de ramos

   

7 – ¿QUÉ MUESTRA LA REACCIÓN DEL PÚBLICO?

El momento es un signo de reconocimiento de Jesús como el rey mesiánico.

Benedicto XVI señala:

El tendido de las prendas asimismo pertenece a la tradición de la monarquía israelita (2 Reyes 9:13).

Lo que los discípulos hacen es un gesto de entronización en la tradición de la realeza davídica, y apunta a la esperanza mesiánica que surgió de la tradición davídica.

Los peregrinos que vinieron a Jerusalén con Jesús están atrapados en el entusiasmo de los discípulos.

Ahora, tienden sus mantos en la calle a lo largo de la cual Jesús pasa.

Arrancan las ramas de los árboles y recitan versos del Salmo 118, las palabras de la bendición del peregrino de la liturgia de Israel, que en sus labios se convierte en anuncio mesiánico:

“¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en el cielo¡” (Mc 11, 9-10; cf. Sal 118, 26).

   

8 – ¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA «HOSANNA»?

Se trata de de una expresión de alegría, alabanza y esperanza por la llegada del Mesías.

Benedicto XVI explica que:

Originalmente se trataba de una palabra de súplica urgente, que significa algo así como: ¡Ven en nuestra ayuda!

Los sacerdotes la repetían en un tono monótono en el séptimo día de la Fiesta de los Tabernáculos, durante la procesión de siete veces alrededor del altar del sacrificio, como una oración urgente para la lluvia.

Pero como la Fiesta de los Tabernáculos cambió gradualmente de una fiesta de petición a una de elogio, así también el grito de ayuda se volvió cada vez más en un grito de júbilo.

En la época de Jesús, la palabra también había adquirido connotaciones mesiánicas.

En la aclamación Hosanna, nos encontramos con una expresión de las complejas emociones de los peregrinos que acompañan a Jesús y a sus discípulos:

Alegría y alabanza a Dios en el momento de la entrada procesional, esperanza de que había llegado la hora del Mesías, y al mismo tiempo una oración para que el reino de David, y por lo tanto la realeza de Dios sobre Israel, fuera restablecida.

entrada de jesus a jerusalen fondo

   

9 – ¿ES LA MISMA MULTITUD QUE APLAUDIÓ LA LLEGADA DE JESÚS LA QUE EXIGIÓ SU CRUCIFIXIÓN TAN SÓLO UNOS DÍAS MÁS TARDE?

La multitud que acompañaba a Jesús cuando la entrada a Jerusalén no fue la misma que unos días después pedía su crucifixión.

Benedicto XVI afirma que no era:

Los tres evangelios sinópticos, así como San Juan, dejan muy claro que la escena de homenaje mesiánico de Jesús se produjo en su entrada en la ciudad.

Y que los participantes no eran los habitantes de Jerusalén, sino las multitudes que acompañaron a Jesús y entraron en la Ciudad Santa con Él.

Este punto se ve con mayor claridad en el relato de Mateo del pasaje inmediatamente después del Hosanna a Jesús, Hijo de David:

“Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este?

Y la multitud decía: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt 21:10-11).

La gente había oído hablar del profeta de Nazaret, pero Él no parece tener ninguna importancia para Jerusalén, y la gente no lo conocía.

La multitud que rindió homenaje a Jesús en la puerta de entrada a la ciudad no era la misma multitud que luego exigió su crucifixión.

   

10 – LA NARRACIÓN DE LA PASIÓN EN EL EVANGELIO. ¿CÓMO DEBE DE SER LEÍDA EN LA MISA?

La Pasión debe ser proclamada en su totalidad, por tres lectores, y el sacerdote haciendo la parte de Cristo.

Según Paschales Solemnitatis :

El relato de la pasión ocupa un lugar especial.

Hay que cantarlo o leerlo de la manera tradicional, es decir, por tres personas que tomen las partes de Cristo, el narrador y el pueblo.

La pasión es proclamada por diáconos o sacerdotes, o por lectores. En este último caso, la parte de Cristo debe ser reservada al sacerdote.

El anuncio de la pasión debe ser sin velas e incienso, el saludo y los signos de la cruz serán omitidos.

Sólo un diácono pide la bendición, como lo hace antes del Evangelio.

Por el bien espiritual de los fieles la pasión debe ser proclamada en su totalidad, y las lecturas que la preceden no deben ser omitidas.

Fuentes:

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10 Cosas que debes Saber sobre la Cuaresma

La cuaresma es un período de cuarenta días que la Iglesia ha fijado como preparación a la Pascua.

Comprende desde el Miércoles de Ceniza hasta antes de la eucaristía vespertina del Jueves Santo.

manos orando

Es un tiempo penitencial, de ayuno y oración, que comienza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual.

  

IMPORTANCIA CRISTIANA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA

El miércoles de ceniza es una antigua observancia cristiana que remite al pecado, el sufrimiento, la penitencia y la redención.

Guardar este día no está escrito en la Biblia pero la Escritura habla del uso del silicio y las cenizas.

Un esfuerzo adicional que los fieles en el Antiguo Testamento hacían cuando quería llamar la atención de Dios sobre algo muy importante.

Así utilizaban silicio, rasgaban sus vestiduras y se ponían ceniza sobre sus cabezas.

Hoy los cristianos hacemos algo mucho más modesto como es ponernos una pequeña cruz de ceniza en la frente.

Y así comenzamos la Cuaresma, que es un período para concentrarnos en Dios. 

Para enfocar nuestra vida admitiendo nuestros pecados, haciendo un verdadero esfuerzo de reforma.

Y sobre todo concentrarnos en Cristo, recordando sus sufrimientos y sus tentaciones en el desierto.

El miércoles de ceniza nos recuerda el pecado en nuestras vidas y el esfuerzo que tuvo que hacer Cristo para redimirnos, hallando Su muerte en la cruz.

Es por esto que las cenizas se fabrican utilizando las palmas que se usaron el año anterior en el Domingo de Ramos.

En el Domingo de Ramos festejamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén cuando el pueblo gritaba “Hosanna”.

Y las cenizas representan que esa adulación a Cristo se convirtió en polvo por el pecado del pueblo.

Este día de miércoles de ceniza es de ayuno y oración.

De pasar un tiempo en silencio con Dios recordando las escrituras.

Haciendo memoria de sus mandamientos, el sufrimiento de Cristo y nuestra responsabilidad en todo este proceso.

Y también recordar que no somos dioses, que somos polvo y al polvo regresaremos, cómo nos dice el sacerdote cuando dibuja la cruz de ceniza en nuestra frente.

panes y peces

  

1 – ¿QUÉ ES LA CUARESMA Y CUANTO DURA?

La Cuaresma es un tiempo espiritual importante para quien quiera prepararse para vivir el Misterio Pascual, o sea la Pasión, Muerte y Resurrección del Nuestro Señor Jesús.

De acuerdo con las Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario romano general, la Cuaresma es un tiempo litúrgico que se ordena a la preparación para la celebración de la Pascua

Ya que la liturgia cuaresmal prepara para la celebración del misterio pascual a catecúmenos y fieles que recuerdan su propio bautismo y hacen penitencia.

Los cuarenta días van desde el Miércoles de Ceniza hasta antes de la Misa de la Cena del Señor.
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Comienza a las 12:01 am del Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la Misa de la Cena del Señor en la noche del Jueves Santo, tan pronto como comienza la Misa de la Cena del Señor, que es un nuevo tiempo litúrgico: Triduo.

  

2 – ¿DE DÓNDE VIENE LA PALABRA «CUARESMA»?

La palabra Cuaresma, que empleamos para designar a los cuarenta días de Pascua es un término latino  quadragesima  (francés =  carême, italiano = quaresima, español = cuaresma, inglés = lent), que quiere decir «cuarenta días», o más literalmente el «cuadragésimo día».

Esto a su vez imitaba el nombre griego de la Cuaresma,  tessarakoste (cuadragésimo), una palabra formada por la analogía de Pentecostés (pentekoste), que en el pasado estuvo en uso durante la fiesta judía antes de los tiempos del Nuevo Testamento.

cuaresma

  

3 – ¿ES LA CUARESMA DE TRADICIÓN JUDÍA?

Podemos hablar de dos etapas en la historia de la cuaresma.

Antes que la cuaresma fuera instituida formalmente por la Iglesia, ya existían en el pueblo de Israel “prácticas cuaresmales” de penitencia, ayuno y oración.

En el Antiguo Testamento:

El ayuno de Moisés (Ex. 34, 28).
El precepto de la ley (Lv. 16, 29-31).
La penitencia de Nínive (Jo. 3, 1 ss).

En el Nuevo Testamento:

Jesús modelo de ayuno y oración (Mt. 4, 1-2).
La primitiva comunidad (Hech. 14, 23).

San Ireneo en el siglo II y la “Didascalia” en el siglo III nos hablan de ayunos precuaresmales, pero son únicamente algunos días, o bien sólo durante Semana Santa.

  

4 – ¿CUÁNDO INSTITUYE LA IGLESIA LA CUARESMA?

Fue hacia fines del siglo IV cuando la Iglesia instituye formalmente este período de cuarenta días como tiempo de preparación a la Pascua.

Los penitentes públicos: se preparaban a la reconciliación del Jueves Santo con obras y ritos especiales.

Los catecúmenos: se preparaban para recibir el bautismo mediante una participación más intensa en las instrucciones y celebraciones propias.

Todos los fieles: se preparaban a la Pascua llevando a cabo obras penitenciales y caritativas, y sosteniendo con su ejemplo y oración a los penitentes públicos y a los catecúmenos.

Existía entonces la piadosa costumbre de las “Misas de estaciones”, que daban comienzo con la celebración del Miércoles de Ceniza y se llevaban a cabo en dos templos: el templo de reunión y el templo de estación.
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En el camino de uno a otro, los fieles, catecúmenos y penitentes públicos organizaban procesiones cantando y rezando.

Además de estas celebraciones dominicales, los cristianos se reunían los miércoles y viernes, en recuerdo de la captura y muerte del Señor.

La finalidad de estas reuniones era dedicarse con más atención y empeño a la escucha de la Palabra de Dios y la oración.

cuaresma

  

5 – ¿CUÁL ES EL SENTIDO ACTUAL DE LA CUARESMA?

Según la reforma del Concilio Vaticano II, la cuaresma tiene dos sentidos:

Sentido Bautismal: la cuaresma nos recuerda nuestro bautismo y prepara a los catecúmenos a recibirlo.

Sentido penitencial: la cuaresma es tiempo de hacer penitencia individual y social.

Individualaborrecer el pecado y recurrir con más frecuencia al sacramento de la confesión.

Social: llevar a cabo obras de caridad.

  

6 – ¿CUÁLES SON LOS TEMAS PRINCIPALES DE LA LITURGIA DE CUARESMA?

Los principales temas que la liturgia cuaresmal nos ofrece son 7:

La Cruz: significa hacer morir en nosotros al hombre viejo inclinado a los placeres de la carne para renacer a una vida nueva según el espíritu y la conducta de hijo de Dios.

Penitencia: reconocimiento de nuestro propio pecado y pobreza para buscar con sinceridad nuestra conversión.

Bautismo: volver a nacer por el agua y el Espíritu a una vida nueva, e insertarnos a la Iglesia pueblo de Dios.

Ayuno: ascesis física.

Oración: más frecuente, fervorosa, humilde, confiada y nutrida de la palabra de Dios.

Caridad fraterna.

Escucha de la Palabra de Dios.

hombre pidiendo en la calle

  

7 – ¿QUÉ SIGNIFICA PENITENCIA EN CUARESMA?

La penitencia, traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador, designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador.

Cambio de vida, se llama al acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe.

“La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas.

La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el AYUNO, la ORACIÓN, la LIMOSNA, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás.

Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad “que cubre multitud de pecados” (1 Pedro, 4,8.).” (Catecismo Iglesia Católica, n.1434).

Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por la ley divina a hacer penitencia.

Sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1249).

“En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1250), en recuerdo del día en que murió Jesucristo en la Santa Cruz.

  

8 – ¿QUE SIGNIFICA AYUNO Y ABSTINENCIA EN CUARESMA?

Consiste no ingerir alimentos en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche.
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Por lo menos no se debe comer nada entre los alimentos principales, salvo caso de enfermedad.

Se obliga vivir la ley del ayuno, a todos los mayores de edad (en realidad a partir de 14 años), hasta que tengan cumplido cincuenta y nueve años. (cfr. CIC, c. 1252).

Se llama abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados).
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Es posible comer pescado.

La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años en adelante.(cfr. CIC, c. 1252).

La Conferencia Episcopal de cada País puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1253).

ceniza cuaresma conversion fondo

  

9 – ¿QUÉ ES EL MIÉRCOLES DE CENIZA?

El miércoles de Ceniza en la Iglesia Católica es el primer día de la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua.

La Cuaresma se caracteriza por el llamado a la conversión. Por eso es de rigor empezar este tiempo con el rito austero de la imposición de ceniza.
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Sus palabras son “Convertíos y creed en el Evangelio” y “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”, que nos recuerda la fragilidad de nuestra vida en la tierra.

En los primeros años de la Iglesia la duración de la Cuaresma variaba. Finalmente alrededor del siglo IV se fijó su duración en 40 días.

Es decir, que ésta comenzaba seis semanas antes del domingo de Pascua.

En los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, presentándose un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo por ser día de fiesta, la celebración del Día del Señor.

¿Cómo hacer entonces para respetar el domingo y, a la vez, tener cuarenta días efectivos de ayuno durante la cuaresma?

Para resolver este asunto, en el siglo VII, se agregaron cuatro días más a la cuaresma, antes del primer domingo, estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.

(Si uno cuenta los días que van del Miércoles de Ceniza al Sábado Santo y le resta los seis domingos, le dará exactamente cuarenta).

Así la Iglesia empezó la costumbre de iniciar la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, costumbre muy arraigada y querida por el pueblo cristiano.

  

10 – ¿QUÉ SIGNIFICA LA IMPOSICIÓN DE LAS CENIZAS?

En los primeros siglos de la Iglesia en Roma, existía la práctica de que los “penitentes” (grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, a las puertas de la Pascua), comenzaran su penitencia pública el primer día de la Cuaresma.
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Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el jueves antes de la Pascua.

Estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X).

Entonces, en el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, viendo que el símbolo de la imposición de la ceniza al iniciar la Cuaresma era bueno, se empezó a realizar este rito para todos los cristianos.

De modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.

Por algún tiempo la imposición de la ceniza se realizaba al principio de la celebración litúrgica o independientemente de ella.

En la última reforma litúrgica se reorganizó el rito de la imposición de la ceniza con el objetivo de que sea un símbolo más expresivo y pedagógico para los fieles, pasándose a realizar después de las lecturas bíblicas y de la homilía, las cuales nos ayudan a entender el profundo significado de lo que estamos viviendo.

Las cenizas usadas para la cruz que recibimos en la frente son obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior.

La ceniza, del latín “cinis”, es producto de la combustión de algo por el fuego. Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la muerte, de la caducidad del ser humano, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia.

Ya podemos apreciar esta simbología en los comienzos de la historia de la Salvación cuando leemos en el libro del Génesis que “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gen 2,7). En Gén 18, 27 Abraham dirá: “en verdad soy polvo y ceniza.

En Job (Jb 42,6) es explícítamente signo de dolor y de penitencia.

De aquí se desprendió la costumbre, por largo tiempo conservada en los monasterios, de extender a los moribundos en el suelo recubierto con ceniza dispuesta en forma de cruz.

El gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente, se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y entrada al ayuno cuaresmal y a la marcha de preparación para la Pascua.

La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual.
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Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Por eso cuando nos acercamos a recibir las cenizas, el celebrante pronunciará “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Cf Mc1,15) y “Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver” (Cf Gén 3,19) al imponérnoslas en forma de Cruz.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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¿Te Has Preguntado Cómo Prepararte para la Navidad? [a través de Adviento]

El tiempo de Adviento posee un doble significado.

Es el tiempo de preparación para Navidad.

Solemnidad que conmemora el primer advenimiento o venida del Hijo de Dios entre los hombres.

Y es al mismo tiempo aquel, que, debido a esta misma conmemoración o recuerdo, hace que los espíritus dirijan su atención a esperar el segundo advenimiento de Cristo, como un tiempo de parusía piadosa y alegre…

Comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre (día de San Andrés) que es el inicio del año litúrgico.

Terminando con las vísperas de Navidad.

Durante este tiempo se cuenta con cuatro domingos de Adviento. Del 17 de Diciembre al 24 la misma liturgia intensifica la preparación de los fieles para vivir los días de Navidad.

En este período mas que fijarnos en la serie de hechos históricos que sucedieron antes del nacimiento de Cristo, se debe meditar en el misterio de la Salvación que en ellos se contiene.

De alguna manera este tiempo nos hace repasar el camino de la salvación, preparándonos para seguirlo; el recuerdo de los hechos históricos que narran como Cristo que es Dios se hizo hombre para salvarnos reafirman nuestra fe.

La alegría de saber que ese Dios viene de nuevo a nosotros nos llena de Esperanza.

El deseo de prepararnos para recibirle bien por la penitencia, el sacrificio o el ejercicio de la generosidad y amabilidad con los que nos rodean reaviva nuestra caridad.

 

HISTORIA DEL ADVIENTO

La palabra Adviento proviene del latín «Adventus» que significa la venida.
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En un principio con este término se denominaba al tiempo de la preparación para la segunda venida de Cristo o parusía y no el nacimiento de Jesús como ahora lo conocemos.

Haciendo referencia a este tiempo la primitiva Iglesia meditaba sobre los pasajes evangélicos que hablan del fin del mundo, el juicio final y la invitación de San Juan Bautista al arrepentimiento y la penitencia para estar preparados.

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No se sabe desde cuando se comienza a celebrar. En los antiguos leccionarios de Capua y Wursemburgo hacen referencia al Adventu Domini.

En los leccionarios gregoriano y gelasiano se encuentran algunas plegarias con el título de Orationes de Adventu.

Más tarde comienzan a aparecer las domínicas ante Adventum Domini, en las cuales al término adventus se le asocia con la preparación a la Navidad.

A pesar de que esta temporada es muy peculiar en las Iglesias de Occidente, su impulso original probablemente vino de las Iglesias Orientales.
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Donde era común, después del Concilio ecuménico de Efeso en 431, dedicar sermones en los domingos previos a la Navidad al tema de la Anunciación.
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En Ravena Italia – un canal de influencia oriental a la iglesia de Occidente – San Pedro Crisóstomo (muerto en 450) daba estos homilías o sermones.

La primera referencia que se tiene a esta temporada es cuando el obispo Perpetuo de Tours (461-490) estableció un ayuno antes de Navidad que comenzaba el 11 de Noviembre (Día de San Martín).

El Concilio de Tours (567) hace mención a la temporada de Adviento.

Esta costumbre, a la cuál se le conocía como la Cuaresma de San Martín, se extendió por varias iglesias de Francia por el Concilio de Macon en 581.

El período de seis semanas fue adoptado por la Iglesia de Milán y las iglesias de España.

En Roma, no hay indicios del adviento antes de la mitad del siglo VI AD, cuando fue reducida – probablemente por el Papa Gregorio Magno ( 590-604) – a cuatro semanas antes de Navidad.

La larga celebración gala dejó su presencia en libros de uso litúrgico como el Misal de Sarum (Salzburgo), que era muy usado en Inglaterra, con su domingo antes de Adviento.

La llegada de Cristo en su nacimiento fue cubierta por un segundo tema, que también proviene de las iglesias galas, su Segunda venida al final de los tiempos.

Este entretejido de temas de los dos advientos de Cristo da a la temporada una tensión particular entre penitencia y alegría en la espera de Cristo que está por «venir».

 

QUÉ HACE LA IGLESIA DURANTE EL ADVIENTO

Este tiempo de Adviento tiene dos significados:
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• Preparación para la Navidad.
• Espera y preparación para la segunda venida de Jesús al final de los tiempos.

La Iglesia, durante las 4 semanas anteriores a Navidad y especialmente los domingos, dedica todas las lecturas, y la Misa a hablar y meditar acerca del nacimiento de Jesús en la tierra el día de Navidad.

Y también a meditar acerca de su próxima llegada triunfal al final de los tiempos, y la disposición que debemos tener para recibirlo en ese día que no sabemos cuándo será.

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La Iglesia utiliza el color morado en los ornamentos de los Sacerdotes y en las celebraciones, para recordarnos la actitud de cambio, preparación y sacrificio que debemos tener.

La Iglesia tiene un calendario «litúrgico», que empieza el Primer Domingo de Adviento y termina el día de la Fiesta de Cristo Rey, a finales de noviembre.

A pesar de que es una temporada solemne, no se lleva con el rigor con el que se lleva la Cuaresma, tal como antes se llevaba.

La Iglesia Católica prohíbe la solemnidad del matrimonio durante el Adviento.

En muchos países está marcado por una variedad de observancias.

La piedad popular en Adviento principalmente se dedica a representaciones musicales y teatrales basadas en las historias y profecías bíblicas de la natividad de Cristo.

En los Países Bajos en Adviento se toca una trompeta recordando el uso ritual de este instrumento cuando en el Templo de Jerusalén se tocaban las dos trompetas de plata anunciando una ofrenda a Dios.

En muchos hogares e Iglesias las devociones sencillas se asocian con la corona de Adviento, en la que cuatro velas se insertan y se prenden, una a una, cada semana, como símbolo de la llegada de la luz al mundo.

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7 MANERAS PARA PREPARARSE PARA EL CUMPLEAÑOS DE JESÚS

 

1 – Recibe a Jesús en los Sacramentos

Adviento es un tiempo ideal para asistir a la Santa Misa con mayor frecuencia, si es posible todos los días.

En la misa, tenemos la maravillosa oportunidad de recibir a Nuestro Salvador en la Santa Eucaristía. 

El mismo Jesús que se encarnó para redimirnos está realmente presente bajo las especies del pan y del vino. Y Él desea alimentarnos, en el viaje a través de Adviento. 

La temporada penitencial de Adviento es también un momento ideal para buscar una conversión más profunda al recibir la misericordia de Dios en el Sacramento de la Reconciliación. 

 

2 – Sigue las Lecturas de la Misa antes de ir a Misa

Dios desea dirigir nuestros pasos a través de Su Palabra inspirada en las Escrituras.

Al reflexionar sobre la Palabra de Dios todos los días durante el Adviento, se puede preparar nuestros corazones para recibir al Salvador en Navidad.

Hemos oído historias inspiradoras de figuras del Antiguo Testamento como Isaías, Jeremías, y David con su anhelo por el Mesías prometido. 

Nos recuerdan la espera del pueblo elegido a través de los siglos por su liberación.

También, las lecturas del Evangelio hablan de la segunda venida del Señor, la predicación de Juan el Bautista sobre el arrepentimiento, y los primeros acontecimientos que conducen hasta el nacimiento de Jesús. 

Para algunas personas la mejor manera es tomar 15 a 20 minutos a primera hora de la mañana. Para otros, funciona mejor en el final del día cuando tienen tiempo para descansar y reflexionar.

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3 – Da Luz a las velas en tu corona de Adviento

El mantenimiento de una familia Corona de Adviento es una de las costumbres más queridas de la temporada. 

La corona se compone típicamente de árboles de hoja perenne, en un círculo con cuatro velas.

Tres de las velas son de color púrpura y una es de color rosa.

Una púrpura se ilumina durante la primera semana de Adviento, y luego otro púrpura durante la segunda semana. La vela de color rosa se ilumina durante la tercera semana. La púrpura final se enciende durante la cuarta semana; allí las cuatro velas arden.

El simbolismo de la corona es una magnífica oportunidad para que los padres enseñen a sus hijos acerca del significado del adviento. 

Las velas púrpura significan la tristeza que sentimos por nuestros pecados, mientras una rosa la inminente nacimiento de Jesús.

Los árboles de hoja perenne simbolizan la naturaleza inmutable y fiel de Dios, mientras que el círculo indica que Dios es eterno, sin principio ni fin.

La luz de las velas nos recuerda que Jesús es la Luz del mundo, y pronto vamos a celebrar su nacimiento.

 

4 – Imita la preparación de María

Fue con gran alegría que María esperaba la redención del pueblo de Dios a Israel. 

Antes de que María concibiera a Jesús en su seno, lo concibió en su corazón. 

Así que nos damos cuenta de que la preparación para el nacimiento de Jesús tiene que ver con el alma interior.

La preparación exterior siguió a la interior. 

María dio a Jesús su alma / corazón primero, y luego su cuerpo.

Ella hizo un cálido hogar lleno de amor por Él en su corazón y su cuerpo.

Luego preparó, lo mejor que pudo, el pesebre para él.

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5 – Hacer un árbol de Jesé

El árbol de Jesé es muy popular en algunas culturas y sobre todo en las familias con niños.

Y la costumbre del adviento del árbol de Jesé consiste en trazar el árbol de la familia de Jesús mismo. 

El profeta Isaías nos dice del Mesías prometido, «Saldrá un vástago del tronco de Jesé…» (Is 1: 1).

Jesé se pone de relieve porque él era el padre del rey David, y Jesús es frecuentemente llamado el «Hijo de David» en el Nuevo Testamento.

Su árbol de Jesé puede ser tan simple o complicado como te guste.

La idea es hacer adornos que simbolicen los antepasados de Jesús y luego colgarlos en un árbol.

A través de una concordancia o diccionario de la Biblia, también puedes buscar un verso de la escritura o dos para cada ancestro.

Se pueden colgar todos los adornos a la vez, o hacer suficientes adornos para colgar uno cada día de Adviento.

Una maravillosa manera de involucrar a los niños es dejar que cuelguen los ornamentos y que anoten el verso de la escritura para cada uno.

El árbol puede ser hecho de muchas cosas. Es posible utilizar una rama de un árbol real. O el árbol se podría hacer en un trozo de fieltro o de arpillera.

 

6 – Poner paja en el Árbol de Navidad

Existe una costumbre que miembros de la familia coloquen un pedazo de paja en el pesebre cada vez que realizan una buena acción o una obra de misericordia. 

Esta tradición da a los miembros de la familia a oportunidad de compartir la alegría de la temporada con los necesitados.

Cualquiera que sea la obra de misericordia y dondequiera que se lleve a cabo, sabemos que la paja que simboliza nuestra caridad proporcionará un pesebre caliente para el Niño Jesús en la mañana de Navidad.

Entonces, habremos seguido la acción amorosa de Cristo para los necesitados, compartiendo el calor del pesebre con los demás. 

 

7 – Decora tu alma con las virtudes del amor y la humildad; ora y contempla

Los dos ornamentos más importantes con que uno podría recibir a Jesús con, serían las virtudes de la humildad y el amor. 

El alma de María se llenó de humildad y amor.

Y ella eligió vivir el Adviento para prepararse para el nacimiento de Jesús, en oración.

Debemos reducir la velocidad y tomar tiempo para estar en silencio con Jesús en el Santísimo Sacramento y tratar de profundizar en la oración contemplativa.

 

ESPERAR TU LLEGADA…

Se nos va la vida haciéndolo, Señor.

De mes en mes, de año en año, vivimos en espera.

La fe nos guía, la esperanza nos sostiene, el amor nos alimenta.

Cada día, Señor, es un día que nos acerca a Ti.

Muchas veces la vorágine del mundo parece separarnos de Ti y de Tu Amor.

Pero es vana ilusión lo que podemos obtener a cambio y siempre terminamos volviendo, lastimados y vacíos, a Tu altar.

Pero no escarmentamos, Señor, y volvemos a dejarte de lado por inútiles ilusiones que, tarde o temprano, volverán a dejarnos vacíos.

Es que somos débiles y la espera se hace larga, Señor.

Y llegará la Navidad con su loca algarabía de fiestas mundanas y por un minuto la humanidad detendrá su locura para ofrecer un saludo, un regalo, un beso, un brindis, al que está al lado y un mensaje al que está lejos.

Pero no siempre ese saludo, brindis o beso serán en Tu Nombre, Señor.

Qué pena.

Nuestro transcurrir la historia nos brinda un instante único para la reflexión y la meditación y lo perdemos corriendo tras luces artificiales que opacan en nuestra alma el brillo de la única y verdadera Luz: la Luz del mundo que eres Tú, Señor…

Y una vez apagadas todas esas luces efímeras, volvemos a la espera.

Que se hace permanente para nuestra alma, porque esa espera es un ansia que sólo será calmada con Tu presencia.

Como dijo San Agustín:

«Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti».

No permitas, Señor que nos canse la espera.

Tú, que todo lo puedes, alimenta nuestro corazón con Tu Amor, para que el aceite no se apague en nuestras lámparas hasta que Tú llegues. Amén.

 

I Domingo Adviento

II Domingo Adviento

III Domingo Adviento

IV Domingo Adviento y Navidad

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada
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La Comunión de los Santos en el Catecismo de la Iglesia Católica

La Comunión de los Santos tiene dos significados: en primer lugar, indica la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas (sancta): la fe, los sacramentos, en particular en la Eucaristía, los carismas y otros dones espirituales. En la raíz de la comunión está la caridad que «no busca su propio interés» (1 Co 13, 5), sino que impulsa a los fieles a «poner todo en común» (Hch 4, 32), incluso los propios bienes materiales, para el servicio de los más pobres.

En segundo lugar, designa también la comunión entre las personas santas (sancti), es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestras plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia, para alabanza y gloria de la Trinidad.

 

LO QUE DICE EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

946 Después de haber confesado “la Santa Iglesia católica», el Símbolo de los Apóstoles añade “la comunión de los santos». Este artículo es, en cierto modo, una explicitación del anterior: “¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?” (Nicetas, symb. 10). La comunión de los santos es precisamente la Iglesia.

947 “Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros … Es, pues, necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que El es la cabeza … Así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia” (Santo Tomás, symb.10). “Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común” (Catech. R. 1, 10, 24).

948 La expresión “comunión de los santos” tiene entonces dos significados estrechamente relacionados: “comunión en las cosas santas [’sancta’]” y “comunión entre las personas santas [’sancti’]».
“Sancta sanctis” [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la elevación de los santos Dones antes de la distribución de la comunión. Los fieles [«sancti»] se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo [«sancta»] para crecer en la comunión con el Espíritu Santo [«Koinônia»] y comunicarla al mundo.

I La comunión de los bienes espirituales

949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hch 2, 42):
La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.

950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. La comunión de los santos es la comunión de los sacramentos … El nombre de comunión puede aplicarse a cada uno de ellos, porque cada uno de ellos nos une a Dios … Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catech. R. 1, 10, 24).

951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo “reparte gracias especiales entre los fieles” para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, “a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común” (1 Co 12, 7).

952 “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): “Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo” (Catech. R. 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1, 3).

953 La comunión de la caridad: En la “comunión de los santos” “ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo” (Rm 14, 7). “Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte” (1 Co 12, 26-27). “La caridad no busca su interés” (1 Co 13, 5; cf. 10, 24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión.

II La comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra

954 Los tres estados de la Iglesia. “Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando `claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es’” (LG 49):

Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos en mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en él (LG 49).

955 “La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales” (LG 49).

956 La intercesión de los santos. “Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad…no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra… Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad” (LG 49):
No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos, cf. Jordán de Sajonia, lib 43).

Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

957 La comunión con los santos. “No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de Fuente y Cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios” (LG 50):
Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios: en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también nosotros, ser sus compañeros y sus condiscípulos (San Policarpo, mart. 17).

958 La comunión con los difuntos. “La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones `pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados’ (2 M 12, 45)” (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.

959en la única familia de Dios. “Todos los hijos de Dios y miembros de una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos respondiendo a la íntima vocación de la Iglesia” (LG 51).

Resumen

960 La Iglesia es “comunión de los santos»: esta expresión designa primeramente las “cosas santas” [«sancta»], y ante todo la Eucaristía, “que significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo” (LG 3).

961 Este término designa también la comunión entre las “personas santas” [«sancti»] en Cristo que ha “muerto por todos», de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos.

962 “Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones” (SPF 30) .

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Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Estatua del Sagrado Corazón del monumento
El día 14 de mayo de 1733, en la iglesia de San Ambrosio, de la ciudad de Valladolid, el Sagrado Corazón hizo al jesuita Padre Bernardo de Hoyos, la tan conocida Gran Promesa: “Reinaré en España -le dijo- y con más veneración que en otras partes”. Y el P. Hoyos manifestó a uno de los primeros apóstoles de la devoción al Sagrado Corazón en España lo siguiente: “Si se echa tarde la semilla de esta devoción, no importa. Aunque España comience la última en su carrera, podrá su alentado fervor alcanzar y, por ventura, pasar con el favor divino a los primeros”.  Y completaba su profecía, diciendo: “Espero que se ha de introducir, qué digo introducir, que se ha de entronizar en España el Corazón adorable de Jesús”.

Y cuando en el plan de la Divina Providencia llegó el día de levantar el trono desde el cual el Corazón de Jesús, en cumplimiento de su promesa, había de reinar sobre España y elegir el lugar para entronizar en la Nación su sagrada imagen, la elección recayó sobre el Cerro de los Ángeles, en Getafe y a 13 kilómetros de Madrid, capital.

La idea partió de don Francisco Belda y Pérez de Nueros, quien en una carta abierta con fecha 13 de junio de 1900 dirigida al director de la revista “La Semana Católica”, de Madrid, y que fue publicada en el número 17 del mismo mes y año, proponía la elección de dicho lugar para el emplazamiento del Monumento Nacional al Sagrado Corazón de Jesús y a la Inmaculada, delante de la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles. La iniciativa estaba lanzada, pero su plan, sin duda, por las circunstancias adversas de entonces, quedó como desterrado y casi condenado al olvido.

Dos lustros más tarde, el solemne Congreso Eucarístico de Madrid en el año 1911, con aquel inesperado final de la consagración de España, con texto del P. Postíus, en el salón del trono de palacio y ante los Reyes, dio nuevo impulso al deseo de levantar, pese a que ya se estaba  construyendo el Tibidabo en Barcelona, un Templo Nacional consagrado al Corazón de Jesús en Madrid. La idea prendió con fuerza y entusiasmo en la “Unión de Damas Españolas” junto con la infanta María Teresa y el Obispo de Madrid-Alcalá D. José María Salvador y Barrera, quienes apadrinaban la idea de dedicar la catedral de la Almudena, -en obras-, como  dicho Templo Nacional, ratificando la consagración efectuada pocos días antes en el Palacio Real. Por lo que en la cripta de la Almudena, con nueva fórmula del P. Oliver Copóns, volvió a repetirse la ofrenda de España, de sus instituciones, de sus leyes, de sus hogares y de sus habitantes al Corazón de Jesús, logrando así establecer un nexo entre consagración nacional y templo nacional, imitando el ejemplo parisino de Montmartre.                                                                                 

Pero, poco después, sería otro seglar, don Ramón García Rodrigo de Nocedal, fervoroso miembro de la Adoración Nocturna y terciario franciscano de la iglesia de San Fermín de los Navarros quien daría el empujón definitivo a la propuesta primera de D. Francisco Belda, para la erección del Monumento al Sagrado Corazón en Madrid. Él también, desconociendo la iniciativa de éste, eligió el Cerro de los Ángeles por estas razones: por estar situado en el centro geográfico de España, significando también el deseo de que el Sagrado Corazón ocupara el centro de la vida del país y por estar próximo a la Corte, centro oficial de la Nación. Y esta idea se la transmitió al peruano Mateo Crawley, religioso de los Sagrados Corazones, y al ya santo jesuita P. José María Rubio, entonces director de las “Marías de los Sagrarios” de Madrid.

Desde 1914, el Padre Crawley había establecido su obra de entronizaciones en Madrid con el placet del Primado, Cardenal Guisasola, creando el “Secretariado Central de Entronizaciones” como una sección de la “Unión de Damas Españolas”, cuya presidencia la ostentaba doña María de la Natividad Quindos de Tejada y Villarroel, Duquesa de la Conquista, y quien tenía por director espiritual al P. José de Calasanz Baradat. Y ante el ingente número de entronizaciones en los hogares se comenzó a hablar también de realizar una entronización solemne y nacional del Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. Los padres Crawley, Baradat y Rubio junto con las “Damas Españolas” se dedicaron por su cuenta a promover la iniciativa de los señores Belda y Rodrigo de Nocedal.

El Monumento al Sagrado Corazón

En ese mismo año de 1914, tuvo lugar otro hecho de importancia corazonista: se inició el proceso de beatificación del P. Bernardo de Hoyos.

El 30 de junio de 1916, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, fue colocada la primera piedra del monumento por el obispo de Madrid-Alcalá Mons. Salvador y Barrera, acompañado de una amplia representación de sus promotores, autoridades civiles y militares, clérigos  y de numeroso público, según consta en acta. Y en agosto de ese mismo año, el papa Benedicto XV concedía indulgencias a todos aquellos que  ayudasen en la construcción.                    

El costo de la obra fue sufragada por suscripción popular. Miles de personas, desde el propio Papa, la Familia Real, los Cardenales, Arzobispos y Obispos, el Protectorado Español de Marruecos, América… hasta gente de todas las clases sociales, contribuyeron ilusionada y generosamente a la recaudación de fondos para la construcción del Monumento. Se recaudó más de medio millón de pesetas y el sobrante se le entregó al Obispo de Madrid-Alcalá para fines determinados. La estatua del Corazón de Jesús fue costeada, con una aportación de 50.000 pesetas, por el señor Conde de Guaquí, paisano del P. Mateo y embajador del Perú en el Vaticano, quien, en carta particular, expresaba su propósito con estas palabras: “Es mi intención, ciertamente, honrar al Sagrado Corazón. Pero también manifestar así muy solemnemente la gratitud del Perú a aquella España católica que nos civilizó con la fe de Cristo y la moral del Evangelio”.

El proyecto les fue encomendado al arquitecto Carlos Maura y Nadal y al escultor Aniceto Marinas. Las dimensiones del Monumento eran 28 metros de altura, por 31,50 de ancho y 16 de fondo.

La imagen de Jesús medía 9 metros, constaba de 45 piezas, y para labrarla se precisaron 37 metros cúbicos de piedra. El material empleado era piedra arenisca de Almorquí, y en la totalidad del Monumento se invirtieron 882 toneladas.

La inauguración, en principio, estaba prevista para el día 10 de noviembre de 1918, pero la epidemia que asolaba el país obligó a posponerla, fijándose el acto para el 30 de mayo de 1919, fiesta de san Fernando Rey y aniversario de boda de los Reyes.

Sólo una semana antes, el 24 de mayo, el nuevo Obispo de Madrid-Alcalá, don Prudencio Melo Alcalde, – en un número extraordinario del Boletín Oficial del Obispado – dirigió una circular al Clero y Fieles de su Diócesis acerca de la inauguración del Monumento al S. C. de Jesús en el Cerro de los Ángeles , en la que, entre otras cosas dijo: “… porque el Monumento, oración esculpida en piedra, profesión de fe y de amor de un pueblo cristiano, se levanta gallardo sobre el Cerro de los Ángeles, y, Dios mediante, el día 30 de los corrientes, festividad del Santo Rey Fernando III, hemos de celebrar su inauguración.

La fórmula de la Consagración, muy breve, rezaba así: “Corazón de Jesús Sacramentado, Rey de Reyes y Señor de los que dominan: ante vuestro augusto trono de gracia y de misericordia se postra España entera, hija muy amada de vuestro Corazón.  Somos vuestro pueblo que de nuevo se consagra hoy a Vos. Reinad sobre nosotros. Que vuestro imperio se dilate por los siglos de los siglos. Amén.

Y, por fin, llegó el 30 de mayo de 1919, el día soñado y señalado para la bendición del Monumento y la Consagración de España al  Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles.                                                                  

Principalmente utilizaremos como hilo conductor, para conocer con todo lujo de detalles lo allí vivido en tan fervorosa e histórica fecha, el artículo-crónica que el jesuita P. Remigio Vilariño, eminente testigo presencial, escribió en el mensajero del año 1919 (pág. 520-534), complementado con algunos párrafos de la prensa de aquellos días.

El cerro de los Angeles con el Monumento

“Llegado, pues, el día de San Fernando – escribe el P. Vilariño –, aniversario de la boda del Rey, a media mañana, una no interrumpida fila de autos y coches de varias clases, de cabalgaduras y hasta de carros se dirigía al Cerro de los Ángeles, distante de Madrid unos quince kilómetros. Por el tren, en distintos viajes, llegaron también bastantes a Getafe, desde donde tenían que andar hasta el Cerro algo más de dos kilómetros.

A poco de salir de Madrid se presentaba el Cerro como un altar gigante en medio de la llanura. Acercándose un poco más se veía la ermita de la Virgen de los Ángeles. Acercándose más todavía se distinguía bien el monumento y la estatua de Nuestro Señor. Extendida por el viento hacia ella una gran bandera española presentaba el emblema de la patria que miraba a Jesucristo y se extendía hacia Él como deseando besarle y envolverle y abrazarle.

El silencio aumentaba en el corazón envolviendo mil vagos pensamientos.

La subida se hizo con mucho orden gracias a las acertadas disposiciones que se tomaron. Llegó toda la gente, que se fue replegando en las sillas que en número de tres mil se había dispuesto ordenadamente. Llegó la nobleza, los caballeros con sus uniformes, los Grandes con sus insignias, los Prelados con sus capisayos, Comisionados y Representantes de muchas asociaciones, los Ministros todos menos el de Hacienda que estaba enfermo. Llegó para hacer guardia y presentar honores el Regimiento del Rey que se situó al lado del monumento

A las once y media en punto se izó en la tribuna regia, formada por tapices, el pendón morado de Castilla, y aparecieron los reyes en medio de aclamaciones y vivas al rey cristiano que venía entonces como nunca en nombre de la Nación. Estaba el rey vestido de capitán general de media gala, cruzado el pecho por la banda de Mérito militar roja, y por el Toisón de Oro, el gran collar de Carlos III y la venera de las Órdenes militares. La Reina Victoria Eugenia traje gris con abrigo de seda negro y sombrero del mismo color.

El Rey pasó revista a la compañía, situándose después en la tribuna con las demás  Reales Personas – las Reinas, los Infantes e Infantas – y séquito.      El Gobierno del Sr. Maura en pleno y el Cardenal Primado recibieron a los Soberanos a la puerta de la tribuna.

“Al punto, el  Nuncio de Su Santidad, Monseñor Francesco Ragonesi, revestido de Pontifical y asistido por canónigos de la S. I. Catedral de Madrid, bendijo el Monumento. Luego el señor Obispo de Madrid-Alcalá, D. Prudencio Melo Alcalde comenzó la Santa Misa. El Orfeón del Círculo de San José y el del Sindicato Obrero femenino de María Inmaculada entonaron durante el Santo Sacrificio el “Gloria in excelsis Deo”  y el “O salutaris Hostia”, de Gayoso. Imponente fue el acto de la elevación por vez primera en aquel altar colocado al pie del monumento, mientras la banda saludaba con la marcha real al “Rey de Reyes”, que no ya en imagen, sino realmente presidía desde entonces nuestra reunión y venía a recibir nuestra Consagración”

Antes de la bendición final, fue leído el siguiente telegrama de su Santidad: “El Santo Padre ha sabido con particular satisfacción la inauguración del Monumento Nacional dedicado al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, de esa Diócesis. Concede de muy buen grado a V. E. la facultad de dar la Bendición Papal, con indulgencia plenaria, en las condiciones ordinarias, a todos los que asistan a la ceremonia religiosa” –Cardenal Gasparri –.  Y terminada la misa, Mons. Melo impartió la Bendición Papal concedida por S. S. Benedicto XV.

Y llegó el momento más augusto de toda la ceremonia, el momento por el cual estábamos allí todos congregados en medio de España: Su Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando, en su día, se le preguntó al Rey Alfonso XIII si asistiría a la inauguración del Monumento, él contestó: “No hay dificultad”. Y cuando se le volvió a preguntar si leería el acto de Consagración, respondió. “Sí, por cierto”. De ahí que, cuando, posteriormente, el P. Mateo le felicitó por haber asumido esa responsabilidad, el propio Rey le contestó: “No merezco tantos parabienes, Padre, pues no he hecho sino cumplir con un deber de conciencia. Era preciso probar que, si soy oficialmente católico, no lo soy menos íntima y privadamente”.

Acabada la misa, en el centro del altar se expuso en rica custodia al Señor en hostia consagrada en la misma misa, y el Duque del Infantado y el señor Obispo de Sión se dirigieron a la tribuna real para acompañar a su Majestad hacia el altar. Siguió al Rey toda la real familia, que quedó de rodillas junto al altar. Alfonso XIII, lleno de serena majestad, subió las gradas del Monumento hasta el pie del altar donde  recibió el pergamino que le ofreció el Duque del Infantado con la fórmula de la Consagración.

Sobre la fórmula de la Consagración hemos de consignar que es innegable su relación con otras ya usadas en dos ocasiones extraordinarias anteriores: al terminar la procesión del Congreso Eucarístico Nacional de Valencia,  noviembre de 1893, y la del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid en junio de 1911 Ambas fórmulas le fueron presentadas al Rey, quien escogió una adaptación de la de Valencia con algunos retoques personales compatibles con otras sugerencias aducidas por algunos.

El Monarca, puesto de rodillas al lado de la Epístola y apoyado en su sable, presenció reverente la Exposición del Santísimo Sacramento. Terminado el “Pange lingua”, permaneciendo todos de rodillas, alzóse únicamente el Rey y vuelto hacia el Santísimo y ligeramente también a su pueblo que le rodeaba y le escuchaba, con voz pausada y serena, pero marcada y firme, pronunció el Acto de Consagración con estas palabras:

 
 

El Rey Alfonso XIII en la Consagración

“Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península.

Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos, y a través de comunes azares y mutuas lealtades, esta gran Patria Española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su  devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley. Reconocemos que tenéis por blasón de vuestra divinidad conceder participación de vuestro poder a los príncipes de la tierra, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz. Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que a tantos pueblos ha desangrado. Continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios, para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del derecho.

Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable. Así sea”.

Al acabar, el público prorrumpió en vítores y aclamaciones. El jesuita P. Zacarias García Villada, posteriormente asesinado en julio de 1936, comentaba que se trató de un “acto de acatamiento, por el que nuestro Rey, humillando su cabeza, reconocía a Jesucristo por Rey de Reyes y Señor de los que dominan”. Desde ese momento, aseguraba, “se puede decir con verdad que se ha cumplido la promesa que el Corazón divino hizo al P. Hoyos, de que reinaría en España con más veneración que en otras partes”. Hoy, desde lo alto del Cerro de los Ángeles, puede decir el Sagrado Corazón de Jesús las palabras esculpidas en el fuste de aquel grandioso monumento: “REINO EN ESPAÑA”.

Y desde este día el Cerro de los Ángeles empezó a ser para los españoles algo íntimamente unido e inseparable de la Nación, porque, como en aquella fecha escribía el cronista de la revista “Ciencia Tomista”,  “España se había consagrado allí al Salvador del mundo, como en tiempos de Recaredo y de Pelayo, de Alfonso VIII, de Fernando III el Santo y de Felipe II”.

 “La primera parte del texto consagratorio – escribe Luis Cano en su excelente y documentada obra “Reinaré en España”, concatenando diversas citas de varios autores – resaltaba el papel de la monarquía y de la religión en la constitución de España como patria. Desde ese momento Alfonso XIII contaría con una adhesión entusiasta de un gran sector del catolicismo español, que creía en la unión del trono y del altar y veía en él la encarnación de la monarquía católica que haría posible un resurgimiento nacional. La fórmula reconocía también el origen divino del poder político, algo que reforzaba todavía más esa misión providencial del Monarca”.

 “Los grandes problemas nacionales se reflejaban también en la fórmula, aunque veladamente: el anhelo del orden y de la paz social; la búsqueda de una pacífica armonía de las clases sociales; la situación del ejército, que en esos momentos sufría la tentación de la indisciplina y la desmoralización por culpa de la desastrosa guerra de Marruecos.

 “También se mencionaba la Primera Guerra Mundial en la que España había conseguido mantener la neutralidad. El acto del Cerro de los Ángeles constituía un agradecimiento a Dios por la especial protección de la Providencia, que a través del Sagrado Corazón – el símbolo por excelencia de la paz –  había preservado al país de ese flagelo. Los comentaristas señalaron que éste había sido uno de los principales motivos del acto del Cerro”

La consagración se vivió con fervor en toda España, como se había pedido a través de la carta pastoral del Obispo de Madrid, Mons. Melo Alcalde: las misas de comunión general en todas las iglesias en acción de gracias por la paz; la recitación de la breve fórmula de consagración ante el Santísimo expuesto, a las doce de la mañana, como signo de unión a la consagración general que en esos momentos se realizaba en el Cerro de los Ángeles; el repique de campanas, los adornos, luces y colgaduras en balcones y fachadas contribuyeron a dar a ese día el regocijo de un gran acontecimiento festivo. El P. García Villada decía que la consagración fue “un acto de agradecimiento a Dios y de reparación, una profesión de fe pública, valiente y alentadora… y una de las páginas más trascendentales de la historia contemporánea de nuestra patria”.  Fue, sobre todo, una afirmación de la realeza de Cristo y de su soberanía sobre la nación española.

 
 

La familia Real en la Consagración

Pero, como advertía el P. Vilariño, no bastaba proclamar oficialmente que Cristo reina en España para que ese reinado fuera ya efectivo. El jesuita invitaba a los lectores del “Mensajero” a que no se duerman en la almohada de la confianza, que es la almohada de los desengaños. El reinado de Cristo en España estaba por hacer: el acto del Cerro de los Ángeles era la señal de partida para ponerse en marcha,  pero lo importante era trabajar para que “ reine el amor de Cristo en los corazones de los hombres, en las familias españolas, en las inteligencias de los sabios, en las cátedras, en las letras, en las leyes, y en todas las instituciones patrias. Eso, eso, hay que procurar a toda costa. En definitiva, una presencia de la religión cristiana que no se quedara en meras manifestaciones exteriores o triunfalistas. Un catolicismo que informara a la vez la vida colectiva y personal”.

El P. Antonio Madariaga consideró a la consagración como “todo un programa de regeneración social; justicia y amor”. Justicia no sólo en el sentido jurídico-moral, sino también como “adaptación del hombre a las normas de rectitud y de la honestidad” y como el ajustamiento “al ideal de perfección, que no es otro que la ley evangélica, que, supuesta la ley natural escrita por Dios en los corazones de los hombres, añade los preceptos y consejos dados por Jesucristo y que constituyen la ascética cristiana”.

En contraste con el entusiasmo del pueblo sinceramente católico que se siente unido al acto de su Rey, surgió el grito furioso de las sectas, que escupían su rabia contra aquel acto que era calificado de “delirio y loco desafío”. Consta con toda certeza que primero quisieron disuadir al Rey de llevarlo a efecto, y luego forzarle a su anulación (por compromisos masónicos) para garantizar su trono.

Ciertamente, el significado del paso que Alfonso XIII había dado y su trascendencia eran muy claros y levantó contra él una oleada de protestas , a la vez que se difundía el rumor de que iba a ser destronado en cuestión de pocos años.

Apenas inaugurado, el partido liberal disparó el primer tiro del combate que terminaría con la destrucción del Monumento en agosto de 1936. “El acto realizado por el Rey – se dijo –  encierra una trascendencia inmensa y es un reto para el liberalismo” y la fórmula de consagración empleada por el Monarca “es vergüenza de España y escándalo para Europa”.

En un mitin electoral celebrado aquellos días, Miguel Morayta calificó de bochornoso el espectáculo de Madrid engalanado para celebrar la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús; Roberto Castrovido dijo que el acto del Cerro de los Ángeles era “dogmáticamente una herejía y estéticamente una aberración”; Julián Besteiro afirmó que era “un acto bochornoso y peligroso”, y Pablo Iglesias terminó su diatriba contra el Cerro de los Ángeles diciendo: “La locura ha hecho presa en la cabeza de nuestros gobernantes”.

Tras haber expuesto el acto y la fórmula de la Consagración  y la disparidad de criterios y pareceres  sobre el hecho, vamos a concluir la narración de lo que se vivió en aquel histórico día en el Cerro de los Ángeles con el colofón final: la Procesión Eucarística.

“España estaba consagrada al Corazón de Jesús. Había hecho su besamanos –escribe el P. Vilariño – ante el Rey del Universo en el altar del trono erigido en medio de España, y ya el Señor iba a retirarse de entre nosotros. Le acompañaron en la procesión los más nobles de la concurrencia, y recogiendo nuestras amantes miradas, pasó en medio de todos por la larga calle del Cerro, desde el monumento hasta la ermita.

Sencillo, pero solemne paso. Portaba el ostensorio de oro de la Casa Real el Sr. Cardenal Primado. Llevaban las varas del palio el infante don Carlos, el Ministro de la Guerra, el Duque del Infantado, el Marqués de Aguilafuente, el Vizconde del Val  de Erro y el Duque de Vistahermosa. El palio era de tisú de oro, propiedad el Convento de las Reparadoras de Madrid.

Seguían, -con velas encendidas-, los Prelados, la Familia Real, el Gobierno, las Órdenes Militares, representantes de la Guarnición de Madrid, una Comisión de Artillería de Getafe y de la Junta de Acción Católica, presidida por el Marqués de Comillas.

La ondulada procesión cubría el Cerro. Por un lado resonaba el “Tantum ergo”, por otro el “Pange lingua”, por otro la Marcha Real”, por otro el “Himno Eucarístico”. Y en todos los corazones el himno de acción de gracias y el aleluya del gozo religioso y patriótico.

Desde la altura de la ermita se nos dio la bendición con el Santísimo a los ecos lejanos de la Marcha Real.                                                               

–  Su Majestad puede ya retirarse – cuentan que le dijeron al Rey.

–      No, -respondió Alfonso XIII-, le acompañaremos hasta que quede reservado en su Sagrario. Y le siguió hasta la iglesia como antes.

“Todo estaba hecho, y hecho con felicidad, sigue diciendo el padre Remigio Vilariño. El desfile se hizo primero de sus Majestades y Altezas con aclamaciones y vivas mucho más entusiastas y sinceros que antes de la fiesta. Luego de todo el público por su orden con íntima satisfacción y alegría”

Hemos pasado un día hermoso. Para todo aquel que ame a Nuestro Señor Jesucristo, y que conozca algo de los tesoros  de amor que nuestro Redentor se merece por el amor que Él nos tiene y por el amor que ha tenido a España en los tiempos pasados, ha sido un día hermoso, magnífico… inolvidable.

En la Crónica ofrecida por el diario madrileño El Universo”   leemos lo siguiente : “… en aquel marco inolvidable, la voz sonora y potente de un Monarca valiente y gallardo, que hace pública  y solemne manifestación de la fe que dio sobrenombre glorioso a sus antecesores, y a él mismo, en ceremonia que trae el recuerdo, conmovido, las gestas de los Recaredos, de los Fernandos, de los Jaimes, grandes como guerreros, inmortales como legisladores, amados como padres de sus pueblos, de lo que nosotros somos continuadores”.

El acto, único en su clase y como no se había visto quizás en España, fue calificado años más tarde por Su Santidad el Papa Pío XI de “gesto inmortal de verdadera y soberana caballerosidad, digno en todo de la historia y de la hidalguía del pueblo español, caballeroso por excelencia”. 

Podemos resumirlo todo, según las informaciones de la Prensa, con estas palabras: Celebración con inusitada solemnidad y extraordinaria brillantez  la inauguración del Monumento, en un marco inolvidable y con esplendores de un culto único en lo de acercar el arte a la divinidad.  Prodigio de orden  y excelente organización del acto de un modo insuperable en todos sus detalles, sin dar lugar a confusión alguna en la colocación de los invitados y asistentes a la ceremonia.                    

Participaron en tan solemne, masivo, piadoso y emotivo acto  los Reyes, la Reina Madre María Cristina, los Infantes, los Príncipes, El Gobierno de la Nación , el Sr. Nuncio, Cardenal Primado, veintidós Prelados,  Cabildo y Clero de Madrid, Órdenes Militares (Alcántara, Montesa y Calatrava) Duques, Marqueses, Condes, Gentilhombres, toda la Aristocracia de la Capital,  un sinfín de Autoridades civiles y militares y más de quince mil personas que llegaron en trenes especiales, coches, autos, carros y a pié, formando filas interminables a lo largo de las carreteras desde Getafe, pueblos circunvecinos  y desde el propio Madrid, quienes conservarán un recuerdo indeleble de tan hermosa y espléndida ceremonia.

“En suma, ha sido una fiesta grandiosa, imponente, de una incomparable grandeza imposible de ser reflejada  en estas líneas, de acertar con la referencia ni dar con el acertado comentario, pues reseñarla tal como fue es una empresa superior a las fuerzas humanas”.

Y terminamos con unas palabras de D. Emiliano Aníbarro Espeso, quien fue Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario durante mucho años, tomadas del Librito “Ayer y Hoy del Cerro de los Ángeles”, que dice así: “El centro geográfico de España, el día 30 de mayo de 1919 se convirtió en centro de atracción espiritual de todos los españoles. Allí, al pie del Monumentos del Sagrado Corazón de Jesús, convergían los pensamientos, los sentimientos de amor, de fe y de entusiasmo de todos los pueblos de la nación española, y de allí irradiaban palpitaciones de alegría, afecto, gratitud y bendición, que se extendieron por todas las tierras de España anunciando la buena nueva del advenimiento del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en el pueblo de sus predilecciones”.

 

Fuente: Vicente Lorenzo Sandoval. Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús. Getafe, “Cerro de los Ángeles”, 15 de Junio de 2009

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Triduo Pascual: desde el Jueves al Domingo Santo

Se conoce como Triduo Pascual a los tres días en que los católicos celebran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Comprende el tiempo desde la tarde del Jueves Santo, hasta la tarde del Domingo de Pascua. Es el corazón del año litúrgico.

La expresión Triduo pascual, aplicada a las fiestas anuales de la Pasión y Resurrección, es relativamente reciente, pues no se remonta más allá de los años treinta del siglo XX.

Conmemora, paso a paso, los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, desarrollados en tres días.

El triduo estaba formado originariamente por el Viernes y el Sábado santos como días de ayuno, lectura de la pasión y vigilia, junto al Domingo de Resurrección. Posteriormente, entre los siglos III y VIII se añadió el Jueves, que en realidad era el último día de cuaresma y tiempo para preparar el triduo. Estos tres días santos son culminación celebrativa de todo el año litúrgico, retiro espiritual de los creyentes en comunidad y momento principal de decisiones cristianas.

En la Pascua celebramos el memorial de la liberación salvadora (tránsito de Jesucristo de la muerte a la vida), mediante el cual recordamos el pasado, confesamos la presencia de Dios en el presente y anticipamos el futuro. En estricto rigor, la Pascua de Cristo es el paso «de este mundo al Padre» (Jn 13,1). Toda la vida de Cristo es una Pascua: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre» (Jn 16,28).

EL JUEVES SANTO

El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la Cena del Señor del Jueves Santo, día de reconciliación, memoria de la eucaristía y pórtico de la pasión. Se celebra lo que Jesús vivió en la cena de despedida: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva» (1 Cor 11,26).

Después de una introducción al sentido de la reconciliación previa al triduo, se canta algo apropiado y se hace oración. Dos o tres lecturas bíblicas ayudan a tomar conciencia mediante un examen concreto, hecho eventualmente entre varias personas, según el tema elegido para la revisión. Se puede introducir un gesto penitencial, como es el encendido o apagado de algunas velas, la quema de papeles en un brasero, romper una vasija de barro, etc. Si la comunidad es grande -y en tanto sea posible-, se divide en grupos para tomar conciencia de los pecados. Luego se pide perdón por medio de unas peticiones preparadas; si es posible, se hace también de manera espontánea y se invita a la reconciliación con un silencio prolongado.

Hasta el siglo VII, el Jueves Santo fue día de reconciliación de pecadores públicos, sin vestigios de eucaristía vespertina. A partir del siglo VII se introducen en este día dos eucaristías: la matutina, para consagrar los óleos (necesarios en la vigilia), y la vespertina, conmemoración de la cena del Señor. Todo el misterio del Jueves Santo y del Triduo Pascual se contiene en estas palabras de Juan (13,1): «Era antes de pascua (judía). Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre (Pascua de Cristo); había amado a los suyos (entrega, Jueves Santo) que vivían en medio del mundo y los amó hasta el extremo (muerte, Viernes Santo). Estaban cenando (eucaristía, pascua cristiana)»… En la eucaristía del Jueves Santo, la Iglesia revive la última cena de despedida de Jesús y celebra la caridad fraterna por medio de dos gestos: uno, testimonial (el lavatorio); el otro, sacramental (la eucaristía).

Con la misa vespertina del jueves comienza actualmente el triduo. Por eso se afirma que el Jueves Santo es «conmemoración de la cena del Señor». Todas las lecturas de este día evocan la entrega de Jesús, que cumple con el viejo rito de la antigua pascua (la lectura), ofrece su cuerpo en lugar del cordero (2ª lectura) y proclama el mandamiento del servicio (evangelio). Pero, al mismo tiempo, Jesús es entregado por Judas y abandonado por los demás discípulos.

Actualmente, al haber declarado Caritas el Jueves Santo como «día del amor fraterno», tanto la institución de la eucaristía como la del sacerdocio han pasado, por así decirlo, a un segundo plano. Sólo quienes participan en los oficios litúrgicos se dan cuenta del misterio que entraña este día.

La celebración vespertina exige una preparación de la capilla o iglesia. Conviene dar un realce especial a la mesa, que, a ser posible, debería ser grande y estar bellamente adornada. El monumento puede hacerse en una mesa sencilla, con vajilla adecuada, de tipo rústico. Se sitúan en el centro del presbiterio los utensilios necesarios para el lavatorio: jarra con agua, jofaina y toalla. Cabe empezar esta celebración fuera, en un patio -si es posible-, con una preparación especial para disponernos a comenzar. Entramos cantando. Transcurre la celebración según el ritual oficial. Después de la primera lectura (Ex 12) se prepara con cierta solemnidad la mesa. Un símbolo importante del Jueves Santo es el lavatorio de los pies, en el que sería bueno que participara el mayor número posible de fieles, y que se hiciera en silencio. Un canto de caridad puede preceder o seguir a este gesto. Después podemos darnos la paz. Se hace una catequesis adaptada a los niños presentes, sobre el sentido del lavatorio en el que participan. En general, puede oírse en estos momentos música clásica, polifonía o canto gregoriano.

Ciertamente, el lavatorio de los pies es un gesto extraño a nuestra cultura, pero ha sido transmitido por los oficios de este día y significa un servicio que exige y requiere humildad. El «monumento» podría situarse en un sitio apropiado del templo, donde se celebrará la «hora santa» Termina el jueves con una oración prolongada personal en silencio.

La hora santa puede hacerse, bien el Jueves Santo por la noche, bien el Viernes por la mañana. Se preparan textos bíblicos, cantos o música para ser oída, fragmentos religiosos literarios, noticias sucintas del mundo, oraciones de petición o de acción de gracias y breves revisiones personales de vida. Recuérdese que el lenguaje religioso o litúrgico es en forma directa, dirigido a Dios. Como texto bíblico, puede utilizarse el discurso de despedida de Juan (caps. 13-17), las «siete palabras» o el itinerario del «via crucis». La experiencia nos dice que esta oración personal es una de las más importantes del año. Podemos contar también con la oración oficial de las Horas.

EL VIERNES SANTO

El Viernes se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte (madero), pero sinónimo de redención (árbol). En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo, como el amor que se anonada, y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad, presente en el anonadamiento de Jesús por Dios. Este día, denominado antiguamente al modo judío parasceve (preparación), es hoy «celebración de la Pasión del Señor». Conmemoramos la victoria sobre el pecado y la muerte. Jesús murió el 14 de Nisán judío, que aquel año fue viernes. La Iglesia decidió conmemorar la muerte de Cristo en viernes, y su resurrección en domingo.

La actual celebración del Viernes Santo responde a la antigua liturgia cristiana de la palabra, tal como la describe Justino hacia el año 150: proclamación de la palabra de Dios, seguida de aclamaciones, oración de la asamblea por las intenciones de la comunidad y bendición de despedida. La liturgia de la palabra, sin eucaristía, era común en Roma los miércoles y viernes, a la hora de nona, hasta el siglo Vl. En el Viernes Santo se celebraba, desde el siglo IV, un oficio de la palabra propio del día, con los elementos actuales: lecturas, oraciones solemnes, adoración de la cruz y comunión.

La actual celebración del Viernes Santo es austera: gira en torno a la inmolación del Señor. Se introduce la celebración mediante una catequesis apropiada sobre el relato de la Pasión. Comienza por un rito inicial antiguo, la postración del celebrante y de sus ayudantes en silencio. La primera lectura, denominada «Pasión según Isaías», es el cuarto canto del siervo de Yahvé, aplicado proféticamente a Jesús. En la segunda lectura, el siervo es el sumo sacerdote que se entrega por los demás. El evangelio es el relato de la Pasión de San Juan, donde la cruz es la suprema revelación del amor de Dios. Puede leerse la Pasión entre varios, dividida en cinco escenas: huerto de los olivos, interrogatorio religioso, interrogatorio político, crucifixión y sepultura. Se intercalan entre escena y escena momentos de oración, canto o música y reflexión. Un texto largo, como el de la Pasión, se sigue mejor con el mismo en la mano y, por supuesto, en posición sedente. A la hora de la crucifixión se pueden clavar dos tablas grandes que formen luego una cruz.

Al final de la lectura evangélica, las personas que se han identificado con los personajes principales de la Pasión expresan en voz alta y de forma directa una reflexión actualizada. Se comienza diciendo, por ejemplo, «yo soy Pedro», «soy la Magdalena», etc. Sigue la oración universal, formulario romano del siglo v. Las oraciones solemnes y los improperios caben ser revisados cada año. Después es adorada la cruz (una sola, no varias) por el pueblo, precedida de su ostentación ante la asamblea: «Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo». A la adoración de la cruz le precede una monición adecuada y la lectura de la «Pasión según Isaías».

El gesto de adoración se hace espontáneamente, como cada persona lo desee, mediante un beso, abrazo, inclinación, de rodillas, tocando el madero, etc. Los matrimonios pueden ir juntos a adorar la cruz, a ser posible con sus hijos. Los improperios evocan el misterio de la glorificación de Jesús, que muere herido de amor y de ternura hacia su pueblo. La celebración concluye con la comunión precedida y seguida de una oración comunitaria y personal.

Para nuestro pueblo, el Viernes Santo es un día de dolor, manifestado por dos figuras: el Nazareno y la Dolorosa. Los oficios de este día son desplazados casi totalmente por las procesiones del catolicismo popular. Han decaído las devociones de las «siete palabras» y del «via crucis», actos típicos de la noche del jueves ante el monumento.

LA VIGILIA PASCUAL

La Vigilia Pascual es la celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada «madre de todas las vigilias». Sin embargo, todavía está lejos de significar algo importante para nuestro pueblo, que se hace presente, sobre todo, en las procesiones del viernes. Para muchos de nuestros fieles sigue siendo el Viernes Santo el día decisivo. Con todo, la resurrección de Jesús es dato básico de la confesión de fe, comunicación de nueva vida e inauguración de nuevas relaciones con Dios.

Según la actual liturgia, el sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión, con el altar desnudo. La Vigilia Pascual más antigua que se conoce es del siglo III. Hacia el año 215, según la Tradición de Hipólito, el bautismo era celebrado, con la eucaristía, en la Vigilia Pascual. Esto se generalizó en el siglo IV. A finales de este siglo algunas Iglesias introdujeron el lucernario pascual, que finalmente se extendió a todas partes. A partir del siglo Xll se comenzó a bendecir el fuego.

Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Según el misal, es noche de vela. Está constituida por una larga celebración de la palabra que acaba con la eucaristía. Se inicia el acto con una hoguera. En un primer momento, puede prenderse un «fuego de campamento», con cantos jubilosos, danza de niños y mayores alrededor del fuego, y quema de cosas que rechazamos: juguetes bélicos, prensa mentirosa, jeringuillas de droga, etc. e empieza la celebración con una monición para dar sentido a todo el acto, que tiene cuatro partes:

a) La liturgia de la luz

Se desarrolla de noche, fuera del templo, en torno al cirio, símbolo de Cristo, al que siguen los bautizados con sus luminarias encendidas. El lucernario, o rito del fuego y de la luz, tiene su origen en la práctica judía y cristiana primitivas de encender una lámpara a la llegada de la noche, junto con una bendición. Los fieles, con los cirios apagados en la mano, son los «exiliados». Con el fuego se enciende el cirio pascual, y con éste se encienden las velas que portan los fieles; de este modo, se entra en procesión en la iglesia, ya preparada y adornada profusamente. El cirio encendido evoca la resurrección de Cristo. Dentro del templo se proclama el pregón pascual, canto de esperanza y de triunfo; su texto debiera ser propio cada año. Dentro del Exultet caben aclamaciones festivas de la asamblea.

b) La liturgia de la palabra

En esta segunda parte se describe la historia de la salvación. Son fundamentales las lecturas del Génesis (creación), Éxodo (liberación de Egipto), Profetas (habrá una nueva liberación) y Evangelio (proclama de la resurrección). Esta parte consta de una introducción catequética y de varias lecturas que narran la historia de la salvación, hasta llegar al evangelio. Se intercalan las lecturas con cantos, oraciones o noticias breves. Proclamada la resurrección, aplaudimos, cantamos festivamente e incluso puede hacerse una danza, repartirse flores y hasta encender bengalas. Todo gravita en torno a la Pascua del Señor.

c) La liturgia del agua

La tercera parte celebra el nuevo nacimiento. Se desarrolla especialmente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos. En el caso del bautismo de niños, los padres hacen la petición, el presidente de la comunidad responde, se convoca a los santos en las letanías, se bendice el agua, se exhorta a la profesión de fe y a los compromisos cristianos y se procede al bautismo. Las promesas bautismales se renuevan estando todos de pie, con los cirios encendidos, mediante un diálogo que concluye con la aspersión. Un gran aplauso rubrica el acto sacramental.

d) La liturgia eucarística

La eucaristía es la cumbre de la vigilia. Los recién bautizados participan activamente en la oración universal, procesión de ofrendas y comunión. Tras una monición adecuada, se procede a preparar solemnemente la mesa con flores, cirios y toda clase de ofrendas, en un «ofertorio» en el que pueden intervenir también los niños (cabe incluso una danza a la hora de llevar los dones). La anáfora también debiera ser nueva cada año. Al final de la fiesta, después de la comunión, se acaba con un encuentro festivo, en el que no debe faltar un sencillo ágape en el que participen todos los asistentes. La eucaristía pascual anuncia solemnemente la muerte del Señor y proclama su resurrección en la espera de su venida.

LA EUCARISTÍA PASCUAL

En la eucaristía del Domingo de Resurrección se comenta la experiencia del triduo, y varios participantes del mismo dan testimonio al reconocer que su vida cristiana se ha visto robustecida por estas celebraciones regeneradoras, al modo de unos «ejercicios espirituales» litúrgicos. El acontecimiento pascual, sacramentalmente celebrado en la eucaristía, no se reduce sólo a Cristo y a la Iglesia, sino que tiene relación con el mundo y con la historia. La Eucaristía Pascual es promesa de la Pascua del universo, una vez cumplida la totalidad de la justicia que exige el reino. Todo está llamado a compartir la Pascua del Señor, que, celebrada en comunidad, anticipa la reconciliación con Dios y la fraternidad universal.

El día pascual de la resurrección, Jesús comió con los discípulos de Emaús y con los Once en el cenáculo. Son comidas transitorias entre la resurrección y la venida del Espíritu. Estas comidas expresan el perdón a los discípulos y la fe en la resurrección. Enlazan las comidas prepascuales de Jesús con la eucaristía. Denominada «fracción del pan» por Lucas y «cena del Señor» por Pablo, se celebraba al atardecer, a la hora de la comida principal. Había desde el principio un servicio eucarístico (mesa del Señor) y un servicio caritativo (mesa de los pobres). Se festejaba el «primer día de la semana», con un ritmo celosamente guardado. Surge así la celebración del día del Señor (pascua semanal), y poco después la celebración anual de la Pascua.

Fuente: CASIANO FLORISTAN ” DE DOMINGO A DOMINGO EL EVANGELIO EN LOS TRES CICLOS LITURGICOS”

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Historia del Triduo Pascual

El triduo pascual se consideraba como tres días de preparación a la fiesta de pascua; comprendía el jueves, el viernes y el sábado de la semana santa. Era un triduo de la pasión.

En el nuevo calendario y en las normas litúrgicas para la semana santa, el enfoque es diferente. El triduo se presenta no como un tiempo de preparación, sino como una sola cosa con la pascua. Es un triduo de la pasión y resurrección, que abarca la totalidad del misterio pascual…

Así se expresa en el calendario:
Cristo redimió al género humano y dio perfecta gloria a Dios principalmente a través de su misterio pascual: muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida. El triduo pascual de la pasión y resurrección de Cristo es, por tanto, la culminación de todo el año litúrgico.

Los primeros testimonios explícitos de la celebración anual de la Pascua son de la mitad del siglo II y provienen de las Iglesias de Asia Menor que celebraban la Pascua el 14 de Nisán, día en que los judíos tenían prescrito inmolar los corderos. Estos cristianos, llamados precisamente “cuartodecimanos”, convencidos de que la muerte de Cristo había sustituido el Pesah judaico, celebraban la Pascua ayunando el 14 de Nisán y terminaban el ayuno con la celebración eucarística que tenía lugar al final de la vigilia nocturna entre el 14 y el 15 de Nisán. Las otras iglesias, guiadas por Roma, celebraban la Pascua el domingo después del 14 de Nisán.

Eusebio de Cesarea (+ 339-490) nos informa en su Historia Eclesiástica (5, 23-25) que esta diversidad de fechas provocó una seria controversia entre Roma y las Iglesias del Asia Menor, polémica que llegó a su culmen en tiempos del papa Víctor (193-203). La controversia no consistía en el dilema de si la Pascua recuerda la muerte o si en cambio recuerda la resurrección de Cristo sino en el dilema de si la Pascua debía ser celebrada en el día de la muerte o en el día de la resurrección de Cristo. Es de notar que, en el curso del siglo III, se impone la fecha dominical de la Pascua.

Las más antiguas fuentes que testimonian la celebración anual de la Pascua provienen del área del Asia Menor y son: la Epístola de los Apóstoles, texto apócrifo escrito en torno al 150; la homilía Sobre la Pascua de Melitón de Sardes, del año 165 aproximadamente; una homilía Sobre la Santa Pascua de un Anónimo cuartodecimano de fines del siglo II; más otros textos menores. En estos documentos, la celebración de la Pascua se presenta esencialmente como un ayuno riguroso, generalmente de dos o tres días, seguidos de una asamblea nocturna de oración y lecturas (aparece la lectura de Ex. 12: la inmolación del cordero pascual), concluida luego por la celebración eucarística.

En Occidente, los testimonios sobre las celebraciones pascuales son escasos en los primeros cuatro siglos; luego, en cambio, en los siglos V-VII, son más abundantes. San Ambrosio (+397) y san Agustín (+430) hablan del “triduo sacro” (o “sacratísimo”) para indicar los días en que Cristo ha sufrido, ha reposado en el sepulcro y ha resucitado.

En cuanto a la celebración del Triduo sacro en Roma, cerca del año 416, una carta del papa Inocencio I al obispo Decenzio de Gubbio, aunque no habla de “triduo”, menciona una celebración especial de la pasión el viernes y de la resurrección el domingo, y también el ayuno del viernes y del sábado. Este mismo documento testimonia que el jueves antes de Pascua no hacía referencia alguna al Triduo sacro pero era el día de la reconciliación de los penitentes. Luego, en el siglo VII, la reconciliación de los penitentes es insertada en el marco de una Misa matutina celebrada en los Títulos romanos (cfr. Sacramentario Gelasiano, nn. 352-367). El mismo Gelasiano (nn. 391-394) es testigo de una segunda Misa, que inicia desde el ofertorio, celebrada en la tarde del jueves en los Títulos, cuyo tema central es la doble “entrega” (= traditio): la entrega que Judas hace de Jesús a sus enemigos, y la entrega que Jesús hace de sí mismo a los discípulos en la Eucaristía. En la Basílica lateranense, en cambio, el Papa celebra a mediodía una Misa conmemorativa de la Cena del Señor, en el curso de la cual son bendecidos el crisma y los oleos (cfr. Gelasiano, nn. 375-390; Gregoriano nn. 328-337).

El Pontifical Romano-germánico del siglo X conoce sólo la Misa crismal (n. XCIX, 222) y la de la tarde (n. XCIX, 252) anticipada ya a la hora tercia, y coloca la reconciliación de los penitentes antes de la Misa crismal (n. XCIX, 224). Los libros litúrgicos del siglo XIII y el Misal Romano pos-tridentino de 1570 tienen sólo el formulario correspondiente a la Misa que recuerda la institución eucarística. La confección del crisma y la bendición de los óleos tienen lugar en las catedrales y son reportadas por los Pontificales (cfr. Pontifical Romano de 1596, Parte III). En el siglo XVI, la única Misa del Jueves santo ya ha sido anticipada a la mañana.

Con respecto a la conservación y adoración del Santísimo Sacramento en el Jueves santo, las primeras manifestaciones las encontramos en los siglos XII-XIII (recordemos que en 1264 Urbano II instituyó la fiesta del “Corpus Domini”). La centralidad que progresivamente adquiere la adoración de las especies sacramentales en la piedad del pueblo cristiano es uno de los elementos decisivos que hará del Jueves santo un día del Triduo sacro.

El Viernes santo en Roma, en el siglo V, según las homilías de san León y la ya citada carta del papa Inocencio I, se celebra exclusivamente una liturgia de la Palabra. A mitad del siglo VII, la liturgia papal nos ha transmitido sólo las oraciones solemnes que pertenecen a la liturgia de la Palabra (cfr. Gregoriano, nn. 338-355). En la misma época, en las iglesias presbiterales de los Títulos, la liturgia de la Palabra es unida a la adoración de la Cruz y a la comunión de todos los participantes con pan y vino consagrados el día anterior (cfr. Gelasiano, nn. 395-418). En los libros litúrgicos de la alta Edad Media, la comunión no es practicada siempre. En los libros litúrgicos del siglo XIII, está prescrita sólo la comunión del Pontífice. Surgirá así la costumbre que reservará la comunión únicamente al presidente de la celebración. Esta norma pasa al Misal de Pío V de 1570 y permanece en vigor hasta la reforma de Pío XII de 1956, que permitirá de nuevo la comunión de todos los participantes.

El Sábado santo fue originariamente un día alitúrgico, dedicado a la oración, a la penitencia y al ayuno.

Momento culminante y núcleo del que ha nacido el Triduo Sacro es la Vigila pascual. En el siglo VII, tiene una rica estructura ritual basada en tres elementos fundamentales: celebración de la Palabra, celebración del bautismo y celebración eucarística (para la liturgia papal: Gregoriano, nn. 362-382; para la liturgia de los Títulos presbiterales: Gelasiano, nn. 425-462). Es de notar que la liturgia de los Títulos inicia con el encendido y bendición del cirio pascual, rito que es acogido sólo más tarde en la liturgia papal.

La celebración de la Vigilia tiende cada vez más a anticiparse a las horas de la tarde hasta que con el Misal de Pío V de 1570 es fijada en la mañana del sábado. En este contexto, aparece y se consolida la Misa del domingo de Pascua: el Gelasiano (nn. 463-467) y el Gregoriano (nn. 383-391) ofrecen cada uno un formulario dominical en el cual la resurrección es presentada como parte del único misterio pascual. Las fuentes posteriores hablarán ya de domingo “de Resurrección”. Respecto al ordenamiento de las lecturas bíblicas de la Vigilia pascual, los autores no están de acuerdo en la interpretación de los datos provistos por los antiguos Leccionarios y Sacramentarios. Según la opinión más común, la antigua liturgia romana conocía dos esquemas de lecturas: uno que forma parte del Gregoriano (nn. 36-372) con cuatro lecturas del Antiguo Testamento más dos del Nuevo, y otro que forma parte del Gelasiano (nn. 431-443) con diez lecturas del Antiguo Testamento más dos del Nuevo. Posteriormente, en el Misal Romano de 1570, las lecturas llegarán a ser hasta doce del Antiguo Testamento más dos del Nuevo. La reforma de Pío XII de 1956 reduce las lecturas y conserva las dos del Nuevo (Col. 3, 1-4; Mt. 28, 1-7).

El Triduo Sacro forma parte de lo que hoy llamamos Semana Santa, la cual tenía ya en los siglos VI-VII su propia personalidad celebrativa, cuyo núcleo central es la pasión del Señor, tema que en los antiguos Sacramentarios da el nombre al domingo que precede al de Pascua. El rito de los Olivos, que en Jerusalén caracterizaba este domingo en la segunda parte del siglo IV, llegará a Roma sólo a fines del siglo X.

En base a artículo del Padre Matias Augé en Messainlatino.it traducido por La Buhardilla de Jerónimo

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Significado de la Fiesta de la Anunciación

En los calendarios antiguos, la Fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen María (25 marzo), también se llamó FESTUM INCARNATIONIS, INITIUM REDEMPTIONIS CONCEPTIO CHRISTI, ANNUNTIATIO CHRISTI, ANNUNTIATIO DOMINICA.

En el Oriente, donde la participación de María en la Redención es celebrada como una fiesta especial, la Anunciación es una festividad de Cristo el 26 de diciembre. En la iglesia latina es una celebración mariana. Probablemente se originó brevemente antes o después del concilio de Efesio (c. 431)…

En los tiempos del Sínodo de Laodicea (372) la festifidad no era conocida. San Proclo, Obispo de Constantinopla (d. 446), sin embargo, parece mencionarlo en una de sus homilías. Indica que la festividad de la venida de Nuestro Señor y Salvador, cuando se hizo hombre (quo hominum género indutus), era famosa durante el quinto siglo entero. Esta homilía, sin embargo, puede no ser genuina, o las palabras pueden entenderse como en referencia a la fiesta de Navidad.

En la Iglesia latina esta fiesta se menciona primero en el Sacramentarium del Papa Gelasius (d. 496), de ello poseemos un manuscrito del Siglo VII; también se contiene en el Sacramentarium de San Gregorio (d. 604), un manuscrito de fecha anterior al Siglo VIII. Desde que estos sacramentarios contienen agregados posteriores al tiempo de Gelasius y Gregorio, Duchesne (Origines du culte chrétien, 118, 261) atribuye el origen de esta fiesta en Roma del Siglo VII; Probst, sin embargo, (Sacramentarien, 264) piensa que realmente pertenece al tiempo del Papa Gelasius. El décimo Sínodo de Toledo (656), y Sínodo de Trullan (692) habla de esta festividad, como una de carácter universal celebrada en la Iglesia Católica.

Toda la cristiandad antigua (contra toda posibilidad astronómica) reconoció el 25 de marzo como el día real de la muerte de Nuestro Señor. La opinión que la Encarnación también tuvo lugar en esa fecha se encuentra en el trabajo pseudo-Cyprianico «De Pascha Computus», c. 240. Allí se defiende que la venida de Nuestro Señor y Su muerte deben de haber coincidido con la creación y caída de Adán. Y desde que el mundo se creó en primavera, el Salvador también fue concebido y murió brevemente después del equinoccio de primavera. Cálculos imaginarios similares se encuentran en la parte tardía de la Edad Media, y de conformidad con ellos, las fechas de la fiesta de la Anunciación y de Navidad comparten su origen.

De allí que los martiriologios antiguos asignan al 25 de marzo a la creación de Adán y a la crucifixión de Nuestro Señor; también ubican allí, la caída de Lucifer, el paso de Israel a través del Mar Rojo y la inmolación de Isaac (Thruston, Navidad y el Christian Calendario, Amer. Eccl. Rev., XIX, 568.) La fecha original de esta fiesta era el 25 de marzo. Aunque en los tiempos antiguos, la mayoría de las iglesias no guardó ninguna fiesta en Cuaresma, la Iglesia Griega en el Sínodo de Trullan (en 692; 52) hizo una excepción en favor de la Anunciación. En Roma, era siempre celebrado el 25 de marzo.

La Iglesia española lo transfirió al 18 de diciembre, y cuando algunos intentaron introducir para ello la fecha del 25 de marzo, el 18 de diciembre fue oficialmente confirmado en toda la Iglesia Española, por el décimo Sínodo Toledo (656). Esta ley fue abolida cuando la liturgia romana fue aceptada en España.

Desde la iglesia de Milán hasta nuestros días, se asigna el oficio de esta festividasd al último domingo de Adviento. En el 25 de marzo una Misa se canta en honor de la Anunciación (Ordo Ambrosianus, 1906; Magistretti, Beroldus, 136.) Los armenios cismáticos celebran esta fiesta ahora en el 7 de abril. Debido a que para ellos la Epifanía es la fiesta del nacimiento de Cristo, la Iglesia Armenia asignó la Anunciación al 5 de enero, la vigilia de Epifanía.

Esta fiesta siempre fue un día santo de obligación en la Iglesia Universal. Como tal, se abrogó primero para Francia y las dependencias francesas, 9 abril, 1802,; y para los Estados Unidos, por el Tercer Concilio de Baltimore, en 1884. Por un decreto del S.R.C., 23 abril de 1895, el rango de la fiesta se levantó de un doble de la segunda clase a un doble de la primera clase. Si esta fiesta cae dentro de Semana Santa o Semana de Pascua, su oficio se transfiere al lunes después de la octava de Pascua. En algunas iglesias alemanas era costumbre para guardar su oficio para el sábado antes de Domingo de Palmas, siempre que el 25 de marzo ocurriera en Semana Santa.

La Iglesia griega, cuando el 25 de marzo ocurre en uno de los tres días últimos de la Semana Santa, transfiere la Anunciación al lunes de Pascua; para todos los otros días, incluso el Domingo de Pascua, su oficio se mantiene con el del día. Aunque ninguna octava se permite en Cuaresma, las Diócesis de Loreto y de la Provincia de Venecia, las Carmelitas, dominicanos, servitas, y redemptoristas, celebran esta fiesta con una octava.

Con respecto al nombre dado a esta festividad, hubo variantes: Anunciación de la bienaventurada Virgen María, Anunciación del ángel a la bienaventurada Virgen María, etc. En todas ellas, la referencia a María es muy intensa, quedando más atenuada la referencia a Cristo. Con la reforma litúrgica posterior al concilio Vaticano II la festividad ha recobrado su nombre más auténtico, Anunciación del Señor, enfatizando así que la misión de María debe ser vista siempre a la luz de Cristo (LG 67)

 

SIGNIFICADO TEOLÓGICO

El Evangelio de Lucas- único que nos presenta esta narración- nos ofrece una serie de temas muy importantes para la espiritualidad mariana: la vocación de María, su fe, su pobreza, su dimensión contemplativa, su condición de discípula y su disponibilidad al plan de Dios sobre ella.

Estos temas los distribuye Lucas en torno a los acontecimientos más importantes de la vida de María. Uno de ellos es la Anunciación, precisamente el que da entrada a todos los demás y donde ya en germen aparecen claras las actitudes de María. El relato está cargado de citas y alusiones a los textos del Antiguo Testamento, enlazando así la Antigua Alianza con la Nueva.

Puede dividirse en cuatro partes:
• Marco histórico y saludo a María (1,28-29)
• Anuncio del gran mensaje (1,30-33)
• Explicación del ángel a la pregunta de María (1,34-37)
• Consentimiento de María (1,38)

El relato, según muchos autores, está inscrito dentro del género literario de los anuncios, en particular anuncios de nacimientos, frecuentes en el Antiguo Testamento. Precisamente las constantes alusiones a la Escritura, de que antes hablábamos, y la utilización de géneros, como el midrash, de honda raigambre bíblica, dan a esta narración aparentemente modesta su enclave fundamental en la historia de la salvación.

Es necesario igualmente, para llegar a entender bien el pasaje, verlo dentro de la estructura literaria de los dos primeros capítulos de Lucas en los que se narra:
* Anuncio a Zacarías del nacimiento de Juan (1,5-25)
* Nacimiento de Juan Bautista (1,57ss)

El centro, pues, de esta estructura es Jesús: todas las personas que se mencionan en estos relatos, de un modo u otro, antes o después, vuelven sus ojos a Jesús, centro de la historia de la salvación, meta del pueblo elegido.

Con el primero relacionaremos la Anunciación a María del nacimiento de Jesús, con el segundo el propio nacimiento del Señor.

Es fundamental resaltar el consentimiento de María: María es una persona libre y Dios le pide su consentimiento. No es un mero instrumento pasivo, sino que coopera con su libertad a que se realice el designio divino. Resalta más aún este consentimiento si lo comparamos con otros casos semejantes o similares en el Antiguo Testamento, así como la confianza y fe de María en las palabras del ángel resaltan aún más si las comparamos con las reticencias que expresa Zacarías ante el anuncio del nacimiento del Bautista. María se convierte así en el Arca de la Nueva Alianza, nuevo templo de Dios en medio de su pueblo.

Fuentes: Revista Miriam y Enciclopedia católica

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