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Mientras la violencia aumenta en El Salvador, la Iglesia Católica se compromete a apoyar soluciones

Expectativas de nuevo diálogo con las pandillas de El Salvador.
Desde la ruptura de la tregua de 2012 entre pandillas en El Salvador, tanto la cantidad de asesinatos de policías y militares como los enfrentamientos entre las pandillas y las fuerzas de seguridad han cambiado la ecuación de seguridad en el país, cerrando la pequeña ventana de oportunidades para restablecer el corto y criticado cese al fuego.

 

fabio colindres y maras

 

Hablando en conferencia durante el Sínodo de Obispos de Roma, el arzobispo Monseñor Escobar Alas dijo que las maras han cobrado mucho poder en El Salvador. E informó al Vaticano sobre la creciente espiral de violencia y peligrosidad de las pandillas, así como la participación de la Iglesia Católica en el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia recién creado para buscar solución a la violencia.

ESCALADA DE VIOLENCIA DE LAS PANDILLAS

Hasta el 17 de octubre, la violencia había dejado un saldo de 31 policías y varios militares muertos en lo corrido de 2014, incluyendo seis policías solamente en octubre. Las víctimas incluyen desde bajos hasta altos mandos de las fuerzas de seguridad del país y están distribuidas en una amplia zona geográfica, dando la impresión de que no fueron asesinatos preseleccionados o dirigidos, sino que ocurrieron cuando se presentó la oportunidad de hacerlo o tras disputas entre las fuerzas de seguridad y facciones locales de pandillas.

Funcionarios de la policía y el ejército señalaron a que los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y las pandillas también van en aumento. Este año la policía ha informado de unos 130 enfrentamientos con miembros de pandillas, y sólo en octubre el ejército ha tenido 14 en comparación con 12 en todo 2012.

Ese fue el año en que las pandillas más grandes del país -la Mara Salvatrucha (MS13) y dos facciones del Barrio 18 -conocidas como Revolucionarios y Sureños- comenzaron a implementar una tregua con la ayuda del equipo de negociación delegado por el gobierno, integrado por un un obispo de la iglesia de El Salvador y un antiguo líder guerrillero que se convirtió en asesor de seguridad.

LA TREGUA EN LA QUE PARTICIPÓ LA IGLESIA CATÓLICA Y LA POLÍTICA

La tregua dio lugar a una considerable caída en la cantidad de homicidios reportados, aunque los críticos señalan que una de las razones de esto es que las pandillas escondían los cuerpos en fosas clandestinas. La tregua también fue criticada por la apertura de un espacio que legitimó y animó a las pandillas a participar en la política.

Además de conseguir capital político, los líderes de las pandillas fueron trasladados de una prisión de máxima seguridad a diversas cárceles de mínima seguridad, lo que les dio mayor acceso a sus filas y más oportunidades de visitas con sus familias.

Ciertamente, las pandillas, que según el gobierno durante la tregua estaban compuestas por unos 65.000 miembros -con unos 500.000 miembros potenciales- cuentan con un amplio poder político y coercitivo, particularmente en las zonas donde controlan el territorio y cobran «impuestos» de seguridad a las empresas y residentes locales. Y, a pesar del menguante apoyo público que recibió la tregua, los dos partidos grandes de El Salvador -el FMLN de izquierda y ARENA de derecha- presuntamente se reunieron con los líderes de las pandillas en el período previo a las elecciones presidenciales de este año.

Los observadores electorales de ARENA afirmaron que las pandillas utilizaron su poder para influir en los resultados, sobre todo en la primera ronda en febrero, que fue ganada por el candidato del FMLN, Salvador Sánchez Cerén con un margen sorprendentemente amplio. En la segunda vuelta, en marzo, los observadores políticos de la oposición presentaron menos reclamos, y Sánchez Ceren ganó las elecciones con un margen mucho más estrecho, de unos 6.000 votos.

LA TREGUA SE DESMORONA

Mientras tanto, los defensores de la tregua -entre ellos uno de los arquitectos del cese al fuego original, el general David Munguía Payés, ministro de Defensa del país- han argumentado que una tregua es necesaria para crear condiciones para soluciones de largo plazo, como programas sociales y de educación en las zonas pobres donde las pandillas prevalecen. También han señalado que el encuentro de la violencia y la actividad de las pandillas con respuestas como el aumento de los encarcelamientos y la represión, las tácticas preferidas hasta la fecha, sólo se ha traducido en cárceles desbordadas, pandillas más fuertes y tasas de homicidios más altas.

Y mientras la tregua se desmorona, la Fiscalía General está en medio de una investigación a fondo sobre las circunstancias alrededor de la tregua inicial, los beneficios que los miembros de las pandillas y otros han recibido, y otras transgresiones potenciales.

El principal mediador, Raúl Mijango -un guerrillero del FMLN durante la guerra civil del país, que desde entonces se ha distanciado del partido- se ha enfrentado a horas de interrogatorios sobre su papel en la creación del acuerdo, que cayó en desuso después de que el gobierno cambiara de ministros de seguridad en junio de 2013.

Ricardo Perdomo, el entonces recién nombrado ministro de Justicia y Seguridad Pública, inicialmente atacó la tregua y prometió una nueva negociación. Sin embargo, su mediador no oficial, el padre Antonio Rodríguez -conocido popularmente como Padre Toño- fue detenido en julio de este año y se retiró del país silenciosamente, después de que investigadores interceptaran una serie de llamadas telefónicas comprometedoras entre Toño y algunos pandilleros.

INCERTIDUMBRE SOBRE EL CAMINO A SEGUIR

El gobierno del FMLN ahora se enfrenta a la tarea -políticamente imposible- de determinar qué camino seguir. Aunque aparentemente la administración de Sánchez Cerén ha estado estancada desde que asumió el cargo en julio en un aparente intento de evitar la camisa de fuerza política que representaría una nueva tregua entre pandillas -por lo menos hasta las elecciones locales y del congreso, que serán celebradas en marzo de 2015.

Sin embargo, mientras el gobierno anterior parece estar tratando de distanciarse de las pandillas, el aumento de la violencia parece estar forcejeando con la actual administración en lo que cada vez se parece más a una guerra. Funcionarios de la policía han señalado que paralelamente con los ataques contra las fuerzas de seguridad, la policía también ha abatido a más de 100 presuntos pandilleros este año -las personas cercanas a los líderes de las pandillas aseguran que el número real es mucho mayor. Y las tasas de homicidios han regresado a los niveles previos a la tregua.

NUEVO ORGANISMO EN QUE PARTICIPA LA IGLESIA CATÓLICA

En septiembre, el gobierno creó el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia (CNSCC) -que incluye a miembros de la Iglesia Católica, asociaciones empresariales y organizaciones no gubernamentales- para ayudar a desarrollar un plan de seguridad coherente. Benito Lara, el ministro de Justicia y Seguridad Pública de Sánchez Cerén, también ha visitado recientemente a algunos miembros de la Iniciativa Pastoral por la Vida y la Paz (IPAZ) -un grupo de líderes religiosos y organizaciones de la Iglesia Católica y Evangélica- para discutir las opciones del gobierno.

Mientras tanto, y al tiempo que la violencia sigue creciendo, también lo hace la especulación sobre la causa del incremento en los enfrentamientos entre las pandillas y las fuerzas de seguridad. Dos fuentes cercanas a los líderes de las pandillas, así como un miembro de alto rango de las fuerzas de seguridad (todos los cuales hablaron bajo la condición de anonimato debido a la delicada situación) señalaron que las pandillas estaban atacando a las fuerzas de seguridad en un esfuerzo por obligar a una renovación de algunos elementos de la tregua.

Sin embargo, funcionarios de la policía y varias fuentes de inteligencia negaron las aseveraciones de que las pandillas tenían la orden de atacar a las fuerzas de seguridad, argumentando que los ataques contra la policía y el ejército han ocurrido durante años, y que cada una de esas muertes estaba rodeada por un conjunto único de circunstancias.

La naturaleza extrema del conflicto ha oscurecido la ironía de la situación: el FMLN, otrora grupo guerrillero y hoy el partido en el poder, atacó a las fuerzas de seguridad del gobierno durante años en algunas de las mismas áreas rurales y urbanas marginadas donde hoy las pandillas reinan.

ARZOBISPO DENUNCIA VIOLENCIA DE PANDILLAS ANTE EL VATICANO

La violencia que agobia al país llevó al Arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, a denunciar en el Vaticano —ante el Papa Francisco y el Sínodo de Obispos— que «la violencia ha cobrado tanto poder en El Salvador, a tal punto que las pandillas superan en número a la Policía».

En la Asamblea Extraordinaria de Obispos, Escobar Alas agregó que las familias salvadoreñas se ven gravemente afectadas por la situación de criminalidad, ya que son víctimas de extorsión, asesinatos o secuestros.

Otro drama que, según el prelado católico, enfrentan los salvadoreños es la pobreza, pues ha obligado a miles de familias a desintegrarse, porque algunos miembros han tenido que partir hacia el extranjero para buscar oportunidades y subsistir.

El arzobispo plasmó su denuncia en una carta que el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, leyó en un encuentro con periodistas en la Catedral Metropolitana.

«Estamos entrando a una etapa de violencia todavía más brutal y de una confrontación más frontal entre las fuerzas de seguridad y quienes están en la violencia«, expresó el obispo auxiliar.

Según las estadísticas de la Policía Nacional Civil, en lo que va del año, los grupos delictivos han matado una treintena de agentes de la corporación.

Algunas víctimas fueron asesinadas mientras estaban trabajando; otras fueron acorraladas y ultimadas por sus verdugos durante sus días de descanso.

Las autoridades también han registrado un alza de homicidios en el país en los días recientes. Hasta el 16 de octubre se cometieron 3,064 muertes violentas, mientras que subió a 12 el promedio diario de homicidios.

Rosa Chávez matizó que, aunque la situación de inseguridad es grave, estos hechos deben servir a los diferentes sectores del país para que redoblen esfuerzos para «encontrar caminos para la paz».

«Creemos que se pueden encontrar (salidas para la paz) pero el precio es alto. Queremos que ese precio no sea inútil y eso es lo que a veces se teme: que tantas vidas de servidores de la paz, como los policías, puedan ser un sacrificio que no den los frutos que deberían de dar, dijo el religioso».

CONSEJO DE SEGURIDAD CIUDADANA

Monseñor Rosa Chávez, quien es uno de los representantes de la Iglesia Católica en el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia, señaló que esta semana habrá una reunión del comité donde se tiene previsto abordar el tema de la escalada de violencia.

Según el obispo auxiliar, en ese encuentro se podría tener acceso a informes importantes, que se manejan a nivel institucional, que revelarían qué factores están provocando un recrudecimiento de hechos delictivos.

«Esta situación no se puede tomar a la ligera. Las respuestas también tienen que ser inteligentes; respuestas que sean parte de una estrategia bien pensada. Si (el recrudecimiento de la violencia) es una provocación (de las pandillas), si es un desafío frontal, tiene que se analizado como tal», señaló Rosa Chávez.

El religioso exhortó a la población y las instituciones a unirse en torno a una propuesta para el combate de la violencia, «haciendo cada quien lo que le toca hacer».

Fuentes: Insight Crime, El Salvador, Signos de estos Tiempos

 

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Un modelo de EE.UU. para reinsertar a ex pandilleros debería hacer reflexionar a Honduras

Las pandillas están transformando a países de Centroamérica en estados fallidos.
El problema de la delincuencia a través de las pandillas está afectando de modo importante a Centroamérica, en especial a Honduras y El Salvador, porque se han hecho literalmente dueñas de barrios enteros, impulsando la delincuencia y los homicidios hacia arriba.

 

pandilleros de usa

 

En Los Ángeles, la cuna de las pandillas centroamericanas, la Iglesia Católica está operando varios programas para sacar a los pandilleros de las pandillas.

EL CONTROL SOCIAL DE LAS PANDILLAS EN HONDURAS

Un informe de inteligencia en Honduras al que tuvieron acceso los medios locales, documenta el grado de control que ejercen la MS-13 y otras pandillas en los barrios del país en que operan.

Según un informe de inteligencia al que tuvo acceso El Heraldo, las pandillas controlan la vida diaria en los barrios en los que operan en Tegucigalpa, la capital del país, a través del establecimiento de toques de queda y forzando a los residentes a guardar silencio frente a sus actividades criminales. Al parecer las pandillas obligan a los residentes a hacer cambio de luces en sus automóviles para indicar que son de la zona antes de entrar al barrio, deteniendo a los vehículos –y en ocasiones asesinando a los ocupantes- que no lo hacen.

El Heraldo informó que la investigación también reveló que miembros de pandillas se han tomado los hogares de docenas de hondureños, forzándolos a huir a otros barrios e incluso a otros países. Adicionalmente, las pandillas obligan a niñas y mujeres jóvenes a trabajar como prostitutas, o a tener relaciones sexuales con miembros de la pandilla.

El informe también arroja luz acerca de la actividad de la pandilla la Mara Salvatrucha (MS-13), cuyos miembros hondureños en gran medida han dejado la práctica de tatuarse. Según una fuente anónima de la policía consultada por El Heraldo, los tatuajes hicieron que los miembros de la MS-13 fueran fácilmente identificables para las autoridades judiciales y las pandillas rivales –quienes los capturan y torturan por información.

De esto surge que las pandillas en Honduras y probablemente en los otros países de Centroamérica, tienen una razón de ser económica, algo similar a lo que sucede con la mafia en Italia.

En EE.UU. no es tan claro que sea así, entre otras cosas porque la policía es mas eficiente, lo mismo que el poder judicial, pero aún así, los emprendimientos de la Iglesia en Los Ángeles pueden ser de consideración a los países centroamericanos.

EL TRABAJO DE LA IGLESIA CON LAS PANDILLAS EN EE.UU.

El flagelo de la violencia de las pandillas en El Salvador, Guatemala y Honduras ha llevado a decenas de miles de migrantes a los EE.UU. y a otros países centroamericanos.

Pero las dos pandillas principales que controlan regiones enteras de estos países, MS-13 y la pandilla de la calle 18, no son nativas de la región: son una exportación de EE.UU. directamente de Los Ángeles.

“MS-13 se inició en el área de Pico Union”, dijo el Padre Stan Bosch, psicólogo con años de experiencia como pastor en pandillas en Compton, California

“Eran jóvenes becarios, 14 o 15 años de edad, que habían visto su padres literalmente golpeados y decapitados delante de ellos”.

El Padre Bosch explicó que los jóvenes salvadoreños que formaron MS-13 y la de la Calle 18 originalmente llegaron a los EE.UU. después de huir de la violenta guerra civil que se apoderó de su país de origen. Ellos formaron pandillas para protegerse a sí mismos contra las pandillas afroamericanas y asiáticas existentes y encontrar una identidad común en una sociedad más amplia de la que se sentían excluidos.

“Ellos se unieron para formar pandillas en parte por desesperación, en parte por la experiencia común de trauma y en parte por supervivencia”, dijo.

Él dice que los jóvenes en las pandillas presentan lo que se denomina “trauma o complejo de desarrollo”, una condición que dijo es similar al “síndrome de estrés post-traumático”, pero con la diferencia de que el trauma es causado por eventos repetidos. Dijo que estos jóvenes de las pandillas crecieron con el ulular de las sirenas, y como niños de kinder, vieron personas matadas a tiros delante de ellos en las calles.

Nuestros jóvenes no tienen palabras para poner a sus sentimientos”, dijo, y agregó que es esencial para ayudarles “encontrar palabras para poner a sus sentimientos” en lugar de actuar su ira con venganza y más violencia.

Según el Departamento de Policía de Los Angeles, la ciudad de Los Ángeles y su condado circundante ha sido apodado como el “capital de las pandillas” de los Estados Unidos. La página web de la policía señala que la ciudad tiene 450 pandillas activas, con un total combinado de 45.000 miembros.

La Arquidiócesis de Los Ángeles está tratando de adoptar un enfoque holístico de la intervención de pandillas y reducir la violencia de las pandillas. Además de la asociación con las agencias locales para ofrecer opciones prácticas para los jóvenes de pandillas, tienen tres iniciativas principales: un ministerio de prisión, el ministerio de víctimas y un ministerio de las familias de la cárcel.

Javier Stauring, director de la Oficina Arquidiocesana de Justicia Restaurativa, dijo que capellanes y 600 voluntarios van a las salas de menores cada semana. Ellos buscan construir relaciones con los jóvenes y mostrarles que Dios los ama y se preocupa por ellos, en sustitución de la idea de un Dios que es vengativo hacia ellos.

En un programa llamado “Diálogo de Curación en Acción”, las familias de los jóvenes encarcelados y víctimas pueden escuchar las historias de los demás y descubrir las similitudes de dolores.

Las parroquias y otras iglesias cristianas ubicadas en las calles de Los Ángeles son la zona cero para la intervención de las pandillas y la prevención de pandillas, de acuerdo con Alex Sánchez, miembro de una pandilla reformado, que ahora es director ejecutivo y co-fundador de la organización no lucrativa Homies Unidos en Los Ángeles. Homies Unidos trabaja para evitar que los jóvenes entren en pandillas y ayuda a los miembros de pandillas a renunciar a la violencia y dejar la vida de las pandillas.

“Es fundamental que las organizaciones religiosas estén comprometidas con lo que sus comunidades están atravesando”, dijo Sánchez. “En muchas de las comunidades donde existen pandillas, hay muchas organizaciones religiosas en la zona, pero muchos de ellas no hacen nada para hablar de verdad sobre el tema o resolver el problema de una manera que podría ser eficaz”.

Dijo que algunas parroquias tienen preocupaciones acerca mezclar jóvenes de pandillas con otros en sus ministerios de jóvenes; un número de padres ven la pastoral juvenil como un refugio para los niños de la influencia de las pandillas.

Pero Stauring cree que los pastores y los líderes pastorales deben ser capaces de trabajar en torno a esas cuestiones y dar a los jóvenes afiliados a las pandillas una bienvenida en las iglesias.

La Iglesia puede desempeñar un papel decisivo en invitar a los jóvenes a pertenecer a una familia que se basa en el amor a Dios, amarnos a nosotros mismos y a los demás“, dijo.

El Padre Bosch dijo que la Iglesia Católica en Los Ángeles todavía tiene poder sin explotar en sus 287 iglesias. Sólo la apertura de puertas y tener una extensión hacia la comunidad, dijo, puede hacer una diferencia real.

Señaló un programa en su antigua parroquia, Nuestra Señora de la Victoria en Compton, llamada “Ecclesia in Barrio” (Iglesia en el Barrio).

Dijo que

el poder de la presencia [de la Iglesia] en los funerales de las víctimas de la violencia de las pandillas es subestimado”.

En Nuestra Señora de la Victoria, dijo, se invita a la gente a volver a la iglesia después del funeral para encender velas,

Permite que la gente hable de lo que siente, y se hace muy poderoso”, agregó.

De acuerdo con los involucrados en el problema profundo de la pertenencia a pandillas están muy relacionado con la desintegración familiar. Dijo Stauring que los jóvenes de pandillas a menudo experimentan “trauma y negligencia” en el hogar, como la violencia doméstica, madres que rara vez ven a sus hijos porque están trabajando en dos empleos para mantener a la familia y padres ausentes. Los jóvenes tratan de buscar la estabilidad y la aceptación de la banda, lo que les da una identidad.

Sánchez dijo que la comunidad necesita llegar a un joven “que no come correctamente, usa malas palabras, que usted no desea que su hijo ande con él”. Él dijo que las personas necesitan ayudar a ese chico para que esté fuera de la banda, exponerlo a las cosas buenas e incluso invitarle a comer en sus casas.

Tenemos que parar que nuestros jóvenes hombres y mujeres se suiciden por unirse a las pandillas”, dijo.

El Padre Bosch dijo que un exitoso programa de colaboración organizado por la oficina de la ciudad de Reducción de Pandillas y Desarrollo Juvenil se llama “Luces de la noche de verano«. Se lleva a cabo en 24 parques de la ciudad en las zonas afectadas por la violencia de pandillas, con comida y las actividades libres en los parques iluminados de 19:00 hasta la medianoche.

El Padre Bosch dijo que los capitanes de las pandillas, las autoridades locales y los trabajadores de las pandillas se reúnen con antelación para asegurarse de que el evento sea en paz y sin confrontación entre miembros de pandillas rivales. Se crea un espacio seguro donde la gente puede reunirse y crear relaciones personales y sociales y se establezca conocimiento con personas de otras comunidades o de otras pandillas.

“Es muy eficaz. Los homicidios de pandillas se han reducido un 45%, dijo, debido a esta colaboración.

En el trabajo con pandillas, dijo Sánchez quizá “dos o cuatro de cada 10 escucharán”. Pero dijo que los cuatro podrán entonces influir en los otros seis, y tal vez en “dos o tres años”, sólo dos de 10 terminen muertos o en la cárcel.

No esperamos una solución rápida sólo porque un chico vino a un programa una vez“, dijo, haciendo hincapié en que la divulgación tiene que estar comprometida a largo plazo.

Dijo Sánchez,

El mensaje que la Iglesia puede asumir es: no abandonar a nuestros hijos. No podemos hacerlo”.

Fuentes: NCRegister, Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Catolicismo Conflictos NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Papa Parroquias Seguridad Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos Violencia

Se relanzará la tregua entre pandillas en El Salvador con nuevo apoyo de la Iglesia

La Iglesia trabaja en un proyecto.

 

La tregua entre las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18, cuyo conflicto había llevado a El Salvador a decenas de asesinatos diarios, tuvo éxito al inicio bajando la cantidad de asesinatos diarios. La iglesia se había comprometido inicialmente a través de la negociación del Capellán Castrense, pero, al aumentar los homicidios los obispos le quitó de hecho su apoyo. Ahora, luego de pasadas las elecciones y con un nuevo presidente, y también un nuevo Papa, parece que la tregua se relanzará.

 

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El Presidente recién electo de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, visitará al papa Francisco el 25 de abril, y no hay duda de que el tema que va a estar en el diálogo con el Papa serán los dos años de tregua entre las pandillas y la baja de asesinatos. Ver aquí.

LA POSICIÓN DE LA IGLESIA SALVADOREÑA

El arzobispo de San Salvador, Luis Escobar Alas dijo recientemente:

«La tregua no funciona y el nuevo gobierno tiene la obligación de preparar un plan diferente.»

Los números están ahí, al principio de la tregua los asesinatos bajaron sustancialmente para ascender nuevamente en el 2014, ante la incertidumbre del deterioro del acuerdo.

Pero hay alternativas a la tregua, y el Papa Francisco, que había seguido la mediación de la Iglesia local, tiene la esperanza de que Sánchez Cerén asegure un relanzamiento de la paz para restablecer el delgado hilo de la negociación.

Raúl Mijango, ex líder de la guerrilla del FMLN hoy en el gobierno, que medió en la tregua del 2012 junto con el Obispo Castrense Fabio Colindres, asegura que las bandas «mantienen la decisión» de continuar el alto el fuego, y que han entrado en una situación de impasse, pero no fue impugnada por los líderes de las maras como se dice.

Para Mijango, que jugará un papel importante en la nueva etapa de la negociación, la tregua alcanzada entre las maras

«es el único experimento exitoso en El Salvador y en toda América Latina en la reducción de la violencia».

El nuevo plan está siendo trabajado por la iglesia de El Salvador. En los próximos días se presentará una propuesta para la reactivación del proceso de paz con la base en la «Iniciativa Pastoral por la Vida y por la Paz», que había despertado tantas esperanzas en la sociedad salvadoreña.

En la víspera de la reunión entre el Papa y el presidente Salvador Sánchez Cerén, el Arzobispo Escobar Alas lanzó un fuerte llamamiento al diálogo nacional

«debe involucrar activamente a todos los sectores. Es mportante resolver el problema de la violencia», dijo el prelado, y luego añadió: «Estamos hablando de un amplio diálogo al que fuimos invitados. Obviamente vamos a participar».

QUE ESTA SUCEDIENDO CON LA EVALUACIÓN DE LA TREGUA

La tregua – forjada a principios de 2012 por mediadores autorizados por el gobierno, un obispo de la Iglesia Católica, y líderes encarcelados del Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS13) – redujo inicialmente los homicidios, pasando de un promedio diario de 14 a 6. Sin embargo, el acuerdo ha sido objeto de escrutinio por su carácter opaco y su exclusividad, así como por su incapacidad para reducir la incidencia de otras actividades criminales, como la extorsión. Más recientemente, los ataques a la policía, junto con el aumento en las tasas de homicidio, han llevado a algunos a afirmar que la tregua ha realmente terminado.

Por estos días, dependiendo de a quién se pregunte, la tregua es una de dos:

1. Un medio de las bandas para fortalecer su posición política, social y militar en un intento de convertirse en un sofisticado movimiento criminal-narco-político.

2. Una forma para que las bandas se incorporen mejor a la sociedad a través de programas sociales y económicos, que paralelamente reduce los niveles de violencia entre ellos y contra las autoridades.

La brecha entre estas visiones se ha venido ampliando durante este período de limbo político.

LAS CRÍTICAS

Recientemente el Ministro de Seguridad, Perdomo, dijo que las pandillas se han convertido en «narcopandillas» que mueven drogas para los carteles internacionales, y que están almacenando armas.

Funcionarios públicos también han hecho varias denuncias, aún sin fundamento, de que algunos miembros de la MS13 fueron entrenados por al menos un exoficial militar. La MS13, dicen, está tratando de crear un «grupo de choque», o unidad de choque especial, que podría, según dicen, llevar a cabo asesinatos de funcionarios de alto nivel, o de rivales bien protegidos.

Las pandillas sí parecen estar evolucionando, y algunas realizan trabajos para narcotraficantes transnacionales, especialmente en las zonas fronterizas, dijeron a  InSight Crime varios expertos consultados, unos a favor y otros en contra de la tregua entre pandillas. Estos trabajos incluyen la protección de cargamentos de droga y posiblemente servir como sicarios de bajo nivel.

Además, el conflicto entre las pandillas y autoridades está claramente empeorando. En el último mes se han presentado un total de 14 ataques contra la policía, dijo un miembro de alto nivel del gobierno a InSight Crime. La policía dijo que este año se han producido aproximadamente 50 ataques.

LOS DEFENSORES

Mientras tanto, los mediadores de la tregua culpan al Ministro Perdomo por agravar el conflicto. Señalan una ley que impulsada por Perdomo el año pasado que daba a las fuerzas de seguridad más libertad de acción a la hora de protegerse.

El principal mediador de la tregua, Raúl Mijango, dijo a InSight Crime en una entrevista que al menos 26 pandilleros habían sido asesinados este año por las fuerzas de seguridad. Y los líderes de las pandillas dicen que sus miembros se están defendiendo de los ataques.

«Esto [los ataques] es consecuencia de tanta represión»dijo a El Faro un líder pandillero.

Las tasas de homicidio también han aumentado, pasando de un promedio de seis por día a cerca de nueve. Perdomo afirma que esta es la manera en que las pandillas presionan al gobierno entrante para que apoye la tregua.

Los mediadores dicen que esto se debe a que el ministro de Seguridad ha cortado el contacto entre pandillas y mediadores. Específicamente, Mijango dice que sin el acceso a los líderes encarcelados, los mediadores no pueden detener la «cadena de venganza« que reverbera entre y por fuera de las pandillas en El Salvador, que impulsa gran parte de la violencia que le ha dado al país una de las tasas de homicidios más altas del mundo.

Esto puede ser en parte cierto. «Interruptores» similares operan en diferentes ciudades de Estados Unidos, y su capacidad para acceder a los líderes de las pandillas es crucial para su capacidad de limitar la violencia. Perdomo también retiró al personal policial clave que trabajaba en estrecha colaboración con el equipo de Mijango en interceptar a las pandillas cuando no estaban cumpliendo con la tregua.

Por otra parte, el aumento de los homicidios coincide con la llegada de Perdomo al Ministerio de Seguridad.

LOS OBSTÁCULOS A LA FINANCIACIÓN

Que la tregua hsaysa dejado de ser una solución a largo plazo es una de las principales críticas al proceso. Pero Mijango y otros partidarios de la tregua dicen que esto sucedió debido a que la tan prometida ayuda gubernamental, empresarial e internacional nunca se materializó.

La ayuda en sí también parece estar impulsando a los potenciales negociadores y facilitadores de la tregua hacia campamentos rivales. Los recursos potenciales son sustanciales. USAID dijo el año pasado que tenía millones reservados para programas de prevención de violencia, y dijeron que serían recibidos por el gobierno y por los grupos empresariales. La Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial; también otros han enviado, o están considerando enviar, decenas de millones de dólares más para la prevención de la violencia y para otros programas sociales orientados a la juventud en riesgo.

Pero sin un interlocutor claro, los donantes han tenido problemas para averiguar a dónde dirigir el dinero. Los obstáculos políticos también son formidables. El gobierno de Estados Unidos no apoya la tregua, mientras que la Unión Europea se muestra más abierta a trabajar en un contexto de la tregua.

En el momento en que los donantes abren sus ofertas se convierte en la ley de la selva. Una organización de la Unión Europea que compitió por la financiación de programas de prevención de violencia dijo a InSight Crime que otras 57 organizaciones también habían aplicado.

Todo el mundo parece estar poniéndose en fila. Mijango trabaja con la prevención de la violencia y con organizaciones sociales, pero dice que no recibe remuneración directa por su participación. Por su parte, Perdomo está sentando las bases de lo que sus partidarios dicen es un plan de paz más incluyente y cohesivo, que excluye a los mediadores actuales del proceso, y que parece tener el respaldo del gobierno de Estados Unidos.

Mientras tanto, la situación sólo se ha vuelto más tensa. Incluso Mijango reconoce que la tregua se encuentra en cuidados intensivos durante este período de transición, y dice que las pandillas están perdiendo su «paciencia».

«Tienen que mover al paciente a otro grupo de médicos», dijo Mijango sobre el manejo que ha dado Perdomo a la situación de las pandillas. «De lo contrario, no se va a curar».

Las consecuencias podrían ser nefastas, dicen los participantes y observadores de la tregua. Mijango dice que si las cosas se derrumban completamente, el país se podría enfrentar a entre «25 y 30 homicidios al día».

Fuentes: Terre D’America, Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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El magro resultado de las treguas entre pandillas en Latinoamérica

La iglesia Católica las ha apoyado.

 

La iglesia Católica ha intervenido parcialmente en la tregua entre pandillas rivales, especialmente en El Salvador (ver aquí y aquí) y Honduras (ver aquí y aquí), acompañando a otros actores sociales, pero el resultado no ha sido todo los duradero y promisorio que aparentaba en la erradicación de la violencia y el delito.

 

fabio colindres y maras

 

Después de un largo paréntesis de dos décadas, las treguas de pandillas están de nuevo en boga en América. Comúnmente, las treguas suelen incluir negociaciones y pactos destinados a poner fin a la violencia. Por lo general son intermediadas por un ecléctico grupo de personajes – desde funcionarios públicos y trabajadores humanitarios hasta grupos religiosos, y miembros activos o antiguos de las pandillas. Y aunque las treguas están generando una considerable atención por parte de los medios de comunicación mundiales, la evidencia sobre lo que realmente logran es sorprendentemente escasa.

ESTUDIOS SOBRE LAS PANDILLAS

Durante los años ochenta y noventa, científicos sociales de Estados Unidos emitieron una opinión negativa sobre las treguas de pandillas. Muchos creían  que este tipo de acuerdos, en lugar de legitimar las pandillas, reforzaban la autoridad de los líderes, profundizaban la cohesión entre sus bases, y reproducían violencia, en lugar de reducirla.

En los años noventa, Kodluboy y Evenrud argumentaron que

aunque la mediación podría «ser a veces necesaria para prevenir la violencia inmediata o prevenir la pérdida de la vidas… [ésta] aumenta el riesgo de validar a la pandilla como una entidad social legítima, comprando de este modo la paz a corto plazo al precio de la permanencia de la pandilla en el largo plazo».

En los últimos años, expertos en pandillas de Norteamérica y Europa Occidental han comenzado a repensar formas de disminuir la violencia de las pandillas. Unos pocos profesionales ilustrados saben que la única manera para que funcionen las treguas de pandillas es trabajando sobre las condiciones subyacentes que dan lugar a la formación de las pandillas.

Después de todo, las pandillas no surgen en el vacío. Son grupos cohesivos que proporcionan identidadsentido y seguridad a sus miembros. Paradójicamente, los jóvenes que se unen a las pandillas tienden a sentirse más seguros, a pesar de estar en mayor riesgo de tener un final violento. Los investigadores argumentan que solamente con hacerle frente a la marginalización, creando empleo, y lidiando con las influencias de pares y otros factores de riesgo, las pandillas pueden ser derrotadas.

Vale la pena señalar que la violencia de pandillas no es inevitable. Hay maneras de alterar el comportamiento de los miembros, lo cual es precisamente lo que las treguas tienen la intención de hacer.

El especialista sobre pandillas John Hagedorn ha demostrado cómo

«las pandillas, las milicias, las facciones y los carteles tienen la capacidad no sólo de librar una guerra, sino también de frenarla».

Pero, ¿cuál es, en realidad, la experiencia de las treguas de pandillas en América? La mayor parte de la evidencia parece mostrar que, si bien las treguas pueden reducir temporalmente la violencia, la guerra de pandillas generalmente se reanuda ante la ausencia de medidas de acompañamiento para abordar los desafíos más fundamentales de bienestar político y social.

LA VERDAD SOBRE LAS TREGUAS DE PANDILLAS

La investigación más prolífica sobre treguas de pandillas proviene de Norteamérica. Esto tal vez no sea del todo sorprendente dado que se cree que en Estados Unidos hay más de 33.000 pandillas, con un máximo de 1,4 millones de miembros con presencia en casi todos los estados del país.

Los estudios sobre las pandillas más conocidas, especialmente los Bloods y los Crips en Los Ángeles registran una fuerte reducción en la violencia, aunque de corto plazo. A raíz de la tristemente célebre “Tregua Watts”, las bajas resultantes de tiroteos desde automóviles se redujeron significativamente a raíz de los acuerdos negociados, aunque también se reportaron  aumentos  varios meses después.

Por la misma época, las treguas negociadas en Chicago generaron disminuciones significativas, aunque temporales, en las lesiones por arma de fuego.

En otras palabras, las ganancias a corto plazo fueron anuladas por el aumento de la violencia a mediano plazo.

Más recientemente, una serie de controversiales treguas de pandillas han aparecido en todo el resto del continente americano, incluyendo  Belice,  Brasil, ColombiaEl Salvador,  Honduras,  México  y,  Trinidad y Tobago.

Nadie sabe cuántos miembros de pandillas hay en Latinoamérica, con  estimaciones que varían entre los 50.000 a 85.000 pandilleros de las pandillas MS-13 y Barrio 18 solamente en Centroamérica. Hay por lo menos  otros tantos en Sudamérica. Y debido a que la política de Estados Unidos de deportar convictos ha continuado, el problema parece estar empeorando. Frente a la espiral de violencia, se han llevado a cabo negociaciones de gran visibilidad en toda la región.

En particular, los países de Centroamérica son los que más están experimentando con las treguas de pandillas. Algunos acuerdos han sido respaldados por organizaciones regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), alcaldes, sacerdotes y expandilleros. Al menos una tregua en particular ha generado impresionantes ganancias en la mejora de la seguridad. Después de que la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) y su rival Barrio 18 declararan una tregua en 2012, las tasas de homicidios nacionales de El Salvador se desplomaron, aunque se sospecha que están volviendo a subir.

Sobre la base del optimismo que rodea el proceso, se pusieron en marcha procesos similares entre las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 en Honduras. Después de un comienzo prometedor, hay algunas preocupaciones de que la iniciativa hondureña este fallando.

DIFERENCIAS EN LAS EXPERIENCIAS

Si bien es tentador agrupar las experiencias centroamericanas, existen grandes diferencias entre ellas.

En el Salvador, el gobierno tiene comparativamente más legitimidad que la administración actual en Honduras, en donde su anterior presidente Manuel Zelaya, fue derrocado por un golpe militar en 2009, y en donde las elecciones más recientes están en disputa. Por otra parte, debido a que están mejor organizados y son más conscientes de su poder, los miembros de las pandillas salvadoreñas son políticamente astutos y mejores negociadores en contraste con sus homólogos hondureños. Por otro lado, con un poco de experiencia por haber servido como guerrilleros en décadas anteriores, los líderes de las pandillas de El Salvador ejercen un mayor control sobre la tropa.

Mientras tanto, una tregua en Belice terminó después de agotarse el dinero. Por otro lado, funcionarios guatemaltecos están considerando la posibilidad   de la mediación con las pandillas en la ciudad capital.

El resultado de las treguas de pandillas en el Caribe ha sido similarmente desigual. La negativa de algunos miembros de las pandillas a participar en las treguas de pandillas en Trinidad y Tobago ha socavado fatalmente su éxito. Según Edward Maguire, quienes eligieron desarmarse fueron atacados rápidamente por facciones rivales, ya que fueron considerados débiles y vulnerables. Como era de esperarse, las negociaciones tienden a fallar cuando las partes principales son desunidas y desorganizadas. Para que una tregua funcionase en Puerto España, las principales pandillas tendrían que haberse inscrito en el tratado. Para empeorar las cosas, los políticos que ayudaron a negociar el cese al fuego también han sido objeto de intensa crítica política, dificultando la capacidad para actuar con autoridad –un ingrediente fundamental del éxito de la mediación.

Las evaluaciones de las treguas en Centroamérica y el Caribe muestran que en ocasiones éstas aumentan el nivel de violencia. Las batallas campales comúnmente se desencadenan antes de los acuerdos, lo que mejora la posición de las pandillas ante la negociación. La violencia después de las treguas se da por el desborde a nuevos barrios y ciudades, que antes no eran afectados.

Fenómenos análogos se observan con regularidad durante y después de negociaciones de cese al fuego y acuerdos de paz en zonas de guerra convencionales en todo el mundo. Sin términos claros, incentivos apropiados y recursos adecuados, tales acuerdos rara vez se mantienen.

Las treguas de pandillas en países como Brasil han perdurado por más tiempo de lo esperado, aunque últimamente han mostrado signos de tensión. Por ejemplo, en 2012 inició una tregua de seis años entre la policía militar de São Pablo y el Primer Comando Capital o PCC, una pandilla con sede en la cárcel. La tregua se desplomó después de que el gobierno fuera acusado de violar un acuerdo informal que protegía a los líderes de las pandillas y limitaba las represiones policiales contra los bastiones de las pandillas. Como resultado, la ciudad fue testigo de una oleada masiva de asesinatos en represalia, por parte de la policía y los miembros de las pandillas. Treguas de pandillas comparables se negociaron en Recife y Río de Janeiro, con resultados igualmente mixtos.

Existe una preocupación real de que las treguas de pandillas pueden llegar a generar conflictos y consolidar alianzas entre los “empresarios de la violencia”.

Algunos observadores experimentados son pesimistas sobre la posibilidad de que las treguas de pandillas puedan reducir la violencia en el mediano y largo plazo. Citan el largo legado del uso instrumental de la violencia por parte de las pandillas, la importancia que conceden al mantenimiento del estatus, su débil estructura de mando y control, y los efectos no deseados de reforzar la cohesión de las pandillas, como factores clave que influyen en los resultados de la tregua.

LAS PANDILLAS LATINOAMERICANAS MEZCLADAS CON EL PODER POLÍTICO

El Centro Nacional de Investigación sobre Pandillas (NGCRC, por sus siglas en inglés) concluyó en 1995 que las treguas de pandillas «rara vez tienen éxito y de hecho son riesgosas». ¿Pero lo son?

Las treguas de pandillas que recientemente han aflorado en Centroamérica y Sudamérica son diferentes a las que tuvieron lugar en los años noventa en Estados Unidos. Estas están siendo negociadas entre pandillas de muchos tipos diferentes. La «guerra de pandillas» que se libra en países como El Salvador y Honduras está profundamente influenciada por las redes del crimen transnacional, así como por las élites políticas.

Las pandillas y las treguas de pandillas no son asuntos puramente internos formados por los intereses discretos de los vecinos y disputas localizadas sobre el territorio. Las pandillas están, ellas mismas, incorporadas en el Estado a través de redes que las conectan con actores civiles corruptos, burócratas y políticos. Servidores públicos –desde el nivel federal o desde la ciudad- participan en organizaciones criminales internacionales y, a menudo se han aprovechado de su posición para beneficiarse del tráfico internacional de drogas o de mafias más locales.

La ola de treguas en Centro y Sudamérica y el Caribe tienen más similitud con los acuerdos de paz negociados en zonas de guerra que con la mediación interna llevada a cabo con las pandillas latinas y afroamericanas de Norteamérica.

Y mientras que algunos analistas militares están explorando las formas en las que la lucha en contextos de guerra se pueda adaptar a la lucha contra las pandillas, sorprendentemente hay un silencio entre los círculos académicos acerca de cómo las lecciones de las negociaciones de paz podrían aplicarse a lugares sin conflictos.

Puede ser que algunas de las herramientas tradicionales de construcción y consolidación de la paz, el diálogo, la negociación y otras estrategias basadas en el contacto, podrían ganar fuerza en la contención de la violencia impuesta por los carteles de la droga, las mafias, las pandillas juveniles, y las milicias.

REFLEXIONES SOBRE LA REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA DE LAS PANDILLAS

Una limitación de las treguas de pandillas se puede relacionar con su incapacidad para hacerle frente a las motivaciones subyacentes y la dinámica social de la violencia de pandillas.

A pesar de su relación con el tráfico internacional de drogas o el tráfico ilícito de personas, la violencia perpetrada por las pandillas se genera por factores locales –percepción de falta de respeto, disputas territoriales, así como tensiones sobre el estatus y el prestigio.

Los asesinatos son a menudo simbólicos, relacionados con represalias y venganzas, y como resultado de luchas internas por el poder.

A menos que las pandillas tengan un alto grado de cohesión interna, las disposiciones desde arriba pueden tener poco eco abajo. Como resultado, las treguas de pandillas pueden proveer legitimidad a los líderes, en lugar de cambiar la dinámica entre los miembros de menor rango.

Expertos en el tema de pandillas afirman que las treguas pueden ser necesarias, pero son insuficientes como medio para prevenir la violencia a largo plazo. Existe un temor a que el enfoque limitado de las treguas sea incluso una parte del problema. Esto se debe a que las pandillas están en sí mismas vinculadas a mercados ilícitos transnacionales más amplios y a sistemas de clientelismo.

El enfoque en la mediación con los líderes también descuida las condiciones sociales y económicas específicas que permiten la existencia, y a su vez, sostienen las pandillas. Después de todo, la mayoría de los pandilleros provienen de comunidades marginadas y de bajos ingresos. A menos que se mejoren sus condiciones estructurales, como sostienen algunas agencias de ayuda, las guerras entre pandillas continuarán.

Según Irving Spergel puede ser imposible eliminar las pandillas, pero la reducción de la violencia relacionada con las pandillas es un objetivo posible.

Una forma de mejorar el resultado de las treguas de pandillas en Latinoamérica y el Caribe puede ser la de aprovechar el poder de las redes transnacionales –incluidas las relacionadas con las pandillas y los actores de la sociedad civil. Esto se debe a que los acuerdos de pandillas en lugares como Belice,Colombia, El Salvador, Honduras, México y Trinidad y Tobago presentan características transnacionales, aunque muchos de los impulsores de la violencia de las pandillas son locales.

Es cierto que los antiguos refugiados y deportados salvadoreños en Los Ángeles contribuyeron al aumento de las maras. Y es más, en 2012 sacerdotes y madres de pandilleros muertos en California, los cuales están radicados en Los Ángeles, se han unido a grupos asesores transnacionales junto con exmiembros de pandillas para fortalecer la tregua en El Salvador.

También hay alguna evidencia sobre el intercambio de experiencias y conocimientos entre las pandillas a través de las fronteras. Los ejemplos más obvios son los intercambios entre gobiernos, departamentos de policía, pandillas y grupos de la sociedad civil entre Estados Unidos y sus homólogos de Centroamérica y el Caribe. Sin embargo, también hay intercambios que están surgiendo entre y dentro de los países de toda la región, incluyendo México y los países vecinos de Centroamérica y Suramérica.

Por ejemplo, mediadores responsables de la negociación de la paz entre las pandillas en El Salvador recientemente comenzaron a trabajar también con los líderes de las maras de Honduras, con el apoyo de la OEA. También hay ejemplos de esfuerzos para iniciar el diálogo entre los líderes de las pandillas en El Salvador y en Guatemala.

¿LAS TREGUAS DE PANDILLAS TIENEN FUTURO?

Hay una gama sorprendentemente amplia de experiencias sobre treguas de pandillas a través de Norte, Centro y Sudamérica y el Caribe. Si bien todas son únicas en su forma y contenido, muchas de ellas comparten algunos rasgos. La mayoría tienen más de un parecido con acuerdos de paz tradicionales, ceses al fuego y amnistías acordadas por partes las beligerantes en los conflictos armados convencionales.

Por ejemplo, las treguas de pandillas con frecuencia incluyen cláusulas destinadas a promover la creación de confianza y verificación de los compromisos, desarmar y desmovilizar, definen hitos y puntos de referencia, y garantizan reuniones periódicas para examinar y supervisar los progresos. En algunos casos las treguas de pandillas se han negociado por terceros, incluyendo compañías profesionales de negociación de conflictos.

Una buena dosis de cautela está justificada cuando se hagan las evaluaciones sobre el “éxito” de una tregua de pandillas, sobre todo porque muchas de ellas han fracasado.

También vale la pena señalar que el resultado de las soluciones negociadas para las guerras es igualmente desigual: al menos el 20 por ciento de los conflictos reinciden dentro de unos pocos años después de su terminación.

Vale la pena recordar que el estudio de las treguas de pandillas en América se encuentra todavía en sus primeros pasos, y la evidencia es aún parcial. Una revisión superficial indica que comparativamente pocas treguas de pandillas han producido reducciones duraderas en la violencia. Por el contrario, muchas de éstas han consolidado la autoridad de pandillas, y en algunos casos, reforzado su autoridad. Esto plantea preguntas acerca de las limitaciones de las treguas de pandillas por sí mismas, y sobre la importancia de llevar a cabo la mediación en combinación con otras estrategias frente a las causas estructurales de la formación de pandillas y su permanencia.

En el mejor de los casos, las treguas de pandillas pueden ayudar a terminar con el conflicto violento y a crear el espacio necesario para abordar las causas estructurales subyacentes que conducen a la aparición de grupos armados. Pero sin un proceso continuo, el retorno hacia la reanudación de la violencia parece casi inevitable.

Lo mismo ocurre en las guerras civiles: los acuerdos de paz, que idealmente incluyen medidas concretas para resolver las cuestiones sobre las que se está librando en el conflicto, fallan con menor frecuencia que las meras treguas. Como saben la mayoría de los negociadores, esto es porque los acuerdos de paz son el comienzo y no el fin de un proceso.

Los retos son numerosos. La evidencia también sugiere que los acuerdos de paz negociados son menos propensos a evitar la recurrencia de conflictos que las victorias militares directas. Los mediadores a través de las Américas y el Caribe harían bien en tomar nota.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Las pandillas y el narcotráfico tienen en vilo a las sociedades centroamericanas

Sociedades cada vez mas sumidas en la violencia.

 

A principios de agosto publicamos una artículo que hacía mención a los grupos delctivos en México, que estan condicionando el desarrollo de esa sociedad, ahora traemos sobre los grupos delictivos en Cetroamérica, que en algunos casos, especialmente en Honduras, parece que está evolucionando hacia lo que la comunidad internacional llama un “estado fallido”.  

 

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El desarrollo de las organizaciones criminales en Centroamérica ha sido diferente que en México. Las organizaciones más grandes tienen sus raíces en los años ochenta, cuando gran parte de la región se vio envuelta en guerras civiles. En muchos sentidos, estos conflictos sentaron las bases para la actual ola de violencia y actividad criminal.

UNA LUCHA POLÍTICA INICIAL

El más famoso y sofisticado de estos grupos criminales está compuesto por guerrilleros que lucharon contra los gobiernos de Guatemala y El Salvador. En el caso de Honduras, un ejército contrarrevolucionario luchó en contra del vecino gobierno sandinista de Nicaragua.

Los grupos rebeldes (más tarde criminales) operaban en espacios donde no había presencia del gobierno, tales como las zonas fronterizas remotas y las vastas selvas de la región.

La provincia guatemalteca de Petén, por ejemplo, ocupa un tercio del territorio del país, y sin embargo, tiene sólo el tres por ciento de la población y una reducida presencia estatal a lo largo de los 400 kilómetros (aproximadamente 250 millas) de frontera que comparte con México.

La provincia hondureña de Gracias a Dios está prácticamente deshabitada, e incluso en la parte más desarrollada de la provincia, un trayecto de 40 kilómetros (aproximadamente 25 millas) puede tardar seis horas.

Para poder operar en estas regiones, los grupos guerrilleros utilizaban redes ilegales y corredores de movilidad para obtener víveres, armas, uniformes y otros materiales necesarios para llevar a cabo una guerra contra el Estado. Algunos de estos corredores habían sido utilizados antes de la guerra.

Por ejemplo, muchos habían sido utilizados para traer productos más baratos y libres de impuestos – incluyendo elementos que no eran una amenaza, como los productos lácteos – a los países del Triángulo del Norte desde los países vecinos.

Otros eran empleados para mover las drogas ilegales y otros productos ilícitos a través de la región en su camino hacia los Estados Unidos. En los años ochenta, estos corredores empezaron a ser usados también como rutas para el tráfico de armas.

MILITARIZACIÓN DE LOS GRUPOS FAMILIARES Y DESEMPLEO

Al igual que en México, el núcleo de la mayoría de las redes de contrabando comenzaron como grupos familiares y de amigos. Localmente son conocidos como «transportistas«, por su papel en el transporte de bienes.

Actualmente, en algunos casos, las redes se extienden desde Panamá hasta Guatemala. Todavía mueven todo tipo de productos, tanto legales e ilegales, al igual que inmigrantes. Algunos han comenzado negocios de transporte legales o empresas de otro tipo (por ejemplo, compañías pesqueras, hoteles) para camuflar sus actividades, y en general son libres para trabajar con diversos actores criminales que buscan mover mercancía ilegal.

Las guerras civiles centroamericanas contribuyeron a la eventual militarización de dichos grupos familiares. Durante las guerras civiles, los gobiernos del Triángulo del Norte reforzaron sus fuerzas armadas, policías y servicios de inteligencia. A medida que las fuerzas de seguridad crecieron en tamaño, con el tiempo comenzaron a ejercer control sobre las diferentes agencias gubernamentales. Su influencia sobre el gobierno fue, en algunos casos, absoluta; como en los años ochenta en Guatemala, cuando los líderes militares asumieron la presidencia.

No obstate, cuando la guerra terminó en Guatemala y El Salvador esos gobiernos redujeron en gran medida el tamaño de sus fuerzas armadas y reemplazaron sus servicios de inteligencia.

Oficiales y agentes que quedaron sin trabajo ofrecieron sus servicios a otros sectores del gobierno, o vendieron sus conocimientos al mundo del hampa o al sector privado.

En Guatemala, por ejemplo, una vasta red de exagentes de inteligencia militar ahora negocia con pasaportes falsos, seguridad privada, armas y adopciones ilegales.

El final de la guerra también dejó a un gran número de guerrilleros desempleados. Algunos de los guerrilleros más sofisticados incursionaron en la política, pero otros lo hicieron en actividades ilegales como el secuestro, el tráfico de armas y, más recientemente, el tráfico de drogas.

Su experiencia durante las guerras los había equipado con las herramientas y conocimientos necesarios para sobresalir en actividades ilegales. En El Salvador, por ejemplo, algunos miembros del Partido Comunista, que formaron la columna vertebral de una de las unidades guerrilleras más formidables del país, se involucró en secuestros, tráfico de armas y robo de vehículos.

DEPORTADOS DE ESTADOS UNIDOS

Por último, las guerras civiles desataron una corriente migratoria hacia el norte que ha crecido en los últimos años desde entonces, y ha transformado a los países del Triángulo del Norte.

Miles de inmigrantes y refugiados huyeron a Estados Unidos, estableciéndose en las grandes ciudades como Los Ángeles. Al sentirse vulnerables a otras pandillas en estas ciudades, algunos miembros de estos nuevos enclaves crean sus propias pandillas.

Al principio satisfacen las necesidades de protección y seguridad de la comunidad, pero las actividades de dichas pandillas rápidamente evolucionan a actvidades criminales, incluyendo el sicariato, la extorsión, la distribución local de las drogas (microtráfico) y la prostitución.

La emergencia de tales pandillas en los noventa coincidió con las iniciativas estatales y federales en los Estados Unidos que llevaron a extender los periodos de encarcelamiento para los miembros de pandillas y el aumento en las deportaciones de exconvictos.

El número de miembros de pandillas deportados aumentó rápidamente, al igual que el número de organizaciones transnacionales que operan en el Triángulo del Norte.

En muchos casos, los pandilleros deportados buscaron replicar sus actividades en Centroamérica, donde encontraron reclutas dispuestos a engrosar las filas de sus organizaciones. Tras el fin de las guerras civiles, muchos jóvenes carecían de oportunidades de educación y hacían parte de familias disfuncionales.

Adicionalmente, la rápida urbanización en la región dejó a muchas familias sin una sólida base económica o social. Las pandillas de jóvenes marginados ofrecían beneficios rápidos, un sentido de pertenencia y el fácil acceso a las armas y a combatientes experimentados para entrenar y armar a los jóvenes reclutas.

Las deportaciones aumentaron a comienzos de siglo. Entre 2001 y 2010, Estados Unidos deportó a Centroamérica a129.726 delincuentes condenados, más del 90 por ciento de los cuales fueron enviados a Honduras, un país con aproximadamente la misma población que Haití tuvo 44.042 delincuentes deportados durante ese período. Por el contrario, durante el mismo período, el Caribe recibió 44.522 delincuentes deportados en total.

LAS GRANDES PANDILLAS

Con las deportaciones, los dos pandillas más importantes de Los Ángeles – la Mara Salvatrucha 13 y la Barrio 18 – se convirtieron rápidamente en las dos principales pandillas transnacionales en el Triángulo del Norte. Según algunas estimaciones, las pandillas cuentan actualmente con entre 60.000 y 95.000 miembros en el Triángulo del Norte.

Las pandillas estadounidenses y centroamericanas están conectadas compartiendo nombres, normas y formas de vestirse. Sin embargo, la búsqueda de evidencia empírica que vincule directamente las deportaciones a la actividad criminal es difícil.

No ha habido ningún esfuerzo sistemático por parte de las autoridades estadounidenses, mexicanas o del Triángulo del Norte de rastrear los pandilleros deportados y su reincidencia en el delito.

Más aún, ha habido poca comunicación oficial e intercambio de información entre los países. El Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) no clasifica a los deportados como «pandilleros» en los formularios de deportación, y el FBI únicamente proporciona información de antecedentes penales a las instituciones gubernamentales asociadas bajo petición.

Varios proyectos del gobierno de Estados Unidos buscan aumentar los flujos de información, incluyendo los registros de huellas dactilares y los datos históricos de pandilleros deportados. No obstante, los problemas persisten.

Por ejemplo, en uno de los más recientes programas experimentales en El Salvador, el FBI le dio a conocer a una unidada especial de la policía salvadoreña una lista de presuntos miembros de pandillas deportados, que luego la difundió entre las fuerzas de seguridad del país. Sin embargo, según las entrevistas realizadas por el autor de este reporte, la unidad policial encargada de la difusión de la información no se comunica apropiadamente, o en algunos casos se niega a publicar los nombres de presuntos pandilleros a otras agencias de la policía. Hay muchas razones que explican estas fallas en la comunicación, incluida la desconfianza acerca de cómo debe ser usada la información.

Estos desafíos no se limitan a Centroamérica. México recibe más criminales deportados que el resto de los países centriamericanos juntos: entre 2001 y 2010, Estados Unidos regresó 779.968 criminales a México.

La comunicación entre las autoridades estadounidenses y mexicanas es igualmente débil. Por ejemplo, según el exalcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz (2007-10), a menudo Estados Unidos simplemente libera delincuentes deportados en el puente que une Juárez y El Paso sin previo aviso. El gobierno municipal de Juárez finalmente desarrolló un sistema para transportar deportados en autobús a otras zonas de México, pero muchos encuentran su camino de regreso a Ciudad Juárez, donde se pierden en el complejo penal de la ciudad[.

EL NARCOTRÁFICO

Aparte del aumento de la actividad de las pandillas, Centroamérica también ha experimentado un incremento en el narcotráfico. Durante gran parte de la última década, la zona sirvió como un trampolín para el movimiento de drogas hacia el norte, especialmente la cocaína y la heroína.

Los datos sobre las incautaciones de droga ciertamente muestran un retrato incompleto de toda la escala del comercio ilícito de drogas. Dicho esto, las incautaciones de cocaína reportadas en Centroamérica indican un aumento significativo, especialmente entre 2005 y 2007.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) calcula que hasta 300 toneladas de cocaína se mueven a través de la región cada año. Las drogas son trasportadas por vía marítima, aérea, y terrestre.

Las vías marítimas están cubiertas por lanchas rápidas, embarcaciones pesqueras, o una combinación de ambas. Los traficantes utilizan las islas y las costas de Nicaragua y Honduras como puntos de entrega y zonas de almacenamiento. Para mover los productos por vía aérea, las organizaciones criminales utilizan cientos de pistas de aterrizaje, tanto privadas como clandestinas, ubicadas en Honduras y Guatemala. De allí, las drogas se mueven en vehículos particulares o camiones comerciales a lo largo de las rutas terrestres.

La importancia del Triángulo del Norte en esta cadena de distribución va más allá de su reserva de rutas prefabricadas, funcionarios gubernamentales fácilmente corruptibles, y soldados dispuestos y bien entrenados.

A medida que el gobierno mexicano ha aumentado su presión sobre los grupos criminales en México, ellos han buscado refugio en los países del Triángulo del Norte. Las grandes organizaciones criminales mexicanas, como el Cartel de Sinaloa y los Zetas, han movido partes importantes de sus operaciones a Guatemala y Honduras.

Entran a través de canales informales e ilegales, obtienen falsas identificaciones locales de redes clandestinas y de oficiales locales corruptos, y operan en gran parte de incógnito. Como es de esperar, la lucha entre las organizaciones criminales locales, los transportistas y las organizaciones extranjeras, se ha intensificado.

El desplazamiento de las operaciones criminales de México a Centroamérica, se ha traducido en un cambio en otras partes de la economía clandestina. En toda la región, las grandes organizaciones criminales a menudo pagan ahora a sus trabajadores contratados con productos ilícitos.

Estos trabajadores contratados, que incluye pandillas callejeras tanto en Centroamérica como en México, luego venden los productos a nivel local. La economía mexicana de la droga se ha convertido en una empresa muy lucrativa, con los precios de la cocaína pura en Ciudad de México llegando a los USD$18.000 por kilogramo. Como resultado, la competencia por ganar el control del producto se ha desplazado de México al Triángulo del Norte, donde el precio por kilo está cerca de los USD$12.000 por kilogramo.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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La progresiva toma del poder de los grupos delictivos en México

El desafío que tiene por delante la Iglesia.

 

En México y Centroamérica los estados han ido perdiendo el control de sus territorios a manos de organizaciones criminales, que en principio tienen su fuente principal de ingresos en el narcotráfico, pero que han ampliado su portafolio hacia actividades como la extorsión (que incluso afecta a los propios sacerdotes católicos) y la trata de migrantes (como mencionó brevemente el Papa Francisco cuendo visitó Lampedusa). Y sobre todo, ha transformado esas sociedades en la mayor zona violencia del mundo, excluyendo las zonas de guerra.

 

Mexico Drug War

 

Esto es un reto para la nueva evangelización, porque por un lado estos grupos criminales han desarrollado nuevas devociones como la Santa Muerte en México, por otro lado, ha implicado que en algunos países como El Salvador y Honduras la Iglesia Católica esté mediando entre el estado y las pandillas (aunque en El Salvador mucho más indirectamente ahora), y en general somete a la población a grandes niveles de violencia que afectan grandemente la vida espiritual.  

En este artículo trataremos de comprender el surgimiento de estos grupos delictivos, especialmente en México, porque constituye un desafío que tiene la Iglesia en su tarea de evangelización en el país.

LA VIOLENCIA EN MÉXICO Y CENTROAMÉRICA

México y Centroamérica se han convertido en unas de las zonas más peligrosas del planeta, fuera de las zonas de guerra activas. Actualmente, la región está enfrentando desafíos sin precedentes en la seguridad, provenientes de las pandillas callejeras, la creciente presencia de organizaciones criminales sofisticadas, y la corrupción endémica en todos los niveles, de la policía y el gobierno. Estos retos no son nuevos, pero están creciendo en intensidad y visibilidad.

La tasa de homicidios de Centroamérica se ubica actualmente en poco más de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes — más del doble de la tasa de homicidios en México (18 homicidios por cada 100.000 habitantes), un país que recibe mucha más atención de los medios internacionales por los altos niveles de crimen y violencia. La mayoría de los homicidios en Centroamérica se concentran en los países del Triángulo del Norte — Guatemala, El Salvador, y Honduras — donde el promedio de la tasa de homicidios es de 58 por cada 100.000 habitantes.

Tanto en México como en Centroamérica, los grupos criminales parecen haber abrumado a las fuerzas de seguridad públicas que no cuentan con el personal suficiente. El control de las actividades ilegales en las áreas rurales y fronterizas, por donde los migrantes a menudo cruzan, es particularmente difícil.

En primer lugar, es importante distinguir entre las pandillas callejeras, grupos de crimen organizado, y organizaciones criminales trasnacionales

LAS PANDILLAS CALLEJERAS

Tienen sus raíces en la pobreza endémica y en la extendida urbanización, se cuentan por miles y se han aprovechado de las economías ilegales que florecen en los barrios más pobres de la región. En Centroamérica, varias pandillas callejeras predominantes surgieron en los Estados Unidos y fueron traídas a la región por los deportados. Se componen principalmente de hombres jóvenes de comunidades marginalizadas; la mayoría tiene antecedentes violentos y, a menudo, historias de abuso de sustancias. Las pandillas callejeras controlan los barrios y mercados locales de donde extraen sus rentas en forma de extorsión, aunque también se dedican al secuestro, asalto, y al asesinato por contrato. En algunos casos, como se describe abajo, las pandillas callejeras han subcontratado sus servicios como distribuidores de contrabando o sicarios para organizaciones criminales más grandes. Sin embargo, ellas carecen de la sofisticación y la estructura de los grupos de crimen organizado.

LOS GRUPOS DE CRIMEN ORGANIZADO Y LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES TRANSNACIONALES

Los grupos de crimen organizado son más grandes y más sofisticados que las pandillas y, en México y Centroamérica, tienen su origen en desmovilizados de las fuerzas paramilitares, de inteligencia, y el ejército. Tienen un alcance geográfico de actividad más grande y participan en actividades más lucrativas que las pandillas callejeras — principalmente el tráfico y distribución de drogas y armas. El margen de mayor ganancia de estas actividades ha permitido a los grupos de crimen organizado construir estructuras jerárquicas sofisticadas.

Fortalecidos por un aumento en la cantidad de drogas ilegales que se mueven a través de México y Centroamérica, los grupos de crimen organizado tienen más recursos, controlan más infraestructura, tienen acceso a más “soldados” y armas, y tienen mayor control sobre las instituciones gubernamentales. Estas mismas organizaciones también han diversificado sus portafolios criminales, usando sus organizaciones y el control de las rutas ilegales de tráfico, como el tráfico de personas.

Las organizaciones criminales trasnacionales son grupos de crimen organizado que tienen una presencia operacional, no simplemente una presencia transaccional, en varios países.

MÉXICO: DE LOS NEGOCIOS FAMILIARES A PEQUEÑOS EJÉRCITOS

En México las grandes organizaciones criminales tienen sus raíces a finales de los años sesenta, cuando pequeños grupos familiares se dedicaban al tráfico de mercancía de contrabando, personas, drogas ilegales y otros productos hacia Estados Unidos. Este núcleo de contrabandistas adquirió mayor importancia cuando la cocaína de los Andes empezó a transitar por la región entre los años setentas y ochentas. Los proveedores colombianos usaban a las organizaciones criminales mexicanas para recibir y enviar su producto hacia el norte, donde lo esperaban cadenas de distribución locales.

Inicialmente, el tráfico fluía a través de México y era en pequeñas cantidades, pero el rol de los mexicanos empezó a ser más relevante una vez que Estados Unidos empezó a ejercer mayor presión a las actividades del Caribe, forzando a los traficantes de cocaína a optar por el camino a través del istmo.

Para los años noventa, gran parte de la cocaína que entraba a Estados Unidos pasaba a través de México y algunas organizaciones criminales mexicanas empezaron a participar de una mayor parte de las ganancias, estableciendo sus propias redes de distribución en Estados Unidos. Estas incluyen los comienzos de las organizaciones que serían más tarde conocidas como los carteles de Sinaloa, Tijuana, Juárez y el Golfo.

En un comienzo, los carteles mexicanos eran pequeñas organizaciones familiares que dependían de la corrupción de las fuerzas de seguridad estatales que les proveían protección de ser perseguidos judicialmente al igual que de sus rivales. No obstante, esto cambió una vez que los carteles mexicanos se expandieron y llegaron a la distribución, con lo que crecieron sus ganancias y sus operaciones.

Los altos ingresos llegaron a una mayor competitividad entre las organizaciones, lo que las llevó a establecer sus propias fuerzas de seguridad para proteger sus mercados y ganancias. Este proceso alteró por siempre la manera en que las organizaciones criminales operaban en México (y luego en Centroamérica), y ha contribuido a la proliferación del secuestro de inmigrantes que se mueven a lo largo del país.

EL DESARROLLO DEL ALA MILITAR

Es significativo por varias razones. La primera, representa un quiebre del modelo de organizaciones familiares pequeñas del pasado. La transformación fue profunda. Los nuevos ejércitos paramilitares, adoptaron la terminología y la lógica militar y de sus entrenadores militares, algunos de los cuales eran mercenarios extranjeros.  Las organizaciones empezaron a designar “tenientes” y a crear “células”, las cuales incluyeron varias partes responsables de recolección de inteligencia. Estos nuevos “soldados” llevaron a cabo entrenamiento y adoctrinamiento obligatorio, para luego unirse a la lucha para evitar que otros carteles incursionaran en su territorio. Junto con su nueva cara militar, la infraestructura de los carteles también creció. Para este entonces contaban con refugios, equipos de comunicación, carros y armas –el mismo tipo de infraestructura necesaria para cualquier actividad criminal sofisticada, desde un robo hasta un secuestro, incluso hasta el contrabando de mercancía.

Más allá de asegurar su propio territorio, los carteles  empezaron a competir por territorio estratégico, o plazas como se le conoce. En el mundo de la delincuencia mexicana, el control de una plaza significa cobrarle un impuesto, entiéndase en el mismo sentido de un peaje,  a cualquier actividad llevada a cabo por cualquier grupo criminal que opere en ese territorio. El llamado piso suministra un flujo de ingresos, ya que el grupo al mando se lleva más de la mitad de las ganancias por el contrabando que se mueve a través de su corredor; ya sean armas, personas o droga. Las fuerzas de seguridad corruptas, en algún momento participaron en esta parte del negocio, pero con el tiempo, los grupos criminales usurparon ese control.

A su vez, la lucha por las plazas depende del número de soldados que mantiene cada cartel. En el caso del Cartel de Tijuana, la familia Arellano Félix comenzó a trabajar con la Pandilla de la Calle Logan de San Diego, capacitándolos en el uso de armas, tácticas y en recolección de inteligencia. El Cartel del Golfo contrató a miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) de México, que adoptó el nombre de los Zetas en honor a los códigos que usaban por radio sus comandantes militares. El Cartel de Juárez contrató a policías y expolicías para formar el grupo que se conoce como La Línea; y más tarde una pandilla callejera conocida como los Aztecas en El Paso. El cártel de Sinaloa eventualmente designó a una facción de su grupo, la Organización de los Beltrán Leyva, para crear un pequeño ejército para hacer frente a sus rivales; apoyados por varias pandillas callejeras más pequeñas, en lugares donde el cártel opera a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México.

Los nuevos «soldados» tienen una característica común: no son parte de la estructura familiar original, que otrora se encontraba en el núcleo de las organizaciones criminales mexicanas. En el pasado, las organizaciones criminales mexicanas eran relativamente pequeñas, en su mayoría compuestas por familiares del estado de Sinaloa, donde habían trabajado en campos de cultivos de amapola y marihuana.

La membrecía a los grupos se daba a través de lazos de sangre, matrimonio, o afecto –hasta que las fuerzas del mercado requerían que estas uniones tradicionales se profesionalizaran y abrieran la admisión a extranjeros con el fin de seguir siendo competitivos.

En un principio, los líderes de estos grupos concedían a los “forasteros”, poca autoridad o poder discrecional. Algunos líderes, como Ramón Arellano Félix, del cártel de Tijuana, y Osiel Cárdenas Guillén, del Cártel del Golfo, controlaban directamente sus nuevos ejércitos, exigiendo su lealtad a toda costa. Con el tiempo, esto resultó ser un mal modelo a seguir, no obstante, ya que tan pronto como el líder fuerte era eliminado (como en el caso de Arellano Félix en 2002) o detenido (como en el caso de Cárdenas en 2003), las lealtades individuales se desintegraban y estos ejércitos comenzaban a romper con el comando central del cartel. La lealtad se convirtió en una mercancía sujeta a la dinámica de los precios del mercado, en lugar de ser una obligación «familiar» o tradicional.

LA AMPLIACIÓN DE LAS OPERACIONES

Los nuevos ejércitos privados eran costosos en todos los niveles y los líderes de los carteles empezaron a buscar formas de reducir los costos, incluso a medida que continuaban su expansión y profesionalización de sus operaciones. Pese a que la evidencia es escasa, los informes indican que desde finales de los noventa; de forma gradual, de mala gana, y violentamente los carteles desplazaron la responsabilidad financiera y el control operativo hacia sus lugartenientes –un proceso que únicamente fue evidente cinco o seis años más tarde–. Con esta autonomía recién adquirida, muchas células ampliaron sus operaciones más allá de los servicios de seguridad e incursionaron en la extorsión de negocios legales y, más tarde adelante, el secuestro.

Este cambio en la toma de decisiones financiera y operativa representa un segundo cambio profundo en la forma que los carteles mexicanos operan. De un momento a otro, en lugar de una organización criminal centralizada, había numerosas células exigiendo piso a las actividades criminales como el contrabando y el tráfico de personas; compitiendo, a menudo violentamente, por el territorio y los mercados.

Los ingresos por tráfico de personas son importantes. De acuerdo con Naciones Unidas (ONU), se estima que el tráfico de personas en el hemisferio occidental es un negocio de USD$ 6.000 millones al año. No obstante, para los carteles mexicanos los ingresos totales provenientes del tráfico de personas son relativamente pequeños en comparación con los ingresos del tráfico internacional de drogas, que se encuentran probablemente en el rango de alrededor USD$ 15.000 a USD$ 25.000 millones. Los márgenes de ganancias del tráfico de drogas –los cuales son aproximadamente el 80 por ciento de los ingresos– son también probablemente mayores que para el tráfico de personas.

Las nuevas organizaciones militarizadas tenían una mentalidad nueva, centrada en la ocupación de grandes cantidades de espacio físico. Su crecimiento rápido provocó un cambio en la estructura financiera. A medida que aumentaban las operaciones, también aumentaba la necesidad de proteger a los líderes de ser detectados. Las unidades de los ejércitos multifacéticos ganaron mayor autonomía para ahondar en múltiples actividades criminales. Esto posibilitó la entrada de personal cuyas lealtades no eran hacia la cúpula. El nuevo sistema descentralizado funcionaba, siempre y cuando una persona fuerte siguiera siendo el líder. Sin embargo, tan pronto como ese líder era eliminado, la organización inevitablemente se resquebrajaba y, en muchos casos, estallaba la violencia entre facciones rivales.

Este proceso se ha repetido una y otra vez en la última década. En un esfuerzo por aumentar las ganancias, las diferentes facciones dentro de las grandes organizaciones han diversificado sus portafolios criminales, ahondando en el tráfico de personas, el contrabando, la extorsión, la piratería, el secuestro y otras actividades criminales. Muchas de estas facciones han eventualmente roto los lazos con sus organizaciones originales, incluyendo grandes fracciones del Cartel de Tijuana, los Zetas, La Línea, y la Organización de los Beltrán Leyva. Las autoridades aún se refieren a los pequeños grupos con los nombres de los grupos más grandes a los que alguna vez pertenecieron. Esta práctica puede ayudar a dar sentido al caos que es la situación en México, pero la realidad es mucho más compleja en el campo. InSight Crime, por ejemplo, recientemente contó la existencia de 28 grupos criminales en México. Estos grupos suelen contratar unidades más pequeñas, pandillas locales, lo que complica aún más la situación y hace que nuestro trabajo de categorizar el caos más difícil.

Existe poca evidencia anecdótica que confirma que las organizaciones criminales mexicanas han establecido sus propias redes de distribución en los Estados Unidos. Ha habido algunos arrestos de líderes mexicanos del crimen organizado y los miembros de sus familias en los Estados Unidos, pero no es claro si las estructuras organizativas de estos grupos se han consolidado en ese país. Tampoco existe evidencia convincente de que los carteles mexicanos tienen una presencia permanente en funcionamiento en países productores de droga como Colombia, Perú y Bolivia. La presencia de los carteles mexicanos en los países andinos parece ser puramente transaccional, más que operativa o estratégica. En este sentido, es poco probable que las organizaciones criminales mexicanas se hayan vuelto completamente integradas verticalmente o «vuelto transnacionales», como suele suponerse.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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La Iglesia Católica tiene desafíos diferentes en la mediación entre pandillas en El Salvador y Honduras

Distintos escenarios y distintos comportamiento de la Iglesia.

 

La Iglesia Católica está mediando en un proceso histórico en dos países de Centroamérica, El Salvador y Honduras, para una tregua entre pandillas cuyo enfrentamiento ha causado numerosas muertes, y tratando de incorporar a sus miembros a la legalidad de la sociedad civil. 

 

el obispo Romulo Emiliani habla en conferencia de prensa de las pandillas de honduras

 

Los gobiernos de El Salvador y Honduras y la Iglesia, son pioneros en emplear nuevos esfuerzos para detener la violencia relacionada con las pandillas, que no es un fenómeno solamentre de estos dos países, sino especialmente un banco de prueba de mediación para la integración social.

BUENOS RESULTADOS Y LA BÚSQUEDA DE MÁS ÉXITOS

Los gobiernos locales, la comunidad internacional, y la Iglesia Católica han jugado un papel clave en el fomento de los esfuerzos para forjar las treguas, las cuales han tenido el mayor impacto individual sobre la violencia en la región, desde el fin de las guerras civiles en Centroamérica y el acuerdo negociado con los paramilitares en Colombia.

Mientras el acuerdo de Honduras está todavía en sus primeros estadios, la tregua entre pandillas de El Salvador ha reducido a la mitad los homicidios en ese país; alguna vez considerado como uno de los más violentos del mundo. Hay una esperanza similar en Honduras.

No obstante, aunque los nombres de las pandillas son los mismos y el tipo de violencia que perpetran es similar y en los dos casos intermedia la Iglesia Católica, existen varias diferencias clave que puede determinar el éxito o el fracaso de las treguas, y si sus resultados pueden o no ser replicados en otros lugares.

LA MEDIACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

El proceso de tregua está más adelantado y tiene más fortaleza en El Salvador que en Honduras, pero la fortaleza de los mediadores es la única área en donde Honduras puede tener una ventaja respecto a El Salvador.

Las reuniones de la tregua entre pandillas en Honduras – que son sólo reuniones y aún no es técnicamente una tregua – están siendo gestionadas por el principal funcionario de la Iglesia Católica del país, monseñor Rómulo Emiliani, dando la sensación de un frente unido por parte de la Iglesia.

En contraste, el proceso de Salvador está siendo mediado, en parte, por una Iglesia Católica dividida. Mientras el obispo Fabio Colindres ha recibido el respaldo nominal por su papel en la intermediación y el mantenimiento de la tregua entre pandillas en El Salvador en las diferentes etapas, la Conferencia Episcopal también ha emitido expresiones públicas de preocupación de que la tregua

«no ha producido el beneficio que la población honrada y trabajadora esperaba para sí misma (…)».

CREDIBILIDAD DEL GOBIERNO

En el otro interlocutor, el gobierno de cada país, hay diferencias entre El Salvador y Honduras.

En ambos países, el gobierno ha dejado que los representantes de la Iglesia Católica y otros mediadores civiles e internacionales tomen un papel más activo en la situación.

Sin embargo, el gobierno de El Salvador tiene mucha más credibilidad, así como algunos interlocutores e instituciones confiables, a través de los cuales se puede iniciar la siguiente fase del proceso; la cual debería incluir la formación social, educativa y profesional para las comunidades pobres en donde prosperan las pandillas.

En cambio, Honduras se está enfrentando a una crisis institucional de proporciones históricas. Desde el golpe de Estado de 2009, que envió el Presidente Manuel Zelaya al exilio, el país ha entrado en una terrible espiral política en la cual pocos políticos tienen la suficiente credibilidad para conseguir el apoyo público en torno a algo, y mucho menos para una controversial tregua de pandillas.

En general, el gobierno de Honduras carece de la credibilidad necesaria para reunir los fondos necesarios de la comunidad internacional, con el fin de poner en práctica nuevos programas sociales y dirigir el tema de las pandillas en una dirección diferente.

Pero hay algunas diferencias importantes en la conformación en historia de las pandillas en cada caso, que puede hacer que los experimentos sean exitosos, o fracasen.

LA PANDILLA DOMINANTE

Barrio 18 tiene un mayor número y alcance en Honduras, mientras que la MS-13 (Mara Salvatrucha) es la pandilla dominante en El Salvador.

La diferencia es importante porque Barrio 18 está dividida y es menos disciplinada que su contraparte de la MS-13. Barrio 18 tiene las alas de los Sureños y los Revolucionarios en El Salvador y, aunque aparentemente tienen una base sólida, la pandilla está más fracturada en Honduras.

La capacidad de los líderes de la MS-13 de El Salvador para mantener a raya a los pandilleros de nivel medio y bajo ha sido una parte sorprendente y fundamental del éxito de la tregua entre pandillas en ese país. Pero alcanzar el mismo nivel de éxito en Honduras puede resultar difícil.

COMPOSICIÓN DE LA PANDILLA

El liderazgo de las pandillas en El Salvador tiene más experiencia política que sus contrapartes en Honduras.

Algunos de los salvadoreños son ex guerrilleros; otros han estado en posiciones de liderazgo regional durante años, ya que el cuartel general nominal de estas pandillas es El Salvador.

El resultado es un equipo más experimentado de negociadores que entienden lo que está en juego y cuál es la mejor manera de tomar ventaja de este camino hacia la legitimidad.

De la misma manera, se podría argumentar que también saben cómo jugar con el sistema y desarrollar estructuras criminales más sofisticadas.

HISTORIA

Durante al menos una década, los líderes pandilleros en El Salvador han estado en conversaciones con el gobierno, organizaciones no gubernamentales y personalidades religiosas en un intento por cambiar su situación. Estas conversaciones han dado forma a su comprensión de lo que es y no es posible.

Estos diálogos también han colocado a estos líderes en estrecho contacto con personajes clave que los pueden ayudar a evaluar su peso político en el futuro.

Una tregua entre pandillas sólo funcionará si los participantes entienden el contexto en el que están forjando este acuerdo y con quién.

En El Salvador hay una mejor comprensión de ese contexto que en Honduras.

En realidad, ambas treguas llevan consigo retos y oportunidades. No obstante, para aprovechar las oportunidades, los gobiernos, la Iglesia Católica y los líderes pandilleros van a tener que entender y superar algunos de los retos descritos anteriormente.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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El programa de re inserción de ex pandilleros más exitoso de occidente creado por un sacerdote [13-06-16]

Programa social y negocio rentable.
Todo comenzó hace 25 años cuando, ante la constatación de que muchos jóvenes se perdían entre los vicios propiciados por las pandillas, el padre Greg Boyle, s.j. (a quien los jóvenes llaman «Father G») se dio a la tarea de ayudar y sacar adelante a los muchachos, especialmente latinos, con un modelo de negocio rentable para mejorar la situación de violencia en que vivían los ex pandilleros.

 

padre-gregory-boyle

 

Desde la creación de Homeboy Industries, el objetivo fue hacer dinero: generar ganancias para poder dar ayuda a pandilleros arrepentidos en Los Ángeles. Se lo considera un plan modelo.

Unos 50 empleados rotan en los mesones donde se amasan, rellenan y moldean panes y galletas.

Cuando Herb Fingerhut asumió su cargo de director de operaciones de una panadería, tenía por delante algunos desafíos aparentemente sencillos: lograr que sus trabajadores se cubrieran el cabello con redecillas, que ajustaran los tiempos de producción, que se acostumbraran a marcar tarjeta a la llegada y a respetar los turnos del almuerzo.

Pero la misión era mucho mayor: se trataba de conseguir que expandilleros y delincuentes que habían integrado bandas rivales en las calles convivieran ahora en armonía. Y, como si ello fuera poco, que hicieran que el negocio diera ganancias.

La panadería de Fingerhut es, en realidad, un programa de reinserción de pandilleros que se considera modelo a nivel mundial: el más grande de Estados Unidos y el más duradero de Los Ángeles, la ciudad que, a mediados de los ’80, se había ganado la dudosa reputación de “capital pandillera” del país.

Allí -en una zona neutral del centro angelino pero muy cerca del East LA que supo cobijar a más de 1.300 bandas, según un conteo de las autoridades locales- nació Homeboy Industries.

“Empezamos a trabajar con la diversificación de la línea de panes. Lo que tenemos es una panadería artesanal totalmente profesional donde las personas que pasan por un entrenamiento quedan luego en capacidad de conseguir un trabajo y ganarse la vida”, dice a BBC Mundo el director de operaciones, un experto en marketing criado en una familia polaca con más de cien años de experiencia en pastelería.

Unos 50 empleados rotan en los mesones donde se amasan, rellenan y moldean panes y galletas. Otros se ocupan de llevar los productos a los más de 25 mercados del sur de California donde venden directo al público, a otros les toca la distribución a hoteles y restaurantes.

“Nuestra meta es un cliente nuevo a la semana. Y una facturación de diez millones de dólares”, afirma Fingerhut, que indica que han superado la marca de US$1,5 millones.

“FATHER-G”, LÍDER

La receta lleva 25 años de maduración: este abril, Homeboy festeja el cuarto de siglo como programa antipandillas y, según sus responsables, ha atendido a un promedio de 15.000 jóvenes al año que llegan en busca de ayuda.

La longevidad y el volumen del proyecto, sin embargo, no explican por completo por qué Homeboy atrae la mirada de académicos y activistas: desde el comienzo fue pensado como un programa de ayuda, sí, pero uno que debía garantizar cierta rentabilidad para conseguir fondos que ayudaran a su operación.

Así, esta organización sin fines de lucro se convirtió en un negocio –o varios- que dan mucho dinero. “Nada es tan efectivo para detener una bala como un empleo”, dice su eslogan.

La idea y la ejecución tienen un primer responsable, un hombre que ha adquirido estatus de celebridad entre participantes del programa y colaboradores: Greg Boyle.

Este sacerdote jesuita, fundador del emprendimiento, sigue siendo su motor: cuando “Father-G”, “G-Dog” o simplemente “G”, como lo apodan, está en la casa de Homeboy, su día es una sucesión de reuniones de cinco minutos con todos lo que hacen fila para verlo. Son muchos. Un salón lleno de rostros tatuados, brazos con marcas, cuerpos curtidos.

El resto del tiempo Boyle lo pasa viajando. Da cursos y charlas, es consultor de gobiernos y legislaturas, miembro del Concejo Nacional contra las Pandillas, integrante del grupo transnacional impulsado desde Los Ángeles para ayudar al proceso de pacificación entre maras en El Salvador.

“Cuando empezamos era el peor momento de violencia en Los Ángeles, con casi 1.000 homicidios (anuales) relacionados con pandillas en 1992. Desde entonces ese número se ha reducido a la mitad, y luego a la mitad… en gran medida gracias a este programa, que ayudó a cambiar la manera en la que se pensaba la intervención”, dice Boyle, de 58 años y tupida barba blanca, en diálogo con BBC Mundo. (Y las estadísticas lo apoyan: las cifras del alguacil del condado de Los Ángeles indican que en 2012 hubo 105 homicidios vinculados con la actividad pandillera).

DIVERSIFICAR INGRESOS

Fue en 1992 que el sacerdote creó la panadería. Luego vino un restaurante a la calle, un servicio de catering, mermeladas, una línea de tortillas propia que compite en el supermercado con las grandes marcas y tiene hasta su salsa para acompañar.

“El café, que se llama Homegirl, lo abrimos hace nueve años pero la idea estaba desde el principio, era sólo cuestión de tener los fondos. Y la razón detrás era darle una salida a las mujeres en peligro, sea porque ellas mismas integraban pandillas o porque estaban en situación de riesgo por sus parejas o familiares”, relata Patricia Zárate, una mexicana que supervisa la operación desde el día en que el café inauguró.

Desde entonces, han abierto otro en el edificio de la alcaldía y en la terminal internacional del aeropuerto de Los Ángeles.

Y hay más: Homeboy Silkscreen es un taller de estampado de ropa, que ofrece servicios de personalización de camisetas a terceros (y cobra, claro, por los servicios) y fabrica su propia línea de indumentaria. Algunas prendas, como bolsos y remeras, se consiguen en tiendas de diseño de Los Ángeles: se han vuelto un objeto de moda.

“Tratamos de buscar el revenue (ganancia) porque eso se inyecta de regreso a la organización. Sí funcionamos como un negocio: proveemos servicios, tenemos metas y presupuestos, competimos con los negocios locales. Los clientes pueden venir una vez por el fin social que hay detrás, pero vuelven sólo si el producto es bueno”, dice Zárate a BBC Mundo mientras ojea una bandeja gigante de tamales listos para hornear.

POR UN TIEMPO

Desde el punto de vista estrictamente económico, muchos critican que la producción en Homeboy está lejos de estar “optimizada”.

Hay más empleados de los necesarios (“tenemos que tener gente para cubrir cuando otros se van a sesiones de terapia o a estudiar, que es parte del programa”, dice Zárate). Quienes terminan su entrenamiento son impulsados a buscar trabajo con otro empleador, en lugar de poner los conocimientos avanzados al servicio de la compañía que los formó.

“No podemos olvidarnos por qué estamos haciendo todo esto, aunque atendamos también a las ganancias”, confirma Rubén Rodríguez, a cargo del taller de estampado textil y bordado que factura más de US$1 millón al año desde hace siete periodos contables.

Para los beneficiarios, el entrenamiento temporal es una tabla de salvación. Así lo dicen: hablan de cómo Father-G los rescató, de las ventajas de aprender disciplina y reglas de conducta entre pares, de cómo en breve deberán salir al mundo real y allí no habrá concesiones

“Tengo una niña y ahora quiero ser mejor mamá, quiero mantenerla a ella y mi independencia. Aquí aprendí a trabajar con gente y a ser muy amable”, dice Pamela Díaz, de 28 años y mesera en el café de la organización.

“Yo aprendí a hacer negocios, no sabía conducirme frente a la gente ni comunicarme ni hacer relaciones de trabajo. Mi objetivo ahora es convertirme en vendedor y comerciante senior para tener más oportunidades”, indica por su parte Mario McDonald, quien trabaja en los mercados.

Para el padre Boyle, las celebraciones del 25° aniversario son una ocasión para seguir en una cruzada, la del dinero. Conseguir sponsors y donaciones que sostengan a las Industrias Homeboy porque, pese al éxito relativo de sus líneas de negocios, los fondos no alcanzan.

“Pero queremos que, en un futuro, los ingresos que generamos representen al menos la mitad del costo de nuestras operaciones. Por ahora cubrimos un tercio. Vamos poco a poco”, dice el jesuita.

Fuentes: El Comercio, Info Católica, Signos de estos Tiempos

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