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¿Cuál es la Relación entre Dios y Lucifer?

Es doctrina de la Iglesia que el demonio existe y es el enemigo de la humanidad.

Son incontables los escritos de santos y videntes al respecto, y obviamente también en la Biblia.

Sin embargo esto no obsta para que algunos eruditos vean al maligno como un burócrata al servicio de Dios.

En este artículo trataremos sobre la visión de Catalina Emmerich sobre la liberación del demonio 60 años del 2000.
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Pero también mostraremos la otra cara. La que plantea que el demonio es una criatura funcional a Dios y su aliado.

Los demonios son ángeles caídos que están organizados bajo lucifer en niveles jerárquicos, de la misma forma que los ángeles según Efesios 6.

Ellos pueden actuar sobre las personas demonizándolos de dos formas.

Una es mediante la tentación de que usurpen el lugar de Dios y hagan sus propias normas.

Y otro a través de lo que se llama posesión, que es la influencia menos frecuente.

La actividad principal de los demonios es desviar a los humanos de la creencia en Dios, utilizando mentiras y verdades a medias y llamándoles a adorar a dioses paganos o a sí mismos.

La historia final la sabemos por el Apocalipsis 20, donde dice que los demonios serán encadenados definitivamente en el nivel más bajo del infierno y permanecerán ahí por toda la eternidad.

Pero mientras tanto han sido liberados para actuar en la tierra, quizás como una forma de probar a los seres humanos.

Pero Dios no nos ha dejado solos en esta prueba y nos ha dado lo necesario para enfrentarnos a los demonios.

Sin embargo habrá tribulación final en la tierra, lo que se llama la Gran Tribulación y los demonios tomarán prácticamente el control de la Tierra; y es ahí donde se marcará a las personas con la marca de la bestia.

Y se saldrá de esto solamente con la presencia física de Jesús en su segunda venida y entonces derrotará definitivamente a las huestes demoníacas y vendrá el juicio final.

La caída de sociedades enteras e incluso de la humanidad en manos de la influencia demoníaca ha sucedido muchas veces a través de la historia.

Desde la caída de Adán y Eva hasta el diluvio de Noé, el mal había permeado tanto la tierra que Dios concluyó que la única manera de solucionarlo era la destrucción total, y por eso el diluvio  y el comienzo de una nueva vida en la tierra.

Y ahí Dios declaró que no destruiría más a la humanidad.

Sin embargo la humanidad luego del diluvio comenzó a volcarse de nuevo hacia el mal, aunque a un ritmo menor que antes.

Esta tendencia de la humanidad hacia el mal está relacionada con su naturaleza caída, a partir del pecado original.

Lo que es aprovechado y utilizado por los demonios para hacer su negocio.

Los demonios saben que si una persona ignora o rechaza al Espíritu Santo para hacer lo correcto, sucumbe a la tentación para hacer el mal.

Y saben que cuando la mayoría de una generación o población rechaza la voz del Espíritu Santo o no la conoce, la sociedad cae a niveles muy bajos de moral.

Y con cada generación esto se va acentuando.

Dios interviene de vez en cuando para reducir o retardar la degeneración moral, de la misma forma que un médico cauteriza una herida.

En el Antiguo Testamento nos encontramos con que Dios destruyó varias poblaciones por su fuerte inclinación al mal.

Pensemos en Sodoma y Gomorra, en Jericó, en el cautiverio de los israelitas por el rey Nabucodonosor, etc.

Y hay un solo caso que parece sintomático, que es el perdón a la ciudad de Nínive porque se arrepintió.

Sin embargo esto duró poco, porque Dios la salvó a la destrucción solamente por 160 años, porque luego cayó de nuevo en el pecado.

En toda esta historia de la humanidad, proclive al pecado, Dios envía mensajes constantes y a sus profetas para que las poblaciones oigan la voz del Espíritu Santo.

Pero en sentido contrario el demonio trata de apagar esa voz.

El gran misterio en todo esto es porque Dios no eliminó de una vez por todas a satanás para eliminar la tentación.

Y también por qué lo libera del infierno para asolar la tierra por un tiempo.

Es por esto que la relación de Dios con el demonio no es de un enfrentamiento total.

Porque Dios suele utilizar al demonio dejando pasar alguna de sus insidias para purificar a la humanidad.

Y es por esto que algún teólogo sugiere, como veremos, que el demonio es un funcionario del cielo, una especie de fiscal acusador.

Seguramente exagere en este criterio, pero nos hace pensar la realidad de que Dios deja actuar al demonio en muchas circunstancias para cumplir Sus planes.

Veamos primero la actividad de demonio en este momento histórico.

   

LUCIFER HABRÍA SIDO LIBERADO EN LA DÉCADA DE 1940 [Y ES CUANDO COMENZARON LOS GRANDES CAMBIOS EN EL MUNDO]

A partir de la década de 1940 el mundo entró en un espiral de cambios que lo han alejado de la espiritualidad y están destruyendo la civilización.

En 1939 comenzó la segunda guerra mundial con el infame holocausto, al que siguieron los holocaustos rusos y chinos.

En los 50 se consolidó la carrera nuclear y la revolución china.

En los 60 comenzó la revolución sexual, cuyo hito es el mayo del 68 francés.

Y hasta podemos mencionar también al Concilio Vaticano II que generó, tantas polémicas en la Iglesia Católica y que algunos dicen que por ahí entró el mal en la Iglesia.

Concomitantemente, en el siglo XIX, la beata Ana Catalina Emmerich tuvo una visión que Lucifer era liberado del infierno por el 1940 y un tiempo antes serían liberados algunos secuaces para preparar el terreno.

Los secuaces enviados antes para preparar el terreno pueden haber actuado en la Guerra Civil Española de 1936, en la Guerra Cristera de la década de 1926 y el Genocidio Armenio de 1915.

Todos los mencionados son eventos similares a los genocidios que sucedieron después como los genocidios comunistas perpetrados en Camboya, la Unión Soviétiva y en la China de Mao, el holocausto Nazi, el de Ruanda, y ahora el que lleva a cabo el Estado Islámico.

infierno 3

   

UN HECHO DESAPERCIBIDO

Cuando Jesús bajó a los infiernos luego de su muerte, sujetó todas las cosas a su victoria.
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Hasta a los demonios, quienes se vieron obligados a “doblar la rodilla” en su presencia.
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Pero hay un hecho que ha pasado casi desapercibido.
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Ana Catalina Emmerich tuvo la videncia de que en ese momento se produjo la liberación de Lucifer de las cadenas del infierno.
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Que debía realizarse 50 o 60 años antes del 2000 y un tiempo antes serían liberados algunos demonios.

La vidente Beata A.C. Emmerich (1774 – 1824) escribió un libro (“La Dolorosa Pasíon de Nuestros Señor Jesucristo”) que en un capítulo contiene sus visiones sobre el descenso de Jesús a los infiernos.

Allí liberó desde Eva y Adán en adelante, que habían estado esperando su redención salvadora, hecho que se recuerda el Sábado Santo, ver aquí y aquí.

La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, Emmerich al parecer fue la base para la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo de 2004.

infierno

   

LA VISIÓN DEL INFIERNO

Uno de los capítulos de La Dolorosa Pasión muestra el Infierno.

El infierno se me apareció bajo la forma de un edificio inmenso, tenebroso, cerrado con enormes puertas negras con muchas cerraduras.

Un aullido de horror se elevaba sin cesar desde detrás de ellas.

¿Quién podría describir el tremendo estallido con que esas puertas se abrieron ante Jesús?

¿Quién podría transmitir la infinita tristeza de los rostros de los espíritus de aquel lugar?

La Jerusalén celestial se me aparece siempre como una ciudad donde las moradas de los bienaventurados tienen forma de palacios y de jardines llenos de flores y de frutos maravillosos.

El infierno lo veo en cambio como un lugar donde todo tiene por principio la ira eterna, la discordia y la desesperación.

Prisiones y cavernas, desiertos y lagos llenos de todo lo que puede provocar en las almas el extremo horror, la eterna e ilimitada desolación de los condenados. 

Todas las raíces de la corrupción y del terror producen en el infierno el dolor y el suplicio que les corresponde en las más horribles formas imaginables.
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Cada condenado tiene siempre presente este pensamiento.
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Que los tormentos a que está entregado son consecuencia de su crimen.
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Pues todo lo que se ve y se siente en este lugar no es más que la esencia, la pavorosa forma interior del pecado descubierto por Dios Todopoderoso.

hitler y tropas

   

LOS ÁNGELES DERRIBAN LA PUERTA DEL INFIERNO

Cuando los ángeles toman el infierno, todos tuvieron que adorar a Jesús.

Y ahí éste decreta la liberación de Lucifer 50 o 60 años antes del 2000, por un tiempo.

Pero antes libera a unos demonios para que vayan preparando el camino.

Cuando los ángeles, con una tremenda explosión, echaron las puertas abajo, se elevó del infierno un mar de imprecaciones, de injurias, de aullidos y de lamentos. 

Todos los allí condenados tuvieron que reconocer y adorar a Jesús, y éste fue el mayor de sus suplicios.

En el medio del infierno había un abismo de tinieblas al que Lucifer, encadenado, fue arrojado, y negros vapores se extendieron sobre él.

Es de todos sabido que será liberado durante algún tiempo, cincuenta o sesenta años antes del año 2000 de Cristo.
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Las fechas de otros acontecimientos fueron fijadas, pero no las recuerdo.
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Pero sí que algunos demonios serán liberados antes que Lucifer, para tentar a los hombres y servir de instrumento de la divina venganza
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construccion del muro de berlin

   

LAS ALMAS DE LOS REDIMIDOS SALEN DEL PURGATORIO

En el mismo momento también salen las almas del purgatorio.

La Beata Ana Catalina Emmerich también describe el encuentro de Jesús con Adán y Eva.

Así como la gran alegría que inundó las almas que habían estado esperando en el Purgatorio por los frutos meritorios de su Pasión Redentora.

Vi multitudes innumerables de almas de redimidos elevarse desde el purgatorio y el limbo detrás del alma de Jesús.
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Hasta un lugar de delicias debajo de la Jerusalén celestial.
 

Vi a Nuestro Señor en varios sitios a la vez; santificando y liberando toda la creación; en todas partes los malos espíritus huían delante de Él y se precipitaban en el abismo.

Vi también su alma en diferentes sitios de la tierra.

La vi aparecer en el interior del sepulcro de Adán debajo del Gólgota, en las tumbas de los profetas y con David.

A todos ellos revelaba los más profundos misterios y les mostraba cómo en Él se habían cumplido todas las profecías.

revolucion sexual de los 60

   

QUE PASÓ EN EL MUNDO ALREDEDOR DE 1940

Sesenta años antes del 2000 (cuando habría sido liberado Lucifer y unos años antes algunos demonios) nos retrotrae a 1940, en plena segunda guerra mundial que comenzó en 1939.

En la cual el nazismo mató a seis millones de judíos, y cuyas bajas totales se estiman en alrededor de 70 millones de personas.

Pero también estaba en marcha una matanza peor y silenciosa, que exterminó a 50 millones de rusos y otras nacionalidades por el régimen comunista soviético.

Cuya cúspide fue durante el período de Iósif Stalin, que ascendió al poder en 1941 y lo retuvo hasta 1953.

En 1950 triunfa la Revolución China y se crea la República Popular China, bajo el liderazgo de Mao Tse Dong, que según las estimaciones tiene el record de 60 millones de fusilamientos.

El período post guerra, que comenzó con la reconstrucción de Europa, consolidó el liderazgo mundial de EE.UU., dando comienzo así a la “guerra fría”.

La que produjo enorme cantidad de conflictos, como la Guerra de Corea y la de Vietnam, ocasionó la guerrilla y las consecuentes dictaduras militares en América Latina, y numerosas revoluciones independentistas en África y Asia.

Pero la post guerra fue una época de grandes cambios de valores.

Abriendo la compuerta a la descristianización de occidente que se hizo especialmente visible en los movimientos del mayo de París ’68, donde se desencadenó formalmente la revolución sexual.

Dentro de la Iglesia Católica es llamativo que las estadísticas muestren que los abusos sexuales en EE.UU. tuvieron su pico en la década de los ’50.
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Y otro hito a destacar es el Concilio Vaticano II, que comenzó en 1962, y que propició (intencionadamente o no) un descenso en la religiosidad, crisis en el sacerdocio y diversos movimientos cuestionadores de la doctrina tradicional que subsisten hasta hoy.

Algunos estudiosos llegan a decir que el Concilio tuvo un efecto negativo sobre la Iglesia.

Esto es una apretada síntesis de lo que sucedió.

No hemos mencionado a fondo todas las manifestaciones y probablemente nos olvidamos de hechos importantes.

Pero la intención fue mostrar la correlación entre la supuesta liberación de Lucifer y secuaces y los hechos en el mundo.

Ahora veamos la otra cara, una versión revisionista de Lucifer.

   

LA VERSIÓN REVISIONISTA DE QUE EL DEMONIO ES SÓLO UN BURÓCRATA CELESTIAL A LAS ÓRDENES DE DIOS

Más que el arquetipo del mal, el diablo es un alto burócrata celeste: no es ni enemigo de Dios ni se llamó Lucifer y ni siquiera fue él quien indujo a pecar a Eva y Adán.
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Es un fiscal a quien le toca poner a prueba la virtud humana, como aparece en el libro de Job.

Esta loca y extravagante versión es del profesor de UCLA y ex director del Centro de la Universidad de Estudios Medievales y del Renacimiento, Henry Ansgar Kelly. 

La intención básica de satán es descubrir malhechuras y traiciones, por estrictos y poco escrupulosos que sean sus medios.
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Pero así y todo es parte de la administración de Dios, asegura el investigador, dice el académico.

En los hechos Dios deja pasar algunas “maldades” de satanás que afectan a los hombres y diríamos que su existencia es casi funcional para la purificación de los hombres en su aspiración a entrar en el Cielo.

Pero considerar a satanás de la forma en que lo hace Kelly invalida la versión bíblica del Génesis, que a partir del demonio entro el mal y la muerte en el mundo.

invalida la versión bíblica del Apocalipsis, que relata la batalla de la mujer vestida de sol y los arcángeles con los demonios, y el triunfo del ‘cordero de Dios’.

Porque no sería lógico que una parte de la administración celestial termine aniquilando a otra parte.

Veamos lo que dice este revisionista sólo con el afán de informar sobre las extravagancias que andan por ahí.

Para el investigador, satanás fue transformado en sinónimo del mal merced a la acción del cristiano Justino de Samaria, mártir del siglo II.

Quien fue el primero en argumentar que el diablo se apareció como serpiente para tentar a Eva y Adán, y que al disparar la caída de ellos disparó su propio derrumbe.

Posteriormente, en el siglo III, el teólogo y exégeta Orígenes de Alejandría concluyó que un pasaje del libro de Isaías sólo podía aludir a satanás.

Ya que se dice que Lucifer cayó del cielo, aunque según el historiador esto no puede aludir a satanás, pues en los textos hebreos se llamaba Lucifer al monarca tiránico de Babilonia.

   

POCA EVIDENCIA BÍBLICA

El emérito profesor de UCLA y el ex director del Centro de la Universidad de Estudios Medievales y del Renacimiento, Henry Ansgar Kelly piensa que:

«Hay poca o ninguna evidencia en la Biblia de la mayoría de las características y obras comúnmente atribuidas a satán«, insiste el profesor de UCLA.

«Una lectura estricta de la Biblia muestra que satanás es menos como Darth Vader y más como un fiscal con exceso de celo«, dijo Kelly,

 «No es un orgulloso y enojado que da la espalda a Dios sino que la intención básica de satanás es identificar el delito y la traición, sin embargo exagerada y sin escrúpulos en los medios.
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Pero sigue siendo parte de la administración de Dios»
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Demonio en la oscuridad

   

EL ESCÁNDALO QUE SATANÁS NO ESTA EN OPOSICIÓN A DIOS

«Si satanás no está realmente en oposición a Dios, y él no es realmente malo, entonces eso significa que la lucha entre el bien y el mal no es una parte auténtica del cristianismo», dijo Kelly.
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«Lo que digo va a ser escandaloso para algunas personas.»

Si lo de Kelly se pudiera considerar escandaloso, no es por falta de conocimientos.

Kelly comenzó su carrera académica en un seminario jesuita y fue ordenado en cuatro de las siete órdenes sagradas en el camino hacia el sacerdocio, incluyendo el orden de exorcista.

«Fue en ese momento que comencé mi campaña para rehabilitar al diablo – le libré del mal, por así decirlo», dijo Kelly.

El libro “Pobre Diablo, una biografía de Satanás” es la culminación de más de 40 años de investigación sobre el diablo y sus tradiciones religiosas y culturales que han crecido a su alrededor. El libro es el tercero de Kelly sobre el tema.

Su posición da pie para el refrán «no hay peor astilla que la del mismo palo».

   

BAJO PERFIL EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

En lo que respecta al Antiguo Testamento, Kelly insiste en que el perfil de satanás es considerablemente más bajo de lo que comúnmente se piensa y significativamente menos amenazador.

Según el conteo de Kelly, satanás sólo aparece tres veces en los 45 libros que componen las Escrituras pre-cristianas, siendo la más conocida en el Libro de Job.

En cada ocasión, satanás es todavía firmemente parte de lo que Kelly llama «administración de Dios», y sus actividades se realizan en el orden del «Gran Muchacho».

Sin embargo, sus acciones no son tan consistentemente malas con la traducción de «diablo» y «satanás», que literalmente significa «adversario» en griego y hebreo, respectivamente.

«Su trabajo es poner a prueba la virtud de la gente e informar de sus fracasos», dijo Kelly.

   

INTERPRETACIÓN MALIGNA POSTERIOR

Tal vez lo más sorprendente no son los recortes en la figura de satanás, sino sus ausencias notables en el Antiguo Testamento.

En la primera referencia de la Biblia a Lucifer, por ejemplo, satanás no aparece – aunque sólo sea implícitamente, Kelly señala.

«‘Lucifer’ en latín significa portador de luz», dijo, y fue el nombre dado a la estrella de la mañana, o el planeta Venus.

Originalmente escrito en hebreo antiguo, el pasaje se refiere al tiránico rey de Babilonia que se jacta de sus conquistas, pero que está ‘a punto de ser arrojado a la tierra’». Kelly insiste en que no hay nada más.

Pero el siglo III Orígenes filósofo cristiano de Alejandría argumentó en su obra más conocida, «On First Things», que la referencia se aplicaba a satanás.

«Orígenes dice que ‘Lucifer ha caído del cielo’», explicó Kelly.
.
«
Esto no puede referirse a un ser humano, por lo que debe referirse a satanás.
.
Padres de la iglesia posteriores encontraron persuasivo este razonamiento, al igual que todos los que les siguieron».

Irónicamente, la única mención de Lucifer en el Nuevo Testamento – y hay tres de ellas – se refieren a Jesús, dijo Kelly:

 «Jesús es llamado ‘Lucifer’ o ‘la estrella de la mañana’ porque representa un nuevo comienzo».

demonio rojo

   

SATANÁS Y LA SERPIENTE

Otra omisión importante en el Antiguo Testamento, dijo Kelly, se encuentra en el Génesis.

«Nadie en el Antiguo Testamento – o, para el caso, en el Nuevo Testamento – identifica a la serpiente del Edén con Satanás», dijo Kelly. 

«La serpiente es el animal más inteligente, y está motivada por la envidia después de haber sido abandonada por Adán por Eva».

Kelly traza la correlación de satanás y la serpiente a no mucho después que el Nuevo Testamento fue completado.
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En su «Diálogo con Trifón», en el segundo siglo, el martir Justino de Samaria argumentó que satanás apareció como una serpiente para tentar a Adán y Eva a desobedecer a Dios, según Kelly.

«Esto es lo que yo llamo ‘la nueva biografía’», dijo Kelly. 

«Empieza con Justino Mártir, que implica a Satanás en la caída de Adán y Eva. Haciendo que Adán y Eva caigan, y con ello satanás y causó su propia caída».

«El segundo paso en esta nueva biografía viene con Orígenes, quien dijo: ‘No, el primer pecado de satanás no estuvo en el engaño a Adán y Eva o en negarse a ir con el plan de Dios de crear a Adán a su imagen’», dice Kelly. 

«’Fue pecar de orgullo como la estrella de la mañana, como Lucifer en el pasaje de Isaías’.  Volviendo a satanás como enemigo de Dios es un proceso de dos pasos».

   

EN EL NUEVO TESTAMENTO NO ES TAMPOCO MALO

Mientras tanto, en pasajes de Lucas, Mateo, Corintios y en otros lugares en el Nuevo Testamento, satanás sigue actuando como un probador, ejecutor y fiscal, pero no como el enemigo de Dios, Kelly señala.

«Todo el mundo ha dicho que para cuando llega satanás al Nuevo Testamento, es el mal, es un enemigo de Dios, pero eso no es así«, dijo Kelly. 

«Todo el cuadro bíblico de Satanás es el de un policía malo-policía bueno de Yahvé en el Antiguo Testamento, y de buen policía de Jesús en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, Satanás es alguien que trabaja para Dios.»

   

LA SERPIENTE DEL APOCALIPSIS NO ES LA MISMA QUE LA DEL JARDÍN DEL EDÉN

Una escena en el libro del Nuevo Testamento del Apocalipsis es a menudo citada como evidencia de que satanás era el engañador de Adán y Eva, pero la interpretación es un malentendido fundamental, Kelly argumenta.

«’La serpiente antigua’ se refiere a la serpiente gigante del mar Leviatán no a la serpiente jardín del Edén«, dijo. 

«En el Apocalipsis, el Leviatán se ha transformado en un dragón o una serpiente grande, con siete cabezas y 10 cuernos, todavía alejada de la serpiente que engañó y sedujo a Eva».

demonio y mujer que duerme

   

LA CAÍDA DE SATANÁS

Además de vincular a satanás con el Jardín del Edén, el pasaje de Apocalipsis también se ha utilizado para demostrar que satanás cayó desde el principio en la Biblia, pero Kelly insiste en que no es exacta.

«La expulsión de satanás del cielo en el Apocalipsis se explica cómo teniendo lugar en el futuro», dijo Kelly. 

«En el Apocalipsis 12:10, una voz dice que ‘el acusador de nuestros hermanos es echado fuera, vencido por el testimonio de los mártires’. Como no hubo mártires hasta que Cristo murió, tiene que ser en el futuro».

Del mismo modo, un pasaje en el Evangelio de Lucas, cuando Jesús dice haber visto «a satanás caer como un rayo», ha sido mal interpretado, según Kelly.

«Jesús, vio la caída en el pasado porque tuvo la visión que describe a los apóstoles», dijo Kelly. 

«Pero Jesús se refiere a una futura caída [de Satanás] de su cargo de procurador general de Dios».

Esto no quiere decir, sin embargo, que Kelly afirme que satanás es agradable.

«A Jesús no le gusta, y a Pablo no le gusta», explicó Kelly.
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«Él representa a la vieja guardia de la burocracia celestial, y todo el mundo anhela que sea inhabilitado como el principal acusador de la humanidad.»

Fuentes:

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Visiones de Ana Catalina Emmerich sobre la Tribulación y el Triunfo de la Iglesia

Las visiones y mensajes sobre la “demolición” de la Iglesia son parte del tesoro de información que posee la Iglesia.

La beatificación de la Emmerich fue muy discutida.

En parte por estos escritos, en parte por rumores sobre su falta de castidad.

Y en parte por las compilaciones de Clemens Brentano, que supuestamente añadió algunos pasajes dudosos.

Pero al final fue beatificada en el 2004 por Juan Pablo II y su fiesta se celebra el 9 de febrero.

Lamentablemente hoy la mayoría del clero y de los laicos nos las conoce o las desestima.

Aunque los hechos que están ocurriendo muestran que el deterioro de la Iglesia Católica ha avanzado en la dirección de esos mensajes y visiones.

El mundo occidental se ha vuelto más ateo y ha adquirido una actitud agresiva hacia el cristianismo.

Que está desembocando en una cada vez más clara persecución, con pasajes de la Biblia por ejemplo, que no se pueden leer en público, si uno no quiere ser condenado por discurso de odio.

Pero además ha invadido los bancos de las iglesias el pensamiento mundano sin que los sacerdotes le pongan freno.

Se descree de las verdades tradicionales de la fe de los apóstoles y cada uno está construyendo su propio cristianismo a medida, zurciendo retazos de cosas que acepta y eliminando las que no acepta.

Basta leer, además, los medios católicos para darse cuenta de la cantidad de herejías que proponen algunos obispos, cardenales y sacerdotes.

Y en especial en los últimos años reina la confusión; ya los católicos de a pie no saben que es lo correcto y lo incorrecto.

Como si alguien hubiera frotado una lámpara mágica y apareció el genio de la confusión, que da letra a las declaraciones de cardenales, obispos y sacerdotes.

Todo esto no solo parece que ha sido diseñado, sino que no hay otra opción para explicar la rápida extensión de la confusión en tan poco tiempo.

Y entonces nos viene a la cabeza las visiones y mensajes que ha recibido Ana Catalina Emmerich, quien fue portadora de abundantes mensajes sobre la demolición de la Iglesia supuestamente trasmitidos por Jesucristo.

Incluso se ha revelado que Nuestro Señor le dijo que su don de ver el pasado, el presente y el futuro en una visión mística era mayor que el que poseyó cualquier otra persona en la historia.

Y esto está refrendado por los hechos, como por ejemplo que gracias a sus visiones se pudo localizar la casa en que vivió la Virgen María con San Juan.

  

QUIEN FUE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH

Nacida en Flamske, Westfalia, Alemania, el 8 de septiembre de 1774, se convirtió en monja de la orden agustina en Dulmen.

Podía entender el latín litúrgico desde su primera vez en la misa.

Durante los últimos 12 años de su vida, no podía comer más que la Sagrada Comunión, ni tomar ninguna bebida excepto agua, subsistiendo completamente en el Sagrada Eucaristía.

Desde 1802 hasta su muerte, ella portó las heridas de la Corona de espinas, y desde 1812, los estigmas completos de Nuestro Señor, incluyendo una cruz sobre su corazón y la herida de la lanza.

Anne Catherine Emmerich poseía el don de leer corazones

Y vio, en detalles visuales reales, los hechos de la fe católica que la mayoría de nosotros simplemente tenemos que aceptar con fe.

  

SUS VISIONES FORMAN PARTE DEL ACERVO DE LA FE CATÓLICA

Vio las verdades básicas del catecismo: ángeles, demonios, purgatorio, la vida de Nuestro Señor y de la Santísima Madre, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la gracia de los sacramentos, todas estas verdades eran tan reales para ella como el mundo material.  

Sus revelaciones hicieron que el mundo oculto y sobrenatural cobre vida.

Ella vio que el Jardín del Edén, con todo lo que contenía, era una imagen perfecta del Reino de Dios.

Ella reveló que Enoc y Elías están en el Paraíso donde esperan su regreso al mundo para predicar en el Fin del Tiempo.

Ella reveló que Nuestro Señor sufrió de la herida en Su hombro más que de cualquier otro.

Ella vio que cada parroquia y diócesis, cada ciudad y país tienen su propio ángel guardián particular y poderoso.

Ella vio cómo las diversas indulgencias que ganamos en realidad remiten castigos específicos que de lo contrario nos esperarían en el Purgatorio.

Ella ha sabido que es más santo rezar por las Pobres Almas en el Purgatorio que por los pecadores que aún están vivos.

Ella describió la naturaleza, el alcance y el poder de las almas víctimas, y su papel en la vida de la Iglesia.

Ella reveló que los santos son particularmente poderosos en sus días festivos y deberían ser invocados en ese momento.

Ella vio que muchos santos provienen de las mismas familias, cuya antigüedad a menudo se remonta al Antiguo Testamento.

Ella vio el fuerte vínculo -incluso mucho después de su muerte- entre las almas santas en el Cielo y sus descendientes aquí en la Tierra, que duraron incluso siglos.

  

TUVO VISIONES SOBRE LA DESTRUCCIÓN Y EL RENACIMIENTO DE LA IGLESIA

Ella vio una iglesia falsa y hombres malvados conspirando contra la Iglesia Católica, y haciendo mucho daño, tanto en su propio tiempo como en el futuro.

Vio en una visión a los enemigos de la Iglesia derribándola e intentando construir una nueva sobre planes estrictamente humanos.

Más tarde, esta iglesia de hombres se destruye y los santos de Dios se unen para reconstruir la verdadera Iglesia de Dios, que se vuelve más gloriosa que nunca.

Ella vio el renacimiento del sacerdocio y las órdenes religiosas después de un período de gran decadencia.

Describió en detalle sus visiones del cielo, que ella vio como «la Jerusalén celestial».

Veamos visiones concretas que tuvo.

  

SOBRE LA DECADENCIA DE LA IGLESIA

«Veo que en el futuro la religión caerá tan bajo que solo se practicará aquí y allá en granjas y en familias protegidas por Dios durante los horrores de la guerra.

He tenido visiones indescriptibles sobre el estado de la Iglesia tanto en general como en particular.

Vi a la Iglesia Militante bajo el símbolo de una ciudad como la Jerusalén celestial, aunque todavía estaba en la Tierra.

En ella había calles, palacios y jardines a través de los cuales vagaba y veía procesiones compuestas enteramente por obispos.

Reconocí el estado interior de cada uno.

Vi sus pensamientos saliendo de sus bocas bajo la forma de imágenes.

Sus transgresiones religiosas estaban representadas por deformidades externas: por ejemplo, había algunas cuya cabeza parecían ser solo una nube brumosa.

Otros tenían cabeza, pero no un corazón, un cuerpo de vapor oscuro.

Otros eran cojos y paralíticos; otros durmiendo o tambaleándose.

Una vez vi una mitra flotando en el aire y una mano desde una nube oscura tratando repetidamente, pero en vano, de apoderarse de ella.

Debajo de la mitra vi muchas personas que no conocía.

Creo que vi casi a todos los Obispos en el mundo, pero solo unos pocos eran perfectamente sólidos.

Vi al Santo Padre muy lleno de oración y temeroso de Dios, su figura perfecta, desgastada por la vejez y los múltiples sufrimientos, su cabeza hundida en su pecho como en sueños.

A menudo lo vi apoyado por apariciones durante su oración, y luego su cabeza estaba derecha.

Cuando cayó sobre su pecho, entonces las mentes de muchos se volvieron rápidamente aquí y allá; es decir, viendo las cosas en una luz mundana.

El protestantismo estaba en ascenso y la religión estaba cayendo en una decadencia total”.

Visión del 1 de junio de 1821

  

SOBRE LA APOSTASÍA DENTRO DE LA IGLESIA

«¡Veo muchos eclesiásticos bajo la prohibición de la excomunión!

Pero parecen tranquilos, casi inconscientes de su estado.

Y sin embargo, todas las asociaciones afiliadas, toman parte o se adhieren a opiniones condenadas por la Iglesia, son realmente excomulgadas por ese hecho en sí.

Veo a esos hombres, rodeados, por así decirlo, por un muro de niebla«.

Visión del 22 de marzo de 1820

  

SOBRE LA DESTRUCCIÓN INTERNA DE LA IGLESIA POR PARTE DE ALGUNOS DEL CLERO

«He visto que la angustia de la Iglesia surge de la traición, las omisiones y las negligencias; y, aunque grande es la miseria aquí entre nosotros, es aún mayor en otros lugares.

Vi sacerdotes en las tabernas, en mala compañía, y sus feligreses muriendo sin los sacramentos.

Y nuevamente tuve una visión de cómo la secta secreta ataca astutamente a la Iglesia de Pedro por todos lados.

Usaron todo tipo de herramientas y corrieron aquí y allá con las piedras rotas; pero tenían que dejar el altar en pie, no podían llevarlo.

Los vi profanando y robando una estatua de María.

Me quejé ante el Papa de que toleraba a tantos sacerdotes entre los destructores, y vi por qué se fundó la Iglesia en Roma.

Fue porque Roma era en ese momento el centro del mundo, la metrópoli de las naciones.

Se mantendrá como una isla, como una roca en el mar, cuando todo a su alrededor se arruine.

Jesús le dio este poder a Pedro y lo puso sobre toda su iglesia, por su fidelidad y rectitud.

Cuando Jesús le dijo ‘sígueme’, Pedro entendió que él también sería crucificado.

Mientras miraba a los destructores, me maravillé de su gran habilidad.

Tenían todo tipo de maquinaria; hicieron todo de acuerdo con un plan determinado.

No hicieron ningún ruido y el edificio parecía desaparecer bajo su toque, aunque nada se desmoronaba por sí mismo.

Algunos de ellos se dedicaron a la reconstrucción.

¡Destruyeron lo santo y lo grande, y construyeron lo vacío, lo hueco, lo superfluo!

De algunas de las piedras del altar, hicieron escalones en la entrada.”

Visión de mayo de 1823

  

SOBRE LA IGLESIA DE LOS DOS PAPAS

Ana Catalina describe un período en que habrá dos Papas coexistiendo, uno verdadero y otro falso que es el líder de lo que llama la iglesia de las tinieblas,

«Veo que la falsa iglesia de las tinieblas está progresando y veo la terrible influencia que tiene en la gente«.

E incluso llega a tener una visión (13 de mayo de 1820) de una misa ecuménica en Roma,

«Volví a ver al Papa actual y la iglesia oscura de su tiempo en Roma.

Parecía ser una casa grande y antigua, como un ayuntamiento con columnas al frente.

No vi altar en él, solo bancos, y en medio de él algo como un púlpito. 

Predicaron y cantaron, pero nada más, y solo muy pocos asistieron. 

¡Y he aquí, una vista más singular!

Cada miembro de la congregación sacó un ídolo de su pecho, lo colocó ante él y le oró. 

Era como si cada hombre sacara sus pensamientos o pasiones secretas bajo la apariencia de una nube oscura que, una vez afuera, tomó una forma definida.

Eran precisamente las figuras que había visto alrededor del cuello de la novia ilícita en la Casa Nupcial, figuras de hombres y animales.

El dios de uno era corto y ancho, con una cabeza crujiente y numerosos brazos extendidos listos para agarrar y devorar todo lo que estaba a su alcance.

La de otro era bastante pequeña, con miembros miserables y encogidos.

Otro tenía simplemente un bloque de madera sobre el que miraba con los ojos en blanco; éste tenía un animal horrible; el otro un largo palo.

Lo más singular de todo fue que los ídolos llenaban el lugar: la iglesia.

Aunque los adoradores eran muy pocos, estaba llena de ídolos. 

Cuando terminó el servicio, todos los dioses volvieron a entrar en su pecho.

Toda la iglesia estaba cubierta de negro, y todo lo que tenía lugar estaba envuelto en tinieblas.« (Rev K.E. Schmoger, “Vida y Revelaciones de Anne Catherine Emmerich” Volumen 2)

  

SOBRE LA IGLESIA EN ESTADO DE DESOLACIÓN

«Veo a la Iglesia sola, abandonada por todos y alrededor de su lucha, miseria, odio, traición, resentimiento, ceguera total.

Veo a los mensajeros enviados por todos lados desde un punto oscuro y central con mensajes que salen de sus bocas como vapor negro, encendiendo en el pecho de sus oyentes la furia y el odio.

¡Oro fervientemente por los oprimidos!

En aquellos lugares en los que algunas almas todavía rezan, veo que la luz desciende; pero en otros, oscuridad pavorosa.

¡La situación es terrible! Dios mío, ten piedad!

¡Cuánto he orado! ¡Oh, ciudad! ¡Oh ciudad (Roma) con qué amenazas amenazas!

La tormenta se acerca. ¡Ten cuidado! ¡Confío en que te mantendrás firme!

Visión del 7 de octubre de 1822

  

SOBRE LA TRIBULACIÓN

«He tenido otra visión sobre la gran tribulación que reina en todas partes.

Parecía como si algo fuera promulgado por el clero, algo que no podía ser otorgado.

Veo a muchos sacerdotes ancianos, algunos de ellos franciscanos, y uno, en particular un anciano, llorando amargamente y mezclando sus lágrimas con las de otros más jóvenes que ellos.

Vi a otros, almas tibias, accediendo voluntariamente a condiciones dañinas para la religión.

Los viejos fieles en su angustia se sometieron al interdicto y cerraron sus iglesias.

Un número de sus feligreses se unió a ellos; y entonces, las dos partes se formaron, una buena y una mala«.

  

SOBRE LA DESTRUCCIÓN DE LA IGLESIA

«Vi miseria desgarradora, jugando, bebiendo, chismorreando e incluso cortejando en la iglesia.

Todo tipo de abominaciones se cometieron en ella.

Los sacerdotes dejaron que las cosas siguieran su curso y decían la misa de manera muy irreverente.

Solo unos pocos eran todavía un poco inteligentes y piadosos.

Vi judíos de pie alrededor de las puertas.

Todo esto me afligió profundamente.

Entonces mi Cónyuge Celestial me ató como Él mismo había sido atado a la columna, y dijo: ‘Así la Iglesia aún estará obligada.

Ella estará firmemente atada antes de que ella se levante nuevamente. »

Visión del 27 de septiembre de 1822

LAS BASES SOBRE LAS QUE LA IGLESIA SE VOLVERÁ A LEVANTAR

«Anoche tuve una visión del Papa.

Vi a San Francisco cargando la iglesia, y la basílica de San Pedro cargada sobre los hombros de un hombre pequeño que tenía algo del judío en su semblante.

Parecía muy peligroso.

María estaba parada en el lado norte de la iglesia con su manto extendido sobre ella.

El hombrecillo estaba casi doblado.

Él es, hasta ahora, un laico. Sé quién es él.

Los doce hombres a quienes siempre veo como los doce nuevos apóstoles deberían haberlo ayudado, pero llegaron demasiado tarde; sin embargo, justo cuando estaba a punto de caerse, todos corrieron con miríadas de ángeles en su ayuda.

Era solo el pavimento y la parte trasera de la iglesia, ya que el resto había sido demolido por la sociedad secreta, ayudada por los mismos siervos de la iglesia.

Lo llevaron a otro lugar, y parecía como si filas de palacios cayeran ante él como campos de trigo en época de cosecha.

Cuando vi a San Pedro en este estado ruinoso y tantos eclesiásticos trabajando, aunque en secreto, en su destrucción, estaba tan abrumada que lloré fervientemente a Jesús por misericordia.

Entonces vi a mi Cónyuge Celestial antes bajo la forma de un joven.

Él me habló por un largo tiempo.

Me dijo que esto significaba que la Iglesia aparentemente caería en la ruina total.

Pero que, descansando sobre estos apoyos, ella sería levantada de nuevo.

Incluso si no quedara más que un cristiano católico, la Iglesia volvería a triunfar ya que sus fundamentos no estaban en el intelecto ni en los consejos de los hombres.

Ella nunca había estado sin miembros orando y sufriendo por ella.

Él me mostró todo lo que Él mismo había soportado para ella, que eficacia había otorgado a los méritos y trabajos de los mártires, y terminó diciendo que lo soportaría de nuevo si le fuera posible sufrir nuevamente.

Él me mostró, también, en innumerables imágenes, los miserables objetivos de cristianos y eclesiásticos en todo el mundo.

La visión se hizo más amplia, más extendida, hasta que abarcó mi propio país; y luego Jesús me exhortó a perseverar en la oración y el sufrimiento expiatorio.

Fue una imagen indeciblemente grande y triste. No puedo describirlo.

También me dijeron que muy pocos cristianos, en el verdadero sentido del término, se encuentran hoy en día«.

Visión del 4 de octubre de 1822

  

SOBRE EL COMIENZO DE LA RESTAURACIÓN DE LA IGLESIA

«Vi a San Pedro completamente demolido, todo excepto el coro y el altar principal.

San Miguel, ceñido y armado, descendió a la iglesia y con su espada repelió a varios malos pastores que intentaban entrar.

Los condujo a una esquina donde se sentaron mirándose el uno al otro.

La parte de la iglesia que había sido demolida en unos instantes estaba rodeada por un ligero trabajo de mimbre para que el servicio divino pudiera celebrarse perfectamente.

Entonces de todas partes del mundo vinieron sacerdotes y laicos, quienes construyeron las paredes de piedra, porque el enemigo no había podido sacudir el firme cimiento

Visión del 10 de septiembre de 1822

  

SOBRE LA CORONACIÓN DEL PAPA ANGÉLICO

«Ha habido una fiesta de acción de gracias en la iglesia espiritual.

Estaba lleno de gloria, y un magnífico trono estaba en medio de él.

Pablo, Agustín y otros santos convertidos figuraban de manera conspicua.

Fue una fiesta en la Iglesia Triunfante, una acción de gracias por una gran gracia, aunque todavía futura, algo así como una futura consagración.

Se refería a la conversión de un hombre a quien vi de figura ligera y medianamente joven, que un día sería Papa.

Lo veo abajo en la iglesia, entre otros hombres piadosos.

Vi a muchos cristianos regresar al seno de la Iglesia, entrando por las paredes.

Ese Papa será estricto, quitará a obispos tibios, pero pasará mucho tiempo antes de que esto suceda.

Todos aquellos cuyas oraciones han sido instrumentales para obtener esta gracia estuvieron presentes en la iglesia.

También vi a aquellos hombres eminentes en oración a quienes veo tan a menudo.

El joven ya estaba en las Órdenes y parecía que estaba recibiendo una nueva dignidad.

Él no es romano, aunque es italiano de un lugar no muy lejos de Roma.

Creo que es de una piadosa familia noble.

Él viaja a veces.

Pero antes de su tiempo habrá muchas luchas.

Fue un festival indescriptiblemente hermoso y alegre, ¡y estaba tan feliz! »

Visión del 12 de abril de 1820

  

SOBRE EL PAPA ANGÉLICO Y LA RESTAURACIÓN

«Vi a un Papa nuevo y muy decidido, y el abismo negro cerrándose gradualmente hasta que la abertura fue tan pequeña que un cubo de agua podría cubrirla.

Finalmente, vi a tres tropas o parroquias que se unían en la luz bajo hombres santos e iluminados y que ingresaban a la Iglesia.

Las aguas volvieron a brotar; todo fue renovado, todo vivía y florecía, las iglesias y los conventos fueron reconstruidos».

Visión del 12 de abril de 1820

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Extraordinaria Revelación: Vidente vio Surgir una Isla donde fue Bautizado Jesús

El bautismo de Jesús en el Jordán por Juan el Bautista es una escena que certifica una vez más la divinidad de Jesús.

BAUTISMO DE CRISTO.-Joachim Patinir

Jesús es bautizado por Juan Bautista en el río Jordán.
.
Ungido por el Espíritu Santo y proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre desde el cielo.
.
Esta es una escena trinitaria: el Padre revela que Jesús es su Hijo y lo unge con el don del Espíritu.
.
A partir de aquí, Jesús ya puede empezar la misión encomendada por el Padre en medio de los hombres. 

Las siguientes son visiones de Ana Catalina Emmerich sobre el Bautismo en el Jordán. 

Ver también:

 

BROTA LA ISLA PARA EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN

El Bautista habló a sus discípulos acerca de la proximidad del bautismo y del Mesías. Afirmó nuevamente que no le había visto aún, pero añadió:

«Yo quiero enseñaros el lugar de su bautismo. Mirad: las aguas del Jordán se habrán de dividir y se formará una isla».

En ese momento las aguas del Jordán se dividieron en dos y se levantó sobre la superficie una pequeña isla redonda y blanquecina.

Era el mismo lugar por donde los hijos de Israel pasaron el Jordán con el Arca de la Alianza y donde Elías dividió con su manto las aguas.

fieles se bautizan en el jordan

 

Se produjo una gran conmoción entre los presentes: oraban y daban gracias a Dios.

Juan y sus discípulos trajeron grandes piedras, que pusieron en el agua, y luego, con ramas, árboles y plantas acomodaron un puente hasta la isla y cubrieron el pasaje con piedras pequeñas y blancas.

Cuando terminaron el trabajo, se veía correr el agua bajo el puente. Juan y sus discípulos plantaron doce árboles en torno de la islita y unieron sus copas para formar un techo con el follaje.

Entre estos arbolillos pusieron cercos de varias plantas que nacen muchas a orillas del Jordán.

Tenían brotes blancos y colorados, y frutos amarillos, con una pequeña corona, como nísperos.

La isla que había surgido en el lugar donde había estado depositada el Arca de la Alianza a su paso por el Jordán, parecía de roca, y el fondo del río, más levantado que en tiempos de Josué.

El agua, en cambio, me pareció más profunda; de modo que no sabría decir si el agua se retiró más o la isla se levantó sobre el agua, cuando Juan la hizo comparecer para formar el baptisterio de Jesús.

A la izquierda del puente, no en el medio, sino más bien al borde de la isla, hizo una excavación, a la cual afluía un agua clara.

Llevaban a esta fuente algunas gradas; en la superficie del agua había una piedra triangular, plana, de color rojo, donde debía estar Jesús durante su bautismo.

A la derecha se levantaba una esbelta palmera con frutos, la cual habría de abrazar Jesús.

El borde de esta fuente estaba delicadamente trabajado y todo el conjunto presentaba un hermoso aspecto.

Cuando Josué llevó a los israelitas a través del Jordán, he visto que el río estaba muy crecido.

El Arca de la Alianza fue llevada bastante distante del pueblo hacia el Jordán. Entre los doce que la conducían y acompañaban figuraban Josué, Caleb y otro personaje, cuyo nombre suena como Enoi.

Llegados al Jordán tomó uno solo la parte delantera del Arca que solían llevar dos; los otros sostenían por detrás y en el instante en que el pie del Arca tocó las aguas, éstas se aquietaron, pareciendo como gelatinas que subían unas sobre otras, formando una muralla o más bien una montaña que se podía ver desde la ciudad de Zarthan.

Las aguas que corrían al Mar Muerto se perdieron en el mar, y se pudo pasar a pie enjuto por el lecho del Jordán.

Así cruzaron los israelitas que estaban distantes del Arca por el lecho del río.

El Arca fue llevada por los levitas aguas adentro, donde había cuatro piedras cuadradas colocadas con regularidad.

Eran estas piedras de color de sangre y a cada lado había dos hileras de seis piedras triangulares, planas y trabajadas.

Los doce levitas dejaron el Arca de la Alianza sobre las cuatro piedras del medio y pasaron doce por cada lado sobre las otras piedras triangulares que tenían su cono hundido en las aguas.

Otras doce piedras triangulares fueron colocadas a distancia: eran muy gruesas, de colores diversos, grabadas con figuras y dibujos con flores.

Josué eligió a doce hombres de las doce tribus para que llevaran sobre sus espaldas desnudas estas piedras y a distancia una serie de dos hileras para recuerdo del pasaje.

Más tarde se levantó allí una población. Fueron grabadas en las piedras los nombres de las doce tribus y los de los que llevaron las piedras.

Las piedras sobre las cuales estuvieron los levitas eran más grandes, y cuando pasaron el río, las piedras fueron vueltas con las puntas hacia arriba.

Las piedras que habían estado fuera del agua, no eran ya visibles en tiempos de Juan Bautista: no sé si fueron destruidas por las guerras o estaban simplemente cubiertas por tierra y escombros.

Juan había levantado su tienda en el lugar de ellas.

Más tarde hubo una iglesia allí, creo que en tiempos de Santa Elena.

El lugar donde había estado el Arca de la Alianza es exactamente el mismo de la isla y de la fuente donde fue bautizado Jesús.

Cuando los israelitas pasaron con el Arca y hubieron erigido las doce piedras, el Jordán volvió a seguir su curso como antes.

El agua de la fuente del bautismo de Jesús era de tal hondura que desde la orilla sólo se podía ver desde el pecho cuando estaba un hombre dentro.

La profundidad algo escalonada y esta fuente octogonal, que medía como cinco pies de diámetro, estaba rodeada de un borde, cortado en cinco lugares, desde donde podían algunas personas presenciar el acto.

Las doce piedras triangulares sobre las cuales habían estado los levitas se alzaban a ambos lados de la fuente bautismal de Jesús con sus puntas hacia arriba fuera del agua.

En la fuente del bautismo yacían aquellas cuatro piedras cuadradas coloradas, sobre las cuales había descansado el Arca de la Alianza, debajo de la superficie del agua.

Estas piedras aparecían con sus puntas fuera del agua en épocas de bajantes.

Muy cerca del borde de la fuente había una piedra triangular, en forma de pirámide, con la punta hacia abajo, sobre la cual estuvo Jesús cuando el Espíritu Santo vino sobre Él.

A su derecha estaba la palmera, junto al borde, a la cual Jesús se sujetó con la mano, mientras a su izquierda estaba el Bautista.

La piedra triangular donde estuvo Jesús, no era de las doce: me parece que Juan la trajo desde la orilla.

Había allí un misterio porque he visto que estaba señalada con dibujos de flores y estrías.

Las otras doce piedras eran también de diversos colores, dibujadas con flores y ramificaciones.

Eran más grandes que las llevadas a tierra: me parece que eran al principio piedras preciosas que plantó Melquisedec desde pequeñas, cuando el Jordán no pasaba sobre ellas.

He visto que en muchos lugares hacía esto; ponía los fundamentos de obras que venían luego a ser lugares sagrados o donde sucedían hechos notables, aunque por mucho tiempo quedaran en pantanos o escondidas entre matorrales.

Creo también que las doce piedras que llevaba Juan en la fiesta en el escudo del pecho eran trozos de aquellas doce piedras preciosas plantadas por Melquisedec. 

 

JESÚS ES BAUTIZADO POR JUAN

Cuando Juan recibió aviso de que Jesús se acercaba, cobró nuevos bríos para bautizar.
.
Acudieron grupos de aquéllos a quienes Jesús había exhortado a ir al bautismo, entre ellos publicanos.
.
Y he visto a Parmenas con sus parientes de Nazaret.

Cima_da_conegliano,_battesimo_di_cristo

Juan habló a sus discípulos sobre el Mesías y se humilló ante Él de tal manera que aquéllos quedaron contristados.

Llegaron también a Juan aquellos discípulos a quienes Jesús había rechazado en Nazaret: he visto a éstos hablando con Juan de Jesús y sus obras.

Juan ardía de tal amor por Jesús que casi se manifestaba impaciente de que el Mesías no se declarase más abiertamente.

Cuando Juan los bautizó, recibió la seguridad de que se acercaba Jesús. Vio una nube luminosa que envolvía a Jesús y a los suyos, y los vio en visión que se acercaban.

Desde entonces se muestra extraordinariamente contento y ansioso y mira con frecuencia hacia el lado de donde vendrá.

La islita con la fuente bautismal está toda verde y nadie va a ella fuera de Juan, cuando tiene algo que arreglar: el camino que lleva a ella está ordinariamente cerrado.

Jesús caminaba más ligero que Lázaro y llegó dos horas antes que éste al lugar del bautismo.

Era la alborada cuando llegó Jesús al mismo tiempo que otros. Éstos no lo conocían y caminaban a la par de Él.

Pero lo miraban con extrañeza, porque veían en Él algo admirable que no podían explicarse. Había una turba extraordinaria de gente.

Juan predicaba con mayor entusiasmo de la proximidad del Mesías y de la necesidad de hacer penitencia.

Decía que pronto él desaparecería. Jesús estaba en medio de los oyentes.

Juan sintió su cercanía, lo veía y se mostraba muy contento y animado; pero no dejó por eso de hablar, y comenzó luego a bautizar.

Había ya bautizado a muchos y eran como las diez de la mañana, cuando le tocó el turno a Jesús, que bajó a la fuente.

Entonces se inclinó Juan ante Él y dijo:

«Yo debo ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?…»

Jesús le contestó:

«Deja ahora que se haga esto; es menester que cumplamos toda justicia: que tú me bautices y Yo sea por ti bautizado».

Jesús añadió:

«Tú debes recibir el bautismo del Espíritu Santo y de la sangre».

Entonces Juan le dijo que le siguiera a la islita.

Jesús dijo que así lo haría añadiendo que deseaba que las aguas con que eran bautizados los demás se dejasen afluir a aquel lugar, que todos los que debían ser luego bautizados fueran allí bautizados.

Y que el árbol que Él iba a abrazar fuera trasplantado adonde eran bautizados los demás y que todos lo tocasen al ser bautizados.

El Salvador pasó con Juan y sus discípulos Andrés y Saturnino sobre el puente de la islita.

Jesús se retiró a una pequeña tienda, junto a la fuente, al lado oriental, para vestirse y desvestirse.

Los discípulos lo siguieron a la isla.

Hasta el puente había gran multitud de gente y en la orilla del río más aún.

En el puente podían permanecer hasta tres hombres: entre ellos estaba Lázaro.

La fuente bautismal estaba hecha en una excavación escalonada, de forma octogonal y tenía debajo un borde de igual forma con cinco canales en el fondo que comunicaban con las aguas del Jordán.

El agua llenaba la fuente por medio de entradas cortadas en los bordes.

Tres de estas entradas eran visibles en la parte Norte, por donde las aguas entraban y dos salidas estaban cubiertas en la parte Sur de la fuente; por aquí se pasaba y por este lado no se veía el agua rodeando la fuente.

Del lado Sur subían unas gradas de hierbas verdes.

La isla misma no era del todo plana, sino un tanto más elevada en el medio, rellenada con piedras y partes blandas, todo cubierto de verdor.

Los nueve discípulos de Jesús, que en los últimos tiempos estaban con Él, acercáronse a la fuente y permanecieron en el borde.

Jesús dejó en la tienda su manto, su faja y su vestido de lana amarilla abierto por delante y cerrado con cintas, una banda de lana más angosta cruzada sobre el pecho, que alzaba sobre la cabeza por la noche o en la intemperie.

Y quedó con un vestido oscuro, con el cual salió de la tienda, para entrar en el agua, donde, por la cabeza, se quitó también esta prenda de vestir.

Tenía, dentro del agua, sólo una banda desde la mitad del cuerpo a los pies.

Todos sus vestidos los recibió Saturnino, el cual se los pasó a Lázaro, que estaba al borde de la fuente.

Jesús bajó a la fuente, donde quedó cubierto por las aguas hasta el pecho.

Con la mano izquierda se asió a la palmera y puso la derecha en el pecho, mientras la faja blanca flotaba sobre las aguas.

Juan estaba en la parte Sur de la fuente; tenía en la mano un recipiente de borde ancho del cual salía el agua por tres aberturas.

Se inclinó, tomó agua con el recipiente y la vertió en tres líneas sobre la cabeza del Salvador.

Una línea de agua cayó sobre la parte anterior de la cabeza y la cara; otra, en medio de la cabeza, y la tercera en la parte posterior.

No recuerdo bien las palabras que dijo Juan al bautizar, pero fueron más o menos éstas:

«Yaveh, por medio de los Serafines y Querubines, derrame su bendición sobre Ti, con ciencia, inteligencia y fortaleza».

No recuerdo bien si fueron estas tres últimas palabras; pero eran tres gracias o dones para el espíritu, el alma y el cuerpo, y allí estaba contenido todo lo que cada uno necesita para presentar al Señor un espíritu, un alma y un cuerpo renovados.

Mientras Jesús salía fuera del agua, los discípulos Saturnino y Andrés, que estaban a la derecha del Bautista, sobre la piedra triangular, sostenían una tela, que pusieron sobre Él para que se secara, y una túnica blanca y larga.

Al detenerse Jesús sobre la piedra triangular roja, a la derecha de la entrada de la fuente, pusieron sus manos sobre sus hombros, y Juan sobre su cabeza.

Hasta entonces se ponía a los bautizados sólo un paño pequeño; pero después del bautismo de Jesús se usó otro más extenso.

 

LA VOZ DEL PADRE DESPUÉS DEL BAUTISMO

Cuando estaban por subir las gradas para salir de la fuente se oyó la voz de Dios sobre Jesús, detenido solo en la piedra en oración.

Llegó como una ráfaga de viento desde el cielo y un trueno; de modo que todos los presentes se atemorizaron y miraron hacia arriba.

Descendió una nube blanca luminosa, y yo vi una figura alada sobre Jesús, que le llenó como un torrente.

He visto el cielo abierto, y vi la aparición del Padre celestial en forma y rostro común, y oí la voz que resonaba:

«Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias».

Era una voz como dentro del trueno.
.
Jesús estaba completamente rodeado de luz y apenas se le podía mirar: su rostro era transparente.
.
He visto ángeles en torno de Él.

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A cierta distancia, sobre las aguas del Jordán, vi a Satanás en figura oscura, como nube negra, donde se agitaba una confusión de sabandijas y de reptiles de todas clases.

Era la representación de cómo todo lo malo, todo lo pecaminoso, todo lo ponzoñoso de la región se concentraba allí, en su origen, huyendo de la presencia del Espíritu Santo que se había difundido en Jesús.

Era algo espantoso y horrible, que contrastaba mejor con la claridad y la luz que se difundía en torno de Jesús y del lugar del bautismo.

La misma fuente brillaba hasta el fondo; todo estaba como transfigurado.

Se veían las cuatro piedras, sobre las cuales había estado el Arca de la Alianza, resplandecer con brillo de regocijo en, el fondo de la fuente, y en las doce piedras donde habían estado los levitas aparecieron ángeles en oración, porque el Espíritu de Dios había dado testimonio delante de todos los hombres sobre

Aquél que debía ser la piedra viva, la piedra preciosa elegida, la piedra angular de la Iglesia.

De este modo nosotros debemos, como piedras vivas, formar un edificio espiritual y un espiritual sacerdocio, para poder ofrecer a Dios sacrificios aceptables, como sobre un altar, por medio de su Hijo divino en quien sólo encuentra sus complacencias.

Después de esto, Jesús se dirigió a la tienda. Saturnino le trajo sus vestidos, que Lázaro había tenido en custodia, y Jesús volvió a ponérselos.

Ya vestido, salió Jesús de la tienda, y, rodeado de sus discípulos, se colocó en el lugar libre de la isla al lado del arbolito central.

Entonces Juan habló con viveza y gran alegría al pueblo, dando testimonio de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios y el prometido y esperado Mesías.

Para confirmar su testimonio recordó las profecías de los patriarcas y profetas y señaló su cumplimiento, diciendo lo que él había visto y lo que todos habían oído ahora, agregando que no bien Jesús volviera, después de una ausencia, él, Juan, desaparecería del lugar.

Dijo también que en ese lugar había estado el Arca, cuando Israel recibió en herencia la tierra prometida y que ahora se producía el cumplimiento de la Alianza, de lo cual daba testimonio el mismo Dios Padre en su Hijo divino.

Recomendóles que siguiesen a Jesús, llamando feliz el día del cumplimiento de la promesa para Israel.

Mientras tanto habían llegado otras personas, entre ellas amigos de Jesús: Nicodemo, Obed, José de Arimatea, Juan Marcos y otros varios que había visto entre la turba. Juan dijo a Andrés que hablase en Galilea del bautismo de Jesús como Mesías.

Jesús, por su parte, dio testimonio de Juan, afirmando que había hablado verdad; añadió que se alejaría por algún tiempo; pero que luego viniesen a Él todos los enfermos y afligidos, pues quería consolarlos y ayudarlos; que se preparasen entretanto con penitencia y buenas obras.

Dijo que se alejaba por algún tiempo para luego entrar en el reino que su Padre le había encomendado.

Jesús expresó esto como en la parábola del Hijo del Rey, que antes de cumplir la voluntad de su Padre, quería recogerse, implorar su ayuda y prepararse.

Había entre los oyentes algunos fariseos, los cuales tomaron estas palabras en un sentido burlesco, diciendo:

«Quizás no sea el hijo del carpintero, como pensamos, sino el hijo bastardo de algún rey, y ahora quiere ir allá, juntar gente y luego venir a tomar Jerusalén».

Les parecía todo esto muy curioso e insensato.

En cuanto a Juan continuó ese día bautizando a los presentes sobre la isla de la fuente de Jesús: eran, en su mayoría, de los escasos hombres que fueron más tarde discípulos de Jesús.

Entraban en el agua que rodeaba la fuente y Juan los bautizaba desde el borde. Jesús, con sus nueve discípulos y otros que se le agregaron, partió de allí. Le siguieron Lázaro, Andrés y Saturnino.

Habían llenado, por orden de Jesús, un recipiente con el agua del bautismo de Jesús y lo llevaban consigo.

Los presentes se echaron a los pies de Jesús, rogándole se quedara con ellos. Jesús les prometió volver muy pronto, y se alejó.

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Visión de Catalina Emmerich del Arribo de María y José a la Gruta de Belén

José y María llegan a la gruta de la Natividad y se refugian en ella.

En la extremidad Sur de la colina, alrededor de la cual torcía el camino que lleva al valle de los pastores, estaba la gruta en la cual José buscó refugio para María.

maria embarazada

Había allí otras grutas abiertas en la misma roca. La entrada estaba al Oeste y un estrecho pasadizo conducía a una habitación redondeada por un lado, triangular por otro, en la parte Este de la colina…

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La gruta era natural; pero por el lado del Mediodía, frente al camino que llevaba al valle de los pastores, se habían hecho algunos arreglos consistentes en trabajos toscos de mampostería. Por el lado que miraba al Mediodía había otra entrada que, generalmente estaba tapiada. José volvió a abrirla para mayor comodidad.

Saliendo por allí hacia la izquierda, había otra abertura más amplia, que llevaba a una cueva estrecha e incómoda a mayor profundidad, que terminaba debajo de la gruta del pesebre.

La entrada común a la gruta del pesebre miraba hacia el Oeste. Desde el lugar se podían ver los techos de algunas casitas de Belén. Saliendo de allí y torciendo a la derecha, se llegaba a una gruta más profunda y oscura, en la cual hubo de ocultarse María alguna vez.

Delante de la entrada, al Oeste, había un techito de juncos apoyado sobre estacas, que se extendía al Mediodía y cubría la entrada de ese lado, de modo que se podía estar a la sombra delante de la gruta. En la parte Meridional tenía la gruta tres aberturas, con rejas por arriba, por donde entraba aire y luz. Una abertura semejante había en la bóveda de la misma roca: estaba cubierta de césped y era la extremidad de la altura sobre la cual estaba edificada la ciudad de Belén.

Pasando del corredor, que era más alto, a la gruta, formada por la misma naturaleza, había que descender más. El suelo en torno de la gruta se alzaba, de modo que la gruta misma estaba rodeada de un banco de piedra de variable anchura. Las paredes de la gruta, aunque no completamente lisas, eran bastantes uniformes y limpias, hasta agradables a la vista.

Al Norte del corredor había una entrada a otra gruta lateral más pequeña. Pasando delante de esta entrada, se hallaba el sitio donde José solía encender fuego; luego la pared daba vuelta al Nordeste en la otra gruta, más amplia, situada a mayor altura. Allí he visto más tarde el asno de José. Detrás de este sitio había un rincón bastante grande, donde cabía el asno con suficiente forraje.

En la parte Este de esta gruta, frente a la entrada, fue donde se encontraba la Virgen Santísima cuando nació de Ella la Luz del mundo. En la parte que se extiende al Mediodía estaba colocado el pesebre donde fue adorado el Niño Jesús.

El pesebre no era sino una gamella excavada en la piedra misma, destinada a dar de beber a los animales. Encima tenía un comedero, con ancha abertura, hecho de enrejado de maderas y alzado sobre cuatro patas, de modo que los animales podían alcanzar cómodamente el heno o el pasto colocado allí. Para beber no tenían más que agachar la cabeza al bebedero de piedra que estaba debajo.

Delante del pesebre, hacia el Este de esta parte de la gruta, estaba sentada la Virgen con el Niño Jesús cuando vinieron los tres Reyes a ofrecerle sus dones. Saliendo del pesebre y dando vuelta al Oeste en el corredor delante de la gruta, se pasaba por frente a la entrada Meridional antedicha y se llegaba a un sitio donde hizo José más tarde su habitación, separándola del resto mediante tabiques de zarzos. En ese lado había una cavidad donde él depositaba varios objetos.

Afuera, en la parte Meridional de la gruta, pasaba el camino que conducía al valle de los pastores. Diseminadas por las colinas, veíanse casitas y en el llano, cobertizos con techos de cañas, sostenidos por estacas. Delante de la gruta la colina bajaba a un valle sin salida, cerrado por el Norte, ancho de más o menos medio cuarto de legua. Había allí zarzales, árboles y jardines.

Atravesando una hermosa pradera, donde había una fuente y pasando bajo los árboles alineados con simetría, se llegaba al Este del valle, en el cual se encontraba una colina prominente y en ella la gruta de la tumba de Maraha, la nodriza de Abrahán. Se llama también la Gruta de la leche. La Virgen Santísima se refugió allí con el Niño Jesús repetidas veces. Sobre esta gruta había un gran árbol, alrededor del cual veíanse algunos asientos. Desde aquí se podía contemplar Belén mejor que desde la entrada de la gruta del pesebre.

He sabido muchas cosas de la gruta del pesebre, sucedidas en los antiguos tiempos. Recuerdo, entre otras, que Set, el niño de la promesa, fue concebido y dado a luz en esta gruta por Eva, después de un período de penitencia de siete años. Fue allí donde un ángel le dijo a Eva que Dios le daba a Set en lugar de Abel. Aquí en la gruta de Maraha, fue escondido y alimentado Set, pues sus hermanos querían quitarle la vida, como los hijos de Jacob lo intentaron con José.

En una época muy lejana, donde he visto que los hombres vivían en grutas, pude verlos a menudo haciendo excavaciones en la piedra para poder habitar y dormir cómodamente en ellas con sus hijos, sobre pieles de animales o sobre colchones de hierbas. La excavación hecha debajo de la gruta del pesebre, puede haber servido de lecho a Set y a los habitantes posteriores. No tengo ya certeza de estas cosas.

Recuerdo también haber visto en mis visiones sobre la predicación de Jesús, que el 6 de Octubre el Señor, después de su bautismo, celebró la festividad del sábado en la gruta del pesebre, que los pastores habían transformado en oratorio.

Abrahán tenía una nodriza llamada Maraha, muy honrada por él y que llegó a edad muy avanzada. Esta nodriza seguía a Abrahán en todas partes montada en un camello y vivó a su lado, en Sucot, mucho tiempo. En sus últimos tiempos lo siguió también al valle de los pastores, donde Abrahán había alzado sus carpas en los alrededores de la gruta. Habiendo pasado los cien años y viendo llegar su última hora pidió a Abrahán que la enterrara en esa gruta, acerca de la cual hizo algunas predicciones y a la que llamó Gruta de la leche o Gruta de la nodriza.

Aconteció en ella un hecho milagroso, que he olvidado, y brotó allí una fuente del suelo. La gruta era entonces un corredor estrecho y alto, abierto en una piedra blanca, no muy dura. De un lado había una capa de esta materia que no alcanzaba hasta la bóveda. Trepando sobre esta capa de materia se podía llegar hasta la entrada de otra gruta más alta. La gruta fue ensanchada más tarde, puesto que Abrahán hizo excavar su parte lateral para la tumba de Maraha. Sobre un gran bloque de piedra había una especie de gamella, también de piedra, sostenida por patas cortas y gruesas. Quedé muy asombrada al no ver nada de esto en tiempos de Jesucristo.

Esta gruta de la tumba de la nodriza tenía una relación profética con la Madre del Salvador, al alimentar allí oculto a su Hijo, al cual perseguían; pues en la historia de la juventud de Abrahán se halla también una persecución figurativa de ésta, y su nodriza le salvó la vida ocultándolo en la gruta. Esta gruta era desde tiempos de Abrahán lugar de devoción, sobre todo para las madres y nodrizas: en esto había algo de profético, pues en la nodriza de Abrahán se veneraba, de modo figurado, a la Santísima Virgen; lo mismo como Elías la había visto en aquella nube que traía la lluvia y le había dedicado un oratorio en el monte Carmelo.

Maraha había cooperado en cierta manera al advenimiento del Mesías, habiendo alimentado con su leche a un antepasado de María. No puedo expresar esto bien; pero todo era como un pozo profundo que iba hasta la fuente de la vida universal y del que siempre se sirvieron, hasta que María surgió como única fuente de agua limpia e inmaculada.

El árbol que extendía su sombra sobre la gruta, desde lejos parecía un gran tilo; era ancho por abajo y terminaba en punta: era un terebinto. Abrahán se encontró con Melquisedec debajo de este árbol, no recuerdo ahora en qué ocasión.

Este coposo árbol tenía algo de sagrado para los pastores y las gentes de los alrededores: les gustaba descansar bajo su sombra y orar. No recuerdo bien su historia, pero creo que el mismo Abrahán lo plantó. Junto a él había una fuente donde los pastores iban por agua en ciertas ocasiones y le atribuían virtudes singulares. A ambos lados del árbol habían levantado cabañas abiertas para descansar y todo esto estaba rodeado de un cerco protector. Más tarde he visto que Santa Elena hizo construir allí una iglesia, donde se celebró la santa Misa.

natividad Robert Campin

 

JOSÉ Y MARÍA SE REFUGIAN EN LA GRUTA DE BELÉN

Era bastante tarde cuando José y María llegaron hasta la boca de la gruta. La borriquilla, que desde la entrada de la Sagrada Familia en la casa paterna de José había desaparecido corriendo en torno de la ciudad, corrió entonces a su encuentro y se puso a brincar alegremente cerca de ellos. Viendo esto la Virgen, dijo a José:

«¿Ves? seguramente es la voluntad de Dios que entremos aquí».

José condujo el asno bajo el alero, delante de la gruta; preparó un asiento para María, la cual se sentó mientras él hacía un poco de luz y penetraba en la gruta. La entrada estaba un tanto obstruida por atados de paja y esteras apoyadas contra las paredes. También dentro de la gruta había diversos objetos que dificultaban el paso. José la despejó, preparando un sitio cómodo para María, por el lado del Oriente. Colgó de la pared una lámpara encendida e hizo entrar a María, la cual se acostó sobre el lecho que José le había preparado con colchas y envoltorios.

José le pidió humildemente perdón por no haber podido encontrar algo mejor que este refugio tan impropio; pero María, en su interior, se sentía feliz, llena de santa alegría.

Cuando estuvo instalada María, José salió con una bota de cuero y fue detrás de la colina, a la pradera, donde corría una fuente y llenándola de agua volvió a la gruta.

Más tarde fue a la ciudad, donde consiguió pequeños recipientes y un poco de carbón. Como se aproximaba la fiesta del sábado y eran numerosos los forasteros que habían entrado en la ciudad, se instalaron mesas en las esquinas de algunas calles con los alimentos más indispensables para la venta. Creo que había personas que no eran judías. José volvió trayendo carbones encendidos en una caja enrejada; los puso a la entrada de la gruta y encendió fuego con un manojito de astillas; preparó la comida, que consistió en panecillos y frutas cocidas.

Después de haber comido y rezado, José preparó un lecho para María Santísima. Sobre una capa de juncos tendió una colcha semejante a las que yo había visto en la casa de Ana y puso otra arrollada por cabecera. Luego metió al asno y lo ató en un sitio donde no podía incomodar; tapó las aberturas de la bóveda por donde entraba aire y dispuso en la entrada un lugarcito para su propio descanso.

Cuando empezó el sábado, José se acercó a María, bajo la lámpara, y recitó con ella las oraciones correspondientes; después salió a la ciudad. María se envolvió en sus ropas para el descanso. Durante la ausencia de José la vi rezando de rodillas. Luego se tendió a dormir, echándose de lado. Su cabeza descansaba sobre un brazo, encima de la almohada. José regresó tarde. Rezó una vez más y se tendió humildemente en su lecho a la entrada de la gruta.

María pasó la fiesta del sábado rezando en la gruta, meditando con gran concentración. José salió varias veces: probablemente fue a la sinagoga de Belén. Los vi comiendo alimentos preparados días antes y rezando juntos.

Por la tarde, cuando los judíos suelen hacer su paseo del sábado, José condujo a María a la gruta de Maraha, nodriza de Abrahán. Allí se quedó algún tiempo. Esta gruta era más espaciosa que la del pesebre y José dispuso allí otro asiento. También estuvo bajo el árbol cercano, orando y meditando, hasta que terminó el sábado.

José la volvió a llevar, porque María le dijo que el nacimiento tendría lugar aquel mismo día a medianoche, cuando se cumplían los nueve meses transcurridos desde la salutación del ángel del Señor.

María le había pedido que lo tuviera dispuesto todo, de modo que pudiesen honrar en la mejor forma posible la entrada al mundo del Niño prometido por Dios y concebido en forma sobrenatural. Pidió también a José que rezara con ella por las gentes que, a causa de la dureza de sus corazones, no habían querido darles hospitalidad. José le ofreció traer de Belén a dos piadosas mujeres, que conocía; pero María le dijo que no tenía necesidad del socorro de nadie.

En cuanto se puso el sol, antes de terminar el sábado, José volvió a Belén, donde compró los objetos más necesarios: una escudilla, una mesita baja, frutas secas y pasas de uva, volviendo con todo esto a la gruta. Fue a la gruta de Maraha y llevó a María a la gruta del pesebre, donde María se sentó sobre sus colchas, mientras José preparaba la comida. Comieron y rezaron juntos.

Hizo José una separación entre el lugar para dormir y el resto de la gruta, ayudándose de unas pértigas de las cuales suspendió algunas esteras que se encontraban allí. Dio de comer al asno que estaba a la izquierda de la entrada, atado a la pared. Llenó el comedero del pesebre de cañas y de pasto y musgo y por encima tendió una colcha.

Cuando la Virgen le indicó que se acercaba la hora, instándole a ponerse en oración, José colgó del techo varias lámparas encendidas y salió de la gruta, porque había escuchado un ruido a la entrada. Encontró a la pollina que hasta entonces había estado vagando en libertad por el valle de los pastores y volvía ahora, saltando y brincando, llena de alegría, alrededor de José. Este la ató bajo el alero, delante de la gruta y le dio su forraje.

Cuando volvió a la gruta, antes de entrar, vio a la Virgen rezando de rodillas sobre su lecho, vuelta de espaldas y mirando al Oriente. Le pareció que toda la gruta estaba en llamas y que María estaba rodeada de luz sobrenatural. José miró todo esto como Moisés la zarza ardiendo. Luego, lleno de santo temor, entró en su celda y se prosternó hasta el suelo en oración.

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Narración de Catalina Emmerich sobre la Llegada de María y José a Belén y la Búsqueda de Refugio

Esta es la etapa final del viaje de María y José a Belén, en que llegan a la ciudad y buscan refugio.

maria y jose llegan abelen

En la ciudad María y José no encuentran un lugar para hospedarse, lo que definitiva los lleva a recurrir a la cueva donde en definitiva se produjo el nacimiento de Jesús.

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LLEGADA A BELÉN

Desde el último alojamiento, Belén distaba unas tres leguas. Dieron un rodeo hacia el Norte de la ciudad acercándose por el Occidente. Se detuvieron debajo de un árbol, fuera del camino, y María bajó del asno, ordenándose los vestidos.

José se dirigió con María hacia un gran edificio rodeado de construcciones pequeñas y de patios a pocos minutos de Belén. Había allí muchos árboles. Numerosas personas habían levantado sus carpas en ese lugar. Ésta era la antigua casa paterna de la familia de David, que fue propiedad del padre de San José. Habitaban en ella parientes o gente relacionada con José; pero éstos no lo quisieron reconocer y lo trataron como a extraño. En esta casa se cobraban entonces los impuestos para el gobierno romano.

José entró acompañado de María, llevando el asno del cabestro, pues todos debían darse a conocer cuando llegaban, y allí recibían el permiso para entrar en Belén. La borriquilla no está junto a ellos: va corriendo alrededor de la ciudad, hacia el Mediodía, donde hay un vallecito.

José ha entrado en el gran edificio. María se encuentra en compañía de varias mujeres en una casa pequeña que da al patio. Estas mujeres son bastante benévolas y le dan de comer, pues cocinan para los soldados de la guarnición. Son soldados romanos; tienen correas que cuelgan de la cintura.

La temperatura no es fría: es agradable; el sol se muestra por encima de la montaña, entre Jerusalén y Betania. Desde este lugar se contempla un paisaje muy hermoso.

José se halla en una habitación espaciosa, que no está en el piso bajo. Le preguntan quién es y consultan grandes rollos escritos, algunos suspendidos de los muros; los despliegan y leen su genealogía, como también la de María. José parecía no saber que también María, por Joaquín, descendía en línea directa de David. El hombre pregunta dónde se halla su mujer.

Hacía unos siete años que no habían regularizado el impuesto para la gente del país, a causa de cierta confusión y desorden. Este impuesto se halla en vigor desde hace dos meses: se pagaba en los siete años precedentes, pero sin regularidad. Ahora es necesario pagarlo dos veces. José ha llegado un poco retrasado para pagarlo, pero a pesar de ello lo tratan con cortesía. Aún no ha pagado. Le preguntan cuáles son sus medios de vida; él responde que no posee bienes raíces, que vivía de su oficio y que además recibía ayuda de su suegra.

Hay en la casa gran cantidad de escribientes y empleados. Arriba están los romanos y los soldados. Veo fariseos, saduceos, sacerdotes, ancianos, cierto número de escribas y otros funcionarios romanos y judíos. No hay ningún otro comité semejante en Jerusalén; pero los hay en otros lugares del país, como Magdala, cerca del lago de Genesaret, donde acuden a pagar las gentes de Galilea y de Sidón, según creo. Sólo aquéllos que no tienen bienes raíces, sobre los cuales recae el impuesto correspondiente, tienen que presentarse en el lugar de su nacimiento.

Este impuesto será dividido dentro de tres meses en tres partes, cada uno con destino diferente. Una parte es para el emperador Augusto, para Herodes y para otro príncipe que habita cerca de Egipto. Habiendo participado en una guerra y teniendo derechos sobre una parte del país, es preciso darle algo.

La segunda parte está destinada a la construcción del Templo: me parece que debe servir para abonar una deuda contraída.

La tercera debiera ser para las viudas y los pobres, que desde tiempo no reciben nada; pero como casi siempre sucede, aún en nuestra época, este dinero no llega casi nunca adonde debe llegar. Se dan estos buenos motivos para exigir el impuesto, pero casi todo queda en manos de los poderosos.

Cuando estuvo arreglado lo de José, hicieron venir a María ante los escribas, pero no pidieron papeles. Dijeron a José que no era necesario haber traído a su mujer consigo. Añadieron algunas bromas a causa de la juventud de María, dejando al pobre José lleno de confusión.

 

LA SAGRADA FAMILIA BUSCA REFUGIO

Entraron en Belén por entre escombros, como si hubiese sido una puerta derruida. Las casas aparecen muy separadas unas de otras. María se quedó tranquila, junto al asno, al comienzo de una calle, mientras José buscaba inútilmente alojamiento entre las primeras casas. Había muchos extranjeros y se veían numerosas personas yendo de un lado a otro.

José volvió junto a María diciéndole que no era posible encontrar alojamiento; que debían penetrar más adentro de la ciudad. Caminaban llevando José al asno del cabestro y María iba a su lado.

Cuando llegaron a la entrada de otra calle, María permaneció junto al asno, mientras José iba de casa en casa; pero no encontró ninguna donde quisieran recibirlos. Volvió lleno de tristeza al lado de María. Esto se repitió varias veces y así tuvo María que esperar largo rato.

En todas partes decían que el sitio estaba ya tomado y habiéndolo rechazado en todas partes, José dijo a María que era necesario ir a otro lado en donde, sin duda, encontrarían lugar.

maria y jose buscan refugio en belen

Retomaron la dirección contraria a la que habían tomado al entrar y se dirigieron hacia el Mediodía. Siguieron una calleja que más parecía un camino entre la campiña, pues las casas estaban aisladas, sobre pequeñas colinas. Las tentativas fueron también allí infructuosas.

Llegados al otro lado de Belén, donde las casas se hallaban aún más dispersas, encontraron un gran espacio vacío, como un campo desierto en el poblado. En él había una especie de cobertizo y a poca distancia un árbol grande, parecido al tilo, de tronco liso, con ramas extendidas, formando techumbre alrededor. José condujo a María bajo este árbol y le arregló un asiento con los bultos al pie, para que pudiera descansar, mientras él volvía en busca de mejor asilo en las casas vecinas. El asno quedó allí con la cabeza pegada al árbol.

María, al principio, permanecía de pie, apoyada al tronco del árbol. Su vestido de lana blanca, sin cinturón, caíale en pliegues alrededor. Tenía la cabeza cubierta por un velo blanco. Las personas que pasaban por allí la miraban, sin saber que su Salvador, su Mesías, estaba tan cerca de ellos. ¡Qué paciente, qué humilde y qué resignada estaba María! Tuvo que esperar mucho tiempo. Por fin sentóse sobre las colchas, poniéndose las manos juntas en el pecho, con la cabeza baja.

José regresó lleno de tristeza, pues no había podido encontrar posada ni refugio. Los amigos de quienes había hablado a María apenas si lo reconocían. José lloró y María lo consoló con dulces palabras. Fue una vez más, de casa en casa, representando el estado de su mujer, para hacer más eficaz la petición; pero era rechazado precisamente también a causa de eso mismo.

El paraje era solitario. No obstante, algunas personas se habían detenido mirándola de lejos con curiosidad, como sucede cuando se ve a alguien que permanece mucho tiempo en el mismo sitio a la caída de la tarde. Creo que algunos dirigieron la palabra a María, preguntándole quién era.

Al fin volvió José, tan conturbado, que apenas se atrevía a acercarse a María. Le dijo que había buscado inútilmente; pero que conocía un lugar, fuera de la ciudad, donde los pastores solían reunirse cuando iban a Belén con sus rebaños: que allí podrían encontrar siquiera un abrigo. José conocía aquel lugar desde su juventud. Cuando sus hermanos lo molestaban, se retiraba con frecuencia allí para rezar fuera del alcance de sus perseguidores.

Decía José que si los pastores volvían, se arreglaría fácilmente con ellos; que venían raramente en esa época del año. Añadió que cuando Ella estuviera tranquila en aquel lugar, él volvería a salir en busca de alojamiento más apropiado.

Salieron, pues, de Belén por el Este siguiendo un sendero desierto que torcía a la izquierda. Era un camino semejante al que anduvieran a lo largo de los muros desmoronados de los fosos de las fortificaciones derruidas de una pequeña ciudad: se subía un tanto al principio, luego descendía por la ladera de un montecillo y los condujo en algunos minutos al Este de Belén, delante del sitio que buscaban, cerca de una colina o antigua muralla que tenía delante algunos árboles: terebintos o cedros de hojas verdes; otros tenían hojas pequeñas como las del boj.

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Catalina Emmerich Presencia qué Sucedió a María y José en las Últimas Etapas de su Viaje a Belén

Estas son las visiones de Catalina Emmerich sobre las últimas etapas del viaje de María y José a Belén, donde en algunos lugares son tratados cortesmente y en otros no.

maria y jose van a belen

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LA FESTIVIDAD DEL SÁBADO

José preparó su lámpara y se puso a orar en compañía de la Virgen Santísima, guardando la observancia del sábado con piedad conmovedora. Comieron alguna cosa y descansaron sobre esteras extendidas en el suelo.Vi a la Sagrada Familia permanecer allí todo el día. María y José oraban juntos…

He visto a la mujer del dueño de la posada pasar el día al lado de María con sus tres hijos. Alejose también aquella mujer que los había hospedado la víspera, con dos de sus hijos. Se sentaron al lado de María amigablemente, quedando muy impresionados por la modestia y la sabiduría de la Virgen, que conversó también con los niños, dándoles algunas útiles instrucciones.

Los niños tenían pequeños rollos de pergamino. María les hizo leer y les habló de modo tan amable que las criaturas no apartaban la vista ni un instante de Ella. Era algo muy conmovedor ver esta atención de los niños y escuchar las enseñanzas de María.

Al caer la tarde vi a José paseando con el dueño de la posada por los alrededores, mirando los campos y los jardines y tratándose familiarmente. Así veo a las personas piadosas del país en el día festivo del sábado. Los santos viajeros quedaron en ese lugar la noche siguiente.

Los buenos esposos de la posada se encariñaron sumamente con María y le pidieron que se quedara con ellos hasta el nacimiento del Niño. Le mostraron una habitación muy cómoda, y la mujer se ofreció a servirles de todo corazón y con amable insistencia.

Pero los viajeros reanudaron su viaje por la mañana muy temprano y descendieron por el Suroeste de la montaña, hacia un hermoso valle. Se alejaron aún más de Samaria. Mientras iban descendiendo se podía ver el templo del monte Garizim, pues se lo ve desde muy lejos. Sobre el techo hay figuras de leones o de otros animales semejantes, que brillan a los rayos del sol.

Hoy los he visto hacer unas seis leguas de camino. Al atardecer se encontraban en una llanura a una legua al Sureste de Siquem. Entraron en una casa de pastores bastante grande donde fueron recibidos bien.

El dueño de casa estaba encargado de cuidar los campos y jardines, propiedad de una vecina ciudad. La casa no estaba en la llanura sino sobre una pendiente. Todo era fértil en esta comarca y en mejores condiciones que el país recorrido anteriormente; pues aquí se estaba de cara al sol, lo que en la Tierra Prometida es causa de una diferencia notable en esta época del año.

Desde este lugar hasta Belén se encuentran muchas de estas viviendas pastoriles diseminadas en los valles. Algunas hijas de pastores, que vivían en estos lugares, se casaron más tarde con servidores que habían venido con los Reyes Magos, y se quedaron en la comarca.

De uno de estos matrimonios era un niño curado por Nuestro Señor, en esta misma casa, a instancias de María, el 31 de Julio de su segundo año de predicación, después de su diálogo con la Samaritana. Jesús eligió luego a este joven y a otros dos para acompañarlo durante el viaje que hizo por Arabia después de la muerte de Lázaro. Este joven fue más tarde discípulo del Señor.

He visto que Jesús se detuvo aquí con frecuencia para predicar y enseñar. Ahora José bendice a algunos niños que encontró en la casa.

jose y maria en un burro

 

LOS VIAJEROS SON RECHAZADOS EN VARIAS CASAS

Hoy los he visto seguir un sendero más uniforme. La Virgen desmontaba a ratos, siguiendo a pie algunos trechos. A menudo se detenían en lugares apropiados para tomar alimento. Llevaban panecillos y una bebida que refresca y fortalece, en recipientes muy elegantes, con dos asas que parecían de bronce por el brillo. Esta bebida era el bálsamo que tomaban mezclado con agua. Recogían bayas y frutas de los árboles y arbustos en los lugares más expuestos al sol.

La montura de María tenía a derecha e izquierda unos rebordes sobre los cuales apoyaba los pies: de esa manera no quedaban en el aire, como veo a la gente de nuestro país. Los movimientos de María eran siempre sosegados, singularmente modestos. Se sentaba alternativamente a derecha e izquierda.

La primera diligencia de José, cuando llegaban a un lugar, era buscar un sitio donde María pudiese sentarse y descansar cómodamente. Ambos se lavaban con frecuencia los pies.

Era de noche cuando llegaron a una casa aislada. José llamó y pidió hospitalidad; pero el dueño de casa no quiso abrir. José le explicó la situación de María, diciendo que no estaba en condición de seguir su camino y agregando que no pedía hospedaje gratis. Todo fue inútil: aquel hombre duro y grosero respondió que su casa no era una posada, que lo dejaran tranquilo, que no golpeasen a la puerta. Ni siquiera abrió la puerta para hablar, sino que dio su respuesta desde el interior.

Los viajeros continuaron su camino, y al poco tiempo entraron en un cobertizo cerca del cual habían visto detenerse a la borriquilla. El refugio estaba sobre un terreno llano. José encendió luz y preparó un lecho para María, que lo ayudaba en todo esto. Metió al asno y le dio forraje. Rezaron, comieron y durmieron algunas horas. Desde la última posada hasta aquí habría unas seis leguas.

Se hallaban ahora a unas veintiséis de Nazaret y a unas diez de Jerusalén. Hasta aquel camino no habían seguido el sendero principal, sino atravesando otros de comunicación que iban del Jordán a Samaria, tocando las grandes rutas que llevan de Siria a Egipto. Los atajos eran muy angostos y en las montañas se hallaban a menudo tan apretados que les era necesario tomar muchas precauciones para poder andar sin tropezar ni caerse. Los asnos avanzaban con paso muy seguro.

Antes de aclarar el día partieron y tomaron un camino que volvía a subir. Me parece que llegaron a la ruta que lleva de Gábara hasta Jerusalén, que en este lugar era el límite entre Samaria y Judea. En otra casa donde pidieron hospitalidad fueron igualmente rechazados groseramente.

A varias leguas al Nordeste de Betania, María se sintió muy fatigada y deseó descansar y tomar alimento. José se desvió una legua de camino en busca de una higuera grande que solía estar cargada de higos, en torno de la cual había asientos para descansar a su sombra. José conoció el lugar en uno de sus anteriores viajes.

Al llegar a la higuera no encontró en ella ni una fruta, lo cual lo entristeció mucho. Recuerdo vagamente que Jesús halló más tarde esta higuera cubierta de hojas verdes, pero sin frutos. Creo que el Señor la maldijo en la ocasión que había salido de Jerusalén, y el árbol se secó por completo.

Más tarde se acercaron a una casa cuyo dueño trató asperamente a José, que le había pedido humildemente hospitalidad. Miró luego a la Santísima Virgen, a la luz de una linterna y se burló de José porque llevaba una mujer tan joven. En cambio la dueña de casa se acercó y se compadeció de María: le ofreció una habitación en un edificio vecino y les llevó panecillos para su alimento. El marido se arrepintió de haber sido descomedido y se mostró luego más servicial con los santos viajeros.

Más tarde llegaron a otra casa habitada por una pareja joven. Aunque fueron recibidos, no lo hicieron con cortesía y casi ni se ocuparon de ellos. Estas personas no eran pastores sencillos, sino como campesinos ricos, gente ocupada en negocios.

Jesús visitó una de estas casas, después de su bautismo. La habitación donde la Sagrada Familia había pasado la noche, la habían convertido en oratorio. No recuerdo si era propiamente la casa aquélla cuyo dueño se burló de José. Recuerdo vagamente que el arreglo lo hicieron después de los milagros que sucedieron al Nacimiento de Jesús.

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ULTIMAS ETAPAS DEL CAMINO

En las últimas etapas José se detuvo varias veces, pues María estaba cada vez más fatigada. Siguiendo el camino indicado por la borriquilla, hicieron un rodeo de un día y medio al Este de Jerusalén. El padre de José había poseído algunos pastizales en aquella comarca, y él conocía bien la región. Si hubieran seguido atravesando directamente el desierto que se halla al Mediodía, detrás de Betania, hubieran podido llegar a Belén en seis horas; pero el camino era montañoso y muy incómodo en esta estación.

Siguieron a la borriquilla a lo largo de los valles y se acercaron algo al Jordán. Hoy vi a los santos caminantes que entraban en pleno día en una casa grande de pastores. Está a tres leguas de un lugar donde Juan bautizaba más tarde en el Jordán y a siete de Belén. Es la misma casa donde Jesús, treinta años más tarde, estuvo la noche del 11 de Octubre, víspera del día en que por primera vez, después de su bautismo, pasó delante de Juan Bautista.

Junto a la casa, y un tanto apartada de ella, había una granja donde guardaban los instrumentos de labranza y los que usaban los pastores. El patio tenía una fuente rodeada de baños que recibían las aguas de aquélla mediante conductos especiales. El dueño parecía tener extensas propiedades y allí mismo tenía un tráfico considerable. He visto que iban y venían varios servidores que comían en aquella finca.

El dueño recibió a los viajeros muy amigablemente, se mostró muy servicial y los condujo a una cómoda habitación, mientras algunos servidores se ocuparon del asno. Un criado lavó en una fuente los pies de José y le dio otras ropas mientras limpiaba las suyas cubiertas de polvo. Una mujer rindió los mismos servicios a María. En esta casa tomaron alimento y durmieron.

La dueña de casa tenía un carácter bastante raro: se había encerrado en su casa y a hurtadillas observaba a María, y como era joven y vanidosa, la belleza admirable de la Virgen la había llenado de disgusto. Temía también que María se dirigiera a ella para pedirle que le permitiese quedarse hasta dar a luz a su Niño. Tuvo la descortesía de no presentarse siquiera y buscó medios para que los viajeros partieran al día siguiente.

Esta es la mujer que encontró Jesús allí, treinta años más tarde, ciega y encorvada, y que sanó y curó después de hacerle advertencias sobre su poca caridad y su vanidad de un tiempo.

He visto algunos niños. La Santa Familia pasó la noche en este lugar.

Hoy al medio día vi a la Sagrada Familia abandonar la finca donde se habían alojado. Algunos de la casa los acompañaron cierta distancia. Después de unas, dos leguas de camino, llegaron al anochecer a un lugar atravesado por un gran sendero, a cuyos lados se levantaba una fila de casas con patios y jardines. José tenía allí parientes. Me parece que eran los hijos del segundo matrimonio de su padrastro o madrastra. La casa era de muy buena apariencia; sin embargo, atravesaron este lugar sin detenerse.

A media legua dieron vuelta a la derecha, en dirección de Jerusalén, y arribaron a una posada grande en cuyo patio había una fuente con cañerías de agua. Encontraron reunidas a muchas gentes que celebraban un funeral. El interior de la casa, en cuyo centro estaba el hogar con una abertura para el humo, había sido transformado en una amplia habitación, suprimiendo los tabiques movibles que separaban ordinariamente las diversas piezas. Detrás del hogar había colgaduras negras y frente a él algo así como un ataúd cubierto de paño negro. Varios hombres rezaban. Tenían largas vestimentas de color negro y encima otros vestidos blancos más cortos. Algunos llevaban una especie de manípulo negro, con flecos, colgado del brazo. En otra habitación estaban las mujeres completamente envueltas en sus vestiduras, llorando, sentadas sobre cofres muy bajos.

Los dueños de casa, ocupados en la ceremonia fúnebre, se contentaron con hacerles señas de que entrasen; pero los servidores los recibieron muy cortésmente y se ocuparon de ellos. Les prepararon un alojamiento aparte con esteras suspendidas, que le daba aspecto de carpa. Más tarde he visto a los dueños de casa visitando a la Sagrada Familia, en amigable conversación con ellos. Ya no llevaban las vestiduras blancas. José y María tomaron alimento, rezaron juntos y se entregaron al descanso.

Hoy a mediodía, María y José se pusieron en camino hacia Belén de donde se hallaban sólo a unas tres leguas. La dueña de casa insistía en que se quedaran, pareciéndole que María daría a luz de un momento a otro. María, bajándose el velo, respondió que debía esperar treinta y seis horas aún. Hasta me parece que haya dicho treinta y ocho.

Aquella mujer los hubiera hospedado con gusto, no en su casa, sino en otro edificio cercano. En el momento de la partida vi que José, hablando de sus asnos con el dueño de la casa, elogiaba los animales de éste, y dijo que llevaba la borriquilla para empeñarla en caso de necesidad.

Los huéspedes hablaron de lo difícil que sería para ellos encontrar alojamiento en Belén, y José dijo que tenía varios amigos allá y que estaba seguro de ser bien recibido. A mí me apenaba oírle hablar con tanta convicción de la buena acogida que le harían. Aún habló de esto mismo con María en el camino. Vemos, pues, que hasta los santos pueden estar en error.

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Visión de Catalina Emmerich: Cómo se Preparó María para ir a Belén para Tener a Jesús

Desde el 16 de diciembre la Iglesia esta tradicionalmente a la espera del gran acontecimiento del nacimiento del Cristo el 25 de diciembre.

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Son varios los videntes que han tenido imágenes de los sucesos previos y del propio nacimiento, los que iremos publicando para completar una idea mejor de lo que rodeó al nacimiento, en el entendido que estos materiales son poco difundidos.

Comenzaremos por una visión de la Beata Ana Catalina Emmerich respecto a los Preparativos para el Nacimiento.

Leer también:

En aquel tiempo Augusto César (Octavio) ordenó un censo para ser realizado a toda la gente y para esto era requerido que todos fueran a la ciudad o al pueblo de sus propias familias, para registrar las contribuciones impuestas por los Romanos. José, siendo de la casa y linaje de David tenía que ir desde Nazareth en Galilea a Belén en Judea, cerca de 10 kms de Jerusalén.

Desde hace varios días veo a María en casa de Ana, su madre, cuya casa se halla más o menos a una legua de Nazaret, en el valle de Zabulón. La criada de Ana permanece en Nazaret cuando María está ausente y sirve a José. Veo que mientras vivió Ana casi no tenían hogar independiente del todo, pues recibían siempre de ella todo lo que necesitaban para su manutención.

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Veo desde hace quince días a María ocupada en preparativos para el nacimiento de Jesús: cose colchas, tiras y pañales. Su padre Joaquín ya no vive. En la casa hay una niña de unos siete años de edad que está a menudo junto a la Virgen y recibe lecciones de María. Creo que es la hija de María de Cleofás y que también se llama María. José no está en Nazaret, pero debe llegar muy pronto. Vuelve de Jerusalén donde ha llevado los animales para el sacrificio. Vi a la Virgen Santísima en la casa, trabajando, sentada en una habitación con otras mujeres. Preparaban prendas y colchas para el nacimiento del Niño.

Ana poseía considerables bienes en rebaños y campos y proporcionaba con abundancia todo lo que necesitaba María, en avanzado estado de embarazo. Como creía que María daría a luz en su casa y que todos sus parientes vendrían a verla, hacía allí toda clase de preparativos para el nacimiento del Niño de la Promesa, disponiendo, entre otras cosas, hermosas colchas y preciosas alfombras.

Cuando nació Juan pude ver una de estas colchas en casa de Isabel. Tenía figuras simbólicas y sentencias hechas con trabajos de aguja. Hasta he visto algunos hilos de oro y plata entremezclados en el trabajo de aguja. Todas estas prendas no eran únicamente para uso de la futura madre: había muchas destinadas a los pobres, en los que siempre se pensaba en tales ocasiones solemnes.

Vi a la Virgen y a otras mujeres sentadas en el suelo alrededor de un cofre, trabajando en una colcha de gran tamaño colocada sobre el cofre. Se servían de unos palillos con hilos arrollados de diversos colores. Ana estaba muy ocupada, e iba de un lado a otro tomando lana, repartiéndola y dando trabajo a cada una de ellas.

José debe volver hoy a Nazaret. Se hallaba en Jerusalén donde había ido a llevar animales para el sacrificio, dejándolos en una pequeña posada dirigida por una pareja sin hijos situada a un cuarto de legua de la ciudad, del lado de Belén. Eran personas piadosas, en cuya casa se podía habitar confiadamente. Desde allí se fue José a Belén; pero no visitó a sus parientes, queriendo tan sólo tomar informes relativos a un empadronamiento o una percepción de impuestos que exigía la presencia de cada ciudadano en su pueblo natal.

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Con todo, no se hizo inscribir aún, pues tenía la intención, una vez realizada la purificación de María, de ir con ella de Nazaret al Templo de Jerusalén, y desde allí a Belén, donde pensaba establecerse. No sé bien qué ventajas encontraba en esto, pero no gustándole la estadía en Nazaret, aprovechó esta oportunidad para ir a Belén. Tomó informes sobre piedras y maderas de construcción, pues tenía la idea de edificar una casa. Volvió luego a la posada vecina a Jerusalén, condujo las víctimas al Templo y retornó a su hogar.

Atravesando hoy la llanura de Kimki, a seis leguas de Nazaret, se le apareció un ángel, indicándole que partiera con María para Belén, pues era allí donde debía nacer el Niño. Le dijo que debía llevar pocas cosas y ninguna colcha bordada. Además del asno sobre el cual debía ir María montada, era necesario que llevase consigo una pollina de un año, que aún no hubiese tenido cría. Debía dejarla correr en libertad, siguiendo siempre el camino que el animal tomara.

Esta noche Ana se fue a Nazaret con la Virgen María, pues sabían que José debía llegar. No parecía, sin embargo, que tuvieran conocimiento del viaje que debía hacer María con José a Belén. Creían que María daría a luz en su casa de Nazaret, pues vi que fueron llevados allí muchos objetos preparados, envueltos en grandes esteras.

Por la noche llegó José a Nazaret. Hoy he visto a la Virgen con su madre Ana en la casa de Nazaret, donde José les hizo conocer lo que el ángel le había ordenado la noche anterior. Ellas volvieron a la casa de Ana, donde las vi hacer preparativos para un viaje próximo. Ana estaba muy triste. La Virgen sabía de antemano que el Niño debía nacer en Belén; pero por humildad no había hablado. Estaba enterada de todo por las profecías sobre el nacimiento del Mesías que Ella conservaba consigo en Nazaret.

Estos escritos le habían sido entregados y explicados por sus maestras en el Templo. Leía a menudo estas profecías y rogaba por su realización, invocando siempre, con ardiente deseo, la venida de ese Mesías. Llamaba bienaventurada a aquélla que debía dar a luz y deseaba ser tan sólo la última de sus servidoras. En su humildad no pensaba que ese honor debía tocarle a ella. Sabiendo por los textos que el Mesías debía nacer en Belén, aceptó con júbilo la voluntad de Dios, preparándose para un viaje que habría de ser muy penoso para ella, en su actual estado y en aquella estación, pues el frío suele ser muy intenso en los valles entre cadenas montañosas.

Fuentes:

 

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Catalina Emmerich Ve el Viaje a Belén, previo al Nacimiento de Jesús: el Comienzo de la Travesía

En esta visión, Sor Catalina nos narra el comienzo del viaje de María y José hacia Belén.

pesebre en salzillo maria embarazada

Comienza con la partida de la casa de Ana y finaliza cuando la sagrada familia pernocta en una posada en el camino.

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Esta noche vi a José y a María, acompañados de Ana, María de Cleofás y algunos servidores, salir de la casa de Ana para su viaje. María iba sentada sobre la albarda del asno, cargado además con el equipaje, José lo conducía.

Había otro asno sobre el cual debía regresar Ana. Esta mañana he visto a los santos viajeros a unas seis leguas de Nazaret, llegando a la llanura de Kimki, que era el lugar donde el ángel se le había aparecido a José dos días antes. Ana poseía un campo en aquel lugar y los servidores debían tomar allí la burra de un año que José quería llevar, la cual corría y saltaba delante o al lado de los viajeros.

Ana y María de Cleofás se despidieron y regresaron con sus servidores. Vi a la Sagrada Familia caminando por un sendero que subía a la cima de Gelboé. No pasaban por los poblados, y seguían a la pollina, que tomaba caminos de atajo.

Pude verlos en una propiedad de Lázaro, a poca distancia de la ciudad de Ginim, por el lado de Samaria. El cuidador los recibió amistosamente, pues los había conocido en un viaje anterior. Su familia estaba relacionada con la de Lázaro.

Veo allí muchos hermosos jardines y avenidas. La casa está sobre una altura; desde la terraza se alcanza a contemplar una gran extensión de la comarca. Lázaro heredó de su padre esta propiedad.

He visto que Nuestro Señor se detuvo con frecuencia durante su vida pública en este lugar y enseñó en los alrededores. El cuidador y su mujer trataron muy amistosamente a María. Se admiraron que hubiese emprendido semejante viaje en el estado en que se encontraba, dado que hubiera podido quedarse tranquilamente en casa de Ana.

He visto a la Sagrada Familia a varias leguas del sitio anterior, caminando en medio de la noche hacia una montaña a lo largo de un valle muy frío, donde había caído escarcha. La Virgen María, que sufría mucho el frío, dijo a José: «Es necesario detenernos aquí, pues no puedo seguir».

maria y jose rumbo a belen

No bien dijo estas palabras se detuvo la borriquilla debajo de un gran árbol de terebinto, junto al cual había una fuente. Se detuvieron y José preparó con las colchas un asiento para la Virgen, a la cual ayudó a desmontar del asno. María sentóse debajo del árbol y José colgó del árbol su linterna. A menudo he visto hacer lo mismo a las personas que viajan por estos lugares.

La Virgen pidió a Dios ayuda contra el frío. Sintió entonces un alivio tan grande y una corriente de calor tal, que tendió sus manos a José para que él pudiera calentar un tanto sus manos ateridas. Comieron algunos panecillos y frutas, y bebieron agua de la fuente vecina, mezclándola con gotas del bálsamo que José llevaba en su cántaro.

José consoló y alegró a María. Era muy bueno y sufría mucho en ese viaje tan penoso para Ella. Habló del buen alojamiento que pensaba conseguir en Belén.

Conocía una casa cuyos dueños eran gente buena y pensaba hospedarse allí con ciertas comodidades. Mientras iban de camino, hacía el elogio de Belén, recordando a María todas las cosas que podían consolarla y alegrarla. Esto me causaba lástima, pues yo sabía todo lo que sufriría: todo iba a acontecer de diferente manera.

A esta altura habían pasado ya dos pequeños arroyos, uno a través de un alto puente, mientras los dos asnos lo cruzaban a nado. La borriquilla que iba en libertad, tenía curiosas actitudes.

Cuando el camino era recto y bien trazado, sin peligros para perderse, como entre dos montañas, corría delante o detrás de los viajeros. Cuando el camino se dividía, aguardaba y tomaba el sendero recto. Cuando debían detenerse, se paraba como lo hizo bajo el terebinto.

No sé si pasaron la noche bajo este árbol o buscaron otro hospedaje. Este viejo terebinto era un árbol sagrado, que había formado parte del bosque de Moré, cerca de Siquem.

Abrahán, viniendo de Canaán, había visto aparecer allí al Señor, el cual le había prometido aquella tierra para su posteridad, y el Patriarca alzó un altar debajo del terebinto.

Jacob, antes de ir a Betel para ofrecer sacrificio al Señor, había enterrado bajo el árbol los ídolos de Labán y las joyas de su familia. Josué había levantado allí el tabernáculo donde se hallaba el Arca de la Alianza, y, reunida la población, le había exigido renunciar a los ídolos. En este mismo sitio Abimelec, hijo de Gedeón, fue proclamado rey por los siquemitas.

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Hoy vi a la Sagrada Familia llegar a una granja, a dos leguas al Sur del terebinto. La dueña de la finca estaba ausente y el hombre no quiso recibir a José, diciéndole que bien podía ir más lejos.

Un poco más adelante vieron que la borriquilla entraba en una cabaña de pastores, y entraron ellos también. Los pastores que se hallaban allí, vaciando la cabaña, los recibieron con benevolencia: les dieron paja y haces de junco y ramas para que encendieran fuego.

Los pastores fueron después a la finca donde había sido rechazada la Sagrada Familia, e hicieron el elogio de José y de la belleza y santidad de María, ante la señora de la casa, la cual reprochó a su marido por haber rechazado a personas tan buenas. Luego vi a esta mujer ir adonde estaba María; pero no se atrevió a entrar por timidez y volvió a su casa a buscar alimentos.

La cabaña estaba en el flanco Oeste de una montaña, más o menos entre Samaria y Tebez. Al Este, más allá del Jordán, está Sucot. Ainón se encuentra un poco más al Mediodía, al otro lado del río. Salim está más cerca. Desde allí habría unas doce leguas hasta Nazaret.

La mujer volvió en compañía de dos niños a visitar a la Sagrada Familia, trayendo provisiones. Disculpóse afablemente y se mostró muy conmovida por la difícil situación de los caminantes. Después que éstos hubieron comido y descansado, presentóse el marido de aquella mujer y pidió perdón a San José por haberlo rechazado. Le aconsejó que subiera una legua más por la cima de la montaña, que allí encontraría un buen refugio antes de comenzar las fiestas del sábado, donde podría pasar el día del reposo festivo.

Se pusieron en camino y después de haber andado una legua llegaron a una posada de varios edificios, rodeados de árboles y jardines. Vi algunos arbustos que dan el bálsamo, plantados a espaldera. La posada estaba en la parte Norte de la montaña.

La Virgen Santísima había desmontado y José llevaba el asno. Se acercaron a la casa y José pidió alojamiento; pero el dueño se disculpó, diciendo que estaba lleno de viajeros. Llegó en esto su mujer, y al pedirle la Virgen alojamiento con la más conmovedora humildad, aquélla sintió una profunda emoción. El dueño no pudo resistir y les arregló un refugio cómodo en el granero cercano y llevó el asno a la cuadra. La borriquilla corría libre por los alrededores. Siempre estaba lejos de ellos cuando no tenía que señalar camino.

Fuentes:

 

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