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Latinoamérica se aleja de las políticas altamente militarizadas para combatir la delincuencia

La búsqueda de nuevos enfoques para reducir la violencia y el delito.

 

Latinoamérica es la región del mundo donde los problemas de seguridad ciudadana son más acuciantes, evidenciado en la cantidad de violencia y en las actividades del crimen organizado, que ya se exportan con el sello latinoamericano a otros continentes. Probablemente hoy sea el principal problema por el que atraviesa el continente.

 

policia custodiando

 

Frente a años de esfuerzos fallidos para combatir el tráfico de drogas, las pandillas y la violencia, los países latinoamericanos están ampliando su enfoque para incluir políticas «más suaves», enfocadas en la prevención del crimen, la participación ciudadana, y al aumento de la cooperación intra-regional para combatir las amenazas transnacionales. La pregunta que resulta de un nuevo informe brasileño es: ¿funcionará mejor este paradigma?

Un reciente informe del grupo de expertos del Instituto Brasileño Igarapé discute el surgimiento de nuevas estrategias de «seguridad ciudadana» en Latinoamérica.

POLÍTICAS FALLIDAS

Hay una creciente percepción en toda Latinoamérica de que los enfoques «musculares» hacia la lucha contra la actividad criminal -como la llamada «guerra contra las drogas» y las políticas de «mano dura» en contra de las pandillas- no están funcionando, y tal vez, incluso exacerba el problema. Redadas masivas de jóvenes potencialmente miembros de pandillas en la región del «Triángulo Norte» de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) ayudaron a convertir las cárceles de esos países en paraísos para el reclutamiento pandilleril, mientras las duras políticas contra las drogas, y los ataques frontales contra los carteles, han dado lugar a miles de muertos con pocos resultados.

Estados Unidos ha sido un jugador importante en darle forma a las políticas de seguridad de la región, y en proporcionar apoyo técnico y material, pero el único país que podría posiblemente ponerse de pie, incluso como una historia de éxito parcial, como resultado de esta participación, es Colombia. Aunque los miles de millones inyectados en el Plan Colombia no lograron poner fin al conflicto del país o al tráfico de drogas, las fuerzas de seguridad del país se han convertido en un modelo para otros países de la región.

Sin embargo, mientras países como MéxicoGuatemala y Honduras, continúan moviéndose con dificultad, está claro que las estrategias de seguridad de vieja escuela, promovidas por Estados Unidos, además de los costos en términos de Derechos Humanos, han sido en gran medida un fracaso. La pregunta es si, a medida que la región amplía su concepción de seguridad ciudadana y comienza a centrarse en la prevención y en estrategias localizadas, estos nuevos modelos de seguridad resultarán más eficaces que los viejos.

NUEVO MODELO DE PROGRAMAS

Ha habido algunos ejemplos aparentemente exitosos de programas de prevención de la violencia que han sido implementados en la región. Estos incluyen el programa de capacitación juvenil «A Ganar» en Honduras, a cargo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), y el programa «Cure Violence» en Trinidad y Tobago, que utiliza a la gente de las comunidades en riesgo como «interruptores de violencia» para prevenir la propagación de las situaciones de violencia. A nivel local, dos programas en Juárez, México, destinados a proporcionar oportunidades alternativas para los jóvenes en riesgo, han visto cierto éxito en la reducción de la participación en las pandillas.

En lo que respecta a las estrategias de las fuerzas de seguridad, el modelo de vigilancia policial de Nicaragua, que en teoría está «orientado a la comunidad» y está basado en la «responsabilidad compartida», y las políticas de vigilancia comunitaria de Chile, se han presentado como ejemplos regionales.

LIMITACIONES DE LOS NUEVOS PROGRAMAS

Sin embargo, el informe de Igarapé identifica una serie de problemas con el nuevo modelo. Estos incluyen una aplicación desigual del concepto de «seguridad ciudadana», debido a la falta de claridad con respecto a lo que abarca este término, así como los diferentes niveles de compromiso frente a las estrategias suaves y duras. Además, las instituciones de seguridad y justicia en muchas partes de la región siguen siendo débiles y corruptas, lo que reduce las posibilidades de que las políticas alternativas de prevención del crimen y de vigilancia policial pueden aplicarse con eficacia.

El éxito de tales políticas puede depender en gran medida de las situaciones de los distintos países, y de las regiones dentro de los países. Por ejemplo, es difícil medir hasta qué punto el hecho de que Nicaragua hasta ahora no haya sido relativamente afectada por la violencia relacionada con las pandillas y las drogas, que se ha visto en el Triángulo del Norte, se debe a sus políticas de seguridad frente a los factores y los patrones externos.

Un documento de la Corporación Nuevo Arco Iris, escrito por el columnista Ariel Fernando Ávila Martínez, que examina el aparente éxito de las políticas de seguridad implementadas en Bogotá, Colombia, indica que las estrategias de prevención deben ser combinadas con otros factores para poder funcionar. El estudio plantea que estas estrategias fueron un factor que facilitó un descenso en los homicidios allí, entre 1993 y 2012, pero estuvieron acompañadas de sistemas eficaces de seguimiento, la coordinación entre los organismos gubernamentales y de seguridad, así como la diferenciación de las estrategias basadas en las necesidades de un barrio determinado.

Mientras tanto, la continua desconfianza entre los países de la región, además de los enfoques en seguridad a veces contradictorios, plantean problemas en cuanto a la cooperación Sur-Sur, como señaló Igarapé. Varios países de la región han sido resistentes a los intentos de Brasil para posicionarse como un gigante de la seguridad regional. La estrategia del país, de manera similar a la de Estados Unidos, ha sido en gran medida reactiva, basada en las preocupaciones sobre la expansión de los crímenes de otros países a través de sus fronteras, y algunos están preocupados por el impacto de esto sobre su soberanía.

En cuanto a la lucha contra las amenazas transnacionales, también está la cuestión de cómo los países con capacidad tecnológica limitada pueden trabajar juntos con éxito para combatir el crimen organizado. Para nombrar sólo un caso, Perú y Bolivia acordaron aumentar la cooperación antinarcóticos, pero ambos carecen de la tecnología de radar que podría permitirles combatir con éxito el puente aéreo de cocaína que los une. El informe también señala que algunas de las naciones más pobres de Centroamérica se ven obligadas a continuar dependiendo en gran medida de Estados Unidos para el apoyo en seguridad.

El cambio que está teniendo lugar en Latinoamérica será una prueba interesante sobre si la región puede comenzar a alejarse con éxito de las políticas altamente militarizadas y la ayuda tradicional al desarrollo. Si bien ninguno de ellos es probable que desaparezca de la escena en el corto plazo, la introducción de alternativas es un cambio bienvenido, pero estas nuevas políticas tendrán que ser formuladas cuidadosamente, e incluir un compromiso real con la reforma institucional integral.

Fuentes: Insight Crime, Igarapé Institute, Signos de estos Tiempos 

 

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El crimen organizado está afectando la libertad de prensa en Latinoamérica

Informe mundial 2014 sobre la libertad de prensa.

 

En los medios de comunicación latinoamericana está creciendo un punto  ciego, que es la información sobre seguridad que involucra al crimen organizado. La región es la que muestra la mayor violencia mundial fuera de las zonas de guerra, y esto es fundamentalmente por influjo del crimen organizado, ver aquí, y ahora está impactando en la circulación de información. Esto ya impactó en la Iglesia latinoamerica, por ejemplo en México, ver aquí.

 

marcha-de-periodistas

 

La última clasificación de Reporteros sin Fronteras, sobre la libertad de prensa mundial, destaca cómo el impacto del crimen organizado en los medios de comunicación de Latinoamérica, no sólo afecta a los países más estrechamente asociados con el tráfico de drogas, sino que ahora también está en aumento en países como Paraguay y Brasil.

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de 2014 evalúa la libertad de prensa durante el año 2013 en 180 países, con base en violaciones incluyendo muertes, atentados, secuestros, el exilio y la censura de los periodistas, y mediante la medición de los esfuerzos de las autoridades para proteger los derechos de los medios.

Como región, América recibió la segunda mejor puntuación en el mundo, después de la Unión Europea y los Balcanes. Sin embargo, varios países de Latinoamérica registraron caídas significativas en la libertad de prensa, o continuaron registrando pobres resultados.

Si bien existen numerosas causas en la restricción de los medios de comunicación, incluyendo la censura del gobierno y la concentración del poder mediático en manos de unos pocos, en Latinoamérica el crimen organizado se destaca por ser posiblemente la amenaza más grande y, sin duda, la más mortal. Los países de Latinoamérica con las clasificaciones más bajas en el índice de prensa de RSF son todos los lugares estratégicos para el tráfico de drogas, y los países en donde el crimen organizado ha echado raíces.

COLOMBIA Y MÉXICO

En los dos países más fácilmente asociados con el comercio de drogas en la región, Colombia y México, la prensa ha sufrido durante mucho tiempo bajo la influencia de los grupos criminales armados. La pareja ocupa el 8 y 10 lugar, respectivamente, en la lista del CPJ de los 20 países más peligrosos para los periodistas, que se basa en los asesinatos cometidos desde 1992. En México, al menos 29 periodistas han sido asesinados desde entonces como una represalia directa por su trabajo. En Colombia, el total para el mismo período se sitúa en 45.

En Colombia, los ataques violentos contra la prensa han disminuido en los últimos años, a medida que la dinámica del conflicto y del hampa del país ha cambiado. Sin embargo, los periodistas siguen experimentando la coacción por parte de la guerrilla, los grupos narcoparamilitares y el Estado (pdf).

Por el contrario, la prensa acosada de México ha visto pocas señales de mejora, y en muchos lugares ha recurrido a la autocensura para prevenir la violencia. Los Zetas son especialmente notables por su violencia contra los periodistas y por controlar de forma obsesiva la cobertura de los medios de comunicación, según lo revelado por el reciente relato de una periodista exiliada, sobre la intimidación que sufrió a manos de ellos.

CENTROAMÉRICA

Entre los países de tránsito de drogas de Centroamérica, Guatemala fue el país más peligroso para los periodistas en 2013, según la Campaña Emblema de Prensa (Press Emblem Campaign – PEC), con 55 violaciones a la libertad de prensa, además de los cuatro asesinatos. Parte de esta presión e intimidación proviene de las pandillas callejeras «maras», que han llevado a los medios del país a la autocensura, según Freedom House (pdf).

En la vecina Honduras, la situación se ha vuelto especialmente grave desde el derrocamiento de su gobierno en 2009, con más de 100 periodistas y locutores siendo víctimas de amenazas y agresiones entre 2010 y 2013, según el organismo nacional de Derechos Humanos CONADEH. A raíz de la agitación política provocada por el golpe de Estado, el país se convirtió en un centro importante para los vuelos con drogas, con grupos criminales transnacionales aumentando su presencia en el país, y las pandillas del país ganando fuerza.

PAÍSES CON VIOLENCIA EMERGENTE

Aunque estos países han sido conocidos como lugares peligrosos para los periodistas, desde hace algunos años, uno de los aspectos más preocupantes que aparecerá en el informe de RSF de este año será cómo el impacto de las organizaciones criminales sobre la libertad de expresión se está expandiendo a otros países de la región, como Paraguay y sobre todo Brasil.

Aunque los principales grupos criminales de Brasil no tienen el mismo perfil que los de México o Colombia, actualmente comparte el lugar 10 en la lista del CPJ de los países más peligrosos para los medios, junto con México, con 29 periodistas asesinados desde 1992. El hecho de que 10 de estos asesinatos ocurrieran entre 2011 y 2013, y nueve de los periodistas estuvieran trabajando en historias sobre el crimen y la corrupción, sugiere que la violencia contra los medios de comunicación va en aumento.

En los últimos años, varios asesinatos de periodistas han ocurrido en el noreste de Brasil. Esta región se ha vuelto cada vez más violenta a medida que la violencia ha caído en el sureste; un fenómeno que se cree que está conectado a la migración criminal y a una creciente epidemia de cocaína crack en el norte. Los periodistas también han sido asesinados en el estado de Río de Janeiro, hogar de algunas de las bandas narcotraficantes más violentas del país, como el Comando Vermelho (CV), que ha ganado una presencia cada vez más transnacional en los últimos años. Ya han ocurrido dos asesinatos de periodistas en 2014, uno en el noreste y otro en Río.

NUEVAS VULNERABILIDADES

La relación entre el crecimiento del crimen organizado y el deterioro de las condiciones para los periodistas, plantea la cuestión de qué otros países son ahora vulnerables a este proceso.

En Argentina, que en los últimos años ha visto una creciente presencia criminal y un aparente aumento en el tránsito, consumo y producción de drogas, ya puede estar ocurriendo: tras la publicación de un informe que detalla las operaciones de una banda en la parte occidental del país, los delincuentes tomaron represalias con un ataque a las oficinas de los periódicos. Mientras tanto, las pandillas en la ciudad nororiental de Rosario han tenido como blanco a funcionarios judiciales y políticos. El uso de estas pandillas de un modus operandi común a los principales grupos criminales en otros lugares, es una señal preocupante para el futuro de la libertad de prensa de Argentina.

La violencia de los grupos criminales en estos países se ve agravada por los altos niveles de impunidad. Brasil, México y Colombia están en el Índice de Impunidad del CPJ de 2013 de 12 países que han mostrado un fracaso en el enjuciamiento de los asesinos de periodistas, mientras que en Honduras la impunidad de la violencia contra los medios ha llegado a niveles tan altos que llevó a las Naciones Unidas a reprender al gobierno por la falta de acción en 2012.

Hasta que estos gobiernos comiencen a abordar esta impunidad -y la corrupción que la alimenta- es probable que el crimen organizado aumente su control sobre la prensa latinoamericana.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Catolicismo Conflictos Conflictos ideológicos NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Papa Rebeliones Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos extraordinarios de la Iglesia

Francisco admite que la Iglesia tuvo déficit para manejar la radicalización guerrillera de sus jóvenes

En los años ’70 no hubo un manejo equilibrado de las utopías.

 

En momentos que está en proceso la re legitimación de la Teología de la Liberación dentro de la Iglesia católica, el Papa se refirió a la radicalización guerrillera de muchos jóvenes latinoamericanos en la década de los ’70.

 

lideres montoneros

 

Francisco insinuó que una buena parte de la radicalización guerrillera fue debido a la falta de equilibrio en el manejo de la utopía de parte de algunos referentes de la Iglesia en esos momentos.   

Su discurso fue ante la Comisión Pontifica para América Latina encabezada por el Cardenal Marc Ouellet, en una reunión en la Santa Sede. Y el tenor de sus palabras de un aliento a dar fe y esperanza a los jóvenes para evitar que caigan en el desencanto o en una utopía sin formación ni valoración.

Cuando habló específicamente del el buen manejo de la utopía lo ejemplificó:

“Nosotros en América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía, y que en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó, y al menos el caso de Argentina, podemos decir ¡cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía terminaron en la guerrilla de los años 70!”

Y Bergoglio pareció aludir a la cuota de responsabilidad de algunos referentes de la Iglesia en la radicalización de una generación:

Hay que “saber manejar la utopía, o sea, saber conducir. ¡Saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza! ¡Un joven sin utopías es un viejo adelantado, envejeció antes de tiempo!”, insistió.

“¿Cómo hago para que esta ilusión que tiene el chico, esta utopía, lo lleve al encuentro con Jesucristo? Me atrevo a sugerir lo siguiente: una utopía en un joven crece bien si está acompañada de memoria y de discernimiento. La utopía mira al futuro, la memoria mira al pasado y el presente se discierne. El joven tiene que recibir la memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir en el presente su utopía, los signos de los tiempos, y así la utopía va adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha recibido, discernida en el presente”, dijo, y remató: “Necesitamos maestros de discernimiento para los jóvenes”.

“El encuentro de los chicos con los abuelos es clave para recibir la memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente. Maestros de discernimiento, consejeros espirituales –señaló-. Y aquí es importante para la transmisión de la fe de los jóvenes, el apostolado cuerpo a cuerpo. O sea, el discernimiento en el presente no se puede hacer sin un buen confesor, un buen director espiritual que se anime a aburrirse horas y horas escuchando a los jóvenes”.

Fuentes: Infobae, Signos de estos Tiempos

 

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ARTÍCULOS DESTACADOS Bandas Conflictos Delitos Narcotráfico NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Secuestros y encarcelamientos Seguridad Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos

Las cárceles latinoamericanas se convierten en centros desde donde se expanden las pandillas

De lugares de rehabilitación a centros de reproducción del mal.

 

Latinoamérica es la región de más violencia pública fuera de las zonas de guerra y por lo tanto parece claro que hay una ola de maldad que se ha apoderado de la zona. Obviamente que el foco está en el alma del hombre sin Dios. ¿Pero dónde está el foco físico desde donde se propaga? Los datos están indicando que el foco físico desde donde se reproduce esta violencia ahora están siendo las cárceles, a través de las pandillas.

 

mara salvatrucha

 

Para complicarlo aún más, a principios de este año publicamos un artículo donde afirmábamos que los estados latinoamericanos habían abandonado la idea de rehabilitación en las prisiones, ver aquí.

Veamos el caso de Brasil.

EL CASO DE BRASIL ES PARADIGMÁTICO

En 2006 el Primeiro Comando do Capital (PCC) paralizó São Paulo durante días con cientos de ataques en lugares estratégicos. Pero en realidad el PCC había estaba perfeccionado tácticas aprendidas del Comando Vermelho de Rio de Janeiro, una pandilla mucho más antigua.

Nacida de los calabozos de la dictadura militar brasileña en los años 70, el CV adaptó técnicas para apoderarse del sistema penitenciario y, eventualmente, expandirse en los años 80 hasta llegar a controlar las favelas de la ciudad – y su lucrativo negocio de tráfico de drogas.

Los teléfonos móviles han acelerado esta expansión, pero como demuestra el caso CV, los ingredientes básicos son un conocimiento compartido, una tecnología que pueda ser replicada y enseñada.

La pandilla cuida sus miembros en las cárceles, con un sistema crudo de justicia que castiga a los que desobedecen. Esto les da el poder sobre la gente en la calle que anticipa una posible encarcelación. “Lo que hagas ahí afuera”, dijo un ex traficante en Rio, “tendrás que responder por ello adentro”.

LAS PANDILLAS SE EXPANDEN DESDE LAS CÁRCELES

Por lo tanto resulta preocupante pero no sorprendente que las redes criminales basadas en las cárceles siguen expandiéndose. En 2013, más de 100 buses fueron incendiados y puestos policiales atacados en Santa Catarina, normalmente un estado pacífico en el próspero sur brasileño.

Los ataques fueron obras de Primeiro Comando Catarinense, hasta ese momento una organización basada en los centros penitenciarios poco conocida. Primeiro Comando Catarinense había sido fundada siete años antes por reclusos que habían pasado tiempo en centros penitenciarios en otros estados controlados por Primeiro Comando do Capital.

Una de las dos pandillas luchando por la hegemonía en las cárceles de Maranhão a principios de 2014 es otro vástago del PCC, conocido como Primeiro Comando do Maranhão. De hecho, un informe del 2011 encontró que el PCC es activo en por lo menos 16 estados brasileños, ya sea por medio de alianzas con grupos locales o por medio de sus propias franquicias.

DANDO VUELTA LA LÓGICA DEL ENCARCELAMIENTO

Investigaciones recientes sobre pandillas en las cárceles demuestran cómo las pandillas dan vuelta la lógica del encarcelamiento.

En primer lugar, las pandillas obtienen su poder imponiendo un cierto orden en los centros penitenciarios, con regímenes de protección y bienestar para los reclusos internados en un sistema brutal y caótico. Esto seguirá siendo así aún después de que termine la actual lucha por el control de las cárceles de Maranhão, cuando una pandilla se imponga sobre otra, y la violencia al interior de las cárceles disminuya (como sucedió en São Paulo) y el tema desaparezca de los titulares de prensa.

En segundo lugar, las pandillas saben cómo proyectar su poder hacia las calles, asegurando la lealtad de los reclusos liberados y los que no han sido arrestados aún pero anticipan que en el futuro podrían caer bajo las garras de los líderes presos.

Este poder es con frecuencia utilizado para organizar actividad criminal local, usualmente relacionada con el tráfico de drogas, aunque las maras centroamericanas han aprendido cómo organizar redes de chantajes desde las cárceles. También permite a las pandillas ordenar ataques tipo terroristas que presionan a las autoridades políticas o, por otra parte, imponer medidas de reducción de violencia, como es el caso de la tregua de las maras en El Salvador o el “código de conducta criminal” (lei do crime) en Brasil. Ambas medidas de las pandillas significaron importantes reducciones en las tasas de homicidio. Esto incrementó el poder de negociación de las bandas penitenciarias frente al estado.

NO FUNCIONA LA POLÍTICA DEL GRAN ENCARCELAMIENTO

Políticas que encierran gran números de pandilleros resultan en tasas de encarcelamiento más altas y peores condiciones de hacinamiento, y aumentan el poderío en la calle de las pandillas de las cárceles, en vez de disminuirlo.

¿Qué hacer? Un punto de partida es implementar políticas más inteligentes, incluyendo enfocarse en los verdaderos criminales en vez de arrestos masivos en contra de todos integrantes de las pandillas. Otras medidas efectivas son penas más cortas pero más certeras para infracciones menores, y centros penitenciarios más pequeños pero con más vigilancia. Esto puede disuadir en vez de alentar la obediencia a los líderes pandilleros que se encuentran tras las rejas.

No obstante, un progreso real puede requerir una reducción de las tasas de encarcelamiento que no tienen precedente histórico. La situación en Maranhão nos recuerda que en muchos sentidos, los problemas recién comienzan, y no terminan, cuando los transgresores son arrestados.

Fuentes: Sin Miedos, Signos de estos Tiempos

 

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Crece la delincuencia juvenil en Latinoamérica

Perpetradores y víctimas de crímenes violentos.

 

Un signo de nuestro tiempo es el crecimiento alarmante de la violencia perpetrada por y entre los jóvenes latinoamericanos, dentro de una región que tiene los mayores índices de violencia del mundo, fuera de los escenarios de guerra.

 

ninos delincuentes

 

Es que su participación en el crimen organizado tiene ventajas para los propios jóvenes, que sufren un problema de marginación y concomitantemente de aspiraciones elevadas. Y también tiene ventajas para las organizaciones del crimen organizado porque es mano de obra barata y menos punible legalmente.

Jóvenes y menores son responsables del incremento en el porcentaje de crímenes violentos en México, Colombia y Brasil. Sin embargo, cada vez más ellos también son víctimas en lugares como Honduras y Argentina. Las tendencias son regionales y preocupantes en muchos niveles.

LAS CIFRAS SON ELOCUENTES

En Colombia, los niños y adolescentes menores de 18 años representaron el 11 por ciento de todas las detenciones realizadas el año pasado, con 29.943 arrestos reportados por la policía en 2013, lo que representa un aumento del 33 por ciento respecto a 2010, informó El Tiempo. Casi un tercio de los menores de edad, 8.222, fueron detenidos por robo. Sin embargo, los delitos juveniles también incluyeron el homicidio y la extorsión. Cali encabezó la lista de ciudades en cuanto a asesinatos cometidos por jóvenes, con 87 de los 409 jóvenes detenidos enfrentando cargos de homicidio, mientras que Medellín estuvo a la cabeza por extorsión y Bogotá por robo.

En México, la Secretaría de Gobernación (SEGOB) informó recientemente que los jóvenes son ahora la población con mayores probabilidades de ser tanto víctimas como perpetradores de la violencia, informó El Economista. En 2013, el 33,5 por ciento de los homicidios fueron cometidos por personas de 25 años o menos. Mientras tanto, la tasa de víctimas de homicidio, por debajo de la edad de 18 años, aumentó más de un 70 por ciento entre 2006 y 2010 – al pasar de 2,1 a 3,6 por cada 100.000 habitantes.

UN LADO DIFERENTE DEL PROBLEMA

En San Pedro Sula, Honduras, unas 3.000 niñas entre los 12 y 17 años trabajan como prostitutas; otros 5.000 niños, menores de 18 años, duermen en las calles, según un informe elaborado por el Instituto Hondureño de la Niñez y Familia al que tuvo acceso La Prensa.

Según el informe, 3 de cada 10 de estos niños se convierten en miembros de las violentas pandillas callejeras del país, conocidas popularmente como «maras».

Según Gema Santamaría, asesora principal en el reciente informe de desarrollo de Latinoamérica, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD – pdf), los homicidios de jóvenes son uno de los mejores indicadores disponibles sobre la participación de los jóvenes en la delincuencia, ya que los que están involucrados en las pandillas y otros grupos criminales tienen más probabilidades de ser víctimas de homicidio.

LOS HOMICIDIOS

Los hombres jóvenes llevan la carga. Entre 1996 y 2009, alrededor del 20 por ciento de las víctimas de homicidio en Latinoamérica eran de sexo masculino, de entre 20 y 24 años de edad, mientras que los hombres entre 15 y 29 representaban casi la mitad de todas las víctimas de homicidio, informó el PNUD. Las mujeres jóvenes y las niñas suelen ser víctimas de distintas formas de violencia, en particular la que se asocia con la trata de personas y la prostitución forzada, o el «feminicidio» -el asesinato selectivo de una mujer a causa de su género.

La guerra de México contra los grupos criminales ha llevado a un aumento en los homicidios desde 2007, tanto de mujeres como de hombres, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Los hombres de 20 a 24 años de edad han sido algunos de los más afectados, con la tasa de homicidios pasando de alrededor de 20 por cada 100.000 habitantes a cerca de 60 por 100.000 en 2009. Los jóvenes entre los 15 y los 19 años también ha visto un fuerte aumento en los asesinatos, de alrededor de 10 por cada 100.000 habitantes a cerca de 30 por 100.000, en el mismo período de tiempo.

En Colombia, la tasa de homicidios de jóvenes se encuentra entre las cinco más altas del mundo, situándose en 73,4 por cada 100.000, según el PNUD. La tasa general de homicidios del país es menos de la mitad de eso, situándose en poco más de 30 por 100.000 en 2012.

Las tasas de homicidios juveniles también son particularmente altas en El Salvador -92,3 por 100.000 en 2011- donde las pandillas de Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS13) tienen una presencia particularmente fuerte. El año pasado, un representante del organismo que vela por los derechos de los de los niños, UNICEF, dijo que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes asesinados entre 2005 y 2011 eran miembros de pandillas y que habían abandonado la escuela. Al igual que los actores criminales en México y Colombia, las maras son conocidas por reclutar activamente a los niños y, en algunos casos, los obligan a unirse.

En otras partes de la región, otros países están empezando a mostrar tendencias similares, a medida que el crimen organizado gana un punto de apoyo más fuerte. En Argentina545 adolescentes fueron asesinados en 2011 -el número más alto desde 2003. Mientras tanto, en Brasil, la tasa de homicidios de personas de 19 años y menores aumentó un 346 por ciento entre 1980 y 2010. En ambos países, estos picos han coincidido con la evolución y la propagación del comercio local de drogas.

NO ES UN FENÓMENO NUEVO

La delincuencia juvenil está lejos de ser un fenómeno nuevo en Latinoamérica, donde las diferencias de ingresos, los cambios urbanos y la exclusión social han llevado por mucho tiempo a los jóvenes a cometer lo que el PNUD denomina «delito aspiracional». Estos incluyen el robo y otros delitos que tiene como objetivo obtener dinero y estatus.

Hay muchos factores que ayudan a contribuir a la participación de los jóvenes en la delincuencia y su susceptibilidad a la violencia en la región. Entre los factores de riesgo se encuentran los problemas sociales del tipo que afectan a los niños de la calle de San Pedro Sula: son de origen pobre, con bajo nivel de alfabetización y baja escolaridad; sintiéndose socialmente excluidos y privados de oportunidades.

Más del 30 por ciento de los presos entrevistados por el PNUD en Argentina, Perú, México, El Salvador y Chile abandonaron sus hogares antes de la edad de 15 años, y más del 80 por ciento no completó la escuela secundaria.

Sin embargo, estos factores, por sí solos, no son suficientes para explicar la participación de los jóvenes en la delincuencia y, particularmente, el crimen violento. Santamaría dijo que la participación de los jóvenes en el crimen violento en la región va en aumento, sobre todo en lugares donde las organizaciones criminales tienen una fuerte presencia.

«El uso de la violencia [en el crimen] es cada vez más frecuente, y los jóvenes son particularmente susceptibles a involucrarse en este tipo de actividades, sobre todo en el caso del crimen organizado», dijo Santamaría.

«La diferencia es la forma en que el crimen organizado se manifiesta en estos países… en lugares como México, el crimen organizado ha logrado escalar hasta el punto de que no sólo corrompe el sistema, sino que también utiliza la violencia para competir con organizaciones criminales, y eso es lo que hace que los jóvenes sean más vulnerables», dijo Santamaría.

La evaluación de Santamaría podría ayudar a explicar por qué la violencia juvenil tiende a concentrarse en determinados países y ciudades. Tomemos el caso de Cali, Colombia. Cuando los grupos criminales de los Urabeños y los Rastrojos lucharon por el poder sobre la ciudad, los dos grupos cooptaron a numerosos adolescentes. Según las autoridades, el número de pandillas en la ciudad creció más de 10 veces entre 1992 y 2012, con más de 2.000 jóvenes involucrados en las pandillas de Cali en 2013.

BENEFICIO PARA EL CRIMEN ORGANIZADO DE INCORPORAR JÓVENES

El fenómeno de la participación infantil en las organizaciones criminales ha existido desde hace mucho tiempo en Colombia. Las organizaciones criminales y las guerrillas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) los reclutan, ofreciéndoles alimentos, un sustento y un uniforme a los niños, con hasta nueve años de edad, que tienen pocas oportunidades. Ambos también involucran el reclutamiento forzoso.

En México, los menores también han sido utilizados, durante mucho tiempo, por los grupos criminales para traficar drogas, llevar a cabo operaciones de vigilancia, y trabajar como asesinos. Se les considera mano de obra barata, prescindible y abundante, con los llamados «ni-nis» (jóvenes que ni estudian ni trabajan) llegando a ser hasta ocho millones en México en 2012. Los convierten en soldados rasos de las pandillas y los carteles, y como tales son blancos frecuentes de violencia, como destacó la SEGOB. Aunque son un blanco fácil, los niños no siempre están dispuestos a ser reclutados, por lo que el crimen organizado a menudo recurre a la coerción para empujarlos a la criminalidad.

Otro de los beneficios para los grupos criminales es que los menores involucrados en el crimen violento a menudo enfrentan sentencias mucho más leves que los adultos. También es menos probable que sean vistos como sospechosos, por lo que pueden pasar desapercibidos en lugares donde otros no podrían.

LOS GOBIERNOS AÚN NO HAN SABIDO QUÉ HACER AL RESPECTO

En algunos países de la región existe un debate sobre si se deben endurecer las penas para los jóvenes que cometen delitos.

Sin embargo, esta estrategia se dirige a los síntomas cuando el problema fundamental es la falta de oportunidades sociales, educativas y económicas, junto con la presencia de actores del crimen organizado.

Lo que es más, la llamada «mano dura”  o las políticas de línea dura contra los miembros de las pandillas, en las que miles de jóvenes están acorralados por la apariencia física, han demostrado que tienen un efecto perverso sobre la violencia, convirtiendo las prisiones en espacios propicios para la criminalidad, el crimen organizado y las pandillas callejeras.

En México, las estrategias destinadas a proporcionar a los jóvenes habilidades y oportunidades de empleo, a través de esfuerzos conjuntos del sector público y privado, han demostrado tener algún efecto en la reducción de la atracción de las pandillas hacia la juventud.

Sin embargo, como Santamaría explicó, las estrategias dirigidas a reducir la delincuencia juvenil, en última instancia, deberán ser diferenciadas para abordar la situación única de cada país, teniendo en cuenta la composición del crimen organizado y los principales factores sociales que llevan a los niños a participar en la delincuencia, con el fin de que sean efectivos.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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ARTÍCULOS DESTACADOS Bandas Conflicto interno Conflictos Delitos Justicia NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Seguridad Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos Violencia

Los estados latinoamericanos han abandonado la idea de rehabilitación en las prisiones

Hacinamiento y escuelas del crimen.

 

En las últimas décadas Latinoamérica ha visto crecer la inseguridad ciudadana en forma explosiva, que puede apreciarse a simple vista mirando las noticias diarias sobre asesinatos y robos, y cuando paseamos por las calles y vemos las casas todas enrejadas.

 

carceles latinoamericanas

 

Las pandillas, el crimen organizado y la carrera delictiva de familias enteras que no han trabajado en más de una generación, e incluso son ayudadas económicamente por el estado, son los actores de la violencia.

Pero hay un eslabón fundamental que está fallando, la etapa de rehabilitación cuando los delincuentes caen presos.

Las prisiones en las Américas están entre las más superpobladas en el mundo, faltan recursos, pero sobre todo, no existe la voluntad política para convertir las cárceles en centros de rehabilitación, en lugar de las verdaderas escuelas del crimen como son ahora.

Sólo están quedando los esfuerzos que realiza la Iglesia con la Pastoral Penitenciaria, que además de cumplir su labor evangelizadora tras las rejas, maneja diversos programas de atención y promoción social integral para las familias, post-penados, deportados de las cárceles del exterior, personal de la guardia y funcionarios del servicio penitenciario.

EL ESTADO ABANDONA LA IDEA DE REHABILITACIÓN

Las cárceles en Latinoamérica han abandonado cualquier idea de rehabilitación de los reclusos, advirtió el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, destacando cómo los sistemas penitenciarios alimentan la inseguridad y los grupos criminales en la región.

En respuesta a un video publicado la semana pasada, en el que se mostraba unas decapitaciones al interior de una cárcel de Brasil, Juan Ernesto Méndez de la ONU dijo al diario Folha de Sao Paulo que los presos abandonaban las cárceles peor que cuando entraron.

«En Latinoamérica (…) la situación es la siguiente: ponerlos en la cárcel y cerrar la puerta», dijo.

“Muchos países, como Brasil, han abandonado la idea de la rehabilitación. Todos debemos pensar que es un grave error abandonar la rehabilitación social y moral».

Los países no pueden culpar a la falta de recursos para justificar sus pobres cárceles, dijo Méndez, porque hay otros países del mundo

«que tienen un sistema penitenciario ejemplar y digno [a pesar del hecho de que] hay poco dinero».

El personal de la cárcel Pedrinhas en el estado nororiental brasileño de Maranhao entregó a Folha de Sao Paulo, la semana pasada, un video en que se mostraba a los prisioneros posando junto a los cuerpos decapitados. Un total de 62 reclusos fueron asesinados dentro de la cárcel Pedrinhas el año pasado, informó CNN.

LOS MAL LLAMADOS CENTROS DE REHABILITACIÓN

La aterradora violencia y el número de presos muertos están a la orden del día cada año en los sistemas penitenciarios a lo largo de la región, gravemente atiborrados de personas y con escasa financiación, los cuales con frecuencia se encuentran a cargo de los propios reclusos.

Estos llamados «centros de rehabilitación» han abandonado cualquier idea de ayudar a sus prisioneros a reinsertarse en la sociedad y hacen poco para mejorar la seguridad.

En Latinoamérica las prisiones a menudo se convierten en escuelas de formación y zonas de reagrupamiento para el crimen organizado.

Como Méndez señala, los recursos son sólo un tema que debe ser abordado. Si bien la seria falta de recursos de los centros penitenciarios de Latinoamérica es una de las principales razones de por qué han estado tan fuera de control, la falta de voluntad política para abordar realmente el problema y la falta de comprensión de lo que un sistema penitenciario eficaz realmente implica, son tal vez las principales causas del problema.

UN CASO QUE  MUESTRA QUIÉN TIENE EL PODER EN ALGUNAS CÁRCELES

En el corazón de San Pedro Sula, la ciudad más violenta del mundo, hay una cárcel que presume de vivir en paz. Un ladrón de 27 años que decapitó a su antecesor la gobierna con el respaldo de la mayoría de presos, que le consideran su benefactor. Su éxito allí donde el Estado no llega pone en evidencia el fracaso del sistema penitenciario hondureño, corrupto y desbordado.

La cárcel de San Pedro Sula es, vista desde fuera, un sucio muro de hormigón que finge albergar una cárcel. Pero dentro, sobre lo que edificó el Estado, los internos han levantado un pequeño pueblo con su propia ley de mercado, sus historias secretas, sus gentes trabajadoras, sus tradiciones y sus caciques que desbordan lo gubernamental.

No es una metáfora. A lo largo de los años, con madera o cemento, y con la tolerancia o rendición de las autoridades, los presos han construido nuevas celdas, ventanas, escaleras, segundos pisos y nuevos muros que acabaron con cualquier atisbo de estructura regular. Resulta difícil distinguir la edificación original de sus añadidos. La cárcel es hoy una espiral de callejuelas en las que en cada rincón golpetean talleres de hamacas o zapatos, mesas de apuestas, cafetines, carnicerías, fruterías, barberías, una joyería —en la que un preso funde plata, diseña joyas y compravende oro—, o una iglesia de techos altos y amplitud extraordinaria para este lugar abigarrado, en el que deberían habitar 800 presos y se soportan todos los días cerca de 2,500.

[…]

El lugar es el símbolo perfecto de la falta de institucionalidad del sistema penitenciario de Honduras, abandonado presupuestariamente a su suerte y encomendado las últimas décadas a una Policía Nacional corrupta, acostumbrada a compensar con violencia arbitraria su falta de autoridad, porque no gobierna, en realidad, ni las calles ni esta cárcel.

[…]

La masacre que coronó a José Cardozo, conocido como Chepe, sin embargo, comenzó a gestarse el día en que un líder brutal llamado Lázaro Francisco Brevé quedó libre y un hombre más brutal aun, Mario Henríquez, le sucedió al frente del penal. Hubo avisos, muertes previas, fumarolas por las que el penal liberó presión pero que auguraban más muertes. Una de esas fumarolas se levantó una tarde de febrero de 2012. Mario y su gente violaron a la visita de un preso de la celda 12 y durante toda esa noche la cárcel fue un campo de batalla. Fue la primera vez que Chepe intentó hacerse con el penal. Desde el exterior se escuchaban, cada pocos minutos, disparos, y en los callejones del sector paisa se desató una cacería esquina a esquina. Cuando amaneció y las autoridades lograron calmar los ánimos encontraron muerto a Luisito, el coordinador de la 12. Mario siguió en su puesto.

Un mes después, el 29 de marzo, sobrevino la erupción. Ese día hubo 14 muertos, asesinados a bala o a machete. A Mario, en venganza por sus propias formas, Chepe y los suyos le colgaron, le sacaron el corazón y se lo dieron a comer a su perro. Después mataron al perro. La cabeza del antiguo coordinador terminó sobre un tejado y el cuerpo de sus acólitos calcinados bajo una montaña de colchones en el patio del penal. La Policía, consciente de que asistía a una guerra por un territorio que no es suyo, solo se atrevió a entrar al recinto cuando los nuevos líderes paisas autorizaron la retirada de los cadáveres. Así se construyó la paz en el penal de San Pedro Sula.

Menos de dos años después de ajusticiar salvajemente al antiguo coordinador, Chepe se ha ganado el aplauso del resto de internos y de las autoridades porque ha puesto en marcha planes médicos y porque obliga a otros presos a ir a la escuela. Cada preso aporta dos lempiras semanales para sufragar las medicinas de los más pobres del penal o de sus familiares en el exterior. Desafiando lo absurdo, en un país en el que pocos tienen seguridad social, ir a la cárcel en San Pedro Sula te garantiza seguro médico. Además, cada preso paga los domingos una cuota, el “rolo”, para la limpieza de su celda y de las áreas comunes. En las celdas normales esa cuota es de cinco lempiras, pero los que tienen privilegios y celdas privadas pagan 10 o hasta 50 lempiras semanales. Con ese dinero, los presos que limpian los cuartos y letrinas reciben un pequeño salario.

Cuando a mediados de 2013 la gente de la Pastoral Penitenciaria le dijo que iba a cerrar su programa educativo en la cárcel porque solo tenían 36 alumnos y necesitaban un mínimo de 70, él reunió a toda la población y les amenazó con no firmarles cartas de buena conducta si no le mostraban antes un certificado de estudios. [Hoy en día, 140 reclusos se inscribieron en el programa].

[…]

Le he preguntado a Chepe por su ley, por las normas de disciplina con que mantiene el penal en orden, así que cuando dice “lo golpean” quiere decir “mi gente lo golpea”. El subdirector Escalón admite que son los líderes de los presos, la “autoridad civil”, los que determinan a qué hora se levanta y acuesta cada interno, sus horarios de ducha y comida, las cantidades del rancho, quién tiene derecho o no a participar en actividades formativas o talleres profesionales, quién es confinado en una celda de aislamiento y por cuánto tiempo, qué castigo se impone para cada falta. El director del penal, los hombres uniformados que representan esa ficción llamada Constitución, solo intervienen cuando no hay más remedio, cuando los disturbios se prolongan el tiempo suficiente como para que lleguen las cámaras de televisión. No hay cómo evitar una muerte aislada. Probablemente no interesa evitarla.

[…]

El de San Pedro Sula siempre fue un penal paisa. El 17 de mayo de 2004, en pleno fervor de la política policial antipandillas del presidente Ricardo Maduro, en plena Mano Dura, un cortocircuito provocó un incendio en el sector de la Mara Salvatrucha y los custodios mantuvieron los candados cerrados hasta que se quemaron vivos o asfixiaron 107 pandilleros. Tampoco llamó nadie a los bomberos, que tardaron hora y media en llegar. Ese día los paisas entendieron que incluso un Estado tan cruel con sus reos como el hondureño odia más a unos presos que a otros. A diferencia de lo sucedido en El Salvador o Guatemala, el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha nunca han logrado que se les asigne penales propios y sus miembros cumplen pena en sectores minoritarios de cárceles controladas por presos comunes.

Eso, sin embargo, no ha evitado que los penales, vencidos por el hacinamiento y la corrupción, acumulen una tasa de homicidios muy superior a la del resto del país. Por eso Chepe es valioso. Porque con sus hombres y las armas de sua hombres logra administrar lo que al Estado le estalla en las manos. En los 21 meses que lleva al frente del penal ha conseguido, incluso, que el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha se sometan a su régimen y no crucen las fronteras de sus sectores. El brazo de la justicia de Chepe no llega hasta los módulos de las pandillas y el de los retirados, pero los tres grupos saben que si causan problemas en territorio paisa sufrirán su ira.

[…]

Aun así, los tiempos de paz tienen en la cárcel la consistencia de una figura de origami, y por eso pasea por sus dominios rodeado siempre de 10 hombres fornidos, de vestir pulcro y, es un secreto a voces en la cárcel, armados con algo más que cuchillos. Si le pasara algo, probablemente volverían los tiempos de zozobra y de lucha por el poder. O si le trasladaran. O si saliera libre, porque en teoría este año Chepe debería ir por fin a juicio.

Los extractos fueron obtenidos de un artículo publicado originalmente en El Faro. Vea el original aquí.

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ARTÍCULOS DESTACADOS Bandas Conflictos Delitos Narcotráfico NOTICIAS Noticias 2014 - enero - julio Seguridad Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos

¿Qué se puede esperar del crimen organizado en las Américas en el 2014?

Migración a países donde lo persiguen menos.

 

El crimen organizado es uno de los grandes problemas de Latinoamérica y generador de buena parte de la violencia que azota al continente. Y va a estar muy presnte este año en la región. Ya podemos identificar algunas de las tendencias que probablemente marcarán la evolución del crimen organizado en 2014.

 

crimen organizado

 

Uno es el tema de la migración criminal, en la medida que las mafias en México y Colombia, bajo la presión creciente de las fuerzas de seguridad, siguen la ruta de menor resistencia y se instalan en otros países. 

LAS ORGANIZACIONES COLOMBINAS Y MEXICANAS EMIGRAN

Como hemos visto con los daños colaterales de las naciones que actúan como puntos de transbordo de drogas, es probable que sigan las tendencias en el incremento de la violencia, el crecimiento en el número de grupos locales dedicados al crimen organizado, y el surgimiento en el consumo interno de drogas.

Todo esto a medida que la delincuencia transnacional, ya sea colombiana o mexicana, establece su presencia en estas naciones extranjeras.

Los mexicanos ya tienen puestos de avanzada en todos los países del Triángulo del Norte, El Salvador, Guatemala y Honduras, y continúan empujando hacia Centroamérica.

Las mafias colombianas han sido vistas en Venezuela, Ecuador, Bolivia y en lugares tan distantes como España.

CRECIMIENTO DE LOS MERCADOS DOMÉSTICOS DE DROGAS

Uno de los principales cambios en el tráfico de drogas ha sido el crecimiento de los mercados domésticos al interior de Latinoamérica, especialmente Brasil y Argentina, pero también en México, Colombia e incluso Chile han registrado un crecimiento en las ganancias criminales provenientes de la distribución local de drogas.

Mientras que la producción de cocaína colombiana representa el 80 por ciento del mercado de Estados Unidos, la producción en Perú y Bolivia alimenta los mercados internos de Brasil y Argentina, con un porcentaje de la cocaína que también va en dirección al lucrativo mercado europeo.

Los cambios en los mercados son el origen de nuevos tipos de crimen organizado. Aunque los colombianos siguen dominando el comercio de drogas en Sudamérica, hay evidencia de que sofisticadas organizaciones criminales están en desarrollo en otros países.

LAS NEGOCIACIONES EN CURSO CON EL CRIMEN ORGANIZADO

La tregua de las pandillas en El Salvador se tambalea, pero pocos creen que sobrevivirá, y mucho menos que pueda convertirse en un proceso de paz significativo.

Las negociaciones con las FARC en Colombia continúan, y será el tema principal en las elecciones presidenciales y parlamentarias. Es probable que al grupo guerrillero más pequeño del Ejército de Liberación Nacional (ELN) también le sea concedido un asiento en las conversaciones de paz. El ritmo y el éxito de estas conversaciones se reflejarán en la violencia del conflicto civil colombiano, ya que ambas partes buscan ganar victorias en el campo de batalla que puedan traducirse en mecanismos de presión en la mesa de negociaciones.

ELECCIONES Y OTROS EVENTOS

Honduras elegirá un nuevo presidente en medio de un creciente caos y del fortalecimiento del crimen organizado. Su vecino El Salvador tiene sus propias elecciones presidenciales que sin duda afectarán la tregua entre las pandillas y la violencia en esta pequeña nación centroamericana.

La superpotencia regional, Brasil, será el anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA 2014 y los ojos del mundo se volverán hacia esta gigantesca nación. Mientras que los programas de pacificación de las favelas de Río continúan, los grupos del crimen organizado basados en las prisiones, como el Primer Comando Capital (PCC), crecen en fuerza. La policía brasileña notoriamente violenta va a hacer todo lo posible para aislar los juegos de los criminales.

Venezuela se tambalea de crisis a crisis con el liderazgo inestable del presidente Nicolás Maduro. La corrupción en el régimen chavista sigue creciendo y numerosos elementos de las fuerzas armadas profundizan su participación en el tráfico de drogas, incluso mientras delitos como el secuestro exprés en Caracas y los homicidios se encuentran en niveles epidémicos.

Paraguay, a menudo pasado por alto, es el primer productor de marihuana de Suramérica. Es también el hogar del grupo guerrillero más nuevo de Suramérica.

Perú, ahora el principal productor de cocaína del mundo, también debe ser monitoreado de cerca. Su grupo guerrillero Sendero Luminoso, bajo la presión de las fuerzas de seguridad, ha profundizado su participación en el tráfico de drogas.

Bolivia otro productor de coca e importante país de transbordo de cocaína, tiene niveles de criminalidad envidiablemente bajos. Sin embargo, hay indicios claros de que agrupaciones criminales transnacionales se han establecido en la ciudad y en la provincia de Santa Cruz.

Hay pruebas abrumadoras de que con la atención centrada en Centroamérica, el Caribe está de nuevo convirtiéndose en una ruta importante para el tráfico de drogas.

El caos en Haití hace de esta nación un lugar de escala favorito para los cargamentos de cocaína, pero pocas de las islas tienen la capacidad para enfrentarse al sofisticado crimen organizado transnacional.

Como siempre, el crimen organizado sigue siendo la más adaptable de las bestias, en busca de cualquier oportunidad de obtener ganancias. Es probable que en 2014 busque nuevas oportunidades en una gama más diversa de lugares.

Puede leerse los Game Changers de 2013en pdf.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Catolicismo NOTICIAS Noticias 2013 septiembre - diciembre Papa Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos extraordinarios de la Iglesia

La evangelización latinoamericana marca el entusiasmo del pontificado de Francisco

De un continente con ánimo evangelizador.

 

Más allá de la opinión favorable que el lector pueda tener o no tener sobre el papa Francisco, nadie puede dejar de reconocer que le está imprimiendo al papado una dinámica que lo está poniendo en el primer plano mundial, y con un respeto especial.

 

bergoglio en aparecida

 

¿Y a que se debe eso? ¿A la figura de Bergoglio? ¿O al ánimo de evangelización que mamó y ayudó a desarrollar en su continente?

El cardenal brasileño Odilio Scherer atribuye gran parte de esta dinámica renovadora a que proviene de América Latina, que tiene un estilo de evangelización pujante, y no como sucede con la cansada Europa, donde no sólo sus sociedades está sufriendo un proceso de desintegración sino también la propia iglesia y la fe están teniendo la mayor decadencia en el mundo.

El brasileño Odilio Scherer, quien figuró entre los papables, destacó que “el vigor de Francisco” está ayudando a que la Iglesia lleve adelante su misión y aseguró que el argentino inyectó ánimo nuevo a la comunidad católica.

El cardenal brasileño Odílio Scherer, arzobispo de Sao Paulo, aseguró que el papa Franciso logró en nueve meses de pontificado llevar al Vaticano la tradición evangélica de la Iglesia latinoamericana.

«El papa Francisco está llevando a la Iglesia la experiencia pastoral de América Latina, estoy muy feliz al ver cómo el vigor de Francisco está ayudando a que la Iglesia pueda llevar adelante su misión», declaró Scherer.

Según medios de prensa brasileños, Scherer fue uno de los cardenales que obtuvo el respaldo de sus pares durante el Cónclave realizado en la Santa Sede que finalmente eligió al argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa, el 13 de marzo pasado.

Odílio Scherer, jefe de la mayor arquidiócesis de Brasil, afirmó que gracias al Pontífice se logró inyectar un «ánimo nuevo a la comunidad católica»

Al hablar sobre las reformas que el Papa defendió, Scherer opinó que podrán llevarse a cabo

«pero no en uno o dos años porque los cambios no ocurren por decreto, sino por la toma de conciencia de las personas».

Fuentes: Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos

 

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ARTÍCULOS DESTACADOS Bandas Catolicismo Conflictos NOTICIAS Noticias 2013 septiembre - diciembre Sacerdotes Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos

El magro resultado de las treguas entre pandillas en Latinoamérica

La iglesia Católica las ha apoyado.

 

La iglesia Católica ha intervenido parcialmente en la tregua entre pandillas rivales, especialmente en El Salvador (ver aquí y aquí) y Honduras (ver aquí y aquí), acompañando a otros actores sociales, pero el resultado no ha sido todo los duradero y promisorio que aparentaba en la erradicación de la violencia y el delito.

 

fabio colindres y maras

 

Después de un largo paréntesis de dos décadas, las treguas de pandillas están de nuevo en boga en América. Comúnmente, las treguas suelen incluir negociaciones y pactos destinados a poner fin a la violencia. Por lo general son intermediadas por un ecléctico grupo de personajes – desde funcionarios públicos y trabajadores humanitarios hasta grupos religiosos, y miembros activos o antiguos de las pandillas. Y aunque las treguas están generando una considerable atención por parte de los medios de comunicación mundiales, la evidencia sobre lo que realmente logran es sorprendentemente escasa.

ESTUDIOS SOBRE LAS PANDILLAS

Durante los años ochenta y noventa, científicos sociales de Estados Unidos emitieron una opinión negativa sobre las treguas de pandillas. Muchos creían  que este tipo de acuerdos, en lugar de legitimar las pandillas, reforzaban la autoridad de los líderes, profundizaban la cohesión entre sus bases, y reproducían violencia, en lugar de reducirla.

En los años noventa, Kodluboy y Evenrud argumentaron que

aunque la mediación podría «ser a veces necesaria para prevenir la violencia inmediata o prevenir la pérdida de la vidas… [ésta] aumenta el riesgo de validar a la pandilla como una entidad social legítima, comprando de este modo la paz a corto plazo al precio de la permanencia de la pandilla en el largo plazo».

En los últimos años, expertos en pandillas de Norteamérica y Europa Occidental han comenzado a repensar formas de disminuir la violencia de las pandillas. Unos pocos profesionales ilustrados saben que la única manera para que funcionen las treguas de pandillas es trabajando sobre las condiciones subyacentes que dan lugar a la formación de las pandillas.

Después de todo, las pandillas no surgen en el vacío. Son grupos cohesivos que proporcionan identidadsentido y seguridad a sus miembros. Paradójicamente, los jóvenes que se unen a las pandillas tienden a sentirse más seguros, a pesar de estar en mayor riesgo de tener un final violento. Los investigadores argumentan que solamente con hacerle frente a la marginalización, creando empleo, y lidiando con las influencias de pares y otros factores de riesgo, las pandillas pueden ser derrotadas.

Vale la pena señalar que la violencia de pandillas no es inevitable. Hay maneras de alterar el comportamiento de los miembros, lo cual es precisamente lo que las treguas tienen la intención de hacer.

El especialista sobre pandillas John Hagedorn ha demostrado cómo

«las pandillas, las milicias, las facciones y los carteles tienen la capacidad no sólo de librar una guerra, sino también de frenarla».

Pero, ¿cuál es, en realidad, la experiencia de las treguas de pandillas en América? La mayor parte de la evidencia parece mostrar que, si bien las treguas pueden reducir temporalmente la violencia, la guerra de pandillas generalmente se reanuda ante la ausencia de medidas de acompañamiento para abordar los desafíos más fundamentales de bienestar político y social.

LA VERDAD SOBRE LAS TREGUAS DE PANDILLAS

La investigación más prolífica sobre treguas de pandillas proviene de Norteamérica. Esto tal vez no sea del todo sorprendente dado que se cree que en Estados Unidos hay más de 33.000 pandillas, con un máximo de 1,4 millones de miembros con presencia en casi todos los estados del país.

Los estudios sobre las pandillas más conocidas, especialmente los Bloods y los Crips en Los Ángeles registran una fuerte reducción en la violencia, aunque de corto plazo. A raíz de la tristemente célebre “Tregua Watts”, las bajas resultantes de tiroteos desde automóviles se redujeron significativamente a raíz de los acuerdos negociados, aunque también se reportaron  aumentos  varios meses después.

Por la misma época, las treguas negociadas en Chicago generaron disminuciones significativas, aunque temporales, en las lesiones por arma de fuego.

En otras palabras, las ganancias a corto plazo fueron anuladas por el aumento de la violencia a mediano plazo.

Más recientemente, una serie de controversiales treguas de pandillas han aparecido en todo el resto del continente americano, incluyendo  Belice,  Brasil, ColombiaEl Salvador,  Honduras,  México  y,  Trinidad y Tobago.

Nadie sabe cuántos miembros de pandillas hay en Latinoamérica, con  estimaciones que varían entre los 50.000 a 85.000 pandilleros de las pandillas MS-13 y Barrio 18 solamente en Centroamérica. Hay por lo menos  otros tantos en Sudamérica. Y debido a que la política de Estados Unidos de deportar convictos ha continuado, el problema parece estar empeorando. Frente a la espiral de violencia, se han llevado a cabo negociaciones de gran visibilidad en toda la región.

En particular, los países de Centroamérica son los que más están experimentando con las treguas de pandillas. Algunos acuerdos han sido respaldados por organizaciones regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), alcaldes, sacerdotes y expandilleros. Al menos una tregua en particular ha generado impresionantes ganancias en la mejora de la seguridad. Después de que la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) y su rival Barrio 18 declararan una tregua en 2012, las tasas de homicidios nacionales de El Salvador se desplomaron, aunque se sospecha que están volviendo a subir.

Sobre la base del optimismo que rodea el proceso, se pusieron en marcha procesos similares entre las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 en Honduras. Después de un comienzo prometedor, hay algunas preocupaciones de que la iniciativa hondureña este fallando.

DIFERENCIAS EN LAS EXPERIENCIAS

Si bien es tentador agrupar las experiencias centroamericanas, existen grandes diferencias entre ellas.

En el Salvador, el gobierno tiene comparativamente más legitimidad que la administración actual en Honduras, en donde su anterior presidente Manuel Zelaya, fue derrocado por un golpe militar en 2009, y en donde las elecciones más recientes están en disputa. Por otra parte, debido a que están mejor organizados y son más conscientes de su poder, los miembros de las pandillas salvadoreñas son políticamente astutos y mejores negociadores en contraste con sus homólogos hondureños. Por otro lado, con un poco de experiencia por haber servido como guerrilleros en décadas anteriores, los líderes de las pandillas de El Salvador ejercen un mayor control sobre la tropa.

Mientras tanto, una tregua en Belice terminó después de agotarse el dinero. Por otro lado, funcionarios guatemaltecos están considerando la posibilidad   de la mediación con las pandillas en la ciudad capital.

El resultado de las treguas de pandillas en el Caribe ha sido similarmente desigual. La negativa de algunos miembros de las pandillas a participar en las treguas de pandillas en Trinidad y Tobago ha socavado fatalmente su éxito. Según Edward Maguire, quienes eligieron desarmarse fueron atacados rápidamente por facciones rivales, ya que fueron considerados débiles y vulnerables. Como era de esperarse, las negociaciones tienden a fallar cuando las partes principales son desunidas y desorganizadas. Para que una tregua funcionase en Puerto España, las principales pandillas tendrían que haberse inscrito en el tratado. Para empeorar las cosas, los políticos que ayudaron a negociar el cese al fuego también han sido objeto de intensa crítica política, dificultando la capacidad para actuar con autoridad –un ingrediente fundamental del éxito de la mediación.

Las evaluaciones de las treguas en Centroamérica y el Caribe muestran que en ocasiones éstas aumentan el nivel de violencia. Las batallas campales comúnmente se desencadenan antes de los acuerdos, lo que mejora la posición de las pandillas ante la negociación. La violencia después de las treguas se da por el desborde a nuevos barrios y ciudades, que antes no eran afectados.

Fenómenos análogos se observan con regularidad durante y después de negociaciones de cese al fuego y acuerdos de paz en zonas de guerra convencionales en todo el mundo. Sin términos claros, incentivos apropiados y recursos adecuados, tales acuerdos rara vez se mantienen.

Las treguas de pandillas en países como Brasil han perdurado por más tiempo de lo esperado, aunque últimamente han mostrado signos de tensión. Por ejemplo, en 2012 inició una tregua de seis años entre la policía militar de São Pablo y el Primer Comando Capital o PCC, una pandilla con sede en la cárcel. La tregua se desplomó después de que el gobierno fuera acusado de violar un acuerdo informal que protegía a los líderes de las pandillas y limitaba las represiones policiales contra los bastiones de las pandillas. Como resultado, la ciudad fue testigo de una oleada masiva de asesinatos en represalia, por parte de la policía y los miembros de las pandillas. Treguas de pandillas comparables se negociaron en Recife y Río de Janeiro, con resultados igualmente mixtos.

Existe una preocupación real de que las treguas de pandillas pueden llegar a generar conflictos y consolidar alianzas entre los “empresarios de la violencia”.

Algunos observadores experimentados son pesimistas sobre la posibilidad de que las treguas de pandillas puedan reducir la violencia en el mediano y largo plazo. Citan el largo legado del uso instrumental de la violencia por parte de las pandillas, la importancia que conceden al mantenimiento del estatus, su débil estructura de mando y control, y los efectos no deseados de reforzar la cohesión de las pandillas, como factores clave que influyen en los resultados de la tregua.

LAS PANDILLAS LATINOAMERICANAS MEZCLADAS CON EL PODER POLÍTICO

El Centro Nacional de Investigación sobre Pandillas (NGCRC, por sus siglas en inglés) concluyó en 1995 que las treguas de pandillas «rara vez tienen éxito y de hecho son riesgosas». ¿Pero lo son?

Las treguas de pandillas que recientemente han aflorado en Centroamérica y Sudamérica son diferentes a las que tuvieron lugar en los años noventa en Estados Unidos. Estas están siendo negociadas entre pandillas de muchos tipos diferentes. La «guerra de pandillas» que se libra en países como El Salvador y Honduras está profundamente influenciada por las redes del crimen transnacional, así como por las élites políticas.

Las pandillas y las treguas de pandillas no son asuntos puramente internos formados por los intereses discretos de los vecinos y disputas localizadas sobre el territorio. Las pandillas están, ellas mismas, incorporadas en el Estado a través de redes que las conectan con actores civiles corruptos, burócratas y políticos. Servidores públicos –desde el nivel federal o desde la ciudad- participan en organizaciones criminales internacionales y, a menudo se han aprovechado de su posición para beneficiarse del tráfico internacional de drogas o de mafias más locales.

La ola de treguas en Centro y Sudamérica y el Caribe tienen más similitud con los acuerdos de paz negociados en zonas de guerra que con la mediación interna llevada a cabo con las pandillas latinas y afroamericanas de Norteamérica.

Y mientras que algunos analistas militares están explorando las formas en las que la lucha en contextos de guerra se pueda adaptar a la lucha contra las pandillas, sorprendentemente hay un silencio entre los círculos académicos acerca de cómo las lecciones de las negociaciones de paz podrían aplicarse a lugares sin conflictos.

Puede ser que algunas de las herramientas tradicionales de construcción y consolidación de la paz, el diálogo, la negociación y otras estrategias basadas en el contacto, podrían ganar fuerza en la contención de la violencia impuesta por los carteles de la droga, las mafias, las pandillas juveniles, y las milicias.

REFLEXIONES SOBRE LA REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA DE LAS PANDILLAS

Una limitación de las treguas de pandillas se puede relacionar con su incapacidad para hacerle frente a las motivaciones subyacentes y la dinámica social de la violencia de pandillas.

A pesar de su relación con el tráfico internacional de drogas o el tráfico ilícito de personas, la violencia perpetrada por las pandillas se genera por factores locales –percepción de falta de respeto, disputas territoriales, así como tensiones sobre el estatus y el prestigio.

Los asesinatos son a menudo simbólicos, relacionados con represalias y venganzas, y como resultado de luchas internas por el poder.

A menos que las pandillas tengan un alto grado de cohesión interna, las disposiciones desde arriba pueden tener poco eco abajo. Como resultado, las treguas de pandillas pueden proveer legitimidad a los líderes, en lugar de cambiar la dinámica entre los miembros de menor rango.

Expertos en el tema de pandillas afirman que las treguas pueden ser necesarias, pero son insuficientes como medio para prevenir la violencia a largo plazo. Existe un temor a que el enfoque limitado de las treguas sea incluso una parte del problema. Esto se debe a que las pandillas están en sí mismas vinculadas a mercados ilícitos transnacionales más amplios y a sistemas de clientelismo.

El enfoque en la mediación con los líderes también descuida las condiciones sociales y económicas específicas que permiten la existencia, y a su vez, sostienen las pandillas. Después de todo, la mayoría de los pandilleros provienen de comunidades marginadas y de bajos ingresos. A menos que se mejoren sus condiciones estructurales, como sostienen algunas agencias de ayuda, las guerras entre pandillas continuarán.

Según Irving Spergel puede ser imposible eliminar las pandillas, pero la reducción de la violencia relacionada con las pandillas es un objetivo posible.

Una forma de mejorar el resultado de las treguas de pandillas en Latinoamérica y el Caribe puede ser la de aprovechar el poder de las redes transnacionales –incluidas las relacionadas con las pandillas y los actores de la sociedad civil. Esto se debe a que los acuerdos de pandillas en lugares como Belice,Colombia, El Salvador, Honduras, México y Trinidad y Tobago presentan características transnacionales, aunque muchos de los impulsores de la violencia de las pandillas son locales.

Es cierto que los antiguos refugiados y deportados salvadoreños en Los Ángeles contribuyeron al aumento de las maras. Y es más, en 2012 sacerdotes y madres de pandilleros muertos en California, los cuales están radicados en Los Ángeles, se han unido a grupos asesores transnacionales junto con exmiembros de pandillas para fortalecer la tregua en El Salvador.

También hay alguna evidencia sobre el intercambio de experiencias y conocimientos entre las pandillas a través de las fronteras. Los ejemplos más obvios son los intercambios entre gobiernos, departamentos de policía, pandillas y grupos de la sociedad civil entre Estados Unidos y sus homólogos de Centroamérica y el Caribe. Sin embargo, también hay intercambios que están surgiendo entre y dentro de los países de toda la región, incluyendo México y los países vecinos de Centroamérica y Suramérica.

Por ejemplo, mediadores responsables de la negociación de la paz entre las pandillas en El Salvador recientemente comenzaron a trabajar también con los líderes de las maras de Honduras, con el apoyo de la OEA. También hay ejemplos de esfuerzos para iniciar el diálogo entre los líderes de las pandillas en El Salvador y en Guatemala.

¿LAS TREGUAS DE PANDILLAS TIENEN FUTURO?

Hay una gama sorprendentemente amplia de experiencias sobre treguas de pandillas a través de Norte, Centro y Sudamérica y el Caribe. Si bien todas son únicas en su forma y contenido, muchas de ellas comparten algunos rasgos. La mayoría tienen más de un parecido con acuerdos de paz tradicionales, ceses al fuego y amnistías acordadas por partes las beligerantes en los conflictos armados convencionales.

Por ejemplo, las treguas de pandillas con frecuencia incluyen cláusulas destinadas a promover la creación de confianza y verificación de los compromisos, desarmar y desmovilizar, definen hitos y puntos de referencia, y garantizan reuniones periódicas para examinar y supervisar los progresos. En algunos casos las treguas de pandillas se han negociado por terceros, incluyendo compañías profesionales de negociación de conflictos.

Una buena dosis de cautela está justificada cuando se hagan las evaluaciones sobre el “éxito” de una tregua de pandillas, sobre todo porque muchas de ellas han fracasado.

También vale la pena señalar que el resultado de las soluciones negociadas para las guerras es igualmente desigual: al menos el 20 por ciento de los conflictos reinciden dentro de unos pocos años después de su terminación.

Vale la pena recordar que el estudio de las treguas de pandillas en América se encuentra todavía en sus primeros pasos, y la evidencia es aún parcial. Una revisión superficial indica que comparativamente pocas treguas de pandillas han producido reducciones duraderas en la violencia. Por el contrario, muchas de éstas han consolidado la autoridad de pandillas, y en algunos casos, reforzado su autoridad. Esto plantea preguntas acerca de las limitaciones de las treguas de pandillas por sí mismas, y sobre la importancia de llevar a cabo la mediación en combinación con otras estrategias frente a las causas estructurales de la formación de pandillas y su permanencia.

En el mejor de los casos, las treguas de pandillas pueden ayudar a terminar con el conflicto violento y a crear el espacio necesario para abordar las causas estructurales subyacentes que conducen a la aparición de grupos armados. Pero sin un proceso continuo, el retorno hacia la reanudación de la violencia parece casi inevitable.

Lo mismo ocurre en las guerras civiles: los acuerdos de paz, que idealmente incluyen medidas concretas para resolver las cuestiones sobre las que se está librando en el conflicto, fallan con menor frecuencia que las meras treguas. Como saben la mayoría de los negociadores, esto es porque los acuerdos de paz son el comienzo y no el fin de un proceso.

Los retos son numerosos. La evidencia también sugiere que los acuerdos de paz negociados son menos propensos a evitar la recurrencia de conflictos que las victorias militares directas. Los mediadores a través de las Américas y el Caribe harían bien en tomar nota.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Una filtración revela que la ONU está dividida sobre la guerra contra las drogas

Ha comenzado la retirada de la guerra contra las drogas.

 

Hace tres de meses decíamos que se avecinaba un cambio de la política sobre las drogas en Latinoamérica. Ver aquí y aquí. Varias naciones latinoamericanas están planteando estrategias de tratamiento se salud pública para el tema de las drogas, afirmando que la postura de prohibición de la ONU juega a manos de grupos paramilitares; esto abre la posibilidad de la legalización del consumo e incluso la plantación, como planea hacer Uruguay.

 

 

Pero ahora una filtración de un documento que está en discusión en la ONU muestra que lo que sucede en Latinoamérica también lo ven otros países europeos y que hay graves discrepancias sobre la continuación de la política represiva sobre el consumo de drogas.

DIVISIÓN INTERNACIONAL

Fuertes divisiones internacionales sobre la «guerra contra el mundial de drogas» se han puesto de manifiesto en un borrador filtrado de un documento de la ONU que establece la estrategia a largo plazo de la organización sobre la lucha contra los narcóticos ilícitos.

El proyecto, redactado en septiembre y visto por el The Observer, muestra que hay serias y arraigadas divisiones sobre la política liderada por Estados Unidos desde hace mucho tiempo, que promueve la prohibición como una solución exclusiva al problema.

En cambio, varios países están presionando para que la «guerra contra las drogas» sea vista en una luz diferente, que pone mayor énfasis en el tratamiento del consumo de drogas como un problema de salud pública, más que una cuestión de justicia penal.

Es rara la fuga de un documento de este tipo. Normalmente sólo la versión final acordada se publica una vez se han eliminado todas las diferencias entre los estados miembros de la ONU. Cuando suceden estas cosas es que estamos frente a una operación política importante.

LAS DIVISIONES RESALTADAS EN EL PROYECTO SON POTENCIALMENTE IMPORTANTES 

El documento será la base de una declaración conjunta de «alto nivel» sobre las drogas, que se publicará en la primavera boreal, que establece el pensamiento de la ONU. Esto allanará el camino para una revisión en la asamblea general, un evento que ocurre cada 10 años, y, en 2016, se confirmará la posición de la ONU para la próxima década.

«La idea de que existe un consenso mundial sobre la política de drogas es falsa», dijo Damon Barrett, director adjunto de la caridad Harm Reduction International.

«Las diferencias han estado allí por un largo tiempo, pero rara vez se llegan a ver. Pero es interesante ver ahora lo que están discutiendo.»

La revisión actual, que tendrá lugar en Viena, en la Comisión de Estupefacientes de la ONU, se produce después que los países de América del Sur lanzaron el guante a los EE.UU. en la Organización de los Estados Americanos, este año en la reunión cumbre, cuando se argumentó que deben ser consideradas alternativas a la prohibición.

LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS PRESIONANDO

Países como Colombia, Guatemala y México se han vuelto cada vez más críticos de la postura prohibicionista de la ONU, alegando que el mantenimiento del statu quo juega a favor de los cárteles y los grupos paramilitares.

El proyecto revela que Ecuador está presionando a la ONU para incluir una declaración que reconozca que el mundo tiene que mirar más allá de la prohibición. Su presentación afirma que hay

«una necesidad de obtener resultados más eficaces para abordar el problema mundial de las drogas» que animará «deliberaciones sobre diferentes enfoques que podrían ser más eficientes y eficaces».

Venezuela está presionando para que el proyecto incluya una nueva comprensión de

«las implicaciones económicas del enfoque actual de la salud y la aplicación de la ley dominante en la lucha contra el problema mundial de las drogas», con el argumento de que la política actual no tiene en cuenta la «dinámica del mercado delictivo de drogas».

Los expertos dijeron que el nivel de desacuerdo mostró líneas de falla abiertas en la posición consensuada a nivel mundial sobre el control de drogas.

«La fuerte dependencia de las fuerzas del orden para controlar las drogas está dando un pobre rendimiento de la inversión y conduce a todo tipo de terribles abusos contra los derechos humanos», dijo Kasia Malinowska-Sempruch, directora del Open Society Global Drug Policy Program.

«La retirada de las partes más represivas de la guerra contra las drogas ha comenzado – a nivel local, nacional y mundial.»

NO SÓLO LOS LATINOAMERICANOS

Atacar el status quo no se limita a los países de América del Sur, sin embargo. Noruega quiere que el proyecto plantee

«preguntas relacionadas con la despenalización y una evaluación crítica del enfoque representado por la llamada guerra contra las drogas».

Suiza quiere que el proyecto reconozca las consecuencias de la política actual en materia de salud pública. Se quiere que incluya la observación de que los estados miembros

«notan con preocupación de que la prevalencia del consumo no se ha reducido de manera significativa y que el consumo de nuevas sustancias psicoactivas se ha incrementado en la mayoría de las regiones del mundo«.

También quiere que el proyecto

«exprese su preocupación de que según ONUSIDA, el programa de las Naciones Unidas sobre el VIH / Sida, no alcanzará el objetivo global de reducir las infecciones de VIH entre usuarios de drogas inyectables en un 50% en 2015, y que la transmisión relacionada con las drogas está impulsando la expansión de la epidemia en muchos países».

Además, la UE está presionando para que el proyecto haga hincapié en la necesidad de opciones de tratamiento de las drogodependencias y de atención a los delincuentes como una alternativa al encarcelamiento.

«Los consumidores de drogas deben tener derecho a acceder al tratamiento, los medicamentos esenciales, atención y apoyo relacionados», sugiere la presentación de la UE.

«También se deben alentar los programas relacionados con la recuperación y la reintegración social.»

Ann Fordham, directora ejecutiva del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, dijo que el proyecto reveló que había una creciente tensión en la política mundial de las drogas.

«Estamos empezando a ver que estados miembros rompen con el consenso acerca de cómo debemos controlar las drogas en el mundo. El castigo no ha funcionado. Todo el dinero gastado en la erradicación de cultivos no ha tenido el impacto que nos gustaría ver»

Fuentes: The Guardian, Signos de estos Tiempos

 

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Las causas de la violencia en Latinoamérica son el crimen organizado y la exclusión social

La única región en el mundo en que crecen los homicidios.

 

El mundo se vuelve más violento en la medida que se aleja de Dios y eso se ve muy claramente en Latinoamérica, que registra una veloz descristianización en términos de religiosidad e incluso de los valores morales cristianos. Y esto es a pesar de que los indicadores económicos le son favorables; es la única región del mundo en que crecieron los homicidios en la última década.

 

violencia

 

La violencia en Latinoamérica parece tener dos factores explicativos dependiendo de la región: el principal factor es el crimen organizado que está más presente en unos lugares más que en otros, mientras que en otros, parece haber una influencia un tanto mayor de los indicadores de exclusión social.

Ya hemos visto como en el caso de México, en que la principal violencia parte del crimen organizado, se denuncia una fuerte relación de los narcos con la santa muerte y un aumento de las posesiones diabólicas, ver aquí.

Y en el caso de otras regiones, por ejemplo de Brasil, la sociedad crecientemente insolidaria, que promueve la exclusión de ciertos sectores, parece ser un motor más importante de la violencia.

En ambos casos parece claro el alejamiento de Dios.

Un reciente estudio de la ONU ha buscado las causas de la violencia, concluyendo sumariamente en los dos factores que mencionamos, aunque, por supuesto, ni se les ocurre plantear que detrás de esos dos factores se encuentra el alejamiento de Dios.

EL ESTUDIO

Un nuevo informe de la ONU estima que el crimen organizado tiene una relación compleja con el aumento de la inseguridad y la violencia en Latinoamérica, que está influenciada por una serie de otros factores; una conclusión con implicaciones importantes para la seguridad.

El articulo «Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina» (vea el pdf en español y el resumen ejecutivo en inglés) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD explora los diversos factores que explican por qué Latinoamérica fue la única región del mundo con un aumento en las tasas de homicidios entre 2000 y 2010.

El informe analiza seis amenazas que afectan el desarrollo humano en la región: la delincuencia callejera, el crimen organizado, la violencia contra y por los jóvenes, la violencia de género, la corrupción y la violencia ilegal por parte de actores estatales.

VIOLENCIA Y SITUACIÓN ECONÓMICA

Aunque las economías de Latinoamérica han crecido un 4,2 por ciento en promedio en los últimos 10 años, y el desempleo se ha reducido a un 6,4 por ciento en toda la región, las tasas de homicidios aumentaron en un 11 por ciento; y en 11 de los 18 países encuestados, estas cifras se mantuvieron en los 10 por cada 100.000 habitantes, considerados como niveles “epidémicos» por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las tasas subieron con particular intensidad en Honduras, entre 2005 y 2011; México, de 2007 a 2010; y Panamá de 2006 a 2009; pero se estabilizaron y redujeron ligeramente en Colombia y Guatemala.

PERFIL DE LOS DELITOS

Los hombres jóvenes son desproporcionadamente los autores de, y las víctimas de, crímenes violentos, con los hombres entre los 20 y los 24 años representando aproximadamente el 20 por ciento del total de las víctimas por homicidio en la región entre 1996 y 2009.

Hubo 18.423 casos de secuestros reportados en 14 países de la región entre 2009 y 2011, o casi 17 al día, con el número más alto registrándose en México, Ecuador, Venezuela y Argentina; muchos llamados «secuestros exprés».

En lo que se refiere a la extorsión, ocho de cada 1.000 latinoamericanos afirman haber sido víctimas de la criminalidad, y 20 de cada 1.000 en México, El Salvador y Perú. El informe también encontró que estos eran dos de los crímenes menos reportados en la región.

LA CRECIENTE INSEGURIDAD SE REFLEJA TAMBIÉN EN LAS PERCEPCIONES CIUDADANAS

En 11 de los 18 países estudiados en el informe, más del 50 por ciento de los ciudadanos encuestados se sienten inseguros caminando solos de noche, el 30 por ciento de los latinoamericanos se sienten inseguros en su barrio y el 50 por ciento piensa que la seguridad se ha deteriorado en su país.

La delincuencia común es la principal preocupación para los residentes de muchos países. En una encuesta, más personas respondieron que los «delincuentes habituales» eran una mayor amenaza para su seguridad que el crimen organizado o las pandillas, a excepción de cuatro países: Brasil, México, Honduras y El Salvador. En Argentina, Uruguay y Venezuela, más del 60 por ciento de los encuestados cree que la delincuencia común fue el mayor problema.

DELINCUENCIA Y POBREZA

El informe muestra que los índices nacionales de pobreza y el crimen violento no necesariamente tienen una relación clara. Mientras que Honduras era a la vez el país con el mayor índice de pobreza en 2010 (67,4 por ciento) y la tasa de homicidios más alta (77,5 por 100.000); Nicaragua, con la segunda tasa de pobreza más alta (58.3 por ciento), tuvo una de las tasas de homicidios más bajas (9,1 por 100.000). La desigualdad, del mismo modo, no explica adecuadamente la violencia y la delincuencia: Costa Rica y Paraguay tuvieron el mismo coeficiente de Gini -que mide la distribución del ingreso- pero el primero tuvo un índice de robos mucho mayor en 2009, de 990 por cada 100.000 habitantes, en comparación con el de Paraguay de 18 por cada 100.000 habitantes.

CALIDAD DEL TRABAJO Y CRECIMIENTO URBANO

El estudio identifica algunos factores socioeconómicos que probablemente tienen un impacto sobre las tasas de criminalidad. Estos incluyen la calidad del trabajo -muchos reclusos encuestados dijeron que estaban trabajando en el momento de cometer el delito, lo que indica que su ingreso no era suficiente para vivir cómodamente -y el nivel de escolaridad- muchos prisioneros entrevistados no completaron la escuela secundaria.

El crecimiento urbano es probablemente otra causa estructural de la violencia, con la mayoría de los crímenes violentos concentrados en las ciudades. Aunque la proporción de la población urbana viviendo en los suburbios disminuyó en los últimos 20 años; el número total aumentó de 106 millones a 111 millones.

DEBILIDADES INSTITUCIONALES

Los facilitadores de la criminalidad que fueron identificados incluyeron la existencia de debilidades institucionales, como la corrupción y la impunidad, el narcotráfico y la disponibilidad de armas de fuego.

Entre un tercio y la mitad de todos los robos fueron cometidos utilizando armas de fuego, y el porcentaje fue mucho más alto para los homicidios, situándose en el 91 por ciento en Ecuador, 84 por ciento en Guatemala y el 83 por ciento en Honduras en 2010, según las cifras de la Organización de los Estados Americanos.

EL CRIMEN ORGANIZADO ES UNA PODEROSA EXPLICACIÓN

Como se concluyó en el estudio, ningún factor puede explicar las persistentes altas tasas de crímenes violentos en Latinoamérica en comparación con otras regiones del mundo, y es la «interacción del crimen organizado con otras amenazas la que está detrás de la espiral de violencia y el crecimiento exponencial de los homicidios en algunos países».

La pregunta es: ¿cuál es el papel que juega el crimen organizado en causar y perpetuar la criminalidad en la región?

En algunos países, los picos y las reducciones en la violencia han coincidido con grandes cambios en el paisaje del crimen organizado.

Honduras, el país más violento, ha visto el aumento de los homicidios desde 2005, pero el mayor aumento se produjo después de la expulsión de 2009 del ex presidente Manuel Zelaya y un posterior aumento en el tráfico de cocaína a través del país.

En México, el ataque en contra de las organizaciones criminales dominantes durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón en 2006 desató una desestabilizadora guerra contra las drogas. Otras situaciones que pueden romper el equilibrio existente incluyen la aparición de nuevos grupos, particularmente violentos, como los Zetas.

En Colombia, las tasas de homicidios, ligeramente decrecientes, coincidieron con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y una disminución del conflicto violento, de varias décadas, en el país, aunque la violencia se desplazó a las ciudades.

Una fuerte caída en la tasa de homicidios de El Salvador en 2012 se dio tras la implementación de una tregua entre las dos pandillas más importantes del país, pese a que esta reducción no ha sido sostenida en el largo plazo.

DISTINTOS NIVELES DE VIOLENCIA

También hay ciertas formas de crimen organizado que son inherentemente más violentas que otras, como dijo Eric L. Olson, director asociado del Latin American Program del Wilson Center, a InSight Crime.

El microtráfico y la extorsión son más propensos a causar guerras territoriales entre los grupos a nivel local que el tráfico de drogas transnacional manejado por las organizaciones más grandes.

Esto se ve en Honduras y El Salvador, donde la extorsión por parte de las pandillas callejeras es un importante motor de la violencia. El tipo de organización criminal que existe en un área también es importante, ya que los que intentan ganar control social y territorial -como los Zetas- son necesariamente más violentos aquellos involucrados sólo en el movimiento del producto.

En muchos casos, los «delincuentes comunes» también son culpables de actividades como la microextorsión, aunque la línea entre los dos a menudo no es clara.

LA CORRUPCIÓN

Incluso cuando el crimen organizado no es un promotor directo de la violencia, puede tener un efecto indirecto al corromper las instituciones estatales, y reduciendo de este modo el acceso del ciudadano a los adecuados mecanismos de seguridad y justicia.

Es revelador que la mayoría de los encuestados en países como Perú y Bolivia perciba a la policía como que está involucrada en el crimen organizado. Aunque ninguno de estos países tiene una tasa particularmente alta de homicidios, ambos tienen un papel cada vez mayor en el comercio de drogas en la región, y la tasa de homicidios en Bolivia va en aumento.

DESIGUALDAD DE INGRESOS

Olson también señaló que la desigualdad de ingresos, un factor que señaló como un desestabilizador importante de la región, a menudo afecta el acceso de las personas a un recurso legal por los crímenes.

Por otro lado, el crecimiento del crimen organizado también puede ser facilitado por algunos de los mismos factores que ayudan a impulsar la delincuencia común -la desigualdad de ingresos, la pobreza y falta de educación-.

DIFERENCIAS LOCALES

La complejidad de la relación entre los factores sociales, facilitadores -como el acceso a las armas y la corrupción- así como la violencia, hace que sea difícil evaluar la relación causal de estos factores con el crimen organizado. Lo que está claro es que es necesario examinar los factores locales y específicos de cada país para comprender mejor la naturaleza del problema y las posibles soluciones.

El PNUD destaca esto afirmando:

«El enlace de las diversas amenazas a nivel local es lo que nos permite comprender los altos niveles de criminalidad y violencia que se han alcanzado en la región».

Como muestra el informe, las tasas de homicidio moderadas en lugares como México y Brasil disfrazan los niveles desproporcionadamente elevados de la violencia en ciertas áreas específicas.

Las causas de la violencia también son diferentes en los dos países -mientras que muchos de los estados más violentos de México son los más afectados por la guerra contra las drogas, un estudio muestra que los factores socioeconómicos son más importantes al explicar la violencia en Brasil.

El informe apunta a la necesidad de estrategias diferenciadas e integradas para hacer frente a la delincuencia, que tengan en cuenta los diferentes contextos sociales, económicos, demográficos y criminales de cada lugar.

Señala el papel integral del gobierno local en este sentido, así como las diferentes estrategias requeridas por la delincuencia común y el crimen organizado -mientras que lo primero puede implicar el establecimiento estratégico de patrullas, lo segundo requiere operaciones de inteligencia-.

Por último, el informe destaca la importancia de la inversión en capacitación laboral y la educación de los jóvenes, el fortalecimiento de las instituciones, la prudente intervención estatal y la cooperación regional, junto con los esfuerzos de seguridad, para hacerle frente a la violencia.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Se avecina un cambio en la política anti drogas en América

No se piensa en reducir el consumo.

 

Uno de los problemas mas dramáticos de la región americana es la violencia, que tiene como causa inicial las pandillas del narcotráfico, y constituye un verdadero signo de estos tiempos para la región. El tráfico ha sido atacado con un éxito relativo por la estrategia norteamericana de la guerra contra las drogas. Pero ahora ha surgido un movimiento liderado por ex presidentes norteamericanos, que insisten en que la guerra frontal contra las drogas ha fracasado y proponen la legalización de algunas drogas, tomando como cabeza de playa la experimentación que se va a realizar en Uruguay.

 

consumo de drogas

 

Detrás de este movimiento también hay otros involucrados, como George Soros, que ven en la legalización la posibilidad de entrar en un mercado multimillonario, y la expectativa de los políticos de que la legalización podría significar nuevos recursos, a través de impuestos, para las arcas de los estados de la región.

Pero es importante comprender, que esta estrategia de descriminalizar el consumo no está pensada, sin embargo, desde el punto de vista de retirar consumidores del mercado, sino más bien desde un tema de costos económicos y de limitar la violencia.  

Sin embargo, no es seguro que esta reforma de la política de drogas pueda reducir los niveles de violencia y criminalidad vinculados al negocio de las drogas, porque los grupos criminales se desplazarían a otro frente de negocios utilizando su mismo esquema operativo ilegal, como por ejemplo la minería ilegal y el tráfico de personas.

Es que hasta que no se solucione el problema de fuentes de trabajo, de niveles salariales, de corrupción interna y de control total del territorio por parte del estado, las bandas criminales van a seguir floreciendo. Y sobre todo, si los habitantes de américa no vuelven a sentir que la fe en Dios es la solución a sus problemas, sólo los recursos humanos van a ser insuficientes para normalizar la vida de las sociedades.

Todas estas son señales a las que hay que estar alerta para comprender lo que está pasando en la región.

LAS REDES DE DISTRIBUCIÓN DE DROGAS EN LA REGIÓN

Según el último Informe Mundial sobre las Drogas de la ONU, publicado en mayo, grandes volúmenes de cocaína siguen siendo objeto de contrabando desde Sudamérica hacia Estados Unidos y Canadá a través de Ecuador (un importante epicentro para el tráfico marítimo de cocaína), México y otros países centroamericanos. Brasil ahora también juega un papel importante en el mercado mundial de la cocaína tanto como país de destino como de tránsito, debido a sus extensas fronteras terrestres con tres principales países de origen (Colombia, Perú y Bolivia) y su acceso al Océano Atlántico para el tráfico hacia África y Europa.

México, por su parte, es el tercer mayor productor mundial y cultivador de opio después de Afganistán y Birmania, y un actor clave en la producción y el tráfico de metanfetaminas. Se cree, también, que las organizaciones narcotraficantes mexicanas están ganando influencia en el mercado de las drogas sintéticas, a medida que se informa que el cultivo de cannabis ha aumentado en toda la región. Las nuevas sustancias psicotrópicas (NSP) están experimentando aumentos similares.

FUENTE DE INGRESOS DE LAS BANDAS Y VIOLENCIA

Aunque el secuestro y la extorsión son también actividades lucrativas para los grupos criminales en la región, el multimillonario negocio del narcotráfico representa la principal fuente de ingresos para la mayoría de estos grupos. No es de extrañar, por los tanto, que los países de Latinoamérica sean algunos de las más peligrosos, ya que la intensificación de la competencia mundial por el control del mercado, ha alimentado la violencia.

Esto es más evidente en México, donde se han registrado más de 60.000 asesinatos relacionados con el narcotráfico en los últimos seis años. También es el caso de Guatemala, El Salvador y Honduras, todos de los cuales son puntos estratégicos a lo largo de las rutas de narcotráfico de Sudamérica hacia Estados Unidos. La tasa de homicidios en Honduras es muy elevada: 86 por cada 100.000 habitantes, mientras que la ciudad noroccidental de San Pedro Sula es la más peligrosa del mundo, con 173 homicidios por cada 100.000 habitantes.

LA POLÍTICA NIXON DE 1973 CON LA CREACIÓN DE LA DEA

Este enfoque refleja la creencia, común entre los hacedores de políticas públicas tanto en Estados Unidos como en varios países latinoamericanos durante casi cuatro décadas, de que una fuerte acción de la fuerza pública en contra de las personas involucradas en la producción, distribución y consumo de drogas ilegales conduciría a la reducción del mercado de sustancias controladas.

Y, de hecho, esos esfuerzos para reducir la oferta de drogas ilícitas de los países productores a los mercados de consumo en Estados Unidos no han sido un completo fracaso. El Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos de 2013 del Departamento de Estado de Estados Unidos, por ejemplo, sugiere que la producción de cocaína en la región andina se ha reducido en un 41 por ciento desde 2001, en parte como resultado de las numerosas iniciativas de lucha antinarcóticos.

No obstante, han sido insuficientes para reducir eficazmente la oferta y el consumo de drogas, así como la violencia. Si bien esto puede ser atribuido en parte a la determinación de los narcotraficantes y los altos niveles de corrupción endémica en la región, también se puede atribuir a la innovación de los grupos criminales. Esto es evidente, por ejemplo, en el uso de buques semisumergibles y narcosubmarinos capaces de transportar varias toneladas de cocaína desde Colombia hasta México.

SURGE EL MOVIMIENTO DE EX PRESIDENTES

Mientras tanto, la crítica de las políticas de línea dura de la guerra contra las drogas –y en particular del prohibicionismo– ha ido creciendo. En Latinoamérica, esto ha sido tradicionalmente el dominio de los líderes políticos retirados. Incluyendo a los respetados expresidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México, quienes en un informe de 2009 titulado «Drogas y democracia: Hacia un cambio de paradigma», declararon que la «guerra contra las drogas» era un fracaso y exigieron enfoques alternativos, empezando con la legalización de algunas drogas.

Más recientemente, sin embargo, una serie de presidentes en ejercicio de su función, a través del continente, han comenzado a hablar sobre el tema de la reforma de la política de drogas.

EL CONSENSO DE LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

Esto se refleja en un consenso emergente, evidente en la Sexta Cumbre de las Américas celebrada en abril de 2012 en Colombia, cuando los Jefes de Estado y de Gobierno llegaron a un acuerdo significativo sobre una serie de conceptos básicos relacionados con el problema de las drogas. Uno de los conceptos clave fue el reconocimiento de que, con su impacto en la salud pública, los enormes costos financieros y la violencia adicional, el problema de las drogas es uno de los retos más importantes al que se enfrenta el hemisferio, y que el enfoque actual, a pesar de algunos resultados importantes, no ha sido suficientemente exitoso.

El debate ha dado un paso más en mayo de 2013, con el lanzamiento del esperado «Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas” de la Organización de los Estados Americanos. El informe, también destinado a abordar la creciente insatisfacción con el gran costo de la guerra contra las drogas y los crecientes niveles de violencia relacionada al narcotráfico, utiliza cuatro enfoques diferentes –llamados: «Juntos», «Caminos», «Adaptación» e «Interrupción»– para explorar las causas del problema y una serie de respuestas políticas alternativas para guiar a los líderes latinoamericanos en la próxima década.

Este innovador informe abrió el debate, que se encontraba en un punto muerto, sobre la mejor manera de hacer frente a las drogas y el crimen organizado. En particular, al considerar las alternativas a la política actual, establece normas para una discusión basada en la evidencia y en un común acuerdo sobre los retos que enfrentan los países afectados.

Por ejemplo, en lugar de concentrarse en los problemas de los países individuales, el informe busca transmitir las complejidades e interdependencias de la economía de la droga, ya que afecta a la región en su conjunto. También cuestiona la visión dominante del consumo de drogas y la adicción como delitos que deben ser sancionados, ubicándolos como un problema de salud pública que requieren políticas de prevención y tratamiento adecuadas.

De este modo, el informe cuestiona el actual enfoque «prohibicionista» como la única opción viable. Por lo tanto, si bien se abstuvo de ofrecer un plan de trabajo para la formulación de una alternativa viable a la guerra contra las drogas, sí marcó un hito importante en el debate actual. Sin lugar a duda será usado para informar a la Sesión Especial de 2016 de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas  –un foro clave en el que es probable que se decida el futuro de la dirección estratégica de la política global de drogas–.

DIVERSIFICACIÓN DE LA OPERACIÓN DE LAS BANDAS

El debate en curso en torno a la reforma de la política de drogas y la posible aplicación de regímenes jurídicos y reglamentarios alternativos (como el caso para legalizar el cannabis en Uruguay) parece estar listo para ejercer una presión adicional al narcotráfico.

No obstante, esto podría desplazar el problema, afectando a otras industrias a través de Latinoamérica, a medida que los grupos criminales diversifican sus actividades para compensar la pérdida de ingresos. Estas actividades pueden incluir, por ejemplo, la minería criminal, la tala ilegal, el robo de petróleo, el tráfico de personas y el lavado de dinero.

EL CASO DE LA MINERÍA ILEGAL

Entre estos, la minería de oro es una industria particularmente susceptible, especialmente en Colombia. En este caso, se cree que grupos armados como la guerrilla izquierdista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otros grupos criminales como los Urabeños y los Rastrojos (llamados por el gobierno colombiano como “bandas criminales» o «BACRIM») ya están cobrando cuotas de extorsión o controlando directamente las minas de oro en un tercio de los municipios del país.

También se cree que El Frente 16 de las FARC, con base en los departamentos orientales de Guainía y Vichada, está extorsionando a los mineros que se encuentran a lo largo de la frontera con Venezuela, donde se están expandiendo hacia la minería de coltan. Y, según algunas fuentes, los ingresos de las FARC de la minería ilegal aurífera han superado incluso los de la producción de coca en ocho de los 32 departamentos (provincias) de Colombia.

Hay una serie de preocupaciones de seguridad –especialmente ambientales y económicas– ligadas al aumento de este tipo de actividades. Uno de los mayores retos asociados con la minería ilegal es la intoxicación por mercurio, ya que los mineros usan mercurio líquido para separar el oro de los sedimentos fluviales. Por otra parte, la creciente participación de grupos criminales en el sector minero podría reducir el atractivo del sector a la inversión extranjera, lo que socava los esfuerzos nacionales para utilizar el sector como una locomotora para el crecimiento económico.

EL TRÁFICO DE PERSONAS

Mientras tanto, la expansión de los grupos criminales en el tráfico de personas es motivo de gran preocupación. En un informe de 2012, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito advirtió que el tráfico de personas iba a llegar a ser una fuente de ingresos cada vez más lucrativa para los carteles en Centroamérica. Y, mientras los gobiernos de la región han revisado recientemente su legislación contra la trata de personas, siguen siendo superados por el creciente poder e ingenio de los carteles.

Por ejemplo, el ejército mexicano rescató recientemente a 165 personas que viajaban como inmigrantes indocumentados cuando fueron secuestrados por un cartel del narcotráfico, cerca de la frontera con Estados Unidos; probablemente habiendo numerosos otros casos sin detectar.

En caso de que las reformas en materia de política de drogas obliguen a los grupos criminales a buscar otras formas de ingresos, es probable que haya un repunte en este negocio, de por sí, rentable.

Fuentes: Matt Ince para Royal United Service Institute, Signos de estos Tiempos

 

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