El contenido de este artículo se ha subsumido en este otro
Por qué un Cristiano No debe Practicar Yoga o Reiki – No se pueden separar las técnicas de Yoga y el Reiki de la filosofía que hay detrás…
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Hoy se cumple un año desde la entrada en vigor de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo y toca hacer balance. A pesar de los datos que se aportan desde la Asociación de clínicas acreditadas para la interrupción del embarazo (Acai) sobre la disminución de las intervenciones, lo cierto es que no lo han hecho, como reflejan los datos de diferentes comunidades autónomas como Canarias.
En concreto, en Las Palmas, los abortos se han elevado más de un 20 por ciento desde la entrada en vigor de la norma. Los datos globales todavía tendrán que esperar ya que no todas las provincias han aportado sus informes. La reducción de las interrupciones entre adolescentes que apoyan desde Acai no es tal si se acude a los centros donde las embarazadas reciben ayuda económica y psicológica. «Cada vez son más las jóvenes que nos piden ayuda. Los embarazos no deseados entre menores se multiplican y las chicas cada día son más jóvenes», explica Esperanza Puente, portavoz de la Fundación Red Madre.
Como explican desde esta asociación una de las consecuencias olvidadas de las interrupciones es el síndrome post-aborto.
«Para los médicos que los practican, este problema no existe. No hay especialistas que traten este trastorno y cada día acuden a nosotros más mujeres a las que se les presenta de repente, diez o veinte años después de haber interrumpido su embarazo», asegura Puente. Según el presidente de Acai, Santiago Barambio, «el trastorno que se crea es el resultado de un mal acompañamiento» y aunque afirma que los estudios no dan con esta patología, confirma que en la nueva norma no se incluye el apoyo psicológico: «Antes, con la ley anterior, todas las mujeres tenían contacto con un psiquiatra ya que éstos debían determinar si la gestación era un riesgo para su salud o no. Hoy no tenemos por qué preguntar los motivos de su decisión y por eso no se descubren algunos trastornos psicológicos», añade Barambio.
Los casos de mujeres que sufren este síndrome se han multiplicado exponencialmente: un 380 por ciento, según los datos que hoy presenta Red Madre y a la que en 2010 acudieron casi 4.000 mujeres a pedir ayuda para poder sacar adelante su embarazo o por problemas psicológicos post-aborto. Bárbara es una joven peruana de 22 años que ha encontrado refugio entre las paredes de esta asociación. Abortó el 14 de junio y desde entonces ya no sonríe. Prefiere no mostrar su rostro. «No quiero que me reconozcan, nadie lo sabe, ni siquiera mis hermanas. Las decepcionaría. Sólo se lo he contado a mi madre», comenta triste, arropada por Esperanza que también sufrió este trastorno y que entiende, mejor que nadie, su situación:
«Es una valiente. No todas se atreven a buscar ayuda. Creen que no tienen ningún problema porque en los centros abortivos no les dan información. No les ofrecen otra salida que el aborto», reitera. «Tengo un trabajo y siempre he querido ser madre, por eso al principio quise seguir con el embarazo. Pero, mi pareja me hizo sentir que yo no podía y el qué dirán pudo con mi valor y decidí abortar», prosigue la joven entre sollozos. Estaba embarazada de ocho semanas y ya había pensado un nombre para él: «Quería que se llamara José María. Soy cristiana y creo que la valentía de los padres de Jesús son un ejemplo de vida».
Dar nombre al bebé que han perdido es uno de los primeros pasos que los escasos psicólogos que tratan este problema les sugieren a las que padecen este problema. Deben pasar su propio duelo, si no nunca superan el trauma. «Ellas saben que el niño ha existido pero nunca lo han visto, por eso es necesario personalizarlo. A nosotras nadie nos da el pésame y se enquista en nuestros corazones como no hablemos de ello», añade la portavoz de Red Madre.
Las dudas, la incertidumbre y la presión social obligaron a Bárbara a acudir a la céntrica calle Toledo, en Madrid, donde la remitieron desde el centro de salud al que acudieron. «‘‘Sólo serán diez minutos. No notarás nada’’ me dijo el médico que me atendió. Fue muy frío conmigo y no quiso decirme en qué consistía la intervención. Sé que utilizaron un método horrible, la aspiración. Pero eso me lo dijeron una semana después, cuando volví para comprobar que todo había salido bien», asegura Bárbara. Casos como el de esta joven se viven asiduamente en Red Madre. Así como el de Cynthia que, mientras LA RAZÓN entrevistaba a Bárbara, daba un paso atrás en su apuesta por la vida. «Está embarazada y ayer decidió que seguía adelante, pero su familia nos acaba de llamar porque ha dado marcha atrás. Su jefa le paga el aborto. Tenemos que encontrarla antes de que se arrepienta», explica Esperanza angustiada.
Fuente: La Razón
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“Signos de estos Tiempos” un noticiario sobre categorías cristianas de análisis
El Vaticano excomulga al obispo chino ordenado sin permiso. «La ordenación de Leshan fue un acto unilateral, que siembra división» Lombardi: «La ordenación episcopal de Leshan amargó profundamente al santo padre» Además de Shiyin, la posición de los siete pastores que participaron en el rito de Leshan permanece en suspenso.
El Vaticano declaró hoy formalmente la excomunión automática del prelado chino Pablo Lei Shiyin, quien fue ordenado como obispo católico de la diócesis de Leshan sin tener la aprobación del Papa Benedicto XVI.
En una nota de prensa la Sede Apostólica informó que la ordenación, que tuvo lugar el 29 de junio pasado, careció de «mandato pontificio» y, por lo tanto, el pastor no es reconocido por la Iglesia ni tiene autoridad para gobernar la comunidad católica diocesana.
«Una ordenación episcopal sin mandato pontificio se opone directamente al rol espiritual del sumo pontífice y daña la unidad de la Iglesia», indicó.
«La ordenación de Leshan fue un acto unilateral, que siembra división y, por desgracia, produce laceraciones y tensiones en la comunidad católica China», agregó.
El texto precisó que el mismo Lei Shiyin había sido informado, desde hace tiempo, que no podía ser aceptado por El Vaticano como candidato episcopal, a causa de «motivos comprobados y muy graves».
«La ordenación episcopal de Leshan amargó profundamente al santo padre, el cual desea hacer llegar a los amados fieles en China una palabra de ánimo y de esperanza, invitándoles a rezar y a permanecer unidos», apuntó la nota.
Quien dirigió el rito fue mons. Fang Xinyao de Linyi, presidente Asociación patriótica, la Iglesia “nacional” reconocida y sostenida por el gobierno de Pekín. Los demás obispos que participaron son: mons. Fang Jianping de Tangshan; mons. He Zeqing de Wanzhou; mons. Li Shan de Pechino; mons. Li Jing de Ningxia; mons. Xiao Zejiang de Guizhou; y mons. Zhao Fengchang de Liaocheng. Todos fueron reconocidos como obispos legítimos de sus diócesis pero, con excepción de los obispos de Guizhou y Ningxia, ya habían participado en otras ceremonias ilegítimas.
El obispo ilegítimo de Leshan, por su parte, es vicepresidente de la Asociación patriótica de China. Según el Código de Derecho Canónico, los obispos que participen en una oredenación ilícita incurren, como el obispo ordenado, en la excomunión automática. Pero una declaración del Pontificio consejo para los textos legislativos, del pasado 10 de junio, había especificado algunos atenuantes, por ejemplo «cuando la persona, que comete el delito como ordenante o como ordenado, actúa desde el miedo, aunque sea relativo, o desde la necesidad o por incomodidad grave».
Cada una de las personas involucradas, subrayaba la declaración, «sabe, en lo profundo de su alma, cuál es el grado de responsabilidad personal y la conciencia justa de cada uno indicará si merece una pena “latae sententiae”». La nota vaticana, difundida hoy, es un poco menos explícita, según el padre Lombardi, por lo que respecta al resto de los obispos: «Los obispos consagrados –dice el texto– se expusieron a las graves sanciones canónicas previstas por la ley de la Iglesia (en particular por el canon 1382 del Código de Derecho Canónico; cfr. Declaración del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos del 6 de junio de 2011)».
«Hay que ver –dijo el portavoz– las circunstancias, valorar las presiones y las violencias», como está previsto en la Declaración. Para cada uno de los 7 obispos, explicó, tenemos «menos elementos para valorar», con respecto al caso de mons. Lei Shiyin. El padre Lombardi también subrayó que en la nota vaticana no se habla de las «autoridades chinas», puesto que se tratan tan sólo argumentos «en términos eclesiales».
China y El Vaticano carecen de relaciones diplomáticas desde hace más de 50 años, uno de los obstáculos a la normalización de los vínculos oficiales es el nombramiento de obispos desde Roma, que Pekín considera como un peligro para su política interna.
Fuentes: Vatican Insider y Religión Digital
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La revolución que estalló en El Cairo el 25 de enero de 2011 fue una primavera en el verdadero sentido de la palabra. ¿Quién hubiera dicho que los manifestantes iban a limpiar la plaza Tahrir, volviendo a pintar las aceras, que una chica cristiana iba a llevar agua a un hermano musulmán para la ritual ablución, que una mujer velada iba a levantar la cruz junto con la medialuna o que los musulmanes iban a crear un escudo humano alrededor de una iglesia en el intento de protegerla durante las celebraciones de la Pascua?
O que uno de ellos iba a escribir en dialecto egipcio en una pancarta dirigida al ex presidente, antes de la dimisión de este: «Qué Dios te maldiga, deja que nos amemos los unos a los otros». Los manifestantes pacíficos recuerdan que fueron protegidos por los Hermanos Musulmanes de los que quisieron dispersarles con la fuerza, disponiéndose como un ejército en tres líneas: la primera armada de palos, la segunda de ladrillos para arrojar y la tercera compuesta por ancianos que abastecían las dos primeras.
Fueron los jóvenes musulmanes quienes convencieron a los Hermanos Musulmanes de la importancia de esta coalición nacional para el éxito de la revolución. En la misma plaza de Tahrir, los jóvenes musulmanes rodearon a un grupo de cristianos para defenderles de algunos extremistas. Resumiendo, desde el martes 25 de enero hasta el viernes 11 de febrero de 2011, día en el que el ex presidente dimitió, no se verificó ninguna ruptura de la unidad nacional entre musulmanes y cristianos.
En cuanto se percibieron los primeros signos del éxito de la revolución, los Hermanos Musulmanes aprovecharon la situación, hasta el 18 de febrero. Después de la oración del viernes en la plaza de Tahrir, guiada por el imam Yusuf al-Qaradawi, que por razones políticas llevaba muchísimo tiempo sin pisar Egipto, a unos de los líderes de la revolución, Wael Ghonim, se le prohibió hablar a la muchedumbre congregada en la plaza. Este, una vez retenida la rabia, se envolvió la cara en la bandera de Egipto y se escondió, furioso, entre las filas.
Los Hermanos Musulmanes eran y siguen siendo el único grupo organizado (por lo que concierne la doctrina, la economía y la política interna y externa) en una sociedad cuyas bases están sacudidas por una impetuosa anarquía que ha penetrado profundamente en todos los ámbitos de la vida, como todos pudieron ver a través de las retransmisiones televisivas en directo. El grupo de jóvenes de la revolución, que no se ha dado cuenta de su rápido éxito, no es uniforme ni siquiera por lo que concierne sus representantes, ni es organizado y las caras de sus héroes son desconocidas. Así que los Hermanos Musulmanes han recogido los frutos de lo que desde el principio persiguieron con todas sus fuerzas.
Pero el verdadero peligro empezó cuando la policía se retiró de las calles y miles de presos (criminales y extremistas) huyeron de las cárceles. Se demolieron a la vez, con buldóceres, los muros de diferentes cárceles, en las cuales entraron personas con listas con los nombres de los prisioneros islamistas, culpables de varios crímenes (como los asesinos de Anwar Sadat), y les ayudaron a huir en automóviles. Los fugitivos enseguida perpetraron su venganza: asaltaron las estaciones de policía, agredieron a oficiales y soldados, prendieron fuego a las sedes del aparato de seguridad del Estado, donde se conservaban sus expedientes, e incendiaron los archivos de varios tribunales civiles.
Este vacío de poder, que todavía permanece, permitió sorprendentemente a muchos extremistas islámicos ir libremente por las calles de Egipto. Aprovechando la ausencia de cualquier factor disuasivo, empezaron a imponerse sobre los demás: primero destruyeron los mausoleos de santos venerados por el Islam, lo que levantó las iras de las corrientes sufíes. Después concentraron sus ataques contra las iglesias, y las incendiaron, usando como pretexto cuestiones secundarias, que todavía incitan a los que consideran la jihad una orden divina. Una de estas cuestiones tiene que ver con la entrega de algunas mujeres, la mayoría, mujeres de sacerdotes coptos ortodoxos: según las autoridades religiosas islámicas se habrían convertido al Islam de manera espontánea, y el Papa Shenouda III, Patriarca de los Coptos Ortodoxos, ya antes de que empezara la revolución, había pedido la «restitución» de las mismas a la policía.
Casos similares se repiten muy a menudo cada vez que nacen controversias matrimoniales, que desembocan después en la conversión de las mujeres al Islam, como liberación del vínculo conyugal. Es a partir de hechos como este que, también en el pasado, se han incendiado iglesias, se han saqueado tiendas, se ha prendido fuego a las casas de los cristianos, por no hablar del número de muertos y heridos. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no intervino a tiempo, y tampoco tomó ninguna contramedida, dando la impresión de querer permanecer fiel al principio de no alineación. La policía oscila entre la vergüenza y la indiferencia, o mejor, entre la mala fe y la ineficacia. Incluso en algunos casos se pone de la parte de islamistas extremistas llegando a darse el caso de jóvenes inexpertos que gozan del apoyo de altos oficiales.
La frecuencia de los acosos a los coptos lleva aumentando varias décadas, no solo a causa de la tensión sectaria que se generó en la época de Sadat en los años setenta, sino también por el crecimiento de la tasa de analfabetismo que acecha la conciencia nacional y que se expresa en la participación en (la liberación de una mujer cristiana, que se ha convertido al Islam o no, prisionera en el interior de una iglesia, como cuentan los ignorantes, a los cuales dan crédito los más ingenuos) en las agresiones (la destrucción de las tiendas y de las casas de los cristianos y el incendiar sus iglesias) y hasta la amputación de la oreja de un hombre copto para infligirle la pena islámica. No todos saben que Egipto fue unos de los primero países en subscribir, en 1948, la declaración universal de los derechos humanos. Sin embargo, durante la era de Hosni Mubarak, el documento fue enmendado con una frase cuyo contenido detallaba: «con la condición de que [estos derechos] no sean incompatibles con la sharî‘a».
Al-Azhar, durante un periodo limitado de tiempo, interrumpió el dialogo con el Vaticano porque el Papa Benedicto XVI, después de la masacre en la catedral de Bagdad y de las explosiones en la iglesia de Alejandría, pidió la «protección de los cristianos de Oriente Medio», lo cual se consideró una injerencia en la política interna. En esta misma circunstancia, el presidente francés Nicolas Sarkozy se atrevió a decir que «en Oriente Medio se está llevando a cabo una limpieza religiosa», y por motivos políticos, ningún funcionario egipcio comentó su opinión. Mientras tanto, después del asesinato de Marwa al-Sherbini en Alemania, en Egipto se desató la hecatombe. Las reacciones no se han limitado a definir a la chica «mártir del velo» y a gritar su nombre por las calles; abogados y juristas se han levantado y han expresado su disponibilidad para ir a Alemania para llevar el juicio del asesino. ¿Por qué la sangre de los cristianos se derramó en su misma patria? En Egipto, los derechos del hombre, ¿se aplican de verdad también a los que no son musulmanes?
En un informe de los servicios secretos británicos, publicado en internet, emergió que el ex ministro del Interior de Egipto, Habib Al-Adli, fue el que concibió muchos asesinatos de cristianos y explosiones en las iglesias, como la de la iglesia de los Santos de Alejandría, que ocurrió en la noche del 31 de diciembre de 2010. ¿Cuándo terminará la complicidad entre los extremistas y algunos gobernantes? ¿Cuándo empezará la fase de los derechos del hombre, de cada hombre? ¿Cuándo se colmará el vacío entre la realidad y las expectativas? ¿Cuándo se excavará el cementerio del extremismo y del analfabetismo? ¿Cuándo terminará la violencia perpetrada en nombre de Dios y el asesinato motivado por la religión? ¿Cuándo los responsables sacarán sus cabezas de debajo de la arena? ¿Cuándo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas ejercerá sus derechos y sus deberes en el mantenimiento de la seguridad de los ciudadanos, de todos los ciudadanos? El Consejo de los Ministros, en realidad actualmente inexistente, intervino, e intervino en el momento en el que intervino con ligereza, cuando lo que haría falta sería una terapia de choque. ¿Dónde está la civilización de siete mil años, si quienquiera que sea, para resolver los problemas emergidos con anterioridad, recurre a porras y bastones, cadenas, espadas, martillos, hachas, botellas de gasolina y cócteles molotov para lanzarlos contras las iglesias?
Es verdad que lo que están haciendo los salafistas «es una mortificación para el Islam antes de ser una mortificación para Egipto», como escribió el doctor Saad al-Din Ibrahim sobre Al-Sharq al-Awsat. Pero ¿cuándo se moverá la mayoría de los musulmanes para alejar de su religión la huella de la minoría extremista? Parece que en Egipto la primavera de la revolución haya terminado rápidamente y que se ha encendido el fuego del disenso confesional. ¿Quizás haya alguien que entienda la diferencia?
Fuente: Milad Sidky-Zakhary, publicado en Oasis
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La Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, alabó la labor de su departamento en la promoción de la ideología gay con eventos como las «marchas de orgullo» y un concierto de Lady Gaga en Roma (Italia). Dos expertos advierten que esta postura de la administración Obama también podría terminar por imponer esta ideología en países católicos.
Austin Ruse, Presidente del Instituto Catholic Family and Human Rights en Estados Unidos, explicó a ACI Prensa que «la administración Obama ha hecho que la agenda de los grupos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) sea uno de los pilares en su política internacional».
«Han hecho que las embajadas en todo el mundo monitoreen y asistan a los colectivos homosexuales sin importar si la gente del país la aceptan (la agenda LGBT) o no», agregó.
Ruse dijo a ACI Prensa que «Estados Unidos es muy poderoso y puede forzar a los gobiernos del mundo a someterse a sus perspectivas para las políticas sociales».
Como nuestra de este apoyo de Clinton y la administración Obama a la ideología gay que busca destruir el concepto de matrimonio natural, compuesto por un hombre y una mujer, y la familia que se funda en ella, el pasado 27 de junio organizaron junto a la organización de gays y lesbianas de las agencias de relaciones exteriores, una celebración del orgullo LGBT.
Los miembros de estas instituciones reunieron a 20 jefes de misiones de la ONU y los hicieron firmar una declaración pública en apoyo a la marcha del 27 y alentaron «un debate respetuoso y productivo sobre derechos LGBT».
Tras una serie de iniciativas ejecutadas en Italia, el único país de Europa que no cuenta con legislación sobre este tema, y Eslovaquia, Clinton explicó en el evento del 27 de junio que el Departamento de Estado también promueve los llamados «derechos homosexuales» en Honduras, Uganda, Malawi, Rusia, Turquía, China y otros países.
También destacó el gran esfuerzo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra donde obtuvieron que se ordene realizar un estudio para medir «el grado de discriminación por orientación sexual o identidad de género en el mundo», celebrado por la prensa secular como algo «histórico» por considerarla la primera resolución de este tipo en este organismo.
Asimismo, el departamento de relaciones exteriores de Estados Unidos y su misión permanente ante la Organización de Estados Americanos (OEA) ha generado un «obsevatorio» especial para «derechos LGTB» dentro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Sobre este tema, Rebecha Marchinda, Directora legal de la organización World Youth Alliance, –cuya labor se realizada mayormente ante la ONU– señaló a ACI Prensa que esta política de promoción de la ideología gay, especialmente en países católicos, «puede terminar en la alienación de la Iglesia del espacio público y del debate sobre estos temas».
«En vez de reconocer que los estados tienen razones legítimas para reconocer el matrimonio y la familia como instituciones, Estados Unidos busca enfrentar a la Iglesia Católica con la sociedad civil afirmando que su oposición a esta ideología se basa solamente en ideas retrógradas», denunció Marchinda.
Algunas de estas razones legítimas, explicó, son anteriores a la cuestión religiosa y promueven la dignidad humana y el bien común.
Rebecha Marchinda dijo también a ACI Prensa que no existe una definición aceptada internacionalmente sobre lo que significa «orientación sexual» o «identidad de género» y sin embargo las autoridades de Estados Unidos siguen usando estos términos en su labor referente a derechos humanos.
Con ellos, resaltó, «se genera confusión entre los estados miembros de la ONU y especialmente entre aquellos que reciben políticas generadas con este lenguaje para ser aplicadas en sus naciones».
Estos conceptos nacen de la ideología de género, una corriente relativista que nació en Estados Unidos hace unos 30 años y se desarrolló luego en Europa de acuerdo a la ideología del feminismo y del pensamiento gay.
Lo que busca es afirmar que la diferencia entre hombre y mujer es un hecho social antes que algo biológico para dar la idea de que la orientación sexual –y con ello la identidad de género y el papel del género– contaría más que el sexo biológico natural.
Fuente: ACI Prensa
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La Iglesia de Inglaterra frena los nombramientos episcopales de sacerdotes homosexuales por lo menos hasta 2013. Un paso atrás que provocará debate.
Alto a la consagración episcopal de sacerdotes gay. Los obispos de la Iglesia de Inglaterra han frenado temporalmente los nombramientos de obispos y sacerdotes homosexuales. Esperando el documento con el que se establecerán definitivamente las normas relativas en 2013, la Iglesia Anglicana retrocede bruscamente para evitar la fuga de fieles y para detener las polémicas lacerantes que ha provocado el “sí” a los obispos homosexuales.
Hace apenas un año, el jefe de los anglicanos, Rowam Williams, había establecido que «la Iglesia Anglicana no tiene ningún problema en nombrar obispos personas homosexuales, siempre y cuando se respeten la tradición y los estándares históricos que imponen a cualquier sacerdote el celibato». El sí a los obispos gay había provocado una oleada de reacciones y polémicas al interior del mundo anglicano, tanto en la parte conservadora como en la progresista. Lo que se buscaba era mantener unida la Iglesia de Inglaterra, pero parece haber causado el efecto opuesto. A partir de la amenaza de un cisma conservador tras el nombramiento de Jeffrey John, diácono en unión civil con otro hombre. «El precio para toda la iglesia sería demasiado elevado si la tolerancia hacia los gay tuviera que llegar hasta el punto de aceptar a sacerdotes y obispos con relaciones afectivas», afirmó Williams en septiembre de 2010, incluso siendo consciente (desde su nombramiento como obispo de Canterbury) de que la cuestón homosexual representa «una herida para todo el ministerio».
El problema es particularmente espinoso porque, mientras que en la Iglesia católica todos los sacerdotes deber mantener el celibato, en la anglicana lo harían solo los homosexuales, con una evidente discriminación. «Sus declaraciones son inconsistentes –comentó el líder de una asociación de derechos humanos, Peter Tatchell–, Rowan se acaba de asomar al problema de los sacerdotes gay y no estoy seguro de que duerma durante la noche. Antes de ser nombrado arzobispo de Canterbury, apoyaba la inclusión de los gay y la igualdad. Ahora castiga a los saceredotes gay como Jeffrey John y abandona su camino para acontentar a algunos de los más odiosos cristianos homófobos del mundo. A sus ojos, la unidad de la Iglesia cuenta mucho más que los derechos de los homosexuales y de las lesbianas».
Pero incluso desde la parte conservadora llegan críticas severas. «No es la Iglesia la que tiene un problema –sostiene el comentador estadounidense David Virtue–, sino Williams. La iglesia ha estado de pie durante 2000 años y nunca ha bendecido, aceptado o aprobado ningún tipo de relación sexual que no sea el matrimonio heterosexual».
En el Vaticano están muy atentos al desarrollo de la polémica, puesto que, a pesar de las dificultades entre anglicanos y católicos por estas cuestiones de carácter teológico y ético, Benedicto XVI promueve el diálogo con decisión; basta recordar la audiencia del 23 de noviembre de 2010, en la que recibió al Primario de la Comunión Anglicana, el arzobispo de Canterbury (que iba acompañado por su mujer, Jane, y su hijo, Phillip), durante una fecha muy simbólica: el 40 aniversario del encuentro histórico entre el entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey, y Pablo VI. Un «cara a cara» que marcó una época y que dio origen a una nueva era en las relaciones tras la ruptura que se verificó en la época de Enrique VIII, en el siglo XVI. El arzobispo Williams habló abiertamente con Raztinger sobre las tensiones y las dificultades por las que atraviesa la Comunión Anglicana y sobre la incertidumbre de su futuro. Desarrollos recientes, sobre todo vinculados con el ministerio ordenado y con ciertas enseñanzas morales, han afectado no sólo las relaciones internas de la Comunidad Anglicana, sino también las relaciones entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica.
La decisión de la Iglesia de Inglaterra de aprobar la ordenación de mujeres sacerdotes, de 1992, se convirtió en uno de los problemas en el camino hacia la unidad plena entre ambas Iglesias. En 2003, obispos anglicanos de África, Asia y América Latina criticaron duramente la decisión de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos (que pertenece a la Comunión Anglicana) de nombrar obispo a un homosexual en New Hampshire. La Iglesia Episcopal de los Estados Unidos también nombró Presidente por primera vez a una mujer, Katharine Jefferts Schori, hasta hace poco tiempo obispo de Nevada. Desde hace años, de hecho, la cuestión de los sacerdotes abiertamente homosexuales promovidos a obispos suscita en todo el mundo un debate encendido. Ya en noviembre de 2003 la consagración de Gene Robinson, gay declarado, como obispo adjunto de la diócesis episcopal de New Hampshire, casi provocó aún más el cisma entre anglicanos y episcopales.
Los dirigentes espirituales de las Iglesias anglicanas en los países del tercer mundo, de hecho, condenaron la consagración. La comunión con la Iglesia anglicana estadounidense «está comprometida», gritó desde Lagos el reverendo Peter Akinola, obispo de Abuja y director de la comunidad anglicana nigeriana, hablando «en nombre de los primadosos del sur», que representan 50 de los 70 millones de anglicanos en el mundo. La consagración de obispos gay «viola los claros y coherentes de la Biblia». La Iglesia anglicana de Kenya, por su parte, anunció la ruptura de las relaciones religiosas con la comunidad anglicana estadounidense tras la consagración del obispo homosexual. «Como Iglesia, no podemos aceptar la homosexualidad entre nuestras filas, en cuanto que se trata de un pecado. Por consecuencia, hemos decidido romper nuestros vínculos con la Iglesia anglicana estadounidense», explicó el obispo Thomas Kogo, de la diócesis anglicana de Eldoret (en la parte occidental del país). También la diócesis de Uganda protestó severamente: «Hemos decidido romper relaciones con las diócesis que consagran obispos homosexuales o que bendicen matrimonios entre homosexuales. En realidad no somos nosotros los que rompemos las relaciones con la diócesis de New Hampshire. Son ellos quienes decidieron hacerse a un lado». Hace ocho años trató de intermediar justamente el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, expresando su «profundo malestar» por las divisiones en el seno de la Comunión Anglicana. «Las divisiones serán más visibles en la medida en la que sea más imposible que el ministerio de Gene Robinson sea aceptado en cada provincia de la Comunión», añadió. «Está claro que los que consagraron a Gene Robinson actuaron con buenas intenciones», reconoció Williams cuando le pidieron que afrontara «honestamente» los efectos de tal iniciativa en la Comunión Anglicana mundial, baluarte
Fuente: Giacomo Galeazzi para Vatican Insider
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El aborto es una señal de alarma ante un peligro omnipresente y arraigado profundamente en nuestra sociedad, la pérdida de la identidad humana. Estas son las observaciones que hace el padre Robert Gahl, profesor adjunto de Ética en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
El padre Gahl ha hablado con el programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada, sobre la historia del aborto y lo que significa de cara al futuro.
–El aborto es un sufrimiento universal. En el mundo se llevan a cabo más de 53 millones de abortos. En algunos países, más del 70% de las mujeres han abortado. ¿Por qué de repente estas cuestiones se han hecho tan presentes hoy: aborto, eutanasia?
—Padre Gahl: Bueno, es una triste paradoja, que evoca, en última instancia, el pecado original. Con el pecado original, Adán y Eva trataron en realidad de suplantar a Dios para, en su lugar, ser dioses. Cuando hoy los seres humanos intentan asir el poder divino – el poder sobre el origen de la vida – y suplantarlo de manera que pueden controlar el comienzo de la vida de un modo que es contrario al designio de Dios y, por lo mismo, contrario al designio de amor, se sienten poderosos por un instante. Puede incluso que vean que han tenido éxito con el producto que han logrado. Sin embargo, poco después, experimentan la frustración e incluso la negación de su propia identidad porque su identidad es la del amor, porque están hechos para el amor.
Nuestros corazones están hechos para el amor. Por eso, en vez de personas enamoradas, en vez de nuestros lazos familiares, nos convertimos en simples constructores – gente que controla productos. Se convierte en la negación de nuestra propia dignidad, porque si nuestro poder de dar vida es simplemente el de producir elementos que se encuadran en el “he sido producido” y “soy sólo el final de la línea de un sistema de producción mecanizado”, esto no es sino la negación de mi propia dignidad como hijo de Dios – como hijo de mis padres.
–Si tuviéramos que mirar hacia atrás en la historia, ¿cuál fue el momento, el detonante si usted quiere, que permitió que diéramos el paso hasta llegar a que, por ejemplo, el aborto y la investigación con células madre se hicieran aceptables y la eutanasia apareciera en el horizonte?
–Padre Gahl: El aborto está, tristemente, tan extendido por todas partes que hoy muchos, incluso los documentos de la ONU, lo ven como un derecho reproductivo. El origen de esto es la revolución sexual, que no fue una revolución de liberación, sino una revolución del narcisismo, de la desesperación, de cortar lazos, afecto, amistad y amor por los demás. Y en el centro de la revolución sexual, que actuó como una especie de catalizador – como arrojar gasolina a un fuego desatado – estaba el desarrollo de los anticonceptivos químicos, que permitió que la gente tuviera sexo sin tener bebés por lo que podía disfrutar la sexualidad como una simple búsqueda egoísta. Fueron capaces de desconectar ese orden intrínseco orientado al don de la vida, y lo hicieron, desconectaron la sexualidad de los compromisos serios de amor, de formar una familia y, por supuesto, de convertirse en padre y en madre – en realidad una disminución de la dignidad humana.
Creo que el problema del aborto es que es como una luz de advertencia. Es una luz de advertencia muy grave que está arrebatando vidas, pero que es indicativa de algo que está más omnipresente y profundamente arraigado en nuestra sociedad de lo que uno pueda llegar a pensar.
–¿Y qué es?
—Padre Gahl: Es la pérdida de la propia de identidad por la que participamos del poder creador de Dios y por la que somos llamados a ser madre y padre.
–El aborto se ha justificado a menudo como el derecho a elegir, pero también como un llamamiento al amor. Por ejemplo, preferiría abortar a mi hijo que criarlo sin amarlo. ¿Cómo hemos llegado a esta situación invertida, en la que la muerte se justifica por amor?
—Padre Gahl: El verdadero amor humano es incondicional. Cuando amas a alguien, no importa lo que ocurra. No importa lo que le pase, le cuidarás. Si enferma, si queda paralizado por un accidente de coche, le cuidas el resto de su vida. En la otra clase de amor – una forma de amor egoísta – sólo te das a alguien mientras quieras. El aborto se convierte en este tipo de amor manipulado – un medio de salida. Tenemos que cambiar completamente y decir que es necesario aceptar a todos, a toda vida humana, como decía la Madre Teresa, no hay hijos no deseados. Si hay un niño que alguien dice que no es deseado, que me lo traigan para que cuide de ese niño porque quiero a ese niño.
Y esta es la verdad. Así que si alguien ha sido capaz de decir que el aborto nos permite actuar con una especie de cuidado altruista por los demás, al evitar las dificultades, esta lógica lleva de modo trágico, yo diría de modo asesino, a afirmar que los discapacitados no deberían existir. Una vez hecho esto, es la negación de toda dignidad humana.
–Hemos pasado de la vida como algo intrínsecamente importante a poner el énfasis en la calidad de vida. El cambio hacia la calidad vida plantea la pregunta: ¿Cuál es mi calidad de vida? ¿Estoy disfrutando de mi calidad de vida? Esto apunta después a los discapacitados: ¿Están disfrutando de la calidad de vida que deberían disfrutar, algo que de hecho pone en cuestión su misma vida?
–Padre Gahl: Exacto. Una parte de la aberrante lógica, que es inherente a lo que acabamos de describir, lleva también a juicios sobre cada uno de nosotros según nuestro rendimiento; mi valor se basa en lo que puedo hacer por la sociedad. Si en un determinado momento, mis resultados resultan decepcionantes debido a la enfermedad, a un error, o a estar en un sector de la economía industrial que ya no desea el consumidor, yo no sería ya querido y, por tanto, dejaría de ser importante. Esta forma de juzgar se aplica también a las madres que dan a luz a niños que tienen, por ejemplo, síndrome de Down. Se juzga a estas madres con dureza y de modo negativo; esto es horrible, como si fuera una mala elección el traer al mundo a su hijo, que es un ser humano hermoso. Esta es la eugenesia, que ya ha tomado cuerpo en las sociedades occidentales, en las que cerca del 90% de los niños con síndrome de Down son abortados antes de nacer por culpa de esta lógica perversa.
–El mayor don de Dios a la humanidad ha sido el don de co-crear la vida con él. ¿Qué hace el aborto al quebrar esta relación entre el hombre y Dios?
—Padre Gahl: Nos olvidamos a veces, debido al “cientificismo” – que reduce todo a hecho científico – que el comienzo de una nueva vida humana no sólo viene de un hombre o una mujer, sino también de Dios. Exige la participación de tres personas, porque el alma humana es inmaterial. Es el alma espiritual la que es creada directa e inmediatamente por Dios. Por eso cuando un hombre y una mujer se unen para tener un hijo es también – tanto o más – hijo de Dios. De ahí que, si se quiere recuperar este respeto por la vida, será porque hayamos vuelto a tomar conciencia del papel de Dios al dar la vida y, por lo mismo, de este poder que tenemos dentro de nosotros, que es en realidad un poder divino y trascendente. Se trata de un poder creador por el que casi tenemos a Dios en la palma de la mano porque podemos decirle, en cierto sentido, cuándo crear una nueva alma humana. Por tanto, si renovamos ese respeto por la intervención de Dios, nos ayudará también a respetarnos unos a otros como imágenes de Dios, como otros Cristos.
–En países como Rusia, más del 70% de las mujeres han abortado. La proporción de abortos en algunas provincias rusas puede alcanzar los ocho o diez abortos por mujer, porque lo utilizan como un medio de control de la natalidad. En China, la política de un solo hijo ha obligado a las mujeres a abortar. ¿Qué impacto espiritual y psicológico tiene esto en una sociedad?
—Padre Gahl: En Europa del Este en la que vemos estos índices tan altos de abortos, que a menudo se asocian a altos índices de suicidios, alcoholismo y depresiones graves, hay una sensación de nihilismo, de pérdida total del sentido de la vida. Esto ocurre en una sociedad que no se basa en el amor a sus hijos. Es necesario que esto se cambie. Gracias a Dios en algunos de estos países se está notando una tendencia en la dirección correcta. En la Federación Rusa, en concreto, ha habido últimamente un aumento de la tasa de natalidad. La proporción de abortos sigue siendo muy alta pero queda la esperanza de que este aumento de la tasa de natalidad siga de modo que el índice de abortos se reduzca.
–¿Qué más puede hacer la Iglesia en este tema?
—Padre Gahl: En primer lugar, cuando pensamos en la “Iglesia”, tendemos a pensar en la jerarquía – en nosotros, sacerdotes, obispos, el Papa – pero, en realidad, la Iglesia es el conjunto de todos los cristianos bautizados. La Iglesia es una familia, por lo que necesitamos que todos – todos los cristianos bautizados – acepten la vida con amor. Necesitamos también ayuda en los centros para embarazadas. La Iglesia magisterial, la Iglesia jerárquica, por supuesto, tiene que ser también coherente con los principios de la teología moral católica en este tema.
La Iglesia ha de continuar siguiendo el ejemplo de Karol Wojtyla, que, como arzobispo de Cracovia, abrió centros de ayuda a mujeres en situaciones de crisis. Pero en realidad todo se reduce a esto: Dios es amor. Soy hijo de Dios. Estoy hecho a imagen de Dios, por lo que tengo que hacer presente entre los demás seres humanos el rostro de Dios, que es el rostro del amor. Si hacemos esto en todas nuestras relaciones humanas, si mostramos de verdad respeto por la dignidad humana, si mostramos respeto y amor a las personas que sufren, entonces podemos empezar a recuperar los principios que son necesarios para que toda vida humana sea aceptada. La vida entonces no será jamás considerada sólo como un producto, como los bebés de diseño que se hacen en un tubo de ensayo según los deseos de algún fabricante.
Volviendo atrás, me gustaría añadir también que necesitamos recuperar nuestra sexualidad, así como la conciencia de que la sexualidad es sagrada y necesitamos, por tanto, vivir la modestia y el respeto hacia nuestra sexualidad y nuestros deseos sexuales con castidad y fortaleza de modo que nos preparen a dar vida dentro de la estructura de la familia.
Fuente: Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semanal producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
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“Signos de estos Tiempos” un noticiario sobre categorías cristianas de análisis
Desde Arabia hasta Kuwait, desde Egipto hasta Irán, pasando por la India, a través de un creciente deseo de crear estructuras para asegurar la pureza «islámica» de las costumbres.
En una época era sólo la policía de la vestimenta en Arabia Saudí, los llamados Muttawa, que patrullaban las calles para reprender a las mujeres que, a su parecer, iban vestidas de modo indiscreto. Quien escribe recuerda un episodio que tuvo lugar a inicios de los años ochenta, en Yida, al sur. Algunos señores vestidos de blanco se me acercaron y me preguntaron si una mujer occidental que vestía mangas cortas y el cabello al viento, «me pertenecía». Negué cualquier responsabilidad, y el grupo continuó buscando hasta encontrar al «responsable» de aquel «libertinaje». Pero, fuera de Arabia Saudí, el mundo árabe vivía una estación de laicismo en todos los niveles.
Situación que parece estar desapareciendo cada vez más. Además del reino saudí, también Kuwait tiene una «policía de la vestimenta» y anunció su decisión de organizar, dentro de la policía religiosa, una brigada especial de «amazonas» que, según informa el periódico árabe al-lam al-iaum (El mundo hoy), estará formada exclusivamente por mujeres y combatirá los comportamientos sexuales considerados «inmorales». «Las mujeres policías patrullarán los centros comerciales y las discotecas de todo el país para dar caza a los travestidos», se lee en el periódico. La nueva fuerza de la policía religiosa deberá también vigilar «a los jóvenes a los que se encuentre flirteando en público, a los mendigos y a las personas que hagan demasiado ruido». Según el Ministerio del Interior, el objetivo de esta iniciativa es ayudar al mantenimiento de las tradiciones locales y defender a la población de prácticas «inmorales». La promiscuidad entre los sexos no está permitida en Kuwait, como en los demás países del Golfo. Los jóvenes, no obstante, escapan a la prohibición aprovechando las nuevas tecnologías ofrecidas por la red y reuniéndose con sus coetáneos del sexo opuesto en los centros comerciales.
En Egipto, algunos responsables de los Hermanos Musulmanes, el principal grupo islámico de Egipto, pidieron en las semanas pasadas que se cree una policía de la «modestia», siguiendo el estilo de la que opera en Arabia Saudí, para combatir los comportamientos «inmorales» en las áreas públicas. Esta toma de posición representa una señal más de la mayor confianza (en sí mismos) islámica en la era pos-Mubarak, y que lleva a los salafistas a organizar una manifestación en la plaza Tahrir (irónicamente, la plaza Libertad) para pedir el advenimiento de la Sharia, la ley islámica, a la sombra de las pirámides. Por su parte, Issam Durbala, miembro del Consejo de la Shura de los Hermanos Musulmanes, dijo al periódico Al-Masri al-Yaum que estaba a favor de la entrada en vigor de una «policía de la virtud», o Hisbah, que existió en las sociedades medievales islámicas para controlar la virtud pública y la modestia, principalmente en las plazas de mercado y en otros espacios públicos de reunión. Y llegó casi a pedir una fuerza similar a la que opera en Arabia Saudí bajo los auspicios del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, y que debería vigilar el modo de vestir, la separación de los sexos y la observancia de las oraciones. «La nueva policía debe tener un departamento con la autoridad para poder arrestar a aquellos que cometen actos inmorales , declaró Issam Durbala.
Y el deseo de contar con una «policía de la vestimenta» o «policía moral» está llegando a orillas hasta ahora impensables. Como Kerala, Estado hasta ayer comunista ubicado en el sur de la India, y altamente poblado, además de por hindúes, por comunidades cristianas antiquísimas, malabares y malankaras, que reivindican raíces cristianas (gracias a Santo Tomás), más antiguas que las pedrinas de Roma. Hace algunos días, una mujer islámica, Tasni Banu, de 31 años, que trabaja como técnica en la sociedad It en el Infopark de Kakkanad, en Kochi (Kerala) fue brutalmente agredida por un grupo de personas que sostenían desempeñar la función de «policía moral» religiosa; voluntaria, obviamente. Tasni Basnu, este es el nombre de la mujer, estaba andando en bicicleta con un amigo, cuando un grupo de hombres le gritó: «No os permitiremos que hagáis de este lugar otro Bangalore, donde las muchachas andan de noche y van a fiestas».
Tasni Banu contó: «Unas diez personas me insultaron usando palabras vulgares. Cuando pregunté cuál era la razón de su comportamiento, me agredieron. Uno de ellos comenzó a darme bofetadas, casi me desmayo». Por lo que parece, el episodio no es aislado: muchas jóvenes son agredidas de este modo en Kerala en los últimos tiempos, por elementos definidos «antisociales». La policía registró las declaraciones de Tasni Banu, que fue hospitalizada con heridas lacero-contusas en el cuello y las manos. «Las mujeres no están seguras en las calles de Kochi. El ataque refleja el trato que la sociedad reserva a las mujeres que salen de noche», agregó Tasni. Según el padre Paul Thelakat, portavoz de la Iglesia sirio-malabarés, esta llamada «policía moral» es el resultado de una derivación más amplia de la sociedad india, arrollada por la invasión de una cultura de mercado: «La revolución sexual en acto entre los jóvenes provoca dos reacciones opuestas: por un lado, una libertad extrema en la vestimenta entre los jóvenes; por otro, reacciones despreciables como este episodio».
Mientras tanto, en Irán, está por comenzar la habitual ofensiva estival por parte de las «rondas de la moralidad», que presionan a las mujeres para que no dejen que los velos se aflojen con la excusa del calor, o que se descubran. Este año, la ofensiva parece más amplia que de costumbre, y parece tener en la mira con especial vehemencia a los cortes de cabello para hombres y las joyas consideradas demasiado occidentales. Según la agencia Irna, alrededor de 70 mil «policías de la modestia» han sido repartidos en Teherán este mes; y «reprender a aquellas mujeres que no estén lo suficientemente cubiertas es un pedido legítimo por parte del pueblo», declaró el general Ismaeil Ahmadi Moghadam, nueva entrada en la lista de los sancionados por Estados Unidos por su presunto rol en los disturbios políticos que siguieron a la discutida reelección de Ahmadineyad en el 2009.
Este año, de todos modos, los collares masculinos, las colas de caballo, los cortes de cabello estilo «gallo» y los que dejan el cabello corto delante y largo detrás han sido juzgados como «no islámicos». Los hombres «culpables» reciben la invitación severa de ir a un peluquero o a cambiarse a casa. Las mujeres generalmente reciben también un discurso sobre los valores y la vestimenta islámica. Y, si no se obedece, avisa Irna, «se procederá al arresto inmediato». Y se recuperará la libertad sólo después de haber firmado un compromiso escrito a no volver a presentarse en público en manera «inmodesta».
Sin embargo, Wikileaks devela lo que sucede tras las bambalinas del puritanismo islámico. «Detrás del conservadurismo wahabí que se ve por las calles, la vida nocturna de los jóvenes en Arabia Saudí es vital y palpitante», se lee en un informe escrito de noviembre del 2009 por el cónsul estadounidense de Yida, la segunda ciudad más grande del país. «Toda la gama de posibles vicios y tentaciones está a disposición de las personas —alcohol, droga, sexo—, pero a puertas cerradas. Esta clase de libertad e indulgencia es posible sólo porque la policía religiosa se mantiene alejada de las fiestas en las que participan miembros de la familia real saudí o de su círculo de amigos y camaradas». No obstante, son alrededor de 10 mil las personas que pueden reivindicar a distinto título la pertenencia, o al menos la proximidad, a la familia real. Y esta circunstancia, como se puede comprender fácilmente, puede hacer delicada y difícil la vida para los pobres Muttawa saudíes.
Fuente: Marco Tosatti para Vatican Insider
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Una entrevista con mons. Scicluna, el hombre que desde hace diez años colabora con Joseph Ratzinger en la lucha anti-pedofilia.
Para entrar en donde trabaja, con un grupo restringido de colaboradores, es necesaria una tarjeta magnética. Nadie diría que detrás de aquella puerta de madera clara que se asoma al patio interno en el primer piso del palacio del Santo Oficio, estén custodiados los expedientes sobre los casos más escabrosos y desagradables, los de los abusos en contra de menores perpetrados por sacerdotes y religiosos.
Mons. Charles J. Scicluna, el «promotor de justicia» de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el hombre que desde hace casi una década está al lado de Joseph Ratzinger en la lucha contra la “suciedad” en la Iglesia, no tiene el aspecto de un inquisidor: es cordial, sonriente, directo, para nada clerical.
«Nací en Toronto en 1959 hijo de malteses que habían emigrado a Canadá. Pero, antes de cumplir un año de edad regresé con mi familia a Malta y crecí ahí…». Scicluna se interrumpe. «Beh… crecer, crecer, ¡no tanto!», añade, refiriéndose a su estatura.
A 19 años, después de haber iniciado a estudiar jurisprudencia en la universidad, decide entrar al seminario. «Formaba parte desde hacía muchos años a la “Legio Mariae”, recitaba el rosario cada día, hacía apostolado, pero quería ser abogado». El arzobispo de Malta, tras un par de años, permite que su seminarista complete también sus estudios en leyes en el ateneo laico. Una decisión que se revelará preciosa en el curriculum de Scicluna, obligado a convertirse también, un poco, en detective: «Se ve que el Señor tenía sus planes…».
Ordenado sacerdote en 1986, se fue a estudiar a Roma, en donde obtuvo la licenciatura en derecho canónico en la U. Gregoriana con el profesor Navarrete (futuro cardenal), y su director de tesis fue el estadounidense Leo Burke (también futuro cardenal). Los superiores lo notaron inmediatamente. «Querían que permaneciera en Roma, en la Signatura apostólica, pero el arzobispo me volvió a llamar a Malta, en donde durante cinco años enseñé en la universidad, hice el ‘defensor del vínculo’ en las causas de nulidad matrimonial, trabajé en la parroquia».
En 1995 las insistentes peticiones que llegaban desde Roma vencieron todos los obstáculos y Scicluna fue nombrado «promotor de justicia sustituto» en la Signatura apostólica, el tribunal supremo del Papa. «En 2001, tras la publicación del motu propio con el que Juan Pablo II asignaba a la Santa Sede todos los procesos por los abusos de menores, el cardenal Ratzinger debía instituir el nuevo tribunal. Y, entonces, no se imaginaba, lamentablemente, todo lo que habría tenido que trabajar», explica Scicluna.
El mons. maltés se convierte también en un estrecho colaborador del futuro Papa y, en 2002, es nombrado «promotor de justicia» del ex Santo Oficio. Gracias a las nuevas normas se desempolvan todos los fascículos pendientes. Se vuelven a abrir averiguaciones y, finalmente tras dos años, la Congregación comienza a indagar al fundador de los Legionarios de Cristo, el padre Marcial Maciel. «Nació un entendimiento muy bello, el cardenal Ratzinger, que no tenía una formación canonística, confió en mí».
Su rostro se vuelve serio cuando escucha la pregunta sobre lo que significó en su vida haber tenido que ver con estos escándalos tremendos: «Comprendí que si la Iglesia no se vino abajo a pesar de los escándalos, fue justamente porque tiene un fundamento sobrenatural. No se puede explicar de otro modo».
«La Iglesia, continúa Scicluna, considera entre sus tesoros más preciados la inocencia de los niños, y el liderazgo de Benedicto XVI ha sido y es fundamental. Ha tenido el coraje para decir: “aquí nos hemos equivocado, aquí tenemos que cambiar…”». Justo a esto se refería Razinger en la ya famosa meditación del Via Crucis del viernes santo de 2005, cuando habló de la «suciedad» en la Iglesia: «Aquellas palabras provenían de tres años de estudiar los casos de abuso, se tenía la conciencia de la necesidad de ver a la cara los pecados del clero».
Hace algunos días, al presentar un seminario internacional dedicado a la lucha contra la pedofilia clerical, que se desarrollará en la U. Gregoriana en febrero de 2012, Scicluna usó palabras fuertes, al afirmar que las violencias contra menores por parte de religiosos son un «abuso de poder espiritual». «Sí, es cierto, añade el prelado maltés, existe una diferencia específica entre el abuso cometido por un laico y el de un sacerdote. El religioso se permite cometer estos actos en cuanto sacerdote, contra víctimas que confían encontrar en él al “buen pastor”». El rostro de Scicluna se obscurece todavía más y se tiñe de dolor. «Si el abuso lo ha cometido un sacerdote, la huella en las víctimas permanece mucho más impresa, hay una confianza espiritual que se destruye, una fe que se asesina».
Le preguntamos al «promotor de justicia» si el cambio de mentalidad que pidió Benedicto XVI se está convirtiendo en una realidad al interno de la Iglesia. «Según yo, dice con un hilo de voz, el cambio de mentalidad es posible sólo para aquellos que tienen el coraje de encontrarse con las víctimas de los abusos, de acogerlas, de escuchar sus experiencias. Si no se hace, se puede haber leído de todo, puede uno estar preparadísimo, pero no se logra comprender hasta el fondo el drama que implican estos tremendos pecados. Hay una reacción, una rabia en las víctimas de los sacerdotes que no se encuentra en otros casos, porque toca la profundidad del alma».
Es por ello, revela Scicluna, que los obispos que participarán en el seminario de febrero de 2012 tendrán que haber visitado a las víctimas de religiosos pedófilos en sus respectivos países antes de llegar a Roma. «Es una experiencia traumática que cambia la vida, como me sucedió a mí. Gracias a Dios, a las normas más severas y al crecimiento de una nueva conciencia estos casos están disminuyendo notablemente con respecto al pasado. Debemos continuar acercándonos a las víctimas, que han sido tratadas durante mucho tiempo como víctimas de la Iglesia y que son, en cambio, personas heridas en el alma; hay que ayudarlas y acogerlas para que lo que han sufrido no se repita».
Scicluna se levanta, acompaña a su huésped fuera de la oficina, en el portal, hasta el ascensor. Una bocanada de aire a la luz del sol caliente del junio romano, antes de sumergirse de nuevo entre los papeles que describen el abismo de los pecados más turbios.
En febrero, en Roma, un gran simposio destinado a los obispos para reflexionar y escuchar las mejores prácticas para prevenir y curar las “heridas” de los abusos en contra de menores
Es justamente para ayudar a los obispos y superiores de las órdenes religiosas de todo el mundo que la Pontificia Universidad Gregoriana, con la ayuda de otros dicasterios vaticanos, está organizando un simposio que se desarrollará en febrero de 2012 en el prestigioso ateneo de los jesuitas. Se titula “Hacia la curación y la renovación” y tendrá al menos 200 participantes, entre obispos y superiores. Los objetivos principales son analizar todos los aspectos –pastorales, jurídicos, psicológicos y teológicos– de la crisis y, publicando on-line las “best practices”, prevenir y curar los abusos.
Por ello la necesidad de que la Iglesia elabore una respuesta eficaz y coherente frente a la crisis: «No es posible distinguir entre la protección de los menores y el bien común de la Iglesia y de la comunidad cristiana». Para mons. Scicluna la respuesta adecuada debe pasar por los caminos de la educación y de la justicia: educación, en primer lugar del clero, pero también de toda la “base” cristiana, que debe aprender a reconocer y denunciar los signos del abuso. Fundamentalmente, también los procesos de “atención” y de reconocimiento de las víctimas por parte de la Iglesia, a menudo etapa fundamental en el proceso de curación de los individuos y de la comunidad. Una de las conferencias del simposio tendrá como tema la voz de las víctimas, y una de ellas hablará ante los obispos.
En cuanto a la “justicia”, mons Scicluna recordó que el abuso contra menores no es solo un pecado, sino un tanto un delito según la ley canónica como un crimen civil y penal: por ello el imperativo, expresado en la “Carta”, de observar escrupulosamente las leyes locales en términos de denuncia de las noticias de abusos por parte de sacerdotes y obispos. Un imperativo, especificó Scicluna, que no se debe limitar a la obediencia “literal” de la ley, sino que debe también seguir paso a paso los desarrollos de la jurisprudencia.
Fuente: Alessandro Speciale y Andrea Tornielli para Vatican Insider
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Este “Mensaje a Europa” ha sido entregado personalmente al Sr. Othmar Karas, diputado europeo y Vicepresidente del PPE (Partido Popular Europeo), el 31 de mayo de 2011, por el P. Henri Boulad durante su última visita a Bruselas.
El mismo texto – en su versión definitiva- fue enviado por correo electrónico el mes siguiente al Sr. Herman van Rompuy, y también al Sr. José Manuel Barroso, Presidente del Parlamento Europeo. El Padre Boulad también expresó el deseo de hablar personalmente en el Parlamento Europeo en una próxima reunión.
Henri Boulad critica el absolutismo del relativismo cultural y el totalitarismo islámico, así como el hedonismo que impera en Europa. También describe certeramente el futuro no lejano al que se acerca Europa, si persiste en abandona la sabiduría basada en valores humanistas y universales.
El autor, que tiene como objetivo cambiar el mundo, lleva una lucha sin cuartel para evitar el colapso de Occidente. Él cree que es imprescindible hablar, moverse, mover cielo y tierra para evitar lo peor.
«Los valores europeos duramente ganados después de siglos de lucha, ¿Europa se arriesgará a liquidarlos simplemente por efecto de una inmigración que en última instancia conduce a un cambio fundamental en la composición de la sociedad? … En nombre de la tolerancia, Europa está abriendo sus puertas a la intolerancia. En nombre de la democracia, el riesgo es ver vivir a sus hijos y nietos en una sociedad totalmente diferente en la que los no creyentes o creyentes de otras religiones, los dhimmis, tendrán menos derechos que la mayoría de la población».
El Padre Henri Boulad dirige Centro Cultural Jesuita de Alejandría. En una entrevista en Radio Canada hace unos años, dijo: «O el Islam se reforme o nos dirigimos hacia una conflagración».
La existencia de la Unión Europea es un milagro. ¿Quién podría haberse imaginado en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial que pueblos tan diversos que se han odiado durante siglos, podrían un día formar una sola entidad? Es por eso que, como cristiano de Oriente, me gustaría reconocer con la más profunda admiración a los creadores y fundadores de este increíble logro.
La Europa de hoy es «la flecha ascendiente de la evolución», para usar una expresión muy familiar a Teilhard de Chardin. Esta posición de liderazgo de Europa supone una enorme responsabilidad frente a la humanidad. Debido a que Europa no sólo es responsable de sí misma: es también lo es del resto del planeta.
Este planeta que [Europa] colonizó y explotó en el pasado, para bien o para lo peor, en el presente se trata de servirle promoverlo, ayudarlo a engrandecer [al planeta]. Europa tiene una deuda con el resto del mundo, que le dio mucho, y que a su vez debe dar mucho.
Europa es una visión y misión, un proyecto y una responsabilidad. Europa es un humanismo. Pero no cualquier tipo de humanismo: un humanismo espiritual, es decir, abierto a la trascendencia, a un más allá, al progreso. Pero, ¿qué progreso? No es un mero desarrollo técnico-científico, sino un desarrollo moral y espiritual, la promoción del hombre, una humanización del planeta. De lo contrario, el estancamiento, el círculo se cierra. La ausencia de un horizonte absoluto, infinito, sólo puede llevar al escepticismo, al pesimismo, al mal. De todas cosas Occidente está hoy enfermo.
Europa está hecha de una herencia triple: Greco-romana, judeo-cristiana, moderna y laica. Esta modernidad ha surgido a través de una sucesión de mutaciones: Renacimiento, la Reforma, la Revolución Francesa, la Ilustración, las revoluciones sociales del siglo XIX. Todo ello ha se cristalizado en la Carta Internacional de los Derechos Humanos, los principales elementos de la libertad, la igualdad, el laicismo, la separación de poderes, la justicia social …
Este valor fundamental, que constituye el alma de Europa, es desarrollar, fructificar.
Pero también defender, porque está doblemente amenazada.
Desde el interior, porque la noción de un progreso miope tiende a engendrar una sociedad materialista, hedonista, egoísta, que trata de ahogar en un entretenimiento constante para llenar el vacío que lo habita.
Desde el exterior, como consecuencia del obvio cambio demográfico, Europa se expone a la situación que prevalece en mayoría de los 57 países de mayoría musulmana: una reducción de la libertad religiosa, o inexistente, una libertad de expresión sujeta a las limitaciones de la Shari´a, como se indica en la Declaración Islámica de los Derechos Humanos en El Cairo (1990).
En nombre de la tolerancia, Europa está abriendo sus puertas a la intolerancia. En nombre de la democracia, el riesgo es ver vivir a vuestros hijos y nietos en una sociedad totalmente diferente en la que los no creyentes o creyentes de otras religiones, los dhimmis, tendrán menos derechos que la mayoría de la población.
Esto significaría un retorno a los peores momentos de la dominación religiosa de tipo medieval que conoció Europa en el pasado y de la que se ha liberado felizmente.
Los valores europeos duramente ganados después de siglos de lucha, ¿Europa se arriesgará a liquidarlos simplemente por efecto de una inmigración que en última instancia conduce a un cambio fundamental en la composición de la sociedad? ¿El reino de la «corrección política» debe impedirle denunciar el riesgo a largo plazo que tiene Europa? La diversidad es un factor teórico de enriquecimiento mutuo, pero la observación de los países de mayoría musulmana muestra que el multiculturalismo no tiene intención de prosperar.
¿Qué será, por lo tanto, de Europa y de las libertades en unas pocas décadas? No olvidemos estas reflexiones durante el debate sobre la adhesión de Turquía a Europa. Igual que para todos los organismos, hay un «umbral de tolerancia» más allá del cual todo el cuerpo se ve amenazado por el colapso, disolución, desintegración.
En este contexto, querer introducir Turquía en la UE es inconsciente. Este enfoque representa un verdadero suicidio para una Europa que lucha por salvar su identidad y no ya para construir. Turquía no es europea ni geográfica ni histórica ni cultural. Turquía siempre ha sido un peligro y una amenaza para Europa.
La defensa de los valores humanistas también se realiza en los países musulmanes, en los que Europa debe apoyar a los musulmanes moderados, a menudo víctimas del extremismo religioso basado en el rechazo de toda la contextualización de los textos sagrados, en nombre de la palabra inmutable de Dios.
Europa se ve amenazada en sus fundamentos, en su alma. Es el momento de tomar conciencia. Europa debe defender su identidad a toda costa. Esto no es un derecho sino un deber – el deber frente a las generaciones futuras de toda la humanidad.
La tendencia a decir que todo vale y todo tiene el mismo valor es peligrosa. ¡No todo es igual, incluso si probablemente se encuentran elementos de verdad en las diferentes escuelas de pensamiento! Hay una jerarquía de valores, culturas y civilizaciones. Una jerarquía que no excluye una complementariedad destinada a la armonía a partir de una base común. Esta es simplemente la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» mencionada anteriormente.
Es verdadero y justo lo que hace a un hombre más humano. El Dalai Lama, a quien le pregunté qué era lo mejor de las religiones, respondió: «La mejor religión es la que hace al hombre mejor.» Se puede decir de cualquier cultura, civilización, de la sociedad. Esta es una evidencia de los hechos. Sólo importa lo que humaniza al hombre, haciendo que sea más responsable y respetuoso de los demás.
Europa es mucho más que una entidad económica, política y cultural, más que un club de ricos privilegiados. Ella no es para sí misma: es para el mundo, para la humanidad.
Frente a todo lo que amenaza su cohesión e identidad, es el momento para que Europa actúe. Lo que es imprescindible hoy en día es un comienzo, un despertar, una toma de conciencia, sin los cuales mañana podrá ser doloroso para las generaciones futuras.
Esto es para que Europa pueda recuperar y mantener una SABIDURÍA basada en valores humanistas y universales, único fundamento válido para la construcción de un nuevo orden mundial.
Henri Boulad, SJ
Cristiano egipcio de origen sirio,
Director del Centro Cultural Jesuita de Alejandría
Ex rector de la Universidad de los Jesuitas en El Cairo
Y ex vicepresidente de Caritas Internacioanl para el mundo árabe.
Alejandría, 27 de junio 2011
NOTAS
http://postedeveille.typepad.com/files/message-%C3%A0-leurope.pdf
http://www.postedeveille.ca/2011/06/message-e-leurope-de-henri-boulad-pretre-au-caire.html#comments
Fuente: Religión en Libertad
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La situación es delicada sobre todo después del «caso Recife” del 2009. La preocupación de la Santa Sede está concentrada en la crisis de la disciplina eclesiástica, el crecimiento de la Iglesia evangélica y la influencia de la teología de la liberación entre los jóvenes sacerdotes.
Wikileaks revela que el Vaticano estaba preocupado por la conducta de los sacerdotes brasileños sobre el celibato. Y así se vuelve a abrir una cuestión extremadamente delicada para la Santa Sede, sobre todo en relación con el espinoso tema de los sacerdotes brasileños (y sudamericanos) cercanos a la teología de la liberación y de las tensiones con Roma de la cual es prueba clamorosa el caso Racife, es decir la controversia sobre el aborto de la madre-niña.
Según los documentos relativos a Wikileaks, el Vaticano ha manifestado su preocupación por el comportamiento de los sacerdotes brasileños, fundamentalmente su indiferencia y porque no observan la regla del celibato eclesiástico. La fuente citada por el diplomático estadounidense es un prelado brasileño, oficial de la Secretaría del Estado. Monseñor Stefano Migliorelli estrecho colaborador del cardenal Tarcisio Bertone, que informó al embajador de los Estados Unidos, Francis Rooney, que el viaje de Benedicto XVI en 2007 nacía de la alarma por la situación de la Iglesia católica local.
«Monseñor Migliore se lamenta de que el nivel de preparación de los sacerdotes brasileños es muy bajo y que en muchos casos no se respetan los principios de la disciplina clerical (por ejemplo el celibato eclesiástico…)», evidencia el documento preparado por el diplomático Francis Rooney para la administración americana. En otro pasaje del informe elaborado en el 2007, se afirma que la crisis sacerdotal, la disminución de la vocación y la indisciplina del clero en América Latina son mucho peor que en los Estados unidos.
La Santa Sede, siempre según el informe estadounidense, da voz de alarma por el crecimiento de las iglesias evangélicas en Brasil y en América del Sur. A juicio de la Secretaria del Estado Vaticano, Brasil y América latina deben ser consideradas como una «tierra de misión» en la cual es necesario «recomenzar desde cero» y «el clero debe ser formado nuevamente» para frenar el avance de las Iglesias evangélicas. Una situación preocupante, por lo tanto, esa que denuncia el eclesiástico Migliorelli al diplomático estadounidense Rooney.
Hace dos años y medio la tensión entre la Santa Sede y el episcopado brasileño alcanzó el nivel de alerta. El causante de la tensión fue el «caso Recife».
La Iglesia debe respetar la profesionalidad de los médicos incluso cuando hacen intervenciones que parecen contradecir las leyes eclesiásticas como en el caso de la niña de 9 años violada y obligada a abortar en Brasil porque el embarazo ponía en peligro su vida. La excomunión de la madre y los médicos es «un juicio que pesa como una hacha y hace parecer a la Iglesia insensible».
El 14 de marzo de 2009 en el “Observatore Romano”, el entonces presidente de la Pontificia academia por la vida, Rino Fisichella estigmatizó la posición adoptada por el arzobispo de Recife, José Cardoso Sobrinho, que una semana antes había anunciado la grave sanción canónica contra quién había provocado la interrupción del embarazo, a pesar de que la niña, embarazada de gemelos corría el riesgo de morir. Un caso que ha suscitado clamor en el mundo entero y una dura protesta por parte del presidente Lula en contra de la «Iglesia menos correcta que la medicina». «Antes de pensar en la excomunión era necesario y urgente salvaguardar la vida inocente de la niña y reportarla a un nivel de humanidad en el cual nosotros hombre de Iglesia deberíamos ser expertos predicadores y maestros», sostuvo el arzobispo Fisichella.
El enfoque equivocado por el arzobispo brasileño, añadió el ministro vaticano de la bioética, «por desgracia sufre la credibilidad de nuestra enseñanza que aparece a los ojos de muchos como insensible, incomprensible y sin piedad». Es cierto que «la pequeña Carmen llevaba dentro de sí otras vidas inocentes como la suya, aunque si eran fruto de la violencia, y han sido suprimidas, sin embargo no es suficiente para un juicio que pesa como un hacha». Además, reconoce el ministro vaticano Fisichella, «debido a su cortísima edad y sus condiciones de salud precarias su vida estaba en serio peligro por el embarazo y ninguno llega a una decisión de este tipo con desenvoltura, es injusto e ofensivo sólo pensarlo». Sin embargo, pocas horas después de la excomunión, la Curia definió «justa la excomunión a quién ha provocado el aborto».
Pleno apoyo en el Vaticano al arzobispo de Recife que terminó en la mira de la autoridad civil por la excomunión que había llegado del cardenal Giovanni Battista Re. «Es un caso piadoso pero el verdadero problema es que los dos gemelos eran personas inocentes, tenían el derecho a vivir y éste no podía ser suprimido – comentó en caliente el entonces ministro vaticano de los obispos y presidente de la Pontificia comisión por América Latina-. La vida va siempre tutelada, por lo tanto el ataque a la Iglesia brasileña está injustificado».
La interrupción voluntaria del embarazo «es siempre una supresión de una vida inocente», precisó Re y «por el código de derecho canónico quién practica o colabora directamente en el aborto cae “ipso facto” en la excomunión, la Iglesia ha siempre defendido la vida y debe continuar haciéndolo sin adaptarse a los humores de la época o la oportunidad política». Para corregir el curso, sin embargo, intervino el Presidente de la Academia Pontificia para la Vida. «El debate sobre estos temas – dijo el arzobispo Fisichella – es a menudo estrecho y las diferentes perspectivas no siempre permiten considerar lo grande que es lo que está en juego. Es el momento de mirar lo esencial y de fijarse en los ojos de Carmen, violada por su padrastro». Por lo tanto no había necesidad de que el obispo usase «tanta urgencia y publicidad en el declarar un hecho (la excomunión) que se activa automáticamente».
Carmen «debía ser en primer lugar defendida, abrazada, acariciada con dulzura para hacerla sentir que estábamos todos con ella, todos sin distinción». Fisichella subrayó que «el aborto provocado ha sido siempre condenado por la ley moral como una acto inherentemente malo y esta enseñanza se mantiene sin cambios hasta nuestros días desde el comienzo de la Iglesia» y técnicamente, el Código de derecho canónico usa la expresión «Latae sententiae» para indicar que la excomunión se lleva a cabo precisamente en el momento en el que ocurre el suceso.
Por lo tanto advierte el arzobispo Fiscella, no había necesidad de retirarle la comunión públicamente. De lo que se sentía que había urgencia era sin embargo, «la proximidad de sufrimiento y un acto de misericordia». Ya dos días después la Conferencia de los obispos brasileños dio marcha atrás diciendo que la niña y los médicos no habían sido en realidad excomulgados porque habían actuado para salvar una vida. «El respeto que se le debe a la profesionalidad del médico –escribió Fisichella – es una regla que debe involucrar a todos y no puede allanar el camino para una opinión negativa sin antes haber considerado el conflicto que se ha creado en su corazón». Cierto, algunos, «se habitúan a las situaciones así y no sienten más emociones»; en estos casos, sin embargo, «la elección de ser médico viene degradada solamente a una profesión sin entusiasmo y con pasividad. Generalizar no sería solo incorrecto, sería injusto».
Otro nervio descubierto entre la relación con la Santa Sede y América Latina es la relación con la Teología de la liberación, una escuela de pensamiento teológico que se desarrolló sobre todo en América latina y que en el curso de los años ha asumido cada vez más una connotación política, a menudo inspirada por la revolución socialista. Un «compromiso histórico» entre cristianismo y marxismo, orientado hacia los pobres, para los cuales desde la Santa Sede no han faltado nunca los intentos de normalización.
En marzo de 2007 la Congregación para la doctrina de la fe (ex Santa Oficina) definió contrarias a la doctrina católica dos obras de Jon Sobrino, jesuita salvadoreño considerado uno de los padres de la teología de la liberación. Los libros bajó acusación son «Gesù Cristo liberatore – Lettura storico teologica di Gesù di Nazareth», (“Jesucristo liberador –Lectura histórica teológica de Jesús de Nazaret”) de 1991 y «La fede in Gesù Cristo» (“La fe en Jesucristo”) del 1999. Se trata de la primera expulsión de este tipo de la Congregación desde la elección de Benedicto XVI. Cuando Joseph Ratzinger era obispo de Munich financió la traducción al alemán de la tesis doctoral de Sobrino.
La decisión de examinar los textos del teólogo jesuita, que junto con Leonardo Boff y padre Casaldalilga es uno de los mayores exponentes de la Teología de la liberación, fue tomada en 2001, (cuando era el propio Ratzinger quién dirigía la Congregación). Entre las afirmaciones de Sobrino juzgadas como «peligrosas» están aquellas que ponen en duda puntos cruciales de la fe, como la divinidad de Jesucristo, la encarnación del Hijo de Dios, la relación de Jesús con el Reino de Dios, su autoconciencia y los valores de su muerte. Las críticas del Vaticano a Sobrino son el haber dado demasiado valor a la componente histórica de la figura de Jesús separándola de su dimensión divina
«Sobrino es un hombre que ha vivido de cerca la experiencia dramática de su pueblo, por esto ha tendido a desarrollar una “cristología desde abajo” y ha cultivado una sintonía espiritual profunda con la humanidad de Cristo», ha comentado la notificación de la Congregación para la doctrina de fe el director de comunicación del Vaticano, padre Federico Lombardi. «Sin embargo, la insistencia de Sobrino sobre la solidaridad entre Cristo y el hombre no se debe quedar en la sombra o subestimar la dimensión que une a Cristo con Dios».
Fuente: Giacomo Galeazzi para Vatican Insider
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“Signos de estos Tiempos” un noticiario sobre categorías cristianas de análisis
El Arzobispo Irl A. Gladfelter preside una de las confesiones cristianas que planean volver al catolicismo en los ordinariatos creados por Benedicto XVI. La Iglesia Católica Anglo-Luterana es la única con raíces luteranas y podría suponer el primer paso para la vuelta al redil católico de los herederos de Lutero. En una larga entrevista concedida a InfoCatólica, este Arzobispo que aún no es católico pero sí Cooperador del Opus Dei, habla de su alegría al volver a la Iglesia Católica, de la importancia de una única fe y de su compromiso para deshacer la Reforma protestante.
– Reverendo Irl A. Gladfelter, Metropolita de la Iglesia Católica Anglo-Luterana (ALCC), es usted biólogo, Doctor en Cirugía Dental, teniente coronel jubilado del ejército estadounidense, Doctor en Teología y el Metropolita de la ALCC. ¿Cómo ha encontrado tiempo para tantas cosas?
No fue un problema. Sólo me convertí en clérigo después de jubilarme en el Ejército de los Estados Unidos y como dentista.
– ¿Cuándo se fundó la ALCC? ¿Por qué la combinación de anglicanismo y luteranismo?
La ALCC fue formada en 1997 por antiguos miembros de la Iglesia Luterana – Sínodo de Missouri de los Estados Unidos (LCMS), los cuales, al ser luteranos orientados hacia el catolicismo o “Evangélicos Católicos” (también conocidos como de la “alta iglesia”), no podían aceptar la orientación cada vez más protestante de la LCMS y su aceptación creciente de la teología evangélica fundamentalista, junto con algunos aspectos de la soteriología y teología sacramental que habían sido importados desde el Calvinismo por varios medios ya en su fundación y la aceptación cada vez mayor de servicios evangélicos no litúrgicos. Nuestros fundadores también ponían reparos a la teología sacramental de la LCMS, a su política congregacional, a sus ideas sobre la naturaleza y el ejercicio de la autoridad dentro de la Iglesia y a su comprensión de las Sagradas Órdenes (el “oficio del ministerio público”, según el lenguaje que utilizan).
Inicialmente, la ALCC adoptó las posturas del ala “anglo-católica” del anglicanismo (o anglicanismo de la “alta iglesia”). A lo largo del tiempo, si bien respetábamos las relaciones que se habían ido formando con el anglicanismo de la “alta iglesia”, la ALCC encontró también problemas con el anglicanismo, incluyendo su rechazo de la primacía papal, la infalibilidad papal, la infalibilidad del Sagrado Magisterio y de los Concilios posteriores a los cuatro primeros Concilios Ecuménicos, además de su tolerancia de algunos grados de teología eucarística de tipo protestante, que pueden encontrarse en la Plegaria Eucarística del Libro de Oración Común, entre otros problemas. Finalmente, la ALCC llegó a reconocer la verdad absoluta de la fe católica y se dio cuenta de que tenía la obligación en conciencia de volver a Roma.
Se ha descrito recientemente a la Iglesia Católica Anglo-Luterana (ALCC) como “totalmente romanizada” y como una Iglesia que “enseña doctrina católica sólida, utilizando un vocabulario luterano y anglicano, corrigiendo esto último con lo primero”. Ambos comentarios son acertados y precisos. En esencia, la ALCC se ha “romanizado” totalmente, aceptando con entusiasmo la verdad objetiva de todos los aspectos de la fe católica.
– ¿Fue importante para ustedes la declaración conjunta católica y luterana sobre la justificación (1997)?
Sí. Para la ALCC, la Declaración conjunta católica y luterana sobre la doctrina de la justificación decidió de una vez para siempre el asunto fundamental de la fase de Wittenberg (luterana) de la Reforma. Una vez que ese asunto se había resuelto, la ALCC se dio cuenta de que tenía la “obligación en conciencia” de entrar en la Iglesia Católica, marcando el camino para que otras jurisdicciones eclesiásticas luteranas (Iglesias) pudieran seguirla.
– ¿Cuantos miembros y parroquias tiene aproximadamente la ALCC? ¿Sólo están presentes en los Estados Unidos o también en otros países?
El número total de miembros de la ALCC es de aproximadamente 11.000 personas, en los Estados Unidos, Canadá, Alemania, Sudán y el próximamente independiente Sudán del Sur. El mayor número corresponde a africanos sub-saharianos, la mayoría de los cuales son de Sudán del Sur.
– ¿De dónde viene la mayoría de sus miembros? Antes de entrar a formar parte de la ALCC, ¿eran luteranos, anglicanos, católicos o no creyentes?
La mayoría de nuestros miembros no africanos entraron en la ALCC procedentes de otras Iglesias luteranas, pero nuestros miembros subsaharianos, tanto en África como en los Estados Unidos y Canadá, son antiguos anglicanos.
– En la Comunión Anglicana, hay algunas congregaciones religiosas anglo-católicas. ¿También tienen ustedes religiosos en la ALCC?
Sí, tenemos una Prelatura Personal, la Orden de San Ambrosio (O.S.A.) y una Sociedad Sacerdotal, la Sociedad Sacerdotal de Siervos del Buen Pastor. La Regla y la espiritualidad de ambas se parecen mucho a las del Opus Dei. El Vicario General de la ALCC y yo somos, con gran entusiasmo, Cooperadores del Opus Dei. Algunos de nuestros obispos son miembros de la Confraternidad de San Pedro, dirigida por la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP), una sociedad católica.
– ¿Entrarán a formar parte del ordinariato de los Estados Unidos cuando se cree, a finales de este año?
Sí, porque es lo que nos ha dicho que hagamos la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero la última palabra la tendrá la propia Congregación. Llevamos trabajando con ellos desde 2009. Desde el punto de vista de la ALCC, se trata de un tema de obediencia a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En nuestra petición a Roma para entrar en la Iglesia Católica (antes de la promulgación de Anglicanorum Coetibus) no mencionamos un ordinariato, ya que aún no se había publicado la Constitución Apostólica. Por consejo de nuestro abogado católico de Derecho Canónico, la ALCC sólo pidió entrar como “sociedad sacerdotal” o de la forma que dispusiese el Santo Padre. Nuestra petición terminaba con la frase: “El hijo pródigo ha vuelto y está a la puerta. Santo Padre, por favor, déjenos entrar”. La ALCC nunca ha pedido más que eso. Está a la puerta y ruega que la dejen volver a casa.
Sin embargo, cuando en otoño de 2010 recibimos una carta del Secretario de la CDF notificándonos que debíamos entrar en la Iglesia Católica a través de las disposiciones de Anglicanorum Coetibus, por obediencia a los deseos del Santo Padre y de la CDF, la ALCC aceptó inmediatamente esas instrucciones por escrito. Así pues, actualmente, la ALCC espera pacientemente y ruega al Señor y a su Bendita Madre, María, que se nos permita volver a casa, a la Iglesia Católica, ya sea a través de Anglicanorum Coetibus o de otro medio.
– ¿Todos los miembros de la ALCC se harán católicos o algunos han decidido esperar o pasar a otros grupos anglicanos o luteranos?
Todos los miembros de la ALCC se harán católicos. A diferencia de algunas Iglesias Anglicanas, la ALCC no tiene “posturas inamovibles”. La ALCC no está interesada en absoluto en “preservar un patrimonio”. Al contrario, se trata de una Iglesia profundamente “romanizada”, que trabaja con todas sus fuerzas para “deshacer” la Reforma, porque considera que fue un trágico error de proporciones épicas, que nunca debió suceder, e intenta restaurar la unidad de la Iglesia según los criterios de la Iglesia Católica. La ALCC no pide poder conservar un “patrimonio luterano”. A diferencia del patrimonio anglicano, el patrimonio luterano es esencialmente teológico y, al haber comprendido plenamente las herejías del luteranismo y al haber aceptado la fe católica, lo único que pide y por lo que reza la ALCC es que se la permita “volver a casa” y entrar en la Iglesia Católica, como hijos pródigos arrepentidos. Lo único que queremos es disolvernos en la Iglesia Católica, como católicos normales.
Hace tiempo que la ALCC tiene la política de no admitir miembros ni aceptar clérigos que no estén plenamente comprometidos con la causa de la unidad de la Iglesia de Cristo, sanando las heridas que infligieron a esa unidad el orgullo humano y las herejías de los líderes de la Reforma protestante. Todos los miembros de la ALCC deben estar comprometidos con deshacer la Reforma.
Todos los clérigos de la ALCC, desde el Metropolitano hasta el último diácono permanente deben firmar una versión adaptada del Mandato de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, el cual establece que “se comprometen a enseñar la doctrina católica y no predicarán, enseñarán, escribirán ni publicarán nada que entre en conflicto con el magisterio católico”. Este compromiso se controla y se hace cumplir estrictamente. Ya ha sucedido que algún sacerdote ha sido destituido de su cargo, dándole a elegir entre su dimisión y la excomunión, por no cumplir el Mandato de la ALCC.
– ¿Será un problema para los miembros de la ALCC la necesidad de aceptar el Catecismo de la Iglesia Católica como la expresión normativa de fe para los ordinariatos? ¿Qué textos utilizan actualmente para catequizar a los niños y a los adultos?
En absoluto. Hace años, la ALCC aceptó oficialmente el Catecismo de la Iglesia Católica como nuestra expresión completa de la fe cristiana. Catequizamos a niños y adultos usando el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica de la Conferencia Episcopal norteamericana, Fe para el futuro: Un nuevo catecismo ilustrado, publicado por Liguori Press; el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia de la Conferencia Episcopal norteamericana y otros textos católicos únicamente. Para la catequesis general y el estudio, la ALCC usa la Biblia de Navarra, publicada por Scepter Press; la New American Bible y la Biblia Católica de Estudio de Ignatius Press. La ALCC no permite el uso de ningún catecismo luterano ni otros catecismos protestantes.
– ¿Cuáles son las principales dificultades que han encontrado hasta ahora?
Toda organización nueva tiene “crisis de crecimiento” y la ALCC no es una excepción. Siempre hay lugar para mejorar y formas de desarrollar nuestros apostolados de forma más eficaz. Sin embargo, nos va muy bien, teniendo en cuenta que la ALCC se fundó en 1997. La mayor preocupación de la ALCC, con mucha diferencia, consiste en conseguir su objetivo de convertirse en la primera jurisdicción eclesiástica luterana que vuelve a la Iglesia Católica como grupo unificado desde el final de la Contrarreforma.
– Una vez que entren en un ordinariato, usted y los demás obispos y sacerdotes de la ALCC tendrán que ser ordenados como diáconos y sacerdotes católicos. ¿Es algo difícil de aceptar?
No, en absoluto. Nos alegramos de ello, porque eliminará la posibilidad de cualquier confusión entre los fieles católicos sobre la validez de nuestra ordenación y nuestros sacramentos.
– ¿Ha existido siempre un sector “católico” entre los luteranos?
Sí, así es. Se les ha dado muchos nombres: Gneiso-luteranos (luteranos originales), Viejos Luteranos, Luteranos Romanizados y, en los últimos años, “Católicos Evangélicos”. La ALCC está simplemente en el extremo más católico de esta tradición.
– ¿Hay otros grupos de luteranos que estén relativamente cerca de la Iglesia Católica?
En Suecia, existe el movimiento Arbetsgemenskapen Kyrklig Förnyelse (la Unión Eclesial Sueca) y otras sociedades más pequeñas. Hay comunidades monásticas, como el Monasterio de Östanbäck (un monasterio benedictino), el convento de Alsike y la Congregación de San Francisco, la Fundación de San Lorenzo, la Fundación de San Ansgar, la Coalición Eclesial por la Biblia y la Confesión y Förbundet För Kristen Enhet, que, al igual que la ALCC, trabaja para conseguir la unión visible y como grupo con la Iglesia Católica.
En Alemania, existe la St. Jakobus- Bruderschaft, con la cual permanece en contacto la ALCC, la Arbeitsgemeinschaft Kirchliche Erneuerung de la Iglesia Luterana de Baviera (Grupo de Trabajo para la Renovación de la Iglesia), Humiliatenorden, St. Athanasius-Bruderschaft, Hochkirchlicher Apostolat St. Ansgar, Bekenntnisbruderschaft St. Peter und Paul, la Kommunität St. Michael en Cottbus, la Congregatio Canonicorum Sancti Augustini y el Priorato de San Wigberto. Hay grupos similares en Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia.
– ¿Cree que se formará algún tipo de ordinariato para los luteranos en el futuro?
Ya se trate de un ordinariato o de alguna otra estructura más sencilla y menos polémica de establecer e integrar en la Iglesia según el Derecho Canónico, como una “sociedad sacerdotal” o un “instituto de vida apostólica”, creo que se formará algún tipo de estructura para que los luteranos de todos los países puedan volver a la Iglesia Católica. Hay que reconocerlo: la Iglesia Católica, y en general el cristianismo, están siendo atacados actualmente. Las comunidades eclesiales como los anglicanos y luteranos se dividen una y otra vez bajo los ataques del ateísmo, el agnosticismo, la filosofía posmoderna y las teologías heréticas de tipo liberal. La Iglesia no puede permitirse el enfrentarse a esas y otras amenazas en su estado dividido actual.
¡Es hora de que los luteranos y otras comunidades eclesiales vuelvan a la Iglesia Católica, para que a ésta le resulte más fácil derrotar a esas amenazas y realizar la Nueva Evangelización promovida por el Papa Benedicto XVI y otras personas! ¡Es hora de recuperar la unidad de la Iglesia de Cristo! Los luteranos deben darse cuenta de que volver a la Iglesia Católica no es algo bueno, es estupendo. En Getsemaní, Jesús oró para que todos sus discípulos fueran uno, como Él y el Padre son uno, así que la unión con la Iglesia Católica no es algo “bueno”, sino algo “estupendo”, porque Jesús lo pidió en su oración y lo mandó (no lo “sugirió” simplemente). Los luteranos deben volver a la Iglesia Católica porque es lo correcto, el único camino correcto.
En su homilía de vísperas, en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en San Pablo Extramuros, Roma, del 25 de enero de 2011, el Papa Benedicto XVI afirmó: “Los esfuerzos para recuperar la unidad entre los cristianos divididos no pueden reducirse simplemente a reconocer nuestras diferencias recíprocas y a conseguir una coexistencia pacífica. Lo que deseamos es la unidad por la que oró el mismo Cristo y que, por su propia naturaleza, se manifiesta en una comunión de fe, de los sacramentos y del ministerio. El camino hacia esta unidad debe percibirse como un imperativo moral, una respuesta a una llamada específica del Señor… Debemos continuar con entusiasmo el camino hacia este objetivo”. Esto es exactamente lo que intenta hacer la ALCC al esforzarse en entrar en la Iglesia Católica como grupo unificado.
– Si se crease un ordinariato para luteranos en el futuro, ¿dejarían el ordinariato anglocatólico para integrarse en él?
Ciertamente, estaríamos interesados y colaboraríamos con cualquier futuro ordinariato luterano o estructuras alternativas según el Derecho Canónico actual, pero haremos exactamente lo que nos pidan la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Santo Padre. Después de todo, los miembros de la ALCC solo queremos convertirnos en católicos normales, como todos los demás, e injertarnos de forma segura en el “centro” teológico y social de la Iglesia Católica. Estaremos contentos de “florecer” dondequiera que el Santo Padre y la CDF nos “planten” dentro de la Iglesia Católica.
– ¿Cree que su unión con la Iglesia Católica influirá en otros luteranos?
¡Sin duda! Hace algunos años, el P. Richard John Nieuhaus, un pastor luterano de los Estados Unidos que se convirtió al catolicismo y fue ordenado como sacerdote católico (y que era el editor de la revista norteamericana First Things), escribió que mientras él apenas podía percibir movimientos de luteranos hacia la Iglesia Católica, algún día una Iglesia Luterana “dará un paso adelante y ya nada volverá a ser igual”. Esperamos y rogamos por que la Iglesia Católica Anglo-Luterana sea la Iglesia que dé ese paso adelante y que eso lleve a muchos luteranos a abandonar las herejías de la Reforma y vuelvan a la fe católica; que nos acerque a ese bendito día en el que la oración de Cristo en Getsemaní de que todos sus discípulos fueran uno sea de nuevo una realidad, en una sola Iglesia bajo Cristo y su Vicario en esta Tierra, el Sucesor de San Pedro. Hasta ese día, la ALCC tendrá muy presentes dos lemas usados por nuestra Iglesia: (1) “Volver a la unidad del Cuerpo de Cristo, Iglesia por Iglesia”, y (2) el lema del escudo papal de San Pío X, “renovar todas las cosas en Cristo”.
– Muchas gracias por sus respuestas. Espero que tengamos la oportunidad de entrevistarle de nuevo cuando sea miembro del ordinariato.
Fuente: InfoCatólica
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