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Mayoría de los laicos austriacos a favor de la comunión a los divorciados vueltos a casar

Resultado de encuesta preparatoria para el Sínodo sobre la Familia.

 

El cuestionario enviado por el Vaticano a las diócesis para preparar el Sínodo de las Familias del próximo octubre está dando que hablar en la Iglesia europea. Primero fueron dos grupos de teólogos alemanes que reclaman un cambio en las enseñanzas de la Iglesia respecto a la sexualidad, y dentro de ello respecto al divorcio, y ahora son los laicos de Austria que en su mayoría quieren la comunión para los divorciados.

 

divorciados vueltos a casar

 

Las respuestas al cuestionario distribuido por las diócesis austríacas y difundido por ellas, expresan la voluntad de los laicos de dar los sacramentos a quienes se han vuelto a casar.

Hay que destacar que Austria es el hogar del movimiento sacerdotal “llamado a la desobediencia” (Pfarrer Initiative), liderado por Helmut Schüller, que además de la comunión a los divorciados, propugna el sacerdocio femenino, la supresión del sacerdocio obligatorio para los sacerdotes, dar la comunión a cualquier persona independientemente de que se confiese o no, admisión de cristianos de otras confesiones a la recepción de la Eucaristía, predicación de la homilía por parte de laicos, “consagración” común de la Eucaristía por parte de sacerdotes, diáconos y laicos.

Más de 30 mil personas respondieron al cuestionario difundido por las diócesis austriacas como preparación para el Sínodo extraordinario de los Obispos sobre la familia y la evangelización, convocado por Papa Francisco para octubre de este año en Roma. Es lo que indicó la Radio Vaticana, citando la información de la agencia Entre las preguntas que parecen haber suscitado un mayor interés destaca la del acceso de los divorciados que se han vuelto a casar a los sacramentos. La gran mayoría de los que participaron en la consulta se dijo convencida de que la Iglesia no responde a su tarea de cuidar y conciliar si no encuentra la forma para integrar completamente a los divorciados que se han vuelto a casar en la comunidad y para permitirles el acceso a los sacramentos de la confesión y de la comunión.

Un resultado positivo, que demuestra el enorme interés de los fieles en Austria por los temas que afrontarán los obispos de todo el mundo en la próxima reunión sinodal. El cuestionario se basa en la lista de 39 preguntas que contiene el documento de preparación que el Vaticano difundió el pasado 5 de noviembre.

Los resultados en conjunto serán presentados antes de que acabe enero, es decir antes de la visita “ad limina” de los obispos austriacos, prevista del 27 al 31 de enero. Durante este encuentro los religiosos entregarán las respuestas de los fieles a la Secretaría general del Sínodo.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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Está abierta la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar comulguen

Se discutirá en el Sínodo, pero los alemanes los aprobarían.

 

Las especulaciones sobre un cambio en la práctica de la iglesia sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar ha crecido desde que el Papa Francisco dijo a los periodistas, en el avión de vuelta de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, que un Sínodo de Obispos en octubre 2014 exploraría una «pastoral más profunda del matrimonio», incluyendo la elegibilidad de los divorciados católicos para recibir la Comunión.

 

 

Mientras tanto, algunas diócesis de Alemania se preparan para decidir dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, con el argumento de que “el Papa ya ha señalado claramente que ciertas cosas pueden ser decididas a nivel local”.

Después de las palabras de Francisco en la “Evangelii gaudium”, el arzobispo Baldisseri, secretario general del Sínodo, confirma que el tema sigue abierto:

“Hablaremos al respecto sin tabúes. La experiencia ortodoxa puede ayudar”

“El de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar es un tema que debe afrontarse con un nuevo enfoque”, dijo el arzobispo Lorenzo Baldisseri, que es el prelado que fue nombrado secretario general del Sínodo de los Obispos

Francisco, en la “Evangelii gaudium” no cita explícitamente el tema de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar. Pero escribe que la eucaristía

“no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”.

LO QUE OPINA ARZOBISPO LORENZO BALDISSERI

¿Cómo hay que interpretar estas palabras?

Hay que subrayar también la frase siguiente:

“Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia”.

El Papa relaciona estos dos elementos. Significa que quiere que estos problemas se estudien con prudencia y, por ende, con atención a la doctrina. Pero también con audacia, que para mí, equivale a “sin miedo”, tomando en consideración las situaciones concretas de las personas.

Entonces, ¿cambiarán las cosas?

El magisterio no está enyesado; es la doctrina acompañando al pueblo. Hay una constante profundización y hay aplicaciones para casos diferentes. La Iglesia debe saber encontrar la aplicación de la doctrina en el caso concreto de las personas. Este enfoque no debe hacer suponer inmediatamente conclusiones generales, normas para todos. Debemos partir de los casos concretos. Y desde allí se puede incluso desarrollar una nueva manera para poder considerar la doctrina. En el fondo, ni siquiera con las declaraciones de nulidad matrimonial intervenimos caso por caso. La pastoral es esto, no es un esquema.

¿Es correcto deducir que el tema de los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar permanece abierto?

Si fue incluido en la lista del Cuestionario, quiere decir que se pretende afrontarlo. La apertura, y se quiere hablar al respecto sin tabúes, de lo contrario no habría sido citado. Esto me parece evidente.

En la entrevista durante el vuelo de regreso de Río, Bergoglio, al respecto, recordó –sin tomar ninguna posición– la vía ortodoxa, que prevé en ciertos casos la bendición de una segunda unión…

La experiencia de la Iglesia ortodoxa puede sernos de ayuda, no solo en cuanto a la sinodalidad y la colegialidad, sino también en el caso del que estamos hablando, para iluminar el camino. Pero ahora no es el momento de discutir cuál es la mejor solución, son temas que serán afrontados en el Sínodo. Estamos empezando a hablar de ello, de una forma nueva con respecto al pasado, pidiendo información y reflexiones a la base, a las diócesis y a las parroquias, y esto nos ayudará mucho, además de la experiencia de otras Iglesias, como las orientales. Como usted recordó, incluso el Papa se refirió a esa práctica ortodoxa.

¿El cuestionario que han enviado es un sondeo?

No, no lo es y hay que insistir en ello. No es un sondeo, tal y como se concibe hoy en día, y mucho menos un referéndum. Es la voluntad de conocer directamente cuál es la experiencia de las personas, no solo individual sino también de grupo, para reunir datos estadísticos, reflexiones, elaboraciones. Así, los obispos del Sínodo sabrán cuál es el pulso de la situación sin tener que recurrir a libros o estudios sociológicos. Nuestro cuestionario es mucho más que un estudio sociológico. Es una reflexión eclesial y espiritual. Y las preguntas son abiertas…

LOS OBISPOS ALEMANES SIGUEN PARA ADELANTE CON SU PLAN DE DAR LA COMUNIÓN A LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR

Funcionarios de la iglesia en Alemania defendieron los planes de la Conferencia Episcopal del país para permitir que algunos católicos divorciados vueltos a casar recibir la comunión, insistiendo en que tienen la aprobación del Papa.

«Ya tenemos nuestras propias directrices, y el Papa ya ha señalado claramente que ciertas cosas pueden ser decididas a nivel local», dijo Robert Eberle, vocero de la arquidiócesis de Friburgo.

«No somos la única arquidiócesis que busca soluciones útiles a este problema, y ??hemos tenido reacciones positivas de otras diócesis en Alemania y en el extranjero, que nos aseguran que ya practican lo que está escrito en nuestras directrices», dijo.

Los comentarios de Eberle siguieron a la revelación del obispo Gebhard Fürst de Rottenburg-Stuttgart, el 23 de noviembre, sobre que los obispos adoptarían propuestas sobre el restablecimiento de divorciados vueltos a casar y como miembros de pleno derecho de la iglesia durante su sesión plenaria de marzo.

En una entrevista el miércoles con Catholic News Service, Eberle dijo «muchos puntos» en la exhortación apostólica del Papa, Evangelii Gaudium sugirieron que la iglesia alemana se estaba «moviendo en el camino correcto» en su actitud hacia los católicos vueltos a casar.

Uwe Renz, portavoz de la diócesis de Rottenburg-Stuttgart, también defendió la postura de los obispos. Dijo que creía que los obispos estaban actuando

«en el espíritu de las enseñanzas del Papa.»

«Nuestro propio proceso de diálogo ha demostrado que este es un problema importante tanto para los laicos católicos y sacerdotes», dijo Renz.

«El Papa Francisco ha pedido a obispos ejercer un discernimiento pastoral prudente y realista sobre este tipo de problemas, y nuestros obispos quieren que los católicos divorciados vueltos a casar sean una parte integrante de la comunidad de la iglesia, con todos los derechos», dijo.

Por su parte, el Arzobispo Gerhard Müller, prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, reafirmó en octubre la enseñanza de la iglesia que prohíbe a los católicos divorciados vueltos a casar los sacramentos sin una anulación. Su anuncio se produjo después de que la arquidiócesis de Friburgo publicó las directrices para poner la sagrada Comunión a disposición de los feligreses divorciados vueltos a casar.

Sin embargo, el cardenal Reinhard Marx de Munich y Freising, uno de los ocho miembros del Consejo internacional de los Cardenales que asesoran al Papa sobre la reforma de la Curia Romana, criticó la postura. Él dijo Müller no puede «poner fin a la discusión»

Varios líderes de las iglesias alemanas que ya recibieron las directrices de Friburgo, entre ellos el cardenal Rainer Woelki de Berlín. Le dijo a KNA, la agencia alemana de noticias católica, el 9 de octubre que los católicos que se divorciaron y se volvieron a casar son «bienvenidos en nuestras parroquias» y «nos pertenecen».

Fuentes: Vatican Insider, Catholic News Service, Signos de estos Tiempos

 

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El Vaticano hizo público el documento preparatorio para el Sínodo de las Familias

Incluye el cuestionario enviado a parroquias y obispos.

 

Luego que el cuestionario de 38 preguntas a las parroquias y obispos hubo recorrido el mundo extraoficialmente, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede se presentó el documento preparatorio de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos cuyo tema es «Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización» que tendrá lugar en el Vaticano del 5 al 19 de octubre de 2014. En este documento, al final aparece el cuestionario.

 

Mons Lorenzo Baldisseri

 

Tuvieron a cargo la presentación el Cardenal Péter Erdo, Arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), Mons. Lorenzo Baldisseri, y Mons. Bruno Forte, Arzobispo de Chieti-Vasto (Italia), respectivamente Relator General de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, Secretario General del Sínodo de los Obispos y Secretario especial de dicha asamblea extraordinaria.

Mons. Baldisseri explicó que

«la temática de este Sínodo se inserta en una ruta de trabajo en dos etapas: la primera es, precisamente, la Asamblea General Extraordinaria de 2014 cuyo propósito es precisar el ‘status quaestionis’ y recoger testimonios y propuestas de los obispos para anunciar y vivir el Evangelio con credibilidad para la familia; la segunda es la Asamblea General Ordinaria, prevista para 2015, cuyo fin es dar las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia».

Después recordó que si bien el proceso de elaboración de cada asamblea sinodal comienza con una consulta entre los diversos organismos que son interpelados sobre el tema en cuestión, en este caso, sin embargo,

«este proceso se desarrolla en formas particulares, sea porque la metodología sinodal se encuentra en la actualidad en un momento de revisión general, sea porque se trata de una Asamblea Extraordinaria».

En cuanto a la renovación metodológica,

«la idea es hacer que la institución sinodal sea un instrumento real y efectivo de comunión a través del cual se exprese y se realice la colegialidad deseada en el Concilio Vaticano II».

«De hecho, con este fin, es voluntad del Santo Padre potenciar también la actividad de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos para que pueda cumplir adecuadamente su misión de promover la colegialidad episcopal, ‘cum Petro e sub Petro’, en el gobierno de la Iglesia universal. Esto implicará no sólo cambios estructurales y de naturaleza metodológica del proceso sinodal, sino también la adaptación funcional de la Secretaría General, incluyendo la recuperación del espacio físico de su sede».

Por lo que se refiere al carácter extraordinario de la próxima asamblea sinodal es de señalar que

«este tipo de sínodos responden a la necesidad de tratar una materia que a pesar de referirse al bien de la Iglesia universal, exija una rápida definición. Es evidente que la crisis social y espiritual del mundo actual afecta a la vida familiar y crea una verdadera urgencia pastoral que justifica la convocatoria de una Asamblea General Extraordinaria».

El Cardenal Erdo señaló que en el documento preparatorio

«la familia aparece como una realidad que procede de la voluntad del Creador y constituye una presencia social. Por lo tanto, no es una mera invención de la sociedad humana, mucho menos de cualquier poder puramente humano, sino más bien una realidad natural, que fue elevada por Cristo Nuestro Señor en el contexto de la gracia divina. El documento, así como la Iglesia misma, une estrechamente la problemática de la familia con la del matrimonio».

Pasó revista a todas las cuestiones abordadas en el texto, desde la preparación para el matrimonio y la evangelización de los cónyuges y de sus familias, a las uniones de hecho sin reconocimiento religioso o civil, a la situación de los divorciados católicos que se han vuelto a casar o a las uniones entre personas del mismo sexo, pasando por los procedimientos de nulidad matrimonial.

Sin embargo, afirmó, todo el cuestionario que se ha enviado a las conferencias episcopales de todo el mundo

«se coloca en un contexto más elevado: más allá de los problemas existentes abre el horizonte hacia el reconocimiento del hecho de que la familia es un verdadero don del Creador a la humanidad».

Por último, el Arzobispo Bruno Forte recordó que el enfoque para abordar los desafíos de la vida familiar en la actualidad es el que el Beato Juan XXIII anotaba en su diario poco antes de la apertura del Concilio Vaticano II: «mirar todo a la luz del ministerio pastoral, es decir: almas que salvar y que reconstruir».

«No se trata, en definitiva -dijo-, de debatir asuntos de doctrina, por otra parte explicadas ya por el Magisterio también reciente. La invitación que deriva para toda la Iglesia es escuchar los problemas y expectativas que están viviendo hoy en día tantas familias, mostrarse cerca de ellas y ofrecerles de forma creíble la misericordia de Dios y la belleza de la respuesta a su llamada».

EL DOCUMENTO SIN EL CUESTIONARIO

El cuestionario puede leerse aquí.

I – El Sínodo: familia y evangelización

La misión de predicar el Evangelio a toda la humanidad ha sido confiada directamente por el Señor a sus discípulos y es la Iglesia quien lleva adelante tal misión en la historia. En el tiempo que estamos viviendo, la evidente crisis social y espiritual llega a ser un desafío pastoral, que interpela la misión evangelizadora de la Iglesia para la familia, núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. La propuesta del Evangelio sobre la familia en este contexto resulta particularmente urgente y necesaria. La importancia del tema surge del hecho que el Santo Padre ha decidido establecer para el Sínodo de los Obispos un itinerario de trabajo en dos etapas: la primera, la Asamblea General Extraordinaria del 2014, ordenada a delinear el “status quaestionis” y a recoger testimonios y propuestas de los Obispos para anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de la familia; la segunda, la Asamblea General Ordinaria del 2015, para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia.

Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos. Entre las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimonial; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos. Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia sacramental.

A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos desafíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.

Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas. Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino también frente a toda la familia humana.

II- La Iglesia y el Evangelio sobre la familia

La buena noticia del amor divino ha de ser proclamada a cuantos viven esta fundamental experiencia humana personal, de vida matrimonial y de comunión abierta al don de los hijos, que es la comunidad familiar. La doctrina de la fe sobre el matrimonio ha de ser presentada de manera comunicativa y eficaz, para que sea capaz de alcanzar los corazones y de transformarlos según la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo.

En relación a la citación de las fuentes bíblicas sobre el matrimonio y la familia, se indican en el presente texto sólo las referencias esenciales. Así también para los documentos del Magisterio parece oportuno limitarse a los documentos del Magisterio universal de la Iglesia, integrándolos con algunos textos del Pontificio Consejo de la Familia e invitando a los Obispos que participan en el Sínodo a referirse a los documentos de sus respectivos organismos episcopales.

Desde siempre y en las más diversas culturas no ha faltado nunca la enseñanza clara de los pastores ni el testimonio concreto de los creyentes, hombres y mujeres, que en circunstancias muy diferentes han vivido el Evangelio sobre la familia como un don inconmensurable para la vida de ellos y de sus hijos. El compromiso del próximo Sínodo Extraordinario es impulsado y sostenido por el deseo de comunicar a todos, más incisivamente este mensaje esperando que, de este modo, «el tesoro de la revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando los corazones de los hombres» (DV 26).

El proyecto de Dios Creador y Redentor

La belleza del mensaje bíblico sobre la familia tiene su fundamento en la creación del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,24-31; 2, 4b-25). Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad suprema de participar así en la obra creadora de Dios.

En el don del fruto de la propia unión asumen la responsabilidad del crecimiento y de la educación de otras personas para el futuro del género humano. A través de la procreación, el hombre y la mujer cumplen en la fe la vocación de ser colaboradores de Dios en la custodia de la creación y en el crecimiento de la familia humana.

El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la Familiaris Consortio: «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26s): llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión (cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (FC, n. 11).

Este proyecto de Dios creador, que el pecado original ha trastornado (cf, Gn 3,1-24), se ha manifestado en la historia a través de las vicisitudes del pueblo elegido hasta la plenitud de los tiempos, cuando, con la encarnación del Hijo de Dios no sólo quedó confirmada la voluntad divina de salvación, sino también, con la redención, fue ofrecida la gracia para obedecer a esa misma voluntad.

El Hijo de Dios, el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,14) en el vientre de la Virgen Madre, vivió y creció en la familia de Nazaret y participó en las bodas de Caná enriqueciendo la fiesta con el primero de sus “signos” (cf. Jn 2,1-11). Él ha aceptado con alegría la hospitalidad familiar de sus primeros discípulos (cf. Mc 1,29-31; 2,13-17) y ha consolado el luto de la familia de sus amigos de Betania (cf. Lc 10,38-42;Jn 11,1-44).

Jesucristo ha restablecido la belleza del matrimonio proponiendo nuevamente el proyecto unitario de Dios, que había sido abandonado por la dureza del corazón humano, aún en la tradición del pueblo de Israel (cf. Mt 5,31-32; 19,3-12; Mc 10,1-12; Lc 16,18). Volviendo al origen, Jesús ha enseñado la unidad y la fidelidad entre los esposos, reprobando el repudio y el adulterio.

Precisamente a través de la extraordinaria belleza del amor humano – ya celebrada con matices inspirados en el Cantar de los Cantares y prefigurada en el vínculo esponsalicio exigido y defendido por Profetas como Oseas (Os 1,2-3,3) y Malaquías (Ml 2,13-16) – Jesús ha confirmado la dignidad originaria del amor conyugal del hombre y de la mujer.

La enseñanza de la Iglesia sobre la familia

También en la comunidad cristiana primitiva la familia aparece como «Iglesia doméstica» (cf. CCC 1655). En los llamados “códigos familiares” de las Epístolas Apostólicas neotestamentarias, la grande familia del mundo antiguo es considerada como lugar de la solidaridad más profunda entre mujeres y maridos, entre padres e hijos, entre ricos y pobres (cf. Ef 5,21-6,9; Col 3,18-4,1; 1Tm 2,8-15; Tt 2,1-10; 1P 2,13-3,7; cf. además la Epístola a Filemón). En particular, la Epístola a los Efesios ha visto en el amor nupcial entre el hombre y la mujer «el gran misterio», que hace presente en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).

En el curso de los siglos, sobre todo en la época moderna hasta nuestros días, la Iglesia no ha hecho faltar su constante y creciente enseñanza sobre la familia y sobre el matrimonio que la fundamenta. Una de las expresiones más altas ha sido propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, la cual, refiriéndose a los problemas más urgentes, dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y de la familia, como aparece en la descripción de su valor para la constitución de la sociedad: «Así, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad» (GS 52). De especial intensidad es el llamado a una espiritualidad Cristocéntrica para los esposos creyentes: «los propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo cariño, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocación, por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo» (GS 52).

También los Sucesores de Pedro, después del Concilio Vaticano II, han enriquecido con su Magisterio la doctrina sobre el matrimonio y sobre la familia, en particular Pablo VI con la Encíclica Humanae vitae, que ofrece específicas enseñanzas sobre los principios y sobre la praxis. Sucesivamente el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio ha querido insistir en este aspecto, al proponer el designio divino sobre la verdad originaria del amor de los esposos y de la familia, en estos términos: «El único “lugar” que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo (cf. Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora» (FC 11).

El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estos datos fundamentales: «La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC can. 1055, §1)» (CCC 1660).

La doctrina expuesta en el Catecismo se refiere tanto a los principios teológicos como al comportamiento moral, tratados en dos títulos distintos: El sacramento del matrimonio (nn. 1601-1658) y El sexto mandamiento (nn.2331-2391). La atenta lectura de estas partes del Catecismo ayuda a la comprensión actualizada de la doctrina de la fe, que ha de sostener la acción de la Iglesia ante los desafíos del presente. Su pastoral se inspira en la verdad del matrimonio considerado en el designio de Dios, que ha creado el hombre y la mujer y en la plenitud de los tiempos ha revelado en Jesucristo también la plenitud del amor esponsalicio elevado a sacramento. El matrimonio cristiano fundado sobre el consenso y también dotado de efectos propios, como los bienes y las obligaciones de los esposos, sin embargo no ha sido sustraído al régimen del pecado (cf. Gn 3, 1-24), que puede procurar heridas profundas y también ofensas a la misma dignidad del sacramento.

La reciente Encíclica del Papa Francisco, Lumen Fidei, habla de la familia en su vínculo con la fe que revela «hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos» (LF 50). «El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada». «La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53).

Fuentes: ACI prensa, Vaticano, Signos de estos Tiempos

 

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Publicamos el cuestionario de Francisco a obispos y parroquias para preparar el Sínodo de las Familias

Para poner las cosas en su lugar.

 

Hace unos días dimos la noticia de que el papa Francisco había lanzado un cuestionario a las parroquias sobre temas candentes de las Familias para ir preparando el Sínodo de las Familias; ver aquí.  Entre las preguntas hay algunas sobre el tema de los matrimonio del mismo sexo. Pero la prensa del sistema tomó como que Francisco había lanzado una encuesta para conocer que opinaban los católicos sobre el “matrimonio” gay, una especie de consulta a las bases como hacen los partido políticos, a fin de definir una política al respecto, tratando de generar presión para suavizar la posición católica al respecto.

 

 

Para ahuyentar cualquier duda sobre la intención del Papa reproducirmos íntegramente el cuestionario que el Vaticano ha enviado a obispos y fieles, para preparar el próximo Sínodo de la Familia.

Esto es para su discernimiento. Tal vez los lectores de los Foros y Signos de estos Tiempos quisieran enviarnos sus opiniones sobre los temas.

1.- Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia sobre la familia.

a) ¿Cuál es el conocimiento real de las enseñanzas de la Biblia, de la (encíclica) ‘Gaudium et Spes’, de la ‘Familiaris consortio’ y de otros documentos del magisterio postconciliar (Vaticano II) sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cuál es la formación de nuestros fieles para la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia?

b) Allí donde la enseñanza de la Iglesia es conocida, ¿es aceptada integralmente? ¿Hay dificultades en ponerla en práctica? ¿Cuáles?

c) ¿Cómo es difundida la enseñanaza de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales en el ámbito nacional? ¿diocesano, parroquial? ¿Qué catequesis se hace sobre la familia?

d) ¿En qué medida -concretamente sobre qué aspectos-tal enseñanza es realmente conocida, aceptada, rechazada y/o criticada en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales que obstaculizan la plena recepción de la enseñanza de la Iglesia sobre la familia?

2.- Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural.

a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto en ámbito institucional, educativo y académico, como en ámbito popular? ¿Qué ópticas antropológicas se sobreentienden en este debate sobre el fundamento natural de la familia?

b) El concepto de ley natural con relación a la unión entre el hombre y la mujer ¿es comunmente aceptado como tal de parte de los bautizados en general?

c) ¿Cómo es contestada en la práctica y en la teoría la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer en vistas de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y eclesiales?

d) En el caso de que pidan el matrimonio los bautizados no practicantes o quienes se declaran no creyentes, ¿cómo afrontar los desafíos pastorales que derivan de ello?

3.- La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización.

a) ¿Cuáles son las experiencias surgidas en los últimos decenios en orden a la preparación al matrimonio? ¿De qué manera se ha intentado estimular el deber de evangelización de los esposos y de la familia? ¿De qué manera promocionar la conciencia de la familia como «Iglesia doméstica»?

b) ¿Se ha conseguido proponer estilos de plegaria en familia que consigan resistir a la complejidad de la vida y cultura actuales?

c) En la crisis actual entre generaciones, ¿cómo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de transmisión de la fe?

d) ¿En qué manera las Iglesias locales y los movimientos de espiritualidad familiar han sabido crear caminos ejemplares?

e) ¿Cuál es la aportación específica que parejas y familias han conseguido dar respecto a la difusión de una visión integral de la pareja y de la familia cristiana que sea actualmente creíble?

f) ¿Qué atención pastoral ha manifestado la Iglesia para apoyar el camino de las parejas en la formación y de las parejas en crisis?

4.- Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles.

a) La convivencia «ad experimentum» (experimental), ¿es una realidad pastoral de relieve en la Iglesia particular (local)? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente?

b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconocimiento ni religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos fiables?

c) Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados?

d) En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?

e) ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos?

f) ¿La simplificación de la praxis canónica, respecto al reconocimiento de la declaración de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera?

g) ¿Existe una pastoral para acercarse a estos casos? ¿Cómo se desarrolla tal actividad pastoral? ¿Existen programas sobre ello en ámbito nacional y diocesano? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en su camino de fe?

5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo.

a) ¿Existe en vuestro país una ley civil que reconozca las uniones de personas del mismo sexo equiparadas de alguna manera al matrimonio?

b) ¿Cuál es la actitud de las Iglesias particulares y locales tanto frente al Estado Civil promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, como frente a las personas implicadas e este tipo de unión?

c) ¿Qué atención pastoral es posible tener hacia las personas que han elegido de vivir según este tipo de uniones?

d) En el caso de uniones de personas del mismo sexo que haya adoptado niños, ¿cómo comportarse en vistas de la transmisión de la fe?

6.- Sobre la educación de los hijos en el sino de situaciones matrimoniales irregulares.

a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes con relación a los niños nacidos y crecidos en familias regularmente constituidas?

b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Iglesia? ¿Qué solicitan? ¿Solo los sacramentos o también la catequesis y la enseñanza en general de la religión?

c) ¿De qué manera las Iglesias particulares se acercan a la necesidad de los padres de estos niños para ofrecer una educación cristianas a los propios hijos?

d) ¿Cómo se desarrolla la práctica sacramental en estos casos: la preparación,administración del sacramento y el acompañamiento?

7.- Sobre la apertura de los esposos a la vida.

a) ¿Cuál es el conocimiento real que los cristianos tienen de la doctrina de la (encíclica) «Humanae Vitae» sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia hay de la evaluación moral de los distintos métodos de regulación de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones se podrían sugerir sobre ello desde el punto de vista pastoral?

b) ¿La doctrina moral es aceptada? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que hacen difícil su aceptación en la mayoría de las parejas?

c) ¿Qué métodos naturales se promueven de parte de la Iglesias particulares para ayudar a los conyugues a poner en práctica la doctrina de la «Humanae vitae»?

d) ¿Qué experiencia hay sobre esta cuestión en la praxis del sacramento de la penitencia y en la participación en la eucaristía?

e) ¿Qué contrastes se evidencian entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil a este respecto?

f) ¿Cómo promover una mentalidad mayormente abierta a la natalidad? ¿Cómo favorecer el aumento de los nacimientos?

8.- Sobre la relación entre la familia y la persona.

Jesucristo revela el misterio y la vocación del hombre: ¿la familia es un lugar privilegiado para que esto suceda?

¿Cuáles situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo?

¿En qué medida la crisis de fe que pueden sufrir las personas inciden en su vida familiar?

9.- Otros desafíos y propuestas.

¿Existen otros desafíos y propuestas respecto a los temas tratados en este cuestionario, que sean consideradas como urgentes o útiles de parte de los destinatarios?

Fuentes: Vaticano, Signos de estos Tiempos

 

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El Papa lanzó un amplio cuestionario a las parroquias sobre los temas candentes de las familias

Para la preparación del Sínodo de la Familia.

 

El papa Francisco envió una serie de consultas a las Iglesias locales para afrontar lo que denomina “los desafíos pastorales sobre la familia”, que se abordará con una asamblea extraordinaria en octubre de 2014 y un sínodo ordinario en 2015. El cuestionario y las sugerencias dan la idea de que sa tratarán todos los temas que rozan a la familia, desde la vida matrimonial, a la convivencia, las nulidades matrimoniales, las parejas homosexuales, el feminismo anti católico, etc.

 

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¿Los cristianos divorciados que se han vuelto a casar están conscientes de su irregularidad? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos? Sin de las 38 preguntas del cuestionario adjunto al breve documento para preparar el Sínodo extraordinario sobre la familia que Francisco convocó para octubre de 2014.

El Papa quiere consultar a las Iglesias locales (en Gran Bretaña, por ejemplo, los obispos decidieron discutir el cuestionario en las parroquias y todos los que quieran podrán enviar propuestas y sugerencias) para afrontar los «desafíos pastorales sobre la familia».

En las primeras líneas del documento aparece el nuevo enfoque para proceder con los trabajos, para hacer más eficaz e incluyente el mismo Sínodo.

La primera etapa será la asamblea extraordinaria de octubre de 2014, que tendrá que definir el «estado de la cuestión» y recopilar «los testimonios y las propuestas de los obispos».

La segunda etapa será el Sínodo ordinario de 2015, «para buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana en la familia».

El documento, que recibieron en estos días los obispos de todo el mundo, comienza describiendo las «problemáticas inéditas» que se han presentado en los últimos años: la difusión de las parejas «de hecho», «que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea», las uniones entre personas del mismo sexo, «a las que no pocas veces se consiente la adopción de hijos», los matrimonios mixtos o interreligiosos, la familia monoparental, «formas de feminismo hostil a la Iglesia», la difusión del fenómeno de la «renta de úteros».

Pero, sobre todo,

«en ámbito más estrictamente eclesial, el debilitamiento o abandono de la fe» en el sacramento del matrimonio y en el «poder terapéutico» de la confesión.

Por ello es «urgente» que el episcopado de todo el mundo dirija su atención hacia estos problemas.

«Si, por ejemplo, se considera solo el hecho –dice un párrafo muy significativo del documento– de que en el actual contexto muchos chicos y jóvenes, nacidos en matrimonios irregulares, podrían no ver nunca a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende cuán urgentes son los desafíos para la evangelización de la situación actual […] Esta realidad tiene una singular conformidad en la vasta acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y su ternura para con las personas heridas: las expectativas consecuentes sobre las decisiones pastorales relacionadas con la familia son muy amplias».

Es decir, el documento, en el que se ve la huella del Papa, habla de las grandes esperanzas ante una pastoral renovada que se enfoque en las «personas heridas», sin cerrar las puertas ni reducir todo al simple elenco de las ya conocidas posiciones doctrinales.

La segunda parte del documento indica en tres páginas los fundamentos bíblicos y el magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

Para concluir, aparecen las 38 preguntas del cuestionario. Interrogantes sobre la difusión y la recepción de las enseñanzas de la Iglesia al respecto, sobre las dificultades para ponerlas en práctica y sobre su relación con los programas pastorales en todos los niveles. También se pide información sobre cuáles son los puntos más atacados y rechazados fuera de los ambientes eclesiales.

Algunas de las preguntas se refieren a la «ley natural». El Sínodo quiere saber si, por ejemplo,

«piden la celebración del matrimonio bautizados no practicantes o que se declaran no creyentes» y cómo «afrontar los desafíos pastorales consecuentes».

Después se pasa a la cuestión sobre la pastoral de la familia y el apoyo para las familias en crisis.

En cuanto a las «situaciones matrimoniales difíciles», el punto que tiene más preguntas, se pide información sobre la difusión de las convivencias, sobre las uniones libres, sobre la relevancia de la realidad de los divorciados y de los divorciados que se han vuelto a casar:

«¿Cómo afrontar estas realidades a través de programas pastorales adecuados?».

Y después:

«¿Cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Están conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?».

Otras cuestiones relacionadas:

«¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas que se han vuelto a casar hacen a la Iglesia a propósito de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? ¿Cuántas de las personas que se encuentran en estas situaciones piden estos sacramentos?».

Es particularmente significativa la pregunta sobre la nulidad:

«¿La agilización de la práctica canónica para el reconocimiento de la declaración de la nulidad del vínculo matrimonial podría ofrecer un positivo aporte real para la solución de los problemas de las personas involucradas? Si sí, ¿cómo?».

Una vía, la de la agilización de las causas de nulidad, que ya había sido mencionada por Benedicto XVI y de la que también habló Francisco durante el vuelo de regreso de la JMJ de Río de Janeiro. En aquella ocasión, el Papa argentino aludió a la praxis en vigor en las Iglesias ortodoxas, que bendicen en algunos casos las segundas nupcias tras un camino penitencial.

«¿Existe una pastoral para ir al encuentro de estos casos? ¿Cómo se anuncia a los separados y a los divorciados que se han vuelto a casar la misericordia de Dios y cómo se lleva a cabo el apoyo de la Iglesia a sus caminos de fe?».

El cuestionario también se ocupa de las uniones entre las personas del mismo sexo.

«¿Cuál atención pastoral sería posible para con las personas que eligieron vivir según este tipo de uniones?».

Y también:

«En el caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, ¿cómo comportarse pastoralmente en vista de la transmisión de la fe?».

Para concluir, también hay algunas cuestiones relacionadas con la doctrina de la encíclica «Humanae vitae» de Pablo VI y con los métodos anticonceptivos. Se pregunta, por ejemplo, qué tan conocida es la enseñanza de Papa Montini y si es aceptada.

O «¿cómo promover una mentalidad más abierta sobre la natalidad?».

Es interesante notar que al final del documento se pide que se indiquen cuáles desafíos y propuestas sobre estos temas son urgentes según los destinatarios a pesar de que no aparezcan en el mismo cuestionario.

Es decir, el trabajo se perfila amplio e incluyente. Lo que surge claramente es la voluntad de ofrecer respuestas ante el cisma silencioso de los muchos bautizados excluidos de los sacramentos por diferentes razones.

Fuentes: Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos

 

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El Sínodo de la familia de 2014 tratará el “cisma” de la gran cantidad de divorciados en la Iglesia

Francisco ya esbozó tres vías.

 

El problema de los divorciados en la Iglesia Católica está causando un real cisma, porque por ejemplo, impide ejercer su vida como católico comulgante, por ejemplo a una persona que fue abandonada por su pareja matrimonial. Francisco y Benedicto XVI han demostrado su preocupación, y hay un clamor en las parroquias para que la Iglesia proporciones nuevas alternativas. Y esto va a ser una parte importante en el sínodo de la Familia del año que viene. Por lo pronto, Francisco ya mencionó tres vías de abordaje complementarias respecto al problema.

 

 

Menos burocracia, procesos más ágiles y, sobre todo, más accesibles en cuanto a las causas de nulidad, además de un enfoque pastoral diferente; y sobre la comunión…

Los anuncios, contenidos en documentos como el del departamento de la diócesis de Friburgo sobre la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, acaban por complicar las reflexiones sobre el argumento, en vez de ayudar. Una reflexión que Papa Francisco encomendó al Sínodo extraordinario de octubre de 2014. Un Sínodo «en etapas» que podría continuar en 2015 con una segunda cita y un mayor grupo de obispos involucrados para tomar decisiones al respecto. El problema existe y hace sufrir a muchas personas, pero está asumiendo proporciones cada vez más grandes debido a las separaciones que son cada vez más frecuentes. El matrimonio y la familia no son inmunes a estos fenómenos.

Al contrario de lo que sucede con otras cuestiones que ha planteado cierto progresismo (como la abolición del celibato sacerdotal obligatorio o la ordenación sacerdotal de las mujeres), la cuestión de todos los que viven situaciones de pareja irregulares (y su consecuente participación en la comunidad cristiana o el problema de los sacrementos) es un tema que involucra a un número cada vez mayor de personas. El de los divorciados que se han vuelto a casar está asumiendo las dimensiones de un “cisma” silencioso

Francisco ha hablado de ello en diferentes ocasiones y ha respondido a ciertas preguntas específicas. La última vez fue hace un mes, durante el encuentro a puertas cerradas con el clero romano. El Papa escuchó una pregunta sobre los matrimonios anulados y las segundas nupcias. La respuesta fue clara y articulada. Bergoglio recordó su experiencia en Buenos Aires, en donde el Tribunal eclesial interdiocesano convertía el recorrido que debía afrontar la persona en cuestión en una maratón ardua e inútilmente burocrática.

“El problema –explicó Francisco al clero romano– no se puede reducir solamente a dar o no la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, porque los que plantean la cuestión en estos términos no comprenden cuál es el verdadero problema”. Se trata de un “problema grave, de responsabilidad de la Iglesia ante las familias que viven en esta situación”.

Es evidente que el enfoque de Papa Francisco, la insistencia en la misericordia, tiene una dirección precisa: la de acompañar, la de estar cerca de los que viven estas situaciones. Así pues, una de las primeras vías que tendrá que explorar el Sínodo es la de un enfoque pastoral para que las tantas personas que viven situaciones de “irregularidad” con respecto a las enseñanzas de la Iglesia no se sientan excluidas o rechazadas.

“Yo creo que este es el tiempo de la misericordia –dijo el Papa durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro. La Iglesia en Madre: debe ir a cuidar a los heridos, con misericordia. Pero, si el Señor no se cansa nunca de perdonar, nosotros no tenemos más elección: antes que nada curar a los heridos. La Iglesia es mamá y debe seguir este camino de la misericordia. Y debe encontrar misericordia para todos”.

Papa Francisco también había indicado una segunda vía, aunque ya lo había hecho antes su predecesor. La Iglesia, dijo Bergoglio durante el encuentro con el clero romano,

“en este momento debe hacer algo para resolver los problemas de las nulidades matrimoniales”.

Benedicto XVI había hablado sobre este argumento en diferentes ocasiones y se había demostrado disponible y abierto, desmintiendo el cliché del conservador que algunos le habían atribuido.

Durante sus vacaciones de verano de 2005, Benedicto XVI declaró:

“Todos sabemos que este es un problema particularmente doloroso para las personas que viven en situaciones que las excluyen de la comunión eucarística y, naturalmente, para los sacerdotes que quieren ayudar a estas personas a amar a la Iglesia, a amar a Cristo. Esto plantea un problema”.

“Ninguno de nosotros tiene una receta lista, incluso porque las situaciones son siempre diferentes. Diría que es particularmente dolorosa la situación de los que se habían casado en la iglesia, pero que no eran verdaderos creyentes y que lo hicieron por tradición, y después, al encontrarse en un nuevo matrimonio no válido se convierten, encuentran la fe y se sienten excluidos del sacramento. Este es verdaderamente un sufrimiento grande, y cuando fui Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe invité a diferentes Conferencias episcopales y a especialistas para estudiar este problema: un sacramento celebrado sin fe. Si se puede decir que hay aquí un verdadero momento de invalidez porque al sacramento faltaba una dimensión fundamental, no osaría decirlo. Yo, en lo personal, lo creía, pero en las discusiones que tuvimos entendí que el problema es muy difícil y que debería ser profundizado. Pero dada la situación de sufrimiento de estas personas debe ser profundizado”.

En práctica, afirmaba Benedicto XVI, hay muchos matrimonios que son nulos porque fueron celebrados sin fe. Una espiral que podría hacer menos difícil obtener la nulidad del matrimonio. En el imaginario colectivo, desgraciadamente no sin razón, las causas de nulidad son percibidas como prerrogativas de reyes, nobles, gente famosa o que tiene la posibilidad para pagar grandes sumas de dinero.

Un trabajo de reforma serio, que tuviera en cuenta las indicaciones de Ratzinger (compartidas plenamente su sucesor) y que hiciera más sencillos y más accesibles los procesos de nulidad, permitiría que muchas personas pudieran volver a participar en los sacramentos.

El Papa Francisco lo explicó durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro a los periodistas:

“El cardenal Quarracino, mi predecesor (en Buenos Aires), decía que, en su opinión, la mitad de los matrimonios eran nulos. Pero, ¿por qué decía esto? Porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta de que es para toda la vida, o se casan porque se beden casar “socialmente”… Y esto entra en la pastoral matrimonial. Y también el problema judicial de la nulidad de los matrimonios; hay que revisarlo, porque los tribunales eclesiásticos no son suficientes para esto”.

Y hay una tercera vía. Francisco hizo una pequeña alusión durante la entrevista en el avión:

“Con respecto al problema de la comunión a las personas en segundas nupcias… Yo creo que hay que verlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Y por ello es un problema. Pero también un paréntesis: los ortodoxos tienen una práxis diferente. Ellos siguen la teología de la economía, como la llaman, y dan una segunda posibilidad, lo permiten. Pero creo que este problema (cierro el paréntesis) debe ser estudiado en el marco de la pastoral matrimonial… Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial un poco más profunda”.

El Papa Francisco hizo una breve alusión a la práctica en las Iglesias ortodoxas. Una intervención más articulada sobre este argumento la había pronunciado el cardenal Roger Etchegaray en un consistorio. ¿De qué se trata? Es la llamada teología de la “economía y filantropía” de los ortodoxos, que permiten, en determinadas circunstancias, una segunda unión.

La Ortodoxia no es “divorcista”; sigue las palabras de Jesús en contra del repudio hacia el matrimonio en cuanto acto unilateral y humano que deshace un vínculo divino. Pero, como medida de economía (dispensa) y de filantropía (amor), basándose en el hecho de que Cristo mismo había permiso una excepción (Mateo, 19, 9: “Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”) a su “rechazo del rechazo”, la Iglesia Ortodoxa está dispuesta a “tolerar” las segundas nupcias.

Se trata de personas cuyo vínculo matrimonial ha sido disuelto por la Iglesia (no por el Estado), con base en el poder que tiene la Iglesia para disolver o crear vínculos. Además se concede una segunda oportunidad en algunos casos particulares, como cuando hay un adulterio continuado o cuando el vínculo del matrimonio se convierte en una ficción. La posibilidad para acceder a las segundas nupcias en caso de disolución del matrimonio se otorga solo al cónyuge «inocente». Las segundas nupcias, a diferencia del primer matrimonio, se celebran con un rito de caracter penitencial –cuyo principio es el reconocimiento de una situación de fracaso– que contiene una oración y una absolución.

Dado que en el rito de las segundas nupcias faltaba, en la antigua tradición, el momento de la coronación de los esposos –que según la teología ortodoxa es el momento fundamental del matrimonio–, existe una justificación teológica cuando los ortodoxos afirman que las las segundas nupcias no son un verdadero sacramento, sino, como máximo, un “sacramental” que permite a los nuevos esposos ser aceptados plenamente en la comunidad eclesial. El rito de las segundas nupcias se aplica también en el caso de los viudos, y esto permite afirmar que la Ortodoxia permite un solo matrimonio sacramental en toda la vida, a diferencia de lo que sucede en el catolicismo.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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Un tiempo de gran prueba para los cristianos [2013-06-15]

Se necesita un liderazgo fuerte.
En todo occidente los cristianos están pasando por un tiempo de prueba inimaginable hace 40 años, con una restricción cada vez más fuerte a la libertad religiosa. Es sorprendente como pareciera que se comienza a revertir el empuje del aborto, pero no lo estamos haciendo bien respecto al tema de la la homosexualidad, restricción del matrimonio y la familia.

 

liderazgo de francisco

 

En una reciente entrevista, el afamado autor y comentarista católico George Weigel dijo que :

«ahora hay problemas graves de la clase que no podrían haberse imaginado hace cuarenta años, por lo que es un tiempo de prueba para todo el mundo, y no hay necesidad de negar eso».

UNA FE ORTODOXA FRENTE A LAS RESTRICCIONES RELIGIOSAS

Preguntado sobre el occidente  moviéndose más y más lejos de los valores cristianos y sobre el aumento de las restricciones a la libertad religiosa, dijo Weigel,

«Este es un problema muy serio para los católicos de todo el mundo occidental.»

Y añadió:

«el problema no se presenta sólo en Estados Unidos o en Canadá, es un problema grave en Europa».

Por ejemplo, dijo,

«Un amigo mío en Polonia, un muy buen joven sacerdote católico, editor del semanario de mayor circulación católica de buena calidad en Polonia, fue multado recientemente tanto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como por un tribunal polaco por el simple hecho de describir la realidad del aborto en su revista. Esto es exactamente lo que Benedicto XVI llama la dictadura del relativismo, y eso tiene que ser resistido».

La «línea principal de resistencia», dijo, «es la gente con fe cristiana ortodoxa.»

FALTA COMUNICACIÓN

Utilizando como ejemplo el mandato de Obamacare, el profesor Weigel señaló que hasta nueve meses después del conflicto,

«había grandes sectores de la población católica en los Estados Unidos, que parecían no haber oído hablar de esto».

 Por lo tanto, dijo,

«lo primero que tenemos que hacer es conseguir que la gente preste atención, entonces tenemos que explicar, de una manera tranquila y mesurada, pero sin embargo seria, qué es lo que está en juego en estos debates».

NO LO ESTAMOS HACIENDO BIEN RESPECTO AL MATRIMONIO

Con respecto a ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo, dijo Weigel,

que «el llamado movimiento del ‘matrimonio’ gay, obviamente, es el resultado de un movimiento de liberación gay más grande. También está siendo apoyado por las personas que no están tan interesados ??en saber si Adam se puede carsa con Steve, ellos están interesados ??en deconstruir toda la idea del matrimonio y de hecho la idea de la familia en conjunto»,

y agregó:

«en este momento creo que tenemos que decir que las fuerzas de la salud moral sobre esto, las fuerzas de la realidad sobre esto, no lo están haciendo muy bien. Es muy sorprendente para mí que mientras estamos en los Estados Unidos, ganando el argumento a favor de la vida entre un número creciente de jóvenes, estamos perdiendo el argumento matrimonio entre esas mismas personas».

SE NECESITA UN LIDERAZGO FUERTE

Preguntado sobre adónde va el mundo debido a la caída demográfica en Occidente, el ascenso del Islam militante y la hostilidad hacia el cristianismo, Weigel dijo:

«Este es un momento muy difícil en la historia del mundo para las personas de convicción cristiana ortodoxa.»

Si bien señaló que sería «muy falso pintar un cuadro totalmente sombrío», dijo «Me parece que el déficit más grave en el mundo occidental de hoy es el liderazgo, y me refiero tanto a nivel político y eclesiástico».

«Necesitamos desesperadamente líderes con convicción, con conciencia, personas que puedan explicar las cosas como son, y cómo la realidad tiene que dar forma a las políticas públicas», explicó.

«Creo que el Papa Francisco va a ser uno de esos líderes. Me gustaría que hubiera más de ellos políticamente en todo el mundo occidental».

Weigel dijo:

«Creo que este nuevo pontificado que estácomenzando ha de tener como uno de sus focos centrales, el fortalecimiento del liderazgo de los obispos en la Iglesia en todo el mundo.»

Hablando de liderazgo en la cuestión del aborto, dijo:

«Los obispos católicos de los Estados Unidos han estado a la vanguardia del movimiento pro-vida desde la catastrófica decisión Roe vs Wade por el Tribunal Supremo en 1973, y ellos no están retrocediendo en esa posición.»

Añadió sin embargo,

«los obispos de otros países han sido menos vocales y tienen que ser más vocal en esto».

Fuentes: Life Site News, Signos de estos Tiempos

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